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Conceptos fundamentales

Y A C-B


Vínculos virtuales Francisco A. Ortega Martínez
Colección CES Universidad Nacional de Colombia
Yobenj Aucardo Chicangana Bayona
Fabián Sanabria, Ed.

F A. O M


de la cultura política de
Universidad Nacional de Colombia
Sede Medellín
La escultura sagrada del Chocó en el Sandra Milena Ramírez
contexto de la memoria de la estética Universidad Nacional de Colombia
de África y su diáspora: ritual y arte
Colección CES
(Premio Fundación Alejandro
la Independencia Grupo de Investigación Prácticas
Culturales, Imaginarios y Representaciones
Ángel Escobar 2011, categoría Se conforma en 2003, ante la necesidad de

E
ste libro es quizá el producto más patente, incluso el más crear y fortalecer comunidades académicas en
Ciencias Sociales)
la universidad y el país que aborden la
Martha Luz Machado Caicedo anhelado, aunque no el único, de varios años de trabajo

E
problemática histórica desde la perspectiva y
colectivo en torno a un mismo compromiso: la exploración los métodos de la historiografía cultural. En
Pedagogía, saber y ciencias conceptual de los fundamentos de la cultura política que se instala primer lugar, la que examina los procesos de
Colección CES subordinación y resistencia a la luz de
en el antiguo territorio de la Nueva Granada durante la primera
Javier Sáenz Obregón, Ed. micro-agencias que se apropian y transforman
mitad del siglo XIX. El libro parte del carácter problemático y

Conceptos fundamentales de la cultura


política de la Independencia
el entorno social. En segundo lugar, la que
Trauma, cultura e historia: azaroso que supuso lo que hoy conocemos como independencia, examina las prácticas, creencias y conductas a
la luz de las representaciones, imaginarios y
reflexiones interdisciplinarias de reconocer el carácter no necesario ni unívoco del orden político
códigos que las sustentan. En tercer lugar, la
para el nuevo milenio fruto de los procesos vividos entre 1808 y 1830. Al intentar hacer que examina la producción, circulación y
Lecturas CES cualquier aproximación investigativa a un momento concebido consumo de bienes simbólicos a la luz de las
Francisco Ortega, Ed. como fundacional de la nación, se corre el riesgo de hacerse una mediaciones culturales que producen en cada
una de sus instancias. Igualmente, el grupo
Acciones afirmativas y ciudadanía
imagen acabada y limpia de aquello que precisamente estaba en comparte una preocupación fundamental por
diferenciada étnico-racial negra, pugna y en discusión. Ésta es quizá una de las primeras precauciones el papel de la historia en la administración y
afrocolombiana, palenquera que este libro observa: intentar escapar al mito de los orígenes de F A. O M configuración de la memoria social –tanto en
su quehacer disciplinario como en sus
y raizal. Entre Bicentenarios la nación y de la nacionalidad colombiana. No para identificar su Y A C-B manifestaciones institucionales– y de sus
de las Independencias y ausencia o fragilidad sino para dar cuenta de las formas específicas E potencialidades para proyectarse creativa y
Constitución de 1991 en las que se instituyó el orden político republicano. críticamente en el presente nacional.
Investigaciones CES
Claudia Mosquera S M R Centro de Estudios Sociales (CES)
Rosero-Labbé & A E Desde 1985 el Centro de Estudios Sociales
(CES) de la Universidad Nacional de
Ruby Esther León Díaz, Eds.
Colombia se dedica a impulsar el desarrollo de
perspectivas inter y transdisciplinarias de
Cambio empresarial y tecnologías reflexión e investigación en ciencias sociales.
de información en Colombia. Las actividades de docencia, extensión e
Nuevas formas de investigación que se desarrollan en el CES
organización y trabajo. responden al reto de enfrentar la diversidad
Investigaciones CES social de la nación desde diferentes ópticas que
Anita Weiss, Enrique Seco & permitan afianzar el vínculo entre la academia
y las entidades tomadoras de decisiones.
Julia Ríos Lecturas Como resultado del trabajo de sus integrantes,
CES el CES cuenta con una extensa producción
bibliográfica reconocida nacional e
Lecturas CES internacionalmente. Dos de sus publicaciones
han sido reconocidas con el premio Fundación
Alejandro Ángel Escobar.
Colección Lecturas CES

Conceptos fundamentales
de la cultura política de la Independencia

Francisco A. Ortega Martínez


Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona
editores

Sandra Milena Ramírez


Asistente editorial

University of Helsinki
The Research Project Europe
1815-1914
Renzo Ramírez Bacca Imágenes interiores
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas y © Colección Museo de la Independencia-
Conceptos fundamentales de la cultura política de la Independencia / eds. Francisco A. Ortega Económicas Casa del Florero y Casa Museo Quinta de
Martínez, Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona ; asistente ed. Sandra Milena Ramírez. – Sede Medellín Bolívar, Ministerio de Cultura, Bogotá
Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Decano Daniel Castro
Estudios Sociales (CES) ; Universidad Nacional de Colombia (Medellín). Facultad de Ciencias
Humanas y Económicas ; University of Helsinki, 2012 Director
554 pp. – Lecturas CES University of Helsinki
he Research Project Europe 1815-1914 © Museo Nacional de Colombia/Juan
Incluye referencias bibliográicas
Bo Stråth y Martti Koskenniemi Camilo Segura
ISBN : 978-958-761-131-1 Directores María Victoria de Angulo de Robayo
Directora
1. Cultura política – Historia – Colombia 2. Soberanía 3. Ciudadanía 4. Colombia – Historia
constitucional – Siglo XIX 5. Colombia – Historia – Guerra de Independencia, 1810-1819 I.
Ortega Martínez, Francisco Alberto, 1967 – II. Chicangana-Bayona, Yobenj Aucardo, 1973 – Centro de Estudios Sociales (CES) © Biblioteca Nacional de México
III. Serie
Yuri Jack Gómez © Biblioteca Nacional, Bogotá
CDD-21 306.2 / 2012 Director © Colección Banco de la República,
Bogotá
Conceptos fundamentales de la cultura política de la Independencia Juliana González Villamizar
© Universidad Nacional de Colombia, Coordinadora editorial CES
Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales (CES).
© Universidad Nacional de Colombia, Ana María Noguera
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, Sede Medellín.
Ona Vileikis Pinilla
© University of Helsinki
Corrección de estilo e índice analítico
© Francisco A. Ortega Martínez, Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona
© Varios autores
Oicina de Comunicaciones
ISBN: 978-958-761-131-1 Facultad de Ciencias Humanas y
Primera edición: Bogotá, Colombia. Mayo de 2012. Económicas
Universidad Nacional de Colombia
Sede Medellín
Universidad Nacional de Colombia Sergio Bolaños Cuéllar Realización gráica
Moisés Wassermann Lerner Facultad de Ciencias Humanas
Rector Sede Bogotá Imagen de portada
Decano La India de la Libertad. Anónimo.
Alfonso Correa © Colección Museo de la Independencia-
Vicerrector Académico Jorge Rojas Otálora Casa del Florero, Ministerio de Cultura
Vicedecano Académico Bogotá
Julio Esteban Colmenares Montañez
Vicerrector Sede Bogotá Aura Nidia Herrera
Vicedecana de Investigación
Contenido

Introducción. Conceptos fundamentales de la cultura política de


la Independencia
Francisco A. Ortega Martínez ....................................................................... 11

I. Inicios, transformaciones y repúblicas

Joaquín de Finestrad y el problema de los “orígenes ideológicos”


de la Revolución
Elías J. Palti .................................................................................................... 31

Entre ‘constitución’ y ‘colonia’, el estatuto ambiguo de las Indias


en la monarquía hispánica
Francisco A. Ortega Martínez.........................................................................61

II. Conceptos fundamentales de la cultura política

Atributos del bien común en la construcción de la ciudadanía


neogranadina
Diana Monroy-García .................................................................................. 95
Patria y Monarquía en el Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de IV. Contornos del presente: conceptos, imágenes,
Bogotá, 1791-1797 memorias
Carlos Villamizar Duarte ........................................................................... 123
Conceptos, cultura y lenguajes políticos en las pinturas sobre la
La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, Independencia, siglo XIX
1785-1811 Yobenj Aucardo Chicangana-Bayona ....................................................... 383
Alexander Chaparro Silva ........................................................................... 161
Cultura política y conmemoración en Colombia: primer siglo de
La soberanía como principio y práctica del nuevo orden político vida republicana
en la Nueva Granada, 1781-1814 Amada Carolina Pérez Benavides y Soraya Maite Yie Garzón ............ 417
Zulma Rocío Romero Leal .......................................................................... 195
Epílogo para invitar a la discusión
Óscar Almario García ................................................................................ 449
III. Recortes de lo político

El pueblo en la república de los ilustrados Autores ......................................................................................................... 459


Gilberto Loaiza Cano ................................................................................. 221
Fuentes y bibliografía ............................................................................... 469
Hacia una historia conceptual de la tiranía y la dictadura en las
revoluciones americanas de 1810 Índice onomástico .......................................................................................517
María Victoria Crespo ................................................................................. 259
Índice temático..............................................................................................523
La libertad de la República y los esclavos de Quito: sobre el concepto
de libertad en los “valles jesuitas”, 1780-1820
María Eugenia Chaves ............................................................................... 289

El soldado y el ciudadano en la guerra en la Nueva Granada.


Ejército, milicia y libertad: una tensión inaugural
Clément Thibaud ........................................................................................ 317

Monstruosidad y no-ciudadanía: la metáfora de la exclusión en la


Nueva Granada, 1780-1814
Nicolás Alejandro González Quintero ..................................................... 353
la circulación del escrito en la metrópoli —en un momento en que la
mayoría de contemporáneos no podía siquiera avizorar la crisis y posterior La voz del Soberano. Representación en el
derrumbe de la Monarquía francesa—, pero aunque no conocemos las Nuevo Reino de Granada, 1785-1811
reacciones de los actores del momento, es bastante diciente su decisión Alexander Chaparro Silva*
de publicar, al parecer sin alteraciones la siguiente defensa de los “filóso-
fos modernos”, que reflejaba una tranquila confianza en la capacidad de
separar en dicho campo el trigo de la paja:

¿Quantos hay todavia en nuestra España muy revestidos de Doctores,


queno se desprenderan de sus errados sistemas, aunque se les ponga a los
ojos la evidencia? ¿Quantos que preciados de maestros en las ciencias no El despecho con todas las furias de la desesperación se
saben toda via sus principios? Hallara en una infinidad de hombres que anuncia en no pocos. ¿Y cuál es la causa de una metamorfosis
se llaman de carreta y que sin haver visto otros libros que el Goudin, el tan espantosa? ¿Qué veneno ha alterado nuestros humores y
Polanco, Lozada o el Aguilera para su filosofia, y el Gonet o Godoy para causa hoy síntomas mortales? La conducta de los gobiernos
su teologia, se atreven a declamar contra los filosofos modernos en comun y su política que fatiga en un curso incierto y engañoso.
y sin haberlos oido, ni saber siquiera sus nombres los tratan a todos de Cabildo de Santafé, 18151
Ateistas y Vitandos, solo porque han hoydo decir que Voltaire, Rousseau,

E
Hobbes, D. Argens y otros pocos se han fiado sobradamente de sus luces o l 30 de abril de 1785, Jorge Miguel Lozano de Peralta, primer
han abusado de ellas contra la Religión o la Moral y no dudarian en incluir Marqués de San Jorge de Bogotá, emprendería nuevamente un
en el Catalogo a los Polignac, Gassinis, Pascales, Chantelards, y Lacailles, recurso a la soberanía de Carlos III; elevaría una representación
que fueron muy virtuosos (De Roux, Tamayo & Rodríguez, 1993, p. 195). ante la autoridad regia con el objetivo de denunciar, por un lado, el
«lastimoso estado» en que se hallaba el Nuevo Reino de Granada y, por
otro, la persecución política que, según afirmaba, sufría a manos de los
más altos funcionarios virreinales. Lozano esperaba «cortar su última
ruina por medio de la piedad generosísima de vuestra majestad a quien
solo reconocemos estos pobres humildes vasallos por padre y refugio de
nuestras aflicciones» (1996 [1785], p. 280). Cinco lustros después, en el

*
Historiador, Universidad Nacional de Colombia.
1
Cabildo de Santafé. Representación del Ilustre Cabildo de Santafé al Supremo
Congreso sobre las causas que motivaron el movimiento de Independencia; solicita
desaparezcan las horcas y los banquillos para que los ciudadanos puedan vivir en paz
y tranquilidad, sin distingos de partidos políticos, Octubre 2 de 1815, en Ortega
Ricaurte, 1960, p. 148.

160 II. Conceptos fundamentales de la cultura política 161


marco de la crisis política abierta por la ausencia del monarca español, la verificación de un punto de llegada efectivo al cual tiende o debería
serían erigidos, en nombre de la soberanía originaria del Pueblo, diferentes tender su desarrollo conceptual, y, por otro, la posibilidad de dar cuenta
gobiernos provinciales en todo el Virreinato. Las nacientes autoridades de la totalidad del campo semántico definido alrededor de este término.
basarían su legitimidad en la anuencia del nuevo soberano y se autodeno- Por el contrario, en este trabajo se intentará dar cuenta de la coexistencia
minarían “representativas” de sus intereses en la medida en que habrían más o menos conflictiva de los diferentes significados atribuidos al con-
sido formadas según «sus votos, compuesta[s] de Vocales elevados á esta cepto, de las batallas políticas por la fijación de su sentido. Trataremos
dignidad por su proclamación, y que éstos no emplean sus mediaciones, de analizar sus múltiples elaboraciones, apropiaciones y usos estratégicos;
cuidados y vigilias en otro objeto que en el de labrar, consolidar y per- intentaremos allanar el terreno de las problemáticas abiertas por la in-
petuar la felicidad de este mismo Pueblo»2. terrogación de los orígenes y basamentos del orden político a partir del
¿Cómo se produjo semejante inflexión conceptual alrededor de la prisma de la representación.
noción de ‘representación’?, ¿cuáles fueron sus condiciones de posi- De este modo, se ha organizado la exposición en cuatro momentos.
bilidad?, ¿en qué contextos discursivos se inscribió su trasegar? Estas Primero se examinarán las representaciones del Marqués de San Jorge en
son algunas de las cuestiones fundamentales que orientan el presente el marco de la crisis política experimentada por el Virreinato después de
trabajo. La atención está centrada en la dimensión conceptual de la la rebelión de los comuneros de 1781. A renglón seguido, se analizarán
representación, en la forma bajo la cual su significante se carga de con- las primeras elecciones generales neogranadinas de 1809 decretadas
notaciones diversas y contradictorias, y condensa todo un «contexto de por la Junta Central española. Un tercer momento estará dedicado al
experiencia y significado» con el que se hace posible la construcción debate sobre la convocatoria al Primer Congreso Constituyente del
de horizontes de acción futura3. Así, no se trata aquí de reconstruir de Nuevo Reino de Granada de 1810. En último lugar, se presentarán
manera tozuda el sentido “verdadero” u “original” de la representación, algunas reflexiones.
ni de examinar su evolución lineal desde que se constituye en manifes-
tación privilegiada del poderío regio hasta que finalmente se convierte Representar en el Antiguo Régimen: las representaciones
en expresión de la voluntad nacional. Tal aproximación necesariamente del Marqués de San Jorge de Bogotá, 1785
partiría de un conjunto de presupuestos metodológicos hoy francamente ‘Representación’ es un término profundamente anclado en la cultura
insostenibles; por un lado, la existencia de un significado completamente jurídica del Antiguo Régimen.4 Con seguridad, mientras Lozano escribía
articulado y verdadero del significante ‘representación’, o por lo menos en 1785 los documentos que enviaría a la Corte de Carlos III, tenía en
mente toda una tradición corporativa y procesal que hundía raíces varios
siglos atrás. Ya en 1558, Felipe II había concedido a sus vasallos americanos
2
Junta Suprema de la Capital del Nuevo Reyno de Granada. (1810). Bando. Santafé, 23
de julio de 1810. Fondo Quijano 254, Pza. 42, Biblioteca Nacional (en adelante BN). la posibilidad de representar, de «escrivir, y hazer relación de algunas cosas
3
En efecto, para Reinhart Koselleck los conceptos articulan múltiples redes semánticas importantes á nuestro Real servicio, buen gobierno de aquellas Provincias,
y condensan experiencias históricas particulares, lo que les confiere, a su vez, un carácter o sobre agravios hechos á los Indios, ó injusticias, que padecen nuestros
inevitablemente plural y cierta indeterminación semántica. Por ello pueden trascender
su contexto originario y proyectarse en el tiempo, constituyéndose, de esta manera,
en espacios importantes de luchas políticas y objeto de estrategias de enunciación 4
Sobre los orígenes jurídicos de la representación política véanse los ya clásicos estudios
antagónicas (1993, pp. 111-123). de Keith Michael Baker (1990) y Hanna Pitkin (1972).

162 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 163
vasallos» (España, 1791, Vol. I, Libro III, Título XVI, Ley III). En efecto, manera, su capacidad para representar directamente ciertas demandas ante
las representaciones vinculaban a los súbditos con el poder, se constituían el Rey se encontraba estrechamente relacionada con su posición social,
en los modos de expresión privilegiados de la comunidad política ante reputación moral pública y desvelo acreditado en el servicio regio. En
las autoridades regias5. No en vano Lozano las reputaba como efectivos este sentido, se constituía en representante “natural” de los intereses de
«remedios de derecho» y curso regular de la política monárquica (Lozano, la comunidad política. Ciertamente, Lozano se postulaba como vocero
1996 [1785], p. 299). Al respecto, resulta significativo que durante los del beneficio público ante la autoridad: «no aspiro a otra merced si no es
levantamientos de El Socorro de 1781, el capuchino Joaquín de Finestrad a la de que se eviten ofensas a Dios nuestro señor y a vuestra majestad, y
considerara las representaciones como el único recurso legítimo de los la ruina de este fidelísimo reino». De lo que se trataba era de hacer pre-
vasallos ante el poder monárquico. De allí que, con el objetivo de acusar sentes las necesidades sociales que los aduladores ocultaban, de ejercer
la indiscutible ilegitimidad de la rebelión, preguntara a los neogranadinos: un derecho tradicional: Lozano solo esperaba «que se digne vuestra
«¿Qué representaciones hicieron los Cabildos y Procuradores generales real clemencia de oír sus lamentos y mis expresiones como nacidas
para que mejor informado el Ministro revocara o reformara sus órdenes? del amor a mi rey y señor natural y a mi patria» (p. 298). Así pues, las
¿Qué recursos se formaron para el remedio? ¿Qué súplicas se presentaron frecuentes alusiones al servicio regio y a la utilidad pública permiten
a las gradas del Trono?» (2000, pp. 185, 193). evidenciar las principales finalidades atribuidas a las representaciones
En este sentido, los agravios expresados por Lozano se inscribían ple- en el Antiguo Régimen.
namente en el universo conceptual de la política antigua: se constituían De esta manera, las representaciones del Marqués de San Jorge se cons-
en demandas políticas concretas relacionadas con reformas en el poder tituían, ante todo, en una crítica a los agentes de los poderes delegados
fiscal y la función de justicia, bastiones del gobierno monárquico por del Rey en América, a los ministros acreditados como prolongación de
excelencia. De hecho, pueden ser leídas como típicas crónicas sobre su potestad, particularmente a los funcionarios de la Real Audiencia,
el mal gobierno, como una defensa moral del «buen orden», «que se instituida «con tan respetable carácter, [en] representación de vuestra real
mirará como efecto de mi lealtad» (Lozano, 1996 [1785], p. 284). Así, persona para desagravio de oprimidos». Eran una crítica virulenta a los
las representaciones de Lozano, de manera similar a los demás recursos representantes del poder del monarca, los cuales habían levantado una
interpuestos ante la soberanía regia, se constituían en importantes ex- pantalla de intereses particulares entre el Rey y sus súbditos, olvidando que
presiones de su poderío, de su inconmensurable dignidad: «pido a mi «representan la real persona de vuestra majestad y despachan en vuestro
monarca, y monarca tan poderoso que nada le es difícil [...]» (p. 306). augusto nombre» (Lozano, 1996 [1785], pp. 308-309). Para Lozano,
Lozano, además de esgrimir su título nobiliario (puesto en entredicho los funcionarios de las altas instancias de gobierno no representaban los
por las autoridades locales), suscribía sus representaciones en calidad de intereses del monarca; sus disposiciones se encontraban alejadas com-
vecino de la Corte virreinal, apelando a la «ley de buen vasallo» y a la pletamente de las intenciones regias. Así, la Real Audiencia era el «más
«de vecino principal, ingenuo y amante de la justicia» (p. 293)6. De esta visible espectáculo de la tiranía porque sus ministros proceden sin otro
fin ni objeto que el de ostentar grandeza y autoridad a costa del honor,
vida, fama, reputación, hacienda y caudal de vuestros humildes vasallos»
5
Para un análisis de las representaciones elevadas ante la Audiencia de Santafé véase
Margarita Garrido (1993). (pp. 291-292). A su vez, las instancias de control sobre los representantes
6
Sobre el título nobiliario de Lozano, véase Jairo Gutiérrez Ramos (1998, pp. 121-144). regios, encarnadas en los visitadores, parecían poco efectivas, pues eran

164 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 165
residencias de mero cumplimiento (p. 305). De allí que Lozano, después términos de reciprocidad; por un lado, establecía el reconocimiento a
de interponer diferentes recursos ante los tribunales locales, acudiera los criollos de ciertas distinciones, privilegios y nombramientos en la
directamente —por la vía reservada— a la soberanía del monarca, apelan- burocracia monárquica y, por otro, exigía como contrapartida necesaria
do, así, a la noción compartida de buen gobierno; es decir, del gobierno la fidelidad irrestricta al solio español10.
justo preocupado por el bien común, que señalaba a las autoridades la Se trataba, entonces, de un llamado al respeto del pacto que había
consideración de los agravios elevados por los súbditos7. regido implícitamente en los anteriores gobiernos: «pues en ellos no se
En este sentido, Lozano se proclamaría portavoz de los «más tiernos deprimió la nobleza, se dio lugar a los vecinos honrados, se atendió al
sollozos de los españoles americanos», de sus demandas más sentidas, mérito y hombría de bien» (Lozano, 1996 [1785], pp. 281, 286-287).
relacionadas con la desigualdad entre los criollos y los peninsulares en Lo que importaba era llevar hasta sus últimas consecuencias la máxima
el acceso a los privilegios y cargos virreinales. Ciertamente, sus repre- fidelista tan en boga por aquellos días de: «grandes premios, y tambien
sentaciones hacían parte de una estrategia política más amplia contra la grandes castigos; aquellos para exaltar á los Vasallos leales, y obedientes,
creciente desamericanización de la burocracia monárquica decretada desde estos para reprimir á los desobedientes, y desleales; manifestando en unos,
Madrid, particularmente a partir de la creación en 1776 del Ministerio de y en otros, que en el Solio del Monarcha está entronisada la Justicia»
Indias al mando de José de Gálvez, la cual contravenía «aquellas eficaces (Azero, 1782, p. 51). Este era un llamado formulado a partir de la figura
recomendaciones y preferente atención que nos conceden vuestras Leyes de la cooperación y el servicio al Rey, que apuntaba al reconocimiento de
de Indias y particulares reales cédulas» (p. 281)8. Lozano legitimaría los la capacidad política de los súbditos americanos para procurar el interés
privilegios de los criollos apelando, entonces, a la tradición, a la historia, general, más allá del poder de los funcionarios virreinales. Se trataba de
en virtud de la «sangre gloriosamente vertida por nuestros antepasados atajar así el despotismo burocrático, de contrarrestar la «recomendación
en servicio de Dios nuestro señor y de vuestra majestad». Justamente, de tácita del superior que lo oprime en estas Indias»: «el silencio del súbdito».
su pretendida limpieza de sangre derivaban sus “derechos”, entendidos La representación se convertiría, entonces, en estrategia privilegiada: «sin
como prerrogativas, concedidos en función de sus preeminencias (p. 281)9. duda que la falta de noticias es causa de que no se libren las providencias
De esta manera, la soberanía regia a la cual acudiría Lozano se encontraba más útiles» (Lozano, 1996 [1785], pp. 278-279). En este sentido, su
enmarcada en la denominada “Constitución no escrita” de la Monar- exposición de los recientes levantamientos ocurridos en el Nuevo Reino
quía, la cual sancionaba la relación del Rey y sus vasallos americanos en resulta sintomática. Según Lozano, los «alborotos y revoluciones» acon-
tecidos en el occidente del Virreinato hacia 1765, durante el gobierno de
Pedro Messía de la Zerda, así como las «comunes inquietudes» de 1781,
7
Al respecto, véase José Antonio Maravall (1997, pp. 319-359).
no habían tenido otro origen que los «jueces inicuos y codiciosos» y la
8
En efecto, Lozano actuaba como una de las cabezas visibles de un grupo de notables
criollos que perseguía la igualdad en el acceso a la burocracia monárquica. Al respecto, «temeridad y violencia de sus despachos». Así, con respecto a la rebelión
véase el comentario introductorio de Gutiérrez Ramos a estas representaciones. Sobre de El Socorro, afirmaba que había sido:
las diferentes redes familiares y los altibajos de la burocracia local, véanse John Leddy
Phelan (1972, pp. 597-618) y Víctor Manuel Uribe-Urán (2008, pp. 19-131).
9
Sobre los privilegios y la política del Antiguo Régimen puede verse François-Xavier
Guerra (pp. 109-139). Sobre la identidad criolla y su sentido de superioridad racial
sobre las “castas”, véase Santiago Castro-Gómez (2005). 10
Sobre la “Constitución no escrita” de la Monarquía véase John Leddy Phelan (1978).

166 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 167
[…] una sublevación o motín dirigido contra las providencias del escondería un cuestionamiento profundo del misterio de su poder, de los
regente visitador de esta vuestra Real Audiencia y su distrito y de ningún arcanos de su majestad: la legitimidad del monarca no protegería más la
modo oponiéndose a las soberanas regalías de vuestra majestad, como lo autoridad de sus representantes11. Así, frente al argumento de Finestrad,
han querido suponer y fingir con detrimento de estos vuestros pobres que hacía de los ministros regios la voz del monarca —el «Gobierno de
fieles vasallos, que oprimidos de las hostilidades de los respectivos jueces los Ministros merece la misma obediencia que le es debida al Soberano»
y administradores de rentas prorrumpieron en aquel atentado, a que han (2000, p. 189)—, Lozano opondría su radical humanización, despoja-
querido dar el nombre de levantamiento, o aparentar que fue contra el ría su mandato del carácter de «ciega verdad»: se trataba de «hombres a
Estado, los mismos que fueron causa principal de las inquietudes para quienes, ni el respeto de las leyes, ni la confianza de vuestra majestad, ni
exonerarse de los legítimos cargos que se les debían hacer […] (pp. 282- el honor con que los condecora, ni el temor de Dios nuestro señor, ni
283, 294-295). el amor a los prójimos los obliga a obrar bien, ni los contiene del mal»
(1996 [1785], p. 300).
De esta manera, los recientes levantamientos daban cuenta no de las En todo caso, la conciencia del potencial conflictivo que esas posi-
intenciones de «sacudir el yugo suave de vuestra real dominación», sino bilidades encerraban terminaría por imponerse. Lozano sería encarce-
de la existencia de fuerzas poco transparentes que se oponían a la con- lado en diciembre de 1786 y comenzaría un largo proceso penal que
secución del bien común: «todos recelamos que la opresión y violencia culminaría con su destierro a Cartagena. A su vez, varias causas serían
[de los funcionarios virreinales] ha de llegar a tanto extremo que ha de instauradas simultáneamente contra diferentes notables criollos en
extender el espíritu de sedición por estos vuestros dilatados dominios» razón de representaciones consideradas sospechosas por las autoridades
(Lozano, 1996 [1785], p. 283). Para Lozano, la única manera de con- virreinales. Ciertamente, la política de la «consulta, el cogobierno y el
trarrestar aquellas fuerzas era a partir del poder de la representación, de pacto» se había ido eclipsando paulatinamente frente a los embates
la comunicación institucionalizada y efectiva entre el Rey y sus vasallos, centralizadores de los Borbones (Phelan, 1978, pp. 239-240). Aún
forma privilegiada de habilitación política de estos últimos durante el rondaba en las cabezas de los vasallos neogranadinos la abolición de los
Antiguo Régimen. antiguos acuerdos: la expulsión de los jesuitas; las reformas educativas
Sin duda, las últimas revueltas habían abierto las puertas a la elabora- de Moreno y Escandón; la llegada del visitador Gutiérrez de Piñeres,
ción de nuevas posibilidades conceptuales sobre el papel de los sujetos y el aumento sostenido de los impuestos. De manera significativa, el
en el orden político; habían propiciado una creciente pugna de sentido expediente abierto al patricio santafereño sería intitulado por los «va-
alrededor de nociones antes consideradas indisputables, sin la cual es rios excesos cometidos por dicho Lozano», casi respondiendo a una de
imposible entender la virulencia de la respuesta absolutista, encarnada las preguntas formuladas en sus representaciones: «¿Qué importa que
por los discursos de Azero y Finestrad. El monarca español seguiría, por vuestra majestad nos abra las puertas para la queja, si el temor, el recelo
mucho tiempo más, siendo objeto de las más sentidas plegarias de los y la injusticia nos cierran los labios para prorrumpir en ella?» (1996
neogranadinos por el «acierto en su gobierno» «para asegurar la paz y
tranquilidad» (Azero, 1782, p. 53). No obstante, detrás de este reconocido
tributo de fidelidad, anclado en la tradición y al cual apelaría Lozano 11
Sobre la importancia del arcano en la política monárquica véase Maravall (1997,
con el objetivo de detener la descriollización del Estado virreinal, se pp. 258-259).

168 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 169
[1785], p. 304)12. Se trata de un interrogante que había sido planteado 1737, p. 584). Justamente de eso se trataba, de asumir la representación
para no ser respondido. Las representaciones del Marqués de San Jorge del Rey-padre ausente. Así, después de la formación de diferentes juntas
no habían conseguido atajar la crisis política de las autoridades que re- provinciales de gobierno en España, y con el ánimo de resolver en la
presentaban al Rey en el Nuevo Reino de Granada. práctica el problema de la unicidad del poder, sería erigida en Aranjuez,
el 25 de septiembre de 1808, la Suprema Junta Central Gubernativa del
‘Representación’ en tiempos de crisis: las primeras Reino13. En efecto, la Junta representaba al Rey, era la «depositaria de la
elecciones generales neogranadinas, 1809 autoridad soberana», hablaba y gobernaba en nombre y en lugar suyo.
‘Representación’ es «una ficción del derecho» (Real Academia Española, De allí que, una vez conocida en Santafé la noticia de su establecimiento,
1737, p. 584). En 1611 Sebastián de Covarrubias ya había observado recibiera por parte de las autoridades locales el tratamiento de Majestad y
que «esta materia es muy sutil, y delicada cerca de los Iurisconsultos» y los honores correspondientes, «para dar el realce debido á sus funciones»,
que remitía al «acto de representar», de «encerrar en sí la persona de otro «como que se dirige al Soberano á quien representa». Los neogranadinos
como si fuera el mesmo, para sucederle en todas sus acciones, y derechos» pronto reconocerían que la Junta Central actuaba «con la soberanía
(1673 [1611], p. 160). Según el Diccionario de Autoridades (1737), ‘re- correspondiente al Rey por su ausencia» y sancionarían la legitimidad
presentar’ era, entre otras, «subrogarse en los derechos, autoridad o bienes de su instalación en medio de múltiples «demostraciones de amor, de
de otro, como si fuera la misma persona» (p. 584), una definición que, fidelidad y patriotismo»14.
si bien da cuenta de cierta estabilidad semántica del término, también En todo caso, conviene subrayar que buena parte de la legitimidad de
introduce una ligera pero significativa variación al incluir la subrogación la Junta Central residiría en el hecho de haber conferido representación
de la autoridad como una entrada posible para ‘representar’. Justamente, a los dominios americanos, de haber extendido la invitación a fundar la
la invasión francesa de la Península ibérica y las abdicaciones de la familia “representación nacional” en nombre del Rey15. El anuncio de que América
real en Bayona en 1808 abrirían las puertas de manera extraordinaria a
la reelaboración de esa posibilidad conceptual: la representación de la 13
Sobre los avatares políticos de la Península y América durante estos años, véanse
José María Portillo (2006, pp. 29-105) y Jaime E. Rodríguez O. (2010, pp. 106-118).
autoridad del Rey. 14
El 18 de enero de 1809 se llevó a cabo en Santafé la jura de fidelidad a Fernando VII
Tradicionalmente, las Cortes castellanas, convocadas por la voluntad
y a la Junta Central, en defensa de «la corona, la ley y la patria hasta perder la última gota
del soberano, representaban a los súbditos ante el monarca. Ahora, los de sangre» (Caballero, 1990, pp. 60-61). Las citas provienen del Redactor Americano del
sujetos políticos debían hacerse cargo de la soberanía en depósito y de Nuevo Reyno de Granada, N° 53, 4 de febrero de 1809, p. 329; N° 55, 4 de marzo de
darle cauce a la crisis reciente (Capellán de Miguel, 2006, pp. 612-621). 1809, pp. 341-343. Para algunas de las Reales Órdenes de la Junta que circularon en
el Nuevo Reino de Granada y la correspondiente respuesta de las autoridades locales,
Los diccionarios de la época con frecuencia acudían a la misma figura para
véanse los siguientes números: N° 59, 4 de mayo de 1809; N° 61, 4 de junio de 1809;
explicar el sentido legal del término: «como el hijo representa la persona N° 62, 19 de junio de 1809; N° 64, 19 de julio de 1809.
del padre» (Covarrubias, 1673 [1611], p. 160; Real Academia Española, 15
Según el decreto del 22 de enero de 1809, las provincias americanas eran «una parte
esencial e integrante de la Monarquía española» y, en consecuencia, debían «tener
representación nacional e inmediata a su Real Persona». De esta manera, los Virreinatos
12
En este punto conviene señalar que el proceso abierto a Lozano involucraba sus —Nueva España, Perú, Nuevo Reino de Granada y Buenos Aires— y las Capitanías
múltiples líos con las autoridades locales y su participación, nunca del todo establecida, en generales —Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Chile y Venezuela— debían nombrar cada
la rebelión de los comuneros (Gutiérrez, 1998, pp. 121-144; Phelan, 1978, pp. 67-78). uno un representante. (Junta Central Gubernativa del Reino. Real orden organizando la

170 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 171
debía tener representación nacional en la Junta Central a través de sus Las respectivas elecciones provinciales se efectuarían entre mayo y junio
respectivos diputados era ciertamente revolucionario, pues indicaba de 1809. La terna final del Virreinato quedaría integrada por el abogado
que ahora, con la vacatio regis, las diferentes comunidades políticas que santafereño Luis Eduardo Azuola, el conde de Puñonrostro Juan Matheu
integraban la Monarquía debían asumir su propia representación16. Sin y el mariscal de campo Antonio de Narváez y Latorre. El 16 de septiembre
duda, la convocatoria indiana, más allá de su notoria desigualdad en este último resultaría elegido y nombrado como “Diputado por el Nuevo
términos de representatividad —36 diputados por los reinos peninsulares Reyno de Granada y Vocal de la Suprema Junta Central Gubernativa de
y 9 para las vastas provincias de América—, alteraría de manera objetiva la Monarquía”, mientras que las instrucciones de los respectivos cabildos
las condiciones de enunciación de los discursos políticos: al margen del serían redactadas entre agosto y noviembre del mismo año19.
número de diputados, América debía tener representación en la Junta Ciertamente, las instrucciones dadas a Narváez se constituían en
Central. Así, por vez primera, se llevarían a cabo elecciones generales espacios privilegiados para que las diferentes corporaciones hicieran pre-
en el Nuevo Mundo para conformar un gobierno nacional unificado17. sentes sus anhelos e insatisfacciones, articularan sus propuestas políticas
En el caso neogranadino, serían 20 las ciudades capitales de provincia y plasmaran sus concepciones sobre el bien público, la ley y los cambios
habilitadas para realizar los comicios, en cuanto «cabeceras de partido»18. experimentados recientemente por la comunidad política. Eran ‘repre-
sentaciones’, relaciones escritas: «súplica o proposición motivada, que
representación de los dominios de las Indias en ella, 22 de enero de 1809, en Almarza se hace á los Príncipes y Superiores» (Real Academia Española, 1737, p.
& Martínez Garnica, 2008, pp. 51-52). 584). Así, el Cabildo del Socorro, basado en los «principios incontesta-
16
Es necesario advertir que esta convocatoria de la Junta Central se encontraría bles de la economía política», solicitaría, entre otras, la supresión de las
precedida por el llamado napoleónico a la convención constitucional de Bayona en julio
«clases estériles», la libertad de las tierras y del trabajo y la imposición de
de 1808. José Bonaparte invitaría a seis diputados americanos (de los cuatro Virreinatos,
más Guatemala y Cuba) para conformar la Diputación General que sancionaría la tributos, «según las leyes de la justicia en que se apoya el pacto social»20.
nueva Constitución, la cual establecería la igualdad de América y la Península en los Por su parte, los capitulares de Tunja insistirían en el establecimiento
asuntos de Estado. Sin duda, la Carta de Bayona impelería a la Junta Central a expedir de una caja real, un colegio y un obispado provincial en la ciudad21. No
el anterior decreto (Guerra, 2000, pp. 183-185).
17
Según la Real Orden del 22 de enero de 1809, para llevar a cabo las elecciones
Marta, Riohacha, Panamá, Portobelo, Veragua, Antioquia, Mariquita, Tunja, Pamplona,
de diputados americanos los cabildos de las capitales provinciales debían seleccionar
Santiago de las Atalayas, El Socorro, Neiva, Popayán, Quito, Cuenca, Loja, Ibarra y
inicialmente a tres personas «de notoria probidad, talento e instrucción». De esto terna
Riobamba.
se seleccionaría a una de ellas por sorteo y su nombre sería enviado a la capital virreinal,
donde el Real Acuerdo escogería a tres individuos del grupo final para seleccionar al
19
Redactor Americano, N° 69, 4 de octubre de 1809, pp. 429-432.
representante titular del Reino, también mediante sorteo. Luego cada ciudad votante, a 20
Cabildo de la Villa del Socorro. Instrucción que da el diputado del Nuevo Reyno de
través de los cabildos, debía entregar sus instrucciones al diputado elegido «expresando Granada a la Junta Suprema y Central Gubernativa de España e Indias, 20 de octubre de
en ellas los ramos y objetos de interés nacional que haya de promover». (Junta Central 1809 (en Almarza & Martínez Garnica, 2008, p. 132). Todas las instrucciones citadas
Gubernativa del Reino. Real orden organizando la representación de los dominios a continuación, con excepción de la suscrita por el Cabildo santafereño, corresponden
de las Indias en ella, 22 de enero de 1809, en Almarza & Martínez Garnica, 2008, a esta compilación.
pp. 49 - 53). Sobre estas primeras elecciones en América, véanse Guerra (2000, pp. 21
Cabildo de Tunja. Instrucción que da al excelentísimo señor don Antonio Narváez,
177-225) y Rodríguez (2010, pp. 118-128). diputado para la Suprema Junta Central de España por el Nuevo Reino de Granada, de
18
Según el Redactor Americano (N° 69, 4 de octubre de 1809, pp. 429-432), los cabildos los puntos que ha de promover en beneficio público, cuando lo estime por conveniente y
provinciales que participaron en las elecciones fueron los de Santafé, Cartagena, Santa oportuno, 6 de octubre de 1809 (en Almarza & Martínez Garnica, 2008, pp. 139-142).

172 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 173
obstante, más allá de la puntualidad de las demandas provinciales, estos de sus respectivas comunidades y apoderados de índole judicial de las
documentos permiten dar cuenta de la cohabitación inestable y desorde- diferentes ciudades ante la Corte cuyo objetivo principal era la defensa de
nada de diferentes sentidos atribuidos al concepto de representación. Las ciertos asuntos particulares para los cuales eran acreditados con diferentes
instrucciones abogarían por un reacomodamiento estructural del gobierno instrucciones y poderes limitados (España, 1791, Vol. II, Lib. IV, Tít.
monárquico a través de la representación igualitaria entre los españoles XI). De hecho, el Cabildo de Popayán, al tiempo que dotaba de inmu-
europeos y los españoles americanos en el seno de la Junta Central. Se nidad política a Narváez, lo designaría como su “procurador en Cortes”,
trataba de una redefinición radical de las relaciones de poder dentro de dejando en evidencia la vigencia del mandato imperativo: la obligación
la Monarquía. Así, el debate sobre la justa representación americana de los representantes de obedecer las instrucciones de sus comitentes,
permitiría plantear sin ambigüedades la cuestión central de la igualdad los diferentes cabildos provinciales, «representantes inmediatos» de los
entre los dos hemisferios. Según el Cabildo de Popayán, era imperativo Pueblos, sus voceros autorizados23. De allí que Herrera asegurara, con
establecer «una verdadera representación nacional de América y España». respecto a los diputados de la Junta Central, que «los pueblos descansan
Por ello ordenaba a Narváez: sobre su acierto y los eligieron para que sean el Ángel Tutelar de sus de-
rechos y acciones» (2008 [1809], p. 62).
Que a este efecto, siendo las Provincias de la primera unos Pueblos sin Se trataba entonces de la representación de esas comunidades políti-
diferencia alguna, iguales a los de la última, como lo tiene reconocido la cas, encarnadas en los reinos, las provincias y las ciudades: los sujetos de
Suprema Junta Central, el diputado reclame esta igualdad, pidiendo por la representación eran los cuerpos del Antiguo Régimen. Por ello, estas
la memoria que se ha dado a la América en la Representación Nacional instrucciones se suscribían de manera colectiva. Si bien, según afirmaría
de dicha Junta, que vayan de ella, y por consiguiente de este Reino, tanto el Cabildo de Popayán, Narváez debía «representar al Virreinato en la
número de individuos cuantos basten a igualar la pluralidad y mayoría Suprema Junta Central», era claro que aquel, a su vez, se constituía en el
que hoy tienen los vocales de España, eligiéndoseles por el Pueblo [...]22. representante de cada una de sus Provincias comitentes. Según la fórmula
utilizada por este Cabildo, se trataba de conferirle al «señor diputado los
En estas instrucciones, el término ‘representación’ se encuentra pro- poderes del Ayuntamiento, usando de la facultad que le corresponde,
fundamente asociado a la participación igualitaria en el poder soberano, por sí, y a nombre de la Provincia»24. Así, la representación del Reino se
a la capacidad de incidir de manera directa en los asuntos del gobierno
regio. Según lo expresaría Ignacio de Herrera y Vergara: «ahora es, pues, 23
Las instrucciones del Cabildo de Popayán estipulaban «que el diputado se arregle a
el tiempo más oportuno de cimentar nuestra felicidad, tenemos voz en las instrucciones que le hayan comunicado y en lo sucesivo le comuniquen los cabildos,
no contrarias a las cláusulas de este poder, siguiendo la pluralidad, a la más sana parte
Cortes y podemos por lo mismo solicitar el remedio de nuestras necesi-
en caso que discuerden entre sí; y consultando y esperando su resolución en los puntos
dades» (Herrera y Vergara, 2008 [1809], p. 63). Esta figura recuerda el nuevos, arduos e importantes en que puedan ser perjudicados los derechos, el honor, la
estatuto de los procuradores en el Antiguo Régimen: voceros naturales independencia y la libertad de los Reinos Americanos, y principalmente de éste» (en Almarza
& Martínez Garnica, 2008, pp. 124-125). Sobre los mandatos imperativos pueden verse
algunas reflexiones en Guerra (2000, pp. 206-213) y Elías Palti (2007, pp. 203-218).
22
Cabildo de Popayán. Instrucciones del Cabildo de Popayán adjuntas al poder dado 24
Cabildo de Popayán. Instrucciones del Cabildo de Popayán adjuntas al poder dado
al diputado del Nuevo Reino de Granada ante la Junta Central, 17 de octubre de 1809 al diputado del Nuevo Reino de Granada ante la Junta Central, 17 de octubre de 1809
(en Almarza & Martínez Garnica, 2008, p. 123). (en Almarza & Martínez Garnica, 2008, p. 121).

174 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 175
identificaba con la de sus principales ciudades, a su vez representadas por nación. Este asunto minaría la legitimidad de la Junta Central y tornaría
sus respectivos cabildos. La ciudad, en tanto espacio privilegiado de la ociosa su erección, pues para Torres no se trataba de otra cosa que de «la
política, aseguraba su preeminencia en función de diferentes dignidades reforma del gobierno y del establecimiento de las Cortes, que se deben
y fueros. La “Representación del Cabildo de Santafé”, por ejemplo, sería componer de toda la nación, según su primitivo instituto, su objeto y su
elaborada por el Cabildo capitalino no solo en calidad de corporación, fin» (1832, pp. 6, 8). Y esto nos remite a un punto esencial del debate,
sino también en tanto “Primer Ayuntamiento del Reino”, capital virrei- señalado ya por Elías Palti: el supuesto sobre el cual se encontraría fundado
nal, sede de la Real Audiencia, del Tribunal de Cuentas y Silla episcopal el proceso revolucionario en el mundo hispánico se basaría inicialmente
(Torres y Tenorio, 1832 [1809], p. 9). en la idea de la preexistencia de la nación, la cual haría posible postular
Por consiguiente, no debe sorprender que el poder de la represen- que, desaparecido el monarca, la soberanía revertía nuevamente en esta
tación sea entendido en buena medida en función de privilegios y (2007, pp. 90-101). Para los capitulares neogranadinos, con la convoca-
prerrogativas, de conformidad con el sentido que a finales del siglo toria se trataba de fijar «para siempre los destinos de la nación» a través
XVIII aún conservaba el término. Según el Diccionario de Autoridades, de los esfuerzos de los representantes de los diferentes reinos, quienes se
‘representación’ significaba, entre otras, «autoridad, dignidad, carácter, constituían en la «parte más ilustrada de la nación reunida en Cortes»26.
ó recomendación» (Real Academia Española, 1737, p. 584). De hecho, No obstante, si bien la idea misma de la conformación de la nación
Camilo Torres afirmaría su demanda de igualdad entre americanos y resultaba inconcebible en este momento, puesto que la Monarquía his-
peninsulares apelando a una figura similar a la esgrimida lustros atrás pánica era imaginada como una comunidad política natural, el debate
por el Marqués de San Jorge, en razón de que «tan españoles somos [los se centraría, a través de la noción de representación, en cómo ella estaba
criollos], como los descendientes de Don Pelayo, i tan acreedores, por constituida. De esta manera, la discusión sobre el derecho de representación
esta razón, a las distinciones, privilejios o prerrogativas del resto de la igualitaria en la Junta Central remitiría a un debate más amplio sobre el
nación»25. Así pues, la exigencia de igualdad de los criollos se inscribiría estatuto de América en el seno de la Monarquía; era una discusión sobre
en el registro del reconocimiento social; según Herrera, en la medida en la naturaleza misma de la nación española. Para el Cabildo santafereño,
que «los pueblos indistintamente descansan bajo la seguridad que les América y España eran dos partes integrantes y constituyentes de la
ofrece el poder de su Rey», «este como padre general no puede sembrar Monarquía y, en cuanto tales, conformaban un solo cuerpo político: «La
celos con distinciones de privilegios», y «la Balanza de la Justicia la ha de América i la España son los dos platos de una balanza: cuanto se cargue
llevar con imparcialidad» (2008 [1809], p. 65). en el uno, otro tanto se turba, ó se perjudica el equilibrio del otro». De
De allí que, para Torres, establecer una diferencia en materia de re- allí que, para Torres, solo de la representación igualitaria de todos los
presentación entre España y América solo fuera posible a partir de la dominios de la Monarquía resultara un «verdadero cuerpo nacional»
instauración de un “principio de degradación” en contra de esta, que se (1832 [1809], pp. 21-22). La representación funcionaba, entonces,
traduciría, en última instancia, en una representación incompleta de la como una convención gracias a la cual la nación en su conjunto podía

25
Según afirmaría para apoyar su argumentación: «los naturales conquistados, i sujetos 26
Cabildo de la Villa del Socorro, Instrucción que da al diputado del Nuevo Reyno de
hoi al dominio español, son muy pocos o son nada en comparación con los hijos de Granada a la Junta Suprema y Central Gubernativa de España e Indias, 20 de octubre
europeos, que hoi pueblan estas ricas posesiones» (Torres y Tenorio, 1832 [1809], p. 9). de 1809 (en Almarza & Martínez Garnica, 2008, pp. 134, 137).

176 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 177
estar presente en el gobierno. Por ello, parecía imprescindible la reunión En todo caso, si bien la representación debía funcionar como un
de todos sus elementos constitutivos, pues ningún reino se encontraría «antemural de bronce al despotismo y [la] arbitrariedad» (Herrera y
facultado para hablar en nombre de los demás sin cometer un acto de Vergara, 2008 [1809], p. 63), no se trataba de oponer la figura del Rey a
ilegitimidad. Así, los diputados de los reinos americanos representaban, la de la Nación. Por el contrario, para los capitulares neogranadinos, las
antes que nada, a América; solo su presencia en tanto que americanos futuras Cortes debían establecer un diálogo permanente con la Corona
garantizaría la legitimidad de lo sancionado en la Junta Central. Según y propender por el buen gobierno. Con respecto a la Junta Central, Juan
advertía Torres: «si no oís, pues, á las Américas, si ellas no manifiestan su Eloy Valenzuela, el cura de la parroquia de Bucaramanga, afirmaría lo
voluntad por medio de una representación competente, y dignamente siguiente en el marco de las elecciones locales:
autorizada, la lei no es hecha para ellas, porque no tiene su sanción»
(1832 [1809], pp. 22-23). […] después que nos hayas restablecido á Fernando, nada deseamos
Para Torres, se trataba de volver a los “orígenes” políticos de la Mo- tanto como la perpetuidad de vuestra institución, para que al lado de
narquía, de reformarla de acuerdo con sus «sus bases primitivas y consti- nuestros Monarcas los alivies en las tareas, les alumbres en las dudas, les
tucionales». Se trataba de una demanda de constitucionalismo histórico dirijas en las providencias: abogues por el Estado, descubras las intrigas y
que abogaría por la limitación del poder absoluto del monarca y por la sorpresas, veles contra la adulación, y engreimiento: y que con las inmu-
igualdad entre españoles y americanos (1832 [1809], p. 26). De allí que nidades, esensiones, y privilegios que gozes, seas superior á todo Ministro
los Cabildos locales entendieran el llamado de la Junta Central como una y valido, é inferior á solo el Rey. Su consejero en la paz, y en la guerra:
«convocación de cortes para la reforma de la constitución nacional»27, un Regente por constitución en caso de interregno ó minoridad: y en todos
llamado que permitiría legitimar la participación de los americanos en el tiempos la potestad intermedia que ligue y consolide los intereses y deseos
poder soberano en nombre de una Constitución antigua, perdida en los del pueblo con las miras y pretensiones del solio29.
tiempos del despotismo. Así, las instrucciones del Cabildo de Popayán
establecerían la firma inmediata de «una Constitución o Cuaderno de leyes Así pues, aunque los representantes americanos no alcanzarían a formar
fundamentales, renovando o reformando las antiguas, las que jurará cumplir parte de la Junta Central debido a su temprana disolución el 29 de enero
y guardar el Soberano, y cada uno de sus sucesores»; de esta manera, «para
contener los abusos del poder arbitrario, quedará constituido un cuerpo Para el patricio payanés, contrario a lo afirmado en la Representación del Cabildo, la
permanente, bien se llame Cortes o de otro modo, pero que se compondrá Monarquía hispánica nunca había tenido una Constitución, de allí que no existieran
de una verdadera representación nacional de América y España»28. vínculos legales legítimos entre España y América, solo lazos de sujeción producto de la
violencia conquistadora. La independencia de esta última sería resultado, entonces, de la
asunción de los derechos naturales por parte de los americanos. Según Torres, «perdida la
27
Cabildo de Popayán. Instrucciones del Cabildo de Popayán adjuntas al poder dado España, disuelta la monarquía, rotos los vínculos políticos que la unían con las Américas»,
al diputado del Nuevo Reino de Granada ante la Junta Central, 17 de octubre de 1809 los «reinos y provincias que componen estos vastos dominios, son libres e independientes
(en Almarza & Martínez Garnica, 2008, p. 122). y ellos no pueden ni deben reconocer otro gobierno ni otros gobernantes que los que los
28
Cabildo de Popayán. Instrucciones del Cabildo de Popayán adjuntas al poder dado mismos reinos y provincias se nombren y se den libre y espontáneamente». El contraste
al diputado del Nuevo Reino de Granada ante la Junta Central, 17 de octubre de 1809 entre los dos documentos es ciertamente notable. Para la transcripción y el análisis de
(en Almarza & Martínez Garnica, 2008, p. 123). Seis meses después, en carta dirigida esta carta puede verse Jaime Urueña Cervera (2007, pp. 85-198).
a su tío Ignacio Tenorio, oidor de Quito, los argumentos de Torres habrán cambiado. 29
Redactor Americano, N° 61, 4 de junio de 1809, pp. 389-391.

178 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 179
de 1810 para dar paso al Consejo de Regencia, la puesta en marcha de erigida el 20 de julio de 1810, día de Santa Librada, se arrogaría así la
este primer espacio representativo transatlántico fundaría nuevos pode- representación del “Pueblo”. Se trataba de legitimar un nuevo dominio
res delegados y abriría definitivamente las puertas a la politización de la político y de hacerlo efectivo a través de la representación; de redefinir el
esfera pública: ahora los americanos tendrían la posibilidad de participar vínculo entre gobernantes y gobernados, cimentando de esta manera el
del poder soberano y de debatir sobre la Constitución de la nación. Una derecho a gobernar de las nuevas autoridades: la Junta «es la depositaria
politización cuya magnitud quedaría evidenciada, ex negativo, por el afán de vuestros derechos y de todas vuestras facultades»; «ella es este pueblo
de unanimidad manifestado por las diferentes instrucciones provinciales. mismo, porque no representa otra cosa»31. Justamente, en nombre del
Así, los capitulares neogranadinos confiaban aún en que la eventual Cons- Pueblo la Junta había protestado no abdicar sus «derechos imprescrip-
titución, sancionada por las futuras cortes, conseguiría elevarse al mismo tibles» «a otra persona que a la de su augusto y desgraciado monarca
nivel de trascendencia del antiguo poder soberano. Mientras que el Cabildo don Fernando VII, siempre que venga a reinar entre nosotros», y había
socorrano esperaba que la Junta Central estableciera «una Constitución anunciado la formación de una Constitución de gobierno, la cual debía
que, a pesar de los ataques del tiempos y del furor de la barbarie, fije para afianzar la felicidad pública y sería sancionada «contando con las nobles
siempre los destinos de la nación»30, Herrera sugería que «el nuevo Código provincias» sobre bases recíprocas de «libertad e independencia»32. Según
que se reforme ha de ser corto para que el vasallo se imponga por sí mismo los juntistas capitalinos, los antiguos representantes del poder monárquico
y sepa lo que ha de obedecer. En seguida se han de prohibir cualesquiera habían cesado en sus funciones debido a que «este pueblo ha reasumido
glosas e interpretaciones» (Herrera y Vergara, 2008 [1809], p. 67). Así, en este día sus derechos y los ha depositado en personas conocidas y
frente a la profunda crisis experimentada por la Monarquía hispánica determinadas». El Pueblo se había convertido ya en la nueva sede de la
en su conjunto, frente al amplio e incierto horizonte que se abría ante soberanía; se había convertido en el “pueblo soberano”, manifestando su
sus ojos con la convocatoria de la Junta Central y la realización de estas voluntad «por el acto más solemne y augusto con que los pueblos libres
primeras elecciones generales, los neogranadinos opondrían la ilusión de usan de sus derechos, para depositarlos en aquellas personas que merezcan
una política generadora de certidumbres, disipadora de artificios y alejada su confianza»33. De esta manera, la representación se constituiría en el
aún del reino de la inmanencia. Una política sin política. acto central y fundante del nuevo orden en tanto máxima expresión de la
voluntad del nuevo titular de la soberanía; devendría, entonces, estrategia
Representar para existir: la convocatoria del Primer Congreso principal de cambio político.
Constituyente del Nuevo Reino de Granada, 1810
‘Representación’ se refiere a la «figura, imagen ó idea que se substituye
las veces de la realidad». ‘Representar’ es «ser imagen o symbolo de al- 31
Junta Suprema de la Capital del Nuevo Reyno de Granada. Proclama. Santafé, 23
guna cosa, ó imitarla perfectamente» (Real Academia Española, 1737, de julio de 1810. Fondo Quijano 254, Pza. 43. BN.
p. 584). La Junta Suprema de la Capital del Nuevo Reino de Granada, 32
Junta Suprema de la Capital del Nuevo Reyno de Granada. Acta del cabildo
extraordinario de la ciudad de Santafé, 20 de julio de 1810, en Quintero Montiel &
Martínez Garnica, 2007, pp. 7-16.
30
Cabildo de la Villa del Socorro. Instrucción que da al diputado del Nuevo Reyno de 33
Junta Suprema de la Capital del Nuevo Reyno de Granada. Acta del cabildo extraor-
Granada a la Junta Suprema y Central Gubernativa de España e Indias, 20 de octubre dinario de la ciudad de Santafé, 20 de julio de 1810, en Quintero Montiel & Martínez
de 1809 (en Almarza & Martínez Garnica, 2008, p. 137). Garnica, 2007, pp. 7-16.

180 II. Conceptos fundamentales de la cultura política La voz del Soberano. Representación en el Nuevo Reino de Granada, 1785-1811 181
Así, con el objetivo de «precaver la desunión y la guerra civil», y de se impusiera al final de esta discusión, el simple cuestionamiento de Car-
acuerdo a lo establecido en el acta del Cabildo del 20 de julio, la capital tagena de los principios de legitimidad invocados por la Junta santafereña
convocó el 29 del mismo mes a las demás provincias para que enviaran para adelantar la convocatoria provincial —sin lugar a dudas asociados al
cada una un diputado a Santafé y conformaran la Junta Suprema del estatuto privilegiado de la ciudad en tanto capital virreinal—, implicaba
Reino (con un total de 22 vocales). Se trataba de depositar el gobierno un desplazamiento fundamental con respecto a las coordenadas concep-
en el conjunto de los representantes provinciales, aunque de manera in- tuales en función de las cuales se desarrollaría el debate. Ciertamente, la
terina, pues este mismo cuerpo debía «convocar una asamblea general de exposición de la Junta cartagenera profundizaría el proceso de politización
los Cabildos, o las Cortes de todo el Reyno, prescribiendo el reglamento de la vida política local, pues, además de propiciar la desarticulación de la
conveniente para la elección [definitiva] de Diputados»34. Las respuestas estructura piramidal territorial que daba sentido al ordenamiento político
provinciales frente a la convocatoria no se harían esperar. Mientras que antiguo, abriría las puertas a la discusión de nuevas problemáticas sobre
Pamplona y El Socorro adherirían rápidamente, la Junta cartagenera ob- la constitución política del Reino; su estructura política y territorial; sus
jetaría parcialmente su contenido y propondría, además del traslado de la señas identitarias, y la cuestión, central en este proceso, de la soberanía:
sede del Congreso de Santafé a Medellín, que la convocatoria se realizara ¿cómo pasar de la soberanía de los pueblos, detentada de manera desigual
teniendo en cuenta la totalidad de habitantes libres en cada una de las por las diferentes juntas provinciales, a la soberanía del Reino? En última
provincias: un diputado por cada 50.000 almas y dos por cada 80.000 instancia, la lógica de la confrontación remitiría, indistintamente, a los
(para un total de 44 vocales). Así, según los cartageneros, «no hacemos esfuerzos por definir y establecer la naturaleza, las posibilidades y los
otra cosa sino anticipar la segunda convocatoria de la Asamblea general límites de la representación en tanto recurso privilegiado para imaginar
de todos los Cabildos ó Cortes de todo el Reino, que [Santafé] propone el espacio político.
para después, y sólo tratamos de excusar la primera convocatoria». Adicio- En este sentido, conviene destacar que tanto santafereños como car-
nalmente, formulaban como uno de los temas a tratar en el Congreso el tageneros coincidían con respecto al sentido primero de la convocatoria
reconocimiento del Consejo de Regencia, impugnado por Santafé el 26 de del Congreso. Se trataba de constituir un nuevo orden político, de echar
julio, asunto que solo competiría al «Reino legítimamente congregado»35. los fundamentos de una nueva legitimidad. Según los cartageneros, el
La polémica en torno al Primer congreso neogranadino estaba servida. Congreso debía «dedicarse á poner los cimientos de la común felicidad de
Pronto se sucederían diferentes pronunciamientos en respuesta a las ante- todo el Reino» y, en consecuencia, tomar «el carácter de Constituyente»,
riores proclamas. Mientras que Antonio Nariño objetaría la propuesta de y establecer las condiciones y límites del nuevo sistema de gobierno36.
Cartagena (respuesta adoptada de manera oficial por la Junta capitalina) El punto central a tratar por los diputados del Reino sería, entonces, el
el Argos Americano, publicación periódica de la Junta cartagenera, rebatiría establecimiento de una nueva Constitución. Ya no se trataba de la restau-
la posición capitalina. En todo caso, sin importar cuál propuesta política ración de la antigua Carta, anulada definitivamente por el despotismo,
sino de la refundación del orden político sobre nuevos basamentos, más
34
Junta Suprema de la Capital del Nuevo Reyno de Granada. Convocatoria a las Pro-
vincias. Santafé, 29 de julio de 1810. Fondo Pineda 573, ff. 149-150. BN.
35
Junta Suprema de Cartagena. Exposición de motivos que la Junta de la Provincia 36
Junta Suprema de Cartagena. Exposición de motivos que la Junta de la Provincia
de Cartagena de Indias hace á las demás de la Nueva Granada, relativa al lugar en que de Cartagena de Indias hace á las demás de la Nueva Granada, relativa al lugar en que
convendría se reuniese el Congreso general, en Corrales, 1883, pp. 157-158. convendría se reuniese el Congreso general, en Corrales, 1883, pp. 160-161.

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aun cuando, para la Junta cartagenera, los lazos que cimentaban la unión imagen simbólica; serían, antes que nada, representantes de sus respec-
de las provincias neogranadinas habían sido disueltos por Santafé con la tivas provincias comitentes39. En todo caso, alrededor de este aparente
expulsión de los funcionarios virreinales, pues con este acto «así como consenso se revelarían serias incertidumbres con respecto al lugar teórico
atacó en sus fundamentos el sistema despótico, así también dió origen y práctico del Pueblo a representar en el nuevo orden político. La noción
á que los pueblos reasumiesen el derecho imprescriptible que tienen misma no acusaba de antemano su contenido semántico. En este senti-
de obrar su felicidad»37. De allí la urgente «necesidad de constituir un do, el caso santafereño resulta bastante ilustrativo, pues oscilaría entre
poder soberano que restablezca entre las provincias las relaciones que se la consideración de las provincias —en tanto “Pueblo” que asumía la
disolvieron el 26 de julio, á fin de hacer un todo de las diversas partes»38. soberanía— como entidades cimentadas en lazos contractuales de tipo
De esta manera, algunas de las cuestiones esenciales que enfrentaría corporativo, o como fundadas en una concepción más individualista de la
esta primera convocatoria serían las de establecer cómo estaba consti- política. Según sostendría Nariño, la «masa general del Pueblo, conforme
tuido el Reino, cuáles eran las diversas partes que lo conformaban y, en á los principios de todo contrato social, debe participar de la Soberanía,
última instancia, cuál era la naturaleza del sujeto de la representación. Se que es innegable le compete». Esta afirmación, en todo caso, no negaría
trata de cuestiones cuya resolución implicaba un trabajo político sobre los fundamentos corporativos de la vida política local, evidenciados en
el concepto mismo. Según Nariño: el protagonismo otorgado a los cabildos provinciales en la construcción
del nuevo orden (Nariño, 1810, p. 9).
En el Estado repentino de revolución se dice que el Pueblo reasume la En este sentido, Nariño señalaría sin ambigüedades de ningún tipo el
Soberanía; pero en el hecho, ¿cómo es que la exerce? Se responde tambien carácter de artificio que encerraba la representación y la idea de la “volun-
que por sus Representantes. ¿Y quién nombra estos Representantes? El tad nacional”, que constituía al mismo tiempo su premisa y su resultado:
Pueblo mismo. ¿Y quién convoca este Pueblo? ¿Quando? ¿En donde? ¿Baxo
que formulas? Esto es lo que rigurosamente y arreglado a principios nadie Un movimiento simultaneo de todos los individuos de una Provincia
me sabrá responder (1810, p. 8). en un mismo tiempo, acia un mismo punto, y con un mismo objeto es
una cosa puramente abstracta y en el fondo imposible. ¿Qué remedio en
Los diferentes pronunciamientos de las juntas pueden entenderse, tales casos? El que hemos visto practicar entre nosotros por la verdadera
entonces, como respuestas parciales a estas cuestiones fundamentales. ley de la necesidad: apropiarse cierto numero de hombres de luces y de
En este sentido, es importante subrayar que los participantes del de- crédito de una parte de la Soberanía para dar los primeros pasos, y después
bate convenían plenamente con respecto a la titularidad del sujeto de
la representación: las diferentes provincias del Reino. Los diputados 39
Si bien la Junta cartagenera propondría la elección de representantes basada en el
al Congreso se convertirían al mismo tiempo en sus delegados y en su
número de habitantes, parece pertinente subrayar que dicha cantidad se refería al número
de habitantes por provincia. De esta manera, según la convocatoria, las provincias
deberían proceder «sin demora á nombrar un Diputado por cada 50.000 habitantes
37
Junta Suprema de Cartagena. Exposición de motivos que la Junta de la Provincia libres, que las represente legalmente». Adicionalmente, establecería «que las Provincias
de Cartagena de Indias hace á las demás de la Nueva Granada, relativa al lugar en que cuya población llegue á 80.000 habitantes libres, puedan nombrar dos Diputados:
convendría se reuniese el Congreso general, en Corrales, 1883, p. 154. que la que no alcance á 50.000 nombre no obstante un Diputado» (Junta Suprema de
38
Argos Americano, Suplemento al N° 10, 3 de diciembre de 1810, p. 45. Cartagena, en Corrales, 1883, p. 155).

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restituirla al pueblo. Asi es que justa y necesariamente se la han apropiado y concordia de todas las provincias? ¿Pudo la parte decidir de la suerte de
los Cabildos de este Reyno en la actual crisis (1810, pp. 8-9). la comunidad?». Su conclusión al respecto era contundente:

Justamente, la proclamación de la “ley de la necesidad”, el reconoci- Es demostrado que la Junta de Santafé lexos de representar al Reyno,
miento implícito del carácter contingente de todo ordenamiento político, ni aun siquiera representó en rigor al vecindario de su distrito, porque
le permitiría a Nariño impugnar la propuesta de la Junta cartagenera, ninguno podrá asegurarnos que sus vocales electos tumultuariamente
debido a que esta se habría arrogado la representación del Reino de ma- obtuvieron el voto, y merecieron la confianza de los vecinos a quienes
nera ilegítima al determinar de antemano las condiciones del Congreso competía este derecho40.
general, atribuciones que solo corresponderían «á la masa de la Nación».
Según su argumentación, «la congregación de Representantes nombrados De allí que, contrario a Nariño, Cartagena invitara a las diferentes
por un número de Ciudadanos decretado, por un Cuerpo, ó Cuerpos Juntas provinciales a reconocer «quan ilegitima y precaria» era su repre-
que no tienen jurisdicción, ni derecho para ello, á mas de los peligros de sentación y, en consecuencia, que procedieran a establecer «un gobierno
la retardación es injusto é ilegal» (1810, p. 9, 11, 19). De allí que para el legal y verdaderamente representativo», «nombrando los vecinos de cada
patricio santafereño la solución se encontrara en que las diferentes juntas pueblo el número de representantes que les corresponda con respecto á su
provinciales dieran un paso más y, facultadas por la soberanía ya apropia- mayor ó menor población». Así, una vez “legalizadas” las Juntas, podría
da y en depósito, nombraran sus respectivos diputados, «para que estos conformarse de manera legítima el Congreso del Reino, pues,
con una aproximación á la legitima Soberanía prescriban las fórmulas,
modo y sitio del Congreso general». En fin, para Nariño, la propuesta [...] siendo el principal objeto del Congreso la convocasion de las
cartagenera impedía que «el Pueblo sea Soberano, ó use de los derechos Cortes generales del Reyno, estas no lo representaran legalmente si los
de tal», mientras que en el manifiesto santafereño «aunque por los grados procuradores, ó diputados que han de componerlos no llevan consigo los
que prescribe la necesidad, llega el pleno de este derecho» (1810, p. 10). votos instrucciones y poderes de la mayoría de las Juntas provinciales, y
A su vez, para Cartagena, Santafé habría usurpado los derechos del si estas por supuesto no obtienen los sufragios de todos, ó al menos de la
Pueblo y convocado a las Cortes del Reino sin tener autoridad legal su- mayor parte de los vecinos sus comitentes.
ficiente para ello; entre otras, definiendo a través de las condiciones de
la convocatoria cómo estaba constituido este, y, de paso, desconociendo Solo de esta manera sería posible la formación del Congreso, «que ha de
la Regencia. La idea de la igualdad de las provincias le permitiría, enton- ser por su naturaleza el resultado de las diversas delegaciones parciales»41.
ces, objetar la capacidad de una provincia, en este caso de Santafé, para Así, según la Junta provincial, el nuevo soberano expresaría de la manera
representar a otra y al Reino en su totalidad. Para la Junta cartagenera, más diáfana posible su voluntad.
Santafé no podía decidir sobre el destino del Reino sin contar con la
«voluntad de las demás provincias», debido a que los vocales de la Junta
capitalina no habían sido nombrados por estas, ni su soberanía había sido 40
Argos Americano, N° 8, 5 de noviembre de 1810, pp. 32-33.
delegada en aquellos. De allí que se preguntara: «¿La ciudad de Santafé 41
Argos Americano, N° 8, 5 de noviembre de 1810, pp. 32-33; Suplemento al N° 10,
aislada pudo determinar en una materia que decía relación á la armonía 3 de diciembre de 1810, p. 45.

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En realidad, ambas convocatorias presuponían la existencia de la El espacio público se convertiría, así, en espacio de disenso. Nadie po-
entidad a la cual habría que representar: el Reino, en tanto comunidad dría arrogarse ahora ninguna posición de legitimidad incuestionable por
política territorial de orden superior, aparecía como una de sus premisas encima de sus adversarios políticos. Indefectiblemente, toda propuesta
fundamentales. Y ello era así porque el mismo llamado al Congreso era política podía ser combatida desde los mismos estandartes de la razón,
impensable sin suponer la existencia anterior de una voluntad unificada ninguna podía superar el estatuto de mera opinión. En efecto, Nariño
que hiciera posible la congregación de los representantes. Se trataba, en había escrito sus reflexiones basado en que «todo Ciudadano amante de su
verdad, de un requisito necesario para la argumentación sobre cómo debía Patria puede y debe manifestar su opinión y las razones en que la funda»;
representarse el Reino en las futuras Cortes. De allí que tales manifiestos de allí que invitara a sus opositores a «que se oigan con imparcialidad las
establecieran de antemano el modo en que el Reino se encontraba con- razones, y que por solo ellas se decida» (Nariño, 1810, pp. 1, 7, 9). A su
formado, en abierta tensión con el carácter constituyente del Congreso42. vez, los editores del Argos Americano no dudaban en reputar la posición
El problema fundamental, que radicalizaría el proceso de politización de la Junta santafereña como un conjunto de «opiniones erróneas, y
del espacio público neogranadino, sería entonces establecer quién podría apoyadas en falsos principios» y prometían «probar la falsedad de los
determinar de manera definitiva cómo se encontraba constituido el fundamentos» esgrimidos por Nariño43. De esta manera, fijar la opinión,
Reino; quién podía dar voz al nuevo soberano. Así, frente a la manifiesta a través de diferentes impresos, se convertiría en una labor de primer
arbitrariedad de la voluntad general, la razón se convertiría en la garantía orden para los gobiernos juntistas. Ante la crisis experimentada por el
última del orden político. Según Nariño: Reino, el único bastión que podía fundamentar la acción política era la
opinión pública en tanto expresión de la voluntad general. Una opinión
La propuesta de Santafé no la adopto porque la propuso Santafé, sino pública a la cual las Juntas buscarían no solo representar simbólicamente
porque es conforme a la razón, con los principios conocidos, y con nuestra sino también modelar, en nombre de la razón, con el objetivo de fundar
situación actual; que si las propuestas hubieran sido á la inversa, le diría á su legitimidad. No es casualidad que después de formular toda una serie
Santafé lo que hoy digo á Cartagena. Porque hay mucha diferencia entre de incertidumbres con respecto al sentido de la representación política
la una propuesta y la otra; la de Santafé dice unamosnos, y juntos deter- («¿quiénes tienen derecho de nombrar los representantes?, ¿de qué modo?,
minemos; la de Cartagena propone reglas, dá fórmulas, y asigna lugar, y ¿cómo evitar el soborno tan perjudicial en los gobiernos democráticos?»),
número de Vocales. Santafé aproxima los Pueblos a sus derechos, Cartagena los editores del Argos afirmaran: «la libertad de la imprenta es nuestra única
los restringe (1810, pp. 14-15). esperanza: mientras que ella se halle esclavizada, los amantes del Reyno
llorarán en secreto las desgracias de su Patria infelizmente sacrificada por
42
En todo caso, conviene subrayar que, si bien la propuesta santafereña se dirigía el despotismo de algunos ambiciosos, y el Pueblo ignorando el sendero
«á las actuales Provincias que componían todo el Vireynato, y que parece aspiran á
que debe seguir será el juguete de sus artificios»44.
una verdadera fraternidad y segura unión», los cartageneros propusieron extender la
invitación a participar en el Congreso a las provincias de Maracaibo y Guayaquil.
Para Santafé, tal invitación «se estiende a la agregación de Provincias separadas», «cuyo
43
Argos Americano, N° 7, 29 de octubre de 1810, p. 30; N° 13, 24 de diciembre de
consentimiento á más de ser dudoso, puede atraer el resentimiento de sus respectivas 1810, p. 58.
Capitales». Así, aunque premisa fundamental para llevar a cabo la convocatoria, el 44
Argos Americano, N° 6, 22 de octubre de 1810, p. 24; N° 8, 5 de noviembre de
Reino aún seguía siendo una entidad flexible e imprecisa en términos espaciales (Junta 1810, p. 33. Esta apelación a la razón y a la opinión pública es fundamental a la hora
Suprema de Cartagena, en Corrales, 1883, p. 155; Nariño, 1810, pp. 1-2). de entender los criterios de selección de los representantes. Aunque estos no eran

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En todo caso, este reino de incertidumbre se encontraba regido por la de los primeros constituyentes debido a las pretensiones de Sogamoso
“ley de la necesidad”. El Congreso se instalaría en Santafé el 22 de diciembre y Mompox de participar con pleno derecho, en calidad de provincias,
de 1810 «con las solemnidades necesarias, y con el aparato exterior digno en las deliberaciones del Congreso, asunto que marcaría su temprana
de la grandeza de su objeto». Concurrirían a su formación los diputados disolución (Martínez Garnica, 2003, pp. 3-16). En verdad, se trataba de
de Santafé, El Socorro, Pamplona, Neiva, Nóvita y Mariquita, quienes se cuestiones irresolubles, dotadas de una extraordinaria contingencia, que
constituían fundamentalmente en representantes de la voluntad de sus dinamizarían la práctica política a lo largo de toda la centuria en virtud del
respectivas provincias y, en consecuencia, se encontraban vinculados a sus principio que cimentaba buena parte de la legitimidad del nuevo orden:
comitentes a través de mandatos imperativos. Los representantes juraron el eventual escrutinio por parte del público del accionar político de sus
conservar la religión católica, sostener los derechos de Fernando VII contra representantes, según lo manifestaría el mismo ente colegiado: «el Congreso
el usurpador francés, defender la independencia y soberanía del Reino de conoce la necesidad de dar al Reyno cuenta de sus primeros pasos, y de
toda agresión externa y reconocer exclusivamente la autoridad que habían manifestar sus acuerdos y providencias, siendo esto propio de la liberalidad
depositado los Pueblos en sus respectivas Juntas Provinciales con expresa de sus principios»46. La política neogranadina había sido desmantelada
exclusión del Consejo de Regencia. Posteriormente, serían recubiertos con ya definitivamente de todo halo de trascendencia, había sido arrojada al
atributos de inviolabilidad y seguridad absoluta de sus personas debido a imperio del debate, de la vasta infinitud de los argumentos. Ciertamente,
su carácter público «conforme a las máximas, y derechos de las naciones los neogranadinos pronto reconocerían que «se llama política la inquietud
cultas»45. Cartagena y Antioquia habían decidido no enviar a sus diputados que fatiga en un curso incierto y engañoso»47.
a Santafé. El debate sobre la naturaleza de la representación política —cómo
estaba constituido el Reino y cuál era la entidad que debía representarse Reflexiones finales
(criterios de representación y cesión de soberanías parciales)— no había Las diferentes controversias políticas alrededor de la noción de repre-
sido resuelto de manera definitiva y ocuparía buena parte de la atención sentación durante el arco temporal analizado dan cuenta de su difícil
transformación en concepto sociopolítico fundamental de la moderni-
absolutamente indisputables, a menudo se argüiría que los nombrados (en menor dad hispánica. Ciertamente, la historia de este concepto no es la de una
medida aparecería el término elegidos) debían ser «sujetos capaces, y dignos por su evolución lineal de tipos ideales de ‘representación’, de una seguidilla de
probidad, y luces de gobernar el timon del estado, y animar con su influxo el cuerpo reglamentaciones, decretos y prácticas específicas de gobierno tendientes
social». Así, con frecuencia al hablar de los representantes se impondría la imagen del
experto en las dolencias del cuerpo político. Con la elección se trataba, entonces, de un a organizarla, sino la de una cohabitación inestable y conflictiva de modos
reconocimiento por parte de toda la comunidad política de las diferentes distinciones políticos, imágenes y discursos sobre ésta. En todos los casos analizados,
sociales y las cualidades intelectuales de las élites criollas. De allí que la elección de los
representantes al Congreso fuera presentada como el «asunto de mas importancia y
gravedad que jamás ha ocurrido á los moradores del Nuevo Reyno de Granada, [pues] 46
Nuevo Reino de Granada. Instalación del Supremo Congreso. Santafé de Bogotá,
de la buena o mala elección de aquellos dependen los futuros destinos de este». Argos Imprenta Real, 1811. Fondo Quijano 153, Pza. 6. BN.
Americano, N° 7, 29 de octubre de 1810, p. 28; Suplemento al N° 10, 3 de diciembre 47
Cabildo de Santafé. Representación del Ilustre Cabildo de Santafé al Supremo
de 1810, p. 44. Sobre opinión pública y representación, véase Véronique Hébrard Congreso sobre las causas que motivaron el movimiento de Independencia; solicita
(1998, pp. 196-224). desaparezcan las horcas y los banquillos para que los ciudadanos puedan vivir en paz
45
Nuevo Reino de Granada. Instalación del Supremo Congreso. Santafé de Bogotá, y tranquilidad, sin distingos de partidos políticos, Octubre 2 de 1815, en Ortega
Imprenta Real, 1811. Fondo Quijano 153, Pza. 6. BN. Ricaurte, 1960, p. 147.

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la representación funcionaría como una forma de organizar las relacio- los defensores del artículo, por el contrario, la iniciativa de las leyes corres-
nes entre los sujetos políticos (súbditos, corporaciones o ciudadanos) pondía exclusivamente a los congresistas, depositarios ya de la «legítima
y el poder estatal. Así, en sus particulares sinuosidades semánticas, el procuración de los pueblos», de la voluntad general. Según el venezolano
concepto da cuenta de las disputas en torno a la definición y el ejercicio Pedro Gual, la «soberanía no es más que el derecho de sufragio que tienen
de la soberanía (del Rey, de los Pueblos, del Pueblo, de la Nación). En los ciudadanos en los términos asignados por la ley»: «en Grecia y Roma
este sentido, se constituye en índice y factor de las diversas alternativas el pueblo dictaba leyes tumultuariamente; en nuestros días la soberanía
de recomposición del cuerpo político durante el período examinado. se ejerce por el maravilloso modo de cuerpos representativos»49. Así, la
En todo caso, la naturaleza misma de la representación no conseguiría definición de los límites de la representación política, de las atribuciones
ser objeto de consenso definitivo ni de prácticas claramente asumidas de la soberanía del pueblo y de la voluntad general se constituiría en el
en el nuevo orden político, aunque como principio de legitimidad será principal resorte del debate constitucional.
ya incuestionable. De esta manera, la política neogranadina de la primera mitad del siglo
Así, la contundencia aparente de los primeros artículos de la Cons- XIX puede ser leída como un conjunto de batallas por la representación,
titución de Cúcuta, sancionada el 30 de agosto de 1821: «La soberanía por la apropiación del poder, por hacer coincidir la voluntad general y
reside esencialmente en la Nación. Los magistrados y oficiales del Go- el poder, por representar simbólicamente la voz del soberano. Batallas
bierno, investidos de cualquiera especie de autoridad, son sus agentes o por la representación. Batallas políticas. La representación conservará
comisarios y responsables a ella de su conducta pública» (Uribe Vargas, por mucho tiempo más una de sus acepciones originales: la «comedia
1977b, pp. 709-710), enmascararía, hasta cierto punto, las múltiples ó tragedia, que se representa en los teatros» (Real Academia Española,
disputas alrededor del sentido de la representación política entre los 1737, p. 584), en el escenario de la política.
constituyentes colombianos. En efecto, la discusión de un artículo que
pretendía dar el estatuto de acto legislativo exclusivamente a las iniciativas
de los diputados del Congreso, permite ilustrar el tipo de problemáticas
abiertas por la discusión de las paradojas inherentes al mismo concepto.
Para José Ignacio de Márquez, futuro presidente de la República, dicho
artículo «contenía un acto de verdadera tiranía»: «era absolutamente
ruinoso al congreso, porque se le denegaba el auxilio y cooperación de
los demás y el medio de valuar la opinión pública; y a los particulares,
porque se les quitaba el derecho de tomar parte en sus leyes, de expresar
su voluntad y aun de instruir a sus representantes». De esta manera, el
«congreso hacía, en cierto modo, usurpación de la soberanía que estaba
en la universalidad de los ciudadanos y no en sus representantes»48. Para

48
Congreso de la República de Colombia. Actas del Congreso de Cúcuta: 1821 (1989, 49
Congreso de la República de Colombia. Actas del Congreso de Cúcuta: 1821 (1989,
T. I, p. 38). T. I, pp. 38-39, 49).

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