Está en la página 1de 194

Cafeteros del Macizo Colombiano: re-creando historias

en tiempos de crisis, corregimiento de El Paraíso


(Sucre, Cauca)
Cafeteros del Macizo Colombiano:
re-creando historias en tiempos de crisis,
corregimiento de El Paraíso (Sucre, Cauca)

Egda Mery Luna


Marleny Luna
Orlando Luna
Adriano Mamián
Porfirio Mamián
Juan de la Cruz Gómez
Javier Ernan Rosero
Jairo Tocancipá-Falla (Coordinador)

Editorial Universidad del Cauca


2012
© Universidad del Cauca, 2015
© Egda Mery Luna, Marleny Luna, Orlando Luna, Adriano Mamián, Porfirio Mamián,
Juan de la Cruz Gómez, Javier Ernan Rosero y Jairo Tocancipá-Falla (Coordinador), 2015

Primera edición Editorial Universidad del Cauca, julio, 2015

Diseño de la Serie Editorial Universidad del Cauca


Diagramación: Cristian David Ordoñez Ordoñez
Diseño de carátula: Cristian David Ordoñez Ordoñez
Editor General de Publicaciones: Luis Guillermo Jaramillo E.

Editorial Universidad del Cauca


Casa Mosquera Calle 3 No. 5-14.
Popayán, Colombia
Teléfonos: (2) 8209900 Ext 1134
editorialuc@unicauca.edu.co

Copy Left: los contenidos de este libro pueden ser reproducidos en todo o en parte, siempre
y cuando se cite la fuente y se haga con fines académicos y no comerciales.

Impreso en . Popayán, Cauca, Colombia.


A las mayoras, mayores y nuevas
generaciones del Macizo Colombiano
Contenido

Agradecimientos............................................................................................................................... 9

Introducción................................................................................................................................... 13

Parte I. El café, historias en el ámbito global

1. Origen, leyendas y ambientes geográficos........................................................................ 23

Parte II. Caficultores del Macizo: historias en el ámbito local

2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano ���������� 41

Parte III. Café, cultura y economía en el ámbito regional-local

3. El café: sembrando esperanzas........................................................................................... 89

4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio.......................................................... 109

5. ‘Preparando la carga’: comercio y negocio del grano.................................................... 125

6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo............................. 139

7. Cambio, crisis y futuro de la industria cafetera en el Cauca......................................... 157

Parte IV. Futuro de la caficultura del Macizo Colombiano

Glosario......................................................................................................................................... 179

Apéndice Plantas medicinales y forrajeras reportadas en los cafetales de franja media ���� 183

Referencias citadas....................................................................................................................... 187


Agradecimientos

E l resultado de este trabajo investigativo no habría sido posible sin


la colaboración de distintas personas e instituciones que, directa o
indirectamente, ayudaron a la realización del mismo. A nivel institucional,
agradecemos al Fondo Mixto de Cultura, a la Vicerrectoría de Investigaciones y
al Sello Editorial de la Universidad del Cauca, que de modo generoso y desde
sus limitaciones presupuestales contribuyeron para la publicación final de este
libro. En Bogotá, nuestros agradecimientos a Juanita Camacho, quien realizó una
lectura y una revisión críticas del texto. En Popayán, nuestro reconocimiento
y aprecio al ingeniero José María Astaiza, ex director del Comité de Cafeteros,
por permitirnos una entrevista sobre la situación cafetera en el Cauca, y a René
Ausecha, gerente de la Cooperativa de productores del Sur del Cauca –Cosurca–,
por colaborar con sus apreciaciones sobre la industria cafetera y el suministro de
información estadística. En la Universidad del Cauca, nuestros agradecimientos
a los antropólogos Cristóbal Gnecco y Guillermo Ospina, a la economista Olga
Lucía Cadena, al profesor de español y literatura Luciano Rivera y al lingüista
Tulio Rojas, quienes leyeron el texto críticamente y sugirieron observaciones
importantes para mejorarlo. También nuestras gracias al director del Herbario
del Museo de Historia Natural de la Universidad del Cauca, profesor Bernardo
Ramírez, y al entonces estudiante de octavo semestre de biología Adalberto
Trujillo, quienes con dedicación clasificaron algunas plantas encontradas en los
cafetales de la parte media de El Paraíso. Esta colaboración y agradecimientos no
deben entenderse como una responsabilidad por el tratamiento y apreciaciones
sobre los temas tratados por los autores.

En El Paraíso, por su colaboración durante la fase de recolección de la información


se resalta el agradecimiento a Hermógenes Hoyos, Miguel Ordóñez, Presentación
Mamián, María Mamián, Mario Mamián, Adriano Mamián (q.e.p.d.), Leidy Muñoz,
Noralba Muñoz y Euclides Tandioy (q.e.p.d.). En El Fresno, nuestros agradecimientos
para Margarita Luna, Pedro Nel Gómez Hoyos y Córdula María Gómez. En El
Mirador, el señor Santiago Anacona (q.e.p.d.) nos ayudó a confirmar muchos de
los hechos y eventos ocurridos en El Paraíso y El Fresno. En la cabecera de Sucre,
a Juan Rengifo y Olivio Sevilla, cafeteros y comerciantes de la región que también
ayudaron desde su experiencia a contar sus historias. Igualmente, por sus aportes
es importante resaltar los agradecimientos en El Paraíso a Diomedes Hurtado,
Ismael Mamián, Jhon Kennedy, Ariel Ospina, Isaías Mamián y Jessica Luna. En

9
Cafeteros del Macizo Colombiano

cuanto al comercio del grano en la región recibimos colaboración del señor Silvio
Quinayás, del corregimiento Los Uvos (Municipio de La Vega), de Napoleón
Gironza (q.e.p.d.) y Heriberto Ospina en el El Paraíso y Otoniel y Daniel Bálcazar
en El Bordo. En Popayán, nuestros agradecimientos también al historiador Diego
Castrillón (q.e.p.d.), quien desde su perspectiva como académico y habitante de
la ciudad nos ayudó a complementar el cuadro del consumo del café en la capital
del departamento. Finalmente, pero no menos importante, nuestras gracias a Nuria
Cristina Ortegón por su dedicación en la edición de algunos materiales en el texto.

10
Mapa 1. La región cafetera en el Departamento del Cauca, Colombia.
Fuente: adaptado de Zona Cafetera. Comité Departamental de Cafeteros de Caldas, 2004.

11
Cafeteros del Macizo Colombiano

Mapa 2. El Paraíso en el Departamento del Cauca, Colombia.


Fuente: adaptado de Zona Cafetera. Comité Departamental de Cafeteros de Caldas, 2004.

12
Introducción

E n tiempos de crisis, ¿por qué re-crear historias de una región del Macizo
Colombiano? Existen muchas razones para responder a esta pregunta; sin
embargo, en una discusión sobre la temática que sostuvimos en distintas
reuniones con el grupo de personas que trabajó en esta propuesta investigativa,
se identificaron aquellas consideradas como las más apremiantes. En primer
lugar, la llamada crisis cafetera de finales del siglo XX (1989-2004) y comienzos
del XXI (2012-2015), el posible cese al conflicto armado que lleva más de
medio siglo afectando al sector agrario, a las cuales se sumó la expansión y
repunte de los cultivos de coca, permitió mostrar distintas formas de relación
entre las poblaciones del Macizo Colombiano frente a estos eventos críticos.
En segundo lugar, al considerar la mayor parte de la literatura sobre el café en
Colombia notamos que ‘la mirada’ hacia las grandes regiones cafeteras basadas
en el principio de ‘productividad’ sigue primando. Vimos necesario entonces, en
segundo lugar, repensar este criterio e interrogarnos sobre la importancia histórica
y actual que el café ha tenido para miles de familias en el departamento. Aunque
en años recientes esta tendencia ha disminuido, el Cauca, como muchos otros
departamentos ‘menores’ sigue siendo desconocido en sus historias, relaciones
económicas y políticas, y sobre todo en el valor social, histórico y cultural que los
grupos sociales le confieren al grano.

En este orden, veíamos la importancia de revelar tales valoraciones a través de


un libro que se convirtiera en material pedagógico que sirviera de referencia
para las nuevas generaciones de cafeteros en esta región del Macizo Colombiano.
En tercer lugar, queríamos mostrar cómo se ve esta región del Cauca en un
panorama nacional e internacional, especialmente a partir de temas ampliamente
difundidos como la relación café-coca, los procesos de colonización de esta parte
del sur del Cauca, el conocimiento local sobre la producción, el comercio y el
consumo del café, entre otros temas.

En una perspectiva amplia, el texto se aproxima a una descripción del ciclo


vital del café, sin llegar a agotar el tema en otros ámbitos vinculados al cultivo
en su curso productivo, como el proceso de transformación que ocurre en las
trilladoras localizadas en las ciudades. Desde este punto de vista, el texto es
una reflexión social sobre algunas localidades del Macizo sin perder el contexto
regional e internacional que lo enmarca, consideración difícil de omitir en un

13
Cafeteros del Macizo Colombiano

producto como el café. El trabajo investigativo adelantado es apenas un peldaño


para desarrollar posteriores investigaciones sobre temas variados y ahondar en
otros aquí señalados.

A lo largo del texto se evidencia el problema del cambio social en las


comunidades del Macizo, cambio que se genera por múltiples factores, entre
ellos el resurgimiento de los cultivos de coca, en los cuales muchos pobladores se
vieron involucrados, más recientemente al paro cafetero y posteriormente el paro
agrario, que reveló con intensidad el problema agudo que se vive en el campo
colombiano; temas que han sido cruciales en el llamado período ‘postconflicto’.
Como se anotó anteriormente, la llamada ‘crisis cafetera’ hace evidente este
resurgimiento, pero interroga sobre la manera como las poblaciones responden,
adaptan e interpretan tales cambios.

El libro lleva un mensaje no solo a las nuevas generaciones sino también a las
autoridades sobre un objetivo fundamental: es primordial fortalecer una disposición
de encuentro entre autoridades y pobladores afectados por la crisis cafetera con el
fin de buscar salidas regionales y locales a los efectos que tal fenómeno expansivo
ha generado en las últimas décadas; aspecto que se hizo notar en la crisis reciente
(2013) donde por primera vez en la historia del país los cafeteros se pusieron de
acuerdo para exigirle al gobierno más atención y cuestionan la institucionalidad
cafetera que se mostraba pasiva frente a la problemática. La crisis ha llegado
también con una crisis de la representación donde muchos productores todavía
no se ven reflejados en la imagen promocionada de la región considerada como
eje cafetero. Estos cambios derivados de la crisis también traen oportunidades y
se reconoce que, en tales posibilidades, unos ganan más que otros. Se necesita
entonces orientar las oportunidades sociales de manera democrática para centrarse
con mayor fuerza hacia regiones que, a pesar de ser cafeteras, todavía padecen
condiciones difíciles de vida.

Finalmente, el libro tiene una finalidad académica y de vinculación con el entorno


social es responder al llamado de integrar cada vez más la agenda investigativa
que se desarrollan en las universidades con las problemáticas relevantes en las
regiones. Esta integración colaborativa es necesaria, y materializarla más allá de
discusiones teóricas y retóricas como acontece a veces en las aulas es un reto. Este
libro colectivo es un aporte que va en esa dirección; falta mucho por hacer pero
es indispensable comenzar este camino.

Estructura del libro

Las diferentes inquietudes que confluyeron para desarrollar este trabajo


investigativo fueron incentivadas por un motivo común: recuperar la memoria
social sobre la producción, transformación, consumo y la valoración cultural del

14
Introducción

café a nivel local. Este aspecto común, sin embargo, se fue ampliando hasta
incorporar otros factores más generales asociados con el comercio internacional
del café, que si bien debían ser investigados en los archivos, libros y otras fuentes
secundarias, era necesario incorporarlos en el texto como una forma de mostrar y
revelar las relaciones que se daban desde lo global a lo local.

Con el fin de establecer un agrupamiento de temas, el texto se dividió en cuatro


partes que, a pesar de esta separación, no deben entenderse de manera parcelada.
Cada parte tiene una relación con el título al cual refiere pero al mismo tiempo
indica un vínculo con las otras partes que el lector podrá encontrar a lo largo de la
lectura. En la parte I, “El café, historias en el ámbito global”, se aborda el contexto
internacional a partir del cual el grano se expandió a través de los siglos, desde
el oriente de África hasta América Latina. Este contexto y recorrido se aborda
en el capítulo 1, cuyo objetivo no era solo compilar la información fragmentaria
que se disponía en buena parte de la literatura sobre el café en Colombia, sino
de analizar y develar cómo se mostraban a las distintas regiones cafeteras en el
país, centrándose en regiones conocidas como el eje cafetero o regiones que han
tenido un papel preponderante en términos de ‘productividad’ cafetera.

En décadas recientes, y en el contexto nacional, las investigaciones sobre


el grano se han incrementado sobre la base de trabajos ya destacados en
los que se subrayan aspectos tales como el carácter democrático del café
(por ejemplo Nieto 1975; Parsons 1968) y el conflicto en la ampliación de
la frontera agrícola (Bejarano 1987; Berquist 1972; Ocampo 1989a; Ocampo
1989b; Palacios 2002) entre otros. En el ámbito regional se analizan algunos
trabajos que intentan dar cuenta del departamento del Cauca (Unicauca
Cauca 1990; Correa 1990; Correa 1992), y del municipio cafetero de Piendamó
(Posada 1980). La perspectiva adoptada es histórica y, a pesar de contar con
trabajos consistentes que abordan esta dimensión sobre el café, consideramos
que faltaba un análisis más enfocado hacia los procesos históricos que se han
dado alrededor del café en el departamento.

Aunque casi todos los autores coinciden que el café tuvo su desarrollo a partir de
la segunda mitad del siglo XIX y durante el siglo XX, existen pocas referencias que
establezcan u n vínculo con el orden regional. En este sentido, y aprovechando
la colección de trabajos de la Comisión Corográfica dirigida por Agustín Codazzi
a mediados del siglo XIX, se analizó este trabajo excepcional en el que se aprecia
de manera muy preliminar el panorama que nos muestra cómo los distintos
pueblos se vincularon paulatinamente con la economía cafetera. En resumidas
cuentas, al enfocar el referente geográfico en Colombia, Cauca y sur del Cauca
(Macizo Colombiano) se pretendió valorar las distintas formas de relaciones y
conexiones que el café empieza a establecer en las vidas de miles de familias
cafeteras en el país y en la región de estudio.

15
Cafeteros del Macizo Colombiano

La segunda parte del libro, “Caficultores del Macizo: historias en el ámbito local”,
describe la historia social de pueblos andinos como El Paraíso (antiguamente
conocido como ‘El Tachuelo’) y El Fresno (antiguamente conocido como ‘El
Carbonero’), municipio de Sucre. Ambas localidades son vecinas y comparten
condiciones materiales y sociales comunes. Así, a lo largo del texto el lector
encontrará un mayor énfasis en la localidad de El Paraíso, lo que no demerita
el papel de otras localidades vecinas que mantienen características similares.
La descripción histórica y actual se presenta en el capítulo 2, donde se
resaltan aquellos aspectos relacionados con las familias colonizadoras como la
procedencia, su nivel educativo, la salud, lo religioso y el valor cultural y social
de la coca. El énfasis sobre estos temas surgió de las entrevistas realizadas con
algunos pobladores de estas localidades. El contraste de los cambios presentados
en la historia local se desarrolla en otra sección referida al ‘ presente’ (2003-
2005, 2013), período durante el cual se recolectó y actualizó la mayor parte de
la información, y donde se reveló recientemente el surgimiento de otra crisis que
reiteró aspectos ya señalados en la primera.

La tercera parte, “Café, cultura y economía en el ámbito regional-local”, incorpora


los capítulos 3, 4, 5, 6 y 7 y constituye casi el 80% del trabajo en su conjunto. El
énfasis en esta parte se concentró en el trabajo con el grupo de investigación local
en la cabecera del corregimiento de El Paraíso, aspectos que resultan comunes
a la experiencia social en la vecina localidad de El Fresno. Desde un punto de
vista académico, los temas que se abordan tienen que ver con la producción,
transformación, comercialización y consumo del café; es decir, el ciclo de vida de
este producto agrícola.

El capítulo 7 aparece de manera excepcional colocando la economía cafetera


en una perspectiva comparativa con la comercialización de la coca que empezó
a finales de la década de los sesenta en la región del Macizo Colombiano. El
capítulo 3 trata sobre la producción cafetera en la zona. Aquí se destaca la
percepción y el entendimiento que las poblaciones locales tienen y han adquirido
sobre el café en las últimas décadas. Si bien es cierto que la Federación Nacional
de Cafeteros ha cumplido un papel importante en términos de transferencia de
tecnologías, las familias de campesinos cafeteros interpretan de manera distinta
tales mensajes tecnológicos, integrándolos, modificándolos o adecuándolos a sus
necesidades sociales y/o sus tradiciones. Es aquí donde se revela el encuentro
con nuevas tendencias como la agricultura orgánica, que también son valoradas
por los productores en relación con las tradiciones locales, que se reflejan en
conocimientos sobre las fases de la luna y sus efectos sobre las plantas y los
animales, el conocimiento de las condiciones materiales de producción, etc. Cabe
mencionar que el papel de la huerta medicinal en los cafetales fue identificado
por las mujeres, quienes evidenciaron sus competencias no solo en este campo
sino en otros relacionados con la producción y el consumo en el contexto de la
familia campesina caficultora.

16
Introducción

El período conocido como la cosecha y el conocimiento local que se relaciona


con esta actividad, son analizados en el capítulo 4. Aunque ya existen trabajos
especializados realizados por la Federación de Cafeteros sobre las técnicas de
la cosecha, en este capítulo se trata de dar a conocer cómo los productores
experimentan a nivel local esta fase en el ciclo de producción del grano y el
componente social que contribuye en la realización de la actividad. Se buscó en
últimas observar la cosecha desde la localidad de una zona productora de café
considerada ‘marginal’. El secado, selección del grano y el almacenamiento del
mismo, son actividades t e c n o l ó g i c a s agrícolas que también revisten condiciones
particulares importantes de registrar. Esta fase es una introducción para entrar a
describir la actividad de comercialización. La mayor parte de las observaciones
se basaron en un ejercicio de recolección realizado con algunos integrantes del
grupo; a partir de allí, las revisiones del texto se hicieron de manera conjunta.

En el capítulo 5, “Preparando la carga”, se presenta una aproximación sobre


cómo los comerciantes empiezan a intervenir el mercado a nivel local y, en años
recientes, involucrando a personas locales en el negocio. Aquí se muestran desde
un punto de vista socio histórico las formas de intervención comercial particulares
que se presentaron en la región. Se destacan formas tradicionales de medida como
la ‘taza’, que sirvieron por cierto tiempo a los comerciantes para insertarse de
manera ventajosa en el mercado local. La trayectoria del comercio en esta región,
seguramente como en otras a nivel nacional, ha trascendido desde las iniciativas
individuales (comerciantes) hasta proyectos más colectivizados (asociaciones de
productores y comercializadores). En la actualidad, los campesinos cafeteros
logran vender sus productos a nivel individual o a través de organizaciones
comercializadoras locales y regionales como la Asociación de Productores de
Sucre –Asprosucre– y la Cooperativa de productores del Sur del Cauca –Cosurca/
Expocosurca–. Si bien la comercialización se realiza en una escala local y regional,
el producto final no se queda exclusivamente allí sino que se da en otros
niveles, como queda demostrado a nivel del mercado internacional.

La esfera de consumo es analizada en el capítulo 6. Allí se destaca el contexto


mundial, en el cual los países consumidores tienen un papel sobresaliente en
relación con el ciclo productivo del grano. En este recorrido encontramos un
hecho contradictorio: los cafeteros producen un café de gran calidad pero
consumen el café de peor calidad o ‘ripio’. Esta tendencia, sin embargo, se ha
acentuado en años recientes debido a los cambios del clima y consecuentemente
con las enfermedades y la falta de prevención por parte de los productores. Los
líderes se ven expuestos cada vez más a cursos dirigidos ( degustaciones) por
organizaciones cafeteras que enseñan cómo apreciar el consumo del grano y en
este sentido la tendencia de no consumir un grano de buena calidad tiende a
revertirse. A lo anterior se suma el hecho de que en el año 2013 Starbucks, una
de las compañías distribuidoras de café colombiano más grande en el mundo,
arribó al país para estimular el consumo.

17
Cafeteros del Macizo Colombiano

En cierta manera el incentivo al consumo en general es una respuesta al contexto


de crisis cafetera que se agudizó en las últimas décadas (1989-2004, 2012-2015).
La crisis, traducida por las instituciones cafeteras como una reducción significativa
del precio del grano, ha afectado a más de 580.000 familias cafeteras en el país,
pero los efectos de la misma están lejos de ser los mismos en todas las regiones,
aunque en el paro del 2013 los reclamos fueron unificados en cuanto a lograr
un subsidio por parte del Estado de 145.000 pesos por carga.

Las consecuencias y su relación con otros fenómenos económicos y sociales,


como la bonanza de la coca a nivel regional y local, son analizadas de manera
parcial en el capítulo 7. Con este capítulo se pretende ilustrar las particularidades
que el fenómeno tuvo en una región ‘marginal’ cafetera, que aparece desconocida
en la literatura que trata sobre el tema. La expansión de los cultivos de la coca
con fines comerciales y su impacto económico y social es difícil de desarrollar
en una simple sección y aquí solo hemos logrado una aproximación (ver también
Tocancipá-Falla 1998).

Por último, en la parte IV se presentan algunas conclusiones relacionadas con


la síntesis del ciclo productivo del grano y el futuro de su papel en la vida
social de los pueblos del Macizo Colombiano. No se pretende avanzar en una
especie de visión futurista del asunto, sino más bien, destacar el problema
del cambio social o lo que algunos autores llaman ‘la nueva ruralidad’1
alrededor de la cultura y la economía cafeteras en el Macizo. En este orden,
el texto se presenta como un punto de referencia para muchas lecturas e
interpretaciones e invita a explorar otras temáticas no propuestas de manera
abierta o abordadas solo en parte, pero relacionadas con la llamada ‘nueva
ruralidad’ en Colombia. Más recientemente, con el surgimiento de otra crisis
cafetera (2012-2015), aparecen nuevos referentes y manifestaciones como
las acciones estratégicas de bloquear vías, algo semejante a lo desarrollado
por movimientos sociales como el Comité de Integración del Macizo
Colombiano –CIMA– y donde el departamento del Cauca aparece como
punto de referencia importante en el ámbito nacional (Corredor 2015).
Lo anterior revela una fragmentación ya soterrada en la institucionalidad
cafetera, que se muestra en un movimiento relativamente nuevo por la
defensa y la dignidad cafetera, el cual cuestiona las autoridades en la falta
de iniciativas por resolver una problemática que dicha institucionalidad
había logrado camuflar y esconder por muchos años. Una breve reseña de
esta nueva crisis es trabajada en esta última parte.

1 Agradecemos a la economista Olga Lucía Cadena por señalar la ‘nueva ruralidad’ como
un tema fundamental para enmarcar el trabajo. Sin embargo, en este caso creemos que
la designación de ‘ nueva’ resulta problemática, tal como lo enseñan los ciclos históricos
que han presentado la crisis cafetera.

18
Introducción

Metodología: la realización del trabajo

Hasta hace algunos años buena parte de la investigación social aparecía como
un resultado exclusivo del esfuerzo individual de un autor. Sin embargo,
más recientemente se ha reconocido que el acto de investigar es más que
la consecuencia del trabajo de una persona. Aunque se puede participar
individualmente, la interacción de estos aportes individuales en términos de
conocimiento, experiencia, lectura de textos, etc. es un esfuerzo colectivo que se
va resumiendo en un trabajo como este, donde se cuentan múltiples historias. El
libro presentado aquí se dio a partir del encuentro de unas condiciones de trabajo
entre unas personas que cultivan cierto conocimiento disciplinario (antropología)
y el interés de otras por dar a conocer parte de sus vidas, especialmente aquellas
que se interesan por la historia local de sus pueblos (miembros de la comunidad
del corregimiento de El Paraíso y El Fresno).

Tal como insinuamos anteriormente, el trabajo presentado aquí es el resultado


de varias investigaciones producidas por un grupo de líderes del corregimiento
de El Paraíso, en el municipio de Sucre (sur del departamento del Cauca), y dos
antropólogos (egresados del departamento de Antropología de la Universidad
del Cauca), quienes se interesaron en asuntos de historia local y cambios en
la cultura del café en esta área del departamento. El desarrollo del proyecto
se inició en el 2002 y tuvo una revisión y actualización, no sabemos si final,
en febrero de 2013, y con algunas revisiones posteriores menores en el 2015.
Colocar en armonía distintas agendas y compromisos en el trabajo no fue una
tarea fácil y el proyecto se desarrolló en varias etapas, que obviamente y, como
en muchos casos, no correspondieron con los tiempos y planes trazados. En una
primera fase (2002), nos dedicamos a hablar de cómo sería el proyecto, quiénes
podrían colaborar en la recolección de la información y sobre la importancia
de la investigación a nivel local. Se dieron algunas charlas sobre los aspectos
básicos de lo que implica hacer investigación, las entrevistas, la fotografía, etc. A
nivel local, esta idea se encontró con un interés ya establecido entre los líderes
sobre la historia de su región.

Posteriormente, en una segunda fase (2003-2005), se procedió a desarrollar


las actividades de campo, recolectando la información pertinente conversando
con líderes, antiguos pobladores y con personas familiarizadas con la región.
Alguna de esta información fue complementada con investigaciones que
paralelamente venían desarrollando el profesor Jairo Tocancipá-Falla (Tesis
doctoral en Antropología) y el antropólogo Javier Rosero (Tesis de pregrado en
Antropología). Finalmente, en la fase de análisis y redacción del material en el
2005 se avanzó por momentos y esta fue quizás la parte más lenta de todo el
proceso investigativo, pero una de las más productivas en el trabajo. Esta fase
se caracterizó por la escritura, lectura y revisión de los textos producidos; un
ejercicio que no fue fácil por los distintos ritmos que nos encontramos para

19
Cafeteros del Macizo Colombiano

estructurar todo el texto. En la cabecera del corregimiento de El Paraíso se dieron


jornadas extenuantes en la que el cansancio y el sueño fueron argumentos
suficientes para terminar la labor de revisión. Frente a la pregunta ‘¿qué habría
que agregarle o quitarle al párrafo leído?’, la respuesta muchas veces fue ‘lo
que falta es que le quitemos el papel a usted para irnos a dormir’. En otras
situaciones nos correspondía volver a los lugares ya recorridos en grupo para
verificar detalles de la información recolectada.

La presentación de los capítulos en toda la estructura del libro muestra estilos


distintos, unas veces con un tono bastante académico, en otros momentos con
la voz de los actores deseosos de contar sus historias, y en ocasiones con e l
t o n o de quien al parecer elabora un informe institucional. Estas variaciones
de estilos del lenguaje empleado que se encuentran a lo largo del texto fueron
ampliamente criticadas por uno de los evaluadores que revisó el documento, quien
solicitaba un estilo más estandarizado y homogéneo que se compadeciera con la
audiencia rural. En lo que al papel de ‘escribientes’ y ‘traductores’ (antropólogos)
nos corresponde, esta tarea fue supremamente difícil de realizar. Conciliar varias
voces que se cruzan, creemos, era el reflejo del mismo ejercicio de interacción
que se tuvo en el proceso de investigación. Los lectores, entonces, encontrarán un
texto con altibajos al respecto de los tonos y los estilos variados en su escritura y
oralidad, propios de las experiencias particulares de quienes trabajamos en este
proyecto; esta polifonía y policromía son las que en últimas esperamos sirvan
para que su lectura sea grata, especialmente entre estudiantes de los colegios
agropecuarios del municipio de Sucre, de otros municipios del departamento,
y por supuesto, de profesores y estudiantes de antropología y de otras áreas
sociales afines. No esperamos que la metodología corresponda con una lógica
“estricta” de método para hacer las cosas de investigar el mundo social. Creemos
sí que es una de las formas de acercarse a la comprensión del mundo rural.

Finalmente, después de tantos encuentros para la lectura grupal, se logró concretar


una versión que fue leída, discutida y ajustada a las interpretaciones, muchas
veces corrigiendo redacciones rápidas y equivocadas o revisando información ya
desactualizada. El texto que se presenta es en parte esta versión. Decimos en parte,
porque creemos que todavía hay mucho trabajo por realizar y lo presentado aquí
es una invitación y un estímulo para que nuevas generaciones de estudiantes
de la región y de antropología le apuesten a mejorar la versión de las historias
locales en El Paraíso y en otras localidades y zonas del Macizo Colombiano, donde
seguramente dicho proceso de recuperación de la memoria social todavía espera
como una tarea por realizarse.

20
Parte I.
El café, historias en el ámbito global
1. Origen, leyendas y ambientes geográficos

D urante los dos últimos siglos, el café1 se ha convertido, quizás, en uno de


los cultivos más sobresalientes en la transformación de la vida social de
millones de familias rurales en tres continentes: África, Asia y América
Latina. Dada su importancia a nivel mundial, sus orígenes y proceso expansivo
siguen siendo ampliamente divulgados por distintos conocedores del tema,
muchas veces introduciendo historias y leyendas que se repiten incansablemente
en muchos de los textos especializados en la materia y otras veces aportando
nuevos elementos en la dinámica social y cultural de este cultivo.

En este capítulo describiremos los orígenes del café, su proceso expansivo y en


especial cómo emigró desde África, Asia y Europa para luego ingresar a la región
latinoamericana. Aunque parte de este recuento ya ha sido descrito y referido
por distintos autores, nuestro énfasis se da sobre aquellas regiones cafeteras que
históricamente han sido consideradas ‘marginales’ y que en apariencia no han
tenido un papel importante o ejercido influencia en ‘regiones cafeteras’ o del ‘eje
cafetero’ como convencionalmente se les conoce en el país. Esta clasificación de
regiones ‘centrales’ y ‘periféricas’ no pretende configurar una geografía cafetera
reducida a estos dos polos en cuanto a desarrollo cafetero. Por el contrario,
considerando el caso del sur del Cauca, creemos que existen muchas regiones
que todavía no han sido investigadas y que merecen más atención, destacando
así dinámicas regionales complejas que todavía esperan ser investigadas.

Los orígenes del café y su(s) trayectoria(s):


de África al mundo Árabe y América Latina

El origen del café como cultivo remite a la región del este central del África,
en lo que se conoce hoy como Etiopía, antigua Abisinia y el centro de África,

1 Un manual define el cafeto como “una planta superior. Esto quiere decir que tiene una
estructura compleja, pues posee tejidos muy diferentes entre sí como la madera del tallo
y la parte verde de las hojas. También tiene órganos que se pueden distinguir fácilmente
como las raíces, los tallos, las hojas, las flores y los frutos […] el cafeto pertenece a la
familia botánica de las Rubiáceas […] y al género Coffea” (Fedecafé 1969: 16-20).

23
Cafeteros del Macizo Colombiano

actualmente El Congo.2 Una de las leyendas más populares y dominantes sobre


el descubrimiento de los arbustos de café, aunque no la más convincente, remite
a un pastor de cabras de esta región que algún día en el siglo VI observó cómo
su rebaño, después de comer unos granos rojos de un arbusto de color verde,
se mantuvo “despierto no solo dos o tres veces a la semana en la noche sino
también que se excitaba y encabritaba de una manera inusual” (Banks, McFadden
y Atkinson 2003: 10; t. de los a.). De acuerdo con la leyenda, el pastor reportó
esto al Imam3 de un monasterio vecino, quien al cocer los granos y no resistir a la
fragancia del aroma de café hizo una infusión que lo mantuvo despierto durante
“la noche sin efectos adversos” (Weinberg y Bealer 2001: 4).

Una historia un tanto diferente y que vincula animales no domesticados involucrados


en el desplazamiento de la semilla es atribuida al misionero J. Lewis Krapf en su
libro Travels, Researches and Missionary Labors During Eightheen Years residence
in Eastern Africa (1856), quien señala que un tipo de gato montés (cat civet)
pudo haber sido el transportador de las semillas de café (eliminando las semillas
no digeridas) desde África central a las montañas de Etiopía. En cualquiera de
estas dos versiones en la que se involucran animales domésticos y salvajes, los
recuentos históricos refieren a esta región como el lugar de origen. Se sabe que
pueblos guerreros como los gallae, ancestros de los Etíopes, fueron los primeros
en reconocer los efectos energizantes del arbusto (Banks, McFadden y Atkinson
2003: 11; ver también Topik 2000: 642).

Otra versión también popularizada entre los musulmanes refiere al Arcángel Gabriel,
quien fue enviado para revelar al profeta Mohammed “las virtudes y maneras
de prepararlo [el café]” presentado así como sustituto del vino que los mismos
musulmanes prohibían (Becker, Hoechfeld y Kopp 1979 citado en Topik 2000; t.
de los a.). Una de las versiones sobre el proceso expansivo del café indica que,
a comienzos del siglo XVII, las peregrinaciones de musulmanes hacia la India
e Indonesia contribuyeron a la expansión del grano hacia dichas regiones
(Weinberg y Bealer 2001: 5). Otras versiones anteriores e inscritas dentro de la
historia clásica del viejo continente refieren a un conocimiento preliminar del
café desde los tiempos del Antiguo Testamento y la guerra de Troya.

2 Aunque existen aproximadamente 50 especies diferentes del género Coffea, solo dos
variedades dominan en el ámbito de la producción a nivel mundial: el café arábigo y
el robusta. Tanto la variedad de café arábiga como la robusta son originarios de África.
La primera es nativa de Etiopía y la segunda del Congo en África Central. En Colombia,
de acuerdo con la Federación las que más se destacan son: típica, borbón, tabí y
variedad Colombia. No se menciona la maragojipe, reportada en el pasado en muchos
departamentos en el país. (Variedades. Disponible en: http://www.cafedecolombia.com/
caficultura/variedades.html, acceso 03/2006).
3 La Real Academia Española define el Imam o Imán como el “encargado de presidir la
oración canónica musulmana, poniéndose delante de los fieles para que estos le sigan en
sus rezos y movimientos” (2001: 446).

24
1. Origen, leyendas y ambientes geográficos

En síntesis, el centro-este de África aparece como la región más aproximada para


atribuir los orígenes del café y a partir de la cual siguió su ruta expansiva hacia
la península de Arabia y posteriormente hacia el resto del mundo. Con respecto
a las referencias escritas, una de las primeras establecidas sobre el arbusto y
sus efectos como estimulante es atribuida al físico y astrónomo islámico llamado
Abu Bakú Muhammad ibn Zakariya, más conocido como ‘ rhazes’, quien reseñó
el consumo de ‘bunn’ y ‘ buncham’; expresiones árabes que todavía se usan
en Etiopía para referirse al grano de café y su bebida respectivamente (Weinberg
y Bealer 2001: 3). Otra versión, en la que se resaltan las evidencias documentales,
señala que desde “mediados del siglo XV en los monasterios Sufi de Yemen al
sur de Arabia” (Banks, McFadden y Atkinson 2003: 10-11; ver también Stella 1997;
Topik 2000; t. de los a.) ya existía un conocimiento sobre el arbusto del café y
el consumo de sus frutos.

De todas estas versiones, todavía sorprende el hecho de que el origen del


café siga siendo dominado por una leyenda pastoril de un pastor y sus
cabras, imponiéndose con vivacidad y folclorismo. Sin embargo, varios autores
coinciden en señalar que los orígenes precisos sobre el café todavía siguen
siendo inciertos. Topik, por ejemplo, subraya que muchas de aquellas historias
“permanecen envueltas en leyendas en las cuales la verdad y la imaginación
están inexorablemente enlazadas” (2000: 642).

Teniendo en cuenta las interpretaciones presentadas, existe un hecho claro y


es que desde África misioneros, comerciantes y viajeros facilitaron el proceso
expansivo del grano siguiendo diversas rutas hacia otros continentes. Al respecto,
existen algunos eventos distintivos y rutas significativas que siguió el café en
su proceso expansivo. Para iniciar, se ha establecido que la difusión del grano
se dio inicialmente en los siglos XV y XVI hacia Arabia (La Meca y Medina) y
en los bordes de Europa (Constantinopla, hoy Estambul), donde fueron creados
a mediados del siglo XVI (1554-1555) los dos primeros cafés. Hacia finales de
este siglo, la propagación del grano continuó su ruta hacia Europa y el sur de la
India, y ya a comienzos del siglo XVII se afirma que Venecia (Italia) se constituyó
en el primer puerto en recibir la primera carga de café comercial. En la primera
década de este siglo también se estima que el holandés Pieter Van dan Broeck
logró importar los primeros granos de café a Holanda; y en 1637 se afirma que un
refugiado turco introdujo el café en Inglaterra (Oxford). En cuanto a su consumo
público, los primeros sitios se crean ocho años después, en 1645, cuando en
Venecia se funda el primer café; posteriormente, en 1650, un judío dio apertura al
primer café, llamado ‘El Ángel’, en Inglaterra.

A partir de estas rutas, Europa y Norteamérica empezaron a consolidarse como


regiones especializadas para el consumo de café, mientras que países de África,
América Latina y Asia en lugares dónde las condiciones climáticas lo permitían,
fueron configurándose como regiones productoras por excelencia. Este círculo

25
Cafeteros del Macizo Colombiano

producción-consumo, que también se dio con otros productos y especias, es


resultado de centurias de dominación e interacción entre países imperiales
como Holanda, Inglaterra, España y sus colonias localizadas en África, Asia y
América Latina. Para mediados y finales del siglo XVII (1658), por ejemplo, los
holandeses empiezan a cultivar y expandir el café en sus colonias localizadas
al sur de la India, desde donde años más tarde se empieza a exportar a sus
centros metropolitanos.

Como bien anotábamos, la expansión del café hacia distintos puntos cardinales
ocurrió a través de viajeros, embajadores, misioneros y/o comerciantes, quienes
eran los más inclinados a intercambiar las cosas novedosas en los distintos lugares
visitados para luego socializarlos con los grupos de poder o patrocinadores de sus
viajes. Así, mientras en 1669 un embajador turco realizó una primera demostración
sobre el consumo del café ante la corte de Luis XIV en Francia, en 1670-1675 (¿?)
un físico holandés introdujo el café a la corte de Brandenburg en Alemania. Si
bien estas referencias muestran que el consumo del café se acercó inicialmente
a las clases altas y elitistas de las ciudades europeas, ello no fue obstáculo para
que su popularización también se diera a través de los cafés en áreas urbanas
de la periferia; aunque su surgimiento fue cuestionado por los grupos de poder
y autoridades por considerarlos focos de ‘sedición’ y de inestabilidad del orden
social y político, tal como aconteció en Londres en 1675 (ver Banks, McFadden y
Atkinson 2003; Stella 1997).

Uno de los hechos más significativos de la trayectoria del café y de su historia


social en nuestro continente se dio a comienzos del siglo XVIII (1706), cuando
los holandeses deciden enviar semillas y una planta de café desde Java hacia
el Jardín Botánico en Ámsterdam. Ya para esta época los holandeses realizaban
despachos comerciales desde sus colonias hacia esta ciudad metropolitana. De
estos envíos iniciales, y particularmente del Jardín Botánico en Ámsterdam en
1714, se distribuyeron otras muestras hacia otros jardines como el de París y hacia
las colonias holandesas en el nuevo mundo, específicamente en Surinam (antigua
Guayana holandesa). Algunos especialistas e historiadores (Pendergrast 2002),
afirman que del(os) arbusto(s) entregado(s) al Jardín Botánico de París, el oficial
naval Gabriel Mathieu de Clieu tomaría algunas muestras del grano para Martinica
en 1723, obteniendo tres años más tarde aproximadamente su primera cosecha.

Alrededor de 1730 el cultivo se había extendido rápidamente a través de las


Antillas Francesas, y para este mismo año también los británicos introducirían
el grano en Jamaica. En cuanto a las semillas traídas de Holanda a la colonia
suramericana de la Guayana Holandesa pronto se dio su expansión al vecino
territorio de la también antigua Guayana Francesa, desde donde se dice que
en 1727 el teniente portugués Francisco de Mello Palheta (Portugués) se ‘robó’
unas semillas de muestra y las introdujo por primera vez a Brasil. En general, de
las muestras traídas a Martinica y a la Guayana Francesa, se afirma, salieron los

26
1. Origen, leyendas y ambientes geográficos

semilleros del cultivo del café que posteriormente se expandirían hacia el resto de
las Indias Occidentales y Suramérica. Ya para 1750 se estima que el café crecía en la
mayor parte de África, Asia y América Latina (Dicum y Luttinger 1999; Pendergrast
2002; Stella 1997). Al igual que el proceso expansivo del café ocurrido en África
y Asia, en América Latina los viajeros, autoridades, comerciantes, misioneros y
colonizadores europeos se desplazaron llevando consigo lo que Pendergrast
llamó ‘la semilla de la conquista’.

En el proceso expansivo del café a nivel mundial se aprecia entonces un peregrinaje


que empezó hace más de cinco siglos, transformando en dicho desplazamiento las
vidas de millones de personas en el mundo, tanto en las regiones de producción
como de consumo. Esta expansión no estuvo exenta de injusticias y explotaciones
de unos sobre otros en múltiples formas. Un ejemplo de ello lo constituye Haití, que
desde 1730 ya contaba con aproximadamente 30.000 esclavos africanos importados
con el fin de cumplir con las nuevas condiciones que demandaba el cultivo del
café en este país. Para 1791, Haití ya suministraba la mitad del café producido
en el mundo a expensas de medio millón de esclavos ( Junguito y Pizano 1991).
Las condiciones inhumanas de la esclavitud fueron también comunes en países
como Brasil y posteriormente en Colombia con otros matices, donde la lucha por
la tierra por parte de distintos grupos sociales ocupó un papel fundamental. Es
claro entonces que la historia social del café presenta distintas versiones en su
proceso expansivo, versiones que van desde leyendas poco imaginativas hasta
narraciones que muestran sus efectos adversos a la condición humana. Como se
verá más adelante, parte de estas historias ocurridas en otras partes de la región
latinoamericana también presentaron afinidades y diferencias con lo que ocurriría
en la Colombia cafetera en décadas posteriores.

El café en la Colombia de los siglos XVIII y XIX

La introducción y expansión del café en países de habla hispana y particularmente


en Colombia se atribuyen a los mismos colonizadores españoles, quienes llevaron
consigo la semilla siguiendo un proceso de colonización similar al de otros países
europeos a comienzos del siglo XVIII. A ellos se les otorga el papel de llevar el
grano a sus colonias, especialmente hacia Puerto Rico, Cuba, Venezuela y más
tarde Colombia y la región occidental de las Filipinas (Chalarca 1987), a través del
océano Atlántico por las Antillas. Existen dos versiones de la llegada del grano
a Suramérica, una de ellas señala su entrada a través de la ruta centroamericana,
es decir, por las regiones que hoy se conocen de Panamá y Urabá, y la otra, a
través de las Guayanas y Venezuela (Hernández 1970; Junguito y Pizano 1991). Al
respecto, Chalarca (1987:5) señala:

27
Cafeteros del Macizo Colombiano

La versión más autorizada sobre la plantación de las primeras semillas


de café en territorio colombiano es la del sacerdote jesuita español José
Gumilla, quien consigna en su obra ‘El Orinoco Ilustrado’ la siembra
de la planta en la misión de Santa Teresa de Tabage, fundada por la
Compañía en la desembocadura del río Meta, en el Orinoco.

Al igual que en esta región del oriente colombiano, la diseminación de la semilla


también se dio hacia otras regiones a través de viajeros, comerciantes y curas
doctrineros. En este contexto, Popayán4 aparece como referencia obligada en la
diseminación del cultivo del café en el país y en donde “Los jesuitas parecen haber
sido los primeros en introducir semillas de café en Colombia hacia 1723” (Delgado
1876 citado en Junguito y Pizano 1991: 2). Asimismo y con posterioridad,

se inició la difusión del grano por el territorio nacional, si bien es cierto


[...] su siembra se concentró inicialmente en regiones particulares. Se tiene
información sobre cultivos realizados por los jesuitas en el Seminario
Menor de Popayán en 1732 y de la existencia de cultivos en la provincia
de Santa Marta y Riohacha hacia 1741 (Hoyos 1937 citado en Junguito y
Pizano 1991: 2) [...] De otra parte, escritos que datan de 1780 se refieren
al cultivo del café en el interior del país (Palacios 2002: 49).

Sin embargo, un proceso expansivo más consistente del cultivo no se facilitará


sino hasta la segunda mitad del siglo XIX y el XX, cuando el consumo mundial
del grano empezó a aumentar y los precios, a pesar de su inestabilidad, se
mostraron favorables, estimulando así el incremento de la producción y por
ende la diseminación de los cultivos por la geografía nacional. Este proceso
expansivo le permitió al país insertarse en el mercado mundial, que en el
contexto de lo que los economistas llaman “un ‘desarrollo hacia fuera’ no se
dará sino hasta después de 1910” (Safford 1965 citado en Palacios 2002: 49). Al
respecto, historiadores como Frank Safford (1965) sugieren que hacia 1870 “se
marca el cambio de una economía basada en el oro, la mula y el tabaco, a otra
dominada por el café, el ferrocarril y los bancos” (ver también Bejarano 1987;
Beyer 1947; Ocampo 1989b; Palacios 2002).

Como se anotó anteriormente, el ingreso del cultivo de café en el país por el


nororiente impuso nuevos retos en términos del desarrollo de la infraestructura
vial, lo que demandó una mayor atención hacia la articulación de las economías
regionales con el contexto nacional (ver Junguito y Pizano 1991: 12). En este caso, las
investigaciones realizadas sobre el café desde distintas disciplinas se han ocupado
prioritariamente sobre aquellas regiones que, bajo un criterio ‘productivista’, han

4 Es de anotar que Popayán en el siglo XVIII, además de relacionarse con un punto


geográfico, también refería a una vasta región conocida como Provincia.

28
1. Origen, leyendas y ambientes geográficos

tenido un papel determinante en la formación de las regiones cafeteras del


país. De este modo, departamentos tales como los Santanderes, Cundinamarca,
Tolima y posteriormente Antioquia y Caldas aparecen en la literatura con mayor
resonancia que otros departamentos aparentemente ‘marginales’ en la producción
del grano. En lo que sigue, nos ocuparemos de hacer una reseña breve sobre
aquellas regiones aparentemente ‘ marginales’ en las que el café también tuvo un
papel importante en la vida económica y social de miles de personas, tratando de
complementar las investigaciones que se han ocupado de aquellas regiones más
‘centralizadas’ en el desarrollo cafetero del país.

El café en la confederación Granadina (siglo XIX)

Sintetizando el trabajo recientemente publicado de la Comisión Corográfica sobre


algunos estados, provincias y cantones y la presencia del café en aquellos, tanto
a nivel de producción y mercado interno como de exportación por vías fluviales,
nos permiten sugerir algunas ideas orientadoras que pueden contribuir hacia
una historia regional del café en el país. En primer lugar, creemos que el café
siguió no una sola ruta sino múltiples rutas que hoy siguen pendientes de ser
investigadas. La más dominante, por su claro indicio vinculante con procesos de
exportación, es la correspondiente a la entrada por los Santanderes, nororiente
del país, para luego descender al centro y en seguida irradiar hacia el hoy
conocido como eje cafetero.

Sin embargo, la exploración de otras rutas que se asocian con el comercio entre
el Istmo de Panamá y Cartagena merecen ser estudiadas. En la misma medida el
reporte sobre otras provincias y cantones del Estado del Cauca manifiestan que
ya el café presentaba ciertas dinámicas a nivel de producción y mercado interno
que aún esperan investigaciones más consistentes. Esto sugiere interrogantes tales
como: ¿Por qué dichas dinámicas se desvanecieron? Podemos atribuir solamente
como causa el problema de transporte, tal como lo sugiere Beyer (1947), para
explicar su no desarrollo en esta región, al igual que en otras regiones del país de
aquel entonces. ¿Podemos aplicar este mismo paradigma explicativo, ya extendido
para la región andina, de la misma manera para aquellas regiones de piedemonte
como en el Casanare, donde el café empezó a competir con otras actividades
pecuarias como la ganadería, o de valles interandinos donde el transporte fluvial,
heredado de ‘la bonanza tabacalera’ de la segunda mitad del siglo XIX, también
adquirió un papel en el caso del café? (Ocampo 1989b).

Sin desconocer la importancia que el transporte pudo haber tenido en la estructura


de costos para la inversión en la industria cafetera, creemos que este aspecto
debería ser analizado a la luz de la dinámica de otras actividades agrícolas y
pecuarias vigentes en las regiones. A la par de estos interrogantes, como muchos
otros, la explicación basada en el problema del transporte se muestra todavía

29
Cafeteros del Macizo Colombiano

muy reduccionista, e inhibe desde el punto de vista investigativo la existencia


de otros factores como la naturaleza del espíritu de los empresarios locales, y
sobre todo las dinámicas regionales que bien pudieron tener distintos efectos en
dichos ámbitos. Es claro que estas preocupaciones deben colocarse en equilibrio
con aspectos metodológicos relacionados con la conservación y acceso de las
fuentes documentales. En segundo lugar, el reconocimiento de distintas dinámicas
regionales en el siglo XIX podría sugerir la existencia no solo de un modelo de
inserción al sistema económico mundial, sino de múltiples y variadas formas de
articulación económica en las cuales algunas poblaciones rurales resultaron más
exitosas que otras, y a ritmos diferentes: los Santanderes, viéndose sustituidos
en la producción de café por Antioquia y Cundinamarca a finales del XIX; el
dominio de Antioquia en el proceso expansivo del café durante el siglo XX; y el
resurgimiento de otros departamentos a comienzos del siglo XXI.

En síntesis, y al igual que Palacios, consideramos que “la expansión del cultivo y
comercio del café no produce una sino varias sociedades” (2002: 30), presentando
así ‘un mosaico en donde partes diferenciales’ se desplazan ‘a ritmos diferentes’.
A pesar de este reconocimiento, los estudios sociales sobre las sociedades
vinculadas al café siguen dominadas por aquellas regiones que ocuparon un
lugar de ‘importancia excepcional’ (Jurado 1957) en la producción cafetera. Esta
concentración persistente sobre regiones cafeteras referidas al centro del país y al
hoy llamado eje cafetero, ha configurado una visión y apreciación dominante que
minimiza los procesos sociales regionales en otros ámbitos, como se ha ilustrado
en el trabajo de la Comisión Corográfica muy a pesar del tiempo relativamente
corto en el cual se hizo la recopilación de la información.

Curiosamente, hoy ya entrado el siglo XXI ese carácter diferencial sobre la


producción cafetera en el país aparece de manera insistente en el ámbito de
la crisis cafetera que empezó a agudizarse desde la ruptura del pacto cafetero
en 1989 y con el surgimiento de nuevos países productores como Vietnam.5
Las crisis son sin duda momentos cruciales que inspiran el surgimiento de las
identidades colectivas como una forma de superarlas.

El surgimiento de cafés especiales, el café orgánico, la importancia de la identidad


regional en la producción nacional y el comercio internacional (‘Juan Valdéz
ya tiene familia’, como lo anunció un periódico nacional para referir a los cafés
producidos por fuera del eje cafetero), entre otros aspectos, han implicado un
reordenamiento en la importancia que las regiones productoras de café han
tenido en la historia del grano. Podría afirmarse que este efecto ha sido el
resultado de la necesidad de expandir su consumo, no solo a nivel nacional

5 En el 2004, Estados Unidos retorna a la mesa de negociación del pacto, señalando un buen
síntoma en la recuperación de los precios; como efectivamente aconteció. No obstante, los
nuevos acontecimientos entre 2012 y 2013 señalan una dinámica más compleja del asunto.

30
1. Origen, leyendas y ambientes geográficos

sino también a nivel internacional, condición que ha derivado fundamentalmente


en una valoración de lo local y lo regional; aunque en muchos casos tal
diversidad de lo local y regional siga dominada por la imagen ejemplarizante de
‘la quintaesencia del cafetero’ colombiano vestido con traje de arriero ‘paisa’: Juan
Valdéz. En lo que sigue trataremos de presentar algunos aspectos del proceso
expansivo que siguió el café en el Cauca y posteriormente nos centraremos en la
experiencia social e histórica de algunas poblaciones alrededor de este cultivo en
el sur del departamento.

El Cauca cafetero en el siglo XX

Dentro de las interpretaciones y explicaciones que diversos autores especialistas


en el estudio del café vienen planteando, el Cauca corresponde con una región
tipificada como marginal y de pequeños propietarios, en contraste con otros
departamentos como los Santanderes, Cundinamarca y Tolima, donde la hacienda
y medianos propietarios son característicos. Aún Antioquia, Caldas, Risaralda
y Quindío, representantes del llamado ‘eje cafetero’, predominan como los
departamentos productores por ‘excelencia’. A pesar de estas caracterizaciones, en
este trabajo lo ‘marginal’ no se define en relación exclusiva con la ‘ productividad’,
sino también en función de la importancia social que el cultivo ha tenido en
las vidas de miles de familias cafeteras. La participación del Cauca, como la de
otros departamentos, está lejos de ser marginal.

Tal como quedó indicado, ya desde el siglo XVIII Popayán apareció como
la primera ciudad colonial en la cual se reporta el café en términos de
producción y consumo, demarcando una historia que se muestra por fuera
del esquema de desarrollo cafetero que presentan los departamentos del
llamado ‘ eje cafetero’, y que obedece fundamentalmente a otra dinámica
social y económica, no necesariamente aislada del mercado mundial del grano.

Existen pocas investigaciones que den cuenta de la historia social del café en
el Cauca. Aparte del trabajo clásico de Diego Monsalve, Colombia Cafetera, y
algunas estadísticas emitidas por el Banco de la República, una de las primeras
referencias es un artículo escrito en 1957, resultado de una encuesta sobre el
origen del café en Colombia promovido por la Federación Nacional de Cafeteros.
En esta primera referencia, se menciona la cita ya conocida del jesuita José
Gumilla, a quien se le atribuye la traída del grano en el siglo XVIII: “Era la época
en que el café empezaba a cultivarse en la Martinica y en la Guayana; de esta
última región trajo sus semillas el Padre Gumilla” (Unicauca 1990). Al respecto,
en el trabajo de José Luis Hoyos, se hace la aclaración de las fechas en cuanto
a la llegada de la semilla al país y quien sugiere que para 1723 ya se sembraba
por primera vez y que para 1732 los misioneros ignacianos traen la semilla a
Popayán desde el Orinoco (Oriente) (citado en Junguito y Pizano 1991). Aparte

31
Cafeteros del Macizo Colombiano

de esta reseña preliminar no existen investigaciones más consistentes que ayuden


a conocer más detalles sobre el proceso expansivo que tuvo el grano a nivel
departamental. Habrá que esperar hasta finales del siglo XIX para encontrar
alguna información con cierto nivel de especificidad.

Ya en el siglo XX, con el surgimiento de la Federación de Cafeteros en 1927


(Ocampo 1989a), la política y la economía cafetera se centralizaron aún más y
se inició un sistema estadístico que excepcionalmente todavía se conserva. Hacia
1955-1956, con la cooperación de la Comisión Económica para América Latina
–CEPAL– y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura –FAO–, se realizó un estudio detallado de la economía cafetera en
el país que reveló la importancia creciente que empezó a tomar el café para
muchas poblaciones campesinas en la región andina. Para este período, por
ejemplo, se estimó que cerca de 1.156.000 personas estaban dedicadas al cultivo
del café, correspondiendo con el 13,1% de la población en el país, generando
cerca del “13,1% del ingreso nacional y un poco más de la tercera parte del
ingreso agropecuario” (Ocampo 1989a: 244). En un intento por representar las
distintas escalas de distribución espacial, el estudio destacó cuatro tipos de zonas
de acuerdo con la intensificación de los cultivos de café: en rojo las zonas de
cultivo intensivo, en verde las de cultivo medio, en amarillo las de cultivo pobre
y las punteadas en blanco y negro las zonas potenciales. Décadas más tarde
los estudios regionales empezarían a adquirir una mayor importancia (excepción
hecha al trabajo de la División Técnica de la Seguridad Social Campesina en 1957
y que todavía merece un mayor análisis).

Las investigaciones regionales más recientes sobre el café empiezan a manifestarse


a comienzos de los noventa. Para el caso del Cauca, dos investigaciones contribuyen
a dar cuenta de la industria cafetera en el departamento: Impacto de la Industria
Cafetera y de la Federación en el Desarrollo Socioeconómico del Departamento del
Cauca (Correa 1990; ver también Correa 1992) y Desarrollo de la Caficultura en
los Departamentos de Cauca y Nariño (Unicauca 1990: 6). El primer estudio es un
trabajo exhaustivo que incorpora un análisis regional económico y social desde el
punto de vista histórico sobre el desarrollo de la caficultura en el departamento
del Cauca. Esta investigación, que fue auspiciada por la Federación Nacional de
Cafeteros y elaborada por la Universidad del Cauca, se inscribe dentro de un
contexto de descentralización en el cual la institución cafetera decidió a mediados
de 1988 realizar en cada uno de los departamentos cafeteros estudios de impacto
regional del grano y el papel que organismos como los comités departamentales
desempeñaban en tal desarrollo.

El trabajo presenta una buena cantidad de información sobre el papel que el


Comité Departamental de Cafeteros del Cauca tiene en la industria cafetera a
nivel regional y en un contexto de descentralización municipal, al igual que realiza
un análisis que contribuye a comprender la dinámica de la caficultura. Así, los

32
1. Origen, leyendas y ambientes geográficos

autores señalan que históricamente el Cauca ha presentado tres etapas que son
fundamentales para entender tal dinámica: los ciclos productivos precedentes al
café, hasta 1900 (extracción del oro y la explotación de la quina); el inicio y
desarrollo de la caficultura tradicional, 1900-1970 (siembra del café y la ampliación
de la frontera agrícola); y la modernización del cultivo, 1970-1980, coincidiendo
con fenómenos sociales “más complejos: conflictos sociales, producción coquera
[sic] y caña de azúcar y democratización de la tierra” (Unicauca 1990: 12).

En la primera fase del estudio, se indica que para la comprensión de la


dinámica del café es necesario atender a las particularidades del desarrollo de
la economía en el Cauca, la cual

se centra en buena parte, en la ganadería y en la producción de cultivos


de ‘clima o de tradición’ como dicen los indígenas y campesinos; el
café y la caña, que carecen de tal tradición,6 van a tener su mayor
desarrollo después de 1950, compartiendo con la ganadería la mayor
proporción del P.I.B. [Producto Interno Bruto] agropecuario regional
(Unicauca 1990: 14).

De esta forma, la primera fase se puede comprender a partir de su tradición cultural:

Las experiencias históricas de estas formas económicas y la tradición


indígena contribuyeron en conjunto para que en el departamento se
generara un uso y/o explotación del medio basado fundamentalmente
en la combinación de tres factores: cultivos de pancoger7 o de ‘tradición’,
aprovechamiento de las bondades del suelo, empleo de conocimientos
o técnicas tradicionales (Unicauca 1990: 22).

Al parecer, esta caracterización precapitalista sirvió para vincular a ciertos


grupos sociales como los indígenas, mostrándose como una fase precedente
a otra más modernista, inclusiva e integradora de otros grupos, incluyendo los
mismos indígenas:

Sólo en 1932 el cultivo adquirió cierta importancia económica y


comenzó una tendencia de desarrollo que se mantiene hasta el presente:
ser un cultivo predominantemente mestizo-blanco, de finca pequeña y
minifundista; la producción de las etnias negra e indígena es marginal, a
más de ser marginal parte de la tierra utilizada por ellas en este cultivo
(Ocampo 1989b: 225).

6 A pesar de lo planteado por esta autora, consideramos que el café y la caña son vinculantes
con tradiciones que se remontan a períodos anteriores a la década de los cincuenta.
7 ‘Pancoger’, es una expresión que se utiliza para referirse a siembras de cultivos de rotación
y permanencia corta que permiten asegurar la alimentación de una familia campesina.

33
Cafeteros del Macizo Colombiano

Algunos autores, tales como Ocampo (1989), sugieren que este mismo período
también fue significativo para departamentos como Nariño, Huila, Boyacá y
Magdalena. La producción en firme con fines de exportación, al parecer, ocurrió
en una segunda fase:

todo comprueba que el Departamento del Cauca solo a partir del año
1923 comienza a impulsar decididamente la actividad y en 1925 ya
muestra alguna representatividad dentro de la producción cafetera
nacional con 18.000 sacos de producción, que equivalen al 1% del total
de la producción nacional. En el censo de 1932 la producción regional
había subido a 56.000 cargas de 125 kilos, participando con el 1.6% de
la producción Colombiana […] (Unicauca 1990: 18).

Hasta cierto punto, esta segunda fase todavía sigue dando continuidad a la
experiencia histórica heredada del siglo XIX: “no parece exagerado afirmar que
durante el medio siglo subsiguiente a la terminación de los ciclos del oro y la quina,
la economía del Cauca podría caracterizarse como: predominio del abastecimiento
o subsistencia sobre la comercialización y del status de la propiedad sobre la
producción” (Unicauca 1990: 115). Pero en otro orden, en el estudio se sugiere
que, a partir de una tímida producción en el primer cuarto de siglo, el Cauca
se ha ido incorporando poco a poco dentro de un sistema productivo más
amplio que también ha caracterizado a muchos departamentos en el país: “la
participación del Cauca en el total de la producción nacional, fue creciente
hasta 1970, pues partió del 1% en 1925 hasta llegar al 5.1% en 1970” (Unicauca
1990: 27). Ese proceso expansivo, que se afianzó a partir de la segunda mitad del
siglo XX, ocurrió en casi todos los municipios del departamento, incorporando
también población negra e indígena’ quienes aprovecharon “las áreas de clima
medio disponibles” (Unicauca 1990: 122). Esta ampliación de la frontera cafetera
se demuestra estadísticamente:

En el año de 1932 había 25 municipios con cultivos de café distribuidos por


todas las regiones del departamento a excepción de la Costa Pacífica y la Bota
Caucana [ésta última se dice se encuentra en proceso de colonización] [...]. En
1960 el cultivo se había esparcido a 28 municipios; en 1970 a 29 y en el censo
de 1980 a 30 municipios o sea que el 83.3% de los municipios caucanos cultivan
café (Unicauca 1990: 120).

Finalmente, en una tercera fase que el estudio define como ‘modernización del
cultivo’, se refieren las diferencias interregionales en las cuales el desarrollo de la
caficultura se vio afectado, entre otros factores, por la expansión de los cultivos
de coca, particularmente en municipios tales como Argelia, Balboa, Mercaderes,
La Vega, Bolívar, Caloto y Corinto (sur y norte, respectivamente). Esta fase de
modernización también se asoció con la tecnificación de los cultivos, especialmente
para el período 1970-1988; siendo el centro la zona que más renovó cafetales

34
1. Origen, leyendas y ambientes geográficos

(4.204 ha - 51,2%), seguida por el norte (2.759 ha - 33,6%), el sur (888 ha - 10,8%)
y el oriente (356 ha - 4,4%) respectivamente (Unicauca 1990). Esta distribución
que integra a la mayoría de municipios del departamento ilustra la importancia
que el café tiene para la mayoría de los caucanos a finales del siglo XX:

de acuerdo con los censos cafeteros de 1970, 1980 habían 91.761 fincas
cafeteras en las cuales vivían 60.000 familias que dependen directamente
del café para su subsistencia, [...] lo cual equivale a que el 50% de los
habitantes del Cauca dependan en alguna forma para su subsistencia
del cultivo, beneficio, transformación, transporte y comercialización del
grano, lo mismo que a las diversas actividades colaterales e indirectas
que de ella se derivan (Unicauca 1990: 85).

De esta manera, según los autores de la investigación entre otros, el café cumple
una función social que no ha generado mayores problemas socio-económicos y
por lo contrario, ha generado una democratización de la tierra y que ha generado
empleo (Unicauca 1990). Esta percepción romántica afín a la presentada por
Nieto (1975), sin embargo, no corresponde con muchas áreas y regiones cafeteras
donde dicha ‘democratización’ estuvo precedida o sucedida por conflictos como
aconteció en el norte del Cauca, entre otras áreas todavía por ser documentadas
(ver también para otras regiones cafeteras del país Bejarano 1987; Berquist 1972
Legrand 1988; Palacios 2002).

Aunque el estudio recoge análisis valiosos sobre el desarrollo de la caficultura en


el departamento, el esquema de una tipología en la que una fase sucede a la otra,
partiendo de una etapa inicial tradicional hacia una más moderna y compleja,
desestima otras particularidades locales más complejas. Así, contrario a lo que
afirman al principio acerca de la herencia de cierto tradicionalismo arraigado en
comunidades indígenas, los autores muestran posteriormente en el texto que en
el Cauca todavía subsisten estas formas tradicionales manifestadas en los sistemas
productivos, en concordancia con otras áreas que se muestran más tecnificadas.
En resumen, tradición y modernidad no son períodos sucesivos ni excluyentes
como si estuvieran pre-definidos en una escala temporal, sino que pueden ser
coexistentes en períodos más recientes. A pesar de este esquema interpretativo
fijo, el estudio tiene su mérito al brindar un análisis general de la dinámica cafetera
que el departamento ha tenido en la última centuria, especialmente al señalar
cierto centralismo en la atención que las instituciones cafeteras vienen prestando
a las poblaciones dedicadas al cultivo del grano. Al igual que los autores, creemos
que se requieren de estudios más específicos en donde la dimensión sociocultural
y los aspectos técnico-económicos puedan ser balanceados.

La segunda investigación, abordada por Claudia Correa (1990), analiza el desarrollo


cafetero en los departamentos del Cauca y Nariño desde una perspectiva similar
al estudio adelantado por la Universidad del Cauca, aunque sin entrar en una

35
Cafeteros del Macizo Colombiano

tipificación sustentada en las fases que sigue la industria cafetera en estos dos
departamentos. En el trabajo de Correa se ratifica el siglo XIX como una época
fundamental en el desarrollo de la caficultura de los departamentos involucrados
en la investigación. Entre los hechos influyentes en esta dinámica, la autora señala
“la disolución de los resguardos indígenas con todo su desarrollo legislativo, la
manumisión de los esclavos, la liberación comercial de las tierras, que estaban
en manos de la iglesia, y las corrientes colonizadoras” (Correa 1990: 112). Cada
uno de estos factores tuvo cierto peso en la configuración de la vida social y
económica en Cauca y Nariño.

A diferencia del esquema analítico presentado en el primer estudio de la


Universidad del Cauca, en el que se induce a creer que el indígena incorporó de
manera marginal el café, para Correa esta incorporación no fue tan marginal:

El café no es un producto nuevo que se haya impuesto desde fuera. […]


es parte de la tradición de la comunidad; es un cultivo que aparece a
través de todo el siglo XIX en los resguardos y en las parcelas de terraje.
Lo único extraño es la nueva tecnología cuyo propósito es mejorar los
rendimientos por área y utilizar en todo su potencial los recursos del
minifundista (Correa 1990: 21).

Esta importancia del café en la vida de las poblaciones indígenas no estuvo exenta
de conflictos:

Apenas iniciado el siglo ya el café hacía parte de las economías familiares


dentro del resguardo. Aunque a un nivel de autoconsumo, el indígena
sembraba café y esa era la mejora más representativa de derechos sobre
una parcela de tierra; aparecía continuamente en los pleitos suscitados
por las tierras de resguardo [...] Más adelante sinembargo [sic], el café,
por ser un cultivo generador de excedente, fue combatido en su orden
cultural y económico; aún hoy existen grupos que combaten el cultivo
del café en las parcelas indígenas (Correa 1990: 21; ver también Beyer
1947; Ocampo 1989a; Ocampo 1989b; Palacios 2002).

Al igual que la primera investigación, Correa señala la importancia de las vías de


comunicación y los medios de transporte que facilitaban la salida del grano hacia
los puertos de embarque; un tema que es repetido por muchos historiadores
y economistas especialistas en el café. Así, el desarrollo de los ferrocarriles en
la primera mitad del siglo XX, por ejemplo, refleja dicha diferenciación que
para el caso del departamento del Cauca se vería favorecido a partir de 1932,
cuando se abrió el puerto de Buenaventura como vía de exportación. Tal como
lo anota Palacios:

36
1. Origen, leyendas y ambientes geográficos

[...] en 1932, Buenaventura, en el Pacífico, es el principal puerto de


exportación de café, dando principio a un nuevo período en la historia
de los transportes que había comenzado con la apertura del canal de
Panamá en 1914 y la consiguiente aceleración de la construcción de
una red ferroviaria verdaderamente cafetera, que enlazaría los más ricos
distritos productores del occidente colombiano con ese puerto [...] Entre
1910-1930 el ferrocarril se tornó crucial para acelerar la expansión cafetera
en su segundo ciclo (2002: 61).

En el caso del Cauca, Correa ratifica lo que otros han dicho en el sentido de que a
finales del siglo XIX ‘el precio del grano y los altos costos de transporte’ constituían
los dos problemas fundamentales cuando se trata de mirar la competitividad con
otros departamentos y su inserción en un mercado internacional.

Ya para mediados del siglo XX, el problema de la tierra subsistía con sus razones
de tipo político motivando también procesos de colonización por parte de familias
sin tierra. Para la autora, la dinámica del café a lo largo del siglo XX permitió
configurar cuatro subregiones cafeteras en el Cauca, que a pesar de su especificidad
guardan ‘rasgos fundamentales’ entre sí. Estas son: el norte (Santander, Buenos
Aires, Suárez), el oriente (Inzá y Belalcázar), la meseta de Popayán en el centro
(Timbío, Piendamó, Morales) y el sur (Patía, Bolívar, Argelia). El análisis que Correa
presenta configura al Cauca como minifundista con algunos matices en algunas
áreas del departamento donde la hacienda tuvo algún papel en la formación del
pequeño productor en tiempos posteriores. En estas subregiones los niveles de
absorción de tecnología también ayudan a tipificar la naturaleza de cada una de
ellas y de lo cual la meseta de Popayán es la más destacada, mientras el nororiente
y el sur del departamento aparecen como subregiones más rezagadas.

Al igual que el estudio de la Universidad del Cauca, el trabajo de Correa presenta


información relativamente detallada en la mayoría de estas regiones, aunque a
diferencia de la investigación anterior no toma en cuenta con tanta intensidad el
dato estadístico. La información presentada para la subregión que nos interesa
en este trabajo, el sur del departamento, es muy general y no aporta mayores
detalles, salvo algunas referencias amplias sobre los municipios referidos:

En la parte oriental del sur del departamento se habían fundado cafetales


desde 1920 más o menos y ya en 1932 se veían entrar en decadencia.
En el municipio de Bolívar, el cultivo se hacía en parcelas pequeñas
atendidas por la familia, sólo en los meses de recolección eventualmente
se pagaban jornales. En veredas cercanas era usual pagar recolección por
contrato a los arrendatarios […] En el suroccidente, municipio de Patía,
también era costumbre sembrar café mezclado con caña, yuca y fríjol,
era muy poco lo que se conocía sobre beneficio y recolección. […] En
Argelia había buenas perspectivas para intensificar las siembras de café

37
Cafeteros del Macizo Colombiano

y día a día llegaban más colonos allí. […] Quienes residían y cultivaban
café en Balboa eran colonos en Argelia; periódicamente viajaban y abrían
nuevas parcelas para sembrar café (Correa 1990: 66).

En adición a los factores de producción del grano, la autora presenta también


una información básica sobre la situación en el sur del departamento en cuanto
al comercio del grano, el cual “estaba en manos de pocos comerciantes que lo
pagaban a un precio inferior al de las plazas de Cali y Popayán. Los productores
lo vendían en esas condiciones porque eran pequeños propietarios con baja
producción que no alcanzaban a cubrir fletes de transporte […]” (Correa 1990:
114, nuestro énfasis). Según esta autora, en 1933 la cabecera del municipio de
Bolívar, al sur del Cauca, era el principal centro de acopio y de mercadeo para las
localidades aledañas, no solo del Cauca sino también de Nariño. También señala
cómo se daba el trueque de café por alimentos entre otros productos, indicando
que el desarrollo comercial era incipiente y que existía una dependencia entre las
distintas poblaciones.

En síntesis, los trabajos recientes de investigación sobre el café en el Cauca


constituyen una buena introducción para entender la dinámica socio-histórica en
la que se han visto envueltos diversos grupos sociales en el departamento. Sin
embargo, estos trabajos dejan entrever que faltan investigaciones sociales que den
cuenta de historias locales y otras dinámicas que todavía esperan ser conocidas.
Ambos estudios reconocen esta apreciación y, tal como lo afirma Correa:

Es claro, pues, como cada subregión del Cauca tiene sus particularidades
y no se puede aplicar un mismo modelo o programa de desarrollo;
la orientación productiva tiene que guardar coherencia con las
posibilidades reales del productor, con sus necesidades, con el potencial
agrícola de la tierra y con los parámetros sociales y culturales de la
población afectada (1979: 179).

La información que se dispone del municipio de Bolívar, por ejemplo, es muy


general y supeditada a la frase ya conocida de ‘unidad minifundista en el Cauca’,
sin llegar a comprender los procesos de colonización y/o poblamiento y cómo las
tradiciones sociales y culturales se relacionan con la adopción del café, en particular
con los cambios específicos que se dan en las áreas cafeteras de los respectivos
municipios. Con el ánimo de contribuir en el conocimiento subregional sobre las
sociedades y culturas del café, en la próxima parte se describirá y analizará la
historia social del grano en un área del recién creado municipio de Sucre (1999),
anteriormente perteneciente a Bolívar, en el que cientos de familias caficultoras
han venido desarrollando sus propias tradiciones y respuestas a las influencias de
distinto orden que se les han presentado en las últimas décadas. Con este ejercicio,
se busca estimular trabajos similares en otros municipios donde la vida social de
muchas poblaciones dedicadas al cultivo del café todavía está por escribirse.

38
Parte II.
Caficultores del Macizo: historias en el ámbito local
2. El Paraíso y El Fresno: historia social
de dos pueblos del Macizo Colombiano

C omo se observó en el capítulo anterior, el surgimiento del café estuvo


en concordancia con la realidad geográfica y social del departamento:
población campesina colonizadora que empezaba a estabilizarse en tierras
baldías en algunas regiones, y en otras, población campesina que se asentaba
alrededor de las haciendas de campo, latifundios de frontera y ‘haciendas de
trapiche’, como las denominó el historiador Colmenares (1979). Uno de estos casos
se dio en el sur del departamento del Cauca en el piedemonte de la cordillera
central que se orienta hacia el valle del Patía, específicamente en lo que hoy es el
corregimiento de El Paraíso, municipio de Sucre. A través de la historia oral, por
ejemplo, sabemos que las tierras se hallaban abiertas a procesos de colonización:
‘Usted cogía lo que pudiera ver a lo lejos’, recuerda un fundador. La vastedad de
las tierras disponibles parecía una invitación a la colonización, proceso que sería
tardío dado el reducido número de habitantes que para ese entonces presentaba
la región. La oportunidad de acceder a la tierra como un recurso que permitía
satisfacer las necesidades de las familias campesinas tuvo ciertas pautas.

Existen referencias al respecto que aún están por probarse completamente en


el caso del sur del Cauca. Por ejemplo, la historiadora Legrand presenta una
interpretación sobre la expansión de la frontera agrícola que se dio en el país
durante el siglo XX y la cual al parecer

se llevó a cabo en dos etapas sucesivas. Primero, familias campesinas


se trasladaban a las fronteras y limpiaban y sembraban la tierra
aumentando así su valor por el trabajo que en ella habían invertido [...]
en la segunda etapa entran en escena los empresarios acomodados,
empeñados en formar grandes propiedades y en transformar a los
colonos originales en arrendatarios al hacer valer sus derechos de
propiedad de la tierra (1988: 39-40).

Tomando como parámetro esta última fase, existió en el municipio de Sucre un


tipo de hacienda ganadera y de campo conocida como ‘Mazamorras’, que con el
tiempo se fraccionó por la caída de precios en cultivos como la caña de azúcar
y que empezó a menguarse por la misma emergencia del café que favoreció las

41
Cafeteros del Macizo Colombiano

pequeñas propiedades en la región Andina (Ocampo 1989b). De esta manera,


se permitió la explotación de tierras “en forma permanente e intensiva […] que
de otra manera hubieran permanecido subutilizadas en la agricultura tradicional”
(Ocampo 1989b: 230).

Al igual que otras veredas circunvecinas, en el caso de El Paraíso y El Fresno se


reconoce que existen algunas familias que todavía sostienen relaciones productivas
de arrendatarios con un solo propietario. A través de la memoria social se ha logrado
determinar en la región que grandes extensiones de tierra se fragmentaron a partir
de tres o cuatro propietarios que, según se cree, fueron comerciantes, quienes se
consideraban los dueños iniciales. En términos generales, el Paraíso y el Fresno
son dos poblaciones que se formaron a partir de procesos de colonización que
algunas familias iniciaron desde mediados del siglo XX hacia ‘la falda’ occidental
de la Cordillera Central que mira hacia el valle del Patía. La posición privilegiada
que ocupan estas dos poblaciones en la montaña le permite al visitante apreciar
una vista panorámica extraordinaria de este valle y de la cordillera occidental que
se extiende hacia el norte y sur del departamento del Cauca.

Aunque ambas son poblaciones vecinas, existen ciertas diferencias en cuanto a la


forma de poblamiento. Mientras la ocupación del espacio en el caso de El Paraíso
como cabecera es concentrada, en el Fresno la forma de poblamiento es dispersa,
esto es, las viviendas se hallan localizadas dentro del espacio llamado finca. Sin
embargo, en ambos casos casi todas las familias tienen como dedicación principal
la agricultura. De hecho, algunas de ellas tienen viviendas en El Paraíso y también
poseen fincas en El Fresno o en otras veredas aledañas; y a la inversa, familias de
El Fresno que disponen de viviendas en El Paraíso, para utilizarlas los domingos
cuando se celebra el mercado o en otras ocasiones sociales.

En promedio, cada familia posee un área de tres hectáreas, algunas veces


representadas en uno o dos lotes, muchos de ellos dispersos entre sí. Como dicen
algunos: ‘también se acostumbra a tener un ‘pedacito’ allí, otro ‘pedacito’ allá’. La
disposición de la tierra en un suelo aparentemente fértil y con unas condiciones
ambientales apropiadas para los cultivos de clima templado es lo que ha permitido
en parte la adopción del cultivo del café, entre otros, como un cultivo de gran
importancia económica y social para los habitantes de estas dos localidades.

El objetivo de este capítulo es describir las condiciones sociales e históricas que


han favorecido el poblamiento de esta región y el surgimiento de ‘El Paraíso y
El Fresno’. Aunque el corregimiento está compuesto por siete veredas, se ha
escogido la cabecera y una vereda aledaña por razones de continuidad geográfica
y también por la receptividad que el proyecto tuvo en sus comienzos con los
líderes de los lugares que nos ocupan. Como ocurre en otras áreas, existen
relaciones sociales y de parentesco entre las familias que habitan una y otra
área. Son las condiciones sociales e históricas que se describen a continuación

42
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

y que en últimas contribuyen en la formación de una cultura del café en sus


propios términos; no necesariamente igual o idéntica a aquella de las grandes
regiones cafeteras del país.

El capítulo se divide en cuatro secciones, dos dedicadas a cada localidad iniciando


con El Paraíso y luego El Fresno. La secuencia es histórica y lineal en sentido
convencional, es decir, se parte del pasado para llegar al presente. Sin embargo,
debe aclararse que los eventos y hechos del pasado no son simplemente un asunto
del ayer. Se trata de relacionar tales eventos y hechos del pasado con el presente y
su posible relación con el futuro de estas poblaciones. Estas secuencias históricas
se relacionan con una preocupación discutida al interior del grupo, tratando de
analizar historias del pasado que se vinculan a cierta identidad ancestral indígena,
ya casi perdida, con las distintas formas significativas adquiridas en las condiciones
actuales de cambio social de las comunidades centrales. Esta idea, que fue puesta
en discusión por algunos líderes, determinó en parte la organización del trabajo
y su importancia para la vida social local de las comunidades de donde surgían
las historias. De allí se reveló una situación bastante común a muchas localidades
rurales andinas en Colombia: gran cantidad de la enseñanza en las escuelas rurales
de hoy parte de conocimientos de la ciudad y en ocasiones, no siempre, se olvida
la vida del pueblo, la localidad, el entorno social. Se trató entonces de partir
de la memoria social que todavía estaba por conocerse no solo a escala local,
sino también en el ámbito regional; historia que se espera pueda ser apreciada,
repensada y revisada por las generaciones futuras.

De Tachuelo a El Paraíso

La historia de cómo se pobló El Paraíso tiene varios protagonistas, lugares y eventos.


Como muchos poblados del sur del Cauca, esta localidad tuvo dos lugares iniciales
de fundación. El primero se dio en el punto conocido como Pueblo Viejo,1 en
predios de Alfonso Gómez, en el cruce de caminos de la Chepa y El Fresno, donde
se comenzó un ‘mercadito’ especializado en la pesa y compra de carne de res y de
cerdo entre otros ‘negocitos’ de venta de productos. Todavía se recuerda que las
viviendas y parte de los negocios eran hechos en espacios pequeños de ‘pura hoja de
platanilla’, guadua, que abundaban en ese entonces. El ambiente, se decía, era puros
‘montes que todavía no estaban tan ‘tumbados’ como ahora’. Tiempo después de
funcionar el mercado en aquel sitio inicial, ‘ya la gente no cupo allá porque era muy
pequeño y ya después empezaron unos con otros a levantar casas con techo de teja

1 Igual sucedió con la fundación del poblado de Sucre (cabecera del municipio) donde
existió un lugar inicial conocido como Pueblo Viejo, de lo cual todavía se pueden observar
algunas ruinas y que luego debido al aumento del número de pobladores el poblamiento
se desplazó a unos metros más abajo sobre la ribera del río Mazamorras donde hoy
actualmente existe la cabecera.

43
Cafeteros del Macizo Colombiano

y también a veces de zinc’. Por las mismas condiciones de ‘monte’, la comunicación


entre los pueblos se dificultaba. “En esos tiempos había que transbordar de allá del
Bordo por una cuesta arriba que tomaba hasta 6 horas hasta llegar acá; luego ya se
organizó mejor el mercado y el finado Aniceto Salazar regaló un plan como de una
hectárea y así fue donde ya se formó y empezó este pueblo [...]”.2 Hacia 1962, se
recuerda, el mercado empezó a funcionar donde hoy es El Paraíso.

El señor Mario Mamián señala un hecho político, el cual se cree permitió que
las tierras llegaran a manos de los señores mencionados. Comenta que en ese
entonces las tierras pertenecían a un señor Eduardo Muñoz. En ese momento
hubo unas elecciones presidenciales y el partido vencedor fue El Liberal. Ellos,
como conservadores, sintieron malestar al darse cuenta de que el personal
radicado en sus tierras prefirió el bando contrario y se generó una mala relación
con aquellas personas que estaban ocupando sus tierras. Alfonso Gómez, joven
en esa época, comprendió que este era buen momento para comprarles tierras
a estos señores. La idea estaba presente en su cabeza pero no tenía el dinero,
elemento decisivo para concretar su sueño. El señor Alfonso participó de su idea
al señor Aniceto Salazar, quien inicialmente se rehusó, pero que al final fue el
socio inversionista y compraron las tierras anheladas por Alfonso Gómez, joven
trabajador y tallador de madera.

Según Mario Mamián, las tierras eran dadas a los aparceros con cierto recelo. Los
propietarios preferían que la gente sembrara cultivos transitorios y, al igual que en
muchas partes del departamento (ver capítulo 1), estaba prohibido sembrar café,
pues este generaba permanencia y no les convenía a los propietarios de las fincas,
a pesar de que muchas veces terminaron fragmentadas. Se recuerda que algunos
dueños eran supremamente celosos con sus propiedades, no permitían que les
pisaran los predios o les invadieran una línea de sus fincas. La imagen a juicio del
propietario era que la finca se les ‘dañaba’ si esto ocurría.

El desarrollo del poblado se inició con ‘los inventos’ del padre de Mario Mamián,
don Abraham Bravo, quien propuso la idea de matar un ‘ternerito’, idea que
desencadenó en la conformación del mercado. Y necesariamente, para que haya
concurrencia, debe haber una atracción, así que la pelea de gallos fue también
parte del enganche en la creación del mercado y posteriormente el comercio de
alguna baratija. Esta iniciativa no estuvo exenta de conflictos y por ello en muchas
ocasiones les correspondió mover el lugar donde se realizaba el mercado.

En general, la creación del mercado fue un resultado del poblamiento que se dio
poco a poco en los alrededores, ya que al comienzo eran muy pocas las familias
que empezaron a colonizar las tierras. Don Presentación Mamián a sus 70 años

2 Adriano. El Paraíso. Junio 2003.

44
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

recuerda, por ejemplo, que habían pocas vecindades: “Cuando se abrieron los
caminos por estas tierras éramos poquiticos; no era sino uno, dos, como seis
familias antiguas, que de esas ya no hay nadie. Ya todos se murieron, ya no
está [sic] sino los familiares actuales, los que son jóvenes”3. Si bien existía cierta
estabilidad alrededor del punto donde se realizaba el mercado, algunas familias
también se movilizaban: “Nosotros en ese tiempo no vivíamos en buena parte
como ahora. Ahora todo mundo escoge un solo punto, en ese tiempo nosotros
vivíamos cambiando el puesto, una parte y en otra. Los viejos antiguos lo hacían
menos porque nosotros éramos ya muchachos para ellos”.4

De acuerdo con las entrevistas realizadas, no se conocen fechas exactas que permitan
determinar la permanencia de familias en la región. Sin embargo, las charlas con
don Adriano y don Presentación Mamián nos permiten tener un punto de referencia
a partir de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, momento en el cual el proceso
de poblamiento se acentuó y que hoy todavía no culmina. Si esta marca de la
memoria social es aproximada, todo indicaría que una de las principales etapas en
el poblamiento y origen de El Paraíso ocurrió en los últimos 50 años del siglo XX.
Generalmente el poblamiento y colonización de nuevas tierras iban acompañados
con el nombre que generalmente reflejaba las condiciones locales y otras veces se
mostraba el honor que se le hacía a alguna persona destacada.

En el caso de El Paraíso, don Adriano nos cuenta: “aquí no se llamaba Paraíso,


tampoco aquel lado que ahora se dice El Carmelo que antes era conocido
como los Duendes o Palo mocho. Aquí no era Paraíso, se llamaba Tachuelo”,5
por referencia a unos árboles frondosos, ‘grandes espinudos’ que había cerca
del zanjón que queda a la entrada del pueblo llegando de Sucre. Todavía es
posible ver uno que otro árbol en la parte alta de la cabecera, en el cerro
del Encinal. En cuanto al cambio de nombre de Tachuelo al de San Luis del
Tachuelo y posteriormente El Paraíso, no se debió propiamente a la iniciativa
de los pobladores antiguos, sino más bien de aquellos que cumplían su
misión religiosa; tal como acontece en muchos poblados del país, en el cual
los misioneros religiosos bautizan y fundan pueblos asignándoles nombres de
santos y/o evocando el lugar a partir de sus características naturales. Así, el
nuevo nombre se atribuye a un misionero, “el sacerdote Matías Stichers, quién
vino hace algunos años a evangelizar y al observar que era un lugar de calma,
tranquilidad y paz tuvo la impresión de estar en un paraíso y así fue que el
nombre de El Tachuelo pasa a ser El Paraíso” (Portal 1970: 92).

Este hecho invita a pensar en la forma como el medio se ha transformado en los


últimos 50 años desde que el proceso de poblamiento empezó a intensificarse.

3 Presentación. El Paraíso. Junio 2003.


4 Adriano. El Paraíso. Junio 2003.
5 Adriano. El Paraíso. Junio 2003.

45
Cafeteros del Macizo Colombiano

Don Adriano, por ejemplo, comenta que “esto era un charcal, un matorral feo;
escasamente había un pedacito para hacer el rancho”.6 Doña Hermógenes Hoyos
también comenta que el clima era más fresco y al existir ‘montaña’ las condiciones
del ambiente eran mucho más húmedas y ‘frescas’. Asimismo, la región era rica
en fuentes de agua, como hoy se observa en los zanjones y pequeñas quebradas
que surcan las pendientes en los alrededores de la cabecera. En cuanto a la fauna
y otras condiciones, se dice que

había animales de monte, torcazas, venado [...] esto era mejor dicho
un animalerío; ahora de ese animal que le decían el loro, eso era
peste, porque esto como era montaña... Había unos palos de cedro pero
bacanísimos, un montañón grandísimo. Aquí sí había madera; había
pavas, eso no era sino parar, dos y tres tiros y ahí bajaba la pava. Yo no
sé cómo había gente tan guapa para meterse a los cerros. Allá se hizo
un rancho en la mera montaña y teniendo casa acá, se pasaron por
esos lados, y bueno de allá se pasaron a otra lomita. Ahí tenían ovejas,
vacas, puercos; eso había torcazas, mejor dicho… De ahí nos salimos
aquí, donde ya vivimos. Ahí si todo el que llega nos encuentra, y sino,
era andando, quebrando montaña. Los patrones de nosotros eran unos
señores de El Bordo y a ellos los mandaba un señor Carlos Muñoz.
Ellos eran los propios dueños de estas tierras [...] y nos cogían a todos.
La gente antigua por meterse en un monte peleaban entre ellos, ‘que
este monte es mío’, ‘que este otro es mío’ y porque no los dejaban
meterse se daban machete entre ellos.7

En medio de estas condiciones, la medida de las cosas y entre ellas la tierra fue
importante. La medida para deslindar los lotes estaba determinada por el área
rozada. Es decir, área rozada, área medida y posesionada: “Sí, habían medidas.
Porque de pronto se entraban y rozaban esa montaña y les quedaba en rastrojo
y después el otro iba a meterse allá y por eso era de vuelta la pelotera”.8 La
pelotera o el conflicto era porque se metían justamente donde se trabajaba. En
general, los primeros fundadores o los que conocieron de primera voz la etapa
de poblamiento y colonización reconocen el trabajo y esfuerzo que significó
poblar la montaña: ‘aquí esto costó trabajarlo’, señala Adriano. Los cambios en el
ambiente no fueron los únicos recuerdos; también se reconoce el cambio gradual
que los pobladores fueron presenciando a partir del crecimiento de la población
y la llegada de nuevos productos que significaron cambios en las formas de vida
en el campo, cambios que se dieron a través de las personas que viajaban y de
las instituciones que llegaron a la región y que mediante sus representantes y
funcionarios empezaron a desarrollar programas sociales.

6 Adriano. El Paraíso. Junio 2003.


7 Hermógenes. El Paraíso. Junio 2003.
8 Adriano. El Paraíso. Junio 2003.

46
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

Los primeros indicios del cambio y las huellas de la ‘civilización’

Las condiciones montañosas también invitan a pensar sobre la forma como


habitaban los pobladores de El Paraíso en aquel entonces. Así, los mayores
afirman que, en cuanto a los vestidos, se usaban trajes de lana, sin embargo,
en muchas ocasiones se traía la tela de El Bordo y luego se hacían coser
en la región. La referencia de que existían ovejas en la región también
permite concluir que la lana podía ser obtenida a nivel local. El señor Mario
Mamián comenta que eran criados ‘como los indios’, con batas hasta la rodilla,
y no utilizaban ‘tapa cuco’ [cubre interiores, aunque puede indicar cubrir las
partes íntímas]. Para lavar la ropa no existía el jabón y se reemplazaba con una
planta llamada “altusara y armanga, ese es un bejuco que saca unos trumullas
gruesas, se taca y eso hace espuma como el jabón [...] también se utilizaba la
ceniza o lejía para blanquear”.

En cuanto al calzado, este es prácticamente nuevo, pues antes no se usaba y


se andaba a ‘pie limpio’. Solo después apareció el calzado de cuero de res,
también llamado quimbas, aunque alguna gente prefería seguir descalza.
Existen testimonios de que en muchas localidades del sur del departamento
se hacían las ‘cotizas’ o ‘alpargatas’ de fique o cabuya. No significa que
el calzado fuera adoptado completamente, sino que algunos decidieron
ensayar con calzado mientras otros siguieron descalzos. Cuando el calzado
llegó, era fácil de identificar por las nuevas huellas que dejaba en el barro. Se
dice entonces que con esto entró la ‘civilización’ para referirse a un artículo
que realmente no era producido en la región pero que marcaba el comienzo
de un estado de ‘bienestar’.

El andar descalzo o a ‘pie limpio’ significó una adaptación a las condiciones


del terreno pero también con muchos riesgos para la salud de la persona,
especialmente en situaciones cuando se encontraban vidrios, latas u objetos
corto punzantes en el camino. Tal como dice doña Hermógenes:9 “usted
viera a la gente; algunos tenían esos pieses [sic] partidos y esos garrones
así, unas partiduras”. Con el tiempo, apareció otro tipo de calzado como
los guayos, que actualmente se emplean para jugar fútbol. Posteriormente
aparecieron las botas de caucho que fueron más adecuadas para su uso,
teniendo en cuenta las condiciones en la región. La introducción del calzado,
en general, favoreció y mejoró las condiciones de las familias para recorrer
y transitar los caminos y terrenos de las veredas y también para prevenir
enfermedades y riesgos en la salud.

9 Hermógenes. El Paraíso. Julio 2003.

47
Cafeteros del Macizo Colombiano

El calzado no fue el único producto que empezó a señalar un cambio


en la vida de los pobladores. Existieron otros medios como la radio, a
través de la cual la gente empezó a conocer otras formas de hacer las
cosas en cuanto a salud y educación. Se trataba de otra expresión de la
llamada ‘civilización’. Cuando vino la radio la gente se preguntó admirada
cómo era posible que cantaran allí, en una caja grande marcada como
Radio Sutatenza, y que se escucharan “noticias, cursos de capacitación
en agricultura, música, la hora, novelas; se recibía la voz de toda parte”.10
Muchos de los productos promocionados por la radio empezaron su
proceso de posicionarse en el mercado, entonces la gente empezó a sentir
‘deseos’ por poseerlos. Productos que, si bien prestaban un servicio como
el calzado, también les generaban nuevas necesidades. El calzado y la radio
son apenas dos ejemplos de cómo esta región empezó a verse visitada
tanto por objetos nuevos e ideas que les significaban mejores condiciones
de vida ante un medio que se mostraba difícil. A pesar de ello, los primeros
pobladores seguían viviendo de acuerdo con la disponibilidad de recursos
y las tradiciones locales. Los intercambios de productos eran comunes y se
sabe que la gente practicaba el trueque utilizando el café por esos nuevos
artículos, entre ellos, naturalmente, el radio y el calzado.

‘El Tachuelo’, primeras familias, alimentación,


utensilios y la salud

Hay que tener en cuenta que la apertura de montaña y un mayor poblamiento


de los primeros fundadores fueron la base para la formación del caserío y en
hacer del espacio de ‘montaña’ un terreno más habitable. Asimismo, con el mayor
poblamiento y la presión sobre recursos como la tierra, las plantas y el agua, se
afectaron las condiciones ambientales, lo que significó la desaparición de muchas
especies de árboles como el mismo ‘tachuelo’, que antes abundaba en la región y
del que ahora solo quedan muy pocos. Con el tiempo, sin embargo, también se
han introducido otras especies y se han dado las condiciones para sostener a las
nuevas generaciones de familias.

Don Adriano cuenta que de las primeras familias y pioneros que hicieron este
trabajo “el único que vivió primeramente ahí, fue el finado Floresmiro, el finao
Rivera; el segundo que hizo la casa fue el finado Abraham, que se entró allí a hacer
la casita y ahí siguieron los demás”.11 Si bien estos fueron los primeros pobladores
se dice que las tierras de El Fresno y El Paraíso eran del señor Adolfo Muñoz, quien
también fue otro fundador. Los primeros pobladores tenían distintas procedencias,

10 Hermógenes. El Paraíso. Julio 2003.


11 Adriano. El Paraíso. Julio 2003.

48
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

aunque básicamente la mayoría de ellos eran nativos de algunos municipios del


sur del Cauca como La Vega, Patía, Bolívar, Almaguer y de departamentos aledaños
al Cauca. Según algunos vecinos del corregimiento, la procedencia también se
puede verificar en los apellidos dominantes en la localidad: Castaño, Gironza,
Gómez, Hoyos, Jiménez, Luna, Mamián, Muñoz, Ordóñez, Ospina, Toro y Torres.
Muchas de estas familias se han multiplicado al sentar relaciones con las familias
de la localidad y veredas circundantes. Estas relaciones se referían tanto en lo
social como en lo comercial o en el intercambio de los productos. Don Adriano,
por ejemplo, todavía recuerda que se iba a Sucre a intercambiar los productos de
lo templado por otros productos de lo frío y caliente.

El asentamiento de las familias en lo que hoy es la cabecera de El Paraíso estuvo


acompañado de cambios en la agricultura. Se recuerda que en ese entonces estas
familias vivían de cultivos como el plátano, la arracacha, la yuca, el maíz y el fríjol,
entre otros. Dado que el mercado era poco, es posible pensar que así mismo el
cultivo del café no era mucho. De hecho, se producía sin obtener excedentes, solo
‘para vivir que para vender’. Lo que funcionaba era el intercambio de productos,
por ejemplo, con la sal, las vasijas de barro y otros objetos que eran de vital
importancia para la vida diaria en el campo. Así, se recuerda la importancia de la
sal para la preparación de los alimentos y la cual se obtenía mediante intercambio
con las poblaciones negras del Patía en el punto conocido como Méndez, cerca
del río San Jorge:

Por acá en la ida para Bolívar, en San Jorge cambiábamos comidita por
sal, y esa se desbarataba fácilmente. Cuando quedaba poco la echaban
en un zumbito de esos de guadua y le abrían un agujero pequeño en la
base por donde botaba el aceite. Cuando se acababa la sal le echábamos
el aceite sobrante a la comida.12

La sal, que asocia su importancia con la cocina, es un aspecto que sobresale en


la fundación y memoria social de los pueblos del Macizo Colombiano. Esto se
entiende en la siguiente descripción:

aquí nos tocaba comer sin sal, aquí no había pueblo. Comenzó a entrar
la gente adelante porque nosotros estábamos viejos y nosotros no
conocíamos escuelas, éramos como indígenas, vivíamos como podíamos,
nosotros no comíamos arroz ni atunes ni macarelas. Lo único que
nosotros comíamos era solo maíz. No había sino maíz, fríjol y papas.13

12 Hermógenes. El Paraíso. Julio de 2003.


13 Hermógenes. El Paraíso. Julio de 2003.

49
Cafeteros del Macizo Colombiano

La sal entonces era un ingrediente vital de la alimentación como también lo eran


el maíz, el fríjol, el maní y la yuca, entre otros productos básicos de la región
andina. El maíz, por su parte, todavía subsiste como parte de la tradición indígena:

El maíz, por ejemplo, es también un cultivo que identifica a las


sociedades andinas con grupos aborígenes. Existen poblaciones de la
alta montaña que asocian la cosecha principal del maíz con las fiestas
patronales y otras actividades sociales. De hecho, algunos autores
localizan el origen del maíz en nuestro país y su importancia se ilustra
con la variedad del grano conocida como ‘matahambre’, designada así
por su crecimiento precoz y por la disponibilidad del ‘grano todo el
tiempo’ (Tocancipá 2001: 398).

El cultivo del maíz no se limita a la alta montaña y su importancia también


trasciende a otros pisos térmicos. “La producción agrícola en la alta montaña es
una actividad de subsistencia complementaria, pero necesaria para las demás
actividades principales” (Chalarca 1987: 11; Parsons 1968: 228). En el caso de la
región de Sucre, el maíz y el fríjol constituyen los dos ingredientes básicos para
la elaboración de tamales. Doña Hermógenes dice que en El Paraíso los tamales
se preparaban de “maíz con guiso, papa, pero más que todo era el fríjol. Eso lo
pelaba y le botaban esa cáscara que tiene, lo molían y luego lo cocinaban para
hacer los tamales. El fríjol que se conseguía en ese entonces era el negro y del
amarillo y en esas rozas que hacían, cargaban hartísimo. Del fríjol calima no
había, en ese tiempo”.14

Estos productos mencionados fueron básicamente la dieta alimenticia de las


familias fundadoras como en la actualidad, especialmente el maíz, con el cual se
hacían variadas preparaciones. Por mencionar una de estas recetas, doña María
Mamián dice cómo se preparaba el maíz en ese tiempo:

Eso se pelaba, le decían mote en ese tiempo. Uno desaguaba la lejía


(ceniza) y lo ponía a hervir, lo pelaba y después de eso lo lavaba bien
lavadito y ya bien pelado lo ponía a hervir de nuevo. Ya lavado, lo
ponía a desaguar o a ‘ deslejíarlo’ (quitarle la ceniza) decían; le
sacaban esa lejía y volvían a ponerlo de nuevo a hervir para luego
echarle todos los condimentos.15

En cuanto a los condimentos, en ese entonces no eran tan variados como ahora,
tampoco fáciles de conseguir por el costo. Se conocían la cebolla blanca, el
achiote, el tomate silvestre, el chivatillo y la raíz de azafrán. La cebolla se utilizaba

14 Hermógenes. El Paraíso. Julio de 2003.


15 María. El Paraíso. Agosto de 2003.

50
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

primordialmente para sazonar las comidas y la carne se obtenía en el mercado


del pueblo cuando se sacrificaba una res o un cerdo, o cuando se cazaba algún
animal de monte. La carne era más fácil de obtener que el arroz; aunque se tienen
referencias de que hace algunas décadas este producto era cultivado en la vereda
de la Ceja, a unos 12 km de Paraíso en la ruta hacia Sucre. Doña María Mamián
compara las dificultades que se dieron para conseguir estos productos:

El arroz era veneno [costoso] en esas horas; el que traía arroz era porque
tenía con qué; lo mismo que la carne, la carne pasaban días para
comerse una libra de carne. Uno más acostumbraba a comprar era el
cebo; eso decía uno o el gordo, y para sacar la manteca, uno sacaba la
mantequita y con eso se mantenía.16

Aunque el mercado era pequeño, pues era muy poco lo que se podía obtener allí,
las familias dependían casi exclusivamente de eso. Con respecto a las bebidas, se
dice, no se conocía ‘ni la gaseosa’. Lo que a veces se tomaba como refresco era el
‘claro’ de maíz: “uno molía el maíz, lo hervía y sacaba ese claro para tomarlo sin
azúcar; en ese tiempo no se cernía, el maíz se asentaba. Se hacía el café, si quería
una panelita bueno, y dejarlo que se asentara para poder tomar, y cuando una
persona quería se le decía: ‘¡tenga, ciérnalo en la barba!’”.17

En cuanto a la cocción de los alimentos, esta era realizada en ollas y vasijas


de barro, las cuales se utilizaban, también, para transportar los alimentos. Se
utilizaban, regularmente, los llamados ‘zumbos’, que eran vasijas de mate que
traían tapa y a las que se les colocaba una cabuya o un alambre para llevarlas.
También para comer se usaban los platos de barro, cucharas de madera, los
‘matecitos de puro’18 y otros utensilios que se elaboraban ‘de lo que la naturaleza
ofrecía’. Las vasijas y losas de aluminio llegaron mucho después, en la medida
en que el mercado se amplió, y se trajeron de los centros urbanos desde donde
llegaban a ofrecerse. En cuanto a las ollas de barro, se sabe que eran traídas al
mercado por mujeres negras del valle del Patía con quienes se intercambiaban
productos de pancoger o eran vendidas. Se dice también que las ollas eran traídas
del punto conocido como ‘El Barrancón’ (municipio de Patía) por las señoras
Leonila y doña Paula. En el uso de estos utensilios, fueran de barro o aluminio,
las diferencias se hacían sentir: “Las ollas de barro eran más ligeras para hervir y

16 María. El Paraíso. Agosto de 2003.


17 María. El Paraíso. Agosto de 2003.
18 El ‘puro’ es un árbol conocido como totumo, el cual produce un fruto redondo de unos
10 cms de diámetro aproximadamente de cuya mitad se pueden obtener tales utensilios,
una vez se coloca en proceso de secado y preparación. Este árbol todavía se observa en
el valle del Patía. ‘El matecito’ hace referencia a vasijas y cucharas que son elaboradas de
este fruto.

51
Cafeteros del Macizo Colombiano

además los alimentos eran más sabrosos y no se pegaba nada. Una mazamorra
por ejemplo se cocinaba muy rico en olla de barro”.19

La mujer que desempeñaba estas actividades en la vivienda tenía también que


desplazarse a las parcelas o las fincas a dejarle el almuerzo o el entredía a su
compañero y luego regresar a la casa para continuar con otros oficios caseros,
como cargar el agua en los ‘puros’, cuidar de los niños y los animales y realizar
actividades de limpieza de la vivienda o el lavado de la ropa. Los horarios
para hacer la comida eran difíciles de establecer, ya que no existía el reloj
en el campo y todo se hacía a partir de la frecuencia con que se ‘mambeara’
(masticar hoja de coca), o con el sol cuya posición, en días claros, indicaba la
hora del día, y así mismo se podía determinar el momento del almuerzo: “Pues
eso era mirar el sol, y se decía son tales horas o en las sombras, son tales horas,
decían”.20 Cuando caía la noche, se alumbraba con velas o mecheros que se
encendían con fósforos y petróleo, el cual se conseguía en el centro urbano
más cercano que era El Bordo.

Las condiciones físicas del medio y una alimentación basada en legumbres


como fríjol, garbanzos, cereales como el maíz, harinas como yuca, plátano y
eventualmente carne(s), permitiría inferir que las primeras familias fueran sanas.
Sin embargo, esto no era del todo así. Se presentaban dificultades de salud, entre
las que se enuncian problemas estomacales o infecciones, “porque por ejemplo
en ese tiempo por la economía había mala alimentación o por la higiene, habían
veces que se cocinaba y pa’l otro día no se tenía nada; después ¿qué hacer?,
¿Qué cocinar? Muchas veces lo que se consumía del día anterior, tenía que
comérselo al otro día”.21

Los problemas respiratorios y de otras enfermedades que no se podían tratar


por la distancia con los centros de salud fueron también recordados. Estos
problemas eran tratados por médicos tradicionales llamados ‘aguateros’ (por
tratar con aguas y plantas medicinales) y ‘sobanderos’ (quienes trataban dolores
musculares y problemas de dislocación de huesos y articulaciones). Tal como
señala doña Hermógenes: “en ese tiempo había sobandero, no se la llevaba al
médico casi, sino que era sobando o mambeando. Así se curaba y así tenían que
curarse, porque en ese tiempo no había nadie. No es como ahora que hay tanta
gente que cura de una manera o de otra”.22 Existían para este propósito personas
que tenían conocimientos en el tratamiento de dichas dolencias y también de
otros males de la época.

19 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.


20 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.
21 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.
22 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.

52
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

La gente recuerda, al respecto, a Ignacio Hoyos, Nicolaza Hernández y Bautista


Rengifo. Este último tuvo un hijo llamado Eulogio Rengifo, quien siguió los
pasos de su padre sobretodo en la curación de las personas que se cortaban.
También se conocieron otros yerbateros como doña Diomira Bravo, Don
Neftalí, Guillermo Magín y Rafael Gironza. Entre los sobadores o aquellas
personas que trataban la ‘quebradura de los huesos’, se encontraba don Rafael
Gómez, don Mario Mamián, don Peregrino y don José Gómez. Con relación a
los partos, existían mujeres y hombres encargados de esta delicada labor. Aquí
se recuerdan a doña Cipriana Mamián, Victoria y Diomira Bravo (de la vereda
La Chepa) y don Hipólito Luna.

Cuando no se podía sanar a la persona, se decidía llevarla en una ‘chacana’ (especie


de camilla) al médico general, que se localizaba en un poblado más central, Piedra
Sentada. En este poblado también existían médicos tradicionales. Doña Hermógenes
recuerda, por ejemplo, cómo su hija fue salvada por una señora experta en curar el
‘mal de ojo’, una enfermedad que se da en algunos niños, transmitida la mayoría de
las veces por adultos y de la cual existen distintas modalidades.

En general, los procesos de poblamiento que ocurrieron con el paso de los


años significaron un proceso de adaptación cuando los pobladores lograron
sembrar tanto productos de ‘pancoger’ como maíz, fríjol, yuca, plátano y café. La
alimentación, que se basaba en los productos que hoy se llaman de pancoger,
pudo significar cierto bienestar en los primeros habitantes, pero al mismo tiempo
se conocieron enfermedades (estomacales, infecciosas, respiratorias) en las que
en algunos casos, si bien se trataron a nivel local con médicos tradicionales,
los afectados tuvieron que ser remitidos a centros de salud para su tratamiento.
Estas enfermedades fueron causantes de la mortalidad infantil en la región.
Por otro lado, entre varias especies de plantas, la coca (erythroxylum coca)
tuvo especial significado para el tratamiento de enfermedades estomacales. Esta
planta nativa de América, empleada inicialmente como medicina tradicional y
como hábito cultural, sería décadas más tarde fuente de conflicto social no solo
a nivel nacional sino internacional.

El mambeo de la coca: origen y disminución de su práctica

La coca (erythroxylum coca) es una planta que fue cultivada por las poblaciones
indígenas asentadas en América, especialmente en la cadena montañosa de los
Andes, con fines sociales y culturales. La coca en esta región no fue extraña; por
el contrario, a pesar de su uso comercial, que se sostiene actualmente, todavía se
encuentran evidencias y testimonios de cómo la planta antiguamente cumplió una
función importante en la vida social de la región.

53
Cafeteros del Macizo Colombiano

La coca se consumía con el ‘mambe’, una piedra de cal empleada como


catalizador para obtener el alcaloide y de cuya combinación se obtienen
calorías suficientes para realizar trabajos arduos y de larga jornada. El mambe
se preparaba localmente: “lo sacan de una piedra que una vez quemada se
echa al agua (preparada con dulce de caña) para que se desbarate. De allí se
hacían unas hormas redondas en ceniza; de esa horma iban quebrando e iban
llevando”.23 El mambeo se define como la práctica en la cual se toman las hojas
secas de coca con una porción pequeña (pellizcando el mambe) adecuada a la
cantidad de hoja, recuerda Presentación Mamián. La horma se hace en la ceniza
con un ‘mate’ y en el hueco que se hace se echa ‘el almidón’ de la piedra. Según
algunos líderes, todavía existen minas de esta piedra en la región: “Ese mambe
se conseguía allá abajo en un sitio conocido como ‘El Silencio’. Se iba y se
sacaba la piedra y se quemaba, y de ahí salía la horma. El que quisiera mambear
sacaba el mambe”.24 De acuerdo con don Presentación, la forma de obtenerlo
era la siguiente: “Se saca la piedra y se acarrea la leña de la montaña y se pone
la olla de agua. A lo que esta rojita la piedra se echa a la olla y es como que se
desbarata y se le saca todo ese almidón que tiene”.

El uso de la coca permitía darle ‘coraje y fuerzas’ a la gente en el trabajo o en


el desarrollo de otras actividades. Aunque los hombres mambiaban, es decir,
practicaban el acto de mascar coca con mambe, había mujeres que también lo
hacían, tal como doña María Mamián nos refiere:

Una vez dijo una tía: ‘yo voy a cosechar unas maticas de coca, ¿me
vas a acompañar?’. Le dije: ‘claro’. Ella era mambeadora. Nos fuimos
a cosechar esas matas de coca, nos agarramos a coger coca y ella
mambiee y mambiee, y cuando al rato dice ella: ‘¿Querés mambear?’
Le dije, de verla que mambeaba, que comía esa coca tan bueno: ‘deme
unas hojitas’. Me pasó ella unas hojas de coca, era tostada la hoja. Agarré
y me eché esa coca a la boca y agarré a masticarla y a masticarla. Dijo
ella: ‘pero échale mambe’. ‘¿Pero eso no es bravo?’, dije yo. Entonces me
dijo: ‘No. No, échale poquitico’ y me pasó un pedacito. ‘De aquí, mordé
[sic]’. Y ahora verá, comencé yo a bullir esa coca en la boca y a bullir,
¡poder en Jesús!, cuando empezó a arderme la boca! Me dijo: ‘¿qué te
paso?’. Le dije: ‘No tía, eso que es bravo, eso parece que es un ají que
me hubiera comido’. Dijo: ‘¡le echaste mucho mambe!’. Yo le dije: ‘tenga
su pedazo de mambe’. De verla que ella comía tan bueno esa coca, yo
pensé: ‘No, eso es sabroso seguramente’, pero ya cuando me suelta ese
mambe eso fue espantoso [...].25

23 María. El Paraíso. Agosto de 2003.


24 Presentación. El Paraíso. Agosto de 2003.
25 María. El Paraíso. Agosto de 2003.

54
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

El consumo de coca era tan generalizado que se acostumbraba a utilizar la


mambeada como un medidor del tiempo, situación que se entendía como el
período de masticación determinado desde la primera porción de mambe y coca
hasta el momento en que era necesario cambiar de porción. Se estima que en el
día se iban 5 mambeadas y cada una servía para establecer también la hora del
almuerzo: “Ellas para ir a trabajar, llegaban y se ponían a mambear. Se paraban
y a lo que se ‘enfriaba’ la mambeada la botaban y volvían a mambear, y ya en
esa mambeada ya venía el almuerzo [...] o sea que sería como dos horas que
duraba cada mambeada”.26 Como se dijo anteriormente, el mambear también
permitía enfrentar condiciones difíciles de trabajo u otro tipo de actividades que
exigían grandes esfuerzos y una gran resistencia corporal. Don Presentación
cuenta, por ejemplo, cómo mambeaba en ocasiones cuando iba de cacería,
especialmente de noche y cuando hacía frío. En estas condiciones, el efecto de
mambear coca y fumar tabaco se hacía sentir: “eso como que le da a uno un
calorío y le quita el frío y el miedo; todo, pues”.27 Esta práctica, sin embargo, con
el tiempo se fue abandonando.

Existen varias razones para que el mambeo dejara de practicarse. Una es la


‘vergüenza’ que causaba, pues al mambear se pigmentaban o manchaban los
dientes, situación que se daba al mismo tiempo en que instituciones del estado
empezaban a destacar la importancia de la higiene oral y el uso de cremas
dentífricas. Era claro que la importancia de unos dientes ‘blancos’ sobre unos
dientes ‘pigmentados’ empezó a ganar terreno, especialmente con mayor fuerza
en las áreas urbanas, desde donde se empezó a transferir a las áreas rurales. Sin
embargo, los que mambeaban la coca no padecían de otros problemas dentales:
“No, eso no. La coca era como que le curaba la dentadura. Nadie se sentía con
dolor de muela, eso era como un remedio, pero las muelas sí se nos ponían
negras”.28 En términos generales, esta pigmentación de la dentadura y las prácticas
odontológicas de los últimos años que promocionaban el uso del cepillo, la crema
dental y una dentadura ‘blanca’, fueron desplazando a los mambeadores, quienes
se convirtieron en cierto ejemplo opuesto a la práctica moderna que difundía la
importancia de una ‘adecuada salud oral’. Esta promoción se hizo inicialmente
por la radio y en años recientes, fue más explícita a través de la televisión. Con el
tiempo, el acto de mambear se fue dejando de lado:

Yo de un momento a otro se me quitó la gana de mambear y ya no


mambié. Me daba vergüenza. En ese tiempo yo trabajaba con la Caja
Agraria, me dio mucha pena y ellos los de la Caja Agraria me saludaban
muy bonito porque éramos muy conocidos con ellos y con el gerente
de la Caja Agraria. Ellos me decían: ‘Adriano, ¿Qué has hecho?’, ‘¿Cómo

26 Presentación. El Paraíso. Agosto de 2003.


27 Presentación. El Paraíso. Agosto de 2003.
28 Presentación. El Paraíso. Agosto de 2003.

55
Cafeteros del Macizo Colombiano

te va?’, ‘¿Cómo vas del trabajo?’. Yo les decía: ‘pues sí, ahí vamos más o
menos’. Ya como tenía mujer, ella los atendía. Y ahora sí, a la hora de
irse era el regaño: ‘Hola Adriano, te voy a decir una cosa’, ‘¿qué, señor?’
le decía. ‘Dejá ese vicio’, me decía ese funcionario.29

Otro argumento era que en la recolección y preparación de la hoja de coca y el


mambe, es decir, tostarla y procesar el mambe, se perdía mucho tiempo. Don
Adriano explica:

Pues, poco me gustó después, también porque perdía mucho tiempo en


ir a coger coca y tostar y agarrarse a mascar esa vaina. Ya después hasta
se fue modernizando. Ya mis hermanas se quedaban mambeando. Ya
yo medio me crié, me fui pa’ Dagua [Valle] y allá peor, allá la gente no
mambea. Allá me fui. Me quedé un poco de tiempo y ya cuando vine no
mambié más. Ya fue como que me engordé, ahora es que estoy flaco. Ya
comía mi comida a buenas horas; que si no, porque estaba mambiadito,
tenía que comer por ahí a las dos de la tarde.30

Existen otras razones menos prácticas por la cual el mambeo se fue abandonando
(ver historia anexo 1). Lo cierto es que después de muchos años, la coca, que
tuvo un uso medicinal, fue posteriormente desplazada por un uso más comercial
originado en otra práctica de consumo ajeno a la cultura andina de Suramérica.

Del parto, cuidados y atención del niño

De aquel tiempo de colonización también se recuerdan las condiciones en que se


daban los partos, los cuidados y atención del niño(a). Así, cuando la mujer estaba
en estado de embarazo se tenían ciertos cuidados en cuanto a la alimentación y
en el momento del parto. Algunas veces la mujer se enfrentaba a solas con su
d o l o r “No había nada, ni quien la viera, ni nada, uno solo. Yo cuando sentía
que me cogían los dolores, agarraba mi cajita y la colocaba al pie de mí. Tenía
tijeras, algodón, hilo, pañales, todo. Bueno, ya me cogían los dolores y ya me
retiaba a solas y bueno, hágale porque, qué más”. De este modo,

me alistaba ahí con mis tendidos y a esperar. Cuando acordaba, uno


solo, se venía esa criatura. La cogía, la limpiaba, le cortaba el ombligo,
lo vestía y la placenta tenía que quedarse ahí hasta que viniera alguien a
enterrarla debajo del umbral de la puerta o detrás de la vivienda para
que el niño no se fuera de la casa cuando creciera.31

29 Presentación. El Paraíso. Agosto de 2003.


30 Adriano. El Paraíso. Agosto de 2003.
31 María. El Paraíso. Agosto de 2003.

56
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

Doña María Mamián también recuerda una situación similar: “Cuando me


vinieron los dolores no quería que me atendieran. No permitía que alguien se
asomara donde yo estaba, que si había luz, había que apagarla. Ya a lo que
ya venía el niño o niña, entonces sí; ya enciendan la vela o alguna cosa,
vengan a ayudarme”. La forma de ‘ dar a luz’ arrodillada es una práctica
muy común en muchas comunidades del Macizo: “Esa soga era el que lo
ayudaba a uno. No es como ahora, todo es distinto. Ahora es en la cama, en
ese entonces colgábamos la soga y ese era la ayuda de nosotras”.32 El cuidado
después del parto para la madre también era importante. Generalmente se
le preparaba una o d o s gallinas, pero solo se daba el caldo ‘ vacío’ como
algo liviano, pues las comidas pesadas no eran recomendables. Para evitar los
entuertos se tibiaba un huevo y se le raspaba el lado de una olla para obtener
el tizne, el cual se batía con sal y luego se le daba a la parturienta. “Otras le
cocinaban el huevo apenas tibio y le picaban de esa ruda, le revolvían y le
daban a uno, cuando ya había nacido el niño”.33

Existen muchas prácticas que todavía se conocen y en las cuales la mujer


tomaba todas las precauciones para tener su bebé y cuidarlo una vez este nacía.
El registro de los (las) niños (as) se hacía con la inspección de policía de El
Paraíso, cuyo primer inspector, según parece, fue el finado Abraham Hoyos, que
fue designado desde la cabecera municipal de Bolívar. Ahí, en la inspección, se
hacían reseñar o registrar a los niños. Los nombres se buscaban a veces en el
Almanaque Bristol y ahora más recientemente se utiliza la televisión para darle
nombres de personajes que aparecen en las telenovelas. Otras veces tocaba
“pensarlo en la mente de uno, y el que lo pensó o el que se acordó o el que le
gustó ese se quedó”.34

El crecimiento del niño y las actividades de educación y socialización son


realizados por la mujer, quién se quedaba en la vivienda atendiendo las
labores correspondientes al hogar. “Muchas veces cuando el niño estaba
pequeñito tocaba llevarlo uno en la espalda a la finca mientras se llevaba el
almuerzo al esposo”, recuerda doña María. Posteriormente, con la aparición
de la escuela, los niños se fueron integrando en la educación que llaman
formal o del Estado. Muchos niños(as) se encontraban distantes de donde se
hallaba localizada la escuela, lo que de por sí constituía un problema pues
caminando se demoraban entre hora y media y hasta dos horas.35 Don Mario
Mamián se considera uno de los fundadores de la escuela en el Paraíso:

32 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.


33 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.
34 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.
35 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.

57
Cafeteros del Macizo Colombiano

yo fui el gestor de inventar la escuelita para los niños. Nos inventamos


la escuela porque aquí no había nada. Ya se buscó cómo contratar a una
maestra, aun cuando sea privada y vino la profesora Agustina, y la pagamos.
Después vino una señora Eleodora y el marido que se llamaba Reinaldo
Samboní; a ellos los mandaron a enseñar por parte del municipio.36

Otras profesoras vinieron después desde Bolívar, La Vega o El Bordo. Enseñaban a


leer, escribir, sumar, restar y hasta rezar, lo cual se hacía en la mañana, al almuerzo
y para salir. El recreo era dos veces al día, uno en la mañana y el otro en la tarde.
Todavía se recuerda que la inasistencia a la escuela se debía a la distancia de
las viviendas en unos casos y en otros también al carácter de la profesora, era
muy estricto: “A veces, si no le hicieran alguna cosa, después eran los reglazos
en la cabeza”.37 Otras maneras de formación y/o educación se dieron a través de
misiones religiosas católicas y recientemente, con la llegada de los evangélicos,
aparecieron nuevas formas de relacionarse.

Religión, funerales, actividades sociales y leyendas

En lo que refiere al aspecto religioso, en los primeros años de fundación


de El Paraíso se recuerda que solo existía la iglesia católica, mientras los
evangélicos empezaron a organizarse en los últimos 20 años. “Principiaron
primero fue en El Fresno donde la hermana Margarita, y allí comenzaron
a predicar el evangelio”.38 En la religión católica se bautiza a los niños y
se le busca el padrino correspondiente, l o que en El Paraíso no es difícil
de encontrar; también ocurre con la primera comunión, que organizaban
para ciertas fechas. Tanto El Paraíso como El Fresno dependían de Sucre,
la cual aparecía como vice-parroquia del vecino corregimiento de Lerma.
El padrinazgo es una práctica católica que se ha perdido bastante en los
últimos años, tal como lo señala doña: “Ahorita no, los papás tienen que
rogar a los padrinos; antes la gente se peleaba por un bebe, por cargarlo,
en cambio ahora, los papás tienen que rogar”.39

Cuando una persona fallecía los ataúdes se hacían en la región: “cortaban


unos palos y bueno, hágale; no es como ahora que se pulen haciendo
un ataúd”.40 Durante el funeral, la persona era acompañada de familiares y
vecinos. Dadas las distancias que existían entre las viviendas y las mismas
condiciones de montaña, la forma de conocer cuándo había un difunto

36 Mario. El Paraíso. Agosto de 2003.


37 Mario. El Paraíso. Agosto de 2003.
38 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.
39 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.
40 María. El Paraíso. Agosto de 2003.

58
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

era observando una guadua o una vara larga con un lienzo blanco que se
colocaba en la vivienda del fallecido. El entierro se hacía en un área cerca
al poblado de El Paraíso.

La vida en comunidad también se daba alrededor de otras actividades como


las mingas, las fiestas y otros eventos sociales. Las mingas, por ejemplo,
se hacían para “la rocería y para la siembra cada una”.41 Con relación a
las fiestas, se hacían con tambora, maracas y con guarapo. También se
compraba el anís, el cual se conseguía en la región y del que luego se sacaba
el aguardiente al que llamaban ‘ chancuco’. “En ese tiempo tenía que tener
edad para la fiesta, sino no podía. Así de 20, de 25 años”.42

Esta edad era importante para que los pretendientes o los posibles esposos
fueran de visita a las casas. Si había fiesta, la visita era una buena disculpa para
no irse a b e b e r l i c o r. Según los testimonios de los mayores, los ‘ papases’
de antes eran más estrictos en permitir visitas y relaciones de sus hijas con
otros jóvenes de la misma edad. Comparado con la actualidad, “ahora es
llamarse e irse; la otra va con la razoncita a tales horas”.43 Si la relación
era aceptada por los padres entonces se pensaba en la unión de la pareja,
mientras tanto se organizaban aparte y por lo general se iban a vivir, aunque
no siempre, a la casa del papá del joven. El inicio de la nueva pareja en vida
de familia a veces implicaba grandes esfuerzos tanto de parte de uno como
del otro. Tal como lo explica doña Hermógenes:

A mí sí me tocó trabajar con el marido. Me tocaba por ejemplo levantarme,


hacía el desayuno, le daba desayuno, y me quedaba haciendo el almuerzo.
Luego hacía el almuerzo, lo cogía y me iba con mi pala, con mi machete,
con lo que fuera a trabajar. Por ahí a las cuatro de la tarde me regresaba
para la casa, a prender candela de nuevo para hacer comida, y a darles
de comer a los niños que estaban en la casa. Me tocaba dejar a
los niños, ir a hacer de comer y al otro día por el mismo estilo:
levantarme, hacer el desayuno, lo despachaba a él adelante y yo me iba
atrás con lo que se fuera, con la pala, con el machete, y a veces hasta
con un niño en la espalda.44

Así, el trabajo en la parcela ocupaba la mayor parte del tiempo en el campo y


en invierno, por las condiciones lluviosas, este tiempo se reducía.

41 María. El Paraíso. Agosto de 2003.


42 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.
43 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.
44 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2003.

59
Cafeteros del Macizo Colombiano

La vida en el campo también daba lugar a leyendas y cuentos de personajes del


monte que hacen parte ya de las tradiciones de muchos pueblos del Macizo. ‘El
Duende’, ‘la Patasola’, las Brujas, ‘la Viuda’ y ‘el Guando’ son ejemplos de estas
leyendas que todavía se escuchan y se transmiten a las nuevas generaciones.
Del Duende, por ejemplo, se conocen casos de niños a los que se los llevó
este personaje hacia las áreas boscosas y de peñascos, sus áreas preferidas para
esconder a sus víctimas. Si este es el caso de los niños con el Duende, la Viuda
se corresponde con el caso de los jóvenes y adultos. Básicamente, la Viuda se
representa en una mujer atractiva que a veces puede encarnar en la figura de la
novia del joven, cuando este se acerca entonces ella se transforma en un esqueleto.
Estas historias, dirigidas a los jóvenes, adultos y niños, eran una clara advertencia
para que tuvieran cuidado al salir lejos de las viviendas o para que regresaran
temprano en la noche al seno del hogar: “Los papás le decían a una que no se
fuera por allá; que se lo llevaba el duende o lo asustaba”.45

Estas historias también han servido para que grupos de jóvenes las escenifiquen y
las lleven al teatro, como ocurrió en 1998 cuando, en un evento cultural organizado a
nivel regional en el municipio de Mercaderes (sur del Cauca), un grupo de jóvenes
de la casa de la cultura de Sucre hicieron la representación del ‘Enduendao’, una
forma sincrética entre los dos personajes relacionados arriba, el duende y la viuda.
En los últimos años, los cambios socioculturales y de las condiciones físicas de la
región han producido el olvido de estas historias. Si bien la radio y la televisión
han contribuido en el aprendizaje de nuevos valores y conocimientos, también
introdujeron historias que distraen la atención e importancia de estas leyendas,
que reflejan la vida social en el campo.

El Paraíso a comienzos del siglo XXI

Rutas, recorridos, condiciones


generales actuales y población

El poblado de El Paraíso se encuentra situado a unos 155 km al sur de la capital


del departamento del Cauca, Popayán. A partir de la municipalización de los
corregimientos de Sucre y El Paraíso, en diciembre de 1999, los poblados localizados
en el nuevo territorio sufrieron importantes cambios. Uno de ellos fue que las vías
mejoraron en un buen porcentaje, como resultado de ello se tiene un anillo vial
que comunica al nuevo municipio de Sucre con el vecino municipio de La Vega
y a El Paraíso. Con esto se posibilitan dos rutas de entrada al corregimiento de El
Paraíso: una, en el punto conocido como Piedra Sentada, a unos 72 km al sur de

45 Hermógenes, El Paraíso, agosto de 2003.

60
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

Popayán; y la otra, que es la que anteriormente se venía empleando a través de


El Bordo-Guachicono y Sucre (Ver Mapa 2). En los últimos años, estas dos vías
de acceso le han permitido a El Paraíso una mejor comunicación con centros de
consumo regionales como El Bordo y con la misma capital del Departamento,
Popayán. Como resultado tenemos el ingreso por primera vez en su historia de
una ruta de buses que llega al poblado, y otra ruta que lo comunica con poblados
con los cuales ha tenido relaciones sociales históricas, como es el caso de las
localidades vecinas establecidas en el municipio de la Vega.

En términos más generales, El Paraíso se encuentra localizado en la parte


nororiental de la cabecera del municipio de Sucre a una distancia de 17 km
aproximadamente. La cabecera limita por el norte con las veredas de El Fresno y
La Chepa, por el sur con las veredas de El Carmelo y El Mirador, por el oriente
con la cuchilla de El Encinal y por el occidente con la vereda de El Naranjal y La
Chepa. La poca área plana existente en la falda de la cordillera está atravesada por
la carretera que cruza por la cabecera. La mayor parte de la topografía es tendida
y montañosa en un 90%. En la parte media de El Encinal existen algunas áreas
de bosque que contribuyen a la protección de fuentes de agua para el poblado.

Para llegar a El Paraíso se realiza un recorrido por una vía destapada y afirmada,
que en vehículo pequeño puede tomar casi una hora desde la cabecera. Tomando
la ruta tradicional, se parte de la cabecera municipal de Sucre, en el piedemonte
de la cordillera central, y se asciende por una vía que transita por varios poblados
concentrados y dispersos46 hasta llegar a lo que se conoce como el filo de
la Paloma,47 desde donde se divisa a la margen izquierda la mayor parte del
corregimiento de El Paraíso y hacia la derecha, sobre los lomos y brazos de la
cordillera, el resto de localidades del municipio de Sucre. Hacia abajo, casi en
la base, se alcanza a divisar la cabecera del municipio. Existen otros caminos de
herradura como el de El Encinal, Monte Oscuro, Fresno alto y Palo Verde, este
último conduce hacia el municipio de La Vega. En la parte baja se encuentra
el camino hacia Los Uvos que luego asciende a esta localidad sobre la vía que
comunica a La Vega con Popayán.

A excepción del poblado de El Paraíso, todas las veredas de este corregimiento


están conformadas por viviendas dispersas entre sí. Así lo demuestra la densidad
de población por kilómetro cuadrado, que en la cabecera es de 165 personas por
esta unidad de área, lo que indica una clara concentración de la población. En
todo el municipio de Sucre existen solo cinco poblados que tienen una base de
poblamiento nucleado o de población concentrada como unidades territoriales,

46 Al salir de Sucre y en dirección hacia el Paraíso, el visitante se encuentra con los poblados
de La Ceja, Guineal-Quiteto, Crucero Bello y la Granja.
47 Desde esta línea hacia el Paraíso, el visitante se encuentra con las poblaciones del Carmelo
y El Mirador.

61
Cafeteros del Macizo Colombiano

llamadas corregimientos. En su orden de sur a norte son los siguientes: Cascadas,


El Retiro, La Ceja, Crucero Bello y El Paraíso. A excepción de El Paraíso, estos
corregimientos fueron creados a partir de la municipalización de Sucre (diciembre
de 1999). A lo largo de este recorrido se puede distinguir que las poblaciones
se ubican al menos en los tres pisos térmicos: en el cálido tres localidades, en
el clima templado 27 y en el frío dos. Esta clasificación, sin embargo, puede ser
engañosa, ya que, como han dicho los mayores, ‘Los tiempos (entiéndase como
clima y condiciones físicas de la montaña) han cambiado mucho’.

fotografía 1. Panorámica de El Paraíso. Jairo Tocancipá 2003.

El poblado se encuentra a una altura estimada de 1.760 metros sobre el nivel del
mar (m.s.n.m.) y un poco más arriba, casi enfrente y sobre la misma cordillera
central, se halla el cerro de El Encinal, una cresta o filo de montaña que se proyecta
hacia norte y sur del corregimiento con una altitud aproximada de 1.800 m.s.n.m.
Hacia la parte inferior del poblado también se encuentra el punto conocido como
la Peña, localizada a unos 1.600 m.s.n.m.

La posición geográfica de El Paraíso permite referir a unas condiciones climáticas


y geográficas similares o iguales a muchas localidades del Macizo (ver fotografía
1). Para el corregimiento de El Paraíso, la temperatura promedio varía entre 20
y 22 grados centígrados, siendo los meses de julio y agosto correspondientes al
verano, y septiembre y mayo al invierno. Es claro que las temperaturas para estos

62
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

períodos pueden variar considerablemente del promedio (ver tabla 1), al igual que
los períodos en sí mismos. Por ejemplo, en el año de 2003, cuando se recolectó
buena parte de la información, la característica principal fue que el verano se
había retardado un poco; es decir, el invierno se extendió hacia mediados de julio
cuando el verano generalmente se inicia en junio hasta el mes de noviembre.
Sin embargo, hoy en día se reconoce que estos tiempos no son fijos y cada
período se extiende de manera prolongada incidiendo en el siguiente. En años
sucesivos, los períodos de verano e invierno siguen siendo marcados e intensos,
como aconteció en el segundo semestre de 2012. Resumiendo, la mayoría de las
veredas del municipio se ubican en clima templado mientras que los poblados de
clima cálido y frío son pocos.

Existe la creencia de que la mejor manera de conocer cómo van a ser las
estaciones mes a mes, es a través de las ‘cabañuelas’. Las hay de dos tipos, las
‘grandes’ y las ‘pequeñas’; estas últimas consideradas como las más acertadas.
En general, las ‘cabañuelas’ son una creencia tradicional que busca conocer con
anticipación cómo será el clima durante todo el año, se establecen observando
el comportamiento del mismo desde el primer día, esto es, a partir del 1 de
enero como un indicador del primer mes del año. La secuencia se repite para
los demás días-meses: así, 2 de enero = febrero, 3 de enero = marzo, y así
sucesivamente. Mientras este último tipo de ‘cabañuela’ corresponde a las
‘grandes’, las ‘cabañuelas menores’ se inician a partir del 13 de enero y se toman
desde las 12 p.m. hasta las 12 p.m. del día siguiente. Cada uno de estos períodos
está constituido por dos meses. Esta creencia de las ‘cabañuelas’ continúa vigente
entre muchos pobladores en la región.

El Paraíso se divisa a la distancia como un caserío colgado en la mitad de una


montaña que sobresale a la vista, destacándose áreas con mucho bosque y
vegetación andina (ver fotografía 1). Como bien se anotó, en relación con la
historia forestal muchas especies de árboles se encuentran en vía de extinción
y entre los que se pueden identificar en la región se encuentran el tachuelo,
tambor, el guamo, balsos, cachimbos, lecheros y cascarillos. Casi todos son
maderables, algunos son utilizados con fines medicinales o como comestibles y
otros se emplean como sombríos para el café. También se encuentran vegetales
de tipo arbustivo grande y pequeño, estos últimos destacados en cuanto a sus
usos medicinales. Otras son estimadas como material de abono orgánico para el
mismo café. Entre las plantas medicinales más sobresalientes se tienen la ruda,
llantén, hierbabuena, apio, verdolaga, manzanilla, malva, paico, etc.

Las condiciones de reforestación son muy limitadas en la medida en que las


propiedades de las zonas boscosas donde se encuentran algunas fuentes de agua
pertenecen a un solo propietario. En la cabecera existen dos nacimientos de aguas
llamadas ‘La Laja, la Sapera o la Golondrina’. De estas fuentes hacen uso la vereda
La Chepa y en algunos casos El Paraíso. La quebrada de Los Tigres, que nace en

63
Cafeteros del Macizo Colombiano

la vereda El Mirador, surte el acueducto de El Paraíso. Son aguas no tratadas, lo


que significa un problema actual para el área.

Existen otros bosques que permiten retener fuentes de agua, árboles y especies
animales. En la parte de arriba y de norte a sur se encuentran los bosques de La
Palma, La Esperanza, El Gulumbio y La Golondrina. Alrededor de estos bosques
se desprenden zanjones, algunos limpios y otros contaminados. Del bosque La
Esperanza, salen los zanjones de la Esperanza y El Maco, este último abastece
a los acueductos de El Naranjal y La Chepa. En la parte baja, se encuentran los
zanjones Mata de Guadua, La Cañada, Monte alto, El Cementerio, El Carbonero,
El Nacedero, El Fresno Bajo y El Guabinero. Todos estos zanjones hacen parte
de la microcuenca de la quebrada los Huevos que nace en la parte más alta de la
vereda de El Fresno y que abastece a los acueductos de los Uvos, el Fresno y el
Bordo (municipio de Patía).

En cuanto a la población, la familia campesina es la base del trabajo agrícola y


las actividades sociales que se desarrollan a nivel local. La familia en El Paraíso
generalmente se entiende como la unidad que integra padres e hijos, y consta de
cuatro a seis miembros en promedio. En algunos casos, las familias también se
acompañan de familiares o parientes, especialmente los mayores o abuelos (as).
Las relaciones familiares y de parentesco se extienden tanto a otras localidades
del municipio de Sucre y a otros municipios vecinos del sur del departamento
como a departamentos del Putumayo, Valle y Huila. En cuanto al número de
personas en la cabecera, para el 2003 se tenía el reporte de aproximadamente
371 personas, de las cuales 192 eran mujeres y 179 hombres. Estas personas viven
aproximadamente en 132 viviendas construidas principalmente en bahareque,
ladrillo y cemento. En la actualidad, los apellidos más comunes son Gironza,
Gómez, Luna, Magín, Mamián, Muñoz y Salazar, entre otros.

En períodos como el verano, muchas familias se desplazan a otros municipios


y departamentos vecinos con el fin de trabajar o de visitar a sus parientes. La
apertura del anillo vial en el año 2003 permitió una mejor comunicación del
poblado con otras localidades, especialmente con el vecino municipio de La Vega,
con el que se mantienen variados vínculos socio-históricos. A nivel más amplio,
los jóvenes acostumbran a desplazarse a trabajar a la región cafetera del país
o a departamentos vecinos como Putumayo y Huila para desempeñar trabajos
ocasionales mientras llega la cosecha principal de café para el primer semestre
de cada año.

Tabla 1. Aspectos climatológicos registrados por la población rural del municipio


de Sucre. Fuente: Comunidad y Equipo Técnico EOT, 2001. La información para El
Carmelo, El Fresno, Naranjal y Paraíso ha sido actualizada 2013a

64
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

Tº Media
Vereda Bioclima Distribución de fenómenos
ºC
Verano Invierno
Bautista T 23 °C Julio-septiembre Octubre-mayo
Colorados T 24 ºC Junio-septiembre Oct-dic; febrero-jun
El Retiro C 28 °C Julio-septiembre Feb-marzo; oct-dic
Esmeralda T 24 °C Jun-agosto Abr-mayo; nov-dic
La granja T 20 °C Jun-octubre Octubre-dic
La Ceja T 25 °C Ene-feb.; jun-sep Oct-dic; abril-mayo
Llano Verde C 29 °C Ene-mar; jul-sep Abril-jun; oct-dic
Quiteto T 25 ° C Junio-septiembre Septiembre-junio
Santa Inés T 18 ° C Julio-septiembre Nov-mayo
Salvavidas F-T 19 ° C Julio-septiembre Marzo-mayo; Nov-dic
Mazamorras F-T 20 ° C Junio-septiembre Octubre-mayo
Los Alpes T 20 ° C Julio-agosto Enero-mayo; Oct-dic
Llanadas F 15 ° C Junio-septiembre Octubre-mayo
La Cumbre T 20 ° C Junio-septiembre Octubre-mayo
Guascal T 20 ° C Junio-septiembre Octubre-mayo
El Tesoro F 16° C Junio-septiembre Feb-mayo; Oct-enero
Cascadas F-T 18 ° C Junio-septiembre Octubre-mayo
La Primavera T 21° C Ene-mar; jun-oct Abril-jun; Nov-dic
Tequendama T 20 ° C Junio-septiembre Abril-mayo; Oct-dic
Peña Blanca T-F 19 ° C Junio-agosto Noviembre-dic
Aguacatillo C-T 22 º C Julio-septiembre Marzo-mayo; Oct-dic
Septiembre-dic;
El Mirador T 18 º C Junio-septiembre
Abril-mayo
El Carmelo T 17 º C Julio-agosto Septiembre-mayo
18 º C y 13
El Fresno T-F Julio-septiembre Octubre-Junio
ºC
El Naranjal T 18 º C Julio-agosto Septiembre-Mayo
La Chepa T 22 º C Julio-agosto Nov-enero; Marzo-mayo
Paraíso T 20-22 º C Julio-agosto Septiembre-mayo
Sucre T 22 ° C Jun-ago; Ene - feb Nov-dic; Abril-mayo

65
Cafeteros del Macizo Colombiano

La producción agropecuaria en la región

Con el conocimiento de las condiciones locales y el calendario agrícola, los


habitantes han podido sembrar productos propios y no propios de la región
(ver tabla 2). Entre estos se encuentran los cultivos permanentes como el café,
el plátano, la caña de azúcar y frutales como la naranja y la guayaba; y los
transitorios como la arracacha, la yuca y el maíz, este último muy importante en
la dieta alimentaria de las familias. Siendo cabecera de corregimiento, casi todas
las familias poseen fincas o lotes donde realizan las siembras en los alrededores
o en las veredas vecinas.

En el 2005 se identificaron tres tiendas y una panadería donde se venden los


productos que no se producen en la región y, contrario a lo que se puede pensar,
también productos que si se dan como huevos, cebolla larga y arroz. Los productos
principales como el café, el plátano y la caña son generalmente comercializados
en El Bordo (ver capítulo 6). Los miércoles, viernes y sábados es posible observar
en las madrugadas (en algunos casos la noche anterior), cómo se carga la ‘chiva’
(vehículo de transporte masivo donde van tanto pasajeros como productos agrícolas
que se sacan al mercado local y regional) con bultos de café, plátano, yuca y maíz
entre otros productos. El día domingo es el mercado local en la cabecera adonde las
familias van a vender sus productos agropecuarios. Allí se adquieren artículos que
no se producen en la región, como vestido, calzado y otros víveres. Este mercado
se realiza en la plaza ubicada enseguida del polideportivo, en la parte baja de la
cabecera. A unos pocos metros de allí, en una construcción de losa blanca con
techo y sin paredes, se sacrifican en este día hasta tres y cuatro reses, las cuales en
período de cosecha de café se venden con mucha facilidad. En fiestas tradicionales
y festivales también se acostumbra a sacrificar y vender cerdos.

Existen algunas especies menores en las viviendas que son aprovechadas por
las familias, bien sea para la venta o para su sacrificio en ocasiones especiales
como fiestas, o a veces se destinan para fines medicinales como en el caso del
curí, gallinas y palomas. Entre otros animales domésticos se destacan los patos
comunes y ‘chilenos’, conejos, perros, gatos, cerdos y ‘bimbos’ (pavos). El caso
de los perros llama la atención por cuanto muchas familias los aprecian como
‘alguien’ indispensable en la casa. Se le estima como una compañía cuando los
miembros de la familia se desplazan a las parcelas y también como ‘alguien’ que
cuida, vigila y anuncia la visita de personas desconocidas tanto en las fincas como
en las viviendas. También se tiene noticia de que hasta hace más o menos 18 años
existía la cría de un tipo de ganso llamado ‘gallineto’ y también pavos reales. La
cría de estos animales “las trajeron unos paisas ‘venideros’ por estas tierras y al
marcharse ellos se abandonó su cría”.48

48 Egda Mary Luna. El Paraíso. Agosto 2005.

66
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

En cuanto a la producción agropecuaria, El Paraíso no escapa a la influencia


de la bonanza cocalera que se dio en un segundo ciclo a finales de la década
de los noventa y a comienzos del siglo XXI. De acuerdo con El Esquema de
Ordenamiento Territorial (EOT, 2001) “en el municipio de Sucre, para el año
2000, según un estudio del Comité de Cafeteros Seccional Bordo, existían
aproximadamente 700 Hectáreas cultivadas con coca”. Aunque esta información
no se encuentra discriminada, la parte baja más cálida del corregimiento de El
Paraíso se vio afectada con el aumento de los cultivos de coca. El efecto sobre la
economía local ha sido considerable y el control como las fumigaciones llevadas
a cabo con mayor intensidad por parte del gobierno nacional en el año 2005
también fueron apreciables en términos de efectos humanos, sobretodo en otros
cultivos aledaños a las plantaciones, entre ellas el café y productos de pancoger
(ver capítulo 7).

Nombre local de los productos y Frecuencia del cultivo y otras


No
variedades comunes en la región características

Arracacha
Morada
Tallo Verde Estas variedades son las más cultivadas
1.
Vetiado (Tallo Morado) en la región.
Blanca (Tallo y “comida” –
pulpa blanca) Amarilla

Caña
Palmirana
Cañas resistentes y consideradas
Piel Roja
antiguas
Solera
Piojota
2.
Este tipo de caña es más pequeña
Pajarita
Este grupo de variedades es
UVQ
considerado “delicada” y se afirma que
Puerto Rico
fueron introducidas por la Federación
Forrajera
de Cafeteros.

67
Cafeteros del Macizo Colombiano

Fríjol Dentro de este grupo de variedades


Negro locales de Fríjol, el Calima es el más
Calima cultivado.
Guarzo Generalmente este grupo toma
Sangre Toro aproximadamente
3. Blanco 3 meses y medio para producir.

Vara-Guasca Variedad que produce a los cuatro


meses
Amarillo o Caballo
Guandul - Garbanzo Variedades consideradas tradicionales y
que producen a los ocho meses.

Demora tres meses, su grano es grande


y se cultiva en gran cantidad.
Maíz Demora ocho meses, tamaño regular o
4. Clavo mediano, se cultiva en gran proporción.
Amarillo de lo Frío Diente Caballo Demora cinco meses y no es frecuente
Amarillo su cultivo, presenta un tamaño grande.
Demora tres meses, grano pequeño y se
cultiva en menor cantidad.

Demora cuatro meses (es el más


Maní
cultivado en la región)
Común (Blanco)
5. Demora tres meses (se cultiva en menor
Negro
cantidad)
Rayado
Demora cuatro meses (se cultiva en
menor cantidad)

Tabla 2. Variedades de productos agrícolas en la región del Macizo, corregimiento


de El Paraíso.

68
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

Formas educativas en El Paraíso

Si en el pasado la educación estuvo a cargo de la misma familia, en años recientes


el papel de la escuela ha venido a complementar la formación humana y social de
las nuevas generaciones. La educación rural se ha logrado a través de la escuela
de El Paraíso, la cual fue creada en 1959 y que anteriormente se conoció como
la Escuela rural mixta de El Tachuelo. La primera profesora fue la señora Victoria
Campo y desde entonces han estado a cargo más de 14 docentes, quienes han
formado a muchas generaciones de Paraiseños. En 1966 se construyeron dos
locales, uno para niños y otro para niñas, y en 1974 ya se tuvo el local donde
actualmente funciona la escuela, sobre la vía principal.

Con el tiempo, la educación rural se ha convertido en la base para mejorar las


condiciones de vida de la población. Es así como en noviembre del 2000 se
organizó la ‘Tele secundaria’ hasta el grado sexto, a cargo del profesor Melquisedec
Hoyos. En el año 2002, la escuela tomó el nombre de ‘Centro de Educación Básica
El Paraíso’ y en el 2003 se dio inicio a la construcción de la planta física del
colegio para así mejorar la infraestructura educativa. El profesor Javier Valdez
lideraba el colegio en el 2005. También existe una Junta de Padres de Familia que
se encarga de coordinar mingas y trabajos que requiera la escuela; al igual que en
el colegio, existe una organización de padres de familia encargados de coordinar
actividades con los profesores. En este trabajo también colaboran los docentes y
administrativos, que en el momento son 13. Del mismo modo se encuentra la Junta
del Restaurante Escolar que contribuye en la gestión de recursos y consecución del
mercado para darles a los niños el refrigerio y el almuerzo. Actualmente disponen
de 130 cupos, de los cuales 100 son cubiertos por el Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar y 30 por la administración municipal. Sin embargo, su cobertura
es de 195 niños, lo que indica un déficit de 65 cupos. El sistema educativo, en
general, se ubica dentro de las nuevas tendencias pedagógicas que buscan integrar
al alumno con respecto al entorno. No obstante, algunos materiales empleados y
los contenidos de los mismos no hacen referencia a la historia y tradición locales,
menos aún a las condiciones en las cuales los estudiantes se encuentran.

Un espacio de formación importante que integra el sistema de educación,


tanto en la escuela como en el colegio, tiene que ver con el hogar, donde
padres y familiares desempeñan también un papel formativo. La educación rural
generalmente tiene que alternar con prácticas agrícolas tales como la cosecha, la
siembra, la rocería y el mantenimiento de los cultivos. En otros casos, se contrata
con personal de la misma región. Estas actividades también son pedagógicas
o formativas en el sentido de que los jóvenes van conociendo las condiciones
en las cuales se ven inmersos, reconociendo plantas, suelos apropiados para la
producción y lo más importante: saber maniobrar las herramientas necesarias
para el trabajo en el campo.

69
Cafeteros del Macizo Colombiano

En cuanto al cuidado de niños más pequeños en edad preescolar (9-7 años)


existe un comité de madres comunitarias que coordina las actividades en los tres
hogares donde se les atiende. Estos hogares son llamados ‘Los Alpinitos’, ‘El Portal’
y ‘El Recuerdo’, y entre todos sostienen aproximadamente 36 niños, quedando por
fuera de cobertura cerca de 40 más. En el año 2003 se empezó a desarrollar por
primera vez el programa que incluye el grado cero y/o transición.

El sistema de la salud, actividades sociales,


organización comunitaria e instituciones

El sistema de atención en la salud ha cambiado en los últimos años, especialmente


desde la creación de Sucre como municipio, lo que ha permitido el aumento gradual
de recursos en este sector. Si bien en el año 2001 se reportó que aproximadamente
el 24% del total de la población en la cabecera hacía parte del régimen subsidiado,
ya en el 2013 dicha cifra ascendía a un 95% de la población. Esta cobertura, sin
embargo, no ha implicado una mejor calidad en la prestación del servicio. Así,
mientras para el 2005 se contaba con un enfermero auxiliar, Faustino Mamián,
quien atendía todo el corregimiento de El Paraíso, desde el 2010 dicho cargo fue
retirado del corregimiento y la atención se realiza a través de campañas, o muchas
veces el enfermo debe ir directamente a la cabecera municipal. A pesar de estos
cambios, todavía existen personas que en la actualidad ejercen como médicos
tradicionales, parteros (as) y sobanderos. Entre ellos se encuentran: Peregrino
Gómez, Mario Mamián, José Gómez, Nicolás Hoyos y Polo Gironza. Para la
atención de los partos se encargan doña Rosa Magín, doña Victorina Gómez y
don Hipólito Luna. Para la aplicación de inyecciones y atender a las personas
que llegan con heridas abiertas se acude a la ayuda de Presente Mamián, Noralba
Muñoz y Silvio Mamián. Don Hipólito Luna también tiene conocimientos sobre
dentistería y el uso de plantas medicinales.

En cuanto a actividades sociales, en El Paraíso se presentan reuniones familiares


de fiestas locales y otros eventos como festivales y riña de gallos, especialmente
en las llamadas fiestas de verano que generalmente se organizan de junio a
septiembre. Estas actividades alternan con prácticas deportivas como el fútbol.
Se dice que este deporte es relativamente nuevo, pues años antes no se jugaba
ya que los padres muchas veces no lo permitían. Con el tiempo, juegos como
este, ‘cacha’, ‘cuarta’ y ‘la gallina ciega’ se divulgaron en la comunidad y hacia
espacios más abiertos, es decir, más públicos. Muchas veces se jugaba de noche.
En la actualidad los jóvenes se han integrado más al deporte y practican otros
juegos como ‘el sapo’, ‘bola’, básquetbol, ‘cuarta’, trompo y valero, entre otros.
El fútbol y el microfútbol siguen siendo los deportes más populares y son
practicados por los jóvenes, quienes a través de campeonatos veredales e inter-
veredales logran integrarse con otros jóvenes de localidades vecinas. Con esta
práctica se visitan unos a otros.

70
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

En la parte organizativa existen muchas formas asociativas que se dan entre las
familias con el fin de desarrollar actividades comunes y de beneficio mutuo.
Actualmente en la cabecera, a partir de la municipalización, se crearon algunos
barrios como el Centro, Nuevo Milenio y Villanueva. Hay una junta por cada
uno de estos barrios. Para todo el poblado se ha organizado también una junta
directiva del acueducto, que se encarga de organizar y coordinar los trabajos para
que haya un buen servicio. Al respecto, se organizan mingas de mantenimiento,
limpias ‘a machete’ del área de la bocatoma y acequias para cambio de tubería
o ampliación de la red. Mientras en el año 2005 los usuarios pagaban $5.000
anuales, para el 2013 dicha cifra ascendía a $10.000. De estos fondos se compran
materiales cuando se requiera y se le paga a un fontanero para que realice el
mantenimiento del acueducto.

La organización también se relaciona con lo religioso. Existe, por ejemplo, un


comité pro-capilla de la iglesia católica y cuya función es la de coordinar trabajos en
minga, rifas, venta de empanadas con el fin de obtener fondos y mejorar el templo
donde está la imagen de la Virgen de los Remedios. Otra forma organizativa es la
asociación ‘Camino al Futuro’ que tiene su directiva y se encuentra conformada por
aproximadamente 21 socios. Trabajan en mingas con la comunidad y organizan
eventos para las fiestas de la madre, el padre y fiestas tradicionales como las
decembrinas, con el fin de obtener recursos para el desarrollo de los proyectos
productivos del grupo. También trabajan en contratos al día y de vez en cuando
se organizan rifas y festivales para igual finalidad. En la actualidad desarrollan
varios proyectos productivos. Han gestionado recursos con la Unidad Municipal
de Asistencia Técnica Agropecuaria –Umata– y la administración municipal; a
veces también colaboran con talleres y la organización de otros eventos.

Con relación a la producción agrícola, se encuentra el grupo de cafeteros orgánicos,


el cual se halla conformado por cinco personas y, como su nombre lo indica,
trabajan en la agricultura orgánica, en la elaboración de purines con estiércol de
ganado y especies menores.

Al igual que muchas comunidades del corregimiento, en la historia de El Paraíso


han hecho presencia instituciones tales como Cabildo Verde, Comité de Integración
del Macizo Colombiano –CIMA–, El Plan Nacional de Desarrollo Alternativo –
Plante–, Comité de Cafeteros, Cooperativa de Organizaciones del sur del Cauca
–Cosurca–, El Instituto de Recursos Naturales –Inderena–, Unidad Municipal
de Asistencia Técnica Agropecuaria –Umata– y el Grupo de Estudios Sociales
Comparativos –GESC– adscrito a la Universidad del Cauca. En los últimos años,
todas estas entidades han hecho aportes con diferentes énfasis para mejorar las
condiciones sociales de las poblaciones de El Paraíso.

Resumiendo, la historia y situación local actual de El Paraíso muestra distintas


experiencias y capacidades de las primeras familias por continuar con sus tradiciones

71
Cafeteros del Macizo Colombiano

y también cambiar y mejorar las condiciones materiales del medio para sobrevivir.
Sin embargo, en la actualidad la cabecera del corregimiento todavía manifiesta
problemas sociales en la resolución de sus condiciones materiales, evidencia de la
difícil situación que enfrenta la región. Los habitantes de El Paraíso todavía creen
que el café constituye su principal producto agrícola y que la situación social
puede mejorar si se tienen en cuenta las condiciones locales y regionales.

De El Tachuelo a El Fresno

La historia del poblamiento de la región que enmarca el corregimiento de El


Paraíso también incluye en la mayoría de aspectos sociales a la vecina localidad
de El Fresno, hoy considerada la vereda más poblada del municipio de Sucre.
Buena parte de la historia local es similar a la narrada para el caso de El Paraíso;
sin embargo, existe información que complementa lo presentado anteriormente,
así el cuadro referido a la historia social de la región se manifiesta en su totalidad.
En esta primera sección, se ofrece una síntesis de la historia local de El Fresno y
posteriormente se describe la situación actual.

De Carbonero a El Fresno: Historia social

Se dice que El Fresno fue una de las primeras veredas del actual corregimiento
de El Paraíso. Al igual que en la cabecera, se cuenta que era ‘puras montañas’
pobladas de animales como monos, saínos, venado, armadillo, guagua, zorro,
loros verdes, pavas, entre otras aves. “Había que cuidarse de los monos porque se
comían el maíz” decía uno de los fundadores. Al parecer, “la tala de bosques los
fue retirando de la región”.49

Las tierras eran baldías y los primeros pobladores debían hacer trochas cuando
se disponían a hacer rocería de cultivos como el maíz y la mejicana, entre
otros. Algunos de los primeros pobladores fueron nativos del vecino municipio
de La Vega y de localidades vecinas. Los Luna, los Ordóñez y los Cruz son
considerados como los fundadores. Luego se dijo que había un dueño de
una buena cantidad de tierras, un señor que era conocido Adolfo Muñoz. Ya
después, se dice, “toda la gente entró por arriendo. No había linderos y se le
decía también a uno que si quería tomar un lote y de acuerdo con eso uno se
metía en el monte. Ya cuando la gente abría, ellos [los dueños] venían a rodear
y le arrendaban a la gente”.50 En cuanto las personas compraron la tierra se fue
alinderando: nace así la cerca de alambrada.

49 Mario. El Paraíso. Agosto de 2003.


50 Mario. El Paraíso. Agosto de 2003.

72
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

La medida de la tierra en ese entonces era la plaza, que se calculaba al ojo, el


problema era que no se sabía con exactitud si el cálculo era correcto: “Colocaban
una piedra o mojón aquí, otra allá y así cuatro piedras o mojones; y se decía:
bueno, eso es una plaza”.51 Había otros instrumentos de medición que se tenían
en el mercado, como balanzas de piedra con un peso equivalente a una libra o
pesas de 12 onzas. Ahora se pesa con el ‘balanzón’ pero antes se usaban esos
sistemas. También se pesaba con un huevo que equivalía a una onza. Aunque cada
piedra no tenía un peso exacto, se cree que sus partes se tomaban como unidad
de medida. Así, se utilizaban varias piedras como medida, una de una onza, la
otra de un cuarto, la otra de media libra y la otra de libra. Y así iban aumentando
en tamaño y se vendían de acuerdo con las necesidades del comprador, si quería
una onza, un cuarto o una libra.

Dada la vecindad que se tenía con El Paraíso, inicialmente la vereda hizo parte de
lo que se llamó El Tachuelo, luego se le nombró El Carbonero por la cantidad de
árboles de este tipo que existía allí. Posteriormente se le cambió a El Fresno, por
los árboles que se daban en los alrededores. En ese entonces lo que se producía
era el maíz y aunque se sembraba café no tenía valor o no se explotaba tanto
como ahora. Los productos se intercambiaban y vendían los lunes, después se
cambió a los domingos en ‘Puente de hierro’ o ‘fierro’, como le dicen, a donde
se llevaba coca tostada, plátano, yuca, maíz, frutas, entre otros productos. Para ir
al mercado se salía a las 5 de la mañana, cuando había buen tiempo y tomaba
grandes jornadas para llegar a sitios como El Bordo. A Popayán se podía tomar
hasta una semana dependiendo del estado del tiempo. Se masticaba coca a lo largo
del camino aunque también se mambeaba para trabajar en las fincas. Mambear
coca ya es cosa del pasado, pues ahora los jóvenes no lo hacen porque les da
vergüenza, como se explicó en el caso de El Paraíso.

Las viviendas eran construidas con hoja de platanilla y bahareque y la gente


se protegía con cobijas de lana y mantas tejidas por las mujeres. El vestido era
de algodón. Al igual que El Paraíso, antes se caminaba a ‘pata limpia’, pues no
había calzado y cuando la gente empezó a utilizarlo se le dificultaba caminar,
e incluso algunos no sabían cómo emplearlos, pues confundían el zapato
derecho con el izquierdo: ‘tocaba a veces ir cogido de las paredes’. Cuando
se iba para El Bordo a veces se les llevaba en la mano hasta llegar y luego se
colocaban a la entrada del pueblo. En cuanto a otros elementos del vestido que
se usaban estaban los sombreros de cañabrava, utilizados por los hombres
principalmente, mientras las mujeres utilizaban el ‘pañolón’, una especie de
ruana. Cuando las prendas se desgarraban, las mujeres las remendaban con hilo
utilizando a veces pluma de gallina como aguja.

51 Mario. El Paraíso. Agosto de 2003.

73
Cafeteros del Macizo Colombiano

Igual acontecía con otros artículos que eran básicos para la subsistencia. En ese
entonces no había fósforos. Para prender el fuego se cogía una piedra blanca con
un mocho viejo (machete corto) y una ‘yesca’, luego se golpeaba uno con otro,
de lo cual se esperaba producir una chispa y así encender la ‘yesca’. A veces para
alumbrar se utilizaban algunos mecheros que se encendían, llamados ‘julianes’, y
también velas de laurel que se hacían extrayendo la cera del árbol de laurel, que
daban un color verde. Este árbol se cosechaba, se cocinaba y cuando se enfriaba
el agua se recogía por la superficie y se hacían bolas. La mecha de las velas era de
algodón. Estos artículos eran importantes para mantener una llama prendida que
permitía a su vez encender los leños necesarios para la cocción de los alimentos.

Al respecto, y al igual que en El Paraíso, antes se cocinaba en ollas, se servía


en platos de barro y se comía con cucharas de palo. Las ollas eran muy baratas
y se compraban muchas porque cuando se caían se rompían y no había nada
que hacer con ellas. Las ollas y platos de diferentes tamaños eran vendidas por
las negras en ‘Puente de Fierro’. Después fueron reemplazadas por metal, es
decir, aluminio, incluidas las cucharas. El maíz se molía en piedras (metates)
y según la cantidad se demoraba su preparación. Se preparaba mazamorra,
sopa (que iba con fríjol, repollo, calabaza o mejicana), arepas, pan, chicha
y dulce. En el mercado se compraba la remesa, la sal, los fósforos, entre
otros productos que no se consiguen en la región. El mercado empezó con
la pesa de ganado y el intercambio de productos, tal y como se reseñó en El
Paraíso, que procedían de veredas vecinas y otras localidades. Con el paso
del tiempo la población de la vereda fue creciendo y años después se formó
la junta de acción comunal (1988). Al igual que en El Paraíso, muchas de las
características narradas de la vereda hacen parte de la memoria social que
empieza a escribirse. En años recientes se han presentado cambios pero se
conservan muchas de las condiciones del pasado.

Una de las transformaciones más significativas alcanzadas en los últimos años


se relaciona con el sistema de salud. Esto se reconoce cuando se observa cómo
funcionaba el sistema en el pasado. Antes había ‘aguateros’ que miraban la orina,
sabían de qué enfermedad se padecía. En ese entonces había enfermedades como
‘el tifo’ y ‘el tabardillo’, que consistía en una “fiebre que se le concentraba por
dentro”. Desde los siete o catorce años de edad, si le daba a uno esa enfermedad
no era casi problema. Si bien los médicos tradicionales cumplían una labor
importante, existían enfermedades que no podían tratar, en tales casos los enfermos
debían remitirse a otros centros de salud para el tratamiento respectivo y el costo
de todo ello corría a cargo de los familiares del enfermo. Cuando alguien se moría
se le enterraba en Santa Bárbara (La Vega) y en ‘el Panteón del Aguacatillo’. Ahora
la gente se entierra en La Chepa. Como en El Paraíso, para anunciar que alguien
había muerto se colocaba una bandera blanca en lo alto; ahora, porque hay más
gente, la noticia se pasa rápido.

74
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

En cuanto a la educación formal, antes no había escuela sino en El Palmar y en


Sucre. Se cree que la primera escuela apareció en el sector de Pueblo Viejo en
1953. En sus inicios mucha gente iba a estudiar, incluidos la señora de la casa, el
señor y los hijos, es decir, toda la familia iba a aprender a leer y escribir. Luego la
comunidad construyó la escuela de bahareque en Pueblo Viejo y luego en Pueblo
Nuevo, El Paraíso. La educación, sin embargo, no fue fácil de establecer, puesto
que los mayores consideraban que la educación que impartía la escuela no era
tan ‘productiva’ como el desempeño de las labores en el campo. Con el tiempo, la
educación formal se fue estableciendo dada la importancia que tuvieron la lectura,
la escritura, el saber sumar y restar en la vida actual.

Otras formas de educación se dieron a través de la religión. La gente siempre


ha sido devota, y se adoraba a la Virgen de los Remedios, que es remanecida,
y se recuerdan también las visitas a las vírgenes de Caquiona y Santa Bárbara.
La de Caquiona era adorada para que ayudara en las enfermedades y la de
Santa Bárbara, se dice, para que los protegiera de los rayos. Se daban las
llamadas ‘alumbranzas’ que consistían en acompañamiento de la virgen en
peregrinación por las casas donde se le alumbraba y mantenía durante uno o
dos días, dependiendo del deseo de quien quisiera tenerla en su vivienda. Estas
alumbranzas eran realizadas con música, pólvora y ‘chirimía’, la cual consistía en
un grupo de músicos que empleaban generalmente flauta y tambora. “Se daba
el mote de maíz para todo mundo, ahora no se hace pues se dice que la tierra
ya no produce como antes”.52 En los últimos años han aparecido otras religiones
como los Evangélicos y los Israelitas que buscan difundir las escrituras y otras
enseñanzas bíblicas de acuerdo con su interpretación. Estos nuevos grupos
religiosos han ganado más adeptos en los últimos años.

En lo comunitario también se organizaban las ferias o festivales en verano, entre


julio y agosto porque hacía buen tiempo. Se tomaba ‘chirrincho’ o ‘guarapito’
(aguardiente de caña de azúcar o chicha de maíz), pero “la gente era muy formal,
y todo era tranquilo. Se amanecía sin problemas”. También se tomaba el guarapo
para las mingas en la construcción y mantenimiento de caminos y en la siembra
de maíz. Ahora ya se perdió esa tradición, a pesar de que subsisten los ‘cañales’. La
autoridad, que en ese tiempo era dada por el inspector, determinaba qué trabajos
debían realizarse en comunidad. Muchas veces este inspector recibía órdenes de
la capital, Popayán, y otras veces le correspondía obrar de acuerdo con su criterio
o voluntad. En la realización de trabajos comunitarios, se llevaba lista de la gente
que participaba; al que no lo hacía se le castigaba con más trabajo. Esta medida
de castigo también se aplicaba para aquellos que cometieran una falta, bien fuera
en el hogar o con respecto a sus vecinos.

52 Hermógenes. El Paraíso. Agosto de 2005.

75
Cafeteros del Macizo Colombiano

El Fresno de hoy

Condiciones ambientales y forestales

El Fresno es la vereda vecina a la cabecera del corregimiento de El Paraíso en


dirección norte y que con la apertura del anillo vial terminó comunicándose
con el municipio de La Vega. Esta vía que atraviesa a El Fresno lo divide en
una parte alta que da hacia el municipio de la Vega y otra parte baja que se
extiende hacia la vereda de La Chepa, municipio de Sucre. Los linderos de El
Fresno son los siguientes: por el oriente limita con la vereda de Palo Verde,
municipio de La Vega, por el occidente la vereda de La Chepa, corregimiento
de El Paraíso, por el norte con la vereda de La Guayana, municipio de La Vega,
y por el sur con la vereda de Salvavidas. En cuanto a la topografía, la vereda
está conformada por zonas pendientes, planas y bajas cruzadas por caminos de
herradura que conducen hacia la Guayana, los Uvos, Palo verde y Campoalegre
en el municipio de La Vega. En la parte de El Fresno Alto, se disponen tierras de
clima frío, únicas en el corregimiento de El Paraíso.

Con relación a los bosques, en la vereda existen cuatro áreas boscosas grandes
donde se pueden hallar árboles en los puntos conocidos como la Palma, Loma
larga, el Gulumbio y la Esperanza; además, existen otras cinco áreas más pequeñas
ubicadas en los zanjones. Las especies destacadas en estos bosques son el roble,
el guasco, tablero, jigua, araño, sapillo, cedro, pino, balso, cascarillo, cachimbo,
chantre, fresno, aguacatillo, galvis, queso fresco, quesillo, nacedero, cordoncillo,
guadua, guabo, carbonero, guayacán, candelillo, medio comino, tambor,
arrayán, trapichero, mojuyo, guamo rojo, guamo negro, amarillo, estoraque,
guasco, arrayán y tachuelo. Los de mayor utilización para la madera son el
sapillo, cedro, tablero, guasco, candelillo, medio comino, cachimbo, granadillo,
cascarillo, mojuyo, jigua y tambor. Los demás árboles nativos son conservados
para los ojos de agua, como también para ‘posteadura’, cercas y leña. A pesar de
contar con estos recursos maderables, algunos de estos ejemplares se encuentran
amenazados y son pocos los que se encuentran actualmente en la región. Entre
los árboles amenazados se encuentran el cedro, sapillo, granadillo, guayacán,
medio comino y tachuelo.

Los bosques garantizan la existencia de fuentes de agua. Al respecto se tienen


reportadas en El Fresno fuentes como la quebrada de los Huevos, en los límites
con los municipios de la Vega y Patía, y que surte de agua al corregimiento de
Los Uvos, municipio de La Vega, y a la vereda de El Fresno, como también a la
cabecera municipal de El Patía, El Bordo. Otras fuentes de agua son: los zanjones
de la Sorpresa, El Maco (que surte a la vereda de la Chepa), El Fresno, el ojo de
agua la Guadua, La Esperanza, El Carbonero, Guabinero y Monte oscuro. Todas
estas aguas están contaminadas debido a que no hay saneamiento básico; esto

76
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

se presenta por causa del mal manejo de los subproductos del café, ya que no
hay beneficiaderos adecuados para el tratamiento del mismo. En total son 28
pequeños arroyos que caen en zanjones y en la quebrada de Los Huevos.

La Producción Agropecuaria y el mercado

Dadas las condiciones climáticas, al igual que en El Paraíso en El Fresno se produce


una variedad de productos agrícolas como café, caña, plátano, arracacha, yuca
y frutales (ver tabla 2). En cuanto al café, principal producto agrícola, se cuenta
con una cosecha promedio de aproximadamente 500 arrobas del grano, aunque
esta cantidad varía cada año dependiendo de múltiples factores, incluyendo las
condiciones climáticas. Algunos logran fertilizar los cultivos con químicos mientras
que otros lo hacen con abono orgánico. También se controlan plagas como la broca
a través del ‘ré ré’ (técnica manual introducida por el Comité de Cafeteros del Cauca)
y usualmente se fumiga con Thiodan. La mayor parte de los productores de café
tienen despulpadoras manuales, secaderos o paseras, carpas y plásticos. También
existen beneficiaderos de café, la mayor parte de ellos en malas condiciones.

De acuerdo con el calendario de las actividades agrícolas anuales, en el mes de


septiembre se acostumbra a realizar limpiezas y siembras de maíz y fríjol. En los
meses de junio, julio y agosto se prepara la tierra y se realizan rocerías y quemas.
Al igual que en El Paraíso, en octubre el calendario agrícola motiva a que muchos
habitantes empiecen a migrar en busca de trabajo asalariado a departamentos como
el Valle, Quindío, Huila y Putumayo; algunas veces a cosechar café y otras siguiendo
la cosecha de la coca. Ya en noviembre y diciembre la gente se dedica a las cosechas
de café en sus parcelas, como en los meses principales de cosecha desde marzo
hasta julio. En general, el clima en la vereda se compone de dos estaciones: el
invierno, que va desde octubre hasta junio, y el verano, de julio a septiembre (ver
tabla 2). En el mes de agosto son característicos los vientos y las quemas (técnica
de presiembra que implica quemar la desyerba de los potreros una vez estén secos)
también son frecuentes. Hoy se reconoce que el clima o los períodos de invierno y
verano no son estables ni fijos y existen variaciones en los mismos.

La producción pecuaria es importante para desempeñar las labores en las


fincas, lo cual se evidencia en la variedad de especies disponibles. Entre las
más destacadas se pueden mencionar caballos, curíes, ganado vacuno, gallinas,
cerdos, bimbos, conejos, patos, gansos, peces como tilapia roja, perros y gatos.
Estas especies son utilizadas generalmente para actividades diarias del campo y
para el consumo doméstico. La presencia institucional en la región ha motivado
la adopción de nuevas especies como es el caso de los peces. La cría del ganado
vacuno es relativamente poca dado que muy pocas familias cuentan con este tipo
de animales. Sin embargo, se tienen pastos micay, kikuyu, imperial, quingo y
yaraguá que a veces son suministrados para alimentar al ‘cuy’ o ‘curí’.

77
Cafeteros del Macizo Colombiano

El mercadeo de los productos generalmente se realiza a lomo de mula o


bestia hacia las localidades de Los Uvos, Santa Rita (municipio de La Vega),
El Bordo (municipio de El Patía) y la cabecera del municipio de Sucre. Existe
conexión con estos mercados por vía carreteable y camino de herradura. En
invierno la comunicación con la cabecera de Sucre a veces se torna difícil por
los derrumbes que ocurren en la vía. A nivel local, las familias de El Fresno
participan activamente del mercado en la cabecera de El Paraíso que se realiza
cada semana el día domingo.

La población en El Fresno

La mayor parte de la población de El Fresno procede de localidades vecinas como


El Palmar (La Vega), Almaguer y Sotará y de otros municipios de departamentos
vecinos. Como se indicó anteriormente El Fresno es la vereda más poblada del
municipio de Sucre; para el año 2001 contaba con unos 439 habitantes que
corresponden al 28% de la población en el corregimiento de El Paraíso. La
densidad de población por km2 es de 75 personas aproximadamente. La mayoría
de la población se encuentra entre los 15 y 49 años, lo que indica que un buen
número de personas están en edad productiva. Es de anotar que el número de
habitantes se ve afectado por migraciones, muertes y nacimientos. La migración
por lo general ocurre durante períodos de cosecha de café en el Huila, o para
el trabajo de la coca en el Putumayo y el Plateado (Argelia-Cauca). La gente
acostumbra a emigrar hacia la parte fría de Guachicono, donde se puede cultivar
papa o amapola siendo un negocio que atrae a muchas familias de la región por
los ingresos que genera. Sin embargo, los controles realizados por las autoridades
y las fumigaciones han reducido el volumen de estos procesos migratorios.

Para el 2013 se contaba con un total de 77 familias, las cuales habitaban en 65


viviendas. La mayor parte de ellas son construidas en adobe, bahareque y en menor
cantidad en ladrillo. Los techos de las viviendas en orden de importancia son en
zinc, teja de barro, cartón, tejalit y/o eternit. En cuanto a los pisos, la mayoría
se encuentran en tierra, mientras que otras viviendas tienen pisos en cemento y
muy pocas en baldosa. En la medida que las familias mejoran sus condiciones
de vida, se van introduciendo cambios y mejoras en las viviendas. Mientras en
el 2003 aproximadamente cinco viviendas se encontraban abandonadas, para el
2013 dicha cifra ascendía a siete. Por lo general, el abandono de las viviendas se
debe a que se encuentran en zona de riesgo o a veces son convertidas en casas
de trabajo. Otras son empleadas por los dueños, quienes viven en la cabecera
del corregimiento y que las destinan para habitaciones en período de cosecha,
especialmente de café. Durante el resto del año permanecen casi abandonadas.
En cuanto al saneamiento básico de la vivienda, la mayoría de ellas no tienen un
sistema adecuado de eliminación de excretas, siendo el ‘campo abierto’, el pozo
séptico y la letrina los sistemas más generalizados.

78
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

Las fincas en su mayoría son pequeñas y en la actualidad existen 40 propietarios


con documentos de propiedad, de los cuales solamente 15 tienen escritura pública.
Por otro lado, 10 familias no tienen tierra. Si bien es cierto que la mayoría tiene o
arrienda tierras en la vereda, existen unos 15 agricultores que poseen predios en
otras veredas vecinas o aledañas.

Presente y cambio de las formas educativas

Desde la familia se transmiten enseñanzas sobre la higiene, el aseo personal y la


importancia del cuidado de los dientes con prácticas como el cepillarse y tener
ropa limpia. Estas enseñanzas también se han fortalecido con charlas facilitadas
por otras instituciones como el puesto de salud y la escuela.

Dos instituciones se encargan de enseñar y educar a las nuevas generaciones:


la familia y la escuela. Desde la familia se imparten valores como la obediencia,
el respeto y la honradez. Cada uno de estos valores es transmitido en el seno
del hogar mientras los niños ingresan a centros educativos. En cuanto a la
obediencia, se enseña el respeto por los padres, hermanos, abuelos, personas
de mayor edad, compañeros o amigos. La honradez es otro de los valores que
se transmite a nivel familiar. A los niños se le enseña a ‘no tocar o utilizar cosas
ajenas sin permiso’, a trabajar cuando se va a la parcela o se realicen otros
trabajos en la casa; también se aconseja y acostumbra mantener un diálogo con
ellos, aunque también se dan contrles cuando la situación lo amerita. Si hay
algún malentendido con alguien se recurre al dialogo y a la comunicación antes
que a la fuerza. En general, como lo señalan algunos líderes de la región, las
familias se han caracterizado por su amabilidad, responsabilidad, cordialidad y
en la integración con el resto de la población del corregimiento de El Paraíso.

Estos valores que hasta hoy han utilizado la mayoría de padres de familia:

son los que nosotros como hijos nos sentimos orgullosos y agradecidos
de ellos y todo esto se aprende antes de ingresar a la escuela. Luego
de esa educación que nos dieron nuestros padres se llega a la escuela
donde nos encontramos con una educación totalmente diferente con
números, letras y operaciones que cambian por completo todo el rumbo
de la educación. Así empezó la educación en El Fresno.53

En años anteriores, todos los niños de las veredas del corregimiento de El Paraíso
debían asistir a la escuela del mismo pueblo:

53 Egda Mery. El Fresno. Agosto de 2005.

79
Cafeteros del Macizo Colombiano

Algunos niños teníamos que hacer largas caminatas para poder


capacitarnos en dicho plantel. Así fue como nació la idea de construir
una escuelita en la vereda. Con el liderazgo de la junta de acción
comunal y la unión de todas las personas se compró un terreno donde
en el año de 1992 después de tanta lucha y paciencia se construyó la
escuela que hoy se le conoce como ‘Escuela Rural Mixta de El Fresno’.
Hoy ya tenemos escuela propia donde nuestros hijos disfrutan del
aprender día tras día.54

La educación escolar es de otro tipo con respecto a la familiar ya que se trata de


conocimientos académicos. En este sentido al niño o joven se dan orientaciones
generales sobre el comportamiento y el respeto al sexo opuesto, aprender a
compartir con sus compañeros, ser cuidadoso y detallista. Se dice que cada
generación es distinta a la anterior. Las personas son muy agresivas y en la
actualidad muchos hijos ya no se dejan orientar por los padres, ni mucho menos
por los profesores. Si siguen así, afirman algunos moradores, no ‘se quedará ni
con la educación de nuestros padres’. En el año 2003 en la escuela había 28
alumnos en total, de los cuales 14 eran niños y 14 niñas. Este número cambia
cada año dependiendo de la cantidad de estudiantes que ingresan y que se
retiran. El calendario es de septiembre hasta junio y en cuanto al horario se
tiene el siguiente: de 8 a 10 de la mañana clases, de 10 a 10:30 recreo, de 10:30
a 11:30 clases y de 11:30 a 12:00 el almuerzo. Finalmente, de 12:00 a 3:00 de la
tarde clases otra vez. La escuela consta de un aula de 9 x 7 m de dimensión y
en cuanto a dotación se tienen 11 sillas individuales, tres pupitres y los alumnos
traen las mesas para poder escribir. La falta de material didáctico hace que en
la escuela la enseñanza sea limitada. La escuela cuenta con algunos servicios
públicos como es electrificación y acueducto. Para el año en el que se recolectó
la información no existía el restaurante escolar, los sanitarios no se habían
instalado y el acueducto se hallaba en malas condiciones. En la actualidad, la
escuela cuenta con un solo sitio recreacional que es una cancha de baloncesto
en piso de tierra con los tableros de madera en mal estado. Allí también se
practican otros deportes como el microfútbol y/o futbolito.

Para el 2013 la profesora debe orientar los cinco grados en un solo salón y en
la misma jornada. También en esta fecha se dio un programa de educación para
adultos (bachillerato) y el programa de alfabetización que se desarrolla en la
cabecera del municipio, especialmente los domingos cuando los estudiantes
tienen que desplazarse a recibir clases. Este curso culminó en el mismo año.

54 Egda Mery. El Fresno. Agosto de 2005.

80
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

Las formas de salud en la vereda

El sistema de salud en la vereda de El Fresno no se diferencia de la vecina


población de El Paraíso. Allí también existe un sistema tradicional que coexiste
con un sistema oficial. En buena parte las enfermedades son tratadas por el
médico y el odontólogo(a), quienes hacen parte del sistema de salud del régimen
subsidiado. En el año de 2001 se reportaron apenas 66 personas adscritas a una
entidad promotora de salud –EPS–, correspondiendo solo con el 15% del total de
la población en la vereda. Esta cobertura es claramente limitada y los pobladores
reconocen que no se cuenta con material educativo (afiches, videos, etc.) que
contribuyan a la prevención de enfermedades corrientes en la zona.

Las enfermedades más comunes son las diarreas, parasitismo, enfermedades respiratorias
y gripas de las cuales la población infantil es la más vulnerable, especialmente en
el verano cuando se vuelven más frecuentes. Existen casos de desnutrición infantil,
aunque Bienestar Familiar se ha esforzado para suministrar dietas complementarias a
la población infantil no solo en la vereda sino también en el corregimiento. En cuanto
a los adultos, se han reportado casos de hipertensión arterial, artritis crónica, gastritis,
caries dentales, brotes de piel y parasitismo. Con relación a las enfermedades de
transmisión sexual, hasta donde se conoce son muy pocas.

En general, las enfermedades se tratan inicialmente en la casa con remedios


tradicionales y si no se logra curar a la persona entonces se acude al puesto de
salud. El conocimiento tradicional de las plantas se transmite de padres a hijos.
Este conocimiento, todavía presente, refiere al tratamiento de las enfermedades
que se daban en el pasado. Algunos ejemplos son los siguientes: para tratar las
diarreas se utiliza el limón, el almidón, la infusión de hierbabuena, manzanilla,
cebada, linaza, apio (sumo casero), eucalipto, toronjil, verdolaga o grama. Otras
plantas utilizadas son: ruda (en infusión), para baños la altamisa y el saúco. Para
la gripa se consume limón, naranja, guayaba y abundante líquido.

Las personas que poseen este conocimiento todavía cumplen un papel fundamental
en el tratamiento de las enfermedades y también en la asistencia de partos. Existe
en la vereda dos personas, doña Filomena Manquillo y don Hipólito Luna, que
son las encargadas de esas eventualidades. Doña Filomena y don Hipólito actúan
con base en su experiencia y conocimiento adquirido. Ellos reconocen que no se
les ha dado ninguna capacitación complementaria. También existen los llamados
‘aguateros’, entre los cuales se cuentan a don Pedro Chicangana y Egda Mery
Luna, quienes tampoco han recibido capacitación. En cuanto a los sobanderos se
tienen a los señores José Gómez, Cristóbal Anacona y Reinel Atoy. El señor Pedro
Chicangana es curandero y atiende los problemas relacionados con el ‘espanto’.
En cuanto a los primeros auxilios y en casos relacionados con dentistería, se
encuentra el señor Hipólito Luna. Por otra parte, existen otras personas que aplican

81
Cafeteros del Macizo Colombiano

inyecciones cuando así se amerite. Ellos son: Reinel Atoy, Diomira Jiménez, Ángel
Mamián, Ángela Luna, Venancio Luna y Gerardo Luna.

Aspectos sociales, creencias, religiones, deportes,


organizaciones comunitarias e instituciones

Al igual que en El Paraíso, la organización comunitaria ha sido parte de la tradición


de la vida social en El Fresno. En la vereda, por ejemplo, existió un grupo musical
de Chirimía llamado ‘Los únicos del Fresno’; además de una gran cantidad de
personas de esta comunidad que están muy interesados en capacitarse para
formar otros grupos, aunque señalan las dificultades para acceder a instrumentos
musicales. En cuanto a las creencias, en la vereda se habla de relatos relacionados
con las brujas, ‘la viuda’, ‘el guando’ y ‘el duende’. Existen también referencias
a lugares como ‘diablo colgado’, donde hay una cueva que permite recordar
historias de pactos con el diablo (ver fotografía 2).

En lo religioso, los creyentes católicos aparecen como la mayoría en la vereda. Sin


embargo, en los últimos años nuevas iglesias como la de los evangélicos y los israelitas,
establecidos en la cabecera del corregimiento de El Paraíso, han llegado a la región
y están creciendo en número con sus incursiones evangelizadoras. Los evangélicos,
presentes en la región desde el año 1980, realizan todas sus labores en la iglesia situada
en la cabecera (Paraíso) y programan visitas a las diferentes veredas. Los israelitas,
provenientes de la vereda el Estoraque, municipio de la Vega, y que en el corregimiento
de El Paraíso incursiona desde el año 2001, realizan sus rituales en su iglesia el día
sábado y leen mensajes bíblicos acompañados de cantos con ritmos lentos.

Fotografía 2: Diablo colgado. Jairo Tocancipá-Falla 2003.

82
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

La mayoría de personas en la vereda es devota de la Virgen de los Remedios, de


quien se dice es ‘remanecida’, y se la considera como una de las figuras religiosas
más destacadas a nivel local. La celebración de su fiesta, llamada la fiesta patronal,
se efectúa el 1º de septiembre cada año con la visita de todos los feligreses, y se
celebra en El Paraíso. Mientras los evangélicos no veneran imágenes, los israelitas
conciben la preparación para migrar a la tierra prometida que se localiza en el
Amazonas. Existen otras fiestas que se realizan a nivel nacional como las fiestas
de Noche Buena y que se celebran el día 18 de diciembre, reuniéndose una gran
cantidad de personas de las veredas cercanas.

Al igual que en El Paraíso y en la región, los pobladores también se interesan en


la elaboración de artesanías, para lo cual utilizan materiales locales. Esta labor
muchas veces se aprecia en eventos como en la primera feria cafetera realizada en
el 2005, donde la familia Luna en El Fresno elaboró una mula de carga adornada
con granos y hecha de madera del cafeto (ver fotografía 3).

Fotografía 3. Xilena Alejandra Mamián Luna enseña una artesanía hecha de


madera del cafeto. Jairo Tocancipá-Falla 2005.

83
Cafeteros del Macizo Colombiano

En cuanto al deporte, los más populares son el futbolito, fútbol, básquetbol, tejo,
sapo, y cacha o tejo. Son practicados por toda la comunidad en un espacio que
está localizado en la escuela. También existe un lugar que es propiedad del señor
Pedro Chicangana y cuando la Junta de Deportes programa actividades como
campeonatos corregimentales de fútbol se le debe pagar un impuesto. En la vereda,
aproximadamente el 60% de los pobladores practican este deporte. Los jóvenes
refieren que no tienen un sitio adecuado para desarrollar esta actividad deportiva,
aunque a pesar de estas dificultades la sigan practicando. Tanto católicos como
evangélicos organizan encuentros deportivos de manera independiente.

Entre las actividades colectivas y de participación social se encuentran las


mingas. Siendo una herencia indígena, la mayor parte de las obras comunitarias
son realizadas mediante esta forma ancestral de participación. Así la comunidad
ha construido y mejorado caminos, la escuela, el acueducto y la brecha de la
carretera que comunica con el vecino municipio de La Vega y que se construyó
en el 2000. En cuanto a los caminos se ha trabajado en mingas, especialmente
aquellas que conduce a los Uvos (La Vega), el camino Real que va de El Fresno
a la Guayana, Las Palmas (La Vega) y El Paraíso; el del Encinal que va a la
Vega, el de Palo Verde que va a Monte Oscuro y la que llega al Bordo, que se
encuentra en malas condiciones. Otras obras, resultados del trabajo de mingas,
son el salón comunal que en el 2003 se encontraba en ‘obra negra’, al igual
que la escuela. Existe infraestructura de energía eléctrica pero que en ese año
estaba por ampliar. Finalmente está el acueducto veredal que surte de agua a
la mayoría de los pobladores. Es claro que el desarrollo de estas obras requiere
de un mínimo de organización comunitaria, la cual ha desempeñado un trabajo
importante en los últimos años, aunque los mismos líderes también reconocen
que hace falta mucho por hacer.

Las organizaciones comunitarias más destacadas son la Junta de Acción


Comunal, integrada por cinco personas, la cual coordina trabajos comunitarios
como las mingas, festivales y otras actividades comunitarias. Fue creada en 1988
y cumple un papel muy importante en la representación de la vereda ante las
instituciones estatales y no estatales. En lo productivo se halla el grupo de
gestión cafetera, integrado por 42 socios, que fue creado hace casi 15 años
y tiene como objetivo la producción cafetera y el desarrollo de proyectos
productivos y de mejoramiento de las condiciones de vida de sus asociados.
También se identificó un grupo pro-carretera, integrado por cinco personas
encargadas de recaudar fondos y realizan gestiones para el mantenimiento de la
vía que comunica con la cabecera del municipio y con La Vega. Existe el grupo
del acueducto, el cual también lo integran cinco personas y se encarga, como
su nombre lo indica, del mantenimiento del acueducto para que preste un buen
servicio. Se han establecido otros grupos comunitarios como ‘Familias en acción’
con aproximadamente 20 socios y que cuentan con proyectos de pollos, cerdos,
elaboración de jabones para lavar, champú, límpido y talcos. Existe también

84
2. El Paraíso y El Fresno: historia social de dos pueblos del Macizo Colombiano

un grupo que se encarga del vivero forestal pero que al igual que el grupo de
amistad, requiere de trabajo cooperativo. Igualmente existe un grupo de madres
comunitarias que se encarga de velar por el cuidado y educación de los niños
cuando los padres están trabajando. Finalmente, en cuanto a la escuela desde el
2013 existe una Junta de Padres de Familia.

De todas estas organizaciones, sin embargo, la Junta de Acción Comunal que fue
creada el 29 de diciembre de 1988 es, quizás, la organización comunitaria más
importante en la vereda. La Junta convoca a ‘juntas de trabajo’ para coordinar
una actividad determinada por un objetivo, tiempo y lugar. Hasta hace un tiempo
existió el código de convivencia pacífica con el fin de que la comunidad participara
en la resolución de los conflictos y problemas que existieran entre los vecinos.
Las relaciones entre estas organizaciones son muy pocas, aunque muchos de los
integrantes pertenecen a las mismas.

Todos estos esfuerzos de la población por organizarse a veces se ven apoyados o


promovidos por entidades que intentan desarrollar programas particulares. Hasta
el 2005, las entidades que han venido laborando en la vereda o que alguna vez lo
hicieron son las siguientes:

Cabildo Verde: dependiente del municipio, hizo presencia por medio de un vivero
en los años noventa de siglo pasado, pero el programa no siguió desarrollándose
en la vereda.

Comité de Integración del Macizo Colombiano –CIMA–: se logró la cofinanciación


del acueducto.

Se manifiesta que los representantes vienen ‘de vez en cuando’.

Plan Nacional de Desarrollo Alternativo –PLANTE–: participaron con algunos


recursos para la vía. Se dice también que vienen ‘de vez en cuando’.

Comité de Cafeteros: colabora esde hace más de 20 años y es una de las entidades
que más permanencia ha tenido en la vereda. Ha colaborado en la construcción
de obras como la escuela y el acueducto. En lo técnico han dado charlas sobre
el sembrado y el cultivo del café y también han desarrollado programas como el
incentivo para la zoca de las viejas plantaciones. En los últimos años, sin embargo,
la presencia del técnico y de la entidad ha disminuido por la llamada ‘crisis cafetera’.

Cooperativa del Sur del Cauca (Cosurca): se trata de una organización que viene
haciendo presencia desde finales de los noventa organizando grupos productivos
alrededor del café orgánico y desarrollando otro tipo de prácticas. Colabora con
capacitación y no aportan muchos recursos en obras de infraestructura. Se tiene
conocimiento de que asesora a la Asociación de Productores de Alimentos de

85
Cafeteros del Macizo Colombiano

Sucre (Asprosucre) y a los socios en la región. A partir del trabajo relacionado con
la exportación de café, logran en el año 2005 su licencia de exportación, lo cual
les significó adicionar a su razón social otra instancia llamada ‘Expocosurca’ (ver
también capítulo 5).

CRC (Corporación Autónoma Regional del Cauca): apoyó con capacitación y


proyectos de reforestación.

FIS (Fondo de Inversión Social): con este programa se han obtenido recursos para
la cofinanciación del acueducto. No se conocen otros programas de ayuda.

Instituto Nacional de Recursos Naturales –Inderena–: Hace algún tiempo llegaron


funcionarios de esta entidad prometiendo recursos materiales para el puente de la
quebrada, pero como lo afirma uno de los pobladores ‘todo quedó ahí’.

Municipio/Unidad Municipal de Asistencia Técnica –Umata–: por ley, la Umata


colabora con charlas técnicas sobre los cultivos, especialmente la producción
de panela. El municipio en general también ha colaborado con el acueducto,
vivienda para los docentes, pago de docentes, apoyo a madres comunitarias y ha
gestionado la ayuda para la carretera.

Grupo de Estudios Sociales Comparativos –GESC/Universidad del Cauca–: la


presencia del Grupo de Estudios Sociales Comparativos –GESC– adscrito a la
Universidad del Cauca, se definió a partir del desarrollo del presente proyecto de
investigación local.

En términos generales, la historia y el presente de la vida social en El Fresno


no se diferencia mucho de las tradiciones que se reseñaron para el caso de la
cabecera de El Paraíso. Si bien las condiciones del medio han cambiado, existen
todavía problemas en la producción y las condiciones materiales de vida que
la vereda tiene que enfrentar hoy. En las discusiones en grupos, se reconoció
que el café sigue teniendo la misma importancia que en el pasado aunque las
condiciones de producción, precios y mercadeo hayan cambiado. Como en El
Paraíso y muchas localidades del corregimiento y el municipio de Sucre, el café
representa una de las principales fuentes de subsistencia para los habitantes. En
lo que sigue mostraremos cuál ha sido el papel de este producto en las vidas de
la mayoría de familias en el Paraíso y en el Fresno; papel que se podrá comparar
con otras historias locales no solo en Colombia sino también en otros países
productores del grano.

86
Parte III.
Café, cultura y economía en el ámbito regional-local
3. El café: sembrando esperanzas

Tipos de café en el Paraíso

T al como se estableció en los primeros capítulos, la historia de la siembra de


productos agrícolas como el café ha sido una historia unida a la colonización
y poblamiento de las regiones. Aunque algunos autores afirman que el
café no fue tanto un cultivo colonizador sino un cultivo que ayudó a definir la
permanencia en la ocupación de las tierras, es posible creer que el conocimiento
de las bondades del cultivo en algún momento haya incentivado la colonización
de nuevas tierras para ser incorporadas en el proceso productivo y del mercado.

En el caso que venimos examinando, Don Presentación Mamián y Adriano


Mamián, dos conocedores de la historia local, cuentan por ejemplo cómo al
comienzo de la fundación de El Paraíso “se producía rozando y sembrando”,
es decir, todo se sembraba por “poquitos. Lo máximo era para comer, no era
en harta cantidad”.1 Esto parece indicar que la producción estaba vinculada
con el mercadeo de los mismos productos y las condiciones de las vías
de comunicación, las cuales para aquellos tiempos eran muy limitadas. De
hecho, las familias que habitaban en ese entonces eran conocidas entre sí
y las relaciones de mercadeo seguían siendo muy incipientes: “Cuando de
pronto por ahí pelaban una res, ¿a quién le vendían?, era para repartirle a los
vecinos, a nadie le vendían, era todo regalado o le regalaban a uno”.2 En la
medida que la región se fue poblando así mismo se ampliaron los caminos
y se facilitó la integración de las poblaciones recién creadas. Pareciera que
en un comienzo los productos agrícolas no constituyeran una preocupación
como cultivo: “De todo había semilla [...], eso era silvestre por ahí, hasta ahora
quedan matas”.3

Igual acontecía con el café, el cual era un producto que se fue introduciendo
poco a poco a través de don Alfonso Gómez, Eduardo Luna, Neftalí Magín,
Arcenio Magín, Nicolás Hoyos, Leonidas Quinayas, Marino Salazar y Aniceto
Salazar, fundadores de la región. Para ese entonces el grano seguía siendo

1 Presentación, Paraíso, agosto de 2003.


2 Presentación, Paraíso, agosto de 2003.
3 Presentación, Paraíso, agosto de 2003.

89
Cafeteros del Macizo Colombiano

un artículo poco comercializado. Su cultivo entonces era casi desconocido:


“me acuerdo cuando yo estaba pequeñito el café era muy barato; mis papás
regaban en una tierrita café y pa’ llevarlo a vender valía dos centavos una
libra y se daba en el monte, nadie lo cultivaba”.4

En aquellos tiempos el tipo de café sembrado era el arábigo y caturra negro


(posiblemente también llamado Brasilero), es decir, era el tipo de café más antiguo
que existía.5 Se caracterizaba por ser un arbusto grande de más de dos metros
y del cual todavía existe uno que otro en las fincas. Luego se trajo otra variedad
de caturra que en la actualidad es el más común y que se caracteriza por ser un
arbusto más pequeño. De acuerdo con consultas hechas en varios textos, esta
variedad es procedente del estado brasileño de Mina Gerais y se conoce desde
1915. Su característica principal es que no necesita sombrío y su vida productiva
se inicia más temprano con rendimientos mayores a las variedades típicas
(Banco de la República 1955: 3). En el caso del Cauca, para 1955 las variedades
dominantes venían siendo el arábigo y el maragojipe (Chalarca 1987: 11), esta
última llamada así porque fue “descubierta en 1870 en el municipio de este
nombre, perteneciente al estado de Bahía, Brasil” (Banco de la República 1962:
3). En cuanto a la introducción y difusión del caturra en el departamento, se tiene
reporte de que ya para 1962 se venía ensayando, tal como lo indica un reporte
de la Federación donde ya se habla de inicios en términos de experimentaciones
y donde se reporta que con la variedad más sembrada en el departamento es la
‘Típica’, y en menor proporción la ‘Borbón’(ver Fedecafé 1969).

En años recientes y con el desarrollo del café tipo variedad Colombia, el municipio
de Sucre y El Paraíso se han venido vinculando con formas más tecnificadas de
producción. Así, como puede verse en la tabla 3 (cultivos permanentes y transitorios
en el municipio) se estima que en el 2001 el municipio de Sucre disponía de un
área en producción de café tecnificado de 873 hectáreas equivalente a un 48,9%
del total; mientras que el café tradicional equivale a un área de 421 hectáreas
correspondiente al 23,6% del total de área disponible para la producción de café
en el municipio. Especial mención merece el café orgánico, con un área de 61
hectáreas equivalente al 3,4% del total. Más específicamente, en la tabla 3 se
indica cómo para el caso del corregimiento de El Paraíso en el 2001 se ilustra
la distribución por área según la forma tecnificada del cultivo: para el caso de
la cabecera, el total de hectáreas tradicionales equivalía a 10,6 en contraste con
8,9 hectáreas correspondientes a tecnificadas, para un total de 19,5 hectáreas de
café. En el caso de El Fresno esta relación se invierte y para el año en referencia

4 Adriano. Paraíso. Agosto de 2003.


5 De acuerdo con la Federación Nacional de Cafeteros, el café arábigo se puede clasificar
de acuerdo con el porte así: pequeño (variedad caturra, Villalobos, San Ramón y San
Bernardo), Mediano (Típica Roja, Típica Amarilla, Borbón Rojo, Borbón Amarillo) y de
porte alto (Maragojipe, Mundo Novo y Columnaris) (1999).

90
3. El café: sembrando esperanzas

se contaba con 15,5 hectáreas de café tradicional y 58,2 hectáreas de tecnificada,


para un total de 73,7 hectáreas. En su conjunto el corregimiento de El Paraíso
aparece con un mayor número de área de café tecnificado (216,6 hectáreas)
comparada con el área tradicional (que apenas corresponde a 103 hectáreas).
Estas proporciones también indican una variación en los niveles de producción
que claramente se incrementan para el caso del café tecnificado.

A pesar de estas cifras, los mayores, como don Adriano y don Presentación,
todavía creen que el café arábigo era un café de mejor calidad que el tecnificado.
El arábigo era un “café espectacular, de mejor calidad; no es como ahora que
entre más le echa uno abono, más pequeñito queda. Parece un balín, pequeñito,
que no sirve para nada. En ese tiempo, crecía entre bejucos y empantanados. Era
un café excelente [...] pero después vino la roya y lo acabó”.6 También en aquel
período existía el café caturra negro, al cual se le llama así porque tiene una hoja
oscura, ancha y dura que lo caracteriza. Su introducción, se dice, obedeció a los
técnicos del Comité de Cafeteros del Cauca y a personas de la región como don
Alfonso Gómez y Alfonso Castaño, quien no era nativo de la región pero llegó
para instalarse en su finca. Se dice igualmente que los fundadores trajeron plátano
dominico, parecido al hartón, que era utilizado para el sombrío del mismo café.
La semilla se fue sacando poco a poco porque el café era muy grueso, hasta que
se obtuvo una más mediana. Con el tiempo, las distintas familias que poblaron la
región aprendieron las técnicas de siembra y producción que se transmitieron de
padres a hijos, a partir de las charlas con los técnicos del comité de cafeteros y
principalmente a través de otros campesinos de la región que lograban conocer
en otras tierras cómo se sembraba el café.

De esta manera el café también es un producto que se conoce a partir de las


gentes que viajan, migran o se desplazan a otras regiones a jornalear y trabajar con
lo que terminan por conocer sus ventajas de producción y de comercialización.
Desde la expansión del cultivo, que ocurrió básicamente en los últimos 60 años,
es decir, desde mediados del siglo XX el café se ha convertido en una esperanza
para muchas familias que vieron en él el futuro de sus hijos y de las generaciones
venideras. Actualmente y a pesar de la crisis cafetera, su siembra y producción
sigue siendo una parte fundamental en la vida de las familias de la región. La
expansión del cultivo del café a nivel de estas poblaciones del Macizo, se asemeja
con el patrón de expansión que el grano atestiguó a nivel mundial en el pasado y
en el cual expedicionarios, oficiales, viajeros, misioneros, comerciantes cumplieron
su papel en ese proceso expansivo. Con el tiempo, las técnicas de producción
han mejorado y en otros casos se han conservado tradiciones que le dan cierto
carácter a las formas productivas locales.

6 Mario. Paraíso. Agosto de 2005.

91
Cafeteros del Macizo Colombiano

Área Área Producción


Distribución Distribución Rendimiento.
Actividades Total Estimada en total
Porcentual Porcentual Promedio en
agrícolas Estimada Producción estimada
(%) (%) Kg por ha
en ha en ha en kg

Cultivos permanentes
Café tecnificado 986,0 46,34 873,0 48,9 1.100,00 960.300,00

Caña panelera 567,0 26,64 417,0 23,3 4.460,00 1.859.820,00

Café tradicional 466,0 21,90 421,0 23,6 898,00 378.058,00

Café orgánico 85,0 3,99 61,0 3,4 1.000,00 61.000,00

Plátano 24,0 1,13 15,0 0,8 4.480,00 67.200,00


Subtotal 2.128 100,0 1.787 100
Cultivos transitorios

Maíz 33 51,3 23 48,4 970,00 22.310,00

Fríjol 15 23,3 14 29,5 800,00 11.200,00

Yuca 10 15,6 4.7 9,9 7.794,00 36.631,80

Maní 5 7,8 5 10,5 1.950,00 9.750,00


Arracacha 1,3 2,0 0,8 1,7 5.893,00 4.714,40
Subtotal 64,3 100,0 47,5 100,0
Frutales
Lulo 4,3 15,8 1,7 15,6 3.765,00 6.400,50
Tomate de árbol 5,0 18,3 1,2 11,0 6.508,00 7.809,60
Mora de castilla 18,0 65,9 8 73,4 2.700,00 21.600,00
Subtotal 27,3 100,0 10,9 100,00

Total 2.219,6 1.845,4

Tabla 3. Distribución de los cultivos transitorios, semipermanentes y permanentes en el municipio de


Sucre. Información obtenida y adaptada de la Secretaría de Agricultura Departamental (EOT 2001 91).

Fases iniciales en la producción de café

El conocimiento de cómo seleccionar la semilla y sembrar el café todavía sigue


practicándose por muchas familias como una actividad importante y básica para la
producción. Aunque existen manuales que explican y recomiendan cómo sembrar
café (ver por ejemplo Pardo 1984), muchos consideran que no todo lo que se escribe
se sigue al pie de la letra. Algunas cosas se aprenden, otras se desechan, bien sea

92
3. El café: sembrando esperanzas

porque implican grandes costos o bien sea porque las prácticas que se enseñan
demandan más tiempo o son entendidas e interpretadas de manera distinta. Por
ejemplo: aunque no se encuentra en los manuales de caficultura, por experiencia
algunos caficultores del Macizo, especialmente los mayores, siguen las fases de la
luna para las distintas actividades de producción. El recuento que sigue se refiere al
modo o estilo de cómo los habitantes de la región realizan la siembra de café como
resultado de la experiencia que se ha adquirido con el transcurrir de los años.

El proceso de producción se inicia en primera instancia con la selección de la


semilla, y con la búsqueda del árbol que haya producido frutos de gran calidad,
condición que se puede observar en el tamaño del grano, el color intenso del
follaje o las hojas, y la altura del mismo arbusto. De acuerdo con los testimonios
de los productores, una vez identificado el árbol se toma del centro o la mitad del
arbusto las ramas más largas en las cuales se encuentran los frutos más gruesos.
De allí se escogen las que serán las futuras semillas del cafetal y en especial los
frutos maduros. Generalmente, se toma un kilo de base para unas 5000 plántulas
aproximadamente. Estas semillas se benefician (descascaran y lavan, ver capítulo 4)
y luego se secan a la sombra para reducirle la humedad (‘seco de agua’), proceso
que puede tomar alrededor de dos semanas. Una vez seca la semilla se selecciona
los granos defectuosos como el ‘caracol’, la pasilla y el grano de tres lados. La gente
recuerda que antes no se escogían estos granos pues no se exigía mucho en cuanto
a la calidad del producto y seguramente por el consumo y comercio, que era muy
poco. La preocupación por la siembra en términos de obtener una buena semilla
y hacer la selección no se daba como en la actualidad. En los tiempos de antes se
sacaba el café “escobiado, y se pelaba de raíz. El mismo árbol lo botaba”. De manera
que “nosotros íbamos donde los que tenían ya cafetales y eso le vendían a uno así
escobiado, le daban a uno lo que quisiera”.7

Una vez escogida y seleccionada la semilla se procede a preparar el germinador.


Estas labores, que fueron mejoradas en años recientes, han significado nuevas
prácticas y conocimientos para los caficultores, quienes con el paso del tiempo
adicionan nuevos conocimientos e ideas relacionadas con el modo de sembrar y
producir. Un elemento importante es el conocimiento de la tierra como la base
para iniciar el proceso de producción agrícola a partir del germinador. Las tierras
de El Paraíso y El Fresno, al igual que las veredas aledañas, son consideradas
por los mismos agricultores como buenas para los cultivos. Para la elaboración
del germinador se puede utilizar arena o tierra amarrilla preparada. La arena se
trae de las quebradas o los ríos del corregimiento y/o de la mina El Poleal, un
punto que se encuentra localizado a unos tres kilómetros de la cabecera del
corregimiento de El Paraíso en dirección a la vereda de la Guayana (Municipio
de la Vega); esto es, al norte del corregimiento.

7 Adriano. Paraíso. Agosto de 2005.

93
Cafeteros del Macizo Colombiano

Con el material disponible se construye un cajón en guadua de 30 a 40 cm de alto


que se rellena con arena y/o tierra donde se esparce la semilla de café, y luego con
material orgánico. La dimensión de este cajón depende en parte de la cantidad de
semilla que se desea utilizar. Se establece que por dos kilos se requiere un cajón de
aproximadamente de dos metros por uno de ancho; y para el caso de un kilo, se
determina de un metro cuadrado aproximadamente. También se pueden hacer de
madera según el caso, pero en general se hacen de guadua. Esta actividad se realiza
entre uno y dos días y el cajón se construye generalmente en el patio de la casa de
habitación y/o en la finca. Por lo general se utiliza la arena y esta se desinfecta, al
igual que la tierra, con agua hirviendo; al día siguiente se riega la semilla, la cual
debe enterrarse a uno o dos centímetros aproximadamente. Una vez hecho esto, se
procede a cubrirlo con empaque de cabuya o fibra, hojas de plátano o helecho; este
último es preferido porque deja filtrar sol, aire y agua. No ocurre así con la hoja de
plátano que, al no dejar pasar el agua, puede facilitar un medio muy húmedo y así
afectar la semilla. El período de germinación de la semilla es variable y depende de
varios factores como la calidad de la misma, el tiempo y otras condiciones locales.
Teniendo en cuenta estas variables se estima que entre 80 y 90 días germina la
plántula, llamada ‘chapola’. Posteriormente, y después de tres a cuatro semanas
aproximadamente, la plántula está lista para ‘enchapolar’.

Para ello se realiza otra selección, esta vez basada en la raíz de la chapola. En
primer lugar, la selección de las mejores plántulas o chapolas se realiza teniendo en
cuenta que la raíz sea abundante y derecha. Existen raíces que no son adecuadas
para plantar, como aquella llamada ‘pata de gallina’ que, como su nombre lo indica,
tiene tres raíces iguales, lo que hace que la plántula se pueda voltear para un
lado o para el otro. Las plántulas con raíz derecha son las más apropiadas para
sembrar. Antes se espera que el caficultor haya preparado las bolsas y la tierra
donde se depositarán las plántulas ya seleccionadas. En este caso la tierra se prepara
revolviéndole estiércol, pulpa de café descompuesta, cepa de colino y tierra negra
que se toma superficialmente, preferiblemente sin raicillas que son ‘zarandeadas’
(sacudidas) en una malla o anjeo. Este compuesto de abonos naturales y de tierra
negra es preparado vaciándolo en bolsas negras que generalmente son vendidas en
el comercio y que vienen en tres dimensiones: de un kilo, que es la más utilizada
para café; de una libra, que es un poco más pequeña; y hay una más grande que se
utiliza para sembrar árboles de reforestación.

Una vez se tienen las bolsas con tierra abonada, se procede a abrirles un hueco
en el centro con un palo o un madero, se toma la chapola seleccionada y se
introduce en el hoyo verificando que la raíz sea introducida en forma vertical y
recta. Si la raíz entra doblada, la plántula no crecerá. Cuando se mete la chapola
en el hoyo, con el mismo palo se empieza a apretar cuidadosamente la raíz con
la tierra de la bolsa sin llegar a lastimarla. Esta cuidadosa labor debe hacerse de
modo firme y suave, de tal modo que quede compactada y sin espacios vacíos.
De lo contrario, la raíz de la chapola se pudre.

94
3. El café: sembrando esperanzas

Cuando la chapola se encuentra en las bolsas, generalmente se le construye


un cobertizo y se cubre a una distancia de un metro aproximadamente entre
las chapolas y el techo. El cobertizo se construye de acuerdo con el clima en
cada localidad. Entre más fresco el clima no es necesario hacerle cobertizo
pues esto provocaría más humedad, lo que puede producir la llamada ‘gota’,
enfermedad causada por el ‘frío’. En climas frescos la chapola se deja al aire
libre. En estas condiciones y dependiendo del clima, las chapolas duran otros
90 días, tiempo durante el cual se le presta mayor atención en términos de
desyerbe, control de malezas, enfermedades y abono. Mientras esta actividad
se realiza se va observando el terreno donde las plántulas finalmente serán
sembradas. Es de anotar que estas acciones alternan con otras actividades diarias
en la vida campesina: atención de otros cultivos, participación de reuniones en
comunidad, cosecha de otros productos, participación en eventos familiares
y de la vida social en la localidad o vereda. La elección del lote donde se
sembrarán las nuevas chapolas es una de estas actividades y generalmente se
escoge un lote que reúna las condiciones adecuadas para la producción. Puede
ser un lote que se ha dejado ‘descansar’, es decir, un área que en años anteriores
estuvo sembrada pero que se deja ‘enrastrojar’ para que se recupere o a veces se
realiza en una cafetera vieja, lo que significa tumbar todos los árboles, actividad
que se denomina ‘renovación’.8

El trazado se hace de acuerdo con el terreno. Si es plano se hace triangular o


si no se hace atravesado siguiendo la curva de la pendiente. Al igual que en
la enchapolada, también se sigue la creencia de que la luna es importante de
observar antes de iniciar la siembra. En este caso, se recomienda que la luna
no esté ‘biche’, es decir que la siembra no se debe hacer después del cambio
de cualquier luna. Para el trazado también se debe tener en cuenta el período,
el clima y la sombra que posee el lote. Este conocimiento es tomado por el
campesino caficultor a través de su trabajo como agricultor y que tiene que
ver también con el saber de las condiciones físicas del medio en el cual está
interactuando a diario. Con base en esta relación o interacción con el medio,
cada uno toma decisiones. De este modo, existen varias modalidades que se
siguen en la siembra de las plántulas. En primer lugar, se colocan las estacas que
determinan las distancias de siembra, según el caso.

Hoy en día, en Paraíso, como en muchas localidades del municipio de Sucre, se


utilizan densidades de siembra, que ya son probadas técnicamente en términos de
producción por el Comité Departamental de Cafeteros del Cauca. Igualmente, hoy
también es posible observar el sistema de siembra que se utilizaba antiguamente,

8 Existen dos tipos de renovación. Uno llamado ‘desmacollar’ que consiste en cortar los
‘chupones’ o retoños de la planta; acción que produce el secamiento de la misma. Y el
otro, llamado ‘desraizar’, referido a sacar de raíz la planta del cafeto. En ambos casos, la
renovación implica la siembra de nuevos arbustos de café.

95
Cafeteros del Macizo Colombiano

conocido como al ‘voleo’ y en el cual el agricultor tomaba un puñado de semillas


y los sembraba directamente arrojándolas en el terreno. También se daba la técnica
de sembrar con ‘bordón’, que permitía abrir los hoyos y así sembrar la semilla o
trasplantar las plántulas a cierta distancia (ver fotografía 4). Se pensaba en ese
entonces que era importante tener en cuenta las distancias y medidas entre las
plántulas de café. Justamente se creía que cuando “el árbol se crece, si echa mucho
retoño se puede ladear [...] entonces para que le quede espacio, hay que sembrarlo
lejos, porque si lo siembra cerquita se crece barejón entonces se van para arriba;
pero si lo siembra a una distancia lejana, entonces no”.9 En este caso no existen
surcos claramente identificables como sí ocurre en la actualidad con el manejo de
las distancias recomendadas técnicamente.

Fotografía 4. Don Juan muestra cómo se sembraba y trasplantaba con la ayuda del ‘bordón’. Jairo
Tocancipá-Falla 2003.

9 Adriano. El Paraíso. Agosto de 2005.

96
3. El café: sembrando esperanzas

Las distancias son importantes de considerar para el cultivo de la planta. Así, entre
más caliente sea el clima se recomienda que la distancia sea menor para que
generar un microclima que compense a las plantas. En este ejemplo, la distancia
manejada es de 1,20 metros de árbol a árbol x 1,50 metros de calle entre surco y
surco. En sentido contrario, cuando el clima es más fresco o frío se recomienda
que las plantas estén más retiradas como por ejemplo a 1,70 x 1,50 m.

Como dato importante en cuanto al período de siembra, se debe indicar que


septiembre aparece como el mes más indicado para esta actividad, especialmente
en las vísperas del 9, día de la Niña María. Por lo general lo hace el hombre y se
siembra alternando con otros productos de pancoger sin que esto implique que
cada año se siembre el grano.

Una vez definida la densidad de siembra y colocadas las estacas, se abre un


hoyo de 30 x 30 cm y con una profundidad de 40 cm aproximadamente. Para
muchos pobladores es deseable que en el momento de trasplantar la plántula se
le adicione tierra abonada que incorpore capa vegetal de fácil descomposición,
lo que contribuirá en el desarrollo de la planta en esta nueva etapa. El abono con
material químico como con orgánico también varía. Si se emplean químicos, se
puede abonar a los dos meses. En el caso de abono orgánico esta actividad se
puede realizar inmediatamente.

Luego de plantada la chapola sigue otra actividad agrícola llamada ‘el plateo’,
que consiste en desmalezar o quitarle la maleza a la nueva planta a una distancia
de aproximadamente 50 cm alrededor. De aquí en adelante, el nuevo cultivo
demandará atención en los próximos 24 meses, período durante el cual se
realizan actividades de control de malezas y de abonamiento, si se desea. El
control de malezas o ‘la limpia’ es una actividad que se realiza generalmente en
febrero de cada año, justamente antes del período de cosecha. Habitualmente
se utilizan herramientas como el machete, palas y, a veces, el azadón. Por lo
general, esta es una actividad masculina y es importante que las herramientas
estén en buenas condiciones para realizar esta labor. A veces una herramienta
puede ser empleada por varias personas en momentos continuos, acto que puede
generar ciertas energías que afectan directamente a la persona que manipula el
utensilio de trabajo. En una ocasión, por ejemplo, un caficultor en su parcela
de café en su actividad de desyerbe, al ‘estilo haragán’ (cuando el trabajador
desyerba por encima sin erradicar los arbustos, lo que supone tiene un efecto
benéfico de conservación de las biodiversidad), encontró que el machete de uno
de los trabajadores no cortaba bien; el caficultor le solicitó la herramienta al
trabajador, este se la entregó, el caficultor tomó el machete por la hoja y golpeó
la empuñadura por ambos lados. Esta acción de sacudir la herramienta, dice él, es
conocida como ‘guaco’ y está dirigida a eliminar la energía concentrada de quien
poseía el machete. Se cree que si no se hace esta práctica se producirán dolores
en las articulaciones del brazo de quien la usa.

97
Cafeteros del Macizo Colombiano

La ‘limpia’ o desyerbe es también una actividad selectiva que implica un


conocimiento de las plantas, sus funciones y utilidades. Cualquier persona que
no conozca las plantas que rodean el cafetal puede incurrir en el error de creer
que todas las plantas son nocivas para el cafetal. De acuerdo con la experiencia
de los agricultores de la región de El Paraíso existen malezas que cumplen
una función importante en el lote donde se ha cultivado el café. No todas las
malezas son iguales en todos los pisos térmicos, y aquí solamente se indican
aquellas asociadas al cultivo del café en la franja de piso térmico templado.
Existen otras condiciones climáticas y de suelo que pueden determinar el
surgimiento de otro tipo de malezas, pero también otro tipo de plantas de uso
medicinal en la comunidad.

La huerta medicinal en los cafetales

Una de las observaciones más destacadas en las visitas realizadas a los cafetales
en el corregimiento de El Paraíso fue la identificación de un gran número
de plantas medicinales y de uso orgánico a lo largo de los corredores de los
cultivos. Aunque no presentan el patrón de cultivo establecido, dejaban mostrar
la importancia orgánica y de uso medicinal que estas prestan a nivel local. En
un ejercicio preliminar se lograron identificar alrededor de 65 especies de algún
uso medicinal correspondientes al piso térmico templado (ver anexo 1). Esta
identificación surgió de una salida de campo a un cafetal y un semillero de café
localizados hacia la base de la cuchilla de El Encinal, de propiedad de Orlando
Luna. Allí, se observan algunas plantas pequeñas de unos 30 a 40 cm de flores
coloridas, especialmente rojas y blancas, las cuales son llamadas ‘caracucho’,
caracterizada como una planta ‘blandita’, fácil de descomponerse, y que además
no deja crecer ‘la maleza brava’. Existe también la coneja, una pequeña planta
de tallo delgado que se extiende hacia los lados, que permite atrapar ‘la basurita’
y cuya raicilla permite sostener la tierra. También se encuentran otras plantas
como la ‘papunga’ (también conocida como chipaca en el Huila), el ‘botoncillo’,
el ‘pecueco’ y la ‘batatilla’ entre otros.

En general, todas estas plantas son conocidas como ‘montes suaves’ en


comparación con la maleza ‘brava’ que afecta al cafeto.10 En este caso, se

10 De acuerdo con un libro especializado de la Federación de Cafeteros, las malezas suaves


son conocidas también como ‘malezas nobles’ o ‘coberturas’, las cuales “protegen el suelo
de la erosión, sin competencia para el cultivo, si se hace un buen manejo de ellas y no
se permite su crecimiento en la zona de sus raíces [...]”. En términos generales, la ‘maleza
noble’ es aquella cobertura vegetal de crecimiento rastrero o de porte inferior a 20 cm,
con raíz fasciculada, rala y superficial o pivotante profunda, con cubrimiento denso del
suelo. No es competitiva con los cafetos o plantas perennes cuando se elimina de la
zona de raíces de estos, se selecciona de las demás malezas para dejarlas en las calles.
Constituye la práctica de conservación de suelos preventiva de la erosión más eficiente y

98
3. El café: sembrando esperanzas

encuentran muchas malezas bravas, dentro de las cuales una de las más
destacadas en la zona es ‘la escoba’, una planta que, si bien es utilizada por
las señoras en ramillete para barrer, se expande rápidamente invadiendo
la base del cafeto. Otra planta de este tipo es la ‘batatilla’ que, aunque se le
reconocen ciertas propiedades medicinales, se trata de una enredadera que se
extiende fácilmente subiendo y acomodándose en el copo del cafeto e invade
todo el arbusto hasta secarlo, hecho que se evidencia con la caída de las hojas.

Las personas de la región saben por la experiencia diaria que algunas malezas
bravas cumplen una función y muchas de ellas son arrancadas para otros usos.
Junto a los montes suaves, uno de los usos más comunes es para la elaboración
de la pila de compost, el cual se constituye en un abono orgánico, que es
fácil de elaborar por la disponibilidad de la materia vegetal y orgánica en la
localidad. La pila consiste en un hueco de un metro aproximadamente de ancho
por un metro de largo y un metro de profundidad, el cual se va rellenando
con distintos materiales vegetales y orgánicos como estiércol de vaca, caballo
o cuy dependiendo de su obtención. Una primera capa de 20 cm, por ejemplo,
puede ser de monte o de malezas nobles o suaves. Otra capa puede ser de
nacedero, ortigo, tierra, bagazo y ceniza; esta última contribuye al proceso de
descomposición. Luego viene otra capa igual a la primera, y así sucesivamente.
El compuesto se puede trasladar una vez al día o cada ocho días, tiempo después
del cual se empieza a disponer del material como abono. Dada la importancia
de la agricultura orgánica, este tipo de abonos se han venido empleando con
mayor frecuencia. Por otro lado, existen también otras prácticas y creencias
características de la región andina cuando se trata del proceso productivo.

Importancia de las fases lunares


en la producción cafetera y agrícola

Las fases lunares y de fenómenos tales como los eclipses tienen un papel importante
en muchas sociedades indígenas de las Américas (ver por ejemplo Greiff y Reichel
1987). En el caso de El Paraíso, el tener en cuenta las fases lunares aparece como
una de las creencias que todavía emplean algunos productores cuando se trata de
iniciar la etapa de producción en la mayoría de los cultivos agrícolas (ver figura 1 y
tabla 4). Tal como indica don Euclides (2005), habitante mayor de El Paraíso:

factible de establecer con éxito” (Federación Nacional de Cafeteros 1987: 146). El instituto
especializado de investigación del Café Cenicafé, reconoce que en la “zona cafetera
de Colombia se han identificado hasta ahora 182 especies de malezas de importancia
económica, 120 en cafetales y 142 en potreros [la fuente original aparece 182 y no 262
como quedaría indicado en la suma de malezas en cafetales y potreros] [...] El 11% de las
especies de malezas reconocidas en los cafetales se pueden considerar como “coberturas
nobles”, de protección al suelo contra la erosión” (147).

99
Cafeteros del Macizo Colombiano

Uno se da cuenta que cada matica tiene su tiempo, un tiempo de sembrar,


de crecer, de dar su fruto, de reproducirse, de morir. El problema está
en cómo entendemos esos tiempos. He visto que nosotros, a veces por
apurar, sembramos en cualquier tiempo, no reparamos en la enseñanza
de la naturaleza. Pero, ¿qué se repara si no la entendemos?11

Figura 1. Representación de las fases lunares y su influencia en los seres vivos (Plantas y animales)

Aunque esta apreciación es común entre los mayores, algunos jóvenes ven en estas
prácticas una creencia que procede de las generaciones pasadas y que se ve con
muchas dudas en el desarrollo de una agricultura ‘productivista’. En cuanto al café,
por ejemplo, algunos consideran que para la ‘enchapolada’ se debe tener en cuenta
la luna, la cual debe estar de dos o tres días para la luna llena. En menguante no es
apropiado enchapolar puesto que se cree que para esta fase el café ‘no grana’ o ‘carga’;

11 Euclides. Paraíso. Agosto de 2003

100
3. El café: sembrando esperanzas

y además, también se cree que la raicilla es atacada por un gusano llamado ‘viringo’.
Tal como lo anotan los mayores: en la siembra del café “nos hemos acostumbrado a
sembrarlo cuando ya va a cambiar la luna, o está próxima a llenar”, es decir, “cuando
ya va a cambiar también, que le falte unos cinco o seis días para cambiar, entonces
es una buena siembra, eso sí, grana café bacanísimo”.12 Igualmente ocurre con otros
cultivos como el plátano, la caña de azúcar y la arracacha:

El plátano también necesita de luna, pero no es lo mismo que la caña.


La caña, sí hay que sembrarla por ahí el cuatro y cinco de luna creciente,
para que no se ‘florié’ [dar flor] mucho, porque apenas esté alta, ella florea;
pero si no, ella se sube, se va al suelo y no florea [...] la arracacha hay
que sembrarla tres, cuatro y cinco de luna creciente para que no se florié,
porque si la siembran de una, muy jecha, se florea, entonces no sirve.13

Tabla 4. Fases de la luna y su influencia en las fases agrícolas.


Fases lunares
Cultivo
Enchapolada Siembra Poda, zoca y/o corte
Cuarto creciente - 3
Arracacha - -
- 5 día de Luna
Cuarto Cuarto creciente - 4 a 5
Café Cuarto menguante
creciente días antes de Luna Llena
Cuarto creciente - 4 y 5
Caña - Cuarto menguante
día de Luna
Cuarto creciente - 4
Fríjol - -
y 5 día de luna
Guadua (*) - Cuarto creciente Cuarto menguante 4-5 día
Cuarto creciente - 4
Maíz (**) - -
y 5 día de luna
Cuarto creciente - 4
Maní - -
y 5 día de luna
Cuarto menguante - ‘deshoja’
Plátano - Cuarto Creciente
‘quitarle la lata’

Yuca - Cuarto Creciente Cuarto menguante

(*) Para el corte de la guadua se recomienda hacerlo en horas tempranas en la mañana (6 a.m.)
(**) Para la cosecha y almacenamiento del maíz se recomienda hacerlo en cuarto creciente.

12 Adriano. Paraíso. Agosto de 2005.


13 Adriano. Paraíso. Agosto de 2005.

101
Cafeteros del Macizo Colombiano

Estos cultivos también eran sembrados alternativamente con el café aunque se


tratara de fincas pequeñas, es decir que la diversificación y complemento del
cultivo de café ya se venía haciendo desde tiempo atrás: “Aun cuando estaba
pequeño el café uno si sembraba la yuca, sembraba el plátano, arracacha y fríjol;
y eso era lo mismo en café”.14 Este conocimiento que se transmite de padres a
hijos en la actualidad es muy poco apreciado, pues son muy pocos los jóvenes
que creen en la importancia de la luna para la siembra y la producción. Esta
creencia es más propia de los mayores y se considera que se ha ido perdiendo
en los últimos años. Esta apatía de los jóvenes se identifica con expresiones
tales como ‘¿acaso es que uno va a sembrar en la luna?’. De esta manera, el
conocimiento especializado y técnico ha ido desplazando al conocimiento
tradicional que se tiene de las plantas.

El café orgánico en El Paraíso y su importancia

La historia del café en el Paraíso indica que la mayoría de familias iniciaron su cultivo
hace muchos años, algunas de las cuales lo hicieron de acuerdo con sus capacidades
y recursos disponibles. Por ejemplo, se comenta que los finados Neftalí Magín y
Arcenio Magín tenían ‘buen café’. Don Neftalí, se dice, tenía algo más de cinco o
seis hectáreas y que “caía casi a la carretera, de ahí pa’bajo todo eso hasta la peña
[...] era grandísimo”.15 La extensión de terreno cultivado en café también demandaba
una gran cantidad de mano de obra, de la que se estiman aproximadamente 50
trabajadores para las cosechas, además de ser el único en contar en la zona con
despulpadora a motor. Estas condiciones de su finca también implicó la llegada de
gente de regiones vecinas. Llegaron así indígenas de las partes altas de la cordillera,
de lo frío o ‘fríanos’, especialmente de Caquiona, Pancitará, del municipio de La
Vega, y de corregimientos de los vecinos municipios de Almaguer y San Sebastián.
En general, las gentes que venían a trabajar en las cosechas y a quedarse a poblar
la región procedían de municipios y departamentos vecinos con tradición ancestral
indígena. Hoy se puede apreciar la influencia y presencia de estas poblaciones
aledañas a partir de apellidos como Salazar, Luna, Magín, Gironza, Mamián, etc.

Además de los Magín también existieron algunas familias que tuvieron pequeñas
propiedades y que se dedicaron al cultivo del grano de acuerdo con sus recursos.
La trayectoria del poblamiento y de la ocupación de las tierras sugiere que
de pocos propietarios se fue pasando a un gran número de familias, que se
extendieron entre sí a partir de relaciones familiares y de amistad y también
debido a la llegada de personas de localidades vecinas del Macizo Colombiano y
de otros departamentos vecinos. De la misma manera, en la medida que las tierras

14 Adriano. Paraíso. Agosto de 2005.


15 Adriano. El Paraíso. Agosto de 2003.

102
3. El café: sembrando esperanzas

de la región se poblaron con los años, los habitantes transmitieron el espíritu de


su trabajo y la importancia de sembrar café con otros productos de pancoger.

Las últimas generaciones de personas del corregimiento de El Paraíso, específicamente


de la cabecera y de El Fresno, han aprendido de sus padres la importancia del
cultivo del café y cómo sembrarlo a partir de la experiencia del trabajo diario
en el cual los jóvenes se han venido involucrando con mayor entusiasmo. Los
tiempos recientes, sin embargo, no han sido buenos y el cultivo del café se ha
visto amenazado en cuanto proyecto productivo por los precios desventajosos que
adquiere frente a otros cultivos más rentables como la coca. Esta situación ha sido
reflejo de la difícil condición que atraviesa la industria cafetera, no solo en la región
y en el sur del Cauca sino también en el contexto nacional, y que ha sido calificada
de ‘crítica’, frente a lo cual las familias que dependen del grano buscan cada día más
otras posibilidades, bien sea para mejorar y continuar con la tradición del cultivo o
bien sea para complementarlo con otros.

En este sentido, una de las alternativas que más se vienen desarrollando en la región
de El Paraíso y en el municipio de Sucre es la relacionada con el café orgánico. Esta
iniciativa, que se inició a mediados de los años noventa con el apoyo de algunas
organizaciones internacionales, tuvo como objetivo motivar a los agricultores para
que se inclinaran por la agricultura orgánica frente a la demanda internacional de
productos limpios de químicos. Un aspecto interesante que se deriva de la adopción
de los cultivos orgánicos es que los caficultores de El Paraíso han llegado a conocer
por su experiencia que el arbusto de café puede ser empleado como leña al lograr
una combustión excelente, cualidad que no se observa en los arbustos de café
tecnificado. Se cree que el café orgánico conserva ‘un aceite’ que en el caso del café
tecnificado no se aprecia cuando se somete a procesos de combustión.

El proceso de certificación de fincas, que indica que el agricultor efectivamente sigue


los lineamientos en cuanto a cuidados y usos de materiales orgánicos en la siembra
y producción del café, se ha aumentado en los últimos años. Así, de acuerdo con un
reporte de Asprosucre realizado al 10 de junio del año 2003, se indica que desde el
inicio del programa existían hasta ese período 100 agricultores con un área de 174
hectáreas y con una producción aproximada de 74.077 kilos. En el proceso de seguir
los lineamientos de agricultura orgánica (conversión) se encuentran debidamente
registrados algunos caficultores: En el 2003 se hallaban inscritos siete agricultores con
un área de 12 hectáreas y una producción de 6.990 kilos; a dos años de conversión
están 36 agricultores con 44 hectáreas y en el tercer año de conversión se encuentran
24 agricultores con 41 hectáreas. De acuerdo con este reporte, en todo el municipio
de Sucre existe un total de 167 agricultores con un total de 271 hectáreas dedicadas
a la caficultura orgánica. De este total, existen 44 agricultores del corregimiento de
El Paraíso, equivalente al 26% del total municipal y con un área aproximada de 55,7
hectáreas, lo que significa casi el 21% del total del área registrada en este tipo de
café para el municipio de Sucre. En cuanto a la producción, el total aportado por los

103
Cafeteros del Macizo Colombiano

agricultores del corregimiento de El Paraíso para este año es de 26.440 kilogramos


correspondientes a un 22,4% del total de la producción del municipio de Sucre en
este tipo de café. La afiliación de los agricultores por localidad y de acuerdo con el
registro y el programa de conversión se presentan en la tabla 5.

Tabla 5. Caficultores dedicados a la caficultura orgánica por localidad en el


corregimiento de El Paraíso Fuente: Asprosucre (2003).
No de
Productores Área Producción
Localidad/Vereda % % %
orgánicos. (has) (en kgs)
Primer año
Paraíso (Cabecera) 1 3 2,0 5 700 4
El Carmelo 10 36 9,9 26 3078 16
El Fresno 12 43 20,6 51 8878 47
El Mirador 5 18 7,4 18 6324 33
Total 28 100 39,9 100 18980 100
No de
Área Producción
Localidad/Vereda Productores en % % %
(has) (en kgs)
segundo año
Paraíso (Cabecera) 3 23 4,2 35 735 12
Carmelo 1 8 1,3 12 1270 20
El Fresno 1 8 1,0 8 295 4
El Mirador 5 38 2,7 23 2157 33
La Chepa 3 23 2,6 22 2013 31
Total 13 100 11,8 100 6470 100
No de
Área Producción
Localidad/Vereda Productores % % %
(has) (en kgs)
en tercer año
El Fresno 1 33 1,4 35 275 28
La Chepa 1 34 1,8 45 490 49
El Carmelo 1 33 0,8 20 225 23
Total 3 100 4 100 990 100
Gran Total
(Orgánicos y 44 100 55,7 100 26440 100
Conversión)

104
3. El café: sembrando esperanzas

Si se analiza esta tabla desde los primeros registros, para el caso del corregimiento
de El Paraíso, notamos que El Fresno es la vereda que más agricultores posee y
con el mayor número de área sembrada de café orgánico. En el segundo grupo,
correspondiente a productores que ya llevan dos años en el programa, El Mirador
es la vereda que más agricultores posee; y finalmente, en el tercer grupo, las
veredas de El Fresno, La Chepa y El Carmelo tienen apenas un agricultor por
cada localidad. Estas cifras indican tentativamente sobre el tipo de tendencia que
actualmente el café orgánico ha venido ganando en el municipio y en la región del
sur del Cauca en los últimos años. Pareciera existir una mayor consciencia, para
muchos productores, de la importancia de cultivar en función de la conservación
de la tierra como el principio de las cosas. Pero no todo se encuentra en esta
dirección. Dado el número de agricultores que están registrados en el programa
de agricultura orgánica, sigue dominando la agricultura comercial, que se basa en
los abonos químicos y la búsqueda de altos rendimientos, en cuyo esquema se
encuentran la mayoría de agricultores. Sin embargo, actualmente existen algunos
agricultores que se están incorporando a la práctica de la agricultura orgánica, tal
como se muestra en la tabla 5.

En cuanto a la producción, en El Fresno existe un grupo de café orgánico integrado


por 12 personas, quienes organizan reuniones y actividades alrededor de sus
objetivos como son la elaboración de pilas de compost y el sostenimiento de los
cultivos. Igualmente, existe el grupo de gestión cafetera (anteriormente conocidos
como grupos de amistad), el cual realiza actividades parecidas pero al que le falta
un poco más de colaboración y apoyo de las entidades. Muchas de las personas
que participan de estos grupos son miembros de la Asociación de Productores de
Alimentos de Sucre –Asprosucre–, que en años recientes se reactivó después de
ciertos problemas organizativos. En la actualidad, esta organización promueve con
mayor fuerza el café orgánico.

Este tipo de cultivo se corresponde con los cambios que el café ha experimentado
en los últimos diez años y que enfatizan una relación más amigable con el
medio ambiente; aunque este cambio no ha sido general para todos, pues
para muchos es todavía una práctica difícil. De hecho, para el 2013, solo se
reportan 22 agricultores orgánicos en el corregimiento frente a 44 en total que se
reportaban en el 2003. Algunos, como Orlando Luna, ya saben preparar purines
líquidos, compuestos orgánicos que fueron enseñados en su preparación por
organizaciones como Cosurca y Asprosucre. Estos compuestos consisten en
abonos preparados de estiércol de vaca, sangre de ganado y leche, entre otros
materiales orgánicos.16

16 Hay que reconocer, sin embargo, que falta una investigación más consistente y a largo
plazo que demuestre los beneficios orgánicos en el ámbito local de tales purines.

105
Cafeteros del Macizo Colombiano

Mientras charlamos del tema, tomando un manojo de lo que parecen ser malezas,
Porfirio dice: “esto no es maleza, es abono. A nosotros nos han enseñado a ‘palear’ la
maleza que en un terreno de estos, termina botando y erosionando el terreno”. “Por
eso es importante –continúa–, ‘trabajar a lo haragán’”.17 Las hojas también contribuyen
a proteger la tierra. Porfirio cuenta cómo aprendió esto de su experiencia y de un
trabajo realizado en el corregimiento de la Carbonera, municipio de Bolívar, hace
unos años, donde se tomó un área de 6 metros como área de control y observación
por un espacio de tres meses y donde se detectó que en el acto de palear se barría
aproximadamente una tonelada de tierra. “De nosotros depende el futuro de la
tierra”, dice Porfirio, comparando su posición y la de Juan, quienes se consideran
‘orgánicos’, frente a otras personas en el corregimiento que buscan beneficios
inmediatos y a toda costa mostrando su ambición, sin importarles la conservación
de la tierra que es, en últimas, la que le da sustento a las familias. Se han dado
cambios en algunas personas que trabajaban con químicos, pero todavía existen
personas en la región que no son conscientes de cultivar con abonos orgánicos.

La idea de cultivar con el método orgánico también se debió al sobreprecio que


Cosurca/Expocosurca empezó a ofrecer a través de Asprosucre a los productores
que se vincularan con el programa de agricultura orgánica. Este programa, que se
propuso para socios de Asprosucre, contó también con cursos de capacitación en
la elaboración de pilas de compost y purines. La promoción de este tipo de café
corresponde con el llamado internacional que muchas organizaciones simpatizantes
de los movimientos ‘verdes’ o ‘ecológicos’, como Max Haavelar, vienen haciendo en
países de América Latina, donde estos productos son fáciles de producir.

Cada día existe más la convicción de que la agricultura debe hacerse sostenible
dentro de los propios términos que las condiciones locales ofrecen. Esto es,
desarrollar una agricultura ambientalmente amigable con la naturaleza y que en
términos de salud signifique una reducción significativa de las amenazas que
las producciones químicas presentan para los consumidores. Este movimiento
internacional, que ha permitido un mayor acercamiento entre los países del
hemisferio norte y los del hemisferio sur, ha significado la formación de toda una
red de organizaciones que buscan apoyar este tipo de pensamiento ‘ecológico
y ambientalista’. El resultado es una política orientada al mejoramiento de
precios, lo que contribuiría a estimular y favorecer a los campesinos e indígenas
de países como África, América Latina y Asia. El nombre de esta política es
llamada ‘mercado justo’ (fairtrade en inglés) y que, como su nombre lo indica,
trata de mejorar las relaciones desiguales en el mercado para los productores.
Dentro de este esquema se ubica el programa de caficultura orgánica.

17 Porfirio, El Paraíso, agosto de 2003. Al rozar también se erosiona, como ocurría en el


pasado con prácticas como el ‘paleo’. Pero este no es el caso cuando se emplea el estilo de
‘boca de tierra’ que es ‘dándole bajito’ o muy superficial; dejando la raíz y apenas el tallo;
sin producir alguna acción de tipo erosivo.

106
3. El café: sembrando esperanzas

Llama la atención que la importancia de la agricultura orgánica se promociona en


departamentos como el Cauca justo cuando se da el auge de los cultivos ilícitos,
especialmente en el segundo ciclo a partir de mediados de los años noventa. Sin
embargo, esta apreciación puede ser engañosa. Ya desde tiempos atrás los abuelos
de muchos pobladores de El Paraíso conocían de la importancia de sembrar
orgánicamente los cultivos; quizás por la ausencia de políticas de transferencia
tecnológica. De cualquier modo, muchos de los principios que hoy se aplican a
una agricultura orgánica y a una caficultura sostenible y amigable con el ambiente
y los grupos humanos, ya se encontraban en la experiencia de hombres y mujeres
que décadas atrás empezaron a colonizar la vertiente occidental de la cordillera
central, específicamente en lo que hoy es el corregimiento de El Paraíso. Al igual
que muchos hombres y mujeres del Macizo Colombiano, ellos entendieron que la
tierra y los recursos son la base fundamental de la vida.

Las nuevas condiciones tecnológicas, el aumento de la población y la creencia de


que nuevas enfermedades están siendo causadas por un mal uso del conocimiento
tecnológico que se aplica a la agricultura en general, están motivando a muchos
hombres y mujeres el retorno al mundo de lo orgánico. Es posible pensar entonces
que las nuevas siembras que conservan estos parámetros de conservación del
medio se han establecido quizás más como una esperanza de vida que como
una moda. Este aspecto se entiende más aún cuando se mira la situación difícil
que viene sufriendo el campo colombiano y, especialmente, lo relacionado con
la crisis cafetera que actualmente enfrentan los campesinos caficultores en el
departamento y en el país.

Resumen: el café en El Paraíso y su importancia presente

Para el caso que hemos visto en este capítulo, la adopción del cultivo es parte de la
historia local que muestra claramente la experiencia de los campesinos productores
del grano y del conocimiento local que ha trascendido con el conocimiento
especializado, transmitido a través de instituciones como el Comité Departamental
de Cafeteros del Cauca. El conocimiento local de los habitantes de El Paraíso, sin
embargo, ha sido pilar en el inicio del cultivo del café en la región. Seguramente,
al igual que otros productos, el cultivo del café inicia su historia en la región con
el conocimiento que los primeros pobladores tuvieron sobre el clima, el suelo, los
recursos naturales y las condiciones materiales que les rodean. La coexistencia hoy
(2015) de diferentes variedades de café (Arábigo, Caturra, Maragojipe, Colombia)
muestra claramente la historia del grano en cuanto a su presencia en la región.

En las actividades de producción, desde la siembra hasta el cuidado del grano, la


familia se encuentra involucrada. Aunque muchas veces el hombre va a la finca
o al lote a desyerbar o cuidar del cultivo, la mujer cumple un papel fundamental
en la alimentación y cuidado de los niños. Estas labores, más que verse separadas

107
Cafeteros del Macizo Colombiano

(una en la casa y la otra en la parcela), son integradas y complementarias. Los


miembros de la familia tienen una función importante en el proceso de siembra y,
como se verá más adelante, también en la cosecha. Igualmente, se debe destacar
la presencia de trabajadores de otras regiones y localidades vecinas que llegan por
temporadas a laborar en las distintas actividades que demanda el cultivo. Estos
contratos se hacen a través de relaciones con los vecinos y familiares o a través de
‘la voz’ que circula en la región.

Finalmente, si bien estadísticamente El Paraíso aparece como una región inclinada


a desarrollar cultivos debidamente tecnificados, también existe una tendencia en
algunas familias por adoptar una visión más orgánica y armónica con el manejo de
los recursos y el cuidado que se debe tener con la tierra, al no emplear químicos
para controlar malezas. Esta nueva tendencia, por ejemplo, se reafirma con la
importancia que tiene el conocimiento de las fases lunares en la producción
y en otras actividades agropecuarias. A pesar de que las nuevas generaciones
consideran que esta creencia no es útil, todavía se considera importante en el
momento de realizar distintas actividades agropecuarias. De cualquier forma, la
coexistencia de distintos conocimientos y modos de cultivar el café muestra las
tensiones y las contradicciones que el conocimiento especializado extendido por
organizaciones como el Comité Departamental de Cafeteros del Cauca encuentra
con el conocimiento local, el cual se halla menos fundado en la tecnificación y
los rendimientos productivos, atendiendo más a la conservación del suelo y los
recursos naturales, valoración que se encuentra reportada en la memoria social
recuperada con los primeros fundadores en la región.

108
4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio

L a cosecha es, quizás, una de las etapas más importantes en la producción de


café.1 El período de cosecha para el caso del corregimiento de El Paraíso y
El Fresno transcurre desde los meses de marzo hasta junio, dependiendo de
las condiciones climáticas en las cuales se encuentre el cultivo, aunque por regla
general este es el período que aplica para esta zona. Su anuncio se percibe meses
antes con la floración y el aroma de jazmín que emiten las plantas (ver fotografía
5). Este anuncio también indica realizar los preparativos para cumplir con esta
actividad. La cosecha requiere mano de obra que generalmente es suministrada en
primer lugar por la familia como una primera fuente o, en otros casos, se acude
a los vecinos y amigos mediante el sistema de ‘mano prestada’ o ‘minga’; aunque
también es frecuente la contratación de jornaleros y cosechadores a quienes se
les paga de acuerdo con lo recolectado. Se afirma que en algunos casos es difícil
conseguir a alguien por el mismo precio del jornal, que resulta menor comparado
con lo pagado en la recolección de hoja de coca. Así, mientras en el 2003, un
jornal grabado (sin incluir alimentación) para cosechar café costaba 6.000 pesos
diarios, el pago para cosechar coca se hallaba por encima de los 20.000 pesos,
teniendo en cuenta a alguien con cierta habilidad y destreza para esta labor. Sin
embargo, a partir del 2005, y ante las fumigaciones, el jornal para la cosecha de
hoja de coca y de café se mantuvo en 12.000. Ahora (2015), con la nueva política
de terminar las fumigaciones y una posible etapa de postconflicto, no se sabe el
impacto que pueda tener en los costos de producción.

Al igual que en todos los productos agrícolas, la cosecha es el fruto de lo


sembrado en meses pasados. Es el resultado del esfuerzo realizado en el proceso
de producción, como se vio anteriormente. Con el fin de ilustrar en qué consiste el
proceso de cosecha de café en la región, a continuación se hace una descripción
de esta actividad. Se trata de mostrar qué ocurre en un día típico durante la

1 Vélez et. al. (Fedecafé 1987: 237) presentan un trabajo técnico especializado sobre la
cosecha del café en estaciones experimentales en Pereira (Risaralda), Caldas (Chinchiná)
y Cauca (Tambo). El estudio se fundamenta en la evaluación del efecto de la pendiente, y
la densidad de siembra y el estudio de tiempos y movimientos; factores analizados para el
caso de cultivos comerciales. Al final, la investigación se enfoca a presentar una propuesta
mejorada en la recolección del grano. Aquí solo ofrecemos una versión de esta práctica a
nivel local y desde un punto de vista social.

109
Cafeteros del Macizo Colombiano

cosecha principal, incluyendo el proceso de beneficio antes de que el café sea


llevado al mercado. Esta práctica fue hecha con líderes de la región y estudiantes
del programa de antropología en el mes de mayo del 2003, período de cosecha
principal de café en la región. La descripción se obtuvo a partir de las notas de
diario de campo y a través de la lectura posterior de las mismas con los líderes del
grupo ‘Tradición, Presente y Futuro’.

Fotografía 5. El anuncio de la cosecha. Javier Rosero 2005.

Cosechando café: técnicas e importancia de esta actividad

La mañana inicia con el canto de los gallos y con los murmullos de las personas
del campo que se preparan para comenzar la jornada. El chofer de la ‘chiva’ que
sale los miércoles y viernes al mercado de El Bordo (cabecera del municipio
del Patía) prepara el vehículo un poco antes de las cinco de la mañana. Desde
ese momento las voces y sonidos son más notorios, indicando así el cargue de
los racimos de plátano y otros productos al vehículo. La luz del amanecer se
filtra por las hendiduras de la puerta donde nos encontramos y, con el rumor
de las voces de personas y el encendido de la buseta que va hacia Popayán, se
confirma la hora: las 6 de la mañana.

110
4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio

La corneta de la buseta truena en el silencio de la madrugada. Nuestra conversación


inicial de la mañana trata de la Virgen de la Señora de los Remedios, considerada
la patrona de El Paraíso y Sucre. Después de tomar un café y de tratar de anticipar
cómo será el día en términos de clima, nos alistamos para salir a la cosecha de
café. El grupo que se prepara para la cosecha es de 4 personas, quienes decidimos
realizar esta actividad en un lote de café en la finca de Porfirio. Al salir a la carretera
principal destacamos el movimiento de otros vecinos que salen a sus parcelas
también por la cosecha, otros a traer un caballo o con machetes a cortar leña. Antes
de iniciar nuestro camino, Porfirio nos dice que sigamos, pues tiene que recoger a
su caballo que está en un lote cerca de allí. Nos indica que sigamos por la carretera
que conduce a Sucre y que nos desviemos más adelante en la primera división
del camino a mano derecha. El vestido para cosecha es el igual que en cualquier
jornada de trabajo: pantalones yin, camisa larga y botas de caucho, pues las lluvias
han sido intensas en los últimos días y se anticipa el barro en los caminos.

La jornada comienza con una mañana fresca sin sol y nos dirigimos por la vía que
conduce a la cabecera municipal de Sucre. Porfirio nos alcanza en un caballo de
color castaño. Nos desviamos a la margen derecha por una trocha que empieza
a descender conduciendo a distintas fincas. El terreno es quebrado y se hace
más difícil de transitar por lo resbaloso del camino y el barro que se forma como
seña del período invernal que presenta la región. Los comentarios de la gente en
días pasados, hacia finales de marzo, fue que el verano había azotado la zona
afectando el proceso de maduración del grano. Esta vez, el comentario es que
demasiada agua hace caer el café. A unos 200 metros de la carretera principal,
sobre la margen derecha, nos desviamos por una portada de madera mientras
desde el camino podemos observar las fincas y de vez en cuando un lote con café
maduro. Igualmente, se observa a las familias y jornaleros cosechando el grano. El
saludo de ‘buenos días’ se hace necesario en la medida que avanzamos en nuestro
recorrido por dos pequeñas fincas donde se cosecha café. Don Juan nos alcanza y
seguimos en descenso; unos minutos más tarde nos vemos acompañados de otras
tres personas que toman el sendero, esta vez por otra portada de madera que se
encuentra a la margen izquierda del camino que habíamos tomado antes.

Siguiendo el descenso por el sendero, el camino se vuelve más estrecho y el


barro hace más difícil el tránsito. Los ‘baquianos’, o las personas que conocen
la región, se desplazan más rápidamente que los llegados de la ciudad. Hay que
‘saber’ bajar en estas condiciones y cualquier paso mal dado puede significar
una caída. En general, bajamos pisando a los lados del camino y eventualmente
en el centro del mismo, evitando así las partes fangosas. También se baja en
forma transversal al camino para obtener mayor firmeza y punto de apoyo en
el cuerpo. Se conversa muy poco mientras bajamos. El camino algunas veces se
parte en muchos tramos que ofrecen distintas opciones para el caminante. Los
senderos ramificados conducen a otras fincas, ramales y rutas, lo que enseña
la cantidad de vínculos y relaciones sociales que se establecen entre familias.

111
Cafeteros del Macizo Colombiano

Después de haber recorrido un tramo de unos 800 metros en bajada llegamos a


un punto donde tomamos una pequeña desviación a la margen izquierda; esta vez
en un sentido transversal y casi horizontal al sendero que veníamos transitando.
A unos 15 metros de este camino se halla un pequeño rancho, junto al cual se
observa un tanque de ladrillo y cemento de dos divisiones. El área se encuentra
en una pendiente rodeada de cultivos de café y algunos arbustos como guamo
y otros, que ofrecen sombra a los cultivos. Al llegar se puede mirar que sobre el
tanque hay una estructura que sirve de base para sostener una despulpadora de
café a tres chorros, la cual se orienta hacia una de las divisiones. En este tanque
observamos que todavía hay un poco de café que se había dejado el día anterior.
El hecho de que la despulpadora se encuentre apenas expuesta allí, motiva a
interrogarse sobre los riesgos de robo de la máquina. Porfirio nos explica que no
hay problema, pues es la finca de su padre y él es dueño de casi una hectárea. En
esta área se tienen aproximadamente 3.950 árboles. Además, anota que la familia
es dueña de otras tierras en los alrededores.

Fotografía 6. Cosechando café variedad Colombia en el Paraíso. Jairo


Tocancipá-Falla 2003.

112
4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio

Porfirio va al rancho y trae cuatro ‘cocos’ o recipientes para recibir el café y cuatro
estopas donde se vacía el grano recolectado, una vez ha sido recogido en los cocos.
Cada coco posee dos ganchos que salen de cada extremo y con una banda de lona
se ajusta a la cintura; de aquí también se puede sujetar la estopa donde se vaciará
el café recolectado. Una vez asegurada la estopa nos desplazamos al lote para la
recolección respectiva. Con el coco puesto a nivel de la cintura y en el frente, se
hace más difícil caminar en medio de los arbustos de café; algunos prefieren llevar
el coco en la mano y ya en el lote ajustarlo a la cintura (ver fotografía 6).

Después de recorrer unos 200 m arribamos al ‘corte’ o al ‘tajo’, que es el punto


en el que se había terminado la jornada el día anterior. Nos desplazamos en
medio del cafetal que no presenta granos maduros, pues ya ha sido cosechado.
Al llegar, se nos indica el surco que falta y que corresponde aproximadamente
a unos 20 arbustos que se encuentran cargados de granos rojos y amarillos. Se
trata de un café variedad Colombia de dos tipos (rojo y amarillo)2 que presenta
distancias de 1,40 m por 1,20 m. En la medida que el café es tecnificado, la
altura de los arbustos son pequeños, de uno a dos metros, mientras que el café
tradicional supera este rango.

Luego de haber iniciado el trabajo, el investigador Javier interroga sobre cómo


conseguir un ‘garabato’, una herramienta en forma de gancho que permite alcanzar
las ramas más altas y atraerlas hacia el cosechador de tal modo que se facilita el
proceso de recolección. Este instrumento es necesario en la cosecha, especialmente
para el caso de arbustos más grandes, aunque no se guarda en las fincas. Porfirio
procede entonces a cortar un garabato, cuya forma se puede representar así:

Figura 1. El garabato.

La actividad de recolección es realizada en una posición cómoda, buscando la


mejor parte del árbol e iniciando con las ramas más cargadas y a veces con las
que se encuentran más altas. Aunque esta no es una regla, cada arbusto presenta

2 Este café donde se realizó la recolección se dejó a ‘libre crecimiento’ (20 años a 2015), lo
que explica su altura superior a los dos metros. En este sentido, y a pesar de ser un café
variedad Colombia, no se considera como tecnificado.

113
Cafeteros del Macizo Colombiano

distintas ‘caras’ por donde se le puede abordar y todo depende en últimas de la


voluntad de quien cosecha. El trabajo de recolección de los granos de café se
inicia tomando las cerezas con el dedo índice y el pulgar, principalmente con
una mano; mientras que la otra sostiene la rama. Eventualmente, cuando la rama
está muy cargada es posible tomarla con ambas manos y desgranarla, aunque
esto no es recomendable:

Hay que escoger las pepas maduras, las que estén rojas; las que no,
se las deja, pues dentro de unas tres semanas se vuelve a hacer otra
‘pasada’ hasta que ya no haya más granos. En la recolección, se tiran
los granos para afuera, hacia el cuerpo. Hay que tomar cada pepa, una
por una, y no sacar todo el racimo de una vez. Se debe dejar que los
granos rueden de la mano hasta el coco dando así una mayor rapidez
en el trabajo de recolección. Igualmente no se debe jalar demasiado de
las ramas, pues podrían partirse.3

La recolección del grano se realiza siguiendo el surco. Si alguien está al


frente, el primero que termine pasa al arbusto siguiente, y así sucesivamente.
Durante la cosecha principal, la recolección del grano por árbol puede
ser realizada hasta cuatro veces. A cada una de estas cosechas se les llama
‘pasón’ y en cada una el proceso de recolección es diferente en cuanto
a volumen y producción (ver tabla 6). Como se observa en este ejemplo,
durante la cosecha principal los pasones primero y cuarto son los de menor
productividad, mientras que el segundo y tercer pasón corresponden a los de
mayor productividad. En esta región del Macizo, al cuarto o último pasón
también se le conoce como la ‘ repucha’, que consiste en la recolección
del grano maduro que queda después de los pasones principales. Ahora
bien, en años recientes, y en especial con respecto de este último pasón,
se empezó a adoptar la práctica conocida como ‘raspa’ (término tomado de
la cosecha de hoja de coca) y que consiste en la recolección total de granos
verdes, maduros y secos con el fin de evitar la propagación de la ‘broca’.4

3 Porfirio. El Paraíso. Agosto de 2003.


4 En un estudio realizado en 1987 por la Federación de Cafeteros, cuando la broca
(hypothenemus hampei) era desconocida en el país, se la describe como un “cucarroncito
pequeño que perfora el grano verde, maduro o seco, cerca al disco o corona y se localiza
en la almendra, en donde la hembra después de hacer una galería deposita los huevos.
Una semana después, los huevos se transforman en larvitas blancas de mandíbulas
fuertes. Tanto las larvas como los adultos se alimentan de la almendra, llegando a
destruir el grano. En ataques leves demeritan la calidad de la almendra y le quitan peso
a la cosecha […] Su diseminación por sí misma es muy lenta, pero el hombre la acelera
con rapidez, sin darse cuenta muchas veces” (PNUD 1993:22). Las condiciones han
cambiado desde aquel año y la broca es una verdadera amenaza en la producción cafetera
en el país; al respecto, la Federación recomienda la técnica conocida como ‘ré ré’, que
implica la recolección manual de los granos afectados y potencialmente a ser afectados.

114
4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio

Tabla No 6. Tipo de ‘pasones’ y productividad en período de cosecha

Tipo de pasón Productividad (*)


Primer 6 arrobas
Segundo 10 arrobas
Tercer 10 arrobas

Cuarto 5 arrobas
(*) La información presentada corresponde a un lote de una hectárea y media sembrada de café caturra
(tradicional) perteneciente a Adriano Mamián en el 2003.

Dentro del proceso de recolección, en su fase última, también se daba el ‘pepeo’,


que consistía en permitir la cosecha de los granos maduros que quedaban a
las familias necesitadas y/o familiares con el fin de ayudarlos económicamente
y también con el objetivo de proteger el árbol, pues si este conserva granos
maduros después de la cosecha las ramas se podrían secar y como resultado el
árbol podría secarse también. Algunas veces el ‘pepeo’ se entregaba de ‘a medias’
o al ‘partido’, es decir, en una forma de contrato en la cual a las personas que no
tenían finca se les daba la oportunidad de recolectarlo y se distribuía en partes
iguales, entre el cosechador y el dueño.

Los granos de mala calidad, conocidos como ‘guayaba’, también son recolectados
y en su mayoría se emplean para tostar y luego para consumo local. Esta práctica
todavía se realiza hoy en día, situación que hace pensar a la gente en la triste
realidad del café: el grano que se vende es el ‘bueno’, mientras que el consumido
en los pueblos y veredas es el de mala calidad (ver capítulo 6, sobre el consumo).
Aunque la acción de cosechar café parece algo mecánico, esta actividad debe
realizarse con mucha atención y concentración en la selección del grano maduro,
bien sea una actividad colectiva o individual.

En regiones cafeteras conocidas como del ‘eje cafetero’ la recolección es masiva


en el sentido de que se contrata personal y se le paga de acuerdo con lo
cosechado. El Cauca es conocido por suministrar mano de obra en el proceso
de recolección de café, hecho que se evidencia en los meses de octubre en cada
año cuando desde el municipio de Sucre salen chivas con personal a trabajar en
la recolección de café. En este caso, el control de las relaciones entre trabajadores
es un requerimiento importante. En el sur del Cauca, sin embargo, y dado que
la mayoría son pequeños productores, la familia constituye la principal fuente de
mano de obra para el proceso de recolección, y cuando ‘no se alcanza’, es decir,
cuando faltan ‘manos’ para la cosecha, se recurre a amigos trabajadores de la
misma zona o de regiones vecinas.

115
Cafeteros del Macizo Colombiano

Cuando se requiere de jornaleros para la cosecha, se presentan dos tipos de


contratación. Uno llamado ‘al jornal’ y que es definido por el patrón pagándolo
preferiblemente como ‘jornal libre’ (el patrón asume la alimentación; mientras
en el 2003 el jornal libre estaba a 8.000 pesos en el 2013 ascendía a 10.000) y el
otro llamado ‘tarea’ o ‘al coco’ y que se paga de acuerdo con la cantidad que el
jornalero coseche (mientras en el 2003 se pagaba a 1.200 pesos el coco (jornal
libre) al 2013 dicho valor ascendía a 2.000). El registro más alto que se conoce
de un jornalero en esta última modalidad es de 17 cocos por día y el más bajo de
aproximadamente diez cocos por día. Esta modalidad se aplica preferiblemente
para los pasones segundo y tercero (mayor productividad) cuando se exige
un mayor volumen de recolección y en lo cual los jornaleros ponen a prueba
sus habilidades para recolectar lo que más puedan y colocarse el ‘jornal’ (base
salarial) que deseen.

Durante nuestra recolección, se tiene la oportunidad de charlar sobre temas como


lo difícil que es para el campesino productor vivir en la ciudad por el hecho
de tener que pagar comida, mientras que en el campo no le falta nada. Este
tema es obligado cuando se refiere a las relaciones entre los pobladores del
campo y la ciudad. Muchas veces la gente acude a las ciudades en búsqueda
de bienestar para solo encontrar dificultades y otros problemas. Esta relación
de campo-ciudad también se enuncia cuando se llega a la discusión sobre el
incremento de los cultivos de coca y la política del gobierno sobre la fumigación y
los precios desiguales que favorecen más a la coca que al café. Se habla de cómo
este problema, que ha crecido en los últimos 30 años, ha permitido establecer
políticas, que desconocen las condiciones de producción de los caficultores y el
tratamiento generalizado que se le ha dado a todos los municipios del sur del
Cauca, y de la falta de reconocimiento al trabajo de los campesinos que producen
‘comida’ para muchos centros urbanos. Se trata de la falta de conocimiento de
los funcionarios sobre la realidad en el campo y el tratamiento incomprensible al
problema de los cultivos ilícitos y la ausencia de una política de largo plazo para
la gente que se encuentra en difíciles condiciones de vida.

Al observar las plantas de granos amarillos se piensa un poco en la imagen


dominante del café maduro rojo como el más conocido mientras se desconocen
otras variedades de café (ver capítulo 1). El hecho de seguir cosechando café
tomando el grano con el índice y el pulgar motiva el comentario comparativo
con el trabajo de las escogedoras en las trilladoras de café en la ciudad. Mientras
en las fincas se hace la recolección, en las trilladoras se realiza la escogencia,
aunque en ambas actividades se involucra la habilidad manual. La diferencia
entre estas dos actividades involucra el tamaño del grano (más grande en la
cosecha y, en la escogencia en las trilladoras, más pequeño) y el color y la
forma del mismo juegan un papel importante. En este último caso se presentan
granos de distinto tipo: brocados, mordidos, vinagre, negro, etc. Además, en las
trilladoras la mujer debe estar parada o sentada por muchas horas y siguiendo

116
4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio

el movimiento de las bandas a través de la cual circula el grano, haciendo el


trabajo difícil. ‘Es un trabajo más duro’, afirma Porfirio, quién conoce algo del
tema, y que requiere más ‘concentración’ que la de cosechar café en las fincas.
Sin embargo, para la mujer que cosecha café esta experiencia contribuye a hacer
menos pesado el trabajo en las trilladoras.

Se reconoce que la recolección es diferente, pues en la cosecha del café el grano


es más grande y la escogencia por el color se hace relativamente fácil. Porfirio hace
referencia a la recolección del grano en otros departamentos como el Quindío,
donde logró trabajar algunos meses en años pasados. La gente, en esta región,
sale desde bien temprano en la mañana con su respectivo ‘coco’ a ganarse el
jornal que se paga de acuerdo con el peso de lo cosechado. Allí pudo conocer a
‘manes’ que cosechaban hasta tres veces. “Los llaman ‘cocos’ y trabajan tan duro
que solo están de lunes a miércoles y a veces terminan el jueves o viernes porque
ya hacen lo de la semana y regresan al pueblo a gastarse lo que se ha trabajado”.5
No se conoce en qué radica la habilidad para recolectar más grano; sin embargo,
algunos señalan que esto se debe a múltiples razones, entre ellas ‘pactos con el
diablo’, ‘actos de brujería’, etc.6

El lote donde nos encontramos era conocido anteriormente como el ‘culebrero’,


lo que motiva a hablar de las especies de serpientes más conocidas y de algunos
insectos ponzoñosos como alacranes y gusanos venenosos. Algunas veces los
cosechadores de café se ven picados por algunos de estos insectos y serpientes,
aunque esto no es una generalidad. El no charlar o no continuar preguntando
puede indicar un cambio de temática o simplemente es la señal para que cada
uno calle y siga cosechando café. Don Juan no comenta ni cuenta mucho sobre
los temas tratados y observamos que su estopa ya ha sido llenada mientras los que
venimos de la ciudad apenas estamos en la mitad de un coco. Se hacen chistes
de por qué a Don Juan le rinde más que a los demás ‘habla menos y trabaja más’.

El surco que se ha venido trabajando no es muy grande, lo que no permite medir


qué tanto café se puede cosechar en un día. Las ‘coordenadas’ del sitio donde se
estaba cosechando refieren al ‘surco’, el ‘tajo’ y al ‘corte’. Mientras nos quedamos
cosechando los granos de las últimas filas del lote, Porfirio se dirige hacia otro
surco de café ‘soqueado’ que ya ha sido cosechado pero que está ‘enmalezado’
(ver glosario). Una vez terminamos la labor de escoger los granos maduros, se
vacía lo recolectado en la estopa. Por lo visto lo recolectado en una hora es
relativamente poco, menos de un cuarto del tamaño de la estopa de 50 kg, lo
que aproximadamente serían unos 25 o 30 kg. Al terminar, Porfirio se acerca por

5 Porfirio, El Paraíso, agosto de 2003.


6 La región del sur necesita de una gran atención para sus obras públicas. Varios
conceptos sobre el reportaje del ingeniero jefe del departamento. El Liberal. 1940b,
miércoles 10 de abril.

117
Cafeteros del Macizo Colombiano

la parte inferior del lote (base) y nos reunimos para regresar, pues la faena ya ha
terminado después de dos horas de trabajo. Se estima que en un día de cosecha
normal, y según la producción se puede cosechar hasta diez veces lo cosechado
en este día, esto es, más de diez ‘cocos’; este hecho muestra la incompetencia
de los que venimos de la ciudad para desempeñar esta clase de oficios que
requieren cierta destreza y habilidad. Recolectado el café, nos quitamos el ‘coco’
y retomamos el camino por donde habíamos llegado. El quitarse el ‘coco’ vacío
y llevarlo con la estopa facilita el caminar en lugar de llevarlo atado a la cintura.
Finalmente, regresamos al rancho desde donde habíamos partido inicialmente.

Café cosechado, café beneficiado

Una vez realizada la cosecha del día, el paso siguiente es ‘beneficiar’ el grano. Se
le llama ‘beneficio’ al proceso mediante el cual el café es despulpado y lavado.
Estas actividades son anteriores al secado del grano en sí, el cual se diferencia
del ‘secado de agua’ en el que el grano fresco se deja para la venta directa, sin
secarlo al sol. Desde que el precio para la venta del café en seco es mejor que el
café fresco, la mayoría de las familias prefieren secarlo al sol para obtener un mejor
beneficio en cuanto al precio. Todo este proceso exige cuidados que tienen
que ver con la calidad de grano y que vincula conceptos como ‘ taza limpia’,
indicando que el café ha sido bien beneficiado y en la que sus cualidades y/o
propiedades de acidez y cuerpo pueden ser claramente establecidas.

Al retornar al rancho descargamos las estopas junto al tanque de lavado donde


todavía reposa el café del día anterior. Nos explican que este café todavía tiene
una ‘baba’ que es rica en fósforo, nutriente que puede ser aplicado a las plantas
como abono. Hablamos de la despulpadora, cuya parte importante es el cuerpo,
también llamada ‘camisa’, que está hecha en cobre con puntos protuberantes
y que se encuentra adherida a un rodillo que, al rozar con la ‘ camisa’,
produce el ‘descascaramiento de la pepa madura’. Este proceso se hace con un
manubrio que permite accionarla, unos piñones que facilitan mecánicamente el
funcionamiento de la misma y una tolva hecha de lata en forma rectangular que
permite el ingreso de los granos. En su interior, un cuadrante que atraviesa la boca
de la despulpadora permite que el grano pase casi separadamente a la ‘camisa’,
iniciando así el proceso de descascaramiento.

Dado que la despulpadora se encuentra encima de uno de los bordes del tanque,
en la parte posterior se permite que la cáscara caiga y se acumule (ver fotografía
7). Durante el despulpe se pueden apreciar las cáscaras casi completas, abiertas.
Se estima que la cáscara se demora entre dos y tres meses en descomponerse.
Junto a los tanques reposan cáscaras de café mezcladas con otros desechos
orgánicos, lo que constituye un abono de gran calidad.

118
4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio

Procedemos a lavar el café del día anterior para dar espacio al que acabamos
de cosechar. Porfirio nos recuerda que el café que está en el primer tanque de
lavado todavía posee la ‘baba’ del día anterior, la cual hace que se fermente. Esta
baba, al igual que la cáscara, es caliente y para probar esto vamos a un arrume
que están al lado del rancho. Al introducir una pala con fuerza en medio de las
cáscaras y al separarlas hacia un lado empieza a ‘humear’ como si su interior
estuviera encendido. A veces se acostumbra introducir en medio del arrume
de cáscaras en descomposición dos guaduas huecas para que el abono ‘respire’
y no se queme totalmente. Esta práctica, al parecer transmitida por los técnicos
del Comité de cafeteros y la Asociación de Productores de Alimentos de Sucre
(Asprosucre), también se observa en zonas cafeteras importantes del país como
en el departamento del Quindío, según nos cuenta Porfirio.

Fotografía 7. Don Juan ‘beneficiando’ café en despulpadora de tres chorros.


Jairo Tocancipá-Falla 2003.

Proseguimos con el lavado del café que había sido dejado el día anterior y,
mientras don Juan toma la manguera para lavarlo en uno de los tanques, Porfirio
nos explica que con el agua cierto café empieza a flotar por ser liviano. A este
café, que aparece como una ‘nata’ por encima del café que tiene cierto peso, se

119
Cafeteros del Macizo Colombiano

le llama ‘vano’.7 También existe otro tipo de grano, nos explica, que va al fondo
y al que se le llama ‘guayaba’. Mientras charlamos y el agua llena el tanque, con
una guadua se revuelve el fondo suavemente. Se explica que en el fondo del
tanque hay una rejilla que permite que el agua filtre e impida el paso del grano.
Se aprovecha la oportunidad para contar cómo el ácido del café es tan fuerte
que deteriora las paredes y el piso de los tanques. Se muestran las manchas
que el grano ha dejado por efecto del ácido cuando se almacena allí durante
el proceso de fermentación. También nos recuerdan la importancia de dejar el
grano fermentando por el período de un día y no más allá de este período. Antes,
los abuelos, dicen, dejaban el grano lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y
dejaban hasta el sábado para recogerlo de los tanques y eso lo que hacía era
dañar el café porque el café se ‘avinagraba’, es decir, tomaba un olor y sabor a
vinagre. Ahora ya se sabe que el café hay que dejarlo apenas un día para que sea
de buena calidad, de lo contrario el sabor no es el mismo. Ahora, como dice el
dicho, ‘café cosechado, café despulpado y beneficiado’.

El momento también es oportuno para hablar del beneficio y de los rendimientos


dependiendo del tipo de cuidados que se tienen para el café. Si se abona, el
trabajador en cosecha puede sacar hasta unos 16 cocados por día. Esto se refleja
en el tanque después de un día de cosecha y que con abono químico significa
aproximadamente más de la mitad del tanque lleno, mientras que con café
natural (sin abono químico) apenas alcanza los 20 o 30 centímetros del nivel del
tanque, o sea un 25% de la producción con químicos. Mientras charlamos, don
Juan va sacando la ‘guayaba’ con un colador plástico semicircular, pasándolo
suavemente apenas por la superficie. Enseguida, Porfirio se ocupa del agua y
Javier se encarga de revolver cuidadosamente el grano con una guadua que es
empleada como herramienta. Generalmente se utiliza una herramienta suave y
no herramientas metálicas, lo que evita que se maltrate el café. En la medida
que se revuelve y se le cambia el agua, esta se va tornando más transparente, y
ya al tacto se vuelve menos ‘baboso’, un poco más áspero. En el momento en
el que el agua está más clara y que por lo visto ya no tiene ‘vano’ o ‘guayaba’,
se le deja escurrir. Una vez hecho esto se pasa a una estopa o empaque de
fique, quedando listo para transportarlo a la vivienda, donde será secado y
almacenado antes de su comercialización.

En el momento de empacar el café húmedo que está en el tanque, Porfirio saca


una taza que equivale a un kilo (ver también la medida de la taza en el capítulo
6). Empieza a contar cada taza de café lavado en la medida que la va vaciando a la
estopa. Al final son dos estopas que corresponden a 30 tazas o 30 kg por cada una.

7 De acuerdo con la Real Academia Española (2001: 1540), vano es algo “2//Hueco, vacío
y falto de solidez. //3. Dicho de un fruto de cáscara: Cuya semilla o sustancia interior está
seca o podrida”.

120
4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio

Se debe tomar la misma cantidad aproximada por cada estopa con el fin de que
en el momento de cargarlo en el caballo el peso sea distribuido de mejor manera.

Mientras se empaca, nos interrogamos si el ánimo para recoger el café y la


coca es el mismo o si es distinto. Teniendo en cuenta que para el año 2003
la diferencia de precios entre estos dos cultivos favorece más a la coca que al
mismo café, concluimos que el ánimo por trabajar bien sea en café o en coca
es el mismo, ya que se trata de imprimir el ‘mismo ritmo’ y “darle parejo [...] así
pueden llover piedras pero la motivación es casi la misma”, señala Porfirio. Sin
embargo, el espíritu que mueve a trabajar en la recolección del grano o la hoja
es distinto, pues generalmente el trabajar con la coca asocia problemas, mientras
que en el café se trabaja con ‘tranquilidad’. En cuanto a la recolección de la hoja
de coca frente al grano de café, no es igual, aunque en ambas actividades están
involucrados las manos y los dedos. La hoja está lista para recolección cuando
se oscurece un poco, en tanto el café se reconoce cuando el grano está rojo o
amarillo, según la variedad. La recolección requiere de mucha habilidad para
ambos cultivos. En el caso del café, con base en la experiencia de Porfirio en
el Quindío, por ejemplo, había personas que recogían grandes cantidades del
grano, hasta 12 bultos por día. Como se decía anteriormente, eran conocidos
como ‘cocos’, ‘galafardos’ o ‘bombas’. Para lograr eso se requiere de mucha
habilidad: “A esos manes les pasaban ocho empaques mientras que a uno le
daban apenas dos, como para irse a dormir. Esos manes van atrás del café
y cogen café como cualquiera, especialmente cuando hay cosecha”, recuerda
Porfirio (Ver también Pardo 1984).

Una vez se termina de empacar el café que ha sido lavado, se procede a


‘beneficiar’ lo que se ha cosechado durante el día. Primero se coloca una tolva
hecha de lata que, Porfirio nos cuenta, es ‘hechiza’, es decir que fue hecha de
manera artesanal. Enseguida se procede a vaciar el contenido de los granos
maduros. Existen despulpadoras de dos, tres y hasta cuatro ‘chorros’. El ‘chorro’
es la abertura por donde salen los granos una vez la despulpadora les quita
la cáscara con el accionar de la manivela. Las despulpadoras de un chorro se
identifican más con las ‘antiguas’. Existen también despulpadoras de energía que
funcionan con dínamo, pero en este caso, como bien lo afirma Porfirio, el dínamo
es el ‘brazo’. Enseguida él levanta el primer bulto de café maduro y lo vacía a la
tolva de la despulpadora mientras Javier mueve la manivela. En la medida que
se gira, el accionar se vuelve más pesado y al tiempo van saliendo los granos
de café, los cuales se deslizan lentamente por la baba que contienen, cayendo
directamente en el tanque (ver fotografía 9). Una vez ha sido descascarado el
café, se trae una pala para recoger la cáscara que se encuentra arrumada en
la parte posterior de la máquina y que se mueve a escasos dos metros de allí,
donde todavía se observan y mantienen las cáscaras de recolecciones anteriores
y que se encuentran en la etapa de fermentación.

121
Cafeteros del Macizo Colombiano

Recogemos el café lavado y nos desplazamos hacia el caballo que se encuentra


localizado a escasos metros del rancho. Sobre el lomo de la ‘bestia’, que tiene una
‘angarilla’ para carga, se enlaza uno de los bultos que se balancea en un lado para
compensar con el otro. En total se llevan aproximadamente un poco más de tres
arrobas de café limpio. Por equilibrio de fuerzas, al cargar el caballo o la mula,
lo que se hace en el momento de colocar los bultos es dejar el menos pesado lo
suficientemente bajo, casi a la altura de la línea del vientre del caballo, con el fin
de que el otro bulto, que va al otro lado, siendo más pesado compense y suba
al más liviano. Igual acontece cuando se empieza a cargar con el otro bulto más
pesado: se deja alto para que suba al más liviano y compense al otro.

Al regreso, Porfirio sugiere recoger el café que está con baba en el tanque y que
corresponde a lo que hemos cosechado hoy, pues el día siguiente es sábado y
es difícil regresar al beneficiadero. Decidimos dejarlo fermentar en la casa. Así se
hace y se lo vacía en una estopa para luego ser llevado al caballo y amarrarlo
en medio de los bultos de café que ya se encuentran limpios. Con esta carga,
iniciamos nuestro retorno ascendiendo la pendiente, la cual resulta bastante ardua.

En el trayecto de regreso y en la medida que avanzamos observamos en otras


fincas cómo los jóvenes todavía siguen cosechando el grano. Para entonces son
casi las dos de la tarde. Nuestro regreso puede ser considerado temprano para
ser período de cosecha. Una vez en la casa de Porfirio vamos a almorzar, aunque
en un día normal de cosecha el almuerzo se lo lleva a la misma finca. La mujer
hace esta labor, el papel de cada miembro de la familia es fundamental en la
distribución de labores durante el período de cosecha.

La fase final de la cosecha: el secado y almacenamiento del grano

Al retornar a la cabecera de Paraíso decidimos hacer un descanso para recordar


y hacer un balance de las actividades hechas en el día. Aquí se reconoce que
dentro del ciclo de producción del café el secado constituye una de las fases más
importantes para la comercialización y el consumo del grano. Las técnicas más
comunes de secado en El Paraíso y El Fresno son el uso de plástico o carpas
que se disponen en el frente de las casas (en caso de lluvias la recolección se
hace de manera rápida y oportuna) o en las partes posteriores a las mismas.
Igualmente, existen las ‘paseras’, que son estructuras de madera rectangulares de
fácil movilidad por sus extensiones o brazos que disponen en ambos extremos.
En el 2005, aproximadamente diez familias utilizaban este sistema. Recientemente,
el Comité Departamental de Cafeteros ha introducido las llamadas ‘parabólicas’
o ‘silos parabólicos’, que consisten en una infraestructura (piso de cemento,
estructura en guadua y cubierta de plástico) de forma semicircular que permite
un secado más uniforme y rápido (tres días en condiciones óptimas de sol). El
café se puede secar de agua, o secar directamente por un período de tiempo más

122
4. La Cosecha: El fruto de la siembra y su beneficio

prolongado hasta que la almendra pasa de un color verde oscuro a un color claro.
Este secado depende claramente de las condiciones climáticas y una vez iniciado
este proceso debe procurarse que el grano no se humedezca de nuevo.

Nos apresuramos a ‘zarandear’ el café limpio antes de colocarlo a secar. De aquí


se obtiene el llamado café de ‘repila’8 o guayaba, que generalmente se otorga a
miembros de la familia y/o a personas de escasos recursos (de a medias y en
similar forma que el ‘pepeo’) para así obtener beneficios económicos. Para el
secado, Porfirio cuenta con un área pequeña de unos dos por tres metros en piso
de cemento; está situada en la parte posterior de su vivienda y con una cubierta
en lámina de zinc. El área de secado es un piso en primario, según Porfirio debe
ser un poco porosa e inclinada para permitir una absorción del agua y dar un
mejor secamiento de los granos.

Porfirio saca una ‘zaranda’ o especie de filtro que permite cernir los granos de
café de cierto tamaño. El zarandear es el acto de tomar la zaranda; este objeto
es rectangular, abarca una lámina metálica agujereada de manera simétrica de
aproximadamente un metro de largo por 50 cm de ancho y con un marco de
15 cm de alto, el cual permite detener el café que se vierte en su interior; de
un extremo se prolongan dos brazos de madera que permiten, cómodamente,
ejecutar la acción. El movimiento de zarandeo, suave pero firme, es hacia
adelante y hacia atrás, se debe tener en cuenta que un exceso de movimiento
puede causar el paso del café ‘guayaba’, que son granos de menor tamaño,
liviano y con imperfecciones que en el proceso de beneficio quedan en la base
del tanque mezclado con el café de buena calidad. Una vez terminada esta labor,
con un rastrillo plano de madera se logra esparcirlo en el área destinada para el
proceso de secado de agua.

Posteriormente, se somete el café a los rayos solares con el fin de secarlo


completamente. Tal como se anotó antes, algunas personas logran venderlo
‘fresco’, es decir, sin cumplir con el proceso de secado a sol que puede tomar
entre cuatro y cinco días en condiciones óptimas (sin altos niveles de humedad
o lluviosidad). Terminado el ciclo de secamiento de la cosecha, se reconoce que
el proceso no termina allí, ya que luego viene el almacenamiento, el cual se
acostumbra a empacarlo en estopas de plástico con el fin de evitar el ‘destare’
(descuento por peso del empaque de fique que se toma por un kilo).9 El

8 Como bien se indica, el café ‘repila’ es aquel grano que queda del proceso de zarandeo.
De este café ‘repilado’ se estima que el 50% puede ser reutilizado y considerado para el
mercadeo; es decir, se trata de un café de buena calidad.
9 Hasta hace unos años, los transportadores de El Paraíso y la vecina localidad de los
Uvos cobraban por estopas o bultos. Más recientemente, se ha introducido el cobro del
transporte de café por peso (kg), el cual se verificaba con el recibo de venta del grano. En
el 2005, el valor cobrado en la ruta Paraíso -Bordo fue de $1.000 por arroba.

123
Cafeteros del Macizo Colombiano

almacenamiento también se realiza con base en el precio que se esté pagando


en el mercado; aunque la mayoría de caficultores saben que un almacenamiento
superior a tres meses significa reducir su calidad, proceso que podría implicar un
‘devolver’ a la humedad y reiniciar el proceso de secado. Igualmente se sabe que
un almacenamiento por un período mayor de tiempo puede involucrar un mayor
riesgo en cuanto al ataque de la broca.

En la noche nos reunimos para revisar el trabajo realizado y, para los que
procedemos de la ciudad, se logra entender el significado del trabajo y el esfuerzo
que hay en la producción de ‘una taza de café’. Con el diálogo y la interacción
también se permite ‘evocar recuerdos de otras experiencias’. Porfirio concluye
diciendo: ‘Somos orgánicos’, y eso es importante para conservar la tierra y los
recursos. ‘Sin eso no es posible cultivar’, asegura.

El cultivo de café merece estimularse, reconociendo el trabajo de los caficultores


y el esfuerzo que se requiere dentro del proceso productivo, el cual no es
correspondiente con los precios que en ese momento presenta el grano, aunque
también se reconoce que el café orgánico tiende a mejorar en cuanto a precio, a
pesar de su bajo rendimiento. De este ejercicio, finalmente, quedó claro que la
cosecha del café es apenas un tramo en un camino largo que el grano tiene que
recorrer antes de llegar a los mercados y a la mesa de miles de consumidores.

124
5. ‘Preparando la carga’:
comercio y negocio del grano

E l surgimiento del mercado ha sido casi siempre una referencia en la memoria


social de los pueblos del Macizo. Generalmente, se relata cómo un grupo
de personas empieza a concurrir en un lugar y tiempo determinados a
partir del intercambio de productos, o generalmente con el sacrificio de una res
o un cerdo que con el tiempo se vuelve una práctica que se repite cada semana
(ver capítulo 2). Si bien el sobrevivir en la montaña dependiendo de los propios
recursos parece ser un estado inicial característico en la formación de los pueblos,
la necesidad de intercambiar recursos de distinta clase parece también haber
cumplido un proceso fundamental en el camino hacia la expansión de la frontera
agrícola. En poblaciones de la región Andina también se sabe que muchas veces
dichos mercados sirvieron a hacendados como fuente en el suministro de bienes
y artículos a la población que se congregaba alrededor de la misma hacienda.

El caso de la cabecera del municipio de Sucre es un ejemplo de este tipo de


formación de mercado asociado a la Hacienda que a comienzos del siglo XX operó
bajo la dirección del general Julio Caicedo. Dicho mercado operó en las afueras,
donde hoy existe el poblado, y posteriormente se desplazó a donde hoy existe
la cabecera municipal. Igual aconteció en el caso de El Paraíso, que aunque no
contó con una hacienda, sí presentó un caso similar con algunos colonos que
tuvieron mayor cantidad de tierras. El mercado constituyó el punto de encuentro
entre personas de distintos lugares y grupos sociales. Se sabe, por ejemplo, del
caso de las mujeres del valle del Patía que subían a la montaña para vender
sus ollas de barro y otros productos que intercambiaban en las viviendas y en
el mercado mismo. De esta manera, el mercado permitía la confluencia y/o el
intercambio de distintos productos que se dan en climas cálidos, templados
y fríos. Esta pauta también se nota en el mercado, tal como se viene dando
en la actualidad. En lo que sigue, se presentan los antecedentes sociales e
históricos del mercado rural local en El Paraíso, haciendo énfasis en el comercio
del café y su trayectoria desde un comercio individualista a un negocio cada vez
más intervenido colectivamente a través de organizaciones de productores.

125
Cafeteros del Macizo Colombiano

Importancia del mercado, sus vías y caminos en los pueblos

En el caso de El Paraíso, se recuerda que el mercado inició cerca de la vereda


que hoy se conoce como El Fresno, en el punto conocido como Pueblo Viejo
(igualmente con el mismo nombre se conoció el punto del mercado en Sucre).
Don Mario Mamián cuenta, por ejemplo, cómo los señores Nicolás Hoyos,
Benito y Aniceto Salazar fueron, entre otros, los primeros fundadores que
contribuyeron en la creación del mercado. Don Mario señala que el señor
Aniceto Salazar cedió parte de sus terrenos para crear el pueblo y el mercado.
El padre de don Mario, don Abraham Bravo, y otro señor conocido como
Ezequiel decidieron sacrificar una res, organizar pelea de gallos y con otro
poblador contribuyeron en la creación del mercado: “La gente venía de todo
los lados, y como mis cuñados eran galleros, ellos hicieron la pelea para que
viniera gente a comprar el bueycito y cada domingo se hacía lo mismo. Otras
veces cada 15 días y así ya venía la gente”.1

Este lugar, donde se realizaba el mercado en El Paraíso, todavía se aprecia a la


orilla de la vía que conduce al municipio de La Vega: una larga casona acompañada
de una o dos casas. Efectivamente, en ‘Pueblo viejo’ era donde cada sábado
concurrían las familias no solo a adquirir los productos que no se producían en la
región sino también donde se facilitaba el encuentro social, donde la gente iba a
hacer ‘negocios’, para el intercambio de ideas o simplemente para enterarse de las
últimas noticias locales y regionales. Justamente, es en el mercado donde se sabe
lo que llega y sale de los poblados. Este principio todavía sigue vivo y el cultivo
del café es un ejemplo palpable de la transmisión de ideas, en el transporte de
semillas, informes y novedades.

Como se reseñó en los capítulos anteriores, se tienen referencias de que hace


muchas décadas algunos comerciantes y colonos en el municipio de Sucre y en el
sector de El Paraíso empezaron a traer semillas de café para sembrarlas en la región.
Es de suponer que los hombres (más que las mujeres, posiblemente) viajaban a los
centros urbanos cercanos para vender sus productos y acceder al conocimiento
de otras variedades agrícolas que también empezaron a ser promovidas por
funcionarios, técnicos y expertos de distintas instituciones. Hoy se puede observar,
por ejemplo, el caso de El Paraíso y Sucre, donde se expresan relaciones comerciales
más intensificadas con el Bordo (ver mapa 2) que con respecto a Bolívar, centro
urbano que por muchas décadas fue su centro administrativo.

Este caso nos señala que, en cuanto al origen de los mercados y su papel en la
formación de los pueblos del Macizo, las vías de comunicación cumplieron y
cumplen un papel trascendental. Siendo una función del Estado colombiano, las

1 Mario. El Paraíso. Agosto de 2003.

126
5. ‘Preparando la carga’: comercio y negocio del grano

vías fueron siempre una preocupación de líderes regionales y departamentales.


Esta preocupación se puede notar a través de un periodista que en Abril de 1938
manifestaba en el periódico ‘El Liberal’ lo siguiente:

Con las declaraciones que ha hecho el doctor Pedro Emilio Thomas,


ingeniero departamental, sobre plan vial en el Cauca, quedarán satisfechas
las secciones del norte, centro, oriente, y parte de occidente, pero
no la gran sección del sur desde San Miguel hasta Florencia, que
cuenta veinte poblaciones y caseríos, con núcleos muy respetables
de habitantes dedicados en su aislamiento a producir riqueza nacional:
víveres, ganado, café y oro”.2

Tres meses después se anunciaba como hecho importante en el departamento “la


inauguración del puente metálico sobre el río Guachicono [3 de Agosto], en la
carretera nacional que actualmente se construye entre las importantes poblaciones
sur-caucanas de Bolívar y El Bordo” (Red de información cafetera 2002). Mientras
el ritmo de construcción de vías y puentes que intentaba comunicar centros
urbanos era lento, los moradores de los pueblos del Macizo seguían valiéndose
de los caminos de herradura.

Algunos mayores del municipio de Sucre y en particular del corregimiento de


El Paraíso todavía recuerdan cómo los productos, y entre ellos el café, eran
sacados en bestias por el camino que conduce hacia la ribera del río Guachicono,
especialmente en el mercado de ‘Puente Fierro’ (derivación de ‘Puente de Hierro’,
que describe justamente el tipo de puente). Se sabe que a través de otras rutas de
comunicación emprendían largas jornadas de hasta cuatro días hacia el norte para
alcanzar Popayán, capital del departamento.

La apertura y expansión de nuevas vías significaba muchas veces el desplazamiento


y reordenamiento de los mercados, cuyos productos ya empezaban a ser sacados a
través de las chivas. Así, por ejemplo, cuando la localidad de El Bordo fue integrada
con otros centros urbanos a través de la vía Panamericana en la década de los
sesenta, el mercado de ‘Puente Fierro’ empiezó a ser desplazado hacia la localidad
de Piedrasentada. En el caso de El Paraíso y El Fresno, es solo en los últimos 15
años que empiezan a conectarse por vía carreteable con las poblaciones de Sucre y
El Bordo. Tal como lo anota el comerciante don Juan Rengifo: “En ese tiempo traían
los productos en mulas. Ahoritica ya lo transportan por las vías de carreteras y todos
se favorecen, por ejemplo, la gente que tiene la finca a esos lados de la Granja, el
Crucero y el Paraíso”.3 Es con el tiempo y con la expansión de los distintos medios

2 La región del sur necesita de una gran atención para sus obras públicas. Varios conceptos
sobre el reportaje del ingeniero jefe del departamento. El Liberal. 1940b, miércoles 10 de
abril. Cursivas agregadas por los autores.
3 Comerciante 1 (anónimo). El Paraíso. Agosto de 2003.

127
Cafeteros del Macizo Colombiano

de comunicación (vías y telecomunicaciones) y la creciente capacidad de muchas


personas para movilizarse a distintas regiones y centros urbanos, que nuevos
productos empezaron a ser introducidos, especialmente a través del mercado.4 A
pesar de estos cambios y avances en las vías de comunicación, existen familias que
todavía emplean los antiguos caminos de herradura.

En la medida que el grano fue comercializado, los productores reconocen que


este proceso comercial constituye una fase fundamental en el ciclo productivo
del grano. Sin embargo, todos saben que el comercio es una actividad económica
como cualquier otra y que en el sector rural esta ha sido desempeñada por
personas con cierta formación y contactos a nivel urbano, muchas veces también
desempeñado por profesores de la región. El papel de los comerciantes, no
obstante, se ha visto acompañado en los últimos años con el surgimiento de
organizaciones que, como Asprosucre (1988), empiezan a hacerle contrapeso a
la actividad comercial individual. De este modo, la historia social del mercado ha
derivado de cierta iniciativa individual familiar a una colectivización del mercado
que, en condiciones de crisis, empieza a justificarse aún más.

Los comerciantes y la ‘taza de café’

En el período de cosecha del año 2005 se reportaron 12 comerciantes,


cuatro locales y ocho venidos de localidades vecinas, encargados de la compra
del grano el día de mercado. Sin embargo, en el 2013, se reportaron nueve
comerciantes como producto de la baja producción cafetera generada por los
cambios de clima. Este número no es constante y en las entrevistas realizadas en
la región encontramos que algunos productores en años recientes se convirtieron
en comerciantes. Algunos de ellos lo hicieron por iniciativa de otros, seguramente
como una estrategia para compartir costos y posibles inseguridades en la compra
del grano. Como en el presente, en el pasado sobresale también el hecho de que
algunos comerciantes procedían de centros urbanos como El Bordo o Popayán,
al igual que ocurrió con uno de los primeros comerciantes en la región:

Somos de Bogotá, mi mamá es del Bordo y ya después nos radicamos


en esta localidad. Mi mamá se conoció con mi papá en la ciudad de
Popayán, allá vivimos un tiempo y luego se decidió radicarse en el Bordo.
Nosotros en ese tiempo éramos los únicos que comprábamos café en El

4 Sin embargo, la imagen del campo como un espacio límite o de frontera, también
determinó qué tipo de productos debían enviarse allí. Hoy todavía se encuentran ejemplos
de productos enviados desde los centros urbanos, muchos de ellos vencidos que no se
deberían de consumir, pero que son recibidos para ser comercializados en los mercados
rurales. A pesar de esto, muchos productos como calzado, juguetes, ropa, relojes, etc.
marcan también las nuevas tendencias de uso que se dan en las ciudades

128
5. ‘Preparando la carga’: comercio y negocio del grano

Paraíso porque la gente de esta zona le tocaba ir siempre al Bordo para


vender o comprar. En ese entonces nosotros comprábamos tres veces de
lo que llevamos en este momento; esto que tenemos aquí no es nada con
respecto a lo que se compraba en ese entonces. De aquí se llevaba al
Bordo, lo que se compraba eran 300 a 400 arrobas semanales en época
de cosecha, es decir entre abril, mayo, junio.5

La llegada de los comerciantes a las zonas rurales permitió apreciar distintas


formas de hacer negocios con el café (compra en fresco y en seco). El café
en fresco, por ejemplo, generalmente se negocia a nivel local en El Paraíso,
mientras que el café seco se acostumbra a llevarlo a Sucre y El Bordo. Sin
embargo, en el año 2005 vinieron comerciantes del vecino departamento de
Nariño a comprar café en seco, con la ventaja de pagarse a ‘buen precio y buena
pesa’; condiciones que a 2013 cambiaron considerablemente. En la negociación
de café en fresco, los comerciantes utilizaron un sistema de medida conocido
como la ‘taza’. Un comerciante local nos explica:

La gente comercializaba por tazas, una taza de café es un kilo y ellos [los
productores] la tenían como libra, entonces 25 tazas representaban una
arroba, pero en realidad eran dos arrobas en peso. En la báscula una arroba
son 12 kilos y medio [25 libras] exactas. La gente como estaba enseñada
a la taza, hubo momentos en que los engañaron, por que quien compra
en taza va ganando la diferencia, hay medidas que no son equivalentes.
Entonces cuando ellos me traían una arroba yo sabía que eran dos. Se les
paga por las dos, no por una y ya se les llevaba la idea. En el comienzo de
pronto hasta uno los tumbaba [engañaba]; ellos me vendían una arroba y
decían que era una arroba, cuando eran dos las que se recibía. Si llegaban
con una arroba, 25 tazadas, a 25.000 pesos yo les pagaba 50. Hoy día, en
un día de mercado corriente ellos traen un bultico de una arroba; yo sé
que son dos, y se les paga por las dos (ver fotografía 8).

Este caso del ‘café taziado’ o café vendido en taza en fresco ha operado por mucho
tiempo, aunque algunos reconocen que hoy la gente ya es consciente de las
diferencias existentes. Otros productores piensan que las balanzas o las básculas
donde se pesa el café son también arregladas para obtener una ventaja engañosa
sobre los productores. En un sentido justo a veces se escucha, por ejemplo, a
alguien referir a un comprador de café como aquél que tiene ‘buena báscula’, esto
es, compra del grano a un peso correspondiente con lo que lleva el cafetero.

Otro criterio que funciona en correspondencia con el mercado internacional del


grano es el criterio de calidad, que aparece como un problema fundamental en el

5 Comerciante 2 (anónimo). El Paraíso. Agosto de 2003.

129
Cafeteros del Macizo Colombiano

proceso comercial. Dicen los comerciantes que en las compras tienen que rebajar
el agua y la humedad. Cuando la gente lleva

el café con humedad, se le descuenta al productor 1.000 pesos por kilo;


o hay veces que se descuenta un poquito más. Esto no es que se esté
quitando a la gente, lo que pasa es que ya el café seco tiene otro peso,
entonces la humedad o el agua hace que el peso del café aumente. En la
arroba se pierde peso cuando se seca, si compro un café húmedo, una
arroba, esa arroba cuando se seca ya nos es una arroba, es menos; hay
veces que disminuye un kilo o una libra o hasta más.6

El concepto de calidad ha sido asimilado por los cafeteros de manera distinta en


los últimos años en la región. Como se indicó anteriormente, en el pasado existían
condiciones de producción, beneficio y almacenamiento que afectaban el mismo
concepto de calidad. Como señalaba Porfirio (capítulo 4), el café antes se beneficiaba
después de 24 horas de cosechado, afectando su sabor y, por tanto, su calidad.

Hoy (2013) existe más consciencia sobre lo que implica la calidad en el comercio
del producto. En el año 2002, por ejemplo, la Federación Nacional de Cafeteros
de Colombia, en asociación con una compañía italiana comercializadora de café,
organizó el primer concurso de calidad de café expreso con “la participación de
39 grupos de productores de Tolima, Huila, Cauca, Nariño, Antioquia y Caldas,
con lotes de entre 15.000 y 30.000 kilos, de los cuales se tomaron muestras y se
hicieron las cataciones necesarias para ver si cumplían con la calidad exigida para
la preparación de un buen Espresso” (PNUD 1993:48).

La calidad se ha impuesto así en un criterio de gran importancia en la producción


cafetera en los últimos años. La forma en que se negocia también puede incidir en
aspectos de calidad. Así ocurre cuando se hacen anticipos de dinero por el café
de la cosecha., tal como un comerciante local explica:

Hay veces que le vienen y le venden de ese café que lo despulpan y lo


pilan, como es barato se lo meten. En este café uno pierde, por eso uno
debe comprar el café mirando la calidad, uno no puede comprar café que
no sabe cómo van hacer. La gente le mete café malo, pero uno sabe con
quiénes hacen el negocio. Ese es el problema cuando le deben café, eso le
dan a uno el café más malito, así a uno no le guste. La gente no le entrega
café bueno, que porque se lo debe, eso le meten café bueno por el lado y
le meten café pilao por el medio. Uno se da cuenta de ese café cuando se
orea, porque uno queda blanquito y el otro queda amarillo.7

6 Comerciante 2. El Paraíso. Agosto de 2003.


7 Comerciante 2. El Paraíso. Agosto de 2003.

130
5. ‘Preparando la carga’: comercio y negocio del grano

La calidad del grano también puede indicar el destino final del mismo. Así, para
este comerciante el café de buena calidad es enviado en primera instancia para la
Federación, y el de segunda calidad para la Unión (Nariño), y luego al Ecuador. La
calidad también tiene que ver con los precios que se establecen de acuerdo con la
competencia. En este caso, los comerciantes recurren a múltiples estrategias que
van desde el anticipo hasta la venta para ser recogida en la casa del productor.

Fotografía 8. Comerciando café en El Paraíso. Jairo Tocancipá 2003.

Trabajar con anticipo es cada vez más difícil, más aun teniendo en cuenta la
inestabilidad de los precios. En estos casos toca asumir los riesgos:

Alguien había comprado a 25.000 la arroba y en esos días había estado


a 28.000. El café empezó a subir, pero entonces la culpa no es quién
lo compró, sino del precio que se elevó. Pero aquí el aumentar esa
diferencia a quien vende depende de la conciencia del comprador,

131
Cafeteros del Macizo Colombiano

algunos sí aumentan pero hay otros que no. Pero el compromiso es


compromiso, y si recibió dinero anticipado le toca entregarlo. Hay
gente que hace este tipo de negocio durante todo el año; ellos vienen
y dicen deme tanto, y teniendo la plata se les da. Aquí se habla primero
de que es un anticipo y que todo depende del valor que esté en el
momento de la cosecha.8

Otra forma de negociar es en la parcela o en el cultivo. En este caso, los


productores lo hacen ante las necesidades apremiantes que tienen: “A una
señora en El Fresno, por ejemplo, le tocó vender el café en la mata porque tenía
al esposo enfermo; entonces ella necesitaba el dinero; pero en esta situación ella
salió perdiendo, le toco venderlo en la mata. Aquí siempre gana el comerciante
o el que compra”. La forma de negociar tiene que ver también con la manera
como se establece la relación con el vendedor, especialmente cuando se tienen
muchos compradores o comerciantes.

Nosotros competimos con servicio, atención, y la forma de atender,


hay que tener su modo. Ellos vienen y les gusta como uno los atiende.
Cuando vienen, uno les da adelantadito; pero hay que explicarles que
los precios del café no son estables, que se paga de acuerdo a lo que este
el día que lleven el café. La gente es consciente.9

Tal como se anotó inicialmente, los primeros comerciantes han seguido esta
actividad por tradición familiar; es decir que los parientes lo practicaron en el
pasado, aunque este criterio en asumir el comercio como la principal actividad
económica no ha sido la única forma de hacer ‘negocio’. Hasta hace unos diez años
había pocos comerciantes, número que seguramente estaba en relación con las
condiciones de producción y las vías de comunicación para sacar dicha producción.
Podría decirse que con la apertura de las vías llegaron los comerciantes. Así, con
la apertura de la vía Sucre - Paraíso - Guayana - La Vega (2003) la producción
agropecuaria empezó a fluir hacia los centros urbanos con mayor determinación.
Un comerciante local, por ejemplo, recuerda que “aquí venían los muchachos de
El Bordo a comprar. Son una familia; nadie compraba por estos lados, solo ellos.
Cuando se abrió esta vía entraron los de los Uvos [localidad vecina del municipio
de La Vega], yo me hice amigo de ellos”.10

La entrada de los comerciantes a las regiones cafeteras donde antes no había


vías de comunicación como en El Paraíso tampoco fue fácil: “una vez llegaron
estos señores a comerciar café, aquí nadie los conocía y era fregado, porque
nadie quería darles posada. El hijo de uno de estos señores le dijo que en mi

8 Comerciante 2. El Paraíso. Agosto de 2003.


9 Comerciante 2. El Paraíso. Agosto de 2003.
10 Comerciante 3. El Paraíso. Agosto de 2005.

132
5. ‘Preparando la carga’: comercio y negocio del grano

casa podían tener posada y así vinieron a dormir aquí, y ya empezaron a venir”.
Estas relaciones han favorecido la expansión de redes de comercialización como
una estrategia para atender los crecientes volúmenes de producción, situación
que exige un capital considerable para la compra del grano. En estas redes o
contactos, nuevas personas, como los mismos productores, se han involucrado
en el negocio: “Ellos [los primeros comerciantes] me dijeron que por qué no
compraba café, que ellos me daban la plata para comprar. Pero a mí me daba
miedo. Empecé con 100.000 pesos, compraba poquito, luego ellos me dijeron que
la compra es en grande, que debía dejar el miedo y comprar; que yo no voy a
perder dinero; comprando en grande se gana”.11

Dentro de esta red y en dicho proceso expansivo, el flujo y manejo de la


información es fundamental. Tal como lo anota uno de los nuevos comerciantes:

A nosotros nos dan un porcentaje por la compra de café, según las


arrobas que se compren. Nosotros compramos a un precio y ellos nos
pagan a otro. El que recibe el café lo recibe a un precio más caro y nos
sostienen el precio; además no dañan el mercado. Nosotros llegamos a
un acuerdo, por decir algo; en este momento hemos acordado un precio
y si en el mercado baja el precio ellos nos sostienen el precio pactado.
Tienen que pagarnos, claro que ellos están en la jugada, ellos reciben
información y nos llaman, dicen deje de comprar café, porque saben que
el precio bajó […] Eso sí, uno debe salir bien con el patrón, porque si le
dieron plata y uno sale con algo medio malo no le vuelven a dar la plata
para que compre, tiene que salir bien con el patrón. Uno debe quedar
con la hoja limpia, ser serio en los negocios.12.

En términos generales, el origen de los comerciantes es urbano y con ellos el ciclo


productivo del café se regeneró. La presencia de los comerciantes se dio a partir de
la apertura de las vías, como quedó demostrado en el caso de El Paraíso, y a partir
de lo cual nuevos comerciantes locales guiados por los recién llegados empezaron
también el negocio del grano. Pero como bien observamos al comienzo de esta
sección, el negocio del café reflejó cierta forma de relaciones entre los centros urbanos
y el ámbito rural. Efectivamente, el hacer negocios implica cierto conocimiento
o habilidad para realizar transacciones que, en el caso del ámbito rural, resultan
ajenas. ‘El café taziado’ constituye un ejemplo claro de no correspondencia con
las unidades de medida que generalmente tiene el comerciante y que pertenecen
a la tradición local. No obstante lo anterior, en los últimos años la mayoría de
productores se han familiarizado con las medidas del mercado y la lógica de la
negociación. También se ha presenciado cierto desplazamiento del comerciante

11 Comerciante 3. El Paraíso. Agosto de 2005.


12 Comerciante 4. El Paraíso. Agosto de 2005.

133
Cafeteros del Macizo Colombiano

individual hacia un espíritu más colectivizado en el que los mismos productores se


hacen copartícipes en las transacciones y procesos de comercialización del grano.
Este hecho, sin embargo, no señala la reducción del papel de los comerciantes
en los negocios a nivel local, por el contrario, el comercio del grano se comparte
entre aquellos y las nuevas organizaciones comercializadoras que buscan reducir
los procesos de intermediación por parte de los primeros.

Organizaciones de productores y relaciones externas

El Paraíso es reconocido por algunas localidades en el municipio de Sucre como un


corregimiento que se caracteriza por la unión y organización de sus comunidades.
Como se anotó anteriormente (ver capítulo 2), en El Paraíso y El Fresno se conocieron
diferentes entidades y programas (gubernamentales y no gubernamentales) que
entre otros merecen mencionarse: Asprosucre, Cabildo Verde, Comité de Integración
del Macizo Colombiano –CIMA–, Grupos de Amistad, Cosurca y el Plan Nacional de
Desarrollo Alternativo –Plante–. De todas estas organizaciones, Asprosucre (1988)
y Cosurca (1993) han sido las únicas formas asociativas en las que los productores
participan con la producción en procesos de asistencia técnica, beneficio social y de
comercialización de productos agrícolas, especialmente café.

Los grupos de amistad (grupos de gestión) son formas organizativas creadas y


estimuladas por el Comité Departamental de Cafeteros del Cauca con el fin de
atender a la producción cafetera y, en cuanto a comercialización del grano, la labor
es desempeñada por la Cooperativa de Caficultores del Cauca, que designa a un
comprador para que con base en unos criterios de calidad y de humedad compre
el grano a un precio y peso justos. De este modo, ‘los precios de la cooperativa’ son
pagados al caficultor estimulando criterios de calidad e intercediendo en procesos de
intermediación frente a los comerciantes locales y de localidades vecinas. El vínculo
y participación de los caficultores de la región, en las transacciones comerciales y
los beneficios que realiza la cooperativa, son muy limitados.

Hasta hace unos años no existía comprador representante de la Cooperativa


de Caficultores y solo recientemente dicho comprador ha empezado a realizar
operaciones en la cabecera de Sucre; sin embargo, el cubrimiento sigue siendo
limitado por la cantidad de café que sale de la región. Como consecuencia de
esto, la compra del grano sigue siendo dominada por comerciantes locales y
venidos de otras regiones del Cauca y Nariño.

Los orígenes de Asprosucre y Cosurca derivaron del primer esfuerzo del gobierno
colombiano por ofrecer alternativas económicas y sociales a pequeños productores
que a comienzos de la década de los ochenta habían ampliado su frontera agrícola
para el cultivo de coca con fines comerciales. En este contexto, se creó el proyecto
‘Col 85/426 Sustitución de cultivos de coca en el sur del Cauca’ (posteriormente

134
5. ‘Preparando la carga’: comercio y negocio del grano

en el 1990 se incorpora Norte de Nariño)13 el cual contó en sus distintas fases


de ejecución con la financiación de recursos de cooperación internacional de
países como Alemania, Suecia, Italia, entre otros, para atender a unas 4.900 familias
vinculadas a la producción de hoja de coca en el Sur del Cauca (IRELA 1993).14 Este
programa fue ejecutado entre 1985 y 1993 por la Oficina de Servicios para Proyectos
–OSP– adscrita al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD–,
particularmente con el programa de las Naciones Unidas para el Control de Drogas
–UNDCP–. El UNDCP destinó una partida de aproximadamente $US 9’583.634.00
y el gobierno una contrapartida de $2.000.000.000.00. Similares programas fueron
adelantados en los noventa en países como Bolivia y Perú, donde se presentaba la
mayor producción de coca a nivel mundial (UNDCP 2003: 69).

El proyecto Col 85/426 desarrolló actividades en áreas como la producción, el


mercadeo, la organización comunitaria e infraestructura (posteriormente en el 1990
se incorporó el componente de comunicación). La Asociación de Productores de
Alimentos de Sucre nace con la necesidad de intervenir y articular la producción
local y vincularla con mercados regionales. En este propósito, la Asociación inició
aproximadamente con 169 socios, cifra que con el tiempo ha ido cambiando por
las distintas situaciones de crisis y auge que la organización ha experimentado en
los últimos 17 años. Vale anotar que, al igual que Asprosucre y con el propósito
de favorecer el mercadeo de los productos, el proyecto Col 85/426 estimuló la
creación de organizaciones similares en la mayoría de municipios del Sur del
Cauca como Asproalmaguer (Municipio de Almaguer), Asprovega (La Vega),
Aspropatia (Patía), Asprosan (San Joaquín, Mercaderes), Aspromedina (Medina,
Bolívar), Asprofrubal (Frutas en Balboa), entre otras.

En cuanto a la especificidad del mercado a intervenir, en el caso de Asprosucre


el primer proyecto fue una planta de procesamiento de yuca y plátano, cuya
construcción se hizo a través del proyecto Col 85/426 y con el aporte de materiales
y mano de obra que estuvo a cargo de los socios de la organización.15 Este

13 Es interesante notar cómo con el tiempo el programa cambió oficialmente de nombre:


En 1985, fue conocido como ‘proyecto de sustitución de cultivos de coca’; en 1990 pasó
a ser ‘proyecto de sustitución de cultivos ilícitos’ y para 1992 ‘programa de desarrollo
alternativo’. Para las comunidades campesinas el cambio en el nombre institucional del
programa no implicó un cambio de relación con el mismo en la medida que este seguía
constituyéndose en ‘Naciones Unidas’, aunque las inversiones empezaron a disminuirse.
Hasta la fecha, la OSP/PNUD ha realizado una evaluación muy general del programa sin
llegar a socializar sus resultados y las lecciones del mismo en términos de política social
en el ámbito rural siguen pendientes.
14 Con base en esta experiencia inicial, se desarrollaron programas similares en los
departamentos de Caquetá (Col 89/677), Putumayo (Col 89/629) y Guaviare (Col 89/630)
(Tocancipá-Falla 2003). Este conjunto de iniciativas dieron lugar posteriormente al Plan
Nacional de Desarrollo Alternativo (1992).
15 Esta idea fue traída por uno de los funcionarios del proyecto Col 85/426 que procedía
de la zona cafetera de Colombia y cuyos resultados habían sido exitosos en dicha región.

135
Cafeteros del Macizo Colombiano

mecanismo de participación generó una idea de inversión que se correspondía


con la acción de pertenecer a la Asociación, de tal modo que si alguien quería
retirarse vendía su acción de afiliación estableciendo como parámetro el valor
del tiempo destinado en la construcción de la planta. La organización amoldó
su reglamento interno de trabajo, de operación y administración alrededor de
esta actividad de procesamiento y cuyo producto se destinaba para otras plantas
industriales productoras de concentrados como la soya, localizadas especialmente
en el vecino departamento del Valle. Dado que la producción de café asociaba
cantidades apreciables de plátano, el cual era empleado como sombrío, se pensó
que el uso de este producto podría generar recursos importantes en la región.

Si bien muchos productores apreciaron la iniciativa, los resultados no fueron los


deseables, dado a los bajos precios que se pagaban, aunados a las dificultades
administrativas que presentó la organización, incluyendo malversación de fondos y
excesos en el manejo gerencial. Pronto la organización empezó a perder credibilidad
a pesar de que el proyecto contaba con asistencia contable y administrativa.
Posteriormente, en 1989, Asprosucre se enfocó en intervenir café y logró exportar por
primera vez un contenedor de grano hacia los Estados Unidos, convirtiéndose así en
la primera organización exportadora de este producto en el departamento del Cauca.
Esta primera experiencia comercial deja ver las dificultades en la intermediación,
controlada y dominada por la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.

Dentro de este esquema de organizar formas asociativas a nivel municipal, los


funcionarios vinculados al proyecto Col 85/426 apreciaron la importancia de
aunar esfuerzos, de tal modo que el proceso de comercialización se diera a nivel
regional, superando la intervención local exclusivamente. En este contexto, nace
la Cooperativa de Productores del sur del Cauca (Cosurca - ver también capítulo
2), cuya misión estaría enfocada en articular dichas organizaciones en términos
de producción, mercadeo y bienestar social. Esta organización, que nace de un
conjunto de reuniones previas con líderes de los municipios entre 1992 y 1993,
coincide con el retiro de los recursos de cooperación internacional del programa
de las Naciones Unidas y la entrada de instituciones del orden nacional. A pesar
de esto, dos años más tarde consigue financiar un proyecto de consolidación que
implica el mejoramiento del trabajo de las bases sociales y la gestión empresarial.

Con base en esta experiencia se trabajó el modelo de secado a través de estructuras


cubiertas con plástico, lo que permitiría mantener la planta operando durante todo el
año. La experiencia de este tipo de plantas con estructuras de plástico se reprodujo en las
localidades de La Medina y Sucre para el municipio de Bolívar y San Miguel de la Vega (Sur
del Cauca). En estas 3 localidades el proyecto fracasó, como se atestigua hoy en día en el
abandono de esas estructuras. Algunas organizaciones han amoldado esta infraestructura
para otros fines más apropiados a las condiciones locales (trapiches, adaptación para
silos de café, etc.). Algunos locales y especialistas afirman que no se tuvieron en cuenta
las condiciones locales, como el tipo de suelo donde se hizo la construcción, vientos y
condiciones de humedad, entre otros factores de tipo social y cultural.

136
5. ‘Preparando la carga’: comercio y negocio del grano

Desde su creación, esta organización se ha especializado en la intervención


comercial de frutales y café en la mayoría de municipios del sur del Cauca.

A pesar de sus dificultades de tipo administrativo y social, Cosurca ha logrado


consolidarse en una empresa cooperativa líder en la comercialización del
café, contando para ello en los últimos años con el apoyo de organizaciones
internacionales, especialmente vinculadas con el llamado mercado justo. Más
recientemente, ha logrado consolidarse al lograr su licencia de exportación,
siendo la primera organización de base en el país en lograr exportar directamente
café al exterior, actividad que realizaba anteriormente Expocafé, asociada a la
Federación Nacional de Cafeteros. Esto le ha significado un paso importante en
integrar el proceso de exportación mediante Cosurca/Expocosurca (ver capítulo
2). Se estima que la Federación logra intervenir entre el 30 y 40% del café en
el país, dejando a otras casas comercializadoras el 60%. En este caso, Cosurca
pretende exportar buena parte de la producción del sur del Cauca, beneficiando
así a los productores con la comercialización del grano y programas sociales.

Dada la cooperación que se ha dado con otras organizaciones internacionales,


Cosurca se ha enfocado en intervenir lo que se llama ‘café social’ (café producido
por pequeños productores) y el ‘café orgánico’ (café certificado como limpio de
químicos). Este último grupo, tal como se comentó en el capítulo 3, se ha convertido
en uno de los proyectos más llamativos a nivel local por su correspondencia con
las condiciones existentes en muchas áreas de producción del sur del Cauca. Cabe
anotar que la atención de este tipo de cultivo se contrapone un poco a la política
que la Federación Nacional de Cafeteros vienen estimulando a lo largo de su
historia institucional, y que busca fundamentalmente el desarrollo tecnológico de
la producción. Tal como señalaba el anterior director del Comité Departamental
de Cafeteros del Cauca, Ingeniero José María Astaiza:

La Federación realmente no ha sacado una propuesta de implementar


una práctica orgánica en los cafetales. Nosotros estamos manejando lo
de los cafés especiales y las características de un café especial es que
sea diferente en cuanto marca, ya sea café Inzá, Belalcázar o Sotará,
por sus especificidades, por el promedio de humedad que debe ser
del 11 a 12%y por el porcentaje de broca que es hasta el 2%, por un
factor de rendimiento menor del 92% y que tenga una taza limpia. En
cambio, el café orgánico con su característica que lo define, debe ser un
café limpio, sin productos químicos, además es un café que se certifica
a los tres años, generalmente; su orientación se dirige a un caficultor
tradicionalista que nunca le hace nada al café, en época de cosecha la
producción oscila entre las 40 a 50 arrobas de café, y en el momento en
que aplica el abono orgánico, la cosecha le sube a 70 u 80 arrobas por
hectárea. Pero un agricultor dedicado y ayudado con los químicos, en
tiempos de cosecha, obtiene 350 y 200 arrobas de café. Cuando decide

137
Cafeteros del Macizo Colombiano

no volver a fertilizar con estos productos, y opta por vincularse al cultivo


de lo orgánico, al aplicar inicialmente este tipo de abono su cultivo se
reduce en su producción en un 40% aproximadamente. Esto merece
un estudio riguroso; sin embargo, los mercados de cafés orgánicos son
llamativos porque dicen que tiene un sobreprecio casi del 30%; pero
eso hay que analizarlo más detenidamente, porque un caficultor de una
hectárea de café la pulpa que le sirve como abono orgánico le da para
abonar la tercera parte y el resto tiene que comprarlo.16

En el caso de El Paraíso, no se establece la compra del abono como tal sino de


algunos ingredientes necesarios para la producción de los mismos. En cualquier
caso, en estas localidades del Macizo Colombiano se estima que estos abonos no
son altos en cuanto a costos para el caficultor. Esta apreciación muestra claramente
distintas formas de producir, pero también otras formas de mercado que ya están
empezando a explorarse. Tal como se indicó, con Cosurca se están interviniendo
dos tipos de café que se definen con base en las condiciones locales, en conjunto
con otros parámetros internacionales. La presencia de esta organización es conocida
en la zona y los productores perciben los beneficios a través de la organización
local Asprosucre. Sin embargo, algunos líderes reconocen que existen muchas
familias que no ven la importancia y el beneficio social y económico que estas
organizaciones les pueden representar. En este sentido, falta más consciencia y
motivación por parte de aquellos caficultores que no aprecian las ventajas sociales
que estas organizaciones brindan en la actualidad.

En general, tanto Asprosucre como el Comité de Cafeteros y Cosurca representan


las formas organizativas que a nivel local y regional tienen mayor credibilidad y
en la que muchos de los productores han venido aprovechando y estableciendo
relaciones comerciales. Sin embargo, otras organizaciones como la cooperativa
y los comerciantes locales y de otras localidades vecinas completan el cuadro de
la comercialización en la región. En todos estos actores el proceso no es fácil y
han tenido que recurrir a ciertas estrategias con el fin de evitar la delincuencia,
especialmente en época de cosecha, cuando el mercado se dinamiza de manera
destacada. Existen retos para las organizaciones comunitarias que tienen que ver
con la consolidación de su base social organizativa, divulgación de resultados a
nivel local para afianzar dicho papel y la formación de líderes con una capacidad
gerencial, administrativa y de organización que redunde en el proceso de cambio
social en lo local y regional. La tarea no es fácil y los líderes están trabajando en
este esfuerzo. Es claro que este papel de vincular la producción con el mercado
es vital para encadenar la otra esfera fundamental en el ciclo productivo del
café: el consumo.

16 José María Astaiza, exdirector Comité Departamental de Cafeteros del Cauca. Popayán.
Julio de 2002.

138
6. El consumo del café: del mundo al pueblo
y del pueblo al mundo

E xisten muy pocas referencias sobre el consumo del café en Colombia. Esto tal
vez se debe a que el país se concibe como una fuente proveedora de materias
primas. Como vimos en los primeros capítulos, esa percepción viene de la
historia social del grano, en la cual, en el marco de una división internacional del
trabajo, los países de la zona tórrida fueron ocupando el papel de productores o
proveedores mientras que los países europeos e industrializados ocuparon el papel
de transformadores y consumidores de tales materias primas, principio derivado
de la fundación de las colonias por parte de los imperios y las metrópolis. Esta
división aparece todavía claramente si observamos las estadísticas del consumo del
café en los últimos años en tales países industrializados. Si creemos en los datos
estadísticos, en la tabla 7 se observa cómo el consumo en los países importadores se
concentra en Estados Unidos, Canadá y países europeos que agrupan más del 70%
del consumo en el mundo. En el caso de países productores, para el año 2001-2002,
el consumo es menor, correspondiendo al 27% del total mundial. Brasil continúa
siendo tanto el principal productor como el principal consumidor en el ámbito de
los países productores del grano.

Una de las características que se aprecian con relación al consumo es que su


importancia se acentúa cuando los períodos de crisis resurgen (ver capítulo 7). En la
crisis que se constituyó en una de las más agudas en la historia del café (1989-2004),
la importancia del consumo interno volvió a relucir con mayor insistencia, motivando
la creación de campañas publicitarias amplias a nivel nacional. Estas campañas
produjeron al mismo tiempo un realce en la importancia de la producción local, los
elementos característicos y de identidad de las regiones cafeteras y que confluyeron
a fortalecer lo que la Federación ha llamado los cafés especiales. Así, por ejemplo,
en el Cauca, como en otras regiones del país, el café viene siendo identificado con
zonas indígenas, mostrando las características especiales que caracterizan al tipo de
café producido en esas zonas. Pero este énfasis en las características de producción
local se relaciona concretamente con el consumo externo. Todavía se desconocen
las características del consumo en las zonas productoras, aspecto que no ha sido
suficientemente investigado. En lo que sigue, analizaremos los casos de El Paraíso y
Sucre, tratando de mostrar de qué manera la producción se vincula con el consumo
local, pero antes, es importante observar el contexto regional-local.

139
Cafeteros del Macizo Colombiano

El consumo del café en la capital del Cauca

En una entrevista realizada en el 2002 al gerente del Comité Departamental de


Cafeteros del Cauca, Ingeniero José María Astaiza, señalaba que “del consumo
a nivel nacional, que es de 9.000.000 de sacos que se producen en promedio,
1.500.000 sacos se consumen en Colombia. Y ese consumo no se ha aumentado
desde hace unos 10 años. O sea que sigue estable”1 (ver también tabla No 8). Esta
situación permite indicar que, si bien el mercado se ha ampliado hacia el exterior,
no ha ocurrido lo mismo con el consumo interno. Sin embargo, la Federación
Nacional de Cafeteros, a raíz de la crisis, ha intentado invertir esta tendencia
con la creación de las tiendas de café de Juan Valdez en distintos puntos de las
principales ciudades del país. La primera de ellas fue abierta en diciembre de
2002, en el aeropuerto el Dorado en Bogotá como un anuncio de una campaña
agresiva sobre el consumo del café Colombiano hacia el exterior. A pesar de esta
intención, históricamente el café pareciera mostrarse como un producto ‘foráneo’,
aunque generalmente se le toma como el grano que ‘identifica’ a toda una nación.

Tabla 7. Consumo estimado de café en Países importadores.

Años Cafeteros 1996/97 - 2000/01


Millones sacos de 60 kilos
Regiones/Países 96/97 97/98 98/99 99/00 00/01

América 21,3 21,7 21,8 21,9 22,2


Estados Unidos 18,1 18,4 18,4 18,5 18,9
Canadá 2,2 2,2 2,3 2,3 2,3
Otros (1) 1,0 1,1 1,1 1,1 1,1

Europa 43,1 43,2 43,1 43,6 44,1

Unión Europea 33,8 34,0 34,4 34,7 34,7

Alemania 9,3 9,2 9,3 9,4 9,3


Francia 5,4 5,4 5,4 5,5 5,5
Italia 4,8 4,9 4,9 5,0 5,0

1 José María Astaiza, Exdirector Comité Departamental de Cafeteros del Cauca, Popayán,
julio de 2002.

140
6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo

Años Cafeteros
1996/97 - 2000/01

Millones sacos de 60 kilos

Regiones/Países 96/97 97/98 98/99 99/00 00/01


España 2,7 2,8 2,8 2,9 3,1
Reino Unido 2,4 2,4 2,5 2,5 2,5
Holanda 2,4 2,4 2,4 2,4 2,3
Suecia 1,6 1,6 1,6 1,6 1,6
Otros(2) 5,2 5,3 5,5 5,4 5,4

Otros Europa 9,3 9,2 8,7 8,9 9,5

Rusia 2,1 2,0 1,6 1,7 1,8


Polonia 1,7 1,7 1,7 1,7 1,8
Otros (3) 5,5 5,5 5,4 5,5 5,8

Otros Países 13,1 13,1 13,4 13,7 14,6

Japón 6,0 6,4 5,9 6,3 6,7


Corea del Sur 1,0 1,0 1,0 1,1 1,3
Otros (4) 6,1 5,7 6,5 6,3 6,6

Total 77,5 78,0 78,3 79,2 80,9

(1) Principalmente Argentina y Chile. (2) Bélgica, Austria, Finlandia, Dinamarca,


Grecia, y Croacia. (4) Principalmente, Argelia, Israel, Marruecos, Malasia y
Australia.

Federacafe - Estudios Especiales. Información recolectada en 2005

El consumo del grano ha servido también en cierta manera para facilitar un


proceso de distinción social para aquel que consume una taza de buena calidad
y que sabe identificar sus propiedades. Hay que reconocer que este ha sido más

141
Cafeteros del Macizo Colombiano

recientemente el caso del consumo en las ciudades, donde ha ido acercándose


más con el conocimiento especializado que se ha ido adquiriendo sobre la
naturaleza del café, sus variedades y calidades.2 Así, la capacidad de distinguir un
buen café o un café de mejor calidad se ha refinado en los últimos años. Hoy, los
especialistas en café pueden identificar las condiciones de producción, beneficio,
almacenamiento y hasta la procedencia del grano vendido a partir de una muestra
de la taza o de la llamada ‘catación’. De acuerdo con Banks, McFadden y Atkinson
(2003: 25; t. de los a.; ver también Mintz 1985; Pendergrast 2002; Roseberry et al.
1995) la catación es “la evaluación sensorial de café […] en la cual los sentidos del
olor, el gusto y el “sentido” están involucrados”. Así, con una muestra es posible
reconocer si el café fue abonado químicamente, si se dejó por mucho tiempo
en agua, si se dejó almacenado al lado de algún compuesto químico o si fue
sobreexpuesto en el proceso de secado, entre otras características.

El desarrollo de la industria cafetera, en este sentido, se ha dado a través de la


satisfacción creciente que el mercado internacional ha impuesto a los países
productores del grano. Pero la consolidación del gusto por tomarse una buena
taza de café también se ha visto relacionada con la dinámica de los precios que
ha tenido el grano y que directamente ha afectado a las familias productoras. Si
bien casi siempre han existido distintos tipos de productores, que de acuerdo
con las condiciones regionales y locales presentan también variados tipos de
café en cuanto a la producción y beneficio, las condiciones críticas que el
mercado internacional ha impuesto en términos de precio han colocado a
todos los productores en una misma base. Este proceso, que se inició con la
ruptura del pacto del café en 1989, ha implicado un deterioro significativo en
las condiciones sociales de los productores. Este costo, que se ha traducido en
la llamada ‘crisis cafetera’ que se analiza en el siguiente capítulo, ha afectado
tanto a productores como instituciones líderes en la política del grano desde su
comienzo y desarrollo como industria cafetera en el país. Esta ha sido quizás
una de las manifestaciones más claras de cómo el mercado y el consumo
reflejan las relaciones que se establecen entre el mundo local y el mundo
global. Pero el consumo también refleja esas diferencias. Como se dijo, hoy
se reconoce que el conocimiento de las calidades y la identificación de las
propiedades del grano a partir de la degustación de la taza, sigue siendo más
una actividad de la ciudad que del campo donde se produce el grano.

Una de las características sobresalientes del café como droga y estimulante es


que su consumo estuvo inicialmente relacionado con las llamadas élites o clases

2 Esta idea de la catación y la identificación de distintas calidades y características del


grano también se ha venido realizando con los líderes productores, como aconteció
recientemente en un evento sobre catación de café organizado por COSURCA. Esta
capacitación coloca en una perspectiva distinta la forma tradicional sobre cómo se ha
venido consumiendo el café en el sector rural.

142
6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo

ricas o de poder ( Jurado 1957: 329; ver también un caso similar para el caso
del azúcar en Mintz 1985). Una de las primeras referencias que se dan en este
sentido para el caso del Cauca lo precisa Jurado (ver también Ossa, Gómez y
Barona 1996): “Entre los documentos más antiguos que relatan el uso del café en
Popayán, se encuentra una carta de abril 23 de 1794 en que doña Gabriela Pérez
de Valencia y Arroyo le refiere a sus hermanos que al terminar el banquete de su
matrimonio se le sirvió una taza de café” ( Jurado 1957: 329). Con el tiempo, este
patrón, que también se siguió en el caso de Europa, se fue diseminando a otros
sectores sociales hasta convertirse en una bebida más popular. En el siglo XIX, por
ejemplo, en una carta enviada por Vicente María Cabrera al general Codazzi desde
Garzón (Huila) el 8 de octubre de 1856, le señalaba un conjunto de víveres que
podían obtenerse allí para le expedición y dentro de los cuales figuraba “el café”
(Beyer 1947: 309; t. de los a.).3

Al igual que en todos los países productores y consumidores, la difusión masiva


del consumo del café es propia del siglo XX. Talo lo señaló el historiador Beyer:
“tan pronto como los colombianos fueron decididos para cultivar el café, el
patriotismo les dictó que también debían consumirlo. Desde que la importación
del café fue prohibida por uno de los actos del congreso, el consumo de café
en Colombia ha seguido aparentemente la difusión geográfica del cultivo a
través del país”.4

El consumo puede entenderse en dos contextos: el privado y el público. Hacer


un seguimiento del consumo de café a nivel privado es difícil en términos
metodológicos, mientras que en el ámbito público al menos se pueden
identificar lugares, tendencias y hábitos sobre el consumo mismo. No obstante
lo anterior, en el ámbito privado nos podemos sustentar en los testimonios
de algunos nativos de Popayán como el historiador Diego Castrillón quién
recuerda cómo “la gente comenzó a consumir café en las familias, pero para
consumirlo no como café procesado si no como café con leche. El desayuno
de los ‘popayanejos’ [gentilicio de las personas nacidas o formadas en Popayán]
siempre fue café con leche: una cantidad de leche se mezclaba con café, se
le ponía azúcar y con pandebono o con pandeyuca [panecillos horneados y
elaborados de harina de maíz o yuca]”.

3
4 La negra y Sutil Bebida. Revista Cromos. 1920, sábado 20 de marzo.

143
Cafeteros del Macizo Colombiano

Tabla 8. Consumo interno de café verde en países productores.

Años Cosecha
1997/98 - 2001/02

Calidad 97/98 98/99 99/00 00/01 * 01/02 *


Países de
Café
s/s % s/s % s/s % s/s % s/s %

Total 25,2 100,0 25,2 100,0 25,5 100,0 25,9 99,9 27,2 100,0
Mundial

Cosechas 14,5 57,5 14,6 57,9 14,8 58,0 14,9 57,6 15,5 57,2
Abr – Mar
Brasil (ANL/R) 11,7 46,4 12,0 47,6 12,5 49,0 12,5 48,3 13,3 48,9
Ecuador (AS/R) 0,3 1,2 0,3 1,2 0,3 1,2 0,3 1,1 0,3 1,1

Papúa-N. (AS/R) - - - - - - - - - -
Guinea

Perú (AS) 0,2 0,8 0,2 0,8 0,2 0,8 0,2 0,8 0,2 0,7
Indonesia (R/AS) 2,1 8,3 1,9 7,5 1,7 6,6 1,7 6,6 1,5 5,6

Madagascar (R/AS) 0,2 0,8 0,2 0,8 0,1 0,4 0,2 0,8 0,1 0,5

Otros 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,1 0,4

Cosechas 1,6 6,4 1,6 6,4 1,6 6,3 1,6 6,1 1,8 6,6
Jul – Jun
Rep.
Dominicana (AS) 0,3 1,2 0,3 1,2 0,3 1,2 0,3 1,1 0,3 1,2

Tanzania (AS/R) - - - - - - - - - -
Otros 1,3 5,2 1,3 5,2 1,3 5,1 1,3 5,0 1,5 5,4

Cosechas 9,1 36,1 9,0 35,7 9,1 35,7 9,4 36,2 9,9 36,2
Oct – Sep
Colombia (AS) 1,5 5,9 1,4 5,5 1,5 5,9 1,5 5,8 1,6 5,7

144
6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo

Tabla 8 Consumo interno de café verde en países productores.

Años Cosecha
1997/98 - 2001/02
Costa Rica (AS) 0,3 1,2 0,3 1,2 0,3 1,2 0,3 1,1 0,4 1,3
El Salvador (AS) 0,2 0,8 0,2 0,8 0,2 0,8 0,2 0,8 0,2 0,6
Etiopia (ANL) 1,6 6,3 1,6 6,3 1,6 6,3 1,7 6,6 1,7 6,3
Guatemala (AS/R) 0,3 1,2 0,3 1,2 0,4 1,5 0,4 1,5 0,4 1,6
Honduras (AS) 0,3 1,2 0,3 1,2 0,3 1,2 0,3 1,1 0,3 0,9
India (AS/R) 1,0 4,0 0,9 3,6 0,9 3,5 0,9 3,5 1,5 5,5
Kenia (AS) - - - - - - - - 0,0 -
México (AS/R) 1,0 4,0 1,0 4,0 1,0 3,9 1,0 3,9 1,0 3,7
Nicaragua (AS) 0,1 0,4 0,1 0,4 0,2 0,8 0,2 0,8 0,2 0,6
Camerún (R/AS) - - 0,1 0,4 0,1 0,4 0,1 0,4 0,1 0,4
Costa de Marfil (R) 0,1 0,4 0,1 0,4 0,1 0,4 0,1 0,4 0,1 0,2
R.D. del Congo
(R/AS) 0,2 0,8 0,2 0,8 0,2 0,8 0,0 0,0 0,0 0,0
(Zaire)
Tailandia (R) 0,4 1,6 0,4 1,6 0,3 1,2 0,4 1,5 0,3 1,2
Uganda (R/AS) 0,1 0,4 0,1 0,4 0,1 0,4 0,1 0,4 0,1 0,3
Vietnam (R/AS) 0,3 1,2 0,3 1,2 0,4 1,5 0,4 1,5 0,6 2,1
Otros 1,7 6,7 1,7 6,7 1,5 5,9 1,8 6,9 1,6 5,8

* Estimado. (-)
Cifras inferiores
a 50.000 sacos.

Federacafe - Estudios Especiales. Información recolectada en 2005

En la obtención del producto, las relaciones entre diferentes familias del sector
rural facilitaban su disponibilidad al igual que su procesamiento:

Yo me recuerdo cuando era muchacho que a veces mis tías las de las
fincas del Peñón traían café y le regalaban a mi mamá. Le traía una
arroba de café y me acuerdo que lo tostaba y me mandaba ahí a la

145
Cafeteros del Macizo Colombiano

carrera séptima con cuarta donde una señora que tenía unos ejes y unas
bandas y que molía el café. Entonces yo me acuerdo que por una arroba
de café le pedían a uno como diez centavos o 15 centavos. Mi mamá
lo tostaba, yo lo llevaba para que lo molieran y ya molido pagaba diez
centavos y otra vez para la casa.5

Otro dato interesante de algunos habitantes de Popayán es que el consumo se


hacía casi siempre después de las comidas o en lo que se denomina las medias
nueves en la mañana o el ‘entredía’ en las tardes, es decir, se trataba de una
comida ligera que se tomaba en medio de las principales como el desayuno, el
almuerzo y la cena. En este contexto:

la gente llegaba a las casas de visita y como una manera de atención


decían ¿te provoca ‘tinto’? [expresión muy colombiana para aludir a una
taza de café] Esta atención especial de las familias era muy característica
de la cultura ‘popayaneja’, sin perder de vista que se desayunaba café
con leche y que en todas las casas ya daban tinto después de almuerzo;
inclusive el tinto se lo salían a tomar a un lugar distinto al comedor, por
ejemplo, mientras leían las noticias [...] en cuanto a las clases populares,
no tomaban café con leche si no café negro con pan.6

De esta manera, podría afirmarse que el café era una bebida que dominaba el
ámbito social de casi todas las familias de la ciudad, especialmente cuando se
atendían visitas de amigos y familiares: “Todavía me acuerdo que a uno le daban
tinto. Uno no pedía una gaseosa. A uno le daban tinto y lo primero que le daban a
uno cuando llegaba a una casa era tinto. Ahora ya no le brindan tinto sino ¿quiere
una gaseosa? ¿Quiere un jugo? Entonces las cosas han cambiado”.7

En lo público, la difusión se dio a través de lugares conocidos en las ciudades


como los cafés (ver Tocancipá-Falla 2005, 2006 y 2011). En la socialización del
café pareciera aprobarse la idea de que una buena conversación debería ir bien
acompañada de una buena taza de café o ‘tinto’ como se le empezó a conocer.
El consumo en lugares públicos, como los cafés, estuvo acompañado en muchos
casos con campañas publicitarias adelantadas por la Federación Nacional con
su filial regional el Comité de Cafeteros del Cauca y que enfatizaron en su valor
como un producto que podría representar un sentimiento nacional, de un lado, y
como una estrategia de sustitución al consumo de bebidas alcohólicas, del otro.
Así, parece manifestarse en una revista popularmente conocida en los años veinte,
donde se indica que:

5 José María Astaiza, Exdirector Comité Departamental de Cafeteros del Cauca, Popayán,
julio de 2002.
6 Diego Castrillón, historiador, Popayán, abril de 2003.
7 Diego Castrillón, historiador, Popayán, abril de 2003.

146
6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo

el primer[o] y más gustoso consumidor de café debe ser el país mismo


que lo produce [...] ante todo porque es un buen acto de nacionalismo, y
eso no más bastaría [...] porque el artículo es excelente, porque se puede
consumir a bajo precio, porque es una bebida alimenticia y tónica y
porque es un enemigo notable del alcohol [...] a más de sus propiedades
alimenticias tiene la virtud de estimular convenientemente los nervios,
mantener en lucidez las facultades mentales, reanimar los músculos, dar
bríos y buena disposición para el trabajo, es decir, tiene todas aquellas
condiciones que tantísimos miles de personas buscan en licores y bebidas
diversas con resultado negativo y con daño permanente de la salud [...]
decir que una población es bebedora de café, vale tanto como decir
que ha dado un paso muy trascendental en el sentido de la salud y de
la moralidad sociales, como quiera que ha enfrentado al alcohol su más
poderoso enemigo [....] las dos sustancias se excluyen . ... El café ha sido
y sigue siendo en Estados Unidos, Brasil, Argentina, un estupendo aliado
en la lucha antialcohólica [....].8

Las virtudes terapéuticas de la bebida negra también permitieron introducir


fundamentos de lo que era moderno, civilizado y hasta de la necesidad fiscal del
estado de estimular su consumo. Se pensaba entonces que “un tren administrativo,
una institución militar, una cámara, una corte, una universidad, un banco, una
empresa de industrias, cuyo personal toma café tres o más veces al día, podrían
rendir labores de una calidad que no puede jamás compararse con la de aquellos
congéneres donde el personal carece de la misma costumbre”.9

Pero la consecuencia de ser una droga estimulante permitió también establecer


una asociación más destacada o distintiva con la esfera o círculo de lo intelectual,
adonde seguramente muy pocos podían llegar. En la promoción y propaganda
del consumo que se dio en los años cuarenta y que ha trascendido hasta la
actualidad, se asocia el consumo de café con la vida de escritores famosos,
intelectuales y literatos que la tenían como su bebida favorita, característica
tomada de los grandes cafés de Europa, especialmente en París. Esta dimensión
estimulante del café se reseñó casi de manera poética evocando al escritor
francés Honoré de Balzac:

Su aroma está lleno de sugestiones agradables; a su excitación responden


las buenas ideas se la toma decía y su acción es inmediata: las ideas
empiezan a bullir como las avanzadas de un ejército en el campo
de batalla. Los recuerdos acuden con sus estandartes desplegados.
La caballería ligera de las comparaciones entra en línea galopando.

8 La negra y Sutil Bebida. Revista Cromos. 1920, sábado 20 de marzo.


9 La negra y Sutil Bebida. Revista Cromos. 1920, sábado 20 de marzo.

147
Cafeteros del Macizo Colombiano

Rompe fuegos la artillería de la lógica, se amontonan los pensamientos,


se desparrama la tinta sobre el papel. Es que la lucha ha comenzado. La
tinta, más negra que la pólvora, traduce los mandatos del café (citado
en Mintz 1985: 189).

En un ámbito más político, al café también se le atribuyeron efectos extremistas


como el del pensador francés Michelet, quien consideró que el café pudo haber
producido la Revolución Francesa.10

De esta manera, la ‘bebida bruja y negra que aclara el pensamiento y aclara


la sangre’ se fue convirtiendo en el espíritu de convocatoria más de hombres
que de mujeres en los espacios llamados cafés. Fue en estos espacios donde
de manera decidida la Federación de Cafeteros fue configurando un ciudadano
consumidor atado con el sentimiento folclórico nacional que le daba identidad.
De este modo, una de estas campañas promocionaba ‘tinto gratis’ acompañado
de un “selecto programa de música nacional serán interpretados bambucos,
guabinas, torbellinos y demás aires nacionales, organizado por la Federación
Nacional de Cafeteros”,11 el cual fue emitido por la Radiodifusora Nacional. El
programa se realizó en los cinco cafés existentes en Popayán: Café ‘Nimbus’,
‘Eléctrico’, ‘La Playa’, ‘Puracé’ y ‘Águila de Oro’.

Referencias posteriores, a comienzos de los sesenta, muestran la importancia de


los cafés, tal como lo indica el antropólogo Whiteford:

Muchas de las familias de la clase media-alta [...] tenían frecuentes


oportunidades de reunirse a causa de la importancia de la institución
colombiana del “café”. Cada hombre tenía su café favorito que visitaba
dos, o quizás tres o cuatro veces por día, para tomar una tacita de “tinto”
con sus amigos o colegas profesionales o con hombres de negocios.
Muchos de ellos, particularmente los más jóvenes, a menudo jugaban
billar en la parte de atrás del café (1963: 143).

Desde esta perspectiva, la asistencia a estos espacios tenía claras implicaciones de


tipo social, de encuentro y de entretenimiento:

Los numerosos cafés también servían para divertirse y tendían a ser


clasificados de acuerdo a la clientela que los frecuentaba: uno era el
sitio regular de reunión de los ganaderos, otro de los profesionales, un
tercero era el favorito de los universitarios, y así por ese estilo. En el café

10 Una campaña pro consumo del café se inicia ahora. El Liberal, 1940, miércoles 19 de
febrero.
11 Una campaña pro consumo del café se inicia ahora. El Liberal, 1940, miércoles 19 de
febrero.

148
6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo

un hombre no solamente podía conversar sobre negocios sino también


hacer nuevos contactos y definir su posición en política. Invariablemente
bebía innumerables pocillos de “tinto” y en la tarde podía seguir con
cerveza, jugar billar, o trasladarse a su club o tomar bebidas más fuertes
y a jugar cartas (Whiteford 1963: 144, 211).

El director del Comité Departamental de Cafeteros del Cauca también recuerda


que en la década de los sesenta existía el café Alcázar (anteriormente El
eléctrico), uno de los más destacados en la ciudad, y al que “iban intelectuales
muy importantes. Uno se ‘rociaba’, como se dice, con toda esta gente y en
verdad era un café muy bueno de mucha tertulia. Los negocios se hacían allí
y este café figuraba entre los sitios de encuentro. Allí uno se iba a hacer su
programa o conversar de diferentes actividades”.12

Aunque no existen muchas referencias escritas sobre la localización de estos cafés,


se sabe que la mayoría se hallaban ubicados en el llamado centro histórico de
la ciudad. Así lo reconoce el historiador Castrillón, quien recuerda cómo al final
de los años veinte un grupo de personas reunidas en tertulia se citaban “en las
horas de la tarde en un local al frente del parque central en donde se sentaban
a charlar con una tacita de café, tomando tinto”. Uno de los aspectos sociales era
que en los cafés del centro “había estudiantes y ganaderos pero gente humilde no
entraba a los cafés del centro. En los cafés del centro, eso sí, esa división clasista
sí ha existido. Se veía muy clara”.13 Esta característica, sin embargo, no significaba
que los cafés solo existieran en el centro. Los cafés fueron espacios sociales que
también podían ser apreciados en la periferia, tal como lo reporta Whiteford:

Los sistemas de recreación de la clase media-baja eran simples. Café,


billares, música y cerveza siempre se encontraban en sus cafés favoritos
y los más jóvenes llevaban a las muchachas a bailar al pequeño café
adjunto a la piscina pública, y, ocasionalmente, a uno de los pequeños
restaurantes sobre el río [...] En Popayán, largo rato después de que el
resto de la ciudad estaba oscuro y silencioso, avanzada la noche, las
cantinas y cafés cerca a los sectores de la clase baja estaban iluminados
y animados por los roncos sonidos de la radiola (1963: 102).

Los cafés duraban abiertos hasta altas horas de la noche, “después de cine
salíamos de cine a tomar tinto, eso era infalible, los cafés los cerraban como
a la 1 ó 2 de la mañana” (Whiteford 1963: 102). De acuerdo con esto, la vida
social que manifestaba el café en el día era una mientras que en la noche era
otra. En muchos de los cafés del centro atendían mujeres jóvenes de clase baja

12 José María Astaiza, Exdirector Comité Departamental de Cafeteros del Cauca. Popayán.
Julio de 2002.
13 Diego Castrillón, historiador. Popayán. Abril de 2003.

149
Cafeteros del Macizo Colombiano

que se convertían en presas de hombres jóvenes de otras clases sociales que


las tomaban como prostitutas para satisfacer sus apetitos sexuales. De nuevo
Whiteford describe esta situación:

Las camareras de los cafés y cantinas eran consideradas como víctimas


corrientes y las muchachas de las clases bajas estaban constantemente
en peligro de ser molestadas o seducidas. Los jóvenes de las clases
media y alta desempeñaban el papel del macho ardiente como está
prescrito tradicionalmente en la cultura latinoamericana y desfogaban
con las prostitutas y muchachas de clase baja las pasiones que sentían
frustradas por los limitados contactos que se les permitía tener con las
mujeres de su propio status social (1963: 102).

Debe anotarse, sin embargo, que otros grupos sociales también frecuentaban los
cafés, al menos los pertenecientes a su clase social. La periferia de la ciudad casi
siempre ha estado vinculada con el sector rural, y esta cercanía no solo física
sino también social se puede observar todavía hoy cuando en algunas viviendas
las familias cultivan productos de pancoger junto a uno que otro arbusto de
café o de coca. Para la década de los sesenta, Whiteford reportaba que en
“mayo, cuando las bayas del café comienzan a madurar, casi todo el que puede
caminar de la clase baja se traslada a trabajar en las fincas cafeteras. El largo
período de la cosecha del café es una época de jornales elevados, abundancia
de empleos, y de jovial convivencia” (Whiteford 1963: 102). Esta situación les
permitía acceder fácilmente al grano: “El café era comúnmente más fácil de
conseguir para los pobres de Popayán [...], fuera porque lo cultivaran en su patio
o porque lo trajeran de la finca donde ellos cogían sus bayas durante la época
de cosecha” (Whiteford 1963: 102).

En resumidas cuentas, el consumo del café era público y privado y se extendía


tanto a las clases altas como a las clases bajas de la ciudad. Aunque su consumo
podía variar de acuerdo con la clase social o con el género o el sexo, el café con
el tiempo se fue convirtiendo en la mejor excusa para establecer algún tipo de
interacción social más allá de una simple necesidad fisiológica, aunque muchas
veces esta condición motivaba su consumo. Fuese público o privado, el café fue
anidando como hábito alimenticio de las familias pudientes o humildes de la
ciudad. Si bien el reporte social de la esfera privada es difícil de obtener, en lo
público los cafés se convirtieron en espacios de reconocimiento e intercambio
social importantes para la vida (ver Tocancipá-Falla 2005, 2006, 2011).

Las condiciones y la naturaleza de los cafés hoy, sin embargo, ya no es la misma


que antes. Un momento de cambio sustancial en la vida en los cafés devino del
sismo de 1983 a partir del cual la vida social en la ciudad no volvió a ser la misma.

150
6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo

Hay muchos lugarcitos que ya están mezclados con restaurante; el


restaurante se mezcló con el café para dejar de ser lo de antes. Ya no es
café, el café ha perdido preponderancia. El café tenía una influencia pero
no creo que el café cambiara la vida sino que la vida de Popayán acabo
con los cafés. Con el terremoto cambia la arquitectura de la ciudad y allí
desaparecieron los cafés porque uno sabía que salía de la casa y decía
‘te espero en el café Eléctrico’ o ‘te espero en tal parte’ entonces ya uno
sabía dónde era.14

Esta apreciación nostálgica, sin embargo, no ha sido tan válida como en el presente.

Las crisis cafeteras que viene padeciendo el sector productor desde finales
de la década de los noventa han motivado una revaloración de las estrategias
de promoción y propaganda sobre el consumo del café basadas en la calidad
del grano. En esta dirección, se han establecido algunos cafés nuevos que
han generado espacios que, si bien es cierto no son idénticos a los que
funcionaron en el pasado, sí han logrado reproducir el mismo principio de
reconocimiento, interacción y distinción social. Con esto se pretende introducir
una diferencia con un pasado que, tal como lo describe un administrador de
una de las trilladoras en la ciudad, estuvo soportado en el consumo de granos
de mala calidad: “Yo mando a traer café de los supermercados y los pruebo en
laboratorio y veo más o menos qué están haciendo los demás. Hay unos cafés
que uno dice no tiene nada que hacer; sale de mala calidad o de baja calidad”.
Otras veces, el problema es la preparación de la taza que se consume en los
cafés: “La Federación tiene un café tostado excelso de muy buena calidad
que puede sacar 70 u 80 tintos máximo, ¡mientras uno oye que en un café lo
hacen rendir hasta por más o menos 120 tintos! Te da 100 tintos pero estás
sacrificando la calidad del café”.15

Socialmente hablando, los cafés posibilitaron un espacio de interacción y distinción


social en el cual las distintas personas (más hombres que mujeres) encontraban
el medio de reconocerse a sí mismos y de establecer comunicación con personas
afines a la clase social a la cual pertenecían, también el lugar donde algunos
colocaban a prueba sus habilidades de ‘macho seductor’ con las meseras, para
seguir la expresión de Whiteford (1963). Pero si bien los cafés como escenarios
públicos posibilitaron estos efectos sociales en la ciudad capital del Cauca, el
consumo del grano también tuvo implicaciones sociales en contextos rurales, de
donde justamente su producción derivaba.

14 Diego Castrillón, historiador, Popayán, abril de 2003.


15 Javier Chacón, Gerente Trilladora en Popayán, abril de 2003.

151
Cafeteros del Macizo Colombiano

El café y sus contradicciones en el mundo rural

Si bien es cierto que las ciudades se constituyen en los centros por excelencia
donde se consume el café en mayor volumen, existen muchas partes, como en
las zonas productoras del grano, donde también el consumo es apreciable. Antes
que el café tuviera importancia en términos de producción y consumo, el maíz
ocupaba un papel preponderante. Siendo parte de la tradición indígena, muchas
poblaciones consumían comidas y bebidas derivadas del maíz como el llamado
‘claro’, el cual se obtenía del maíz molido,16 o la chicha, una bebida fermentada
que producía la alegría y entusiasmo de muchas personas en períodos de fiesta y
de trabajo como las mingas. La introducción del café, sin embargo, no desplazó
completamente al maíz y en muchos casos se complementaron en otras formas.
Fue así como un buen tinto se podía acompañar con arepas de maíz o de choclo.

Como algunos productos agrícolas, el café era producido principalmente para


vender, mientras que una pequeña parte era destinada para el consumo. La
historia local enseña que el procesamiento del grano para el consumo familiar
se hacía de manera muy artesanal: “Cuando se despulpaba el café no había
máquinas para despulparlo, tocaba en una piedra, echarle agua y remolerlo. Eso
agarrarse a escoger lo viejo del café o sino, después era hacer un pilón grande
de madera, ahí lo echaban y déle, déle”.17 Una vez pilado, se cogía en una olla de
barro llamada cayana donde se colocaba al fuego hasta que el grano empezaba a
tostarse alcanzando una coloración negra. El aroma a café es uno de los grandes
recuerdos que se tienen de este procedimiento, pues el grano empieza a liberar
sus componentes distintivos.

En la región de El Paraíso existen distintas formas de consumir el grano, que van


desde el café que se consume a diario hasta el uso que se hace del mismo en
condiciones especiales, revelando las tradiciones y creencias sociales y culturales
que se tienen del mismo. En cuanto al consumo diario, por ejemplo, se sabe
por tradición que en el proceso de colonización los llamados ‘paisas’, como don
Obdulio Rincón y Alfonso Castaño, preparaban y consumían cierto ‘café tinta’ (el
antecesor del café instantáneo), el cual se llevaba en botellas de vidrio de dos
litros y medio, especialmente en envases de aguardiente. No se recomendaba
guardarlo en ollas de aluminio. Una vez preparada la bebida negra, duraba tres
días y era utilizada para acompañar las largas jornadas en los caminos: “la gente
daba un paso y pare a tomar tinto”.18

El historiador Beyer lo describía como una gran taza de “café negro, endulzado con
azúcar, el cual es conocido en diferentes departamentos; siendo su nombre más

16 Hermógenes. El Paraíso. Junio 2003.


17 Hermógenes. El Paraíso. Junio 2003.
18 Marleny. El Paraíso. Junio 2005.

152
6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo

común el de café arriero” (Beyer 1947:313; ver también Mintz 1985). Lo que no explica
este historiador es que este tipo de café era considerado como una ‘reserva’ que, al
endulzarse, contribuía en el proceso de conservación. Al parecer, ‘el café arriero’
no se consumía como tal en su estado puro sino que se tomaba como ‘esencia’, a
la cual se le añadía agua caliente y se disponía para su consumo respectivo, forma
de preparación que todavía se observa en muchas localidades en el país vecino
Ecuador. Los pobladores de la región reconocen que la forma de preparación y
consumo distaba mucho de la forma empleada por los llamados paisas.

En la actualidad, en esta región del Macizo se reconocen tres tipos de preparación


de café: El llamado ‘café asentado’19 en sus dos versiones, y el café colado. El ‘café
asentado’ deriva su nombre de ‘asentar’ o dejar sedimentar las partículas molidas
de café. Su forma de preparación es sencilla y tomando como medida cuatro tazas
metálicas (un litro de agua) se siguen los siguientes pasos:
• Hervir un agua de panela, tomando como medida una tercera parte de
un cuadro de panela de libra para la medida de un litro de agua. Aunque
esto depende de la medida del dulce que se le quiera dar al café en
preparación.
• Aparte en una olla se adicionan tres cucharadas soperas (cuchara
utilizada para comer la sopa) de café. Una vez hervida el agua de panela,
se toma esta y se adiciona a la olla donde se encuentra el café.
• Se deja asentar; esto es, se deja ‘reposar’ por 10 o 15 minutos. Se dice
que para acelerar el proceso de asentado se le puede añadir un poco de
lejía o rociar agua.
• Una vez asentado, el café ya se encuentra listo para servir teniendo
cuidado de no servir rápido. De lo contrario, el ‘concho’ o los residuos que
quedan en la base de la olla pueden mezclarse y trasvasarse en la taza.

Una segunda versión del café asentado consiste en realizar todo el proceso en una
sola olla. Es decir, hervir el agua de panela, primero con las mismas medidas dadas
en la primera versión y luego cuando empiece a hervir se le adiciona el café y
retirar del fuego. Se afirma que el proceso de asentado es más rápido. Finalmente
está el café colado, el cual, como su nombre lo indica, es filtrado en un pedazo de
lienzo. Algunos señalan que este tipo de preparación se conoce desde hace muchos
años, unos 50. Básicamente tiene los mismos procedimientos que las dos versiones
anteriores de preparación de café asentado en su primera fase; esto es, preparación
de agua de panela y de allí al colador que contiene el café y a partir del cual se
filtra en otro recipiente. Doña Marleny dice que lo importante en este sistema es la

19 El café asentado también es común en la región cafetera, especialmente en el departamento


de Caldas (Agradecemos a doña Gilma Inés Quijano por la información).

153
Cafeteros del Macizo Colombiano

limpieza del colador que debe hacerse dependiendo de su uso. Además, al utilizar
una panela ‘limpia’, aquella a la que le agregan manteca20 para recoger sedimentos
e impurezas en su proceso de solidificación, permite obtener un mejor producto,
que es pasado por el tamiz que contiene café. En este sentido, la preparación del
café exige un mayor cuidado en el uso del colador. “El colador hay que lavarlo cada
ocho o 15 días; de lo contrario, se tapa y también por higiene. Algunas personas no
lo lavan”.21 Se sabe también que la comida que se sirve en las toldas los domingos
(día de mercado) a las gentes de la región se prepara con café pasilla y se filtra
en colador. En general, la preparación del café en muchos poblados del Macizo se
realiza bien sea con el método de café asentado o de café colado.

En cuanto al consumo diario, muchas familias prefieren el tinto antes del desayuno,
y como desayuno también se acompaña con leche cuando se cuenta con la misma.
Algunos afirman que de vez en cuando se toman un tinto al mediodía o en la tarde.
Siendo un asunto de gusto, el café generalmente se acompaña de azúcar (de panela),
un producto que en la historia del grano casi siempre lo ha acompañado (Mintz
1985). Este aspecto es distintivo del campo y la ciudad, pues mientras en el primer
caso se acostumbra en algunas localidades a endulzarlo con panela, la opción de
tomárselo amargo es también común en la ciudad; aunque algunas veces se presenta
con la opción del azúcar en paquete plástico pequeño o en un recipiente. Con fines
medicinales se acostumbra a tomar café amargo (‘bien cargado’) con limón para
aliviar el dolor de cabeza. Igualmente, el café se acompaña con otros productos
representativos de los tres pisos térmicos que existen en la región. Efectivamente,
en comidas como el desayuno, el café (de clima templado) suele endulzarse con
panela (de clima cálido) y servirse eventualmente con queso (de clima frío) (ver
fotografía 9). Aunque este tipo de ‘acompañamiento’ no es una regla, sí se reconoce
que algunas familias la tienen como una de sus preferencias gastronómicas. Esta
combinación puede verse todavía en muchas familias que migran a la ciudad,
conservando esta forma típica de consumo de la bebida.

Una de las características más destacadas en el consumo del café a nivel local, sin
embargo, tiene que ver con la calidad del grano seleccionado y que generalmente
corresponde con la ‘guayaba’ o pasilla, granos considerados como de mala calidad.
En muy raras ocasiones se deja la ‘nata’, como algunos caficultores llaman al café
de mejor calidad para el consumo, el cual es destinado para la venta. Como bien
lo dice un campesino cafetero: “Nosotros nos tomamos la basura mientras le
mandamos el mejor café a los gringos”.22 Este fenómeno, no obstante, también
ocurre en el ámbito urbano donde el café que se ofrece para consumo local es
una mezcla de café de buena y mala calidad.

20 En la preparación de la panela también se agregan algunas porciones de plantas como


cadillo y guasito, que ayudan a limpiar y afinar más el azúcar.
21 Marleny, El Paraíso, junio 2005.
22 Egda Mery. El Fresno. Agosto de 2005.

154
6. El consumo del café: del mundo al pueblo y del pueblo al mundo

Fotografía 9. ‘Café’ que comúnmente se sirve en las toldas el día de mercado en El Paraíso. Jairo
Tocancipá-Falla 2005.

El consumo del grano, en últimas, parece corresponder a un asunto de


distinción y valoración social. Mientras los centros urbanos reciben, circulan y
distribuyen valores sociales sobre el consumo en cuanto a la calidad del café,
esta cualidad no parece ser tan determinante en el ámbito rural, aunque esto
no signifique que se ignore la importancia de consumir ‘la nata’. En cuanto a
la valoración social a nivel local, tanto en El Paraíso como en El Fresno, el
consumir una taza de café puede ser una forma de ganar aliento para iniciar
la jornada. En otros casos, la invitación a tomar una taza puede ser una excusa
para charlar o puede corresponder con la atención o los buenos modales para
tratar al visitante. En otras situaciones puede asociarse a momentos especiales,
como en los funerales, en los cuales el trasnochar demanda del consumo
de cantidades considerables de café y de cigarrillos, dos acompañantes que
algunas personas también valoran tanto en el campo como en la ciudad. De la
experiencia de tomar café en los funerales se derivan expresiones tales como
‘va a hacer tomar café’; especialmente cuando se refiere a alguien que pueda
estar en peligro o en riesgo de morir.

En términos generales, el café es una bebida que, más allá de un simple


producto, es un importante cohesionador social, o mejor, un producto que
ayuda a que las personas se integren socialmente en distintos momentos
u ocasiones. De esta manera, su consumo en muchos hogares rurales no

155
Cafeteros del Macizo Colombiano

obedece exclusivamente a criterios de calidad sino a la necesidad de compartir


socialmente con alguien, atender una visita o fundamentalmente cumplir con
un gusto o preferencia gastronómica.

Finalmente, se debe señalar que existen otras formas de consumo que están por
fuera de lo que se llamaría un consumo convencional, relacionado con la dieta
tradicional de las familias rurales. Nos referimos al uso del café como elemento que
hace parte de otras tradiciones y prácticas locales como curar heridas. También
se sabe que el café como bebida reduce el alto contenido de alcohol cuando se
quiere que el bebedor supere su estado de embriaguez, o disminuir el sueño
cuando se quiere permanecer despierto hasta tarde en la noche, como ocurre en
los funerales. Igualmente, el café sobre las brasas o esparcido en lugares cerrados
contribuye a ofrecer un mejor aroma al ambiente. Una creencia importante
de mencionar es el papel que se le atribuye al café como una sustancia que
reestablece o reinstala cierto orden que se ve afectado por las malas influencias
que se producen con otras sustancias como la sal. En este caso, el café y el azúcar
son consideradas sustancias balanceadoras o equilibradoras del orden que puede
quebrantarse. Estos usos poco investigados también contribuyen al consumo
del café, desde una perspectiva social y cultural, y que todavía merecen más
profundidad de la que dedicamos aquí.

156
7. Cambio, crisis y futuro de la industria
cafetera en el Cauca1

Esta es una crisis de carácter histórico y


estructural. Los parámetros, herramientas y la
cadencia a la que estábamos acostumbrados
ya son cosa del pasado. Ha llegado la hora de
volver a empezar.

Ex-ministro de Hacienda,
Doctor Juan Manuel Santos,
en la clausura del LX Congreso Nacional
de Cafeteros, Bogotá, diciembre 5 de 2001.

Entendiendo la crisis cafetera

T al como se ilustra en el gráfico 1, los precios internacionales del café en


los últimos 100 años han mostrado una variación que se muestra en ‘las
subidas y bajadas’ de los precios del grano, indicando la inestabilidad que
caracteriza a la economía cafetera. Estas variaciones, que se definen de acuerdo
con la producción (oferta) y el consumo (demanda) del grano, han significado
momentos de bonanzas y de crisis. Tal como lo afirma Santos:

La economía cafetera mundial se ha caracterizado por sus ciclos


variables: a períodos de precios relativamente altos siguen épocas-
generalmente más largas- de precios deprimidos, hasta que la oferta
y la demanda vuelven a equilibrarse. A partir de ese momento,
cualquier fenómeno- como serían una helada, una sequía o inclusive
una guerra- produce nuevamente un alza en los precios del grano, y
así sucesivamente. Los períodos de precios bajos tienden a ser más

1 En este capítulo se han introducido algunos fragmentos del artículo Café & Coca: Ciclos de
crisis y oportunidades presentado en Manizales en el marco del evento sobre fumigaciones
con glifosfato en el sector cafetero durante el mes de junio de 2003 (Tocancipá-Falla 2003).

157
Cafeteros del Macizo Colombiano

prolongados que las épocas de bonanza, por las características mismas


de la producción de café (1989: 265).

Por lo tanto, la importancia de regular estas variaciones, durante el siglo XX, es lo


que dio origen a los pactos cafeteros mundiales entre productores y consumidores.
Uno de los primeros antecedentes, importantes de destacar, se dio con la primera
conferencia internacional sobre la producción y comercio del café en la ciudad de
Nueva York, Estados Unidos, y la cooperación entre consumidores y productores
que se dio mediante el Convenio Interamericano de Cuotas de Exportación en
1940 y el Convenio Latinoamericano del Café firmado en Washington en 1958, en la
que se buscaba “estudiar la situación de sobreproducción que había sido causada
por los altos precios de finales del siglo pasado” (Santos 1989: 269). La fluctuación
de los precios puede ser determinada por dos elementos fundamentales: uno
producido por la acción humana; y el otro, por factores determinados por la
naturaleza. Ambos, debe decirse, están interactuando y entre uno y otro se influyen.

En el primer caso, se tienen los conflictos bélicos en gran escala y, como una
acción humana, han tenido incidencia en la economía cafetera mundial. Esto se ha
reflejado en el consumo de la bebida negra a dos niveles. De un lado positivo se
hallaba la demanda de los ejércitos en cuanto al consumo, tal como ocurrió con
la Segunda Guerra Mundial. Al respecto, resulta interesante destacar la siguiente
nota publicada en el diario local El Liberal: 2

La Federación Nacional de Cafeteros aprobó en el día de ayer una


resolución solicitando a los industriales y productores de café, así como
a los compradores, comerciantes en general, a los bancos y al gobierno
mismo, contribuyan con cuotas en café, con el fin de enviar considerable
cantidad de este grano al gobierno de Finlandia para las tropas que
luchan contra la injusticia soviética, como auxilio Colombiano. La
Federación destinará considerable cantidad para este fin. Es de anotar
que el gobierno de Finlandia ha sido uno de los mejores compradores de
café Colombiano en Europa, habiendo establecido en Helsinki almacenes
especiales para su importación.3

Pero, lógicamente, el conflicto también tiene efectos negativos y que contribuye


a explicar la situación de inestabilidad política y económica, con lo cual se afectó
el 40% de las exportaciones del grano de países latinoamericanos hacia Europa.

2 Colombia enviará Café a Finlandia. Domingo, 14 de enero de 1940a, p. 5. Ver también El


Liberal 1940b.
3 Un caso similar también refiere a las tropas estadounidenses que habían consumido
34.000.000 de kilos de café durante la guerra, y “pidiendo 1000 kilos de café todos los días
en el caso del ejército de ocupación Norteamericano en Alemania” (cfr. Pendergrast 2002).

158
7. Cambio, crisis y futuro de la industria cafetera en el Cauca

Gráfico 1. Precios externos del café colombiano a precios de marzo de 2002 (1821-2002).
Fuente: Federacafé citado en Ministerio de Hacienda y Crédito Público (2002).

La sobreproducción del grano es otro elemento que, como producto del estímulo
de la acción humana, también afecta la estabilidad de los precios. Lo que ha
ocurrido en los últimos años y que en parte explica la crisis actual es el aumento
de la producción del Brasil y la entrada de países como Vietnam en el comercio
internacional del grano, el cual, de contar con una producción de 3.000.000 de
sacos a comienzos de los noventa, pasó a 14.000.000 de sacos a comienzos del
nuevo milenio. La sobreoferta del producto, sin importar la calidad, contribuyó al
abaratamiento de los precios del grano en los últimos años. El segundo elemento
son aquellos factores determinados por la naturaleza y que se han manifestado en
las conocidas ‘heladas’. Este tipo de fenómenos como la que ocurrió en el estado
de Paraná en Brasil en 1975, paradójicamente resultan siendo una ventaja, ya que
afectan el flujo de la oferta hacia los países consumidores, favoreciendo así el
incremento del precio.

Estas consideraciones de tipo humano y natural han preocupado a países que


dependen de este producto y de aquellos que lo consumen. A mediados del siglo
XX el desarrollo y perfeccionamiento de una política cafetera entre productores y
consumidores cafeteros dio lugar a lo que hoy se conoce como ‘pactos cafeteros’.
Los antecedentes de estos ‘pactos cafeteros’, orientados a configurar una política
cafetera de común acuerdo entre unos y otros, no han sido recientes, como se
indicó anteriormente. Posteriormente estas iniciativas desembocarían en la firma
del Primer Convenio Internacional del Café, el cual se realizó en la ciudad de Nueva
York en 1962. 32 países exportadores y 22 países importadores, que representaban
el 95% del comercio mundial del café, firmaron este convenio (Santos 1989).

159
Cafeteros del Macizo Colombiano

¿En qué consistían estos acuerdos o pactos internacionales del café? El objetivo
era que los países exportadores de productos básicos buscaran “obtener precios
remunerativos y estables para sus productos. Igualmente, los países importadores
pretenden un abastecimiento suficiente de productos primarios a precios
equitativos y también estables” (Santos 1989: 269). Con esta definición del pacto
cafetero, es claro que una ruptura en el mismo significaba una inestabilidad en el
precio. Así ha venido ocurriendo desde el año de 1989, cuando se dio una ruptura
en el pacto o el sistema de cuotas, mediante el retiro del delegado de los Estados
Unidos (primer consumidor en el mundo), dando lugar a un libre flujo del grano
y afectando directamente la economía cafetera mundial.

En el caso de Colombia, el impacto ha sido evidente y ha afectado los ingresos


de más de 500.000 familias que dependen del grano a lo largo y ancho de las
cordilleras andinas. Tal como se reporta en el informe final de la comisión de
ajuste de la institucionalidad cafetera: “Desde 1997 se ha dado una reducción
significativa en los precios externos del café. El precio [...] es el más bajo en
33 años, y el precio del café colombiano es, en términos reales, el más bajo en
la historia documentada” (Ramírez et al. 2002: 39). Esta situación es lo que ha
generado un impacto negativo en las condiciones de vida de muchas familias
cafeteras, impacto que es variable por las diferencias regionales existentes en la
franja cafetera nacional.

En este análisis regional, llama la atención cómo esta comisión hace énfasis en
el café como un “tejido social, cultural, institucional y político, que ha servido
de base para la estabilidad democrática y la integración nacional” (Ramirez et al.
2002: 45). De la misma manera, esta comisión cafetera señala ocho criterios que
caracterizan mayoritariamente el llamado tejido social cafetero en el país: sentido
del trabajo colectivo, apego a la tierra, sentido de organización social, capacidad de
veeduría y fiscalización de los bienes públicos, nivel de vida superior al promedio
nacional, renovación generacional en la actividad productiva, tradición de respeto
a las decisiones de la mayoría y “un mercado laboral que se equilibra con la
extensión de la unidad productiva”.4 Es difícil pensar, sin embargo, que tales
características sean aplicables al conjunto variado de cafeteros en todo el país.
Así, existen regiones cafeteras más integradas y mejor beneficiadas que otras.5
Tal como se ha tratado de ilustrar en este trabajo, el caso del Cauca y Nariño,
que junto al Huila corresponden con la región sur cafetera, son un ejemplo de
dichas diferencias. Igualmente, mientras algunas características referidas al tejido

4 Gobierno y cafeteros definieron bases de acuerdo para los próximos cuatro años. El
Tiempo. 2002, martes 3 de septiembre.
5 Si bien es cierto que los comités departamentales han tenido un papel preponderante en
muchos municipios cafeteros en el país, es claro también que muchas áreas siguen siendo
inasistidas socialmente bien sea por las condiciones de acceso o por otros factores de
política regional cafetera.

160
7. Cambio, crisis y futuro de la industria cafetera en el Cauca

social cafetero aplican para el caso del corregimiento de El Paraíso (sentido de


trabajo colectivo, apego a la tierra, sentido de organización social y renovación
generacional), existen otras condiciones que difícilmente se pueden aplicar.

De cualquier modo, existe la noción generalizada de que la creciente difícil


situación social y económica (incluyendo la adopción de los cultivos ilícitos)
en algunas regiones cafeteras se interpreta como un resultado de la crisis. Este
planteamiento nos conduce a un interrogante: ¿cómo entender el fenómeno de
la crisis desde el ámbito local? En lo que resta de este capítulo analizaremos
el caso de cómo la llamada ‘crisis cafetera’ puede ser interpretada en la región
de El Paraíso, no sin advertir el riesgo de llegar a niveles de generalización.
Contrario al mismo estudio institucional de la comisión, cuyo objetivo fue avizorar
el panorama del sector en el ámbito nacional y en el contexto internacional, aquí
se adoptará una vía contraria, es decir, observar el contexto local para entender
lo global (ver fotografía 3).

Café y coca: crisis, cambios y perspectivas en la caficultura regional

Aunque el fenómeno de la crisis cafetera ha sido definido a partir de los bajos


precios que presenta el grano en diversos períodos, es importante señalar
algunos aspectos de tipo conceptual que permitan ilustrar más el problema.
En primer lugar, una crisis implica diferentes manifestaciones y formas de
resolución. De acuerdo con el filósofo José Ferrater Mora (1994), ‘la crisis’ puede
ser entendida en dos formas interrelacionadas: como crisis individual y como
una crisis histórica (colectiva). Existe el aspecto de tipo temporal en ambas
nociones y, de acuerdo con este autor, las dos señalan una situación en la cual la
realidad humana surge de un estado normal (o de una pretendida normalidad)
para entrar en una etapa acelerada de su existencia, llena de peligros pero
también de posibilidades de renovación.

En cualquier circunstancia, la crisis parece estar determinada por el punto de vista


de quien la vive, padece o sufre. Mientras para muchos campesinos y especialistas el
problema de la crisis puede ser algo externo a ellos (problema de oferta y demanda),
para otros agentes como empresarios o políticos el problema no necesariamente
obedece a unas leyes de mercado sino a problemas de administración: “Tenemos
información que indican gastos exagerados en relaciones públicas, incluyendo
pomposas despedidas a personas de la Federación de Cafeteros”.6

6 Gobierno y cafeteros definieron bases de acuerdo para los próximos cuatro años. El
Tiempo. 2002, martes 3 de septiembre.

161
Cafeteros del Macizo Colombiano

Si la crisis para el sector cafetero se manifiesta como un deterioro de las condiciones


de vida de la población, podría afirmarse entonces que muchas regiones del país
y del Cauca en particular ya han estado en crisis. Este es el caso del municipio
de Sucre y que incluye el corregimiento de El Paraíso, donde el fenómeno de la
coca se dio en un primer ciclo mucho antes que los medios de comunicación
empezaran a relacionarlo con la crisis cafetera. Lo que sí ha ocurrido recientemente
a partir de la crisis que acaba de transcurrir, es que por primera vez en la historia
del país, en la región cafetera colombiana, localizada en los Andes centrales y que
involucra a departamentos estratégicos como Antioquia y Caldas, la coca empieza
a introducirse con fines comerciales. Este evento, que sucedió mucho antes para
el caso del sur del departamento del Cauca, en la década de los ochenta, significó
una oportunidad para muchos caficultores que vieron en el nuevo cultivo nuevas
condiciones para acceder a ciertas formas de capital y de ingresar en procesos de
modernización y consumo de bienes, a los cuales no se había podido llegar antes.

La diferencia con el ciclo de los noventa es que los precios del grano no habían
sido tan agudos como se dio a comienzos del siglo XXI. La alarma entonces se
dio cuando la región cafetera tradicional, una región casi aislada de conflictos
sociales, empezó a inundarse de problemas de carácter social y económico. Tal
como lo reseñó el editorial de El Tiempo un 26 de agosto: “Es alarmante observar
como alrededor del 10 por ciento del área dedicada a cultivos ilícitos en el país
se encuentra localizado en áreas cafeteras. En una quinta parte de los municipios
cafeteros, las autoridades han detectado campos cultivados de coca y amapola.
Esta crisis no es ya un asunto de un sector y se está convirtiendo en una amenaza
para la estabilidad social, económica y política del país”.7

La asociación entre coca y café no es nueva y podría afirmarse que buena parte
de la historia de la colonización en Colombia ha tenido que ver con estos dos
cultivos, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX y todo el siglo
XX para el caso del café, y la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI
para el caso de la coca. El aspecto común por destacar es que ambos productos
fueron promocionados a finales del siglo XIX para sustituir otros cultivos como
la quina, el añil, el tabaco y el azúcar, que se vieron afectados por la caída de los
precios internacionales:

El café fue otro producto cuyo cultivo fue estimulado [...] la hoja de
coca también fue promocionada por su fácil cultivo y cosecha [...] la
hoja empezaba además a ser conocida en Europa de tal manera que se
podría asegurar que dentro de pocos años, será un artículo de comercio
europeo (Valencia 1993: 196; ver Henman 1978; Vidart 1991).

7 No dejar morir el Café (editorial). El Tiempo. 2002, lunes 26 de agosto.

162
7. Cambio, crisis y futuro de la industria cafetera en el Cauca

De esta manera, se puede afirmar que en la historia social del país la presencia
de estos dos arbustos, conocidos como estimulantes, es de vieja data, siendo
coexistentes y paralelos en su proceso expansivo. El interés por promocionar
estos productos, sin embargo, se vería agudizado décadas más tarde a partir de
la naturaleza y característica de sus productos y que tomarían dos direcciones
diametralmente opuestas: una, el de la legalidad y el estímulo para el café, y
la otra, el de la ilegalidad y la prohibición para el caso de la coca. Aunque el
marco de la legalidad separa a estos dos tipos de cultivos, existen características
fundamentales que les son comunes en términos de cosecha y en el cual las
familias se ven involucradas.

Un ejercicio preliminar sobre la coexistencia de estos dos cultivos a nivel


departamental indica que en el año 2000, en el Cauca, existían ocho municipios
donde se presentaban cultivos de café y coca; 11 municipios donde se
presentan cultivos de café y amapola y dos municipios donde se presentan
cultivos de café y marihuana. Estas condiciones de coexistencia y de un mayor
incremento en las últimas décadas de los cultivos ilícitos, han motivado en el
gobierno a adoptar una política de mayor agresividad en términos de control
y prohibición de su producción.

En el caso de la coca, la prohibición ha tenido dos momentos con hechos distintos


pero relacionados. El primero de ellos, de tipo histórico, se remonta al período
de la colonia con evocaciones en el presente, en el que se intenta mostrar el
cultivo como un rezago social y cultural dada su procedencia ancestral aborigen.
‘El mambeo’ (cfr. Henman 1978; Vidart 1991), una práctica que todavía subsiste
en algunas regiones del sur del país, en comunidades indígenas y campesinas
con variaciones entre uno y otro grupo, es considerado por muchos como una
expresión de este ‘atraso cultural’. En la actualidad, esta práctica es casi inexistente
en la región de El Paraíso y Sucre, justamente debido a la estigmatización que
se le ha dado a partir de la pigmentación de los dientes (‘los jóvenes sienten
vergüenza’, señalaba un anciano mambeador) y a las nuevas condiciones en que
la educación y los valores introducidos en las últimas décadas en las poblaciones
rurales se trata de mostrar que esta práctica es un rezago.

Existe un segundo momento para la coca y que vincula a países europeos y


a los mismos Estados Unidos: es el desarrollo comercial del producto llamado
cocaína, entre otros derivados, y que incorporó a un gran número de comunidades
campesinas a finales del siglo XX. Como reseña histórica importante debe anotarse
que las medidas prohibicionistas ya se venían dando desde mediados de esta
última centuria, cuando el Ministerio del Trabajo, de Higiene y Previsión Social
emitió una resolución donde se ordenaba “a los alcaldes a levantar un censo de
las plantaciones existentes en sus municipios, que comprenderá el número de
árboles, extensión de los cultivos, nombre de los propietarios, cosechas anuales, y

163
Cafeteros del Macizo Colombiano

si sus cultivadores comercian con las hojas”.8 Aunque esta medida prohibicionista
trataba de inventariar para luego controlar, la expansión del cultivo no se detuvo y
fue solo hasta finales de la década de los sesenta que empezó a visualizarse de una
manera más notoria un incremento de los cultivos de coca en el Departamento
(ver fotografía 10). Este momento se caracteriza por un desarrollo expansivo del
cultivo y de la industria en el que un número masivo de pobladores del campo
y la ciudad se vieron involucrados en las etapas de producción, procesamiento,
comercialización, transporte y distribución del producto final, que no siempre
fue la misma base de coca sino otros subproductos como el bazuco. Es en este
segundo momento que se empieza a marcar un nuevo ciclo en el que tanto el café
como la coca se vuelven a encontrar como productos comerciales, determinando
nuevas dinámicas en la vida social de los productores.

Fotografía 9. ‘Café’ que comúnmente se sirve en las toldas el día de mercado en El Paraíso.
Jairo Tocancipá-Falla 2005.

8 Prohibido el cultivo de la coca, deben ser destruidas las plantaciones existentes en terrenos
nacionales y comunales. El Liberal. 1938a, martes 18 de octubre, p. 6.

164
7. Cambio, crisis y futuro de la industria cafetera en el Cauca

El primer ciclo de producción de coca en el Cauca

La fase que también se caracteriza por la introducción de un conocimiento de cómo


procesar la coca con fines comerciales (esto es la pasta de coca) se extendió hasta
finales de la década de los ochenta y comienzos de los noventa. Este momento se
calificó como el ‘boom de la coca’ y estuvo asociado con fenómenos de violencia,
tráfico de armas y presencia de grupos armados que marcaron la memoria social
de muchas poblaciones del sur del departamento. En términos generales, el ciclo
se tipificó por la sustitución de los cultivos de café por la expansión de los de
coca; aunque esta sustitución no fue radical, sí dejó entrever cierto dominio del
último sobre el primero.

Para muchas poblaciones campesinas, la introducción de los cultivos de coca en este


primer ciclo fue posible gracias a diferentes factores. Aunque el precio diferencial
ha sido el más recurrente en esta explicación, existen otras razones de tipo social y
cultural que permitieron la aceptación del cultivo. Uno de ellos tiene que ver con la
estructura familiar, la cual posibilitó vincular a los miembros de la unidad familiar
tanto en la siembra como en la cosecha del producto (léase grano y hoja de coca).
Ambos cultivos demandan recolección manual del producto, para lo cual las mujeres
y niños (no siempre es una regla) son los más hábiles en estas actividades. Aunque
los hombres y especialmente los jóvenes también participan en estas actividades,
es a ellos a quienes corresponden las acciones de comercialización del producto.9

Este factor de la composición familiar va acompañado de la estructura de tenencia


de la tierra, que en la región andina, particularmente en el departamento del Cauca,
se ejemplifica con las pequeñas propiedades (1-5 hectáreas), a excepción de la
región del Tolima, Santander y Cundinamarca (Correa 1990; Correa 1992). Este
sistema de tenencia fue también congruente con la expansión de los cultivos de
coca, aspecto este que difiere de la región oriente y sur del país en departamentos
como el Guaviare, Putumayo y Caquetá respectivamente, donde el tamaño de las
áreas de cultivo es mucho mayor.

Otro factor que permitió la aceptación y expansión de la coca con fines comerciales
tiene que ver, claramente, con las condiciones climáticas (radiación solar, lluvia,
temperatura, evaporación, viento) que determinan la adaptación del cultivo y la
producción del mismo. Más específicamente, la coca

[…] necesita calor, lluvia, suelos porosos aunque no de naturaleza


calcárea. Fuera del espectro térmico que va de los 15 a los 20 grados
la coca pierde su lozanía [...] la planta se cultiva en las pendientes

9 Existen algunas excepciones en cuanto a producción y comercialización de café en


el caso de grupos de mujeres, como ocurre en el caso del municipio de El Tambo, al
occidente del departamento del Cauca.

165
Cafeteros del Macizo Colombiano

abiertas a la planicie amazónica donde no hay temperaturas extremas


ni penetra la zarpa mortal de las heladas [...] Las alturas óptimas para
que prospere el cocal van desde los 700 a los 1.700 metros. Las plantas
que se siembran más arriba del límite superior tienen hojas ralas y son
de poco gusto (Vidart 1991: 35).

La síntesis de todos estos aspectos relacionados con la introducción de la coca, en


concordancia con el café, tiene que ver con el deseo de transformación social que las
poblaciones rurales han venido anhelando a través de los medios de comunicación
y las pretendidas políticas dirigidas al sector rural. Las fallidas realizaciones de
programas de ‘desarrollo’ y ‘progreso’ planteadas por distintos gobiernos en décadas
pasadas han estimulado el espíritu de mejorar o transformar las condiciones de vida.

El ‘boom de la coca’, que alcanzó su mayor auge en la década de los ochenta,


fue para muchas familias la mejor oportunidad para lograr ese deseo, aspecto
este que, como dicen algunos campesinos, no fue bien aprovechado, aunque
otros sí lograron hacerlo comprando tierras, mejorando las viviendas o a veces
comprando de manera exagerada y hasta exótica artículos de consumo. Este auge
de la coca, como se indicó anteriormente, fue acompañado de fenómenos de
violencia que motivaron en muchas poblaciones desplazamientos por conflictos
familiares, amenazas y presencia de grupos armados (ver Tocancipá-Falla 2001);
luego, la enseñanza y lección que quedó para muchas familias fue clara.

La depresión de este primer ciclo se debió también a otros factores: la represión y


control que se dio para el cultivo de coca, los programas alternativos para el caso
del sur del Cauca de mediados de los ochenta y la emergencia de la amapola a
comienzos de los noventa como un cultivo alternativo a la misma coca en términos
financieros. De todos estos, la sustitución de la coca por cultivos como la amapola
seguramente desempeñó importante papel en el surgimiento de un nuevo ciclo.

El segundo ciclo de producción de coca


en los noventa y el nuevo milenio en el Cauca

La represión sobre los cultivos de amapola en la alta montaña a mediados de la


década de los noventa permitió en cierta forma que la coca empezara a tomar
nuevos aires durante dicha década. De acuerdo con el Departamento de Estado
de los Estados Unidos, Colombia pasó de tener 41.206 hectáreas en 1992 a
113.850 hectáreas de coca en el 2003 (Vargas 2005). En el caso del Cauca, se
ha mostrado una disminución gradual del área cultivada de coca en el período
2001-2003. A pesar de esto, a la luz de estas estadísticas en el contexto nacional,
los bajos precios del café que empiezan a deteriorarse a partir del rompimiento
del pacto del grano en 1989 y el advenimiento de la sobreproducción de países
como Brasil y Vietnam, el panorama se vuelve más complejo. Este cuadro fue,

166
7. Cambio, crisis y futuro de la industria cafetera en el Cauca

para los cafeteros, muy desalentador y la búsqueda de alternativas o de mejores


oportunidades productivas se convirtió en una constante preocupación.

Cabe anotar que la política represiva de finales de la década de los noventa, asociada
con la idea de ‘narcoguerrilla’ y la necesidad de bloquear la fuente de ingresos de
los movimientos guerrilleros también contribuyó, de alguna forma, en el impulso
de un nuevo ciclo de auge de los cultivos de coca. Las fumigaciones masivas en
departamentos como Putumayo generaron, de acuerdo con las estadísticas de las
autoridades, una aparente reducción considerable en el área cultivada; de otro lado,
también implicó un replegamiento de productores de hoja de coca hacia zonas
andinas como el sur del Cauca, fenómeno invertido años atrás. Tal como lo señala
Egda Mery: “La gente migra al Putumayo a la cosecha de coca, o también a sembrar.
Por allá se hacen a su lote, quiebran monte y siembran sus matas. Pero en este año
dicen que está malo porque la guerrilla está matando mucho campesino, eso ahora
hubo un paro, tumbaron un puente, eso está delicado por allá”.10

De este modo, una gran proporción de la zona andina en el sur del departamento
vio incrementada el área de cultivos de coca, aspecto este que se compaginó con
los precios que la arroba de la hoja alcanzó de forma significativa y comparada
con el mismo cultivo del café. En el caso del Cauca, este segundo ciclo, que
viene siendo aprovechado por las nuevas generaciones de productores, lleva
un ingrediente fundamental: la relativa ausencia de violencia como la ocurrida
durante el primero, y el ingreso de la fuerza pública después de una ausencia
de más de 20 años en el municipio de Sucre. Aunque en este periodo se logró
introducir armas dentro del circuito comercial que impuso la bonanza cocalera,
para el segundo ciclo el incremento de la violencia, por este medio, no ha sido tan
significativo comparado con el primero. Un líder por ejemplo decía que ‘ahora la
gente ha aprendido porque antes la gente se mataban unos y otros y de ahí seguía
la cosa. Ahora no. La gente como que ha cogido más conciencia’.

Este aspecto de la violencia hace que justamente este nuevo ciclo sea ‘relativamente
silencioso’ y que los medios de comunicación no reporten casos destacados de
violencia. Otro productor también señalaba que ‘mientras los grupos armados
no aparezcan todo está tranquilo, pero en el momento que aparezca alguno ahí
sí todo se empieza a joder’. En algunas localidades donde la guerrilla ha tenido
tradicionalmente presencia, el control sigue ejerciéndose a través del ‘impuesto’
que deben pagar los comerciantes de la hoja.

Además de estas consideraciones comunes al primer y segundo ciclo de la coca,


existe, entre otros, la dimensión de la política sectorial, que en ambos casos,
tanto para el café como para la coca, se ha desarrollado en las últimas décadas.

10 Egda Mery. El Fresno. Agosto de 2005.

167
Cafeteros del Macizo Colombiano

Aunque se trata de dos productos distintos no deja de llamar la atención la


correspondencia que se le otorga a uno y a otro en términos de relaciones
causales: los cultivos ilícitos son en parte el efecto de la crisis cafetera y del sector
agrícola en el país. Aunque esta relación es directa se muestra con implicaciones
distintas; en la práctica, muchas familias cafeteras han optado por aquello que
se cuestiona (los cultivos ilícitos) con el fin de soportar la ‘crisis’ que se ha
venido agudizando en los últimos años. Para otros, la ‘crisis’ ya era histórica
y lo que los cultivos ilícitos han logrado es tratar de superar ese estado de
pobreza e inasistencia social. Tanto en uno como en otro cultivo, la intervención
del gobierno en las interpretaciones como en las acciones relacionadas con
la superación de la ‘crisis’ (del café), así como el control del cultivo que
aparentemente las produce (la coca), ha sido dominante. Al igual que a finales
del siglo XIX, café y coca se vuelven a encontrar, pero esta vez en cierta relación
dialéctica desde el punto de vista de la economía política que se define por sus
condiciones, causalidades, explicaciones y también oportunidades.

De las fumigaciones, crisis y oportunidades

Las medidas de control sobre la producción de coca que el gobierno Colombiano


viene aplicando, específicamente en lo atinente a las fumigaciones, cumple con
el adagio de que ‘la cura resulta más mala que la enfermedad’. En un análisis
detallado presentado por Vargas (2005) sobre las fumigaciones, se muestra cómo
a pesar del incremento sustancial en el presupuesto para el desarrollo de las
fumigaciones la disminución efectiva en el período observado (1999-2002) no ha
sido verdaderamente efectiva. Los años 2002 y especialmente 2003 se muestran
como el período con mayor intensificación de las fumigaciones en el país.

Sucre fue uno de los municipios del Cauca donde se realizaron fumigaciones:
una en el 2005 y otra en el 2011. Si bien las aspersiones se enfocaron sobre los
cultivos de coca, los vientos también incidieron para que el glifosato afectara a
otros cultivos aledaños:

con lo de la fumigaciones, eso fue un mal para todos; para el que tenía,
y para el que no tenía. Eso es un daño ecológico, ambiental. Nosotros
teníamos una huerta con cilantro, acelga, repollo, espinaca, pero con la
fumigación todo se secó; como en esos días venteaba, entonces eso trajo
el aire. Ahora que vino el técnico él se dio cuenta de los efectos de la
fumigación. Él sabe que desde junio estamos afectados por la fumigación,
él dijo que nosotros somos los que tenemos que buscar la solución; y
como las semillas son baratas tenemos que reponer las semillas.11

11 Marleny, El Paraíso, junio 2005.

168
7. Cambio, crisis y futuro de la industria cafetera en el Cauca

Muchas de las actividades y programas institucionales, incluidos los de asistencia


en zona cafetera, también fueron afectados, entre ellos algunos proyectos de
caficultura orgánica. La mayor parte de líderes de la comunidad reconocen que el
problema es complejo pero que las fumigaciones no contribuyen en nada a buscar
una salida de fondo al problema. Existe mucho temor entre algunos líderes frente
a las propuestas o salidas de tipo social que casi siempre terminan censuradas por
los productores y las mafias que vienen de otras regiones a negociar con la hoja.
Este temor hace difícil plantear una salida social y económica más consistente
frente al gobierno, el cual está respondiendo a una macro política de control
agenciada por los Estados Unidos. Al hablar del tema de la fumigación, se destaca
tanto la sensibilidad del tema como de la necesidad que amerita buscarle una
salida. Tal como lo explica Egda Mary:

Por unos, chupamos todos. Eso, la gente no se da cuenta de eso; el


gobierno no está mirando quién tiene y quién no tiene. En una región
fumiga a los que tienen coca y a los que no tienen coca. Eso allí caen
los que entendemos y los que no entendemos. Y la gente frente a este
problema no está organizada. Es que una organización es para tener
respaldo. Nosotros aquí no sembramos coca y no sufrimos por comida.12

Frente a los productores que están involucrados y que cultivan coca en las partes
bajas del corregimiento, señala:

creo que sería importante hacer un proyecto grande, en el cual se


involucre a diferentes profesionales; que se invierta en el campo, no
con micro proyectos de cuyes y de dos gallinas, que eso es la seguridad
alimentaria. Eso no. Ojalá que sea un fortalecimiento de conocimientos
y a trabajar en equipo; no que vengan y solo dan la charla y se van; hay
que untarse. Pero el problema es la gente. Unos dicen, pero cómo vamos
a sembrar, si no tenemos donde sembrar. Pero señores, si al ruedo del
lote y de la casa siembran qué cocales, porque en vez de sembrar esas
matas no siembran otro tipo de plantas, hortalizas, verduras, frutas.13

Café y coca: hacia una síntesis

Como hemos visto en este capítulo, el impacto de la crisis cafetera va más allá
de ser una característica simplemente asociada con la producción y la demanda
de este producto. La llamada ‘crisis cafetera’, entendida como la reducción
en los precios del grano, ha afectado directa e indirectamente a núcleos de

12 Egda Mery. El Fresno. Agosto de 2005.


13 Egda Mery. El Fresno. Agosto de 2005.

169
Cafeteros del Macizo Colombiano

población del Macizo Colombiano al estimular la adopción de cultivos más


competitivos, aun cuando se hallen enmarcados en el plano de la ilegalidad
como ocurrió con la coca.

En los últimos 40 años, tanto el café como la coca se han interrelacionado,


produciendo y reflejando contradicciones en las políticas gubernamentales
y tensiones dentro de las mismas poblaciones que acogen dichos cultivos. La
política gubernamental con respecto al café y a la coca ha sido diferencial y
correspondiente con las propiedades que manifiesta cada cultivo. Mientras en el
caso de la coca el tratamiento se ha enfatizado en lo que tiene que ver con el
control y las fumigaciones y menos en la sustitución, en el caso del café se ha
abordado a partir de una política de ‘apoyo’ a través de subsidios y el financiamiento
de la ‘institucionalidad cafetera’ que se ha visto amenazada con la crisis.14 La
relación entre uno y otro ya ha sido planteada desde los mismos caficultores hasta
congresistas estadounidenses: “No podemos seguir ignorando una situación que
en países como Colombia está obligando a los campesinos abandonar este cultivo
lícito [café] para sembrar coca [legislador de Massachussets]” (RAE 2001: 1522).
Este llamado, sin embargo, no es nuevo. Ya desde mediados de los ochenta, a
finales del gobierno de Belisario Betancourt (1982-1986) y durante el gobierno de
Virgilio Barco (1986-1990), se planteaba la importancia de fortalecer la economía
cafetera como un factor de sustitución, alternativa que sería opacada algunos años
más tarde para luego ser revivida a través de los Planes Nacionales de Desarrollo
Alternativo –Plante– (ver capítulo 6).

Tal como se explicó en este capítulo, la coca presenta dos ciclos de producción,
uno ocurrido a mediados de la década de los ochenta15 y el segundo que coincidió
con la crisis cafetera de finales de los noventa. Ambos ciclos han sido vividos por
las poblaciones del municipio de Sucre y del corregimiento de El Paraíso, frente
a los cuales se han aprovechado algunas oportunidades, pero a un costo social
alto. Si bien es cierto que toda crisis se puede entender también como una(s)
oportunidad(es) social(es), este no ha sido el caso de la mayoría de localidades
en el municipio de Sucre.

Tal como se apreció anteriormente, las condiciones de vida y oportunidades


productivas de muchas familias cafeteras son mínimas y no necesariamente
asociadas como resultado de una crisis, sino como una constante en la historia

14 Frente a esta situación el gobierno empezó a desarrollar el Programa de Apoyo


Gubernamental a la Caficultura (AGC) que fue iniciado en septiembre de 2001 y ratificado
con el gobierno de Uribe (ver Ramírez 2002).
15 La comisión para la institucionalidad cafetera señala el ingreso de la coca en el Cauca
como un resultado de la crisis de finales de los noventa ignorando que el fenómeno ya se
había registrado hacía más de una década; no había sido este el caso del departamento
de Caldas donde efectivamente sí se había reseñado por primera vez.

170
7. Cambio, crisis y futuro de la industria cafetera en el Cauca

social de estos pueblos del Macizo. Solo recientemente, con la creación del
nuevo municipio de Sucre, los habitantes de esta región vieron dinamizados los
sistemas de mercadeo y tímidamente se empieza a notar la presencia de alguna
u otra institución. Mientras tanto, los cafeteros de estas regiones esperan que
esta llamada crisis, que ha ‘tocado’ verdaderamente las condiciones sociales y
productivas de otras áreas más destacadas en cuanto a industria cafetera en
el país, pueda afectarlos también positivamente en términos de oportunidades
sociales y productivas que esperan sean desarrolladas de manera concertada
con el Estado mismo y con las distintas instituciones, no solo a nivel regional
sino también en el ámbito internacional.

171
Parte IV.
Futuro de la caficultura del Macizo Colombiano
L a historia de la caficultura en el país generalmente está dominada por temas ya
difundidos. Sin negar el papel preponderante que tienen las regiones cafeteras
ampliamente conocidas, este trabajo investigativo ha ilustrado la importancia
que el café tiene para muchas poblaciones en el Cauca y particularmente en
el área del Macizo Colombiano, región aparentemente ‘marginal’ en el contexto
nacional. Al hacer el seguimiento del proceso histórico que presenta un área
particular, se ha querido ilustrar los procesos de cambio social y cultural que
distintas poblaciones han vivido en las últimas décadas, destacando y analizando
algunas problemáticas que nos parecen vitales para reseñar. Dichas problemáticas
se desarrollaron en tres partes principales que, aunque separadas, mantienen un
estrecho vínculo que esperamos el lector haya podido establecer.

Cabe anotar que al adoptar una perspectiva socio-histórica y comparativa se


logró evidenciar aspectos destacados de lo que algunos académicos llaman la
‘nueva ruralidad’ en el país (Amtmann 2000; Díaz 2000; Moreno y Mora 2000). Sin
embargo, los cambios que los cafeteros del Macizo como de otras poblaciones del
Cauca y del país han experimentado no son tan nuevos. Como se pudo apreciar
en el texto, la presencia de instituciones, la incidencia de grupos religiosos, la
expansión de los cultivos de coca, la política antidroga y los cambios tecnológicos
se vienen dando desde hace más de tres décadas, condiciones que también han
sido el producto de la intensificación de las relaciones entre instituciones, estado
y sociedades rurales. En este caso, lo que se ha hecho es evaluar tales condiciones
desde una perspectiva histórica enfocándonos en el ciclo productivo del café y los
cambios derivados del mismo en un área del Macizo Colombiano.

Nuestro recorrido empieza con el café en un contexto global y muestra cómo


desde su introducción a Suramérica y a Colombia nos enseña distintas versiones
e historias locales. Partiendo de diferentes fuentes, la idea fue realizar un ejercicio
de recuperación y reconstrucción de la memoria social de los cafeteros del Macizo
Colombiano que se vieron involucrados en el proceso expansivo del café desde
procesos sociales mucho más amplios, esto es, globales. Una de las versiones más
comunes sobre el café refiere a sus orígenes en el este de África, en lo que hoy
es Etiopía, y que a partir de allí se expandió hacia Asia y Europa. La ruta desde

173
Cafeteros del Macizo Colombiano

Europa hacia Latinoamérica se debió a los holandeses y franceses y en el primer


cuarto del siglo XVIII ya se reportaba la entrada del grano en Colombia.

Desde su ingreso en el país, el café se fue constituyendo en un cultivo importante


en los procesos de colonización. La información disponible a través de la comisión
corográfica muestra que el café se producía y comerciaba en distintas estados,
provincias y cantones del siglo XIX en diferentes niveles. De las distintas rutas
conocidas, la colonización antioqueña ha sido quizás la más destacada en la
historia social del grano, dejando de lado otras regiones que se encuentran por
fuera de cierto esquema productivista. Departamentos como el Cauca y Nariño
son ejemplos que se entienden en sus propias dinámicas derivadas de su particular
historia local y regional.

Las investigaciones sobre el rol social que el café ha tenido en miles de familias en
el departamento del Cauca son limitadas y, de los pocos estudios realizados hasta
el 2005, se reconoce que existe más investigación y trabajo local por realizarse.
En este contexto, el sur del Cauca sigue siendo una vasta región todavía por
ser conocida en términos de historia social. Desde un ejercicio de investigación
colectiva, en este trabajo se ha intentado ilustrar cómo en las últimas décadas, y a
partir de los procesos de colonización y de fundación de los pueblos del Macizo,
poblaciones con tradición indígena han logrado asentarse y desarrollar un sentido
de pertenencia con la producción cafetera. Esta tradición se puede observar
mediante el registro de los procesos productivos, la recolección y beneficio del
grano que se establecen en un ciclo que se repite cada año.

En lo productivo se destacó cómo los pobladores de El Fresno y principalmente


El Paraíso continúan con las tradiciones y el conocimiento local sobre el
cultivo del grano, al tiempo que se atendían también las recomendaciones
de los técnicos especialistas en café. Desde su introducción, a través de los
comerciantes locales y regionales, el café ha alternado con otros cultivos de
pancoger y con la misma tradición indígena (por ejemplo, el conocimiento de
los suelos, plantas, climas y fases lunares). La cosecha y el beneficio del grano
también reafirman el encuentro entre el conocimiento local y el conocimiento
tecnológico que es transmitido por expertos del Comité Departamental
de Cafeteros y otras entidades a partir del cual los productores adecuan,
seleccionan y toman decisiones sobre la aplicación y continuidad de tales
recomendaciones técnicas. Los pobladores del Macizo también han estado
expuestos a influencias de otras organizaciones como Cosurca, que ha venido
impulsando el café orgánico como forma de producción que identifica la
tradición cultural ancestral indígena común a muchas poblaciones del Macizo
Colombiano; aunque el impacto de este tipo de agricultura merece un análisis
más integral y sistemático que el presentado aquí.

174
Futuro de la caficultura del Macizo Colombiano

Una de las condiciones que ha hecho más visible la situación local ha sido
la llamada crisis cafetera que ha afectado a la región parcialmente. Se afirma
‘parcialmente’ porque se reconoce que la crisis no es nueva, pues muchas de estas
poblaciones ya venían en un ritmo de desatención institucional y de condiciones
sociales cada vez más difíciles, especialmente en cuanto a producción, mercadeo,
salud y educación. Esta situación se presentaba desde mucho antes que ocurriera
la ruptura del pacto cafetero en 1989 y se manifestaba en múltiples formas, siendo
la expansión de los cultivos de coca la opción más notoria.

Si bien la coca ha sido parte de la tradición indígena de las poblaciones del


Macizo, su comercialización masiva ha correspondido inicialmente con otra
función social del consumo de su producto en países del norte y posteriormente
en otros países. Los ciclos de coca que se han dado en la región en los últimos 30
años han demostrado que este tipo de cultivo se ha convertido en una alternativa
para muchas familias con el fin de acceder a ciertas condiciones de vida, pero
a un costo alto: violencia, pérdida de valor de otros cultivos, problemas sociales
asociados y, más recientemente, fumigaciones.

En conversación con personas de esta región y con el grupo de trabajo, se


reconoce que las fumigaciones no corresponden a una política social apropiada
y se lamenta la estrategia que los gobiernos han venido aplicando de manera
generalizada y continúa; medidas que en nada contribuyen a mejorar las
condiciones locales. El llamado que se quiere hacer a través de este libro, es
convocar a las autoridades por una reflexión más apropiada a las regiones y por
una política social de negociación directa entre productores e instituciones, sin
intermediaciones. A futuro, más fumigaciones significan una amenaza no solo
para las formas de producción local (desde los productos de pancoger hasta el
café), sino también para la salud de las familias, ratificando así la incapacidad
del Estado para establecer acuerdos y relaciones razonables con poblaciones
que tradicionalmente han estado desatendidas por las instituciones estatales.
Igualmente, un programa de erradicación manual como hace algunos años se
empezó a ejecutar (abril de 2006), sin un programa social alternativo, tampoco
resuelve el problema de fondo.

Podemos concluir que la elaboración de este texto tuvo varios objetivos. En primer
lugar, quisimos destacar la importancia de la historia local en la comprensión de
aquello que se llama una ‘cultura cafetera’, es decir, la memoria social de los
pueblos constituye una referencia importante en el mundo rural actual y que
podría motivar una valoración social de lo local. En este sentido, se concluye
que el ser cafetero no puede entenderse solamente a partir de un valor basado
exclusivamente en lo productivo. El ser cafetero, discutíamos, hace referencia
también a una actitud, a una forma de ser, en tanto se relaciona con el desarrollo
de un cultivo involucrando su ciclo productivo, el conocimiento específico que se
aplica y también el mismo consumo a nivel local.

175
Cafeteros del Macizo Colombiano

La práctica del consumo es un ejemplo de ese ser cafetero; en este sentido, el


texto se consideró como una posibilidad para ilustrar dicha valoración pocas veces
tratada en textos especializados sobre el tema. Igualmente, en el ámbito productivo
y en el contexto de la crisis que acaba de transcurrir, se pretendió también mostrar
la producción del Macizo Colombiano, que tiene unas características específicas
en el contexto de las condiciones del mercado nacional e internacional. El café de
exportación del Cauca muestra claramente las características locales de producción
del grano y que son apreciadas además por su calidad a nivel internacional. En
el 2004 y 2005, por ejemplo, cafés de El Paraíso y Tequendama (Sucre) fueron
acreditados como cafés especiales de buena taza en términos de calidad a nivel
regional y nacional.

En segundo lugar, queremos sugerir que en una historia del café en Colombia es
importante ver el problema de la escala que parte de lo local y se vincula con lo
global, en perspectiva de observar el ciclo productivo del grano. En Colombia, la
mayor parte de la literatura enfatiza excesivamente en lo productivo subvalorando
otras historias, perspectivas, rutas y dinámicas en las cuales distintos grupos
sociales se vinculan en el ciclo del café.

En tercer lugar, lo que ha revelado la crisis cafetera es una realidad histórica


cafetera regional y seguramente nacional inevitable: la existencia de cafeteros
más favorecidos con programas de atención social y cafeteros menos favorecidos,
discriminación que quiere justificarse en el criterio productivista que tanto ha
dominado. A pesar del esfuerzo importante que instituciones como el Comité
Departamental de Cafeteros del Cauca viene realizando, se requiere una mayor
atención sobre poblaciones cafeteras que están por fuera del esquema productivista
y que salvaguarden no una, sino muchas formas de entender el café desde el
punto de vista social y cultural.

En cuarto lugar, la importancia de realizar una investigación conjunta o colaborativa


a través del diálogo entre personas locales y personas procedentes del ámbito
urbano constituye una experiencia que demuestra posibilidades de realización
de otras investigaciones sobre temas locales, en las cuales se ofrezca un mayor
análisis y reflexión colectiva sobre formas de pensamiento y/o conocimiento local
en contextos más amplios.

Los distintos estilos de escritura que aparecen a lo largo del texto se explican
seguramente por la interacción de distintas personas que participaron en este
proyecto investigativo con variadas experiencias y formaciones sociales, pero
unidas también por un interés y afecto por historias afines o asociadas con
un producto como el café. Esperamos que estas ‘múltiples voces’ en el Macizo
Colombiano no hayan afectado el sentido de ofrecer una visión más integrada y
de los distintos niveles de relación que implican al tratar sobre la memoria social
de un área en particular.

176
Futuro de la caficultura del Macizo Colombiano

Finalmente, pero no menos importante, este libro está dedicado a las pasadas
y futuras generaciones de hombres y mujeres que colonizaron y habitan lo que
hoy se conoce como el Macizo Colombiano. A futuro, y a partir de la memoria
social recolectada, se espera que el texto incentive un mejor conocimiento del
‘nosotros’, pero también que motive otras investigaciones locales que tanta falta le
hacen al departamento. Muchos materiales de enseñanza en las escuelas rurales
del Cauca todavía refieren a aspectos generales de la vida nacional pero sin
remitir a la historia local y regional. Sin desconocer la importancia de la historia
nacional general, se considera en la actualidad que el conocimiento local cumple
un papel fundamental no solo para conservar dicho saber sino también para
ver cómo se vincula con formas de conocimiento actuales, presentes y su papel
en los procesos de cambio que se vienen presentando en la región. Se trata, en
últimas, que las personas de El Fresno, El Paraíso y otras localidades vecinas del
municipio de Sucre y del Macizo aprecien lo que tienen y que el conocimiento
recuperado pueda ser valorado con otras formas que contribuyan a generar
mejores condiciones de vida de aquellos productores cafeteros todavía ignorados,
no solamente en este departamento sino también en otras regiones del país.

177
Glosario

Arandeo: Expresión local del corregimiento que deriva del zarandeo’ o el acto
de utilizar la ‘zaranda’ para la selección del mejor material, sea café o abono
en este caso.

Baquiano: Se dice de alguien que conoce a cabalidad la geografía de un lugar o


región. De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española (2001: 192),
el baquiano es alguien “experto, cursado.//2. Práctico de los caminos, trochas y
atajos [...] //3. Guía para poder transitar por ellos”.

Barejón: Se dice del árbol que crece bajo y con pocas ramas.

Beneficio: Proceso de descerezado que sufre el café maduro una vez es


recolectado. Este procedimiento es realizado por una máquina que opera mecánica
o eléctricamente según el caso. Las máquinas mecánicas son más comunes en el
municipio de Sucre por su relativo bajo costo.

Bombas: Expresión utilizada en la parte central de Colombia, especialmente en el


departamento del Quindío, para referir a alguien con habilidades y destrezas en
las manos para recolectar café en el menor tiempo posible. Ver también galafardo.

Caracucho: Planta de flores rojas y blancas que alcanza una altura entre los 30 y
40 cm. Se descompone fácilmente, constituye un importante recurso medicinal y
sirve como abono orgánico.

Chacana: Camilla o hamaca que se hacía de guadua o de madera y que permitía


el transporte del enfermo por dos personas que se colocaban los extremos sobre
los hombros.

Charcal: Se refiere a un lugar cenagoso o fangoso, húmedo. Viene de Charco.

Coco(s): Contenedores o vasijas generalmente de plástico duro que permiten


el almacenamiento del grano maduro durante el proceso de recolección. A las
personas que tienen gran habilidad y destreza para recolectar café con mayor
celeridad se les denomina ‘cocos’.

179
Cafeteros del Macizo Colombiano

Corte: Significa un punto preciso del lote de café ya maduro o que está listo para
ser cosechado. Por ejemplo, para señalar dónde quedó el corte el día anterior se
puede decir ‘en el aguacate’ o cerca de la ‘zanja’, etc.

Enmalezado: Refiere a un área cubierta de maleza.

Entuertos: Coágulos que se forman después del parto y que al desprenderse


producen gran dolor.

Escobiado: Sistema de siembra tradicional en el cual la misma planta ‘botaba’ la


semilla y esta crecía debajo del arbusto. De esta manera el campesino tomaba la
semilla de allí.

Estopa: Saco hecho de fibra plástica utilizada para empacar café u otros productos
agrícolas. Florear: Dícese de la planta que da la flor. Acción de Florecer.

Galafardo: Expresión utilizada para referir a alguien con habilidades y destrezas


en las manos para recolectar café y también otros productos en términos de
rendimiento. Ver también bombas.

Garabato: Instrumento de madera que permite alcanzar las ramas más altas y
atraerlas hacia el cosechador de tal modo que se facilita el proceso de recolección.
Su uso no es exclusivo para este propósito. Se sabe, por ejemplo, que en la
cosecha de la papa se utiliza también el garabato. En este caso también se cree
que es una herramienta de uso personal y que su uso por parte de otra persona
afecta al dueño en cuanto a su rendimiento. También existen garabatos para
transportar la leña en bestias o para colgar productos agrícolas como otros objetos
y/o herramientas del campo.

Garrones: parte posterior del pie humano, llamado también talón. De acuerdo
con el Diccionario de la Real Academia Española (2001) también se conoce como
calcañal.

Guaco: Acción de sacudir una herramienta para eliminar su carga energética y


favorecer su uso adecuado.

Guayaba: tipo de café de baja calidad que se desecha en el proceso de selección.


La Federación de Cafeteros (s.f.) define a la guayaba y a la media cara como aquel
grano de café “seco de trilla que tiene adherido al pergamino la mitad o más de
la ‘cacota’ o pulpa seca” (s.f.: 1).

Lejíarlo: Viene de ‘lejía’ o ceniza como es conocida en el sector rural y refiere a la


acción de pelar el maíz con ceniza.

180
Glosario

Man: Expresión coloquial para referir al hombre.

Mano prestada: Sistema de cooperación y ayuda mutua en trabajos de finca en


el que el agricultor una vez ayuda a su amigo(a) recibe en retribución ayuda en
trabajo para su finca. En este sistema, también se puede retribuir en otras formas
con’ favores’ o ‘préstamos de objetos’.

Minga: Sistema de ayuda comunitaria o colectiva de ascendencia indígena en el


que participan dos o más personas. Funciona alrededor del trabajo de la finca,
como en el caso de obras de beneficio colectivo o comunitario (arreglo de caminos,
transporte de materiales, construcción de vivienda, etc.). En tiempos antiguos se
utilizaba la ‘chicha’, bebida embriagante hecha de maíz o del cultivo de caña, o se
realizaban almuerzos para estimular la participación de los pobladores.

Palear: Acto de usar la pala con el fin de desmalezar o sacar plantas de raíz.
También se aplica cuando se trata de mezclar materiales o abrir huecos.

Rozar: Acto de usar el machete con el fin de desmalezar o quitar la maleza de un


terreno.

Surco: Línea de plantas sembradas en un cultivo.

Tajo: Refiere a una parte de la finca.

Trumullas: Atados de cáscara macerada de la armanga y atusara la cual era


utilizada como jabón para lavar la ropa.

Tumbar: De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, tumbar es “hacer


caer o derribar a alguien o algo”. En otra acepción y particularmente en países
como Cuba, tumbar es robar (2001a:1595)

Yesca: Se refiere al tallo de la cabuya o a las motas de algodón que sirven para
hacer combustión fácilmente con la producción de alguna chispa de fuego. En
tiempos antiguos se hacía con una peinilla (metal) y una roca.

Zanjón o Cañada: Refiere a un canal hecho por la naturaleza y que permite ser
utilizado para dividir lotes o canalizar aguas.

Zumbito (de zumbo): De acuerdo con el diccionario de la Real Academia (ver


Topik 2000) entre otros significados en América refiere a una “vasija hecha con el
epicarpio del fruto de la calabaza”.

181
Apéndice
Plantas medicinales y forrajeras reportadas
en los cafetales de franja media

No Nombre local Nombre Científico Uso Local

El cogollo lo utilizan para


1. Aguacate Persea Americana
abortar.

Se utiliza para después de los


2. Altamisilla Artemisia Vulgaris partos, es utilizada por las
parteras.

Se emplea como comida para


3. Batatilla Ipomoea
los conejos.

4. Bejuco Toro No identificada Inflamación de garganta.


Sirve para los vómitos y las
5. Botoncillo Acmellaciliata
diarreas, se prepara en jugo.

Cadillo y/o Amor Se emplea para la elaboración


6. Pavonia Saepium
Seco de panela y como aguas frescas.

Arthrostemma Se utiliza con la caña agria


7. Caña Cuadrada
ciliatum para fiebres duras.
Sirve como abono orgánico.
Impatiens Guarda humedad al suelo,
8. Caracucho
Wallerana sirve para hacer compuestos
orgánicos.

9. Chupana Emilia sonchifolia Sirve para disolver los nacidos.

Spananthe Para lavados cuando la gente


10. Cilantrillo
Paniculada se corta; se hierve con el paico.

183
Cafeteros del Macizo Colombiano

Para el dolor de estómago y


11. Cortadera Yperus
comida para los caballos.
Se emplea para lavativas de
12. Descancel Rojo Iresine Herbstii la inflamación de los senos en
efusión.
Combinado con el descancel
de Ciénega sirve para las
13. Descancel Verde No identificado
lavativas de los senos
inflamados.
Se lo utiliza para las manchas
14. El Venadillo No identificado en la cara conocida como
‘melancolía’.
La Hierba Antena o Panicum
15. Sirve para la fiebre.
Grama Antena polygonatum
Sirve para vendas, dolor de
Hierva santa y/o Briophyllum
16. cabeza y para la fiebre de
Santa Aura pinnatum
tabardillo.
Smallanthus Es un tubérculo que sirve
17. Jíquima
Sonohifoluis para el dolor de cintura.
Se emplea para el dolor de
La Trencilla y/o
18. No identificado cintura como enfermedad de
cargadita
los riñones.
En la finca guarda humedad,
19. Lengua de Vaca Rumex Crispus en unas partes la utilizan para
las ensaladas.
Sirve para los mal de vientos
20. Murupacha Lantana Camava
y baños para la cabeza.
Se utiliza en baños de asiento
Eriobotrya para personas estreñidas. La
21. Níspero
Japonica pepa se hierve y sirve para
sacar quistes.
Dicen que se les da a las
Salvia
22. Pegadera o Paridera mujeres para que tenga
scatellarioides.
muchos partos.
Se utiliza como alimento.
Rascadera o Papa Colocasia Hace parte de lo que se llama
23.
China. Escalenta seguridad alimentaria. El
almidón remplaza la papa.

184
Apéndice

No Nombre local Nombre Científico Uso Local


Sirve para los daños de
24. Salvia Blanca Salvia Officinalis estómago, gastritis dolor de
cabeza.
25. Se emplea para ayudar a sanar
Suelda Blanca Plithirusa Pyrifolia
los huesos.
26. Suelda oreja de Pseudelephantopus Se la utiliza para los períodos
puerco Spiralis retrasados.
27. Suelda Redonda y/o Oryctanthus Esta hierba se complementa
Matapalo Alveolatus con la Suelda Blanca.
28. Se emplea para el salpullido y
Verbena Negra y/o Stachytarpheta
granos. Se
rabo de zorro Cayenensis
cocina y se hacen lavativas.

Fuente: Conversatorio con Marleny Luna. Paraíso, 18 de Junio de 2005. El


nombre científico de las plantas fue establecido gracias a la colaboración
del director del Herbario del Museo de Historia Natural, profesor
Bernardo Ramírez, y al estudiante de VIII semestre de biología Adalberto
Trujillo.

185
Referencias citadas

Alcaldía Municipal de Suárez


2000 Plan de Desarrollo de El Paraíso. Sucre: Alcaldía Municipal de Sucre.
Amtmann, Carlos A.
2000 ‘La formación profesional para el desarrollo rural de América Latina’.
Ponencia presentada a la Pontificia Universidad Javeriana. Seminario
Internacional. Bogotá.
Banco de la República
1955 ‘Informe Económico Trimestral’. Popayán: Banco de la República.
1962 ‘Informe Económico Trimestral’. Popayán: Banco de la República.
Banks, Mary; Christine McFadden y Katherine Atkinson
2003 The World Encyclopaedia of Coffee. London: Lorenz Books.
Bejarano, Jesús
1987 Ensayos de Historia Agraria Colombiana. Bogotá: Fondo Editorial
CEREC.
Berquist, Charles
1972 Coffee and conflict in Colombia,1886-1920. Durham: University of
Durham.
Beyer, Robert Carlyle
1947 ‘The Colombian Coffee Industry: Origins and Major Trends, 1740-1940’.
Tesis de doctorado. Doctor of Philosophy. University of Minnesota.
Minnesota.
Colmenares, Germán
1979 Popayán, Una Sociedad Esclavista. Historia Económica y Social de
Colombia, tomo II. Bogotá: Tercer Mundo/Univalle/Banco de la
República/Colciencias.
Correa, Claudia
1990 Desarrollo de la caficultura en los departamentos de Cauca y Nariño.
Bogotá: Cenicafé - Centro de Documentación.
1992 “El desarrollo de la caficultura en el Cauca”. En: Ensayos sobre Economía
Cafetera, pp 133-147. Bogotá: Federación Nacional de Cafeteros.
Corredor, Carlos
2015 Identidad Maciceña, Territorio y Vida Digna: El “lugar” del Comité de
Integración del Macizo Colombiano –CIMA, Universidad del Cauca.
Chalarca, José
1987 El Café en la Vida de Colombia. Bogotá: Federación Nacional de
Cafeteros de Colombia.

187
Cafeteros del Macizo Colombiano

Díaz, Miguel
2000 ‘El desarrollo rural y el medio ambiente en las últimas décadas:
dos pasos atrás y uno adelante’. Ponencia presentada a la Pontificia
Universidad Javeriana Seminario Internacional. Bogotá.
Dicum, Gregory y Nina Luttinger
1999 The Coffee Book. Anatomy of an industry from crop to the last drop.
New York: The New Press.
División Técnica de la Seguridad Social Campesina y Ministerio del Trabajo
1957 Cauca. Sus modalidades geográficas, económicas y sociales como
factores de planeamiento para la adopción de un régimen de seguridad
social rural. Bogotá: Talleres de Litografía ARCO.
Domínguez Ossa, Camilo; Augusto Javier Gómez López y Guido Barona Becerra
(eds.)
1996 Geografía Física y Política de la Confederación Granadina. Estado del
Cauca: Territorio del Caquetá. Bogotá: Fondo José Celestino Mutis,
Fen-Colombia.
El Liberal
1938a Prohibido el cultivo de la coca, deben ser destruidas las plantaciones
existentes en terrenos nacionales y comunales. Martes de 18 de
octubre, p. 6. 1940a Colombia enviará café a Finlandia. Domingo, 14
de enero, p. 5.
1938b Se inaugura el 3 de agosto el puente sobre el río Guachicono. p. 1,6.
1940a La ayuda de Colombia a Finlandia. Jueves 18 de enero, p. 2.
1940b La región del sur necesita de una gran atención para sus obras públicas.
Varios conceptos sobre el reportaje del ingeniero jefe del departamento.
10 de abril, p. 2.
1941 Una campaña pro consumo del café se inicia ahora - Lujoso programa
de música nacional habrá esta noche por la radiodifusora del gobierno
- Tinto Gratis se distribuirá esta noche en algunos cafés. Miércoles, 19
de febrero, p. 1 y última.
El Tiempo
2002a Gobierno y cafeteros definieron bases de acuerdo para los próximos
cuatro años, 2 de septiembre.
2002b No dejar morir el Café (editorial). Lunes 26 de agosto.
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia –Fedecafé–
1969 Manual del Cafetero Colombiano. Bogotá: Bedout.
1987 El Cultivo del Café. Bogotá: Federación Nacional de Cafeteros de
Colombia.
Ferrater, José
1994 Diccionario de Filosofía,volumen I. Barcelona: Ariel.
Greiff, Jorge Arias de y Elizabeth Reichel
1987 Etno-astronomías Americanas. Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia.

188
Referencias citadas

Henman, Anthony
1978 Mama Coca. London: Hassle Free Press.
Hoyos, José Luis.
1937 La Industria cafetera. Bogotá: Ospina.
Instituto de Relaciones Europeas y Latinoaméricas –IRELA–
1993 El Grupo Andino y la Unión Europea: ¿Hacia un fortalecimiento de los
vínculos? Dossier (47).
Jiménez, Margarita y Sandra Sideri
1985 Historia del Desarrollo Regional en Colombia. Bogotá: CIDER, Fondo
Editorial CEREC.
Junguito, Roberto y Diego Pizano (comp.)
1991 Producción de café en Colombia. Bogotá: Fedesarrollo, Fondo Cultural
Cafetero.
Jurado, Nicolás
1957 Historia Agrícola. Origen del cultivo del café en los varios departamentos
del país. Agricultura Tropical. 13 (5): 326-334.
Legrand, Catherine
1988 Frontier Expansion and Peasants Protest in Colombia, 1850-1936.
Albuquerque: University of New México Press.
Ministerio de Hacienda y Crédito Público
2002 Memorias de Hacienda 2001-2002. Segunda Edición CD-ROM: Julio -
2002. Bogotá: Ministerio de Hacienda y Crédito Público.
Mintz, Sidney
1985 Sweetness and Power. The Place of Sugar in Modern History.
Harmondsworth: Penguin.
Monsalve, Diego
1927 Colombia cafetera. Barcelona: Artes Gráficas.
Moreno, Carmen y Julio Mora
2000 ‘Las nuevas percepciones del desarrollo rural’. Ponencia presentada a
la Pontificia Universidad Javeriana. Seminario Internacional. Bogotá
Nieto, Luis Eduardo
1975 El Café en la Sociedad Colombiana. Bogotá: Ediciones Tiempo Presente.
Ocampo, José Antonio
1989a “La consolidación de la industria cafetera, 1930-1958”. En: Tirado Mejía,
Álvaro et. al. Nueva Historia de Colombia. Economía, Café, Industria.
Tomo V, pp 233-262. Bogotá: Planeta.
1989b Los orígenes de la Industria cafetera, 1830-1929. En: Tirado Mejía,
Álvaro et. al., Nueva Historia de Colombia. Economía, Café, Industria.
Tomo V, pp 213-232. Bogotá: Planeta.
Palacios, Marco
2002 El Café en Colombia. 1850-1970. Una historia económica, social y
política. Bogotá: El Colegio de México, Planeta, Uniandes.

189
Cafeteros del Macizo Colombiano

Pardo, Carlos
1984 ‘Relaciones de Poder en la Producción del Café’. Trabajo de grado.
Departamento de Antropología. Universidad del Cauca.
Parsons, James Jerome
1968 Antioqueño colonization in Western Colombia. Berkeley: University of
California Press.
Pendergrast, Mark
2002 El Café. Historia de la Semilla que cambió al Mundo. Traducción de
Elsa Mateo. Buenos Aires: Javier Vergara Editor.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD–
1993 ‘Cooperación para el Desarrollo en Colombia’. Informe 1991. Santa
Fe de Bogotá: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD).
Portal, Marta
1970 El Maíz: Grano Sagrado de América. Madrid: Ediciones de Cultura
Hispánica.
Posada, Jaime
1980 ‘Café Minifundio y Atraso en Piendamó’. Trabajo de grado. Departameno
de Antropología, Universidad del Cauca.
Ramírez, Luis Fernando et al.
2002 El Café, Capital Social Estratégico. Informe Final a la Comisión de
Ajuste de la Institucionalidad Cafetera. Bogotá: Federación Nacional
de Cafeteros - Minhacienda.
RAE –Real Academia Española–
2001 Diccionario de la Lengua Española, volumen X. España: Mateu Cromo.
Artes Gráficas.
Red de Información Cafetera
2002 a En la primera versión, participaron 39 grupos de productores
2002b Se inició en Colombia el Concurso de Calidad de Café Espresso más
importante del mundo. Bogotá: Federación Nacional de Cafeteros de
Colombia.
Revista Cromos
La negra y sutil bebida. 1920. Sábado, 20 de marzo.
Roseberry, William; Lowell Gudmundson y Mario Samper Kutschbach
1995 Coffee, Society, and Power in Latin America. Baltimore, London: Johns
Hopkins University Press.
Safford, F.R.
1965 ‘Commerce and Enterprise in Central Colombia. 1821-1870’. Tesis doctoral.
Columbia University.
Santos, Juan Manuel
1989 El café desde el Frente Nacional. En: Tirado Mejía, Álvaro et. al. Nueva
Historia de Colombia. Economía, Café, Industria, Tomo V. pp 263-294.
Bogotá: Planeta.

190
Referencias citadas

Stella, Alain
1997 The Book of Coffee. Traducción de L. Guiney. Paris y New York:
Flammarion.
Tocancipá-Falla, Jairo
1998 Coca, campesinos y contextos de modernización en el Cauca Andino.
En: M. L. Sotomayor (ed.), Identidad, Modernidad y Desarrollo,
pp 173-185. Bogotá: Colciencias, Ministerio de Cultura, Instituto
Colombiano de Antropología (ICAN).
2001 Región y Mundos Campesinos. En: Barona, Guido y Cristóbal Gnecco
Valencia (eds.), Territorios Posibles, Volumen I, pp 373-390. Popayán:
Universidad del Cauca.
2003 Café & Coca: Ciclos de crisis y oportunidades. Manizales: Universidad
de Caldas.
2005 De la nata y el ripio´. Drinking coffee, Changes and social notions of
quality in Colombia. Archaeologial Review from Cambridge. 20 (2):
118-136.
2006 “Cafés en la ‘ciudad blanca’: identidad, crisis cafetera y el restablecimiento
del orden social en Colombia” Revista Estudios Sociales, 25 (Diciembre):
67-79, Universidad de los Andes.
2011 “Cafés in Colombia: socio-political and cultural forms of Representation
at the turn of the century” International Social Science Journal, 61,
Unesco, 421-432.
Topik, Steven
2000 “Coffee”. En: Kiple, Kenneth y Kriemhild Coneè (eds.), The Cambridge
World History of Food, volume one, pp 641-653. Cambridge: Cambridge
University Press.
Unicauca –Universidad del Cauca–
1990 Impacto de la Industria cafetera y la Federación en el desarrollo
socioeconómico del departamento del Cauca. Popayán: Universidad
del Cauca, Federación de Cafeteros.
Valencia, Alonso
1993 Empresarios y Políticos en el Estado Soberano del Cauca, 1860-1895.
Cali: Facultad de Humanidades, Universidad del Valle.
Vargas, Ricardo
2005 Narcotráfico, Guerra y Política Antidrogas. Una perspectiva sobre las
drogas en el conflicto armado colombiano. Bogotá: Acción Andina
Colombia, Oxfam Netherlands.
Vélez, Juan Carlos; Esther Cecilia Montoya y Carlos Oliveros
1999 Estudio de Tiempos y Movimientos para el mejoramiento de la cosecha
manual del café. Chinchiná: Centro Nacional de Investigaciones de
Café “Pedro Uribe Mejía” –Cenicafé–.
Vidart, Daniel
1991 Coca, cocales y coqueros en América Andina. Bogotá: Editorial Nueva
America.

191
Cafeteros del Macizo Colombiano

Weinberg, Bennett Alan, and Bonnie K. Bealer


2001 The World of Caffeine: The Science and Culture of the world’s most
popular drug. New York; London: Routledge.
Whiteford, Andrew
1963 Popayán y Querétaro. Comparación de sus clases sociales. Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Sociología.

192
Se utilizó fuente ITC Garamond Std a 10,5 pts, papel propal libro beige de 70 grs
páginas interiores, papel propalcote de 220 gr. para la carátula.

Este Libro se terminó de imprimir en Popayán,


en septiembre de 2013.

También podría gustarte