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EL PENSAMIENTO COMPLEJO COMO ESTRATEGIA

Carlos Jesús Delgado Díaz

Pensando en mis estudiantes de postgrado escribo…

La investigación que se realiza desde la ciencia tiene antecedentes de tipo general en

la curiosidad de los seres humanos y otras especies, y en la vida cotidiana donde para

reproducir el proceso de vida, los seres humanos tenemos necesidad de formular

preguntas e investigar en busca de respuestas. Pero con antecedentes de cualquier

naturaleza, no basta. Es completamente equivocado suponer que la investigación

que se realiza desde la academia científica coincida o siga las reglas de la indagación

que se realiza en la vida cotidiana. Existen diferencias importantes en las cualidades

de los procesos en una y otra, y es conveniente que quienes se aproximan a la

investigación desde el reconocimiento de la complejidad e intentan asumir el desafío

que esta representa, lo tomen plenamente en consideración.

El concepto de ciencia puede ser entendido en sentido estricto, denotando en

lo fundamental a las ciencias experimentales y formales donde existe un aparato

consolidado, metodológico y lógico (por lo general matematizado), para la

demostración experimental, la argumentación y la demostración, según se requiera.

También se utiliza en un sentido más amplio, para incluir otros campos del saber,

como es el caso de las ciencias sociales y las humanidades, donde no se alcanza el

mismo nivel de demostración experimental, y donde en consecuencia, la

argumentación y la demostración tienen otro carácter, menos sujeto a la prueba

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empírica o experimental. En algún momento el positivismo supuso que todas las

ramas del saber deberían alcanzar el conocimiento en aquella forma y en base a

aquellos procedimientos propios de las ciencias experimentales. En ese sentido para

Augusto Comte, la física fue el ideal de ciencia a seguir.

Con el paso del tiempo se ha venido reconociendo que el ideal positivista era

erróneo, e incapaz de reconocer la diversidad de formas de construcción de los

conocimientos humanos. Sin que sea un asunto que podamos considerar

completamente superado, o digno de ser abandonado al olvido, optamos en estas

reflexiones por referirnos a ciencia, en el sentido más amplio que hemos

mencionado. Podemos considerar todas esas actividades como ciencias, además,

porque a pesar de las diferencias notables en las formas en que se construye el

conocimiento en campos distantes como la lógica o la ciencia política, se cuenta con

la comunidad que ofrece en todas ellas, la atención a las cuestiones epistemológicas,

a la construcción metodológica, y la opción por la teoría como el tipo de sistema de

ideas que intentan construir. Estos son tres elementos clave a considerar si se

pretende construir conocimiento científico.

La investigación desde una perspectiva compleja puede servir o no al

cambio en la vida cotidiana, pero no es investigación que se realiza desde

ni con las reglas de la vida cotidiana: debe aspirar a ser investigación

científica

La vida cotidiana y la ciencia tienen ciertamente algo en común que las acerca: lo que

podemos denominar el “toque del objeto”, o la objetivación como procedimiento

base contra el cual se “miden” los resultados cognoscitivos. La actividad

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instrumental que se observa en algunas especies biológicas, incluidos mamíferos y

aves, está en la base de ese “toque de objeto”, de esa capacidad de objetivar, de

convertir en objeto, aquello sobre lo que se indaga. El toque de objeto, como aquel

propio del rey Midas que convertía todo lo que tocaba en oro, permite un

distanciamiento entre el productor y el producto, lo que facilita el ejercicio crítico

sobre las producciones cognoscitivas.

En la vida cotidiana humana y en la actividad de algunas especies animales,

la “objetivación” resulta de lo que podríamos denominar un procedimiento general

de prueba y error, es decir, no se separa de la actividad misma, está inserta en ella, y

es por eso indistinguible. Se pasa por alto completamente, con frecuencia, que ese

proceso general de objetivación, implícito o inseparable de la actividad como tal,

porta también una cierta comunidad. Quiere decir esto, que no es completa o

absolutamente individual, se realiza en un conjunto de individuos biológicos, o en

una comunidad humana, donde esa experiencia se extiende a otros individuos,

mediante la comunicación y el aprendizaje. Aunque es un proceso implícito,

inseparable de la actividad que desenvuelven los individuos, no es completa y

absolutamente individual, pues trasciende al grupo.

Podría decirse que incluso en el nivel de la vida cotidiana de los seres

humanos, no se trata de un proceso de prueba y error absoluto, pues la indagación

tiene un carácter parcialmente sistemático. Pero la diferencia fundamental entre

vida cotidiana y ciencia como productoras de conocimientos, se encuentra en el valor

que se atribuye o tiene en cada una de ellas el nuevo conocimiento. Mientras la vida

cotidiana se propone reproducir la vida y trabaja con lo conocido, actividades como

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la ciencia se proponen obtener nuevo conocimiento, y se orientan a lo desconocido.

Para llegar a lo desconocido es necesario trazar el camino y dejar huella de él. Es una

manera sencilla de acercarnos al problema del método. La ciencia lo necesita,

precisamente, porque trabaja con lo desconocido y se orienta a la producción de

nuevos conocimientos.

La mejora de los conocimientos propios de la vida cotidiana implica

innovación, pero la innovación no es su signo distintivo: lo es la conservación. En ese

sentido la vida cotidiana es más conservadora que innovadora, pues se propone

reproducir un nivel alcanzado: el de la vida cotidiana donde se desenvuelven esos

sujetos.

Se ilustra con bastante claridad lo anterior, en el hecho de que, aunque

hablamos de la vida cotidiana en general, no existe el sujeto de la vida cotidiana en

general, sino el sujeto de esta o aquella vida cotidiana. Ese sujeto suele llamarse ser

humano “común”. Sin embargo, el más competente sujeto de la vida cotidiana en la

antigua babilonia no es en absoluto un competente sujeto de la vida cotidiana de

inicios del siglo XXI, y viceversa, tampoco nosotros podríamos ser sujetos

competentes de la vida cotidiana en la antigua babilonia. ¿Por qué? Porque para ser

sujetos de la vida cotidiana X se necesita el aprendizaje del nivel de conocimientos,

hábitos y costumbres de esa vida cotidiana X. Lo que es conocido, lo conocido, el

conocimiento establecido y reconocido socialmente en X es al que aspira el sujeto de

una vida cotidiana X.

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Por esas razones, el sujeto de la vida cotidiana, por más ilustrado que sea, es

incapaz, en ese nivel de actividad, de producir un conocimiento que tenga el nivel de

argumentación y consolidación en su construcción, propio de la ciencia.

El trabajo de construcción de conocimientos desde la perspectiva del

pensamiento complejo, no se ubica en el nivel del conocimiento cotidiano, sino en el

del conocimiento científico. Se intenta desde las posturas críticas de la complejidad

y el pensamiento complejo, aportar a la construcción teórica y a la argumentación y

fundamentación de conocimientos, no de una vida cotidiana X, sino de un cierto

grado de constitución de conocimientos científicos. Cuando esto se olvida, se

comenten graves errores, se descuidan los presupuestos epistemológicos y

metodológicos de la investigación, y el conocimiento que se obtiene, carece de

suficiente argumentación. Lo anterior se manifiesta con relativa frecuencia en los

estudiantes que se acercan al pensamiento complejo y los estudios de la complejidad,

en busca de alternativas críticas, sin valorar debidamente, que son efectivamente

alternativas críticas, pero no desde la vida cotidiana, sino desde el pensamiento

científico. Para mantenerse en ese nivel de análisis, se requiere prestar atención a

cuestiones epistemológicas y de método.

Investigar desde una perspectiva compleja demanda atención a las

cuestiones epistemológicas

La escuela historicista en filosofía de la ciencia mostró que la ciencia no es una

construcción estricta y reducible a dos niveles, empírico y teórico. La formulación

por Lakatos del programa de investigación, o el paradigma en Kuhn, son dos

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conceptos que intentaron dar cuenta de la existencia de un tercer nivel en la

estructura de la ciencia.

El reconocimiento de la existencia del nivel paradigmático fue un resultado

importante para entender dentro de qué marcos o límites se generan los

conocimientos científicos. Pero con el paso del tiempo, el concepto paradigma se ha

universalizado tanto, que ha sido devuelto a la condición de término de la vida

cotidiana, y se le encuentra en el argot cotidiano. Las confusiones que esto genera

son mayúsculas, pues de un concepto con valor dentro de una construcción teórica,

ha pasado a ser una especie de “muletilla” o palabra cómoda y repetida, que se ha

privado de un contenido específico. Termina muchas veces enunciando no más que

ideas dominantes y pasajeras dentro de un área de actividad. Por ejemplo, cuando se

hace referencia a un paradigma de mercadotecnia, o de diseño.

Conceptos como paradigma, ideales de racionalidad, gran paradigma de

occidente [que es el resultado de la reelaboración por Edgar Morin del concepto de

paradigma (1992, pp. 216-244), para comprender las bases de algunos fenómenos

culturales, y de dominación] no deberían invocarse a la ligera al modo de consignas

o credos políticos o ideológicos. Estos conceptos deberían servir de fundamento para

el análisis de las bases ideales sobre las que se realiza la construcción de

conocimientos, es decir, las bases epistemológicas en que se sustenta un

pensamiento complejo, a diferencia de un pensamiento simplificador.

El análisis de esas bases debe producir, entre otros muchos resultados, la

elaboración de una postura precisa en la investigación con respecto al llamado

“método científico”, la verdad, la pertinencia y validez, el fundamento de los

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conocimientos que se producen. El debate de cuestiones epistemológicas es

necesario a cualquier estudio elaborado desde una perspectiva compleja, pues la

diferencia en la generación de nuevo conocimiento que se pretende realizar tiene una

de sus bases más importantes precisamente en el planteamiento epistemológico de

partida. La diferencia entre una perspectiva compleja y una simplificadora parte de

que se asumen presupuestos epistemológicos diferentes. Para esas distinciones

conceptos como ideal de racionalidad pueden ser más valiosos que paradigma, que

es un concepto de menor generalidad. (Delgado, 2007)

Los debates metodológicos, por su parte, se inscriben dentro de la opción

epistemológica que les antecede, y por eso no necesariamente significan la negación

de metodologías y metódicas que fueron probadas y de utilidad en el pasado. Nunca

en la investigación se trasladan acríticamente las metodologías y metódicas, y lo

mismo ocurre con respecto a la investigación que asume una perspectiva compleja.

El error consiste en este caso en particular, en asumir una postura de negación de

todo lo anterior en materia de metodología y metódica, sobre la base de que la

diferencia epistemológica es radical. Pero esa diferencia, por radical que sea, no

excluye la posibilidad de re adopción crítica de lo que ya ha sido fundamentado y

resultó de utilidad con anterioridad.

Entre los jóvenes y no tan jóvenes que intentan la crítica epistemológica a la

ciencia clásica y al “método científico”, se encuentran ejemplos frecuentes de una

especie de maniqueísmo o movimiento pendular hacia una crítica de la ciencia que

es a la vez renuncia a la validez de sus métodos. Se incurre así en un importante error,

pues la crítica epistemológica se suplanta por una crítica metodológica.

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En El método 3, Morin insiste en la diferencia que existe entre las cuestiones

de método y la metodología.

¿Es preciso recordar aquí que la palabra «método) en absoluto significa

metodología?

Las metodologías son guías a priori que programan las

investigaciones, mientras que el método que se desprende de nuestra

andadura será una ayuda a la estrategia (la cual comprenderá

útilmente, es cierto, segmentos programados, aunque necesariamente

comportará el descubrimiento y la innovación).

El fin del método, aquí, es ayudar a pensar por uno mismo para

responder al desafío de la complejidad de los problemas. Los dos

primeros volúmenes de El Método ya comprendían en sí el problema

del conocimiento del conocimiento. Al tratar el conocimiento físico y el

conocimiento biológico, ya abordaban la física del conocimiento (El

Método 1) y la biología del conocimiento (El Método 2). Aun más,

ambos constituían un esfuerzo hacia un conocimiento de segundo

grado. De este modo, los títulos la Naturaleza de la naturaleza y la

Vida de la vida, constituyen juegos de palabras que expresan la

voluntad de unir el primer nivel de los conocimientos, el de las ciencias

referidas a los «objetos» físicos y biológicos, a un segundo nivel

reflexivo sobre los conceptos e ideas de estas ciencias. El Conocimiento

del conocimiento es un título que nos conduce al nucleus mismo de

nuestra empresa reflexiva enfrentándonos a esta paradoja clave: el

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operador del conocimiento debe convertirse al mismo tiempo en

objeto del conocimiento. (p. 36)

Investigar desde el pensamiento complejo demanda atención a la validez

de las metodologías probadas previamente

Seguramente se podrá discutir acerca de la pertinencia de un concepto como

“método científico” en el sentido de que no existe ningún procedimiento

metodológico universal válido en cualquier área de investigación, que pudiéramos

denominar así. Podríamos por este camino demandar mayor precisión, y si de lo que

se está hablando como diferencia entre ciencia y vida cotidiana es de la existencia del

experimento como método, reclamar que se le llame más exactamente “método

científico experimental”. Pero incluso en este último caso estaríamos cometiendo un

error, pues habremos sustituido la discusión epistemológica por una discusión

metodológica.

Cuando se invoca el método científico, no se entra en una discusión

metodológica pues no se reclama la existencia de un método que pudiéramos seguir

a pie juntillas en cualquier investigación que realicemos. Lo que se invoca es la

diferencia radical entre la ciencia y la no ciencia, la existencia de un modo específico

y propio de la ciencia que otras formas de producción o construcción de

conocimientos no tienen. Ese es el asunto de la discusión epistemológica, pues lo que

se está reclamando es de ámbito o rango epistemológico, es decir, sobre el tipo de

conocimiento que se produce, no sobre la metodología con la cual se produce.

La discusión se puede traducir correctamente al ámbito metodológico. Lo

hacemos cuando entramos a precisar los rasgos de los métodos, por ejemplo la

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experimentación, su tipología, las adecuaciones necesarias en este o aquel campo o

investigación, etcétera.

Se comete un error importante cuando no se reconoce el carácter

epistemológico de la discusión, pues se termina suponiendo que una postura de

pensamiento complejo debería asumir el rechazo a la ciencia en general, al rigor

científico y metodológico, al lenguaje riguroso y al control del proceso del

conocimiento, propios de la ciencia.

La discusión epistemológica es relevante además, con respecto al diálogo de

saberes, pues como hemos mostrado en una investigación anterior (Delgado, 2012),

en la base del método científico está la revolución Copernicana, que aportó su tesis

primaria que asegura la primacía del conocimiento científico sobre otras formas de

construcción de conocimiento, en base a la existencia de criterios de fundamentación

y verificación validados dentro de la propia ciencia. Esto a su vez, sirve al proceso de

identificación y superación del autoengaño y los errores.

En una palabra, garantiza que la ciencia pueda tomar derroteros

propios para identificar los errores, las ilusiones y los autoengaños,

para producir conocimientos que no son, ni pretenden ser, infalibles,

pero que han sido exhaustivamente fundamentados, y que serán

sometidos de forma sistemática a comprobación y corrección. (p. 166)

Pero la revolución Copernicana tiene una tesis derivada, que se asume culturalmente

y deslegitima al resto de los saberes humanos. Si la tesis primaria afirma que la

ciencia se basta a sí misma para producir conocimiento válido, la tesis derivada priva

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de validez al resto de los saberes. Si se asumen ambas tesis, no es posible el diálogo

de saberes. Este es otro caso de debate epistemológico, no metodológico.

Por tanto, la postura epistemológica que se asume desde el pensamiento

complejo para una ampliación de los conocimientos, un reconocimiento de la

diversidad de formas de producción de conocimientos por los seres humanos, no es

equivalente a una negación de la ciencia, sus métodos, o negación de la validez de la

tesis primaria de la revolución Copernicana. Por el contrario, desde una perspectiva

compleja es imprescindible el acercamiento a las metodologías, el escrutinio de los

métodos y la selección argumentada de cuáles y en qué condiciones deben ser

utilizados.

La investigación desde el pensamiento complejo debe transitar de las

discusiones epistemológicas a las metodológicas en busca de la

consolidación de vías de investigación que le sean propias

Para el pensamiento complejo no son solo importantes las cuestiones de método en

el sentido de cuestiones epistemológicas relativas a la dirección general de la

investigación. No son menos relevantes las cuestiones metodológicas, es decir, las

relativas a los métodos específicos que pueden transferirse de investigaciones

previas, de un campo a otro, o que requieren reelaboración y reconfiguración para

ser utilizados, o que se elaboren como dispositivos nuevos. También son relevantes

las cuestiones de metódica, es decir, las cuestiones que conciernen a órdenes más o

menos cerrados dentro de una investigación, que pueden ser estudiados mediante

una técnica conocida y probada, o mediante una secuencia de acciones, o un

procedimiento de reducción que permita recabar información, filtrarla, etc.

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Las cuestiones de metódica no son cuestione menores. Al considerarlas

superficialmente se corre el riesgo de obtener como descubrimiento nuevo en una

investigación, lo que no es más que el redescubrimiento del “agua tibia”, es decir,

llegar como resultado a lo obvio, repetir errores, o desviar el proceso de investigación

hacia resultados poco consistentes o inconsistentes.

Pensamiento complejo: ¿estrategia o programa?

Cuando analiza las entidades vivientes en el segundo tomo de El Método (p.263-

265), Edgar Morin distingue procesos estables que responden a inscripciones que se

desenvuelven por los seres vivientes, porque están inscritas en ellos como

programas, y procesos también estables, pero que responden a la variabilidad del

entorno y se reconstruyen para que el ente viviente pueda desplegar respuestas

diferentes ante situaciones nuevas. Programa y estrategia se presentan como modos

de responder a situaciones diferentes, y tienen utilidad para el organismo en sus

relaciones con el entorno, tanto para reestructurarse internamente, como para

producir otras formas de respuesta. Las diferencias entre programa y estrategia

deberían ser tomadas en consideración por quienes pretendemos investigar desde el

pensamiento complejo, pues el pensamiento complejo es, en sí mismo, una

estrategia para pensar el cambio que tiene lugar en lo estudiado y su entorno, por lo

que se aviene más a una estrategia que a un programa.

La investigación puede asumirse como programa, “inscribirse” por

adelantado y desenvolverse de acuerdo a una secuencia de instrucciones

preestablecida. Casi siempre así ocurre con la investigación que se propone la

solución de tareas, cuyo marco de solución ya ha sido establecido por la teoría de

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manera más general. La secuencia, de probada efectividad en el pasado, augura éxito

en el uso por venir. No obstante, en la posible garantía de éxito se encierra la

posibilidad de fracaso. Entendida como programa, la investigación será viable en su

realización siempre que pague un triple precio: se limitará a la solución de tareas, no

de problemas concebidos como completamente nuevos; su eficacia dependerá de que

el entorno permanezca estable; y sus resultados darán cuenta de un mundo

simplificado. Es obvio que vivimos en un mundo cambiante y su fluir demanda que

la construcción de la investigación no sea semejante a un programa cerrado.

La investigación puede asumirse como estrategia, reconocerse abierta al

entorno y sus cambios, concebirse cambiante ella misma, capaz de construirse,

deconstruirse y reconstruirse “en función de los eventos, alea, contra efectos” (p.264).

Atendiendo a estas diferencias, queda claro que una investigación pensada

desde una perspectiva compleja no debería desechar la construcción de programas,

pero debería mantenerlos subordinados a los problemas.

La diferencia entre programa y estrategia es básica para comprender el

trabajo metodológico que debe realizar una investigación concebida desde una

perspectiva de pensamiento complejo y complejidad.

El programa («lo que está inscrito por adelantado») es un conjunto de

instrucciones codificadas que, cuando aparecen las condiciones específicas

de su ejecución, permiten el desencadenamiento, el control, el mandato por

un aparato de secuencias de operaciones definidas y coordenadas para llegar

a un resultado determinado.

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La estrategia, como el programa, comporta el desencadenamiento de

secuencias de operaciones coordinadas. Pero, a diferencia del programa,

ésta no solo se funda en las decisiones iniciales de desencadenamiento, sino

también en decisiones sucesivas, tomadas en función de la evolución de la

situación, lo que puede entrañar modificaciones en la cadena, incluso en la

naturaleza de las operaciones previstas. Dicho de otro modo, la estrategia se

construye, se reconstruye en función de los eventos, alea, contra efectos,

reacciones que perturban la acción en juego. La estrategia supone la aptitud

para emprender una acción en la incertidumbre y para integrar la

incertidumbre en la conducta de la acción. Es decir, que la estrategia necesita

competencia e iniciativa. (pp.263-264)

Así, la investigación desarrollada desde una perspectiva compleja debería semejarse

más a una opción estratégica, que considere el entorno y su variabilidad, la iniciativa

y la incertidumbre.

Algunas recomendaciones básicas

Tara Bravazon (2010) publicó una guía con los 10 consejos que consideró debería

seguir un estudiante de doctorado si desea fracasar en la escritura de su tesis. La

evidente ironía del texto no menoscaba la relevancia de su contenido, pues el

estudiante de doctorado suele cometer errores básicos que conciernen a la ausencia

de elementos primarios que definen la profesionalidad de una investigación. La

autora no revela problemas relativos a los contenidos de las investigaciones, sino se

concentra en cuestiones de oficio, en ausencias notables relativas al modo de hacer

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propio de la ciencia, el manejo de la información y la presentación de los resultados.

Relaciona las diez recomendaciones siguientes:

1. Envíe una bibliografía incompleta y con deficiente formato.

2. Utilice frases tales como “algunos académicos”, o “toda la bibliografía”, sin

aportar referencias.

3. Escriba una síntesis que no comience con la frase “mi contribución original

al conocimiento es…”

4. Complete la bibliografía con referencias a blogs, periodismo en línea y

libros de texto.

5. Utilice el discurso, la ideología, el significante, el significado, la

interpelación, el postmodernismo, el estructuralismo, el

postestructuralismo o la deconstrucción, sin leer las obras completas de

Foucault, Althusser, Saussure, Baudrillard o Derrida.

6. Asuma que algo que usted hace es nuevo porque usted no ha leído

suficiente como para saber que un académico escribió un libro sobre esto

hace 20 años.

7. Deje errores de ortografía en el texto.

8. Haga que el tema de la tesis sea demasiado grande.

9. Escriba una breve, apresurada y básica exégesis.

10. Envía la tesis con una breve introducción o conclusión.

Muchos de los errores que se mencionan en estas recomendaciones responden a

situaciones descritas ampliamente en Day (2005), un libro que debería ser de

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cabecera para quienes investigan; y efectivamente, ellas evidencian ausencias

formativas importantes.

De modo semejante, podríamos recomendar para garantizar el fracaso de una

investigación desarrollada supuestamente desde el pensamiento complejo, que el

estudiante:

1. Confunda y trate como iguales los asuntos epistemológicos y los asuntos

metodológicos.

2. Coloque la investigación que realiza en la lógica de una indagación propia

de la vida cotidiana. Acerque el nivel de su reflexión al del lenguaje común

y la vida cotidiana.

3. Rechace por igual la epistemología en que se basa la ciencia clásica, y los

métodos y metódicas que conservan su validez y aportación al rigor de

cualquier investigación.

4. Confunda la crítica al exceso de cuantificación y la fragmentación de los

conocimientos, con el abandono de los métodos cuantitativos y el registro

sistemático y concienzudo de los datos primarios.

5. Considere el pensamiento complejo una postura contraria a la ciencia.

6. Use metáforas, recurra a la narrativa, y olvídese completamente de la

diversidad de formas discursivas, y la relevancia de los conceptos para

expresar los conocimientos.

7. Seleccione arbitrariamente la bibliografía, no realice ni organice revisión

bibliográfica previa, sino seleccione la bibliografía en base a “lo disponible”,

“lo recomendado”, lo “leído”, lo que circula y está de “moda”.

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8. Descuide la estructura metodológica de su investigación, no correlacione

hipótesis, objetivos, tareas científicas con resultados y conclusiones. Evite

el recurso “burocrático” que se llama protocolo de investigación, y

especialmente dentro del protocolo, el cronograma de trabajo.

9. Salte a conclusiones, aunque no tenga más fundamento que indicios

insignificantes y suposiciones generales.

10. El diálogo de saberes es su salvación, asúmalo de forma acrítica, como

mezcla ecléctica de todo lo que se presente. No distinga las condiciones de

posibilidad y las fronteras del diálogo de saberes, simplemente, declárelo.

10. Asuma el pensamiento complejo como receta, programa, ideología y

discurso, no como una estrategia para pensar en contexto.

Si adopta estas recomendaciones, le garantizamos el fracaso.

Bibliografía

Bravazon, Tara (2010). How not to write a PhD thesis


https://www.timeshighereducation.com/news/how-not-to-write-a-phd-

thesis/410208.article ; http://lantern.humanities.manchester.ac.uk/?p=59

Day, Robert A. (2005). Cómo escribir y publicar trabajos científicos. [Publicación

Científica y Técnica No. 598, 2005] Washington: OPS.

Delgado Díaz, Carlos Jesús (2010). Diálogo de saberes para una reforma del

pensamiento y la enseñanza en América Latina: Morin, Potter, Freire. Estudios, 93,

vol. VIII, verano 2010, pp. 23-44.

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Delgado Díaz, Carlos Jesús (2007). Hacia un nuevo saber. La bioética en la

revolución contemporánea del saber. La Habana: Acuario.

Delgado Díaz, Carlos Jesús (2012). Conocimiento, conocimientos, diálogo de

saberes. En Valdés Rodríguez, Félix. La filosofía en su tiempo histórico. La

Habana: Cuadernos del Ruth [no. 10, pp. 159-180].

Morin, E. (2002). El método 2. La vida de la vida. [Quinta edición]. Madrid:

Cátedra.

Morin, E. (1992). El método 4. Las ideas. Madrid: Cátedra.

Morin, E. (1999). El método 3. El conocimiento del conocimiento. Libro Primero.

Antropología del conocimiento. [Tercera Edición]. Madrid: Cátedra.

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