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*El autor agradece a Todd Eisenstadt, Rafael Aguirre, Armando Palacios, Francisco Sar-
miento, Melissa Ovalle, Diego de la Mora, Helios Becerril e Isaac Arteaga por su ayuda
y útiles comentarios y a Mony de Swaan y Juan Molinar por permitir el uso de su Indice
de Concentración de Poder. Aunque el autor es un funcionario público mexicano, las
opiniones aquí expresadas son estrictamente suyas y no reflejan las posiciones de ningún
organismo público.
Mexican Studies/Estudios Mexicanos Vol. 22, Issue 1, Invierno 2006, páginas 175-204. ISSN 0742-
9797 ISSN electrónico 1533-8320. 2006 por The Regents of the University of California. Todos los
derechos reservados. Por favor, dirija todas las solicitudes de permiso para fotocopiar o reproducir
el contenido del artículo a través del sitio web de Derechos y Permisos de Uni- versity of California
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176Mexican Studies/Estudios Mexicanos
50 por ciento más uno de los escaños pero menos del 60 por ciento; 3) Congreso de
primera minoría: si un partido tiene el mayor número de escaños pero no tiene el 50 por
ciento más uno del total de escaños; y 4) Gobierno dividido: cuando un partido distinto
al del gobernador controla la legislatura.
dan más voz al electorado para elegir a sus candidatos preferidos. Sin
embargo, las primarias también han sido criticadas, ya que abren la
puerta a que "extraños" consigan las candidaturas de los partidos, y
también tienden a aumentar el coste y la duración de las campañas.
Otra pauta digna de mención es que los candidatos perdedores a la
gubernatura en contiendas reñidas ya no se consideran "patos cojos",
pues incluso pueden tener posibilidades de competir como candidatos
punteros en las siguientes elecciones. Este fue el caso de Natividad
González Paras, el candidato del PRI que perdió la gubernatura de
Nuevo León en 1997, pero que volvió a ser nominado en 2002. En esa
ocasión ganó la gubernatura. Esta estrategia ya fue utilizada por el PAN
en Chihuahua (1986-1992) con Francisco Barrio, y en Guanajuato
(1991-1997) con Vicente Fox. En resumen, a medida que el nivel
electoral subnacional se vuelve más competitivo, también aumenta el
tiempo de que disponen los políticos locales para avanzar en sus
carreras, y perder unas elecciones ya no es el final de una carrera
política.
Hay una tendencia que se ha vuelto cada vez más importante para
las pruebas de los gobernadores. Una vez que se produce la alternancia
en el poder, el marco de la siguiente campaña electoral local tiende a
concentrarse en las cuestiones locales, más que en las nacionales. Así,
la actuación del gobernador en ejercicio puede convertirse en el factor
más crítico en las evaluaciones retrospectivas de los votantes. Como
demuestra Mizrahi (1999), Chihuahua ayuda a ilustrar cuándo y por qué
es importante un buen rendimiento administrativo. Además, a medida
que la política se centra más en lo local, también aumenta la
participación electoral. Las elecciones intermedias de 2003 ofrecen un
ejemplo. Mientras que en 2003 la participación a nivel nacional fue la
más baja de las últimas cuatro elecciones (42 por ciento), los estados
con elecciones federales concurrentes alcanzaron una participación del
54 por ciento, 12 puntos por encima de la media nacional. Por lo tanto,
podemos concluir que la gente está empezando a mostrar más interés
en las elecciones que no se basan en cuestiones nacionales. La política
local es cada vez más importante para los votantes. La gente tiene más
incentivos para votar cuando están en juego cuestiones locales que
afectan directamente a sus vidas.
Una vez que la competitividad electoral a nivel subnacional se ha
establecido como norma, los gobiernos estatales y municipales
responden mejor a las necesidades de sus electores y se preocupan
menos por estrechar los lazos políticos con el centro. Sin embargo, la
importancia de subrayar la independencia local frente al centro tiene
consecuencias políticas y económicas, como pone de manifiesto una
nueva investigación sobre los déficits presupuestarios estatales en
México. Según Velázquez, los estados donde los gobernadores tienen
un "llamativo perfil local" (en otras palabras, gobernadores cuyas
carreras políticas se basan enteramente en la periferia) poseían im-
balances sustancialmente más altos, ya que tienen que responder más
activamente a las necesidades de sus electorados (Velázquez 2000).
Esto podría generar futuros problemas de gestión macroeconómica
nacional.
10. Los gobernadores amenazaron con devolver al Gobierno Federal a todos los
presos que purgaban condena por delitos federales en cárceles estatales. Sin embargo,
estaba fuera de lugar liberar a los presos puesto que ya habían sido condenados.
Además, los gobernadores no tienen potestad para liberar a los presos condenados
por delitos federales, pero sí para trasladarlos a recintos o cárceles federales.
11. Pablo Salazar tomó posesión como gobernador de Chiapas en diciembre de
2000, tras encabezar una coalición sin precedentes entre el PAN, el PRD y otros cinco
partidos. Esta alianza fue decisiva para derrotar al PRI en uno de sus bastiones
tradicionales. Sin embargo, poco después de tomar posesión, y porque quería construir
una base amplia de apoyo ciudadano que traspasara las diferentes líneas partidistas,
Pablo Salazar declaró su independencia de las organizaciones que le apoyaron en las
elecciones. Se trata de una estrategia poco habitual, ya que la mayoría de los
gobernadores elegidos mediante una coalición de varios partidos tarde o temprano eligen
a uno de los partidos y se adhieren a él.
15. Para más información sobre estas primeras convenciones, véase Courchene,
Díaz-Cayeros y Webb (2000:123-25).
16. Esta cifra resulta de la división del gasto de los estados y mu- nicipios por el
gasto primario total del sector público. Sin embargo, si sólo tomamos en cuenta los
ingresos federales por impuestos (excluyendo los subsidios del petróleo y otras empresas
estatales), el cambio es más marcado: en 1993 43 por ciento de estos ingresos se
transferían a los estados y municipios, mientras que en 2003, esa misma cifra creció a 70
por ciento (Presi- dencia de la República 2004, 240-45).
de gobierno para dar una nueva y mejor forma al pacto federal. Los
acuerdos y propuestas de la convención abarcaron una amplia gama de
temas: gasto público, ingresos, deuda pública, patrimonio público,
simplificación administrativa, esquemas intergubernamentales de trabajo
compartido y cooperación, y rendición de cuentas y supervisión fiscal.
La Convención fue un foro político necesario. No cabe duda de que
una nueva estructura fiscal descentralizada podría reportar importantes
beneficios a los municipios, los estados y el conjunto de la economía
nacional. Como ya se ha mencionado, actualmente el gobierno federal
recauda hasta el 97% del total de los impuestos recaudados en el país.
Pero los retos a los que se enfrenta la reforma de la actual estructura
fiscal son grandes.
A medida que evolucionaban los debates, se hizo evidente que
mejorar el sistema fiscal es mucho más complicado que simplemente
ceder las competencias tributarias del gobierno central a los gobiernos
locales. En primer lugar, aunque siempre es deseable obtener más
transferencias del gobierno federal, no todos los estados están
preparados administrativamente para imponer nuevos impuestos o
recaudar los que actualmente están en manos del ejecutivo nacional.
Además, aunque todos los estados estuvieran preparados, existen
importantes disparidades entre sus bases de ingresos fiscales que
requieren el uso de mecanismos redistributivos. Por ello, uno de los
mayores retos para los estados -y para el ejecutivo y el legislativo
nacionales- es encontrar un nuevo equilibrio entre mecanismos
compensatorios que beneficien a los estados más pobres y nuevos
incentivos para recompensar a aquellos estados que realicen esfuerzos
locales significativos para recaudar más ingresos. Además, desde un
punto de vista político, aun cuando pudieran lograrse mejoras
generales de la eficiencia, los cambios en la organización fiscal actual
podrían implicar costes indeseables para los nuevos gobiernos
subnacionales, ya que cada gobernador sabe que es impopular
aumentar la base impositiva o simplemente recaudar más impuestos.
Por lo tanto, cada ejecutivo estatal tiene el incentivo de pasar la pelota
en este asunto. 17
En agosto de 2004 finalizó la Convención Nacional Hacendaria,
con más de 350 propuestas aceptadas por unanimidad. Sin embargo, no
hubo un consenso total sobre cómo llevar a cabo una revisión completa
del sistema fiscal que pudiera generar un aumento sustancial de los
ingresos para las administraciones nacional y locales. Al final, los
gobernantes y el presidente acordaron que el ejecutivo nacional
enviaría el presupuesto anual de 2005 a la cámara baja del Congreso
con una propuesta para asignar el 2% del IVA a los estados y el 1% a
los municipios. También acordaron incluir en este paquete un meca
17. Este panorama puede complicarse aún más si se tienen en cuenta los intereses
creados entre importantes actores políticos que trascienden las fronteras estatales. Entre
ellos destacan los sindicatos de profesores, cuyas nóminas y "prebendas" proceden, a
través de los estados, de fondos federales. (Merino 2003: 359).
18. Estos son, según las actas de la convención, y en línea con lo que la CONAGO
ha venido propugnando, la seguridad pública, el medio ambiente, la salud, la educación, el
comercio y el desarrollo económico y social (Véase DecLara7oria FinaL 2004: 84).
19. Un informe de Fitch publicado en 2004 señala claramente que, a nivel
nacional, México proporciona información sobre políticas fiscales y monetarias que
cumplen las normas internacionales de transparencia. Sin embargo, este informe también
menciona que a nivel estatal, la transparencia de la política fiscal sigue siendo deficiente.
(Fitch Ratings 2004:1). Las áreas ambiguas en el proceso de presupuestación y gasto
abarcan diversos temas, desde los salarios de los servidores públicos hasta el uso de
fondos federales destinados a los municipios.
Conclusiones
La competitividad electoral es una condición necesaria, pero no la única,
para reavivar el pacto federal. Como señala Eleazar (1987), el
federalismo es un mecanismo complejo que requiere un equilibrio
adecuado entre autogobierno y
en la persona del general Díaz. La Revolución Mexicana destruyó esta estructura, pero el
sistema político que la sustituyó (basado en el sistema de partido hegemónico gobernado
por el presiente) también estaba muy centralizado.
Anexo 1: Metodología
del Índice de Concentración de Poder
La metodología para construir el Índice de Concentración de Poder fue
ideada por Mony de Swaan y Juan Molinar (2002) de acuerdo con la
siguiente fórmula:
Yx=F[(.5P)+(.225D)+(.05CLL)] + ( Ei[(.5Gi)+(.5Li)] + (Mi(Pmi)
Dónde:
Y=Grado de concentración del poder político y económico del
partido en el poder durante el año x.
F= Número de recursos asignados al ejecutivo frente a los poderes
legislativo y judicial en porcentaje del presupuesto total anual.
P=Variable ficticia que señala si el PRI tiene el control de la presidencia.
Referencias: