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Predica; 13 Agosto 2023

EXISTEN FRACTURAS ESPIRITUALES QUE NOS AFECTAN
Es común hablar de lo complicado que es la vida. La vida no es fácil, es una
oración muy común por todas partes, y solo hay dos opciones a escoger:
Obedecer a Dios u obedecer al mundo. Fue Jesús mismo quien nos dijo que hay dos y
solo dos puertas y solo dos caminos en la vida: (Mateo 7:13-14) “13 Entrad por la
puerta estrecha; Porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la
perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y
angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Y Jesús nos
exhorta: (Lucas 13:23-24) “23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y
ÉL les dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; Porque os digo que muchos
procurarán entrar, y no podrán”. Tenemos que aprender a edificar nuestras vidas,
obedeciendo la Palabra de Dios.
Quiero hablarles acerca de las fracturas; Que cuando pensamos en fracturas,
nuestra mente inmediatamente pensamos en huesos rotos, no podríamos pensar
que un ALMA que es espiritual pudiera sufrir alguna fractura, pero estas fracturas son
mucho más frecuentes, que las fracturas óseas, y lo podemos comprobar diariamente en
nuestras vidas en el presente, cuando podemos comprobar en las “emociones” que han
formado “sentimientos negativos”, y no vamos a ir muy lejos, porque estoy
seguro que en tu propia familia existen fracturas que nunca pudieron sanar.

Pero antes de ver las características de cada una de las fracturas, nuestro Padre
Celestial por medio de Santiago inicia esta sección con una exhortación.
(Santiago 3:13) “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena
conducta sus obras en sabia mansedumbre”. Esta es una pregunta de autoexamen,
que por medio del apóstol Pablo nos dice: (1 Corintios 11:28-31) “28 Por tanto,
pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. 29 Porque el
que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para
sí. 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos
duermen. 31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos
juzgados”. En pocas palabras si alguien entiende que es sabio y con
entendimiento entonces demuéstrelo con una buena conducta para que se
manifieste con humildad o mansedumbre que proviene de la Sabiduría de lo Alto.
La sabiduría no es primeramente intelectual sino práctica. El sabio no es sabio
porque sabe mucho sino porque sabe cómo aplicar su conocimiento a la realidad
de la vida. Es una sabiduría que se ve por la vida que esa persona lleva. La
sabiduría la demuestra por tener una conducta buena según la revelación Divina.
En una vida que se caracteriza por la humildad o la mansedumbre.
El propósito de esta predicación enseñanza es que podamos aprender a gestionarlas
para que puedan desaparecer con mayor rapidez. En las Sagradas Escrituras nos
mencionan tres importantes fracturas en nuestra alma, que producen diferentes
sentimientos: (Santiago 3:15-17) “15 porque esta sabiduría no es la que desciende
de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. 16 Porque donde hay celos y
contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. 17 Pero la sabiduría que es
de lo ALTO es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de
misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía”. Lo primero que
necesitamos a la hora de gestionar este tipo de sentimientos es conocerlos para

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poder aceptarlos y poder pasar a un sentimiento positivo. En este Versículo 15,

menciona tres importantes fracturas que tenemos que reconocer para aprender a
gestionar estos sentimientos negativos.
1) Dentro de los sentimientos terrenales más significativos son 14: Molestia, enojo,
preocupación, incertidumbre, tristeza, frustración, miedo, angustia, ansiedad,
desanimo, soledad, impaciencia, impotencia, y enfado.
2) Dentro de los sentimientos animales más significativos son 4: Rencor, odio, celos, y
envidia.
3) Dentro de los sentimientos diabólicos más significativos son 2: Rabia, y venganza.

Debemos de entender que en el mundo tendremos aflicciones, pero de todas ellas

nos librará Dios. Comprender que a pesar de las dificultades no estamos
vencidos. (Proverbios 24:16) “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse;
Mas los impíos caerán en el mal”. Nos podemos preguntar: ¿Alguna vez hemos
sufrido una caída, una derrota y un fracaso? ¿Cuál fue nuestra actitud? ¿de
derrota? ¿de decir esto es imposible nunca lograré levantarme? Vamos a ver un
ejemplo en la vida del apóstol Pedro que es un vivo ejemplo de lo que es regresar
aun después de haber negado a Jesús no una, ni dos, sino tres veces, cuando él
mismo prometió nunca negar a Jesús (Mateo 26:35) “Pedro le dijo: Aunque me sea
necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo”. Muchas
veces quizás hicimos promesas que no pudimos cumplir y esto nos hace sentir de
la manera que Pedro se sintió después de haber negado a Jesús (Mateo 26:75)
“Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el
gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente”.

Después de haber fracasado en su promesa de seguir a Jesús hasta la muerte,

Pedro pudo cumplir con el propósito que Dios tenía para su vida, si hemos
fracasado en honrar a Dios, si le fallamos a alguien a quien decimos amar, pero
que si nos arrepentimos sinceramente nuestro Padre Celestial puede levantarnos
(Juan 21:15-17) “15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo:
Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me
amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le
dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te
amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”. En nuestra humanidad imperfecta es muy
común fallar y es muy común equivocarnos, pues son muy propias de nuestra
especie humana.

Tenemos otro ejemplo de caída, en la vida de Sansón, pero que se pudo levantar
después de haberse desviado de los planes de Jehová Dios, porque Sansón era un
hombre que había sido escogido por Dios desde el vientre de su madre para
liberar a su pueblo, su nombre en hebreo significa “Luz del Sol” (Jueces 13:5-7)
“5 Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza,
porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel
de mano de los filisteos. 6 Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón

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de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran
manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre. 7 Y me
dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas
vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde
su nacimiento hasta el día de su muerte”. Nuestro Padre Celestial, también tiene un
Plan Divino para cada uno de nosotros y quizás en más de una ocasión por
nuestras acciones pudiéramos habernos desviado, así como le sucedió a Sansón
que comenzó a hacer cosas desagradables hacia Dios al confesarle a una mujer
filistea el secreto de su fuerza (Jueces 16:17) “Le descubrió, pues, todo su corazón, y
le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; Porque soy nazareo de Dios desde el vientre de
mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos
los hombres”.

Si sientes que te caíste y te desviaste del propósito de Jehová Dios, si te

arrepientes y reconoces que hiciste mal, Dios puede levantarte de nuevo para
que lleves a cabo lo que Él tiene para ti (Jueces 16:28-31) “28 Entonces clamó
Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego,
solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis
dos ojos. 29 Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba
la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda
sobre la otra. 30 Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su
fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y
los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida. 31 Y
descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y le tomaron, y le llevaron, y le
sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel
veinte años”. Muchas veces nos pasan situaciones en la vida que nos hacen sentir
derribados y sentimos que hemos llegado al final y que ya no hay esperanza: una
separación, una pérdida familiar o material, una traición, la enfermedad y los
problemas en casa.

Tenemos otro ejemplo en la vida del rey David que experimentó en muchas
ocasiones un torbellino de emociones, entre ellas, angustia y tristeza. La
pregunta aquí es: ¿Qué le permitió a David seguir adelante? Confiar en que Dios
lo podía ayudar (1 Samuel 24:12-15) “12 Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme
de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti. 13 Como dice el proverbio de los antiguos:
De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no será contra ti. 14 ¿Tras quién ha
salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga? 15 Jehová,
pues, será juez, y ÉL juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me defienda de
tu mano”. Además, puso sus sentimientos por escrito. David era un hombre
creyente, por esta razón es que oraba frecuentemente.

Tenemos otro importante ejemplo en la vida de José y sus hermanos que nos
señalan caminos alternativos ante los conflictos de la vida. Una relación muy
compleja; La familia de Jacob posee todos los matices de una comunidad
disfuncional. (Génesis 35:22) “Aconteció que cuando moraba Israel en aquella tierra,
fue Rubén y durmió con Bilha la concubina de su padre; lo cual llegó a saber Israel.
Ahora bien, los hijos de Israel fueron doce”. Él repitió con sus hijos el mal que

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había padecido en su propia familia con su padre Isaac, Rebeca y su hermano

Esaú: Jacob amaba más a José y a Benjamín que a sus otros diez hijos (Génesis
37:3) “Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su
vejez; y le hizo una túnica de diversos colores”. Seguramente los 10 hermanos
mayores, percibiendo este trato preferencial de Jacob, sobre sus hijos menores
José y a Benjamín, lo supieron aprovechar para su propio beneficio. Porque por
ejemplo: José era bien “chismosito”, le llevaba «a su padre malos informes»
sobre sus hermanos mayores: (Génesis 37:2) “Esta es la historia de la familia de
Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos;
y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e
informaba José a su padre la mala fama de ellos”, lo que agitaba las tensiones en
las relaciones fraternas, nosotros lo conocemos como amarra-navajas. (Génesis
37:4) “Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le
aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente”. Todo lo que estaba sucediendo
en esta familia contiene todos los ingredientes necesarios para un intenso y
prolongado conflicto familiar. Por esta razón cuando José contó a sus hermanos
su primer sueño «ellos lo odiaron aún más» (Génesis 37:5) “Y soñó José un sueño,
y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía”. Siempre hay una
razón el por qué suceden las cosas…

Tanto veneno había penetrado en sus hermanos que, cuando la vida les propició
aquella inigualable oportunidad para deshacerse de su hermano José, no
titubearon en tramar su muerte (Génesis 37:20,21) “20 Ahora pues, venid, y
matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y
veremos qué será de sus sueños. 21 Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y
dijo: No lo matemos”. Tan solo la intervención de Rubén salvó la vida de José,
aunque terminaron vendiéndolo como esclavo a unos madianitas: (Génesis
37:28) “Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna,
y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a
José a Egipto”. Cuarenta y dos años después de haber vendido a su hermano,
seguían esperando el castigo tan temido.
Los hermanos de José seguramente pensaban que se habían sacado de encima
una insoportable carga. (Santiago 1:19,20) “19 Por esto, mis amados hermanos,
todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; 20 porque la ira
del hombre no obra la justicia de Dios”. Más bien, cuando el sol se pone sobre el
enojo abre la puerta para que el enemigo siembre y engendre muerte en el
corazón (Efesios 4:26–27) “26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre
vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo”. El primer revés lo sufrieron cuando
regresaron a casa y le contaron a su padre Jacob, la muerte del joven José; Pero
no consiguieron asegurarse del afecto que tanto anhelaban de parte de su padre.
(Génesis 37:34–35) “34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso cilicio sobre sus
lomos, y guardó luto por su hijo muchos días. 35 Y se levantaron todos sus hijos y todas
sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a
mi hijo hasta el Seol. Y lo lloró su padre”. Esta es la consecuencia menos dolorosa de
sus acciones.

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De muchísimo mayor peso resultaría el tormento interior con el cual los 10 vivirían durante
las próximas décadas. Una escena, ocurrida al menos veinticinco años después de la
trágica decisión de vender a su hermano, revela cuán profundamente los había afectado su
propia acción. Ya de regreso en Egipto los 10 hermanos mayores, para comprar alimentos,
José (a quien no habían reconocido aún) los interrogaba duramente acerca del robo de su
copa. (Génesis 42:21–23) “21 Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado
contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le
escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. 22 Entonces Rubén les
respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no
escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre. 23 Pero ellos no sabían que los
entendía José, porque había intérprete entre ellos”. A pesar de la bondad que José les
manifestó, luego del reencuentro, no consiguieron escapar de aquel asunto que
atormentaba sus almas.
Cuarenta y dos años después de haber vendido a su hermano, seguían esperando
el castigo tan temido. Así que, ante la muerte de Jacob, pensaron: (Génesis
50:15–16) “15 Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá
nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. 16 Y enviaron a
decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo”. Por no haber resuelto el
espíritu de venganza que los llevó a vender a José, continuaban viendo la vida a
través de aquella lente. José había dado amplias muestras de que no era
vengativo y, no obstante, ellos no podían escapar del espíritu que se había instalado
en sus corazones.

¡Toda una vida derrochada por no haber abierto sus corazones a la obra sanadora
de Dios! Vidas en contraste, de tormento y desconcierto de los hermanos se
muestra en fuerte contraste con la figura de José. Las Sagradas Escrituras no nos
provee mayores detalles acerca de su propio peregrinaje hacia la sanidad, pero
claramente podemos ver que la Presencia de Jehová Dios, en este conflicto
familias les trajo sanidad. (Génesis 39:2) “Mas Jehová estaba con José, y fue
varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio”. Sin conocer el proceso por
el que atravesó José, supongo que, sin duda, sostuvo una intensa batalla
personal contra la amargura, el odio y el rencor. (Génesis 39:21) “Pero Jehová
estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe
de la cárcel”. Nosotros como seres humanos no podemos superar semejante golpe
en nuestras fuerzas.

La invitación para sanar cualquier fractura en nuestra alma es esta, que el

Gigante Poderoso, Creador de todo lo que se ve y de lo que no se ve: (Salmo
55:22) “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al
justo”. El Gigante Poderoso, Jehová Dios de los Ejércitos envió a Su Hijo para
darnos esta invitación en Su Plan Divino, para aliviar todas nuestras fracturas de
nuestras almas: (Mateo 11:28) “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar”. Por supuesto que nuestro Padre Celestial nos ha dado
libertad para escoger lo que cada uno crea que le conviene, pero nuestras
fracturas espirituales de nuestras almas nadie la puede sanar, solo Jesucristo
nuestro Señor: (Juan 15:5-8) “5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis

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hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los
recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es
glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. El fruto que
nuestro Padre Celestial quiere de nosotros es que seamos una ofrenda viva, y en
obediencia para ÉL…

Predicador de la Doctrina de Cristo: Víctor R. Preciado Balderrama. Si usted no tiene la intención

de guardar esta hoja, tenga la amabilidad de entregarla a otra persona interesada. Para la
difusión gratuita entre cristianos, se permite fotocopiar esta hoja (por favor no cambiar el texto).

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