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Cats: Un desastroso intento, que no debió ocurrir para revivir el exitoso musical

de Andrew Lloyd Weber

Atención cinéfilos, dejen de buscar la peor película de 2018. Aquí está. Tenemos a una ganadora de

última hora. Cats se hunde en el fondo del año, y tal vez de la década. Ni siquiera la repugnante trilogía

de Michael Bay con las películas de Transformers puede igualarla. ¿Qué pasó? 

¿Cats no fue el exitoso musical que se presentó desde Brodway hasta Tokio? Sí, así fue. Pero en esta

versión en la pantalla grande y repleta de estrellas, dirigida por Tom Hooper (El discurso del rey, The

Outlaw Josey Wales), todo lo que debería funcionar sale terriblemente mal. El primer trailer se ganó

miles de burlas en redes sociales. La película completa, que es inerte de mal gusto, es muchísimo peor. 

La película está basada en Old Possum’s Book of Practical Cats, una colección de poemas que Eliot

escribió en 1939. La trama gira en torno a una noche en Londres cuando una tribu de gatos callejeros

llamados Jelicles organiza un show de talento para sorprender al juez Old Deuteronomy (Judi Dench, una

dama que merecía algo mejor). ¿El premio? el felino ganador iría al paraíso, y reencarnaría en una mejor

vida, seguramente una en la que esta película no exista. 

En Cats  se desperdician toneladas de talento. Sir Ian McKellan es Gus, el gato, del teatro, cantando

sobre la juventud que perdió; Idris Elba, es Macavity, el monstruo de la depravación; y -que Dios la

ayude- Taylor Swift es Bombalurina, su cómplice en el crimen. Hooper atrapa a los actores en una

burbuja sin vida y sinsalida en una película que apenas los deja respirar y desarrollar sus personajes, en

lugar de eso los disfraza con una maraña de pelo digital y un maquillaje muy extraño. 

El primer acto de los gatos es una advertencia del castigo que se avecina. Jeniffer Hudson, ganadora de
un Oscar con Dreamgirls, pretende que está trabajando en algo que vale la pena, ¡A eso, se le llama
actuacion! Hudson, interpretando a la glamurosa veterana llamada Grizabela, casi se revienta un pulmón
en la canción más memorable del musical, llamada Memory.  Si quieren disfrutar del original, con sus
momentos gloriosos, y eufóricos, escuchen la grabación de Betty Buckley quien ganó un Tony tras
participar en la versión de Broadway. Su versión de la canción si se queda en la memoria. El resto de la
película la querrán desvanecer en el olvido. Andy Blankenbuehler, el genio y coreógrafo de Hamilton, fue
el encargado de dirigir el baile en la tarima. Aunque su trabajo fuera impresionante, nunca lo sabremos
gracias a la maniática forma de cortar de Hooper, de planos generales a primeros planos, tan rápido que
el ojo humano no puede percibir la belleza del movimiento corporal y la coordinación. 
La suma de esos elementos tiene como resultado final una película con estrellas que se suben al

escenario, hacen su número y luego se desvanecen, sin trascendencia. Ahí está Rebel Wilson como

Jennyanydots, bailando con cucarachas. Ahí está James Corden, sobreactuado desde el primer minuto

como Bustopher Jones, el gato goloso y glotón. ¡Y miren! Ahí está Jason Derulo como el narcisista y

orgulloso Rum Tum Tugger. Finalmente, Laurie Davidson —el menos conocido como el mágico Mr.

Mistofeles y su acto es, de hecho, pasable. Son momentos breves y efímeros. 

Es una cinta que simplemente no debió ocurrir. La versión cinematográfica de Cats  es un fiasco y no le

llega a los talones a su versión original. Nadie mereció una tortura así. 

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