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COMENTARIO LITERARIO

EL ACONTECIMIENTO
ANNIE ERNAUX
TUSQUETS EDITORES AÑO 2022

La frialdad en la narrativa de Annie Ernaux es lo que más impacta.

A ratos nos parece una escritura despiadada, que no siente ni muestra pena o compasión
por nada, especialmente por ella misma. Incluso va a esquiar teniendo el problema
encima. Incomprensible para el lector.

Cierto que, se expresa con sencillez y claridad, se aleja de la emotividad relatando un


suceso de su vida que es complejo, una situación muy difícil de experimentar, de
enfrentar en especial en la juventud.

Su lenguaje es directo va a la vena, pero sin aplicación de recursos literarios solo los
imprescindibles para narrar como la correcta sintaxis y la puntuación.

Su narrativa carece de tacto, afecto, cariño, empatía, compasión, no tiene caretas,


disfraces, y por eso impacta su proceder ante los obstáculos.

Los hombres que forman parte de la narración oscilan entre la atracción morbosa, el
adoctrinamiento, la cobardía o el desentendimiento de su responsabilidad. Pero la autora
en esta etapa de su vida sí tuvo la ayuda, el apoyo de una serie de mujeres, algunas
incluso perfectas desconocidas, y dice: cuyo saber, gestos y eficaces decisiones me
ayudaron a superar, lo mejor posible, la prueba.
Esta es, como dice la propia Annie Ernaux, una historia de solidaridad femenina.

A ratos me ha recordado a Meursault, el héroe de la novela El extranjero de Albert


Camus, desde las primeras líneas del libro de Camus se advierte la glacial indiferencia
de Meursault para con el mundo que lo rodea, todo le parece irrelevante. En este caso,
parece que el hecho que la complica perteneciese a otra persona.

1
En lo personal no lo leería de nuevo.
Siempre será el lector quien tiene la última palabra.

FRAGMENTO

Sólo me interesaban las actividades físicas. Deseaba que al hacer un esfuerzo intenso o
caerme «aquello» se soltara, para, de ese modo, no tener que ir a ver a la mujer del
distrito XVII. Cuando Annick me prestaba sus esquís y sus botas, (yo no tenía dinero
suficiente para alquilarlos), me dejaba caer al suelo sin disimulo, creyendo estar
infligiendo al feto la sacudida que me libraría de él. Un día que P. y Annick se negaron
a seguir subiendo, continué la ascensión en compañía del único guía del Puy Jumel,
calzada con mis anchas botas de falso cuero, en las que se me metía toda la nieve.
Avanzaba con los ojos fijos en la cuesta, deslumbrada por el brillo de la nieve,
levantando las botas cada vez con mayor dificultad, y deseando una única cosa,
librarme del embrión. Estaba convencida de que tenía que alcanzar la cúspide y llegar
al límite de mis fuerzas para quitármelo de encima. Me extenuaba para matarlo en mi
interior.

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