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Procedimiento: APLICACIÓN GENERAL

Materia: INDEMNIZACIÓN DE PERJUICIOS POR ACCIDENTE DEL TRABAJO


DEMANDANTE 1: MARIA JOSE ESPINOZA HERNÁNDEZ
RUT: 17.785.862-5
DEMANDANTE 2: MARIA IGNACIA ESPINOZA HERNANDEZ
RUT: 19.485.248-7
DEMANDANTE 3: LORENA DENISE ESPINOZA SALINAS
RUT: 17.107.422-3
Abogado Patrocinante: MARIO CANDIA FALCON
RUT: 15.341.810-1
Domicilio: Badajoz 130, oficina 701, Las Condes
Demandado: JAIME ESCUTI DIAZ
RUT: 11.229.048-6
Domicilio: Pasaje 115 Nº3761, Lo Arrieta, comuna Peñalolén
________________________________________________________________________________________

EN LO PRINCIPAL: Demanda en Procedimiento de Aplicación General por Indemnización de daños directos


del trabajador por Accidente del Trabajo; EN EL PRIMER OTROSÍ: Solicita forma especial de notificación y
actos procesales; EN EL SEGUNDO OTROSÍ: Acompaña documentos; EN EL TERCER OTROSÍ: Acredita
personería; EN EL CUARTO OTROSÍ: Patrocinio y poder.

S. J. L. DEL TRABAJO DE SANTIAGO

MARIO CANDIA FALCON, abogado habilitado para el ejercicio de la profesión, RUT N° 15.341.810-
1, chileno, casado, en representación convencional, según se acreditará, de doña MARIA JOSE ESPINOZA
HERNÁNDEZ, chilena, soltera, dueña de casa, cédula nacional de identidad número 17.785.862-5; MARIA
IGNACIA ESPINOZA HERNANDEZ, chilena, soltera, dueña de casa, cédula nacional de identidad número
19.485.248-7; LORENA DENISE ESPINOZA SALINAS, chilena, soltera, administradora de seguros, cédula
nacional de identidad número 17.107.422-3; todos domiciliados para estos efectos en Badajoz 130, oficina
701, Las Condes; atendido el parentesco y la relación de familia habidas con el trabajador fallecido, don
JOSE AGUSTIN ESPINOZA BURGOS (Q.E.P.D.), cédula nacional de identidad N° 10.272.208-6, a V.S., con
el debido respeto digo:

Que, en la representación que invisto, ejerciendo ACTIO IURE HEREDITATIS, vengo en deducir, en
tiempo y forma, demanda en juicio laboral de aplicación general en contra de JAIME ESCUTI DIAZ, RUT
11.229.048-6, (en adelante, la demandada), ambos con domicilio para estos efectos en Pasaje 115 Nº 3761,
Lo Arrieta, comuna Peñalolén; a fin de que se declare la responsabilidad contractual de la demandada en el
accidente laboral con resultado de muerte sufrido por don JOSE AGUSTIN ESPINOZA BURGOS (Q.E.P.D.),
quien padre de mis representadas, según se acreditará; y que sea condenada al pago, por concepto de
indemnización de los perjuicios directos sufridos por el trabajador derivados del mencionado accidente, de
$250.000.000 (Doscientos cincuenta millones de pesos); o la suma que S.S. estime en justicia, todo en
consideración a los fundamentos de hecho y de derecho que, a continuación, paso a exponer:

I. CUESTIONES DE COMPETENCIA, CADUCIDAD Y PROCEDIMIENTO

1) Competencia

a) Respecto a la Materia

Acorde a la materia, corresponde que S.S. conozca de la causa conforme a lo dispuesto en la Ley
N° 21.018 y que modifica al artículo 420 letra a) y letra F) del Código del Trabajo, el cual señala que serán de
competencia de los Juzgados del Trabajo, “los juicios iniciados por el propio trabajador o sus causahabientes,
en que se pretenda hacer efectiva la responsabilidad contractual del empleador por los daños producidos
como consecuencia de accidentes del trabajo o enfermedades profesionales…”.

Lo anterior, por cuanto se plantea una controversia del incumplimiento por las demandadas de las
leyes laborales que regulaban la relación laboral y que ocasionaron el accidente del trabajador, el cual, a la
postre, le significó la muerte, pretendiendo consecuentemente con esta acción, que se haga efectiva la
responsabilidad contractual de la parte demandada, derivada del accidente en cuestión, condenándosele al
pago de las indemnizaciones que, en atención al mérito de autos, correspondan.

b) Respecto del territorio

Asimismo, conforme a lo previsto por el artículo 423 del mismo código y dado que la empresa
demandada tiene domicilio en la comuna de Santiago, el Tribunal del Trabajo de dicha ciudad es aquel
competente territorialmente para conocer de esta causa.

2) Caducidad y prescripción
En cuanto a la caducidad del artículo 168 del Código del Trabajo, cabe tener presente que, de
acuerdo a la naturaleza de la acción y fines que se persiguen con la misma, no se ha verificado vencimiento
de plazo alguno.

En cuanto a la prescripción, cabe señalar que el accidente tuvo lugar con fecha 05 de febrero del año
2021 y, por lo tanto, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 510 del Código del Trabajo y el artículo 69 de
la ley N°16.744, las indemnizaciones que se demandan no han verificado prescripción alguna para el cobro.

3) Procedimiento Aplicable

Invocamos el procedimiento de aplicación general, reglado en el artículo 446 y siguientes del Código
del Trabajo, pues se trata de una demanda que pretende la declaración de responsabilidad y pago de
indemnización que correspondan en razón del accidente laboral del trabajador con resultado de muerte, cuya
cuantía es superior a las indicadas en el artículo 496 del Código del Trabajo.

II. RELACIÓN LABORAL Y ANTECEDENTES DE LOS HECHOS

Contratación

Don JOSE AGUSTIN ESPINOZA BURGOS (Q.E.P.D.), inicia el 03 de febrero de 2021 la relación
laboral con la demandada, en los términos del artículo 7 del Código del Trabajo, prestando servicios mediante
un vínculo de subordinación y dependencia.

Funciones y Remuneración

La función para la cual fue contratado era la de “ayudante de maestro”, cumpliendo su función, en
específico, en un domicilio particular ubicado en calle Basel 4711, comuna de Lo Barnechea, y su
remuneración mensual, era la suma aproximada de $ 500.000.

Antecedentes del accidente

Con fecha 05 de febrero del presente año, alrededor de las 15:30 horas, el trabajador JOSE
AGUSTIN ESPINOZA BURGOS (Q.E.P.D.), cédula de identidad Nº10.272.208-6, se encontraba realizando
labores para su empleador, el demandado JAIME ESCUTI DIAZ, en la obra de construcción ubicada en la
comuna de Lo Barnechea, específicamente en calle Basel Nº 4711. En ese contexto, el señor Espinoza
(Q.E.P.D.), por instrucción de su empleador, se encontraba efectuando trabajos de construcción de una
ampliación en el segundo piso del inmueble referido, ejecutando en específico, labores de postura de
techumbre. Según el propio relato de testigos presenciales del accidente, en momentos en que un compañero
de trabajo le entregaba una viga de madera para su instalación, el señor Espinoza (Q.E.P.D.), quien al no
contar con los elementos de protección personal requeridos legalmente para trabajos en altura, pierde el
equilibrio y cae desde una altura de 5 metros aproximadamente.

En efecto, debido a la falta de medidas de seguridad y la nula fiscalización por parte de su


empleador, sumado a la inexistencia de capacitación para la realización de los trabajos encomendados y a la
carencia de protocolos de seguridad y rescate eficaz, el Sr. Espinoza (Q.E.P.D.) sufrió una caída,
ocasionándole graves lesiones y, consecuencialmente, su lamentable deceso, tras una triste agonía.

Es menester indicar a S.S. que, el Sr. Espinoza (Q.E.P.D.), no sólo no contaba con un contrato de
trabajo, sin especificación de funciones -lo que es gravísimo- sino que además, el empleador no entregó los
elementos de protección personal, tampoco coordinó una debida supervisión, ni mucho menos veló por
resguardar que sus trabajadores contaran con las debidas capacitaciones, ni dio cumplimiento al deber de
informar los riesgos que entrañaban las labores, por lo que a todas luces, el trabajador nunca debió estar
prestando aquellas funciones en la faena ya sindicada en tan precarias e inseguras condiciones.

En resumen, la culpa y/o negligencia es inexcusable por parte de sus superiores y es de tal
magnitud, ya que no existía supervisión directa de algún jefe de obra o faena, como tampoco había
prevencionista de riesgos alguno en el lugar. Así las cosas, no cabe duda que fue su empleador directo, quien
no habría entregado las condiciones adecuadas de seguridad, careciendo incluso, de algo tan
extremadamente sencillo como lo es el contar con los elementos de protección personal adecuados y exigidos
por la ley y la autoridad administrativa.

Lo descrito anteriormente, profundiza en lo impresentable de los hechos desde el punto de vista de la


seguridad y la falta de cuidado en la operación encomendada y rescate del trabajador accidentado, por parte
de su empleador Jaime Escuti Díaz, como por la cantidad de hechos infraccionales investigados por la
autoridad administrativa en torno a la seguridad de los trabajadores, cuestión que realmente impresiona.

Insistimos S.S., que de lo ya relatado, queda de manifiesto y deja en evidencia que no existía en el
lugar de los hechos, un supervisor o prevencionista de riesgo alguno monitoreando las labores, situación a lo
menos insólita, teniendo en consideración lo riesgoso de las labores encomendadas y el nivel de peligro
existente en actividades que digan relación con camiones de esta envergadura. En efecto, el trabajador
testigo de los hechos y compañero de trabajo del fallecido, don Manuel Abelardo Miranda Astudillo, tras
prestar las primeras atenciones a su compañero accidentado y malherido, no pudo hacer más nada, por no
contar -como es lógico- de conocimientos médicos y/o atención paramédica ni primeros auxilios.

Una vez ocurrido el accidente, testigos del accidente proceden a llamar a seguridad de la comuna de
Lo Barnechea, quienes concurren al lugar y entregan los primeros auxilios. Posteriormente, llega al lugar una
ambulancia y procede a trasladar al señor Espinoza (Q.E.P.D.) a la Clínica Las Condes, lugar donde,
aproximadamente a las 23:00 Hrs., pierde la vida.

Finalmente, es del todo razonable manifestar que, si la demandada hubiese dado estricto
cumplimiento a los protocolos de seguridad y a la supuesta planificación de las labores, velando de esta forma
por todas las medias de seguridad desde el inicio de las labores señaladas hasta las medidas adoptadas y la
reacción ante el desafortunado hecho acaecido, el Sr. Espinoza (Q.E.P.D.), se encontraría con vida,
disfrutando de su familia y de todo lo que, a la sazón, tenía.

III. LOS PERJUICIOS CAUSADOS POR LA DEMANDADA

Cabe hacer presente a S.S., que las relaciones familiares y afectivas que el Sr. Espinoza (Q.E.P.D.)
mantenía con la demandante de autos conforme a su parentesco, justifican no sólo la indemnización del daño
moral propio causado directamente al trabajador fallecido, cuya acción le ha sido transmitida por causa de
muerte mi representada, sino también las correspondientes al daño moral sufrido por la demandante, en
calidad de familiar directo e hija específicamente, indemnización que será solicitada mediante el ejercicio de la
respectiva acción, en la sede correspondiente.

Respecto a los perjuicios provocados por el actuar de la demandada, los antecedentes a considerar
son los siguientes:

Como ya se anticipara, el señor Espinoza (Q.E.P.D.), era padre de la demandante de autos,


trabajando constantemente y preocupado de la relación afectiva que los unía y de su responsabilidad para
con ella. En efecto, el trabajador fallecido formaba con mi representada una familia muy unida. Así las cosas,
la vida familiar entre ellos fue muy cercana; la demandante y testigos existentes en torno al presente caso,
son contestes al respecto y lo recuerdan habiendo tenido una vida muy feliz, disfrutando y compartiendo lo
que tenían y soportando unidos, las adversidades y necesidades, que por cierto, las había.

El Sr. Espinoza (Q.E.P.D.) era un joven trabajador de sólo 54 años, muy responsable, sin malas
intenciones, y siempre intentó esforzarse por dar lo mejor de sí para el bienestar de su familia, en especial sus
padres. Testigos en la etapa procesal correspondiente darán por acreditada la dedicación que el trabajador
fallecido entregaba a su familia; lo más importante, su máxima preocupación y su mayor orgullo y la
posibilidad de ver crecer a su hija y sus nietos y ver a la familia crecer, era su mayor anhelo y alegría en la
vida.

Por otro lado, debemos señalar a S.S., que el Sr. Espinoza (Q.E.P.D.) se encontraba viviendo
momentos de mucha alegría, debido a la estabilidad económica y a la posibilidad de trabajar de la cual
gozaba, razón por la cual se encontraba lleno de felicidad, según el relato de sus propios cercanos, familiares
y amigos, con la posibilidad cierta de sacar adelante a su familia y entregarles nuevas y mejores alternativas,
las mismas que él nunca tuvo.

Conforme a lo anterior, podemos con certeza señalar, que el terrible sufrimiento que padeció el Sr.
Espinoza (Q.E.P.D.), provocado a causa y consecuencia del negligente actuar de la demandada por la
irresponsabilidad de no dar cumplimiento al mandato legal de protección que recae sobre los empleadores,
generó que él perdiera la vida, no sin antes privarle de todos sus bienes inmateriales y de la alegría y la dicha
que el cariño de sus familiares y los sueños de ver a sus hijas realizarse, a sus futuros nietos y a la familia
crecer, generaban en él.

DAÑO MORAL

A raíz del accidente antes descrito, el señor Espinoza (Q.E.P.D.), quien fuera padre de la
demandante, según se detallará, ha perdido la vida debido a una negligencia inexcusable de la demandada
de autos. El lamentable, pero evitable accidente de marras, ha provocado en el trabajador, de tan sólo 54
años de edad, un Perjuicio de Sufrimiento, consistente en el inconmensurable dolor físico sufrido, producto
de la caída y los traumatismos que en gran parte de su cuerpo le generó el accidente, las lesiones sufridas y
la larga y tortuosa agonía con la posterior muerte provocada por la negligencia de la demandada de autos. En
efecto, es del todo evidente que una caída de altura como el de marras, genera un intenso dolor físico
producto de las lesiones al producirse el accidente, todas ellas acreditadas con el informe forense habido en
el caso; y mayor aun, considerando que el trabajador no fallece instantáneamente, sino que sobrevive a
éste y agoniza por largas horas. Evidentemente, un accidente como el de marras, en esas circunstancias,
sufriendo múltiples fracturas, numerosas contusiones, transcurriendo largo tiempo antes de recibir los
primeros auxilios, para terminar falleciendo por un TRAUMATISMO ABDOMINO-TORACICO, no sin antes
sufrir un intenso e incomparable dolor, lejos de su hogar y de sus seres queridos y en gran parte del tiempo
estando consciente de la gravedad de tus lesiones y del probable desenlace, hizo mayor el sufrimiento
durante aquella larga y dolorosa agonía.

Asimismo, el trabajador fallecido ha sido también víctima de un Perjuicio de Agrado, por cuanto el
accidente de marras le ha privado de diversas satisfacciones de orden social, mundano y familiares, de las
cuales siempre disfrutó, ya que, las cosas espirituales fueron la base de su relación con sus amigos y
familiares, donde el amor, el cariño, el respeto y la unidad, fueron la tónica y la receta del Sr. Espinoza
(Q.E.P.D.) para mantener la relación con su familia, con sus hijas y la gran cantidad de amigos y amistades
que el trabajador fallecido tenía.
Es indiscutible en el derecho chileno, la procedencia del daño moral causado cuando deriva de un
accidente laboral, En efecto el artículo 19 N° 1 y 4 de la Constitución Política, en relación con el artículo 69 de
la ley N°16.774, reconocen expresamente en derecho, tal clase de reparación. Pues bien, la lesión de los
intereses patrimoniales origina un daño patrimonial o material, en tanto que la lesión a los intereses extra
patrimoniales hace surgir un daño extra patrimonial o moral.

Se entiende por interés aquello que es útil por cualquier causa, aun cuando no sea pecuniariamente
evaluable, con tal que signifique un bien para el sujeto, o bien, satisfaga una necesidad o inhiba un dolor.
Como ya se indicara, la demandante actúa en calidad de familiar directo y causahabientes del señor Espinoza
(Q.E.P.D.) y por tanto, en el presente caso, el daño moral demandado y las demás indemnizaciones
establecidas por nuestro Ordenamiento Jurídico son una prestación inherente a la ley de accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales, atendida la relación laboral existente entre el familiar occiso de mi
representada y la demandada de autos y la relación contractual entre ellos; todos daños que, sin lugar a
dudas, deben ser indemnizados.

Como S.S. podrá apreciar, el grave accidente laboral que sufrió el señor Espinoza (Q.E.P.D.), generó
un tremendo e irreparable daño –el más grande de todos- en su persona, y un fuerte e imborrable dolor en
sus familiares e hijas sobrevivientes, debiendo ser ambos necesariamente indemnizados en sus respectivas
sedes. Al referirnos al daño moral sufrido, es el dolor y sufrimiento causado por el accidente laboral descrito y
los efectos y consecuencias del deceso ocasionado en el trabajador fallecido, cuya acción para reclamarlo ha
sido transmitida a sus causahabientes, demandantes en la presente causa.

Por lo anteriormente señalado, debe necesariamente el tribunal competente, conforme a las


máximas de la experiencia, a la lógica y prudencia, intentar determinar el daño sufrido por el trabajador
víctima, quien producto del siniestro provocado negligentemente por la demandada, debió soportar un terrible
dolor físico y un incalculable sufrimiento psicológico antes de que, debido a la gravedad de las lesiones,
perdiera la vida.

Lo anterior resulta incuantificable para el suscrito, por cuanto lo que se solicita a S.S., es intentar
determinar además, la angustia sufrida por el Sr. Espinoza (Q.E.P.D.), no sólo por aquel doloroso
padecimiento, sino también por la imposibilidad de despedirse de sus seres más queridos –los más
importantes- situación que, sin dudas, se constituye en un tremendo dolor, muy difícil de soportar.

IV. EL DERECHO

1.- LA RESPONSABILIDAD DE LA DEMANDADA


Conforme a los hechos antes señalados y a los informes evacuados por la autoridad tras las
investigaciones de rigor ante tan lamentable accidente, es evidente e incuestionable que la demandada es
responsable directa del accidente con resultado de muerte de marras, por no haber adoptado las medidas
suficientes para resguardar la salud, vida e integridad de sus trabajadores, más aun, atendido a los riesgos
conocidos que las labores en obras de construcción y trabajos en altura conllevan, todos hechos que ya se
encuentran confirmados con las indagaciones practicadas y que serán debidamente acreditados con la
documentación y el resto de las probanzas que se rendirán en la oportunidad procesal correspondiente.

Incumplimiento de la Obligación Legal de Seguridad.

El accidente del trabajador occiso, examinado en la presente causa, tuvo lugar con ocasión de las
omisiones culposas de la demandada, la cual infringió principalmente, la obligación legal de velar por la vida e
integridad de sus trabajadores, impuesta por el artículo 184 del Código del Trabajo. El Libro II del Código del
Trabajo, en su título “De la Protección de los Trabajadores” establece el deber de cuidado y regula la debida
protección que debe otorgar el empleador, estableciendo al efecto que “el empleador quedará obligado a
tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores,
manteniendo las condiciones adecuadas de higienes y seguridad en sus faenas, como también los
implementos necesarios, para prevenir accidentes y enfermedades profesionales”.

Por ende, el empleador está obligado a velar por la salud de sus trabajadores. La obligación de
proteger eficazmente la salud en sus labores de trabajo, bajo todos sus aspectos, es una de las
manifestaciones concretas del deber de protección del empleador y su cabal cumplimiento es de una
trascendencia superior a la de una simple obligación de una de las partes en un negocio jurídico. En efecto,
dicha obligación del empleador es fundamental, pues busca prevenir los riesgos profesionales, resguardando
así la vida y la salud de los trabajadores, materia de suma importancia tanto para ellos mismos, como para
sus familias y la sociedad en su conjunto.

La regulación del cumplimiento de este deber no queda dentro de la esfera de la autonomía de la


voluntad de las partes, ni menos aún a la decisión unilateral del empleador; dicha regulación comprende en
general, una serie de normas de derecho cuyo contenido, forma y extensión se encuentran establecidos
mediante normas de orden público, sin perjuicio de las otras normas adicionales de carácter convencional que
pudieran ser acordadas entre las partes.

El tenor gramatical del artículo 184, inciso 1 ° del Código del Trabajo, nos permite advertir que el
empleador tiene el deber de adoptar todas las medidas necesarias para proteger EFICAZMENTE la vida y la
salud de sus trabajadores. La palabra “eficazmente” empleada en la disposición legal citada, apunta a un
efecto de RESULTADO, pero fundamentalmente, debe considerársela referida a la magnitud de las
responsabilidad y acuciosidad con que el empleador debe dar cumplimiento a su obligación de prevención y
seguridad. En definitiva, cabe inferir una suma exigencia del legislador.

Por consiguiente, siendo la obligación de protección estatuida en el inciso 1° del artículo 184 del
Código del Trabajo, una obligación de la naturaleza del contrato, la cual además emana de la ley, de acuerdo
a lo dispuesto en el artículo 1556 de Código Civil, a propósito de las obligaciones contractuales: los contratos,
obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la
naturaleza de la obligación, o que por ley o la costumbre pertenece a ella, es así que el contrato de trabajo
impone obligaciones y crea derechos que nacen de la voluntad de las partes y que también emanan de la ley.
Aún más, el Código del Trabajo establece la irrenunciabilidad de tales derechos, circunstancias que confirman
que las leyes laborales deben entenderse incorporadas al contrato.

Tal y como se señalara, el contrato de trabajo, además de su contenido patrimonial, tiene un


importante contenido personal, en el que destacan básicamente el deber general de protección, por parte del
empleador y los de lealtad y fidelidad que pesan sobre los trabajadores. Por cierto, el deber general de
protección en todo ámbito del empleador comprende el deber de proteger la salud de sus trabajadores, lo cual
encierra una problemática adicional; no son de índole patrimonial, sino que son la propia vida, la integridad
física, psíquica y la salud de los trabajadores en general.

Atendido lo anteriormente expuesto y dada las circunstancias de que la ley N°16.744, especialmente
en su artículo 69, no determina el grado de culpa de que deben responder el empleador, es nuestra
Excelentísima Corte Suprema, la cual, en forma reiterada, ha concluido que éste es el propio de la culpa
levísima, es decir, la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso emplea en la administración
de sus negocios importantes (artículo 44 del Código Civil). Esta conclusión, a su vez, guarda consonancia con
la forma cómo debe interpretarse y aplicarse la norma anteriormente citada, contenida en el artículo 184 del
Código del Trabajo, lo que fluye de su texto, sentido y finalidad.

Acorde a los principios generales del Derecho del Trabajo y al imperativo social, este artículo,
específicamente su inciso 1°, debe interpretarse en sentido amplio, vale decir, que el empleador DEBE
adoptar TODAS las medidas necesarias para proteger eficazmente la vida y salud de los trabajadores.
Evidentemente, en el presente caso, la demandada no adoptó las medidas de protección exigidas por el
legislador, pues el fatal accidente tuvo su origen en la falta grave de normas, así como en la carencia de
resguardos y de medidas de seguridad para prevenir la ocurrencia de un siniestro como el sublite, toda vez
que, el trabajador afectado fue gravemente lesionado con ocasión de un accidente, provocado por actos y
decisiones imprudentes, situación que, en este tipo de labores, relacionadas con trabajos en construcción y
labores en altura, constituye una carencia inaudita y completamente inexplicable, lo que a la postre, le generó
al Sr. Espinoza (Q.E.P.D.) serias lesiones y, consecuencialmente, su lamentable deceso.

La obligación de seguridad analizada, hace responsables a las empresas en sede laboral, por
cuanto, en virtud de la culpa levísima de la cual responde, no se ha dado cumplimiento al elemental y principal
DEBER DE SEGURIDAD Y PROTECCION ALA VIDA DEL TRABAJADOR que le impone el artículo 184 del
Código del Trabajo, teniendo como consecuencia un fatal accidente, absolutamente previsible y evitable, del
que han sido víctimas no sólo el occiso, cuyos daños, por este acto, se solicita sean reparados, sino que
también los perjuicios provocados a sus familiares, todos emanados del accidente de marras y el posterior
resultado de muerte.

En el ámbito del derecho, diversos tratados internacionales, ratificados y vigentes en Chile,


contemplan dicha protección ejerciendo una fuerte defensa de estas garantías. En efecto, ellos han sido
incorporados en el derecho interno en virtud del artículo 5° inciso segundo de la carta fundamental, y
elevados por la misma a rango constitucional. Tal es el caso de la Declaración Internacional de Derechos
Humanos (Art. 12°); del Pacto de Derechos Civiles Políticos (Art. 17) y de la Convención Americana Sobre
Derechos Humanos (Art. 11).

Al respecto, cabe hacer mención que la Excelentísima Corte Suprema ha considerado en juicios
similares lo siguiente: “Que como aparece la demandada y lo consigna el juez de primer grado en el
considerando 18 de su fallo, la acción interpuesta por el actor se sustenta en el artículo 184 de Código
del Trabajo, que contempla como obligación esencial del contrato de trabajo, en lo que dice relación
con las obligaciones del empleador, el deber de este de prestar seguridad efectiva a sus trabajadores
que se traduce en proteger la vida y salud en el trabajo, en términos de impedir que se puedan
reportar daño por causa o por ocasión del mismo. El incumplimiento de esta obligación importa y
constituye una infracción contractual y hace responsable al empleador de las otras indemnizaciones a
que tengan derecho con arreglo a las disposiciones del derecho común, incluso el daño moral (….) no
debe confundirse indemnización que se demanda en el presente juicio con las prestaciones de la ley
16.744 el artículo 69 de la ley, hace compatible la prestaciones de la ley sobre accidentes laborales y
las indemnizaciones (otras), las que puedan reclamarse al empleador culpable del accidente.

“Que, ahora bien, el problema contractual del que se viene hablando, en presencia de una
enfermedad, como el que se trata en autos, pone el peso de la prueba de cargo del empleador del
demandante, para el caso de quien acuerdo con las reglas de la responsabilidad Civil (artículo 1547
del Código Civil), está agravado con una presunción de culpa que debe desvirtuar. Que corresponde,
pues, al empleador demandado desvanecer la presunción de culpa que pesa en él”. (Excma. Corte
Suprema, Sentencia de 2 de diciembre de 2003, rol N°4.142-03, en que se declaró inadmisible recurso de
casación de forma y rechazo el de fondo interpuesto en la contra de una sentencia de 26 de agosto de 2003,
rol N° 679-03, de la I. Corte de Apelaciones).

Infracciones Específicas a las Normas de Seguridad Cometidas

La obligación de prevenir accidentes y de seguridad que pesa sobre el empleador, se impone de los
artículos 66, 67 y 68 de la Ley N°16.744, reglamentado por el D.S. de Ministerio del Trabajo y Previsión Social
N° 40 de 1969, ello además de las prescripciones específicas de seguridad para la ejecución del trabajo que
se le había ordenado ejecutar al trabajador Sr. Espinoza (Q.E.P.D.) y las normas contenidas en el Código del
Trabajo relativa a la actividad propia que se desarrollaba en el presente caso.

Los mencionados conceptos de la Ley 16.744 apuntan a que en las empresas se logra una
“Conciencia de Seguridad”, dada la importancia que ella tiene para los diversos sectores referidos: los
trabajadores, sus familias, la propia institución y la comunidad.

Infracciones establecidas en los informes de la autoridad competente

Es del caso S.S., que la demandada de autos, sabía y no podía menos que saber, que la labor que
el trabajador occiso realizaba al momento del accidente, es en sí, una operación riesgosa, dada las
características especiales existentes, relativa a trabajos de construcción, con utilización de herramientas y
efectuando labores en altura, por lo tanto, reviste una mayor gravedad la actitud de descuido y pasividad de
mostrada frente al deber de cuidado que debió manifestar.

En relación a los informes de investigación que se elaboraron con ocasión del accidente de marras,
señalamos desde ya S.S., que estos serán acompañados e incorporados en autos, en la etapa procesal
pertinente, toda vez que dichos informes y su contenido, son decidores en la causa, en especial, lo
establecido en el Informe de la Seremía de Salud Metropolitana; documentos que permitieron conocer y
establecer las causas del accidente, así como la responsabilidad de la demandada en su producción, según
se indica a continuación:

ACTA N°227659, de fecha 08 de febrero de2021, SEREMIA DE SALUD METROPOLITANA

Esta institución, mediante el documento antes individualizado, referente a los hallazgos y deficiencias
constatadas, indicó lo siguiente:
1.- No cuenta con procedimiento de trabajo en altura, entregado a trabajador a través de una
capacitación;

2.- Accidentado no cuenta con examen físico para trabajo en altura;

3.- No cuenta con punto de sujeción o sustentación en el cual afianzarse con algún arnés de
seguridad;

4.- Falta de control y supervisión para uso de elementos de protección personal (arnés de
seguridad):

5.- No cuenta con matriz de identificación de peligros y evaluación de riesgos para las tareas
desarrolladas;

6.- Escala de madera fuera de norma, aumenta el riesgo de caídas…”.

A mayor abundamiento, los documentos contenidos en el FOLIO INVESTIGACION EXP2113240 /


D02, evacuado también por la Seremía de Salud Metropolitana, en su apartado CAUSAS DEL ACCIDENTE,
estableció lo siguiente:

- “Inexistencia de un programa de prevención de riesgos laborales en la empresa o incongruencia de


este con los riesgos presentes.

- No se han identificados los peligros y los riesgos no están evaluados.

- Inexistencia o deficiencias de Procedimiento de Trabajo Seguro (PTS) en la o las empresa (s) del
accidente.

- Sistema inexistente, inadecuado o mal aplicado de asignación de tareas.

- No identificación del/los peligros específicos y evaluación de los riesgos que han materializado el
accidente.

- Falta o deficiencias en los controles de salud. Ausencia/deficiencias de permisos y/o procedimientos


de trabajo en intervenciones peligrosas.

- Deficiente gestión en la selección y control de los EPP Ausencia o falla de supervisión (de métodos
de trabajo, usos de elementos seguridad, etc.).
- Trabajador no cuenta con capacitación o no ha sido informado sobre los riesgos a los que se
encuentra expuesto, las medidas preventivas y los métodos de trabajo correcto. Superficies de trabajo
inestables, frágiles o resbaladizas.

- Mecanismos y espacios de subida de personas inseguros (escaleras, escalas y ramplas). Manejo


manual de carga en condiciones inseguras”.

Estos hallazgos son claras muestras de las deficiencias que la empresa demandada adolece en sus
procedimientos y la falta de diligencia demostrada, las cuales incidieron directamente en el accidente de
marras, provocando las consecuencias fatales y los daños que se reclaman en el presente libelo.

Con todo, es evidente S.S. que los documentos citados anteriormente, dejan de manifiesto los
hechos negligentes y omisiones que han generado la responsabilidad de la demandada de autos;
documentos que evidencian las graves falencias e incumplimientos en los que se han incurrido, todo según
quedará acreditado en el presente caso, mediante los elementos probatorios que demuestran con claridad, la
concurrencia en la especie de todos y cada uno de los elementos de la responsabilidad demandada en este
libelo pretensor.

En efecto, son del todo evidente, además, las infracciones a las normas de prevención de riesgos
incurridas por la demandada, por cuanto incumplió obligaciones que, en su respectivo ámbito, le impone la ley
laboral y los reglamentos vigentes, sin adoptar las precauciones necesarias, aptas y eficaces, parta evitar
todo riesgo de accidente.

En ese sentido, nuestra jurisprudencia profesa que la apreciación de la culpa del infractor resulta
innecesaria, toda vez que proviene de la violación de una obligación determinada por una ley o norma
reglamentaria. Como enseña la doctrina clásica, cuando así ocurre, hay culpa por el solo hecho de que el
agente haya ejecutado el acto prohibido o no haya realizado el ordenado por la ley o el reglamento, pues ello
significa que omitió las medidas de prudencia o precaución que una u otro estimaron necesarias para evitar
un daño.

En el presente caso, y como se desprende de lo mencionado en el presente libelo, el cúmulo de


negligencias e imprudencias vulneraron cuerpos legales y reglamentarios vigentes para la ejecución de estos
trabajos, específicamente las disposiciones del Libro II del Código del Trabajo, la Ley N° 16.744 sobre
Accidentes de Trabajo, el Decreto Supremo N° 594 que aprueba el Reglamento sobre Condiciones Sanitarias
y Ambientales básicas de los lugares de trabajo y el Decreto Supremo N° 40, que aprueba el Reglamento de
Prevención de Riesgos Profesionales, entre otros. Lo anteriormente expuesto es elocuente y describe una
situación anómala y descuidada, que no merece mayor explicación.
Del Carácter Contractual de la Responsabilidad

El incumplimiento del artículo 184 del Código del Trabajo, en que incurrieron los demandados, da
origen a responsabilidad contractual, siendo en consecuencia, responsable de culpa levísima, por lo que su
obligación se resuelve en indemnizar los daños por su incumplimiento. Las normas que regulan dicha materia,
están contenidas en el artículo 19 N° 1 y 4 de la Constitución Política, en relación con los artículos
1.547,1.556 y 1.557 del Código Civil y el artículo 69 de la Ley N° 16.774, sobre accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales, entre otras.

Esta última disposición, de carácter especial, dispone que, mediando culpa de la entidad
empleadora, la víctima y las demás personas a quienes el accidente o enfermedad laboral les cause daño,
podrán reclamar al empleador responsable del mismo, también las otras indemnizaciones a que tenga
derecho con arreglo a las prescripciones del derecho común, incluso del daño moral. De esta forma, la
indemnización debería necesariamente cubrir el daño moral.

V. INDEMNIZACIONES QUE SE DEMANDAN

Daño Moral como Pretium Doloris

De conformidad con lo expresado precedentemente, tanto en los hechos como en el derecho, esta
parte demandante pretende la indemnización por el daño causado al trabajador fallecido, por el profundo dolor
y el sufrimiento padecido por él, según se ha expuesto a S.S. latamente en el presente libelo.

En dicho contexto, es de imperiosa necesidad tener en consideración que el “sufrimiento” es la vía a


través de la cual se canaliza y exterioriza el “dolor”. El “dolor” propiamente tal, se define por el Diccionario de
la Legua Española de la Real Academia, como “aquella sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo
por causa interior o exterior”, como también “un sentimiento, pena o congoja que se padece en el ánimo”.

En los hechos, desde el momento de la ocurrencia del accidente de autos, el Sr. Espinoza (Q.E.P.D.)
padeció un dolor indescriptible e inimaginable, producto de las lesiones y traumatismos que, con ocasión del
accidente de tránsito sufrió, hecho lamentable e imputable al actuar irresponsable de la demandada de autos,
quien tenía aquella obligación legal de resguardar su vida e integridad.

En efecto, según consta en los informes médicos y exámenes forenses habidos en la carpeta
investigativa llevada adelante por el Ministerio Público, el trabajador fallecido y padre de mis representadas,
sufrió las siguientes lesiones: “Tórax: fracturas de la 2° a la 6° costilla derechas y de la 2° a la 9°
izquierdas y del esternón en el 3° espacio, con hemotorax bilateral de 300 cc.; Pulmones:
“Multicontuso”; Hígado: parénquima con desgarro del lóbulo izquierdo; Bazo: con desgarro del polo
superior..”, entre otras serias lesiones.

A mayor abundamiento, cabe señalar que el “daño moral” ha sido definido por doña Carmen
Domínguez como “todo menoscabo de un bien no patrimonial o a un interés moral por quien se encontraba
obligado a respetarlo en virtud de un contrato o de otra fuente”. En este sentido nuestra jurisprudencia, desde
hace años, mantiene una concepción positiva del daño moral, entendida como “Pretium Doloris”,
identificando este perjuicio con el sufrimiento físico y psicológico que causa al perjudicado la lesión,
señalando el siguiente concepto: “Daño Moral es el dolor, la aflicción, el pesar que causa en los
sentimientos o afectos el hecho ilícito, ya sea en la víctima o en sus parientes más cercanos”.

Sin perjuicio de lo anterior, es evidente que no podemos hoy, limitar al daño moral sólo a aquello. En
efecto, conforme a la actual tendencia que ha experimentado el derecho en dicha materia, es necesario,
entender también como daño moral, cualquier atentado contra los derechos de la personalidad, como la honra
y la intimidad, el daño a la integridad física y psicológica de una persona natural, y el daño causado en el
perjuicio del gusto de vivir, o sea, la perdida de los goces de la vida o de sus satisfacciones que la persona
lesionada podía tender a esperar normalmente, todos bienes incalculables, que producto de la muerte del
trabajador, ha perdido en su totalidad.

Estimamos S.S. que no existe ningún perjuicio ni daño más grande que el provocado al trabajador en
estos autos, privándolo de absolutamente todo, incluyendo su existencia.

Indemnización por Daño Moral demandada

Considerando los daños sufridos por el trabajador fallecido, la gravedad del accidente laboral de
marras y sus fatales consecuencias imputables únicamente a la demandada, el dolor físico que las heridas le
provocaron y que extendió por un largo tiempo desde el accidente hasta su fallecimiento, sumado a su
relación de familia, a las hijas sobrevivientes que debió dejar intempestivamente y a sus familiares y amigos,
esta parte viene en solicitar a S.S., por concepto de daño moral, el pago de una suma total de $250.000.000
(Doscientos cincuenta millones de pesos) o la suma que S.S., sirva fijar en justicia, de acuerdo a la sana
crítica y al mérito de la causa.

Cabe hacer presente a S.S., que el monto demandado no corresponde a una cifra arbitraria o
antojadiza, sino que es consecuencia de un estudio jurisprudencial realizado en juicios sustanciados con
posterioridad a la reforma procesal laboral y con consecuencias similares, pudiendo señalar a modo de
ejemplo, la Causa RIT O 365-2017, caratulada “Diaz con Sociedad Contractual Minera El Abra”, del Juzgado
de Letras del Trabajo de la ciudad de Calama, el magistrado doña Marcela Solar Catalán, propone como base
para conciliar, un monto de $ 450.000.000.

Ahora bien, cabe agregar que, en cuanto al daño moral, debemos tener en cuenta que actualmente
rigen preceptos constitucionales que instan a la reparación integral del daño inferido a los derechos
fundamentales, en este caso, la integridad física y psíquica (Artículo 19 número 1 de la Constitución Política.).
A su vez, es evidente que no hay dinero que compense el dolor sufrido producto de un accidente tal, que
provoque una agonía anterior a la muerte y en ningún caso se pretende establecer un valor a su vida, sino
que, estimamos S.S. como un DEBER, el establecer la mínima reparación económica ante la gravedad de los
hechos ya latamente descritos, los cuales no constituyen, bajo interpretación alguna, un enriquecimiento para
los suscritos.

No debemos olvidar S.S., que el dolor físico existió en el presente caso y no cabe dudas al respecto,
pero por otro lado, el dolor psíquico y la amargura de no poder decir adiós a tus familiares y la preocupación
inmensa de saber que estas agonizando y que dejarás a tus hijas sin su padre, sin poder recibir sus cuidados,
su cariño, el afecto y la dedicación que necesitan, es un dolor inimaginable; siendo todos estos, daños
provocados por un accidente laboral que se produjo precisamente por el incumplimiento del deber de
protección y seguridad que debía cumplir las empresas demandadas; deber que, de haberse cumplido, el Sr.
Espinoza (Q.E.P.D.) se encontraría con vida y disfrutando de su familia y de sus seres queridos, como
siempre lo hizo. Nada podrá compensar su sufrimiento, nada lo traerá a la vida, nada le devolverá la
posibilidad de gozar de sus bienes. Sin embargo, la demandada debe responder por la responsabilidad que
les cabe por el accidente laboral que injusta y repentinamente le ocasionó la muerte al trabajador fallecido,
quien fuera padre de doña MARIA JOSE ESPINOZA HERNÁNDEZ, de doña MARIA IGNACIA ESPINOZA
HERNANDEZ y de doña LORENA DENISE ESPINOZA SALINAS, demandantes en estos autos.

Con todo, es menester indicar lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en
cuyos fallos se pueden ver afirmaciones tan directas como que: "La Corte ha indicado, y lo reitera ahora, que
el derecho a la indemnización por los daños sufridos por las víctimas hasta el momento de su muerte se
transmite por sucesión a sus herederos. Por el contrario, los daños provocados a los familiares de la víctima o
a terceros por su muerte pueden ser reclamados fundándose en un derecho propio…", resolución y postura
que, sin duda, debe ser considerada y tenida en cuenta por nuestros Tribunales de Justicia, en virtud de lo
establecido en el artículo 5 de nuestra Carta Fundamental.

Finalmente, estimamos S.S. que es del todo evidente que la muerte de una persona genera el daño
más absoluto y completo que existe. En efecto, la persona deja de existir para siempre y las creencias
religiosas que puedan servir de consuelo a quienes sobreviven no pueden ser tenidas en consideración en
una sentencia como forma de mitigación del daño, ya que esas son creencias personales y privadas, de las
que el derecho no se hace parte.

Así las cosas, en relación al accidente de marras, teniendo su origen en el actuar poco
diligente del empleador en el cumplimiento de sus obligaciones laborales, es precisamente dicha falta
de diligencia, lo que ha producido la más completa y absoluta destrucción del ser del trabajador,
quien fuera padre de mi representada, quien ha dejado de existir en cualquier plano y dimensión. Por
lo tanto, ante la imposibilidad de concebir un daño más profundo que la muerte de una persona y
siendo el fin de la vida un daño tan inconmensurable que no puede ser asimilado a ningún otro, no
cabría sino concluir que, morir prematuramente, es el máximo perjuicio que se le puede causar a una
persona.

POR TANTO; En virtud de lo expuesto y lo que disponen los artículos 19 N°1, inciso 1 y 4 de la
Constitución Política de la Republica; artículos, 173, 183, 184, 187, 209, 210 letra F y 425 y siguientes del
Código del Trabajo; artículo único de la Ley N° 21.018; artículos 5, 66, 68, 69, 79 y 88 de la ley N°16.744 en
relación con los artículos 1547, 1556 y 1557 del Código Civil, los tratados internacionales ya reseñados y las
demás normas legales pertinentes;

SOLICITAMOS A V.S. Tener por interpuesta la demanda en juicio de procedimiento de aplicación


general del trabajo en contra de JAIME ESCUTI DIAZ, RUT 11.229.0048-6; ya individualizados, acogerla a
tramitación, establecer la responsabilidad contractual de la demandada y, en definitiva, declarar:

I. Que, la demandada es responsable del accidente laboral que sufrió el trabajador causante, don JOSE
AGUSTIN ESPINOZA BURGOS (Q.E.P.D.), familiar de la demandante de autos, y que, producto de este
accidente, la víctima sufrió el daño moral alegado y finalmente perdió la vida;

II. Que, la demandada sea condenada, conforme al mérito del proceso, al pago de $250.000.000 (Doscientos
cincuenta millones de pesos) o a la suma que V.S. fije prudencialmente, por concepto de daño moral
provocado en la persona del occiso;

III. Que, las indemnizaciones antes señaladas se deben pagar con los reajustes e intereses que establece el
artículo 63 del Código del Trabajo;

IV. Que, la demandada deberá ser condenada a pagar las costas del juicio.
PRIMER OTROSÍ: Sírvase S.S., autorizar a esta parte a que las actuaciones procesales, a excepción de las
audiencias, puedan realizarse por medios electrónicos y que las notificaciones que proceda a realizar a esta
parte en la secuela del juicio, se practiquen en forma electrónica, en virtud de lo dispuesto en los artículos 433
y 442 del Código del Trabajo, a los correos electrónicos candia.mario@gmail.com y
gonzaloariasg@gmail.com

SEGUNDO OTROSÍ: Sírvase S.S., tener por acompañados, con citación, los siguientes documentos:

- Copia de escritura pública de Mandato judicial (2) conferido al suscrito, donde consta la personería del
suscrito para comparecer en estos autos.

- Certificado de Posesión Efectiva emitido con fecha 04 de agosto de 2021, que da cuenta la calidad de
causahabientes de las demandantes de marras respecto al trabajador fallecido de autos.

TERCER OTROSÍ: Sírvase S.S. tener presente que mí personería para actuar en representación del
demandante, consta en escritura pública de Mandato Judicial, acompañada en anterior otrosí de esta
presentación.

CUARTO OTROSÍ: Sírvase S.S., tener presente que, en mi calidad de abogado habilitado para el ejercicio de
la profesión, asumiré personalmente el patrocinio y poder en estos autos, con las más amplias facultades, las
cuales se me confieren en el mandato judicial antes indicado.

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