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Lecturas complementarias: La organización familiar y su importancia en la crianza

La familia va a constituir la base sobre la cual niños y adolescentes encuentran la principal


guía para el desarrollo de su identidad. En varias lecturas se habla de los “cuidadores” el
cual es un término más general, donde se incluyen a padres, tíos, abuelos o las personas
que se encuentren encargados de la crianza. Por diversos motivos no siempre son ambos
padres los que están enfocados en la crianza del menor, siendo situaciones donde habría
otras personas apoyando en dicho espacio. Es necesario recordar que los limites
constituyen el eje central para guiar el camino hacia el desarrollo de los buenos modales por
parte del menor, por lo que los comportamientos tipo rabieta o pataleta, no debería de tener
por consecuencia, el acceso a lo que buscan.

La estructura clásica se encuentra conformada por papa, mama y los hijos, por lo que
algunos preguntan preocupados si en los casos donde los padres se encuentran separados
(o por otros motivos son los abuelos u otros familiares los que crían al menor), genere
grandes problemas en el desarrollo del niño(a). La importante en toda crianza es la
presencia del afecto hacia todos los miembros de la familia (no solo los hijos), para lo cual
es importante reconocer las limitaciones que pueden tener los padres en cuanto a su
disponibilidad para monitorizarlo y reflexionar sobre que cambios se deben de realizar para
favorecer el control en la guía de los menores.

En ocasiones la propia exigencia en el trabajo e intereses personales pueden derivar en el


descuido de los hijos, esto visto en la crianza significa, “dejar de monitorizarlos” lo que
puede terminar bien o mal. Desde esa óptica no es algo malo que otras personas apoyen en
la crianza, siempre y cuando sean de su confianza (sepa que no violentaran al menor) y
contribuyan en el papel de monitorización e intervención en la crianza. Como se viene
repitiendo en distintas lecturas, poner límites no constituye violencia, pues es fundamental
que los menores comprendan que no todo está permitido. La persona que apoye en la
crianza debe mostrarse democrática y haciendo respetar las normas de convivencia, siendo
perjudicial cuando adoptan un rol permisivo en extremo.

En ocasiones existen coincidencias donde el menor se expone predominantemente a


modelos de conducta apropiados y a su vez cuenta con un temperamento más tranquilo,
siendo más probable que aun sin una recurrente guía, no desarrolle hábitos perjudiciales
para su desarrollo a la independencia, pero existen otros casos donde habría un
temperamento de tendencia más hacia la discusión, frustración y en general la
confrontación, donde si a estos casos se le agrega la falta de guía familiar y la exposición a
modelos de conductas inadecuadas, existiría mayor posibilidad de adquirir hábitos
perjudiciales para él.

Cuando no hay una adecuada organización familiar, es más fácil que para los hijos no
existan límites y normas de convivencia, pues al existir conflictos internos, no habría
esfuerzos unidos para asegurarse de que: 1) aprenda a controlar su enojo, 2) sea empático
con los miembros de la familia, 3) cumpla con sus deberes escolares, y 4) muestre
responsabilidad en sus acciones. De hecho, cuando existe recurrente conflicto,
desautorización o falta de establecimiento de límites compartidos por los cuidadores, los
niños crecen en un ambiente de caos, donde desconocen que es lo “correcto” y se dejan
llevar por otras influencias, las cuales no siempre son apropiadas.

Imagínese que un niño(a) está presentando problemas de conducta mientras que en su


casa los padres paran teniendo discusiones por diversas cuestiones del día a día, como la

Lectura complementaria (solo para padres) para el desarrollo de habilidades en crianza – terapia de conducta
elección del plato para cenar, cuestiones religiosas, administración del dinero, entre otros.
Por lo mismo, ambos padres tienen formas distintas de entender la crianza, siendo uno más
rígido en cuanto a los límites y el otro mucho más permisivo. En este mismo ejemplo, el
niño(a) tiene recurrentes llamados de atención por parte de los docentes en la institución
educativa a la que acude, por lo que se le da una reprimenda, pero a su vez la pareja siente
que está siendo muy severo y termina quitando la restricción impuesta al menor.

En estos casos donde en la propia familia hay un caos y no se da un consenso en cuanto a


la forma de poner límites, va a resultar enormemente difícil general cambios de
comportamiento en el niño(a). Por eso es fundamental tener momentos de acuerdos entre
los cuidadores, donde las conductas a, b y c, no sean aceptabas bajo ninguna circunstancia,
mientras las acciones d, e y f si sean consideradas como apropiadas. De esta forma el
menor verá que las normas de convivencia son respetadas por todos, es decir, se le exigen
tanto a él como en sus hermanos.
Tabla 1: Secuencia de establecimiento de límites y apoyo paterno

Escena 1 Escena 2 Escena 3


Niño se pone a La madre se siente muy Ambos padres conversan en privado y
guitarle a los triste y el padre le anuncia reconocer lo importante de mantenerse
padres y no que no habrá salida al firmes, apoyándose el uno al otro para
controla su enojo parque por su brindarle mayor motivación al menor para
comportamiento dejar de realizar dicha acción inapropiada

En el caso de que los padres se encuentren separados, o este apoyando otra persona
(familiar o no), es conveniente que sigua la misma línea de normas de convivencia, donde
se motive al menor a mostrar buenos modales y se le corrija cuando actúa de manera que
usted considere problemática. Es bien difícil generar cambios en la conducta cuando en la
familia existe desautorización, siendo clave que si los cuidadores no están de acuerdo con
algún limite, se den un tiempo en privado para conversarlo, para que el menor solo vea que
ustedes están unidos en torno a los limites. La necesidad constituye el campo propicio para
favorecer el desarrollo de habilidades, por eso mismo si el niño(a) se encuentra en un
entorno familiar donde exista la necesidad de mostrar buenos modales, lo hará, caso
contrario, será más difícil encontrar motivación para regularse.

Repasar, repasar y repasar: La idea es que los comportamientos inapropiados no le


permitan al menor conseguir lo que desea en ese momento, para que entienda que esa no
constituye una estrategia eficiente para alcanzarlo. Por ejemplo, si quiere que se le sirva un
vaso de agua y lo pide enojado o de forma grosera, no se le da, explicándole que no es
correcto y dándole el ejemplo de como si lo es. En cambio, si pide de forma amable, allí si
se puede acceder. Este ejemplo tan aparentemente simple, constituye la guía paterna que
debe existir de forma recurrente, es decir, no permita los comportamientos inapropiados y se
quede sin hacer nada, sino que debe intervenir, con constancia y aprovechando cada
espacio para enseñarle.

Para explicarle cuales son los comportamientos apropiados e inapropiados, acompáñese


de imágenes que hagan más fácil para el menor comprenderle. No piense que con una
explicación basta, imagínese como para que alguien aprenda una carrera universitaria,
deben pasar 5 años en promedio, es decir tarda. Para poder enseñarle normas de conducta
que involucran el respeto, manejo de la ira, empatía al interactuar con otros y razonamiento

Lectura complementaria (solo para padres) para el desarrollo de habilidades en crianza – terapia de conducta
moral, es necesario considerar que no es rápido ni inmediato, sino debe de comprometerse
a estar de forma recurrente, corrigiendo los errores y elogiando los progresos.

Lectura complementaria (solo para padres) para el desarrollo de habilidades en crianza – terapia de conducta

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