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EL DELITO DE

COHEC .iScOMUNlON
i^ESERVADA A su SANTIDAD,

Prologo deil - — " ^ ^ -ou. u..a

INÉS OLAIZOLA NOGALES " ^ ^ ^ ^ ^ S


Universidad Pública de Navarra r^,-a-v-«b^ •

ABOGADO
UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN

liront lo blllcinch
Valencia, 1999
— Illlllll

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y a Juan Miguel

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© INÉS OLAIZOLA NOGALES

© TIRANT LO BLANCH
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T fip^

ÍNDICE

Nota preliminar 21

Prólogo 23

índice de abreviaturas 27

Introducción y método 31
I. Introducción 31
II. Método 32

Capítulo I
INJUSTO MATERIAL, BIEN JURÍDICO Y NECESIDAD
DE TUTELA PENAL

Sección Primera:
Aproximación al concepto general de bien jurídico y
otros criterios necesarios para delimitar el ius
puniendi del Estado

Consideraciones generales sobre el bien jurídico en Derecho penal 37


A. Concepto y funciones del bien jurídico 37
1. Introducción 37
2. Funciones del bien jurídico 38
a. Planteamiento 38
b. Función de limitación del ¿M.s'/)Mn¿enc¿¿ del Estado 39
c. Función interpretativa 41
d. Función sistemática 42
e. Función de medición de la pena 42
f. Conclusión 43
3. Delimitación del concepto de bien jurídico 43
a. Conceptos históricos 43
b. Aproximación a un concepto material de bien jurídico 45
A b.l. Teorías constitucionalistas 45
b.2. Critica a las teorías constitucionalistas 47
b.3. Teorías sociológicas 49
b.3.1. Teorías funcionalistas extremas 49
b.3.2. Crítica al funcionalismo extremo. Teorías
' ** funcionalistas personales 50
b.3.3. Postura personalista extrema 52
'-' b.3.4. Integración de la referencia individual y la
•;• dañosidad social 52
b.3.5, El bien jurídico como un valor dinámico .. 53
10 ÍNDICE ÍNDICE ii
c. Conclusión y toma de postura 54 B. Crítica a la teoría defensora de la diversidad. Teorías defenso-
B. Especial problemática de los bienes jurídicos supraindividuales 56 ras de la unidad de bien jurídico 91
1. Planteamiento 56 C. Distintas posturas doctrinales respecto al bien jurídico protegi-
2. Clases de bienes jurídicos supraindividuales 57 do en el delito de cohecho 93
3. Delitos de peligro abstracto 59 1. La imparcialidad como bien jurídico protegido 94
2. La confianza de la sociedad en el correcto funcionamiento de
II. Otros criterios necesarios para lim.itar la potestad punitiva del í la Administración 96
Estado 63 3. La no comerciabilidad de la Administración 97
A. Introducción ;, 63 4. Crítica a las tesis anteriores y toma de postura 98
B. Principio de subsidiariedad 64
C. Principio de fragmentariedad ' 65 II. Delimitación de la tutela penal de un bien jurídico en función de la
D. Principio de efectividad, eficacia o idoneidad .66 •' lesividad del ataque 104
E. Principio de proporcionalidad ' 66 A. Conveniencia de establecer graduaciones 104
F. Principio de culpabilidad 67 1. Criterios de graduación 105
G. Principo de responsabilidad subjetiva 67 B. Consideraciones específicas sobre el cohecho pasivo impropio:
idoneidad para afectar el bien jurídico y necesidad de interven-
III. Merecimiento y necesidad de pena 68 ción penal 107
A. Concepto 69
B. Toma de postura 72 III. Recapitulación y toma de postura 110
C. Ubicación sistemática de los conceptos de merecimiento y
necesidad de pena en la teoría del delito 73
1. Merecimiento y necesidad de pena como categorías autóno- Capítulo II
mas 73 AUTOR DEL DELITO: EL FUNCIONARIO PÚBLICO Y
2. Merecimiento y necesidad de pena como principios dentro LA INTERVENCIÓN DE PARTICULARES
de los elementos de la sistemática del delito 74
3. Toma de postura 75 Sección Primera ', '
Características especiales del autor "[
Sección Segunda
: El título XIX del libro n CP: .' Concepto de funcionario público 113
Fundamentos de la tutela penal •, A. Antecedentes del concepto penal de funcionario público 113
1. Código Penal de 1822 114
,' I. Elementos comunes al título XIX del libro II CP 77 2. Código Penal de 1848 114
A. Problemática en torno a la rúbrica 77 3. Código Penal de 1870 115
,,,, B. Bien jurídico protegido en el título XIX del libro II CP 79 4. Código Penal de 1928 116
1, 1. Quebrantamiento del deber: bien jurídico como deber de 5. Código Penal de 1932 116
,. fidelidad del funcionario al Estado 80 6. Código Penal de 1944/1973 117
2. Crítica a la teoría de la infracción del deber 82 B. Concepto actual de funcionario público 118
,;, 3. La función pública como bien jurídico protegido 83 1. Concepto de funcionario conforme al Derecho administrati-
: 4. Crítica a la teoría de la función pública 86 vo 118
,;!, 5. Conclusión y toma de postura 87 a. Posturas anteriores a la aprobación de la Ley de Funcio-
narios Civiles del Estado, 315/64, de 7 de febrero 118
,.,,.,,, Sección Tercera a.l. Concepto amplio de funcionario 118
Bien jurídico protegido en el delito de cohecho , a.2. Concepto estricto de funcionario 121
b. Concepto de funcionario público después de la aproba-
I. Unidad o diversidad de bienes jurídicos en el delito de cohecho ción de la LFE 121
activo y delito de cohecho pasivo 89 c. Toma de postura 123
A. Teorías favorables a la diversidad 89 2. Concepto penal de funcionario público 125
ÍIUUIIIIHIHII iMiiiMuuiiiiiiuiiliJuiiuMiiiiiuiiiiHimimimmuuiiiiiiiuitiranmi .\mL.

12 ÍNDICE ÍNDICE
w
,; , a. Concepto de función pública 125 '. , 2 . Responsabilidad del p a r t i c u l a r que realiza otras conductas 190
a . l . Distinción formal e n t r e función p ú b l i c a y función 3. Responsabilidad de la p e r s o n a intermedia. P l a n t e a m i e n t o
privada 126 : ' g e n e r a l del problema 195
a.2. Criterio teleológico 127 a. «Utilización» de u n exíra7xeus por p a r t e de u n ¿MÍ7-o?ieu.s- 197
a.3. Combinación del criterio teleológico con el criterio b. Utilización de u n ¿ní7-aíieM.s por p a r t e de u n exÍ7-a7re£/.s 197
;, ,;,: funcional 128 •..'\ 4. Responsabilidad de la «persona interpuesta» en el delito de
a.4. La teoría del órgano 129 • • cohecho pasivo 202
a.5. P o s t u r a j u r i s p r u d e n c i a l 130 C. Responsabilidad del p a r t i c u l a r que induce al funcionario, a
a.6. Toma de p o s t u r a 132 través del soborno, a cometer u n delito 203
b. Relación entre el funcionario y la función pública 135
. , , ,;;:; b . l . Díscusíón respecto al concepto de «participación III. Recapitulación y t o m a de p o s t u r a 209
del ejercicio de l a s funciones públicas» 135
b.2. Toma de p o s t u r a 139
b.3. Peculiaridades del delito de cohecho 140
, ,,, c. Títulos de incorporación 143 NATURALEZA Y CONDUCTA TÍPICA
e l . Regulación c o m p a r a d a 145
c.2. Disposición i n m e d i a t a de la ley 149 Sección Primera
C.3. Elección 153 Naturaleza bilateral o unilateral del delito de cohecho
c.4. N o m b r a m i e n t o de a u t o r i d a d competente 154
3. Funcionario de hecho 155 I. Análisis de Derecho comparado y español 211
a. Visión a d m i n i s t r a t i v i s t a del concepto 155 A. Doctrina i t a l i a n a 211
b. Visión penal del concepto 159 1. P o s t u r a m a y o r i t a r i a a favor de la bilateralidad 211
c. T o m a de p o s t u r a 160 2. Crítica de PAGLIARO 213
4. Recapitulación: concepto autónomo y propio de funcionario B. Doctrina española y a l e m a n a 215
público a efectos p e n a l e s 168 1. D o c t r i n a tradicional a favor de la bilateralidad 215
5. Breve a p u n t e sobre el concepto de a u t o r i d a d 169 2. D o c t r i n a m o d e r n a a favor de l a u n i l a t e r a l i d a d 218
a. Concepto de M a n d o 170 a. U n i l a t e r a l i d a d f u n d a m e n t a d a en la distinción de dos
b. Concepto de Jurisdicción propia 171 bienes jurídicos en el delito de cohecho pasivo y activo 218
' •' b. U n i l a t e r a l i d a d desde l a afirmación de u n único bien
II. Recapitulación de la sección p r i m e r a 173 jurídico 219

Sección Segunda II. Delitos p l u r i p e r s o n a l e s : su relación con el carácter b i l a t e r a l o


La intervención de particulares u n i l a t e r a l del delito 221
1. Introducción 175 A. Concepto 221
B. N a t u r a l e z a 223
II. Responsabilidad penal del p a r t i c u l a r que soborna al funcionario 177 • 1. Concepción restringida 223
A. Responsabilidad del partícipe extraneus en los delitos especia- 2. Concepción amplia 224
les 177 C. Delito de cohecho: ¿Delito pluripersonal? 224
1. Discusión al respecto 177
2. T o m a de p o s t u r a 177 III. Recapitulación de la sección p r i m e r a 228
B. Responsabilidad del partícipe exíraweus en el delito de cohecho 182
1. Responsabilidad del p a r t i c u l a r que corrompe o i n t e n t a Sección Segunda:
corromper al funcionario 185 Tipo objetivo
a. T o m a de p o s t u r a sobre la equiparación de p e n a s e n t r e el
funcionario que comete cohecho pasivo y el p a r t i c u l a r I. Conducta típica: «solicitar», «aceptar» o «recibir» 229
que comete cohecho activo 185 A. «Solicitar» 229
1. Introducción 229
M ÍNDICE ÍNDICE 15
2. Significado y alcance de la conducta 231 B. Diferente naturaleza del acto del cargo: delito, acto injusto y
3. Diferentes formas de «solicitar» 232 abstención 276
•í ,, a. Especial referencia a la regulación italiana 233 1. Planteamiento 276
;i . ; : a.l. Delito de concusión 233 2. Acción u omisión constitutivas de delito, (art. 419 CP) .... 278
,:' ..:,.: a.2. Diferencia entre el delito de cohecho y el delito de a. Concepto de delito 278
concusión 235 b. Acción u omisión 279
C. a.2.1. Criterio de la iniciativa 235 3. Acto injusto (Art.420 CP) 280
:! • a.2.2. Criterio del metus publicae potestatis (te- a. Concepto de acto injusto 280
i-' mor al poder público) 235 a.l. Teorías subjetivas 281
a.2.3. Criterio de la ventaja 236 a.2. Teorías objetivas 281
"i: a.2.4. Criterio de la punibilidad o no del particular b. Decisiones discrecionales 286
(criterio de PAGLIARO) 237 b.l. Teoría de la motivación 286
b. Solución en el Código penal español 238 b.2. Crítica a la teoría de la motivación 288
b.l. Posible aplicación del delito de exacciones ilegales 238 b.3. Discrecionalidad !;er,s-u.s arbitrariedad 289
b.2. Crítica a la postura anterior 240 b.4. Toma de postura 292
c. Toma de postura: Posible concurso de delitos entre el c. Distinta pena según llegue a ejecutarse el acto injusto o
delito de cohecho y el delito de amenazas 242 no 292
. 1 ,1: \. c.l. Delito de amenazas 243 4. Abstención de realizar un acto que debiera practicar en el
c.2. Distinción entre el delito de cohecho y el delito de ejercicio de su cargo (art. 421 CP) 293
'. amenazas 247 a. Situación con el CP 1944/1973 (art. 387) 293
C.3. Insuficiencia de la agravante de prevalimiento del , b. Postura personal 296
carácter público (22,7° CP) 249 c. Situación en el Derecho comparado 297
C.4. Concurso de delitos 251 d. Situación a partir del CP de 1995 297
c.5. Recapitulación 252 C. Referencia al cohecho pasivo impropio: acto propio del cargo
B. «Recibir» y «aceptar» 254 (art. 425) y acto no prohibido legalmente (art. 426) 298
,; 1, «Recibir» 255 1. Regulación anterior 298
2. «Aceptar» 257 2. Regulación en el CP de 1995 301
3. Opinión personal 303
II. Delito de cohecho pasivo: delito de simple actividad 258
V. Concepto de dádiva, presente, ofrecimiento y promesa 305
III. Relación de contraprestación entre las conductas de «solicitar», A. Discusión sobre su carácter económico 305
«recibir» y «aceptar» y el acto del funcionario 259 1. Postura de la doctrina española 305
A. Doctrina alemana 260 a. Postura mayoritaria: partidaria del carácter económico 305
B. Situación en el CP español 261 b. Postura minoritaria: partidaria de considerar típica
1. CPde 1944/1973 261 cualquier mejora del funcionario 307
a. Problemática del cohecho subsiguiente 263 2. Postura del Tribunal Supremo 309
b. Toma de postura 265 3. Postura de la doctrina alemana 311
2. Situación a partir del CP 1995 267 'f! . a. Opinión anterior a la reforma de 1974 311
b. Opinión a partir de la reforma de 1974 315
IV. Acto en el ejercicio del cargo 270 4. Postura de la doctrina italiana 320
A. Concepto 270 5. Toma de postura 322
1. Competencia del funcionario 271 . a. Criterio histórico 322
2. Toma de postura 273 b. Criterio gramatical-literal 327
3. Diferencia entre acto administrativo y acto del ejercicio del c. Criterio teleológico 329
cargo 274 B. Naturaleza cuantitativa de la dádiva 334
a. Características del acto del cargo en el delito de cohecho 1. Irrelevancia de la cuantía 334
',; 1 pasivo propio 275 2. Criterio de proporcionalidad 336
16 ÍNDICE ÍNDICE 17

3. Principio de insignificancia y de adecuación social 338 II. Posibilidad de formas imperfectas de ejecución. Opinión personal 403
a. Naturaleza dogmática 338
b. Criterios relevantes para determinar la adecuación III. Peculiaridad del cohecho pasivo impropio 407
social y el principio de insignificancia 341
4. Toma de postura sobre la naturaleza cuantitativa de la IV. Independencia del delito de cohecho activo respecto a la consuma-
dádiva 344 ción del delito de cohecho pasivo y viceversa 408
C. Donación a un tercero 346
1. Donaciones a parientes del funcionario 348 V. La tentativa inidónea 408
2. Donaciones a organizaciones 350
3. Toma de postura 355 VI. Recapitulación 410
D. Carácter indebido de la retribución 358

VI. Recapitulación de la sección segunda 361 Capítulo V


CAUSAS ESPECÍFICAS DE EXENCIÓN O
Sección Tercera ATENUACIÓN DE LA PENA
Tipo subjetivo
Sección Primera
I. Introducción 364 Exención de pena para el particular que denuncie la
corrupción: art. 427 CP
II. Tipo subjetivo en el delito de cohecho; exigencia de dolo 367
A. Problema de los actos simulados 369 ' I. Naturaleza 411
1. Doctrina que considera estos casos como delito de estafa 369 A. Concepto de punibilidad 413
2. Doctrina partidaria de mantener en estos casos la califica- 1. Punibilidad como categoría autónoma compuesta por las
ción de delito de cohecho 370 condiciones objetivas de punibilidad y las causas de exclu-
3. Posición personal 371 sión de la punibilidad 413
B. Problema específico del agente provocador 376 a. Distintos efectos sobre la existencia misma del delito 414
1. Planteamiento del problema 376 b. Iguales efectos de ambos componentes de la punibilidad
i; 2. Valoración crítica 378 sobre la existencia del delito 416
2. Concepto de punibilidad como concepto normativo 417
III. Problemas de error 382 3. Toma de postura 418
A. Error sobre el carácter injusto o delictivo del acto 382
1. Polémica planteada por la doctrina alemana 382
II. Fundamento de las causas de exclusión de la punibilidad 420
a. Situación antes de la reforma de 1974 382
A. El arrepentimiento como fundamento de las excusas absolutorias
b. Situación a partir de 1974 384 Posturas a favor y en contra 420
2. Polémica planteada en España 384 B. Toma de postura 421
1 a. Código Penal 1944/1973 385 C. Razones de política criminal como fundamento de las excusas
K b. CP 1995 387 absolutorias de la Parte Especial 423
B. Creencia errónea del sujeto sobre su competencia o sobre su D. Atención especial a la postura de ROXIN 424
condición de funcionario 389 E. Toma de postura 426
C. Error sobre la relación de contraprestación 396
III. Fundamento concreto del artículo 427 CP 428
IV. Recapitulación de la sección tercera 398 A. Antecedentes 428
B. Situación en Derecho comparado 434
:••; . .„., . . Capítulo IV i• :, 1. Regulación alemana 434
ITERCRIMINIS 2. Regulación italiana 435
1. Planteamiento: delito de consumación anticipada 401 IV. Requisitos del artículo 427 CP 436
18 ÍNDICE ÍNDICE 19

A. Iniciativa del funcionario 436 A. Regulación del delito de negociaciones prohibidas a los funcio-
B. Requisitos temporales 438 narios públicos 475
C. El particular debe haber accedido ocasionalmente a la solicitud 442 B. Relación entre el delito de cohecho y el delito recogido en el art.
439 CP 475
V. Recapitulación ' 443 C. Solución a las superposiciones 477
1. Posible concurso de delitos 477
- •'" • Sección Segunda: 2. Concurso de normas 478
Causa de atenuación de la pena: art. 424 CP a. Principio de especialidad: art. 8,1° CP 478
b. Principio de alternatividad: art. 8,4° CP o principio de
•• I. Antecedentes: regulación y fundamento 445 consunción: art. 8,3° CP 479
A. Regulación 445 c. Conclusión 479
B. Fundamento 446
1. Causa de menor exigibilidad 448 IV. Delito de cohecho y el delito de prevaricación 480
2. Semi-excusa absolutoria 449 A. Relación entre ambos delitos 480
3. Toma de postura 452 B. Conclusión 484
4. Consecuencias de considerar el precepto como una causa de
menor culpabilidad 454
. ; Capítulo Vil
II. Requisitos del artículo 424 CP 455
A. El soborno debe mediar en causa criminal 455 CONCLUSIONES
B. «En favor del reo» 456
C. Determinada relación parental 457 1. Conclusiones del Capítulo I 487

III. Exclusión del propio reo 458 2. Conclusiones del Capítulo II 488

IV. Recapitulación 461 3. Conclusiones del Capítulo III 490

4. Conclusiones del Capítulo IV 492


Capítulo VI ;
^ ^ RELACIONES CONCÚRSALES 'Á 5. Conclusiones del Capítulo V 492

I. Cuestiones generales 463 6. Conclusiones del Capítulo VI 493

II. Delito de cohecho y delito de tráfico de influencias 463 índice jurisprudencial 495
A. Regulación del delito de tráfico de influencias 463
B. Relación entre el delito de cohecho y el delito de tráfico de
influencias 466 Bibliografía 503
-; - 1. Pararelismos 466
2. Diferencias 466
a. Primera diferencia 467
„¡ ; b. Segunda diferencia 468
,.: c. Tercera diferencia 469
•.,:• 3. Relación concursal entre ambos delitos 470
4. Conclusiones 473

III. Delito de cohecho y el delito de negociaciones prohibidas a los


funcionarios públicos 475
NOTA PRELIMINAR

La presente monografía coincide, salvo pequeñas modificaciones,


con mi tesis doctoral sobre «El delito de cohecho: especial consideración
al delito de cohecho pasivo», que defendí el 26 de junio de 1997 en la
Universidad Pública de Navarra ante un Tribunal presidido por el
Prof. Dr. D. Diego Manuel Luzón Peña y compuesto además por los
Profs. Dres. D. Javier Boix Reig, D. Enrique Orts Berenguer, D. Javier
de Vicente Remesal y Dña. Teresa Castiñeira Palou. La tesis recibió
por unanimidad la máxima calificación de «Apto cum laude». Agradezco
a todos los miembros del Tribunal sus muy interesantes consejos y
observaciones, que he procurado tener en cuenta, en la medida de lo
posible, en la redacción definitiva del presente trabajo.
Quiero extender mi agradecimiento a todas aquellas personas que
de u n a forma u otra me h a n ayudado en la realización de este trabajo.
En primer lugar a los directores de la tesis los Profs. Dres. D.
Miguel Díaz y García Conlledo y Dña. Adela Asúa Batarrita.
A la Prof. Asúa Batarrita le debo mi iniciación en la investigación,
la elección de un tema muy interesante sobre el que existen muy pocos
estudios en E s p a ñ a (o al menos existían en el momento de iniciar mi
investigación; hoy debe destacarse, entre otros, la monografía de
VALEIJE ÁLVAREZ sobre: «El tratamiento penal de la corrupción del
funcionario: el delito de cohecho», así como sus acertados consejos en
los primeros años de mi carrera universitaria.
Al Prof. Díaz y García Conlledo quiero agradecerle no sólo su
dedicación permanente a este trabajo, sino su esfuerzo por transmitirme
que todavía merece la pena el quehacer universitario serio y riguroso,
y por contagiarme su intensa pasión por el Derecho penal.
A ambos les agradezco lo que considero, sin duda, lo m á s importante
y digno de agradecer: su confianza en mí y su amistad personal.
A mis compañeros del Departamento de Derecho Penal de la
Universidad de Deusto, donde comencé la investigación como becaria
predoctoral del Departamento de Universidades e Investigación del
Gobierno Vasco, les agradezco su apoyo incondicional. Ala Universidad
Pública de N a v a r r a , en concreto a los miembros de ambos
Departamentos de Derecho, y muy especialmente a mis compañeras
del Área de Derecho Penal: Dña Soledad Barber Burusco y Dña.
Leticia Jericó Ojer su ayuda constante.
l]!lll!lllll1lllllllll!llllll!llllllllllllltlllllUJIIIIIIIIIIIIIIIIII TI!!m!itl!l!f!!|||i!!¡!!1i!!!IKII!llini!!IW!HIII!it!l!¡i!!ni"'

22 INÉS OLAIZOLA NOGALES

Al Institut für Kriminologie und Wirtschaftsstrafrecht de la


Universidad de Friburgo, dirigido por el Prof Dr. h.c. mult. Klaus PROLOGO
Tiedemann, por acogerme durante mis estancias allí con franca
hospitalidad y permitirme el estudio profundo del Derecho penal
La primera tesis doctoral defendida por un discípulo constituye
alemán.
normalmente u n enorme motivo de satisfacción para el director de la
Agradezco de igual modo el apoyo financiero p a r a la elaboración de tesis. Además, al menos para mí, se produce un acto de alto contenido
este trabajo al Departamento de Universidades e Investigación del simbólico y emotivo, en el que uno comprueba (en este caso con gran
Gobierno Vasco, que me concedió durante cuatro años (1990-1994) satisfacción) el paso del tiempo y el cambio de posiciones en la vida
una beca predoctoral, a la Universidad Pública de Navarra por la académica. No es poca la responsabilidad que se asume al aceptar
concesión durante dos años (1995 y 1996) de u n a ayuda económica dirigir una tesis doctoral y el comienzo de la carrera académica de una
para la realización de mi tesis doctoral y a la Dirección General de persona en formación. El que Inés Olaizola Nogales haya concluido
Investigación Científica y Técnica del Ministerio de Educación y esa primera etapa con éxito y siga trabajando con ilusión supone para
Ciencia, que también h a apoyado financieramente el trabajo, en mí una gran alegría.
cuanto que éste se encuadra en u n Proyecto subvencionado por la Pero ni la cuota de mérito que pueda haber en la dirección de esta
institución citada sobre: «Derecho penal y actividades peligrosas, tesis me corresponde a mí solo, ni la elaboración de la tesis ha tenido
imprudentes y relacionadas con la corrupción; aplicaciones: deporte, para Inés Olaizola sólo las dificultades que esa tarea normalmente
función pública, salud pública y otras» (PB 94 0355~C03-02), dirigido encierra (que son bastantes). Inés Olaizola comenzó su andadura
por el Prof Dr. Díaz y García Conlledo y de cuyo equipo investigador universitaria en la Universidad de Deusto, bajo la dirección de mi
formo parte. querida amiga y compañera, la Prof. Dra. Adela Asúa Batarrita. Ella
Agradezco a mi familia todo el apoyo que me h a prestado y muy sugirió el tema de tesis, planificó con Inés Olaizola las líneas del
especialmente a mis padres y a mi marido la paciencia que han tenido trabajo, introdujo a ésta en el estudio del Derecho penal y del método
y el respeto inmenso que siempre h a n mostrado hacia mi trabajo. de investigación en esta materia y la puso en contacto con la ciencia
Por fin, quiero señalar que he preferido mantener el esquema de jurídicopenal alemana, en especial facilitando su estancia en Friburgo
tesis doctoral, porque como tal fue concebido el trabajo que ahora, de Brisgovia con el Prof Dr. Dr. h. c. mult. Klaus Tiedemann. Cuando
como libro, presento, gracias a la amabilidad de la editorial Tirant lo a comienzos de 1994 me incorporé como Catedrático de Derecho penal
Blanch que h a accedido a publicarlo. a la Universidad Pública de Navarra, Adela Asúa me habló muy
positivamente (y con razón) de Inés Olaizola y de su interés por
incorporarse a u n a Universidad pública (que por razones de ordenación
académica no podía ser la del País Vasco, donde Adela Asúa ocupa una
délas Cátedras de Derecho penal), pidiéndome que, sihabíaposibilidad,
confiara en Inés Olaizola y la incorporara al Área de Derecho penal de
mi Universidad. Tras conocerla e intercambiar impresiones con ella,
decidimos que en el curso 1994/1995 Inés Olaizola se incorporaría a la
Universidad Pública de Navarra, como efectivamente sucedió, con u n
contrato de Profesora asociada muy poco atractivo desde el punto de
vista económico. Desde entonces, en una especie de «codirección
sucesiva», asumí la dirección de la tesis que hoy se presenta como libro
(y que se defendió en junio de 1997) y de la carrera docente e
investigadora de Inés Olaizola. La confianza que Adela Asúa me pidió
nunca se h a visto defraudada. Y no sólo eso: el haber conocido y
rinRnniiiiiinniiiniHimiiiniiiiiiiniuiniiiiiiiniiMiiiiiiiiiimiiii

24 MIGUEL DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO PROLOGO 25

convivido estrechamente con Inés Olaizola durante estos años y el ser en su tesis doctoral, en la que no dejó nunca de trabajar y de discutir
alguna medida responsable de su tesis doctoral y de su quehacer planteamientos y resultados conmigo, partiendo ambos del respeto a las
universitario constituyen una de las mayores satisfacciones de mi vida. ideas propias y de que la discusión y la duda son buenas formas de
La distancia física que nos separa desde mi acceso a la Cátedra de enft-entarse alos problemas jurídicopenales. Cuando tenía muy avanzado
Derecho penal de la Universidad de León en diciembre de 1997 me su trabajo, tuvo que adecuarlo, repensando muchas de sus conclusiones,
produce añoranza de los tiempos y la convivencia pasados, pero no al nuevo Código Penal de 1995.
afecta en absoluto al afecto y unión que siento hacia Inés Olaizola y me El resultado de ese laborioso proceso es, además de algunas otras
refuerza en mi compromiso de responsabilidad académica hacia ella. publicaciones y u n a ya b a s t a n t e amplia experiencia docente e
Pero he dicho antes que la elaboración de la presente tesis ha investigadora, el libro que hoy prologo. Este se enfrenta a un delito
tenido para Inés Olaizola más dificultades que las habituales. Sin importante de la P a r t e especial, quizá el delito «rey» entre los delitos
hablar de los tiempos de Deusto, que no conocí, diré que, cuando a contra la Administración Pública: el cohecho, especialmente el pasivo,
principios de 1994 me incorporé a l a Universidad Pública de Navarra, pero, lógicamente también el activo, pues es muy difícil aislar ambas
comenzaba su andadura la Licenciatura en Derecho (donde la Parte figuras. El tratamiento doctrinal de este delito en España no ha sido
general del Derecho penal se imparte en primer curso), yo era el único muy amplio, con la excepción reciente de la interesante monografía (y
profesor de Derecho penal y el Área de esa disciplina estaba dotada de alguna otra publicación) de Valeije Alvarez, con la cual, por cierto, la
un despacho y u n libro. La tarea que había que realizar era ardua, autora comparte y discute planteamientos a lo largo de todo el libro (el
aunque ilusionante. Cuando unos meses después Inés Olaizola se que ambos trabajos sean rigurosos y tan próximos en el tiempo me
incorporó al Área, la situación, evidentemente, no había cambiado parece algo muy positivo para el lector, que podrá así confrontar
mucho. Inés Olaizola compartió conmigo clases de la Parte general y puntos de vista y formar su propia opinión con mayor fundamento).
especial del Derecho penal y de Criminología, asistió a mis clases de Inés Olaizola h a trabajado con un método riguroso, analizando
Paite general, estudió todo aquello que consideré indicado para la exhaustivamente la doctrina y jurisprudencia españolas, la doctrina
consolidación de sus conocimientos en esa materia, se integró alemana y, más selectivamente, la italiana. Aunque se centra en el
plenamente en la escuela de mi maestro, el Prof. Dr. Diego-Manuel Derecho positivo español, conoce bien, como podrá comprobarse, el de
Luzón Peña, discutimos frecuentemente cuestiones de Derecho penal, otros países, como Alemania, Italia y Portugal. Aunque no hace
me ayudó a ir construyendo (con fondos bastante generosos de la construcciones en el vacío y se refiere continuamente a los preceptos
Universidad y de un Proyecto de Investigación, y con algunas del Código Penal, no rehuye, sino que introduce continuamente en el
donaciones de compañeros, a quienes agradezco desde aquí su análisis dogmático consideraciones de política criminal, cuya presencia
aportación) ex novo una biblioteca de Derecho penal y compartió (más allá de la coincidencia o discrepancia en cada u n a de ellas)
conmigo los quehaceres cotidianos del Área (a menudo ingratos y considero imprescindible en un trabajo de estas características. Por
centrados en u n a burocracia que en la Universidad no debería existir), ello, este libro es mucho más que una mera exégeis del Derecho
especialmente intensos en una Universidad j oven y en u n a Licenciatura positivo o u n a parte de «manual ampliado» de la correspondiente
recién estrenada (después los han compartido también, conigual entrega, materia que es lo que, por desgracia, a veces resultan algunas
aunque ya sin tanta exclusividad, otras personas). Todo ello lo hizo Inés monografías de la Parte especial
Olaizola con ilusión y sin que jamás haya visto en ella u n a mala cara. Es
Tampoco (y esto es importantísimo, sobre todo en un tema como el
mucho por tanto lo que debo a mi querida discípula, quien, además, me
cohecho) olvida Inés Olaizola la dimensión práctica del trabajo y
h a brindado una amistad que me llena de satisfacción .Yes mucho lo que
procura ofrecer interpretaciones que faciliten una correcta aplicación
le debe a Inés Olaizola la Universidad Pública de Navarra, donde goza
de los preceptos penales. La corrupción política y administrativa es un
de un merecido prestigio profesional (y también personal: es una
tema de actualidad, como sabemos, en España. Es discutible si esto es
excelente persona) entre el profesorado y los alumnos; ojalá pronto vea
o no u n a desgracia. Desde luego, es una desgracia que existan altas
reconocido su esfuerzo también con el acceso a una plaza estable de
cotas de corrupción, pero probablemente el que se hable de ella y el que
[jrofesorado. Pues bien, todo esto lo ha hecho Inés Olaizola sin descuidar
se juzguen supuestos de corrupción puede ser considerado u n signo de
""¡iiiiiliiiuiiinillllllllllllllllllinilllMiiiiiiiiiiiuiiiuiiiinmimHiiiiiiiniiiiiiinniTmiTwnTiiTrT

26 MIGUEL DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO

que los tiempos del «todo vale» han pasado, pues corrupción h a habido ÍNDICE DE ABREVIATURAS
desde hace mucho en este país (los tiempos del franquismo no son t a n
lejanos como a veces nos parece). Sólo quédala duda de si la persecución
de estos hechos no se mueve sólo por impulsos de pureza democrática, A Repertorio de Jurisprudencia Aranzadi (cit. por número
sino por afanes de confrontación política mal entendida y pura y marginal).
simple venganza. Sea como sea, que el trabajo de Inés Olaizola tiene AA Actualidad Administrativa (cit. por año). '
una honda trascendencia práctica lo demuestra el hecho de que, aun ADP Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales (cit. por
antes de ser publicado, haya sido manejado por diversas partes en año).
procesos t a n i m p o r t a n t e s como los llamados casos «Sóller» y AJA Actualidad Jurídica Aranzadi (cit. por número y año).
«Urralburu».
AP Actualidad Penal (cit. por número y por año, o por año y
No es el momento de aburrir al lector con un resumen del contenido
tomo anual) :>:• . ,• , ¡ , i
del trabajo, aun a riesgo de que este prólogo se quede en u n ejercicio
de (sentida y justa) literatura elogiosa. Sólo quiero, por tanto, resaltar Ap. Apartado. ' , . . : > ' :•'!'!
(de manera tal vez caprichosa) el tratamiento de algunos aspectos, art./arts. Artículo/artículos ?
como el del bien jurídico, al que se dota de u n contenido que mira sobre AT 1 Allgemeiner Teil (Parte general).
todo a la relación con el administrado y no a los deberes de lealtad del BBG Bundesbeamtengesetz i.d.F. der Bekanntmachung vom
funcionario para con el Estado o la Administración pública de que se 27.2.1985 (Ley de Funcionarios del Estado).
trate; el de la autoría y participación, que plantea cuestiones BGH Bundesgerichtshof (Tribunal Supremo Federal Alemán).
complicadas, que resuelve con u n alto rigor científico; el de los B3! ,1 . . Besonderer Teil (Parte especial).
problemas que crea la existencia en el vigente Código Penal (y en CD Cuadernos de Documentación Jurídica (cit. por tomo y
contra de la tradición legislativa española) de dos figuras de cohecho año).
impropio en los arts. 425 y 426, donde la autora pone de relieve la CDJ Cuadernos de Derecho Judicial (cit. por número y año,
práctica imposibilidad de distinguir de modo satisfactorio los «actos editado por el Consejo General del Poder Judicial).
propios del cargo» de los «actos no prohibidos legalmente», pese a los
CP Código Penal. : :. '. . " . SÍ-:• i v-hj, ;;.i
esfuerzos de algunos autores en dar algún sentido alo que efectivamente
CPC Cuadernos de Política Criminal (cit. por tomo y año).
parece u n dislate legislativo; el de los supuestos de aceptación de
CPI Códice Pénale (Código Penal Italiano).
dádivas en beneficio de terceros, especialmente en los casos en que se
producen con una intención de contribuir al bien común, con la DJ Documentación Jurídica (cit. por tomo y año).
sugerencia de existencia de u n error de prohibición en algunos de DP Derecho Penal.
ellos; el de la naturaleza dogmática y la justificación políticocriminal DRALE Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia
de la nueva exención de pena establecida en el art. 427 CP para (se cita la 20" ed., de 1984).
algunos supuestos de cohecho activo; o, en fin, el tratamiento de las EJB Enciclopedia Jurídica Básica, ed. Civitas, Madrid, 1995
cuestiones concúrsales con otros tipos, especialmente complicadas en (cit. por tomo y año).
este delito. Fs-Heinitz Festschrift für Ernst Heinitz, 1972.
Quiero terminar manifestando otra vez mi satisfacción por haber Fs-Lackner Festschrift für Karl Lackner, 1987.
tenido algo que ver con este libro (satisfacción que sé que comparte Fs-Peters Festschrift für Peters, 1974. •';
Adela Asúa) y por poder hoy presentarlo. Fs-Welzel Festschrift für Hans Welzel, 1974. ' ' '
GA De 1880 a 1933: Archiv für Strafrecht und StrafprozeB,
Munich, verano de 1998 fundado por Th. Goltdammer. Desde 1935: Goltdammer's
Miguel Díaz y García Conlledo Archiv für Strafrecht (cit. por año).
Gd-Schroder Gedáchtnisschrift für Horst Schroder, 1978.
•!i!iillllllllllfflyilllllllll«llllll!lll!W^^^^

28 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 29

GG Grundgesetz für die Bundesrepublik Deutschland Parágrafo.


(Constitución de la República Alemana). PCP 1980 Proyecto de Ley Orgánica de Código Penal, 1980.
Homenaje- PACP 1983 Propuesta de Anteproyecto de un Nuevo Código Penal,
Beristain Criminología y Derecho penal al servicio de la persona. 1983.
Libro Homenaje al profesor Antonio Beristain, 1989. PCP 1990 Proyecto de Ley Orgánica de Código Penal, 1990.
Homenaje- PCP 1992 Proyecto de Ley Orgánica de Código Penal, 1992.
Casabó Libro Homenaje al profesor Casabó Ruiz (en prensa) -, PCP 1994 Proyecto de Ley Orgánica de Código Penal, 1994-.
Homenaje- PE Parte especial.
Pérez PG Parte general.
Vitoria I Estudios jurídicos en honor del profesor Pérez Vitoria, PJ Poder Judicial, 2" época (cit. por tomo y año).
tomo I, 1983 La Questione Crimínale (cit. por año).
QCr
Homenaje- Revista de Administración Pública (cit. por año).
RAP
Tiedemann Jornadas en honor del profesor Klaus Tiedemann. Hacia Revista de Derecho Bancario y Bursátil (cit. por tomo y
RDBB
un Derecho penal económico europeo, 1995. año).
JA Juristische Arbeitsblátter (cit. por año). -:;: Revista de Estudios Penitenciarios (cit. por tomo y año).
REP
JR Juristische Rundschau (cit. por año). Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad
RFDUC
Jur Crim Jurisprudencia Criminal. Publicada por la Dirección de Complutense (cit. por tomo y año).
la Revista General de Legislación y Jurisprudencia (STS RFDUG Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de
anteriores a 1930, cit. por número y año). Granada (cit. por tomo y año).
Jura Juristische Ausbildung (cit. por año). RG Reichsgericht (Tribunal Supremo del Imperio Alemán).
JuS Juristische Schulung (cit. por año). ,,I,<:Í;''Í RGD Revista General de Derecho (cit. por tomo y año).
JZ Juristenzeitung (cit. por año). RGLJ Revista General de Legislación y Jurisprudencia (cit. por
La Ley Revista Jurídica Española La Ley (cit. por año y tomo tomo y año).
anual o, en algunos casos, por número del diario y año). RID Rivista Italiana di Diritto e Procedura Pénale (cit. por
LECrim Ley de Enjuiciamiento Criminal tomo y año).
LFE Ley de Funcionarios Civiles del Estado. SK Systematischer Kommentar zum StGB, (editado por
LK- : Leipziger Kommentar zum StGB. (§ 11, 10" ed, 1985; §§ Rudolphi y otros). § 11, 10", 1988; §§ 331-335, 4" ed.,
331-335, 10» ed., 1988) 1991).
LPA StGB Strafgesetzbuch (Código Penal Alemán).
Ley de Procedimiento Administrativo
LOPJ STS/SSTS Sentencia/sentencias del Tribunal Supremo.
Ley Orgánica del Poder Judicial i-I!/1
LRJAE TS Tribunal Supremo.
Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado.
MDR ZStW Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswissenschaft
Monatschrift für Deutsches Recht (cit.por año).
NEJ (cit.por año). '• '
Nueva Enciclopedia Jurídica, ed. Seix, Barcelona (cit.
por tomo y año).
NJW
Neue Juristische Wochenschrift (cit. por año).
n./nn.
Nota/ notas.
nm.
Número marginal.
NStZ
Neue Zeitschrift für Strafrecht (cit. por año).
p.,pp.
Página, páginas.
INTRODUCCIÓN Y MÉTODO

--•-í.^^•^ * ' . : - : • • • - / ' - ; . I. I N T R O D U C C I Ó N .;,•..';:: , ,rr;i,:,-,::;M, ¡^

«Habrá quizá pocos términos más evocadores en la ciencia política


que la palabra corrupción. Todo un sistema de valores sociales se
resquebraj a ante su simple enunciado y u n a amplia gama de reacciones,
casi siempre apasionadas, se suscita por el sólo hecho de su traída a
colación. Sin embargo, y posiblemente por ese entorno apasionado que
la circunda, resulta difícil encontrar estudios o incluso opiniones que
desde un punto de vista científico, y por ello distante, analicen
específicamente el significado y alcance del fenómeno de la corrupción.
En general, las voces autorizadas en estas disciplinas, cuando tratan
la materia, se limitan a dar por hecha su existencia en un contexto
determinado para, a raíz de esto, sacar conclusiones interesadas sobre
la ética de las personas o la profunda descomposición del régimen
político donde se encuentra. Posiblemente debido a este componente
anímico siempre presente, pocos estudios nos acercan mínimamente,
no ya al conocimiento real del vicio denostado en un contexto social
determinado, sino ni t a n siquiera a las proximidades de su concepto»^
El presente trabajo trata de exponer, con una sistemática que a
continuación explicaré, los diversos problemas que desde u n a
perspectiva penal plantean los tipos que conforman el delito «rey» por
excelencia dentro del fenómeno amplio de la corrupción: el delito de
cohecho. No entraré por tanto en cuestiones distintas a las penales,
pero sí quiero en esta introducción poner de manifiesto dos ideas de
NIETO^ que me parecen sugerentes y dignas de reflexión. La primera
es que hay corrupciones toleradas que, en sus niveles inferiores, son
incluso fomentadas. La segunda idea se refiere a la impunidad de las
conductas corruptas. Según NIETO, la represión de estas conductas
no es tan difícil como pudiera parecer si se diera la doble condición de
la represión social y la decidida intención de combatir la corrupción
por parte de los superiores; es por tanto, un problema de mentalidad
o de conciencia social: «En España a nadie se le ocurre visitar a un juez
para ofrecerle dinero a cambio de u n a sentencia favorable; mientras

SABÁN GODOY, La corrupción, 1991, 13 s.


NIETO GARCÍA, Desgobierno, 1984, 119 ss.
32 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 33

que muchos se buscan afanosamente intermediarios para conseguir darse para que entre enjuego un tipo penal, qué es lo que distingue
u n a subvención ministerial o un contrato de suministros»^. u n tipo de otro, dónde acaba el comportamiento impune y dónde
La elección del tema se debe fundamentalmente a dos razones: en comienza el punible. Hace posible, por consiguiente, al señalar límites
primer lugar, a la preocupación que genera la proliferación de estas y definir conceptos, u n a aplicación segura y calculable del Derecho
conductas en la sociedad. Coductas que son capaces de hacer que penal, hace posible sustraerle a la irracionalidad, a la arbitrariedad
tambalee la organización de u n Estado social y democrático de y a la improvisación. Cuanto menos desarrollada esté u n a dogmática,
Derecho, al cambiar el servicio que los funcionarios deben prestar a los más imprevisible será la decisión de los tribunales más dependerán
ciudadanos por un servicio a sus propios intereses particulares. En del azar y de factores incontrolables la condena o la absolución»". Por
segundo lugar a la escasez de trabajos que existen en España sobre estos motivos, he procurado centrarme al estudiar estos delitos en
este tema", y que entiendo no está justificada en relación con la problemas propios de la Parte general del Derecho penal, tales como
importancia de estos delitos. problemas de participación en delitos especiales, problemas de error,
Aunque en el trabajo he estudiado específicamente todos los iter criminis, etc. y he procurado no limitarme únicamente a la
aspectos relevantes del denominado delito de cohecho pasivo, tanto exphcación de las peculiaridades de parte especial de la conducta
propio como impropio, por ser éstos los delitos propios de funcionarios típica definida en cada uno de los tipos.
y Autoridades, a lo largo del mismo he analizado también aquellos 2. En cuanto al material manejado es de todos conocida la entrada
problemas más importantes del delito de cohecho activo, es decir del en vigor del nuevo CP a partir de mayo de 1996, por lo que he
delito de cohecho cometido por particular, porque sin dicha explicación procurado recoger todos los trabajos que sobre el tema objeto de
resultaba imposible la comprensión del cohecho pasivo. Por ello se estudio se han publicado. Por supuesto el trabajo se refiere a los
hacen continuas referencias a la conducta del particular que conforma artículos que recogen el delito de cohecho en el nuevo CP, pero dado
el delito de cohecho activo, especialmente cuando abordo el tema de la el escaso periodo de tiempo que este CP lleva en vigor, son continuas
conducta típica y el tema de la intervención de particulares. las referencias al Código anterior, y por supuesto a obras anteriores.
Así, he procurado estudiar todas las opiniones de los penalistas
españoles y alemanes de los siglos XIX y XX, siempre que el acceso a
II. MÉTODO los trabajos me h a sido posible. La doctrina italiana, especialmente la
más moderna, ha sido manejada, aunque no exhaustivamente,
1. En cuanto a la metodología científica utilizada se h a procurado centrándome en aquellas obras más relevantes escritas después de
un equilibrio entre la ponderación de las necesidades políticocriminales 1990, puesto que el capítulo relativo a delitos contra la Administración
y de justicia material y la corrección en la construcción dogmática. pública fue modificado sensiblemente en Italia en ese año.
Aunque las primeras son muy importantes, pues u n a función esencial He manejado también las SSTS relativas al delito de cohecho que
del Derecho es intentar darles respuesta, la importancia de u n se han dictado desde el siglo pasado hasta diciembre de 1996, así como
correcto manejo de la dogmática me sigue pareciendo enorme, pues las más relevantes dictadas por el BGH alemán y por la Corte de
estoy convencida de que sólo con u n correcto manejo de la dogmática Cassazione italiana.
es posible aprehender correctamente el contenido del Derecho y su También he manejado, aunque sin pretensión de exhaustividad,
aplicación racional. Por ello, creo que todavía mantienen plena vigencia ()bras relativas al Derecho administrativo, especialmente en el capítulo
las palabras de GIMBERNAT: «La dogmática, pues averigua el
contenido del Derecho penal, cuáles son los presupuestos que h a n de

GIMBERNAT ORDEIG, Estudios, 3», 1990, 126, en un trabajo publicado por


primera vez en alemán, en ZStW 82 (1970), 379-410 (la cita se encuentra
NIETO G A R C Í A . Desgobierno, 1984, 122. precisamente en la p. 405), que también LUZÓN PEÑA citaba en la introducción
Debe destacarse la reciente monografía de VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, de su tesis doctoral: Legítima defensa, 1978, 14 s., así como DÍAZ Y GARCÍA
1995. CONLLEDO, La autoría, 1991, 35.
IUFfr iiiiiíimiiiiiiiHiiiiiimiffímm

INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 35


34
referido al concepto de funcionario público, con el fin de probar que el «paso a paso». He prescindido de un capítulo de antecedentes históricos
concepto de funcionario recogido en el art. 24 CP es u n concepto propio de los preceptos, así como de uno destinado al estudio del Derecho
del Derecho penal y más amplio que el utilizado por el Derecho comparado, en ambos casos por la misma razón, porque he considerado
más conveniente utilizar los argumentos históricos y de Derecho
administrativo. comparado en aquellos puntos donde tales argumentos son relevantes,
No se h a manejado bibliografía portuguesa e hispanoamericana. y no considerarlos como departamentos estancos.
Sé que esta carencia es criticable: la primera porque su regulación es He dividido el trabajo en seis capítulos, además de esta «introducción
muy similar a la nuestra y soy consciente de que existen obras muy y método». En el primero he abordado la difícil cuestión de delimitar
relevantes sobre el tema. La razón de no haberla utilizado es por el bien jurídico protegido en el delito de cohecho. Para ello he realizado
haberla descubierto cuando el trabajo estaba cerrado. En el caso de la previamente un estudio sobre el concepto general de bien jurídico y
doctrina hispanoamericana, parece de justicia manejar autores que, especialmente de la problemática existente en torno a los bienes
probablemente más que ningunos otros, se mueven en un contexto jurídicos supraindivi duales. En cuanto al bien jurídico protegido en el
jurídicopenal que normalmente es coincidente con el español. Sin delito de cohecho, acojo la tesis de LOOS", conforme a la cual el bien
embargo, en este caso pongo como excusa de la no utilización de esa jurídico protegido en este delito (tanto cohecho pasivo como cohecho
doctrina el límite de mi capacidad de trabajo. Consideré imprescindible activo) serán las condiciones básicas de funcionamiento de la
el manejo completo de la literatura española (por razones obvias) y de Administración n e c e s a r i a s p a r a que los ciudadanos p u e d a n
la literatura alemana, porque el estudio que estos autores realizan del desarrollarse. En este capítulo estudio también la relevancia que
delito de cohecho es muy importante, especialmente en los años 60, tienen los criterios de merecimiento y necesidad de pena, así como su
donde se pueden encontrar multitud de monografías sobre el tema, ubicación sistemática. En el capítulo segundo abordo el tema del
estudiándolo en profundidad. concepto de funcionario y la problemática que suscita la intervención
3. En cuanto al sistema de citas utilizado, siguiendo casi por de particulares, en tanto en cuanto se t r a t a el delito de cohecho de un
completo el que utiliza el Prof. Díaz y García Conlledo, director de la delito especial. El sujeto, para ser autor de un delito de cohecho pasivo,
tesis, he procurado combinar la brevedad con la posibilidad de debe, además de cumplir los requisitos de toda autoría, ser funcionario
identificación precisa de la obra y su ubicación temporal; para lograr ¡júblico o autoridad, pues se trata de un delito especial. El concepto de
esto último he citado siempre la fecha de publicación del trabajo que funcionario del art. 24 CP es un concepto propio del Derecho penal y
cito. Las monografías se citan por u n a palabra clave (la que aparece diferente al concepto administrativo. En la sección segunda de este
en negrita en el título de cada u n a de ellas en la bibliografía que se (•apítulo planteo los problemas de participación que se plantean en el
encuentra al final del trabajo); los artículos de revistas, los contenidos delito de cohecho pasivo, como delito especial que es, así como las
en libros-homenaje, libros colectivos, estudios reunidos de uno o varios particularidades de la misma debido a la regulación específica del
autores, etc. se citan por el título abreviado de la revista (seguido de tomo 1 •()hecho activo, que permite considerar autor al particular que corrompe
y año o sólo de año, según las revistas) o del libro de que se trate; en el u intenta corromper a un funcionario o autoridad. El capítulo tercero
caso de los manuales y comentarios se cita también el título abreviado. s(í refiere a la naturaleza del delito de cohecho y al estudio del tipo
En la cita de páginas, que es el sistema que he seguido con carácter objetivo y subjetivo. En cuanto a la naturaleza se plantea la discusión
general, salvo en los comentarios al StGB, en que'normalmente se cita d(í si se trata de delitos bilaterales o unilaterales; desde mi punto de
la numeración por §§ y apartados o números marginales, he tratado de vista el delito de cohecho en todas sus formas es un delito unilateral.
ser lo más precisa posible, distinguiendo si se trata de una página y las I )(íntro del tipo objetivo he estudiado, además de las diferentes
siguientes (ss.), de si se trata de páginas salteadas. En estos casos cito (•(inductas típicas que configuran el delito, el concepto de «acto en el
todas las páginas separándolas con una coma. Cuando se trata de u n a
página y la siguiente lo indico con una sola «s».
4. En la sistemática expositiva no he buscado la más mínima
originalidad, sino más bien la claridad y el poder demostrar las cosas \.00S, Fs-Welzel, 1974, 879 ss.
38 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 39

general a la hora de enfrentarse al estudio de u n delito concreto desde mas. De ahí deduce SILVA que el principio de fragmentariedad
u n punto de vista material y garantístico. ,:. (protección fragmentaria de bienes jurídicos) también puede concebir-
U n a vez determinado el concepto general de bien jurídico y el bien se como u n a derivación del principio de proporcionalidad. Por otro
jurídico específicamente protegido en el delito de cohecho, éste servirá lado, confluirían principios utilitaristas, como el de necesidad y
como guía interpretativa de los diferentes tipos que componen el utilidad de la intervención penal (intervención mínima), que implican
delito, así como p a r a restringir en lo posible las conductas típicas sólo que el Derecho penal no se ocupa de todos los comportamientos
a aquéllas que perturben gravemente dicho bien. antijurídicos que surgen de las relaciones sociales, sino sólo de los más
intolerables, y que sólo conoce y sanciona estos hechos cuando ya h a n
fallado todos los demás medios de control formales e informales^.
2. Funciones del bien jurídico
De las reflexiones anteriores se puede deducir ya la primera
a. Planteamiento función que se puede asignar al bien jurídico, a través del principio de
exclusiva protección do bienes jurídicos: la limitación al ius puniendi
Siguiendo las reflexiones de LUZÓN PEÑA, se puede afirmar que del Estado. .i <> . ,i M, , M ,I I I m < . ,, ,
la norma jurídico penal, al igual .que las restantes normas jurídicas,
cumple o intenta cumplir la función de posibilitar la convivencia
h. Fundón de Imitación del ius puniendi del Estado ' ' ''•'•'. • >- '•-'
humana en sociedad. Su pecuüaridad estriba en que funciona inten-
tando proteger las condiciones elementales mínimas para esa convi- Se suele concebir el Derecho penal como un instrumento de
vencia social, en la especial gravedad de los medios empleados por la «control social»'*, al que sólo ha de acudirse en aquellos casos en \ : -
norma penal para cumplir esta misión, y en que sólo debe intervenir que, por la importancia de los bienes en juego o por la especial
en los casos de ataques muy graves a esas condiciones mínimas de la virulencia con la que determinados bienes son atacados, se hace
convivencia pacífica en la comunidad. En la medida que consiga el necesaria la aplicación de la más enérgica de las intervenciones que
cumplimiento de estas misiones, la norma penal resultará funcional el Estado puede desplegar'^.
y, encaso de que las perturbe, disfuncional. La norma penal, portante, En opinión de LUZÓN PEÑA: «El concepto de "control social" es un
intenta cumplir u n a función protectora de esas condiciones elementa- concepto vago e impreciso que puede utilizarse como mecanismo más
les de la convivencia social. E s t a función se denomina función de o menos razonable, de control de la sociedad sobre sus miembros para
protección de bienes jurídicos, misión que t r a t a de llevar a cabo tanto evitar infracciones, como puede significar control que algunos grupos
la norma jurídicopenal como el Derecho penal en su conjunto. Los (dominantes) pueden ejercer sobre la sociedad, es decir, u n mecanis-
bienes jurídicos, sin entrar por ahora a fondo en el tema, serán esos mo más o menos burdo, de dominación y de poder». Sin embargo este
presupuestos o condiciones indispensables de la convivencia social autor se muestra crítico con esta terminología aduciendo que, «en una
pacífica^. sociedad democrática —con sus correspondientes mecanismos de
Más aún, se puede afirmar, como hace SILVA, que la exigencia de representación de los diversos sectores sociales y de control de poder,
que el Derecho penal intervenga exclusivamente p a r a proteger bienes incluyendo el poder punitivo— el Derecho penal interviene en la
jurídicos constituye u n a garantía fundamental del Derecho penal mayoría de los casos intentando prevenir y luchar contra delitos cuya
moderno. Se trata, según este autor, de u n a confluencia de principios calificación como tales está materialmente justificada, es decir, contra
garantísticos. Por u n lado, la proporcionalidad: la intervención del graves ataques a las condiciones básicas para la convivencia de los
Derecho penal no resulta proporcionada si no tiene lugar en aras de ciudadanos o de su conjunto, entonces estamos ante algo que es
la protección de las condiciones fundamentales de la vida en común y
para evitar ataques especialmente graves dirigidos contra las mis-
SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 267 ss.
OCTAVIO DE TOLEDO, Concepto, 1981, 105 ss.; MUÑOZ CONDE, DPy control
social, 1985, 18, 36 ss. ': .'i ••• ,.
T,UZÓN PEÑA, Estadios penales, 1991, 58 ss.; PG I, 1996, 82 ss. Por todos, MIR PUIG, PG, 4°, 1996, 72 ss. ' '' ' ' , : i
40 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 41

inexacto llamar control social de la (mera) desviación. Ocurre lo desviaciones de ese poder que atenten al debido respeto de la dignidad
mismo con las connotaciones (negativas) de la descripción de la de la persona»'^
función del Derecho penal mediante el término "represión" o "Derecho Esta función es por tanto una función de garantía que sólo se puede
represivo", pues ello lleva asociada la idea de represión de libertades, hacer efectiva en la medida en que la teoría del bien jurídico sea capaz
o de conductas legítimas o al menos neutras. Pero si lo que se de indicar qué y por qué se protege. De esta forma el bien jurídico
"reprimen" o "controlan" son conductas intolerables, por su lesividad cumple una importante función políticocriminal de carácter crítico al
o peligrosidad, para cualquier sociedad, en ese caso el Derecho penal permitir de lege lata la revisión del Ordenamiento jurídicopenal, y de
cumplirá una función protectora de libertades y legítimos intereses de lege ferenda al establecer una limitación de carácter material al ius
los individuos y de la sociedad, es decir, su correcta y legítima función puniendi estatal'".
de protección mediante la prevención»-''. Al margen de la crítica a la La determinación de la misión del Derecho penal con ayuda del
terminología que realiza, de la reflexión de LUZON se deduce que el concepto de bien jurídico ofrece al legislador un criterio plausible y
Derecho penal debe servir para proteger exclusivamente bienes jurí- práctico a la hora de tomar sus decisiones. En palabras de HASSEMER/
dicos, ya que lo contrario implicaría una función abusiva del Derecho MUÑOZ CONDE: «Este criterio, al mismo tiempo que utilizable, debe
penal. ser fácilmente aprehensible a fin de evitar que el legislador pueda
El ius puniendi del Estado se fundamenta en el art. 9,2" de la amenazar con pena todo lo que en su opinión deba ser mantenido
Constitución. De él se deduce la obligación de los poderes públicos de intacto y sin alteración alguna. La idea del bien jurídico conduce, por
potenciar los objetivos del Estado social y remover los obstáculos que tanto, a una política criminal racional: el legislador debe medir sus
se opongan a ellos. Sin embargo, no se puede entender el fundamento decisiones con criterios justos y claros, utilizándolos al mismo tiempo
constitucional como una obligación de intervención punitiva, sino para su justificación y crítica»^^.
como una «potestad» estatal que entra enjuego con los objetivos de u n
Derecho penal mínimo, ya que las funciones penales represivas sólo c. Función interpretativa
pueden legitimarse por su «necesidad» en los casos más extremos*'. E
incluso por muy necesaria que sea la intervención penal en la protec- El bien jurídico constituye un criterio de interpretación de los tipos
ción de un bien, estoy de acuerdo con SILVA, cuando afirma que dicho penales que condiciona su sentido y su alcance conforme a la finalidad
bien no pasa automáticamente a incluirse en el ámbito de los objetos de protección de u n determinado bien jurídico. Constituye un princi-
de protección penal; es decir, podría ser necesaria en términos funcio- pio aceptado por la doctrina, en materia de interpretación de las
nales (aunque inadmisible) la protección de bienes no fundamenta- normas penales, que el bien jurídico protegido en el respectivo ámbito
les^. de las mismas integra uno de los principales elementos determinantes
El sistema penal, como expone CEREZO, «es u n instrumento de del significado esencial regulador del Ordenamiento positivo.
protección del sistema político dominante, ésta es u n a de sus mayores
servidumbres»®, y de ahí la necesidad de establecer claramente las
condiciones del ejercicio del ius puniendi, que eviten, o al menos 3 TERRADILLOS BASOCO, Peligrosidad social, 1981, 11 ss.
sirvan, para, como afirma TERRADILLOS, «desvelar y criticar las 10 Por todos, MIR PUIG, PG, 4", 1996, 92 ss,
11 HASSEMER/MUÑOZ CONDE, Introducción, 1989, 105. Esta es la opinión domi-
nante que se traduce en procesos despenalizadores de comportamientos cuya
dañosidad para bienes jurídicos es dudosa. Así vid. OTTO, Strafrechtsdogmatik,
5 LUZÓNPEÑA, Estudios penaZes, 1991, 6 4 s s . ; P G / , 1996, 70 s. . 'i 1971,14ss.;RUDOLPHI,Arueí;oPe/7.,sam¿en,toPe«a/4,1975,333 ss.;TERRADILLOS
fi Por todos, MIR PUIG, PG, A\ 1996, 90 ss. LUZÓN PEÑA, PG 1, 1996, 77 ss. BASOCO, RFDUC 63, 1981,126 ss.; GÓMEZ BENÍTEZ, RFDUC 69, 1983, 90 ss.;
' SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 267 ss. El autor se refiere a los conceptos HASSEMER, Doctrina penal 46147, 1989, 277 ss.; OCTAVIO DE TOLEDO, ADP
de «merecimiento» y «necesidad de pena» como conceptos que responden a lógicas 1990, 7 ss.; HORMAZÁBAL MALARÉE, Bien jurídico, 1991, 8 ss.; HASSEMER,
diferentes. Dichos conceptos se estudiarán más adelante y se verá que parte de la Pena y Estado 1, 1991, 30 ss.; MIR PUIG, Estudios penales y criminológicos XIV,
doctrina reúne en uno sólo ambos conceptos. ,. ,, , 1991, 205 ss.; COBOA^IVBS, PG, 3", 1991, 247 ss.; LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 82
8 CEREZO MIR, P G / , 5 M 9 9 6 , 21. .. . ., ::,..,:,_• ':
liífílllimfflilBiniiHHiiaWiiRilMIliffHfflfflfflfflmfífflnrmH^

INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 43


42

En su función exegética, por tanto, el bien jurídico se convierte en f. Conclusión ' ' ' ' ' ' w'i •• .
la clave que permite descubrir la naturaleza del tipo en cuestión,
El cumplimiento de las finalidades atribuidas al bien jurídico,
dándole sentido y fundamento'^. Así, cuando el intérprete se enfrente
especialmente la referida finalidad de garantía o limitación al ius
al análisis de los tipos concretos de la parte especial, construcciones
puniendi del Estado, exige una adecuada determinación del contenido
básicas de la dogmática penal como la antijuridicidad material sólo
del concepto de bien jurídico. Ésta habrá de impedir que el mismo
podrán entenderse a partir del concepto de bien jurídico^'^. Acertada-
sirva de mera pantalla para la protección penal de todo tipo de
mente subraya MIR, que una vez determinado el bien jurídico prote-
intereses, estrategias o convicciones morales cuya lesión, sin embar-
gido en un delito, la interpretación teleológica del mismo podrá excluir
go, carecería de una auténtica repercusión negativa en la realización
del tipo las conductas que no lesionen ni pongan en peligro dicho bien
de los individuos comió seres sociales^^. •,< , • i - i i i
jurídico, ya que faltaría la antijuridicidad material de la conducta^*.
La función crítica del bien jurídico de cara a determinar lo que el
legislador estima que debe ser protegido por el Derecho penal se 3. Delimitación del concepto de bien jurídico •i
relaciona con la función hermenéutica, de tal modo, que la concepción
que se mantenga de bien jurídico como planteamiento general incidirá a. Conceptos históricos^^ ....,
en el proceso interpretativo"". El bien jurídico se cuenta desde mediados del siglo XIX, concreta-
mente desde BIRNBAUM^", entre los conceptos fundamentales del
d. Función sistemática i/ ' ' i ' ' ' > ,i Derecho penal. Su función se situaba en el terreno de la interpretación
y de la ordenación, pero no nace el concepto de bien jurídico con el
La relevancia metódica de 1 a noción penal de bien jurídico tiene u n propósito de fijar u n a frontera al ius puniendi del Estado, sino que fue
singular reflejo en la Parte especial del Derecho penal, ya que p a r a introducido por BIRNBAUM en el ámbito de los delitos contra la
ordenar técnicamente la extensa variedad de hechos delictivos se religión y las buenas costumbres. El bien jurídico no nace como límite
recurre normalmente al bien jurídico penalmente tutelado en los de lege ferenda, sino como producto del positivismo de lege lata.
respectivos tipos penales"'. , ¡ Significó una consecuencia de la crítica formulada por la escuela
histórica y el positivismo jurídico al Derecho natural en que se basaba
e. Función de medición de la pena > la ideología de la ilustración y su concepción del delito como lesión de
un Derecho subjetivo. Con dicha crítica seperdió la intención limitadora
Expresamente subrayada por MIR'"', esta función implica que la del Derecho penal de la ilustración que exigía como presupuesto del
lesión o puesta en peligro mayor o menor del bien jurídico pueden ejercicio del ius puniendi la «dañosidad social» del delito.
servir de base a la concreta determinación de la pena. , Las posteriores posturas doctrinales sobre el bien jurídico tampoco
van a servir para limitar la acción del legislador. Así la concepción de
BINDING^^ ni siquiera pretendía atribuir al bien jurídico tal función:
para BINDING, el bien jurídico es «creado por el Derecho» que elige
los objetos que en opinión del legislador merecen protección. Se trata,
por tanto, de un concepto formal de bien jurídico.
Por todos, MUÑOZ CONDE, Teoría, 2\ 1989,55 ss.; LUZÓN PEÑA, PGI, 1996,169
s.; MIRPUIG, PG, 4", 1996, 137.
RUDOLPHI, Nuevo Pensamiento Penal 4,1975, 329 ss.: «El bien jurídico se concibe
como el núcleo material del injusto común a todo comportamiento antijurídico» 18 SILVA SÁNCHEZ, Aproximación., 1992, 267 ss.
(329). 19 Acerca de la concepción histórica del bien jurídico, vid. CALLIES, Theorie der
Por todos, MIR PUIG, PG, 4°, 1996, 137; LUZÓN PEÑA, PG 1, 1996, 169. Strafe, 1974, 135 ss.; MIR PUIG, Introducción, 1976, 129 ss.
Por todos, HASSEMEE/MUÑOZ CONDE, Introducción, 1989, 50 ss. 20 BIRNBAUM, cit. por MIR PUIG,/nfroducción, 1976, 129. ' ' ^
Por todos, LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 170.; MIR PUIG, PG, 4», 1996, 137. 21 BINDING, Dje Wormera/, 1872, 339 ss. - , •liii
MIR PUIG, PG, 4^ 1996, 138.
EL DELITO DE COHECHO 45
44 INÉS OLAIZOLA NOGALES

Von LISZT^^ sí persigxiió un concepto material de bien jurídico que b. Aproximación a un concepto material de bien jurídico *'
sirviese de fi:'ontera máxima de lo punible. Así trasladó el bien jurídico La aproximación al concepto material de bien jurídico, concepto
a un momento anterior al Derecho positivo, concretamente al de la que se considera necesario para que el bien jurídico pueda ejercer su
realidad social. Era ésta, la realidad social, y no el legislador, la que función limitadora del iuspuniendi del Estado^^', se ha hecho a través
debía decidir qué objetos merecían protección penal. Según von de dos perspectivas diferentes que podrían agruparse en las denomi-
LISZT, el bien jurídico viene constituido en cada delito por u n interés nadas teorías constitucionalistas y las teorías sociológicas.
que el Derecho no crea, sino que se lo encuentra y lo eleva a categoría
jurídica. Sin embargo, von LISZT no contestó a la cuestión de qué
b.l. Teorías constitucionalistas
criterios eran los que decidían cuándo un determinado interés debía
ser elevado por el Derecho a categoría de bien jurídico. Por tanto, ni Las teorías constitucionalistas vienen representadas en España
la concepción de BINDING, porque no lo pretendía, ni la de von LISZT fundamentalmente por ESCRIVÁ GREGORI, GONZÁLEZ RUS y
ofrecieron un concepto material de bien jurídico que sirviera efectiva- ÁLVAREZ GARCÍA. Sin embargo, el primer autor que realizó una
mente de límite al legislador. elaboración detallada del concepto del bien jurídico en clave constitu-
A partir de los años veinte del presente siglo la postura de von cional fue el itahano BRIGOLA^''. Este autor parte en su análisis del
LISZT fue seguida en cierta medida por los neokantianos^'', al remitir hecho de que la Constitución itahana atribuye un valor preeminente
a una realidad externa al Derecho positivo la concepción de bien a la libertad personal, pasando a deducir de esta afirmación que «la
jurídico. Pero en lugar de acudir al terreno de lo social, se trasladó el máxima restricción de la Kbertad personal, como es la que se efectúa
problema al mundo espiritual de los valores, lo que incapacitaba al de modo efectivo o potencial a través de la sanción penal, puede
concepto de bien jurídico para cumplir fin limitador alguno. Así, el adoptarse solamente como extrema ratio. Para precisar tal concepto
bien jurídico se entendía como u n a «realidad valorada positivamen- puede afirmarse hoy que la sanción penal puede adoptarse solamente
te», y bajo ese rótulo podía incluirse cualquier estado, convicción o en presencia de la violación de un bien, el cual, si no de igual gi'ado
principio, en función del sector social dominante en una sociedad respecto al valor (Hbertad personal) sacrificado, esté al menos dotado
determinada. La prueba de la ineficacia garantística de la concepción
espiritualista del bien jurídico se advierte por la aceptación de la
misma por el Derecho penal nacionalsocialista en Alemania''*''. La
OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, Concepto, 1981, 105 ss.; TERRADILLOS
pretendida «materialidad» del concepto de bien jurídico no añadía BASOCO, Peligrosidad social, 1981, 11 ss.; CEREZO MIR, PG 11, 5", 1996, 21;
finalmente nada a la idea de «infracción de deber», dado que cualquier MUÑOZ CONDE, DPy control social, 1985, 18, 36 ss.; LUZÓN PEÑA, Estudios
deber podía elevarse a la categoría de bien jurídico. Un concepto así no penales, 1991, 64 ss,; PGI, 1996, 82; SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 267
era capaz, por tanto, ni de fundamentar la despenalización de hechos ss.; MIR PUIG, PG, 4", 1996, 90 ss.; DA COSTA ANDRADE, Liberdade, 1996, 13
ss.;QUINTERO OLIVARES, PG, 1996, 242 ss., enumera tres razones que explican
puramente inmorales, ni de proporcionar las características específi- el interés de la doctrina por definir materialmente el concepto de bien jurídico: «1"
cas del objeto de protección del Derecho penaP'''. en cuanto se toma conciencia de la trascendencia política del Derecho penal y, por
A partir de los años cincuenta se replantea el concepto de bien tanto, se ve la necesidad de que sea funcional a una determinada política criminal
resulta obvio que la precisión de los bienes jurídicos se transforma simultáneamen-
jurídico, mediante la vuelta a ideas ya intuidas por v(m LISZT. te en una opción políticocriminal que, p o r lo mismo, no puede reducirse a la
búsqueda del telos de las normas positivas, sino que procede realizar una inversión
del orden, colocando primero la decisión sobre cuáles son los bienes jurídicos que va
a proteger el Derecho penal, y frente a qué c l a s e de ataques para luego describir en
el CP las figuras delictivas que convienen a esa finalidad; 2" el concepto de bien
jurídico permite denunciar la existencia de delitos en los que, al menos, es dudoso
que exista bien jurídico alguno; 3" se h a de poner de relieve la existencia de
Von LISZT, Lehrbuch, 12='/13^ 1903, 140 ss. determinados bienes jurídicos no necesitados de protección penal, ya que otras
Por ejemplo, SCHWINGE, cit. por SINA, Die Dogmengeschichte, 1962, 82 ss. ramas del Ordenamiento Jurídico se m u e s t r a n suficientes para su tutela».
Por ejemplo, KLEE, cit. por SINA, Die Dogmengeschichte, 1962, 82 ss. BRICOLA, Novissimo Digesto Italiano XIX, 1973, 15 ss.
MIR PUIG, Introducción, 1976, 129 ss.
46 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 47

de relieve constitucional. Es decir: el ilícito penal puede concretarse b.2. Critica a las teorías constitucionalistas • ' "' (• s w.'
exclusivamente en u n a significativa lesión de u n valor constitucional-
Desde diversos sectores doctrinales se han criticado las tesis
mente relevante». Esto no significa que BRIGOLA, así como los demás
constitucionalistas.
partidarios de las teorías constitucionalistas, otorguen a la libertad
Entiendo, de acuerdo con OCTAVIO DE TOLEDO, que si bien la
personal u n carácter de derecho absoluto; al contrario, indica
Constitución sirve como límite negativo a la hora de determinar el
ANGIONI, «es evidente que cualquier derecho, incluso el más impor-
concepto de bien jurídico, en el sentido de que las normas penales no
tante de todos, no es legihus solutas, y puede, eventualmente, ser
pueden amparar intereses contrarios a la Constitución, ésta no puede
lesionado en situaciones latu sensu de legítima defensa»^*^. Según
servir de límite positivo por lo que ella tiene de marco insuperable y
estos autores, si la Constitución concede u n valor primordial a la
por lo tanto muy amplio, por lo que chocaría con los principios de
libertad personal, y aquella está en la cúspide del Ordenamiento
subsidiariedad y fragmentariedad. Y además, porque no es esperable
Jurídico, se puede deducir que únicamente ante la lesión de otro bien
de ella el don de adivinación perfecta y omniscencia para poder prever
que tenga si no igual, sí semejante relevancia en el ámbito normativo,
todas las relaciones sociales a las que puede dar lugar el desarrollo de
resulta lícita la privación de libertad. Esta idea implica algo más que
la sociedad'". SILVA señala acertadamente que la exigencia de una
la mera obligatoriedad de interpretar la normas penales en conformi-
consagración constitucional directa o indirecta de los bienes penalmente
dad con la Constitución; es decir, implica que la Constitución agota los
protegibles está plenamente justificada, en la medida en que pone de
intereses susceptibles de tutela penal de forma tal que la cobertura
manifiesto que u n a intervención tan intensa sobre el individuo como
punitiva a intereses situados extramuros de la ley fundamental
la penal sólo puede justificarse en caso de afectación de un elemento
llevaría consigo la calificación de inconstitucionaF^.
esencial de la vida en común, al que h a alcanzado el consenso
Los autores que defienden tesis constitucionalistas establecen
plasmado en la Constitución. Desde este punto de vista, opina el
como bienes jurídicos defendibles: «a) los directamente reconocidos a
autor, que la idea de plasmadón constitucional debe, pues, ser acogida
los ciudadanos en la Constitución; b) los recogidos en convenciones
por añadir un nuevo elemento limitador a las ideas de afectación al
internacionales incorporadas al Derecho vigente; c) los tutelados en sí
individuo y dañosidad social. Sin embargo, continúa SILVA,: «el
mismo sin referencias personales (salud pública, patrimonio artístico,
ámbito de las realidades consagradas explícita o implícitamente por
etc.); d) los constitucionalmente «integrables», es decir, los relaciona-
la Constitución resulta describir un marco flexible y ambiguo, dema-
dos con un bien constitucional de manera tal que su lesión supone
siado amplio todavía p a r a los efectos de concretar el concepto de bien
poner en peligro necesariamente éstos. Esta categoría debe ser utili-
jurídico. Así, si bien es cierto que realidades que no hayan sido
zada de m a n e r a restrictiva, porque sólo excepcionalmente puede
consagradas expresa o implícitamente en la Constitución deben
dispensarse tutela penal a un bien jurídico que no esté expresa o
quedar por principio cerradas a la protección penal, también lo es que
implícitamente reconocido por la Constitución. Frente a l a simple «no
no todas aquellas realidades contempladas en la misma adquieren, en
incompatibilidad» de estos bienes con la Constitución, estos autores
virtud de ello, la cualidad de penalmente protegibles. Sentada la
propugnan la «integrabilidad» en la misma del bien jurídico que se
consagración constitucional, es preciso, pues, proseguir en la labor de
pretende tutelar»^°
concreción de las características de los obj etos penalmente protegibles,
para lo cual será preciso tener en cuéntalos principios políticocriminales
que h a n de inspirar de modo general el ejercicio del iuspuniendi del
28 ANGIONI, Bene giuridico, 1983, 168.
Estado»32
29 Siguen estas tesis en España: ESCRIVÁ GREGORI, Papers 1980, 157 ss.;
GONZÁLEZ RUS, Bien jurídico, 1980, 23 ss.; ÁLVAREZ GARCÍA, CPC43, 1991,
20 ss. 31 OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, ADP 1991, 10 ss.
30 GONZÁLEZ RUS, Bien jurídico, 1980, 41 ss. E n el mismo sentido, BRIGOLA, 32 SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 274 ss. En el mismo sentido ya se habían
Novissimo Digesto Italiano XIX, 1973. 15 ss.; ESCRIVÁ GREGORI, Papers 1980, pronunciado entre otros, HASSEMER/MUÑOZ CONDE, Introducción, 1989, 69:
157 ss;ANGIONI,Beneg¿«r¿d¿co, 1983,168 ss.;ÁLVAREZ GARCÍA, CPC 43,1991, «Los derechos fundamentales no son más que un elemento importante del complejo
20 ss.;
48 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 49

Entiende ÁLVAREZ GARCÍA que la crítica anterior no está del b.3. Teorías funcionalistas
todo justificada, porque no se puede predicar con carácter general
Los conceptos sociológicos-funcionalistas aprecian la necesidad de
obligaciones de penalización derivadas de un entendimiento constitu-
entender los bienes jurídicos en su dimensión social, como condiciones
cional del concepto de bien jurídico, sino que el legislador penal puede
necesarias para la conservación de u n orden social. Por lo tanto, la
optar en todos los casos por imponer sanciones penales a bienes de
característica común de los hechos lesivos de bienes jurídicos será su
referencia constitucional, pero no está forzado a hacerlo pudiendo
dañosidad social. La nota común de estas teorías se encuentra en el
inclinarse en la protección de u n determinado bien por sanciones rescate de la noción de bien jurídico del mundo abstracto de los valores
provinientes de otras ramas del ordenamiento'^'^ Sin embargo, lo que y su integración en el ámbito de la realidad social, en el que se
no dice este autor es en qué criterios deberá fundamentar el legislador desarrollan las funciones del Estado y, por ende, del Derecho penaF'\
la decisión de si u n determinado valor relevante constitucionalmente
debe ser protegido penalmente o por otra rama del ordenamiento, lo
que deja de nuevo sin solucionar el problema de los límites al ius b.3.1. Teorías funcionalistas extremas :,i;:,:t', .L:;:;]) ;.¡Í,ÍJÍ: -i:,:'':,•'' ':::u:i
puniendi del Estado. D e s t a c a como r e p r e s e n t a n t e del funcionalismo e x t r e m o
Desde otro p u n t o de v i s t a PAGLIARO c r i t i c a l a s t e s i s AMELUNG'''', que, siguiendo la perspectiva sistémica funcionalista
constitucionalistas alegando que limitar la tutela penal a bienes de PARSONS y LUHMANN, entiende que el contenido del bien
constitucionalmente reconocidos no es oportuno p a r a el ordenamiento jurídico está condicionado por lo que es «socialmente dañoso», y señala
en su conjunto, ya que debe tenerse en cuenta que las Constituciones que entran dentro de esta categoría «los acontecimientos disfuncionales,
envejecen, no resultando extraño que surjan nuevas exigencias tuitivas los fenómenos sociales que impiden o dificultan la superación de los
que ni siquiera eran previsibles en el momento de la elaboración del problemas que obstaculizan el progreso del sistema social. Así el delito
texto constitucionaF*. A esta crítica responde ALVAREZ GARCÍA, es sólo un caso de fenómeno disfuncional. Su disfuncionalidad se pone
defensor de las tesis constitucionalistas'*'"', que la rigidez constitucio- de manifiesto por su contradicción con una norma institucionalizada
nal no significa inmutabilidad absoluta en los contenidos normativos encargada de resolver el problema de la supervivencia de la sociedad.
en tanto no se produzcan reformas, sino que por el contrario, aun en La dañosidad social de una conducta, por tanto, debe establecerse en
ausencia de u n a modificación formal de las normas constitucionales, relación al sistema y no al individuo». Llega AMELUNG a renunciar
se producen cambios sustanciales de las mismas a través de la al propio concepto de bien jurídico y toma la dañosidad social como
variación de su interpretación misma, fruto de los cambios históricos referencia directa de la antijuridicidad material. Por su parte, JAKOBS,
y sociales que se van produciendo, así como a través de sentencias del también desde u n a postura funcionalista extrema, analiza la cuestión
Tribunal Constitucional, Tratados internacionales o actos de carácter del bien jurídico desde el más puro normativismo. Este autor supera
normativo con valor inferior a la norma constitucional, dado que en el planteamiento que entiende el bien jurídico como objeto de protec-
muchas materias el único mandato constitucional es que una cierta ción de una norma, proponiendo la vigencia de la norma misma como
materia debe ser regulada a través de una ley orgánica. el bien del Derecho penal. Así, el bien jurídico del Derecho penal serían
aquellas normas que pasan el filtro de la «dañosidad social»'^''*.
Sigue la teoría funcionalista extrema en España, aunque sin
renunciar al concepto de bien jurídico, GÓMEZ BENÍTEZ^^. Este
< autor considera la lesión de un bien jurídico como directa lesión de un
tejido que es la determinación del merecimiento de pena»; MIR PUIG, Estudios
penales y criminológicos XIV, 1989-1990, 205 ss.: «La cuestión no puede resolverse
de plano con el solo recurso a la Constitución, que tampoco en este punto constituye
'*" SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 268 ss.
la varita mágica que algunos creen».
•" AMELUNG, Rechtsgüterschutz, 1972, 354.
ÁLVAREZ GARCÍA, CPC 43, 1991, 32 ss. ,,: ''•
•« JAKOBS, AT, 1983, 9 ss.
PAGLIARO, PG, 2^ 1980, 227 ss. :^, . . ; i • . , , , . . 1 '•'•> GÓMEZ BENÍTEZ, RFDUC 69, 1983, 102 ss.
ÁLVARBZGARCÍA, CPC 43, 1991, 33 ss. , : , , : . '
rííífiMMriiKmnMHdííirtüTírírn
• '

50 INÉS OLAIZOLA NOGALES


EL DELITO DE COHECHO 51

bien social, sin mediaciones valorativas ajenas al significado exclusi- inclusión en el concepto de bien jurídico de u n a referencia central al
vamente social del Derecho penal de la protección de bienes jurídico- individuo''^. Así, a partir de la referencia individual del concepto de
sociales. La lesión de un bien jurídico significaría entonces producción bien jurídico, hechos disfuncionales que no afecten a las posibilidades
de un perjuicio social, y como tal sería un desvalor social. El ius de autorrealización del individuo no serán punibles. En cuanto a los
puniendi sólo podría apoyarse en la protección de bienes jurídicos, y hechos funcionales p a r a la «práctica» del sistema, si lesionan posibi-
éstos serían bienes de contenido social, de donde se deduciría que sólo lidades de autorrealización del individuo, en la medida en que el
podrían prohibirse acciones lesivas de estos bienes, es decir, conduc- sistema se declare establecido en beneficio de éste, podrán, si concu-
tas socialmente dañosas. Así se sometería al Estado a la actuación en rren los restantes requisitos (que luego se verán), ser estimados
estricta relación con el perjuicio social, y no con u n perjuicio moral, punibles, en tanto que disfuncionales con el «programa» del sistema''''.
cultural o ético, difícilmente objetivable. La idea clave para estos autores va a ser que sólo pueden ser bienes
jurídicos aquellos objetos que el ser humano precisa para su libre
b.3.2. Crítica al ñincionalisrao extremo "VCÍ'V ..Í^I'! ,;;::: ;:-:;' autorrealización (que obviamente tiene lugar en la vida social),
determinados objetos se convierten en bienes jurídicos, por tanto, en
Teorías funcionalistas personales ' : .: la medida en que están dotados de u n contenido de valor para el
desarrollo personal del hombre en sociedad.
La adopción de una perspectiva exclusivamente funcionalista,
especialmente la perspectiva extrema de AMELUNG o de JAKOBS, Estos autores aluden a la importancia del individuo en la concep-
puede acabar anulando la eficacia limitadora del concepto de bien ción del bien jurídico desde diferentes perspectivas, con distintos
jurídico, porque la protección de determinados valores morales o de matices que se analizan a continuación, pero lo importante es que
ciertas estrategias políticas puede llegar a ser considerado funcional todos coinciden en la idea fundamental de que el concepto de bien
para el sistema. Además, la alusión exclusiva a la disfuncionalidad jurídico debe girar en torno al individuo como sujeto integrante de un
social encierra el peligro, de raíz totalitaria, de olvidar al individuo y sistema social. Se combina así la idea funcionalista al considerar el
atender exclusivamente las necesidades del conjunto social'"'. Otra bien jurídico como un valor social pero en la medida que ello influya
posible objeción a estas tesis es que expresan u n a concepción estática en la autorrealización del individuo.
del bien jurídico (lo funcional de u n a determinada sociedad), pudiendo
mostrarse como tesis reaccionarias'^^
Los autores críticos con las teorías funcionalistas extremas afir-
man que el peligro de tales tesis se puede corregir a través de la 42
MIR PUIG, Introducción, 1978, 152
43
Son partidarios de la referencia al individuo en la definición del concepto de bien
jurídico entre otros, OTTO, Strafrechtsdogmatik, 1971, 6 ss.; AT, 4°, 1992, 6 ss.:
MARX, Zur Definition, 1972, 62 ss.; CALLIESS, Theorie der Strafe, 1974, 144 ss;
En este sentido, MIR PUIG, Introducción, 1976, 138; TBRRADILLOS BASOCO,
RUDOLPHI, Fs-Hónig, 1970, traducido por Bacigalupo en. Nuevo Pensamiento
RFDUC 63, 1981, 135: «Si la regla políticocriminal es suprimir lo disfuncional y
Penal 4, 1975, 334 ss.; ROXIN, Problemas fundamentales, 1976, 21 ss.: este autor
potenciar lo funcional, lo que se hace es consolidar sin límite la situación presente.
inicialmente asigna al bien jurídico dos funciones: una de protección de bienes
Se trata, pues, de una política progresivamente conservadora. Los criterios
jurídicos y otra de asegurar el cumplimiento de las prestaciones públicas esenciales,
metajurídicos de daño o perjuicio social son fijados por el poder, con lo que la
pero más adelante define los bienes jurídicos como «realidades o pretensiones que
conducta dañosa va ser lo mismo que conducta sancionada, y así se burla el
son útiles para el individuo y su libre desarrollo o para el funcionamiento del total
propósito de unadefiniciónmaterial dedelito.»; OCTAVIO DETOLEDOYUBIETO,
sistema social, construido con tal fin».; MIR PUIG, Introducción, 1976, 139 ss.;
El concepto, 1981, 342 ss.: «Pudiera ocurrir que el Estado, movido por grupos
TERRADILLOS BASOCO, RFDUC 63,1981, 136 ss.; OCTAVIO DE TOLEDO, El
hegemónicos, quiera castigar todos los hechos disfuncionales respecto al sistema de
concepto, 1981, 350ss.;HASSEMER/MUÑOZCONDE,/reírodticotón, 1989,103ss.;
producción y distribución, del que éstos son beneficiarios, y no quiera castigar
HASSEMER, Docíí-ireaPenaZ, 1989,275 ss.; GEERDS, Wirtschaftsstrafrecht, 1990,
hechos que, pese a ser lesivos, resultan funcionales al mismo.»; COBOA'"IVES, PG,
20 ss.; COBOA/'IVES, PG, 3^ 1991, 249 ss.;LUZÓN PEÑA, JSsíudíospena/es, 1991,
3°, 1991, 253; SILVA SÁNCHEZ, Aproximació^i, 1992, 269.
44 ss.; SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 269 ss.; MUÑOZ CONDE, en,
TERRADILLOS BASOCO, RFDUC 63, 1981, 134; SILVA SÁNCHEZ, Aproxima-
MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARAN, PG, 1993, 54 ss.; ROXIN, AT 7, 2°, 1994,10 ss.;
ción, 1992, 269.
LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 327; MIR PUIG, PG, 4", 1996, 137.
52 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 53

b.3.3. Postura personalista extrema una participación en los procesos sociales*^. Esta teoría ha sido
respaldada en España por MIR. P a r a este autor, la idea de bien
HASSEMER representa la postura más extrema en lo que se
jurídico ofrece una garantía al ciudadano. El peligro que podría
refiere a valorar al individuo como eje fundamental del concepto de
encerrar limitar el ius puniendi del Estado a la sola idea de
bien jurídico. Para este autor las tendencias a la socialización, la
disfuncionalidad respecto de la estructura social es que se tomara en
complicación de las relaciones sociales y la creación de instituciones
cuenta sólo las necesidades del conjunto social descuidando al indivi-
complejas no son razón para funcionalizar los elementos individuales
duo. Si el funcionamiento de los sistemas sociales es el objeto genérico
y personales. La función del Derecho penal no es la seguridad general
de la tutela penal (parte este autor de una tesis funcionalista), los
o la disminución social del daño, sino la imputación de un hecho
bienes jurídicos son sus concretos objetos. Bienes jurídicos son las
punible a u n a persona y con ello la individualización de un problema
condiciones necesarias de u n correcto funcionamiento de los sistemas
siempre social. Por este motivo, los bienes jurídicos tienen fundamen-
sociales. Tales condiciones deben traducirse en concretas posibilida-
to sólo en la medida en que se corresponden con los intereses del
des de participación del individuo en los procesos de interacción y de
individuo. El Estado no es u n fin en sí mismo, sino que debe fomentar
comunicación social. La «posibilidad de participación» no la entiende
el desarrollo y el aseguramiento de las posibilidades del hombre. El
el autor únicamente como posibilidad de incidencia activa en la vida
concepto personal de bien jurídico se pronuncia, por tanto, en el campo
colectiva, sino también como posibilidad de vivir en sociedad, confian-
de tensión entre individuo, sociedad y Estado; los bienes jurídicos son
do en el respeto de la esfera de libertad particular por parte de los
siempre intereses humanos que requieren protección penal. Esto
demás. MIR explica el concepto de «participación» del individuo a
indica que, por ejemplo, la protección de las instituciones sólo puede
través del ejemplo de aquel sujeto que quiere vivir completamente
llegar hasta el punto de que es condición de la posibilidad de protec-
aislado de los demás y confía en que los demás le permitan hacerlo, es
ción de la persona. Ello implica que los bienes jurídicos deben
decir que respeten su esfera de libertad particular''''.
funcionalizarse en favor de la persona: solamente pueden aceptarse
aquellos que brindan la posibilidad de servir a intereses humanos. Por
tanto, cuanto más difícil sea conciliar legítimamente u n a amenaza b.3.5. El bien jurídico como un valor dinámico
penal con un interés humano, tanto más cuidadoso se debe ser en
Según RUDOLPHI, los bienes jurídicos no son objetos estáticos,
relación a si se debe amenazar penalmente y cómo''*.
sino unidades funcionales sociales sin las cuales nuestra sociedad, en
su estructuración concreta, no sería capaz de existir. Por ejemplo, el
b.3.4. Integración de la referencia individual y la dañosidad social sustrato real del bien jurídico «Administración de Justicia» no es un
estado cualquiera, sino su función dentro de los márgenes de la
Es la postura defendida por CALLIES: según este autor lo correcto
sociedad. La t a r e a del Derecho penal consistirá en proteger las
es integrar en u n a sola idea los aspectos de «referencia individual» y
funciones y los mecanismos eficaces requeridos para el mantenimien-
de «dañosidad social», de m a n e r a que el objeto de protección jurídico
to de la sociedad. La tarea del Derecho penal se limita, por tanto, a la
penal necesariamente debe expresar las condiciones que hacen posi-
creación de los presupuestos necesarios para una vida en común
ble u n libre desarrollo del individuo a través de su participación en la
próspera de ciudadanos libres y a su protección de ataques externos
vida social. Según esto, la dañosidad social de las infracciones de
e internos. Es decir, sólo pueden ser objeto de amenazas penales
Derecho penal se derivaría precisamente de incidir sobre la esfera de
libertad del individuo, privándole de medios de participación social:
sería sólo constatable a partir de la apreciación de que se h a impedido
CALLIES, Theorie der Strafe, 1974, 143 ss.
Esta tesis ha sido mantenida por MIR en varios trabajos, así, por ej,, MIR PUIG,
Introducción, 1976,139 ss,; NEJ, 1982, 770 ss.;RFDUG12,1987, 248 ss,; Estudios
'"' HASSEMER, Doctrina penal 46147, 1989, 278 ss; Pena y Estado 1, 1991, 33 ss.; penales y criminológicos XIV, 1991,207 ss.;PG, 4", 1996134 ss,; 140ss,; Se adhieren
ADP 1992, 239 ss,; También en este sentido, HASSEMEE/MUÑOZ CONDE, a esta postura, TERRADILLOS BASOCO, RFDUC 63, 1881, 136 ss,; SILVA
Introducción, 1989, 103 ss, , SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 270 ss.
nííjiMMnilIflMIHIlMIlTIMFMnnMrtn •'!''i;![!f!jmi!lliii[llll!¡fljmi;ill!;iff!ii!tllll[i!¡i[it!!ll[lf|[|!l¡í!il!!!ll!!f[í

54 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO ^!S5

' aquellos comportamientos que lesionan o ponen en peligro los presu- principio, no t r a t a b a de ser exhaustivo, ni mucho menos original,
puestos de u n a vida social próspera, apoyada en la libertad y respon- puesto que no es ése el objetivo de este trabajo, se puede concluir lo
sabilidad del individuo. Alude además este autor a la Constitución siguiente:
como límite negativo para el legislador, de m a n e r a que el núcleo del -En primer lugar, la doctrina moderna, y en ello es unánime la
injusto penal vendrá constituido por aquellas perturbaciones de opinión de todos los autores, rechaza las concepciones formales de
funciones que son constitutivas p a r a l a vida social que se desarrolla bien jurídico, porque u n a de las funciones principales, por no decir la
dentro del marco constitucional'*^. ;; más importante, es la función de límite al ius puniendi del Estado,
OTTO, por su parte, matiza la postura anterior, alegando que la función que únicamente puede ser cumplida a través de u n a concep-
comunidad quiere a través de la amenaza y realización de la pena ción material del bien jurídico que sirva de barrera al legislador.
asegurar el desarrollo de los individuos en la sociedad, así como la -En segundo lugar, las concepciones extremas, tanto las teorías
estructura social comunitaria. El desarrollo de los individuos, desa- constitucionalistas como las funcionalistas, precisamente por su ca-
rrollo de su personalidad, no supone únicamente el disfrute tranquilo rácter extremo, no aportan un concepto de bien jurídico que sea
de determinados bienes, sino que supone también el crecimiento manejable. Las primeras, porque t r a t a n de utilizar la Constitución
interno en la dignidad humana, en el cuidado de la convivencia y en como una «varita mágica» capaz de resolver cualquier problema, y
la identificación con determinados valores. La protección penal debe como ya se ha visto, la alusión a la Constitución es necesaria, pero
posibilitar el crecimiento interno en estos valores. Por ello, bien como límite negativo que no se puede traspasar. Es decir, no podrá ser
jurídico, para este autor, es u n a determinada y real relación — considerado bien jurídico aquello que contradiga o que no se recoja ni
descrita en los tipo,s— entre u n a persona y un valor reconocido por la explícita ni implícitamente por la norma fundamental, pero a partir
comunidad: «función social», y no la función social en sí misma de ahí, deberá valorarse, atendiendo a otros criterios, qué es lo que se
considerada*^. Se trata, por tanto, a través del concepto de relación, de puede considerar lo suficientemente importante para ser considerado
atribuir al concepto de bien jurídico un significado dinámico y no bien jurídico. Hay que tener en cuenta que dado el carácter fragmen-
estático. ' ' ' • , . , .. •>•:/' :r.'<r -:,;,'• •,••• ¡''i^,;. '•,••• ';,;•'! :':>'!': ••;.••.'.\il tario y de ultima ratio del Derecho penal, éste sólo debe proteger los
bienes jurídicos más importantes y frente a las formas de ataque más
c. Conclusión y toma de postura '*' ! • • " ' " • • ' •.:..••....! i i . ! reprobables, por lo que para la protección de los bienes jurídicos en
otras circunstancias basta con la intervención de otras ramas del
Ante este breve repaso de las diferentes posturas doctrinales Derecho'''*.
acerca del concepto de bien jurídico, que, como ya he señalado al Las teorías funcionalistas extremas, por su parte, no tienen en
cuenta a la parte más importante del sistema, esto es, al individuo,
siendo además teorías que finalmente sirven únicamente para conso-
RUDOLPHI, Nuevo Pensamiento Penal 4, 1975, 337 ss. lidar lo ya existente, y comportando el peligro de poder considerar
OTTO, Strafrechtsdogmatik, 1971, 6 ss.; AT, 4", 1992, 10 ss.; coincide GEERDS,
funcional y por tanto no punible aquéllo lesivo para el individuo.
Wirtsschaftsstrafrecht, 1990,20 ss.: «Las funciones sociales en sí mismas no pueden
ser el bien jurídico protegido, porque son sólo el medio real o material para el -En tercer lugar, por tanto, se puede concluir que considero más
desarrollo de las personas. Las posibilidades de desarrollo se producen a través de correctas aquellas teorías que desde diversas perspectivas tratan de
la relación entre la persona y sus funciones sociales. El bien jurídico será, por tanto, englobar el aspecto social y el individual y que hacen girar el concepto
la relación existente entre la función social y la persona de cara al libre desarrollo
de ésta. P a r a averiguar qué estructuras de relación son valiosas y deben ser
de bien jurídico básicamente en torno a la persona. Partiendo de estas
consideradas bienes habrá que acudir a la Constitución, a su valor básico: la teorías se podría definir, con LUZÓN PEÑA''''°, el bien jurídico como
dignidad h u m a n a y al consenso social; de esta forma, cuando una función social aquellas condiciones básicas para el funcionamiento del sistema
tiene éste significado para el desrroUo de la perona, la relación entre la persona y
la función social será considerada bien.». Asumen un concepto funcional y dinámico
del bien jurídico, ASUA BATARRITA, ADP 1993, 138 ss.; Homenaje-Tiedemann,
1995,142 ss.; MATABARRANCO de la/ETXBBARRÍAZARRABEITIA,MaZ¡;erso- ''•' LUZON PENA, PG I, 1996, 328 ss.; MIR PUIG, PG, 4", 1996, 133 ss.;
ción, 1995, 76 ss. ™ LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 88.
fi6 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 5I3

social y para el desarrollo y participación del individuo en el sistema Voy a estudiar la problemática de estos bienes jurídicos desde una
social. A partir de aquí será necesario, al crear cada tipo penal y al perspectiva «monista personalista»^^, es decir desde aquella perspec-
interpretarlo y aplicarlo, estudiar qué condiciones básicas son las que tiva que concibe al bien jurídico siempre en relación a la persona, y por
resultan protegidas, y hasta qué punto son necesarias p a r a posibilitar tanto, funcional respecto al desarrollo personal del individuo. Esto no
el desarrollo y la participación de los individuos en el sistema. De esta significará que todos los bienes jurídicos supraindividuales sean
forma, como señala SILVA, la combinación de los aspectos de afecta- reconducibles a bienes jurídicos individuales, pues como se verá,
ción a individuos y de repercusión social dañosa permite excluir la habrá que diferenciar clases de bienes jurídicos supraindividuales, y
punición de hechos meramente inmorales, así como la protección valorar en cada u n a de ellas cómo se produce, a partir de la perturba-
penal de otros valores, funciones o estrategias político-sociales. Pero, ción de dicho bien jurídico, la afectación al libre desarrollo del
sin embargo, como también señala SILVA, es evidente que la acogida individuo y a su participación en el sistema social, es decir, qué límites
de estos requisitos no excluye la protección penal de los llamados tendrá el legislador a la hora de tipificar estas conductas y cómo
«bienes supraindividuales», en la medida en que ellos también cons- deberá realizarse su tipificación.
tituyen medios importantes para la autorrealización social del indivi-
duo. Ello lo fundamenta este autor indicando que la condición de bien
2. Clases de bienes jurídicos supraindividuales
jurídico no requiere u n a afectación directa del individuo, sino que ésta
puede ser también indirecta. Pero entonces surge el problema de El complejo desarrollo económico y tecnológico de nuestra época
dónde fijar el límite: en qué punto de la repercusión indirecta sobre el enfrentan al Derecho penal con el problema de tener que proteger una
individuo cabe entender que ya no se dan las condiciones para la serie de bienes jurídicos que no afectan sólo a un individuo, sino a u n
protección penal; pues evidentemente el término «indirecto» es lo grupo de individuos o a la sociedad completa. La legislación penal
suficientemente ambiguo como para que difícilmente pueda obtenerse moderna criminaliza delitos de víctimas difusas. La economía, el
una conclusión a partir únicamente del mismo'"^'. Problema que medio ambiente, el abuso de drogas o del procesamiento de datos son
también se planteará en el delito de cohecho y que t r a t a r é de solucio- ámbitos de la realidad social de los que el legislador penal no se puede
nar más adelante. olvidar en la actualidad. El instrumento adecuado a la conformación
de estos delitos son los delitos de peligro abstracto. Esto trae consigo
B. Especial problemática de los bienes jurídicos supraindividuales u n serie de consecuencias que se considera que producen un empobre-
cimiento de los presupuestos de la punibilidad. Así, por ejemplo
1. Planteamiento HASSEMER afirma que «en vez de una víctima visible, en vez de un
daño y la causalidad de la acción respecto de ese daño, la punibilidad
Desde el concepto básico de bien jurídico del que se parte (aquellas depende solamente de la comprobación de una conducta peligrosa.
condiciones básicas para el funcionamiento del sistema social y para Desde el punto de vista del bien jurídico esto significa una disolución
el desarrollo y participación del individuo en el sistema social), el
problema que se plantea es cómo valorar la afectación que para el
desarrollo y participación del individuo supone la perturbación de un Utilizo la terminología empleada por HASSEMER/MUÑOZ CONDE, Introduc-
bien jurídico supraindividual'^^. ción, 1989, 103 ss.: estos autores distinguen las teorías dualistas, aquellas que
distinguen dos clases de bienes jurídicos, y las teorías monistas, aquellas que
buscan un concepto unitario de bien jurídico, distinguiéndose a su vez dos ramas
dentro de las teorías monistas; aquella que concibe el bien jurídico desde el punto
51 SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1996, 272 de vista del Estado, considerando en este caso los bienes jurídicos individuales como
52 Se utiliza la terminología de «bienjurídico supi aindividual» y uo la de «bienjuiidico simples atribuciones jurídicas derivadas de las funciones del Estado, y aquella
colectivo», simplemente porque considero que es la que mas extendida esta en el rama que concibe el bien jurídico desde el punto de vista de la persona, considerán-
ámbito doctrinal, sin querer indicar con ello que se trata de una categoría de bienes dose entonces que los bienes jurídicos universales sólo son legítimos en tanto que
jurídicos que se encuentran más allá o por encima del individuo, que es el peligro sirven al desarrollo personal del individuo. (Perspectiva monista personalista, que
que en esta terminología encuentra BUSTOS RAMÍREZ, Control social, 1987,196. aquí se sigue).
59
m INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO

del concepto: el lema ya no es la protección de intereses humanos último, los bienes jurídicos de control, que son aquellos referidos a la
concretos, sino la protección de instituciones sociales»'''*. organización del aparato estatal, para que éste pueda cumplir sus
El problema que debe resolverse es si estos bienes jurídicos, por el funciones. Aquí estarían todos los delitos contra la Constitución,
hecho de referirse al funcionamiento del sistema social y tener u n delitos de traición y contra la paz o la independencia del Estado y
carácter doblemente masivo y universal, pierden su capacidad para relativos a la Defensa Nacional, delitos contraía Comunidad Interna-
ofrecer una base material precisa al ilícito penal. Parece que ello, en cional, etc.'''''.
principio, no tendría por qué llevar a tal conclusión, pues el Derecho Esta clasificación sirve para poder poner límites a la intervención
penal tradicional ya recogía bienes jurídicos análogos, como la fe punitiva del Estado. Así, los problemas de funcionamiento del sistema
pública, la administración de justicia, la seguridad interior y exterior se producirán en el caso de una excesiva protección de los bienes
del E s t a d o , etc. El p r o b l e m a es que los b i e n e s j u r í d i c o s jurídicos institucionales. En cambio, el cierre del sistema se puede
supraindividuales se suelen definir con fórmulas vagas e imprecisas, producir por una excesiva protección de los bienes jurídicos colectivos
confusas o ajenas al Derecho penal; así se habla de ataque a la y de control, ya que, aunque los bienes jurídicos colectivos son
economía nacional, al desarrollo económico, a los créditos del Estado, importantes, una excesiva protección de los mismos, más allá de la
a los créditos de los acreedores, al ordenado comercio, a la política atención a las necesidades de todos los miembros de la sociedad, será
económica, etc. Da la sensación de que se vuelve a conceptos formales expresión de la tendencia autoritaria de u n régimen. Estas restriccio-
de bien jurídico. Si se tiene en cuenta el punto de vista material, nes tienen que ser mayores cuando se t r a t a de bienes jurídicos de
necesariamente hay que analizar las transformaciones producidas en control, pues si el aparato de control está dotado de poder suficiente,
el Estado y lo que implica la constitución de un Estado social y su intensificación mediante la criminalización de los hechos en su
democrático de Derecho. Es decir, el Estado tiene que atender las contra tiene que ser sumamente puntual, porque de otro modo el
necesidades de todos y cada uno de los miembros de la sociedad, con Estado democrático se convertiría en u n Estado policial''*'.
el objeto de tender a una libertad e igualdad material. Ello requiere la Esta clasificación, sin embargo, no resuelve el problema de cómo
intervención estatal no sólo fundamentalmente para reprimir, como deben protegerse estos bienes jurídicos, es decir qué técnica legislati-
sucedía en la concepción del Estado guardián, sino para promover la va debe emplearse. La técnica que se utiliza frecuentemente es la de
atención a dichas necesidades, superando las disfüncionalidades los delitos de peligro abstracto. Estos delitos se caracterizan por
económicas y sociales. castigar una acción «típicamente peligrosa» o peligrosa «en abstrac-
Según BUSTOS RAMÍREZ, los bienes jurídicos supraindividuales to», sin exigir que en el caso concreto se haya puesto efectivamente en
pueden dividirse en tres categorías que se pueden jerarquizar en peligro el bien jurídico protegido''"''. Las críticas a los delitos de peligro
función de su proximidad a los bienes jurídicos individuales: los bienes abstracto y las distintas clasificaciones que de ellos se h a n realizado
jurídicos institucionales serían aquellos referidos a determinadas h a n sido múltiples en la doctrina, por lo que considero conveniente
instituciones básicas para el funcionamiento del sistema que atien- hacer u n a referencia, siquiera breve, a los mismos en el epígrafe
den a establecer vías o procedimientos organizativo-conceptuales siguiente. ' .. , ,
para asegurar los bienes jurídicos personales. Es el caso de los delitos
contra la administración pública, la administración de justicia, etc. 3. Delitos de peligro abstracto
En segundo lugar, los bienes jurídicos colectivos, que se refieren a la
satisfacción de necesidades de carácter social y económico y que La doctrina ha realizado varios intentos de dotar de fundamentación
guardan relación con la participación de todos en el proceso económi- material a los delitos de peligro abstracto, inicialmente centrándose
co-social: ése h a de ser el objetivo de la intervención estatal. Y por

^55 BUSTOS RAMÍREZ, Control social, 1987, 200 ss.


56 BUSTOS RAMÍREZ, Coníro/social, 1987, 201 ss.
KASSEM^H, Doctrina penal 46/47,1989, 279 ss.; HASSEMER/MUNOZ CONDE, ' '^^ Vid. las distintas clasificaciones que la doctrina ha realizado en torno a los delitos
La responsabilidad por el producto, 1995, 28 ss. de peligro, en: RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Delitos de peligro, 1994, 13 ss.
61
m INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO

en el desvalor del resultado y tratando de reconducir al mismo la Considero correctas las bases de las que parte RODRÍGUEZ
antijuridicidad material de estos delitos y, con posterioridad, acudien- MONTAÑÉS, para hacer compatibles los delitos de peligro abstracto
do al desvalor de accióm''^. cenia exigencia de antijuridicidad material o principio de ofensividad,
siempre que a través de ellos se proteja u n bien jurídico suficiente-
mente valioso como para justificar la ampliación de la intervención
La exposición amplia de todas las opiniones, en: RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, penal"'''^
Delitos de peligro, 1994, 251 ss. Entre las tesis que reconducen estos delitos a delitos
de lesión o de peligro concreto destacan Binding y Kindháuser, quienes entienden
En primer lugar se debe tener en cuenta que la exigencia de
el peligro como una lesión sidgeneris. El primero entiende que todo auténtico delito antijuridicidad material lleva a afirmar que el delito de peligro
de peligro es una acción de puesta en peligro concreto, aunque no todo delito abstracto h a de representar un peligro real para bienes jurídicos, ha
denominado de peligro lo es. Distingue dos tipos de delitos de peligro abstracto: de manifestar su relación efectiva con el bien jurídico en el caso
aquéllos que son reconducibles a delitos de peligro concreto, y los que no lo son; éstos
son delitos de mera desobediencia, son injustos formales sin un fundamento
concreto y no sólo como motivo o presunción del legislador. La
material. Ahora bien, Binding concibe el peligro concreto como una forma de lesión producción o no del resultado de peligro, esto es, la concreta puesta en
sidgeneris, como la perturbación de la existencia segura del bien jurídico que se da peligro del bien jurídico es absolutamente irrelevante en todos los
desde el momento en que se aplica un medio idóneo para poner en peligro el bien casos. Lo que interesa es la peligrosidad ex ante, como atributo de la
jurídico protegido, mientras que Kindhiiuser desarrolla su concepción de los delitos
de peligro abstracto como delitos de lesión contra la «seguridad», que constituye el
acción y, si se da esa peligrosidad ex ante, el que ex post se haya
fin de la norma y el valor directamente protegido por estos delitos. Critica producido o no el peligro es algo que ni siquiera ha de ser considerado.
RODRÍGUEZ MONTAÑÉS (pp. 26.3 ss) a ambos autores; al primero porque sigue Es decir lo relevante es que en el momento de la acción no quede
reconociendo la existencia de meros «injustos formales»; al segundo porque consi- excluida la potencialidad lesiva de la conducta''".
dera que la alusión a la seguridad puede legitimar los delitos de peligro abstracto,
sólo en la medida en que esa seguridad esté al servicio de la protección de bienes La segunda base que expone RODRÍGUEZ MONTAÑÉS"', y que
jurídicos esenciales. Se examina también la tesis de la presunción refutable, a efectos de mi trabajo resulta la más relevante, es la imposibilidad de
defendida por Rabí y Schroder, quienes parten de que habrá de admitirse la prueba ofrecer u n a solución global para todos los delitos de peligro abstracto.
de peligro para cada caso concreto. Opina la autora (pp.269 ss.) que si la carga de
Es necesario diferenciar los delitos conforme al distinto tipo de bien
la prueba corresponde al reo, estaremos en una presunción contra reo, y si se
invierte la carga de la prueba se estarán convirtiendo en delitos de peligro concreto. jurídico protegido. En este sentido esta autora diferencia dos clases de
El principal fallo de esta tesis es basar la antijuridicidad en el desvalor de resultado, delitos de peligro abstracto, clasificación que me parece más útil que
ya que la esencia del injusto en estos delitos está en la peligrosidad de la acción.
Respecto a la tesis de Cramer, que consiste en hacer compatibles los deUtos de
peligro abstracto con el principio de culpabilidad interpretándolos como tentativas se da con la realización de la acción típica, y no es necasaria su comprobación (Berz,
de delitos de peligro concreto. P a r a Cramer, la peligrosidad abstracta puede Graul, Mir), y aquéllos que entienden necesaria su comprobación (Meyer, Escrivá
considerarse un estadio previo del peligro concreto. Entiende RODRÍGUEZ MON- Gregori, Torio, Gómez Pavón, Laurenzo Copello, Mateos Rodríguez-Arias). Critica
TAÑÉS (pp.273 ss.), que en su teoría subyace la idea de peligro abstracto referido RODRÍGUEZ MONTAÑÉS (pp.296 ss) en parte estas teorías. Así considera
a la peligrosidad de la conducta desde un juicio ex-ante al expresar que en los delitos correcta la tesis de Berz en el plano objetivo, pero no en el plano subjetivo, ya que
de peligro abstracto el legislador castiga comportamientos típicamente aptos para este autor sostiene que sólo en los casos de conocimiento seguro de la no peligrosidad
producir un resultado lesivo; sin embargo, posteriormente, afirma RODRÍGUEZ y efectiva no producción del riesgo queda excluida la tipicidad, ahora bien, si el
MONTAÑÉS (p.275), que Cramer traiciona sus planteamientos iniciales y vuelve sujeto se equivoca, como él asume el riesgo, responderá por un delito doloso, lo que
al dogma del resultado, cuando entiende que entre los diveros delitos de peligro, la autora considera incorrecto si la peligrosidad es un requisito del tipo y la no
existe sólo una diferencia cuantitativa. A continuación, esta autora hace un análisis peligrosidad excluye el tipo. Respecto a la tesis de Graul, no entiende la autora por
(pp. 276 ss.) de las diversas teorías centradas en el desvalor de acción. Aquellas que qué, si el autor actúa excluyendo la pehgrosidad ex ante su conducta sigue siendo
entienden «la peligrosidad» como elemento característico de estos delitos. Así típica y antijurídica, pero queda excluida la punibilidad. Por último, la principal
analiza la tesis de Volz basada en «la asunción del riesgo», «la reconducción a la objeción que cabría hacer, según RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, (p. 297) a las tesis que
imprudencia», por parte de Rudolphi, Horn, Brehm y Schünemann, la tesis dualista requieren la constatación en todo caso de la peligrosidad general de la conducta, es
de Wolter y las tesis de aquellos autores que diferencian los delitos de peligro la falta de claridad en cuanto al papel que esa peligrosidad juega en el tipo.
abstracto de los delitos de peligro concreto en que en los primeros se exige sólo la RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Delitos de peligro, 1994, 298 ss.
peligrosidad general de la acción, en tanto que en los segundos se requiere la SILVA SÁNCHEZ, Circulación 11,1993,149, n . l ; MIR PUIG, PG, 4°, 1996, 208 ss.;
producción de un resultado de puesta en peligro. Dentro de esta última t e o r í a ' LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 314.
existen dos grupos de autores: aquellos que entienden que la peligrosidad general RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Delitos depeligro, 1994, 299. - ' '

A
62 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO
m
la ofrecida por BUSTOS RAMÍREZ, porque permite aclarar mejor la miento*^'\ Y ello supone una enorme dificultad para determinar el
forma de protección. Se distinguen, por u n lado, los delitos orientados grado de lesividad exigible a la conducta individual en relación con el
a la p r o t e c c i ó n de b i e n e s i n d i v i d u a l e s o s u f i c i e n t e m e n t e bien colectivo, por lo que la técnica que parece más adecuada es la de
individualizables, frente a aquellos otros en que se protegen lo que en los delitos de peligro abstracto, a través de tipificación de la afectación
la doctrina italiana se h a n denominado «intereses difusos»''^, intere- a u n «bien intermedio con función representativa»*'''. Por tanto, aquí
ses supraindividuales o bienes jurídicos colectivos no reconducibles a no se trata de anticipar la tutela de intereses esenciales, sino de
bienes individuales'^'^ ,i proteger otros bienes cuya peculiar naturaleza exige el empleo de esta
En los primeros se incriminan conductas potencialmente lesivas técnica, en la medida en que el bien jurídico protegido tenga la
de la vida o la salud de las personas u otro bien individualizado, a suíiciente entidad como para ser merecedor de la tutela penal. De esta
través de dos formulaciones legales: la mera descripción típica de una forma, será legítima la punición de toda realización típica sin necesi-
conducta generalmente peligrosa, sin inclusión de elementos de dad de constatar la peligrosidad en relación con el bien inmaterial que
aptitud o los delitos de aptitud en los que el propio tipo exige que la mediatamente se protege, pues formalmente estamos ante delitos de
conducta sea apta para producir resultados lesivos. Esta clase de lesión. Sólo en los supuestos de «ataques mínimos» la conducta será
delitos de peligro abstracto tienen u n a estructura similar, por tanto, atípica en virtud de otros principios como el de insignificancia'".
a los delitos de peligro concreto (por ejemplo el delito de incendio, el de E s a es la técnica, según creo, que se refleja en los delitos de
conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, o dentro de los cohecho. Si se considera que el bien jurídico protegido en este delito es
delitos de aptitud, el art. 364 CP castiga el adulterar alimentos con el correcto funcionamiento de la Administración, será necesario
aditivos susceptibles de causar daños a la salud). analizar cuáles son las condiciones básicas y necesarias para que la
En los segundos se protegen bienes jurídicos supraindividuales Administración funcione correctamente, para lo que será preciso
institucionalizados o espiritualizados o i n t e r e s e s difusos no estudiar qué significa fimcionamiento «correcto». A partir del descu-
reconducibles a bienes individuales, sino que se refieren a estructuras brimiento de esas condiciones básicas, se podrán deducir qué compor-
o instituciones básicas en el funcionamiento del Estado o del sistema tamientos son capaces de lesionarlas, y por tanto llegar a poner en
social (por ejemplo, delitos contra la Administración de Justicia, peligro ese correcto funcionamiento''*^.
delitos contra el orden socioeconómico y creo que también podría
incluirse aquí la mayoría de los bienes jurídicos que BUSTOS consi-
dera de control). II. OTROS CRITERIOS NECESARIOS PARA LIMITAR LA
Siguiendo la denominación de SCHÜNEMANN'^* en los «delitos • POTESTAD PUNITIVA DEL ESTADO
con bien jurídico institucionalizado» se protegen bienes jurídicos
supraindividuales en los que la lesión o puesta en peligro concreta del A, Introducción
mismo es difícilmente imaginable, porque el menoscabo de tales
bienes de carácter inmaterial se produce, más que por cada acto La configuración de bienes jurídicos institucionales, sobre la pre-
individual, por la reiteración generalizada de conductas que no misa de la necesidad del correcto funcionamiento de los instrumentos
respetan las reglas básicas que aseguran el sistema y su funciona-

LOOS, Fs-Welzel, 1974, 888 ss.; FIANDACA, Dei Delitti e delle Pene, 1984, 456;
SILVA SÁNCHEZ, La Ley, 12-mayo-1997, 4.
JAKOBS, AT, 2% 1991, 175.
62 SGUBBI, QCr 1975, 439 ss. OTTO, Sira/rec/iísdo¿ímaí¿í'., 1971,9 ss.; LOOS, Fs.-WeZzeZ, 1974,888 ss.;GBERDS,
63 Este criterio de distinción ya se había utilizado por LOOS, Fs-Welzel, 1974, 887 ss. Wirtsschaftsstrafrecht, 1990, 41 ss.: «La lesión de determinadas condiciones nece-
(Este autor hace especial referencia, siguiendo este criterio al bien jurídico concreto sarias para la vida económica lleva a la perturbación del orden económico general
protegido en el delito de cohecho); SCHÜNEMANN, JA, 1975, 798; WOLTER, o puede llevar a ella»; RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Delitos de peligro, 1994, 299 ss.;
Zurec/iíiMg, 1981, 276 s s . ; R 0 X I N , A ^ , 2 ^ 1994, 340 ss. • • ! SILVA SÁNCHEZ, La ley, 12-mayo-1997, 3 s.
SCHÜNEMANN, JA, 1975, 798. . . ; , : > • ; i-::i • Así lo indica, LOOS, Fs-Welzel, 1974, 888 ss.

I
V'
64 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 65

0 instituciones de reconocida importancia social, implica evidente- bienes jurídicos, donde basten los medios del Derecho civil, mercantil,
mente un grado de abstracción que resulta peligroso si no se conecta etc., del Derecho público o incluso medios extrajurídicos, porque la
al sentido que justifica ese reconocimiento de su carácter valioso y utilización del Derecho penal en estos casos sería innecesaria y por
merecedor de protección penal. El principio de intervención mínima tanto injustificable. También debe haber subsidiariedad dentro de las
y de ultima ratio deben presidir las decisiones legislativas de incrimi- propias sanciones penales, no imponiendo sanciones graves si basta
nación penal, tanto en la selección de los objetos de protección como en con otras menos duras''^.
la delimitación de las conductas, que, por su gravedad para la
indemnidad del interés protegido, se consideren deben ser objeto de C. Principio de fragmentariedad
protección penaF^.
El principio de exclusiva protección de bienes jurídicos es un El carácter fragmentario del Derecho penal exige que éste no
principio necesario, pero no suficiente, para delimitar qué conductas proteja todos los bienes jurídicos y que no pene todas las conductas
deben estar sancionadas penalmente y cuáles no. Parece obvio que si lesivas de los mismos, sino sólo los ataques más graves a los bienes
no es absolutamente precisa la protección penal de u n determinado jurídicos más importantes.
bien jurídico, es decir, si un bien puede estar razonablemente prote- Tanto este principio como el anterior (estrechamente relaciona-
gido sin recurrir al Derecho penal, no pueden incriminarse las conduc- dos) conducen a exigir la descriminalización de conductas en diferen-
tas lesivas al mismo. Pero además, ello no es tampoco condición tes sectores cuando se trate de ilícitos poco graves o de injustos-
suficiente, porque no todo bien que necesite la protección penal es por bagatela, porque en estos casos bastará perfectamente con medidas
ello un «bien jurídico penal». Además, es preciso que concurra en el sancionadoras o preventivas de otros sectores del Derecho como el
bien jurídico correspondiente un merecimiento de protección penaF". civil, laboral o administrativo, y a veces con medidas extrajurídicas.
La incriminación penal de u n a conducta se rige por una serie de Pero también estos principios llevarán, a la inversa, a legitimar la
principios ya asentados en nuestra legislación de los que se deducen intervención penal manteniendo o incluso ampliando la incrimina-
el merecimiento y la necesidad de pena de u n a conducta, y por tanto ción de nuevas figuras típicas en casos de ataques graves a bienes
cuándo un hecho debe estar sancionado penalmente. jurídicos importantes cuando para su. prevención no sea bastante con
medidas extrapenales. Así se puede proponer la ampliación de la
protección penal, en campos de interés esencial para la vida de los
B. Principio de subsidiariedad individuos y de la comunidad, a determinados bienes jurídicos cuya
Según el principio de subsidiariedad, el Derecho penal ha de ser la i inportancia y vulnerabilidad no se percibían bien en épocas pasadas.
ultima ratio, el último recurso al que hay que acudir a falta de otros
menos lesivos. Únicamente cabrá la aplicación del Derecho penal
cuando la protección de la sociedad y de los ciudadanos no pueda
conseguirse con medios menos lesivos y graves que los penales. No es Por todos, LUZÓNPEÑA,PG/, 1996, 82ss.EnestesentidoAMELUNG,Cíies¿io«es
fundamentales, 1991, 98 ss., expone una serie de criterios en los que refleja la idea
preciso, ni se deberán utilizar éstos, incluso aunque haya que proteger de subsidiriedad para t r a t a r de explicar cuándo deberá aplicarse una sanción
penal. Distingue este autor entre los bienes jurídicos individuales y los bienes
jurídicos colectivos: «En cuanto a la protección de los bienes jurídicos individuales
será necesaria la protección penal: 1" por razones de prevención general, 2" en
aquellas ocasiones en que fueran necesarias tener dispuestas sanciones
ASÚA BATARRITA, f/omenaje-r/edemonra, 1995, 143 ss. losocializadoras y/o asegurativas, 3° cuando el hecho haya sido cometido de forma
MIRPUIG,EstudiospenalesycriminológicosXIV,1991,209 ss.Esteaiitor,seguido oculta o anónima. En cuanto a la protección de intereses colectivos: 1° en casos de
por SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 275 ss., diferencia entre el objeto de lesiones graves y peligrosas que no resulten garantizadas por el Derecho de
protección del Derecho en general, y el del Derecho penal. E s t a idea se deduce del contravenciones ni el Derecho administrativo, 2° por ausencia de una rama de la
hecho constatable de que el Derecho penal dispone de normas primarias propias y , Administración que se ocupe del interés general lesionado, 3° cuando una resolu-
que lo que hace «penal» una infracción no es la sanción de la misma con una pena, ción de la cuestión en el seno del aparato del Estado no fuera capaz de restablecer
sino determinadas características materiales de la propia infracción. la confianza del público».
66 INÉS OLAIZOLA NOGALES
i EL DELITO DE COHECHO 67

como por ejemplo, el medio ambiente, la seguridad en el trabajo, la aumentar, y además se produciría u n a gran confusión en los esque-
economía nacional, la ordenación urbanística, etc7^. mas valorativos de la sociedad y de los ciudadanos. Desde un punto de
vista constitucional, la exigencia de proporcionalidad se deriva direc-
D. Principio de efectividad, eficacia o idoneidad tamente del principio de igualdad que exige tratar igual a los iguales
y desigual a los desiguales'''*.
Conforme a este principio, el Derecho penal sólo puede y debe
intervenir cuando sea mínimamente eficaz y adecuado para la preven- F. Principio de culpabilidad
ción del delito y, por tanto, hay que renunciar a su intervención cuando
sea políticocriminalmente inoperante, ineficaz, inadecuado o incluso Este principio contiene una doble limitación: por un lado no habrá
contraproducente para evitar delitos. En tales casos, habrá que acudir pena sin culpabilidad y por otro la pena h a de ser proporcional al grado
a otra reacción eficaz''"^. de culpabilidad normal o disminuida. Ello se fundamenta en un doble
argumento. En primer lugar, si un sujeto no es culpable para cometer
E. Principio de proporcionalidad un hecho, es innecesaria la pena para la prevención general, ya que su
impunidad no afecta a la intimidación frente a los sujetos normales,
Este principio indica que la gravedad de la pena h a de ser propor- que saben que son culpables, y es comprendida por la sociedad. En
cional a la gravedad del hecho antijurídico, a l a gravedad del injusto. caso de disminución de la culpabilidad disminuye correlativamente la
Aquí cuenta fundamentalmente la gravedad intrínseca del hecho, por necesidad y también la eficacia déla prevención generaF''. El segundo
el grado de desvalor del resultado y de la acción, pero también puede argumento se deduce desde la perspectiva constitucional, ya que el
influir, aunque secundariamente y sin excesos, la gravedad "extrínse- principio de culpabilidad se deriva del principio de igualdad derivado
ca" del hecho, esto es, el peligro de la frecuencia de su comisión y de la Constitución. El principio de culpabilidad ofrece de esta forma
consiguiente alarma social, que también cabe incluir en el desvalor tma vía para u n a mayor reahzación de la exigencia de igualdad
objetivo de la acción. Es decir, si u n hecho es poco grave, no se puede material y efectiva que impone el Estado democrático'"'. , ,.
castigar igual que otro más grave, porque ello no es necesario para la
prevención general, pero además, porque si se castigaran igual los G. Principo de responsabilidad subjetiva^^ • > i
hechos poco graves que los más graves, no habría mayor intimidación
e inhibiciones para cometer delitos graves, cuya frecuencia podría Este principio supone dos exigencias: que no puede haber pena sin
dolo ni imprudencia, y que, en caso de haber alguna de esas formas de
desvaler de acción, la pena ha de ser proporcional al grado de
responsabilidad subjetiva, a la gravedad del desvalor subjetivo de la
7Ü Por todos, LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 83 ss. acción, por lo que, como regla general, la comisión imprudente de un
73 Por todos, LUZÓN PEÑA, PGI, 1996, 84 ss. <Así existen: 1" penas ineficaces, que liecho deberá estar menos penada que la comisión dolosa de ese mismo
no sirven para la prevención especial ni general, como las penas cortas privativas
de libertad, que no dan tiempo a t r a t a r al delincuente y para colmo son casi siempre
contraproducentes, desocializadoras, y tampoco tienen una gran eficacia preventi-
vo-general, por lo que deben suprimirse y sustituirse por otras sanciones alterna-
tivas, que existen, como la multa, el arresto domiciliario o de fin de semana, o el " Por todos, LUZÓN PEÑA, Estudios penales, 1991, 293 ss.; PGI, 1996 85 ss.
trabajo de utilidad comunitaria. 2" supuestos en los que una concreta tipificación ''• LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 86 ss.
de delitos resulta ineficaz, demostrándose ello por una "cifra negra" de delitos ™ MIR PUIG, PG, 4" 1996, 546 ss.; LUZÓN PEÑA, P G / , 1996, 86.
excepcionalmente alta. Ahora bien, la supresión de una regulación penal sólo está '' Considero con la doctrina mayoritaria que el dolo y la imprudencia no pertenecen
indicada cuando se compruebe su ineficacia total o elevadísima, y hay que recordar a la culpabilidad, sino a la parte subjetiva del injusto típico y que constituyen grados
que la eficacia de la pena no debe medirse sólo sobre la base de los que ya han diversos del desvalor subjetivo de la acción, por ello no es coherente designar a la
delinquido —fi-ente a los cuales la pena es, evidentemente un ñ-acaso— sino a la exigencia de dolo e imprudencia «principio de culpabilidad», sino principio de
inversa, por sus posibles éxitos, entre los que no han delinquido y acaso lo hubieran responsabilidad subjetiva (por contraposición a responsabihdad objetiva). En este
hecho de no concurrir la amenaza de la pena». sentido, LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 86 ss.
EL DELITO DE COHECHO 69
INÉS OLAIZOLA NOGALES
68
A. Concepto '\/•'''•,:A;:-'-J^n .::'-;,•;• •'>'•:!,,•,•,.•.„ M"i4n:,/M:-v::;:^::; ,;^ÍM :-,./• :"•;•"' .;••:••;
hecho. Se trata, por consiguiente de u n a concepción de responsabili-
dad penal y del desvalor del hecho totalmente opuesta a la pura El bien jurídico penalmente protegible h a de ser, en primer lugar,
responsabilidad objetiva o responsabilidad por el resultado'"^. un bien jurídico «merecedor» de protección penal. El merecimiento de
pena hace alusión a consideraciones de justicia: se trata de determi-
nar en favor de qué realidades (de qué bienes jurídicos) es justo hacer
III. MERECIMIENTO Y NECESIDAD DE PENA uso de la protección penal. Tales realidades h a n de ser realidades
especialmente valoradas, fundamentales, que determinen que los
Después de exponer brevemente los diversos principios que infor- hechos dirigidos contra ellas experimenten un mayor desvalor, el
man el Derecho penal, se puede deducir cuándo u n a conducta es (lesvalor que haga de ellos no meros injustos, sino «injustos punibles»
merecedora y está necesitada de pena. Ya Max Ernst MAYER''^, exigía merecedores de pena^^.
que el bien jurídico fuese merecedor y necesitado de pena. Será preciso Partiendo del concepto del bien jurídico al que se h a llegado más
estudiar los conceptos de merecimiento y necesidad de pena, así como iifriba relativo a la concreción del concepto del mismo, se puede decir
indicar su encuadre sistemático dentro de la teoría del delito. que será justa, al menos en abstracto, la protección penal de aquellas
Siguiendo a ROXIN, aunque existen divergencias en cuanto a lo fcnlidades que tengan un gran arraigo social hasta el punto de
que se entiende por merecimiento y necesidad de pena, se puede partir constituir la condición esencial de la pervivencia de la comunidad,
de que en general, los principios políticocriminales no operan sola- n(>c;i!saria para el desarrollo personal de cada individuo**'^.
mente como criterios valorativos para la crítica del Derecho vigente y Kesulta interesante la exposición que exponen MUÑOZ CONDE/
la elaboración de propuestas de reforma de lege ferenda, sino que I lASSEMER como criterios que afectan al merecimiento de pena de
pueden y deben utilizarse también como criterios de interpretación y una conducta. Es preciso tener en cuenta que estos autores se sirven
sistematización en la elaboración dogmática del Derecho penal vigen- tilicamente de la expresión «merecimiento de pena», incluyendo en
te^". Por tanto, como afirma LUZÓN PEÑA, si los principios del «'lia (.ílementos que, para aquel sector doctrinal que diferencia entre
Derecho penal contemporáneo son los ya expuestos, dichos principios III crecimiento y necesidad de pena, entrarían en este último concepto,
h a n de repercutir también de lege lata en las categorías e instituciones ' n que en los criterios de los que se sirven para perfilar el concepto de
que constituyen los requisitos de la pena. Ello significa quelas mismas MM'i'i'ci miento de pena incluyen principios de justicia y principios de
h a n de ser interpretadas de tal forma que solamente se consideren iililiilad"''. Entre los criterios de justicia se encuentran: el principio de
punibles aquellas acciones de ciertos sujetos frente alas que, en virtud
de su gravedad, de la situación y de las circunstancias concurrentes,
una determinada pena aparece, tanto en general como en el caso
\\ I riiliajo dogmático h a n de ser deducidas de la idea de merecimiento y necesidad
concreto, como merecida, proporcionada y necesaria''^. ih' \H-\V.[,1M autoría, 1991, 79, n.l55. ROXIN, A ^ / , 2", 1994, 16 ss.
MIU l'WKí, RFDUG 12, 1987, 247: «es preciso que el hecho infrinja una norma
|ii iiiiiiria penal, fundamental para la vida social»; £síi¿(¿¿osj3en.aZes y crtmínoZógicos
''^ LUZÓN PEÑA, PG 1,1996, 86 ss. J u n t o a los principios que se h a n desarrollado en \IV, l!)91,, 212 ss.: «la importancia social del bien merecedor de tutela jurídico-
el texto se pueden citar otros; principio de responsabilidad personal, que sigaifica IMMinI ha de estar en consonancia con la gravedad de las consecuencias propias del
que sólo se puede responder por los hechos propios y no por los hechos ajenos en los hiíimilu) penal»; SILVA SmCBEZ, Aproximación, 1992, 288 ss.
que no tenga ninguna influencia ni responsabilidad el sujeto; principios de huma- |i||i ((«ti' Mentido, MIR PUIG, RFDUG 12, 1987, 248; MIR PUIG, Estudios penales
nidad y de resocialización, que marcan una progesiva tendencia a la humanización Vri'iiiiiiiotof',icosXIV,1991,212ss.;SlLYASMCÍlEZ,Aproximación,1992,288ss.
de las sanciones penales haciéndolas menos duras en duración y en contenido I I A M ; ; K M 1 Í I < / M U Ñ 0 Z C O N D E , introducción, 1989, 65 ss.: «el merecimiento de
aflictivo, así como tienden a anualr los posibles factores desocializadores de las |ii lili lli'iii' un doble componente: un componente de Justicia y otro puramente
iillli|iiri(i..;llASSEMER,Docfí-¿naperaaZ, 1989, 278-279: «Como elemento fundante
sanciones.
•"' MAYER, MaK-'E.rnst Allgemeiner Teil, 2', 1923, 23. IIM| iiinriH'iiiiiento de pena, a la lesión del bien jurídico se contraponen principios
^^ ROXIN, Política criminal, 1972, 19 ss. (Refiriéndose este autor a la relación entre MiltililliiliiH II la limitación de la punibilidad que resumo en el concepto de
la dogmática y los criterios de política criminal); AT I, 2", 1994, 22 ss. '1iiMiiilll/.iu:ión de la administración de justicia", entre los cuales merecen ser
Hliiii iiiiiiiiliiH los siguientes: subsidiariedad, dañosidad social, tolerancia, humani-
81 LUZÓN PEÑA, ADP 1993, 26. E n el mismo sentido a ñ r m a DÍAZ Y GARCÍA
CONLLBDO que las exigencias políticocriminales que también hay que aplicar en
.70 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 71

dañosidad social, el principio del Derecho penal de hecho (sólo las Desde esta perspectiva, no basta con concluir que una determinada
infracciones realmente producidas y observables pueden ser conside- r-calidad «merece» por su importancia intrínseca, la protección del
radas merecedoras de pena), el principio de subsidiariedad, el princi- I )(M'echo penal, sino que se requiere además que dicha realidad
pio de proporcionalidad, la libertad o el principio indubiopro libértate, ucccisite de la protección penal y que tal protección aparezca en el caso
el principio de tolerancia y de respeto a la dignidad humana, el romo satisfactoria en términos de utilidad social general. Estos
principio de certeza de los tipos jurídicopenales y la prohibición de i('(]uisitos no se dan cuando puede precederse razonablemente a
retroactividad^^. pt'oteger tal realidad en el marco de otros medios menos lesivos que la
Al lado de los criterios de justicia, añaden estos autores los criterios intervención penal, y tampoco cuando la intervención penal iría
de utilidad, alegando que una concepción del merecimiento de pena iifompañada de consecuencias accesorias negativas. Deben, pues,
puede ser inútil, aunque sea justa cuando por ejemplo puede tener I r::p(;tarse los principios de subsidiariedad, ultima ratio e interven-
más consecuencias negativas que positivas. Según estos autores, para I 11)11 mínima y renunciar a la protección penal cuando ellos lo impon-
que el concepto de merecimiento de pena, como cuestión central del i',:iii pese a que consideraciones de justicia parecieran abonar la
Derecho penal material, sea útil, será preciso tener en cuenta las 1 'I (ición punitiva. Así mismo, responderá a la cuestión de la necesidad
condiciones reales de la Administración de Justicia penal, tales como: ili' I Kína el principio de efectividad o eficacia; La susceptibilidad de un
la prueba en el proceso, los métodos probatorios o la dimensión IIII•11 jurídico de ser protegido penalmente puede incluirse en la
temporal del proceso^''.
Frente a la postura anterior, otros autores distinguen entre los
conceptos de merecimiento y de necesidad de pena. Así, según u n a '.'/(' Beteiligungsforrn, 1985 30 ss., propone entender el concepto de merecimiento
le pena bajo el enfoque del desvalor ético-social y jurídico y, por el contrario, la
opinión muy extendida, el merecimiento de pena expresa un juicio H'cosidad de pena atendiendo al aspecto de la adecuación de la punición desde
global de desvalor sobre el hecho, en la forma de u n a desaprobación iiinlos de vistas preventivos. Por el contrario, GÜNTHER, JuS, 1978, 12 ss., toma
especialmente intensa por concurrir u n injusto culpable especialmen- •orno punto de partida la necesidad de pena para proponer luego restricciones
iKHÜante el merecimiento de pena. Así, según este autor, una pena es necesaria si
te grave, mientras que la necesidad de pena presupone el merecimien-
10 (íxiste ningún otro medio eficaz menos lesivo, pero, a pesar de la existencia de
to de pena y significa que un hecho en sí merecedor de pena además ircívsidad de pena, una conducta puede no ser merecedora de ella cuando una jiena
necesita ser penado, ya que en el caso concreto no existe ningún otro il'.nifique una reacción desproporcionadamente grave frente a la misma. OTTO,
medio disponible que sea eficaz y menos aflictivo^'^. 'iil'Schróder, 1987,56 ss., diferencia entre merecimiento y necesidad de pena. Para
"lie autor, es merecedor de pena únicamente aquel comportamiento que constituye
111 mal social, porque es adecuado para lesionar o poner en peligro gravemente las
i'l.iciones sociales. La necesidad de pena significa que la pena es un medio
dad, protección de la dignidad del hombre: además, también los fundamentos del iiiprescindible para proteger a la sociedad de las amenazas o lesiones de un bien
Derecho penal de hecho y las leyes penales determinadas constituyen elementos I indico merecedoras de pena. Portante, según OTTO, mientras que el merecimien-
que limitan la determinación del merecimiento de pena». 11 (le pena se determina a través de la valoración del daño social de un comporta-
Estos autores son partidarios de aglutinar los dos conceptos en uno superior. En II ii' I ito, la necesidad de pena recoge el objetivo prioritario de la pena estatal, y dicho
este sentido también, SAX, Die Grundrechte III, vol. II, 2", 1972, 925 ss.; ili|elivo no se cumple cuando es posible una reacción menos grave que la penaliza-
SCHMIDHÁUSER, LerbuchAT, 2», 1975,14 ss. VOLK, ZStW97, 1985, 899: s.egún 1. Kn España, por ej., DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 82.; MIR
este autor, dentro del sistema penal merecimiento y necesidad de pena en definitiva I i l(l,£,5íííd¿o,spe«a/esycrím¿rio/ógíCos^/V, 1991,209, 214 s.; SILVASÁNCHEZ,
acaban desembocando en lo mismo, puesto que el juicio de desvalor cumple \lin>ximación, 1992, 286 ss.: «A mi entender, conviene distinguir claramente
funciones, y a la inversa, también los fines de la pena están vinculados a valores, 1111 i Kis conceptos, pues la lógica del merecimiento de pena y la lógica de la necesidad
pero, en todo caso, y si hubiera que elegir, VOLK, prefiriría englobar ambos aspectos |i' I ir na pueden llegar a ser contrapuestas. Ciertamente, cabe la posibilidad de que
bajo el término de necesidad de pena. III determinado interés necesite la protección penal, ante la ineficacia de los
HASSEMER/MUÑOZ CONDE, Introducción, 1989, 70 ss. i'Mlaiites medios, y que sin embargo el otorgamiento de tal protección resulte
HASSEMBR/MUÑOZ CONDE, Introducción, 1989, 73 ss. ^ ' iindiiusible desde una perspectiva de merecimiento. A este respecto, hay que
Así por ej., SCHÜNEMANN, ZSíWSO, 1978,40 ss., deduce el merecimiento de pena I'1111 lar que el propio HASSEMER reconoce que los principios de justicia (en los que
de la existencia de un menoscabo suficientemente importante de un bien jurídico i M|iii centraríamos la idea de merecimiento de pena) y los de utilidad (que expresa-
merecedor de protección, pero opina que la necesidad de pena presupone además la iiiii l:i necesidad de pena) están entre sí en una relación de tensión y se limitan
idoneidad, la necesidad y la proporcionalidad de la protección jurídicopenal. BLOY, iiiiiuainente» (286-287). LUZÓN PEÑA,ADP 1993, 25 ss.; PGI, 1996, 95 s.;
™l iiiiiiiiiiiiiiiwinfiiiiiii!

72 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 73

necesidad de pena, porque puede afirmarse que si el bien no es apto C. Ubicación sistemática de los conceptos de merecimiento y necesi-
para la protección penal, no necesita de esa protección^^. dad de pena en la teoría del delito r
Por lo que se refiere a la ubicación sistemática de ambos conceptos
B. Toma de postura dentro o fuera de la estructura del delito, se defienden opiniones
Estoy de acuerdo con LUZÓN PEÑA cuando afirma que el mere- completamente distintas. Se pueden diferenciar dos grandes grupos
cimiento y la necesidad de pena son principios materiales que se de opiniones: aquellos autores que consideran el merecimiento y la
comportan entre sí como círculos secantes, es decir, que ambos tienen necesidad de pena como categorías autónomas del delito, y aquellos
puntos comunes con influencia recíproca, pero también que cada que los consideran principios materiales generales precisamente
principio expresa criterios diferentes y propios^". dentro de los elementos de la sistemática del delito.
Los Criterios de merecimiento y necesidad de pena pueden operar
hasta un cierto punto de forma conjunta, pero en algunos aspectos 1. Merecimiento y necesidad de pena como categorías autónomas
actúan separadamente y partiendo de sus propios puntos de vista.
Ciertamente no pueden ser consideradas dos categorías independien- Se trata de una postura minoritaria en la que se pueden nombrar
tes, porque, como h a destacado DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, valo- como máximos representantes a LANGER, que considera el mereci-
res y fines están estrechamente interrelacionados en muchos aspec- miento de pena como un elemento adicional del delito, tras el injusto
tos^°. De esta manera, los argumentos del merecimiento y la necesidad y la culpabilidad, que expresa la inaceptabilidad para la comunidad
de pena pueden reforzarse recíprocamente en muchos aspectos: por jurídica del desvalor ético-social que implica el hecho'^-^, y a
ejemplo, el fundamento material de la autoría puede explicarse por el SCHÜNEMANN, quien intenta construir, tras el injusto y la culpabi-
hecho de que la acción del autor es aquélla que la ley penal más lidad, que determinan el merecimiento de pena del hecho, un ulterior
primaria y gravemente desvalora y considera por ello merecedora de elemento autónomo del delito, la necesidad de pena (que englobaría
pena, pero también al mismo tiempo la que dicha ley quiere prohibir adecuación o idoneidad, necesidad proporcionalidad de la protección
de forma más perentoria y prioritaria, y por ello, califica como penal). E incluso estima concebible un último paso, que supondría
llegar a sustituir los elementos habituales de la estructura del delito
necesitada de pena^'.
por las nuevas categorías del merecimiento y la necesidad de pena''".
Sin embargo, en algunas ocasiones las consideraciones de mereci-
miento y necesidad de pena conducen a resultados distintos, lo que Las concepciones de ambos autores han sido criticadas especial-
puede ser utilizado para realizar restricciones recíprocas. Puede mente por VOLK'-"". Respecto a la concepción de LANGER, afirma
suceder que algunos casos, siendo el hecho en sí mismo merecedor de VOLKque este autor enriquece la categoría del merecimiento de pena
pena en virtud de las circunstancias concretas del autor o posteriores II costa de hacer disminuir el injusto y la culpabilidad. Los ataques a
al hecho la pena sea innecesaria o inadecuada: limitación del mereci- los fundamentos de la vida en común, afirma VOLK, no constituyen
miento de pena por la necesidad de pena. O, al contrario, que u n a
determinada pena aparezca como totalmente necesaria, pero que esté
vedada debido a su desproporción con la gravedad del hecho: limita- (|ue la necesidad de pena sin merecimiento de pena no puede fundamentar la
incriminación del mismo modo que tampoco el merecimiento de pena sin necesidad
ción de la necesidad de pena por el merecimiento de pena'*^. ,•:;:
di^ pena puede hacerlo. En cuanto a la despenalización, ésta puede fundamentarse
1,111 pronto como falte o el merecimiento o la necesidad de pena».
LANGER, Das Sonderuerhrechen, 1972, 275 ss. y 327 ss.: «El desvalor general del
88 SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, 290; LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 83. delito se divide en tres contenidos: injusto, culpabilidad y merecimiento de pena. La
LUZÓN PEÑA, ADP 1993, 25 ss. comunidad jurídica entiende que el comportamiento antijurídico es punible cuando
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 82. 611, ss. ^ > contierfe un ataque a los fundamentos de la vida en común, cuando es intolerable
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 78, ss., 82 ss., 454 ss., 508 ss. |i;ir;i la comunidad por su desvalor social».
LUZÓN PEÑA, ADP, 1993, 28 ss. En el mismo sentido, SILVA SÁNCHEZ, ;;(il IÜNEMANN, Grundfregen, 1984, 14, nm.lO. ' •• •:•.: . /.' i - Í;' :•' '• '••
Aproximación, 1992, 291: «Debe quedar claro, como principio general, el criterio de VOLK, ZSíW 97, 1985, 878, 888 ss. •, ^ ' ^. ..
INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 75
.74

el merecimiento de pena de u n comportamiento, sino que deciden ya que el merecimiento y la necesidad de pena son principios materiales
sobre la descripción típica de la materia prohibida. Respecto a la que informan no sólo los elementos del hecho punible, sino también
concepción de SHÜNEMANN, entiende VOLK que reduce las catego- otros requisitos de la pena distintos de aquéllos^''.
rías a supuestos mínimos de lesión o puesta en peligro de bienes
jurídicos. Se produce así el enriquecimiento políticocriminal del siste- 3. Toma de postura
ma sólo en la categoría de la necesidad de pena. Por otro lado, afirma
VOLK que puede ser peligroso que en el mandato constitucional de Siguiendo la concepción de LUZÓN PEÑA, con el que estoy
: conveniencia, exigencia y proporcionalidad de la protección penal no plenamente de acuerdo, se puede afirmar que tanto el merecimiento
tenga nada que ver la descripción del núcleo de la materia prohibida. como la necesidad de pena operan en todos los elementos del delito,
Estoy de acuerdo con VOLK en las críticas que realiza a LANGER porque todos los elementos son requisitos necesarios para poder
y a SCHÜNEMANN, porque, como ya he afirmado anteriormente, aplicar la pena. Parto para ello de una premisa: no sólo la necesidad
entiendo que los principios políticocriminales que informan el Dere- de pena, sino también el merecimiento se fiíndamentan en considera-
cho penal deben tenerse en cuenta en todas las categorías del delito, ciones preventivo-generales y preventivo-especiales^"".
sin que pueda afirmarse que sólo ejercen su influencia en u n a Empezando por el tipo en sentido estricto, se puede afirmar que
categoría del mismo^^\ Por otra parte, tal y como he conceptuado el tiene, como señala LUZÓN PEÑA: «además de la misión de garantía,
merecimiento y la necesidad de pena, como criterios que recogen los la función de seleccionar y describir conductas que al menos suponen
principios políticocriminales del Derecho penal, éstos servirán como un indicio de que la acción posee un desvalor relevante y que la
guía en la interpretación y limitación de todas las categorías del delito, conducta está prohibida de forma objetivo-general. A la inversa, por
y no como categorías autónomas. tanto, una acción que ni siquiera es típica no requiere, ni desde un
punto de vista preventivo-general, ni preventivo-especial, u n a pena.
La conducta puede ser atípica, no sólo por faltar un elemento del tipo,
2. Merecimiento y necesidad de pena como principios dentro de los ,sino también por la concurrencia de u n a causa de exclusión de la
elementos de la sistemática del delito iipicidad, y en estos casos, el hecho, a pesar de que pueda constituir
un ilícito en otros sectores del ordenamiento no es lo suficientemente
Según una concepción mayoritaria, el merecimiento y la necesidad
de pena operan como principios materiales generales dentro de la
sistemática del delito. Pero a partir de ahí existen enfoques diversos
elemento del delito, en el tipo, el cual, en una concepción revisada del mismo, de
acerca de cuáles son esos elementos en cuestión. P a r a unos, todos los entre el amplio conjunto del injusto culpable selecciona lo que desde el punto de
elementos del delito, es decir, injusto típico, culpabilidad, pero tam- vista penal es más grave; ROXIN, Política criminal, 1972,40 ss.: este autor no hace
bién las condiciones de punibilidad, h a n de ser concebidos desde el referencia explícita a los conceptos de merecimiento y necesidad de pena, se puede
punto de vista de los criterios de merecimiento y necesidad de pena'^'. advertir, y así lo hace LUZÓN PEÑA, ADP 1993, 24, que segiin su concepción el
injusto típico y la culpabilidad dan lugar ya al merecimiento de pena, pero la
Para otros, por el contrario, el merecimiento y la necesidad de pena necesidad de pena se comprueba en la categoría de la responsabilidad, porque para
llegan h a s t a la culpabilidad inclusive, mientras que las condiciones ROXIN la responsabilidad se determina en virtud de las exigencias preventivas
objetivas y subjetivas de punibilidad no tienen relación alguna con derivadas de los fines de la pena {ATI, 2", 1994, 700 ss.); Para JAKOBS, AT, 4",
1988,18 ss., los principios de merecimiento y necesidad de pena se plasman en cada
consideraciones políticocriminales sobre la pena, sino con intereses de
elemento del delito, pero estos elementos son exclusivamente el tipo, el injusto y la
política jurídica generaF^, Finalmente, algunos autores defienden culpabilidad, porque las condiciones de punibilidad ya están incluidas en dichos
elementos.
'"' S C H M I D H A U S E R , LehrbuchAT, 1975, 12 ss.; BLOY, Die Beteiligungsform, 1985,
43 ss.; VOLK, ZStW 97, 899 ss., que incluye también entre otros requisitos de la
3<5 Vid. ROXIN, Política criminal, 1972, 19 ss.
pena los del proceso penal. En España, defiende esta concepción, como se verá a
9'' SCHMIDHÁUSER, LehrbuchAT, 1975,14 ss.; BLOY, Die Beteiligangsform, 1985,
continuación, LUZÓN PEÑA, ADP 1993, 29 ss.
37 SS. '"" LUZÓN PEÑA, ADP 1993, 29; PG I, 1996, 95 s.; en el mismo sentido DÍAZ Y
^* Así por ej., GALLAS, Beitráge, 1968, 32 ss., prefiere concentrar las consideraciones
acerca del merecimiento de pena (incluyendo las de necesidad de pena) en un único GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 611.

1
^-HBIH

EL DELITO DE COHECHO 77
76 INÉS OLAIZOLA NOGALES

primer lugar, las causas de supresión de la punibilidad que se explican


grave, por lo que la pena, en cuanto ultima ratio tampococo es
en parte por la ausencia de necesidades preventivo-generales y
necesaria para ellos. En caso de gravedad relativamente mayor o
preventivo-especiales, y en parte en virtud de intereses económicos,
menor del hecho típico se modifica consiguientemente la intensidad
políticos o de otra clase. Por último, hay supuestos en el ámbito de la
del desvalor y de la prohibición, y con ello también el grado de
suspensión y sustitución de la pena y en el proceso penal en los que el
merecimiento y necesidad de pena»'"^. merecimiento y necesidad de pena desaparecen en el caso concreto por
«En el injusto, o se comprueba el indicio de desvalor y de prohibi- razones preventivas o de otra índole»'°*.
ción proporcionado por el tipo (positivo), y en tal caso existe u n a
necesidad general de pena para la prevención general y especial o, en
los casos de justificación, se desvirtúa el indicio por la autorización o
incluso por la valoración positiva del hecho, lo que implica que no
Sección segunda
existe necesidad alguna de pena ni preventivo-g'eneral ni preventivo- El título XIX del libro II CP.
especial, porque no puede haber ningún interés en evitar en el futuro ' Fundamentos de la tutela penal
conductas autorizadas o incluso positivas. Por tanto, no existe ni
merecimiento ni necesidad de pena en los supuestos de exclusión del I. ELEMENTOS COMUNES AL TÍTULO XIX DEL LIBRO II CP
injusto»^"^.
Respecto a la culpabilidad, cviando ésta concurre, «se confirma A. Problemática en torno a la rúbrica . , ,. , ¡ , , , ¡; ;
nuevamente para el sujeto en concreto la necesidad preventiva de
pena y el merecimiento que se deriva en general de la acción penalmente El CP de 1995 rubrica el título XIX del libro II de manera diferente
típica y antijurídica. Pero si el sujeto no acttia culpablemente, la a como lo hacía el CP de 1944; así aglutina del art. 404 al art. 471 —
motivación que supone la amenaza penal no puede ser eficaz o al ambos inclusive— bajo el título: «Delitos contra la administración
menos resultará perturbada por completo, por lo que la intimidación pública», frente al título Vil del libro II del CP de 1944 que recogía,
aparece en el caso concreto como inidónea e ineficaz. E n tal situación, más o menos, estos mismos delitos (art.351 al 404 bis c —ambos
al sujeto no se le considera responsable, por tanto no existe mereci- inclusive—) bajo la rúbrica: «De los delitos de los funcionarios públicos
miento de pena, y su punición no parece necesaria a efectos de en el ejercicio de sus cargos».
prevención general, porque los sujetos capaces de culpabilidad son La rúbrica del título VII del CP de 1944 era criticable por tres
conscientes de la diferencia respecto de los no capaces»^''"'. razones. En primer lugar porque no hacía alusión al bien jurídico
Por último, estoy de acuerdo con LUZON PEÑA cuando afirma que protegido en los preceptos contenidos en el título, lo que suponía u n a
«más allá de los tres elementos clásicos del delito, puede faltar el diferencia importante respecto a la mayoría de los títulos del CP que
merecimiento o la necesidad de pena. Por u n a parte, dentro del hecho sí lo hacían. Ello llevó a algún autor a afirmar que en dicho título no
punible, en algunos casos especiales h a y ciertas condiciones objetivas se protegía un bien jurídico común, sino que se trataba de u n título
y subjetivas de punibilidad o causas de exclusión de las mismas en residual donde iban a parar aquellas infracciones penales que no
virtud de las cuales el comportamiento es considerado no merecedor tenían un encuadre lógico en otros títulos^"'''. Por otro lado, se criticaba
o no necesitado de pena por causas distintas de lo intereses preventi- esta sistematización, porque se consideraba que si lo que agrupaba a
vos, por ejemplo, por intereses político-jurídicos. Por otra parte, estos preceptos era la condición de funcionario de su autor, no se
existen otros requisitos de la pena además y después del hecho: así, en comprendía por qué, en otros lugares del CP también se recogían otros

101 LUZÓN PEÑA, ADP Í993, 30 s. '"* LUZÓN PEÑA, ADP 1993, 33.; En lo que se refiere a las causas de la supresión de
102 LUZÓN PEÑA, ADP 1993, 31 s. Hay que tener en cuenta que el autor es partidario la punibilidad en concreto, DE VICENTE REMESAL, El comportamiento

i
de la teoría de los elementos negativos del tipo, PG I, 1996, 299 ss., teoría a la que postdelictivo, 1985, 323 ss. y 347 ss.
me adhiero. • ; '"•• RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994, 1077 ss. ; '
LUZÓN PEÑA, ADP íg93, 32. , .,,.;,::•;;./••:.•:
78 INÉS OLAIZOLA NOGALES E L DELITO DE COHECHO 79

delitos cometidos por funcionarios públicos, como los del título II del Dicha rúbrica supone u n a obj etivización respecto ala anterior, y en
libro II, y tampoco por qué en el título VII se incluían delitos comunes ese sentido el cambio es positivo. Sin embargo, hay que tener en
en los que no era precisa la condición de funcionario p a r a ser autor de cuenta que las rúbricas de los títulos tienen una importancia relativa
los mismos, por ejemplo el art. 391 CP que tipificaba el delito de en cuanto a la interpretación de los preceptos que los integran. Es
cohecho cometido por particular, es decir, el delito de cohecho acti- decir, esta nueva rúbrica no va a solucionar de manera automática los
vo^'"'. Por último, como crítica a la rúbrica, MUÑOZ CONDE afirmaba problemas de delimitación y acotamiento del bien jurídico protegido
que la misma llevaba a algunos autores a afirmar que lo único común en los delitos que componen el título XIX del libro II del CP, aunque
que había entre los distintos preceptos era que en todos se exigía «un sí que tiene un cierto valor indiciarlo acerca del objeto de protección.
vago quebrantamiento de deberes profesionales o la pureza de la No obstante, aun considerando más positiva esta rúbrica que la
Administración pública, poco indicativa, en realidad de la naturaleza anterior, y siguiendo las reflexiones de CAS ABÓ RUIZ, con la rúbrica
de estos delitos»^°''. Esto llevaba además a algunos autores a afirmar de delitos contra la Administración pública se puede pensar que se
que lo esencial en estos delitos era la propia infracción del deber por pone el acento en los intereses de la propia Administración que
parte del funcionario en su relación con el Estado. Dicha infracción era pueden ser distintos y aun contrarios a los generales. Desde la
considerada por parte de estos autores como el bien jurídico protegi- perspectiva de la Administración lo que importa es que todos los
do '°^, y otros, aun reconociendo la falta de entidad del quebrantamien- funcionarios obedezcan las órdenes del superior, ya que la disciplina
to del deber p a r a ser considerado bien jurídico, sí que consideraban constituye el elemento indispensable p a r a que la máquina burocráti-
dicho quebrantamiento como la esencia de los delitos contenidos en ca pueda funcionar'".
este título'O-'. Por lo tanto, los peligros de que se siga considerando, como relación
Ante tales críticas, el CP de 1995 opta por u n a nueva rúbrica: a proteger, la relación entre el funcionario y el Estado siguen existien-
«Delitos contra la Administración pública»^^°. do, por lo que será preciso delimitar el concepto de Administración
pública como posible bien jurídico protegido en estos delitos.

IOS En este sentido QUINTANO RIPOLLÉS, Curso de Derecho penal //, 1963, 549, este
autor resumía en una frase la crítica expuesta; «Ni son todos los que están, ni están
B. Bien jurídico protegido en el título XIX del libro II CP '
todos los que son».
107 MUÑOZ CONDE, PE, W, 1995, 803. La primera cuestión que se debe plantear es si puede hablarse de
108 PACHECO, CP II, 1848, 393 ss.; VIZMANOS Y ALVAREZ, Comentarios II, 1848, u n bien jurídico común a todos los preceptos que componen el título
' 233 ss.; JASO ROLDAN, PE II, 1949, 192 ss.; FBRRER SAMA, Comentarios IV, XIX, o por el contrario no hay un bien jurídico común que sirva de
1956, 57 ss.; QUINTANO RIPOLLÉS, Curso II, 1963, 550 ss.
1»=* GROIZARD Y GÓMEZ DE LA SERNA, El Código penal III, 1912, 73 ss.;
punto de encuentro entre todos ellos.
RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17% 1994, 1077 ss. Entre los partidarios de negar la existencia de un bien jurídico
"O Vid. DSCD, 1995, n" 162, 8678 s. Los diputados LÓPEZ GARRIDO, por Izquierda común destacan en España RODRÍGUEZ DEVESA, que como ya se
Unida-Iniciativa per Catalunya y CUESTA MARTÍNEZ, por el grupo socialista, ha visto, consideraba el título VII del libró II del CP de 1944 como un
defienden la sustitución de la rúbrica del título VII del CP de 1944 por la de «Delitos
contra la Administración pública», al afirmar que «el bien jurídico atacado en estos
título residual en el que encaj aban únicamente aquellos delitos que no
delitos es el servicio que los poderes públicos han de prestar a la comunidad, es tenían cabida en otros títulos del C P " ^ y MUÑOZ CONDE, que
decir, la idea de Administración pública como servicio público, servicio al interés afirmaba que lo único común a estos delitos era un «vago quebranta-
general...ese criterio sistematizador del Código penal vigente ha sido criticado por
la generalidad de la doctrina, por estimarse incorrecta la agrupación de todas las
figuras penales atendiendo a los sujetos activos...Por tanto, existe un consenso
doctrinal y jurisprudencial en denominar estos delitos como delitos contra la
Administración pública.,.Por ello, nos parece muy acertado el criterio que sigue el CASABO RUIZ, Escritos penales, 1979,195. En el mismo sentido, DÍAZ Y GARCÍA
proyecto en defensa del recto y normal funcionamiento de la Administración CONLLEDO/OLAIZOLANOGALES, «Los delitos de funcionarios en el CP de 1995:
pública...». Si se repasa la rúbrica de los proyectos anteriores se ve que desde el PCP aspectos generales y exposición de algunos delitos básicos». Ruarte de San Juan,
1980, incluyendo la PACP 1983, el PCP 1992 y el PCP 1994, todos establecen la (en prensa)
rúbrica de «Delitos contra la Administración pública». RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994, 1077. • '^' "
80 INÉS OLAIZOLA NOGALES
i EL DELITO DE COHECHO 81

miento del deber»-^^-^, y en Alemania WAGNER, que se manifestaba parte de las mismas bastará con el Derecho disciplinario, pero hay
contrario a la existencia de u n bien jurídico común a todos «los delitos otras, de mayor cuantía, cuyo incumplimiento supone un verdadero
de cargo», porque, según este autor, el t r a t a r de averiguar si existe o atentado social. Así, la sustancia primaria determinante de la confi-
no un bien jurídico común a todos estos delitos no supone ninguna guración científica de esta clase de delitos es la desobediencia al poder
ventaja a la hora de explicar el injusto de los mismos, puesto que, por público, la rebelión contra sus órdenes»"''.
un lado, permanece abierta la cuestión de qué tipo de relación deberá La infracción del deber por parte del funcionario está presente en
establecerse entre ese bien jurídico general y los tipos concretos, y por autores más recientes. Así, JASO ROLDAN estima que todas las
otro lado, los distintos bienes jurídicos que la doctrina ha establecido conductas que integran estos delitos suponen actos contrarios al deber
no sirven para diferenciar el injusto penal de las infracciones adminis- de servicio que les impone la obligación de colaborar en la obra del
trativas^^''. Estado cumpliendo y haciendo cumplir las normas; por tanto, para
Sin embargo, la mayoría déla doctrina reconocp la existencia de u n este autor, la diferencia entre estos delitos y las infracciones adminis-
bien jurídico común a los delitos que integran el título XIX del libro II trativas será puramente cuantitativa'^'^.
del CP (o que integraban el anterior título VII CP 1944/1973). FERRER SAMA entiende que la característica de infracción del
Se puede reconocer dos grandes grupos doctrinales. Por un lado deber repercute, en último término, en la lesión de la Administración
aquellos autores que identifican el bien jurídico protegido en estos pública, que es el auténtico bien jurídico protegido"''. Para QUINTANO,
delitos con el incumplimiento del deber del cargo; por otro lado estos delitos son, en general infidelidades del funcionario a los
aquéllos que rechazan tal identificación, aunque aceptan que la servicios que tiene encomendados^^". Por su parte, ANTÓN ONECA,
infracción del deber es, en sí misma, objeto de Derecho disciplinario. entiende que estos delitos afectan a los intereses del Estado, por lo que
el legislador, para asegurar el cumplimiento de las funciones adminis-
1. Quebrantamiento del deber: bien jurídico como deber de fideli- trativas, ha detallado las formas en que los funcionarios pueden faltar
dad del funcionario al Estado a sus deberes específicos'^'.
En Alemania, la teoría de la infracción del deber se ha desarrollado
Esta postura fundamenta el bien jurídico en la relación de fideli- especialmente a partir de ROXIN. Según este autor, en los delitos que
dad y de lealtad que el funcionario debe a la Administración, y es el consisten en la infracción de un deber, entre los que incluye los delitos
quebantamiento de dichos deberes lo que se t r a t a de evitar en estos de funcionarios propios e impropios lo fundamental para ser autor en
delitos. En nuestra doctrina tradicional era mayoritaria esta postura. ellos, no es tanto, quién realiza la conducta típica, sino quién infringe
Así PACHECO, refiriéndose al CP de 1848, hace radicar la razón de el deber del cargo. El fundamento de la sanción radica en que un sujeto
ser de estos delitos en la necesidad de la protección frente a posibles infringe las exigencias derivadas del papel social que desempeña, o
abusos de los empleados públicos en el ejercicio de sus funciones, en dicho de otro modo, lo relevante en estos delitos es el quebrantamiento
lo que él denomina «falta de oficio»^^'^. En relación al CP de 1870, de deberes extrapenales^^^. No obstante en Alemania la discusión se
VIADA destacaba la mayor gravedad de estos delitos por ser los mueve en parámetros distintos, porque tanto ROXIN como otros
funcionarios «personas más obligadas»''*', y GROIZARD afirmaba
que estos delitos se caracterizaban porque los sujetos que los cometían
ejercían funciones públicas de las que podían abusar: «los funciona-
rios están sujetos a u n a serie de obligaciones y para cumplir la mayor 117 GROIZARD Y GÓMEZ DE LA SERNA, CPIV, 1912, 91 ss.
lis JASO ROLDAN, en: JASO ROLDAN/RODRÍGUEZ MUÑOZ/RODRÍGUEZ
DEVESA, D P / / , 1949, 192 ss.
FERRER SAMA, Comentarios IV, 1956, 57.
QUINTANO RIPOLLÉS, Curso II, 1963, 549.
1" MUÑOZ CONDE, PE, IT, 1996, 829. ANTÓN ONECA, AD/' 1965, 263 s.;ADP1970,229 ss. En delitos concretos, algunos
1" WAGNER, Amtsverhrechen, 1975, 49 ss. autores consideran la infracción de deberes como bien jurídico; así para el cohecho,
i« PACHECO, CP I, 1884, 394. vid. infra sección tercera. I, de este capítulo.
1" VIADA Y VILASECA, CP, 1890, 352 ss. ROXIN, Tafersc/ia/i;, 6" ed. 1994, 352 ss.
82 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 83
autores que aluden alainfracción del deber como fundamento de estos simplemente por la infracción de un deber, sino por el ataque a un bien
delitos, no lo consideran bien jurídico protegido, sino que afirman la jurídico. Si unos órganos están supeditados a otros es porque dicha
existencia de u n bien jurídico no esencial (porque lo esencial es la supeditación se estima necesaria para que la Administración funcione
infracción del cargo), pero contra el que debe dirigirse tal infracción; y sea eficaz y, dando u n paso más, para que dicha eficacia se traduzca
con ello consiguen alejarse de la identificación entre los delitos de en u n correcto servicio a la sociedad, porque de otra manera no podría
cargo y las infracciones administrativas^^'^ explicarse el sacrificio de libertad de unos ciudadanos, los funciona-
En Italia, aunque no ha sido tan frecuente esta concepción de la rios. Ellos son servidores de la sociedad, son servidores de la Adminis-
infracción del deber, también h a habido algún autor que la h a tración sólo en la medida en que ésta sirve a la sociedad, y para ello,
defendido. Así, CATELANI, que afirma que la actividad del Estado ésta necesita u n a organización jerárquica que posibilite ese servicio.
merece ser protegida, por ello, cuando los funcionarios no realizan El deber de obediencia es, por tanto, u n a consecuencia de algo que se
correctamente las funciones que el Estado les encomienda, no actúan estima socialmente valioso y necesitado de ser protegido jurídicamen-
como deben, es decir, violan su deber funcionarial y atentan contra el te. La obediencia en sí misma no es un bien, sino todo lo contrario, es
prestigio y el decoro con que la actividad estatal debe presentarse^^*. un ataque a la libertad del que obedece, de ahí, concluye el autor, que
la obediencia en sí misma no merezca ser algo jurídicamente protegi-
2. Crítica a la teoría de la infracción del deber -M do; lo que se protege es aquéllo cuya realización depende de que se
obedezca, y de ahí que nazca la obligación de obedecer; se trata de una
Esta concepción de la infracción del deber ha sido criticada por situación del sujeto frente a determinados bienes jurídicos^^'\
algunos autores, por entender que se t r a t a de u n a concepción de tintes
autoritarios que no tiene en cuenta la auténtica relación relevante
para el Derecho penal, cual es la relación entre el Estado y los 3. La función pública como bien jurídico protegido
ciudadanos y no la relación entre los funcionarios y el Estado. Destaca Partiendo de las críticas anteriormente expuestas, OCTAVIO DE
como artífice de esta crítica OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO'^^ TOLEDO, llega a la conclusión de que estos delitos se caracterizan por
Según este autor, esta postura supone una visión del funcionario ser conductas realizadas por los que participan en el ejercicio de
solamente en interés del Estado, de la Administración, olvidando que funciones públicas, precisamente cuando se encuentran en tal ejerci-
la Administración justifica su existencia por la actividad que desplie- cio. Ello le lleva a entender, como bien jurídico protegido en estos
ga en beneficio de los ciudadanos, de la sociedad, a la que no represen- delitos, la función pública. Ahora bien, interpretar que el bien jurídico
ta, sino que sirve. Si el deber del cargo existe, continúa este autor, es lúnción pública es el bien jurídico protegido en estos delitos puede
porque la Administración precisa de u n a organización que pueda inducir a entender que lo que se protege es la propia Administración,
servir correctamente a los ciudadanos. Por tanto, si a u n incumpli- I 'sto es, su prestigio y su decoro. Así, como pone de manifiesto el propio
miento del deber no le sigue necesariamente u n a alteración de la < )CTAVIO DE TOLEDO, gran parte de la doctrina itahana, al inter-
organización administrativa, mucho menos le seguirá u n a alteración p r e t a r los «.delitti de puhblici ufficiali contra la puhblica
de la relación que la Administración entabla con los ciudadanos. El
«deber» que auténticamente es relevante para el Derecho penal es el
deber de la Administración y por tanto, de las personas físicas que la I "'• Otros autores se adhieren a la crítica que OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO
componen, de servir a los que administran. Es decir, la conclusión que realiza a la teoría de la infracción del deber: ALVAREZ GARCÍA, El delito de
se perfila a partir de esta primera idea, es que estos delitos no existen desobediencia, 1987, 211 ss.; GARCÍA ARAN, La prevaricación, 1990, 25 ss.;
GONZÁLEZ CUSSAC, La prevaricación, 1994, 16 ss.; VALEIJE ÁLVEREZ, La
corrupción, 1995, 27 ss.; REBOLLO VARGAS, La revelación de secretos, 1996, 40
MS. P a r a una crítica a la concepción de ROXIN de los delitos de infracción de deber
MERKEL, Lehrbuch, 1889, 382; Von HIPPEL, Deutsches Strafrecht, 1932, 309, i'n materia de autoría y participación, vid., entre otros, GIMBERNAT ORDEIG,
WELZBL, Das deatsche Strafrecht, 11", 1969, 537; LANGE, ZStW, 77, 1965, 617; Autor y cómplice, 1966, 296 ss.; QUINTERO OLIVARES, Delitos especiales, 1974,
124 CATELANI, / delitti, 1971, 6 ss. :¿02ss.;GRACIAMARTÍN,Kacííiar/, 1985,112 ss.;DÍAZYGARCÍACONLLEDO,
125 OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 238 ss. /,(/, autoría, 1991, 728 ss. FEIJOO SÁNCHEZ, La Ley, 17-marzo-1997, 2 s.
miü'"" '"'IW"

84 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 85

amministrazione» opta por centrar el objeto de protección en la vista del contenido de lo que se presta, sus fines y su beneficio para el
Administración pública globalmente considerada, lo que trae como administrado»^^^.
consecuencia la consideración del prestigio y el decoro de la Adminis- Por tanto, al hablar del bien jurídico protegido en estos delitos no
tración como bien jurídico protegido en estos delitos^^'^. Así lo pone de es suficiente hacer referencia a la «Administración pública», sino que
manifiesto MANZINI, cuando a ñ r m a que: «objeto genérico de tutela habrá que interpretar este concepto en parámetros constitucionales,
es el prestigio de la Administración pública en sentido amplio, por lo en concreto conforme al art. 103,1 déla Constitución: «La Administra-
que se atiende a la probidad, el desinterés, la capacidad, la competen- ción sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo
cia, la fidelidad, la seguridad, la libertad, el decoro fiancionarial y al con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, coordina-
respeto debido a la voluntad del Estado en relación a determinados ción y sometimiento pleno a la ley y al Derecho». Ello no quiere decir,
actos o relaciones de la misma Administración pública»^^^. Por ejem- como ya se vio al hablar del concepto general de bien jurídico, que
plo PAGLIARO al distinguir el punto de vista administrativo y dicho concepto sea sinónimo a valor reconocido constitucionalmente;
constitucional del estrictamente penal, considera que si bien desde el lo que quiere decir es que la Administración pública se protege en
punto de vista de los primeros y a partir del principio de separación de cuanto que sirve de u n a forma concreta (la establecida en la Consti-
poderes, la Administración pública es la misma función administra- tución) a unos intereses generales, no a los intereses sectoriales de un
tiva, desde el punto de vista penal la Administración pública como grupo de gobierno, o de u n partido político, sino a los intereses de todos
objeto de tutela penal «indica la entera actividad funcional del Estado los ciudadanos. Es lo que GARRIDO FALLA califica como «eficacia
y de los otros entes públicos, con la excepción relativa a aquellas indiferente» o neutralidad política de la Administración, para poner
particulares actividades que son objeto de incriminación específica en de relieve que la actuación correcta de la Administración es aquélla
el título I (delitos contra la personalidad del Estado) y en el título II que es objetiva, independientemente de que favorezca o perjudique al
(delitos contra la Administración de justicia)»'^'\ De forma parecida gobierno que está en el poder'''^. Por lo tanto la Administración
PISAPIA, afirma que «aquí se comprenden los delitos que lesionan la pública no es un bien jurídico estrictamente formal que mantenga una
actividad del Estado y de otros entes públicos, no sólo en el desarrollo relación desvinculada de los ciudadanos, sino al contrario, al afirmar
de la actividad administrativa estrictamente considerada, sino tam- que se protege la función pública se está indicando que se protege el
bién en el ejercicio de las otras funciones que son propias del Estado: correcto servicio que los poderes públicos deben prestar a los ciudada-
esto es, la legislativa y la judicial»!^''. nos conforme a los criterios constitucionalmente previstos. Posterior-
Desde mi punto de vista, sin embargo, el error de estas teorías no mente, al analizar cada delito, se deberá especificar en que consiste
es tanto el considerar a la Administración de m a n e r a global, en vez de ese servicio prestado por la Administración a los ciudadanos y cómo
diferenciar las diversas funciones, sino poner el acento precisamente se perturba en cada caso concreto^'*'' "' ' i •
en la propia actividad del Estado, sin tener en cuenta que lo relevante
a efectos penales es considerar a la Administración, y la actividad y
funciones que desempeña como u n ente prestacional, es decir, en
palabras de GARCÍA ARAN, lo que deba entenderse, por ejemplo «por '•"' PISAPIA,/í!síifií3ío/u, 1975, 237 ,.
'•'1 G A R C Í A ARAN, Lo.preuarícactón, 1990, 37. , i ,,
función jurisdiccional en el delito de prevaricación h a de partir del
'•'••* GARRIDO FALLA, Come;ifar¿os, 1985, 1427 " '"' '
análisis de las funciones del Estado en nuestro actual marco constitu- '•'•' Esta es la postura que adopta la mayoría de la doctrina: MIR PUIG, NEJ, 1982,203;
cional y su desarrollo y, sobre todo, del contenido del Estado social y ÁLVAREZ GARCÍA, El delito de desobediencia, 1987, 212 ss.; GARCÍA ARAN, La
democrático de Derecho como generador de prestaciones: y obliga a prevaricación, 1990, 35 ss.; BUSTOS RAMÍREZ, Pfi, 1991, 366 ss.; LUZÓNPEÑA,
Ssfud/ospena/es, 1991,601 ss.;ORTSBERENGUER,Pií, 1993,437 ss.;GONZÁLEZ
entender la corrección de las funciones públicas desde el punto de
CVSSAC, La prevaricación, 1994, 18 ss.; GONZÁLEZ CUSSAC, CDJIV, 1994, 60
ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB /, 1995,1086 ss.; VALEIJE ÁLVAREZ, La
corrupción, 1995, 27 ss.; REBOLLO VARGAS, La revelación de secretos, 1996, 42
127 OCTAVIO DE TOLEDO, La prevaricación, 1980, 213 ss. ss. FEIJOO SÁNCHEZ, La Ley, 17-marzo-1997, 3; CUGAT MAURI, Tráfico de
128 MANZINI, Trattato Y, 1950, 1 ss influencias, 1997, 76 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES,
i^i* PAGLIARO, Principi, 5^ 1991, 2 ss. Huarte San Juan, 1997, (en prensa).
•HUli

86 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 87

4. Crítica a la teoría de la función pública v ! funcionamiento de la Administración, para que ésta pueda prestar su
servicio correctamente a los ciudadanos, porque mal puede funcionar
La crítica a la teoría anterior viene de la mano de BACIGALUPO, u n a Administración en la que no confíen los ciudadanos^'"^.
este autor señala que «si se tiene en cuenta que la legalidad en el ¡il! t^,J
ejercicio de la actividad administrativa o el correcto ejercicio de la 5. Conclusión y toma de postura
potestad administrativa dependen de su ejercicio en forma adecuada
a los deberes del funcionario, habrá que concluir que la infracción de En mi opinión, el bien jurídico general protegido en los delitos del
tal bien jurídico se producirá cada vez que el funcionario infrinja uno título XIX CP es el buen funcionamiento de la Administración pública,
de tales deberes», con lo que concluye este autor, que el considerar el entendido como la imparcialidad, legalidad y objetividad, o atención
correcto funcionamiento de la Administración como bien jurídico a los intereses generales de la sociedad en la actuación administrativa
protegido, no se diferenciará lo suficiente de las teoría que considera (aquí lo fundamental es la relación entre el funcionario y ciudadanos
como bien jurídico la infracción del deber. Por ello, este autor afirma o administrados), en conexión con lo establecido por los arts. 103 y 106
que además de que el funcionario infrinja un deber, y con ello perturbe de la Constitución española; La Constitución en su art. 103 señala que
el correcto funcionamiento de la Administración, será necesario que «La Administración sirve con objetividad a los intereses generales» y
al infrinjirlo se produzca la lesión de la confianza pública en el ejercicio actúa «con sometimiento pleno a la ley y al Derecho» de acuerdo con
del poder administrativo o judicial de acuerdo con los principios del los p r i n c i p i o s d e «eficacia, j e r a r q u í a d e s c e n t r a l i z a c i ó n ,
Estado de Derecho''^*. desconcentración y coordinación». De acuerdo con la opinión de
A esta crítica le h a respondido de forma contundente GARCÍA ASÚA, «La Constitución consagra el carácter instrumental de la
ARAN, al afirmar esta autora que lo que debe hacerse es configurar Administración puesta al servicio de los intereses de los ciudadanos.
objetivamente los deberes del funcionario sin que ello suponga centrar Por ello, la Administración pública y su régimen jurídico debe acomo-
el injusto en la lesión de la relación funcionarial. «Los deberes del darse para integrarse a la sociedad a la que sirve como el instrumento
cargo son también los deberes en relación al administrado, sin cuya que promueve las condiciones para que los derechos constitucionales
concreción se difumina la función. Es preciso entender la función del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y
pública como actividad de prestación "hacia fuera" y delimitarla con efectivos»^'*''. Así, la legitimidad de la Administración deriva de sus
los principios informadores de cada sector concreto»^'*''. fines y de su sometimiento al Derecho, con objetividad, imparcialidad
Por otro lado, considero que se pueden hacer dos críticas al bien y eficacia, y juega un papel fundamental como garante de condiciones
jurídico defendido por BACIGALUPO (la confianza de la generalidad de disfrute de derechos y de ordenación armónica de intereses contra-
en el correcto funcionamiento de la Administración). En primer lugar puestos de acuerdo con la ley, lo que le convierte en una institución
su vaguedad y amplitud, que hacen que sea casi imposible determinar decisiva para la convivencia pacífica dentro del propio dinamismo
cuándo se perturba, pero, en segundo lugar, y m á s importante, la SOciaP'^*^. : •')•": i'. •,••'.•'-'. •.^!\:.:: '•,(;,!.:'••'-';,:;;•!';,,

confianza se podría defender como bien jurídico en cualquier clase de Aunque es normal y necesario que, para que exista delito, se
delito y no como exclusivo de los delitos que se están estudiando. Como produzca la infracción de un deber funcionarial, puesto que la infrac-
se verá al estudiar el delito de cohecho, la confianza no es el bien ción del deber se exige en virtud «del servicio» que integra el bien
jurídico protegido, sino que será u n a de las condiciones básicas de jurídico protegido. Pero la represión y prevención de la mera infrac-
ción de deberes funcionariales sin especial trascendencia en el bien
jurídico mencionado debe quedar en el ámbito del Derecho adminis-
BACIGALUPO, DJ37I40,1983, vol.l, 1099. La consideración de «la confianza de
la generalidad en el correcto funcionamiento de la Administración» como bien
jurídico protegido en estos delitos ha sido frecuente también en la doctrina
alemana. El máximo representante de esta tesis fue MAURACH, BTII, T, 1991, '•'^ L O 9 S , Fs-Welzd, 1974, 888 ss. • . . •
nm.8 ss. En este sentido, SCHRÓDER, GA 1961, 291 ss. .,,: : , , , , ''" ASÚA BATARRITA, Delitos contra la Administración pública, 1997, 13 ss.
GARCÍA ARAN, La prevaricación, 1990, 37. ., ' , • ™ ASÚA BATARRITA, Delitos contra la Administración pública, 1997, 13 ss.
¡M,. i[i!iiiHinniiiiiiiiiiiiiiifiiinii"!'i T«r

INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 89


trativo disciplinario. Es decir, la tradicional apelación al «deber de (ración puede perturbarse a través de conductas diferentes que ponen
lealtad» debe interpretarse como la necesaria sumisión del funciona- en peligro diferentes perspectivas de dicho correcto funcionamiento.
rio a la Ley y al Derecho en el marco del cumplimiento de objetivos de
interés general. La infracción del deber del funcionario será relevante
a efectos penales únicamente si afecta a las expectativas legítimas de Sección tercera
los ciudadanos en su relación con la Administración, sea porque
impide u obstaculiza el ejercicio de un derecho concreto, sea porque
Bien jurídico protegido en el delito de cohecho
pone en serio peligro las posibilidades de acceso y participación en el
U n a vez determinado el bien jurídico común a los delitos compren-
disfrute de servicios o desarrollo de actividades que las instituciones
didos en el título XIX del libro 11 CP, como el correcto servicio que los
deben garantizar, o en su caso promover^'^^. -;'•
poderes públicos deben prestar a los ciudadanos conforme a los
La tutela de la Administración no significa proteger los entes en sí
criterios constitucionalmente establecidos, es necesario concretar
mismos, sino precisamente preservar sus funciones y sus cometidos
dicho bien jurídico, que sigue siendo excesivamente vago y amplio,
valiosos para la organización social articulada conforme a la Consti-
respecto del delito de cohecho.
tución democrática. La Administración se convierte en u n ente nece-
P a r a ello, se estudiarán las distintas posturas que se h a n defendi-
sitado de protección no por constituir parte de uno de los poderes del
do en torno al bien jurídico protegido en el delito de cohecho, y, al final,
Estado, sino por constituir instrumento necesario, presupuesto de
indicaré cuál me parece la más adecuada y por qué.
acceso de los ciudadanos a los servicios públicos en condiciones de
El delito de cohecho se recoge en el capítulo V del título XIX del libro
igualdad, transparencia, objetividad, etc. Los titulares de ese bien
11 CP (arts.419 al 427), y se suele dividir en delito de cohecho pasivo,
jurídico son por tanto los ciudadanos, cuyas legítimas expectativas
i'n el que la conducta típica se lleva a cabo por un funcionario, y delito
frente a la Administración son las que se ven perjudicadas cuando se
de cohecho activo, en el que la conducta típica viene realizada por un
altera la función que ésta debe cumplir en el sistema de organización
particular.
social dado^*".
La primera cuestión que se puede plantear en relación al bien
Esta concepción del bien jurídico que no estaba clara en el CP1944/
jur-ídico, es si en ambos delitos de cohecho, pasivo y activo, se protege
1973, parece que es la que h a querido impregnar los delitos contra la
I'I mismo bien jurídico, o si por el contrario cada uno de ellos protege
Administración pública en el vigente CP 1995, como lo indicaría el
lili bien diferente.
cambio de rúbrica («Delitos contra la Administración pública» frente
La cuestión no es pacífica en la doctrina. Aunque la mayoría de
a la de «Delitos de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus
autores consideran que hay un bien jurídico común, hay una minoría
cargos», que utilizaba el CP derogado —si bien este dato no es
i|ii(! entiende que no.
fundamental) o la desaparición de algunos tipos, como los de los arts.
372, párrafo primero, 379 y 398 CP 1944/1973, cuyo contenido era más
el de meras desobediencias administrativas que el de graves conduc-
tas atentatorias contra un bien jurídico importante y por tanto, no se I. UNIDAD O DIVERSIDAD DE BIENES JURÍDICOS EN EL
justificaba la intervención del Derecho penaP^^. DELITO DE COHECHO ACTIVO Y DELITO DE COHECHO
Este bien jurídico general y común para todos los delitos que PASIVO
integran el título XIX CP deberá ser matizado y concretado en cada
delito, o grupos de delitos. El correcto funcionamiento de la Adminis- A. Teorías favorables a la diversidad

139 ASÚA BATARRITA, Delitos contra la Administración pública, 1997, 19 ss


f\ 1 Á)s autores partidarios de la diversidad de bienes jurídicos defienden
I (I ic! en el delito de cohecho pasivo el objeto de tutela está constituido por
" " ASÚA BATARRITA, Delitos contra la Administración pública, 1997, 23 ss 111 l(>bcr básico inherente a la condición de todo funcionario público, cual
1 " DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Huarte de San Juan, (en
prensa).
I! I el relativo al fiel desempeño de la función del cargo que dentro de la
90 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 91

organización jurídico-administrativa en concreto le competa. Así, la De estas opiniones se pueden extraer dos conclusiones, además de
obligación de fidelidad del fimcionario público es inñ^ingida al realizar que diferencian dos bienes jurídicos distintos para el delito de cohecho
éste un acto contrario a los deberes de su cargo, lo cual se evidencia en pasivo y activo. En primer lugar defienden como bien jurídico prote-
el comportamiento típico del cohecho desde el instante en que el gido en el delito de cohecho pasivo el quebrantamiento del deber por
fimcionario, aprovechándose de su situación prevalente, obtiene o parte del funcionario, y en segundo lugar, que utilizan esta diferencia-
pretende obtener beneficios que se conceden o prometen como compen- ción p a r a justificar la autonomía y el carácter unilateral de ambos
sación o retribución a un actuar de forma lícita o ilícita. d e l i t o s . •:;.-: ••.' • •' '. -•• •..:. ^ »,• .••....•-.•.• . . . ;,, , ,. .

De manera correlativa con el alcance del deber funcionarial, se


t r a t a de tutelar penalmente además la confianza, consustancial a la B. Crítica a la teoría defensora de la diversidad. Teorías defensoras
titularidad de la función, que en el titular de la misma se deposita por de la unidad de bien jurídico
el Estado y por la propia sociedad en general.
En el delito de cohecho activo, en cambio, según estos autores, al La primera crítica que cabría realizar es precisamente que estos
no hallarse ligado el particular por una relación especial de carácter autores defienden como bien jurídico protegido en el delito de cohecho
funcionarial con el Estado, procede apreciar la existencia de un bien pasivo el quebrantamiento del deber por parte del funcionario, cues-
jurídico diferente. tión que ya ha sido criticada al referirme al bien jurídico protegido en
El particular actúa en perjuicio o detrimento de las funciones el título XIX del libro II del CP, y que por ello no voy a repetir.
públicas del Estado, cuando el fin perseguido al prometer o entregar La segunda crítica se puede referir al bien jurídico, que según estos
la dádiva es el incumplimiento de un deber por parte del funcionario. autores, se protege en el delito de cohecho activo: el deber de respetar
La conducta del particular implica atentar no sólo contra la función el funcionamiento de los órganos del Estado. Esta crítica se puede
concreta que incumbe al funcionario singular, sino también contra el hacer desde dos puntos de vista:
normal desarrollo de las funciones públicas que el conjunto general de Según OCTAVIO DE TOLEDO, tal deber de respeto al desempeño
tales órganos estatales tiene encomendadas. Asimismo el comporta- normal de la actividad estatal no sólo lo tiene el particular, sino
miento típico del cohecho realizado por el particular afecta a la esencia también el funcionario. Indudablemente el funcionario que ataca la
de la dignidad del Estado y al prestigio social que en todo momento integridad de la gestión lo hace infiringiendo ese deber de respeto. El
h a n de ostentar los entes públicos en el marco de la ordenación ataque al bien jurídico es algo cuantitativamente mayor, pero además
jurídica de la vida social'*^. es algo cualitativamente distinto, por cuanto no siempre una infrac-
Los autores defensores de esta postura fundamentan a través de la ción del deber de respeto al normal funcionamiento de los órganos del
diferenciación de los bienes jurídicos del delito de cohecho pasivo y Estado implicará un delito de cohecho. Para que esto ocurra es
activo la naturaleza unilateral del delito de cohecho. Son significati- necesario algo más, una grave infracción del deber, y algo distinto, que
vas las conclusiones de MUÑOZ CONDE en este sentido: «En atención afecte a un determinado bien jurídico, que según este autor, será el
a la regulación de este delito en nuestro Código penal, puede decirse correcto servicio que la Administración presta a los ciudadanos, y que
que el delito de cohecho pasivo es un delito distinto al delito de cohecho siempre resultará lesionado en el caso de cohecho pasivo, mientras
activo con bienes jurídicos también distintos. iVo se trata, por tanto, de que en el caso del particular no siempre implicará una lesión, sino que
un delito bilateral, en el sentido de que el delito surge de un acuerdo de (MI ocasiones la conducta llevará simplemente al peligro de lesión de
voluntades entre el particular y el funcionario, sino de dos delitos Ifichobien jurídico. De esta forma, mientras el delito de cohecho pasivo
distintos y autónomamente castigados»^*'''. •« Í ¡ < se configura como u n delito de lesión, el activo constituye un delito de
|)eligro, ya que no está en manos del particular la efectiva lesión de
dicho bien jurídico. Cuando el funcionario solicita algo del particular
W2 Partidarios de la diversidad de bienes jurídicos son RODRÍGUEZ DBVESA, NEJ,
1952, 358 ss.; CASAS BARQUERO, DJ, 1978, 871 ss.; MANZANARES
ya está lesionando el servicio que debía prestarle; no así cuándo es el
SAMANIEGO, Comentarios, 1990, 916; MUÑOZ CONDE, PE, 11" 1996, 862. particular quien ofrece o entrega algo al funcionario; aquí la integri-
i « MUÑOZ CONDE, PE, IV, 1996, 862. (El subrayado es mío). dad de la gestión puede resultar lesionada, pero en todo caso ya se h a
;im.i

92 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO :93

puesto en peligro. Por último, cuando el particular accede a lo que el El elemento común de ambas críticas, con el que estoy de acuerdo,
funcionario h a solicitado, nos hallamos ante u n a participación en u n es que un deber extrapenal no puede servir en ningún caso, por sí solo,
hecho ejecutado por otro, que fácilmente puede ser impune, pero que para fundamentar un injusto penal. Desde luego, determinados
en determinados casos el legislador lo ha elevado a la categoría deberes, no morales, pero sí deberes jurídicos, se tienen en cuenta en
específica de delito^''*. el Derecho penal, por ejemplo el deber de respetar la propiedad (delito
Desde u n punto de vista distinto al expuesto por OCTAVIO DE de hurto), lo que ocurre es que no debe ser (normalmente) un deber
TOLEDO, VALEIJE también critica este bien jurídico que los defen- específico, u n deber de «sujeción», sino u n deber general. La infracción
sores de la diversidad de bienes jurídicos afirman que se protege en el de u n deber será necesaria para que se produzca un delito de cohecho,
delito de cohecho activo. pero no suficiente para elevar la conducta a tal categoría.
Esta autora cuestiona cuál es el contenido o la naturaleza de esa Por otro lado, no creo que sea necesario, para fundamentar el
«obligación de respeto» que tiene el particular para con el Estado, ya carácter unilateral del delito de cohecho en nuestra regulación, aludir
que en la medida en que la inobservancia de dicha obligación es a la diferenciación de bienes jurídicos. Como se verá más adelante, se
castigada con u n a sanción penal no se puede sostener que se trate de puede perfectamente defender la unilateralidad del delito de cohecho,
u n a obligación moral, sino por el contrario, de u n auténtico deber de defendiendo a su vez u n único bien jurídico protegido. La cuestión será
acatamiento o de obediencia del ciudadano para con el Estado. Por lo como expone OCTAVIO DE TOLEDO^'"', ver si el particular y el
tanto, se trataría, igual que p a r a el funcionario, de u n específico deber funcionario lesionan o ponen en peligro en la misma medida ese bien
extrapenal, deber de lealtad o de fidelidad, que según VALEIJE, «es jurídico protegido.
incompatible con el principio de libertad que postula la Constitución En la actualidad la doctrina mayoritaria es partidaria de la
en su a r t . l . La configuración de injustos cifrados en la desobediencia i'xistencia de un único bien jurídico para todas las modalidades de
o en la ausencia de lealtad del ciudadano sólo es de recibo en base a la cohecho, sin embargo tampoco es pacífica en cuanto a cuál es dicho
previa admisión de u n poder estatal absoluto, donde carece de sentido bien jurídico. No obstante, en lo que sí hay acuerdo es en la idea de que
hablar de derechos subjetivos de los ciudadanos, por lo que en la lo relevante no es la relación de sujeción especial que los funcionarios
actualidad se admite que son incompatibles con u n a concepción íienen respecto a la Administración, sino que lo relevante será el que
democrática del mismo. La violación del deber como categoría dogmá- todas las conductas incriminadas son realizadas «con motivo u oca-
tica, afirma VALEIJE, es propia de planteamientos autoritarios en los ;; ion del ejercicio de funciones públicas», funciones que se ven atacadas
cuales la referencia al contenido del singular deber varía según el tipo con la ejecución de dichas conductas, por lo que el objeto de protección
de ordenamiento al que este deber pertenezca. Por tanto, la infracción se va a centrar en la actividad que de cara a los ciudadanos los
del deber de comportarse íntegramente, puede justificar, en todo caso, i'iincionarios desempeñan.
la imposición de una sanción administrativa al funcionario, pero de
ninguna m a n e r a elevarse a la categoría de bien jurídico». La autora ('. Distintas posturas doctrinales respecto al bien jurídico protegi-
finaliza su crítica recordando que en los ordenamientos contemporá-
do en el delito de cohecho
neos la regulación de la responsabilidad funcionarial no es competen-
cia ni exclusiva ni primaria del Derecho penal. Por ello, el Derecho Presentaré en primer lugar todas las posturas doctrinales que
penal, en el ámbito de los delitos de funcionarios, debe proceder a la ii'specto a la problemática del bien jurídico protegido en el delito de
tutela punitiva sin contradicción, sin duplicación y sin perturbación <'ohecho se h a n defendido, y al final haré las correspondientes críticas
material y valorativa respecto al Derecho administrativo^'"^. V daré mi opinión personal.

"* OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 252 ss.


i« VALEIJE ÁLVAREZ, Estudios penales y criminológicos XVIII, 1995, 329 ss.;
VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 28 ss. OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1990, 252 ss.
nnnmmtmmmmmm

94 INÉS OLAIZOLA NOGALES E L DELITO DE COHECHO 95

1. La imparcialidad como bien jurídico protegido En concreto VALEIJE, alude al principio de imparcialidad como
regla de comportamiento de la Administración desde dos puntos de
La imparcialidad como bien jurídico protegido en el delito de
vista: en primer lugar como el deber que tiene la Administración de
cohecho fue defendida mayoritariamenté en Alemania en la década de
obrar con u n a sustancial objetividad o indiferencia respecto a las
los sesenta, siendo sus máximos r e p r e s e n t a n t e s SCHMIDT y
interferencias de grupos de presión o de fuerzas políticas y muy
GEERDS^*''. Estos autores no entendían la imparcialidad, en claves
especialmente, respecto a los intereses privados del funcionario. En
constitucionales como defienden algunos autores más modernos, sino
segundo lugar, como el deber que tiene la Administración de obrar de
como voluntad estatal que se falsea a través de la corrupción. Desde
tal modo que la utilidad o el sacrificio derivado de la acción adminis-
esta perspectiva, el cohecho propio (§ 332 StGB) constituiría un delito
trativa sea equitativamente distribuido en atención a los legítimos
de peligro concreto dado que el acto oficial que el funcionario está
intereses de los ciudadanos. La imparcialidad, así entendida, opera,
dispuesto a realizar (aunque no es preciso que llegue efectivamente a
.según VALEIJE, como límite externo al buen funcionamiento de la
realizarlo, por eso lo consideran delito de peligro), se desvía objetiva-
Administración, garantizando que el principio de eficacia que debe
mente de la voluntad del Estado, que implica que el funcionario se
presidir la actuación de la Administración no derive en una actuación
comporte conforme a las normas. El delito de cohecho impropio (§ 331
arbitraria, creando desigualdades entre los ciudadanos. Desde este
StGB) sería u n delito de peligro abstracto. Abstracto porque este
punto de vista la tutela de la imparcialidad en el ejercicio de la función
delito se caracteriza por la «venta» de actos oficiales regulares que
pública se presenta como un bien jurídico medial para alcanzar la
posteriormente podría llevar a la venta de actos irregulares, sin
tutela de un derecho fundamental como es la igualdad de todos los
olvidar el peligro de que dicho acto podría enmascarar a un acto
ciudadanos en la obtención de prestaciones públicas^''''.
irregular ^'''^.
En esta misma línea BAUMANN consideraba, sin embargo, que Finalmente la autora hace una referencia al delito de cohecho
aunque el bien jurídico protegido en el § 332 StGB venía constituido impropio, en la que afirma que también en este delito se protege la
por la voluntad estatal, y este delito suponía u n peligro concreto para imparcialidad. Distingue para ello las dos modalidades de cohecho
la misma, no se podía considerar al § 331 StGB u n simple pre-nivel del impropio recogidas en el art. 390 CP1944/73, la admisión por parte del
parágrafo 332 StGB, sino que el delito de cohecho impropio era u n funcionario de regalos o dádivas «en consideración a su función», y la
delito autónomo que se agotaba con la «venta» del acto oficial regular, admisión de dádivas o regalos con la finalidad específica de realizar
entendiendo el atitor, que en este caso se protegía como bien jurídico •<un acto no prohibido legalmente»^'''^. Respecto a la segunda modali-
la no comerciabilidad {Unkauflichkeit) de los actos oficiales^*'*.
Desde otra perspectiva, no como protección de la voluntad estatal,
sino como valor constitucionalmente reconocido, algunos autores, 355 ss.; La corrupción, 1995, 30 ss.; ORTS BERENGUEIWALEIJE ÁLVAREZ,
Comentarios, 1996, 1808 ss.; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comen-
como ORTS BERENGUER, GONZÁLEZ CUSSAC, V A L E I J E tarios, 1996: «El bien jurídico tutelado es el debido respeto del principio de
ÁLVAREZ, MORALES PRATS o RODRÍGUEZ PUERTA, también imparcialidad en el ejercicio de la actividad pública estas conductas lesionan el
defienden la imparcialidad como bien jurídico protegido en el delito de principio de imparcialidad y ponen en peligro otro de los principios sobre los que se
cohecho^ •'^". cimienta la actividad pública, el de legalidad». En Italia, el principio de imparcia-
lidad como bien jurídico protegido ha sido defendido por ejemplo por, TAGLIARINI,
PubblicaAmministrazione, 1973, l31s3.;RAMPlONl, Benegiuridico, 1984, 98 ss.;
SEGRETO/DE LUGA, I delitti dei pubhlico ufficiali, 1991, 269 ss.; CRESPI/
" ' SCHMIDT, Bestechungafathe^fande, 1960, 149 ss.; GEERDS, Bestechungsdelikte, ZUCCALÁ/STELLA, Commentario breve, 1992, 589 ss.
1961, 44 ss. VALEIJE, Estudios penales y criminológicos XVIII, 1995, 355 ss. En este punto la
"8 SCHMIDT, Bestechungstatbestande, 1960, 149 ss.; GEERDS, Bestechungsdelikte, autora sigue las consideraciones de RAMPIONI, Bene giuridico, 1984, 98 ss.
1961, 44 ss.; en esta misma dirección se habían pronunciado otros autores, Arthur (aunque cuando este autor habla de la imparcialidad como bien jurídico medial
KAUFMANN, JZ, 1959, 375 ss.; HENKEL, JZ, 1960, 509 ss. respecto a la igualdad, no se está refiriendo al delito de cohecho en concreto, sino
"3 BAUMANN, Bestechungstatbestande, 1961, 8 ss. a los delitos contra la Administración pública en general).
150 ORTS BERENGUER, PE, 1993, 472; GONZÁLEZ CUSSAC, La prevaricación, Las conclusiones que VALEIJE extrae para el delito de cohecho impropio del
1994, 18 ss.; VALEIJE ÁLVAREZ, Estudios penales y criminológieos XVIII, 1995, art.390 del CP 1944 serían trasladables a los arts. 425 y 426 del CP 1995, porque
INÉS OLAIZOLA NOGALES
96 EL DELITO DE COHECHO 97'
dad, afirma la autora que se lesiona igual que en el delito de cohecho neto oficial determinado se separe del Derecho, o el peligro abstracto
propio la imparcialidad con que debe actuar la Administración, ya que lie que el funcionario en el futuro se separe, sino que lo importante es
pudiera decirse que en el cohecho propio las intenciones del funciona- hi repercusión que en la opinión pública tiene la conducta del funcio-
rio y particular consisten respectivamente en vender o comprar un IIario y del particular al solicitar, aceptar u ofrecer la ventaja. La
servicio distinto del previsto por las normas, mientras que en el i<'|)ercusión que ello tiene en la opinión pública lleva a una perturba-
cohecho impropio lo único que se pretende con el previo ofrecimiento I ion de la confianza que la sociedad tiene en la actuación imparcial y
del regalo, si bien es obtener u n servicio al que se tiene derecho con iibjetiva de la Administración. : . , ,
arreglo a las normas, es hacerlo de una forma privilegiada en compa- Los §§ 331 y 332 StGB, tienen, según estos autores, un mismo
ración al resto de los ciudadanos. Y ello, el hecho de que el funcionario, riintenido de injusto, siendo el § 332 StGB u n caso cualificado del § 331
por ejemplo, realice u n a tarea con mayor rapidez que las otras, porque ; ¡I (íB. El injusto viene constituido por el peligro que se crea para la
previamente le han obsequiado, es u n a ofensa al principio de impar- 11IIIlianza del público en la imparcialidad de las decisiones adminis-
cialidad y objetividad en el ejercicio de las funciones públicas, ofensa II ntivas cuando un funcionario acepta u n regalo a cambio de llevar a
que se traduce en que el funcionario discrimina a otros usuarios en rabo una determinada actividad en el desempeño de su cargo regtdar
favor del particular que le h a obsequiado. En cuanto a la primera I' irrcígular. La confianza del público es un valor que el Estado ostenta
modalidad, afirma VALEIJE que se trata de u n delito de peligro, ', i;ar-antizay que peligra si el funcionario recibe una recompensa por
porque el funcionario, al recibir y aceptar un regalo en consideración (Ina actividad gratuita, con independencia de si la actividad es lícita
a su cargo, queda expuesto a no poder volver a mantener u n a ip liicita^^'^.
sustancial posición de neutralidad e indiferencia especialmente fren- Kata postura doctrinal ha sido escasamente seguida en España.
te a aquéllos de quienes proviene el regalo, quedando expuesto a sufrir I ii'sl ¡ica únicamente BACIGALUPO, que como ya se vio más arriba,
por parte de ellos influencias o presiones^''''. iil i'siablecer qué bien jurídico se protege en esta clase de delitos,
iiiiii(|ue sin especificar el bien jurídico en el delito de cohecho, aílrma-
2. La confianza de la sociedad en el correcto funcionamiento de la IHI i|nG, los mismos, además de ser comportamientos que quebranten
un (l('ber funcionarial, deben suponer u n a lesión de la confianza
Administración |iiilil¡ca en el ejercicio del poder administrativo o judicial de acuerdo
Este bien jurídico, la confianza de la sociedad en el correcto II los principios de un Estado de Derecho^''"''.
funcionamiento de la Administración pública, ha sido defendido
especialmente por SCHRÓDER y por MAURACRi''"'. I, La no comerciabilidad de la Administración
Afirman estos autores que lo central, decisivo y común a los §§ 331
y 332 StGB es la aceptación de la ventaja. El núcleo común del injusto L.stí;! bien jurídico ha sido defendido fundamentalmente por algu-
de todos los tipos de cohecho no está en el concreto peligro de que u n im|4 autores italianos.
K»i.:\ línea doctrinal afirma que la lesividad característica de todas
I 1111 ¡ 11(1 tesis de corrupción está en la ofensa al interés de que los actos
en este punto no variaría el problema. Así, ORTS BERENGUERA'ALEIJE • I" I 11 ('s no sean objeto de una compraventa privada, entendiendo por
ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1839. i|iiaví;ntano el concepto técnico del Derecho civil, sino el sentido
!=•' VALEIJE ÁLVAREZ, Estudios penales y criminológicos XVIII, 1995, 365 ss.; La ni|;ar de cambio de u n a utilidad por otra. La actividad funcional de
corrupción, 1995, 32 ss.
is-* SCHRÓDER, GA, 1961, 291 ss.; MAURACH/SCHRÓDER/MAIWALD, BTII, T,
I i) Ailministración debe ser gratuita, o si está prevista una compensa-
. 1991, nm. 8 ss. En Alemania esta posición doctrinal se h a defendido por otros I iiiii. i';-ita debe venir regulada por el Derecho público y estar contro-
• autores, por ejemplo, SCHMIDHÁUSER, BT, 2", 1983, nm. 24/4; JESCHECK, LK,
. 10^ 1988, antes del § 331, nm. 17; OTTO, Schützen, 1991, 227 ss.; OTTO, BT, 3°,
1991, 469; HARDTUNG, Vorteilsannahme, 1994, 52 ss; LACKNER, StGB, 21°,
1995, § 331, nm. 1;DREHER/TRÓNDLE, SíGB, 47°, 1995, § 331, nm. 3; SCHÓNKE/ ••|lur)DER,GA, 1961, 293 ss.
„ SCHRODER/CRAMER, StGB, 25", 1997, § 331, nm. 3 ss. .M'I<1ALUPO,DJ37/40, 1983, Vol.l, 1099.
""fflfflfflifflfflHmiiHfflfflmniiiiKi rfnw'^

98 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 99

lada por la Administración pública. La prohibición de aceptar u n a ejercicio de la función pública, olvidan que, aunque dogmáticamente
retribución privada por el cumplimiento de u n acto oficial es el el delito de cohecho pasivo puede ser considerado como un delito
fundamento de todas las hipótesis de corrupción. Por tanto, el interés ¡rntónomo e independiente del activo, fácticamente no es así, ya que es
tutelado estriba en que el funcionario no obtenga ninguna ventaja un delito de dos»'^''-^ No me parece, sin embargo, demasiado contun-
patrimonial a costa del ejercicio de la función pública'"'''. dente este argumento de VALEIJE, porque aunque se considere que
(>1 delito de cohecho t r a t a de evitar que el funcionario obtenga una
4. Crítica a las tesis anteriores y toma de postura ' ventaja patrimonial a costa de la función pública, es cierto así mismo
que los autores defensores de esta teoría conciben el delito de cohecho
a. Empezando por la última de las tres teorías expuestas, puede (!n general como una compraventa, y por lo tanto, como un acto en el
objetarse que confunde la ratio legis con el bien jurídico protegido. La (jue intervienen dos personas: el que vende la función pública, obte-
prohibición de que los actos del cargo sean objeto de compraventa niendo una ventaja (funcionario) y lesionando el bien jurídico, y el que
privada no puede ser un interés merecedor de tutela penal, por lo I a compra (particular), que a su vez pone en peligro dicho bien jurídico.
menos, no puede serlo de m a n e r a autónoma, sino que a lo sumo dicha b. Respecto a las teorías que defienden la imparcialidad y la
prohibición puede constituir un medio para conseguir el logro de otro confianza como bienes jurídicos protegidos, la crítica que cabe hacer-
fin, respecto al cxial «la prohibición de aceptar o solicitar retribuciones los, es que dicho bien jurídico no es específico del delito de cohecho,
por realizar actos del cargo» aparece como u n a de las condiciones sino común a todos o a muchos de los delitos contra la Administración
precisas para alcanzarlo'''^. pública. . '
Por otro lado esta teoría no puede explicar los casos de cohecho Efectivamente, tanto la imparcialidad, como la confianza son
pasivo subsiguiente, (ahora tipificados en el art. 425 CP), porque en elementos necesarios p a r a lograr un funcionamiento estable y funcio-
estos supuestos no se produce u n a retribución, sino en todo caso una nal de la Administración, pero no estoy de acuerdo en que dichos
recompensa, y mucho menos el cohecho impropio del art. 426 en el que valores sean en sí mismos el bien jurídico protegido específicamente
el funcionario recibe un regalo «en consideración a su función», sin que (>ii el delito de cohecho, pues dichos valores deben presidir todo el
se produzca en este caso u n a relación entre el regalo y u n acto l'uncionamiento de la Administración, y por tanto podrán perturbarse
concreto. 1- uando se cometan muchos de los delitos recogidos en el título XIX CP.
En último lugar, como también h a puesto de relieve VALEIJE, tal c. Siguiendo a RUDOLPHI, se puede empezar por afirmar que el
concepción presenta el inconveniente de vincular el aprovechameiento liien jurídico último en el delito de cohecho es la institución de la
de la función pública solamente al funcionario público, olvidando el Administración como unidad funcional valiosa, tanto en su función
papel que dentro del delito de cohecho desempeña la ñgura del interna como externa"'".
particular, quien también pretende obtener a través de la actividad Cuando el funcionario acepta una ventaja existe el peligro de que
del funcionario algún beneficio personal. De tal modo que quienes la ventaja aceptada perjudique «desde dentro» el funcionamiento de
defienden esta teoría llegan indirectamente al mismo problema que la Administración pública. La ventaja aceptada, tanto para realizar
aquéllos que defendíanla existencia de dos bienes jurídicos diferentes un acto regular como irregular es apropiada para perjudicar a la
como objeto de protección en el delito de cohecho, no pudiendo explicar Administración, y el peligro fundamental reside en que se tomen
por qué se castiga la conducta del particular. En opinión de VALEIJE: docisiones ilegales y se perjudique el legal funcionamiento de la
«quienes sostienen que el interés concreto tutelado estriba en que el Administración. Sin embargo, continúa RUDOLPHI, esto constituye
funcionario no obtenga ninguna ventaja patrimonial a costa del íniicamente una cara de la moneda, porque la ventaja aceptada
comprende al mismo tiempo el peligro de que se perturbe la confianza

GIANNITI, Corruzione, 1970, 166 ss., ANTOLISEI, Parte speciale, 10», 1991, 315
ss.; PAGLIARO, Principi, 5", 1992, 140 ss.
En este sentido, RUDOLPHI, SK, 4^ 1991, 29, antes del § 331, nm. 6 ss.; VALEIJE "'•' VALEIJE ÁLVAKEZ, Estudios penales y criminológicos XVIII, 1995, 351.
ÁLYAKEJZ, Estadios penales y criminológicos XVIII, 1995, 350 ss. "'" RUDOLPHI, 57^,4°, 1991, antes del §331, nm. 6 ss. >>
' ;, , ......
EL DELITO DE COHECHO
100 INÉS OLAIZOLA NOGALES
mm
de la sociedad en la legalidad e imparcialidad de la Administración Desde este punto de vista, afirma LOOS que el delito de cohecho
pública, y a través de ello se perjudique desde fuera la capacidad de constituye u n ataque a las condiciones básicas de funcionamiento de
funcionamiento de la Administración. la Administración necesarias para su vigencia e indemnidad^'''^
Destaca, por tanto, RUDOLPHI el carácter valioso de la propia Desde el punto de vista interno de la Administración, el contacto
función social. Sin embargo, es discutible que el objeto del delito sea (íiitre corruptor y corrompido amenaza la satisfacción de los objetivos
la propia unidad funcional en sí misma considerada. Esta función será públicos a los que, conforme a los criterios de objetividad e imparcia-
únicamente el medio o el instrumento que sirve al desarrollo de la lidad, debe orientarse la actividad de los funcionarios. Se produce el
persona (administrados, como ya se h a visto al estudiar el concepto I leligro de que los funcionarios no orienten su actividad a la consecu-
general de bien jurídico). La evitación del mal funcionamiento desde i'ión de objetivos públicos. Al producirse la mezcla de intereses
I )ii blicos y privados se amenaza la esencia misma del sistema, a través
dentro sólo o sobre todo tiene sentido evitarlo penalmente en cuanto
di' la falta de delimitación entre el propio sistema (Administración) y
a que tenga transcendencia externa.
;in entorno (la sociedad). Esta amenaza interna se considera en
Desde este punto de vista, se puede afirmar que la Administración,
palabras de LOOS, como u n a lesión de la «ética de la actividad de la
como unidad funcional valiosa, debe garantizar que el ciudadano
Administración»"'''. Ética entendida como el conjunto de principios
pueda acudir a un órgano imparcial necesario p a r a la pacificación de
riinstitucionales y legales que deben guiar el funcionamiento de la
la sociedad y disfrute de derechos. Por lo tanto, existe u n a expectativa
Administración.
de los ciudadanos de que la Administración funcione con objetividad,
como condición de mantenimiento de las relaciones entre Administra- (Quienes ostentan lo que se denomina «ámbito de dominio del bien
ción y el ciudadano para que éste pueda cumplir sus objetivos. La jurídico», son esas personas que se insertan en el organigrama de la
Administración es por tanto u n a instancia mediadora que cumple la Administración, y de su actuación «desde dentro» depende la preser-
ley y garantiza las condiciones básicas de convivencia; es u n bien viición o el perjuicio de ese bien jurídico"''^.
jurídico mediatizado cuya protección sólo cobra sentido en cuanto a I )osde un punto de vista externo, el delito de cohecho supone una
que su vigencia e indemnidad constituya u n presupuesto de la inicnaza a la confianza del público en la imparcialidad de las decisio-
participación adecuada de todos los ciudadanos en el proceso social. nis Confianza entendida como aquellas expectativas legítimas y
Esta idea estará en consonancia con la definición de bien jurídico que • piioretas de cada ciudadano en que la Administración funciona con
antes he defendido como «aquellas condiciones básicas para el funcio- 'ilijotividad e imparcialidad sin que se mezclen los intereses públicos
namiento del sistema social y para el desarrollo y participación del • lili li)K intereses privados. Sin una mínima «docilidad» de los ciudada-
individuo en el sistema social»^^'. 1111^1 ,s( • derrumbaría la Administración pública, se llegaría a que contra
En opinión de LOOS^^^, las instituciones sociales son un presu- ' 11.11 q uier acto gravoso de la Administración se elevaría una denuncia.
puesto de la satisfacción de intereses individuales y al revés, puede \>'.\ pi'iiicipio de docilidad es, portante, condición de funcionamiento de
afirmarse que la satisfacción de intereses individuales es presupuesto 1. ( Ad m i nistración. La confianza no es en sí misma considerada el bien
111 n d I (•() protegido, pero u n a disminución de la confianza en la integri-
de la vigencia y existencia de las relaciones sociales.
' 111 (I d (' I a Administración lesiona la disposición de los ciudadanos a l a
La formulación de un bien jurídico de carácter institucional no es
ncupción de las decisiones, y, de esta forma, una condición de
fácil. Desde el entendimiento instrumental de la institución en cuanto
liMiriunamiento de la Administración^*^^. La pérdida de crédito de las
funcional a los ciudadanos a los que sirve, se podrán adelantar
algunos aspectos fundamentales de dicha institución cuya afectación,
a través del delito de cohecho, repercute en perjuicio de los servicios I "I )S./'',s-We/ze/, 1974, 889 ss. . •
que debe prestar. I I H )S, Ftí-Welzel, 1974, 889.
1 '\ lA liATARRITA, Delitos contra la Administración pública, 1997, 20 s.
1 ' 'I L'-i./'x-We/ze/, 1974,890;enestemismosentido,GEERDSWíríssc/ía/"íssíra/rec/íf,
T' III, i:i ss., afirma que en el ámbito de la protección de bienes jurídicos
wi LUZÓN PEÑA, PGI, 1996, 88.
MIM i 111 ui ¡viduales la confianza juega un papel significativo en el sentido de que una
^<^^ LOOS, Fs-Welzel, 1974, 888 ss.
102 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 103
funciones públicas favorece la picaresca y la resistencia al acatamien- liiiga más poder"^**. El deterioro institucional proviene de la suma de
to de las normas, en cuanto que se extiende la duda sobre el rigor de i¡',r(!siones o vulneraciones; la extensión de éstas puede requerir la
la propia Administración en el cumplimiento de sus obligaciones. La tiKTiminación penal de las conductas que no conllevan u n a intensa
pérdida de confianza en u n a institución básica del sistema social |iiilc^ncialidad lesiva consideradas individualmente, pero que confor-
favorece la aparición de «servicios paralelos» que servirán a quienes 1111 • a la experiencia se constata que su propagación conduce a una
puedan pagar su precio en dinero. La pérdida de confianza en la i'jave alteración de la institución que pretende protegerse''''^
posibilidad de obtención de las prestaciones debidas por los cauces Ahí radica el problema más importante para determinar el grado
legales, redunda en perjuicio del modelo constitucional, cuyos efectos Je lesividad de estas conductas. En opinión de RODRÍGUEZ MON-
lo sentirán sobre todo aquellos que más necesitan de la tutela y las 'l'AÑÍES, con la que estoy de acuerdo, «la técnica más adecuada es la
garantías que ofrece ese modelo^'". ; •, , ili> los delitos de peligro abstracto, a través de tipificación de la
Entendido, por tanto, el delito de cohecho como un ataque a las . ili'i'iación a un bien intermedio con función representativa»'""*. Como
condiciones de funcionamiento, habrá que delimitar qué conductas \'.\ he indicado más arriba, el auténtico bienjurídico protegido en esta
son idóneas en mayor grado para afectarlas desde los principios de i l.iHo de delitos como bienes jurídicos institucionalizados, siempre que
necesidad, ultima ratio y lesividad. Es preciso discriminar aquellas I'. 111 bienes de suficiente entidad como para ser protegidos penalmente,
conductas que sean meras infracciones administrativas o mero in- <•!• protegen a través de bienes intermedios que los representan, sin
cumplimiento de normas que regulan el funcionamiento. Debe t r a t a r 11 u I' sea necesario constatar en cada caso la peligrosidad de la conduc-
de separarse lo que sea una mera infracción de un deber o de u n a I ii i'u relación con aquel bien inmaterial que mediatamente se prote-
norma de funcionamiento y lo que constituya u n a conducta idónea i'ri''. Así, sise afirma que el bienjurídico mediatamente protegido es
para menoscabar la propia vigencia de la institución de relevancia I \ correcto funcionamiento de la Administración, como garante del
social, y por ello, las prestaciones que le dan sentido respecto a los MI '.Marrollo y participación de los ciudadanos en el sistema, éste precisa
ciudadanos que se sirven de ella. ili unas condiciones básicas (bienes intermedios), cuya lesión produ-
El problema es que en esta clase de bienes jurídicos la tutela penal • II.I, en caso de reiteración, la efectiva perturbación del bien inmate-
sólo puede conformarse prohibiendo conductas que «en abstracto» son
idóneas para afectarlo, aunque consideradas individualmente no sea Sin embargo, no hay que olvidar que cuando se trata de la
suficientes para alterarlo. Un acto aislado de cohecho no altera el i'i"lección de bienes jurídico individuales de carácter básico como la
funcionamiento general de la Administración; su proliferación, por el la, cualquier ataque puede considerarse relevante y necesitado de
contrario, llevaría al deterioro institucional y a la pérdida de la Mlntl 'cción penal. Cuando se trata de bienes jurídicos instrumentales
virtualidad de sus servicios, que ya no responderían a lo que los necesidad» debe correlacionarse con la intensidad y modo de
ciudadanos puedan exigir de ella, por lo que se arbitrarían otros iqiie, sus efectos más o menos perdurables, la vulnerabilidad del
medios de sustituir tales funciones. Es preciso evitar que la Adminis- i|i 'lo de protección frente a ellos, etc. Es decir, en el caso de los delitos
.lilcl
tración se convierta en u n ente público adulterado en cuanto a sus lohecho habrá que graduar las formas de ataque a las condiciones
servicios, de manera que los ciudadanos tengan que contar con medios ;;icañ de funcionamiento de la Administración para descartar aque-
que posibiliten sobornar a los funcionarios para obtener sus legítimos . j Laques insignificantes o irrelevantes a efectos penales.
derechos, es decir, que los ciudadanos no encuentren en la Adminis-
tración su garante de derechos, sino que ésta esté al servicio del que
I ,< )()S, Fs-Welzel, 1974, 888 ss.
Ki'Mpecto al deterioro institucional que conlleva la propagación de estas conductas
lesión de la misma puede poner en peligro la estabilidad y funcionalidad de la Y 1.1 facilidad de contagio de las mismas, vid. NIETO GARCÍA, Desgobierno, 1984,
Administración, pero esto no puede llevar a decir que la confianza en sí misma i \'i »s.; La«nueva» organización, 1996, 215 ss.; CACIAGLI, C¿teníeZ¿smo, 1996,71
constituya el bien jurídico protegido. E n Italia se adhiere a esta postura, SEMINARA,
Corruzione, 1993, 978. Ií« iDliÍGUEZ MONTAÑÉS, Delitos de peligro, 1994, 301 ss.
1*^^ ASÚA BATARRITA, Delitos contra la Administración pública, 1997, 20 ss. I(( IDÜÍGUEZ MONTAÑÉS, Delitos de peligro, 1994, 301 ss.
íimii[iilliiiiiiiiiiillili!iiiiniiii['
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104 INÉS OLAIZOLA NO GALES EL DELITO DE COHECHO 105


afectar aquellas condiciones básicas de funcionamiento desde los
II. DELIMITACIÓN DE LA TUTELA PENAL DE UN BIEN principios de necesidad, de lesividad y de ultima ratio.
JURÍDICO EN FUNCIÓN DE LAS MODALIDADES Y DE LA
1. Criterios de graduación
LESIVIDAD DEL ATAQUE
Como criterios de graduación, que el CP no tiene en cuenta, pero
A. Conveniencia de establecer graduaciones que podrían suponer u n a mayor o menor capacidad de afectar al bien
jurídico, se pueden citar tres:
Sociológicamente se constata la vulnerabilidad de la Administra-
a. El carácter de la decisión a tomar por el funcionario, que
ción ante determinados beneficios económicos. Se puede constatar ex
implicará a su vez mayor o menor repercusión en la funcionalidad de
ante que la oferta de dádivas a los funcionarios es u n medio peligroso la Administración.
para la obligada objetividad e imparcialidad de la Administración. Se
b. La mayor o menor responsabilidad del funcionario dentro de la
constata además su efecto de contagio y su efecto espiral"^, Tradicio-
Drganización de la Administración, por la posibilidad de influir más o
nalmente se ha considerado la necesidad de tratamiento penal para
menos en los demás funcionarios.
las conductas que configuran el delito de cohecho. Existe acuerdo en
c. La cuantía de la dádiva.
considerar que la reacción sancionadora en el seno de la propia
Administración sería insuficiente para reestablecer la confianza de la Efectivamente, el no tener en cuenta este tipo de graduaciones,
generalidad, dado el menor grado de publicidad y la menor trascen- puede llevar a que el delito de cohecho se convierta en un tipo formal,
dencia de las medidas disciplinarias. La intervención penal como (|iie se consuma con el mero «solicitar, recibir o aceptar», sin tener en
«control externo», impide eventuales solidaridades o corporativas que (•Lienta si una conducta es más o menos capaz de llegar a alterar la
puedan generar la sospecha de que «ellos se lo guisan y ellos se lo vigencia e indemnidad de la Administración, es decir, sin tener en
cuenta la lesividad del ataque.
comen»"''. Trataré de ejemplificar la anterior afirmación: - i
Sin embargo, es costumbre en el Derecho penal, cuando se trata de a. Respecto al carácter de la decisión que el funcionario se compro-
proteger bienes jurídicos supraindividuales, no graduar las distintas mete a tomar a cambio de la dádiva, es verdad que el CP sí lo tiene
modalidades de ataque a ese bien jurídico protegido, no teniendo en parcialmente en cuenta, porque diferencia entre el acto delictivo, el
cuenta por tanto para graduar la pena el principio de lesividad y icio injusto, el acto propio del cargo y el acto no prohibido legalmente.
ofensividad que debe regir. iui embargo, conforme a la regulación actual del delito de cohecho,
Así en el delito de cohecho la graduación de penas viene exclusiva- ' I ;|.iirá igualmente penada la conducta del funcionario que acepta una
mente determinada en virtud del acto para cuya realización el • I: id iva por conceder u n a subvención a una persona que no cumple uno
funcionario Solicita o acepta la dádiva, pero no se tienen en cuenta ' !•' I os requisitos exigidos para la obtención de la misma, sea cual fuere
algunos criterios que, desde mi punto de vista, sí que podrían consi- lii naturaleza de tal requisito, y de la importancia de dicho requisito
derarse relevantes, porque, aun tratándose de u n delito de peligro 11,ii-a la finalidad de la subvención. Imaginemos, por ejemplo, que para
abstracto, es posible diferenciar conductas que ex ante tienen una \\\ obtención de un piso de protección oficial es necesario no ser
mayor o menor peligrosidad. Desde mi punto de vista, es necesario |uii|)ietario de otra vivienda, y además tener más de veinticinco años.
avanzar criterios que orienten al legislador en la delimitación de la I'! 11 >r¡mer requisito influye directamente sobre la finalidad que tienen
incriminación penal de las conductas en mayor grado idóneas para lili pisos de protección oficial, esto es, facilitar la adquisición de
11V i (' iida a quien no tiene recursos para adquirirla en el libre mercado.
"^ NIETO: Desgobierno, 1984, 122: «La corrupción individual típica se contagia, en MI Miígundo requisito, sin embargo, puede exigirse simplemente por-
caso de no corregila a tiempo, con rapidez, puesto que los funcionarios que se hallan jiii' 1.1 Administración considere que ésta es la edad normal en que los
en situación similar no suelen tener energía moral suficiente para resistir la |n V o lies tienden a independizarse, o porque considere que con esa edad
tentación y así es como va extendiéndose la plaga». In I im-sona ya tiene ingresos para afrontar los gastos que la compra de
™ AMEl.'U'MG, Cuestiones fundamentales, 1991, 96 ss. , i , ^ = , ,;, _, ,:
INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 107
la vivienda le ocasionará. Si un funcionario se compromete, a cambio c. Y por último, respecto a la cuantía de la dádiva, que tampoco
de u n a dádiva, a conceder u n piso de protección oficial a un ciudadano tiene en cuenta el CP (a excepción de aquellos casos en los que la
que no tiene esa edad, cometerá un delito de cohecho pasivo del art. cuantía sea tan ridicula que se pueda aplicar el principio de insigni-
420; es decir, para realizar u n acto injusto, si por injusto se entiende ficancia), parece lógico pensar que un funcionario estará dispuesto a
contrario a Derecho, de la misma forma que el funcionario que se lo arriesgarse más cuanto mayor sea la cantidad a obtener. No me refiero
concede a otro ciudadano que no cumpla el primer requisito. Desde mi con este criterio a que se deba proteger el aspecto patrimonial, puesto
punto de vista, y a pesar de que en ambos casos se t r a t a de actos ¡lue no creo que el delito de cohecho proteja ningún bien de carácter
injustos, con el incumplimiento del primer requisito el funcionario (Datrimonial, sino que entiendo que la mayor o menor cantidad es
atenta directamente contra los fines de la política de pisos de protec- relevante a efectos de contagio (los funcionarios se verán más tentados
ción oficial, mientras que con la vulneración del segundo no, o al cuanto más cantidad haya en juego), y también perturbará más la
menos no t a n directamente^''''. confianza de la generalidad, en el sentido de que cuanto más alto sea
En ambos casos, la introducción de la dádiva como elemento IA nivel de la dádiva, más se verá a la Administración como un ente al
perturbador supone un peligro para el correcto funcionamiento de la servicio de los que tienen poder.
Administración, y desde luego u n a mezcla de intereses públicos y Estas consideraciones pueden servir no sólo para graduar la
privados que afectan a la imparcialidad de la Administración, sin diferente responsabilidad penal, sino también para valorar cuándo
embargo debe cuestionarse si eso es motivo suficiente para que se iiaa conducta debe estar sancionada penalmente, y cuándo es sufi-
produzca u n a misma respuesta penal, e incluso, si en todos los casos ciente con utilizar otros medios de control. Para que se justifique la
en los que se den estos requisitos debe intervenir el Derecho penal. snnción penal, será preciso que la conducta tenga capacidad de
b. Tampoco se tiene en cuenta la mayor o menor responsabilidad I >erturbar la vigencia e indemnidad de la Administración, a través de
del funcionario, que desde mi punto de vista será importante a efectos lilaques graves a las condiciones necesaria de funcionamiento.
de contagio, puesto que será más fácil que se contagie el comporta-
miento corrupto entre funcionarios cuyo superior jerárquico actúe /{. Consideraciones específicas sobre el cohecho pasivo impropio:
irregularmente, ya que lo normal será que «haga la vista gorda» ante idoneidad para afectar el hien jurídico y necesidad de interven-
las conductas irregulares de sus subalternos.
ción penal
El cohecho pasivo impropio es la modalidad menos grave del delito
™ En contra de esta opinión, BACIGALUPO ZAPATER, DJ37/40, 1983, vol.l, 100; i li' cohecho pasivo. Se recoge en los arts. 425,1° y 426 CP^'^'', y desde las
MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996,1195. Según estos (h.stintas teorías del bien jurídico protegido se justifica o se critica la
autores no tiene sentido diferenciar entre el delito de cohecho según la clase de acto I ipilicación de tal conducta por el Código penal.
(delictivo o injusto) al que se comprometa el funcionario, porque ello no añade un
plus de desvalor al hecho enjuiciado. Ello porque el núcleo del injusto se agota en iSo critica especialmente por parte de la doctrina la modalidad de
el mero acuerdo o .en su intento, sin que la ejecución o no del mismo añadan nada (11| II 'cho impropio que se refiere a la admisión por parte del funcionario
nuevo a lo ya realizado. Y en segundo lugar, porque de llevarse a cabo el acto, si éste I Ir lina dádiva o regalo «en consideración a su función» (art.426 CP).
fuera delictivo, se acudiría a las reglas del concurso de delitos. No estoy de acuerdo
, con la opinión de estos autores. Personalmente creo que el que un funcionario se
comprometa a realizar uno u otro tipo de acto sí que afecta directamente en mayor
o menor medida a las condiciones básicas de funcionamiento de la Administración. Art.425,1°: «La autoridad o funcionario público que solicitare dádiva o presente o
Tanto desde el punto de vista interno, como mal ejemplo para el resto de lo.s iiilmitiere ofrecimiento o promesa para realizar un acto propio de su cargo o como
- i funcionarios, como desde el punto de vista externo, la confianza de la generalidad rrcompensa del ya realizado, incurrirá en la pena de multa del tanto al triplo del
en el correcto funcionamiento de la Administración, influirá el que el funcionario valor de la dádiva y suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis meses
se comprometa, a cambio de una dádiva a realizar u n acto injusto o un delito. E ¡1 I res años».
incluso voy más allá cuando afirmo, que dentro de los específicos actos a los que el Ail,.426 CP: «La autoridad o funcionario público que admitiere dádiva o regalo que
funcionario se compromete sería necesario graduar de alguna forma su incidencia lii lucren ofrecidos en consideración a su función o para la consecución de un acto
'!: sobre las condiciones básicas de funcionamiento de la Administración. lili prohibido legalmente, incurrirrá en la pena de multa de tres a seis meses».
'iimiiiiiiH)mmnmHinminiifflifiii¡r!>^"!'iiim 'líiimffiíliililinnii

108 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 109

Se suele mantener que en esta modalidad lo que se protege es el Hay autores que sin embargo justifican esta modalidad de cohecho,
hipotético ataque al buen desarrollo de la gestión pública, que implica pero restringiendo los regalos a aquéllos que tengan suficiente enti-
una futura actuación del funcionario, probablemente condicionada dad o valor para poder presumir que el funcionario inevitablemente
mediante el regala. En definitiva, esta figura delictiva tiende a se sentirá presionado en un futuro por el particular^''®. Otros, aluden
prevenir la posibilidad de u n futuro cohecho pasivo propio''"'. No a que esta modalidad tiene una función de recogida de aquellos casos
obstante, cabe desde la perspectiva del bien jurídico que he defendido en los que no se puede probar que efectivamente ha habido una
criticar esta modalidad de cohecho, debido a que difícilmente puede contraprestación económica por el acto realizado por el funcionario^''^.
acreditarse que afecte de m a n e r a grave a las condiciones básicas de Estoy de acuerdo con que la práctica de los "regalos" a los funcio-
funcionamiento de la Administración pública. narios, sobre todo si éstos vienen de empresas fuertes e insistentes es
El cohecho pasivo impropio, en general, supone una modalidad de peligrosa para la actuación futura del funcionario, sin embargo su
cohecho menos grave, pero al menos la modalidad del art. 425, así como (•elación con el bien jurídico protegido es demasiado lejana, por lo que
la segunda modalidad del art. 426 CP relacionan la recepción de la la sanción administrativa se muestra desde mi punto de vista sufi-
dádiva con un concreto acto del funcionario, lo que supone una mezcla ciente. El argumento de que este precepto tiene una función de
de intereses públicos y privados que se contagia fácilmente entre el resto garantía no es consistente por dos razones: en primer lugar porque a
de los funcionarios y que puede perturbar a su vez la confianza de la partir del CP de 1995 se recoge el cohecho impropio subsiguiente, que
sociedad en el funcionamiento de la Administración, al dar la impresión entre otras cumple esa función, y en segundo lugar, porque no se
de-que cualquier acto, incluso aquéllos de mero trámite requieren un [)uede justificar que u n a conducta en vez de constituir una infracción
«pago» para que sean cumplidos. Por ello entiendo que esta modalidad ; idministrativa, constituya un delito por una razón hasta cierto punto
de cohecho, aunque de forma menos grave que la que corresponde al ••encubierta». Para acabar con ciertas prácticas, por otro lado bastante
delito de cohecho pasivo propio, sí que tiene capacidad de perturbar la habituales en la Administración, no es imprescindible el Derecho
vigencia y la indemnidad de la Administración, porque además es u n a penal, antes bien el Derecho penal será la última instancia a la que
conducta que se puede contagiar fácilmente. habrá que acudir. ' >' .
Sin embargo, no opino lo mismo respecto a la primera modalidad
del art. 426 CP. En ésta, el «pago» no se relaciona con un acto concreto
del funcionario, sino en consideración al trabajo general realizado por
el funcionario. Se h a n venido incluyendo aquellos regalos que u n
particular entrega al funcionario «como agradecimiento» a su función.
Estos autores justifican el delito de cohecho impropio por suponer un peligro para
No veo en este caso el peligro p a r a el bien jurídico protegido, porque, la futura actuación del fijncionario, pero reconocen que debido a la excesiva lejanía
como ya he dicho, el regalo o la dádiva no se entregan en virtud de u n de esta segunda modalidad de conducta del bien jurídico, podía reduch'se el cohecho
acto realizado por el funcionario, pues esta conducta constituiría u n impropio a la primera modalidad.
VALEIJE ÁLVAREZ, Estudios penales y criminológicos XVIII, 1995, 367; La
delito de cohecho subsiguiente del art. 425, sino en virtud de todo u n corrupción, 1995, 32 ss.
trabajo realizado, por su eficacia, su celeridad, su buen resultado, etc. MUÑOZ CONDE, PiS, 10", 1995, 841: «El problema se plantea cuando estas dádivas
El justificar la punición de esta conducta aludiendo a que supone u n o regalos exceden de lo que se considera "adecuado socialmente". Desde luego es
peligro para una futura actuación del funcionario, me parece alejar chocante ver al funcionario que acaba de hacer un favor, comiendo con el "favore-
demasiado del bien jurídico la conducta típica, y creo que, si se quiere cido", invitado por éste en un restaurante de cuatro tenedores, y no menos chocante
sería que el funcionario se pasara con toda su familia un mes de vacaciones pagadas
sancionar, sería suficiente con aplicar una sanción administrativa^''''. en un hotel propiedad del ciudadano "agradecido" o recibiera de él diez jamones de
"pata negra" de 10 KG cada uno. Y aunque ello no fuera de entidad suficiente para
mover al funcionario a conceder sus favores, no cabe duda de que la habitualidad
"6 Vid. por ejemplo, MORILLAS CUEVA/PORTILLA CONTRERAS, Comentarios a en este tipo de prácticas por parte de empresas muy fuertes en el sector en el que
la legislación penal XVI, 1994, 226. actúa el funcionario, corroe la honestidad e integridad profesional del mismo. Por
1" En este sentido, TAGLIARINI, El concetto, 1973, 172 ss,; MORILLAS CUEVA/ lo menos a nivel disciplinario debería sancionarse». Vemos sin embargo, que el
PORTILLA CONTRERAS, Comentarios a la legislación penal XVI, 1994, 226 ss. autor considera suficiente la sanción disciplinaria.
lio INÉS OLAIZOLANOGALES EL DELITO DE COHECHO 111

III. RECAPITULACIÓN Y TOMA DE POSTURA i do el ataque a un bien jurídico penalmente relevante es merecedor y
necesitado de pena.
Las conclusiones que he obtenido de este capítulo son fundamen- d) Respecto al bien jurídico protegido en concreto en el delito de
talmente las siguientes: cohecho, entiendo que se t r a t a de un único bien jurídico común al
a) En primer lugar, en cuanto al concepto general de bien jurídico delito de cohecho pasivo y al delito de cohecho activo. El bien jurídico
opto, por supuesto, por un concepto material del mismo que sirva para protegido en el delito de cohecho será el correcto funcionamiento de la
limitarla potestad de iuspuniendi del Estado. Dentro de los diversos Administración pública. Correcto funcionamiento entendido como la
conceptos materiales de bien jurídico manejados por la doctrina me correcta prestación de servicios que la Administración debe prestar a
inclino por aquél que engloba el aspecto social y el individual, hacien- los ciudadanos para garantizar su desarrollo y su participación. Sin
do girar el concepto de bien jurídico en torno a la persona, y así define embargo este bien jurídico es demasiado amplio y general, por lo que
el bien jurídico como aquellas condiciones básicas p a r a el ñmciona- es necesario delimitar cómo se perturba dicho bien jurídico, es decir,
miento del sistema social y p a r a el desarrollo y participación del en qué aspectos se afecta ese correcto servicio a través del delito de
individuo en el sistema social. Rechazo las tesis constitucionaUstas, cohecho. Entiendo con LOOS, que a través de estas conductas se
porque si bien la Constitución debe servir, desde mi punto de vista, perturba el funcionamiento de la Administración tanto desde un
como límite negativo, es decir, no podrá ser considerado bien jurídico punto de vista interno como desde un punto de vista externo. Desde
aquéllo que no venga reconocido ni directa ni indirectamente por la un punto de vista interno las conductas constitutivas de este delito
Constitución, no puede afirmarse que todas las reahdades contempla- implican que el funcionario mezcla los intereses públicos con sus
das en la Constitución adquieran, en virtud de ello, la cualidad de intereses privados, y ello lleva a que se diluya la delimitación entre la
penalmente protegibles. Rechazo así mismo la teoría ñincionalista propia Administración y su entorno, siendo dicha delimitación nece-
extrema fundamentalmente porque olvida la relevancia del individuo saria para que la Administración pueda prestar correctamente sus
al definir su concepto de bien jurídico. servicios. Desde un punto de vista externo, se produce una frustración
b) Desde esta perspectiva del bien jurídico abordo el tema, especial- (le los ciudadanos que ven que la Administración no se rige por
mente problemático, de los bienes jurídicos supraindividuales, dife- i-riterios de objetividad, sino por intereses particulares. Estafrustación
renciando dos clases. Por un lado aquéllos orientados a la protección lleva a u n a pérdida de confianza en la institución, confianza que es
de bienes individuales o suficientemente individualizables, y aquellos r-equisito necesario p a r a que la Administración funcione.
que no lo son, que serán los bienes jurídico institucionales, entre los e) Una vez determinado el bien jurídico protegido es necesario
que se encuentra el bien jurídico protegido en el delito de cohecho, y il(!terminar qué conductas son idóneas para afectarlo. Como ya se ha
para cuya protección habrá que acudir a la técnica de delitos de peligro dicho, u n a sola conducta individual no va a afectar a la vigencia o a l a
abstracto. E n este segundo grupo se protegen bienes jurídicos indemnidad de la Administración, pero su reiteración sí. Como bien
inmateriales cuya lesión o puesta en.pehgro es difícilmente imagina- jurídico intermedio se establecen las condiciones básicas de funciona-
ble, por lo que se establecerán bienes jurídicos intermedios o represen- miento, se deberán analizar qué conductas atacan más gravemente a
tativos, cuya lesión permitirá afirmar la tipicidad de la conducta sin estas condiciones de funcionamiento. Desde criterios de merecimiento
que sea preciso demostrar la perturbación del bien jurídico inmaterial V necesidad de pena, me parece conveniente establecer una serie de
mediatamente protegido. l'.raduaciones, que el CP no tiene en cuenta, pero que desde mi punto
c) P a r a limitar la potestad punitiva del Estado se deberá acudir (le vista sí que suponen una mayor o menor lesividad de las conductas.
además a otros criterios, como son los criterios de merecimiento y I'lslablezco para ello, u n a serie de parámetros de graduación, en
necesidad de pena,especialmente relevantes en los casos en los que se vii'tud la cuantía de la dádiva, la naturaleza del acto que se compro-
protegen bienes jurídico institucionales, puesto que estos criterios iiH-te a realizar el funcionario y el gredo de responsabilidad del
ayudan a establecer qué conductas tienen la suficiente lesividad hmcionario.
respecto al bien jurídico protegido. Entiendo que operan sobre todos f) Por último considero criticable, por tratarse de u n a conducta
los elementos del delito como principios materiales e indicarán cuán- i'xcíísivamente alejada del bien jurídico protegido, la regulación del
-íiiifflniíiilHiflitHiiiiiiiiiiiiiiiiiiiíT^ Frft¿üiiMHB£li-.i'.

112 INÉS OLAIZOLA NOGALES

cohecho pasivo impropio en su modalidad de «admisión de regalos que


le fueran ofrecidos en consideración a su función».
CAPÍTULO n
Autor del delito: el funcionario público y la
intervención de particulares

Sección primera
Características especiales del autor

El delito de cohecho pasivo es un delito especial propio.


Es especial porque únicamente podrá ser autor el funcionario
público. El CP establece como posibles autores al lado de los funciona-
rios públicos a las autoridades. El establecer expresamente como
posibles autores a las autoridades es u n a técnica que el CP ha
utilizado en todo el título XIX que recoge los delitos contra la Adminis-
tración pública. Esta mención expresa es en muchas ocasiones super-
flua, y en concreto lo es en el delito de cohecho, ya que como a
continuación se verá, no todo funcionario público a efectos penales es
autoridad, pero sí que toda autoridad a efectos penales es funcionario
público a estos mismos efectos.
Es propio porque, a diferencia de los delitos especiales impropios,
no existe u n a figura común paralela.
Estas dos notas del delito de cohecho pasivo hacen necesario
plantearse dos cuestiones fundamentales:
I) E n primer lugar, si autor del delito sólo puede ser el funcionario
público, h a b r á que estudiar qué se entiende por funcionario público en
elCP. , ,
II) En segundo lugar, al tratarse de un delito especial será impor-
tante delimitar y t r a t a r de resolver los problemas relativos a la
participación del exíroíieiís.

I. CONCEPTO DE FUNCIONARIO PÚBLICO


A. Antecedentes del concepto penal de funcionario público
Antes de comenzar el estudio del párrafo 2° del art. 24 CP es
(•(mveniente exponer los precedentes legislativos de dicho precepto.
INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 115
114

1. Código penal de 1822 d) Se excluye el carácter remunerativo.


e) Sin embargo, a pesar de la amplitud del concepto de «empleado»,
Este CP no contenía u n a definición del concepto de funcionario, se reducen los efectos de dicho concepto al citado título VIII, con lo que
pero el título VI de su libro II denominado «De los delitos y culpas de su eficacia queda contraída al mismo.
los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos» aludía al f) Se parte ya de u n a definición propia, independiente de otras
ejercicio del cargo al observar, con visión penal, al funcionario que como es la de decir: «Para los efectos de este título se reputa...»,
cometiere «delitos y culpas». independientemente por tanto de quien sea efectivamente empleado
Encontramos ya, por tanto, la referencia al ejercicio del cargo en el a otros efectos.
Código de 1822. Algunas de estas consideraciones destacables ya en el CP de 1848
se van a poder mantener en el art. 24,2 del actual CP como se verá más
2. Código penal de 1848 adelante.
Este CP supone un paso adelante en el desarrollo y perfecciona-
miento del concepto de funcionario público al ofrecer en su art. 322 u n a
3. Código penal de 1870
definición legal del mismo, al que denomina empleado. El art. 322 CP Este CP, en el capítulo XIII, «Disposiciones generales», del título
de 1848 figuraba inscrito en el capítulo XVI, bajo la rúbrica «Disposi- VII, del libro II («De los delitos de los empleados públicos en el ejercicio
ción general», que a su vez se encontraba en el título VIII del libro II, de sus cargos»), contenía el art. 416, que definía el concepto de
(«De los delitos de los empleados públicos en el ejercicio de sus funcionario público de la siguiente manera: «Para los efectos de este
cargos»). título y de los anteriores del presente Código se reputará funcionario
El art. 322 rezaba: «Para los efectos de este título se reputa público todo el que por disposición inmediata de la ley, o por elección
empleado público todo el que desempeña u n cargo público, aunque no popular, o por nombramiento de autoridad competente, participe del
sea de real nombramiento, ni reciba sueldo del Estado.» El art. 331 CP ejercicio de funciones públicas».
1850 reproduce a su vez la anterior definición. Si se coteja esta definición con la del CP de 1848 se pueden ver
De esta definición se deducen algunas consideraciones, puestas ya algunas diferencias:
de manifiesto por COBO DEL RÓSALA-. a) Se amplía la eficacia del concepto, por cuanto se extiende
también a los títulos anteriores al título VII, siendo así que el CP de
a) Se prefiere la expresión «empleado», de m á s amplio alcance que 1848 lo circunscribía al concreto título VIII. Sin embargo, según
la de funcionario. ( T R O I Z A R D , no tiene efectos para todas las leyes penales, sino sólo
b) Lo que da rango de «empleado» es el desempeño de un cargo «para los efectos de este título y los anteriores»*.
público, con lo que la definición es muy amplia. Así lo puso de b) Se utiliza la voz «funcionario público» en lugar de «empleado»,
manifiesto PACHECHO^ al decir: «Mas en este título que nos ocupa, (]ue subsiste sin embargo en la rúbrica del título, siendo esto criticado
la palabra empleado tiene m á s l a t a significación. Todo el que ejerce por GROIZARD'', que entendía que debía haberse borrado del epígrafe
funciones, todo el que desempeña el cargo público en la sociedad entra la palabra empleado al reformar el Código, y poner en su lugar
o puede entrar aquí dentro de aquella esfera. La expresión empleado l'uncionario público.
quiere decir persona pública, persona que tiene u n carácter en la c) Se recorta el concepto al no considerarse suficiente el ejercer un II
sociedad, dirigido a su ordenación según la ley»'^. ci I rgo público, sino que va a ser necesario haber adquirido la condición
c) No se requiere para ser empleado el título real, ni tampoco alude (le funcionario a través de alguno de los tres modos fijados, que son,
por disposición inmediata de ley, por elección popular o por nombra-
el artículo a ningún otro.
1 COBODELROSAL,EGLJ2i2, 1962, 220.
2 PACHECO, CP 11, 1848, 395. CROIZARD, CPIV, 1891, 320.
En parecido sentido se pronunció VIZMANOS, Comentarios 11, 1848, 233 ss. ( Í R O I Z A R D , CP IV, 1891, 75.
116 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 117

miento de autoridad competente. Estos tres modos de adquisición de y el 410 CP 1932, sí que se producen en artículos posteriores referen-
la condición de funcionario publico son los que, con algunas diferen- cias, especialmente agravaciones para sujetos que cometen u n a con-
cias, se mantienen en la actualidad. ducta típica ostentando la cualidad de funcionario público. (Así por
d) Se establece como requisito necesario para ser funcionario el de I jemplo el art. 463 CP 1932 relativo al delito de suposición de partos
participar en el ejercicio de la función pública. GROIZARD considera agrava la pena cuando la conducta típica venga realizada por un
más amplia esta fórmula que la de «ejercicio del cargo» que era la lúncionario público).
establecida en los Códigos penales anteriores"^. b) Sin embargo ya no se usa la voz «empleado» en la rúbrica, sino
e) Se conserva, no obstante, como señala COBO DEL ROSAL, lo la de funcionario público, eliminando así la contradicción a la que
que pudiera ser el dinamismo y funcionalidad de la definición, con la ( T R O I Z A R D hacía referencia''.
participación del ejercicio de funciones públicas''. Como conclusión se puede indicar que los elementos comunes que
se repiten en los sucesivos Códigos penales son:
4. Código penal de 1928 a) Se hace referencia en todos olios al «ejercicio del cargo», e incluso
so utiliza una fórmula m á s amplia a partir del CP 1870, «participar en
Este CP incluye el art. 214 en el último título del libro I bajo la el ejercicio de funciones públicas», como nota distintiva fundamental
rúbrica «Disposiciones generales», con el siguiente tenor: «A los I ¡ara gozar de la condición de funcionario público, dando a la definición
mismos efectos, se reputará funcionario público todo el que por un carácter dinámico y funcional.
disposición inmediata de la ley, o por elección popular, o por nombra- b) Se indica la eficacia del concepto exclusivamente a efectos
miento de autoridad competente, participe del ejercicio de funciones pernales. Unas veces se limita dicha eficacia a unos títulos determina-
públicas». dos del CP y otras, se amplía los efectos del concepto a todo el CP.
La novedad consiste en que no se limita su validez a unos títulos, c) Se parte de u n a ficción al utilizar la fórmula «se reputará».
sino que tiene alcance para todo el CP, para todos los efectos penales. d) La diferencia fundamental entre el primer Código y los posterio-
Lo que supone una ampliación de su ámbito de aplicación^. r <'s es que éstos aluden a la modalidad de acceso al ejercicio de las
In liciones públicas, loque, como se verá más adelante, constituye una
5. Código penal de 1932 restricción del concepto.
En este CP se modifica de nuevo la ubicación sistemática del
concepto, pasando esta vez a formar parte del libro II, título VIII, (!. Código penal de 1944/1973
(«Delitos de los funcionarios en el ejercicio de sus cargos)», capítulo El CP de 1944/1973 introduce el concepto actual de funcionario
XII, («Disposición general)», art. 410: «Para los efectos de este título publico. El mismo se recogía en su art. 119,3", del título VI («Disposi-
y de los anteriores del presente libro, se reputará funcionario público I iones generales») en el libro I («Disposiciones generales sobre los
todo el que por disposición inmediata de la ley o por elección popular di'litosyfaltas. Las personas responsables y las penas»). El art. 119,3"
o por nombramiento de autoridad competente participe del ejercicio I i'zaba así: «Se considerará funcionario público todo el que por dispo-
de funciones públicas». i;ii'ión inmediata de la Ley o por elección o por nombramiento de
a) Se recorta de nuevo su alcance, teniendo ahora virtualidad lili loridad competente participe del ejercicio de funciones públicas»^".
solamente para los títulos en cuestión, igual que sucedía en el CP de
1870, y si bien es cierto que los delitos propios de funcionarios se
. recogen todos en los títulos a los que se refieren los arts 416 CP 1870
(¡ROIZARD, CPIV, 1891, 75.
(!omo el vigente CP define de manera idéntica al funcionario público, el análisis que
respecto de éste se realiza a continuación es válido también para el derogado CP
^ GROIZARD, CP IV, 1891, 320. I !)44/1973. La única diferencia es de estilo consistente en que en el vigente CP se
' COBO DEL ROSAL, RGLJ 212, 1962, 222. dice: «participe en el ejercicio», en vez de «del ejercicio», como rezaba el art. 119,3°
8 COBO DEL ROSAL, RGLJ212, 1962, 222. (;P 1944/1973.
'[»!ínimimHHmiiritiii!i»it

118 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 119

B. Concepto actual de funcionario público Según GUAITA, en contra de lo que opina la doctrina mayorita-
ria^'^, ninguna de estas cuatro notas son esenciales al concepto. El
El concepto de funcionario público a efectos penales se recoge en el autor define funcionario público como toda persona individual, incor-
art. 24,2 del CP, que reproduce el del art. 119 CP 1944/1973. El art. porada al Estado o a cualquier otra Administración pública a la que
24,2 CP se encuentra ubicado en el capítulo VI («Disposiciones presta sus servicios en un régimen de Derecho público. El concepto se
generales») del título I («De la infracción penal») del libro I, («Dispo- caracteriza por tanto, por tres notas^*:
siciones generales sobre los delitos y las faltas, las personas respon- a) La primera nota que califica al funcionario es su carácter de
sables, las penas, medidas de seguridad y demás consecuencias de la sujeto de derechos y de obligaciones frente a la colectividad pública a
infracción penal»). la que sirve, es decir su carácter de persona. Esto lo distingue del
No obstante, antes de entrar a estudiar los requisitos necesarios órgano que es un círculo de competencias del ente público pero que
para ser funcionario público conforme al CP, es preciso determinar si carece de personalidad. Órgano y funcionario, según este autor, son
el concepto de funcionario público a efectos penales es el mismo que el cosas distintas, como lo demuestra la existencia de órganos colegia-
concepto de funcionario público utilizado por otras ramas jurídicas, dos, mientras que el funcionario es necesariamente una persona
sobre todo si es igual al concepto utilizado por el Derecho administra- individual.
tivo. Para ello empezaré por t r a t a r de acercarme al concepto de b) La segunda nota que GUAITA destaca es la adscripción, la
funcionario en Derecho administrativo. incorporación a una entidad pública. Adscripción o incorporación
significa, según este autor «que la persona llamada por la Administra-
í. Concepto de funcionario conforme al Derecho administrativo ción se incrusta en ella —permanentemente o no, es igual—, que cubre
un hueco en los cuadros de la organización pública, que es asumida por
a. Posturas anteriores a la aprobación de la Ley de Funcionarios Civiles del la Administración. Por ello, no serán funcionarios, desde el punto de
Estado, 315164, de 7 de febrero vista de GUAITA, quienes, ocasionalmente —espontáneamente o
cumpliendo un deber l e g a l ^ colaboran desde fuera con la Administra-
a. 1. Concepto amplio de funcionario ción. Por la misma razón, es decir, porque su colaboración se presta
GUAITA expresa del siguiente modo las dificultades existentes a desde fuera, rechaza la condición de funcionario en el contratista o en
la hora de definir el concepto de funcionario público: «El concepto de
funcionario público es, posiblemente, uno de los más discutidos de Art. 319 de la Ley de régimen local: «Son funcionarios de la Administración local los
cuantos maneja la ciencia jurídicoadministrativa. Y ello no sólo a que en virtud de nombramiento legal desempeñen en las entidades u organismos
causa de las muy variadas y diversas opiniones sustentadas por que las constituyen servicios de carácter permanente, figuren en las correspondien-
cuantos h a n escrito algo sobre el tema, sino también por las declara- tes plantillas, y perciban sueldos o asignaciones fijas con cargo a los presupuestos
respectivos»./Art. 82 de la Ley de entidades estatales autónomas: «Son funcionarios
ciones, no siempre concordantes, de la jurisprudencia y por las públicos de los organismos autónomos quienes previa oposición o concurso presten
distintas acepciones con que emplea la locución funcionario público el en ellos servicios permanentes, figuren en las correspondientes plantillas y perci-
ordenamiento positivo»". ban sueldos o asignaciones fijas con cargo a los presupuestos respectivos». Art. 77
Reconoce el autor que la mayor parte de las legislaciones, la de la Ley electoral: «Para los efectos de esta ley se reputarán funcionarios públicos
los de nombramiento del gobierno y los que, por razón de su cargo, desempeñen
española también, intentan reducir el concepto de funcionario a alguna función relacionada con las elecciones, así como los presidentes y vocales de
límites estrictos, exigiendo u n a serie de circunstancias sin las cuales las j u n t a s del censo electoral y los presidentes, adjuntos e interventores de las
no se hablará de funcionario. Estas notas son: nombramiento legal, mesas electorales». Hay que tener en cuenta, como indica el propio autor que esta
permanencia, sueldo y prestación de servicios a la Administración^^. última definición, es en realidad una definición penal, porque el citado art. 77 figura
incluido en el título VIII de la Ley, cuya rúbrica es precisamente «De la sanción
penal».
11 GUAITA.ATEJX, 1960, 496. Vid., por ej., la bibliografía que cita al respecto, COBO DEL ROSAL, RGLJ 212,
12 GUAITA, NEJX, 1960,497, hace referencia a varias disposiciones legales, vigentes 1962, 226 ss.
en el momento en que él escribe que transcribo porque considero clarificadoras; GUAITA, ATEJX 1960, 502 ss.
120 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 121

el concesionario. El funcionario desempeña la función en nombre de organismos autónomos. (Hoy también de las Comunidades Autóno-
la entidad pública correspondiente, mientras que el concesionario la mas).
desempeña en nombre propio. 3) Los funcionarios pueden ser retribuidos o no; en el primer caso
c) La última nota que, según GUAITA, es necesaria, es la que se pueden recibir un sueldo, una retribución o gratificación fija o varia-
refiere a que el funcionario deba prestar sus servicios en régimen de ble, o percibir no de la Administración, sino del público, unos honora-
Derecho público. No serán funcionarios quienes sirviendo o incorpo- rios señalados en los correspondientes aranceles.
rados a u n a Administración pública estén sometidos al Derecho 4) La tercera clasificación la realiza el autor en virtud de si los
laboral (o civil o mercantil, en su caso). funcionarios lo son de forma voluntaria o forzosa. Como ejemplo de
Conforme a esta definición de funcionario, GUAITA diferencia funcionarios forzosos cita el de los soldados que hacen el servicio
varias clases de funcionarios según diversos criterios^^: militar obligatorio.
1) La clasificación más importante es la que divide a los funciona- 5) Como última clasificación, y siguiendo la que realiza la Ley de
rios en permanentes y no permanentes. El funcionario permanente, régimen local, divide el autor a los funcionarios en virtud del servicio
profesional o en propiedad es el que ingresa voluntariamente al prestado. Así diferencia a los funcionarios en militares o civiles;
servicio de la Administración, percibe un sueldo y hace del servicio iidministrativos, técnicos, de servicios especiales, subalternos u obre-
público su profesión ad vitam, sin que pueda ser privado de su cargo, ros.
salvo por la comisión de una falta muy grave.
El funcionario temporal o no permanente es aquél que no tiene
asegurada su permanencia en el servicio o la tiene por tiempo más o ; 1.2. Concepto estricto de funcionario
menos breve, fijado a priori. Dentro de éstos, distingue el autor varios Frente a la opinión de GUAITA, se encuentra la de la doctrina
grupos: Miayoritaria que define al funcionario público como aquel sujeto
a) Funcionarios que lo son por u n tiempo determinado y que tienen incorporado a la Administración pública de forma permanente y
un verdadero derecho al cargo por ese tiempo, es decir, que tienen u n a voluntaria'**. Este concepto estricto se defiende por dos motivos:
permanencia limitada. GUAITA pone como ejemplo el de los profeso- En primer lugar, por deducirse dicho concepto de la propia legisla-
res adjuntos de universidad (categoría que hoy no existe"') durante riíin administrativa como el art. 319 Ley de Régimen Local y el art. 82
cuatro años, prorrogables por otros cuatro^^. lie la Ley de Entidades Estatales Autónomas.
b) Funcionarios interinos que son los que ocupan una vacante de En segundo lugar, por considerar el concepto de funcionario
plantilla no provista en propiedad. ilel'endido por GUAITA sumamente amplio, siendo necesario enton-
c) Funcionarios accidentales, serían quienes circunstancialmente ivs distinguir diversas clases, puesto que son diversos sus regímenes
desempeñan plazas cubiertas por otro funcionario. pirídicos'^.
d) Los llamados cargos políticos y de confianza.
2) La segunda clasificación la realiza el autor en virtud de la li Concepto de funcionario público después de la aprobación de la LFE
entidad pública a la que esté adscrito un funcionario. Así los funcio-
narios pueden ser del Estado, de las corporaciones locales y de los A partir de la aprobación de la Ley de Funcionarios Civiles del
l'í.slado (LFE), se toma la definición de funcionario del art. 1 de dicha
Iry: «Toda persona incorporada a la Administración Pública por una
15 GUAITA, NEJX, 1960, 502 ss. M'lación de servicios profesionales y retribuidos, regulada por el
16 Categoría que durante un tiempo fue como señala GUAITA, pero después se
convirtió en una figura de funcionario permanente que fue sustituida a partir de la
aprobación de la LRU por la de Profesor Titular de Universidad (vid. art. 33 LRU).
Un ejemplo parecido, pero más actual, sería el de los Ayudantes de Universidad
l'lsta opinión se hace mayoritaria a partir de la obra de DUGUIT, Traite de droit
(art. 34 LRU), que sí serían funcionarios por cumplir todas las notas que señala
GUAITA. roiistitutionnel III, 1930, 4 ss.; COBO DEL ROSAL, RGLJ212, 1962, 229.
(;OBO DEL ROSAL, RGLJ 212, 1962, 229.
122 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 133:
Derecho Administrativo». De este concepto legal se derivan las notas Cuerpos Generales y Cuerpos especiales. Los funcionarios de empleo
características de la relación funcionarial; voluntariedad, legalidad pueden ser eventuales o interinos»). Los funcionarios eventuales son
del nombramiento, integración en plantillas administrativas, someti- los que desempeñan funciones de trabajo expresamente calificadas de
miento a la Administración e intervención del Derecho administrati- confianza o asesoramiento especial, no reservadas a funcionarios de
vo, servicios retribuidos y profesionalidad. Ahora bien, la propia LFE carrera^^. Los funcionarios interinos son aquellos que por razón de
diferencia entre funcionarios de carrera, que son los que proporcionan necesidad o urgencia ocupan plazas de plantilla en tanto no se
este tipo de concepto y funcionarios de empleo. (Art. 3 LFE establece provean por funcionarios de carrera. (Art. 5 LFE: «Son funcionarios
que los funcionarios que se rigen por esta ley pueden ser de carrera o i nterinos los que, por razón de necesidad o urgencia, ocupan plazas de
empleados. «Los funcionarios de carrera se integran en Cuerpos plantilla en tanto no se provean por funcionarios de carrera».
generales y Cuerpos especiales. Los funcionarios de empleo pueden
ser eventuales o interinos»). Siguiendo la clasificación que realiza la ('. Toma de postura
LFE, ORTEGA ÁLVAREZ^o, afirma que en la Función pública espa-
ñola existen distintas clases de funcionarios públicos con el fin de Vista la definición y la clasificación que la LFE realiza de los
poder adaptar su número y situación a las necesidades que en u n loiiceptos de funcionarios públicos, se puede decir que esta Ley no
momento determinado pueden darse en la Administración pública. iipta por un concepto totalmente estricto de funcionario. No exige la
Así podría dividirse a los funcionarios de acuerdo a dos criterios: por IDiidición de permanencia al admitir como funcionarios tanto a los de
su estabilidad o permanencia en la función que desempeñan (funcio- • niTera (permanentes) como a los de empleo (eventuales o interinos).
nal ios de carrera o funcionarios de empleo), y en segundo lugar, No obstante, a pesar de que la ley no exige como requisito la perma-
atendiendo a la Administración de la que dependan (funcionarios de nencia, es dudoso que admita a su vez todas las categorías que
las Comunidades Autónomas, funcionarios de la Administración ( n ÍAITA señalaba como funcionarios no permanentes, ya que hace
Local y funcionarios de los Organismos Autónomos). lili'lición expresa únicamente a los funcionarios interinos o eventua-
1. Los funcionarios de carrera constituyen el núcleo genuino de la Irs, y parece difícil incluir en tales conceptos (ehpropio autor los
Función pública, son los funcionarios en sentido estricto, concurrien- 11 i:;linguía) a los sujetos que GUAITA denominaba funcionarios acci-
do en ellos la plenitud del estatus del servidor del Estado^^ (Art. 4 •li'iitales (aquellos sujetos que circunstancialmente cubren plazas
LFE: «Son funcionarios de carrera los que, en virtud de nombramiento ' iihiertas por otros funcionarios). Por otro lado, los servicios que el
legal, desempeñan servicios de carácter permanente, figuran en las iii|cto presta a la Administración deben ser retribuidos y profesiona-
correspondientes plantillas y perciben sueldos o asignaciones fijas con li"; Se separa en este punto la LFE de concepto amplio de GUAITA al
cargo a las consignaciones de personal de los Presupuestos Generales • I; iblecer en su art. 2, c) que quedan fuera del ámbito de esta Ley «los
del Estado»). En ellos concurren cuatro notas definitorias: la necesa- liiiirionarios que no perciban sueldos o asignaciones con cargo a las
ria legalidad de su nombramiento (se excluyen los denominados ' luisignaciones de personal de los Presupuestos Generales del Esta-
funcionarios de hecho), la permanencia de sus servicios, su consigna- la •. Por último exige la LFE que la relación existente entre el sujeto
ción en la plantilla del cuerpo o escala a la que pertenecen y la \ III Administración venga regulada por el Derecho administrativo.
remuneración a cargo de los Presupuestos generales del Estado. I II i's(;e sentido es clara la Ley cuando en el art. 7 denomina trahaja-
Los funcionarios de empleo se singularizan, frente a los de carrera, II'I r.'; y no funcionarios a los sujetos a los contratados por la Adminis-
por la ausencia en ellos de la nota de permanencia en el servicio que linriiin en régimen de Derecho laboral.
desempeñan, y en virtud del art. 3 LFE pueden ser eventuales o ('oino conclusión se puede decir que la LFE ha venido a ampliar el
interinos. (Art. 3 LFE: «Los funcionarios de carrera se integran en ! miicpto de funcionario administrativo otorgado por la Ley de régi-
iiK'ii localypor laLey de entidades estatales autónomas, pero que no
2» ORTEGA Á L V A R E Z , Í ; J B / / , 1995, 3195 ss,
21 GARRIDO FALLA, RAP 1994, 13 ss.; ORTEGA ÁLVAREZ, EJB 11, 1995, 3195;
SARMIENTO LARRAURI, AA 48, 1996, 1049; por todos, ORTEGA ÁLVAREZ, EJB 11, 1995, 3195.
>iiiiiiii|ill¡iiiiiilffliffllllilitilliiiiiliffliiiliiiiiímiiiffliiim'

124 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 135

llega a aceptar el concepto amplio de funcionario defendido por importante analizar si alguno de estos conceptos es trasladable al
GUAITA. Derecho penal, o si por el contrario el concepto penal de funcionario es
Sin embargo, y por otro lado, la LFE excluye de su ámbito «a los un concepto autónomo de los conceptos administrativos.
funcionarios al servicio de la Administración de Justicia, los cuales se P a r a ello será preciso estudiar los requisitos que el art. 24,2 CP
regirán por sus disposiciones especiales». ¿Quiere decir esto que (ístablece. '• "•• '•'•''^•' ' • '] '•••'•-••••• '•- •> ••'• ^ '
dichos funcionarios no son funcionarios administrativos?
La exclusión de este tipo de funcionarios se debe, según el Consejo 2. Concepto penal de funcionario público '
de Estado^'^ a «que no son funcionarios administrativos estrictos y
precisan de un régimen propio que garantice la peculiaridad e inde- El funcionario a efectos penales se caracteriza, como sabemos,
pendencia de su labor». En el mismo sentido, la hoy derogada Ley 11/ conforme al art. 24,2 CP por dos elementos: el modo de incorporación
1966, de 18 de marzo, sobre ordenación orgánica de los funcionarios a la actividad y el ejercicio de funciones públicas.
de la Administración de Justicia^*, en su exposición de motivos, La noción de funcionario en cualquier r a m a jurídica y sin duda en
indicaba: «La Ley de funcionarios civiles del Estado llevó a cabo la 111 penal hace referencia a la participación del sujeto en la función
reordenación de la función pública, unificando su régimen jurídico y I lública, por lo que definir el concepto de función pública será esencial
dando entrada a las modernas técnicas para a u m e n t a r la eficacia de para llegar al concepto de funcionario público.
la Administración del Estado. Si estas aspiraciones son deseables
también para la Administración de Justicia no puede, sin embargo, II. Concepto de función pública^''' :;;• •; '; ' ' i ' '
someterse a las personas que la sirven a la misma ordenación unitaria
de los funcionarios de la Administración General, pues a ello se opone La doctrina penal tampoco ha trabajado profundamente el concep-
la especial función que los primeros desempeñan, que exige determi- lii de función pública. Se distinguen varias posturas al respecto:
nadas especialidades en su régimen orgánico. En quienes adminis-
tran justicia pesa más el aspecto funcional que el funcionarial».
La noción administrativa de función pública ha sido ampliamente estudiada por
Los funcionarios públicos que se integran en la especie de funcio- I5ARRI0S DE ANGBLIS, Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias sociales de
narios judiciales han sido enumerados de forma exhaustiva por la Montevideo, 1954, 799 ss. El autor estudia las distintas posturas que ha habido en
LOPJ en su art. 454 que reza del siguiente modo: «Bajo la denomina- la doctrina administrativista respecto al concepto de función pública. BARRIO DE
ción de personal al servicio de la Administración de Justicia se ANGELIS de tres proposiciones. La primera es que la función es una relación
pública, la función es una relación orgánica, dinámica, jurídica, unilateral y
comprenden los Secretarios judiciales, los Médicos forenses, los Ofi- pública, caracterizada por el poder-deber. La segunda proposición es que la relación
ciales, Auxiliares y Agentes judiciales, así como los miembros de los inrídica es el orden que refiere un sujeto y un fin jurídicos. La tercera proposición
Cuerpos que puedan crearse, por ley, para el auxilio y colaboración con r;i ((ue el poder-deber es la situación jurídica autónoma, impuesta y necesaria. El
los Jueces y Tribunales». aiú.or hace constatar posteriormente que así como existe una notable elaboración
di' los conceptos de acto administrativo o de obligación civil, por ejemplo, no se
Se puede concluir que en la normativa administrativa, a partir de i'iicucntra un trabajo similar respecto al concepto de función pública. No obstante
la LFE se unifica el concepto de funcionario que no será tan amplio i'ii Hu trabajo expone las doctrinas del Derecho administrativo, luego las del
como afirmaba GUAITA, ni t a n estricto como defendía la doctrina lli'r(ícho penal (éstas muy escuetamente), y por último las correspondientes al
I li'r(!cho procesal. Empezando por las distintas doctrinas administrativistas, se ha
administrativistamayoritaria. : ;- i. ; ; :
dr lili ido función como poder; la función sería un grupo importante de potestades.
Una vez vistos los problemas que la definición del concepto de I Ji potestad o poder en sentido estricto es la capacidad. Se ha definido también la
funcionario produce en la doctrina administrativa, y de constatar que hnición como actividad, para esta doctrina la función no sería el poder de mando,
cada disposición legal otorga conceptos más o menos amplios, es ni el poder de juzgar; sería la actividad administrativa, jurisdiccional y legislativa
Ipil' rjercitan una serie de personas u órganos. La tercera doctrina administrativista
I ihiil.i |)or BARRIOS DE ANGELIS define la función como la tarea (toda actividad
23 Dictamen núm. 28999 de 25 de Octubre de 1962. iln mayor o menor concreción que se tiene que realizar), cometido (actividad
iiiriHiuindada, encargada o conferida), o misión (es una actividad también depen-
^^ Esta Ley estuvo vigente hasta el 3 de j ulio de 1985 y fue derogada expresamente po r
IIIKMII', pero su dependencia no deriva de un «proceder de», sino de un «tender
la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ). .
'"mnjmmmimimmiiinimimimm

INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 127


126
a.l. Distinción formal entre función pública y función privada I '11 realidad son organismos públicos, cuyo carácter privado sólo es una
luchada jurídica y, en el fondo, no son más que prolongaciones
Según QUERALT^®, la distinción entre funciones públicas y priva- disimuladas de la Administración^''.
das no podrá ser sino formal. Esto es, si la actividad del ente público
del que se t r a t e está sometido a Derecho privado, serán funciones Criterio teleológico
privadas; si está sometido a Derecho público, serán funciones públi-
cas. En consecuencia, quienes presten sus servicios en u n a entidad Un segundo criterio, defendido por CASAS BARQUERO Y MUÑOZ
sometida a Derecho público serán funcionarios públicos a efectos ('<. )NDE2^'', define la función pública desde el punto de vista teleológico
penales independientemente de que su régimen estatutario personal como la proyectada al interés colectivo o social, al bien común y
no sea público. realizada por órganos estatales o paraestatales.
Este criterio es criticado por VALEIJE^^ por considerarlo artificial Ksta teoría también h a sido criticada por VALEIJE'"'. Considera la
y harto inseguro para diferenciar el carácter público o privado de la niitora que este criterio teleológico resulta insuficiente por varias
función, porque la Administración, cada vez más, sujeta sus interven- iM/.ones. La primera es que, aun cuando se pudieran deslindar los
ciones de fomento y desarrollo económico, tanto al Derecho público liiu'S públicos de los privados, habría que tener en cuenta que una
como al privado. Así, la Administración confía cada vez más la l'iiiri parte de aquellos fines colectivos son perseguidos por el Estado
ejecución de servicios públicos de carácter técnico a empresarios iiHi la colaboración de los ciudadanos. De ahí deduce esta autora la
privados, y por otro lado, existen órganos fácticamente privados, que 111 I; u flciencia del criterio p a r a una posterior construcción del concepto
I Ir funcionario, dado que se desvía del objetivo principal, que es
iliiil.inguir entre el particular y el funcionario.
hacia»). Otra doctrina administrativista define la función como finalidad unida al \<]\ segundo motivo de rechazo lo extrae VALEIJE de la idea de
poder, es decir, la función es el poder que se dirige a u n fin. La última doctrina
\\ l'',l ,SEN''^ de que ningún fin es inherente a la esencia del Estado, la
destacada por BARRIO DE ANGELIS, es la de la función como relación; según esta
doctrina es función la relación existente entre el Estado y sus funcionarios, relación II Ir I it.ificación del Estado con unfinespecífico supone, según KELSEN,
que el Estado necesita para desarrollar sus poderes y así cumplir sus fines. Al IIII. I restricción inadmisible de su concepto, ya que el Estado constitu-
exponer sus conclusiones, el autor niega la posibilidad de considerar sinónimos los ir lili medio para la realización de todos los fines posibles. Opina
conceptos de poder y función, porque la función implica siempre la existencia de
algo. La función no puede agotarse en una mera potencia. El poder y el deber se
\' A L KlJE que la cuestión de los fines que se deben perseguir a través
exteriorizan mediante actos. El poder y el deber podrán fundar la función en tanto ilr la organización estatal es u n a cuestión política, ya que las fúncio-
en cuanto sean contenido de u n a actividad, en cuyo caso ésta encarna el concepto iMi; atribuidas al Estado se determinan ideológica o pragmáticamen-
de función. Critica la definición de función como actividad, ya que la idea de li l'or ello, concluye VALEIJE, «por su naturaleza coyuntural, este
actividad no agota la idea de función, porque para que la actividad cumpla la
función es preciso que a su vez cumpla un fin, y esto no siempre ocurre. Por último,
I I il crio impide la construcción de un concepto ahistórico y estable de
la finalidad tampoco basta para concretar un concepto de función. El fin es algo iMi Ilíones públicas, y por tanto, coherente con la rigidez y taxatividad
estático y sólo se dinamiza cuando se relaciona con algo. • |iir deben observar los presupuestos penales»'"*^. , , , :
Por ello el autor está más de acuerdo con la idea de función como relación pública,
pública no en el sentido de clandestinidad, sino como cosa perteneciente al Estado.
El Estado se relaciona a través de órganos, por lo que la relación es también
orgánica. Al tratarse de una relación pública, se presupone la unilateralidad, en
decir, implica la existencia de un poder-deber y la exigencia del cumplimiento del
fin estático como fuerza determinante de toda la actividad. Cfr. sobre el concepto de
función pública en la doctrina administrativa, GARCÍ A-TREVIJANO, Tratado III, I n i i c a n también a QUERALT, BUSTOS RAMÍREZ, PE, 2^ 1991, 311 ss.; ORTS
vol 1,1967,54 ss.; GARCÍADE ENTERRÍA/T. R. FERNÁNDEZ, CursoII, 1983, 24 lil'iiníNGUER, PE, 1993, 443; MUÑOZ CONDE, PE, i r , 1996, 829 ss.;
ss.; GARRIDO FALLA, Tratado I, 1991, 37 ss.; realiza un estudio exhaustivo, < •A;-;AS B A R Q U E R O , DJ 1978, 876 ss.; MUÑOZ CONDE, PE, 11^ 1996, 829 ss.
SEVERINO DI BENDETTO, / de¿tíí¿ dipuhblici, 1983. V A1 ,lí [JE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 58 ss.
3 QUERALT JIMÉNEZ, CPC 27, 1985, 482 ss.; QUERALT JIMÉNEZ, Pfi, 2^ 1987, I\I''.I,SRN, Teoría General del Estado, 15°, 1979, 352 ss; VALEIJE ÁLVAREZ, La
559 ss. . • ' I • iim//)c¿ón, Madrid, 1995, 61.
^ VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 58 ss.; . : - : VA I .líIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 61; CPC 62, 1997, 467. >
128 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 129
a.3. Combinación del criterio teleológico con el criterio funcional 1 lene a explicar la ejecución material; así, cuando el Estado aprueba
iiiiii ley de carreteras, ello no es suficiente para satisfacer las necesi- i
Un tercer criterio es aquel que combina el criterio funcional con el
d;iil(!S sociales, es necesario que esas carreteras se construyan, y la
criterio teleológico. La combinación de ambos permite a sus defenso-
I iinstrucción de dichas carreteras por parte del Estado constituye la
res definir las funciones públicas como aquellas manifestaciones de la
"ii'ciición material. El segundo ejemplo se refiere al acto de nombra-
actividad del Estado que consisten en legislar, juzgar y ejecutar, y
Mi lento de u n funcionario (que obviamente no entraña ni legislación ni
mediante las cuales el Estado persigue sus fines. ZANNOBINI,
jlil'isdicción), y sin embargo también aquí se está en presencia de un
defensor de este criterio, expresa: «El Estado procede a la consecución
iirl II jurídico que se agota por el mero hecho de ser emitido. Cuando el
de sus fines por medio de una serie de actividades que constituyen sus
I'^MI ado realiza tal nombramiento actúa, pero no mediante una actua-
funciones, que se proyectan en la triple dimensión legislativa, judicial
i'irtn material, sino mediante un tipo de actuación jurídica. Los actos
y administrativa'*'^. La caracterización de cada u n a de estas funciones
ilC' la función ejecutiva están referidos fundamentalmente al orden
ha sido expuesta ampliamente por GARRIDO FALLA'*''. Según este
1 niiH) un todo, siendo una exigencia el que todos ellos sean explicables
autor la acción del Estado se manifiesta en formas diversas, que
•MI 1',-izón de la finalidad global que se persigue.
pueden reconducirse a las siguientes: establecimiento por vía general
de las normas a que deben ajustarse las conductas de los miembros de
la comunidad política; decisión concreta de los conflictos intersubjetivos ja teoría del órgano
de intereses que se planteen entre los individuos o entre éstos y la
I laa cuarta postura, es la defendida por VALEIJE, que deduce el
comunidad; y ejecución concreta de las medidas pertinentes para
iiiiu:opto de función pública, así como el concepto de funcionario
satisfacer las necesidades que plantea la vida en común. Estas son las
iMihlico de la teoría del órgano'''''. Según KELSEN, «funciones públicas
funciones del Estado, y tales funciones se conocen, respectivamente,
II líelos estatales son aquellas acciones que son consideradas como
con los nombres de legislación, jurisdicción y ejecución.
III os del Estado, que son imputadas al Estado y viceversa, acto estatal
Así, la función legislativa consiste en establecer por vía general y
1 111K lo y cuanto el Estado atiende)». La búsqueda del juicio por el cual
obligatoria las normas a que h a de ajustarse la conducta de los
11II.-1; icción h u m a n a es imputada al Estado lleva a KELSEN al estudio
miembros de la comunidad, así como la organización mínima de esa
lít'l concepto de órgano. KELSEN ofrece dos concepciones de órgano:
comunidad.
Imidico-formal y material. En la primera desde un punto de vista
La función jurisdiccional consiste en la aplicación de la ley al caso
iliiiiimico, el ordenamiento estatal es creado en todos sus grados por
concreto. Si la ley contempla un supuesto abstracto, la jurisdicción se
l'ii'.'ionas cuya función normativa se define por ese mismo ordena-
enfrenta con los casos concretos cuya solución se le pide.
Hiiriito jurídico. Órgano del Estado, en el sentido de instrumento de
La función ejecutiva se desglosa en la ejecución material y la
Mi'iición del ordenamiento jurídico, es el que produce la norma de
ejecución jurídica. La diferencia entre ambas es puesta de relieve por
1 iiii|;ii inferior en las condiciones establecidas por la norma de rango
el autor, que nos ocupa, a través de dos ejemplos. El primer ejemplo
iii|iiTÍor. Es así órgano del Estado incluso la parte en un negocio
1111111 ico. El concepto puro de órgano, desde el punto de vista dinámico,
33 ZANOBINI, Corso I, 1954, 10 ss. E n el mismo sentido en España, COBO DEL I '•.\liende a todos los que forman parte integrante del Estado. En
ROSAL, RGLJ212, 1962, 230.; OCTAVIO DE TOLEDO, La prevaricación, 1980, 111111) i o, el concepto estático de órgano sefija en el acto coactivo: órgano
151; GARCÍA ARAN, La prevaricación, 1991, 35 s.
S"* GARRIDO FALLA, NEJX, 1960, 515 ss. Este autor, sin embargo, destaca que si •h || l'lstado es quien verifica un acto del Estado. La concepción jurídico
bien el análisis de las funciones del Estado es un problema distinto al que plantea nml i'i'ial de órgano se basa, por el contrario, en una especificación del
la llamada doctrina de la separación de poderes, el examen de la literatura sobre I lili lar del órgano, del individuo que desempeña el oficio. En este
la materia demuestra las constantes confusiones que se producen. El origen de tal
i ni ¡(lo, será necesario que se establezca u n a relación más intensa,
confusión, continúa el autor, tiene su causa en que quienes definen la teoría de la
división de poderes, que es una teoría eminentemente política y que responde a una
fundamentación de tal naturaleza, intentan darle una base racional, haciendo
i I l.íioría del órgano es una teoría de KELSEN, Teoría general, 15°, 1979, 352 ss.,
coincidir el contenido de los conceptos «poder» y «función».; RAP, 1994, 7 ss.
.'II la actualidad ha sido defendida por VALEIJE, La corrupción, 1995, 58 ss.
130 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 13:1

segura, entre él y el Estado: el desempeño de u n a función p-arn el para conseguir actividades públicas y no privadas, dirigidas al bien
Estado. Así pues, del más amplio significado de órgano se desprende común y desde dentro de un órgano oficial, estatal, provincial o corpora-
otro más restringido: aquellas personas que de u n a forma expresa y tivo de igual condición pública...» STS 23-4-1973 (A 1772); «..habiéndose
más importante que otras desempeñen las funciones del órgano del de entender por función pública la que se desenvuelve por el Estado o
Estado y sus funciones son contempladas con u n valor especial. Corporaciones públicas en beneficio de la Comunidad y en cumplimiento
Mediante el recurso al concepto jurídico material de órgano, KELSEN de los fines que le están atribuidos....» STS 20-1-1978 (A 81).
designa como órgano del Estado a aquel individuo cuya acción es Las funciones que h a n sido consideradas principalmente como
considerada como acto del Estado, cuyas acciones son imputadas al públicas por la jurisprudencia son: las culturales, las de Hacienda o
Estado. Desde esta perspectiva el concepto de órgano tiende a la l'omento de las actividades económicas, las de Seguridad e Higiene, las i
cualificación personal de quien ejerce una función orgánica, es decir, (le Enseñanza, la Justicia, las Comunicaciones, la Agricultura y
no basta que realice una determinada función, sino más bien se exige Abastecimientos, la Vivienda, la Política, etc''"''.
una cualificación específica del titular, un hombre convertido en Como características fundamentales del concepto de función públi-
órgano. Por tanto, la diferencia entre los ciudadanos (que también ca el TS destaca dos: en primer lugar debe tratarse de una actividad
realizan actos estatales, desde el momento que se comportan de i|ue persiga fines colectivos de carácter general"''*, y en segundo lugar
acuerdo a las leyes, razón por la cual en un sentido formal pueden ser dicha actividad debe venir realizándose por órganos públicos. Así
considerados órganos jurídicos y estatales) y los funcionarios es la cechaza la condición de funcionario público del empleado de tabacale-
misma que media entre la conducta jurídica en general y los actos ra, al no poderse considerar que realiza u n a función pública porque
estatales o administrativos en sentido estricto. Desde el punto de vista Tabacalera es una sociedad meixantil anónima SSTS 13-3-1992 (A
jurídico, estos últimos actos no quedan suficientemente caracteriza- 2087) y 15-12-1992 (A 10223); y tampoco, por el mismo motivo,
dos diciendo que son el contenido de u n a conducta jurídica o de una considera funcionario público a los vigilantes jurados de seguridad
conducta debida. Son más que eso, su cualidad de actos estatales, no privada SSTS 6-5-1992 (A 4313) y 7-4-1993 (3048)).
deriva solamente de su posición en el sistema, los hombres que los Estas características ya fueron puestas de manifiesto por DEL
establecen no son órganos del Estado porque realizan funciones 'l'ORO^".
públicas, sino a la inversa, dichos actos son estatales porque los El autor citado interpretaba del siguiente modo la jurisprudencia del
hombres que los realizan son objeto de u n a especial cualificación 'l'ribunal Supremo: «El TS, al examinar el alcance de la función pública
jurídica, porque son órganos del Estado en un sentido material. Desde ion arreglo al art. 119, h a destacado primero la precisión de investigar,
este punto de vista los órganos del Estado que realizan actos estatales I efectos penales, las finalidades de los actos que deban considerarse
reciben el nombre de funcionarios públicos»'^''. 1 oiistitutivos de la mencionada función. Dichas finalidades han de ser
¡líiblicas —sentencias de 26 de junio de 1962,2 de noviembre de 1965—
a.5. Postura jurisprudencial '•íilo es, proyectadas al bien común o interés general —sentencia de 19
iliMnayo de 1964—al interés colectivo—sentencias de 21 de mayo 1949,
Como quinto criterio conviene señalar el seguido por la Jurispru-
dencia, que sigue, sistematiza y desarrolla u n sector doctrinal que
arranca de DEL TORO'". SSTS 5-5-1972 (A 2035); 28-2-1974 (A 885); 13-12-1985 (A 6256); 17-11-1987 {A
La jurisprudencia entiende que la función pública: «se determinará 8531); 25-4-1988 (A 2864); 15-2-1990 (A 1934); 7-2-1990 (A 1287); 23-2-1990 (A
por el interés servido, por la tendencia y finalidad de los actos realizados 2096); 3-5-1990(A3672); 12-6-1990(A5276); 19-12-1990(A9567); 5-2-1991 (A758);
26-2-1991 (A 1547); 4-4-1991 (A 2571); 19-6-1991 (A 4752); 13-3-1992 (A 2087); 6-
5-1992 (A 4313); 8-5-1992 (A 3770); 14-5-1992 (A 4028); 16-5-1992 (A 4318); 30-9-
1992 (A 7409); 31-10-1992 (A 8632); 4-12-1992 (A 10004); 15-12-1992 (A 10223); 8-
3^^ KELSEN, Teoría general, 15", 1979, 353 ss.; SANTAMARÍA PASTOR, Revislti : M 9 9 3 (A 939); 7-4-1993 (A 3048); 25-5-1993 (A 5080); 22-9-1993 (A 6857); 1-10-
española de Derecho administrativo 40/41, 1984, 43 ss.; VALEIJE ÁLVAREZ, IM 1993 (A 3048);19-2-1994 (A 1231); 9-3-1994 (A 1840); 7-7-1994 (A 5880).
corrupción, 1995, 58 ss. A.sí por ej., 15-2-1990 (A 1934); 30-9-1992 (A 7409); 22-9-1993 (A 6857);
3' DEL TORO, Comeratorios//, 1972, 732 ss. , _ ; , . , , I)EL TORO MARZAL, ComereíaWos//, 1972, 732 ss ... , ...
•fl1

132 INÉS OLAIZOLA NOGALES BL DELITO DE COHECHO 133

23 de diciembre de 1967— o social —sentencia de 2 de mayo de 1965. Tal lia y por la jurisprudencia, creo que el más conveniente por completo
clase de intereses pueden satisfacerse directamente por órganos estata- y preciso es el último de los citados, esto es, el que considera la función
les como la administración central, la provincia o el municipio — pública como la actividad que contiene un triple elemento.
sentencias de 26 de junio de 1962,7 de mayo de 1963,3 de julio de 1963— No considero del todo convincente la crítica que realiza VALEIJE*^
; por corporaciones públicas —sentencia de 19 de junio de 1954—; por a estos criterios, sobre todo porque creo que con la teoría de KELSEN,
servicios oficiales intervenidos, organizados —sentencia de 1 de julio de; (|ue es con la que ella se muestra conforme, se llega a los mismos
1964— o regulados —sentencia de 22 de septiembre de 1961—, por el resultados prácticos. Según la teoría de KELSEN, para saber qué es
Estado; por institutos o servicios nacionales paraestatales —sentencias U\ función pública habrá que delimitar previamente quién es funcio-
de 17 de mayo de 1945,12 de diciembre de 1952,28 de enero de 1955,24 nario público, porque los actos que él denomina «actos estatales» son I
de junio de 1964—, o por sindicatos o hermandades —sentencias de 12 I inputables al Estado, y por tanto constituyen función pública, cuando
de junio de 1947, 20 de diciembre de 1955, 28 de octubre 1958, 10 de ::ean realizados por personas que ostentan u n a determinada cualiíi-
diciembre de 1960—. Los fines debidamente enunciados se persiguen a ración jurídica. Sin embargo se puede cuestionar si cualquier activi-
través de órganos, igualmente reglados y que para ello realizan funcio- ilad realizada por un funcionario será función pública, porque si no lo
nes. De tal modo, no parece concebible que exista una función pública no I '.s habrá que volver de nuevo a plantearse qué es función pública y qué
reclamada por el órgano estatal, pero ello no obliga a pensar que todas no lo es, y habremos vuelto al inicio de la discusión.
las funciones de los organismos estatales sean públicas a los efectos VALEIJE fundamenta las críticas que realiza a los criterios
penales, por lo que si en algún caso un servicio organizado por el Estado iiportados por la doctrina en el carácter coyuntural e ideológico de los
realiza actividades dirigidas a intereses o bienes particulares no pueden mismos. Así, refiriéndose al criterio que identifica la función pública
estimarse como públicas». lii virtud de los fines colectivos o sociales perseguidos por la actividad
Como conclusión, DEL TORO opina que para determinar si una I ipl na la autora que se t r a t a de un criterio inválido porque el contenido
determinada actividad constituye o no función pública, será preciso lii' las funciones públicas varía en el tiempo y en los diferentes países,
delimitar primero la calidad del interés atendido por la función - II '¡;ún la opinión pública y los objetivos del partido político en el poder.
general o colectivo— y luego la condición oficial del órgano que I'nr ello, este criterio impediría la construcción de un concepto ahistórico
desempeña la función. V estable de función pública'*''.
Siguiendo la línea marcada por DEL TORO, una serie de autores No estoy de acuerdo con la crítica que realiza la autora. Es posible,
defienden un concepto mixto de función pública formado por tres i|ii(> el concepto a que se llegue con este criterio no sea ahistórico, pero
elementos: a) elemento subjetivo: función pública es lallevada a cabo por no veolanegatividadde tal consecuencia, y tampoco creo que ello sea
un ente público; b) elemento objetivo: función pública es la realizadii iiiioherente con la rigidez y taxatividad que deben observar los
mediante actos sometidos al Derecho público; y c) elemento teleológico; III (•supuestos penales. Personalmente creo que la línea del concepto
función pública es aquélla en la que se persiguen fines públicos. El tercer <\'' (unción pública es la que debe ser general, pero el contenido
elemento sería el esencial, en el sentido de que su ausencia privaría dol ' 'iiicreto de la función pública podrá variar y eso no lesiona la
carácter público a la función y en consecuencia al funcionario'*^. 1.1 Natividad (que, por cierto, siempre es relativa).
La Administración pública, desde el Estado absoluto hasta el
a.6. Toma de postura iiiiial Estado de bienestar, pasando por el Estado liberal, ha ido
I'«.'OÍ IIdonando e interviniendo cada vez más en la sociedad.
No es fácil delimitar el concepto de función pública; por ello, sin I'lllo lleva, lógicamente, a que las personas que integran la Admi-
considerar rechazable ninguno de los criterios aportados por la doctii iM'il ración hayan ido aumentando y diversificando su actividad, y que

VIVES ANTÓN, ¿ a deíención, 1977, 51 ss.; PORTILLA CONTRERAS.EÍtóííoí/i'


prací/ca, 1990,151ss.;DÍAZYGARCÍAC0NLLED0,í;jñ/, 1995,711; OLAIZOI-A VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 58 ss
NOGALES, Delitos contra la Administración pública, 1997, 77 ss. VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 58 ss
innuiiüniiiimüimünimiiiHUííi' "'TMUí:

INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 135


134
lo que probablemente en el siglo XIX no se considerase función actividad debe regularse por el Derecho público; no es preciso que la
pública, porque ni siquiera el Estado se plantease la actividad, hoy sea relación contractual entre el sujeto que desarrolla la actividad y el
u n a actividad constante dentro de la Administración. ente público esté sujeta a Derecho administrativo, sino la actividad en
La propia sociedad demanda cada vez una mayor intervención de HÍ misma. Ahora bien, teniendo en cuenta que el criterio esencial es el
la Administración para satisfacer sus necesidades. teleológico, porque, si el fin fundamental de la Administración y de los
: El que el concepto de función pública varíe a medida que avanza la funcionarios que la integran, es el correcto servicio que deben prestar
sociedad y ésta tiene nuevas necesidades no es incoherente con la ;i los ciudadanos, lo que convierte un acto realizado por im funcionario
rigidez y taxatividad penal, es lo que ocurre con la mayoría de los o.a relevante y público es que dicho acto tienda a satisfacer las
conceptos penales, lo contrario supondría interpretar siempre el CP necesidades generales, tienda a un fin colectivo.
desde la perspectiva histórica.
El hecho de que con el criterio teleológico la noción de función h. Relación entre el funcionario y la función pública ^ '
pública cambie y evolucione puede llevar a que dicho concepto no sea
ahistórico, pero no a que sea inestable. En cada momento histórico l).l. Discusión respecto al concepto de «participación del ejercicio de las
habrá que analizar cuáles son las necesidades generales, los fines funciones públicas»
colectivos que la sociedad reclama de la Administración que cumpla. El art. 24,2 CP considera funcionario público a «quien por disposi-
No creo que ello varíe según qué partido ostente el poder, no se trata nón inmediata de Ley, por nombramiento de autoridad competente o
tanto de u n a cuestión ideológica, como de u n a cuestión de mentalidad por elección participe del ejercicio de las funciones públicas».
social general. En un Estado social y democrático de Derecho como el La cuestión es qué tipo de relación ha de existir entre el sujeto y la
nuestro, existen objetivos sociales básicos que se deben cubrir, como Administración para poder afirmar que el primero participa en el
la sanidad (se podrá privatizar su gestión lo cual no eliminará el ijercicio de funciones públicas y es por tanto funcionario a efectos
carácter de función pública de la actividad, pero no su propiedad pi'iiales.
pública), la justicia, la educación, etc., por lo que siempre se manten- Se pueden diferenciar tres posturas respecto al contenido o signi-
drá un concepto general de función pública, variando a lo largo del licado de «participación en la función pública», posturas que delimitan
tiempo únicamente su contenido específico. i'KÍe contenido a partir de otro concepto el de «ejercicio del cargo».
Dichos objetivos vienen marcados por la propia Constitución. 1. En primer lugar la postura de aquéllos que consideran sinóni-
Es verdad, y en eso estoy de acuerdo con VALEIJE'*'*, en que este iiiiis el ejercicio del cargo y la participación en la función publica.
criterio por sí sólo es incapaz de delimitar el concepto de funcionario, Destaca como defensor de esta postura QUERALT*', para quien
porque muchos de esos fines colectivos son perseguidos por el Estado I Irfcer el cargo y participar en el ejercicio de las funciones públicas es
con la colaboración de los ciudadanos, lo que hace imposible distinguir lii mismo a efectos penales por dos razones:
al particular del funcionario. .•i) En primer lugar por u n a pura cuestión terminológica, pues,
Por ello creo que es fundamental matizar o restringir este criterio >'¡;iineste autor, «la coloquialidad de las expresiones del Código penal
con los otros dos que aporta el último sector doctrinal que he citado*'', "I I i'.ste contexto no permite efectuar preciosismos dialécticos con su
y que exige, al lado de este requisito teleológico, otros dos requisitos, t'-i iiiinología». ' ;
como son, el criterio subjetivo: la actividad debe desarrollarse por un I I) En segundo lugar alude QUERALT a la ratio de la ley penal,
ente público, para evitar que se considere función pública cualquier " i'im la cual «no parece convincente el limitar la consideración de
actividad que satisfaga los intereses generales, y el objetivo: la liHiciímario público a efectos penales únicamente a quien lo es desde
II I MI lito de vista de otros sectores de Derecho público, máxime si se
VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 58 ss.
VIVES ANTÓN, La detención, 1977, 51 ss.; PORTILLA CONTRERAS, El delito de
práctica, 1990,151ss.;DÍAZYGARCÍAC0NLLED0,fiJñ/, 1995,711;OLAIZ01,A
'..MlIíRALT JIMÉNEZ, CPC27, 1985, [ss.;PE, 2', 1987, 605 ss.
NOGALES, Delitos contra la Administración pública, 1997, 79 s.

Í..LL.
136 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 137

tiene en cuenta la polémica que en torno a tal concepto se respira en pública. No todos los delitos que se cometen con ocasión de la función
Derecho administrativo. Por ello, junto a los que desempeñan funcio- pública se encuentran en el título VII, lo que, —termina COBO—,
nes públicas en el sentido del Derecho público, el CP incluye otros afirma más la impropiedad de la rúbrica y de la eficacia de la
individuos en la categoría de funcionarios, por vía del título de participación del ejercicio de funciones públicas siempre que el orde-
incorporación, los cuales de otro modo, no lo serían. Todo ello, concluye namiento penal trata del «funcionario».
el autor, permite la equiparación terminológica aquí sostenida»*''. 3. Estas consideraciones de COBO h a n sido minuciosamente
2. En segundo lugar la postura representada fundamentalmente contestadas por OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO«, representante
por COBO DEL ROSAL*^. Este autor entiende que se h a de evitar el de la tercera postura respecto al signiíicado y alcance de la «participa-
uso indistinto de participación del ejercicio de la función pública y ción en el ejercicio de las funciones públicas». Según este autor, existe
ejercicio del cargo, ya que se puede participar en la función pública sin un pequeño vicio de planteamiento en la argumentación de COBO que
ejercer y sin tener un cargo. oscurece todo el desarrollo posterior. El planteamiento de que el
Esta afirmación, que me parece más correcta, como luego se verá, ejercicio del cargo supone precisamente la participación del ejercicio
resulta contradicha por el propio autor al aíirmar que la rúbrica del en la función pública es engañoso, porque ejercer el cargo supone más
título VII del CP, (scil. CP 1944/1973) «de los delitos de los funciona- que participar del ejercicio de la función pública, implica continuar
\W
rios en el ejercicio de sus cargos», resulta redundante y repetitiva por ejerciendo dicha función; por ello el inicial planteamiento no se puede
dos motivos: invertir, es decir, la participación en el ejercicio de la función pública
a) En primer lugar por considerar que el CP no es consecuente con no implica el ejercicio del cargo.
sus propios conceptos, los cuales quedan deformados dentro de su OCTAVIO DE TOLEDO expone su postura de la siguiente mane-
propia arquitectura. El autor lo expresa de la siguiente manera: «Es ra: «El legislador persigue un propósito concreto al introducir la
indudable que el ejercicio del cargo supone precisamente la participa- puntualización de que las conductas han de realizarse ejerciendo el
ción del ejercicio de la función pública. Por tanto, siempre que se cite cargo. AI legislador no le interesa agrupar en este título todos los
en el CP el término funcionario público es porque se participa del delitos de los empleados públicos (de los que desempeñan un cargo
ejercicio de la función, del cargo público. En consecuencia carece de público), sino únicamente aquéllos que son cometidos por éstos preci-
sentido decir "en el ejercicio de sus cargos", porque es justamente lo samente cuando ejercen el cargo y no en otras ocasiones en las que un
que le da rango de funcionario público, ya que fuera del mismo se empleado público (del que se puede predicar tal cualidad porque
carece de dicho carácter. Si el CP hubiera sido coherente, le habría desempeña un cargo público) realiza acciones consideradas delictivas,
bastado con decir en el título VII del libro II del CP "De los delitos de (úera del ejercicio del cargo que desempeña, o bien, realizándolas
los funcionarios públicos", evitando u n a inútil repetición». dentro del mismo, cuando con ellas conculca no sólo la función pública,
b) En segundo lugar, COBO estima que el legislador habría tenido sino además, otro bien jurídico que se considere prevalente a efectos
que agrupar bajo esa rúbrica todos aquellos delitos en los que el sujeto lie sistematización. Está claro que con muchas de las conductas
activo es funcionario público y, en consecuencia, todos aquellos delitos situadas dentro del título VII no se ataca tan sólo a la función pública,
que se cometen en la participación del ejercicio de la función pública. sino también a otros bienes jurídicos, pero el legislador estima
Lo que no puede decirse y así lo afirma el autor es que los tipos |)revalente en estos casos a efectos de sistematización el primero
previstos en el título VII sean los únicos que recogen esta nota de respecto a los segundos»*^".
especialidad, por cuanto siempre que se hable en el CP de funcionario Por tanto, según OCTAVIO DE TOLEDO, la fórmula «en el
público habrá que tener en cuenta la definición del párrafo 3° del art. (ijercicio del cargo» debe ser interpretada en sentido penal, en sentido
119 del CP, esto es, la participación en el ejercicio de la función amplio. Al legislador le interesa agrupar las conductas de los funcio-

QUERALTJIMÉNEZ, CPC27, 1985, 484. . >_ .__ , ._


COBO DEL ROSAL, RGLJ212, 1962, 254 ss.; POLAINO NAVARRETE, PE IV, OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIBTO, La prevaricación, 1980, 136 ss.
OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 137 s.
1994, 241 ss.
¡|[IMi[!üll!!Ii!!![ll|il":

138 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 139

narios públicos (funcionarios en sentido penal) que, atentando contra a) El sujeto activo es funcionario público en sentido penal. ! ,': • !
la función pública, se llevan a cabo precisamente por realizar esa b) El objeto de protección es la función pública.
participación en el ejercicio de tal función; no le interesan ni las que, c) La acción delictiva se realiza precisamente cuando tal sujeto
atacando dicho bien jurídico, se realizan fuera de esa actividad (por iictivo está participando del ejercicio de funciones públicas.
ejemplo las de los particulares que ni siquiera participan en el
ejercicio de la función pública), ni las que realizadas dentro de esa
I),'2. Toma de postura
actividad atacan además del bien jurídico señalado otro considerado
prevalente, lo que motiva su ubicación en otros lugares del CP, ni Considero la postura defendida por OCTAVIO DE TOLEDO la
mucho menos las que realizadas por quienes tienen la cualidad de iii.-is adecuada. Efectivamente creo que al legislador no le interesa
funcionarios públicos, no atacan el bien jurídico motivo de la agrupa- 111 nto recoger en el título VII los delitos cometido por los funcionarios
ción (las conductas de los funcionarios públicos cuando actúan fuera (iiiblicos, sino los delitos que dichos funcionarios públicos (sujetos que
de su esfera profesional). lili virtud de ley, nombramiento o elección participan en el ejercicio de
El ejercicio del cargo, por tanto, continúa OCTAVIO DE TOLEDO, (unciones públicas) cometen cuando precisamente está ejerciendo
no debe ser tomado en sentido estricto o técnico, sino con un carácter 11 i clia función. No basta, por tanto para que un sujeto cometa un delito
ampliatorio. Ello supone abarcar la mera participación en el ejercicio i|i' los tipificados en el título VII que sea funcionario público, (que
de la función pública. En este sentido la rúbrica desglosada diría lo |iiirticipe en el ejercicio de las funciones públicas en virtud de dispo-
siguiente: «De los delitos de los que participan del ejercicio de funcio- itirión inmediata de ley, elección o nombramiento), sino que realice la
nes públicas, en la participación de dichas funciones». Bajo este i'iiiiducta como funcionario público, esto es en el ejercicio de su cargo
prisma no se excluirán de la agrupación aquellas conductas de los Irle trata de conductas que perturban bienes jurídicos directamente
particulares que, participando del ejercicio de funciones públicas i'i'lacionados con tal ejercicio). Desde esta perspectiva estoy de acuer-
(siendo funcionarios a efectos penales) no ejercen cargo alguno, do (!on OCTAVIO DE TOLEDO cuando dice que la fórmula «en el
entendiendo este término en su acepción administrativa. i'li'i'cicio del cargo» debe ser entendida en sentido amplio y no en
En suma, concluye este autor, «estamos ante u n título que recoge ii'iit.ido estricto administrativo, porque, además, no tendría sentido
, los delitos contra la función pública cometidos por aquéllos que • |ui' Ke entendiera el concepto de funcionario público a efectos penales
pueden atacarla desde dentro (quienes participan de su ejercicio), i'nino un concepto más amplio que el concepto administrativo, como
precisamente cuando actúan desde el interior (cuando realizan esa luego se verá, y se limitase la posibilidad de cometer los delitos del
participación). No estamos ante todos los delitos cometidos por los I It ido VII CP 1944/1973 (traspasable al título XIX CP 1995) a los que
funcionarios públicos, tampoco ante todos los delitos que atacan la '<|( rcieran un cargo en sentido administrativo, ya que ello llevaría a
función pública, ni ante los delitos que no atacan dicho bien jurídico (iii' sólo los funcionarios en sentido administrativo, es decir aquellos
aunque el sujeto activo reúna la condición de funcionario público a i'H (ejercen un cargo estricto, puediesen ser autores de los delitos
efectos penales, precisamente porque no es actuando en dicha cuali- ll|iilicados en eltítulo VIL Aceptando por tanto el concepto amplio de
dad cuando los comete; ni tampoco por último, ante delitos que iir|;i), ello no supone que la rúbrica sea repetitiva, sino que el
atacando tal valor son cometidos por quienes ni siquiera participan I ;lador sancionará sólo aquellas conductas delictivas cometidas
del ejercicio de funciones públicas (no son funcionarios públicos a l"H limcionarios públicos cuando la realicen en el ejercicio de su
efectos penales, sino llanamente particulares)»'''^ lulu'iriii, porque además sólo en estos casos se atenta contra el bien
Por todo ello, según OCTAVIO DE TOLEDO los tipos que confor- imidico protegido en este título, servicio correcto que conforme a los
man el título VII del libro II del CP reúnen tres características |ii iiicipios de legalidad, objetividad e imparcialidad que la Adminis-
comunes: luu'ioa a través de los funcionarios presta a los ciudadanos. En este
mdutido, por tanto, sí que se puede considerar sinónimo el ejercicio del
»t)i'i;o y la participación en la función, entendiendo cargo en sentido
" OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 137 s. •iMiplio y no en sentido administrativo estricto.

I
140 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 141
b.3. Peculiaridades del delito de cohecho .: i,: : Novado a cabo por un particular venga recogida en el mismo capítulo
en el que se tipifica la conducta que conforma el delito de cohecho
Si se sigue esta interpretación que OCTAVIO DE TOLEDO^^ hacía piísivo^''.
de la rúbrica del título Vil CP 1944/1973, conviene señalar tres
b) En segundo lugar, la primera característica que OCTAVIO DE
peculiaridades respecto al delito de cohecho del CP 1995, pero que ya T( )LEDO exige en todos los delitos que conforman el título XIX CP
se producían con el CP anterior. 1995 (título VII CP de 1944), se quiebra también en el art. 422 CP^»,
a) En primer lugar, el art. 423 CP'"''^ señala como autor del delito a i|(ie permite que la conducta que conforma el delito de cohecho pasivo
los particulares, no cumpliéndose la primera de las características ir lleve a cabo por sujetos que no reúnen la condición de funcionarios
señaladas por OCTAVIO DE TOLEDO. El propio autor indica: «una |iiil)Iicos''^^ En este caso se refuerza sin embargo la idea que destacaba
rígida lógica en la sistematización llevaría a la conclusión de que i'.sLc autor al decir que lo que realmente le interesaba al legislador no
habría que castigar por separado y con independencia la conducta de i'i.i tanto los delitos cometidos por los funcionarios públicos, sino las
los particulares y las de los funcionarios. Pero ello comportaría de niiiductas delictivas que éstos realizaban al participar en el ejercicio
inmediato la cuestión de en qué lugar del código mejor que en éste se 1 li • la función pública. Conforme a esta idea, el legislador incluye como
situaría el cohecho activo»'*. Por su parte, RODRÍGUEZ DEVESA/ III is ¡bles autores del delito de cohecho a determinados sujetos que, sin
SERRANO GÓMEZ afirman que son razones prácticas las que pare- IIT funcionarios públicos, por no cumplir el primer requisito estable-
cen aconsejar que se recojan ambas clases de cohecho en u n mismo rido en el art. 24,2 CP, esto es, el título de incorporación, sí que
capítulo'''''. ('limpien el segundo, la participación en el ejercicio de las funciones
. Además de las razones aducidas por estos autores, creo que se publicas.
puede añadir otra referente al bien jurídico protegido. Como ya se ha
iSe t r a t a de sujetos que van a participar en el ejercicio de las
visto, soy partidaria de entender u n único bien jurídico protegido
íuiiciones públicas repetidamente debido al trabajo que desempeñan
común al delito de cohecho activo y pasivo"^'', el correcto servicio que la
'rxcopción hecha de «los hombres buenos» a que hacía referencia el
Administración, conforme a los principios de objetividad, imparciali-
dad y legalidad, debe prestar a los ciudadanos. Si bien existe un mayor
peligro o un peligro más cercano para el bien jurídico cuando es el liespecto a por qué no trata estas conductas como formas de participación, vid.
funcionario quien toma la iniciativa que cuando es el particular, dado capítulo II, sección segunda. I, B, 1, a.
Art. 422 CP: «Lo dispuesto en los artículos precedentes será también aplicable a los
que es el funcionario el que puede desde un punto de vista funcional jui-ados, arbitros, peritos, o cualesquiera personas que participen en el ejercicio de
atentar contra el bien jurídico, también la conducta del particular lina función pública»
resulta peligrosa para ese mismo bien jurídico, ya que el particular COBO DEL ROSAL, RGLJ 212, 1962, 250, opina que el legislador en estos
con su conducta «induce» o «coopera» en la afectación de ese bien :;ii|)uestos extiende todavía más el amplísimo concepto de funcionario público del
piirr. 3° del art. 119 CP, incluso a aquellos casos en los que no se constata la
jurídico. Por tanto, y dado que el CP agrupa las conductas delictivas, existencia de un título, con lo cual se quebranta la armonía que debe reinar entre
normalmente en virtud del bien jurídico lesionado o puesto en peligro 1 'I concepto de la Parte General y los tipos concretos de la Parte Especial. Con lo cual
es lógico que la conducta que conforma el delito de cohecho activo lilla a primer plano, una vez más, la importancia de la «mera participación en el
ijcrcicio de la función pública», puesto que sólo en virtud de ella el legislador trata
1111¡ tariamente, en más de una ocasión, a «particulares» y a funcionarios. No creo sin
i-iiil)argo, que la ley en estos casos amplíe el concepto de funcionario, sino más bien
52 OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación^ 1980, 137 ss. i(ii<! se trata de particulares que por su frecuente participación en el ejercicio de la
63 Art.423 CP: «1. Los que con d ádivas, presentes ofrecimientos o promesas corrompieren li 11 ición pública la ley prevé la misma pena que a los funcionarios. Pero precisamen-
o intentaren corromper a las autoridades o a los funcionarios públicos, serán Ir un regulación expresa independiente es la mejor prueba de que estos sujetos no
castigados con las mismas penas de prisión y multa que éstos./ 2, Los que atendieren iiim funcionarios, precisamente porque, aunque participen en el ejercicio de tales
las solicitudes de las autoridades o funcionarios públicos, serán castigados con la limciones, les falta el título de incorporación que es el otro requisito para ser
pena inferior en grado a la prevista en el apartado anterior» liuicionario público a efectos penales. No obstante, dada la importancia que en la
OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 147 ss. i'ri;iilación penal tiene la participación en el ejercicio de funciones públicas, es lógico
RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17°, 1994, 1034 ss. i|iir s<í haya equiparado a efectos de pena estos sujetos a los funcionarios públicos.
Vid. capítulo I, sección tercera. I, 4. Mili que ello les convierta, como opina COBO, en funcionarios públicos.
' i"i|imiiniHniiiinniinn

142 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 143

art. 388 CP 1944/1973, fruto de u n a terminología propia del siglo XIX, realizar una acción u omisión delictivas. No puede tratarse de un
y que desaparece en el art. 422 del actual CP). hecho injusto no constitutivo de delito, porque entonces no se podría
c) En tercer lugar conviene señalar los problemas que pueden diferenciar el nuevo delito de las otras formas (más graves que él) de
plantearse a raíz de la entrada en vigor del CP 1995, con el art. 425 en lohecho pasivo propio''*.
relación con el art. 426^°. La diferencia entre «acto no prohibido Todo indica, por tanto, si se quiere mantener una coherencia
legalmente» del art. 426 CP y «acto propio de su cargo», del art. 425 liistemática y valorativa entre las distintas figuras delictivas de
plantea problemas de muy difícil delimitación. Con el CP de 1944 i'dhecho pasivo del NCP, que habrá que revisar la interpretación
«acto no prohibido legalmente» recogido en el art. 390'^^ se venía II 'strictiva de «acto no prohibido legalmente» en el cohecho impropio.
interpretando como actos que el funcionario debía realizar en el Alu)ra bien, teniendo en cuenta que ello resulta indeseable, no sólo
ejercicio de su función y no cualquier acto, sino únicamente aquéllos (Ir.sde u n punto de vista políticocriminal, sino también desde el propio
que entraban dentro de la competencia del funcionario. Esta era una Mi'irtido de los delitos tipificados en este título, no se podrá ampliar la
interpretación acorde con la tercer a nota característica que OCTAVIO III l-erpretación para asumir en ella cualquier acto, sino únicamente los
DE TOLEDO otorgaba alos delitos tipificados en el título VII CP 1944/ lulos relacionados al menos relativamente relacionados con el trabajo
1973 (título XIX CP 1995), esto es, la acción delictiva se realiza I Id funcionario''''.
precisamente cuando el funcionario está participando en el ejercicia
de funciones públicas''^. r. Tílulos de incorporación
Sin embargo, con el CP 1995, si se interpreta de la misma forma
«acto no prohibido legalmente» como acto propio del cargo, no se A1 lado del requisito de participación en el ejercicio de las funciones
entiende muy bien por qué es menos grave admitir ya la dádiva o l'iililicas, el art. 24,2 CP exige que dicha participación se realice en
regalo (art. 426 CP) que admitir el ofrecimiento o promesa de ellos virUid de uno de los tres siguiente títulos: por disposición inmediata
(art. 425 CP). Cabría plantearse si en el nuevo delito (art. 425 CP) se lili Á'.y, por nombramiento de la autoridad competente o por elección.
recogen lo hechos no justos, pero ello no parece posible, porque a) no La doctrina dominante ve estos títulos tan necesarios como la
se trata de hechos constitutivos de delito, ya que el propio párrafo liiuiicipación en el ejercicio de la función pública para adquirir la
segundo del art. 425 CP se refiere a estos hechos constitutivos de delito I •iiidición de funcionario a efectos penales*'''.
sólo para el cohecho subsiguiente''-'^ y, b) además, no cabría de otro Ksto lleva, por un lado, a no considerar funcionarios públicos a los
modo distinguir el nuevo delito del de cohecho pasivo propio para ros colaboradores de la Administración, porque lo que hace básica-
itii'nlíí este colaborador es cumplimentar su deber, por ejemplo, de
'l.'iiunciar u n delito —art. 259 LECrim.— o ejercer un derecho, por
Art. 425, 1° NCP: «La autoridad o funcionario público que solicitare dádiva o
presente o admitiere ofrecimiento o promesa para realizar un acto propio de su
"Miiiplo el de detener a un delincuente in fraganti —art. 490,2"
cargo o como recompensa del ya realizado, incurrirá en la pena de multa del tanto
al triplo del valor de la dádiva y suspensión de empleo o cargo público por tiempo
de seis meses a tres años». 111AZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Auditoría Pública 6,1996,
Art. 426 NCP: «La autoridad o funcionario público que admitiere dádiva o regalo l!V, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, «El delito de cohecho y el delito de tráfico de
que le fueren ofrecidos en consideración a su función o para la consecución de un acto iulliiencias», (en prensa).
no prohibido legalmente, incurrirá en la pena de multa de tres a seis meses». lílAZ Y GARCÍA CONLLEDO, «El delito de cohecho y el delito de tráfico de
Art. 390 CP: «El funcionario público que admitiere dádiva o regalo que le fueren h111 llénelas», (en prensa). Respecto a la interpretación de estos preceptos, vid.
ofrecidos en consideración a su función o para la consecución de un acto no prohibido I iipitulo III, sección segunda, IV, C.
legalmente, será castigado con las penas de arresto mayor y multa del tanto al triplo AHÍ, .1. ÁLVAREZ CID/T. ÁLVAREZ CID, CPU, 1908,92 ss.; VIADA Y VILASECA,
del valor de la dádiva o regalo, sin que pueda ser inferior a 100.000 pesetas». I 7' //, 4", 1890, 532 ss.; CUELLO CALÓN, CP, 1930, 96 ss.; JIMÉNEZ DE ASÚA,
OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 143 ss. I 7\ 1934, 755 ss.; DEL TORO MARZAL, Comentarios II, 1972, 734.; QUERALT
Art. 425, 2° NCP: «En el caso de recompensa por el acto ya realizado, si éste fuera ilMlíNEZ, CPC 27, 1985, 485; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE,
constitutivo de delito se impondrá, además la pena de prisión de uno a tres años, ir. 1994, 1126; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995, 711; REBOLLO
multa de seis a diez meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por ', AlíGAS, La revelación, 1996, 86 ss.; OLAIZOLA NOGALES, Delitos contra la
tiempo de diez a quince años». \'liiiinistraciónpública, 1997, 78 sa. ••
MT

144 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 145


ü
LECrim—. Tales conductas, ajuicio de QUERALT, «si bien constitu• lio (lo esa calidad a efectos administrativos»™. No especifica COBO si
yen participación en funciones públicas, no integran per se la noción iiiiiiido habla de colaboradores de la Administración se refiere a
de funcionario a efectos penales. P a r a llegar a serlo es requisito ii|('tos, que sin ser funcionarios en sentido administrativo, sí que
indispensable estar habilitado para ejercer tal participación y estai' iiintm un contrato con la Administración, por ejemplo un contrato
en condiciones de poderse incorporar al puesto correspondiente»''^. 1111M >ral, porque en ese caso sí que serían funcionarios en sentido penal.
Por otro lado, tampoco se considerará funcionarios públicos a IOK I'ero el ciudadano que colabora con la Administración sin tener
sujetos nombrados en el art. 422 CP antes citados, porque les faltará iiin{!una vinculación con ella no puede ser considerado funcionario,
precisamente el título habilitador de la condición de funcionario líl admitir esta última postura supone u n a interpretación contra-
público''*^. 11,1 .il propio tenor del CP, que exige que la participación en la función
Frente a la postura de la doctrina dominante, COBO DEL RO- |iui)lica se produzca en virtud de disposición inmediata de la ley,
SAL^"', que después de admitir el título habilitador para adquirir la 111IIlibramiento o elección. En este punto conviene diferenciar la
condición de funcionario público, opina, sin embargo, posteriormente, 11'filiación española de la regulación italiana, conforme a la cual
que el mero hecho de participar en funciones públicas es causa I K|)i)ne sus razonamientos COBO y que expongo a continuación
bastante en el Derecho penal para que un sujeto sea considerado lii i'vcmente para que puedan verse las diferencias entre u n a y otra
funcionario público. Así como se ha visto más arriba, COBO afirma la 11'I',! i l a c i ó n .
condición de funcionario público a los sujetos mencionados en el art.
388 CP, así como a los meros colaboradores de la Administración: «El r 1. Regulación comparada ' '•
párrafo 3" del art. 119 no requiere una incorporación, sino la mera
participación en la función pública. Así por ejemplo, el colaborador de 1. La idea de considerar funcionario público a aquel sujeto que
la Administración sería funcionario público a efectos penales desde el |iMilicipa en la función pública ha sido expresamente recogida, sin
momento en que legalmente participa en la función pública, carecien- I'>: i|',i rningún otro requisito, por la legislación italiana. El art. 357 CPI
di lilie del siguiente modo el concepto de funcionario público; «A los
IIITLOS de la ley penal, son funcionarios públicos aquéllos que ejercen

QUERALT JIMÉNEZ, CPC 27, 1985, 485. Este autor argumenta además: «Si la
iiii:i función pública legislativa, judicial o administrativa». Como
mera participación en funciones públicas fuera el elemento desencadenador de lii 1(1 neo requisito se establece el ejercer una función pública, sin que sea
categoría de funcionario, podría resultar que, por ejemplo, hubiera de ser conside- |iicciso ninguna clase de título específico en virtud del cual se ejerza
rado funcionario el particular que repele una agresión en legítima defensa, pue.s dicha función.
obsérvese que el fundamento de la legítima defensa es doble: por u n lado, la defensii
de la propia persona y, por otro, el mantenimiento del orden jurídico. No cabe dudii Al lado del concepto de funcionario público, el CPI establece dos
que tal mantenimiento es una función eminentemente pública, con lo cual el 111 ('gorías más: el encargado de un servicio público y aquél que realiza
legítimo defensor, al estarla ejerciendo, devendría en funcionario público a efectos lili .servicio de necesidad pública.
penales». Quizás es un tanto exagerado el ejemplo que cita QUERALT, aunque con
su concepto de función pública como aquella actividad regulada por el Derecho
Kncargado de u n servicio público será aquel sujeto que lleva a cabo
público es perfectamente válido. Sin embargo, si se acoge el concepto de función iiK rícrvicio público. Conforme al art. 358 CPI es servicio público,
pública caracterizada por el triple elemento objetivo, subjetivo y teleológico, el n(|iu'lla actividad disciplinada en la misma forma que la función
supuesto defensor no sería en ningún caso funcionario público, al no cumplir el I •( 11 d i ca, pero caracterizada por la falta del poder típico de esta última
requisito subjetivo.
V Clin tixclusión de tareas de simple orden o meramente materiales».
Respecto de este tema es interesante el trabajo de VALEIJE ÁLVAREZ, CPC 62,
1997. La autora concluye (p. 498) que los sujetos nombrados en el art. 422 CP serán :\ I margen de los problemas que se plantean a la hora de diferenciar
aquellos sujetos que «desempeñan funciones públicas». Es decir, aquellos particu- • I (iincepto de función pública y de servicio público, que ahora no
lares que sin estar integrados en la organización burocrática del Estado desempe- liiliicsa analizar, lo importante es resaltar que tampoco para ser
ñan alguna actividad privada que goza de una especial eficacia reconocida por el
Derecho o que se ejercita haciendo uso de potestades que, en principio, sólo
corresponden a los poderes púbUcos.
COBO DEL ROSAL, ieGLJ'2i2, 1962, 231 ss. ('< mO DEL ROSAL, RGLJ 212, 1962, 237.
146 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 147

encargado de u n servicio público es preciso u n título concreto de c) está encargado de observar determinados objetivos de la Admi-
incorporación. nistración pública.
Por último, la regulación italiana distingue u n tercer grupo d(3 4. Encargado de un servicio público, quien sin ser funcionario está
personas, aquéllos que ejercen un servicio de necesidad pública. El i'specialmente obligado por un servicio público»''''^.
art. 359 CPI establece: «A los efectos de la ley penal, ejercen u n servicio Dentro de la categoría de «Amtstrager» que podría traducirse como
de necesidad pública: 1) El particular que ejerce u n a profesión forense litular de la función, se distinguen varios grupos de personas, de los
o sanitaria u otra profesión cuyo ejercicio estaría prohibido por la ley : i'uales el recogido en el número 2 a) del § 11 «Beamte» es el más
si no se tiene una especial habilitación estatal cuando el que lo realiza IKirecido a nuestro concepto de funcionario.
estaría obligado a ser útil al público. 2) El particular que no ejerciendo «Beamte» (§ 11,2 a) StGB), serán aquellos sujetos que según el
una función pública, ni prestando u n servicio público, lleva a cabo un I )('recho funcionarial h a n sido nombrados por una autoridad compe-
servicio declarado de necesidad pública por un acto de la Administra- li'iite para desempeñar una función. Se trata de una relación estable-
ción pública». , ;!,!:::;: í^i-r' elda por el Estado, mediante un acto formal, que constituye para el
Se divide este tercer grupo en dos subgrupos. El primero está , i'inpleado u n a relación de servicio, mientras que para el Estado se
mi icula como un deber de protección. Es obligatoria la entrega de un
constituido por aquéllos que ejercen profesiones cuyo ejercicio estaría j
iiiinibramiento que supone la correspondiente ejecución de un servi-
prohibido sin u n a especial habilitación estatal. Los ejemplos típicos |
cio, siendo indiferente si el empleo es vitalicio, revocable o a prueba.
serían los relativos a abogados, procuradores, médicos, enfermeras, ¡
Tampoco es relevante si la relación se establece respecto al Estado (o
veterinarios, farmacéuticos, etc.'^.
Moderación) o respecto a un Land (Estado o territorio federado), a un
La segunda categoría de personas que ejercen u n servicio doj
Ayuntamiento, Corporación, Institución o Fundación de Derecho
necesidad pública vendrá constituida por particulares que realizan i 74
un servicio declarado de necesidad pública por u n a acto de la Admi-: nniiiico
nistración. No es fácil diferenciar este grupo del de algunos encarga-
dos de u n servicio público. La mayoría de la doctrina italiana opina
que se habrá realizado un servicio público cuando el particular lo l'll concepto de funcionario venía recogido hasta 1974 en la parte especial del StGB,
ejerce en virtud de una concesión, y se considerará servicio di¡i¡ i'ii {'I capítulo dedicado a los delitos de los funcionarios públicos, en el S 359, cuyo
I i'iior literal era; <A los efectos de la ley penal son funcionarios todos los nacionales
necesidad pública cuando el particular lo ejerza en virtud de una
Hiir presten sei-vicio al Estado, inmediata o mediatamente, de por vida o sólo
autorización, porque con ella la Administración se limita a remover un imivisionalmente, independientemente de si juraron o no el cargo, incluyéndose
obstáculo p a r a que el particular lleve a cabo u n a actividad que en '•iilie ellos a los notarios, pero no a los abogados.» Este concepto de funcionario era
principio tendría carácter privado. Por ejemplo: servicio de comedor o niilar al previsto para el Derecho administrativo, donde lo característico era que
I desarrollara la función desde el punto de vista estrictamente profesional y que
de cafetería en u n a estación, en u n a universidad pública, etc.^^.
ni' defendiera o representara a la colectividad, independientemente de que se
2. Una regulación diferente, y en cierto modo intermedia entre law liiil.iran de intereses públicos o privados». Sobre este concepto anterior vid.
dos anteriores, es la establecida en el § 11 StGB, «En el sentido de In WKLZEL, Strafrecht, W, 1969, 535 ss. El § 11 StGB (ahora en la Parte General),
ley penal es; id I inducido por la reforma de 2 de marzo de 1974, establece algunas novedades. En
2. Amtstrager (Titular de la función pública), quien conforme al 11(1 números 2 y 4 define la categoría de «Amtstrager» (§ 11,2 StGB) y la del
Derecho alemán: . iM Hígado de un servicio público (§ 11,4 StGB).
II 1 imcepto de «Amtstrager» corresponde en lo esencial al concepto de funcionario
a) es Beamte (funcionario) o juez. ';•-:;,. • l'iililico recogido en el antiguo parágrafo 359 StGB. En cambio, la categoría de
b) se encuentra en una relación pública jurídico-oficial. Hiiji'liw «especialmente obligados a un servicio público» supone una ampliación que
lililí l.n 1974 no se incluía en el parágrafo 359. Vid. las diferencias, por ej., SAMSON/
lttl|)()l,PHI, Sif, 5°, 1988, § 11, nm. 7 s s .
Vid. por ejemplo, ANTOLISEI, Parte Speciale, 10", 1991, 284 ss. •iCil 11 ,VÁi, NJW1974, 831; SCHRODER, NJW1984, 510 ss.; TRONÓLE, LK, 10°,
Vid. por muchos, ANTOLISEI, Parte Speciale, 10», 1991, 284 ss.; PAGLIARO, I 'IHI, () I 1 _ nm. 18 ss.;WELP,Fs-Lac^ner, 1987, 761 ss.; SAMSON/RUDOLPHI, SíT,
Principi, 5", 1991, 16 ss.; SEGRETO/DE LUGA, / delitti, 1991, 50 ss.; CRESI'I/ ' 11 IMS, !} 11, nm. 12 ss.; MAURACH/SCHRÓDER/MAIWALD, BT, 7°, 1991, 181
ZUCCALÁ/STELLA, Commentario, 2% 1992, 664 ss. ;l( 1 |()NKE/SCHRODER/ESER,StGB, 25", 1997, § 11, nm. 17 ss.;
148 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 149

Junto a los «Beamte», el número 2 a) del § 11 StGB hace referencia virtud de un título de incorporación determinado, y en este sentido es
expresa a los jueces. Los jueces pertenecen conceptualmente al grupo mas estricta que las otras dos regulaciones estudiadas. Esto no me
de funcionarios «Beamte», pero vienen expresamente recogidos en el li.ircce negativo en exceso, puesto que como se verá los títulos de
precepto. Se incluyen tanto los jueces de profesión, que serán aquellas inrorporación son bastante amplios, por lo que la diferencia con la
personas que conforme a un nombramiento pertenecen a la judicatu- M|Mi'ación alemana e italiana no es tan grande como a primera vista
ra, así como los jueces honoríficos que realizan por razón de u n a ley o piidiora parecer. Desde mi punto de vista, la razón fundamental para
bajo determinados supuestos legales una actividad judicial sin suel- I a;il.igar o p a r a castigar más severamente u n a conducta cometida por
do''5. lili lúncionario o para convertir en delito la conducta que realiza un
Los sujetos que se encuentran en una relación pública jurídico- ((articular por dirigirse contra un funcionario, debe buscarse en que
oñcial, recogidos en el § 11, 2 b) StGB, serán aquéllos que ostentan '•I fiiiicionario realiza actividades destinadas a servir a los intereses
puestos de confianza, sin ser en puridad su relación con la Adminis- ' II|(H;I,ÍVOS, alos intereses generales de la sociedad. Sin embargo, elCP
tración u n a relación funcionariaF^. Aquí se incluyen los ministros del ni i'xigir que esa participación en las funciones públicas se realice en
gobierno central y federal, los miembros de la Secretaría de Estado, wlrliid de unos títulos de incorporación quiere proteger el correcto
etc.". iijiaricio de esas funciones por parte de sujetos que de alguna manera
El tercer grupo lo conforman los sujetos que realizan actividades Mil encuentran ligados a la Administración. Ello, desde mi punto de
que sirven a los objetivos de la Administración pública. A diferencia lílwlu, no es incorrecto, porque lo contrario supone una ampliación
(•KcnHÍva de la protección penal, siempre y cuando esos títulos de
del grupo recogido en el número 2 a) del § 11 StGB en el que la
Hii'(ii'|:)oración sean lo suficientemente amplios (como creo que lo son),
propiedad funcionarial no tiene u n a especial vinculación con el tipo do
jiiua (jLie se pueda seguir defendiendo que la diferencia entre el
actividad que de la relación se desprenda, en este caso lo relevante es
I lit|i'clio penal y el Derecho administrativo, es que el primero funda-
el deber que emana del puesto concreto''^.
míenla su protección en el correcto desarrollo de esas funciones
En el número 4 del § 11 StGB se recoge otro grupo de personas,
• iMii-as, necesarias para el libre desarrollo de la sociedad.
aquellas especialmente obligadas a un servicio. Estos sujetos no son
l'lstoH títulos son estudiados a continuación y como se verá no
titulares de u n a función pública «Amtstrager», sino que normalmente^
n|iiiMi'n los estrictos requisitos exigidos por la incorporación en
pertenecen a instituciones no estatales que al Estado le interesa
' 1'I IIlo administrativo.
controlar en alguna medida. Así por ejemplo, asociaciones dv.
beneficiencia, iglesias o fundaciones''^.
3. Conclusión. Disposición inmediata de la ley •'•'•"'" ',Í:- -:,!:."• y - - H Í ' ' • - • i'i. ! :• i
Una vez vista la regulación italiana y alemana, se puede concluir : I iliscute por la doctrina el contenido del término ley en estos
que la regulación española en el art. 24,2 del CP únicamente recoge a
los funcionarios públicos, no a posibles encargados de una servicio
público como hace la regulación italiana o a personas especialmente
i'(!pto restringido
obligadas como hace la regulación alemana, sino únicamente a aque-
llos sujetos que participan en el ejercicio de la función pública en I M opinión de RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ»», el
iiMü'l il 11 de ley debe ser interpretado de forma restringida como ley en
TRONÓLE, LK, 10^ 1985, § 11, nm. 48 ss.; SAMSON/RUDOLPHI, SK, 10^ 198H, I iilJdii líslxicto, no bastando un reglamento o cualquier otra disposi-
§ 11, nm. 20; SCHÓNKE/SCHRÓDBR/ESER, StGB, 25°, 1997, § 11, nm. 32.
GEPPERT, Jura 1981, 44 ss.; WELP, Fs-Lackner, 1987, 763 ss,
hii| con i'ango inferior a la ley, ya que, en opinión del autor, ello
GEPPERT, Jura 1981, 44.; TRONÓLE, LK, 10", 1985, § 11, nm. 21 ss. I' I M n i'ín a extender en perjuicio del reo y más allá de la letra del Código
WELP, Fs-Lackner, 1987, 777 ss.; SCHÓNKB/SCHRODEE/ESER, StGB, 25",
1997, § 11, nm. 21 ss.;
TRONDLE, LK, 10^ 1985, § 11, nm. 52 ss.; SCHÓNKE/SCHRÓDER/ESER, StGH,
25^ 1997, § 11, nm. 3 4 ss. ili II Mili a IJíZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994, 1126.
150 INBS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 151

la responsabilidad criminal, o a u n trato más severo. En este mismo indagación judicial se detiene en la comprobación del nombramiento
sentido se manifiesta QUERALT^^ que opina que lo m á s que se puede 0 elección conforme a disposición inmediata de la ley. Si se han
llegar es a equiparar ley a normas con fuerza de ley, es decir ley formal i ncumplido otras disposiciones legales sobre ingreso, aptitudes perso-
y ley material, estatal o autónoma, tal y como hace la Constitución. nales o profesionales, etc. es cuestión ajena a la regla interpretativa
il(>l art. 119 CP».
b) La no consideración de «disposición inmediata de la ley» como título El planteamiento de DEL TORO presenta una dificultad funda-
mental que él mismo reconoce, y es el hecho de que la expresión «por
habilitador directo
disposición inmediata de la ley» no constituya un requisito indepen-
DEL TORO MARZAL*^^ opina que, «...al identificar "disposición (li(;nte, sino que sirva para legitimar los dos restantes títulos —
inmediata de la ley" con ley en sentido estricto, como hace RODRÍGUEZ 1 • I ección y nombramiento— contradice, sin duda, la estructura grama-
DEVESA, es obvia la dificultad de atribuirle el específico carácter de l.ical del art. 24,2 CP^l
título de conexión o incorporación por lo excepcional de que una ley En sentido similar a DEL TORO se manifiesta MUÑOZ CONDE,
adscriba a u n a concreta persona con una función. La actual redacción para quien las tres fuentes de incorporación pueden reducirse a una:
del último párrafo del art. 119 CP*^'' proviene del art. 416 del Código II ia disposición inmediata de ley, por cuanto la elección o el nombra-
de 1870. Este último pretendió ampliar la noción del funcionario del miento tienen que basarse en una ley que las determine*''''.
art. 322 del Código de 1848 y, al mismo tiempo, establecer unas sólidas
garantías para evitar la arbitrariedad en el modo de ejercer a efectos riToma de postura
penales la función pública. Esto es, fijar el título de adquisición de la
condición penal de funcionario. El sujeto se relaciona o conecta, con la Es probable que en toda esta discusión se estén entremezclando
función pública, por disposición inmediata de la ley, o por elección, o (los cuestiones distintas que no tienen por qué considerarse contrarias
por nombramiento de autoridad competente. Sin duda la referencia a (iitre sí, sino que responden a dos problemas distintos.
la disposición de la ley fue u n a aspiración de máxima garantía por la Por un lado nos enfrentamos al concepto de ley. Se discute si por ley
preocupación del legislador de 1870 sobre posibles irregularidades en ilihe entenderse ley en sentido estricto o si cabe entender cualquier
el nombramiento o en la elección. Si se reduce la expresión "por
disposición inmediata de la ley" a la simple condición de título de lista misma crítica la realizan otros autores, como p.ej. QUERALT JIMÉNEZ, CPC
incorporación del hombre al empleo, es preciso bien tomar la acepción 27,1985, 487 ss,: «Es cierto que el legislador de 1870 no era ajeno a consideraciones
"ley" en sentido muy estricto y entonces los supuestos de operabilidad sobre la pureza de los nombramientos de los funcionarios públicos. Pero parece
(íxtraño que tales consideraciones hubieran de plasmarse en el Código penal y no
son excepcionales, o bien entender "por disposición inmediata de ley" vn otros sectores más idóneos del Derecho público. Más bien parece que lo que
los ejemplos de incorporación a través de decreto y orden, y por tanto, pretendía el legislador criminal, máxime si se tiene en cuenta el esplendor del
se está en presencia de vinculación entre el nombramiento y la liberalismo de corte radical que se vivía en España tras el triunfo déla Gloriosa, era
legitimidad del mismo. En resumen la relación entre la persona y el lio tanto la pureza en el nombramiento de los funcionarios públicos, sino el extender
tal consideración a sujetos como, por ejemplo, los ministros u otros altos cargos
ejercicio de funciones públicas debe entenderse, a efectos del art. 119 administrativos que pese a desempeñar las más importantes funciones públicas
del Código penal, dependiente de la elección o nombramiento, por desde el punto de vista jerárquico, no eran funcionarios de empleo, es decir de
disposición inmediata de la ley. El que, el nombramiento o elección carrera, o a todo un grupo, en España siempre significativamente importante, como
hayan de producirse según disposiciones legales no equivale a que el es el de los funcionarios interinos, además de los municipales. Idéntico pensamiento
parece presidir la atribución d é l a cualidad de funcionario público a efectos penales
juez penal deba revisar si los requisitos materiales, para el ingreso n los que lo son por elección, como son los parlamentarios, los alcaldes y concejales,
administrativo en la función, h a n concurrido. La profundidad de la l'or ello, no parece de recibo el revestir la letra del art. 119,3° CP del que es
fimcionario público a los efectos de este Código el que lo es "dependiente de elección
(1 nombramiento, por disposición inmediata de ley", con lo que la triple fuente de
" QUERALT JIMÉNEZ, CPC 27, 1985, 487; PE, 2\ 1987, 606 ss. liabilitación se convierte en doble. La Ley no dice eso, pese a su poca claridad de
82 DEL TORO MARZAL, Comentarios II, 1972, 734 ss. i'xpresión».
83 Este autor se refiere al CP 1944/1973. MUÑOZ CONDE, P £ , i r , 1996, 830.
152 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 153J

disposición normativa. Por otro lado se plantea si la ley constituye un proceso, se puede concluir que la Ley de Presupuestos Generales del
título habilitador en sí mismo o no. listado y la Ley de Funcionarios Civiles del Estado limitan y estable-
- En cuanto a la primera cuestión, creo que por ley se debe entender c:en los requisitos necesarios para la provisión de plazas de funciona-
ley en sentido estricto, y ello por dos razones: en primer lugar, por la rios públicos. Por tanto, en este sentido la Ley puede de forma
razón que exponen RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ y es inmediata disponer u n a plaza concreta. Es decir, la ley puede ser un
que interpretarlo de forma amplia supondría hacer u n a interpreta- l-ítulo habilitador autónomo de la condición de funcionario, cuando de
ción ampliatoria contra reo''*''. Pero además creo que hay otra razón, lórma inmediata prevea la creación de una plaza y a la vez funciona '
que va unida precisamente a la siguiente cuestión, y es que sólo la ley como medio de legitimar un nombramiento o una elección, en el
en sentido estricto va a poder disponer de forma inmediata como el CP .sentido de que va a ser siempre una ley la que indique quién es
exige. competente para realizar u n nombramiento. Esta opinión tiene una
-Respecto a la segunda cuestión, personalmente no estoy de acuer- objeción fundamental, y es que en el ejemplo que he propuesto la Ley
do con la opinión de DEL TORO y MUÑOZ CONDE, porque el CP, (I ispone de forma inmediata la creación de plazas, pero no dispone las
para bien o para mal, habla de la ley como forma específica de acceso personas concretas que deben ocupar dichas plazas, sin embargo
y la interpretación de estos autores convierte en reiterativo el precep- considero que ésta es la única intei^pretación posible si no se quiere
to. . :,-„...,v, ...•/ • ::i.\. dejar vacío de contenido este título de incorporación, porque no
Así, por ejemplo, la Ley de Presupuestos Generales del Estado rxisten supuestos en los que una ley indique ya directamente el
señala una serie de límites que la oferta de empleo público de cada nombre de una persona que deba desempeñar un cargo público.
ministerio no podrá sobrepasar^''. De acuerdo con este límite se
dictarán a través de órdenes ministeriales las convocatorias de las
(•.8. Elección ,\; / •••''•••• - ••" ^ "•••• ' '
plazas concretas, conforme al art. 17 de la Ley de Funcionarios Civiles
del Estado y al Real Decreto 2169/1984 que la desarrollad^. Visto este El segundo título de adquisición de la condición de funcionario a
li'ectos penales es la elección.
86 RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, IT, 1994, 1126. Hasta la reforma de 1944 el término elección se veía complemen-
87 Así por ejemplo, la Ley 40/1994 de 30 de diciembre, de Presupuestos Generales del Lidopor el adjetivo popular (art. 410 CP 1932), es decir, el funcionario
Estado para 1995, en su disposición transitoria quinta se refiere a la oferta de lo era proveniente del ejercicio de un derecho fundamental de los
empleo público durante 1995 del modo siguiente: «Uno: el Gobierno podrá autori-
zar, a propuesta del Ministerio para las Administraciones Públicas o, en su caso, de
rJLidadanos como es el sufragio. Actualmente existen una serie de
los Ministerios competentes en la materia, y con el informe favorable del Ministerio
de Economía y Hacienda, la convocatoria de plazas vacantes que se considere que
puedan afectar al funcionamiento de los seiTÍcios públicos esenciales con el límite
Departamento, de acuerdo con la distribución de competencias que se establece en
a que se refiere el artículo 18./ Dos: Aquella autorización podrá incluir, además,
la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado y en especial: 1°
hasta el límite que el Gobierno establezca, puestos o plazas que estando
Convocar, previo informe de la Comisión Superior de Personal, las pruebas de
presupuestariamente dotados e incluidos en las relaciones de puestos de trabajo,
ingreso en los Cuerpos especiales que dependan del Departamento./ 2° Nombrar a
catálogos o plantillas aprobadas conforme a la normativa de aplicación en cada
los funcionarios pertenecientes a Cuerpos especiales, dando cuenta a la Comisión
ámbito, se encuentren desempeñados interina o temporalmente./ Tres: Durante
Superior de Personal./ 3" Aprobar las relaciones de funcionarios de los Cuerpos
1995 no se procederá a la contratación de nuevo personal temporal, ni al nombra-
especiales dependientes de su Departamento./ 4" Comunicar a la Presidencia del
miento de funcionarios interinos salvo en casos excepcionales y para cubrir
Gobierno las plazas vacantes en su Departamento correspondientes a los Cuerpos
necesidades urgentes e inaplazables, con autorización conjunta de los Ministerios
Generales./ 5° Proveer las plazas designadas como de libre designación./ 6° Aprobar
para las Administraciones Públicas y de Economía y Hacienda» El artículo 18,4° de
las comisiones de servicio que impliquen derecho a indemnizaciones. Por otro lado
esta Ley establece: «Durante 1995, las convocatorias de plazas para el ingreso de
el Real Decreto 2169/1984 desarrolla en su art. 6 lo anterior: «Corresponden al
nuevo personal se concentrarán en los sectores, funciones y categorías profesiona-
Secretario de Estado para las Administraciones Públicas, en relación con el
les que se consideren prioritarios. El número de plazas de nuevo ingreso será
personal funcionario, las siguientes competencias:../3° El nombramiento de funcio-
inferior al que resulte de aplicación de la tasa de reposición de efectivos».
narios de carrera y la expedición de los correspondientes títulos administrativos./
El art. 17 de la Ley de Funcionarios civiles del Estado establece: «Compete a los
4" La aprobación de las bases de las convocatorias de los concursos para provisión
Ministerio la dirección, gobierno y régimen disciplinario del personal adscrito al
de puestos de trabajo, previo informe de la Comisión Superior de Personal./...».
154 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 155

funcionarios públicos a efectos penales que gozan de tal carácter y que, los Presupuestos Generales del Estado. Los funcionarios eventuales
sin embargo, no h a n sido directamente elegidos por los ciudadanos. II (le confianza política constituyen personal de nombramiento y cese
Tal es el caso de los alcaldes, de los presidentes de las corporaciones (I iscrecional para desempeñar cargos de asesoramiento o confianza no
provinciales o de los diputados provinciales. La supresión del adjetivo i(!servados a funcionarios de carrera.
«popular» relativo a las elecciones permite, sin tener que forzar la Además de los funcionarios eventuales, esta segunda modalidad
letra de la ley, la inclusión de aquellos funcionarios que lo son por romprende también a los funcionarios interinos, los contratados
elección, aunque ésta sea secundaria o terciaria. En definitiva se está iidministrativos y los contratados laborales. Para todos ellos, el
contemplando con claridad la contraposición del acceso al cargo por contrato de trabajo supone el título-nombramiento mismo. Todos ellos
nombramiento o designación, del acceso al cargo por voluntad popu- non nombrados por Autoridad competente, por ejemplo, por medio de
lar, por elección. una resolución^'^.
La elección va a precisar posteriormente un nombramiento. Desde Parece exigible que la potestad para realizar dicho nombramiento
mi punto de vista, cuando el nombramiento proviene de u n a previa venga otorgada a través de ley, y así habla el CP de «Autoridad
elección, el título de incorporación que debe tenerse en cuenta será el competente». Es decir, el nombramiento vendrá otorgado en virtud de
de la elección, siendo el nombramiento relevante, a efectos de ser cualquier disposición legal, pero será necesario que una ley otorgue la
considerado título de incorporación, sólo en aquellos supuestos en los posibilidad de realizarlo. Dicho nombramiento puede ser consecuen-
que es directo sin elección previa. • ,; , , cia de la disposición de plazas que realiza de forma inmediata una ley,
|ior lo que se puede decir que el título de incorporación es por ley, o
C.4. Nombramiento de Autoridad competente I lien, y esos serán los casos de incorporación por nombramiento
iiiando la ley no indica directamente las plazas, sino que señala quién
Este título de incorporación será para aquellos supuestos en los i'fi la autoridad competente para decidir.
que la ley no dispone de forma inmediata la provisión de plazas, sino
que se remite a otras disposiciones que la complementan o la desarro- .'i. Funcionario de hecho '
llan^-'. Y para aquellos casos en los que no venga precedida de una
elección. Al estudiar el concepto de funcionario de hecho es preciso analizar,
Desde esta perspectiva pierde importancia a su vez la cuestión de ii(1 Liiera brevemente, la discusión que al respecto existe en el Derecho
si por ley debe entenderse o no ley en sentido estricto. De optarse por nilrainistrativo, para a partir de la definición y requisitos que en esta
la primera opción, más restrictiva, cabría decir que la incorporación rama del Derecho se exigen al concepto, poder trasladar parte de sus
por decreto u orden ministerial constituye una forma de nombramien- Iihmteamientos al Derecho penal.
to por autoridad competente.
En primer lugar porque si se considera como único título habilitador « Visiónadministrativista del concepto .•';>:!!>-;;;:;•'•;•• '''^^'i^^s /.. : ,'<'Í
la ley en sentido estricto, se reduciría de forma extrema la posibilidad
de adquirir la condición de funcionario público a efectos penales''°. ííl funcionario de hecho supone un caso de ejercicio irregular
En segundo lugar, porque se puede pensar que la modalidad de Mihjetivo de la función administrativa.
incorporación a través de nombramiento nació con la vocación de El funcionario de hecho es un funcionario al que le falta un
conferir la cualidad de funcionario público a efectos penales a los elemento esencial, pero que en todo caso participa en las funciones
suj etos que eventualmente participaban en tareas públicas en función publicas. Es preciso delimitar al funcionario de hecho frente a otros
de la libre designación o aquellos que actualmente se consideran iii[)uestos de sujetos que también sirven a la Administración.
personal de confianza política y cuyo sueldo no deriva directamente de

89 DÍAZ Y G A R C Í A C O N L L E D O , EJB I, 1995, 711; K.ste mismo planteamiento es realizado por VALEIJE ALVAREZ, La corrupción,
90 DEL TORO MARZAL, Comentarios II, 1972, 736, 1995, 66 ss.
msB INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO ;45f7
11
Se pueden distinguir cuatro posturas en la doctrina administrati- Critica DE LA VALLINA este concepto por considerarlo demasia-
va a la hora de definir el concepto de funcionario de hecho. do amplio, ya que, según este autor, dentro de esta definición se
Dentro de la primera, JEZE define al funcionario de hecho como pueden incluir otras figuras distintas de la definida, en concreto la del
«aquel funcionario cuya investidura, aunque irregular, es plausible o usurpador de funciones'*^.
, admisible»''^. La tercera definición es la que da CONSTANTINEAU, para quien
Toda la teoría del funcionario de hecho para JEZE descansa en la el concepto de funcionario de hecho entraña las tres condiciones
apariencia de legitimidad que a la vista de terceros tiene el individuo siguientes:
que sirve de m a n e r a irregular a la Administración. «El público en 1" Que el cargo que se ocupe tenga una existencia de iure o al menos
general, o, genéricamente, el tercero, es el concepto que debe situarse (^ue esté reconocido por la ley.
en primer término en u n intento de construcción científica de la 2° Que esté realmente en posesión del mismo.
doctrina de facto»^^'^. 3° Detentarlo bajo la apariencia de legitimidad de título o autori-
Esta forma de construir el concepto de funcionario de hecho es dad.
criticada por DE LA VALLINA, ya que según él, supone confundir Al definir el concepto de funcionario de hecho lo hace en virtud de
dicho concepto con la doctrina de fado''''. l(js intereses generales como «el funcionario en forma, en tanto y
Otra definición es la aportada por WALINE, que define al funcio- cuanto los intereses del público o terceras personas requieran que lo
nario de hecho como «la persona que sin haber sido regularmente Koa y con ese alcance es reconocido jurídicamente, pero no más allá»'".
nombrada para u n a función pública, ejerce de hecho ésta, realizando I Jna idea similar expresa GARCÍA OVIEDO quien incluso va más allá
los actos de la misma»'-^^. •,:•_,• ; 11 definir al funcionario de hecho como «aquella persona que sin título
legal ni mandato administrativo se hace cargo de función pública en
interés social, o realiza acto de gestión en favor de entidad pública,
lixinte al usurpador que será aquella persona que sin propósitos
92
La primera postura arranca de JEZE, Principios generales II, 1943, 323 .ss. cívicos se entromete en el círculo reservado a los funcionarios públi-
9!! JEZE, Principios generales II, 1943, 323 ss.
94 DE LA VALLINA VELARDE, RAP, 1959, 117 ss. Según este autor «el concepto
cos». El autor únicamente contempla dentro del concepto de funciona-
capital de la teoría facto no es el funcionario de hecho, sino el otro elemento fio de hecho, el supuesto de aquellos particulares que en circunstan-
subjetivo, el público en general, que es el concepto que debe situarse en u n primer cias excepcionales y sin título alguno, por espíritu cívico asumen
plano en un intento de construcción científica de la doctrina de facto, mientras que espontáneamente el desempeño de funciones públicas, al desarrollar
es poco menos que irrelevante a efectos de la construcción de la figura del
funcionario de hecho. La teoría de facto es una válvula de escape para mitigar las i'sa idea concluye que en puridad no se puede hablar de funcionario de
conclusiones injustas a que se llegaría con una aplicación meramente lógica de los I lecho, porque al no tener título no cabe hablar de un funcionario, sino
principios jurídicos, según la cual los actos jurídicos dictados por determinadas de un particular que colabora con la Administración'^**. DE LA VALLINA
personas, entre las cuales se encuentra el funcionario de hecho, no podrían producir I iiUca estas posturas que le parecen insostenibles por considerar que
efectos por faltarles a las mismas el título regular de funcionario, causando por ello
un grave perjuicio a los terceros que con dichas personas se relacionaron, creyendo i li V idan la posibilidad de incluir dentro del concepto de funcionario de
de buena fe que se trataba de auténticos órganos de la Administración. Por otro licítho, el supuesto de aquellos individuos con apariencia de actuación
lado, el concepto de funcionario de hecho tiene una personalidad perfectamente Iwgítima y regular, y que, sin embargo, por ser nulo el nombramiento
marcada que lo diferencia del funcionario de derecho, por una parte, y por otra, de lililí tienen, no se les puede conceptuar de funcionarios de iure''-'.
figuras, tales como las de usurpador de funciones, funcionarios incompetentes, etc.,
ya que su relación con respecto a la Administración que sirve es completamente
diferente de la del usurpador para acercarse a la del funcionario de derecho. La
teoría defacto se aplica a ciertos actos jurídicos, entre los que se encuentran los del
Dlí LA VALLINA VELARDE, i?AP, 1959, 118 ss.
funcionario de hecho, mientras que el concepto de éste debe ser construido con
(:()NSTANTINBAU, T m í a d o / , 1956, 47 SS.
independencia de dicha teoría, mirando a la situación de ciertos funcionarios, que
I lAHCÍA OVIEDO, Derecho Administrativo I, 5°, 1955, 617 ss.
no llegan a adquirir la categoría de funcionario iure, en relación con la Administra-
I H'l LA VALLINA VELARDE, RAP, 1959,151 ss. Este autor añade además, que el
ción a la que sirven». . : . : , . : , r, :.. ,
supuesto que GARCÍA OVIEDO contempla no sería para él un simple colaborador,
WALINE, Traiíé é/émenía¿re, 6^ 1952, 408 SS. ;"
imiü un verdadero funcionario que el estado de necesidad proveniente de circuns-
..•jiijiiiniiiiiiiiijii

158 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 159

DE LA VALLINA, partiendo de críticas que hace a los anteriores l'ruto, según DE LA VALLINA, de la confusión entre la teoría del
autores y basándose en los requisitos expuestos por CONSTATINE AU, Ci I ncionario de hecho y la teoría de facto. P a r a este autor es esta última
expone su propia definición de funcionario de hecho: «persona física teoría la que se construye en favor del público, pero la teoría del
que con u n nombramiento aparentemente regular, y sin embargo, l'i I ncionario de hecho es creada en favor del propio funcionario y de la
jurídicamente nulo, o la que en circunstancias excepcionales, aún Administración^"^.
faltando esto, ejerce de buena fe las funciones de u n cargo público de Este último requisito va a ser importante también desde el punto
manera efectiva, exclusiva, pública, pacífica y continuada»^"". (le vista del Derecho penal a la hora de distinguir entre el funcionario
El primer requisito, la existencia legal del cargo es imprescindible, He hecho, que será un auténtico funcionario, de aquel sujeto que
ya que si no existe cargo no existe función y no podrá haber ni iiiairpa funciones públicas cuya conducta viene castigada en el art.
funcionario de hecho ni de derecho. En general, los autores están -ID;--! C P (y antes en el art. 320 CP 1944/1973) i'' ;: v • •' '
plenamente de acuerdo con la necesidad de que exista el cargo y exista
de iure, para que pueda hablarse de funcionario de hecho. Así dice /' Visión penal del concepto '''•' '-'•'•'"•''^Í' '"'^ !:^¡'- ^'^ Í Í .r: •; ;:•» =-.;i
SAYAGUES: «La teoría del funcionario de hecho cubre solamente los
vicios que invalidan el ingreso a la Administración, no los que se A efectos penales u n sector doctrinal"", distingue dos posibles
refieren a la existencia misma de los cargos públicos»'"'. lii|»<')tesis: I
El segundo requisito del funcionario de hecho es que se encuentre l'or u n lado los casos de particulares que asumen por propia
en posesión del cargo. Este requisito no podrá faltar en ningún caso, I u II • i ativa una función pública, y por otro lado aquellos casos en los que
porque el único título del sujeto va a ser precisamente el desempeño |i(ir un error de la Administración, provocado o no por el que recibe el
efectivo de la función. Dicha posesión h a de contener, según DE LA iHHiibramiento, sea designado como funcionario una persona que
VALLINA, u n a serie de notas. H a de ser pacífica y pública, es decir, (^Miczca de las condiciones, como títulos académicos, edad, etc., exigi-
sin clandestinidad ni empleo de violencia por parte del funcionario. iliiH por la ley para el desempeño del cargo. ,'
Ha de ser además continuada, pues u n a de las características propias \']i\ la primera hipótesis entienden estos autores que el particular
de la función administrativa es su continuidad. Y por último, debe ser iMi t|iKida, por el mero hecho de asumir una función pública, equipa-
una posesión de buena fe; ésta va a ser la clave p a r a diferenciar al • tido a los funcionarios, debido a que la propia ley en los supuestos en
funcionario de hecho del mero usurpador de funciones públicas. iiii (|U(! pretende imponer una sanción a un particular que ejerce
El tercer requisito es la apariencia de legitimidad del título o ii M ir iones públicas lo hace constar expresamente, como por ejemplo en
nombramiento. Lo interesante de este tercer requisito es que el autor lii infidelidad en la custodia de documentos (art. 413 CP)'"''.
considera importante la apariencia de legitimidad del título no a los '.''¡n embargo, en los casos de nombramiento de una persona para
ojos del público, sino a los ojos del propio funcionario. Es decir, el autor I ili'iu-mpeño de una función pública sin reunir las cualificaciones
exige la buena fe por parte del funcionario; n a t u r a l m e n t e jugará u n iii I KHurlas, podrá suponer, según este autor, una responsabilidad
papel decisivo la opinión que los terceros tengan del funcionario, pero
no porque la apariencia a los ojos del público sea necesaria para que
exista funcionario de hecho, sino porque será uno de los medios más
aptos para probar la buena fe del funcionario. El considerar como l)K I ,A VALLINA VELARDE, RAP, 1959, 123 ss.
único requisito imprescindible la apariencia a los ojos del público es AMI <.!']., DEL TORO MARZAL, Comentarios II, 1972, 738 ss.; RODRÍGUEZ
iih;v I'ISA/SERRANO GÓMEZ,PE, IT, 1994,1127; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO,
/.„//( /, 1995, 711 s.; MUÑOZ CONDE, PE, i r , 1996, 831.
Ai( •I 1.'! CP: «Serán castigados con las penas de prisión o multa inmediatamente
tancias excepcionales hace tal. Se t r a t a de sujetos, según este autor, que por no mli'i Hires a las respectivamente señaladas en los tres artículos anteriores los
tener un título regular no pueden ser considerados funcionarios de derecho, pero (IMI icn lares encargados accidentalmente del despacho o custodia de documentos,
ejercen funciones públicas en nombre y representación de la Administración. jllM I iinii.sión del Gobierno o de las autoridades o funcionarios públicos a quienes
100 DE LA VALLINA VELARDE,ñAP, 1959, 133. llIlVl \n nido confiados por razón de su cargo, que incurran en las conductas descritas
101 SAYAGUES, T r o í a d o / , 1953, 262 ss., cit. por DE LA VALLINA, KAP, 1959,119 ss. lili 1 lüi.smos».
160 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 161

criminal para quien lo nombró indebidamente^"^ y p a r a quien obtuvo la figura del mero colaborador con la figura del funcionario de hecho en
el nombramiento ilegaP"''; pero los actos realizados, mientras no se (4 sentido que defiende DE LA VALLINA, por una razón fundamental:
ponga fin a la anómala situación, tendrán, a efectos penales, el así como ambos participan en el ejercicio de las funciones públicas, el
carácter de actos realizados por u n funcionario público en cuanto colaborador realiza dicha participación sin ningún título que le habilite
reúnen las dos únicas condiciones que el art. 24 CP requiere para ello: I )ara ello, mientras que el funcionario de hecho goza de un nombramien-
el nombramiento por autoridad competente y la efectiva participación lo realizado por una autoridad competente, y desde ese momento
en el ejercicio de funciones públicas. En estos supuestos el funcionario I • II mple, al menos aparentemente, y a diferencia del mero particular que
recibirá, en tanto no se anule el nombramiento, la misma protección rcializa funciones púbUcas, los dos requisitos exigibles para ostentar la
que si fuera legítimo, y contraerá iguales responsabilidades por categoría de funcionario a efectos penales. Posteriormente se comproba-
delitos específicos de los funcionarios o aquellos en que la calidad de lii que faltan una serie de requisitos, pero mientras tanto el sujeto gozará
tal determine la imposición de una pena más grave''". I le un título que le posibilita el ejercicio de la función.
En contra de la postura anterior opina ORTS GONZÁLEZ que el Con esta opinión se distingue claramente entre el funcionario de
funcionario de hecho que h a sido elegido o nombrado legítimamente, hecho y el mero colaborador, pero no entre el funcionario de hecho y
pero sin reunir las condiciones necesarias para ello, no debe ser en '•I usurpador de funciones públicas; procede por ello analizar el
rigor considerado funcionario público, en la medida en que adolece de '•(¡acepto de usurpador para ver si es a su vez funcionario a efectos
u n defecto invalidante de su título de incorporación, que no es penales'"'-'. Es importante esta cuestión, porque si consideramos que
r e s p e t u o s o con el p r i n c i p i o de l e g a l i d a d que le l e g i t i m a ; un sujeto que usurpa funciones públicas es a l a vez, en determinados
consiguientemente, en opinión de esta autora, el comportamiento del Clisos funcionario a efectos penales podrá responder, además de por el
funcionario de hecho debe ser equiparado al del no funcionario o al del delito de usurpación de funciones públicas, como tal funcionario en
arbitrario realizador de la función pública, pero en ningún caso al del iKluellos casos en que el CP lo establezca.
funcionario público, porque en otro caso se evidenciaría u n a contra- Se puede partir de tres supuestos diferentes para aclarar la
dicción entre la única fuente legitimadora y el ejercicio extralegal de diversa calificación que recibirían conforme a l a s distintas posiciones
la función pública''*^. iliiclrinales:
((. a) Un sujeto que, sabiendo que no cumple los requisitos, permite
c. Toma de postura ' ' i ' > " < • mi cr nombrado para ejercer actos propios de un funcionario público y
KM liza actos propios del cargo.
No estoy de acuerdo con la opinión que considera que el funcionario I I) Un sujeto que sin ningún tipo de título habilitador realiza actos
de hecho no es un auténtico funcionario y tampoco estimo comparable propios de un funcionario público.
c) Un sujeto que sin saber que no cumple los requisitos necesarios
pura el nombramiento accede a realizar actos propios de un funciona-
^'"^ Art. 405 CP: «A la autoridad o funcionario público que, en el ejercicio de su
competencia y a sabiendas de su ilegalidad, propusiere, nombrare o diere posesión
rlo público.
para el ejercicio de un determinado cargo público a cualquier persona sin que i'ln cuanto al primer y tercer supuesto, se t r a t a de individuos que
concurran los requisitos legalmente establecidos para ello, se le castigará con las c I r icen actos propios de un funcionario en virtud de un nombramiento
penas de multa de tres a ocho meses y suspensión de empleo o cargo público por MM i consciencia o sin ella de que no cumplen los requisitos necesarios.
tiempo de seis meses a dos años».
""' Art. 406 CP (este artículo es una novedad del CP 1995): «La misma pena de multa
se impondrá a la persona que acepte la propuesta, nombramiento o toma de
posesión mencionada en el artículo anterior, sabiendo que carece de los requisitos I'.l ilelito de usurpación de funciones públicas se recoge en el art. 402 CP de 1995:
legalmente exigibles». ' l'H (}ue ilegítimamente ejerciere actos propios de una autoridad o funcionario
11" DEL TORO MARZAL, Comentarios 11, 1972, 738 ss.; RODRÍGUEZ DEVESA/ |Mil)lico atribuyéndose carácter oficial, será castigado con la pena de prisión de uno
SERRANO GÓMEZ, PE, 17^ 1994, 1127. DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, II 1 riís años», (art. 320,1° CP 1944: «El que sin título o causa legítima ejerciere actos
1995, 711 s.; MUÑOZ CONDE, PE, ir, 1996, 831. I inipios de una autoridad o funcionario público, atribuyéndose carácter oficial, será
108 ORTS GONZÁLEZ, El delito de usurpación, 1987, 73. iiiiil.igado con la pena de prisión menor»)
INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 163
162

Se plantea la cuestión de si son funcionarios de hecho, o de usurpadores Ante estas cuatro posiciones doctrinales, lo primero que puedo
de funciones públicas o incluso, si es posible, ambas cosas a la vez. El afirmar es que me parece contradictoria la opinión de DEL TORO.
problema es relevante, porque si se t r a t a de u n funcionario de hecho, Desde mi punto de vista un sujeto o es usurpador o es funcionario,
el sujeto será funcionario a efectos penales y por tanto, podrá ser autor (¡reo que son términos que se contradicen entre sí cuando se refieren
o sujeto pasivo allí donde el CP exija tal cualidad. :il ejercicio de las mismas funciones públicas. Es decir, creo que u n
En virtud del nombramiento, título habilitador, el sujeto goza de sujeto que sea funcionario puede usurpar las funciones de otro
u n a apariencia de legitimidad ante la sociedad. Conforme a la opinión l'u ncionario, y en ese sentido responder, a pesar de ser funcionario por
de DE LA VALLINA^"', dicha apariencia de legalidad no es suficiente un delito de usurpación de funciones; lo que no creo que sea posible,
para ser considerado funcionario de hecho, sino que sería requisito porque los conceptos son excluyentes entre sí, es que un sujeto
imprescindible la buena fe por parte del funcionario. De manera que fespecto al ejercicio de una misma función pública pueda ser conside-
en aquellos casos en los que falta la buena fe el sujeto debe ser i'ado a la vez funcionario y usurpador. Usurpador es el que usurpa
considerado usurpador de funciones públicas y no funcionario. De esta linas funciones públicas, atribuyéndose la condición de funcionario
forma, para este autor el sujeto del primer supuesto sería usurpador piiblico sin serlo. Por ello es importante delimitar ambos conceptos:
de funciones públicas, en tanto que el sujeto del tercer supuesto sería linicionario de hecho y usurpador.
funcionario de hecho. No opina lo mismo RODRÍGUEZ DEVESA"i, Será preciso para ello tener en cuenta qué exige el tipo de usurpación
para quien, siempre que un sujeto sea nombrado, aún cuando no 1 li' funciones públicas. No creo que pudieran plantearse dudas en el art.
cumpla los requisitos necesarios, deberá ser considerado funcionario A'.'O CP 1944/1973, porque éste precepto exigía expresamente para que
a efectos penales, independientemente de las responsabilidades en :;(' cumpliera el tipo, que el sujeto careciera de título o causa legítima. El
que pueda incurrir. Una opinión peculiar mantiene DEL TORO nombramiento por autoridad competente es un título independiente-
MARZAL, para quien estos sujetos sería funcionarios a efectos pena- mente de que el sujeto carezca de los requisitos en él exigidos"''. En los
les, pero a la vez, cuando supieran que no reúnen los requisitos Mipuestos a) y c) el sujeto actúa con un nombramiento realizado por
necesarios para el nombramiento, responderían por u n delito de luioridad competente, por lo que en ninguno de los dos casos se podría
usurpación de funciones'^^. Por su parte, ORTS GONZÁLEZ, como ya 11; 11) 1 ar de usurpador de funciones, sino de funcionario de hecho. La única
se ha visto más arriba, opina que el sujeto que aún siendo nombrado ' 11 lerenda entre ambos es que en el primero, el sujeto sabe que no cumple
legítimamente no cúmplalos requisitos para tal nombramiento nunca lii;i requisitos, por lo que respondería por un delito del art. 406 CP,
debe ser considerado funcionario público'^''. III [(Ultras que en el segundo supuesto él no lo sabe, por lo tanto habría
un error de tipo respecto a ese delito. Pero por ejemplo, si cualquiera
• ''i! ' h' los dos sujetos cobrasen una cantidad de dinero por realizar un acto
'W DE LA VALLINA YELARDE,JÍAP, 1959, 118 ss. • |iii' entra dentro de las funciones públicas que están ejerciendo,
' " RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ; PE, 17^ 1994 1127 ss. En el mismo I "III fía hablarse del cumplimiento de un delito de cohecho, porque
sentido, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB 1,1995,711 s.; IMUÑOZ CONDE, P £ , ; 'li'sde mi punto de vista, y conforme al art. 119, 3" CP 1944/1973 en
i r , 1996, 831. . ñilbos supuestos el sujeto es funcionario.
1'2 DEL TORO MARZAL, Comentarios II, 1972, 738 ss. Según este autor, en la
hipótesis de quien nombrado legítimamente, no reúne las condiciones jurídicaH -
previas para dicho nombramiento se produce una relación válida entre la personii !
y la función, porque se cumple el título: «El concejal que resultó proclamado y recibió j I ,;i jurisprudencia venía reiterando que el delito de usurpación de funciones
su credencial o el juez que obtuvo su título ministerial, de advertirse luego que el • |Mil)licas constaba de dos elementos uno objetivo y otro subjetivo. El elemento
concejal carecía de las condiciones electorales o que las actas fueron mendaces y quo ; iilijctivo consistía en que con total falta de título o causa legítima el sujeto ejerciera
lirios propios de los legalmente asignados a la autoridad o funcionario público, cuya
el juez carecía de la edad indispensable, que su título de licenciado en Derecho so i
niiidiciónse simulaba o fingía ostentar. El elemento subjetivo implicaba la atribu-
había obtenido fraudulentamente o que la práctica de sus oposiciones era viciosii
cMiii falsa del carácter oficial. En este sentido se pronunció elTS entre otras en las
dará lugar a las responsabilidades pertinentes. Por lo general tales responsabilida-
Mi|;n¡entes sentencias: 27-6-1946 {A885); 2-12-1948; (A 1498); 30-12-1977 (A5045);
des se producirán según el art. 320 (sci!. CP 1944/1973) —usurpación de funcionen
'I 1 l984(A2336);12-12-1985A(6253);20-5-1991(A3728);31-3-1992(A2540);20-
públicas—para el que las asume, •-. (;^,
'í 1994 (A 6621).
113 ORTS GONZÁLEZ, El delito de usurpación, 1987, 73. ,, , , •
164 165
INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO

Más dudoso resulta el tema en el CP 1995. El artículo 402 CP I 'I' ((Lie son obligatorios todos los mandatos antijurídicos que no lo son
tjstituye la expresión «sin título o causa legítima» por la de 111 i II1 i fiestamente, porque, señala CEREZO, «El párrafo 1° del art. 369
^^legítimamente». La expresión «ilegítimamente» tiene connotaciones lili!. CP 1944/1973) sólo castiga al funcionario que se niega a dar el
ijstintas. El CP parece que considera usurpador de funciones a aquel ./r/»í(/o cumplimiento a mandatos; y porque, cabe añadir, podría haber
ijjeto que no esté legitimado p a r a realizar los actos que realiza. La I in 'ceptos no penales en virtud de los cuales un mandato antijurídico,
-gestión que se plantea es si u n sujeto que realiza dichos actos en iiiiiique no manifiesto, no fuera obligatorio. Además, tampoco cabe
^jrtud de u n nombramiento, no cumpliendo los requisitos que éste Irdiicir del art. 369,1° que cualquier vicio de competencia o de forma
pP-ge, actúa o no legitimado. Podría pensarse que el sujeto actúa II n I voque la no obligatoriedad del acto, pues éste puede ser obligatorio,
gitimado sólo en apariencia, pero no realmente. Sin embargo, se iniii(|ue su desobediencia no sea punible; por ello para determinar el
^aede considerar que la actuación del sujeto viene legitimada por el liiiii(:e de la obligatoriedad de los mandatos antijurídicos hay que
-fopio nombramiento otorgado por autoridad competente, y ello iMiidir a la doctrina de los vicios del acto de Derecho administrativo y
Ijidependientemente de que posteriormente se compruebe que el IH'Dcesal. Así, no son obligatorios los actos nulos, mientras que los
gUJeto no cumplía los requisitos necesarios para dicho nombramiento «i'liOH anulables y los meramente irregulares sí son eficaces y obliga-
^ incurra en determinadas responsabilidades cuando él conociera I' II ¡lis». Aplicando estas teorías se podrá deducir si el sujeto que actúa
ifeviamente el incumplimiento de tales requisitos. En este sentido < II viitud de un nombramiento actúa legitimado o no. En el supuesto
pdría alegarse la «teoría de la apariencia» utilizada por parte de la i|iii' s(í está analizando el sujeto actúa en virtud de un nombramiento
joctrina para justificar la obediencia debida. Dicha teoría se apoyaba i'l i'ij'.ado por la autoridad competente, es decir legítimamente otorga-
gil el artículo 369 CP 1944/1973, reproducido esencialmente en el art. I li 1, V (lio implica una apariencia de legitimidad. Conforme a la teoría
|1Ó CP 1995. Este precepto castiga a los funcionarios que se negaren ili' lii nulidad, sería necesario analizar cuáles son los requisitos que el
abiertamente a dar el «debido cumplimiento a resoluciones judiciales, ini|cl.() no ostenta para ver si ello convierte al nombramiento en un
decisiones u órdenes de la Autoridad superior, dictadas dentro del I Mil iiloramientonulo o no, pero en ambos casos creo que sería irrelevan-
ámbito de su respectiva competencia y revestidas de las formalidades I n 1. 11) i-iena o mala fe del suj eto en cuestión, es decir, en tanto en cuanto
iggales...», salvo que el incumplimiento se refiera a «un mandato qu(; iit'liia en virtud de un nombramiento otorgado por una autoridad
^onstituya una infracción naani/iesto, claray terminante de un precep- i'iiiii|ietente los actos que realice serán considerados actos públicos,
to de Ley o de cualquier otra disposición general». El precepto vendría iiiiii|u(.i el sujeto será considerado funcionario''''. La buena o mala fe
^ limitar el deber de obedecer las órdenes no manifiestamente lii 1 ,'üijeto resultará decisiva únicamente para la posible aplicación o
antijurídicas. Por tanto, según esta teoría, la obligatoriedad de la i.iiild' art. 406 CP.
^rden no se condiciona a la conformidad a Derecho intrínseca de la l'oi- último, para terminar este apartado, queda por analizar el
^rden, sino a su apariencia de legalidad. Por tanto el funcionario que Mni'imdo de los supuestos planteados. Aquel caso en el que un sujeto
obedece u n a orden que constituye delito pero que no es manifiesta- lili ningún título habilitador realiza actos propios de un funcionario
jjiente antijurídica (puede haber delitos de difícil apreciación) actúa l'iiliiico. Al no ostentar el sujeto en este caso ningún título, no se
jimparado por u n a causa de justificación de obediencia debida, es decir
ju conducta está legitimada por el Derecho, h a s t a el punto de "que
(Jesobedecer esa orden constituirá delito^^^. 1:11 rste sentido HBRDEGEN, LK, 10°, 1988, § 132, nm. 2 El autor opina que no será
Hiiiipador de funciones públicas conforme al § 132 StGB el funcionario ojuez, cuyo
Frente a la teoría de la apariencia otros autores defienden «la Iiramiento sea nulo o cuya posición la hubiere obtenido fraudulentamente,
teoría de la nulidad»^^^. Según esta teoría, no cabe deducir del art. 36!) I •' 111| lio actúa autorizado de cara a la opinión pública y podrá en ese sentido realizar
(11 I".-, oficiales hasta que la actividad le sea contradicha o le sea revocado el
iiomliramiento, porque la autorización para reaUzar la actividad oficial se deriva
ili'l acto de nombramiento, no de la cualificaciones específicas en él exigidas. El §
ii5 Vid. RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PG, 17^ 1994, 522 ss.; Mil; ll'.-í, similar a nuestra regulación, reza: «Quien no autorizado por una autoridad
PUIG, PG, 4°, 1996, 499 ss. 1 iiiiijM'tente realice un acto que únicamente puede realizarse con autorización
il6 CEREZO MIR, REP 1966, 340; LUZÓN PEÑA, Legítima defensa, 1978, 306 ss.; iilii i.il, será castigado con pena de prisión de hasta dos años o multa». , ,
166 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 167
plantea la posibilidad de que sea considerado funcionario público, Por tanto, y en conclusión se debe distinguir tres conceptos diferen-
porque le faltará uno de los dos requisitos exigidos en el art. 24,2 CP, tes en los que encuadrar a u n determinado sujeto:
esto es, la actuación «por disposición inmediata de Ley, por elección o - Aquel sujeto que sin título habilitador de ningún tipo se atribuye
por nombramiento de Autoridad competente». funciones públicas. Por ejemplo un sujeto que dice ser poficía (sin
Se pueden plantear dudas acerca de la diferencia entre aquel sujeto serlo) y solicita a un sujeto un millón de pesetas por no detenerle por
denominado colaborador y el usurpador de funciones públicas. La un delito que h a cometido. Este sujeto es un usurpador de funciones
coincidencia entre ambas categorías estriba en que los sujetos que públicas, pero no un funcionario, por lo que su conducta no constituye
ostentan una y otra realizan funciones públicas, y en que las realizan sin delito de cohecho, sino en todo caso podría hablarse de un delito de
ningún título que les habilite para ello. Es preciso por tanto analizar cuál i'stafa.
es la diferencia entre ambas categorías, que tendrá como consecuencia - Aquel sujeto que es nombrado ertzaina (policía de la comunidad
que la conducta del colaborador no esté castigada penalmente y la del autónoma vasca), para lo cual supongamos que fuera necesario haber
usurpador sí. La razón de la punibilidad o no de la conducta se hallará nacido en el País Vasco, y el sujeto hubiera nacido en Madrid.
en la perturbación o no del bien jurídico protegido en el delito de I ndependientemente de que el sujeto sepa o no que no cumple los
usurpación de funciones públicas. Resulta dudoso si este delito debería i'íHiuisitos para un nombramiento válido, cuestión que será relevante
tratarse como un delito contra la fe pública o más bien como un delito para la aplicación del art. 406 CP, creo que este sujeto sí que puede ser
contra la Administración pública, pero parece que la ubicación sistemá- iiinsiderado funcionario de hecho, y por tanto, funcionario a efectos
tica del mismo indica que debe interpretarse desde la primera perspec- p(>nales. De manera que si realiza la misma conducta que el anterior,
tiva. No bastará, por lo tanto, con la mera intención falsaria, ni siquiera pDíhía hablarse de un delito de cohecho.
con cualquier actividad dirigida en este sentido, sino que es preciso que - El último concepto es el de colaborador: particular que colabora
de alguna manera la fe pública (concretada en la confianza del público riiii la Administración en el ejercicio de funciones públicas, pero sin
en la veracidad de las posiciones socialmente reconocidas) se vea IItribuirse la cuahdad de funcionario o de autoridad. Sería, por
afectada por las conductas"**. En este sentido no es suficiente que el I irraplo el sujeto que ayuda a un policía a detener a un individuo, el
sujeto realice actos propios de u n funcionario público, sino que es una i|iiü ayuda a los bomberos a apagar un incendio, etc.
exigencia típica que los realice «atribuyéndose carácter oficial»"-'. Este Quizás, pueda chocar desde un punto de vista político-criminal,
requisito puede tener una doble lectura: de una parte, serviría para 'ini> un sujeto que realiza funciones oficiales, atribuyéndose la condi-
reforzar la exigencia de que el ejercicio de actos propios de funcionario 111)11 de funcionario, no responda como tal funcionario cuando comete
o de autoridad será idóneo para quebrantar la fe pública; y de otra, Mii.i conducta típica por la que un auténtico funcionario sí responde-
podría estar recogiendo la exigencia de que el sujeto actúe con dolo, esto
es, con la intención de producir ese resultado lesivo (menoscabo de la ib
pública). En esta intención radicaría, desde mi punto de vista, la
di-12-12-1985 (A 6253), 17-5-1988 (A3673),6-6-1988(A 4480), 20-10-1988 (A8366),
diferencia entre el mero colaborador y el usurpador de funciones •iO-5-1991 (A3728), 31-3-1992 (A2540), 28-6-1993 (A5297), 20-7-1994(A6621). En
públicas. Mientras el colaborador actúa como particular y no en nombre contra de la exigencia de dolo y a favor de la posibilidad de comisión imprudente del
de la Administración, aunque persiga un fin público, el usurpador • Iclito, en el CP 1944/1973, ORTS GONZÁLEZ, El delito de usurpación, 1987, 122
.;:;. Con el CP de 1995 la discusión carece de sentido, porque el texto legal debería,
pretende actuar en nombre de la Administración, «se hace pasar poi' |);ua sancionar el hecho como imprudente preverlo expresamente y no lo hace,
fiíncionario» y normalmente no perseguirá un fin público^^". iccogiendo el art. 402 de dicho texto legal únicamente la comisión dolosa. No
iil)stante, tanto por la vía gramatical, entendiendo que el requisito de la atribución
lii' carácter oficial recoge la exigencia de dolo como por la vía valorativa (dada la
rrlativa importancia de esta conducta), parece que también con el CP de 1944
118 En este sentido vid. LUZÓN PEÑA/PAREDES GASTANON, EJB III, 1995, 372.S iklioría considerarse punible sólo la comisión dolosa. En este sentido, LUZÓN
I 'h;ÑA/PAREDES CASTAÑÓN,£:ji3///, 1995,3729. E incluso, podría considerarse
iií* MUÑOZ CONDE, P Í ; , i r , 1996, 610. 11111' el requisito d é l a atribución de carácter oficial restringe la clase de dolo al dolo
12° En este sentido se ha pronunciado la jurisprudencia, exigiendo a través de este ' 11 ri'cto, y desde este punto de vista este requisito cumpliría una función en relación
requisito de «atribución de carácter oficial» el dolo del autor. Así, por ejemplo, SSTS Mili ol tipo subjetivo en el CP 1995.
168 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 169

ría. Ello es verdad, sin embargo los tipos especiales de funcionarios ración de funcionario a efectos penales de los contratados laborales h a
son aquellos que sólo pueden ser cumplidos por auténticos funciona- sido declarada reiteradamente por la jurisprudencia. Así, por ejem-
rios, precisamente porque sólo ellos están capacitados p a r a perturbar plo, SSTS de 12-6-1990 (A 5276), 19-12-1990 (A 9567).
directamente el bien jurídico protegido en estos delitos. ; ., ; i-i!, r't;! Por otro lado, es lógico que el Derecho penal asuma un concepto
propio de funcionario dado que como ya señalara MALINVERNI que
«la ley penal persigue objetivos diferentes a los de otras leyes. La
4. Recapitulación; concepto autónomo y propio de funcionario
ciencia del Derecho penal tiene un objeto y u n método autónomos. En
público a efectos penales ' iijj hnea de principio y h a s t a prueba en contrario, nada justifica que la
Después de analizar los requisitos exigidos para ser considerado solución de otra rama del Derecho sea vinculante para el Derecho
funcionario a efectos penales y a efectos administrativos se puede ver penal»^^^.
que el primero es un concepto m á s restringido por u n lado y más El concepto propio de funcionario a efectos penales se deduce
amplio por otro que el concepto administrativo lo que puede llevar a además del propio tenor literal del precepto que lo define desde que
afirmar que el concepto penal es un concepto autónomo y propio. Es surge en el CP de 1848, ya que expresiones como «A los efectos de este
más restringido porque al Derecho penal le van a interesar únicamen- título..», «A los efectos de este Código...» son una tónica constante e
te las conductas de determinados sujetos no por ser funcionarios, sino ininterrumpida en todos los códigos penales.
porque actúan en el ejercicio de u n a determinada función, la función
pública y pueden con su actuación perturbar el correcto funciona- 5. Breve apunte sobre el concepto de autoridad
miento de la Administración en el sentido de afectar a la imparciali-
dad, objetividad y legalidad con que ésta debe actuar frente a los Al lado del funcionario público, autor del delito de cohecho pasivo
ciudadanos. Y por otro lado es un concepto más amplio, porque se exige puede ser también la autoridad, por lo que es preciso apuntar las notas
únicamente en el artículo 24,3 de CP de 1995 que por disposición
inmediata de ley, nombramiento de autoridad competente o por
'••'' MALINVERNI, Puhblico ufficiale, 1,951, 54 ss. En el mismo sentido la mayoría de
elección, el sujeto participe en el ejercicio de funciones públicas. la doctrina considera que el concepto de funcionario es un concepto autónomo. Así,
Incluso desde el concepto más amplio de funcionario administrativo COBO DEL ROSAL, RGLJ212, 1962, 234 ss.; DEL TORO MARZAL, Comentarios
defendido por GUAITA''''' se exigen requisitos más estrictos que los 11, 1972, 725 ss.; CASABÓ RUIZ, Escritoí; penales, 1979, 178 ss.; ÁLVAREZ
exigidos por el CP. Entre las notas que el autor exigía destacaban dos GARCÍA,El delito de desobediencia, 1987,127 ss.; ORTS BERENGUER,/-"£, 1993,
437 s.; ÁLVAREZ VIZCAYA, El delito de desacato, 1993, 305 ss.; RODRÍGUEZ
que no son necesarias a efectos penales: ! DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994, 1122 ss.; DÍAZ Y GARCÍA
En primer lugar la «incorporación» del sujeto a la Administración, CONLLEDO, EJB I, 1995, 119 ss.; VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 72
en el sentido de que el sujeto debe «incrustarse», debe formar parte del ss.; REBOLLO VARGAS, La revelación de secretos, 1995, 79, «El concepto penal de
funcionario público es autónomo e inílependiente del genérico o administrativo de
organigrama de la Administración p a r a poder ser considerado funcio- funcionario público. Es por ello que éste únicamente es aplicable a su ámbito por
nario administrativo. Dicha incorporación no se exige por el CP y la diferente razones: el Derecho penal tiene fines y objetos distintos a los de otras
jurisprudencia h a aceptado la condición de funcionarios públicos a ramas del ordenamiento. Es por la propia voluntad del legislador cuando dispone
efectos penales en sujetos que colaboraban desde fuera de la Adminis- en el propio artículo 119 del Código: "A efectos penales se considerará funcionario
público...». MUÑOZ CONDE, PE, 11", 1996, 830 s.; Asimismo la jurisprudencia se
tración. Así por ejemplo, STS de 15-2-1990 (A 1934). ha mostrado partidaria de un concepto penal propio de funcionario público. Por ej.,
En segundo lugar GUAITA hacía referencia a la necesidad de que SSTS 7-2-1990 (A 1287), 15-2-1990 (A 1934), 23-2-1990 (A2096), 3-5-1990 (A 3672),
el sujeto estuviese sometido a Derecho público, rechazando la condi- 12-6-1990 (A 5276), 17-9-1990 (A 7322), 19-12-1990 (A 9567), 5-2-1991 (A 758), 26-
ción de funcionario de los sujetos que trabajasen dentro de la Admi- 2-1991 (A 1547), 4-4-1991 (A 2571), 19-6-1991 (A 4752), 13-3-1992 (A 2087), 6-5-
1992 (A4313), 8-5-1992(A3770), 14-5-1992(A4028), 16-5-1992(A4318), 30-9-1992
nistración sometidos a Derecho laboral, civil o mercantil. La conside- (A 7409), 31-10-1992 (A8632), 4-12-1992 (A 10004), 15-12-1992 (A 10223), 8-2-1993
(A 939), 7-4-1993 (A 3048), 22-5-1993 (A 5080), 22-9-1993 (A 6857), 1-10-1993 (A
7'165), 9-3-1994 (A 1840), 7-7-1994 (A 5880), 20-10-1994 (A 8151), 19-12-1994 (A
10231).
GUAITA, NEJX, 1960, 502 ss.
170 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 171

básicas que caracterizan dicho concepto. Será suficiente una breve I ambién h a sido criticada'^'' por varios autores. Entre ellos QUERALT
referencia, porque se parte de la premisa de que entre el funcionario destaca que aunque a la autoridad por el hecho de serlo, le es implícita
y la autoridad existe un núcleo común, como es la participación en el la potestad de ordenar, d e m a n d a r , ello no implicaper se la existencia
ejercicio de la función pública. Por ello se puede afirmar que toda (le la coerción, al menos en sentido físico. Así lo demuestra el hecho de
autoridad es a su vez funcionario^^'^, pero no todo funcionario es que la desatención de los mandatos emanados de la autoridad por
autoridad, porque esta categoría exige además de los requisitos parte de los funcionarios o de los particulares engendra el delito de
exigidos para ser funcionario «tener mando o ejercer jurisdicción (kisobediencia, que no es reprimido por la propia autoridad, sino que
propia»; es decir, el art. 24,1 CP añade unos requisitos más estrictos. esta debe ponerlo en conocimiento de la autoridad judicial correspon-
No obstante, al considerar que toda autoridad es a su vez funcio- iliente. Por tanto, la autoridad está dotada de mando, pero éste no
nario a efectos penales, no va ser demasiado importante dilucidar si implica la coerción física por el hecho mismo de la desobediencia. Se
un sujeto es a la vez autoridad a la hora de determinar su responsa- trata de una coerción jurídica, fruto de una premisa previa que es la
bilidad por un delito de cohecho, ya que la responsabilidad de la potestad de reclamar obediencia'^*^.
autoridad y del funcionario va a ser la misma. Por tanto, estoy más de acuerdo con la postura doctrinal que
El art. 24,1 define autoridad como aquel sujeto «que por sí solo o ikiñende que la coacción es u n a consecuencia que tiene su origen en el
como miembro de alguna corporación, tribunal u órgano colegiado incumplimiento del mandato de la autoridad, es decir, en la desobe-
tenga mando o ejerza jurisdicción propia...». diencia a la autoridad. Con lo cual, ésta (la coacción) es un efecto
fundamentado en la desobediencia, no u n a característica consustan-
a. Concepto de Mando cial al concepto de autoridad. Por ello, se entenderá «mando» como la
potestad de reclamar obediencia'^-'.
El término mando no viene definido en el CP. Surge en el CP de
1944, por lo tanto de un CP autoritario, lo que hizo que se identificara
I). Concepto de Jurisdicción propia
en primer lugar mando con poder^^*. Sin embargo se vio por parte de
algunos autores que la noción de poder era inutilizable a efectos Respecto al concepto de jurisdicción, es unánime la doctrina que
normativos, por su sentido omnisocial. Así DEL TORO critica por tres ilcílne tal concepto como la potestad de resolver los asuntos sometidos
razones la identificación entre mando y poder. En primer lugar, por la a la consideración del funcionario público que implique la aplicación
amplitud e imprecisión semántica del término. En segundo lugar, por del Derecho objetivo. Tienen jurisdicción, y serán reputados autori-
la necesidad de buscarle un sinónimo o u n adjetivo (potencia, domina- dad, no sólo los jueces, sino también los funcionarios públicos que
ción, fuerza, financiero, militar, etc.). En tercer lugar, porque pese a posean competencia de resolver en asuntos administrativos''"'.
los intentos de neutralización, el concepto permanece impregnado de
un contenido ideológico'^''.
Cierto sector doctrinal establece la nota de coerción como caracte-
rística fundamental del concepto de mando^^^. Así, se interpreta el La critican, entre otros, DEL TORO MARZAL, Comentarios II, 1972, 744 ss.;
QUERALT JIMÉNEZ, CPC 27, 1985, 494 ss.; PE, 2°, 1987, 605 ss.; REBOLLO
poder de coacción como la imposición al particular de u n a determina-
VARGAS, La revelación, 1996, 101 ss.
da conducta que puede consistir en acciones u omisiones. Esta idea QUERALT JIMÉNEZ, CPC 27, 1985, 495 ss.
lín este sentido, QUERALT JIMÉNEZ, CPC 27, 1985, 494 ss; RODRÍGUEZ
DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994, 1122 ss.; DÍAZ Y GARCÍA
(¡ONLLEDO, EJB I, 1995, 711 ss.; REBOLLO VARGAS, La revelación, 1996,103;
MUÑOZ CONDE, PE, 11°, 1996, 832.
Cuestión pacífica en la doctrina; vid. por todos, DEL TORO MARZAL, Comentarios Ver por todos, COBO DEL ROSAL, RGLJ212,1962,244 ss.; DEL TORO MARZAL,
II, 1972, 730 ss. Comentarios II, 1972,749;, QUERALT JIMÉNEZ, CPC 27,1985,498,; RODRÍGUEZ
124 ONOFRI, Poder y estructuras sociales, 1970, 164 ss.
125 DEL TORO MARZAL, Comentarios 11, 1972, 744 ss.
DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17°, 1994,1127; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO,
ICJB I, 1995, 711; REBOLLO VARGAS, La revelación, 1996, 103 ss; MUÑOZ
126 COBO DEL ROSAL, EGLJ 212, 1962, 244 ss. CONDE, P S , 11°, 1996, 832.
v.\\\

172 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 173;

La jurisdicción debe ser propia por disposición del art. 24,1 del CP. es pensar que los parlamentarios de las Diputaciones quedan exclui-
En la esfera judicial esto no plantea problemas, porque toda jurisdic- dos del concepto de autoridad, porque lo contrario supondría realizar
ción de cualquier juez es propia. En la esfera administrativa, no se tma interpretación contra reo. No se me ocurre qué razón habrá sido
considerará autoridad al funcionario que resuelve los asuntos en la que h a llevado al legislador a tal exclusión.
virtud de jurisdicción delegada, porque por definición la jurisdicción El art. 24,1 del CP igual que hacía el CP de 1944 reconoce
delegada excluye la jurisdicción propia, ya que es necesario hacer expresamente la cualidad de autoridad de los funcionarios del Minis-
constar que la delegación siempre es revocable (art. 22 de la LRJAE); terio Fiscal. :. , „
además, como jurisdicción derivada, no puede delegarse sucesiva-
mente, hay que hacer constar en las resoluciones que se adoptan que
son por delegación (arts. 32,1 de la LRJAE y 13,4 de la LPA) y se II. RECAPITULACIÓN DE LA SECCIÓN PRIMERA
consideran tales resoluciones como dictadas por la autoridad delegante
(art. 13,4 de la LPA). Como resumen de toda esta sección se pueden destacar algunos
El art. 24,1 del CP no supone u n a novedad respecto al art. 119,1° puntos:
y 2" del CP de 1944. Sin embargo, sí que añade expresamente que Sólo pueden ser autores del delito de cohecho pasivo el funcionario
tendrán la consideración de autoridad los «miembros del Congreso de público y la autoridad.
los Diputados, del Senado, de las Asambleas Legislativas de las El concepto de funcionario público a efectos penales viene definido
Comunidades Autónomas y del Parlamento Europeo...» Esta mención en el art. 24,2" CP y es un concepto autónomo propio del Derecho penal
expresa de estos sujetos como autoridades no supone sin embargo un y distinto, por tanto al de Derecho administrativo. Se trata de un
cambio real respecto al CP de 1944, porque los miembros del Congreso concepto, el penal, en general más amplio que el administrativo,
y del Senado, a diferencia de Alemania donde la doctrina mayorita- : I naque en el título XIX del libro II CP se exige no sólo que el sujeto sea
ria^^^ les niega la condición de funcionarios penales, en España'^^^ l'iIiicionario público, sino que además la conducta la realice en el
mayoritariamente se les venía considerando no sólo funcionarios, por i'iercicio de su cargo, lo que supone una restricción del concepto.
entender que la función de legislar y de ej ercer el control político sobre El art. 24, 2" CP exige un doble requisito para ser considerado
el gobierno se h a considerado tradicionalmente como u n a función l'iiiicionario público a efectos penales. Por un lado debe participar en
pública, sino además autoridad, por considerar que tenían mando^'^^. i'l ejercicio de la función pública. Función pública será aquella activi-
Sin embargo, la mención expresa a los miembros de las Cámaras ilad dirigida a satisfacer objetivos de interés general (requisito teleo-
legislativas h a dejado fuera, desde mi punto de vista sin demasiado lógico); desarrollada por un ente público (requisito subjetivo); y sujeta
fundamento, a los parlamentarios de las J u n t a s Generales de las II Derecho público (requisito objetivo). Por otro lado, dicha actividad
Diputaciones. H a s t a el CP 1995 se les podía incluir junto con el resto ili'l)e venir realizada en virtud de uno de los títulos de incorporación
de parlamentarios de otras Cámaras Legislativas, puesto que sus mencionados en dicho precepto (disposición inmediata de ley, elección
funciones son similares. Con el CP 1995 que nombra expresamente a 11 nombramiento por autoridad competente). Se trata de tres títulos de
determinados parlamentarios lo lógico, desde el tenor literal de la ley, I lu'orporación autónomos e independientes, y desde mi punto de vista
IIII tiene demasiada relevancia interpretar el concepto de ley como ley
rn sentido estricto, puesto que en ese caso los supuestos de decretos,
"•'1 Vid.p.ej.,TRONDLE,L_K", 10", §11, 1985, nm. 21 ss.;WELP,Ks-Lac¿ner, 1987,762 inikines, etc. podrán encajar en el título de nombramiento.
ss.; SAMSON, SK, 10", § 11,1988, nm. 13; Afavor de considerar a los diputados como
funcionarios, WAGNER, Amtsverbrechen, 1975, 138 ss.
Además, excepcionalmente pueden ser autores del delito de cohe-
132 Vid. por todos, DEL TORO MARZAL, Comentarios II, 1972, 749 s.; RODRÍGUEZ i lili pasivo propio, conforme al art. 422 CP, «Los jurados, arbitros,
DEVBSA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994, 1122 ss.; REBOLLO VARGAS, La |ii'i¡l()s, o cualesquiera personas que participen en el ejercicio de la
revelación, 1996, 103 ss. liinción pública». A pesar de no tratarse de funcionarios públicos, por
133 QUERALT JIMÉNEZ, CPC 27, 1985, 502. El autor pone como ejemplo las conse-
I i 111.a ríes el título habilitador son elevados a l a categoría de autores en
cuencias que la negativa a comparecer ante una comisión parlamentaria tendría
para un funcionario o para un particular. i'|ii(llos casos más graves de cohecho (cohecho propio), porque parti-
174 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 175

cipan en el ejercicio de las funciones públicas, cuyo correcto funciona Sección segunda
miento es lo que este delito t r a t a de proteger. Intervención de particulares
Por último, en el delito de cohecho activo (art. 423 CP) se eleva ÍI
autoría la conducta del particular que corrompe, intenta corromper o
acepta la solicitud del funcionario. Se eleva pues a autoría conductas
I. INTRODUCCIÓN
que, desde los principios generales del Derecho no serían sino formas El delito de cohecho pasivo es un delito especial propio. El carácter
de participación. i'Kcncial de los delitos especiales radica en que no pueden ser autores
El funcionario de hecho será funcionario a efectos penales, puesto ili' los mismos cualquier persona, sino únicamente las personas que
que cumple los dos requisitos exigidos en el art. 24, 2" CP, esto es: reúnan los requisitos establecidos en el tipo penal de que se trate^'*''.
participación en el ejercicio de la función pública y título de incorpo- 1,1 )S delitos especi ales propios se caracterizan frente a los impropios en
ración. La diferencia con el funcionario de Derecho será que el primero que los primeros no cuentan con una figura paralela, en que el resto
no cumplirá alguno de los requisitos necesarios para dicho título de il(>l tipo es igual, al delito común, en cambio, los delitos especiales
incorporación. Por otra parte, la diferencia entre el funcionario de impropios cuentan con u n tipo común paralelo^'*''.
hecho y el usurpador de funciones públicas radicará en que este último Como ya se ha visto, podrán ser únicamente autores^'" en el delito
actúa sin que le legitime ningún título de incorporación. I le cohecho los funcionarios públicos y las autoridades, además de las
El concepto de autoridad se define en el art. 24, 1° CP. Toda |)(!rsonas que se asimilan a ellos en virtud del art. 422 CP (jurados,
autoridad es funcionario público, pero no todo funcionario público es lirhitros, peritos, o cualesquiera personas que participen en ejercicio de
autoridad. P a r a ser autoridad es necesario estar revestido de mando, III función público.). ' .' •
que considero es la potestad de reclamar obediencia o de jurisdicción
propia. Considero que el legislador h a olvidado citar, sin que haya
ninguna razón lógica para ello, a los parlamentarios de las J u n t a s
Generales de las Diputaciones. Entiendo que al no ser mencionados
Vid. por todos, GIMBERNAT ORDEIG, Awiory cómplice, 1966, 222 ss.; QUINTE-
expresamente éstos no podrán ser considerados autoridad, puesto que
RO OLIVARES, Lo.s delitos especiales, 1974, 14 ss.; GRACIA MARTÍN, El actuar
ello supondría u n a interpretación analógica contra reo. en lugar de otro 1,1985,88 ss.; PEÑARANDARAMOS,La paríictpacióíi enel delito,
Por supuesto, además de reunir la cualificación especial que el 1990, 344 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991156 ss.; BOLDOVA
delito de cohecho exige, para ser autor del mismo el sujeto tendrá que PASAMAR, La. comunicabilidad, de las circunstancias, 1995, 302 ss.
Vid por todos, LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 304 ss.
reunir los requisitos de toda autoría. Siguiendo a DÍAZ Y GARCÍA
El concepto de autor que manejo en este trabajo coincide con el defendido por DÍAZ
CONLLEDO, «Autor es quien, reuniendo los elementos personales o Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 690 ss., según el cual, autor es «quien
especiales de la autoría exigidos por algunos tipos, y cumpliendo el reuniendo los elementos personales o especiales de la autoría exigidos por algunos
resto de los elementos del tipo, domina el hecho, es decir determina tipos, y cumpliendo el resto de los elementos del tipo, solo e inmediatamente (autor
inmediato individual, concurran o no otros intei-vinientes), a través de otro que
objetiva y positivamente el curso del suceso»^^''. utiliza como instrumento (autor mediato), o mediante la actuación conjunta con
otros (coautor), domina el hecho, es decir, determina objetiva y positivamente el
curso del suceso». Por otro lado, la autoría, según DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO,
está recogida en cada uno de los tipos de la parte especial, el argumento del autor
me parece, en su sencillez, bastante contundente: «si autoría es realización del tipo,
autor tiene que ser sólo quien realice lo que el tipo dice que hay que realizar y, por
tanto, el autor viene definido por el tipo». En este mismo sentido se manifiestan
entre otros autores, GIMBERNAT ORDEIG, Auíory cómplice, 1966,219; QUINTE-
RO OLIVARES, Los delitos especiales, 1974, 77 ss. LUZÓN PEÑA, Estudios
penales, 1991, 201 ss.; GONZÁLEZ RUS, CDJ, 1995, 97 s.; DÍAZ Y GARCÍA
134 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La aiííoKa, 1991, 691. Acerca de los problemas que CONLLEDO, EJB I, 1995, 698 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La Ley, 28-2-
plantea la participación en delitos especiales, la autoría mediata, etc. vid. capítulo 1996, 2 ss.; Vid. otros defensores de esta postura en, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO,
II, sección segunda. La autoría, 1991, 708, n. 4
176 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 177

La jurisprudencia exigía h a s t a hace poco también en los partícipes sobre todo, determina el tipo por el que se castiga al partícipe, ya que
las cualidades que el tipo requiere p a r a el autor. (SSTS 7-3-1957 (A éste será en principio el mismo que haya cometido el autor; es decir,
617); 2-1-1961 (A 202); 10-10-1962 (A 3650); 24-10-1962 (A 3953)). rige lo que se ha llamado unidad del título de imputación (especial-
Dicha tesis es incorrecta desde el concepto restrictivo de autor que mente importante en los delitos especiales impropios, aunque algunos
lleva aparejado como característica fundamental el principio de autores consideran que este aspecto positivo quiebra por la concurren-
accesoriedad. El concepto restrictivo de autor, defendido casi unáni- cia de elementos altamente personales)''".
memente por la doctrina española^''^^, parte de la idea de que no todo Esta discusión se irá desarrollando a medida que se estudien los
interviniente en u n hecho es autor, sino sólo quien realiza el tipo, y dos problemas fundamentales que en tema de participación se produ-
gracias a los preceptos sobre participación que incluye el CP en su cen en el delito de cohecho.
parte general, se puede castigar a personas distintas al autor: a los 1. En primer lugar se t r a t a de un delito en el que es necesaria, al
partícipes. La nota más característica del concepto restrictivo de menos en alguna de las conductas típicas, la presencia de dos partes
autor es la accesoriedad. La accesoriedad cualitativa hace referencia el que soborna y el sobornado. Es un delito de convergencia.
a cuáles de los elementos del delito h a n de concurrir en el hecho del 2. En segundo lugar la conducta típica recogida en los artículos
autor para que sea punible la participación en él. Se h a n defendido 419, 420 y 421 CP podrá ser realizada por el propio funcionario o
diversas posturas'-''': 1) Accesoriedad máxima: el autor h a de realizar autoridad o por una persona intermedia. Será preciso por tanto,
u n a conducta típicamente antijurídica y culpable. Esta concepción es estudiar en qué categoría jurídica encaja dicha persona intermedia.
rechazable, porque la culpabilidad es u n elemento personal del delito, No voy a hacer referencia a los sujetos que son asimilados a los
cuya concurrencia o ausencia no puede determinar el castigo o la funcionarios públicos recogidos en el art. 422, porque ya hice referen-
impunidad del culpable. 2) Accesoriedad mínima: b a s t a con que el cia a ellos cuando desarrollé el concepto de funcionario público'*'*.
hecho del autor sea típico, en el sentido de que encaje en el tipo estricto,
aunque la conducta esté justificada. También se rechaza esta postura
porque el favorecer hechos justos, o sea, no prohibidos ni desvalorados II. RESPONSABILIDAD PENAL DEL PARTICULAR QUE
por el Derecho, no puede ser a su vez jurídicamente desvalorado y SOBORNA AL FUNCIONARIO
prohibido. 3) Accesoriedad limitada: exige que el hecho del autor sea
típicamente antijurídico, con independencia de que sea además culpa- A. Responsabilidad del participe extraneus en los delitos especiales
ble. Esta última es la concepción más defendida en nuestra doctri-
na'^o. L Discusión al respecto J ' ;
La accesoriedad limitadaproduce, según algunos autores, un doble
efecto: 1) en primer lugar un efecto negativo que significaría que, si el En todas las modalidades de conductas típicas recogidas en los
hecho del autor no reúne los caracteres mínimos que se consideran lu-ts. 419 y siguientes CP se requiere la presencia de, al menos, dos
necesarios (ser típicamente antijurídicos) nunca se podría castigar la
participación en él. 2) En segundo lugar u n efecto positivo que
significaría que el hecho del autor posibilita el castigo del partícipe y, ' " A favor de la unidad del título de imputación en delitos especiales, por ejemplo,
GIMBERNAT ORDEIG, Autor y cómplice, 1966, 273 ss; DÍAZ Y GARCÍA
CONLLEDO, La autoría, 1991 149 ss. GRACIA MARTÍN, Bienes jurídicos funda-
138 Vid. por todos, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995, 694 ss. mentales, 1993, 163 ss.; En contra PEÑARANDA RAMOS La participación en el
13^ Vid. una amplia exposición en, PEÑARANDA RAMOS, La participación en el delito, 1985, 340 ss.(califica la conducta del partícipe no cualificado en el delito
delito, 1985, 326 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB IV, 1995, 4778 ss. i'special como participación no en éste, sino en el delito común. Con su exposición
" " PEÑARANDA RAMOS, La participación en el delito, 1985, 326 ss.; DÍAZ Y trata de demostrar que el principio de accesoriedad que rige la participación en
GARCÍA CONLLEDO, La Ley, 4, 1986, 523 ss.; La autoría, 1991, 688 ss.; EJB I, nuestro sistema jurídico tiene en sí mismo únicamente un sentido de «límite»
1995, 4782 ss.; UJZÓHVWKEstudios penales, 1991, 202 ss.; GRACIA MARTÍN, negativo y no impone la necesidad de la «accesoriedad positiva» que supone la
Bienes jurídicos fundamentales, 1993, 162 ss.; MUÑOZ CONDE en, MUÑOZ comunicación al partícipe de los elementos personales).
CONDE/GARCÍA ARAN, PG, 2", 1996, 457; MIR PUIG, PG, 4'" ed., 1996, 393 ss. " ' Vid. Capítulo II, sección primera, I, B, 2, b, b.3.
178 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 179

personas, que en unos casos llegarán a u n acuerdo (las modalidades el problema no se daría en este caso, porque el legislador ha elevado
que consisten en recepción aceptación), y en otros casos no será preciso la conducta del particular a autoría en el delito de cohecho activo (al
tal acuerdo entre ambas partes (modalidad de solicitud por el funcio-
nario o de intento de corrupción por el particular).
La conducta típica del delito de cohecho activo está compuesta por 1973. (El CP vigente transcribe este art. en su art. 65, 1). A favor de esta tesis se
aducía una mayor justicia material de los resultados que produce. La pretensión de
dos modalidades diferentes, dependiendo de si la iniciativa parte de individualizar las responsabilidades que tienen estos autores responde a una idea
él, o si se limita a aceptar la solicitud previa del funcionario. de justicia que quiere combatir el hacer tabla rasa de las individualidades imputan-
El papel que desempeña el particular en la primera modalidad do a todos lo mismo y en la misma medida. Por otro lado, se alega en relación al delito
de parricidio (hoy inexistente) que tanto el homicidio como el parricidio se encuen-
sería el de inductor"^ Inductor según la definición de MIR, sería
tran en un mismo capítulo, lo que expresa un título único de delito, el parricidio no
«aquel sujeto que causa voluntariamente en otro, mediante un influjo es, en realidad sino un simple homicidio agravado. Como defensores más modernos
psíquico, la resolución y realización de un tipo de autoría doloso o de esta teoría destacan entre otros, CAMARGO HERNÁNDEZ, La premeditación,
imprudente»''^''. El inductor debe causar la resolución criminal en otra 1958, 137 ss.; CEREZO MIR, PG I, 1985, 349 ss.; BACIGALUPO ZAPATER,
Principios, 1990, 234 ss.; BOLDOVA PASAMAR, La comuiúcahilidad de las
persona. Ello significa que su actuación debe ser conditio sine qua non
circunstancias, 1995,302 ss. Este último autor matiza que será posible la aplicación
de la resolución delictiva del autor^''^'^. del art. 60 siempre que se considere que el elemento, por ejemplo el parentesco en
Efectivamente el particular que entrega u ofrece al funcionario el delito de parricidio sea una auténtica circunstancia, esto es, una circunstancia
una dádiva"'', influye psicológicamente en el sujeto p a r a que éste en sentido material. Y precisamente el problema vendría dado, continúa este autor,
por los criterios empleados p a r a la determinación de la naturaleza del discutido
delinca. Es claro que una de las cosas que mueve a actuar a las elemento: «La concepción que se mantenga sobre el carácter dependiente o autóno-
personas en nuestra sociedad es la posible obtención de u n beneficio mo del delito en estudio y la naturaleza accidental o no del elemento personal
económico. prejuzga así la solución que deba o pueda ofrecerse a la cuestión de la participación
Se plantea el problema, al reconocer que materialmente la conduc- de extraños y al empleo en estos casos del art. 60,1. Si el delito se considera
independiente o autónomo no puede lógicamente hablarse de circunstancia de
ta del particular sería una conducta de inducción, relativo a la ninguna clase para calificar a alguno de sus elementos integrantes, pero si es
participación del extraneus en u n delito especial propio'^'"''. Realmente estimado meramente una especie dependiente del delito base, habría lugar a la
consideración del elemento especificante como simple circunstancia cuyo régimen
se encontraría en el artículo 60».
"'' Cuando el particular se limita a aceptar podría considerarse cooperación necesaria. De esta forma, y en esto sí que estoy de acuerdo con BOLDOVA, la cuestión
Lo que ocurre es que sería una cooperación necesaria a una corrupción consumada, fundamental para mantener o romper la unidad del título de imputación estará en
ya que el CP ya castiga el ofrecimiento de corromperse, respecto del cual es averiguar si el elemento específico del tipo es una mera circunstancia o por el
irrelevante la aceptación (y, por tanto, no se puede hablar de participación contrario es un auténtico elemento típico. Otros autores fundamentan la ruptura
propiamente dicha). Lo que ocurre es que se han adelantado de forma importante del título por otros motivos diferentes a la aplicación del art. 60 CP. Destaca
las barreras de protección penal, porque esa solicitud por parte del funcionario es RODRÍGUEZ MOURULLO, P S , 1962,180 ss. Este autor prescinde de la apUcación
en sí misma un acto preparatorio, y a la inversa, algunos cohechos activos (los no del art. 60,1 CP. P a r a él, en el delito de parricidio el vínculo de parentesco no es una
aceptados) serían meras provocaciones o proposiciones a la corrupción. circunstancia, sino que es un elemento constitutivo del tipo; más aún, es el
i"-* Vid. por todos, MIR PUIG, PG, 4" ed., 1996, 15/44, 397; BALDÓ LAVILLA, ADP ingrediente en torno al cual se estructura el propio núcleo de la figura delictiva. Sin
1989, 1093 ss; GÓMEZ RIVBRO, La inducción, 1995, 91 ss. embargo, según este autor, el extraño no debe responder por parricidio: «La
14,5
BALDÓ LAVILLA, ADP 1989, 1099 ss. participación es intervención en un hecho. Pero, ¿en que hecho?, estrictamente el
146
Hablo abreviadamente de dádiva, queriendo expresar: «dádiva, presente, ofreci- descrito en la concreta figura delictiva, que en este caso resulta absolutamente
miento o promesa», a que se refieren los arts. 419 ss. CP. imposible que pueda realizar el extraño, porque el extraño, en cuanto a extraño,
Se ha planteado tradicionalmente en la doctrina una discusión sobre todo en lo que jamás podrá decirse que m a t a o coopera en la muerte de un pariente. Cabría decir
se refiere la participación del extraneus en los dehtos especiales impropios sobre la (¡ue no se trata de producir un resultado idéntico al del homicidio y al del asesinato,
conveniencia o no de romper el título de imputación. Es decir, de castigar al sino de prohibir la muerte de un pariente, con lo que resulta absolutamente
extraneus por el delito especial impropio del autor o por el común subyacente. Sin imposible que el extraño pueda violar esa prohibición». Posteriormente esta teoría
querer realizar un examen exhaustivo de tal discusión, dado que éste no es el tema hasidomatizadaporPEÑARANDARAMOS, Concurso, 1991,181 ss. Este autor se
de este trabajo, sí conviene hacer u n breve resumen del estado de la misma. muestra partidario en sus conclusiones de las teorías individualizadoras, no en
La doctrina tradicionalmente dominante h a sido aquella que fundamenta la virtud del art. 60 CP, que únicamente propone aplicarlo in bonampartem, sino por
ruptura del título de imputación en virtud de la aplicación del art. 60,1 CP 1944/ el peso que ejercen toda una serie de consideraciones dogmáticas (sobre el concurso
de delitos, la estructura de los tipos, los sentidos positivo y negativo de la
180 INÉS OLAIZOLA NOGALES
'1 EL DELITO DE COHECHO 181

menos respecto del cohecho pasivo propio). Es conveniente analizar I li • participación, para ello considero necesario analizar los problemas
por qué ha preferido el legislador esto a dejar libre juego a las reglas i|iit; se plantean de participación en los delitos especiales.
El problema que se plantea en los delitos especiales propios es
accesoriedad y el principio de que cada uno debe responder por su propio hecho y I Instinto al que se plantea en los delitos especiales impropios, ya que,
por su propia culpabilidad) que prevalecerían sobre el mantenimiento de la unidad. ii diferencia de éstos, no existe una figura común paralela a la que
BVente a las teorías que defienden la r u p t u r a del título de imputación en los delitos poder referir las conductas de los extraños que toman parte en
especiales impropios, se alzan de la mano de GIMBERNAT una serie de voces que
defienden la unidad del título en todo caso. :H|uéllos. Son pues, delitos independientes por antonomasia. U n a
GIMBERNAT ORDEIG, Autor y cómplice, 1966, 276 ss. Este autor critica las niü;rpretación del art. 65,1 CP que considerara circunstancia subje-
teorías anteriormente expuestas. Empezando por la doctrina que aplica el art. 60 II v;i el carácter de funcionario, conduciría a la impunidad del partícipe
CP, entiende el autor que la doctrina se equivoca, porque se inventa una atenuante que fuera extraño a la relación personal, y ésta sería una solución que
que no existe: la de no ser pariente, y no sólo se inventa una atenuante, sino que la
hace operar de tal forma, que en virtud de ella impone la pena inferior en grado. Esta 11(1 satisfaría a nadie.
tesis, según GIMBERNAT, «prescinde de la técnica legalpositiva e individualiza la Rsta cuestión h a sido argumentada por los defensores de la unidad
pena, no con la aplicación de los arts. 9, 10, y 11, sino imponiendo las penas de di'l Lítulo de imputación. Si no es posible la aplicación del art. 65,1 CP
distintos delitos a autores y partícipes; con lo cual, y contra legem, atribuye a las
(art. 60,1 CP de 1944) a los partícipes extraños en un delito especial
circunstancias atenuantes un valor d istinto del que normalmente le atribuye el CP:
el elevar o reducir la pena al grado máximo o mínimo». También critica la teoría piiipio, salvo que se quiera dejar impune tal participación, no será
defend ida por RODRÍGUEZ MOURULLO. En primer lugar y contraargumentando ! II l( 'cuada dicha aplicación a los delitos especiales impropios, porque ello
las razones de justicia material expone: ¿Dice la justicia que el que induce a un 111 xmdría una desigualdad de trato entre los partícipes en cada clase de
padre a matar al hijo merece la misma pena exactamente que el que induce a un Ipil!
extraño a matar a un extraño? A mi me parece que lo que la justicia dice es más bien mil'
I li 'I itos. Mientras que los que interviniesen en un delito especial impro-
esto: que no es lo mismo contribuir al "hecho" parricidio, donde el desvalor que ya ,l!li pio recibirían una penalidad calculada con arreglo al delito común —que
lleva en sí la acción de matar se añade al del desprecio del vínculo parental, que piir otro lado, no ha de ser necesariamente más beneficiosa—, los
contribuir al "hecho" homicidio, donde sólo existe el desvalor de matar. La justicia 11. niícipes en un delito especial propio deberían ser o bien castigados con
no dice que es lo mismo contribuir al hecho m a t a r que al hecho m a t a r a un pariente.
Dice precisamente lo contrario: que no es lo mismo. Que lo segundo es más grave 11 reglo a la pena establecida en el tipo realizado por el autor principal,
que lo primero». Por otro lado, continúa el autor en contra de las opiniones vertidas lii i|tie sería incongruente con la solución dada a los delitos especiales
por RODRÍGUEZ MOURULLO/DEL ROSAL/COBO DEL ROSAL, «naturalmente impropios, o bien tendrían que permanecer impunes''"^.
que el extraño no puede realizar un parricidio ni puede m a t a r a su pariente, pero I'l.sta argumentación fue contestada por PEÑARANDA RAMOS"'^
es que al partícipe no se le castiga por realizar el tipo ni por m a t a r a su pariente, ilpÜ i|iMi:n, refiriéndose a la argumentación de DÍAZ Y GARCÍA
se le castiga por "intervenir en un hecho". Y el hecho en el que interviene es el de
que un sujeto mata a su pariente (parricidio). Un extraño colabora en un parricidio,
a pesar de que la víctima no es pariente suyo, del mismo modo que el sacerdote que
une a los novios interviene en un matrimonio, a pesar de que él no se casa». No
iUuntraneas que participa en el delito especial impropio, siendo autor unextraneus,
obstante GIMBERNAT busca lo que él llama el «término medio ideal», porque
•11' pueden aplicar las mismas teorías, aunque conviene resaltar en estos supuestos
reconoce que no es lo mismo el extraño que induce al pariente a un parricidio, que
i'lrazonamientodeMIRPUIG,PG,4'', 1996,14/40,372ss., parte delaconsideración
un pariente que indujera a otro pariente a un parricidio. P a r a reflejar estas
ilr que el hijo que induce a un extraño a matar al padre debe ser calificado como
consideraciones alega al juego de atenuantes y agravantes generales del CP. (Vid.
iiuiuctor a un homicidio, pero al entender además que el hijo causa la muerte del
págs. 282 ss. especialmente los cuadros de las págs. 286 s.).
l>,i(lre, a través de otra persona, concluye que el hijo puede considerarse también
La tesis de GIMBERNAT ha sido seguida por otros autores, entre los que destacan iiiitor mediato, como sujeto cualificado que utiliza un instrumento doloso no
QUINTERO OLIVARES, Los delitos especiales, 1974, 65 ss. DÍAZ Y GARCÍA iiialineado. Ambas calificaciones concurrirían en concurso de leyes, debiéndose
CONLLEDO, La autoría, 1991, 166-167, aunque este autor matiza la postura de [ireferir, según el principio de especialidad, la calificación de autor de parricidio.
Gimbernat, acaba aceptándola por considerarla la más adecuada: «En cualquier K:;to razonamiento parte de la aceptación de la autoría mediata con instrumento
caso en un CP que dé suficiente margen al juego de las circunstancias agravantes doloso no cualificado, que como se verá más adelante h a sido objeto de crítica por
y atenuantes, en el supuesto de los delitos especiales impropios, con una interpre- varios motivos.
tación hábil de los preceptos, se puede conseguir en muchos de los casos soluciones AMÍ argumenta QUINTERO OLIVARES, Los delitos especiales, 1974, 70.; DÍAZ Y
bastante adecuadas al desvalor de las conductas y, en general, a los postulados do (I.MICÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 230 ss, n. 55; GÓMEZ RIVERO, La
la justicia material, como magistralmente h a demostrado para el Derecho penal iiuliicción, 1995, 163 ss.
español GIMBERNAT, cuya solución suscribo plenamente». Respecto al supuesto I'I'IIMARANDARAMOS, La participación en eZdeZífo, 1985, 349 ss.
182 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 183

CONLLEDO, alega que, en vez de acudir a la punición del extraneus convierte al delito en especial encaja en el concepto de circunstancia
por el delito especial propio, se podría acudir a contrario a u n a o no.
analogía in bonampartem que conduciría a la impunidad: «Díaz está En este punto estoy de acuerdo con la doctrina que niega la
pensando seguramente en delitos en los que esta solución sería posibilidad de aphcar el art. 65,1 CP (art. 60,1 CP 1944/1973) a los
insatisfactoria (los delitos de funcionarios, por ejemplo), pero en los delitos especiales impropios por dos motivos: En primer lugar porque
correspondientes delitos especiales impropios lo sería igualmente el convertir ese elemento personal (por ejemplo la exigencia de ser
sólo castigo por el delito común. La consecuencia de todo ello tampoco funcionario) supone otorgar a tal elemento u n efecto de penalidad que
tendría que ser necesariamente, para quien quisiera utilizar el art. 60 las circunstancias genéricas de los arts. 21, 22 y 23 CP no tienen.
en relación con los elementos de (otros) tipos de delito de la Parte En segundo lugar entiendo que el partícipe colabora en el hecho
Especial, la de admitir sólo esta segunda solución como un mal menor: delictivo de otra persona. El extraño que induce al hijo a matar a su
se podrían rechazar ambas, mediante la negación del carácter (alta- padre «no mata», pero sí convence o ayuda al hijo a cometer un
mente) personal de los elementos en cuestión». parricidio. Efectivamente, y en esto no estoy de acuerdo con
Apoyando la tesis de PEÑARANDA RAMOS, se ha manifestado GIMBERNAT, cuando criticando las posturas que rompen el título de
recientemente BOLDOVA PASAMAR^^'", defensor de la ruptura del imputación, afirma que en el parricidio no se dan los presupuestos
título de imputación. Según este autor, el defender la ruptura de título típicos del homicidio, que él define como «muerte de un extraño por
en los delitos especiales impropios y no en los propios no es u n a otro extraño»'^"*. En este sentido estoy de acuerdo con DÍAZ Y GARCÍA
incongruencia, sino que es fruto, precisamente de u n a legítima aspi- CONLLEDO'''*, cuando afirma que ello implica convertir un delito
ración a individualizar las responsabilidades de los diferentes sujetos común (homicidio) en especial. Los presupuestos del delito de homici-
que intervienen en un delito. Según este autor, al partícipe extraño dio son «muerte de u n hombre por otro» y «hombre» y «otro» lo son
que interviene en un delito especial propio sería necesario aplicarle también el hijo y el padre. Por tanto, el hijo al matar a su padre realiza
una atenuante por el hecho de no estar vinculado por el deber un homicidio y un parricidio en la misma persona. En virtud de la
específico que vincula al autor^'^', de esta forma, continúa BOLDOVA, solución del concurso de leyes al intraneus se le castigará por parrici-
«tanto para los delitos impropios como para los propios se estaría dio en virtud del principio de especialidad. El extraneus que participa
prescribiendo u n a misma solución a base de circunstancias: en los lo hace a su vez en u n homicidio y en u n parricidio. Opina DÍAZ Y
delitos especiales impropios no se aplican al extraño los efectos de lo GARCÍA CONLLEDO que sería pensable, dada la mayor distancia
que es materialmente considerado como circunstancia específica, del extraneus respecto al injusto del parricidio, que el concurso de
mientras que en los propios se intenta apreciar en el no cualificado leyes se resolviera a favor de la calificación de partícipe en un
una atenuación, igualmente circunstancial, aunque genérica» '•''^. Sin homicidio, por el efecto oclusivo del tipo más benigno en este caso. Sin
embargo, se podría objetar a este argumento que lo que se aplica al embargo, como reconoce el propio autor, este razonamiento fracasa en
extraneus en los delitos especiales impropios es más que u n a atenuan- el supuesto contrario {extraneus autor e intraneus partícipe) y en la
te. apreciación del desvalor de la postura del extraneus, lo que lleva a
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, a aceptar plenamente la unidad del
2. Toma de postura título de imputación defendida por GIMBERNAT^''''. Efectivamente,

La discusión sobre la posibilidad de aplicar o no el art. 65,1 CP (art.


153 GIMBERNAT ORDBIG, Autor y cómp/¿ce, 1966, 278.
60,1 CP de 1944/1973) variará según se considere que el elemento que 154 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 164, n. 415. En este mismo
sentido, PEÑARANDA RAMOS, Concurso, 1991, 136 ss.; Una dura crítica de
GIMBERNAT ORDEIG a PEÑARANDA RAMOS, en, ADP 1992, 833 ss.
1^" BOLDOVA PASAMAR, La comunicabilidad de las circunstancias, 1995, 254 ss. 155 DÍAZ YGARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991,164, n. 415. En contra de la última
1 " Esto es defendido también por GIMBERNATORDEIG, Autorj-cómpZice, 1966, 292; parte de la argumentación de DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, PEÑARANDA
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 231 n. 55. RAMOS, La participación en el delito, 1985, 355 ss.; BOLDOVA PASAMAR, La
1^^ BOLDOVA PASAMAR, La comunicabilidad de las circunstancias, 1995, 255. comunicabilidad de las circunstancias, 1995, 353, n. 347.
184 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 185

opino como DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, que considerar la aplica-


Creo, sin embargo, por las razones aducidas por un relevante
ción del delito de homicidio en este caso para el partícipe, supondría
Mcctor doctrinal, que el art. 65,1 CP (art. 60,1 CP 1944/1973) sólo es
no tener en cuenta el mayor desvalor que supone p a r a el propio
,1 piicable a las circunstancias modificativas de la responsabilidad que,
extraneus el colaborar en un parricidio frente a un homicidio. Quizás
i'ii sentido estricto, sólo son las de los arts. 21, 22 y 23 CP (arts. 9, 10
sería posible interpretar que dicho concurso de leyes debe resolverse
V 11 CP 1944/1973), y no los elementos personales de la Parte
también para el partícipe en favor del delito de parricidio para tener
l'Ispecial. Por tanto, el extraneus que participe en un delito especial,
en cuenta precisamente ese mayor desvalor de su conducta, en virtud
sea impropio o propio, responde como partícipe en tal delito y no, en
del principio de subsidiariedad. El parricidio ya no existe en el CP
r\ caso de los impropios, como partícipe en el delito común'".
vigente, pero sigo citándolo como ejemplo muy usado por la doctrina
Al extraneus normalmente debería podérsele aplicar una atenuan-
y fácil de manejar, que me permitirá en el apartado siguiente llegar
Ic, pero ello no siempre es fácil, salvo que se admitan atenuantes por
a conclusiones sobre la participación en el delito de cohecho.
iiiialogía como la de no parentesco"'* o la de no funcionario, cosa que
, Probablemente en la discusión pesa también la influencia de la
no parece del todo descabellada.
regulación alemana en este punto. El StGB en su § 28 recoge expre-
samente estos supuestos; En su inciso I establece la regla de que si los
elementos o características personales especiales fundamentan la /{. Responsabilidad del partícipe extraneus en el delito de cohecho
punibilidad del autor (cosa que ocurre en los delitos especiales
I. Responsabilidad del particular que corrompe o intenta corrom-
propios), al partícipe en que falten tales elementos o características se
le castigará como partícipe en el delito especial pero atenuándosele la per al funcionario
pena. El inciso II establece que, cuando esas características o elemen- La peculiar estructura del delito de cohecho, hace que conductas de
tos no fundamenten, sino sólo agraven, atenúen o excluyan la pena mera participación (por ejemplo, la del particular que ofrece dinero a
(caso de los delitos especiales impropios), tales elementos o caracterís-
ticas sólo operarán para el participante (autor o partícipe) en que
en los delitos especiales a mero cómplice, en tanto que el inductor y el cómplice
concurran. Antes de crearse la regla correspondiente al actual § 28,1 r(^sponderían en virtud del delito propio, es decir, igual que el intráneas que induce
StGB, sólo existía la regla del antiguo § 50,11 StGB, que se corresponde o auxilia en el delito especial propio. Ante esta contradicción la doctrina se dividía
con la del actual § 28,11 StGB. E n este punto es interesante la ante varias posibles soluciones:
discusión planteada por la doctrina alemana antes de la entrada en 11) Aquellos que apostaban por la impunidad del partícipe extraño. Así FINGER
Lehrbuch, 1904, 364.
vigor del actual § 28 StGB respecto al castigo del extraneus que 11) Una solución menos radical era la defendida por MEZGER, Tratado //, 1957, 351
participaba en u n delito especial propio'^^. S.S., quien propone que al extraño inductor a vm delito especial propio se le castigue
como cómplice: «porque el no cualificado actúa también, en verdad, antijurídica y
puniblemente si participa en tal conducta injusta; pero es indudable que la ley,
^^^ La discusión viene expuesta extensamente por GIMBERNAT ORDEIG, Autor y (li'sde el momento que circunscribe la autoría a la persona del intráneas, considera
cómplice, 1966, 253-259. La doctrina dominante alemana argumentaba a contrario, punible en menor grado la participación del extraneus.
es decir, si en los casos en que la cualidad personal del autor a t e n ú a o agrava o r) La mayor parte de los autores alemanes estimaban que conforme al Derecho allí
excluye la pena, el coautor, inductor o cómplice extraños responden por el delito V i¡;ente, era inevitable castigar como inductor al extraño que instigaba en un delito
base, y el parágrafo 50,11 StGB no menciona el supuesto de circunstancia.i rupecial propio, aunque lo consideraban una «contradicción» (NAGLER, Die
personales que fundamentan el delito, esto quiere decir, a contrario, que en lo.i 'l'eilnahme, 1902, 100); «un disparate y una injusticia» (LANGE, Die notwendige
delitos especiales propios todos responden en virtud del delito especial. No obstan • 'l'vilnahme, 1940, 84).
te, la dogmática alemana da un paso más y dice: si en los delitos especialeft I; IMBERNAT ORDElG,Autory cómplice, 1966, 272 ss.; QUINTERO OLIVARES,
impropios hay para todos los extraños una atenuación, parece justo que lo mismo /,().s- delitos especiales, 1974, 65 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La Ley 4, 1986,
rija para los delitos especiales propios, ya que mismo motivo que en los impropioM Ii24 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991,149 ss; La Ley, 28-2-1996,
lleva a una atenuación del extraño, esto es, el motivo de que éste no infringe uii ;! .ss.; MIRPUIG, PG, 4°, 1996,15/39, 395 ss.; No ocurre lo mismo con los elementos
j, deber especial, sigue teniendo plena vigencia en los propios. Este razonamiento qiKí afectan a la culpabilidad, que no seguirán este régimen, por lo tanto, el
lleva, sin embargo, y así lo afirman los propios autores alemanes a una contradic- pioblema será en muchas ocasiones saber cuáles afectan a la culpabilidad. En el
ción lógica. El que, por realizar actos ejecutivos sería coautor quedaría degradado nisii del funcionario es evidente que no (es un dato constitutivo del injusto).
IIIMBERNAT OKDElG,Autory cómplice, 1966, 286.
186 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 187

u n funcionario p a r a que realice u omita un determinado acto) se categoría de delito consumado, por lo tanto el particular no responde-
eleven a conductas de autoría al tipificarse expresamente estas i'á, tampoco, igual que en el CP español, como partícipe de delito de
conductas a través del delito de cohecho activo del art. 423 CP'*^^. Por cohecho pasivo, sino como autor de cohecho activo o del delito de
tanto, el particular que realiza estas conductas será autor de un delito instigación a la corrupción que se regula independiente del anterior,
• de cohecho activo y no será castigado como partícipe de u n delito de y a diferencia del CP español con una menor pena.
cohecho pasivo'^*. Por tanto la inmensa mayoría de las conductas Por su parte el StGB también diferencia el cohecho pasivo del
provenientes de un particular se elevan a un delito autónomo y cohecho activo, recogiendo en éste como figura autónoma la conducta
común, es decir, realizable por cualquiera, incluido otro funcionario. del particular que corrompe o intenta corromper al funcionario^''^.
El CP español sigue así la estructura del Código penal alemán El StGB limita en determinados aspectos la responsabilidad del
(StGB) y del Código penal itahano (CPI). particular. Así por ejemplo, en el § 333 únicamente pena al particular
El CPI, en los artículos 321 y 322, establece como figuras autóno- cuando la entrega, la promesa o el ofrecimiento de la ventaja lo realice
mas la conducta del particular que da o promete al funcionario o al como contraprestación de u n «acto oficial futuro», pero no cuando se
encargado de un servicio público dinero u otra utilidad diferenciando trate de u n a acto oficial ya realizado. Por otro lado no se recoge como
mayor o menor pena, segvin el funcionario acepte o no la entrega o la conducta típica la del particular que simplemente acepta la solicitud
promesa^''^ El CPI diferencia como conductas autónomas la corrup- (l(;l funcionario, es decir, sólo se castigan los comportamientos activos
ción activa y la inducción a la corrupción que también eleva a la (leí particular.
Sin querer ahondar en este momento en la explicación de las
conductas típicas, se puede concluir que en las tres regulaciones, la
159 ^j.j. 423 CP; «1. Los que con dádivas, presentes, ofrecimientos o promesas
corrompieren o intentaren corromper a las autoridades o funcionarios públicos
1 'spañola, la italiana y la alemana, se tipifican como delitos autónomos
serán castigados con las mismas penas de prisión y multa que éstos. 2. Los que conductas de los particulares que, según los principios generales del
atendieren las solicitudes de las autoridades o funcionarios públicos, serán casti- I )c!recho penal, son conductas de mera participación. Se produce por
gados con la pena inferior en grado a la prevista en el apartado anterior». Linto u n adelantamiento de las barreras de protección penal al no
'*''' Nos encontramos cuando el sujeto «corrompe» al funcionario ante un concurso de
r<>gir, entre otros, para estos comportamientos, por ejemplo, el princi-
normas al ser el sujeto por un lado autor de un delito de cohecho activo y a su vez
partícipe, normalmente inductor, de un delito de cohecho pasivo que se resolverá pio de accesoriedad limitada (por ej emplo el particular responderá por
en virtud del principio de especialidad, expresamente recogido en el art. 8,1° del CP: ilchto de cohecho activo, incluso cuando la conducta del funcionario
«El precepto especial se aplicará con preferencia al general». A la vez, como se verá rsté justificada) El particular responderá por su propia conducta
más adelante, el CP adelanta las barreras de protección penal, al establecer como
conductas típicas el intento de corrupción, que será delito de cohecho activo
consumado independientemente de que el funcionario acepte o no, es decir, se eleva
a delito consumado una conducta que materialmente se podría considerar un S 333 StGB; «1. El que entregue, prometa u ofrezca a un funcionario, a una persona
simple intento de inducción, y la aceptación por el particular de la solicitud del especialmente obligada a u n servicio o a u n militar una ventaja como contraprestación
funcionario, siendo esta conducta difícilmente encajable en ninguna categoría de a un acto oficial futuro, será castigado con pena de prisión hasta dos años o con
participación, porque el delito de cohecho pasivo se consuma por el mero hecho de multa. 2. El que entregue, prometa u ofrezca a un juez o a un arbitro una ventaja
que el funcionario solicite, no siendo necesaria la aceptación del particular. (;omo contraprestación a un acto judicial futuro, será castigado con pena de prisión
181 Art. 321 CPI; «La pena establecida en el primer párrafo del 318, 319, 319 bis y en hasta dos años o multa». § 334 StGB; «1. El que entregue, prometa u ofrezca una
el 320 en relación a todas las hipótesis de los artículos 3 1 8 y 3 1 9 s e aplicará también ventaja a un funcionario, a una persona especialmente obligada a un servicio o a un
a quien dé o prometa al funcionario o al encargado del sei-vicio público dinero u otra soldado como contraprestación a un acto oficial irregular ya realizado o a un acto
utilidad». Art. 322 CPI; «1. Será castigado con la pena del primer párrafo del art. oficial irregular futuro, será castigado con pena de prisión de tres meses a cinco años
318 reducida en u n tercio, quien ofrezca o prometa dinero u otra utilidad no debida y en los casos menos graves con pena de prisión hasta dos años o multa. 2. El que
a un funcionario o a un encargado de un servicio público que revista la calidad de entregue, prometa o conceda a un juez o a un arbitro una ventaja como
empleado público para inducirle a cometer un acto de su oficio, en los casos en que contraprestación a un acto judicial que; 1) ya ha sido realizado y lesione la
la oferta o promesa no fueran aceptadas. 2. en los casos en que la oferta o promesa obligación judicial o 2) haya de realizarse en un futuro y lesione la obligación
fueran para inducir al funcionario o al encargado de un servicio público a omitir o judicial, será castigado, en los casos del número 1 con pena de prisión de tres meses
retardar un acto de su oficio o a realizar un acto contrario a su oficio, y no fueran a cinco años, en los casos del número 2 con pena de prisión de seis meses a cinco años.
aceptadas, la pena será la del primer párrafo de art. 319 reducida en un tercio». La tentativa es punible.».
18S INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 189

como autor de la misma independientemente que el funcionario se la tipificación expresa de la participación en el cohecho. En muchos
deje o no se deje corromper. delitos que exigen necesariamente la colaboración de dos personas, la
Probablemente la razón de que se regule de manera autónoma esta conducta de u n a de ellas es impune. Cuando lo es, el Código penal no
conducta del particular se deba buscar en la propia naturaleza del declara esa impunidad expresamente, sino que guarda silencio: así
delito de cohecho. Se trata de un delito de convergencia en el que es por ejemplo, en el estupro, en la usura y en los delitos relativos a la
precisa la existencia de dos personas. No quiero decir con ello que sea prostitución. En cambio, por regla general, cuando la ley quiere
preciso el acuerdo de esas dos personas para que se produzca el delito, castigar a los dos sujetos que se precisan para que surja el delito, lo
porque, como se verá al analizar más en profundidad la conducta dice expresamente: así, en el aborto, en el adulterio y en el cohecho. La
típica, el delito se consuma con la mera solicitud del funcionario al (•equiparación legal expresa de la penalidad del intraneus con la del
particular, en el caso del cohecho pasivo, y con el intento de corrupción sobornante puede explicarse de muchas maneras menos de una: la
en el caso del cohecho activo, pero es evidente que también en estos i|ue establece que en éstos y únicamente en estos delitos especiales la
casos es necesario que el funcionario «solicite» a alguien o que el conducta del extraneus es t a n reprobable —frente a la conducta del
particular «intente corromper» a otro. En este sentido es necesaria que i'xtraneus en todos los demás delitos especiales— que allí sí, pero no
haya al menos dos personas enjuego, por ello es lógico que el legislador aquí, está justificada la equiparación de penas. Mientras no se nos
no haya querido dejar la conducta del particular como u n a mera (explique por qué la conducta del sobornante es más reprobable que la
conducta de participación y haya preferido tipificarla autónomamente, del particular que interviene en una malversación o en una falsedad
precisamente por el carácter frecuente de dicha conducta. Así, según del funcionario, habrá que pensar que las reglas del sobornante no son
GIMBERNAT"''', «el motivo de la equiparación expresa de la pena del excepcionales, sino principios que rigen para los demás delitos espe-
funcionario al particular no tiene n a d a que ver con la inexistente ciales».
circunstancia de que en el cohecho presente una mayor reprochabilidad La interesante exposición de GIMBERNAT, con la que en último
la actividad del extraño que en otros delitos especiales. Aunque no era término t r a t a b a de fundamentar su teoría sobre la participación en
absolutamente necesario, la ley ha tenido sus buenas razones para delitos especiales, y según la cual el extraño que participa en un delito
aludir a la responsabilidad del partícipe en el delito de cohecho. Pues, (especial responde en virtud del delito especial, puede someterse a
mientras en la prevaricación o en la malversación el ¿ntraneus puede algunas objeciones en lo que respecta al tema que nos ocupa: la
realizar el delito completamente sólo, no es este el caso en el cohecho. naturaleza pluripersonal o unipersonal del delito de cohecho.
En el cohecho h a b r á siempre u n a persona que soborne al funcionario.
GIMBERNAT parte de una premisa: la participación del extraño
Al redactar el tipo de la malversación el legislador no tenía por qué
en el delito de cohecho se regula expresamente al darse cuenta el
pensar en problemas de participación delictiva. En el cohecho, en
liigislador que en este delito habría siempre u n a persona que soborna-
cambio, al legislador le saltó a la vista la participación delictiva.
ca al funcionario"'*. Al decir que siempre habrá una persona que
Aunque en cierto sentido es superfluo, no puede extrañar que la ley se
soborne al funcionario este autor está afirmando que se trata de un
decidiese, excepcionalmente, a tipificar, expresamente, la figura de la
delito pluripersonal que precisa de al menos dos personas, y eso es lo
participación en el cohecho. La tendencia a hacerlo no es t a n fuerte en
((ue, como ya se ha visto, no me parece correcto. Sin embargo, sí que
los delitos en que, u n a veces sí y otras no, habrá u n partícipe; para
estoy de acuerdo con GIMBERNAT, en que no se recogen expresamen-
tales delitos, la mayoría, ya están las reglas generales de los artículos
i.e estas conductas porque tengan una mayor reprochabilidad que la
14 y 16. La tendencia tiene mucho mayor vigor cuando el legislador
qae tienen la participación de otros extraños en otros delitos especia-
siente, al tipificar la conducta del partícipe, que está tipificando un
les. Desde mi punto de vista, se regulan expresamente estas conduc-
comportamiento que acompañará siempre y necesariamente al delito
l:as porque normalmente en el delito de cohecho intervienen dos
en cuestión. Posiblemente haya entrado aún otro motivo enjuego en
personas, el funcionario corrupto y el particular corruptor, y el

GIMBERNAT ORDEIG, Autor y cómplice, 1966, 292 ss. GIMBERNAT ORDEIG, Autor y cómplice, 1966, 292. (El subrayado es mío).
UUIlllllilimilllUllMIllllHll uiiiiuiMimmi

190 I N É S OLAIZOLA N O G A L E S EL DELITO DE COHECHO 191

legislador h a indicado expresamente la responsabilidad de cada uno Ahora bien, se debe tener en cuenta que esta menor capacidad !
de ellos, en vez de dejarlo conforme a las reglas generales de partici- líincional para perturbar el bien jurídico también la tiene el inductor
pación. Pero al hacerlo, se refuerza el argumento de la unilateralidad o cooperador necesario que sea partícipe en sentido estricto del delito
del delito de cohecho, porque resalta que lo importante es la conducta ilcl funcionario y sin embargo va a responder conforme al art. 28 con
de cada sujeto por su lado. l;i misma pena que el funcionario^''''. Esto es, evidentemente, algo que
; I fecta con carácter general a la inducción y a la cooperación necesaria
o. Toma de postura sobre la equiparación de penas entre el funcionario que i:n cualquier delito y no voy a entrar aquí en la corrección o incorrec- >
comete cohecho pasivo y el particular que comete cohecho activo i'ión general de la equiparación de pena en todo caso de estos partíci-
pes al autor, equiparación que discuten CEREZO MIR y GRACIA
El CP de 1995 h a traído algunas novedades respecto a la completa MARTIN, respecto del inductor directamente, y respecto del coopera-
equiparación de penas que existía en el CP de 1944 entre el funciona- dor necesario, al proponer que desaparezca del CP esta figura y que
rio que cometía cohecho pasivo y el particular que cometía cohecho ;;•' convierta en facultativa la actualmente obligatoria rebaja de pena
activo. II los cómplices'''^. Hay que advertir, sin embargo, como hace especial- ^
Dicha equiparación se venía criticando por la mayoría de la I n ente DÍAZ Y GARCÍA que la equiparación en pena del inductor y del
doctrina, especialmente en aquellos casos en los que el funcionario rooperador necesario al autor no significa que la ley equipare exacta-
solicitaba una dádiva y el particular se limitaba a aceptar la solicitud. mente estas figuras al autor en cuanto a su merecimiento y necesidad
RODRÍGUEZ DEVESA decía: «Al cerrar toda posibihdad de impuni- (le pena, porque, si se parte de que la ley sustenta un sistema de
dad, se favorece el delito, se debería dejar impune al particular en los luitoría restrictiva, la responsabilidad del autor es autónoma, mien-
casos menos graves o cuando denuncie estos hechos. Es criticable que I ras que la de los partícipes equiparados en pena al autor (y también
so castigue en todos los casos al particular que acepta la solicitud del la del cómplice) es accesoria'^'^. En este sentido, quizás se podría
funcionario, ya que sería, en muchas ocasiones, pedir al particular w'guir afirmando que la responsabilidad del particular en el delito de
una actitud heroica»"''^. cohecho activo, no es exactamente la misma que la que le corresponde
Desde mi punto de vista, es verdad que el bien jurídico protegido .11 inductor de un delito, porque en el caso del particular su responsa-
cu el delito de cohecho sólo puede afectarse directamente por el liilidad, como autor de un delito que es, es autónoma, y en este sentido
funcionario, ya que el particular no tiene capacidad funcional de :ii' puede seguir criticando la equiparación de penas, por no considerar
lesionar el correcto funcionamiento de la Administración, es el funcio- iiue afecta con la misma intensidad al bien jurídico la conducta del
nario el que «desde dentro» puede actuar con criterios ajenos a la particular que la conducta del funcionario.
imparcialidad, objetividad y legalidad. , . El particular que ofrece o promete una dádiva al funcionario no
Desde esta lógica se puede considerar incoherente la equiparación deja de ser alguien que t r a t a de convencerle para que delinca; se trata
(lo penas entre el funcionario y el particular, pero no sólo cuando el iidemás de alguien que tiene intereses personales, propios en que el
particular acepta la solicitud del funcionario, sino también cuando la
iniciativa parte de él, y es el particular el que ofrece o promete una
(hidiva o un presente al funcionario, porque también en estos supues- DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, Delitos contra la Administración pública, 1997,
tos la conducta del particular está más alejada de lesionar el bien 167; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Ruarte de San Juan,
jurídico que la del funcionario que acepta dicha oferta o promesa. (en prensa).
CEREZO MIR, Problemas, 1982, 316; Estudios, 1993, 17 s.; 41 ss.; 134 ss; 155 s.;
157,190 s.; 205 s.; GRACIA MARTÍN, AP, 1994-1, 359 s. También BAGIGALUPO,
RFDUC 6, 1983, 59, realiza en relación con la cooperación necesaria en la PACP
'"'• RODRÍGUEZ DEVESA, NEJ VI, 1952, 364; En el mismo sentido, BAGIGALUPO 1983, una propuesta similar a la de CEREZO, aunque no idéntica, consistente en
/APATER, DJ 37/40, 1983, Vol. 1, 1099 ss. No creo que estos autores se estén prever una atenuación facultativa de la pena del cooperador necesario o, si se quiere
refiriendo a «actitud heroica» en sentido literal, porque en ese caso concurrirían profundizar más en la reforma, suprimir la distinción de las dos formas de
causas de justificación (completas o incompletas), causas de exclusión de la cooperación (la necesaria y la no necesaria o la complicidad).
culpabilidad o alguna atenuante analógica. . . . . .„.:;.. ,, , , .,;., ' DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 736 ss.; La Ley, 28-2-1996, 4.
•^jij\fíiunn^m\taimímnmmmwmmmmmmn^mnvmimmaui^m

192 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 193

funcionario acceda a su oferta. Como ya he indicado antes, material- " i|ue la pena no debería ser superior a la que corresponde a un
mente su conducta es la de un inductor, pero al elevarle a la categoría iplice. Esta es la pena que precisamente ha establecido el art.
de autor, la responsabilidad del particular es independiente y autóno- I;!;Í,2.
ma de la del funcionario. IHIÜI l'ín los casos correspondientes al segundo supuesto se produce una
No obstante, el problema de la corrección o no de la equiparación Ilinación completamente diferente. Se trata de casos que la legisla-
de penas entre el particular y el funcionario se planteaba sobre todo . iim italiana sanciona como delito de concusión (art. 317 CPI), en el
en el caso de que fuera el funcionario el que solicitara la dádiva y el i|iic el funcionario solicita ventajas o retribuciones indebidas ampa-
particular simplemente aceptara. En estos casos no podía ser conside- IIIIII lose en la preeminente posición que le confiere el cargo, y que lleva
rado el particular ni inductor, puesto que la iniciativa partiría del I linio fundamental consecuencia la de que el particular no esté
funcionario, ni cooperador necesario, puesto que no sería necesario I iincionado penalmente. En España no se recoge el delito de concu-
que él aceptara para que el delito de cohecho pasivo se consumara. Mnn '''^, no se distingue estos dos grupos de casos, pero en alguno de los
EL CP ha optado, a diferencia del CP de 1944, en su art. 423,2, por riipuestos del segundo grupo cabría la posibilidad, (aunque habría
rebajar la pena en u n grado a los que atendieren las solicitudes de las i|Mc' ver caso por caso), de que el particular estuviera amparado por
autoridades o funcionarios públicos"''\ No se rebaja la pena si el nnn causa de justificación o de exclusión de culpabilidad y de esta
particular hace algo más que simplemente acceder. Sin embargo, creo in.'inera eximirle de pena, o si el carácter de la eximente fuera
que hubiera sido más correcto diferenciar dos tipos de supuestos en los incompleta, rebajarla según el art. 68 CP (o en su caso, apreciar
que el particular acepta la solicitud del funcionario: iilj'.una atenuante)^''^.
1) Aquéllos en los que el particular acepta la solicitud del funcio- I'ln este punto, es importante tener en cuenta además la otra
nario porque ésta le favorece. niorma que, respecto a la pena que corresponde al particular que
2) Aquéllos en los que el particular acepta la solicitud del funcio- iicrpta la solicitud, ha establecido el CP de 1995 en su art. 427'''''. El
nario por temor a que, si no acepta, el funcionario resuelva en su iirl., 427 CP''''' condona la pena al particular que hubiera accedido
contra.
La diferencia entre ambos grupos de casos es que en el primero el
particular acepta la solicitud del funcionario libre y espontáneamen-
lis interesante la opinión que a este re.specto tiene VALEIJE ÁLVAREZ, RGD,
te, mientras que en el segundo lo hace por miedo o por el temor que le 1994, 6517 ss. Según esta autora el delito de concusión italiano es equiparable a
h a infligido el funcionario. No parece por tanto que fuera t a n criticable nuestro delito de exacciones ilegales (art. 437 CP), por lo que en estos caso el
la equiparación de penas en el primer caso, o al menos, no parecen particular también quedará exento de pena y el funcionario no responderá por
delito de cohecho, sino por delito de exacciones ilegales. Ya me he pronunciado al
acertadas las observaciones que se habían venido realizando por la respecto al estudiar la conducta típica, vid, supra. Sin embargo, es importante
doctrina para rechazar dicha equiparación en el sentido de que se resaltar que VALEIJE, al considerar cohecho sólo el primer grupo de casos,
exigía al particular una «actitud heroica»^''". . : considera que: «el particular nunca es una víctima de los designios del funcionario,
La única razón que parece admisible para romper la equiparación HÍno que ambos son y se presentan como dos partes de la misma relación, ambas
conductas son igual de reprobables porque los dos persiguen obtener ventajas a
en estos casos podría ser la mencionada más arriba referida a l a menor costa de la función pública y desviar las normas en su propio beneficio». Vid. mi
capacidad funcional que el particular tiene respecto al bien jurídico, crítica a esta postura en: OLAIZOLA NOGALES, PJ 40, 1996, 451 ss.
y en este sentido, teniendo en cuenta que la actitud del particular no OLAIZOLA NOGALES, PJ 40, 1996, 470 s.
es equiparable al inductor ni al cooperador necesario, podría sostener- Dada la importancia de este tema, debido a que supone una de las más importantes
novedades que el CP de 1995 h a supuesto en el deUto de cohecho, el art. 427 CP lo
estudiaré de forma específica. Vid. supra capítulo V.
Art. 427 CP: «Quedará exento de pena por el delito de cohecho el particular que haya
^^8 Art. 423,2 CP: «Los que atendieren las solicitudes de autoridades o funcionarios : iccedido ocasionalmente a la solicitud de dádiva o presente realizada por autoridad
públicos, serán castigados con la pena inferior en grado a la prevista en el apartado I) funcionario público y denunciare el hecho a la autoridad que tenga el deber de
anterior». I>roceder a su averiguación, antes de la apertura del correspondiente procedimien-
1™ R O D R Í G U E Z D E V E S A , ^ E j y / , 1954, 364; BACIGALUPO ZAPATER,Z)J37/40, to, siempre que no hayan transcurrido más de diez días desde la fecha de los
1983, voL 1,390. hechos».
imuMuiiiiiiiuiiiiuiiiiiiiiiiiiiiimimimiuiiiiifflii

194 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 195

ocasionalmente a la solicitud de dádiva o presente realizada por v.\ 2. Responsabilidad del particular que realiza otras conductas
funcionario si denunciase el hecho antes de diez días de la fecha de IOH
hechos y siempre que no se hubiera abierto el procedimiento corres- En este apartado se estudia la responsabilidad de aquella persona,
pondiente. Esta figura no tiene en cuenta los motivos por los que un p;irticular o funcionario cuando no actúa como tal, que coopera o
particular acepta la solicitud del funcionario, pero permitirá eximir de induce a la realización de u n delito de cohecho sin ser a su vez autor
pena al particular que cumpla unos determinados requisitos, y es I Ir un delito de cohecho activo. Lo primero que hay que dilucidar a la
probable que entre estos particulares que cumplen dichos requisitos hora de determinar la responsabilidad de esta persona, es si con su
se encuentren aquéllos que acceden por temor a las represalias de los nctuación participa en el delito de cohecho activo o en el delito de
funcionarios^''^'. <•(ihecho pasivo, porque dada la propia estructura del delito de cohecho
La posible condonación que establece el art. 427 CP atiende en iH) podrá responder por concurso de delitos entre la participación en
realidad a razones políticocriminales de utilidad p a r a fomentar las rl delito de cohecho activo y la participación en el delito de cohecho
denuncias por delito de cohecho. Con el CP de 1944 al estar sancionado pasivo.
el particular que accedía a la solicitud con la misma pena que el, Esta decisión que en teoría parece tan sencilla, no lo es en la
funcionario, no le interesaba denunciar el hecho, y ello llevaba a que práctica, porque en muchas ocasiones es difícil dilucidar si un sujeto
el funcionario «corrupto» continuara dentro de la Administración II íi colaborado con el funcionario que acepta o solicita la dádiva que con
pública con el consiguiente peligro p a r a el correcto funcionamiento de I'I particular que la ofrece o que la entrega'''''. , , ,. ;
la misma. Lo que al sistema le interesa es que la Administración Respecto a este tema la doctrina alemana plantea una interesante
funcione conforme a principios de imparcialidad, legalidad y objetivi- iliscusión. En principio y con carácter general todos están de acuerdo
dad. Para ello es imprescindible descubrir a aquellos funcionarios que
puedan perturbar desde dentro ese correcto funcionamiento. Se puede
quedarán exentos de pena cuando se disuelvan o se sometan a la autoiidad legitima
decir que en estos casos al sistema le interesa más el futuro funciona- antes de las consecuencias de ellas. Estos comportamientos postdelictivos son
miento correcto de la Administración que la prevención especial dotados de eficacia, según este autor (pp. 325 ss.), en virtud de dos grupos de
respecto al particular; y que, por otro lado, la prevención general no razones. El primer grupo estaría constituido por aquellos supuestos en los que la
quedará afectada al aplicarse esta condonación únicamente al parti- razón fundamental tiene sobre todo carácter político. Se trataría de razones de
conveniencia y utilidad públicas. E n muchos de estos supuestos el reconocimiento
cular en aquellos casos en los que la iniciativa no parte de él, sino del jurídico se basa en hechos que no pueden calificarse de reacción contra lo ya
funcionario. El interés general de la sociedad radica aquí en el ejecutado, sino en otros que, sin ser reaccionarios, sin suponer el despliegue de una
descubrimiento y captura del funcionario solicitante^^''. actividad contraria a la anterior, se valoran positivamente por el Derecho. El
desistir de la rebelión no es un acto reparador propiamente dicho, pero sí digno de
una valoración positiva. Es natural, que de premiarse algún comportamiento, se
premie éste, porque se trata de supuestos en los que una actitud reparadora es
i'5 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Huarte de San Juan, (en difícil de imaginar. El segundo grupo se caracteriza por un contenido eminentemen-
prensa). te económico. La mayoría de los casos que se integran en este grupo reflejan la
"6 En este punto es interesante la obra del profesor DE VICENTE REMESAL, El relación existente entre la Economía y el Derecho.
comportamiento postdeüctivo, 1985. En las pp. 60 ss. el autor hace referencia a Esta misma idea es puesta de manifiesto por VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción,
determinados comportamientos postdelictivos con distinta eficacia sobre la pena en 1995, 242 ss.: «Conceptualmente la distinción es bastante clara; sin embargo, en las
función de su contenido y del momento en que se producen. E s t a eficacia va desde situaciones concretas pueden presentarse una mezcla de intereses heterogéneos
una atenuación legal de la pena, hasta llegar a veces a la impunidad. Como ejemplos que dificultan el título de imputación que debe prevalecer. Esta confusión ha venido
(lógicamente el autor pone como ejemplos arts. del CP de 1944), art. 563 bis CP: últimamente ahondada con la reciente tipificación del delito de tráfico de influen-
queda exento de pena el librador del cheque o talón que hiciere efectivo su importe cias (por ejemplo en el caso de las orientaciones y consejos que prestan a las
en el plazo de cinco días contados a partir de la fecha de su presentación al cobro; empresas constructoras de obras púbUcas aquellos abogados, arquitectos, ingenie-
¡ art. 395 CP, relativo a la malversación de caudales públicos: la pena será la de ros y restantes profesionales liberales que, estando estrechamente ligados a los
., reprensión pública si el funcionario culpable reintegrase antes del juicio los órganos técnicos y político-administrativos de la Administración pública, están en
caudales o efectos, o con sus gestiones se lograse el reintegro; en los delitos do una posición prevalen te a la hora de decidir el proyecto de obra, los requisitos que
,. rebelión y sedición, los meros ejecutores de cualquiera de estos dos delitos (art. 226 debe cumplir la empresa adjudicataria, los incrementos del precio que puede
CP), así como los sediciosos del art. 219 que no fueran funcionarios público-i, soportar la obra proyectada, etc.)».
iiiimiiiiiimiHWHmi

196 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 197


en que el extraneus partícipe responderá bien en virtud de cohecho 11(1, y la respuesta podría ser la misma que da la doctrina alemana.
pasivo o de cohecho activo, en función de si su colaboración h a sido con ('onforme a los principios generales que rigen la participación el
el funcionario o con el particular. Pero plantean el siguiente supuesto: particular debería responder como partícipe del delito de cohecho
u n particular ofrece u n dinero a u n funcionario por u n acto oficial ya pasivo cometido por el funcionario, sin embargo, ello no dejaría de ser
realizado; el funcionario no quiere cogerlo, pero otro particular le lili contrasentido, porque si al particular que ofrece el dinero no se le
convence para que lo haga. En este caso, el funcionario respondería r; istiga, siendo su conducta materialmente la más importante conduc-
por un delito de cohecho pasivo del§ 331 StGB, y el particular que l;i de inducción al delito de cohecho pasivo, no parece que sea lógico
entrega el dinero, sin embargo, no respondería penalmente por un ((ue se castigue al particular que convence al funcionario. Además,
delito de cohecho activo del § 333 StGB, porque sólo se castiga al hay que tener en cuenta que las conductas de cohecho son conductas
particular que ofrece una ventaja al funcionario para u n acto oficial alojadas de la efectiva lesión del bien jurídico. Con una sola conducta
regular/iíítíro pero no por un acto ya realizado. Ante esta situación, (l(í cohecho no se lesiona el correcto funcionamiento de la Administra-
se plantea la doctrina cómo responderá el otro particular, el que liíín, pero u n a repetición de dichas conductas puede acabar
convence al funcionario, que no tenía intención de aceptar, para que perturbándolo'®". Por tanto se puede afirmar que con el delito de
acepte el dinero. En principio, y en puridad, este particular es un cohecho se castiga una especie de acto preparatorio, por lo que tendría
inductor del delito de cohecho, y así, parte de la doctrina, aplicando los síMitido no castigar la participación de extranei, salvo cuando se trate
principios generales entienden que dicho particular responderá como (l(í cohecho activo. El problema que plantea esta solución es que, a
partícipe en virtud de los §§331,26,27y 281 delStGB'™. Sin embargo, píísar de ser más justa e incluso más lógica, contradice el art. 28 a) o
parte de la doctrina''''^ entiende que dicho particular no puede respon- ',',8 b) del CP. Probablemente la solución sería que el propio CP
der, porque si no se castiga al que entrega el dinero, cuya instigación estableciese expresamente esta exención de responsabilidad. Con la
es mucho mayor, no tiene sentido castigar al que participa de manera regulación actual, si el hecho que realiza el funcionario es constitutivo
menos intensa. lie delito, cabrá participación en él
Este mismo problema se podría plantear en España. Por ejemplo,
en aquel caso en que un particular ofrece dinero a un funcionario por li. Responsabilidad de la persona intermedia. Planteamiento gene-
realizar un «acto propio de su cargo» de los establecidos en el art. 425
ral del problema
CP. Parece que el particular que ofrece el dinero no respondería por
delito de cohecho activo, porque éste se regula en el art. 423 y por Se t r a t a de aquellos casos en los que la conducta típica de solicitar,
«corromper o intentar corromper» se viene entendiendo como hacer recibir o aceptar, no es realizada por el propio funcionario, sino que
que el funcionario lleve a cabo alguna de las conductas tipificadas en este la realiza a través de u n a persona intermedia. -'!••; .'i <,
los arts. anteriores y que conforman el cohecho pasivo denominado
«propio». E incluso en aquellos casos en los que el particular, autor de
(/. «Utilización» de un extraneus parparte de un intraneus
u n delito de cohecho activo, responda con menor pena que el funciona-
rio, art. 423,2 CP, se planteará el problema de con qué pena deberá Cuando se está ante delitos especiales propios se puede plantear
castigarse al inductor o cooperador necesario del funcionario". Se lili problema grave en aquellos casos en los que u n intraneus induce
plantea también aquí, por tanto, el problema de si el particular que II un extraneus que obra con plena libertad y de manera dolosa a la
convence al funcionario para que acepte el dinero deberá responder o rtialización de la conducta propia de ese delito especial. En estos casos
I 'I extraneus que actúa de modo inmediato no puede ser autor del delito
especial, porque le falta la característica personal exigida por el tipo,
™ Vid la situación general en, MAURACH/SCHRÓDER/MAIWALD, BT, T, 1991, líísultando su conducta en principio atípica; el inductor intraneus no
752 ss.; DREHBR/TRONDLE, StGB, 47", 1995, § 331, nm. 24.
1™ Así, JESCHECK, LK, 10°, 1988, antes del §. 331, nm. 12; RUDOLPHI, SK, 4°, 1991,
§ 333, nm. 16 ss.; SCHONKE/SCHRÓDBR/CRAMER, StGB, 25°, 1997, § 334, nm. '"" LOOS Fs-Welzel, 1974, 880 ss.; RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Delitos de peligro.
14 ss. 1994, 303.
;i:;¡miiBiHi^RZ

198 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 199

podrá responder como inductor, en virtud del principio de accesoriedad roiitradictoria con la propia construcción de la autoría mediata por
limitada de la participación, que hace atípica la participación en un instrumento doloso no cualificado, ya que en ella, el extraneus partí-
hecho no típicamente antijurídico. P a r a evitar esta laguna de puni- ripe del autor mediato no debe contar en absoluto con la impunidad,
ción algunos autores acuden a la figura de la autoría mediata por .'hiiO más bien con el castigo, (como partícipe del ¿níraneus) por lo que
utilización de un instrumento doloso no cualificado: el intraneus sería no desaparecería motivo alguno de inhibición de su conducta'*^"\
autor mediato del hecho y el extraneus un partícipe en el mismo, que Otra forma de solucionar este problema ha sido propuesta, respec-
sería calificado normalmente como cooperación necesario^®^. I o a determinados delitos especiales (sobretodo de funcionarios contra
Sin embargo esta teoría que defiende la autoría mediata a través l;i función púbhca y otros similares), por ROXIN a través de su teoría
de «instrumento doloso no cualificado» h a sido criticada por otros ili! los delitos de infracción de deber (Pflichtdelikte)'"". Según ROXIN,
autores entre los que destaca DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDOi^a que la hay delitos en los que lo importante no será la forma externa en que
considera como u n a «mera petición de principio», porque no funda- ;;e Heve a cabo u n a conducta, sino la infracción de deberes jurídicos
menta en ningún criterio material el dominio del hecho por parte del i'xtrapenales impuestos a determinados sujetos; a estos delitos se les
intraneus. MIR PUIG^*^ alude a la imposibihdad de que otro sujeto iKínomina delitos de infracción de deber; en ellos, da igual que el
dispute al intraneus la pertenencia del hecho; y por tanto, el hecho vinculado por el deber lo infrinja actuando de propia mano o conven-
«puede» y «debe» imputársele al sujeto como suyo, al no podérsele licíndo a otro o ayudando a otro para que realice la conducta de la que
imputar a otro. El porqué reside exclusivamente en que, en la medida ;;e deriva la infracción del deber. En estos casos el intraneus sería el
en que haya un sujeto causante del hecho, éste no puede quedar sin .nitor del delito porque ha infringido el deber, aunque lo haya hecho
autor. Sin embargo estoy de acuerdo con DÍAZ Y GARCÍA'^* en que tal mediante la inducción a un extraneus para que realice una determi-
fiíndamento resulta insuficiente y además incorrecto como criterio nada conducta; el extraneus podría ser castigado como partícipe del
general para determinar la autoría. Según DÍAZ Y GARCÍA, lo que • nitor intraneus. Llega el autor, por tanto, a una conclusión equivalen-
hay que saber es, si en esos casos, que MIR dice que serían «hechos sin li' a la que llegaban los partidarios de la teoría de la autoría mediata
autor» hay realmente un «hecho» en sentido jurídico-penal; si no lohay por instrumento doloso no cualificado: el intraneus es autor del delito
no es absurdo, sino lógico, que no tenga autor; por otro lado, añade V el extraneus partícipe.
DÍAZ Y GARCÍA, que no está claro que no puedan existir hechos Esta teoría defendida por ROXIN puede ser criticada como ya
atribuibles en otros campos a u n a persona que no lo sean desde la Miníalo GIMBERNAT; la, construcción no es aceptable con carácter
perspectiva penal. El que se produzcan lagunas de punición es algo ; icneral, porque el principio de legalidad impone también unas exigen-
tolerable desde los principios de fragmentariedad y ultima ratio del 'ias formales que hay que respetar escrupulosamente en Derecho
Derecho penal; cuando tales lagunas no estén justificadas político- |K>nal, y resulta que casi todos los tipos supuestamente de infracción
criminalmente lo que hay que proponer es una reforma legislativa. «le deber describen además unas concretas modalidades de actuación
Cabría fundamentar, según DÍAZ Y GARCÍA, la instrumentalización 'lue, salvo excepciones, no pueden considerarse realizadas por quien
del extraneus y el dominio del intraneus en que, al partir el primero de induce a otro para que inmediatamente las lleve a cabo^*^''. Ello se
su segura impunidad, no tendría motivos de inhibición para obrar,
pero este argumento es considerado por DÍAZ Y GARCÍA, inás
aparente que real porque, en primer lugar, supone que la actuación de DÍAZ Y G A R C Í A C O N L L E D O , La autoría, 1 9 9 1 , 6 1 8 ss.; EJB I, 1995, 6 9 8 ; La Ley,
las personas libres y conscientes se mueve exclusivamente por temor 28-2-1996, 2; «La autoría mediata», (en prensa). Critican también la teoría del
a la sanción penal, y en segundo lugar, la argumentación será instrumento doloso no cualificado, GIMBERNAT ORDEIG.Aiiíorycfím^j/ice, 1966,
261 s.; RODRÍGUEZ MOURULLO, ADP 1969, 470 ss; QUINTERO OLIVARES,
i!
Los delitos especiales, 1974,90ss.;RVlZ ANTÓN,El agente provocador, 1982,167;
COBO DEL ROSALA^IVES ANTÓN, PG, 1990, 5 7 5 . '
181 Así, por ej. MIR PUIG, PG, 4°, 1996, 373 ss. ROXIN, Táterschaft, 6", 1994, 355 ss.
182 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, «La autoría mediata» (en prensa). GIMBERNAT ORDEIG, Autor y cómplice, 1966, 240 ss. En palabras de este autor:
183 M I R P U I G , PG, 4 ^ 1996, 3 7 3 ss. «La conducta del autor mediato intraneus sólo podrá ser castigada en base al tipo
184 DÍAZ Y G A R C Í A C O N L L E D O , «La a u t o r í a m e d i a t a » (en p r e n s a ) . especial cuando sea subsumible en él directamente. El fundamento de esta tesis lo
200 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 201

podría subsanar con la propia redacción legal del tipo, como ocurre, y I;ición de una persona física, pero la situación cambia con el art. 31 del
se verá más adelante con el delito de cohecho, que va a permitir que ' ' I ' de 1995^^°, que permite tanto la actuación en nombre de una
el funcionario realice la conducta él mismo o a través de u n a persona IIIT.sona jurídica como la actuación en nombre o en representación
interpuesta, con lo que, desde mi punto de vista, se salva lo que de otro Irgal o voluntaria de «otro», es decir cabrá la actuación en nombre de
modo sería una laguna de punición. lina persona física. Habría que analizar caso por caso para ver si esta
Por último, GRACIA MARTÍN^^^ h a propuesto otra forma de ;iullición es aplicable a los supuestos que se están estudiando, porque
salvar estas lagunas de punición: acudir a la figura del actuar por otro n 11 (ín todos los casos de instrumento doloso no cualificado será posible
para poder castigar aquellos casos en que una persona que actúa en iiplicar la fórmula de «actuación en nombre o representación legal o
nombre o representación de otra (física o jurídica) realiza los actos vohmtaria de otro»^^' pero desde luego no se opone al principio de
propios de un delito especial. Entiende este autor que entre el que li'¡',alidad.
actúa por otro y éste por el que actúa no tiene por qué haber «una Desde mi punto de vista, el quid de la cuestión estará en el estudio
relación formal jurídico-civil, mercantil, laboral, tributaria o adminis- lie cada caso para ver si lo relevante es que la conducta venga
trativa válida o eficaz», sino que «bastará con que el que actúa en lugar Ic.ilizada por el propio funcionario o no. Es decir, si desde el punto de
de otro haya entrado fácticamente en la posición social o jurídica que \ista de la protección del bien jurídico es o no importante el que la
describe el sujeto activo del delito y, en consecuencia, haya adoptado, II inducta se realice directamente por el funcionario. A partir de ahí se
correctamente, u n a posición táctica de autor. Así, en muchos casos de podrá formular críticas a aquellas redacciones formales que impidan
instrumento doloso no cualificado, a este instrumento extraneus se le l;i realización del tipo por un particular cuando el bien jurídico se
podrá calificar de autor directo (actuando por otro) y al sujeto de atrás IHTturbe de la misma forma independientemente de que sea el
intráneas como inductor. íuncionario el que realice la conducta directamente o la realice a
Para poder defender esta postura, es preciso que dicha figura tenga l.i'avés de un tercero.
plasmación legal, y de este modo se podría castigar como autor del Otra postura que t r a t a de solucionar este problema es la defendida
delito especial propio al extraneus que realiza la conducta, pero en el por PEÑARANDA RAMOS, a través de la aplicación de la autoría en
que no concurre la característica especial del citado delito, que sí iDinisión por omisión'-'^. El autor pone el caso de una madre que, para
concurriría en el inductor intraneus, que podría ser castigado como tal multar su deshonra, induce al extraño o coopera con él a dar muerte
inductor. Esta solución no cabía desde luego con el art. 15 bis del CP .il hijo recién nacidoi'^^. P a r a PEÑARANDA RAMOS, cabe fundamen-
de 19441^'^, debido a que el delito no preveía la actuación en représen- I ;i r la autoría de la madre en la comisión por omisión por parte de un
Knrante (la madre) que está obligado a proteger la vida del recién
II acido. A e s t a p o s t u r a h a c o n t e s t a d o DÍAZ Y G A R C Í A CONLLEDOi'"*,
proporciona el principio de legalidad, porque los argumentos de justicia material en
que se apoya aquella teoría no pueden justificar una lesión de dicho principio». El
autor ofrece algunas posibilidades de disminuir estos resultados injustos, y respec-
to a los delitos especiales propone que en la definición legal de la conducta típica el '"' Art. 31 CP 1995: «El que actúe como administrador de hecho o de derecho de una
legislador prevea expresamente junto a la ejecución inmediata la ejecución mediata persona jurídica, o en nombre o representación legal o voluntaria de otro, respon-
De tal forma que en la conducta tipificada del funcionario sean subsumibles derá personalmente, aunque no concurran en él las condiciones, cualidades o
directamente no sólo conductas de autoría mediata, sino también conductas de relaciones que la correspondiente figura de delito o falta requiera para poder ser
mera participación. En este mismo sentido se manifiesta, DÍAZ Y GARCÍA sujeto activo del mismo, si tales circunstancias se dan en la entidad o persona en
CONLLEDO, La autoría, 1991, 163 ss.; EJB I, 1995, 698; La Ley, 28-2-1996, 2 s , cuyo nombre o representación obre».
«La autoría mediata» (en prensa). "" En este mismo sentido, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 733, n. 59;
las GRACIA MARTÍN, El actuar en lugar de otro I, 1985, 116 ss. El mismo, «La autoría mediata» (en prensa).
189 Art. 15 bis CP 1944/1973: «El que actuare como directivo u órgano de una persona '•'' PEÑARANDA RAMOS, La participación, en el delito, 1990, 357.
jurídica o en representación legal o voluntaria de la misma, responderá personal- "" Con el CP 1995 desaparece el delito de infanticidio, pero las conclusiones que
mente, aunque no concurran en él y sí en la entidad en cuyo nombre obrare, las PEÑARANDA RAMOS deduce de este caso son extensibles a otros delitos especia-
condiciones, cualidades o relaciones que la figura de delito requiera para poder ser les.
sujeto activo del mismo». ' " DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 731 ss., n. 59.
202 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 203

indicando que u n problema fundamental de esta idea proviene del i'iccutar el hecho, que permitiría solucionar los casos en que el
hecho de que las posiciones de garante frente a cualquier fuente dv t-xlraneus empleara fuerza, que en opinión de estos autores debía
peligro no son fáciles de fundamentar y que la omisión de los supues 111 l.íírpretarse en sentido amplio comprensivo de la intimidación, sobre
tos garantes (padres, funcionarios) no constituye siempre comisión i'l intraneus instrumento. Especialmente para DÍAZ Y GARCÍA, no
por omisión^^''. podía interpretarse como u n supuesto de autoría mediata o inmedia-
h I, porque cualquier clase de autoría se desprendía de los propios tipos
b. Utilización de un intraneus por parte de un extraneus lie la parte especial, y tampoco como un supuesto de inducción, porque
('sl;a ya venía recogida en el segundo inciso del art. 14,2 del CP de 1944.
Además de la situación estudiada h a s t a ahora, puede ocurrir que I ,;i tínica interpretación del caso de fuerza sería entenderlo como un
sea el extraneus el que utilice al intraneus para que realice la conduct; i Mupuesto que materialmente sería de autoría, aunque el principio de
típica. En este caso sí que se produce u n a auténtica utilización, porque; li'fcalidad no permitiera calificarla de tal, por faltar en el forzador el
de no ser así, si el funcionario actúa libremente y con plena conscien- rlcmento personal. Así tanto LUZÓN PEÑA como DÍAZ Y GARCÍA
cia, se estará ante un caso de participación de un extraneus en un ('()NLLEDO abogaban por interpretar de lege lata de forma amplia
delito especial, que como ya se ha visto es perfectamente posible y i'l concepto de fuerza y de lege ferenda por ampliar la figura a otros
punible. Miipuestos (provocación o aprovechamiento de u n error fundamental-
El supuesto que se estudia es el del extraneus que, sirviéndose de mente).
alguno de los medios que normalmente fundamentan la autoría Sin embargo el CP de 1995 h a hecho caso omiso a esta propuesta,
mediata, consigue que el intraneus realice la conducta propia de) V no sólo no ha ampliado la figura, sino que h a suprimido completa-
delito especial. El problema se plantea cuando el intraneus actúa en mente cualquier referencia a supuestos de forzar. Probablemente el
un supuesto de falta de acción, de modo justificado o meramente legislador ha entendido dicha referencia superfina por considerarlo
imprudente en tipos en los que sólo es punible la comisión dolosa. En II n supuesto de autoría mediata o inmediata que ya se recogía en el art.
estos casos el intraneus no realiza u n a acción típicamente antijurídica, 28, r , o u n supuesto de inducción recogido en art. 28, 2" a)''".
por lo que en virtud del principio de accesoriedad limitada de la Ha desaprovechado de este modo el legislador una forma adecuada
participación, el extraneus no puede ser castigado como inductor, pero (lo cubrir u n a injustificada laguna de punición. Si bien es cierto, y en
tampoco, al faltarle la cualidad personal necesaria en u n delito eso estoy de acuerdo con DÍAZ Y GARCÍA que quizás la figura del 14,
especial, podrá responder como autor ni mediato ni inmediato de ese \>" habría que haberla restringido sólo a determinados delitos, porque
delito. Estos casos no encuentran solución en ninguna de las teorías en algunas ocasiones algunos delitos pueden tener tan alto contenido
expuestas anteriormente. (lo infracción de deber, o tal carácter personal que no tendría funda-
Una solución posible para algunos de estos supuestos era la que en mento el castigo del sujeto de atrás por el delito especiaP'^®.
varias ocasiones h a n seguido LUZÓN PEÑA y DÍAZ Y GARCÍAi^''.
Para estos autores, la solución estaba en interpretar correctamente el
art. 14,2 del CP de 1944/1973, referido a los que fuerzan a otros a 4. Responsabilidad de la «persona interpuesta» en el delito de
cohecho pasivo
195 Hay que tener en cuenta que la teoría que DÍAZ Y GARCÍA defiende es la misma
En el delito de cohecho están solucionados, por la propia redacción
que defiende LUZÓN PEÑA, Estudios penales, 1991, 234 ss.: «Para admitir legal del delito, los problemas relativos a la «utilización» de un
comisión por omisión, es preciso que la realización omisiva del hecho sea estructural extraneus por u n intraneus. En la redacción del delito de cohecho
y materialmente idéntica a su realización activa, y que, por ello, y además por no I ¡asivo se establece la posibilidad de que el funcionario solicite o reciba
haber peculiares exigencias adicionales o específicas en la descripción legal, la
omisión sea directamente subsumible en el correspondiente tipo legal».
196 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La Ley 4, 1986, 531 ss.; La autoría, 1991, 720 ss.;
'"' DÍAZ Y G A R C Í A CONLLEDO, La Ley, 28-2-1996, 3 s.
LaLey, 1992-2,1034;EJñ/, 1995, 1712; «La autoría mediata» (en prensa); LUZÓN
li» DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991,720 ss.; La Ley, 1992-2,1034,;, La
PEÑA, Estudios penales, 1991, 219 ss.
ley, 28-2-1996, 3 s.; «La autoría mediata», (en prensa).
204 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 205

la dádiva a través de u n a persona interpuesta. Por tanto, no h a r á falta 11'! ií rictivo de autoría que el autor defiende, ésta se deduce de cada tipo
acudir a ninguna de las teorías expuestas, en cuanto al intráneas qu(í ili • la parte especial, por lo que el precepto resultaría superfluo. Según
induce al extraneus a realizar la conducta del delito especial, dado que I' IAZ, el art. 14,1° contiene u n a forma de participación consistente en
el funcionario no precisa para realizar la conducta típica realizar él lii realización de acciones ejecutivas que no sean acciones típicas
mismo la solicitud o recibir directamente la dádiva, sino que puede nni-leares, es decir, acciones ejecutivas no típicas, típicas no nucleares
hacerlo a través de otra persona. Por tanto, en estos casos el funciona- V ¡icciones del extraneus en casos que responden a la estructura de la
rio seguirá siendo autor inmediato y la persona intermediaria será tiiautoría en delitos especiales entre intráneas y extraneus. La dife-
partícipe del delito^•'•^ rí'ncia entre la cooperación ejecutiva y no ejecutiva estará en que la
Dada la estructura del delito de cohecho, se utiliza en muchas cooperación en la primera consiste en la realización de actos ejecuti-
ocasiones la figura de un mediador. Este mediador, que puede ser \'iis, en tanto que la segunda consiste en el favorecimiento, fomento o
particular o funcionario, colabora en la ejecución del delito de muy liiiúlitación del delito no prestado mediante acciones ejecutivas^"'*.
diversas maneras: favoreciendo u n a determinada entrevista, hacien- Klectivamente, en los supuestos que se están analizando, la conducta
do de correo transmisor de mensajes, recogiendo la dádiva, etc. ili'l intermediario encajaría perfectamente como coautoría si no fuera
VALEIJE diferencia entre el «intermediario en la actuación», que porque el sujeto no cumple la condición personal que el delito de
será aquél que actúa como portavoz o emisario de las declaraciones de cohecho, como delito especial requiere, esto es, la de ser funcionario.
voluntad que previamente le ha transmitido el funcionario (de solici- I'or ello, de acuerdo con el profesor DÍAZ, el intermediario podría
tud o de aceptación de la proposición del particular), y el «intermedia- responder como cooperador ejecutivo. Sin embargo, el CP de 1995 en
rio del beneficio», que es quien actúa como mero receptor de la dádiva ,'ui art. 28 suprime la anterior referencia del art. 14, 1", por lo que se
objeto del soborno, y que según la autora es la forma de participación hace imposible la interpretación anterior. No obstante, según DÍAZ Y
a la que se refiere el Código bajo la expresión «recepción por persona (i ARCÍA, la supresión no es demasiado relevante, pues los antiguos
interpuesta». ,: ,, . cooperadores ejecutivos, serán considerados casi siempre cooperado-
En el primer caso, tanto según esta autora como según la doctrina r(!s necesarios, lo que ocurre es que ello obliga a dilucidar en cada caso
dominante se estará ante un supuesto de cooperación iaecesaria^°°. La .si dicha cooperación era necesaria o no, cosa no fácil en muchas
característica de necesaria o no de la cooperación se establecerá
conforme a los criterios generales^''^. Según DÍAZ Y GARCÍA, el
intermediario sería un cooperador ejecutivo^"^. Según este autor el
art. 14,1° CP de 1944/1973 «los que tomaran parte en la ejecución del
ocasiones^"''.
Más cuidado hay que tener al determinar la responsabilidad penal
del «intermediario del beneficio». En este caso habrá que distinguir
.iquellos supuestos en los que la recepción de la dádiva se produce sin
ll
hecho», a diferencia de lo que opinaba parte de la doctrina, no recogía que antes haya habido contacto entre el particular que entrega la
un supuesto de autoría, porque desde el punto de vista del concepto liádiva y el funcionario que la recibe, en cuyo caso el intermediario
actuará como partícipe (cooperador necesario o no) del delito del
funcionario o del particular, dependiendo con quién colabore, de
Se consiguen, a través de la propia redacción legal del precepto, solucionar muchos
problemas, tal y como defendían entre otros, GIMBERNAT, Aaíory cómplice, 1966,
aquellos en los que sí que h a habido previos contactos en los que el
240 ss., QUINTERO OLIVARES, Los delitos especiales, 1974, 117; RODRÍGUEZ funcionario ha solicitado la dádiva o ha aceptado el ofrecimiento del
MOURULLO, Comentarios I, 1972, 801 s.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La
autoría, 1991, 708 ss.; La Ley, 28-2-1996, 3.
VALEIJE ÁLVARBZ, La corrupción, 1995, 245 ss.; En el mismo sentido, entre
otros, RODRÍGUEZ DEYESA, NEJIV, 1952, 362; CASAS BARQUERO, DJ1978, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La autoría, 1991, 718 ss.; EJB I, 1995, 1712 ss.
. 886 ss.; CÓRDOBA RODA, iíommoye-Pérez Vitoria/, 1983, 182; MUÑOZ CONDE, (Entre otros lugares).
PE, i r , 1996, 865; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, La Ley, 28-2-1996, 3 s. GIMBERNAT afirmó en una
1996, 1204 s. conferencia que los sujetos que integraban el art. 14,1° CP 1944/1973, a los cuales
Un resumen de los diferentes criterios de distinción entre cooperación necesaria y él consideraba partícipes en, Autor y cómplice, 1966, 278 ss.) ahora estarían dentro
mera complicidad en, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995, 1713 ss. de la realización conjunta del hecho del art. 28 1° CP, pero si ésta se concibe como
DÍAZ y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995, 1714 ss. verdadera autoría, hay problemas como se ve muy bien en este caso.
EHmniiinfii!

206 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 207

particular y posteriormente el intermediario se limita a recoger la Por otro lado, en aquellos casos en los que el funcionario «utiliza»
dádiva. En este último caso el delito ya se ha consumado y por lo tanto a im sujeto se podría apreciar sin problema autoría mediata^°^, debido
la actuación del intermediario no puede ser considerada como coope- n ciue lo permite la propia redacción legal de los tipos. : . > í-
ración. Según VALEIJE esta conducta podía ser considerada como un
acto de encubrimiento recogido en el art. 17,1" del CP de 1944^°^ Con C. Responsabilidad del particular que induce al funcionario, a
el CP de 1995 la figura general de encubrimiento desaparece, pero la través del soborno, a cometer un delito
conducta podría encajar en el art. 451, 1° CP: «Será castigado con la
pena de prisión de seis meses a tres años el que, con conocimiento de En este apartado se estudian aquellos casos en los que el particular
la comisión de u n delito y sin haber intervenido en el mismo como ofrece u n a dádiva o un presente al funcionario para que éste realice
autor o como cómplice, interviniere con posterioridad a su ejecución, un acto en el ejercicio de su cargo que constituye delito. La cuestión es
de alguno de los modos siguientes: 1" Auxiliando a los autores o (•(imo responde el particular respecto a ese delito.
cómplices para que se beneficien del provecho, producto o precio del La mayoría de la doctrina entiende que en estos casos el particular
delito, sin ánimo de lucro propio». i'esponde, además de como autor del delito de cohecho activo, como
En todos los supuestos que se están analizando se parte de que el inductor del delito de que se trate^"'^ porque con su actuación hace
funcionario y el intermediario actúan consciente y libremente. Si el Hurgir en otro la resolución de realizar como autor un delito. Los
intermediario actúa por su cuenta sin saberlo el fiancionario, no se medios inductivos no están tasados en el CP. Por tanto cabe cualquier
cumpliría el delito de cohecho, al faltar en el intermediario la cualidad medio capaz de producir el influjo psíquico que lleva a la realización
personal necesaria. Es decir, por ejemplo el particular que solicita del delito. El ofrecer u n a dádiva o un presente es un modo bastante
dinero de otro particular para que u n funcionario realice u n acto de su adecuado de inñuir psicológicamente en otro para que actúe.
cargo, pero sin que el funcionario lo sepa^°*'. Si el intermediario Niega la posibilidad de hacer responder al particular como induc-
«utiliza» al funcionario como instrumento se trataría de utilización de lor en ningún caso VALEIJE^"'. Según esta autora, el apreciar el
un intraneus por u n extraneus, cosa que como ya se h a visto, es de concurso de delitos entre la autoría del delito de cohecho activo y la
difícil solución, más después de que el CP de 1995 haya suprimido los inducción al delito de que se trate, vulneraría el principio ne bis in
supuestos de fuerza del art. 14, 2° del CP de 1944^'". '• i; n! ídem. En dicha solución opina la autora que un mismo segmento de la
icialidad desvalorada «corromper a u n funcionario que realice u n a
conducta constitutiva de delito» se ve sometida a un doble juicio de
I kisvalor: en razón de lo establecido en el art. 423 (cohecho activo) y en
razón a la instigación del acto cometido por el funcionario. Ajuicio de
2»^> VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 245. '' VALEIJE el particular que con dinero logra nacer en el funcionario la
^"^ Quizá en estos casos sería posible apreciar el delito de tráfico de influencias del art. voluntad de cometer u n delito en el ejercicio de su cargo río hace más
430: «Los que, ofreciéndose a realizar las conductas descritas en los artículos (|ue inducirlo a cometer el referido delito, y ese es el fundamento
anteriores, solicitaren de terceros dádivas, presentes o cualquier otra remunera- dogmático de la incriminación del corruptor.
ción, o aceptaren ofrecimiento o promesa, serán castigados con la pena de prisión
de seis meses a un año», aunque habría que ver cada caso concreto. No estoy de acuerdo con VALEIJE en este punto y sí con la doctrina
^'''' Quizá en alguno de estos supuestos podría ser aplicable, además de las posibles i|ue es partidaria de considerar al particular, además de autor del
amenazas o coacciones que se pudieran apreciar, el delito de tráfico de influencias (kilito de cohecho activo, inductor del otro delito; estamos, desde mi
del art. 429 CP: «El particular que influyere en un funcionario público o autoridad
prevaliéndose de cualquier situación derivada de su relación personal con éste o con
otro funcionario público o autoridad para conseguir una resolución que le pueda
generar, directa o indirectamente, un beneficio económico para sí o p a r a un tercero,
será castigado con las penas de prisión de seis meses a un año, y multa del tanto al '"" En el mismo sentido, VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 244 ss.
duplo del beneficio perseguido u obtenido. Si obtuviere el beneficio perseguido se '"•' Vid., por todos, RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, IT ed., 1994,
impondrán las penas en su mitad superior». No obstante, no deja de ser una solución 1179.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995, 1088.
un tanto forzada. "'" VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 247 ss. - ;^-: :K : :, ; -
208 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO U209

punto de vista, ante un concurso medial de delitos y no ante un Además, el art. 419 CP establece para el funcionario un castigo más
concurso de normas. Es verdad, que el legislador ya h a tenido en grave que el resto de los preceptos «sin perjuicio...», por lo que, si p a r a
cuenta que el segundo hecho es un delito, al castigar más gravemente el funcionario se regula el concurso, no veo motivos materiales que
ese cohecho que los encaminados a actos no constitutivos de delito; impidan dicho concurso para el particular.
pero sin embargo, no h a contemplado todo el desvalor de cualquier En el caso de que la iniciativa, para cometer u n delito de cohecho
posterior delito, especialmente en aquellos casos en los que el delito del art. 419, esto es, cohecho para cometer otro delito, no parta del
posterior tiene u n a pena superior a la del delito de cohecho. (Tal vez I ¡articular sino del funcionario no cabrá imputarle dicho delito a título
algunos delitos poco graves sí que se puedan considerar consumidos, de inducción, porque la voluntad delictiva ya estaba previamente
por ejemplo el delito de revelación de secretos del art. 417, cuya pena creada. Quizás cabría considerarle cooperador necesario o cómplice
es de multa de doce a dieciocho meses e inhabilitación especial para moral, dependerá de cuál sea la aportación del particular a ese
empleo o cargo público por tiempo de uno a tres años). segundo delito^^'^
El fundamento por el que se pena al particular por ambos delitos Personalmente, no descarto la posibilidad de considerar al particu-
no es el mismo. Al corruptor se le pena por u n lado porque con la lar cómplice o cooperador necesario, pero creo que sería preciso
conducta de ofrecer dinero está perturbando el correcto funciona- analizar caso por caso para ver hasta que punto la aceptación del
miento de la Administración, bien jurídico protegido en todo delito de particular es necesaria o supone el apoyo moral que el funcionario
cohecho, castigándole más gravemente cuando el dinero se ofrece por requiere para realizar el acto constitutivo de delito.
cometer un delito, puesto que ello supone una forma más grave de
lesionar el correcto funcionamiento de la Administración, y por otro,
porque hace surgir ex novo en el funcionario la idea de cometer un III. RECAPITULACIÓN Y1OMA DE POSTURA
delito con el cual se va a lesionar u n bien jurídico diferente, aun
cuando se trate de u n delito contra la Administración pública, cada Las conclusiones que en torno a la participación se pueden extraer
clase de delitos tiene un matiz diferente respecto al correcto funciona- son las siguientes:
miento de la Administración. Si se castiga al particular únicamente a) El delito de cohecho soluciona el problema de la participación de
como autor de u n delito de cohecho, no se estará teniendo en cuenta un extraneus en delitos especiales, ya que tipifica expresamente la
ese mayor desvalor que supone el hacer nacer en otra persona la conducta de aquel particular que «corrompe» o «intenta corromper» al
voluntad de lesionar otro bien jurídico. Desde luego que al corruptor fimcionario público. La razón de dicha tipificación expresa deba
se le castiga por ofrecer dinero a un funcionario, pero eso no es óbice buscarse quizás en la frecuencia con que van a intervenir dos personas
para que además no se tenga en cuenta que con ello pone en peligro (funcionario y particular) en estos delitos.
otro bien jurídico diferente, el que se lesione cuando el funcionario b) Respecto a la equiparación de penas entre ambos sujetos
realice el acto^'V Efectivamente, h a y una parte de bis in ide/n, pero (funcionario y particular), el CP 1995 h a optado por rebajar u n grado
ello ocurre por ejemplo, también en todo concurso ideal de delitos en la pena del particular que se limita a aceptar la solicitud del funcio-
que el elemento acción es común y no por ello es inconstitucionaP^^. nario. Desde mi punto de vista se puede considerar correcto no rebaj ar
la pena si el particular hace algo más que simplemente acceder,
puesto que su conducta en ese caso será normalmente paralela a la de
Relativo a otros delitos apoyan esta idea por ejemplo, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO,
cualquier inductor o cooperador necesario, aunque debe tenerse en
PJ 16, 1989, 212 ss.; LUZÓN PEÑA, Estudios penales, 1991, 412 ss.;
Vid., por ejemplo, el caso el caso que se producía con el anterior CP en el que un
sujeto mataba alevosamente a su padre. Bastantes autores defendían como solu- dogmático, la solución del concurso ideal de delitos); GRACIA MARTÍN, Bienes
ción más correcta el concurso ideal de delitos entre el delito de parricidio y el delito jurídicos fundamentales, 1993, 169 ss.
de asesinato. Así, por ejemplo, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, PJ 16, 1989, 212 s.; ^'3 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB /, 1995 1088. En contra, ORTS BERENGUER,
CUERDA RIEZU, Concurso, 1992, 267 (este autor, aunque considera más justa la PE, 1993, 485, quien considera que no es posible imputarle la responsabilidad como
solución del concurso de leyes, considera más correcta, desde el punto de vista cooperador necesario, porque no coopera en modo alguno al nuevo delito.
ÜIMilffllffl

:¿io ; INÉS OLAIZOLA NOGALES

cuenta que la responsabilidad será autónoma y no accesoria. Respecto CAPITULO m . ; • ..


al particular que se limita a aceptar la solicitud del funcionario, cabría
fundamentar la rebaja de la pena en la menor capacidad funcional dsj Naturaleza y conducta típica
dicho sujeto para perturbar el bien jurídico.
c) En cuanto a la persona que «participa» en sentido estricto en el
delito cometido por el funcionario o en el cometido por el particular, en
Sección primera "
principio responderá como partícipe del delito de cohecho pasivo o del
delito de cohecho activo según con quién haya colaborado. Sin embar- Naturaleza bilateral o unilateral del delito de
go se plantea un problema interesante en aquellos supuestos en loa cohecho
que el particular colabora con el funcionario, por ejemplo porque lo
convence para que acepte una dádiva, en un delito de cohecho pasivo Antes de comenzar el estudio de la conducta típica del delito de
impropio. Es mayoritaria la doctrina partidaria de interpretar los ohecho pasivo, conviene realizar unas breves consideraciones sobre
términos de «corromper» o intentar corromper» como inducir al :i naturaleza unilateral o bilateral del mismo\
funcionario a cometer un delito de cohecho pasivo propio, pero no Se discute si el delito de cohecho llevado a cabo por el funcionario
impropio. En el caso que nos ocupa podría ocurrir que la conducta del (cohecho pasivo) y el delito de cohecho llevado a cabo por el particular
particular que ofrece la dádiva quedara impune, en tanto que la del (cohecho activo) son delitos autónomos e independientes, o por el
particular que se limita a convencer al funcionario fuera castigada contrario se t r a t a de un único dehto con dos formas distintas de ser
como participación en un delito de cohecho pasivo impropio. cometido. Es decir, se discute la naturaleza bilateral o unilateral del
d) Los problemas que plantean los delitos especiales respecto a delito de cohecho.
aquellos casos de utilización de un extraneus por un intráneas quedan
resueltos en las distintas modalidades del delito de cohecho al recoger-
se expresamente la posibilidad de que el funcionario solicite o acepte I. ANÁLISIS DE DERECHO COMPARADO Y ESPAÑOL
la dádiva por sí o por persona intermedia.
e) El intermediario en la ejecución respondía como cooperador A. Doctrina italiana^
ejecutivo conforme al CP 1944/1973. Con el CP 1995 desaparece esta
figura, lo que h a r á que en la mayoría de los casos responda como 1. Postura mayoritaria a favor de la bilateralidad
cooperador necesario, pero ello obliga a estudiar caso por caso el
carácter necesario o no de dicha cooperación. Los autores italianos defienden en su mayoría la naturaleza
f) El intermediario en el beneficio, es decir, aquel sujeto que se l)ilateral del delito de cohecho. Parten de la definición de CAREARA
limita a recoger la dádiva no será partícipe en el delito, puesto que éste
ya se habrá consumado con anterioridad. La conducta, sin embargo, Si se afirma que el delito de cohecho es un delito bilateral, se estará indicando que
encajará frecuentemente en el art. 45,1° CP que recoge los supuestos el cohecho pasivo y el cohecho activo son partes integrantes de un único tipo legal,
de encubrimiento en delitos contra la Administración de Justicia. mientras que si se defiende la unilateralidad se concibe el delito de cohecho pasivo
y el delito de cohecho activo como dos dehtos autónomos e independientes, con
g) Por último, y respecto al particular que induce al funcionario a procesos ejecutivos, que aunque relacionados, se plantean independientes.
través de un soborno a realizar otro delito deberá responder como El delito de cohecho se recoge en el Código penal italiano con el siguiente tenor: art.
autor de un delito de cohecho activo en concurso medial con la 318 CPI: «El funcionario público, que, por cumplir un acto de su cargo, reciba, por
inducción a ese otro delito, puesto que si se le castigara únicamente sí o por un tercero, en dinero u otra utilidad, una retribución no debida o acepte una
promesa, será castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años. Si el
como autor del delito de cohecho, no se estaría teniendo en cuenta el funcionario público recibe la retribución por un acto de su cargo que ya ha realizado,
mayor desvalor que supone el hacer nacer en otra persona la voluntad la pena será la de prisión de h a s t a un año»./Art. 319 CPI: «El funcionario público,
delictiva. que por abstenerse o retardar, o por haberse abstenido o haber retardado un acto
de su cargo, o por realizar o haber realizado un acto contrario al deber de su cargo,
212 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 213

que explicaba el delito de cohecho como «la venta, acordada entre un III ii-ompe no es en reahdad sino u n partícipe necesario del funcionario
particular y un funcionario público, de un acto perteneciente al I|i 10 se deja corromper*. fn
ministerio de éste, que de ordinario debiera ser gratuito»^ Fundamentan sus razonamientos en varios puntos:
Entienden la corrupción como u n acuerdo necesario entre un 1.) La igualdad de los efectos jurídicopenales. Al corruptor y al
funcionario y u n particular en virtud del cual el primero acepta del r.ir-fupto no le seguirán efectos jurídicos distintos, sino más bien los
segundo, por un acto relativo al ejercicio de su cargo, u n a compensa- i'lcctos típicos del delito único.
ción no debida. Desde este punto de vista la acción del que recibe se 2) Los autores no son penados como partícipes. El funcionario
muestra inseparable de la acción del que da: la una no es concebible piibüco responderá únicamente por corrupción pasiva y no como
sin la otra. I I: I r-tícipe en la corrupción activa, y lo mismo ocurrirá con el particular
Se configura el delito de cohecho como u n a forma de coparticipa- i|u(í sólo responderá por corrupción activa.
ción llamada de «participación necesaria» que se caracteriza por el 3) El tercero que participe en los hechos previstos en los dos títulos
hecho de ser un elemento esencial del tipo la participación de una ii'i-á penado una sola vez como partícipe''"'
pluralidad de agentes. Desde este punto de vista el particular que 4) Los efectos del resarcimiento del daño, de la amnistía o de la
piiíscripción serán tratados como derivados de un único delito'".

2. Crítica de PAGLIARO
reciba, por si o por un tercero, dinero u otra utilidad, o acepte una promesa, será
castigado con la pena de prisión de dos a cinco años»./Art. 319 bis CPI: «La pena se Estos argumentos h a n sido rechazados en Italia por PAGLIARO,
aumentará si el hecho del art. 319 tuviera por objeto el ofrecimiento de un empleo
público o un estipendio o una pensión o la estipulación de contratos en los cuales esté
ilelensor minoritario en este país del carácter autónomo e indepen-
interesada la Administración a la que pertenece el funcionario público»./ Art. 319 Ilíente del delito de cohecho activo y pasivo. Este autor rechaza los
ter CPL «Si los hechos a los que se refieren los arts. 318 y 319 fueran cometidos para .irgumentos anteriores, no porque no se produzcan en el delito de
favorecer o perjudicar a una persona que fuera parte en un proceso penal, civil o cohecho, sino porque no son suficientes para afirmar el carácter
administrativo, se aplicará la pena de prisión de tres a ocho años. Si del hecho se
derivara una condena injusta que no superara los cinco años de prisión, la pena será bilateral del delito.
de prisión de cuatro a doce años; si se derivara una condena injusta superior a los En primer lugar afirma PAGLIARO que no bastan estos elementos
cinco años de prisión, la pena será de prisión de seis a veinte años»./ Art. 320 CPI: para sostener la unidad del delito, en cuanto que los sujetos han
«Las disposiciones del art. 319 y del art. 318 serán apUcables a los encargados de
reahzado a la vez el mismo daño y están obligados sohdariamente al
un servicio púbUco. En todo caso la pena será reducida en medida no superior a un
tercio»./Art. 321 CPI: «La pena establecida en el primer párrafo del art. 318, en el resarcimiento, pero ello no afecta a la cuestión de la unidad o
art. 319, en el art. 319 bis y en el art. 320 en relación a las hipótesis de los arts. 318 plurahdad de delitos. El autor entiende que no se puede confundir el
y 319, se aplicarán también a los sujetos que dieran o prometieran al funcionario que por la propia estructura del delito de cohecho sea preciso la
público o al encargado de un servicio público, el dinero o la utilidad»./Art. 322 CPI:
intervención en todo caso de al menos dos personas, que por tanto
«Quien ofrezca o prometa dinero u otra utilidad no debida a un funcionario público
o al encargado de un servicio público, para inducirle a realizar un acto de su cargo, deberán resarcir el daño que produzcan, pero ello no es razón suficien-
cuando la oferta o promesa no sea aceptada, la pena será la establecida en el primer I (.; para considerar que se t r a t a de un único delito, sino de dos delitos
párrafo del art. 318 reducida en un tercio. Si la oferta o la promesa se hicieran para (|ue se realizan a la vez.
inducir a un funcionario público o a un encargado de un servicio público a
abstenerse o a retardar un acto de su cargo, o bien a realizar un acto contrario al
deber de su cargo, cuando la oferta o la promesa no fueran aceptadas, la pena será
ANTOLISEI, Parte speciale, 10°, 1991, 316 ss.; SEGRETO/DE LUCA: I delitti,
la que establece el art. 319 reducida en un tercio. La pena del primer párrafo se
aplicará al funcionario público o al encargado de un servicio público que solicite una 1991, 286: «El delito de corrupción es un delito pluriobjetivo de naturaleza bilateral
promesa o la entrega de dinero u otra utilidad a un particular p a r a la finalidad y no puede ser dividido en dos delitos autónomos de corrupción activa y pasiva. Los
indicada en el art. 318. La pena del segundo párrafo se aplicará al funcionario dos comportamientos son idénticos. El pacto ilícito es sustancialmente único e
público o al encargado de un servicio público que solicite una promesa o la entrega idéntico»; CRESPI/ZUCCALÁ/STELLA: Commentario, 2", 1992, 587.
de dinero u otra utilidad a un particular para la finalidad indicada en el art. 319». Vid., cap. II, 1 B c.
CARRARA, Programa V, 1961, 94. MANZINI, Traífaío, 1950,201; GRISPINI,D¿rtííopena¿e, 1952,220SS.; ANTOLISEI,
Parte speciale, 10°, 1991, 317 ss.; SEGRETO/DB LUCADe¿ delitti, 1991, 286;
214 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 2a5

En segundo lugar tampoco la unidad de efectos en el tema de B. Doctrina española y alemana^


prescripción lleva a demostrar que la corrupción activa y pasiva
forman un delito único; simplemente el momento de consumación de 1. Doctrina tradicional a favor de la bilateralidad
ambos delitos coincide y como consecuencia el plazo de prescripción
comienza a correr a la vez. Hay que tener en cuenta que en España ni En España, a diferencia de lo que sucede en Italia, la doctrina casi
siquiera tiene por qué coincidir el momento de consumación de ambos unánime aboga por el carácter unilateral independiente y autónomo
delitos, porque el delito de cohecho pasivo se consuma desde el
momento en que el funcionario solicita la dádiva, en tanto que en ese El delito de cohecho se recoge en el StGB en los §§ 331 ss. § 331 StGB: «1) Un
supuesto puede que el particular o no acepte, en cuyo caso no se habrá funcionario o una persona especialmente obligada a un servicio, que exija o acepte
producido un delito de cohecho activo, o que acepte después de un una ventaja o acepte una promesa como contraprestación a un acto de su cargo ya
realizado o por realizarlo en un futuro, será castigado con pena de prisión de hasta
tiempo, por ejemplo, después de diez días, y será en ese momento dos años o con inulta. 2) Un juez o arbitro que exija o acepte una ventaja o acepte
cuando se consume el delito de cohecho activo. la promesa, como contraprestación a un acto judicial ya realizado o por un acto
En tercer lugar, respecto a la cuestión de la amnistía se debe tener judicial futuro, será castigado con pena de prisión de hasta tres años o con multa.
en cuenta, según PAGLIARO, que el momento. decisivo no es el La tentativa es punible. 3) El hecho no será punible conforme al primer párrafo, si
el autor, no habiendo él exigido la ventaja, la hubiera aceptado, o hubiera aceptado
momento de consumación sino el momento en que se comete el delito. la promesa por haber sido con anterioridad autorizado por la autoridad competente
No ve inconvenientes el autor que en el caso de que el momento en que a ello, o por haber denunciado inmediatamente el hecho y hubiera obtenido la
se realicen los hechos de ofrecer y prometer propios de la corrupción autorización para aceptar./ § 332: «Un funcionario o una persona especialmente
activa y los de recibir o aceptar la promesa, propios de la corrupción obligada a un servicio que exigiera o aceptara una promesa o aceptara la promesa
como contraprestación a un acto contrario a las obligaciones de su cargo que ya
pasiva, no coincidieran la amnistía podría afectar a uno hechos y a los hubiera realizado o por realizarlo en un futuro, será castigado con la pena de prisión
otros no. En España no se admite la figura de la amnistía con carácter de seis meses a cinco años; en los casos menos graves con la pena de prisión de hasta
general, sino la figura del indulto, que será independiente para cada tres años o con multa. La tentativa es punible. 2) Un juez o un arbitro que exigiera
o aceptara una ventaja o aceptara la promesa como contraprestación a un acto
uno (art. 130, 3° CP).
judicial ya realizado o futuro que lesionara sus obligaciones judiciales, será
En cuarto lugar, y por lo que respecta a la participación de un castigado con pena de prisión de un año a diez años; en los casos menos graves con
tercero, pone de relieve este autor que procederá establecer si dicha pena de prisión de seis meses a cinco años. 3) En los casos en que el autor exige o
participación se produce en el delito de corrupción activa (en cuanto acepta la ventaja o acepta la promesa por un acto futuro será aplicables los párrafos
primero y segundo de forma automática cuando el sujeto le muestro al otro 1. que
prevalezca la inducción a ofrecer) o en el delito de corrupción pasiva con el acto lesiona su obligación. 2. que el acto pertenece a su ámbito de
(por prevalecer la inducción a aceptar); no será posible u n a condena discrecionalidad, y que en el ejercicio de dicha discrecionalidad va a dejarse
genérica por participación en corrupción. influirse por la ventaja»./ § 3 33: «Quien ofrezca, prometa o conceda a un funcionario,
Como argumento final, PAGLIARO indica la posibilidad de que, por a u n a persona especialmente obligada a un servicio o a un militar de la República,
una ventaja como contraprestación a un acto oficial discrecional futuro, será
ejemplo, el corruptor responda por corrupción propia y el corrupto por castigado con pena de prisión de hasta dos años o con multa. 2) Quien ofrezca,
impropia o viceversa; se refiere este autor a casos de error, en los que por prometa o conceda a un juez o a un arbitro, una ventaja como contraprestación a un
ejemplo el particular ofrezca una cantidad de dinero al funcionario por acto judicial futuro, será castigado con pena de prisión de hasta tres años o con
un acto que él cree que es conforme al cargo, y sin embargo es contrario multa. 3) El hecho no será punible conforme al párrafo primero, cuando la autoridad
competente hubiera autorizado la aceptación de la ventaja por el destinatario de la
al cargo, carácter que el funcionario conoce y que sin embargo no le misma, bien con anterioridad o bien una vez presentada la denuncia de forma
impide aceptar el dinero. Puede darse el supuesto también de que el inmediata por el destinatario»./ § 334: «1) Quien ofrezca, prometa o conceda a un
corruptor quisiera retribuir un acto futuro y el funcionario acepte la funcionario, a una persona especialmente obligada a un servicio o a un militar de
retribución creyendo que es por un acto ya realizado. Esta enorme la República, una ventaja como contraprestación a un acto oficial irregular ya
realizado o por realizarlo en u n futuro, será castigado con pena de prisión de tres
diversidad de delitos impide de modo definitivo, ajuicio de este autor, la meses a cinco años; en los casos menos graves con pena de prisión de hasta dos años
pretendida unidad de delito entre corrupción activa y pasiva''. o con multa. 2) Quien ofrezca, prometa o conceda a u n j u e z o a u n arbitro una ventaja
como contraprestación a: 1. un acto judicial irregular ya realizado o 2. por realizarlo
en un futuro, será castigado en los casos del número 1 con pena de prisión de tres
PAGLIARO, Pr¿nc¿p¿, 5", 1992, 150 s.
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216 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 217

de los delitos de cohecho activo y pasivo. Pero la situación no siempre desde el punto de vista de la corrupción activa, se tipifica como delito
fue así, consumado el intento de corrupción por parte del sobornante. Ello
Tradicionalmente se defendió por parte de la doctrina y jurispru- .supone no sólo un importante adelantamiento de las barreras de
dencia española el carácter bilateral del delito de cohecho. protección penal, sino que además es la primera vez que se regula
Hasta el Código penal de 1928 no se planteó la discusión, y la liara y expresamente como conducta típica una actuación unilate-
doctrina era unánime al considerar necesaria la presencia de al menos iap2. Esta conducta desaparece de nuevo en el Código penal de 1932
dos personas para que cupiera la posibilidad de aplicar el delito. (|ue supone u n a vuelta total al Código penal de 1870.
Es importante tener en cuenta que h a s t a el Código penal de 1944 A raíz del Código penal de 1944, la conducta típica básica cambia
la conducta típica básica consistía en la recepción o aceptación por liustancialmente al incluir en el cohecho pasivo la acción consistente
parte del funcionario de dádivas, presentes, ofrecimientos o promesas i'ii «solicitar» por parte del funcionario y en el cohecho activo la de
presentadas por el particular. Se entendía el delito de cohecho como •i atentar corromper» como formas de delito consumado.
u n a compra-venta de un acto oficial por parte del funcionario, como un Sin embargo, la mayor parte de la doctrina sigue defendiendo el
contrato sinalagmático, en el que era imprescindible por tanto la r¡u'ácter bilateral del delito.
presencia de dos partes". Así, CUELLO CALÓN opina que el delito se consuma cuando la
La jurisprudencia aceptaba la posibilidad de que la proposición proposición que surge del funcionario es aceptada por el particular
surgiera del funcionario, pero en este caso el delito se consumaba iiilondiendo que habría tentativa cuando el particular no aceptase.
cuando la otra parte aceptara la propuesta. En el supuesto de que no I''imdamenta su opinión en la sentencia del Tribunal Supremo de 24
se diera dicha aceptación, la conducta del funcionario se penaría como lie Abril de 1894 (Jur. Crim. 217). Sin embargo, no tiene en cuenta este
delito en grado de tentativa"'. II n tor que la regulación vigente en el momento de dictarse la sentencia
En 1928 comienzan en España las primeras discrepancias en este ira el Código penal de 1870, que no establecía entre las conductas
tema y empieza a aceptarse siguiendo la doctrina jurisprudencial la I ipicas la mera solicitud por parte del funcionario''^
posibilidad de que la iniciativa partiera del funcionario. No obstante Otros autores, defensores también de la naturaleza bilateral del
se sigue observando como imprescindible el convenio, el acuerdo entn • d'hto de cohecho, entienden que estas conductas unilaterales, como
ambas partes y por tanto el carácter bilateral del delito^^ Sin embargo lili la solicitud en el cohecho pasivo y el intento de corrupción en el
I iilu'cho activo, son equiparables a la corrupción a los únicos efectos de
III 'I i:didad, sin que ello sea óbice para seguir considerando el convenio
meses a cinco años, en los caso del número 2 con pena de prisión de seis meses a cincí)
años. La tentativa es punible. 3) En los casos en los que el autor ofrezca, prometí i • iil re ambas partes como la esencia del delito de cohecho'^.
o conceda la ventaja como contraprestación a un acto futuro, será inmediatamente
aplicables los párrafos primero y segundo cuando intento determinar a la otra parte
a que 1. con el acto lesione su obligación 2. si el acto pertenece al ámbito de su [irrsonas a quienes la proposición fuera dirigida, aunque haya sido aceptada y
discrecionalidad, se deje influenciar, al ejercitar dicha discrecionalidad, por \.i rji'cutada todo o en parte». Esta expresión «aunque haya sido aceptada» podría
ventaja». haberse interpretado como la posibilidad de penar al funcionario cuando la
Entre los autores más destacados defensores de la naturaleza bilateral del delito ilc iniciativa partiera de él y no fuera aceptada. Sin embargo, no se interpreta así ni
cohecho destacan: PACHECO, CP 11, 1848, 497 ss.; VIZMANOS/ÁLVAREZ, por la jurisprudencia ni por ningún autor de la época, que exigen en todo caso la
Comentarios 1,2\ 1853,293 ss.; VIADA YVILASECA, CP, 3°, 1885,482; GROIZAHI) iiciíptación del particular para castigar al funcionario como autor de un delito de
Y GÓMEZ DE LA SERNA, CP IV, T, 1912, 270 ss. riihecho pasivo consumado. Esto es así posiblemente, por el arraigo que sigue
SSTS 3-11-1879 (Jur. Crim. 5216); 29-3-1881 (Jur. Crim. 688); 21-1-1890; 21-1:! li'iiiimdo la idea de la necesidad de convenio entre las partes.
1894 (Jur. Crim. 254). Articulo 473,1° CP de 1928: «El que con dádivas, presentes, ofrecimientos o
CUELLO CALÓN, PE 11. 1930, 389. Ello a pesar de que el artículo 473,3° CP 19ÜH |iriimesas, intentare corromper a un funcionario público, será castigado con las
establece la posibilidad de castigar al funcionario como responsable de un delito <ll) iiiinmas penas, menos la de inhabilitación que, en el caso de que el funcionario de
cohecho cuando la iniciativa haya partido de él: «Cuando la iniciativa para lili i|iir se trate aceptare el soborno, corresponderían a éste».
dádiva, presente, ofrecimiento o promesa haya partido del funcionario público nll i'ni';i.L0CALÓN,P£;/7, 10°, 1957,395.
cual se haya dirigido o hayan de dirigirse, será penado como autor de cohecho lASO ROLDAN, PEII, 1949, 217 ss.; En contra QUINTANO RIPOLLÉS, Comen-
solamente el funcionario y, en su caso, el tercero del que se valiere; pero nunca liiriíis ¡I, 1946, 213 ss., este autor reconoce que la consumación del delito de cohecho
218 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 219

La jurisprudencia sigue manteniendo a su vez la necesidad de Las en estos preceptos únicamente son susceptibles de ser realizadas
convenio entre las partes para que el delito se consume^''. por los sujetos activos cualificados para la concreción de este tipo de
delitos. «El título VII debiera estar compuesto de dos capítulos,
2. Doctrina moderna a favor de la unilateralidad [•(ilativo uno a los delitos de los funcionarios públicos contra la
Administración pública, y otro a los delitos de los particulares contra
Frente a esta opinión tradicional, la doctrina y la jurisprudencia la Administración pública. De esta forma, el cohecho pasivo estaría
más moderna se muestra mayoritariamente partidaria del carácter ubicado en el primer capítulo y el cohecho activo en el segundo»"''.
unilateral del delito de cohecho, y considera al cohecho activo y pasivo Al lado de estos razonamientos este autor defiende además la
como delitos autónomos e independientes. existencia de dos bienes jurídicos diferentes según se trate de cohecho
activo o pasivo que tiene como consecuencia la ruptura del título de
a. Unilateralidad fundamentada en la distinción de dos bienes jurídicos en imputación. En este mismo sentido se manifiesta entre otros,
el delito de cohecho pasivo y activo H.ODRÍGUEZ DEVESA. P a r a este autor en el cohecho pasivo se
protege la integridad en la gestión administrativa, siendo la infrac-
En este sentido CASAS BARQUERO, aporta u n a serie de razones ción del deber un criterio subordinado para valorar la pena. En el
que fundamentan la teoría de la unilateralidad del delito de cohecho. cohecho activo se protege el respeto que debe toda persona al normal
Argumenta que, aun estimando que el acuerdo entre el corruptor y el íuncionamiento de los órganos del Estado. El que se regulen en el
corrompido representa la forma más común de consumación, no es la mismo capítulo se debe únicamente a razones históricas y a que
única posible. Los tipos de cohecho según este autor integran dos parece el lugar más adecuado del Código penal para situarlos; es decir,
delitos independientes entre sí, no sólo debido a que la respectiva :) razones sistemáticas^''. - - : •!
consumación puede producirse separadamente en ambos tipos de
delito, sino porque en congruencia con ello desaparece la necesidad de /). Unilateralidad desde la afirmación de un único bien jurídico
exigencia de convenio entre funcionario y particular.
Cada delito de cohecho se realiza por su autor respectivo con Otro grupo de autores, a pesar de considerar que el cohecho activo
absoluta desconexión de la actitud del sujeto a que la conducta de y pasivo protegen el mismo bien jurídico, abogan por su naturaleza de
aquél hace referencia. Los tipos de cohecho se comportan por tanto por delitos independientes y autónomos debido a la especial posición del
separado entre sí con plena autonomía típica. lúncionario respecto a la Administración''''.
Por otro lado, el delito de cohecho pasivo, razona este autor, La jurisprudencia también cambia su opinión y deja de considerar
constituye un delito especial propio, por cuanto las conductas descri- necesario el pacto entre las partes''\ Puede observarse que es doctrina

pasivo tradicionalmente se producía cuando el funcionario aceptaba, pero entiende


que, a partir del CP 1944 en el que se recogen como formas típicas la solicitud por '" CASAS BARQUERO, DJ 1978, 868 ss.
parte del funcionario y el intento de corrupción por parte del particular, éstas I' RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952,359; en igual sentido, CASAS BARQUERO,
deberán ser entendida como perfectas formas de cohecho, no pudiéndose considerar DJ 1978, 870; MANZANARES SAMANIEGO, Comentario, 2", 1990, 916;
ya frustrado aquellos casos en los que bien el funcionario solicita y el particvllar no RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17". 1994, 1170 ss.; MUÑOZ
acepta, ni tampoco aquéllos en los que el particular ofrece y no acepta el funcionario. CONDE, PE, 11», 1996, 862;
Esta es la interpretación que la doctrina y la jurisprudencia moderna van a seguir, "' CÓRDOBA RODA, Homenaje-PÉREZ Vitoria I, 1983, 181; ORTS BERENGUER,
^^ STS 22-6-1948 (Jurisp. Crim. 308): «El delito de cohecho se consuma en el momento PE, 1993, 472 s.; BUSTOS RAMÍREZ, PE, 2°, 1994, 447 ss.
en que los sujetos concertaron sus respectivas prestaciones, siquiera en promesa»; '•' STS 14-4-1952 (Jurisp. Crim. 184): «El sólo intento de corrupción configura el delito
STS 30-1-1950 (Jurisp. Crim. 31): «Debe considerarse consumado el delito de que no cabrá estimarse como tentativa»; STS 15-3-1961 (Jur. Crim. 310): «El
cohecho por parte del funcionario desde el momento en que éste recibe la dádiva o artículo 391, después de la reforma de 1944 no deja lugar para castigar este delito
demuestra su conformidad con la oferta...». Postura que cambiará a partir de los en grado de frustración o de tentativa, pues el simple hecho de intentar corromper
años 50. Así ya la STS de 14-4-1952 (Jur. Crim. 184) que afirma que el intento de a un funcionario público consuma el delito»; STS 16-1-1967 (Jur. Crim. 28): «La
corrupción a un funcionario se debe considerar delito consumado aunque el doctrina, según la cual la consumación del delito de cohecho del art. 391 ha de
funcionario no acepte. llevarse al momento de la aceptación por el funcionario no puede admitirse ya que
220 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO imi
general de la Sala segunda del Tribunal Supremo a partir de los año:. la solicitud del funcionario llegue a conocerse por la otra parte, siendo
50 el considerar innecesario el pacto o convenio entre las partes. Si (MI iiuHferente que sea comprendida por ésta.
u n primer momento la Jurisprudencia fundamenta el carácter unilii
El fundamento se encuentra en la propia redacción de las condue-
teral del delito en el distinto bien jurídico protegido en el delito ele
las típicas. La exigencia de la ventaja por parte del funcionario es u n a
cohecho pasivo y activo, posteriormente sigue apreciando tal carácter
roiiducta unilateral establecida en los §§ 331 ss. StGB que se consuma
unilateral, aunque reconoce un único bien jurídico protegido.
;il llegar la declaración al conocimiento del exigido sin que sea preciso
Es sin embargo necesaria ajuicio del Tribunal Supremo la concu que éste comprenda el sentido de dicha declaración. Es suficiente que
rrencia de al menos dos personas y el conocimiento por parte de amba.M la declaración del funcionario fuera reconocible objetivamente como
del hecho punible. exigencia de la ventaja^".
Esta es la opinión seguida también mayoritariamente por lii
doctrina alemana. El cohecho activo y pasivo se consideran por la
mayoritaria doctrina alemana como delitos autónomos e indepen
dientes en los que no será preciso para su realización el acuerdo entre II. DELITOS PLURIPERSONALES: SU RELACIÓN CON EL
las partes. CARÁCTER BILATERAL O UNILATERAL DEL DELITO
En el delito de cohecho es preciso diferenciar aquellas conductas en
las que lo decisivo es llegar a un acuerdo injusto con la otra parte; esto A. Concepto
se produce en las conductas típicas que consisten en la aceptación de
Detrás del problema de la bilateralidad o unilateralidad del delito
la ventaja o de la promesa; de las que simplemente basta con que so
(le cohecho se e n c u e n t r a la cuestión g e n e r a l de los delitos
tienda al acuerdo: la conducta que consiste en exigir por parte del
pluripersonales. Se trata en este delito, como señalaba COBO DEL
funcionario dicha ventaja. Es suficiente, por tanto el tender hacia
ROSAL, de verificar si el tipo puede ser realizado por uno solo de los
dicho acuerdo para que se consume el delito de cohecho pasivo.
agentes o si inevitablemente se requiere, de forma complementaria y
Por consiguiente se considera necesaria la presencia de al menos
simultánea, el concurso de ambos^-"^. ••
dos personas, pero no el convenio entre ambas, sino que basta con que
En el delito de cohecho se encuentra por un lado el funcionario
corrupto y por otro el particular corruptor. Será necesario comprobar
si es imprescindible una determinada relación entre ambos sujetos
el CP de 1944 castiga igual a los que corrompieren que a los que intentaron
corromper...»; STS 16-11-1979 (A 4242): «El momento consumativo del delito de para conformar el tipo, y si dicha relación es de carácter sinalagmático
cohecho será cuando se produzca el acto demostrativo de falta de honestidad»; STS o no.
30-6-1982 (A 3588): «La legislación española abandona la naturaleza bilateral del Antes de precisar en concreto la naturaleza del delito de cohecho
delito de cohecho. El cohecho activo y pasivo conforman dos títulos diferentes de
imputación aunque se les pene igualmente y se les subordine al mismo nomen iuris. conviene resumir las diversas posturas doctrinales que explican los
El particular ataca el respeto que se debe al normal funcionamiento de los órganos delitos pluripersonales p a r a ver si dicha categoría es aplicable al
del Estado». En este mismo sentido STS 30-4-1985 (A 2152); STS 7-10-1985 (A delito objeto de este estudio.
4849); 18-1-1993 (A 126): «El delito de cohecho es un delito en el que intervienen
normalmente dos o más personas, pero no es necesario que exista un acuerdo de
Hay que tener en cuenta que los delitos pluripersonales y los
voluntades. El bien jurídico es único, la confianza que los ciudadanos tienen en la delitos de «participación necesaria» son distintos, aunque presentan
correcta Administración de acuerdo con los principios de un Estado de Derecho»;
STS 3-12-1993 (A 9383): «Se trata de un infracción bilateral en el único sentido de
que ambas partes han de tener conocimiento del acto punible. Pero el delito de '-'" BAUMANN,BeA-¿ec/iang-sía£6e,5íanQ!e,1961,pp. 19ss.;ARZTAVEBER:BT5, 1982,
cohecho no es necesariamente bipolar, pues aun siendo los artículos 386 y 391 142 ss.; KUHLEN, NStZ 1988, 434; JESCHECK, LK, 10", 1988, § 331, nm. 4 ss.;
aspectos distintos de un mismo problema, la solicitud o el ofrecimiento no tienen por RUDOLPHI, SK, 4", 1991, § 331, nm. 24 ss.; OTTO, Schützchen, 1991, 231 ss.;
qué ser aceptados por la otra parte». Grundkurs, 3 ^ 1991, 471; MAURACH/SCHRODER/MAIWALD, BT 2, T, 1991,
266; HARDTUNG, Vorteilsannahme, 1994, 45 ss; LACKNER, StGB, 21°, 1995, §
En contra de esta doctrina general: STS 19-9-1986 (A 4687): «El cohecho es un delito
de carácter bilateral que exige el convenio entre las dos personas que necesariamen- 331, nm. 7; DREHER/TRÓNDLE: StGB, 47", 1995, § 331, nm. 12; SCHONKE/
te han de intervenir en él». SCHRODEE/CRAMER, StGB, 25", 1997, § 331 nm. 24 ss.;
'" COBO DEL ROSAL, ADP 1967, 149 ss.
222 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 223
ciertos puntos en común. Es común a los delitos pluripersonales y a lai;
participación necesaria la exigencia, en la configuración típica, de una
/{. Naturaleza
pluralidad de individuos, los cuales deben actuar en el sentidla C e n t r a n d o el estudio ya en la n a t u r a l e z a de los delitos
requerido por la figura legal. Desde FREUDENTHAL se distingue pluripersonales, se h a n venido manteniendo dos actitudes generales,
entre delitos de encuentro y delitos de convergencia, según que los lino perfectamente pueden ser diferenciadas: de un lado, la concepción
comportamientos de los distintos sujetos sean coincidentes y so r I 'stringida, que limita el ámbito de la institución a contados casos que
dirijan al mismo fin, o se trate de conductas contrapuestas, cuyo solamente pueden considerarse como auténticos y genuinos delitos
encuentro constituye el tipo^^. Tanto u n a como otra cosa, puede tener necesariamente pluripersonales; de otra, un más amplio entendi-
lugar en los delitos pluripersonales como en los delitos de participa- iiiKínto, principalmente basado en consideraciones materiales.
ción necesaria. Pero las diferencias son notorias. En los primeros el
bien jurídico está protegido frente a los ataques de todos los que
I. Concepción restringida
intervienen; por eso en principio todos son susceptibles de hacerse
acreedores de una pena. Por el contrario, en la participación necesa- Los partidarios de la primera han utilizado la «punibilidad»,
ria, uno o alguno de los que intervienen, precisamente el partícipe entendida en su dimensión concreta o abstracta, como instrumento
necesario, no puede ser castigado. El motivo de fondo se encuentra en [Kira acotar el campo de la llamada «participación necesaria». Así se
que el bien jurídico tutelado no se presta a ser atacado, en principio por ha dicho que solamente estaremos en presencia de verdaderos delitos
el partícipe necesario. Consecuentemente, no habrá posibilidad dt^ ron pluralidad de agentes cuando sea imprescindible la concreta y
fundamentar un juicio de desvalor del que nazca el injusto relevante. electiva punibilidad de todos ellos para la existencia del delito^''.
Convendría, por tanto, reservar la expresión «participación necesa- Una mayor extensión supone la postura de quienes exigen la
ria» para aquellos casos en que si bien la figura legal requiere la punibilidad, en sentido abstracto, de los sujetos, pero añadiendo que
intervención de varios sujetos, y además que actúen de determinada e;ita deberá deducirse de la sola figura delictiva descrita en el Libro II
forma, alguno de entre ellos no puede ser castigado, tomando como 11 el Código, sin necesidad de acudir a las normas de la Parte General
referencia el tipo afectado, ni como autor ni como partícipe, al no i|ue disciplinan la participación y el concurso de personas en el
prestarse el bien jurídico a ser atacado por él. Por el contrario, en el (l(!lÍto25.
delito pluripersonal, en principio n a d a se opone a que todos los que Esta postura es defendida en España por BARBERO SANTOS,
intervienen se hagan acreedores a u n a pena, precisamente porque el para quien hay que partir de la descripción de la figura delictiva para
bien jurídico sí está tutelado ante sus ataques^'^ Así por ejemplo ileterminar si se está frente a un delito con sujeto activo individual o
supuestos de «participación necesaria» serían: los abusos sexuales con pluripersonal. El último existe cuando en la descripción de la figura
anuencia del menor (arts. 181 ss.), el consumidor no traficante en el ilel delito se exija que dos o más personas actúen de una forma
tráfico de drogas (art. 368 CP). Por otro lado, delitos pluripersonales ileterminada para que la conducta típica pueda verificarse, con
serían; la rebelión (art. 472 CP), la asociación para delinquir (art. 513 inilependencia de la punibilidad en concreto.
CP), el aborto consentido (art. 145,1" y 2" CP). A diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las figuras
ilelictivas, que pueden ser cometidas por una persona que actúe sola,
en esta se requiere que la conducta descrita se realice por dos o más
FREUDENTHAL, Die notwendige Teilnahme, 1901, 122. En la doctrina recientií,
vid. por todos, LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 304.
personas, faltando una de las cuales el delito no se produce por
RUIZ ANTÓN, El agente provocador, 1982, 148 ss.; otra fundamentación de la im I ncumplimiento de los presupuestos del tipo. Será esencial, por tanto,
responsabilidad del partícipe necesario es la que afirma que en estos casos el sujein para la substantividad de la figura delictiva, la intervención de dos o
pasivo constituye siempre el objeto de protección de la norma por lo que su
participación ha de quedar en todo caso impune. En este sentido, JESCHECK,
Tratado, 1981, 969 ss.; MUÑOZ CONDE, en: MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARAN.
PG, 2", 1996, 456 s.; MIR PUIG, PG, 4°, 1996, 208; LÓPEZ PEREGRÍN, Complkl
BINDING: Lehrbach I, 2", 1902, 223 ss.; PETROCELLI, Principi, 1950, 221 ss.
dad, 1997, 147, n. 63 (Tesis sin publicar).
GRISPINI, Diritto pénale italiano II, 1952, 220 ss.; PISAPIA, Delitti, 1953, 511 s.
224 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 225
más sujetos. En estos delitos todos los sujetos físicos son punibles en
abstracto como autores del delito. No hace falta sin embargo, su M.s importante destacar que el delito de cohecho pasivo viene
punibilidad en concreto^''. itil I'!',rado por tres conductas claramente diferentes: solicitud, acepta-
I liiii y recepción de la dádiva por parte del funcionario y el cohecho
2. Concepción amplia iii I ivo a su vez por otras tres: corromper, intentar corromper y aceptar
Ifi lid licitud del funcionario.
La segunda postura doctrinal afirma que la atención debe centrar- .1) Desde la concepción restringida, es decir, aquélla que exige la
se en la figura específica descrita por el legislador en el tipo, en las I m 11 i) )ilidad concreta y efectiva de todos los agentes que intervienen en
conductas que en él se han estampado, en la lesión que las mismas II delito, según algunos autores''^, o punibilidad en abstracto de los
comportan, y no en aquellas características, que desde su punto de MiiM'Ios intervinientes, según otros''^^, ni el delito de cohecho pasivo ni
vista, pueden considerarse accidentales^''. ib Irl ito de cohecho activo pueden considerarse delitos pluripersonales,
Según esta última posición podrá hablarse de delito pluripersonal l"ii(|ue la realización de la conducta del delito de cohecho pasivo en su
cuando se den las siguientes notas: Miii{|;ilidad de «solicitar» supone la punibilidad única del funcionario
a) Que sean varias las conductas que componen el tipo, para cuya |iH' la realiza, pero no la del particular. Así mismo, la conducta de
realización.se necesite la inevitable contribución de dos o más perso- i iilcntar corromper» supone la punibilidad del particular, pero no la
I' I fi I ncionario. Se puede concluir, por tanto, que desde esa concepción
b) Que se trate de una única figura delictiva y de un mismo bien I di •lito de cohecho es unilateral, aunque haya formas bilaterales.
jurídico protegido que solamente u n a vez se vea lesionado, es decir, Ii) Desde la concepción amplia, teniendo en cuenta los tres requi-
que sea, desde el punto de vista de lesión que se verifica, un único -ilon exigidos por los autores defensores de tal teoría'^'"*, tampoco se
delito^-'. lindr'á defender que el delito de cohecho sea un delito pluripersonal:
c) Distinción entre el plano típico y lesivo y el desvalor personal que 1MI primer lugar, se exigía por parte de estos autores que fueran
implica el delito. Son pues, varios y no equivalentes los preceptos que • unas las conductas que componen el tipo para cuya realización se
se dirigen a los diversos partícipes y, por tanto, existe una neta iiiicesitara la inevitable contribución de dos o más personas. Es
diferencia entre la dimensión personal del injusto y la dimensión IIII 'I' i so distinguir en el delito de cohecho las conductas consistentes en
típica y lesiva del mismo, siendo la primera autónoma e independien- ihir y aceptar de la conducta consistente en la mera solicitud.
te, pues afecta tan sólo a cada uno de los sujetos en particular. En Tiiccce evidente que para que el funcionario pudiera recibir o aceptar
consecuencia, carecerá de sentido cualquier alusión a la punibilidad lililí (!S precisa la intervención previa de otra persona cuya conducta
(abstracta o concreta) en orden a la presente delimitación'"'. 1 iiii.sista en ofrecer o entregar algo. Será necesaria la concurrencia de
III I; i I ictividades y consecuentemente la necesaria y material participa-
C. Delito de cohecho: ¿Delito pluripersonal? mu i de dos personas. Serán varias las conductas y también varias (dos
I iMiido menos) las personas que concurran a su realización. Tenemos
Después de señalar unas pautas generales sobre la naturaleza do in ronsecuencia que por propias exigencias del tipo es necesaria no
los delitos pluripersonales conviene fijarse en si el delito de cohecho ni.il(]uier forma de participación en la conducta del funcionario, sino
en concreto, cumple los requisitos exigidos por las diversas teorías iiinc.'i y exclusivamente aquélla que lleve al funcionario a aceptare a
para poder ser considerado delito pluripersonal. n i'ibir. Quien «participa» de esa concreta y específica forma se

26
BARBERO SANTOS, Ai9P i970, 257 ss.
27
28 DELL'ANDRO, La/bíí¿spec¿(;, 1956, 157.; COBO DEL ROSAL, ADP Í967, 155. lllNDING,Le;¡r6«cA7, 1902, 223 ss; PETROCELLI, Príncipi, 1950, 221 ss.
29 DELL'ANDRO: Lafattispecie, 1956, 158.; COBO DEL ROSAL, ADP 1967, 156. I :IUSPINI, Diríto pénale italialiano 11, 1952, 220 ss.; PISAPIA, Delitti, 1953, 511
30 DELL'ANDRO, Lafattispecie, 1956, 165.; COBO DEL ROSAL,ADPCP 1967, 156. M,; BARBERO SANTOS, ADP 7,970, 257 ss.
DELL'ANDRO, La/áífíspecie, 1956, 164 ss.; COBO DEL ROSAL, AL>P Í967, 156. DIÍLL'ANDRÓ, Lafattispecie, 1956, 164 ss.; COBO DEL ROSAL, ADP 1967, 156
226 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 227

convierte en autor, siendo elevado a este rango por expreso y específicd Hilcrior exposición no sólo se t r a t a de que una conducta aislada
imperativo legal a través del art. 423 CP. {Í| «iiri'/,ca de eficacia lesiva, sino todavía más: que no puede llevarse a
No se puede sin embargo trasladar este razonamiento a la condiiC' m 110 el tipo en la medida que siempre son necesarias dos acciones cuyo
ta de «solicitar» por parte del funcionario. En este caso se t r a t a de un ii iiviintamiento» es el que las circunscribe como típicas'^''.
conducta unilateral en la que no resulta necesaria la intervención de Desde luego no se cumplirá este requisito para aquellos autores
dos actividades ni de dos personas, sino que bastará con la mern i|U(' observaban distinto bien jurídico según se estuviese ante un
declaración de voluntad por parte del funcionario. La iniciativa puede di'111,0 de cohecho activo o pasivo'".
surgir del propio funcionario sin que sea preciso además ningún ti|)(i 1 'ero aun considerando protegido un único bien jurídico, se com-
de actividad por parte del particular. Por supuesto que solicitiu iii iicba que no es necesario que se produzcan dos conductas contra-
implica pedir algo aa/^aien, pero ello no es suficiente p a r a considera i piirstas para que se perturbe el bien jurídico. Cuando el funcionario
el delito pluripersonal. También en el delito de homicidio se mata ;i olicita» u n a dádiva es suficiente con que dicha solicitud llegue a
otra persona y nadie defiende que se trate de un delito pluripersonii I ncimiento de la otra parte, sin que sea precisa ninguna actividad
La conducta es unilateral y el delito es de carácter unipersonal. 1*1:1 IM ir liarte del particular, para que se perturben las condiciones básicas
cierto que el art. 423 CP establece como conducta típica «la aceptación di' funcionamiento de la Administración, bien jurídico defendido en
de la solicitud» por parte del particular, pero ello lo único que indicü • 'lie delito, según la opinión que he defendido anteriormente. Lo
es que la conducta del particular en ese caso sí que necesita unn mismo ocurre con la conducta de «intentar corromper» propia del
actuación previa del funcionario pero no la conducta de solicitud drl di'lito de cohecho activo. •) ;,; ,Í! Í ::!;.;;:: I" 'IÍJÍ
funcionario. Así como las conductas anteriores (la aceptación y In l'Jstas conductas unilaterales tienen por sí mismas plena eficacia
recepción) pueden considerarse conductas que configuran, según In 11'.; i va. Son capaces de perturbar el orden interno de la Administración
terminología alemana, delitos de encuentro, (FREUDENTHAL^* dii-; y I il orden externo, la confianza de la generalidad, necesaria para que
tinguía los «delitos de convergencia» y los «delitos de encuentro»). Lm III Administración funcione se trastoca al comprobar que el funciona-
primeros se compondrían por las actividades de diversos sujetos qiir Mi I (orna la iniciativa y ofrece la posibilidad de no cumplir con el interés
«convergen» en una misma dirección, por ejemplo, el delito de rebe publico en aras a satisfacer su propio interés privado, y se pone en
lión. Los segundos, entre los que se incluye el delito de cohecho, III 'I igro cuando es el particular el que intenta corromper al funcionario
resultan del «encuentro» de diversas manifestaciones de voluntad al |Hd)lico.
modo de un contrato'''"', puesto que requieren de otras conducta,'; No ocurre lo mismo con las conductas de «recibir» o «aceptar» del
distintas pero complementarias en el sentido de que tienden desdr ili lito de cohecho pasivo, o con la conducta de «corromper» o «aceptar
puntos contrapuestos al mismo fin, la conducta de solicitar no requic I I solicitud del funcionario» del delito de cohecho activo. Estas, por su
re de otra actividad. Tampoco requiere otra actividad la conducta de I iri )| )ia naturaleza, exigen u n a conducta previa de «dar» u «ofrecer», en
«intentar corromper» del delito de cohecho activo, en la que bastar;i i'i primer caso, y de «aceptar», «recibir» o «solicitar», en el segundo,
que el funcionario sea consciente de la oferta del particular, pero en 1.-1 <!Uyo «ayuntamiento» produce la lesión del bien jurídico.
que no será preciso, para castigar al particular, que el funcionario Como tercer requisito indicaba COBO la distinción entre el plano
acepte dicha oferta. II pico y lesivo (hasta ahora expuesto) y el desvalor personal que
En segundo lugar aludía COBO, siguiendo a DELL'ANDRÓ, ;il implica el delito'"^.
requisito consistente en que se lesione con las dos conductas necesii lín el delito de cohecho (activo y pasivo) es claro ese personalismo
rias una sola vez y un solo bien jurídico, debiendo concurrir doM '• independencia de cada u n a de las posiciones de los sujetos. Por u n
conductas y dos sujetos para que aquél se lesione. De acuerdo con la
COBO DEL ROSAL, ADP ;9(57, 160. ' '
3* FREUDENTHAL, Die notwendige Teilnahme, 1901, 121. IIODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17°, 1994, 1.169 ss.; MUÑOZ
35 En este mismo sentido, RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PG, 18" ( CONDE, PE, i r , 1996, 862 s.
1995, 802 ss. COBO DEL ROSAL, AOP 2967, 156. u, : . / . - , . , . - ,A , ; . - . ; ;Í'L
•228 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO
sm
lado el funcionario ligado a la Administración por un deber estrictíi Sección segunda
mente funcional que se traduce en u n a posición de sujeción especial. Tipo objetivo
Por otro, el particular obligado a respetar el correcto funcionamiento
de la Administración.
I. CONDUCTA TÍPICA: «SOLICITAR», «ACEPTAR» O «RECIBIR»
La dimensión personal es por tanto autónoma e independiente. E.s
obvio, por consiguiente, que en referencia con la concreta o abstracta La conducta típica en el delito de cohecho pasivo consiste en que el
punibilidad de todos los sujetos, ésta no deberá darse necesariamenti • liiiicionario, por sí o por persona intermedia'*'' solicita o recibe dádiva
para que exista el delito de cohecho. o presente o acepta ofrecimiento o promesa por realizar u omitir un
acto en el ejercicio de su cargo. Para estudiar la conducta típica es
preciso comenzar por los verbos que la configuran, es decir por el
III. RECAPITULACIÓN DE LA SECCIÓN PRIMERA significado de «solicitar», «aceptar» y «recibir».

Se puede concluir que el delito de cohecho pasivo establece como


A. «Solicitar»
conductas típicas tres actividades diferentes. Respecto a dos de ellas,
«aceptar» y «recibir», cabría defender su carácter pluripersonal que
convierte al delito de cohecho en u n delito bilateral. Se trata de
I .Introducción
conductas de encuentro que requieren por su propia naturaleza dos La primera acción típica que recogen los artículos del CP regula-
actividades contrapuestas «entregar» y «ofrecer» dirigidas todas ella.'í dores del cohecho pasivo propio (arts. 419-421 y 425) es la de soUcitar
al mismo fin «un acuerdo injusto»'''\ por parte del funcionario dádiva o presente por ejecutar o por omitir
Sin embargo la conducta de «solicitar» es u n a conducta unilatera I un acto relativo al ejercicio de su cargo. , . . ,,
que no precisa de ninguna actividad por la otra parte para cumplir el Solicitar es «pedir y manifestar que se quiere o se desea alguna
tipo y tampoco para lesionar el bien jurídico. Desde este punto de vist; i I-osa, o pretender una cosa con diligencia»'".
se t r a t a de un dehto unipersonal y por consiguiente los delitos de Esta conducta se introduce por vez primera en el Código penal de
cohecho activo y pasivo serán delitos autónomos e independientes. 1944*^. El legislador, consecuente con su idea de que el cohecho era un
Por su parte, el delito de cohecho activo recoge también tre.'í pacto ilícito sobre la función pública y entendiendo que este pacto
conductas diferentes. Por un lado la conducta de «corromper» y la de
«aceptar», imphcan una actividad por parte del funcionario, por lo qw
No se va a analizar el caso en el que la solicitud o la recepción se realice por persona
en estas modalidades el delito de cohecho sería pluripersonal, pero l;:i intermedia, porque este tema ya se trató extensamente en el capítulo de la
conducta de «intentar corromper» es una conducta unilateral que no participación. Se vio entonces los diferentes supuestos y la responsabilidad que en
requiere mas que la actividad del particular. cada caso tiene el intermediario. Únicamente es preciso poner de relieve que
Se produce, por tanto, en la regulación actual del delito de cohecbi i aunque el CP no lo diga expresamente la aceptación de ofrecimientos o promesas
también podrá ser llevada a cabo a través de una persona intermedia, porque, como
u n a equiparación entre las conductas que conllevan un acuercln luego se verá, la aceptación es el paso anterior a la recepción, por lo que no tendría
bilateral y la conducta puramente unilateral, lo que supone* un sentido que la recepción pudiera llevarse a cabo por un intermediario y la acepta-
importante adelantamiento de la barrera de protección penal como si • ción no. ]','''':
verá más adelante. Según el DRALE, 20", 1984.
Los artículos 385,386y 387 del CP 1944 son, en este sentido, idénticos a los actuales.
Junto a las conductas que tradicionalmente conformaban la denominada corrup-
ción pasiva: «recibir o aceptar», y que exigían la existencia del convenio entre dos
partes p a r a la consumación del delito, el CP 1944 introduce una conducta de
carácter unilateral como es el «solicitar». Por otro lado, respecto a la corrupción
activa, se tipifica como perfecto tipo de cohecho el «intento de corrupción», sin que
sea posible considerar tentativa la oferta del particular no aceptada por el funcio-
39 JESCHECK, LK, lO^ 1988, § 331, nm. 4 ss. nario. , .,,,,. , ^ , , : , ,,
230 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 231

podía ser iniciado tanto por el funcionario como por el partícula i iHilacipadamente al logro del acuerdo. De este modo el legislador
tipificó por primera vez en los artículos 385,386 y 387 CP1944 aquel lii iil I ii-¡;aba u n a mayor protección al bien jurídico, a la vez que satisfacía
modalidad comisiva,,equiparándola penalmente al hecho de recibir la I M','( )nes político-criminales del todo lógicas, como era tratar de romper
dádiva o aceptarla. Paralelamente, en el artículo 391 del mismo texio il vinculo de solidaridad criminal que hasta entonces, en vista de la
legal*'^ junto con el «intento de corromper al funcionario», se casti|;d I 111 li n impunidad, se venía formando entre corruptor y corrompido'".
también como cohecho «la aceptación de la solicitud del funcionarin-
por parte del particular. Sifínificado y alcance de la conducta
La reforma de 1944 se debe fundamentalmente a dos motivuN,
expresados con claridad por VALEIJE"**: Solicitar es por tanto una declaración de voluntad del funcionario
1) El primer y fundamental motivo de la reforma obedece a lu Icaidcrnte a pedir algo a otra persona. La petición, según doctrina
necesidad de llenar un vacío legislativo para aquellos supuestos en Ioi aiiaiiime, puede ser expresa o implícita a través de actos concluyen-
que es el propio funcionario público quien da los pasos necesarios pan i I.'N"'.

llegar a un acuerdo con el particular, ya que esta conducta, dada lii i ,a solicitud tiene como contenido la petición de una dádiva o un
estructura estrictamente bilateral del delito de cohecho, permanecía picsente a otra persona como contraprestación a un acto, pasado o
hasta aquel momento impune. Inliiro, relativo al ejercicio del cargo del funcionario que realiza ésa
El Tribunal Supremo se venía pronunciando h a s t a entonces en el 1 nnducta.
sentido de considerar la solicitud no aceptada del funcionario CODKI La solicitud, como acto de comunicación que es, debe llegar a
tentativa de cohecho'^''. Sin embargo esta conducta nunca podría S( r I onocimiento de la otra parte; pero se plantea la duda de si el
considerada como tentativa, porque en lo que a t a ñ e al delito d.' iii'slinatario de la solicitud debe comprender su significado en el
cohecho pasivo propio antes de la reforma, el tipo se limitaba :i -uLido de captar la relación entre la solicitud y el acto oficial.
sancionar las conductas de recibir o aceptar; mal se podía mantener Tanto para responder de forma positiva como negativa se alegan
que la conducta de «solicitar» constituía un acto intentado de otfn I i/.ones relativas al bien jurídico protegido.
conducta de «recibir» o «aceptar» ya que no se podría sostener que La doctrina mayoritaria es partidaria de no exigir dicho entendi-
aquella conducta fuera un acto encaminado a ejecutar la acción típica i hit'tito por parte del particular al que le llega la solicitud. La
de «recibir» o «aceptar». Todo lo más, la solicitud constituía un acín ilrclaración debe ser reconocible desde un punto de vista objetivo sin
preparatorio encaminado a crear u n a relación necesaria entre dn;-, i|iii' sea necesario que en el caso concreto sea objeto de comprensión
sujetos, es decir, u n a propuesta delictiva que debía permanecer III ir parte del potencial dador de la dádiva. Ello se defiende alegando
impune'"*. i|iii' el bien jurídico protegido se perturba cuando la solicitud llega a
Por tanto, la tipificación de la «solicitud» del funcionario desempe- : 11 (I estinatario independientemente de que sea comprendida por éste,
ña un papel que con las normas de Parte General relativas a la I II aiipre que desde un punto de vista objetivo sea reconocible como tal
tentativa no se podía lograr. ! I ilicitud. Los autores que defienden esta postura son aquellos que
2) Un segundo objetivo que se perseguía al tipificar la «solicitud de I iiiisideran como bien jurídico protegido la «confianza de la generali-
dádivas por parte del funcionario», al igual que «el intento de corroni ilail en el correcto funcionamiento de la Administración pública».
per» a éste por parte del particular, era que el delito se consumara

''^ El art. 391 del CP 1944 es equiparable, a los efectos que se están estudiando, al arl VALEIJEÁLVAREZ, iíGD 1994, 6521.; ¿ a corriíjuc/ón, 1995, 81. ¡ i
423 CP 1995. Así, entre otros, CASAS BARQUERO, DJ1978,874 ss.; KUHLEN, A^SíZ 1988,434
*•* VALEIJE ÁLVAREZ, RGD, 1994, 6520 ss.; La corrupción, 1995, 79 ss. KS.; JESCHECK, LK, 10°, 1988, § 331, nm. 4 ss.; RUDOLPHI, SK, 4^ § 331, 1991,
*^ SSTS 29-3-1881 (Jur. Crim. 688); STS 23-4-1888 (Jur. Crim. 329); -5-1926 (Jui iim. 24 ss.; OTTO, Grundkurs, 3", 1991, 471; DREHER/TRONDLE, StGB, AT,
Crim. 203); 26-2-1943 (A 193); 8-4-1943 (A 457). 1995, § 331, nm. 12; LACKNER, StGB, 21^ 1995, § 331, nm. 7; SCHÓNKE/
46 Es el CP 1944 el que introduce la punición genérica de los actos preparatorios. SCHRÓDER/CRAMER, SíGB, 25", 1997, § 331, nm. 24 ss. •• . " . : . . - -
Ililllilillllilililillillllllllllillllllllllllillllllllllllllllllllllllllllll""^

232 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 233

Dicha confianza queda perturbada ante la solicitud del funcionai'iu I i 111 embargo, no se regula el delito de concusión como tal y será preciso
cuando ésta sea reconocible objetivamente como tal***. i';;l,udiar cómo se resuelven en nuestra regulación aquéllos casos que
En contra, y a favor de exigir la comprensión concreta del desli 111 otras regulaciones constituyen delito de concusión. Para ello,
natario de la solicitud se manifiesta SCHMIDT, quien defiende coirm procede previamente analizar cuáles son los requisitos del delito de
bien jurídico protegido el no falseamiento de la voluntad estatal ciiiicusión y especialmente sus diferencias con el delito de cohecho.
Desde el punto de vista de este autor la «solicitud» se realiza en el
momento en que el potencial dador comprenda la petición ya que es (ii (I. especial referencia a la regulación italiana
este momento cuando se lesiona la confianza del destinatario v
comienza el peligro para el bien jurídico protegido-''''. Me voy a centrar en el estudio de dicha regulación por los enormes
Desde el punto de vista del bien jurídico que defiendo (aquellan • •sluerzos que en este país ha realizado la doctrina a-la hora de
condiciones básicas de funcionamiento desde un punto de vista intor II i Ibrenciar entre la solicitud que constituye delito de cohecho y la que
no como externo que hacen que la Administración sirva a los dudada ronstituye delito de concusión.
nos conforme a criterios de objetividad e imparcialidad) se puedd
defender que basta con que la solicitud sea reconocible objetivamente .1,1. Delito de concusión ' ' ' ' ''
para que pueda afectar al orden interno debido a que supone un mal
ejemplo que afecta a la «ética» de los funcionarios, así como al ordeii En Italia son dos delitos los que recogen la obtención de u n a
externo basado en la confianza que los ciudadanos deben tener en lii retribución no debida de dinero de u n particular por el funcionario: el
imparciahdad y objetividad de la Administración para que ésta puedii ili'lito de cohecho (arts. 318 ss, CPI) y el delito de concusión (art. 317
funcionar'"', :^^i^,í;• .•••';',-••\;<>,;;^:i ••'::!::'i,'s,;/.ÍÍ:!!.:!^^,,'' - ;'•; ri^ (!|'I)53. , , : . ; ' •
El Art. 317 CPI, reformado por la ley de 26 de abril de 1990, reza
3. Diferentes formas de «solicitar» lili la siguiente manera: «El funcionario público o el encargado de u n
licrvicio público, que abusando de su cualidad o de su poder, constriña
En la tradición del CPI (art. 317) las conductas de los funcionarios II induzca a alguien a darle o a prometerle indebidamente a él o a u n
públicos consistentes en exigir u ordenar percibir, como si fueran 11 Tcero dinero u otra utilidad, será castigado con la pena privativa de
debidas, percepciones «no debidas» o «superiores a las debidas» que, libertad de cuatro a doce años».
en su caso, fueran entregadas en atención al cargo del funcionario, El elemento objetivo del delito de concusión del art. 317 CPI está
recibían la denominación de «concusión»'''^ y se tipificaban dentro (l«> roiistituido por los siguientes elementos: el abuso de la cualidad o del
los delitos de funcionarios públicos en el ejercicio de su cargo. Este poder del funcionario, el constreñimiento o la inducción a la dación o
delito tenía respecto al delito de cohecho u n a diferencia fundamenta I promesa indebida de dinero u otra utilidad y la propia dación o la
consistente en que en el delito de cohecho se sancionaba al particular promesa indebida de dinero u otra utilidad.
que entrega la dádiva al funcionario, en tanto que en el delito dn Abuso, literalmente, es el uso exagerado e indebido, es la contra-
concusión la conducta del particular es impune. posición lógica al uso, que como tal es siempre lícito. El abuso supone
Se diferencia así aquellos casos en los que el funcionario soliciia
pero no fuerza al particular, de aquellos otros en los que el funcionarii i El delito de cohecho se regula en los arts. 318 ss. CPI. El art. 318 CPI, que regula
«coacciona» al particular para que acceda a su solicitud. En España. el delito de cohecho pasivo impropio, sanciona con pena privativa de libertad de seis
meses a tres años al funcionario público que «reciba o acepte la promesa de un
retribución no debida en dinero u otra utilidad por sí o por un tercero para cumplir
un acto de su oficio». Y con la pena privativa de libertad de hasta un año si «la
Entre otros, JESCHECK, LK, W, 1988, § 331, nm. 4 ss.; LACKNER, StGB, 21", retribución la recibiera por un acto oficial ya realizado». El art. 319 CPI, que regula
1995, § 331, nm. 7; DREHEE/TRONDLE, StGB, 4T, 1995, § 331, nm. 12. el delito de cohecho pasivo propio, sanciona con la pena de prisión de dos a cinco años
SCHMIDT, Bestechungstatbestande, 1960, 98 ss. al funcionario público que «reciba o acepte la promesa por sí o por un tercero dinero
En este sentido: RUDOLPHI, SK, 4°, 1991, § 331, nm. 24 ss. u otra utilidad por omitir o retardar o por haber omitido o retardado un acto oficial
Concusión, según el DRALE, 20°, 1984, significa: «Exacción arbitraria e ilegal». o por realizar o haber realizado actos contrarios a su deber».
£2Í4 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 235
por tanto que la actuación desarrollada no coincide con aquella pum El tercer elemento, la dación o promesa indebida de dinero u otra
la que el poder h a sido concedido, habiéndose superado los límituM utilidad no plantea problema alguno, por lo que no voy a entrar a
objetivos y subjetivos del poder.
analizarlo.
El abuso de la cualidad de funcionario se produce, según SEGRETO/
DE LUGA, cuando el funcionario público hace un uso indebido de su
condición personal, independientemente del ejercicio de poder que li' a.2. Diferencia entre el delito de cohecho y el delito de concusión
corresponda. Afirman estos autores que la diferencia entre el abuso de No es pacífica la doctrina en cuanto a la distinción entre el delito
poder y el abuso de cualidad está en la mayor o menor especificación (le concusión y el delito de cohecho, menos gravemente penado que
del poder del autor. Si está especificado estaremos ante un abuso dr aquél. Se plantean cuatro criterios para diferenciar ambos delitos.
poder; si no lo está habrá abuso de cualidad''''.
Según otros autores, habrá abuso de cualidad en los casos en que
u.2.1. Criterio de la iniciativa •" ' ' •-
el funcionario es incompetente, porque su actuación no tiene correlíi
ción con actos propios de su oficio. Habrá abuso de poder cuando el La doctrina tradicional fundaba la distinción en la iniciativa.
funcionario actúa dentro de su competencia de modo anormal y Habría concusión cuando la iniciativa partiese del funcionario público
arbitrario'"''''. y habría cohecho cuando la iniciativa partiese del particular'^^.
El segundo elemento objetivo viene formado por el constreñimien Contra este criterio se objeta que puede haber concusión en
to y la inducción que, por un lado, constituyen formas de comportn aquellos casos de comportamiento obstruccionista por parte del fun-
miento del autor, y, por otro, manifiestan la situación psicológica en cionario que lleva al particular a tomar la iniciativa''''^ Ypor otro lado,
la que viene a ponerse al particular por efecto de aquel comportamien • según los defensores del criterio de la ventaja, con el criterio de la
to. iniciativa no se tiene en cuenta lo fundamental, el hecho de si el
Gonstreñir, según ANTOLISEI, significa ejercitar con violencia (i particular sale beneficiado o perjudicado con la actitud del funciona-
amenaza una presión sobre una persona de modo que altere el proceso
formativo de su voluntad y la determine hacia u n a acción distinta de
aquella que de otro modo habría realizado. Esta violencia y la a.2.2. Criterio del metus publicae potestatis (temor al poder público)
amenaza no se consideran en abstracto, sino en concreto, teniendo en
cuenta la particularidad del caso: tiempo, lugar, modalidad de lii El criterio dominante en la actualidad es el siguiente: procederá
acción, condiciones personales de la víctima, etc.''''' acudir al delito de concusión cuando sea el temor al poder público lo
La inducción, por otro lado, vendrá formada por todo comporta que lleve al particular a la dación o promesa indebida. El delito de
miento que tuviera por resultado determinar a u n sujeto a una
conducta concreta. La inducción se define más por sus efectos que por
sus medios. La diferencia entre constreñimiento e inducción está en
el medio usado. En la inducción se incluyen aquellos medios consisten • dos tipos de comportamientos: la inducción por fraude es aquel comportamiento en
el que el funcionario hace creer al particular que la conducta que le propone es la
tes en el consejo, exhortación, sugestión, engaño, etc. En el constreñi- más oportuna y la inducción por persuasión será aquel caso en el que el funcionario,
miento el medio utilizado es la coacción^^. sin decir abierta y expresamente su pretensión opera generando en el particular el
convencimiento de que debe sujetarse a las pretensiones del funcionario para evitar
el peligro de sufrir un perjuicio eventualmente mayor. La inducción se diferencia
54 del constreñimiento en que en éste el funcionario amenaza abiertamente con un
SEGRETO/DE hVCA: I delitti, 1991, 202 ss. En el mismo sentido: PALAZZO, RID daño al particular. En este sentido vid, por ej., CRESPI/ZUCCALÁ/STELLA,
33/1990, 825 ss. Commentario, 2", Milano, 1992, 581 ss.
55
Entre otros, CRESPI/ZUCCALÁ/STELLA, Commentario, 2^ 1992, 579. Vid. ALTAVILLA, Nuouo Digesto Italiano X, 1939, 944 n . l ; MANZINI, Trattato V,
56
ANTOLISEI, Parte speciale II, 10°, 1991, 307. 4°, 1962, 198, 226, 240 ss.;
57
ANTOLISEI, Parte speciale II, 10", 1991, 307 ss. También SEGRETO/DE LUGA: PAGLIAEO, Pr¿íic¿p¿, 5^ 1992, 158 ss.
I delitti, 1991, 220. La doctrina italiana incluye en el comportamiento de inducción Vid. ANTOLISEI: Parte speciale, 10^ 1991, 318 ss. i' " ; ;; . •, • • >.: ,,-":
liiiüini

236 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 237

cohecho se caracteriza, por el contrario, por la existencia de un¡i imiticular que ofrece dinero al funcionario para que no presente u n a
posición paritaria de ambas partes, funcionario y particular^^. ilriuincia por u n delito cometido^^. Lo que en realidad obtendría en
Esta teoría h a sido criticada por algunos autores. En primer lugai- nulo ejemplo el particular sería una ventaja indebida. Parece que lo
se afirma que este criterio no tiene en cuenta todos los «contratos» que WRÍCO, conforme a este criterio, es que, para que haya concusión, el
un particular realiza con un funcionario. También cuando las posicio liniticular evite un daño injusto, porque si evita un daño justo (que
nes d^ las partes no son parejas existe delito de cohecho si el partícula r ilrlia sufrir) obtiene a su vez u n a ventaja indebida.
tiende a consegxiir una ventaja ilícita en detrimento de la Administra
ción pública''^.
I '!.4. Criterio de la punibilidad o no del particular (criterio de PAGLIARO)
Por otro lado se alude a la no imprescindibilidad del metuspublicar
potestatis para poder afirmar la existencia del delito de concusión. B]M PAGLIARO expone u n criterio propio diferente a los tres anterio-
decir, en la mayor parte de los casos en el delito de concusión s(!
produce un temor por parte del particular, pero dicho temor no A su parecer, la insuficiencia de las tres soluciones anteriores se
constituye un elemento esencial porque el delito también existe si el ' I' 'I )e relacionar con el empeño de distinguir ambos delitos tomando el
particular accede a la prestación indebida no por temor, sino paní íli'lito de cohecho de forma unitaria. Según este autor el problema es
evitar daños mayores. Lo fundamental sería que el funcionario, irnsiblemente distinto según se trate de cohecho propio o impropio'".
aprovechándose de su propio poder, determinara o intentara deternii El punto fundamental de la distinción entre la concusión y el
nar la libre voluntad del particular, bien a través de un comporta- i'iiliecho está en la punibilidad o no del particular. Si el particular
miento de inducción (debe tenerse en cuenta que cuando en el tipo s<! II 'liibuye al funcionario por u n acto contrario al deber, el hecho mismo
habla de inducción se hace referencia a que el funcionario logni lie acordar la retribución por parte del particular constituye un hecho
«convencer» al particular de que lo mejor para él es aceptar su 11 ícito que deberá ser sancionado como delito de cohecho, independien-
propuesta para evitar males mayores, y la única diferencia con c^l 11 • mente de quién provenga la iniciativa, del metus publicae potestatis
constreñimiento es que en este caso se produce una amenaza abiertii II lie si supone un daño o u n a ventaja para el particular. No obstante,
del funcionario al particular) o bien a través de un comportamiento de ¡ I líl funcionario, más allá de ofrecer la venta de un acto contrario a su
constreñimiento operando una presión psíquica sobre el particular'''. i|i 'ber coarta la voluntad del particular habrá un concurso de normas
i'iuil que ordinariamente el delito de concusión absorberá el delito de
a.2.3. Criterio de la ventaja •' '' ' ^ ' '" ' '•' '.' • üliecho.
:•. 1, . • , — ' , : ^- '-:, i/'.i'- - t i : ... •'!:;
Sin embargo, en el caso de la retribución por el cumplimiento de un
El tercer criterio establece con u n a fórmula sintética que mientra.s u l o oficial el criterio diferencial entre el delito de concusión y el delito
en el delito de cohecho el particular t r a t a de obtener u n beneficio, en ilr cohecho impropio estará en la iniciativa. Esta iniciativa no debe
el delito de concusión trata de evitar un daño. entenderse en sentido formal, no es necesaria u n a declaración explí-
La fórmula vino a ser expresada por REPACÍ de la siguienlrC cil.a, sino que es suficiente con la realización de actos concluyentes.
manera: «certat de lucro captando, certat de danno evitando>fi'K Malva de esta manera el autor la crítica que se le hacía al criterio de
A este criterio se le objeta que existen casos en los que el particular I. I i niciativa, considerando que el funcionario también toma la inicia-
evita un daño pero comete un delito de cohecho; por ejemplo, el I iva cuando realiza por ejemplo un comportamiento obstruccionista.

Así, BOSCHI, Foro italiano, 1970, 162 ss. :


" Vid.porejemplo:AMATO,Arc/í¿u¿o/)e«a/ei967,445;CRESPI/ZUCCALÁ/STELLA PAGLIARO, Príncipi, 5', 1992, 158 ss.
Commentario, 2", 1992, 582 ss. El cohecho pasivo impropio se regula en el art. 318 CPI, que reza de la siguiente
"52 Por ejemplo, ANTOLISEI: Parte speciale, 10". 1991, 318 ss. : : , manera: «El funcionario público que, por cumplir un acto oficial, reciba por sí o por
f'-í Así, SEGRETO/DE LUGA: I delitti, 1991, 226 ss. un tercero, en dinero o en otra utilidad, una retribución que no deba recibir, o acepte
'^'^ REPACÍ, í'oro/ía/Jano, 1942,137. Estecriterioesseguidoasimismopor ANTOLISEI; la promesa de ella, será castigado con pena privativa de libertad de seis meses a tres
Parte Sjoecía/e, 10°, 1991, 318 ss.
238 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 239

Al respecto de la tesis sustentada por PAGLIARO, SEGRETO/DI-: La autora afirma que el problema radica en la errónea interpreta-
LUGA llaman la atención sobre el hecho de que en ella el principal ción que se h a hecho de este delito. La jurisprudencia y la mayoría de
elemento utilizado para definir u n a conducta como concusión no es IÜ l:i doctrina limitan el sujeto activo del delito a aquellos funcionarios
iniciativa en sí misma considerada, sino la falta de acuerdo entre que perciben todos o parte de sus emolumentos en forma de derechos
ambas partes y la presencia de u n sometimiento psicológico del lijados por aranceles o de otro modo legalmente establecido, como
particular respecto del funcionario. Por tanto, el criterio de la inicia I Hieden ser aquellos funcionarios que participen en la recaudación de
tiva utilizado por PAGLIARO sólo es útil en cuanto que comporta un I libutos o tasas parafiscales. Así, p a r a l a jurisprudencia y la mayoría
indicio para verificar la presencia o no de un pactum sceleris entre (le la doctrina, la diferenci a más importante entre el delito de exacciones
ambas partes, de tal modo que, según SEGRETO/DE LUGA, se puede ilegales y el delito de cohecho está en que en este último delito el
concluir que en el delito de concusión la iniciativa partirá siempre del limcionario no tiene derecho a percibir cantidad alguna, mientras que
funcionario pero sin que ello permita sostener a su vez lo contrario, es en el delito de exacciones ilegales la antijuridicidad está en el «quantum»
decir que siempre que la iniciativa parte del funcionario hay delito de I) exceso sobre lo que el funcionario puede legalmente recibir por razón
68
concusión lie su cargo^^
VALEIJE ÁLVAREZ no está conforme con esta interpretación que
h. Solución en el Código penal español ' / ' • hacen la jurisprudencia y la doctrina mayoritarias. Según esta auto-
ra, no es el exceso en la percepción lo que diferencia el delito de cohecho
Sin embargo, en la regulación española no existe ningún tipo penal del delito de exacción ilegal, sino la finalidad por la que se pide. En el
que específicamente recoj ala actuación del funcionario que abusando de ilelito de cohecho es en atención a un acto del cargo, esto es, la cantidad
su cualidad o de su poder constriña o induzca a un particular a darl(; solicitada, recibida o aceptada es la contraprestación por la ejecución
determinada cantidad de dinero. Se plantea entonces la cuestión de de un acto (lícito o ilícito) que el funcionario ofrece realizar en la órbita
cómo debe recogerse este abuso del funcionario conforme al GP español. de sus «poderes de fació».
Por contra, continúala misma autora, en el delito de exacción ilegal
b.l. Posible aplicación del delito de exacciones ilegales nada se dice sobre cuál es la finalidad o la motivación que asiste al
funcionario p a r a exigir mayores derechos de los que le corresponden
VALEIJE ÁLVAREZ«9 afirma que el art. 402 CP 1944, que recogía por razón de su cargo. Por ello debe desterrarse la idea de que la
el delito de exacciones ilegales podría ser considerado como delito de exigencia de la cantidad responde a alguna motivación causal o
concusión en el Derecho penal español. El CP de 1995, tipifica en el
teleológica relacionada con u n acto o abstención concreto que el
art. 437 con algunas diferencias que se verán, el delito de exacciones
funcionario deba realizar, sino que por el contrario ésta responde a un
ilegales''''. : ¡; , ,
ejercicio abusivo del cargo, esto es, el funcionario exige mayores
(imolumentos amparándose en su posición funcionarial y en las
68 SEGRETO/DE LUGA: / delitti, 1991, 383 ss. Facultades que de esa posición se derivan respecto al administrado, y
'^^ VALEIJE ÁLVAREZ, RGD 1994, 6517 ss.; La corrupción, 1995, 92 ss. en este sentido lo equipara al delito de concusión del GPL
'" Art. 402 CP 1944: «El funcionario público que exigiere, directa o indirectamente, Por lo que respecta a la restricción de posibles autores de este
mayores derechos de los que le estuvieran señalados por razón de su cargo, será delito, afirma VALEIJE que no hay nada en la literalidad del tipo
castigado, sin perjuicio de los reintegros a que viniera obligado por otro concepto,
con una multa del duplo al cuadruplo de la cantidad exigida, sin que pueda bajar
penal que avale la tesis de que sólo aquellos funcionarios que cobran
de 100.000 pesetas./ El culpable habitual de este delito incurrirá, además, en la su salario en forma de derechos fijados en aranceles o de otra forma
pena de inhabilitación especial». Art. 437 CP 1995: «La autoridad o funcionario
público que exigiere, directa o indirectamente, derechos, tarifas por aranceles o
minutas que no sean debidos o en cuantía mayor a la legalniente señalada, será " Vid. por todos, RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ: PE, 17°, 1994, 1202
castigado, sin perjuicio de los reintegros a que viniere obligado, con las penas de ss.; MUÑOZ CONDE: PE, 10°, 1995, 852; MUÑOZ CONDE cambia de opinión y se
multa de seis a veinticuatro meses y de suspensión de empleo o cargo público por adhiere a la postura de VALEIJE ÁLVAREZ en la siguiente edición de su manual,
tiempo de seis meses a cuatro años». PE, i r , 1996, 878; SSTS 12-3-1935 (A 565); 5-5-1959 (A 1768); 3-7-1991 (A 5510).
2á0 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 241

legalmente establecida puedan ser los únicos autores del delito graves de delito de cohecho, cohecho pasivo impropio de los arts. 425,
examinado. En primer lugar, porque en el tipo penal no se hace r y 426 CP.
referencia explícita ni implícita a más condiciones que a la de ser No parece que ni la voluntad del legislador español ni la voluntad
funcionario público, y, en segundo lugar, porque el tipo no precisa que objetiva de la ley haya sido, al tipificar el delito de exacciones ilegales,
la conducta se cometa exigiendo más cantidades de las que el funcio recoger como conducta típica la del funcionario que, abusando de su
nario está facultado a percibir como contraprestación a su actividad poder, constriñera o indujera al particular a entregarle una determi-
oficial señaladas por razón de su cargo. Por ello, afirma la autora: «la nada cantidad, puesto que este supuesto resultaría absurdamente
exacción ilegal puede ser cometida por funcionarios que cobrando privilegiado frente al delito de cohecho en el que el funcionario no
directamente su sueldo de la Administración tengan entre sus obliga- constriñe al particular sino que la aceptación del mismo se produce de
ciones la de recaudar de los particulares las cantidades adeudas pof forma espontánea por propio interés.
la prestación de determinados servicios públicos»^^. El CP 1995 establece como conducta típica la del funcionario
público que exija directa o indirectamente derechos, tarifas por
b.2. Crítica a la postura anterior ' ':• : aranceles o minutas que no sean debidos o en cuantía mayor a la
legalmente señalada. Parece que según el tenor literal de este artículo
La primera objeción que cabría realizar a la tesis de VALEIJE sería
habrá exacciones ilegales también en aquellos casos en los que el
de tipo literal. La propia redacción del art. 402 CP 1944/1973 estable-
funcionario exija una cantidad que no le corresponda en absoluto.
cía como conducta típica la del funcionario que exigiere «mayores
Ahora bien, no sirve a efectos típicos cualquier cantidad, sino única-
derechos» de los que le estuvieren señalados por razón de su cargo.
mente aquélla en forma de derechos, tarifas por aranceles o minutas''''
Parece por tanto que para que el tipo pudiera cumplirse era preciso
(se supone que por un determinado servicio). El legislador restringe
que ese funcionario en concreto tuviera posibilidad de exigir determi-
por tanto el tipo a l a exigencia de una cantidad por un servicio concreto
nados derechos que previamente le h a n sido adjudicados. ¿Podría ser
puesto que los derechos, las tarifas por aranceles y las minutas vienen
el sueldo? Creo que no, porque el sueldo no se exige, se recibe. Debí;i
unidas siempre a un concreto acto y, quizá, esto sólo lo puedan hacer
tratarse de un funcionario que pudiera exigir lícitamente y se excedie-
los funcionarios que, en general, puedan exigir tarifas, aranceles, etc.
ra en la cantidad exigida. Efectivamente, el art. 437 CP 1995 cambia
Es difícil por tanto dilucidar cuándo será aplicable este tipo. Si el
en este punto la redacción al establecer como conducta típica la
funcionario exige dicha cantidad haciendo creer al particular que debe
exigencia de tarifas, aranceles, etc. «que no sean debidos». Sin embar-
pagarla, a la vez que el delito de exacciones ilegales concurriría el
go, existen algunas otras obj eciones a l a tesis mantenida por VALEIJl'l
delito de estafa penado en el art. 438 CP con la pena del delito de estafa
de que este delito pueda ser equiparable al delito de concusión del CPI.
(art. 249 CP prisión de seis meses a cuatro años) en su mitad superior
El delito de concusión supone un mayor desvalor de injusto que el
e inhabilitación especial p a r a empleo o cargo público por tiempo de dos
delito de cohecho, por cuanto contiene el elemento de abuso de poder
a seis años, y según la doctrina mayoritaria el delito de estafa
por parte del funcionario (igual que el cohecho), y a la vez un elemento
absorbería al delito de exacciones ilegales^^.
de inducción o de constreñimiento por parte de éste al particular. Ello
Si el funcionario exigiera dicha cantidad por el servicio, sabiendo
lleva, lógicamente, a una mayor pena del delito de concusión respecto
el particular que se t r a t a de una cantidad no debida, la conducta
del delito de cohecho. Sin embargo el delito de exacciones ilegales del
encajaría además de en el delito de exacciones ilegales, en el delito de
art. 437 CP viene sancionado con pena de multa de seis a veinticuatro
cohecho, sancionado éste en los arts. 419 y ss. CP con penas que van
meses y de suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis
meses a cuatro años. Esta pena sólo es superior a los supuestos menos
•'•I MUÑOZ CONDE, P £ , 11°, 1996, 878; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA,
Comentarios, 1996, 1263; LANDECHO VELASCO/MOLINA BLÁZQUEZ, PE,
'2 VALEIJE ÁLVAREZ: RGD 1994, 6529 ss.; La corrupción, 1995, 92 ss.; Se adhieren 1996, 437.
a esta postura, ORTS BERBNGUER, Comentarios, 1996, 1863 s.; MUÑOZ CON- '•' Así, por ejemplo, MUÑOZ CONDE; PE, 11", 1996, 878; MORALES PRATS/
DE, P £ , 11", 1996, 878. RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1263.
242 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 243

desde multa del tanto al duplo del valor de la dádiva e inhabilitación -Por u n lado la capacidad de decisión del particular que actúa por
especial de uno a tres años (art. 421 CP) hasta prisión de dos años a (iomor a que un asunto que le concierne sea resuelto por el funcionario,
seis años, multa del tanto al triplo del valor de la dádiva e inhabilita- causándole dicha resolución un perjuicio.
ción especial por tiempo de siete a doce años (art. 419 CP). Conforme -Por otro lado la función pública, debido a que el funcionario no
a la opinión mayoritaria se apreciará u n concurso de normas en el que actúa, dentro de su función, conforme a los criterios de objetividad,
el delito de exacciones ilegales quedará absorbido por el delito de imparcialidad y legalidad que le son exigibles.
cohecho''"^.
Parece por tanto, que la única posible aplicación de este precepto e l . Delito de amenazas ' : , .: ^ ,:
vendrá en aquellos casos en los que el servicio por el cual el funcionario
exige dinero no entre dentro del ejercicio del cargo del funcionario, Al afectar la conducta del funcionario a la capacidad de decisión del
porque cuando tratándose de u n servicio dentro del ejercicio de su particular es preciso analizar la posibilidad de apreciar un delito de
cargo exija mayor cantidad que la que corresponda, se llegaría a la amenazas. P a r a ello procede estudiar si el anuncio del funcionario
misma solución que cuando exige u n a cantidad que en su totalidad no constituye un mal para el particular.
le corresponde: si hay engaño se podría acudir a un delito de estafa por El concepto de «mal» no es pacífico en la doctrina. El art. 169 CP
la diferencia, y si no hay engaño se podría acudir a un delito de cohecho exige que el mal sea constitutivo de delito, pero el art. 171 CP recoge
en los casos en los que el servicio entre dentro del ejercicio del cargo como amenazas condicionales el anuncio de u n mal no constitutivo de
del funcionario. Además, tratándose de u n delito contra la Adminis- delito si no se cumple una determinada condición^'.
tración pública parece tener poco sentido que se sancione al funciona- Se plantea la cuestión de si por mal, en este art. 171 CP, debe
rio cuando actúa completamente fuera del ámbito de sus funciones; pero entenderse u n hecho contrario a Derecho, o si bien debe entenderse
considerar, como opina VALEIJE, que el legislador sanciona con este
tipo la conducta abusiva del funcionario es contradictorio, entre otras
'' La discusión se planteaba con el CP 1944 respecto a los arts. 493 y 494. Art. 493 CP
cosas, con la pena establecida, como ya se ha explicado más arriba. 1944: «El que amenazare a otro con causar al mismo o a su familia, en sus personas,
Respecto a este punto, se puede concluir el posible carácter super- honra o propiedad, un mal que constituya delito será castigado:/l°.Con la pena de
fino del delito de exacciones ilegales, tanto con la redacción del CP prisión menor, si se hubiere hecho la amenaza exigiendo una cantidad o imponiendo
cualquiera otra condición, aunque no sea ilícita, y el culpable hubiera conseguido
1944 como con la del CP vigente, ya que los casos más graves pueden, su propósito, y con la pena de arresto mayor si no lo hubiera conseguido. La pena
como se ha visto, encajar en el tipo de estafa o de cohecho. Y tampoco se impondrá en su grado máximo si las amenazas se hicieren por escrito o a nombre
sirve para recoger aquellos casos en los que el funcionario exige una de entidades reales o supuestas./ 2°. Con la pena de arresto mayor y multa de
cantidad de dinero abusando de su posición funcionarial, a modo de 100.000 a 500.000 pesetas si la amenaza no fuere condicional. Art. 494 CP 1944:
«Las amenazas de un mal que no constituya delito, hechas en la forma expresada
delito de concusión™. . ;. : ; . en el número 1° del artículo anterior, serán castigadas con la pena de arresto
mayor».
c. Toma de postura: Posible concurso de delitos entre el delito de cohecho y El CP 1995 no varía demasiado en cuanto a los problemas discutidos por la doctrina.
Art. 169 CP: «El que amenazare a otro con causarle a él, a su familia o a otras
el delito de amenazas personas con las que esté íntimamente vinculado un mal que constituya delitos de
homicidio, lesiones, aborto, contra la libertad, torturas y contra la integridad moral,
En los supuestos en que el funcionario exige, coaccionando al la libertad sexual, la intimidad, el honor, el patrimonio y el orden socioeconómico,
particular, una dádiva para realizar o no realizar u n acto de su cargo será castigado:/ 1° Con la pena de prisión de uno a cinco años, si se hubiere hecho
se perturban dos bienes jurídicos diferentes: la amenaza exigiendo una cantidad o imponiendo cualquier otra condición, aunque
no sea ilícita, y el culpable hubiere conseguido su propósito. De no conseguirlo, se
impondrá la pena de prisión de seis meses a tres años. Art. 171: «Las amenazas de
un mal que no constituya delito serán castigadas con pena de prisión de seis meses
™ Así, por ejemplo, RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17^ 1994,1202 a dos años o multa de doce a veinticuatro meses, atendidas la gravedad y
ss.; MUÑOZ CONDE: PE, i r , 1996,878; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUER- circunstancia del hecho, cuando la amenaza fuera condicional y la condición no
TA, Comentarios, 1996, 1263. consistiere en una conducta debida. Si el culpable hubiere conseguido su propósito
™ OLAIZOLA NOGALES, PJ40, 1995, 451 ss. se le impondrá la pena en su mitad superior».
244 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 245

cualquier hecho que constituya un perjuicio, una desventaja para la ,il tráfico jurídico de forma que el amenazado pueda prever esta
víctima, es decir, mal en sentido naturalístico. :!Ítuación de acuerdo a las reglas normales del tráfico»^^.
1) La postura doctrinal mayoritaria acepta el concepto de «mal» en 2) En contra de esta opinión mayoritaria se pronuncia DIEZ
sentido naturalístico™. K'ÍPOLLÉS. Para este autor el mal típico en el delito de amenazas no
Se define mal como «la privación de u n bien que se tiene o se puede debe entenderse en sentido naturalístico sino en sentido jurídico*^^. El
tener, pudiendo ser moral o material»'^^. ;iLitor parte del concepto de mal utilizado de forma general en el
El «mal» según la opinión mayoritaria, puede consistir por tanto en I )orecho penal. Mal en Derecho penal será aquella lesión de un interés
u n hecho lícito, no contrario a Derecho. A su vez la condición puede ser protegido por el Derecho en cualquiera de sus sectores, quedando
lícita o ilícita. En caso de que concurra un mal consistente en un hecho excluida la lesión de intereses no protegidos jurídicamente. Partiendo
lícito y una pretensión también lícita habrá delito de amenazas (lo dicho concepto, su primera conclusión será que quedan fuera del
cuando no exista relación entre el mal y la condición. Es la denomina- Upo de amenazas del art. 494 CP 1944 (esto es trasladable al art. 171
da «teoría de la relación». (!P) los daños (males) lícitos en cuanto que no son males jurídicamen-
Según los defensores de esta teoría lo fundamental para afirmar si l.i!. Su inclusión parcial en el tipo por parte de la doctrina mayoritaria
se cumple o no el delito de amenazas no es ver si el mal constituye un i'esulta, según DÍEZ RIPOLLÉS, incoherente, porque tal doctrina
ilícito, sino si entre dicho mal y la condición se produce u n a relación i oterpreta sin ningún apoyo legal de modo distinto el concepto de «mal
antijurídica. Así, el anuncio de u n a conducta en sí lícita, se convierte lio constitutivo de delito» según se trate de amenazas condicionales o
en amenaza cuando la ejecución está animada por el fin de perjudicar incondicionales*'''.
a otro, pero no es amenaza cuando el autor defiende sus legítimos DÍEZ RIPOLLÉS realiza la siguiente crítica a la teoría de la
intereses. De manera que por ejemplo, si u n a persona amenaza a otra relación: «según la teoría de la conexión interna o de la relación sólo
con denunciar un delito que ésta cometió si no recibe dinero: si el que se dará el tipo en los casos de mal lícito y condición lícita si no hay
amenaza es el perjudicado que pretende obtener con ello la reparación relación entre el mal con el que se amenaza y la pretensión a la que se
del daño a la que tiene derecho normalmente no se cumplirá el tipo de condiciona, a la luz del ordenamiento jurídico. Eso sucederá por lo
amenazas; si es u n extraño, aunque la acción para denunciar es general cuando el que amenaza no es el que detenta el derecho o, aun
pública, si el sujeto t r a t a de obtener u n a ventaja económica de una detentándolo, no se limita a exigir las consecuencias que el ordena-
relación que respecto a él no es debida, la situación será antijurídica miento jurídico posibilita, sino que pretende aprovecharse de la
y se aplicará el delito de amenazas**". .situación creada. A mi entender, la teoría de la conexión interna
Por tanto, según esta postura doctrinal «lo relevante p a r a determi- [¡rocede simplemente dejando fuera del tipo las condiciones lícitas,
nar si existe o no delito de amenazas es ver si entre el mal con el que esto es, aquellos supuestos en los que la no producción del mal se hace
se amenaza y la condición impuesta se produce u n a relación conforme depender de la realización por el amenazado de u n a conducta debida,
;i la que está obligado. Los casos considerados típicos en cuanto
carentes de esa relación o conexión son todos ellos hipótesis de
'8 Así, por ejemplo, CUELLO CALÓN, ADP 1952, 14 ss.; RODRÍGUEZ DEVESA, rendición ilícita, ilicitud que viene determinada precisamente por esa
,, NEJ VI, 1954, 187 ss.; LARRAURI FUGAN, Libertad, 1987, 300 ss.; MAQUEDA
ABREU, Libertad y seguridad, 1988, 26 ss.; LORENZO SALGADO, Homenaje-
Beristáin, 1989, 772 ss.; BAJO FERNÁNDEZ, Homenaje-Beristáin,, 1989, 659 ss.; »' RODRÍGUEZ DEVESA, NEJ VI, 1954, 187.
BUSTOS RAMÍREZ, PE, 2", 1991, 97 ss.; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO "••' DÍEZ RIPOLLÉS, Bienes jurídicos fundameniales, 1993, 284 ss.
GÓMEZ,P£;, 17", 1994,298ss.;MIRPUIG,£;^B/, 1995, 442 ss.: MUÑOZCONDE, "•' Así, lo hacen efectivamente por ejemplo BAJO FERNÁNDEZ, Homenaje-Beristáin,
PE, 11", 1996, 146 s. 1989, 652: «Salvo en las amenazas condicionales el mal al que se refiere la ley sólo
''' RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ: PE, IT, 1994, 298 ss. puede ser el injusto, porque siendo la amenaza la exteriorización de un propósito,
80 Ladefiendenentreotros,RODRÍGUEZDEVESA:A^£;jy/, 1954,188ss.; MAQUEDA castigar esa exteriorización cuando el propósito se refiere al cumplimiento de una
ABREU: Libertad y seguridad, 1988, 25 ss.; BAJO FERNÁNDEZ, Homenaje- conducta lícita vulnera los principio jurídicos más elementales»; MUÑOZ CONDE,
Sensíáira, 1989,659 ss.; LORENZO SALGADO,iíommo>-Ber¿stó¿re, 1989,771 ss.; PE, 11", 1996, 142: «El mal ha de ser en principio ilícito, delictivo o no. Sólo en las
BUSTOS RAMÍREZ, PE, 2\ 1991, 100 ss.; MIR PUIG, EJB I, 1995, 442 ss. amenazas condicionales puede ser también el mal lícito».
246 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 247

falta de contextualización de la conducta que se quiere motivar a libertad del otro es por tener un derecho legítimo a hacerlo, y si no
realizar. La exclusión de las condiciones lícitas del art. 494 va (íxiste tal derecho, un individuo no podrá nunca coartar la libertad de
frontalmente en contra del tenor literal del precepto.
otro y salir impune de ello.
Hay que decir que las hipótesis que estos autores desean sacar del La redacción del art. 171, 1" CP 1995 que regula las amenazas
tipo quedan fuera a partir de un adecuado concepto de "mal no
condicionales de un mal que no constituya delito, excluye aquellos
constitutivo de delito", en el que no se incluyan los daños (males)
casos en los que la condición fuera debida. Es decir, para que las
lícitos, en cuanto la evitación de su producción no es un interés
protegido por el Derecho»^'*. amenazas condicionales de un mal que no constituye delito sean
delictivas, exige el tipo que la condición no consista en una conducta
3) Toma de postura. Personalmente considero que la teoría de líi debida. Pudiera parecer que el NCP al excluir del tipo las condiciones
relación no excluye del tipo todas las condiciones debidas, sino sólo tiue consistan en u n a conducta debida, estaría apoyando la teoría de
aquellos casos en los que la condición viene a m p a r a d a por una la relación, pero esto no es exactamente así. Como se ha visto más
pretensión legítima. Me parece ilustrativo a este respecto el ejemplo arriba, la teoría de la relación no produce la exclusión automática de
que me propone DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO.: «denunciaré tu
las condiciones lícitas, sino que si el mal es justo y la condición es
fraude fiscal si no pagas a mi h e r m a n a la pensión de divorcio que le
debida pero no existe u n a relación entre ellos se cumplirá el tipo de
debes». En este ejemplo el mal con el que se amenaza (denunciar el
amenazas. Ahora bien, quizá quepa interpretar «debida» como com-
fraude fiscal) es justo, en el sentido de que no vulnera ninguna norma
portamiento que el amenazado debe al sujeto que amenaza, es decir
del ordenamiento jurídico, y la condición (pagar la pensión de divorcio
como comportamiento que el sujeto que amenaza tiene derecho
que se debe) es un condición debida, sin embargo desde el punto de
legítimo a reclamar, y así no excluir del tipo cualquier condición lícita,
vista de la teoría de la relación se puede decir que ambos aspectos no
sino sólo aquéllas que siendo lícitas son además conductas debidas al
están relacionados, y cabrá apreciar u n delito de amenazas, porque lo
que se pretende no tiene nada que ver con el mal con el que se sujeto que amenaza. Si se interpretara así el término «debida» se
amenaza. acercaría más el tipo a la teoría de la relación.
Por tanto, en aquellos casos en los que el particular acepta la solicitud
Por ello, no estoy de acuerdo con la conclusión a la que llega DÍEZ del funcionario por temor, por no sufrir un perjuicio, etc. puede constituir
RIPOLLES al entender que con la teoría de la relación quedan fuera , en la legislación española un delito de amenazas, excepto en los casos en
del tipo las condiciones lícitas. Se podría responder a DÍEZ RIPOLLES i que el funcionario imponga una condición debida.
que lo que quizá ocurra es que la ilicitud de la condición permita ; Se plantea la cuestión de si puede a la vez constituir un delito de
contemplar como un mal una situación que en sí misma no lo era. No cohecho. Es decir, la cuestión de si el funcionario que exige al
creo que se puedan contemplar aisladamente el mal y la condición, ; particular una cantidad de dinero, avisándole de que si no acepta
sino en conjunto para determinar cuándo hay delito de amenazas. realizará u n acto que deba realizar en el ejercicio de su cargo, o no
Por ello, considero más correcta la postura que defiende la teoría ; realizará u n acto injusto o constitutivo de delito que, por ejemplo,
de la relación, por entender que no se produce ese efecto de exclusión interese al particular, puede ser responsable de un delito de cohecho.
de las condiciones lícitas del que habla DÍEZ RIPOLLES, y porque
dado el bien jurídico protegido en el delito de amenazas, la libertad de
decisión de un individuo, entiendo que éste puede ser afectado tanto 0.2. Distinción entre el delito de cohecho y el delito de amenazas
cuando se amenaza con un mal injusto como cuando se amenaza con 1) Opinión de PELKE. Según PELKE**^ habrá que distinguir en dos
un mal justo, es decir mal en sentido naturalístico. Lo importante será puntos concretos el delito de amenazas^'' y el delito de cohecho,
no analizar aisladamente la condición y el mal, sino conjuntamente; ¡ considerando que se da uno o se da otro, en relación de exclusión:
de esta forma la única causa por la que un sujeto puede coartar la

'^'^ PELKE, «Übel» und «Vorteil», 1989, 100 ss.


*'' Delito de coacciones [Nótigung) § 240 StGB: «El que obligue a otro injustamente con
DÍEZ RIPOLLES, Bienes jurídicos fundamentales, 1993, 286 ;
violencia o a través de un mal intenso a realizar, tolerar u omitir algo será castigado
nmiinimiMiiMHii» iiiiiii. iiiiiinniiiinii

248 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 249

En primer lugar se analizará si la solicitud por p a r t e del funciona- Además, hace depender la distinción de la forma en que se haga el
rio tiene carácter coactivo, en cuyo caso se apreciaría el delito recogido anuncio, porque si el policía en el ejemplo segundo hubiera anunciado
en el § 240 StGB. a la ladrona que si no se acostaba con él no rompería la denuncia,
En segundo lugar se deberá estudiar si el ofrecimiento que realiza probablemente hubiera calificado la conducta de amenazas.
el funcionario como contraprestación a la ventaja que solicita consti- Parece evidente que el sentido tradicional del delito de cohecho es
tuye para el particular una ventaja o u n a desventaja. En el tipo de el de una compraventa de un acto oficial entre el funcionario y el
amenazas, el autor exige a su víctima a través de la amenaza con un particular. Por tanto la dádiva tiene sentido de recompensa (en
mal, que se comporte de una determinada forma. Él anuncia la España tradicionalmente ha sido una recompensa previa, en Alema-
realización de un mal para el caso de que la víctima tenga otro nia se admite la recompensa posterior y el CP 1995 también admitirá,
comportamiento. En estos casos la víctima acepta únicamente para en algunos supuestos, la recompensa posterior, art. 425) que se
evitar una desventaja, para evitar el comportamiento anunciado por entrega al funcionario por el acto que favorece al particular.
el sujeto que amenaza. Pero en algunas ocasiones el particular no accede «gustoso», sino
En los tipos de cohecho el comportamiento anunciado por el sujeto por temor a que su negativa ante la solicitud del funcionario le
se presenta como u n a recompensa p a r a el que lo acepta, en estos casos suponga consecuencias desfavorables para él.
el sujeto al aceptar no lo hace por evitar el comportamiento anunciado Y es en esos casos, en los que el particular accede por temor, en los
sino porque le interesa, es una compraventa. que es necesario plantearse si con la aplicación del delito de amenazas
PELKE ilustra su razonamiento con dos ejemplos: se recoge todo el desvalor del hecho.
Ejemplo A: El policía K anuncia a la ladrona D que le va a
denunciar en caso de que ella no se acueste con él. Según el autor se
C.3. Insuficiencia de la agravante de prevalimiento del carácter público
trataría de un delito del § 240 StGB, porque si D acepta la voluntad
de K sería únicamente para evitar su comportamiento, es decir el
comportamiento anunciado por K supone para D u n a desventaja. Podría argumentarse que para recoger estos casos sería suficiente
Ejemplo B: El policía K anuncia a la ladrona D que romperá la con apreciar el delito de amenazas con la agravante del art. 22,7" CP,
denuncia ya escrita, en caso de que ella se acueste con él. En este caso prevalerse del carácter público que tenga el culpable. En el Derecho
el comportamiento anunciado por K consiste en romper u n a denuncia romano, la concussio era la extorsión con abuso de autoridad^'-'.
ya escrita, este comportamiento supone para D u n a ventaja, es decir No creo que fuera suficiente para recoger el desvalor del hecho la
u n comportamiento que ella desea. En este caso por tanto se cumpliría aplicación de tal agravante, y ello por dos motivos:
el tipo de cohecho del § 332 StOB^^. 1) El primero se refiere al sentido tradicional de esta agravante. La
No deja de resultar un tanto forzada la distinción realizada por razón fundamental de la agravación radica en que el funcionario
PELKE. Como crítica se podría decir que en el ejemplo B PELKE se actúa prevaliéndose de su carácter público, aprovechándose de la
olvida del carácter coactivo del anuncio realizado por el policía. cualidad de funcionario que ostenta, pero no de su función, no dentro
(le su actividad. Ya GROIZARD expresaba: «Se aplicará esta agravan-
te al funcionario cuando no obre como funcionario, cuando no ejecute
con la pena privativa de libertad de h a s t a tres años o con multa, en los casos
especialmente graves será castigado con la pena de prisión de seis meses a cinco
el acto en el desempeño de sus funciones, sino cuando lo cometa
años,/ Injusto es el hecho, cuando la aplicación de la violencia o la amenaza del mal prevaliéndose de su carácter, haciendo valer su posición oficial. Sin
para obtener el objetivo deseado se ve como reprobable./ La tentativa es punible». delinquir como funcionario se aprovecha y usa esta cualidad para
Este delito no es el delito de amenazas del StGB, sino que sería su tipo de coacciones.
Lo que ocurre es que se trata de un delito que está a medias entre nuestro delito de
coacciones y nuestro delito de amenazas, y a los efectos que se están estudiando, ea
el delito que nos interesa. Por eso, se seguirá hablando de delito de amenazas ai
hablar de este precepto, aun sabiendo que no es el delito de amenazas del StGB. Art. 22,7° CP: «prevalerse del carácter público que tenga el culpable».
PELKE: Übel und Vorteil, 1989, 129 s. RODRÍGUEZ DEVESA: en NEJ VI, 1954, 182.
250 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO •:2S1

hacerla valer como medio»^°. Por tanto, no se trata de captar con esta C.4. Concurso de delitos
agravante el posible perjuicio causado a la Administración en su
funcionamiento, porque se aplica precisamente a aquellos supuestos Lo que t r a t a r é de demostrar a continuación es que lo más adecua-
en los que el funcionario actúa fuera de su actividad. Se aplicará a do, aunque no completamente satisfactorio por el sentido tradicional
aquellos supuestos en los que el funcionario aprovechándose de su del delito de cohecho (compra-venta de la función pública), será la
cualidad pública comete un delito común. apreciación en estos supuestos de concurso ideal de delitos entre el
: La agravante T"" del art. 22 CP se interpreta como un complemento delito de amenazas y el delito de cohecho, aplicándose por tanto el art.
o ampliación del abuso de confianza, porque el funcionario abusa de 77 CP.
la confianza que la comunidad depositó en él al investirlo, y del abuso 1) Siguiendo el argumento de LUZÓN PEÑA en relación a otros
de superioridad, porque el funcionario abusa de la superioridad que le delitos, no creo que se vulnere con ello el principio de «non bis in ídem»
confiere el cargo. Por tanto la agravante se aplicará en aquellos casos [)orque no se trata de lo mismo, de un «ídem», sino de dos aspectos
en los que el funcionario no actúa como funcionario, es decir, no jurídicamente relevantes diversos de un mismo hecho. En el concurso
ejecuta el delito en el desempeño de sus funciones, sino que lo comete ideal se reconoce que un mismo hecho puede atentar simultáneamen-
prevaliéndose de su carácter, haciendo valer su posición oficial'^\ te contra dos o más bienes jurídicos distintos y realizar por tanto dos
Así viene siendo también interpretada esta agravante por la o más delitos'*''.
jurisprudencia. La STS 3-11-1993 (A 8398) lo expresa de la siguiente Ni el delito de amenazas tiene en cuenta que el mal con el que se
manera: «El sujeto activo se aprovecha de las ventajas de su posición amenaza forma parte del ejercicio del cargo del funcionario, ni el delito
para realizar con mayor facilidad u n acto falsario en documento oficial de cohecho tiene en cuenta si la dádiva se solicita con amenaza o con
ajeno a la órbita de su función. En este caso el funcionario se coerción sobre el particular. Por consiguiente, no se trata del mismo
aprovecha de su oficio pero no abusa de él al ejecutar u n acto que cae aspecto desde el punto de vista de su valoración jurídica'**
fuera de su función»'*^. 2) Otro argumento para valorar positivamente la solución del
2) El segundo motivo por el que no parece suficiente la aplicación concurso de delitos éntrelos dos delitos es el argumento peñol ógico. El
de esta agravante para captar la afectación producida a la función delito de cohecho tiene distinta pena según que el acto que está
pública es precisamente su carácter de agravante, lo que hace, dispuesto a realizar el funcionario sea constitutivo de delito (art. 419
conforme al art. 66, 1" CP, que si en el mismo supuesto concurren CP), en cuyo caso la pena será de prisión de dos a seis años, multa del
atenuantes el juez deberá individualizar la pena imponiendo la tanto al triplo del valor de la dádiva e inhabilitación especial para
señalada por la Ley en la extensión adecuada a las circunstancias empleo o cargo público por tiempo de siete a doce años; constitutivo de
personales del delincuente y a la mayor o menor gravedad del hecho.
Esto podría llevar a que un desvalor constitutivo por sí mismo de delito Vid. argumentaciones similares en lelacion a otros delitos LUZON PEÑA, Esta-
al ser degradado a la categoría de agravante ordinaria no se tuviera dios penales, 1991, 381 ss.; MIR PUIG: ADP 1988, 988 ss.; DÍAZ Y GARCÍA
CONLLEDO: PJ16, 1989, 209 ss.; GRACIA MARTÍN, Bienes jurídicos fundamen-
en cuenta de manera suficiente finalmente en la pena. j!:', •;; ly .
tales, 1993, 167 ss.
El TS en sentencia de 8 de Octubre de 1991 (A 7273) afirmaba en favor del concurso
GROIZARD Y GÓMEZ DE LA SERNA, CP I, 2", 1912,412 ss.; En el mismo sentido: de delitos lo siguiente: «En estas consideraciones resulta claro que el Tribunal a quo
PACHECO, CP 11, T, 1856, 229 ss.; VIADA Y VILASECA: CP, T, 1885, 46 ss.; consideró como elemento del tipo penal de cohecho la coacción del sujeto pasivo.
QUINTANO RIPOLLÉS, Comentarios I, 1946, 236 ss. ANTÓN ONECAy Pero es indudable que el bien jurídico del cohecho constituido por el ejercicio
RODRÍGUEZ MUÑOZ, PG I, 1949, 374 ss.; CÓRDOBA RODA/RODRÍGUEZ honrado y transparente de la función pública no sólo se lesiona con actos de coacción
MOURULLO, Comentarios I, 1972, 672 ss.; ALONSO ÁLAMO, El sistema de las sobre el administrado. Por tal razón, la lesión de la libertad del sujeto pasivo que
circunstancias, 1982, 554 ss.; HIGUERA GUIMERA, El delito de coacciones, T, explicaría la exigencia de una solicitud amenazante o coactiva que propone la
1983, 76 ss. Audiencia es, en verdad, un elemento ajeno al delito del art. 387 CP. En todo caso,
En este sentido, por ej., RODRÍGUEZ MOURULLO, Comentarios I, 1972, 671 s. si se hubiera producido realmente, además de la solicitud de la dádiva, una
En el mismo sentido, SSTS 12-1-1990 (A 302); 14-2-1990 (A 1499), 2-3-1990 (A amenaza o coacción, el Tribunal a quo debería haber comprobado si no hubiera
2377), 21-5-1992 (A 4250), 23-9-1992 (A 7246), 12-4-1993 (A 3083), 18-5-1993 (A correspondido aplicar también el delito del art. 496 o 493, según las reglas del
4171), 3-11-1993 (A 8398). concurso de delitos».
'W'

1252 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO M3


acto injusto (art. 420 CP), en cuyo caso, si llegara a ejecutarse, la [IVDU i|ui7,;ÍK la mejor solución sea apreciar un concurso de delitos entre el
será la de prisión de uno a cuatro años e inhabilitación especial |)íirM I h 'I il.o de amenazas y el delito de cohecho. Sin embargo es necesario ser
empleo o cargo público por tiempo de seis a nueve años; si el aoli > iin.'uúente de que ésta no es una solución ideal. Como ya se ha dicho
injusto no llegara a ejecutarse, la pena será la de prisión de uno ii ilm m.los casos no encuadran en el sentido tradicional del delito de
años e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiorn(Mi • iiluicho, que se h a entendido siempre como un pacto, un acuerdo
de tres aséis años; en ambos casos se impondrá, además, la multa (iij injusto, u n contrato entre dos personas en el que ambas están
tanto al triplo del valor de la dádiva; cuando la solicitud de dádivn Inlcresadas en comprar y vender algo. De ahí que tradicionalmente
tenga por objeto la abstención de u n acto debido (art. 421 CP), la piiim I ninbién se pene al particular que se limita a aceptar la solicitud del
será la de multa del tanto al duplo del valor de la dádiva e inhabilila luiicionario. No estaba tradicionalmente pensado este delito para
ción especial para empleo o cargo público por tiempo de uno a trcti iH|iic!llos casos en los que el particular acepta «forzado» por las
años. Por último, cuando se solicitase dádiva o presente para reali/jii lartamstancias, por temor a un perjuicio indebido que la actitud del
un acto propio del cargo o como recompensa del ya realizado (ati
inncionario le pueda ocasionar. Por ello, de lege ferenda (y creo que se
425,1") la pena será de multa del tanto al triplo del valor de la dádivi»
li.a desaprovechado una gran oportunidad con la promulgación del CP
y suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis meses a trcí <
I Ir 1995) sería conveniente tipificar expresamente el delito de concu-
años; si el acto ya realizado fuera constitutivo de delito (art. 425, 2"I,
na ni, como aquel delito en el que el funcionario, abusando de su
la pena será de prisión de uno a tres años, multa de seis a diez moHCi:
I luición, induce o costringe a u n particular a entregarle una dádiva o
e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de
nn [)resente. En este caso, la aceptación por el particular no llevaría
diez a quince años.
• iparejada pena, porque dicho sujeto no es sino u n a víctima del delito,
Por su parte, en el delito de amenazas se distinguen también V, además, al producirse junto al ataque del correcto funcionamiento
distintas penas según se trate de amenazas condicionales de un nial lie la Administración, una perturbación de la libertad de decisión del
que constituya delito (art. 169,1°), en cuyo caso se conmina con la peí i. i I >a rticular, la pena del delito de concusión debería ser superior a la del
de prisión de uno a cinco años si el culpable consigue su propósito y coi i lUílito de cohecho para recoger de esa forma, todo el desvalor del
la de prisión de seis meses a tres años si no lo consigue; si se trata de liocho^^.
amenazas condicionales de un mal que no constituya delito (ari. De lege lata, tal y como está la regulación podría plantearse la
171,1°), la pena será la de prisión de seis meses a dos años o multa dn cuestión de si el particular que acepta en estas condiciones estaría
doce a veinticuatro meses. Si el culpable consigue su propósito la pena amparado por u n a causa de justificación, en concreto, por u n estado
se impondrá en su mitad superior. de necesidad del art. 22, 5°. Para que hubiera estado de necesidad es
Se observa que la graduación de penas que el legislador hace en u 11 preciso en primer término y como requisito esencial que existiera una
caso y en otro es similar, y no excesivamente distante en los casoH Hituación de necesidad^*". Esto implica la necesidad de tener que
paralelos, lo que ayuda a interpretar que la calificación por uno sola r(!currir a lesionar bienes jurídicos ajenos, o sea, a realizar alguna
de los delitos no supone ya suficiente castigo del hecho. Es decir, conducta típica (en el caso del particular que acepta la solicitud
aplicando uno sólo de los preceptos no recogería todo el desvalor del perturba el correcto funcionamiento de la Administración pública, a
hecho. No se puede afirmar que el desvalor de las amenazas quedan (ravés del tipo de cohecho activo, art. 423, 2° CP) para salvar los
consumidas por el delito de cohecho ni viceversa. intereses en peligro. La situación de necesidad, como requisito esen-
cial sólo requiere que sea preciso sacrificar algún interés, aunque sea
0.5. Recapitulación v, ,. / i ; propio, p a r a salvar el bien en peligro (el particular trataría de evitar
el «mal» con el que le amenaza el funcionario). Esa necesidad de tener
Después de analizar la regulación española, se pueden observar lan
dificultades que existen para encuadrar aquellos casos en los quc^ el
funcionario, abusando de su función, exige mediante la amenaza al
OLAIZOLA NOGALES, PJ 40, 1995, 470.
particular u n a determinada dádiva o presente. Se h a concluido que Por todos, LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 624 ss.
"mmimtimniB

254 INÉS OLAIZOLA NOGALES


EL DELITO DE COHECHO 255

quehacer algo, aunque sea huir, esquivar, avisar a la autoridad o a sus lii'cho típico. El acuerdo injusto se pretende con la solicitud, se cierra
agentes, supone ya un sacrificio de intereses propios: la libertad de
I un la aceptación y se realiza con la recepción^"".
actuación o de movimiento, la dignidad o el honor. Por tanto, aunque
A diferencia de la conducta de «solicitar» en la que no es precisa la
para salvar el bien jurídico, correcto funcionamiento de la Adminis-
nc('ptación del particular para que se consume el delito, en estas
tración, se pueda acudir a la autoridad, pese a todo hay una situación
i'iiiiductas es preciso u n acuerdo entre el particular y el funcionario en
de conflicto entre intereses jurídicos y concurre el requisito esencial;
I I (jue el particular entrega una dádiva o u n presente o realiza el
de modo que, aunque por su carácter subsidiario haya que recurrir ai
urriícimiento o la promesa de la misma y el funcionario acepta el
son posibles a esos procedimientos, coincido con el profesor LUZÓN
iili-(ícimiento o recibe la dádiva. En estos casos, sí que se trata de un
que considera la «subsidiariedad» del estado de necesidad requisito
inesencial, sin el cual cabe la eximente incompleta'". delito de carácter pluripersonal (con los matices vistos)^°^
: •! , i .;,. i • ':.y 'ii J

De esta forma, analizando los requisitos del estado de necesidad cti


( . « R e c i b i r » - i - • • , • • • : , , i-;-^; • • ; - . ; j . •; .''*;•::';:,:',/';•'•'•'
el caso concreto, el particular podría quedar exento de pena o teniendo
en cuenta los requisitos inesenciales que se incumplen podrííi La recepción de la dádiva o el presente se produce cuando el
aplicársele u n a eximente incompleta, en cuyo caso la pena podrá bajar 111 n donarlo la incorpora a su propio patrimonio, es decir cuando actúa
uno o dos grados. El art. 68 CP parece que a diferencia del art. 66 Cl * Icspecto a ella como dueño. Es en este sentido un acto de apropiación
1944 no impone al juez la obligación de bajar la pena en aquellos casos di'I funcionario^"^. ' i
en los que se pueda apreciar u n a eximente incompleta. El art. 68 Cl' La conducta se puede realizar de dos maneras. Bien recibiendo,
establece que en los casos previstos en la circunstancia 1"^ del art. 21, iiiodiante una conducta activa, lo que el particular le entrega o le
los jueces «podrán imponer», razonándolo en la sentencia la pena envía, o bien no devolviendo, conducta pasiva, lo que ya obra en poder
inferior en uno o dos grados a la señalada por la Ley-^*^ d<d funcionario. En ambos casos para que se pueda hablar de delito de
No se puede olvidar tampoco que el particular tiene la oportunidad ciiiiecho debe haber u n acuerdo de voluntades entre el particular y el
de quedar libre de pena si denuncia la solicitud del funcionario íuncionario. ' > < < , , • \i) '
conforme a los requisitos establecidos en el art. 427 CP-^-^

B. «Recibir» y «aceptar» ARZTAVEBER, BT 5, 1982, 143 ss.; KUHLEN, NStZ 1988, 433 ss.; JESCHECK,
LK, 10^ 1988, § 331, nm. 5 s.; RUDOLPHI, SK, 4", 1991, § 331, nm. 25 s.; OTTO,
Las otras modalidades típicas que vienen a constituir el delito de Grundkurs, 3", 1991, 470 ss; DREHER/TRÓNDLE, StGB, 47", 1995, § 331, nm. 13
cohecho pasivo son las de «recibir dádiva o presente» y «aceptai s.; LACKNER, StGB, 2r, 1995, § 331 nm. 7; S C H O N K E / S C H R O D E R / C R A M E R ,
StGB, 25", 1997, § 331, nm. 25 s.
ofrecimiento o promesa». A diferencia de la de «solicitar», ésta.'i Vid., capítulo III, II, C.
presuponen u n a actividad de terceros (entregar u ofrecer). Siguiendo a BAJO FERNÁNDEZ, Realización arbitraria, 1976, 29 ss. La incorpo-
Son estas conductas las que hacen que la denominación de cohecho ración de la cosa al propio patrimonio consistirá en la colocación de la cosa en el
«pasivo» adquiera sentido, porque la iniciativa en este caso no pacd' íunbito de poder patrimonial del sujeto; incorporación en la que es determinante la
obtención de una ventaja. O de modo más preciso: «ventaja patrimonial que el sujeto
del funcionario, sino del particular. Él funcionario se limita a tenor, obtiene al incorporar una cosa con valor económico a su propio patrimonio,
aquí sí, una actitud expectante, pasiva, en el sentido de que no es el pudiendo comportarse respecto de ella como dueño, es decir, adquiriendo un poder
el que toma la iniciativa. (iictico sobre la misma sin obstáculo a la realización inmediata de su voluntad sobre
Ambas conductas constituyen el cierre de lo que la doctriiin lu propia cosa». Acerca de la intensa discusión sobre el concepto de apropiación vid.,
OE LA MATA BARRANCO, Tutela penal de la propiedad, 1994, 141 ss. En este
alemana denomina el «acuerdo injusto», y por tanto son el núcleo di>l sentido la doctrina exige que el funcionario utilice la dádiva como dueño de ella, bien
ííuardándola o disponiendo de ella, ARZTAVEBER, BT5, 1982,143 ss.; KUHLEN,
NStZ 1988, 433 ss.; JESCHECK, LK, 10", § 331, 1988, nm. 5 s.; RUDOLPHI, SK,
9'' LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 624 ss. r, 1991, § 331 nm. 25 s.; DREHERyTRÓNLE, StGB, 47", 1995, § 331, 1991, 13 s.;
98 MIR PUIG, PG, 4°, 1996, 744. LACKNER, StGB, 21", 1995, § 331, nm. 7; SCHÓNKE/SCHRÓDER/CRAMER,
99
Para ver los requisitos de este precepto vid. capítulo V, I, D. .S7.GS, 25", 1997, § 331 nm. 25 s.
f»«t«»fM«Wlffimí1«í»»MM»i IIHVmillIVfTIlIlHIflI

256 INÉS OLAlZOLA NOCÍALES EL DELITO DB COHECHO 257

La doctrina se plantea en ocasiones si esta segunda modalidad úv i illljiíiparable este acto a la conducta típica, por supuesto con matices,
recepción es u n caso de delito de cohecho cometido por omisión"". No i|ii| ilcilito de apropiación indebida (art. 252 CP)^°''.
estoy de acuerdo, sin embargo, en que la conducta de «no devolver» u n; i
dádiva o un presente que ya estuviera en poder del función a lin % «Aceptar» •":•,•'•''^'•>\••^~•:•"•^..•'\,>':•.•i\ • 1^.: . - ; i ; ; ^ i r ' ; . . • • . ' • : - ! ; •
constituya una omisión^"''.
La recepción, y en esto está de acuerdo toda la doctrina, puede I ,a conducta de «aceptar», al igual que la de «recibir» precisa de la
darse por una actitud expresa o a través de actos concluyent(!S, |3KÍHl,(.íncia de dos personas para que pueda darse. La presencia del
precisamente u n acto concluyente sería la no devolución del objelo |ilirlicular que ofrece y la del funcionario que acepta. No se puede
cuando el particular accede a dicha «no devolución». Este sería un casi i HCi 'I )tar algo si previamente no h a y u n oft-ecimiento. Se trata por tanto
de entrega para el particular y u n a acto de recepción para el funcio 111' 11II a delito en esta modalidad de conducta de un delito pluripersonal.
nario. Asumiendo el concepto de omisión defendido por SILVA I'¡1 funcionario acepta un ofrecimiento o u n a promesa. Este ofreci-
SÁNCHEZ^"''^ se puede decir que lo decisivo en los tipos de omisión OH I |lil(Mito o promesa hacen referencia a las dádivas y presentes anterio-
la obtención de prestaciones positivas de unos individuos en favor de l|.;l"'«.
otros con el fin de potenciar o mejorar sus situaciones jurídicas. IJO Se puede entender que la aceptación del ofrecimiento o la promesa
propio de la comisión es la evitación de intromisiones lesivas de UIIO.M i m iil estadio temporal anterior al de la recepción de la dádiva o el
individuos en la esfera jurídica de otros. De esta forma la no devolu- IM<'K(>nte. De esta forma el delito de cohecho se extiende desde la mera
ción de la dádiva por parte del funcionario es una conducta pasiva pori i ixil i c i tud del funcionario h a s t a la recepción, pasando por la aceptación
no omisiva, sino comisiva. Cuando el funcionario, de acuerdo con el 'I' I (ili'ecimiento o la promesa.
particular, no devuelve la dádiva, desde luego deja de hacer algo quu I;a mayoría de la doctrina distingue la aceptación de la recepción
debería hacer, devolverla, pero lo realiza por medio de un actu ili'iilí! un punto de vista temporal. De forma que aquella conducta
comisivo de apropiación, al incorporar la dádiva a su patrimonio, es en 11 pira consistiría en aceptar la futura dádiva o presente. Así mientras
ese momento cuando se produce la recepción, aunque lo lógico es que ii|i la recepción el flincionario recibe algo de carácter material, en la
previamente lo que sí se haya producido ya sea la aceptación"*''. Serín iM'i'|jtación el funcionario recibe una declaración de voluntad del
jilirticular en la que se compromete a darle algo en el futuro"'-'. Según
VA I lEIJE, objetos de la aceptación son todos los objetos incorporales,
103 DREHER/TRONDLE, SíGS, 47", 1995, § 331, nm. 13.
104
w ilccir, manifestaciones de voluntad que comprenden tanto el com-
En este sentido me adhiero a la tesis defendida por SILVA SÁNCHEZ, Omisión,
1986, 354 ss. Respecto a la omisión propia en los delitos de mera actividad, el autor
i'iniiiiso de entregar en el futuro una retribución (cualquiera que sea
opina que a veces se confunden conductas de mera pasividad con conducliM MU naturaleza) como el compromiso de entregar todas aquellas pres-
omisivas: «Lo que ocurre en tales "supuestas modalidades omisivas" es que l/i liicioues que por carecer de corporeidad no son susceptibles de trasla-
conducta del sujeto, aunque sea completamente pasiva, tiene, como en las modali
dades típicamente activas, un sentido lesivo de los bienes jurídicos protegidos
Representan por tanto una ingerencia en la esfera jurídica ajena. La pasividad, unii
vez superados los esquemas naturalistas, aparece claramente como una toma (Ir l'or todos, MUÑOZ CONDE, PE, 11°, 1996, 380: «La acción en el delito de
postura del sujeto frente al mundo exterior. Es pues una forma de conducta positivn, iipropiación indebida del art. 252 consiste en actos de apropiación de las cosas, es
igual que la actividad, sobre la que cabe sentar juicios de imputación típica. Así, el decir, en disponer de ellas como si fueran propias».
"mantenerse en la morada ajena" expresa una modalidad lesiva del bien jurídirii V(!r el apartado referido al concepto de dádiva donde se hace mención al contenido
tulelado en el artículo 490 CP, lesiva en igual medida que el "entrar" en dichii iji'l ofrecimiento y la promesa, capítulo III, sección segunda, V,.
morada. Las conductas, activas o pasivas, que se encuadren en cualquiera de la;i < 'ASAS BARQUERO, DJ1978, 898 ss.; MANZANARES SAMANIEGO, Coménta-
modalidades de realización cumplen, pues el tipo lesionando el bien jurídico y sin nos, r, 1990, 919 ss.; QUERALT JIMÉNEZ, PE, 2\ 1987, 604 ss.; ORTS
que quepa, por tanto, establecer diferencia alguna entre ellas». lilíRENGUER, PE, 1993, 478 ss.; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ,
105 SILVA SÁNCHEZ, Omisión, 1986, 158 ss. / 7',', \T, 1994, 1174 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB 1,1995,1087; MUÑOZ
106 En este mismo sentido en la doctrina italiana, GROSSO, Digesto III, 1989, 157; I'ONDE, PE, 11°, 1996, 863 ss.; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA,
SEGRETO/DE LUCA, 7 delitti, 1991, 297 ss.; FIANDACA/MUSCO, PaHe specialv (\>mentarios, 1996, 1197; LANDECHO VELASCO/MOLIÑA BLÁZQUEZ, PE, 2°,
I, 1991, 123 ss.; PAGLIARO, Principi, 5°, 1992, 143 ss.; I «11)6, 418 ss.
lümiimimiminHlin imilllllllllfimilllllilllllllllllllllllllllllllllllllllllllilllllllllilllllllllllllHIII
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258 I N É S ÜLAIZOLA N(K!ALKS EL DELITO DE COHECHO 259


do y aprehensión^^". Restringe de esta forma la autora los ()l)J<i((ii miidahdades de simple actividad en las que no hace falta ningún
susceptibles de la conducta de recibir a aquéllos susceptibles de WM' niHiiltado. El delito en estos casos se consuma con la simple declara-
trasladados, y en eso no estoy de acuerdo. Recibir debe entenderse cu ni rinii de voluntad del funcionario. En el primer caso se adelantan las
sentido que se h a visto antes, como un apoderamiento en sentido ani | J I ii i, I MI rr'oras de protección al bastar con la simple petición del funcionario,
esto es como la incorporación efectiva de una ventaja al patrimonio <l(»| «lili que sea necesario que el particular acepte para que el delito se
funcionario. No es lo mismo que al funcionario le sea ofrecid(3 lílti i'tinsume. En el segundo caso el delito también es de simple actividad al
descuento importante en la compra de un objeto que se le haga rea I n u 'ii «insistir en la aceptación del ofrecimiento de un tercero. Más problemas
te el descuento. En el primer caso se trataría de un ofrecimiento ciiie ul IIIK1 ría plantear el caso de la recepción de dádiva o presente, en el sentido
funcionario acepta en tanto que en el segundo caso se trataría de uitu • 111 •( I ue como se ha visto la recepción es la incorporación real al patrimonio
entrega que el funcionario recífee. La diferencia fundamental no estriliii, ili'l lúncionario de una dádiva o de u n presente. Lo que cabe plantearse
desde mi punto de vista, en el carácter corpóreo o no del objeto, wiiio (III (vste caso es si dicha incorporación al patrimonio del funcionario es
fundamentalmente en el carácter presente o futuro del hecho. N(i r(>;-¡iiltado o si forma parte de la propia actividad de recibir.
obstante, se puede afirmar que lo normal sí que va a ser que la recepción n ||]n los delitos de mera actividad el tipo sólo requiere una determi-
sea de cosas materiales susceptibles de traslado. nada conducta, activa o pasiva, sin necesidad de un ulterior resultado
La discusión no tiene demasiada importancia práctica, porqiui (i| 111M . tinto de aquélla. En los delitos de resultado el tipo requiere para su
delito se consuma con la mera aceptación del ofrecimiento o do In i'iiiisumación la producción de un resultado material o ideal, como
promesa. Lo normal en la práctica es que al funcionario antes tjy i'oDsecuencia de la conducta y distinto de la misma, generalmente
entregarle algo se le ofrezca, porque no se puede olvidar que es precili|j((j |iiinterior pero a veces simultáneo a ella"^.
para que se de el delito que el funcionario al recibirla dádiva sepa (iiio ' Puede interpretarse el tipo también en su modalidad de recibir
es como contraprestación a un acto del ejercicio de su cargo, y que M| rumo delito de mera actividad por coherencia con las otras dos
no es consciente de tal relación no se dará el delito de cohecho iiKidalidades que conforman el tipo del delito de cohecho, y porque,
pasivo"'. Por ello, lo lógico es que previamente a la entrega de Id precisamente, en la incorporación de la ventaja al patrimonio es en lo
dádiva ésta le sea ofrecida para que el funcionario comprenda lo c|U(i (|iH> consiste la actividad de «recibir» sin que sea necesario un resul-
se le está pidiendo a cambio. i . , • , hido ulterior. No es necesario que el sujeto pueda disponer de la
ilíidiva, ni que llegue a obtener con ella una ventaja patrimonial, basta
i'iin que esté en disposición de poder hacerlo. Por su parte, en aquellos
II. DELITO DE COHECHO PASIVO: DELITO DE SIMPLE Mil puestos en los que hay una aceptación previa por parte del funcionario
ACTIVIDAD \: I msteriormente se produce la incorporación de la dádiva al patrimonio,
ni delito ya se ha consumado con la aceptación, y la recepción posterior
No plantean ningún problema, desde mi punto de vista, laii lio tendrá ninguna relevancia a efectos del delito de cohecho"'l
modalidades típicas de solicitar y aceptar para ser consideradas con u •

HI. RELACIÓN DE CONTRAPRESTACIÓN ENTRE LAS


VALEIJEÁLVAREZ, La corriípc¿ó/i, 1995, 121 ss, Esta autora considera que oii lil CONDUCTAS DE «SOLICITAR», «RECIBIR» Y «ACEPTAR» Y
conducta de «recibir» el objeto únicamente puede ser aquello susceptible de traHJ.'iilii
material, es decir bienes muebles. En tanto que todo lo que no es susceptible di» EL ACTO DEL FUNCIONARIO
traslado (propiedad de un bien inmueble, dilación en un pago, un aval, una fiiwm ili
o un descuento importante en la compra de un objeto) sólo puede ser objeto dr Para que la conducta típica del delito de cohecho esté completa, no
aceptación, pero no de recepción. li.ista con que el funcionario realice la solicitud, reciba la dádiva o
En este punto es unánime la doctrina alemana al decir que en caso de que <'\
funcionario reciba una ventaja de buena fe no se consumará el delito de cohcilm Vid por todos, LUZÓN PEÑA, PGI, 1996, 306 ss.
hasta que el funcionario se dé cuenta del sentido de la misma y no la devuelva. Yi. I También lo considera delito de mera actividad, VALEIJE ÁLVAREZ, La corrup-
por todos, JESCHECK, LK, 10", 1988, § 331, nm. 5. rión, 1995, 109 ss. • • •'
260 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 261

acepte el ofrecimiento, sino que es preciso que sea consciente que ser posible saber por qué acto concreto se ofrece, se entrega o se exige
dicha dádiva, presente ofrecimiento o promesa se solicitan, reciben o la ventaja. La relación de equivalencia implicará que la ventaja es
aceptan en contraprestación a u n acto. Es preciso por tanto analizar suficiente para motivar al funcionario a realizar ese concreto acto^^^.
qué naturaleza tiene la relación que debe darse entre lo solicitado, Esta relación no implica, sin embargo u n a sucesión temporal. Es
recibido o aceptado por el funcionario y dicho acto. decir, es indiferente que la ventaja sea contraprestación a un acto
El CP expresa esta relación de distintas formas: «para realizar en (üturo o a un acto ya realizado. Y ello, por la propia redacción de los
el ejercicio de su cargo u n a acción u omisión» (art. 419 CP); «por preceptos que así lo recogen"''. Se admite en todas las modalidades de
ejecutar un acto injusto relativo al ejercicio de su cargo» (art. 420 CP); cohecho tanto el antecedente como el subsiguiente"''.
«tenga por objeto que el funcionario se abstenga de un acto que debiera
practicar en el ejercicio de su cargo» (art. 421); «para realizar un acto B. Situación en el CP español
propio de su cargo o como recompensa del ya realizado» (art. 425); «en
consideración a su función o p a r a la consecución de un acto no Es preciso diferenciarla regulación establecida en el CP 1944/1973
prohibido legalmente» (art. 426). de la establecida con el vigente CP 1995, porque en este aspecto
Estas expresiones reflejan un claro componente finalístico. La cambia sustancialmente u n a y otra.
dádiva no es exigida o recibida por cualquier motivo, sino para realizar
(o por haber realizado en el delito de cohecho subsiguiente) un 1. CP de 1944/1973 u. ^::...,,^/y:-.-,:,:,,.^ ^-..^^ ^-^ •-^ ^.^ ..->; ^••
determinado acto, o en consideración a la función llevada a cabo por
el funcionario. Los arts. 385 ss. del CP 1944/1973 establecían esta relación con las
expresiones: «por ejecutar un acto» (arts. 385 y 386), «tuviere por
objeto abstenerse el funcionario público de un acto» (art. 387), «en
A. Doctrina alemana
consideración a su función o para la consecución de un acto no
Los §§ 331 ss. StGB expresan esta relación con la expresión «como prohibido legalmente» (art. 390). La doctrina unánimemente inter-
contraprestación por» {ais Gegenleistung dafür). pretaba como u n a relación de finalidad la existente entre la dádiva
Existe, por tanto, una relación de contraprestación entre la dádiva solicitada, recibida y aceptada, y el acto que el funcionario estaba
y el acto oficiaP^''.
Se p l a n t e a u n a discusión acerca del alcance del concepto
Ver por todos, JESCHECK, LK, 10", 1988, § 331, nm. 13. Algunos autores exigen
contraprestación. Lo único en lo que es unánime la opinión doctrinal
una relación todavía más específica, una relación causa-efecto en el sentido «do ut
es en que la fórmula típica «como contraprestación a» deja claro que des»; así, DREHEIVI^RÓNDLE, Strafgesetzhuch, 47", 1995, § 331, nm. 17.
no es suficiente para que se dé el delito de cohecho que por un lado se § 331 StGB: «Un funcionario... que exija, acepte una ventaja o acepte una promesa,
produzca la objetiva realización del acto oficial y por otro la donación como contraprestación a un acto oficial ya realizado o que se realizará en un futuro,
será castigado con prisión hasta dos años o con multa». § 332: «Un funcionario... que
delaventaja. Los tipos de los §§ 331 ss. exigen que la ventaja esté, por exija, acepte una ventaja o acepte una promesa, como contraprestación a un acto
razón del acuerdo injusto, en una relación de equivalencia con el acto oficial irregular ya realizado o c¡ue se realizará en un futuro, será castigado con
oficial. Esto supone que el acto oficial debe estar suficientemente prisión de seis meses a cinco años, en los casos menos graves con prisión hasta tres
identificado, no es preciso que se describa con todo detalle pero debe años o multa. La tentativa será punible».
Similar regulación contiene el CPI. el art. 318 establece: «1° El funcionario público
que por cumplir un acto oficial recibiere, por sí o por un tercero, dinero u otra
" * GEERDS, Bestechungsdelikte, 1961, 73 ss.; BAUMANN, Bestechungstathestándc, utilidad no debida, o aceptare una promesa, será castigado con prisión de seis meses
1961, 35 ss.; SCHLEMMER, Vorteil, 1962, 73 ss.; ARZTAVBBER, BT5, 1982, 44;t a tres años./2° Sí el funcionario público recibiere la retribución por un acto oficial
ss.; GEERDS, JR 1982, 381 ss.; HASSEMER, JuS 1987, 663 ss.; KUHLEN, NStZ ya realizado la pena será de prisión hasta un año». Art. 319 CPI: «El funcionario
1988, 434 ss.; JESCHECK, LK, 10°, 1988 § 331, nm. 13; RUDOLPHI, SK, 4°, 1991, público que por omitir o retardar o por haber omitido o retardado o por realizar o
§ 331, nm. 17; GRIBL, Vorteüsbegriff, 1993, 127 ss; DREHER/TRÓNDEE, StGB, haber realizado un acto contrario a su deber, recibiere, por sí o por un tercero, dinero
47", 1995, § 331, nm. 17; LACKNER, StGB, 2V, 1995, § 331, nm. 10; SCHÓNKE/ u otra utilidad, o aceptare una promesa, será castigado con prisión de dos a cinco
SCHRODER/CRAMER, StGB, 25°, 1997, § 331, nm. 29. años».
.áS2 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 263

dispuesto a realizar. De forma que la preposición «por» venía siendo I/, Problemática del cohecho subsiguiente
interpretada como «para»'^^.
El funcionario recibía o solicitaba la dádiva con u n a finalidnil Se denomina cohecho subsiguiente a aquellos casos en los que el
concreta: la realización o abstención de u n acto propio de su cargo. ^^•• Iniícionario solicita o recibe u n a dádiva o presente, o acepta un
podría tratar, por tanto, de un elemento subjetivo del injusto de los i|iii' I ilrecimiento o promesa por u n acto del ejercicio de su cargo ya
configuran los delitos de intención, también denominados «delitos di > realizado o por haberse abstenido de realizarlo. Naturalmente, la
tendencia interna trascendente»^^^, en los que se requiere obrar cim I ('t:ompensa por el acto ya realizado no ha de haber sido solicitada,
ánimo, finalidad o intención adicional de lograr un ulterior resultadi i (I. (optada o pactada antes de la realización del acto, pues en tal caso se
(delitos cortados de resultado) o u n a ulterior actividad (delitos muí i Ii;itaría de u n a de las modalidades de cohecho pasivo antecedente.
lados de dos actos). En estos casos se anticipa la consumación a in Se planteaba la cuestión de si esta conducta podía ser castigada
realización de la actividad típica unida a la intención de causar un cuino delito de cohecho con el CP 1944/1973, y se distinguían tres
resultado o efectuar una segunda actividad, pero sin necesidad de q m - posturas doctrinales al respecto.
se produzca el ulterior resultado o actividad. Por ello, en el delito de a) La postura mayoritaria era partidaria de no considerar incluido
cohecho tampoco va a ser necesario para su consumación que el acin i'l cohecho subsiguiente en el cohecho pasivo propio al entender la
llegue a realizarse. Sin embargo, lo que planteará dudas esquéocurt'i- I ii'oposición «por» como sinónimo de «para», «con el fin de» con un claro
cuando el funcionario hace creer al particular que tiene la intención 'iignificado de acto futuro. Sin embargo estos mismos autores enten-
de realizar o de abstenerse de realizar el acto, sin tener diclüi dían que los casos de cohecho subsiguientes debían ser incluidos en el
intención en realidad. El tema, que h a sido objeto de fuertes debatíVM, rohecho pasivo impropio del art. 390 CP 1994/1973, en la modalidad
tanto en España como en Alemania, se estudiará al analizar el tipo típica de admisión de dádivas o regalos «en consideración a su
subjetivo. l'iinción». En este supuesto se incluían aquellos casos en los que el
Si bien la doctrina estaba de acuerdo en que la dádiva tenía ¡nn liincionario recibe la dádiva o el presente o acepta el ofrecimiento o
objeto la ejecución o la abstención de u n acto del ejercicio del cargo (id promesa por u n acto ya realizado por él, siendo indiferente que el acto
funcionario'^", se planteaba la duda sobre si dicha relación fínalístic.i realizado fuera ilícito y contrario a los deberes del cargo o lícito yjusto,
implicaba que el acto por el que se solicitaba o recibía la dádiva debíii MÍ bien se admitía como crítica el que si se trataba de una actuación
ser un acto futuro, o si por el contrario cabía que la dádiva solicitad.i ilícita lo que motivaba la entrega de la dádiva o el presente, no se
o recibida fuera por un acto ya realizado. Es decir, si cabía con l.i ciistigara con mayor severidad que si se trataba de un acto lícito o
regulación del CP de 1944/1973 considerar tipificado el cohecim justo'-^^. .i . ,. i,^
denominado «subsiguiente». b) Frente a esta postura, otros autores consideraban incluido el
eohecho subsiguiente en el delito de cohecho pasivo propio. Según
i'stos autores la consideración de la finalidad del precepto ponía de
Vid. por ejemplo, RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952,362 ss.; CASAS BARQIJ K
relieve que tanto se atacaba el bien jurídico si se solicitaba, recibía,
RO, DJ 1978, 865 ss.; CÓRDOBA RODA, Homenaje Pérez-Vitoria I, 1983, 180 x\
Vid. por ejemplo, VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 170, La autora 4efiiiM ele. una dádiva a cambio de ejecutar un acto futuro, como si después
el delito de cohecho como un delito de tendencia intensificada, que son aquellos en lie cometido el funcionario solicitaba, recibía, etc. una dádiva en. pa^j-o
los que el tipo requiere el ánimo o tendencia de realizar precisamente la propi.i I leí acto ejecutado. La expresión «por» para ellos no indicaba u n a
conducta típica, o bien una determinada tendencia o sentido subjetivo es inherenln
a la acción típica. sucesión temporal, sino una relación que indicaba que el funcionario
VIADA y VILASECA, CP, 3^ 1885, 483; CUELLO CALÓN, DP11, 1957, 393 K;Í .
RODRÍGUEZ DEYESA,NEJIV, 1952, 362 ss.; CASAS BARQUERO, DJ^WZS, Hli.'i
ss,;CORDOBARODA,fíomena/e-Pérez-Vitoria/, 1983,180ss.; BUSTOS RAMÍRi;/,
PE, 2", 1991, 375; ORTS BERENGUER, PE, 1993, 474; POLAINO NAVARRETIC.
PE, 1994, 362; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17^ 1994, 1M(,. '•'' RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952, 362 ss,; FERRER SAMA, Comentarios IV,
MUÑOZ CONDE, P E , 10", 1995, 838; DÍAZYGARCÍAC0NLLED0,£;=/B7, 19Í1Í,. 1956, 167 ss.; CASAS BARQUERO, DJ 1978, 899 ss.; MORILLAS CUEVA/
1088. PORTILLA CONTRERAS, Comentarios a la Legislación penal XVI, 1994, 223.
264 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 265

era capaz de corromperse y con ello perturbar el correcto funciona- ción si no h a intervenido antes de la ejecución del acto ninguna
miento de la Administración^^^. promesa o retribución y, por lo tanto, no hay ninguna interferencia o
c) La tercera postura doctrinal es aquella que excluye el delito de preferencia en la actuación de la Administración.
cohecho subsiguiente del delito de cohecho pasivo propio, pero tampo- La autora, por otra parte, niega también la posibilidad de que se
co lo considera incluido en el delito de cohecho pasivo impropio^^^. aphque el art. 390 CP 1944/1973, cohecho pasivo impropio, en aque-
VALEIJE niega en primer lugar que pueda integrarse el cohecho llos casos de cohecho subsiguiente. Según VALEIJE, un respeto al
subsiguiente en el cohecho pasivo propio por cuatro razones: ii'l tenor literal del precepto sólo da lugar a pensar que a través de esta
1) En primer lugar, afirma esta autora, que interpretar que una modalidad delictiva se pretenden reprimir los obsequios hechos al
misma expresión, por ejemplo «por ejecutar u n acto» puede hacer 'ir funcionario público, no como premio explícito a un acto anterior al
cargo, sino en general como forma de captar su favor o para predispo-
referencia tanto a un acto futuro como a un acto pasado ya realizado,
i'
es contradictorio y por tanto atenta contra la seguridad jurídica y la
certeza que debe presidir en materia penal. i ner su ánimo en favor del donante en el ejercicio futuro de su profesión.
Lo contrario, según esta autora implicaría convertir el art. 390 CP en
2) En segundo lugar apela esta autora al tenor literal de los un cajón de sastre en el que se incluyen conductas para las cuales no
preceptos, especialmente en lo que se refiere al «aceptar ofrecimientos ha sido concebido.
o promesas», porque no parece posible perseguir penalmente, sin VALEIJE llegaba a la conclusión de la impunidad de los casos de
crear un cierto margen de inseguridad jurídica, a los funcionarios que cohecho subsiguiente, y como único remedio para penarlos proponía
acepten ofrecimientos o promesas «por cumplir actos» que ya están de lege ferenda una regulación similar a la establecida en el Derecho
cumplidos. comparado en la que se recogiesen expresamente los casos de cohecho
3) La tercera razón es la propia naturaleza jurídico-penal de los subsiguiente^^*.
términos típicos «por ejecutar u n acto». Según la autora se t r a t a de un
elemento subjetivo del injusto y de admitir la posibilidad del cohecho /). Toma de postura
subsiguiente, el papel dogmático-jurídico desempeñado por la volun-
tad de «ejecutar un acto contrario al cargo» ya no sería el de constituir Es cierto que la inclusión de los casos de cohecho subsiguiente
u n elemento subjetivo del injusto, sino que entraría a formar parte o resultaba difícil, sin violar el tenor literal de los preceptos, en el
a constituir objeto del dolo. Ello llevaría a que si bien en el cohecho cohecho tal y como venía regulado en los arts. 385 y siguientes del CP
antecedente el «acto contrario al cargo» constituye el objeto de una 1944/1973.
finalidad que no es preciso que efectivamente se produzca para la La postura de los que defendían esta posibilidad se fundamentaba
consumación del delito, en el cohecho subsiguiente «el acto contrario en que estos casos también perturbaban el bien jurídico protegido, el
al cargo» pasa a ser objeto del dolo, y puesto que el dolo reclama que correcto funcionamiento de la Administración, al dar la sensación de
todos los elementos a los cuales se dirige la voluntad y el conocimiento que el funcionario era capaz de mezclar sus intereses privados con los
estén efectivamente presentes en el mundo externo, la conclusión será intereses públicos^^^. Este argumento no está falto de razón. No estoy
que el «acto, contrario al cargo» debe estar efectivamente realizado. de acuerdo con VALEIJE, cuando critica esta postura desde el punto
4) La cuarta razón es de corte teleológico. Según VALEIJE, es de vista teleológico, afirmando que mal se puede perturbar la impar-
difícil sostener que se ha vulnerado la imparcialidad de la Administra- cialidad de la Administración si el acto ha sido realizado por el
lúncionario sin que haya habido ninguna promesa o retribución^^'". Si
CUELLO CALÓN, DP 11, 1957, 394. Este autor, sin llegar a fundamentarlo,
afirmaba que las dádivas, ofrecimientos o promesas solicitadas o aceptadas debían
constituir retribuciones que el funcionario no tenía derecho a percibir, siendo VALEIJE ÁLVAREZ, La corrapc¿óre, 1995, 183 ss.
indiferente que las recibiera antes o después de ejecutar el acto. En el mismo Así se ha fundamentado el cohecho subsiguiente en Alemania. Vid. por todos,
sentido, CÓRDOBA RODA, Homenaje Pérez-Vitoria I, 1983, 180 ss.; BUSTOS JESCHECK, LK, 10", § 331, 1988, nm. 13.
RAMÍREZ, P£;, 2^ 1991, 375. VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 180. En el mismo sentido la STS de 6-
VALEIJE ÁLVAREZ, L a corí-upcióra, 1995, 177 ss. 11-1964 (A. 4770): «Si bien es harto censurable y merece reprobación en el orden
266 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 2ÍÍ

se considera que el bien jurídico protegido en el delito de cohecho son lid os futuros. Máxime cuando en los arts. 385 y 386 CP 1944/1973 el
aquellas condiciones básicas que la Administración precisa piícii! |)ri ipio texto legal diferencia entre aquellos supuestos en los que el acto
poder servir a los ciudadanos en el sentido de que mantengan lili Kfi realiza o no se realiza finalmente. Así por ejemplo el art. 386 CP
expectativa de poder acceder a la Administración para satisfacer!! Ií)-14/1973 indica: «si el acto injusto no llegara a ejecutarse», no parece
derechos en condiciones de igualdad^^^, el contacto entre el funcionni fliii' del texto se deduzca que se puedan incluir los actos j/a ejecutados.
rio y el particular, mediante el cual el particular pag'a u ofrece pagiiir I'nstoy de acuerdo con VALEIJE en que los supuestos de cohecho
al funcionario por un acto ya ejecutado puede perturbar la confianjtii íiiibsiguiente tampoco pueden ser incluidos en el art. 390 CP, es decir
que la generalidad debe tener en el correcto funcionamiento do Id nomo supuesto de cohecho pasivo impropio, pero no por la literalidad
Administración, confianza que es u n a de las condiciones básicas (It) del precepto, ya que conforme al tenor literal del mismo sí podrían
funcionamiento de la Administración, porque es necesario un míniítui ooiisiderarse incluidos en él, sino porque esto supondría desnaturali-
de «docilidad» de los ciudadanos para que la Administración funcioiiii, /,nr- el sentido de dicho precepto^^-'.
ya que la solicitud o la aceptación de dicho pago muestra el peligro cid líl delito de cohecho impropio en su modalidad de admisión de
que el funcionario en un futuro no atienda exclusivamente a la hortí dndivas o regalos en «consideración a su función» supone la admisión
de actuar a los principios de objetividad, imparcialidad e igualdad culi de obsequios no por un acto determinado, sino por el trabajo en general
qvie debe actuar. Según el argumento de VALEIJE, tampoco sepodrdi doBcmpeñado o por la función que ejerce. El incluir los supuestos de
considerar justificada la tipificación del cohecho en aquellos casos on i'DÍiecho subsiguiente no tiene sentido en virtud del argumento
los que el funcionario recibe la dádiva por ejecutar un acto justo, |)('uológico, como indica CASAS BARQUERO''*". El funcionario que
porque en estos casos tampoco se perturba la imparcialidad, v\ «órnete un delito de cohecho recibe más o menos pena en función de si
funcionario actúa como debe actuar. El delito de cohecho se funda td acto que va a realizar constituye un delito, un acto injusto o un acto
menta en la mezcla de intereses privados y públicos que el funcionar iu III) prohibido legalmente. El penar todos los delitos de cohecho subsi-
realiza. Una cuestión diferente es si las conductas que consisten en u \\ |
delito de cohecho subsiguiente merecen ser tipificadas como delito,
jfuiente en virtud del art. 390 implicaría no tener en cuenta la
circunstancia de si el acto ya ejecutado era delito, injusto o justo; esto
II
atendiendo al grado de afectación del bien jurídico, por no ser éste lo IH) tiene demasiada lógica cuando, precisamente, el único baremo de
suficientemente grave desde los principios de ultima ratio y |)(?nas que existe en el delito de cohecho es la naturaleza del acto que
fragmentariedad del Derecho penal. id funcionario va a realizar, y no se tienen en cuenta otros posibles
Sin embargo, sí que estoy de acuerdo con la autora cuando recha/.n liaremos como podrían ser la cuantía de la dádiva, el grado de
la posibilidad de incluir el cohecho subsiguiente en los tipos di;< ri'sponsabilidad del funcionario, etc. , IÍ : •
cohecho pasivo propio por razones del propio tenor literal de Ion
preceptos'^**. Las expresiones «por ejecutar un acto» de los arts. 385 v 2. Situación a partir del CP 1995
386 CP 1944/1973 y la expresión «tuviera por objeto abstenerse» di'I
art. 387 CP 1944/1973 reflejan, desde mi punto de vista supuestos di A partir del CP 1995 la situación se h a clarificado bastante. Las
i'.xpresiones que indican la relación entre la conducta de solicitar o
ii'cibir u n a dádiva, o aceptar u n ofrecimiento o una promesa se
moral el hecho de ofrecer presentes a los funcionarios públicos en consideraciiíii mantienen similares a las que establecía el CP de 1944/1973, pero con
sus cargos, no entra dentro de lo ilícito penal si la dádiva se hace despuós ( rl CP 1995 queda del todo claro que se refieren a actos futuros, puesto
realizada la acción del funcionario a quien ya no puede corromperse, porqi i|ue el art. 425 CP va aregular expresamente el cohecho subsiguiente:
sobornar es corromper a uno con dádivas para conseguir de él una cosa, y conin i
se dice en los hechos, que la dádiva fue previamente convenida por éstos para i • i" La autoridad o funcionario público que solicitare dádiva o presente
incumplimiento de sus deberes, ni que se entregó para captar sus voluntadi-:; II admitiere ofrecimiento o promesa para realizar un acto propio de su
tenerlos propicios a condescendencias ilícitas con la donante en ulteriores actuiuii
nes, el hecho escapa al sentido estricto del precepto penal».
127 L O O S . F s . - W e t e e Z , 1974, 8 7 9 s s . VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 181 ss.
128 V A L E I J E Á L V A R E Z , La corrupción, 1995, 178. : ^ CASAS BARQUERO, DJ1978, 899.
268 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 269

cargo o como recompensa del ya realizado, incurrirá en la pena de liespecto a la abstención, de igual modo podría interpretarse que
multa del tanto al triplo del valor de la dádiva y suspensión de empii •(! ruando el 425,1° habla de «acto» se refiere a acto en sentido amplio, es
o cargo público por tiempo de seis meses a tres años. 2° En el caso (\r iliTÍr tanto acción como omisión, pero reconozco que se trata de u n a
recompensa por el acto realizado, si éste fuera constitutivo de delito ,M' Mili'rpretación un tanto forzada puesto que el precepto dice «acto
impondrá, además, la pena de prisión de uno a tres años, multa de sci.'. ifdlizado» y difícilmente se puede realizar u n a omisión, además,
a diez meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por
ni ñique el verbo «realizar» no constituyera un obstáculo insalvable, el
tiempo de diez a quince años».
|ii()l)lema para aplicar el cohecho subsiguiente en los supuestos de
Se regula el cohecho subsiguiente, pero se dejan algunas lagun;iM al intención podría venir del diferente tenor literal del art. 421 CP:
Así se recogen aquellos supuestos en los que el funcionario solicita o •'('liando la dádiva tenga por objeto que el funcionario público se
recibe una dádiva o presente o acepta ofrecimiento o promesa por un iihslenga de un acto que debiera practicar»^'^'^.
acto de su cargo ya realizado (art. 425, 1"CP), o como recompensa de l<]n cuanto a la valoración que se puede hacer de la tipificación
un acto ya realizado si éste fuera constitutivo de delito (art. 425,2° Cl'). expresa del cohecho subsiguiente, no estoy de acuerdo con la opinión
Se plantea la duda de qué ocurre cuando el acto realizado no sen
di' MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA que manifiestan que
constitutivo de delito, pero sí constituya un acto injusto, o cuando la
Hii punición no está del todo justificada desde el punto de vista del bien
recompensa sea por haberse abstenido el funcionario de realizar un
liin'dico, y que se debe seguramente a una razón político-criminal: la
acto que debiera haber ejecutado. No tiene sentido afirmar que en
HDspecha de que hubo un pacto previo de pago por el servicio, pacto
estos casos no cabe el cohecho subsiguiente, porque no hay razoncí^^
riiya difícil prueba se estaría obviando de este modo^''''.
materiales que pudieran hacer pensar que fuera lógico que sí hubiera
para los casos en que se trate de un acto justo y de un acto constitutivo No hay duda que de esta forma se podrán penar aquellos casos en
de delito y no para los otros dos casos. los que, habiendo un pacto previo a la reahzación del acto, éste no se
piKide demostrar, y si ésta fuera la única razón por la que se tipificara
Parece que no habrá más remedio que incluir los casos en los que I 'I cohecho subsiguiente no estaría justificada su punición. Yo sí creo,
el acto realizado constituya un acto injusto en el art. 425, 1" por ser a y ID he explicado más arriba, que se perturba el bien jurídico en estos
la vez un acto propio del cargo del funcionario. No obstante, ello no Clisos y que ésta es la razón por la que se deben castigar estos hechos.
deja de ser insatisfactorio, al no tener en cuenta esa mayor gravedad Por último, quiero terminar este apartado, respondiendo a u n a
que supone la injusticia del acto a la hora de valorar la pena. Quizás I iregunta que plantea VALEIJE'^''. La autora se plantea, en el caso de
pudiera pensarse que lo importante no es si el acto realizado es justo i|ue se admitiera el argumento de CÓRDOBA, que como se vio,
o injusto, sino que lo relevante es que el funcionario reciba dinero por admitía la inclusión del cohecho subsiguiente en el cohecho pasivo
un acto propio de su cargo, y mezcle así sus propios intereses con Ion propio, qué ocurriría en el supuesto de que el funcionario, una vez
intereses públicos, y esto podría ser verdad, pero entonces tampoco realizado el acto contrario con el propósito de cobrar su ejecución, no
tiene sentido que se incremente la pena cuando el acto realizado encuentra u n comprador que quiera o que pueda pagarle el importe
constituya delito'''^^ pues no hay que olvidar que por ese delito el Molicitado. VALEIJE se pregunta si en este caso se apreciaría u n a
funcionario recibirá la pena que le corresponda al mismo, y fínalmeii' Icntativa de cohecho pasivo propio. Yo entiendo que se apreciaría sin
te, tampoco tendría sentido que sí se valore la diferencia cuando el acto niás u n delito de cohecho consumado. Con el CP de 1995 la cuestión
sea un acto que se ha de realizar en un futuro (cohecho antecedente), i|ueda completamente resuelta. Si el funcionario realiza un acto y
Creo que más bien se trata de un defecto de técnica legislativa.

'•'•- Nadie se ha pronunciado al respecto, aunque MORALES PRATS/RODRÍGUEZ


PUERTA, Comentarios, 1996, 1225 afirman estos autores que hubiera sido más
131 En contra de esta distinción se manifiestan, BACIGALUPO, DJ37/40, 1983, Vol coherente político-criminalmente prever esta modalidad concreta de cohecho sub-
1, 100; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1195. l>;ii
siguiente únicainente en relación a los arts. 419 y 420 CP,
contra de esta opinión doctrinal ya me he manifestado, vid. supra, capítulo I, punto
IV, 1. "'•' MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1225.
''•' VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 178, n. 238. ' ' > ' '
270 INÉSüLAlZoLANOtiAl.ES
EL DELITO DE COHECHO 271
después solicita una dádiva por él, en el momento que solicit/i lii
dádiva el delito se consuma y se aplicará el art. 425 CP. Desde hi 11111 ferian al funcionario, si era impropio de su competencia, podría dar
perspectiva de CÓRDOBA, antes de que el cohecho subsiguicnd' lii|',ar a un delito común^'*^'.
estuviera expresamente regulado, como él pensaba que éste se incl iil ii Ante estas definiciones se plantea la cuestión de qué clase de
en los tipos de cohecho pasivo propio, se aplicaría u n a vez que el i'i H n petencia es la que debe tener el funcionario para que el acto pueda
funcionario hubiera solicitado la dádiva el delito de cohecho panivii icT considerado de su competencia, es decir, si es necesario que se
propio correspondiente consumado. No creo que el hecho de que el acl;i i li'ute de u n a competencia específica o si basta con una competencia
sea pasado o futuro afecte de ninguna manera al «iter criminifi» (M ¡¡'onérica.
delito que se consumará cuando el funcionario realice la conducln
típica, es decir, solicite o reciba la dádiva, o acepte el ofrecimienl.» u I. Competencia del funcionario
promesa. Por otro lado, en el supuesto en que el funcionario realizara
un determinado acto con el propósito de solicitar por él, posteriorm en La doctrina y jurisprudencia alemanas han desarrollado más el
te, una dádiva, no creo que cupiera hablar de un delito de coheciiü, i;<incepto de acto relativo al ejercicio del cargo del funcionario
puesto que ni siquiera han comenzado los actos de ejecución propid/i (Üiensthandlung).
de la solicitud. La doctrina mayoritaria alemana exige una relación funcional que
i iieumba al ámbito de los objetivos del funcionario, no siendo necesario
(I Lie el acto entre dentro de las competencias que en el reparto concreto
l(í hayan tocado al funcionario e incluyéndose tanto los actos decisorios
IV. ACTO EN EL EJERCICIO DEL CARGO como la mera actividad preparatoria^'".
Para que se pueda realizar el delito de cohecho no es suficiente coi i Por tanto acto oficial, desde esta concepción será aquél que cae en
que el funcionario solicite o reciba u n a dádiva o acepte u n ofrecimien íi > el ámbito de las actividades del funcionario en el sentido de que sólo
o promesa, sino que es preciso que tal conducta se produzca como puede realizarlo él en virtud de su capacidad oficial, pero sin que sea
contraprestación a una acción u omisión determinadas que correspoii necesario que esté dentro de los que le corresponden en virtud del
dan al ejercicio del cargo del funcionario. reparto específico interno. No se considerará acto oficial aquellos que
ilueden completamente fuera del ámbito de funciones del funcionario,
Por tanto no cualquier acto que el funcionario se comprometa a
así como aquellos que realice como persona particular, aunque utilice
realizar va a dar lugar al delito de cohecho, sino únicamente aquel qu(>
los conocimientos o las ventajas que su condición de funcionario le
esté relacionado con su cargo. Por ello es importante delimitar quc^
proporciona. Por ejemplo, el profesor que imparte clases particulares
actos son los que tienen capacidad de integrar el delito de cohecho.
o el policía que además de su trabajo realiza tareas como detective
A. Concepto i privado •'•'^. •-
Lo importante es si se da o no una relación funcional entre el
Acto relativo al cargo del funcionario viene definido por CÓRDOBA funcionario y el acto, por lo que será indiferente que el funcionario
RODA como «aquel acto llevado a cabo en el desempeño, conforme o
contrariamente a Derecho, de las funciones públicas»^^^. GROIZARDYGÓMEZDELASERNA,Cí'/y,2",1912,270ss.Enelmismosentido,
VIADA Y VILASECA, CP, 3°, 1885, 479 ss.: «Cuando un funcionario realiza un acto
Ya GROIZARD afirmaba que el acto debía ser relativo al ejercicio constitutivo de delito y dicho acto no guarda relación directa ni indirecta con la
del cargo que el funcionario desempeñaba, ya que si era extraño a su ejecución de sus deberes no se aplicará el delito de cohecho porque en tal caso no obra
oficio, si no estaba relacionado con las atribuciones que las leyes el sujeto como funcionario, sino como simple particular».
Así entre otros, BAUMANN, Bestechungstatbestande, 1961, 23 ss.; LETZGUS,
NStZ 1987, 310; JESCHECK, LK, 10", 1988, § 331, nm. 11 ss,; RUDOLPHI, SK, 4^
1991, § 331, nm. 10 ss.; OTTO, Grundkurs, 3°, 1991,471 ss; LACKNER, StGB, 21»,
135 1995, § 331, nm. 8; DREHER/TRÓNDLE, StGB, AT, 1995, § 331, nm. 5; SCHONKE/
CÓmOBAmDA,Ho>nenaje-Pérez-VüonaI, 1983, 178. SCHRÓDER/CRAMER, StGB, 25" 1997, § 331, nm. 10 ss,
SCHÓNKE/SCHRÓDEE/CRAMER, StGB, 25", 1997, § 331, nm. 10 ss.
272 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 273

realice dicho acto fuera del lugar de trabajo o fuera de hora.s Por su parte el TS acepta dicha competencia genérica como sufi-
servicio. ciente para que pueda ser considerado el acto como dentro del ejercicio
La jurisprudencia alemana, siguiendo esta misma concepcitij del cargo del funcionario a efectos del delito de cohecho'**.
define el concepto de acto oficial de m a n e r a negativa: «Será suficic
con que el acto, por su naturaleza, no esté sólo en u n a relaci 2. Toma de postura
excepcional con el funcionario y que no se encuentre completameiiti?
fuera del ámbito de los objetivos del funcionario. Es necesario quu l|i Estoy de acuerdo con la doctrina mayoritaria cuando afirma que es
ejecución del acto por el autor pueda ser realizada debido a su posición suficiente para que un acto sea considerado acto del ejercicio del cargo
ofícial»^''^^. 11 efectos del delito de cohecho, con que haya u n a competencia genérica
Esta misma idea ha sido defendida en Italia, aunque no se hulilii del funcionario respecto al mismo. Es parecida esta teoría a la que
específicamente de una relación funcional. Aquí la doctrina habla di* defendían la doctrina y jurisprudencia alemanas cuando afirmaban
incompetencia absoluta e incompetencia relativa. E n el caso de como suficiente una relación funcional entre el acto y el funcionario.
incompetencia absoluta no podrá haber corrupción, porque este delil.ii S(; pueden exponer dos razones que avalan esta postura.
no sólo presupone la genérica cualidad de funcionario público, sino I En primer lugar, atendiendo al bien jurídico protegido, se ve que
cualidad misma en relación a aquel acto del oficio o del servicio qii< lio es necesario que se t r a t e de un acto propio del funcionario (en el
trata de cumplir'*". En el caso de incompetencia relativa habrá (jii Hontido que le corresponda a él específicamente realizarlo conforme al
diferenciar entre incompetencia genérica, que excluye la corrupción, reparto interno de funciones) para que el correcto servicio que la
e incompetencia específica, en la cual el agente realiza u n acto ciiii' Administración, a través de sus funcionarios, debe prestar a los
corresponde no al poder de otro órgano, sino al mismo ente o almisiun ciudadanos se vea perturbado. Lo que el delito de cohecho trata de
ramo de la Administración y por tanto, se mantiene la corrupción. MÚM evitar es que el funcionario mezcle sus intereses privados con los
que a la noción técnica de competencia o de incompetencia se haré intereses públicos, y por tanto, a efectos de comprobar si el acto es o
referencia a la evidente y absoluta imposibilidad del funcionario de no de su cargo, se deberá ver si realizando dicho acto el sujeto se
cumplir el acto por el cual la retribución es ofrecida o aceptada'"". comporta como funcionario o como particular, es decir si al realizarlo
La jurisprudencia italiana entiende por acto oficial aquel aclti I 'stá ejercitando la función pública. No se puede olvidar, por otro lado,
legítimo, que entra en la competencia del funcionario público y que I (lie el reparto específico de competencias dentro de los departamentos
representa la explicación de poder inherente a su oficio^"*^. de la Administración es en muchas ocasiones coyuntural y que puede
La doctrina española, mayoritariamente, define acto del ejercicio r:nnbiar conforme a los criterios organizativos de cada momento.
del cargo del funcionario como aquél que entra dentro de la competcüi
cia genérica del funcionario, es decir aquél relacionado con el ejercicio condición de funcionario, pero que no pertenece a la esfera de los que son propios
de su función, aunque no sea de los específicamente adjudicados en el del correspondiente cargo». Sin embargo, por acto propio del cargo incluye aquéllos
reparto interno de funciones dentro de la Administración^*^. (}ue pertenecen a la competencia genérica del funcionario. RODRÍGUEZ DEVESA,
PE, 17° ed., 1994, 1175 ss.; VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 201 s.;
OLAIZOLA NOGALES, PJ 40, 1995, 433 ss.; ORTS BERENGUERA^ALEIJE
ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1818 s.; MUÑOZ CONDE, PE, 11", 1996, 864;
139 BGHSt 15, 239, E n el mismo sentido, BGHSt 15,352; BGHSt 3,145; BGHSt 16, ;1M MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1201 s,
140 En estes casos se aplicará el delito de usurpación de funciones públicas: ADORNATí l, STS 16-11-1979 (A 4242): «para que se de un acto del ejercicio del cargo del
Giustizia pénale 11, 1955, 558 ss.; SEGRETO/DE LUGA, / delitti, 1991, 313. funcionario no es necesario que éste entre dentro de las funciones legalmente
SEGRETO/DE LVCA, I delitti, 1991, 311 ss.; PAGLIARO, Principi, 5°, 1992, 177 asignadas, basta que tenga relación con su cargo y que no resulten extrañas a él».
ss. STS 9-3-1990 (A 2442): «No es precisa que la competencia del funcionario lo sea para
142 Cass. 21-12-1983; Cass.13-12-1989. una actividad concreta, sino que basta que tenga competencia en ese área de la
143 CASAS BARQUERO, DJ 1978, 900 ss.; CÓRDOBA RODA, Homenaje-Péir Administración». STS 28-10-1991 (A 7415): «No es necesario que el acto esté
Vitoria I, 1983, 178, este autor diferencia entre acto del cargo y acto facilitado pm específicamente atribuido al funcionario, basta que sea relativo a su cargo». STS 4-
la condición de funcionario: «se excluirá la aplicación del delito de cohecho cuamln 4-1994 (A 2867): «No hace falta que el acto forme parte de la competencia específica
la acción de solicitar... haya sido por un acto cuya comisión resulta facilitada por lo del funcionario, es suficiente que esté relacionado con ella».
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INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 275
;; La segunda razón por la que prefiero esta teoría es porque creo qiii»
encaja mejor con el sentido de los tipos penales. Los arts. 419y420 CV 11111 (;ro por dictar u n a sentencia injusta estaremos ante un concurso de
tipifican la solicitud, etc. de dádivas por realizar un acto en el ejercido| delitos entre el delito de prevaricación y el delito de cohecho. Pero
de su cargo que «constituya delito» o «que constituya u n acto injusto». liada obsta para que se aprecie delito de cohecho si un concejal acepta
Lógicamente en ningún reparto interno de competencias se va ii limero por cambiar su voto, no siendo tampoco la emisión del voto un
establecer que el funcionario sea competente para realiziar un delito^ I irlo administrativo. Otra cuestión diferente será si ese cambio de voto
o un acto injusto. Lo que ocurre es que cuando los arts. 419 y 420 (•(instituye u n acto injusto o no, cuestión que se analizará después al
hablan de «actos relativos al ejercicio de su cargo» se están refiriendo hablar del concepto de acto injusto.
a la posibilidad funcional que el funcionario tiene de, a través de iii
realización de un acto propio de su función, cometer un delito o
(/. Características del acto del cargo en el delito de cohecho pasivo propio
ejecutar un acto injusto^*'^, pero no quiere decir que específicamente)
tengan la competencia para realizar ese delito o ese acto injusto, Es unánime la doctrina en la afirmación de que el acto por el que
porque ningún funcionario es competente para ello. iu; solicita, etc. la dádiva debe estar determinado o al menos ser
determinable. La dádiva, etc., no se ofrece o se entrega para comprar
3. Diferencia entre acto administrativo y acto del ejercicio del cargo íil favor general del funcionario, sino por u n acto concreto^***. No es
preciso que el acto esté determinado al detalle, sino que esté lo
Es importante tener en cuenta que la noción de «acto del ejercicio suficientemente individualizado para que objetivamente se pueda
del cargo» es diferente y más amplia que la que corresponde a la de saber que la solicitud, etc. de la dádiva es contraprestación a un acto
«acto administrativo»^'"'. La noción de «acto administrativo» se elabo- concreto. Sólo así se colma la tipicidad del delito de cohecho pasivo
ra relacionándolo con la posibilidad o no de discutir dichos actos propio. Teniendo en cuenta que entre la dádiva y el acto existe una
mediante recurso administrativo o mediante impugnación ante aque- relación de contraprestación, no se considera suficiente que la dádiva
llos órganos de justicia administrativa. Quedan fuera de tal noción los sirva simplemente para ganarse el particular el favor general del
actos que no conllevan una posibilidad de recurso o de impugnación, funcionario. Por otro lado, el propio tenor literal de los preceptos apoya
sino una responsabilidad política (como los actos de gobierno) o una esta tesis al expresar que la dádiva, etc. debe ser solicitada, etc. para
sujeción a la regulación de Derecho privado. realizar «una acción o u n a omisión» (art. 419 CP), «un acto injusto»
El concepto de «acto del cargo» que exigen los tipos que configuran (art. 420 CP) o la abstención de «un acto» (art. 421 CP); el artículo
el delito de cohecho es distinto al concepto de acto administrativo. Ai
Derecho penal no le importa si el acto puede ser impugnado por la
Administración pública. Importa, sin embargo, averiguar cuándo un "8 BAUMANN, Bestcchungstatbestcmde, 1961, 23 ss.; GEERDS, Bestechungsclelikte,
funcionario realiza los actos que le corresponden conforme o no a su 1961, 20 ss.; RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952,359, ss.; CASAS BARQUERO,
deber'«. DJ 1978, 900 ss.; CÓRDOBA RODA, Homenaje-Pércz-Vitoria I, 1983, 178 ss.;
LETZGUS, NStZ 1987, 310 ss.; QUERALT JIMÉNEZ, PE, 2", 1987, 604 s.; PUIG
Por otro lado, la expresión «acto del cargo» engloba no sólo a la PEÑA, PE, T, 1988, 328; JESCHECK, LK, 10", 1988, § 331, n m . l l ss.;
actividad administrativa en sentido estricto, sino también a la activi- MANZANARES SAMANIEGO, Comentarios, 2', 1990,918 ss.; BUSTOS RAMÍREZ,
PE, 2°, 1991, 375; RUDOLPHI, SK, 4°, 1991, § 331 nm. 10 ss.; OTTO, Grundkurs,
dad judicial o a la actividad legislativa, que no constituyen actos 3", 1991, 473; SEGRETO/DE IXSCA, I delitti, 1991, 311 ss.; PAGLIARO, Principi,
administrativos en sentido estricto. Es evidente que si u n juez recibe 5", 1992, 176 ss.; ORTS BERENGUER, PE, 1993, 474; POLAINO NAVARRETE,
PE, 1994,363; DÍAZ YGARCÍAC0NLLED0,£;JB, 1995,1087; VALEIJE ÁLVAREZ,
La corrupción, 1995, 191 ss.; DREHER/TRÓNOLE, StGB, 47", 1995, § 331, nm. 5;
LACKNER, StGB, 2V, Aufl., 1995, § 331, nm. 8; ORTS BERENGUBRA^ALEIJE
" 5 En este mismo sentido, VALBIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 201. ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1818; MUÑOZ CONDE, PE, 11°, 1996, 864 ss.;
^"^ Las diferencias han sido especialmente explicadas por autores italianos, pero son DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Auditoría Pública 6,1996,
trasladables a nuestra regulación. Vid. SEGRETO/DE LUGA, / delitti, 1991, 311 44; Huarte San Juan, (en prensa); MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA,
ss.; PAGLIAEO, Principi, 5', 1992, 174 ss. Comentarios, 1996, 1201; LANDECHO VELASCO/MOLINA BLÁZQUEZ, PE, 2",
" 7 PAGLIARO, Pr¿nc¿p¿, 5°ed., 1992, 174 ss. . . .« .,v v:> -: , ^ ; . ' ir '¡ 1996, 418 ss.; SCHONKE/SCHRODER/CRAMER, StGB, 25", 1997, § 331, nm. 10
276
INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 277
determinado «uno» indica que el acto en cuestión debe ser identifíca-
ble, siendo necesario además saber si dicho acto es constitutivo de 111 nc ionario fuera contemplada dentro del marco penal del art. 386 del
delito, de acto injusto, o si la abstención es de u n acto que el i'l'.
funcionario debiera practicar en el ejercicio de su cargo. Al realizar estas críticas probablemente el autor estuviera pensan-
No es relevante, por otro lado, si el acto es un acto decisorio o una ilii en la regulación alemana que únicamente distingue entre
actuación de mero trámite. El CP no diferencia el grado de importan- Vofteilsannahine» (§ 331 StGB que sería equivalente a nuestro
cia que tenga el acto. Personalmente creo que sería conveniente que I ol lecho pasivo impropio porque castiga al funcionario que exija,
se distinguieran diferentes penalidades según el nivel de importancia I i'i'il)a o acepte la promesa de u n a ventaja por un acto de su cargo) y
que tuviera el acto que el funcionario accede a realizar, ya que sí que • licHtechlichkeit» (§ 332 StGB que se correspondería con nuestro
puede tener distinta repercusión en la perturbación del bien jurídi- 1 iiliecho pasivo propio al castigar al funcionario público que exija,
I ceiba o acepte la promesa de una ventaja por un acto de su cargo que
lesione su deber). No distingue el StGB dentro del cohecho pasivo
B. Diferente naturaleza del acto del cargo: delito, acto injusto y propio si la lesión del deber es además constitutiva de delito.
abstención '," ''""' '' Por otro lado, la regulación italiana, al igual que la alemana
iliíerencia únicamente entre la corruzione per un atto di ufficio (art.
1. Planteamiento > • w > : i .'ilS CPI, que castiga al funcionario que, por cumplir un acto de su
iilicio, recibe o acepta la promesa de dinero u otra utilidad no debida)
El CP únicamente diferencia distintas penas en el delito de y la corruzione per un atto contrario ai doveri d'ufficio (art. 319 CPI
cohecho pasivo propio, segiín el acto sea constitutivo de delito, de acto I (lie sanciona al funcionario público, que recibe o acepta la promesa de
injusto o se trate de una abstención. Esta diferenciación, clásica en lunero u otra utilidad por un acto contrario al deber de su oficio).
nuestra regulación ha sido fuertemente criticadapor BACIGALUPO^^". Sin embargo, en mi opinión, la misma fundamentación que explica
Este autor afirma que no resulta convincente la distinción de los la diferencia de pena que supone el recibir la dádiva por un acto
diversos tipos de cohecho según que la acción prometida por el ronforme al deber o recibirla por un acto contrario al deber puede
funcionario constituya o no delito. Según BACIGALUPO, el bien explicar la que el CP español establece entre recibir la dádiva por un
jurídico protegido, la confianza de los ciudadanos en la correcta ; icto constitutivo de delito o recibirla por un acto inj usto. Yo no creo que
administración de acuerdo con los principios del Estado de Derecho, ello suponga un Derecho penal de autor, sino que creo que el CP
resulta ya lesionado con la recepción, promesa o exigencia de una sanciona con mayor pena en el primer caso porque puede suponer una
dádiva o alguna otra ventaja. Si además el funcionario, como mayor perturbación del bien jurídico. Incluso aceptando el bien
contraprestación, comete otro delito, esta cuestión debería quedar jurídico que defiende BACIGALUPO^''^, la confianza de la sociedad, yo
reservada, opina el autor, a la regulación específica de los concursos entiendo que no se ve igualmente perturbada cuando un funcionario
de delitos. En un Derecho penal de acción la sola disposición del autor se muestra dispuesto a cometer un delito por una dádiva que cuando,
a cometer un delito (porque no es necesario que el delito llegue a por ejemplo, se muestra dispuesto a realizar un mero ilícito adminis-
cometerse) no debería incrementar el injusto del delito de cohecho ni trativo, entre otras cosas porque la sociedad puede pensar que si un
dar lugar a un injusto independiente. La mayor pena que prevé el art. funcionario está dispuesto a cometer un delito a cambio de la dádiva,
385 (el autor se refiere al CP 1944) en relación a la segunda alternativa mucho más dispuesto estará a cometer un acto injusto. Lo que ocurre
del art. 386 CP sólo estaría justificada, por lo tanto, en el marco de un es que en los delitos de peligro, y mucho más si protegen bienes
Derecho penal de autor puro. BACIGALUPO era partidario por tanto jurídicos institucionales, se tiende a igualar conductas que no tienen
de lege ferenda de que la acción contraria al deber prometida por el la misma gravedad. De la misma forma que en el propio delito de
cohecho no se tienen en cuenta otros aspectos que yo creo que sí se
^*^ Vid. infra, capítulo I, sección tercera, 11, A. ' \ '•••• •' M
150 BACIGALUPO ZAPATEE, DJ37140, 1983, Vol.l, 1100 ss.
Vid. mi crítica a este bien jurídico en: capítulo I, sección tercera. I, C, 4.
278 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 279

deberían tener en consideración a la hora de graduarla pena, como sc)i i por ejemplo, en el art. 130,5° CP relativo a la prescripción de delitos
por ejemplo, el grado de responsabilidad del funcionario que comete (donde no sólo sería absurdo que las faltas menos graves no pudieran
cohecho o la importancia decisoria o no del acto que se muesti'ii prescribir, sino que el art. 131,2" CP, al mencionar expresamente
dispuesto a realizar^^^. - ;!• n , también la prescripción de las faltas, confirma que el delito h a de
entenderse en sentido amplio en los otros dos preceptos).
2. Acción u omisión constitutivas de delito, (art. 419 CP) Por ello, creo conveniente interpretar el concepto de delito del art.
419 en el sentido habitual del CP, porque en este caso no hay ninguna
a. Concepto de delito . i .• -; razón lógica o de justicia material que haga pensar lo contrario.
Por otro lado, el delito tiene que estar en relación con el cargo del
La doctrina y jurisprudencia mayoritarias son partidarias d(!
funcionario. Es decir, no h a b r á delito de cohecho cuando el funcionario
aplicar el art. 419 CP únicamente cuando el acto sea constitutivo de
reciba o acepte una dádiva por realizar cualquier delito, sino única-
delito en sentido estricto y no cuando constituya u n a falta penal^^'*.
mente cuando el acto, que debe ser de su cargo, constituya u n delito.
El propio art. 10 CP diferencia delitos y faltas^'^"*. Por otro lado, el
El funcionario está dispuesto a realizar un delito, precisamente en el
art. 13 CP define también como conceptos diferentes delitos y faltas y
desempeño de las funciones públicas. Obviamente, ningún funciona-
vuelve a una clasificación tripartita que ya tenían los códigos penales
rio tiene encomendada entre sus funciones la de cometer delitos. De
históricos distinguiendo también entre delitos graves y menos graves
lo que se t r a t a aquí es de que el funcionario, en el desempeño de las
(hasta que fue sustituida por la división bimembre en el CP 1932, lo
funciones que tiene asignadas, efectúe un hecho delictivo, por ejem-
cual no impidió que la LECr siguiera utilizando la tripartición a
plo, dictando una resolución arbitraria a sabiendas de su injusticia
efectos procesales); según lo dicho, el art. 13 CP establece: «1. Son
(delito de prevaricación, art. 404 CP), falsificando un determinado
delitos graves las infracciones que la Ley castiga con pena grave. 2.
documento (delito de falsedades, art. 390 CP) a cambio de dinero,
Son delitos menos graves las infracciones que la Ley castiga con pena
porque de tener por objeto la realización de un acto delictivo ajeno al
menos grave. 3. Son faltas las infracciones que la Ley castiga con pena
ejercicio de su cargo, su conducta no podría dar pie a la aplicación de
leve. 4. Cuando la pena, por su extensión, pueda incluirse a la vez
la figura de cohecho^^''.
entre las mencionadas en los dos primeros números de este artículo,
el delito se considerará en todo caso, como grave».
Por tanto, estoy de acuerdo con LUZÓN PEÑA"^^^ en que el lenguaje b. Acción u omisión \> , t < i> ,.
habitual del CP contrapone el concepto de delito y el de falta. Sólo en El art. 419 CP acaba con la duda que existía con el anterior Código
algunos casos muy excepcionales hay que entender, por argumentos Penal, acerca de si la omisiones constitutivas de delitos debían
de lógica y de justicia, que el precepto h a utilizado en ese caso concreto encuadrarse en el art. 387 o por el contrario debían ser incluidas en el
el término delito en sentido amplio comprensivo también de faltas. Así art. 385. La duda era en realidad aparente, porque la mayoría de la
doctrina, así como la jurisprudencia, entendían que correspondía
152 yj(j capítulo I, sección tercera, II, A. aplicar un concurso de leyes, y en virtud del principio de alternatividad,
153 R O D R Í G U E Z DE VESA, A^BJ/T/, 1952,367 ss.; CASAS BARQUERO, OJÍ97S, 886 art. 68 CP 1944/1973, o en virtud del principio de subsunción, aplicar
ss.;CÓRDOBARODA,iíomí;nq/e-í'erez-V¿for¿a/, 1983,180 ss.;BUSTOS RAMÍREZ,
el art. 385 CP 1944/19731".
, PE, 2", 1991, 376; ORTS BERENGUER, PE, 1993, 474; RODRÍGUEZ DEVESA/
SERRANO GÓMEZ, PE, IT, 1994, 1175; DÍAZ Y GARCÍA CONLLBDO, EJB I,
^ 1995 1088; VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 205; En contra de la postura
• mayoritaria, QUERALT JIMÉNEZ, PE II, 2", 1987, 605. La jurisprudencia se 15S Así lo ha entendido también el TS, SSTS 6-10-1944, (A 1114); 21-4-1953, A 884; 18-
mostraba favorable a incluir en el art. 385 CP de 1944 (que sería trasladable al 2-1954 (A 485); 28-6-1962, (A 3081); En contra, y a favor de una interpretación
actual 419 CP) sólo los actos constitutivos de delito en sentido estricto, SSTS 15-4-
1972 (A 1887); 9-7-1993 (A 6063); 20-9-1993 (A 6800). extensiva, STS 9-10- 1969, (A 4946).
1" La doctrina era unánime en este aspecto. Vid, por todos, RODRÍGUEZ DEVESA,
1^* Art. 10 CP: «Son delitos o faltas las acciones u omisiones penadas por la Ley». NEJIV, 1952, 367.; En el mismo sentido SSTS, 15-11-1971 (A 4596); 15-4-1972 (A
155 LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 243 ss. 1887); 9-4-1990 (A 3215); 27-9-1990 (A 7578).
280 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 281
Entendía la doctrina que el castigar una omisión constitutivn di
delito en virtud del art. 387 supondría privilegiar estas conductas mu II I. Teorías subjetivas
que hubiera razón para ello.
La teoría subjetiva fundamenta la injusticia de la resolución en la
El hecho de que en el art. 385 hablara de «ejecutar un acto>i im i'iinvicción o conciencia del juez. Es decir, será injusta aquella resolución
suponía obstáculo para la interpretación que defendía la inclusión di i liiinada en contra de la propia convicción del juez. Según los defensores
la omisiones dehctivas en el art. 385 CP 1944/1973 y no en el 387 (ü'
i|t' esta teoría, puesto que siempre existen argumentos para justificar
1944/1973, porque en el actuar delictivo se incluyen las ejecucionim
una decisión y, en último término, lo justo e injusto no es reducible a
delictivas de acción y de omisión. El término «ejecutar» debía SIT
I laremos objetivables, lo decisivo para saber si una resolución es injusta
interpretado ampliamente como realizar un acto delictivo y, al iiii
distinguir la ley si se trataba de u n acto de acción o de omisión, debífUi (> lio, es ver si el juez actúa en contra o no de su propia convicción^''". Estas
apreciarse ambas como posibles^^^. I csis h a n tenido mayor eco en Alemania debido al recuerdo de la época
nacionalsocialista. Ante la evocación de disposiciones aberrantes en su
No obstante, y aunque el problema de la omisión constitutiva de contenido y la existencia de «penas crueles»^''^ la doctrina se plantea la
delito se solucionaba con la simple aplicación del concurso de norman, posibilidad de que el juez resuelva conforme a su convicción y en contra
el CP 1995, en su art. 419, ha querido aclararlo y así se mencioaii
do la ley, sin que por ello prevarique.
expresamente la posibilidad de que el funcionario se muestre dispuea»
to, a cambio de u n a dádiva, a realizar u n a acción o u n a omisióo Esta tesis ha sido rechazada por varias razones"'^. En primer lugar
constitutivas de delito. porque, si es difícil probar la incorrección objetiva de una decisión,
bastante más difícil será probar la contradicción entre la decisión
El problema no aparente sino real, y que el CP 1995 no ha Lomada por el juez y sus propias convicciones. Además, en segundo
solucionado es el que se planteaba en los casos en los que una omisión lugar, las tesis subjetivistas al mismo tiempo que defienden la impuni-
fuera constitutiva de un acto injusto. En estos casos la doctrina .s<i dad del juez que resuelve conforme a su propia convicción y en contra de
dividía. Así, mientras algunos autores eran partidarios de apreciar dr la ley, admiten la posibilidad de incriminar como prevaricación la
nuevo un concurso de leyes y aplicar el art. 386 CP 1944/1973, otros, decisión adecuada a la ley pero contraria ala conciencia del juez. De esta
y con ellos la jurisprudencia eran partidarios de aplicar el art. 387 CP forma se llegaría al absurdo de que el juez que fuera de ideología
1944/1973. Esta cuestión será analizada en profundidad cuando se (-•ontraria a las leyes, pero que resolviera conforme a ellas, prevaricaría
trate el tema de la «abstención de u n acto» (art. 421 CP 1995). siempre. En tercer lugar, la crítica más fuerte que ajuicio de GARCÍA
ARAN cabe hacer a estas tesis es el modo en que conciben el papel del
3. Acto injusto. (Art. 420 CP) juez y el ejercicio de la función jurisdiccional. Conforme a estas teorías,
la vinculación del juez con la ley es prácticamente inexistente, el juez
a. Concepto de acto injusto ' . •- s < está obligado, no a la aplicación de la misma, sino a la realización de un
concepto metalegal de justicia que ni siquiera debe ser constatable
El concepto de «injusto» es difícil de definir. P a r a ello se pueden
objetivamente, sino que actúa en su propia concienciad'''^.
acudir a las diferentes teorías que h a n tratado de definir tal concepto
a partir de la terminología de «resolución injusta» utilizada en el delito
de prevaricación en el CP 1944/1973 (arts. 351 ss.)^^^. a.2. Teorías objetivas
158 Vid., por todos, VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 204. En total contradicción con las tesis anteriores, se encuentran las
1^' El CP 1944/1973 en sus arts, 351 ss. recogía el delito de prevaricación judicial, teorías objetivas. Éstas hacen radicar el núcleo de la conducta
consistiendo la conducta en dictar \ma.sentencia injusta, y en los arts. 358 s. el delito
de prevaricación de funcionario en que consistía en dictar una resolución injusta.
Vid. alrespecto, BELLO LANDROVE,ñGLJÍ97S,258ss.; OCTAVIO DETOLEDO "^0 SARSTBDT, Fs-Heinitz, 1972, 428.
Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 347 ss.; GARCÍA ARAN, La prevaricación, ' " KAISER, NJW1960, 1329.
1990, 106 ss.; MARTÍNEZ PÉREZ, ADP 1991, 383 ss.; GONZÁLEZ CUSSAC, La '62 Vid._ OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 347.; GARCÍA
prevaricación, 1994, 50 ss. ARAN, Lo prevaricación, 1990, 107.
GARCÍA ARAN, Lo prevaricación, 1990, 107.
282
'NK.S0J.Aiy,OLA N O C Í A L E S
EL DELITO DE COHECHO 283
prevaricadora en la lesión objetiva del Derecho aplicable. Así, anl;(' ln
existencia de decisiones dudosas, no se considerará injusta la rosolii iniiibién por MUÑOZ CONDE, que afirma que la injusticia debe
ción «justificable teóricamente»"'"*. Matiza esta teoría RUDOLIM II'' \ I Jurarse conforme a criterios objetivos: «La injusticia de la resolución
quien partiendo de la teoría objetiva afirma que cuando el juez piicdi» cu un elemento normativo específico del tipo. Ello supone una valora-
resolver de varias formas y escoge u n a de esas posibilidades no todaii ción que debe realizarse en función del caso concreto y en atención a
podrán ser consideradas correctas o justas, sino que la resolución s( i n los postulados de justicia material y no puramente formalistas. De
injusta si en la toma de decisión el juez viene motivado por intercHuí» todas formas, u n a decisión judicial que se atenga estrictamente a las
ajenos al correcto ejercicio de la función. Esta teoría combina la tc!ori.i formalidades legales, difícilmente puede ser constitutiva de prevari-
objetiva y la teoría subjetiva. cación por muy injusta que pueda parecer desde otros puntos de
En España h a sido tradicional la defensa de la teoría objetiva como vista»^^^.
forma de comprobar la injusticia o no de u n a resolución^*'^. Por su parte, dentro de esta tendencia doctrinal a separar legali-
Sin embargo, si hoy se puede afirmar que la teoría objetiva OM dad y justicia, BELLO LANDROVE distingue entre la «injusticia
Li nánime en España, no existe tal unanimidad a la hora de determi n;if legal» que considera atípica y la resolución ilegal pero justa la iusta
cuál es el punto de referencia con el que establecer si una decisión CÍI prevaricatio respecto de la que deja entrever su posible tipicidad,
justa o no. Especial problema se plantea a la hora de determinar si IOM aunque apuntando la conveniencia de que, en tal caso, se acepte la
términos injusticia e ilegalidad son equivalentes o no. El problema HI- exención por estado de necesidad o la atenuación por motivos altruistas
sitúa en la hipotética existencia de un concepto de justicia más ampl id (antigua atenuante desaparecida en 1983)^'"'.
que el de legalidad, con el que cabría emitir u n a decisión injusta peso Frente a estos autores, VIVES ANTÓN y ORTS BERENGUER se
a haber respetado los términos formales de la ley^'". muestran a favor de la ponderación de la injusticia con parámetros
Así RODRÍGUEZ DEVESA, SERRANO GÓMEZ y OCTAVIO Dlí exclusivos de Derecho positivo^"".
TOLEDO entienden que en la determinación de la injusticia h a y que Una tercera postura, desde mi punto de vista la más correcta, es la
atenerse a criterios jurídico materiales"'**. E s t a m i s m a idea es seguida defendida por GARCÍA ARAN. En opinión de esta autora gran parte
del problema radica en la tendencia a hacer equ ivaler la legalidad con
'"'I SEEBODB, Das Verbrecheii der Rechisheiígung, 1969, 14; BEMMANN, GA 196.9,
67; SPENDEL, Fs.-Peturs, 1974, 166.
es algo predeterminado y estático. La obligación funcionarial de conocer el derecho
"'•' RUDOLPHI, ZStW82, 1970, 610 ss.
no puede hacer olvidar que lo que subyace al bien jurídico que protege Tegalidad",
"•« 166. FERRER SAMA, Comentariot; IV, 1956, 65 ss.; QUINTANO RIPOLLÉS, es la idea de servicio a la comunidad y que, en caso de contradicción entre ambas,
Comentarios II, 1946, 695; BELLO LANDROVE, RGLJ 243, 1977, 252; PUK!
la resolución preferible es la que mejor coincida con la segunda y no la que se adapta
PEÑA, PE, r, 1988, 295; OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación,
a la primera», RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, >£:, 17», 1994, 984:
1980, 354; GARCÍA ARAN, La prevaricación, 1990, 110 ss,; MARTÍNEZ PÉREZ,
ADP 1991, 383; GONZÁLEZ CVSSAC, La prevaHcación,, 1994, 50; «Los criterios jurídico-materiales deben descansar, no tanto en el razonamiento que
"'' Esta idea parece intensificarse con el CP 1995. El art. 404 CP 1995 liace referencia conduce al fallo, como en la comparación d e éste con la situación enjuiciada, criterio,
al funcionario que dictase una «resolución arbitraria a sabiendas de su injusticia», que por lo demás, pone el acento en donde realmente radica el valor de la sentencia».
frente a los términos que utilizaba el CP 1944/1973 en su art. 358 «dictar una MUÑOZ CONDE, PE, 10", 1995, 807 s. En la siguiente edición de su manual, PE,
resolución injusta a sabiendas». Parece que con esta nueva redacción podrían 11°, 1996, 837, este autor afirma que no hay gran diferencia entre el términos
encajar mejor supuestos en principio «legales», pero claramente injustos por «resolución arbitraria» utilizado en el CP 1995 y el término «resolución injusta» del
suponer, por ejemplo un trato completamente diferente ante dos supuestos diferen- CP 1944/1973, porque la arbitrariedad no es más que una forma de injusticia.
tes. Por ejemplo en un partido de fútbol de gran expectación hay cien coches mal 170 BELLO LANDROVE, RGLJ 243, 1977, 253 ss.
ap;írcados, cincuenta son del equipo de casa y cincuenta son del equipo visitante, 171
VIVES ANTÓN, Escritos penales IX, 1986, 274: «La injusticia a la que la ley se
lí 1 policía municipal que llega, gran forofo de fútbol, multa únicamente a los coches refiere ha de valorarse con parámetros de derecho positivo. El recurso a la justicia
con matrícula de fuera. En principio la multa es completamente legal, pero cabe material, por mor de la inasequibilidad de ésta, y de su no juridifícación, ha de
cuestionarse si ese trato desigual no convierte la decisión en arbitraria, y por tanto limitarse al máximo. La injusticia que aquí interesa es la que se corporeiza en una
injusta. aplicación torcida de las normas positivas a través de la resolución de un juez, así
como la fundamentación de ésta, conscientemente en una disposición ilegal o
'" OCTAVIO DE TOLEDO, La prevaricación, 1980, 354: «Pero esto no puede signifi- inconstitucional. De modo que puede suceder que un juez que resuelve con arreglo
car en modo alguno que haya una injusticia dada, ni puede afirmarse que lo justo a la ley, cometa a un tiempo un delito de prevaricación, si esa ley es inconstitucio-
nal». E n el mismo sentido, ORTS BERNGUER, PE, 1993. 441.
-rrmwffnTTTwn ifunmimtitimti tu Mi*?f tfHt*!» H H* HH -

284 INÉS OLAlZül.A NOCiAl.líS


EL DELITO DE COHECHO 285

lo formal y la justicia con lo material y ello no es correcto. iSdjjji:


A veces por parte de la doctrina se ha ampliado la noción de acto
GARCÍA ARAN, «la aplicación rigurosa de la ley debe correspondci'i
injusto como todo acto que lesione los deberes más genéricos del
con la búsqueda del sentido adecuado de la resolución del caHC), ||
üincionario, que no son deberes específicos de él, sino que comparte
través de la utilización de las técnicas de interpretación aceptadiiH
con todos los funcionarios como son el deber de fidelidad, de secreto,
Concebido así el proceso de aplicación de la ley, los conceptuM il|-
lie corrección, etc."*.
legalidad y justicia se acercan de tal forma que una aplicación corroctll ,1.
de la legalidad no puede producir u n a injusticia, ni puede ser justa 11 ii ii No estoy de acuerdo con esta idea que supone una ampliación
resolución que infrinja la legalidad. Así, a través del proceso dn excesiva del concepto de acto injusto. Desde este punto de vista,
interpretación de la ley, el juez debe descubrir en los aspectos for m aliif>l cualquier aceptación de dádiva por parte del funcionario para realizar
de la legalidad su contenido material. La solución a la que dulin nn acto supone una infracción del deber de fidelidad por su parte, lo
llegarse es a la justicia material, y si el resultado no es compartibic con ([ue haría imposible distinguir entre este tipo de cohecho y el cohecho
arreglo alo que se entiende por "Justicia", será porque la propia Iciy nn pasivo impropio.
injusta, no porque u n a cosa sea la aplicación de la legalidad y otra IM De la misma forma que se exige que el acto por el que se acepta o
realización de la justicia. El baremo de medición de la injusticia es, |,ii)i' se solicita la dádiva esté determinado, es preciso que la injusticia del
tanto, la ley, pero no entendida de u n modo formalista y abstracto, si m i acto esté también determinada, es decir es preciso que infrinja una
integrada en el sistema de fuentes y dotada de contenido material ttoncreta norma jurídica, y no el deber general de imparcialidad y de
mediante el proceso de interpretación»'''^. fidelidad, porque eso se infringe en todos los tipos de cohecho. Desde
la perspectiva que he considerado como más conveniente para definir
Traspasando estas teorías al delito de cohecho, el art. 420 sancioiui la injusticia de una resolución, esto es, la defendida por GARCÍA
al funcionario que solicite o reciba un presente o una dádiva, o acepLc
ARAN, la injusticia equivale a la ilegalidad, y por tanto será necesario
su ofrecimiento o promesa por ejecutar «un acto injusto relativo til
para que una actuación sea injusta que sea ilegal, que contravenga
ejercicio de su cargo que no constituya delito».
una disposición jurídica concreta, entendida ésta no sólo de modo
Acto injusto se define como aquel acto que contradice los deberc-i literal-formal.
del cargo del funcionario, es decir, aquel acto que constituya una fall.n
penal, un ilícito civil o un ilícito administrativo"•''. í Ahora bien, debe tenerse en cuenta, como muy bien ha expresado
VALEIJE ÁLVAREZ, que si nos remitimos a los actuales catálogos de
infracciones disciplinarias es posible observar que por medio de tales
"2 GARCÍA ARAN, La prevaricación. 1990,116 ss.; En el mismo sentido, GONZÁLK/ disposiciones se puede sancionar no sólo la infracción de deberes
CUSSAC, La prevaricación, 1994, 57 ss. legales específicos, sino también infracciones éticas de carácter muy
"•' CASAS BARQUERO, Z>JÍ97g, 883; CÓRDOBARODA,fí'omen.a/e-Pere2-Fítor¿«/, general; así por ejemplo el art. 1,1" del Real Decreto 33/1986, de 10 de
1983,184; BUSTOS RAMÍREZ, PE, 2", 1991, 376; ORTS BERENGUER, PE, 199;,i, enero que regula el régimen disciplinario de los funcionarios establece
476; DÍAZ Y GARCÍA 0ONLLEDO,i?J'5/, 1995, 1088; MUÑOZ CONDE, PiS, 11",
1996, 864; A favor de incluir sólo los ilícitos civiles o administrativos se muestrii como falta muy grave «el incumplimiento del deber de fidelidad a la
RODRÍGUEZ DEYESA, NEJIV, 1952, 367; QUERALT JIMÉNEZ, PE, 2", 1987, Constitución en el ejercicio de la función pública». El funcionario que
605. Sin embargo no tiene ningún sentido excluir las faltas penales de la concepción acepta u n a dádiva por realizar un acto atenta contra este deber de
de acto injusto, porque como ya se ha visto no vienen recogidas en el art, 419 CP, fidelidad, pero ello no puede convertir el acto concreto en injusto. Será
pero sí constituyen un acto injusto, en el sentido de acto contrario a Derecho. En
Alemania se interpreta el acto oficial irregular comprendido en el § 332 StGB como preciso restringir aún más el concepto de acto injusto, como aquel acto
aquel acto contrario a la ley, a un reglamento o a la orden concreta de un superioi' que, enfrentado con la legislación positiva, aparezca como una aplica-
jerárquico. Así, por todos, JESCHECK, LK, 10», 1988, § 332, nm, 5 s,; RUDOLPHI, ción «torcida» de ésta. Estoy de acuerdo con VALEIJE en que será acto
SK, 4", 1991, § 332, nm, 3 s.; LACKNER, StGB, 2 1 ^ 1995, § 332, nm, 3 s,; DREHER/ injusto aquel acto que contradice la normativa que regule el modo y la
; TRÓNDLE, StGB, 47", 1995, § 332, nm. 5; SCHÓNKE/SCHRÓDER/CRAMER,
StGB, 25", 1997, § 332, nm, 3 s. Lógicamente entre los actos irregulares los autores
forma en que aquella actividad estatal debe manifestarse, y no
alemanes incluyen también los delitos, porque como ya se ha visto, en el StGB no
existe un delito específico de cohecho referido a la contraprestación con un acto
constitutivo de delito, ,,," ' ! ' ^ ! Í :
"4 SEGRETO/DE hVCA, I delitti, 1991, 353; PAGLIARO, Principi, 5", 1992, 180,
286 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 287

bastará con que vulnere los deberes genéricos que a t a ñ e n a todo (Bestechlichkeit) establece: «3. En caso de que el autor exija, reciba o
funcionario^''^. Siempre teniendo en cuenta que el acto no constituyii iK'opte la promesa de u n a ventaja como contraprestación, serán
una resolución y cumpla los requisitos típicos del delito de prevarica iiplicables los párrafos 1 y 2 cuando; 2. el acto sea discrecional y en el
ción: «resolución arbitraria tomada a sabiendas de su injusticia», 1 jíírcicio de su discrecionalidad se haya dejado influir por la ventaja».
porque entonces sería aplicable el art. 419 CP. Teniendo en cuent.-i Antes de 1974, se discutía por parte de la doctrina alemana si en
esta definición de acto injusto, que estimo la más adecuada por los supuestos de decisiones discrecionales debía aplicarse siempre el
razones sistemáticas, puesto que sería ilógico que el término injusto S332oel§331 (cohecho pasivo impropio). En este sentido BAUMANN
respondiese a distintos conceptos, según se encuadre en el delito dd presentaba varias posibilidades"^. En primer lugar podía darse el
prevaricación o de cohecho, se plantea el problema de que en l.-i caso de que el funcionario ejercitara su discrecionalidad incorrecta-
práctica casi todos los actos injustos de funcionarios van a constituir mente, influido a través de la ventaja, y llegara a un resultado
resoluciones, en la medida en que sean decisorios, y por tanto, su incorrecto. En estos casos no dudaba el autor de que lo correcto era
realización podrá constituir en muchas ocasiones delito de prevarica' ;iplicar el § 332, puesto que se producía una lesión de la obligación'
ción, por lo que cabe la duda de si no quedará el art. 420, hasta cierto ollcial a través del falseamiento de la voluntad estatal.
punto vacío de contenido^''*'. El segundo supuesto era aquél en el que el funcionario ejercía su
discrecionalidad influenciado por la dádiva, pero llegaba a un resul-
b. Decisiones discrecionales : •; ': tado que pudiera darse en el ámbito de su discrecionalidad; en esos
casos, según BAUMANN, la solución jurídica era más dudosa. La
En algunas ocasiones el funcionario público tiene la posibilidad de cuestión era si el resultado, esto es, la decisión discrecional era o no
elegir entre dos o más alternativas de actuación, siendo todas correc- incorrecta. El autor llegaba a la conclusión de que sí lo era porque
tas. En estos casos se plantea el problema de dilucidar cuándo es vulneraba los principios generales de Derecho administrativo, según
injusto e incluso delictivo, si en algún caso lo es, el acto que siendo un;i los cuales, la decisión se vuelve incorrecta cuando a la hora de tomarla •
de las alternativas correctas, el funcionario decide hacerlo por la juegan razones ajenas a la objetividad.
dádiva recibida. Como ejemplo más común se suele poner el de las
El tercer supuesto que BAUMANN planteaba era aquél en el que
adjudicaciones de contratas en las que el funcionario puede elegir
el funcionario, a pesar de recibir la dádiva, ejercitaba correctamente
entre varias empresas constructoras y realiza la adjudicación en favor
su discrecionalidad sin dej arse influenciar por dicha ventaj a, y llegan-
de la empresa que le entrega, le promete o acepta la solicitud de la
do a u n a decisión que entraba dentro del ejercicio de su discrecionalidad.
dádiva. Se plantea la cuestión de si dicha adjudicación, o la predisposi-
En estos casos se planteaba u n a controversia. La antigua jurispru-
ción a la adjudicación en favor de dicha empresa constituye o no un acto
dencia alemana había exigido siempre para considerar incorrecta la
injusto, y por tanto encuadrable en el delito de cohecho propio o no.
decisión, que pudiera probarse que la ventaja había influido en el
funcionario. Sin embargo, a partir de los años 40, la jurisprudencia
b.l. Teoría de la motivación
presume que la aceptación de la ventaja por parte del funcionario
En Alemania el problema se ha solucionado a través de la propia suponía que se iba a dejar influir por ella y por tanto consideraba
regulación del StGB. El § 332 que regula el cohecho pasivo propio siempre que la decisión discrecional era incorrecta. El autor critica
estas decisiones alegando que se fundamentan simplemente en la
dificultad que supone probar si el funcionario se h a dejado influir o no
i"5 VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 212 ss. Esta autora reduce el acto
injusto a aquel acto que «está en contradicción con el ordenamiento jurídico en su decisión por la ventaja. El aumento de contenido de injusto que
administrativo, aquel que choca con la legalidad administrativa». No veo por qué supone el § 332 respecto al § 331 se basa en que el primero supone un
¡ • la autora elimina como posibles actos injustos aquellos que choquen con la mayor peligro para la rectitud de la voluntad estatal, por tanto será
legislación civil o aquellos que constituyen faltas penales (por ejemplo el funciona-
rio que recibe dinero por estafar a otra persona, cuando el valor de lo estafado no
supere las 50.000 pts —art. 623,4 CP—).
1™ Vid. Capítulo VI, IV, A. ;,••'• '-'^^ BAUMANN, Bestechungstathestande, 1961, 26 ss.
:i^E,^

288
INÉSOLAIZ()l,A NOtlALLíS
EL DELITO DE COHECHO 289
necesario comprobar, para poder aplicar este precepto, riiic dii
peligro se haya dado y no valdrá con la simple apariencia de ptil i /' 111 |¡||ínos a la función pública, porque precisamente esa mezcla de
A partir de que en 1974 se introdujo el tercer párrafo del íí ,'i|; |ll<i'i-('ses privados y públicos es lo se está utilizando para tipificar la
parece evidente que las decisiones discrecionales serán consid(u-;ii:l( hicta como cohecho. A partir de que u n a conducta está calificada
actos irregulares y caerán bajo el tipo del § 332 StGB únicaiiiciJ filo delito de cohecho, h a b r á que averiguar qué clase de cohecho es
cuando se pueda demostrar que el funcionario se h a dejado influí c [)( Ipnra ello se tendrá que analizar si la decisión es en sí misma correcta
la ventaja al tomar la decisión. Se apoya así la tesis defendida |ti |ll¡), al margen del móvil que ha llevado al funcionario a tomarla,
RUDOLPHI (teoría de la motivación), según la cual la decisión HUÍ 'erque ese móvil ya se ha utilizado para calificar la conducta como
injusta cuando el funcionario se haya dejado llevar, al tomarlii, m; iliccho^®^ Para calificar la conducta como delito de cohecho del art.
estímulos ajenos a la objetividad"^. l!) («Acción u omisión constitutivas de delito»), o injusto del art. 420
|1' 1)0 habrá que acudir al móvil del sujeto, sino que habrá que
b.2. Crítica a la teoría de la motivación (iviTÍguar cuándo una decisión en sí misma es justa o injusta.
Ya se h a visto más arriba que un acto no discrecional es injusto
La primera crítica que se puede hacer a la teoría de la motivacioii111 I liando viola algún precepto del Ordenamiento Jurídico; habrá que
es que ésta es un aspecto de la esfera psíquica del sujeto, y no piicdili \rr qué criterios deben regir para saber que una decisión, que en
transformar un acto conforme al deber en un acto contrario al deliciv ¡ii incipio el funcionario puede tomar, es injusta, es decir habrá que
Para que haya u n reflejo externo de esa contrariedad al deber ii() ', iilorar qué preceptos viola.
necesario que por efecto del proceso alterado de la motivación HCI.
realice un acto diverso al que el funcionario deba realizar. Este nueva Ii .'I. Discrecionalidad uersíis arbitrariedad
criterio se podría denominar «motivación objetiva». Pero éste tampoco
ofrece soluciones satisfactorias para aquellos casos en que, por ejciu Esta tesis parte de que discrecionalidad y arbitrariedad son dos
pío, el funcionario en el momento en el que se le ofrece la dádiva y.-i roiiceptos diferentes'«'. En palabras de T. R. FERNÁNDEZ: «El
estuviera decidido, por otra causa, a realizar ese acto^*^".
Desde mi punto de vista, no es correcta o al menos no es suficiente
la teoría de la motivación para poder considerar si un acto discrecional ' En el mismo sentido, RODRÍGUIíZ RAMOS, AP 22, 1994, um.442 ss. Este autor
es justo o no. plantea esta misma cuestión en relación a otro caso. Se trata de averiguar si el cambio
de voto dentro de un Ayuntamiento por un concejal, debido a que le han ofrecido una
Si, por ejemplo, en la adjudicación de la contrata, el funcionario importante sumade dinero, es injusto o no. El cambio de voto, se planteaRODRÍGUEZ
influenciado por la dádiva otorga dicha adjudicación a u n a empresa y RAMOS es en sí lícito; sin embargo la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid
de 18 de junio de 1991 considera que se trata de un acto injusto con el siguiente
por ello se llega a la conclusión de que el acto ya es injusto o delictivo, razonamiento: «lo ilícito aquí no es votar una u otra cosa, sino hacerlo en contraven-
se está teniendo en cuenta dos veces la promesa económica. Es decir, ción de los principios democráticos, la libertad personal y la propia conciencia, el
si la decisión es en sí misma correcta, lo que no la puede convertir en hecho de que un representante por sufragio universal de la voluntad popular vote en
incorrecta es el hecho de que el funcionario la haya tomado por móviles una Asamblea no con el móvil de la consecución del bien público, sino con el espurio
móvil de lucro..,. El votar por factores ajenos, como sería votar en el sentido solicitado
bajo la promesa de recibir una gran cantidad de dinero, que es el proceder del acusado,
178 debe reputarse como un acto injusto». El autor se plantea si no se está teniendo en
179
BAUMANN, Bestechungstathestande, 1961, 27 ss. cuenta dos veces la promesa económica, y le parece que sí, «porque siendo el acto de
RUDOLPHI, ZStW 82. 1970, 613 ss. Esta es la teoría seguida en la actualidad pol- votar en sí mismo lícito y devenir su ilicitud de viciar la voluntad del votante con una
la doctrina alemana; ello es lógico si se tiene en cuenta que la propia regulación opta promesa de recompensa que despierte su codicia, parece claro que la conjunción de
- por dicha teoría: J E S C H E C K , L i r , 1 0 M 9 8 8 , § 332, nm. 6; RUDOLPHI, Si?, 4", 1991, voto lícito y promesa económica contaminante que lo convertiría en ilícito sólo podría
§ 332, nm. 3 ss.; OTTO, Gnmdkurs, 3" 1991, 473; LACKNER,StGB, 21", 1995, § 332, tener enc¿rje en el ámbito del cohecho impropio. No parece acertada la resolución que
nm. 3; DREHER/TRÓNDLE, StGB, 47", 1995, § 332, 1995, nm. 5; SCHÓNKE/ recondujo tal conducta al ámbito del art. 386, porque lo que podría convertir en ilícito
SCHRÓDER/CRAMER, StGB, 25°, 1997, § 332, nm. 3 ss. o injusto el voto tránsfuga sería la oferta económica y no el acto en sí de cambiar el
^^^ Crítica que realiza a la teoría de la motivación PAGLIARO, Principi, 5°, 1992, 184 voto».
s s . ••'-• •
GARCÍA DE ENTERRÍA, RAP1962,167 ss.;RAP 1963, 202 ss.; NIETO GARCÍA,
RAP 1964, 153 ss.
i|m
290 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 291

Derecho administrativo es la más clara expresión de la discreciona I id iii I Ksta tesis de OCTAVIO DE TOLEDO h a sido contestada, a mi
La existencia de normas discrecionales es la regla en el áiiibilH inicio con razón, por GARCÍA ARÁN^^'''. Según esta autora la concep-
administrativo, como lo ponen de manifiesto los múltiples ejeniplí' i I ion de OCTAVIO DE TOLEDO es impecable para solucionar aque-
tales como: el concurso-oposición, la potestad de planeamiento, ro|,;lii llos casos de leyes multívocas, conceptos jurídicos indeterminados o
mentaciones económicas, organización de servicios públicos, medidni' iniplemente necesitados de interpretación. De hecho el autor se
de policía, etc. Tal es el grado de discrecionalidad, que los propiíii. II 'liere a la resolución injusta (por mala interpretación) como aparen-
Tribunales de lo contencioso-administrativo muestran ciertos n'im I finante defendible, es decir, no defendible, y por tanto injusta. Sin
ros a ej ercer su labor de control sobre las actuaciones administrati v 111 ' inbargo, estoy de acuerdo con GARCÍA ARAN cuando afirma que
Tal problema puede solventarse, si se rechaza de plano u n entendí I lids casos no pueden confundirse con los casos de discrecionalidad, en
miento de la discrecionalidad como ilimitada facultad de los órg;uiiii> lii.s que el sujeto tiene varias soluciones alternativas. No quiere decir
públicos. La discrecionalidad no es arbitrariedad. El concepto di I •; ;i) que cualquier solución es válida para todos los casos, sino que una
discrecionalidad debe conectarse hoy al principio constitucional ili III il ución será la justa para unos casos y la otra será la justa para otros,
interdicción de los poderes públicos, porque no es igual u n a resoliicimí mil que sean intercambiables^''^''.
fruto de la mera voluntad o el puro capricho de los administradorcü*' Ajuicio de GARCÍA ARAN, «la elección por el juez de la solución
lo que, por el contrario, cuenta con el respaldo, mayor o menor, de un l('¡.;al no es una tarea absolutamente libre, sino que debe llevarse a
fundamento que lo sostiene. Por eso, las decisiones discrecionales, rabo a partir de la finalidad de la institución en cuya aplicación se le
están igualmente sometidas a la legalidad, deben ser motivadas y d(!l» otorgue discrecionalidad. Que se le otorga, no para que realice su
existir una necesidad de justificación objetiva, esto es, debe ser demoM pi^rsonal concepto de justicia, sino para que concrete la legalidad que
trada su necesidad para alcanzar un bien público y además justificar (^i 11 • el legislador no ha podido concretar, aunque haya establecido unos
está dentro de un ejercicio conforme a la legalidad; con este mecanisii n rriterios de orientación a determinada finalidad; y es perfectamente
se deslinda la discrecionalidad de la arbitrariedad»^^''. posible que, en el caso objeto de enjuiciamiento, u n a de las alternati-
En la doctrina penal española se h a ocupado del tema ác IM vas sea contraria a la finalidad perseguida por la institución de que se
discrecionalidad OCTAVIO DE TOLEDO en los siguientes términnM I rate. Así se distinguirá la discrecionalidad de la pura arbitrariedad,
«Existe deber de acudir a los medios y métodos de interpretación prohibida por la Constitución para todos los poderes públicos (art.
entendiendo por tales 'las técnicas" que se emplean p a r a extraer de ion !),3)»i«''.
elementos de referencia (ley, principios generales, costumbre), ln En este sentido se manifiestan PAGLIARO y SEGRETO/DE LUGA,
solución más "justa" para el caso concreto (métodos de interpretación, cuando afirman que p a r a establecer que un acto discrecional es
técnica de los conceptos jurídicos indeterminados, etc.); y la vulneni" contrario al deber oficial es preciso averiguar si se han violado las
ción del deber de emplear tales técnicas puede convertir tambi(''ii reglas inherentes al poder discrecional, porque el poder discrecional
sobre el plano objetivo a una resolución, aparentemente defendible, I'h no implica necesariamente arbitrio^*^^.
injusta»^*'*.

18'' FERNÁNDEZ, T.R., Arbitrariedad y discrecionalidad, 1991, 18 ss. y 105 ss. '''•'' GARCÍA ARAN, La preuaricacióra, 1990, 119 ss
181 OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 356. En el miHiiin ''"' Esta autora pone el ejemplo de la posibilidad que tiene un juez de decretar en un
• •;sentido afirma GONZÁLEZ CUSSAC, La prevaricación, 1994, 63: <.|,ii caso concreto una prisión provisional o libertad. En estos casos la ley, a través de
• discrecionalidad no es una patente de corso a cuyo abrigo la Administración pucdi' diversas normas (arts. 503 y ss. LECr) establece diversos requisitos, pero la ley no
hacer y deshacer a su capricho, sino que está sometida al igual que las normiiii puede establecer una única solución justa para todos los casos y ofrece dos, sin que
regladas a todo un arsenal de principios, técnicas científicas de interpretación; |)cii ello quiera decir que cualquiera de las dos sean justas para un caso concreto,
tanto habrá que necesariamente concluir en la posibilidad de resoluciones injustim (GARCÍA ARAN, La prevaricación, 1990, 119).
causadas por una irregular aplicación de la discrecionalidad, que desde ese precim < '''" GARCÍA ARAN, La p/euaricactón, 1990, 120
,.: instante dejará de recibir tal nombre, p a r a llamarse pura y llanamente arbitrarir i»8 SBGRETOA)E LVCA, Idehtti, 1991, 353 ss , PAGLIARO, Principi, 5", 1992, 186
dad». :,- , ;;. ,...-
292 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 293
b.4. Toma de postura - :M;,^; ;,; . .-s:, ::; r. ^ Í ^ ;: -Í
rión llevará acumulada su correspondiente sanción, y que ésta podría
Estoy de acuerdo con la idea general defendida por este grupo ili MiT acumulada a la que correspondiera por el delito de cohecho. Igual
autores conforme a la cual no puede confundirse discrecionalidad, c| 1 it (|i le el art. 419, no aumenta o disminuye la pena en virtud de si el delito
implica que un funcionario pueda elegir entre varias alternativas ci n i lli^ga o no a cometerse, sino que lógicamente remite la cuestión a las
arbitrariedad que supone que el sujeto actúa conforme a su capriclm reglas concúrsales, en el art. 420 la sanción correspondiente a la
y sin fundamentar razonablemente su actuación. infracción cometida podría sumarse a la pena, puesto que el hecho
Será necesario analizar cada caso concreto p a r a ver si ante iinii rontrario al deber ejecutado con posterioridad a la consumación del
actuación discrecional el funcionario ha actuado conforme a laii cohecho no agrega u n mayor desvalor a este último, sino que es una
normas del poder discrecional, es decir sin que la resolución suponf.ii lurestión aparte. Es más, esta técnica legislativa puede plantear un
un desvío o un abuso de dicho poder, teniendo en cuenta ademán hi problema con el principio de «ne bis in ídem», en el sentido de que si
finalidad pública inherente al acto. Así, el funcionario que no ¡u' (I icha infracción implica u n a sanción de tipo civil o de tipo administra-
inspire en intereses generales o no persiga en el caso específico el (ivo se plantea la cuestión de si ésta podrá imponerse además de la
objetivo particular concreto en virtud del cual viene atribuido el poder pena. Entiendo que no se podrá aplicar la sanción administrativa o la
en cuestión, o no respete los preceptos que impone la lógica o hi sanción civil, porque el fundamento de la pena mayor en este caso es
imparcialidad, estará violando las reglas que disciplinan el ejercicin precisamente la comisión de la infracción, pero no obstante creo que
del poder discrecional, y por tanto el acto será injusto o delictivo si ei, sería más conveniente no haber diferenciado entre aquel caso en los
resolutivo. que el acto llega a ejecutarse y en los que no, para evitar este tipo de
En el caso que se ha puesto al principio como ejemplo, el de l.i cuestiones y, porque como ya he dicho, I a ejecución o no del acto injusto
adjudicación de una contrata, h a b r á que analizar los principios que lio añade desde mi punto de vista, mayor contenido de desvalor al
rigen ese poder discrecional en el caso concreto. Principios de eficacia, injusto propio del delito de cohecho. De manera que lo más lógico es
economicidad, seguridad, etc. Me atrevo a afirmar que si el funciona (jue el CP no hubiera diferenciado en cuanto a pena en virtud de si se
rio otorga la contrata teniendo en cuenta esos criterios a la empresa realiza o no el acto injusto, sino que si tal realización llevaba aparejada
que le entrega una dádiva, habrá cohecho, desde luego, pero iio una sanción administrativa o civil éstas se aplicarían además de la
cohecho pasivo propio, sino impropio, porque el acto no será injusto y n pena correspondiente.
que el funcionario habrá observado las normas inherentes al podiu-
discrecional, así como la finalidad de la institución. Entender que se 4. Abstención de realizar un acto que debiera practicar en el
trata de un cohecho pasivo propio, por el mero hecho de que el ejercicio de su cargo (art. 421 CP)
funcionario acepte la dádiva, implica, como ya se h a visto tener en
cuenta dos veces la mezcla de intereses públicos y privados, ademán a. Situación con el CP 1944/1973 (art. 387)
de ampliar desmesuradamente el concepto de «acto injusto».
El anterior art. 387 CP 1944/1973 planteaba numerosos problemas
de interpretación que ya habían sido puestos de relieve por la doctri-
c. Distinta pena según llegue a ejecutarse el acto injusto o no na. En primer lugar, como ya se ha visto, se planteaba la cuestión de
Llama la atención, y así lo ha puesto de relieve algún autor^^^, que qué tipo debía aplicarse en aquellos casos en los que la omisión
varíe la pena en el art. 420 en función de si el acto injusto llega o no constituyese un delito, respondiendo tanto la doctrina como la juris-
a ejecutarse. Si como se ha visto, por acto injusto debe entenderse prudencia que en estos supuestos debía aplicarse un concurso de
siempre, tanto en acto reglados como en actos discrecionales, la normas en favor del art. 385 CP 1944/1973.
violación de alguna norma concreta; es de suponer que dicha infrac- Más problemas planteaba la delimitación del art. 387 CP 1944/
1973 con el art. 386 CP 1944/1973 relativo a la realización de un acto
189 injusto. Por un lado el propio precepto hacía referencia a la abstención
BACIGALUPO ZAPATER, DJ 37/40, 1983, vol. 1, 1.100. de u n acto que el funcionario debía hacer en el ejercicio de su cargo. En
294 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 295

principio dejar de realizar un acto que se debe hacer supone infriiv|íli


interpretación chocaría con el propio tenor del precepto al referirse a la
una norma. Una norma puede ser infringida bien porque se cuiripji
iihstención de actos que el funcionario debiera practicar, y que por lo
mal o porque no se cumple, por lo que parece que la abstención de aljjfi
liinto la abstención va a suponer el quebrantamiento de un deber, y por
que se debe hacer constituye un acto injusto, por tanto siempre que i
tnnto un acto injusto. Y además, como el mismo autor pone de manifies-
cumplía el tipo del art. 387, se cumpliría a la vez el del art. 386. Aplidil:
11), usa interpretación supondría problemas de delimitación entre el art.
entonces el art. 386 conforme al concurso de normas, significaría dojn: 3H7 CP y el 390 CP que recogía el delito de cohecho pasivo impropio'•'''.
vacío de contenido al art. 387. Sin embargo, por otro lado, no teriíi
Por su parte BACIGALUPO, abogaba por la eliminación de lege
demasiado sentido que la ejecución positiva de un acto injusto estuvioi
¡'(•renda del art. 387. Según este autor el presupuesto requerido en el
ra más penada que la no ejecución del mismo, siendo como son aml)(i
nrt. 386 era la infracción del deber correspondiente al funcionario y
casos incumplimientos del deber. Es más, la incongruencia de Jíii
rute podía tener lugar tanto por acción como por omisión, según se
penas llegaba hasta el punto de que el solicitar, recibir o aceptar di
I ratara de u n deber impuesto por una prohibición de hacer o por un
ofrecimiento o promesa de una dádiva por ejecutar un acto injuHtci,
mandato de obrar'''"*.
cuando éste no llegase a ejecutarse tenía menos pena (AM y multa d(||Í
VALEIJE, sin embargo, negaba la posibilidad de incluir las con-
tanto al duplo de la dádiva) que la que correspondía al funcionario qiKl
iliictas omisivas del funcionario en el art. 386 CP de 1944/1973 por el
realizaba la misma conducta, esto es solicitaba, recibía o aceptaba (!,|
propio tenor literal del precepto. Entendía la autora que unainterpre-
ofrecimiento o la promesa de una dádiva o de u n presente poi'
lación formalística y literal de la expresión «por ejecutar un acto»
abstenerse de realizar un acto que debiera realizar en el ejercicio diil
excluía las conductas omisivas del funcionario contrarias al cargo''"".
su cargo (AM y multa del tanto al triplo), no distinguiendo además ol
Además la autora afirmaba que el deber quebrantado en el art. 387
art. 387 aquellos casos en los que la abstención llegaba a efectuars<i,i
('P no tenía la misma naturaleza que el quebrantado en el art. 386
de aquéllos en los qut^no se llegaba a efectuar. 1
CP., siendo el campo de aplicación de aquél más limitado que el de
Ante esta situación había diferentes respuestas doctrinales. Asl'¡
('ste. A través del tipo recogido en el art. 387 CP no se pretendía
RODRÍGUEZ DEVESA afirmaba que si no existiera el art. 387, serían i
castigar según VALEIJE cualquier falta de cumplimiento de un acto
equivalentes la acción y la omisión a efectos del art. 386 CP. Pero al i
del cargo, sino sólo aquel al que el funcionario viniese específicamente
existir el art. 387 se segrega la omisión. Según este autor el art. 387 i
obligado. Es decir, a través'del art. 387 no se sancionaría que el
debía interpretarse como un tipo privilegiado en el que era necesarioj l'uncionario se dejara corromper para abstenerse, retardar u omitir la
que la abstención llegara a producirse'^". Esta postura explicaría luf ejecución de sus obligaciones inherentes al cargo o servicio en general,
gradación de penas del CP dentro de su particular lógica. sino sólo aquellos comportamientos que estuvieran en conexión con
CASAS BARQUERO, consideraba incluidos todos los casos en los un deber específico y preexistente de actuar. Esto se traducía en que,
que la actuación del funcionario debía consistir en u n a abstención n a diferencia del art. 386 CP en el que se sancionaban todos aquellos
omisión de los deberes propios del cargo en el tipo delictivo descrito en
actos injustos que el funcionario pudiera realizar al amparo de su
el art. 387 CP, y ello tanto cuando la abstención hubiera llegado a |
«relación funcional» e independientemente de que poseyera o no
efectuarse como cuando no''^'.
«competencia específica» para ello, en el art. 387 CP el funcionario sólo
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO apuntaba la posibilidad de que el ; podría omitir aquel deber específico e inherente al cargo o servicio que
art. 387 se refiriera a aquellos casos en los que la abstención no i viniera obligado a ejecutar con arreglo a las normas que disciplinasen
supusiera un delito ni un acto injusto, en cuyo caso era partidario de '| dicha actividad''-"'.
aplicar el art. 385 y 386 respectivamente^"^. Sin embargo el propio '
autor planteaba dos objeciones a esta tesis: la primera que dicha
lí)3 DÍAZ y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995, 1088. ,
194
"O RODRÍGUEZ DEVESA, i V ^ J / y , 1952, 361.
1 " CASAS BARQUERO, DJ1978, 885.
-m 195
BACIGALUPO ZAPATER, £ I J 3 7 / 4 0 , 1983, vol.l, 1.101.
VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 219 ss.
196 VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 222 ss. Esta autora apoya su
"2 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995, 1088.
fundamentación en la cantidad innumerable de sentencias del TS que optan por
2®® INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 297

b. Postura personal ' : • .:,.,;•, c. Situación en el Derecho comparado


No obstante la fundamentación de VALEIJE, lo que no explica ent M Tanto en Italia como en Alemania, la regulación de la omisión es
autora son las incongruencias que a efectos de pena se producen en 11 n diferente a la española.
el art. 386 y 387 CP 1944/1973. Al margen de que en el art. 387 Cl' .•... En Italia, el art. 319 CPI que regula el cohecho pasivo propio recoge,
sancione únicamente las omisiones de un deber específico del fumiu al lado de las conductas activas «cumplir o haber cumplido un acto
nario, lo que sigue sin tener sentido es que no diferencie entre el CÍIMH contrario al deber oficial», las conductas omisivas «omitir o retardar o
en que la omisión llegue a producirse y aquél en que no, de modo haber omitido o retardado», teniendo todas ellas la misma pena: «El
similar a aquellos casos en los que es la ejecución positiva del acto Id luncionario público, que por omitir o retardar o por haber omitido o
que quebranta ese mismo deber y tampoco que sea más grave a vcc(,'!i retardado un acto oficial, o bien por cumplir o haber cumplido un acto
infringir la competencia general que la específica. Además, es curioHd ccrntrario a su deber, recibe o acepta una promesa de dinero u otra
que en los actos positivos no se diferencia competencia genérica y utihdad, será castigado con la pena de prisión de dos a cinco años».
específica, salvo que efectivamente en las omisiones sólo sea pensabli- Por su parte la regulación alemana recoge la omisión en el § 335:
la infracción de la específica y se considere menos grave esto que «La ejecución de un acto oficial o un acto judicial en el sentido de los
cualquier infracción positiva (incluso de la genérica). §§ 331-334 se equipara a la omisión de ese acto».
Se puede pensar, siguiendo la interpretación de VALEIJE, quo Tanto la regulación italiana como la alemana equiparan la ejecu-
difícilmente puede omitir el funcionario algo p a r a lo que no tionn ción de un acto con su omisión. La regulación italiana limita la omisión
competencia específica, porque desde u n punto de vista naturalístiid, al cohecho pasivo propio, mientras que la regulación alemana la
si él se compromete a no realizar un acto para el que no tiene can extiende al cohecho pasivo impropio. Es decir, a aquellos casos en los
competencia, probablemente será realizado por aquel funcionario que que el funcionario se compromete, a cambio de una ventaja, a no
sí la tenga; luego parece, que p a r a que el funcionario se puedn realizar u n acto que no debía realizar.
comprometer a no realizar un acto, la única manera de que tenga
capacidad funcional de hacerlo es que tenga ese deber específico do
d. Situación a partir del CP de 1995 '•• r • ' - '\ ' - _
realizarlo. Sin embargo, lo que no tiene explicación, y eso sí se puedo
criticar de la técnica legislativa empleada, es que esa omisión tenga La regulación española no cambia demasiado en este tema con el
una pena diferente a la pena establecida p a r a los casos de actuación CP de 1995. El art. 421 establece: «Cuando la dádiva solicitada,
positiva, porque si se entiende como sostiene RODRÍGUEZ DEVESA recibida o prometida tenga por objeto que la autoridad o funcionario
que únicamente será aplicable cuando la omisión se lleve efectiva- público se abstenga de un acto que debiera practicar en el ejercicio de
mente a cabo, el tipo resultará desde mi punto de vista, absurdamente su cargo, las penas serán de multa del tanto al duplo del valor de la
privilegiado, y si no se exige la efectiva realización de la omisión se dádiva e inhabilitación especial para empleo o cargo púbhco por
produce una clara incongruencia de penas en relación al art. 386. En tiempo de uno a tres años».
este caso estará más penado el funcionario que se compromete a El CP de 1995 convierte al art. 421 en un tipo definitivamente
omitir un acto que deba realizar, sin llegar a omitirlo, que aquel que privilegiado, al establecerse ya en todo caso una pena menor para la
se compromete a ejecutar un acto contrario al deber, sin llegar a omisión que para la ejecución de un acto, que suponga un quebranta-
ejecutarlo, y por otro lado se penará mucho menos al funcionario que miento del deber del funcionario. Considerar que en caso de que la
llega a omitir el acto que al que llega a ejecutarlo. omisión constituya un acto injusto debe aplicarse el art. 420 CP tiene
dos inconvenientes. En primer lugar la propia literalidad del precepto
que habla de «ejecutar u n acto», en segundo lugar que cuando el
funcionario deja de realizar un acto que debiera realizar, la omisión
considerar necesaria la competencia específica del funcionario para poder aplicaí' supondrá u n acto injusto, por lo que, de aplicarse el art. 420 CP, el art.
el art. 387. SSTS 7-9-1957 (A 2642); 17-6-1963 (A 3004); 16-5-1984 (A 2617); 30-4- 421 CP quedaría vacío de contenido.
1985 (A 2152); 27-9-1990 (A 7578); 15-2-1991 (A 1074); 6-7-1993 (A 5933);
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298 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 299


En resumen, la regulación española no ha seguido el ejemplo d(j De otro lado, como antecedentes legales del art. 390 CP 1944/1973,
regulación italiana y alemana y h a perdido la oportunidad de acal reformado en 1990 se podían citar: el art. 458 CP 18221'^'; art. 305,3°
con las divergencias, desde mi punto de vista ilógicas, entri; IM (^P 1848"8; art. 401 CP 1870i«9; art. 469,.3" CP 192820"; art. 395 CP
ejecución y la omisión de un acto. 1932201; art. 390 CP 1944/1973^02.
Si se tiene en cuenta el bien jurídico protegido, se ve que hi . La expresión «acto no prohibido legalmente», era interpretado
condiciones básicas de funcionamiento que la Administración necwn lanto por la doctrina como por la jurisprudencia como aquel acto justo
ta para prestar un buen servicio a los ciudadanos se perturban de In relativo al ejercicio del cargo del funcionario^"-'.
misma manera cuando el funcionario se compromete a cambio de u un Por tanto se trataba de actos concretos que el funcionario podía
dádiva, a realizar un acto injusto, como cuando se compromete n realizar en el ejercicio de su cargo, es decir tenía competencia funcio-
omitir un acto que debiera realizar. nal para ello. Ningún autor planteaba la duda de si los actos debían
La equiparación, no hubiera sido óbice para posteriormente rci, ,ser de la competencia del funcionario, puesto que en virtud del bien
tringir, de la forma que hace VALEIJE, los supuestos de omisión ;i jurídico protegido, como correcto funcionamiento de la Administra-
aquellos casos en los que el funcionario tiene una competencia esiic ción, los delitos de funcionarios tratan de evitar que el funcionario
cífíca sobre ellos. Esto ya habría sido una tarea de interpretación, «desde dentro» pueda perturbar ese bien jurídico, y mal se perturbaría
Sin embargo, tal y como h a regulado esta materia el CP 199í>, si el funcionario no tuviera ningún tipo de competencia respecto al
entiendo que en aquellos casos en los que la omisión de un a(!l.i acto.
constituya un delito será de aplicación, porque así lo establece exprc Por otro lado, el art. 390 CP 1944/1973 sancionaba con la misma
sámente el CP, el art. 419, pero en aquellos supuestos en los que ln pena al funcionario que «admitiera dádivas o regalos en consideración
omisión constituya un injusto se aplicará el art. 421 CP, a pesar de qiK I a su función». Era el único supuesto de delito de cohecho en el que no
esto produzca absurdos privilegios. Creo que es la única interpreta se otorgaba la dádiva por un acto concreto, sino en virtud de un
ción posible si se quiere dotar de algún contenido a este precepto.

C. Referencia al cohecho pasivo impropio: acto propio del cargo


'^' En este artículo se sancionaba a los funcionarios públicos que recibieran regalos por
(art. 425) y acto no prohibido legalmente (art. 426) la realización de actos de su oficio o cargo, aunque fueran justos.
'98 En el mismo se sancionaba con reprensión pública al empleado público que
A pesar de que este trabajo se centra fundamentalmente en i>l admitiera regalos que le fueran presentados en consideración a su oficio.
cohecho pasivo propio, no se puede p a s a r por alto la reforma que en el '9' Sancionaba con la pena de suspensión y reprensión pública al funcionario público
que admitiera regalos que le fueran presentados en consideración a su oficio.
campo del delito de cohecho pasivo impropio ha traído el CP de 1995.
^'X' En este precepto se sancionaba con penas de hasta un año de prisión más multa e
inhabilitación especial al funcionario público que recibiera dádivas por actos justos
1. Regulación anterior •! !! que no debieran ser remunerados.
'•^"^ Aquí se castigaba con penas de suspensión y reprensión pública al funcionario
La ley 9/1991, de 22 de marzo modificó el delito de cohecho público que admitiera regalos que le fueran presentados por razón de su oficio.
2"^ En este artículo se imponía la pena de suspensión al funcionario público que
impropio regulado en el art. 390 CP 1944/1973. Las diferencias admitiere regalos que le fueran presentados en consideración a su oficio o para la
esenciales que trajo consigo la reforma estribaron en que mientras el consecución de un acto justo que no debiera ser retribuido.
precepto reformado sancionaba al funcionario púbhco que admitiere 203 RODRÍGUEZDEVESA.ATEJ/V, 1952,369;CASASBARQUERO,£'Ji97S,900ss.;
regalos, la reforma extendió el tipo a la recepción de dádivas; por otro CÓRDOBA RODA, Comentarios/, 1983,185 ss.; BUSTOS RAMÍREZ, JPB, 2^ 1991,
376; QUERALT JIMÉNEZ, PE, 2°, 1987, 387 ss.; MANZANARES SAMANIEGO,
lado, se sustituyeron las expresiones «en consideración a su oficio» y
Comentarios, 2°, 1990, 918; ORTS BERENGUER, PE, 1993, 477 s.; RODRÍGUEZ
«para la consecución de un acto justo», por la de «en consideración a su DEVESA/SERRANO GÓMEZ, P S , 17^ 1994, 1.171; MORILLAS CUEVA^PORTI-
función» y «para la consecución de u n acto no prohibido legalmente»; LLA CONTRERAS, Comentarios a la Legislación penal XVI, 1994,220 ss.; MUÑOZ
finalmente se modificó la sanción de suspensión y multa por la dé CONDE, Pfi, 10°, 1995, 839 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, fiJB/, 1995,1087.
arresto mayor y multa. Por su parte la jurisprudencia ha seguido la misma interpretación, SSTS 5-5-1972
(A 2035); 17-11-1972 (A 4851); 22-12-1980 (A 5035); 6-7-1993 (A 5933).
300 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 301

servicio general prestado por el funcionario, era, además, el único V la interpretación que del precepto venía haciendo la doctrina y la
supuesto en el que cabía incluir el delito de cohecho subsiguiente. ¡iirisprudencia, procede ahora estudiar cómo se regula en el CP 1995.
Se criticaba por parte de la doctrina^"* el que el tipo de coheclio
pasivo impropio precisase de la admisión de la dádiva o el regalo pai-n
2.Regulación en el CP de 1995 '>'-y.^->i 'Ú-K'-Í;;' ,-;Í; (KÍ'.¡:::.;:::;/O'IK:,.
su consumación, no siendo suficiente la aceptación del ofrecimiento o
promesa, y tampoco la mera solicitud del funcionario. En este mismo El CP 1995 rompe en parte con toda la dinámica anterior en su
sentido se expresaba la jurisprudencia; así la STS de 17-3-1992, {A regulación del cohecho pasivo impropio. Además del precepto tradicio-
2.359): «Una mera solicitud de dádiva por la realización de un acto nal, art. 426: «La autoridad o funcionario público que admitiere
justo no encaja en el mencionado art. 390; si la solicitud del funciona- dádiva o regalo que le fueren ofrecidos en consideración a su función
rio no va seguida de la aceptación del solicitado y de la efectiva entregn o par a la consecución de u n acto no prohibido legalmente, incurrirá en
del regalo por parte de éste a aquél, no hay delito, por más que esto la pena de multa de tres a seis meses», se introduce un precepto
parezca algo que no se corresponde con la sistemática que preside loH completamente nuevo en la regulación de este delito, art. 425,1": «La
otros tipos de cohecho. El legislador, por las razones que sean, en esto autoridad o funcionario público que solicitare dádiva o presente o
art. 390, que constituye la forma más leve de esta clase de infracción, admitiere ofrecimiento o promesa para realizar un acto propio de su
ha querido retrasar la consumación de este delito a un momento cargo o como recompensa del ya realizado, incurrirá en la pena de
posterior, dejando impunes otros comportamientos anteriores que en multa del tanto al triplo del valor de la dádiva y suspensión de empleo
los cohechos más graves sí aparecen penados». En contra de este o cargo público por tiempo de seis meses a tres años».
criterio se manifiesta la STS de 23-2-1993, (A 1504): «se mantienen La primera impresión al ver el nuevo precepto es la de que el
todos los elementos del art. 390, cuando el sujeto activo admita regalos legislador ha querido subsanar la laguna que se planteaba en este
que le fueran presentados, y también cuando es él quien los solicita. delito, al no recoger aquellos casos en los que era el propio funcionario
En definitiva son perspectivas de un mismo comportamiento visto el que solicitaba la dádiva o bien aceptaba el ofrecimiento o la
como un poliedro desde distintos planos. Otra interpretación condu- promesa. Sin embargo, no cabe interpretar así este precepto, que por
ciría al absurdo, teniendo en cuenta que, con este entendimiento del otro lado llevaría a considerar conceptos sinónimos el «acto propio de
precepto no se extravasa el contenido propio del mismo, en razón a su cargo» y el «acto no prohibido legalmente», por una razón penológica.
que, con iniciativa del funcionario o sin ella, lo que se sanciona — Dicha interpretación supondría penar de forma más grave la acepta-
elemento teleológico— es el abuso de poder. En este caso la solicitud ción del ofrecimiento o la promesa (multa del tanto al triplo del valor
procede del funcionario y, entonces, es él el que induce, aunque sea sin de la dádiva y suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis
éxito, al particular al delito. Pero el funcionario no actúa en un sistema meses a tres años) que la efectiva recepción de la dádiva o el regalo
de bilateralidad, sino que en su actuación ya se dan todos los requisi- (multa de tres a seis meses), lo cual carecería de sentido.
tos y exigencias objetivas y subjetivas del injusto». Por tanto el problema será deslindar el concepto de «acto propio de
Esta opinión de la última sentencia, si bien tenía razón en cuanto su cargo» del «acto no prohibido legalmente». Desde luego, el «acto
al fondo, no dejaba de ser una mera petición de principios, porque propio de su cargo» no puede constituir ni delito ni acto injusto, porque
chocaba frontalmente con el tenor literal del precepto. Tampoco podía entonces se trataría de u n delito de cohecho pasivo propio de los arts.
considerarse la solicitud del funcionario como una tentativa del delito 419 y 420 respectivamente^"^. Por tanto debe tratarse de un acto justo,
de cohecho puesto que si la conducta típica era la de «admitir», es decir, que no viole ninguna norma jurídica. Se plantea la cuestión
difícilmente podía entenderse que la acción de solicitar suponía ya el
comienzo de la ejecución de la conducta típica.
Una vez visto someramente cómo se regulaba en el anterior CP el •'íOS ORTS BERENGUERA^ALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1840; MUÑOZ
delito de cohecho pasivo impropio, así como sus antecedentes legales CONDE, PE, ir, 1996, 867; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comen-
tarios, 1996,1223; DÍAZYGARCÍACONLLEDO/OLAIZOLANOGALES,Aad¿tona
2M Vid., por todos, RODRÍGUEZ DEVESA, A^Í;^/y, 1952, 359. Pública 6,1996, 44 s.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, Delitos contra la Administra-
ción pública, 1997, 165 s.
302 INÉS()I.AlZ()l,y\ N()(iAI,lí,S
EL DELITO DE COHECHO 303
entonces de cuál será la diferencia entre estos actos y los actos rui a los que se adoptaron de acuerdo con las normas que disciplinan este
prohibidos legalmente, porque como ya se h a visto m á s arriba, IH
tipo de actos^"^.
interpretación que tanto la doctrina como la jurisprudencia hacían (Jn
este concepto era, precisamente la de actos propios del cargo di'I
funcionario. 3. Opinión personal
Algunos autores ya han tratado de ver las diferencias entre aml)i)H Es difícil tener un criterio claro acerca de la diferencia entre estos
tipos de actos. Así DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO^os considerando quís dos tipos de actos. En primer lugar, porque como ya se ha visto es u n a
ante todo, se t r a t a de un grave defecto de técnica legislativa, opina qiui distinción nueva en nuestra regulación, que tampoco encuentra
«probablemente, y aunque ello sea políticocriminalmente indesealjlc, parangón en la regulación comparada. En segundo lugar, porque
el nuevo tipo obligará a reinterpretar la expresión —actos no prohibí como es u n a r e g u l a c i ó n n u e v a t o d a v í a no h a y o p i n i o n e s
dos legalmente— para distinguirla de —actos propios de su cargo , jurisprudenciales y apenas hay opiniones doctrinales sobre el tema.
pudiendo tal vez sostenerse que los actos no prohibidos legalmente del En tercer lugar, porque creo que se trata en realidad de un fallo de
cohecho pasivo impropio clásico son actos lícitos no propios de la esfer; i técnica legislativa que obliga a diferenciar dos tipos de actos difícil-
de competencias del funcionario, pero relacionados de alguna manee; i mente diferenciables.
con su trabajo (por ejemplo, la agilización o tramitación de un papel Creo que a la opinión de DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, cabe
en otra dependencia del Ministerio donde trabaja el funcionario)». hacerle algunas objeciones. No es posible aceptar que exista un delito
Por su p a r t e ORTS/VALEIJE^'", a f i r m a n q u e se deberá de cohecho en el que el funcionario se comprometa a realizar un acto
reinterpretar la expresión de «acto no prohibido legalmente»; «A que esté fuera de su cargo, y ello, por el propio sentido del delito. El
nuestro juicio, si en el art. 426 los actos realizados a cambio de una delito t r a t a de evitar que se perturben las condiciones básicas de
dádiva o regalo reciben menos pena que la prevista en el art. 425, funcionamiento necesarias p a r a que la Administración pueda prestar
tratándose en ambos casos de actos conforme al cargo, ello sólo puede un correcto servicio a los ciudadanos, ello sólo puede ocurrir cuando el
fundarse en la distinta entidad o importancia del acto, aunque ambos funcionario actúa como tal funcionario, es decir dentro de su esfera de
gocen de la misma naturaleza. Queda así, que por exclusión, «acto no competencias, o lo que es lo mismo en el ejercicio de su cargo. Ahora
prohibido legalmente» se refiere siempre a que la dádiva o el regalo
bien, como ya se h a visto más arriba, la competencia que se exige en
tiendan a la ejecución de comportamientos manuales de los sujetos
el delito de cohecho pasivo propio no es una competencia específica,
que auxilian y apoyan el ejercicio de las funciones propias del organis-
sino u n a competencia genérica, u n a relación funcional entre el funcio-
mo administrativo o a la realización de tareas materiales propias del
nario y el acto. Es posible, que el art. 425 esté haciendo referencia a
mismo siempre. En esta última clase de actividades el funcionario
actos para los cuales el funcionario tenga una competencia específica,
goza de cierta discrecionalidad para ordenar su trabajo, pudiendo a
es decir que sean actos que le hayan correspondido específicamente al
cambio de una dádiva dar preferencia a u n expediente, acelerar el
funcionario en el reparto de funciones, mientras que los actos no
pago de una pensión, conceder una excedencia o un permiso a tiempo,
etc.». prohibidos legalmente sean aquellos actos que el funcionario puede
hacer debido a que su cargo le permite acceder a ellos con facilidad
Por último MORALES/RODRÍGUEZ, opinan que en este precepto pero no son «propios» del funcionario. Es verdad que esta interpreta-
se incluirán dos tipos de supuestos. Por u n lado, aquellos en los que el ción no tiene demasiado fundamento material, salvo que tratándose
funcionario desconocía el carácter injusto del acto objeto del cohecho, de actos justos en ambos casos, el hecho de que el funcionario se
y los actos de naturaleza discrecional ajustados a Derecho. Es decir. comprometa a realizar un acto que no entra dentro de su competencia
específica suponga u n menor desvalor, en el sentido de un menor
peligro p a r a el bien jurídico protegido. Esta interpretación dejaría sin
2"6 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, Delitos contra la Administración pública, 1997,
166.
20' ORTS BERNGUEEA^ALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1840. ,
MORALES PRATS/RODRÍGUBZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1223 s.
"f(l'"»*f1-t*tl|l*Tr*+ÍWT **frlr'»ftttt*Wtf*t*tFt*Tíí'

304 INÉS OLAIZOLA NOGALES


EL DELITO DE COHECHO 305
explicación la cuestión deporqué enlos supuestos de actos injustuH ii<i
se tiene en cuenta la competencia específica o genérica del funcionaií 11 art. 425 fue la de solucionar la laguna punitiva que se producía en el
y en los actos justos sí, así como también en las abstenciones injuKl,ii;i delito de cohecho pasivo impropio en el anterior CP respecto de la
Bien es cierto que DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO critica la situación conducta de solicitud por parte del funcionario; pero en vez de colmar
creada por el nuevo precepto, precisamente por resultar dil'lcil correctamente esta laguna, el legislador h a utilizado no sólo dos
compatibilizarlo con los principios básicos que deben regir la regiil.'i expresiones diferentes para referirse a la misma clase de actos, sino
ción del delito de cohecho. que además, ha establecido dos penas distintas^^".
Tampoco es incorrecta, desde mi punto de vista la interpretad 1)11 Por último se puede plantear la cuestión de qué ocurre si el
que hacen ORTSA^'ALEIJE. El problema que yo veo a esta teoría funcionario no acepta el ofrecimiento, sino que recibe directamente la
que no es la dinámica del delito de cohecho distinguir entre un tipo
l VI. dádiva por realizar un «acto propio de su cargo» del art. 426. Este
oodc artículo no recoge expresamente esta forma de conducta, pero creo que
actividades u otras a la hora de penar. Por lo que si el CP no tiene (ni
ello se podría solucionar si se interpreta que toda recepción implica la
cuenta esto en los casos más graves, que sí podría suponer entre otra,-i
cosas, un mayor quebrantamiento de la confianza del público en lii aceptación de un ofrecimiento, que aunque no haya sido previo, se
Administración, como presupuesto básico necesario para que ésta produce precisamente en el momento en que se entrega la dádiva.
funcione, no veo la razón de tenerlo en cuenta en los casos más levos,
De todas formas, tampoco veo motivos para negar esta interpretación,
Por último, creo que también es defendible la tesis sostenida por V. CONCEPTO DE DÁDIVA, PRESENTE, OFRECIMIENTO Y
MORALES/RODRÍGUEZ que consideran incluidos dentro del arl
425 aquellos supuestos de actos discrecionales en los que la decisiói) ,,,,,, „, PROMESA ., ,, , , ,
por parte del funcionario respete las normas que regulan tales
decisiones y en el 426 aquellos actos legalmente reglados. A. Discusión sobre su carácter económico
Desde mi punto de vista puede considerarse justo, como ya se ha
visto más arriba aquella decisión discrecional que el funcionario toma
1. Postura de la doctrina española • '' >
motivado por la dádiva, pero respetando las normas de, por ejemplo, Se distinguen dos grupos diferenciados de posturas respecto al
economía, eficacia, publicidad, etc. que regulen dicha decisión. concepto de dádiva, presente, ofrecimiento o promesa en la doctrina
Una última consideración respecto a la distinción entre estos española. La discusión gira fundamentalmente en torno a si los
preceptos podría ser que el art. 425 permite solucionar aquellos casos preceptos que regulan el delito de cohecho admiten bajo dichos
en los que el funcionario actúe equivocadamente respecto al carácter términos únicamente un contenido patrimonial de estos elementos, o
injusto del acto. Es decir, si el funcionario acepta u n a dádiva por si por el contrario, cabría admitir un contenido más amplio y no
comprometerse a realizar un acto que él cree justo y en realidad es reducido al ámbito estrictamente económico.
injusto, podría aplicarse el art. 425, porque el acto justo o injusto,
sigue siendo un acto del cargo del funcionario^"'-'. a. Postura mayoritaria: partidaria del carácter económico i
Sin embargo, creo que una observación que se puede hacer a todos
Es mayoritaria en España, no en Alemania ni en Italia, como luego
estos intentos de distinción entre actos propios del cargo y actos no
se analizará, la postura que apoya el contenido exclusivamente
prohibidos legalmente es que dichas interpretaciones no se pueden
económico de la dádiva, presente, ofrecimiento o promesa^^^.
deducir del tenor literal, sino de la propia necesidad de distinguir, por
la diferencia de penas. Esto es, intentar buscar sentido a lo que de
entrada no tiene demasiado. Creo que en el fondo la razón de ser del
LLama la atención la ausencia de justificación de esta parte del precepto en los
trabajos parlamentarios.
PACFIECO, CPU, 1848, 497; VIADA YVILASECA, CP, 3", 1876, 479; GROIZARD
Sobre este problema vid. capítulo III, sección segunda, VI, C, b, b.2. YGÓMEZ DE LA SERNA, CPIV, 2", 1912,270; JARAMILLO GARCÍA, CPII, 1929,
159; CUELLO CALÓN, CPII, 1930,388; QUINTANO RIPOLLÉS, ComentariosII,
306 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 307
El primer argumento de esta corriente es la literalidad de los
preceptos 419 ss. CP (lógicamente la doctrina hace referencia a los DEVESA, define dádiva como «cosa que se da graciosamente» y
arts. 385 ss. CP 1944/1973, pero en este tema la redacción es idéntica presente como «don, alhaja o regalo que una persona da a otra en señal
en uno y otro Código), argumentándose casi siempre que, junto a otras de reconocimiento o afecto». Por otro lado, continúa este autor, «el
penas, aparece una pena de multa del tanto al triplo o del tanto al ofrecimiento o promesa deben estar siempre referidos a la dádiva o
duplo del valor de la dádiva, que sería imposible de concretar si la presente porque, de lo contrario, cuando el goce transitorio de los
dádiva no tuviera carácter patrimoniaP^^. Aludiendo también a la sentidos, por ejemplo, no se promete sino que se verifica en el acto, se
literalidad de los preceptos, entiende CASAS BARQUERO que si bien produciría el absurdo de castigar lo menos (prometer) y dejar impune
desde una perspectiva axiológica, la lógica parecería indicar que se lo más (entregar)»^!'*.
debiera asumir un concepto amplio de estos términos, ya que aunque Dentro de esta misma corriente doctrinal, es cada vez más impor-
el delito de cohecho tiene por móvil la mayoría de las veces el ánimo tante la tendencia a considerar que si bien la dádiva, presente, el
de lucro, no es éste exclusivo porque el funcionario puede pedir o ofrecimiento y la promesa son de contenido patrimonial, éste no debe
recibir cualquier cosa deseable en orden a la satisfacción de una tener necesariamente u n carácter inmediato, sino que puede ser de
necesidad personal, sin embargo, de lege lata los términos legales carácter mediato. Lo importante es que se trate de un elemento
dádiva y presente no permiten u n a interpretación extensiva, porque económicamente valuable; así por ejemplo, puede tratarse de un
tales locuciones expresan categorías materiales de contenido econó- traslado o de un ascenso, siempre y cuando estas circunstancias
mico. Portante, según este autor, sin bienes económicamente valuables supongan un mejoramiento económico del funcionario^^'''.
no puede haber delito^^'*. En este mismo sentido, RODRÍGUEZ
h. Postura minoritaria: partidaria de considerar típica cualquier mejora
del funcionario
1946, 213; RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952, 359; CASAS BARQUERO, DJ
1978, 889; BACIGALUPO ZAPATER, DJl, 1983, 389; QUERALT JIMÉNEZ, PE
n, 1987, 605; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17», 1994, 1175; La segunda postura doctrinal, minoritaria en nuestro país, es
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO,¿VS/, 1995, 1089; ORTSBERENGUERA^ALEIJE aquélla que considera los términos dádiva, presente ofrecimiento o
ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1816; MUÑOZ CONDE, PE, 11" ed., 1996, 863; promesa en el sentido de utilidad o ventaja no necesariamente
MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1198; DÍAZ Y
GARCÍA CONLLBDO/OLAIZOLA NOGALES, Auditoría Pública 6, 1996, 43; económica para el funcionario. En este sentido, reconoce este sector
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, Delitos contra la Administración pública, 1997,
162.
incluso, ventajas materiales. Ya que no es el carácter de «cosa» de la dádiva lo que
^ Vid. por todos, MUÑOZ CONDE, PE, 11", 1996, 863. Alude también a este lesiona el bien jurídico, sino el trueque de un acto del servicio por una ventaja
argumento cuando se refiere al delito de fraude del CP 1944/1973: LUZÓN PEÑA, ; personal indebida objetivamente verificable. MORALES PRATS/RODRÍGUEZ
Estudios penales, 1991, 608. Este autor haciendo referencia al delito tipificado en PUERTA Comentarios, 1996, 1198 s.
el artículo 401, relativo a los fraudes, afirma que el «interés» debe ser propio y 21" RODRÍGUEZ DEVESA, A Í J B J / y , 1952,361 ss. Este ultimo argumento es rechazado
económico dado el incisa final del artículo 401,1° del C P . que fija la multa en por OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980, 251: «Respecto al
proporción al interés que se hubiere tomado el funcionario en el negocio. absurdo que se produciría por castigar lo menos y dejar impune lo más, no parece
I CASAS BARQUERO, DJ 1978, 889. E n este mismo sentido, BACIGALUPO un razonamiento aceptable ya que debe tenerse en cuenta que por la naturaleza de
ZAPATER, DJ37I40,1983, vol. 1,389: este autor critica los términos utilizados por lo prometido, por ej. favores sexuales, no es posible la entrega sin previo ofrecimien-
el Código Penal español, que a diferencia de otras regulaciones, —el Código Penal to. Por lo que la entrega no es sino el perfeccionamiento de un delito ya consumado
italiano habla de «dinero u otra utilidad», el suizo de «regalos u otra ventaja no con el mero ofrecimiento».
debida» y el alemán simplemente de «ventaja»—, favorece una interpretación que 21'' En este sentido, alegando el sentido histórico del delito de cohecho, como compra-
identificaría el medio para la corrupción con cosas y dinero. La estrechez de la venta del acto oficial: QUERALT JIMÉNEZ, PiS//, 1987,605; ORTSBERENGUER,
regulación penal española es rechazable, según este autor, porque el bien jurídico PE, 1993,473; V A L E I J E Á L V / ^ E Z , La corrupción, 1995,144 ss.; DÍAZ Y GARCÍA
protegido (que el autor entiende desde una doble perspectiva: por un lado se trata -' CONLLEDO, EJB I, 1995 1088; Delitos contra la Administración pública, 1997,
del ejercicio de la función pública de acuerdo al deber, pero además del interés del : 162; ORTS BERENGUER/VALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios, 1996,1816; MORA-
Estado en la imagen de un aparato administrativo adecuado a los principios de un •' LES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1198; DÍAZ Y GARCÍA
Estado de Derecho) se puede lesionar también en forma penalmente relevante CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Auditoría Pública 6,1996,43;. Así mismo se
mediante contraprestaciones u ofrecimientos que no sean cosas, o que no sean, ha pronunciado el TS en sentencias recientes: SSTS 8-10-1991 (A 7273); 6-11-1993
(A 8286); 2-2-1994 (A 759); 16-12-1994 (A 10157); 5-2-1996 (A 797).
308 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 309,

doctrinal, que si la sórdida avidez del dinero integra el molivo 2. Postura del Tribunal Supremo
fundamental de corrupción, también puede ésta realizarse para go/ ur
de cualquier otra finalidad ilegítima como por ejemplo favores sexua» Son pocas las sentencias del Tribunal Supremo que t r a t a n el tema
les. Según esta opinión todo puede caber en la noción de utilidad qiid concreto de la naturaleza de las dádivas y presentes. La razón
puede venir integrada por cualquier bien que represente un inten 'H lúndamental probablemente sea que el medio más utilizado y eficaz
jurídicamente valuable por el funcionario, o cualquier ventajo (i para corromper es el dinero. No obstante sí que hay algunas decisiones
provecho para el patrimonio o para la personalidad^'®. al respecto^^". Se analizan a continuación las más importantes para
Según CÓRDOBA RODA, teniendo en cuenta la finalidad del después llegar a algunas conclusiones generales sobre la opinión del
precepto, el bien jurídico resulta igualmente atacado si la dádiva tieiu Tribunal Supremo en este tema.
contenido material, como si tiene otro diferente^'''. En la STS de 7 de abril de 1881 (Jur.Crim. 5933) acepta el TS como
Apoya el autor su argumento en varias Sentencias del Tribuna dádiva la invitación por parte de un preso a un funcionario de
Supremo, SSTS de 9-11-1888 (Jur. Crim. 322), 22-6-1948 (Jur. Crim, [)risiones a unas copas de vinoyapasar una noche con unaprostitxita.
306), y 2-11-1962 (A 4038), que entienden que no obsta a la existencia VA TS entiende que esas invitaciones son obsequios realizados al
de la dádiva el hecho de que no pueda ser determinada su cuanli.i funcionario con el fin de que se abstenga de realizar un acto propio del
exacta. La dádiva y el presente según esta jurisprudencia deben ser ejercicio de su cargo, y por tanto relevantes a efectos del concepto
entendidos como equivalentes a gratificación de cualquier clase; v típico de dádiva y regalo.
naturaleza. Y el ofrecimiento y la promesa como la oferta de uiui La sentencia más significativa en este tema es la de 9 de noviembre
gratificación así entendida''*''^. de 1888 (Jur.Crim.322). EITS establece que existe el delito de cohecho
Por su parte, BUSTOS RAMÍREZ entiende, atendiendo a la siempre que existe la dádiva o su oferta, aunque no haya podido
literalidad de los preceptos, que el Código penal solamente haco determinarse su clasey su cuantía. En este caso no podrá determinar-
mención al valor económico de la dádiva al fijar la multa pero no al se la multa por la imposibilidad material que hay para fijar el tanto
valor económico de los demás elementos, por lo que conforme al de la dádiva para regular la multa. La multa, sigue argumentando el
argumento principal de la opinión mayoritaria, el carácter económici) tribunal, no se podrá aplicar porque sería arbitraria ya que al no poder
sólo sería exigible respecto a la dádiva, pero no respecto de los demás determinarse la dádiva no se puede determinar la cuantía de multa
elementos^'''. correspondiente.
En la sentencia del TS de 8 de noviembre de 1955 (Jur.Crim 991)
se acepta el delito de cohecho en un caso en el que el particular intentó
JASO ROLDAN, PE II, 1949, 214; CÓRDOBA RODA, Homenaje-Pérez Vitoria /,
1983, 77.; BUSTOS RAMÍREZ, PE, 1986, 447; MANZANARES SAMANIEGO, corromper al funcionario ofreciéndole «promesas de ventajas» en su
Comentarlos, 2", 1990, 916. carrera profesional, en concreto, un mejor puesto de trabajo. ¡
C0RD0BARODA,Hom,e/ía;'e-P¿rezy¿íorta/, 1983, 77 ss. El bien jurídico protegidíi La STS de 28 de abril de 1980 (A 1486) repite lo que es doctrina
en el delito de cohecho según este autor: «es el interés de que los funcionario!)
jurisprudencial constante, que es indiferente para la existencia y
públicos no incurran en corrupción; esto es, el de evitar que ejerciten sus funcione.s,
ya de modo conforme a derecho, o de forma contraria a él, en atención a la.'t punición del delito la determinación de la cuantía y clase de la dádiva
recompensas entregadas u ofrecidas a los mismos. La STS de 30-11-1971, establecí! entregada o prometida, que sólo repercute sobre la multa a imponer.
como bien jurídico el prestigio social de la Administración pública, que se vería En su sentencia 8 de octubre de 1991 (A 7273) el TS establece que
seriamente quebrantado por la acción corruptora».
la acción del delito del art. 387 CP 1944/1973 se caracteriza por la
La STS de 9-11-1888 (Jurisp. Crim. 322) dice expresamente: «Existe el deUto de
cohecho siempre que existe la dádiva o su oferta (que es lo esencial del delito),
aunque no haya podido determinarse su clase y su cuantía. E n estos casos no puede
determinarse la multa por la imposibilidad material que hay para fijar el tanto di-
SSTS 7-4-1881 (Jur.Crim. núm.5933); 9-11-1888 (Jur.Crim. núm.322); 8-11-1955
la dádiva para regular la multa. La multa no se podrá aplicar porque seríii
(Jur.Crim.núm.991); 15-11-1971(A 4596); 5-5-1972 (A 2035); 17-11-1972 (A4851);
arbitraria, ya que al no poder determinarse la dádiva, no se puede determinar In
27-3-1973 (A 1417); 28-4-1980 (A 1486); 8-10-1991 (A 7273); 6-11-1993 (A 8286); 3-
cuantía de multa correspondiente».
12-1993 (A 9383); 7-12-1993 (A 9940); 2-2-1994 (A 759); 16-12-1994 (A 10157); 5-2-
BUSTOS RAMÍREZ, P Í ; , 2°, 1991, 375 ss.
1996 (A 797); 22-4-1996 (A 2893); 16-5-1996 (A 4548).
310 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 311

solicitud de u n a ventaja de cualquier naturaleza (en el caso se i rat ülli


podría interpretarse en el sentido de que al fijar estos preceptos
de u n a concesión de un préstamo en condiciones más favorablcn i|i|i|
multas de carácter proporcional es preciso para poder fijarla determi-
las normales) conectada con el ofrecimiento, expreso o tácito, de oii 11 l.il
nar en primer lugar el objeto en función del cual se calcula la multa.
un acto que el funcionario debiera practicar en el ejercicio de su <•; i r(f{
En este caso hay una imposibilidad material de fijar la cuantía pero
En la STS de 6 de noviembre de 1993 (A 8286) se define la diidiVi
esto no quiere decir que se esté aceptando que la dádiva sea de
como la ventaja obtenida por el funcionario a cambio de un acto de rt!
naturaleza inmaterial. En el caso concreto se trataba de una cantidad
competencia o contrario a sus deberes funcionariales. El bien jurídi<!ti
lie dinero cuyo montante no fue posible averiguar.
sigue la sentencia, es la confianza en la objetividad y en lii rli|
venalidad de los funcionarios. Este bien jurídico se lesiona tanto HÍ O! Lo que sí puede aceptarse, según la doctrina jurisprudencial es que
funcionario recibe ventajas patrimoniales o de otra especie que a|:)ii re/, <'! concepto de dádiva abarca más que el dinero. Por dádiva entiende
can a los ojos de los ciudadanos como contrapartidas por prestacioiuiw el Tribunal Supremo todo aquello que es valorable económicamen-
consistentes en actuaciones públicas. (La dádiva en este caso taniljifi) l,e^^*. Así acepta como dádiva la invitación a unas copas, la concesión
consistía en la concesión al funcionario de un préstamo gratu ito) gratuita de un préstamo, un mejor puesto de trabajo... etc. No hay
ningún caso en que se haya ofrecido al funcionario o éste haya exigido
La STS de 3 de diciembre de 1993 (A 9383) reconoce que i i
prestaciones no evaluables económicamente, por ejemplo prestacio-
indiferente la clase y cuantía de la dádiva siempre y cuando .si'h
nes sexuales. Sí que repite en varias ocasiones el tribunal que la
evaluable económicamente.
dádiva puede ser de cualquier naturaleza o clase con tal de que esté
En la STS de 7 de diciembre de 1993 (A 9940) se define el delito di
conectada con la realización o la omisión de un acto oficial. Llega
cohecho como el trueque de un acto de servicio por una ventnjii
personal indebida. incluso a definir la dádiva como una ventaja personal indebida que
aparece a los ojos de los ciudadanos como u n a contrapartida a un acto
¿Qué conclusiones se pueden obtener de las sentencias del Tribu
nal Supremo? público.
Por otro lado el bien jurídico protegido en el delito de cohecho,
En primer lugar, son escasas las sentencias que t r a t a n ei-il.ii
según el Tribunal Supremo, tampoco sirve para considerar restringi-
cuestión, lo que indica que en la mayoría de los casos la dádiva y ul
do el concepto de dádiva a ventajas materiales. Este bien jurídico
presente consisten en u n a determinada cantidad de dinero. Asimisnu)
varía y no es uniforme en todas las sentencias. El Tribunal Supremo
el ofrecimiento y la promesa se refieren siempre al ofrecimiento o
ha defendido como bien jurídico desde la honestidad e integridad
promesa de una cantidad de dinero, es decir se t r a t a r í a simplemeiilc
profesional del funcionario^^^', hasta la confianza de la sociedad en la
de un momento anterior pero sin cambiar el objeto. El propio tribuna I
objetividad y no venalidad de los funcionarios^^''. En todo caso ningu-
establece que la multa no sólo se fija en función de la dádiva recibidn
na de estas dos visiones de bien jurídico protegido serviría por sí
sino también en función de la dádiva prometida u ofrecida^^^.
misma para negar la posibilidad del carácter inmaterial de la dádiva.
En segundo lugar, no parece que de la doctrina jurisprudencial sr
pueda deducir que caben tanto las ventajas de naturaleza material
como inmaterial, pero tampoco lo contrario. El TS acepta que no se podríl 3. Postura de la doctrina alemana
imponer la pena de multa cuando no se pueda determinar la cuantía cíe
la dádiva ya que en ese caso la multa resultaría arbitraria^^^. Esta
a. Opinión anterior a la reforma de 1974 ' :/ ;; ,-,
sentencia ha servido a algunos autores para afirmar que el TS acepta En la doctrina alemana se distinguían tradicionalmente también
tanto el carácter material como inmaterial de la dádiva^^^. Sin embargo dos posturas contrapuestas respecto al contenido del concepto de
ventaja. Pero al contrario que en España, la doctrina mayoritaria
=^21 Por ej, STS 27-3-1973 (A 1417)
223 ^'í^^^.ii"^^.?^ (Jurisp.Crim.322) •^24 Por ej., STS 3-12-1993 (A 9383).
CÓRDOBA RODA, Homenaje-PÉREZ Vitoria I, 1983, 77 ss; BUSTOS RAMÍREZ, ''•'^'" Por ej., STS 3-12-1993 (A 9383).
PE, 2^ 1991, 376; MANZANARES SAMANIEGO, Comentarios, 2°, 1990, 916. ^^'> Por ej,, STS 6-11-1993 (A 8286),
312 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 313
.1
alemana aceptaba la posibilidad de incluir las ventajas de carai'loC Entender que la ventaja pudiera tener carácter material o inma-
inmaterial. La razón fundamental p a r a esta diferente interpretación, terial estaba más acorde con el bien jurídico protegido en estos tipos,
estaba en la distinta terminología utilizada por el Código p(íiin que según este autor era el «no falseamiento de la voluntad estatal»,
español y el StGB alemán respecto a los medios que se podían útil i z; 11 ya que también, por ejemplo, con la satisfacción de la vanidad o afán
para corromper al funcionario público. Así, mientras como se h a VÍH( > i, de protagonismo del funcionario existía el peligro de que éste vendiera
en el Código penal español se habla de «dádivas y presentes», en n el acto oficial y se falseara con ello la voluntad del Estado. Por otro
StGB los §§ 331 ss. establecían como medio de corrupción hasta hi lado, según este autor, el significado literal natural de la norma no se
reforma de 1974 «los regalos y otras ventajas». No obstante, se puede violentaba por el hecho de considerar las ventajas inmateriales
hacer una clasificación de diversas posturas a raíz de la discusión c|U(< también como posibles ventajas típicas. Si la ley quisiera únicamente
al respecto se produjo en Alemania en los años 60 entre la teorui ventajas materiales entendidas como ventajas patrimoniales lo diría
objetivo-material y la teoría subjetiva-inmateriaF^'^. (expresamente como ocurría en el § 263 del StGB^^-\
GEERDS y SCHMIDT, representantes de la teoría objetivo-mate- Por otro lado la cuestión de la mensurabilidad de la ventaja, según i
rial, defendían la idea de que la ventaja debía tener la función úv este autor^'^", era decisiva para la determinación del tipo. Sin embargo
determinar al funcionario. Entendían por ventaja aquello que supii esta mensurabilidad dependía de la situación —subjetiva— del des-
siera u n provecho para el funcionario no sólo desde el punto de vi.sl ,i tinatario, y ello no sólo en los casos de ventajas inmateriales, sino
subjetivo del propio funcionario sino desde el punto de vista sociul, también en aquéllos que se trate de ventajas materiales, ya que
esto es, objetivamente, debía tratarse de algo que tuviera u n efecto di' también las donaciones materiales podían ser, según la psicología y
provecho. La marca de provecho, según estos autores, debía entendiü- situación del destinatario, ventajas o desventajas. La consideración
se en sentido estricto ya que el extenderlo a ventajas inmaterialcM del destinatario era fundamental para asegurar el bien jurídico
crearía inseguridad jurídica y no sería compatible con el principio di' protegido —el no falseamiento de la voluntad estatal—. Esta teoría
determinación de los tipos penales. Por ello toda ventaja, tanln Fue especialmente criticada por SCHMIDT, quien alegaba que esta
material como inmaterial, debía t e n e r un efecto de proveclm opinión dejaba sin contestar la cuestión de qué criterios debían ser
aprehensible, es decir, medible en dinero. Opinan estos autores que lii utilizados para la delimitación de las ventajas inmateriales^''^.
ampliación a p u r a s ventajas inmateriales no concretables en dinero Como respuesta a las críticas vertidas por los defensores de la
llevaría a penar hechos que a pesar de encerrar comportamientos mi teoría objetivo-material, SCHLEMMER, que rechaza la inclusión
deseables, no llegarían a ser comportamientos merecedores de pena única de ventaj as patrimoniales como ventajas típicas porque se t r a t a
Por tanto, para estos autores sólo se recogería como ventaja en el de un ámbito penal que n a d a tiene que ver con los delitos patrimonia-
sentido típico de los §§ 331 ss. StGB aquéllo que según la propia les, centra la discusión en si caben únicamente ventajas de carácter
representación del funcionario y desde el punto de vista social supu objetivo-material o si por el contrario caben también ventajas
siera un provecho medible en dinero^^^. inmateriales (en el sentido de beneficios que satisfagan desde un
En sentido completamente contrario se manifestaba BAUMANN punto de vista inmaterial al funcionario). El concepto de ventaja
Defendía este autor, en contra del anterior, no sólo la posibilidad de objetiva-material defendido por parte déla doctrina y la jurispruden-
que la ventaja pudiera tener carácter material o inmaterial, sino cia era respecto a la ventaja patrimonial un concepto más amplio pero
también el criterio subjetivo como el fundamental a la hora de rehusaba las mejoras inmateriales. Sin embargo, permanecía poco
delimitar si se estaba ante una ventaja o no. Es el representante claro qué marcas caracterizan estas ventajas y a qué ámbitos de
máximo de la teoría subjetivo-inmaterial. donaciones debía restringirse. La doctrina y la jurisprudencia indica-

227
Discusión, lógicamente anterior a la reforma de 1974, y por tanto cuando comn •'21 El § 263 StGB regula el delito de estafa y habla expresamente de «Vermogensvorteil»
medios de corrupción se establecían «los regalos u otras ventajas». es decir ventaja patrimonial.
228 SCHMIDT, Bestechungstatbestánde, 1960, 5 ss.; GEERDS, Bestechuiigsdeliklr. 2'"^ BAUMANN, Bestechungstatbestánde, 1961 15 ss.
1961, 65 ss.
'^'•^^ SCnUmi, DieBestechungsdelikte, 1960, 8. .
314 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 315

ban solamente que la ventaja material debía estar en u n a posición las pérdidas no alcanza el valor de la donación que recibe. En las
intermedia entre ventajas p u r a m e n t e económicas y ventaja.t ventaj as inmateriales no se da este principio, así que la frontera se
inmateriales. Se intentaba concretar a través de la casuística y así HC hallaría únicamente en la opinión media de la generalidad^^''.
consideraba ventaja material, por ejemplo, el evitar u n a pena, ,sii
a m i n o r a c i ó n o la satisfacción de sentidos^'^^. Sin embargo b. Opinión a partir de la reforma de 1974
SCHLEMMER afirmaba que la defensa de esta categoría era más bi c^n
u n intento por parte de la jurisprudencia y por parte de algunos En 1974 se produce la reforma de la parte especial del StGB, que
autores de no renunciar, en la práctica, a recoger penalmente lo quo afecta de manera importante a los delitos de funcionarios y especial-
se veían como medios habituales para corromper a u n funcionario, mente al delito de cohecho. Por lo que se refiere al punto concreto que
pero no establecían criterios claros p a r a delimitar este concepto^^'^ se está estudiando, el concepto de dádiva, es preciso señalar dos
Consideraba que el bien jurídico «gratuidad de la actividad admi- importantes cambios. Por un lado hasta 1974 el StGB se refería a
nistrativa», bien jurídico que él estimaba protegido en los delitos de «regalos u otras ventajas» como medios de corromper al funcionario
cohecho, era un importante apoyo para considerar recogidas como publico, a partir de la reforma se establece como único medio «la
ventaj as típicas las ventajas inmateriales. Sería contradictorio, según ventaja». Por otro lado, se suprime el § 335 del StGB que establecía
este autor, al objetivo de la regulación del cohecho que se considerase como pena accesoria la pena de multa. La pena de multa se establece
apropiada una mínima cantidad de dinero pero no la prestación de a partir de la reforma como pena alternativa a la pena privativa de
favores sexuales (ventaja tradicionalmente considerada inmaterial). libertad en alguno de los tipos que regulan el delito de cohecho. En la
Reconocía la dificultad de interpretación que suponía el que a un Exposición de Motivos del Proyecto de la Parte Especial del Código
funcionario que hubiera recibido u n a suma de dinero se le impusiera penal el legislador establecía que con los delitos de cohecho se trataba
la pena accesoria del § 335 StGB (parágrafo que establecía como pena de evitar que el funcionario mejorase su posición económica, jurídica
accesoria para los delitos de cohecho la de multa y que fue suprimido o personal a través de u n a donación, objetivamente mensurable, a la
en la reforma de 1974) y que por ejemplo la satisfacción de gozar de un que no tenía derecho. Se abandona el subjetivismo de la teoría de
favor sexual sólo recibiera la sanción principal. El autor entendía tal BAUMANN y a la vez el carácter exclusivo material que GEERDS
como un error legislativo que de lege ferenda debería ser suprimido, atribuía a la ventaja típica.
pero, no obstante su existencia, el contenido de injusto en uno y otro Es doctrina casi unánime, a partir de este momento, la que
caso era el mismo y no cambiaba por la diferente propiedad de uno u entiende que bajo el concepto de ventaja caben tanto las ventajas
otro medio de corrupción. materiales como las inmateriales^'^''.
El concepto de ventaja, por otro lado, y en esto se diferenciaba de Desde las tres posturas predominantes sobre el bien jurídico
BAUMANN y de la teoría subjetiva-inmaterial, no dependía del protegido en el delito de cohecho se defiende la posibilidad de ventaja
volumen de la donación y tampoco de si la donación se veía por el
funcionario como suficiente para corromperse. En el concepto de 23* SCHLEMMER, Vorteils, 1962, 28 ss. En el mismo sentido KRONIG, MDR 1949,
ventaja era importante únicamente la circunstancia de si la donación 659 ss.
era apropiada para producir una mejora en la posición material o «s's Ver en este s e n t i d o , ARZT-WEBER: BT 5, 1982, 442; S C H O N H E R R ,
inmaterial del funcionario desde u n punto de vista objetivo. La Vorteisgeivarung und Bestechung, 1985, 39; HASSEMER, JuS 1987, 663
delimitación del concepto venía dada por dos principios diferentes B A U C H R O W I T Z , Der immaterielle Vorteilsbegriff, 1988, 103 ss.
GUAUVe,,Bestechungsdelikte, 1988, 10 ss.; KÜHLEN, NStZ 1988, 436.
según se tratase de ventaja material o inmaterial. P a r a la primera JESCHECK,L.ír, 10", 1988, § 331, nm.7ss.;PELKE, "i/faer'íínd "yofeiZ", 1989,123.,
regiría el principio de compensatio lucri cum damno esto es el total de RUDOLPHI, SK, 4^ 1991, § 331, nm. 19 ss.; OTTO, Grundkurs, 3°, 1991, 471 ss.;
MAURACH/SCHRÓDER/MAIWALD, BT, 7", 1991, 266 s.; GRIBL, Der
Vorteilsbegriff, 1993, 2 ss.; HARDTUNG, Vorteilsannahme, 1994, 54; CLAUSSEN,
Korruption, 1995, 36 ss; DREHER/TRÓNDLE, StGB, 47", 1995, § 331, nm. 11;
232 SCHLEMMER, Vorteüs, 1962, 14 ss. LACKNER, StGB, 21", 1995, § 331, nm. 4 s.; SCHONKE/SCHRODERyCRAMER,
233 SCHLEMMER, Vorteüs, 1962, 14 ss. StGB, 25", 1997, § 331, nm. 19 ss.
316 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 317
típica tanto material como inmaterial. Actualmente la postura otó
tivo-material no la defiende nadie236. ^ °"-" La ventaja, conforme a esta opinión, puede ser de naturaleza
inmaterial porque estos tipos t r a t a n de evitar que en el pueblo se
WEBFp'Ír f "^^r.'' "mantenida en la actualidad por ARZT|
despierte la impresión de que los funcionarios se dejan influir por
WEBER, defiende como bien jurídico el no falseamiento de la volunta!
ventajas. Por tanto cualquier ventaja que sea adecuada para producir
estatal. Los delitos de funcionarios versan, según estos autores, sob J
prohibición de abuso por parte de la autoridad. La utiHzación de 3 tal impresión será relevante típicamente, la realización de un ataque
posición oficial para obtener una ventaja personal choca contra J a la imparcialidad de las decisiones no depende del carácter material
o inmaterial. Ventaja, por tanto, es todo aquello que mejora al
ÍZZZT^'° ^ ' / ' J ^ ' * ^ ^ ° democrático que se fundamenta en l | funcionario de forma adecuada para corromper su actividad^*^.
Igualdad de los ciudadanos ante la ley. A través del dehto de cohecho
La tercera postura es aquélla que defiende como bien jurídico la
el ciudadano compra un trato especial por un precio establecido con I • i
capacidad de funcionamiento de la Administración tanto desde sus
consiguiente perturbación de la «hmpieza de los servicios púbhcos
presupuestos internos como externos^'". Según esta opinión doctrinal,
Los tipos recogidos en los §§ 331 ss. StGB deben evitar \i,
entre quienes destacan LOOS y RUDOLPHI, la ventaja aceptada por
comerciabihdad de los actos oficiales y la parcialidad de los función.
el funcionario pone en peligro «desde dentro» la capacidad de funcio-
nos al verse influidos por una ventaja en el cumphmiento de sus
namiento de la Administración dado el mal ejemplo que supone para
obligaciones que llevará finalmente a un falseamiento de la voluntad
el resto de funcionarios y el peligro de que se tomen decisiones ilegales
estatal. Desde esta perspectiva del bien jurídico se acepta como
y se perjudique con ello el legal funcionamiento de la Administración.
ventaja típica de estos delitos tanto la ventaja material como h
Por otro lado, pone en peligro la confianza del pueblo en la legalidad
ventaja mmaterial. Sería inaceptable reducir el concepto de ventai.
e imparcialidad de la Administración y perturba «desde fuera» la
únicamente a aquélla de carácter patrimonial puesto que el abuso pir
capacidad de funcionamiento de la misma porque sin un mínimo de
parte de la autoridad se puede producir también por influencia de
docilidad de los ciudadanos no puede haber u n funcionamiento correc-
ventajas mmateriales. Lo fundamental no es el hecho del precio como
to de la Administración^''^.
tal smo la relación prohibida entre el corruptor y el corrompido que s..
Según esta línea doctrinal bajo el concepto de ventaja típica se
ve influido para realizar un determinado acto oficial; esta influencia
incluyen las ventajas materiales e inmateriales porque cualquier
te^riaP.Í^'''''" determinada tanto por una ventaja material como inma-
donación a la que el funcionario no tenga derecho y suponga una
La segunda postura, mayoritaria actualmente en Alemania es mejora económica, jurídica o personal sea de carácter material o
aquella que defiende como bien jurídico protegido en el delito' d ¡ inmaterial puede suponer un mal ejemplo para el resto de funciona-
cohecholaconfíanzadelageneralidadenlanocomerciabihdadporlos rios así como puede perturbar la confianza del pueblo, de la generali-
funcionarios de la actividad administrativa y en la imparcialidad de dad, en la imparcialidad de las decisiones administrativas y poner en
las decisiones oficiales-^ Desde esta postura se defiende que e peligro la capacidad de funcionamiento de la Administración.
objetivo de la ley es asegurar la intachabilidad de la Administración Conforme a las tres líneas doctrinales expuestas, se define la
dedefuera«vonauBen»,yenespeciallucharcontralacomerciabüidad ventaja como la donación a la que el funcionario no tiene derecho y que
mejora su situación económica, jurídica o personal de forma objetiva-
pel2TSÍSt7^'?.''T ' ' ' " ' " ' ' ' ' ^ '"^^^^^ consecuencias mente mensurable. Critica la doctrina mayoritaria sin embargo la
S n dP 1 ? ' I """^""^'^ '°"'° ventaja inmaterial «la satisfac-
ción de la ambición, la vanidad y el afán de protagonismo».

1
2« SCHONHERR, Vorteilsgewarung und Bestechung, 1985, 39; HASSEMER, JuS
1987, 663; JESCHECK, LK, 10", 1988, antes del § 331, nm. 17 ss.; PELKE, "Übel"
. und "Vorteil", 1989, 103; SCHONKE/SCHRÓDER/CRAMER, StGB, 25°, 1997, §
236 Con la excepción de GBERDS, JR 1982, 385. 331, nm. 3 ss.
2'*^ Vid. capítulo I, sección tercera, I, C,l. 2*^ Vid. capítulo II, sección tercera. I, C, 4.
238 AKZTAVEBER, BT5, 1982, 138 s. 2« LOOS, Fs-Welzel, 1974, 890 ss.; RUDOLPHI, SK, 4\ § 331,1991, nm. 2 ss.; en este
23S Vid. capítulo I, sección tercera, I, C, 2. ; sentido: OTTO, Grundkurs, 3", 1991, 469; MAURACH/SCHRODER/MAIWALD,
1 l^ffiií B T / / , 7°, 1991,264.
1 fflllí
«P'''
«tMMmimmmiiim.-

318 INÉS OLAIZOLA NOGALES


EL DELITO DE COHECHO sm
posición jurisprudencial por ampliar en exceso el ámbito de lan
En la práctica, según este autor, resulta superfina la discusión
ventajas inmateriales, no respetando la exigencia indiscutida de que
sobre la aceptación o no de ventajas inmateriales como ventajas
la ventaja debe constituir una mejora objetivamente mensurable. La
típicas de los delitos de cohecho, ya que la mayoría de ellas, a pesar de
jurisprudencia h a aceptado como ventaja inmaterial «la satisfacción
de la ambición, la vanidad o el afán de protagonismo del funcionario» su apariencia inmaterial, son reconducibles a u n a valoración econó-
(RGSt 77,75)^''^, es difícil en estos casos medir la mejora de form;» mica de mercado y por tanto pueden ser consideradas ventajas
objetiva, sin embargo, afirma JESCHECK, «a pesar de apreciarse materiales. Desde mi punto de vista creo que en el fondo lo que hace
teóricamente por la jurisprudencia esta fórmula, en la práctica ha sido el autor es aceptar únicamente como ventajas típicas del delito de
reconocido como ventajas inmateriales fundamentalmente el ofreci- cohecho las ventajas materiales, a pesar de que él afirma que ventajas
miento de relaciones sexuales o la tolerancia de actos sexuales»^'''*, en el delito de cohecho pueden ser las ventajas materiales y las
inmateriales. Pone el ejemplo BAUCHROWITZ de las prestaciones
Como crítica fundamental a la doctrina mayoritaria podría aducirse sexuales. Acepta este autor que las prestaciones sexuales constituyen
la falta de definición del concepto «objetivamente mensurable». No
ventajas típicas de los delitos de cohecho. En principio, reconoce
puede considerarse sin más como sinónimo de económicamente
BAUCHROWITZ que no parece que dichas prestaciones tengan un
valuable, puesto que ello significaría reducir toda ventaja a ventajas
valor objetivo ya que se t r a t a de relaciones pertenecientes a la esfera
materiales en último término.
privada del sujeto de m a n e r a que no parecen tener un valor objetiva-
Quizás debería interpretarse como aquella situación que desde el mente mensurable. Sin embargo, continúa, desde antiguo y en todas
punto de vista del hombre medio ideal se reciba como una mejora real las culturas de la tierra el fenómeno de las prestaciones sexuales se
en cualquier ámbito de su vida: económico, jurídico o personal sin que
considera como posible objeto de compra y venta. Por tanto se trata de
sea necesario que se produzca una traducción económica.
un comportamiento comercializable y medible en dinero. En el caso de
Especialmente importante, por su singularidad, es la opinión de la prostitución no hay problema, puesto que el precio viene fijado. La
BAUCHROWITZ^'''''. Según este autor, es preciso definir el concepto ventaja en este caso se presenta como una ventaja material, por lo que
de «mensurabilidad objetiva», acogido por la mayoría de la doctrina, considerar aquí la problemática de la ventaja inmaterial es innecesa-'
como criterio delimitador de las ventajas.
rio. En el caso de que por parte de un funcionario se exige a u n a mujer
Será ventaja típica sólo aquella mejora que contenga u n contenido u n a prestación sexual a cambio de un acto oficial irregular también
objetivamente mensurable, es decir, evaluable en dinero y por tanto estamos, según este autor, ante una donación objetivamente mensu-
valorable en el mercado. En los demás casos, como en aquéllos que no rable de la que es posible u n a evaluación de mercado. El funcionario,
se produce una mejora económicamente valuable, sino simplemente a diferencia del caso de la prostituta, no recibe una ventaja material
la satisfacción de la ambición o vanidad del funcionario (condecoracio- directa, (recibir gratis los favores sexuales de u n a prostituta a cambio
nes, reconocimientos públicos, etc.) podremos decir que el funcionario de u n determinado acto oficial), pero existe también aquí una ventaja
actúa bajo el influjo de una motivación indeseable, pero tal motivación que aunque no es en dinero sí que es objetivamente mensurable según
que puede ser imparcial o irregular, resultará irrelevante como criterios de mercado porque se trata de comercializar lo que es
concepto de ventaja típica, ya que en realidad no constituye una marca comercializable, es el comercio de los sentimientos. Todos los casos de
típica objetiva de «ventaja», sino que forma parte de u n a indeseable prestaciones sexuales que se encuentren en una relación de equiva-
intención. El extender el concepto de ventaja a dichas intenciones lencia, en el sentido de que exista un acuerdo injusto entre el dador y
supone una interpretación extensiva que choca con el principio de el tomador, constituyen, según este autor, ventajas que directa o
determinación de los tipos penales recogido en el art. 103 ap. 2 G.G.^**'. indirectamente son valorables en dinero y por tanto son incluibles en
M, •;('.'; el concepto de ventaja material de los delitos de cohecho, ya que las
prestaciones sexuales pueden tener un valor económico propio^*''.
2« EN el mismo sentido BGHSt 1,182; BGHSt 15,352; BGHSt 16,40; BGHSt 30,46.
244 JESCHECK, LK, 10°, 1988, § 331, nm. 7 ss.
2« BAUCHROWITZ, Voríe¿/s6e^r¿gf/; 1988, 100 ss.
246 .,; • .i ,• C r ' •: > 'i -
BAUCHROWITZ, Vorteilsbegriff, 1988, 154 s.
:\ BAUCHOWITZ, Vorteilsbegriff, 1988, 140 ss.
320 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 321

Personalmente creo que la interpretación de BAUCHROWITZ i MI


En contra de esta línea doctrinal se alzan algunas voces, especial-
contradictoria y poco práctica. Por un lado dice que se t r a t a de valonu
mente voces antiguas, que se concretan en dos direcciones distintas.
según los criterios de mercado lo que de por sí, desde mi punto de visin,
Por un lado, algunos autores entienden que si la corrupción es la
esincomercializable, como son los sentimientos. Por otro lado, no eren
como insinúa este autor que sea equiparable a la hora de valora r riiinpraventa del acto oficial, la retribución debe consistir en dinero o
económicamente la ventaja, exigir a u n a prostituta los favores sexuiv III otra utilidad patrimonial. Así, KOSTORIS entiende que el término
les gratis a cambio de u n acto oficial que a otra mujer que no se ded icii -utilidad» debe ser interpretado como provecho, ventaja desde el
a ese oficio. punto de vista de determinados fines. La locución, según este autor,
debe interpretarse según la conexión de la palabra que la componga
V la colocación sistemática del Ordenamiento. Desde tal perspectiva,
4. Postura de la doctrina italiana manifiesta el autor que en los arts. 317 ss. la alternativa de utilidad
respecto al dinero o a diversas ventajas inmediatamente reconducibles
La postura de la doctrina italiana es, si cabe, aún más unánime que
la de la doctrina alemana en este aspecto. ,1 términos económicos se indica por la utilización del vocablo «otra»,
1 iue en sentido común del léxico expresaría una categoría homogénea
EL CPI, en sus arts. 317 ss., que regulan los delitos de concusión
y cohecho, se refiere como medios de corrupción al «dinero u otr.i oafín^'^^
utilidad». Responde PAGLIARO que el que la ley hable de «otra utilidad»
además del dinero, significa sólo que también el dinero es u n a
La doctrina mayoritaria entiende, por un lado, que no existe
utilidad, pero no que esa «otra utilidad» deba tener carácter patrimo-
motivo para adoptar una noción de utilidad más estricta de aquélla
lúaP^^.
que el mismo término designa. Utilidad será todo aquello que satisfa-
Por otro lado, es propugnada la tesis consistente en que debido a los
ce una necesidad h u m a n a . El que algo sea útil o no dependerá de las
(uies de la corrupción, se debe tener en consideración únicamente la
relaciones que se instauran entre el hombre y el mundo exterior, de
utilidad derivada de los objetos y no de aquella utilidad derivada de
modo que el mismo objeto puede ser útil en determinadas circunstan-
un hacer o de un no hacer^''"''.
cias y ser inútil en otras. Puede existir también una utilidad mediata,
en el sentido de que un bien o un servicio puede llevar a obtener otro «Es verdad», contesta PAGLIARO, «que en los tipos de corrupción
bien o servicio que sea capaz de satisfacer una necesidad humana^**. la utilidad debe ser transferible, dados los verbos que describen la
Por otro lado, es preciso recoger aquellas ventajas inmateriales para conducta típica "recibir o aceptar", pero ello no debe entenderse en el
evitar que el funcionario público obtenga prestaciones no patrimonia- sentido de que aquella cosa deba transportarse de un sujeto a otro. Es
les pero siempre útiles. En este sentido, utilidad será aquella presta- suficiente y necesario que la conducta sea idónea para abastecer una
ción idónea para satisfacer una necesidad h u m a n a que no sea utilidad, es decir, que pueda satisfacerse con ella la necesidad de otro
exageradamente exigua, ya que no hay delito sin ofensa al interés sujeto. Esta utilidad puede ser abastecida tanto con la entrega
protegido y la ofensa mínima equivale a la falta de ofensa^'*'^ Esta material de u n a cosa, como dejando disfrutar u n a idea u ofreciendo
corriente doctrinal se fundamenta en el principio hermenéutico que prestaciones de cualquier naturaleza, activa u omisiva, que sean
dice: «donde la ley no distingue, nosotros no debemos distinguir»^^^. suficientes para satisfacer a otro sujeto»'"'''"*.

utilidad se indica en el artículo 317 sin ninguna especificación, como alternativa al


218 PAGLIARO, Prác¿j3¿, 5", 1992, 169. - dinero».
2*9 SEGRETO/DE LUGA, / de/¿«¿, 1991, 240 s. •^'1 KOSTORIS, Arc/i¿(;¿operaa¿e 1976, 144.
260 En este sentido también: ANTOLISEI, Parte speciale, 10° 1991, 312 s., añadiendo ^=2 PAGLIARO, Principi, 5°, 1992, 170; similar ya, LEVI, Trattato, 1935, 250 ss.
a favor de esta tesis el hecho de que cuando el legislador se ha querido referir a ^=3 SALTELLI,A;ina/¿ 1939,529.
ventajas exclusivamente patrimoniales lo ha hecho expresamente, por ejemplo en 254 PAGLIARO, Principi, 5°, 1992, 170. A modo de ejemplo, según este autor, consti-
. el delito de malversación (peculato) el legislador hace referencia a «dinero u otra tuye utilidad: el aplazamiento de un pago, el perdón de un crédito, el uso gratuito
cosa mueble».; CRESPI/ZUCCALÁ/STELLA, Commentario, 2^ 1992, 582: «la de una habitación, la concesión de un empleo, la promoción en el trabajo, la
prestación de una obra, los ofrecimientos de relaciones sexuales, entre otras.
322 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 323

Por tanto, según la opinión mayoritaria italiana, la valoración cu En segundo lugar, el fundamento de la penalización de estas
términos patrimoniales no es u n requisito del concepto de utilidiid ccmductas se encuentra en el carácter negativo que la codicia tiene en
Por ello, cabrá apreciar t a n t o retribuciones m a t e r i a l e s CDIIH. aquellas personas dedicadas a la cosa pública. Codicia, según el
inmateriales como posibles medios de corrupción. Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es en una primera
acepción: «el ansia y el deseo inmoderado de riquezas». El segundo
5. Toma de postura significado es: «el deseo ardiente de goces o cosas buenas».
Por último, en tercer lugar, tanto en las Partidas como en la
La toma de postura que se h a adoptado viene determinada mi Novísima Recopilación se establece una pena pecuniaria en función de
virtud de tres criterios: criterio histórico, gramatical-hteral y teleolñ la cuantía de lo recibido o prometido, es decir de carácter proporcional.
En la etapa de la codificación se sigue observando esta tendencia
a interpretar los medios de soborno como medios de carácter material.
a. Criterio histórico " En el Código penal de 1822 el Título VI lleva de rúbrica «de los delitos
y las culpas de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus cargos» y
El dehto de cohecho h a venido regulándose en nuestros Códiguii el capítulo II se encarga «délos sobornos, cohechos y regalos que se hagan
penales desde 1822 e incluso antes, porque ya las Partidas y lii a los que ejercen algún empleo o cargo público» (arts. 454-462). La
Novísima Recopilación recogían el delito de cohecho.
especialidad en el tema que nos ocupa viene establecida en el artículo 89
Las Partidas establecían: «Si el juzgador diere juicio torticero pm que establece una multa proporcional común al sobornador y al sobor-
alguna cosa que le hayan dado, ó prometido es tonudo de pechar al nado que cometan un delito, así como el comiso del soborno o el regalo^''''.
rey tres tanto de quanto recibió ó de lo que le prometieran...... «E si tal Este artículo era una cláusula general para todo tipo de delitos. Podría
juizio como este (en pleito de justicia) oviesse dado porprecio deve si'i parecer dudosa su aplicación cuando el delito fuera cometido por
desterrado para siempre é todos sus bienes tomados para la cámar;i funcionario y encajase su conducta en uno de los tipos de cohecho, ya que
del rey....»^'^'^. la conducta del funcionario se penalizaría expresamente en el capítulo
La Novísima Recopilación por su parte fundamentaba el delito de II del título II de a parte II. No obstante, en los arts. 454 ss. CP 1822 no
cohecho de la siguiente manera: «Por que la cobdicia ciega á lim se establecía la pena de multa en ningún supuesto, por lo que se podía
corazones de algiinos jueces, y de la torpe ganancia deben huir Ion pensar que la voluntad del legislador fue remitirse a la cláusula general
buenos jueces. Es muy fea la cobdicia, mayormente en aquellos qvic del artículo 89 para la determinación de la pena de multa correspondien-
gobiernan la cosa pública; por ende ordenamos... no sean osados y no te. Esta teoría se acentúa en el artículo 459 C P . al indicar que el regalo
tomen por sí ni por otros, dones algunos de ninguna o algunas se considerará soborno a efectos de la pena pecuniaria. Además el art.
personas, de cualquier estado ó condición que sean, de los que ant(> 89 CP 1822 hablaba de cohecho y establecía que la multa se impondría
ellos habieren de venir o vinieren a pleyto, agora sean los dones oro, «sin perjuicio de las demás que prescriba la ley».
plata, dineros, paños, vestidos, ni otros bienes ni cosas algunas... y
finque en nuestro alvedrío de les dar pena por ello, según la cuantía
que tomaron y Uevaron»^*^^. ^ " Art. 89 CP 1822: «En todo delito cometido por soborno, cohecho o regalo, y en
Esta regulación anterior a la codificación hace referencia a los cualquiera que intervenga alguna de estas cosas, se impondrá'al sobornador y al
medios de corromper a los jueces como medios de naturaleza material. sobornado de mancomún una multa equivalente al tres tanto de lo dado ó prome-
En las Partidas se hace referencia a «cosas» y en la Novísima tido, sin perjuicio de las demás que prescriba la ley. Lo dado en soborno ó regalo no
se restituirá nunca al sobornador, sino que se aplicará también su importe como
Recopilación se nombran una serie de medios todos ellos de carácter multa. Si lo prometido en soborno no consistiere en cantidad u otra dádiva
material. determinada, sino en ofrecimiento de alguna colocación ó en otras esperanzas de
mejor fortuna, graduarán los jueces de hecho prudencialmente la utilidad ó
rendimiento que en tres años produciría lo prometido si se hubiera realizado; y el
256 Ley 24 y Ley 25, tít. 22, P.III; importe de lo que gradúen como suma de estos tres años será el que deba triplicarse
256 Novísima Recopilación, Ley 7, tít. 1°, Libro XL como multa».
;• • üí i««f «fMWftt*twtt*fffwi*Himt t*f •tmwtwíi" «"Hwt !nTHTT>* tm*iit*tt»t«íttt«m*it**tf tttí'

324
]NI';,S()I,AI/,()I,A NOdAl.KS

: • La peculiaridad del art. 89 CP 1822 consiste en que perin ite (\¡\%f


111
EL DELITO DE COHECHO 325
il
dádiva, ya que la única consecuencia en ese caso sería el no poder
la multa no sólo en función de lo dado en soborno o cohecho, iiit|(|
i inponerse la pena de multa por imposibilidad material de establecer
también en función de aquella promesa no consistente en cantítl(l(|iHli!
la relación con la dádiva^''^. GROIZARD consideraba adecuado que se
dádiva determinada. Acepta expresamente la posibilidad de oCrurtn
no una cantidad determinada, sino «una mejor colocación ii HIUIM hubiera establecido la posibilidad de imponer u n a multa equivalente
esperanzas de mejor fortuna». Ahora bien, para fijar la multa el im a lo ofrecido o prometido^*''^ Pero no defienden los autores con estas
deberá graduar la utilidad o rendimiento que en tres añosprodiirii ^ afirmaciones la posibilidad de aceptar ventajas de carácter inmate-
lo prometido si se hubiera realizado. Expresamente el art. 89 Cl' 1 M . rial, sino más bien la posibilidad de establecer una cláusula similar a
viene a establecer la necesidad de que lo dado o prometido la del artículo 89 CP 1822.
evaluable objetivamente, en el sentido de que se produzca una nicjn El CP 1928 (ciertamente el más ajeno en sus líneas generales a la
económica para el empleado público o al menos que haya una CXIMI' tradición de nuestros Códigos) es quizás el que más claramente opta
tativa de ella para poder determinar la cuantía de la multa. por la idea de entender los medios de soborno de carácter exclusiva-
El CP 1848 introduce una terminología similar a la actuahunuli mente material. El delito de cohecho se regula en el libro II, título V,
vigente al establecer en la regulación del delito de cohecho, regiilniti capítulo X, arts. 468-479. Se entiende el delito de cohecho por los
en el libro 11, título VIII, capítulo XIII, arts. 305-308, como medioH ili autores de la época como un delito que afecta más que otros delitos
soborno la dádiva, la promesa y el regalo. La multa sigue sicüidn cometidos por funcionarios públicos al honor, al prestigio y a la
proporcional «de la mitad al tanto de la dádiva ó promesa aceptada ••'•"'' moralidad de los que tienen a su cuidado intereses generales. Se ve el
Por la doctrina de la época se justifica la existencia del delito dn delito de cohecho como la prevaricación mediante precio, recompensa
cohecho en la necesidad de honradez que deben mostrar los emplead (ii i o promesa^*'*.
respecto a la sociedad, que no pueden utilizar su cargo público piuíi
La principal especialidad de este CP radica en la mención que el
enriquecerse^'""-'.
artículo 472 realiza a las dádivas o regalos con «valor intrínseco
El CP 1870 regula el delito de cohecho en su libro II, título VJI, realizable»^"''. Recoge por tanto, expresamente el código, la necesidad
capítulo XI, arts. 396-404. Según GROIZARD, «el cohecho partici|iii de que las dádivas sean bienes materiales evaluables.
de la repulsión que inspiran los delitos contra la propiedad y de la El CP 1932 regula el delito de cohecho en el libro II, título VIH,
indignación que engendran los delitos de traición. Aplauso merece el capítulo IX, arts. 390-398. La regulación es idéntica a la del CP 1870.
código que castiga con rigor a los que sin probidad ni conciencia Se eliminan todas las innovaciones procedentes del CP 1928.
convierten en infame tráfico el mandato recibido del poder social pan» En el CP 1944 se regula el delito de cohecho en el libro II, título VII,
aplicar rectamente las leyes y administrar justicia, proteger todos Ion capítulo IX, arts. 385-393. La redacción es igual a la actualmente
derechos y gobernar al Estado»^''°. La multa que se establece es de vigente en lo que se refiere a los medios de soborno que serán la dádiva,
carácter proporcionaP«', Según ÁLVAREZ CID/ÁLVAREZ CID, sería presente, ofrecimiento y promesa, así como la pena de multa que será
indiferente que no pudiera determinarse la clase y cuantía de la de carácter proporcional. Por primera vez se discute en la doctrina
respecto a la naturaleza de la dádiva, presente, ofrecimiento y prome-
sa, sobre la necesidad de que tengan valor material. Existe unaniíni-
^^^ Art. 305 CP 1848: «El empleado público que por dádiva o promesa cometiere algún» dad al entender la dádiva... como aquélla retribución no debida al
de los delitos expresados en los capítulos precedentes de este título, además de hiii
penas en ellos designadas, incurrirá en las de inhabilitación absoluta perpetua y
funcionario. Pero, según JASO ROLDAN, dicha retribución no preci-
multa de la mitad al tanto de la dádiva o promesa aceptada»,
25^ PACHECO, CPU, 1848,497 ss. «si un juez o un empleado público de cualquier clase, 2«2 260. J, ÁLVAREZ CID/T, ÁLVAREZ CID, CPU, 1908, 138.
que cede a intenciones malévolas ciertamente es un criminal, el que cede al soborno 263 GROIZARD Y GÓIVIEZ DE LA SERNA, CP/V, 2°, 1912, 286. ; • , ' )'
es además de criminal, infame ante la conciencia pública», 2*=^ JARAMILLO GARCÍA, CP 11, 1929, 159,
^e» GROIZARD Y GÓMEZ DE LA SERNA, CP IV, 2», 1912, 252, ^''^ Art. 472 CP 1928: «El funcionario que en consideración a su oficio admitiese dádivas
2''' Los artículos que regulan el delito de cohecho establecen multas que van desde el o regalos cuyo valor intrínseco realizable desvirtúe el carácter de ofrenda honorífica
tanto al duplo hasta del tanto al triplo de la dádiva. a sus ser^dcios de índole general, será castigado con la pena de inhabilitación
especial de dos a cuatro años».
326 INÉS OJ.AIZ( )l,A N( X lAI,KS
EL DELITO DE COHECHO 327
sa necesariamente tener un valor patrimonial, pudiendo consistí r, («íf
ejemplo, en el ofrecimiento de entrega por parte de la mujer solici t;i n ilefendible una concepción objetivo-material. Es decir, se aceptan
como medios de corrupción aquellos bienes que desde una punto de
La mayoría de los autores entendían que los términos dádivii )• vista objetivo tienen valor de mercado, esto es, son valorables en
presente aludían únicamente a bienes materiales con valor intrínsecu lunero.
y que corrupciones de otro género en forma de seducciones, ascenMim Por su parte, el CP de 1944, en sus arts. 385 hacía referencia a
o menciones honoríficas constituirían inducciones a la comisión de IOH «dádivas presentes, ofrecimientos o promesas», por lo que será aplica-
actos delictivos o injustos de que se tratase^''''. ble a él lo que se diga referente al CP actual.
Los posteriores Proyectos de Código penal, así como la PACP lí)H,'!
no establecen diferencias signiñcativas respecto al CP 1944/197.1 /). Criterio gramatical-literal
Quizás la diferencia más importante viene establecida en el PCP 19.S{)
al variar la pena de multa y no fijarla en función de la dádiva o d El Código penal establece como medios de corrupción la dádiva, el
presente, sino establecer una cuantía fija. [presente, el ofrecimiento y la promesa. El DRALE define la dádiva
Se constata, después de este breve repaso por la histoi'ia de lii¡.; como «cualquier cosa que se da graciosamente, que se regala». El
Códigos españoles, que la regulación del delito de cohecho h a variado dadivado será el sobornado, comprado, cohechado. El «presente» es «el
poco a lo largo del tiempo. El delito de cohecho se ha interpretado don o regalo que una persona hace a otra». Desde su definición estos
tradicionalmente como una retribución indebida pagada al función; i términos parecen indicar que se trata de objetos materiales y podemos
rio por un acto realizado en el ejercicio de su cargo constitutivo de considerar que las expresiones dádiva y presente como sinónimas. Es
delito, acto injusto o acto justo; o bien, por la no realización (omisiój)) diferente en este sentido la regulación alemana y la italiana. Los §§
de un acto al que el funcionario estaba obligado. 331 ss. StGB nombran como medio de corrupción únicamente la
Tanto por parte del propio legislador como por parte d é l a inmensa ventaja (Vorteil). El CPI en sus arts. 317 ss. hace referencia como
mayoría de la doctrina se defiende el carácter material de los medios medios de corrupción al dinero u otra utilidad.
a utilizar en el soborno^*'*'. Ya en las Partidas y en la Novísimii El DRALE define ventaja como: «La superioridad o mejoría de u n a
Recopilación se hace referencia exclusivamente a «cosas, oro, plata... persona o cosa respecto de otra. La excelencia o condición favorable
etc». En el CP 1822 el art. 89 al establecer la pena de multa da poi' que una persona o cosa tiene» y utilidad como: «Provecho, convenien-
supuesto que los medios de cohecho son siempre valorables en dinero. cia, interés o fruto que se saca de una cosa». Por tanto en este sentido
Es interesante este artículo ya que permite defender desde una no se pueden aplicar los criterios extensivos defendidos por la mayoría
perspectiva histórica que no sólo es el dinero el medio para corromper de la doctrina alemana e italiana, a la hora de interpretar los posibles
sino otras clases de ofrecimientos («colocación u otras esperanzas de medios de corrupción, a la regulación española donde los términos
mejor fortuna») cuya utilidad o rendimiento deberá ser valorada por típicos utilizados son mucho más concretos. El entender que en la
los jueces. El CP 1928 hace referencia a bienes de «valor intrínseco regxilación del delito de cohecho en el CP español cabe cualquier tipo
realiz;able». Se puede concluir, que desde u n a perspectiva histórica es de mejora material o inmaterial o cualquier tipo de satisfacción de una
necesidad h u m a n a constituiría una interpretación extensiva de los
tipos penales contraria a los principios básicos del Derecho penal.
266 JASO ROLDAN, PE 11, 1949, 214. F u n d a m e n t a su argumento en la STS de 9-11- Puede considerarse criticable esta redacción del CP español en el
1888, que establece que en caso de no poder precisar el valor déla dádiva no se podrá sentido de entender que u n a determinada ventaja inmaterial puede
determinar el importe de la multa pero sí de las demás penas. Entiende el autor que
motivar de la misma forma o incluso más intensamente a un funcio-
267 el razonamiento es aplicable al caso de que la dádiva... no tenga valor patrimonial.
268 Por muchos, QUINTANO RIPOLLÉS, Comentarios 11, 1946, 213.
nario a realizar u n determinado acto, este punto se verá más detalla-
Se definía el delito de cohecho como una prevaricación por precio, recompensa o damente cuando se analice el criterio teleológico, pero no parece de
promesa». JARAIVIILLO GARCÍA, CPU, 1929, 159; Se dice que el delito de cohecho recibo que en virtud de esta crítica se haga u n a interpretación
participa de la repulsión que inspiran los delitos contra la propiedad, GROIZARD
Y GÓMEZ DE LA SERNA, CP IV, 2\ 1912, 252. extensiva del tipo. En todo caso podría proponerse, si parece adecua-
do, de lege ferenda, un cambio en la redacción típica.
328 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 329

Respecto a los otros dos medios, «ofrecimiento o promesa», se I ni precisamente habla de «beneficio económico» perseguido u obtenido y
discutido si se refieren a la dádiva o al presente. Es decir, si se traln la multa será proporcional a tal beneficio. Es cierto que podría decirse
de los mismos conceptos en un momento anterior. Por la redacción de
los artículos se puede entender que sí. E n primer lugar porque no hay
que en el delito de cohecho si se hubiera querido hablar de beneficio
económico se habría dicho expresamente, precisamente igual que se 11
ninguna especificación ulterior que haga pensar que se refiera a aljío dice en los delitos de tráfico de influencias, pero creo que dicha
distinto a la dádiva o al presente. Yporque, como opina, RODRÍGUEZ interpretación es forzada^""'. Esta es otra diferencia, que desde el
DEVESA: «cuando el goce transitorio de los sentidos no se prometí' punto de vista literal se puede ver respecto a la regulación alemana o
sino que se verifica en el acto, se produciría el absurdo de castigar lo italiana, ya que ninguna de estas dos regulaciones establece una
menos (prometer) y dejar impune lo m á s (entregar)^^^''. Al margen (ic multa de carácter proporcional. Parece que el legislador español
que normalmente estos comportamientos suelen venir precedidos de presume que la dádiva, presente, ofrecimiento o promesa van a ser
un previo ofrecimiento, por lo que en el momento de la entrega estarí;i económicamente valuables en tanto en cuanto que la pena de multa
ya consumado por el previo ofrecimiento, no tiene demasiado sentido la establece proporcional al valor de la dádiva.
el que en algún caso pudiera suceder (sería un caso extraño pero no po c
ello imposible), que se produjera la entrega sin previo ofrecimiento y
c. Criterio teleológico
dicha entrega fuera impune.
Otro punto a t r a t a r dentro de este apartado es el tema de la pena El delito de cohecho, conforme al bien jurídico que he estimado
de multa, Efectivamente, no se t r a t a de u n elemento típico, pero sí que protegido^''^ supone un ataque a las condiciones de funcionamiento
puede dar algunas pistas para interpretar la voluntad del legislador. básicas para la vigencia e indemnidad de la Administración pública.
La multa se establece en todos los artículos que regulan el delito de Se puede defender junto con LOOS^''^ que existen dos condiciones
cohecho con carácter proporcional a la dádiva. En el CP 1944, a partir básicas de funcionamiento:
de la reforma 9/1991, de 22 de marzo también se establece el carácter La actividad de los funcionarios conforme a criterios de objetividad
proporcional de la multa para el cohecho pasivo impropio (art. 390 CP e imparcialidad.
1944). En el CP 1995, vigente, todas las multas son de carácter La confianza del público en la imparcialidad y correcto funciona-
proporcional salvo la que establece el art. 426, cohecho pasivo impro- miento de la Administración pública porque sin un mínimo de «doci-
pio tradicional, que impone pena de multa de tres a seis meses, pero lidad» del ciudadano, se derrumbaría la Administración.
que, siguiendo la dinámica general del delito de cohecho, lo lógico es Este bien jurídico parece que puede ser puesto en pehgro tanto con
que al imponerla, el juez tenga en cuenta, además de la capacidad una contraprestación de carácter material como con una prestación de
económica del sujeto, la cuantía de la dádiva o del regalo, que será carácter inmaterial, por ejemplo la solicitud o el ofrecimiento o
indicativa de la gravedad del hecho, y que es otro criterio que tendrá promesa de una prestación sexual. Sin embargo, se ha comprobado en
que tener en cuenta el juez. Sin embargo, es importante tener en virtud de los dos criterios anteriores que históricamente el delito de
cuenta que el CP 1995 ha establecido como norma general del sistema cohecho se h a entendido como la aceptación por parte del funcionario
de multas el sistema días-multa, salvo escasas excepciones, entre las de un precio, de un beneficio económico a cambio de su actuación. Y
que se encuentra el delito de cohecho, salvo el art. 426, lo que refuerza que la formulación de la regulación española no permite encajar
el argumento del carácter material de la dádiva. Y también se prestaciones de carácter inmaterial. Por ello, aunque desde el punto
encuentra el delito de tráfico de influencias (arts. 428 ss. CP), que de vista del bien jurídico protegido nada impediría aceptar que la

Desde luego, aunque se acepte el carácter exclusivamente patrimonial o económico


269 RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952,361 ss. En este sentido, por muchos, CASAS de la dádiva, la multa proporcional sigue planteando el problema de su determina-
BARQUERO, DJ1978, 890; CÓRDOBA RODA, Homenaje Pérez Vitoria 1,1983, 78 ción cuando no conste la cuantía de la dádiva, problema que se acentúa en el CP
ss. DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995 1089; MUÑOZ CONDE, PE i r 1995.
1996,863; DÍAZ YGARCÍACONLLEDO/OLAIZOLANOGALES,A«d¿tonaP'ú6/i- 271 Vid. capítulo I, sección tercera, I, C, 4.
ca 6, 1996, 43. 272 LOOS, Fs-Welzel, 1974, 881 ss.
__3

330
INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 331
prestación pudiera tener carácter inmaterial, se puede concluir ()i,iii
no toda motivación que lleva al funcionario a ser imparcial o falto dt- [)enales ya existentes como los que regulan el delito de cohecho,
objetividad va a cumplir el delito de cohecho, sino sólo cuando esa í'aU .i inducción a la prevaricación, malversación de caudales públicos,
de objetividad o de imparcialidad tenga como causa la mezcla do fraudes y exacciones ilegales, negociaciones prohibidas a los funciona-
intereses privados que supongan para él u n a mejora económicn rios, anticipación, prolongación y abandono de funciones públicas,
directa o indirecta. usurpación de atribuciones y nombramientos ilegales, desobediencia
Se justifica esta idea además, en virtud de criterios de merecimicn y denegación de auxilio, violación de secretos o el ejercicio de profesión
toynecesidad de pena. Estamos ante un bien jurídico instrumental .y por autoridad o funcionario relacionada con la esfera de sus atribucio-
por tanto será preciso valorar qué conductas recogen un desvalor cl(i
hecho suficiente para poner en peligro el bien jurídico protegido. A pesar de las críticas, y respecto al punto que se está analizando,
Sociológicamente se constata la vulnerabilidad de la Administración la conducta típica de los arts. 428 y 429 CP 1995 (al igual que la que
a beneficios económicos. Se constata ex-ante que es un medio peligro.so establecían los arts. 404 bis a), 404 bis b) CP de 1944) consiste en
por la facilidad de contagio, por su efecto espiral que puede terminar influir prevaliéndose^''''. Por tanto no es suficiente la simple influencia
con la confianza del ciudadano en la Administración que comprueb.i sino que es necesario la existencia de un prevalimiento. Influir
que es necesario utilizar elementos espurios p a r a obtener una actua- significa «incidir en el proceso motivador que conduce a un funcionario
ción de un funcionario, o bien que u n funcionario puede apartarse dn o autoridad a adoptar u n a decisión en un asunto relativo a su
la legalidad a cambio de u n beneficio económico. cargo»^''''. El prevalimiento se deriva, en el artículo 428 de la relación
Con el delito de cohecho se t r a t a de evitar que la Administración jerárquica del autor respecto al influido, del propio cargo o de su
se convierta en un ente público adulterado en cuanto a sus servicios relación personal. E n el art. 429 CP se puede derivar de la relación
a los ciudadanos, de manera que éstos tengan que contar con medios personal que exista entre el que influya y el funcionario o autoridad
que posibiliten sobornar a los funcionarios para obtener sus legítimos sobre el que se ejerce la influencia^'''. : • • '••
derechos. Que los ciudadanos no encuentren en la Administración su
garante de derechos, sino que esté al servicio del que tenga más podei'.
2 " Por ej., CABELLO MOHEDANO, El nuevo Código Penal, 1992, 61 ss.; MUÑOZ
Se puede concluir por tanto, que los medios de corrupción en el CONDE, PE, 11", 1996, 881 ss.;
delito de cohecho serán aquellas prestaciones de carácter material, es 2'* Art. 428 CP: «El funcionario pública que influyere en otro funcionario público o
decir valorables económicamente, con valor de mercado. Se excluyen autoridad prevaliéndose del ejei'cicio de las facultades de su cargo o de cualquier
aquellas prestaciones que satisfagan la ambición, la vanidad o el otra situación derivada de su relación personal o jerárquica con éste o con otro
placer personal del funcionario sin que le reporten un beneficio funcionario o autoridad para conseguir una resolución que le pueda generar directa
o indirectamente un beneficio económico para sí o para un tercero, incurrirá en las
económico objetivamente mensurable. penas de prisión de seis meses a un año, multa del tanto al duplo del beneficio
Algunas de las posibles lagunas que pudieran quedar al no aceptar perseguido u obtenido, e inhabilitación especial para empleo o cargo público, por
tiempo de tres a seis años. Si obtuviere el beneficio perseguido se impondrán las
las ventajas inmateriales como posibles ventajas típicas pueden penas en su mitad superior». Art. 429 CP: «El particular que influyere en un
colmarse a través de otros tipos penales que se analizan brevemente funcionario o autoridad prevaliéndose de cualquier situación derivada de su
a continuación, añadiéndose por tanto un argumento sistemático. relación personal con éste o con otro funcionario público o autoridad para conseguir
Preceptos penales como los arts. 443 y 444 CP, que castiga al una resolución que le pueda generar, directa o indirectamente, un beneficio
económico para sí o p a r a un tercero, será castigado con las penas de prisión de seis
funcionario que solicite sexualmente a otra persona, así como los meses a un año, y multa del tanto al duplo del beneficio perseguido u obtenido. Si
preceptos que regulan el tráfico de influencias, especialmente los arts. obtuviere el beneficio perseguido se impondrán las penas en su mitad superior». No
428 y 429 CP pueden servir p a r a colmar dichas lagunas. hago referencia al art. 430 CP, porque la conducta que este precepto recoge es
El tráfico de influencias se introdujo en el CP de 1944 a través de completamente diferente y no afecta al tema que se está tratando.
2'5 Por todos, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Audiíorfa Públi-
la reforma operada por LO núm. 9/1991, de 22 de marzo. Fue una ca 6, 1996, 46; en sentido similar, STS 24-6-1994 (A 5031); SAB 28-7-1995.
reforma muy criticada por entender la mayoría de la doctrina que las 2"5 CABELLO U0REDA:<Í0, El nuevo Código Penal, 1992, 63 ss.; GARCÍA VALDÉS,
conductas tipificadas en estos artículos podían incluirse en preceptos Temas, 1992, 294 ss.; GARCÍAS PLANAS, PJ 29, 1993, 29.; SUÁREZ MONTES,
Homenaje-DelRosal, 1993,1087 ss.; MORILLAS CUEVA/PORTILLACONTRERAS,
332 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 333

A su vez se reconoce unánimemente que la diferencia entre el deli lo Sin embargo el delito de tráfico de influencias no recoge aquellas
de cohecho y el delito de tráfico de influencias está en que cuando el i-onductas en las que la iniciativa parte del funcionario público, es
prevalimiento se realizase a través de u n a contraprestación econóini decir aquéllas en las que es el funcionario quien solicita prestaciones
ca se cumpliría el delito de cohecho. Cuando no se pudiera probaí' el inmateriales. Estos supuestos quedarían sin poderse castigar confor-
ofrecimiento de u n a contraprestación económica, pero sí la influencin me al delito de tráfico de influencias.
y el prevalimiento, la conducta encajaría en un delito de tráfico iln Es preciso tener en cuenta en este punto los artículos 443 y 444
influencias^'^''. Por tanto, se puede entender que el prevalimiento no Hi > (]p282 (jgj Código penal que regulan las limitaciones de la libertad
entiende sólo en el sentido de intimidación, sino como cualquier foriiiii sexual. En estos preceptos se establece como conducta típica la
de valerse de u n a cosa, utilizarla y servirse de ella. En este sentido v\ solicitud por parte de funcionario de prestaciones sexuales a u n a
prevalimiento puede interpretarse como el abuso de autoridad ciur [jersona que se encuentre en las específicas circunstancias estableci-
deriva de determinadas situaciones y que incide en la libertad de das en los tipos^*'. A pesar de que estos tipos exigen una serie de
decisión del otro^™. Según QUINTANO RIPOLLÉS, la agravante da requisitos para su cumplimiento como son que el funcionario tenga
prevalimiento del artículo 10,10" CP 1944/1973, que se correspond(v pretensiones pendientes de resolución, deba evacuar un informe o
ría exactamente con la establecida en el art. 22,7" CP 1995, consiste elevar consulta a un superior respecto a la persona a la que le solicita
en el ejercicio abusivo de la superioridad que la condición de funciona- sexualmente o respecto a alguna de las personas recogidas en el tipo
rio confiere, así como el abuso de confianza que el carácter público (art. 443 CP), o bien que se trate de un funcionario de prisiones que
confíere^'^''. Respecto al delito de tráfico de influencias se puede defíni r solicita sexualmente a una persona que tiene bajo su guarda o a uno
el p r e v a l i m i e n t o , s e g ú n M O R I L L A S C U E V A / P O R T I L L A de los parientes nombrados en el artículo 444 CP, la diferencia
CONTRERAS, como «la utilización, por parte de una persona de un.i fundamental que la doctrina observa entre estos tipos y los preceptos
determinada situación de poder, que puede derivar tanto del cargo que regulan el delito de cohecho es precisamente que en este último el
como de cualquier otra circunstancia personal, como mero instrumen- funcionario solicita prestaciones de carácter material y en los precep-
to que permite, con mayor facilidad, el condicionamiento de la decisión tos 443 y 444 CP las prestaciones solicitadas son de carácter sexuaP®*.
que, en el marco de la gestión pública, debe adoptar un funcionario»^''"' Se trata, al igual que el delito de cohecho de u n delito de peligro que
No se producen en este delito los obstáculos gramaticales que se veíaii se consuma con la mera solicitud del funcionario. Sin embargo, y a
en el delito de cohecho porque se admite expresamente la posibilidad
de influir sobre un funcionario o autoridad prevaliéndose de la
relación jerárquica, de su cargo o de la relación personal, por lo que se
podrían incluir en este delito aquellas conductas que consistan en 282 Art. 443 CP: «Será castigado con la pena de prisión de uno a dos años e inhabilitación
absoluta por tiempo de seis a doce años, la autoridad o funcionario público que
ofrecer al funcionario o a la autoridad determinadas prestaciones que solicitare sexualmente a una persona que, para sí misma o para su cónyuge u otra
satisfagan su ambición, su vanidad, o su placer personal, siempre que persona con la que se halle ligado de forma estable por análoga relación de
se compruebe que dichos ofrecimientos influyen en el proceso motivador afectividad, ascendiente, descendiente, hermano por naturaleza, por adopción, o
del funcionario^^^ afín en los mismos grados, tenga pretensiones pendientes de la resolución de aquél
o acerca de las cuales deba evacuar informe o elevar consulta a su superior». Art.
444 CP: «l.El funcionario de Instituciones Penitenciarias o de centros de protección
en Comentarios a la legislación penal XVI, 1994, 231 ss.; MUÑOZ CONDE,PE, 11", o corrección de menores que solicitare sexualmente a una persona sujeta a su
1996,882; DÍAZ YGARCÍAC0NLLED0/0LAIZ0LAN0GALES,Aí¿Q!¿toríaP£Í6¿¿- guarda, será castigado con la pena de prisión de uno a cuatro años, e inhabilitación
ca 6, 1996, 47.; en el mismo sentido, STS 24-6-1994 (A 5031); SAB 28-7-1995. absoluta por tiempo de seis a doce años. 2. En las mismas penas incurrirán cuando
2" Por todos, GAKCÍAS PLANAS, PJ 29, 1993, 25. la persona solicitada fuera ascendiente, descendiente, hermano, por naturaleza,
278 MORILLAS CUEVA/PORTILLA CONTRERAS, Comentarios a la legislación pe- por adopción, o afines en los mismos grados de persona que tuviera bajo su guarda.
nal XVI, 1994, 232 ss. Incurrirá, asimismo, en estas penas cuando la persona solicitada sea cónyuge de
2'9 QUINTANO RIPOLLÉS, Curso II, 1963, 466. persona que tenga bajo su guarda o se halle ligada a ésta de forma estable por
280 M O R I L L A S C U E V A / P O R T I L L A C O N T R E R A S , Comentarios a la legislación pe- análoga relación de afectividad».
nal XVI, 1994, 232. 283 FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, CPC 5, 1978, 57 ss.; ADP 1981, 488 ss.
281 MUNOZ CONDE, P S , i r , 1996, 881 ss. , , . , . . . 284 O^'VQ-B'E.'KEHGVEU, Comentarios a la legislación penal XTV,VQ\.V, 1992, 175 ss.

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334 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 335

diferencia del delito de cohecho no será punible la conducta de aquel 1; i Según estos autores no es necesario que la dádiva se encuentre en
persona que acepta la solicitud del funcionario. una relación de proporcionalidad respecto al significado y extensión
Posiblemente la exigencia sexual será la prestación objeto de solici • de la actividad administrativa. Sin embargo dentro de este criterio
tud más común después de las ventajas económicas; por eso el CP lo puede hacerse a su vez u n a subdivisión entre aquellos autores que
tipifica expresamente, pero fuera del delito de cohecho y sólo en cason siguen este criterio de forma estricta sin exigir ningún tipo de
especialmente graves de abuso de la posición propia (solicitar) y de quiei i condición, y aquellos que a pesar de considerar irrelevante la cuantía
recibe la solicitud (situación angustiada, con pocas salidas, etc.). de la dádiva entienden que debe ser objetivamente adecuada para
Además, las penas de los arts. 443 y 444 CP son menos graves que motivar al funcionario a actuar.
las de los dos primeros (sobre todo que la del art. 419 CP) delitos du Dentro de los primeros destaca SCHLEMMER; este autor afirma
cohecho propio. Se podría decir que es más grave solicitar sexualmenti^ que para que se cumpla el requisito típico de ventaja no es importante
(afectación al bien jurídico libertad sexual) que dinero, etc. (afectación el volumen de la donación y tampoco si la tal donación es vista por el
al bien jurídico propiedad o patrimonio), pero ello no afecta al razona- funcionario como suficiente ventaja para actuar. Lo único decisivo,
miento en sí, pues, en su caso, si constituye delito el «favor sexual», según este autor, es si la donación en cuestión es apropiada para
habrá concurso de delitos entre el delito contra la libertad sexual de producir u n a mejora, por pequeña que sea, en la posición material o
que se trate y el delito de funcionarios correspondiente. Lo que sí H(! inmaterial del funcionario. Es indiferente por tanto, que tenga capa-
puede concluir concluir de este razonamiento es que el CP h a querido cidad p a r a motivar al funcionario a realizar el acto administrativo^^''.
excluir los ofrecimientos, etc. no patrimoniales del delito de cohecho, Frente a esta postura, la mayoría de la doctrina entiende que la
porque por ej., no tendría sentido que la solicitud de «favores sexuales» dádiva debe ser de suficiente entidad, con cierta capacidad objetiva de
se penara menos gravemente cuando encajara en el art. 443 o 444 CP corromper^*'^. Debe ser capaz de motivar al funcionario a actuar. Debe
(que en principio suponen un abuso de autoridad por parte del por tanto, ser suficiente para tener la función de determinar la
funcionario), que cuando encajaran en el art. 419 o 420 CP. voluntad del funcionario^^^, sin que precise llegar a ser proporcional.

B. Naturaleza cuantitativa de la dádiva


JARAMILLO GARCÍA, CP II, 1929, 162; CUELLO CALÓN, CP II, 1930, 388 s.;
Una vez determinado el carácter cualitativo de la dádiva, presente, LÓPEZ REY Y ARROJO, CP, 1935, 348; RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952,
ofrecimiento o promesa, procede comprobar ahora si es necesario que 362; B A U M A N N , Bestechungstatbestdnde, 1 9 6 1 , 13 ss.; G E B R D S ,
dicha dádiva, presente, ofrecimiento o promesa alcancen u n a canti- Bestechungsdelikte, 1961, 58 ss.; SCFILEMMER,Vorte¿Zs;'1962, 31 ss.; CASAS
BARQUERO, D J Í 9 7 S , 890; CÓRDOBA RODA, iíomenq/e-PÉñ£;ZV¿íor¿a/, 1983,
dad determinada o si el volumen cuantitativo es irrelevante a efectos 180; QUERALT JIMÉNEZ, JPE, 1987,605; H A S S E M E R , J U S 7 9 S 7 , 663; G R A U P E ,
del delito de cohecho. Bestechungsdelikte, 1988, 56 ss.; JESCHECK, LK, 10^ 1988, § 331, nm. 13.;
Destacan dos opiniones al respecto: MANZANARES SAMANIEGO, Comentarios, 2", 1990, 929; BUSTOS RAMÍREZ,
PE, 2^ 1991,375; RUDOLPHI, SK, 4", 1991, § 331, nm. 22 s.; CRESPI/ZUCCALÁ/
STELLA, Commentario, 2» 1992, 587; SEMINARA, RID 1993, 960.; ORTS
1. Irrelevancia de la cuantía BERENGUER, PE, 1993, 473 s.; RODRÍGUEZDEVESA/SERRANO GÓMEZ,PE,
IT, 1994, 1171; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EJB I, 1995, 1087; VALEIJE
La doctrina mayoritaria es partidaria de esta opinión. Es irrele- ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 136 ss.; LACKNER, StGB, 21^ 1995, § 331, nm.
vante la cuantía de la dádiva, lo importante en todo caso es que la 5 ss.: ORTS BERENGUERA^ALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios, 1996,1817; MUÑOZ
CONDE, PE, 11°, 1996, 864; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGA-
dádiva se entregue o se prometa para que el funcionario realice u n acto LES, Audííorta Púói'ica 6,1996,44; SCHONKE/SCHR0DER/CRAMER,SíGñ, 25°,
en el ejercicio de su cargo y no por otros motivos como agradecimiento, 1997, § 3 3 1 , nm. 2 0 s .
amistad, etc.^^^. ^sis SCHLEMMER, Vorteils, 1962, 31.
28' Pormuchos,DÍAZYGARCÍACONLLEDO,£;jB/, 1995,1087; ORTS BERENGUER/
VALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1817; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/
285 VIADA Y VILASECA, CP, 3", 1885, 483; J. ÁLVAREZ CID/T. ÁLVAREZ CID, CP OLAIZOLA NOGALES, Auditoría Pública 6, 1996, 44.
II, 1908, 138; GROIZARD Y GÓMEZ DE LA SERNA, CP IV, 2", 1912, 270; 288 GEERDS, Bestechungsdelikte, 1961, 58.; MUÑOZ CONDE, PE, 11°, 1996, 864..
336 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 337

sin que sea preciso que efectivamente corrompa al funcionario. Se cia del acto oficial. Retribuir, continúa PAGLIARO, significa recom-
trataría de una especie de relación de medio a fín^^'^ pensar, es decir, rendir cualquier cosa a cambio de cualquier otra. En
La jurisprudencia española es constante en afirmar la irrelevancia el caso específico de la corrupción, el particular a cambio de un acto de
del importe de la dádiva^^". El regalo, según el TS, «es aquello que se la Administración pública da o promete dinero u otra utilidad al
entrega sin estar obligado, aunque se haga en atención a lo que se funcionario público. Entre el acto y el dinero u otra utilidad debe
espera le sea hecho o a lo que ya se hizo»^''^. Se puede resumir la configurarse u n a relación similar a la relación de prestación-
doctrina jurisprudencial en este aspecto a través de la siguiente idea: contraprestación. Se debe tratar, usando una expresión propia de
es indiferente que la cantidad sea grande o pequeña, la cuantía es un Derecho civil, de una relación sinalagmática en la que existe una
dato de interés en algunas ocasiones para descubrir la intención cierta proporción y equivalencia entre u n a y otra parte. La recompen-
delictuosa del funcionario. Cuando esa intención está comprobada, es sa debe estar determinada o ser al menos, determinable entre un
indiferente la cuantía porque ya no se habrá entregado a título de máximo y un mínimo. Según PAGLIARO, la regla de la proporciona-
gratificación o de propina, sino como dádiva concertada y esperada en lidad vale no sólo cuando se retribuye un acto oficial, sino también
retribución de unos servicios^-^^. Podría cuestionarse si ello podría cuando se retribuye u n acto contrario al deber. En este último caso la
influir en la determinación de la pena, por entender que es menor la compensación debe ser mayor proporcionalmente. «En la naturaleza
gravedad del hecho. Creo que no, tal y como está la regulación del de las cosas está, que si para obtener un acto conforme al deber, el
delito de cohecho, aunque lo considero criticable^'^''. ^ particular entrega la retribución A, para obtener un acto similar pero
contrario al deber del funcionario público, la compensación deberá ser
2. Criterio de proporcionalidad ' ;i; ? í; Í' - d e A+B»295.
Este criterio de proporcionalidad h a sido defendido por parte de la
Este criterio viene representado por aquel grupo de autores que no doctrina alemana a través de la exigencia de una relación de equiva-
consideran irrelevante la cuantía de la dádiva, sino más bien al lencia entre la ventaja y el acto oficial. En este sentido SCHMIDT
contrario, consideran necesario que entre la dádiva y el acto adminis- afirma que la ventaja y el acto oficial se deben encontrar en u n a
trativo exista u n a proporcionalidad^''*. relación de equivalencia, deben ser equivalentes, y encontrarse en
Conforme a esta opinión, PAGLIARO afirma que la retribución es situación de prestación y contraprestación^''*'.
característica constante en todas las formas de corrupción. De esto Sin embargo, al criterio de proporcionalidad se le han realizado
concepto de retribución depende la necesidad de que la utilidad dada algunas matizaciones. Así por ejemplo según la Corte de Cassazione,
u ofrecida sea en todo caso proporcional al acto a realizar o ya el requisito de la proporcionalidad debe limitarse a la corrupción
realizado. Entiende este autor que la simple relación medio a fin impropia, de forma que el donativo que se realiza por pura cortesía
llevaría al absurdo de admitir la corrupción también cuando fuese solo sería suficiente para configurar una corrupción por acto contrario
dada o prometida u n a utilidad insignificante respecto a la importan al deber^^''. Responde PAGLIARO que si el particular ofreciese un
paquete de cigarrillos p a r a obtener una concesión que no le correspon-
289 RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952, 359 ss. de no se podría decir sensatamente que aquél sea autor de corrupción
29" SSTS 9-11-1888 (Jur.Crim. núm 322); 5-5-1972 (A 2035); 17-11-1972 (A 4851); 28 propia tanto si el regalo acepta como si no^''^. En el establecimiento de
4-1980 (A 1486); 15-3-1982 (A 1710); 8-10-1991 (A 7273); 26-2-1993 (A 1550); Íi-Y si entre la utilidad y el acto subsiste la relación de retribución tiene
1993 (A 5933); 22-4-1996 (A 2893); 16-5-1996 (A 4548). mucha importancia la consideración de los usos sociales. En este
291 STS 17-11-1972 (A 4851).
292 SSTS 5-5-1972 (A 2035); 15-3-1982 (A 1710).
293 Vid. capítulo I, sección tercera, II, A.
294 SCHMIDT, Bestechungstathestánde, 1960, 67 s.; GEPPERT, Jura 1981, 47 HH., PAGLIARO, Principi, 5", 1992, 161 ss. De la misma opinión: SEGETO/DE LUGA,
SCHONHERR, Vorteilsgewáhrung undBestechutig, 1985, 41 ss.; KUHLEN, NSf/. / d e t ó í í , 1991, 302 ss., 350 ss..
296 SCHMIDT, Bestechungstathestánde, 1960, 68 s.
1988, 438 ss. ANTOLISEI, Parte speciale 11, 10^ 1991, 327 ss.; SEGRETO/I »l';
297 Gass.25 maggio 1983, en Cass.pen., 1984, 2397;
LUGA, Idelitti, 1991, 302 ss.; PAGLIARO, Principi, 5», 1992, 161 ss.: GRIBL, /).•/
298 PAGLIARO, Prác¿p¿, 5", 1992, 163.
Vorteilsbegriff, 1993, 96 ss; DREHER/TRONLE, SíGB, 47^ 1995, § 331, nm. 17,
338 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 339

sentido deberá tenerse en cuenta la posición del funcionario público, Desde WELZEL se habla de ciertas conductas como conductas
el grado de relación con el donante o la ocasión en la que se efectúa el socialmente adecuadas^°°. Hubo ciertas vacilaciones en cuanto a la
regalo. naturaleza de la adecuación social como causa de justificación o de
Según PAGLIARO, el afirmar la irrelevancia de la proporcionali- exclusión de la tipicidad. Así GEERDS entendía que la adecuación
dad en la corrupción propia tiene su fundamento en u n a razón de social pertenecía a u n grupo de usuales y reconocidas causas de
carácter probatorio. Si se entiende que cualquier compensación acep- exclusión del injusto, es decir se trataba de u n a especie de autoriza-
tada por un acto contrario al deber es adecuada para cumplir el delito ción tácita que hacía que el comportamiento, aún encajando en el tipo,
de cohecho, se está aceptando que la compensación en la circunstancia no estuviese prohibido ni fuese injusto'^°^ Actualmente la doctrina
concreta era proporcional al acto. E n contraste con esta máxima, mayoritaria entiende que la adecuación social constituye un criterio
procederá demostrar caso por caso que en la aceptación de la compen- de interpretación que obliga a restringir el alcance hteral de los tipos
sación el funcionario público ha estado impulsado por el hecho de que de la Parte Especial, excluyendo de ellos aquellos comportamientos
lo entregado u ofrecido actúa como retribución por el acto contrario a que resultan socialmente adecuados, es decir una fórmula para
su deber. Esta demostración será difícil sobre todo en los casos en que corregir los posibles excesos típicos. Ello se funda, según MIR, en la
la compensación sea pequeña^^^. ,, .. premisa de que no puede ser voluntad de la ley, al delimitar las
conductas penalmente relevantes, el incluir actividades socialmente
3. Principio de insignificancia y de adecuación social adecuadas''"^.
Al lado de este principio, como se ha comentado más arriba, se debe
Al margen de ser partidario de uno u otro de los dos criterios
hacer u n a breve referencia a otros dos principios muy relacionados e
anteriores, toda la doctrina afirma que no se puede penar la concesión
importantes en lo que respecta al delito de cohecho:
u oferta de determinadas ventaj as de valor insignificante o adecuadas
El primero es el principio de insignificancia, los casos llamados
socialmente. Se plantean sin embargo, dos problemas en este tema: en
(injustos-bagatela). Este principio como afirma ROXIN, permite en la
primer lugar la naturaleza dogmática de esta exclusión es decir, si se
mayoría de los tipos excluir desde un principio daños de poca impor-
está ante una causa de atipicidad o de antijuridicidad; y en segundo
tancia'^'''l En el mismo sentido MIR fundamenta la existencia de este
lugar, qué criterios son importantes a la hora de determinar, en
principio en que no pueden determinar pena criminal hechos que
particular en el delito de cohecho, si u n a ventaja es adecuada social-
merecen únicamente u n a insignificante reprobación social: «se t r a t a
mente.

300
a. Naturaleza dogmática -; ; . , ; : ; , 301
WELZEL, Z)P, i r , 1969, 87 ss. . ,. ^ ,, . ; . . , : . , , i i,,
GEERDS, Bestechungsdelikte, 1961, 73. ' ,, ., . ^ ,Í , : , , )
302
En el delito de cohecho juegan de m a n e r a importante estos princi- MIR PUIG, PG, 4", 1996, 525. Desde la perspectiva de la teoría de los elementos
negativos del tipo defendida por LUZÓN PEÑA, Justificación y atipicidad, 1995,
pios. Es doctrina mayoritaria la que entiende que estarán excluidas 30, la adecuación social es normalmente una causa de justificación general. Es
del delito de cohecho aquellas entregas u ofertas de cosas que o bien decir, una conducta que en principio es típica se considera un comportamiento
por su carácter insignificante no son objetivamente adecuadas para correcto, normal, adecuado para la sociedad en su conjunto o en su mayoría. Sin
motivar al funcionario a actuar, o bien vienen amparadas por los usos embargo, añade este autor, al lado de estos supuestos en los que la valoración
jurídica general coincida con la social, puede haber casos en que a pesar de esa
sociales. Como ejemplos de las primeras estarían aquellos regalos de valoración social de corrección la conducta siga estando desvaloraday prohibida por
propaganda como un bolígrafo o u n calendario, la invitación a una al guna norma jurídica extrapenal. En estos casos, y según la teoría de LUZÓN, no
taza de café, etc. En el segundo grupo de casos se pueden incluir el puede hablarse ni de justificación ni de exclusión de entrada del tipo indiciarlo, pues
aguinaldo al basurero o al cartero en Navidades. la conducta es mínimamente relevante jurídicamente; será en un segundo momen-
to, cuando se analice el tipo negativo cuando habrá que considerar que si la
Se discute la naturaleza dogmática de estos principios. valoración social es aún más positiva que en los casos de tolerancia social, el
desvalor jurídico de la conducta no es lo mínimamente grave para ser considerada
penalmente típica.
PAGLIARO, Principi, 5" ed. 1992, 164. ROXIN, Po/íítca crimina/, 1972, 53; A T / , 2°, 1994, 232 ss. - -
340 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO
sm
de un límite tácito de la tipicidad próximo al que ideara WELZEL: la
adecuación social. El ahora propuesto se diferencia de él en que no b. Criterios relevantes para determinar la adecuación social y el principio
presupone la total aceptación social de la conducta, sino que se aplica de insignificancia
a los hechos desaprobados, siquiera muy ligeramente, por la sociedad.
Especialmente importante es también averiguar qué criterios son
Pero ambos principios se fundan en un mismo punto de partida: que
los que determinan que u n a ventaja no cumple el tipo de cohecho por
no cabe pensar que la ley penal quiera contradecir el orden social. DeJ
ser insignificante o por ser adecuada socialmente.
mismo modo que u n a acción socialmente aprobada no puede resultar
P. J. FEUERBACH entendía que el abrir la puerta a los regalos
prohibida por el Derecho penal, una conducta no puede ser sometida
insignificantes podría llevar posteriormente a admitir como no punibles
a pena criminal cuando su reprobación social es tan leve que ello
la aceptación de regalos mayores. Por otro lado entendía que el
repela al sentido común. A ello se opondría tanto u n a concepción
problema de la corrupción es un problema que se debe arrancar de raíz
democrática del Derecho penal como el carácter subsidiario, de ultima
sin dejar ningún tipo de resquicio'*"^. Esta idea es criticada por
ratio, con que debe emplearse la prevención a través del más grave
GRAUPE quien entiende que frecuentemente se hallan dificultades
recurso a la violencia de que dispone el ordenamiento jurídico, la
para delimitar los elementos típicos ya que la formulación abstracta
pena». «La ley no prevé este límite propuesto. Pero u n a metodología
de la ley debe ser aplicada a una multiplicidad de casos diferentes.
que esté dispuesta a superar un estrecho positivismo normativista
Pero de ahí no puede deducirse que se debe renunciar a estos
que caiga en el literalismo, debe concretar los límites de la ley en base
elementos típicos. No se podrá renunciar, según este autor, a la
a las necesidades de la realidad a que alcanza»'^"*.
adecuación social porque sea difícil en algunos casos diferenciar entre
El propio GEERDS admitía que en el caso concreto de los delitos de
un caso de adecuación social y un caso que no lo es. Respecto al
cohecho aquellos comportamientos socialmente adecuados eran com-
argumento de FEUERBACH de que se debe luchar contra la corrup-
portamientos atípicos puesto que excluían la relación jurídica rele-
ción desde la raíz, entiende GRAUPE que llevaría a criminalizar
vante, necesaria para que se cumpla el tipo, entre el acto oficial y el
provecho del funcionario'^"'^. comportamientos en principio irreprochables; el funcionario debería
llegar al cuidado exagerado ya que antes de aceptar un pequeño regalo
Por último el principio de tolerancia social será un subcaso del o por ejemplo una invitación a una taza de café debería plantearse si
principio de insignificancia y significa que algunos casos concretos de esa conducta no es punible. Pero además este planteamiento sería
una conducta en principio típica, sin llegar a la adecuación social, esto
contraproducente para el bien jurídico protegido en el delito de
es, pese a que no se consideran correctos, sí que son socialmente
cohecho, que según GRAUPE es la confianza de la generalidad en el
tolerados o considerados como algo tolerable, soportable. Así, aunque
correcto funcionamiento de la administración pública, ya que dema-
el hecho siga siendo ilícito, en un Estado democrático no podrá ser
considerado ilícito criminaP'"'. siados procesos penales enjuiciando delitos de cohecho lesionarían
dicha confianza^"^.
GEERDS sigue el criterio de «costumbre social». Según este autor,
en el delito de cohecho se excluyen del tipo aquellos comportamientos
que por ser socialmente adecuados excluyen una relación jurídica
304 relevante entre el acto oficial y el provecho. Criterios indicativos van
MIR PUIG, AflP 1977, 300 s.; en el mismo sentido, TIEDEMANN, JuS 1970 112;
LUZÓN PEÑA, Justificación y Atipicidad, 1995, 28: «Este principio significa quo a ser; la forma de la ventaja, pues es más difícil considerar adecuada
no pueden ser penalmente típica acciones, aunque en principio encajen formalmen- socialmente u n a cantidad de dinero que otras formas de ventaja; el
te en una descripción típica y contengan algún desvalor jui'ídico, o sea, que no estén valor de la ventaja, que debe observarse en relación a otros factores
justificadas y no sean plenamente lícitas, sin embargo en el caso concreto su grado
como es la situación económica del funcionario como destinatario de
de injusto sea mínimo, insignificante: pues conforme al principio de fragmentariedaí I
las conductas penalmente típicas sólo deben estar constituidas por acciones la ventaja; el motivo, entendido como el objetivo que motiva al
gravemente antijurídicas, no por hechos cuya gravedad sea insignificante.
305
GEEKDS, Bestechungsdelikte, 1961, 73.
306 ••"" FEUERBACH, Themis IV, 1812, passim.
LVZÓN PEÑA, Justificación y Atipicidad, 1995, 29.
••«"' GRAUPE, Bestechungsdelikte, 1988, 56 ss.
342 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 343

donante. Este criterio es especialmente instructivo p a r a analizar la porque también una donación insignificante puede estar directamen-
adecuación social en los tipos reguladores del delito de cohecho. Este te relacionada con un acto oficiaP'-^. -Í.¡
autor relaciona el criterio del valor de la ventaja con el criterio de la Desde u n punto de vista teleológico defienden otros autores que no
motivación del donante distinguiendo diversos regalos cuyo valor se podrán considerar ventaja propia del delito de cohecho aquellos
sería adecuado p a r a poder considerar que el motivo de la entrega es regalos aceptados en el tráfico normal de la cortesía. Se t r a t a de
un aguinaldo, un regalo de cumpleaños, de aniversario, etc. Termina donaciones adecuadas socialmente que están en el límite del mereci-
el autor sus consideraciones al respecto entendiendo que no es posible miento de pena y por tanto no son típicas. Estas donaciones, debido a
realizar una lista cerrada de casos que constituirían ventajas adecua- su minudencia o a su costumbre, no constituyen peligro para la
das socialmente, porque ello contradiría el espíritu de la adecuación «perversión» del funcionario. No afectan, por tanto al correcto funcio-
social cuyas reglas cambian y se desarrollan según evoluciona la vida namiento de la Administración'^'^.
comunitaria'^''^. GRIBL, que ha realizado un importante estudio sobre cómo juegan
Este criterio de «costumbre social» h a sido criticado por E, los principios de adecuación social e insignificancia en el delito de
SCHMIDT, que entiende como único criterio relevante la motivación cohecho, entiende necesario diferenciar las «donaciones incongruen-
del donante. Es decir que habrá de analizarse si la ventaja se concede tes» de las «donaciones-insignificantes»''^'^
por un acto oficial determinado o no; para ello es importante analizar Las primeras se caracterizan por estar en unión a un acto oficial,
la posición económica del donante, porque no sería lo mismo la pero se entregan por u n motivo diferente a la contraprestación a un
donación de un multimillonario que la de un obrero'^^". En el mismo acto oficial. Se piensa por ejemplo en la recompensa entregada en
sentido entiende SCHLEMMER que no pueden excluirse las donaciones agradecimiento al socorrista, el regalo al funcionario con el que ha
porque se realicen usualmente, ya que a través del camino de la habido muchos contactos oficiales, el regalo de jubilación o cumplea-
costumbre podría abrirse la puerta a la corrupción. Este autor hace ños a un funcionario al que se le conoce bien. Estas donaciones se
referencia a las propinas. Las propinas serán aquellas donaciones que caracterizan porque la relación con el acto oficial se alarga a un motivo
según las reglas del tráfico social vienen fundamentadas en un extraoficial. Las «donaciones insignificantes» son donaciones que,
sentimiento de agradecimiento, piedad, cortesía o reconocimiento al medido su valor, son económicamente insignificantes, pero, a diferen-
funcionario. Tales sentimientos excluyen u n a relación entre el acto cia de las anteriores, se entregan como contraprestaciones reales a un
administrativo concreto y la donación, y por tanto los §§331 ss. StGB. acto oficial. El no penar la recepción de las primeras como cohecho se
Según esta interpretación las propinas se diferencian de otras justifica, según GRIBL^^'', por no cumplirse en estos casos el contenido
donaciones pequeñas en que en estas últimas deberá examinarse en del injusto consistente en la relación de intercambio que debe haber
cada caso concreto si la cantidad entregada u ofrecida está en relación entre la donación y el acto oficial. Las donaciones insignificantes, sin
directa con un acto oficial, mientras que en el caso de las propinas el embargo, sí se conceden como contraprestación a un acto oficial. La
examen es innecesario porque u n a característica del concepto de fundamentación para excluirlas del tipo de cohecho pudiera hallarse
propina es precisamente esa falta de relación entre el acto y la en que el escaso valor de la donación no constituye un peligro
donación. La Jurisprudencia, según este autor, no h a contestado relevante que pueda llevar al funcionario posteriormente a una
satisfactoriamente a la cuestión decisiva de qué donaciones constitu- decisión irregular. Sólo entraña una mejora irrelevante que no supone
yen propina. Con frecuencia se restringe la propina a donaciones u n a motivación para el funcionario en la actividad oficial porque el
insignificantes cuya entrega es en gran medida usual. Esta interpre- riesgo supera a la ganancia. Es necesario, según este autor, una
tación, según SCHLEMMER, es incorrecta. Lo decisivo será ver los
sentimientos que mueven al donante a entregar dicha donación.
311 SCHLEMMER, Vorteils, 1962, 31 ss.
312 OTTO, Schützen, 1991, 228; MAURACH/SCHRÓDER/MAIWALD, BT, T, 1991,
265.
313 GRIBL, Der Vorteilsbegriff, 1993, 134.
303 GEERDS, Bestechungsdelikte, 1961, 73 ss.
314 GRIBL, Der Voríe¿/s6e^H/7; 1993, 138. ^ '• '
31» SCHMIDT, Bestechungstatbestande, 1960, 142 ss.
344 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COI-IlíCIIO 345:
delimitación de estas ventajas insignificantes, ya que, aunque formal- funcionario con el fin de que realice un acto injusto o por u n acto
mente son típicas, no suponen un peligro real para el bien jurídico injusto ya realizado.
protegido. La diferencia con las donaciones incongruentes es que en Personalmente considero que aunque de lege ferenda se debería
éstas no se produce u n ataque al bien jurídico protegido, mientras qin' tener en cuenta la cuantía de la dádiva como criterio de graduación,
en las donaciones insignificantes sí que existe dicho ataque, y el de lege lata es irrelevante la naturaleza cuantitativa de la'dádiva
análisis se centra en el grado de intensidad del ataque. GRIBL, fundamentándolo en dos razones.
analiza el problema de delimitación de las ventajas insignificantes La primera razón es de carácter gramatical. Los arts. 419 ss.
con el problema general de los delitos de peligro abstracto. Sigue para Código penal no exigen en ningún caso el carácter proporcional de la
ello el criterio de «pronóstico general» desarrollado por CRAMER'"". dádiva. El Código penal utiliza la preposición «para» o «por» para
«Los delitos de peligro abstracto recogen formas de comportamiento indicarla efectiva relación que debe existir entre la dádiva y el acto del
especialmente peligrosas que se colocan bajo pena sin considerar si en funcionario. Relación que indica, en el cohecho antecedente, única-
el caso concreto suponen la realización de un peligro real, para lograr mente que el donante ofrece la dádiva para motivar al funcionario a
de esa manera la mejor forma posible de prevención. La calificación de actuar, y en el cohecho subsiguiente «por un acto ya realizado», la
esas formas de comportamiento como peligrosas no se realiza en dádiva es la recompensa a ese acto y un peligro para la futura
virtud de la voluntad del legislador, sino en función de la valoración actuación del funcionario.
de la experiencia que puede pronosticar en un alto grado la probabi- El exigir con carácter general el requisito de equivalencia o de
lidad de lesionar el bien jurídico. La clasificación como injusto punible proporcionalidad podría llevar a no penar como delito cohecho aquel
se legitimará a través de la relación de probabilidad entre determina- caso en el que el funcionario reciba una pequeña suma de dinero por
das formas de comportamiento y lesión. El punto de partida para la realizar un acto oficial importante y lo acepte debido a que atraviesa
exclusión de las donaciones insignificantes consiste en que el injusto por una mala racha económica y para él es suficiente.
típico del § 331 StGB como delito de peligro abstracto no recoge formas La segunda razón gira en torno al bien jurídico protegido que puede
de comportamientos que no presenten un peligro potencial para el peligrar también aunque la dádiva no sea proporcional al acto oficial.
bien jurídico. El análisis del injusto formal bajo el punto de vista El delito de cohecho trata de evitar que se perjudiquen las condiciones
material es tarea del Derecho penal»^'^'^. básicas de funcionamiento de la Administración ante el peligro que
supone la mezcla de intereses privados y públicos. E s t e bien jurídico
4. Toma de postura sobre la naturaleza cuantitativa de la dádiva peligrará desde que el funcionario está motivado a realizar u n a
determinada actividad oficial a cambio de un elemento extraño, la
Tanto desde los partidarios del principio de proporcionalidad, dádiva, mezclando así los intereses públicos con sus propios intereses
como desde los autores que defienden el criterio de la irrelevancia de y perjudicando la confianza de la generalidad en el funcionamiento
la cuantía de la dádiva se aceptan estos principios como formas de i objetivo e imparcial de la Administración pública. No es necesario que
excluir del tipo de cohecho pasivo impropio determinados obsequios o la dádiva y el acto oficial esté en una relación de equivalencia o de
regalos que los particulares ofrecen a los funcionarios y que social- proporcionalidad, es suficiente con que objetivamente, desde el punto
mente, si bien quizás no es adecuado, sí que mayoritariamente se de vista del hombre medio ideal sea suficiente para motivar al
tolera. funcionario. Se excluyen por tanto los pequeños regalos normales
No se podrán, sin embargo, aplicar estos principios a los supuestos según las reglas de la educación o de la cortesía, no sólo porque el
del delito de cohecho pasivo propio, porque no se puede considerar donante no busca que el funcionario realice u n determinado acto
insignificante o tolerada socialmente aquella dádiva entregada al oficial, sino porque además se trata de obsequios que no tienen
capacidad objetiva de corromper al funcionario. Por tanto se puede
defender que no cualquier obsequio va a ser adecuado para constituir
315 SCHONKE/SCHRÓDER/CRAMER, StGB, 25°, 1997, ¡331, nm. 31. dádiva en el sentido de los arts. 419 ss. CP, sino sólo aquellos capaces
3 " GRIBh, Der Vorteilsbegriff, 1993, 139. objetivamente de motivar al funcionario a actuar.
346 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 347

Habrá que acudir, por tanto desde mi punto de vista, al criterio del GRIBL siguiendo las decisiones de la jurisprudencia alemana
hombre medio ideal, es decir habrá que ver si un hombre medio, ex establecía u n a serie de cuadros que reflejaban las diversas situacio-
ante y con los conocimientos del sujeto estima que u n a determinada nes que se podían producir de donaciones a terceros.
dádiva tiene capacidad de corromper al funcionario. P a r a ello se En primer lugar, <4a donación a tercero impropia directa»: el
valorarán determinadas cuestiones, por ejemplo el acto que debe funcionario y el donante acuerdan que la donación realizada como
realizar el funcionario a cambio de la dádiva, porque no es igual, a contraprestación por un determinado acto oficial llegue directamente,
efectos de poder corromper a un funcionario que se le pida un acto justo sin pasar por el funcionario, a un tercero. Este tercero podrá ser desde
o injusto. Por otro lado, dicha capacidad corruptora h a y que analizarla u n familiar hasta un amigo o conocido, pasando por una autoridad del
en el caso concreto, es decir no será lo mismo si el particular sabe que funcionario, dependiendo de la relación más o menos cercana que el
el funcionario se vende fácilmente porque en ese caso una dádiva funcionario tiene con el destinatario.
menor puede tener capacidad corruptora, aunque no sea proporcional al En segundo lugar, «la donación a un tercero impropia indirecta»:
acto que se pide. El sujeto que sabe que un funcionario se «vende» la diferencia con la forma anterior radica en que el donante, en este
fácilmente sabe que una dádiva pequeña puede tener capacidad corrup- caso, entrega la donación al funcionario y es éste quien se la debe
tora, así como si el sujeto sabe que el funcionario está pasando por ima entregar posteriormente a u n familiar, a u n a autoridad o a un amigo
mala racha económica y que necesita dinero. Es decir, quizás no se debe o conocido.
exigir una capacidad objetiva para corromper en abstracto ni una El carácter de «propia» o «impropia» de la donación a un tercero
estricta proporcionalidad entre la dádiva y el acto, sino una capacidad viene indicado por la menor o mayor relación que el funcionario tiene
objetiva para motivar a actuar al funcionario en ese caso concreto. con el destinatario. Cuanto mayor es la relación entre ambos, más
Dos cuestiones para terminar este apartado: impropia será la donación a un tercero porque más parecida será esta
La primera es qué ocurre si el particular ofrece (cohecho activo) situación a aquélla en la que la donación se entrega directamente al
algo sin capacidad objetiva de corromper, pero pensando que la tiene. funcionario'^'''.
Desde mi punto de vista se trataría de un caso de tentativa inidónea. Expuesto el cuadro de las distintas situaciones que pueden darse,
La segunda cuestión es decidir si hay o no delito de cohecho en es preciso señalar que no se incluyen aquellos casos en los que el
aquel caso en el que u n funcionario solicita (cohecho pasivo) una donante entrega la donación a un tercero para que influya sobre un
dádiva a un particular por realizar u n acto, cuando esa dádiva funcionario. Es éste u n supuesto en el que falta el acuerdo o el
normalmente no serviría para corromper. Desde mi punto de vista, y conocimiento por parte del funcionario de la donación. La necesidad
ahí es donde está la diferencia con la capacidad objetiva para corrom- de dicho conocimiento por parte del funcionario es un problema que se
per en abstracto, esa dádiva en el supuesto concreto sí que tendría analizará más adelante''^*^. •'-
capacidad corruptora. Es decir, el hombre medio ideal puesto en la Se plantea, respecto a los casos expuestos por GRIBL, el problema
posición del particular sabría que si aceptaba la solicitud del funcio- de si se considera ventaja típica a efectos del delito de cohecho aquella
nario éste realizaría u n acto. donación cuyo destinatario es un tercero y no el funcionario.
La doctrina mayoritaria entendía que era suficiente para que la
C. Donación a un tercero. Cohecho transversal donación fuera considerada ventaja a efectos del delito de cohecho que
el funcionario obtuviera un provecho al menos mediato-'^^^.
Este es el punto que más h a variado del CP 1944/1973 al CP 1995.
Se discutía si el provecho del propio funcionario era u n elemento
constitutivo del injusto en el delito de cohecho es decir, si era necesario 3 " GRIBL, Der Vorteilsbegriff, 1993, 16 ss.
que la dádiva supusiera siempre una mejora para el propio funciona- ^'^^ Es mi supuesto en el que pudiera plantearse la posibilidad de aplicar un delito de
rio o si cabía que se mejorara únicamente u n tercero y no el funciona- tráfico de influencias respecto al tercero que recibe la donación e influye en un
funcionario.
rio. Esta discusión se planteaba también en Alemania, y había "í* PACHECO, CPU, 2\ 1856,498; JARAMILLO GARCÍA, CPU, 1929,472; CUELLO
distintas opiniones al respecto. CALÓN, CPII, 1930, 398; RODRÍGUEZ DEVESA, W E J / V , 1952, 362; CUELLO
348 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 349

Se planteaba el problema de cuándo se podía considerar que el indicaba que el no considerar delito de cohecho cuando el regalo se
funcionario había obtenido un provecho de forma indirecta. Según la hiciera a la mujer o a los hijos del funcionario constituiría un fraude
doctrina y la jurisprudencia mayoritaria alemana se entendía por de ley''^^.
ventaja « aquella prestación material o inmaterial a la que el funcio- El artículo 472 CP 1928 establecía lo siguiente: «...cuando los
nario no tenía derecho y que mejoraba su posición económica, jurídica regalos se hicieren a la esposa, hijos, hermanos o afines del funciona-
o personal». Desde este punto de vista consideraban que la donación rio que vivan en su compañía o estén bajo su autoridad, se entenderá
entregada a un tercero sería ventaja típica de los §§ 331 ss. StGB que existe delito para los efectos de éste y de los anteriores artícu-
siempre que mejorara la posición material o inmaterial del funciona- los»^2^l CUELLO CALÓN indicaba que en este supuesto era única-
rio. mente necesario que el funcionario tuviera conocimiento de dicha
Frente a esta postura, claramente mayoritaria, que exigía la entrega'*^*. En el mismo sentido se han expresado otros autores como
mejora del funcionario como elemento típico necesario para que se RODRÍGUEZ DEVESA y CASAS BARQUERO que entienden que la
cumpliera el delito de cohecho, destacaban otras dos, u n a más exigen- dádiva puede ir destinada al funcionario o a una persona de su familia
te y otra menos exigente que la postura mayoritaria. siempre y cuando el funcionario se beneficie''^'''.
Más exigente es la p o s t u r a de DREHER/TRÓNDLE y de Los tribunales alemanes declaran que el provecho del propio
MAURACH/SCHRÓDER/MAIWALD, quienes exigen no sólo el pro- funcionario es un elemento constitutivo de la ventaja en el delito de
vecho propio del funcionario sino que éste tenga en todo momento la cohecho. Lo fundamentan en tres razones: la propia voluntad del
posibilidad de disponer sobre la ventaja'*^". legislador, que define la ventaja como u n a mejora del funcionario a la
Menos exigente es la postura defendida por RUDOLPHI que que no tiene derecho; por el propio origen de los tipos de cohecho,
acepta la posibilidad de la ventaja altruista, es decir rechaza la entendidos como una mezcla de intereses públicos y privados del
necesidad de que existiera provecho en todo caso para el funciona- propio funcionario, y por la sintonía del criterio del provecho con el
objeto protegido en el delito de cohecho, este último argumento es
Los casos más frecuentes y problemáticos de donaciones a terceros precisamente el que permite a RUDOLPHI oponerse a la necesidad de
son dos: las donaciones en favor de parientes del funcionario y las exigir provecho del funcionario como elemento típico necesario en
donaciones a organizaciones. estos delitos'*^''.
El RG había indicado tradicionalmente que la donación económica
1. Donaciones a parientes del ftincionario realizada al pariente del funcionario no tiene un valor diferente al que
tendría si se produjera directamente al funcionario.
Las donaciones a parientes, no las donaciones a cualquier tercero, El problema se plantea en aquellos casos en los que no se trata de
han sido consideradas tradicionalmente como dádivas propias del u n a cantidad de dinero sino de otro tipo de donación. Por ejemplo, se
delito de cohecho. PACHECHO, en su comentario al CP 1848, ya plantea el problema de si un empleo para el hermano del funcionario
puede representar u n a ventaja para este último. Sería necesario que
la mejora del pariente repercutiese al menos indirectamente, en el
CALÓN, DP 11, 10», 1957, 394; GEBRDS, Bestechungsdelikte, 1961, 84; funcionario. El tribunal entiende que es suficiente con que se produz-
SCHLEMMER, Vorteils, 1962, 36 ss.; CASAS BARQUERO, DJ 1978, 886; ARZT/ ca u n a mejora indirecta de naturaleza inmaterial en el funcionario.
W E B E R , BT 5, 1982. 138; H A S S E M E R , JuS 1987, 6 6 3 ; G R A U P E ,
Bestechungsdelikte, 1988, 18 ss.; KUHLEN, NStZ 1988, 436 s. BAUCHROWITZ,
Vorteilsbegriff, 1988, 122 ss.; OTTO, Grundkurs, 3", 1991, 228; PAGLIARO,
Principi, 5^ 1992,165; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994, 322
PACHECO, CP/7, 1848,498. " :'^,. . : - :: , i : .
1175; LACKNER, SíGB, 21", 1995, § 331, nm. 6,; SCHÓNKE/SCHRÓDER/CRAMEH, 323
El CP 1928 regulaba el delito de cohecho en ellibro II, título V, capítulo X, arts. 468-
StGB, 25", 1997, § 331, nm. 22. 479.
MAURACH/SCHRODER/MAIWALD, BT, T, 1991, 265; DREHER/TRÓNDLIí, 324
CUELLO CALÓN, CPII, 1930, 398.
StGB, 47", 1995, § 331, nm. 11. 325
RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952, 362; CASAS BARQUERO, DJ 1978, 886.
RUDOLPHI, A^JW Í9S2, 1418 ss. . . . . . ,. . . .. ,- . . . . . .. , . , 326 GRIBL, DerVoríei/s6eg-r¿/7; 1993, 43. . . , , = ,,...., ,.,- . . .= .,.,.
350 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 351

Así afirma que el funcionario mejora en cuanto a que su vanidad Entiende RUDOLPHI que el sentido gramatical de los tipos no
queda satisfecha y además se mejoran sus propias previsiones fruto permite ver claramente si es necesario tal provecho propio por lo que
de la mejora disfrutada por su hermano. El tribunal se enfrenta al se debe acudir a una interpretación teleológica, según la cual la
problema de que la donación a un pariente no supone sin más una realización de un acto oficial en contraprestación a una donación
mejora material del funcionario. Sin embargo mantiene la premisa de otorgada al partido en el que el funcionario milita puede perturbar
que el funcionario tiene que mejorar su posición y realiza una comple- igualmente la confianza de la generalidad en el funcionamiento
j a construcción^^''. • objetivo e imparcial de la Administración pública.
Esta amplitud que concede el tribunal al concepto de ventaja es Por tanto, según este autor, las ventajas del delito de cohecho
criticada por gran parte de la doctrina alemana, que entiende que la pueden ser exigidas o aceptadas para el propio funcionario o p a r a u n
ventaja inmaterial debe ser objetivamente mensurable y la simple tercero como puede ser su partido político'^^-'.
satisfacción de la vanidad o de la ambición del funcionario no cumple Esta teoría h a sido fuertemente criticada por la mayoría de la
este requisito''^^*^. doctrina. Así, GRAUPE indica que si bien es verdad que la exigencia
En la regulación española del delito de cohecho, se plantea en este de la que hablan los §§ 331 ss. StGB no excluye la exigencia para otro,
caso un problema añadido, la no aceptación de ventajas inmateriales el sentido natural de la palabra «ventaja» indica aquello que coloca al
como posibles medios típicos de corrupción. El provecho que indirec- funcionario en una posición mej or. El considerar la ventaj a «altruista»
tamente obtenga el funcionario debe ser si se considera necesario que como ventaja típica de los delitos de cohecho implicaría ampliar dicho
el funcionario se beneficie, u n provecho de carácter material. elemento típico de forma desmesurada, haciendo imposible u n a deli-
mitación objetiva de la misma. Conforme a esa interpretación se
2. Donaciones a organizaciones ; ; •• podría considerar ventaja aquella donación que el funcionario pidiera
para ayudar a curar u n a grave enfermedad en el tercer mundo, o para
Más problemas que las donaciones a familiares o a personas u n a asociación como Caritas... etc. Este no es el sentido y objetivo de
cercanas afectivamente al funcionario, en los que va a poderse impu- los tipos de cohecho, el no permitir al funcionario actividades altruistas
t a r casi siempre un provecho material al funcionario, plantean aque- que suponen u n a integración del funcionario en la sociedad''''".
llos supuestos en los que la donación es entregada a u n a organización La doctrina mayoritaria exige por tanto que el funcionario reciba
a la que pertenece el funcionario, por ejemplo al partido político del u n a utilidad propia y es cuestionable si los donativos a partidos
que es militante. En estos casos no se trata de u n a ventaja económica políticos suponen esa utilidad. SCHEU afirma que el donativo sirve
directa porque al funcionario no se le dona directamente el dinero. Es para que se cumplan los objetivos políticos del partido y, en la medida
preciso analizar si se trata de u n a ventaja indirecta penalmente en que el funcionario pertenece a dicho partido, tendrá los mismos
relevante. objetivos que el partido y por tanto, la donación servirá también para
RUDOLPHI representa la opinión de que los tipos de cohecho no satisfacer los objetivos políticos del funcionario, lo cual se podrá
suponen forzosamente un acto de utilidad propia. Reconoce que el considerar como ventaja indirecta para éF^^ Sin embargo, objeta
provecho propio es el principal impulso para la perpretación del delito GRAUPE, el razonamiento de SCHEU es difícil de comprobar. En un
de cohecho pero de ello no se puede deducir, según este autor, que la partido político vienen representadas distintas opiniones y distintos
única ventaja típica sea la que influya en beneficio del funcionario. objetivos y el funcionario normalmente no puede influir a la hora de
decidir a qué objetivo concreto debe ir destinada la donacióh^'^^.

3 " RG 1,104, (sentencia de 29-4-1880); RG 13,396, (sentencia de 8-3-1886): en el caso


se entrega una cantidad de dinero a un pariente del funcionario. El tribunal imputa
329 RUDOLPHI, AfJW 2982,1417 ss. * • -
la donación al funcionario, argumentando que regularmente la ventaja donada al
''30 GRAUPE, Bestechungsdelikte, 1988, 21 ss.; BAUCHROWITZ, Der immaterielle
pariente también mejora al funcionario y constituye así para él u n a ventaja. E n el
Vorteilsbegriff, 1988, 132.
mismo sentido, BGH 14,123; BGH 15,286; BGH 33,336; BGH 35,128.
331 SCHEU, W J W i S S i , 1195 ss. ^ : • ' '• , _
32* GRIBL, Der Vorteilsbegriff, 1993, 44.; vid. esta sección, a, c', 2. . ¡;,
332 G R A U P E , Besíec/iíín^sdeZi/ífe, 1988, 2 5 . ^i^ - i. .^:'- s V- ^' - •-. ; . :•••;;•:--
352 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 353

La jurisprudencia alemana ha entendido que la financiación a omisión podría ser interpretada como «para sí o para un tercero» o
partidos políticos implica una ventaja típica del delito de cohecho ya como «para sí». Es decir según GRIBL, se puede concluir que de la ley
que el funcionario recibe una ventaja inmaterial mediata al tener la no se puede deducir la exigencia de un provecho propio para el
expectativa de mejorar su posición dentro del partido; ello, según la funcionario'^'^''.
jurisprudencia, constituye u n a ventaja inmaterial objetivamente En segundo lugar, desde u n punto de vista sistemático: los tipos de
mensurable. Se renuncia de esta manera a la exacta concreción de la cohecho están regulados en el ap. 29 con el título «Delitos contra la
ventaja inmaterial, considerando suficiente la ventaja global, en este Administración pública». Se trata de delitos que destacan por un
caso la expectativa que el fimcionario tienen de mejorar su posición abuso de los sujetos en sus funciones oficiales, pero no se reconoce el
dentro del partido'''^'\ No obstante, la mayor parte de la doctrina no es elemento de provecho propio como una premisa no jurídica. No se
partidaria de considerar esta simple expectativa como u n a ventaja puede deducir desde una interpretación sistemática si la intención del
real y objetivamente mensurable. Expectativa que, especialmente en legislador al luchar contra el abuso oficial en general t r a t a b a
partidos grandes, no deja de ser sólo u n a vaga esperanza. GRAUPE automáticamente de luchar contra el provecho propio como causa
concluye, dando la razón a RUDOLPHI, que la confianza de la típica para este abuso. Parece lógico pensar que la lucha contra el
generalidad puede verse perturbada ante los donativos a partidos y abuso oficial era necesaria tanto separada como unida a la lucha del
además, en los casos límites en los que el partido no pueda prescindir provecho propio del funcionario'''".
de la donación, puede existir el peligro de que el funcionario llegue a E n t e r c e r lugar, d e s d e u n a p e r s p e c t i v a histórica, en la
falsear la voluntad estatal con el fin de obtener el donativo; sin Fundamentación del proyecto de StGB se decía lo siguiente: «El
embargo entiende que, con la redacción actual de los tipos penales en proyecto recoge en el concepto de ventaja la mejora tanto material
los §§ 331 ss. StGB, la mayor parte de las donaciones a partidos como inmaterial de la situación del destinatario». La palabra «desti-
políticos no suponen una utilidad propia para el funcionario y no natario» no supone una diferenciación. Si el legislador hubiera pensa-
podrán ser aplicados tales tipos. El legislador, según este autor, está do en la problemática del tercero destinatario habría elegido una
llamado a conseguir a través de una reforma legislativa dicha protec- formulación más exacta. Por tanto, donde la ley no lo dice, no debe la
ción. Tal decisión reforzaría la confianza del pueblo en el Estado y en interpretación suponer u n a intención'''"^.
los partidos políticos de forma importante''''*. En cuarto lugar, desde u n a interpretación teleológica, teniendo en
GRIBL, siguiendo a RUDOLPHI, expone otra serie de argumentos cuenta que el autor acepta como bien jurídico el mismo que LOOS y
para rechazar la idea de que sea necesario que se produzca una RUDOLPHI, esto es, la protección de las condiciones básicas de
provecho propio para el funcionario a través de la ventaja'*'^''': funcionamiento tanto desde u n a perspectiva interna como externa,
En primer lugar, desde un punto de vista gramatical opina este afirma que tanto si el funcionario recibe un pago en metálico para
autor que la palabra «ventaja» supone una mejora comparativa mejorar su posición financiera como si lo recibe con un destino
respecto a u n a situación anterior, pero el tipo deja abierta la cuestión caritativo, la relación de dependencia entre el acto oficial y la
de quién debe recibir esa mejora. No se pide en los §§ 331 ss. StGB que contraprestación se produce conforme a un criterio extraño al ejercicio
la ventaja deba beneficiar al funcionario mismo. Lo que sí parece de la Administración. El peligro para el bien jurídico se produce en
necesario es que el funcionario conozca el acuerdo pero no que ambos casos a través de la constitución del acuerdo injusto que es el
participe de la ventaja. Las partes del acuerdo injusto son libres en su núcleo de los delitos de cohecho. La penalidad de la lesión del bien
decisión, no sólo en cuanto al objeto de la contraprestación, sino jurídico no puede depender de motivos y criterios de carácter subjeti-
también en cuanto a para quién lo hacen, ya que del tenor literal de vo.
la ley no se deduce la exclusión de esta alternativa. No viene recogido
en la ley, por tanto, el ámbito de destinatarios de la ventaja. Esta
:i:!;
GRIBL, Der Vorteihbegriff, 1993, 67 ss.
136 GRIBL, Der Vorteilsbegriff, 1993, 67 s.
333 BGHSt 35,128, (sentencia de 3-12-1987). '3' GRIBL, Der Vorteilsbegriff, 1993, 68 s.
3'" GRAUPE, Bestechungsdelikte, 1988, 25 s. 138 GRIBL. Der VorteUsbegiff, 1993, 68.
354 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 355

Critica este autor la opinión de BAUCHROWITZ^"^^, relativa a que 3. Toma de postura


el no exigir el provecho propio del funcionario llevaría a una excesiva
ampliación de los tipos de cohecho. Según GRIBL, el ámbito de La cuestión fundamental en este tema era decidir si el delito de
aplicación de los delitos de cohecho que defiende la mayoría de la cohecho exigía una utilidad propia para el funcionario o no. Es decir,
doctrina y la jurisprudencia está limitado únicamente desde u n punto si se consideraba típica a efectos de este delito aquella donación que
de vista teórico al comportamiento interesado del funcionario, ya que el funcionario exigía o recibía pero no para sí sino para un tercero.
de hecho se incluían, a través de u n a interpretación amplia del El CP1995 h a dejado claro que no es necesario al expresar los arts.
concepto de ventaja inmaterial actos objetivamente desinteresados 419 ss. que la dádiva, etc. puede ser «en provecho propio o de un
en los §§ 331 ss. StGB»^. tercero». Entiendo, no obstante que no era necesaria, aunque quizá sí
Otra crítica de GRIBL se dirige a la opinión de GRAUPE^"*!, según conveniente para despejar dudas esta especificación del CP porque se
la cual el penar como delito de cohecho las elevadas y éticas actuacio- podía defender con el CP 1944/1973 que no era necesario que el
nes de un funcionario, por ejemplo el recibir una ventaja para luchar funcionario recibiera siempre un provecho propio.
contra una enfermedad en África, o en favor del medio ambiente en P a r a ello, en primer lugar, conviene comenzar analizando los tipos
Amazonas, etc. podría constituir u n ataque al principio social del que recogían el delito de cohecho. El artículo 385 CP 1944/1973
artículo 201 GG. No se puede, según GRIBL, considerar acto social establecía como conducta típica la del funcionario que por sí o por
aquéllo que se realiza a costa de otros y por un precio-'*'*^. persona intermedia solicitaba o recibía dádiva o presente o aceptaba
Por último responde a SCHMIDT'*''''. Según este autor, «allí donde ofrecimiento o promesa por ejecutar un acto relativo al ejercicio de su
es útil el Derecho disciplinario para luchar contra los abusos de los cargo. No parece que de los verbos que conformaban la conducta
funcionarios no se debe aplicar el Derecho penal. En el Derecho «solicitar, recibir o aceptar» se pudiera deducir que la dádiva debía ser
disciplinario deberían incluirse los actos desinteresados». Opina GRIBL necesariamente para el funcionario. Parece que el funcionario pudie-
que la diferencia entre los §§ 331 ss. StGB y el § 70 BBG, radica en el ra solicitar para sí o para otro y de la misma forma recibir o aceptar.
diferente contenido de injusto. En los primeros el contenido de injusto Lo importante es que esa conducta conectara con un acto relativo al
viene definido por la existencia de u n acuerdo, de u n a relación de ejercicio del cargo del funcionario, es decir que se produjera una
intercambio entre el acto oficial y la donación. En el segundo el relación de medio a fin.
contenido de injusto radica en la existencia únicamente de una En segundo lugar, cuando el funcionario solicitaba, etc. una dádiva
sospecha de constitución del acuerdo injusto. Por ello, según este para u n tercero lo hacía por ejecutar un acto y ello podía perturbar de
autor, la inclusión de una forma de comportamiento desinteresada en la misma forma que si lo hacía para sí, el bien jurídico protegido, las
el ámbito de aplicación de los delitos de cohecho no choca con el condiciones básicas de funcionamiento de la Administración pública.
carácter fragmentario del Derecho penal, ya que en estos casos Cuando el funcionario recibe una cantidad de dinero para su partido
también se produce el acuerdo injusto, es decir la relación de inter- por ejecutar un acto relativo al ejercicio de su cargo, es evidente que
cambio entre la donación y el acto oficial'*'*^. . • ;- ¡ desde un punto de vista interno de la Administración el funcionario
está mezclando sus intereses privados (interés en que su partido
tenga suficiente dinero p a r a por ejemplo, realizar una buena campaña
electoral) con el interés público. Y por otro lado la confianza de la
generalidad también se perturbará al ver que el funcionario no actúa
conforme a la objetividad e imparcialidad a la que está obligado.
339 BAUCHROWITZ, Der iunuiterialle Vorteilshegriff, 1988, 132.
Por otro lado, en tercer lugar, otro argumento para rechazar la idea
3^0 GRIBL, Der Vorteilshegriff, 1993, 69 ss. de que el provecho del funcionario fuera u n elemento típico de este
341 GRAUPE, Bestechungsdelikte, 1988, 21 ss. ' delito es que el funcionario tampoco tenía por qué obtener un provecho
342 GRIBL, Der Vorteilshegriff, 1993, 71.
cuando la dádiva la solicitaba para él, ya que el delito se consumaba
343 SCHMIDT, Bestechungstatbestande, 19G0, 106.
3** GRIBL, Der Vorteilshegriff, 1993, 72.
con la mera solicitud por parte del funcionario o con la mera aceptación
356 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 357

del ofrecimiento o promesa sin que fuera necesario que realmente llegue Se pueden seguir planteando problemas en aquellos casos en los
a recibirla. El legislador, al adelantar la barrera de protección, indicaba que por ejemplo un alcalde solicita dinero a u n a constructora a cambio
que lo importante no era que el funcionario mejorara su situación u de otorgarles una licencia de construcción con el fin de poder emplear
obtuviera un beneficio, sino el que él no actuara con la objetividad e ese dinero en mejorar los hospitales de la ciudad. En este caso el
imparcialidad necesarias para u n correcto funcionamiento de la Admi- tercero beneficiado por la dádiva es el pueblo, es más, los intereses
nistración. Por ello se penaba la solicitud, recepción o aceptación de generales del pueblo, por lo que parece que no cabría decir que el
«algo» capaz de motivar al funcionario a actuar. El funcionario podía funcionario actúa movido por intereses particulares y en contra de los
venir motivado tanto por una dádiva que le fuera entregada para él como intereses generales. Sin embargo, desde mi punto de vista estaríamos
con una dádiva entregada a su esposa, a su partido, etc. ante u n delito de cohecho, probablemente además propio, por consti-
Como último argumento, aunque no sea del todo contundente, se tuir esa adjudicación de la licencia bien u n delito de prevaricación o
puede destacar la redacción del art. 472 CP 1928, en la que se bien u n acto injusto. El funcionario «vende» un determinado acto
tipificaba como delito de cohecho el entregar regalos a la mujer, hijos, oficial a cambio de una dádiva y perturba con ello el correcto funcio-
etc. del funcionario, pero no se hacía ninguna referencia a que ello namiento de la Administración. No actúa conforme a los principios
tuviera que repercutir de alguna forma en provecho del propio funcio- que rigen ese correcto funcionamiento, ya que, aunque el resultado
nario. Digo que este argumento histórico no vale mucho, porque si se final sea incluso positivo para la ciudad (porque se arreglen los
tipificaban esos casos específicamente se podía pensar que los demás hospitales), los medios utilizados son incorrectos''*". Si la ley hubiera
eran impunes. Al cambiar posteriormente el CP cabían las dos querido eximir de pena estos casos se habría pronunciado al respecto.
interpretaciones; que la supresión de la referencia al regalo a la mujer, El delito de cohecho no es un castigo al enriquecimiento del funciona-
etc. suponía la impunidad de todo beneficio a tercero o, al contrario, rio, sino una forma de actuar del mismo. ¿Qué ocurriría si se convir-
la tipicidad de todo beneficio cualquiera que fuese su destinatario. tiese en tónica general el cobrar comisiones para que un ayuntamiento
No obstante, estoy de acuerdo con RUDOLPHI, cuando afirma la tuviera dinero para actuar? Otra cuestión diferente sería la posibili-
no necesidad de que la donación supusiera a su vez u n provecho dad de contemplar un error de prohibición en dicho tipo de actuaciones
directo o indirecto para el funcionario. por parte de los funcionarios. Podría considerarse que el funcionario
Además hay que tener en cuenta que a diferencia de Alemania, en considera prohibido únicamente el enriquecimiento privado bien
España la regulación del delito de cohecho no admite como ventaja propio o bien de un tercero, pero siempre particular, y no aquellos
típica la de carácter inmaterial, sino únicamente la de carácter supuestos en que lo que se beneficia es el interés general. Se podría
material; esto llevaría a que de admitir la necesidad de provecho
propio del funcionario éste debería ser de carácter material con lo que
muchos supuestos en los que la motivación del funcionario hubiese NEJIV, 1952, 362; CUELLO C A L 0 N , D P / 7 , 1 0 ^ 1957, 394; CASAS BARQUERO,
sido la dádiva se quedarían impunes, lo cual sería contrario al espíritu DJ 1978, 886; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17^ 1994, 1175;
del delito de cohecho que trata precisamente de evitar que en la VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 166; A partir del CP 1995 se reconoce
actuación de la Administración los funcionarios no sirvan a la comu- por parte de la doctrina que el beneficio puede ser tanto para el funcionario como
para un tercero. Así, MUÑOZ CONDE, PE, 11°, 1996, 865; Por el contrario,
nidad sino a sus propios intereses. MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1200 s., mantie-
El CP 1995 al recoger expresamente la posibilidad de que la dádiva nen que a pesar de haber cambiado la redacción con el nuevo CP deberá exigirse
o el presente sean solicitados o recibidos en provecho propio o de siempre al menos una ventaja indirecta para el funcionario, argumentando que el
cambio viene porque con el anterior CP la ventaja debía ser siempre directa: «De no
tercero ha despejado cualquier tipo de duda, y recoge así toda transac- resultar beneficiado el funcionario directa o indirectamente con las dádivas no
ción con el cargo aunque el beneficio económico no repercuta en el estaría, en principio, actuando movido por intereses ajenos o contrarios a los
propio funcionario^*^. generales».
'''"' La finalidad positiva o negativa del funcionario público podría ser otro posible
criterio de gradación de la pena si se considerase que estas conductas tienen una
•''*'' A diferencia de la doctrina que imperaba con el anterior CP y que exigía al menos menor capacidad de ofensa o de lesividad respecto al bien jurídico protegido. Vid.
un provecho indirecto para el funcionario. Así por muchos, RODRÍGUEZ DBVESA, Capítulo I, sección tercera, II.
35Í INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO
sm-
apreciar por tanto u n error de subsunción que llevaría a u n error de El punto más importante es, una vez aclarado que la dádiva, el
prohibición. No sería descartable la posibilidad de que en algunos presente, ofrecimiento o promesa es aquella retribución indebida,
supuestos dicho error fuera invencible, según las circunstancias del determinar qué es lo que se considera indebido.
caso, si entendemos que la invencibilidad en el error de prohibición Se considera indebida siempre aquella donación que se solicita, se
tiene o debe enjuiciarse en virtud de criterios normativos especial- acepta ose recibe por u n acto oficial constitutivo de delito o por un acto
mente cuando se trate de cuestiones polémicas en doctrina y jurispru- injusto ya que el carácter indebido del acto se transmite a la retribu-
dencia^*''. Creo, matices aparte, que se puede sostener respecto a la ción. No cabe, en ningún caso, que la donación sea debida por un acto
invencibilidad de prohibición una teoría suavizada de la culpabilidad contrario al deber oficial del funcionario.
al estilo que defiende ROXIN''**». Indebida, según PAGLIARO, es aquella retribución que el particu-
lar no tiene la obligación o la facultad de pagar. Es decir, la retribución
D. Carácter indebido de la retribución es indebida cuando el funcionario no tiene ni el deber, ni el derecho,
ni la facultad de recibirla. Plabrá que estar por tanto, a las normas de
El carácter indebido de la retribución ha sido estudiado especial- Derecho administrativo y a la costumbre, que puede tener relevancia
mente por la doctrina italiana por razón de la propia redacción de los cuando ésta no sea contraria a los leyes o reglamentos'*'''^'.
preceptos reguladores del delito de cohecho. El art. 318 CPI regula la Se acepta por parte de la doctrina el carácter debido de la retribu-
corrupción impropia y establece expresamente el requisito de que la ción en aquellos casos en los que el funcionario condiciona la ejecución
retribución no sea «debida» al funcionario público. Tal referencia falta de un acto oficial regular al previo pago de u n a deuda privada que él
en el art. 319 CPI, que regula el cohecho propio. Esto no significa, tiene con el particular'*'''^. La explicación radica en que el funcionario
según opinión unánime de la doctrina italiana, que en la corrupción no solicita dicha retribución como motivación para realizar el acto
propia pueda haber una retribución debida; lo que ocurre es que el oficial, sino como pago de u n a deuda anterior.
carácter indebido de la retribución está implícito, porque la retribu- Se acepta también la posibilidad de que la retribución se convierta
ción es dada o prometida por el cumplimiento de un acto contrario al en debida a través de la autorización de la autoridad competente'''''''.
deber oficial y el carácter indebido del acto se transmite a la retribu-
ción que por aquél se da o se promete''*'^
En el Código penal español y el StGB alemán no se exige expresa- rio no es una ventaja».; BACIGALUPO, DJ 37/40, 1983, vol. 1, 1101: «Lo que
mente el carácter indebido de la retribución; sin embargo, tradicional- lesiona el bien jurídico es el trueque de un acto de servicio por una ventaja
mente se define la dádiva en España o la ventaja en Alemania como indebida»; JESCHBCK, LK, 10", 1988, § 331, nm. 7: «Ventaja es la remuneración
aquella mejora del funcionario a la que éste no tiene derecho y, en este sobre la que el funcionario no tiene derecho»; MANZANARES SAMANIEGO,
Comentarios, 2", 1990, 924: «Las dádivas ofrecidas en atención exclusiva al cargo
sentido, indebida^^". implican una remuneración ilegal»; RUDOLPHI, SK, 4", 1991, § 331, nm. 19: «El
hecho típico no se realiza cuando el funcionario recibe algo a lo que tiene derecho»;
BUSTOS RAMÍREZ, PE, 2", 1991, 375: «La acción consiste en admitir regalos en
'*'" Respecto al tema del error vid. capítulo III, sección tercera, B. virtud de un acto justo que no deba ser retribuido»; DREHER/TRÓNDLE, StGB,
'•^"'^ R 0 X I N , A r / , 2 " , 1994,781ss.;v¡d.tambiénDÍAZYGARCÍACONLLEDO,EZsrTOr, 47", 1995, § 331, nm. 11: «Prestación del donante sobre la que el funcionario no tiene
1997, (en prensa). derecho legalmente constituido»; SCHÓNKE/SCHRÓDER/CRAMER, StGB, 25",
•'"3 Por todos, SEGRETO/DE LUGA, / delitti, 1991, 351 ss.; PAGLIARO, Principi, 5^ 1997, § 331, 1991, nm. 20: «Ventaja es aquello que el funcionario recibe y sobre lo
1992, 172 s.; cual no tiene derecho».
••'=0 VIADA Y VILASECA, CP, 3", 1885,483: «Toda dádiva que el funcionario admita en 351 PAGLIARO, Principi, 5", 1992, 172 s.
recompensa de sus actos por muy justos e imparciales que éstos sean constituirá 352 PAGLIARO, Principi, 5", 1992, 172 s.; SCHONKE/SCHRÓDERyCRAMER, StGB,
una remuneración ilegal»; CUELLO CALÓN, CP II, 1930, 388: «La dádiva es 25", 1997, § 331, nm. 20.
aquella retribución que el funcionario no tenía derecho a percibir»; CUELLO PAGLIARO, Principi, 5", 1992, 172. Afirma el autor que la autorización de la
CALÓN, DPII, 10^ 1944, 394; JASO ROLDAN, P E / / , 1949, 214: «El cohecho es la autoridad competente excluye el carácter de indebida si tal autoridad tendría la
aceptación por parte del funcionario de una retribución no debida»; CASAS competencia de autorizar la recepción de la remuneración. Pone el ejemplo de la
BARQUERO,/)Ji97S, 900: «La retribucióndebe ser ilegítima»; ARZTA¥EBER,Sr facultad que tiene el gobierno de autorizar la aceptación de premios por la captura
5, 1982,138: «El cumplimiento de un derecho que mejora la situación del funciona- de u n delincuente.
EL DELITO DE COHECHO 361
360 INÉS OLAIZOLA NOGALES

El StGB en el párrafo tercero del § 331, establece expresamente a un acto injusto o a la abstención de un acto que el funcionario tiene
que el hecho del párrafo primero, que pena como cohecho la conducta el deber de realizar (arts. 419, 420 y 421 CP). Y en el caso del delito de
del funcionario o empleado público que exigiera, aceptare la promesa cohecho pasivo impropio, es necesario para que se cumplan estos tipos
o recibiere la ventaja como contraprestación a u n acto oficial, no será que la dádiva no sea debida. Es un requisito implícito de estos tipos.
punible cuando la aceptación de la ventaja fuera autorizada previa-
mente por autoridad competente o, no habiendo autorización previa
ésta, hubiera sido otorgada posteriormente ante la información del VI. RECAPITULACIÓN DE LA SECCIÓN SEGUNDA
funcionario. - La conducta típica en el delito de cohecho pasivo viene formada
La opinión mayoritaria alemana contempla este párrafo tercero por la «solicitud», «recepción» o «aceptación» por el funcionario público
como una causa de justificación, que en ningún caso podrá aplicarse de u n a dádiva, presente, ofrecimiento o promesa.
a los casos en que la ventaja sea aceptada como contraprestación a un La solicitud es u n a conducta unilateral que supone un adelanta-
acto oficial irregular, es decir a los casos de cohecho pasivo propio. La miento de las barreras de protección penal, pues el delito se consuma
razón de esta justificación la cifra RUDOLPHI en razones de política con la simple solicitud del funcionario, sin que sea necesario que el
criminal; el interés estatal puede hacer que en algunos casos sea más particular acepte. Es preciso, no obstante, que dicha solicitud sea
eficaz o más beneficioso el autorizar la aceptación de determinadas reconocible objetivamente como tal, aunque el concreto particular a
ventajas que el obstaculizarla. Esto nunca ocurrirá cuando se trate de quien va dirigida no la comprenda.
actos contrarios al deber oficial'^"'"'. La solución para aquellos casos en los que existe cierta coerción del
En España es importante, al hablar de este tema, hacer referencia funcionario al particular debe venir a través de un concurso de delitos
a otro precepto el artículo 437 CP que recoge el delito de exacciones entre el delito de cohecho de que se trate y el delito de amenazas.
ilegales, y también hace referencia al funcionario que exige mayores Aunque no se trata de u n a solución ideal es la única posible en nuestro
derechos de los que estuvieren señalados por razón de su cargo. CP. Sería preferible de lege ferenda la introducción del delito de
Según RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, la diferencia concusión en el CP.
entre este delito y el delito de cohecho, consiste en que en este último Las otras modalidades típicas «recibir dádiva o presente» y «acep-
la cantidad exigida por el funcionario es totalmente indebida, mien- tar ofrecimiento o promesa» exigen un acuerdo entre el particular y el
tras que en el de exacciones ilegales la ilegalidad reside en el quantum. funcionario.
Así, afirma este autor, la petición de cantidades por servicios que La recepción implica u n acto de apropiación del funcionario.
deben ser completamente gratuitos constituye delito de cohecho. No Supone la incorporación de la cosa al patrimonio del funcionario, que
es suficiente que el particular crea equivocadamente que la cantidad podrá hacerlo bien recibiendo efectivamente la cosa, o bien no devol-
que entrega es debida en concepto de derechos, ni el que bajo este viendo aquélla que ya tenía en su poder. El segundo tipo de conducta
concepto se le exija, pues el título del delito se h a de determinar en es pasivo, pero no por ello omisivo.
estos casos objetivamente, y no puede decirse que exige más derechos La aceptación del ofrecimiento o promesa es normalmente un
de los debidos el que carece en absoluto de la facultad de exigirlos''^^. estadio temporal anterior al de la recepción.
Ya se ha hablado extensamente sobre la diferencia entre el delito de - Las tres conductas conforman delitos de simple actividad. La más
cohecho y el delito de exacciones ilegales anteriormente^^*^. problemática en este sentido es la de la recepción por parte del
En resumen, se puede concluir que la dádiva, etc. tendrá siempre funcionario de la dádiva o presente. Sin embargo, creo que puede
carácter indebido cuando sea como contraprestación a un acto delictivo, considerarse el tipo, también en su modalidad de recibir, como delito
de simple actividad, porque precisamente en la incorporación de la
ventaja al patrimonio es en lo que consiste la actividad de recibir.
•K* RUDOLPHI, SK, 4", 1991, § 331, nm. 35 ss. - El cohecho subsiguiente presentaba dificultades para poder ser
355 RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, IT ed., 1994, 1198 ss. castigado conforme al anterior CP, puesto que, aunque algunos
35f' Vid. capítulo III, sección segunda. I, A, 3, a, a.2.

,
362 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 363

autores lo consideraban incluido en el art. 390, ello suponía desnatu- ningún desvalor, en tanto que puede plantear problemas de bis in
ralizar tal precepto y u n a incoherencia en cuanto a las penas. idem con la sanción civil, administrativa e incluso penal (en caso de
A partir del CP 1995, el art. 425 recoge expresamente el cohecho faltas) que imponga la norma que el acto (como injusto que es) haya
subsiguiente, aunque mantiene algunas lagunas. Únicamente recoge vulnerado.
aquellos casos en los que el acto ya realizado constituye delito y El art. 421 CP hace referencia al funcionario que se abstenga de
aquéllos en los que constituye u n acto del cargo, sin diferenciar si se realizar un acto que debiera practicar en el ejercicio de su cargo. Se
t r a t a de u n acto justo o injusto; h a b r á que incluir en este último incluyen por tanto en este precepto aquellos casos de actos injustos por
supuesto ambos tipos de actos, pero no veo razones materiales que omisión, que resultan de este modo absurdamente privilegiados.
induzcan a diferenciar estos actos cuando se t r a t e de u n delito de - Respecto al delito de cohecho pasivo impropio, el CP 1995 lo recoge
cohecho antecedente y no cuando se trate de un delito de cohecho en dos preceptos (arts. 425 y 426 CP). Esta regulación provoca más
subsiguiente. problemas de los que soluciona, puesto que diferencia dos tipos de
- Para que u n acto pueda ser considerado acto del ejercicio del cargo actos «Actos propios del cargo (art. 425 CP) y «actos no prohibidos
es suficiente con que haya u n a competencia genérica respecto al legalmente» (art. 426 CP). La necesidad de diferenciar entre estos dos
mismo. Es lo que la doctrina y jurisprudencia alemanas denominan tipos de actos, puesto que el CP lo hace, da lugar a que se realicen
relación funcional entre el acto y el funcionario. No es sinónimo acto interpretaciones que poco o nada tienen que ver con el tenor literal de
del cargo y acto administrativo, siendo el primero más amplio. El acto tales preceptos. Así es posible que el art. 425 CP haga referencia a
del cargo debe estar lo suficientemente determinado p a r a que objeti- actos para los que el funcionario tiene u n a competencia específica, en
vamente se pueda saber que la solicitud, recepción o aceptación de la tanto que el 426 se refiera a actos para los que tiene competencia
dádiva es como contraprestación a u n concreto acto. genérica. Puede ser que en el art. 425 se incluyan aquellos actos
- El delito de cohecho pasivo propio diferencia distintas penas discrecionales que respeten las normas de poder discrecional, y por
según que el acto que el funcionario se compromete a realizar consti- tanto sean justos, y en el art. 426 CP los actos reglados. El art. 425 CP
tuya un delito, u n acto injusto o u n a abstención de u n acto que debiera puede servir también para aquellos casos en los que el funcionario se
realizar. equivoca sobre el carácter del acto y a pesar de ser injusto él actúa con
Delito debe interpretarse en sentido estricto, es decir, no se la convicción de que es justo.
incluyen las faltas, puesto que tal es el sentido habitual de dicho En todo caso se t r a t a de distinciones forzadas, provocadas por la
término en el CP y en este caso no hay razones lógicas o de justicia diferenciación que h a introducido el CP y que no tiene ningún
material que hagan pensar lo contrario. A partir del CP 1995 se paralelismo ni en la regulación española anterior ni en otras regula-
termina la polémica relativa a si deben incluirse en el mismo precepto ciones. ;., • •'••:;:;; •' '• :'•,'••:'
las omisiones constitutivas de delitos, ya que se recogen expresamen- - Se discute si los medios de corrupción (la dádiva, el presente, el
te tales supuestos en el art. 419 CP. ofrecimiento o la promesa) deben tener naturaleza económica o no. A
Por acto injusto se entenderá aquel acto que contradice la norma- diferencia de otros países como Alemania o Italia, la doctrina mayo-
tiva que regula el modo y la forma en que u n a determinada actividad ritaria española afirma la necesidad de que dichos medios sean
estatal debe manifestarse, y no basta con que vulnere los deberes económicos, entendiendo por tal no sólo el dinero en sentido estricto,
genéricos que atañen a todo funcionario. Para valorar si un acto sino cualquier cosa valuable económicamente. Desde mi punto de
discrecional es justo o injusto h a b r á que analizar en cada caso si el vista tales conceptos típicos deben ser interpretados en el sentido de
funcionario h a actuado conforme a las normas del poder discrecional, exigir su carácter material. Literalmente los conceptos de dádiva o
es decir, sin que el acto suponga u n desvío o un abuso de dicho poder, presente indican claramente bienes materiales. Por otro lado, la
teniendo en cuenta además la finalidad pública inherente al acto. multa sigue siendo de carácter proporcional en estos delitos, y ello, a
Desde mi punto de vista es incorrecto el aumento de pena, según el pesar de que el CP 1995 establece como sistema general de multa el
acto injusto llegue o no a realizarse, puesto que dicha ejecución es sistema de días-multa. Desde el criterio del bien jurídico protegido, si
posterior a la consumación del delito de cohecho, y por tanto no añade bien es verdad que también las prestaciones inmateriales pueden
má INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 365

motivar al fiíncionario a actuar y en este sentido perturbar las Así, se reconoce en toda clase de dolo por u n a parte un elemento
condiciones básicas de funcionamiento de la Administración, tampoco cognoscitivo o intelectual, esto es, el conocimiento de los presupuestos
es menos cierto que sociológicamente se constátala vulnerabilidad de materiales de la prohibición penal, es decir, el conocimiento de los
la Administración ante los beneficios económicos, que suponen un datos y circunstancias que fundamentan la antijuridicidad. Por otra
medio especialmente peligroso a efectos de contagio. Puede parte, el elemento volitivo del dolo, sea como intención directa o como
interpretarse que el CP deja como medios típicos de soborno sólo aceptación, que unido al conocimiento anterior supone, en compara-
aquéllos especialmente peligrosos para el bien jurídico. ción con la imprudencia, el mayor grado de «desvalor de la acción»,
- Respecto al carácter cuantitativo de la dádiva, creo que tanto porque a diferencia de la imprudencia se quiere atacar un bien
desde el punto de vista gramatical, como desde el punto de vista jurídicopenalmente protegido y por ello también habrá generalmente
teleológico es posible defender la irrelevancia del mismo. No será u n a voluntad de enfrentamiento directo con el Derecho'*''"'*^.
necesario que la dádiva y el acto oficial se encuentren en u n a relación De esta forma, afirma LUZÓN, «El dolo directo de primer grado
de equivalencia o de proporcionalidad, sino que será suficiente con que será la forma de dolo en que el elemento volitivo se presenta de forma
objetivamente, desde el punto de vista del hombre medio ideal, la más intensa. Supone que el propósito, intención o finalidad qvie
dádiva sea suficiente para motivar al funcionario a actuar. persigue el agente es precisamente la realización de los elementos de
- Con el CP 1995 se solucionan las dudas acerca de la tipicidad o no un tipo delictivo, siendo indiferente para la apreciación de esta clase
como delito de cohecho de aquellos supuestos en los que el beneficio no de dolo el que no sea seguro, sino solamente posible y por tanto
era para el funcionario, sino para u n tercero, es decir, aquellos casos incierto, que se vaya a producir el resultado o el hecho típico»^^^.
de cohecho transversal. Desde mi punto de vista, ya con el CP anterior «El dolo directo de segundo grado supone que la intención o
cabía afirmar la tipicidad de este tipo de cohechos. propósito que persigue el sujeto no es precisamente la realización del
tipo, sino la consecución de otro objetivo, pero sabe que a tal acción
encaminada a otro fin va unida necesariamente y con seguridad la
Sección tercera realización de todos los elementos de un tipo delictivo, cuya produc-
Tipo subjetivo ción, por tanto, aunque no le guste, también acepta»'^''".
Por último el dolo eventual viene definido a partir de su distinción
con la culpa consciente, a través de la teoría que considero más
; I. INTRODUCCIÓN correcta, de acuerdo con LUZÓN PEÑA: la teoría restringida del
Antes de analizar el tipo subjetivo concreto del delito de cohecho, consentimiento o de la aceptación'*'''. Esta teoría supone que por
considero necesario hacer una breve referencia del concepto de dolo e coherencia con las otras formas de dolo directo y para distinguirse con
imprudencia que defiendo. suficiente fundamento material, por su más grave desvalor de acción,
Siguiendo a LUZÓN PEÑA, entiendo por dolo «el conocimiento y de la imprudencia consciente, el dolo eventual requiere el elemento
voluntad de realizar todos los elementos objetivos del tipo total de volitivo en forma de aceptación o consentimiento de la eventual
injusto, tanto los de su parte positiva o tipo indiciarlo, como los de la
parte negativa del tipo, es decir, la ausencia de los elementos de
sentido subjetivo (pues no se exige para el dolo conciencia de la prohibición), ni
causas de atipicidad y de causas de justificación; unos y otros son los tampoco un concepto de dolo natural o neutro (pues no basta con el conocimiento de
presupuestos de la antijuridicidad o prohibición penal. En cambio el los elementos del tipo indiciarlo, aunque el sujeto crea que concurren los elementos
dolo no requiere conocimiento o conciencia de la propia antijuridicidad de una causa de justificación). Se adhiere a esta concepción, DÍAZ Y GARCÍA
o prohibición (ni general ni penal) de la conducta»^'^''. ' CONLLEDO, K error, (en prensa).
358 LUZÓN PEÑA, P G / , 1996, 406. v:;, , , . : : , . :
369 LUZÓN PEÑA, P G / , 1996,413. , ,, • y •
360 LUZÓN PEÑA, P G / , 1996, 415. '
361 Este autor expone todas las teoría que se han utilizado para diferenciar ambas
3 " LUZON PENA, PG I, 1996, 405. Defiende el autor, por tanto, cuya posición
comparto una concepción de «dolo objetivamente malo», no u n dolus malas en categorías de dolo eventual y culpa consciente: LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 418 ss.
366 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 367

producción del hecho, pero que mediante una valoración objetivo- II. TIPO SUBJETIVO EN EL DELITO DE COHECHO: EXIGENCU
normativa se puede restringir lo que se entiende por aceptación o no DE DOLO
aceptación. La restricción más importante consiste en considerar que
la aceptación no se excluye por u n a confianza irracional e infundada Tradicionalmente el delito de cohecho venía siendo considerado un
en la no producción del hecho, considerando que esa confianza mera- delito cuya comisión requería dolo en todo caso, debido a la conexión
mente subjetiva no es una auténtica confianza, sino u n a esperanza o finalística entre la dádiva y el acto propio del cargó'^'''*.
un deseo jurídicamente irrelevante; de forma que la aceptación sólo se Conforme al CP 1995 y su nueva técnica respecto a la regulación
excluye por u n a confianza mínimamente fundada objetivamente, de la imprudencia (castigo de hechos imprudentes sólo cuando así se
aunque errónea, en que no se produzca el hecho. Esa confianza con un disponga expresamente) es claro que el delito de cohecho sólo podrá
mínimo fundamento objetivo requerirá, o que haya bastantes posibi- castigarse en aquellos supuestos en los que el sujeto actúe con dolo,
lidades objetivas, conocidas por el sujeto, de no realización del hecho, porque no h a tipificado este nuevo texto legal la comisión imprudente
o que pese a la peligrosidad pueda hacer algo para intentar evitar tal del delito de cohecho.
producción. Pero si se trata de una mera esperanza irracional en la P a r a analizar qué elementos deben ser comprendidos por el dolo
buena suerte, sin saber si hay pocas o muchas posibilidades, más o del agente es preciso tener en cuenta que el delito de cohecho protege
menos controladas o incontrolables, o sin poder influir algo para un bien jurídico de carácter institucional cuya lesión es difícilmente
intentar contrarrestar la peligrosidad y evitar la producción del imaginable, porque el menoscabo del mismo se producirá más que por
hecho, entonces objetivamente, es decir, desde el punto de vista cada acto individual, por la reiteración generalizada de conductas que
jurídico y del hombre medio ideal no se confía, porque no es posible no respetan las reglas básicas que aseguran el sistema y el funciona-
confiar con algo de base, en que no se realice el hecho''^''^. miento''"'''. En el delito de cohecho pasivo, lo único que requiere el dolo
Conforme a esta teoría, la imprudencia consciente será aquella
clase de imprudencia en la que el sujeto tiene conciencia de (prevé, se
representa) la posibilidad de producción de la parte objetiva del hecho 36'' Así e n t r e o t r o s , S C I I M I D T , BeMechuní;stnlhe-ítande, 1960, 11 s s , B A U M A N N ,
Bestechungstatbestande, 1961, 29 ss; SCHLEMMER, Vorteil, 1962, 48 ss.; CASAS
típico, pero, a diferencia del dolo eventual, no acepta su eventual
:. BARQUERO, DJ 1978, 891 ss.; MAIWALD, NJW 1981, 2777 ss.; ARZT/WEBER,
producción por confiar con un mínimo fundamento, aunque equivoca- ' BT 5, 1982, 447 ss.; CÓRDOBA RODA, Homenaje-Pérez Vitoria, 1983, 181 ss.;
do y no diligente, en que se podrá evitar. En la imprudencia incons- ' = BACIGALUPO ZAPATEE, DJ 37/40, 1983 vol. 1, 390 ss.; KUHLEN, NStZ 1988,
ciente el sujeto no tiene siquiera consciencia (representación, previ- 435; JESCHECK, LK, 10», 1988, § 331, nm. 24,; GRAUPE, Bestechungsdelikte,
1988, 64 ss.; BUSTOS RAMÍREZ, PE, 2^ 1991, 376; RUDOLPHI, SK, 4", 1991, §
sión) de la producción de la parte objetiva del hecho típico, bien porque
331, nm. 30; OTTO, Gnmdkurs, 3", 1991, 471 ss.; ANTOLISEI, Parte .'ípeciale, 10°,
no se da cuenta en absoluto de la peligrosidad de la conducta en 1991, 323 ss.; SEGRETO/DE LUGA, / delitti, 1991, 298 ss.; PAGLIARO, Principi,
relación con un hecho típico así, o bien, porque, aun siendo consciente ; K 5", 1992, 178 ss.; O R T S B E R E N G U E R , PE, 1993, 474; HARDTUNG,
de la posibilidad y peligro de que concurran algunos elementos del !.; Vorteilsannahme, 1993, 53; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17",
:; 1994, 1176 ss; DÍAZ Y GARCÍA CONLLBDO, EJB I, 1995, 1088; DREHER/
tipo, por un error vencible de tipo desconoce la presencia o posible !^ TRONÓLE, StGB, 47", 1995, § 331, nm. 25; LACKNER, SíGB, 21", 1995, § 331 nm.
concurrencia de algún otro elemento típico'^^"^. •i'-'. 13; GARCÍA ARÁN/LÓPEZ GARRIDO, El Código penal de 1995, 1996, 181;
i MUÑOZ CONDE PE, IV, 1996, 865; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA,
:ir Comen^tarios, 1996, 1202: SCHÓNKE/SCHRODERyCRAMER, StGB, 25°, 1997, §
;Í 331, nm. 32; En contra de la doctrina mayoritaria, y a favor de la posible
'•''• incriminación culposa del delito de cohecho EN EL cp 1944/1973, VALEIJE
I" ÁLVAREZ, La corrupción., 1995, 228 ss.; la autora entiende que será posible
'>•'•' constatar situaciones en las que, por haber incurrido equivocadamente el funciona-
rio en un tipo delictivo de cohecho distinto del que pretendía o creía realizar, se
• ••' suscita la cuestión de una eventual responsabilidad por comisión imprudente. Este
problema que será analizado más tarde, al estudiar el tema del error sobre el
362 L U Z O N P E Ñ A , PG I, 1 9 9 6 , 4 2 6 s. carácter delictivo o injusto del acto, queda resuelto con el CP 1995.
363 L U Z Ó N P E Ñ A , PG I, 1 9 9 6 , 5 1 4 . 365 LOOS, Fs-Welzel, 1974, 888 ss.
368 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 369

es que el funcionario sea consciente del carácter y finalidad de la A Problema de los actos simulados
solicitud, aceptación o recepción de la dádiva o presente y que quiera
actuar pese a ello. Por tanto será irrelevante que el funcionario se Se discute por parte de la doctrina si constituye delito de cohecho
plantee o incluso persiga con su conducta el descrédito de la Adminis- o no aquel caso en el que el funcionario solicita o recibe una dádiva o
tración pública, que crea que con ello no perjudica en nada a la presente por realizar un acto del ejercicio de su cargo sin tener la
Administración, o que su única finalidad sea el beneficio económico intención real de realizarlo, o bien por un acto ya realizado, cuando en
que su actuación le reportará, sin plantearse otras cuestiones, lo que realidad no está realizado. Es decir, se discute si siguen constituyendo
por otro lado será el supuesto más normal^'"''. delito de cohecho aquellos casos en los que el funcionario «engaña» al
Por tanto el dolo del agente deberá abarcar su condición de particular. Es importante diferenciar estos supuestos de aquéllos en
funcionario, que solicita o recibe la dádiva como contraprestación a un los que el funcionario en el momento de solicitar o de recibir la dádiva
acto oficial, que dicho acto es un acto propio del ejercicio de su cargo, sí tenía intención de realizar el acto, y posteriormente decide no
y que dicho acto constituye delito (art. 419CP), u n acto injusto (art. 420 ejecutarlo, ya que en ese momento el delito ya está consumado y ese
CP) o que se abstiene de realizar u n acto debido (art. 421)'^'*''. cambio de opinión del funcionario únicamente afecta a la fase de
En cuanto a qué clases de dolo son posibles, entiendo que cabrá agotamiento del delito.
tanto el dolo directo como el dolo eventual. No veo problema en admitir
el delito de cohecho en aquellos casos en los que el funcionario por 1. Doctrina que considera estos casos como delito de estafa
ejemplo, acepte la oferta de una dádiva de un particular sin estar
seguro de que tal oferta es una contraprestación a u n determinado Están incluidos en este grupo aquellos autores que entienden que
acto, pero representándose la posibilidad y conformándose con la en los casos en los que el funcionario no tuviera intención de realizar
misma. También podrá hablarse de delito de cohecho en aquellos el acto propio de su cargo no cabrá apreciar delito de cohecho. Según
supuestos en los que el funcionario acepta la oferta del particular este sector doctrinal, si al funcionario, pese a expresar externamente
como contraprestación a un acto delictivo o injusto, dudando sobre su deseo, le falta internamente aquel elemento anímico, no se podrá
dicho carácter del acto, pero confirmándose con cualquiera de las dos sostener que el funcionamiento imparcial de la Administración se
posibilidades. Lo mismo es trasladable para aquellos supuestos de haya visto efectivamente lesionado. El injusto típico del cohecho no
abstención en los que el funcionario duda sobre si el acto que no va a pone el acento sólo en el beneficio ilícito que persigue u obtiene el
realizar es debido o no y se conforma'^^®. funcionario, porque p a r a reprimir esta clase de conductas existen
otras figuras delictivas, como los fraudes y exacciones ilegales, las
negociaciones prohibidas a los funcionarios, etc.. Según estos autores,
En este sentido, RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, Delitos de peligro, 1994, 303 ss.; «en
la solicitud, la recepción o la aceptación no son más que elementos
estos delitos (se refiere la autora a aquellos delitos de peligro abstracto que protegen objetivos del tipo que precisan de la compañía de otro elemento de
bienes jurídicos institucionales), el bien jurídico inmaterial mediatamente protegi- índole subjetiva: «el propósito de ejecutar el acto». Y esta finalidad es
do es el correcto funcionamiento de la Administración pública, pero no se castiga la propiamente el rasgo específico del delito de cohecho, que aparte de
"lesión del buen funcionamiento de la Administración pública", sino el quebranta-
miento de ciertos deberes de fidelidad e integridad de los funcionarios y de la
diferenciarlo de otros delitos de enriquecimiento ilícito, es el que le
confianza en ellos depositada (objeto representante), mediante u n a serie de conduc- aporta el necesario desvalor para que la lesión al bien jurídico
tas individualmente incapaces de perjudicar el funcionamiento de la Administra- protegido tenga relevancia jurídico-penal. Desde este punto de vista.
ción, pero que sí lo son si se generalizan y repiten». Desde esta visión, continúa la
autora, «el dolo o la imprudencia han de referirse sólo a esos elementos del tipo legal,
siendo irrelevante la referencia subjetiva respecto al bien jurídico mediatamente
protegido». SCHLEMMER, VoríeiZ, 1962,49; KUHLEN.ArSíZiSSS, 435; JESCHECK.L/Í, 10",
Todos estos elementos son elementos normativos que plantean serios problemas en 1988, § 331, nm. 24; RUDOLPHI, SK, 4", 1991, § 331, nm. 30; SCHÓNKE/
el teme de error. Vid. capítulo III, sección tercera, III. SCHRÓDER/CRAMER, StGB, 25°, 1997, § 331, nm. 32; En España, los autores no
La doctrina acepta el dolo eventual en el delito de cohecho. Así, SCHMIDT, se pronuncian al respecto, a excepción de MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUER-
Bestechungstatbestande, 1960,12; BAUMAN'^,Bestechungstatbestánde, 1961, 30; TA, Comentarios, 1996, 1203, que admiten la posibilidad de dolo eventual.
370 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 371

si el particular no tiene ningún tipo de posibilidad de gozar de u n como p a r a la confianza d é l a generalidad en el correcto funcionamien-
privilegio especial por parte de la Administración pública en función to de la Administración.
de la dádiva entregada o prometida, no se puede afirmar, según este La reserva mental del funcionario será por tanto irrelevante a la
sector doctrinal, que el funcionamiento objetivo e imparcial de la hora de calificar el hecho como delito de cohecho, porque al mostrarse
Administración haya sufrido algún tipo de merma, y ni siquiera que el funcionario externamente dispuesto a realizar el acto ya se pertur-
haya estado en algún momento en peligro. En todo caso se podría ban las condiciones básicas de funcionamiento necesarias para el
sostener que quien h a entregado al funcionario u n a retribución correcto servicio que la Administración debe prestar a los ciudadanos.
económica como contrapartida de u n acto del cargo, lejos de disfrutar Ello no es óbice para que además, si se cumplen los requisitos típicos
de u n a deferencia especial por parte del funcionario, h a padecido una del delito de estafa, se pueda apreciar u n concurso de delitos entre
disminución de su patrimonio personal o de la persona en cuyo nombre ambos^''".
actúa.
A partir de aquí se plantea la doctrina si cabe apreciar delito de
estafa. El problema se reducirá también a u n problema de tipicidad y,
3, Posición personal
en consecuencia, a la determinación de si en estos casos están Conforme a la letra de la ley se pueden defender ambas interpre-
presentes todos los requisitos que caracterizan la estafa (el engaño, el taciones, por tanto, la decisión sobre si se debe considerar relevante
error, la disposición patrimonial, el nexo causal entre estos dos o no, a efectos de considerar el delito de cohecho, la voluntad que
últimos elementos y el consiguiente perjuicio para el particular). internamente tenga el funcionario depende desde mi punto de vista
En opinión de este sector doctrinal, el funcionario que incurre en la fundamentalmente del bien jurídico que se considere protegido en
conducta que se está analizando engaña y defrauda al particular que dicho delito.
paga o compra el incumplido servicio. Éste, inducido por la maniobra del P a r a aquel grupo que considera bien jurídico protegido la impar-
funcionario y a consecuencia del error que éste ha provocado, consiente cialidad o el no falseamiento de la voluntad estatal, no se podrá
y acepta el negocio, pacto o convenio, realizando la disposición patrimo- considerar delito de cohecho aquellos casos en los que el funcionario
nial con el correspondiente perjuicio económico'^''^. no tenga intención de realizar el acto, porque ni siquiera se pondrá en
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peligro el bien jurídico. /.IK.ÍÍS.;;!»!, fina'it:? :v. •!•;•; vi •;;v'"'' " • ""i, uo;!..-,';'•" v',::/.::
2. Doctrina partidaria de mantener en estos casos la calificación
de delito de cohecho , ,i ,, ,. . ,, ;;
E s t a es la opinión mayoritaria en Alemania, GEPPERT, Jura 1981, 48; GEERDS,
Este sector doctrinal es partidario de mantener en estos casos la JñJ98;,301ss.;DOLLING,JMSÍ,98i,570;WAGNER,JZJ9S7,598ss.;JESCHECK,
LK, 10^ 1988,§ 331, nm. 14; RUDOLPHI, SK, 4", 1991, § 331, nm. 17; OTTO,
calificación como delito de cohecho porque aún cuando se trate de u n Grundkurs, 3", 1991, 471; DREHERATRONDLE, StGB, 47", 1995, § 331, nin. 17;
acto oficial simulado, ello supone u n a expresión de corruptibilidad y LACKNER, StGB, 21", 1995, § 331 nm 13; SCHONKE/SCHRODER/CRAMER,
u n mal ejemplo tanto p a r a la esfera interna de la Administración, StGB, 25", 1997, § 331 nm. 30. En España apoyan esta postura, CÓRDOBA RODA,
Homenaje-Pérez Vitoria, 1983, 181: «Al consumarse el delito en cuanto tiene lugar
la solicitud, la recepción o la aceptación, el desprestigio de la Administración
pública se produce exactamente igual tanto si el funcionario tenía intención de
369 De esta opinión, B AUMANN, Bestechungstatbestande ,1961,29ss.; SCHLEMMBR, realizar el acto como si no la tenía»; BUSTOS RAMÍREZ, PE, 2", 1991, 375; En
Vorteils, 1962,48 ss.; CASAS BARQUERO,DJÍ97S, 892 ss.; ORTS BERENGUER, Italia, PAGLIARO, Principi, 5°, 1992,179: «El ánimo interno del sujeto no excluye
PE, 1993, 474; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17°, 1994, 1.176 la imagen de compraventa del acto. Lo importante es la voluntad que el sujeto activo
ss.; VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995,185 ss.; Algún autor, especialmente manifiesta, y no la voluntad que pueda realmente tener». En este sentido se ha
en Alemania, MAIWALD, NJW 1981, 2777 ss. ha diferenciado los casos según se expresado también el TS. Así, STS 30-11-1971 (A 5280): «El cohecho no responde
trate de simulación de actos futuros o de actos pasados, entendiendo que en este únicamente al loable designio legal de asegurar la rectitud d e a función pública, sino
último caso no cabrá apreciar delito de cohecho por la propia redacción literal de los también a la razón —^válida por sí sola— de incolumnidad del prestigio d é l a función
§§ 331 y siguientes del StGB que hablan de actos «que ya h a n sido realizados» pública. El hecho de que la solicitud de dádiva por parte del funcionario fuera una
{uorgennomen hat). E s t a tesis h a sido criticada por la mayoría de la doctrina simple maquinación p a r a defraudar al particular no excluye la figura de cohecho».;
alemana, como se verá a continuación, por considerarla demasiado literalista. 29-11-1985 (A 5503).
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372 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 373

Para aquellos autores que consideran como objetos protegidos en No obstante esta reflexión, lo que interesa dilucidar es la relación
el delito de cohecho el prestigio de la Administración o la confianza de existente entre el delito de cohecho y el posible delito de estafa, que
la generalidad en el correcto funcionamiento de la misma, será también se produce cuando el funcionario engañe al particular,
indiferente la reserva mental del funcionario, puesto que se perturban haciéndole creer que va a realizar un acto, y fruto del mismo provoque
dichos bienes jurídicos desde el momento en que se produce el pacto un error en el particular que le lleve a u n a disposición patrimonial que
entre el funcionario y el particular, independientemente de cuál sea suponga un perjuicio propio o de tercero.
la voluntad real de los sujetos intervinientes en el mismo. La cuestión es si entre ambas figuras se da u n concurso de normas
Desde mi punto de vista, el bien jurídico protegido en el delito de o de delitos. El art. 438 CP establece: «La autoridad o funcionario
cohecho serán aquellas condiciones básicas de funcionamiento nece- público, que abusando de su cargo, cometiere algún delito de estafa o
sarias para el correcto funcionamiento de la Administración. Dichas apropiación indebida, incurrirá en las penas respectivamente señala-
condiciones serán algunas referidas al ámbito interno de la Adminis- das a éstos, en su mitad superior, e inhabilitación especial para
tración, es decir, el funcionario debe actuar conforme a determinados empleo o cargo publico por tiempo de dos a seis años». El precepto está
deberes de fidelidad y de integridad, porque lo contrario supondría un incluido entre los delitos del capítulo XIX («Delitos contra la Adminis-
mal ejemplo para el resto de funcionarios y un grave peligro de tración pública»), por lo que parece que quiere proteger a la sociedad
contagio que acabaría perturbando el correcto funcionamiento de la de los posibles usos indebidos que los funcionarios hagan de su cargo
Administración. Otras condiciones vienen referidas al ámbito exter- en el ejercicio de sus funciones, es decir, se recogen en este precepto
no. En este sentido es preciso que los ciudadanos confíen en la aquellos abusos que el funcionario realice en su actuación como
Administración, porque sin un mínimo de confianza y de docilidad por funcionario y no como p a r t i c u l a r " ^ Desde esta perspectiva se podría
parte de los ciudadanos la Administración se paralizaría. Desde este defender que en este precepto se protegen dos bienes jurídicos, uno de
punto de vista se encuadrarán bajo los tipos del delito de cohecho carácter individual, el patrimonio del particular estafado y otro de
aquellas conductas que supongan u n a merma de cualquiera de estas carácter supraindividual, el correcto funcionamiento de la Adminis-
condiciones, sin que sea necesario demostrar, porque como ya se h a tración, por lo que aquellos casos en los que el funcionario estafa al
visto antes es imposible, que una de estas conductas individualizada particular haciéndole creer que va a realizar un acto, sin que esa sea
llega a lesionar el funcionamiento de la Administración. Llegados a su intención real, siendo este acto propio de su cargo, podrían ser
este punto se puede afirmar que la solicitud, aceptación o recepción sancionados, en virtud de u n concurso de normas entre los preceptos
por el funcionario de u n a dádiva, independientemente de su voluntad que tipifican el delito de cohecho y el art. 438 CP, por el art. 438 CP,
interna, puede constituir u n a merma de estas condiciones básicas de entendiendo que con la aplicación del art. 438 se recoge todo el
funcionamiento, porque lo importante es que el funcionario exprese su desvalor del hecho. P a r a poder defender esta solución sería necesario,
disposición a realizar un acto a cambio de una dádiva; esto ya supone
un mal ejemplo para el resto de funcionarios y u n a perturbación de la
confianza del público en el correcto funcionamiento de la Administra- La diferencia entre el «abuso del cargo» y el «abuso del carácter público del culpable»
ción. Ya que su voluntad interna, como tal voluntad interna que es, no de la agravante genérica del art. 22,7" CP radica precisamente en que la agravante
únicamente es aplicable a los supuestos en que el funcionario actúa como particu-
se manifiesta al exterior. Lo importante en el delito de cohecho es la lar, y el fundamento de la agravación no se ve en la lesión que se ocasiona a la
sensación de corruptibilidad que se muestra por parte del funcionario, función pública, sino en la utilización de la condición pública para facilitar la
de la misma forma que es indiferente, y en eso hay acuerdo unánime comisión del delito, abusando de la situación de superioridad que ello pueda
por parte de toda la doctrina, el que el acto llegue o no a realizarse, va comportar. Vid., ALONSO A L A M O , Circunstancias, 1982,559 ss.; GARCÍA ARAN,
Determinación de la pena, 1986, 160 ss. Frente a esto los delitos contra la
ser irrelevante también la voluntad interna del funcionario. Administración pública suponen que el funcionario abusa de funciones que le
Por lo tanto, desde mi punto de vista, es irrelevante el ánimo que confiere el cargo, en cuanto entran dentro de su competencia y consisten en el
realmente tenga el sujeto de realizar o no el acto, a efectos de ejercicio de poder del cual el funcionario público resulta revestido. En estos casos
el funcionario comete el abuso ejercitando legítimamente, en el límite de su propia
considerar realizado el delito de cohecho. competencia, las funciones a él conferidas, pero de forma anormal y arbitraria. Vid.,
CRESPI/ZUCCALÁySTELLA, Commentario, 2", 1990, 579 ss.
374 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 375
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al menos como argumento de apoyo, que las penas del delito de estaría en contra el argumento relativo a l a comparación de penas, ello
cohecho fueran inferiores, o al menos similares a las establecidas en supondría no tener en cuenta el bien jurídico patrimonial que también
el delito del art. 438 CP, puesto que parece difícil defender que con la protege el art. 438.
aplicación del citado precepto se recoge todo el desvalor del hecho si la U n a solución a tener en cuenta, visto que el concurso de normas no
pena del delito de cohecho es superior. es aplicable (al menos entre los arts. 419, 420 y 438 CP), sería el del
Si se comparan las penas se ve que el art. 438 CP establece una concurso de delitos. Sin embargo creo que se vulneraría el principio de
pena de dos años y tres meses de prisión más u n a pena de inhabilita- non bis in idem, puesto que, además de protegerse en ambos el mismo
ción especial para empleo o cargo público de dos a seis años. Por su bien jurídico (aunque en el delito del art. 438 se protege el patrimonio
parte en el delito de cohecho hay que diferenciar según que el acto que del particular también, como ya se h a visto, se protege el correcto
el funcionario se compromete a realizar se t r a t e de u n delito (art. 419 servicio que la Administración debe prestar a los ciudadanos), se
CP), en cuyo caso la pena será de prisión de dos a seis años e estaría castigando dos veces en el fondo la misma conducta típica, la
inhabilitación especial para empleo o cargo público de siete a doce del funcionario que solicita o acepta la oferta de una dádiva por
años; un acto injusto (en todo caso no ejecutado, porque se está realizar un determinado acto.
hablando de supuestos en los que el funcionario se compromete a Creo que la solución sí debe ser la del concurso ideal pero entre el
realizar el acto, pero sin intención real de hacerlo art. 420 CP); la pena delito de cohecho correspondiente y el delito de estafa del art. 248 CP.
en este caso es de prisión de uno a dos años e inhabilitación de tres a El problema será aquí la comparación de penas, no cuando se t r a t e de
seis años. En aquellos casos en los que el funcionario se compromete un delito de cohecho del art. 419, puesto que en este caso la pena de
a abstenerse de un acto debido (art. 421 CP) la pena será de multa e prisión es superior a la establecida por el delito de estafa, sino cuando
inhabilitación especial para empleo o cargo público de tres a seis años. se t r a t e de un delito del art. 420, porque el límite superior de la pena
Respecto al delito de cohecho pasivo impropio, las penas son clara- de prisión de este delito es inferior (2 años) al límite superior del delito
mente inferiores: el art. 425 CP establece como pena la multa del tanto de estafa (4 años). Sin embargo el límite mínimo es superior en el
al triplo del valor de la dádiva y suspensión de empleo o cargo público delito de cohecho (1 año) que en el delito de estafa (6 meses), y además
por tiempo de seis meses a tres años; y el art. 426 CP pena de multa el delito de cohecho se castiga también con la pena de inhabilitación
de tres a seis meses. especial para empleo o cargo público por tiempo de tres a seis años.
El argumento penológico como forma de comprobar si uno de los Desde mi punto de vista, dado que el límite inferior es mayor y además
preceptos puede absorber todo el desvalor del hecho no aclara dema- establece la pena de inhabilitación, habrá que considerar superior la
siado en este caso. Las penas de los arts. 421, 425 y 426 CP sí que son pena del delito de cohecho. No obstante esta consideración llevaría a
claramente inferiores a las del art. 438 CP, sin embargo respecto a los la paradójica situación de que tuviera mayor pena de prisión un
arts. 419 y 420 la cosa no está tan clara. El límite mínimo de la pena funcionario que falsamente se compromete a realizar un acto injusto
de prisión establecida en dichos preceptos es superior al establecido en que aquél que se compromete (también falsamente) a realizar, por
el art. 438 (el límite mínimo de la pena de prisión del art. 419 ejemplo u n acto no prohibido legalmente, porque en este caso la pena
únicamente supera en tres meses al del art. 438), pero el límite más grave sería la del delito de estafa que se aplicaría en su mitad
superior de la pena de prisión es mayor en el art. 419 (6 años) e igual superior (de dos años y tres meses a cuatro años). Lo mismo ocurriría
en el art. 420 (4 años). Por su parte la pena de inhabilitación es en todo si se afirmase que en estos casos el delito del art. 438 ya recoge todo
caso superior en el delito de cohecho que en el art. 438 CP. el desvalor del hecho, y por tanto el único aplicable.
Por tanto, no es correcto afirmar que el art. 438 recoja todo el No obstante, reconociendo estas dificultades para determinar qué
desvalor del hecho, al menos desde el argumento de comparación de pena es la aplicable en cada caso, creo que la solución correcta es la del
penas respecto a los arts. 419 y 420 CP. Tampoco se puede considerar concurso entre éstos y el delito de estafa. Y ello, porque creo, que
a la inversa, es decir entender que es el delito de cohecho en estos casos independientemente de cuál sea la intención real del funcionario, ésta
el que recoge todo el desvalor, puesto que además de que igualmente no es relevante para el cumplimiento del cohecho.
376 INÉS OLAIZOLA NOGALES
377
EL DELITO DE COHECHO

B. Problema específico del agente provocador a ¡ i¡ s Sin embargo esta postura dominante presenta problemas de difícil
solución en aquellos delitos de consumación anticipada, especialmen-
1. Planteamiento del problema te en los delitos de peligro abstracto, como es el delito de cohecho. La
Al hilo de las reflexiones anteriores se plantea u n a cuestión teoría de la diferencia entre la consumación y la terminación material
interesante que al menos brevemente quiero comentar. Se trata de vale para los tipos de lesión (que distinguen entre la consumación
aquellos casos en los que el funcionario solicita una dádiva a un formal y la terminación material), incluso para los delitos de peligro
particular, pero con el ánimo de detenerle, o de obtener pruebas para concreto, que exigen la puesta en peligro para el caso concreto, pero en
su detención. Es el caso del agente provocador. los delitos de peligro abstracto la definitiva lesión o puesta en peligro
El supuesto será el de aquel funcionario que sospecha que un concreto no desempeña ningún papel entre los elementos típicos. Ante
determinado individuo ha sobornado a algún funcionario y le solicita este problema RUIZ ANTÓN afirma: «En los delitos de peligro
una dádiva con el fin de denunciarle en caso de que el particular acepte abstracto, en principio es indiferente para que tenga lugar la realiza-
la solicitud. Se plantea la cuestión de si el funcionario en estos casos ción de la conducta típica la comprobación empírica de si se ha
responderá o no como autor de un delito de cohecho pasivo. O también producido un efectivo peligro para el bien jurídico. No obstante, se
podría ser al revés: se le ofrece u n a dádiva al funcionario que se debe insistir en que, en todo caso, los delitos de peligro abstracto
sospecha corrupto para «pillarle». también requieren la posibilidad de que se realice el peligro. Por ello,
La doctrina se h a manifestado contraria a castigar al funcionario si el agente provocador h a introducido de antemano medidas de
en estos casos por faltar en él un auténtico dolo'*''^. Sin embargo la garantía, no es suficiente para fundamentar el injusto la mera
cuestión no está tan clara desde mi punto de vista. Efectivamente, u n a adecuación formal del comportamiento a la descripción típica. Conse-
de las teorías que defienden la impunidad del agente provocador es la cuentemente, si queda eliminada la posibilidad de verificación del
que se fundamenta en la falta de dolo del agente. Según esta teoría se peligro, sólo existirá u n peligro aparente, insuficiente para originar
debe dejar impune al agente provocador que sólo quiere la tentativa un juicio de desvalor»'"''.
de un hecho, pero no su consumación, ya que el dolo del inductor debe E s t a tesis de RUIZ ANTÓN ha sido criticada por MUÑOZ
extenderse tanto a la provocación del hecho como a la realización SÁNCHEZ por tres motivos: en primer lugar, porque tal restricción no
completa del hecho por parte del autor. Así se afirma que el dolo del es compatible con la función fundamental del tipo, porque si tal
inductor falta no sólo si el agente provocador no quiere la consumación restricción no ha sido incorporada por el legislador en determinados
del hecho, sino también si él se representa que el resultado típico no delitos es porque no quería delimitar de esta forma los delitos de
será alcanzado por el autor. Incluso se llega más lejos al afirmar que peligro abstracto. En segundo lugar por las dificultades prácticas que
el agente provocador quedaría impune en el caso de inducción dolosa conlleva verificar la impunidad del agente, porque la actividad de éste
a un delito consumado de resultado si el tipo legal en cuestión normalmente dirigida a alcanzar los niveles directivos de las organi-
permitiera separar la consumación formal y la terminación material zaciones criminales se extiende en un periodo largo de tiempo,
y la consumación del delito no supusiera aún lesión del bien jurídico durante el que se realizarán diversas operaciones. En tercer lugar,
protegido. Esto se daría en aquellos delitos que requirieran en el autor porque si se parte de que es el acusado el que debe aportar la prueba
una voluntad de lesión que, superando el dolo, fuera más allá de la de la no peligrosidad de la conducta, ello sería contrario al principio
consumación del delito^™. «¿n dubio pro reo». Si, por el contrario, es el tribunal quien debe
aportar la prueba de la peligrosidad concreta, entonces los delitos de
peligro abstracto se convertirían de fado en delitos de peligro concre-

•"2 Pocos autores se han manifestado al respecto: SEGRETO/DE hVCAJdelitti, 1991,


298; PAGLIARO, Principi, 5^ 1992, 156 ss.
3'3 Sobre ésta y otras teorías, RUIZ ANTÓN, El agente provocador, 1982, 21 ss.;
3''4 RUIZ ANTÓN, El agente provocador, 1982, 158.
MUÑOZ SÁNCHEZ, Agente provocador, 1995, 70 ss.
S''^ MUÑOZ SmCK&Z, Agente provocador, 1995, 78-79.
378 INES OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 379

La solución, según este autor, p a r a algunos casos de delitos de relación efectiva con el bien jurídico protegido en el caso concreto y no
peligro abstracto, está en recurrir a la categoría de delitos de peligro sólo como motivo o presunción del legislador. Ahora bien, la produc-
hipotético formulada por TORÍO""''. Conforme a esta teoría, entre los ción o no del resultado de peligro (la concreta puesta en peligro de u n
delitos de peligro concreto y los delitos de peligro abstracto existen bien jurídico en los términos requeridos por los delitos de peligro
unos delitos de peligro hipotético en los que el tipo no reclama concreto) es absolutamente irrelevante en todos los casos. Lo que
tampoco, a diferencia de los delitos de peligro concreto, la producción interesa es la peligrosidad ex ante, el que ex post se haya producido o
de u n peligro efectivo, pero sí u n a acción apta para producir un peligro no el peligro es algo que no debe ser considerado. Lo relevante es que
del bien jurídico como elemento material integrante del tipo del en el momento de la acción no quede excluida la potencialidad lesiva
delito»'"''. Trasladando esta teoría al problema del agente provocador, de la conducta""-'.
afirma MUÑOZ SÁNCHEZ que en estos casos u n a interpretación No obstante, y en eso también estoy de acuerdo con RODRÍGUEZ
teleológica de la noma permite afirmar que la acción, además de ser MONTAÑÉS, según ante qué bien jurídico nos hallemos será difícil
adecuada por sus propiedades para originar un peligro para el bien considerar la potencialidad lesiva de u n a acción. Así, en los delitos que
jurídico, exige, desde u n a perspectiva ex post y ya no ex ante, que en protegen bienes jurídicos institucionales, como el caso del cohecho,
la situación concreta sea posible u n contacto entre la acción y el bien para poder averiguar la potencialidad lesiva de estas conductas
jurídico, en cuya virtud hubiera podido producirse un peligro efectivo deberá acudirse a objetos de protección que representen al bien
para dicho bien jurídico. De manera que en aquellas hipótesis en que jurídico último protegido. De esta forma será suficiente con la pertur-
el objeto de protección no pueda entrar en el radio de efectividad del bación del objeto o bien «representante» y con que el dolo se refiera a
acto está excluida la tipicidad. Ocurrirá así cuando el agente provoca- eUa^'™. ' ' ,^
dor haya procedido pertinentemente a adoptar las medidas que Desde este punto de vista se puede plantear la cuestión de si la
excluyen, de antemano, la posibilidad de peligro concreto'"**. acción del agente provocador que solicita la dádiva tiene realmente
potencialidad lesiva''^^. Para ello se ha de averiguar si con esta
2. Valoración crítica conducta el funcionario perturba las condiciones básicas de funciona-
miento necesarias para el correcto funcionamiento de la Administra-
Respecto a las críticas y a la solución que propone MUÑOZ ción, que son el «objeto de protección representante» en el delito de
SÁNCHEZ debo hacer tres observaciones. No estoy de acuerdo con la cohecho. Desde mi punto de vista la actividad del funcionario provo-
primera crítica que realiza, porque ello supondría defender que los cador no supone un mal ejemplo para el resto de funcionarios, ni
delitos de peligro abstracto pueden llegar a ser delitos meramente tampoco, en la medida en que su actuación va dirigida, precisamente,
formales. En cuanto a la segunda crítica que el autor realiza, creo que a denunciar corruptelas, puede perturbar la confianza de la genera-
no se trata de desaprobar la peligrosidad concreta, sino de probar la lidad en la Administración pública, por tanto, y aunque la conducta
falta absoluta de peligrosidad, siquiera sea abstracta. Y por último, encaje formalmente en el tipo y el funcionario actúa con dolo, no creo
respecto a la solución considero que en definitiva ésta es reconducible que pueda hablarse de u n a antijuridicidad material, puesto que la
a la solución dada por RUIZ ANTÓN o por la doctrina general. conducta del sujeto se encamina precisamente a impedir que se
Desde mi punto de vista, no es preciso acudir a u n a teoría interme- transtornen dichas condiciones de funcionamiento.
dia de delitos para poder exigir u n a antijuridicidad material y no Otra posible solución sería, si se afirmara que ex ante la conducta
meramente formal a los delitos de peligro abstracto. De acuerdo con sí que tiene potencialidad lesiva, o al menos se considerase dudoso si
la opinión de RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, estos delitos h a n de repre-
sentar un peligro real para bienes jurídicos, h a n de manifestar su 379 R O D R Í G U E Z MONTAÑÉS, DeZifos de p e % r o , 1994, 298 SS.
380 RODRÍGUEZ MONTAÑÉS, De/¿tos de peZ¿gTO, 1994, 302 ss.
381 P a r a aquellos autores que exigen que el funcionario que solicita, acepta o recibe la
" s TOmO LOV'EZ, ADP 1981, 828 ss. dádiva tenga intención real de realizar el acto no se plantea este problema, porque,
3 " TORÍOLÓPEZ,ADPÍ9Si,846. al menos en aquellos supuestos en los que el agente provocador es el funcionario
•"8 MUÑOZ SÁNCHEZ, Agente provocador, 1995, 81 ss. público, éste no tendrá intención de realizarlo.
^T^

380 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 381

la tiene o no, alegar que la conducta está justificada. Podría alegarse peligro abstracto de tenencia para traficar debe ceder cuando haya
cumplimiento de u n deber^^^ (art. 20,7" CP), e incluso estado de prueba en contrario de la absoluta imposibilidad en concreto para
necesidad^^^ (art. 20,5" CP) cuando la situación de corrupción hubiera traficar''*^''. ft
llegado al límite de desestabilizar completamente la Administración E n contra de esta opinión se manifiesta LUZÓN PEÑA, que
de un país. Esta solución, sin embargo, es más comprensible, especial- refiriéndose al delito de tráfico de drogas afirma: «No hay tentativa
mente para apreciar el cumplimiento de u n deber, cuando el agente irreal impune (sino que si sólo se tipificara el tráfico, habría tentativa
provocador es el funcionario que provoca a un particular, pero reco- inidónea punible) de tráfico, puesto que no estamos ante un caso en
nozco que es más difícil apreciar estas causas de justificación cuando donde ex ante sea obvio para el hombre medio en la situación del autor
es el particular el agente provocador que provoca al funcionario. la falta absoluta de peligrosidad. Pero además hay consumación
Otra cuestión interesante es si respondería en estos casos el anticipada ya en la posesión para traficar; y esta posesión era para
particular que acepta la solicitud del funcionario, o el funcionario que traficar en general, lo cual era en principio factible (pues no se t r a t a b a
acepta el ofrecimiento de un particular o de otro funcionario «disfra- de que en la posesión concurrieran tales circunstancias que hicieran
zado» es decir el sujeto provocado. El TS tradicionalmente h a respon- imposible cualquier forma de tráfico), aunque luego el concreto acto
dido negativamente alegando que la persona provocada actúa enga- intentado resulte imposible»''^'^'.
ñada por el agente, tratándose por tanto de una persona que no actúa Creo que el argumento de LUZÓN es trasladable al delito de
libremente, no pudiéndose probar que de no haberse dado tal provo- cohecho. En el supuesto de la sentencia citada, los policías que aceptan
cación el particular hubiera actuado de esa manera. Así en la senten- el dinero cometen u n delito de cohecho pasivo consumado. Desde mi
cia de 21-9-1991, (A 6524) resuelve de esta forma en un caso de punto de vista, esa conducta, desde una perspectiva ex ante, tiene u n a
cohecho provocado. Se sospechaba que dos policías de la frontera clara potencialidad lesiva. Incluso suponiendo que en este caso el
dejaban, a cambio de dinero, pasar a los vehículos sin pedir documen- agente provocador hubiera puesto las medidas de garantía oportunas
tación. Dos policías disfrazados les ofrecen dinero, siendo éste acepta- para impedir cualquier verificación del peligro, podría afirmarse,
do por los funcionarios. El TS absuelve a los policías de la frontera, desde mi punto de vista, la realización de una tentativa imposible de
entendiendo que la policía disfrazada incitó a los funcionarios a la cohecho.
comisión del delito, delito que sin esa inducción no se habría produci- Por tanto, en resumen, debe distinguirse entre el sujeto provocador
do, o al menos no podía saberse si se habría producido. Se trata, ajuicio (seafuncionario oparticular) y elsujeto provocado (que también podrá
del TS, de una inducción engañosa que no sirve como prueba. ser funcionario o particular) a la hora de afirmar la relevancia penal
Parte de la doctrina, aludiendo al delito de tráfico de drogas, de su conducta. Considero que el sujeto provocador no deberá respon-
también ha entendido que el sujeto provocado no debe responder, con der penalmente, bien entendiendo que su conducta no va dirigida a
la fundamentación de que se t r a t a de casos de tentativa irreal de perturbar las condiciones básicas de funcionamiento de la Adminis-
tráfico por absoluta imposibilidad de antemano, o de que el delito de tración pública, sino precisamente a evitar que se perturben, e incluso
cabría apreciar en muchos de estos casos u n a causa de justificación.
Al contrario, entiendo que la conducta del sujeto provocado sí es
Acerca de apreciar la causa de justificación de cumplimiento de un deber, vid. relevante penalmente, porque la conducta de este sujeto desde un
GARCÍA VALDÉS, El agente provocador, 1996, 19. (Deber de colaboración con la punto de vista ex ante puede considerarse peligrosa desde el punto de
justicia, al deber de promover la persecución de, delitos o incluso al deber de vista del hombre medio ideal.
obediencia).
Estoy de acuerdo con MIR PUIG, PG, 4", 1996, 460 cuando acepta la posibüidad de
apreciar como causa de justificación el estado de necesidad incluso cuando los
bienes en peligro sean colectivos: «ha de haber algún mecanismo en el ordenamiento
jurídico que impida en aquellos casos en los que se halla enjuego el destino del
Estado resulte castigado quien no causa un mal mayor que el que evita. Este
mecanismo puede ofrecerlo el estado de necesidad, si se interpreta ampliamente la 384 RUIZ ANTÓN, Problemática de la droga, 1986, 328 ss.
expresión del art. 20,5° "mal ajeno"». 38^ LUZÓN PEÑA, Estadios penales, 1991, 549, n. 6.
382 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 383

III. PROBLEMAS DE ERROR que el acto no fuese en sí mismo contrario a los deberes del cargo
habría quedado incumplida. Sin embargo, lo decisivo no sería el tenor
A. Error sobre el carácter injusto o delictivo del acto literal de la ley, sino su sentido, y en ese caso una comparación
Para que se cumplan los arts. 419 y 420 CP es preciso que el sistemática de los §§ 331 y 332 StGB pondría de manifiesto que la
funcionario tenga conciencia del carácter delictivo o injusto del acto mención en el primero de ellos de que el acto a realizar por el
que se compromete a realizar a cambio de la dádiva. funcionario fuese conforme a las obligaciones de su cargo no tenía por
objeto producir su impunidad en los casos de error sobre dicha
1. Polémica planteada por la doctrina alemana característica, sino la de delimitar ese supuesto del previsto en el § 332
en el que se exige la contrariedad al deber del acto del funcionario
a. Situación antes de la reforma de 1974 corrupto. Si se partía de tal sentido del elemento del tipo, éste no
impediría la subsunción, sino que la exigiría, ya que el § 331 sólo
Se planteaba en Alemania antes de la reforma de 1974 una debería resultar inaplicable cuando pudiera tener efecto una punición
interesante polémica en torno a cómo resolver ciertos casos de error en por el parágrafo más severo, esto es el § 332 StGB. De esta manera,
los delitos de cohecho pasivo. La cuestión que se planteaba era la del cuando no se diera un cohecho pasivo propio por falta del tipo objetivo
tratamiento jurídicopenal que había de darse al supuesto de que el o subjetivo, o no pudiera ser probada su realización, el § 331 StGB no
funcionario se dejase corromper en la creencia errónea de que el acto se vería ya desplazado. Así estos autores entendían la mención de la
que se comprometía a realizar sería conforme a los deberes de su conformidad al deber del acto como una simple regla concursal que no
cargo. La punición por el § 332 StGB resultaba imposible por la falta impedía considerar la relación entre los §§ 331 y 332 StGB como de
de un dolo dirigido a la verificación de este delito (cohecho pasivo especialidad, siendo la ley general el § 331 StGB, y no de exclusividad.
grave), por lo que el problema se reducía a determinar si habría de Frente a esta postura, otros autores''**'' negaban la posibilidad de
reputársele autor de un delito consumado o meramente intentado aplicar el § 331 StGB fundamentando su opinión en dos motivos: en
(tentativa inidónea) de un cohecho pasivo impropio del § 331 StGB, primer lugar en el propio tenor literal de la ley, pues, para que se dé
precepto que exigía que el acto que el funcionario se comprometía a una relación de especialidad entre dos normas es preciso que el sujeto
realizar fuera conforme a las obligaciones de su cargo. Que la solución que realice la norma especial realice a su vez la norma general; y esto
más justa era la primera estaba claro, pues sería imposible justificar no sucedía entre los §§ 331 y 332 StGB, ya que el funcionario que
materialmente la impunidad del sujeto (la tentativa de cohecho realiza el § 332 StGB, es decir, un acto que lesiónala obligación oficial,
pasivo impropio no estaba conminada con pena) sólo porque hubiese no lleva a cabo a su vez la conducta del § 331 StGB, esto es, un acto
realizado objetivamente una conducta más grave que la que quería conforme a los deberes del cargo. Pero, sobre todo, la razón principal
ejecutar. Sin embargo, este argumento no era suficiente para sancio- en la que fundamentan su opinión es la idea de que el injusto de ambos
nar a alguien por un delito consumado de cohecho pasivo impropio. Se preceptos no era meramente graduable, sino materialmente hetero-
trataba de saber si la conducta podía ser subsumida en el tipo del § 331 géneo. Heterogeneidad que viene marcada, precisamente, porque el
StGB, ya que si tal subsunción fuera posible nada se opondría ya al contenido del injusto del § 332 StGB venía compuesto por esa lesión
castigo por la consumación de este delito, mientras que si no lo fuera, de la obligación del funcionario, en tanto que el del § 331 StGB se
sólo quedaría la calificación del hecho como tentativa (impune) de este establecía por el comportamiento «correcto» del funcionario. Se trata-
delito. Ante esta cuestión se planteaban dos opiniones opuestas: ría de un supuesto de exclusividad material y no meramente de
Poruña parte, aquellos autores que consideraban aplicable el § 331 exclusividad formaP^^.
StGB''***^ partían de que, si se consideraba únicamente el tenor literal
de este precepto, no podría aplicarse, porque la característica típica de 387 Así, entre otros, SCHMIDT, Bestechungstatbestande, 1960, 114; BAUMANN,
Bestechungstatbestande, 1961, 32 ss.
^^^ Respecto a estos conceptos, entre otros, PEÑARANDA RAMOS, Concurso, 1991,
^sfi Así, entre otros, GEERDS, Bestechungsdelikte, 1961, 55, n. 293; V. HASSEMER,
119ss.;GIMBERNATORDEIG,AOÍ>i992,837ss.; SÁNCHEZ TOMÁS,ADPi993,
Delictum suigeneris, 1974, 86 ss.; LOOS, Fs-Welzel, 1974, 882 n. 21, 895 n. 58.
681 ss.; CARDENAL MONTRAVETA, ADP 1995, 1016 ss. . ..„...,,, .,
384 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 385

b. Situación a partir de 1974 injusto O el funcionario se comprometa a abstenerse de un acto debido.


Esta particularidad también se deberá tener en cuenta al analizar
Apartir de 1974 cambíala redacción del § 331 StGB, que sustituye este problema. ; ,
la expresión de «actos no contrarios a los deberes del cargo» por «actos
del cargo», ello lleva a la mayoría de la doctrina a aceptar la relación
de especialidad entre los §§ 331 y 332 StGB. Al aceptarse la posibili-
a. Código Penal 1944/1973 -
dad de que por «acto del cargo» se entienda tanto los actos regulares El CP 1944/1973 recogía en el art. 390—cohecho pasivo impropio—
como aquellos irregulares, cuando el funcionario no tuviera concien- la conducta del funcionario que admitía dádiva o regalo que le fueren
cia de dicha irregularidad, se convierte el § 331 StGB —cohecho pasivo ofrecidos en consideración a su función o para la consecución de un
impropio— en un tipo genérico y el § 332 StGB —cohecho pasivo acto no prohibido legalm,ente, y por otro lado en loaarts. 385 y 386 —
propio— en un tipo específico. De esta forma cuando el funcionario se cohecho pasivo propio— la del funcionario que solicitaba o recibía
compromete a realizar un acto oficial irregular, sin tener conciencia dádiva o presente, o aceptaba ofrecimiento o promesa por ejecutar un
de dicha irregularidad, se está comprometiendo a su vez a realizar un acto relativo al ejercicio de su cargo que constituyera delito (art. 385)
acto del cargo, y por tanto ya no hay problema p a r a aceptar la o por ejecutar un acto injusto que no constituyera delito (art. 386).
subsunción de esta conducta en el § 331 StGB. Se planteaba la doctrina (aunque con mucha menos profusión que
Desde esta visión de relación de especialidad entre los tipos, aquellos en Alemania) si sería posible aplicar el art. 390 en aquellos casos en
casos en los que el funcionario considera equivocadamente que el acto es los que el funcionario creyera erróneamente que el acto al que se
regular será castigado por el delito consumado del § 331 StGB. Si es a la comprometía no era injusto ni constitutivo de delito.
inversa, si el funcionario cree equivocadamente que el acto es irregular, Igual que en Alemania se planteaban dos soluciones al respecto:
será castigado por delito consumado del § 331 StGB en concurso ideal de Por un lado destacaba la opinión de FERRER SAMA, quien
delitos con el § 332 StGB en grado de tentativa (inidónea), puesto que la resolvía este problema en el sentido de aplicar en todo caso las penas
tentativa de este delito sí que se castiga'*'^-'. previstas en el art. 390, primer inciso. Este autor justificaba su punto
de vista apelando al «amplio marco» del tipo recogido en este precepto,
2. Polémica planteada en España amplitud que, según el autor, tenía su raíz en el hecho de que este
primer inciso castigara ya la admisión de regalos que le fueran
La situación en España es similar a la alemana, pudiéndose presentados al funcionario en razón de su oficio. En este inciso estaría
distinguir también entre la regulación que planteaba el CP 1944/1973 recogido el tipo genérico o básico de todas las modalidades de cohecho
y la que plantea el CP 1995 en este punto. Es preciso tener en cuenta pasivo. Por tanto los arts. 385 y 386 CP 1944 no fundamentarían ex
que el CP español, tanto el de 1944/1973 como el actual posee u n a novo la punibilidad del cohecho pasivo, sino tan sólo la que excediera
particularidad respecto al alemán o al italiano, que divide el cohecho de la prevista en el art. 390'*'-"'.
pasivo propio en tres preceptos, según el acto constituya delito, acto
Un modo análogo de proceder se observaba también en CUELLO
CONTRERAS''''\ cuando examinaba las relaciones entre los arts. 385
JESCHECK, LK, 10", 1988, § 332 nm. 10 ss.; PUPPE, GA 1990, 165; RUDOLPHI,
SK, 4», 1991, § 332, nm. 17; DREHER/TRÓNLE. StGB, 47", 1995, § 332, 10;
LACKNER, StGB, 21°, 1995, § 332, nm. 6; SCHÓNKE/SCHRODER/CRAMER, FERRER SAMA, Comentarios IV, 1956, 171 ss. También abogaba por la aphcación
StGB, 25''', 1997, § 332, nm. 22; Este mismo tipo de regulación establece el CPI en del art. 390 CP en estos casos CASAS BARQUERO, DJ 1978,893: «Ante la cuestión
cuanto a la relación entre el art. 318 —cohecho pasivo impropio— que se refiere a de cómo calificar el hecho de la aceptación de una dádiva por un funcionario por
actos oficiales, y el art. 319 —cohecho pasivo propio—, que se refiere a actos ejecutar un acto relativo al ejercicio de su cargo, que sea injusto, pero creyendo tal
contrarios al deber oficial. Así por ejemplo, PAGLIARO, Principi, 5", 1992,182: «El funcionario que era adecuado a la norma jurídica, debe entenderse que si realmente
elemento subjetivo es necesario para responder por corrupción pasiva propia. El el sujeto actuó en la convicción de que el acto era justo habría de excluirse la
funcionario debe ser consciente de que el acto por el cual acepta la retribución es posibilidad de calificación dolosa de la conducta, debiendo encuadrarse el compor-
contrario a su deber. Un error en este punto excluye el delito de corrupción propia, tamiento realizado en el ámbito típico del artículo 390 CP».
degradando el hecho a corrupción pasiva por un acto oficial». CUELLO CONTRERAS, ADP 1978, 90.
386 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 387

y 386 CP 1944. Según este autor, «la consecuencia es que en el Reconoce VALEIJE que se t r a t a de una fórmula insatisfactoria, pero
supuesto de que el autor yerre sobre el elemento normativo "delito" o que resultaba ineludible mientras los tipos de cohecho se hallaran en
"acto injusto" no habrá inconveniente en castigarlo por aquel de los una relación de exclusión recíproca^*^*.
cohechos cuyas características se den en toda su extensión, sin tener Efectivamente, creo que, conforme a la redacción de los tipos de
en cuenta lo realizado objetivamente, pero no abarcado por el dolo del cohecho que establecía el CP 1944, era difícil no considerar como
autor principal, no lo que el autor se propuso hacer sin que se diesen elementos típicos y fundamentadores de la pena en el cohecho propio
los elementos objetivos necesarios». De esta exposición se deduce que que se t r a t a r a de un acto delictivo o injusto, y en el cohecho impropio
para él la característica de que el acto injusto no fuera constitutivo de de un acto «no prohibido legalmente». Por su parte, el primer inciso del
delito no era u n requisito típico del delito sancionado en el art. 386 CP art. 390 recogía aquellos casos en los que la dádiva se entregaba sin
1944/1973 y que se daban por consiguiente «en toda su extensión» una relación causal con un acto concreto, es decir, sin una finalidad
(esto es, objetiva y subjetivamente) cada u n a de sus características, retributiva, sino en consideración a todo el trabajo que en general
tanto si el funcionario recibía u n a dádiva por ejecutar un acto hubiera desempeñado el funcionario, por lo que la conducta literal-
constitutivo de delito, en la creencia de que era meramente injusto, mente podía encajar, aunque resultaba u n a solución insatisfactoria.
como si lo hacía por ejecutar u n acto injusto en la suposición errónea
de que era además constitutivo de delito. b:CP1995
Frente a esta opinión, otros autores, se mostraban contrarios a
considerar el art. 390 como tipo genérico. En este sentido VALEIJE La situación cambia, desde mi punto de vista, con la entrada en
ÁLVAREZ expone los distintos fundamentos para esta opinión: «Si vigor del CP 1995 y su nuevo art. 425 que recoge la conducta típica del
bien desde el punto de vista axiológico, puede admitirse una relación funcionario que solicita dádiva o presente o admitiere ofrecimiento o
valorativa de más a menos grave entre los distintos tipos de cohecho, promesa para realizar un acto propio del cargo. Esta nueva regulación
lo cierto también es que, desde el punto de vista material, existen se asemeja más a las regulaciones alemana e italiana.
notables diferencias cualitativas entre las modalidades típicas del Este artículo se podrá aplicar, sin tener que forzar la letra de la ley,
pasivo propio y la del pasivo impropio prevista en el inciso primero del en aquellos supuestos en los que el funcionario crea erróneamente que
art. 390. Tales diferencias cabe concretarlas en orden al contenido de el acto es conforme a sus deberes, siendo en realidad un acto delictivo
injusto y a los mismos comportamientos incriminados. Apelando a u n o injusto, porque efectivamente se cumplirá el tipo establecido en el
paralelismo que ilustra con claridad esta diferencia, cabe decir que la art. 425. Esta era la solución que de lege ferenda consideraba conve-
diferencia existente entre las modalidades de cohecho pasivo propio y niente VALEIJE ÁLVAREZ: «A mi juicio, para eliminar la relación de
la prevista en el inciso primero del art. 390 es la misma distancia exclusividad formal en que materialmente se encuentran los tipos de
crucial que separa una compraventa y una donación. Esta falta de cohecho pasivo impropio con respecto a los del propio habría que
homogeneidad entre los comportamientos tipificados por u n a y otra convertir al primero de ellos en el tipo básico del cohecho pasivo
disposición es lo que obliga a una consideración independiente de los propio, de tal forma que se pueda decir que quien realiza objetivamen-
mismos»'''*^. te la conducta más grave también realiza la menos. Para ello basta con
Según esta autora, no se t r a t a b a de u n concurso de normas, como suprimir en el art. 390, inciso 2", el requisito de que el acto no esté
opinaba FERRER SAMA, sino de u n concurso de delitos entre una prohibido legalmente e introducir en su lugar "que la dádiva solicitada
tentativa inidónea de cohecho pasivo impropio y un delito imprudente o recibida lo es por u n acto del cargo" ,,395
de cohecho pasivo propio (se refiere esta autora a los casos de error
vencible, y como ya se ha visto VALEIJE^^^ sí que aceptaba la comisión
imprudente de estos delitos, en contra de la opinión mayoritaria). Vid., sobre el tema de la relación entre los tipos, DE VICENTE REMESAL, CPC28,
1986, 75 ss.; PEÑARANDA RAMOS, Concurso, 1991, 100 ss.; GIMBERNAT
ORDEIG, ADP1992, 840 ss.; SÁNCHEZ TOMÁS A O P 1 9 9 3 , 681 ss.; CARDENAL
332 VALEIJE ALVAREZ, La corrupción, 1995, 233. MONTRAVETA, ADP 1995, 1027 ss,
393 Vid. Capítulo III, sección tercera, II, n. 745. VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 235.
W8 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 389

El CP h a seguido u n a línea coincidente en esto con la propuesta por Creo que es más conveniente la segunda alternativa, para diferen-
VALEIJE y h a eliminado la relación de exclusividad, convirtiendo a ciarla pena que le correspondería a un funcionario que se compromete
este tipo en el tipo básico de cohecho. a realizar un acto pensando que dicho acto es justo, siendo en realidad
Personalmente creo que entre los tipos de cohecho pasivo propio y los injusto, de la pena que le corresponde en caso de que el funcionario es
de cohecho pasivo impropio no existía en realidad una relación material consciente del carácter injusto del acto, aunque no del carácter
de exclusión, sino sólo formal, puesto que como se h a visto, a pesar de que delictivo del mismo, y porque además ello supondría castigar al sujeto
se alegaban argumentos materiales, éstos desaparecen cuando cambia con u n a mayor pena, teniendo en cuenta el mayor desvalor de su
el tenor literal de la ley. Y ello porque en todos los tipos de cohecho pasivo conducta^"''.
el funcionario se compromete a realizar u n acto que entra dentro del Un problema relacionado con lo anterior, y que quiero al menos
ejercicio de su cargo, y el carácter de ilicitud del acto es lo que dota de mencionar es que los concepto de «delito», «acto injusto», «debido», «del
especificidad al cohecho pasivo propio respecto del impropio, pero en cargo» y «no prohibido» son elementos normativos o afínes, y por tanto
todo caso se trata de actos que corresponden al cargo del funcionario. Por u n error sobre dichos elementos no constituirá en todo caso un error
otro lado, no hacía falta crear el art. 425 para resolver este problema, sino de tipo, sino que puede constituir en algunas ocasiones un error de
que hubiera sido mejor eliminar del art. 426 la coletilla de «no prohibidos prohibición. Si el sujeto se equivoca sobre el presupuesto de la
legalmente», porque ello habría eliminado los graves problemas de valoración o sobre el sentido material auténtico del elemento norma-
delimitación que se plantean entre uno y otro precepto. tivo será error de tipo, pero si sólo es sobre el concepto o nombre de
Para terminar, se puede decir que se mantiene en el CP de 1995 la «delito» (cree que sólo lo son, por ejemplo, los delitos contra la vida) o
relación de exclusividad formal entre los arts. 419 y 420 CP. En el injusto (cree que sólo es injusto lo penalmente prohibido, por ejemplo,
sentido de que considero que si el funcionario se compromete a las faltas penales), entonces estaremos ante un error de subsunción,
realizar un acto que en realidad es constitutivo de delito pero él piensa que, en su caso, y a lo sumo, dará lugar a u n error de prohibición^^^.
que simplemente es un acto injusto, no se podrá aplicar el art. 420,
como delito consumado, porque este precepto exige como requisito B. Creencia errónea del sujeto sobre su competencia o sobre su
típico que el funcionario se comprometa a realizar un acto injusto que
condición de funcionario
objetivamente no sea constitutivo de delito.
Habrá en ese caso dos opciones: Antes de analizar estos casos concretos de error, es preciso tener en
- Acudir al art. 425, como delito consumado, porque el funcionario en cuenta los presupuestos de los que parto al definir las diferentes clases
todo caso se compromete a realizar un acto propio de su cargo. La pena de error. Sigo en ello la doctrina de LUZÓN PEÑA, a la que se h a
será la de multa del tanto al triplo del valor de la dádiva y suspensión de adherido expresamente DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO'^'». Es error de
empleo o cargo público por tiempo de seis meses a tres años. tipo el que recae sobre la concurrencia en el hecho de un elemento del
- Apreciar u n a tentativa inidónea del delito del art. 420 CP. La tipo objetivo, y sus efectos son la exclusión del dolo en todo caso y la
pena del delito consumado si el acto llega a ejecutarse es la de prisión de la imprudencia cuando se trata de un error invencible. El dolo, como
de uno a cuatro años e inhabilitación especial p a r a empleo o cargo ya se h a visto más arriba se concibe como un dolo objetivamente malo.
público por tiempo de seis a nueve años, y de prisión de uno a dos años
e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de
tres a seis años, si no llegara a ejecutarlo. En ambos casos se
^^' Sin embargo puede plantearse el problema de que se considere que castigar el delito
impondrá, además, la multa del tanto al triplo del valor de la dádiva. de cohecho en grado de tentativa es castigar conductas que quedan demasiado
Dado que se t r a t a de tentativa inidónea la pena bajará en uno o dos alejadas de la perturbación del bien jurídico. Vid. Capítulo IV.
grados conforma al art. 62 CP'^^'^. 398 En este sentido: DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, El error, 1997, (en prensa).
•"9 LUZÓN PEÑA, EJB II, 1995, 2838 ss; El mismo, PG I, 1996, 440 ss.; DÍAZ Y
GARCÍA CONLLEDO, El error, 1997 (en prensa). Un resumen de las ideas de DÍAZ
^^'^ Respecto a la posibilidad de mantener la punición de la tentativa inidónea conforme Y GARCÍA CONLLEDO sobre el error sobre los elementos normativos del tipo
al nuevo CP, vid. Capítulo IV, IV. desarrolladas en este trabajo puede verse en Homenaje-Casahó, (en prensa).
390 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 391

«El error de prohibición que no sea u n a consecuencia lógica del CONLLEDO: «podría pensarse que, una vez resuelta la cuestión de si
error de tipo se produce cuando u n sujeto, pese a conocer todos los el error sobre los elementos normativos es un error de tipo o un error
elementos fundamentadores de la prohibición, desconoce la valora- de prohibición»*"*, «el tratamiento del error inverso es una cuestión
ción negativa y la prohibición jurídica de la conducta»*°°. Me manifies- sencilla, siguiendo las pautas generales de tratamiento del error
to, junto con los dos autores anteriores, en contra de la teoría del dolo inverso de tipo o de prohibición: se trataría de dar la vuelta a la
en cualquiera de sus versiones y a favor de la teoría restringida*"^ de conclusión obtenida para el error directo; si el error directo sobre un
la culpabilidad, según la cual el error de prohibición excluye la elemento era de tipo, el inverso también lo será y dará lugar a una
culpabilidad si es invencible y la atenúa si es vencible. De acuerdo con tentativa inidónea de delito punible conforme al art. 52*"''; si el error
los autores citados, considero esta teoría correcta desde el punto do directo era de prohibición, el indirecto también lo será y dará lugar a
vista dogmático, porque el error de prohibición invencible hace impo- un delito putativo. Este procedimiento aparentemente sencillo y
sible la determinación normal del sujeto individual por la norma, y el lógico, presenta sin embargo algunos puntos oscuros, teniendo en
vencible disminuye la posibilidad de determinación. También desde el cuenta, además, que están implicadas no sólo cuestiones de error, sino
punto de vista políticocriminal, porque evita las lagunas de punición otras relativas precisamente al fundamento del castigo de la tentativa
que provocaría la teoría del dolo en los supuestos de error vencible de inidónea»*"''.
prohibición en los numerosos delitos (más con el CP 1995) cuya El objeto de este trabajo no es llegar a una conclusión sobre este
comisión imprudente no se castiga. Y finalmente parece más compa- tema, pero sí parece conveniente presentar brevemente el estado de
tible esta teoría con la regulación positiva del error del art. 14 CP'*''^.
Se podría plantear el supuesto de que el sujeto creyera que un
determinado acto forma parte del ejercicio de su cargo, no siendo en
realidad así, o que el sujeto pensase que ostenta la condición de CONLLEDO, El error, 1997, (en prensa)). Señalaré que, en principio, en cuanto al
error directo, comparto la idea de ROXIN, A r / , 2", 1994, 396, s,, de que el error del
funcionario, sin ostentarla realmente. funcionario sobre su cualidad de tal es un error de los comunmente denominados
Estaríamos ante u n error inverso o al revés. El sujeto se equivoca- de subsunción que a lo sumo y en su caso podría dar lugar a un error de prohibición,
ría «al revés» sobre un elemento normativo del tipo (cree que el acto y no a un error de tipo, cuando el funcionario conoce las circunstancias materiales
por el que solicita o recibe la dádiva o el presente, o acepta el fundamentadoras de la cualidad de funcionario, sobre que desempeña funciones
públicas, aunque pese a ello no se considere funcionario. Y un error de tipo si recae
ofrecimiento o promesa forma parte del ejercicio de su cargo cuando sobre esas circunstancias materiales.
en realidad no es así, o bien cree erróneamente que ostenta la El error sobre un elemento normativo no plantea problemas cuando la equivocación
condición de funcionario)''"^ Como indica DÍAZ Y GARCÍA o ignorancia recae sobre el sustrato fáctico del elemento, pues entonces está claro
que excluye el dolo y tiene las demás consecuencias del error de tipo. Los problemas
surgen cuando el error recae sobre el significado normativo, en su caso jurídico, del
elemento, donde resulta sumamente complejo decidir en el caso concreto el trata-
*»o LUZON PEÑA, PG I, 1996, 462. miento correcto y las consecuencias de esa clase de error. Para algunos el supuesto
^""^ Lo cual implica que considero que el error sobre los presupuestos objetivos o en general de error sobre el significado jurídico del elemento normativo es irrele-
materiales de una causa de justificación es un error de tipo. vante por no constituir error de tipo ni de prohibición, argumentándose que es un
«2 LUZÓN PEÑA, PGI, 1996, 473 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, El error, imi mero error de subsunción. P a r a otros no constituye error de tipo, pero sí puede ser
(en prensa), un error de prohibición o bien u n simple e irrelevante error sobre la punibilidad, Y
''"^ Este carácter de elemento normativo de la competencia del funcionario ha sido para un tercer sector doctrinal normalmente ese error es, o bien irrelevante o un
discutido en relación con distintos tipos. Así muy especialmente WELZEL, JZ1952, error de prohibición, pero a veces impide comprender ya el significado social o,
: 135 s., quien lo considera un elemento del deber jurídico o demento especial de según otra fórmula, el sentido material auténtico del elemento, o sea, que impide
antijuridicidad. No es éste el lugar para pronunciarme definitivamente sobre la la comprensión de los presupuestos mismos de la prohibición, y entonces constituye
naturaleza del elemento. En cualquier caso no parece convincente la existencia de un error de tipo. Vid, todas estas posturas en, LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 448 ss,;
elementos del deber jurídico, por lo cual no comparto la tesis de WELZEL (vid, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EL error, 1997 (en prensa);
. opiniones en contra a la teoría de WELZEL en: DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, El El autor se refiere al CP 1944/1973, Sobre el castigo o no de la tentativa inidónea
í error, 1997 (en prensa)), por tanto, en principio, he considerado este carácter de en el CP 1995, vid. Capítulo IV, IV,
r.i elemento normativo del tipo sin descartar que pueda tratarse de un elemento afín Así lo pone de manifiesto, precisamente para excluir de su estudio los supuestos de
como un elemento de valoración global (vid. la distinción en: DÍAZ Y GARCÍA error inverso, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO: El error, 1997 (en prensa).
INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 393
392

la cuestión; para ello sigo fundamentalmente la exposición de FARRE tipo, en cuyo caso daría lugar a un delito putativo, o bien que recaiga
sobre la antesala''^-^ (espacio anterior), (Vorfeld) del tipo, en cuyo caso
TREPAT^o^ daría lugar a u n a tentativa inidónea. Esta distinción es fundamenta-
La doctrina mayoritaria es partidaria de aplicar las mismas reglas da por HERZBERG. Este autor pone de relieve que en los tipos penales
al error inverso que al error directo. Sin embargo hay voces partida- existen conceptos, que él denomina «de remisión», mediante los cuales
rias de otras soluciones. el legislador une al tipo penal un cierto ámbito del Derecho, que se
TRAUB es partidario de ampliar el ámbito de la tentativa inidónea encuentra aparte de aquél. El sujeto que se equivoca en el Derecho
a los supuestos de error de subsunción*''^ al revés. Considera este externo a la redacción del tipo legal, es decir, en la antesala al tipo, no
autor que de igual forma que en el supuesto de error «normal» las se equivoca sobre el ámbito del mismo, por ello su comprensión del
falsas representaciones jurídicas del autor son relevantes y pueden Derecho permanece en el ámbito del tipo legal que el legislador ha
conducir a u n error sobre el significado que excluye el dolo, también previsto. Si, por el contrario, el error de Derecho reside en el alcance
en el caso contrario las falsas representaciones jurídicas deberían del tipo, entonces es claro que el autor amplía el Derecho más allá de
conducir a la penalidad por tentativa inidónea*°'\ Según la posición lo que el legislador h a previsto''^'*.
dominante no todo error sobre el significado al revés constituye una FARRE TREPAT, se opone a esta teoría por considerar que ésta se
tentativa inidónea sino únicamente aquél que no implique una am- fundamenta en una simple cuestión de técnica legislativa, puesto que
pliación del ámbito de la norma*^". los conceptos «de remisión» podrían ser sustituidos de forma que, sin
FOTH también acepta la ampliación de la tentativa inidónea, pero cambio alguno en el ámbito de protección penal, el Derecho que se
fundamentándolo en la teoría subjetiva en relación con la tentativa. encuentra fuera del tipo pasaría a formar parte del tipo'^i'''.
Según este autor, si se admite que la teoría subjetiva es correcta para HAFT propone sustituir el término «error de tipo» por el de «error
fundamentar la punición de la tentativa, entonces en todos los casos relativo al objeto»''^'', de manera que quede claro que tal error sólo
en los que el autor acepta erróneamente u n a característica del tipo puede producirse fuera del tipo. «Objeto es todo lo que se puede
que si existiera daría lugar al delito consumado, y pone, por consi- designar con u n a palabra cargada de contenido del tipo legal». Sería
guiente, de manifiesto su voluntad delictiva, no existe inconveniente un error relativo al objeto «todo error que se puede exponer de modo
en aceptar u n a tentativa inidónea también en el caso que nos ocupa'^^^. comprensible sin referencia al tipo legal». El opuesto del error citado
No obstante, FARRE TREPAT opina que el acudir a la teoría es el error «relativo al concepto», que sólo puede ser comprendido con
subjetiva para justificar la punición de estos casos constituye un la mirada puesta en el tipo legal. Cuando por ejemplo, el ladrón de
argumento destinado al fracaso ya que tampoco la teoría subjetiva gallinas declara que pensaba que la gallina no es una cosa, tal error
considera punible toda voluntad manifestada de lesionar un bien no puede ser comunicado de manera comprensible sin hacer referen-
jurídico, sino que es imprescindible que se dirija a la realización de un cia al concepto de cosa del parágrafo 242 StGB, que regula el hurto.
hecho típico"*^ ^. HAFT aplica su tesis a diversos ejemplos: Quien vende una cosa
Algunos autores h a n introducido u n a nueva distinción según que propia pensando que es ajena actúa en error (inverso) relativo al
el error de Derecho en que incurre el autor recaiga sobre el alcance del objeto y comete por ello tentativa (inidónea). Quien cree que una cosa
que le pertenece, pero cuyo uso comparte con otro, es ajena y no puede
« ' Sobre este tema extensamente: PARRE TREPAT: La tentaüua, 1986,421 ss. Sobre
el tema de error inverso, entre otros, últimamente vid.: ENDRULAT, «Umgekeherte
Rechtsirrtum», 1994 passim.
*™ Sobre el concepto de error de subsunción (referido al error directo), vid. por muchos, 413 Así la traducción de DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, El error, 1997 (en prensa).
LUZÓN PEÑA, PG 1,1996, 440 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, El error, 1995 414 HERZBERG, JuS, 1980, 472 ss.
(en prensa), poniendo ambos de manifiesto que esta denominación da lugar a 415 FARRE TREPAT: La tentativa, 1986,428 S.. Critica la distinción de HERZBERG,
confusión. aunque en otro sentido y sin referencia al error inverso, también DÍAZ Y GARCÍA
«i» TRAUB, JaS, 1967, 113 ss. 425. CONLLEDO, El error, (en prensa), 1997, ambos con ulteriores referencias biblio-
«o FARRE TREPAT; La tentativa, 1986, 426. gráficas de autores con tesis similares a la de HERZBERG y críticos de esta tesis.
«1 FOTH, Jfí Í965, 366 ss. HAFT, J A i 9 S Í , 2 8 4
"12 FARRE TREPAT: La tentativa, 1986, 426.
.894 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 395

por eso venderse incurrirá en u n error (inverso) sobre el concepto y a) El sujeto cree que el hecho es de su competencia (y no lo es) e
habrá delito putativo. interpreta que «en el ejercicio de su cargo» es «de su competencia»
La postura de HAFT ha sido criticada porque supone el tener que como efectivamente es su sentido material auténtico. Se trataría de
diferenciar entre objeto y concepto, lo que supone u n a enorme dificul- u n verdadero error inverso de tipo y se sancionaría como tentativa
tad, y por suponer la utilización de u n método manipulable e inade- inidónea de delito de cohecho pasivo propio del art. 387 CP.
cuado (el de la comunicabilidad comprensible del error sin referencia b) El sujeto cree que el hecho es de su competencia (y no lo es) e
o sólo con referencia al tipo) para averiguar de qué error se trata^'^''. interpreta que «en el ejercicio del cargo» significa «mientras ejerce el
En sus conclusiones, FARRE TREPAT afirma que la teoría del cargo», sea competente p a r a el acto o no. Se produce un doble error;
error al revés aporta un criterio de delimitación que en líneas genera- uno de tipo y otro de subsunción (de interpretación). Se sancionará por
les es válido, pero, que, para su correcta aplicación precisa de alguna tentativa inidónea, porque la ampliación del tipo no afecta al sentido
matización. Lo importante, según esta autora, a efectos de esta material auténtico del tipo, que es que el sujeto solicite dinero por
delimitación, es que la representación del autor se mantenga dentro realizar u omitir un acto que esté dentro del ejercicio de su competen-
de los límites previstos por el legislador. Es necesario que aquélla no cia, cosa que el sujeto cree que sucede, pese a su error de subsunción.
sobrepase el verdadero ámbito de aplicación de la norma, atribuyendo c) El sujeto cree que el hecho no es de su competencia (como
a las características del tipo un significado o u n a amplitud que no efectivamente no lo es), pero considera que sí es u n hecho «en el
tiene. En cambio, si el autor conoce el verdadero ámbito de la norma ejercicio de su cargo» que interpreta como «durante el ejercicio de su
y erróneamente cree encontrarse en él, estaría justificado calificar el cargo». Lo que el sujeto cree hacer no encajará nunca en el sentido
hecho como tentativa inidónea'"^. , ,. : ; Í : material auténtico del tipo, sólo cree que encaja en él porque él amplía
Se pueden plantear, u n a vez vistas las distintas teorías y sus el sentido del tipo, se lo inventa. Se estará ante un error inverso de
críticas''^'' cuatro supuestos en los que se plantean tres casos diferen- subsunción que se calificará como delito putativo (impune).
tes de error''^": ,••;;:;•. ,•';•,•!,;•; Í-I'-V^/M'; ¡lyi;.'!" ^I.Í: = ' d) El sujeto cree que el hecho no es de su competencia (y no lo es)
e interpreta correctamente el sentido del tipo: no habrá error.
" ' Critican esta postura, entre otros, ROXIN, AT I, ¥, 1994, 398; DÍAZ Y GARCÍA En el mismo sentido se podría ejemplificar sobre el posible error
CONLLEDO, El error, 1997, (en prensa). acerca de la condición de funcionario por parte del sujeto.
418 FARRE TREPAT: La tentativa, 1986, 432 s.
a) En el primer caso el sujeto cree ser funcionario y no lo es e
41!) Al respecto de éstas y otras teorías y sus críticas, FARRÉ TREPAT, La tentativa,
1986, 426 ss. DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EL error, 1997, (en prensa).
interpreta el concepto de funcionario penal efectivamente como es su
Los ejemplos me los sugiere DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO en una de las tantas
conversaciones mantenidas durante la redacción de este trabajo. En ellos se hace
referencia al sentido material auténtico de los tipos, que es el sentido que el profesor
presupuestos mismos de la prohibición y dé lugar a un error de tipo, así por ejemplo
Díaz considera relevante para considerar un error sobre un elemento normativo
en el caso de la prevaricación de un abogado que defiende o aconseja a dos partes
como error de tipo. Desde su punto de vista, el elemento cognoscitivo del dolo debe
contrarias en el mismo negocio o en el mismo asunto (art. 467 CP) pero creyendo,
abarcar la concurrencia en el hecho de aquellos datos que la ley considera
por u n a falsa interpretación, que realmente no se t r a t a del mismo asunto, en este
suficientes para que el hombre medio ideal desde el punto de vista del Derecho
caso se tratará de un error de tipo porque el abogado no es consciente de un
pueda reconocer el carácter prohibido de su conducta, es decir, aquellos que puedan
presupuesto fundamental de la prohibición. Vid, sobre este tema, LUZÓN PEÑA,
hacer reconocer al sujeto el carácter prohibido de su conducta; sólo así, opina el
PGI, 1996, 450; Matiza esta opinión, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, El error, 1997
autor, puede cumplirse la función de llamada o inhibición del tipo o del elemento
(en prensa), en opinión de este autor, tiene razón LUZÓN, siempre que la falsa
cognoscitivo del dolo típico. Así, partiendo de esta concepción del dolo, el sujeto ha
interpretación del abogado se deba a que crea materialmente que se trata de
de conocer, en toda clase de elementos típicos, la concurrencia en el hecho del
negocios distintos (por ejemplo porque hubiera pasado mucho tiempo, o por haber
sentido o significado material auténtico (determinado o seleccionado por la ley) del
cambiado el nombre de u n a de las partes intervinientes), porque entonces ya no
elemento. P a r a ello no hace falta conocer el proceso por el cual concurre el elemento
habría conocido la concurrencia del elemento típico en todo su sentido, pero sería
en determinado supuesto ni tampoco las reglas constitutivas en virtud de las cuales
u n error de subsunción en aquel caso en el que el abogado aduce que creía que se
éste adquiere su sentido, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO,fiZerror, 1997 (en prensa).
t r a t a b a de dos asuntos diferentes porque uno se sustanciaba en un proceso civil y
Sin embargo, opina LUZÓN, que se pueden dar algunos ejemplos en los cuales la
otro en un proceso penal. Sobre los ejemplos que se exponen en el texto vid.
equivocada interpretación de u n concepto jurídico impida la conciencia de los
OLAIZOLA NOGALES, PJ 40, 1996, 665 ss.
mñ INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 397

sentido material auténtico. Por ejemplo aquel funcionario que no le ha 2) En segundo lugar, el caso en el que el funcionario no capta
sido notificado por escrito que h a sido separado del servicio, como realmente el sentido de la dádiva, no se da cuenta de lo que el
efectivamente h a ocurrido. El sujeto sabe que por separación de particular le pide a cambio.
servicio se deja de ser funcionario, pero lo que no sabe es que él ha sido 1) En el primer caso habrá que diferenciar a su vez entre los
separado del servicio. Se trataría de u n verdadero error inverso de tipo supuestos en los que el funcionario se equivoca sobre un presupuesto
y se sancionaría como tentativa inidónea de cohecho, puesto que el objetivo de alguna de estas causas, por ejemplo porque le regalan u n
sujeto se equivoca sobre el presupuesto material fáctico. bolígrafo que él considera normal, y resulta ser u n bolígrafo de oro de
b) En el segundo caso el sujeto cree que es funcionario, porque a veinticuatro Mlates de gran valor. Tanto si estos principios se consi-
pesar de saber que está separado del servicio y que eso provoca el dejar deran causas de justificación como causas de atipicidad, nos encontra-
de ser funcionario, cree que no tiene efectos la separación hasta que mos con u n error de tipo*^^. Diferentes serán aquellos casos en los que
se le notifique por escrito. En este caso el funcionario amplía el sentido el sujeto se «inventa», es decir amplía estos principios (error sobre la
material auténtico del tipo, al ampliar el concepto de funcionario se existencia o los límites de una causa de justificación o de atipicidad).
inventa el tipo, se trataría de u n error de subsunción que daría lugar Por ejemplo aquellos casos en los que el sujeto considere que siempre
a delito putativo (impune). que se trate de un acto de mero trámite está tolerado socialmente el
que pida a cambio u n a retribución. Estos supuestos, en caso de
C. Error sobre la relación de contrapreslación considerar relevante el error, serían error de prohibición*^^.

Otro error que puede causar problemas es aquel que consiste en


jurídico, esto es, la conducta está permitida. En este punto sigo la concepción de
que el funcionario cree erróneamente que la dádiva recibida o acepta-
LUZÓN PEÑA, Cau.sm- de justificación, 1995, 25 ss.; PG I, 1996, 468 ss.
da no es para realizar un acto, sino como cortesía, agradecimiento, etc. Parto de la teoría de los elementos negativos del tipo, defendida entre otros muchos
Es decir no es consciente de la relación de contraprestación entre la por LUZÓN PEÑA, Estadios penales, 1991, 71 ss; PG I, 1996, 469 ss. Esta teoría
dádiva y el acto. considera que el tipo no es valorativamente neutro o a lo sumo meramente indiciario
del injusto, sino que es un tipo total de injusto, es decir que contiene todos los
En este caso se pueden distinguir dos supuestos diferentes: elementos que fundamentan la específica y definitiva desvaloración y prohibición
1) En primer lugar, el caso en el que el funcionario cree actuar —antijuridicidad— de la conducta. Para ello debe contener no sólo los elementos
amparado por el principio de insignificancia o de tolerancia social*^^ legales que describen una determinada forma de ataque a algún bien jurídico y con
ello delimitan esa conducta de otras conductas típicas y suponen un indicio de
antijuridicidad, o sea los elementos del tipo estricto o tipo positivo, sino también la
*2i Ya se ha explicado al hablar del concepto de dádiva cómo influyen estos principiob ausencia de causas de justificación generales o específicas de esa clase de delitos,
en el delito de cohecho. El principio de insignificancia se refiere a que no pueden ser que es lo que confirma la antijuridicidad de la conducta por no haber razones
penalmente típicas acciones que, aunque en principio encajen formalmente en una materiales que fundamenten su no prohibición y constituye la parte negativa del
descripción típica y contengan algún desvalor jurídico, su grado de injusto sea tipo, generalmente sobreentendida, aunque aveces se formulan expresamente en
mínimo, insignificante: pues conforme a su carácter fragmentario las conductas algunos tipos. Desde esta teoría, si las causas de justificación son elementos del tipo,
penalmente típicas sólo deben e s t a r constituidas por acciones gravemente la creencia errónea de que concurren los presupuestos objetivos, sean elementos
antijurídicas, no por hechos cuya gravedad sea insignificante. L a tolerancia social descriptivos o normativos, de una causa de justificación es un error de tipo. Acerca
significa que algunos casos concretos de una conducta en principio típica, sin llegar del error sobre las causas de justificación, PG 1,1996, 470 ss.; y sobre las causas de
a la adecuación social, esto es, pese a que no se les considera correctos, sí que son atipicidad, PG I, 1996, 462 ss. (Concepción que comparto).
socialmente tolerados o considerados como algo tolerable, soportable sin que tenga Estos supuestos son calificados como error de tipo por la mayoría de la doctrina. Así,
mayor importancia. Por último, la adecuación social supone que u n a conducta en J E S C H E C K , L Í : , 10^ igSS, § 331, nm. 2 4 ; R U D O L P H I , S Í : , 4°, 1991, § 331, nm. 30;
principio típica se considera u n comportamiento adecuado y normal para la DREHERyTRÓNDLE,fífGB,47^ 1995,§331,nm. 17;LACKNER,S£Gfi, 2 r , 1995,
sociedad. El considerar estos principios como causa de atipicidad o de justificación § 331, nm. 13; SCHÓNKE/SCHRÓDER/CRAMER, StGB, 25°, 1997, § 331 nm. 22
supone desde la perspectiva que aquí se defiende, esto es desde la teoría de los Sobre la prohibición general, si se trata de una causa de justificación o sobre la
' elementos negativos del tipo, una diferencia; cuando uno de estos principios es una prohibición penal si es sobre una causa de atipicidad, vid. LUZÓN PEÑA, PG I,
causa de atipicidad significa que puede constituir un ilícito de otro tipo, por ejemplo 1996, 462 s., DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, EL error, 1997, (en prensa), con
civil o administrativo, pero no penal. Cuando se t r a t a de u n a causa de justificación, ulteriores referencias. Estos dos autores atribuyen más relevancia de lo que (con
significa que la conducta no está prohibida por ninguna r a m a del Ordenamiento excepciones) es habitual en la doctrina al error sobre la prohibición penal. !
398 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 399

2) El segundo grupo de casos es aquel en el que el funcionario no es - En cuanto a los diferentes casos de error del funcionario (sobre su
consciente de que la dádiva le es entregada para realizar, como competencia, sobre su condición de funcionario o sobre la relación de
contraprestación a u n acto. En este caso parece evidente que se contraprestación entre la dádiva y el acto), ya he analizado distintos
elimina el dolo del funcionario, y por tanto se t r a t a r á de u n error de supuestos, y los he resuelto, teniendo en cuenta para ello fundamen-
tipo. t a l m e n t e la opinión de LUZÓN PEÑA y de DÍAZ Y GARCÍA
CONLLEDO, acerca del error sobre las causas de justificación, causas
de atipicidad y sobre la posible relevancia del error sobre la prohibi-
IV. RECAPITULACIÓN DE LA SECCIÓN TERCERA ción penal.

- A l a hora de t r a t a r el tipo subjetivo del delito de cohecho se parte


de una concepción de dolo como «dolo objetivamente malo», rechazan-
do por tanto, la concepción del «dolo subjetivamente malo», que tiene
sentido si se piensa que el dolo pertenece a la culpabilidad y la del «dolo
neutro», propia del finalismo.
-El delito de cohecho exige dolo en todas sus modalidades, no
habiéndose establecido por el CP1995 ninguna modalidad impruden-
te, siendo ello lógico por la conexión finalística que se requiere entre
la dádiva y el acto. Admito la posibilidad del dolo eventual (desde la
teoría restringida del consentimiento), puesto que entiendo que cabrá
hablar de delito de cohecho, por ejemplo en aquellos casos en los que
el funcionario acepta la dádiva sin estar seguro de si es como
contraprestación a u n determinado acto, pero consintiendo en tal
posibilidad.
- Aquellos supuestos en los que el funcionario engaña al particular,
haciéndole creer que está dispuesto a realizar un acto, cuando en
realidad no es así, creo que debe resolverse en virtud de concurso ideal
de delitos entre el delito de cohecho y el delito de estafa (art. 258 CP).
- Considero que la conducta del agente provocador no debe casti-
garse, pero dejo abierta la cuestión de si esa impunidad se fundamen-
t a en la falta de potencialidad lesiva respecto al bien jurídico protegi-
do, o en una causa de justificación. Por el contrario, soy partidaria de
considerar punible la conducta del sujeto provocado bien por delito
consumado, o al menos por tentativa inidónea.
- Respecto a la relación que existe entre los diversos tipos de
cohecho, creo que se han eliminado en su mayoría las relaciones de
exclusividad entre ellos, que venían provocadas m á s por razones
literales que materiales. Se mantiene dicha relación de exclusividad
entre el art. 419 y 420 CP, pero se h a eliminado la exclusividad entre
el cohecho pasivo y el cohecho activo a través de la redacción del nuevo
art. 425 CP. No obstante es criticable la creación de este precepto por
los problemas graves de delimitación que tiene respecto al art. 426 CP.

liL
CAPITULO IV
Iter criminis

I. PLANTEAMIENTO: DELITO DE CONSUMACIÓN ANTICIPADA


El delito de cohecho tanto pasivo como activo es un delito de
consumación anticipada. E n la conducta típica de solicitar bastará
que el funcionario dirij a a alguien la solicitud, independientemente de
que el sujeto acepte o no. En las demás formas típicas, esto es, la
recepción de la dádiva o el presente, o la aceptación del ofrecimiento
o la promesa, el funcionario podrá aceptar, con lo que el delito se
consuma, o no aceptar, en cuyo caso habrá únicamente un delito de
cohecho activo consumado^. . „ -1 i

R O D R Í G U E Z D E V E S A , AfEJ/V, 1952,362; CASAS BARQUERO, DJ1978,909 ss.;


CÓRDOBA RODA, Homenaje Pérez-Vitoria, 1983, 180 ss.; QUERALT JIMÉNEZ,
PE, 2^ 1987, 605; MANZANARES SAMANIEGO, Comentario, T, 1990, 918;
BUSTOS RAMÍREZ, PE, T, 1991, 375; ORTS BERENGUER, PE, 1993, 475;
VALEIJE ÁLVAREZ, ha corrupción, 1995, 237 ss.; GARCÍA ARÁN/LÓPEZ GA-
RRIDO, El Código penal de 1995, 1996, 181; ORTS BERENGUERA^ALEIJE
ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1865; MUÑOZ CONDE, P£;, i r , 1996, 865; DÍAZ
Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Auditoría Pública 6, 1996, 42;
MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1197 s.
LANDECHOVELASCO/MOLINABLÁZQUEZ,P£;,2M996,419;DÍAZYGARCÍA
CONLLEDO, Delitos contra la Administración pública, 1997, 168. En el mismo
sentido se pronuncia el TS; SSTS 30-1-1950 (Jur. Crim. 31); 14-12-1963 (A 4988);
7-4-1981 (A 1605); 7-10-1985, (A 4849); 14-5-1990 (A 3920); 23-2-1993 (A 1525); 9-
7-1993 (A 6063); 3-12-1993 (A 9383); 29-4-1995 (A 2881); Antes del CP de 1944 la
conducta de solicitud por parte del funcionario no venía tipificada como forma típica
del delito de cohecho, por ello hay sentencias anteriores a dicho CP que admitían
tentativa del delito en aquellos casos en los que la iniciativa partía del funcionario:
7-3-1882 (Jur.Crim. 6411); 22-11-1887 (Jur.Crim. 352); 24-4-1894 (Jur.Crim. 217);
8-5-1925 (Jur.Crim. 203); Parecida es la evolución de la regulación italiana. Hasta
la reforma de 1990 no se recogía como forma típica del delito de cohecho la solicitud
por parte del funcionario, por lo que tales casos se consideraban como delitos de
cohecho en grado de tentativa. A partir de 1990 se prevé expresamente esta
posibilidad en el art. 332 (Instigación a la corrupción): «3. La pena del primer
párrafo se aplicará al funcionario público o al encargado de un servicio público que
revista la cualidad de empleado público que solicite a un particular una promesa o
una entrega de dinero o de otra utilidad para la finalidad indicada en el art. 318.
4. La pena del segundo párrafo se aplicará al funcionario público o al encargado de
un servicio público que solicite a un particular una promesa o una entrega de dinero
o de otra utilidad para la finalidad indicada en el art. 319».
402 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 403
La doctrina suele considerar que el delito de cohecho pasivo basa, según este autor, en que en ninguno de ambos supuestos
constituye en los supuestos de comportamiento típico de solicitar o de delictivos es requerida p a r a la consumación la realización del compor-
aceptar un delito de mera actividad que se consuma con la simple tamiento posterior por el propio autor, de forma que si se produjera
manifestación exterior de la actitud personal del sujeto, no siendo esta ulterior conducta jurídico-penalmente relevante, habría que
precisa la producción de resultado material externo alguno para la acudir a las reglas del concurso. Según CASAS BARQUERO, teniendo
consumación del delito, y en la hipótesis de recibir, u n delito de en cuenta las peculiaridades del deUto de cohecho expuestas, se debe
resultado que exige la recepción del objeto transferido sobre el que aceptar la posibilidad de las formas imperfectas de ejecución, aunque
versa el ofrecimiento o la promesa^. en la práctica estas hipótesis carezcan casi totalmente de significación
Por otro lado, no es necesario p a r a la consumación del delito que el práctica'''.
funcionario ejecute efectivamente el acto que de él se pretende o que
el mismo se propone realizar con tal de recibir la dádiva. No es preciso
tampoco que el funcionario, una vez realizada la solicitud o aceptado
el ofrecimiento o la promesa, llegue a recibir efectivamente la dádiva II. POSIBILIDAD DE FORMAS IMPERFECTAS DE EJECUCIÓN.
o el presente. Así como tampoco será relevante a efectos de consuma- OPINIÓN PERSONAL
ción del delito el hecho de que u n a vez aceptado el ofrecimiento o
Desde mi punto de vista caben formas imperfectas de ejecución en
recibida la dádiva el funcionario cambie de opinión y decida no
todas las modalidades del delito de cohecho.
ejecutar el acto o incluso devuelva la dádiva'^ En estos casos el delito
En las formas típicas consistentes en aceptar el ofrecimiento o
ya está consumado y únicamente cabrá aplicar la atenuante ordinaria
promesa o en recibir la dádiva o presente, estoy de acuerdo con la
del art. 21,4" C P l
doctrina cuando opina que en estos casos o se acepta o no, o se recibe
Esta estructura del delito de cohecho es comparada por CASAS
o no, siendo difícil apreciar la posibilidad de formas imperfectas de
BARQUERO con los delitos mutilados de dos actos, específicamente
ejecución, aunque pueden ponerse ejemplos así el caso de un funcio-
caracterizados por la exigencia normativa de la presencia de una
nario que cuenta a un amigo sus planes de aceptación de una dádiva
finalidad pretendida por el autor, que trascendiendo más allá del
y estele denuncia y justo cuando el funcionario va a darla aceptación,
ámbito propio del dolo se cifra precisamente en la realización de una
es detenido por la policía. (Desde luego es u n caso muy de laboratio y
ulterior conducta del propio sujeto. La similitud entre los delito
con grandes dificultades probatorias, pero conceptualmente posible).
intencionales mutilados de dos actos y el delito de cohecho pasivo se
También considero posible la tentativa en los supuesto de solicitud por
el funcionario''.
Así, por ej., RODRÍGUEZ DEVESA, NEJIV, 1952, 362; CASA BARQUERO, DJ
1978, 909 ss.; CÓRDOBA RODA, Homenaje-Pérez Vitoria, 1983, 180 ss.; BUSTOS CASAS BARQUERO, DJ 1978, 909 ss.
RAMÍREZ, PE, 1986, 448 ss.; QUERALT JIMÉNEZ, PE, 1987, 605 ss.; MUÑOZ El hecho de que se trate de un delito de mera actividad hace que parte de la doctrina
CONDE, PE, 11°, 1996, 865.; SSTS 22-6-1948 (Jur. Crim. 308); 30-1-1950 (Jur. rechace la posibihdad de toda forma imperfecta de ejecución; sin embargo estoy de
Crim. 31); 14-4-1952 (Jur.Crim. 184); 8-11-1955 (Jur. Crim 991); 15-3-1961 (Jur. acuerdo con aquellos autores que permiten la tentativa al considerar que a pesar
Crim. 310); 16-1-1967 (Jur. Crim. 28); 18-1-1993 (A 126); 3-12-1993 (A 9383); 7-12- de tratarse de un delito de simple actividad puede ocurrir que sea necesario más de
1993 (A 9940). En contra de considerar la modalidad de recepción como un delito de u n acto para completar la conducta típica. Vid. por ejemplo, LUZÓN PEÑA, La ley,
simple actividad, VALUÉ ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 198 s.: opina la autora 1989-2, 750 ss.; Estudios penales, 1991, 609 n. 9 En este artículo se refiere el autor
que la actividad de recibir consiste precisamente en la incorporación de la dádiva al delito de fraudes de funcionarios del art. 401 CP 1944, y admite, aunque lo
al patrimonio del funcionario. En el mismo sentido mi opinión vid. capítulo III, considera raro, la posibilidad de que el delito se produzca en grado de tentativa
sección segunda, II. cuando por ejemplo el funcionario o la persona interpuesta por encargo suyo fuera
Por todos, en España, MUÑOZ CONDE, PE, W, 1996, 865; En Alemania, a presentar la solicitud de concurrir a la contratación en el Registro y, por cerrar
JESCHECK,LiC, 10°, 1988, §331, nm. 25; En Italia, PAGLIAR0,Priílcipi,5^ 1992, éste o alguna otra razón, no puede presentarla. Según este autor, PG I, 1996, 307,
178. cabe la tentativa en los delitos de mera actividad, también cuando se trate de delitos
Art. 21,4° CP: «La de haber procedido el culpable, antes de conocer que el de un sólo acto, porque la tentativa comienza ya cuando el autor se dispone
procedimiento judicial se dirige contra él, a confesar la infracción a las autoridades. inmediatamente a realizar el primer acto típico.
404 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 405

Como ya se vio al definir esta conducta típica la solicitud es un acto Esto es lógico si se piensa en que la solicitud es una declaración de
de comunicación'' que implica pedir algo a alguien. Por tanto será voluntad dirigida a alguien y a la vez constituye u n a fase previa a las
necesario que la petición llegue a su destinatario y las cuestiones que otras modalidades de conductas típicas, es decir el funcionario quiere
se plantean son dos. En primer lugar, la de qué ocurre si dicha petición conseguir la aceptación del particular. Que tal aceptación no sea
no hega a su destinatario, por ejemplo si la soücitud se reahza por necesaria para la consumación del delito no es óbice para ampliar la
carta y ésta se pierde o es interceptada por la pohcía. En segundo conducta indefinidamente y que baste con el mero envío de la carta,
lugar, la de qué ocurre si, a pesar de llegar la sohcitud a su destina- o con u n a declaración de voluntad que no tenga un destinatario
tario, éste no entiende el sentido de la petición. específico, sino que será preciso, para poder considerar que el bien
BAUMANN distingue cuatro momentos en la conducta típica jurídico se ha perturbado, que al menos el particular llegue a conocer
consistente en solicitar por parte del funcionario: el primero el envío la petición del funcionario, y aunque él no comprenda el sentido de la
de la carta donde se contiene la solicitud del funcionario; el segundo petición, lo cual no considero necesario porque no se exige el pacto
la llegada de la carta al destinatario; el tercero la lectura de la carta entre las partes, sí que creo exigible que el hombre medio ideal puesto
por parte del destinatario; y el último la comprensión del sentido de en la situación del autor pudiera comprenderlo para poder afirmar
la carta por parte del destinatario"'*. que se h a puesto en peligro el bien jurídico protegido. Hay que tener
Se plantea la cuestión de en qué momento se produce la conducta en cuenta que la solicitud del funcionario no es punible en todo caso,
típica de «exigir», porque dependiendo de qué momento se considere sino sólo cuando es como contraprestación a un acto determinado,
relevante para la conducta típica, se podrá aceptar casos en los que el porque eso es lo que da sensación de corrupción y hace que se perturbe
delito esté sólo intentado y no consumado. Es un problema por tanto el bien jurídico; por tanto se deberá exigir para que se consume el
de delimitación de la conducta típica. , , delito que esa sensación de corruptibilidad sea reconocible objetiva-
Ya se vio, al estudiar la conducta típica que, desde la perspectiva mente.
del bien jurídico que defiendo —las condiciones básicas de funciona- En España, VALEIJE ÁLVAREZ ha mantenido una opinión pare-
miento necesarias para que la Administración funcione correctamen- cida a la aquí expuesta, al afirmar que cabrá tentativa en aquellos
te en su servicio a los ciudadanos, condiciones que afectan al ámbito casos en los que la declaración de voluntad es transmitida por un
interno de la Administración, puesto que la corrupción es un «mal intermediario que no llega a ponerla en conocimiento del destinatario
ejemplo» para el resto de funcionarios y al ámbito externo, ya que la o en aquellos otros en que la misma declaración sufre algún tipo de
corrupción perturba la confianza necesaria que la sociedad debe tener visicitud o interferencia antes de llegar a su auténtico destino. En
en la Administración—, era preciso que la sohcitud fuera conocida por ambos supuestos opina la autora que, aunque existe un acto ejecutivo,
el particular y que, aunque él no la comprendiera, era preciso que éste no se corresponde formalmente con la conducta descrita en los
fuera comprensible para el hombre medio ideal puesto en la situación correspondientes tipos de delitos consumado que requieren que se
del sujeto-l solicite y, por tanto que se emita y que se reciba'". Estoy de acuerdo con
esta opinión, aunque creo que no basta que llegue la solicitud al

Las conductas típicas del delito de cohecho como «actos comunicativos « se definen
por KUHLEN, N S í Z i95S, 433 ss. ; ,
idónea para inducir al destinatario, conforme a un juicio ex-ante que tenga en
BAXJMAN'N, Bestechungstatbestande, 1961, 19 ss. ' V , cuenta la entidad de la compensación, la cualidad del dstinatario. su posición
Esta es la opinión mayoritaria en Alemania: GEERDS, Bestechungsdelikte, 1961, económica, así como la relevante probabilidad de causar un influjo psíquico en él».
73; ARZT/WEBER, BT5, 1982, 142; JESCHECK, LK, 10°, 1988. § 331, nm. 25 s., (Este precepto se refiere al intento de corrupción por parte del particular al
§ 332, nm. 14.; KUHLEN, NStZ 1988,434; RUDOLPHI, SK, 4", 1991, § 331, nm. 51 funcionario, pero a los efectos que aquí nos intere.san es perfectamente trasladable
ss. § 332. nm. 19; DREHERyTRÓNDLE,SíG5,47°, 1995, § 331, nm. 17; SCHONKE/ el argumento).
SCHRÓDER/CRAMER, StGB, 25", 1997, § 331. nm. 33 ss. § 332, nm. 24. También 10 VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 240. En parecido sentido se expresa
algunos autores italianos mantienen esta opinión, CRESPI/ZUCCALÁ/STELLA, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, Ruarte de San Juan, (en
Commentario, 1990. 595: «La instigación a la corrupción es un delito de mera prensa); es planteable concebir formas imperfectas de ejecución, si se piensa por
actividad, para cuya consumación es suficiente que se trate de u n a oferta seria e ejemplo en una solicitud que no llega.
406 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 407

destinatario, sino que es preciso que dicha solicitud sea comprensible III. PECULIARIDAD DEL COHECHO PASIVO IMPROPIO
objetivamente.
U n a consecuencia que surge a partir de considerar posible la ; El delito de cohecho pasivo impropio del art. 425 CP no presenta
tentativa en el delito de cohecho será la posibilidad de u n desistimien- ninguna peculiaridad con respecto al delito de cohecho pasivo propio,
to voluntario 1^ porque las conductas típicas en él recogidas, a excepción de la recep-
Si se sigue la teoría que considero más correcta sobre desistimien- ción de la dádiva o el presente, son las mismas, esto es, la solicitud y
to, esto es, la formulada por ROXIN^^, según la cual el criterio a tener la aceptación por el funcionario.
en cuenta es si el desistimiento responde o no a la racionalidad del Sin embargo, sí presenta u n a peculiaridad importante el art. 426
delincuente, se podrá apreciar desistimiento voluntario en aquel caso CP que admite como conducta típica únicamente la admisión de
en que, por ejemplo habiendo enviado la solicitud por carta al parti- dádivas o regalos. En este caso el legislador retrasa la consumación
cular llama a Correos para pedirles que se la devuelvan. O por ejemplo del delito a la recepción efectiva de dádivas o regalos. La razón es que,
si la solicitud la realiza por persona interpuesta y avisa a esta persona al tratarse de un comportamiento menos grave, no considera necesa-
para que no siga adelante. En ambos casos teniendo en cuenta la razón rio penalizar conductas anteriores como la solicitud o la aceptación de
por la cuál el funcionario decide no seguir adelante, es decir, sería la promesa o el ofrecimiento"'. En este delito por tanto aquellos casos
dudoso afirmar que se t r a t a r a de desistimiento voluntario si el sujeto de aceptación del ofrecimiento o la promesa podrán ser considerados
llamara porque, por ejemplo, acabaran de «pillar» a u n compañero y únicamente como tentativa, por entender que antes de recibir algo lo
el ambiente anduviera revuelto. normal es que haya un ofrecimiento previo, aunque dicho ofrecimien-
Una vez expuesta mi opinión acerca de la posibilidad conceptual de to sea inmediatamente anterior a la entrega, pero entiendo que la
que puedan castigarse en grado de tentativa todas las modalidades solicitud puede quedar impune en estos casos. La STS de 11-5-1994,
típicas del delito de cohecho, conviene plantearse si dichas tentativas (A 3687) estima que si sólo hay solicitud del funcionario estaríamos
suponen un suficiente desvalor p a r a ser castigadas. En este sentido ante u n delito frustrado de cohecho pasivo impropio (una tentativa de
afirman MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, que estas con- delito en el CP de 1995, en que no se contempla específicamente la
ductas no alcanzan el mínimo de ofensividad para el bien jurídico que frustración; arts. 16,1 y 62 CP). Esta interpretación es cuando menos
reclama la tentativa^"*. Puede afirmarse, que en un delito como el discutible literalmente y no es común en la jurisprudencia (así, por
cohecho, en el que se consideran consumadas conductas que desde los ejemplo, la SSTS 17-3-1992, (A 2359) o la de 29-4-1995, (A 2881), en
principios generales del Derecho penal suponen u n a tentativa (como ellas el TS se limita a señalar que «no basta solicitar», aunque no
la conducta de solicitar o la conducta de intentar corromper en el delito
de cohecho activo), y que por lo tanto quedan ya bastante alejadas del
constituir, por ejemplo, un acto de conspiración aquel caso en el que dos funciona-
bien jurídico protegido, las conductas que supongan u n a tentativa de rios planeen la solicitud de una dádiva a un particular por un acto que perteneciese
éstas no tendrán el suficiente desvalor para ser castigadas en virtud a la competencia de ambos. O, por ejemplo, un caso de proposición aquel caso en el
del principio de fragmentariedad del Derecho penal. Quizás pudiera que un funcionario invitara o incitara a otro a que solicitase una dádiva a un
particular por un acto que entrase dentro de la competencia de este último. Como
afirmarse que dichas conductas no suponen u n ataque del bien
ya he indicado, con el CP 1995 no es posible la punición de estas conductas, al no
jurídico lo suficientemente grave p a r a ser considerado penalmente estar previsto su castigo expresamente. No obstante, y siguiendo el mismo argu-
relevante^"*. mento —aquí acentuado— que he utilizado para la tentativa, creo que tampoco
desde un punto de vista material su punición sería aceptable, puesto que estas
conductas quedan demasiado alejadas del bien jurídico protegido. Se podría decir
Para las distintas teorías sobre el desistimiento voluntario, por todos, MARTÍNEZ que tales comportamientos quedan en el ámbito interno de la Administración, y que
ESCAMILLA, Desistimiento, 1994, 3 ss. no afectan al ámbito externo de la misma. Estas conductas no perturban las
ROXIN, Política criminal, 1972, 71 ss.; expectativas de los ciudadanos de que la Administración funcione en virtud de
MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1204. criterios de objetividad y de imparcialidad.
También es posible configurar sobre el papel supuestos de actos preparatorios, no Acerca de la menor gravedad del cohecho pasivo impropio y a favor de su exclusión
punibles con el CP 1995, puesto que dicho texto legal no determina expresamente del CP, MORILLAS CUEVA/PORTILLA CONTRERAS, Comentarios a la Legisla-
la punición de los actos preparatorios en estos delitos (arts. 17 y 18 CP). Podría ción penal XVI, 1994, 220 ss.
408 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 409
especifica si no basta p a r a la consumación del delito o tampoco para Previamente creo conveniente afirmar, que a pesar de que el CP
su tentativa). Personalmente creo que la conducta de solicitud no 1995 h a suprimido el art. relativo al delito imposible (art. 52 CP 1944/
forma parte de los actos de ejecución de la conducta típica de «recep- 1973), y que define la tentativa (art. 16 CP 1995) como aquel supuesto
ción», el argumento sería similar al que planteaba VALEIJE respecto en el que «el sujeto da principio a todos los actos de ejecución del delito
a la consideración por el TS de tentativa para la conducta de «solici- directamente por hechos exteriores, practicando todos o parte de los
tud» en el delito de cohecho pasivo propio antes del CP de 1944^^. actos que objetivamente deberían producir el resultado, y sin embargo
éste no se produce por causas independiente de la voluntad del autor»,
puede seguir castigándose con carácter general los supuestos de
IV. INDEPENDENCIA DEL DELITO DE COHECHO ACTIVO tentativa inidónea. El problema es la interpretación del término
RESPECTO A LA CONSUMACIÓN DEL DELITO DE «objetivamente». Según GIMBERNAT'', la expresión «objetivamen-
COHECHO PASIVO Y VICEVERSA te» debe ser interpretada como generalmente, es decir se trataría de
actos que normalmente, habitualmente, generalmente, según la vi-
Es necesario hacer una breve referencia sobre el carácter indepen- sión de un observador imparcial ex ante deberían producir el resulta-
diente del delito de cohecho activo. Independiente quiere decir que el do'^. Por su parte MIR PUIG, afirma que «la objetividad que puede
delito se consuma independientemente de que el delito de cohecho exigirse para los actos ejecutivos sólo puede entenderse en el sentido
pasivo se consume o no y viceversa; es decir puede consumarse el de intersubjetividad que supone el criterio situado ex ante. No puede
delito de cohecho pasivo sin consumarse el delito de cohecho activo. A llegarse a exigir una objetiva y concreta aptitud ex post, porque la
partir del CP 1944 se introducen conductas unilaterales que permiten tentativa se castiga precisamente en la medida en que no ha producido
la consumación independiente de ambos delitos, porque se deja de la consumación y ex post se ha demostrado, por tanto, en alguna
exigir un pacto ilícito entre la partes. Así, a la vez que se sanciona como medida insuficiente»'-'.
delito consumado la solicitud por parte del funcionario sin necesidad Conforme a estas opiniones, con las que estoy de acuerdo, conviene
de que el particular acepte, se sanciona el intento de corrupción por el señalar ahora si se pueden dar casos de tentativa inidónea en el delito
particular. Este intento de corrupción no puede verse como un delito de cohecho. Técnicamente creo que sí es posible configurar tales
de emprendimiento puro, sino que h a b r á que interpretarlo, al igual supuestos, aunque probablemente, igual que ocurría con la tentativa
que he hecho con la solicitud del funcionario, como u n a declaración de idónea pueda considerarse que tales conductas no son lo suficiente-
voluntad por parte del particular dirigida a un funcionario concreto en mente graves para considerarlas relevantes penalmente. Ejemplos de
la que se realiza la oferta de algo a cambio de un acto. Es preciso que tentativa inidónea podían ser el del funcionario que solicita una
la oferta llegue al funcionario y que además sea comprensible desde cantidad de dinero por u n acto que él cree que entra dentro del ejercicio
un punto de vista objetivo. Por ello, desde mi punto de vista también de su cargo y en realidad no es así; o el del particular que ofrece una
cabrá apreciar tentativa en aquellos casos en los que la oferta no llega dádiva al funcionario que objetivamente no es suficiente para moti-
al funcionario o no es objetivamente comprensible. varle a actuar en ningún caso^°.

V. LA TENTATIVA INIDONEA
Como última cuestión quiero plantear si pueden darse o no supues-
tos de tentativa inidónea del delito de cohecho. , , " GIMBERNAT ORDEIG, La Ley,, n° 4043, 24-5-1996, 5; GIMBERNAT ORDEIG,
Prólogo a la 8" ed. CP de Tecnos, 1991.
^* Se h a n adherido a esta postura diversos autores en conferencias y exphcaciones
sobre el nuevo CP (p ej. DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO).
19 MIR PUIG, PG, 4", 1996, 347.
VALEIJE ALVAREZ, La corrupción, 1995, 79 s.
^° Más supuestos en el capítulo III, sección tercera. III.
410 INÉS OLAIZOLA NOGALES

VI. RECAPITULACIÓN CAPÍTULO V


- A pesar de tratarse de un delito de simple actividad cabe hablar
Causas específicas de exención o atenuación
de tentativa en el delito de cohecho pasivo. Las conductas que integran de la pena
el delito de cohecho son actos comunicativos que precisan en el menor
de los casos (la solicitud) al menos que la declaración de voluntad
llegue a la otra parte. Sin embargo, desde un punto de vista político
Sección Primera
criminal dichas conductas constitutivas de tentativa quedan dema- Exención de pena para el particular que
siado alejadas del bien jurídico para ser consideradas penalmente denuncie la corrupción: art. 427 CP
relevantes.
- En el cohecho pasivo impropio recogido en el art. 426 CP se retrasa I. NATURALEZA
la consumación del delito a la recepción efectiva de dádivas o regalos.
No creo que la solicitud de dádivas por parte del funcionario pueda ser El artículo 427 CP, vigente desde finales de mayo de 1996, supone
considerada en estos casos como tentativa, porque difícilmente puede una d é l a novedades más importantes que el mismo ha introducido en
afirmarse que la solicitud forme parte de los actos de ejecución de la la regulación del delito de cohecho. Dicho precepto reza de la siguiente
recepción. manera: «Quedará exento de pena por el delito de cohecho el particu-
- Cabe la consumación del delito de cohecho pasivo sin que llegue lar que haya accedido ocasionalmente a la solicitud de dádiva o
a consumarse el delito de cohecho activo y viceversa, porque en ambos presente realizada por autoridad o funcionario público y denunciare
se recogen como conductas típicas conductas de carácter unilateral el hecho a la autoridad que tenga el deber de proceder a su averigua-
(solicitud e intento de corrupción). ción, antes de la apertura del correspondiente procedimiento, siempre
- Es posible la tentativa inidónea en el de delito de cohecho, aunque que no hayan transcurrido más de diez días desde la fecha de los
su castigo puede ser inadecuado, por quedar, al igual que los casos de hechos».
tentativa idónea, demasiado alejadas estas conductas del bien jurídi- El precepto recoge u n a exención de pena para el particular que
co protegido. : - :r:F: = -•:--: •,::•:.::,:; i :;,-;• ,:;, i- ^^jr :.:: . haya accedido a la solicitud del funcionario, y por tanto haya cometido
un delito de cohecho activo, cuando dicha aceptación sea ocasional y
si denuncia los hechos en un plazo determinado.
Se trata, por tanto, de un supuesto en el que se ha llegado a
consumar el delito de cohecho, y sin embargo se produce un levanta-
miento de la pena, el particular queda, si se dan determinados
requisitos, exento de pena.
Existe, salvo excepciones^, cierta unanimidad en considerar que
estas causas de exclusión de la pena no afectan al injusto o a la

' Así, MONTES, PGJ, 1917,465 ss., consideraba que las llamadas excusa's absolutorias
no eran sino causas de exclusión de la antijuridicidad, por cuanto «los hechos a que
se refieren (se. las excusas) no constituyen delito a los ojos de la ley. Suponer que
hay verdadero delito sin responsabilidad criminal y sin pena, es, en el Derecho
legislado un contrasentido, de donde se sigue que estas causas de excepción penal
pueden reconducirse a las de justificación». En el mismo sentido, GARCÍA-
PUENTE LLAMAS, ADP, 1981, 84: «Nuestra concepción es coincidente con la del
Padre Montes, quien identificaba todas las excusas absolutorias con las causas de
justificación». Desde un planteamiento distinto al de aquellos autores, pero distan-
412 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 413

culpabilidad, al menos a la culpabilidad en sentido estricto. Así ya Sin embargo, como resalta CUERDA ARNAU, a partir de aquí se
SILVELA, que fue el primero que utilizó la terminología de «excusas rompe cualquier tipo de acuerdo doctrinal*. Una vez descartada la
absolutorias», ya indicaba que la razón de la exención no se apoyaba posibilidad de que estas causas de exclusión de la pena afecten al
en que el acto fuera en sí mismo legítimo, como ocurría en las causas injusto o a la culpabilidad, queda por determinar si las mismas
de justificación, ni tampoco en que el sujeto no apareciera con condi- afectan a la punibilidad, y en última instancia, si se considera que al
ciones de capacidad para poder responder, como acontecía en las quedar excluida la pena, queda excluido el delito mismo.
causas de inimputabilidad, sino que parecía fundada en motivos Se trata, por tanto, de dilucidar dos cuestiones: en primer lugar si
transitorios y de conveniencia^. las denominadas excusas absolutorias son un componente de la
Esa es también la orientación predominante en la actual doctrina punibilidad, y en segundo lugar si la punibilidad es un elemento
española^, partidaria de considerar el hecho típico, antijurídico y esencial del delito, en el sentido de si se niega la punibihdad en un
culpable. supuesto concreto debe negarse la existencia misma del delito.
Desde luego, y en eso estoy también de acuerdo con CUERDA
ciado del mantenido por ladoctrina mayoritaria.BACIGALUPO, CPC6,1978,3 ss., ARNAU, lo que no es sostenible es afirmar que estas excusas
trata de analizar el significado de la punibilidad a partir de las excusas absolutorias, absolutorias son componentes de la punibilidad y que ésta es esencial
llegando a la conclusión de que la tradicional separación entre injusto culpable y
punibilidad no es todo lo clara que pudiera parecer, desde el momento en que la
para la consideración de u n hecho como delito, y después afirmar que
diferencia entre causas de justificación y causas de inculpabilidad, por un lado y a pesar de que se dé u n a determinada excusa absolutoria, la conducta
excusas absolutorias por otro, se fundamenta en criterios t a n discutibles, para ese sigue siendo delictiva-''.
autor, como en que en el caso de las excusas no se atenúa la gravedad de lo injusto
y de la culpabilidad.
SILVELA, DPII, 1879, 249 ss. Lo mismo pensaron RODRÍGUEZ MUÑOZ, iVoías, A. Concepto depunihilidad
1935, 164 ss., que entendía que la exención se producía en estos casos, a pesar de
la condición antijurídica y culpable de la acción; ANTÓN ONECA, PG 1,1949, 316 1. Punibilidad como categoría autónoma compuesta por las condi-
ss.; «la penalidad tiene su contenido propio en el sistema del delito, pues hay
acciones típicamente antijurídicas y culpables que, sin embargo, no son punibles»; d o n e s objetivas de punibilidad y las causas de exclusión de la
QUINTANO, Compendio I, 1958, 23 ss., quien opinaba que la presencia de estas pena
causas de exención de la pena no afectaba para nada a los elementos del delito que
no fueran la punibilidad. JIMÉNEZ DE ASÚA, DP Vil, 1970,145 ss., quien decía La punibilidad está compuesta, según la doctrina mayoritaria, por
que la esencia de ellas (se.excusas absolutorias) reside en que no suprimen la acción,
ni la tipicidad, ni la antijuridicidad, ni tampoco la imputabilidad ni la culpabilidad. dos tipos de elementos. Por una parte, ciertas condiciones positivas
Así, COBO DEL ROSAL, ADf 1968, 60 ss.; QUINTERO OLIVARES, RGLJ, 1972, («condiciones objetivas de punibilidad») y por otra ciertas condiciones
739 ss.; BAJO FERNÁNDEZ, El parentesco, 1973, 218 ss.; ARROYO ZAPATERO, negativas («causas personales de exclusión de la pena»)''. Existe u n
CPC 15, 1981, 418; MILLÁN GARRIDO, RDBB 13, 1984, 209; LUZÓN PEÑA, elemento común entre las condiciones objetivas de punibilidad y las
Prólogo al libro de De Vicente Remesal, El comportamiento postdelictivo, 1985; DE
VICENTE REMESAL,£;/comporfam¿eníoposff¿eZ¿cí¿uo, 1985,322ss.;OCTAVIO DE
TOLEDO Y UBIETO/HUERTA TOCILDO, PG, 2", 1986, 395 ss.; PUIG PEÑA, PG,
T, 1988,503 ss; MUÑOZ CONDE, Teoría, T, 1989, 20 y 156 ss.; MARTÍNEZ PÉREZ, CUERDA ARNAU, Oe/ííos de íerTOrí.smo, 1995, 270 ss.
Las condiciones objetivas de punibilidad, 1989, passim.; MAPELLI CAFFARENA, CUERDA ARNAU, Delitos de terrorismo, 1995, 270 ss. Esta errónea conclusión ha
Condiciones objetivas de punibilidad, 1990, 14 ss.; HIGUERA GUIMERÁ, Las sido defendida por algunos autores. Así, QUINTANO, Compendio I, 1958, 22 ss.,
excusas absolutorias, 1993, 19 ss.; BUSTOS RAMÍREZ, PG, 4°, 1994, 389 ss.; este autor tras considerar que la «punibilidad» es un elemento esencial del deUto,
CUERDA ARNAU, Delitos de terrorismo, 1995, 276 ss.; LUZÓN PEÑA, BJB TV, incluye un epígrafe dedicado a las «causas que la excluyen», sin que el autor
1995, 5423 ss.; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PG, 18^ 1995, 655 ss.; considere que su presencia afecte a la existencia del delito. También DEL ROSAL,
DÍAZ-MAROTO Y VILLAREJO, La ley, año XVII, n° 4132, 1996, 2 ss.; MUÑOZ PG I, 2",1976, 260 ss., después de considerar que «la punibiUdad» era el último de
CONDE en, MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARAN, PG, 2\ 1996,419 ss. MIR PUIG, PG, los caracteres del delito y probablemente el más diferenciador de todos ellos,
4°, 1996,114 ss. E s t a irrelevancia de las excusas posteriores frente a la antijuridicidad colocaba bajo el epígrafe «la punibilidad: su ausencia» preceptos como el art 226 CP
y la culpabilidad es compartida también mayoritariamente en la doctrina alemana. 1944 (relativo a la excusa absolutoria en delitos de rebelión o sedición), y afirmaba,
Vid. por todos, BLOY, Strafausschliesungründe, 1976, 15 ss. Si bien con discrepan- sin embargo, que el delito, como tal, quedaba inalterado.
cias sobre los casos que abarca esta categoría, ROXIN, AT I, 2"^, 1994, 700 ss. Vid. por todos, MIR PUIG, PG, 4°, 1996, 114. : ,:
414 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 415

excusas absolutorias, que es el que ambas instituciones van referidas dones político-criminales distintas (de oportunidad o de conveniencia
a la punibilidad y son ajenas al injusto material y a la culpabilidad. de pena), y hasta independientes del hecho mismo. Este es el funda-
Las diferencias entre las condiciones objetivas de punibilidad y las mento de las condiciones de punibilidad que condicionan la objetiva
excusas absolutorias serían las siguientes: relevancia jurídico-penal del hecho. Ciertamente se basan en razones
a) Los efectos son contrarios en u n a s y en otras, y a que en las de Política criminal diferentes a la cantidad de injusto del hecho (y por
excusas absolutorias, si concurre el hecho condicionante, se excluyela tanto, a su contenido de antijuridicidad material), pero no por eso
punibilidad. Por el contrario, cuando concurre la condición objetiva de dejan de condicionar su antijuridicidad penal»"'.
punibilidad se impone la pena. Por ello se ha afirmado que las excusas Frente a este primer grupo de circunstancias, el segundo grupo, las
absolutorias serían condiciones de punibilidad formuladas por el llamadas excusas absolutorias, no afectan a la objetiva relevancia
legislador en sentido negativo''. penal del hecho, y por tanto, no pueden impedir que subsista su
b) También se ha considerado una diferencia la propia naturaleza antijuridicidad penal típica^^
de ambas, en el sentido de que las excusas absolutorias tienen una U n a postura similar es la defendida por LUZÓN PEÑA, quien al
naturaleza personal, mientras que las condiciones objetivas de interpretar el concepto legal de delito del art. 10 CP («son dehtos o
punibilidad tendrían u n a naturaleza objetiva^. faltas las acciones y omisiones dolosas o imprudentes penadas por la
Apartir de aquí, sin embargo, surgen las diferencias doctrinales en ley»), entiende que «la expresión, "penadas por la ley", implica la
torno a cómo influyen los componentes de la punibilidad en la propia tipicidad como descripción legal de la conducta, y por otra parte,
existencia del delito. , , , ,,..•.. significa también penalmente (típicamente) antijurídicas, es decir,
acciones desvaloradas y prohibidas de modo general por la ley penal».
a. Distintos efectos sobre la existencia misma del delito Según este autor, es posible entender que «"penadas por la ley" hace
referencia no sólo a que sean antijurídicas, prohibidas y desvaloradas,
Según MIR PUIG'', el primer grupo, las condiciones objetivas de sino también a que sean acciones punibles, por necesitadas de pena»;
punibilidad, afectan al carácter penal de la antijuridicidad del hecho al menos, opina LUZÓN, «la vertiente objetiva de la punibilidad (las
y de ellas depende, por tanto, el injusto penal. La prohibición de un llamadas condiciones objetivas de punibilidad) es perfectamente
hecho no puede condicionarse a que su infracción culpable sea puni- compatible con la expresión "acciones penadas por la ley", pero resulta
ble, pero sin este carácter la infracción no será penal. El autor lo mucho más discutible que la misma se vea afectada por la ausencia de
explica de la siguiente manera: «La infracción que importa a la teoría causas personales de exclusión de la punibilidad»"^. Este autor consi-
del delito debe ser u n a infracción penal, que, en su caso, pueda
suponer la imposición de una pena y que se halle prevista en u n tipo
de delito. Sólo interesa, pues, el injusto penal típico. Mediante este
10 MIR PUIG, PG, 4^ 1996, 115.
concepto se efectúa la selección de los hechos penalmente relevantes. 11 MIR PUIG, PG, 4", 1996, 116.
Esta selección se hace en primer lugar en base a la gravedad y a la 12 LUZÓN PEÑA, Prólogo al libro de Javier de Vicente: El comportamiento postdelictiuo,
peligrosidad del hecho antijurídico, pero también en base a considera- 1985; EJB IV, 1995, 5424: «Las "causas personales de exclusión de la punibilidad"
son condiciones del propio sujeto que por diversas razones de política criminal o de
política jurídica general excluyen la responsabilidad penal del mismo por el hecho,
por lo que se podría sostener que más que a la teoría del delito pertenecen a la teoría
•^ WELZEL, PG, 11", 1969, 88; BUSTOS RAMÍREZ, PG, 4 ^ 1994, 394 ss.; HIGUERA del sujeto activo o del autor; bien es verdad que pese a todo, en algunas de ellas, son
GIMERÁ, Las excusas absolutorias, 1993, 56. circunstancias personales del autor en relación con el hecho que permiten atribuír-
8 QUIETBRO OLIVARES, RGLJ, 1972, 740 ss. (alude el autor a esta diferencia, selo, sostener respecto de las causas personales de exención no de cualquier delito,
indicando que las condiciones objetivas de punibilidad dependen siempre de un sino de algunos delitos concretos, que son circunstancias que afectan al significado
tercero o de un hecho ajeno, en tanto que las excusas absolutorias dependen del del hecho mismo y que excluyen su calificación como delito en sentido amplio. En
propio sujeto); MARTÍNEZPÉREZ,La.scondiciones ob;e£íí;asdepi¿n,¿&íZ7:í¿ad, 1989, cambio, ello ya no es posible en absoluto en las causas personales de supresión o de
141 ss.; MAPELLI CAFFARENA, Condiciones objetivas de punibilidad, 1990, 14 anulación de la punibihdad, que consisten en u n a conducta del sujeto posterior al
ss.; HIGUERA GUIMERÁ, Las excusas absolutorias, 1993, 56. hecho y que permite según la ley suprimir la punibilidad que ya merecía el hecho.
9 MIR PUIG, PG, 4°, 1996, 115. Como se trata de un comportamiento posterior y distinto del hecho mismo, no
416 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 417

dera muy dudoso que las causas personales de exclusión de la pena la teoría general del delito^*». «La penalidad sería así una última
lleguen a afectar a la existencia del delito, e incluso no llega a afirmar categoría que, desde luego, no siempre tiene que existir, pero que el
expresamente la falta de antijuridicidad penal de las conductas en el legislador, por razones utilitarias puede exigir para fundamentar o
primerease. excluir la punibilidad de u n hecho»•'^. A su vez, este autor coloca en la
categoría de la penalidad las causas que la fundamentan (condiciones
b. Iguales efectos de ambos componentes de la punibilidad sobre la existen- objetivas de penalidad) y las causas que la excluyen (las causas de
cia del delito exclusión o anulación de la penalidad o excusas absolutorias)^^.
Por tanto, siguiendo la argumentación de MUÑOZ CONDE, si la
La otra postura es la que ofrecen aquellos autores que afirman que presencia de estas causas supondría la confirmación o la ausencia de
si sólo se entiende por «delito» el hecho concreto y personalmente penalidad, según se t r a t e de uno u otras, la ausencia de las primera
«punible», debe exigirse la concurrencia de los elementos personales o la confirmación de las segundas impediría calificar el hecho como
referidos en el seno de u n a categoría de «punibilidad» posterior a las delito.
de antijuridicidad y culpabihdad. Así, afirman OCTAVIO DE TOLEDO
Y UBIETO/HUERTA TOCILDO, que «como regla general cuando se 2. Concepto de punibilidad como concepto normativo
da la conducta típica, antijurídica y atribuible la consecuencia inme-
diata es que resulta posible imponer la pena, sin embargo, en algunas Frente a los anteriores, hay otro grupo de autores que conciben la
ocasiones sucede que la ley, en atención a razones de política-criminal, punibilidad de diferente modo.
exige la presencia de ciertos requisitos o la ausencia de otros para Según este sector doctrinal, la punibilidad debe entenderse como
posibilitar la imposición de la pena. Al conjunto de tales requisitos les inexcusable posibilidad legal (abstracta) de referencia y aplicación de
denominan estos autores punibilidad, que será el último de los pena. Y tal referencia, que es un fenómeno normativo, se da siempre
elementos que debe concurrir para que pueda afirmarse que se ha que tiene lugar la vulneración de una norma, en su doble vertiente de
cometido un delito^^^ lo cual, a contrario sensu, quiere decir que, si norma objetiva de valoración y subjetiva de determinación, cuya
concurre una de aquellas causas cuya ausencia es necesaria para consecuencia jurídica es la pena. Por tanto, la punibilidad existe desde
afirmar la punibilidad, o la presencia de otras que anulan la punibilidad, el momento en que tiene lugar una conducta subsumible en alguna
no podrá afirmarse la existencia de un delito». figura de la Parte Especial que reúne los caracteres de ser antijurídica
En el mismo sentido, MUÑOZ CONDE, afirma: «normalmente son y culpable. Así, será posible establecer u n perfecto paralelismo entre
la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad las características la afirmación de que todo delito es un hecho punible y la inversa: que
comunes a todo delito. En algunos casos, se exige, sin embargo, para todo hecho punible es delito.
poder calificar u n hecho como delito, la presencia de algunos elemen- De esta concepción se extrae, en primer lugar, que la punibilidad
tos adicionales que no pertenecen ni a la tipicidad ni a la antijuridicidad es esencial al delito, pero sólo como elemento conceptual, sin ser, por
ni a la culpabilidad. Se habla en estos casos de penalidad y se tanto, elemento de su estructura dotado de contenido propio; y en
considera que esta categoría es también u n elemento perteneciente a segundo lugar, que las causas de exclusión de la pena al proyectarse
sobre hechos que son normativamente punibles, no afectan a la
punibilidad; de modo que no excluyen ésta, ni tampoco la antijuridicidad
excluyen ni eliminan el delito (el hecho), sino que constituyen otros presupuestos o la culpabilidad, dejando, portante, inalterado el delito, cuya existen-
de la pena —en este caso de exención de la misma— independientes del delito»; PG, cia presuponen.
1996, 241 ss. El autor ejemplifica esta idea con el supuesto de impunidad personal
del parentesco en delitos patrimoniales no violentos del art. 268, 2 CP, al señalar
este precepto que tal excepción «no es aplicable a los extraños que participen en el
delito», con lo que en opinión de este autor la ley reconoce que el autor pariente,
aunque no sea punible, sí que comete u n delito. DE VICENTE REMESAL, El " MUÑOZ CONDE, Teoría general, 2', 1989, 20.; PG, 2», 1996, 419 ss,
comportamiento postdelictivo, 1985, 322; 15 MUÑOZ CONDE, El desistimiento, 1972, 64.; PG, T, 1996, 419 ss.
OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO/HUERTA TOCILDO, PG, 2°, 1986, 385. 16 MUÑOZ CONDE, El desistimiento, 1972, 64.; PG, 2^ 1996, 419 ss.
418 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 419

Es por tanto correcto, según estos autores, excluir ese tipo de del sujeto, ya que entonces, más que de acciones penadas por la ley,
causas de la teoría jurídica del delito, donde no tienen por qué situarse que denota idea de previsión legal general, debería hablarse de
todos los factores que inciden en el sí o en cuanto de la pena a acciones legalmente previstas y susceptibles de ser judicialmente
imponer^''. En este sentido, CUERDA ARNAU, haciendo referencia a penadas o castigadas, es decir, en el caso individuaP°.
las causas de atenuación y de remisión de la pena en los delitos de El propio art. 427 CP expresa esta idea al decir: «Quedará exento
terrorismo (arts. 57 bis b CP 1944/1973), respecto a la causa de de pena por el delito de cohecho el particular...». Ante esta redacción
atenuación la califica como u n a circunstancia, frente a la cual, el legal caben dos interpretaciones:
legislador h a optado por otorgarle u n régimen jurídico especial, y La primera se corresponde con lo indicado por MIR PUIG, cuando
respecto a la causa de remisión total de la pena opina la autora que la afirma que en el uso habitual del lenguaje del articulado del CP, los
misma tiene u n carácter híbrido^^. términos «delito», «falta», «acción penada por la ley», «hecho» o
«infracción» equivalen a acción típica y antijurídica, que, aunque no de
3. Toma de postura lugar a pena por no ser el sujeto culpable o personalmente punible, sí
puede acarrear medidas de seguridad y responsabilidad civiP^
Desde mi punto de vista estas causas de exclusión de la pena, y en La segunda sería interpretar que el sujeto queda exento de pena
concreto la causa de exclusión de la pena recogida en el art. 427 CP no por el delito de cohecho, porque no lo ha cometido. Considero que es
impiden afirmar la existencia de u n delito de cohecho activo consuma- una interpretación muy forzada; lo lógico que dijera entonces: «no
do. comete delito de cohecho, etc.». Además, si se sigue esta interpretación
Al margen de que se considere la punibilidad como u n a categoría se llegaría al absurdo siguiente (en este caso evidente, cosa que no
autónoma estructural en la Teoría del delito, o se considere como u n ocurre por ejemplo en la excusa absolutoria —si lo es— entre parien-
elemento conceptual sin un contenido propio, entiendo que se puede tes en delitos patrimoniales); entre el día en que el delito de cohecho
afirmar que las causas personales de exclusión de la pena no afectan activo se consuma y h a s t a diez días después no se podría asegurar si
a la existencia misma del delito, por ser precisamente eso, causas hay delito, salvo que antes comenzara el procedimiento; podría co-
personales de exclusión de la pena^-' menzar un procedimiento cuando todavía no fuera a haber delito.
La definición de delito del CP exige que se t r a t e de u n a «acción... Todo esto sería absurdo.
penada por la ley». En el supuesto de estudio el sujeto va a realizar u n a Desde que se consuma el cohecho hay delito (y, si cupiera la
acción que efectivamente está de modo general, objetivamente, pena- tentativa, desde que existiera la misma, habría delito). Y el delito no
da por la ley, lo que ocurre que se produce un levantamiento de la pena desaparece después por arte de magia.
en algunos casos particularizados cuando se cumplan determinados Por otro lado, el t e m a es terminológico en parte: depende de lo que
requisitos. se considere delito. A lo que llama el CP en general delito es al hecho
La expresión «penadas por la ley» no significa, desde mi punto de
vista, que la acción sea en concreto punible en vista de las condiciones

2" Este argumento, utilizado por LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 242 ss, para excluir la
1' COBO DEL ROSAL, Estudios penales y criminológicos VI, 1983, 53 ss.; CUERDA culpabilidad del concepto legal de delito, aunque este autor reconoce que también
ARNAU, Delitos de terrorismo, 1995, 280 ss. doctrinalmente se maneja una doble acepción de delito cono sin culpabilidad según
" CUERDA ARNAU, Delitos de terrorismo, 1995, 281 ss. ! que se utilice como presupuesto de la pena o de las medidas de seguridad. Pero,
18 Entiendo, siguiendo a LUZÓN PWAEJBIV, 1995, 5423, que son heterogéneos los l estoy de acuerdo con LUZÓN en que incluso cuando se trata déla imposición de una
supuestos que se engloban bajo la categoría de punibilidad, y así, mientras que pena puede entenderse que el CP español exige un doble presupuesto: el delito y la
contiene circunstancias que efectivamente pertenecen al hecho y que pueden i culpabilidad como requisito mixto entre el sujeto y el hecho, o sea, como culpabilidad
considerarse requisitos del propio delito (en sentido amplio), como son las circuns- del sujeto en relación con ese hecho delictivo. Creo que puede emplearse para
tancias objetivas de punibilidad, otras son más bien circunstancias personales del • excluir del mismo modo la ausencia de causas personales de exclusión de la pena
propio sujeto activo, y otras se refieren a actuaciones posteriores al hecho y por tanto del concepto de delito.
distintas al hecho mismo. 21 M I R P U I G , A D P 1 9 7 3 , 3 1 9 s s . ; P G , 4°, 1996, 128ss.
420 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 421

típicamente antijurídico (por ello se puede hablar de participación en dado a l a palabra, en quienes se rinden ante fuerzas mayores superio-
el delito de u n inculpable)^^. res por motivos de conveniencia^''.
Por ello, considero más convincente, al menos en lo que se refiere Tampoco la doctrina más moderna acepta el arrepentimiento como
a las causas personales de exclusión de la pena la opinión de MIR fundamento de las excusas absolutorias^''. >^'i
PUIG y de LUZÓN PEÑA23.
B. Toma de postura ' ^ • • <,

II. FUNDAMENTO DE LAS CAUSAS DE EXCLUSIÓN DE LA PENA Es preciso en este punto diferenciar la regulación del CP 1944/73
y la del CP 1995. El art. 9,9" del CP 1944/73 recogía la denominada
A. El arrepentimiento como fundamento de las excusas absolutorias. atenuante de arrepentimiento espontáneo de la siguiente forma: «Son
Posturas a favor y en contra ciscunstancias atenuantes: 9" la de haber procedido el culpable antes
de conocer la apertura del procedimiento judicial, y por impulsos de
Por parte de algunos autores se defendió como fundamento de alguna arrepentimiento espontáneo, a reparar o disminuir los efectos del
de estas excusas absolutorias el arrepentimiento como fundamento de delito, a dar satisfacción al ofendido o a confesar a las autoridades la
las mismas. Se asimilaban, por tanto, estas excusas absolutorias, en infracción».
cuanto a su fundamento, a la atenuante de «arrepentimiento espontá- La exigencia de que el sujeto obrase «por impulsos de arrepenti-
neo» del art. 9,9" CP 1944/73. Así, se consideraba el arrepentimiento miento espontáneo» imprimía a la atenuante un claro carácter subje-
como fundamento del art. 226 CP 1944/73, (art. 480 CP 1995)^*.
Según este sector doctrinal, el arrepentimiento constituye el quid 26
Así, por ejemplo, ANTÓN ONEGA, PG, 1949, 316.
de este precepto y su efecto inmediato será la exención de pena 27
COBO DEL ROSAL, ADP 1968, 68: «El art. 226 de ninguna forma exige el arrepen-
correspondiente, con lo que se estaría ante ese «puente de plata» que timiento de los sujetos activos, y mucho menos una conducta posterior de naturaleza
se tiende al enemigo que huye^^. negativa. Tanto si se lleva a cabo una comprensión del arrepentimiento en su
acepción «moral», como en la estrictamente jurídica se nos muestra con evidencia, que
Otro sector doctrinal, sin embargo, rechazaba ya tradicionalmente
no puede ser la última razón del art. 226: el arrepentimiento se dará o no realmente
el arrepentimiento como fundamento de esta excusa absolutoria, por sin que ello afecte a la vigencia o no de la aludida cláusula. El art. 226 lo único que
considerar que no cabía hablar de arrepentimiento en el sentido moral requiere es que la rebelión o la sedición se haya disuelto efectivamente, y nada más,
independientemente de que esta disolución sea producto del arrepentimiento o de
cualquiera otra causa. El arrepentimiento en cuanto denota una determinada actitud
Las ideas anteriores me son sugeridas por DÍAZ Y GARCÍA CONLLBDO, en una subjetiva, de contrición, pudiéramos decir, ni se le exige a los rebeldes y sediciosos,
de las múltiples conversaciones que hemos tenido sobre el tema, ni el artículo 226 lo requiere para eximir de pena, y buena prueba de ello es que los
MIR PUIG, ADP 1973, 319 ss.; LUZÓN PEÑA, PG I, 1996, 242 ss. autores morales, —no meros ejecutores,— aunque constase su arrepentimiento no
Art. 226 CP 1944/73: «Quedará exento de pena el que, implicado en un delito de quedarían impunes, como también estarían exentos los que se disolviesen, aún
rebelión o de sedición, lo revelare a tiempo de poder evitar sus consecuencias./ A los cuando en otra ocasión, incluso cercana en el tiempo, verificasen las conductas típicas
meros ejecutores, que depongan las armas antes de haber hecho uso de ellas de rebelión y sedición, y desde luego no existirá mejor forma de negar sea el
sometiéndose a las autoridades legítimas, se les aplicará la pena inferior en groado». arrepentimiento el principal y único fundamento que le informa». MUÑOZ CONDE,
Art. 480 CP 1995: «Quedará exento de pena el que, implicado en un delito de El desistimiento, ,1972, 135 ss.; QUINTERO OLIVARES, RGLJ, 1972, 743 ss. (el
rebelión, lo revelare a tiempo de poder evitar sus consecuencias./ A los meros autor se refiere al art. 563 bis b) CP 1944/73, relativo al delito de cheque en
ejecutores que depongan las armas antes de haber hecho uso de ellas, sometiéndose descubierto, delito que ha desaparecido en el CP 1995); ARROYO ZAPATERO, CPC
a las autoridades legítimas, se les aplicará la pena de prisión inferior en grado. LA 15, 1981, 418 (el autor se refiere al art. 174 bis c) CP 1944/73, actual art. 579 CP,
misma pena se impondrá si los rebeldes se disolvieran o sometieran a la autoridad relativo a delitos de terrorismo); GARCÍA-PABLOS, Comentarios II, 1983, 165 ss.;
legítima antes de la intimación o a consecuencia de ella». MILLÁN GARRIDO, RDBB 13, 1984, 201 (el autor se refiere al art. 563 bis b) CP
Destacan el arrepentimiento como fundamento de esta exención de pena, JASO 1944/73, relativo al delito de cheque en descubierto, delito que ha desaparecido con
ROLDAN, PE, 1949, 81 ss.; RODRÍGUEZ MUÑOZ, Notas I, 1955, 157 ss.; DEL el actual CP); DE VICENTE REMESAL, El comportamientopostdelictivo, 1985,104
ROSAL, ADP 1965, 137 ss.; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PG, 18°, ss.; CUERDA ARNAU, Delitos de terrorismo, 1995, 315 ss.; DÍAZ-MAROTO Y
1995,188. Lo que no explican estos autores es, si el fundamento es el mismo, por qué VILLAREJO, La ley, año XVII, núm. 4132, 27-sept., 1996, 2 ss. (se refiere el autor al
en unas ocasiones sólo se atenúa la pena y en otros se exime totalmente de la misma. art. 579 CP 1995, relativo a delitos de terrorismo);
422 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 423

tivo que difícilmente era trasladable a otros comportamientos La de haber procedido el culpable, antes de conocer que el procedi-
postdelictivos de la Parte Especial. En los supuestos de comporta- miento judicial se dirige contra él, a confesar la infracción a las
miento postdelictivo de la Parte Especial era posible que el culpable autoridades./ 5" La de haber procedido el culpable a reparar el daño
también reaccionara contra su acción anterior movido por un senti- ocasionado a la víctima, o disminuir sus efectos, en cualquier momen-
miento interno valioso moralmente, pero no era menos cierto que el to del procedimiento y con anterioridad a la celebración del acto del
legislador, al introducir las consecuencias de dichos comportamientos juicio oral».
postdelictivos descartó el arrepentimiento como fundamento, entre La conducta objetiva es similar a la que establecía el art. 9,9" CP,
otras cosas, porque para los fines que pretendía con tal regulación y en la que no vamos a entrar por no ser el tema de estudio'^", siendo
consideraba suficiente la realización de una determinada conducta en la diferencia fundamental que ninguna de las dos atenuantes exige
un plazo determinado. Así ocurría, por ejemplo, en el caso del art. 226 que el culpable actúe «por impulsos de arrepentimiento espontáneo»
CP (=art. 480 CP 1995) relativo a delitos de rebelión y sedición; en el lo que elimina los problemas de interpretación de tal elemento. Por
art. 563 bis b) CP, relativo al delito de cheque en descubierto, tanto, ni ya la atenuante genérica exige dicho elemento de arrepenti-
(desaparecido en el CP 1995); el art. 174 bis c) CP (=art. 579 CP 1995), miento, con mayor motivo se puede afirmar que tampoco las excusas
relativo a delitos de terrorismo; art. 396 CP (= 433 CP 1995), relativo absolutorias de la Parte Especial encuentran su fundamento en el
al delito de malversación entre otros). arrepentimiento del sujeto'".
Entre estos comportamientos postdelictivos de la P a r t e Especial y
la circunstancia atenuante 9,9" existe un claro paralelismo en lo que C Razones de política criminal como fundamento de las excusas
a la conducta objetiva se refiere, en todos los casos aparece una
absolutorias de la Parte Especial
actividad contraria al hecho anterior. Por ello, si el comportamiento
objetivo es en ambos casos semejante y el art. 9,9" añadía además el Ya SILVELA indicaba que las excusas absolutorias se fundamen-
término de arrepentimiento, esto no podía significar otra cosa que con taban «en motivos transitorios y de conveniencia, correspondiendo a
dicho término se añadía un plus subjetivo a estas manifestaciones de los que hemos llamado política dentro del Derecho penal. Considera
conducta. Es decir que, como señala DE VICENTE REMESAL, en el legislador, en efecto, más útil tolerar el delito que castigarle, (sic.)
todos los casos de excusas absolutorias se recogían comportamientos aún conociendo que existe delito y que hay persona que de él puede
activos posteriores al delito sin que en ninguno de ellos el CP hiciera responder. Las preocupaciones dominantes en diversos órdenes de
alusión alguna al arrepentimiento, lo cual podía interpretarse sensu ideas, la constitución actual de la familia, no separada y distinguida
contrario, como que la mención de éste en el art. 9 indicaba el móvil de las demás sociedades totales, con-su jurisdicción peculiar y propia
o impulso que generaba la actuación del culpable p a r a la aplicación de en lo penal, llevan como consecuencia, el que se use, respecto a ciertos
esta atenuante^^. hechos, de esta benignidad»'*^.
Se había criticado mucho por parte de la doctrina la utilización de
este término «arrepentimiento» por las connotaciones morales y
religiosas que desprendía^-'. 3° Vid. al respecto, DE VICENTE REMESAL, El comportamiento postdelictivo, 1985,
90 ss.
, A partir de 1995 la situación cambia con el nuevo CP, que desdobla ^^ Así, el art. 480 CP (desisitimiento de rebeldes), art, 579 CP (exención de pena en
esta atenuante en dos: art. 21 CP: «Son circunstancias atenuantes: 4" delitos de terrorismo); art. 433 CP (la reducción de pena en el delito de malversa-
ción). En ningún caso se exige ese ánimo subjetivo de arrepentimiento, lo que no
implica, como se verá más adelante al analizar el art. 427 CP que no se exige
28 DE VICENTE REMESAL, El comportamiento postdelictivo, 1985, 105 ss. voluntariedad en el sujeto, pero voluntariedad en sentido no psicológico, sino como
29 Vid. al respecto el extenso estudio de DE VICENTE REMESAL, fiZ comportamiento comportamiento contrario a la del «buen delincuente». Vid. ROXIN, Política
postdelictivo, 1985, 98 ss. Se plantea el autor las distintas concepciones que se han criminal, 1972, 73 ss.
defendido respecto al término de arrepentimiento, así como considera inoportuno 32 SILVELA, DPII, 1879, 249 ss. En el mismo sentido se expresaba JIMÉNEZ DE
la utilización de este término, mostrándose partidario de sustituir la expresión «por ASÚA, Tratado VII, 4°, 1961, 138 ss.: «a nuestro juicio..., puede decirse que son
impulsos de arrepentimiento espontáneo» por la de «voluntariamente», sustitución causas de impunidad o "excusas absolutorias" las que hacen que, a un acto
que se proponía en el PCP 1980 y en la PACP 1983. típicamente antijurídico, imputable a su autor y culpable, no se asocie pena alguna
424 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 425

Las notas de «conveniencia y utilidad» variables a lo largo de la donde se incluyen, por ejemplo los casos de inimputabilidad; y por otro
historia, son las que se consideran, por tanto, como fundamento de lado afectan también a la responsabilidad, suprimiéndola, aquellos
estas circunstancias y las que determinan el mantenimiento de las ya supuestos en los que falta la necesidad preventiva de penar, por
existentes, su modificación, su supresión o su regulación ex novo-^^. ejemplo, el desistimiento voluntario en la tentativa. Según ROXIN,
DE VICENTE REMESAL divide en dos grupos las denominadas cuando el autor regresa voluntariamente a la legalidad no necesita
excusas absolutorias. resocialización y tampoco es u n mal ejemplo para el resto de la
El primer grupo estaría constituido por aquellos supuestos en los sociedad, por lo que ni desde el punto de vista de la prevención general,
que la razón fundamental de las consecuencias jurídicas, liberación ni desde la prevención especial, será necesario sancionar penalmente
total o parcial de la pena, tiene sobre todo carácter político, así por al sujeto.
ejemplo el desistimiento de rebeldes (art. 226 CP 1944/73 = art. 480 Frente a esta doble vertiente de exclusión de la responsabilidad,
CP 1995); la atenuación o exención de pena en los delitos de terrorismo ROXIN analiza otros supuestos de exclusión de la pena: las condicio-
(art. 57 bis b CP 1944/73 = art. 579 CP 1995); nes objetivas de punibihdad y las causas de exclusión de la pena. Estas
En un segundo grupo se incluirían los casos en los cuales los categorías vendrán integradas por los casos en los que el levantamien-
beneficios reconocidos al comportamiento postdelictivo obedecen so- to o la supresión de la pena se debe a razones extrapenales, en virtud
bre todo a consideraciones económicas; se trata de satisfacer un de las cuales, a pesar de la necesidad preventiva de penar, la ley exime
derecho de crédito frente a los particulares o frente a la Administra- de pena al sujeto.
ción. Así por ejemplo en el delito de malversación (art. 396 CP 1944/ El mejor ejemplo de u n a causa de exclusión de la pena, según
73 = art. 433 CP 1995); delito de cheque en descubierto (art. 563 bis b, ROXIN lo constituye el § 36 StGB, relativo a las injurias entre
desaparecido en el CP 1995); parlamentarios. El precepto exime de pena a los parlamentarios, aun
Centrándome en el primer grupo de delitos, porque es en éste grupo cuando su comportamiento supone un mal ejemplo para la sociedad,
donde creo que encaja la excusa absolutoria del art. 427, se puede y por tanto, existen razones preventivas para penarlo. Sin embargo,
afirmar que en el fondo de todas estas excusas laten razones de el legislador considera más importante proteger la funcionalidad del
conveniencia y razones utilitarias como fundamento de los beneficios parlamento (razón extra-penal), y por ello se levanta la pena. Otro
reconocidos a estos supuestos. ejemplo es la exclusión de pena que el anterior § 247II StGB establecía
para determinados delitos contra la propiedad cometidos entre pa-
D. Atención especial a la postura de ROXIN^"^ rientes. En este caso, la exclusión de la pena, se debía únicamente a
razones político-familiares.
El autor diferencia dentro de su concepto de responsabilidad Sin embargo, creo que las razones de utilidad y políticas no pueden
(Verantwortlichkeit) dos supuestos diferentes ante los cuales se exclu- justificar por sí solas, en la mayoría de los casos, la exención o la
ye la pena. Por u n lado estarían aquellos supuestos en los que el sujeto atenuación de pena, que podría llevar en palabras de VIZMANOS, a
carece de culpabilidad (Schuld) en el sentido tradicional de la palabra. que «la conveniencia pública pueda ser superior en la balanza de la ley
al interés de la moral y la justicia»^^ Prescindiendo de la moral, que
en el Derecho penal no debe jugar papel alguno, sí que es interesante
por razones de utilidad pública; es decir, que son causas de impunidad utilitatis
ver cuándo la exención o la atenuación de la pena ante un determinado
causa».
DE VICENTE REMESAL, El comportamiento postdelictivo, 1985, 324 ss. En hecho delictivo puede ser considerada justa.
particular sobre determinadas excusas absolutorias vid. por ejemplo, COBO DEL
ROSAL, ADP 1968, 59 ss.; QUINTERO OLIVARES, RGLJ, 1972, 701 ss.; BAJO
FERNÁNDEZ, ELpareníesco, 1973, 211 ss.; ARROYO ZAPATERO, CPC15,1981,
416 ss.; MILLÁN GARRIDO, RDBB 13, 1984, 199 ss.; CUERDA ARNAU, Delitos DE VIZMANOS/ÁLVAREZ, Comentarios, 2°, 1853, 88 ss.
de terrorismo, 1995, 315 ss.; DÍAZ-MAROTO Y VILLAREJO, La ley, año XVII, DE VICENTE REMESAL, Eicomportamieíiíopostóe/ictiuo, 1985,passim;LUZÓN
núm. 4132, 1996, 2 ss.; PEÑA, Prólogo, al libro de De Vicente Remesal: El comportamiento postdelictivo,
R 0 X I N , A T , 2 ^ 1994,700 ss,, 871 ss. , , , ' 1985; EJB IV, 1995, 5423 ss.
426 INÉS OLAIZOLA NOGALES E L DELITO DE COHECHO 427

E. Toma de postura para la comunidad, ni su conducta es prueba de una motivación


conforme a las exigencias normativas, es más, si no se llega a
Desde mi punto de vista, siguiendo de DE VICENTE REMESAL, presentar la perspectiva m á s favorable, hubieran consumado el delito
habrá que enlazar estos fines de política criminal con los propios fines tal como lo tenían planeado y se hubieran quedado tan anchos. La
de la pena, esto es, con los fines de prevención general y especial, y sólo conducta de estos sujeto sigue siendo t a n reprochable antes como
cuando sea posible explicar, al menos indirectamente, estas excusas después del desistimiento»''^^, lo que deben respetar siempre es la
absolutorias desde los fines de la pena, se podrá afirmar que la prevención general. Es evidente que además de las razones de preven-
existencia de dicha excusa absolutoria está justificada. ción especial y general, las excusas absolutorias encuentran su funda-
Considero importante la conexión que DE VICENTE REMESAL, mento en razones políticas y utilitarias; como dice GARCÍA-PABLOS,
realiza^'' entre estas razones utilitarias y los propios fines de la pena. no se t r a t a de primar ningún móvil ético ni una supuesta actitud de
Destaca el autor la posibilidad de reconducir estos casos indirecta- arrepentimientos^^, y ello puede llevar a justificar una relajación en lo
mente a un interés preventivo-general. Es decir, aunque las razones que prevención especial se refiere, pero no estará justificada una
directas que mueven a conceder la impunidad o la atenuación de la excusa absolutoria cuando se compruebe que su aplicación supone
pena son políticas o de utilidad, en última instancia puede no excluirse una perturbación de la confianza de la sociedad en la aplicación del
que haya un interés preventivo-general en favorecer esas conductas Derecho, o una relajación en cuanto a la intimidación, porque la
postdelictivas para evitar, en unos casos el triunfo del delito, daños prevención general supone precisamente el límite que no se puede
mayores, o nuevos delitos, y en otros casos, en definitiva, para traspasar para lograr u n Derecho penal proporcionado y eficaz*".
conseguir mediante el premio lo que no se consiguió mediante la Por tanto, a pesar de que considero muy interesante la clasificación
amenaza: lo cual, en última instancia, también quiere decir que se de las distintas categorías de ROXIN. Creo que no puede justificarse
evita la persistencia o reafirmación de la conducta delictiva, y que se ninguna exención de pena basada exclusivamente en razones extra-
consigue el prevalecimiento de los intereses del ordenamiento jurídi- penales. Es decir, creo que aun cuando el fundamento principal de las
co. Desde esta perspectiva existen siempre en estos casos intereses causas de exclusión de la pena fuera las razones extrapenales, debería
preventivos-generales. Así, la intimidación mediante la amenaza de
pena frente a la potencial comisión de delitos podría calificarse de
prevención general «de primera línea» o «en primera instancia». Pero
•« MUÑOZ CONDE, £:Zdesi,sí¿m¿enío, 1972, 135.
cuando esa prevención falla, aparece, en algunos delitos, mediante la •« GARCÍA-PABLOS, C o m e n í a m j s n , 1983, 165. / ' •
oferta de la impunidad o atenuación otra forma de prevención general *" En este sentido sigo a LUZÓN PEÑA, en lo qiie se refiere a los fines fijndamentales
«de segunda línea» o «de reserva» o «en última instancia», para ver si de la pena, Estudios penales, 1991, 263 ss. Según este autor, «hasta donde sea
mediante ella se logra todo, o al menos, parte de lo que no se logró con posible, hay que conciliar las exigencias de prevención especial y general, pero en
caso de incompatibilidad total entre ambas hay que dar preferencia a las exigencias
la intimidación penal^''. preventivo-generales, porque aunque una pena sea preventivo-especialmente
Desde mi p u n t o de vista, si bien estos c o m p o r t a m i e n t o s ;, innecesaria, en caso de delitos muy graves los peligros para la sociedad serían
postdelictivos, suponen una relajación de la concepción de la preven- mucho mayores, porque se relajarían las barreras inhibidoras de la generalidad
frente a esos delitos. Por otro lado, comparto también con el autor que el aspecto
ción especial, y así considero que tiene razón MUÑOZ CONDE, primario de la prevención general es la intimidación, por ser ésta la que realmente
cuando hablando del desistimiento afirmaba: «ni el asesino, ni el es capaz de limitar la pena en virtud de las exigencias de eficacia e idoneidad de
ladrón, ni el violador muestran con su desistimiento u n buen ejemplo donde se deriva a su vez la exigencia de proporcionalidad de la pena con el hecho
y de necesidad de pena, que obliga a examinar en concreto y en todas las fases de
la actuación penal, tanto en la de conminación como en las de imposición, medición
3' DE VICENTE REMESAL, El comportamiento postdelictivo, 1985, 326, n. 47. En y ejecución, si una determinada pena, o su cuantía o su clase, es o no realmente
este sentido de compatibilizar las razones de política criminal con los fines de imprescindible para que no sufra merma la eficacia intimidatoria de la prevención
prevención general y especial se manifiesta CUERDA ARNAU, Delitos de terroris- general. Por último el otro aspecto de la prevención general, la prevención general
-' mo, 1995, 336 ss. Critica precisamente la autora la remisión total de la pena que positiva será secundaria y derivada de las exigencias inhibitorias, en el sentido de
establecía el art. 57 bis b) CP 1944/73 por entender que no responde la misma a fines que lo que baste para la intimidación de la sociedad, debe ser suficiente para la
de prevención general ni tampoco a fines de prevención especial. prevención general positiva».
42B. INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 429

considerarse siempre como límite mínimo la prevención general, de juez de instrucción, y a falta de éste, al municipal o al funcionario fiscal
forma que cuando una exención de pena no estuviera justificada desde más próximo. Si no lo hiciere, aunque no haya llegado a aceptar el
la prevención general, debería eliminarse. Lo contrario llevaría, desde soborno, será castigado como encubridor del delito realizado por quien
mi punto de vista a una gran inseguridad jurídica y, en u n momento haya tratado de corromperle. Cuando la iniciativa para la dádiva,
dado incluso a posibles aberraciones jurídicas. Así, en los ejemplos presente, ofrecimiento o promesa haya partido del funcionario público
propuestos por ROXIN, por ejemplo la exención de pena en los casos al cual se haya dirigido o hayan de dirigirse, será penado como autor
de injurias entre los parlamentarios se puede afirmar que la sociedad del cohecho solamente el funcionario y, en su caso, el tercero de que se
ve este supuesto como un caso especial, en el que es necesario no valiere; pero nunca las personas a quienes la proposición fuera dirigi-
imponer la pena para lograr que el órgano legislativo funcione sin da, aunque haya sido aceptada y ejecutada todo o en parte. El hecho
demasiadas interrupciones y de m a n e r a eficaz. Ello, no supone una de hacer un funcionario público, por sí o por tercera persona, proposi-
merma en la inhibición del resto de ciudadanos (intimidación gene- ciones de esta clase, será castigado con las penas que determinan los
ral), ni tampoco la confianza de la generalidad en la aplicación del artículos anteriores de este capítulo, según la naturaleza de la propo-
Derecho (función integradora) porque saben que la no imposición de sición en relación con cada una de dichos artículos. La persona a
pena se debe exclusivamente a la importancia que tiene que dicho quienes tales proposiciones se refieran, tendrá el deber de denunciar el
órgano legislativo funcione, por lo que no creo que en este supuesto se hecho al Jefe del funcionario de que se trate, el cual procederá
vea contradicha o mermada las exigencias de la prevención general. inmediatamente a lo que haya lugar, o al Juez de instrucción o
Después de esta visión panorámica acerca de los problemas gene- funcionario del Ministerio fiscal más próximo. Si no lo hiciere incurri-
rales que plantean las causas de exclusión de la pena, voy a tratar de rá en las penas correspondientes a los encubridores del delito que el
plantearlos y resolverlos centrándome en dos preceptos que el CP funcionario público hubiera realizado».
establece respecto al delito de cohecho activo. En primer lugar la En este precepto, se exime de toda pena al particular que denunciare
exención de pena que establece el nuevo artículo 427 CP y en segundo los hechos a la autoridad competente cuando la iniciativa hubiera
lugar la atenuación, tradicional en nuestro CP, del art. 424, por razón partido del funcionario. En caso de no denunciarlos, tampoco respon-
de parentesco. derá como autor de u n delito de cohecho, pero sí como encubridor. La
apariencia es de que la conducta es atípica y que se castiga una
omisión de denunciar (como encubrimiento, en definitiva, como un
III. FUNDAMENTO CONCRETO DEL ARTÍCULO 427 CP ataque a la Administración de justicia).
Los autores de la época consideraban que el precepto chocaba con
A. Antecedentes los principios generales del Derecho penal, pero que se justificaba por
la finalidad de favorecer el descubrimiento de estos delitos, ya que
El único antecedente histórico en nuestra regulación es el que eximiendo de pena al particular, se facilitaba la denuncia de estos
recogía el CP de 1928 en su art. 473, aunque con algunas diferencias hechos'*^.
al actual art. 427 CP. Art. 473 CP 1928: «El que con dádivas, presentes A pesar de que el único artículo que se puede corresponder con el
ofrecimientos o promesas intentare corromperá un funcionario públi- actual art. 427 CP es este art. 473 CP 1928, es preciso tener en cuenta
co, será castigado con las mismas penas, menos la de inhabilitación y analizar cómo venía recogida la conducta del particular que se
que, en el caso de que el funcionario de que se trate aceptare el soborno, limitaba a aceptar la dádiva del funcionario en otros Códigos penales.
corresponderían a éste. Si el soborno fuere aceptado por el funcionario
será penado solamente éste aún cuando no hubiere llegado apercibir
la dádiva o no hubiere llegado a cumplirse el ofrecimiento o promesa Así, entre otros, JARAMILLO GARCÍA, CPII, 1929,161 ss.; CUELLO CALÓN, CP,
que le fueren hechos. El funcionario a quien se hiciere cualquier 1930, 402. Es preciso tener en cuenta que la exención de pena para el particular es
proposición que implique dádiva, presente, ofrecimiento o promesa mucho más amplia en este CP que en el actual, puesto que en el párrafo 2° también
se exime al particular cuando es de él del que parte la iniciativa, pero dicha
para su corrupción, deberá denunciar el hecho a su jefe inmediato, o al iniciativa es aceptada por el funcionario.
430 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 431

Haciendo un repaso general de los mismos se puede ver que en los Esto supone que desde el principio surjan críticas y objeciones por
Códigos penales de 1822,1848 y 1870, la conducta típica del delito de p a r t e de la doctrina. Así ya QUINTANO RIPOLLÉS, afirmaba que en
cohecho era aquella que consistía en un pacto entre funcionario y aquellos casos en los que fuera el funcionario el que solicitara la
particular. Es decir, la conducta típica del delito de cohecho pasivo dádiva al particular, se debería establecer una excusa absolutoria
consistía en la aceptación o recepción por el funcionario de una dádiva, para el particular que accediera, ya que, desde su punto de vista, no
presente, ofrecimiento o promesa, y la del delito de cohecho activo tenía sentido considerar coautor del delito de cohecho al que en
consistía en corromper al funcionario. No se recogían por tanto como realidad era una efectiva víctima**.
delito de cohecho aquellos casos en los que la iniciativa partía del Críticos con la equiparación de penas entre el funcionario y el
funcionario y el particular se limitaba a aceptar la proposición de particular en aquellos casos en los que es el particular el que acepta
aquél. Por ello, era lógico que no se eximiera de pena al particular que la solicitud del funcionario se han ido manifestando más autores.
se limitaba a aceptar la solicitud del funcionario, puesto que tal Algunos de ellos consideraban suficiente con establecer una pena
conducta no era constitutiva de delito de cohecho. inferior para el particular y otros eran partidarios de incluir una
El CP 1928 introduce varias novedades al respecto. Al regular la figura que permitiera al particular que denunciase ser eximido de
conducta propia del delito de cohecho pasivo no incluye como conducta pena*'"'.
típica aquélla en la que la iniciativa parta del funcionario, esto es la
conducta de solicitud por parte del funcionario, sino que únicamente
recoge las conductas de aceptar o de recibir una dádiva, presente, para el particular expresamente la del cómplice, es decir, un grado inferior de pena
ofrecimiento o promesa. Sin embargo, al regular el delito de cohecho (arts. 460 y 461 CP 1822; art. 307 CP 1848; art. 316 CP 1850). El CP 1870, en su art.
402, establece para el particular la misma pena que para el funcionario, lo que
activo (art. 473 CP 1928) incluye en el cuarto párrafo, sancionándola, supone una elevación notable de la misma, pero debe tenerse en cuenta que sólo se
la posibilidad de que la iniciativa para la dádiva, presente, ofrecimien- castiga como delito de cohecho activo aquellos casos en los que el particular
to o promesa p a r t a del funcionario público, y en esos casos declara que corrompe al funcionario. E l C P 1928, como ya se ha visto más arriba, en su art. 473,
el particular quedará exento de pena, para luego especificar en el establece claras diferencias entre el particular y el funcionario. Así, al particular se
le castigará únicamente cuando el funcionario no acepte el ofrecimiento, porque si
último párrafo que los particulares a los que se hayan dirigido dichas el funcionario aceptaba sólo sería penado él y no el particular. Por otro lado, si la
proposiciones deberán denunciar dichos hechos ya que si no lo hacen iniciativa partía del funcionario el particular aun aceptando podía denunciar el
se les impondrá la pena correspondiente a los encubridores. hecho y no ser castigado, El CP 1932 supone una vuelta a la regulación del CP 1870;
pena igual al particular que corrompe que al funcionario que acepta, pero no se
La regulación cambia sustancialmente con el CP 1944. Por prime-
recoge como delito de cohecho activo ni el intento de corrupción ni la aceptación por
r a vez se recoge como conducta típica del delito de cohecho pasivo la parte del particular.
solicitud por parte del funcionario público, y por otro lado al regular QUINTANO RIPOLLÉS, Curso II, 1963, 563 ss.
la conducta típica del delito de cohecho activo (art. 391) se equiparan Así, RODRÍGUEZ DEVESA NEJ IV, 1952, 363 ss. advierte que «al cerrar toda
a efectos de pena las conductas de «corromper», «intentar corromper» posibilidad de impunidad al particular se favorece el delito, y por ello se debería
dejar impune al particular en los caos menos grave o cuando denunciara los hechos.
y «aceptar la solicitud del funcionario»*^. El CP 1944 supone, además Además, critica el autor la equiparación de penas entre el funcionario y el
de un importante adelantamiento de las barreras de protección penal, particular, porque en algunas ocasiones supone pedirle al particular una actitud
una equiparación completa entre el funcionario y el particular. Y heroica. FERNÁNDEZ VIVANCOS, RGD 1957, 13 s. entiende que: «al particular
ambas cosas suponen que el particular sufra mayor pena que la que le resulta difícil demostrar que se le ha pedido la dádiva antes de entregarla, y
además queda imposibilitado tanto para denunciar al funcionario como para
había sufrido con los Códigos penales anteriores^^. declarar la verdad, porque la misma responsabilidad le alcanza a él». P a r a CASAS
BARQUERO Escritos penales, 1982, 667 ss. debe valorarse «si en la conducta del
Art. 391 CP 1944: «Los que con dádivas, presentes, ofrecimientos o promesas particular puede apreciarse una causa de exclusión de la antijuridicidad cuando el
corrompieren o intentaren corromper a los funcionarios públicos, o aceptaren sus particular actúe sin la libre determinación para no aceptar cuando es el funcionario
solicitudes, serán castigados con las mismas penas que éstos, menos la de inhabi- el que solicita». Vid. además, FERRER SAMA, Comentarios IV, 1956, 176;
litación». QUINTANO RIPOLLÉS, Curso II, 1963, 563 ss.; LÓPEZ BARJA DE QUIROGA,
Tanto el CP 1822 como el CP 1848 y el CP 1850 establecen menor pena para el PE II, 1992, 352 ss.; ORTS BERENGUER, PE, 1993, 478 ss.; RODRÍGUEZ
particular que para el funcionario. Estos Códigos penales establecen como pena DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17° ed., 1994, 1180 ss.
432 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO

En el PCP 1980 se mantenía la regulación igual a la del CP 1944/ sobre todo la rebaja de pena al particular del art. 423,2° CP). Este
1973, y así los arts. 476 y 477 PCP 1980 imponían la misma pena a la precepto va a permitir, por u n lado, que aquel particular que haya
corrupción, al intento de corrupción y a la aceptación de la solicitud. aceptado la solicitud del funcionario desde una posición de debilidad
Algunos autores, por ejemplo RUIZ VADILLO, criticaban esta regu- o coaccionado por aquél, pueda denunciarle sin tener que demostrar
lación, por considerar que era una buena oportunidad p a r a rebajar la la amenaza del funcionario. Pero no sólo a estos particulares que se
pena en uno o dos grados al particular que se limitaba a aceptar la encuentran en posición de debilidad frente al funcionario, sino a todo
solicitud del funcionario'"^. particular que cumpla los requisitos del art. 427. Por ello, entiendo,
En la PACP 1983 se tienen en cuenta todas estas críticas realiza- que lo que el legislador t r a t a de conseguir con este precepto es que se
das por la doctrina y se rebaja en un grado la pena al particular que denuncien un mayor número de delitos de cohecho que de otra forma
acepta la solicitud (art. 403,2 PACP 1983). Se tiene en cuenta así, pasarían a engrosar, en la mayoría de los casos, la cifra negra de
según BACIGALUPO, la situación de debilidad en que normalmente delitos. De esta forma se consigue eliminar de la Administración
se encuentra el particular'*''. aquellos elementos que perturban de u n modo directo el correcto
Dicha atenuación se mantiene en el PCP 1992 (art. 405,2)*®. servicio que ésta debe prestar a los ciudadanos, conforme a los
En este conjunto de críticas se mezclan por tanto dos ideas parámetros constitucionales de objetividad, imparcialidad y legali-
fundamentales. Por un lado la crítica a la equiparación de penas entre dad'*-^ Por tanto, conforme a la ciasifícación de DE VICENTE, el
el funcionario que solicita y el particular que acepta, por considerar precepto vendría fundamentado por razones políticas''"*', y conforme a
que las conductas no son equiparables en cuanto a gravedad, y por la teoría de ROXIN, se trataría de una causa de exclusión de la pena.
entender que en muchas ocasiones el particular no actúa con total
libertad al aceptar. Sobre este tema ya me posicioné cuando me referí ''•' En este mismo sentido, aunque finalmente critican esta figura, ORTSBERENGUER/
a la conducta típica, en concreto a la conducta de solicitud del VALEIJE ÁLVARBZ, Comentarios, 1996,1841: «Esta medida se hajustificado con
funcionario y allí estudié, por ello no voy a repetirlo ahora, la el argumento de que u n a "política eficaz" tendente a purificar la Administración
posibilidad de que en algunas ocasiones se pudiera afirmar la existen- pública exige ijue en los delitos recíprocos el particular tenga oportunidad de
. denunciar al funcionario corrupto sin incurrir en responsabihdad criminal por su
cia de un concurso de delitos entre el delito de cohecho pasivo y el delito previa participación en el delito. Y se ha apoyado también en la idea de disculpar
de amenazas, por lo que la conducta del particular estaría justificada. al ciudadano que se siente presionado por el funcionario público y piensa con temor
La segunda idea que se deduce de las críticas doctrinales expuestas es que, de no acceder a lo solicitado, sus pretensiones o expectativas perfectamente
la imposibilidad de denunciar estos hechos por parte del particular, ;; legítimas, pueden verse defraudadas o perjudicadas».; MORALES PRATS/
RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1230: «La finalidad político-criminal
debido a que si denuncia la actuación del funcionario él mismo podría
que la inspira (a la figura recogida en el art. 427 CP) resulta evidente, con la
ser condenado también como autor de un delito de cohecho activo. exclusión de pena del particular se persigue facilitar la denuncia de esta clase de
Las dos ideas son, aunque creo que fundamentalmente la segunda, •• hechos delictivos». MUÑOZ CONDE, PE, 11", 1996, 870: «La excusa prevista en el
las que fundamentan el art. 427 CP 1995 (la primera fundamentará art,. 427 tiene por objeto facilitar la persecución del delito de cohecho pasivo»,
GARCÍA ARÁN/LÓPEZ GARRIDO, El Código penal 1995, 1996, 182. Son intere-
santes las reflexiones que hace TURONE, Jueces para- la democracia 26, 1996, 69
*^ RUIZ VADILLO, C D J Í 3 , 1980, 77. ,, • , , ss., respecto a la investigación «manos limpias» llevada a cabo en Italia a partir de
•>•' BACIGALUPO ZAPATEE, DJ37I40,1983, vol.l, 1102, Este autor sostiene que la 1992: «Ante todo, debemos reconocer que desempeñan un importante papel los
equiparación punitiva plantea el problema de determinar h a s t a qué punto ambos informadores y los colaboradores de la Justicia, al menos en los comienzos de tales
hechos revisten la misma gravedad. P a r a BACIGALUPO, el grado de obligación de investigaciones. En cuanto fenómeno, la corrupción, como típico delito de guante
respetar el bien jurídico protegido debería ser mayor para el funcionario que para blanco, tiene una visibilidad extremadamente baja en sí misma, y e s susceptible de
el particular, dada su especial posición de deber frente al orden jurídico. La permanecer como una cuestión particular y secreta entre las dos personas
diferencia de intensidad en el deber debía reflejarse en una pena menor para el intervinientes, mientras ninguna de ellas tenga interés en divulgarla. Así, y
particular o, por lo menos, en la posibilidad de atenuación según las circunstancias especialmente cuando la corrupción se ha convertido en un sistema extendido y
específicas del caso. encubierto, el único posible punto de partida de la investigación será que una
"•^ Art. 405,2 PCP 1992: «Los que con atendieren las solicitudes de las autoridades o persona, involucrada en el sistema de corrupción, llegue a sustraerse de él y a
funcionarios públicos serán castigados con la pena inferior en grado a la prevista proporcionar informaciones adecuadas a las autoridades investigadoras».
en el apartado anterior». 50 DE VICENTE REMESAL, El comportamiento postdelictivo, 1985, 324 ss.
434 INÉS OLAIZOLA NOGALES
EL DELITO DE COHECHO 435
fuera de la categoría de la responsabilidad, fundamentada en razones Por lo tanto, en aquellos supuestos en los que el particular se limita
extra-penales, como es el favorecimiento al funcionamiento de la a aceptar la exigencia del funcionario, no se plantea un problema de
Administración de Justicia^^ Sin embargo, como se verá a continua- equiparación de penas y además el particular será libre de denunciar
ción, son necesarios determinados requisitos para la aplicación de la estos supuestos, puesto que él no habrá incurrido en ningún tipo de
exención de pena. Dichos requisitos hacen, desde mi punto de vista, responsabilidad penal, al no ser tampoco partícipe, porque el delito de
que no quede perjudicada la prevención general, límite, que como se cohecho pasivo se consuma con la mera exigencia del funcionario.
h a visto más arriba, debe respetarse en todo caso.
Podría pensarse, cosa que no hace ningún autor alemán, que la
Pero antes de analizar los requisitos concretos que el art. 427 CP promesa o la entrega de la ventaja {Vorteil) a las que se refieren los §§
exige, considero interesante ver cómo resuelven estos problemas 333 y 334 StGB por parte del particular pudieran ser fruto de una
algunas regulaciones de nuestro entorno, en concreto la regulación previa exigencia del funcionario, en cuyo caso se castigaría con la
alemana e italiana misma pena que al funcionario al particular, aun cuando la iniciativa
hubiera surgido del funcionario, y el problema sería similar al que se
B. Situación en Derecho comparado da en nuestra regulación. No creo, sin embargo, que esa interpreta-
ción sea correcta. Precisamente las conductas del funcionario de
1, Regulación alemana aceptar la promesa o de recibir se corresponden con conductas previas
del particular consistentes en prometer o entregar. Es decir, desde mi
En el StGB no existe un precepto similar al que se está estudiando.
punto de vista, la conducta del particular de prometer no es la
La razón probablemente estribe en que, dada la regulación del delito
respuesta a la exigencia del funcionario, como sería en nuestra
de cohecho que se recoge en este país, no sea necesario, teniendo en
regulación la aceptación de la solicitud, sino que al contrario, la
cuenta el doble fundamento que le h e otorgado al art. 427 CP, un
conducta de prometer es la conducta previa a la aceptación de la
precepto de análogas características.
promesa por parte del funcionario. En todo caso, y aun aceptando que
Los §§ 331 y 332 StGB regulan el delito de cohecho pasivo
sí se pudiera interpretar así, es preciso que el particular prometa o
(Vorteilsannanahme y Bestechlichkeit). Recogen como conducta típica
entregue, y no vale la mera aceptación para cumplir la conducta típica
la del funcionario que exige, recibe o acepta la promesa de una ventaja
del delito de cohecho activo.
(Vorteil). En tanto que los §§ 333 y 334 regulan el delito de cohecho
activo (Vorteilsgewahrung y Bestechung), y recogen como conducta
típica la del particular que ofrece, promete o entrega u n a ventaja 2. Regulación italiana
{Vorteil) al funcionario.
En la regulación italiana se diferencia expresamente entre el delito
Conforme a esta regulación, no constituyen delito de cohecho de concusión (art. 317 CPL'''*) y el delito de cohecho pasivo y activo
activo aquellos casos en los que el funcionario exige u n a ventaja y el (arts. 318 ss. CPI). Esta distinción tiene como efecto, según la doctrina
particular se limite a aceptar, es decir aquellos casos en los que la italiana el considerar o no punible la conducta del particular que
iniciativa surja del funcionario. La conducta de ofrecer es similar en entrega la ventaja^*.
cuanto a estructura a la de exigir por parte del funcionario, la de
Sin embargo, analizando la regulación italiana con cierto detalle se
prometer del particular se corresponde con la de aceptar la promesa
ve que es difícil, dentro del delito de cohecho sancionar al particular
del funcionario, y la de entregar se corresponde con la de recibir^^.
que se limita a aceptar la solicitud del funcionario.

51 ROXIN, AT, 2", 1994, 872 ss.


52 ' por parte del funcionario y la entrega es la efectiva donación de la ventaja al
Vid. por todos, JESCHECK, LK, 10°, 1988, § 333, nm. 4 ss: La conducta típica del
destinatario de la misma y se corresponde con la recepción del § 331 StGB,
cohecho activo impropio (Vorteilsgewahrung) se corresponde con la del cohecho
^^ Castiga al funcionario que induce o costriñe al particular para que acepte su
pasivo impropio (Vorteilsannahme). Así, el ofrecimiento se corresponde con la
solicitud.
exigencia del § 331 StGB, la promesa es la otra cara de la aceptación de la promesa
5* Vid. por todos, PAGLIARO, Principi, 5', 1992, 146 ss.
436 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 437

Los arts . 3 1 8 y 3 1 9 C P I s ancionan al funcionario que reciba o acepte Es normal que se pueda apreciar esta exención de pena únicamen-
la promesa de una retribución en dinero u otra utilidad. El art. 321 te en aquellos casos en los que la iniciativa parte del funcionario, por
CPI establece p a r a el particular que da o promete el dinero o la el propio fundamento de la causa de exención, especialmente en su
utilidad la misma pena que para el funcionario que la recibe o que vertiente de evitar situaciones de debilidad del particular respecto al
acepta la promesa. El art. 322 CPI regúlala instigación a l a corrupción funcionario. Por otro lado, la posibilidad contraria, esto es, la aplica-
(Istigazione alia corruzione), sanciona con u n a pena atenuada al ción de esta exención de pena a aquellos supuestos en los que la
particular que ofrece o promete dinero u otra utilidad al funcionario i n i c i a t i v a h u b i e r a p a r t i d o del p a r t i c u l a r , podía d a r l u g a r
público cuando éste no acepte. Y con la misma pena sanciona al automáticamente a múltiples supuestos de extorsión o de chantajes
funcionario que solicite del particular la promesa o la entrega de
dinero u otra utilidad. No dice n a d a el CPI respecto a la pena que le probidad económica y de guardar apariencias de objetividad e imparcialidad; 2)
corresponde al particular que acepte la solicitud, por lo que entiendo hasta la reforma de 1991, el cohecho pasivo impropio necesitaba para su consuma-
que la mera aceptación del particular debe quedar impune conforme ción la efectiva entrega, sin que fuera suficiente el mero ofrecimiento o solicitud; 3)
la mención de la pena de «inhabilitación», excluyéndola en todo caso (no diciendo,
a la regulación italiana, por lo que tampoco tendría fundamento una
por ejemplo, «en su caso») para el cohecho activo, también venía a confirmar su
figura como la establecida en el art. 427 CP 1995. inviabilidad en la versión de cohecho impropio en la que no figuraba; 4) por último
se esgrimía como otra razón que la terminología que utilizaba el art. 391 al
enumerar los instrumentos del delito (dádivas, presentes, ofrecimientos o prome-
sas) era exactamente igual a la de los arts. 385-387 CP. Frente a este grupo doctrinal
IV. REQUISITOS DEL ARTICULO 427 CP mayoritario, algún autor defendía que sí era posible conectar el cohecho activo con
el cohecho pasivo impropio, alegando que si la aceptación de regalos se considera en
Son tres los requisitos que de forma acumulativa exige este el CP verdadera corrupción, y la conducta del art. 391 consistía en corromper o
precepto para su aplicación. intentar corromper, no se podía excluir la posibilidad del cohecho activo impropio,
tanto más cuando el regalo constituía un presente. FERRER SAMA, Comentarios
IV, 1956, 176. Después de la reforma de 1991, que afectó al delito de cohecho pasivo
A. Iniciativa del funcionario impropio, otros autores afirman la posibilidad de conectar el cohecho activo con el
cohecho pasivo impropio. Así, LÓPEZ BARJA DE QUIROGA, PE II, 2", 1992, 353
En primer lugar es necesario que la iniciativa corruptora no parta ss.; MORILLAS CUEVAPORTILLA CONTRERAS, Comentarios a la Legislación
penal XVI, 1994, 228 ss. Estos autores se basaban en la sustitución de la anterior
del particular, sino del funcionario. Es decir, es aplicable únicamente pena de suspensión y de multa de cuantía determinada por la de arresto mayor y
a aquellos casos en los que el particular se limita a aceptar la solicitud multa del tanto al triplo del valor del regalo o de la dádiva, así como la introducción
del funcionario, cuando dicha solicitud es punible. No toda aceptación del término dádiva junto al anterior término regalo. A pesar de la reforma de 1991,
del particular es punible, sino sólo la que responde a u n a solicitud se sigue negando la conexión entre ambos delitos (RODRÍGUEZ RAMOS, ob. cit.,
446) afirmando que 1) el delito de cohecho impropio sigue siendo el más leve de los
propia del delito de cohecho pasivo propio, es decir de los arts. 419,420 delitos de cohecho; 2) la exasperación de penas sólo supone sumar una pena
y421CP55. privativa de libertad e incrementar la cuantía de la multa; 3) la pena de inhabili-
tación sigue ausente del art. 390, y en el art. 391 no se adiciona una coletilla que
admita excepciones como por ejemplo «en su caso»; 4) la introducción del vocablo
MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996,1231. Se plantea- «dádiva» junto a «regalo» es un hecho puramente nominalista pues «dádiva» es lo
ba la doctrina antes de que entrara en vigor el CP 1995 la posibilidad de penar al que se da por causa gratuita y no onerosa y «regalo» es un sinónimo de donación o
particular por un delito de cohecho activo impropio o no, es decir, reverso del delito dádiva. Con el CP 1995 se añade un nuevo argumento en favor de la no tipicidad del
de cohecho pasivo impropio. La mayoría de la doctrina así como la jurisprudencia delito de cohecho activo impropio, cual es la propia ordenación de artículos seguida
respondían negativamente a esta cuestión. Así, SSTS de 30-6-1982 (A 3588); 22-12- por el CP. EL art. 423 que recoge el delito de cohecho activo está regulado antes que
1989 (A 9765); 31-5-1991 (A 4016); 3-7-1991 (A 5510); 17-3-1992 (A 2359); 31-10- los arts. 425 y 426 CP que recogen el delito de cohecho pasivo impropio. Esto no
1992 (A 8631); 7-10-1993 (A 8703); 21-1-1994 (A 86); RODRÍGUEZ DEVESA, ATfiJ sucedía en el CP 1944/1973 (Vid. por ejemplo, MORALES PRATS/RODRÍGUEZ
/V, 1952,363; CASAS BARQUERO,OJ, 1978,905; ORTSBERENGUER.PS, 1993, PUERTA, Comentarios, 1996, 1231 ss.) Con una opinión intermedia destaca
478; RODRÍGUEZ RAMOS, AP 22, 1994, 444 ss.; MUÑOZ CONDE, PE, 10° ed., MUÑOZ CONDE, PE, 11» ed., 1996, 868, que destaca que el delito de cohecho activo
841; Los argumentos que esgrimían la jurisprudencia y este sector doctrinal eran; es el reverso del delito de cohecho pasivo propio y del impropio del art. 425, pero no
1) el cohecho pasivo impropio era considerado la versión más leve de los cohechos, del art. 426 CP, porque no se tipifica como activo el ofrecimiento de regalos por el
y sólo debía afectar al funcionario, que era quien tenía ese especial deber de particular.
438 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 439

del particular al funcionario. Chantajes que también caben en el caso En segundo lugar la denuncia debe realizarse «antes déla apertura
que se está estudiando, puesto que el particular que acepta la solicitud del correspondiente procedimiento». Se plantea la cuestión de si se
del funcionario puede presionar al funcionario para que efectivamen- t r a t a de un requisito objetivo, es decir, el procedimiento no debe
te realice el acto al que se h a comprometido, bajo la amenaza de que haberse iniciado, o si se podrá aplicar este precepto cuando, a pesar de
si no lo realiza le denuncia. que el procedimiento ya se h a abierto, el particular no tenga conoci-
Por último, no tendría demasiado sentido, tampoco desde la pers- miento de dicha apertura.
pectiva de fomentar las denuncias de estos hechos, el posibilitar que Según algunos autores, una interpretación amplia del término
un sujeto denunciase a otro cuando la idea de delinquir h a surgido de «procedimiento», incluyendo la incoación de diligencias preliminares
élyno del funcionario. Ala Administración le interesa «desprenderse» o informativas por parte del Ministerio fiscal, llevaría a la exclusión
de aquellos elementos corruptos que hay en su seno, pero no se puede de la aplicación de la excusa absolutoria ex posí/actom, puesto que no
eximir para ello de pena a aquellos sujetos particulares que fomentan podría ya defenderse, que la denuncia era voluntaria. La interpreta-
precisamente estas ideas corruptoras en los funcionarios. ción restrictiva de la expresión legal (referida sólo a la incoación de
diligencias judiciales o la apertura del sumario) conduciría a la
B, Requisitos temporales posibilidad de aplicar el art. 427, aunque ya se haya decretado, por
ejemplo, la incoación de diligencias preliminares, porque el particular
Son dos los límites temporales que exige el art. 427. normalmente no tendrá conocimiento formal de la constancia de las
En primer lugar no deben transcurrir más de diez días desde la diligencias h a s t a que no sea citado a declarar ante el propio ñscal o
fecha de los hechos. Por «hechos» hay que interpretar la aceptación de ante la policía judicial'^"''. No me parece t a n sencilla la solución al
solicitud del particular y no la solicitud del funcionario'^'', lógicamente conflicto.
puesto que el particular comete el delito, y por tanto tiene sentido Aparentemente, para determinar cuándo comienza «el procedi-
eximirle de pena, cuando acepta la solicitud y no antes. miento» habría que acudir a normas procesales. Pero ello no es
El requisito de diez días implica que la denuncia debe realizarse necesariamente del todo así, pues el Derecho penal podría manejar un
con cierta inmediatez, sin que sea posible su demora en el tiempo. Se concepto autónomo —aunque no absolutamente alejado del proce-
trata de valorar en cierta medida la espontaneidad del particular, así sal— siempre y cuando nos mantengamos dentro del tenor literal
como de impedir que el particular pueda en un momento posterior posible del término, tenor que, en este caso, es mucho más amplio que
utilizar el arma de la denunciar p a r a chantajear al funcionario^''. su estricta significación procesal (incluyendo por ejemplo las diligen-
cias policiales), y que el intérprete debería deducir utilizando los
instrumentos propios de la interpretación jurídica, muy especialmen-
56 MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUESTA, Comentarios, 1996, 1232. te el criterio teleológico. E incluso, al margen de esto, considerando,
57 Por ello, es cuando menos discutible la circular 2/1996 de la Fiscalía General del como creo que es correcto, que el procedimiento, desde un punto de
Estado respecto al cómputo de los diez días para denunciar a partir de la entrada vista procesal, se inicia con la incoación del sumario, no me parece que
en vigor del CP 1995, con respecto a hechos delictivos verificados con la vigencia del
anterior CP, que podría tener su apoyo aparente en la aplicación retroactiva de la automáticamente se produzca la contestación a la cuestión que se
ley penal favorable (art. 2,2 CP), como excepción a la irretroactividad de las leyes plantea, cual es, si el particular puede denunciar los hechos después
penales (art. 2,1 CP). GONZÁLEZ CUSSAC/VALLDECABBRES ORTIZ, El País, de producirse la incoación del sumario, pero antes de que él conozca
15-7-1996, quienes consideran que aplicar retroactivamente este precepto para tal resolución judicial. La mayoría de los autores procesalistas entien-
exonerar de pena a particulares que denuncian los hechos después de transcurridos
más de diez días implica crear un «tercer Código» para el caso concreto que no será den que el acto de iniciación del procedimiento es el auto de incoación
ni el derogado ni el presente. Estos autores alegan que el plazo de diez días es la del sumario .Esta resolución judicial implica una calificación previa y
garantía de un auténtico y efectivo arrepentimiento y que, además, no se pueden provisional sobre el carácter aparentemente delictivo de los hechos
abrir plazos de denuncias distintos a los previstos en la ley, «cuando la ley dice diez
días, dice exactamente diez días. No dice ni once ni quince, ni mucho menos diez
años». Critica también la circular, DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, Delitos contra la 58 E n este segundo sentido, ORTS BERENGUERA^ALEIJE ALVAREZ, Comentarios,
Administración pública, 1997, 169. 1996,1842; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996,1231.
440 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 441

que motivan el comienzo de la instrucción. La denuncia y la querella Por tanto, incluso si se interpreta desde u n punto de vista exclusi-
—se incluye dentro de la denuncia el atestado policial— son medios a vamente procesal el concepto de procedimiento, habrá supuestos en
través de los cuales se pone en conocimiento del Juez la perpretación los que éste se abra sin que de ello tenga conocimiento el particular.
de unos hechos aparentemente delictivos. Ahora bien, ni la denuncia Y entiendo que u n a vez abierto el procedimiento ya no cabrá apreciar
ni la querella provocan automáticamente la iniciación del procedi- la excusa absolutoria del art. 427.
miento; ambas son sometidas a u n enjuiciamiento por parte del Ello es así porque, en primer lugar, albergo dudas a la hora de
instructor, quien decidirá, si los hechos revistieran realmente natura- apreciar la excusa absolutoria, se valora la voluntariedad del sujeto,
leza delictiva, el comienzo de las actuaciones. Es decir, una vez
y porque, en segundo lugar, es claramente diferente el tenor literal de
practicadas las diligencias de averiguación y comprobación de los
esta excusa absolutoria («antes de la apertura del procedimiento») del
hechos, el Juez deberá decidir sobre la admisión o inadmisión de la
de la atenuante recogida en el art. 21,4° CP («la de haber procedido el
denuncia'''^.
culpable, antes de conocer que el procedimiento judicial se dirige
Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que a pesar de que se contra, él, a confesar la infracción a las autoridades»).
interprete que la iniciación del procedimiento tiene lugar con la Efectivamente, la voluntariedad del sujeto es un dato importante,
incoación del sumario, ello no lleva necesariamente a que de dicha no sólo en ésta, sino también en la mayoría de las excusas absolutorias;
apertura tenga conocimiento automático el denunciado. Conforme al sin embargo, como hemos visto, en este caso no me parece que sea el
art. 118, 2" de la LECrim «Si se determinara en la denuncia el dato que deba marcar el límite máximo a la hora de valorar si es o no
imputado, una vez concluidas las primeras diligencias, la Autoridad aplicable esta excusa absolutoria'*.
judicial habrá de darle traslado al denunciado». Es decir, el imputado El fundamento de esta excusa absolutoria no es tanto intentar que
tendrá conocimiento del procedimiento una vez que el juez haya el sujeto particular que h a delinquido vuelva a reintegrarse en el
decidido admitir la denuncia, y por tanto, u n a vez que se haya abierto Ordenamiento jurídico, como pudiera defenderse de la atenuante de
el procedimiento, y no necesariamente antes. Con esto quiero indicar arrepentimiento espontáneo''', sino hacer disminuir la «cifra negra»
que, si bien es cierto que el procedimiento se abre con la incoación del de delitos de cohecho pasivo, premiando al particular que denuncie
sumario, si el sujeto conoce de las investigaciones anteriores y denun- estos delitos. Dicho objetivo ya se ha cumplido cuando el procedimien-
cia los hechos, habrá de interpretarse que todavía no se había iniciado to se inicia, independientemente de que el sujeto conozca o no la
el procedimiento; pero puede ocurrir también que el juez ya haya apertura del mismo. Incluso se podría ir más allá e interpretar que
iniciado el procedimiento (incoando el sumario) y todavía no haya dicho objetivo ya se h a cumplido desde el momento en que se inician
llegado a conocimiento del sujeto. Es verdad que es u n caso de
laboratorio, pero en la práctica lo que sí puede ocurrir es que se hayan
denunciado los hechos, sin denunciar a una persona concreta —la
"" Voluntariedad, que no debe interpretar.se desde una perspectiva puramente psico-
determinación e identificación del imputado no constituye requisito lógica; es decir, entiendo que cabría apreciar el art. 427 CP en aquellos casos en los
alguno de la denuncia, pues una de 1 as funciones de la fase instructora que un sujeto acepta la solicitud de un funcionario y un amigo suyo, o su esposa o
es, precisamente, la de averiguar quien sea el presunto autor del su padre le obliga a denunciar el hecho. Considero que puede ser interesante
hecho punible— y el juez haya admitido la denuncia, abriendo así el trasladar aquí la fórmula que utiliza ROXIN, Política criminal, 1972, 73 ss., para
delimitar el concepto de voluntariedad en el desistimiento, como concepto norma-
procedimiento, sin que tal apertura llegue a conocimiento del particu- tivo, atendiendo como criterio a la «lógica del buen delincuente» (vid., sobre las
lar hasta que no le sea comunicada. diversas posiciones en torno a la voluntariedad del desistimiento de la tentativa,
MARTÍNEZ ESCAMILLA, El desistimiento, 1994, 4 ss.).
«1 DE VICENTE REMESAL, El comportamientopostdelictivo, 1985, 116 ss. El autor
afirma que la aplicación de una atenuante no puede estar en función del sentimien-
to interno de arrepentimiento, sino del convencimiento de que el culpable mediante
Vid. por todos, ARAGONESES MARTÍNEZ, Derecho Procesal, 1993, 312 ss.;
GIMENO SENDRA, Derecho Procesal, 1993, 250 ss.; CORDÓN, Derecho Procesal, su comportamiento postdelictivo ha procurado voluntariamente reingresar en el
1994, 125 ss.; DE LLERA SUÁREZ-BARCENA, Derecho Procesal, 1994, 150 ss.; orden jurídico por él violado. La voluntariedad debía convertirse, según este autor,
CREUS, Derecho Procesal, 1996, 21 ss. en el sustituto del arrepentimiento como elemento subjetivo de esta circunstancia
atenuante.
442 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 4M

las investigaciones policiales, aunque éstas no sean procedimiento «Que sucede o sobreviene por una ocasión o de un modo accidental»'''^.
todavía en sentido procesal estricto. Con esta definición podría defenderse que debe tratarse de la primera
y única vez que haya habido contacto entre el funcionario y el
C. El particular debe haber accedido ocasionalmente a la solicitud particular''''. Esta interpretación me parece perfectamente posible,
sin embargo, considero que si el legislador hubiera querido exigir
La expresión ocasionalmente es cuando menos vaga y de muy difícil como requisito un único contacto entre funcionario y particular,
concreción. Según MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA: «este habría empleado u n a forma de expresión más clara y menos vaga o
requisito debe interpretarse en el sentido, no ya de que sea la primera general que la que ha empleado. La expresión «ocasionalmente» no se
vez que comete u n delito de cohecho, sino más bien, como ausencia de utiliza en el lenguaje ordinario como sinónimo de una única vez. Por
u n trato continuado o sucesivo con el funcionario. Esto es, no tendrá ejemplo, si alguien a una pregunta sobre si realiza una actividad
validez exoneradora la denuncia del particular que, en más de una contestase: «Lo hago ocasionalmente», no creo que el interlocutor lo
ocasión, ha procedido a la oferta o intercambio de dádivas con el interpretase como u n a única vez, sino como «alguna vez», es decir
funcionario de forma precedente. El requisito pretende evitar que la como algo que el que responde h a hecho, pero no con frecuencia, no
denuncia exoneradora responda, por ejemplo, a incumplimientos habitualmente.
reiterados de lo prometido por el funcionario. Este límite legal im- Quizás una forma de delimitar el concepto de «ocasional» sea
puesto para la operatividad de la causa de levantamiento de pena, contraponiéndolo al concepto de «habitualidad» definido en el art. 94
reside en la necesidad de evitar que ésta pueda llegar a erigirse en un CP: «A los efectos previstos en las secciones 1" y 2" de este capítulo se
instrumento de amenaza o extorsión hacia el funcionario público con consideran reos habituales los que hubieran cometido tres o más
el que ya se habían verificado actos de corrupción; sin este límite, la delitos de los comprendidos en un mismo capítulo, en un plazo no
causa de levantamiento de pena podía erigirse en un factor criminógeno, superior a cinco años, y hayan sido condenados por ello». Siguiendo
que situaría al funcionario en una continuada "huida hacia adelante" este argumento podría considerarse, que serán ocasionales aquellos
al objeto de culminar atentados a la función pública, en aras a evitar supuestos en los que el particular no haya cometido tres o más delitos
la materialización de la delación»''^. de cohecho. Desde luego, no es un argumento convincente del todo,
Aunque estoy de acuerdo con las ideas de estos autores, no deja de pero puede ser u n a forma de ir delimitando el término.
ser ambiguo el término «ocasionalmente». ¿Debe ser la primera vez o Sin embargo, pueden considerarse distintos aquellos supuestos en
es posible que haya habido otros contactos entre el funcionario y el los que, habiendo existido contactos previos entre el funcionario y el
particular?; si puede haber habido contactos previos ¿cuántos?, ¿pue- particular, éstos han venido provocados siempre por el funcionario, de
den ser de cualquier tipo?®^. aquellos otros en los que dichos contactos h a n sido provocados por el
Si se acude a u n a interpretación literal de la palabra, se comprueba particular, debido a que si no se consideran diferentes se puede acabar
que, según el DRALE'^*, el término ocasionalmente se define como: poniendo al funcionario en una posición de debilidad o de inferioridad
«Por ocasión, accidente o contingencia», y el término ocasional como: clara ante el particular, efecto que no busca en ningún caso el art. 427
CP.

62
MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1230 s.
63
Von Liszt distinguía distintos tipos de delincuentes, entre otros «los delincuentes
V. RECAPITULACIÓN
ocasionales» como aquellos para los cuales el delito es un mero episodio favorecido
por los influjos externos. En estos casos la posibilidad de reincidencia es escasa y, Se puede concluir resaltando tres ideas respecto al art. 427 CP.
en consecuencia, carente de sentido el fin sistemático de corrección perseguido por
la pena, en Zweckgedanke, 1968, 31 ss.
Naturalmente, la interpretación literal de un término no se agota con consultar en
el Diccionario, sino que exigiría un estudio lingüístico del contenido semántico del 85 DRALE, 20", 1984.
término mucho más amplio. . ., ^^ Como así me sugirió el prof. BOIX REIG en el acto de defensa de mi tesis doctoral.
UA INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 445

1) Lo primero que cabe plantearse, antes de analizar el precepto, sociedad comprueba que, en virtud del art. 427 CP, la sanción penal
es hasta qué punto tiene sentido la punición del particular que se viene a aphcarse a aquellos sujetos, los funcionarios, que tienen el
limita a aceptar la solicitud del funcionario. Si no estuviera castigado dominio funcional del bien jurídico, y en último extremo los que tienen
expresamente el comportamiento del particular que acepta la solici- la posibihdad de lesionarlo. Desde la prevención general negativa, no
tud sería difícil establecer bajo qué categoría debería responder. A supone una disminución de la eficacia inhibidora desde el momento
diferencia de los otros dos supuestos de cohecho activo («corromper e que sólo queda eximido de pena el particular cuando no toma la
intentar corromper») en los que se puede defender que la conducta del iniciativa y cuando denuncia los hechos con cierta inmediatez. La
particular encaja materialmente en u n comportamiento de inducción, sociedad comprende que si la iniciativa parte del particular no habrá
en el caso del particular que acepta la solicitud, eso no es así, pero posibilidades de exención de pena, y que tampoco cabrá la aplicación
tampoco se puede decir que su conducta sea la de un cooperador de la exención cuando la aceptación de la sohcitud por parte del
necesario o la de un cómplice, porque el sujeto no interviene en los particular no fuera ocasional y además cuando no haya presentado la
actos de ejecución, ya que el delito de cohecho pasivo cometido por el denuncia en los plazos establecidos.
funcionario se consuma con la simple solicitud de la dádiva. 3) Como tercera idea quiero destacar la importancia que tiene que
Por otro lado, desde el punto de vista del bien jurídico protegido, si se cumplan los requisitos que el precepto exige, ya que lo contrario
se defiende como tal, el correcto servicio que la Administración debe puede llevar a que se produzcan chantajes y presiones de determina-
prestar a los ciudadanos, se puede afirmar que cuando el particular dos grupos (grandes bufetes, empresarios fuertes, etc.) hacia los
corrompe o intenta corromper al funcionario pone en peligro ese bien funcionarios. Incluso cumphéndose los requisitos, algunos autores
jurídico, respecto al cual el funcionario tiene el dominio funcional para destacan la posibihdad del chantaje, por ejemplo exigiendo el particu-
lesionarlo, sin embargo en el caso del particular que acepta simple- lar al funcionario el cumplimiento efectivo del acto al que se ha
mente la solicitud, no parece tan clara esa puesta en peligro, puesto comprometido'"''.
que éste ya se h a ocasionado con la actitud del funcionario y desde
luego, al menos es dudoso, que dicho peligro se incremente con la
aceptación o no del particular. Quizás podría justificarse la punición Sección Segunda
de tal conducta, no tanto desde la posible lesión o puesta en peligro del Causa de atenuación de la pena: art. 424 CP
bien jurídico protegido en el delito de cohecho, sino porque con tal
conducta el particular entorpece el correcto funcionamiento de la
Administración de Justicia. Por otro lado, en aquellos casos en los que I. ANTECEDENTES: REGULACIÓN Y FUNDAMENTO
el particular acepta la solicitud del funcionario para que éste realice
un acto constitutivo de delito, su aceptación puede suponer un mayor A. Regulación ; .
peligro para el bien jurídico protegido en ese delito que el funcionario
La regulación histórica h a sido prácticamente idéntica en todos
se compromete a realizar a cambio de la solicitud.
nuestros CP hasta el de 1944, con la excepción del CP 1928, que, como
2) Respecto al art. 427 CP, ya se h a visto que tiene un doble se sabe rompió en muchos aspectos la tradición.
fundamento; por u n lado facilitar al particular que accede «presiona- El art. 392 CP 1944/1973 establecía: «Cuando el soborno mediare
do» por el funcionario, la posibilidad de librarse de la sanción penal, en causa criminal en favor del reo, por parte de su cónyuge o de algún
aun habiendo cometido un delito. Por otro lado, el precepto favorece ascendiente, descendiente, hermano o afín en los mismos grados, sólo
el descubrimiento de los elementos corruptos que actúan dentro de la se impondrá al sobornante una multa equivalente al valor de la dádiva
Administración, perturbando el correcto servicio que los poderes o promesa, sin que pueda bajar de 100.000 pesetas», introduciendo
públicos deben prestar a los ciudadanos.
Además, desde mi punto de vista, el precepto se justifica desde los
fines de la pena, especialmente desde el fin de prevención general,
tanto negativa como positiva. Desde la prevención general positiva, la ORTS BBRENGUEIWALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1842;
446 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 44*

respecto de los CP anteriores (y al margen del CP 1928) la única y vínculos famihares. Así, DE VIZMANOS/ÁLVAREZ destacaban
novedad de limitar la cuantía mínima de la multa a 100.000 pesetas^*. que en el párrafo 2° del art. 307 CP 1848, «la ley respeta las relaciones
El CP 1928, convirtió la atenuación de la responsabilidad penal en de familia y santifica y ennoblece los vínculos de afecto»''-*. En el mismo
una exención de la misma para el sobornante, al establecer en su art. sentido, refiriéndose al art. 403 CP 1870 destacaba GROIZARD que
474: «Cuando el soborno mediare en causa criminal en favor del reo, «en este caso se disminuye la responsabilidad porque la ley no puede
por parte de éste o de su cónyuge, o de algún ascendiente, descendien- quedar impasible ante esta clase de sentimientos propios de la
te, hermano o afín en los mismos grados, no se impondrá en ningún naturaleza humana»''". Respecto al art. 476 CP 1928 destacaba
caso pena al sobornante y se aplicará al sobornado las penas que fija CUELLO CALÓN que «el precepto tiene en cuenta los sentimientos de
el artículo anterior». cariño nacidos de los lazos de familia y del vivo deseo de evitar el
Por su parte, el vigente CP 1995 h a continuado la tradicional línea desprestigio de la misma»''^. JASO ROLDAN afirma, respecto al art.
de establecer u n a responsabilidad penal atenuada, si bien ha exten- 392 CP 1944 «que no cabe la menor duda que el legislador h a hecho
dido el privilegio a las personas ligadas al reo de causa criminal de relevante la conducta en cuanto está motivada por el afecto»''^.
forma estable por análoga relación de afectividad a la del cónyuge, y También la doctrina más moderna h a utilizado razonamientos
ha incluido expresamente el parentesco por adopción de ascendientes, similares para fundamentar esta atenuación de la pena. Destaca en
descendientes o hermanos que en los CP anteriores no se menciona- este sentido CASAS BARQUERO, «en orden al fundamento de la
ban, resultando por tanto al menos dudoso si el privilegio se extendía atenuación, consideraciones de índole subjetiva—afectivas—y obje-
a estos parientes y no sólo a los consanguíneos (ahora denominados tivas —relación jurídica familiar— postulan en favor del manteni-
«por naturaleza») y afínes en los mismos grados. Además la tradicio- miento del precepto (art. 392), imperando las primeras en base, no sólo
nal multa por el valor de la dádiva o promesa se convierte en una al dato de que la solidaridad familiar es insuficiente para producir un
multa no proporcional de tres a seis meses. El art. 424 CP 1995 menoscabo en el interés del Estado, sino también al hecho de que
establece concretamente: «Cuando el soborno mediare en causa crimi- carece de la fuerza necesaria el argumento estimativo de que la
nal en favor del reo por parte de su cónsoige u otra persona a la que se infracción realizada por un individuo atenta a la reputación de la
halle ligado de forma estable por análoga relación de afectividad, o de familia del mismo. H a de afirmarse el acierto del art. 392 del Código
algún ascendiente, descendiente o hermano, por naturaleza, por penal, pues si bien la ley no puede declarar permitido el empleo de un
adopción o afines en los mismos grados, se impondrá al sobornador la procedimiento delictivo como es el soborno, no debe tampoco perma-
pena de multa de tres a seis meses». necer ajena a los sentimientos afectivos y de cariño y a los poderosos
estímulos que los lazos de parentesco producen entre los miembros de
B. Fundamento u n a misma familia, siendo suficiente el establecimiento de multa para
conminar penalmente esta conducta delictiva, pues sería injusto
Tradicionalmente se justificaba esta atenuación de la pena para imponer a tales sujetos la misma pena que correspondería en el caso
los parientes del reo, en virtud de la protección que merecían los lazos de que no mediaran tales circunstancias familiares»^'*.

"^ La regulación de los CP que le precedieron en esta línea fue la siguiente: Art. 307,2°
CP 1848: «Cuando el soborno mediare en causa criminal a favor del reo por parte
«í* DE VIZMANOS/ÁLVAREZ, Comentarios I, 2", 1853, 295.
de su cónyuge, o de algún ascendiente, descendiente, hermano o afín en los mismos
™ GROIZARD Y GÓMEZ DE LA SERNA, CP IV, 2", 1912, 282.
grados, sólo se impondrá al sobornante u n a multa igual al valor de la dádiva ó
" CUELLO CALÓN, El nuevo Códi¡(o penal H, 1930, 405
promesa»./ Art, 403 CP 1870: «Cuando el soborno mediare en causa criminal en
'2 JASO ROLDAN, PE, 1949,217. Así también por ejemplo, QUINTANO RIPOLLÉS,
favor del reo, por parte de su cónyuge ó de algún ascendiente, descendiente,
Comentarios II, 1946, 214; RODRÍGUEZ DEVESA, NEJ IV, 1952, 363; DE
hermano ó afín en los mismos grados, sólo se impondrá al sobornante una multa
MIGUEL GARCÍA LÓPEZ, DP, 1949, 210; CUELLO CALÓN, DPII, 1957, 399.
equivalente al valor de la dádiva» ./Art. 397 CP 1932: «Cuando el soborno mediare
" CASAS BARQUERO, DJ1978, 907 s. El mismo fundamento había sido puesto de
en causa criminal en favor del reo, por parte de su cónyuge, o de algún ascendiente,
manifiesto por BAJO FERNÁNDEZ, EL parentesco, 1973, 242: «La Justicia exige
descendiente, hermano o afín en los mismos grados, sólo se impondrá al sobornante
la cooperación ciudadana en la lucha contra el delito. Tal exigencia se ha plasmado
una multa equivalente al valor de la dádiva o promesa»
en una serie de obligaciones jurídicas que, sin embargo, quedan dispensadas si el
448 INÉS OLAIZOLA NOGALES • EL DELITO DE COHECHO 449

La protección de las relaciones y vínculos familiares h a sido vista parentesco implicaban la menor exigibilidad individual de otra con-
por la doctrina como el fundamento de la atenuación por razón de ducta por parte del agente'''^.
parentesco expresada a lo largo de la historia en nuestros códigos
penales. Sin embargo, aquí se acaba el acuerdo doctrinal al respecto. 2. Semi-excusa absolutoria '•" ' '':'''''/••'''^ .,,,•,»;.,. :;;;!',V:Í.:O,.;„Í,-Í,.'„,J.: Í;,.;'>Í:Í.
A partir de este punto la doctrina se divide al valorar a qué elemento
del delito afecta dicha atenuación. Existen dos posturas doctrinales: Frente a la postura anterior, BAJO FERNÁNDEZ era partidario
La de aquellos autores que afirman que en estos supuestos la culpa- de considerar la causa de atenuación del art. 392 CP 1944/1973 y el
bilidad del autor-pariente viene disminuida, por t r a t a r s e de un encubrimiento entre parientes del art. 18 CP 1944/73 como una
supuesto de menor exigibilidad de otra conducta, y la de aquellos otros semiexcusa absolutoria y u n a excusa absolutoria respectivamente""'.
que consideran esta causa de atenuación como una semi-excusa Según este autor, máximo representante de esta postura, <4a relación
absolutoria que se debe únicamente a razones de política criminal y de afecto, agente motivador de la conducta criminal, ha sido tomada
que no afecta a la culpabilidad del sujeto, sino a la punibilidad. en cuenta no tanto para modificar el juicio de reproche como para ser
prueba fehaciente del contenido ético del vínculo familiar. Es decir, la
L Causa de menor exigibilidad ley tiene en cuenta que cuando el delincuente se deja arrastrar por el
afecto que le une a su allegado muestra unos valores humanos de
Este sector doctrinal consideraba que el motivo de la atenuación solidaridad que merecen no ser coartados. Obedece en definitiva a
por razón de parentesco del art. 392 CP 1944/1973 era el mismo que todo u n cúmulo de principios de política criminal»'".
el del art. 18 del mismo CP, que recogía el denominado «encubrimiento Antes de pronunciarme sobre el caso concreto del art. 424 CP,
entre parientes»^*. Desde esta perspectiva el privilegio se debía a una considero preciso exponer el concepto de culpabilidad del que parto.
menor culpabilidad del agente fundamentada en que esos vínculos de Parto de la normalidad de la motivación como fundamento de la
culpabilidad. El inculpable es un sujeto que no es normalmente
motivable mediante normas"^.

(ielincuente es un pariente. Así, no hay obligación de denunciar a un pariente (art.


261 LECrim) ni de declarar en un proceso seguido contra un pariente (arts. 416 y
707 LECrim.) e, incluso, está prohibido prestar informe pericial en causa seguida
En este sentido, JASO ROLDAN, P S , 1949, 217; RODRÍGUEZ DEVESA,Af£;j/y,
contra el pariente (art. 464 LEcrim). Esto no indica otra cosa que la renuncia del
1952, 363; NAVARRETE, ADP 1960, 229 ss.; CASAS BARQUERO, DJ1978, 907
poder público a u n a solidaridad del ciudadano en la realización de la Justicia por
s.; MIR PUIG, PG, 3% 1990,443; COBO DEL ROSALA^IVES ANTÓN, PB, 3", 1991,
exigirlo el interés en conservar y alentar ciertas vinculaciones, en concreto las
533; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PG, 18", 1995, 651. Respecto al
relaciones familiares. En la misma línea se mueve el art. 392 del Código penal que
CP 1995, son partidarios de considerar el art. 424 CP como una causa de menor
obedece a la renuncia de la Administración a llevar a cabo la Justicia criminal en
exigibiUdad, MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comedíanos, 1996,1221:
favor de los vínculos del parentesco»; ORTS BERENGUER, PE, 1993, 480. En el
«El legislador ha tenido presente que el pariente que corrompe o intenta corromper
mismo sentido, MESTRE DELGADO, La atenuante y agravante de parentesco,
al Juez o al Magistrado, actúa en una situación de conflicto individual, que reclama
1995, 33 ss. El mismo fundamento es destacado respecto al CP 1995. Así, ORTS la idea de exigibilidad subjetiva de conducta reducida o disminuida por las
BERENGUERA^ALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios II, 1996, 1834; MUÑOZ CON- circunstancias objetivas y subjetivas concurrentes».
DE, PE, 11", 1996, 868; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, BAJO FERNÁNDEZ, El parentesco, 1973, 242 ss.
1996, 1221. BAJO FERNÁNDEZ, El parentesco, 1973, 243. En el mismo sentido, ORTS
Art. 18 CP 1944/73: «Están exentos de las penas impuestas a los encubridores, los B E R E N G U E R , P Í ; , 1993,868; respecto al CP 1995, ORTS BERENGUERA/'ALEIJE
que sean de su cónyuge o de persona a quien se hallen ligados por análoga relación ÁLVAREZ, Comentarios II, 1996, 1834: «El art. 424 recoge un tipo atenuado de
de afectividad, de sus ascendientes, descendientes, hermanos por naturaleza, cohecho. Parece que son razones político-criminales, similares a las que subyacen
adoptivos o afines en los mismos grados, con la sola excepción de los encubridores en otros lugares del Código penal las que aconsejan al legislador mitigar la pena
que se hallaren comprendidos en el número uno del artículo anterior». A partir de siempre que el soborno tuviera por objeto favorecer a uno de los parientes a que el
RODRÍGUEZ MUÑOZ, Notas I, 3", 1957, 168, se ha impuesto progresivamente la artículo 424 hace mención en causa criminal».
opinión de que el encubrimiento entre parientes es una causa de no exigibilidad de
GIMBERNAT, Estudios, 3", 1990, 176 ss.; LUZÓN PEÑA, Medición, 1979, 44 ss.;
una conducta distinta
ROXIN, Culpabilidad, 1981, 172 ss.; AT, 2", 1994, 706 ss.; MIR PUIG, PG, 3» ed..
45® INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 451

La culpabilidad no sólo falta cuando el autor del injusto se encuen- en que el sujeto haya realizado un comportamiento antijurídico y
t r a en u n a s condiciones psíquicas d i s t i n t a s a las n o r m a l e s culpable, cuando la exclusión de la pena no se deba a razones
(inimputabilidad), sino también cuando actúa en u n a situación extrapenales, sino que sean reconducibles a falta de necesidad pre-
motivacional anormal a la cual el hombre medio hubiera sucumbido. ventiva de penar. Así por ejemplo, no será penado el incesto entre
Se dice entonces que se ha obrado en situación de «no exigibilidad», descendientes y hermanos cuando el autor, en el momento del acto,
porque se entiende que el Derecho no considera exigible a nadie fuera aún menor de 18 años (parágrafo 173,3" StGB), porque la
resistir u n a presión motivacional excepcional que el hombre medio no punición de los jóvenes por incesto, desde el punto de vista preventivo-
podría soportar'^. especial, causaría más perjuicios que beneficios. También se establece
Especialmente interesante es la noción de «responsabilidad» de- la exclusión de pena en el encubrimiento realizado en favor de

I
fendida por ROXIN^''. Este autor diferencia dos elementos dentro de parientes (parágrafo 258,4" StGB); según este autor en estos supues-
la «responsabilidad», pero que tienen los mismos efectos. Por un lado tos la exclusión de la pena se basa en que el legislador quiere evitar al
la culpabilidad en sentido estricto y las «causas de exclusión de la autor el conflicto de lealtad y de conciencia que conllevaría la obliga-
culpabilidad» (por ejemplo las enfermedades mentales), y por otro la ción de entregar a los familiares; del mismo modo, el desistimiento en
necesidad preventiva de pena y las «causas de exclusión de la respon- la tentativa permanece impune, porque el autor, a impulsos propios
sabilidad. Estas últimas se caracterizan porque, a pesar de ser el y sin haber lesionado un bien jurídico se reconduce a la legalidad y con
sujeto culpable, en el sentido de que el autor en u n a determinada ello, desde el punto de vista preventivo-general y preventivo-especial,
situación pueda actuar de otro modo, éste no sufre u n a sanción penal no existe exigencia alguna suficiente de sanción penal. En todos estos
cuando la misma no resulta exigible ni desde el punto de vista casos son consideraciones político criminales, relativas a los fines de
preventivo-general ni desde el punto de vista preventivo-especial. Por la pena las que conducen a la impunidad. Frente a este grupo de
consiguiente la pena puede ser excluida, bien por la ausencia de circunstancias que excluyen la pena, existe otro grupo, que son las
culpabilidad, bien por la ausencia de exigencias preventivas de auténticas excusas absolutorias, cuyo fundamento es exclusivamente
punición. Por ello, según ROXIN, es más correcto hablar en general de extra-penal. Estas causas de exclusión de pena presuponen que hay
causas de exclusión de la responsabilidad, como concepto superior un comportamiento previo culpable, merecedor y necesitado de pena,
comprensivo tanto de la ausencia de culpabilidad como de la ausencia cuya punición se sacrifica en aras a proteger intereses extra-
de necesidad de prevención. Dentro de las causas de exclusión de la jurídicopenales.
culpabilidad se incluyen, conforme a esta teoría aquellas que suponen La concepción de ROXIN me parece muy interesante, pero muy
una «causa de inimputabilidad» y el error invencible de prohibición, discutible (sobre todo el ver cuándo son razones preventivo penales y
en tanto que «causas de exclusión de la responsabilidad» sería el cuándo razones extrapenales)^^.
estado de necesidad exculpante, casos análogos a éste, el exceso de la Vista la concepción de culpabilidad y de «no exigibilidad indivi-
legítima defensa y ciertos casos de delincuencia de conciencia, en los dual» de la que se parte (distingo entre inexigibilidad general que
que sí que hay u n a cierta culpabilidad (aunque disminuida) del sujeto, excluye el injusto de la inexigibilidad individual que excluye la
pero se le perdona. El autor, siguiendo su razonamiento, incluye como culpabilidad y que supone que a un sujeto no se le puede imponer una
causas de exclusión de la responsabilidad, dentro por tanto de la pena, porque no se le puede exigir una conducta distinta a la que ha
categoría de la responsabilidad, aquellas casos de exclusión de la pena realizado. Entre las causas de inexigibilidad subjetiva se encuentran
el miedo insuperable, el conflicto de conciencia y el delincuente por
convicción*^^), procede ahora estudiar si el art. 424 constituye o no una
1990, 587 ss.;PG, 4", 1996, 544 ss.; SILVA SmCBEZ, Aproximación, 1992, 412 s.; menor culpabilidad del sujeto o una excusa absolutoria.
MUÑOZ CONDE en, MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARAN, PG, 2^ 1996, 324 ss.
MIR PUIG, PG, 4^ 1996, 544.
Aunque este autor ha variado su concepción de culpabilidad, por él llamada
^^ Vid. supra, capítulo V, I, B.
responsabilidad, a lo largo de los sucesivos trabajos, su última concepción se halla
82 LUZÓN PEÑA, Medición, 1979, 5 ss.
en: ROXIN, AT, T, 1994, 706 ss.
452 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 453

El art. 424 CP atenúa considerablemente la pena a determinados nales recogido en el precepto, equiparando las de convivencia estable
sujetos (ciertos parientes) que corrompen o intentan corromper a un a las conyugales. La segunda interpretación, por la vía de la remisión
funcionario en u n proceso criminal a favor del reo. La cuestión clave, analógica, parecía exigir que la relación matrimonial que sustenta la
a la hora de encajar la atenuación en alguna de las categorías, es aplicación de la circunstancia mixta fuera tan sólo aquella en la que
decidir: 1) si la atenuación se produce porque el CP presume que el se mantuvieran vigentes los lazos de afectividad entre los cónyuges.
proceso criminal de una persona allegada supone p a r a esos sujetos El TS defendió en un principio la primera línea interpretativa, pero a
una motivación anormal, fruto de la relación de afectividad y de los principios de esta década cambió la interpretación y en la actualidad
vínculos familiares. 2) Si, desde la clasificación de ROXIN*^^, cabría se considera dominante la segunda línea interpretativa, que por otro
plantearse si la atenuación no se debe tanto a una anormal motivación lado está más acorde con el propio tenor literal del precepto, pues
del sujeto, sino a u n a falta de necesidad preventiva de penar, debido «relación de afectividad» hace referencia a los vínculos afectivos,
a que la sociedad comprende el conflicto interno que se le genera al frente a los que podía ser un tenor más objetivo como relación de
sujeto, y desde el punto de vista de prevención especial, tampoco convivencia^*. Esta interpretación jurisprudencial lleva por tanto a
parecen necesarias medidas de reinserción o de reeducación o 3) si por exigir una auténtica relación de afectividad que sea la que motive al
el contrario el CP trata de proteger esas relaciones objetivamente al sujeto a actuar, y no una mera relación formal de parentesco. Esto
margen de la motivación concreta, por la importancia política-social mismo podría pensarse de la redacción del art. 424 CP 1995.
que la familia tiene en nuestra sociedad. En segundo lugar, considero más convincente la primera postura,
porque hay que tener en cuenta que la atenuación que establece el art
3. Toma de postura ' j . > i 424 no es para todos los parientes (aunque sí para bastantes) y en
cualquier caso, que sería lo lógico si se piensa que se está tratando de
Considero más razonable la primera postura por dos motivos: en proteger objetivamente los vínculos parentales, sino únicamente
primer lugar el precepto incluye, al lado de los cónyuges, a aquellas cuando se trate de parientes bastante cercanos y de u n proceso
personas que se hallen ligados «de forma estable por análoga relación criminal. Creo que ello se debe precisamente a que es en estos casos
de afectividad». La reforma del CP de 25 de junio de 1983 incorporó a cuando el sujeto, debido a sus relaciones de afectividad con el reo, sufre
la relación de familiares agraviados por el autor del delito que preveía u n a distorsión en su motivación por la gravedad que supone siempre
hasta entonces el art. 11 CP 1944/73 (así como en algún otro precepto, un proceso penal.
aunque no en el art. 392), y tras la mención al cón5aige, a la «persona Además, por último, entender lo contrario supondría exigir una
a quien se halle ligado de forma permanente por análoga relación de «afectividad» en las denominadas «parejas de hecho» y no exigirla
afectividad». Esta concreta modificación legal tenía dos interpretacio- para el resto de las relaciones parentales, lo que supondría una
nes posibles y, en consecuencia, dos alcances distintos: o bien el discriminación de tales parejas contraria a un Estado social y demo-
legislador había querido tan sólo ampliar el ámbito personal de crático de Derecho''*''^.
aplicación del precepto, para incorporar al mismo las relaciones 'II 1

estables de convivencia y dar a éstas trato análogo a las matrimonia-


les, o bien la reforma suponía limitar la aplicación del art. 11 a
aquellos supuestos en los que, además de la relación familiar o de En este sentido se expresan las siguientes sentencias; STS de 27-12-1991 (A 9644);
convivencia prevista expresamente, concurriera u n a situación 28-3-1994 (A 2633); Vid. al respecto la interesante exposición de MESTRE DELGA-
DO, La atenuante y agravante de parentesco, 1995, 15 ss.
contrastable y vigente de afectividad. Las consecuencias de u n a u otra
Tal discriminación es puesta de manifiesto por ORTS BERENGUEIWALEIJE
interpretación era claramente distintas. La primera de estas inter- ÁLVAREZ, Comentarios II, 1996, 1834: «La nueva redacción extiende la causa de
pretaciones conducía a la ampliación del ámbito de relaciones perse- atenuación a supuestos de soborno por parte de persona ligada de forma estable al
reo, por análoga relación de afectividad que el cónyuge, siendo curioso que se exija
el afecto para los que no están casados, pero no para los que sí lo están». Creo que
el posible error de estos autores es interpretar que el CP no exige, o al menos no
as ROXIN, AT, 2^ 1994, 872 ss. presume, esa relación de afecto en todos los casos. - . > ; . . . , , ,- • ,• !•
454 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 455

4. Consecuencias de considerar el precepto como una causa de En cualquier caso la anormal (no mucho, porque si no sería
menor culpabilidad inculpable) motivación por inexigibilidad no derivaría sólo de la
afectividad, sino también de la situación: causa criminal. Aunque
La primera consecuencia puede ser que se restringe el ámbito de tampoco se «aprieta» mucho en la exigencia: da igual que el «reo» esté
aplicación del precepto a aquellos sujetos que, además de ser cón3aige, en prisión o no, que la causa sea por delito más o menos grave; ni
mantener una relación estable con el sujeto o ser uno de los parientes siquiera se requiere que el delito pueda dar lugar a condena con pena
establecido en el artículo, mantengan con el reo una relación afectiva que de prisión o con pena grave (podría ser incluso falta), etc., lo cual no
pueda provocar u n a motivación anormal ante la norma, que genere ese dej a de ser curioso. En cualquier caso, se puede afirmar que un proceso
conflicto comprensible socialmente entre la lealtad de todo ciudadano al criminal, sea de la clase que sea intimida de forma importante, y en
ordenamiento jurídico y la afectividad y preocupación hacia el pariente. este sentido puede provocar una motivación anormal como causa de
Ello no implica que sea necesario probar en cada caso esa afectividad, inexigibilidad.
sino que el CP entre determinados parientes la presume, igual que
presume la inimputabilidad de un chico de 15 años. Interpretar que el
CP exige la prueba en cada caso la afectividad, dado que no lo exige
expresamente, supondría una interpretación contra reo. ' II. REQUISITOS DEL ARTICULO 424 CP
La segunda consecuencia se refiere a los efectos de u n posible error El art. 424 CP exige tres requisitos:
sobre la relación de parentesco. Se pueden dar dos posibles errores: por A. El soborno debe mediar en causa criminal.
un lado aquellos supuestos en los que el sujeto corrompe o intenta B. Debe ser «en favor del reo».
corromper al funcionario, precisamente por la relación de parentesco C. El sujeto que soborna debe tener alguna de las relaciones
que él cree tener con el reo, pero que en realidad no tiene. Por otro lado, parentales establecidas en el precepto («cónyuge, persona a la que se
aquellos supuestos en los que el sujeto corrompe o intenta corromper al halle ligado de forma estable por análoga relación de afectividad,
funcionario en favor del reo sin saber que es pariente del reo y en realidad ascendiente, descendiente o hermano, por naturaleza, por adopción o
lo es. afines en los mismos grados»).
En el primer caso el sujeto no cumple con el requisito objetivo
necesario, cual es el de ser pariente. Su conducta encajaría en el
A. El soborno debe mediar en causa criminal
correspondiente tipo de cohecho activo. Sin embargo, el sujeto habría
actuado así convencido de su relación parental y fruto de esa creencia La expresión legal «soborno» en lugar de cohecho pudiera conducir
con u n a presumible motivación anormal. Podría plantearse la posibi- a equívocos. Sin embargo, en el CP 1822 se utilizaban indistintamente
lidad de aplicarle al sujeto una atenuante analógica, que en algún caso
podría ser muy cualificada y rebajar de esta manera la pena para afectividad y el conocimiento por parte del sujeto de dicha relación parental,
reflejar con ello la culpabilidad disminuida del sujeto. considerando inaplicable tal circunstancia en el caso de que el sujeto activo de la
En el segundo caso, aunque él no lo sabe, el sujeto es objetivamente infracción desconozca la existencia del vínculo parental. SSTS 31-1-1981 (A 268);
12-11-1984 (A 5937); Vid. una amplia exposición al respecto en MESTRE DELGA-
pariente del reo. En principio, cabría pensar que si el sujeto no es DO, La atenuante y la agrauante de parentesco, 1995, 33 ss. Desde el punto de vista
consciente de esa relación parental, no cabría aplicar el art. 424 CP, dado de ROXIN, CPC 46, 1992, 189 ss; AT I, T, 1994, 875, a efectos de error habrá que
que no puede fundamentarse o probarse esa motivación anormal. Sin diferenciar si la causa por la que se exime de pena al sujeto es una auténtica causa
embargo, el CP presume la motivación anormal del sujeto, de forma de exclusión de la pena (excusa absolutoria), en cuyo caso cualquier error será
irrelevante, porque no afecta a puntos de vista relevantes jurídico-penalmente, o si
similar a como se presume en un menor de 16 años sin entrar a consi- por el contrario, la causa provoca una disminución de la responsabilidad del sujeto,
derar si en el caso concreto el menor tiene o no una motivación anormaP^. es decir, se trata de una causa de exclusión de la responsabilidad, en cuyo caso, por
ejemplo, quien erróneamente cree que es su pariente la persona a quien encubre,
para eludir la punición de la misma incurre en una causa de atenuación de la pena.
En contra, el TS h a reitarado que la apreciación de la circunstancia de parentesco A favor de considerar relevante incluso el error sobre las puras excusas absolutorias
depende de tres requisitos: la efectiva y objetiva relación parental, la relación de se manifiesta BACIGALUPO ZAPATEE, CPC 6, 1978, 19 ss.
456 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO «gg

la 5 expresiones «cohecho» y «soborno». Son términos sinónimos, por lo Según BAJO FERNÁNDEZ, la conducta del sujeto debe venir
que habrá que interpretar que el precepto se refiere a aquel particular presidida por la intención de favorecer al reo. La exigencia de que la
que «corrompe» o «intenta corromper» al funcionario público o «acepta conducta tienda a favorecer al reo excluye del privilegio todos aquellos
la solicitud de éste» en una causa criminal. supuestos en que el soborno mediado en causa criminal esté despro-
La interpretación de «causa criminal» puede llevar a discusión. visto de tal intención, quedando incluidos, sin embargo, todos aquellos
Según MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, la dádiva o el en los que subsista dicha tendencia subjetiva aun cuando otras
presente debe ir dirigida a un Juez o Magistrado competente para la finalidades y motivaciones la acompañen^".
resolución del procedimiento penal a que está sometido el «pariente» Sin embargo, creo que este requisito podría ser interpretado
de la persona que ofreció o entregó la dádiva^''. objetivamente. Por ejemplo, la mujer de un sujetólo hace para que éste
Estos autores reducen la interpretación de la expresión «causa no vaya a la cárcel y así conserve su trabajo y pueda mantener a la
criminal» a la resolución del juicio en favor del reo. La causa criminal familia y así ella no tener que trabajar, o para no estar tan aburrida
comienza desde la denuncia al sujeto h a s t a la resolución judicial, en casa, o para poderle hacer la vida imposible, o para que éste le vaya
pasando por toda la fase de instrucción del sumario®^. Desde mi punto a recoger después del trabajo, etc. En todos estos ejemplos (absurdos
de vista, donde la ley no distingue nosotros no debemos distinguir. El algunos) se actúa en favor del reo (evitarle una condena), pero no con
precepto no exige que el soborno se dirija hacia una autoridad, lo que u n a finalidad especialmente generosa'-"^. " ^
nos llevaría a pensar que se está refiriendo a jueces o magistrados y
a fiscales y que excluiría a los simples funcionarios. Por otro lado, el C. Determinada relación parental
precepto tampoco exige una «resolución», sino que simplemente exige
que el soborno se realice «en favor del reo» en una «causa criminal». En El problema esencial, a partir de la interpretación que he defendi-
este tenor literal no veo por qué no podría entrar aquel supuesto en el do, respecto a las relaciones parentales, es dilucidar cuándo existe
que el pariente entrega una dádiva al oficial de u n juzgado para que, relación afectiva entre el reo y su pariente y cuándo no. El aspecto
por ejemplo, haga desaparecer u n a determinada prueba que inculpa negativo es, posiblemente, el de más fácil prueba ya que la falta de
a su pariente o a u n funcionario que comparece en la causa como perito afecto se acredita con la prueba de otros hechos. Así por ejemplo, la
paira que falsee u n a determinada declaración (sin perjuicio de su STS 13-10-1993 (A 7379) declara que no hay afectividad si «desde
posible responsabilidad por otros delitos). En estos casos el pariente hacía seis meses se producían en el matrimonio importantes y violen-
estaría sobornando a un funcionario público para que favorezca al reo tas discusiones».
en una causa criminal. :• I , . Más difícil resulta probar lo contrario, esto es, que se da efectiva-
mente esa relación afectiva. En estos casos la jurisprudencia dictada
B. «En favor del reo» en la década de los ochenta solía situar en la mera existencia objetiva
de lazos o vínculos familiares como presunción iuris tantum: «La
El favorecimiento del reo debe constituir al menos u n acto injusto existencia de una relación de afecto entre ellos que hace más o menos
por parte del funcionario, porque si lo que se pide al sobornar es que reprochable la conducta antijurídica del autor»^^.
el funcionario cumpla con su deber o que el juez dicte u n a resolución Sin embargo, la STS 7-5-1992 (A 3755) ha cambiado la línea
objetivamente justa, el delito del particular sería u n a delito de argumental al afirmar: «la aplicación del artículo 11 del Código penal
cohecho activo impropio, y por lo tanto la conducta sería, como ya se requiere que la relación parental sea normal, es preciso que se le
ha visto más arriba, atípica*^*'.

90 B A J O F E R N A N D E Z , El parentesco, 1973, 247.


"^ MORALES PRATS/RODRIGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1220 91 En sentido objetivo lo interpretan también, MORALES PRATS/RODRÍGUEZ
88 Vid. arts. 259 ss. LECr. -- . PUERTA, Comentarios, 1996, 1220.;
89 En el mismo sentido, MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 92 SSTS 31-1-1981 (A 269); 15-9-1986 (A 4674). Vid. MESTRE DELGADO, La
1996, 1221. atenuante y la agravante de parentesco, 1995, 32 ss.
^58 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 459
pruebe como tal y no es suficiente con que se la deduzca simplemente bien inclinante en favor de la apreciación de un ilícito administrativo
de la ausencia de prueba en contrario». Esto, como ya he señalado más (el autor se refiere a u n a falta grave de carácter penitenciario), en
arriba, no es necesario en el art. 424, puesto que debe presumirse esa lugar de la estima de la realización de u n comportamiento delictivo
afectividad entre los parientes que cita el precepto, porque lo contrario que paradójicamente no resulta amparado en el criterio legal de a

I
significaría u n a interpretación contra reo. atenuación que literalmente determina la disminución de la respon-
sabilidad del pariente pero no en cambio del propio reo, por la
ejecución de cohecho en el curso de una causa criminal»^*.
I III. EXCLUSIÓN DEL PROPIO REO « BAJO FERNÁNDEZ t r a t a de justificar esta exclusión del propio
• •:•••• : •, •. M':,;>'ii!vi:'/i{';. reo comparándola al delito de quebrantamiento de condena: «En
Llegados a este punto se plantea u n problema interesante, como es principio no encontramos razón alguna que aconseje la atenuación de
la exclusión del propio reo del art. 424 CP. La atenuación de la pena la pena en este caso. No sólo no pueden hacerse las mismas conside-
no le afecta. Se podría plantear la posibilidad de que le afectase, raciones que en el caso del parentesco —si es el propio reo el autor del
aplicando el precepto por analogía a su favor. Si como se h a explicado, soborno no hay vínculo relevante para la Administración—, sino la
el precepto se fundamenta en la anormal motivación del sujeto, parece propia ley en otras ocasiones da a entender, así al crear el delito de
evidente que la motivabilidad del propio reo estará, con mayor motivo, quebrantamiento de condena, donde equipara las sanciones para los
trastocada. Sin embargo, no parece ser esa la intención del legislador, casos en los que el autor del quebrantamiento sea el propio sancionado
cuando no le incluye, siendo evidente que el propio reo es el que más o u n tercero, que las actividades que el delincuente realice con el fin
perturbada va a tener su motivación ante la norma. de liberarse del mal con el que le amenaza la ley, le son indiferentes
Esta exclusión era considerada extraña por QUINTANO, que al legislador»-''^. Sin embargo es diferente el caso del delito de quebran-
destacaba; «Es curioso que no se comprenda en el beneficio al reo tamiento de condena al que nos ocupa, porque precisamente en el art.
mismo, quizás por estimarse los vínculos familiares de mayor eficacia 424 CP se tiene en cuenta que la conducta es realizada por determi-
que la propia suerte»^^. También era considerado extraño por CASAS nados terceros (ciertos parientes) para atenuar la pena, aunque es
BARQUERO: «Es significativo observar que la atenuación de la verdad que el CP en su art. 470, 3° atenúa la pena para determinados
sanción penal determinada en el artículo 392 del Código penal para los parientes^^. Por otro lado, el utilizar soborno en el quebrantamiento
parientes no se hace extensiva a la propia persona del reo. A tenor de de condena del art. 336 CP 1944/1973 sólo agravaba a los terceros y no
la presente consignación legal, si el acusado t r a t a de sobornar en al propio reo (art. 335 CP 1944/1973); ahora la pena es la misma en el
causa criminal seguida contra él mismo a algún funcionario, no art. 469 CP que en el art. 470,2° CP, sin embargo parece que dicha
incurrirá en ningún caso en el tipo de cohecho descrito en el artículo agravación no es aplicable a los parientes citados en el art. 470,3° CP,
392, al no abarcarle, a diferencia de los parientes mencionados en la por lo que con el CP 1995 estos parientes también son beneficiados
ley, la atenuación punitiva prevista en este precepto. Resulta dudoso frente al reo.
estimar que en tal supuesto el autor incurriría en el comportamiento Efectivamente, la ley considera delito el quebrantamiento de
típico de cohecho activo sancionado en el art. 391 del Código penal, condena por el propio sujeto que la sufre, arts. 468 CP. Este delito h a
porque si bien u n a mera interpretación literal sería favorable a una sido criticado por la doctrina mayoritaria, por entender que el que-
respuesta de signo afirmativo, la comprensión normativa teleológica brantamiento responde a «un instinto necesario de la naturaleza
exigida por la presencia del artículo 392 del Código penal se torna
desfavorable a u n sentido de entendimiento perjudicial al reo. Acaso
el sentido equívoco de que adolece la normativa penal a este respecto 94 CASAS BARQUERO, DJ1978, 908 s.
pudiera apuntarse, con las reservas debidas, como u n argumento más 95 BAJO FERNÁNDEZ, El parentesco, 1973, 245.
96 Art. 470, 3°: «Si se t r a t a r a de alguna de las personas citadas en el art. 454, se les
castigará con la pena de multa de tres a seis meses, pudiendo en este caso el Juez
o Tribunal imponer tan sólo las penas correspondientes a los daños causados o a las
QUINTANO RIPOLLÉS, Curso II, 1963, 567. amenazas o violencias ejercidas».
1460 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 461

humana»^''. En palabras de LUZÓN PEÑA: «En cuanto a los tipos que dad de aplicar por analogía la causa de miedo insuperable (art. 20,6°
deberían suprimirse, ello sucede, en primer lugar, con el quebranta- o 21,1720,6° CP), o incluso se debería estudiar la posibilidad de aplicar
miento de condena sin violencia ni motín... esa exigencia se basa en la analógicamente el propio art. 424 CP^^.
idea de inexigibilidad de otra conducta, esta figura es un caso de
autofavorecimiento y éste es y debe ser impune»^®.
Las criticas que la doctrina h a realizado respecto al delito de IV. RECAPITULACIÓN
quebrantamiento podrían ser trasladables a la exclusión del propio
reo en el art. 424 CP. Si a los parientes se les atenúa la pena debido La atenuación de la pena por razón de parentesco es tradicional en
a que dicha relación de afectividad provoca en ellos u n a motivabilidad nuestros CP desde el CP 1848, regulándose en todos ellos de forma
anormal ante la norma, con mayor razón esa motivabilidad se verá similar a excepción del art. 474 CP 1928 que suponía la exención total
perturbada en el propio reo, lo que haría «comprensible» que dicho de pena tanto para los parientes como para el propio reo.
sujeto tratase de corromper al funcionario con el fin de favorecerse a La atenuación, desde mi punto de vista no debe interpretarse como
sí m i s m o , se t r a t a r í a de n u e v o de u n a f i g u r a de m e r o u n a excusa absolutoria, sino como una causa de menor inexigibilidad,
autofavorecimiento, que como en el delito de quebrantamiento de y por tanto, supone u n a disminución de la culpabilidad fundamentada
condena el CP no lo considera susceptible de atenuación ni de en la relación de afectividad de los citados parientes, así como en el
impunidad. La exclusión del reo se explicaría mejor si se considerase hecho de que se t r a t e de un proceso criminal. La existencia de la
la atenuación como una semi-excusa absolutoria, cuyo único funda- afectividad para fundamentar la disminución de la culpabilidad se
mento sería el vínculo de parentesco. Desde esta perspectiva lo que se presume igual que se presume la inimputabilidad de todos los sujetos
protegería con la atenuación sería ese vínculo familiar. Desde mi menores de 16 años en el CP.
punto de vista ello podía tener sentido en el siglo pasado, cuando la La exclusión del reo puede explicarse por la conveniencia de no
familia era considerada una institución cuasi-sagrada, pero no en la automatizar la atenuación para evitar que se privilegie a presos, etc.
actualidad. que tienen poder económico para comprar a los funcionarios, jueces,
No obstante quizá para el reo se piensa que no es u n a cuestión de etc. Pero se podrán aplicar los principios generales de inexigibilidad
afectividad que atenúe su culpabilidad, sino u n a posible situación de individual y eximir de pena o atenuar aquellos casos en los que el
angustia, etc. traducible incluso en u n a inexigibilidad individual que sujeto actúe efectivamente con u n a culpabilidad disminuida.
excluiría la culpabilidad (o al menos menor exigibilidad que la atenua-
ría). Probablemente no convenga automatizar estos casos mediante la
mención expresa de los mismos en el CP, pues entonces se favorecería
la compra de funcionarios, jueces, etc., por presos, preventivos o
simples procesados ricos (por ejemplo capos de narcotráfico) y quizá
haya que estudiar la existencia de real inexigibilidad en cada caso.
(Podría considerarse «lógico» que el sujeto se «autoayude» al menos en
los casos en que amenaza pena grave). Podría analizarse la posibili-

PACHECO, CP I, 4^ 503 ss.; GROIZARD Y GÓMEZ DE LA SERNA, CP II, 1872, En el acto de la defensa de mi tesis doctoral, el Prof. BOIX REIG apuntaba respecto
553 ss.; GÓRDOBARODA, ComentariosIII, 1978,1164ss.; GONZÁLEZGUITIAN, de este punto que la razón de la exclusión del propio reo pudiera venir por la falta
Estudios penales y criminológicos II, 1979/1980, 281 ss.; MAPELLI CAFFARENA, de lógica que implicaría la atenuación de la pena al propio sujeto que comete el delito
REP 1991, 20 ss.; LUZÓN PEÑA, Estudios penales, 1991, 594; MUÑOZ CONDE, de cohecho. Este argumento es razonable desde un punto de vista de política
PE, i r , 1996, 813. En contra VIVES ANTÓN, Comentarios, 1996, 1950, que criminal; sin embargo ello no me parece obstáculo para que en aquellos casos
reconoce a esta figura una consistente objetividad jurídica por el interés del Estado concretos en los que se pueda comprobar, desde los principios generales del Derecho
en la efectividad de determinadas resoluciones judiciales. penal, que la culpabilidad del sujeto está disminuida no se puedan aplicar las
LUZÓNPEÑA.SsíuJíospeíiaZes, 1991, 594. i', atenuantes y eximentes oportunas.
CAPITULO VI
Relaciones concúrsales

t [ - I '

I. CUESTIONES GENERALES
Ya se ha analizado a lo largo del trabajo la relación concursal
existente entre el delito de cohecho y otros delitos como el delito de
amenazas', el delito de estafa^, así como la relación existente entre los
distintos tipos que conforman el denominado delito de cohecho pasi-
VO'l
En este apartado se estudiarán las relaciones existentes entre el
delito de cohecho y otros delitos propios de funcionarios públicos, y ello
porque, dada la regulación de estos delitos se pondrán de manifiesto
superposiciones claras entre unos y otros, así como la prolija regula-
ción de esta materia, innecesaria en muchas ocasiones.

II. DELITO DE COHECHO Y DELITO DE TRAFICO DE


•::i!«-:<^Ti: ;::•!;: r(.:to. ^-. INFLUENCLVS

A. Regulación del delito de tráfico de influencias


A pesar de su corta existencia, desde la LO 9/1991, de 22 de marzo,
el delito de tráfico de influencias recogido en los arts. 404 bis a), 404
bis b) y 404 bis c) CP 1944/1973, sufrió numerosas críticas por parte
de la mayoría de la doctrina, que afirmaba que dicha regulación no era
la mejor forma de combatir este tipo de prácticas, y que lo único que
se pretendía con la introducción de dichos preceptos era transmitir a
la sociedad la sensación de que había u n a honda preocupación de los
políticos (especialmente del partido mayoritario en aquel momento, el
socialista, que comenzaba a verse envuelto en casos de corrupción) por

m erradicar el tráfico de influencias, cuando, vista la regulación, cabía


poner en duda la preocupación de hacerlo*.

Vid, capítulo n i , sección segunda, I, A, 3, c.


Vid., capítulo III, sección segunda, VI, B, 1, c. '
Vid., capítulo III, sección segunda, VI, C, 1, b.
MUÑOZ CONDE, Apéndice a laPE, 8°, 1990, 9 ss.; GIMBERNAT ORDEIG, Prólogo
a la 8" edición del CP de la ed. Tecnos, 1991: «La legislación penal está bien como
464 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 465

El CP 1995 mantiene muchos de los problemas que se producían Se diferencian dos clases de conductas típicas. Por u n lado la
con la anterior regulación®. Son cuatro los preceptos que se refieren a establecida en los arts. 428 y 429 CP que suponen la del funcionario
este delito; concretamente los arts. 428 a 431 CP''. ., - ^ (art. 428 CP) o la del particular (art. 429) que influyeren en otro
funcionario o autoridad, prevaliéndose de determinadas relaciones
está, y los medios p a r a combatir la corrupción deben seguir siendo, fundamental-
profesionales o personales, con el fin de obtener una resolución que le
mente, el delito de prevaricación, esto es: dictar una resolución injusta, y el de suponga a ellos mismos o a terceros un beneficio económico. Por otro
cohecho, esto es: el castigo de los particulares que ofrecen remuneraciones y el de lado la establecida en el art. 430, que consiste en ofrecer la realización
los funcionarios que las aceptan, aunque los actos consecuencia de esas remunera- de las conductas anteriores a cambio de dádiva, presente, ofrecimien-
ciones sean justos, siendo la prevaricación el hilo que suele conducir al cohecho,
pues si la resolución es injusta lo lógico es que en el origen de todo ello exista un to o promesa.
soborno. El tráfico de influencias no se reprime creando nuevos, disparatados, y por La primera objeción que se plantea a la regulación es que los arts.
ello, inaplicables delitos, que tipifican indiscriminadamente conductas perfecta- 428 y 429 CP no recogen u n genuino tráfico de influencias. En este
mente legítimas, sino impidiendo que la Administración pueda, como hasta ahora, sentido destaca VALEIJE, que «el tráfico de influencias como su
repartir fondos públicos y beneficios económicos entre los particulares sin sujeción
a ningún punto de referencia objetivo. El Senado está aún a tiempo de impedir que propio nombre indica apunta a la conducta de quien, aparentando
entren en vigor unos tipos penales aprobados por el Congreso que sólo van a servir crédito, influencias o relaciones cerca de otros funcionarios con com-
para tranquilizar la mala conciencia de nuestros políticos, pero no para acabar con petencia decisoria en la Administración, recibe o se hace prometer
la corrupción de este país». (Evidentemente el texto está escrito antes de que se
dinero o alguna ventaja patrimonial como recompensa de su media-
aprobara definitivamente la tipificación del tráfico de influencias); CABELLO
MOHEDANO, El nuevo Código penal, 1992, 61 ss.; GARCÍAS PLANAS, PJ 29, ción en la resolución favorable de un asunto que de aqtiéllos depen-
1993, 26 ss.; SUÁREZ MONTES, Homenaje-del Rosal, 1993, 1091 ss.; ORTS da»''. Este era el sentido que se deducía del art. 476 CP 1928, así como
BERENGUER, PE, 1993,495 ss.; RUBIO, CDJII, 1993,123; MORILLAS CUEVA/ del art. 407 de la PACP 1983».
PORTILLACONTRERAS, Comereíarjos a / a Legislación p e n a / X W , 1994, 230 ss.;
BERDÜGO GÓMEZ DE LA TORRE, CDJ, 1994, 205 ss.; RODRÍGUEZ DEVBSA/
Sin embargo, en los arts. 428 y 429 CP no se tipifica la venta de
SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994, 1208; MUÑOZ CONDE, PE, 10°, 1995, 861; influencias, sino el influir en el proceso motivador de un funcionario
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, AJA 223, 1995 2 ss.; que tiene capacidad para dictar u n a resolución.
Auditoria Pública 6, 1996, 47; VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 251 ss.; La segunda objeción, que con carácter general se plantea al delito
DÍAZ YGARCfAC0NLLED0,DeZi£oscon.íra/a4cííntnisíración/)ú6/ica, 1997,176
ss.; CUGAT MAURI, Tráfico de influencias, 1997, 277. de tráfico de influencias es su innecesariedad. Es mayoritaria la
i5 ORTS BERENGUEIWALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1843 ss.; MUÑOZ doctrina que afirma que con los delitos tradicionales contra la Admi-
; CONDE, PE, 11» ed. 1996, 886 s.; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, nistración pública, especialmente con el delito de prevaricación y el
Comentarios, 1996, 1231 ss; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGA- delito de cohecho podían quedar recogidas la mayor parte de las
LES, Auditoría Pública 6, 1996, 45 ss.; Huarte de San Juan, (en prensa), DÍAZ Y
GARCÍA CONLLEDO, Delitos contra la Administración pública, 1997, 176 ss.
^ Art. 428 CP: «El funcionario público o autoridad que influyere en otro funcionario
público o autoridad prevaliéndose del ejercicio de las facultades de su cargo o de artículos anteriores, solicitaren de terceros dádivas, presentes o cualquier otra
cualquier otra situación derivada de su relación personal o jerárquica con éste o con remuneración, o aceptaren ofrecimiento o promesa, serán castigados con la pena de
. otro funcionario o autoridad para conseguir una resolución que le pueda generar prisión de seis meses a un año./ En cualquiera de los presupuestos a que se refiere
directa o indirectamente un beneficio económico para sí o para un tercero, incurrirá „ este artículo, la autoridad judicial podrá imponer también la suspensión de las
' en las penas de prisión de seis meses a un año, multa del tanto al duplo del beneficio actividades de la sociedad, empresa, organización o despacho y la clausura de sus
perseguido u obtenido, e inhabilitación especial para empleo o cargo público por • dependencias abiertas al público por tiempo de seis meses a tres años»./Art. 431:
tiempo de tres a seis años. Si obtuviere el beneficio perseguido se impondrán las «En todos los casos previstos en este capítulo y en el anterior, las dádivas, presentes
penas en su mitad superior»./Art. 429 CP: «El particular que influyere en un o regalos caerán en decomiso».
funcionario o autoridad prevaliéndose de cualquier situación derivada de su ' VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 251 s. Esta misma idea ya la habían
relación personal con éste o con otro funcionario público o autoridad p a r a conseguir puesto de manifiesto antes de la reforma de 1991, CASAS BARQUERO, Homenaje-
una resolución que le pueda generar, directa o indirectamente, un beneficio :, ; Sánchez Albor, 1989, 165 ss; GARCÍA VALDÉS, Temas, 1992, 293 ss. (El artículo
económico para sí o para un tercero, será castigado con las penas de prisión de seis . está escrito en 1990); Respecto al CP 1995 vid., ORTS BERENGUER/VALEIJE
meses a un año, y multa del tanto al duplo del beneficio perseguido u obtenido. Si • ÁLVAREZ, Comentarios II, 1996,1843; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUER-
obtuviere el beneficio perseguido se impondrán las penas en su mitad superior»./ TA, Comentarios, 1996, 1233 ss.
Art. 430 CP: «Los que, ofreciéndose a realizar las conductas descritas en los 8 DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, AJA 223, 1995, passim.
466 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 467
conductas tipificadas en el delito de tráfico de influencias^ Respecto a a. Primera diferencia • ' '-
otras críticas que aquí interesan menos^".
• A diferencia del delito de cohecho, en el que se sanciona tanto al
B. Relación entre el delito de cohecho y el delito de tráfico de particular que corrompe o intenta corromper al funcionario, como a
ese funcionario que acepta la oferta del particular, en el delito de
influencias
tráfico de influencias únicamente se sanciona al sujeto que ejerce la
influencia, pero entiendo que no al funcionario que se muestra
1. Paralelismos
dispuesto a dictar la resolución^i. Algún autor ha defendido la posibi-
Se afirma por la doctrina el paralelismo entre estos delitos y el lidad de considerar al funcionario que se deja influir como cooperador
delito de cohecho, en el que el particular también t r a t a de influir en necesario debido a que su existencia es necesaria para que se pueda
u n funcionario p a r a que éste realice u n acto en el ejercicio de su cargo, realizar la conducta típica (es necesario ejercer la influencia sobre
pero la influencia debe ser a través de u n medio económico. «alguien»)^^. Sin embargo, el funcionario «influido» no realiza ni
Por otro lado, en cuanto al bien jurídico protegido, se puede afirmar anterior ni simultáneamente actos de ejecución, puesto que el delito
que es el mismo. En ambos delitos se protege el correcto servicio que se consuma independientemente de que el funcionario sobre el que se
la Administración, a través de sus fiíncionarios, presta a los ciudada- ejerce la influencia con prevalimiento se deje influir o n o " . (En el CP
nos conforme a los principios recogidos en el art. 103 de la Constitu- 1944/1973 esta afirmación podía resultar mas dudosa, pues se exigía
ción. Dicho bien jurídico se pone en peligro cuando el funcionario en que obtuviera la resolución y el beneficio).
su actuación se deja influir por motivaciones privadas, económicas, en Esto es claramente u n dislate valorativo, porque si la resolución
el delito de cohecho o de otro tipo, en el delito de tráfico de influencias. fuera a su vez constitutiva de un delito de prevaricación, se podría
sancionar más al inductor de la prevaricación, que a su vez comete el
2. Diferencias delito de tráfico de influencias, que al propio funcionario autor del
delito de prevaricación'''. > ;.
No obstante, además del diferente modo de influir en el funciona-
rio, se pueden constatar tres diferencias importantes: • J.
MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1233; DÍAZ Y
GARCÍA CONLLEDO, Delitos contra la Administración pública, 1997, 174.;
9 CASAS BARQUERO, Homenaje-Sánchez Albor, 1989, 165 ss. MUÑOZ CONDE, CUGAT MAURI, Tráfico de Influencias, 1997, 189.
„, Apéndice a la 8" edición de la PE, 1991, 11 ss.; GIMBERNAT ORDBIG, Prólogo a En este sentido, aunque muchas dudas se manifestó el profesor SUÁREZ MONTES
la 8" edición del CPde la editorial Temos, 1991, 17 ss.; GARCÍA VALDÉS, Temas, en el / CongresoHispano-Portugués, celebrado los días 27 y 28 de noviembre de 1996
1992,294 ss.;GARCÍASPLANAS,P</29,1993,26ss.;DÍAZYGARCÍACONLLBDO/
OLAIZOLA NOGALES, AJA, núm. 223, 1995, 3; Huarte de San Juan (en prensa);
T>ÍAZYGK&CÍACOmj'L'EQO,DelitoscontralaAdministraciónpública, 1997,173
4 en Santiago de Compostela. Entendía SUÁREZ MONTES que tratándose de un
delito contra la Administración pública carecía de sentido el que pudiera quedar
impune el propio funcionario.
ss. En este sentido la STS 10-3-1998 (A 339) «A diferencia de lo que ocurre en el delito
10 Vid., MUÑOZ CONDE, Apéndice a la S" ed. de la PE, 1990, 9 ss.; CABELLO de cohecho, en el que t a n responsable es el cohechante como el cohechado, en el de
MOHEDANO, El nuevo Código Penal, 1992, 61 ss.; GARCÍAS PLANAS, PJ 29, tráfico de influencias sólo se tipifica y sanciona la conducta de la persona que
,í 1993, 26 ss.; SUÁREZ MONTES, Homenaje-del Rosal, 1993, 1091 ss.; ORTS influye, careciendo de tipicidad la del funcionario que se deja influir y adopta una
i BERENGUER,P£;, 1993,495 ss.; MORILLAS CUEVA/PORTILLA CONTRERAS, resolución, salvo que dicha resolución constituya a su vez un delito de prevarica-
• Comentarios a la Legislación penal XVI, 1994, 230 ss.; BERDUGO GÓMEZ DE LA ción».
TORRE, CDJ, 1994, 205 ss.; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17°, Esta consecuencia es criticada también por MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUER-
1 , , 1994,1208ss.;MUÑOZCONDE,P£;,10^ 1995,861;DÍAZYGARCÍACONLLEDO/ TA, Comentarios, 1996, 1240 ss. Aunque no es el tema del trabajo, considero
OLAIZOLA NOGALES, AJA 223, 1995, 2 ss.; Auditoría Pública 6, 1996, 46 ss.; importante reseñar brevemente la relación entre el delito de tráfico de influencias y
Huarte de San Juan, (en prensa); VALEIJE ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 251 el delito de prevaricación. Se distinguen dos posturas contrapuestas: por un lado se
ss.; ORTS BERENGUERA^ALEIJE ÁLVAREZ, Comentarios, 1996, 1843 ss.; defiende la posibilidad de apreciar un concurso de delitos entre ambas infracciones.
MUÑOZ CONDE, PE, 11°, 1996,886; MORALES PRATS/RODRÍGUEZ PUERTA, Así, MORILLAS CUEVA/PORTILLA CONTRERAS, Comentarios a la legislación
Comentarios, 1996, 1231 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, Delitos contra la penal XVI, 1994, 236; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17°, 1994,
Administración pública, 1997, 176 ss. 1207; MUÑOZ CONDE, PE, 11", 1996,838. En este sentido, argumentaba la SAB de
Wff!IKIII!lllllll|¡lllliil|||||||||ii!

468 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 469

b. Segunda diferencia ; ^ • • competencia del funcionario, mientras que, en el delito de tráfico de


influencias la influencia se ejerce para conseguir una resolución.
La segunda diferencia estriba en que en el delito de cohecho se
ofrece la dádiva p a r a conseguir cualquier acto que entre dentro de la
m Entiendo por resolución lo mismo que en el delito de prevaricación,
esto es, u n acto decisorio'^^.

28-7-1995, antes del CP de 1995 que: «la inducción a la prevaricación no incluye el c. Tercera diferencia '•
desvalor del beneficio económico obtenido, mientras que el tráfico de influencias no
incluye el desvalor déla injusticia de la resolución provocada, por lo que, de obtenerse La tercera diferencia es que en principio, no sería relevante a
una resolución injusta sería necesario aplicar los dos tipos en la relación de concurso efectos del delito de tráfico de influencias si la resolución es conforme
medial para agotar totalmente la calificación». (También se manifestaba en este o contraria a Derecho. Por lo que incurrirá en la misma pena el sujeto
sentido la STS de 24-6-1994 (A 5031), en este caso no se aplicó el delito de tráfico de
influencias porque los hechos juzgados eran anteriores a 1991). En contra de esta que influye prevaliéndose sobre un funcionario para conseguir una
solución, y a favor de la aplicación de un concurso de normas se ha manifestado resolución justa, que el que influye para conseguir u n a resolución
SUAREZ MONTES, Homenaje-del Rosal, 1993,1099: «Si borrando por un momento injusta. Esto sin embargo, creo que merece ser matizado. SUAREZ
el nuevo delito de tráfico de influencias, valoramos el ejercicio de una influencia a la MONTES afirma que entender que cualquier resolución capaz de
luz de la participación en el delito de prevaricación, no se comprende fácilmente que,
por el hecho de que esa resolución administrativa prevaricadora genere un beneficio generar un beneficio económico sería adecuada para cumplir los tipos
económico, deba surgir otro delito distinto, un delito más. Por eso será preciso de tráfico de influencias resulta inadmisible político-criminalmente:
entender, para evitar el ne bis in Ídem, que la resolución, aunque se le tome en cuenta «Ejercer influencias para la obtención de una beca, un subsidio, una
dos veces, en una de ellas (en la prevaricación) se toma el contenido de injusto propio pensión, una bonificación o exención fiscal, cuando se tiene derecho a
de ese delito, mientras que en la otra (a efectos del delito de tráfico de influencias) se
la toma sólo como elemento "ortopédico" al servicio de otra infracción heterogénea. ello, no debe caer bajo la ley penal, aunque para ello uno se prevalga
Todo esto suena a artificio. En la supuesta autonomía de la nueva infracción se pierde de la amistad o influencia que pueda tener cerca de un funcionario o
de vista que el beneficio económico sobre el que se monta esa pretendida autonomía autoridad. Mientras la cuestión de fondo se acomode a la ley, la
no es de ordinario sino el reverso de la prevaricación, mejor una buena parte del
aludida forma de conseguirlo no representa algo socialmente intole-
contenido material propio del delito de prevaricación pues como no cabe aquí una
multiplicación de panes y peces, el beneficio que uno logra indebidamente es a costa rable». Además, añade el autor: «Parece inadmisible una responsabi-
de derechos o expectativas concurrentes preferentes de otros que son violados por la lidad penal por inducción a un acto que desde la vertiente funcionarial
resolución conseguida mediante influencia. De ahí que por cuestión de principios, me no constituye prevaricación o alguna otra infracción»^''. 'MI: gt.f ^
parece inadmisible e inmoral la apreciación de un concurso de delitos entre prevari-
cación y tráfico de influencias».
de que el particular penado con inhabilitación especial para cargo o empleo público
Desde mi punto de vista, y especialmente a raíz del nuevo CP de 1995, pudiera
no se le podría aplicar tal pena, en tanto en cuanto no ostenta ningún cargo público.
parecer más convincente la segunda postura, en cuanto a que nuevo delito de tráfico
Se me ocurre, como posible solución para defender un concurso de normas, pero dejo
de influencias recogido en los arts. 428 y 429 CP ya no exige para su consumación
la cuestión abierta, la posibilidad de apreciar una relación de subsunción entre
la obtención de un beneficio económico. Sin embargo, esta solución, que repito, me
ambos delitos, pero considerando que lo que queda subsumido es la inducción al
parece la más deseable, choca con una dificultad importante; según SUAREZ
delito de prevaricación en la autoría del delito de tráfico de influencias. La SAB de
MONTES, el delito que se debe aplicar es el de prevaricación, en principio parece
. 2-3-1998, apUcando el CP 1944/1973, puesto que los hechos se realizan en 1992
que por el principio de alternatividad, pero esto no está claro, puesto que el delito
aprecia el delito de tráfico de influencias del art. 404 bis b para los particulares que
de prevaricación recogido en el art. 404 lleva como pena la de inhabilitación especial
influyen en el funcionario y al funcionario le condena como autor de un delito de
para empleo o cargo público por tiempo de siete a diez años, en tanto que el delito
prevaricación. En la sentencia la Audiencia no plantea la posibilidad de considerar
de tráfico de influencias de particular (art. 429) lleva aparejada pena de prisión de
partícipes del delito de prevaricación a los particulares.
seis meses a un año (si el beneficio no se consigue) y en su mitad superior si se llega
OCTAVIO DE TOLEDO Y UBIETO, La prevaricación, 1980,49 ss. Desde su punto
a conseguir. En principio puede pensarse que la pena de prisión es más grave que
de vista, resolución será: «todo acto decisorio, que afecte al ámbito de los derechos
la de inhabilitación, salvo que se afirme que, conforme al art. 33 CP 1995, no
e intereses de los administrados». Es decir, todo acto de contenido decisorio. En este
siempre la pena de prisión va a ser más grave, porque por ejemplo las penas de
mismo sentido, GARCÍA ARAN, La prevaricación, 1990, 136 ss.; MARTÍNEZ
inhabilitación especial superiores a tres años son «penas graves», en tanto que las
PÉREZ.ADP, 1991,363 ss.; GONZÁLEZ CUSSAC,Mde;¿¿odeprei;ar¿cactón, 1994,
penas de prisión de seis meses a tres años son penas «menos graves». Este podía ser
47 ss.
un argumento de apoyo para seguir afirmando que la pena del delito de prevarica-
ción es superior a la del delito de tráfico de influencias, pero se llegaría al absurdo SUAREZ MONTES, Homenaje-Del Rosal, 1993, 1095 ss. En este sentido, CUGAT
MAURI, Trá/ico de tn/Zuenc/as, 1997, 211 ss.
470 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 471

Además de las razones aludidas por SUÁREZ MONTES, se podría b) Funcionario o particular que ofrecen u n a dádiva al funcionario
añadir una más que se deduce del análisis comparativo con el delito p a r a obtener de él u n a resolución.
de cohecho. Ya argumenté más arriba que desde mi punto de vista el a) En el primer supuesto de hecho será preciso delimitar la
delito de cohecho activo impropio, es decir la conducta del particular responsabilidad penal de dos sujetos diferentes: el particular que
que ofrece o promete u n a dádiva al funcionario para la realización de entrega la dádiva al funcionario y el funcionario que acepta la dádiva
un acto justo o de u n acto no prohibido legalmente es u n a conducta para influir sobre otro funcionario.
atípica. Por tanto, si se puede defender que el delito de cohecho activo La responsabilidad del particular que entrega la dádiva variará,
sólo es punible cuando viene relacionado con un delito de cohecho según cuál sea la responsabilidad del funcionario que la acepta. El
pasivo propio, más aún se podrá defender la atipicidad de la conducta funcionario que acepta la dádiva cometerá un delito de cohecho
de influencia con prevalimiento cuando se t r a t a de conseguir u n a pasivo, siempre que la acepte por realizar u n acto propio de su cargo.
resolución conforme a Derecho, puesto que en estos casos ni siquiera Si el funcionario influye sobre otro funcionario prevaliéndose de su
entra en juego el carácter de venalidad propio de las conductas de relación jerárquica con él, habrá que diferenciar si ese prevalimiento
cohecho, que impregnan a dichas conductas de una mayor gravedad. constituye o no u n acto de su cargo. Es decir, será distinto si el
Sin embargo, creo que esta opinión es más una petición de princi- funcionario, por ejemplo, tiene potestad para ordenar una determina-
pios que una realidad, porque la ley no distingue entre u n tipo u otro da resolución, como órgano delegante de la Administración e influye
de resoluciones, por lo que entiendo que formalmente encajan en el sobre el órgano delegado. En este supuesto no veo problemas para
tipo tanto aquellas influencias que van destinadas a conseguir una considerar que el funcionario que influye comete por un lado un delito
resolución injusta, como aquellas que van destinadas a u n a resolución de cohecho pasivo propio del art. 419 CP (acepta una dádiva para
justa. De hecho h a y u n argumento en contra de la opinión de SUÁREZ realizar un acto propio de su cargo constitutivo de delito), y a la vez,
MONTES, y es que la ley cuando quiere referirse a resolución o acto en concurso real-medial con éste, u n delito de tráfico de influencias del
injusto lo dice expresamente (prevaricación, cohecho). Otra cuestión art. 428 CP.
es si por el principio de insignificancia, adecuación social o tolerancia El particular que entrega la dádiva cometerá un delito de cohecho
social, etc. algunos de los casos citados por SUÁREZ MONTES pueden activo, pudiéndosele considerar a su vez inductor del delito de tráfico
excluirse del tipo, pese a encajar literalmente en él. de influencias si la iniciativa parte de él, y si no, cooperador necesario.
La mayoría de los autores que se pronuncian sobre este tema (que ^ Es diferente el caso en el que el funcionario influye prevaliéndose
no son demasiados) considera como típica tanto la resolución justa de su relación personal o jerárquica sobre el otro funcionario, pero sin
como la injusta^'' que de dicha relación jerárquica se pueda deducir competencias o
facultades de carácter objetivo sobre el otro funcionario, sino que se
3. Relación concursa! entre ambos delitos aprovecha únicamente de su mayor rango dentro de la Administra-
ción y de los privilegios o ventajas que ello le reporta. En este caso, el
Se pueden plantear dos supuestos de hecho que ajmden a resolver funcionario que influye sobre el otro funcionario cometería un delito
la cuestión concursal entre el delito de tráfico de influencias recogido de tráfico de influencias del art. 428 CP, pero no un delito de cohecho,
en los arts. 428 y 429 CP y el delito de cohecho, tanto pasivo como puesto que falta uno de los requisitos típicos de este delito, como es el
activo: que el funcionario acepte la dádiva por realizar un acto relativo al
a) Funcionario que a cambio de u n a dádiva influye en otro funcio- ejercicio de su cargo. Se plantearía en este caso la duda de si el
nario, prevaliéndose para ello de su relación personal con el funciona- funcionario que se h a ofrecido a influir sobre otro funcionario a cambio
rio o de su relación jerárquica. de u n a dádiva, respondería además por el delito tipificado en el art.
430 CP.
En principio este precepto parece u n a forma específica de acto
Así, GARCÍAS PLANAS PJ^S, 1993,28 ss.; RUBIO, CDJII, 1994,129; MORILLAS
CUEVA/PORTILLA CONTRERAS, Comentarios a la legislación penal XVI, 1994, preparatorio respecto a los dos anteriores. Este precepto h a sido muy
236; RODRÍGUEZ DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17^ 1994, 1207; criticado por la doctrina, por entender que lo único que parece proteger
"•^

472 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 4^3.

es el prestigio o buen nombre de la Administración, porque no requiere que sea suficiente el derivado de la mera relación personal. Dentro de
que en el mismo participen funcionarios, ni tampoco que las conductas este prevalimiento podría incluirse el ofrecimiento de u n a retribución
de los preceptos anteriores lleguen a realizarse. En este sentido, lo económica, el perdón del pago de una deuda, etc. En estos casos, sin
lógico sería interpretar que cuando el sujeto que ofrece realizar alguna embargo es preferente el delito de cohecho que supone una influencia
de las conductas tipificadas en los artículos anteriores llega a realizar- más específica en el proceso motivador del funcionario, puesto que en
la, el ofrecimiento quedaría subsumido en el art. 428 o 429 CP. Sin el delito de cohecho la influencia se reaUza siempre a través de medios
embargo, si se analizan las penas esta solución no parece t a n clara. económicos, y en este sentido se podría defender la relación de
Hay que tener en cuenta que en el art. 428 CP al funcionario se le especialidad entre ambos delitos.
castiga con la pena de prisión de seis meses a un año, multa del tanto Ahora bien, el ofrecimiento de una dádiva no integra siempre el
al duplo del beneficio perseguido u obtenido e inhabilitación especial delito de tráfico de influencias. El tipo de tráfico de influencias exige
para empleo o cargo público por tiempo de tres a seis años. En el art. una previa relación entre los dos sujetos de la que uno de ellos se
430 la pena será la de prisión de seis meses a un año, además de la aprovecha, por lo que si uno de ellos, sin que hubiera u n a relación
posibilidad que se le brinda al juez p a r a poder decretar la suspensión anterior, le ofrece u n a dádiva al otro, sólo se cumphría el tipo de
de las actividades de la sociedad, empresa, organización o despacho y cohecho correspondiente, pero no el tipo de tráfico de influencias. Esta
la clausura de sus dependencias abiertas al público por tiempo de seis interpretación se deduce del propio tenor de los arts. 428 y 429 cuando
meses a tres años (si bien es verdad que cuando se trate de funciona- dicen «prevaliéndose de cualquier otra situación derivada de su
rios esta pena no tendrá demasiada relevancia, puede haber casos en relación personal». Por ello, creo que el principio que debe aphcarse
que sí, por ejemplo cuando se trata de u n funcionario a tiempo parcial para resolver el concurso de normas es el principio de alternatividad
que además tiene u n despacho y ejerce). Después del análisis de las (art. 8,4" CP). Conforme a este principio se apreciará delito de cohecho
penas se puede al menos dudar sobre si el desvalor de esta conducta activo (art. 423,1 CP). El supuesto más problemático, por tener penas
queda recogido en los dos preceptos anteriores, o si por el contrario la menos graves, sería el del cohecho activo que sea reverso del pasivo del
ley quiere otorgar siempre un especial desvalor al hecho de solicitar art. 421 CP. Entiendo que de darse este supuesto, lo cual es difícil
dádiva o cualquier otra clase de remuneración económica, considerán- porque en pocas ocasiones u n a abstención va constituir u n a resolu-
dose por tanto la aplicación de un concurso de delitos. ción, debería aplicarse el delito de tráfico de influencias.
b) El segundo supuesto es diferente. En este caso el particular o el
funcionario utiliza como medio de motivar al funcionario u n a dádiva.
Este caso encajaría en el tipo de cohecho activo, siempre que la 4. Conclusiones
resolución constituyera un delito o un acto injusto, puesto como ya he 1) Desde mi punto de vista el dehto de tráfico de influencias, tal y
defendido más arriba no creo que se pueda defender la penalidad del como está regulado, crea más problemas que los que resuelve. Habría
cohecho activo impropio. sido más conveniente, si se veía oportuno tipificar esta clase de
La doctrina se muestra unánime al afirmar que cuando la influen- influencias, haberlo hecho amphando el dehto de cohecho, de manera
cia se lleva a cabo a través de u n a remuneración económica deberá que, al lado de la venaüdad que tradicionalmente y que conforme a
apreciarse un concurso de normas, y se aplicará el delito de cohecho nuestra regulación recoge este delito, se hubiera abierto la posibilidad
como límite superior de esta figura delictiva^^. Sin embargo, es de que el funcionario se dejase influir por otro intereses, de manera
importante estudiar cuál es la relación entre ambos delitos. similar a como se regula en el StGB (§§ 331 ss.) o en el Código penal
Se podría decir que el prevalimiento en el delito de tráfico de italiano (arts. 318 ss.)''•'. Eflo me parece más conveniente por dos
influencias aparece diseñado de forma muy amplia: basta cualquier razones:
clase de ascendiente sobre el funcionario, como lo prueba el hecho de - En primer lugar, porque se salvaría el escollo de castigar o no al
funcionario que accede a la influencia, puesto que, si estamos ante

Por todos, SUAREZ MONTES, Homenaje-Del Rosal, 1993, 1097, 13 DÍAZ Y GARCÍA GONLLEDO/OLAIZOLA NOGALES, AJA 223, 1995, 4.
474 INBS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 475

delitos contra la Administración pública, no parece que tenga dema- el delito recogido en el art. 430, que éste último quedara absorbido por
siado sentido poder castigar al particular que pone en peligro ese el delito de cohecho (art. 8,2"). (Por su parte, el particular que entrega
correcto funcionamiento de la misma, y sin embargo, dejar sin castigo el dinero al otro particular para que éste se lo ofrezca al funcionario,
al funcionario que en último término tiene el dominio funcional para podría ser cooperador necesario del delito de cohecho activo).
poder lesionar el bien jurídico protegido. Respecto al delito de cohecho, el art. 430 supone un auténtico acto
- En segundo lugar, porque como ya expliqué cuando estudié el preparatorio, cuya punición podría ser criticable, entre otras cosas,
concepto de dádiva, etc., desde el punto de vista del bien jurídico no porque no se corresponde con ninguno de los definidos en la parte
parece, y así lo expuse en su momento^", que sólo las remuneraciones general del Código penal (art. 17 CP)^^.
económicas se puedan considerar constitutivas de un delito de cohecho,
pero que razones históricas y sobre todo literales llevaban a aceptar
únicamente esta clase de remuneraciones dentro del concepto de dádiva, III. DELITO DE COHECHO Y EL DELITO DE NEGOCIACIONES
presente, ofrecimiento y promesa. En todo caso, y si se considerase que PROHIBIDAS A LOS FUNCIONAEIOS PÚBLICOS
estos medios económicos suponen un mayor riesgo de que el funcionario
aceptara, se podía graduar la pena, imponiéndose una pena mayor en A. Regulación del delito de negociaciones prohibidas a los funcio-
aquellos casos en los que lo que se ofreciese tuviera carácter económico.
narios públicos
2) Tal y como está la regulación en nuestro Código penal, estimo
que en aquellos casos en los que la influencia y el prevalimiento El delito de negociaciones prohibidas se recoge en los arts. 439,440
vengan realizados a través de una remuneración económica se produ- y 441 CP. El art. 439 establece la conducta básica del delito de
cirá un concurso de normas que se debe resolver en virtud del principio negociaciones prohibidas. El art. 440 extiende la conducta típica del
de especialidad y de alternatividad (art. 8,1" y 4" CP), con la única art. 439 a los peritos, arbitros y contadores por un lado, así como a los
excepción de aquellos supuestos en los que el cohecho activo sea el tutores, curadores o albaceas. El art. 441 indica una serie de incom-
reverso del cohecho del art. 421, puesto que en estos casos la pena del patibilidades entre la función pública y determinados trabajos priva-
cohecho será menos grave. dos. El art. 439 CP, que es el que presenta mayores problemas en
3) Puede darse u n concurso de delitos (real-medial) entre el delito cuanto a su relación con el delito de cohecho, reza de la siguiente
de cohecho y el delito de tráfico de influencias en aquellos casos en los manera: «La autoridad o funcionario público que, debiendo informar,
que el funcionario a cambio de una dádiva se ofrezca a influir sobre por razón de su cargo, en cualquier clase de contrato, asunto, opera-
otro funcionario prevaliéndose de su posición jerárquica, (a través, por ción o actividad, se aproveche de tal circunstancia para forzar o
ejemplo de una orden), cuando esa orden entre dentro de su competencia. facilitarse cualquier forma de participación, directa o indirecta o por
4) Respecto al art. 430 CP, aunque en principio pudiera parecer un persona interpuesta, en tales negocios o actuaciones, incurrirá en la
acto preparatorio respecto a los otros dos preceptos que recogen el pena de multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitación especial
delito de tráfico de influencias, la escasa diferencia de penas puede p a r a empleo o cargo público por tiempo de uno a cuatro años».
hacer dudar de esta solución, pudiéndose plantear la posibilidad de un
concurso de delitos entre ambos. Si la conducta que el sujeto se ofrece
B. Relación entre el delito de cohecho y el delito recogido en el art.
a realizar constituye a su vez un delito de cohecho, por ejemplo, el
particular solicita u n a dádiva a otro particular y se la ofrece a un ••• 439CP :., ,.;,,,,;•;,«••- '^f-• . , \ n , . :s:. 1 •'>:'v^'r... ^.:., ^:]'. :..:;• ••^.-,: '
funcionario para de esta forma conseguir que éste dicte u n a resolución Es interesante estudiar la relación de este delito con el delito de
generadora de u n beneficio económico, lo lógico, dada la diferencia de
cohecho, porque desde mi punto de vista ambos delitos presentan
penas existente entre los distintos tipos de delito de cohecho pasivo y
claras superposiciones.

Vid. capítulo III, sección segunda, V, 5. 21 DÍAZ Y GARCÍA CONLLBDO/OLAIZOLA NOGALES, AJA 223, 1995, 4. U
476 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 477

La conducta consiste en forzar o facilitarse cualquier participación que la omisión no sea delictiva, pues, si no, estamos ya ante el cohecho
directa o indirecta en un contrato, asunto, operación o actividad en la pasivo propio más grave del art. 419)^^.
que el funcionario deba informar por razón de su cargo. Ante esta perspectiva es importante ver si hay supuestos en los que
Entiendo que aquí hay que diferenciar dos clases de situaciones no haya dichas superposiciones. Se podría decir que el art. 439 exige
diferentes. Por u n lado aquellos supuestos en los que el funcionario, p a r a su consumación que se consiga la participación en el negocio,
o por ejemplo su cónjoige, pertenecen a u n a determinada sociedad, y aunque no obtenga finalmente beneficios por ello^'^. No obstante, aun
el funcionario, a través del informe que debe realizar por razón de su considerando que el delito de negociaciones prohibidas necesita de la
cargo, favorece a dicha sociedad y así se favorece a sí mismo directa- efectiva participación, cosa que desde luego es dudosa con la redacción
mente o a través de su cónyuge. En estos casos la conducta no coincide del precepto, ello será relevante a la hora de resolver la relación entre
con la conducta típica del delito de cohecho, puesto que no hay dos ambos delitos, pero no impide que el delito de cohecho se haya
partes una que ofrece y otra que acepta como ocurre en aquel delito. consumado previamente.
Sin embargo, también encajarán en el tipo del art. 439 CP aquellos
supuestos en los que el funcionario no forma parte de la sociedad (ni C. Solución a las superposiciones
su cónyuge tampoco) y debiendo informar por razón de su cargo,
fuerza a los miembros de la sociedad p a r a que le hagan llegar parte de 1. Posible concurso de delitos
los beneficios de la empresa, para que le cedan parte de las acciones,
etc. (o un directivo de la misma se lo ofrece y acepta). Ejemplo: en un Dado que el bien jurídico protegido en ambos delitos es el mismo,
determinado ayxintamiento se va a adjudicar una determinada con- t r a t a r de evitar que los funcionarios públicos, mezclen los intereses
trata. El funcionario encargado de realizar el informe de adjudicación generales con sus intereses privados, porque ello pone en peligro las
llama a los socios de una de las empresas concursantes p a r a proponer- condiciones básicas de funcionamiento de la Administración pública
les que, si le ceden parte de los beneficios de ese año, el informe les será de cara al correcto servicio que ésta debe prestar a los ciudadanos
muy favorable^^. conforme a los criterios de objetividad, imparcialidad y legalidad
Esta misma conducta encaja en los arts. correspondientes al delito establecidos por la CE^'', no parece lógico apreciar entre ambas
de cohecho pasivo (arts. 419 ss. CP), puesto que se t r a t a de un infracciones un concurso de delitos, sino más bien un concurso de
funcionario que exige o solicita una dádiva, etc., para realizar un acto normas.
propio de su cargo. Por otro lado el desvalor del hecho queda recogido de forma
Es preciso plantearse también la posibilidad de que el tipo conte- completa con la aplicación de uno de los dos preceptos, (salvo que se
nido en el art. 439 pueda consistir precisamente en la no realización considere necesaria para la consumación del delito de negociaciones
del informe y que esta conducta constituyan la de abstención recogida prohibidas la efectiva participación, en cuyo caso se podría acudir a un
en el cohecho del art. 421 CP. Desde mi punto de vista no existe ningún concurso ideal de delitos) sin que quede fuera ningún aspecto jurídi-
obstáculo para ello. Hay que tener en cuenta que la conducta típica camente relevante^*'. Tanto si se aplica el delito de negociaciones como
que el funcionario realiza no es la de informar, sino la de «aprovechar-
se de que debe informar para forzar o facilitarse una participación».
Creo que pudiera encajar dentro del tipo la conducta de aquel funcio- Algunos supuestos encajarán también en el delito de amenazas del art. 171 CP. Vid.
supra, capítulo III, sección segunda. I, 3, c, e l .
nario que ofrece no emitir un informa a la sociedad A, si la sociedad B, Así lo interpreta ORTS BERENGUER, Comentarios, 1996, 1867. Aunque el autor
rival de la primera, le hace socio. O que no emitirá un informe (debido) manifiesta dudas por la propia redacción del precepto.
negativo del todo p a r a u n a sociedad si ésta le da parte en ella (siempre MIR PUIG, NEJXVII, 1982, 203 ss., respecto al delito de negociaciones prohibidas
afirma que la mezcla de intereses públicos y privados pone en peligro el correcto
servicio que la Administración debe prestar a los ciudadanos.
Este argumento, aun cuando el bien jurídico sea el mismo puede hacer que lo
correcto sea la apreciación del concurso de delitos. Así lo afirman respecto a otros
MUÑOZ CONDE, PE, 11", 1996, : delitos, MIR PUIG, ADP, 1988,988 ss.; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, P J Í6,1989,
478 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 479

si se aplica el delito de cohecho se estará teniendo en cuenta la inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de uno
conducta del funcionario que solicita u n a dádiva por realizar u n acto a tres años.
que entra dentro de sus funciones.
b. Principio de alternatividad: art. 8,4" CP o principio de consunción: art.
2. Concurso de normas 8,3" CP
a. Principio de especialidad: art. 8,1" CP Como ya se ha visto más arriba la solución no va a ser, normalmen-
te, la aphcación del principio de especialidad, porque ello supondría
En principio parecería lógico entender que entre ambas normas
privilegiar al sujeto con la aplicación del art. 439. Por tanto, en
rige el principio de especialidad en favor del art. 439, por ser éste
aquellos casos en los que la conducta encaje tanto en un delito de
precepto más específico (el funcionario exige una participación econó-
cohecho como en el delito de negociaciones prohibidas a los funciona-
mica que se deriva específicamente del contrato o actividad sobre el
rios públicos se aplicará el principio de alternatividad del art. 8,4° CP,
que tiene el deber de informar y se aprovecha de ello); sin embargo, si
es decir se aplicará el precepto penal más grave, que será en todo caso
se aplica el principio de especiahdad, el funcionario resultará privile-
el dehto de cohecho, a excepción de los casos en los que el delito de
giado, efecto que en el caso que se está estudiando no tendría ningún
cohecho aphcable fuera el recogido en el art. 421 CP. O bien, en
sentido^'', en los supuestos en los que la conducta encaje en el art. 419
aquellos casos en los que la diferencia de pena fuera notable, como en
o 420 CP. La pena del art. 419 es de prisión de dos a seis años, multa
los supuestos en los que cupiera apreciar un delito propio del art. 419
del tanto al triplo del valor de la dádiva e inhabilitación especial para
CP o del art. 420 (cuando el acto injusto llegara a reaüzarse) se podría
empleo o cargo público por tiempo de siete a doce años; la del art. 420
pensar enla apreciación de una relación de consunción (art. 8,3") entre
CP incluso en aquellos casos en los que el acto injusto no llegue a
ambas infracciones, entendiendo que en el desvaler de hecho del delito
realizarse la pena será superior a la del art. 439 CP, porque será de
de cohecho queda recogido el del delito de negociaciones prohibidas.
prisión de uno a dos años, inhabilitación especial para empleo o cargo
público por tiempo de tres a seis años y multa del tanto al triplo del
valor de la dádiva. El único supuesto en el que la pena por delito de c. Conclusión
cohecho puede ser inferior a la establecida en el art. 439, por tanto,
Se puede concluir diciendo que la conducta tipificada en el delito de
podría justificarse la aplicación de este precepto en virtud del princi-
negociaciones prohibidas coincide en algunos casos con la del delito de
pio de especialidad, es el del art. 421 CP (cuando la dádiva tenga por
cohecho. (No coincidirá, como ya se h a visto en aquellos supuestos en
objeto que el funcionario público se abstenga de practicar u n acto que
los que el funcionario o por ejemplo su cónyuge pertenecen a una
debiera practicar en el ejercicio de su cargo). La pena que establece el
determinada sociedad y el primero a través de un informe beneficioso
art. 421 CP es la de multa del tanto al duplo del valor de la dádiva e
para dicha empresa, se favorece a sí mismo, bien directamente o bien
a través de su cónyuge. En estos casos la conducta no coincide con la
tipificada en los dehtos de cohecho, porque no hay dos partes, una que
209 ss.; LUZÓN PEÑA, Estudios penales, 1991, 391 ss.; GRACIA MARTÍN, Bienes ofrece y otra que acepta).
jurídicos fundamentales, 1993, 167 ss. Sin embargo, como ya se ha visto, y tal como se ha redactado el art.
2^ LUZÓN PEÑA, Estudios penales, 1991, 408. (No expresamente respecto de este
supuesto). Estoy de acuerdo con este autor en que se puede admitir la relación de 439 CP, sí que h a b r á supuestos en los que coincida la conducta de
especialidad para privilegiar un determinado supuesto en aquellos casos en los que ambos delitos. En estos casos he rechazado la posible aplicación de un
los elementos específicos de la norma especial impliquen precisamente una menor concurso de delito porque entiendo que no sólo protegen ambos el
gravedad de la conducta o una menor necesidad preventiva de la sanción, pero el mismo bien jurídico, sino que no hay ningún aspecto jurídicamente
privilegio resulta absurdo cuando los elementos específicos suponen un mayor
desvalor. Si bien los elementos específicos del art. 439 pueden no suponer un mayor relevante de las conductas que se quede fuera de la valoración cuando
desvalor que ios genéricos del delito de cohecho, desde luego lo que no suponen en se aphque una sola de las normas. Se podría defender u n concurso de
ningún caso es un desvalor menor. . delitos si se considerase que para la consumación del delito de
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480 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 481

negociaciones prohibidas haría falta la efectiva participación por parte, tampoco es aplicable el art. 421 cuando la abstención a la que
parte del funcionario, pero desde mi punto de vista, no parece que ello el funcionario se compromete constituya u n delito de prevaricación,
sea exigible con el tenor literal del precepto. puesto que el art. 419 reconoce expresamente este la aplicación de este
Para la solución del concurso de normas he rechazado la aplicación precepto, tanto cuando el funcionario se compromete a realizar un
del principio de especialidad (art. 8,1° CP), porque ello supondría acto en el ejercicio de su cargo una acción u omisión constitutivas de
privilegiar absurdamente al sujeto, salvo en aquellos casos en los que delito.
el delito de cohecho cometido consistiera en una abstención, porque en La relación de concurso de delitos entre el delito de cohecho y el
estos casos la pena del delito de cohecho es menor, por lo que se podría delito de prevaricación es deducible de la propia estructura del delito
entender aplicable este principio. E n los demás casos deberá aplicarse de cohecho, ya que al tratarse de delitos de simple actividad en los que
el principio de alternatividad (art. 8,4° CP) en favor del delito de no es preciso para su consumación ningún tipo de resultado lesivo o de
cohecho, e incluso, en los casos en los que la pena sea claramente peligro concreto (no es necesario, en lo que aquí nos interesa, que el
superior, como aquellos en los que se comete un delito de cohecho del funcionario llegue a realizar el acto por el que acepta la dádiva), si el
art. 419 o del art. 420 (cuando el acto injusto llegara a ejecutarse), se sujeto llega a realizar el acto, y éste es constitutivo de u n delito de
podía apreciar una relación de consunción (art. 8,3° CP). i ; prevaricación, la relación entre ambos delitos será de concurso de
delitos. Por otro lado el propio tenor literal del art. 419 ya indica esta
relación concursal:«... sin perjuicio de la pena correspondiente al delito
IV. DELITO DE COHECHO Y EL DELITO DE PREVARICACIÓN cometido en razón de la dádiva o promesa». A pesar de que ambos
delitos protegen el correcto funcionamiento de la Administración,
A Relación entre ambos delitos entendido éste, como el correcto servicio que la Administración debe
prestar a los ciudadanos, ya se ha afirmado cuando se h a estudiado el
La relación entre el delito de cohecho y el delito de prevaricación no tema del bien jurídico, que dicho bien es demasiado amplio y que era
presenta, desde mi punto de vista, excesivos problemas, puesto que, necesario concretar qué aspectos de ese correcto funcionamiento se
en la mayoría de los casos, va a constituir un concurso de delitos, ven perturbados con las conductas que vienen tipificadas como delito
normalmente u n concurso medial de delitos, en el que el delito de de cohecho. Ya se h a visto que el cohecho supone fundamentalmente
cohecho va a ser el medio para la consecución de u n fin delictivo u n a mezcla de intereses públicos con intereses privados que perjudi-
constitutivo de prevaricación. can el funcionamiento interno, pero que sobre todo frustran las
Esta concurrencia del delito de prevaricación con el delito de expectativas que los ciudadanos tienen en la Administración, al
cohecho, sólo es posible con el delito de cohecho tipificado en el art. 419 producirse la sensación de que para obtener un servicio el funcionario
y con el delito de cohecho subsiguiente del art. 425, 2" en el apartado no va a atender al interés general, sino que va a priorizar sus propios
que se refiere a un acto ya realizado constitutivo de delito. En aquellos intereses. Estos aspectos se perturban desde el mismo momento en
supuestos en los que el acto que se compromete a realizar u n acto que el ciudadano sabe que tienen que «pagar» los servicios de la
injusto, debe tratarse de un acto que no constituya a su vez u n delito Administración, o que incluso el funcionario a cambio de dinero está
de prevaricación, porque en tal caso se acudirá al art. 419^^^. Por otra dispuesto a todo, incluso a cometer u n delito, aunque finalmente no
llegue a cometerlo. Si el funcionario llega a dictar la resolución
'^^ Por ello considero errónea la afirmación de GONZÁLEZ CUSSAC, El delito de arbitraria, se produce una mayor perturbación del correcto funciona-
prevaricación, 1994, 130, cuando afirma: «Fuera del supuesto del art. 385, donde
éste constituye delito y se deberá castigar separadamente, la pena se impone en
función directa de si el acto se ha ejecutado o no. Si no se ha ejecutado no podrá este razonamiento, y es que en ningún caso en que el acto que se compromete a
tampoco haber existido prevaricación. Si por el contrario sí se ha ejecutado, realizar el funcionario constituya un delito de prevaricación, es decir delito, va a ser
entonces la pena del cohecho aumenta, con lo que parece absorber también ese aplicable el art. de cohecho relativo a acto injusto (art. 420 CP 1995 y 386 CP 1944/
mayor contenido de injusto. Se resuelve entonces el conflicto por la vía del concurso 1973), sino que siempre se acudirá al art. 419 CP (en el CP anterior, al que se refiere
de leyes, aplicando la regla de subsidiariedad expresa». Creo que hay un error en el autor, el art. 385). ,-. ... ,.,..,,. ,
482 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE GOHECHO 483

miento de la Administración, que si no llega a dictarla, y ello, desde mi particular que cometiera un delito común motivado por ese mismo
punto de vista, debe quedar reflejado en la pena, a través de la dinero, y esto no tiene sentido, porque precisamente si la conducta de
aplicación de un concurso de delitos. aceptación de dinero por cometer u n delito se eleva en determinados
Por otro lado, tampoco considero viable la idea de considerar que casos a delito (de cohecho), es porque se considera más grave la
el delito de prevaricación pudiera absorber el delito de cohecho, entre conducta del funcionario que acepta dinero en el ejercicio de su función
otras cosas, dada la diferencia de pena. que la de un particular que acepta dinero para realizar cualquier otro
Creo que es rechazable la propuesta de apreciar u n delito de delito.
prevaricación con la agravante de precio^^. Además hay otras dos notas que implican esta mayor gravedad de
JARAMILLO afirmaba"' que «el cohecho es sustancialmente una la oferta y la aceptación de dinero en el ámbito de la Administración.
prevaricación cometida por precio, recompensa o promesa». Al mar- En primer lugar, es por todos conocida la discusión doctrinal acerca
gen de que el funcionario pueda comprometerse a realizar actos de si la agravante del art. 22,3" CP debe agravar la pena del sujeto que
delictivos que no constituyan delito de prevaricación, sino por ejem- ofrece el precio o únicamente del sujeto que lo acepta^^; sin embargo
plo, delitos de falsedades, delitos de nombramientos ilegales, etc., lo esta discusión no se plantea cuando se trata de ofrecer dinero a un
que sí que es verdad es que en todos esos casos el funcionario viene funcionario para que realice un acto del ejercicio de su función que
motivado por una dádiva, un presente, etc., y en ese sentido puede constituya delito, porque esa conducta constituye por sí misma un
afirmarse que el funcionario «ejecuta el hecho mediante precio, delito de cohecho activo (art. 423 CP).
recompensa o promesa», móviles considerados trascendentes desde En segundo lugar, es unánime la doctrina al afirmar que para la
siempre por la doctrina, y recogidos desde siempre como constitutivos aplicación de la agravante el precio, la recompensa o la promesa deben
de una agravante en nuestros Códigos penales'^'. P a r a la apreciación haberse pactado con anterioridad al delito, independientemente de
de dicha agravante es necesario que exista un pacto expreso o que su entrega efectiva sea posterior'''. Ello tampoco es exigible en el
implícito, pero previo entre al menos dos personas el que ofrece el delito de cohecho, que admite la posibilidad de cohecho subsiguiente
precio y el que lo acepta. Por otro lado, es preciso que sea ese precio, (art. 425,2" CP), es decir, la dádiva, presente, etc., pueden admitirse
recompensa o promesa lo que mueva al autor a ejecutar el hecho"*^. con posterioridad a la realización del acto, por lo que se amplía el
Lo que, desde mi punto de vista, se produce con la regulación del ámbito de aplicación, con respecto a la agravante. Por cierto, que en
delito de cohecho es elevar en determinados casos la conducta del
ofrecimiento del precio y de su aceptación a la categoría de delitos
A favor de la primera opción, es decir, partidario de aplicar la agravante a ambos
autónomos (delito de cohecho activo y pasivo respectivamente), lo que sujetos, bajo la vigencia del CP 1944/1973, MIR PUIG, ADP ;973,360 ss. Este autor
tiene como consecuencia que al funcionario que comete u n delito de considera aplicable la agravante tanto al que paga como al que recibe porque
prevaricación motivado por la aceptación de una dádiva no le sea considera que se puede hablar de un doble fundamento, uno referido a ambos
aplicable la agravante del art. 22, 3° CP, pero sí el delito de cohecho, sujetos, que reside en la mayor peligrosidad que supone la dificultad de descubrir
a los responsables cuando mediaba precio, ya que éste rompe la cadena motivacional
porque si se considera absorbido por el delito de prevaricación el delito que une al inductor con el delito, mientras que el autor material no tiene ningún
de cohecho, resultaría que estaría menos penado el funcionario que motivo que pudiera relacionarlo con la víctima. Por otro lado el fundamento
comete un delito de prevaricación motivado por dinero, que cualquier específico para el autor material reside en el motivo bajo que representa el precio
y que afectaba al desvalor subjetivo del injusto. En contra, CÓRDOBA RODA,
Comentarios!, 1972, 560 ss.; MARTÍNEZ PÉREZ, CPC 19,1983,50 ss. que alegan
que la agravante sólo es aplicable al autor material, porque la ley exigía «cometer
En este sentido se ha manifestado el TS en algunas sentencias, 18-2-1992 (A 5961); el delito mediante precio, recompensa o promesa» (art. 10, 2° CP 1944/1973). Este
26-3-1992 (A 2475); 18-1-1993 (A 126); 6-4-1993 (A 3043); 5-6-1993 (A 4824); argumento es rebatido por el propio MIR PUIG, quien sostiene que también el
JARAMILLO GARCÍA, CP II, 1929, 159. inductor comete un delito; sin embargo ahora reconoce este autor en PG, 4° ed.,
Vid. por todos, FERRER SAMA, Comentarios 1,1946, 343; ANTÓN ONEGA, PG I, 1996, 643, que conforme el actual art. 22,3" CP 1995 al sustituir la expresión
1949, 356 ss.; Se trata de móviles considerados especialmente viles o bajos. El GP «cometer el delito» por la de «ejecutar el hecho», puede haber pretendido precisa-
de 1995 recoge también estos móviles como agravante en su art. 22,3°. mente que la agravante sólo le sea aplicable al autor material.
MARTÍNEZ PÉREZ, CPC 19, 1983, 45 ss. Por todos, MARTÍNEZ PÉREZ, CPC 19, 1983, 54 ss. ;,;:'; -
"TMEi: 'W^ llIliUllliyilll:!

484 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 485

estos supuestos el concurso de delitos entre el delito de cohecho y la ción, se está haciendo referencia únicamente a dos tipos de cohecho.
prevaricación no será medial, sino real normal. El cohecho antecedente del art. 419 CP y el cohecho subsiguiente del
Todos estos datos implican que si en un delito común en el que el art. 425,2° CP en lo que se refiere a u n acto ya reahzado constitutivo
sujeto viene motivado por precio, se aplica la agravante, cuando se de delito.
trata de un delito de funcionario en el que viene motivado por u n La relación entre el dehto de cohecho y el delito de prevaricación es
soborno, éste no puede quedar consumido por el delito cometido. de concurso de delitos. Deben diferenciarse aquellos supuestos de
Así, la doctrina h a defendido mayoritariamente un concurso real cohecho antecedente, en los que el concurso será real-medial, porque
de delitos entre el delito de cohecho y el delito de prevaricación^^. normalmente los delitos van a estar en u n a relación de medio a fin, de
El concurso real, aquellos casos del art. 419, esto es, en los supuestos aquellos casos de delitos de cohecho subsiguientes en los que el
de cohecho antecedente, (no en los supuestos del cohecho subsiguiente concurso entre ambos será real-normal.
del art. 425,2°) será medial, porque el cohecho estará normalmente Se demuestra claramente en esta relación entre el delito de
respecto a la prevaricación en una relación de medio a fín^''. cohecho y el delito de prevaricación, como, a pesar de tratarse de
Cuestión distinta es la que se refiere al problema ya antes mencio- delitos que protegen el mismo bien jurídico, no existe entre ellos un
nado^'' que se refiere a que la mayoría de las actos injustos que un concurso de normas, sino de delitos, precisamente porque uno sólo de
funcionario realiza son actos decisorios, por lo que constituyen a su vez ellos no puede recoger todo el desvalor del hecho, porque se quedarían
resoluciones injustas, y en este sentido pueden conformar u n delito de fuera aspectos jurídicamente relevantes de las conductas'^'^.
prevaricación siempre que se cumplan el resto de los elementos típicos
de este delito.
I 1 1 . M , " I • : ,1,1 i •

B. Conclusión , . ' , ,
En primer lugar es importante tener en cuenta que cuando se
habla de la relación entre el delito de cohecho y el delito de prevarica-

PACHECO, CPII, 1848, 497; DE VIZMANOS/ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Comenta-


rios I, r, 1853, 293; VIADA Y VILASECA, CP, 3°, 1885, 479; JARAMILLO
GARCÍA, CP 77, 1929, 159; QUINTANO RIPOLLÉS, Comentarios 11, 1946, 212;
JASO ROLDAN, Pfi77,1949,216; CASAS BARQUERO,£lJi97S, 913 ss.; BUSTOS
r ! • ' ^ - i ; . i ' , : : " : - " . ' i <:;":'
RAMÍREZ, PE, 2\ 1991, 376; ORTS BERENGUBR, PE, 1993, 475; RODRÍGUEZ
DEVESA/SERRANO GÓMEZ, PE, 17", 1994,1179; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO,
EJBI, 1995, lQS?,;Delitos contraía Administración Pública, 1997,163s.; VALEIJE
ÁLVAREZ, La corrupción, 1995, 250; ORTS BERENGUER/VALEIJE ÁLVAREZ,
Comentarios, 1996,1821; MUÑOZ CONDE,P£;, 11°, 1996,864;MORALESPRATS/
RODRÍGUEZ PUERTA, Comentarios, 1996, 1205; DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO/
OLAIZOLA NOGALES Huarte de San Juan, (en prensa);. Del mismo modo se
interpreta en Alemania, así, por ejemplo, JESCHECK, LK, 10°, 1988, § 332, nm. 18;
RUDOLPHI, SK, 4\ 1991, § 332, nm. 21; SCHONKE/SCHRÓDER/CRAMER, En este punto considero muy interesante la observación que me hizo el Prof. Boix
StGB, 25°, 1997, § 332, nm. 28 en el acto de defensa de la tesis doctoral relativa a la exclusión del delito de
Esta misma conclusión será aplicable a aquellos supuestos de prevaricación prevaricación de la Ley del Tribunal del Jurado. Esta Ley establece la competencia
específica, como puede ser la prevaricación judicial (arts. 446 ss CP); delito de del jurado para el enjuiciamienito, entre otros, del delito de cohecho; sin embargo
nombramientos ilegales (art. 405 CP); delitos contra la ordenación del territorio excluye en todo caso el delito de prevaricación (art. 5,2) que no podrá ser enjuicado
(art. 320,2° CP); delito contra el patrimonio histórico (art. 322,2° CP); delitos contra por un jurado ni siquiera en los supuestos de conexidad. Esta situación podrá llevar
los recursos naturales y el medio ambiente (art. 329,2° CP). , .i, • a fallos contradictorios, no sólo en cuanto a la calificación jurídica de los hechos, sino
Capítulo III, IV, B, 3. : , ,:.\ j / ; ' incluso a la aceptación de diferentes hechos probados.
CAPITULO VII
Conclusiones
'(' • I..! 1

I I

I. CONCLUSIONES DEL CAPITULO I


' 1 . V

1 - La doctrina rechaza actualmente las concepciones formales de


bien jurídico y aboga por un concepto material del mismo que le
permita cumplir la función, entre otras, de límite al ius puniendi del
Estado. Dentro de las diferentes concepciones materiales de bien
/)i I t
jurídico considero m á s correctas aquéllas que combinan el aspecto
social y el individual, y que hacen girar el concepto en torno a la
persona. Desde esta perspectiva parto del concepto de bien jurídico
< 1 .
que lo define como aquellas condiciones básicas para el funcionamien-
to del sistema social y básicas para el desarrollo y participación del
individuo en el sistema social.
- Respecto a la problemática específica de los bienes jurídicos
supraindividuales y su protección a través de la técnica de los delitos
de peligro abstracto, deben distinguirse dos tipos diferentes de delitos
de peligro abstracto según el tipo de bien jurídico supraindividual que
se proteja. Por un lado aquellos delitos que protegen bienes jurídicos
suficientemente individualizables en los que se incriminan conductas
potencialmente lesivas para un bien jurídico individual. Esta clase de
delitos tendrán u n a estructura similar a la de los delitos de peligro
concreto. Por otro lado aquellos delitos que protegen bienes jurídicos
institucionalizados, no reconducibles a bienes individuales (entre los
que se hallaría el delito de cohecho). En estos delitos la lesión o puesta
en peligro del bien es difícil de imaginar, por lo que se debe recurrir a
la técnica de tipificación de la afectación a un bien intermedio con
función representativa.
- No es suficiente con que u n a conducta lesione o ponga en peligro
u n bien jurídico, sino que es preciso que la misma esté merecida y
necesitada de pena. Los criterios de merecimiento y necesidad de pena
son principios materiales que se comportan entre sí como círculos
secantes, con u n a influencia recíproca, pero expresando a su vez cada
principio criterios diferentes y propios. El merecimiento de pena
supone u n juicio global de desvalor sobre el hecho y la necesidad de
1!! pena implica que en el caso concreto no existe ningún otro medio
disponible que sea eficaz y menos aflictivo. Respecto a su ubicación,
488 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 489
entiendo que se t r a t a de principios materiales generales que planean res general), objetivo (aquella actividad regulada conforme a Derecho
sobre todos los elementos del delito. público) y subjetivo (actividad desarrollada por un ente público).
- Entiendo que existe un bien jurídico común a todo el título XIX - Los títulos de incorporación son autónomos e independientes
CP, el correcto funcionamiento de la Administración Pública. Dicho entre sí. No tiene demasiada importancia si se debe considerar el
bien jurídico debe ser concretado y matizado en cada uno de los delitos término ley en sentido estricto o en sentido amplio^ porque si se
que integran el título. Así, partiendo también, de u n bien jurídico considera en sentido estricto, aquellas normas que no lo sean (regla-
común para el delito de cohecho pasivo y para el delito de cohecho mentos, órdenes, decretos, etc.) se incluirán en el título de incorpora-
activo, entiendo que tales delitos suponen un ataque a las condiciones ción de nombramiento por autoridad competente.
básicas de funcionamiento de la Administración necesarias para su - El funcionario de hecho es funcionario a efectos penales y se
vigencia y su indemnidad. Vigencia e indemnidad que los ciudadanos diferencia del usurpador de funciones públicas en que el primero
precisan para su libre desarrollo y participación en el sistema social. participa en el ejercicio de las funciones públicas en virtud de un título
Las condiciones básicas de funcionamiento que peligran con el delito de incorporación, título que será inválido por faltarle algún requisito
de cohecho serían desde un punto de vista interno los criterios de pero cumpliendo por tanto los dos requisitos exigidos en el art. 24 CP
objetividad e imparcialidad necesarios para que un sistema funcione, para ser funcionario. El usurpador, por el contrario es aquel sujeto que
y desde un punto de vista externo la confianza de la sociedad en el participa en el ejercicio de funciones públicas sin e s t a r amparado en
funcionamiento objetivo e imparcial de la Administración. ningún título de incorporación.
- De lege ferenda convendría establecer criterios de graduación que - El delito de cohecho pasivo puede ser cometido por otras personas
permitieran valorar qué conductas son idóneas en mayor grado para que no son funcionarios, pero que dada la frecuencia con que partici-
afectar aquellas condiciones básicas de funcionamiento desde los pan en el ejercicio de funciones públicas, el CP recoge en su art. 422
principios de necesidad, de lesividad y de ultima ratio. Apunto tres la posibilidad de que sean autoras del delito.
posibles criterios de graduación que no tiene en cuenta el CP: el - Respecto a la participación en estos delitos, el particular que
carácter de la decisión a l a que el funcionario se compromete, la mayor corrompe o intenta corromper al funcionario no responderá como
o menor responsabilidad del funcionario en el organigrama de la partícipe del delito de cohecho pasivo, sino que será elevado a la
Administración y la cuantía de la dádiva. categoría de autor del delito de cohecho activo. La razón de que se
regule de manera autónoma esta conducta debe buscarse en la enorme
frecuencia con que van a intervenir dos personas en estos delitos.
11. CONCLUSIONES DEL CAPÍTULO II - En cuanto al particular que realiza otras conductas, responderá
como partícipe de u n delito de cohecho pasivo o de un delito de cohecho
- El delito de cohecho pasivo es u n delito especial propio en el que activo, según que su colaboración haya sido con el funcionario o con el
para ser autor es preciso tener la condición de funcionario público o de particular.
autoridad. El delito de cohecho activo es un delito común del que - La persona interpuesta por el funcionario responderá como
cualquiera puede ser autor. cooperador necesario (siempre y cuando se pueda demostrar dicha
- El concepto de funcionario público a efectos penales es un necesariedad) del delito de cohecho pasivo. El CP 1995 h a suprimido
concepto propio, autónomo y más amplio que el concepto de funciona- la figura del cooperador ejecutivo, por lo que se hace imposible
rio a efectos administrativos. El art. 24,3° CP define al funcionario calificarle como tal.
público a efectos penales exigiendo dos requisitos: título de incorpora- El intermediario del beneficio, aquella persona que se limita a
ción (disposición inmediata de ley, nombramiento de autoridad com- recoger la dádiva, previamente solicitada o aceptada por el funciona-
petente o elección) y participación en el ejercicio de funciones públicas. rio será un posible encubridor del art. 451,1° CP.
- Función pública es aquella actividad que cumple un triple - El particular que induce a un funcionario a través del soborno a
requisito: teleológico (aquella actividad dirigida a satisfacer u n inte- cometer u n delito responderá, además de como autor de u n delito de
490 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 491
cohecho activo, como inductor (en la mayoría de los casos) del otro rio no respete los principios y criterios que rigen dicha discrecionaUdad,
delito. es decir cuando el funcionario actúa arbitrariamente), y abstención
por parte del funcionario de un acto que debiera realizar (esto supone
privilegiar los actos injustos realizados por omisión).
III. CONCLUSIONES DEL CAPITULO III - Respecto al cohecho pasivo impropio también diferencia el CP
1995 dos tipos de actos: actos propios del cargo y actos no prohibidos
- El delito de cohecho no es un delito pluripersonal, sino unipersonal. legalmente. Es difícil fundamentar con coherencia esta distinción que
Conductas como la de «solicitar» del delito de cohecho pasivo y la de reahza el CP, puesto que es nueva en nuestra regulación y hasta ahora
«intentar corromper» del delito de cohecho activo son claramente se venía interpretando que «actos no prohibidos legalmente» eran
unilaterales, puesto que para su consumación sólo precisa el consen- actos justos que entraban dentro de la competencia genérica del
timiento de u n a persona. funcionario.
Las restantes conductas configuran delitos de encuentro, puesto - Respecto a la naturaleza cualitativa de los medios de soborno:
que son necesarias dos conductas contrapuestas para la consumación dádiva, presente, ofrecimiento o promesa, abogo por su naturaleza
de los mismos. ' ; : - patrimonial, es decir, debe tratarse de bienes evaluables económica-
- La conducta típica en el delito de cohecho pasivo viene formada mente, dados los términos elegidos por el CP, por el sistema de multa
por la «solicitud», «recepción» o «aceptación» por parte del funcionario que sigue siendo proporcional y porque otro tipo de prestaciones, como
de una dádiva presente, ofrecimiento o promesa como contraprestación por ejemplo aquéllas de carácter sexual vienen recogidas en otros
a la ejecución de u n acto de su cargo. preceptos del CP. En cuanto a la naturaleza cuantitativa considero
Frente a las otras dos conductas, la conducta de solicitud no precisa irrelevante la cuantía de la dádiva, siempre que objetivamente, es
del convenio entre dos partes, pero sí es necesario que la declaración decir, desde el punto de vista del hombre medio ideal sea suficiente
de voluntad del funcionario llegue a la otra parte, y que dicha para motivar a actuar al funcionario.
declaración sea objetivamente reconocible. - El CP 1995 reconoce expresamente que la dádiva puede redundar
- Las tres conductas configuran delitos de simple actividad. La en beneficio de propio funcionario o de un tercero.
recepción implica la incorporación de la dádiva al patrimonio del - Se parte para analizar el tipo subjetivo de un concepto de dolo
funcionario, pero es precisamente en dicha incorporación en lo que objetivamente malo, que implica el conocimiento y voluntad de reali-
consiste la actividad. La aceptación es normalmente el estadio tempo- zar todos los elementos objetivos del tipo total de injusto, tanto los de
ral anterior al de la recepción. su parte positiva como los de la parte negativa.
- Con el CP 1995 termina la polémica sobre si se castigaba o no el - El delito de cohecho sólo se puede cometer de forma dolosa (dolo
delito de cohecho subsiguiente, porque se introduce expresamente directo o eventual). El dolo del agente deberá abarcar su condición de
dicha forma de cohecho en el art. 425. Dicha forma de cohecho, a funcionario, el hecho de que solicita, acepta o recibe u n a dádiva como
diferencia del antecedente, no diferencia si el acto realizado por el contraprestación a un acto oficial, que dicho acto es un acto propio de
funcionario es justo o injusto, lo que me parece un olvido legislativo no su cargo y que constituye delito, acto injusto o abstención de un acto
fundamentado en ninguna razón material o lógica. debido.
- El concepto de acto del ejercicio de cargo incluye todos los actos - Es indiferente que el funcionario tenga o no una intención real de
sobre los que el funcionario tiene competencia genérica. realizar el acto. En caso de que sólo simule dicha intención, entiendo
- Se diferencian distintos delitos de cohecho pasivo según el acto que deberá apreciarse un concurso de delitos entre el delito de cohecho
que el funcionario se compromete a realizar constituya delito (debe de que se trate y el delito de estafa del art. 248 CP.
interpretarse delito en sentido estricto, es decir no incluidas las - Soy partidaria de la impunidad del agente provocador que se
faltas), acto injusto (que serán aquellos actos que contradicen la puede fundamentar, bien en la falta de potenciaUdad lesiva de su
normativa que regula el modo y la forma en que aquella actividad debe conducta o incluso en u n a causa de justificación.
manifestarse. Se incluyen los actos discrecionales cuando el funciona-

i
492 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 493

IV. CONCLUSIONES DEL CAPITULO IV - La atenuación por razón de parentesco en el delito de cohecho es
tradicional en nuestros Códigos penales y se mantiene en ellos desde
- A pesar de tratarse de delitos de mera actividad, entiendo que el CP 1848. El fundamento de este precepto es la motivación anormal
cabe hablar de tentativa y de tentativa inidónea desde u n punto de que el CP presume en el pariente por su relación de afectividad. Esto
vista dogmático, aunque puede ocurrir que dichas conductas se unido a que se podría afirmar la falta de necesidad preventiva de
encuentren t a n alejadas del bien jurídico que no puedan ser conside- penar, porque la sociedad comprende el conflicto interno que se le
radas relevantes penalmente. 'm puede generar al sujeto.
- En el cohecho pasivo impropio del art. 426 CP se retrasa la - El art. 424 exige tres requisitos: el soborno debe mediar en causa
consumación del delito a la recepción efectiva de dádivas o regalos. La criminal. Causa criminal debe entenderse en sentido amplio, porque
razón es la menor gravedad de este delito. el CP no pide que el soborno se dirija a una autoridad, ni que sea
- Cabe la consumación independiente del delito de cohecho pasivo necesario obtener u n a resolución. El segundo requisito es que el
respecto del delito de cohecho activo y viceversa, puesto que ambos soborno se lleve a cabo «a favor del reo», creo que dicho requisito puede
recogen conductas unilaterales. interpretarse de forma objetiva, el sujeto debe actuar «favoreciendo»
al reo, aunque no tenga u n a finalidad excesivamente generosa. Se
exige como tercer requisito una relación parental.
V. CONCLUSIONES DEL CAPITULO V - La exclusión del propio reo de la atenuación puede a priori
sorprender, ya que si el fundamento es la motivación anormal, no
- La causa de exclusión de la pena recogida en el art. 427 CP no parece que tenga sentido excluirlo. Sin embargo, el CP quizás no haya
impide afirmar la existencia de u n delito de cohecho activo consuma- querido automatizar determinadas situaciones que podrían llevar a la
do. El entender que el sujeto queda exento de pena porque no ha práctica habitual de sobornar a jueces, funcionarios, etc. por parte de
cometido el delito es una interpretación forzada que llevaría a absur- determinados presos.
dos tales como, por ejemplo, no saber durante u n plazo de diez días si
el delito se h a cometido o no.
- El fundamento de algunas causas de exclusión de la pena radica VI. CONCLUSIONES DEL CAPITULO VI
en razones de política criminal, no obstante creo que siempre debe
respetarse el límite que indique la prevención general y la prevención - El delito de tráfico de influencias tal y como está regulado, crea
especial. El art. 427 CP se fundamenta en razones políticas. Lo que más problemas de los que resuelve. Habría sido más conveniente, si
trata de conseguir es que se denuncien u n mayor número de delitos de se veía oportuno tipificar este tipo de influencias, haberlo hecho
cohecho y eliminar así de la Administración Pública aquellos elemen- ampliando el delito de cohecho.
tos que perturban de un modo directo el correcto servicio que ésta - Se plantean graves superposiciones entre el delito de cohecho y el
presta a los ciudadanos. No obstante, los requisitos exigidos por el art. delito de negociaciones prohibidas recogido en el art. 439 CP. Creo que
427 hacen que no se perjudique la prevención general. deben resolverse a través de un concurso de normas conforme, en la
- Como requisitos exige el art. 427 CP que la iniciativa haya partido mayoría de los casos, al principio de alternatividad (art. 8,4° CP).
del funcionario, que no hayan transcurrido más de diez días desde que - Entre el delito de cohecho y el delito de prevaricación creo que
el particular aceptó la solicitud del funcionario, se busca con ello cierta debe aceptarse u n concurso de delitos.
espontaneidad, que no se haya iniciado el procedimiento, requisito
éste desde mi punto de vista objetivo, y por último que el particular
haya accedido ocasionalmente a la solicitud. Una forma de delimitar
el concepto «ocasionalmente» podría ser por contraposición al término
de «Habitualidad» definido en el art. 94 CP.
índice jurisprudencial

A continuación se exponen por orden cronológico las SSTS relativas al


delito de cohecho habidas hasta el momento de la publicación de este
trabajo. -> : > ,• .:; :,.':-. ' ::%

STS de 3 de noviembre de 1879 (Jur. Crim. 5216)


STS de 7 de abril de 1881 (Jur. Crim. 5933)
STS de 7 de mayo de 1881 (Jur. Crim. 5989)
STS de 7 de marzo de 1882 (Jur. Crim. 6411) ,
STS de 29 de enero de 1886 (Jur. Crim. 94)
STS de 22 de noviembre de 1887 (Jur. Crim. 352)
STS de 9 de noviembre de 1888 (Jur. Crim. 322)
STS de 21 de enero de 1890 (Jur. Crim. 30)
STS de 19 de junio de 1891 (Jur. Crim. 404)
STS de 24 de abril de 1894 (Jur. Crim. 217)
STS de 21 de diciembre de 1894 (Jur. Crim. 254)
STS de 4 de febrero de 1904 (Jur. Crim 64) ,;
STS de 8 de mayo de 1926 (Jur. Crim 203) ,.
STS de 27 de marzo de 1928 (Jur. Crim.)
STS de 26 de febrero de 1930 (A 168) : t ;•
STS de 20 de octubre de 1930 (A419) ,,: ,,
STS de 23 de diciembre de 1932 (A 2207)
STS de 12 de marzo de 1935 (A 565) r,,---,
STS de 12 de junio de 1940 (A 627) .:,
STS de 18 de noviembre de 1940 (A 1115)
STS de 22 de diciembre de 1942 (A 1461)
STS de 26 de febrero de 1943 (A 193)
STS de 8 de abril de 1943 (A 457)
STS de 6 de noviembre de 1943 (A 1254) .
STS de 4 de febrero de 1944 (A 156) , . . ,
STS de 15 de febrero de 1944 (A 169)
STS de 9 de marzo de 1944 (A 361) ,,;
STS de 25 de abril de 1944 (A 511) ^ ,•
STS de 6 de mayo de 1944 (A 631)
STS de 1 de julio de 1944 (A 871)
STS de 6 de octubre de 1944 (A 1114) ;,
STS de 9 de diciembre de 1944 (A 1316)
STS de 12 de diciembre de 1944 (A 1325)
STS de 19 de enero de 1945 (A 97) : , ,.
STS de 14 de febrero de 1945 (A 234) •;¡ . , .-, ,,
496 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 497
STS de 21 de noviembre de 1945 (A 1269) STS de 16 de marzo de 1953 (A 478)
STS de 2 de febrero de 1946 (A 361) STS de 21 de abril de 1953 (A 884)
STS de 19 de febrero de 1946 (A 189) STS 28 de noviembre de 1953 (A 2958)
STS de 26 de marzo de 1946 (A 459) STS de 10 de diciembre de 1953 (A 2989)
STS de 22 de mayo de 1946 (A 667) STS de 16 de diciembre de 1953 (A 3269)
STS de 8 de julio de 1946 (A 900) STS de 16 de febrero de 1954 (A 480)
STS de 21 de enero de 1947 (A 232) STS de 18 de febrero de 1954 (A 485)
STS de 21 de junio de 1947 (A 869) STS 1 de marzo de 1954 (A 515)
STS de 31 de enero de 1948 (A 208) STS de 5 de mayo de 1954 (A 1162)
STS de 22 de junio de 1948 (A 901) STS de 26 de mayo de 1954 (A 1408)
STS de 16 de diciembre de 1948 (A 1574) STS de 15 de diciembre de 1954 (A 3094)
STS de 17 de diciembre de 1948 (A 1579) STS de 2 de marzo de 1955 (A 536)
STS de 5 de abril de 1949 (A 496) STS de 5 de julio de 1955 (A 2173)
STS de 8 de junio de 1949 (A 847) STS de 31 de octubre de 1955 (A 2969)
STS de 9 de junio de 1949 (A 851) STS de 8 de noviembre de 1955 (A 2988)
STS de 29 de septiembre de 1949 (A 1171) STS de 31 de enero de 1956 (A 123)
STS de 19 de noviembre de 1949 (A 1356) STS de 9 de mayo de 1956 (A 1635)
STS de 30 de enero de 1950 (A 120) STS de 3 de julio de 1956 (A 2539)
STS de 6 de febrero de 1950 (A 276) STS de 26 de octubre de 1956 (A 3080)
STS de 11 de febrero de 1950 (A 284) STS de 28 de noviembre de 1956 (A 3685)
STS de 6 de marzo de 1950 (A 469) STS 18 de enero de 1957 (A 68)
STS de 16 de octubre de 1950 (A 1427) 1 STS de 6 de febrero de 1957 (A 244)
STS de 6 de diciembre de 1950 (A 1648) STS de 17 de junio de 1957 (A 2053)
STS de 7 de diciembre de 1950 (A 1730) STS de 7 de octubre de 1957 (A 2642) -
STS de 11 de diciembre de 1950 (A 1656) STS de 8 de noviembre de 1957 (A 2953)
STS de 22 de mayo de 1951 (A 1439) STS de 13 de febrero de 1958 (A 370)
STS de 28 de mayo de 1951 (A 1443) STS de 17 de marzo de 1958 (A 822)
STS de 8 de junio de 1951 (A 1465) i STS de 27 de marzo de 1958 (A 853) •^
STS de 9 de junio de 1951 (A 1466) '•' ' STS de 23 de abril de 1958 (A 1267)
STS de 13 de junio de 1951 (A 1475) STS de 28 de octubre de 1958 (A 3324)
STS de 18 de junio de 1951 (A 1485) STS de 14 de noviembre de 1958 (A 3377)
STS de 8 de octubre de 1951 (A 2053) STS de 21 de noviembre de 1958 (A 3390)
STS de 22 de noviembre de 1951 (A 2245) STS de 15 de diciembre de 1958 (A 4172)
STS de 22 de diciembre de 1951 (A 2695) STS de 13 de enero de 1959 (A 72)
STS de 26 de febrero de 1952 (A 385) STS de 7 de febrero de 1959 (A 361) '
STS de 11 de marzo de 1952 (A 407) STS 20 de abril de 1959 (A 2191)
STS de 31 de marzo de 1952 (A 602) STS 5 de mayo de 1959 (A 1768)
STS de 9 de abril de 1952 (A 614) STS de 22 de diciembre de 1959 (A 4796)
STS de 14 de abril de 1952 (A 618) ': STS de 14 de marzo de 1960 (A 669)
STS de 1 de julio de 1952 (A 1421) ^ - STS de 2 de abril de 1960 (A 1160)
STS de 12 de diciembre de 1952 (A 2629) STS de 1 de julio de 1960 (A 2543)
STS de 21 de enero de 1953 (A 25) STS de 26 de enero de 1961 (A 227)
STS de 26 de enero de 1953 (A 39) - •'' ' STS de 15 de marzo de 1961 (A 854) ''
498 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 499
STS de 2 de diciembre de 1961 (A 4409) STS de 14 de m a r z o de 1967 (A 1069)
STS de 29 de diciembre de 1961 (A 4431) STS de 28 de noviembre de 1967 (A 4293)
STS de 12 de febrero de 1962 (A 825) STS de 3 de abril de 1968 (A 1714)
STS de 13 de marzo de 1962) STS de 10 de m a y o de 1968 (A 2441)
STS de 28 de junio de 1962 (A 3081) STS de 10 de febrero de 1969 (A 867)
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STS de 2 de noviembre de 1962 (A 4038) STS de 9 de octubre de 1969 (A 4946)
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STS de 12 de marzo de 1963 (A 1079) STS de 22 de diciembre de 1969 (A 6008)
STS de 7 de mayo de 1963 (A 2539) STS 3 de noviembre de 1970 (A 4422)
STS de 9 de mayo de 1963 (A 2314) STS de marzo de 1971 (A 1029)
STS de 18 de mayo de 1963 (A 2428) STS de 21 de j u n i o de 1971 (A 2984)
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STS de 20 de abril de 1964 (A 2058) STS de 18 de j u n i o de 1973 (A 2827)
STS de 20 de mayo de 1964 (A 2737) STS de 7 de febrero de 1974 (A 508)
STS de 12 de noviembre de 1964 (A 4770) STS de 11 de febrero de 1974 (A 626) • .
STS de 10 de diciembre de 1964 (A 5225) STS de 19 de febrero de 1974 (A 788)
STS de 23 de diciembre de 1964 (A 5624) STS de 9 de febrero de 1976 (A 371)
STS de 28 de diciembre de 1964 (A 5670) STS 5 de abril de 1976 (A 1554)
STS de 18 de junio de 1965 (A 3092) •i STS de 24 de enero de 1977 (A 77)
STS de 6 de julio de 1965 (A 3622) STS de 20 de enero de 1978 (A 81)
STS de 30 de octubre de 1965 (A 4885) STS de 21 de m a r z o de 1978 (A 1082)
STS de 2 noviembre de 1965 (A 4967) STS de 27 de abril de 1978 (A 1491)
STS de 2 de noviembre de 1965 (A 4969) STS de 15 de j u n i o de 1979 (A 2673)
STS de 8 de noviembre de 1965 (A 5001) STS de 16 de noviembre de 1979 (A 4242)
STS de 28 de mayo de 1966 (A 2733) STS de 28 de abril de 1980 (A 1486)
STS de 11 de junio de 1966 (A 3713) STS de 22 de diciembre de 1980 (A 5035)
STS de 15 de junio de 1966 (A 3115) STS de 7 de abril de 1981 (A 1605)
STS de 14 de octubre de 1966 (A 4277) , STS de 16 de noviembre de 1981 (A 4335)
STS de 16 de enero de 1967 (A 57) STS de 8 de febrero de 1982 (A 634)
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:50:0 INÉS OLAIZOLA NOGALES EL DELITO DE COHECHO 501

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