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Los trabajadores de las minas en 1890 se levantaron en masa en huelga, reclamando la limitación de
la jornada de trabajo y la desaparición de los barracones y tiendas obligatorias. (…)
Hoy, bien que mal, se mantiene la jornada de trabajo establecida en 1890, pero en cuanto a
barracones y tiendas obligatorias se está en toda la zona minera, con cortísima diferencia, como antes
de la primera huelga.
En la zona de Vizcaya, con menosprecio de las leyes y mengua del espíritu liberal del siglo, es
condición indispensable para ser admitido al trabajo, albergarse en casuchas antihigiénicas y comprar
los géneros alimenticios, buenos o malos (malos casi siempre y a precios escandalosos) en
determinadas tiendas.
Esto es, a nuestro modo de ver, un gravísimo atentado a la libertad de trabajo, tan a menudo
invocada, un insulto a las leyes de sanidad e higiene y es, sobre todo, una explotación
antihumanitaria que ningún gobierno culto deba tolerar.
Ahora bien, los obreros de las minas de Vizcaya, para hacer desaparecer los cuarteles y las tiendas
obligatorias, signos de una nueva y repugnante esclavitud, apelarán al legítimo derecho a la huelga,
si el gobierno y autoridades no creen que debe ponerse un límite a la insaciabilidad de negreros sin
conciencia que cometen verdaderos crímenes.
COMENTARIO
1.- LOCALIZACIÓN
2.- ANÁLISIS
El tema central del texto es la denuncia de las condiciones en las que se veían obligados a
vivir los mineros bizkaínos a finales del siglo XIX y las principales ideas hacen referencia a la
importancia de la lucha obrera, los avances logrados tras la huelga de 1890, el mantenimiento de los
“cuarteles” y “cantinas” y el valor (y amenaza) de la huelga.
El texto se nos presenta en varios párrafos haciendo referencia al mitin tenido en Gallarta el 1
de mayo del mismo año en el frontón de Gallarta. En él se critica duramente la situación de la
vivienda (cuarteles) y tiendas (cantinas) de la zona abogando por su desaparición. En el mismo
párrafo primero se indica que ambas eran obligatorias y estaban en manos de los “reyezuelos” de la
región que no eran otros que los propietarios de las minas (que las dejaban en manos de los
“capataces”).
Para reforzar el argumento se hace referencia a la huelga de 1890 que tuvo días después del mitin
realizado en Gallarta. En esta huelga “se levantaron en masa reclamando la limitación de la jornada
de trabajo y la desaparición de los barracones y tiendas obligatorias”. Se reconoce que, tras la misma,
la jornada laboral se redujo a diez horas pero con respecto a las viviendas y tiendas la situación
permanecía igual “con cortisima diferencia”.
El párrafo cuarto describe (lo hizo poco después y con más detalle el escritor Blasco Ibáñez en su
novela El Intruso) las condiciones de estos establecimientos. Como primera provisión se indica que
es “condición indispensable para ser admitido al trabajo” albergarse en dichos barracones (casuchas
comunes y antihigiénicas) y comprar en determinadas tienda los cuales, afirman, que suelen ser casi
siempre “malos y a precios escandalosos”.
Esta situación es condenable por varias razones que se exponen en el párrafo quinto. Entre ellas se
señalan: ser un grave atentado a la libertad (dado que eran obligatorias), ser un insulto a las leyes de
sanidad e higiene (dada su insalubridad) y, sobre todo, ser una explotación antihumanitaria (en
manos de “negreros”). Por ello, ningún gobierno culto puede tolerar por más tiempo esta situación.
Finaliza el texto (párrafo sexto) con un llamamiento al propio gobierno y autoridades para acabar con
esta situación. Asimismo, apela a la huelga como “legítimo derecho” para que los obreros-mineros
puedan hacer oír sus reclamaciones.
3.- CONTEXTUALIZACIÓN
En la segunda mitad del siglo XIX, España, hasta la fecha un país totalmente rural, inició el proceso
de industrialización. Proceso lento y difícil debido, entre otras cosas, a la competencia de la mayoría
de países europeos ya industrializados desde los inicios del siglo.
La revolución industrial se asentó en Cataluña (textil) y Bizkaia (siderurgia). En este último caso
merced a la calidad, facilidad de extracción y cercanía al mar del mineral de hierro. La explotación
del hierro y su exportación atrajo a la zona una numerosa mano de obra de territorios circundantes.
Esta llegada masiva de “inmigrantes” favoreció, sin duda, el desarrollo económico pero también
provocó múltiples problemas. Los habitantes del interior peninsular protagonizaron un espectacular
éxodo rural hacia la periferia y Madrid. Bizkaia (sobre todo su zona minera) se convirtió en uno de
los principales receptores de inmigrantes.
Estos inmigrantes, en busca de trabajo y mejoría de su calidad de vida, se encontraron con unas
condiciones laborales muy adversas, especialmente los mineros cuya esperanza de vida en los
primeros años del siglo XX no superaba los treinta años. Trabajaban y vivían en condiciones
pésimas, con jornadas laborales sin fin y mal remunerados. Se alojaban en barracones propiedad de
la misma empresa minera (y normalmente administrados por los capataces) donde la higiene era nula
y estaban obligados a cubrir sus necesidades de comida o vestido comprando en las “cantinas”
(igualmente propiedad de la empresa). La incidencia del “movimiento obrero” (socialistas,
comunistas, nacionalistas y, en menor medida, los anarquistas) obligó a los patronos a mejorar estas
condiciones de forma progresiva. Las huelgas fueron un espectáculo frecuente en toda la zona
minera.
4.- CONCLUSIONES
El texto que se nos presenta para su análisis es un texto auténtico y subjetivo. Su estudio no
es relevante para el estudio de la historia. No obstante, su lectura puede ser interesante para entender
mejor la mentalidad obrera de la época.
A continuación exponemos algunas conclusiones a las que podemos llegar tras el análisis del
texto.
Las manifestaciones de los mineros son un ejemplo más de la lucha de clases motivada por la
industrialización. En este texto se evidencia la reclamación de derechos, pero no solo laborales, sino
también en relación a las condiciones de vida dejando clara la supeditación a los patronos (y a
aquellas personas relacionadas con éstos) a la que se encontraba la clase obrera. Asimismo, cabe
destacar que la actuación de los mineros fue clave para el posterior desarrollo del movimiento obrero
y de la puesta en marcha de diferentes actuaciones reclamando sus derechos.
La huelga de 1890 marcó un antes y un después. No obstante, no todas ellas tuvieron los resultados
que los obreros y sus líderes esperaban. La primera más importante por su alcance y logros de ella
derivados es la que se desarrolla en 1890. Le seguirán, entre las más conocidas, la de 1903, 1906 y
1910.
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No seguimos con la explicación del movimiento obrero ya que el texto abarca los últimos años del siglo XIX.