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Medicación

Ninguna decisión es incorecta

Si se toma con todo el corazón

Y con una pequeña parte del cerebro.

-¿Qué es lo que sentiste cuando tuviste crisis?

-Yo…

La respuesta puede ser sencilla y compleja en miles de sentidos.

Recuerdo el miedo irracional que invadia mi pecho, las ganas de correr sin tener ningúna meta, la
friccion de la ropa sobre la extencion de mi cuello, la sudoración excesiva en mi frente y manos
que me hacia lucir como si acabara de salir de la ducha, recuerdo todo y nada.

-No puedo recordar mucho sobre los ataques en realidad. -Miro a mis manos oobservando el
como tiento con los dedos mis uñas con evidentes mordeduras.

-¿Es como si tu hubieras estado a punto de desmayarte?

-Sí.

El Dr. Cruza su pierna derecha sobre la izquierda y se acomoda en su silla reclinable, no sin antes
dejar su libreta en el escritorio que nos separa, cerrándola suavemente.

-¿Algo m{as ue deba saber?

Decirlo ayudaría, pero no estoy en mi mejor momento como para expresarlo en voz alta.

-Sabes que puedes expesarte libremente en este espacio. Ademas, legal ente no tengo que
informarle a tus padres lo que menciones aquí a menos que tengan una orden.

-Y siempre y cuando no de señales de alarma a las que ellos deba estar atentos.

-No precisamente. Ya tienes 18 años, ahora tu eligues o que puedo decir o no, porque tu eres mi
paciente.

La habitación se queda en silencio por unos segundos y esa sensación en el pecho que tanto me
atormenta aparece una vez más.

-Estuve a punto de hacerlo. -Suelto frenéticamente.

-¿Hacerlo?

-Saltar de ultimo piso de mi escuela. Hace una semana, en el atardecer. -Explico.

-¿Por qué no lo hiciste?

Como es habitual, la respuesta es difícil.

-No lo sé. Creo que al observar el atardecer y el estar al borde del techo me hizo reflexionar sobre
muchas cosas.
-¡Como cuales?

-Las razones por las que no debería hacerlo.

-Estas aquí, asi que cuéntame ¿uales fueron las razones?

El pensarlo ya era lo suficientemente loco como para decircelo a mi psiuiatra.

-Preferiria no hablarlo por ahora. -El Dr. Suspira y se sienta de manera correcta en su silla,
recargando los codos en el escibprio.

-Debo ser sincero contigo Adler, porque esto ayuda a tu progreso.

“Oh no, viene una mala noticia. Esto va a ser muy malo”

-Tus crisis de ansiedad se han vuelto más frecuentes, has tenido pensamientos sucicidas e incluso
estuviste a punto de suicidare saltando desde un lugar alto. Asimismo, tus síntomas no solo
encagan en el ranstorno de ansiedad geeralizada, si no que tambie en los de depreion. -Se quita
los lentes y los coloca al costado de su libreta.- Necesitas medicación.

-Pero…

-Adler, es la única forma en la que puedo seguir ayudándote. Se que no querias tomar medicación
desde un inicio y que esa era tu única condición, pero es lo mejor.

Siempre crei que os medica,etos acabarían con las ersonas, y es que si lo piensas con detalle las
medicinas son drogas ontroladas en diminutas dosis que ayudan a tu cuerpo a mejorar su estado,
sin dua la definicon de las drogas en un sentido moralmente correcto. Y si, mi única objeción para
venir a terapia con un psiquiatra era no hablar sobre ansiolíticos.

-No hay algo mas que pueda decir para cambiar su opinión ¿verdad?

-Lamentablemente no, Adler.

Salgo del consultorio con un no requerido obsequio que contiene unas píldoras que ayudan a
combatir la depresión, la ansiedad y a controlar los impulsos suicidas. 3 en 1. Genial.

De camino a casa mis padres no tratan de indagar sobre lo que paso en la terapia, algo que
agradezco de sobremanera, pues es la única cosa buena de mi día.

Al llegar, bajo del auto y me dirigo directamente a mi cuarto. Sin preguntas, sin dialogo, si ganas de
ser considerado un humano, pero con la evidente actitud de que algo no esta bien.

Dejo sobre la mesita de noche el envase con el nuevo medicamento y me acuesto a un lado en la
cama para obserarlo por mas de lo que debería.

¿Por qué eso ayuda?

¿Po que debería tomarlo?

¿Por qué es así?

¿Por qué?
¿Por qué?

¿Por qué?

-Adler, tu ppadre y yo queremos hablar contigo ¿Podemos pasar? -anuncia mi madre desde el oto
lado de la puerta.

Pese a mi nudo en la garganta grito desde el fondo de mi pecho para permitirles la entrada y con
mucho esfuerzo me levant de la cama ara poder quedra sentado.

-Estamos preocupados por lo que paso e tu sesión de hoy. -Inicia mi padre

-¿Hay algo que quieras contaros?

Ellos desde el iicio me han apoyado, desde que les dije ue era una persona no binaria, desde el
momento en el que empecé a ir a terapia con mi antiigua psicolog, desde que empecé con el
psiquiatra. Ellos merecen la verdad, sin rodeos.

-No hay otra forma de que pueda a volver a ser yo, de que sea esa persona que ama correr por e
campo, que amaba salir a con ustedes, no hay forma, solo tomando eso. -Señalo el envase con las
píldoras recetadas por el Dr.

-Oh Adler!

Ambos me abrazan al mismo tiempo y con la misma intensidad. Sn permitirme pensar en si seria
buena idea dejarlas salir o no mis lagrimas brotan. Salen de una manera nunca antes vista, porque
fui débil, porque he sido derrotado, porque perdi.

-Lo siento. Sento no ser lo suficientemente fuerte para ustedes, siento tener que ser asi. -Sigo
llorando, abrazado de los brazos que alguna vez me sostuvieron por primera vez.

-No lo sientas, no esta mal. -Mi madre se separa del abrazo y me toma de la andibula haciendo
que la mire con mis ojos vidriosos. -Vamos a salir adelante, vas a estar bien, y vamos a hacerlo
juntos, ¡de acuerdo? -me suelta

-¿Y si no puedo? ¿Si simplemente no quiero continuar?

-¿No quieres continuar? -Mk padre se aleja un poco, como si lo hubiera lastimado con la frialdadde
mis palabras.

-Yo… no lo sé. -Mis manos esta tblando-. El… el otro día… en la escuela.. yo…

-¿Tu que? -pregunta mi madre horrorizada.

-Estuve a punto de rendirme. – Suelto llorando y llevando mis manos a los ojos. Queriendo que no
me vean, lamentándome por haber pensado en la maldita idea de suicidarme, deseanod evitar sus
miradas de tristeza.

Los he herido.

-Entiendo pero, ¿Por qué no lo hiciste?- liampia sus lagrimas con el borde de su camisa blanca con
frangas azues.
-No lo sé. -musito con

En realidad , lo sabía, pero aun era algo para lo que no estaba preparado.

-Necesitas esos medicamentos, y se que la idea de tomarlos te aterroriza, pero es la mejor opción
por el momento. -Mi padre se acerca a la altura de mi madre. -No te vamos a dejar, nunca lo
hremos.

-Te amamos, y es algo que no pdemos para de hacer. -Mis padres me abraza de una manera tan
fuerte qe casi puedo sentir su amor infiltradse por mi piel hasta llegar al corazón, sanándolo por al
menos unos instantes.

Esta noche no fue la típica de os cuentos de hada en la que algún caballero viene a rescatarme, o
en la cual vivo mi romance adolescente idealizado por miles de jóvenes. Esa noche tome mi
medicación entre llantos y abrazo de mis padres. Ellos pasaron una gran parte tomando mis
manos, cada uno al costado de mi cama, esperando a que pudiera conciliar el sueño.

En la madrugada tomo mi celular, me escabullo hacia el techo y en el borde de este busco el


teléfono del Dr. Heminway e inicio la llamada.

-Adler, son las 4 de la mañana, ¿Tod bien?

-Las razones.

-¿Cuáles razones?

-Por las que no salte.

-Continua.

-Elegi creer. Creer que existe algo mas en mi vida que ansiedad, depresión y un montón de
pensamientos y sentimientos negativos. En verdad quiero intntarlo y no quiero irme de aquí sin
saber que hice todo lo que estuvo en mis manos para mejorar. Esa fue mi razón, creer.

El Dr. Heminway dijo que lo revisaríamos en la siguiente sesión, pero a decir verdad no s si pueda
volver a hablar de esto.

Respiro un momento el aire fresco de la oche, miro el horizonte y regresa a mi cuarto.

Las elecciones momentáneas de la vida son aquellas que degine el rumbo de esta, y por lo menos
en esta ocasión he dicidiso continuar. Con miedos, con incrtidumbre, con miles de pensamientos,
pero por sobre todo, con esperanza.

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