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Créditos:

Autoridades:
Dr. Fernando Sempértegui Ontaneda, PhD.
Rector de la Universidad Central del Ecuador

Autor:
Dr. Amilcar Tapia Tamayo

El Tomo I estuvo bajo coordinación editorial del Dr. Amilcar Tapia

Diseño y diagramación:
Editorial Universitaria / cxee

Impresión:
Editorial Universitaria
Universidad Central del Ecuador
Dr. Amilcar Tapia Tamayo

Pensamiento rectoral de la
Universidad Central del Ecuador,
siglo XIX

Dr. Fernando Sempértegui Ontaneda, PhD.


Rector
PRÓLOGO

n estos días, el Dr. Amílcar Tapia Tamayo, ha concluido


el primer volumen de una colección titulada ‘El pensa-
miento rectoral de la Universidad Central del Ecuador’,
volumen que incluye cuatro rectores que actuaron en el
siglo XIX: José Miguel Carrión y Valdivieso, Pedro José
Arteta y Calisto, José Manuel Espinosa, y Gabriel García Moreno.
El siguiente volumen incluirá rectores del siglo XX.
El rector Carrión y Valdivieso, sacerdote, recibió sus grados
doctorales en 1817 en la Real y Pública Universidad Santo To-
más: doctor en Teología y doctor en Derecho Civil o Canónico.
Diez años más tarde ejerció su rectorado en la Universidad Cen-
tral de Quito, creada por inspiración de Bolívar en el decreto del
Congreso de Colombia del 18 de marzo de 1826. Tres orienta-
ciones movilizaban la actividad de las universidades centrales: la 7
inclusión de las ciencias de la tierra, la inclusión de la filosofía
de Jeremías Bentham y la aplicación del método pedagógico de
Lancaster.
Veamos cómo se gestaron estas orientaciones. Me distancio
aquí, por un momento, de la obra de Amílcar Tapia, para explorar
otras fuentes y establecer ciertas hipótesis. Tal como sugiere Paul
Ricoeur, la investigación histórica debe conseguir que los docu-
mentos hablen para el presente con la lengua y los significados del
pasado, a fin de no imponerles un sentido que no tienen. Llama
profundamente la atención que la Ley de instrucción pública de
1826 incluyera la química, la geología, la astronomía, la botánica
y las matemáticas en un contexto universitario de cuño religioso
y teologal. Eso tiene que ver con la educación de Bolívar y sus
encuentros en Europa. A más de la influencia de su maestro, Si-
món Rodríguez, tuvo un peso decisivo la relación con Alexander
Prólogo

von Humboldt en París. La ciudad luz era entonces el centro más


dinámico de actividad científica en Europa y espacio de discusión
de los avances más recientes.
Adrea Wulf, en su libro recientemente traducido al español,
‘La invención de la naturaleza’, describe la relación entre estos dos
personajes de la historia. En 1804 Humboldt era una celebridad,
pues, había retornado de América del Sur con una carga impre-
sionante de especies vegetales, más de 60.000, mapas, dibujos y
teorías propias acerca de la relación de todos los objetos, seres
vivos y fenómenos en una concepción unitaria de la naturaleza.
Bolívar, muy joven a la sazón, 21 años, pasaba por un momento
de crisis después de la muerte de su esposa, y mataba el tiempo en
fiestas, holganza y desorientación. Se encontraron y tuvieron una
relación dispar. Bolívar estaba fascinado con los relatos de Hum-
boldt y este pensaba que Bolívar era un joven enardecido con
ideas de revolución en América, pero sin consistencia para llevar-
8 las adelante y menos para liderarlas. Humboldt era radicalmente
anticolonialista y antirracista, posiciones que coincidían con las
de Bolívar. Juntos hicieron un viaje a Roma, a través de los Alpes,
larga y azarosa caminata en la que departieron continuamente,
de modo que la grandiosidad del paisaje natural de las colonias
españolas en América fue toda una enseñanza y revelación para
Bolívar. Humboldt había conocido tierras, ríos, mares, plantas,
animales, volcanes y minas. Y había ascendido al Chimborazo sin
alcanzar la cumbre, jornada que consolidó sus ideas cósmicas so-
bre la unidad de la naturaleza. En Roma se separaron, Humboldt
iría a Nápoles; Bolívar, en el monte sacro, juraría empeñar su vida
en la liberación de las colonias.
Adrea Wulf, encuentra el pensamiento de Humboldt profun-
damente enclavado en el discurso de Bolívar en diversos momen-
tos y lugares: en Angostura, cuando alude al “esplendor y vita-
lidad de la naturaleza”; en Quito, donde expresó que en ningún
otro lugar de Sudamérica había sido la naturaleza tan “generosa
Prólogo

con sus dones” y se refirió a “las riquezas prodigadas por la natu-


raleza en Quito y sus alrededores”; en su poema ‘Mi delirio sobre
el Chimborazo’, que se refiere a la huella de Humboldt. Para Bolí-
var, Humboldt era el ‘descubridor del Nuevo Mundo’, para Hum-
boldt, Bolívar era ‘el fundador de la libertad y la independencia
de tu hermosa patria’.
En cuanto a Jeremías Bentham, filósofo del utilitarismo,
abundante relación epistolar muestra una mutua simpatía entre
los dos personajes. Bolívar es particularmente elogioso. En térmi-
nos cronológicos, Bolívar conoció a Bentham a través de Miran-
da, el patriota e independentista venezolano que se encontraba
en Europa durante una visita de Bolívar. El utilitarismo era una
propuesta marcadamente individualista, según la cual cada indi-
viduo debe procurarse la máxima felicidad y de esa manera pro-
pender al mayor bienestar de los demás. El límite era la felicidad
del otro, lo que Bentham llamaba un principio deontológico. El
gobierno debía facilitar esta filosofía y cuando hubiere conflic- 9
to debía zanjarse a favor del mayor número de beneficiarios. El
concepto de sociedad no emergía en las consideraciones de esta
filosofía que, por lo demás, era severamente crítica con la iglesia
porque, según Bentham, era ajena a esta teleología del individuo.
En consecuencia, sugería que el Estado debe mantener la ense-
ñanza de la religión fuera de la escuela pública. Bentham había
elaborado algunas obras para que sirvieran a la legislación de Co-
lombia, entre ellas un ‘Tratado de legislación civil y penal’ que
fue inicialmente texto de consulta en la carrera de derecho de las
universidades centrales, según la ley mencionada, especialmente
por insistencia de Santander.
La exclusión de la filosofía de Bentham de la enseñanza en
las universidades fue resuelta por Bolívar en 1827. Algunos his-
toriadores atribuyen esa decisión de Bolívar a la supuesta parti-
cipación de Santander en el atentado de Bogotá. Santander era
entusiasta de las teorías de Bentham. Otros, sugieren que Bolívar
deseaba aplacar el rechazo de la iglesia a esas teorías, así como la
creciente incomodidad de los criollos vinculados al gobierno con
las ideas del filósofo. Si esta última hubiese sido la explicación,
Bolívar habría depuesto sus convicciones por cálculos políticos.
No se ha dilucidado esa contradicción, pero tal vez quepa asumir
lo que, según Paula Rudán, fue un “exilio” contingente de la filo-
sofía de Bentham en beneficio de la gobernabilidad de un país
profundamente segmentado.
El modelo educativo lancasteriano reprobaba las viejas prác-
ticas del castigo físico en la enseñanza y ponía el acento en una
relación más libre entre el profesor y el alumno. Un proceso de
aprendizaje sustentado en la memorización y en la solución de
problemas. El peso de cada una dependía de las capacidades in-
natas del alumno. Si, para uno, la memorización era fácil, debía
suscitarse la solución de problemas a fin de que la saturación me-
morística no obstruya la capacidad de raciocinio; si, para otro,
10 la memorización era difícil, había que insistir hasta que hubiera
acumulado la necesaria información para empezar el plantea-
miento de problemas. Así resumía Bolívar cómo habría de ser la
educación de su propio sobrino. El componente común en las dos
opciones era cierto grado de confianza o familiaridad en el trato
mutuo. El modelo tuvo mucha resistencia en las universidades,
donde se consideraba que los maestros togados no podían permi-
tirse concesiones en los métodos tradicionales y, menos, tolerar la
familiaridad de los alumnos porque conduciría a un menoscabo
de la autoridad del profesor.
Volvamos a la obra de Amílcar Tapia. La reforma de 1827
permitía a los médicos ser candidatos al rectorado, algo que im-
pedía la ley original, la cual, además, establecía que el rectorado
alternara entre clérigos y civiles, alternancia que también dejó sin
efecto la reforma. Después del breve rectorado del Dr. Pedro José
de Arteta, accedió a esa posición el médico José Manuel Espinosa.
Desde 1827 hasta 1857, la Universidad Central, llamada Central
del Ecuador por decreto de Vicente Rocafuerte, mantuvo una lí-
nea tradicional en los dos componentes estructurales básicos: la
oferta académica y el régimen de enseñanza. Salvo la biblioteca
que incluía el acervo colonial jesuita y dominicano, las ciencias
de la tierra no tenían ninguna presencia.
Hago una digresión al comentario para señalar que los tra-
bajos de Pedro Vicente Maldonado y José Mejía Lequerica no
tuvieron continuidad en la universidad. Los estudios de ciencias
naturales de estos dos científicos se entrelazaron con la presencia
de investigadores europeos, Maldonado con la misión geodésica,
y Mejía con Juan Celestino Mutis. Notoriamente la Central se ha-
bía aislado del entorno internacional. De la Escuela de Medicina,
poco que hablar, a la hora de resolver problemas concretos, los
curanderos y barberos aventajaban claramente a los graduados.
La medicina estaba abismalmente distanciada de los desarrollos
que Europa adelantaba en la microscopía, microbiología, inmu-
nología. En cuanto al régimen de enseñanza prevalecía el método 11
memorístico.
Retomamos la obra de Amílcar Tapia para encontrar al Dr.
Gabriel García Moreno, como rector de la Universidad Central,
en 1857. Doctor en Jurisprudencia de la misma universidad, tenía
pasión por las ciencias, particularmente la química, la geología, la
física y las matemáticas. Desterrado por Urbina, tuvo la ocasión
de hacer un exigente entrenamiento en París sobre estas materias.
De retorno creó las cátedras de química y de ciencias exactas, que
él mismo impartió. Ascendió al Pichincha con el ingeniero fran-
cés Sebastián Wisse. Fue miembro de la Sociedad Geológica de
Francia. Su visión de la educación pública se resume en estas pa-
labras, citadas por Amílcar Tapia “Si alguna vez hay entre noso-
tros un Gobierno que sepa dar impulso a nuestra imperfecta y de-
cadente instrucción pública, y la extienda por todos los ángulos
del estado, al alcance del pobre y del desvalido, un gobierno que,
respetando la religión y la humanidad, no permita que la oprimi-
da y numerosa raza indígena siga, como hasta aquí, reducida a
la clase de envilecidos parias…”. “El Ecuador no saldrá nunca de
su inopia, de su marasmo industrial…, si no resuelve establecer
enseñanzas serias de Química, de Mineralogía, de Botánica, de
Agricultura, de Medicina y Manufacturas”.
A tono con esta visión, restauró los edificios, organizó las
aulas y laboratorios para las nuevas cátedras y donó su propio
laboratorio. Más tarde fue el suscitador de una ley para crear en
Quito una ‘Escuela científica’, previa a la Politécnica Nacional,
que fundó cuando Presidente de la República. Se distanció de la
Universidad Central después de clausurarla porque lo fustigaban
sin tregua los jóvenes liberales, aunque fue el modernizador de la
Escuela Médica a la que proveyó de maestros franceses.
En suma, la Universidad Central en el siglo XIX ofrecía tres
carreras: Teología, Jurisprudencia y Medicina. En 1857 contaba
también con una de Obstetricia. Definitivamente, la estructura
12 de la universidad no admitía la inserción sistemática de las cien-
cias naturales. En un siglo de tan acelerado desarrollo científico
la universidad pública se había rezagado ostensiblemente. Los
atisbos dependieron de oportunidades internacionales extraor-
dinarias en las que actuaron políticos visionarios, pero había un
contexto impermeable al cambio, pues, la educación superior es-
taba muy restringida a grupos sociales inmersos en el poder de
un estado de precarias estructuras agrarias.
Me permito una aproximación preliminar al siglo XX que
Amílcar Tapia desarrollará en el siguiente volumen. En dicho
siglo Alfaro propició un cambio significativo de la educación pri-
maria y de segundo nivel, sobre todo la organización de norma-
les y la instauración de la coeducación, es decir, el acceso de las
mujeres a la educación. Había empezado a instaurarse esta opor-
tunidad social en el marco del pensamiento liberal laico. Pero, la
universidad pública apenas empezaba a cambiar los rasgos pos-
coloniales. La medicina se impartía en varias universidades y la
investigación científica despuntaba lentamente. En los años vein-
te el científico japonés Noguchi realizó estudios de fiebre amarilla
en Guayaquil. Más tarde, también en Guayaquil, el doctor Izquie-
ta Pérez fundó un laboratorio para el control de medicamentos
y productos farmacéuticos. El Instituto Izquieta Pérez sería un
centro científico muy dinámico hasta los años setenta, especial-
mente en enfermedades infecciosas. Para la década de los años
cuarenta había también despuntado la investigación científica en
Quito, donde el Dr. Pablo Arturo Suárez estudió la tuberculosis
mediante observaciones sistemáticas, aunque con una estadística
frágil. Luego vendrían los estudios de farmacología de Plutarco
Naranjo, formado en los Estados Unidos, y los de endocrinología,
de Rodrigo Fierro y José Varea, los dos formados con Gregorio
Marañón, en España. Nuevamente, experiencias internacionales
puntuales, suscitaron cambios en la práctica científica local, pero
las universidades, la Central en particular, carecían de una políti-
ca de internacionalización que les permitiera ampliar el radio de 13
los estudios científicos a otros campos del conocimiento. Aunque
las investigaciones de Naranjo, Fierro y Varea fueron inspiradoras
para sus jóvenes alumnos, no lograron insertarse como estructu-
ras duraderas en el conjunto de la universidad.
Las ingenierías, en particular la ingeniería civil, se organizó
en las postrimerías del siglo XIX, fusionada con arquitectura, la
cual se configuró de manera independiente en 1946. La carrera
de ciencias químicas y farmacia también es de esta década, de ella
se desprendió recientemente la carrera de ingeniería química. La
carrera de ingeniería en petróleos surgió de la de ingeniería civil
en la década de los setenta en el marco de los desafíos que implicó
la exploración y, sobre todo, la explotación de petróleo en nuestra
región oriental. Durante casi cuatro décadas, la carrera de petró-
leos proporcionó técnicos y expertos en explotación de crudo a
las empresas transnacionales radicadas en la Amazonía, así como
a Petroecuador, la petrolera estatal. La participación de nuestros
expertos en la petrolera estatal permitió reivindicar, al menos
modestamente, una participación autónoma en este renglón cru-
cial de la economía del país. Aunque esta carrera aparece inserta
en un contexto de internacionalización forzosa, la universidad no
había desarrollado una política de relaciones internacionales que
le permitiera impulsar cambios más profundos en los campos de
la prospección de recursos naturales, debilidad que se haría pa-
tente recientemente en la prospección y explotación minera.
En suma, Amílcar Tapia, historiador incansable, ha extraí-
do valiosos documentos del archivo histórico de la Universidad
Central y de otros, particularmente la Biblioteca Aurelio Espinosa
Pólit, que nos acercan a la comprensión del pensamiento univer-
sitario del siglo XIX y nos permiten atisbar el presente. En efecto,
podemos constatar que las rupturas y discontinuidades surgen en
momentos luminosos de apertura al mundo. Atreverse a salir del
entorno local, al saber universal, es un factor de autonomía del
14 pensar. A partir de allí, la investigación de lo propio conduce al
pensamiento crítico, en ese movimiento que va de la constatación
a ‘saber preguntar’. En ese movimiento se resume el proceso cog-
nitivo de nuestros programas de enseñanza, si de veras aspiramos
a formar profesionales de alta pertinencia social y a sostener una
universidad verdaderamente influyente en el desarrollo social.

Fernando Sempértegui Ontaneda


RECTOR
Abril de 2019.
Referencias:

Ricoeur, Paul, Historia y verdad, Buenos Aires, Fondo de


Cultura Económica, 2015.

Rivera-Sotelo, A., El utilitarismo de Jeremy Bentham ¿Fun-


damento de la teoría de Leon Walras? Cuadernos de
Economía, 2011, vol. 30, pp. 55-76. www.scielo.org.
co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121... Acceso
2019/04/15

Rudán, Paula, Más allá de la querella benthamista: el gobier-


no de Ultramaria, Araucaria Revista Iberoamerica-
na de Filosofía, Política y Humanidades, 2010, 23, pp.
115-139. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articu-
lo/3316993.pdf Acceso 2019/04/15 15
Wulf, Andrea, La invención de la naturaleza, Bogotá, Pen-
guin Random House Grupo Editorial, S.A.S., 2017.

Zúñiga, Neptalí, Humboldt y el americanismo, Quito, Uni-


versidad Central del Ecuador, 1975.
Tomo I
ÍNDICE DE EX RECTORES
SIGLO XIX

1.- Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso, primer rector de la


Universidad de Quito, luego de la independencia del
Ecuador. Año 1827......................................................... 21

2.- Dr. Pedro José de Arteta y Calisto, Presidente (E) del Ecua-
dor y rector de la Universidad de Quito, 1830............ 99

3.- Dr. José Manuel Espinosa, primer rector-médico de la Uni-


versidad Central de Quito. Períodos: 1845-1848; 1848-
1851; 1855-1856, y 1860-1863.................................... 167

4.- Dr. Gabriel García Moreno, rector de la Universidad Cen-


tral del Ecuador, 1 de enero de 1857 a 27 de noviembre
de 1858.......................................................................... 223
ILMO. DOCTOR JOSÉ MIGUEL DE
CARRIÓN Y VALDIVIESO,
OBISPO AUXILIAR DE QUITO Y PRIMER
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE QUITO, 21
LUEGO DE LA INDEPENDENCIA DEL
ECUADOR.

AÑO 1827.
CONTENIDO:

CAPÍTULO I
Antecedentes familiares................................................................15

CAPÍTULO II
Estudios eclesiásticos....................................................................17

CAPÍTULO III
Funciones y trabajos eclesiásticos ..............................................34

CAPÍTULO IV
Estudios universitarios.................................................................37 23
CAPÍTULO V
Rector de la Universidad Santo Tomás de Quito
La Universidad de Santo Tomás de Quito y
el período independentista ...........................................................42

CAPÍTULO VI
Últimos años del Ilmo. Carrión y Valdivieso............................78

BIBLIOGRAFÍA..........................................................................84
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO I

Antecedentes familiares
os orígenes familiares del futuro rector de la Universi-
dad de Santo Tomás de Quito, debemos encontrarlos en
la propia España, desde donde la familia Carrión pasó al
continente descubierto por Colón casi a raíz de la con-
quista del continente. Agustín de Carrión Merodio y
Pacheco, caballero de la Orden de Santiago, natural de la villa de
Carrión de los Condes del Reino de León, se avecindó en la villa
de Zaruma, célebre asiento minero, en donde contrajo matrimo-
nio con María de Alarcón y Alarsa. Luego se trasladó a Loja en
donde ocupó reiteradamente el cargo de Alcalde Ordinario.
Agustín Carrión tuvo un hijo llamado Antonio, quien ejer-
ció el mismo cargo honorífico. Contrajo matrimonio con Bárbara 25
Ramón con la que tuvo tres hijos: Pedro, Agustín y Antonio que
se casaron con las tres hijas del general Jerónimo Vaca de Castro:
María, Catalina y Magdalena, respectivamente. Jerónimo fue hijo
de Diego Vaca de Castro y Fernández de la Vega, conquistador
de Mainas y fundador de la ciudad de San Francisco de Borja. Su
esposa fue Catalina Fernández de Medina, marquesa de la Vega.
Entre sus parientes se contaban al primer gobernador del Perú,
Cristóbal Vaca de Castro.1
Agustín tuvo tres hijos, a saber: Teresa, Margarita y Nicolás Ca-
rrión Vaca. Teresa celebró matrimonio con Lorenzo Martínez de la
Fita. Entre su descendencia se cuenta a Francisco Javier de la Fita y
Carrión, natural del pueblo de Sibambe en el distrito de Alausí, cura
de distintas parroquias importantes de la diócesis de Quito y más
1 GANGOTENA y Jijón, Cristóbal, Los Carrión de Loja, Archivo de la Academia Na-
cional de Historia, Cfr. Julio Tobar Donoso, El Obispo de Botrén, Quito, Ediciones de
la Universidad Central del Ecuador, 1924, p. 2.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

tarde canónigo y deán de Cuenca, de la cual fue electo obispo por


Cédula de 1802. Lamentablemente no pudo tomar posesión de su
diócesis porque murió en Quito el 28 de mayo de 1805.2
Nicolás Carrión Vaca fue rector de la Universidad de Santo
Tomás en 1788,3 quien a su vez se doctoró en esta institución en
1778, llegando a tener más tarde una grave polémica con el religio-
so mercedario, fray Nicolás de Onrramuño, por temas teológicos.4
El doctor Carrión Vaca contrajo matrimonio con María de
Velasco y Vallejo, y entre sus hijos debemos mencionar a Nicolás,
que fue también hombre de luces; a Rosa que casó con Manuel
Larrea y Jijón, marqués de San José, y Josefa que también contrajo
nupcias con otro miembro de la familia Jijón.
Del matrimonio de Antonio Carrión Merodio con Magdale-
na Vaca de Castro nacieron José Benigno, Antonio y Miguel. Del
primero descienden Miguel Francisco Jerónimo y Manuel María
Carrión Palacio y Escudero. El primero presidente de la Repúbli-
26 ca (1865-67), y el segundo gobernador de Loja en 1850.5
Larga e interesante es la línea genealógica del doctor José de
Miguel Carrión y Valdivieso, quien nació en Loja, el 17 de di-
ciembre de 1782. Fueron sus padres Baltazar Carrión y Aguirre e
Ignacia de Valdivieso y de la Carrera. Tuvo además los siguientes
hermanos: Bárbara Javiera, Josefa, Manuel Ignacio, Rosa María,
Margarita, Ignacia y Ana María.

2 Archivo de la Curia Metropolitana de Quito. Expedientes de Órdenes. Canónigos,


1802-18010, folio 90.
3 MONCAYO, Germania, La Universidad de Quito, Quito, Imprenta de la Universidad
Central, 1944, p. 220.
4 MEJÍA, Eloy, Varones ilustres de la orden de La Merced, siglo XVIII (folleto), Archivo
Convento de La Merced, Quito, s/a, s/e, p. 14.
5 VALDIVIESO, Miguel, Los gobernadores de Loja en los siglos XVIII y XIX, Loja,
Imprenta de la Universidad Nacional de Loja, 1960, p. 156

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO II
Estudios eclesiásticos
o existen mayores datos sobre su infancia; sin embargo,
para 1800 se tiene una corta noticia de su padre, recogi-
da por Manuel García, deán de la catedral de Quito,
quien señaló “… vino a Quito desde la distante Villa de
Loja el célebre caballero Don Baltazar Carrión acompa-
ñado de uno de sus hijos para siga sus estudios eclesiásticos en el
afamado colegio de San Luis…”.6 Suponemos se trataba del joven
José Miguel Carrión.
El 15 de noviembre de 1805, el P. Ramón Yépez, rector del
colegio de San Luis y vicario general de Quito, certificó que:
“El Maestro don José Miguel Carrión, natural de la ciudad
de Loja y de su primera nobleza, ha sido colegial de dicho Semi-
nario; y cuando fui posesionado de su gobierno como Rector, le 27
hallé de tal cursando y estudiando filosofía, bajo la enseñanza del
Dr. D. José Mexía (Lequerica); que concluido aquel curso, tomó
grado de Maestro en esa Facultad por la real Universidad de San-
to Tomás en el año pasado de 1803; que por octubre del mismo
año pasó a los estudios y curso de jurisprudencia civil y canónica,
los que continúa de presente. Que en unos y otros estudios me ha
hecho notorio sus buenos talentos, y en el de filosofía especial-
mente su aprovechamiento, como sobre todo su buen porte, ob-
servancia de los Estatutos, buena vida y costumbres ejemplares,
aplicación y exacto cumplimiento de sus obligaciones”.7
En la capital recibió el subdiaconado de manos de su tío
Mons. Francisco Javier de la Fita y Carrión que había venido a

6 Archivo de la Curia Diocesana de Quito. Cartas y varios, Canónigos, 1800-1808, fol. 70.
7 Ibidem, Archivo Metropolitano. Expediente de Órdenes Sacerdotales, fol. 90. Cfr.
Tobar Donoso, p. 5.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

consagrarse en Quito. Del mismo prelado recibió, aún antes de


ordenarse, a título de congrua futura, en la sacristanía mayor de
la iglesia matriz de Loja.
Luego de sus estudios, conforme la costumbre de la época,
el deán de la catedral de Quito y el Cabildo metropolitano, el 23
de agosto de 1805, concedieron licencia para que el joven semi-
narista José Miguel Carrión pudiera presentarse ante el obispo
de Quito y recibir el Diaconado, y de orden del obispo Cuero y
Caicedo fue examinado previamente por el famoso teólogo Joa-
quín Miguel de Araujo, quien el 11 de noviembre informó a su
prelado que el señor Carrión estaba bien instruido en las materias
morales pertenecientes al Orden del Diaconado. En igual forma,
añade que lo “halló suficientemente impuesto en la lengua latina
y en uno y otro ha manifestado habilidad”.8 El 15 de diciembre del
mismo año recibió el Diaconado.
28 El 13 de febrero de 1806, el referido Cabildo le otorgó el per-
miso en razón de su edad (23 años) para que el obispo Cuero y
Caicedo le administrara el sacramento del Orden sacerdotal; sin
embargo, antes de que ello suceda, el propio Consejo Diocesano
dispuso que el padre Araujo le examine nuevamente. El 28 del
mismo mes ratificó sus conceptos sobre el aspirante al sacerdocio,
señalando se “hallaba bien instruido tanto en latinidad como en
materias morales concernientes al Orden sagrado del Presbitera-
do y en uno y otro ha manifestado juicio y acierto”.9
La explicación para que el Cabildo diocesano proceda de esta
manera rigurosa, se debió a la pobreza de conocimientos demos-
trados por los aspirantes al sacerdocio, pobreza que no solamente
se evidenciaba en saberes teológicos, sino en la misma razón mo-
ral originada en el mal ejemplo de los llamados “liberales españo-
8 Ibidem, Tobar Donoso, p. 5.
9 Ibidem, Expediente de Órdenes, fol. 94. Cfr. Tobar Donoso.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

les” quienes impulsaban y difundían la legislación antirreligiosa


de la metrópoli.
Desde el punto de vista religioso, el siglo XVIII se caracteri-
za por romper la tradición de la Iglesia en los campos filosófico
y teológico, desconociendo los derechos de autoridad, introdu-
ciendo el subjetivismo de la fe y la anarquía de las conciencias
individuales que buscan la propia experiencia en las directas ilu-
minaciones del espíritu.10
Más, al proclamar el libre examen y quebrantar las bases se-
culares de la autoridad jerárquica de la Iglesia visible, se dio paso
al progreso del protestantismo, cuyo accionar tuvo mucho cui-
dado en no menoscabar la soberanía de la autoridad civil. Por
el contrario, trató de robustecer y consolidarla como medio para
debilitar el dominio eclesiástico, parte de cuyas atribuciones asig-
nó al mismo Estado. “El Estado -dice Lutero- regla las manifes-
taciones exteriores de la vida espiritual. Esta no es independiente
del Estado cuando se exterioriza, razón por la que es fundamental 29
que haya una relación entre la Iglesia y el poder civil con el objeto
de lograr la protección y cuidado de las autoridades”.11 La sobe-
ranía civil, como guardián de la moral a la que dio el luteranismo
un carácter excesivamente exterior y rigorista, sustituye la juris-
dicción del Pontificado.
Otro problema con el que debió enfrentar el catolicismo en
el siglo XVIII es el cesarismo,12 convirtiéndose en el anhelo ge-
neral de las Cortes y Parlamentos de restringir cada vez más los
derechos del Papado y constituir iglesias nacionales. En Francia,
el absolutismo adopta el nombre de “galicanismo”. En Austria de-
10 SANTOS, Manuel, El pensamiento subjetivista de América en el siglo XVIII, Madrid,
Ediciones Galas, 1986, p. 160.
11 BURGOS, Ismael, La teoría de Lutero sobre la sociedad civil, Buenos Aires, Imprenta
de B. Raizagrs, 1945, p. 98.
12 Concepto utilizado por diversos autores para definir un sistema de gobierno centrado
en la autoridad suprema de una dignidad.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

riva su denominación tomada del nombre de su rey y se llama


“Josefismo”. En Alemania, el regalismo eclesiástico toma la figura
de episcopalismo con Febronio, que atribuye a los obispos el uso
de poderes extensos, transmitidos supuestamente por el Divino
Fundador de la Iglesia a la masa de fieles, masa que a su vez los
delega a ellos concediéndoles toda clase de poderes.13
En todo este mundo de controversias, el Papa no era otra
cosa que un simple Metropolitano14 con respecto de los demás
obispos, pero sin jurisdicción ni territorio, convirtiéndose en una
autoridad simbólica sin poder alguno desde el punto de vista ma-
terial. En España, el regalismo (alguna vez llamado hispanismo)
no adopta generalmente un apelativo especial, sin duda porque
carecía de raíces en el sentimiento colectivo. En esta circunstan-
cia, poco a poco los jurisconsultos-teólogos, para justificar los
abusos de los privilegios que el Pontificado concedió a los monar-
cas españoles, fundamentan una doctrina de creciente absorción
30 de los fueros espirituales por el poder civil.15
Las dos órdenes, temporal y espiritual, cuya distinción ase-
guraba la libertad civil, se confundían entre ellas. Si bien es cierto,
la autoridad eclesiástica gozaba de la protección del Estado, en
cambio se hallaba sometida a un sistema férreo de control y vigi-
lancia por parte del cuerpo político, el cual otorgaba privilegios
al clero que se hallaba servilmente adherido al poder adminis-
trativo, bajo el que se amparaba cuando cometía desafueros que
no podían ser castigados por el obispo diocesano. A su vez, las
autoridades civiles, para premiar su absurda fidelidad, imponían
su criterio al prelado a fin de otorgar pingües beneficios a religio-
13 Ibidem, Burgos, p. 112.
14 Metropolitano, en términos eclesiásticos, es la autoridad encargada de dirigir las igle-
sias y catedrales mayores. Para este caso, el Papa no era más que un administrador
jerárquico de las mismas, con poder sobre los obispos, más no sobre el pueblo.
15 MOURRET, Fernand, Historia General de la Iglesia, Tomos 6, 7, 8 y 9, Paris, LGT
1915.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

sos incompetentes, faltos de instrucción eclesiástica, ambiciosos


y negativos dentro de la clerecía.
Aún los frailes de claustros eran firmes defensores de este
sistema liberto, por medio del cual podían manejar a su antojo
asignación de parroquias sin que el diocesano pueda hacer nada
para evitar estos abusos. El propio rey de España tenía seguridad
de que la “vida monacal y la sociedad conventual son una institu-
ción pública, cuya vigilancia y cuidado le pertenecen, razón por
la que tiene, en el orden general del Estado, su lugar, su rango, su
empleo, sus sujeciones y privilegios. Esto garantiza su funciona-
miento, el cual debe hallarse regido por la norma civil, a la cual
será leal y firme…”.16 Esto fue la causa de muchos sufrimientos a
los obispos, quienes, inclusive, fueron perseguidos por los pro-
vinciales de las diferentes comunidades religiosas que se creían
con mayor derecho que los propios prelados.
La Iglesia tenía dos tipos de sacerdotes: los regulares y
los diocesanos. Los primeros se hallaban sujetos a una comu- 31
nidad religiosa y se regían por una regla espiritual conforme
el carisma de cada una de ellas. La formación de los frailes
no estaba en los seminarios diocesanos, sino en sus propios
conventos. La autoridad máxima era el superior provincial,
quien, de acuerdo a los cánones de la Iglesia, supuestamente
debía sujetarse en obediencia al obispo; en tanto que los dio-
cesanos, eran curas que dependían directamente del obispo.
Se formaban en los seminarios creados por el obispo para tal
efecto, observando las normas propias dictadas por el Conci-
lio de Trento, que preveía la formación de curas para servir
en las parroquias. Era el obispo quien determinaba su orde-

16 FEDRAU, Michel, Las órdenes monacales en la América Hispana, México, Imprenta


de L. Gutiérrez, 1940, p. 230.

Siglo XIX
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nación sacerdotal luego de “que haya recibido la suficiente


preparación en filosofía, teología y doctrina...”.17
Lamentablemente la educación de los clérigos no siempre
era suficiente, ya que no había buenos maestros de las cátedras
sagradas. Si existían, no compartían las ideas del diocesano por
intereses personales, sobre todo cuando éste no satisfacía sus
afanes particulares relacionados con la obtención de canonjías y
curatos. Llegó una vez al extremo de que el presidente de la Au-
diencia de Quito en 1678 ordenó al obispo ordenar como sacer-
dote a un individuo que apenas sabía saber leer y escribir, quien
respaldado por la fortuna de sus padres que habían pagado una
buena suma de dinero, querían que su hijo no solamente fuese
cura sino reciba la investidura de canónigo a los 23 años de edad.
Esto no sucedió por la oposición del prelado, razón por la que
fue vejado por el interesado, sin que la autoridad civil haga nada
por defender la dignidad del obispo. Con ello queda demostrada
32 cuanta injerencia y abuso cometieron los mandatarios a pretexto
del regalismo.18
La educación que recibían los curas en los seminarios corría
el peligro de caer en manos de maestros no siempre ilustrados,
con el grave riesgo de hallarse influenciados por las ideas del
jansenismo19 y su inmediata relación con el calvinismo.20
17 VILLALBA, Jorge, La educación en los seminarios de Quito, En revista de la PUCE,
Quito, 1975, p. 18.
18 Regalismo es la lista de disposiciones y normas impuestas por los monarcas españoles
desde los Reyes Católicos, los Austrias y los Borbones del siglo XVIII, para asegurar
la superioridad del poder real respecto del Papa de Roma, en lo referente a los asuntos
de la Iglesia católica en los dominios de su monarquía.
19 Jansenismo es la corriente de espiritualidad cristiana que tuvo su origen en las ideas
de Cornelio Jansen (1585-1638) y que se caracterizaba por la exigencia de una vida
virtuosa y ascética, señalando que la salvación se debía poner en manos de la gracia
divina. Fue considerada por la Iglesia católica como una herejía.
20 El calvinismo es una doctrina protestante que tuvo su origen en el pensamiento del
teólogo francés Juan Calvino (1509-1564). Se caracteriza por negar la presencia real
de Cristo en la Eucaristía, así como por creer en la importancia esencial de la fe de los
hombres frente a las obras y la predestinación.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

La extensión de la primera corriente fue inmensa. Toda la


burguesía intelectual de la época se saturó de esa mentalidad y
aun parte del clero y de las órdenes religiosas, razón por la que la
autoridad jerárquica tuvo graves problemas frente a la libertad de
costumbres cristianas de gentes que desconocían la divinidad de
Cristo y se allegaban tan sólo a “la voluntad de la gracia divina”, la
que, según el jansenismo, se obtenía por las obras que cada quien
realizaba. Esta idea era apoyada por el protestantismo que difun-
día su doctrina herética y atacaba directamente a la jerarquía de
la Iglesia, sobre todo al Papa.
Otro de los graves problemas que tenía la Iglesia era el indi-
vidualismo que existía entre los miembros del clero y la autoridad
eclesiástica. Los curas y frailes se amparaban en sus conceptos
dogmáticos sobre el hecho de que el obispo podía representar al
Papa pero no gobernar en el ámbito material, cosa que era propia
de la potestad civil, la cual tenía facultades económicas y polí- 33
ticas, tan buscadas y allegadas por la mayoría del clero, demos-
trando que a muchos eclesiásticos no les interesaba mantener una
buena relación con el obispo, sino con los gobernantes monár-
quicos por los beneficios que de ellos podían esperar.
Esta situación fue causa de mucha preocupación por parte
de los prelados de Quito, los que sentían un gran vacío al mo-
mento de buscar maestros para el seminario diocesano. Por otro
lado, las cátedras que se impartían en esta casa de estudios tenían
relación directa, entre otras corrientes, con la filosofía tomista,
la cual había dado a la sociedad civil el bien común, así como la
prosperidad temporal pública; sin embargo, esta enseñanza no
siempre fue entendida y menos comprendida por los catedráticos
del seminario de San Luis de Quito que laboraban a finales del
siglo XVIII, los que dejaron de tener el notable ejemplo e instruc-
ción de los jesuitas, que fueron expulsados de Quito en 1767.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

También influenciaba en la formación de los futuros sa-


cerdotes otras corrientes propias de finales del siglo XVIII tales
como el advenimiento de la escuela liberal económica, del indi-
vidualismo materialista en el disfrute de las riquezas. La escuela
Fisocrática y la llamada de Manchester,21 rápidamente difundidos
en los países europeos… En fin, llevando todo esto a varias crisis,
siendo la religiosa la más compleja por la pérdida de autoridad
de la Iglesia y por el cismático regateo de las atribuciones pon-
tificias. También la crisis política hizo mella entre los creyentes,
nacida del advenimiento del liberalismo; crisis moral, manifesta-
da sobre todo en la clase alta, sin otra razón que su vanidad, con
lo cual afectaba gravemente su condición espiritual; crisis social
impulsada por el individualismo protestante al orden de riquezas;
finalmente, humana y general, cuyas consecuencias se reflejaron
en la Revolución Francesa de 1789, lo cual convulsionó a Francia
y el mundo entero.
34 Todo este proceso ocurrido en el siglo XVIII, trajo graves
consecuencias para la humanidad en el XIX, sobre todo para el
clero americano, el cual se dividió en monárquicos y republica-
nos con ocasión de las guerras de la independencia, cuyo inicio
se dio en la invasión napoleónica a España y la independencia de
los Estados Unidos ocurrida en 1776.
Esta dura situación afectó a la Iglesia, la cual no dejará de
sufrir otras crisis debido a los ataques violentos ocurridos al in-
terior de su seno promovidos por los llamados liberales, entre
los que se distinguían Arguelles, Villanueva y Llorente, quienes
en los primeros años de la época Gran Colombiana inundarían
a Colombia con sus libros, saturados de odio contra el pontifi-
cado, actitud que sobresalió en los primeros decenios del siglo
XIX, coincidiendo con el proceso libertario de América particu-

21 ADELFO, Miguel, Las escuelas de pensamiento social en el siglo XIX, México, Sope-
na, 1982, p. 114.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

larmente de los países independizados por Bolívar. Estos nuevos


gobiernos enviaban con frecuencia comisiones financieras a Lon-
dres y otros puntos de Europa para lograr empréstitos y apoyos
financieros para afianzar sus economías. En estas gestiones, se
ponían en contacto con los citados publicistas, a los cuales com-
praban libros ayudándoles con ello en su maléfica propaganda
iniciada años atrás.
En los albores del siglo XIX, los modelos educativos que se
ponían en práctica en las colonias españolas, tenían estricta eje-
cución en el marco de las relaciones Iglesia-Corona, relaciones
que estaban dominadas por el regalismo, en virtud del cual el mo-
narca asume plena jurisdicción, no por privilegio papal, sino por
el atributo de su absoluto poder real. Los concilios provinciales de
la Iglesia celebrados en América y España entre 1771 y 1780 plan-
tean las tareas del Estado y administración bajo ese mismo prin-
cipio, principio que tendrá su efecto directo en el planteamiento
de los fines educativos, formulado en las diferentes instituciones y 35
en los medios educativos de la época: cartillas, estatutos, libros.22
La renovación pedagógica que se aplicó en América a co-
mienzos del siglo XIX se encuadraba en el marco ilustrado que
intenta fomentar la educación como medio de bienestar y pros-
peridad de los súbditos, marco, que, a su vez, interrelaciona con
dos hechos que, al mismo tiempo, tienen conexión sobre todo
con la reglamentación por parte de la Corona en 1780, en don-
de concebía a la enseñanza como utilidad pública, pretendiendo
ampliar su cobertura a las masa ilustrada para su progreso social,
económico, cívico y religioso.
En los seminarios, sobre todo en el de Quito, el obispo José
de Cuero y Caicedo, quien tomó posesión de la diócesis el 23 de
diciembre de 1801, luego de la muerte de su predecesor Miguel
22 CÉSPEDES, Guillermo, “América Hispana (1492-1898)”, Vol. VI, en Historia de Es-
paña, Barcelona, Editorial Labor, 1983, p. 181.

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Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

Álvarez y Cortez acaecida el 1 de febrero de 1801, implementó


un sistema impulsado desde España que tenía relación con una
formación religiosa, a través del ejemplo; formación cívica por
medio de hábitos y una formación instructiva mediante el apren-
dizaje activo.23
La educación en la casa de formación de los futuros sacerdo-
tes, por lo menos en Quito, era un tanto crítica, ya que los alum-
nos “carecían de los más elementales principios de educación;
muchos sabían leer con dificultad y sus conocimientos básicos
sobre cultura general eran lamentables. De allí que para ordenar
un sacerdote debía pasar un largo período de formación e ins-
trucción. Con ello el obispo aseguraba que los futuros curas de
sus diócesis no sean individuos que simplemente deseaban abra-
zar el estado sacerdotal por mejorar sus vidas y las de sus familias,
ya que el ministerio les ofrecía ciertas comodidades que nunca
podían tener en el mundo civil. Más grave era aún el estado de los
36 religiosos en los conventos, en donde muchos aspirantes pugna-
ban por ingresar con el fin de abrazar el estado eclesiástico. Estos
provenían generalmente de clases medias y bajas.
Sus padres eran artesanos, agricultores o dedicados a varios ofi-
cios, en donde era imposible costear una educación diferente para sus
hijos, por lo que aspiraban a que ellos lleguen a formar parte de los
conventos, en donde la vida para estas personas era dura: apenas re-
cibían una pobre pitanza; un hábito y algo de ropa para cubrir su in-
terior y nada más, padeciendo, por lo demás graves estrecheces mate-
riales que les obligaba en más de una ocasión recurrir al auxilio de sus
pobres familias. Quizá uno que otro individuo por recomendación de
algún fraile llamado “mayor” podía seguir estudios teológicos, por lo
que la posibilidad de lograr culminar la carrera sacerdotal se asignaba
solamente a hijos de familias pudientes y distinguidas de Quito”.24
23 FOZ, Pilar, La revolución pedagógica en Nueva España (1745-1820), México, FCE.
24 BENÍTEZ, Miguel, La educación en el Quito colonial (folleto) BAEP, s/a, s/e, p. 14.

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Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

La educación, en términos generales, era muy elemental: el


método de lectura era el alfabético pasando luego al fónico. La es-
critura seguía normas que se aplicaban también al dibujo, razón
por lo que era indispensable “tener buena letra dibujando bien las
letras. Para lograrlo, al maestro tenía siempre junto a sí una beta
de cuero con la cual castigar y corregir al alumno…”.25 En cuanto
a la enseñanza de la aritmética, se recomendaba el uso adecuado
del encerado.26
Es importante señalar que a la enseñanza de las cuatro reglas,
se le añadía la de proporción y manejo de las medidas más usadas
en la época y que más tarde fueron desarrolladas de manera más
didáctica por Pablo Montesinos, obra que fue recogida por Anas-
tasio Martínez, en su libro: “Pablo Montesinos. Curso de Educa-
ción. Métodos de Enseñanza y Pedagogía”.27
Las escuelas de primeras letras y los estudios de Humanida-
des fueron dedicados exclusivamente a la formación de la élite
criolla y sostendrán las bases para que esa clase social llegue a la 37
universidad casi de manera exclusiva.
El objetivo de la enseñanza elemental será, fundamental-
mente, el aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo “cu-
rrículum” que estará presidido por la enseñanza de la Doctrina
Cristiana, por medio de rezos y cánticos religiosos, mediante el
aprendizaje del catecismo. A finales del siglo XVIII la enseñanza
de Lengua Castellana y su ortografía se convierte en obligatoria
en colegios y universidades.
El método empleado era el colectivo y memorístico, razón
por la que “se daba preferencia a los niños que poseían gran capa-
cidad de memoria para retener las enseñanzas impartidas por sus
25 Ibidem, Benítez, p. 17.
26 Encerado era una pizarra recubierta de cera para que los niños escriban los números
y luego los borren empleando una especie de brocha a fin de volver a utilizarla.
27 Madrid, Ministerio de Educación, Centro de Publicaciones, 1988, p. 193.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

maestros. Estos niños, generalmente, eran orientados para seguir


la carrera eclesiástica, lo cual era signo de elevada categoría so-
cial; y, de no tener vocación, cursaban la especialidad de Derecho,
por la cual muchos jóvenes se pronunciaban, sobre todo aquellos
que no pertenecían a las élites sociales y económicas, y apenas
sus familias podían costearles el pago de maestros y la colegiatura
de prestigiosos colegios como el San Fernando, luego de que los
Jesuitas fueron expulsados en 1767”.28
El procedimiento para impartir la enseñanza era a través del
coreo y la continua repetición. Para el aprendizaje de la lectura, se
utilizaba el método alfabético: primero las letras, luego sílabas y
por fin las palabras y frases.
Los recintos escolares coloniales eran muy pobres, con ins-
talaciones la mayoría de veces improvisadas. El material escolar
escaso y rudimentario. La agrupación de estudiantes se lo hacía
por categorías sociales y económicas: los pudientes en sitios pre-
38 ferentes; los pobres alejados de la tarima magistral. Esto, según
Egaña29 no repugnaba ni creaba tensiones. El maestro trataba de
paliar cualquier conflicto procurando fomentar la solidaridad y
el compañerismo en el desarrollo de los juegos. Esta agrupación
reflejaba, en todo caso, la falta de convivencia social propia de la
sociedad elemental, con escasa o nula movilidad social.
El horario escolar y la distribución de materias tenían varia-
ción según la época del año. En tiempos de lluvias, las asignaturas
preferidas eran lectura, gramática y escritura; en tanto que cuan-
do mejoraba el clima, las matemáticas, el canto y el aprendizaje de
las bases de latín, eran los adecuados. El día escolar comenzaba
con rezos y recitación del catecismo; continuaba con ejercicios de
lectura, prácticas de gramática y escritura y por fin de ortografía.
28 Ibidem, Martínez, p. 21.
29 EGAÑA, Alfonso, Historia de la Iglesia en la América Española. Desde el descubri-
miento hasta principios del siglo XIX. Hemisferio Sur, Madrid, BAE, 1956, p. 1076.

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Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Como fin de curso, los famosos “remates”, es decir una espe-


cie de evaluación –certámenes públicos-, sobre materias escola-
res, muy difundidas en el medio social.
Según las circunstancias personales y la disponibilidad de
maestros, sin regla fija en cuanto a la edad, el adolescente pasaba
a prepararse para tomar cursos de latinidad o humanidades clá-
sicas.
La duración de este ciclo era variable y podía dilatarse hasta
el que el discípulo dominara a Cicerón, Horacio, Virgilio y Ovi-
dio. Por lo tanto, el aprendizaje de latín era obligatorio convir-
tiéndose en el núcleo central del currículum. En esta circunstan-
cia, la enseñanza en este nivel era absolutamente elitista propia de
las clases pudientes, y, por consiguiente, minoritario.30
Los estudios eran seguidos en colegios regentados por órde-
nes religiosas, que para el caso de Quito, -como ya hemos señala-
do-, a finales del siglo XVII, eran los dominicos, quienes tenían el
colegio San Fernando, más tarde convertido en la Universidad de 39
Santo Tomás, esto ya en el siglo XVIII. En igual forma, el colegio
San Luis regentado por los jesuitas, quienes, como insistimos una
vez más, fueron expulsados en 1767.
Como se podrá apreciar, los conocimientos culturales, teo-
lógicos y generales eran muy deficientes, razón por la que los reli-
giosos, de forma común, se hallaban mal preparados y podían ser
fáciles presas de corrientes ideológicas provenientes sobre todo
de España y Europa.
Al respecto, y haciendo referencia a lo señalado líneas atrás,
José Manuel Groot, en su “Historia Eclesiástica y Civil de Nueva
Granada”31 señala: “… para acá se ofrecieron cosas de bastante
significación y consiguientes al estado en que se había puesto al
30 ROMERO DELGADO, José, Iglesia, Estado y sociedad en la educación colonial, Ma-
drid, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 2004, p. 241.
31 Caracas, Cooperativa de Artes Gráficas, 1941, p. 342.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

país con tantos elementos de irreligión, principalmente con la in-


troducción de muchos libros y periódicos extranjeros. La prensa
del país llevaba a Europa las ideas emitidas por los editores de
El Correo; las del ministerio en La Gaceta, y las leyes y decretos
anticatólicos que se expedían por el congreso y el ejecutivo (de
Colombia), todo lo cual excitaba el espíritu anticatólico de los
extranjeros que se ocupaban en hacer la guerra a la Iglesia; tales
eran los protestantes de la Sociedad Bíblica de Londres y los libe-
rales españoles asilados en esa gran Babilonia del libre examen
y también en Francia. (…) el señor Moreno, arcediano en Lima
observaba que los emigrados españoles en Londres, tomaban el
espíritu de las sectas y aprendían a llamar superstición la creencia
de la iglesia romana: que se empeñaban en traducir al castellano,
para propagar en América, obras heterodoxas como si quisieran
persuadirnos a ser cristianos emancipándonos de la autoridad de
40 la Iglesia, o a seguir a Cristo fuera del rebaño, que, según nos
advierte El mismo, es uno solo, bajo un mismo Pastor. Marchena
se atareaba en traducir, aunque pésimamente, los libros más de-
testables del ateísmo y materialismo. Alcalá envió su geografía,
en la que contradice abiertamente la Sagrada Escritura, al hablar
de los aborígenes americanos que, según él, no vienen de la fami-
lia de Noé. Villanueva y Llorente, el primero en su Juicio de De
Prat sobre el Concordato de Méjico; en su Incompatibilidad de la
monarquía universal del Papa; en su Vida Literaria. El canónigo
Llorente, respiraban por todas partes los errores de la herejía y de
la incredulidad, principalmente en la Apología de la constitución
religiosa y en el Retrato político de los papas. Los esfuerzos de
todos éstos tendían a una con los de El Español Blanco apóstata
del catolicismo, a persuadir que debía independizarse de la Silla
Romana”.32
32 Ibidem, Groot, p. 343.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Los protestantes, unidos a estos apóstatas españoles, creye-


ron encontrar la mejor coyuntura para introducir el protestantis-
mo en Colombia, contando para ello con la poca instrucción de
los prelados eclesiásticos y la ignorancia del común de los colom-
bianos. Así fue que con toda confianza la Sociedad Bíblica mandó
a Bogotá al comisionado Thompson para fundar una sucursal,
ciudad en la cual no tuvo problema alguno, siendo acogido con
entusiasmo por el gobierno.
La Sociedad Bíblica de Colombia se organizó con el concur-
so de las autoridades más notables de la ciudad; incluso, en su
directorio se incluyó a varios sacerdotes, contando entre ellos a
los rectores de los colegios mayores de San Bartolomé y Nuestra
Señora del Rosario, como fueron los presbíteros José María Esté-
vez, Juan Fernández de Sotomayor, respectivamente, acompaña-
dos de fray Antonio María Gutiérrez, secretario de la Universidad
del Rosario, con lo cual se comprueba la falta de visión, prepara-
ción y formación en materia teológica y filosófica por parte de 41
altos dignatarios de la Iglesia católica.
Con todo este panorama, la Iglesia fue fácil presa de las co-
rrientes protestantes europeas, cuya influencia entre sus miem-
bros fue indiscutible, llegando al extremo de entender más los
libros escritos por filósofos volterianos, jansenistas y protestan-
tes, cuyos ejemplares eran introducidos clandestinamente al país,
debido a la absoluta prohibición por parte de las autoridades es-
pañolas. Por otro lado, los enemigos de la Iglesia tomaban estos
libros como material para atacar a la jerarquía, la cual no podía
defenderse de sus embates debido a la falta de preparación de sus
miembros.
Insistiendo en el hecho de la formación de los sacerdotes,
a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, -razones por las
cuales nuestro personaje (José de Miguel Carrión y Valdivieso)
debió hallarse sometido a tan exigente prueba de conocimien-
tos-, es necesario ratificar el hecho de que el clero se dedicaba

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

tan sólo al estudio de la teología moral, siendo considerado por


ello como “larraguista”.33 En términos generales, los estudios se
hallaban muy descuidados dando como resultado que los ecle-
siásticos tengan poca formación teológica y casi ninguna en el
ámbito cultural. El atraso era tal que ni siquiera la historia de la
Iglesia católica, que es la fuente de conocimientos en hechos de
disciplina y cuestiones de dogma controvertidos por los herejes y
defendidos por santos y doctores católicos, se conocía a profun-
didad. Pocos eran los curas que tenían una autoformación en este
sentido y podían dar explicaciones sobre la materia. Uno que otro
de ellos tenía un texto de Ducreux, único historiador eclesiástico
francés de quien se habían traducido sus obras al castellano en el
siglo XVIII. Los estudios canónicos tampoco estaban al alcance
de los sacerdotes, que desconocían casi por completo su conte-
nido, siendo más bien, entendido por los abogados. El latín, que
debía ser dominado por los futuros ministros del altar, era ape-
42 nas balbuceado y con gran dificultad podían leer las Escrituras
y el misal ordinario. De filosofía casi ni hablar, en vista de que
para ello debían tener conocimiento sobre los antiguos griegos.
En cuanto a cultura general, los religiosos casi eran ignorantes en
materias propias del mundo exterior, con excepción de algunos
que formaban parte de órdenes conventuales, sobre todo jesui-
tas, dominicos y mercedarios, cuyos superiores obligaban a sus
estudiantes a leer e instruirse en sus voluminosas bibliotecas, que
eran muy famosas en Quito.34
En cuanto al clero secular, las fuentes de estudio y consulta
eran limitadas. Muchos de los nuevos sacerdotes debían acudir a
estantes particulares, especialmente de sus parientes o protecto-
33 Se decía larraguista a quien tenía elementales estudios, sobre todo religiosos, razón
por la que no podía considerárselo como una persona letrada, siendo por lo tanto
incapaz de ocupar otra función que no sea la eclesiástica. Ver Muñiz, Marcelo, en La
educación en Europa, siglo XVIII, Madrid, TOLSA, 1990, p. 114.
34 GÓMEZ, Juan, La educación en los seminarios coloniales españoles (folleto) Lima
s/a, s/e, 1938, BAEP, p.17.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

res, quienes pertenecían casi siempre a familias nobles y adine-


radas, por lo que poseían en sus casas generosa bibliografía en
la que libremente se instruían. Una vez ordenados los curas, casi
de inmediato pasaban a ocupar dignidades dentro de la clerecía,
llegando a ocupar posiciones elevadas que estaban acordes con su
formación y preparación, la que respondía hasta finales del siglo
XVIII y comienzos del XIX, al pensamiento realista del cual eran
férreos defensores.

43

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

CAPÍTULO III

Funciones y trabajos eclesiásticos


omo señalamos líneas atrás, el seminarista José Miguel
de Carrión y Valdivieso, fue ordenado como sacerdote
por el obispo José Cuero y Caicedo. El nuevo eclesiástico
había superado todos los escollos que hemos menciona-
do, demostrando “un amplio conocimiento de la Sagra-
da Escritura, Filosofía, Dogma, Moral Cristiana, Historia Univer-
sal, Historia de la Iglesia, buen dominio del francés y
conocimiento vasto de los clásicos”,35 convirtiéndose en una cele-
bridad entre sus colegas de vocación, ya que entre ellos la caren-
cia de ciencia, moralidad, inteligencia y formación era notable, al
tiempo que lamentable.
44 Se supone que en el mismo año de 1806, Carrión sería desti-
nado a Cuenca, cuyo obispo era el fogoso realista Andrés Quin-
tián Ponte y Andrade, electo en 1805. Pronto fue elevado al cargo
de Canónigo Medio Racionero36 cuando apenas frisaba los veinti-
cinco años de edad, lo cual constituían una prueba de respeto por
sus altas cualidades personales e intelectuales.
En 1810 fue elevado a la dignidad de Racionero, es decir ad-
ministrador general de los bienes de la catedral de Cuenca y, por
lo tanto, muy cercano al obispo de la diócesis. Una dura prueba
debió afrontar cuando el 23 de enero del mismo año el obispo
Quintián se pronunció abiertamente contra la Junta de Quito, or-
ganizada luego del 10 de agosto de 1809, llegando a levantar a la

35 Archivo de la Curia Diocesana de Quito. Expediente de Órdenes Sacerdotales, Pbro.


José Miguel de Carrión y Valdivieso, Quito, 13 de abril de 1806. Cfr. Tobar Donoso.
36 Los canónigos son asesores del obispo. Hay varias clases: la de Medio Racionero equi-
vale a merecedor de parte de las rentas económicas de una catedral, siendo por lo
tanto un cargo muy elevado dentro de la jerarquía eclesiástica.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

ciudad de Cuenca contra los patriotas. Los asistentes afirmaron


que la actitud del obispo era plenamente razonable “cuyas virtu-
des acompañadas de su profunda política y vastos conocimientos
supieron dar alma a la ciudad desfallecida (…) proporcionándole
con sus arbitrios subsistencia y armas (…) infundiendo valor y
entusiasmo a los vecinos contra las insidiosa asechanzas de la in-
surrección mencionada”.37
En estas circunstancias, el canónigo Carrión debió haber
actuado con mucha prudencia para evitar contratiempos con el
obispo realista, ya que, conforme las actas del cabildo cuencano
de la época, no asoma entre los asistentes a las reuniones ordi-
narias convocadas para afrontar las rebeliones de los “sediciosos
quiteños” impulsadas por el prelado. Posiblemente una de las es-
trategias que adoptó fue viajar a Loja para pasar un tiempo con su
familia, evitando con ello dificultades con su dignatario, en cuya
muerte, ocurrida el 28 de junio de 1813, tampoco estuvo presen-
te, lo cual demuestra que el doctor Carrión compartía ideas in- 45
dependentistas.38
El 6 de septiembre del mismo año, Carrión participa en la
fundación del Seminario Conciliar de la ciudad, bautizado con
el nombre de San Fernando de la Nueva Cuenca, de la cual fue
su primer rector el canónigo argentino José María de Landa y
Ramírez, quien, a su vez, gobernaba la diócesis de Cuenca por la
muerte del obispo Quintián, en su calidad de Provisor Capitu-
lar. Este sacerdote también era recalcitrante realista, llegando al
extremo de viajar a Lima para pedir refuerzos y confrontar a los
sediciosos. Por otro lado, comenzó a perseguir de manera cruel
a los sacerdotes que sospechaba eran patriotas, tal como lo hizo
el obispo Quintián.
37 Revista Católica de Cuenca, Año I, Nos. 8 y 9. Cfr. Tobar Donoso, La Iglesia en el siglo
XIX, p. 47.
38 Revista Católica de la Diócesis de Cuenca, Nos. 8 y 9. Cfr. Tobar Donoso, p. 6.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

En cuanto al canónigo Carrión, no tenemos noticias de que


lo hayan perseguido por sus ideas revolucionarias, quizá por su
ausencia de la ciudad.
Más tarde fue nombrado como obispo de la ciudad José
Ignacio Cortázar y Labayen, quien tomó posesión de la diócesis
en 1815, falleciendo prematuramente en 1818. En 1816, el padre
Carrión pide licencia a su prelado con el fin de viajar a Quito a
fin de ingresar a la Universidad de Santo Tomás para iniciar sus
estudios de Derecho Civil y Canónico. Con esta situación, posi-
blemente, evitaba problemas con los superiores diocesanos rela-
cionados con temas políticos.

46

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO IV

Estudios universitarios
na vez en la capital, el padre Carrión se dedicó por en-
tero a los estudios, prescindiendo de toda ocupación y
responsabilidad eclesiástica, viviendo, incluso en casa
de un pariente de su padre, en el sector de La Loma,
alejado de todo compromiso personal y religioso.39
El 21 de octubre de 1817, solicitó ser recibido por un tribunal
para alcanzar el grado de licenciado y doctor en cánones. “En
Quito a los veinte y un días del mes de octubre de mil ochocientos
dies y siete, años; haviéndose convocado Claustro Extraordinario
en la sala de Acuerdos de esta Rl. Y Pubca. Universidad y com-
puestos de los SS. Rector y Conciliarios qe. Suscriben, en vista de
un oficio dirigido por el p. el Prebendado del caso de Cuenca D. 47
José Migl. Carrión, acompañado de otro del Exmo. Sr. Presidte..
Vice Patrono Rl. A este mismo cuerpo, en qe. se digna prevenir,
que habiéndose puesto a su Superior arbitrio la aplicación de dos
Estrados pr. El Sr. Rtor. Anterior, tenía a bien aplicar el segundo
al indicado Carrión, estando aún conferido el primero al D.D.
Francco. Fernandes, acordaron qe. aunque la mencionada oferta
comprendía únicamente dos estrados, el uno mayor y el otro me-
nor, y que haviendose agraciado con aquel al Presvitero Licencia-
do D. Francco. Venavides, qe. en esta virtud recibió el Grado de
Dor. en Sagrada Teología, no podía reducirse la Gracia consedida
al presitado Carrión sino a qualquiera Estrado menor; sin em-
bargo, siendo conveniente a la generosidad del Cuerpo Literario
sostener el Superior decoro de otro. Exmo.Sr. Vicepatrono, qe.
en la conformidad de haber exeido ofetados dos Estrados Mayo-
39 CADENA, Luis, Pbro. Breves apuntes sobre esclarecidos religiosos ecuatorianos (in-
édito) BAEP, p. 34.

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Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

res, había concedido el otro al referido Carrión, devio llevarse a


efecto esta gracia, declarándole aprodo p. obtener otro Estrado de
Dor. en Dro. Civil o Canónico, erogando las propinas, y contri-
bución de los de Bachiller o Licenciado en cualquiera de otras fa-
cultades con lo cual se concluyó este acuerdo, y lo firmaron otros,
Señores qe doy fe. (f) Dor. Mariano Miño, y Valdez.- Dor. José
Losa.- Rvdo. Fr. Josep Falconí”.40
Como se apreciará, en un solo acto se recibió como Doctor
en Sagrada Teología y otro en Derecho Civil o Canónico, llaman-
do por ello mucho la atención de su alta competencia y capacidad
para lograr tan complejos títulos, habida cuenta los obstáculos
que siempre ponían los mismos profesores para conceder tales
reconocimientos académicos. No podemos dejar de apreciar el
hecho de que por sus estudios anteriores, de manera simultánea,
se le reconocía a nivel de universidad su grado de Bachiller, equi-
valente para la época al de Licenciado en Filosofía y Cánones, con
48 el cual podía ingresar a cualquier facultad.
Luego de su éxito académico, el doctor Carrión regresó a
Cuenca después de la muerte del obispo Cortázar ocurrida en
1818, para reintegrarse al cabildo catedralicio de la ciudad en ca-
lidad de Vicario General, designación que le produciría graves
sufrimientos en razón de las discordias existentes entre capitula-
res, causa por la que varios de ellos se sucedieron en el gobierno
de la diócesis por espacio de treinta años hasta cuando fue elegi-
do un nuevo obispo; sin embargo, de entre los canónigos que más
se destacaron por su prudencia y capacidad para dirigir la iglesia
cuencana, se halla el Dr. Carrión, quien en más de una ocasión
tuvo el respaldo de las autoridades y ciudadanía para ser elevado
a la categoría de prelado diocesano.
40 Archivo histórico Universidad Central del Ecuador. “Libro de Acuerdos y Claustro
de Ordenanzas de esta Real, Pontificia Universidad del Angélico Doctor Santo Tomás
de Aquino. Formado por su Rector el Doctor Don José Isidoro Camacho y Paredes,
Gobernador de este Obispado. Año de 1817” (Respetamos la ortografía original).

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

En 1820, Cuenca firmó el acta de independencia, procedién-


dose a conformar una Junta Suprema para administrar lo que en
su oportunidad se llamó “República del Cuenca”.41 En esta cir-
cunstancia, el pueblo eligió al Dr. Carrión como primer miem-
bro, en virtud de ocupar la dignidad de Provisor y Vicario Capi-
tular de la diócesis de Cuenca; sin embargo, las intrigas que sobre
él corrían por haber firmado años atrás la suscripción a favor del
anterior obispo Quintián Ponte, acto que fue realizado por razo-
nes estrictamente eclesiales, más no de tipo político, lo cual fue
motivo para que prudentemente desistiera de tan gran honor y se
nombrara en su reemplazo al canónigo Miguel Custodio Veinti-
milla, quien actuaba como vicerrector y catedrático del seminario
de la ciudad.
En 1821, Carrión dejó de ser vicario, siendo reemplazado
por Francisco Javier Crespo y Andrade, luego de lo cual se trasla-
dó a Quito para evitar mayores complicaciones con los miembros
del clero cuencano. 49
Fray Nicolás de Fiallos, comendador del convento de La Mer-
ced de Quito, en una carta dirigida a Miguel Cordero, de Cuenca,
el 14 de julio de 1821, refiriéndose al canónigo Carrión, dice: “Es
una injusticia haber negado el palio de Cuenca al Rvdsmo Dr. Dn.
José Carrión y Valdivieso, hombre de todas luces y entendimiento
superior por el hecho de no haberse hallado presente en las exe-
quias del Ilmo. Señor Quintián, con quien tuvo algunos inconve-
nientes, sobre todo por su adherencia a la causa independentista,
la cual fue manifestado con prudencia para evitar la debacle que
se produjo en la diócesis de Cuenca, cuando el prelado abusando
de su condición, quiso imponer a todo el clero actitudes de de-
fensa contra los patriotas quiteños (…) el señor Carrión tuvo la
inteligencia necesaria para no provocar más caos; sin embargo,
41 PALACIOS, Juan Manuel, Cuenca en la independencia, Cuenca, Ediciones del I.
Municipio de Cuenca, 1949, p. 67.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

es cosa notoria que él apoyó a la independencia por todo cuanto


hizo y está realizando en bien de la causa de la libertad, razón por
la que es perseguido por los realistas que no le perdonan su falta
de apoyo al rey…”.42
Ya en el período independentista, el canónigo Carrión se
mantuvo en el cargo de Medio Racionero y Racionero en el Coro
Capitular de la catedral de Cuenca hasta cuando fue llamado a
Bogotá en los primeros días de 1824 por el general Francisco de
Paula Santander, presidente de Colombia, para arreglar ciertos
asuntos de orden eclesiástico que competían al obispado de Qui-
to, aspecto que había generado varios inconvenientes entre las
nuevas autoridades de Colombia y la jerarquía de la Iglesia debi-
do a que se mantenía el criterio regalista, heredado de la colonia,
y que era mal interpretado por ciertos funcionarios gubernamen-
tales. Uno de estos problemas tenía relación con el conflicto ori-
50 ginado por José Félix Valdivieso, intendente de Pichincha, que
había tenido serias discrepancias con el canónigo José Manuel
Flores, administrador de la diócesis de Quito, razón por la que
Carrión presentó una queja a Santander contra el citado inten-
dente, el cual en su afán por imponer nuevas normas adminis-
trativas, trató de asignar sus criterio a las resoluciones adoptadas
por el Cabildo diocesano de Quito sobre materia religiosa lo que
fue combatido con energía por la jerarquía quiteña. Luego de in-
terponer sus recursos y explicaciones jurídicas, Carrión logró al-
canzar del Vicepresidente de Colombia una resolución mediante
la cual el gobierno de Colombia prohibía al intendente Valdivieso
intervenir en temas eclesiásticos, conforme la nota enviada al ad-
ministrador Flores, a los vicarios y párrocos del obispado, el 21
de enero de 1826.
42 Cartas y varios, convento de Santa Ana de los Ríos de Cuenca, Archivo del convento
de La Merced de Quito, años 1820-1824, Hoja No. 32.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Por otro lado, cuando estuvo en la antigua capital virreinal


de Nueva Granada, Santander tuvo una magnífica impresión del
sacerdote ecuatoriano, y aprovechando que se hallaba vacante el
cargo de Doctoral en el Coro de la iglesia catedral de Quito, le
propuso esta dignidad en razón de su alta capacidad como teólo-
go, filósofo y experto en Derecho Canónico.43
Por otro lado, en 1825 fue elegido como diputado por la
provincia de Loja al Congreso de la Gran Colombia, iniciando
honrosamente la carrera como legislador, tarea en la cual se des-
empeñó con brillantez.

51

43 Ibid., Cadena, p. 38.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

CAPÍTULO V

Rector de la Universidad Santo Tomás de Quito

La Universidad de Santo Tomás de Quito y el período


independentista
l influjo de la Revolución Francesa en el ánimo de los
criollos americanos que buscaban la independencia, fue
evidente. Uno de los aspectos más importantes fue el he-
cho de que las guerras napoleónicas favorecían el movi-
miento de las colonias, con la desorganización del Reino
y la impotencia de un monarca destronado y prisionero, junto
con el establecimiento de la Junta Suprema de Sevilla, que de ma-
nera indirecta auspiciaba la revolución en América.
52 Con la llegada de los movimientos revolucionarios el am-
biente de la universidad de Quito se convulsionó debido, sobre
todo, al enfrentamiento entre patriotas y realistas, siendo estos
últimos los más numerosos entre los profesores universitarios. En
tal virtud, la universidad entró en crisis, más aún cuando parte
del edificio fue convertido en cuartel de caballería de las tropas
españolas, conocido más tarde con el nombre de Real de Lima. La
ocupación se hizo por orden real, según se deduce de la Cédula
de 31 de enero de 1803, dada en Aranjuez.44
El problema se agudizó cuando por disposición del monarca,
la casa donde funcionaba la universidad se convirtió no sólo en
cuartel, sino en oficina de alcabalas y administración de aguar-
dientes y tabacos. Allí llegaban las remesas de licor de caña, ver-
tiéndose los barriles para medir las cantidades que se expendían a
los habitantes de Quito. Esta situación provocó graves estragos en

44 Ibidem, Moncayo, Germania, La Universidad…, p. 104.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

los pocos estudiantes que aún concurrían a las clases, razón por
la que los dominicos decidieron cambiar a sus alumnos de local,
negándose a concurrir a este edificio en razón de las incomodi-
dades, falta de higiene y fastidio por los malos olores despedidos
por el aguardiente; sin embargo, esta reacción fue sancionada por
una enérgica cédula real por medio de la cual conminaba a los
religiosos acatar los mandatos regios sobre la asistencia a clases
de los estudiantes, así como la obligación de los maestros en el
cumplimiento de sus obligaciones docentes.45
Esta situación de mal uso del edificio, pronto ocasionó un
deterioro del local, razón por la que el rector Manuel Flores, en
mayo de 1811, pide al conde Ruiz de Castilla, presidente de la
Real Audiencia de Quito “se digne franquearme la facultad para
invertir en estos reparos todo el dinero que fuere menester, con la
protesta de que usaré de la mayor economía…”.46
Entre 1810 y 1822, en que se produjo la independencia de
Quito luego de la Batalla de Pichincha, la universidad, llamada 53
en ese entonces Real Universidad Pública de Santo Tomás fue un
“bastión en donde bullían las ideas revolucionarias por cuanto
muchos de sus profesores habían decidido acoger la independen-
cia como una forma de superación y crecimiento despojándose
de la opresión realista. Vale la pena revisar la lista sobre todo de
frailes y curas que eran alumnos de la universidad, alistarse en las
filas patriotas en calidad de capellanes o de simples soldados; y no
se diga los numerosos bachilleres, doctores y togados que tam-
bién participaron en esas refriegas (…) varios de ellos insistieron
ante Sucre para que se cambie el nombre de Real Universidad, por
el de Ilustre y Pública Universidad de Quito…”.47
45 GUZMÁN, Euclides, La revolución de Quito (Folleto) s/e, s/a, p. 26, BAEP.
46 Revista Anales, Tomo X, pp. 127 y siguientes, sin autor. Archivo Universidad Central
del Ecuador. Fondo Documental.
47 PÉREZ, Miguel, La Ilustración quiteña en tiempos de la independencia, Quito, s/e,
s/a, 1901, p. 45. BAEP.

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Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

En este punto, se debe hacer una reflexión sobre la participa-


ción del mariscal Antonio José de Sucre en la educación; y más
aún, de la universitaria. Al respecto, los venezolanos Rafael Da-
niel Meza Cepeda y su esposa Beatriz Arrieta de Meza,48 consi-
deran que si bien “Sucre no llega a escribir páginas teóricas sobre
el método didáctico y su aplicación, pero sí logra acompañar a
su maestro-libertador en las más duras jornadas independentis-
tas de América, así como compartir sus ideas sobre educación.
Baste ver sus decretos y cartas para tener una idea clara sobre su
pensamiento relacionado con el aprendizaje, ideas que fueron
inspiradas en las pletóricas palabras de Bolívar en su discurso de
Angostura el 15 de febrero de 1819, razón por la que considera
que la “instrucción pública es la única herramienta para formar
el espíritu de los nuevos ciudadanos de América”,49 expresiones
que sin lugar a dudas las aplicó sobre todo cuando trató el tema
de la Real Universidad de Quito. “S.E. el Sr. Grla. Dn. A.Jse. de
54 Scre,50 Intendente de Quito, ha dispuesto que la Real Universidad
de Santo Tomás de Quito siga funcionando a pesar de los rigores
de la guerra, para lo cual ha ordenado que todos los profesores
vuelvan al claustro universitario y continúen con sus labores. En
igual forma, ha pedido a todos los escolásticos que sin temor ni
tardanza regresen a sus clases. Para ello nos ha impuesto la tarea
de organizar los cursos regulares ofreciendo disponer de recursos
que en empréstitos forzosos a los pudientes españoles y criollos
que estuvieron en contra de la libertad, se les imponga desde este
día 30 de mayo la suma de 100 pesos duros para cubrir los gastos
que su funcionamiento demande…”.51

48 En Revista Venezolana de Ciencias Sociales, UNERMB, Vol. 8, del 2004, p. 242.


49 GARCÍA, Eduardo, Sucre, adalid de la independencia, Caracas, Imprenta de L. Gu-
des, 1896, p. 65.
50 “Su Excelencia el Sr. Gral Don Antonio José de Sucre” (nuestro).
51 Fray Alonso de Morejón, al prior del convento de Santo Domingo de Quito. Archivo
del convento de Santo

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Efectivamente, el padre prior de los dominicos, Fr. Miguel de


Eras, el 5 de junio de 1822 solicita al rector de la Universidad José
Félix Valdivieso que “Mientras se arreglen los temas dispuesto
por el Sr. Intdte, tengo a bien hacer conocer a todos los ciudada-
nos deste país en mi calidad de Pr.52, la siguiente disposición. ms.
as.53 “Que habiéndose mudado el Gobierno Regio en Republica-
no, no debían sellarse ya los títulos con los sellos anteriores, y
que para la formación de los nuevos Sellos, borrar las Armas que
se hallan en las puertas de las Salas de esta ilustre Universidad y
colocar las que correspondan a la República, quedaba encargado
y se le comisionaba para el objeto al Señor Vice-Rector a cuya
dirección se romperán las Armas”.54
Con seguridad, Sucre habrá dado disposiciones expresas
sobre la reapertura de la universidad, ya que en un documento
anexo que fue remitido por el rector Valdivieso al padre Eras, con
fecha 16 de junio del año citado, señala que “… careciendo la Uni-
55
versidad de fondos con que puedan ser dotadas sus cátedras, se
pase un oficio al Señor Intendente General (Sucre) sugiriéndole
arbitrios para que apliquen las Rentas que se anuncian en el oficio
que queda en copia archivada en la Secretaría para su constancia.
(f) José Flx. Valdivieso, Rector; Js. Ma.Flores, Manl Milo y Valdez,
Fco. Martínez, Js. Falconí, Js. Ma. Vergara, y el Secretario Ignacio
de Veintimilla”.55
Este singular interés de Sucre por la educación no sólo im-
presionó a los quiteños, quienes tenían clara noción de que “Su-
Domingo, Universidad de Santo Tomás (hojas sueltas) No., 18., año 1822.
52 Pr. (prior).
53 ms. as. (manuscrito de mano propia).
54 Ibid., Archivo de Santo Domingo, Cartas de Priores, 1820-1830 (sin numerar). No 56
(nuestro).
55 Ibid., Priores, No. 60 (nuestro) José Félix Valdivieso, Manuel Flores, Manuel Milo y
Valdez, Francisco Martínez, José Falconí, José María Vergara.

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Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

cre era un guerrero, el vencedor de Pichincha; el hombre de con-


fianza de Bolívar, pero no un hombre afín con la educación”.56
Sin distraer la atención de nuestro objetivo, insertaremos una
breve consideración sobre Sucre, cuya vida no es muy conocida
en la cultura ecuatoriana, a pesar de sus grandes servicios a la pa-
tria. Demos la palabra al historiador norteamericano John Hoo-
ver, quien afirma: “Primero tuvo tutores particulares como era
costumbre entonces, ya que la educación pública sólo existía de
manera rudimentaria (…) Para proseguir sus estudios superiores,
los jóvenes tenían que asistir a la universidad de Caracas o la de
Santo Domingo en la Isla de La Española, donde podían estudiar
derecho canónico, derecho civil y teología escolástica (…) El jo-
ven Sucre se inscribió más tarde en una escuela de matemáticas
privada y laica, donde estudió álgebra y geometría, estudios que
lo separaron de la mayoría de sus amigos (…) Los críticos de la
época no se cansaban de señalar que la educación ofrecida en las
56 colonias no tenía nada que ver con las ciencias y las artes libres,
no era práctica y no contribuía de ninguna manera al desarrollo
mental o moral del estudiante. La educación de tipo más prácti-
co del joven Antonio José ha podido haberlo preparado para la
nueva era en que veían acercarse los pensadores más avanzados
de Cumaná. Sin embargo, la escuela era solamente una fuente de
aprendizaje; la vida en la capital de provincia ha debido enseñarle
más”.57
Varios autores señalan que Sucre tenía una educación es-
merada. “A comienzos de 1808, en su entera pubescencia, Sucre
se trasladó a Caracas llamado por su tío el acaudalado canónigo
mercedario fray José Domingo de Alcalá, para costear su educa-
56 MIRANDA, César, Pbro., “Sucre luego de la batalla de Pichincha”, En revista del Co-
legio San Diego de Ibarra, Ibarra, 1928, s/e, p. 52.
57 HOOVER, John, Sucre, soldado y revolucionario. Traducción de Francisco Rivera,
Cumaná, Editorial de la Universidad de Cumaná, 1975, pp. 21-22. Cfr. Revista Vene-
zolana de Ciencias Sociales, p. 243.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

ción. Lo inscribió en la Escuela de Matemáticas que regentaba el


Coronel de Ingenieros Don Tomás Mires, de quien recibió clases
de Aritmética, Algebra, Topografía, Dibujo Lineal, Geometría,
nociones de construcciones civiles y de táctica, por el Sistema de
Arte Militar de Federico II, que tenía por fundamento ser el más
fuerte en un punto determinado, atacar al frente enemigo con el
grueso del ejército sin apartarse del orden lineal”.58
Por lo tanto “la cultura de Sucre era superior a su época; se
expresaba con soltura en inglés y francés. Tenía alguna nociones
de Derecho y de Humanidades, tanto que su pariente José Fran-
cisco Bermúdez lo llamaba “Toño el filósofo” según narraba en
las amenas tertulias del veterano Don Francisco Mejía”.59
Sin embargo, su educación no fue completa, como él mis-
mo lo manifiesta, debido a su temprana incorporación al ejér-
cito y la desbordante actividad que debió realizar, le quitó toda
oportunidad de realizar otros estudios superiores. Sin embargo,
el joven cumanés jamás perdió la esperanza de completar sus co- 57
nocimientos e instalarse en la soledad de una residencia campesi-
na confortable, para dedicarse a una vida madura de filósofo. En
sus charlas haciendo un alto en el fragor de los combates, solía
reflexionar con tanta profundidad sobre la naturaleza humana y
decía: “Me bastan unos pocos pero buenos libros, así como unos
pocos amigos escogidos, toda vez que no siempre quienes nos
rodean son sinceros en sus deseos: muchos lo hacen por el sim-
ple interés de la figuración, la posición, el boato, o simplemente
por cuanto se creen necesarios, cuando en verdad no pasan de su
fingimiento y vanidad. Muchos de ellos tienen obsesión por lo
cargos y la vanidad al ostentarlos, pero cuando se trata de afron-
tar con energía las circunstancias, demuestran flaqueza y hastío
58 VETANCOURT, Manuel, Sucre, Marco Aurelio de América, Caracas, Imprenta Na-
cional, 1955, pp. 13-14.
59 Op. cit., p. 14.

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y, lo que es más, son desleales y flojos. El oropel y la ficción; el


adulo y la sumisión; el egoísmo y la incapacidad son su verdadero
rostro producto de su pequeñez moral y social. Por ello mi afán es
tener a mi lado, aunque pocos, pero amigos diligentes bien esco-
gidos; que sean gente noble, generosa, sencilla, instruida en grado
sumo, con altos niveles de formación en ciencias y cultura, pero
modestas en su conducta y nada artificiosas cuando compartan
conmigo, lo cual es signo de su gran estatura moral y personal.
Que me apoyen y no critiquen: que aporten y no contradigan:
que sean generosos en su entrega y no mezquinos ni vacíos. Sé
que eso es casi imposible de hallar, pero tengo la esperanza de
que quienes comparten conmigo por lo menos respeten mi forma
de pensar y no intervengan en mis decisiones. De ello he comu-
nicado a mis generales, pidiendo que en más de una ocasión me
releven de las delicadas funciones que tengo, por cuanto lo que
más me duele son las traiciones de quienes dicen ser amigos; sin
58 embargo, y hasta que ello suceda, actuaré conforme mi concien-
cia de manera firme y terminante sin permitir que nadie contra-
diga mi razón que la creo ajustada a principios, ya que en ello va
el bien de la Patria…”.60
Esta carta -desconocida en el ámbito histórico militar-, es
un reflejo de su gran madurez y formación intelectual, pero so-
bre todo humana, convirtiéndose en referente admirable de su
condición personal, la cual tendría cumplida realización cuando
años más tarde sucumbiría bajo balas asesinas gestadas entre sus
propios amigos militares.
La constante añoranza de los estudios que no pudo realizar,
despertaba en su ánimo una especie de veneración hacia todo
cuanto significaba ciencia y cultura. Estaba convencido de que
no podía existir integración posible entre un analfabeto y una
60 VARGAS, José Manuel, Cartas de Sucre, Bogotá, Imprenta de. J. Riofrío, 1910, pp.
76-77.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

persona que poseyese conocimientos científicos, al menos en una


etapa elemental. Este era uno de los motivos por los cuales sentía
tanto interés por apoyar toda clase de educación, sobre todo la
universitaria. Estaba convencido de que la unificación de inteli-
gencias para coincidir en los principios científicos y técnicos del
progreso, tal era el trabajo de integración por realizar de parte del
elemento intelectual ecuatoriano hacia el Congreso de Colombia.
Una de sus primeras consideraciones sobre educación se re-
fleja en la misiva que le dirige a Bolívar desde el Cuartel General
de Cumaná, el 9 de noviembre de 1817. “La certidumbre de de-
pender inmediatamente de V.S. me complace infinito, y la convic-
ción de que dirigido por V.S. puedo contribuir a la organización
de nuestras fuerzas siendo más útil al país, me indemnizan casi
del embarazo de no poseer los conocimientos suficientes para
desempeñar mi destino: con todo, bajo las lecciones y la consulta
de V.S. espero tener la instrucción necesaria para ello”.61
Ya en Quito como intendente, una de sus actividades -como 59
ya hemos señalado-, fue la de preocuparse de la educación, tarea
que la cumplió con efectividad a pesar de la estrechez fiscal. Es así
que el 19 de octubre de 1822 dicta un decreto creando para ello
una Junta que velase por su eficiente promoción. Tres días des-
pués de conformado este comité ubicaba fondos para la facultad
de Derecho Público en la llamada Universidad Pública de Quito,
a la cual asistió para presenciar el inicio de actividades docentes.62
Antes de ello, y con el fin de hallarse bien enterado sobre lo
que acontecía en la universidad, remitió un oficio a las autorida-
des solicitando informes “Para que el Gobierno pueda dedicarse
al recomendable objeto de mejorar la instrucción pública y fo-
mentar cuanto esté de su parte el progreso de las Ciencias, con

61 Fundación Vicente Lecuna, Archivo de Sucre, Conmemoración del sesquicentenario


de Ayacucho, Tomo I, Caracas, 1975, p. 14.
62 ANDRADE REIMERS, Luis, Sucre en el Ecuador, Quito, Corporación Editora Na-
cional, 1995, p. 156.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

las noticias y conocimientos que se necesitan para ese fin, espero


se sirvan V.SS63 informarme cuáles son las cátedras que hay en la
Universidad, y qué materias se dictan, quiénes las sirven, y cuál es
la dotación de cada una y cuántas son en totalidad las rentas de la
Universidad con expresión en la clase de fondos sobre que estén
fincadas. Igualmente deseo que el Claustro proponga los medios
que positivamente sirvan a aumentar o adelantar sus rentas supri-
miendo algunas Cátedras inoficiosas, y substituyendo con otras
que sean de más utilidad que deben establecerse en otros ramos
de literatura, y como puede ser que la escasa dotación de ellas,
sea la razón efectiva del atraso de las ciencias, se acuerda dotarlas
suficientemente para que los catedráticos tengan una dedicación
absoluta al desempeño de sus deberes, procurando si concilian la
comodidad y decente subsistencia de esos con la economía que
exige la situación del País y las presentes circunstancias del Es-
tado”.
60 “Estoy informado que en los Colegios hay algunas Cátedras
particulares y quisiera saber cuáles y cuántas son, quiénes las sir-
ven, que rentas gozan, y de dónde pagan. Es también conducente
al mismo fin el que se me instruya, si puede hacerlo la Universi-
dad, del número de becas llamadas Reales de real presentación, y
los Seminarios, cuántos convictorios hay y lo que cada uno paga,
etc… para imponerme a fondo de todo lo que pueda pertenecer
al objeto de que se trata. V.SS. se servirán pasarme una copia del
plan de Estudios que rige a los Colegios, de sus Constituciones,
y de las de la Universidad, poniendo en ellas las observaciones
sobre las reformas que crean conducentes para que la educación
pública, el estudio de las Ciencias, y todas las ramas de literatu-
ra se establezcan baxo (sic) un pie tan brillante que satisfaga los
deseos del Gobierno y llene las esperanzas que debe prometerse
este País de su prosperidad y explendor (sic). Dios guarde a Usía
63 V.SS. (vuestras señorías).

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

muchos años. Antonio José de Sucre, Quito, 18 de julio de 1822.-


Duodécimo”64
La disposición de Sucre debió ser objeto de interés, no sola-
mente de los profesores de la universidad, sino de otras persona-
lidades de Quito, tal es el caso de Fr. Francisco Urrutia, comen-
dador del convento de La Merced, quien en una carta dirigida al
rector de la universidad, le dice: “Acojo la preocupación de S.S.65
el señor Gral. A. José de Sucre, Intendente ques desta (sic) ciudad
sobre el fin mismo de la Universidad, la cual no puede cerrar sus
puertas, ya que ha sido el alma del saber y la ciencia entre la gen-
te de Quito, causa por la que acojo la sugerencia de V.m66 para
reunir a los más selecto de los ilustrados de Quito, sobre todo
a quienes hemos defendido con pasión la causa libertaria y que
tanto dolor nos ha causado frente a las autoridades realistas (…)
Espero se nos vuelvan los 200 libros que los soldados del Gral. M.
de Aymerich se llevaron deste mi convento con el pretexto de que
son “tendenciosos y temerarios” por tener el pensamiento actual 61
imperante en Europa (…si) No está por demás sugerir que si no
regresan los ejemplares a mi convento se donen a la Universidad
para que sirvan de formación a los alumnos que la Universidad
tan diligentemente aspira a educar por orden del dicho Sr. Inten-
dente…”.67
Todo cuanto ocurrió en Quito Sucre notificó a Bolívar,
quien, entre otras disposiciones, oficializó la creación con el
nombre de Central de la Universidad de Quito.68

64 Libro de Acuerdos y Claustros, Universidad de Santo Tomás de Quito, Archivo histó-


rico Universidad Central del Ecuador, fol. 63.
65 S.S. (su señoría).
66 V.m. (vuestra merced).
67 Libro de Comendadores del Convento Máximo de la Merced, Tomo VI, 1810-1840,
folio 54. Archivo del Convento Máximo de Quito.
68 Archivo Casa de Sucre, Quito. Documentos.

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Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

Antecedentes de la Ley de Creación de la Universidad


Central por el Congreso de Colombia
Uno de los mayores anhelos de Bolívar era ver consolidado
el proceso educativo con el cual asegurar el cambio cultural de
las naciones por él independizadas. Para ello instó al Congreso
de Colombia a realizar profundos cambios en el campo de la ins-
trucción, no solamente de las universidades como mayores cen-
tros de formación intelectual, sino en escuelas y colegios. Para
ello el Parlamento dictó un Decreto-Ley sobre educación secun-
daria, que mandaba establecer en cada una de las provincias de
Colombia “un colegio o casa de educación”, que reuniera a los ni-
veles educativos primario y secundario y tuviera algunas cátedras
universitarias útiles para obtener grados en las universidades de
la región. En igual forma, se definiese planes de estudio respecti-
vos, fomentando por todos los medios estudios sobre agricultura,
62 comercio, minería y las ciencias militares útiles a la defensa na-
cional.69
Como una estrategia para impulsar la educación y el desa-
rrollo económico del país, el Congreso liberó de impuestos a la
importación de libros, instrumentos de laboratorio, cartas, ma-
pas, grabados, pinturas y esculturas, colecciones de antigüedades,
herramientas, máquinas y utensilios necesarios para la agricul-
tura, la manufactura o la navegación; instrumentos o equipos de
“cualquier profesor de arte liberal o mecánica” que llegase a esta-
blecerse en el país; máquinas, aparatos y tipos de imprenta, y tinta
de imprimir.70 “Moral y luces son los polos de una república; mo-
ral y luces son nuestras primeras necesidades”, afirmó de manera
categórica en el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819.
69 Gaceta de Colombia, No. 4, 16 de septiembre de 1821. Ley del 20 de junio del mismo
año. Biblioteca Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit”, BAEP.
70 Gaceta de Colombia, No. 4, Ley del 27 de septiembre de 1821. BAEP.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Es de suponer a un Bolívar preocupado por la educación,


base fundamental del desarrollo de todo pueblo, conforme la for-
mación que recibiera de su maestro Rodríguez y la orientación
sobre todo de Rousseau. Por ello, estaba en capacidad de juzgar
los vicios de la vieja escuela colonial, los cuales debía desechar
ahora como nuevo líder del naciente Estado colombiano, que
fuera útil a la sociedad republicana y que reuniera, en síntesis,
las siguientes características: ser pública, es decir que estuviera
organizada y dirigida por el Estado; ser masiva, de modo que pu-
diera atender a todos quienes estuvieren en capacidad de asistir a
las aulas, sobre todo los que pertenecían a clases populares, em-
pleando para ello los métodos más convenientes que permitieran
tener éxito en el proceso de aprendizaje. El Libertador en una
carta dirigida a su hermana María Antonia Bolívar, le decía: “Un
hombre sin estudios es un ser incompleto. La instrucción es la
felicidad de la vida; y el ignorante, que siempre está próximo a
revolcarse en el lodo de la corrupción, se precipita luego, infali- 63
blemente en las tinieblas de la servidumbre”.71
Es indudable que el reto para Bolívar era extremadamente
grande, toda vez que los problemas originados en un país recien-
temente libertado, cuyas finanzas y sistema fiscal estaban por
construirse eran los más graves desafíos. A ello debía sumarse
el hecho de que la población se hallaba cansada de las guerras,
contribuciones económicas forzadas, reclutamiento obligatorio
de jóvenes y hombres en edad de combatir, impuestos extraordi-
narios y anarquía social, política y financiera, eran los más graves
males que agobiaban a todos, razón por la que poner en marcha
un nuevo sistema de servicios públicos que garanticen la conso-
lidación del sistema republicano, era en extremo imperioso. Por
ello afirmó: “Renovemos en el mundo la idea de un pueblo que no
71 RIVADENEIRA, Max, Cartas de Bolívar a su familia: “A María Antonia Bolívar”, abril
de 1825, Caracas, Imprenta de A. Pérez, 1898, p. 156.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

se contenta con ser libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso”.72
Luego añade: “Meditando sobre el modo efectivo de regenerar el
carácter y las costumbres que la guerra y la tiranía nos han deja-
do, me he sentido con la audacia de inventar un poder moral sa-
cado del fondo de la obscura antigüedad y de aquellas olvidadas
leyes que mantuvieron algún tiempo la virtud entre los griegos y
los romanos”.
Desde el punto de vista educativo, Bolívar consideró que el
método adecuado en el campo de la enseñanza en tiempos de cri-
sis era el “Método Lancasteriano”, creado por el pedagogo inglés
Joseph Lancaster, técnica que rompía con la tradicional relación
entre el docente y el alumno, proponiendo que una permanen-
te actividad realizada por los niños, éstos no molestaban y por
lo tanto no había necesidad de castigarlos físicamente. Con esta
regla, el alumno podía con mayor orden aprender lectura, escri-
tura, gramática, dibujo, costura y canto; sin embargo, tenía como
64 contradicción el hecho de que el aprendizaje era mecánico, repe-
titivo y memorístico, razón por la que fue criticado por el maestro
Simón Rodríguez, quien bajo el espíritu russoniano, consideraba
que los niños debían preguntar y no repetir para obedecer a la ra-
zón y no a la autoridad. Para confirmar sus ideas, señaló que: “Es-
timulando estos dos poderosos resortes de la sociedad (el trabajo
y el saber), se alcanza lo más difícil entre los hombres haciéndolos
honrados y felices”.73
A pesar de las críticas de su maestro Rodríguez, Bolívar tenía
a este método como el más adecuado dada las circunstancias, ya
que estaba seguro permitiría democratizar la enseñanza en razón
de que facilitaba una mayor libertad para aprender, así como una
relación mutua entre maestro y alumno, lo cual de suyo, resultaba
ventajoso, ya que el profesor transmitía lecciones de moral, justi-
72 Discurso en el Congreso de Angostura, 15 de febrero de 1819.
73 Congreso de Angostura, 15 de febrero de 1819.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

cia y buen vivir, previniendo calamidades morales que son la per-


dición de los hombres. Por ello, escribiría más tarde a su amigo
Perú de Lacroix, el 20 de mayo de 1828: “La mala educación, que
apaga todo sentimiento de honor, de delicadeza y de dignidad,
facilita el contagio de las malas costumbres y de los vicios, y aleja
del camino de la virtud y del honor; el juego aumenta las nece-
sidades, corrompe al hombre de bien, es causa de muchos robos,
de seducciones, de traiciones y asesinatos; porque el jugador, para
tener dinero, para satisfacer su pasión, es capaz de todo”.
Manuel Mesías Irigoyen, profesor del Colegio Mayor El Ro-
sario de Bogotá, en carta dirigida a Juan Nepomuceno Frías el 14
de abril de 1822, comenta sobre el tema señalando que “el método
que el Supremo Gobierno pretende imponer en el País, me parece
relativamente bueno, ya que tiene la generosa intención de que
el profesor prepare al mejor de sus alumnos para que se convier-
ta más tarde en instructor y con ello ahorrar el pago de nuevos
maestros, muchos de ellos desconocidos entre las gentes comu- 65
nes; en tanto, que un muchacho activo, inteligente y dócil para el
campo de la enseñanza, puede convertirse no sólo en maestro,
sino en un eficaz aliado para lograr fortalecer la idea de libertad
(…) Esto lamentablemente no puede aplicarse en el campo de la
Universidad, por cuanto el método es sólo para niños, Sería un
fiasco para un maestro togado perder su autoridad frente a sus
discípulos a los que, según Lancaster, debería ofrecerles confianza
y amistad…”.74
Para cumplir con sus propósitos, el Congreso decretó la
creación de escuelas normales, bajo el método lancasteriano.
Esto fue complementado con un Decreto Ejecutivo del vicepre-
sidente Santander, quien dispuso la creación de tales centros de
formación en Bogotá, Caracas y Quito “luego de que se halle li-
74 Publicaciones de la Universidad de El Rosario de Bogotá, No. 156, mayo de 1995, p.
98, BAEP.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

bre”, mandando que los intendentes de provincias seleccionasen


a maestros en funciones, o a jóvenes de talento, para que concu-
rrieran a las normales correspondientes en calidad de alumnos
becarios del Estado y los Cabildos.75
Desde el punto de vista personal y familiar, Bolívar no fue
un teórico y menos hipotético, sino práctico como en todos los
actos de su vida. Tomaremos como referencia otra de sus cartas
relacionadas con la educación de su sobrino Fernando Bolívar, a
fin de tener una idea clara sobre el método lancasteriano, la cual
no es muy conocida en el ámbito bolivariano.
“Método que se debe seguir en la educación de mi sobrino
Fernando Bolívar.
…………
Jamás es demasiado temprano para el conocimiento de las
ciencias exactas, porque ellas nos enseñan el análisis en todo, pa-
sando de lo conocido a lo desconocido, y por este medio apren-
66 demos a raciocinar con lógica.
Más debe tenerse presente la capacidad del alumno para el
cálculo, pues no todos son igualmente aptos para las matemáti-
cas.
Generalmente todos pueden aprender la geometría y com-
prenderla; pero no sucede lo mismo con el álgebra y el cálculo
integral y diferencial.
La memoria demasiado pronta, siempre es una facultad bri-
llante; pero redunda en detrimento de la comprensión, así es que
el alumno que demuestra demasiada facilidad para retener sus
lecciones de memoria, deberá enseñársele aquellas cosas que lo
obliguen a meditar, como resolver problemas y poner ecuaciones;
viceversa, a los lentos de retentiva, deberá enseñárseles a apren-
der de memoria y a recitar las composiciones escogidas de los
75 Gaceta de Colombia No, 21. Decreto Ejecutivo del 26 de enero de 1822. BAEP. Cfr.
Núñez (1999:199).

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

grandes poetas; tanto la memoria como el cálculo, están sujetos a


fortalecerse en este ejercicio.
La memoria debe ejercitarse cuanto sea posible, pero jamás
fatigarla hasta debilitarla.
…………
La enseñanza de las buenas costumbres o hábitos sociales es
tan esencial como la instrucción; por eso debe tenerse especial
cuidado en que aprenda en las cartas de lord Chesterfield su hijo
los principios y modales de un caballero.
El derecho romano, como base de la legislación universal,
debe estudiarlo”.76
En cuanto a las universidades, el Congreso dispuso también
se reformen los planes de estudio, se reorganicen bajo nuevos pla-
nes de estudio. Todo ello fue encargado al secretario del Estado
del Interior, José Manuel Restrepo, quien se lamentaba de que el
gobierno careciera de un patronato pleno sobre la Iglesia, la cual
se oponía a los planes reformistas del gobierno, sobre todo en el 67
campo de la educación y no aceptaba la implantación del método
lancasteriano, por considerarlo “atentatorio contra la moral y la
religión”.77
“Estas bien fundadas esperanzas -decía el ministro Restre-
po- serán ilusorias si el Congreso no da lo más breve que le sea
posible el plan general que arregle los colegios, los estudios y
las universidades. El edificio que forma las diferentes partes de
nuestra educación es gótico y necesita que se rehaga del todo…
Algunos no quieren o no pueden colocarse al nivel del siglo…
76 Sociedad Bolivariana de Venezuela, Escritos del Libertador, II, Cuatricentenario de la
ciudad de Caracas, Caracas, Editorial Arte, 1967 p. 268. Del texto dado en la Opinión
Nacional, Caracas, 24 de julio de 1883, reproducido por el Dr. Lecuna, Simón Bolívar,
Obras Completas II, pp. 1295-1297, definiéndolo como “Memorial de las indicacio-
nes que hiciera Bolívar al director de un colegio en Norteamérica, donde se educaba
su sobrino Fernando”.
77 CESTARIS, Federico, Pbro. Contradicciones de la educación colonial, Caracas, s/e,
s/a, p. 58, BAEP.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

otros juzgan que nada se debe enseñar sino en latín, condenan-


do la doctrina contraria como que pone en peligro la religión de
Jesucristo… Aunque es satisfactorio decir que el mayor número
de nuestros preceptores y jefes de nuestros establecimientos de
educación alimenta preocupaciones tan rancias, sin embargo, es
del todo necesario que por una ley se haga en nuestros colegios,
estudios y universidades, otra revolución tan completa como la
que hemos hecho en la organización política de la República”.78
Sobre ello, Bolívar diría: “Nuestras discordias tienen su ori-
gen en las dos más copiosas fuentes de calamidad pública: la ig-
norancia y la debilidad”.79 A ello añade que “La educación es la
primera necesidad e indispensable en los pueblos que gozan de
libertad y, por consiguiente, de igualdad, porque entre la educa-
ción y la libertad debe existir una firme relación de solidaridad
ya que ambos conceptos se complementan, a través de ellos se
68 establece las bases de la convivencia y la cooperación en la comu-
nidad”.80
La Universidad Central de Quito según el Decreto del
Congreso de Colombia del 18 de marzo de 1826
Fiel a sus principios, Bolívar solicitó al Congreso de Cundi-
namarca se promulgue una norma legal llamada “Ley y Regla-
mentos Orgánicos de la Enseñanza Pública en Colombia, Acor-
dados para el año de 1826”.81
78 DOMÍNGUEZ, Luis Horacio (comp), Las administraciones de Santander, 1820-
1825, Fundación Francisco de Paula Santander, Bogotá, 1980, pp. 99-130. Cfr. Jorge
Núñez, Inicios de la educación pública en el Ecuador, Quito, Universidad Andina
Simón Bolívar, 1999, p. 201.
79 Bolívar al Director de The Royal Gazette, 28 de septiembre de 1815.
80 Ibid., Discurso de Angostura.
81 Leyes y Reglamentos de Colombia, Año 1826, Bogotá, Imprenta de Manuel María
Viller-Calderón, Año de 1826.- 16 de la Independencia. Archivo de la Biblioteca
Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit”, BAEP.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

“CAPÍTULO SEGUNDO:

“De la dirección general de instrucción pública y de las


subdirecciones.

Art. 6°.- Habrá en la capital de la República, una dirección


general de instrucción pública, que bajo la inmediata autoridad
del gobierno, vele sobre todos los objetos que le encarga el pre-
sente arreglo.
………
Art. 11°.- A la dirección de instrucción pública corresponde:
1°. dirijir todos los establecimientos de enseñanza pública y velar
sobre ellos: 2°. promover la simplificación y mejora de la misma
enseñanza: 3°. tener correspondencia con los encargados de la 69
instruccion pública en cuanto diga relación con ella: 4°. formar
reglamentos para el arreglo literario y gobierno económico de
las escuelas, colejios y universidades, que con previo informe del
poder ejecutivo aprobará el congreso: 5°. promover la composi-
ción, la traduccion e impresión de las obras clásicas y elementa-
les que deben estudiarse en las escuelas y universidades y cuidar
de la conservación y aumento de todas las bibliotecas publicas…
9°. promover ante el gobierno la suspensión de los maestros y
superiores de los establecimientos de enseñanza publica que la
merezcan por su mal desempeño, con arreglo á lo dispuesto en el
artículo 125 de la constitución, y en las leyes del caso.
……….

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

CAPÍTULO QUINTO

De la segunda enseñanza elemental en las cabeceras de


canton y circuito.
………..
Art. 30. El plan de escuelas y universidades y arreglo uni-
forme de la enseñanza pública designará los libros elementales
propios para el uso de las escuelas.

CAPITULO SEXTO

De la enseñanza en las universidades y colejios nacionales.


Art. 31. En la capital de cada departamento de Colombia, ó
en la del canton mas proporcionado por su localidad y circuns-
tancia habrá una universidad ó escuela general en que se adquie-
70 ran los conocimientos de que hablarán los artículos siguientes.
Art. 32. La enseñanza en las escuelas jenerales se dividirá en
muchos casos, á fin de que el sistema entero de las ciencias forme
un curso completo de estudios y que los discípulos puedan, según
su talento y aplicación; ganar dos o mas cursos al mismo tiempo.
Art. 33. Las enseñanzas ó cátedras de las universidades ó es-
cuelas jenerales departamentales serán las siguientes.
Parágrafo primero. Para la clase de literatura, de lengua fran-
cesa é inglesa, de lengua griega; del idioma de los indijenas que
prevalesca en cada departamento, ó que estime mas conveniente
la subdirección respectiva, de gramática latina, combinada con la
castellana: de literatura y bellas letras, y de elocuencia y de poesía.
Parágrafo segundo. Para las clases de filosofía y ciencias na-
turales, de matematicas, de física, de jeografia y cronolojia, de lo-
jica, ideolojia y metafísica, de moral y derecho natural, de historia
natural en sus tres reinos: y de química y física experimental.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Parágrafo tercero. Para las clases de jurisprudencia y teolojia,


de principios de legislación universal, de instituciones é historia,
de derecho civil romano, de derecho patrio, de derecho públi-
co y político, y de constitución: de economía política: de dere-
cho público eclesiástico, de instituciones canónicas, de historia
eclesiástica, fundamentos de la relijion, y lugares teolójicos, de
instituciones teolójicas y morales de sagrada escritura: y estudios
apoljeticos de la relijion.
Art. 34. La direccion general y las subdirecciones cuidarán
que se establezcan sucesivamente las cátedras elementales y mas
necesarias de las que comprende el artículo anterior con arreglo
á lo dispuesto en el artículo 12°, pero al mismo tiempo promove-
rán oportunamente el aumento de otras enseñanzas, y que aun se
separen las que van mencionadas con mejor clasificación.
Parágrafo único. Los catedráticos de lenguas podrán serlo al
mismo tiempo de otra ú otras clases de jeografia, de cronolojia,
de aritmética, de jeometria, y demás de la misma naturaleza, pu- 71
diendo también reunirse al principio dos de las otras enseñanzas
bajo un profesor.
Art. 35. En cada universidad debe haber una biblioteca pú-
blica, un gabinete de historia natural, un laboratorio químico y
un jardín botánico con los asistentes necesarios.
Parágrafo único. El director del gabinete y botánico será cate-
drático d botánica y agricultura ó de historia natural. El catedrá-
tico de química estará encargado del laboratorio químico. Uno y
otro deben conservar las colecciones y el aparato respectivo.
Art. 36. La escuela y enseñanza que debe haber en cada ca-
pital de canton conforme á lo prevenido en los artículos 28 y 29,
se reunirán á las universidades en los pueblos en que estas se es-
tablezcan.
Art. 37. Lo libros elementales para la enseñanza serán en
castellano, esceptuandose solo los de jurisprudencia civil romana

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

ó canónica, de sagrada escritura y teolojia que serán en lengua


latina.
Art. 38. Habrá en las universidades una imprenta para impri-
mir los libros elementales y de mas uso.
Parágrafo único. Mientas se facilitan las imprentas se pro-
porcionará el surtido de libros necesarios para las escuelas, ó con
los fondos de las universidades, ó por medio de suscripciones, ó
de otros arbitrios que los faciliten á precios cómodos.
Art. 39. Habrá tambien en las universidades una academia
de emulación, cuyo principal objeto sea el fomento de las bellas
artes, letras y ciencias naturales….

CAPÍTULO SÉPTIMO

De las universidades centrales


72
Art. 42. En las capitales de los departamentos de Cundina-
marca, Venezuela y Ecuador s establecerán universidades centra-
les que abrasen con mas estension la enseñanza de las ciencias y
las artes.
Art. 43. Estas universidades comprenden todas las cátedras
asignadas para las departamentales en el articulo 33, y además las
siguientes.
Parágrafo primero. Para la clase de filosofía y ciencias natu-
rales, de astronomía y de mecánica analítica y celeste, de botánica
y agricultura; de zoolojia y de mineralojia, arte de minas y geo-
nocia.
Parágrafo segundo. Para la clase de literatura, de historia, li-
teratura antigua y moderna y bibliografía.
Art. 44. Las universidades centrales comprenden también
la escuela de medicina; que aun que formará un cuerpo con las

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

mismas universidades, se cuidará de colocarla en edificio ó patio


separado para su mejor arreglo y organización.
Art. 45. En las escuelas de medicina, se enseñará la medicina,
la cirujia, y la farmacia, con arreglo á lo que el plan de escuelas y
método uniforme de enseñanza.
Art. 46. Las cátedras de la escuela de medicina son las si-
guientes.
Parágrafo primero. De anatomía general y particular, de fi-
siolojia é higiene, de patolojia general, y anatomía patolojica; de
terapéutica y materia médica, de clínica médica de cirujia y clíni-
ca quirúrjica, de farmacia y de farmacia experimental; y de medi-
cina legal y pública. Esta ultima enseñanza y la de higiene seran
comunes á las universidades departamentales.
Parágrafo segundo. Lo prevenido en los artículos 12 y 34
73
para las universidades departamentales deben estenderse tam-
bién á las centrales.
Art. 47. En las escuelas de medicina habrá una biblioteca pu-
blica, un anfiteatro y gabinete anatómico, un laboratorio químico
y farmacéutico, una colección de instrumentos quirúrgicos y un
jardín de plantas medicinales.
Parágrafo único. El bibliotecario enseñará la historia y la bi-
bliografía de las ciencias médicas, y los directores del laboratorio
químico y farmacéutico del gabinete anatómico de la colección
quirurjica y del jardin de plantas, estarán encargados de la en-
señanza d las respectivas ciencias, ó de las que designe el plan y
arreglo uniforme de enseñanza pública.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

CAPÍTULO OCTAVO

Disposiciones generales
Art. 48. En las universidades departamentales en que el
número de concurrentes y maestros y el sobrante de sus rentas
permitan el aumento de enseñanzas dispuesto por las universida-
des centrales, podrá verificarse si á juicio de la dirección general,
oyendo á las respectivas subdirecciones en su caso fuere conve-
niente este arreglo.
Art. 49. No se podrá pasar de una clase á otra en cualquiera
de las universidades sin previo examen que acredite el aprove-
chamiento y aprobación en la anterior enseñanza; sin que en esta
parte pueda haber dispensa, ni disimulo alguno.
Art. 50. El estudio y aprobación en la gramatica castellana,
y en la lengua latina y también en los cursos de matemáticas y
74 física, de lójica, y metafísica, de moral y de derecho natural, debe
proceder a la matrícula de jurisprudencia y teolojia.
Art. 51. En las clases de jurisprudencia se han de ganar cur-
sos de principios de lejislacion universal, de historia é institu-
ciones de derecho civil romano, de derecho patrio, de economía
política, de derecho público político, y leyes constitucionales, de
historia y elementos de derecho público eclesiástico, de institu-
ciones canónicas, y disciplina, e historia eclesiástica.
………..
Art. 53. Para matricularse en la escuela de medicina debe
preceder el estudio y aprobación en cualquiera de las universida-
des, de lengua latina y castellana, de la lengua griega (desde que
se halle establecida esta enseñanza) del curso de filosofía, y del de
química y física experimental.
Art. 54. La enseñanza de cirujia practica y obstetricia podrá
separarse por ahora y enseñarse en los hospitales bajo un regla-

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

mento especial que formará desde luego la dirección general, y


aprobará el poder ejecutivo.
Art. 55. El plan de escuelas y universidades que comprende
el arreglo uniforme de la enseñanza pública designara la orga-
nización, orden y duración de los cursos en todas las facultades
para poder obtener grados académicos.
Art. 56. En los pueblos donde residen cortes superiores de
justicia, habrá academias ó escuelas de abogados en que se ense-
ñe á los practicantes de leyes la elocuencia del foro, las fórmulas
y procedimiento judicial. La dirección general formará el regla-
mento que deba rejir en estas escuelas de abogados; bajo el su-
puesto de que los practicantes de leyes han de ganar en la univer-
sidad al tiempo de la práctica, los cursos necesarios para obtener
la licenciatura y el doctorado”.82
Si revisamos con prolijidad cada uno de los artículos de esta
Ley, se apreciará la influencia del pensamiento de Bolívar, ya que
“ninguna ley que se promulgaba en Colombia podía pasar antes 75
de que el Libertador sea informado de ello, aun cuando los textos
no salían directamente de sus manos, pero era consultado con
anterioridad, razón por la que, para el caso de las universidades,
Bolívar puso mucho empeño en que éstas tengan excelencia sobre
todo en la parte académica…”.83
Reforma universitaria de 1827
La mayoría de estudiosos y biógrafos de Bolívar no dedican
mucho tiempo al análisis de su pensamiento sobre temas
universitarios; quizá dan más crédito a sus hazañas militares,
créditos políticos, sociales y de otra naturaleza, sin considerar
que el Genio tenía presente que toda “gestión y función se basaba
en la educación y la formación del hombre como base para su
82 Ley y reglamentos orgánicos… de Colombia. Op. cit.
83 VILLARROEL, Juan, El pensamiento literario y jurídico de Bolívar, Lima, Ediciones
El Sol, 1956, p. 165.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

actuación y comportamiento en los diferentes quehaceres de la


vida. Para ello, baste leer con atención su famoso discurso de An-
gostura para comprender su elevado pensamiento educativo”.84
Si bien es cierto, Bolívar jamás asistió a una universidad, no
por ello actuó y pensó mejor que cualquier académico y directivo
corporativo, superando en mucho a quienes habían sido togados
y graduados en estas casonas superiores.
Una vez creadas en Caracas, Bogotá y Quito las llamadas
Universidades Centrales por el Congreso de Colombia en 1826,
Bolívar tuvo muchas quejas, particularmente de profesores de la
de Caracas sobre la estructura y funcionamiento de la misma, la
cual no había salido de su antiguo proceder a pesar de las nuevas
disposiciones legales. El problema radicaba en que los médicos
no podían ser rectores de esta institución, razón por la que pro-
mulgó algunos cambios que incidieron en las otras universidades.
Antes de ello, atendió el pedido de los directivos de la Uni-
76 versidad de Bogotá: “Simón Bolívar, Libertador Presidente de la
República de Colombia, etc… Teniendo en consideracion varios
informes que se han dirigido al Gobierno, manifestando no ser
conveniente que los tratados de Legislacion Civil y penal escritos
por Jeremías Benthan, sirvan para las enseñanzas de los princi-
pios de la Legislacion universal cuyos informes están apoyados
por la Direccion Jeneral de Estudios. Dcreto: Art. 1°. En ninguna
de las universidades de Colombia se enseñaran los tratados de
Legislacion de Benthan, quedando por consiguiente, reformado
el articulo 168 del Plan Jeneral de Estudios…”.85
Más tarde, demostrará su amor por la primera institución
universitaria de Venezuela, al donar dos obras “que fueron de mi
amigo el señor General Wilson, y que pertenecieron antes a la

84 SALAS, Manuel, “La ideología de Bolívar”, en Revista de la Sociedad Bolivariana de


Colombia, No. 156, Bogotá, 1940, s/e, p. 98.
85 SIERMS, José Manuel, Historia de la Universidad de Caracas, Ediciones de la Uni-
versidad Nacional de Caracas, Caracas, 1950, p. 95.

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Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

biblioteca de Napoleón, titulados El Contrato Social de Rouseau,


y El Arte Militar, de Montecucull…”.86
Más tarde, en 1827, Bolívar redactó y publicó la Constitución
para la Universidad Central de Venezuela, la misma que también
fue aplicada para Bogotá y Quito.

SIMÓN BOLÍVAR

Libertador Presidente
Opuesta al interés y fomento de los estudios la prohibición
que impone los estatutos de la Universidad de Caracas en cuanto
nunca pueda reelegirse la misma persona para rector ni eligiese
doctor alguno de estado regular, ni el que sólo sea en medicina; y
en cuanto a que hayan de alternar precisamente en las elecciones
de rector se guie exclusivamente el claustro de dicha Universidad 77
por la aptitud y ventajas que se promete en bien de los mismos
estudios.
DECRETO
Art. 1°. Cesa desde hoy la prohibicion que impone los anti-
guos estatutos de la Universidad de Caracas de elejir para el recto-
rado de la universidad a los doctores en medicina a los de estado
regular.
Art. 2°. Cesa tambien la obligación d que alternen en dicho
rectorado un doctor secular y un eclesiástico.
Art. 3°. Son, por consiguiente, elejibles para el encargo de
rector de la universidad todos los doctores de que se compone el
claustro, y aun reelegible la misma persona que esté al terminar el
bienio por el cual fue elejida.
86 Ibid., p. 97.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

Art. 4°. Quedan revocados los estatutos de dicha universidad


en cuanto sean contrarios al presente decreto”.87
Para el caso de la Universidad Central de Quito, en 1827, la
Casona se hallaba regida por un rector, una Junta General com-
puesta por el rector, vice-rector y profesores, así como por Juntas
Particulares, formadas por el rector, vice-rector y seis catedráti-
cos; por un Tribunal Académico integrado por cinco maestros
elegidos a tiempo por el rector, de los cuales debían renovarse tres
después del primer trienio, y dos luego del segundo.
Por otro lado, el Reglamento preveía los requisitos para las
matrículas, exámenes de grado y demás formalidades internas.88
Si bien la situación de la Universidad fue crítica en el período
independentista, no es menos cierta que fue objeto de atención
por parte de Bolívar, tal como hemos señalado líneas atrás. No
hay documentos que señalen a ciencia cierta qué ocurrió entre
1821 y 1827 debido a que la Universidad pasó por un grave perío-
78 do de crisis, llegando al extremo de que varias materias dejaron
de enseñarse por falta de maestros, tal como lo afirma fray Ber-
nardo de Andragoya, de la Orden de Predicadores, en carta a fray
Lorenzo de Bragaza, prior del convento de Lima, fechada en 11 de
mayo de 1825, “La situación en Quito es crítica por la debacle que
se ha presentado en esta ciudad luego del triunfo de Sucre. Todo
es caos -se supone que el religioso de nuestra cita fue realista-,
todo ha cambiado de manera intempestiva perdiéndose las bue-
nas costumbres. Ahora nos hallamos obligados a reconocer todo;
nos han dejado hasta sin candelabros porque los metales se han
fundido para hacer balas; los misales para cartuchos; los libros de
oración para los mismos fines (…) es una tragedia y no se diga
87 Leyes y Reglamentos de Colombia, Año 1827, Bogotá, Imprenta de Manuel María
Viller-Calderón, Año de 1827.- 17 de la Independencia. Archivo Sociedad Bolivaria-
na de América, Bogotá.
88 Anales de la Universidad Central del Ecuador, Tms. 40 y 41. Biblioteca Histórica
UCE.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

la universidad, la amada Universidad de Santo Tomás que tanto


sacrificio costó a los padres mayores; tantas lágrimas para ver que
la masonería y los insurgentes se apoderen de esta casa de ciencia
y entendimiento, puesta ahora en manos de incompetentes, tan
prestos sólo para el saqueo y la venganza (…) nada, nada hay por
ahora de estudios. Muchos maestros sabios y dignos han huido
o se han refugiado quien sabe donde por la persecución de los
malvados; se han suprimido las clases casi en todas las materias.
Apenas hay la de latín dictada por el incompetente Luis de Mano-
salvas que ha hecho de la oportunidad la propia para salir de su
anonimato, pero el resto, nada, nada S.P.R. da tristeza ver como
todo se ha perdido. ¡Pobre Quito, condenado a la ignorancia por
la falta de una universidad sabia y profunda como la nuestra de
Santo Tomás…!”.89
Conforme los libros que reposan en el archivo histórico de
la Universidad Central del Ecuador, en la lista de rectores de esa
Casona figura como último rector José Félix Valdivieso, de quien 79
nos referimos líneas atrás cuando fue intendente de Quito luego
de la partida de Antonio José de Sucre y dirigió la Universidad de
Quito hasta 1821. A partir de esta fecha los datos son confusos
y no se habla de una sucesión inmediata. Julio Tobar Donoso90
afirma que el doctor Carrión y Valdivieso fue nombrado rector en
1824, sin que proporcione mayores datos ni fuentes de consulta.
En el archivo de la biblioteca ecuatoriana “Aurelio Espinosa
Pólit”, BAEP, existe un breve dato que puede confirmar la afirma-
ción del autor citado, cuando en una carta de Agustín Salazar,
otro de los diputados ecuatorianos que asistieron al Congreso de
la Gran Colombia, dirigida a Miguel Bolaños, señala: “… dejo
en manos del Rvdo. Sr. Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso
89 Archivo del Convento de San Pedro Mártir, de Quito. Cartas y varios conventuales,
Años 1820-1828, Sin ordenar. Folio 87.
90 Ibidem, Tobar Donoso El Obispo de Botren, p. 8.

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

la suma de cincuenta pesos para que cancele la deuda al Sr. Ma-


nuel Vivero. El Dr. Carrión, rector encargado de la Universidad
de Quito por el Supremo Gobierno, viajará pronto a Bogotá para
asistir a las reuniones del Congreso Colombiano...”.91
¿Qué significaba la función de rector encargado? Colegimos
que conforme las afirmaciones del religioso dominico Andrago-
ya, la universidad de Quito no existía como tal, sino hasta cuando
Bolívar una vez más la puso en funcionamiento en 1826.
El 2 de marzo de 1827, el canónigo Carrión regresó a Quito
para tomar posesión de su asiento en el Coro Catedralicio y ocu-
par su curul doctoral, conforme lo señala el Libro de Posesiones
de la iglesia catedral.92
Tobar Donoso -a quien consultaremos de manera sucesi-
va-, señala que el 19 de febrero de 1827, José Modesto Larrea,
intendente del Departamento del Sur y vicerrector de la Univer-
sidad Central de Quito, dirigió una consulta a Luis de Saá, fiscal,
80 acerca de si debía proceder a nueva elección del rector, ya que
el canónigo Carrión, nunca había tomado posesión de su cargo
-lo cual confirma la carta de Salazar, ya señalada-, toda vez que
al habérsele confiado la conducción de la Casona, no procedió a
efectivizar su función por haberse trasladado a Bogotá, o si debía
esperarse hasta el 20 diciembre del mismo año conforme lo deter-
minaba la Ley vigente, ante lo cual el fiscal respondió que como
“el Prebendado Carrión no se había posesionado, no parecía re-
gular se haga ahora que se anuncia la proximidad de su venida”.93
El 5 de marzo siguiente, José Miguel Carrión prestó la pro-
mesa reglamentaria como rector de la Universidad Central y el
13 de mismo mes convocó al cuerpo universitario para la desig-
91 Archivo de la BAEP, Cartas y varios. Período de la Independencia, 1822-1830. Hoja
69, fechada en 14 de diciembre de 1824.
92 Archivo de la Curia Diocesana de Quito. Libro de Posesiones de la Sta. Igl. Ctdral,
1827.
93 Ibidem, Tobar Donoso, El Obispo… p, 9

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Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

nación de la Junta de Gobierno, la cual quedó compuesta por los


doctores Bernardo Ignacio León y Carcelén, Apolinario Rodrí-
guez, Manuel de la Gala, Mariano Salazar y los frailes merceda-
rios Antonio Ortiz, José Falconí y Pedro Albán.94
No hemos podido verificar la fecha mencionada, ya que
Tobar no cita la fuente de consulta; sin embargo, la seriedad del
autor nos hace confiar en su afirmación. De todos modos, en el
archivo de la UCE hallamos el siguiente documento por el que
se prueba la función de Carrión como rector de la Universidad
en septiembre de 1827: “En dies de Septiembre de mil ochocien-
tos veinte y siete en la sala de Examenes públicos de esta univd.
Central viendo el día Señalado por la Tentativa y grado de Bachi-
ller en Dro. Canonico de A. Presbitero Licenciado en Teologia
José Checa se reunieron los S.S. Catedráticos, examinadores, y
Colegiales proponentes a cuya presencia y la de los mas escola-
res concurrentes precidiendo el Señor Rector de esta Univd. D.
José Migl. Carrion, Canonigo Doctoral de esta Santa Iglesia Cate- 81
dral leyó el candidato media hora con arreglo a las proposiciones
constantes de la Varia que se ha archivado, y disolviendo las obje-
siones, y reparos que se hicieron hasta que concluido el acto en la
forma acostumbrada se procedió a su calificación por la votación
secreta de la que resulto canónicamente aprobado por tres A.A.A.
de que certifico. (f) El Rector; Dr. Leon.- Dor. Veintimilla.- Dr.
Ochoa.- Srio”.95
Conforme afirma Tobar, el 8 de agosto siguiente convocó
nuevamente a los maestros y dignatarios de la Universidad con
el fin de nominar a los miembros de la Academia de Emulación,
organizada para llevar adelante el Plan de Estudios del año pre-
cedente. Los elegidos fueron: canónigos Salvador Ortega, Nicolás

94 Ibidem, p. 9. En el Archivo histórico de la Universidad Central no existe documento


alguno sobre esta aseveración, en razón de que falta el cuaderno que corresponde al
período 1825-1827.
95 Ibid., Archivo histórico U. Central. Grados, 1827. (Respetamos ortografía original).

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

Joaquín de Arteta y Francisco León de Aguirre; cura José Jesús


Clavijo; doctores Juan Manuel de la Gala (médico), Juan Manuel
Espinosa (médico), Víctor de San Miguel, José María y Pedro José
de Arteta, José Parreño; frailes mercedarios padres Manuel He-
rrera, Pedro Albán y Manuel Pérez; fray Antonio Ortiz, rector del
colegio San Fernando y religioso dominico; Lcdo. Manuel Angu-
lo y maestro Ventura Proaño.96
El canónigo chantre del obispado de Quito, Nicolás Joaquín
de Arteta, ex rector de la Universidad, fue designado por aclama-
ción como Director de la Academia. Poco después fue nominado
como Director de la Academia de Derecho Práctico.
Más tarde, el prebendado Carrión ocuparía el Vicerrectora-
do de la Universidad Central.
Organización de la Facultad de Medicina, 26 de octubre
de 1827
82 Una de las actividades más notables de su paso por el Uni-
versidad Central de Quito, fue la organización de la facultad de
Medicina. El acta pertinente, dice: “En la sala de despacho de esta
Universidad Central, a veinte y seis de octubre de mil ochocien-
tos veinte y siete: se reunieron los individuos nombrados por la
Subdirección para compone la facultad Médica del Departamen-
to del Ecuador y Distrito del Sur, conforme a lo establecido en el
artículo doscientos quince del Reglamento General de Estudios, y
habiendo prestado el juramento de estilo quedó instalada la Junta
de la indicada Facultad, la que para su arreglo, y dar principio
a las tareas de su destino procedió a nombrar un Director, Vice
Director y Secretario, cuyos destinos recayeron, el primero por
pluralidad de sufragios en el Doctor Juan Manuel de la Gala, Ca-
tedrático Primero de Medicina. El segundo habiendo obtenido
otros funcionarios votos sueltos, resultó que el Doctor Jorge Mo-
96 Archivo histórico de la UCE, Universidad Central de Quito, Actas, 8 de agosto de
1827.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

reno de la Sala reunió dos sufragios, y otros tantos el Doctor Ma-


nuel Espinosa; con cuyo motivo se consultó el voto decisivo del
que resultó a favor del Doctor Moreno. El tercero por unanimidad
de sufragios recayó en el Maestro de Filosofía Miguel Herboso, a
quien los funcionarios de la Facultad lo eligieron de su Secreta-
rio, no obstante no ser Profesor Médico. Con lo que se disolvió
el acto de instalación encargando por la Subdirección al Señor
Rector de esta Universidad Doctor José Miguel Carrión Canóni-
go Doctoral de esta Santa Iglesia Catedral que firmó el Acta con
los Señores que tomaron posesión de sus nombramientos, de que
certifico.- Doctor José Miguel Carrión. Rector.- Doctor Manuel
de la Gala.- Doctor Mariano Salazar.- Doctor José Manuel Espi-
nosa.- Doctor Juan Pablo Arévalo.- Cerveleón Urbina.- Manuel
Ontaneda.- Doctor Ignacio Veintimilla, Secretario de la Univer-
sidad.- Es copia. (f) Doctor Veintimilla”.97
La nueva Facultad Médica, como se la llamó en lo sucesivo,
comenzó sus actividades adoptando un plan corporativo según 83
la normativa dictada por Simón Bolívar en 1826, por el que se-
manalmente hubo disertaciones de los profesores sobre asuntos
médicos. Con esto se trató de establecer una mayor difusión de
conocimientos de profesores hacia los alumnos con el fin de lo-
grar una mejor imagen frente a la sociedad, toda vez que la pre-
sencia de los médicos graduados generaba desconfianza frente a
la tradición popular que creía más en los curanderos, shamanes,
barberos, sacamuelas, vacunadores, yerbateros y sangradores que
en los graduados en la universidad. A su vez, la Facultad, según
Ley de 1830, les prohibió ejercer la cirujía.98
Un ejemplo: “… luego de la refriega ocurrida en el páramo de
Cajas entre fuerzas gobiernistas y las de oposición que luchaban
97 Archivo histórico UCE. Actas Rectorado, 1827. (La lectura del texto es actual).
98 ESTÉVEZ, Edmundo y ALARCÓN, Juan, El arte de curar y enseñar en la escuela
médica de Quito, Quito, AFEME, MUNDOGRAFIC, 1977, p. 171.

Siglo XIX
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con Flores, hubieron numerosos heridos de parte y parte. Ciruja-


no del gobierno era Miguel Angel Fuertes, que se había graduado
en la Universidad Central de Quito y que por sus conocimientos,
suponían era el más idóneo para afrontar emergencias; sin em-
bargo, luego del combate fueron llevados a la carpa de primeros
auxilios cuatro heridos destrozadas las piernas; varios con heri-
das graves de bala; otros con traumatismos. En fin, en peligro de
muerte. El cirujano horrorizado, no sabía qué hacer. Le tembla-
ban las manos y buscaba afanosamente en un libro que llevaba
consigo como curar a los heridos (…) le acompañaba el boticario
indígena Miguel Cuangún, quien sin perder tiempo hizo hervir
agua, puso un manojo de hierbas que traía consigo, pidió un se-
rrucho, solicitó taparan la boca a los desgraciados que gritaban
de dolor por sus heridas en las piernas y sin más, cortó las partes
que estaban destrozadas; luego los vendó, untó ciertos linimentos
y les durmió con una especie de trago fuerte que contenía mor-
84 fina y hacía adormecer a los enfermos (…) el cirujano solamente
observaba y callaba y cuando el comandante del Escuadrón le lla-
maba la atención y le exigía ayude al boticario, el “graduado” so-
lamente se limitaba a seguir las órdenes del curandero. Esto hace
que se desconfíe de los cirujanos que dicen tener conocimientos
pero que en el fondo no saben nada de medicina…”.99
Efectivamente la enseñanza en la Facultad Médica era muy
teórica, de donde los alumnos salían con conocimientos pero sin
práctica para tratar las enfermedades, razón por la que su tra-
bajo generaban desconfianza entre la población; sin embargo,
eran “aptos para discutir, objetar, diagnosticar y recetar a base de
conceptos teóricos y de principios mal aprendidos y peor aplica-
dos”.100

99 ZÚÑIGA, Ismael, Cuentos de guerra (manuscrito inédito) BAEP, Quito, hoja No, 8
(suponemos corresponde a 1840, por cuanto menciona este año).
100 PAREDES BORJA, Virgilio, Historia de la Medicina en el Ecuador, Quito, Editorial
de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1963, p. 88.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Hubo el afán de ponerse al corriente del movimiento médico


europeo, y, en las disertaciones semanales que se establecieron,
se procuraba llevar lo novedoso y hasta entonces no conocido
entre médicos, sin preocuparse mayormente de la solidez del co-
nocimiento que se llevaba, sino de impresionar a los oyentes. Las
cosas no tenían la sencillez y objetividad que se necesitaban en
una Facultad que buscaba nuevos rumbos, sino que se continúe
con el mismo método ideático, retórico y teatral, con lo cual se
cubría la realidad del problema; un residuo de la manera de ser
y hacer enseñanza y vida corporativa académica, muy propia del
escolasticismo medieval y de la enseñanza catedralicia.
Se habían cambiado los planes de estudio para medicina con
las materias que se enseñaban en las universidades europeas de la
época, pero la mente del que enseña y el espíritu de la instrucción
continuaban como en los tiempos de las universidades colonia-
les. Anatomía General y Particular se estudiaba en el primer año.
Como maestro fue designado el doctor José Marzana, quien a su 85
vez enseñaba también otras materias como Fisiología, Higiene,
Nosología y Patología. Por Decreto Legislativo del 8 de noviem-
bre de 1833, se reforma la Ley de marzo de 1826 del Congreso
de Cundinamarca; sin embargo, se siguen dictando las mismas
materias sin que haya cambio alguno en el pénsum de estudios;
aún más, no se cumple con la normativa en el sentido de que haya
un profesor por cada materia, sino que el profesor de Anatomía,
también dictaba Terapéutica y Farmacia Teórica y Práctica; el
maestro de Clínica Médica debía dictar las otras cátedras que fal-
taban. Todo ello debido al limitado presupuesto, lo cual a su vez
causaría años más tarde la ruina de la profesión, y, desde luego de
la propia facultad.101
El padre Pedro Albán, religioso mercedario y uno de los in-
tegrantes de la Academia de Emulación de la Universidad Central

101 Ibidem, Paredes, p. 89.

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de Quito, al tiempo que doctor en Derecho Canónico, de los más


prestigiados profesores de matemáticas y retórica; y, finalmente
bibliotecario público, cayó gravemente enfermo el 18 de octu-
bre de 1827. De inmediato fue llamado el doctor Juan Manuel
de la Gala, director de la facultad con el objeto de que atienda
sus dolencias. Vanos fueron sus esfuerzos ante lo que se llamó
“misteriosa enfermedad del Rvdo. P. Fr. Pedro Albán”, puesto que
su diagnóstico de fiebres tercianas no era compatible con los sín-
tomas y calenturas que sufría el citado religioso. Fue menester
llamar al yerbatero Pedro Quilumba, propio de Nayón, para que
diagnostique la enfermedad, a lo cual se opuso tenazmente el ci-
tado doctor, señalando que el indio no era más que un ignorante
en el campo de la medicina. Cuando se despidió, el doctor Gala
dejó un sinnúmero de recetas que el padre superior del convento
dispuso no se compren hasta no hablar con el natural que era
tenido por gran médico entre sus gentes. “Cuando llegó el curan-
86 dero, lo primero que hizo fue preguntar qué pasó con el Rvdo. P.,
y cuál fue el lugar de su última instancia. Se le informó que llegó
desde Ibarra luego de haber visitado el valle de Mira. El curande-
ro, con todo respeto, pidió al Rvdo. Padre hacer un orín para ver
qué es lo que tenía. Así se hizo, pero mientras tanto preparó una
pócima para bajar su alta temperatura. Luego de ello, el enfermo
se sintió muy aliviado y después de ver el orín dijo tratarse de la
“calentura o fiebre del tierra baja”, muy grave si no se cura a tiem-
po. Consultó si podía quedarse un par de días para tratar al do-
liente y administrarle sus yerbas. A los dos días al padre fue recu-
perado y ya pidió de comer; mientras tanto el cirujano Gala fue
informado de que sus medicinas no habían hecho ningún efecto,
por lo que no se le permitió ver al enfermo, siendo la ciencia del
pobre yerbatero la que salvó al enfermo a quien los cirujanos
desprecian por no tener ciencia médica, cuando es al contrario,
tal como se comprobó cuando se administraron al hermano lego
que acompañó al Rvdo. P. las pócimas mandadas por el citado

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

cirujano, que si no se aplicaba el mismo tratamiento que el Rvdo.


Padre, con seguridad el pobre muchacho hubiera muerto…”.102
“Repuesto el padre Albán, tuvo charla con el Rvdo. Sr. Pre-
bendado D. José Carrión, Rector de la Universidad Central de
Quito para buscar alternativas a fin de mejorar la enseñanza en la
Facultad Médica, ya que los maestros y estudiantes no gozan de
aprecio y respeto del pueblo por su falta de ciencia y práctica (…)
de sus recursos entregó al citado Sr. Prbdado. la suma de cien pe-
sos para que se compren herramientas para los estudios maestros
y estudiantes…”.103

87

102 Archivo del Convento de La Merced de Quito. El Convento Máximo, años 1825-
1830, Hoja No. 114.
103 Ibidem, Hoja No. 115.

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Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

CAPÍTULO VI

Últimos años del Ilmo. Carrión y Valdivieso


l 20 de diciembre de 1827, el prebendado Carrión fue
relevado de sus funciones como rector por José Félix
Valdivieso, quien ocupó por segunda vez la dirección de
la Universidad Central de Quito; sin embargo, en razón
de su alta capacidad y conocimiento, solicitó al canóni-
go Carrión ocupar la Subdirección de Estudios de la Casona.
En 1828 fue elegido por el pueblo de Quito como uno de
los firmantes para que se dirijan a la Convención de Ocaña a fin
de conservar la unidad gran colombiana y preservar la autori-
dad de Bolívar, sin cuya dirección los territorios liberados por el
88
Genio de América estaban condenados al fracaso. El Libertador,
efectuó una extraordinaria exposición de su pensamiento en el
cual agradeció la lealtad y generosidad de los habitantes que le
demostraban su lealtad. “Considerad, legisladores, que la energía
en la fuerza pública es la salvaguardia de la flaqueza individual, la
amenaza que aterra al injusto, y la esperanza de la sociedad. Con-
siderad que la corrupción de los pueblos nace de la indulgencia
de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad, que sin
fuerza no hay virtud; y sin virtud perece la república. Mirad, en
fin, que la anarquía destruye la libertad, y que la unidad conserva
el orden”.104
Más tarde solicitó licencia y se trasladó a Loja en donde por
orden del Libertador le fue conferido el cargo de Gobernador de

104 LECUNA, Vicente, Proclamas y discursos del Libertador, Caracas, Litografía El Co-
mercio, 1939, p. 370.

Tomo I
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la provincia. En este mismo año de 1828, el cargo de Deán105 de la


catedral de Quito quedó vacante por nombramiento de obispo de
Cuenca a favor del canónigo Calisto Miranda, siendo nombrado
en su reemplazo el prebendado Nicolás Joaquín de Arteta, has-
ta entonces Chantre106. Bolívar concedió esta dignidad al doctor
Carrión en razón de su gran prestigio107; sin embargo, fue objeto
de inmerecidos ataques producto de la pasión política, pero sobre
todo de rivalidades personales propiciada por otros sacerdotes.
La principal acusación fue la de que Carrión se ausentaba mucho
de Quito, razón por la que no merecía esa dignidad.108
En 1830, el obispo Rafael Lasso de la Vega, quien se pose-
sionó como prelado diocesano de Quito el 15 de diciembre de
1828, designa al canónigo José Miguel Carrión y Valdivieso como
rector del seminario San Luis, en sustitución de Pedro Antonio
Torres, canónigo tesorero de la diócesis y antiguo capellán de Si-
món Bolívar. En esta circunstancia, intervino en las sesiones pre-
paratorias para la separación del Ecuador de la Gran Colombia. A 89
continuación participó en la primera Constituyente de Riobam-
ba junto con el deán Nicolás de Arteta, en donde tuvo la opor-
tunidad de actuar brillantemente defendiendo a la Iglesia y sus
instituciones, entre ellas a la universidad, ya que sin tener cargo
alguno en esta casa de estudios, propuso se crearan rentas para su
funcionamiento y se le dote de lo necesario para el cumplimiento
de su tarea educativa.109

105 Deán es el sacerdote que preside el capítulo de los canónigos, siendo uno de los cargos
más importante dentro de la catedral.
106 Chantre es una dignidad muy importante en el coro de los canónigos de una catedral,
cuya función es cuidar la solemnidad de las fiestas religiosas.
107 Gaceta de Colombia No. 296, enero 18 de 1829.
108 CEVALLOS, Pedro Fermín, Resumen de la Historia del Ecuador, desde su origen
hasta 1845, II Edición 1886, Tomo IV, pp. 334, 335.
109 Archivo de la Asamblea Nacional. Ver las actas de la Constituyente de Riobamba,
1830.

Siglo XIX
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En 1833 fue promovido al cargo de arcediano,110 distinción


que le fuera concedida por el presidente Juan José Flores. Simul-
táneamente, participa en la legislatura como diputado por Loja.
Allí demuestra su gran capacidad como pensador y político, lle-
gando, incluso a oponerse tenazmente a Flores, a quien juzgó
por su mala administración, pero sobre todo por su afán para
imponer su voluntad en la Legislatura a la que obligó otorgarle
poderes extraordinarios para gobernar la nación. En estos afanes,
presentó, junto con Vicente Rocafuerte como Presidente del Con-
greso y otros legisladores, su renuncia al Pleno con el fin de evitar
“ser cómplice de los desmanes del Gobierno”. Más adelante en su
dimisión, dirá: “Por lo mismo, cuando no hay necesidad de Le-
gislatura, cuando se han arrancado medidas extemporáneas que
dañan a la confianza pública, cuando la paz se convierte en turbu-
lencias, y cuando se levantan fantasmas en el seno de la seguridad
90 que confesamos; yo me separo de hecho, ni volveré a ocupar los
asientos nacionales, dimitiendo mis poderes, sin que ni la fuerza,
ni las multas, ni las amenazas, ni la pérdida de mi empleo y esca-
sos bienes, ni la de mi domicilio me retraigan de esta resolución
que la tengo por muy justa, si aprecio la Sociedad, el Estado, el
Gobierno y mi individuo, suplicando rendidamente al Soberano
Congreso me la acepte como tal y arreglada a mis deberes.- Qui-
to, septiembre 16 de 1833.- José Miguel Carrión”.111
Volvió Carrión a ser legislador en el Congreso de 1837, en
donde validó su condición de patriota y defensor de los derechos
del pueblo. Tuvo agrias dificultades con Rocafuerte a quien se
opuso por su política personalista y omnímoda, a pesar de que
todo ello iba dirigido a buscar el bien común y ordenar el país que
fue devastado por el gobierno floreano.
110 Arcediano es el canónigo más antiguo e importante del coro catedralicio.
111 Ibidem, Archivo legislativo, legajo No. 33. Cfr. Tobar Donoso, El Obispo, p. 16.

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Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

En 1838 volvió a retirarse a Loja en donde permaneció casi


un año, antes de volver a Quito para formar parte nuevamente
del Congreso en 1839, esta vez como senador por la provincia de
Pichincha, el cual se instaló el 15 de enero. El 17 del mismo mes,
el obispo de Quito, Nicolás Joaquín de Arteta y Calisto, quien
había llegado al solio episcopal el 29 de julio de 1833, solicito al
Ministerio del Interior la designación de un obispo auxiliar en ra-
zón de su avanzada edad. A su vez, el general Daste, secretario de
esa Cartera, se dirigió al Congreso en estos términos: “Quito, 23
de enero de 1839. Al H. Señor Secretario del Senado. Teno el ho-
nor de pasar a la He. Cámara del Senado la propuesta que hace el
Ilmo. Sr. Obispo de esta Diócesis para un auxiliar revestido de la
dignidad episcopal que solicita en razón de haberse deteriorado
su salud de tal manera que no le es posible atender debidamente
las necesidades de su Grey. A pesar de que el doctor Miguel Ca-
rrión está bien conocido de los Honorables Legisladores, entre los
cuales ocupa dignamente un asiento, he recibido orden de hacer 91
presente a la He. Cámara que es en extremo justa la solicitud del
Reverendo Obispo, pues que a nadie se le oculta que su estado
valetudinario no le permite llenar, como lo desearía, los deberes
que le impone su virtuoso corazón, y que no podía hacerse una
elección más acertada para auxiliar que en el respetable Arcedia-
no de esta Iglesia Catedral, que tanto se distingue por sus luces y
por su acendrada probidad”.112
El canónigo Carrión respondió de inmediato señalando que
“no se consideraba digno de ser elevado a tan eminente dignidad.
Que en la República había otros eclesiásticos de más méritos que
él: que encarecía al Senado que en su resolución tuviese presente
lo que disponían las leyes: que se manifiesta reconocido a la dis-
tinción con que le honraban el Presidente, el Ilmo. Señor Obispo
y sus honorables colegas, y concluyó suplicando se le exonerase
112 Ibidem, Archivo de la Asamblea Nacional. Cfr. Tobar Donoso, p. 27.

Siglo XIX
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de la dignidad para la que había sido propuesto y enseguida dejó


su asiento”.113
Se procedió a la votación y el Senado lo nombró Obispo Au-
xiliar de Quito, así le fue comunicado al obispo Arteta; sin embar-
go, Carrión insistió ante Juan José Flores, su anterior adversario
y nuevamente Presidente de la República, quien le respondió: “Al
Ilmo. Señor Obispo electo doctor Miguel Carrión y Valdivieso,
Febrero 23 de 1839. A la representación de V.S.I. en que renuncia
la Dignidad de Obispo auxiliar de esta Diócesis para la cual ha
sido electo, se ha dictado la resolución siguiente. Teniendo S.E. el
Presidente pleno conocimiento de las luces y virtudes que reco-
mienda al Ilmo. Sor. Miguel Carrión y Valdivieso, Obispo electo,
concibe que haría una grave injuria a su distinguido mérito, al
mismo tiempo que un enorme perjuicio a la Iglesia si accediese
a la presente renuncia. S.E. altamente convencido de los bienes
que reportaría a esta Grey, cumplió con un deber de conciencia
92 cuando como Senador emitió su voto en contra de la elección; y
aún bajo este respecto encuentra un obstáculo insuperable no por
parecerle justo concurriría a la destrucción de su propia obra. Por
tales razones, declara sin lugar la indicada solicitud en la parte
que le toca. He transcrito, etc. Luis de Saa”.114
Antes de ser consagrado como Obispo, fue nominado por la
Legislatura como Consejero de Estado en abril de 1839.
Finalmente, luego de solucionar varios inconvenientes y de
superar su permanente renuencia a ocupar esta dignidad epis-
copal, a los cuatro años de haber aprobado su nombramiento, el
doctor José Miguel Carrión y Valdivieso, el 8 de mayo de 1842
fue consagrado como Obispo Auxiliar de Quito por el titular de
la diócesis, Nicolás Joaquín de Arteta.
113 Ibidem, Tobar, p. 28.
114 Archivo del Ministerio del Interior. Libro de comunicaciones con las autoridades
eclesiásticas de 1839. Cfr. Tobar, p. 29.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

El nuevo prelado continuó con su tarea apostólica y legis-


lativa, ya que actuó simultáneamente en siete oportunidades.
El Congreso de 1847 será la oportunidad para cerrar su carrera
como legislador actividad en la cual mantuvo con asiduidad, va-
lor y rectitud ejemplares los derechos del pueblo y de la Iglesia,
derechos siempre armónicos y estrechamente coordinados, de tal
modo que la infracción de los unos, trae consigo menoscabo in-
evitable de los otros, cual lo comprueba la historia nacional.
Luego de una visita a la provincia de Imbabura, el 16 de fe-
brero de 1848 muere el obispo José Miguel Carrión y Valdivieso,
producto de una fiebre violenta que acabó con su vida a los 66
años de edad.

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Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias:
Archivo histórico de la Universidad Central del Ecuador. Actas
de la Universidad de Santo Tomás y de la Universidad
Central de Quito, siglos XVIII y XIX. “Libro de Acuerdos
y Claustro de Ordenanzas de esta Real, Pontificia Univer-
sidad del Angélico Doctor Santo Tomás de Aquino. Fir-
mado por su Rector el Doctor Don José Isidoro Camacho
y Paredes, Gobernador de este Obispado. Año de 1817”.
94 Archivo de la Asamblea Nacional. Constituyente de 1830.
Archivo del Ministerio del Interior. Cartas y varios, siglo XIX.
Archivo de la Biblioteca Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit”
de Cotocollao. Período de la Independencia; época de la
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por el Dr. Lecuna, Simón Bolívar, Obras Completas II,
definiéndolo como “Memorial de las indicaciones que hi-

Siglo XIX
Dr. José Miguel Carrión y Valdivieso

ciera Bolívar al director de un colegio en Norteamérica,


donde se educaba su sobrino Fernando”.
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Tomo I
99

DOCTOR PEDRO JOSÉ DE ARTETA


Y CALISTO, PRESIDENTE (E) DE
LA REPÚBLICA Y RECTOR DE LA
UNIVERSIDAD DE QUITO EN 1830.
CONTENIDO:

CAPÍTULO I
Datos personales del Dr. Pedro José de Arteta y Calisto............93

CAPÍTULO II
Actividades profesionales y de servicio a la comunidad..............97

CAPÍTULO III
Rector de la Universidad Central del Ecuador.........................121
101
CAPÍTULO IV
Legislador y diplomático............................................................129

CAPÍTULO V
Vicepresidente de la República y Encargado del Poder...........141

BIBLIOGRAFÍA......................................................................164
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO I

Datos personales
ació en Quito en marzo de 1797. Hijo de Joaquín de Ar-
teta y Zabalgoitia, guayaquileño, y Leonor Calisto y Mu-
ñoz, quiteña. Fue bautizado el 20 de dicho mes, actuan-
do como padrinos Bernardo Ignacio de León y Carcelén,
abogado de la Real Audiencia y profesor de Cánones en
la Universidad de Santo Tomás, de Quito, y su esposa María Ana
de Arteta.115
Miembro de una larga familia compuesta de dieciséis her-
manos, siendo mayores que él, José María, presidente de la Corte
Suprema y Nicolás Joaquín, primer arzobispo de Quito.116 103
Sus primeros estudios los hizo en el Seminario de San Luis,
en donde se distinguió como uno de los mejores alumnos, razón
por la que se hizo acreedor a una beca. En los libros de dicho esta-
blecimiento de enseñanza, correspondientes a los años de 1800 a
1820 se encuentra, a menudo, el nombre de Pedro José de Arteta,
con motivo de los numerosos certámenes, pruebas de su inteli-
gencia e ilustración, en que actuó con notable éxito. Sus maestros
José María Losa, Manuel Orejuela y José Parreño, certificaron que

115 TOBAR DONOSO, Julio, en Revista de la Asociación Católica de la Juventud, Tomo


II, 1918, p. 72. Cfr. p. 5 del Libro de Bautismos de la iglesia de El Sagrario de Quito.
Años 1796-1819, Tomo 36 A.
116 José María fue corregidor de Otavalo entre 1816 y 1822. Llegó a esta ciudad con una
brillante hoja de servicios a la Corona como Regidor del Cabildo de Quito, Juez Con-
servador de Rentas Reales, Subdelegado de Penas de Cámara de bienes de difuntos
y herederos ausentes, Administrador principal del Real Ramo de única contribución
de indios. Cfr. JARAMILLO, Víctor Alejandro, Corregidores de Otavalo, Vol. IX, Co-
lección Carangue, Ibarra, Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” Núcleo
de Imbabura, Quito, Studio 21, 2010, p. 43.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

“el joven Don Pedro José de Arteta, por su buen juicio y aptitudes,
había merecido que se le distinguiera con los empleos de Bedel de
Casa y Secretario del Colegio, añadiendo que ha sido el colegial
que con mayor anhelo se ha interesado en el decoro y esplendor
del Colegio, y ha superado a todos sus condiscípulos en talento
e instrucción de que ha dado luminosas muestras en los actos
literarios que ha sostenido”.117
Igualmente brillantes fueron sus labores universitarias, que
se coronaron el 27 de febrero de 1819, con el grado de Bachiller
en Derecho Civil y Canónico, conforme lo señala el acta de grado
respectivo: “En Quito a los veinte y siete días del mes de Febre-
ro de mil ochocientos veinte y siete años, haviendose convocado
Claustro Extraordinario en la sala de Acuerdos de esta Rl. Y Pbca.
Universidad y compuéstose de los SS. Rextor y Conciliarios qe.
suscriben, en vista de un oficio dirigido p. el Prevendado D. José
104 Migl. Carrión, acompañado de otro del Exmo. Sr. Prsidte. Vixce
Patronono Rl. A este mismo cuerpo, en qe. se digna prevenir, que
habviendose puesto a su Superior arbitrio la aplicación de dos
Estrados pr. El Sr. Rtor anterior, tenía a bien aplicar el segundfo al
indicado Carrion, estando aún conferido el primero al DD. Jose
de Arteta y Calisto, acordaron qe aunque la mencionada ofer-
ta comprendía únicamente dos estrados, el uno mayor y el otro
menor, y que haviendose agraciado con aquel al baciller DD. Jose
de Arteta, qe en esta virtud recibió el Grado de Bachiller en Der.
Cvl. y Canco, declarándole aprodo, erogando las propinas con lo
cual se concluyo este acuerdo y lo firmaron otros Señores qe doy
fe. (fs) Mariano Miño y Valdez.- Dor. Jose Loza.- Fr. Josef Falco-
ni.- Toral”.118
117 Ibid., Tobar, p. 73.
118 Archivo histórico Universidad Central del Ecuador. Actas de Grados 1819. Univer-
sidad Real de Santo Tomás de Quito.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

En 1824 obtuvo el título de Doctor en Jurisprudencia, con-


forme el expediente de incorporación al Cuerpo de Abogados de
Quito.119
En un informe del secretario al presidente de la Corte
Suprema de Justicia de Quito, refiriéndose a un litigio, seña-
la “Quito, 14 de mayo de 1825 (…) Paso a conocimiento de
S.S. que en el juicio de inventarios que sigue D. Miguel Be-
tancourt contra D. Sergio Amable Bonilla, sobre la hacienda
La Perla, ubicada en la jurisdicción del pblo. de Amaguaña
ha sido confiada al Dor. Pedro José de Arteta y Calisto una
ves qe fue calificado como dor en Jurpcia. por la Universi-
dad de Quito, quien será el qe dirima en tan enojoso asnto.
qe ha traido alterada la paz en dicho lugar. Los litigantes
aceptaron ponerse de acrdo. en qe el dicho dor resuelva su
problema...”.120
Otro dato sobre la constancia de su grado: “Quito, 28 de
agosto de 1825. (…) El dicho Sor. Pdte. de la Crte.S. de Just. en 105
relación al pedido formulado por el Cbldo. de Qto, digo y com-
parezco qe el dor. Pdr. José de Arteta y Csto. será qn defienda los
intereses de la cbdad una vez qe ha tomado posesión de su toga
de dor. en Jurdcia en la Univ. de Qto. Además, será responable
de llevar adelante los jucs. de indios, de cya. causa se á mostrado
muy partidario y diligente en atenderlos, lo que á valido el respe-
to del Sr. Intdente. Gral de Quito Gral. Ant. José de Sucre, quien
estima en alto grado su dilgncia y trabajo en bien de la causa Co-
lombiana y de la Patria…”.121
En 1825 fue procurador de la Universidad, alcalde del Cri-
men y juez de Letras. Por esos días se casó con Dolores Villacís,
119 Archivo Nacional de Historia. Corte Suprema de Justicia. Expedientes, 1824. Ver lista
de abogados.
120 Ibid., ANH. Juicios de posesiones, CSJ, 1825, foja 18.
121 Ibid., Juicios 1825, foja 38.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

matrimonio que no tuvo hijos. Ella moriría casi al año a conse-


cuencia de un mal parto.
En 1826 vivió en Guayaquil donde tenía numerosa parentela,
dedicado a la enseñanza de Jurisprudencia Civil y Canónica en la
Universidad de Guayaquil. Cuando regresó a Quito en 1827 fue
miembro de la Academia de Emulación, ascendió a vicerrector de
la Universidad y a la cátedra de Derecho de Gentes, que mantuvo
por muchos años. Contrajo segundas nupcias con Josefa Jijón y
Vivanco, con numerosa descendencia. Este matrimonio le acercó
al partido del intendente del Departamento del Sur, general Juan
José Flores, quien estaba casado con Mercedes Jijón y Vivanco.
En marzo de 1850 volvió a quedar viudo por segunda oca-
sión. Luego contrajo matrimonio con su sobrina carnal Juana de
Arteta y Garzón, con quien tuvo varios hijos.

106

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO II

Actividades profesionales y de servicio a la comunidad


n 1820 formó parte del Cabildo quiteño como alcalde de
la Santa Hermandad. El 21 fue procurador síndico y
consiliario de su universidad. Hacía la pasantía profesio-
nal en el estudio de su maestro José Fernández Salvador
y después en los despachos de los Drs. Agustín García y
Salvador Murgueitio. A principios del 1822, agonizando la colo-
nia, fue electo regidor y tras la Batalla de Pichincha, cuando el
Libertador Bolívar hizo su ingreso a Quito, se puso a sus órdenes,
siendo nombrado Capitán de Milicias.122
Arteta, como miembro del Cabildo de Quito, debió ser parte
de la comitiva que recibió al Libertador, quien se dirigió en estos 107
términos a sus miembros:
“A la Ilustre Municipalidad de Quito: El gozo de Colombia
ha llegado a su colmo, al recibir en su seno al pueblo de la Repú-
blica que levantó el primero el estandarte de la libertad y la ley
contra la usurpación extranjera. El acto augusto que tan espon-
táneamente hacen los representantes del pueblo de Quito, de re-
conocimiento y adhesión de amor a la República de Colombia, es
para este pueblo un principio eterno de bien, y para Colombia un
eterno motivo de gratitud hacia los patriotas ciudadanos de la ca-
pital del Sur. Quito llevará consigo siempre, el rasgo más distinto
de su desprendimiento, y del conocimiento más perfecto de una
política sublime y de su patriotismo acendrado. En recompensa
a tantos títulos por la prosperidad de Colombia, ésta agotará su

122 PÉREZ PIMENTEL, Rodolfo, Pedro José de Arteta y Calisto, Diccionario Biográfico
Ecuatoriano, Guayaquil, Tomo XXII, p. 8.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

poder en derramar sobre la generosa Quito, todos los caudales de


la riqueza, de la industria, de la libertad, del bienestar nacional.
Puede contar el Sur de Colombia con las facultades ilimitadas que
el Gobierno general me ha confiado, se extenderán ilimitadamen-
te al beneficio de la tierra querida de la patria, la última víctima
del despotismo”.
“El testimonio de reconocimiento con que señala la ilustre
Municipalidad de Quito, sus sentimientos generosos hacia sus
militares que trajeron sus vidas para inmolarlas en las faldas in-
accesibles de Pasto y del Pichincha, por la libertad de Quito, que-
dará grabado en el corazón de nuestros guerreros, más amantes
de la gloria nacional, que de la gloria militar. Pero este testimonio
del aprecio de Quito por sus libertadores deberá ser sometido a
los representantes del pueblo, para que su aprobación le dé un
nuevo realce a sus propios ojos y a los de todos los colombianos,
que nada anhelan que no esté de a cuerdo con la voluntad de
108 todos y la aprobación de los próceres de la República. Mientras
tanto yo, en nombre del Ejército Libertador, no puedo exponer
suficientemente cuánto queda agradecido de lo que el pueblo de
Quito ha hecho en su obsequio, para inmortalizar sus victorias
y su gloria cívica, por la redención de sus mejores hermanos”.123
Una vez que Bolívar recibió la adhesión de varios ciudadanos
quiteños, entre ellos Pedro José Arteta, el Libertador, como in-
sistimos, le otorgó el cargo de Capitán de Milicias. Por otro lado,
dando cumplimiento a su pedido para que el pueblo elija a sus
representantes, en 1823 fue designado como diputado al Congre-
so de Colombia que se reunió ese año en Bogotá; sin embargo,
por diversas razones no pudo asistir a tan memorable reunión.124
123 ANDRADE, Roberto, Historia del Ecuador, Tomo II, Quito, Corporación Editora
Nacional, Editorial Época, 1983, p. 26.
124 Ver Historia General de la República del Ecuador de Pedro Fermín Cevallos, en la
que afirma que al Congreso de Colombia asistieron otras personas, más no Arteta
quien se disculpó por “tener que atender asuntos delicados”, Tomo IV, p. 28.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

En 1824, una vez más fue electo como diputado al Congreso


de la Gran Colombia, pero por tratarse de un viaje muy largo,
prefirió salir en campaña con las fuerzas del general Bartolomé
Salom para batir la guerrilla realista capitaneada por el coronel
Agustín Agualongo, levantando en armas en Pasto. Durante la
campaña fue gobernador de Túquerres y regresó el 24 de diciem-
bre para su investidura como abogado.125
El estudio del derecho procesal y la práctica forense, ne-
cesarias según ley para obtener el mencionado título, las había
efectuado sucesivamente, aunque con las interrupciones exigidas
por las labores que acabamos de enumerar, bajo la dirección de
los experimentados juristas doctores José Fernández Salvador,
Agustín García y Salvador Murgueytio, de quienes nos referimos
líneas atrás.
Entre los informes previos al expresado título universitario,
merece especial mención el emitido por el doctor Luis de Saá,
que fue presidente de la Corte Superior de Quito y político influ- 109
yente, Arteta, dice, es uno de los jóvenes más apreciables que ha
dado esta ciudad por su buena educación, amable carácter, bue-
nos talentos, juicio y honor acendrados.126
Llenado los diversos requisitos legales, José Arteta dio el
examen previo al grado de abogado el 24 de diciembre de 1823
ante la Corte Superior de Quito. Queremos reproducir aquí el ju-
ramento respectivo y tradicional conforme las costumbres de la
época.
“Incontinenti: Los referidos señores mandaron comparecer
en dicha Sala al Dr. Pedro José de Arteta, a quien por el presente
Secretario de la expresada corte superior se le recibió juramento
que hizo por Dios nuestro Señor y una señal de cruz bajo del cual
prometió que usaría bien, fiel y legalmente el oficio de Aboga-

125 Ibid., Tobar, p. 73.


126 Ibid., Expediente de incorporación Corte Superior de Quito.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

do, arreglándose a las Leyes, Ordenanzas, Pragmáticas y demás


despachos, de guardar, y cumplir la constitución y reglamentos
políticos y militares de Republica de Colombia, de no defender
causas desesperadas, ni hacer pactos sórdidos con las partes, ha-
cerles justicia en las causas en que fuere nombrado de Asesor,
despachándolas con la posible brevedad, de no llevar honorarios
indebidos, y ningunos a la Hacienda Publica, pobres de solem-
nidad y Religiosos mendicantes y Hospitales, e Indios Valadìes,
y de defender el Ministerio de la Inmaculada Concepción de la
Santísima Virgen María Nuestra Señora; si así lo hiciese Dios lo
ayude y de lo contrario se lo demande, y a su conclusión dijo: así
lo juro amen. Con lo cual quedo recibido al uso y ejercicio del ci-
tado oficio y los señores mandaron dar posesión al expresado Dr.
Pedro José de Arteta de los Estrados de esta Corte, haciendo se
sentase en ellos, y firmaron con el interesado Murgueytio, Suarez
Quijano”.127
110 De 1824 a 1830 desempeña sucesivamente varios empleos de
importancia: procurador de la Universidad de Guayaquil, alcalde
y juez letrado (1825), profesor de Jurisprudencia Civil y Canó-
nica en único colegio existente en el puerto (1826), entre otros.
A su regreso a la capital, se le nombra miembro de la Academia
de Emulación (agosto 5 de 1827; luego vicerrector de la Univer-
sidad de Quito, el 18 de diciembre del mismo año 1827, siendo
rector José Félix Valdivieso.128 Una prueba de ello es el siguiente
documento: “A siete de Marzo de mil ochocientos veintiocho en
el General de esta Universidad Central, siendo Vice-Rector de
ella Doctor Pedro José de Arteta habiendo concurrido un com-
petente número de Doctores con el objeto de solemnizar el da
del Sto. Tutelar Doctor Tomas de Aquino después de concluida la
fiesta, les hizo presente por medio de mi el presente Secretaria la
127 Ibidem, Corte Superior de Quito.
128 Archivo histórico de la UCE. Actas de posesiones.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

dificultad que había, y se observaba de reunir la Junta general que


debía despachar los asuntos de su inspección é instituto, y que
aprovechando de la reunión debían proceder al nombramiento
de los individuos que deben subrogar las personas de los Doc-
tores José María Arteta ó Ignacio de Ochoa, que habiendo sido
electos de individuos de la Junta de Gobierno como Catedráticos
de esta Universidad hán quedado vacantes sus destinos por la re-
nuncia de sus Catedras que se há aceptado por la Intendencia.
A cuya virtud procedieron á nombrar los Individuos que falten
a la Junta particular, y por unanimidad de sufragios resultaron
electos en lugar de el primero el Dor. Migl. Alvarado, y en lugar
de el segundo el Dor. Juan Manl. de la Gala Catedráticos en actal
excercicio. Con lo que se disolvió la Junta y se firmo la partidad
de que certifico (fs) Dr. Pedro Jose de Arteta.- Dor. Leon.- Dor. F.
Ant° Ortiz.- Dor. Ignacio Veintimilla- Secret°”.129
El último año referido es propiamente el decisivo en la vida
del Dr. Arteta, porque desde esa época empieza a brillar como po- 111
cos en nuestra historia. La designación como vicerrector, le abrió
el camino de la enseñanza universitaria, en efecto, al siguiente
año 1828, tomó a su cargo la cátedra de Derecho de Gentes que
ejerció durante varios años, quizá hasta la terminación de su pe-
ríodo de rector, y en la que adquirió aquella especialísima compe-
tencia respecto de los problemas internacionales.
Es importante considerar que siendo vicerrector desempeñó
ya las funciones de rector en razón de las continuas ausencias del
titular José Félix Valdivieso, tal como lo señala el texto siguiente:
“A tres de Octubre de mil ochocientos vientiocho, en el Jeneral
de esta Universidad Central se reunieron algunos Doctores con-
vocados por la voleta que copiada á la letra dice “por esta cito…-á
V. ä la Junta Jeneral que se há mandado convocar p. el día “tres
129 Ibid., Archivo Histórico UCE. Cfr. ZUÑIGA, Neptalí. Colección Documental de la
Universidad Central del Ecuador, Tomo II, p. 328.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

del corriente á las nueve de la mañana con el objeto de qe. se in-


diquen algunas reformas en el Plan de studios “pa. elevarlas á la
Dirección Jeneral”.- A cuya virtud precididos lo qe. asistiero del
Sor. Vicerector de esta Universidad Dor. Pedro José Arteta qe.
despacha en ausencia del Sor. Rector Dor. José Felix Valdivieso
observando la inasistencia de los graduados qe. deben concurrir
á tan importante objeto siendo sesenta los convocados, y solos
dice, y seis los concurrentes acordaron qe. no siendo suficientes la
voletas de convocatoria qe. previene el Plan. El Sor. Vicerector pr.
Medio de la Autoridad del Sor. Intendente consiga qe. los Docto-
res recidentes en esta Capital, concurran precisamente á indicar
con sus luces, y experiencia los puntos de re reforma qe. se esti-
men necesarios pa. la mejor enseñanza é ilustración publica: con
lo qe. se disolvió la Junta firmándose esta Acta qe. sertifico (fs)
Dr. Pedro Je. De Arteta.- Dor. F. Antonio Ortiz.- Migl. Alvarado.-
Dor. Ign. Veintimilla- Secret.”.130
112 En 1829, Bolívar le hizo ministro de la Corte Superior,131 y
en 1830 fue alcalde de la ciudad de Quito.
Antes de ello, firmó la carta de los vecinos de Quito dirigién-
dose al Libertador. “Carta de los padres de familia de Quito al
Libertador Simón Bolívar”
“Los padres de familia del Ecuador han visto con asombro
que algunos escritores exaltados escritores venezolanos se han
avanzado a pedir a V.E. no pueda volver al país donde vio la luz
primea; y por esta razón que nos dirigimos a V.E. suplicándole
se sirva elegir para su residencia esta tierra que adora a V.E. y
admira sus virtudes. Venga V.E. a vivir en nuestros corazones, y a
recibir los homenajes de gratitud y respeto que se deben al Genio
de América, al Libertador de un mundo. Venga V.E. a enjugar las

130 Ibid., Zúñiga, p. 328.


131 PÉREZ, Manuel, La Corte Superior de Justicia de Quito. Apuntes históricos, 1829-
1840 (folleto) s/a, s/e, BAEP.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

lágrimas de los sensibles hijos del Ecuador y a suspirar con ellos


los males de la patria. Venga, V.E. en fin, a tomar asiento en la
cima del soberbio Chimborazo a donde no alcanzan los tiros de
la maledicencia, y a donde, ningún mortal, sino Bolívar, puede
reposar con una gloria inefable.
Quito, a 27 de marzo de 1830 (fs) Juan J. Flores, José María
Sáenz, Vicente Aguirre Fidel Quijano, Pablo Merino, Dr. Joaquín
Vargas, J. Gutiérrez, Francisco Marces, Manuel Espinosa, Isidro
barriga, Dr. Pedro José de Arteta, General A. Farfán, Manuel M,
de Salazar, Juan Antonio Terán. (siguen más firmas)132
Concurrió a la Convención de 1830, en calidad de secretario,
y participó en todas las legislaturas y constituyentes posteriores
hasta el año 1845 -excepto al Congreso de 1841- como diputado
o senador.
La Primera Constitución del Ecuador de 1830 es el fiel reflejo
del poder militar y político de Flores. Por considerarla de impor-
tancia, transcribimos parte de su contenido:
113

CONSTITUCIÓN DE 1830

(23 de septiembre de 1830)

En el nombre de Dios,
Autor y Legislador de la Sociedad
Nosotros los Representantes del Estado del Ecuador, reu-
nidos en Congreso, con el objeto de establecer la forma de Go-
bierno más conforme a la voluntad y necesidad los pueblos que
representamos, hemos acordado la siguiente:
132 ROMERO MENDOZA, Serapio Eduardo, General Juan José Flores, Fundador del
Ecuador, Caracas, Italgráfica, 1994, p. 129.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

CONSTITUCIÓN DEL ESTADO DEL ECUADOR

TÍTULO I

DEL ESTADO DEL ECUADOR

SECCIÓN I

DE LAS RELACIONES POLÍTICAS DEL ESTADO DEL


ECUADOR
Artículo 1.- Los Departamentos del Azuay, Guayas y Quito
quedan reunidos entre sí formando un solo cuerpo independien-
te con el nombre de Estado del Ecuador.
Artículo 2.- El Estado del Ecuador se une y confedera con
los demás Estados de Colombia, para formar una sola Nación con
114 el nombre República de Colombia.
Artículo 3.- El Estado del Ecuador concurrirá con igual
representación a la formación de un Colegio de Plenipotencia-
rios de todos los Estados, cuyo objeto sea establecer el Gobierno
general de la Nación y sus atribuciones, y fijar por una ley fun-
damental los límites, mutuas obligaciones, derechos y relaciones
nacionales de todos los Estados de la Unión.
Artículo 4.- El Gobierno del Estado del Ecuador admitirá y
establecerá relaciones con otros gobiernos amigos de Colombia,
celebrando con ellos tratados de amistad y comercio.
Artículo 5.- Los artículos de esta carta constitucional que
resultaren en oposición con el pacto de unión y fraternidad que
ha de celebrarse con los demás Estados de Colombia, quedarán
derogados para siempre.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

SECCIÓN II

Del territorio del Estado del Ecuador, de su Gobierno y


Religión
Artículo 6.- El territorio del Estado comprende los tres de-
partamentos del Ecuador en los límites del antiguo Reino de Qui-
to.
Artículo 7.- El Gobierno del Estado del Ecuador es popular,
representativo, alternativo, y responsable.
Artículo 8.- La Religión Católica, Apostólica, Romana es la
Religión del Estado. Es un deber del Gobierno en ejercicio del
patronato protegerla con exclusión de cualquiera otra.
SECCIÓN III

DE LOS ECUATORIANOS, DE SUS DEBERES YDERE-


CHOS POLÍTICOS 115
Artículo 9.- Son ecuatorianos:
1. Los nacidos en el territorio y sus hijos;
2. Los naturales de los otros Estados de Colombia, avecinda-
dos en el Ecuador;
3. Los militares que estaban en servicio del Ecuador al tiem-
po de declararse en Estado independiente;
4. Los extranjeros, que eran ciudadanos en la misma época;
5. Los extranjeros, que por sus servicios al país obtengan car-
ta de naturaleza;
6. Los naturales, que habiéndose domiciliado en otro país,
vuelvan y declaren ante la autoridad que determine la ley,
que desean recuperar su antiguo domicilio.
Artículo 10.- Los deberes de los ecuatorianos son: obedecer
a las leyes y a las autoridades; servir y defender la patria; y ser
moderados y hospitalarios.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

Artículo 11.- Los derechos de los ecuatorianos son, igualdad


ante la ley y opción igual a elegir y ser elegidos para los destinos
públicos teniendo las aptitudes necesarias.
Artículo 12.- Para entrar en el goce de los derechos de ciu-
dadanía, se requiere:
1. Ser casado, o mayor de veintidós años;
2. Tener una propiedad raíz, valor libre de 300 pesos, o ejer-
cer alguna profesión, o industria útil, sin sujeción a otro,
como sirviente doméstico, o jornalero;
3. Saber leer y escribir.
Artículo 13.- Los derechos de ciudadanía se pierden por en-
trar al servicio de una nación enemiga, por naturalizarse en país
extranjero, y por sentencia infamante. Y se suspenden, por deber
a los fondos públicos en plazo cumplido; por causa criminal pen-
diente; por interdicción judicial: por ser vago declarado, ebrio de
costumbre, o deudor fallido; y por enajenación mental.
116 …………….
TÍTULO IV

DEL PODER EJECUTIVO

SECCIÓN I

DEL JEFE DE ESTADO


Artículo 32.- El Poder Ejecutivo se ejercerá por un magistra-
do con el nombre de Presidente del Estado del Ecuador: y por su
muerte, dimisión, inhabilidad física o moral o por cualquier im-
pedimento temporal, por el Vicepresidente; y en defecto de éste,
por el Presidente del Congreso; y, si éste no estuviere reunido, por
el último que ejerció en él la presidencia. En este caso el próximo
Congreso elegirá nuevo Presidente, y Vicepresidente del Estado.
Artículo 33.- Para ser Presidente o Vicepresidente se requiere:

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

1. Ser ecuatoriano de nacimiento.


Esta disposición no excluye a los colombianos que hubiesen
estado en actual servicio del país al tiempo de declararse en Es-
tado independiente, y que hayan prestado al Estado del Ecuador
servicios eminentes, y que estén casados con una ecuatoriana de
nacimiento, y que tengan una propiedad raíz valor de treinta mil
pesos;
2. Tener treinta años de edad;
3. Gozar de reputación general por su buena conducta.
Artículo 34.- El Presidente durará en sus funciones cuatro
años, y no podrá ser reelegido sino pasados dos períodos consti-
tucionales.
Artículo 35.- Las atribuciones del Presidente del Estado son:
1. Conservar el orden interior y seguridad exterior del Estado;
2. Convocar el Congreso en el período ordinario; y extraor-
dinariamente cuando lo exija la salud de la patria;
3. Sancionar las leyes y decretos del Congreso, y dar regla- 117
mentos para su ejecución;
4. Disponer de la milicia nacional para la seguridad interior,
y del ejército para la defensa del país, y mandarlo en per-
sona con expreso consentimiento del Congreso;
5. Tomar por sí, no hallándose reunido el Congreso, las me-
didas necesarias, para defender y salvar el país, en caso de
invasión exterior o conmoción interior que amenace pro-
bablemente; previa calificación del peligro, por el Conse-
jo de Estado, bajo su especial responsabilidad;
6. Nombrar agentes diplomáticos; y celebrar tratados de paz,
amistad y comercio;
7. Nombrar y remover libremente al Ministro Secretario del
Despacho;
8. Nombrar la propuesta en terna del Consejo de Estado, los
Ministros de las Cortes de Justicia, y los Obispos, las

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

dignidades y canónigos de las catedrales, los Genera-


les y Coroneles: todos estos nombramientos deberán
ser aprobados por el Congreso.
Nombrará por sí solo a los racioneros y medios racioneros;
9. Nombrará propuesta del Consejo los Prefectos, Goberna-
dores, y el contador general de rentas;
10. Proveer interinamente en el receso de las Legislaturas las
vacantes de los empleos que son de provisión del Congre-
so; dándole cuenta en la próxima reunión;
11. Nombrar los demás empleados civiles, militares y de ha-
cienda;
12. Cuidar que se administre justicia por los tribunales, y que
las sentencias de éstos se
cumplan y ejecuten;
13. Cuidar de la exacta recaudación e inversión de las rentas
públicas;
118 14. Conmutar la pena capital, cuando lo exija la conveniencia
pública, previo informe
del tribunal respectivo;
15. Suspender los empleados con acuerdo del Consejo de Es-
tado, y consignarlos sin demora al Tribunal competente,
con los motivos y documentos de la suspensión.
Artículo 36.- La responsabilidad del Jefe del Estado se con-
trae en los delitos siguientes:
1.- Por entrar en conciertos contra la independencia y liber-
tad del Estado, o de cualquier
otro Estado de la República;
2. Por infringir la Constitución; atentar contra los otros po-
deres; impedir la reunión y
deliberaciones del Congreso; negar la sanción a las leyes
formadas
constitucionalmente; y provocar una guerra injusta:

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

3. Por abuso del Poder contra las libertades públicas, y captar


votos para su elección.
Artículo 37.- El Jefe del Estado no puede salir del territorio
durante el tiempo de su administración, y un año después.
SECCIÓN II

DEL MINISTERIO DE ESTADO


Artículo 38.- El Ministerio de Estado se desempeñará por
un Ministro Secretario: se dividirá el despacho en dos secciones:
1. De Gobierno interior y exterior.
2. De Hacienda.
El negociado de Guerra y Marina estará a cargo del Jefe de
Estado Mayor General.
Artículo 39.- El Ministro Secretario, y el Jefe de Estado Ma-
119
yor General son el órgano del Gobierno, y autorizarán todas sus
órdenes y decretos, que no serán obedecidos sin esta autoriza-
ción.
Artículo 40.- El Ministro Secretario, y el Jefe de Estado
Mayor General presentarán al Congreso, en los primeros días de
sus sesiones, memorias documentadas del estado de los negocios
públicos en los diferentes ramos de su administración, y podrán
asistir a las discusiones de los proyectos de ley que presente el
Gobierno, o cuando fuesen llamados por el Congreso.
Artículo 41.- El Ministro Secretario, y el Jefe de Estado Ma-
yor General son responsables en los mismos casos del art. 36: y
además por soborno, concusión y mala versación de fondos pú-
blicos. No salva esta responsabilidad la orden verbal, o por escrito
del Jefe del Estado.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

SECCIÓN III

DEL CONSEJO DE ESTADO


Artículo 42.- Para auxiliar al Poder Ejecutivo en los diversos
ramos de la administración habrá un Consejo de Estado com-
puesto del Vicepresidente, del Ministro Secretario y del Jefe de
Estado Mayor General, de un Ministro de la Alta Corte de Justi-
cia, de un eclesiástico respetable; y de tres vecinos de reputación
nombrados por el Congreso. Por falta del Vicepresidente presidi-
rán los Consejeros por el orden designado.
Artículo 43.- Para ser Consejero de Estado se requieren las
mismas calidades que para ser Diputado. Los Consejeros nom-
brados por el Congreso no pueden ser destituidos por el Gobier-
no, ni suspensos sin justa causa. Los Consejeros electivos duran
cuatro años en sus funciones. Unos y otros son responsables de
sus dictámenes al Congreso.
120 Artículo 44.- Corresponde al Consejo de Estado dar dicta-
men para la sanción de las leyes; en todos los negocios graves en
que fuere consultado: sobre los proyectos de ley que presentare el
Gobierno; y llenar las demás funciones que le atribuye la Cons-
titución.
TÍTULO V

DEL PODER JUDICIAL

SECCIÓN I

DE LAS CORTES DE JUSTICIA


Artículo 45.- La Justicia será administrada por una alta Cor-
te de Justicia, por Cortes de apelación, y por los demás tribunales
que estableciere la ley.
Artículo 46.- Para ser magistrado de la Alta Corte se requiere:

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

1. Tener cuarenta años;


2. Haber sido Ministro en alguna de las Cortes de apelación.
Artículo 47.- Para facilitar a los pueblos la administración
de justicia se establecerá en la capital de cada departamento una
Corte de apelación.
Artículo 48.- Para ser magistrado de las Cortes de apelación
se requiere:
1. Ser abogado en ejercicio,
2. Tener treinta años de edad;
3. Haber sido juez de primera instancia, o asesor por cuatro
años; o haber ejercido con buen crédito su profesión por
seis años.
SECCIÓN II

DISPOSICIONES GENERALES EN EL ORDEN


SUPERIOR
121
Artículo 49.- En ningún juicio habrá más de tres instancias.
Los tribunales y juzgados fundarán siempre sus sentencias.
Artículo 50.- La responsabilidad de los Ministros de la Alta
Corte de Justicia se exigirá en el Congreso: la de los Ministros de
las Cortes de apelación, en la Alta Corte: la de los Prefectos, Go-
bernadores y jueces, en las Cortes de apelación.
Una ley especial determinará las atribuciones, el orden y for-
ma de las Cortes de justicia y demás tribunales.
…………………….
ARTÍCULOS TRANSITORIOS
Artículo 74.- Este Congreso Constituyente nombrará por
esta sola vez, y con el objeto de establecer el sistema constitu-
cional, todos los funcionarios públicos, cuyo nombramiento y
aprobación corresponde a los Congresos ordinarios por la Cons-
titución.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

Artículo 75.- Como el Congreso general de la unión puede


instalarse antes de que abra sus sesiones la próxima Legislatura;
este Congreso Constituyente nombrará los Plenipotenciarios que
deban concurrir en representación del Estado del Ecuador.
………………….
Dada en la sala de las sesiones del Congreso Constituyen-
te en Riobamba, a 11 de septiembre de 1830. -20º. El Presidente
del Congreso, José Fernández Salvador. -El Vicepresidente del
Congreso, Nicolás Joaquín de Arteta. -El Diputado por Cuen-
ca, Ignacio Torres. -El Diputado por Cuenca, José María Landa
y Ramírez.- El Diputado por Cuenca, José María Borrero. -El
Diputado por Cuenca, Mariano Veintimilla. -El Diputado por
Chimborazo, Juan Bernardo León. -El Diputado por Chimbora-
zo, Nicolás Báscones. -El Diputado por Guayaquil, José Joaquín
Olmedo. -El Diputado por Guayaquil, León de Febres Cordero.
-El Diputado por Guayaquil, Vicente Ramón Roca. -El Diputa-
122 do por Guayaquil, Francisco Marcos. -El Diputado por Loja, José
María Lequerica. -El Diputado por Loja, Miguel Ignacio Valdivie-
so. -El Diputado por Manabí, Manuel Ribadeneyra. -El Diputado
por Manabí. Miguel García Moreno. -El Diputado por Manabí,
Cayetano Ramírez y Fita. -El Diputado por Pichincha, Manuel
Matheu. -El Diputado por Pichincha, Manuel Espinoza. -El Di-
putado por Pichincha, Antonio Ante. -Pedro Manuel Quiñones,
Secretario. -Pedro José de Arteta, Secretario”.133
En 1835 fue electo como Vicepresidente de la Convención
en el gobierno de Vicente Rocafuerte. Su actuación siempre fue
prudente y mesurada, tal como lo afirma Juan de Dios Merizalde,
Diputado por Azuay en carta dirigida a Miguel Cordero, en octu-
bre de 1833: “El doctor Pedro José de Arteta es un jurisconsulto
de alta capacidad para resolver problemas graves y delicados que
aquejan a la Legislatura. Todos sabemos que a pesar de su acer-

133 Archivo Asamblea Nacional. Constituciones de la República.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

camiento a Flores, sus labores se caracterizan por la serenidad, el


recto criterio y la elevación y nobleza de ánimo”.134
La nueva Constitución de 1835 no cambió casi en nada del
texto de la ley de 1830. Leamos lo concerniente:
“CONSTITUCION POLITICA DEL AÑO 1835

Decreto Legislativo 000, Registro Auténtico 1835 de 13


de Agosto de 1835

CONSTITUCION DE 1835
EN EL NOMBRE DE DIOS, CREADOR Y SUPREMO
LEGISLADOR DEL UNIVERSO
Nosotros los Representantes del Ecuador, reunidos en Con-
vención, con el objeto de reconstituir la República sobre las só-
lidas bases de libertad, igualdad, independencia y justicia, con-
forme a los deseos y necesidades de los pueblos, que nos han 123
conferido sus poderes; ordenamos, y decretamos la siguiente.
CONSTITUCION DE LA REPUBLICA DEL ECUADOR

TITULO I
DE LA REPUBLICA DEL ECUADOR, Y DE LOS
ECUATORIANOS

SECCION I
De la República
Art. 1.- La República del Ecuador, se compone de todos los
ecuatorianos, reunidos bajo un mismo pacto de asociación
política.
134 Gobierno de Juan José Flores, Provincia del Azuay. Cartas y varios, 1830-1833, Doc.
17, BAEP.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

Art. 2.- La soberanía reside en la Nación y su ejercicio delega


a las autoridades que establece la Constitución. Es una e indivisi-
ble, libre e independiente de todo poder extranjero, no puede ser
patrimonio de ninguna familia ni persona.
Art. 3.- El territorio de la República del Ecuador comprende
el de las provincias de Quito, Chimborazo, Imbabura, Guayaquil,
Manabí, Cuenca, Loja y el Archipiélago de Galápagos, cuya prin-
cipal isla se conoce con el nombre de Floreana. Sus límites se fija-
rán por una ley, de acuerdo con los Estados limítrofes.
SECCION II

De los ecuatorianos de sus deberes y derechos políticos


Art. 4.- Los ecuatorianos lo son por nacimiento o por natu-
ralización.
Art. 5.- Son ecuatorianos por nacimiento:
124 1. Los nacidos en el territorio del Ecuador;
2. Los nacidos en país extranjero de padres ecuatorianos, vi-
niendo a avecindarse en el Ecuador;
3. Los naturales que habiéndose domiciliado en otro país,
vuelvan y declaren ante la autoridad que designe la ley,
que desean recuperar su antiguo domicilio.
Art. 6.- Son ecuatorianos por naturalización:
1. Los naturales de los otros Estados de Colombia, domici-
liados, o que se domiciliaren en el Ecuador;
2. Los militares que estaban en servicio del Ecuador, al tiem-
po de declararse en Estado independiente;
3. Los extranjeros que profesando alguna ciencia, arte o in-
dustria, o poseyendo alguna propiedad raíz o capital en
giro, declaren ante el gobernador de la provincia en que
residan su intención de avecindarse en el Ecuador, y ha-
yan cumplido cinco años de residencia en el territorio de
la República. Bastará tres años de residencia, si son ca-

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

sados o tienen familia en el Ecuador, y dos años si son


casados con ecuatoriana.
A los americanos les bastarán dos años de residencia, sean
o no casados;
4. Los extranjeros que por sus servicios positivos al país, ob-
tengan del Congreso carta de naturaleza;
5. Los extranjeros que habiendo obtenido carta de naturale-
za del Gobierno de Colombia o del Ecuador, estén domi-
ciliados, o vengan a domiciliarse en la República.
Art. 7.- Los deberes de los ecuatorianos son: obedecer a las
leyes y a las autoridades, contribuir a los gastos públicos, servir y
defender a la patria y velar sobre la conservación de las libertades
públicas.
Art. 8.- Los derechos de los ecuatorianos son: igualdad ante
la ley, y opción igual a elegir y ser elegidos para los destinos pú-
blicos, teniendo las aptitudes necesarias.
TITULO II 125
De los ciudadanos
Art. 9.- Son ciudadanos activos del Ecuador, los que reúnan
las cualidades siguientes:
1. Ser casado o mayor de diez y ocho años;
2. Tener una propiedad raíz, valor libre de doscientos pesos,
o ejercer una posesión o industria útil, sin sujeción a otro,
como sirviente, doméstico o jornalero;
3. Saber leer y escribir.
Art. 10.- Los derechos de ciudadanía se pierden:
1. Por entrar al servicio de una nación enemiga;
2. Por naturalizarse en país extranjero;
3. Por admitir empleo, o condecoración en un Gobierno ex-
tranjero, sin especial permiso del Congreso;
4. Por quiebra fraudulenta;

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

5. Por vender su sufragio o comprar el de otro;


6. Por condena a pena aflictiva, o infamante.
Art. 11.- Los que por una de las causas mencionadas en este
artículo hubieren perdido la calidad de ciudadanos, podrán im-
petrar rehabilitación del Senado.
Art. 12.- Los derechos de ciudadanía se suspenden:
1. Por adeudar a los fondos públicos con plazo cumplido;
2. Por hallarse procesado como reo de delito que merezca
la pena aflictiva o infamante, después de decretada la pri-
sión, hasta que sea absuelto o condenado a pena que no
sea de aquella naturaleza;
3. Por interdicción judicial;
4. Por ser vago declarado, ebrio de costumbre, o deudor fa-
llido;
5. Por ineptitud física y mental, que impida obrar libre y re-
flexivamente.
126 ………………………..
Disposiciones Transitorias
1.- Esta Convención nombrará al Presidente y Vicepresiden-
te de la República, y a los demás funcionarios, cuyo nombramien-
to o aprobación corresponden por la Constitución a los Congre-
sos ordinarios.
El Presidente y Vicepresidente nombrados, prestarán su ju-
ramento ante la misma Convención; y su duración será hasta el
treinta y uno de enero de mil ochocientos treinta y nueve.
2. Hasta la reunión del primer Congreso constitucional, las
faltas temporales o perpetuas del Vicepresidente de la República,
en los casos que deba encargarse del Poder Ejecutivo, las suplirá
el Presidente de la Convención, y en defecto de este, el Vicepresi-
dente de la misma.
3. La Convención, aún después de promulgada la Constitu-
ción, dará las leyes y decretos que considere más necesarios para

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

el establecimiento de esta misma Constitución y el arreglo de al-


gunos otros objetos importantes.
Dada en la Sala de las Sesiones de la Convención, en Amba-
to, a treinta de julio de mil ochocientos treinta y cinco - Vigési-
moquinto de la Independencia.
El Presidente de la Convención, Diputado por Guayaquil,
José Joaquín Olmedo. El Vicepresidente, Diputado por Quito,
Pedro José de Arteta. El Diputado por Guayaquil, Francisco Vi-
tores. El Diputado por Guayaquil, Juan de Avilés. El Diputado
por la provincia del Chimborazo, José Larrea Villavicencio. El
Diputado por Guayaquil José María Sáenz de Viteri. El Diputado
por la provincia de Loja, José María de Jaramillo. El Diputado por
Quito, José María de Salazar. El Diputado por Quito, Ramón de la
Barrera. El Diputado por Loja, Mauricio Quiñones. El Diputado
por Manabí, José López Molina. El Diputado por Manabí, Anto-
nio Macay. El Diputado por Imbabura, Mariano Maldonado.El
Diputado por Cuenca, Agustín Andrade. El Diputado por Quito, 127
Manuel Zambrano. El Diputado por Manabí, Fernando Márquez
de la Plata. El Diputado por Guayaquil, Juan Manuel Benítez.
El Diputado por Guayaquil, Juan José Casilari. El Diputado por
Guayaquil, Angel Tola. El Diputado por Cuenca, Bartolomé Se-
rrano. El Diputado por Cuenca, Ignacio Torres. El Diputado por
Quito, Mariano Miño. El Diputado por Quito, José Doroteo de
Armero. El Diputado por Cuenca, Antonio Soler. El Diputado
por Imbabura, Manuel Zubiría. El Diputado por Cuenca, Ma-
nuel María Camacho. El Diputado por Cuenca, Vicente Falconí.
El Diputado por Cuenca, Carlos Joaquín Monsalve. El Diputa-
do por Quito, Francisco de Aguirre. El Diputado por Guayaquil,
Francisco Marcos. El Diputado por Quito, José María Pareja. El
Diputado por Quito, Pablo Bazcones. El Diputado por Guaya-
quil, José Antonio Campos. El Diputado por Manabí, Joaquín
Medranda. El Diputado por Loja, Guillermo Pareja. El Diputado
por Chimborazo, Juan Bernardo León. El Diputado por Guaya-

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

quil, José Mascote. El Diputado por Cuenca, Atanasio Carrión. El


Diputado por Chimborazo, Antonio Uscategui. El Diputado por
Cuenca, Secretario, José Jerves. El Secretario, Ignacio Holguín.
Palacio de Gobierno en Quito, a trece de Agosto de mil nove-
cientos treinta y cinco. Vigésimo quinto. Cúmplase, publíquese, y
circúlese. Dado, firmado de mi mano, sellado con el gran sello de
la República, y refrendado por el Ministro General del Despacho.
VICENTE ROCAFUERTE

El Ministro

General del Despacho

José Miguel González”.135


Arteta, como se ve, fue uno de los artífices de la legislación
ecuatoriana, a cuyo desarrollo aportó considerablemente debido
128 a que participaba en los llamados Foros, que eran grupos de ju-
risconsultos que emitían sus opiniones sobre temas legales tanto
jurídicos cuanto constitucionales.136 En igual forma intervenía
como uno de los más probos y doctos jurisconsultos; en las Aca-
demias de Emulación y Derecho Práctico, así como en la Conta-
duría General de Rentas del Estado, razón por la que a su gabinete
profesional acudían varios jóvenes para terminar sus estudios de
práctica forense y conocer las enmarañadas formas y ritualidades
del derecho español. Bajo su dirección se prepararon personajes
como Francisco X. Aguirre, que ocupó más tarde prominente lu-
gar en la política nacional.137

135 Ibid., Constitución de 1835.


136 Periódico “La Linterna” Noviembre de 1830. BAEP.
137 Ibid., Tobar Donoso. Cfr. Expediente de incorporación del doctor Aguirre. Archivo
de la Corte Suprema.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Tras la batalla de Miñarica en febrero del 1835, en donde


triunfaron Flores y Rocafuerte, Arteta asistió a la Asamblea Na-
cional Constituyente reunida en Quito que eligió Presidente de la
República a Vicente Rocafuerte. Este no tenía un buen concep-
to de Arteta, a quien consideraba un burócrata “que desempeña
nueve puestos a la vez y en ninguno hace buen papel”; sin em-
bargo, el 1836, el Mandatario le encargó el Ministerio del Interior
y Relaciones Exteriores por pocas semanas. En el Congreso de
1839 ocupó la presidencia del Senado y en la Asamblea Nacio-
nal Constituyente de 1843 representó a la provincia de Imbabura.
Por su postura firme frente a la llamada “Carta de la Esclavitud”
con cuya redacción jamás estuvo de acuerdo, fue candidatizado
a la Vicepresidencia de la República por el grupo de asambleístas
moderados; más, el influjo de Flores, hizo que saliera electo Fran-
cisco Marcos y Crespo, diputado por Guayaquil.
A pesar de su confrontación con Flores, éste siempre le había
confiado puestos delicados tales como la Contaduría General de 129
Rentas del Estado, después llamada Tribunal de Cuentas y hoy
Contraloría General del Estado; sin embargo, cuando estalló la
revolución del 6 de marzo de 1845 y al caer el régimen, tuvo que
renunciar.138
Como consecuencia de ello, la Convención Nacional reunida
en Cuenca dispuso que la Junta de Gobierno formada por Ol-
medo, Roca y Noboa (primo hermano por Arteta) le confinara a
una de las poblaciones de la provincia de Loja pues se temía su
influencia ante el Gobierno de la Nueva Granada para un rompi-
miento de relaciones con el Ecuador, pero la orden no se cumplió
porque fue revocada.
En 1846, ante las alarmantes noticias que llegaban de España
anunciando una próxima invasión floreana, para evitar futuros
138 Archivo de la Presidencia de la República. Gobierno de Juan José Flores, 1830-1835.
Informe s relacionados con la batalla de Miñarica.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

problemas políticos y sociales pidió pasaporte y salió a Piura don-


de residió cerca de un año.139

130

139 Ibid., Pérez Pimentel, p. 2.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO III

Rector de la Universidad Central


rente a los problemas que pasaba la Universidad Cen-
tral de Quito por la frecuente ausencia de su rector José
Félix Valdivieso, fue nombrado como tal el 20 de di-
ciembre de 1830, función que la desempeñaría hasta el
año de 1835, durante los gobiernos de Juan José Flores
(1830-1834); Vicente Rocafuerte y nuevamente José
Félix Valdivieso (1834-1835) Antes de ello, fue parte de la Direc-
ción de Estudios de la Universidad, junto con los doctores José
Fernández Salvador y José Modesto Larrea.
En la última etapa de su rectorado, tuvo muchas dificultades
con Rocafuerte en razón de su amistad con Flores; sin embargo,
131
el mandatario reconoció la capacidad de Arteta y permitió que
concluya su período administrativo, a pesar de que “el Sor. Rector
en barias oportunidades presento su rencia al cargo que le habían
dado desde 1830 pero que por la inestabilidad del Gvno. no hubo
quien le reemplace por lo que la Comicion desidio que continua-
ra en su ofisio a pesar de su protesta…”140
Es indudable que Rocafuerte fue un presidente que cambió al
Ecuador, país que se hallaba en el ostracismo debido al militaris-
mo extranjero, así como por la improvisación en cosas del Estado.
En cuanto a la educación universitaria, este gobernante creía
que ésta era deficiente y que los gastos que se hacían en estudios
profesionales debían dedicarse a las ciencias exactas que abre el
camino a la prosperidad nacional. “La Teología -agregaba-, no es

140 Archivo histórico de la UCE. Informes de Vicente Larrea, secretario de la Universi-


dad, años 1834-1835.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

una ciencia, sino un fárrago de doctrinas extravagantes e incohe-


rentes que fue combatido y ridiculizado por Lutero, gran pensa-
dor del siglo XVI”.141
“El estudio de la Jurisprudencia debe combinarse juiciosa-
mente con el de las ciencias sociales, tan necesarias para la mar-
cha regular de los países civilizados. “Se prodigan –decía- los gra-
dos universitarios y se va aumentando hasta el infinito el número
de abogados que son una verdadera plaga para un país tan poco
civilizado como el nuestro. Es necesario crear nuevas carreras a
la juventud estudiosa y enriquecer su inteligencia con el estudio
de las ciencias naturales. Habitamos una tierra muy rica y no te-
nemos un ingeniero que se dedique a examinar y descubrir las
riquezas que encierran en su seno. Estamos rodeados de altas
montañas que nos impiden la comunicación con el mar y no te-
nemos ingenieros que nos señalen la senda que debemos seguir
para ponernos en contacto con el mundo civilizado. Más todavía:
132 ocupamos el centro del globo y no tenemos geógrafos ni astró-
nomos que observen los movimientos de la atmósfera para fijar
sus variaciones y sus repetidos cambios, que influyen tanto en la
agricultura. En vano la naturaleza ha sido pródiga con nosotros
que no hemos sabido aprovechar hasta ahora sus beneficios”.142
En estas circunstancias, con el apoyo del Presidente, por vez
primera la Universidad Central abrió sus puertas para que se de-
batan temas públicos y de cultura ecuatoriana.
Una de las primeras gestiones en el campo jurídico fue apo-
yar la conformación de la comisión codificadora para reunir en
un solo cuerpo los Códigos Civil y Penal dispuestas por Roca-
fuerte, quien nombró a tres jurisconsultos de gran reputación en
el Ecuador, los cuales eran profesores de la Facultad de Jurispru-

141 MONCAYO, Pedro, El Ecuador de 1825 a 1875, Quito, Imprenta Nacional, 1906, p.
155.

142 Ibid., p. 155.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

dencia de la Universidad.143 Se trataba de los doctores J. Fernán-


dez Salvador, Luis de Saá y Ramón Gortaire. Fue designado como
secretario el guayaquileño Pedro Carbo.
Otra de las actividades de Rocafuerte relacionados con la
universidad fue el hecho de querer fundar una escuela de pin-
tura, para lo cual “en conversación con el Sor. Rctr. S.E. el Pdte.
pidió al Dor. Arteta apoyar esta iniciativa, la cual fue acogida con
entusiasmo…”.144 Para cumplir con este propósito, el Presidente
dispuso se recojan los cuadros más selectos que había en los con-
ventos de Quito, con los cuales formó el primer museo en uno de
los salones de la universidad, para que se convierta, al tiempo que
en sitio de exposición, en aula para que estudien los jóvenes que
quisieran aprender este arte.
Por otro lado, el doctor Arteta dio singular impulso a la So-
ciedad de Medicina, tal como lo señala el siguiente documento:
“El dia diez y ciete de Enero de mil ochocientos treinta y tres se
reunieron en Sociedad los S.S. Espinosa Angulo Nuñes, Vergara 133
Andrade, Mejía y Burbano: el Sr. Director hizo la observación
de qure no se habían precentado las memorias señaladas en las
Ceciones anteriores y la poca asistencia que se notaba en los So-
cios por lo que el Sr. Angulo pronuncio un discurso encargando
a todos los miembros la puntual y la observancia del Reglamto.
El mismo Sr. anuncio el deseo de que la Academia de historia
del país tenía de tener relaciones con la presente Sociedad. Ul-
timamente se señalo pa. la sleccn. de la Cecn. venidera la mate-
ria mencionada en el acta anterior, con lo que se iba a levantar
la Cecn. y entonces pr. pedimento del Sr. Angulo se pregunto a
la Sociedad si tenia pr. conveniente admitir un Diputado de la
Academia mencionada en la siguiente Cecion para establecer las

143 Archivo histórico de la UCE. Ver lista de profesores de la Facultad de Jurisprudencia,


1835.
144 Ibid., Informes del Rector al Gobierno, 1835.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

bases de amistad y relaciones literarias y puesta en votacn resul-


to unánimemente admitida, con lo que se concluyo (frs) Dor. Je.
Manl. Espinosa.- Victe Larrea.- Secretario”.
En el nuevo gobierno de Flores, los temas culturales y edu-
cativos se hallaban muy descuidados debido a que el gobernan-
te no daba importancia a estos temas de vital importancia para
el desarrollo social del país. “Los ecuatorianos eran analfabetos
casi en un 90%. Apenas había escuelas públicas con profesores
mal preparados quienes casi nunca recibían pagos por su trabajo,
causa por la que los llamados centros escolares eran inexistentes.
La educación se reducía a las clases sociales pudientes, las que
pagaban a maestros particulares para que enseñen a sus hijos a
leer y escribir. Algo de matemáticas, un poco de latín y breves
rasgos de la cultura clásica. Por ello, las universidades de Quito,
Guayaquil y Cuenca, apenas graduaban unos pocos bachilleres y
134 escasos doctores en teología y derecho debido a la dificultad para
estudiar. Quizá los únicos favorecidos eran los clérigos que perte-
necían a familias adineradas, así como los graduados en derecho
que formaban parte del mismo círculo social (…) la única preo-
cupación de Flores era pagar a las tropas extranjeras, base y sus-
tento de su gobierno, sin los cuales hubiera sido muy difícil que
gobernase debido a sus continuos errores y abuso de poder”.145
Conforme esta aseveración, podríamos decir que la Univer-
sidad Central de Quito padecía de algunas dificultades tanto fi-
nancieras como de organización debido al poco apoyo recibido
del Gobierno, lo cual producía incertidumbre y hasta cierto pun-
to apatía de los miembros de la universidad, como lo hemos re-
gistrado en la descripción del anterior documento. De allí que, el
afán del rector Arteta por lograr establecer nexos con la llamada
145 VELÁSQUEZ, Juan, El gobierno floreano, Cuenca, Imprenta de J.B. Ordóñez, 1921,
p. 76.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Academia de Historia, es un acontecimiento que honra su labor


como directivo de la universidad.
Veamos otro documento: “El día veinte de Enero de mil
Ochocientos treinta y tres reunida la Sociedad con los S.S. Espi-
nosa, Echeverría, Jameson, Nuñes Vergara, Ramon Miño, Andra-
de, Villavicencio: se resivio á dos Comicionados de la Academia
de historia del País al Sr. Dr. Manuel Ontaneda invitado a la So-
ciedad a cooperar con sus luces y tareas á la historia natural de
la Patria, acompañando una lista veintitrés artículos por los que
pide que esta Corporacion (Universidad) forme discursos memo-
rias o disertaciones sobre todos los objetos de historia natural en
sus tres reinos y los remita mensualmente a la Academia, y al Sr.
Dr. Manuel Angulo para que si el Cuerpo quiere celebrar pactos
con dicha Academia lo haga con este Sr. que se hallaba autoriza-
do pa. el caso; se discutió bastante largo y nombro una Comcn.
compuesta a los S.S. Director y Jameson para que ecsaminen la
minuta é informen sobre ella en la Cecion estraordinaria que 135
para el efecto se celebra el día Martes veintidós del presente. Con
lo que se levantó la Cecion. (fs) Dor. Je. Manl. Espinosa.- Vicente
Larrea- Secrt”.146
Nos parece de gran importancia recoger una nueva versión,
esta vez orientada a fortalecer nuevamente la Sociedad de Medi-
cina de la Universidad.
“El dia veintitrés de Enero de mil ochocientos treinta y tres se
reunió la Sociedad Médica con los S.S. Espinosa, Echeverría, Ja-
mezon, Nuñes, Mejia, Andrade é Hidalgo: los S.S. Comicionados
informaron qe. la minuta referida en la Cecn. anterior contenía
los mismos objetos a que se había dedicado á estudiar la Sociedad
y que los trabajos que sed fueren haciendo podían participar á la
Academia pero que no debía quedar ligada a la condicn. de sepa-
rarse de sus relaciones si esta Corporacion no remitía sus trabajos

146 Ibidem, Archivo histórico UCE. Cfr. Zúñiga, p. 344.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

á la Academia en el espacio de tres meses á todo lo que se acsedio,


i se hizo entrar á los Comicionados a quienes se les hiso saber las
disposiciones relativas al objeto como también que no quedaba
comprometida a dar sus memorias conforme á la minuta pues
que ella contenía algunos artículos de grande dificultad en su
cumplimiento sino de los trabajos que se vayan haciendo y de los
que tengan proporción la Sociedad de hacerlo pues que carecia de
fondos suficientes para hacer viajar á los individuos”.147
Ratificamos las dificultades por las que atravesaban los pro-
yectos de investigación, en este caso médicos, por la falta de apor-
te de los miembros de las llamadas Sociedades, así como de la
escasez de recursos económicos para emprender tareas académi-
cas. Sin embargo de ello, Arteta insiste en su afán por lograr ubi-
car a la universidad en el sitial propio de una casona de estudios
superiores, tal como lo había dispuesto el presidente Rocafuerte.
Veamos:
136 “Acta de la Cecion del veintidós de Enero de mil ochocientos
treinta y tres. Reunidos a las once del día los S.S. Director, Eche-
verria, Jamenzon, Nuñes, Vergara, Mejia, Andrade, Hidalgo y el
que suscribe con el fin de oir el informe de la Comicion sobre si
la minuta de los trabajos a que invita la Academia de Historia de
Quito contraiga sus desvelos la Sociedad de Medicina contenía
algún objeto que la distraiga a esta del suyo; habiendo espuesto
la Comicion que cuanto se proponía en la minuta era relativa a la
historia natural y a la Química, y que de consiguiente no se dis-
traiga a la Sociedad del fin que se havia propuesto, fueron llama-
dos los Academicos comisionados y les declaro el Sor. Director,
el dictamen de la Comicion y que aceptaba la Sociedad llena de
la mayor complacencia, que se havia dirigido por la Academia,
pues creia que no se podía hacer un servicio, mas importante al
publico que correr el velo que encubre a la naturaleza a una mul-

147 Ibid., p. 346.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

titud de hombres de este paiz y que al mismo tiempo contribui-


rá gustosa con sus tareas á la empresa a que aspira la Academia.
Entonces los Comicionados dieron a nombre del publico y de la
Academia las mas espresivas gracias á la Sociedad por que quería
coperar a los esfuerzos d los Academicos y proporcionar a su pa-
tria ventajas incalculables consagrándose los socios á un estudio
verdaderamente útil y practico. Espusieron después que aunque
los puntos que había propuesto la Academia bajo del numerosos
diesiocho no eran tanto relativo sino mas bien un asunto propio
para ejercitar las leies y el zelo de la Facultad medica; pero que
los habia incluido en la minuta para que los S.S. que forman la
primera forman también la segunda y más especialmente porque
esta podía pedir á aquella en lo que convino la Sociedad. Mas
como reparaban algunos Socios en los términos en que debía re-
mitirse los discursos para proceder con claridad consulto el Sr.
Director a la Sociedad suscesivamente cada uno de los siguientes
incisos y fueron todos aprobados en los terminos siguientes: “La 137
Sociedad ofrece á la Academia contraer sus trabajos a todos los
puntos que comprende cada uno de ellos será objeto de un solo
discurso; memoria o discusión. El resultado de sus tareas sobre
los objetos enunciados en ella se pasarán en los términos que se
piden en la misma, cada mes desde el quince de Abril para que la
Academia los incerte en su periódico mensual y le sirvan de datos
para formar la historia natural de Quito”. Por lo que habiendo
repetido los Comicionados las mas vivas espresiones de recono-
cimiento pidieron que la Sociedad acsijiere de la Academia los
trabajos que fuesen conformes á su instituto, con los pactos que
estimare conveniente; pa. se acordó tratar de esto en la siguiente
Cesion con lo que se levanto la presente”.148
Es indudable que estas reuniones permitieron dar cumpli-
miento a la reforma del Plan de Estudios de la Universidad, razón

148 Ibid., Archivo histórico UCE. Cfr. Zúñiga, p. 348.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

por la que por vez primera se introducen nuevas materias en la


formación de los estudiantes de jurisprudencia, derecho canóni-
co y medicina. Estas materias para Derecho Canónico, fueron:
Derecho de Gentes; Economía Política, Derecho Natural, Fun-
damentos de Religión; Latín y Griego y Fundamentos de Sagrada
Teología. Para Jurisprudencia: Filosofía, Derecho de Gentes, Eco-
nomía Política, Derecho Civil y Romano, Derecho Patrio, Latín y
Griego y finalmente Literatura. Para Medicina: Anatomía, Biolo-
gía y Ciencias Naturales.

138

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO IV

Legislador y diplomático
ntervino en varias ocasiones en las Cámaras Legislativas,
razón por la que, como ya hemos señalado, concurrió a
la Convención de 1830, en calidad de secretario, partici-
pó además en todas las legislaturas y constituyentes pos-
teriores hasta el año 1845 -excepto el Congreso de 1841-
como diputado o senador. En 1835 fue vicepresidente de la
Convención.
En el Congreso de 1831, el Dr. Arteta fue designado como
diputado por la provincia de Pichincha y con energía y acopio de
razones, se opuso a que se calificase como diputados a varios per-
139
sonajes que habían aceptado empleos del Poder Legislativo, en el
Judicial, o en el Consejo de Estado, a pesar de que sus hermanos
José María y Nicolás Joaquín, eran perjudicados con tal decisión
que favorecería a la independencia de la Legislatura.149
El 9 de marzo de 1832 es elegido presidente de la Nueva Gra-
nada, el general Francisco de Paula Santander, hallándose ausen-
te asumió el poder ejecutivo José Ignacio Márquez. En estas cir-
cunstancias, el general José María Obando, recibe órdenes para
organizar un ejército de 6.000 hombres con el fin de presionar al
presidente de Ecuador Juan José Flores para definir los límites con
Ecuador. Obando sale de Bogotá a pasto con 1.500 soldados de las
mejores tropas granadinas dando así inicio a las hostilidades.

149 Ibid., Cevallos, Tomo V, p. 60.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

No olvidemos que los habitantes de Pasto y su territorio de-


cidieron anexarse al Ecuador, tema que fue acogido con entusias-
mo por Flores, pero causó la reacción de los gobernantes de la
Nueva Granda que decidieron resolver el problema por medio de
las armas.
Cuando Obando llegó a la actual capital del departamento
de Nariño en Colombia, traba relación con el comandante de las
armas quiteñas, teniente coronel Ignacio Sáenz, quien traiciona a
Flores y permite que las tropas granadinas se apoderen de la línea
del río Juanambú; en igual forma, el general Antonio Farfán, jefe
de guarnición de Pasto y leal a Flores, sigue los pasos de Sáenz y
abandona esa ciudad, permitiendo que Obando la ocupe el 19 de
septiembre de 1832.
El presidente ecuatoriano al conocer la vileza de los oficiales,
escribe al ministro José Félix Valdivieso y al vicepresidente Larrea,
señalando “Tienen ustedes mucha razón en deplorar la conduc-
140 ta de Farfán en su inocua retirada, pues en ella hemos perdido,
como ya he dicho a ustedes, la plaza de Pasto; doscientos y pico
de soldados incluso los que entregó Sáenz; dos piezas de batalla
y dos obuces; quinientos fusiles y más de veinte mil tiros; la ma-
yor parte del equipo; la bandera del batallón “Vargas” (La mitad
del batallón “Vargas” estaba acantonado en Pasto) que, aunque
se halla oculta hace falta a su cuerpo y además está en riesgo de
caer en poder del enemigo; en fin las milicias de Pasto que valían
por algunos batallones. Todas estas fuerzas, todos estos elemen-
tos preparados contra Obando, los tiene hoy a su favor mientras
nos hallamos debilitados por esta pérdida. La única ventaja que
tenemos sobre el enemigo es la excelencia y número de nuestra
caballería, más esta ventaja no puede considerarse decisiva por
cuanto siendo muy superior a la infantería granadina, puede su
jefe marchar por los cerros y montes desde Pupiales hasta Tulcán
y Huaca sin necesidad de bajar a la llanura. He dicho todo esto
para que ustedes se persuadan de que no me ha sido posible re-

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

cuperar a Pasto, en razón de haberse anticipado Obando con sus


tropas Ojalá hubiera podido recuperar este pueblo (Túquerres)
el 20 del pasado, es decir un día después de la retirada, pues en-
tonces habría tenido tiempo de recuperar a Pasto antes de que
Obando se hubiera puesto en Tacines”.150
Ante la magnitud de los acontecimientos, Flores llegó a un
acuerdo con Obando, decidiendo que se conforme una comisión
para definir el tema fronterizo. Los delegados ecuatorianos fue-
ron Pedro José de Arteta y Antonio Fernández Salvador, “los más
llamados para esta comisión por su prudencia y conocimiento
sobre material legal, así como su vasta experiencia...”.151 Por Nue-
va Granada acudieron el general José María Obando y el coronel
Joaquín Posada Gutiérrez, quienes se reunieron en Pasto. En me-
dio de las conversaciones, Obando dijo a Pedro José de Arteta:
“Si la Patria de Ud. no estuviera gobernada por Robinson Crusoe,
seríamos mucho más benévolos con nuestros hermanos del Sur;
pero Robinson es muy inquieto, muy díscolo y pérfido y no po- 141
demos tener confianza en él”.152 Finalmente, el 8 de diciembre de
1832 se firmó el tratado de límites, reconocido por el Congreso
ecuatoriano, cuyo artículo segundo, dice: “Los límites entre los
Estados del Ecuador y Nueva Granada, serán los que conforme a
la ley de Colombia de 25 de junio de 1824, separaba las provincias
del antiguo departamento del Cauca del Ecuador, quedando por
consiguiente incorporadas a la Nueva Granada las provincias de
Pasto y Buenaventura, y al Ecuador los pueblos que están al sur
del río Carchi, línea fijada por el artículo 22 de la expresada ley,
entre las provincias de Pasto e Imbabura”.153

150 VILLALBA, Jorge, Correspondencia de Juan José Flores, Biblioteca Ecuatoriana “Au-
relio Espinosa Pólit”. Documentos originales, 1832.
151 Ibid., Villalba, doc. 35.
152 Ibid., Moncayo, p. 158.
153 Ibid., Romero Mendoza, p. 184.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

En 1836 fue llamado al Ministerio de lo Interior y Relaciones


Exteriores; y si bien permaneció en la función unos pocos días,
debió enfrentar a Rocafuerte con quien tuvo serias diferencias no
sólo políticas, sino, incluso, personales, a pesar de haber limado
ciertas asperezas cuando fue rector de la Universidad Central.154
El 6 de mayo de 1841, el gobierno de Colombia decretó que
las regiones de Pasto y Túquerres formen parte de su territorio,
lo que ocasionó graves enfrentamientos diplomáticos y militares
entre Ecuador y la Nueva Granada. Con el fin de evitar que la si-
tuación se complique, el Gobierno ecuatoriano volvió a encargar
otra comisión al Dr. Arteta para que se entendiese con el repre-
sentante de Nueva Granada en Quito, Rufino Cuervo, e impidiese
la ruptura de relaciones que era inminente. En efecto, el comi-
sionado logró ajustar algunas capitulaciones provisionales que
trajeron la reanudación de la amistad con el expresado Gobierno.
Después, y hasta el fin de los gobiernos de Flores, fue Conta-
142 dor General de rentas del Estado, oficina cuyo objeto era análogo
al de los actuales Tribunales de Cuentas.
Reunida la Convención de 1843, Arteta se opuso tenazmente
a las pretensiones de Flores para cambiar totalmente el texto de la
Constitución de la República, mostrándose partidario únicamen-
te de su reforma: “Las leyes fundamentales de un país, decía, de-
ben mirarse como sagradas y nada hay más pernicioso ni funesto
que las precipitadas y continuas mudanzas en las instituciones
políticas. Así quedan ellas despejadas del principio de estabilidad,
veneración, respeto que las debe revestir; desmayan los pueblos y
no se les aficionan reputando su suerte incierta, vacilante y preca-
ria, y dándose de este modo lugar a que constantemente trabajen
y conspiren por mudarlas, los que se proponen medrar y sacar
ventajas por medio de un nuevo orden de cosa”. Respecto de sus
154 RUBIO, José Miguel, El Dr. Vicente Rocafuerte Bejarano, Guayaquil, Imprenta de N.
Mendoza, 1925, p. 60.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

cualidades como orador nos dice el ilustre Dr. Pablo Herrera:


“Siempre hablaba con mucha concisión; pero tenía la ventaja de
sostener los más sanos principios en el orden religioso, político y
administrativo”.155
También en el año de 1843, Arteta fue candidatizado a la
Vicepresidencia de la República; sin embargo, Flores actuó con
deslealtad, puesto que esta proposición se oponía a sus intereses,
por lo que se resistió tenazmente a la reforma de la Carta Política,
basando sus argumentos en la defensa de los intereses del pueblo.
En estas circunstancias “fue nombrado Vicepresidente de la Re-
pública el señor Francisco Marcos, convencional que acababa de
servir como Ministro de lo Interior y Relaciones Exteriores. Esta
elección, según fue público y notorio se hizo contra la palabra que
el General Flores y su leal amigo, quedó como era de temerse, al-
tamente desobligado, y sus relaciones y fidelidad, como también
era natural, quedaron resfriados, de modo que Flores ya no pudo
contar con esa decisión de sus allegados, tan provechosa en otros 143
tiempos”.156
El Gobierno provisional de 1845 compuesto por Olmedo,
Roca y Noboa, dispuso el confinamiento de Arteta a una de las
poblaciones del Sur, porque se temía que él y otros seguidores
de Flores influyesen en el Gobierno para que rompiera sus rela-
ciones con el Ecuador; más el Dr. Arteta consiguió la renovación
de dicha orden. Al año siguiente se expatrió al Perú donde per-
maneció algún tiempo porque quiso evitar nuevas sospechas de
complicidad en las famosas y tímidas tentativas de Flores para
recuperar el poder.
Pasados estos sinsabores, el Gobierno llegó a convencerse de
la valía personal que distinguía al Dr., Arteta y de su notoria mo-
deración, y no volvió a ser perseguido por sus antiguas relaciones

155 Ibidem, Tobar, p. 79


156 Ibid., Cevallos, p. 345.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

de amistad con el general Flores, hasta la usurpación que hizo del


poder el general Urbina.
El 15 de octubre de 1847, mientras gobernaba el país Vicente
Ramón Roca (8 de diciembre de 1845 a 6 de octubre de 1849, y era
vicepresidente Manuel de Ascásubi y Matheu), Arteta fue nom-
brado ministro de la Corte de Justicia por el Congreso reunido
en ese entonces. En el acto de la prestación del juramento cons-
titucional, el general Antonio Elizalde, presidente del Senado, se
expresó así del magistrado: “Señor Ministro: Los encargados del
pueblo en ejercicio de una de sus más importantes atribuciones,
os recuerdan la necesidad de que ocupéis un eminente puesto en
la escala judicial. En el fallareis sobre los más caros derechos y
sobre la misma vida o muerte de los ciudadanos. Órgano de la
Justicia, protector del oprimido, guardián de la majestad de las
leyes, he aquí vuestra misión. Las luces de vuestro espíritu y las
virtudes de vuestro corazón, nos garantizan de que sabréis lle-
144 narla cumplidamente y de que así recaerán las bendiciones de los
pueblos sobre vos y sobre quienes os han elegido”.157
En 1848 comenzó la campaña para la elección presidencial.
Terciaban en el proceso el general Antonio Elizalde, del partido
de Roca y Diego Noboa Arteta, pero ambos candidatos desarro-
llaron acciones violentas y corruptas. Entre los dos partidos no
había diferencia de principios doctrinarios y políticos. Elizalde
se llamaba liberal y Noboa, conservador. Cuando en diciembre se
reunió el Congreso para elegir al nuevo Presidente, en razón de
que Noboa se hallaba muy enfermo y no cumplía con sus tereas
de gobierno, los congresistas no lograron un consenso para elegir
a un nuevo mandatario, razón por la que, luego de interpretar li-
geramente la Carta Política, encargaron el poder al vicepresidente

157 Biblioteca histórica de la UCE. Revista Anales Nos. 71 y 74. “Serie cronológica de los
obispos de Quito”.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Ascásubi. “La Nación se salvará bajo su atinada administración”,


dijeron los representantes.158
Arteta, según Tobar Donoso, no aceptó cargo alguno en ra-
zón de que cumplía con su función como Ministro de la Corte
Superior de Justicia; sin embargo, estuvo de acuerdo con la desig-
nación de Ascásubi, quien, al mes de su nominación, conoció que
en Guayaquil se tramaba una revuelta para su destitución, movi-
miento que no prosperó. Tres meses más tarde, el 20 de febrero
de 1850, la guarnición militar del puerto se sublevó y proclamó
a José María Urbina como jefe superior de la provincia, ante lo
cual el mandatario destituyó a los jefes y oficiales que encabe-
zaron este motín, situación que produjo la reacción en Quito,
cuyos habitantes, a través de un comunicado firmado por varios
ciudadanos prestantes, entre ellos el Dr. Pedro José de Arteta, re-
chazaron la pretensión de los habitantes de Guayaquil para que
el poder político se quede en esa urbe. De todos modos, Diego
Noboa fue proclamado el 2 de marzo de 1850 como Jefe Supremo 145
de la República, designación que en los momentos críticos por
los que atravesaba el país, era la más conveniente para el Ecuador.
El nuevo Presidente gobernaría el país desde el 2 de marzo al
7 de diciembre de 1850, primero como Jefe Supremo de Guaya-
quil; cargo en el que fue ratificado luego de que el 10 de junio pre-
sentara su renuncia al poder. Allí exclamó “Las sagradas leyes de
la moral son igualmente severas con todos los partidos políticos
y cualquiera sea aquel que para derrocar una autoridad legítima
apelare a las peligrosas vías de hecho, merecerá siempre la jus-
ta improbación del hombre de bien”.159 Más tarde fue designado
Presidente Interino del 8 de diciembre de 1850 al 25 de febrero
de 1851 y Presidente Constitucional del 26 de febrero al 13 de
septiembre de 1851.

158 ESPINOSA, Simón, Presidentes del Ecuador, Guayaquil, Vistazo, 1995, p. 22.
159 Ibid., p. 25.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

Cuando Noboa tomó en Quito posesión de su cargo como


Mandatario el 4 de marzo de 1850, el doctor Pedro José Arteta,
en su condición de presidente de la Corte Suprema, le dirigió las
siguientes palabras: “Arduos y delicados deberes os han impuesto
la Representación Nacional, al llamaros a servir la presidencia de
la república. Mas vuestra regla de conducta se halla trazada en
las mismas instituciones que acabáis de jurar, y que son la base
del orden social y tranquilidad pública. No os desviéis jamás de
ellas, sea cualquiera el caso en que os encontréis, sea cualquiera el
arbitrio a que pudieseis ocurrir. Un gobierno bien organizado no
solo se conforma con la ley, sino que la observancia de ella halla
su más robusto apoyo y engrandecimiento; el seguro garante de la
justicia e imparcialidad de sus actos, y el mejor medio de poner a
cubierto su reputación. Haced sentir a los pueblos los beneficios
de una administración paternal y magnánima, sin excepción de
personas ni distención alguna de colores políticos. Buscad y pre-
146 miad el mérito, donde quiera que se encuentre. Extended la vista
sobre todo lo que pueda conducir al bien y ventura del cuerpo
social y de cada uno de sus miembros. Cuidad de que no sufran
mengua alguna la religión de nuestros padres, la independencia
y gloria nacional; y promoviendo por todos los medios la sincera
reconciliación entre los ecuatorianos. Afianzad la paz, manantial
fecundo de prosperidad pública; si corresponderéis fielmente a la
distinguida prueba de confianza que os ha dado la Nación, a lo
que os prescriben vuestro honor y patriotismo, y a los votos y es-
peranzas del Tribunal Supremo, que tengo la honra de presidir”.160
La convención de 1850-51 le reeligió el 4 de mayo de 1851
como Ministro de la Corte Suprema. En esta función presentó al
Gobierno varios escritos relacionados con las amenazas del go-
bierno neogranadino que pretendían invadir el Ecuador en vista
de que Noboa acogió a los jesuitas que fueron expulsados por el

160 Periódico El Nacional, No. 350 del 4 de marzo de 1850, BAEP.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

gobierno colombiano, lo cual creó un ambiente hostil hacia su


administración El doctor Arteta fue el primero en la exposición
que los caballeros quiteños elevaron el 20 de febrero de 1851, al
presidente de la República, ofreciendo su cooperación y servicios,
con motivo de las amenazas del turbulento gobierno colombia-
no..
Esta muestra de lealtad al Presidente le ocasionaría más tarde
graves problemas políticos, toda vez que Urbina, aduciendo in-
capacidad de Noboa para afrontar el problema con Colombia, lo
cual comprometía la integridad nacional, se proclamó como Jefe
Supremo de la República el 19 de julio de 1851.
Una de las primeras gestiones del nuevo Presidente, fue la
de expulsar nuevamente a los jesuitas ante la presión de Colom-
bia, luego de lo cual, supuestamente la paz del país, tanto interna
cuanto externa, se hallaban garantizadas.161
Desde el punto de vista educativo, Urbina liberalizó la edu-
cación, particularmente la superior, mediante Decreto Legislativo 147
del 4 de noviembre de 1853, conocida comúnmente con el nom-
bre de “Libertad de Estudios”, la cual era “la más absurda y la más
corruptora de cuantas disposiciones haya podido excogitar la au-
toridad civil: nada era obligatorio para el estudiante, ni siquiera
el certificado de asistencia para un día de clases. Podía estudiar lo
que quisiera, como quisiera y cuando quisiera”.162
Concomitante con esta desafortunada ley, en la universidad
la enseñanza no había mejorado a pesar de los esfuerzos de sus
autoridades. En el estudio del latín se enseñaba a leer y traducir
bien este idioma; pero casi no se ejercitaba a los alumnos en ha-
blarlo y escribirlo. La filosofía especulativa era la más atrasada
de todas las ciencias: ninguna de las partes de ella era digna de

161 BURGOS, José Manuel, Las guerras de la fe, Bogotá, Imprenta de J. Muñoz, 1923, p.
56.
162 GONZÁLEZ SUÁREZ, Federico, Memorias Íntimas, Quito, Imprenta del Clero,
1944, p. 11.

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Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

su nombre. La enseñanza de las matemáticas era algo que podía


considerarse como rescatable, ya que se cursaban elementos de
álgebra, geometría, trigonometría plana y trigonometría esférica.
Los elementos de geodesia eran defectuosos. Todo era manus-
crito en el curso de física, y el alumno gastaba la mayor parte
de su tiempo en copiar cuadernos. No había instrumentos ni
tampoco se efectuaba experimento alguno. El estudio de la física
experimental era meramente especulativo. En fin, había un gran
retraso en la enseñanza universitaria.163
Ante tan negativa circunstancia, uno de los primeros en pro-
testar fue el Dr. Pedro José de Arteta, a su vez profesor de la uni-
versidad, quien, junto al Dr. Miguel Egas, vicerrector de la casona
y otros catedráticos, dirigieron una carta a Urbina, para decirle:
“A lo dicho en el informe que emitió este Rectorado en el año an-
terior sobre los funestos efectos de la libertad de estudios, basta
añadir, por ahora, que ni aun el legislador que hubiese tenido el
148 designio de echar por tierra nuestra naciente educación literaria,
hubiera escogitado un medio más eficaz y tan apropiado como
esta ley, para haber realizado sus deseos en tan poco tiempo;
puesto que, a consecuencia de ella hemos observado desiertas las
aulas, protegido el ocio, malogrados ciertos talentos, relajada la
moral de los alumnos y autorizada la vagancia, ni los catedráticos
han podido conducir a la juventud por el sendero del deber, por-
que la ley al no exigir a los concursantes la asistencia a las aulas,
ni el certificado de buena conducta, ha ensanchado el campo de
la disipación donde las ciencias han encontrado su sepulcro”.164
Como resultado de esta postura, Urbina lo destituyó de la
Corte Suprema, junto con una orden de expulsión del territorio
de la República, en unión de otros ciudadanos, calificados como
cómplices en las nuevas tentativas de Flores para invadir al

163 MENESES, Joaquín, La educación en la República del siglo XIX (folleto) BAEP.
164 Ibid., Archivo histórico de la UCE. Informes de rectorado 1853-1854.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Ecuador. Largos años pasó oculto fuera de Quito, ya en Cuenca


o en otros lugares, razón por la que no desempeñó ningún cargo
público durante los gobiernos de Urbina y Robles.
En 1858 se produce la llamada “crisis nacional” ocasionada
por la postura del gobierno peruano que reclamaba al gobierno
de Robles por los términos en los que fue firmado el Convenio
Icaza-Prittcher, suscrito en septiembre de 1857, por medio del
cual se llegaba un arreglo con Inglaterra para el pago de la deuda
de la independencia, arreglo que incluía la entrega de territorios
amazónicos, que el Perú los consideraba como propios.
La situación llegó a tal grado de complejidad que el Perú, el
26 de octubre de 1858 se propuso bloquear la Costa ecuatoriana
con un crucero, dos fragatas, dos transportes con cinco batallo-
nes, dos regimientos y un regimiento de artillería. Esta situación
puso en graves aprietos al gobierno de Robles, el cual fue atacado
por los políticos ecuatorianos, siendo sustituido el 31 de agosto
de 1859 por un Gobierno Provisorio formado por Gabriel Gar- 149
cía Moreno; el vicepresidente de la República Jerónimo Carrión,
Plácido Chiriboga y Rafael Carvajal, quienes respondían a inte-
rese regionales, razón por la que entre 1859 y 1861, hubo en el
país cuatro jefaturas supremas, llamadas Gobierno Provisorio de
Quito, Gobierno de Cuenca, Jefatura Suprema del Guayas y Go-
bierno Federal de Loja.165
El 24 de septiembre de 1860 se constituyó el Gobierno Provi-
sorio de Quito, el cual convocó a elecciones. En ellas el Dr. Arteta
fue elegido diputado por la provincia de Pichincha. Su actuación
en el Congreso fue destacada, ya que fue el responsable de pre-
sentar varias reformas a la Constitución, en las cuales procuró la
defensa de los intereses nacionales, enfrentando las desbordadas
pasiones de los políticos, sobre todo de García Moreno con quien,

165 MALDONADO, Miguel, Los gobiernos de facto en el Ecuador, Tesis de grado,


PUCE, 1988, p. 67.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

si bien tenía una prudente relación, no compartía sus ímpetus


personales, razón por la que en más de una ocasión tuvo roces
ideológicos, puesto que Arteta siempre pretendía que haya res-
peto por el sufragio popular y no designación de autoridades por
consensos partidistas a escondidas del pueblo.166
Por otro lado, es encomiable la tarea de Arteta en las asam-
bleas tanto del 60 cuanto del 61, en donde se opuso al triunfo
de impetuosas tendencias de algunos miembros de dichas asam-
bleas, que querían, como en otra ocasión expresó el general Su-
cre, dejar preso al poder y suelto al pueblo, con grave peligro de
que volviese a caer en brazos de su capital enemigo: el militaris-
mo, casi decapitado en la última campaña de 1859.
La misma Convención de 1861, le nombró Consejero de Es-
tado y Ministro de la Corte Suprema, en la cual participó hasta la
fecha en que tomó posesión de la Vicepresidencia de la República.

150

166 Archivo de la Asamblea Nacional. Ver actas de las sesiones del Congreso de 1861.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO V

Vicepresidente de la República y Encargado del Poder


n 1864, para superar la crisis, García Moreno propuso el
nombre del Dr. Jerónimo Carrión como el nuevo Presi-
dente del Ecuador, quien, luego de elecciones preveni-
das en cuanto al ganador, ascendió al poder el 7 de sep-
tiembre de 1865 hasta el 6 de noviembre de 1867. Arteta
constaba inicialmente en la lista de los elegidos para dirigir el
país, pero García Moreno decidió candidatizarlo para la Vicepre-
sidencia en razón de que no era de su total confianza Los aspiran-
tes a esta función fueron Pedro José de Arteta, Rafael Carvajal,
Manuel Salvador Gómez de la Torre y el general Manuel Tomás 151
Maldonado. La votación favoreció al Dr. Arteta con dieciséis mil
sufragios, frente a los sumados ocho mil que lograron los otros
candidatos, siendo por lo tanto designado como Vicepresidente
de la República.167
Todo esto se dio conforme la norma constitucional impuesta
por García Moreno.
CONSTITUCIÓN DE 1861

(10 de abril de 1861)


La Convención Nacional del Ecuador, ha venido en decretar
la siguiente Constitución de la República

167 VILLAGÓMEZ, Carmen, Visión política de García Moreno, Cuenca, s/e, 1960, p. 60.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

Título I.

De la República del Ecuador y de los ecuatorianos

Sección I.

De la República
Artículo 1.- La República del Ecuador se compone de todos
los ecuatorianos reunidos bajo un mismo pacto de asociación po-
lítica.
Su territorio comprende el de las provincias que formaban
la antigua Presidencia de Quito y el archipiélago de Galápagos.
Los límites se fijarán definitivamente por tratados que se es-
tipulen con los Estados limítrofes.
Artículo 2.- La soberanía reside esencialmente en el pueblo
y éste delega su ejercicio a las autoridades que establece la Cons-
152 titución.
La República es una, indivisible, libre e independiente de
todo poder extranjero, y no puede ser patrimonio de ninguna fa-
milia ni persona.
Sección II.
De los ecuatorianos, de sus deberes y derechos políticos
Artículo 3.- Los ecuatorianos lo son por nacimiento o por
naturalización.
Artículo 4.- Son ecuatorianos por nacimiento:
1. Los nacidos en el territorio del Ecuador;
2. Los nacidos en otro país de padre o madre ecuatorianos por
nacimiento, siempre que vengan a residir en la República.
Artículo 5.- Son ecuatorianos por naturalización:
1. Los naturales de otros Estados que se hallen actualmente
en el goce de este derecho;

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

2. Los extranjeros que profesen alguna ciencia, arte o indus-


tria útil, o que sean dueños de alguna propiedad raíz o
capital en giro y, después de un año de residencia, decla-
raren ante la autoridad que designe la ley su intención de
avecindarse en el Ecuador;
3. Los que obtengan del Congreso carta de naturaleza por
servicios que hayan prestado o puedan prestar al país; o
del Poder Ejecutivo en los casos prevenidos por la ley.
Artículo 6.- Los deberes de los ecuatorianos son:
1. Respetar la Religión del Estado;
2. Sostener la Constitución;
3. Obedecer las leyes y respetar las autoridades, servir y de-
fender la patria;
4. Contribuir para los gastos de la Nación; y
5. Velar sobre la conservación de las libertades públicas.
Artículo7.- Los derechos de los ecuatorianos son: igualdad
ante la ley, opción a elegir y ser elegidos para desempeñar los des- 153
tinos públicos, siempre que tengan las aptitudes legales.
Título II.

De los ciudadanos
Artículo 8.- Para ser ciudadano se requiere ser casado o ma-
yor de veintiún años y saber leer y escribir.
Artículo 9.- Los derechos de la ciudadanía se pierden:
1. Por entrar al servicio de una nación enemiga;
2. Por naturalizarse en país extranjero;
3. Por quiebra fraudulenta;
4. Por vender su voto o comprar el de otro;
5. Por haber sido condenado a pena corporal o infamante.
Artículo 10.- Los ecuatorianos que por alguna de las cau-
sas mencionadas en el artículo anterior, hubiesen perdido los de-
rechos de ciudadanía, podrán obtener rehabilitación del Senado,

Siglo XIX
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excepto los condenados a pena corporal o infamante, que no po-


drán obtenerla sin haber cumplido la condena.
Artículo 11.- Los derechos de ciudadanía se suspenden:
1. Por interdicción judicial;
2. Por ser ebrio de costumbre, tahúr de profesión, vago decla-
rado, deudor fallido o por tener casa de juego que prohíbe
la ley;
3. Por ineptitud mental que impida obrar libre y reflexiva-
mente;
4. Por hallarse procesado como reo que merezca pena corpo-
ral o infamante, desde que se decrete la prisión hasta que
sea absuelto o condenado a otra pena;
5. Por no haber presentado a su debido tiempo la cuenta de
los caudales públicos que hubiese manejado, o por no ha-
ber satisfecho el alcance que contra él hubiese resultado;
6. Por el auto motivado contra un funcionario público o por
154 la sentencia definitiva en que se le condene a suspensión.
………………..

Título IV.

Del Gobierno ecuatoriano


Artículo 13.- El Gobierno del Ecuador es popular, represen-
tativo, electivo, alternativo y responsable.
Artículo 14.- El Poder Supremo se divide en Legislativo, Eje-
cutivo y Judicial. Cada uno ejercerá las atribuciones que le señala
esta Constitución sin excederse de los límites que ella prescribe.
………………..

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Título VI.

Del Poder Legislativo

Sección I.

Del Congreso
Artículo 17.- El Poder Legislativo reside en el Congreso Na-
cional, compuesto de dos Cámaras, una de Senadores y otra de
Diputados.
Artículo 18.- El Congreso se reunirá cada dos años el diez de
Agosto, aunque no haya sido convocado, y sus sesiones ordinarias
durarán sesenta días prorrogables por quince más.
Se reunirá también extraordinariamente cuando lo con-
voque el Ejecutivo y por el tiempo que le prefije; sin que pueda
ocuparse en otros objetos que aquellos para los cuales haya sido
convocado. 155
Sección II.

De la Cámara del Senado


Artículo 19.- La Cámara, del Senado se compone, de dos
Senadores por cada provincia.
Artículo 20.- Para ser Senador se requiere:
1. Ser ecuatoriano en ejercicio de la ciudadanía;
2. Tener treinta y cinco años de edad;
3. Gozar una renta anual de quinientos pesos que proceda de
una propiedad o industria; o ejercer alguna profesión científica.
Único. Los que sean ecuatorianos por naturalización necesi-
tan, además, cuatro años de residencia en la República.
Artículo 21.- Son atribuciones exclusivas del Senado:
1. Conocer de las acusaciones que le dirija la Cámara de Re-
presentantes;

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

2. Admitir o no las renuncias que eleven los Ministros de la


Corte Suprema;
3. Rehabilitar a los destituidos del ejercicio de la ciudadanía,
excepto el caso de traición en favor de una nación enemiga
o de una facción extranjera;
4. Rehabilitar la memoria de los que hayan muerto después
de ser condenados a pena capital o infamante, probada la
inocencia.
Artículo 22.- Cuando el Senado conozca de alguna acusa-
ción y ésta se contraiga a las funciones oficiales, no podrá impo-
ner otra pena que la de suspender o privar de su empleo al acusa-
do; y, a lo más, declararle temporal o perpetuamente incapaz de
servir destinos públicos; pero quedará sujeto a acusación, juicio
y sentencia en el Tribunal competente, si el hecho le constituyere
responsable de un delito que mereciese otra pena o indemniza-
ción.
156 Artículo 23.- Si la acusación no versare sobre la conducta
oficial, el Senado se limitará a declarar si hay o no lugar a forma-
ción de causa contra el acusado; y en caso afirmativo, a entregarlo
al Tribunal competente.

Sección III.

De la Cámara de Diputados
Artículo 24.- La Cámara de Diputados se compone de los
que nombren las provincias de la República. Cada provincia ele-
girá un Diputado por cada treinta mil almas de su población;
pero si quedase un exceso de quince mil almas, tendrá un Di-
putado más. Y toda provincia, cualquiera que sea su población,
nombrará por lo menos un Diputado.
Artículo 25.- Para ser Diputado se requiere:
1. Ser ciudadano en ejercicio;

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2. Tener veinticinco años de edad;


3. Gozar de una renta anual de trescientos pesos proce-
dente de propiedad o industria útil, o ejercer alguna
profesión científica.
Artículo 26.- Son atribuciones especiales de la Cámara de
Diputados:
1. Acusar ante el Senado al Presidente de la República o al
Encargado del Poder Ejecutivo, a los Ministros Secretarios
del Despacho, a los Magistrados de la Corte Suprema y a
los Consejeros de Gobierno;
2. Requerir a las autoridades correspondientes para que
exijan la responsabilidad de los empleados públicos que
hubiesen abusado de sus atribuciones o faltado al cumpli-
miento de sus deberes, sin perjuicio de la jurisdicción que
las leyes atribuyen a los Tribunales y Juzgados sobre las
enunciadas autoridades;
3. Tener la iniciativa en las leyes de impuestos y contribuciones. 157
Sección IV.

Disposiciones comunes a las dos Cámaras


Artículo 27.- Ninguna de las Cámaras podrán comenzar sus
sesiones sin las dos terceras partes de la totalidad de sus miem-
bros, ni continuarlas sin la pluralidad absoluta, excepto el caso
prevenido en el Artículo siguiente.
Artículo 28.- Ningún Senador o Diputado podrá separarse
de la Cámara a que pertenezca sin permiso de ella, y si lo hiciere
perderá por cuatro años los derechos de ciudadanía; pudiendo la
Cámara continuar sus sesiones con los miembros concurrentes.
Artículo 29.- Las Cámaras se reunirán:
1 .Para declarar o perfeccionar, en los casos y en la forma que
prescriba la ley, la elección de Presidente y Vicepresidente
de la República;

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

2. Para recibir la promesa de los altos funcionarios;


3. Para admitir o negar su renuncia;
4. Para elegir los Ministros de las Cortes de Justicia y Conse-
jeros de Gobierno;
5. Para aprobar o no las propuestas que hiciere el Ejecutivo
de Generales y Coroneles; y
6. Para el caso en que lo pida alguna de las Cámaras;
7. Más nunca para ejercer las atribuciones que les compete
separadamente, conforme al Artículo 39.
Artículo 30.- Las Cámaras se instalarán por sí, abrirán y ce-
rrarán sus sesiones en el mismo día, residirán en la misma po-
blación, y ninguna podrá trasladarse a otro lugar, ni suspender
sus sesiones por más de tres días, sin conocimiento de la otra. En
caso de discrepancia se reunirán y decidirá la mayoría.
Artículo 31.- Los Diputados y Senadores no serán jamás
responsables de las opiniones que manifiesten en el Congreso y
158 gozarán de inmunidad mientras duren las sesiones; y treinta días
antes, y treinta días después, no podrán ser acusados, persegui-
dos o arrestados, sino cometiendo delito infraganti, si la Cámara
a que pertenecen no autoriza previamente la acusación, declaran-
do haber lugar a formación de causa con el voto de la mayoría
absoluta de los Diputados presentes. En caso de que algún Sena-
dor o Diputado sea arrestado por delito infraganti, se le pondrá
inmediatamente a disposición de la Cámara respectiva, junto con
la sumaria que se le haya seguido, para que declare si hay o no
lugar a formación de causa; mas si el delito ha sido cometido en
los treinta días posteriores a las sesiones del Congreso, podrá el
juez competente proceder libremente al arresto y juzgamiento del
Senador o Diputado que hubiese delinquido.
Artículo 32.- Los Senadores y Diputados podrán ser ele-
gidos indistintamente por cualquier provincia de la República,
siempre que tengan las calidades que exige esta Constitución.

Tomo I
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Artículo 33.- Los Senadores y Diputados tienen el carácter


de tales por la Nación, no por la provincia que los nombra; y se-
rán elegidos por sufragio directo y secreto en la forma que deter-
mine la ley.
Artículo 34.- Los miembros del Poder Legislativo no pueden
recibir del Ejecutivo empleo alguno, ni interino, ni en comisión,
durante el período para que fueron elegidos y un año después.
Los empleados de libre nombramiento y remoción del Ejecu-
tivo no podrán ser miembros del Poder Legislativo.
Artículo 35.- Cada dos años se renovarán por mitad las Cá-
maras Legislativas, y éstas sortearán, por primera vez, según su
reglamento interior, los Senadores y Diputados que deban cesar
en sus funciones.
Cuando el número de éstos sea impar, la renovación se hará 159
en los términos que determine la ley.
Artículo 36.- Están excluidos de ser Senadores y Diputados
el Presidente y Vicepresidente de la República, los Secretarios y
Consejeros de Gobierno, los Magistrados de las Cortes de Justicia
y todo aquel que tenga mando, jurisdicción o autoridad eclesiás-
tica, política, civil o militar en la provincia que le elija.
Artículo 37.- Si en el día señalado para abrir las sesiones no
hubiere el número designado, los miembros concurrentes de la
respectiva Cámara apremiarán a los ausentes, como lo disponga
la ley, para que concurran lo más pronto posible.
Artículo 38.- Las sesiones serán públicas, excepto el caso de
que alguna de las Cámaras tenga motivo de tratar algún negocio
en sesión secreta.

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Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

Sección V.

De las atribuciones del Congreso funcionando


separadamente en Cámaras Legislativas
Artículo 39.- Son atribuciones del Congreso:
1. Decretar los gastos públicos con vista de los presupuestos
que presente el Poder Ejecutivo, conformándose o no con
ellos, y velar en la recta y legal inversión de las rentas;
2. Establecer impuestos y contraer deudas sobre el crédito
público;
3. Decretar la enajenación o aplicación a usos públicos, de
los bienes nacionales y arreglar su administración;
4. Autorizar empréstitos u otros contratos, para llenar el dé-
ficit del Tesoro Nacional, y permitir que se hipotequen los
bienes y rentas de la República para la seguridad del pago
160 de los enunciados empréstitos o contratos, fijando la tasa
conveniente;
5. Examinar en cada reunión ordinaria la cuenta correspon-
diente al bienio anterior que el Poder Ejecutivo debe pre-
sentarle, tanto del rendimiento de las rentas y producto de
los bienes nacionales, como de los gastos del Tesoro;
6. Crear o suprimir empleos que por esta Constitución no es-
tén atribuidos a otra autoridad o corporación; determinar
o modificar sus atribuciones, aumentar o disminuir sus
dotaciones y fijar el tiempo que deban durar;
7. Conceder premios personales a los que hayan hecho gran-
des servicios a la patria y decretar honores públicos a su
memoria;
8. Determinar y uniformar la ley, peso, valor, forma, tipo y
denominación de la moneda, y arreglar el sistema de pesos
y medidas;

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

9. Fijar el máximo de la fuerza armada de mar y tierra que en


tiempo de paz deba mantenerse en servicio activo;
10. Decretar la guerra, con vista de los informes del Poder
Ejecutivo, requerir a éste para que negocie la paz, y prestar
o negar su aprobación a los tratados públicos y convenios
celebrados por el Poder Ejecutivo, sin cuyo requisito no
podrán ser ratificados ni canjeados;
11. Formar leyes generales de enseñanza para los estableci-
mientos de educación o instrucción pública;
12. Promover y fomentar la educación pública y el progreso
de las ciencias y las artes, concediendo con este objeto y
por tiempo limitado, privilegios exclusivos o las ventajas
o indemnizaciones convenientes; promover las empresas,
fomentar los descubrimientos y favorecer las mejoras úti-
les que deban introducirse en la República;
13. Conceder amnistías o indultos generales, cuando lo exija
algún grave motivo de conveniencia pública; 161
14. Elegir el lugar en que deban residir los supremos Poderes
políticos;
15. Permitir o negar el tránsito de tropas extranjeras por el
territorio de la República, o la estación de buques de gue-
rra extranjeros en los puertos, cuando excediere de dos
meses;
16. Crear nuevas provincias o cantones, fijar sus límites, ha-
bilitar o cerrar puertos y establecer aduanas;
17. Declarar si deba o no procederse a nueva elección
en caso de imposibilidad perpetua del Presidente o
Vicepresidente de la República;
18. Formar los Códigos Nacionales y dar las leyes y decre-
tos necesarios para el arreglo de los diferentes ramos de
la administración pública; interpretar, reformar y derogar
cualesquiera leyes o actos legislativos.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

Artículo 40.- El Congreso no puede suspender, a pretexto de


indultos, el curso de los procedimientos judiciales, ni revocar las
sentencias y decretos que dictare el Poder Judicial.
Tampoco puede decretar pago o indemnización, sin que pre-
viamente se haya justificado, conforme a la ley, la acreencia o el
daño recibido.
No puede, en fin, delegar a uno o más de sus miembros, ni
a otra persona, corporación o autoridad, ninguna de las atribu-
ciones expresadas en el Artículo anterior, o función alguna de las
que por esta Constitución le competen.
Sección VI.

De la formación de las Leyes y demás actos legislativos


Artículo 41.- Las leyes pueden tener origen en una de las
Cámaras, a propuesta de cualquiera de sus miembros, o del Poder
162 Ejecutivo o de la Corte Suprema de Justicia.
Artículo 42.- El proyecto de ley, o cualquier otro acto legis-
lativo que no fuere admitido, se diferirá hasta la Legislatura si-
guiente, y si fuere admitido se discutirá en tres sesiones distintas
y en diferentes días.
Artículo 43.- Aprobado un proyecto de ley, decreto o reso-
lución en la Cámara de su origen, pasará inmediatamente a la
otra Cámara, con expresión de los días en que se haya sometido a
discusión, y esta Cámara podrá dar o no su aprobación, o poner
los reparos, adiciones o modificaciones que juzgare convenientes.
Artículo 44.- Si la Cámara en que ha tenido origen el pro-
yecto no considera fundados los reparos, adiciones o modifica-
ciones propuestas, podrá insistir hasta segunda vez con nuevas
razones; y si a pesar de esta insistencia no aprobare el proyecto la
Cámara revisora, no podrá ya tomarse en consideración hasta la
próxima Legislatura, siempre que los reparos, adiciones o modi-
ficaciones versen sobre el proyecto en su totalidad; pero si sólo se

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

contrajeren a alguno o algunos de sus Artículos, quedarán, éstos


suprimidos, y el proyecto seguirá su curso.
Título VII.

Del Poder Ejecutivo

Sección I.

Del Jefe del Estado


Artículo 57.- El Poder Ejecutivo se ejerce por un magistrado
con la denominación de Presidente de la República.
En caso de faltar éste, le subrogará el Vicepresidente, y, en su
defecto, el último Presidente de la Cámara del Senado, y si faltare
éste, el de la de Diputados.
Artículo 58.- El Presidente y Vicepresidente de la República
serán elegidos por voto secreto y directo de los ciudadanos en
163
ejercicio, debiendo el Congreso hacer el escrutinio, declarar la
elección a favor del que haya obtenido mayoría absoluta de votos,
o, en su defecto, la relativa. En caso de igualdad se decidirá por
la suerte.
Artículo 59.- Para ser Presidente o Vicepresidente de la Re-
pública, se requiere ser ecuatoriano de nacimiento y tener las de-
más cualidades que para ser Senador.
Artículo 60.- La Presidencia de la República vaca por muer-
te, destitución, admisión de renuncia, imposibilidad perpetua, fí-
sica o mental y por llegar al término del período que fija la Cons-
titución.
Artículo 61.- Cuando por muerte, renuncia u otra causa va-
care el destino de Presidente, el Vicepresidente o el que se encar-
gue del Poder Ejecutivo, dispondrá, dentro de ocho días, que se
proceda a nueva elección, la cual deberá estar concluida dentro
de dos meses lo más tarde.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

El nombrado, en estos casos, cesará el día que debía terminar


su antecesor.
Artículo 62.- El Presidente y Vicepresidente de la Repúbli-
ca durarán en sus funciones cuatro años, contados desde el día
de su proclamación, y concluido el período constitucional queda
vacante la magistratura, que será ocupada por el que deba suce-
derle o subrogarle. El Presidente y Vicepresidente no podrán ser
elegidos sino después de un período.
Artículo 63.- El Presidente de la República no podrá salir del
territorio durante el tiempo de sus funciones, ni un año después,
sin permiso del Congreso.
Sección II.

De las atribuciones y deberes del Poder Ejecutivo


Artículo 66.- Son atribuciones y deberes del Poder Ejecutivo:
164 1. Conservar el orden interior y la seguridad de la Re-
pública;
2. Convocar el Congreso en el período ordinario y,
extraordinariamente, cuando lo exija la salud de la
Patria, removiendo todo inconveniente que pueda
impedir el cumplimiento de tan importante deber;
3. Sancionar las leyes y decretos del Congreso y dar,
para su ejecución, reglamentos que no interpreten
ni alteren la letra de la ley;
4. Disponer de la fuerza armada para la defensa y se-
guridad de la República, para mantener y restablecer
el orden y la tranquilidad y para los demás objetos
que el servicio público exigiere;
5. Cumplir y ejecutar, y hacer que se cumplan y ejecu-
ten, por sus agentes y los empleados que estén bajo
sus órdenes, la Constitución y las leyes en la parte
que les corresponde;

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

……………
Artículo 67.- No puede el Presidente o el Encargado del
Ejecutivo privar a ningún ecuatoriano de su libertad, imponerle
pena ni expulsarle del territorio de la República; no puede confi-
narle, detener el curso de los procedimientos judiciales ni coartar
la libertad de los jueces; no puede impedir las elecciones, disolver
las Cámaras Legislativas ni suspender sus sesiones; no puede ejer-
cer el Poder Ejecutivo cuando se ausente ocho leguas de la capital,
ni admitir extranjeros al servicio de las armas, en clase de Jefe
u Oficiales, sin permiso del Congreso; no puede, en fin, atentar
contra la libertad de imprenta.
Por cualquiera de estas infracciones será responsable ante
el Congreso.
Artículo 68.- También será responsable por traición o cons-
piración contra la República: por infringir la Constitución, aten-
tar contra los otros poderes e impedir la reunión o deliberación
del Congreso; por negar la sanción de las leyes y decretos acorda- 165
dos constitucionalmente, por ejercer facultades extraordinarias
sin previo permiso del Congreso o del Consejo de Gobierno, y
por haber provocado una guerra injusta.
Artículo 69.- El Presidente de la República, o el Encargado
del Poder Ejecutivo, al abrir sus sesiones el Congreso, le dará
cuenta, por escrito, en cada una de sus Cámaras, del estado políti-
co y militar de la Nación, de sus rentas y recursos; indicándole las
mejoras y reformas que puedan hacerse en cada ramo”.168
Con base a la norma constitucional, Arteta fue designado
como Vicepresidente de la República. Al respecto, la Cámara de
Diputados se expresó respecto de su nombramiento: “Altamente
satisfactorio es que los sufragios para la segunda Magistratura del
Estado hayan recaído en un ciudadano cuyos distinguidos talen-
tos, alta virtud y raras prendas, han brillado tantas veces en los

168 Ibid., Archivo Asamblea Nacional. Constitución de 1861.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

más difíciles y elevados cargos. Elegido sin mayor oposición, sin


animosidades de partido, os será fácil aprovechar de tan feliz cir-
cunstancia para contribuir eficazmente a mantener la concordia
entre vuestros conciudadanos, ya sea presidiendo el Consejo de
Gobierno, ya cuando os toque encargaros del Poder Ejecutivo,
tendréis ocasión de dar nuevas pruebas de vuestro patriotismo
así como de vuestra larga experiencia en los negocios públicos,
adquirida en los varios y altos empleos públicos que habéis des-
empeñado en la República”.169
Si Arteta no hubiese tenido esa relación directa con Flores, lo
cual no fue del agrado de García Moreno, con seguridad le habría
favorecido la candidatura para Presidente de la República, con-
forme lo afirma el doctor Eladio Fuertes, uno de los políticos que
respaldó al Gobierno Provisorio de Quito, en carta dirigida desde
Tulcán a García Moreno el 14 de julio de 1865, días antes de las
elecciones de Carrión: “Exmo. Sr. Dr. García Moreno, Quito. La
166 suerte del país se halla en vuestras manos, las que sabrán recoger
todo el cúmulo de peticiones de los ecuatorianos que tanto he-
mos padecido en estos últimos años por la inestabilidad política
que solamente V.E, podrá poner fin y término (…) No olvide E.S.
que muchas lágrimas se han derramado por la inopia de quie-
nes dicen llamarse caudillos militares y políticos que solamente
buscan su bienestar personal. Detenga, señor, esta tragedia. Sal-
ga al encuentro de tanto envidioso y negativo que quiere seguir
causando daño al Ecuador (…) Sería bueno E.S. que se considere
el nombre del ilustre jurisconsulto Dr. Pedro José de Arteta y Ca-
listo para la Presidencia de la República. No miréis sus errores al
haber colaborado con Flores, el agorero de desdichas entre nues-
tra gente, sino sus méritos y virtudes; sus amplias capacidades y
fortalezas para hacer el bien. Creo que el Dr. Arteta cumplirá una
admirable tarea dadas sus cualidades como ilustre magistrado y

169 TOBAR DONOSO, Julio, La Acción Católica, Quito, 1924, p. 89.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

experto jurisconsulto, como pocos existen en el país. (…) Espero


S.E. que mis palabras y recomendación sean acogidas por su ilus-
trada capacidad de discernimiento…”.170
Luego de varios problemas políticos generados por la opo-
sición, el 5 de noviembre de 1867 se produce la renuncia del mi-
nistro del Interior Manuel Bustamante, quien era el brazo de-
recho del presidente Carrión, renuncia que le fue impuesta por
el Congreso, en razón de que tanto el presidente Carrión como
Bustamante habían deportado a varias personas, así como a se-
nadores sin fórmula de juicio Esto produjo la reacción inmediata
del Congreso que decidió procesar al Presidente de la República.
He aquí los términos de la renuncia de Bustamante: “Mi opi-
nión acerca de la inteligencia y aplicación de los artículos 31 y 71
de la Constitución la he consignado en la última nota dirigida
a las Honorables Cámaras con motivo de la retención de algu-
nos Honorables Senadores y Diputados. La Honorable Cámara
de Diputados es de distinto parecer, y deseando que la continua- 167
ción en el Ministerio del Interior y de Relaciones Exteriores que
me confió S.E. el Presidente de la República, no sea un obstáculo
para la marcha de la Administración, y que mi separación contri-
buya a mantener la buena armonía entre los Poderes Legislativo
y Ejecutivo, renuncia el nombramiento de Ministro, y US. H. al
dar cuenta al Jefe del Estado con esta comunicación, se servirá
tributarle mis gracias por el honor que me dispensó”.171
De manera inmediata el Congreso se reunió y decidió:
“Iniciado el juicio de responsabilidad contra el Presidente de
la República y su Ministro del Interior por haber expatriado sin
dictamen del Consejo de Gobierno a varios ciudadanos particu-

170 Gabriel García Moreno. Cartas y varios (originales) BAEP, Severo Gomezjurado,
1865.
171 Archivo histórico del Ministerio del Interior. Gobierno de Jerónimo Carrión, 1865-
1867. Informe de los ministros del Interior, 6 de marzo de 1867.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

lares y hecho aprehender a los Honorables Senadores Mestanza,


Cevallos, Portilla, Sáenz y Egas, en actual ejercicio de la Repre-
sentación Nacional; la prisión del Honorable Gómez de la Torre,
verificada en los momentos en que, a nombre de los colegas del
Senado, realizaba la conciliación de los dos Poderes con el Vice-
presidente de la República (Arteta), autorizado por S.E. el Presi-
dente del Estado, parecía ser el último golpe contra la existencia
del Congreso. Las Cámara Legislativas, con la intención de pre-
munirse contra un plan tan manifiesto habíanse constituido cada
una en sesión permanente en sus respectivos locales, mientras
durase el juicio de acusación aludido; y, por una feliz y oportuna
simultaneidad de acción y de pensamiento en sus prontas delibe-
raciones, comunicáronse la resolución de reunirse en Congreso,
como el único medio que podía salvarlos de su disolución, decre-
tada ya irremediablemente en los consejos de gabinete acusado”.
“Con tal propósito, instaláronse en Congreso a las cinco de la
168 tarde los Honorables Senadores Castro, Mata y otros varios, y los
Honorables Diputados Ponce, Zaldumbide y otros varios”.
“El Honorable Presidente declaró abierta la sesión, y hacien-
do reseña de los hechos denunciados, manifestó lo plausible y
satisfactorio que debía ser a la Nación el que sus Representan-
tes, acogiéndose a la sombra de las instituciones republicanas se
hubiesen reconcentrado en sí mismos para sostener sus propios
fueros y defender la Constitución de la República y las formas tu-
telares del sistema representativo, escandalosamente conculcado
por el Poder Ejecutivo con los actos consumados, cuya memoria
debía pasar a la posteridad con la mancha de ser los primeros en
este género en los anales parlamentarios del Ecuador”.
“… Que una reacción natural de los espíritus hacia los sanos
principios, después de haber atravesado épocas de calamidad y
opresión, había inspirado en el ánimo de los legisladores como
fruto de la experiencia, ideas liberales y tendencias regeneradoras
que dieron ensanche y seguridad a las garantías sociales, por me-

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

dio de nuevas leyes que determinasen con más precisión y pun-


tualidad la responsabilidad de los funcionarios públicos; que esta
laudable mira del Congreso del 67, iniciada en los proyectos que
se discuten en las dos Cámaras, era un público testimonio de que
se creyera que la época actual no era la continuación de otras an-
teriores; que no comprendiéndolo así el actual Gobierno, lo mi-
raba como una hostilidad contra sí y no como una cautela para lo
futuro; pero que esto mismo venía a demostrar clásicamente que
las miras del Congreso habían sido tanto más acertadas y previso-
ras, cuanto que, por el sólo hecho de haber querido hacer efectiva
esa responsabilidad, se pretendía disolver el Congreso…”.172
“Agreguemos por último el voto de censura fulminado por el
Congreso del 67”
“Declara: El actual Jefe de Estado, sacrificando el bien de la
República á mezquinos intereses de familia y cediendo a influen-
cias perniciosas se ha hecho indigno de tal puesto que le con- 169
fiaron los pueblos y su continuación en él es un grave mal que
el Congreso no remedia por no permitírselo la clausura de sus
sesiones que tiene lugar esta noche.
Dado en Quito, Capital de la República, a 5 de Noviembre
de 1867”.173
Una vez separado Carrión de la Presidencia, el Congreso en-
cargó el poder a Pedro José de Arteta, desde el 7 de noviembre de
1867 al 20 de enero de 1868.
Uno de sus primeros actos fue restablecer a los ministros
de régimen anterior contra quienes se pronunció el expresidente
Carrión acusándolos de traidores y serviles. Estos fueron Rafael
Carvajal, Manuel de Ascásubi y general Bernardo Dávalos.174
172 Ibid., Moncayo, El Ecuador… p. 305.
173 Ibidem, p. 307.
174 Periódico El Nacional, Ns. 303 y 304 de febrero de 1867.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

Antes de pronunciarse por la elección del nuevo Presidente,


García Moreno convocó una Junta, y ante ella, manifestando la
necesidad de cambiar los directores de la administración pública,
dijo: “Cada uno de ustedes es libre de elegir al hombre que le pa-
rezca más adecuado para gobernar la República”. Luego de algu-
na deliberación, el caudillo se pronunció por Javier Espinosa. En
esta circunstancia, Arteta convocó a elecciones, que tuvieron la
característica de ser tranquilas. Luego entregó el mando al nuevo
Presidente quien gobernó el país del 20 de enero de 1868 al 19 de
enero de 1869, permaneciendo Arteta en el cargo de Vicepresi-
dente conforme lo señalaba la norma constitucional.
En la función de segundo mandatario, debió afrontar junto
con el presidente Espinosa una calamidad pública sufrida por la
provincia de Imbabura el 16 de agosto de 1868, que destruyó por
completo la ciudad de Ibarra, así como varias poblaciones de Im-
babura, Carchi y norte de Pichincha, sismo en el cual murieron
170 cerca de cinco mil personas.175
Para enfrentar la dura tragedia, el presidente Espinosa nom-
bró gobernador de Imbabura, con poderes extraordinarios a Ga-
briel García Moreno, quien se dedicó con un celo extraordinario
al desempeño de la comisión que se le había confiado. Fue en
esta provincia en donde desplegó su genio creador y organizador.
Muchos de los antiguos habitantes de la ciudad de Ibarra y de
los pueblos cercanos se resistían a volver a sus casas, pero García
Moreno los convenció señalando que era el mejor sitio para re-
hacer la capital de la provincia señalando que el sitio se hallaba
en el centro del valle, con dos ríos que bañan las orillas de la villa
y otras ventajas que no podía tener otro lugar, el cual fue pre-
visto desde cuando fue fundada la urbe por Cristóbal de Troya
bajo mandato de Miguel de Ibarra, presidente de la Audiencia. El
175 TAPIA TAMAYO, Amílcar, El terremoto de Ibarra, Ibarra, Diario La Verdad, edicio-
nes del 10, 17 y 24 de agosto del 2000.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

gobernador realizó un nuevo trazado de la población, con calles


anchas dándoles la dimensión necesaria por si vuelve a ocurrir
otra desventura. Abrió una calle recta para unir el poblado con la
parroquia de Caranqui, a la cual pobló con árboles a uno y otro
lado y procuró atraer a la población ofreciendo ventajas a sus po-
bladores. En fin, la actual ciudad de Ibarra debe su actual trazo
arquitectónico al genio de García Moreno.176
En 1869 debía realizarse la renovación del Gobierno y los
partidos comenzaron a organizarse desde 1868. Surgieron tres
candidatos: García Moreno, independiente, Francisco Javier
Aguirre, por el partido conservador y Pedro Carbo, por el libe-
ral. Espinosa, por sugerencia del vicepresidente Arteta, decidió
mantenerse imparcial, ya que inclinarse por Aguirre, como era su
tendencia, sería imprudente dado el arrebato de García Moreno,
quien, si bien no había logrado el nivel de confianza de los habi-
tantes, sobre todo de Quito, manejaba sus arbitrios desde Guaya-
quil comprometiendo a jefes militares acantonados en Guayaquil. 171
Efectivamente, desde enero comenzó a trabajar para impli-
car a los miembros del Ejército para que promuevan una revo-
lución, la cual, meses atrás, había sido criticada por el mismo
García Moreno. Con el fin de lograr su propósito, inició una serie
de contactos en Quito para desprestigiar al presidente Espinosa y
lograr se forme una llamada Asamblea Popular para que pida la
salida del mandatario y nombren a García Moreno como Presi-
dente Interino.
Preparadas así las cosas, el 17 de enero de 1869 se produjo la
sublevación en Quito, proclamando a García Moreno como En-
cargado del Poder y Vicepresidente a su cuñado Manuel de Ascá-
subi, quien años atrás había sido desempeñado las funciones de
Jefe de Estado por maniobras de su hermano político. Ese mismo
176 MORALES, Roberto, La Villa de Ibarra y García Moreno, Editorial La Verdad, do-
mingo, 20 de agosto de 1965.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

día emitió un decreto nombrando como Ministro de Relaciones


Exteriores y de Hacienda a Rafael Carvajal, y Ministro de Guerra
y Marina al coronel Francisco Javier Salazar.177
Por su parte, Pedro José de Arteta, a quien García Moreno
tenía estima por su cualidad moral y profesional, se retiró de la
vida política, conforme lo acredita una carta dirigida a su amigo
Sergio Toral, de Cuenca, señalando que “… la vida ha sido gene-
rosa y benigna conmigo”.
En ese gobierno fue uno de sus más cercanos colaboradores
desde la presidencia del Consejo de Gobierno, funciones que des-
empeñó hasta la madrugada del 16 de enero de 1869 en que cayó
el régimen ante la inicua revolución de García Moreno.
Mientras tanto se desempeñó como presidente por dos pe-
riodos de la Congregación de los Caballeros de la Inmaculada,
fundada en junio de 1868 por el padre Enrique Terenziani, S.J.
“para que los hombres notables entraran en comunicación con
172 Dios y se prepararan a la vida cívica o de gobierno”, lo que en
otras palabras significaba una abierta intromisión clerical en la
vida política de la República.
Su biógrafo el Dr. Julio Tobar Donoso anotó de esta última
etapa de su vida que transcurrió en apacible penumbra, en el
siempre honesto hogar, último testigo de sus mejores virtudes, de
sus más puros ejemplos.
La muerte le sobrevino de improviso y por infarto durante
el transcurso de una fiesta familiar, la noche del 24 de agosto de
1873, en Quito, a los 76 años de edad. La oración fúnebre corrió
a cargo del padre Vicente Cuesta.
Era de mucha concisión cuando tomaba la palabra, parco
en todo y de estructuras rígidas. Su conjunto noble y agradable.
Conservador de ideas por influencia de su familia materna, rea-
lista a ultranza en la época de la independencia.

177 Ibid., Moncayo, p. 311.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

En lo físico, de mediana estatura, algo grueso, de andar me-


surado y airoso. La cabeza bien proporcionada, cubierta de pelo
obscuro que invariablemente terminaba en bucle y le cubría parte
de la oreja. Frente no espaciosa, con entradas apenas perceptibles,
ojos pardos de regular tamaño y mirada apacible, nariz corva y
abultada.178

173

178 Ibid., TOBAR DONOSO, Acción Católica, p. 89.

Siglo XIX
Dr. Pedro José de Arteta y Calisto

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias
Archivo de la Biblioteca Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit” de
CotocollaoArchivo de la Curia Diocesana de Quito
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Archivo histórico del Ministerio del Interior
Archivo Nacional de Historia
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Fuentes bibliográficas
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Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

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1977.

Siglo XIX
177

DOCTOR JOSÉ MANUEL ESPINOSA


NEIVA, PRIMER RECTOR-MÉDICO DE LA
UNIVERSIDAD CENTRAL DE QUITO.
PERÍODOS 1845-1848; 1848- 1851; 1855-1856, y
1860-1863.
CONTENIDO:

CAPÍTULO I
-Antecedentes personales........................................................ 171

CAPÍTULO II
El concepto de educación superior en los siglos
XVIII y XIX............................................................................ 173
179
CAPÍTULO III
Datos profesionales del doctor Manuel Espinosa................... 178

CAPÍTULO IV
El doctor José Manuel Espinosa, rector de la Universidad
Central del Ecuador. Períodos 1845-1848; 1848-1851;
1855-1857 y 1860-1863........................................................... 206

BIBLIOGRAFÍA.................................................................... 218
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO I

Antecedentes personales
l doctor José Manuel Espinosa Neiva nació en Quito, el
1 de enero de 1800. Hijo expósito de N. Espinosa y Ma-
ría Neiva.179 Su niñez fue muy difícil, ya que al haber
sido abandonado por su padre, su madre debió hacer
grandes esfuerzos para educarlo; sin embargo, logró es-
tudiar con gran aprovechamiento tanto la primaria cuanto la se-
cundaria en el colegio San Fernando, de los religiosos dominicos,
quienes lo distinguieron como un alumno brillante y destacado a
pesar de su gran pobreza.180
“Hay en este colegio de S. Fndo. varios estudiantes que po-
dría considerárselos como privilejiados por su dedicación y bri- 181
llantez en los estudios y que no pertenecen propiamente a la clase
de los nobles, sino jente común, varios de ellos mestizos, algunos
huérfanos, otros expósitos y abandonados de sus padres, cuida-
dos sólo por sus madres que hacen inmensos esfuerzos, razón por
la que los Rvdos. P. de la Orden de Sto. Dmgo. los tienen como
potejidos y les apoyan no sólo con la enseñanza, sino con la cari-
dad de bienes”.181
Con seguridad a este grupo perteneció el alumno Manuel
Espinosa, quien por su condición destacada pudo terminar cierta

179 ALARCÓN COSSTA, César, Diccionario Biográfico Ecuatoriano, Quito, Imprenta


Mariscal, 2019, p. 416.
180 Archivo histórico del convento de Santo Domingo. Nómina de alumnos del colegio
San Fernando de los frailes de Santo Domingo, años 1812-1815. Archivo.
181 “Informe del Rvdo. P. Fray Juan de Aray, al Rvdo. P. Provcial. desta Sta. Ord. de Sto.
Dmgo. sobre como funciona el colg- de Sn. Fndo. de Quito. Agto. 30 de 1815”. Ibi-
dem. Archivo del convento de Santo Domingo de Quito.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

clase de estudios que hoy en día podríamos considerarlos como


“secundarios”, nivel educativo que para comienzos del siglo XIX
no existía; sin embargo, con seguridad, Espinosa, conforme la
costumbre de la época, pudo haberse acogido al apoyo y “bene-
ficio que ciertos eclesiásticos ofrecían a estudiantes pobres que
tenía altos niveles de inteligencia a fin de prepararlos para que
respondan a sus intereses sobre todo económicos; en otros casos,
eran los cabildos de las ciudades los que se interesaban por ciertos
jóvenes que tenían mucha facilidad para aprender oficios y tareas
a fin de especializarlos en estas actividades, atendiendo a los que
tenían habilidad para aprender otras lenguas, sobre todo latín.
También a quienes les interesaba la medicina y gustaba curar
enfermedades, a los que se les aleccionaba en el uso de plantas
curativas, hacer sangrías, sacar muelas y despachar recetas para
curar enfermedades. A éstos, más tarde, los cabildos les otorga-
ban un permiso especial para ejercer la profesión de médicos, sin
182 que se les impida seguir estudios en la universidad para que logre
los grados de licenciados y doctores, respectivamente…”.182 En
esta circunstancia, gracias al apoyo de algún mecenas pudo ha-
ber logrado el reconocimiento primero como bachiller, antes de
ingresar con muchas dificultades a la Universidad Santo Tomás
de Aquino.183
Lamentablemente no tenemos otros datos adicionales sobre
los primeros años de su vida personal; sin embargo, analizaremos
su brillante hoja de vida profesional luego de la obtención de sus
títulos académicos.

182 MENA, Francisco, Los estudios universitarios en la Colonia, México, Sopena, 1970,
p. 114.
183 PÉREZ PIMENTEL, Rodolfo, www.diccionariobiográficoecuador.com

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO II

El concepto de educación superior en los siglos XVIII y XIX


urante la época colonial y comienzos de la República,
los estudios menores o de “primeras letras” se impartían
en la casa del alumno con algún maestro contratado, o
en escuelas de diversa índole (particulares, del clero se-
cular y regular, del ayuntamiento, supervisadas en su
mayoría por el cabildo civil, mediante el control que ejercía sobre
los maestros). Pero fuese en la casa o en la escuela, los niños
aprendían, además de la doctrina cristiana, los rudimentos para
hablar, leer y escribir en latín. Esto lo hacían entre los diez y doce
años. Al dominar estos principios, podían ingresar a los colegios,
en los cuales aprendían gramática, retórica y humanidades, invir-
tiendo en ello de cuatro a cinco años. Para el caso de Quito, los 183
estudiantes tenían la condición de internos y externos; es decir,
alumnos que vivían en la misma institución debido a que prove-
nían de familias adineradas cuya residencia era fuera de la ciu-
dad, y los externos, es decir aquellos que luego de recibir las cla-
ses, se retiraban a sus casas. Estos últimos se clasificaban en dos
grupos: los pertenecientes a familias nobles que podían hallarse
junto al estrado del maestro y compartir con los internos tanto la
enseñanza cuanto los juegos y distracciones que realizaban fuera
del aula; en tanto que los segundos, pertenecían a estratos media-
nos y pobres, razón por la que se hallaban distantes del profesor y
les era prohibido compartir con los primeros sus actividades. Los
llamados “pobres” asistían al salón en razón de que eran protegi-
dos por clérigos o personas caritativas pudientes que tenían algún
interés en formar sus recomendados.184

184 MURARI, Miguel, las clases sociales coloniales, Buenos Aires, Clarín, 1964, p. 114.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

El desarrollo de su conocimiento dependía del número de


cursos que el alumno tomaba, así como de la cantidad de exáme-
nes que rendía ante sus maestros, quienes le otorgaban licencia
para presentarse a los diversos actos públicos que generalmente
organizaban los colegios para mantener su prestigio académico y
social. En estas oportunidades, los estudiantes sustentaban tesis
y respondían a preguntas que le formulaban profesores de dife-
rentes planteles. Las disputas oficiales consistían en disertaciones
preparadas con veinticuatro horas de anticipación sobre temas
sacados a suerte de los textos clásicos, prueba que permitía cono-
cer el nivel de preparación de los disertantes en el manejo fluido
del latín, así como garantizar el nivel de prestigio de sus maes-
tros. Por otro lado, era la oportunidad para agudizar su ingenio
para defender unas tesis con frecuencia originales y paradójicas,
así como contradecir los argumentos de los profesores, condiscí-
pulos y coopositores. Incluso, para estimular la intervención de
184 catedráticos y los alumnos en actos públicos. Esta preparación
podía durar varios años; sin embargo, se dieron casos especiales,
en donde jóvenes entre los 20 y 25 años se presentaron a las uni-
versidades con el fin de rendir sus grados de bachiller, licenciado
y doctor. Entre ellos tenemos a Eugenio Espejo y José Mejía Le-
querica.185
Cuando un joven tenía la convicción de que estaba prepara-
do para rendir sus pruebas y aspirar al grado de bachiller, gene-
ralmente en Teología, Derecho Canónico, Medicina o Derecho
Civil, buscaba que sus maestros lo presentasen a las autoridades
de la universidad, para lo cual debía demostrar que poseía recur-
sos económicos a fin de pagar los derechos de los catedráticos. Si
un alumno demostraba que era pobre, como fue el caso de José

185 Archivo histórico Universidad Central del Ecuador, UCE, Informes de las autorida-
des del colegio San Luis a los mandos reales de Quito, 1790-1800.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Manuel Espinosa Leiva,186 sus maestros o persona alguna, pedían


se le permita presentarse a examen y alguien de ellos ofrecía pa-
gar los derechos económicos reglamentarios.187
Veamos un ejemplo de lo sucedido en la Universidad Santo
Tomás de Quito: “Tentata de Br.188 En el Dro. Canónico de Pedro
Dávalos. En dos de Junio de mil ochocientos veinte y cuatro; en
la sala de exámenes secretos de esta ilustre Universidad Pública:
se congregaron los SS. ViseRector, Dr. Jose Camacho, Preven-
dado de esta Sta Iglecia Catedral, y los Señores Catedráticos de
hanbos Dros.189 que suscriben: sostuvo la tentativa previa al grado
de Bachiller en el Dro. Canónico, el Licenciado en el Dro. Civil
Pedro Dávalos colegial del Seminario de San Luiz leyendo la me-
dia ora prescrita por Estatuto, con harreglo a las Proposiciones
constantes de la varfia, que con los Pazes correspondientes queda
archivada, y, respondiendo a los argumentos, que se le objetaron,
por los colegiales de San Luiz, y San Fernando, pr. Los Señores
catedráticos referidos, hasta que conluydo el acto en la forma de 185
estilo procedieron ha calificarlo por la votación secreta de la que
rfesulto plenamente aprobado pr. Quatro A.A.A.A. de que certi-
fico. (fs) El Vice-Rector.- Dor. Sanz.- Dr. Salazar.- Dor. León.- Dr.
Vergara.- Dor. Veintimilla, Secret”.190
Una vez obtenido el grado de bachiller, el interesado debía
inscribirse en las facultades mayores, en las cuales cursaba un
período de cuatro a cinco años más para conseguir el de licen-
ciado. En este período, debía concurrir al mayor número de ac-

186 Ibidem, Pérez Pimentel.


187 No tenemos evidencia alguna de que ello haya ocurrido, pues no hay ningún docu-
mento probatorio; sin embargo, dada la pobreza de nuestro personaje, suponemos
que así fue.
188 Br. (bachiller) Nuestro.
189 Hanbos Dros. (ambos derechos) Nuestro.
190 ZÚÑIGA, Neptalí, Colección documental Universidad Central del Ecuador, Quito,
Editorial Universitaria, 1977, p. 231. (Respetamos la ortografía original)

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

tos públicos interviniendo en ellos, sea como disertante, asistente


o partícipe en las discusiones académicas en las que hacía notar
su preparación y capacidad para aspirar al nuevo título. Una vez
cumplidas las formalidades y contando con la aceptación de las
autoridades de la universidad para lo cual debía pagar aproxima-
damente 600 pesos en propinas191 para los miembros del Tribu-
nal, conforme las normas de la época.192 Si no podía pagar, al igual
que en el caso de bachiller, el aspirante debía recurrir a poderosos
padrinos para que le auspicien su graduación.
Miremos un caso: “Grado de Lid. Y Dor. en Dro. Civil de el
Br. José Antonio Campos. En la Sala de Examenes públicos de
esta ilustre Universidad Central veinte y dos de Agosto de mil
ochosientos veinte y siete contenido el actro de tentativa a pre-
sencia de los S.S. Catedraticos Examinadores y en la forma pre-
venidasn. El Art. 59 de el reglamento general de estudios el Señor
Rector de Universidad Doctor Jose Miguel Carrion Canonigo
186 Doctoral de esta Santa Iglesia Catedral por autoridad de la Ley, y
a nombre de la Republica confirió los grados de Licenciado y Dor
en Dro. Civil patria al Bachiller Jose Antonio Campos Alumno
del Colegio Mayor y Seminario de San Luis previo el juramento y
con la solemnidad que prescribe el reglamento. Concluido el acto
de la colacion de grados se firmo la partida qe certifico.- fs) Josef
Mil. de Carrion (Hay una rúbrica).- Dr. Leon (Hay una rúbrica)
Dr. Ignacio Ochoa (Hay una rúbrica).- Dor. José Ma. Viteri (Hay
una rúbrica).- Jose Enriquez- Prosecretario”.193
Los grados de maestro y doctor no necesitaban de cursos,
sino de un tiempo de pasantías, así como de la asistencia a nu-
merosos actos públicos en donde el alumno podía demostrar el
dominio de una materia dada, luego de lo cual se establecía una

191 En nuestro tiempo algo así como USD. 2000,oo (dos mil dólares)
192 Ibid., Archivo histórico de la UCE. Ver actas de grados.
193 Ibid., Zúñiga, pp. 240-241.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

“comisión de alto nivel conformada generalmente por el rector de


la universidad y varios catedráticos con el grado de doctores para
examinar al postulante, quien después de pagar una alta congrua a
los miembros del tribunal, debía someterse a exigentes exámenes.
Concluidas las exposiciones, sus examinadores podían demorar
varios días en dar su veredicto que tenía la condición de reserva-
do; sin embargo, en muy contadas ocasiones, los peritos podían
ofrecer su veredicto en la primera ocasión; incluso, podían decla-
rarlo de manera simultánea como licenciado y doctor”.194
Los negros, mulatos y mestizos no podían ser matriculados
en colegios y universidades y menos optar por grados académi-
cos ya que, según la opinión de la época, la mezcla de razas acele-
raba la descomposición del orden político vigente.195

187

194 Ibid., Mena, p. 119.


195 MARQUEZ CARRILLO, Jesús, La educación pública superior de México en el siglo
XIX, Centro de Estudios Universitarios. Facultad de Filosofía y Letras, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 1980.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

CAPÍTULO III

Datos profesionales del doctor Manuel Espinosa


egún Pérez Pimentel196 José Manuel Espinosa Neiva, se
matriculó en 1822 en la Universidad de Santo Tomás de
Quito, en donde concurrió a varios cursos, sobre todo
de medicina que eran dictados por versados catedráti-
cos, logrando obtener el grado de doctor en esta espe-
cialidad en el año de 1823.
El fraile dominico Miguel Pazmiño, profesor de Latinidad de
la universidad, señala en su informe al rector de la Santo Tomás,
fechado en 11 de octubre de 1824, que “… haviendo dictado mi
cátedra de Der. Civl. entre los alumnos de la dicha Unv. vale in-
188 sistir a S.S.197 la existencia dos brillantes alnos. Pab. Viteri y Mnel.
Espinosa, sobre todo este último que aprobó con 4A todas mis
lecciones, llegando a dominar el ltn; también es hábil en el manejo
de la lgua francés y lee sin inconvenientes italiano, y bastante bien
el alemán, cosa rara entre los almns. por lo que recomiendo sus
inteligencia y capacidad para aprender. Lo digo d.ms.ms.p.s.”.198
Siguiendo a Pérez Pimentel, afirma que Manuel Espinosa, el
10 de febrero de 1827 fue designado como profesor de Terapéuti-
ca y Materia Médica y como tal asistió a la creación de la Sociedad
de Medicina, primera entidad médica del Ecuador. El 8 de agosto
participó en la Junta encargada de designar a los miembros com-
ponentes de la Academia de Emulación, máximo organismo de la

196 No señala fuente ni referencia documental para obtener esta información.


197 SS. (su señoría) Nuestro.
198 Archivo histórico UCE, Informes de maestros Universidad de Santo Tomás, 1823-
1825. Libro de Oro. D.ms.ms.p.s (De mis manos propias y seguras) Nuestro.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

cultura universitaria quiteña, que se formó de conformidad con


el reglamento orgánico de la facultad de Medicina de Caracas,
atendiendo al hecho de que fue Bolívar el creador de las llamadas
Universidades Centrales de Caracas, Bogotá y Quito.199
En octubre del mismo año 27, se instala de manera oficial
la facultad de Medicina, llamada inicialmente Facultad Médica,
bajo el impulso del rector, doctor José Miguel Carrión y Valdivie-
so, luego de haber nombrado al Dr. Juan Manuel de la Gala como
primer Director.
Por lo tanto, se puede colegir que solamente luego de la or-
ganización de esta especialidad en 1827, se pudieron regular los
programas de enseñanza, así como dar verdadero sentido de es-
cuela de formación científica y académica, cosa que antes de 1826
no existía, limitándose a formar médicos empíricos y teóricos,
razón por la que la profesión de médico se hallaba tan despresti-
giada como ya hemos visto líneas atrás.
Veamos otro ejemplo: 189
“El doctor Juan de Dios San Miguel, á su vez alcalde segundo
del pueblo de Ambato enfermó gravemente de tercianas luego de
un viaje que tuvo por las tierras calientes de Bodegas, habiendo
sufrido varios desmayos en su penoso viaje de regreso, el cual, de
forma normal, debería tomarse apenas en seis días; sin embargo,
lo hizo en cosa de dies y si no murió en el camino es cosa de Dios
que quiso regalarle más vida. En llegado á su casa, de inmedia-
to llamó al doctor Miguel Cevallos que se había graduado en la
Universidad de Lima para que lo resetara y le diera calmantes
para su fiebre atros, á pesar de que en el pueblo de Guaranda ya
lo había tratado un indio yerbatero, pero no conforme con ello
el Sr. Dor. quiso que lo medicara un graduado. (…) Ya en la ca-
besera, el dicho doctor le promulgó una infinidad de recetas y

199 Gaceta de Colombia, No. 4, 16 de septiembre de 1821. Ley del 20 de junio del mismo
año. Biblioteca Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit”, BAEP.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

polvos con los que en ves de mejorar cada día el estado del dicho
Sr. dor. era peor. Estaba de huasicama de una de sus haciendas el
indio Manuel Chucchilán, á quien todos le decían “el doctorcito”
por su saber de yerbas. Apenas le conversaron del estado de su
amo, el dicho indio tomó un atado de yerbas y fue a la casa del
patrón, quien se enfureció de que lo trate un indio y no el médico,
además de que no iba a permitir que menosprecien su dignidad y
decoro y más su cuerpo blanco y noble, un indio por más que sea
de su poder y pertenensia. También el dr. Cevallos prohibió nin-
guna receta del curandero y menos visita alguna al sufriente (…)
pasados los días el enfermo cayó en una espesie de inconsiensia
y no dejaba de gritar por la calentura. Su mujer doña Hortencia
Palacios en su angustia llamó al indio para que agote su medicina.
Este le dio a tomar una agua amarga de color amarillento pidien-
do le hagan la toma al alba y al anochecer. Maravillosamente al
otro día el macilento amaneció mejor y pidió que le den de beber
190 agradeciendo al doctor Cevallos por curarlo. (…) a los tres días
ya se tornó en mejor y recuperó la salud (…) cuando supo la ver-
dad llamó al indio y le preguntó que le había dado. Este dijo que
se trataba de un tronco llamado cascarilla. Desde ese día el dr. San
Miguel no volvió a creer en los médicos graduados…”.200
Ante las circunstancias, el rector de la Universidad, Dr. José
Miguel Carrión y Valdivieso, decidió reorganizar la facultad de
Medicina, otorgándole una nueva concepción tanto académica,
cuanto legal y práctica, una vez que fue establecida el 26 de oc-
tubre de 1827, actividad en la cual participó de manera directa
el doctor José Manuel Espinosa, futuro rector de la Universidad
Central.
Los documentos relacionados con esta gestión han sido obte-
nidos en el archivo histórico de la Universidad Central, así como
en el trabajo de Neptalí Zúñiga. Los textos son los siguientes:

200 PAREDES, Juan, Cosas de mi tierra, S/e, s/a, 1926, p. 56, BAEP.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

“En la sala de despacho de esta Universidad Central, a veinte


y seis de octubre de mil ochocientos veinte y siete: se reunieron
los individuos nombrados por la Subdirección para compone la
facultad Médica del Departamento del Ecuador y Distrito del Sur,
conforme a lo establecido en el artículo doscientos quince del Re-
glamento General del Estudios, y habiendo prestado el juramento
de estilo quedó instalada la Junta de la indicada Facultad, la que
para su arreglo, y dar principio a las tareas de su destino pro-
cedió a nombrar un Director, Vice Director y Secretario, cuyos
destinos recayeron, el primero por pluralidad de sufragios en el
Doctor Juan Manuel de la Gala, Catedrático Primero de Medici-
na. El segundo habiendo obtenido otros funcionarios votos suel-
tos, resultó que el Doctor Jorge Moreno de la Sala reunió dos
sufragios, y otros tantos el Doctor Manuel Espinosa; con cuyo
motivo se consultó el voto decisivo del que resultó a favor del 191
Doctor Moreno. El tercero por unanimidad de sufragios recayó
en el Maestro de Filosofía Miguel Herboso, a quien los funciona-
rios de la Facultad lo eligieron de su Secretario, no obstante no
ser Profesor Médico. Con lo que se disolvió el acto de instalación
encargando por la Subdirección al Señor Rector de esta Universi-
dad Doctor José Miguel Carrión Canónigo Doctoral de esta Santa
Iglesia Catedral que firmó el Acta con los Señores que tomaron
posesión de sus nombramientos, de que certifico.- Doctor José
Miguel Carrión. Rector.- Doctor Manuel de la Gala.- Doctor
Mariano Salazar.- Doctor José Manuel Espinosa.- Doctor Juan
Pablo Arévalo.- Cerveleón Urbina.- Manuel Ontaneda.- Doctor
Ignacio Veintimilla, Secretario de la Universidad.- Es copia. (f)
Doctor Veintimilla”.201
201 Archivo histórico UCE. Actas Rectorado, 1827. (La lectura del texto es actual).

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

Instalación de la Facultad Médica. Año 1827


Con lo que se disolvió de que certifico. (fs) Don Juan Manuel
de la Gala.- Doctor Mariano Salazar.- Doctor Juan Manuel Es-
pinosa.- M. Manuel Ontaneda.- Miguel Hervoso-Secretario.- En
diez y seis de Noviembre de mil ochocientos veinte y siete reuni-
dos los señores de la facultad de Medicina determinaron: 1.- Que
se pidiese por medio de una nota al señor Rector de Universidad
que se digne dar a la Facultad un cuerpo de leyes para gobierno
de la corporación, 1° 2° y 3° tomos de las leyes de Colombia y la
ley del 18 de marzo de 1826 con el Plan Orgánico de Estudios.
2°- Que se declaren miembros Honorarios de la Facultad al Señor
Coronel Franco Hall, y al señor Teniente Coronel Brooke Young;
y propietarios al señor Doctor Guillermo Jameson, y al Señor José
Antonio Marzana. Con lo que se disolvió la Junta; y lo certifico.
(fs) Don Juan Manuel de la Gala.- Doctor Mariano Salazar:- Doc-
192 tor Juan Manuel Espinosa.- Doctor Juan Pablo (ilegible).- Ma-
nuel Ontaneda.- Miguel Hervoso.”
“El día 23 de Noviembre de mil ochocientos veinte y siete,
reunidos los señores de la Facultad de Medicina, en virtud de las
razones que ocurrieron, determinaron 1° Que se consulte a la
Subdirección, si la facultad de Medicina, puede nombrar como
miembros honorarios á individuos aunque tengan luces gene-
rales y particulares, no sean profesores recibidos, en Medicina,
Cirugía y Farmacia, considerándose necesarios.- Que resultando
igualdad de votos, sea la materia que fuese sobre la que se dispen-
ce, como se desida si por la suerte, ó tenga el Director los votos,
con lo que se disolvió la Junta y lo firmaron, de que certifico. (fs)
Don Juan Manuel de la Gala.- Doctor Mariano Salazar.- Doctor
José Manuel Espinosa.- Doctor Juan Pablo Arévalo.- Manuel On-
taneda.- Miguel Hervoso- Secretario”.
“En 10 de Diciembre de mil ochocientos veinte y siete los
señores de la facultad Medica determinaron: 1° Que los señores

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

profesores que asistan a un enfermo, deban llevar un diario del


método de curación, que hagan según el accidente que les haya
parecido con una observación prolija de lo que ocurra desde el
día que Hubiese Tomado a su cargo esta curación hasta el tér-
mino del accidente: Y el cual diario deberán presentarlo a la fa-
cultad para los efectos que tenga por inconvenientes. 2° Que en
virtud de la renuncia que ha hecho el Doctor José Moreno de
Salas, del empleo de Vice-Director. Y hecha la votación se de-
terminó se oficiase, para que diga que dio hecho la dimisión de
ser uno de los miembros de la Facultad para poder contar con su
persona en las comisiones que vinieran. Y dada por admitida la
expresada renuncia se procedió a llenar este destino, nombrando
Vice-Director, y hecha la votación resulto elegido con tres sufra-
gios el Doctor José Manuel Espinoza, que incontinente prestó
el juramento de estilo y quedo en posesión de su empleo. 3° Que
habiendo tenido noticias muy ciertas, que en la Parroquia de
Sich., hay una mujer que por diferentes partes del cuerpo arroja 193
una materia en forma de vejetales, ha parecido oportuno oficiar
al Señor Sub-Director de Estudios para que tome los medios mas
oportunos por medio del gobierno para que la facultad Medica
pueda instruirse plenamente de este fenómeno. 4° Que el señor
Doctor Manuel Espinoza y el Doctor Marianao Salazar, queden
comisionados para informarse del Señor Sub-Director si por ra-
zón del nombramiento ú oficio pasado al doctor José Antonio
Marzana para uno de los miembros propietarios, sele pueda, ó
no incorporarse a la Facultad, con lo que se disolvió la Junta de
que certifico. (fs) Doctor Juan Manuel de la Gala.- Doctor José
Manuel Espinoza.- Doctor Mariano Salazar.-Doctor Juan Pablo
Arévalo.- Manuel Ontaneda.- Miguel Hervoso”.
“Instalación de la Facultad de Medicina.- Año 1827.
Reunidos los señores que la componen, y presidiendo el Sr.
Director Dr. Juan Manuel de la Gala, acordaron 1° Nombrar al
ciudadano Norverto Banda Borrero, a quien se le hizo compa-

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

recer y habiendo, prestado el juramento de estilo, quedó en po-


sesión de su empleo.- 2° Que se formase una lista de todos los
profesores en los ramos de medicina, y farmacia que existen en la
capital. Que se le pida al maestro mayor de barbería otra lista de
todos los que ejercen el oficio, como flebotomistas, con una nota
al margen, de los que estén examinados.- Con lo que se disolvió
la Junta de que certifico. (fr.) Dr. Juan Manuel de la Gala- Direc-
tor.- Dr. Mariano Salazar.- Dr. José Manuel Espinosa.- Dr. Juan
Pablo Arevalo.- Cervellón Urbina.- Manuel Ontaneda.- Miguel
Hervoso-Secretario”.
“En la Sala de la Facultad de Medicina a nueve de Noviem-
bre de mil ochocientos veinte y siete reunidos los señores que
suscriben a excepción del Sr. Fiscal por no haber asistido por
ocupado, y el Sr. Arevalo por ausente, acordaron 1° Que siendo
preciso cumplir con las leyes vigentes, principalmente con lo que
ordena el Art. 222 del reglamento de estudios; y debiendo pro-
194 mover todos los medios que contribuyan al bien público y al fin
del establecimiento es indispensable que todos los individuos que
egresen los ramos de medicina, cirugía y farmacia comparezcan a
manifestar los títulos con que proceden para que no los tengan, se
dediquen a estudiar, o en privarlos de tal destino-Para lo cual se
dispensa, que dando parte del cuerpo que correspondan, por me-
dio de un oficio, para que se presenten, sin distinción de estado,
ni sexo de personas, 2° Que se oficie igualmente al señor Rector
de la Universidad, para que reúna a los SS individuos de la Junta
de emulación a fin de que promuevan los medios de perfeccionar
la Facultad. 3° Que también se oficie al Sr. Alcalde Municipal para
que proiva indistintamente la venta por menor de medicamentos
ó especies que solo deben venderse en las boticas. 4° Que se pro-
ceda conforme al Art. 221 á la visita a las boticas que deberá ha-
cerla todo el cuerpo desde el día 12 del Presente y demás Hábiles”.
“Instalación de la Facultad de Medicina. Año 1827. En la Sala
de despacho de esta Universidad Central á veinte y siete de Octu-

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

bre de mil ochocientos veinte y siete: se reunieron los individuos


nombrados por la Subdirección para que haga el juramento de
estilo el Secretario nombrado de la facultad Médica Maestro Mi-
guel Hervoso, que lo hizo por Dios nuestro Señor y una señal de
la cruz de guardar, y cumplir fielmente en todo lo concerniente a
su oficio; á presencia del Señor Director Juan Manuel de la gala,
Catedrático de Medicina.- y de los demás SS. Que certifico.- Doc-
tor Juan Manuel de la Gala Catedrático de Medicina y de los de-
más SS. Que abajo firman y para que así conste lo firmaron de que
certifico. (fs) Don Juan Manuel de la Gala.- Don Mariano Sala-
zar- Director.- Don Manuel Espinosa.- Don Juan Pablo Arevalo.-
Cervellón Urbina.- M. Manuel Ontaneda.- Miguel Hervoso.- José
Enríquez- Prosecretario.”
“En la Sala de exámenes públicos de esta ilustre universidad
á veinte y siete de Octubre de mil ochocientos veinte y siete re-
unidos los señores que componen la Junta de Facultad Medica
del distrito del Sur, precidiendo el señor Director de ella con los 195
demás señores acordaron- 1° Que siendo necesario formar un re-
glamento necesario interior. Para el arreglo de esta corporación,
comisionaron a los señores Doctor Mariano Salazar.- Doctor
Manuel Espinoza, y el señor Coronel Cervellon Urvina,- Manuel
Ontaneda.- Miguel Hervoso- Secretario”.202
En el mes de octubre en que se creó la Facultad Médica, la
Comisión integrada, entre otros profesionales, por el Dr. José
Manuel Espinosa, resolvió aspectos trascendentales para la vida
misma de la facultad de Medicina, tales como:
1.- Que conforme a las leyes de Colombia se otorgue a la
facultad un cuerpo de leyes para gobierno de la corpo-
ración;
2.- Que ante la falta de médicos especializados, se declaren
miembros honorarios de la facultad a militares extran-

202 Ibid., Archivo histórico UCE, Cfr. Zúñiga, pp. 250 y siguientes.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

jeros que tenían conocimientos de medicina, así como a


empresarios llamados “propietarios” para que apoyen el
funcionamiento de la misma.
3.- Por vez primera se dispone que los médicos que asistan a
un enfermo, lleven un diario del método de curación; es
decir una especie de historia clínica del paciente.
4.- De forma primigenia en la vida de la facultad de Medi-
cina se dispone que los médicos de la Junta se interesen
por una enfermedad padecida por una persona pertene-
ciente a la parroquia de Sic.203
5.- Elaborar, también por vez primera, una lista de todos
los profesores en los ramos de medicina, y farmacia que
existan en la capital; en igual forma, solicitar al maestro
mayor de barbería otra lista de todos los que ejercían el
oficio de flebotomistas, con una nota al margen, de los
196 que estén examinados, atendiendo al hecho de que los
barberos desempeñaban las funciones de sangradores, y
como tal, tenían gran experiencia en esta labor
6.- Disponer que todos los individuos que egresen los ramos
de medicina, cirugía y farmacia comparezcan a registrar
los títulos que garanticen su profesión. Quienes no te-
nían o no habían concluido sus estudios, se dediquen
a estudiar a fin de otorgarles el respectivo permiso o li-
cencia para ejercer la medicina. Lo más novedoso es que
llaman a todas y todos los dedicados a este oficio, siendo
un asunto sin igual en cuanto a género se refiere, ya que
quienes ejercían la función de parteras no eran general-
mente hombres sino mujeres, a las que se les concedía
un permiso especial para ejercer su trabajo.
203 Suponemos se trata de la parroquia de Sigchos en la actual provincia de Chimborazo.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

7.- Se dispone que los médicos visiten y regulen los luga-


res de expendio de medicinas, prohibiendo se lo haga en
otros lugares que no sean las boticas.
Estas importantes decisiones se tomaron hasta fines de no-
viembre de 1827.
Continuemos:
“En el día diez y ocho de Diciembre de mil ochocientos vein-
te y siete reunidos los señores de la Facultad de Medicina acor-
daron: 1° Que en virtud de que los maestros sangradores no han
presentado sus títulos Fs.)204 como flebotámicos; á excepción del
maestro mayor Manuel Saragosin, Antonio Puruncaja y Manuel
Cevallos, como se dispuso por acta del 31 de Octubre del presen-
te año, se mando que por medio del portero de exija al maestro
mayor, para que requiera los títulos y que los interesados los pre-
sentes en la primera seción incluyéndose nuevamente aquellos
que los tienen presentados, para que se tome razón. 2° Que por
nota oficial se comunique a la Intendencia de Guayaquil el es- 197
tablecimiento de la facultad de Medicina, con expresión de que
se sirva participar lo mismo á las demás autoridades de aquel De-
partamento y también del mismo modo se le pida tenga la digna-
ción de mandar para que por Secretaria se nos remita una lista de
todos los Facultativos en las ramas de Medicina cirugía y farma-
cia con aviso de los fines del art. 219 del plan general de estudios.
3° Que por las razones que se hizo necesario pasar una nota a las
autoridades a fin de que los profesores manifiesten sus títulos en
virtud de los cuales ejercían los ramos de Medicina y Cirugía y
Farmacia, como aparece de la acta acordada el día 9 de Noviem-
bre del presente año, quedó determinada nuevamente oficiar a
la Municipalidad pidiendo razón de los individuos que por ella
estén autorizados en estos ramos, ó de los que hubiesen presen-
tado títulos obtenidos en otro país para con su licencia ejercer su

204 Fs = firmas, también es abreviatura de fojas pero con minúscula (fs)

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

destino. Igualmente el Sr. Comandante General para que se sirva


darnos noticias de los individuos que hayan en la guarnición con
la profesión de Médicos y Cirujanos, y los despachos con que
proceden en estas Facultades. 4° Que en consideración á la ex-
tructura de las tiendas en que se hallan las Boticas de esta Capital,
y demás razones que se han tenido presentes, se determinó, se es-
tableciese el turno semanal entre la Boticas a fin de que la semana
que corresponda á cada uno, diurna precisamente dentro de la
Botica para que con ese objeto se llenen las indicaciones de los
profesores que ocurran allí.
Siendo el cuidado de los boticarios avisar a los profesores
cuando les toque el turno, fijando en la puerta de la tienda, una
tarjeta con una inscripción que anuncie se despachan allí las ne-
cesidades que ocurran a los enfermos por la (5va.) noche. En toda
aquella semana. Con lo que se concluyó la Junta de que certifico.
(fs) Doctor Juan Manuel de la Gala.- Director.- Doctor José Ma-
198 nuel Espinoza.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Mr. Manuel Onta-
neda.- Miguel Hervoso”.
Es importante acotar que en Guayaquil no había ninguna fa-
cultad de Medicina, razón por la que a partir de esta fecha se abre
oficialmente esta carrera en el Puerto Principal. Por otro lado, se
exige que los médicos y otras personas que tenían el oficio de mé-
dicos, debían presentar y registrar sus títulos, lo cual para la épo-
ca fue una novedad, toda vez que antes de este día, para curar no
se requería mayor autorización, salvo la que otorgaban las auto-
ridades civiles. También, como podrá apreciarse, se exige que las
boticas existentes a nivel nacional se sometan a un horario, para
lo cual debían ponerse de acuerdo entre propietarios. En igual
forma, se dispone que las guarniciones militares informen sobre
su personal médico y los registros y autorizaciones que tiene para
ejercer la medicina. Todo esto fue un significativo avance en el
campo legal médico en razón de la exigencia para que médicos y

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

cirujanos tengan sus títulos que debían ser obtenidos en la facul-


tad de Medicina.
“En veinte y uno de Enero de mil ochocientos veinte y ocho
reunidos los señores que componen el tribunal de la facultad de
Medicina, con excepción del Señor Fiscal por ausente determi-
naron; 1°. Que siendo propuesto el Doctor José Antonio Marza-
na por miembro propietario del cuerpo, por acta de diez y seis
de Noviembre del año anterior, y como catedrático de Anatomia
compareciese en esta fecha á prestar el juramento necesario, y he-
cho, quedó en posesión de su destino.- 2°. Que habiendo recibido
del Señor Comandante General sólo una razón de los individuos
de los cuerpos de tropa que como médicos, y cirujanos egersen
sus funcionarios; pero sin unos títulos o despachos suficientes
como se solicito en el acta anterior pareció volver á oficiar a esta
autoridad, para que les Ordene presentar tales despachos, y que
según ellos pueda contar con estos señores la Facultad Medica
en los casos necesarios. 3° Que como por la nota recibida del 199
Señor Alcalde 1° Municipal, se vé que espera tener noticia de
las tiendas ó individuos que vendan drogas medicinales, para
prohibirlas se determinó que cada individuo del cuerpo quedase
encargado a tomar noticias para comunicarlos al Alcalde y exijir
el cumplimiento de lo que se desea sobre este particular, con lo
que se concluyo la junta de acuerdo, y certifico. (Fs) Doctor Juan
Manuel de la Gala.- Doctor Juan Manuel Espinoza.- Doctor Ma-
riano Salazar.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doctor José Antonio
Marzana.- Miguel Hervoso”.
En esta reunión se insiste en el hecho de que los médicos que
trabajaban en los cuarteles debían registrar sus títulos con el fin
de garantizar sus conocimientos. También se prohíbe la venta de
drogas medicinales en cualquier parte que no sea en las boticas
autorizadas para tal efecto. Con este se regulaba el expendio indis-
criminado de remedios que hasta en ese entonces se practicaba.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

“En veinte y ocho de Enero de mil ochocientos veinte y ocho


reunidos los señores en junta que suscriben, determinaron: 1°.-
Que para procurar el adelanto de la Facultad Medica, y resolver
lo mas conveniente al bien del publico en todo el distrito era ne-
cesario nombrar por uno de los miembros propietarios al Doc-
tor Jose Mascote, y en efecto se lo nombro por tal, remitiéndole
otro, nombrándole por correo. 2° Que en virtud se le oficiase
pidiéndole un informe del ejercicio que tenga cada uno de los
expresados en la lista recibida de la Intendencia de Guayaquil y
de sus actitudes, títulos respectivos con que procedan, y de las au-
toridades por quienes hubiesen sido habilitados, para el ejercicio
de sus funciones en los ramos de Medicina, Cirugia y Farmacia, y
de mas calidades que puedan constituirlos capaces de la incorpo-
ración a la Facultad de Medicina este Distrito; para proceder a los
nombramientos de individuos del cuerpo a quienes se consideran
necesarios. Del mismo que informe, o de una razón del número
200 y estado en que estuviesen las boticas de esa Capital. 3° Que tam-
bién informe de los abusos que se noten en lo concerniente á los
ramos que comprende esa junta, para proveer lo conveniente á
su remedio. Con lo que se disolvió la junta de que certifico. (Fs)
Doctor Juan Manuel de la Gala.- Doctor Mariano Salazar.- Doc-
tor Juan Pablo Arevalo.- Doctor José Antonio Marzana.- Manuel
Ontaneda (Fiscal).- Miguel Hervoso”.205
La Junta que administraba la facultad de Medicina de la Uni-
versidad Central de Quito comienza a nombrar médicos profe-
sionales para que sirvan a la población de Guayaquil, como es el
caso del doctor José Mascote.
“En veinte y uno de Marzo de mil ochocientos veinte y ocho,
reunidos los señores de la facultad Médica abajo firmados, de-
terminaron 1° Que en virtud de una representación puesta a esta
junta, por el señor Baron de Bellina á cerca de unas recetas mal

205 Ibid., Archivo UCE. Cfr. Zúñiga, p. 259.

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Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

despachadas por los señores Barnal Arcía, Bravo y Mugersa, se


dio la comisión al Dr. Guillermo Jamesen, al Sr. Jose Mascote,
y al Sr. Pedro Sanz para que entiendan en lo demandado has-
ta el estado de resolución, habiéndose también nombrado al Sr.
Pedro Sanz por miembro propietario de esta corporación. Por
consiguiente que estos mismos señores presencien el examen de
farmacia del Sr. Celestino Calvo, para su continuación en la Bo-
tica que tiene, según lo solicitado. 2° Que se oficie al Jefe Políti-
co Municipal encargando la facultad de que tome juramento de
estilo a los espresados individuos de esta Junta para que egersan
según esto las funciones que se les encomiendan.- (f. 7vo.) con lo
que se disolvió la junta de que certifico. (Fs) Doctor Juan Manuel
de la Gala.- Dor. Jose Manuel Espinosa.- Doctor Mariano Sala-
zar.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doctor José Antonio Marzana.-
Manuel Ontaneda (Fiscal).- Miguel Hervoso”.
Vale la pena anotar el hecho de que por vez primera se co-
mienzan a tomar grados de especialistas en farmacia, con lo cual 201
podían ejercer el oficio de boticarios graduados.
“En veinte y nueve de Abril reunidos los SS. que componen
la Junta de Facultad Medica determinaron, que en virtud de una
nota recibida en la misma fecha del Sr. Intendente del Departa-
mento quien pide una razon de los trabajos y estado de este cuer-
po, se conteste cumpliendo con lo que previene esta autoridad y
reservando para otro día la determinación de otros puntos que
acordaron se disolvió la junta: de que certifico. (Fs) Doctor Juan
Manuel de la Gala- Director.- Dor. Jose Manuel Espinosa.- Doc-
tor Mariano Salazar.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doctor José
Antonio Marzana.- Manuel Ontaneda (Fiscal).- Miguel Hervo-
so- Secretario”.
“En treinta de Abril, reunidos los SS206 que componen la Jun-
ta de Facultad medica: se leyó la representación del Sr. Miguel

206 SS (siguientes) Nuestro.

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Dr. José Manuel Espinosa Neiva

Herboso, y oydas las razones que expone, se declaró admitida la


Renuncia, y se prosedió a nombrar nuevo Secretario, cuyo nom-
bramiento recayó á pluralidad de votos en el Sr. Vicente Larrea
Bachiller en Filosofía, a quien se le hiso entrar y puesto la mano
en alto aciendo la señal de la Cruz, se le tomó el juramento con-
forme el artículo 89, del Plan general de Estudios, é incontinente
tomo posesión de su destino: de todo lo que doy fe, y la firmé
esta Acta con los SS de la Facultad que van subscritos. (Fs) Doctor
Juan Manuel de la Gala- Director.- Dor. Jose Manuel Espinosa.-
Doctor Mariano Salazar.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doctor
José Antonio Marzana.- Manuel Ontaneda (Fiscal).- Vicente La-
rrea- Secretario”.
Vale la pena registrar la novedad que para desempeñar la
función de secretario, debía ser una persona idónea y no gentes
que eran designadas solamente por su afición o conocimiento del
idioma. Este hecho constituyó una novedad en la ciudad.207
202 “Fo. 8vo.208) En seis de Mayo; reunidos los SS. de la facultad
Medica acordaron 1°. Que se oficie al señor Jose Mascote acerca
del intento que tiene remitiendo los papeles del Sñor. Brandin á
este Tribunal, pues no se puede resolver sin solicitud de parte, y
del mismo modo que todas las solicitaciones se hagan por con
conducto correspondiente, esto és por via de la Secretaria (Tacha-
dos) y que las partes nombren sus apoderados para que agiliten
sus negocios. 2° En contestación al Sr. Intendente, acordaron los
puntos siguientes 1° acerca del estudio teorico, y practico que se
diga se oficio al Señor Sub-Director para que formase un Anfitea-
tro anatómico, 2° Que la academia de emulación se ha verificado
su establecimiento, á pesar de haber oficiado al Sor. Rector para
su realización. 3° Aserca del curso que pide el plan, que se están

207 Ver actas de la Intendencia General de Quito de 1829, en donde se recomienda que
para ejercer el cargo de secretarios no se contrate a amanuenses, sino a bachilleres
“que conozcan bien de su oficio”.
208 Fo. 8vo. (folio octavo) Nuestro.

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recogiendo datos á pesar de carecer de los títulos que exige este


plan de estudios. 4° Aserca de los establecimientos mas necesa-
rios para el progreso de las ciencias medicas que se han pedi-
do al Sor. Sub-Director se realice, y que no se han verificado. 5°
Finalmente mandaron que los Boticarios despachen en persona
sin valerse de ningun individuo ignorante, y que se oficie al Se-
cretario instruyéndoles a cada uno de los expresados Boticarios
previniéndoles que de no hacerlo así, se pedirá a las Autoridades
Competentes el cumplimiento de las leyes de la materia. Con lo
que se disolvió la junta, de que certifico.- Borrado no Bale. (Fs)
Doctor Juan Manuel de la Gala- Director.- Dor. Jose Manuel Es-
pinosa.- Doctor Mariano Salazar.- Doctor Juan Pablo Arevalo.-
Doctor José Antonio Marzana.- Manuel Ontaneda (Fiscal).- Vi-
cente Larrea- Secretario”.
Es notable el progreso y desarrollo de la facultad de Medi-
cina de la época en cuanto a los requerimientos propios de una
educación científica de los alumnos. La creación del anfiteatro 203
anatómico fue un gran paso para evitar la teorización de la en-
señanza, dotando a los alumnos de materiales prácticos para su
formación. En igual forma se prohíbe que el despacho de recetas
y la venta de medicinas en las boticas lo haga cualquier persona,
para lo cual se exige que quien las venda sea profesional en la
materia o que tenga la respectiva autorización.
“En la Sala de la Facultad de Medicina a veintisiete de Mayo
de mil ochocientos veintiocho reunidos los Señores de la Facul-
tad medica del Distrito del Sur mandaron 1° Se lea la renuncia
del empleo del Fiscal del Sor. Coronel Cervellon Urbina, discutie-
ron el asunto, y por las rasones que precento se le admitió dicha
renuncia, y como el cargo del Fiscal no tiene sueldo se acordó
que (ilegible) exija el (ilegible) se comicione a cualquiera de los
individuos de dicho (ilegible) para que esponga su parecer como
fiscal. 2° Igualmente se leyó el expediente remitido de la Comi-
cion de medios de Guayaquil correspondiente al Sor. Celestino

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

Carbo, sobre haber dado examen de Farmacia, y como según di-


cho expediente (ilegible) de votos resulta aprobado se ordenó que
se librase el diploma correspondiente. 3° Y para lo cual se oficie
al Sor Sub-Director de Estudios preguntando el Sello que debe
más la Facultad. 4° Enseguida se mando que Sor. haga un libro en
que se vayan escribiendo los títulos que precenten los Profesores
de Medicina, cirujia y Farmacia, y como también las partidas de
los examinados. 5° Y que para el cumplimiento de lo antecedente
ponga el Secretario una boleta en la puerta de la Universidad para
que los Profesores arriba expresados comparezcan á presentar los
títulos para los que ejercen sus Profesiones, dentro del preciso
termino de quince días, y para que ninguno alegue ignorancia,
notifique el Secretario a cada uno de ellos en su persona. 6° Asi
mismo se leyó las respuestas de los SS. Manuel Ontaneda y Pros-
pero Chiriboga a los oficios pasados por Secretaria a la comicion
medica de Guayaquil para que viciten las boticas arreglandose
204 al articulo 227 del Plan de Estudios y al reglamento de policía
siguiendo las mismas formalidades con las droguerías y demás
lugares donde se venden generos medicinales, cuidando de que
se cumplan las leyes de la novísima recopilación que trata de la
materia, con los que se disolvió la junta de que certifico. (Fs) Doc-
tor Juan Manuel de la Gala- Director.- Dor. Jose Manuel Espino-
sa.- Doctor Mariano Salazar.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doc-
tor José Antonio Marzana.- Manuel Ontaneda (Fiscal).- Vicente
Larrea- Secretario”.
“En dos de junio de 1828, reunidos los SS. que componen la
Facultad de medicina: acordaron 1.- Se lea la representación de
algunos SS de Guayaquil sobre que se conceda licencia de ejercer
la medicina al Sor Brandin, y se mando que ocurran al supremo
Gobierno, los que representan pues que este cuerpo no tiene fa-
cultad de dispensar lo que previene el articulo 214 del plan gene-
ral de estudios. 2° Que los expedientes del Dor. Bellina asi como
los del Sor. Brabo pacen al Dr. Salazar para que exponga su pare-

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

cer como fiscal comisionado con lo que se disolvió la junta, y de


que certifico. (Fs) Doctor Juan Manuel de la Gala- Director.- Dor.
Jose Manuel Espinosa.- Doctor Mariano Salazar.- Doctor Juan
Pablo Arevalo.- Doctor José Antonio Marzana.- Vicente Larrea-
Secretario.- Manuel Ontaneda”.
En las dos últimas sesiones la Junta dispone que en Guaya-
quil se apliquen las normativas respectivas que ya cumplían en
Quito.
“El día 18 de Julio del presente año 18, reunidos los SS de
la Facultad mandaron: 1° Se lea los escritos de los Srs. Domingo
Miño y Prospero Chiriboga, en que los dichos SS dicen que la
Facultad carece de atmonición de pedir los títulos por los cua-
les ejercen su profecion los Medicos, cirujanos y farmaceuticos,
y visto se comiciono al Sr. Doc. Salazar para que exponga su pa-
recer como fiscal.- 2° Mando que la Facultad se reuniese dos días
a la semana, esto es los lunes y sabados de las once, a la una de la
tarde. 3° Se mociono al Sr. Coronel Urbina para que de parte del 205
cuerpo felicite la llegada del Sor. Guillermo Jamenson, miembro
propietario de la Facultad. 4° Se leyó el oficio de 13 de Junio de la
Comicion medica de Guayaquil y se decreto que se conteste con
lo que se acordó en la acta de dos de Junio de 1828 y se disolvió
la junta de que certifico (Fs)209 Doctor Juan Manuel de la Gala-
Director.- Dor. Jose Manuel Espinosa.- Doctor Juan Pablo Are-
valo.- Doctor José Antonio Marzana.- Cerbellón Urbina- Vicente
Larrea- Secretario”.
“Reunidos los SS. De la facultad medica el dia diez y nueve de
Julio del año decimo Octabo en el salón de ceciones se procedió
en virtud al orden del Sor. Intendente a nombrar Secretario para
que se procediese y autorisace el Juramento que debía prestar los
individuos del cuerpo que no lo habían prestado ante dicho Sor.
Intendente por la premura de tiempo. Recayó el nombramiento

209 Fs (firman los señores) Nuestro.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

en calidad de Secretario provisional para solo este acto en el Sor.


Coronel Urbina, y prestaron el Juramento que va incerto en el
acta de la materia de los SS. Arevalo, Espinosa, Larrea- Secretario
y Banda Portero y lo firmaron ante mi lo que certifico. (Fs) Doc-
tor Juan Manuel de la Gala- Director.- Dor. Jose Manuel Espino-
sa.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doctor José Antonio Marzana-
Manuel Ontaneda- Cervellon Urbina- Vicente Larrea- Secretario
(al margen f.) Norberto Banda, Portero”.
“En la benemérita ciudad de Quito a 19 de julio de 1828 de
nuestra independencia, reunidos los individuos presentes que
componen la Facultad medica del distrito del Sur en el palacio de
Gobierno con el objeto de ratificar con un solemne juramento el
pronunciamiento que hiso el dia diez del corriente en unión de
este vecindario y corporaciones que le componen: el benemérito
Sor. General Intendente y Comandante general de este departa-
206 mento. Ignacio Torres, pronuncio un discurso alusivo a los mo-
tivos poderosos que se habían tenido presentes el dia de dicho
pronunciamiento para desconocer la autoridad de la convencion
reunida en Ocaña e invertirla. El L.P: con amplias facultades y
plenitud de autoridad que estimase conveniente a fin de hacer el
bien que necesita la República y alejar el mal que hoy ha traido
la actual organisacion del Estado, los SS. del Cuerpo por medio
del Sor Director manifestaron que sin embargo de que algunos
individuos de dicho gobierno como miembros de otras corpo-
raciones habían prestado el juramento querían como que forma-
ban en el presente corporación distinta prestar dicho juramento
y ratificar sus votos como harán cuando sea necesario con lo que
se procedió a recibir el juramento en los términos siguientes: (¿
Juráis á Dios Ntro. Señor, y por los santos Evangelios obedecer,
y sostener á todo trance con vuestras luces, influjo y con vuestra
sangre si fuere necesario, la autoridad suprema que haveis consig-

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

nado provicionalmente en su E. El L.P.210 Simón Bolivar y man-


teneros fieles a sus disposiciones? Y habiendo, respondido oral-
mente, levantando el braso derecho y hecha la Señal de la Cruz
á presencia d dicho S. Intendente “Si Juramos”) Se concluyo el
acto, y lo firmaron de que certifico. (Fs) Doctor Juan Manuel de la
Gala- Director.- Dor. Jose Manuel Espinosa.-Vice-Director- Doc-
tor Mariano Salazar.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doctor José
Antonio Marzana- Manuel Ontaneda- Cervellon Urbina- Nor-
berto Banda-Portero- Vicente Larrea- Secretario”.
“En veinte y uno de Julio del año mil ochocientos veintio-
cho se reunió la Facultad en el salón de ceciones y después de
despachar los asuntos que ocurrieron: acordaron que se oficie al
S.Sub-Director de Estudios sobre el Centido en que se deben to-
mar las expresiones del decreto de su Exlcia. el Livertador Preci-
dente sobre Medicos, Cirujanos. Que igualmente se oficie al Sor
Intendente del Departamento pidiendo el cuerpo de leyes de la
Republica, y la Novissima recopilación para lo que el dé Orden 207
a la Tesoreria Franquee dichas leyes para resolver la dudas que
ocurran, con la condición de volver luego que haya servido con
lo que se disolvió, y de que certifico. (Fs) Doctor Juan Manuel
de la Gala- Director.- Dor. Jose Manuel Espinosa.-Vice-Director-
Doctor Mariano Salazar.- Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doctor
José Antonio Marzana- Manuel Ontaneda- Vicente Larrea- Se-
cretario”.
“El día veintiocho de Julio se reunió la Facultad, faltando
únicamente el Sor. Dor. Mariano Salazar, y mandaron 1.- Se lea
la respuesta de la nota pasada a la Sub-Dirección en veintiuno de
Julio por mandato del cuerpo consultando la formula que debe
utilizar la facultad en los diplomas, y el sentido en que se deba to-
mar el decreto de su Excelencia el Livertador Presidente, y leydo
se ocacionaron nuevas dudas cuestionándose si la Sub-Direccion

210 E. El L.P. (Excelencia. El Libertador Presidente) Nuestro.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

de estudios tiene ó no la facultad de interpretar las Leyes: por


tanto acordaron que se consulte el origen de donde emana dicho
decreto y que mientras responda se conforme el cuerpo con lo
dispuesto por la Sub-Dirección con respecto solo a la segunda
parte. 2.- Se tomo en consideracion la propuesta del Sor. Coronel
Urbina si la Junta de Gobierno de esta Universidad había ó no
traspasado sus funciones en la aprobación, hé incorporación del
Sor. Brandin, y después de un largo debate se declaró por mayo-
ría absoluta que los papeles por los cuales de Junta de Gobierno
había calificado al Sor. Brandin, como que los tuvo en su poder
desde las fechas que constan en los documentos que obran en esta
Secretaria no eran suficientes ni lo calificaban de profesor, y que
por lo tanto se hiciese el reclamo correspondiente conforme las
leyes de la materia el Gobierno, luego que se sepa igualmente si la
Sub-Dirección obrase en conformidad con la Junta de Gobierno.
Los SS. Doctores Espinosa, Arevalo, Marzana, gala, el Sor. Coro-
208 nel Urbina, y el Sor. Ontaneda compucieron la Junta de ese dia
siendo todos del mismo parecer en los dos puntos que acordaron
dando su voto á excepción del Sor. Dor. Gala quien en el segundo
punto salvó su voto en el libro correspondiente siendo de pare-
cer contrario con lo que se disolvió la junta, de que certifico.
(Fs) Doctor Juan Manuel de la Gala- Director.- Dor. Jose Manuel
Espinosa.-Vice-Director- Doctor Mariano Salazar.- Doctor Juan
Pablo Arevalo.- Doctor José Antonio Marzana- Cervellon Urbi-
na.- Manuel Ontaneda- Vicente Larrea- Secretario”.
En esta sesión se aclara la necesidad de que la Junta de la
Facultad cumpla con las disposiciones legales emanadas por Bo-
lívar como Presidente de Colombia; en igual forma, se restringe
el ingreso de profesores que no han cumplido con los requisitos
pertinentes para ejercer la cátedra, siendo incluso extranjeros.
“El dia diesiseis de Agto. de mil ochocientos veintiocho, se
reunió la Facultad medica compuesta de los SS. Gala, Espinosa,
Arevalo, del Sor Coronel Urbina. Y de los Señores Jameson, y On-

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

taneda que mandaron 1.- Se lea un Escrito precentado por Pedro


Guachi solicitando se le señale dia y hora para dar examen de Fle-
votomia por lo que decretaron pase al Sor. Dor. Arevalo a que ex-
ponga su parecer como Fiscal comisionado. 2.- Se acordó que se
hiciese una representacion al Sor. Intendente para que se adjudi-
que a la Facultad medica una capellanía que por no haver sucesor
debía pasar a los Jesuitas, y por estyo se comiciono al Sor. Coronel
Urbina. 3.- Se resolvió examinar las Leyes que tratan sobre los de-
rechos que deben tener los Empleados en la Facultad medica en el
caso de Vicita de Boticas.- 4. A propuesta del Sor. Coronel Urbina
se procedió a nombrar un Tesorero para que se haga cargo de los
bienes de la facultad medica con lo que se disolvió la junta, de
que certifico. (Fs) Doctor Juan Manuel de la Gala- Director.- Dor.
Jose Manuel Espinosa.-Vice-Director- Doctor Mariano Salazar.-
Doctor Juan Pablo Arevalo.- Doctor José Antonio Marzana- Cer-
vellon Urbina.- Manuel Ontaneda- Vicente Larrea- Secretario”.211
Es muy valiosa esta resolución de la Junta debido a que por 209
vez primera se reconoce el derecho de los trabajadores y cola-
boradores de esta facultad, acción que más tarde se ampliaría a
todas las facultades de la Universidad Central de Quito.212
El doctor Espinosa, no sólo trabajó en la facultad de Medici-
na de la Central, sino que en 1828 fue propuesto como cirujano
mayor del Ejército y como tal, fue director del hospital militar de
Quito.
En razón de las nuevas leyes dictadas por Bolívar y que te-
nían aplicación en el Departamento del Sur, se modificaron las
normas relacionadas con las Juntas de Sanidad, para lo cual el ca-
bildo de Quito convocó el 15 de enero de 1830 a una reunión para
proceder a designar a los nuevos miembros de este organismo
regente de la medicina en el país. Fueron designados por unani-

211 Respetamos la ortografía original.


212 Ver Revista Anales de la Universidad Central del Ecuador, año 1830.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

midad como vocales, los doctores Juan Manuel de la Gala y José


Manuel Espinosa, quienes se preocuparon de regular los abusos
que se cometían en las boticas, llegando al extremo de que en va-
rias de ellas se vendían raíces de cabuya en lugar de zarzaparrilla,
muy usada como depurativo, así como para combatir la sífilis.213
Desde el punto de vista social, el doctor Espinosa gozó del
respeto y distinción de lo más florido de la sociedad quiteña, tal
como lo amerita la siguiente nota: “… asistieron a esta reunión los
caballeros de más alto nivel social y cultural de Quito, citándose
entre ellos al Doctor en Medicina José Manuel Espinosa, quien
a más de su saber como médico, es uno de los ciudadanos más
respetados de la ciudad por su calidad humana, su prestigio como
profesional, su saber dentro de la medicina y su gran capacidad
para visualizar solución a problemas que a diario ocurren en
nuestro medio (…) de allí que goza de la admiración, incluso del
propio General Dn. Juan José Flores, quien le dispensa toda clase
210 de consideraciones…”.214
Efectivamente, el doctor José Manuel Espinosa, en su cali-
dad de director titular de la Facultad Médica, designado el 31 de
diciembre de 1829, asistió al acto realizado en los salones de la
Universidad Central de Quito, el 13 de mayo de 1830, previa con-
vocatoria del cabildo de la ciudad, así como de Ramón Miño, pro-
curador general, para tratar el tema de la separación del Ecuador
de la Gran Colombia. Antes de que ello ocurra, un grupo de ciu-
dadanos quiteños se dirigieron al Libertador para pedirle venga
a Quito y pase sus últimos días “recibiendo el afecto y gratitud de
sus amigos”215 debido a las graves dificultades que Bolívar tenía
en Bogotá con sus detractores.
213 Ibid., Paredes, p. 121.
214 Carta de Miguel Pérez a Celestino Fiallos, Quito, 14 de julio de 1830. Miscelánea,
BAEP, Hoja 76. Ortografía actual.
215 VILLARREAL, José, Bolívar y el Ecuador, Quito s/a, s/e, p. 45, BAEP.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

“A pesar de la gravedad del asunto viose todo muy hacedero,


y lo fue en efecto; pues, el 13, muy temprano se reunieron en el
salón de la Universidad unos cuantos de los más grandes de la
ciudad, y así sin ninguna discusión cuanto más que con dificul-
tades que vencer, declararon: primero que constituían al Ecuador
como estado libre e independiente; segundo, que mientras se re-
uniese el congreso constituyente del sur, encargaban el mando
supremo civil y militar al general Juan José Flores; tercero, que se
autorizaba a éste para que nombrase a los empleados públicos y
ordenase cuanto fuere necesario para el mejor régimen del esta-
do; cuarto, que quince días después de recibidas las actas de los
demás pueblos que debían componer el Estado, convócase a un
Congreso Constituyente, conforme al reglamento de elecciones
que tuviera a bien dictar…”.216
El 14 de agosto de 1830 se reúne en Riobamba la Asamblea
Constituyente y nombra a Flores como primer Presidente del
Ecuador. 211
Por el mes de julio de 1833, el prefecto del departamento del
Guayas se ocupa del peligro de que el cólera, que se había pre-
sentado en La Habana y Jamaica, invada Guayaquil, razón por
la que solicita al prefecto de Quito su ayuda para prevenir esta
enfermedad. El corregidor de la capital reunió el 24 de agosto a
una junta de médicos integrada por los doctores Antonio Ruiz
Bernal, Juan Manuel de la Gala, José Manuel Espinosa, Guillermo
Jameson y Camilo Marquisio para que ofrezcan sus opiniones a
fin de evitar este grave mal. La Junta sugiere “que se cuide de la
sanidad de los alimentos, y que a su efecto se encargue el Señor
Juez Conservador de Rastro, cuide bajo su más estrecha respon-
sabilidad que el ganado que se lidie en la plaza de la carnicería sea
absolutamente distinto del que se pica para expender al público:
216 GÓMEZ, Juan Manuel, El general Juan José Flores, primer Presidente del Ecuador,
Cuenca, Imprenta de N. Fiallos, 1942, p. 90.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

que el señor Comisario General dicte las órdenes convenientes


para evitar la necesidad de que las estercoraciones de los caballos
del Escuadrón que guarnece esta capital se arrojen en las calles
públicas, o en las quebradas que se hallan colocadas en su centro;
que la Junta Médica presente semanalmente cuantas observacio-
nes le parezca conducentes al intento”.217
Si se tiene una visión retrospectiva de las condiciones de sa-
lubridad en 1830, veremos que éstas se hallaban muy descuidadas
por la negligencia del Gobierno. En cuanto a los estudios univer-
sitarios, si bien se mantuvieron las mismas cátedras, pero el nivel
de formación era muy deficiente, ya no se aportaban con nuevas
ideas, nuevos métodos de enseñanza ni un nuevo espíritu univer-
sitario. No había implementos de enseñanza y los conocimientos
teóricos dominaban la docencia como en los años del coloniaje.
Quizá la Facultad Médica era la única que algo había progresado
212 gracias a los afanes de los doctores Gala y Espinosa, quienes se
habían comprometido a mejorar el caduco sistema de enseñanza,
principalmente de Anatomía.218
La legislatura floreana de 1833 emitió un Decreto Reforma-
torio de la Ley y Reglamento de la Gran Colombia de 1826 sobre
fundación y marcha de las universidades.
El Art. 20, decía entre otras cosas: “Se establece en la Clase
de Medicina cátedras de Anatomía General, Particular y Descrip-
tiva; de Fisiología e Higiene; de Nosología, Patología y Anatomía
Patológica”. El Art. 21 señalaba que “el catedrático de la primera
asignatura está obligado a enseñar Terapéutica y Farmacia Teó-
rica y Práctica, el segundo de Clínica Médica y Quirúrgica, y el
tercero de Medicina Legal”. Las clases teóricas se dictaban por la
mañana y por las tardes las prácticas, las cuales eran obligatorias.
217 Ibid., Paredes, p. 121.
218 Ibid., Archivo histórico de la Universidad Central. Ver informes al rector 1831.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Uno de los mayores problemas por los que atravesó la uni-


versidad en general, se debió a la escasez de dinero para pagar a
los profesores, toda vez que el gobierno tenía como prioridad el
pago a los militares, base de su estabilidad, descuidando lo demás
de manera escandalosa, ya que no había caminos, obras públicas,
hospitales, escuelas y demás servicios tan indispensables para el
desarrollo del país.
Las cosas cambiarían cuando Vicente Rocafuerte, por in-
fluencia de Juan José Flores, fue designado Presidente de la Repú-
blica por la Convención de agosto de 1835.
De entre las primeras actividades en el campo de la educa-
ción realizadas por este mandatario, fue la de dictar una Ley de
Enseñanza Pública, que el nuevo presidente cumplió a través de
la expedición del Decreto Ejecutivo Orgánico de la Enseñanza
pública, promulgada el 10 de febrero de 1836. En el decreto se
creaba la Dirección General de Estudios, integrada por un doctor
en jurisprudencia, uno en medicina y uno en teología, nombra- 213
dos por el ejecutivo, organismo que tenía competencia en el cam-
po universitario.
La citada Ley, refiriéndose a la Universidad de Quito, señala:
“Art. 1° Usará la Universidad un escudo dividido en dos
campos horizontales: en el superior estará representando una lla-
ma esparciendo rayos en el campo amarillo; en el inferior habrá,
en fondo verde, un libro sobre el cual se crucen un compás y una
pluma; en las partes laterales e inferiores estará orlando con la
bandera del Poder Ejecutivo y terminará en la parte superior en
quince estrellas dispuestas en forma de corona.
Art. 2° Alrededor del escudo que se coloque en la fachada de
la Universidad se escribirá lo siguiente: “Omnium Potentior Est
Sapientia”.219

219 “Toda poderosa es la sabiduría” La referencia más antigua que se tiene de ella, la
encontramos en el libro de la Sabiduría, escrito aproximadamente entre los años 35 y
45 d.C.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

Art. 7° La Universidad de Quito es la Central de la República


del Ecuador.
Determina luego las Juntas de Gobierno Generales y Parti-
culares. La primera se compone del rector, vicerrector y catedráti-
cos. La segunda del rector, vicerrector doce profesores y el secre-
tario. Conserva la Junta de Gobierno, debiendo sesionar todos los
jueves, con excepción los de fiestas de guardar y el Jueves Santo.220
El doctor José Manuel Espinosa como director de la facul-
tad de Medicina, se interesó mucho por lograr el desarrollo de
su escuela médica, razón por la que insistió en el derecho para
examinar a los “cirujanos romancistas,221 boticarios, parteras y
sangradores, así como la potestad para nombrar profesores que
debían formar parte de la comisión visitadora de boticas, confor-
me el Reglamento de Policía vigente”.222 En igual forma, logró la
autorización para conformar una comisión integrada por no más
214 de doce profesores, entre los cuales se designaría a un director y
secretario para que promuevan los estudios teóricos y prácticos
de medicina y vigilen que los estudiantes que siguen la carrera
cumplan con su obligatoria asistencia a los hospitales.
También, se modificaron los grados que concedía la univer-
sidad, para lo cual el Art. 22, decía: “El Grado de Doctor se confe-
rirá en la capilla de la Universidad, con la asistencia del Presiden-
te de la Dirección General, del Rector, Vicerrector y Catedráticos
de la Facultad, en día festivo. Los grados de Maestro, Bachiller y
Licenciado, se darán sólo por el Rector”.223
220 MONCAYO, Germania, La Universidad de Quito, Quito, Editorial Universitaria,
1944, p. 140. Cfr. Primer Registro Auténtico Nacional No. 1, p. 126.
221 Personas que no tenían mayores estudios sobre medicina, siendo generalmente clé-
rigos, quienes ejercían su práctica de manera empírica.
222 Archivo de la Asamblea Nacional. Gobierno de Vicente Rocafuerte. Leyes y Decre-
tos. Cfr. Paredes, p. 132.
223 Ibid., Archivo histórico Asamblea Nacional. Paredes p. 134.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Una de las mayores preocupaciones de Rocafuerte relacio-


nadas con la facultad de Medicina, tenía relación con el deseo de
que se abandone la teoría y los nuevos médicos sean preparados
a través del contacto más directo y frecuente con los enfermos,
para lo cual exigía visiten los hospitales para comprender la na-
turaleza de los males. Para ello, el 14 de marzo de 1836, por medio
de un Decreto Ejecutivo obliga a la facultad a presentar un regla-
mento que debía ser sancionado por el Ejecutivo. También se em-
peñó en que haya prácticas de disección y enseñanza de anatomía
en el cadáver. En 1837 estableció el anfiteatro anatómico que ya
fue dispuesto por la Junta Médica de la facultad en 1828, pero que
no había podido ser instalado por falta de recursos económicos.
Este servicio se instaló junto al hospital San Juan de Dios, siendo
por lo tanto uno de los mayores logros alcanzados por el doctor
José Manuel Espinosa como director de la facultad médica.
Más tarde, el director logra que el Presidente de la República
emita un decreto por medio del cual obligaba a los estudiantes de 215
medicina a seguir cursos de química y botánica, los cuales debían
cursar en el convictorio San Fernando, antes dirigido por los reli-
giosos dominicos, pero que había sido secularizado.
En 1838 se dictan normas que regulaban los años de estu-
dio que debían seguir los alumnos de medicina. Según el Decreto
Legislativo y Reglamento de Instrucción Pública, del 9 de agos-
to del año mencionado, se establecen seis años de carrera, con
cuatro profesores, siendo este el mayor número de maestros que
tuvo hasta ese entonces la facultad. En igual forma, logró que el
gobierno entregue recursos para el mejor funcionamiento de la
misma, dinero que le fue proporcionado por Rocafuerte a pesar
de la crisis de la caja fiscal.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

CAPÍTULO IV

El doctor José Manuel Espinosa, rector de la Universidad


Central del Ecuador. Períodos 1845-1848; 1848-1851;
1855-1857 y 1860-1863.
esde el punto de vista político, terminado el gobierno de
Rocafuerte, Vicente Ramón Roca fue elegido Presidente
de la República para el período 1845-1849, luego de la
destitución de Juan José Flores. Le sucederían Manuel
de Ascázubi y Matheu y Diego Noboa.
En cuanto a datos sobre la situación educativa de la Univer-
sidad Central, no tenemos mayor información, debido al período
de inestabilidad política que sufrió el país.
216 Como autoridad superior universitaria tenemos en 1842 al
Dr. Pedro Antonio Torres, deán de la catedral de Quito y más
tarde designado como obispo de Cuenca. Suponemos que, con-
forme la norma legal emitida por Rocafuerte, el rector debía ser
elegido por la Junta General, por mayoría de votos, el 20 de agos-
to de cada tres años, posesionándose el 1 de septiembre. Para
ello se debía cumplir con el ceremonial señalado en el Art. 17 “La
elección se hará saber al electo por medio de dos electores y los
catedráticos en actividad podrán dejar de aceptar el Rectorado,
pero no los otros doctores. Dará posesión al electo el Rector que
acaba, en la Capilla de la Universidad, recibiéndole a la entrada
en la puerta principal, dos catedráticos con el Secretario. Presta-
rá juramento, sobre los santos Evangelios, de observar la Consti-
tución de la República y desempeñar los deberes del Rectorado.
Todo se extenderá en el acta de la que debe pasarse la copia a la

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Dirección General. Al acto de posesión concurrirán todos los ca-


tedráticos y todos los cursantes”.224
El obispo Torres no llegó a posesionarse de su mitra; sin em-
bargo, en 1842 lo encontramos en otras actividades pastorales
dispuestas por el obispo de Quito, Nicolás Joaquín de Arteta.225
En esta circunstancia, si al canónigo Torres le encargaron activi-
dades eclesiásticas, con seguridad habrá dejado el rectorado de la
universidad, para dar paso a la elección de la nueva autoridad tal
como lo dispuso el Presidente de la República.
No hemos podido localizar documento alguno que se refie-
ra a la posesión del Dr. Espinosa como rector de la Universidad
Central en 1845; sin embargo, en el Libro de Grados de este año,
asoma su firma como primera autoridad, la cual registra hasta
1848.
En el archivo histórico de la presidencia de la República,
consta el informe del Ministro del Interior al Presidente de la
217
República, con fecha noviembre de 1846, señalando que: “… en
cuanto a educación se ha mantenido las escuelas de primeras le-
tras y se está buscando crear nuevos colegios que sirvan a la for-
mación de la juventud ecuatoriana (…) En lo que respecta a la
Universidad Central, se ha mantenido la costumbre tradicional
de que se halle servida por varios catedráticos y el Consejo res-
pectivo, a quien se busca financiarlo para que cumpla con su ob-
jetivo, para lo cual se registran los libros respectivos que reposan
en este Despacho…”.226 Posiblemente varios de estos documen-
tos no regresaron a la secretaría de la universidad, por cuanto no
existen en el actual archivo histórico de la UCE.
224 Ibidem, Moncayo, p. 140.
225 Archivo histórico de la Curia Metropolitana de Quito. Informes del Rvdo. Sr. Dr.
Dn Pedro Antonio Torres deán de la catedral de Quito, al Ilmo. Nicolás Joaquín de
Arteta, Dgmo. Obpo. de Quito, julio de 1842.
226 Archivo histórico de la Presidencia de la República, Informes de Ministros, año 1846.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

En la administración de Vicente Ramón Roca (1845-1849)


y siendo rector de la Universidad Central del Ecuador, el doctor
José Manuel Espinosa, el 3 de noviembre de 1847 se sancionó la
Ley Orgánica de la Facultad Médica, que dice:
“Art. 1° La Facultad Médica de la República del Ecuador resi-
dirá en la capital de Quito, y se compondrá de todos los Médicos,
Cirujanos y Farmacéuticos, naturales o extranjeros, que residan
en el país, y que hayan sido incorporados en la antigua Facultad,
o en la Sociedad Médica del Guayas, y los que en adelante se in-
corporasen en dicha Facultad con arreglo a lo que impone esta
ley…”.227
El Art. 3° establece el Tribunal de la facultad, con funcio-
nes semejantes a las del antiguo Tribunal del Protomedicato, para
revisar y extender títulos y velar por el correcto ejercicio de la
profesión.
218 A pesar de todas estas disposiciones legales, la universidad
se hallaba en decadencia debido a la falta de apoyo económico
de las autoridades del gobierno, tal como lo afirma el Dr. Miguel
Hervoso, fiscal de la Corte Superior de Quito, en comunicación
al Dr. Pedro Valdivieso, de la Corte de Cuenca, fechado en 14 de
mayo de 1847. Señala: “Es una situación compleja la que atraviesa
la Universidad de Quito. Nos hallamos impagos desde el mes de
enero y no hay esperanza de arreglo por los problemas políti-
cos de Guayaquil. En la facultad de Jurisprudencia el número de
alumnos se ha reducido a veinte en toda la carrera; profesores
apenas estamos tres. Creo que hay un poco más en Medicina por
cuanto el Rector es médico (suponemos se trata del Dr. Manuel
Espinosa). En Derecho Canónico sólo unos pocos curas y religio-
sos asisten a ella debido a disposiciones eclesiales. Hay como tres
227 Archivo histórico Asamblea Nacional. Leyes y reglamentos, 1847. Cfr. Paredes Bor-
ja, p. 178.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

bachilleres acuden a las clases dictadas generalmente por canóni-


gos; los demás son romancistas, por cuanto no saben latín…”.228
Otro dato: “Yo, fray Marco Heredia, cura de Nayón digo y
comparezco que no he podido terminar mis estudios de Derecho
Canónico en la Universidad Central de Quito para aspirar al cu-
rato de Uyumbicho en razón de que las clases están cerradas des-
de hace dos meses por cuanto no tiene recursos ni siquiera para
pagar al portero, razón por la que no trabajan. Apenas lo hacen
los profesores de Medicina debido al apoyo que tienen creo de un
grupo de Guayaquil y del esfuerzo del director de la Facultad, así
como del rector de la Universidad que hace grandes esfuerzos por
cumplir con su deber. No es culpa de nadie sino de la politiquería.
Particular que informo a Usía para que se prorrogue el concurso.
En Quito, a los 14 días del mes de octubre de mil ochocientos
cuarenta y ocho. (f) Fray Marco Heredia”.229
La mayoría de informes registrados dan cuenta de que la
facultad de Medicina se hallaba activa. Conforme la lista enviada 219
por el doctor Juan Acevedo, director de esa dependencia, infor-
maba que en 1848 Quito se hallaba servido por 17 médicos gra-
duados, 2 cirujanos y 3 farmacéuticos; sin embargo, para 1849, el
número de profesionales disminuyó, reduciéndose a 11 médicos,
ya que 6 se retiraron por edad, siendo en su mayoría ex profesores
de la facultad, a quienes no se les había pagado su retiro, con lo
cual se evidenciaba una vez más la difícil situación económica de
la universidad.
Ante la falta de obstetras, cuyo servicio se hallaba general-
mente en manos de comadronas que se resistían al registro y me-
nos a obtener los permisos respectivos para ejercer su actividad,
el presidente Roca, en 1847 vuelve a crear una nueva Escuela de
Obstetricia nombrando como directora a la señora Cipriana Ca-

228 BAEP. Cartas y varios Corte Superior de Justicia de Quito. Dcto. 37.
229 Ibid., Archivo Curia Diocesana de Quito. Párrocos, 1845-1849, fol. 90.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

seneuve, de origen italiano, con el sueldo de 800 pesos anuales.


En razón de la crisis financiera el presidente solicita al doctor
Acevedo ofrezca sus servicios gratuitos para que haga demostra-
ciones anatómicas entre los alumnos de la facultad de Medicina y
de la escuela de Obstetricia.
La situación era tan crítica que en 1850 los sueldos debían
pagarse con fondos de otras instituciones, así como del apoyo de
organizaciones internacionales, como la Liga Italiana de Solida-
ridad, 230 que debió pagar el sueldo de la señora Caseneuve, di-
rectora de la escuela de Obstetricia, ante el incumplimiento del
gobierno que le adeudaba más de un año de sus haberes. A ella
se le cancela 60 pesos como media paga del mes de marzo. Al
doctor José Modesto Espinosa, rector de la Universidad Central,
se le paga 15 pesos de parte del Hospital Militar de Quito, por sus
servicios como cirujano, más no como primera autoridad de la
Universidad Central, en cuyos archivos históricos no hay cons-
220 tancia alguna de pagos a docentes.231 Esta situación demuestra
que no había nuevos graduados en medicina en la facultad de
Quito, debiéndose, entre otras cosas, a la crítica condición social
y económica de la época, ya que los profesionales que aspiraban
a un grado académico debían fuertes sumas de dinero por con-
cepto de derechos a los miembros del tribunal que los examinaba.
Las actas de las sesiones de la Junta General correspondiente
a estos años contienen reclamos permanentes al gobierno para
que atienda las necesidades de la universidad, pedido que no
habrá tenido respuesta por cuanto “es de prioridad atender las
necesidades del Ejército y sus requerimientos para mantener la
calma y tranquilidad en la República, gastos que son urgentes y
no admiten demora (…) no pagar a los soldados implica revuel-

230 MANTILLA, Enrique, “Breve historia de la Cruz Roja Ecuatoriana”, en Revista de la


Sociedad Médica del Guayas, 1950, s/e, p. 24.
231 Ibid., Estrella, p. 180.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

tas y protestas de oficiales y tropa y ello no conviene al Ejército,


sabiendo sobre todo que hay muchos traidores que se valen de
este pretexto para producir sublevaciones en Guayaquil, Cuenca
y otras regiones del país, por lo que se requieren recursos para
apagar esos focos incendiarios que ponen en peligro la paz de la
nación”.232
En 1850, el presidente interino Ascázubi y Matheu dicta un
decreto llamado “Medidas convenientes para el mejor arreglo de
los hospitales y el progreso del estudio de la Medicina y la Ciru-
gía”, por medio del cual se obliga una vez más a los estudiantes a
concurrir de manera diaria a los hospitales, así como llevar un
registro diario de los enfermos, hasta que sanen o mueran, y que
el médico que se desempeñaba como demostrador anatómico
practique autopsias ante sus alumnos. Con ello se buscaba que
los alumnos tengan conocimientos prácticos a través del manejo
de tejidos y partes humanas afectadas por las enfermedades. Por
otro lado, se pretendía introducir una importante innovación en 221
la historia clínica que debían llevar los llamados “practicantes de
Medicina” buscando que los futuros médicos se familiaricen con
la disección de cadáveres para la comprensión cabal de la anato-
mía. Desgraciadamente todo quedaba en teoría, por cuanto nada
de lo que se escribía se cumplía por la falta de medios económicos
y sobre todo del apoyo de las autoridades de gobierno que sola-
mente buscaban satisfacer intereses personales más no sociales,
demostrando una vez la existencia no solamente de una miseria
monetaria, sino también humana y política.
En 1851, debió haberse elegido a un nuevo rector de la
universidad; sin embargo, no se presentaron candidatos para el
efecto, razón por la que el gobierno decidió no convocar a sesión
de la Junta General, causa por la que el doctor Espinosa debió

232 Carta del coronel Clodomiro Morales al presidente Diego Noboa, 30 de marzo de
1851. BAEP. Gobierno de Noboa, hoja 78.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

continuar al frente de la casona, como lo señala en otra carta el


Dr. Hervoso, de quien hablamos líneas atrás. Sobre ello comenta:
“Nos reunimos los tres magistrados de la Corte Superior de Qui-
to para analizar el caso de las nuevas leyes que se tramitan en la
Constituyente relacionadas con el funcionamiento de las Acade-
mias de Derecho Práctico, pero no podemos contar con nuevos
ayudantes pues nadie se quiere graduar en la universidad, prime-
ro por cuanto no hay concurso de cátedras para profesores. Los
pocos profesores no hemos sido ratificados por el Señor Rector,
quien ni siquiera ha sido relevado por falta de concurrencia de
los miembros de la Junta General, que protestan por la falta de
pagos. Creo que la Universidad está condenada al cierre forzado
de sus aulas…”.233
Tenemos la convicción de que el doctor Espinosa reclamó
ante la Junta General por no proceder a la elección del rector,
situación que obligó a sus miembros a elegir a un nuevo regente,
222 recayendo esta dignidad en manos del doctor en Jurisprudencia,
Antonio Gómez de la Torre, quien dirigió la universidad desde
1851 hasta 1855, afrontando los mismos problemas que su ante-
cesor.
En esta administración, la universidad llegó al extremo de
su desprestigio, toda vez que, si bien es cierto, había grave defi-
ciencia económica, no era menos cierto que las aulas se hallaban
casi vacías por la falta de estudiantes y mucho más de maestros,
circunstancia que fue aprovechada por malos elementos que bus-
caron solucionar el problema otorgando títulos a quienes no ha-
bían tenido la suficiente preparación académica y científica, tal
como lo señala esta evidencia: “Informo a S.P. Rvdma. que en esta
ciudad de Quito, a los 15 días del mes de Junio de mil ochocien-
tos cincuenta y cuatro años, se reunió el Concejo de la Ciudad
para tratar sobre el problema de los terrenos en donde se pensaba

233 Ibid., Cartas, en BAEP. No. 45.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

construir un tanque de almacenamiento de agua en el sitio El


Placer, cuyo solar es reclamado por nuestros religiosos en razón
de que desde antiguo forman parte de la heredad del convento de
El Tejar. Al efecto mandaron a los bachilleres en Jurisprudencia
Celestino Calderón y José Rivas para que traten con nuestros
Padres, quienes en primer lugar les pidieron las Patentes de Gra-
do en Jurisprudencia que habrían adquirido en la universidad de
Quito. Estos no lo hicieron, por lo que el Rvdo. P. Miguel Orenes,
maestro en Sagrada Teología y Doctor en Jurisprudencia por la
antigua Universidad de Santo Tomás, así como Comendador del
dicho Cvto. del Tejar, les advirtió sobre su atrevimiento, amena-
zándoles con enjuiciarlos ante la Corte Superior por arrogarse
títulos que no los tienen, siendo más grave que representan a la
ciudad y al Cabildo, por lo que el Rvdo. Padre se dirigió en duros
términos a los magistrados para que eviten estos bochornos lega-
les que tanto daño están causando sobre todo a la universidad por
graduar a ineptos que ni siquiera tienen idea de lo que es un De- 223
recho de Gentes, lo cual es una muestra de que en esa universidad
no hay buenos profesores en Jurisprudencia y menos en Cánones,
viendo con ello cuan desprestigiada está su enseñanza…”.234
Para complicar aún más la situación en 1853, José María Ur-
bina, promulga una nueva norma, llamada “Ley de Libertad de
Enseñanza Pública, 28 de octubre de 1853, la cual, lejos de forta-
lecer la seriedad de los estudios, la simplificó de tal manera que
los alumnos tenían mucha facilidad para graduarse.
“El Senado y Cámara de Representantes del Ecuador, reuni-
dos en Congreso,
Considerando:
1°.- Que la juventud estudiosa y de capacidad puede termi-
nar su carrera literaria en menor tiempo del prevenido por el de-
creto reglamentario de instrucción pública; y,

234 Archivo del Convento de El Tejar de Quito. Libro Conventual, 1854.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

2° Que la escasez de recursos de una parte de la juventud


exige se autorice a la Universidad para dispensar grados sin fijar
su número.
Decretan:
Art. 1° Los estudiantes de Gramática, Filosofía, Jurispru-
dencia, Medicina y Teología, pueden dar cuando quieran los
exámenes de las materias que para los ramos científicos exige el
reglamento de estudios; debiendo cada materia ser objeto de un
examen, cuya duración será de media hora, distribuida entre los
examinadores.
& Unico. De la misma libertad gozarán los estudiantes para
optar sus grados, y los practicantes para los exámenes relativos a
la práctica.
Art. 2°. Los expresados estudiantes, no necesitan, para el se-
guimiento de su carrera, de matrícula o de certificado que acredi-
te su asistencia a las aulas.
224 Art. 3°. El estudio de las ciencias profesionales se hará por las
obras que designe la Universidad.
&1o. Quince días después de publicado este decreto se fija-
rá en las puertas de la Universidad, para que se conserve por el
tiempo de un mes. La lista nominal de las obras que la Junta de
Gobierno hubiese designado para el estudio de cada materia. Se
remitirá también a cada colegio de la República una copia de di-
cha lista, para que sea fijada por el mismo tiempo; y además, se
publicará en el periódico oficial.
& 2o. Para la designación de las obras que han de servir para
el estudio de las ciencias eclesiásticas, la universidad se pondrá de
acuerdo con el Diocesano eclesiástico.
Art. 4°. Las enseñanzas continuarán en la Universidad y co-
legios en que estuvieren establecidas, para los estudiantes que
quieran concurrir a ellas voluntariamente.
Art. 5°. La Junta de Gobierno dispensará, en todo o en par-
te, las cuotas asignadas en el reglamento de instrucción pública,

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

para optar por los grados de maestro de Filosofía, y de Bachiller y


Doctor en la facultad mayor, a todos los individuos que soliciten
esta gracia, siempre que acrediten previamente su pobreza, buena
conducta, aplicación y aprovechamiento.
Art. 6°. Cualquier individuo tiene derecho a establecer libre-
mente la enseñanza que quiera; pero será castigado conforme a
las leyes, si se acredita que enseña doctrinas contrarias a la reli-
gión o a la moral.
Art. 7° Queda vigente el reglamento de Instrucción pública
de 9 de agosto de 1838 en todo lo que no se oponga al presente
decreto, y se derogan las leyes y disposiciones contrarias a lo que
aquí se prescribe.
Comuníquese al Poder Ejecutivo para su publicación y cum-
plimiento.
Dado en Quito, Capital de la República, a veinticinco de oc-
tubre de mil ochocientos cincuenta y tres, noveno de la libertad.
Ejecútese. José María Urbina”.235 225
En 1855 fue designado nuevamente rector de la universidad
por tercera ocasión, a pesar de su oposición. De ello conocemos
que “el señor doctor don José Manuel Espinosa, hombre amable,
culto y de gran sentimiento humanitario fue casi obligado a acep-
tar nuevamente el Rectorado de la Universidad por disposición
del Sor. Prete. de la Rpblica, Gral José María Urbina, quien no
veía en otra persona de valer para desempeñar esta función. El
Dor. Espinosa, si bien es un hombre reservado en su hablar y
proceder, es entusiasta en su accionar y trabaja con todo empeño
para sacar adelante a la Universidad la que ha sufrido muchos
quebrantos en su prestigio y enseñanza. No hubo oposición a su
nombramiento quedó posesionado de su cargo…”.236

235 MALO, Hernán, Pensamiento Universitario Ecuatoriano. Compilación de Leyes y


Reglamentos, Ediciones del Banco Central del Ecuador, Corporación Editora Nacio-
nal No. 14, Otavalo, Editorial Gallo Capitán, p. 215.
236 Ibid., Archivo Presidencia de la República. Ministerio del Interior al Presidente José

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

Según los libros de la universidad, el doctor José Manuel


Espinosa fue reemplazado por Gabriel García Moreno, el 1 de
enero de 1857. Nominado más tarde como vicerrector en 1859 y
en 1860 nuevamente como rector por cuarta ocasión hasta 1863.
Antes de ello, el Ecuador estaba regido por un Gobierno Provi-
sional de Quito, conformado por Gabriel García Moreno, Jeróni-
mo Carrión, Pacífico Chiriboga y Rafael Carvajal, que gobernó
desde el 1 de septiembre de 1859 hasta el 10 de enero de 1861,
fecha desde la cual comenzó a gobernar Gabriel García Moreno,
quien impulsó la educación de manera considerable, dictando
ordenanzas tales como la Ley General de Enseñanza, en donde se
hace hincapié que la suprema autoridad educativa es el Consejo
General de Instrucción Pública. Reguló la estructura de la univer-
sidad previo un acuerdo con el rector Espinosa, quien de manera
entusiasta apoyó la iniciativa del Mandatario, conforme lo indica
Mariano Cueva, vicepresidente de la República: “El Doctor Espi-
226 nosa comparte las opiniones de SS y se compromete a colaborar
en todo cuanto le sea posible para recuperar el prestigio de la
Universidad. Creo SS. que el trabajo del Doctor Espinosa es po-
sitivo para el país por lo que se debería conformar una mayor
comisión a fin de regular los estudios universitarios conforme la
ilustrada opinión de SS...”.237
La universidad, para ese entonces, se hallaba conformada
por cinco facultades: Filosofía y Literatura, Ciencias, Jurispru-
dencia, Medicina y Farmacia y Teología, las cuales se hallaban
sujetas a la intervención del Gobierno; sin embargo, a partir de
1861, la situación cambia y se otorga una especie de autonomía
universitaria, ya que se concedió a los profesores la facultad de
elegir sus autoridades sin la injerencia del gobierno.

María Urbina, 21 de agosto de 1855.


237 Ibidem, Gobierno de García Moreno. Informes de la Vicepresidencia de la Repúbli-
ca, 1861.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Cuando en 1863 terminó su período rectoral, fue elegido


como diputado por la provincia de Pichincha. Antes de ello, había
sido elegido en varias ocasiones como senador y concejal muni-
cipal de Quito.238
En enero de 1864, fue elegido decano de Medicina por sus
compañeros profesores, pero la universidad fue clausurada por
García Moreno el 13 de febrero del mismo año, aduciendo que la
Central estaba muy desprestigiada desde hace mucho tiempo, sin
considerar que él mismo había sido rector en el período 1857-
1860.
El doctor José Manuel Espinosa, agobiado por la enferme-
dad, falleció el 30 de julio de 1869, a los cinco años de haber visto
cerrada su amada Universidad Central.

227

238 Ibid., ALARCÓN COSTTA, César, p. 416.

Siglo XIX
Dr. José Manuel Espinosa Neiva

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias:
Archivo histórico del convento de Santo Domingo
Archivo histórico de la Universidad Central del Ecuador
Archivo histórico del convento de La Merced de Quito
228 Archivo histórico del convento de El Tejar, Orden de la Merced
Archivo histórico, Presidencia de la República
Archivo histórico, Biblioteca Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pó-
lit”, BAEP
Archivo de la Asamblea Nacional
Archivo Curia Diocesana de Quito
Fuentes secundarias:

Revistas y periódicos
Anales, Universidad Central

Gaceta de Colombia, Gobierno de la Gran Colombia, No. 4, 16 de


septiembre de 1821

Revista de la Sociedad Médica del Guayas

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

ALARCÓN COSSTA, César, Diccionario Biográfico Ecuatoria-


no, Quito, Imprenta Mariscal, 2019.
GÓMEZ, Juan Manuel, El general Juan José Flores, primer Presi-
dente del Ecuador, Cuenca, Imprenta de N. Fiallos.
MALO, Hernán, Pensamiento Universitario Ecuatoriano. Com-
pilación de Leyes y Reglamentos, Ediciones del Banco
Central del Ecuador, Corporación Editora Nacional No.
14, Otavalo, Editorial Gallo Capitán.
MANTILLA, Enrique, “Breve historia de la Cruz Roja Ecuatoria-
na”, en Revista de la Sociedad Médica del Guayas, 1950.
MARQUEZ CARRILLO, Jesús, La educación pública superior de
México en el siglo XIX, Centro de Estudios Universita-
rios. Facultad de Filosofía y Letras, Benemérita Universi-
dad Autónoma de Puebla, Puebla, 1980,
MURARI, Miguel, Las clases sociales coloniales, Buenos Aires,
Clarín, 1964.
PAREDES, Juan, Cosas de mi tierra, S/e, s/a, 1926. 229
PÉREZ PIMENTEL, Rodolfo, www.diccionariobiográficoecua-
dor.com
VILLARREAL, José, Bolívar y el Ecuador, Quito s/a, s/e, p. 45,
BAEP.
ZÚÑIGA, Neptalí, Colección documental Universidad Central
del Ecuador, Quito, Editorial Universitaria, 1977.

Siglo XIX
231

DOCTOR GABRIEL GARCÍA MORENO,


RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL
DEL ECUADOR,

1 DE ENERO DE 1857 A 27 DE NOVIEMBRE


DE 1858.
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CONTENIDO:

CAPÍTULO I

Datos biográficos............................................................. 225

CAPÍTULO II

Estudios universitarios..................................................... 236


233
CAPÍTULO III

La ilustración pública de 1830 a 1860. ........................... 246

CAPÍTULO IV

Rector de la Universidad................................................. 259

BIBLIOGRAFÍA............................................................ 291

Siglo XIX
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO I

Datos biográficos
abriel Gregorio Fernando José María García y Moreno y
Morán de Buitrón, nació en Guayaquil el 24 de diciem-
bre de 1821. Hijo de Gabriel García Gómez, originario
del pueblo de Villaverde, localizado en las proximidades
de Ponferrada, en el Reino de León, en España. Realizó
sus estudios en Cádiz, en donde además trabajó en la oficina de
su tío Martínez de Aparicio, quien fue secretario del rey Carlos
III. Hacia finales de 1793, Gabriel decidió buscar fortuna en tie-
rras americanas y se embarcó en la fragata “Nuestra Señora de las
Nieves”, la cual llegó a Guayaquil en febrero de 1794, siendo reci- 235
bido por Sebastián de Garaycoa, uno de los nobles de la ciudad,
quien lo recomendó ante las autoridades del puerto, llegando a
ocupar más tarde las funciones de Procurador Síndico en razón
de su título de bachiller en Jurisprudencia.239
Contrajo matrimonio con Mercedes Moreno, hija de Manuel
Ignacio Moreno, Caballero de la orden de Carlos III y regidor
perpetuo del Ayuntamiento de Guayaquil. Con ella tuvo ocho hi-
jos, siendo Gabriel el quinto varón entre ellos.
“Son las diez de la noche, poco más a menos, y de la Noche
Buena, cuando nació un niño, lanzando un pequeño: ¡ah!” que
produjo admiración a las circunstancias y en particular en la que
hacía de obstetriz Ana Catoira de Iglesias, la cual exclamo, “Este
niño será un grande hombre, puesto que no bien nacido ha pro-

239 SÁNCHEZ, Juan Francisco, El doctor Gabriel García Moreno, Guayaquil (folleto),
Imprenta de L. Burgos, 1923, p. 12.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

rrumpido en grito de valiente, cuando los demás bebés lo que


primero que hacen es llorar”.240
Doña Mercedes fue presa de una epidemia que se hizo gene-
ral en Guayaquil, secándose, como consecuencia de ello la leche
de su seno. Uno de sus hijos por nombre José, de catorce años y
medio, debía llevarlo a las señoras que amamantaban para pedir-
les alimenten a su pequeño hermano.
Hasta la edad de siete años, el crio no tuvo más vestido que
una camisa de guinga, tela de algodón. Imposible calzado para
sus pies. Su padre lloró varias veces al contemplar a su último hijo
en tal situación. Vendió casi todos sus esclavos y ofreció los obje-
tos de plata que eran de propiedad de su familia. Los comprado-
res ponían las cosas en la balanza y pagaban tan sólo por el peso
registrado. Cierto que García Gómez regentaba un latifundio en
Vinces; pero su rendimiento era insustancial en los años en que
nació el niño Gabriel García Moreno, sobre todo para mantener
236 un hogar en donde habían doce hijos, mucho más cuando la fa-
milia cayó en desgracia en razón de que el jefe de hogar era rea-
lista y Guayaquil se había declarado libre de la corona española,
causa por la que los antiguos súbditos fueron perseguidos por las
nuevas autoridades patriotas,241 de allí que la familia García Mo-
reno no fue la excepción. “Para el caso de los españoles que vivían
en la Nueva Granada, particularmente en Quito y Guayaquil, al-
gunos decidieron quedarse en esos lugares; otros se marcharon
a la península; varios partieron al Perú para acogerse donde sus
parientes que tuvieron mejor suerte y prontamente se declararon
adictos al nuevo régimen, por lo que recibieron carta y pasaporte

240 GOMEZJURADO, Severo, Vida del hombre que honra al hombre, Quito, s/e, 1985,
p. 12.
241 Ibid., Sánchez, p. 17.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

de los mandos republicanos que garantizaba su vida, más no sus


propiedades que fueron incautadas por los independentistas”.242
Con seguridad, este fue el caso de Gabriel García, quien, en
razón de su procedencia española, se vio avocado a pasar penu-
rias económicas; sin embargo, en razón de su gran talento, pronto
fue llamado por los próceres guayaquileños para que se adhiera
a la causa emancipadora, por lo que lo encontramos más tarde
firmando las actas de independencia del 9 de octubre de 1820,
llegando, incluso, a ser designado como alcalde de la ciudad.
Mientras esto ocurría en el mundo de la política, su madre
decidió hacerse cargo de la educación de sus hijos, particular-
mente de Gabriel, el último de sus vástagos, que ya leía y escribía
a los siete años de edad. Augusto Berthe describe a nuestro per-
sonaje como un niño tímido durante su infancia; sin embargo,
su padre poseedor de un fuerte carácter, trató de cambiar su ac-
titud hacia la cobardía, por lo que una noche lo llevó a una sala
solitaria y obscura en donde yacía un cadáver. Su progenitor le
237
ordenó que encendiera con un candil varios cirios que estaban
junto al muerto y pasara varias horas junto al difunto, asunto que
fue cumplido a pesar del temor del niño. Desde aquel día, el pe-
queño dejó de temer a los muertos forjándose en él un espíritu de
audacia e impulsividad”.243
En otra ocasión, señala Gomezjurado, se desató un fuerte
aguacero acompañado de rayos y truenos, el chico estaba pálido
y tapándose los oídos. Su padre lo cogió en vilo y le sacó al bal-
cón cerrando la puerta para que no pudiese volver. Pasada media
hora, se permite su ingreso regresando el chiquitín empapado.-

242 RIVAS, Telmo, Los españoles luego de las revueltas revolucionarias americanas, Mé-
xico, Imprenta de L. del Rosario, 1910, p. 50.
243 BERTHE, Augusto, García Moreno, Presidente de la República del Ecuador, venga-
dor y mártir del derecho cristiano, Tomo I (sexta edición), Paris, Víctor Rataux e hijo,
libreros-editores, 1892, pp. 72-82

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

“¿Te ha sucedido algún mal?”.- “Ninguno”.-“Múdate de ropa, y en


adelante no tengas miedo de los rayo y truenos”.244
El muchacho, lejos de tener ojeriza, tuvo más amor a su pa-
dre. Ocho lustros más tarde, cuando García Moreno ya era presi-
dente del Ecuador, ponderó ante el papa Pío IX el gran amor que
profesó al autor de sus días.245
Estudios primarios
La actitud decidida del menor atrajo la atención del padre
Miguel Betancourt, fraile del antiguo convento de Nuestra Seño-
ra de la Merced de Guayaquil, cuya iglesia se hallaba próximo a
la casa de los García Moreno, se hizo cargo de la educación del
joven Gabriel, quien llegó prontamente a dominar el latín a pesar
de su corta edad, lo que le permitía leer libros piadosos escritos
en este idioma, los cuales eran explicados a sus hermanos y co-
238 nocidos, despertando la curiosidad de sus amigos y vecinos que
dejaron de burlarse de él, en razón de que siempre andaba por la
ciudad en un borriquillo acompañando al único esclavo que su
padre había podido conservar llamado Esteban, con el que hacía
compras y mandados de su madre.246
Entrando a los diez años de su edad, ingreso en una pequeña
escuela con el fin de aprender aritmética de manos de sus profe-
sores Antonio Treviño y José Bolaños. Fue tan brillante su exa-
men final que un amigo de la familia cogió de la mano al niño y lo
condujo a varias casas para que sus moradores gozasen escuchan-
do como el precoz alumno que junto a un maestro, desarrollaba y
resolvía los problemas de aritmética”.
244 Ibid., Gomezjurado, p. 14.
245 CALDERÓN, Miguel Ángel, García Moreno y sus relaciones con el Vaticano, en
Revista de la Curia Diocesana de Cuenca, Cuenca, s/e, 1940, p. 25.
246 Ibid., Sánchez, p. 19.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Estudios secundarios
Cuando concluyó sus clases con el padre Betancourt, el joven
García Moreno que ya contaba con quince años de edad, luego de
sortear algunos problemas familiares, recibió apoyo de su abuelo
materno para que pueda trasladarse a Quito a continuar sus es-
tudios, alojándose en casa de las hermanas del citado religioso, a
las que el padre Miguel previamente les había solicitado su ayuda.
Ya en la capital, se matriculó en una especie de colegio de la-
tinidad superior, que por falta de local propio funcionaba en uno
de los compartimientos de la Universidad Central de Quito Su
principal maestro fue Ventura Proaño, quien pronto se dio cuenta
de que su alumno guayaquileño poseía un gran talento, aplica-
ción y cualidades para el mando, razón por la que le nombró su
ayudante tanto para la enseñanza como para la inspección de sus
mismos condiscípulos, haciendo uso del método Lancasteriano,
aconsejado y mandado por el presidente Rocafuerte que a la sa-
zón gobernaba la República en 1836. En esta circunstancia, ma- 239
ñana y tarde corría lista de los trescientos estudiantes confiados a
su vigilancia, haciéndolo de memoria, siguiendo del orden alfa-
bético, sin servirse de ningún catálogo. En igual forma, conocía
los defectos y habilidades de cada uno de ellos.247
Poseía una memoria prodigiosa reflejada en el hecho de que
en una ocasión, los alumnos de su clase fueron invitados a una
ceremonia religiosa en la iglesia de La Merced, para conmemorar
la fiesta de San Pedro Nolasco. Luego de finalizar el acto religioso,
fray Marcos Ortuño, provincial de la orden mercedaria, se dirigió
a los estudiantes hablándoles sobre el poeta Virgilio en una larga
exposición. De vuelta al colegio, el maestro Proaño pidió a los
párvulos recordar alguna de las frases del religioso, ante lo cual
Gabriel repitió con detalles todo el discurso sin perder ningún

247 GOMEZJURADO, Severo, Vida de García Moreno, Tomo I, Cuenca, El Tiempo,


1954, p. 77.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

dato, lo cual produjo admiración y numerosos comentarios en la


ciudad sobre su gran capacidad memorística.248
Cuando concluyó el curso, García Moreno llegó a dominar
completamente el latín, por medio del cual pudo leer con facili-
dad a los clásicos romanos, sobre todo a Tácito, cuyas páginas his-
tóricas le fueron muy familiares. Vertió al castellano un epigrama
de Marcial. Aprendió de memoria la Eneida de Virgilio, texto que
recitaba con placer y del cual, cuando era mandatario, recordaba
con singular alegría estos episodios de su juventud.249
Al despedirse del plantel, pronunció un pequeño discurso
en presencia del presidente Rocafuerte que gustaba presidir los
actos finales; y lo hizo con este timbre de voz varonil caracterís-
tico suyo, del cual quedó tan cautivado por lo que dispuso que el
adolescente se acerque para hacerle varias preguntas: “¿Cómo te
llamas?”.- Gabriel García Moreno” ¿Dónde naciste?”.- “En Gua-
yaquil”.- “¿Eres hijo de doña Mercedes Moreno”?.- “Si Excmo.
240 Señor”.- El presidente acarició la cabeza del muchacho de cuya
madre no era solo amigo sino pariente, y agregó. ¿“No quisieras
pasar al colegio San Fernando”?.- Con muchísimo gusto si su Ex-
celencia me diese una beca”. El Mandatario calló por entonces
pero no tardó en muchos días en acceder el deseo del peticiona-
rio.250
Ya en el colegio San Fernando de los frailes dominicos, debió
someterse a las normas internas del plantel, que por considerarlas
de curiosidad histórica, las transcribimos:
“El capellán (…) dirigirá la última distribución religiosa del
día, y explicará los domingos el catecismo del abate Peuget. Por
los alumnos internos de beca pagará el tesorero su antigua asig-

248 Archivo del convento de La Merced de Quito, Cartas y varios de los provinciales,
1835-1840. Texto de fray Marcos Ortuño sobre García Moreno, 1835.
249 PÉREZ, Leonidas, García Moreno, el prohombre ecuatoriano, Ibarra, Imprenta de J.
Madera, 1921, p. 70.
250 Ibid., Gomezjurado, Vida del hombre, p. 17.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

nación, y se cobrarán los réditos situados en las fincas que señala-


ron los fundadores. Los externos no podrán usar el uniforme de
los internos. Ningún colegial podrá salir del Convictorio sino los
domingos, después de la distribución de la mañana; y los días de
fiesta clásica, por la tarde, no pudiendo en caso alguno pernoctar
afuera”.
“Habrán vacaciones generales desde el 31 de julio hasta el 31
de agosto. Además tendrán asueto los días jueves y viernes santo,
los feriados por fiesta cívica, el día del santo titular del colegio y el
del cumpleaños del Presidente de la República”.
“Habrá en el Convictorio las cátedras siguientes: filosofía
moderna, teología, matemáticas puras, física general y matemá-
ticas mixtas, literatura antigua y moderna, geografía, cronología,
historia general y natural, química, mineralogía y botánica. Para
el estudio del Derecho concurrirán los alumnos a las aulas de la
universidad también maestros de la lengua griega, francesa, in-
glesa, y de dibujo”. 241
“A las cinco de la mañana todos los alumnos deberán ser des-
pertados y hecho levantar. Se lavarán cara, manos, pies; asearán
las uñas, etc. A las cinco y media saldrán al ángulo a estudiar. A
las seis estarán a capilla, donde oirán misa. A las siete y media
irán a almorzar al refectorio y luego a descansar. A las ocho vol-
verán al ángulo a estudiar”.
“A las nueve entrarán en sus respectivas aulas. A las diez y
media saldrán a paseo por media hora. De once a una tres cuar-
tos comerán en refectorio, volverán a sus aposentos a reposar. A
la una y tres cuartos al ángulo a estudiar. A las tres a las aulas
respectivas. A las cuatro y media saldrán a paseo. A las cinco des-
canso. A las seis rosario en la capilla, y concluido a estudiar en sus
aposentos. A las siete al aula con el Regente. A las siete y media
cenarán. A las ocho y tres cuartos se tendrá la última distribución
religiosa. A las nueve se acostarán, y podrán tener luz hasta las

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

nueve y media, desde cuya hora se guardara un profundo silen-


cio”.
“El traje para dentro del Colegio será un capote y un ves-
tuario de cualquier género y color. El que debe usar para salir
fuera será pantalón y casaca azul abrochada, cuello derecho con
un libro dentro de dos palmas bordadas de hilo de oro a los dos
extremos del cuello. Botonadura de metal amarillo. Sombrero ne-
gro y redondo. Las armas de la República en un escudo ovalado
de plata, al pecho, pendiente de un listón celeste. Botas o botines
negros”.
“Los colegiales maestros llevarán además un galón de oro de
cinco hilos en la bocamanga. Los colegiales maestros con aula
abierta, gozarán de la beca gratuita y una onza de oro anual por
vía de gratificación”.251
El alumno García Moreno fue obligado a disfrutar de la beca
no de un modo plenamente gratuito, sino encargándose de la en-
242 señanza de la gramática de los cursos inferiores. No sintió dis-
gusto en aceptar este cargo, pues contaba con cerebro y corazón
vigoroso para ello; por otro lado, apreció la oportunidad que se le
ofrecía para profundizar en los conocimientos lingüísticos, apro-
vechándose de los escritos de Andrés Bello sobre la materia.252
Por su conducta intachable y singular aprovechamiento,
desempeñó además el oficio de inspector de disciplina, con un
despejo y autoridad superior, lo cual le permitió tener el apre-
cio y consideración de sus maestros y superiores. Uno de ellos,
Antonio Muñoz, refiriéndose a su alumno decía: “Habiendo sido
mi colegial en la época en que fui Superior del Colegio San Fer-
nando, tengo a bien decirle que fue uno de los primeros y más
distinguidos, por su raro talento y su infatigable aplicación, pues

251 “Reglamento del Convictorio San Fernando de la Orden de Predicadores, 1834”. Ar-
chivo del convento de Santo Domingo de Quito. Cfr. Gomezjurado.
252 Ibid., Gomezjurado, Vida de García… p. 124.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

me pedía permiso, un mes antes de los exámenes, para pernoctar


estudiando, y lo hacía sin acostarse. Si se reclinaba, era en una
banca de madera, y cuando yo salía a rondar los aposentos, por
no haber dormitorio común, le hallé reclinado en esa dura banca
y con un azafate de agua en que metía los pies para no dormirse.”
“El alumno García Moreno sufría una llaga a la canilla que
no lograba mejoría alguna a pesar de los esfuerzos de los médi-
cos. Un domingo que salían los alumnos a sus casas, vestidos de
uniforme y en grupo, se me presentó, pidiendo le permitiera salir
de capa y solo. Le pregunté el motivo que hubiese para ello. Me
dijo que no mejoraba de la llaga, y que había resuelto hacer un
ejercicio hasta Guápulo y regresar. Conociendo su buena conduc-
ta, no tuve inconveniente y accedí. Así como llegó al Colegio con
la llaga que brotaba sangre, puso un fierro a la candela, y cuando
estaba candente, el mismo se aplicó a la llaga, y con tan valiente
remedio, sanó”. 243
“Decir que sus exámenes y actos literarios eran lindísimos,
es hacer justicia a su mérito. Rara vez se nota que se reúnen la
aplicación y el talento”.
“Solía decir que antes quería morir que ausentarse por el fan-
tasma miedo. Y por eso no hizo caso de los avisos que tuvo de que
le querían asesinar”.253
Más tarde, por su comportamiento ejemplar fue ascendido a
Prefecto General de las Clases, haciéndose respetar tanto de sus
compañeros como de sus maestros, ganándose al mismo tiem-
po la admiración de los superiores del plantel. Desde el punto
de vista humano, participaba en todas las actividades propias del
colegio, actuando con mucha normalidad en los deportes y ac-
tividades sociales; sin embargo, todos se cuidaban mucho en el
253 Informe del maestro Antonio Muñoz al superior del convento de Santo Domingo
sobre el convictorio de San Fernando, septiembre de 1836.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

comportamiento, ya que Gabriel jamás reprendía con palabras:


bastaba una mirada y un gesto para disciplinarlos.254
Los estudios filosóficos que se realizaban en el colegio San
Fernando eran ambiguos y tradicionales, razón por la que Vicen-
te Rocafuerte, presidente de la República, dispuso se introduzcan
nuevos conceptos sobre la materia, razón por la que al inaugurar
estos nuevos cursos, señaló:
“Por la primera vez, se presentará en nuestras aulas la Filoso-
fía Escocesa, ostentando su mágico influjo en el descubrimiento
de la verdad, renunciando a los penosos métodos de raciocinar.
El mérito de la Filosofía Inglesa en nada disminuye el brillo de los
títulos que nos presenta la Francia en las obras de Dumarsais, del
abate Desbresses, Condillac, Deestut de Tracy y otros ideólogos.
De todos nos aprovecharemos para lograr el cultivo y el progreso
de la razón”.255 Es de suponer que Rocafuerte no pretendía que
los alumnos defendiesen una mezcolanza del espiritualismo es-
244 cocés y del materialismo galo, sino que tuviesen conocimiento de
las diferentes escuelas. Afortunadamente aquella cátedra estaba
desempeñada por el religioso mercedario Manuel Pérez, el cual
seguro que defendería a la filosofía tomista basada en Aristóteles
y adoptada por el escolásticos católicos.
El de religión fue un libro escrito por el protestante inglés
Guillermo Paley, traducido al castellano por gestiones del mis-
mo entusiasta magistrado. Libro inficionado forzosamente con el
veneno herético. Así era el alma de Rocafuerte. Una mixtura de
bueno y malo, de verdades y errores.256
Por otro lado, el mismo mandatario introdujo a partir del 18
de julio de 1840, “la obligatoriedad para que los alumnos de los
254 Ibid., Muñoz, p. 18.
255 BERNAL, Moisés, El Presidente Vicente Rocafuerte y la educación, Cuenca, Edicio-
nes de la Curia Diocesana, 1950 (edición apostillada), BAEP, p. 76.
256 Ibid., Bernal, p. 78.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

últimos años que estudiaban en el convictorio de San Fernando y


luego en la universidad, tomen las siguientes materias: hidrostáti-
ca, hidrodinámica, mecánica industrial, óptica, electricidad, gal-
vanismo. magnetismo, aplicación del álgebra a la geometría, di-
secciones cónicas, astronomía, cómputo eclesiástico, geografía,
geografía política y geometría práctica”.257
Fue motivado para que siguiera la carrera eclesiástica cuan-
do tenía diez y ocho años, pero desistió de ello, inclinándose más
bien por la jurisprudencia, carrera en la que se inscribió en la
Universidad Central del Ecuador, luego de que Vicente Rocafuer-
te la cambiara de nombre, pues hasta 1835 se llamó Universidad
Central de Quito, la cual fue creada por Simón Bolívar en 1826.

245

257 Ibid., p. 85.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

CAPÍTULO II

Estudios universitarios
fines de julio de 1840, García Moreno, diploma de
bachiller en mano, pidió ingreso en la Universidad
Central, facultad de Jurisprudencia, por no existir
la de Ingeniería, que hubiera sido de su gusto. La de
Medicina le gustaba menos todavía. Montó a caballo
y viajó a Guayaquil para disfrutar de las vacaciones en compañía
de su madre y hermanos.
En octubre volvió a Quito y se dirigió a casa de las señoras
Betancourt, donde había de ser huésped por el espacio de seis
246 años, sitio en el cual residió en su tiempo de universitario.
Rector de la universidad era el Dr. Ramón Miño, jurisconsul-
to destacado y uno de los directores de la Academia de Derecho
Práctico. Fue también diputado en algunas legislaturas. Desgra-
ciadamente profesó la falsa doctrina de la supremacía absoluta
del Estado sobre la Iglesia, propugnando que aquel, por su propia
cuenta, podía dispensar de la obligación de los diezmos y primi-
cias, y tenía la incumbencia exclusiva respecto a la censura de li-
bros. Los demás profesores fueron los doctores Joaquín Enríquez,
Ramón Borja y Manuel Checa, inficionados asimismo de aque-
llos, errores que a la razón eran comunes en las naciones latinoa-
mericanas, y aceptados por una gran porción del clero incluso de
su hermano el presbítero Manuel García Moreno. Por contraste
su tío el Arcediano de Lima, Ignacio Moreno, tenía publicados
tres tomos acerca de la supremacía del Papa, que sin género de
duda, leyó Gabriel, así como las loas de esa obra, publicadas por
fray Vicente Solano, Joaquín Olmedo y la prensa de Madrid, esto

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

último gracias a la gestión del seminarista Juan de la Cruz More-


no, sobrino del arcediano y primo hermano de Gabriel.258
El talento, observación y prestigio del joven guayaquileño,
pronto fue bien conocido en la ciudad. Contando con apenas
veinte años, García Moreno escribe una carta a Juan José Flores,
presidente de la República, en donde refleja su gran capacidad
literaria junto con su erudición en el manejo del idioma.
“Excelentísimo Señor.
Gabriel García Moreno, por mi hermano el presbítero cura
propio de la parroquia de Jipijapa y Vicario de ese Cantón, ante
vuestra Excelencia respetuosamente digo: que hago presentación
de los documentos que acreditan que dicho mi hermano ha ser-
vido a la Iglesia el espacio de veinticinco años, desde que recibió
las órdenes menores. Que sirvió interinamente por dos años la
parroquia de Samborondón, y la de Jipijapa, en propiedad por el
tiempo de catorce años, desempeñando la vicaría del Cantón diez
años. Que en Samborondón observó una conducta irreprensible 247
y que se ha conducido del mismo modo en Jipijapa, desempeñan-
do el ministerio parroquial y de vicaria, con general satisfacción,
motivo por el cual obtuvo la más expresiva recomendación de su
Prelado el Ilmo. Sr. Obispo de Guayaquil”.
“Desgraciadamente no acomoda a mi hermano la tempera-
tura del pueblo de su residencia, mientras que el clima benigno
de esta Capital restableció su salud, que teme perder en aquel
temperamento, y por esto que, dejando un beneficio que ofrece
buenas proporciones, aspira a colocarse en el Coro de esta santa
Iglesia, donde cree prestar sus servicios, acreditando al mismo
tiempo su adhesión al Gobierno”.
“Parece ser acreedor a esta gracia, y espera obtenerla de la
piedad de vuestra excelencia, destinándole a una de las Prebendas
258 BENÍTEZ, Luis, García Moreno y la educación (edición de batalla) s/a, s/e, p. 11, Cfr.
Gomezjurado, p. 30.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

de este Coro, ya sea en una de las vacantes, o en las que hayan


de vacar por las proporciones que se hagan. Mi hermano tiene
un cierto modo un derecho adquirido para esta colocación, pues
habiendo obtenido ya una Prebenda en Guayaquil, se vio en la
necesidad de rehusarla por la misma razón de clima inadaptable
a su salud. Pero el Gobierno Supremo ha calificado ya su mérito,
manifestando su anhelo de emplear a mi hermano en esta carrera,
por considerarle digno de ella; y es justo que corresponda agra-
decido a los deseos del Gobierno, empleándose en el Coro de esta
Capital que le acomoda para su mansión”.
“Por lo tanto a vuestra excelencia suplico se sirva proveer
como solicito, en que recibiré merced y justicia que imploro. Ga-
briel García Moreno”.259
No se conocen los resultados de esta primigenia misiva pú-
blica.
En su carrera universitaria forma un grupo de amigos di-
248 lectos, entre ellos Rafael Pólit, Camilo Ponce, Pablo Bustamante,
Carlos Aguirre Montúfar, Francisco Javier León Chiriboga, Da-
niel Fernández Salvador y Roberto Ascázubi, varios de los cuales
serán sus colaboradores políticos cuando desempeñe la presiden-
cia de la República.
En cuanto a sus estudios, fue “alumno brillante y distingui-
do, polémico, enredista, amigo de largas discusiones filosóficas,
lo que causó disgustos en sus profesores en más de una ocasión,
como la ocurrida con el maestro Nicolás Benítez, a quien incre-
pó por su falta de dominio del latín cuando enseñaba derecho
romano (…) Aprendió además astronomía, matemáticas, inglés,
francés e italiano, con gran dominio de estos idiomas.260
259 Archivo histórico de la Presidencia de la República. Cartas y varios, Gobierno de
Juan José Flores, 1834. (Solicitar Fondo Gabriel García Moreno, hoja No. 18) Cfr.
Gomezjurado.
260 BURGOS, Ismael, Facetas de la vida de García Moreno (edición privada) BAEP, s/a,
s/e, p. 45.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

En 1844, Flores dispuso que García Moreno sea expulsado de


la universidad por haber sido implicado en varios actos en contra
del presidente; sin embargo, nuestro personaje se defendió vigo-
rosamente y pudo, finalmente, graduarse en 20 de junio de 1844
previa una disertación en el Salón General de la Universidad, en
la cual intervinieron los bachilleres Gabriel García Moreno y Fer-
nando Suárez, bajo la dirección del doctor Agustín Salazar, quien
propició el debate sobre el tema “Las leyes existen en la naturaleza
de la sociedad y de ningún modo dependen de la voluntad del
legislador que no hace otra cosa que indagarlas y escribirlas”. Su
disertación fue brillante, razón por la que uno de los profesores
del Tribunal Dr. Joaquín Enríquez, catedrático de jurisprudencia
práctica, señaló: “Sus intervenciones jamás se limitaron a sólo las
materias designadas, ni menos a dar una razón sencilla de lo es-
tudiado. Su raro juicio le hacía notar lo que debía reformarse para
mejorar las doctrinas prácticas y la secuela de los juicios”.261
Como un caso excepcional, García Moreno no quiso recibir 249
su grado sin antes participar, al día siguiente, en una nueva inter-
vención acompañado de sus compañeros Rafael Pólit, Mariano
Aguilera y Antonio Borrero (futuro presidente de la República,
quien, en corta edad, descollaba también en los estudios de de-
recho). El acto fue presidido por el Dr. Lorenzo Espinosa de los
Monteros y la tesis a discutirse fue: “La Constitución Política de
un Estado y sus poderes ejecutivo, legislativo y judicial”. Luego de
ello aceptó su graduación, recibiendo el siguiente diploma:
“Nos, el Dr. Pedro Antonio Torres, obispo electo de Cuenca,
Rector de la Universidad Central del Ecuador.
Hacemos notorio que, habiendo el Sr. Gabriel García Mo-
reno completado sus cursos de jurisprudencia, con arreglo a los
decretos de la materia, se presentó al examen para recibir la in-
vestidura de Doctor; y en mérito de la aprobación que obtuvo, se
261 Ibid., p. 48. Cfr. Gomezjurado, T. II.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

le confirió dicho grado el día 26 de octubre de mil ochocientos


cuarenta y cuatro. En cuya virtud mandamos librar el presente
título firmado de nuestra mano, y de dos catedráticos de la Fa-
cultad, autorizado por el Secretario y sellado con el sello de la
Universidad.
Dado en Quito a treinta de octubre de mil ochocientos cua-
renta y cuatro. Dr. Pedro Antonio Torres. El catedrático de Le-
gislación y Economía Política: Dr. Agustín Salazar, Dr. Lorenzo
Espinosa de los Monteros, Dr. Joaquín Enríquez, Secretario”.262
Su pasión por la política fue una de las razones para que el
gobierno de José María Urbina lo desterrara fuera del país. García
Moreno decidió viajar a Europa con el objeto de continuar con
sus estudios de matemáticas, química, física y geología, los que
perfeccionó más tarde (1855-56) en la Universidad de París, bajo
la dirección de maestros tan ilustres como Boussingault, Duha-
mel y otros. En aquella época García Moreno, que ya no estaba en
250 el periodo ordinario de la vida escolar, se sujetó voluntariamente
al más rudo y severo régimen de labor intelectual. A fin de aco-
piar en poco tiempo grandes conocimientos en los más diversos
ramos, como los ya mencionados, las ciencias morales y políticas,
la historia de la iglesia, la organización de Francia y el movimien-
to político, literario, industrial y militar de ese gran país, se ence-
rraba en su habitación de la Rue de la Vieille Comèdie y trabajaba
diez y seis horas, sin dar otro descanso a su espíritu con el fin de
cumplir con el objeto de sus investigaciones.
Uno de sus compañeros, el célebre estadista colombiano Vi-
cente Restrepo, dice de él: “El último año que estuve en Passy lo
dediqué al estudio de las matemáticas superiores, preparándome
con esto a seguir los cursos de la Escuela de Minas de Paris, pues
el señor Fourquet me instaba porque adoptara la carrera de in-
geniería de minas. Fui admitido como alumno de dicho Colegio,
262 Archivo histórico de la Universidad Central del Ecuador. Grados, 1844.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

a cuyas clases asistí en noviembre de 1855. No me sentía a gusto


ni tenía facilidades para el estudio de las matemáticas: en pocos
días estuve saturado de geometría descriptiva, de mecánica y de
cálculo diferencial. Comprendí que es no era mi vocación; salí
de la Escuela y entré al Laboratorio químico dirigido por el sabio
Pelouze, situado en la calle de Damplum”.
“El primer día que llegué a ese establecimiento se me dio
puesto al lado de un hombre con quien tuve las más cordiales
relaciones, a pesar de las diferencias de edades D. Gabriel García
Moreno. Él estaba entonces desterrado de su patria, y dedicaba
su tiempo a estudios serios. Vestido con la blusa del obrero, él
mismo armaba sus aparatos para la preparación de los cuerpos
simples, la composición y descomposición de las sales, y la obser-
vación de las reacciones químicas. Tuvo la paciencia de enseñar-
me a doblar los tubos de vidrio al calor de la lámpara, a limar y
251
pasar los corchos para adaptarlos a los frascos y redomas, y todas
las manipulaciones preliminares”.
“Desde temprano asistíamos al laboratorio. A la hora de al-
muerzo entrábamos a un modesto restaurante, nos hacíamos ser-
vir un beefteak con papas fritas y berros, y media botella de vino;
esta sencilla refacción, que nos costaba un franco por cabeza, la
tomábamos con apetito de estudiantes. En el curso del día íbamos
al jardín de plantas y allí recibíamos lecciones de Mineralogía de
M. Carlos D’Orbigny, y de Geología de M. Hugard, examinando
con atención las muestras de minerales y de rocas del Museo. Más
de un año vivimos en la grata intimidad que produce la afición a
la ciencia, sin pensar en asomarnos una sola vez a los bailes y los
cafés el barrio latino”.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

“García Moreno, hombre de vasta ilustración. Muchas veces


le vi discutiendo con aventajados estudiantes, cuestiones de his-
toria y de crítica literaria, o resolviendo problemas matemáticos.
Su carácter levantado y de profundas convicciones le hacía esti-
mar de todos los que le trataban de cerca. Nos separamos en Paris
para no volvernos a ver: yo no he olvidado a este amigo, y él me
dio pruebas de que también había correspondido a mi aprecio”.263

252

263 RESTREPO, Vicente, Apuntes autobiográficos, Bogotá, s/e, 1939, pp. 17 y 17. Cfr.
Tobar Donoso, p. 44.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO III

La ilustración pública de 1830 a 1860


as circunstancias que rodearon la primera administra-
ción de Juan José Flores, primer Presidente de la Repú-
blica, no fueron propicias, para el desarrollo de la ins-
trucción pública. Apenas separado el Ecuador de la
Gran Colombia, con lo cual se truncaron los sueños del
Libertador Simón Bolívar, el Distrito de Sur fue objeto de ambi-
ciones personales de parte de militares extranjeros, quienes se
adueñaron del Ecuador, propiciando una lenta y difícil organiza-
ción del nuevo Estado, junto a una grave crisis económica ocasio-
nada por la indisciplina del Ejército, cuyos miembros no tenían
otro afán que lucrar los recursos nacionales para regresar a sus 253
lugares de origen y forjar mejor vida con sus familias; otros, sen-
taron reales en nuestro país logrando vincularse con lo mejor de
los linajes tradicionales del país, cuyos miembros veían en estos
advenedizos motivos de orgullo y distinción al permitir que sus
hijas, sobre todo, se casen con ciertos militares que traían consigo
una fama de héroes de la independencia.
Surgió en seguida la violenta oposición al general Flores,
dirigida por Rocafuerte, oposición que encendió a poco la gue-
rra civil, de la cual no salió el país sino en 1835. En tanto que
la ciencia y la educación, enemigas de las rencillas exteriores o
domésticas, continuaron en completa postración, toda vez que
Flores no tenía mayor interés por atender la instrucción pública,
tal como lo demostró cuando su ministro José Félix Valdivieso
en su informe a la Legislatura de 1831, no determina el número
de escuelas y alumnos, sin embargo se sabe que eran muy pocos

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

y que las primeras eran privadas, por cuanto se sostenían con un


miserable estipendio que pagaba el padre de familia por el hijo o
hijos que enviaba a ellas. Los planteles destinados exclusivamente
a las niñas eran casi desconocidos, y si habían, apenas les enseña-
ban a leer a escribir y rezar.
El religioso Miguel Cervantes de la Orden de Predicadores,
en carta dirigida al prior del convento de Guayaquil el 14 de junio
de 1834, le decía: “… no será posible abrir el próximo año una
sección para la enseñanza de primeras letras a niños pobres de
Quito en vista de que el Gobierno no tiene el menor interés por
apoyar la educación; por otro lado, no existen maestros para pár-
vulos. Los pocos que existen son improvisados y mal preparados,
ya que no tienen una formación para ejercer el oficio de maestros.
Algunos practican oficios y cuando medio han leído alguna obra,
ya se creen en capacidad para enseñar, con lo cual se avizora un
total fracaso (…) no puedo destinar para este fin a ninguno de
254 mis religiosos ya que cada uno de ellos tienen responsabilidades;
y aunque pudiera hacerlo, los niños que desean aprender a leer y
escribir son muy pocos, toda vez que a sus padres lo que les inte-
resa es que aprendan a trabajar en cualquier menester y puedan
asegurar su manutención, razón por la que su asistencia a clases
es muy irregular…”.264
Las personas pudientes pagaban maestros que les enseñasen
a domicilio por cuanto no había escuelas propiamente dichas. No
existían más textos que la cartilla y el cartón, la pizarra era des-
conocida y el papel casi quimérico, supliendo para las primeras
lecciones de escritura, con pencas de maguey, o bien con tablas
en que se espolvoreaba arena para trazar en ella letras y números
con un palito, el método empleado por el maestro corría parejas
con esos utensilios.

264 Archivo del convento de Santo Domingo, Cartas y varios, años 1832-1834, No. 54.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

En Quito no había más colegio que el de San Fernando de


los religiosos dominicos; los franciscanos pretendieron instaurar
el antiguo colegio de san Buenaventura sin éxito por la falta de
presupuesto, pero sobre todo de maestros. Otros intentos falla-
ron por no tener rentas, buena administración y más aún por
carecer de reglamentos que garanticen la enseñanza. Todo esto
evidenciaba que en el país había una grave carencia de educación
y cultura, con excepción de los establecimientos del Guayas, para
los cuales Flores expidió eficaces disposiciones reglamentarias. El
coronel Santiago Loedel dio también impulso al colegio de Loja.
La universidad, a pesar del celo patriótico por el progreso de la
institución que demostraron sus eminentes rectores, doctores Pe-
dro José de Arteta y José Parreño, no tenía ya el renombre de
antaño.265
Concluida la primera administración de Flores, el país fue
gobernado por Vicente Rocafuerte, quien dio un verdadero im-
pulso a la educación, a la cual consideraba como “salvadora del
255
futuro de la patria”.266 El nuevo mandatario era un pensador ge-
nial, aunque extraviado en algunas de sus ideas político-religiosa.
Había observado con gran sagacidad de las necesidades y dolen-
cias nacionales ¿Existe entre nosotros, -preguntaba en su Men-
saje a la Constituyente de 1835-, esa pura moral de la que nace
el espíritu público? ¿Estamos al nivel de las luces del siglo? No.
¿Hay comodidad, desahogo o instrucción en la masa del pueblo?
No, luego faltan los fundamentos en que debe apoyarse el edificio
democrático, y a esta contradicción que se nota entre las leyes
orgánicas y las circunstancias políticas del país, se debe atribuir

265 SÁNCHEZ, José Miguel, Apuntes sobre la historia de la educación en el Ecuador,


Cuenca, Imprenta de J. Bustillos, 1942, p. 60.
266 BRITO, Sebastián, Discursos y proclamas de Vicente Rocafuerte (mimeografiado),
s/a, BAEP, p. 14.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

una gran parte de las revoluciones calamitosas que hemos expe-


rimentado”.267
Y en efecto, al gobernante anterior no le interesaba que el
pueblo se eduque, debido a que si lo hacía, corría peligro su esta-
bilidad política y personal. De allí que mantener a los ciudadanos
en la ignorancia era una de las estrategias para evitar el reclamo de
sus derechos como tales, situación que, en cambio, fue modifica-
da por Rocafuerte al que se lo puede considerar como el forjador
de la nacionalidad ecuatoriana, pero sobre todo de la educación,
con la cual esperaba que los habitantes tengan conocimiento de la
gravedad de sus deberes cívicos y de la responsabilidades que van
anexas a su condición de nacionales.
“La Instrucción Pública -proclamaba el presidente en uno
de sus mensajes- , entra en los deberes esenciales del Gobierno,
porque en el momento que el pueblo conoce sus derechos, no hay
otro modo de gobernarlo, sino el de cultivar sus inteligencia, y
256 de instruirlo en el cumplimiento de sus deberes. La instrucción
de las masas afianza la libertad y destruye la esclavitud. Todo
Gobierno representativo que saca su origen de la elección debe
establecer un extenso sistema de educación nacional, gradual e
industrial, que arroje luz sobre la obscuridad de las masas”.268
Con tan nuevo y profundo programa de gobierno y con la
extensa autorización que le dio la Constituyente, por decreto san-
cionado el 25 de agosto de 1835, para que arreglase la enseñanza
pública, comenzó Rocafuerte la reforma, guiado por su vehemen-
cia patriótica y su severidad inflexible que rayaba en beneficiosa
dictadura.
Uno de los primeros pasos del mandatario fue emitir el 20
de febrero de 1836 un decreto orgánico de enseñanza pública, el
cual reemplazaba a la única ley que sobre educación existía y que
267 Ibid. p. 15.
268 Ibid., Brito p. 21.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

fue promulgada el 6 de agosto de 1821 por el Congreso de Cúcu-


ta, la cual había resultado negativa por la inopia de las munici-
palidades y la ignorancia e inercia de los tenientes parroquiales,
funcionarios oscuros a los cuales se había encomendado la fun-
dación de escuelas de primeras letras.
Este decreto vino a salvar los intereses más vitales del país
condenados a muerte lenta por los planes antiguos e inadecua-
dos que regían los planteles. El decreto encargaba la Dirección
General de Estudios a una Junta compuesta de un doctor en
jurisprudencia, otro en medicina y el tercero en teología, todos
nombrados por el Presidente de la República.
Lamentablemente esta disposición no pudo cumplirse a
cabalidad debido a que en el país no existía conciencia sobre la
necesidad de educarse, razón por la que el gobernante debió ser
muy rígido en su aplicación, llegando, incluso, a multar a los pa-
dres de familia que no enviaban a sus hijos a la escuela.269
La Legislatura de 1837 modificó la referida organización y 257
estableció el cargo de Director General de Estudios, para el cual
fue nombrado el doctor José Fernández Salvador, quien formu-
ló el Decreto Reglamentario de Instrucción Pública que expidió
Rocafuerte el 9 de agosto de 1838, el cual perduró y rigió durante
veinticinco años, a pesar de todos sus errores y vacíos. El regla-
mento completa la organización que imprimió a la enseñanza el
decreto de 1836 primeramente citado, y trae acertada disposicio-
nes sobre la instrucción primaria.270
Para la enseñanza habían las escuelas primarias en donde se
impartía educación religiosa y moral, lectura, escritura, lengua
castellana, aritmética y el sistema de pesas y medidas; luego exis-
tían los colegios en donde se enseñaba dibujo, agrimensura con

269 HIDALGO, Carmen, Rocafurte y la educación, Guayaquil, Jouvin editores, 1965, p.


90.
270 TOBAR DONOSO, Julio, García Moreno y la instrucción pública, Quito, Editorial
Ecuatoriana, 1940, p. 13.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

otras aplicaciones de la geometría práctica; nociones de física,


historia natural, botánica, agricultura, geografía, historia natural
y extranjera, música, idiomas, teneduría de libros, lógica y prin-
cipios de la Constitución del Estado. Más tarde, el citado Art. 114
del Reglamento, añadía: “No en toda escuela han de abrazarse
precisamente todos estos objetos”, razón por la que la extensión
de la enseñanza se dejaba al criterio de los subdirectores de la
Dirección General de Estudios.
Los colegios debían establecerse en cada capital de provincia,
y, además de las materias comprendidas en la “instrucción se-
cundaria”, había de enseñarse latinidad, humanidades y filosofía
(artículo 38).
Para entrar a las escuelas de latinidad y humanidades bastaba
haber cursado la instrucción primaria (Art.137); y lo mismo para
la admisión en filosofía. La enseñanza de esta materia la daba un
solo profesor en tres años y bajo ese nombre se comprendía la de
258 física, aritmética, álgebra, geometría, trigonometría y religión.271
En cuanto a los estudios universitarios, el doctorado en ju-
risprudencia, medicina y teología se obtenía después de seis años
de estudios; más, para alcanzar el título de abogado o médico era
menester ejercitarse en las prácticas de la profesión durante dos
años, bajo la dirección de maestros en las ramas expresadas del
saber.
Visto desde un punto de vista práctico, las materias que se
pretendía impartir en las escuelas primarias eran incoherentes
con la realidad en la que se desenvolvía la niñez ecuatoriana, tal
como lo señala Vicente Piedrahita, gobernador de Loja, en carta
dirigida al ministro Manuel Sánchez, encargado del Ministerio del
Interior. “Señor Ministro, con el mayor comedimiento me dirijo
a su autoridad para comentarle que será imposible la aplicación
271 Vicente Rocafuerte, “Reglamento General de Educación”, Quito, Imprenta del Estado,
1836, BAEP., Cfr. Tobar Donoso.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

de las materias que se ha dispuesto sean impartidas en la escuela


de esta ciudad. En primer lugar los maestros no están preparados
para dar clases como exige la norma del Gobierno. Podrán ense-
ñar a su manera cálculo básico, primeras letras y lectura, pero no
lo demás, ya que ellos no tienen formación pedagógica como se-
ría lo conveniente. En Loja hay varios profesores de origen perua-
no formados en las llamadas escuelas secundarias para párvulos,
pero no tienen residencia fija, por cuanto al contratárselos como
maestros, requieren recibir su paga mensual para mantenerse
ellos y sus familias, pero hay el caso del profesor Domingo Flores,
vecino de Piura a quien no se ha cancelado ningún peso desde
hace un año, razón por la que se dedica al negocio de la cascarilla.
Él quiso formar una especie de grupo para enseñar la pedagogía,
pero nadie quiere aprender por la falta de responsabilidad del go-
bierno en el pago de haberes de los maestros (…) Protesto, señor
Ministro y comunico a V.S. que en Loja no se podrá aplicar este
reglamento”.272 Es indudable que esta norma legal fue errónea y, a 259
la larga, fatal para la instrucción pública.
Por otro lado, la división entre escuelas y colegios carecía de
criterio fijo, y no servía sino para despilfarrar energías y recur-
sos pecuniarios, con perjuicio de los planteles secundarios, en
los cuales no se enseñaban muchas veces las materias más indis-
pensables para la formación completa de la juventud debido a la
escasa preparación de los profesores y la permanente escasez de
fondos públicos para su mantenimiento.
Algo que llama poderosamente la atención en cuanto a los
contenidos de este reglamento es la libertad que tenían los alum-
nos para inscribirse en los cursos de materias avanzadas como
filosofía, para la cual se requería de un buen dominio del latín,
razón por la que esta norma permitía que, por ejemplo, un niño
272 Archivo histórico, Presidencia de la República. Ministerio del Interior 1836, Sección
Gobernadores, folio 23.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

de ochos años, sin haber conocido otras materias básicas, podía


pedir ser admitido en clases de principios constitucionales del
Estado, sin ni siquiera comprender lo que era el derecho. Esta
negligencia demuestra que el citado reglamento constituyó una
burla para la educación, razón por la que Rocafuerte dispuso de
inmediato su cambio, manteniendo, por otro lado, varios artícu-
los que fueron acertados, causa por la que se mantuvieron por
largos años hasta que fueron modificados por García Moreno.
Por considerarlo de interés histórico, transcribiremos la opi-
nión de Pedro Fermín Cevallos:273
“Viniendo ya a dar razón de los sistemas de enseñanza adop-
tados desde que la patria se gobierna como el Poder ejecutivo
del gobierno de Colombia, por autorización del decreto legisla-
tivo de 10 de marzo de 1826. El plan, como era de ser, y como
dado para pueblos que acababan de adquirir independencia, se
arregló al mismo antiguo método a que estaban acostumbrados,
260 y a no ser por el cambio de algunos nombres y la obligación de
enseñarse varias materias correspondientes a las ciencias sociales,
no comprendió propiamente, es la verdad, ningún sistema nuevo
por el cual pudieran producir la enseñanza otro género de ade-
lantamientos. Que el plan tratara o no del estudio de otros ramos
científicos, siguieron los jóvenes dedicados a la carrera de las le-
tras por el mismo carril de ir a parar en la Iglesia, en el foro o en
los anfiteatros de los hospitales”.
“Por el dicho plan, y por algunas cartas reformas o adiciones
que se dieron por el Poder Ejecutivo o el director general de es-
tudios del Ecuador, después de separado de Colombia, siguieron
gobernándose los colegios de la República hasta el 9 de agosto
de 1838, en que el Presidente Rocafuerte dio el Decreto regla-
mentario de instrucción pública. Por desgracia, tampoco este de-
273 CEVALLOS, Pedro Fermín, Historia del Ecuador, III edición, Quito, Imprenta Pa-
tria, 1967, p. 104, Cfr. Tobar Donoso p. 15.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

creto abraza propiamente un conjunto de partes enlazadas entre


sí, para que fuera completo el todo; y la enseñanza aunque más
bien organizada, siguió siempre mezquina, principalmente con
respecto a la que debía darse en las provincias, y siguió, como
antes, sin comprender otros ramos que los conocidos, y aun estos
con falta de una Cátedra especial para conocer la lengua propia,
aquella sin cuyo conocimiento previo no puede escribirse ningu-
na materia, y de otros de enseñanzas prácticas. Para suplir, a lo
menos, la falta de una de estas últimas, se estableció Academias
de Abogados, a las cuales se impusieron deberes que no podían
desempeñarse por mucho patriotismo que tuvieran sus miem-
bros, pues no fueron estimulados con ningún género de interés,
cuando no honorifico”.
Veamos otras de las notables disposiciones de Rocafuer-
te para el fomento de la instrucción pública. En todos los con-
ventos máximos de Quito, mandó que establecieron escuelas, en
que debía observarse el método entonces en boga de Lancaster 261
o enseñanza mutua; creó en el hospital de Cuenca una cátedra
médica y para ampliar la formación intelectual de los estudiantes
de jurisprudencia y medicina dispuso que asistiesen, respecti-
vamente, a los cursos de humanidades y química y botánica del
convictorio de San Fernando, dio reglas importantes para el es-
tudio científico del latín, procuró que las rentas de los colegios se
administraran con pureza y claridad, ordenó la reconstrucción de
las pirámides de Caraburo y Oyambaro, levantadas por los aca-
démicos franceses y destruidas por el gobierno español, instituyó
un museo de pintura, en que se admiraban numerosos cuadros
de Santiago y Samaniego, y favoreció el arreglo y mejora de la
Biblioteca Nacional
También fue el creador del establecimiento de las escuelas
de obstetricia, militar y de niñas y de los institutos agrario y de
náutica, en Quito y Guayaquil, respectivamente.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

El colegio de San Fernando, dirigido por los religiosos domi-


nicos, fue secularizado por Rocafuerte, a pesar de la viva protesta
de dichos frailes.
El colegio San Bernardo de Loja, instituido por un ciudadano
patriota, don Bernardo Valdivieso, se había regido hasta entonces
por el reglamento que dictó el Libertador, reglamento que ence-
rraba muchos defectos y vacíos. Rocafuerte procuró levantarlo de
su lamentable estado por medio de uno nuevo, expedido a fines
de su administración.
La educación de la mujer ecuatoriana era mirada con pro-
fundo desdén por todas las categorías de la sociedad. Raras ni-
ñas de la aristocracia recibían instrucción esmerada, y a las del
pueblo no conocían siquiera los rudimentos de la primera ense-
ñanza. Unas pocas concurrían a las escuelas de varones con no-
torio peligro para su vida moral e intelectual. Entre los escasos
planteles propiamente de mujeres, que subsistieron largo tiempo
262 y produjeron óptimos frutos, ha de mencionarse el dirigido por
las religiosas conceptas de esta capital. Rocafuerte comenzó la re-
habilitación de la cultura femenina, obra que había de concretar
García Moreno, asentándola sobre bases más firmes y duraderas.
En su informe a la Legislatura, de 1837, dice: “El suave im-
perio que ejercen las mujeres en las sociedades modernas, y su
constante influjo en la mejora de las costumbres, han fijado la
atención del Ejecutivo, y le han decidido establecer una escuela de
niñas de que siempre ha carecido esta capital. Es tan importante
como nueva empresa, el Gobierno ha encontrado una feliz coo-
peración en el celo por el bien público del Ilmo., señor Obispo, de
acuerdo la autoridad civil con la eclesiástica, ambas han converti-
do la casa del Beaterio, que era antes el asilo del vicio arrepentido,
en la mansión de la inocencia, de la modestia y de las gracias. En
lugar de las beatas que allí existían, se han recogido diez niñas
huérfanas hijas de los mártires de la independencia, y reciben una
educación gratuita, tan buena o mejor que las que hubieran dado

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

sus beneméritos padres. Sesenta y siete señoritas principales asis-


ten diariamente a este colegio, y los rápidos progresos que hacen,
pronostican la futura perfección del bello sexo. Los visibles ade-
lantamientos que se advierten en los diverso ramos de instruc-
ción a que se han dedicado, son debidos al esmero, actividad y
perfecta consagración de un benemérito profesor de los Estados
Unidos, y de la dignísima señora que dirige el establecimiento”.274
Otra de las obras importantes de Rocafuerte en el campo de
la educación, fue la creación de las escuelas de Obstetricia (ads-
crita a la Facultad de Medicina de la Universidad Central del
Ecuador), así como la Militar y de Náutica, y el Instituto Agrario.
Lamentablemente la escuela de Obstetricia, no estuvo bien or-
ganizada por falta de una persona experimentada que la dirija;
sin embargo, para 1839 se reconsidera este asunto y se contrata a
la profesora europea Cipriana Caseneuve, quien es la verdadera
creadora de la escuela de Obstetricia en el Ecuador.
La Escuela Militar se abrió en febrero de 1838, lo cual permi-
263
tió la formación técnica y profesional de los futuros oficiales del
Ejército ecuatoriano.275
El 21 de julio de 1838 se establecía el Instituto Agrario, des-
tinado a formar profesionales en ciencias agrícolas. Lamentable-
mente fue cerrado en 1939 alegando falta de recursos
En el año de 1838 se reunieron varios alumnos y profesores
de la antigua Universidad de Santo Tomás, con el fin de fundar
la Sociedad Filantrópico Literaria, que dio buenos frutos para el
adelanto intelectual de aquella generación. Algunos años duró
ese grupo, pero fue disuelto más tarde por cuanto varios de sus

274 Archivo de la Asamblea Nacional, Vicente Rocafuerte, Informes a la Nación, 1837.


Cfr. Tobar Donoso, p. 19.
275 TAPIA, Amílcar y PAREDES, Hernán, Documentos para la creación de la Escuela
Militar, Quito, IGM, 1991, p. 34.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

miembros encabezados por García Moreno, se opusieron al go-


bierno de Flores.276
Con el ejemplo de Rocafuerte, en la segunda administración
de Flores, la educación fue atendida de manera especial, tal es así
que el gobernante solicitó a la Legislatura de 1841 y a la Consti-
tuyente de 1843, se incrementen las rentas de las municipalidades
para que cumpla con la ley de 6 de agosto de 1821, razón por la
que en 1841 había ya 130 escuelas de varones y 31 de mujeres,
con 4.523 y 546 alumnos, respectivamente, con la circunstancia
de que los 126 planteles, entre municipales y privados, carecían
de locales, así como de presupuesto permanente, lo cual truncó el
afán para educar a las niñas.277
El ex presidente Rocafuerte, nombrado gobernador de Gua-
yaquil durante la segunda administración de Flores, gestionó la
creación del Colegio Nacional de Guayaquil que en la actualidad
lleva su ilustre nombre, creación autorizada por Flores el 26 de
264 diciembre de 1841 y que después de muchas vicisitudes ocasio-
nadas, entre otras causas, por la falta de fondos, se organizó só-
lidamente en 1848, para lo cual el ex mandatario le dotó de los
suficientes recursos.278
También en Latacunga, el gran filántropo Vicente León,
donó parte de su caudal para establecer un colegio secundario
que ahora lleva su nombre, fundación que se verificó el 7 de mayo
de 1840.
En cuanto al campo de la salud, Flores estableció un anfi-
teatro anatómico en el hospital de Quito, con el cual mejoraron
los estudios en la universidad en el campo de la medicina, cuyas
disertaciones eran muy superficiales.
276 La Sociedad Filantrópica Literaria, Edición anónima, BAEP, 1918, s/e, p. 37
277 MENESES, José, Breve historia de la educación ecuatoriana (mimeografiado) BAEP,
p. 21.
278 ZAMBRANO, Miguel, Breve historia del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte de
Guayaquil, Guayaquil, Jouvín Cisneros, 1970, p. 18.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Si hacemos una visión del estado en que se hallaba la educa-


ción en los primeros 30 años de vida republicana, veremos que
ésta era meramente teórica debido a que no habían profesores
preparados desde el punto de vista pedagógico; a ello deben su-
marse los problemas económicos para el pago de docentes y man-
tenimiento de los locales escolares, asunto que incluso afectó a
los colegios recién creados, llegando al extremo de que Vicente
Eguiguren, ministro de Flores, pidió al presidente suprimir esos
planteles por el poco rendimiento que demostraban, por lo cual,
según su opinión “se desperdiciaban los pocos recursos del Esta-
do en educar a jóvenes que más tarde irán a las universidades a
estudiar jurisprudencia, engrosando la fila de politiqueros, adu-
ladores y mezquinos servidores del gobierno de turno, sin apor-
tar para nada al crecimiento de la Patria, motivo por el que esos
dineros deben emplearse en buscar nuevas oportunidades para
establecer industrias de la más diferente naturaleza como por
ejemplo hilado de algodón de manera técnica, cerería, productos 265
molineros, producción de tejidos para evitar la costosa importa-
ción, talabartería, curtiembre y cuantas cosas más, con las que
dar trabajo a mucha gente que se dedica tan sólo a los oficios
muy tradicionales, los que al no haber otra opción, generan tan
sólo costumbrismo y ninguna posibilidad de otras formas de vida
que permitan a los ecuatorianos tener un mejor nivel de vida y
progreso”.279
En la Universidad Central del Ecuador las únicas carreras
existentes eran jurisprudencia medicina y teología, las cuales,
como es lógico, habían caído en un nivel de mengua por la gran
cantidad de profesionales que se graduaban, sobre todo en de-
recho. No había opción de estudiar otras especialidades técnicas
por la falta de graduados en agronomía, ingeniería civil, arqui-
279 ITURRALDE, Misael, El Ecuador de la mitad del siglo XIX, Quito, Imprenta de L.
Benítez, 1932, p. 60.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

tectura y otras áreas, profesiones tan necesarias para el desarrollo


del país.
Esta situación estaba generada en la deficiencia de estudios,
pero sobre todo en lo que hemos insistido de manera reiterada
vinculada a la carencia de metodologías apropiadas para la ense-
ñanza y el aprendizaje. Faltaban absolutamente útiles de enseñan-
za, pero sobre todo maestros competentes y probos, exceptuando
en algunas capitales de provincia. A ello debe agregarse que los
sueldos de los profesores de escuela eran desde todo punto insu-
ficientes aún para sostener miserablemente la vida de un hombre,
razón por la que nadie deseaba ser maestro, menos consagrarse
a perfeccionar sus conocimientos en las materias que formaban
el programa de las escuelas primarias y estudiar los métodos de
enseñanza, cuando sabían que ser maestro era someterse a una
vida llena de privaciones, oscura y rodeada de todas las angustias
de la escasez y casi de la mendicidad.280
266 Por último, no había inspección eficaz y permanente que
velase por la enseñanza y por la corrección de los vicios de los
planteles ni textos para la instrucción, sumándose a ello la casi
absoluta carencia de tablas y materiales adecuados para la lec-
tura, de compendios para el estudio de la gramática castellana,
aritmética, geografía y demás ramas sobre las que debían darse
en las escuelas nociones generales. Este panorama no era ajeno a
los padres de familia, quienes no tenían ningún interés para que
sus hijos se eduquen, complicándose la situación por cuanto la
instrucción no era obligatoria, causa por la que el analfabetismo
era muy crítico a nivel nacional
A todo este ingrato escenario, se añadió la descabellada de-
cisión de Urbina, a través de su ministro Marco Espinel, al dictar
la Ley de Libertad de Estudios, la cual arruinó en cierta forma los
minúsculos progresos que en el campo de la educación se habían
280 Ibid., Meneses, p. 23.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

logrado en el país, sobre todo en algunas provincias como Azuay,


Pichincha, Guayas e Imbabura.281
Los legisladores fueron sumisos en cuanto a la aprobación
de esta ley, quienes consideraban que “La primera oposición que
debe hacer este gobierno en cuanto a la educación, es acabar con
la anarquía, con el rompimiento de todos los lazos de la disciplina
escolar, la emancipación del deber de sujetarse a cursos obliga-
torios y a rigurosos planes de enseñanza. El derecho a la impre-
visión de los conocimientos, la licencia, el libertinaje en materia
de instrucción pública. La segunda es en los Estados modernos
la más fundamental de todas las libertades públicas, aquella sin
la cual las demás no tienen razón de ser; el medio de asegurar
sana emulación entre los diversos planteles, para el mejoramiento
progresivo de los métodos pedagógicos y del personal docente;
el acicate primordial, en fin, para que las personas doctas y de-
seosas de difundir los conocimientos, anhelo nobilísimo del alma
humana, establezcan liceos particulares al adelanto nacional. La 267
libertad de enseñanza se coordina sin dificultad con la disciplina
escolar, la asistencia obligatoria a los cursos y la sujeción a los
planes de estudio. El monopolio puede juntarse de la libertad de
estudios no puede nacer la competencia, sino la destrucción, no
el progreso; sino el caos”.
Para justificar tan absurda ley, Urbina decía en su Mensaje a
la Legislatura de 1854: “A juicio del Gobierno, ni el Ecuador llega-
ra jamás hacer una verdadera República, mientras no propague-
mos la instrucción primaria hasta en las más solitarias aldeas; ni
la sociedad tiene el deber de costear las profesiones científicas que
debe buscarlas el individuo, como toda profesión, porque toda
profesión es lucrativa, Os ruego, HH, Senadores y representantes,
que detengáis vuestra ilustrada consideración ante el cuadro que
presenta y los resultados que ofrece la sociedad la creencia, la in-

281 Ibíd., p. 71.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

justificable y vergonzosa carencia de escuelas en toda la repúbli-


ca, y en el estado lastimoso en que se encuentran las que tenemos,
y que comparéis esos deplorables resultados con los que ofrece la
existencia de los Colegios y el estado de estos, para que conozcáis
el inmenso bien que haríais a la República apropiando las rentas
que de aquellos podáis disponer a la educación primaria, dejan-
do el espíritu de empresa, como en otra parte, el establecimiento
de nuevos colegios y a la posibilidad física e interés particular la
consecución de las ciencias profesionales”.282
En suma, Urbina, en vez de trabajar por la derogación de
la libertad de estudios, lo que quería era suprimir los planteles
oficiales de segunda enseñanza, en beneficio de la primaria. Solo
en defecto de esta reforma, proponía la derogación del decreto
referido.
Cuando Manuel de Ascázubi llegó al poder en 1849, Benigno
Malo, su ministro del Interior trabajó intensamente para reme-
268 diar tan grave mal. Fundó escuelas primarias en varias ciudades;
en igual forma, dispuso que los soldados se eduquen al interior
de los cuarteles, “toda vez que de 100 soldados 80 no sabían leer
ni escribir, con lo cual la ignorancia campeaba en el Ejército, cu-
yos miembros eran enrolados en muchos casos a la fuerza para
conformar un cuerpo militar que se hallaba a disposición de los
gobernantes”.283
Todo esto cambió cuando Gabriel García Moreno llegó al
poder en 1859.

282 Archivo de la Asamblea Nacional, Informes a la nación, Gobierno de Urbina, 1854.


283 CEVALLOS, Miguel Ángel, El Ejército Nacional en el siglo XIX (mimeografiado)
Cuartel de Caballería de Ibarra, 1970, p. 18.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

CAPÍTULO IV

Rector de la Universidad
n marzo de 1850, García Moreno regresó de Europa.
Prontamente fue nombrado profesor de matemáticas y
física en la Universidad Central del Ecuador, tarea que
la desempeñó admirablemente en razón de sus amplios
conocimientos científicos, tal como lo afirma Manuel
Villegas, uno de sus alumnos: “El Doctor García Moreno era un
profesor muy enérgico, exigente y no permitía que en sus clases
los alumnos se distrajeran un instante. Era en extremo puntual,
razón por la que los estudiantes tratábamos de llegar con un buen
tiempo de anticipación para repasar nuestras lecciones, sobre las 269
que el maestro preguntaba con frecuencia. No guardaba prefe-
rencia para nadie, excepto con los más aplicados y estudiosos
(…) Tenía la costumbre de castigar a los alumnos descuidados.
En una ocasión, a un fraile dominico lo hizo arrodillar toda la
clase y lo humilló de tal modo tan sólo por no haber repasado una
lección sobre matemáticas. El agraviado dijo no haber cumplido
su obligación por el desempeño de sus tareas religiosas, a los cual
García Moreno le replicó: “¡Es usted cura o estudiante de la uni-
versidad! ¡Si más le afanan sus cuestiones conventuales en las
cuales el tiempo sobra, deje usted de asistir a mis clases porque
me molesta su descuido!284
Nuestro personaje, llevado por su entusiasmo y para poner
en práctica sus conocimientos de física y geología, acompañó al

284 Archivo de la BAEP. Cartas y varios, 1854. Período Garciano. Universidad Central
del Ecuador. No. 21

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

geólogo francés Sebastián Wisse a una expedición al Pichincha,


“y descendió hasta una gran profundidad en el cráter principal
del volcán, hallando dos cráteres separados por una colina de es-
corias y terrenos vitrificados, cuyo fondo, en el primero, llega-
ba a la altura de 5.271 varas españolas, y en el segundo, á la de
4.792 sobre el nivel del mar.- Hecha esta atrevida exploración, no
exenta de peligros, escribió un opúsculo científico, conteniendo
sus observaciones geológicas, trabajo que llamó la atención de los
hombres de ciencia en Europa, especialmente del Barón de Hum-
bolt, quien cita este folleto como un trabajo notable en ciencia”.285
Por segunda vez, en 1857, hizo otro estudio científico del
volcán, en el cual se ocupó de preferencia de la temperatura de
los vapores que se elevan del cráter, lo mismo que de tensión a
diversas profundidades. Sobre este viaje, el padre Gomezjurado
comenta: “Dirígense a uno de los picachos. Llegan a las once y
270 media de la mañana. La niebla les impide ver a quince metros.
Poco a poco desde la orilla del cráter comienzan a distinguir algo
en su interior, algo terrible y misterioso. Con todo resuelven in-
troducirse. “Henos aquí, ha escrito Wisse, lanzados como locos
a la empresa más temeraria, y entregados a peligros que tal vez
nunca hombre alguno haya osado enfrentar”.
………..
“Conforme van bajando lentamente, la brisa va desalojando
un poco la niebla, de modo que ya se divisa el fondo del cráter. Ba-
jan más y llegan a una profunda quebrada, larga, angosta, abierta
a la izquierda, y erizada por todas partes de inmensas masas de
piedras caídas de lo alto. Se dan cuenta de que no es solamente
un cráter, sino son dos. Cuelgan el barómetro en una piedra y
notan haber descendido trescientos metros. Continúan bajando
285 DESTRUGE, Camilo, Álbum Biográfico Ecuatoriano, “El Dr. Gabriel García More-
no”, Guayaquil Tipografía El Vigilante, 1904, p. 106.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

y llegan a un punto más deprimido de la cresta que separa los dos


cráteres”.286
“Los dos aventureros estuvieron a punto de perecer en medio
de gases sulfurosos, rocas inmensas y abismos espantosos. Feliz-
mente lograron salvar sus vidas luego de pasar grandes penurias
antes de volver a subir a los bordes del volcán. García Moreno
recordará más tarde: En 1844 el señor Wisse se salvó por milagro,
a punto de rodar de cabeza en un horroroso abismo… No dudo
que, al bajar setecientos cincuenta metros de rocas, en donde las
manos sirven más que los pies, un solo paso temerario tendría
fatales consecuencias”.
En la ciudad de Quito, la noticia de la increíble hazaña co-
rrió y se propagó de inmediato. Algunos exclamaron al conocer
la descabellada aventura: “Esos dos locos han llegado a conversar
con los diablos del infierno”.287
Los estudios geológicos de García Moreno llamaron la aten-
ción de los sabios. La Sociedad Geológica de Francia le abrió sus 271
puertas, honra que no sabemos se hubiese concedido antes ni
después a otro ecuatoriano, el 17 de noviembre de 1856, a pro-
puesta de los señores d’ Orvigny y Hugard.
“Una carta al doctor Guillermo Jameson, con fecha 13 de
enero de 1858 y publicada en el “Philosophical Journal” de Edim-
burgo, contiene el relato minucioso de esta expedición científi-
ca”.288
Poco después, a fines de diciembre, fue nombrado por las
facultades y doctores como Rector de la Universidad Central del
Ecuador, cargo que sucedía a uno de los profesores más afama-
dos de aquel tiempo, el doctor José Manuel Espinosa. Tenía en
aquel entonces treinta y seis años de edad, siendo para su época,

286 Ibid., Gomezjurado, p. 46.


287 Ibid.
288 Ibid., Destruge, p. 106.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

el rector más joven que había tenido la universidad. Se posesionó


el 1 de enero de 1857. Este nombramiento coincidía con otras
dos funciones para las que había sido elegido: Alcalde Munici-
pal de Quito, empleo de gran importancia y el de Senador de la
República, por las provincias de Imbabura y Pichincha. Una vez
posesionado de su nombramiento, realizó una profunda trans-
formación en la universidad, basada en su formación europea y
en su nueva concepción de la educación, la cual consideraba era
la base fundamental para el desarrollo del Ecuador. De su pen-
samiento tenemos el antecedente de que luego de su regreso de
Europa, en junio de 1850 se encontró en Panamá con los jesuitas
expulsados de Nueva Granada les pidió que regresen al Ecuador,
constituyéndose en su protector. Con su poderosa elocuencia
convenció a Noboa de la conveniencia de admitirles, burlando
de este modo las intrigas de los generales colombianos Obando y
López, temerarios enemigos de aquellos religiosos. Para ello es-
272 cribió su célebre “Defensa de los Jesuitas”, quienes fueron siempre
destacados educadores.
“En ninguna forma de gobierno es tan importante la ins-
trucción pública como en la democracia, porque si el pueblo es
corrompido, su soberanía es la omnipotencia del mal; y si es ig-
norante, su libertad es una quimera peligrosa, es la libertad de un
ciego que camina a la aventura al borde de un abismo. Por, esto,
como republicano por convencimiento y demócrata de corazón,
he deseado vivamente que la luz de la civilización cristiana di-
funda sus rayos en nuestro horizonte tenebroso, y me creí feliz el
día en que los jesuitas respiraron el aire de mi Patria, persuadido
con razón de que contribuirían eficazmente a destruir la ignoran-
cia en que nos dejó el régimen colonial y la corrupción que nos
han legado cuarenta años de guerra y anarquía. Si alguna vez hay
entre nosotros un Gobierno que sepa dar impulso a nuestra im-
perfecta y decadente instrucción pública, y la extienda por todos
los ángulos del Estado, al alcance del pobre y del desvalido, un

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Gobierno que, respetando la religión y la humanidad, no permita


que la oprimida y numerosa raza indígena siga, como hasta aquí,
reducida a la clase de envilecidos parias, sin más derechos polí-
ticos que el privilegio exclusivo del tributo y los honores de ani-
males de carga, un Gobierno que se proponga cerrar la era de los
trastornos, de las dictaduras y de las proscripciones y hacer que
el país prospere a la sombra de una paz dichosa, un Gobierno, en
fin, que se avergüence de que el nombre ecuatoriano sea la befa
de la América y el desprecio de la Europa, dirá a la Compañía de
Jesús. “ID y enseñad”. Despertad al pueblo del letargo del em-
brutecimiento, abrid los ojos de este soberano dormido, para que
no se deje arrebatar el cetro, difundid el saber y la piedad desde
las playas del Pacifico a las orillas del Amazonas, llamad al seno
de la fe y de la vida social las tribus salvajes que pueblan nuestra
selvas orientales, y preparad en las generaciones nacientes la fu-
tura felicidad de este país desgraciado. Entonces si por el influjo
civilizador del cristianismo, las discordias civiles desaparecerían, 273
o lo menos perderían el carácter de encono o furor con que hoy
se ostentan, el pueblo tendría voluntad y fuerza, terminara la so-
beranía del sable, y el árbol de la libertad no fuera un árbol de
bayonetas”.289
Más tarde, en el periódico “La Nación”, escribiría: “Y una
de nuestras ideas es que la ventura de una nación consiste en el
desarrollo constante de los elementos civilizadores, que no hay
civilización si no progresan simultáneamente la sociedad y el in-
dividuo, que no existe progreso social donde se desconocen las
mejoras materiales donde la miseria devora la población y donde
la industria revolucionaria es el seguro medio de enriquecerse; y
que es imposible el progreso individual cuando en brazos de la
ignorancia yace adormecida la inteligencia y cuando doctrinas

289 FORBONI, Hans, Los jesuitas en América, Madrid, Nueva Era, 1980, p. 115.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

desorganizadoras van relajando los vínculos de la moral y apa-


gando rápidamente la brillante antorcha de la fe religiosa”.290
Ya ejerciendo el rectorado, uno de los primeros errores que
existían en el campo de la educación y que trató de enmendar, fue
el relacionado con la libertad de estudios impuesta desde hace
varios años por José María Urbina, lo cual era un obstáculo para
cualquier reforma. Al respecto, el doctor Miguel Egas, eminente
médico que ejercía en 1857 el Vicerrectorado de la Universidad
Central, señaló “A lo dicho en el informe que emitió este Recto-
rado en el año anterior sobre los funestos efectos de la libertad
de estudio, basta añadir por ahora, que ni aún el Legislador que
hubiese tenido el designio de echar por tierra nuestra naciente
educación literaria, hubiera excogitado un medio más eficaz y tan
apropiado como esta ley, para haber realizado sus deseos en tan
274 poco tiempo; puesto que, a consecuencia de ella hemos observa-
do desiertas las aulas, protegido el ocio, malogrados ciertos talen-
tos, relajaba la moral de los alumnos y autorizada la vagancia, ni
los catedráticos han podido conducir a la juventud por el sendero
del haber, porque la ley al no exigir a los cursantes la asistencia a
las aulas, ni el certificado de su buena conducta, ha ensanchado
el campo de la disipación en donde las ciencias han encontrado
su sepulcro”.291
El mismo García Moreno, después de palpar durante un año
más de deserción de los estudios, la bancarrota de la disciplina y
la imprevisión de los exámenes, protestaba contra aquella sinies-
tra anarquía de la enseñanza con su acostumbrada energía, en el
informe correspondiente a 1858.
290 Periódico La Nación, Quito, 1857, BAEP
291 Archivo histórico UCE, Informes al Gobierno, 1857.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

“República de Ecuador.- Universidad Central.-


Quito, a 23 de junio de 1858, 14º de la Libertad
Al señor Ministro Secretario de Estado en el Despacho de
Instrucción Pública.
Señor.- Cumplo con el deber de remitir a US. El cuadro es-
tadístico de la Universidad en todos sus ramos y comprensivo
desde el 1º de julio de 1857 hasta el 30 de julio del, presente año.
En este periodo de tiempo se han hecho mejoras positivas
en la casa, se arregla prolijamente y enriquece la Biblioteca de la
corporación: todos sus empleados llenan su deber y la ley y dis-
posiciones reglamentarias, buenas o malas, tienen exacto cum-
plimiento.
Muchos y diversos medios se han empleado para conseguir
el verdadero progreso y para la juventud adquiera una sólida y
verdadera ilustración. Mas desgraciadamente todo es ineficaz o
superfluo a presencia de la ley de 28 de octubre de 1853, porque
legalizadas en cierto modo la ociosidad y la pereza y autorizado 275
el odio al trabajo y al método mejor de aprender bien, fuerza es
recoger el amargo fruto de una disposición que, bajo el aspecto
de alentar y difundir las luces, nada más ha hecho que aniquilar al
sólido saber sustituyéndole sus apariencias y títulos, sus honores
y grados. Pretender que un joven se forme por sí solo y en la edad
de las pasiones, sin guía, sin la voz del profesor, sin estímulos,
sin criterio, sin descernimiento suficiente y sin que sepa siquiera
donde buscara el bien y la verdad, es aspirar a un imposible, y
se han empleado la autoridad pública y toda una ley para que la
primera de las necesidades morales, la del saber, sea entre noso-
tros nominal, aparente, equivoca y llena de errores. Así, pues se
puede, asegurar que, que si tal fue la intención del que proyecto
la libertad de estudios como actualmente se halla, el resultado
puede exceder a su deseo.
El verdadero patriotismo ha clamado incesantemente por la
extinción de este mal de tan dilatadas y funestas consecuencias:

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

La Universidad jamás ha perdido la ocasión de instruir al Gobier-


no de la necesidad de impedir el retroceso de la educación litera-
ria; mas sus indicaciones han sido desoídas y el mal sigue, hasta
el extremo de sentirse una agitación en los padres de familia por
crear un colegio para la educación de sus hijos; la razón universal,
la constante experiencia y el amor paterno, que jamás se engaña,
esta porque la juventud se eduque bajo la vigilancia esmerada e
instantánea de profesor y con el auxilio de la viva voz del maestro.
Dios y Libertad
G. García Moreno”292

A ellos debe sumarse el informe que sobre educación hizo al


ministro del Interior la Subdirección de Estudios del Distrito del
Azuay, en Cuenca, agosto de 1858.
“Señor:
Poco o nada tendré que agregar al informe detallado que el
276 27 de mayo del año próximo pasado dirigí a US.H.293 Sobre el
estado de la instrucción pública, las causas de su atraso, y las me-
didas que podrían adoptarse para sacarla de la ruina, y elevarla a
un pie de adelanto propio del siglo en que vivimos y de las exigen-
cias intelectuales del país. En lugar, pues, de entregarnos a largas
disertaciones y a mentidos cuadros de un progreso que no tene-
mos, me limitare a llamar la atención de US.H. Con extractando
los puntos más esenciales de dicho informe, y confirmándolos
con algunas observaciones que sugiere la evidencia de los hechos
ocurridos en el último año escolar.
Escuelas Primarias.- No se nota en ellas progreso sensible,
ni en cuanto al número de los alumnos, ni en cuanto a la perfec-
ción de los sistemas, ni en cuanto a la construcción de locales, ni
en fin, en cuanto al grado de consideración que debía merecer el

292 Ibid., Archivo Universidad Central del Ecuador.


293 US.H (Usted honorable señor) Nuestro.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

profesorado pedagógico. La clase indígena, sobre todo, sigue en


un estado lamentable de atraso, sin que penetre a esa parte oscu-
ra de nuestra región social ni aun la escasa luz que se difunde en
las otras clases de la sociedad. Si el Gobierno y la Legislatura no
hacen un esfuerzo para dotar escuelas dominicales en las parro-
quias rurales, es preciso perder toda esperanza sobre la difusión
de los conocimientos intelectuales. Así pues, si se quiere instruc-
ción primaria es menester votar en la ley de Presupuesto una can-
tidad capaz de proporcionar rentas e institutores inteligentes, y
útiles necesarios a las escuelas de nueva creación.
Instrucción Secundaria y Preparatoria.- Las luces del siglo,
las necesidades del Ecuador, piden a grandes voces que se haga
en ella una reforma radical. Sin necesidad de abolir la enseñan-
za de las nobles doctrinas morales y metafísicas, que tanta glo-
ria derraman sobre la historia del espíritu humano, se deja sentir
la necesidad imperiosa de hacer marchar, en línea paralela, las
ciencias naturales. Pero estas jamás han existido sin aparatos, sin 277
laboratorios, y los instrumentos de observación, que demandan
los ramos respectivos. El Ecuador no saldrá nunca de su inopia,
de su marasmo industrial, de su estado tentálico respecto de las
grandes riquezas que posee, si no se resuelve a establecer ense-
ñanzas serias de Química aplicada a las artes, de Mineralogía, de
Botánica, de Agricultura, de Medicina y Manufacturas. Para eje-
cutar este pensamiento, que entre nosotros todavía no atrae más
que el desdén de la utopía, pero que es una realidad en Alemania,
en Francia, en Inglaterra, en los Estados Unidos, y en Chile, no
se necesitaría sino de la creación de un Colegio Nacional en esta
Provincia y de una Universidad en este Distrito. Entonces el Se-
minario podría contraerse solamente a dar desarrollo y vuelo a
los conocimientos morales, religiosos, metafísicos y eclesiásticos,
dejando al Nacional en cuidado de cultivar las artes y las cien-
cias aplicadas, por el medio de profesores atraídos por prime-
ra vez de Europa. Si el Gobierno no se lanza con resolución en

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

esta vía de reforma radical; si persiste en privar a Cuenca de un


Colegio Nacional dotado con rentas propias, fundándose para
ello en escrúpulos de economía fiscal; y si finalmente se conti-
nua sacrificando esta provincia al espíritu de centralización uni-
versitaria, no se espere dar un solo paso de progreso verdadero
en la instrucción preparatoria. Seguirán como hasta aquí malo-
grándose los talentos de nuestra juventud al educar matemáticos
que no saben levantar un plano, físicos que no saben aplicar a la
industria ninguna de las cualidades de la materia, químicos que
no saben extraer una base ni un ácido, astrónomos que no saben
calcular un eclipse, ni conocer un planeta, etc.; es decir filósofos
pedantes y sabios sin ciencia. Y no es de culpar a la juventud por
esto, pues ella todo lo que hace es aprender lo que la enseñan, y
seguir las carreras que encuentra abiertas en su acidez de saber.
Quienes son culpables son los poderes de la Nación, encargados
de la inspección de la enseñanza pública que, debiendo imprimir
278 al movimiento intelectual la dirección que le convenga, abrir a la
juventud nuevos senderos y halagarla con nuestras glorias, y con
más seguras utilidades, la deja languidecer en programas estériles
y rutineros.
La Subdirección podría responder de un nuevo y brillante
porvenir intelectual para Cuenca con solo adoptar las dos ideas
indicadas: 1) creación de un Colegio Nacional, apropiándole la
renta de aguardientes, 2) la erección de una Universidad. Esta úl-
tima no demanda asignación de ningún fondo especial, porque el
cuerpo docente universitario se compondría de los catedráticos
y superiores de los colegios, el Rectorado y Vice-rectorado son
cargos de honor que se servirían gratis por cualquier doctor y los
locales se construirán con el producto de los grados académicos.
No se pide pues el Gobierno el desembolso de un solo centavo
para la creación de la Universidad, y solo se pide que se la decrete
como un acto de conveniencia y de rigurosa justicia.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

El Gobierno puede comprender la legitimidad de esta exi-


gencia, si arroja una atenta mirada sobre el programa de materias
que se han dictado durante el presente año en el colegio de esta
ciudad. Allí verá US.H que la enseñanza en todos sus ramos, se
halla al nivel de la que se da en Quito, y tal vez la excede en algu-
nos, como en el de idiomas vivos y en el de música. No hay, pues,
ninguna razón para gravar a la juventud de Cuenca, con gastos
de un largo viaje, no hay justicia para obligarla a pagar sus grados
académicos, que son una contribución escolar, en favor de maes-
tros y corporaciones que han sido extrañas a su ilustración, y no
habría, en fin, patriotismo para negar a una provincia el nombre
y la forma de una institución, cuando ya está en posición de sus
elementos constitutivos, ¿De dónde vino, en efecto, la etimología
de la Universidad? De universalidad de enseñanza y conocimien-
tos, aprendizaje de latín; curso de artes, como se llamaba enton-
ces la Filosofía; y las tres facultades de teología, jurisprudencia y
medicina, conocidas con el nombre de mayores. Como premios y 279
coronas literarias destinadas alentar a la juventud en la carrera de
aquellas letras, se habían creado los grados de maestro, bachiller,
licenciado y doctor, grados cuya significación eran no solo la de
suficiencia en el saber, sino también la de paga de la contribución
académica, destinada al sostén del cuerpo universitario. Si, pues.
Cuenca posee la enseñanza de aquella universalidad de conoci-
mientos que pedían las universidades antiguas, y que ahora se
estudian en la de Quito, no se puede comprender para que deba
existir la necesidad gravosa de hacer un viaje a esa capital, no en
busca del saber, porque ya se sabe los suficiente, sino en pos tan
solo de la borla de Doctor. De suerte que, en resumen, viene a su-
ceder que la juventud de las provincias, costea la enseñanza de la
juventud de la capital, rentando a sus catedráticos con el producto
de los grados universitarios.
Semejante sistema, tan anómalo en el día, fue muy natural
en otros tiempos en que las luces estaban centralizadas en Qui-

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

to, y era menester que escolares, aún de provincias distintísimas,


fuesen a buscar allí todo género de conocimientos. Gloria y muy
grande depara la historia y la posteridad a esa ciudad celebre,
por haber sido, durante dos siglos, el único gimnasio donde se
han desarrollado las fuerzas intelectuales del reino de Quito y del
Ecuador: y gratitud viva e imperecedera le consagramos todos los
que tuvimos que ir a iniciarnos en la vida literaria que se respira-
ba en sus claustros. Pero los tiempos han cambiado demasiado:
las luces se han erradicado, hasta los últimos confines de la Repú-
blica: la ilustración marcha con los hombres, se importa con los
libros, se difunde con los periódicos, se aprende en las conversa-
ciones y en los viajes, se mezcla con la vida pública, y sin sentirlo
la sociedad se encuentra transformada. En medio de este movi-
miento general de los espíritus y de esa viva fulguración que des-
pide el estudio de las ciencias en todas las clases de la sociedad,
querer conservar una institución, como único tipo, única fuente,
280 único foco de luces, y único hogar de todos los conocimientos
humanos, seria desconocer la marcha invasora de la civilización.
Una sola Universidad en el Ecuador es un anacronismo en nues-
tros tiempos; es un monopolio doctrinario, ajeno del espíritu de
la época, y un sistema de centralización literaria y científica, tan-
to más ominosa, cuanto que ataca las tendencias más nobles del
individuo y las necesidades más elevadas del pueblo. La nación
ha oído que de lo alto del ministerio se ha hecho la proclamación
generosa y solemne del principio descentralizador: esa idea tan
popularmente acogida quedaría incompleta, si solo se refiriese a
los interés materiales y no a los intelectuales de la sociedad: así se
descentralizase lo relativo al municipio y no lo conexionado con
la instrucción pública.
A pesar de estas demostraciones, tal vez se creerá que la mul-
tiplicación de cuerpos universitarios empeoraría la situación del
Ecuador, o que ellos solo puedan existir en ciudades populosas.
La Alemania con sus veinticuatro universidades está probando

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

todo lo contrario; pues no hay país del mundo donde se estu-


dien las ciencias con más profundidad, ni en donde se halle más
difundida toda clase de conocimientos, como en aquella nación,
eminentemente universitaria. Y se ve, que a excepción de las dos
capitales de Viena y Berlín, no son las grandes poblaciones las
que poseen Universidades, sino las ciudades de segundo y aun
de tercer orden. Gottinga, cuya Universidad es la más célebre de
Alemania y del mundo, apenas cuenta nueve mil habitantes; es
decir, que es una ciudad como la tercera parte de Cuenca. Tubin-
ga y Jena con sus siete mil habitantes cada una de ellas, Marburgo
y Helnistad, con seis mil no han encontrado ningún obstáculo
en fundar sus Universidades, y esto en cuanto a población sería
lo mismo que tuviésemos Universidades en Ibarra, Riobamba o
Loja. Pero la Alemania, esta nación letrada, no para en eso. Co-
nociendo lo que vale multiplicar los centros de luz y de los estu-
dios, ha creado Universidades hasta en Hala, Koenisberg, villas
insignificantes, y de las cuales la última apenas cuenta tres mil 281
almas, lo que entre nosotros equivaldría a tener Universidades
en Ambato, Otavalo, Gualaceo y Saraguro.
Enseñanza Clásica o Superior.- Para su completo desarro-
llo se deja sentir la misma necesidad que para el de los conoci-
mientos secundarios: es decir Colegio Nacional y Universidad.
No puede haber profundidad en los conocimientos. Si no hay en-
señanzas especiales y estos no pueden existir si se espera todo de
un Seminario.
Escuelas Especiales.- Se han creado en este año una de Obs-
tetricia y otra de Idiomas vivos. El país reclama una escuela de
Artes y Manufacturas que tendría por objeto instruir y educar la
gran masa del pueblo de nuestros campos. Hasta hoy la instruc-
ción pública parece que solo ha tenido por objeto formar unos
cuantos abogados y eclesiásticos: seria bien que en adelante se
tratase de instruir a los agricultores y artesanos que componen
casi toda la masa del Ecuador. Desde los pajones elevados de

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

nuestra cordillera, donde pudieran aclimatarse la alpaca y la vi-


cuña hasta las selvas bajas del Marañón donde sería fácil cultivar
la canela y demás especies del Oriente; todo nos ofrece una escala
gradual de climas donde la agricultura podría desarrollarse en
vasta escala; la ciencia abriría delante de si horizontes inmensos,
y la riqueza publica descubriría manantiales inagotables. Sin em-
bargo, estas ideas quedan estériles si no se encarnan en institutos
prácticos, tales como Escuelas de Artes y Oficios, Normales de
Agricultura, Institutos Agrarios, etc. Va llegando el tiempo en que
el Ecuador, a semejanza de los pueblos civilizados del globo, debe
destinar una parte del impuesto al fomento de las ciencias, de las
artes y de la industria; pues si no protege de un modo directo y
enérgico la instrucción pública destinado a este ramo importan-
tísimo, parte de las rentas que se consumen en objetos estériles,
jamás este pobre pueblo salir de su abyección, ni ocupar el lugar
que le corresponde entre las naciones civilizadas.
282 En resumen, sin escuelas subvencionadas, no hay instrucción
primaria, generalmente difundida; y sin instrucción primaria, no
hay ejercicio de los derechos del ciudadano, quedando una gran
parte del pueblo fuera del movimiento político, y falseándose por
lo mismo el principio popular y democrático.
Sin instrumentos y sin aparatos, no hay ciencias aplicadas,
experimentales y de observación; y sin ciencias aplicadas, no hay
conocimientos positivos, ni creación de la riqueza pública.
Julio de 1858”.294
Esta carta es la clara demostración de la preocupación que
existía en el gobierno de Francisco Robles (1856-1859) el cual la-
mentaba, igualmente, la subsistencia de la ley y comprendía la
urgencia de una reforma de la instrucción pública, amenazada de
muerte, por lo que pidió a García Moreno que, en unión de algu-
nos de los profesores de la universidad, redactara un decreto de

294 Archivo histórico, Presidencia de la República, Gobierno de Francisco Robles.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

reglamentación de estudios. La universidad comisionó a este fin a


los doctores José Manuel Espinoza, José Parreño y Ramón Miño;
más como lo comunicó el rector al ministerio, la comisión tuvo
“que desistir de su proyecto, creyendo en la parte reglamentaria
supone existente la parte orgánica, de la cual el reglamento debe
ser únicamente la realización y el desarrollo; y que hacer el re-
glamento, careciendo como ahora se carece de toda organización
fundamental, es de todo punto imposible; y hacerlo suponiendo
admitidas algunas bases importantes, era exponerse a que altera-
das esas bases hipotéticas, no quedarse el reglamento en armonía
con la organización que después se adopte en realidad”.295
Desesperado por el vacío en que colocaba la ley y sin poder
dar impulso vigoroso al progreso intelectual a la casona, García
Moreno se dedicó a reconstruir el edificio y mejorarlo material-
mente. El doctor Antonio Mata, secretario de Instrucción Pública,
refiriéndose al rector de la universidad decía: “El estado material
de la Universidad forma un verdadero contraste con su estado 283
literario. El edificio se halla completamente transformado por la
muchas e importantes mejoras que ha recibido en el presente año.
El inteligente ilustrado y patriota Rector de este establecimiento,
colocado por la ley en perfecta impotencia de emplear su celo y
consagración en el progreso de las enseñanzas que deben darse
en él, se ha dedicado con un interés de que hay pocos ejemplos, a
dar a la casa la comodidad, hermosura y decencia que requiere el
noble y elevado objeto a que está destinada, contribuyendo a esta
obra con erogaciones de su propio peculio, por ser insuficientes
los fondos universitarios para llevar a cima sus proyectos”.296
Junto con el mejoramiento externo, el rector García Moreno
creó las cátedras de química y de ciencias exactas, hizo construir
locales cómodos y adecuados para las enseñanzas de estas asig-

295 Ibid.
296 Ibid., Archivo UCE, Informes y documentos. García Moreno.

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naturas; y el mismo, aprovechando su laboratorio particular, que


después obsequió a la universidad, tomó sobre si los gastos de los
ensayos y preparaciones requeridas. Una vez equipadas las aulas,
dictó por vez primera la materia de química, con admiración de
sus oyentes, aquella ciencia, “realizando por sus propios esfuer-
zos el voto más ardiente, el deseo más dominante de los hombres
inteligentes que se lamentan de ver a la juventud ecuatoriana cie-
ga y lastimosamente impelida a seguir las carreras de la Iglesia,
del foro y de la medicina, para encontrar a su término el desen-
gaño”.297
Por primera vez, el rector dispuso que todos los profesores
de la universidad ofrezcan conferencias públicas sobre temas de
interés general. Él, por su parte, daba lecciones “a puertas abier-
tas, no solamente para estudiantes, sino para todo aquel que se
interesaba en la química aplicada y conferencias públicas orienta-
das a la agricultura y la industria, a fin de desvanecer prejuicios y
284 encender en la juventud el deseo de dedicarse a aquellos estudios,
cuya novedad fascinaba a todos los elementos cultos de la capital.
No fue raro ver desfilar por las aulas de la universidad a persona-
jes tales como el padre Miguel Iturralde, sabio sacerdote domini-
cano, muy entendido en ciencias de la naturaleza y graduado en
la Universidad de Lyon; al padre Juan Bohórquez, agustino, quien
en su Orden era considerado como un sabio por sus trabajos en
física y astronomía; al doctor Juan Ríos, colombiano, de paso a
Lima para ser contratado en la Universidad de San Marcos por
sus aportes al estudio químico del abono llamado guano, muy
abundante en las costas del Pacífico. Todos ellos admiran la sabi-
duría del rector”.298

297 Informe del Ministro del Interior al Presidente Francisco Robles, 1858. Ibíd., Archivo
Legislativo.
298 RIVAS, Fermín, Archivo de la BAEP. Cartas y varios, 1858-1860. “García Moreno”,
hoja 68.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

Demostró también especial afán por la correcta administra-


ción de las rentas del establecimiento, rentas en extremo escasas,
porque ni el poder Legislativo procuraba aumentarlas, ni el Eje-
cutivo cumplir sus obligaciones para con la universidad. A con-
secuencias de las medidas tomadas con ese objeto, el colector del
establecimiento tuvo que separarse de su cargo.299
Su conducta, rectitud y entusiasmo por las cosas de la cien-
cia, le trajo varios problemas sobre todo con sacerdotes, quienes
gozaban de muchos privilegios, entre otros las de poder graduar-
se y recibir títulos gratuitos sobre todo en jurisprudencia y medi-
cina sin que para ello hayan realizado los estudios necesarios. Lo
hacían tan sólo por vanidad de llenarse de diplomas innecesarios
en su función sacerdotal. Esto trajo el resentimiento de los su-
periores de los conventos de Quito, por cuanto “se atenta contra
los derechos de los sacerdotes y religiosos poseer cuantos grados
sean necesarios para el prestigio personal y espiritual de cada uno
de ellos, quienes necesitan saber tanto de ciencias sagradas cuan- 285
to profanas con las que cumplir con eficiencia su ministerio. Irse
contra la sana costumbre de otorgar títulos, es faltar al respeto a
la tonsura y dignidad de los consagrados…”.300
La respuesta del rector fue terminante: “Se otorgarán dichas
certificaciones solamente en Derecho Canónico o Teología. Para
los demás, que los frailes estudien y paguen. No se puede tolerar
injusticias ni privilegios”.301
García Moreno no solamente se preocupó de las ciencias
exactas. Su rectorado fue un período de intensa actividad lite-
raria, cultural y académica. “Por ello muchos de sus detractores

299 Libro de sesiones de la Junta Administrativa de la Universidad, 1858, Archivo histó-


rico UCE.
300 Carta de fray Nicolás Oviedo, provincial de los dominicos en Ecuador, a García Mo-
reno, 28 de octubre. de 1859, BAEP. “García Moreno”, No. 76.
301 Ibid., Libro de sesiones de la Junta Administrativa de la Universidad Central, 1858.
Archivo histórico.

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Dr. Gabriel García Moreno

debieron reconocer su gran capacidad como periodista vibrante


y original (algunas veces duro e injusto), polemista elocuente y
erudito, por satírico e ingeniosísimo, poseía títulos para ocupar
puestos honrosos en la aristocracia de las letras. No quiso ni tuvo
tiempo para ser uno de los primeros artífices en cuanto a sus es-
critos científicos y políticos; sin embargo, pueden considerarse
como modelos de estos géneros literarios y en todas sus produc-
ciones resplandecen la elegancia y diafanidad del estilo, lleno de
movimiento y energía y que eleva a una elocuencia sobria y ve-
hemente como su carácter”.302
Acerca de su temprano influjo reformador en el campo lite-
rario en las aulas universitarias, reproduciremos estas notables
palabra de un distinguido critico ecuatoriano: “Así como en la
política, dígase lo que se diga, fue García Moreno quien por vez
primera entre nosotros, al domeñar la anarquía puso los naci-
mientos de una bien entendida libertad, en el terreno del arte,
286 asimismo, hizo otro tanto. Llevado de su natural independencia,
en un certamen de Literatura en la Universidad, rompió con las
trazadas enseñanzas de su maestro Francisco Montalvo (que, en-
tre otras cosas, estaba empeñado en matar en humorismo y dar
reglas para la acertada composición de Iliadas) y llevado de su
natural organizador, trató a la par de poner dique a los desbor-
des del romanticismo ecuatoriano e hizo lo posible para que una
revolución tan benéfica para la cultura humana, no quedara en
el Ecuador reducida a copia servil de extranjeras extravagancias.
Cuando la historia de nuestras letras se escriba como debe escri-
birse se verá que mientras algunos espíritus rezagados y tímidos
no se atrevían a romper con un señor Velero, pésimo copista de
Boileau, y cuyo libro, reimpreso en Quito en 1839, era texto obli-
gado en nuestros colegios y Universidad, y mientras otro espí-

302 SÁNCHEZ, Guillermo, El intelecto superior de García Moreno, Cuenca, Imprenta


de L. Bayas, 1953, p. 90.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

ritus generosos o noveleros daban al traste con las tradiciones


literarias de la colonia, saltaban por sobre todo y en su afán de
innovaciones, llegaba hasta el absurdo, García Moreno protestaba
contra las timideces de los unos, aplaudía los conatos de indepen-
dencia de los otros, refrenaba sus extravíos y haciendo la expo-
sición verdadera del credo romántico, tal como lo comprendió
Goethe, indico por donde se había de ir y que escollos se habían
de salvar. Quién sabe si esto no se debe el que nuestras letras, si
bien tuvieron y tienen “El Espadachín Zavala”, de Córdova, leyen-
da no desposeída totalmente de mérito y “Un día en el Panteón”,
de Corral, que produjo obras mejores, se hayan salvado de caer
en las sonseras lacrimosas de algunos poetas como el boliviano
Galindo o en las rimbombantes naderías patrióticas de Abigail
Lozano, descarriado compatriota de Bello”.
“Después de los poemas de Olmedo y Remigio Crespo To-
ral, sus poesías son la que, siquiera en parte, mejor alcanzan a
revelar la nacionalidad ecuatoriana y en las que se siente algo de 287
nuestro ser: lo convencional es en ellas escaso, y hasta la dicción
poética como que se amolda en ocasiones a nuestras impacien-
cias levantiscas y revolucionarias, de este modo, muchos versos
que, estudiados por el lado nimio de la Retórica, serian censura-
bles, dejan de serlo tomando en cuenta que era imposible mayor
elección en el vocabulario, fustigándose pequeñeces y miserias
como las nuestras”.303
Hemos señalado líneas atrás que García Moreno, de manera
simultánea, fue elegido como rector de la Universidad Central,
alcalde de Quito y diputado por las provincias de Imbabura y Pi-
chincha.
Años atrás, cuando en 1849 terminó el gobierno de Vicente
Ramón Roca, el general José María Urbina comenzó nuevamente

303 LEÓN VIVAR, Víctor, Periódico El Ecuador Literario, No. 1, 1858, BAEP. Cfr. Tobar
Donoso, p. 48.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

a mover los hilos políticos y militares para ascender al poder; sin


embargo, surge la figura de García Moreno, quien se convirtió
en su enemigo político, razón por la que fue desterrado fuera del
país, a pesar de haber sido elegido como senador por la provincia
del Guayas, optando, como hemos señalado, por viajar a Paris
para continuar con sus estudios.
Una vez elegido Urbina como presidente del Ecuador, pro-
curó apaciguar los ánimos de sus contrarios, promulgando una
ley de amnistía para todos ellos, siendo García Moreno benefi-
ciado por esta ley, razón por la que pudo regresar al país y ser
designado, más tarde, como rector de la Universidad Central del
Ecuador.
Cuando llegó a la legislatura en 1857, que inició su trabajo el
15 de septiembre, los diputados eligieron a García Moreno, dada
su condición de regente de la universidad, como presidente de la
Comisión de Instrucción Pública, teniendo como miembros a los
288 doctores Rafael Carvajal, José Tomás de Aguirre, futuro obispo
de Guayaquil, Vicente Palacios y Francisco Javier Arévalo, ca-
nónigo de la catedral de Cuenca. Rafael Carvajal, en carta a su
hermano Medardo que se hallaba en Loja, le decía: “esta mañana
nos hemos reunido la Comisión de Instrucción Pública y hemos
elegido como Presidente al Rector de la universidad, doctor Ga-
briel García Moreno, hombre de talento distinguido, conocedor
profundo de los problemas políticos y educativos del país por lo
que esperamos avanzar lo más pronto posible y sacar al país de la
postración en que se encuentra…”.304
Dos fueron los problemas que debieron afrontar los legisla-
dores respecto a la enseñanza: la organización del ramo, que se
hallaba en estado caótico desde la ley de Urbina y la fundación de
lo que más tarde se llamó la Escuela Politécnica y que entonces te-
nía simplemente el nombre de “Escuela de Enseñanza Científica”.

304 BAEP, Sección “García Moreno”, Carta no. 48.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

El primer problema comenzó a debatirse con oportunidad


del estudio de las objeciones del Ejecutivo al proyecto de ley, dis-
cutido en la Legislatura de 1856, por el cual se derogaba el decreto
de 28 de octubre de 1853 relativo a la libertad de estudios.
El informe de la Comisión de Educación al Presidente de la
Congreso, fue el siguiente: “Señor vuestra comisión de Instruc-
ción Pública ha examinado las objeciones que el Poder Ejecutivo
ha presentado sobre el proyecto de ley derogativa de la libertad de
estudios, aprobado por la legislatura del año precedente, y juzga
que el Poder Ejecutivo ha procedido con a cierto al objetarlos,
a pesar de que no los ha considerado en todos los perniciosos
resultados que habría producido si hubiera llegado a sancionar-
se. Aquel proyecto se limita a restablecer el vicioso e incompleto
decreto reglamentario de instrucción pública modificándolo en
cuanto al nombramiento de Director que atribuye sin razón al
Poder Legislativo, imponiendo a ese inútil empleado el deber es-
téril y oneroso de visitar personalmente cada dos años a todos 289
los establecimientos de instrucción de toda la república, estable-
ciendo en Cuenca y Guayaquil universidades destinadas exclu-
sivamente por su mala organización a aumentar en progresión
indefinida el número de médicos y abogados en perjuicio del
verdadero progreso de la nación y en provecho de la empleoma-
nía; y dejando subsistente la facultad de presentar exámenes en
cualquier tiempo. En resumen el proyecto objetado, lejos de pro-
curar el progreso científico del cual depende el futuro bienestar
del Ecuador, sólo serviría para perpetuar y acrecentar el desorden
y conducir a la república a su ruina por el camino de la barbarie.
(fs) García Moreno, Aguirre, Carvajal”.305
Este informe podríamos dividirlo en dos partes: la primera
relacionada con la necesidad de negar la posibilidad de validar el

305 Ibid., Archivo de la Asamblea Nacional. Congreso 1857. Informe de Comisiones. Cfr.
Tobar Donoso, García Moreno, p. 60.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

decreto de Rocafuerte, norma que en nada apoyaba al desarrollo


de la educación en el país; al contrario, fue la base para que Ur-
bina promulgara su ley de 1853. La segunda, la inconveniencia
de crear universidades en Cuenca y Guayaquil, en las que no se
habría de enseñar disciplinas científicas nuevas y necesarias para
la creación de industrias y aprovechamiento de las riquezas natu-
rales del país, sino que se mantendría la costumbre de continuar
con las caducas carreras de jurisprudencia, medicina y teología,
ciencias que ni siquiera tendrían el progreso que se observa en
Europa, “sino que se continuaría con el sistema tradicional, pe-
ligroso y obstinado desde todo punto de vista, lo cual, lejos de
convertirse en un sinónimo de crecimiento, lo será de retardata-
rio y caduco”.
García Moreno tenía muy claro el concepto de que era ne-
cesario crear nuevas universidades en Guayaquil y Cuenca con
el fin de que los jóvenes se eduquen, pero no con enseñanza re-
290 tardataria. Creía que las nuevas instituciones debían ser abiertas
al pensamiento científico en donde los alumnos se preparen y
eduquen en materias innovadoras. “La multiplicación de univer-
sidades tan perjudiciales en el actual estado y tan inútiles en su
organización como viciosa en los resultados” era inconveniente.
“En Cuenca principalmente, añadía, sería muy difícil plantear la
universidad, ya por la deficiencia de rentas, ya por la escasez de
profesores, escasez notoria aún en la capital de la República”.306
Vale la pena resaltar las expresiones del futuro obispo de
Guayaquil, José Tomás de Aguirre. “El señor García Moreno, con
gran dominio de la materia, nos ha hecho comprender el verda-
dero significado de lo que es una universidad. Idea para muchos
de nosotros generalizada como el lugar en donde se aprende cier-
ta especialidad con un conjunto de materias, pero que todas se di-
reccionan al memorismo, repetición de conceptos y duplicación

306 Ibid., Informe No. 75.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

irreflexiva de fundamentos filosóficos que no dan espacio al aná-


lisis de su verdadero significado. El señor García Moreno muchas
veces cuando se refiere al término universidad en la forma como
él la entiende, es más que suficiente para que desaparezca toda
clase de discusión”.
“Por lo menos ahora tengo clara la idea de que universidad
es un establecimiento de enseñanza universal, no limitada a las
facultades de medicina, jurisprudencia y teología, que ahora re-
sultan no tan útiles a la república, a pesar de que nos han ense-
ñado que la jurisprudencia y la teología son los pilares en que se
sustentan incluso nuestros dogmas de fe. Este es un error: en la
capital misma de la república es difícil plantear la verdadera uni-
versidad; con mayor razón lo será en otros lugares en donde hay
suma escasez de fondos y de profesores. La universidad, tal como
se halla actualmente organizada es perniciosa a los intereses de
la sociedad porque la inútil multitud de médicos y abogados que 291
salen de sus seno, a falta de medios de subsistencia adquieren la
funesta afición a los empleos; y la nación se encuentra privada de
inteligencias que hubieran sido muy útiles y productivas si hubie-
sen cultivado otros ramos de mayor importancia, pero que des-
graciadamente se pierden, porque no se ha abierto a la juventud
otras carreras que las de jurisprudencia, medicina y teología”.307
Las discusiones sobre la conveniencia de mantener la caduca
ley de educación se mantuvieron por un corto espacio, en razón
de que García Moreno sugirió propiciar una nueva ley orgánica
de instrucción pública, para lo cual tomó como base la organiza-
ción de la educación en Francia, tema que conocía a profundidad.
De las diversas leyes francesas de la materia extrajo lo que mejor
le pareció para luego ajustarlas a nuestra realidad, propuesta que
307 MENDOZA, Manuel, datos biográficos de Mons. José Tomás de Aguirre, II Obispo
de Guayaquil, 1861-1868, Guayaquil, Litografía de L. Burbano, 1953, p. 73.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

fue bien acogida por todos los miembros de la comisión, incluso


por Vicente Palacios que más tarde sería su enemigo político.
El Art. 1° del Reglamento decía: “La instrucción pública
comprende la enseñanza primaria, secundaria y superior, dada en
establecimientos públicos o libres, bajo la dirección del Consejo
General y de los Consejos Académicos de Distrito”308
Luego de agrias discusiones de orden político, finalmente se
promulgó el Proyecto de Ley sobre la Instrucción Pública, que
sería reformada en 1863.
Extractamos la ley en sus partes más importantes:
“Art. 2° El Consejo General de Instrucción Pública reside en
la Capital y se compone:
-Del Ministro de Instrucción Pública; del rector de la Uni-
versidad; del Arzobispo o Vicario Capitular en caso de vacante, o
del eclesiástico designado por ellos; de los decanos de las faculta-
des universitarias.
292 Art. 4° Son atribuciones del Consejo General de Instrucción
Pública:
1.- Determinar los días de sesiones y lo relativo a su régimen
interior.
2.- Formar el reglamento general de estudios, los programas
de exámenes y enseñanza y los reglamentos especiales de
las facultades, colegios y más establecimientos públicos
de instrucción, previa aprobación del Poder Ejecutivo.
Los proyectos de reglamentos de los colegios serán pre-
sentados al Consejo General por el Consejo Académico
respectivo.
3.- Presentar al Poder Ejecutivo los proyectos de leyes y de-
cretos, relativos a la instrucción pública que le pidiere el
Ministro de este ramo.

308 Por primera vez en la historia de la educación ecuatoriana se hace constar que ésta se
divide en primaria, secundaria y superior. Anterior a ello se dividía en primaria, de
colegio y universidad.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

4.- Autorizar, previa aprobación del Poder Ejecutivo, la crea-


ción de nuevas facultades cátedras y colegios, con arreglo
a lo prescrito por esta ley.
5.- Autorizar los libros que deben emplearse por textos en
los establecimientos públicos de enseñanza y prohibir en
ellos en los establecimientos libres las obras contrarias a
la religión, a la moral o a las leyes.
6.- Nombrar, previa aprobación del Poder Ejecutivo, y re-
mover con causa a los empleados de la universidad, cuyo
nombramiento no pertenezca a otra autoridad, y a los
profesores de las facultades, sean o no universitarias, sal-
vo lo dispuesto en el parágrafo único del artículo 36.
El rector de la universidad y los decanos de las facultades
serán nombrados del modo expresado en los artículos 31
y 32 con aprobación del Poder Ejecutivo; pero pueden ser
destituidos con causa por el Consejo General. 293
7.- Fijar los sueldos de los empleados y profesores de la uni-
versidad, aprobar los presupuestos que formen las facul-
tades, y examinar y fenecer las cuentas de los colectores.
8.- Declarar la nulidad de los grados universitarios, cuando
el rector, el decano o alguno de los examinadores reclame
contra ellos en el término de un año, ya por haberse acor-
dado sin mérito la aprobación, ya por no haberse obser-
vado las disposiciones legales.
9.- Conocer en última instancia de las causas contenciosas
o disciplinarias juzgadas por los Consejos Académicos.
10.- Presentar anualmente al Poder Ejecutivo un informe so-
bre el estado general de la enseñanza, las reformas que
pueden introducirse y los abusos que deban precaverse.309
309 Ibid., Archivo Función Legislativa. Informes de García Moreno, 1857.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

Es importante considerar que la obra de García Moreno en


el Congreso permitió a la universidad tomar un nuevo rumbo
en cuanto a la parte administrativa, ya que como hemos visto,
podría considerarse que nuestro personaje en su gestión como
rector, es el verdadero transformador de la Universidad Central
del Ecuador desde los puntos de vista científico, funcional y de
planificación, toda vez que logró se fijen sueldos y nombramien-
tos de profesores, lo cual, antes de su mandato, todo se hallaba
centrado en la autoridad del rector, sin contar con recursos y me-
nos organización.
Si hacemos, por otro lado, un análisis del nuevo rumbo que
la universidad tomó desde la visión científica, veremos que si bien
es honroso para la propia institución el haber presentado el pro-
yecto de ordenación no solamente de la educación superior, sino
de la instrucción pública en general; más generoso es el hecho
de haber sistematizado la enseñanza de las ciencias físicas, ma-
294 temáticas y naturales que estudió la misma legislatura en 1857,
habiendo sido aprobada por sus miembros como “una novedo-
sa innovación en el campo de la enseñanza universitaria, lo que
dará al país nuevas esperanzas de un futuro más prometedor en el
campo de la industria, la minería y la agricultura”.310
Para cumplir con su objetivo, llamó al profesor Carlos Cás-
sola, se hallaba enseñando química en el colegio de Latacunga
que había sido creado en tiempos de Rocafuerte. Los dos tenían
objetivos afines relacionados con la enseñanza de esta materia.
Para tal fin, García Moreno dirigió una comunicación a las Cá-
maras en que decía: “Yo os propongo Honorables Legisladores,
que, por lo que hace a las Ciencias Naturales, mandéis para que
en la Capital del Estado se funde un establecimiento en grande en
el cual, con los suficientes aparatos y colecciones se enseñe, con
todas sus aplicaciones, la química en todos su ramos, la física ex-

310 Ibid.

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

perimental y matemática, la geología, la mineralogía, la botánica,


la zoología, el dibujo, las matemáticas y la mecánica”.311
En consecuencia, pidió que el Congreso entregara la suma
de sesenta mil pesos, a fin de que se trajeran de Europa profeso-
res experimentados, así como instrumentos, bibliotecas; en igual
forma, ingenieros y obreros especializados en la construcción de
edificios propios para la implantación de laboratorios especiali-
zados, así como la instalación de industrias como producto de la
formación de profesionales que saldrán de dicho centro.
El Senado aprobó este pedido y respondió a la Comisión de
Instrucción Pública: “Señor.- Vuestra Comisión de Instrucción
Pública ha acogido con aprecio el proyecto presentado por el pro-
fesor Cássola; porque el objeto que en él se propone es en extremo
importante para el bien y el engrandecimiento del país. La Comi-
sión está convencida de que un paso que se dé en la senda del
progreso científico y de la enseñanza pública será infinitamente
más provechoso para el Ecuador que cuantas reformas puedan 295
hacerse en la organización política. Pero antes de proponeros la
adopción del proyecto expresado, la comisión debe entrar previa-
mente en la cuestión de posibilidad; pues poco o nada importaría
la utilidad de aquel proyecto si por deficiencia de fondos la reali-
zación fuera imposible. Por esto os propone que se pida informe
al Poder Ejecutivo sobre si del erario puede sacarse la cantidad
de sesenta mil pesos que de pronto serán necesarios, y además la
cantidad indispensable para el pago anual de los respectivos obre-
ros y profesores. (fs) García Moreno, Aguirre, Palacios, Arévalo,
Carvajal”.312
La política es la ruleta que todo lo cambia cuando de inte-
reses se trata, razón por la que un grupo de diputados llamó al
profesor Cássola y le pidieron que apoye en la realización de otro

311 Ibid.
312 Ibid. Palacio Legislativo.

Siglo XIX
Dr. Gabriel García Moreno

proyecto similar al de García Moreno, quien, cuando se enteró


de la tramoya, no se opuso, toda vez que su interés era que en el
Ecuador se establezca un centro de estudios científicos. De esta
maquinación surgió el siguiente proyecto:
“El Senado y la Cámara de Representantes del Ecuador, reu-
nidos en Congreso,
Considerando:
1.- Que las ciencias naturales y la industria, se hallan en grande
atraso en el país y que es necesario facilitar su progreso:
2.- Que el territorio del Ecuador tiene en su seno y sobre su
superficie muchos artículos de riqueza en los tres reinos
naturales, los que no se pueden obtener, elaborar y em-
plear sino con los conocimientos científicos.
3.- Que el desarrollo industrial en todos y cada uno de sus
ramos contribuirá al progreso del comercio porque faci-
lita las vías de comunicación, el aumento de la población,
296 riqueza del país y bienestar de los habitantes del Ecuador:
Decretan:
Art. 1° Se planteará en la ciudad de Quito un establecimiento
científico en donde se enseñe:
1° La química general orgánica e inorgánica, la química apli-
cada a la agricultura, la manufactura y demás clases de
industria, y a las demás artes mecánicas:
2° La física experimental y matemática con todos sus apara-
tos y máquinas necesarias:
3° La geología y la mineralogía con colecciones completas:
4° La botánica y zoología con su herbario y colección; y
5° Las matemáticas, la mecánica y el dibujo, con sus respecti-
vos aparatos, máquinas y modelos.
Inciso único. En la capital de Quito debe haber para la en-
señanza de química general y aplicada un completo laborato-
rio: enriquecido este, pueden las demás provincias por medio de

Tomo I
Pensamiento Rectoral de la Universidad Central del Ecuador

cierta cuota obtener aparatos completos para establecer en ellas


la misma enseñanza.
Art. 2° Se fundará un museo de Historia Natural que com-
prenderá todos los productos ecuatorianos de los tres reinos, los
cuales, con los conocimientos científicos, servirán a darles sus
empleos respectivos en las industrias, artes, agricultura, manu-
factura, metalurgia, comercio y economía política.
Inciso único.- Este museo que por sólo algunos años será pu-
ramente nacional, se volverá universal, con los cambios que se
haga de sus elementos con los de otras naciones.
Art. 3° Se formará también una hacienda modelo a corta dis-
tancia de la capital, dirigida por el profesor de botánica y zoología
y por un agricultor especial.
Art. 4° Se fundará también una biblioteca científica e industrial.
Art. 5° Habrá también una casa de moneda, la que será di-
rigida por dos científicos nacionales y dos obreros, y tendrá sus
aparatos especiales 297
Art. 6° Habrá igualmente una fábrica de pólvora ensancha-
das en su especulación: en esta fábrica se elaborará pólvora, azu-
fre, salitre, ácido sulfúrico, ácido nítrico, ácido clorhídrico y otros
elementos: será dirigida por dos jóvenes nacionales y dos obreros
y tendrá sus aparatos respectivos.
Art. 7° Se planteará otra fábrica industrial, la que ensanchará
sus especulaciones relativamente al consumo y al comercio de la
nación: se elaborará en ella el vidrio y el cristal, la loza, el papel, el
fósforo y el caucho: se establecerá también dentro de esa fábrica
una curtimbre y otra de tintura. Estas fábricas serán dirigidas por
químicos jóvenes nacionales y obreros especializados traídos de
Europa, y tendrán sus aparatos, en su mayor parte.
Art. 8° Habrá también dos mineros para explotar las minas
de plata, de plomo, de hierro y de cobre, y de otros minerales que
se descubrieren.

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Art. 9° Los profesores y obreros extranjeros, además de las


obligaciones especiales de sus respetivos ramos, tienen también
la de enseñar durante cuatro años contados desde su llegada al
país, y de formar profesores nacionales.
Art. 10.- El profesor de zoología y botánica deberá indicar las
virtudes y empleos de las plantas y procurar la educación y mejo-
ra de los animales, y formar y dirigir un jardín botánico: además
está obligado a dirigir la parte científica de la hacienda-modelo
en lo respectivo a la agricultura. Este profesor y el de geología y
mineralogía están obligados a dirigir la parte relativa a sus res-
pectivos ramos en el museo de Historia Nacional.
Art. 11.- Debe haber un ingeniero para formar y componer
caminos y otras obras públicas.
Art. 12.- Algunos profesores, a saber, el de química, el de zoo-
logía y botánica, el de mineralogía y geología, el de matemáticas,
mecánica y dibujo, el ingeniero, el minero y el agricultor deberán
298 ser traídos de Europa, los demás para completar el cuadro debe-
rán ser nacionales tomados de la facultad científica de Latacunga.
Art. 13.- Los aparatos y colecciones serán, en la mayor parte,
traídos de Europa, y los que se pueda, hechos en el país.
Art. 14.- Para la compra de todos los aparatos, adelantos y
viajes de profesores y obreros extranjeros se destina la suma de
sesenta mil pesos.
Art. 15.- Se autoriza al Poder Ejecutivo para que si los fondos
del Erario, o los que la Legislatura crease para este objeto, no bas-
tasen para los gastos referidos y demás necesarios a la realización
del plan, celebre un empréstito por las sumas que fueren necesi-
tando, tomándolas a crédito con el interés comercial.
(fs) Icaza, Vallejo, Velasco, Ubillús, Menéndez”.313
Es indudable que García Moreno en su calidad de rector de
la Universidad Central, hubiera deseado que esta nueva entidad

313 Ibid., Palacio Legislativo.

Tomo I
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educativa de carácter científico se estableciera en la vieja casona


universitaria, pero el espacio, las comodidades y el ambiente no
era propicio para este fin, razón por la que no propuso su insta-
lación en el edificio localizado junto a la iglesia de los jesuitas, a
pesar de que cuando comenzó a desarrollar su proyecto, como ya
hemos visto, dispuso la adecuación de aulas para organizar los la-
boratorios, particularmente de física y química, llegando, incluso
a donar a la universidad sus propios equipos.
Habrá que realizar nuevos estudios e investigaciones para
conocer a fondo las razones que le impidieron instituir su “Es-
cuela Científica” en la Universidad Central.
Por otro lado, como ya sabemos, la futura Escuela Politéc-
nica, que la fundó cuando Presidente de la República, no llegó
a concretarse en su tiempo de rector de la Universidad Central.
En 1861, en una exposición en el Congreso, García Moreno
diría lo siguiente sobre la importancia de la educación:
“Restablecer el imperio de la moral sin la cual el orden no 299
es más que tregua o cansancio, y fuera de lo cual la libertad es
engaño y quimera; moralizar un país en que la lucha sangrienta
del bien y del mal, de los hombres honrados contra los hombres
perversos, ha durado por el espacio de medio siglo, y moralizarlo
por medio de la represión enérgica y eficaz del crimen y por la
educación sólidamente religiosa de las nuevas generaciones; res-
petar y proteger la santa religión de nuestros mayores, y pedir a
su influencia benéfica la reforma de las leyes que los Gobiernos
no pueden conseguir por si solos; fomentar el desarrollo de los
intereses políticos de nuestra atrasada y empobrecida sociedad,
removiendo los obstáculos que la falta de conocimientos y de vías
de comunicación opone a su industria, comercio y agricultura;
sustituir las conquistas pacificas del trabajo y de la riqueza, a las
peligrosas y absurdas teorías que en la juventud seducen la buena
fe y extravían el patriotismo; arreglar la hacienda pública sobre
la triple base de la probidad, la economía y el crédito nacional,

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cuidad que el ejército continúe siendo el escudo y la gloria de la


República; cultivar las buenas relaciones que conservamos con
las potencias amigas y defender el honor y los derechos de Esta-
do; en una palabra, lanzar al Ecuador con mano vigorosa en la
senda de la prosperidad: He aquí los difíciles deberes que acabo
de imponerme, deberes que nos esperaría cumplir, si no confiase
en la protección bondadosa de la Divina Providencia, que tanto
nos favoreció en los días de peligro, y si no contase con vuestra
patriótica colaboración y con el apoyo y simpatías del pueblo. Al
contemplar la inmensa distancia que tengo que recorrer, me sien-
to profundamente desanimado; pero me aliento recordando la
crisis tremenda de que hemos salido, y encontrando entre voso-
tros al ilustre caudillo y a los valientes jefes que jamás abandona-
ron la causa de la Republica y la hicieron triunfar en los campos
de batalla. Feliz seré ciertamente si me es dado cumplir las sagra-
das obligaciones que he contraído y si consigo con mis servicios
300 la gratitud de mis conciudadanos y la memoria de la Posteridad”.
García Moreno, luego de la sesión del 27 de noviembre de
1858, se ausentó de la universidad, encargando el rectorado (que
no volvió asumir) al Dr. Egas. Suponemos que se trasladó a Gua-
yaquil con el objeto de preparar la revolución que estalló en Quito
en mayo del siguiente año.

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BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias:

Archivo histórico de la Universidad Central del Ecuador


Archivo histórico de la Asamblea Nacional
Archivo histórico de la Presidencia de la República
Archivo histórico del Ministerio del Interior
Archivo histórico del Municipio de Quito
Archivo histórico del Convento Máximo de Santo Domingo
Archivo histórico del Convento Máximo de La Merced
Archivo histórico de la Curia Metropolitana de Quito
301
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ZAMBRANO, Miguel, Breve historia del Colegio Nacional Vi-
cente Rocafuerte de Guayaquil, Guayaquil, Jouvín Cisne-
ros, 1970, p. 18. 303

Siglo XIX
Esta edición que consta de 500 ejemplares en papel
bond beige de 75 grs., se terminó de imprimir
en julio de 2019, siendo Rector de la Universidad
Central del Ecuador el señor Dr. Fernando
Sempértegui Ontaneda, PhD.

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