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12 animales que están en peligro de extinción en 2023

La acción del ser humano en los ecosistemas ha provocado que numerosas


especies hayan desaparecido o estén en peligro de desaparecer, lo que genera un
daño irreversible para la biodiversidad. Según Naciones Unidas, de las 8.300
razas de animales conocidas, el 8% están extintas y el 22% está en peligro de
extinción. Unas cifras que sitúan al planeta al borde de lo que algunos científicos
han denominado como la sexta gran extinción.

Teresa Andrés Blanco(BBVA Creative)

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Quizá muchos no podían imaginar que su generación estaría siendo testigo del
inicio de la desaparición definitiva de algunas especies animales y vegetales de la
Tierra, hasta el punto de formar parte de la que apunta ser la extinción número 6
que se produzca en nuestro planeta. Según un estudio realizado por científicos del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés), basado en
las emisiones de carbono actuales, la próxima gran extinción podría producirse
dentro de 80 años, por lo que se situaría alrededor del año 2100. ¿De qué
depende? Del momento en el que el océano haya absorbido 310.000 millones de
toneladas de carbono.

En la actualidad, el cambio climático es la causa directa de la desaparición de la


biodiversidad (que desde 1.970 ha registrado una disminución del 69% de
las poblaciones de aves, mamíferos, peces, reptiles y anfibios), a lo que se une los
cambios en el uso de la tierra y el mar; la explotación directa de organismos; la
contaminación y las especies exóticas invasoras, como recoge el último informe
de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política de las Naciones Unidas
sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES)

La preservación de la biodiversidad emerge con fuerza y será clave en el debate


sobre sostenibilidad, según el informe ‘La sostenibilidad a través de la lente del Big
Data’ de BBVA Research.

Así se produjeron las primeras extinciones

Aunque cuando se habla de las extinciones del planeta hay que remontarse a
millones de años, los datos ponen de manifiesto que los periodos entre unas y
otras son cada vez más cortos y que la desaparición de especies avanza a un
ritmo incesante. El Presidente de IPBES, Robert Watson, afirma que “la salud de
los ecosistemas de los que dependemos nosotros y todas las demás especies se
está deteriorando más rápidamente que nunca”. Y es que el planeta está sufriendo
la mayor pérdida de vidas desde la época de los dinosaurios.

La primera gran extinción, también conocida como del ‘Ordovícico-Silúrico’,


ocurrió hace 443 millones de años y duró entre 500.000 y un millón de años,
Durante ese periodo, el 86% de las especies que existían en aquel momento
desaparecieron. Principalmente se trataba de especies marinas, y el motivo de la
extinción provino del período glacial o la disminución de la cantidad de oxígeno
disponible para la supervivencia de las especies.
Hace 367 millones de años se produjo la segunda gran extinción o del
‘Devónico-Carbonífero’. Perduró durante tres millones de años, tiempo en el que
desaparecieron el 82%. La proliferación de algas a partir de la aparición de plantas
terrestres que al remover la tierra liberaron nutrientes en el océano, está entre las
causas de esta extinción. Las algas, al absorber el oxígeno del agua, provocaron
la desaparición de gran parte de la vida animal.

Para hablar de la tercera gran extinción hay que remontarse 251 millones de


años atrás. También conocida como la extinción del ‘Pérmico-Triásico", tuvo una
duración de un millón de años y se saldó con la desaparición del 96% de las
especies. ¿La causa? La actividad volcánica, la misma que, según apuntan los
científicos, pudo contribuir a la desaparición del 76% de las especies del ‘Triásico-
Jurásico’, la cuarta gran extinción. Un hecho que tuvo lugar hace 210 millones
de años y que duró un millón de años.

La quinta gran extinción ocurrió hace 65 millones de años y con ella


desaparecieron los dinosaurios y otros muchos organismos. Conocida también
como la extinción masiva del ‘Cretácico-Paleógeno’, supuso la desaparición del
76% de las especies. El impacto de un gran asteroide que en la Península de
Yucatán (México) puso fin a la era de los dinosaurios.
     

Animales en peligro de extinción

El Informe de Evaluación Global sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos de


IPBES apunta que más de un millón de especies animales y plantas están en
peligro de extinción. En la actualidad, la ‘Lista Roja de Especies Amenazadas’ de
la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, indicador crítico de
la salud de la biodiversidad mundial que se compone de la evaluación de
numerosos grupos de especies, -incluidos mamíferos, anfibios, aves, corales
formadores de arrecifes y coníferas- recoge que de las más de 150.000
especies, más de 42.100 especies están amenazadas de extinción. De esta
cifra, el 41% son anfibios, el 34% coníferas, el 36% de los corales formadores de
arrecifes, el 27% mamíferos, 21% reptiles y el 13%  aves. Del total de las especies
evaluadas e incorporadas a esta lista, 87.083 pertenecen al reino animal. En la
actualidad, cerca de 6.000 animales están en peligro de extinción.

La acción del ser humano está detrás de la posible extinción de estos animales
motivada por la caza ilegal o la destrucción de hábitats donde residen. Desde
1980, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se han duplicado,
elevando las temperaturas globales promedio en al menos 0,7 grados Celsius, lo
que provoca que el cambio climático afecte a la naturaleza no solo a nivel de los
ecosistemas, sino también en la parte de la genética de las especies. En este
contexto, la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad
Biológica (COP15) aprobó la creación de un marco mundial de la diversidad
ecológica que consta de cuatro objetivos: detener la extinción de las especies
inducida por los seres humanos; la diversidad biológica se utiliza y gestiona de
manera sostenible y las contribuciones de la naturaleza a las personas, tales como
las funciones y los servicios de los ecosistemas se valoran, se mantienen y se
mejoran; todo beneficio de la utilización de los recursos genéticos e información de
secuencias digitales sobre los recursos genéticos se comparte en forma justa y
equitativa; y los medios de implementación adecuados para aplicar plenamente el
Marco son accesibles de manera equitativa a todas las Partes. Para la
Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica, que en 2021
deberá establecer las nuevas directrices para las próximas décadas, algunos
expertos han sugerido fijar un objetivo de menos de 20 especies extinguidas al
año.

El esfuerzo de conservación también se centra, paradójicamente, en reducir


algunas especies invasoras por la amenaza que suponen para algunos
ecosistemas.

Estos son 12 de los animales más amenazados de la Tierra y que podrían


desaparecer en los próximos años.

El Chimpancé

Los altos niveles de caza furtiva, las enfermedades infecciosas, el rápido


crecimiento de las poblaciones humanas en el África subsahariana, la llegada de
la agricultura industrial (que requiere la tala de bosques,  y pérdida de hábitat y su
calidad causada por la expansión de las actividades humanas, ha provocado una
reducción significativa de la población en los últimos 20 a 30 años que se prevé
continúe durante los próximos 40 años. La reducción máxima de la población
desde 1975 hasta 2050 superará el 50%, de ahí a que se considere un animal en
peligro de extinción. La fruta constituye aproximadamente la mitad de la dieta de
los chimpancés, generalmente complementada con vegetación herbácea terrestre,
hojas, tallos, semillas, flores, corteza, médula, miel, hongos, resina, huevos y
presas animales como insectos y mamíferos de tamaño mediano. Son los más
carnívoros de los grandes simios.
El Tigre

Catalogado como en peligro de extinción, el tigre es una de las especies que ha


registrado una disminución en su población a lo largo del período de un periodo de
30 años en al menos nueve de los 13 países que tenían subpoblaciones de tigres
existentes al comienzo del período de evaluación. Los cerdos salvajes y los
ciervos de varias especies son los dos tipos de presas que constituyen la mayor
parte de la dieta del tigre. Cuando se agotan las grandes poblaciones de presas,
optan por las aves, los peces, los roedores o los insectos. Las subpoblaciones de
tigres existentes se encuentran en los bosques tropicales, subtropicales y
templados del sur y sureste de Asia y en los bosques templados de hoja perenne
de Rusia y China. Los tigres son generalistas del hábitat y se han adaptado a
diversos hábitats, incluidos los bosques lluviosos ecuatoriales y los manglares en
la India y Sumatra.
La ballena azul

Esta especie ha registrado una reducción en los últimos años del 8% (pasando del
89% al 97%), lo que supone que esté en peligro crítico de extinción. Hay que
destacar la reducción masiva de la antigua población antártica de ballenas azules.
Las ballenas azules se alimentan casi exclusivamente de pequeños crustáceos.
En cuanto a los patrones migratorios de las ballenas, algunas especies pueden
residir todo el año en hábitats de alta productividad, mientras que otras emprenden
largas migraciones desde aguas tropicales a áreas de alimentación en latitudes
altas.
El Lémur

En la actualidad, hay más de 80 especies de lémures en peligro crítico o en peligro


de extinción, y más de 30 en una situación vulnerable. Entre ellos el lemur dorado
o el de cola anillada. La  principal causa de su extinción es la pérdida de hábitat
como consecuencia de la agricultura de tala y la quema de bambú, que supone
una importante fuente de alimento para estas especies. La caza también es otro
de los motivos de la disminución de estos animales.
La vaquita marina

Ubicada únicamente en el norte del Golfo de California, en México, esta especie


está en peligro crítico de extinción porque se estima, entre otras cosas, que la
población total es de alrededor de 10. La vaquita, que vive en un ambiente marino
de menos de 50 metros de profundidad, se alimenta de una variedad de peces,
calamares y crustáceos.
El rinoceronte de Sumatra

Esta especie está catalogada como en peligro crítico de extinción debido a la


disminuciones severas de más del 80% durante tres generaciones, además de
una disminución continua de al menos un 30% en 10 años y tan solo 250
rinocerontes adultos de este tipo. Se estima que en 60 años la probabilidad de
extinción del rinoceronte de Sumatra es del 90%.  Entre las causas de su
desaparición está la caza furtiva y la pérdida de hábitat. Es una especie que habita
en el bosque tropical, suelen encontrarse principalmente en áreas montañosas
cercanas a las fuentes de agua y se mueven dependiendo de la estación del año.
El gorila occidental

A pesar de su abundancia y su amplio rango geográfico, los gorilas occidentales


están en peligro crítico de extinción por una reducción de la población de más del
80% en tres generaciones. Todo como consecuencia de la caza ilegal, las
enfermedades y la pérdida de hábitat. Se prevé que la reducción en la población
de gorilas occidentales supere el 80% en tres generaciones hasta 2071 por,
además, aumentará la escala de conversión de hábitat a la agricultura industrial y
los efectos del cambio climático. Los gorilas occidentales son diurnos y
semiterrestres. Construyen nidos para dormir todas las noches, generalmente en
el suelo, pero a veces en los árboles.
El pangolín

Existen distintos tipos de pangolín en peligro de extinción, como el de la India o el


de China. Las poblaciones de esta especie pueden disminuir en un 50 % en el
futuro durante un período de tres generaciones (desde 2019 a 2043) debido a la
sobreexplotación. Este animal está destinado al consumo local en la mayor parte
de su área de distribución y cada vez más dirigido al tráfico internacional,
principalmente sus escamas, a mercados extranjeros, principalmente China.
Parece haber habido un cambio en la atención del tráfico hacia esta especie. Los
cambios en la aplicación de la ley al nivel necesario para evitar la sobreexplotación
de la especie no ocurran dentro de tres generaciones, y actualmente los esfuerzos
de reducción de la demanda en países consumidores clave de productos de
pangolín asiático y los derivados están siendo efectivos, lo que teóricamente
podría conducir a una reducción en la captura.
El mono tití

Este animal está en peligro crítico de extinción, ya que se estima que se ha


producido una reducción de la población de más del 80% en los últimos 25 años.
Los motivos: la deforestación masiva del hábitat preferido de esta especie como
resultado del aumento de la presión demográfica humana, y la intensificación de
las actividades agrícolas. Se trata de una especie monógama que vive en
pequeños grupos familiares y que se alimenta, principalmente, de frutas e
insectos.
El elefante africano

Este animal está en peligro crítico de extinción. El análisis de las estimaciones


realizadas en 161 localidades en todo el rango de la especie indica una reducción
de más del 80% de la población continental en las últimas tres generaciones (93
años), algo que se considera probablemente irreversible. Las principales causas
de la reducción de la población de este tipo de elefantes están la pérdida de
hábitat debido a la expansión de la población humana.
El lobo rojo

Aunque se extinguió en estado salvaje en 1980, fue reintroducido por el Servicio


de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (USFWS) en 1987 en el este de
Carolina del Norte. A principios de la década de 2000, la población total dentro del
área de reintroducción incluía más de 150 animales. Para 2016, el USFWS
comenzó a restringir el esfuerzo de reintroducción a tierras públicas federales en
el condado continental de Dare, Carolina del Norte. Esta área no puede soportar
más de 20 a 30 lobos. Si se finaliza tal restricción, los lobos que viven fuera de
esta área probablemente recibirán poca o ninguna protección federal o serán
capturados y la mortalidad causada por humanos es una de las principales
amenazas para la persistencia de la especie en la naturaleza.
El hámster común

Esta especie está catalogada como en peligro crítico de extinción por,


principalmente, la disminución de un 50% anual de su tasa de reproducción. Un
descenso que se prevé que continúe, pudiendo hacer que este animal
desaparezca en los próximos 17 años. El rango del hámster común ha disminuido
en casi todos los países europeos y también en Rusia. Su hábitat original es la
estepa y los pastizales fértiles, pero se ha extendido con éxito a una variedad de
hábitats que incluyen prados, tierras de cultivo (especialmente cereales) y bordes
de los campos y de los caminos, además de   áreas de barbecho con matorrales
en granjas. Se encuentran también con bastante frecuencia en jardines y huertos.
Su dieta consiste principalmente en las partes verdes de plantas y semillas,
complementada con invertebrados y, ocasionalmente, pequeños vertebrados.
Objetivo 15 de las Naciones Unidas: detener la pérdida de la biodiversidad

Entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados desde las


Naciones Unidas está el vinculado a la vida de ecosistemas terrestres, cuyo fin es
gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e
invertir la degradación de las tierras y para la pérdida de biodiversidad, y con el
que BBVA también se ha comprometido con la puesta en marcha de acciones
para la protección de los bosques.

BBVA

¿Qué otras acciones se pueden hacer para mantener la vida de los ecosistemas?
Son muchos los pequeños gestos con los que se pueden alcanzar grandes logros.
El reciclaje, el consumo de productos locales y sostenibles evitando el desperdicio
de comida, o la limitación del uso de energía mediante sistemas eficientes de
calefacción y refrigeración, son algunas de las recomendaciones.

El ser respetuoso con la fauna y flora silvestres y participar solamente en


actividades de ecoturismo que se organicen con ética y responsabilidad para no
perturbar la vida silvestre es también esencial. Para ello es clave la buena
gestión de las zonas protegidas, ya que contribuyen a tener ecosistemas
saludables, y a su vez en la salud de las personas.

Aura y la historia de los linces que vieron cambiar el futuro de su especie

Aunque el corazón de Aura dejó de latir en noviembre de 2022, este lince ibérico
ya era un símbolo para la recuperación de su especie. Capturada desde cachorro,
gracias a ella la población de estos animales creció exponencialmente. A principio
de siglo apenas había 200 ejemplares, hoy son 1.400. La coordinación para
su sostenibilidad ha sido clave.

Aura apenas pesaba 700 gramos y sumaba unas cuatro semanas de vida cuando
fue trasladada de Doñana al zoo de Jerez de la Frontera (Cádiz) en abril de 2002.
El milenio había empezado mal para el lince ibérico: quedaban menos de 200
ejemplares en toda la península ibérica y todo parecía indicar que habría que
actuar con rapidez o la especie desaparecería para siempre.

Al igual que otros linces que pasaron a protagonizar los programas de cría en
cautividad, Aura se convirtió en un motivo de esperanza. Del zoo de Jerez pasó
al centro de El Acebuche, de nuevo en Doñana, en donde llegó a convertirse en el
ejemplar más longevo: vivió 20 años y seis meses, superando con creces la media
de vida de estos animales.

Aura sustenta además otro logro. Después de sus tres primeras crías, Domo,
Duna y Drago, llegaron muchos otros cachorros hasta sumar un total de 14. Estos
también tuvieron su propia prole, y hoy la estirpe de Aura alcanza las cinco
generaciones y suma cerca de 900 descendientes directos e indirectos.

Tras su muerte en noviembre de 2022, Aura se ha convertido en un símbolo de la


recuperación del lince ibérico. A lo largo de su vida, desde que fue capturada
siendo solo un cachorro hasta sus últimos días, la población de estos animales
creció de forma exponencial. Hoy hay casi 1.400 ejemplares en la península, y se
espera que el número siga aumentando.

La recuperación de una especie

“Aura es un animal que nos sirve para poner en valor la recuperación de esta
especie, pero hay que tener en cuenta que detrás de ella hay mucho más”, señala
Alejandro Rodríguez, investigador en el departamento de Conservación Biológica
de la Estación Biológica de Doñana del CSIC. Detrás de Aura hay, de hecho, una
larga historia de esfuerzos coordinados para volver a llenar el territorio de
linces ibéricos que involucran a gran parte de la sociedad.

Cuando Aura acababa de nacer, la población de lince ibérico registraba los


mínimos históricos desde que existen registros. El Censo-diagnóstico de las
poblaciones de lince ibérico en España, publicado en octubre de 2002, indicaba
que por aquel entonces sobrevivían menos de 200 linces repartidos en dos
poblaciones aisladas entre sí: la de Doñana, área donde se habían contabilizado
entre 30 y 35 ejemplares, y la de Andújar-Cardeña, donde había entre 90 y 120. A
estos había que sumar otros ejemplares que sobrevivían en otras zonas, también
aisladas.

“Entre las amenazas que habían diezmado la población destacan principalmente


tres: la disminución de las poblaciones de conejos, su principal fuente de
alimento; la destrucción de su hábitat y otras causas de mortalidad como
la presencia de cepos o los atropellos”, explica Rodríguez. “Desde entonces todo
ha ido a mejor, porque los datos tan preocupantes que se obtuvieron durante
estos años hicieron que se pusiesen en marcha programas y proyectos LIFE de
recuperación mejor dotados que los que había anteriormente. Se tomó en serio”.

Dos décadas decisivas

A lo largo de la década de los 2000, mientras Aura se independizaba de sus


cuidadores, aprendía a valerse por sí misma y comenzaba a tener sus primeras
crías, se pusieron en práctica nuevos planes de conservación del lince ibérico.
Una de las claves fue involucrar a los dueños de fincas privadas de Andalucía
para conseguir mejoras en su hábitat y modificar las gestiones de la caza menor.
A esto se sumó una fuerte acción de concienciación social.

Por otro lado, se empezaron a identificar los lugares más adecuados para soltar,
más adelante, a los ejemplares que se criaban en cautividad. “Estos lugares se
ubicaban siempre dentro de sus áreas de distribución histórica. En los sitios en los
que había buenas condiciones para que crecieran los linces, se implementaron
medidas para aumentar la presencia de conejos, crear estructuras adecuadas
para que los felinos pudieran cazarlos y asegurar que tuviesen lugares propicios
para criar, entre otras acciones”, explica el investigador.

Varios descendientes de Aura fueron puestos en libertad en estos lugares pocas


semanas después de nacer. La hembra, sin embargo, pasó su vida entre el zoo de
Jerez y el centro de cría de El Acebuche, ya que cuando estos animales
pasan mucho tiempo en cautividad no consiguen adaptarse más adelante a la
vida salvaje.

Por aquel entonces, ya existía mucha información sobre la cría de linces en


cautividad, que de acuerdo con Rodríguez comenzó en los años noventa de forma
un tanto experimental. “Se aprendió que es fácil criar linces, ya que se adaptan
muy bien a la cautividad. La parte técnica, que consiste en sacar del campo
individuos con pocas perspectivas de sobrevivir, llevarlos a centros de cría y
someterlos a una serie de técnicas, ya se conocía, porque se han criado muchos
felinos en todo el mundo, especialmente en los zoológicos”.

Además de favorecer el nacimiento de nuevos individuos, los centros de cría en


cautividad tienen otra función igualmente relevante: llevar un registro genético
de los animales, para asegurar que los ejemplares que se suelten lleven un
material genético diferente que pueda enriquecer las poblaciones. De este modo,
se evita uno de los problemas que más preocupaban a principios de siglo: la
bajísima diversidad genética del lince ibérico.

La situación que deja Aura

La muerte de Aura se dio en un contexto totalmente diferente al de su nacimiento.


Las poblaciones se están expandiendo de manera natural y existen varios
grupos asentados en Portugal y España (en Andalucía, comunidad que fue su
último reducto, Castilla-La Mancha y Extremadura, según WWF).

En 2015, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)


pasó de catalogar a la especie en la categoría ‘En peligro crítico de extinción’ para
incluirla en la de ‘En peligro’ en su Lista roja de especies amenazadas. Se espera
que en los próximos años pueda pasar a la categoría ‘Vulnerable’. Para ello, la
especie debe contar con 125 hembras reproductoras durante al menos cinco años
consecutivos.

Tal y como explica el científico del CSIC, algunos de los motivos que propiciaron el
declive del felino hace unas décadas actúan ahora en su favor. Los conejos se
están expandiendo por muchos sitios, por lo que tienen más presas de las que
alimentarse, y las poblaciones están cada vez menos aisladas. “Se espera que
llegue un momento en el que todos los grupos estén conectados y los animales
puedan ir solos de un territorio a otro”, señala Rodríguez.

“El trabajo difícil ya está hecho –añade–. El momento crítico se dio en los años
dos mil, pero gracias a los trabajos de preservación y a las introducciones, que
resultaron todo un éxito, hoy en día el lince está bastante bien. Si las
condiciones ambientales continúan, la población puede crecer de forma rápida en
los próximos años, aunque nunca se sabe a ciencia cierta lo que pasará”.

Detrás de este éxito está una acción que durante años coordinó instituciones
públicas, científicos, población civil y muchos otros agentes. Cobran especial
importancia el conocimiento, la investigación y el trabajo realizado para llevar a
cabo registros de las poblaciones y su genética. “El conocimiento es
fundamental. Sin él, puedes equivocarte en la gestión; con él, puedes afinar en las
acciones y lograr que sean más eficaces”, señala Rodríguez.

En 2021, de acuerdo con el proyecto Life LynxConnect, había 1.365 linces en


libertad que ocupaban una superficie de casi 4.500 kilómetros cuadrados. Solo en
ese año nacieron 500 cachorros, una cifra que sin duda ayudará a mejorar la
supervivencia de esta especie y a continuar la tendencia que comenzó hace dos
décadas, cuando Aura era todavía una cría de una especie que se acercaba
peligrosamente a la extinción.

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