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82 VIRGILIO

Virgilio escribió las Geórgicas para sí, para Mecenas, para los pequeños
propietarios, para cuantos aspiraban al mejoramiento y al progreso de la
agricultura, para cuantos amaban la vida del campo y veían en ella una
escuela indefectible de ciudadanos sobrios y de valerosos y aguerridos
soldados para la patria.
De regreso de Alejandría, una vez conocido el trágico final de Antonio y
de Cleopatra, probablemente a finales del 30 o principios del 29, Octa­
viano se detuvo en Atela para curarse de una afección de garganta. Allá en
la gran paz y profundo silencio campanos, escuchó durante cuatro días
seguidos la lectura de las Geórgicas de labios de Virgilio o de Mecenas.
Debió de quedar estupefacto ante aquel ramillete de versos que el genio
latino depositaba a sus pies. Además el poema respondía admirablemente
a sus deseos y a su política: la más noble aspiración deí príncipe se aunaba
a los más calculados proyectos de la política romana.

Contenido técnico de las Georgicas

El poema se abre con un gran preludio de entonación religiosa en que


vemos aparecer las más hermosas divinidades de la luz y de las estaciones,
las de la fecundidad terrestre, Neptuno, Minerva, Aristeo y otros dioses o
personajes legendarios o míticos, ligados de alguna forma a la suerte de la
tierra. Esta invocación podría hacernos pensar en una letanía, y constituye
toda una serie de imágenes religiosas, y de premios o esbozos de himnos.

1. Los campos y los astros

Se entra en materia con una visión de fatiga: altas montañas, blancas


todavía de nieve; terruños que se abren suaves al soplo del céfiro; y en
medio, el toro que suda en su trabajo, mientras el arado penetra en la tierra.
Y luego una serie de preceptos relativos al modo de arar, a los cultivos al­
ternos, a la roturación y al riego de las tierras.
Luego el poema se ensancha. Labrar la tierra, nos dirá el poeta, es fa­
tigoso porque la vida toda es también difícil. Y aquí viene el episodio de
Júpiter, uno de los pasajes más notables del poema, una página admirable
por la descripción del querer divino y, sobre todo, por la representación
plástica y musical de algunos elementos naturales y conceptos abstractos
(versos 125-45). El pasaje termina con una frase famosa:
labor omnia uincit
improbus, et duris urgens in rebus egestas * (1, 145-46).

«Todo lo vence el duro trabajo y la necesidad que aprieta en duras empresas».

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