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Leyenda del Río Negro

Limay y Neuquén eran los hijos de dos importantes caciques mapuches que
tenían sus tolderías, uno al norte y otro al sur de lo que hoy es territorio de la
provincia de Neuquén. Eran amigos inseparables y siempre cazaban juntos.
Justamente cuando participaban de una
cacería, oyeron el canto de una dulce voz que
venía de un bosque de arrayanes cercano.
Hacia allá fueron y descubrieron a orillas de un
lago a una hermosa joven de largas trenzas y
grandes ojos negros, llamada Raihué, que
instantáneamente enamoró a los jóvenes. En el
camino de regreso, Limay y Neuquén, sintieron
que los celos rompían su antigua amistad y con
el correr de las lunas el distanciamiento entre los
jóvenes que eran como hermanos, se hizo
evidente. Preocupados por esta situación, sus padres consultaron a una machi
(una adivina), quien les explicó la causa de la enemistad de sus hijos. Entonces
decidieron someter a los muchachos a una prueba, estos deberían viajar hasta
el mar y el primero que regrese con un caracol para que Raihué pueda
escuchar por primera vez el sonido del mar, tendría su amor como premio.
Para semejante misión, consultaron a los dioses y estos convirtieron a los
jóvenes en ríos para facilitarles el largo camino hacia el océano. Neuquén lo
haría desde el Norte, corriendo entre los bosques de arrayanes, mientras que,
Limay, desde el sur, atravesaría por valles y montañas.
Pero, nunca tuvieron en cuenta al espíritu del Viento, quien al no ser
consultado, se sintió desplazado y comenzó a susurrar al oído de Raihué que
Neuquén y Limay no regresarían nunca. La joven, que se sentía culpable de la
suerte de los amigos, comenzó a marchitarse de angustia y dolor y después de
cuatro lunas se arrastró hasta el lago en donde conoció a los jóvenes y le
ofreció su vida al dios Nguenechen a cambio de la salvación de Limay y
Neuquén. Mientras rezaba, sus pies lentamente se convertían en raíces y
penetraban en la tierra húmeda y desde su fina cintura surgían tiernas ramas, y
sus labios se abría en una flor roja.
El Viento, que saboreaba su venganza, les comunicó el triste final de Raihúe
a los jóvenes, y sopló con tanta furia que desvió el curso de ambos ríos hasta
juntarlos. Limay y Neuquén, al enterarse que la muchacha había muerto de
dolor por su ausencia, se abrazaron nuevamente como hermanos y se vistieron
de luto por su amada, dando origen al río Negro que corre en busca del mar.
Adaptación de una leyenda Mapuche.

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