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Estética Cristiana
Estética Cristiana
Estética cristiana
No se puede hablar de una estética cristiana propiamente, porque la estética sólo puede surgir
cuando se devuelve su valor a la sensibilidad y a la imaginación, y, simultáneamente, se
impone un nuevo concepto de espiritualidad como autonomía. los pensadores cristianos de los
primeros siglos sólo se ocuparon de problemas éticos y ontológicos, persigue la aniquilación
del placer y la eliminación de la vida sensible. Su visión metafísica que debe realizarse en la
vida excluye la satisfacción estética y el arte. Plenamente, a contraste del renacimiento, la
estética cristiana gozaba de una imagen teocéntrica, es decir que la manifestación de las obras
estéticas estaba encaminada a representar a Dios. En la época medieval acuerdo a estudiosos
como Juan Vergara, la función principal del arte cristiano era la difusión de la imagen de Dios
para expandir la religión cristiana.
San Agustín
En la vida de Agustín deben marcarse dos épocas: la del filósofo educado en el pensamiento de
los grandes clásicos precristianos y la del santo doctor del cristianismo, consagrado a la
interpretación de la Biblia. Su sentido estético avanza desde una perceptibilidad finísima para
el mundo sensible hasta una apertura cada vez mayor al mundo del espíritu. Es platónico-
pitagórico cuando insiste en el número como elemento decisivo de los seres bello. De Plotino
toma el concepto cualitativo de belleza simple, como la luz y el color; la idea de que la belleza
de los cuerpos proviene de la forma, de que la forma y el alma son bellas en sí mismas y de que
la belleza que comunican a los cuerpos la reciben de Dios, El alma es bella en cuanto crea
belleza en el orden corporal, es bella por cuanto produce en sí misma la virtud y la serenidad
de la dicha, es bella en el orden místico por cuanto se despliega hacia Dios y se afirma en Él.
Agustín lo bello de lo conveniente, muy pronto afirmó que lo bello tenía un valor intrínseco,
independiente, y, por tanto, no identificable con lo útil. El arte es para Agustín una actividad
racional, en cuanto está fundada sobre relaciones y sobre medidas; una operación del alma.
El tener una experiencia estética se refiere a un gozo involuntario, como cuando vas
caminando y topas con una obra que llama tu atención, no te acercas por un interés
encaminado a lo intelectual, si no al mero placer de disfrutar lo bello.