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WHITMAN, ESE MARAVILLOSO GATO.

No haber leído de niño es una gran tragedia que ya no se puede remediar.


No haber leído de niño debe ser lo segundo más grave que me pasó en la vida.
Leí grande, pasados los 20. Recién ahí, gracias a un amigo, descubrí la
literatura. Y como con el equipo de fútbol, entendí que un libro es un amor para
siempre. Cuando dudo, ahí están esperándome los libros de cabecera. Ahí están
las respuestas, la tranquilidad, la esperanza.
Me enamoré de la novela. No pasó lo mismo con la poesía. He leído
poesía, claro; pero en mi biblioteca no hay muchos poetas. Debo reconocer con
algo de vergüenza, que no he sido un gran lector de poesía. De lo poco que he
leído, tal vez solo una docena poetas, dos son los que más me han impactado:
Walt Whitman y Pablo Neruda. Hoy es WW.
Whitman fue el primero. Guardo con mucho cariño una vieja edición de
“Hojas de hierba”. No sé quién me la dio, omisión que lamento pues ese libro
fue fundamental en mi vida. Ahí está Walt en la carátula. Con su enorme barba
blanca. Como un gato de angora, como alguna vez lo definió alguien.
Dice Borges: “Walt Whitman es de una casi incoherente, pero titánica
vocación de felicidad”. Me encanta Borges, me encanta Whitman.

No dejes de creer que las palabras y las poesías


sí pueden cambiar el mundo.

Sí, claro que sí. Algunos ingenuos, aún creemos eso. Por supuesto que las
palabras tienen un gran poder, querido Walt.

Soy puerto para el bien y para el mal,


hablo sin cuidarme de riesgos.

Walt sabe que el bien y el mal son un invento para controlarnos. Que
bien y mal no existen y que juzgar es un absurdo. Por eso le resbala lo que
digan de él. Habla sin miedo, sin riesgos, que es como siempre se debería
hablar.
Mis dudas sobre Dios empezaron con Hesse y su Demian. Y
terminaron con WW.

Y digo a la Humanidad: no hagas preguntas sobre Dios,


Porque yo que pregunto tantas cosas, no hago preguntas sobre Dios,
(No hay palabras capaces de expresar mi seguridad ante Dios y la muerte)
Escucho y veo a Dios en cada cosa, pero no lo comprendo en lo más
mínimo.

Así es. Yo también veo a Dios en la cara de mis hijos. Lo siento


todos los días cuando amanece, pero no sé como explicarlo. Tampoco me
interesa. ¡Qué bobos los que hablan en su nombre, los que tratan de
demostrar su existencia! En realidad no hace falta. Qué grande WW.

Con Whitman me pasó lo mismo que con Hesse. Nada es malo y


nada es bueno. ¿Coherencia? Mientras las voces claman por coherencia,
WW habla de la naturaleza humana, incoherente por naturaleza.

“¿Me contradigo?
Muy bien, me contradigo.
(Soy amplio, contengo multitudes).”

El presente se suele perder entre nuestro miedo por el futuro y la


nostalgia por el pasado. Sin apreciar que el aquí y ahora es lo único que
sirve. Walt Whitman lo explica maravillosamente.

“Nunca hubo más principio que ahora,


Ni más juventud ni vejez que ahora,
Ni habrá más perfección que ahora,
Ni más infierno ni cielo que ahora.”

Whitman es una aceitada máquina productora de frases, ideas y


conceptos. “Hojas de hierba” y “Canto a mí mismo” no han sido solamente
libros, para mí han sido la palabra sagrada. Mi religión. Así lo siento. Aquí mi
idea favorita. La que repito como una oración, la que me acompaña siempre.

“Si nadie en el mundo lo sabe, estoy satisfecho,


Si todos y cada uno lo saben, estoy satisfecho.
Un mundo lo sabe y es el mayor de todos para mí, y ese mundo soy yo,”

“El mayor mundo de todos soy yo”. Fabuloso. Está anotado. No, está
tatuado. Gracias, Walt.

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