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UNIDAD: RUPTURA (bibliografía)

“De las alegrías y las pasiones”, Nietzsche (en Así habló Zaratustra, 1883)
Hermano mío, si tienes una virtud, y esa virtud es la tuya, entonces no la tienes en común con nadie.
Ciertamente, tú quieres llamarla por su nombre y acariciarla; quieres tirarle de la oreja y divertirte
con ella.
¡Y he aquí que tienes su nombre en común con el pueblo y que, con tu virtud, te has convertido en
pueblo y en rebaño!
Harías mejor en decir: «inexpresable y sin nombre es aquello que constituye el tormento y la dulzura
de mi alma, y que es incluso el hambre de mis entrañas».
Sea tu virtud demasiado alta para la familiaridad de los nombres: y si tienes que hablar de ella, no te
avergüences de balbucear al hacerlo.1

Realismo capitalista, Mark Fisher (fragmento, pp 52-53)


Si uno les pide que lean más de un par de oraciones, muchos (aunque se trate de estudiantes con
buenas notas) protestarán alegando que no pueden hacerlo. La queja más frecuente es que es
aburrido. Pero el juicio no atañe al contenido del material escrito: es el acto de leer en sí mismo el
que resulta “aburrido”. Estar aburrido significa simplemente quedar privado por un rato de la matrix
comunicacional de sensaciones y estímulos que forman los mensajes instantáneos, YouTube y la
comida rápida. Aburrirse es carecer, por un momento, de la gratificación azucarada a pedido. A
algunos alumnos les gustaría que Nietzsche fuera como una hamburguesa; no logran darse cuenta (y
el sistema de consumo en la actualidad alientan este malentendido) de que la indigestibilidad, la
dificultad, eso es precisamente Nietzsche.

Nietzsche sobre Montaigne:


“Que un hombre así haya escrito es cosa que ha aumentado realmente el gozo de vivir en este
mundo. Por mi parte, al menos, desde que conocí este espíritu máximamente libre y fuerte como
ningún otro, no puedo decir de él sino lo que él mismo dice de Plutarco: apenas he lanzado una
mirada en él y ya me han crecido una pierna o un ala.”

Nietzsche sobre Schopenhauer:


Ahora, imagínese cómo debió impactarme la lectura de la obra principal de Schopenhauer. Encontré
un día este libro precisamente en una librería de anticuario. Ignorándolo todo sobre él, lo tomé en mis
manos y comencé a hojearlo. No sé qué especie de demonio me susurró al oído: “llevate este libro a
casa”. El hecho ocurrió contra mi costumbre habitual de no precipitarme en la compra de libros. Una

1 “En el mundo no hay más que un camino que sólo tú puedes recorrer. ¿A dónde conduce? No preguntes.
Síguelo” (Nietzsche)
vez en casa, me acomodé con el tesoro recién adquirido en el ángulo del sofá y dejé que aquel genio
enérgico y severo comenzase a ejercer su efecto sobre mí. Ahí, en cada línea, clamaba la renuncia, la
negación, la resignación; allí veía yo un espejo en el que, con terrible magnificencia, contemplaba a
la vez el mundo, la vida y mi propia intimidad. Desde aquellas páginas me miraba el ojo solar del
arte, con su completo desinterés; allí veía yo la enfermedad y la salud, el exilio y el refugio, el
infierno y el paraíso. Me asaltó un violento deseo de conocerme, de socavarme a mí mismo.
Habiendo puesto todas mis cualidades y aspiraciones ante el tribunal de un sórdido autodesprecio,
era malvado, injusto y desenfrenado en el odio que vertía sobre mí. Tampoco faltaron torturas físicas.
Así, durante catorce días seguidos, me esforcé por no acostarme antes de las dos de la madrugada y
levantarme sin dilación alguna a las seis en punto. Una constante excitación nerviosa me dominaba a
todas horas, y quién sabe qué grado de locura habría alcanzado de no ser porque las exigencias de la
vida, la ambición y la imposición de unos estudios regulares obraron en sentido contrario.

Sobre cómo leer textos difíciles (o cómo habitar dialectos ajenos), Diego Singer
Para mí, hay que leerlos mínimo tres o cuatro veces. Hay que hacer como la vaca, pasarlos de un
estómago a otro, irlos rumiando, ir sacándoles el jugo de a poco. Uno no puede digerirlos
directamente.
Segundo: hay que ser muy generoso con el autor al que uno lee y seguirlo en el movimiento que
propone. No hay que plantarse frente al autor con una actitud de “qué está diciendo este tipo, qué
cosa rara, estoy en desacuerdo”. Es la peor actitud que uno puede tener frente a un texto de un autor
al que uno no conoce. Yo siempre pongo la metáfora del baile, y del baile de tango en particular: hay
que saber seguir a la pareja que propone un movimiento determinado; si no, me quedo sentado y no
bailo con nadie. No puedo al primer paso decirle “esto está mal, ¿qué estás haciendo?”, eso es
realmente no bailar y repetir lo que uno ya sabe. Siempre frente a un texto nuevo, de alguien que
propone no solo una cantidad de problemas sino que tiene un ritmo de pensamiento, una forma de
pensar, una forma de llevarnos a donde quiere ir, hay que poder seguirlo en ese movimiento y para
eso hay que entregarse, hay que entregarse y tratar de aprehender cómo ese alguien nos está llevando
en ese camino. Para eso, insisto, hay que ser muy generoso, muy hospitalario, y saber poner entre
paréntesis los supuestos que uno trae.
Tercera y última cuestión: hay que sacarse de encima la pretensión de tener que entender. No hace
falta entender todo. Sino, uno arranca un texto y dice “no entiendo esto” y “no entiendo esto otro”, y
uno enseguida se cansa y dice “bueno, no estoy entendiendo nada, esto no sirve para nada”, cierra el
texto y lo deja. Bueno, eso es cobardía. El “no entiendo” es una forma sencilla de abandonar los
textos. Los textos hay que seguirlos. Si uno cree que, además de lo que uno no entiende, puede haber
algo más, uno pasa de largo y sigue, y una conexión se empieza a dar. Si esa conexión es interesante,
yo voy a seguir. No es un problema que yo no entienda muchas cosas de las que lea ahí, primero
porque voy a estar entendiendo muchas más cosas de las que a mí me parecen, y segundo porque no
se trata de decir “Miren, me leí este texto y lo entendí todo”. ¿Y qué? Entendiste los significados, ¿y
de qué te sirve eso? La cuestión es la conexión, la cuestión es que suceda algo. Y ese algo que sucede
entre un texto y uno excede a la comprensión. En general, los textos no se comprenden
absolutamente ni siquiera para quien los escribe.
“EN ESTA NOCHE EN ESTE MUNDO”, Alejandra Pizarnik

A Martha Isabel Moia

en esta noche en este mundo


las palabras del sueño de la infancia de la muerte
nunca es eso lo que uno quiere decir
la lengua natal castra
la lengua es un órgano de conocimiento
del fracaso de todo poema
castrado por su propia lengua
que es el órgano de la re-creación
del re-conocimiento
pero no el de la resurrección
de algo a modo de negación
de mi horizonte de maldoror con su perro
y nada es promesa
entre lo decible
que equivale a mentir
(todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe

no
palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve
¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible

sombras
recintos viscosos donde se oculta
la piedra de la locura
corredores negros
los he corrido todos
¡oh quédate un poco más entre nosotros!

mi persona está herida


mi primera persona del singular

escribo como quien con un cuchillo alzado en la oscuridad


escribo como estoy diciendo
la sinceridad absoluta continuaría siendo
lo imposible
¡oh quédate un poco más entre nosotros!
los deterioros de las palabras
deshabitando el palacio del lenguaje
el conocimiento entre las piernas
¿qué hiciste del don del sexo?
oh mis muertos
me los comí me atraganté
no puedo más de no poder

palabras embozadas
todo se desliza
hacia la negra licuefacción

y el perro del maldoror


en esta noche en este mundo
donde todo es posible
salvo
el poema

hablo
sabiendo que no se trata de eso
siempre no se trata de eso
oh ayúdame a escribir el poema más prescindible
el que no sirva ni para
ser inservible
ayúdame a escribir palabras
en esta noche en este mundo
La metáfora del laberinto:

“El hilo de la fábula”, Jorge Luis Borges


El hilo que la mano de Ariadne dejó en la mano de Teseo (en la otra estaba la espada) para que
éste se ahondara en el laberinto y descubriera el centro, el hombre con cabeza de toro o, como
quiere Dante, el toro con cabeza de hombre, y le diera muerte y pudiera, ya ejecutada la
proeza, destejer las redes de piedra y volver a ella, a su amor.

Las cosas ocurrieron así. Teseo no podía saber que del otro lado del laberinto estaba el otro
laberinto, el de tiempo, y que en algún lugar prefijado estaba Medea.

El hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos


rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar
que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos
en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la
mera y sencilla felicidad.
“Epílogo”, Jorge Luis Borges (en El hacedor, 1960)

Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años


puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de
bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de
astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese
paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.
UNIDAD: MUERTE DE DIOS. ABSURDO Y ANGUSTIA
(bibliografía)

Así habló Zarathustra, Friedrich Nietzsche (1883)

(Zarathustra desciende de la montaña y se encuentra al hombre santo en el bosque, quien le dice:)


<¡No vayas con los hombres y quédate en el bosque! ¡Es preferible, incluso, que vayas con los
animales! ¿Por qué no quieres ser como yo, un oso entre los osos, un pájaro entre los pájaros?>
<¿Y qué hace un santo en el bosque?>, preguntó Zarathustra.
El santo respondió: <Hago canciones y las canto, y cuando hago canciones río, lloro y gimo, y así
alabo a Dios. Cantando, llorando, riendo y gimiendo alabo al Dios que es mi Dios. Mas, ¿qué nos
traes tu de regalo?>
Cuando Zarathustra estuvo solo, habló así a su corazón: <¡Cómo es posible! ¡Este viejo santo
aún no ha oído nada en su bosque de que Dios ha muerto!>.

La ciencia jovial, Friedrich Nietzsche. Parágrafo #125. (1882)

El hombre frenético. — ¿No habéis oído hablar de aquel hombre frenético que justo antes de la
claridad del mediodía encendió una lámpara, corrió al mercado y no dejaba de gritar: <¡Busco a
Dios, busco a Dios!>? — Allí estaban congregados muchos de los que precisamente no creían en
Dios, provocando una gran carcajada. <¿Acaso se ha perdido?>, dijo uno. <¿Se ha extraviado como
un niño?> dijo otro. <¿O es que se ha escondido? ¿Nos tiene miedo? ¿Se ha hecho a la mar en un
barco? ¿Ha emigrado?>. Así chillaban y reían sin orden alguno. El hombre frenético saltó en medio
de ellos, atravesándolos con su mirada. <¿Adónde ha ido Dios?>, gritó, <¡yo os lo voy a decir!
¡Nosotros lo hemos matado, ustedes y yo! ¡Todos nosotros somos sus asesinos! ¿Pero cómo hemos
hecho esto? ¿Cómo fuimos capaces de bebernos el mar hasta la última gota? ¿Quién nos dio la
esponja para borrar todo el horizonte? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos esta tierra de su
sol? ¿Hacia dónde se mueve ahora? ¿Hacia dónde nos movemos nosotros? ¿Lejos de todos los
soles? ¿Nos caemos continuamente? ¿Y hacia atrás, hacia los lados, hacia adelante, hacia todos los
lados? ¿Hay aún un arriba y un abajo? ¿No vagamos como a través de una nada infinita? ¿No
sentimos el alentar del espacio vacío? ¿No se ha vuelto todo más frío? ¿No llega continuamente la
oscuridad y más oscuridad? ¿No tendrán que encenderse lámparas a mediodía? ¿No
escuchamos aún nada del ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No olemos aún nada de la
putrefacción divina? También los dioses se descomponen. ¡Dios ha muerto! ¡Dios sigue muerto! ¡Y
nosotros lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaremos los asesinos de todos los asesinos? Lo más
sagrado y lo más poderoso que hasta ahora poseía el mundo, sangra bajo nuestros cuchillos. ¿Quién
nos enjuagará esta sangre? ¿Con qué agua lustral podremos limpiarnos? ¿Qué fiestas expiatorias, qué
juegos sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para
nosotros? ¿No hemos de convertirnos nosotros mismos en dioses, sólo para estar a su altura?
¡Nunca hubo un hecho más grande! Todo aquel que nazca después de nosotros, pertenece a
causa de este hecho a una historia superior que todas las historias existentes hasta ahora!>.
Aquí calló el hombre frenético y miró nuevamente a sus oyentes: también éstos callaban y lo
miraban extrañados. Finalmente, lanzó su lámpara al suelo, rompiéndose en pedazos y se apagó.
<Llego demasiado pronto>, dijo entonces, <Mi tiempo todavía no ha llegado. Este enorme
acontecimiento aún está en camino y deambula. Aún no ha penetrado en los oídos de los
hombres. El rayo y el trueno necesitan tiempo, la luz de las estrellas necesita tiempo, los hechos
necesitan tiempo, aun después de que hayan ocurrido, para ser vistos y escuchados.> Esta
acción les está todavía más lejana que los astros más lejanos. <¡Y sin embargo, ellos mismos la han
llevado a cabo!> Se cuenta además que, ese mismo día, el hombre frenético irrumpió en diferentes
iglesias y entonó su Requiem aeternam Deo (Descanso eterno para Dios). Conducido fuera de ellas y
conminado a hablar, sólo respondió una y otra vez: <¿Qué son, pues, estas iglesias sino las tumbas y
los sepulcros de Dios?>.

“El grito”, Edvard Munch (1893)

“De nada sirve”, Moris

De nada sirve, escaparse de uno mismo


De nada sirve, escaparse de uno mismo
Veinte horas al cine pueden ir
Y fumar hasta morir
Con mil mujeres pueden salir
A los amigos los pueden llamar
De nada sirve, escaparse de uno mismo, no, no
De nada sirve

No se dan cuenta que de nada sirve


Tocar la batería, seguir la acería
No, de nada sirve
No, de nada sirve

Y veinte horas al cine pueden ir


Y fumar hasta morir
Con mil mujeres pueden salir
Ah, rurura rurura
De nada sirve, escaparse de uno mismo

¿De qué le sirven las heladeras


Y lavarropas, televisores
Y coches nuevos y relaciones
Y amistades y posiciones?

Si están podridos y aburridos


De este mundo que esta podrido
No, de nada sirve
No, de nada sirve

Los que van a la oficina


Dicen que todo sirve
Los que van al puerto
Les duele las espaldas
Los que hacen música
Creen que es lo más importante
Nada sirve

Si uno lo usa para la soledad interna


Que siempre nos corre
Que siempre nos corre, oh, yeh
Siempre nos corre
Cuando están solos
Están bien solitos
Ya no hay guitarritas ni amplificadores
Están solos en la cama

Empiezan a mirar el techo


Empiezan a mirar el techo
Y en el techo no hay nada
Hay solamente un techo

¿Qué pueden hacer?, ¿qué pueden hacer?, es muy tarde


Son las tres de la mañana
Los bares están cerrados
Las mujeres duermen
Los cines también están cerrados
La guitarra no se puede tocar
Sino el vecino se va a despertar
¿Qué puedo hacer?, ¿qué puedo hacer?
¿Qué puedo hacer?, ¿qué puedo hacer?
¿Qué puedo hacer?, estoy solo y aburrido
No se qué hacer, ¿qué es mi vida?
¿Qué es este mundo? ¿Qué soy yo?
Me voy a volver loco, no sé qué hacer
No se qué hacer

En ese momentito se dan cuenta


Que todo es una estupidez
Cuando van de veraneo y bailan shake
Con sus movimientos centroamericanos
Sensualidad fabricada
Tratan de levantar mujeres
Pero están vacíos y están muy podridos

Volvemos a la cama, que es un gran lugar


Para dormir o también para fifar
Cuando lo consiguen, en este mundo es difícil
Está reglamentado, uoh, uoh, uoh, uoh
Muerden la almohada de desesperación
No saben qué hacer con sus vidas
Ya todo fracasó

Han masticado chicles


Han comido chocolates
Han leído Radiolandia
Han llamado a sus amigos
Han salido con mil mujeres
Han grabado treinta mil discos
Han sido famosos
Han firmado autógrafos
Han comido hasta reventar
Han fumado hasta acabar

¿Y qué queda?, no queda, no queda


Nada queda, nada queda, nada queda
Hay una cosa que sirve
Que sirve a esta humanidad
Es darse cuenta que nada sirve
Si uno lo usa para escaparse de uno mismo
De uno mismo

Amigo, te doy un consejo


Aunque yo consejos no doy:
Trata de hacer la prueba
De parar las maquinitas
Las maquinitas que llevas dentro de ti
Y fijate qué es lo que pasa
Qué es lo que pasa, cuando te agarra la soledad y te agarra el hastío
No escuches discos de Bob Dylan, o de Los Beatles
O de los Rollings Stones o de Mick Jagger

Mucho silencio, mucho silencio


Mucho pensar, mucho pensar
Mucho meditar, mucho meditar
Nada de evasión, nada de evasión y pensar

¿Qué es lo que pasa conmigo?


¿Qué pasa conmigo?
¿Qué pasa conmigo?, ¿qué pasa conmigo?
Soy inteligente
También soy intelectual
Soy bastante inteligente, pero estoy muy aburrido
Y estoy solo y muy aburrido

¿Qué es lo que pasa conmigo?


Yo no me lo puedo explicar
Por favor que alguien me lo diga
No puedo salir de mí, estoy muy encerrado
En mi prisión de carne y hueso
Estoy encerrado en mi prisión de carne y hueso
No puedo salir, no puedo salir

Me voy a morir dentro de mí


Antes de morir yo quiero salir
Ver las estrellas, el mar, me quiero ahogar
Y quiero salir, de mí por favor
Me quiero ir, me quiero ir
Quiero vivir, por favor, de mí
No quiero ovación, quiero vivir

¿Qué puedo hacer? ¿qué puedo hacer?


No hay nada que hacer
Tenés que vivir, tenés que vivir
Tenés que vivir, tenés que sufrir
Tenés que sentir, tenés que amar
Tenés que arriesgar

Te tenés que jugar, te tenés que jugar


No podés tener seguridad, no podés tener
Ninguna propiedead, te tenés que jugar
Tenés que jugarte, tenés que salir
A que te rompan la cara, que te maten, que te pisen
Tenés que querer a cualquiera
Tenés que odiar a cualquiera
Ay, ¿qué puedo hacer?, estoy solo
Estoy solo y todos pasan a mi lado
Nadie me mira, nadie me mira
O si me mira es para
Para encerrarme
Estoy muy encerrado

Oh, jo oh, jo oh
De nada sirve
De nada sirve, escaparse de uno mismo

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