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MATAR LA MUERTE
Los niños frente a la muerte, sus preguntas, sus síntomas, los trabajos del
duelo y la creatividad.
Autora: Lic. Liliana Iglesias
Resumen:
En este escrito me ocuparé especialmente de una función que algunos niños asumen,
casi como un gesto de modesta omnipotencia, ofreciendo su mundo psíquico para curar
el sufrimiento psíquico de sus padres, sufrimiento que a su vez los progenitores no
registran como propio. En mi experiencia clínica es esta una operatoria que casi todos los
niños que han alcanzado a tener una buena relación emocional con sus progenitores
realizan frente a una situación de brusca desorganización del psiquismo paterno producto
del encuentro con la muerte. Trataré de mostrar el trabajo creativo que estos niños
despliegan para que sus padres elaboren los momentos en que la muerte los ha tomado.
Finalmente describiré tres casos, en los cuales hay un duelo de difícil elaboración como
lo es un proceso autodestructivo o un suicidio.
El objetivo es presentar algunas ideas sobre un tema bastante complejo que podríamos
formularlo del siguiente modo: cuando los progenitores portan un duelo no elaborado
¿qué posibilidades tiene el niño de significar la muerte, transformandola en un encuentro
que provoque su creatividad?
Considero a la creatividad como la capacidad de mantenerse vivo e interesado por la
vida, jugando e inventando formas nuevas, relacionando algo conocido con algo
desconocido en forma innovadora, apartándose de los esquemas de pensamiento rígidos
y las conductas habituales.
Los niños -que como los adultos encuentran sosiego en la permanencia de la forma en
que su vida cotidiana está articulada- tienen además una aguda capacidad para detectar
cambios no sólo en el mundo físico sino especialmente los cambios psicológicos de las
personas que los rodean.
Cuando estos encuentros con la muerte se producen el niño trata de otorgarle algún
sentido. Pregunta con palabras o con gestos por los cambios psicológicos de las
personas que habitan en su entorno, percibe sus ansiedades y sus angustias. A veces
evidencia las suyas manifiestamente y otras las esconden detrás de síntomas.
En algunos casos parecería que lo que se produce es una suerte de auto-sacrificio del
propio psiquismo, ya que lo ofrece al trabajo psíquico que su progenitor no pueden
realizar respecto de sus propios duelos; sin embargo una intervención a tiempo, alguien
que signifique esos síntomas como preguntas puede posicionar al niño en otro camino a
favor de su creatividad y en contra del auto-sacrificio.
El padre no quiere tratarse, dice que tuvo análisis durante toda su vida y que no le sirvió
de nada, pero Sebastián mejora enormemente en el aprendizaje de la lecto-escritura y
del cálculo pero disfruta haciendo sufrir a su hermana y a los chicos en la escuela.
Joaquín grita, rasguña, tira del pelo y dice “me quiero morir” como su madre. Mariela ha
creado un amigo invisible para significar la muerte. Sebastián dibuja e inventa historias y
pregunta. Los niños convocan y conjuran, conjuran y convocan a la muerte con sus
juegos, su arte, en sus invenciones para poder seguir vivos e interesados por la vida.
El encuentro con la muerte, no solo en el duelo sino en las mil formas de encuentro
posibles, produce desorganización y ruptura de las condiciones preestablecidas para el
diario vivir de nuestra vida cotidiana.
Las historias, las dramatizaciones, los cuentos y los juegos son modestas creaciones
cotidianas que se transmiten y repiten de generación en generación con leves
modificaciones, son modestas omnipotencias cotidianas contra muerte, formas de Matar
la Muerte. Imitaciones, preguntas, dibujos y juegos como los de Joaquín, Mariela y
Sebastián, con sus padres y conmigo, relatos como yo he hecho con ustedes, como los
que ustedes harán con los suyos son como decía Benedetti modestos exorcismos contra
la muerte, formas cotidianas de mantener a la muerte lo suficientemente muerta, como
para mantenernos vivos e interesados por la vida.
Referencias bibliográficas:
mestre.
8- Pontalis, J. B.: "Entre el sueño y el dolor" Ed. Sudamericana
1978
9- Rank, Otto: "El doble" Ed. Orión 1976