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Todo cristiano, ya sea líder, creyente o miembro activo de una iglesia local, debe tener claro y
entender a la perfección la importancia de tener una relación íntima con Dios como la base de su
liderazgo y llevar a la práctica pasos específicos para profundizar esa relación.
La elección es suya: cultivar una intensa, productiva vida interior con el Señor o dejarlo estar
estancado y árido.
I. FUNDAMENTO BIBLICO.
Moisés es un ejemplo claro, de cuanta confianza depositaba en Dios. La Biblia nos dice que hablaba
con Él cara a cara. En el libro de Éxodo 33 podemos leer: 9 En cuanto Moisés entraba en ella, la
columna de nube descendía y tapaba la entrada, mientras el Señor hablaba con Moisés… 11 Y
hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo.
Su relación con Dios era como la que se tiene con un amigo(a).
1. Superficialidad.
2. Falla en Priorizar.
El mundo nos envuelve en lo que podría llamar la “tiranía de lo urgente”, es una cultura, donde
todo es para “YA”. Nos absorbe tanto que nos afecta en nuestro ser interior, dejándonos
estresados, haciéndonos impacientes, a veces resentidos y peor aún, vacíos.
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi
alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Salmo 42:1-2
Podemos saber mucho acerca de Dios y de la santidad sin realmente conocerle a Él.
Para poder llevar a cabo una relación con Dios más efectiva, es necesario practicar disciplinas
espirituales. Estas nos acercaran a Dios porque se enfoca en Él, en vez de solo en conocimiento.
La intimidad con Dios es una elección y un compromiso.
Cultivar una profunda relación con Dios y llevar una vida interior plenamente llena del Espíritu
Santo nos ayudara a convertir nuestro desierto espiritual, en ríos de agua viva.