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Reseña de la: «Suma Teológica mínima»; Santo Tomás de Aquino

Reseña de: Suma teológica mínima, Santo Tomás de Aquino

Los Esenciales de la Filosofía, Editorial Tecnos (2016), Madrid (169-Pág.)


a) Contexto de la obra: Santo Tomás de Aquino, es uno de los mayores filósofos y teólogos
de la historia (Italia, 1224/1225 – 1274), se propuso como ardua tarea la “investigación de
aquello que es verdad absoluta”, es decir; la tarea del estudio de una filosofía
omniabarcante. Mediante el uso de su gran sentido común consigue así el maridaje entre
fe y razón, revelación y filosofía, tradición medieval y clásica. El ejemplo por antonomasia
de la unicidad ideológica de Santo Tomás es como considera fe y razón como no
contradictorias y establece un límite bien marcado entre ellas; donde no llega la razón
comienza la fe. Fe y Razón son complementarias para llegar a alcanzar la verdad- (Pág. 51,
q.1, a.1): “¿Es o no necesario que además de las doctrinas filosóficas haya otra
doctrina?”):

Hay que decir. Para la salvación humana fue necesario que además de las materias
filosóficas, cuyo campo analiza la razón humana, hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera
la revelación divina. Y esto es así porque Dios, como fin al que se dirige el hombre, excede
la comprensión a la que puede llegar sólo con la razón. Dice Is 64, 4: ¡Dios! Nadie ha visto
lo que tienes preparado para los que te aman. Sólo Tú. […] Por eso fue necesario que el
hombre, para su salvación, conociera por revelación divina lo que no podía alcanzar por su
exclusiva razón humana. – “Suma teológica mínima”, Santo Tomás.

Se esfuerza también por acabar con las divisiones ideológicas (acusadas de herejía) que
surgen en su época, causadas fundamentalmente por el redescubrimiento de Aristóteles y
de mucha tradición clásica; y soluciona estos conflictos consiguiendo casar el cristianismo
y las doctrinas Agustinianas con la filosofía aristotélica y averroísta. Sin embargo, su
pensamiento no tuvo éxito inmediato; pues muchas de sus tesis defendidas fueron
condenadas de heterodoxia y disconformidad hacia la palabra revelada, hasta que
finalmente y después de muchos siglos el Papa León XIII con su encíclica Aeternis patris
del año 1879, entronizó la doctrina tomista como pensamiento oficialmente preferente de
la Iglesia católica.

b) Sobre La Suma Teológica, su estructura, estilo y división. (Pág.29): La estructura de la


Suma Teológica sigue la estructura de la realidad. Dios es el “principio” y comienzo. En
esta primera parte se tratan las pruebas de la existencia divina, su esencia, su manera de
actuar y a naturaleza de su trinidad. Tras esto se trata la creación y las criaturas, entre
ellas el Hombre como criatura superior; pues esta creado “a imagen y semejanza” de Dios.
Pasando después al retorno del hombre a Dios desde la religión y la moral. De esta
manera el esquema general de la Suma, como el del universo es una salida y un retorno a
Dios, que es el Alfa y el Omega. Por último, la división de la Suma Teológica se encuentra
dividida en cuatro partes generales (I, I-II, II-II y III).
Donde cada parte está dividida en Tratados (“Tratado del Hombre”, “Tratado de la
creación”…). Cada tratado se divide en cuestiones numeradas, que son temas generales
dentro de un tratado ( “Sobre la simplicidad de Dios”, “Sobre los efectos del amor”…). Y
para terminar, cada cuestión se divide en artículos numerados, estos son la unidad básica
de pensamiento de la Suma donde se contesta a un interrogante concreto (“¿Existe o no
Dios?”, “¿Es la tristeza lo mismo que el dolor?”…). Cada artículo se inicia con una
formulación simple donde solo caben respuestas de: sí o no. Santo Tomás lo plantea así
para encontrarse con temas finitos. Cada uno de estos artículos consta de cinco partes
estructurales:

 Pregunta formulada de tal forma que la contestación sea si o no


 Una lista de objeciones (tres por lo general) a la respuesta que dará. Estas
objeciones son demostraciones de la respuesta contraria. Y deben ser argumentos
tomados en serio, no simples opiniones.
 Santo Tomás indica su postura con la formula “en cambio…”(sed contra). El breve
argumento suele proceder de una fuente de autoridad, es decir; de las Sagradas
Escrituras. (“El argumento de autoridad es el más débil de los argumentos”).
 La cuarta parte la solución o respuesta que constituye el cuerpo del artículo. Es la
parte en la que Santo Tomás demuestra su propia postura, añadiendo aclaraciones
de fondo.
 Es la refutación de las objeciones antes propuestas, señalando donde se equivoca
cada objeción. Distinguiendo lo que es verdad de lo que es falso en cada objeción.
Si se pierde uno de estos cinco pasos, se pierde el gran fundamento solido de cada
artículo. Sin embargo, debido a la brevedad de esta recesión solo expondré el cuerpo del
artículo, que es donde se encuentra la doctrina tomista. En cuanto a su estilo técnico y
terminológico, hay que decir que se apoya en la filosofía Aristotélica; la cual usa como
lenguaje filosófico.

c) Análisis e las ideas principales: La Suma Teológica mínima es una breve recopilación de
las “propias palabras” de Santo Tomás. Se extrajeron en esta obra los argumentos y
materias puramente filosóficas de la Suma Teológica, no es por tanto una fuente
secundaria. Esta obra se divide en siete secciones, de las cuales resumiré solo la doctrina
puramente tomista obviando las objeciones y sus refutaciones :

I. Metodología- Teología como ciencia: En esta sección declara Santo Tomás la finalidad de
esta obra, que es “enseñar a los principiantes, todo lo concerniente a la religión cristiana”.
(Pág. 49) Después resalta como a parte de la doctrina filosófica de la que se encarga la
razón, existe una ciencia a la que no puede llegar la razón mas que por revelación: La
Teología, que tiene la finalidad de salvar nuestras almas. (Pág. 52, q.1, a.1). De este modo,
la palabra revelada debe ser estudiada por la ciencia teológica recurriendo a las Sagradas
escrituras, las cuales según Santo Tomás poseen varios sentidos: el literal o histórico y el
sentido espiritual que se fundamenta en el literal. A su vez este último sentido de
interpretación se divide en otros tres: Alegórico, Moral y Místico, los cuales no pueden
implicar ningún tipo de equívoco o ambigüedad. (Pág. 53 y54 q.1, a.10).

II. Pruebas de la Existencia de Dios: La reflexión sobre Dios en este apartado abarca la
problemática de la existencia divina. Para comenzar este asunto, Santo Tomás plantea tres
cuestiones que luego se dispone a contestar. La primera: ¿Es o no es evidente Dios? A lo
que dice que nadie puede pensar lo contrario de lo que es evidente en sí mismo, como
ocurre con los principios de la demostración. Sin embargo, pensar lo contrario a que Dios
existe si se puede. (Pág.59, q.2, a.1). Por lo tanto que Dios existe no es evidente por si
mismo.

Por esto último se plantea la segunda cuestión: La existencia de Dios, ¿es o no


demostrable? Santo Tomás a esto responde citando al Apóstol en Rom 1, 20: Lo invisible
de Dios se hace comprensible y visible por lo creado. Es decir, la existencia de Dios se
puede demostrar desde la razón natural partiendo desde los efectos que nos
encontramos. Estos efectos son la creación, desde donde se parte como premisa hacia la
causa: el creador donde se llega como conclusión. (Pág. 63 y 64, q.2, a.1).

De esta manera se deriva la tercera pregunta: ¿Existe o no existe Dios? Responde Santo
Tomás: “está lo que se dice en Éxodo 3, 14 de la persona de Dios: Yo soy el que soy. Este
argumento, es un tanto irónico pues deja responder a Dios por sí mismo: “Estoy aquí”. Y
da solución a este interrogante mediante cinco vías de demostración: (Pág.66-74, q.2, a.3).

 Movimiento: Todo lo que se mueve es movido por otro, y este por otro. Pero este
proceder no se puede llevar indefinidamente, es necesario un motor primero
inmóvil que mueva los motores intermedios. Este es Dios.ç
 Causalidad Eficiente: En las causas eficientes no es posible proceder
indefinidamente. Si se quita la primera causa eficiente, desaparecerían las causa
intermedias (efectos de la primera). Es necesario por eso admitir una causa
primera. Todos la llaman Dios.
 Posibilidad y necesidad: Si todas las cosas fuesen contingentes, hubo un tiempo en
que nada existió y no existiría nada pues necesitan de algo que ya existiera
necesariamente. Por tanto, es preciso un ser necesario para que los contingentes
puedan existir. Este ser necesario (sin la posibilidad de no ser) es Dios.
 Grados de Perfección: los grados de bondad, justicia, honestidad y de todas las
perfecciones reales presuponen la existencia de esa perfección en sí misma en su
máximo grado. Ese máximo grado de toda perfección es Dios.
 Orden: Hay cosas naturales sin conocimiento, que sin embargo tienen un fin
establecido. De donde se deduce, que no obran al azar sino intencionadamente
hacia ese fin (no guiadas por si mismas pues carecen de conocimiento) sino
guiadas por alguien con inteligencia, al que llamamos Dios.

III. La Naturaleza de Dios: Tras demostrar Santo Tomás racionalmente la existencia de Dios
le queda tratar en este apartado como es Dios para saber que Es, y más fácil: que no es.
(Pág. 75).

Santo Tomás comienza caracterizando a Dios por ser simple (no-compuesto). Primero
porque lo compuesto es posterior a sus componentes y dependiente de ellos. Además
porque todo compuesto tiene causa, pero Dios no tiene causa, ya que como quedo
demostrado (cinco vías) es el primer ser y la primera causa eficiente. Por último porque
todo compuesto es parte potencia y parte acto pero Dios es primer acto puro y es todo
potencia con respecto a todo. (Pág. 76 y 77, q.3, a.7).

También este S.Tomás describe como Dios está en todas las cosas inmanentemente, no
dividiendo su esencia, sino como el agente está presente en contacto con lo que hace; al
igual que el motor y lo movido que van juntos (VII Phisic.). (Pág. 79 y 80, q.8, a.1).

De este modo, siguiendo lo establecido Dios es completamente inmutable, porque es el


primer ser y acto puro sin mezcla; y como consecuencia es imposible que se mueva.
Además Dios al ser completamente simple no puede mudarse ni corromperse. Pero para
terminar este asunto, todo aquello que se mueve adquiere algo que no tenía, Dios al ser
infinito comprende toda la plenitud del ser no pudiendo adquirir nada más: De ahí que no
pueda moverse. (Pág. 83 y 84, q.9, a.1).

Como se dijo, todas las perfecciones de las cosas, que en la realidad creada se encuentran
en forma dividida y múltiple, en Dios persisten en forma única. Por lo tanto los nombres
que se dicen de Dios y de las criaturas (ej. sabio), se dicen equívocamente o mejor se
dicen por analogía, esto es, proporcionalmente. (Ej. Mientras que la sabiduría de Dios es
infinita y parte de su esencia la del hombre es finita y distinta de su esencia).

La ciencia de Dios, por tanto es la causa de todas las cosas. (es la causa primera). Pues la
ciencia de Dios es a todas las cosas creadas lo que la ciencia del artista a su obra. Está lo
que dice San Agustín en XV De Trin.: Todas las criaturas, espirituales y materiales, no
porque existan las conoce Dios, sino existen porque las conoce. (Pág. 90, q.14, a.5).

IV. Cosmología- Creación y Providencia: Santo Tomas dice que fuera de Dios nada existe
desde la eternidad. Pero, sostener esto no es contradictorio. Pues quedó demostrado
anteriormente que la voluntad de Dios es causa de todas las cosas. Por lo tanto, no es
necesario que Dios quiera que el mundo existiera siempre y por lo tanto, no es necesario
que el mundo haya existido siempre. De ahí que tampoco pueda demostrarse su
existencia eterna. (Pág. 101, q.46, a.1).

Sin embargo, que el mundo no ha existido siempre lo sabemos solo por la fe y no puede
ser demostrado con rigor, […]. Esto es así porque la novedad del mundo no puede ser
demostrada a partir del mismo mundo. Pues el principio de la demostración es aquello
que es. Ahora bien, cada cosa considerada en cuanto a su esencia, abstrae del aquí y
ahora […]. De ahí que no pueda ser demostrado que el hombre, el cielo y la tierra no
hayan existido siempre. (Pág. 104, q.46, a.2).

V. Antropología- Cuerpo y Alma: En el estudio del ser humano, Santo Tomás se centra en
la naturaleza del alma y la unión de esta con el cuerpo. (Unión entre materia y forma
sustancial). Primero afirma que el alma humana, a lo que llamamos principio intelectivo,
es incorruptible. Quedo antes demostrado que solo el alma humana es subsistente, no
como las almas de los irracionales accidental. La materia del hombre, es decir; el cuerpo
es corruptible, pero el alma, como forma sin materia, no es así corruptible. Esto es
imposible que se de no solo con respecto al alma, sino con respecto a cualquier ser
subsistente que sea solo forma sin materia. Además, todo lo que tiene entendimiento por
la naturaleza desea existir siempre. Un deseo propio de la naturaleza no puede ser un
deseo vacío. Así pues, toda sustancia intelectual es incorruptible. (Pág. 108, q.75, a.6).
Después se centra en la naturaleza del alma intelectiva humana, que tiene un grado de
intelectualidad inferior al ángel porque se une al cuerpo. El alma intelectiva por tanto, en
el orden de la naturaleza ocupa el lugar más bajo entre las sustancias intelectuales, debido
a que no le es connatural el conocimiento innato de la verdad, sino que se ve obligada a
desgranarla a través de los sentidos. Por eso, sería necesario que el alma intelectiva no
solamente tuviera la facultad de entender sino también la de sentir a través de órganos
corporales. (Pág. 113, q.76, a.5).

VI. Epistemología y Psicología: Santo Tomás tratara en este apartado el entendimiento


como la más alta de las potencias del alma, superior incluso a la voluntad. (Pág.115, q.82,
a.3) Facultad que determina el libre albedrío. Pues de no ser así serían inútiles los
consejos, las exhortaciones, los preceptos, las prohibiciones, los premios y los castigos. El
hombre al obrar por su juicio, o facultad cognoscitiva, juzga que debe evitar y que buscar.
Este juicio no proviene del instinto natural ante un caso concreto, sino de un análisis
racional. (Pág.120, q.83, a.1).

Después se plantea Tomás de Aquino si el entendimiento conoce o no lo corporal. A lo


que dice que esta claro está que la ciencia se encuentra en esta facultad. Y “si el
entendimiento no conociera lo corporal sino solo lo inteligible desaparecería la ciencia
natural”, que trata el cuerpo móvil. Esto demuestra que el entendimiento conoce los
cuerpos. (Pág. 122, q.84, a.1).

La facultad del entendimiento parte de las cosas sensibles, es decir de nuestros sentidos.
(Pág.125, q.84, a.5). Sin embargo, Tomás cita al De anima III donde dice: En la medida en
que las cosas son separables de la materia se aproximan al entendimiento. Por tanto, es
necesario que las cosas materiales sean entendidas por abstracción de la materia y de las
representaciones materiales, esto es, de las imágenes. El entendimiento humano no es
acto de ningún órgano corporal. En cambio es una facultad del alma que es forma del
cuerpo. De este modo, es necesario afirmar que nuestro entendimiento conoce las
realidades materiales abstrayendo de las imágenes. Y por medio de las realidades
materiales así entendida, llegamos al conocimiento de las inmateriales. (Pág. 129 y 130,
q.84, a.1).

La especie inteligible o inmaterial es con respecto al entendimiento lo que lo sensible


respecto al sentido. Pero la especie sensible no es lo que siente, sino, más bien, aquello
por lo que el sentido siente. Por lo tanto, la especie inteligible no es lo que se entiende en
acto, sino aquello por lo que el entendimiento entiende. Afirma Santo Tomás por lo tanto,
que la especie inteligible con respecto al entendimientos como el medio por el que el
entendimiento entiende. Ve así Santo Tomás las ideas como algo dinámico en lugar de
estático, como instrumentos en lugar de como objetos conocidos. (Pág. 133, q.84, a.2).
VII. Ética: comienza Tomás de Aquino por centrarse en que consiste y en que no consiste
la bienaventuranza del hombre. A lo que da cuatro razones generales para probar que la
bienaventuranza no consiste en ninguno de los bienes externos siguientes: riqueza, honor,
fama, gloria o poder. La primera razón es que la bienaventuranza del hombre no es
compatible con ningún mal. La segunda, es que la bienaventuranza es suficiente por si
misma. La tercera es que la bienaventuranza no puede ocasionar a nadie ningún mal,
porque es el bien perfecto, pero esto no sucede con los bienes citados. La cuarta es que el
hombre se ordena a ella a la bienaventuranza por principios internos, mientras que los
cuatro bienes citados proceden de causas externas y, con frecuencia, de la fortuna o azar,
de ahí que se les llame también bienes de fortuna. Por lo tanto no puede de ningún modo
consistir la bienaventuranza en ellos.(Pág. 147, q.2, a.4).

La bienaventuranza no consiste en un bien del cuerpo, ni tampoco del alma. Sin embargo,
el hombre consigue la bienaventuranza mediante el alma; pero aquello en lo que consiste
la bienaventuranza es algo exterior al alma. (Pág. 154, q.2, a.7)Ahora bien, esto no se
encuentra en algo creado, sino solo en Dios, que es el único que puede llenar la voluntad
del hombre, como se dice en Sal 102, 5: El que colma de bienes tu deseo. Luego la
bienaventuranza del hombre consiste solo en Dios. (Pág.

Para terminar, Santo Tomás se centra en las distintas virtudes humanas: que se dividen en
dos tipos virtudes cardinales y virtudes teológicas:

 En cuanto a las virtudes cardinales cita Santo Tomás a San Gregorio que dice, en su
libro II Moral: Toda estructura del bien obrar se levanta sobre cuatro virtudes, a
saber: lo que es racional por esencia o la misma consideración de la razón, y la
virtud principal la prudencia, y después aquellas virtudes que son racionales por
participación (atienden a un fin) que son tres: la voluntad, que es el sujeto de la
justicia; el apetito que desea (consupiscible), que es el sujeto de la templanza; y el
apetito que huye (irascible), que es el sujeto de la fortaleza.
 En cambio, las virtudes teológicas para Santo Tomás ordenan al hombre a la
bienaventuranza sobrenatural al modo de inclinación natural, y cita 1 Cor 2, 9: Ni el
ojo vió, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado
para los que le aman. Estas virtudes al no poder alcanzarse por la razón, quedan
apartadas de las anteriores. Son tres virtudes que dotan al hombre de ciertos
principios sobrenaturales conocidos por la luz divina: Son la fe, la esperanza y la
caridad. Con el final de este apartado el hombre retorna a Dios mediante Cristo.

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