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Una familia imperfecta: Entre la desdicha y el


hacerse cargo  

                                                              

José Moraga Valdebenito

Carrera: Psicología

  Asignatura: Ética para psicólogos

Profesora: Katherina Riedemann

Fecha: 27 de junio de 2023


1941 1936 - 2016
72 58 82 80

Carlos María Carlos Olga Jaramillo


Moraga Sangmeister Valdebenito (Ama de
(Carpintero) (Ama de casa ) casa )

1956 1964 1963


67 59 60

Waldemar José Elizabeth Valdebenito


Moraga Moraga (Trabajadora
(agricultor) (Carpintero) agricola)

1956
67
2002
Olga Moraga
(Ama de 1996 1995 1995 21

casa ) 28 Ignacia
27 28
Moraga (Tec.
Esteban María José
veterinaria )
Asenjo Moraga (Tec. Moraga
enfemería) (Estudiante)

2014
9

Thiare
Asenjo
Decidí no representar gran parte de mi familia en el genograma. Los que ya están son suficientes
para destacar actos desde los más despreciables hasta los más admirables. En particular, voy a
hablar de tres personas: mi abuelo Carlos, mi padre José y mi hermana maría.

Mi abuelo Carlos se casó joven, apenas tenía 20 años. Fue alguien muy trabajador (una de las
pocas cosas buenas que puedo decir de él) y tuvo tres hijos y cuatro hijas. No fue un buen padre,
es más, ni siquiera se esforzó por serlo. Crecí oyendo historias de él, y todas tenían algo en común:
violencia y total indiferencia por el dolor y sufrimiento que causaba a su mujer y sus hijos.

Mi madre siempre solía recordar, además de las innumerables palizas que su padre le propinaba,
una en particular, que cuando la escuchas, entiendes por qué nunca lo pudo olvidar. En una
ocasión, siendo ella solo una niña de 8 años, acompañó a mi abuelo a buscar unos animales. De
regreso a casa, uno de los animales se le escapó. Esto enfureció tanto a su padre que, sin piedad ni
remordimiento, tomó un hacha y se la lanzó. Le golpeó en el muslo derecho, dejándole una cojera
que duró meses y una fea cicatriz que siempre le recordará el monstruo que fue su padre.

Este es solo una de tantas historias. Jamás hubo bondad en su corazón. Algunos podría decir que
actuaba así porque era lo que había aprendido, pero eso es mentira. Ninguno de sus hijos se
convirtió en lo que él fue. Él simplemente no se preocupaba por el dolor o el sufrimiento de los
demás. Era como la fábula del escorpión y la rana:

“un escorpión le pidió a una rana que le subiera a sus espaldas para cruzar el río, asegurándole que
no la iba a picar porque, si lo hacía, también él se ahogaría. A medio camino, el escorpión la picó, y
cuando la rana, mientras se hundía, le pregunto por qué, el escorpión contestó: “es mi naturaleza”.
y así era mi abuelo Carlos.

Mi papá, al igual que mi madre, tuvo una infancia difícil: creció con un padre alcohólico al que
nunca le importo demasiado y un hermano abusivo que le golpeaba cada vez que podía. Conoció a
mi madre después de separarse de su primera pareja, con la que tuvo dos hijos. Siempre ha sido
un hombre trabajador y bueno en la carpintería, pero como padre no se puede decir lo mismo.
Aunque lo quiero mucho, hay una parte de mí que siente resentimiento por la falta de respeto y
empatía que tuvo con nuestra familia.

Su adicción al alcohol ha sido su gran pecado, y su capacidad de destruir todo cada vez que bebe. A
pesar de todo, he perdonado a mi padre por muchos de los malos ratos que nos hizo pasar en sus
periodos de “inconsciencia”. Sin embargo, hay un suceso que no puedo olvidar y que me produce
un asco tremendo, sobre todo porque él siempre se mostraba mui crítico con las personas que
actuaban de esa forma. Mi papá le fue infiel a mi mamá. y lo peor no es que lo haya hecho, lo cual
ya es de lo más bajo, lo fue la forma cómo se supo.

En una de sus borracheras, me llamó para hablar. Con una soltura que me desconcertó, me contó
que había estado engañando a mi mamá porque ya no la ama y que nunca la había amado
realmente. Fue raro, podía comprender en parte por qué lo había hecho; las cosas entre él y mi
mamá estaban mal durante años, parecían estar juntos más por la costumbre que por amor. Pero
la forma como lo dijo, y asegurar que jamás la amó, fue triste. Y para empeorar las cosas, en sus
siguientes borracheras, se aseguró de que todos se enterasen, como si fuese algo de lo cual
sentirse orgulloso.
No podría decir que todo en él se negativo, ha hecho cosas buenas también, pero destaco este
suceso porque siempre me ha causado desconcierto cómo parece ser incapaz de respetar los
sentimientos de los demás cuando bebé. Es como si el alcohol le diera entrada a un mundo donde
solo habitan objetos a los que debe destruir.

Después de haber destacado algunas conductas poco éticas e inmorales, me gustaría resaltar la
dedicación y el respeto que mi hermana María demuestra hacia las personas que sufren de alguna
enfermedad o discapacidad. Ella decidió estudiar técnico en enfermería porque, como me ha
comentado, siempre ha sentido una profunda vocación por el cuidado y ayuda a quienes más lo
necesitan, y realmente sobresale en lo que hace.

Hoy en día se dedica al cuidado de una señora que sufre de ceguera y Alzheimer. Aunque su
trabajo podría limitarse a las tareas básicas para las que fue contratada, como limpiar, dar
medicamentos y sacar ala señora a pasera de ves en cuando, su ética del cuidado la empuja a ir
mas allá. Casi que se desvive por esta persona, a veces hasta el punto de la sobrecarga, algo con lo
que no estoy de acuerdo, pero al final es su decisión. Me ha comentado que estas personas a
menudo están abandonadas, hasta sus hijos parecen desinteresados, y alguien debe hacerse cargo.
Y eso es exactamente lo que ella hace.

No estoy del todo acuerdo con esa forma de desvivirse por los demás, pero comparto su idea de
que uno debe hacerse cargo, no solo en el cuidado de los demás, sino en la vida en general. Si mi
abuelo y mi padre hubiesen entendido eso, quizás no habrían provocado tanto daño.

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