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Huellas de Fe

EVANGELIO DIARIO 13 DE JULIO DEL 2023


NÚMERO 693
CICLO A

NOTAS DE INTERES LECTURAS DIARIAS AVISOS PARROQUIALES

LLEVANDO LA PALABRA DE DIOS A TODOS


LOS HOGARES.
1989
IV Jornada Mundial de la Juventud

«Yo soy el Camino, la Verdad y la


Vida» (Juan 14,6)

La Jornada Mundial de la Juventud de 1989, celebrada en Santiago de


Compostela, España, se guió por un pasaje evocador del Evangelio de Juan:
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6). Este mensaje profundamente
significativo, pronunciado por Jesús, se convirtió en el lema de este evento
mundial que congregó a jóvenes de todo el globo.

El pasaje bíblico elegido tiene un significado profundo. Cuando Jesús se


autodenomina el Camino, la Verdad y la Vida, está ofreciendo a sus seguidores
una guía hacia la salvación, indicando que la fe en él es la vía hacia la
comprensión de Dios. Este pasaje proporciona una base sólida para los jóvenes
en su camino espiritual, invitándolos a seguir a Jesús como la verdadera guía
en sus vidas.

La elección de este versículo para la IV Jornada Mundial de la Juventud permitió


a los jóvenes reflexionar sobre su camino personal de fe y su compromiso con la
verdad y la vida que Jesús ofrece. El Papa Juan Pablo II enfatizó este mensaje
en sus discursos, alentando a los jóvenes a emprender su propio camino de
peregrinación espiritual.

El evento fue una confluencia vibrante de jóvenes procedentes de diferentes


culturas y antecedentes, unidos en su fe y en su búsqueda de orientación
espiritual. Fue un reconocimiento de la energía y el entusiasmo juveniles como
fuerzas vitales en la vida de la Iglesia.

La IV Jornada Mundial de la Juventud, con su énfasis en el camino personal de


cada joven hacia la fe, marcó un hito significativo en el reconocimiento de la
importancia de los jóvenes en la vida y el futuro de la Iglesia.
MES DE LA JUVENTUD

Retos únicos que los jóvenes enfrentan en el mundo actual

La ecología y el cuidado de la creación no son temas periféricos para los


jóvenes católicos de hoy, sino aspectos centrales y vitales de su fe. El llamado
a ser custodios de la Tierra, reflejado en la encíclica "Laudato Si'" del Papa
Francisco, es una invitación para que la juventud católica se comprometa
profundamente con la sostenibilidad y la justicia ambiental.

Este compromiso no sólo implica acciones individuales como reciclar o reducir


el consumo, sino también una responsabilidad colectiva de abogar por políticas
y prácticas que respeten y protejan nuestra "casa común".

Los jóvenes católicos están llamados a ser líderes en este esfuerzo, utilizando
su energía, pasión y habilidades digitales para sensibilizar y movilizar a sus
comunidades.

La juventud también tiene la tarea de vivir y promover una "ecología integral",


que reconoce la profunda interconexión entre el respeto a la vida humana, la
justicia social y el cuidado de la naturaleza. Esta visión holística desafía a los
jóvenes a integrar su amor por la creación en todas las áreas de su vida, desde
su espiritualidad y ética hasta sus decisiones diarias y su compromiso social.

En resumen, para la juventud católica de hoy, el cuidado de la creación es una


misión apasionante que pide una fe activa, una esperanza audaz y una caridad
incansable.
Lecturas
de las escrituras y reflexiones

PALABRA
DE DIOS
GUÍA Y DIARIO DE ORACIÓN
Del libro del Genesis 44, 18-21. 23-29; 45, 1-5

En aquellos días, se acercó Judá a José y le dijo: "Con tu permiso, señor, tu


siervo va a pronunciar algunas palabras a tu oído; no te enojes con tu siervo,
pues tú eres como un segundo faraón. Tú, señor, nos preguntaste: '¿Tienen
padre o algún hermano?' Nosotros te respondimos: 'Sí, tenemos un padre
anciano, con un hijo pequeño, que le nació en su vejez. Como es el único que
le queda de su madre, pues el otro hermano ya murió, su padre lo ama
tiernamente'. Entonces tú dijiste a tus siervos: 'Tráiganmelo para que yo lo vea
con mis propios ojos, pues si no viene su hermano menor con ustedes, no los
volveré a recibir'.

Cuando regresamos a donde está nuestro padre, tu siervo, le referimos lo que


nos habías dicho. Nuestro padre nos dijo: 'Vuelvan a Egipto y cómprennos
víveres'. Nosotros le dijimos: 'No podemos volver, a menos que nuestro
hermano menor vaya con nosotros. Sólo así volveríamos, porque no podemos
presentarnos ante el ministro del faraón, si no va con nosotros nuestro hermano
menor'. Nuestro padre, tu siervo, nos dijo entonces: 'Ya saben que mi mujer me
dio dos hijos: uno desapareció y ustedes me dijeron que una fiera se lo había
comido y ya no lo he vuelto a ver. Ahora se llevan también a éste; si le ocurre
una desgracia, me van a matar de dolor' ".

Entonces José ya no pudo aguantarse más y ordenó a todos los que lo


acompañaban que salieran de ahí. Nadie se quedó con él cuando se dio a
conocer a sus hermanos. José se puso a llorar a gritos; lo oyeron los egipcios y
llegó la noticia hasta la casa del faraón.

Después les dijo a sus hermanos: "Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?" Sus
hermanos no podían contestarle, porque el miedo se había apoderado de ellos.
José les dijo: "Acérquense". Se acercaron y él continuó: "Yo soy su hermano
José, a quien ustedes vendieron a los egipcios. Pero no se asusten ni se aflijan
por haberme vendido, pues Dios me mandó a Egipto antes que a ustedes para
salvarles la vida".
Salmo Responsorial 104, 16-17. 18-19. 20-21

R. (5a) Recordemos los prodigios del Señor.

Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país


y acabó con todas las cosechas,
y había enviado por delante a un hombre:
a José, vendido como esclavo.

R. Recordemos los prodigios del Señor.

Le trabaron los pies con grilletes,


y rodearon su cuerpo con cadenas,
hasta que se cumplió su predicción,
y Dios lo acreditó con su palabra.

R. Recordemos los prodigios del Señor.

El rey mandó que lo soltaran,


el jefe de esos pueblos lo libró,
lo nombró administrador de su casa,
y señor de todas sus posesiones.

R. Recordemos los prodigios del Señor.


Aclamación antes del Evangelio Mc 1, 15

R. Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor;
arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
R. Aleluya.

Del Santo Evangelio según San Mateo 10, 7-15

En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: 'Vayan y
proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los
leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los
demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues,
gratuitamente.

No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No


lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el
trabajador tiene derecho a su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable


y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar, saluden así: 'Que haya
paz en esta casa'. Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella;
si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechará. Y si no los
reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella
ciudad, sacúdanse el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio,
Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad".
Reflexión

En la lectura de hoy, nos encontramos con un fuerte llamado a la acción, una


orden divina: "Proclamen" . Este mensaje nos invita a propagar las buenas
nuevas de Jesús, a hablar del reino de Dios y a afirmar que Jesús, enviado por
el Padre, es nuestro salvador. Nos recuerda que su mensaje tiene el poder de
transformar nuestra realidad interna y la sociedad en la que vivimos.

La proclamación de Jesús de que "el Reino de los Cielos está cerca" (Mt 10,7)
anuncia una nueva era donde la bondad está ganando terreno y el mal se está
retirando. Este reino se manifiesta en nuestra realidad cotidiana,
transformándola a medida que nos entregamos a la justicia y la bondad.

La salvación que Jesús trae va más allá de lo espiritual, abarca la totalidad de


nuestra existencia humana, cuerpo y alma. Además, se dirige a una de las
mayores preocupaciones de la humanidad, la muerte, y ofrece una solución
trascendental: la resurrección. Quien se encuentra atrapado en la muerte por el
pecado puede encontrar una nueva vida a través del perdón y la gracia. Este
gran misterio se hace palpable desde el momento de nuestro bautismo, donde
somos llamados a vivir una vida resucitada.

Para ilustrar este compromiso con la humanidad, podemos recordar las


palabras del Papa Francisco, quien censura la "cultura del descarte" que nos
ha desensibilizado ante el desperdicio de alimentos. Nuestros antepasados
valoraban y respetaban cada bocado, conscientes de su valor y de la
necesidad de otros. Cuando desechamos la comida, es como si la robáramos
de la mesa de quienes la necesitan.

Jesús también nos insta a ser heraldos de la paz. Cada vez que los sacerdotes
visitan a los enfermos llevando la Sagrada Comunión, proclaman: "¡La paz del
Señor sea en esta casa!". Y esa paz perdura donde las personas la acogen.
Para recibir los regalos del reino de Dios, es necesaria una disposición interna
abierta. Sin embargo, también nos encontramos con aquellos que se resisten o
encuentran excusas para evitar la acogida del Evangelio.
Reflexión

Finalmente, nos damos cuenta de que nuestro llamado es fundamental para el


mundo. No podemos guardar para nosotros la buena noticia tras haberla
recibido; vivimos por ella y deseamos que otros también tengan la oportunidad
de vivirla. Somos mensajeros de la paz, del amor y de la bondad en un mundo
que, a menudo, parece olvidar su valor.

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