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Nº1-agosto, 2005.
Fernando Silberstein
(Universidad de Buenos Aires- Universidad Nacional de Rosario)
Introducción
décadas.
La primera sorpresa del espectador es que en un escenario despojado los
actores dan cuerpo a los decorados que acompañan el desarrollo de los otros
protagonistas. De esta manera unos pueden hacer de una jaula que acompaña a un
personaje, de una puerta o de una grieta si el nudo argumental se orienta hacia la
importancia de la ruptura de una pared o de un tanque. Desaparece la convención de
que los actores juegan roles de personas o de actantes de una narración para
convertirse a veces en los objetos, en los detalles que permiten la interacción de
aquellos que ejercen la acción. Estos objetos adquieren así, en ocasiones, un
dinamismo propio inusual en la convención del teatro, debido también a otra
característica de la implementación de esta técnica que es el cambio y la sucesión en
los roles de los actores. Los protagonistas por lo general se mantienen, pero la acción
pasa rápidamente de un actor a otro hasta entonces secundario o que no estaba en
escena.
Esta técnica plantea, como vemos, problemáticas propias en varios ejes de
análisis. En primer lugar en la relación de los actores con el texto y con ello, en la
dinámica y en la preparación que ésta requiere, pero también en la idea de tiempo y
ritmo, y en la relación con el público.
1
Constantin Stanislavski, Manual del actor, México, Diana, 25ª edición, 2001; p.42.
2
idem, p. 44
3
idem, p. 44
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Nº1-agosto, 2005.
Es decir hay una creciente participación a los intercambios del juego escénico
que incrementa, enfatiza una plasticidad corporal y una fluidez en la construcción del
texto sucesivo. Cuerpo y texto se convierten en dos caras de una acción que los supera
aisladamente.
El cuerpo
El tiempo
Este “movimiento” de las “líneas de fuerza” entre los actores, constituye una
manipulación del tiempo. El espectáculo plantea desde el inicio una relación con los
tiempos cronológicos. Hay períodos para cada “paso” o cuadro que en principio son
señalados por el árbitro. Se intenta construir un ritmo en las réplicas y en los
movimiento visuales con el cuerpo. Hay un apelar al futuro en la construcción de los
sentidos por el cual los sistemas connotativos, lo que Borges llamaba “el ambiente” de
cada palabra, pero aquí con la evocación que cada vez se plantea, metaforizan el pie
anterior, retroactivamente. Hay pues un ritmo de construcción presente que apela a un
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texto futuro en lo que constituye una expansión hacia adelante del texto al que cada
vez que nos acercamos en el presente comprendido por la apelación al futuro, éste se
nos aleja cada vez con más fuerza.