Grupos de interés: interlocutores esenciales en el diálogo
democrático
Los grupos de interés y la esencia de la democracia
Si creemos que en la democracia en la que vivimos todo nuestro papel se reduce a votar cada cuatro años, entonces, no tiene ningún sentido preguntarse si los grupos de interés tienen algo que aportar al ámbito político. Pero si concebimos lo político como aquello que afecta a toda persona que convive en una comunidad política, entonces nos percatamos de que los grupos de interés son totalmente necesarios si deseamos una democracia que se vaya enriqueciendo a través del diálogo entre todos los miembros que la componen. La clave está en darnos cuenta de que el adjetivo apolítico no es aplicable a nadie, pues nuestro ser social se lo debemos a la sociedad que nos acogió cuando nacimos y ,año tras año, nos socializó y nos ofreció la posibilidad de formar parte de ella. Desde ese momento, irremediablemente, nos convertimos en miembros de una comunidad política a la que debemos agradecer nuestra personalidad histórico-social, y, por tal motivo, tenemos la responsabilidad de comprometernos y participar en los asuntos que conciernen a todos sus miembros. Así, frente a un concepto de política, trasnochado e interesado, en el que en el ámbito político sólo tendrían un lugar los partidos políticos y los gobernantes, debemos darnos cuenta de que como miembros de nuestra comunidad política somos seres políticos en el sentido más aristotélico del término, aunque no pertenezcamos a ningún partido político. Por ello, podemos participar formando parte, como ciudadanos y sociedad civil, de grupos de interés que tienen como misión involucrarse “en la formulación de las políticas públicas, contribuyendo a mejorar la calidad de la actuación de las instituciones, reforzando la legitimidad de la toma de decisiones y haciendo más transparentes y participativos los procesos de elaboración de los planes y programas que se tienen que llevar a cabo”1. Por tanto, la misma naturaleza dialógica de la democracia exige que todos sus miembros participen. Y, que mejor manera de hacerlo que formando
Diari Oficial de la Gereralitat Valenciana, Núm. 8443/ 13.12.2018, p. 48014.
1 parte de un grupo de interés que haga posible que nuestro compromiso se materialice en una comunidad social más solidaria.
De Platón a la democracia valenciana
Acaso, ¿existe el proyecto político perfecto? Incluso el mismo Platón, que pensaba que era posible, acepta que aquellos a los que se les preparó para gobernar, dándoles la más esmerada educación en valores éticos y en conocimientos políticos, serían incapaces de trasladar a la perfección, en un contexto social concreto, aquella propuesta de Estado ideal que aprendieron y que les serviría como guía en la polis en la que tuvieran que gobernar 2. Y en el mejor sistema posible para nosotros, la democracia, por mucho que la criticase Platón en su obra La República, consideramos que la distancia (corrupción, incumplimiento, incapacidad gubernativa, etc.) que se abre entre lo proyectado y lo ejecutado políticamente, aunque se nos ha acostumbrado a considerarlo tierra de nadie, creemos, firmemente, que debe ser vigilada y acortada por los grupos de interés, que legítimamente luchan por los valores que dignifican nuestras democracias. Así, en nuestro territorio valenciano considero que es esencial el trabajo de concienciación que realizan grupos de interés como el Col.lectiu Terra Crítica en la prensa o la iniciativa cívica Per L’Horta, indispensable para conseguir un territorio que valora el potencial de su herencia patrimonial junto con un medioambiente más acorde con los valores que democráticamente predican muchos programas electorales, pero que, paradójicamente, a la hora de la verdad no cumplen.
Los grupos de interés frente a la debilidad de nuestra democracia
Una de las debilidades mayores de nuestra democracia, a nivel local y nacional, la constituye que una simple asociación de carácter ideológico, es decir, un partido político, por el mero hecho de haberse constituido, y sin ningún otro tipo de exigencia, pueda acceder directamente a unas elecciones. Y, lo que es más grave, llegar incluso a gobernar un municipio o un país, sin que a sus miembros se les exija una oposición, la presentación de un currículum vitae, que garantice una preparación mínima para ser concejal, 2 Platón, La República, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1981, Libro VII. alcalde, etc. Este hecho debilita, profundamente, nuestra democracia y crea una desafección, totalmente comprensible, en la ciudadanía. Frente a esa falta de preparación, como diría Platón, en conocimientos y en valores, por parte de una parte importante de los miembros de los partidos políticos que acceden al poder, es necesario el contrapeso que ejercen los grupos de interés que se van creando para denunciar y evidenciar los problemas que conlleva este sistema que rebaja, enormemente, la calidad de nuestro sistema democrático. Creo, firmemente, que los partidos políticos, como asociaciones políticas, potencian el pluralismo y enriquecen la democracia de nuestro país, pero algo muy distinto es que, sin ningún tipo de propedéutica, sus miembros puedan acceder al gobierno de un pueblo o de una nación. Hasta tal punto, que ni siquiera a aquellos que el partido ha elegido, para que vayan en una lista electoral y opten a puestos en el gobierno, se les exige ningún tipo de méritos académicos relacionados con la actividad que van a ejercer. Y es en este punto donde la crítica platónica a la democracia acierta de pleno, pues nadie permitiría que en la consulta médica ejerciese alguien que no ha estudiado medicina o que a los profesores de nuestros hijos no se les exigiese, como mínimo, la licenciatura correspondiente. Dicha debilidad, debe ser contrarrestada, con toda la fuerza ética que alimenta a los grupos de interés, poniendo por delante los intereses de toda la comunidad político-social. De modo que, por muy transparente que intente ser un gobierno, está claro que la fragilidad en la queda sumido al no exigir a sus miembros ninguna preparación, debe estar vigilada por grupos de interés con la mayor capacidad posible en conocimientos y en valores éticos, para que puedan paralizar cualquier actuación antidemocrática.