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★234★

Dante vio a Gala darse la vuelta y su mirada se tornó sombría.


En un inicio, el asumió que sus acciones la provocarían… Si se
ponía celosa y armaba un escándalo, demostraría que todavía
se preocupaba por él.

Sin embargo, ella en realidad solo se mostró tranquila. Ella no


tuvo ninguna reacción cuando lo vio proteger a Nancy. A
pesar de que él estaba abrazando a Nancy, ella todavía se
acercó a ellos y los saludó con mucha amabilidad.

Él la había provocado a propósito… Sin embargo, ella


respondió con demasiada soltura, como si no estuviera
molesta por la situación en lo absoluto.
En lugar de conseguir su deseo de provocarla, Dante terminó
él mismo enfurecido.
Aunque deseaba destrozar a Gala por furia, se contuvo.

«No debo actuar como si estuviera enojado, como si


realmente quisiera que ella estuviera celosa. ¿Cuál es el gran
problema, de todos modos?».

Nunca la había engañado ni lo haria. Sin importar la situación,


él siempre se aferró a sus verdaderos sentimientos y la esperó.
Fue ella quien traicionó su amor y quien se juntó con Luinyer.

Aunque ya no se aferraba al pasado, ella todavía insistía en


tratarlo con mucha frialdad.
Esto significaba que ella no se preocupaba por él en absoluto.
Tal vez, ella había dejado de amarlo hace mucho tiempo ...
Por otro lado, mientras Gala se alejaba, ella seguía haciéndose
recordatorios a sí misma.

«No te enojes. No te des la vuelta. No dejes de caminar. Ya


que él quiere hacerte enojar, necesitas mostrarte tranquila y
amable ...».

—¡Ese imbécil! —maldijo Ágata con furia.


Esa era la frase favorita de Jade. En el pasado, Ágata seguía
regañándola por no ser una mujer civilizada. Sin embargo, ella
lo estaba diciendo ahora.

—¿De quién estás hablando?


Gala puso los ojos en blanco ante esas palabras.

—D… De Fabio, por supuesto.

Por supuesto, ella no se atrevía a hablar mal de Dante. Pasará


lo que pasara, él seguía siendo el padre de los hijos de Gala.
Por lo tanto, ella solo podía desahogar su ira contra Fabio.

—¿Qué hizo mal Fabio? ¿Por qué lo insultas así?

Gala se rio.

—Estaba tan aterrorizado cuando le gritaste hace un


momento.

—Señorita Lobo...

Mirando a Gala, que estaba forzando una sonrisa, Ágata no


pudo evitar sentirse preocupada.

—¿Qué te está pasando? ¡Te acaban de intimidar! ¿Por qué


actúa tan despreocupada?

—¿Intimidada? ¿Quién me intimidó? —preguntó Gala.

—Es obvio que Nancy lo hizo a propósito —exclamó Ágata


indignada—. Ella te pidió que te fueras de forma deliberada
antes de traer al Señor Licano aquí para mostrar lo íntimos
que eran. ¡Ella te está provocando y haciendo alarde de su
dominio!

—En primer lugar, es posible que no lo haya hecho a


propósito. Incluso si lo hiciera, todavía necesita la cooperación
de Dante —respondió Gala con calma—. No es lo
suficientemente tonto como para ser explotado por otra
persona. Tal vez, lo contrario es cierto: trajo a Nancy aquí de
propósito para jugar con ella a los tortolos y provocarme a mí.

—¿Eh? —Ágata estaba atónita—. Eso también suena lógico.


¡Si el Señor Licano te está provocando a propósito, significa
que se preocupa por ti y que espera recibir una respuesta de
ti!

—¿Respuesta? ¿Qué respuesta?

Gala habló de forma burlona.

—¿Acaso debería perder los estribos y armar un escándalo


como una mujer incivilizada? —dijo de forma socarrona.
—Bueno...

Ágata se quedó sin palabras.

—No importa quién esté usando a quién para provocarme —


suspiró Gala—. Ahora que nuestra supervivencia es un
problema, no estoy de humor para pensar en tales dilemas de
relación. No tiene sentido.

—Tienes razón - Con el corazón adolorido por Gala, Ágata la


miró con pena—. El Señor Lobo ya no está con nosotros
ahora. La situación de Corporativo Lobo es tan inestable y el
único proyecto en el que hemos invertido nos tiene contra la
pared. En esta coyuntura, es cierto que...

Gala no la dejó terminar su oración.

—Con eso es suficiente. Volvamos —dijo ella con indiferencia.

Sin atreverse a decir nada más, Ágata tomó las llaves del auto
del auto y se fue con Gala.

—Después de visitar al Doctor Tao mañana, devuélvele este


auto a la familia Licano —le dijo Gala—. Necesitamos cortar
todos los lazos con ellos después de despedir al Doctor Teo.

—¡Entendido! —contestó ella.

—¿Está bien, Señor Licano?


Nancy miró preocupada a Dante. Una mujer inteligente como
ella podía leerle la mente de inmediato.

«No es de extrañar que me trajera a El Diamante. Resulta que


solo quería provocar a Gala».

—¡Por supuesto que estoy bien! —Dante fingió indiferencia—.


Vamos. Te invitaré a tomar una copa.

Cuando entró en su habitación privada y vio el entorno


familiar del lugar, no pudo evitar pensar en Gala y sus
memorias con ella...
Los recuerdos llegaban a su mente mientras un vaivén de
emociones lo devastaba.

—Creo que necesitas estar solo esta noche— dijo Nancy con
consideración—. ¿Por qué no me voy primero?

—Lleven a la Señorita González de regreso —le ordenó Dante


con solemnidad a Fabio.

—Entendido.

Fabio hizo arreglos para que dos de sus subordinados


enviaran a Nancy a casa.
Mirando a Dante de mala gana, Nancy le dio una instrucción a
Fabio.

—Cuiden bien al Señor Licano.

—No se preocupe, tenga por seguro que lo haré —dijo


asintiendo con una sonrisa.
Nancy se fue con el subordinado de Fabio. Cuando salió,
siguió dándose la vuelta para mirar a Dante. Fue solo después
de que cerraran la puerta que ella pudo desviar la mirada
1
Fabio dio un suspiro.
«González no es una mujer simple».

Sentado en el sofá, Dante miró hacia abajo y empezó a jugar


de forma inquieta con el encendedor que estaba sobre la
mesa. Accionó el interruptor una y otra vez, haciendo que la
llama parpadeara. La flama, que bailaba en la oscuridad,
parecía representar sus complicadas emociones ...
Fabio le pidió al gerente que saliera de la habitación y abrió
una botella de vino.

—¿Cambió su personalidad después de que cambiara su


apellido a Lobo? —preguntó Dante de repente—. ¿Será
posible que la Gala actual sea diferente de la Gala anterior?
Tal vez, tan solo se ven muy similares ...

Fabio se sintió molesto cuando escuchó eso, aunque podía


entender cómo se sentía Dante. Era cierto que la personalidad
actual de Gala era muy diferente de su yo pasado.

En aquel entonces, aunque Gala tenía tendencias extrañas a


las que terminó por renunciar, amaba a Dante profundamente.
Por el bien de Dante, ella había resistido la presión de la
familia y reunido el coraje para llevar un nuevo estilo de vida.
Para él, se había casado con la familia Licano...
Cuando estaban enamorados, eran inseparables. Era como si
solo se preocuparan el uno por el otro y nadie más en el
mundo importara.
Sin embargo, nada de lo que Dante hiciera ahora podría tener
un efecto sobre ella.
Ahora se portaba siempre tan fría y distante. A pesar de que
estuvieran el uno frente al otro, se sentía como si sus almas
estuvieran a kilómetros de distancia.
Dante había agotado todo tipo de métodos para acercarse a
ella. Siempre terminaba en fracaso.

—Tal vez, ella nunca me ha amado...—La voz de Dante estaba


llena de decepción—. De lo contrario, ¿cómo podría cambiar
de forma tan drástica?

—En realidad, si lo pensamos bien, es comprensible —dijo


Fabio consolándolo—. Hace dos años, la familia Licano la
perjudicó muchísimo. Incluso perdió a la Señora Clementina
por eso.

—Es cierto que la familia Licano la decepcionó, pero yo he


hecho todo lo posible para compensarla.

Dante se sintió muy impotente ante las palabras de Fabio.

—Además, nunca la he engañado. Durante toda mi vida, ella


ha sido la única mujer que he amado. Sin embargo, ella...
El corazón de Dante dolió de una forma terrible al mencionar
eso.

—Sobre eso, siempre he creído que la Señorita Lobo había


sido engañada por la familia Bernard. Ella no lo hizo de buena
gana —dijo Fabio de manera cuidadosa.

—Ya le di una oportunidad antes. Cuando le pregunté si se


veía obligada a hacer esto, no me respondió.
Recordar ese incidente llenó a Dante de resentimiento.

—He dejado que el pasado corra su curso. Incluso he dejado


de investigarlo, pero ella todavía me aleja...

—Tómelo con calma. Dele algo de tiempo... —le aconsejó


Fabio.

—¡Ya me estoy quedando sin tiempo!


La voz de Dante de repente se tornó solemne.
—¿Cuánto tiempo más tengo que vivir? Solo quiero que mi
familia se reúna... ¡antes de que yo muera!

«Pero un simple deseo como ese ni siquiera se puede


cumplir...».

Dante, que solía ser tan poderoso y carismático, se había


vuelto un ser patético a causa del amor.

El corazón de Fabio le dolió al mirar a Dante. No pudo evitar


darle una sugerencia.

—¿Por qué no le decimos la verdad?

—¡Cállate! Dante apretó su garganta de forma abrupta y le dio


una advertencia.

—¡Si te atreves a dejar que ella se entere, te mataré a ti y a


Ágata!
—Hmm…

Dante lo tomó del cuello, casi estrangulándolo hasta la


muerte. Sin embargo, Fabio no se resistió.

Por fortuna, Dante lo liberó rápido. Colapsando en el sofá,


Fabio se agarró el cuello y tosió de forma descontrolada.
Después de recuperar la compostura, se disculpó de forma
copiosa.

—Lo siento, Señor Licano. Solo estaba haciendo una


sugerencia. No diré nada. ¡Lo juro por mi vida!

—No se te permite mencionar esto en el futuro —Dante


estaba furioso—. Quiero que regrese a mi lado de buena gana,
por amor, no por lástima por mí.

—Lo entiendo.

Fabio asintió con miedo.


Dante no dijo nada más. Levantó su copa de vino y bebió en
silencio.

De pie a su lado, Fabio le dio un cuidadoso recordatorio.

—Deberías dejar de beber después de que te acabes ese vaso.


Todavía tienes que ver al Doctor Tao mañana por la mañana...

Cuando el Doctor Tao revisó la información que Bryan le


había dado, le había pedido a Dante que se reuniera con él a
la mañana siguiente.

—¡Cállate! —Dante estaba frustrado e irritable.

Sin atreverse a decir nada más, Fabio se paró a un lado de él


con la cabeza baja.

En ese momento, alguien llamó a la puerta. Cuando Fabio


abrió la puerta, el gerente entró con una taza de té.

—La Señorita González preparó esto y me pidió que se los


enviara —dijo con cortesía.

—¿No se ha ido ya? —preguntó Fabio, sintiéndose perplejo.

—Esperó a que sus subordinados trajeran las hojas del té.


Después de preparar el té e instruirme para que se lo enviara
al Señor Licano, ella se fue.
El gerente les disparó una tímida mirada.

—Ella dijo que dado que el rostro del Señor Licano no luce
muy bien y que no debería beber demasiado alcohol. Incluso
dijo que al Señor Licano le encantará este té —afirmó.

—La vigilé antes de venir aquí con el gerente —dijo el


guardaespaldas que sacó a Nancy del lugar—. Su escolta llegó
aquí por ella. Carlos la mandó con ellos y yo regresé aquí con
el gerente.

—Está bien, pueden irse ahora.


Fabio tomó la tetera y la revisó. Tras esto se la dio a Dante en
las manos.
—Escuchaste lo que dijeron —afirmó.

—Es un gesto muy amable de su parte. -


Dante miró la tetera y recordó la mirada gentil y cariñosa de
Nancy. No pudo evitar lamentarse.
—Si tan solo Gala pudiera ser igual de amable conmigo...

—Es un detalle muy atento por parte de la Señorita González


—admitió Fabio mientras servía una taza de té—. Es té verde,
que es bueno para el estómago. ¿Por qué no intenta tomar una
taza?

Dante tomó la taza para oler su aroma.

Era claro que las hojas de té eran de alta calidad. Como había
estado tomando su medicamento durante mucho tiempo, su
condición estomacal empeoró. Cada vez que bebía, tenía
mucho dolor poco tiempo después. Como nunca se lo había
contado a nadie, no esperaba que Nancy fuera a darse cuenta
de detalles tan discretos.

—¡Yo no dije nada! —se escudó Fabio.


Fabio estaba empezando a sentir miedo ahora, preocupado de
que Dante estuviera haciendo conjeturas.

—En realidad, si uno estuviera en verdad atento, podría darse


cuenta de todo.

Dante levantó la taza y le dio un sorbo.


—El té sabe muy bien. Lo prepararon como se debe.
Era todo un elogio de su parte.

—Todavía hay alguien que se preocupa por usted —dijo Fabio


con suavidad—. Cada vez que bebes, te duele tanto el
estómago que no puedes dormir por la noche. ¿No se siente
mucho mejor después de beber un poco de té?

Dante no respondió. En cambio, miró la taza y cayó en un


profundo pensamiento.
En ese momento, recibió un mensaje en su móvil. Cuando lo
miró, vio que Nancy acababa de enviarle un video.
En el video, hermosos fuegos artificiales explotaban en el
cielo nocturno en la playa de Puerto Guardia.
El humo se elevó hacia el cielo formando la frase «¡Debes ser
feliz!».
Incluso habían incluido un lindo emoji sonriente al final, el
cual recordaba a una de las suaves sonrisas de Nancy.

El bonito lugar al que Nancy se estaba refiriendo en realidad


era una sorpresa que habían preparado para él en la playa.
Cuando notó la mirada triste en sus ojos, no indagó al
respecto. Lo único que ella había querido era darle una
sorpresa romántica para hacerlo sonreír.
Dante estaba agradecido por lo que ella había hecho por él.
«Supongo que las mujeres también pueden encontrar formas
románticas de sorprender a los hombres».
Otras mujeres empleaban todo tipo de trucos para llamar la
atención de Dante, ¡pero solo Nancy parecía saber lo que él
deseaba!

Dante se sintió atraído por lo elegante que se veía Nancy en el


video bailando descalza en la playa. Su sonrisa y la mirada
profunda en sus ojos la hacían parecer tan dócil como un
ángel. Por una vez en su vida, Dante vio un video hasta el
final. Después de apagar el video, le envió un mensaje de
texto.

«Gracias».

Fuese cual fuese su motivo, Dante estaba agradecido por lo


que había hecho por él.

«Ojalá Gala fuera la que hiciera esto por mí...».

Después de un viaje de cuatro horas, Ágata finalmente llegó a


la villa en Las Colinas.
Eran las dos de la mañana y todos ya estaban dormidos,
excepto Jade y David.
Mientras esperaban a Gala y Ágata, esta pareja aprovechó la
oportunidad para salir en secreto en el patio.

Al escuchar el motor del auto desde la distancia, subieron a


echar un vistazo. Jade luego subió y abrió la puerta del auto
para Gala. —Bienvenida de nuevo, Señorita Lobo.

Gala respondió con un gruñido inaudible. Luego escudriñó a


David por el rabillo del ojo.

—¿Todavía estás aquí?


—Sí…Me... Me han asignado cuidar a los niños. - David se
sonrojó. —Fabio dijo que los mandaría a casa mañana y
también le haremos una visita al Doctor Tao.
—No hay problema, entonces —dijo Gala, poco antes de
adentrarse en la villa.

Jade se acercó un poco más y le hizo una pregunta a Ágata.


—¿Qué pasa? La señorita Lobo parece estar infeliz.
—No es nada. Ve y descansa bien por la noche —respondió
Ágata antes de apresurarse para seguirle el paso a Gala.

Jade frunció los labios y le dijo a David que descansara en el


auto. Luego siguió al resto y entró en la villa.

Gala caminó hacia la habitación a un paso suave. Después de


darse una ducha, se acostó en su cama y se dijo a sí misma
que durmiera temprano para tener suficiente energía para
pasar el día siguiente con los niños.
Sin embargo, la imagen de Dante y Nancy siendo íntimos el
uno con el otro seguía atormentando su mente.
Después de tomar media pastilla para dormir, por fin se quedó
dormida.

Pronto se sumergió en sus sueños. Soñó que Dante y Nancy


se casaban y los niños llamaban a Nancy «mamá». Ella, que se
había convertido en una forastera, solo podía mirarlos
impotentes desde lejos. A pesar de todo, era un sueño pacífico
y nada de eso le pareció aterrador al momento. Sin embargo,
cuando Gala se despertó de su sueño, se dio cuenta de que su
rostro estaba mojado por lágrimas que corrían por su rostro.

La escena del sueño la persiguió una vez más. Miró al techo


sin comprender y se sintió en conflicto.
«Gabriel tenía razón. No soy constante y soy indecisa. No soy
el tipo de persona que nace con una voluntad de hierro. Me
preocupo demasiado porque me resulta difícil dejar ir las
cosas. Sin embargo, no puedo controlar mis sentimientos. No
tengo el coraje de perseguir mi propia felicidad».

El conflicto se había apoderado de Gala.


Conocía todas sus debilidades y las odiaba, pero al mismo
tiempo, no podía cambiar su personalidad. Justo cuando
todavía estaba profundamente pensativa, las hijas de Gabriel
llamaron a su puerta con emoción.

—¡Despierta, tía Gala! ¡Despierta!

Las tres niñas estaban actuando como gorriones enérgicos.


Ellos eran la razón por la que la villa se sentía como un lugar
animado todo el tiempo.

—No molestes a mi mamá, ¿de acuerdo? Bajemos las


escaleras y desayunemos. Vengan —dijo Kira con voz severa
pero cariñosa.
—¿A qué hora llegó mamá a casa anoche, Ágata? ¿Por qué no
nos lo dijiste? —preguntó Dereck mientras bostezaba.

—No queríamos molestarlos ya que estaban todos dormidos


cuando llegamos a casa —explicó Ágata con una sonrisa—.
Bajemos las escaleras. Dejen que su mamá descanse un poco.
—¡Está bien!

Los cinco niños formaron una fila y bajaron las escaleras con
Ágata.
Después de un estornudo, Liam también bajó las escaleras
con los otros niños mientras sostenía un libro que planeaba
leer en el auto más tarde.

—¡El desayuno está listo!


Jade salió de la cocina con un delantal puesto que delataba
que estaba haciendo el desayuno.
Saludó a los niños con una sonrisa.
—¡Les hice su desayuno favorito hoy!

—¿Sabes cómo hacer el desayuno? —Kira inclinó la cabeza a


un lado—. Estoy bastante segura de que el Señor David te
ayudó con eso...

—Hace bastante tiempo, David le pidió en secreto a la Señora


Magdalena que le enseñara a cocinar. Debe haber aprendido
una o dos habilidades…Pero él también le enseñó a la Señora
Jade a cocinar —reveló Dereck.

—Deténganse, ustedes dos —dijo Jade sonrojándose

Los niños estallaron en carcajadas.

—No importa si tú o tu novio hicieron esto. Lo tomaremos


como si fueras tú quien nos preparó el desayuno, dijo Alfa con
descaro—. ¿Cuándo podremos comer? ¡Tengo hambre!

—Les traeré la comida. ¡Solo denme un minuto! —Jade luego


les indicó a Rubí y Emma que ayudaran a llevar todos los
platos a la mesa del comedor.

Mientras tanto, Gala se había despertado de su sueño y se


estaba refrescando. Quería llevar a los niños a la casa del
Doctor Tao lo antes posible.

Mientras tanto, Dante y Fabio habían llegado justo a esa


residencia.
Heidi sirvió el desayuno que preparó en la mesa de madera en
el patio y decoró el sitio con jarrones llenos de las diminutas
flores amarillas que recogió esa mañana.

Cuando el auto se acercó, Heidi dejó de lado su trabajo y se


alistó para darle la bienvenida a Gala a la villa. Pero en el
momento en que vio a Dante, su sonrisa se desvaneció de
inmediato. De cualquier forma, lo saludó con respeto.

—Buenos días, Señor Licano.

—Hola.

Dante se acercó siguiendo las instrucciones del Doctor Tao.

Dante pasó toda la noche anterior en El Diamante y solo fue a


casa para tomar una ducha antes de llegar a la casa del doctor.
Parecía estar agotado por quedarse despierto toda la noche.

—Vamos.

Heidi le dio la bienvenida a Dante y Fabio.


Bryan y sus hombres estuvieron estacionados en el lugar por
una noche, pero estacionaron su automóvil lejos para evitar
molestar al Doctor Tao.
—El Doctor Tao se unirá a nosotros para desayunar una vez
que esté listo —dijo Heidi mientras preparaba la mesa.

De repente, un fuerte golpe surgió de la villa.


Dante y Fabio entraron corriendo a la casa sin dudarlo.
—¡Ay, no!

Heidi también los siguió por detrás.

Mientras Samuel ayudaba al Doctor Tao a levantarse de su


cama, este último cayó y golpeó su bacinica al sentir que sus
piernas se debilitaron.
Samuel trató de llevar al Doctor Tao consigo, pero fue en
vano.
Sin embargo, par de brazos musculosos aparecieron y
pusieron al Doctor Tao de nuevo en su silla de ruedas.

Samuel inclinó la cabeza y notó que era Dante.

—Señor Licano ...


—¿Estás bien?

Dante se puso en cuclillas frente al Doctor Tao y preguntó.

—Estoy bien...

El Doctor Tao respondió con una voz profunda y frágil. Le


tomó unos segundos abrir los ojos para echarle un vistazo a
Dante.
Sus labios secos temblaban como si tuviera algo que decir,
pero en ese momento, apenas podía hablar.
—¿Sí, Doctor Tao?

Las lágrimas brotaron en los ojos de Heidi mientras trataba de


entender lo que él estaba tratando de expresar.

—Está bien. Llamaremos a Gala ahora mismo.


Luego se volvió hacia Samuel y le dio la orden.
—Llama a Gala y haz que venga lo antes posible. El Doctor
Tao no puede aguantar más.
—Está bien. Estoy en ello.
Samuel buscó su móvil de inmediato.
—Lo haré.

Dante luego instruyó a Fabio para que él hiciera la llamada en


su lugar.
Fabio caminó hacia una esquina y le llamó a Gala. No pudo
evitar sentirse ansioso.

«El Doctor Tao ahora pende de un hilo. ¿Significa esto que


pronto perderemos nuestra última esperanza?».

Gala no levantó el móvil, ya que estaba jugando con los niños


en el patio.
Fabio se puso en contacto de inmediato con David. Después
de saber que el Doctor Tao estaba a punto de morir, David
inmediatamente corrió hacia Gala y le entregó el móvil.
Gala, que estaba jugando con una pistola de burbujas con los
niños, planeaba partir después de esto, pero después de
hablar con Fabio por móvil, dejó caer la pistola de burbujas y
le dio una orden a viva voz a sus guardaespaldas.
—Rápido. Preparen el auto.
—¡De inmediato!

Jade y Ágata ni siquiera tuvieron tiempo de ayudar a los niños


a ponerse ropa fresca. Después de meter a los seis niños y su
ropa en sus respectivos asientos, salieron a la carretera de
inmediato.

A lo largo del viaje, Gala siguió culpándose a sí misma.


—Es mi culpa. Debería haberme ido temprano. Debería haber
llevado a los niños a visitarlo ayer...
—¿Qué le pasó al Doctor Tao? Todavía estaba bastante
enérgico ayer, ¿no? —Ágata sintió lástima por Gala al ver lo
preocupada que estaba.
—¿Qué le pasa al Doctor Tao?
Incluso los niños sintieron que algo andaba mal.
—El Doctor Tao está muy enfermo y quiere verlos —dijo Gala
mientras recuperaba la compostura.
Al calmarse un poco, siguió con su explicación.
—Necesito que todos ustedes se queden callados cuando lo
vean más tarde, ¿de acuerdo?
—Está bien ... —Los niños asintieron a pesar de no saber lo
que estaba pasando.
—Bien.

Gala, que se sentía cada vez más abatida, abrazó a los niños.

—Ágata, ¿quién llamó al Señor David hace un momento? —


preguntó Liam de repente.

En ese momento, David conducía el Rolls-Royce. Ágata, que


se sentó junto a Gala, fue quien respondió.
—Fue Fabio quien llamó.
—¿Eso significa que papá y el Señor Fabio están en la casa del
doctor?
Una línea se formó entre las cejas de Liam y sus ojos brillaron.
—Supongo que sí —Ágata no pensó mucho antes de
responder a Liam—. Deben haber visitado al Doctor Tao
porque sabían que iban a estar allí.
—¿Visitaron al Doctor Tao con papá anoche? —preguntó
Liam.
—Sí. Fuimos juntos —asintió ella.

—¿Y se fueron juntos?


—Tu papá se fue primero —Ágata podía sentir que Liam tenía
algunas dudas en su mente—. ¿Qué te pasa, Liam?
—Nada —Liam negó con la cabeza y parecía desanimado—.
Solo quería diversión.

Ágata no siguió dándole vueltas al asunto.

Gala no escuchó lo que Liam y Ágata decían. Estaba ocupada


recordándoles a los otros niños que no molestaran al Doctor
Tao cuando llegaran.
El auto continuó acelerando en la carretera.
Mientras tanto, Fabio convocó a Regina y a algunos otros
especialistas. Quería que realizaran un chequeo exhaustivo del
Doctor Tao.
El Doctor Tao agitó su mano en el aire de una manera
enfermiza. Al interpretar su intención, Samuel se atragantó
con sus palabras y habló por él.

—El Doctor Tao dice que eso no será necesario, pero lo


agradece.
Regina, que se sintió un poco incómoda al llegar, volteó a ver
a Dante, quien les dio una instrucción.
—Esperen afuera.
—Está bien.

Regina no tuvo más remedio que retirarse de la habitación


con el equipo médico y esperar en el patio junto a Bryan.
El Doctor Tao, que apenas podía moverse de la cama, siguió
mirando a la puerta, con la esperanza de poder ver a Gala y a
los niños por última vez.

—¿Salimos a caminar para tomar un poco de sol por la


mañana?

Dante le susurró su sugerencia al oído.


—Deberían llegar pronto.
El Doctor Tao respondió asintiendo con debilidad.

Cuando Heidi y Samuel se acercaron para ayudar al Doctor


Tao a levantarse de la cama, Dante subió y lo cargó en su
lugar.
—Traigan su silla de ruedas.
—Está bien.

El sol de invierno siempre provocaba una extraña sensación


de calor.
Samuel colocó una almohada en la silla de ruedas mientras
Dante ayudaba al Doctor Tao a sentarse en ella. Luego colocó
una manta sobre el Doctor Tao y le ordenó a Samuel que
encendiera el fuego.

Una persona moribunda sin duda tendría miedo del frío, por
lo que el Doctor Tao necesitaba de forma desesperada un
poco de calor.
Después de asegurarse de que el Doctor Tao se sintiera
cómodo debajo de la manta, Dante le dijo a Heidi que le diera
sopa al doctor.
Tomando el sol, el Doctor Teo se calentó un poco y bebió un
poco de sopa antes de recuperar sus sentidos. Entrecerró la
mirada hacia Dante y reunió su energía para agradecerles.

—¡Gracias!

—No hay problema. Usted salvó a mi esposa e hija —


respondió Dante, extendiendo la mano para limpiarle la
mancha en los labios.

En aquel entonces, ni siquiera tuvo la oportunidad de cuidar a


su propio abuelo.
Ahora que había llegado la oportunidad, deseaba devolverle el
favor del Doctor Tao.
—Lo siento —murmuró disculpándose el doctor.
Miró a Dante con una culpa evidente en la mirada. Aunque no
podía hablar con coherencia, la enfermedad de Dante seguía
siendo una preocupación molesta en su corazón.

Durante toda su vida, salvó innumerables vidas e hizo muchas


buenas obras.
Antes de enfermarse, incluso trató a Gala y Kira, devolviendo
el favor que le había hecho Fernando hace años.
En todo caso, debería poder descansar en paz.
Sin embargo, cada vez que veía a Dante, la culpa se elevaba
en su corazón.
«No es tan fuerte como antes. Yo ignoraba su condición.
Aunque quiero tratarlo, mi resistencia no me lo permite».

El Doctor Tao quería escribirle el plan de tratamiento para que


Samuel y Heidi pudieran tratar a Dante incluso después de
que estuviera muerto, pero no tenía idea de que respiraría su
último aliento antes de que se completara su plan.

—Todos tenemos los días contados —dijo Dante mientras


tomaba la mano del Doctor Tao—. No se preocupes por mí.

El Doctor Tao señaló su propio pecho con un dedo


tembloroso y Samuel de inmediato se dio cuenta de lo que
quería decir. Este último sacó un pedazo de papel de su
camisa.

El pedazo de papel arrugado estaba lleno de palabras


ininteligibles y de dibujos extraños. No había puntuación y
solo se completaban la mitad de los dibujos. Estaba claro que
el Doctor Tao no lograba terminar lo que estaba escribiendo.

El Doctor Tao le hizo una seña a Dante.


Samuel le dio el papel a Dante y le habló con solemnidad.
—Anoche, el Doctor Tao se despertó por un momento y me
dijo que un hombre podría entender el plan que escribió en el
papel. Es posible que tengas la oportunidad de mejorar.

—¿Quién podría ser ese hombre? Fabio se acercó más


ansiosamente.
—Su nombre es Julián —reveló Samuel con cuidado—. Fue el
primer aprendiz del Doctor Tao y estudió con él durante
veinte años. Como era muy talentoso, heredó todas las
habilidades médicas del Doctor Tao.
Samuel bajó la cabeza, sintiéndose algo avergonzado. Aunque
había sido aprendiz del Doctor Tao durante años, no había
logrado aprender mucho de su maestro.
El Doctor Tao le dijo que se fuera varias veces, diciendo que
no era adecuado para ser médico, pero se negó a hacerlo.

Era huérfano y no tenía a dónde ir. El Doctor Tao lo había


adoptado del orfanato, por lo que planeaba quedarse y servir
al Doctor Tao hasta que este último muriera de vejez.

—No sabía que Julián era el aprendiz del Doctor Tao —


reflexionó Dante sorprendido.
El legendario Julián no tenía una dirección fija y viajaba de
forma constante. Además de ser un médico experto, también
era experto en habilidades defensivas.

Al mencionar a su aprendiz, el Doctor Tao dejó escapar un


largo suspiro.
—Guárdalo.

Samuel le ofreció el papel a Dante.


Después de aceptarlo, Dante lo dobló cuidadosamente antes
de colocarlo en su bolsillo. Se volvió hacia el Doctor Tao solo
para devolverle una palabra.
—¡Gracias!

El Doctor Tao entrecerró los ojos y miró a lo lejos, esperando


que llegara Gala. Dante acababa de decirle a Fabio que la
llamara en cuanto un auto se detuviera afuera. Fabio salió
corriendo de inmediato.
Gala salió corriendo del auto y corrió hacia la casa sin sus
hijos. Al ver lo débil que estaba el Doctor Tao, las lágrimas se
deslizaron por sus mejillas. Así que corrió hacia él, se arrodilló
en el piso y le tomó la mano.

—Doctor Tao, estoy aquí. Gala está aquí.


Mientras sus labios se curvaron un poco, la frágil mano del
Doctor Tao apretó su mano. Separó los labios para decir algo,
pero nada salió de su boca.

—¡Doctor Tao!

Los niños entraron corriendo después de bajarse del auto.


Rompieron en llanto al ver su frágil semblante. Le habían
prometido a Gala que no molestarían al Doctor Tao, por lo
que solo hicieron pucheros y sollozaron en silencio.

—Niños... —El Doctor Tao estiró su brazo hacia ellos.

Jade llevó a los niños para que se acercaran al Doctor Tao y lo


saludaran.
—Doctor Tao..
—Doctor Tao, debe recuperarse pronto para que pueda
comprarme más dulces.
—¡Doctor Tao, prometió enseñarme acupuntura! ¡Debe
cumplir su palabra!
—Doctor Tao, ¿recuerda cómo prometió llevarme al Monte
Fénix para que podamos atrapar cerdos salvajes?
—Doctor Tao, usted quería ver mi último invento, ¿verdad?
Aquí está...
—¡Doctor Tao, usted nos mintió! Dijo que nos llevaría con
papá. ¡Es un mentiroso!

Los niños sollozaban con tristeza mientras susurraban sus


sentimientos para que el Doctor Tao no escuchara tanto ruido.
Gala no quería llorar, pero no podía contener las lágrimas. El
Doctor Tao sostuvo sus pequeñas manos y entrecerró los ojos
ante sus adorables caritas. Poco a poco, sus ojos se cerraron.

—¿Doctor Tao? ¡Doctor Tao!


—¡Doctor Tao!
—Doctor Tao...

Los hombres de negro afuera inclinaron la cabeza hacia abajo


mientras lloraban en silencio. Fuertes sollozos retumbaron en
el lugar. Dante se paró en una esquina y los miró en silencio,
lleno de emociones conflictivas.

El destino decretó que el Doctor Tao moriría cuando tuviera


noventa y nueve años, por lo que no tuvo más remedio que
aceptar su destino.
«No hay forma de que encuentren a Julián en poco tiempo. Es
el mejor amigo de Gabriel Lobo y mi enemigo, así que no
aceptará ayudar».

El último rezago de esperanza era casi inexistente. Mientras el


Doctor Tao lanzaba su último aliento, Fabio exhaló con fuerza.
En realidad, tenía el mismo pensamiento que Dante. Ambos
esperaban que el Doctor Tao al menos completara su
tratamiento antes de su muerte, pero por desgracia, su deseo
no se había hecho realidad.

Abatido, pensó en cómo no se había sabido nada de Julián,


aunque habían estado buscando durante alrededor de seis
meses.
«Incluso si logramos encontrarlo, debería ser difícil persuadir
a ese personaje para que examine al Señor Licano. Aunque
parezca una pequeña oportunidad, ¡nunca nos rendiremos!».

El desayuno en la mesa se había enfriado. Una flor silvestre


bailaba con el viento mientras su ligero aroma flotaba en el
aire. El sol brillaba sobre el amable rostro del Doctor Tao,
rodeando su figura por completo en paz.

Esa tarde, Gala se ocupó del funeral del Doctor Tao. De


acuerdo con sus deseos, su cuerpo fue transportado de
regreso al Monte Fénix e incinerado allí. Dante se quedó a su
lado durante todo el viaje antes de despedirse del Doctor Tao
para siempre. Los niños también se dirigieron al Monte Fénix
para que pudieran darle el último adiós al Doctor Tao.

Tres días después, todo se había calmado. Gala quería irse


con Samuel e Heidi, pero insistieron en hacer el duelo del
Doctor Tao en la montaña durante tres meses. Prometieron
contactarla después de eso.
En lugar de obligarlos a irse con ella, Gala hizo los arreglos
para que pudieran pasar tres meses allí sin problema. Luego
se fue con los niños consigo en un vuelo de regreso a Las
Colinas.
En el avión privado, los niños se durmieron de inmediato.
Estaban agotados después de no haber dormido lo suficiente
durante los últimos tres días. Cerrando sus ojos hinchados,
cayeron en un sueño profundo.

Gala se inclinó en su asiento y miró al cielo sin comprender.


Dante se acercó a ella con una taza de té caliente y se la
ofreció.
—¡Gracias! —Gala la tomó y sintió el calor que se extendía de
sus palmas a todo su ser.

—Deberías regresar a Colina del Jardín Norte —dijo Dante de


repente—. Es más fácil para los niños viajar. Las Colinas está
demasiado lejos.

—Yo…

—Sé lo que estás pensando —dijo Dante—. Quieres


mantenerte lejos de mí. Te prometo que no te molestaré. De
hecho, no recurriré a ti. ¿Crees que funcione?

Al escuchar sus palabras, solo había una cosa en la que Gala


podía pensar: había decidido salir con Nancy.

Ella no se refirió a eso en voz alta y en cambio, pensó para sí


misma una y otra vez que todo había terminado entre ellos. El
hombre podía salir con quien quisiera y ella no tenía derecho
a cuestionar su decisión.

—Piénsalo. —Dante se puso de pie y regresó a su asiento.

Gala bajó la cabeza, sin decir nada. Liam se acercó a ella y le


susurró:

—Mami, necesito hablar contigo.


—Claro. ¿Qué pasa, Liam? —Gala señaló el asiento a su lado.
Después de subir al asiento, Liam fue directo al grano.
—Espero que puedas regresar a Colina del Jardín Norte para
que Dereck, Kira y yo podamos verte todos los días. También
podemos ir a jugar con Alfa, Gamma y Beta. Las Colinas está
demasiado lejos para que podamos visitarte tan seguido.
Además, Dereck y Kira han faltado a muchas clases y volverán
a la escuela la próxima semana. Estarán ocupados con la
escuela entre semana y con varias clases extracurriculares
que tienen los fines de semana. Puede ser difícil para ellos
venir de visita. ¿No nos extrañas?

—Por supuesto que los extraño —respondió Gala, dándole


unas palmaditas en la cabeza con suavidad mientras la culpa
abrumaba su corazón—. Lamento que hayas tenido que viajar
con frecuencia por mi culpa.

—¿Entonces volverás a Colina del Jardín Norte? —Liam


preguntó con seriedad.

—Mami, mami... —Dereck y Kira corrieron hacia ellos y


tomando la mano de Gala, suplicaron—: Por favor, piénsalo.
¡Quiero verte a ti y a las pequeñas todos los días!

—¡Sí! Por favor...

Gala por fin se conmovió con las constantes súplicas de los


niños.

—Está bien. Volveré.


—¡Sí, eso es genial! —Celebraron los niños.
—Shh —Gala les hizo un gesto para que se callaran—. Las
pequeñas están dormidas. Mantengan la voz baja.
—¡Está bien! —Dereck y Kira asintieron con ahínco. Se
cubrieron los labios y no dijeron nada después de eso.
—Vayan a tomar una siesta. —Gala les acarició el cabello con
cariño—. Mamá empacará y regresará a Colina del Jardín
Norte.
—Está bien. —Los niños se alejaron, satisfechos de su tarea.
Gala notó que Dereck intercambiaba miradas con Dante y de
inmediato lo miró a él también.

—¡Ven aquí!
Dante se acercó a ella como se lo había pedido.
—¿Qué pasa?
—¿Les dijiste que dijeran eso? —Gala exigió mientras lo
indagaba con el ceño fruncido.

—¡No hice nada de eso! —Dante respondió, mostrando una


sonrisa inocente—. Te extrañan demasiado y seguían
insistiéndome, así que les dije que te convencieran, ya que
estarías más presta a escucharlos.
—¿Querías decir lo que dijiste antes? —cuestionó.
—¿Sobre qué? —Dante respondió a pesar de haber entendido
mientras asentía—. Oh, a eso te refieres. No te preocupes. Si
no vienes a mí, no te buscaré.

—Asegúrate de no retractarte de lo que estás diciendo —le


recordó Gala.
—¿Eres la única mujer en la tierra? —Dante se burló—. ¿Por
qué te insistiría si ya me rechazaste? No soy tan
desvergonzado.

Al escuchar la determinación en las palabras de Dante, Gala


se relajó.
«Parece que no tengo que preocuparme. Ha decidido
mantenerse lejos de mí y está haciendo esto por los niños».

Aunque eso era lo que quería, para su sorpresa, sentía un poco


de decepción. Sin embargo, su expresión se mantuvo como si
nada mientras respondía con calma:

—Bien. Estamos divorciados y ahora somos vecinos. Nada


más. Nos mantendremos al margen de las vidas de los demás
de ahora en adelante.

—¿Es esto una tregua? —Dante estiró el brazo—. ¡No hay


problema!

Poniendo los ojos en blanco, Gala tomó su mano. A partir de


ese día, la paz de antes en Colina del Jardín Norte y Colina del
Jardín Sur sería restaurada.

Detrás de ellos, Fabio y Ágata compartieron miradas


sonrientes. David y Jade estaban encantados en secreto,
porque sería mucho más fácil para ellos encontrarse ahora.

De vuelta en Ciudad Hinus, Gala les dijo a Ágata y Jade que


se prepararan para la mudanza de la casa mientras ella iba a
Las Colinas para visitar a Jaime. La fábrica en la que Gala
invirtió estaba funcionando bien bajo las riendas de Jaime y
los otros hombres.

Después de trabajar duro durante dos años, por fin se habían


expandido y abrieron tres fábricas más. Ahora, planeaban
alquilar un edificio de oficinas en la ciudad para el
funcionamiento de su empresa. Poco a poco, establecerían la
marca y aumentarían su influencia en la industria.
Jaime estaba encantado tras enterarse del regreso de Gala.
Reunió a dos accionistas para reunirse con ella con las
cuentas para que pudieran informar sobre las ganancias y los
resultados de los últimos dos años.

Aunque Gala era la mayor accionista e invirtió una gran suma


de dinero, no se molestó en preguntar cómo estaba la
compañía. Una sonrisa de satisfacción iluminó sus labios
cuando descubrió que su inversión inicial se había casi
triplicado. Por lo tanto, estaba agradecida de corazón con
Jaime y los otros dos. Después de intercambiar un par de
bromas, Gala sugirió:

—Ya he visto lo suficiente y las fábricas parecen estar


funcionando bien. Puedes continuar con la expansión.
Invertiré otros dos mil millones, así que haz todo lo posible. Te
encargarás de los productos y yo ayudaré a promover la
marca en secreto. Sin embargo, no dejes que otros sepan que
soy una accionista importante.

Los pocos accionistas quedaron estupefactos. Aunque eran


hombres de negocios con éxito, la suma de su inversión era
solo de alrededor de veinte millones. Ahora que el negocio
estaba en auge, habían considerado buscar otros
inversionistas para expandir el negocio. Por desgracia, no se
atrevieron a molestar a Gala. Para su sorpresa, ofreció agregar
dos mil millones a su inversión inicial. Su declaración los
sorprendió sin sentido.

—Gala, ¿de dónde sacaste tanto dinero? —Jaime la apartó y


susurró—: Escuché que la Corporación Lobo ahora está en
problemas. Ya recibiste tu parte, así que incluso si puedes
pagarlo, conserva el dinero. Las inversiones son arriesgadas y
no tenemos lo suficiente. Dirigir una pequeña empresa está
bien, pero no tenemos la confianza para expandirnos más.

—Tiene razón. —Los otros accionistas asintieron—. La suma


de su inversión es demasiado grande.
—Hemos trabajado con tu padre. Manejar los productos está
bien para nosotros, pero la marca y ser empresarios no nos
conviene.

—No se preocupen, me haré cargo de eso —les aseguró Gala


con confianza—. Solo hagan lo que digo. Señor Yépez,
envíeme el número de cuenta de la empresa. Transferiré el
dinero en breve.
Jaime separó los labios para convencerla de que cambiara de
opinión, pero ella insistió.
—Por favor, no se preocupen. Asumiré todos los riesgos. Si la
empresa es un éxito, dividiremos todas las ganancias. Todas
las pérdidas serán migajas para mí.

—¿Cómo podemos dejarte hacer eso? —tartamudearon


ansiosos los accionistas.
—Dado que Gala confía en la expansión, es un sí por parte
nuestra. —Jaime tomó una decisión.
—¡Debemos mantenernos unidos en las buenas y en las
malas!
—¡Cuenten con nosotros también! —intervinieron los otros
hombres con entusiasmo—. Eres la principal accionista, así
que puedes tomar las decisiones. Pero asumiremos los riesgos
juntos. De esa manera, ambos nos sentiremos mucho mejor.
—¡Claro! —Gala se rio entre dientes—. Eso servirá. ¡Prometo
que ganaremos mucho dinero juntos!
Todos asintieron al tiempo.
—Confiamos en usted, Señorita Montenegro.
Estaban acostumbrados a dirigirse a ella como «Señorita
Montenegro» ya que solían trabajar para Fernando.

—Genial. ¡Buena suerte para nosotros!


Estrechó las manos de los accionistas y se puso de pie,
preparada para irse. Jaime la vio salir. Conversaron un poco
sobre los eventos de los últimos seis meses y Jaime mencionó
a Eukarys.

Después de permanecer en cama durante seis meses, Eukarys


no mostraba signos de recuperación. Cada vez que Jaime iba
a Ciudad Hinus por negocios, iba a visitarla. Por fortuna, Jorge
no se rendía y la cuidaba mucho.

El estado de ánimo de Gala se calmó ante la noticia. Eukarys


era su mejor amiga, pero Susana la obligó a traicionar a Gala
para salvar a su amado. Como resultado, Kira fue secuestrada
y torturada. Al final, Eukarys salvó a Kira y fue golpeada hasta
la médula por Susana. Aunque sobrevivió, ahora era un
vegetal.

Antes de que Gala regresara a Páramo, compró una casa para


Jorge y Eukarys. También les dio algo de dinero y le dijo a
Regina que organizara todo para el tratamiento de Eukarys.
Hacía pocos días, Gala había visitado El Diamante. Además de
haber recuperado la memoria, quería preguntarle a Jorge por
Eukarys. Por desgracia, él no estaba allí. Luego se encontró
con Dante y Nancy, lo que la obligó a irse antes de lo
esperado.

—Gala, escuché que Jorge está trabajando duro para pagar los
honorarios médicos de Eukarys en el extranjero. Le dije que
hablara contigo, pero él se negó a molestarte. Creo que
necesitas saber sobre esto, así que... —Jaime explicó todo,
aunque parecía un poco vacilante.
—Ya entiendo —respondió Gala asintiendo con rapidez—.
Haré los arreglos necesarios. Gracias, Señor Yépez.
—De nada. —Jaime suspiró, aliviado—. Has perdido mucho
peso y te ves algo agotada, cuídate.
—Mmm —Gala le hizo una leve sonrisa—. Estoy bien, así que
no te preocupes. Hablamos la próxima vez.

—Está bien. ¡Avísame si necesitas algo en cualquier momento!


Después de salir de la fábrica, Gala llamó a Regina para
averiguar más sobre la situación de Eukarys.

Regina le informó que no había novedades. Habían pasado


solo dos meses después de su accidente, por lo que el
tratamiento no iba a funcionar tan rápido. A menos que
ocurriera un milagro, por supuesto.

Jorge estresado, preguntó por ahí y descubrió un hospital en


la Nación M que tenía un buen número de casos de éxito, por
lo que quería llevar a Eukarys allí. Aunque Regina le había
explicado que los casos eran raros, todavía quería probar
suerte.

Después de enterarse de eso, Gala le pidió ayuda a Regina


para comunicarse con ese hospital. Si había esperanza, quería
que Regina hiciera los arreglos necesarios. Regina ya había
intentado ponerse en contacto con el hospital, pero no
pudieron darle una respuesta definitiva. Solo podían hacer un
diagnóstico después de ver al paciente en persona.
Así que Gala le dijo:
—Llama a esa doctora para que la examine. Pagaré la cuenta.
—Bueno... —Regina estaba perpleja—. Lo intenté hace un
momento, pero parece bastante difícil contactar a esa doctora.
—Dame su número. Me pondré en contacto con ella yo
misma. —Gala no quería molestarla.
—Bueno, no tiene que hacer eso. Permíteme intentar llamarla
de nuevo. —Fue la respuesta de Regina—. Le daré una
respuesta mañana.
—¡Gracias!
Después de colgar, Gala se lamentó:

—Es bastante molesto no tener a alguien en quien confiar.


Regina trabaja para la Familia Licano y es bastante
problemático pedirle ayuda todo el tiempo.
—Solo piensa en ello como un favor personal. Podemos
compensarla por su ayuda más tarde, ¿verdad? —Ágata
sugirió.

—Regina es dueña de muchos hospitales y es la doctora


privada de la Familia Licano. Ella no necesita dinero —reveló
Gala. Después de reflexionar al respecto, agregó—: La
conozco bien. Ella habría hecho eso si fuera posible. Me temo
que los médicos son bastante difíciles de complacer. Averigua
sobre esa doctora y le pediremos ayuda en persona.
—Entendido. —Ágata se dispuso a trabajar en ello.
—Señorita Lobo, ¿hacia dónde nos dirigimos ahora? —Rubí,
que conducía, preguntó.
—Regresa a casa por ahora. —Gala miró su reloj y se dio
cuenta de que eran más de las cuatro de la tarde—. ¿Cómo va
el embalaje?

—Jade y Emma trajeron a los niños de vuelta a la Ciudad


Hinus. Todo en la villa ya fue empacado y trasladado. Todo lo
que queda son las plantas y los peces de colores —informó
Rubí.
—Regresemos y echemos un vistazo.
Gala quería recuperar sus fotos llenas de sus recuerdos.
—Sí.

De vuelta en la villa vacía en Las Colinas, había un ambiente


desolado que recorría aquel lugar. El clima estaba nublado y
sin ningún rastro de luz del sol a la vista, pero el árbol que
estaba afuera de la puerta se veía alto y hermoso. Había hojas
por todo el suelo y algunas habían caído al estanque. Los
peces perseguían las hojas a modo de juego.

—Jade tienes prisa, ¿eh? —Ágata se bajó del auto y bromeó—


: Ella debe estar corriendo de regreso para ver a David. No
puedo creer que se fuera con los niños sin esperarnos.

Rubí estalló en risas.

—Sí, los tortolitos no pueden soportar estar separados. Eso es


genial.
—Encuentra algo en lo que podamos llevar a los peces. Los
llevaremos con nosotros —ordenó Gala.
Ella no quería dejar a los peces a su suerte, porque era seguro
que morirían de hambre.
—Claro. Me pondré en eso ahora. —Rubí se fue a buscar una
pecera para los peces.

Ágata estaba haciendo las últimas revisiones para asegurarse


de que no olvidaran nada.
—Señorita Lobo, ¿qué pasará con las plantas? ¿Quiere
llevarlas?
—No es necesario. Pueden quedarse aquí.

Gala entró a la casa y se dio cuenta de que las fotos no


estaban por ninguna parte. Era probable que Jade supiera lo
importante que eran esas fotos para ella y por eso las había
empacado.

Fue a todas las habitaciones para asegurarse de que no


quedara nada atrás antes de regresar a Ciudad Hinus con
Ágata y Rubí con ella. Rubí consiguió una enorme pecera para
que los peces pudieran ir a Colina del Jardín Norte con ellos.

Cuando el sol comenzó a ponerse, el Rolls-Royce fantasma


condujo de regreso a casa. Los árboles junto a la carretera se
balanceaban con la brisa como si se estuvieran despidiendo
de Gala y los demás.

Gala observó el paisaje que pasaba mientras prometía en


silencio comenzar su carrera después de un largo descanso.
«Independiente de lo que suceda en el futuro, ¡ahora tengo la
capacidad de proteger a los niños y comenzar de nuevo! Pero
primero tendré que lidiar con el Proyecto Gimnasio».

—¡Señor Licano, el Señor Freddy nos llamó tres veces hoy


para recordarle que se ocupe del Proyecto Gimnasio!
Dante estaba revisando algunos documentos en su oficina en
el Grupo Licano cuando Fabio entró para informarle con
cuidado y sin hacer ruido. Sin molestarse en levantar la
cabeza, Dante continuó firmando los documentos. Fabio se
hizo a un lado en silencio. De repente, Yildriani apareció a
toda prisa.

—Señor Licano, alguien importante está aquí.


—¿Es este tu primer día de trabajo? —Dante estalló—. No veo
a nadie sin cita previa.
—Es el Señor Freddy de la Nación F —dijo Yildriani con
timidez—. Está esperando en el vestíbulo. La persona en la
recepción llamó directo a la oficina del presidente, así que...
—Ese anciano… —Las cejas de Dante se entrecruzaron.
Todos me dijeron que la familia de Luinyer no era codiciosa
en lo absoluto. Se supone que son agradables. Parece que todo
eso era mentira.

—La recepcionista está esperando su autorización. —


Presionó Yildriani con prudencia—. ¿Debería dejarlo subir?
—Hazlo seguir. —Dante hizo un gesto y volvió a su trabajo.
—Sí. —Yildriani se fue a llevar a cabo su orden.
—¿Debería ir a recibirlo? —Fabio preguntó, estudiando la
reacción de Dante.

Como Freddy estaba allí, debería dar la bienvenida él primero


si Dante estaba reacio a hacer eso.
Después de que Dante firmó el último documento, ordenó:

—Vete.

—Sí. —Fabio obedeció de inmediato.


En ese momento, Bryan apareció y anunció emocionado:

—La Señorita Lobo ya se mudó a Colina del Jardín Norte.


Jade llegó primero con los niños y ha estado ocupada desde
entonces. Lobo está en camino.
—Mmm. —Dante se relajó de inmediato ante la noticia. Su
tono se volvió suave cuando dijo:
—Los niños me dijeron anoche que pasarán la noche allí hoy.
Dile a David que los lleve.
—Sí, le informé a David sobre eso. —Sintiendo la alegría de
Dante, Bryan sonrió y preguntó:

—¿Debo regresar hoy a casa temprano para hacerle compañía


a la Señorita Lobo?
—No es necesario —intervino Dante, su expresión se tornó
abatida—. Acordamos mantenernos alejados el uno del otro.
—Entonces...

—Dirígete a darle un vistazo a la villa —Dante dio la orden—.


Ha estado vacía durante varios meses, así que algunas plagas
podrían estar invadiendo el lugar. También puede haber
algunos animales salvajes o algo adentro. Las mujeres tienen
miedo a cosas así, así que lleva a algunos hombres para que
arreglen eso. A ver si necesitan ayuda.

—¡Entendido, lo haré de inmediato! —Bryan respondió y se


puso a trabajar de inmediato.

Después de desaparecer de su vista, Fabio llevó a Freddy y


sus subordinados adentro. Freddy apareció de repente.

—¡Dante, es difícil verte en persona!

—¿Por qué no me informó antes de su llegada, Señor Freddy?


Podría haberlo recogido en el aeropuerto —Dante se puso de
pie y saludó al hombre—. ¡Qué sorpresa verlo en mi
compañía!
Freddy echó la cabeza hacia atrás y se rio en voz alta.

—Decidí visitarte por capricho. Perdón por la repentina visita.


—Está bien. Siéntate —respondió Dante de manera cortés.
Yildriani y las otras dos secretarias se ocuparon de preparar
café y llevar bocadillos para los invitados. Los empleados de
Fabio y Freddy respaldaron a sus respectivos jefes.

—Dante, no pude darte una cálida bienvenida en Pilares en


ese entonces. Esta vez, traje algo increíble para ti —dijo
Freddy.
Hizo un gesto para que sus empleados trajeran dos intrigantes
cofres plateados y los pusieron sobre el escritorio antes de
abrirlos con cuidado. Unas joyas maravillosas aparecieron a la
vista de todos. Las joyas parecían ser antigüedades, incluso a
simple vista.

—Estas joyas pertenecían a una princesa real y mi esposa las


adora. Ella las mantuvo bajo llave y nunca se atrevió a usarlas,
pero ahora, quiere que te las dé como muestra de perdón —
reveló Freddy, tratando de congraciarse con él y agregó:

—Las joyas habían sido subastadas por más de trescientos


millones hace veinte años, por lo que su valor en el presente
debe de haber aumentado. ¡Lo más importante es que hay una
leyenda que dice que quien los use será feliz en el amor hasta
la eternidad!

—Oh, trescientos millones. Esa es una cantidad exorbitante,


incluso para los estándares de hoy —señaló Dante mientras
miraba las joyas. Con calma, continuó—: Al ser un hombre, no
estoy interesado en las joyas. No puedo recibir su regalo,
Señor Freddy.

—Puedes regálaselas a tu futura esposa —sugirió Freddy con


alegría—. Entonces dáselas a tu hija. ¡Seguro que les
encantará todo esto!

—Correcto —reflexionó Dante asintiendo con la cabeza—.


¡Gracias, entonces!

—De nada —Freddy estaba encantado de que su regalo


hubiera sido aceptado—. Dante, vine hasta aquí para...

Se alejó cuando Yildriani apareció con café y los bocadillos.


—El café aquí podría no ser tan bueno como el suyo —dijo
Dante con modestia—. Tome un sorbo. Si no es bueno,
permítame ofrecerle otra bebida.

Freddy solo se rio.

—Dante, eres muy divertido.


Tomó un sorbo del café y miró a su alrededor. Sabiendo lo
que quería, Dante le hizo señas a Yildriani y a las secretarias
para que los dejaran a solas.
—Estoy aquí para discutir sobre el Proyecto Gimnasio, Dante
—Freddy por fin reveló por qué estaba allí—. Creo que ya
leíste los documentos más relevantes. Como los otros
accionistas estuvieron de acuerdo, solo necesitamos tu firma.

—¿Los otros accionistas están bien con eso? —Dante arqueó


una ceja—. ¿Están esperando mi decisión?
Sabía que los accionistas no se atreverían a decir una palabra
antes de que él lo hiciera.

—¡Ja! Por supuesto —respondió Freddy con una sonrisa


incómoda—. Tienes que aprobarlo.
—Mmm, voy a ser el malo —Dante bebió su café.

—Eh... —Freddy no tenía idea de que Dante iba a ser tan


difícil de convencer. Aunque estaba molesto, tuvo que calmar
su irritación para persuadir a Dante.
—Eres la persona más influyente dentro del mundo
corporativo. Nadie se atreverá a cuestionar tu decisión, pero
eso no significa que seas un mal tipo.

—¿Por qué no? Firmar el documento significaría hacerle una


ofensa a la mamá de mis hijos —Dante no se molestó en
cuidar sus palabras—. Si fuera otra persona, no importa. ¡Ella
es la única persona a la que no me atrevo a provocar!

El silencio los rodeó mientras las cejas de Freddy se juntaban.

—¿No terminaste con ella hace un tiempo? —preguntó,


confundido—. Ella te hizo eso, ¿no? ¿Por qué sigues...?

Hizo una pausa, cambiando sus palabras para que no sonara


tan duro.

—La Familia Licano y la Familia Lobo están en desacuerdo,


además ya no estás relacionado con ella. ¿Por qué le tienes
tanto miedo? No lo entiendo.
Terminó con una pregunta cuidadosa.

—No puedo evitarlo —Dante se encogió de hombros


impotente—. Es la madre de mis hijos y ellos la escuchan a
ella. Si ella se molesta y les cuenta a ellos, tendré que sufrir las
consecuencias.

Freddy se quedó sin palabras. Era evidente que se trataba de


una excusa, pero no pudo encontrar una razón válida para
refutar la excusa de Dante.

—No deberías estar pidiendo mi firma —Dante empujó las


joyas hacia él—. En su lugar, ve a buscar a la persona
involucrada. Si no quieres que se involucre en el proyecto,
acude a ella en persona —declaró con una sonrisa.

—Pero yo…
—Oh, acabo de recordar que tengo una cita —Dante parecía
confundido—. ¿Por qué no vienes conmigo?
—No es necesario —respondió Freddy con seriedad. Se puso
de pie dispuesto para irse.
—¡Oiga, Señor Freddy! —Dante lo llamó, señalando los cofres
de plata—. Llévese esto con usted. Tal vez los necesite
cuando su hijo encuentre una esposa.

Sus palabras le causaron una gran molestia a Freddy y se


quedó sin palabras por la rabia mientras giraba sobre sus
talones y se alejaba. Sus empleados miraron los cofres,
preguntándose si deberían llevárselos con ellos. Fabio los
cerró y se los entregó.

—Tómenlas. Valen millones.


Los hombres tomaron ambos cofres antes de huir corriendo
para alcanzar a Freddy.

—¿Debería acompañarlo? —preguntó Fabio.

—Dile que puedo compensarlo por los autos que destruí en


Pilares —dijo Dante, moviendo de un lado al otro la copa que
tenía en la mano.
Fabio dejó escapar un suspiro y asintió.
—Entendido.

Luego salió corriendo tras sus visitantes. Yildriani entró para


limpiar el desastre y le comentó a Dante con cautela:

—Señor Licano, escuché que el Señor Luinyer está en Ciudad


Hinus.

Dante estaba bebiendo su vino cuando escuchó lo que ella le


estaba contando. Se quedó congelado y frunció el ceño de
inmediato.

«¿Está Luinyer aquí por Gala? ¿Cómo podría haberme perdido


eso? Ese viejo zorro debe estar haciendo todo lo posible para
conseguir lo que quiere. No puede hacerlo él mismo, así que le
pidió ayuda a Luinyer para que Gala renunciara».

¡Toc! ¡Toc!
Alguien llamaba a la puerta.
Yildriani miró el monitor y le informó:
—Señor Licano, la Doctora Aval está aquí.
—Déjala entrar —respondió Dante.
—Sí —Yildriani abrió la puerta e invitó a Regina a pasar.

—Señor Licano, tengo algo que informarle después de una


cuidadosa deliberación —Regina sacó una carpeta y le dijo:
—La Señorita Lobo me llamó esta tarde. Se trata de Eukarys...

Después de escuchar lo que tenía que decir, Dante tomó el


archivo y lo miró de reojo.

—Parece bastante difícil traer a la Doctora Gascón hasta aquí.


¿Quiere que lo haga?

—Por supuesto que no —respondió Regina con una sonrisa


amarga—. A decir verdad, incluso si la Doctora Gascón
estuviera aquí, las posibilidades de que salve a Eukarys son
bastante escasas, pero Lobo se sentirá mejor si está aquí.

—Hagámoslo, entonces —Dante tomó una decisión—. Dame


el número de la Doctora Gascón. La llamaré ahora mismo.

—Sí —Regina le dio dicho número de inmediato.

Al mismo tiempo, en el camino de regreso a Colina del Jardín


Norte. Gala estaba mirando su teléfono con una expresión de
rabia.

—¿Cómo podría ella? Hice todo lo posible para convencerla e


incluso le ofrecí una gran recompensa, pero la Doctora
Gascón se negó a decir que sí.
—Esos médicos tan reconocidos suelen ser difíciles de
complacer —dijo Ágata con una sonrisa—. Ella no sabe quién
eres. Debía tener miedo de que fuera una llamada de broma y
por eso rechazó tu oferta.

—Eso parece sensato —respondió Gala, con las cejas


entrecruzadas—. ¿Tengo que volar a la Nación M y hacerle la
invitación en persona?
—Si se va, ¿qué pasará con los niños? —Ágata dijo con
preocupación—. Aunque por general está ocupada, Jade los
cuida bien y al menos pueden verla por la noche. Saber que
está aquí les da una sensación de seguridad. Si se va, seguro
se preocuparán.

—Sí —Gala estaba llena de preocupación—. Liam, Dereck y


Kira tienen a su padre, pero las pequeñas solo me tienen a mí.
Sus padres no están con ellos.

—¿Qué pasa si envía a Jade a invitarla en vez de ir usted? —


Ágata sugirió.

—Jade no es buena en cosas como estas —Gala lo pensó y


declaró—: Oh, ¿por qué no llevas a dos hombres contigo y le
haces una visita?
—Pero si no estoy aquí quién estará aquí para usted. Jade está
ocupada cuidando a los niños...

—No digas tonterías —gruñó Gala.


—Bien —Ágata asintió a regañadientes. Estaba a punto de irse
para llevar a cabo la orden cuando sonó el teléfono de Gala.

—Es Regina —Gala respondió de inmediato—. ¿Hola?


—¡Señorita Lobo, la Doctora Gascón aceptó venir a Ciudad
Hinus! —La voz emocionada de Regina sonó desde el otro
extremo de la línea—. Ella estará aquí cinco días después. La
recogeré en el aeropuerto.
—¡Eso es genial! Muchas gracias, Regina —respondió Gala
mientras la felicidad empapaba sus pensamientos—. ¡Eres
increíble! Acabo de llamar a la Doctora Gascón, pero ella me
rechazó sin siquiera molestarse en considerar mi oferta.

—Sí, ella es bastante difícil —dijo Regina, haciéndole a Dante


una mirada extraña.
«Si no fuera en persona a hacerle la invitación, esa doctora no
habría aceptado venir».

—¿Cómo la persuadiste para que dijera que sí, entonces? —


Gala sintió curiosidad.

—Nos conocemos. Ella debió haberse interesado cuando le


ofrecí una buena recompensa —explicó Regina con cuidado.
—Asumiré todos los costos —ofreció Gala de inmediato—. De
verdad no sé cómo más agradecerte por tu ayuda, Regina.
—De nada. Llamaré a Jorge ahora para que pueda dejar de
preocuparse por eso.
—Está bien. Hazlo ahora.

Antes de que Gala pudiera colgar, otra voz apareció al otro


lado del teléfono.
—Señor Licano, este documento...
Yildriani se detuvo en seco asustada cuando Dante le hizo un
gesto agresivo con la mano.
Regina terminó la llamada a toda prisa y le disparó a Dante
una mirada nerviosa.

—No creo que la Señorita Lobo haya escuchado eso.


—Lo siento mucho, Señor Licano. No sabía que la Doctora
Aval estaba en medio de una llamada —Yildriani se disculpó
de inmediato—. El Señor Linares necesita este documento
urgente, así que yo...

—Suficiente —Dante tomó el documento y firmó su nombre


con estilo—. Déjame solo.
—Sí.

La tranquilidad y la paz se produjeron una vez más después


de que ambas mujeres se retiraron. Dante continuó bebiendo
su vino.
En ese momento, Fabio regresó a toda prisa y dijo:
—Ya se fue el Señor Freddy. Cuando mencioné que
compensarías los autos, casi explota de ira —mostró una
sonrisa traviesa.
—Averigua si Luinyer está en Ciudad Hinus —ordenó Dante
con un aura de misterio.

—¿Eh? —Fabio se sorprendió. Balanceó un poco la cabeza


después de darse cuenta de lo que quería su jefe—. Lo hago
en un segundo

Al mismo tiempo, Gala miró su teléfono, sintiendo una


revolución de emociones.

«Esa era Yildriani hablando con Dante. Significa que Regina


está en la oficina del Presidente en el piso sesenta y ocho de
la Corporativo Supremus. Regina buscó la ayuda de Dante
para convencer a la Doctora Gascón de que viniera a Ciudad
Hinus para poder tratar a Eukarys. No es de extrañarse que la
Doctora Gascón solo aceptara venir hasta hoy. Si Regina
hubiera sido capaz de invitarla, lo habría hecho antes en lugar
de esperar hasta hoy».

Suspiró al darse cuenta de que le debía otro favor a Dante.


Gala estaba muy pensativa cuando el auto de repente se
detuvo mientras Rubí gritaba:

—¿Eh? ¿No es ese el Señor Luinyer?


Su corazón se contrajo mientras miraba hacia arriba. De
hecho, el Bentley blanco de Luinyer estaba estacionado a
pocas cuadras.
—Señorita Lobo —Ágata se dio la vuelta, esperando las
órdenes de Gala.

Sus cejas se arrugaron, Gala abrió la puerta y se bajó del auto.


Al mismo tiempo, la puerta del otro auto se abrió y era
Luinyer saliendo de él. Apenas había pasado medio mes
desde la última vez que se habían visto, pero él había perdido
mucho peso y parecía haber perdido su jovialidad. Contrario a
su yo explosivo y juvenil del pasado, ahora había un aire
melancólico en él.

La luz se había ido de sus ojos azules de aciano, se quedó


mirándola mientras una docena de expresiones cruzaban por
su rostro.

—Luinyer, tú...
—Hablemos —intervino Luinyer.
—Claro —Gala ladeó un poco la cabeza. Se dio la vuelta hacia
Rubí y ordenó:
—Lleva los peces a casa. Ágata y yo iremos en el auto de
Luinyer.
—Señorita Lobo... —Rubí estaba preocupada.
—Vete —dijo Gala y hubo tal determinación en su tono que
advirtió a Rubí que no dijera nada más.
—Sí.

Rubí miró a Ágata, quien le hizo señas con los ojos. Sin más
opciones, condujo de regreso a Colina del Jardín Norte sola.

—Vamos. Busquemos un lugar tranquilo para hablar en


privado.
Gala se subió al auto de Luinyer con Ágata detrás de ella.
Ágata estaba alerta, pero Gala parecía muy indiferente al
respecto. Incluso conversó con Luinyer por casualidad.

—¿Por qué viniste a Ciudad Hinus de repente? Ni siquiera me


informaste de tu llegada.
—Estoy aquí con mi papá —respondió Luinyer, con la voz
áspera.
Ahora era un hombre diferente. La sonrisa que solía iluminar
su rostro se había ido. En su lugar había una expresión oscura.
Sus palabras solo sirvieron para profundizar el ceño fruncido
que caracterizaba las cejas de Luinyer

—¿El Señor Freddy también está en Ciudad Hinus? —Gala


arqueó una ceja—. ¿Está aquí para persuadirme de que me
retire del Proyecto Gimnasio?

Después de unos segundos de silencio, Luinyer se dio la


vuelta para mirarla.
—Gala, ¿alguna vez me amaste? ¿Incluso por una fracción de
segundo?
—Siempre te he querido como un amigo —fue la respuesta
más honesta de Gala—. ¿No te dije eso cuando nos reunimos
por primera vez?
—Está bien —respondió Luinyer asintiendo la cabeza,
abatido.
—¿Qué pasa, Luinyer? —Gala lo miró ansiosa—. ¿Estás bien?

—Hice todo lo posible para olvidarte, pero nada ha


funcionado —reveló Luinyer con una mano en el pecho con
algo de molestia—. No podía dormir ni comer nada. Eres la
única persona en la que puedo pensar. Siento que mi corazón
está a punto de romperse en cualquier momento...

Al ver lo triste que estaba Luinyer, Gala sintió un golpe de


culpa. Ella se culpó a sí misma por aceptar casarse con él.
«Si no hubiera aceptado casarme con él, tal vez no estaría tan
enamorado de mí».

—Gala —dijo Luinyer y extendió la mano para tomar su


mano. Sus ojos se pusieron rojos mientras le suplicaba—: No
importa si no me amas, siempre y cuando permanezcas a mi
lado. Quiero verte y hacerte compañía todos los días. Por
favor

Sus disparates hicieron que Gala se perdiera por completo.


Ella no sabía cómo responder a su súplica tan desesperada y
lamentable. Ella pensó que Luinyer se habría olvidado de ella
después de algún tiempo, pero era claro que todavía estaba
enamorado de ella.

—Gala, vuelve a mí. Por favor...


Sin previo aviso, Luinyer puso sus brazos alrededor de Gala y
la abrazó con fuerza, dejándola casi sin aliento. En lugar de
zafarse de sus brazos, Gala le permitió seguirla abrazando.
Ella sabía que no debería provocarlo tratando de rechazarlo.

Justo en ese momento, un Rolls-Royce se acercó a ellos.


Dante, que estaba en el auto, los vio abrazándose fuerte.
Por instinto, Gala levantó la vista y se encontró con la mirada
de Dante. Una vez que se dio cuenta de la frialdad y la ira en
sus ojos, su corazón se hundió. De inmediato empujó a
Luinyer. Por desgracia, ambos autos habían pasado uno al
lado del otro para entonces.

—Gala... —Luinyer extendió la mano para darle otro abrazo,


pero Gala frunció sus cejas y espetó—: Luinyer, si vuelves a
hacer eso, me bajaré de este auto.

Las manos de Luinyer se detuvieron en el acto. Se quedó en


silencio, sin atreverse a ofenderla más. Gala abrió la ventana y
respiró hondo para calmarse.
«Dante debe habernos visto. Me pregunto qué piensa de mí.
Ah, olvídalo. No hay forma de que volvamos a estar juntos, así
que no importa lo que piense».

—Gala, ¿qué debo hacer para que vuelvas conmigo? —


Luinyer preguntó con ternura—. No puedo vivir sin ti.
—Luinyer, madura —Gala trató de hacerle razonar con
seriedad—. La vida siempre continuará, incluso si no estamos
juntos. No todas las relaciones terminan en matrimonio.
Aunque ya no estamos juntos, todavía podemos ser amigos.
No seas terco…

—Lo intenté —gritó Luinyer—. ¡Pero no puedo hacerlo!


—Tú puedes —insistió Gala—. En realidad, deberías hacer
más amigos, en especial chicas que son increíbles. De esa
manera, no seguirás enamorado de mí.

—No, eres la chica más increíble del mundo —exclamó


Luinyer—. Eres la única chica que amo...

Gala se quedó en silencio, sin saber qué más decir.

—¿Eh?, creo que era el Señor Luinyer molestando a la


Señorita Lobo —Fabio habló a toda prisa para aligerar la
situación—. Él la siguió todo el camino de regreso a Colina
del Jardín Norte, por lo que no tuvo más remedio que subirse
a su auto. Sí, eso debe ser todo…

—Deja de hablar —Dante bajó la mirada con calma, como si


lo que vio antes no lo hubiera inquietado en lo absoluto.

Sin embargo, Fabio vio el terremoto de emociones en su


mirada.
«No es bueno guardarse todo para sí mismo» pensó Fabio
preocupado.
Perdido en sus pensamientos, escuchó timbrar su teléfono. Era
una llamada de Nancy. Le respondió con un saludo:

—Hola, Señorita González.


—Le envié un mensaje de texto al Señor Licano, pero no
respondió. Por eso llamé —llegó la suave voz de Nancy.
—Quiero invitarlo a cenar esta noche. ¿Está libre?
—Eh, bueno... —Fabio se dio la vuelta para mirar a Dante.
Este último le quitó el teléfono y le dijo a Nancy:
—Envíame la dirección.
—Sí, lo haré ahora —respondió Nancy, encantada con su
respuesta.
Después de colgar, Dante ordenó:
—Dirígete al restaurante.
—Sí —El conductor dio la vuelta con el auto a toda prisa.

Era obvio para Fabio que su jefe estaba enojado, pero de


verdad no podía decir nada.
«Puede estar con cualquiera siempre y cuando eso lo haga
feliz. Su condición se está deteriorando. Si pasa todo el día
meditando, eso no beneficiará su condición. Aunque Gala lo
pone molesto todos los días, Nancy puede curarlo. Eso es lo
que necesita. No terminarán juntos, por lo que deberían
disfrutar de su mutua compañía por ahora».

Luinyer llevó a Gala a un restaurante junto a la playa que


solían frecuentar. El restaurante estaba muy bien decorado,
pero Gala no estaba de humor para disfrutarlo. Se sentía muy
agotada. Se había quedado sin palabras para convencer a
Luinyer de que cambiara de opinión.

El hombre todavía estaba perdido en su propio mundo


mientras la tomaba de las manos de una manera suplicante.

—Gala, ¿todavía sigues molesta por Patricia? Mamá la


despidió. ¡No la volveré a ver, nunca!
—No, no es eso. —Gala suspiró, sintiéndose cansada—.
Incluso si Patricia no existiera, no podemos volver a estar
juntos.
—¿Por qué? —Luinyer la miró incrédulo—. ¿Es por Dante?

—No tiene nada que ver con él —Gala le hizo una mirada de
indulgencia—. Luinyer, todo fue culpa mía. Debería haberte
rechazado e insistido en seguir siendo amigos en ese
entonces. Si hubiera hecho eso, ya habrías encontrado la
felicidad.

Por desgracia, Luinyer no prestó atención a su consejo. Estaba


absorto en sus propios sentimientos.

—No, eres la única que puede hacerme feliz. Nadie más


puede hacer eso.
—Luinyer... —Antes de que Gala pudiera decir algo más,
alguien saludó de manera cortés—. ¡Señor Licano, Señorita
González, ¡bienvenidos!

—¿Preparaste lo que te pedí? —Una voz melodiosa se


escuchó.
—Sí, pero... —El gerente miró a la pareja sentada junto a la
ventana un tanto desconsolada—. Ellos también son clientes
especiales. No podemos rechazarlos.

Tanto Dante como Nancy siguieron su mirada y vieron a Gala


y a Luinyer en la mesa junto a la ventana. Los cuatro se
congelaron sorprendidos.

«¡Qué coincidencia!».

Ver a Dante hizo que Luinyer se erizara de la ira. Tomó los


cubiertos con fuerza mientras la hostilidad ardía en su mirada.
Al ver a Dante junto con Nancy, Gala se sintió en conflicto.

«Si ese encuentro en El Diamante fue arreglado, esto debe ser


pura coincidencia. Luinyer y yo decidimos venir aquí sin hacer
ninguna reserva, pero Nancy y Dante deben haber tenido una
reserva. Parece que en efecto están saliendo».
Gala miró hacia otro lado y relajó su frente, pero su mano en
la copa de vino estaba tan apretada que podría romperse en
cualquier momento. Dante sintió una ráfaga de furia que le
recorría todo el cuerpo cuando vio a Gala junto a Luinyer.

—Está bien. Somos amigos —le aseguró Nancy al gerente.


Ella tomó la iniciativa de saludar a Gala—. ¡Que gusto verla
aquí, Señorita Lobo!

Ambos se dirigieron a Gala. Dante puso un brazo alrededor de


la cintura de Nancy con indiferencia, lo que fue una sorpresa
para esta última.

—Señorita González, nos volvemos a encontrar —Gala se dio


la vuelta y respondió.

Al ver a Dante poniendo su brazo alrededor de la cintura de


Nancy se sintió como un dardo directo al corazón de Gala
como un fragmento de hierro. El dolor le dio un nuevo revés.
Fingió mantener la calma y mostró una sonrisa, poniéndose
de pie para estrechar la mano de Nancy.

Luinyer estaba fumando con ira al principio, pero la extraña


situación lo confundió viendo a Dante, desconcertado por
completo.
«¿Por qué Dante está con otra mujer? Gala parece no
molestarse. ¡Incluso está comportándose muy bien con esa
mujer!».

—¿Recuerda quién soy, Señor Luinyer? —Nancy preguntó con


una sonrisa.
—Tú eres... —Luinyer no podía reconocerla.
—Mi nombre es Nancy González. Nos hemos encontrado
varias veces en eventos públicos. Tal vez no recuerdes quién
soy —explicó Nancy con agrado—No esperaba verlo aquí.
¡Qué coincidencia!

—Oh, ya veo —Luinyer recuperó la compostura y los miró


desconcertado—. Los dos...
—Vinimos aquí para cenar —reveló Nancy—. Los dejamos a
los dos comer tranquilos entonces.
—Mmm —Luinyer balanceó la cabeza.

Nancy llevó a Dante a la mesa que estaba justo al lado de ellos


y se sentó. Dante no pronunció ni una palabra durante todo el
intercambio. Se paró junto a Nancy en silencio todo el tiempo.
—Oye, ¿qué fue eso? —Luinyer preguntó en voz baja—. ¿Por
qué Dante está con Nancy González? ¿Acaso son…?
Se alejó, dándose cuenta de que Gala estaba actuando de
manera extraña. Aunque parecía estar tranquila con Dante y
Nancy al principio, en ese momento, la decepción era
evidente en su rostro.

Ella agachó la cabeza para cortar su bistec que estaba a punto


de convertirse en carne molida, pero no pudo probar bocado.
Las cejas de Luinyer se fruncieron. Se preocupaba por Gala,
así que como era natural, notaba cada mínimo cambio en su
expresión. Estaba tan claro como la luz del día a quién amaba.

Ella no podía engañarlo. Aun así, Luinyer estaba encantado de


ver a otra mujer al lado de Dante, ya que eso significaba que
tendría la oportunidad de recuperar a Gala.

—Gala, puedes comerte la mía —le ofreció su plato de bistec,


que había cortado en pequeños trozos.
Tomando su plato, que casi parecía carne molida, dijo:
—Tienes un estómago débil, así que no te saltes las comidas.
Toma un poco de sopa primero.
—Gracias —respondió Gala distraída.
Junto a ellos, Dante casi se estaba ahogando por la ira cuando
escuchó su conversación.

—El Señor Luinyer es tan dulce —susurró Nancy.


Dante fingió no escucharla mientras bebía su vino.
—No bebas demasiado —le recordó Nancy con suavidad—.
Tomemos un poco de té. Prepararé uno para ti, te traje uno
muy bueno.

Diciendo eso, convocó al gerente del restaurante para que


trajera el juego de té. Dante no rechazó su oferta y la miró
como si estuviera admirando una pieza de arte. La ira creció
en Gala como una marea cuando notó su mirada suave.

—¡Ah! —De repente, Nancy derramó por accidente un poco


de té en su mano.
—¿Qué pasa? —Dante la tomó de la mano—. Déjame echar
un vistazo.

Incapaz de contener más su ira, Gala botó sus cubiertos al


piso, se puso de pie y se alejó.

—Gala, ¿a dónde vas? —Luinyer gritó lleno de ansias.


—Al baño —Gala se dirigía al baño. Aunque deseaba irse de
inmediato, eso solo la haría parecer muy mezquina.

«Insistí en terminar con Dante y le pedí que se mantuviera


alejado de mí. Ahora que está con otra mujer, debería estar
feliz por él. Pero no lo estoy. No puedo dejar que nadie se dé
cuenta de que estoy consternada por eso».

Después de salir del baño, Gala vio a Nancy lavándose la


mano que se había quemado debajo del agua fría que salía del
grifo. Nancy la vio y le hizo una sonrisa amistosa.
Los labios de Gala se curvaron en una sonrisa educada
mientras se lavaba las manos en el lavamanos de al lado. Se
pararon una al lado de la otra de una manera amistosa, pero
sus corazones estaban abrumados por sentimientos
encontrados.

—¿Cómo estás? ¿Está todo bien?


Las mujeres levantaron la vista y se dieron la vuelta cuando
escucharon una voz suave. Dante ni siquiera se molestó en
mirar a Gala y le dio a Nancy una mirada de preocupación.

—Estoy bien. —Nancy sonrió, sacudiendo la cabeza un poco.


Dante se acercó a ella y tomó su mano para observarla con
cuidado.

—No es una herida grave, pero recuerda poner un poco de


crema para que no deje cicatriz.
—Mmm. Lo haré esta la noche —respondió Nancy.
—Le pedí a Regina que viniera aquí —Dante no estaba a
punto de dejar que ese asunto se le escapara—. Deberías
ponerte un poco de crema ahora.
—¿Ah? —Su acción tomó a Nancy por sorpresa—. Es solo
una quemadura menor. ¿Por qué le pediste a la Doctora Aval
que viniera?
—Vete —Dante le dio una palmadita en la mano—. Estaré allí
en un santiamén.
—Mmm —Nancy se dio la vuelta para irse con obediencia.
Antes de salir, le hizo a Gala una reverencia educada.
Gala mantuvo la cabeza agachada mientras se frotaba las
manos con fuerza, como si tuviera una mancha que no se
pudiera quitar y sus manos se estaban poniendo rojas por la
fuerza.

—No deberías frotarte las manos. Sería mejor que te frotaras


el corazón —dijo Dante de repente con frialdad.

—¿Qué quieres decir? —Gala lo fulminó con la mirada.


—Después de hacer todo lo posible para escapar de la Familia
Bernard, ¿ahora quieres volver con él? —Dante le habló
irritado—. ¿Olvidaste lo que te hizo justo después de unas
semanas? ¿Qué pasa dentro de tu corazón? Debe ser sucio y
tonto.

—Estás loco. —Gala no quería perder el tiempo discutiendo


con él—. No es asunto tuyo —declaró acalorada.
Dicho esto, dio vuelta sobre sus talones para irse. Sin previo
aviso, Dante la tomó de la muñeca y la detuvo contra la pared
y gruñó amenazante:
—Gala Lobo, si no fueras la madre de mis hijos, me habría
mantenido al margen de tus asuntos. Considéralo, por favor.
Eres una miembro de la Familia Lobo, por lo que la Familia
Bernard no será amable contigo. Solo te estarás poniendo en
riesgo si esto continúa.
—¿Ya dijiste lo suficiente? ¡Déjame ir! —Gala se erizó y trató
de liberarse, pero Dante se negó a dejarla ir.

Estaban en medio de una lucha cuando una voz furiosa


retumbó:
—¡Déjala ir!
Mirando a lo lejos, Gala vio a Luinyer de pie no muy lejos casi
sin aliento a causa de la rabia. Estaba mirando a Dante con los
puños en alto.

—No tienes derecho a interferir en nuestro negocio. —Ver a


Luinyer solo avivó la furia de Dante y declaró con
arrogancia—: Su compromiso ya terminó. Yo fui quien la salvó
de tu familia.
—¡Ella es mi prometida! ¡Déjala ir ahora! —Luinyer gruñó
como una bestia feroz.
Cuanto más actuaba de esta manera, más enfurecido se ponía
Dante. Como respuesta, Dante sostuvo la cintura de Gala con
fuerza y dijo de manera provocadora:

—¿Tu prometida? Ella ha sido mía todo el tiempo, en el


pasado y ahora mismo.
—¡Oye! —La rabia brotaba como sangre por el cerebro de
Luinyer. Sacó una daga de la nada y apuntó directo a Dante—.
¡Muere, Dante!

—¡No, Luinyer! —Gala gritó.

La mirada de Dante se estrechó mientras apretaba los puños,


listo para tomar represalias. De repente, Gala lo empujó fuera
de su vista y tomó la daga.

El silencio siguió. Era como si el tiempo mismo se hubiera


detenido. Dante abrió mucho los ojos en estado de estupor
mientras miraba a Gala con incredulidad.
Luinyer se detuvo en seco, conmocionado por su reacción.
Gala se aferró a la daga con firmeza y los bordes afilados
cortaron su palma. La sangre empezó a gotear y manchó su
camisa blanca.

—¡Gala! —Luinyer gritó. Soltó su mano de la daga, temblando


sin control
—¿Por…? ¿Por qué lo hiciste...?
—¡Estás loco! —Dante lo mandó a volar con una patada antes
de tomar la mano de Gala para evitar que perdiera demasiada
sangre y giró la cabeza para gritar:

—¡Regina!

Regina se apresuró a su llamado urgente. Estaba estupefacta


por la escena que apreció ante sus ojos. De inmediato, detuvo
el sangrado en la palma de la mano de Gala y vendó su
herida.

—Oh, querida —Ágata entró en pánico ante aquella escena


tan sangrienta—. Señorita Lobo, ¿qué pasó?
—No lo hice a propósito. Gala, no quise hacerte daño... —
Luinyer sollozó—. ¿Por qué hiciste eso?
—¡Basta! —Dante gritó enojado.
—¡Todo fue tu culpa! —Luinyer le echó la culpa a Dante—. ¡Si
no fuera por ti, Gala y yo todavía estaríamos juntos!

Sus palabras hicieron que la furia cobrara vida dentro de


Dante. Este último estaba a punto de golpearlo cuando Gala lo
detuvo. Asegurándose de que tenía bien sujetado de la
camisa, Gala le dijo a Luinyer con cautela:
—Luinyer, deberías irte.
—Gala
—¡Vete! —gruñó con fuerza.
—Señor Luinyer, vamos. No busque la ira de la Señorita Lobo
—pronunciaron con temor sus empleados.
Luinyer se fue a rastras con sus hombres en un estado
deplorable.

—La herida es profunda, así que tengo que coserla —Regina


le vendó la herida a toda prisa y dijo con urgencia—: Tenemos
que ir al hospital ahora.
—¡Prepara el auto! —Dante ordenó.
—Sí —Fabio hizo lo que se le indicó de inmediato.
Antes de que Dante pudiera levantarla, Gala lo detuvo y con
frialdad dijo:
—Señor Licano, puedo ir sola al hospital. No es necesario que
me acompañe.

—¿Puedes dejar de fingir? —gruñó Dante con los dientes


apretados.
—Tú…
—¡Cállate! —Dante no le dio la oportunidad de terminar la
frase mientras la cargaba y salía con ella.
—¡Dante Licano, bájame en este momento! —bufó Gala—.
¡Bájame!
Ignorando sus gritos, la metió en su auto. Cuando el hombre
estaba a punto de entrar, Fabio le recordó:
—Eh, la Señorita González sigue aquí.

Solo entonces, Dante recordó la presencia de Nancy. Se


encogió de hombros y dijo disculpándose:
—Lo siento, pero debo ir al hospital en este momento.
—Está bien. Entiendo. —Nancy esbozó una sonrisa y dijo—:
Debería darse prisa y llevar a la Señorita Lobo al hospital.
Podremos reunirnos en otra ocasión.
—Mmm. —Dante gruñó como respuesta y luego le dijo
Fabio—: Lleva a la Señorita González a casa.
—Sí..

Ágata condujo al hospital y Regina se sentó en el asiento del


copiloto. Para entonces, Gala ya iba temblando. Su rostro
estaba pálido como una hoja de papel, pero se obligó a sí
misma a permanecer en silencio mordiéndose con fuerza el
labio. La daga estaba demasiado afilada. Si la hubiera sujetado
con más fuerza, se habría cortado la palma derecha. Al verla
así, la furia en Dante aumentó.

—¿Eres una tonta? ¿Por qué tomaste la daga con tu mano?


¿Piensas que no soy competencia para él? Incluso si hubiera
tratado de atacarme, podría haberlo acorralado con facilidad.
No era necesario que hicieras semejante tontería.
—No pienses demasiado. No trataba de protegerte —
respondió Gala con desdén—. No quiero que esto se
transforme en una pelea. Si no lo detenía y alguno de los dos
se hacía daño, las consecuencias habrían sido terribles.
—Tú… —Dante se quedó sin palabras. No se atrevió a
culparla, pues ya estaba herida.

En breve, llegaron al hospital. Regina se apresuró a atender la


herida de Gala, mientras que Ágata y Dante permanecieron a
un lado en silencio. Fabio y sus hombres llegaron después.
Finalmente, cuando el reloj marcó las nueve con diez de la
noche, la herida ya estaba bien cosida.
Regina le recetó algunos medicamentos y una pomada antes
de recordarle a Ágata que cuidara bien de ella. Además, se
ofreció a visitarla en unos días para revisarle la herida y
cambiarle el vendaje. A pesar de que se tomaron las medidas,
Dante no estaba conforme.

—¿Qué tal si la herida tiene contacto con el agua? ¿Qué tal si


se infecta? Regina, trae a algunas enfermeras contigo y
quédense con ella hasta que se recupere por completo.
—Pero mañana debo realizar una cirugía importante —
respondió Regina con indecisión y luego añadió—: Y la
Doctora Gascón llegará en unos días.
—¿Acaso no me escuchaste? —Dante frunció el ceño.
—Bueno… —Regina cedió—. De acuerdo, haré los
preparativos en este momento.
—No es necesario —interrumpió Gala—. Es solo una herida
superficial. No es necesario molestarte.
—Gala…

—Regina, gracias por tu ayuda. Puedes retirarte —dijo Gala.


Regina se quedó inmóvil y miró a Dante con temor.
—Ya puedes irte. —La mujer solo se dispuso a salir cuando el
hombre le dio la orden.

En el trayecto a casa, Gala se recargó en el asiento con


debilidad y cerró los ojos. La expresión de Dante era sombría.
Un silencio invadió la atmósfera. Tanto Fabio como Ágata no
pronunciaron una sola palabra.

¡Ring! ¡Ring!

En ese momento, el móvil de Gala sonó. Al tratar de utilizar su


mano izquierda para sacarlo de su bolsillo derecho, resultó ser
una misión complicada. Frunciendo las cejas, Dante lo sacó y
miró la pantalla. Era una llamada de Liam, así que respondió
de inmediato.

—¡Liam!
—¿Papi? —El pequeño se sorprendió al escuchar su voz—.
¿Estás con mami en este momento?
—Sí. Mami está junto a mí. —Dante puso el altavoz.
—Liam, ¿qué sucede? —preguntó Gala.—Mami, ¿cuándo vas
a regresar? —Se escuchó la voz de Kira del otro lado de la
línea.
Enseguida, las otras tres niñas pequeñas comenzaron a
intervenir.
—Tía Gala, tía Gala, ¡regresa rápido para que nos cuentes
unas historias antes de dormir!

—De acuerdo. La tía Gala volverá pronto. Voy en camino —


dijo Gala persuadiéndolas—. Pero primero deben darse una
ducha, ¿está bien? Luego, pueden esperar a que regrese para
contarles sus historias.
—¡Está bien! —Las tres niñas respondieron al unísono.
—Mami, ¿estás con papi? —Incluso Dereck se acercó a
preguntar—: ¿Regresarán juntos? ¿Le dices a papi si puede
traerme mis Transformers?
—Nosotros no…
—Por supuesto —interrumpió Dante—. Estaremos allá en
media hora. Te llevaré tus Transformers.
—De acuerdo. ¡Gracias, papi! —dijo Dereck con alegría.
—Papi, también trae mi computadora portátil —dijo Liam—.
La olvidé por la tarde porque tenía prisa.
—Entendido —respondió Dante. Sin que él se diera cuenta la
mirada en su rostro se suavizó y luego añadió—: Primero
deben darse una ducha. Papi, llegará pronto.
—Está bien. Adiós, papi.
—Papi, mami, los estaremos esperando.
—De acuerdo.
Después de terminar la llamada, las sonrisas amables
permanecieron en sus rostros mientras se miraban entre sí.
Casi de inmediato, su expresión se volvió seria.

—¿Quién te dijo que les dijeras que sí? No acepté que fueras a
mi casa —bufó Gala.
—Entonces, ¿planeas regresar caminando? —respondió
Dante.

—Yo… —Fue entonces que Gala recordó que no estaba


manejando; ella y Ágata iban en el auto de Dante.
—¿Entonces? —dijo el hombre.
Gala volteó a ver a Ágata y le ordenó:
—Llama a Jade y dile que pase por nosotras.
—Entendido —respondió Ágata sacando su móvil.
—¿En serio tienes que hacer esto? —Dante frunció el ceño—.
En primer lugar, solo perderás el tiempo. En segundo, afectará
el ánimo de los niños. Además, tienes la mano lastimada. Ni
siquiera puedes sostener un libro, dime ¿cómo les leerás una
historia? —Gala se dio cuenta de que tenía razón. Al no
escucharla decir ni una palabra, Dante le ordenó a Fabio—:
Manda a alguien para que vaya por las cosas de Liam y
Dereck.

—Sí, señor. —Fabio miró a Ágata antes de hacer la llamada.


Gala no lo detuvo y pensó:

«Supongo será bueno tener a los niños felices por una noche.
Dante solo está haciendo esto por ellos. Lo único que
necesitamos es asegurarnos de guardar la distancia el uno del
otro».

En breve, llegaron a Colina del Jardín Norte. Para entonces, el


guardaespaldas de la Familia Licano ya les había llevado las
cosas de Liam y Dereck. Después de que Dante saliera del
auto, se dio la vuelta para ayudar a Gala. Sin embargo, ella lo
rechazó. El hombre puso los ojos en blanco antes de caminar
directo a la casa.

—¡Papi!

Dereck y Kira los esperaban en la sala. Cuando vieron entrar a


sus padres corrieron hacia ellos. Los pequeños estaban
demasiado emocionados, a diferencia de Liam quien parecía
estar tranquilo. De hecho, este último parecía estar estudiando
a Dante en silencio.

—¡Mami! —Kira le sonrió a Dante antes de lanzarse en los


brazos de Gala. Sin embargo, el hombre la apartó con rapidez
—. Mami está lastimada, así que papi te leerá tus historias
para dormir esta noche. No molestes a mami, ¿de acuerdo?

Los tres niños los rodearon con preocupación y preguntaron:

—¿Cómo? ¿Qué le pasó a mami?


—Mami está bien. Es solo un rasguño. —Gala los
tranquilizó—. No se preocupen. Todo está bien.
—¡Oh! ¡La mano de mami está herida! —gritó Kira y al ver el
vendaje de Gala, su rostro palideció como una hoja.
—¡Déjame ver! —Liam y Dereck tomaron la mano de Gala y
la revisaron con cuidado—. ¿Qué sucedió?
—Su mami fue muy valiente. Ella fue la damisela que salvó al
héroe y por esa razón está herida —bromeó Dante.
—¿Ese héroe eras tú, papi? —preguntó Dereck con curiosidad
levantando la cabeza para mirarlo.
—Así es. Soy yo —asintió.
—Papi, ¡eres malo! —protestó Kira haciendo un puchero—. Tú
eres un hombre. Debiste protegerla. ¿Cómo pudiste dejar que
en su lugar mami te protegiera?

—Kira tiene razón. —Dereck estuvo de acuerdo.


—Yo también quería protegerla, pero su mami insistió en ser
la heroína. Antes de que pudiera hacer algo, ella ya se había
adelantado a la situación.

Dicho esto, Dante miró a Gala con desaprobación.

—Tú… —Gala estaba furiosa. No sabía por qué les contaba


eso a los niños.
—Mami, la próxima vez no juegues a ser la heroína. En primer
lugar, debes protegerte a ti misma —dijo Liam—. Nos duele
verte lastimada.

—Sí, sí. —Kira la tomó de la mano y sopló con suavidad sobre


ella—. Mami, el vendaje está muy apretado, sin duda debe
doler mucho.
—Está bien. No me duele —respondió Gala con tranquilidad
al ver que sus hijos se habían animado.
—Mami, ¿quién te hirió? Lo golpearé por ti —exclamó Dereck
mientras agitaba sus puños pequeños—. Le daré una lección a
esa persona malvada.

—Está bien. Ya nos encargamos de esa persona. —Gala le


pellizcó la mejilla—. Muy bien, es hora de volver a su
habitación. Ya es tarde.
—Sí, vuelvan a su habitación. Les leeré una historia antes de
dormir —intervino Dante.

—Papi, ¿no te irás? —preguntó Dereck con emoción mientras


lo tomaba de la mano—. ¿Te quedarás aquí esta noche?
Incluso Liam y Kira lo miraban.

—Me iré una vez que les haya leído una historia. —Dante
alborotó el cabello de los niños—. Apresúrense y vayan arriba.
—De acuerdo —respondieron los niños desanimados.

—¡Tía Gala! ¡Tía Gala!

En ese momento, las hijas de Gabriel salieron corriendo con


biberones en las manos y pañales en las cinturas. Al
percatarse de la presencia de Dante, se frenaron en seco y lo
miraron con cautela.

—¿Qué hace aquí tío enojón?


Alfa escondió con rapidez su biberón como si Dante fuera a
quitárselo.

—Tal vez está aquí para ver a Liam, Dereck y Kira —


respondió Beta de inmediato—. Él es su papi.

—¡Argh! —Gama dio un paso adelante y señaló a Dante con el


biberón—. Malvado, ¿qué haces aquí?

—Alfa, Beta, Gama, no sean groseras con papi.

Kira salió detrás de las piernas de Dante antes de decir con


seriedad:
—Papi está aquí para contarnos una historia antes de dormir.
—¿Cómo? —Las tres niñas abrieron los ojos de par en par—.
¿Este malvado nos contará una historia antes de dormir? ¿Es
en serio?

—¡Obvio! —dijo Dereck con prepotencia—. Mi papi cuenta


historias fantásticas.

Alfa resopló antes de responder tontamente.


—Ah. Entonces, ¿también nos contará una historia?
—¿Podemos escucharla? —Beta levantó la cabeza para mirar
al hombre.
—Yo… Yo también la quiero escuchar. —El rostro de Gama se
sonrojó y tenía los puños cerrados mientras miraba a Dante
con nerviosismo.

—De acuerdo, vamos —dijo Dante indicándoles que subieran


las escaleras.
—¡Yupi!

Las tres niñas pequeñas se apresuraron llevando sus


biberones detrás de Kira. Como una fila de jardín de niños
entraron en la habitación. Al mismo tiempo, Gala sonrió al ver
la escena. Dante era bastante hábil cuidando a los niños;
incluso se llevaba bien con las tres niñas más difíciles.

—Señorita Lobo, permítame ayudarle a ir a su habitación. —


Una vez que entraron en ella Ágata dijo—: Como todavía no
cena, le diré a alguien de la cocina que le prepare algo.
—No, así está bien. No tengo hambre. —Gala se recostó en el
sofá sintiéndose cansada—. Mejor sírveme un vaso de agua.
Luego, te puedes retirar. Fue un día agotador, deberías irte a
dormir.

—Qué hay de usted…


—Estoy bien. —Gala quería un poco de tiempo a solas.
—De acuerdo. —Ágata le sirvió el vaso de agua, lo colocó a
un lado de ella y se marchó.

Gala se percató de que tenía varias llamadas perdidas y


mensajes en su móvil, todos eran de Luinyer. Sin tener que ver
los mensajes, sabía de lo que se trataban. Disculpas y luego
muestras de su amor. Le pediría perdón antes de decirle su
deseo de empezar desde cero con ella. La mujer estaba en un
estado de frustración. No sabía qué hacer para que él
desistiera.

Sentía que el hombre se negaba a escuchar cualquier cosa que


dijera, mientras no fuera la respuesta que quería escuchar.
Justo cuando estaba absorta en sus pensamientos, alguien la
llamó. El número le pareció conocido, pero no lo tenía en sus
contactos. Después de dudarlo un poco, respondió:

—¿Hola?
—Hola, Señorita Lobo. Soy Nancy González.

La voz de Nancy siempre era suave como el algodón. Era


como si se tratara de alguien que no tuviera mal carácter, ni
emociones negativas; era como si tuviera un perfecto control
de sus emociones.

—Hola. —Gala la saludó de vuelta, sintiéndose incomoda de


escuchar ese nombre.
—Solo quería preguntarle cómo se siente hoy —dijo Nancy—.
Había muchas personas en el restaurante así que no tuve la
oportunidad de hacerlo.
—No es nada grave —respondió Gala con educación—.
Gracias por preocuparse.
—Me alegra escuchar eso. Descanse —dijo Nancy antes de
colgar.
Gala no supo por qué hizo esa llamada.

«¿Qué puede hacer con unas cuantas preguntas educadas?


¿Trata de recordarme su existencia? Quizás sea eso».

Después de la llamada, Gala recordó que Dante salía con


Nancy y que debía ser más decidida en mantener su distancia
con él. En otras palabras, Nancy estaba estableciendo su
dominio. Al pensarlo, la incomodidad aumentó en su corazón.
Al instante, se puso de pie con la intención de buscar a Dante
para que ya se retirara.

—El principito subió la cima de la montaña nevada para


buscar la legendaria flor de ángel. Si la encontraba, podría
salvar a su amada princesa. A pesar del frío y las fieras que lo
rodeaban, seguía siendo tan valiente como siempre. El
principito sabía que su princesa lo esperaba en el castillo.

Dante estaba sentado en la silla contándoles a los niños una


historia de fantasía con su voz carismática. Por su parte, los
seis niños lo escuchaban con atención sentados en posiciones
extrañas, unos estaban tumbados y otros recostados. Cuando
ya iba avanzada la historia, Kira movió la cabeza diciendo:

—Papi, así no va. Ya leí ese libro y recuerdo que el principito


va a la Luna y no a una montaña nevada.
—Así es. El principito no busca la flor del ángel, sino un zafiro.
Además, él no tiene una princesa…
—Solo escuchen la historia. ¿Por qué hacen tantas preguntas?
—gritó Liam interrumpiéndolos—. Es más original si papi la
cambia un poco.
—Ah. —Tanto Dereck como Kira agacharon la cabeza antes
de permanecer en silencio.
—Muy bien, muy bien. Tío enojón, ¡continúa!

Alfa, Beta y Gama estaban fascinadas por la historia mientras


miraban a Dante con los ojos abiertos de par en par y con
impaciencia.

—Mmm. ¿Cómo me acaban de llamar? —Dante frunció el


ceño fingiendo una mirada seria.
—Ah. —Alfa, Beta y Gama intercambiaron miradas antes de
responder el unísono—: ¡Tío Dante!
—Correcto. Buenas niñas. —Dante sonrió con satisfacción—.
Muy bien, ya es tarde. Es hora de ir a la cama.
—¡No! Termina la historia —protestaron las tres niñas.

Ya no le temían e incluso se atrevieron a quejarse.


—Sí, papi. Termina la historia —murmuró Kira poniendo la
barbilla en sus manos—. Nunca había escuchado esta historia.
Quiero saber en qué termina.
—Sí, sí. ¿El principito encontró la flor al final? —preguntó
Dereck.
—Seguiremos otro día. —Dante bajó el libro y apagó la
lámpara de la mesa—. Muy bien, ya duerman.
—De acuerdo… —Los niños estaban decepcionados, pero se
fueron a la cama con obediencia.

Dante se puso de pie y salió de la habitación. Sin embargo,


solo dio dos pasos antes de chocar con la esquina de la mesa.
¡Smac!

El ruido fuerte asustó a los niños.


—No es nada, no es nada. Es solo que aquí está muy oscuro
—dijo tranquilizándolos mientras Fabio se acercaba de prisa
para ayudarlo.
Gala estaba en la puerta y al ver la escena, un sentimiento
extraño la invadió. De repente, sintió que había algo raro en
Dante. Desde niño, este último fue sometido a un
entrenamiento estricto; tenía un físico y sentidos superiores a
los de una persona promedio.

Aunque toda la habitación estaba oscura, seguía iluminada


con una tenue lámpara de pared, debía ser capaz de caminar
sin chocar con nada. Además, se dio cuenta de que parecía
haber sido cuidadoso en su camino para salir de la habitación.
Por otra parte, Fabio parecía demasiado nervioso.

—Papi. —Liam corrió hacia Dante, pero vio a Gala en la


puerta—. ¡Mami!

Cuando Fabio se percató de que Gala estaba parada, el pánico


apareció en sus ojos. Sin embargo, se recompuso con rapidez
y le sonrió.
—Señorita Lobo, está usted aquí. El Señor Licano estuvo
demasiado tiempo sentado en esa silla pequeña y se le
adormecieron las piernas.
—En efecto, la silla de los niños es demasiado pequeña para él
—dijo Gala con indiferencia mientras miraba las piernas de
Dante—. Debió ser incómodo para sus piernas largas.
—Es bueno saber que lo sabes —espetó Dante.
—Mami, papi…
—Liam, regresa a tu habitación con Dereck y duérmete —dijo
Gala interrumpiéndolo en voz baja—. Enviaré a papi a casa.

Liam abrió la boca, pero al final se tragó las palabras que tenía
en la punta de la lengua y en su lugar dijo:

—Papi todavía no toma una bebida después de contarnos una


historia tan larga. Mami, ¿por qué no le ofreces algo de tomar
antes de que se vaya?
—Mi hijo es un niño sensible. —Dante sonrió con felicidad—.
Sin embargo, ya es tarde y debería regresar. Descansen.
—No, está bien. Es mejor si bebes algo antes de que te vayas
—dijo Gala con rapidez—. De otro modo, el niño puede
pensar que te trato mal.

—Muy amable de tu parte. —Dante sonrió antes de inclinarse


hacia ella—. ¿Lo bebemos en tu habitación?
—Por supuesto —respondió la mujer de inmediato—. Emma
prepara el té.
—Entendido.

Dante se quedó inmóvil. Estaba seguro de que Gala lo


rechazaría si le coqueteaba. Para su sorpresa, aceptó de
inmediato. Fabio miró a Dante con inquietud pensando.

«¿Y ahora?».

Cuando iba a la mitad de la historia, la vista de Dante se


volvió borrosa de forma repentina. No pudo leer las palabras
en el libro, esa fue la razón por la que inventó su propia
versión de la historia. Fabio los observaba con el corazón a
mil por hora. Sin embargo, con la ayuda de Liam, Dante logró
continuar.

Luego, el hombre buscó un pretexto para marcharse. Sin


embargo, debido a su vista borrosa, al ponerse de pie para
retirarse se golpeó con la esquina de la mesa. Fabio lo sostuvo
con rapidez. Querían marcharse lo más pronto posible. De esa
manera, no sería descubierto, pero se encontró con Gala.

—Ya que te entusiasma tanto, entonces no me resistiré.

A diferencia de Fabio, Dante estaba tranquilo y seguro, como


si nada malo pasara con él.

—Por aquí. —Gala condujo a Dante a su habitación antes de


decirle a Fabio—: Creo que Ágata está resfriada. ¿Por qué no
vas a verla?

—No, no. No debería. Ella… —Fabio estaba a punto de


negarse cuando Dante le hizo una seña con discreción—. No
sé si ella me correrá de este lugar.

—¿Cómo lo vas a saber si no has ido? —dijo Gala


burlándose—. Los hombres deberían tener una participación
más activa.
—Bueno, ella es un poco violenta. —Fabio se rascó la cabeza
sintiéndose avergonzado.

—Por aquí, Señor Licano.


La mujer abrió la puerta de su habitación indicándole el
camino. El hombre entró mientras Gala tenía puesta la mirada
en él.
«Parece que está bien. ¿Estaré pensando de más?».

Al entrar a la habitación, Dante se dirigió al sofá. Todo parecía


bien. Sin embargo, estuvo evitando la mirada de Gala. Por su
parte, la mujer lo observaba. En un principio, lo hacía de
forma disimulada, pero ahora, lo hacía fijamente. Se percató
de que él no respondía cuando lo miraba. La preocupación en
su cabeza la invadió y frunció el ceño.

«¿Hay algo malo en sus ojos?».

¡Toc! ¡Toc!

En ese momento, se escuchó que tocaron la puerta.

—Entre —dijo Gala.

Emma entró con un carrito de comedor. Después de colocar


los bocadillos en la mesa, hizo una reverencia y salió de la
habitación. Gala sirvió una taza de té y dijo:

—Toma un poco de té.


—Colócala en la mesa. Está caliente.
Dante levantó el brazo para rascarse el puente de la nariz,
luciendo cansado.
Gala colocó la taza frente a él. Sin embargo, para ponerlo a
prueba, con toda intención la puso en el borde de la mesa.
Con un simple empujón, la taza caería. En efecto, cuando
Dante extendió la mano para tomarla, la tiró. La taza de té
caliente cayó en su pantalón y la zona de su entrepierna.
—¡Carajo! —gritó Dante—. ¡Mujer malvada!

—Tú fuiste el descuidado y ¿ahora me culpas por ello? —Gala


sacó con rapidez unos pañuelos para entregárselos. Fijando la
mirada en su entrepierna, preguntó con preocupación—:
¿Estás bien? ¿Necesitas ir al hospital?
—¡Lo hiciste a propósito!

Dante la tomó de la mano jalándola hacia él.


—¡Oh! —gritó Gala sin esperar la repentina reacción del
hombre mientras caía en sus brazos.

Antes de que Gala pudiera volver en sí, Dante aplastó sus


labios contra los de ella. Su beso fue intenso y salvaje. Fue
como si se estuviera vengando de ella o quizás la estaba
castigando.
Mordisqueó cada parte de su boca que estaba más allá de los
dientes, robándole cada aliento y haciendo que suspirara por
más. La mente de Gala se quedó en blanco por ese beso
inesperado. Un beso que le hizo sentir como nunca antes.

De repente, sintió como si hubieran regresado en el tiempo a


cuando estaban profundamente enamorados. En ese entonces,
todo lo que sentían el uno por el otro era fervor y admiración.
No importaba lo que hicieran, se sentían como si el amor no
fuera suficiente.

Cada vez que estaban cerca, anhelaban convertirse en uno


para no separarse nunca. Ese sentimiento familiar estaba de
regreso. Gala fue sincera en ese momento. No quería alejarlo,
ni rechazarlo. Con egoísmo y avaricia quería hundirse en ese
momento de calidez. Su aceptación, hizo florecer el cariño
que Dante sentía por ella, abrazándola con más fuerza
mientras continuaba besándola.

Temía que Gala descubriera que ya no podía ver las cosas con
claridad. Que había algo malo en sus ojos. Que estaba
enfermo y condenado a morir en poco tiempo. Sabía que ella
sospechaba y que lo estaba poniendo a prueba. Su gran
intuición le permitía disiparle por el momento sus sospechas y
por eso usaba esta manera para distraerla.

Sin embargo, ese beso fue la clave para liberar los


sentimientos que ambos enterraron en lo profundo de sus
corazones. Después de lo que pareció una eternidad, Dante la
dejó ir de mala gana antes de presionar su frente contra la de
ella. Besando sus labios con anhelo, le susurró:

—¡Todavía tengo un lugar en tu corazón.!

Gala no respondió. Sus ojos estaban cerrados mientras se


sumergía en silencio en los sentimientos que habían
acumulado polvo en su corazón. Algo más crecía allí; algo
amargo y doloroso.

—Todavía me amas, ¿no es así? —preguntó Dante


mordiéndole el labio inferior—. Siempre me has amado.

—Yo…

Cuando Gala estaba a punto de responder, sonó su móvil.


Sobresaltada, giró la cabeza en dirección al móvil. Fue en ese
momento, que lo vio vibrando sobre la mesa con la pantalla
iluminada con un nombre, Luinyer. El corazón de Dante se
hundió y la apartó al instante.
La mano herida de Gala se golpeó en el sofá y dejó salir un
grito de dolor. Dante frunció el ceño, se notaba una aparente
molestia en sus ojos, pero aun así, sus facciones estaban
adiestradas en una mirada fría. Gala tomó el móvil y terminó
con la llamada.

—Ten cuidado con lo que haces —dijo Dante—. Sir Freddy


fue a verme a mi oficina temprano por la mañana. La razón de
su visita… Estoy seguro de que la sabes.
—La sé… —respondió Gala.

El ambiente tenso no tenía rastros del momento de pasión de


hace unos instantes. Con un sabor agrio en la lengua, Dante se
puso de pie y se marchó. Gala lo vio salir y una vez más notó
algo raro en él.

«¿Lo estoy pensando demasiado? No, algo anda mal».

Dante puso la mano en la manija y antes de que pudiera


abrirla, Gala gritó:

—¡Dante Licano!

El hombre se detuvo en seco. No se dio la vuelta, pero su


corazón palpitó con fuerza.

«¿Me quiere aquí?».

—Mira hacia abajo —dijo Gala señalando su pantalón—. ¿Te


vas a ir así?
Hasta entonces, Dante recordó que derramó la taza de té con
anterioridad. Sería un momento vergonzoso si saliera así.
Enseguida, llamó a Fabio para que le trajera un nuevo cambio
de ropa.

—Date una ducha. —Gala le entregó una bata de baño.

Después de recibirla, se dirigió al baño. La mujer seguía


observándolo con atención.

«Qué raro. Ahora parece que está bien».

Cuando Dante cerró la puerta del baño, entrecerró los ojos y


se miró en el espejo. Quizás su nervio óptico estaba
presionado de nuevo, pues su vista se volvió borrosa y
parpadeaba. Por eso, inventó cualquier cosa mientras les
contaba la historia a los niños.

Sin embargo, tras besar a Gala, su vista regresó a la


normalidad. Por lo tanto, no chocó con nada después de eso.

Al pensar en el beso se le secó la garganta. Luego, cuando


pensó en Luinyer, su estado de ánimo cambió. Quería irse de
ese lugar lo antes posible, pero por desgracia su pantalón
estaba manchado. Por lo que no tuvo otra alternativa que
quedarse un poco más.

Sabía que Gala notaba algo raro en su comportamiento. De


otro modo, no le habría puesto una trampa con la intención de
descubrir qué sucedía. La mujer era mucho más inteligente
que hace dos años.

Pese a ello, no era competencia; sus pequeños trucos


ingeniosos no eran nada para él. Después de una ducha
caliente, salió con la bata de baño. Por razones que no podía
encontrar, su vista comenzó a nublarse de nuevo. Lo único
que podía ver era algo borroso.

—¿Ya terminaste? —Se escuchó la voz de Gala. Dante volteó,


pero solo podía ver su silueta y no su rostro. La mujer se
agachó para colocar algo en la mesa antes de decirle—: Le
pedí a los cocineros que prepararan un poco de avena, ven a
probarla.

Dante solo podía confiar en su memoria mientras evitaba los


muebles de la habitación y llegaba al sofá. No se atrevió a
mirarla. Si lo hacía y estaba demasiado cerca, se daría cuenta
de que en efecto había algo mal en él, justo como lo
sospechaba. Por lo que, mantuvo la cabeza agachada
aparentando estar de mal humor.

—¿Por qué tienes esa expresión en el rostro? —preguntó


Gala—. Haces que parezca que te debo algo.
—No tengas más contacto con Luinyer —dijo Dante.
—No tengo contacto con él —explicó Gala—. Él es el que me
busca y no es que pueda detenerlo, ¿o sí? Además, no tienes
derecho a exigirme eso.

—Solo sé firme en tu postura. Puedes dejarme el resto —dijo


el hombre. Después de un momento, añadió—: No
malinterpretes mis palabras. No quiero que los niños se vean
afectados por esto.
—Lo sé. Sin malos entendidos —respondió Gala entregándole
el tazón de avena.

—No, gracias. —Dante solo podía escuchar su voz; ni siquiera


pudo ubicar bien sus manos, así que solo dijo la primera
excusa que se le vino a la mente—. Quién sabe si le pusiste
veneno.
—Estás loco —dijo Gala—. Fui amable al prepararte comida.
¿Cómo puedes decir eso? Entonces dime, ¿qué clase de
veneno pude poner en ella?

—Un afrodisiaco —respondió dejándola sin palabras. A


continuación, el hombre añadió provocándola—: Mira la
expresión en tu rostro. Es evidente que deseas más. Buscaste
miles de excusas esta noche y me trajiste a tu habitación.
Luego, derramaste té en mi pantalón. Todo esto es para
mantenerme aquí, ¿no es así? ¿Crees que no tengo idea?

—Tú… —El rostro de Gala enrojeció de furia—. Dante, ¿no


tienes vergüenza? —La mujer aventó el tazón en la mesa antes
de decir—: Olvídalo. Si no quieres comerlo, dejaré que un
ingrato como tú se muera de hambre.

Gala tenía un poco de avena en la mano y fue al baño a


lavarse. Al escuchar que sus pasos se alejaban, le indicaron a
Dante que ya se había marchado. Al instante, comenzó a
buscar su móvil en el sofá.

Después de lavarse las manos, Gala escuchó un tono en voz


baja. Al bajar la mirada, vio el móvil de Dante en la ropa que
se quitó. Lo tomó y se percató de que había un mensaje. Era
de Nancy.

«Señor Licano, ¿ya se encuentra en casa?».

El resto del mensaje no se veía. Aun así, el nombre del


remitente hizo que su corazón se hundiera en un abismo.
—¿Se quedó mi móvil en el baño? —preguntó Dante. El
hombre no podía ver, pero eso quería decir que su audición se
había perfeccionado.

—Sí —respondió Gala saliendo del baño con el móvil—. ¿Qué


te sucede? Incluso dejaste el móvil.

Dante extendió la mano para recibirlo y fue en ese momento


que Gala se dio cuenta de que sus ojos parecían estar
desenfocados. El corazón se le subió a la garganta. Acto
seguido, con toda intención extendió el brazo en otra
dirección antes de decir:

—Toma. Alguien te mandó un mensaje.

Tal como lo esperaba, las manos de Dante tomaron el aire en


vez del móvil. Gala se quedó atónita y sintió que le caía una
cubeta de agua fría. Sus ojos se abrieron de par en par
mientras lo miraba.

«Él… ¿No puede ver?».

Dante se heló al darse cuenta de que no tomó el móvil. Sin


embargo, al instante se lo arrebató y gritó:

—¿Fisgoneaste en mi móvil?
—Sí, pero no estaba fisgoneando —respondió Gala fingiendo
estar molesta—. Solo vi la pantalla.

No quería que supiera que lo había descubierto. El tono


molestó con el que habló, hizo que Dante suspirara de alivio.
«No es tan inteligente. No creo que lo haya descubierto».
En ese momento, alguien tocó la puerta y se escuchó la voz de
Fabio.

—Señorita Lobo, ya traje la ropa del Señor Licano.

Gala caminó hacia la puerta y recibió la ropa. Luego,


dirigiéndose hacia Dante y fingiendo un tono frío dijo:

—Cámbiate y vete.

Después de que Gala le entregara la ropa, Dante se quitó la


bata dejando al descubierto su figura musculosa.
—¡Ay! —gritó Gala antes de darse la vuelta. Su rostro se
sonrojó mientras tartamudeaba—: Qu… ¿Qué haces?
—No es algo que no hayas visto antes. ¿Por qué estás tan
asustada? —dijo Dante provocándola mientras se cambiaba
despacio.

A pesar de que no podía ver nada, pudo sentir el diseño y los


botones de la ropa, así que logró ponérsela sin problemas.
Gala estaba furiosa, sin embargo, quería estar segura de sus
ojos. Por lo que, se armó de valor y volteó a verlo.

Para entonces, Dante ya se había puesto el pantalón y llevaba


la mitad de los botones de la camisa abrochados. Lucía
apuesto y no tenía problemas con ello. Además, su cabeza
estaba inclinada, por lo que no pudo percatarse si podía ver
con claridad o no.

—Dante. —Gala trató de iniciar una conversación para poder


tener una visión clara de sus ojos—. ¿Estás saliendo con
Nancy?
—¿Por qué? ¿Estás celosa?
Dante sonrió, pero sus ojos seguían desenfocados.

—Si en verdad te gusta, entonces sé bueno con ella. De ahora


en adelante, debemos mantener nuestra distancia el uno del
otro. —Gala fijó la mirada en los ojos de Dante antes de decir
con vacilación—: Si no te gusta y solo la estás utilizando para
molestarme, entonces deberías detenerte.

—¿Por qué piensas que la estoy utilizando para molestarte? —


preguntó Dante.
El corazón de Gala se hundió.

—Entonces, de verdad estás saliendo con ella.


—Pareces decepcionada —indicó Dante alegrándose por el
tono desanimado en su voz.
—¿Qué tiene que ver eso conmigo? —respondió Gala
molesta—. ¡Puedes estar con quien quieras!
—¿Qué pasa si te digo que no estamos saliendo? —Dante bajó
la voz acercándose a ella—. ¿Qué pasa si te digo que no he
tenido otra mujer que no seas tú? ¿Volverías conmigo?

Gala se quedó inmóvil. Su corazón se agitó al escucharlo.


Nunca pensó que le volvería a decir esas palabras; creyó que
él ya la había olvidado.

—Entonces, eso es un no.

Dante esperó por un rato, pero al no escuchar una respuesta


de Gala, se sintió desanimado y se dio la vuelta para
marcharse.
—Dante. —Gala lo llamó una vez más. El hombre se detuvo,
girando la cabeza hacia un lado esperando que hablara.
Luego, la mujer dijo con seriedad—: Si no te gusta Nancy,
entonces deja de utilizarla. No seas como yo. No cometas un
error tan grande que sea irrecuperable.

—¿Qué quieres decir con eso? —Dante frunció el ceño—.


¿Qué error cometiste?
—En su momento, acepté casarme con Luinyer por diversos
factores externos. —Gala se agobiaba de arrepentimiento
cada vez que pensaba en ello—. Él solía ser alegre y
optimista, pero ahora…
—¿Quieres decir que aceptaste casarte con Luinyer, pero no
por amor? —preguntó Dante con entusiasmo—. ¿Qué pasó
después? ¿Sentiste algo por él?
—Siempre lo he considerado como mi mejor amigo.
—Pero, tú y él…

Esas palabras casi se le salen de sus labios. Dante no quería


abordar el tema, sin embargo, no podía evitar pensar en esa
escena en particular cada vez que Luinyer era mencionado.
Era como una espina en su corazón que ya había hecho raíz.

Los labios de Gala se abrieron y estaba a punto de dar una


explicación cuando sonó el móvil de Dante. Al mirar de forma
espontánea se dio cuenta de que era Nancy.
Al instante, volvió a la realidad. Fue entonces que recordó que
ninguno de los dos podría volver a ser lo que eran. Alguien
tocó la puerta una vez más y se escuchó la voz de Fabio.

—Señor Licano, tengo noticias para usted. —Dante no


respondió la llamada. En su lugar, caminó hacia la puerta y la
abrió antes de salir—. Señorita Lobo, le ofrecemos nuestras
disculpas.

Fabio le hizo una reverencia a Gala antes de cerrar la puerta.


Luego, sostuvo a Dante mientras se marchaban de prisa. Por
su parte, la mujer permaneció sola en la habitación, llena de
todo tipo de emociones.

Lo observó durante un largo rato, pero sus esfuerzos fueron en


vano; todavía no sabía si había algo raro en él. A pesar de que
su intuición le dijo que, en efecto, algo andaba mal con sus
ojos, su comportamiento indicaba otra cosa. Esto hizo que
Gala se cuestionara a sí misma si en realidad estaba pensando
demasiado las cosas.

Además, su relación complicada solo empeoró su humor. Él


negó que saliera con Nancy. Conocía bien a Dante. Aunque
estaba muy lejos de ser un hombre perfecto, había algo bueno
en él, era sincero. Si de verdad hubieran estado saliendo, él no
mentiría al respecto.

«Tal vez Nancy le coquetee y él no le dio un rechazo claro.


Debe ser eso».

No obstante, verdaderos sentimientos estaban destinados a


crecer románticamente entre Nancy y Dante. Incluso si él no
se enamoraba de ella en este momento, eso no quería decir
que no lo haría en el futuro. Ante esa idea se le apretó el
pecho y se recordó a sí misma que no debía seguir pensando
en ello.

«No podemos volver a ser como antes. Eso terminó hace


mucho tiempo. Sé decidida. Sé clara con él. Aléjate de él».
Después de que Dante y Fabio entraran al auto, este último le
ordenó al chofer.
—Conduce.
—Entendido.
Cuando el auto aceleró, Fabio dio un suspiro de alivio. Luego
murmuró:
—Ágata nos observaba mientras bajábamos las escaleras. Fue
aterrador.
—¿Eso es todo en ti?
Dante estaba tranquilo, puesto que tenía la seguridad de que
Gala todavía no descubría nada; confiaba en su talento como
actor.

—La Señorita Lobo no se dio cuenta de nada, ¿verdad? —


preguntó Fabio—. Incluso lo invitó esta noche a su habitación.
¿Sospechó que algo sucedía? ¿Trató de averiguar algo?
—¿Acaso no puede intentar arreglar las cosas conmigo? —
respondió Dante.
—Mmm… —Fabio permaneció en silencio.
—Pienso que tiene sospechas. —Dante dejó de molestar a
Fabio volviendo a su actitud seria—. Tendré que evitarla estos
días. Dile a David que sea prudente con las palabras que salen
de su boca.

—Entendido —asintió Fabio y en voz baja dijo—: Su móvil


lleva sonando desde hace un rato. Creo que la Señorita
González lo está llamando.
—Ignórala —respondió Dante, pensando en lo que Gala le
dijo con anterioridad—. Nancy es una buena chica. No
debería darle falsas esperanzas, cuando no tengo ninguna
intención romántica con ella.
Esas palabras hicieron que Fabio se sintiera mucho más
inquieto y con indecisión dijo:

—Bryan está haciendo todo para encontrar a Julián. Estoy


seguro de que pronto lo hará.
—Pasará lo que tenga que pasar y lo encontraremos cuando
así sea. Es inevitable. —Dante suspiró sin sentirse inquieto
ante ese pensamiento.

—¿Todavía no recupera la vista? —preguntó Fabio con


preocupación—. ¿Por qué no nos detenemos en el hospital
para que le realicen un chequeo médico? El ataque sucedió de
repente y ya duró demasiado.
—No moriré por ello. —Dante cerró los ojos—. Concreta una
reunión para mañana con el Señor González y el Señor
Marcial. Ah y también con Ismael.

—Señor Licano.
—Déjate de tonterías. —Dante estaba cansado—. Solo
encárgate de eso.
—Sí, señor —respondió Fabio sin atreverse a decir una
palabra más. Sin embargo, tenía una expresión sombría en el
rostro.
La condición actual de Dante estaba muy lejos de ser buena.
Había estado sufriendo de mareos y visión borrosa en sus
primeros ataques, pero desde hace un rato había perdido la
vista. Además, ya había pasado una hora y todavía no la
recuperaba.

Fabio no sabía si después de esto aparecerían síntomas


peores. Sin embargo, Dante se negó a ir al hospital y no
podían localizar a Julián. Es decir, tenían las manos atadas.
De vuelta a casa, Fabio lo ayudó a salir del auto. Una vez que
sus pies pisaron el suelo, Dante parpadeó y notó que tenía un
poco de visibilidad. Ante eso murmuró:

—Estoy bien una vez que llego a casa. ¿Es posible que el aire
de Colina del Norte sea tóxico? ¿No es así?
—Quizás haya estado trabajando mucho en los últimos días.
Debería descansar un poco más —sugirió Fabio en voz baja—
. Lo ayudaré a entrar.
—No es necesario. —Dante lo apartó. Forzando la vista entró
despacio a la casa.

Debía acostumbrarse a vivir en la oscuridad lo más pronto


posible. Después de todo, si llegara a tener un ataque
completo, su vista sería la primera afectada. Luego, se
adentraría en un mundo de oscuridad.
Antes de estar dos metros bajo tierra, necesitaba
acostumbrarse a esa vida. En el mejor de los casos, debía
asegurarse de que Gala no notara algo malo en él y que los
niños no se preocuparan. Ahora que había recuperado un
poco la vista, podía ver los contornos difusos de las cosas
frente a él.
Así fue como Dante entró en la casa esquivando los
obstáculos que se le atravesaban. Paso a paso, ingresó al lugar,
subió las escaleras y llegó a su habitación. En todo momento,
sus subordinados permanecieron a un lado en silencio,
temiendo que cualquier ruido que hicieran pudiera molestarlo.
Incluso Fabio sostenía el aliento mientras estaba a su lado.

Fue hasta que Dante entró en su habitación que el hombre


dejó salir el aliento. Sin embargo, momentos después, la
rodilla de Dante chocó contra algo y un ruido fuerte hizo eco
en la habitación.
—¡Señor Licano! —Fabio corrió hacia Dante para ayudarlo—.
¿Se encuentra bien?
—Estoy bien.

Los ojos de Dante se entrecerraron, pero la habitación seguía


oscura. Fue entonces que se dio cuenta de que no importaba
lo bien preparado que estuviera y lo bueno que fueran sus
sentidos, le resultaba difícil moverse con libertad en un
mundo de oscuridad.

«Al parecer necesitaré un poco de tiempo para


acostumbrarme a esto».
Después de un tratamiento inhumano y otros sucesos, a Dante
ya no le importaba sobre la vida, la muerte y la enfermedad.
Ya no estaba tan desanimado como antes y tampoco estaba
tan preocupado. En su lugar, dejó que la naturaleza siguiera su
curso. Sentado en el sillón ordenó con tranquilidad:

—Encuentra a un instructor que pueda guiarme en la ceguera.


A partir de mañana, tendré que entrenarme para moverme sin
depender de mi vista. De esa manera, tendré la libertad de
moverme en caso de que me quede ciego más adelante.
—Señor Licano. —Los ojos de Fabio se enrojecieron al
escucharlo, pero no se atrevió a decir más—. Entendido,
mañana me encargaré de ello.
—En cuanto a las citas con el Señor González y el Señor
Marcial, hazlas por separado. Quiero reunirme con ellos uno
por uno. —Dante continuó, pareciendo como si dijera sus
últimas palabras.
—Entendido —asintió Fabio.
—Hay algo más. —Dante reflexionó por un momento antes de
decir—: Revisa el estado de Gabriel.
—¿Cómo? —Fabio estaba sorprendido.

Dante y Gabriel eran archienemigos. Cuando las noticias del


incidente de Gabriel se esparcieron, había rumores en el
mundo corporativo de que Dante estaba involucrado en lo
sucedido. A este último no le importaba, ni tomó cartas en el
asunto. Sin embargo, sabía que los subordinados de confianza
de Gabriel lo investigaban en secreto, esperando encontrar
algo que lo involucrara.

Dante no participó en ello. Además, se había estado


sometiendo a un tratamiento aislándose, por lo que nunca
aparecía en público. Por consiguiente, nadie pudo encontrar
ninguna evidencia que lo involucrara. Sin embargo, el que
quisiera saber de repente sobre el paradero de Gabriel, podía
provocar un alboroto en el mundo corporativo.

—Haz todo lo posible para averiguar el estado actual de


Gabriel —ordenó Dante.
—Entendido, pero debo preguntar… ¿Por qué?
Fabio no se atrevió desobedecerlo, pero no podía entender
por qué Dante haría eso.

—¿Viste cuántas personas insultaron al Corporativo Lobo


después de que se fuera para abajo? —Reclinado en el sofá
añadió—. Antes de que le sucediera algo a Gabriel, él eliminó
toda relación de Gala con el Corporativo Lobo e hizo
acuerdos para ella y los niños. Hasta donde yo sé, fue un
primo bueno y leal. Si regresa sano y salvo, entonces Gala y
los niños tendrán a alguien que los apoye. Después de todo,
muchos buitres estarán acechando sus bienes.
—Señor Licano, ¿qué quiere decir con eso? —dijo Fabio
asustado—. Usted todavía está bien. ¡El Grupo Licano va bien!
—Si muero, el Grupo Licano entrará en un caos.

Se notaba la tristeza en la voz de Dante. Al instante, los ojos


de Fabio se llenaron de lágrimas. Sus labios temblaron y las
palabras murieron en su garganta. Dejando salir un suspiro
profundo, el hombre dijo:

—Lo que le sucedió al Corporativo Lobo le puede suceder al


Grupo Licano en el futuro. Si el abuelo siguiera vivo, quizás
habría durado unos años más. Sin embargo, no lo está. Si llego
a faltar, el Grupo Licano quedará abandonado. Lo más
importante es que Gala todavía no regresa. Su identidad
actual no sería apropiada para encargarse del Grupo Licano.

—Por qué no… —Fabio no terminó la frase, al perder el valor


de decirlo en voz alta.
—Muy bien. Puedes volver a tu trabajo. —Dante quería un
poco de tiempo a solas.

—Sí, señor. —Fabio agachó la cabeza y se marchó.

—¿Cómo está el Señor Licano? —preguntó Bryan en voz baja


sin poder ocultar su preocupación—. Regresé en cuanto recibí
el mensaje. ¿Cómo se encuentra ahora? —Fabio lo apartó y le
comunicó las órdenes de Dante. El hombre se inquietó al
escucharlo y añadió—: ¿Es así de grave su condición en estos
momentos? ¿Planea sus asuntos póstumos?

—¡Bah! —dijo Fabio—. Bastardo, ¿acaso no puedes decir algo


más agradable con esa boca tuya?
—Espera, pero si acabas de decir… —Bryan no se atrevió a
repetirlo, pero no pudo tranquilizarse—. No. Aunque ponga el
mundo de cabeza, debo encontrar a Julián.
—Sí, lo más importante en este momento es encontrar a
Julián. —Fabio todavía tenía un poco de esperanza en la cual
se apoyaba—. Mientras lo encontremos, el Señor Licano se
puede salvar.

—Por supuesto. Sin embargo, debemos estar preparados —


dijo Bryan—. Por cierto, ¿cómo está la Señorita Lobo?
¿Cuándo regresará?

—¿Regresar? —Fabio sintió furia y preocupación cuando


mencionó a Gala—. El Señor Licano ha sido muy cuidadoso
en asegurarse de que ella no descubra su enfermedad.
Además, ella es prudente. Su relación todavía está tensa.

—¿Por qué no solo son sinceros el uno con el otro? ¡Ya


estamos en ese punto! —dijo Bryan—. Si algo le sucede al
Señor Licano, no habrá nadie que tome las riendas de la
Familia Licano. Cuando eso suceda, ¡no habrá nada más que
caos!

—Lo sé. También me preocupa eso —respondió Fabio


suspirando—. Si la Señorita Lobo regresa, al menos
tendremos a alguien que nos dirija. Con el apoyo del Señor
Marcial y el Señor Linares ay con nuestra protección. Ninguna
persona ajena tratará de provocar un caos.

—¿Qué pensará la Señorita Lobo? Aunque no lo vea por su


bien, debe tomar en cuenta a los niños, ¿no es así? —dijo
Bryan haciendo que el corazón de Fabio se estremeciera,
luego añadió—: Ellos todavía son muy pequeños. El Señor
Marcial es un gran hombre, pero a fin de cuentas es un
empleado. No puede convertirse en el jefe de la familia como
la Señorita Lobo.

—Solo nos estamos preocupando sin razón. Primero


encarguémonos de lo que el Señor Licano nos ordenó hacer
—dijo Fabio finalmente.

—Creo que es momento de que tú y David hagan su parte —


dijo Bryan mirando a su alrededor—. Si el Señor Licano se
niega a decir algo, ambos fingirán dar un poco de información.
Estoy seguro de que la Señorita Lobo volverá una vez que se
entere de la verdad.

—Si el Señor Licano se entera, estaremos en problemas —dijo


Fabio dudándolo—. No acepta esa idea; él espera que la
Señorita Lobo regrese a la Familia Licano por amor y no por
lástima.

—¿Hay alguna diferencia? —dijo Bryan—. Una mujer solo se


siente mal por un hombre si lo ama. De otro modo, ¿por qué
habría de preocuparse por él?
—Eh. Tienes razón. —Fabio comenzó a dudar de su decisión.

—Siempre tengo razón —resopló Bryan—. Es solo que no


puedo soportar que todos se anden con rodeos en una
relación. Es tan molesto. Si yo fuera ustedes, me llevaría a la
persona a casa si me enamorara de ella.

Ante esas palabras, Fabio fijó la mirada en Bryan con


admiración.
—Nunca pensé que fueras tan valiente.
—Deja de parlotear y ponte a trabajar.
—Entendido.

El par se separó y comenzaron a trabajar en las tareas que


Dante les asignó. Una vez que Fabio concretó una cita con
Marcial, Ismael y René, regresó a su habitación. Dudoso, se
preguntó si debía llamar a Ágata y contarle un poco del
secreto. Sin embargo, ella lo llamó en ese momento.

—Veámonos.
—¿Ahora? —Fabio entró en pánico. Tal como lo dijo Bryan,
era el más cobarde cuando se trataba de relaciones
románticas.
Se sintió nervioso al escuchar que Ágata lo invitaba a salir en
medio de la noche para estar solos.

—Sí. En este momento —respondió Ágata—. Reunámonos en


el árbol grande a espaldas de la montaña en Colina del Jardín
Norte. ¡Te veo en diez minutos!

Dicho esto, la mujer terminó la llamada. Fabio sostenía el


móvil con las manos temblando. Después de titubearlo un
poco, bajó las escaleras.

—Fabio, ya es tarde. ¿A dónde vas? Puedo ayudarte con eso


—dijo David cuando entró a la casa y se encontró con él.
—Saldré un rato. Quédate afuera de la habitación del Señor
Licano en caso de que necesite algo —respondió Fabio.

—No creo estar preparado para esa tarea —exclamó David


con preocupación—. ¿Qué vas a hacer? ¿Por qué no voy en tu
representación? El Señor Licano está acostumbrado a tenerte
cerca. A veces no entiendo lo que quiere decir.
—Regresaré pronto.
Como si alguien lo persiguiera, Fabio salió de prisa de la casa
antes de irse a toda velocidad en su auto. David lo vio alejarse,
sintiendo que había algo raro en él. Pese a ello, no se atrevió a
hacer muchas preguntas y se apresuró a subir las escaleras
para cuidar la habitación de Dante.

—En un principio, quería que fuera Jade, ya que es más fácil


tratar con David. Sin embargo, al pensarlo me pareció que ella
es más imprudente, así que decidí enviarte a ti —dijo Gala
con seriedad—. Fabio es el subordinado de confianza de
Dante. Así que, sin duda sabe si algo anda mal con él.

—Entendido —asintió Ágata—. No se preocupe, Señorita


Lobo.
—Recuerda que debes ser astuta —dijo Gala—. Fabio es un
hombre cauteloso. Tu primer paso es atacarlo por la vía
sentimental. Cuando baje la guardia, averigua sobre la
condición de Dante.

—De acuerdo. —Para entonces el rostro de Ágata estaba un


poco sonrojado—. Yo también pienso que algo le sucede ya
que hace rato que se marcharon, Fabio sostenía al Señor
Licano con cuidado como si este último fuera a caerse en
cualquier momento.

—Sé a qué te refieres. —Gala luchaba contra el miedo que


aumentaba en ella y esa era la razón por la que enviaba a
Ágata para que averiguara más—. De acuerdo. Ya casi es hora.
Apresúrate.
—Está bien. —Ágata se marchó.

Por su parte, Gala daba vueltas en su habitación. Miraba el


sofá donde Dante se sentó, deteniéndose en la mancha de té
que derramó. Mientras más recordaba lo que sucedió con
anterioridad, más inquieta se sentía.

Dante evitó tener contacto visual con ella y varias veces no


ubicó las cosas que quería tomar. Era evidente, que había algo
malo en él. Entonces, pensó en aquella vez que llevó a Liam y
Kira a Páramo.
Durante esos dos meses, él no se puso en contacto con los
niños. Al final, ella tuvo que comunicarse con Fabio antes de
que Dante los llamara. Pese a ello, cada llamada que hacía
duraba muy pocos minutos.

En ese entonces, tuvo la sensación de que algo andaba mal,


pero Fabio le dijo que Dante había ido a la Nación M para
tratar unos asuntos en las oficinas centrales. También le
explicó que hubo un intento de asesinato en su camino y que
resultó herido, así que Gala no insistió tanto en ello. Ahora que
lo pensaba mejor, no pudo evitar preguntarse.

«¿Fue grave su lesión? ¿Tuvo alguna repercusión a largo


plazo?».

Sus piernas temblaron de miedo. Gala realmente esperaba que


Ágata pudiera ser capaz de obtener algunas pistas de Fabio.

Mientras tanto, en Colina del Jardín Sur. Cuando Dante


escuchó el sonido de un motor de auto ponerse en marcha,
gritó:
—¡Fabio!
—Señor. —David entró de puntitas a la habitación—. Señor
Licano, Fabio salió. ¿Hay algo que pueda hacer por usted?
—¿Por qué salió tan tarde en la noche? —preguntó Dante.
—No lo sé, porque no me dijo nada. Sin embargo, parecía que
llevaba mucha prisa. —Al percatarse de la falta de luz en la
habitación, David preguntó—: ¿Quiere que encienda las luces?

Dante sabía que David era joven y que no era tan precavido
como los demás. Temiendo que Jade pudiera tenderle una
trampa para obtener información de él, lo estuvo mandando a
realizar diversas tareas en los últimos días. Por consiguiente,
todavía no estaba al tanto de que Dante había perdido la vista
de forma repentina con anterioridad.

—Está bien. —Luego, Dante preguntó—: ¿Llevaba prisa al


salir? ¿Se llevó a alguien con él?
—Sí, llevaba mucha prisa. Me lo encontré bajando las
escaleras, pero no se llevó a nadie con él.
—Llámalo —ordenó Dante—. Dile que ya sé que salió.
—¿Cómo? —David estaba confundido, no sabía lo que Dante
quería decir, pero aun así hizo lo que le ordenó.

Fabio ya estaba a espaldas de la montaña. Al salir del auto, vio


a Ágata bajando por la colina. Parecía haberse arreglado más,
llevaba puesto un vestido y el aire nocturno lo movía. Se veía
hermosa.
Las manos de Fabio estaban frías y sudadas. Se apresuró a
peinarse el cabello mientras miraba el espejo retrovisor. Justo
cuando la esperanza llenó su pecho, sonó el móvil en su
bolsillo. El hombre respondió de prisa.

—Hola, David. ¿Qué sucede?


—Fabio, el Señor Licano sabe que saliste. —David repitió lo
que Dante le dijo.
Fabio se quedó inmóvil y respondió:
—¿Qué dijo?
—Nada. Solo me pidió que te dijera eso.

Tras decir esas palabras, David volteó a ver a Dante con


nerviosismo, temiendo que este último se molestara con él.

—Muy bien. Lo comprendo. —Fabio levantó la cabeza para


mirar a Ágata, quien estaba cada vez más cerca y volvió a la
realidad—. Dile al Señor Licano que regresaré pronto.
—Ah, está bien. —Después de colgar, David miró a Dante con
timidez y dijo—: Fabio dijo que volverá pronto.
—De acuerdo —respondió Dante con indiferencia.

Con la cabeza agachada, David se marchó cerrando la puerta


en silencio detrás de él. En la oscuridad, Dante siguió
reflexionando sobre sus sentimientos. Al instante, cayó en
cuenta de que Gala le pidió a Ágata que invitara a Fabio para
que pudiera interrogarlo.

Fabio era un hombre inteligente; debió haberse dado cuenta


de ello. Sin embargo, aun así, fue. Quizás se debía a que no
podía rechazar a Ágata o tal vez quería valerse de eso para
aliviar su culpa al revelar el secreto para que Gala pudiera
regresar a la Familia Licano.
Muy independiente de todo, al encontrarse con Ágata, Fabio
estaba listo para convertirse en un traidor. Por esa razón,
Dante le dijo a David que llamara a Fabio y le dijera que sabía
que fue a encontrarse con ella. Incluso en ese momento,
David todavía tenía problemas para comprender a qué se
refería. Por otro lado, Fabio lo entendió de inmediato.

Si Dante sabía que fue a encontrarse en secreto con Ágata,


eso quería decir que él sabía lo que Ágata estaba a punto de
hacer. Si decía las palabras equivocadas, entonces ya no
podría regresar a la Familia Licano.
Eso fue lo que hizo que regresara a la realidad. La trampa de
Ágata estaba destinada a fracasar. En términos de
conspiración, Gala nunca podría ganarle a Dante. Pese a todo,
el hombre se sintió feliz al descubrir que tramó todo eso para
averiguar lo que le ocurría. Eso quería decir que estaba
preocupada por él.

—¡Fabio!
—¡Ágata!

Era la primera vez que ambos se veían a solas y en una noche


oscura como esa. No podían evitar sentirse nerviosos y
cohibidos. A pesar de que Fabio había estado casi por todos
lados con Dante y visto un sinfín de situaciones, era la primera
cita en su vida.

—¿Tienes frío? —susurró Ágata.


—No. —Fabio levantó la cabeza para mirarla y pensó.

«Hoy se ve muy bonita. Arreglándose un poco, parece una


chica muy hermosa».

Sin embargo, esas fueron las palabras que no se atrevió a


decir.

—Tengo frío —murmuró Ágata.


—Ah —respondió Fabio tontamente. Le tomó unos segundos
antes de recobrar la cordura—. Entonces, apresurémonos a
entrar al auto. Adentro está caliente.
Ágata se quedó sin palabras, pensó que se quitaría la chaqueta
y la pondría sobre ella. De esa manera, se recargaría en sus
brazos y comenzarían con su momento íntimo. Luego, podría
conseguir la información de él. No obstante, Fabio le dijo que
adentro del auto podrían estar más calientes.

Mientras tanto y sin pensarlo mucho, Fabio abrió la puerta del


asiento del pasajero de enfrente. Sin tener opción, Ágata entró
al auto. Después de que Fabio prendiera la calefacción y
ajustara la temperatura, en voz baja preguntó:

—¿Todavía tienes frío?

—Ya no. —Ahora, Ágata no sabía qué decir para hacerlo


hablar. El truco de la chaqueta fue algo que Jade le enseñó.
—Ya… ¿Ya cenaste? —preguntó Fabio.
—Sí. —Ágata puso los ojos en blanco.

«Este hombre solo hace un montón de preguntas estúpidas».

—Entonces, ¿puedo saber para qué me pediste que viniera?


—El corazón de Fabio se aceleró mientras fijaba la mirada en
ella.

—¿Debo tener una razón para invitarte a venir aquí? —resopló


Ágata.
—No, no —dijo Fabio negándolo—. Solo me preocupó que
algo te hubiera pasado. Espero poder ayudarte.
—Por fin hablas —dijo Ágata mientras su humor se animaba.
Luego, con voz tímida murmuró—: De verdad, no pasa nada.
Es solo que ahora vivimos cerca y como no tengo a nadie a mi
lado, quise encontrarme contigo.

Al escuchar esas palabras, el corazón de Fabio se aceleró una


vez más.
—Tienes razón. Nunca tuvimos la oportunidad de sentarnos y
tener una charla agradable entre nosotros.
—Ahora, la tenemos. —Ágata se armó de valor para mirarlo a
los ojos—. Si estás libre, puedes venir y buscarme.

—¿Cómo podría estar libre? Estoy ocupado todo el tiempo —


resopló Fabio antes de darse cuenta de su respuesta—. Sin
embargo, puedo venir a buscarte cuando tenga tiempo.
—¿Por qué estás tan ocupado? —protestó Ágata—. Hoy en
día, el Corporativo Lobo no está compitiendo contra ustedes;
el Grupo Licano está monopolizando el mundo corporativo.
¿Qué puede mantenerte ocupado?

—Es verdad que todo va bien en la compañía, pero…

Para entonces, Fabio ya se había dado cuenta de lo que Ágata


trataba de hacer. Si no fuera por su carácter precavido, hubiera
revelado así sin más el secreto.

—¿Pero qué?

—Soy la mano derecha del Señor Licano. Debo encargarme


de todo. Por consiguiente, no tengo mucho tiempo libre —dijo
Fabio con una sonrisa—. No obstante, puedo venir aquí de vez
en cuando.

—Ah, de acuerdo. —Ágata se dio cuenta de que su plan había


fallado, así que decidió cambiar de estrategia—. Tienes algo
en el cabello.

—¿Qué? —Antes de que Fabio pudiera reaccionar, Ágata


extendió la mano hacia la parte superior de su cabeza
provocando que se quedara inmóvil.
Sus dedos peinaron con suavidad su cabello, pareciendo
casual pero cariñosa. El corazón de Fabio comenzó a latir con
fuerza.
—¡Es una hoja! —Ágata sacó una hoja seca de su cabeza y
riéndose dijo—. ¿Estuviste en el bosque? ¿Cómo es que una
hoja se metió en tu cabello?

—Ah. Quizás fue cuando estaba debajo del árbol.


Fabio estaba muy nervioso al punto que su rostro se sonrojó
como un tomate y estaba casi hiperventilando.
—Por cierto, ¿no cenaste? —Ágata sacó una bolsa pequeña de
su bolsillo—. Yo misma preparé estas tartaletas de guisantes
verdes. Pruébalas.
—¿Tú las hiciste? —Fabio tomó una y la colocó en su boca. El
sabor dulce llegó hasta su corazón—. ¡Está deliciosa!

—Me alegra que te gustara. Mañana te traeré más —dijo


riendo Ágata—. A Liam, Dereck, Kira y las otras niñas
pequeñas también les gustan. En especial, a estas últimas.
Siempre me piden que les prepare más.
—¡Ja, ja, ja! Las niñas son encantadoras —dijo Fabio
sonriendo.

—A ti también te agradan, ¿verdad? —preguntó Ágata en un


tono alegre—. A la Señorita Lobo le preocupaba que las tres
pequeñas no fueran del agrado del Señor Licano, pero al
parecer se llevaron bien. Estoy segura de que la Señorita Lobo
se sintió aliviada.

—De hecho, el Señor Licano puede parecer frío, pero por


dentro es un buen hombre. —El corazón de Fabio se llenó de
orgullo cuando habló de Dante—. Los niños lo adoran.

—Sí. Una vez que el Señor Licano se marchó, me dirigí a


arropar a las tres más pequeñas e incluso me dijeron que
esperaban que mañana les contara más historias. —A
continuación, Ágata preguntó sonriendo—: ¿Vendrá mañana
el Señor Licano?
—No lo creo —respondió Fabio antes de que su mente
registrara realmente la pregunta.

—¿Por qué? —Al fin habían llegado al tema central que a


Ágata le interesaba saber—. Me percaté de que había algo
raro en él cuando se fueron. ¿Está enfermo?

—No, no, él está bien —explicó Fabio—. Quizás se le


adormecieron las piernas cuando les leía a los niños. Además,
parece que se quemó cuando se encontraba platicando con la
Señorita Lobo en su habitación.

—¿Eso es todo? —preguntó Ágata en voz alta—. Me pareció


que sentía un poco de molestia en los ojos.

—Quizás se le metió algo a los ojos cuando bajó las escaleras


—dijo Fabio con desdén.

—Está bien. —No había nada que Ágata pudiera hacer al ver
que Fabio se negaba a darle respuestas.
—Ya es tarde. Déjame que te lleve.
Mientras más platicaran, había más posibilidad de que pudiera
decir algo que no debiera, por lo que era mejor para Fabio
terminar la cita cuanto antes.
—¿Ya te vas? —preguntó Ágata con un tono de evidente
decepción.

—Bryan salió a encargarse de algo y yo no estoy en casa, así


que estoy un poco preocupado. —Fabio no tenía el valor de
estar tanto tiempo fuera debido a la condición actual de
Dante—. Todos los demás son descuidados, por lo que debo
estar en casa y permanecer al lado del Señor Licano.

—De acuerdo. —Ágata salió del auto—. Regresaré


caminando, es un camino corto a casa. Tú también deberías
darte prisa para volver.
—Me iré cuando vea que llegas a la puerta.

Acto seguido, Fabio encendió las luces del auto para


alumbrarla. Esa acción conmovió el corazón de Ágata y se
despidió de él antes de irse de prisa por el camino.
Ágata llegó a casa y le contó todo lo que le dijo Fabio a Gala.
Esta última frunció el ceño y respondió con incredulidad.
—¿Está segura? Quieres decir que, ¿estaba equivocada?

—No creo que me mintiera. —Ágata pensó en ello—. Sin


embargo, antes de que se marcharan, noté que había algo raro
en el Señor Licano…
—Sigue vigilándolo e interrogándolo —ordenó Gala—. Intenta
pedirle que se vean de nuevo mañana.
Ágata asintió y la consoló:
—Señorita Lobo, no se preocupe. No tener noticias, son
buenas noticias. Quizás el Señor Licano no tiene nada malo.
—Eso espero. —Gala dejó salir un suspiro—. Me temo que me
está ocultando algo.
—Él todavía le importa. —Ágata pudo darse cuenta—. Pienso
que a él también le importa usted. ¿Por qué no vuelven a estar
juntos?
—Es más fácil decirlo que hacerlo —suspiró Gala—. Además,
todavía hay muchos obstáculos que se interponen en nuestro
camino…
—¿Qué obstáculos? —Ágata estaba desconcertada—. El
Señor Honorio ya no está, no hay nadie que pueda evitar que
ambos puedan estar juntos.

—Cualquier cosa que haya sucedido en el pasado, no puedo


olvidarlo —dijo Gala con una sonrisa amarga—. Nuestras
peleas pueden estar en el pasado, pero el dolor permanece.
Además, no solo es un problema de relación de pareja, sino
también una rivalidad entre la Familia Licano y la Familia
Lobo. En este momento, no estoy en condiciones de decir o
hacer algo. ¿Qué pensarán los demás sobre mí si regreso a la
Familia Licano cuando Gabriel sigue desparecido? ¿Y si él
regresa?

—Tiene razón. —Ágata ya no supo qué más decir.


—Se hace tarde. Vete a descansar. —Gala le dio una palmada
en el hombro con cariño.
—Usted también. Recuerde no mojar su mano lastimada.
Llámenos si necesita ayuda —asintió Ágata.
—Entendido.

La habitación permaneció en silencio una vez que Ágata se


marchó. Gala se recostó en la cama, pero le fue imposible
dormir. Todo lo que ocurrió ese día cruzó por su mente y
recordó lo nervioso que Dante estuvo cuando ella se lastimó.
La forma en la que la miraba a los ojos despertó sus
sentimientos.
Podía sentir el amor que él le tenía, pero ella no tenía el valor
para volver a empezar desde cero. A pesar de no poder volver
con él, aun así, le deseaba lo mejor. Por lo tanto, debía llegar al
fondo del asunto.
Dante tampoco podía dormir y se sentó en la oscuridad.
Había tanto silencio en la habitación que lo único que se
escuchaba era el sonido de su respiración. Las horas pasaron
poco a poco, pero él seguía despierto. Temía que al quedarse
dormido ya no despertara.
Era la primera vez que Dante perdía la vista por completo
desde que enfermó tres meses atrás. A pesar de que recuperó
un poco la vista, sintió que su vida estaba por acabarse. Se
sentía preocupado.

«Antes de morir, debo dejar todo bien arreglado. Debo


asegurarme de que mi familia, mi trabajo, mis hijos y Gala
sean bien cuidados. ¡Incluso cuando yo ya no esté!».

Dante creía que tenía todo bajo control, menos a Gala. No


sabía qué hacer con ella. Justo cuando estaba inmerso en sus
pensamientos, Fabio tocó la puerta.
—Ya regresé.
—Entra —respondió Dante.

Fabio se disculpó y entró con calma en la habitación.


Enseguida, le contó sobre la conversación que tuvo con Ágata.
—Era evidente que trataba de averiguar algo, pero no dije
nada.
—Le habrías contado si no te lo hubiera recordado, ¿no es
así?
Dante lo interrogó. Fabio agachó la cabeza y permaneció en
silencio. No se atrevía a mentirle ya que sabía que podía leer
su mente.
—Escucha. —En vez de culpar a Fabio, Dante le advirtió—:
No deseo que alguien me quiera por compasión. Una relación
basada en eso no tiene sentido y ¡no la necesito!

Fabio se arrodilló frente a él y suplicó por su perdón.

—Lo siento, Señor Licano. Por favor, perdóneme.

—En toda mi vida como empresario, he pasado por un


infierno, pero nada me hizo caer. Incluso ahora que estoy al
borde de la muerte, no tengo miedo porque viví toda mi vida
con dignidad. Así que, por favor, no me quites esa última pizca
de dignidad que me queda. ¿Me escuchaste? —dijo Dante con
tranquilidad, pero con un tono triste.
—Entendido. —Fabio seguía con la cabeza agachada y los
ojos se le llenaron de lágrimas.

Debió costarle mucho valor que este hombre egoísta


admitiera lo vulnerable que estaba en ese momento. Dante
debió confiar en Fabio por completo para hacerle ese
comentario. Esperaba que lo comprendiera y dejara de hacer
cualquier cosa que lo molestara en un futuro.
—Muy bien. —Dante suspiró profundo y dijo—: Te puedes
retirar.
—Lo siento mucho… —Fabio se disculpó con voz ronca y
salió de la habitación.
Después de suspirar, Dante volvió a la cama. Se sentía un
poco cansado y le dolía la espalda. De repente, recordó lo
débil que estuvo el Doctor Tao antes de morir. En ese
momento, se sentía igual de débil y enfermo.

«No puedo dormir. ¡Debo mantenerme despierto!».

Dante tuvo que recordarse a sí mismo que permaneciera


despierto ya que temía que pudiera morir mientras dormía.
Después de luchar contra el sueño durante un rato, se rindió
quedándose dormido.
En sus sueños, un sin número de demonios lo sujetaban desde
abajo como si trataran de aventarlo a un abismo. Se esforzó
por escapar, pero fue en vano. Su cuerpo estaba tan
entumecido que no tenía nada de energía para pelear. De
repente, a lo lejos escuchó la voz de Hernán:

—Sé fuerte, Dante. No puedes dejarte caer. Toda la Familia


Licano depende de ti.

Todos estos años, se presionó a ir más allá de sus límites, pero


en ese momento, ya no podía soportarlo más.

—¿Cómo te sientes? ¿Estás cansado? Ven, toma un descanso.


—La voz cariñosa de su padre apareció por otro lado.

Dante sabía que a su padre nunca le interesó el poder ni el


prestigio. Lo único que siempre quiso fue su felicidad. Sin
embargo, nunca tuvo la oportunidad de conocer ese amor y
cuidado, ya que murió muy joven.
Al crecer, Dante no tuvo otra alternativa más que cumplir con
las expectativas de Honorio y desempeñar todas las
responsabilidades como un Licano.

—Cariño, ven con mami. Ven aquí… —La voz compasiva de


su madre se escuchó después.
El amor y cuidado que le mostraron sus padres en su sueño lo
reconfortaron un poco. Deseaba con todas sus fuerzas dejar
todo atrás y no tener que preocuparse por nada. De repente,
todo tipo de voces resonaron en su oído:

—¡No debe dejarse caer, Señor Licano! ¡El Corporativo


Supremus y el Grupo Licano lo necesitan! ¡La Familia Licano
no puede sobrevivir sin usted!
—Nuestro sustento depende de usted, Señor Licano. ¡Nuestras
vidas están en sus manos!
Una vez más, esas voces le recordaron todas las
responsabilidades que debía asumir. Dante no se atrevió a
bajar la guardia. No tenía otra alternativa más que seguir
adelante. En su sueño, también vio la sonrisa inocente en el
rostro de sus hijos.

—¡Papi! ¡Papi!

El hombre se sintió mucho mejor después de ver esos rostros


encantadores y escuchar sus voces llenas de vida. De repente,
un par de manos amables lo tocaron. A continuación, la
persona le susurró al oído:

—No te preocupes, estoy aquí contigo. Estaré a tu lado toda la


eternidad cariño.

«Gala…».

Lo que Gala le dijo en su sueño le dio esperanza. La tomó de


las manos e intentó arrastrarse por el suelo. Sin embargo, de la
nada, ella retiró las manos y lo dejó caer al abismo.
Dante despertó sobresaltado de la pesadilla. Sus ojos se
abrieron de par en par ya que todavía no se recuperaba del
impacto. Cuando el sueño terminó, su mente se quedó en
blanco, pero el miedo siguió atormentándolo incluso después
de haber despertado.

Le llevó un rato tranquilizarse. Colocó su mano en la frente,


tratando de recuperar la compostura. Al mirar por la ventana
se dio cuenta de que ya había amanecido. Estaba lloviznando
y podía escuchar el ruido de los autos a la distancia.
Dante miró el reloj y vio que apenas eran las siete de la
mañana. Quería volver a dormir, pero algo parecía haberlo
impulsado, haciendo que abriera los ojos. Ahora ya podía ver.
De hecho, su vista era tan clara que podía ver todo a su
alrededor. A diferencia de lo débil y entumecido que estaba su
cuerpo la noche anterior, ahora se sentía lleno de energía.

«Falsa alarma. Puedo ver… No creo que vaya a morir pronto.


Al menos, no en este momento. ¡Gracias a Dios!».

Dante suspiró profundo y se levantó de la cama. No debía


perder tiempo ya que tenía que encargarse de todos los planes
posibles mientras pudiera.

—¡Papi! ¡Papi! —Liam, Kira y Dereck entraron a su habitación.


—Vaya. Bienvenidos a casa. —Dante se inclinó y extendió los
brazos para abrazarlos.

Mientras que Dereck y Kira corrían a sus brazos, Liam lo


observaba a la distancia con el ceño fruncido.
—Es hora de ir a la escuela. —Dante acarició la cabeza de
Dereck y Kira—. Están retrasados con un semestre, así que
¡deben trabajar duro para ponerse al corriente!
—¡De acuerdo, papi! —Dereck y Kira respondieron asintiendo
con la cabeza.
Liam permaneció en silencio. Un destello de confusión siguió
cruzando por sus ojos.
—Liam, ¿qué sucede? —preguntó Dante volteándolo a ver—.
¿No quieres ir a la escuela?

—¿No lo recuerdas, papi? Estoy aprendiendo mucho más


rápido de lo que la escuela me enseña, es por eso que tengo
un tutor privado —respondió el niño en voz baja.

Dante extendió los brazos y lo abrazó.


—¿No te aburres? Si es así, deberías ir a la escuela con
Dereck y Kira.
Liam lo interrumpió diciendo:

—Mañana iremos juntos. Habrá un festival en la escuela y


mami ya nos dio permiso para que Alfa, Beta y Gama nos
acompañen.
—¡Estoy muy emocionada! Me pregunto si les gustará nuestra
escuela —dijo Kira con una sonrisa—. Papi, ¿pueden
acompañarnos?
—Desde luego, mami ya les dio permiso. —Dante le dio un
beso a la pequeña. Luego, volteó a ver a Liam y le preguntó—:
¿Irás con ellos?
—Sí —respondió Liam. Acto seguido, volteó a ver a sus
hermanos—. Ustedes dos ya deberían irse.
—Oh no. ¡Llegaremos tarde! —dijo Dereck luego de ver su
reloj—. Señor David, ¡tenga listo el auto! Iré por mi mochila.
—¡Espérenme! —Kira salió de prisa de la habitación. Antes de
marcharse, se dio la vuelta y corrió hacia Dante para darle un
beso en la mejilla—. ¡Adiós, papi! ¡Adiós, Liam!
—Adiós, Kira. —Liam se despidió de ella.
—¿Desayunaron? —preguntó Dante.
—Sí, en casa de mami… —Los niños se pusieron las mochilas
y corrieron hacia el auto.
Una vez que se despidió de Dereck y Kira, Dante se puso en
cuclillas y acarició con ternura la cabeza de Liam.
—No te ves muy contento. ¿Todo está bien?

—Papi, ¿estás enfermo? —preguntó Liam—. Anoche no


podías ver nada, ¿no es así? Inventaste la historia porque no
podías leer las palabras del libro. ¿Estás enfermo? Dímelo
ahora. —Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
Dante miró a Liam y se quedó inmóvil.

«Así que eso es lo que le preocupa a mi pobre hijo. No merece


pasar por todo esto, solo tiene seis años…».
El pequeño se percató con facilidad de algo que ninguno de
los adultos notó. Además de eso, incluso se lo calló y le siguió
el juego para que nadie descubriera la verdadera condición de
su padre. Solo después de que todos se marcharan, al fin pudo
expresar su preocupación.

«Mi pobre niño, debió haber sufrido mucho».

—Niño tonto. —Dante fingió estar tranquilo a pesar del dolor


punzante en su pecho. Con una sonrisa, le dijo a Liam—:
Mírame. ¿Acaso no estoy bien? Puedo ver tu rostro
encantador y también puedo ver que llevas puesta una camisa
azul cielo y un chaleco azul. ¡Luces como todo un caballero!
¿Qué te hizo pensar que algo andaba mal con mis ojos?
—¿De verdad estás bien? —Liam agitó una mano frente al
rostro de su padre.
—En serio, estoy bien. —Reprimiendo su dolor, Dante lo tomó
de la mano y lo jaló en un abrazo—. Liam, solo tienes seis
años. Deberías ser igual de despreocupado que Kira y Dereck,
vivir tu vida sin preocupaciones. Deja los asuntos importantes
a los adultos.

El niño tenía un nudo en la garganta.


—Ya lo sé, pero es solo que no puedo dejar de pensar en ello.
Algunas veces, creo que ser tan inteligente no es algo tan
bueno. Es como si comprendiera todo lo que sucede, pero no
hay nada que pueda hacer.

Dante abrazó a su hijo con más fuerza. A decir verdad, solía


sentirse igual cuando era pequeño. Siendo un niño, vio pasar
de todo entre los adultos a su alrededor. Sin embargo, no tenía
el poder para poder proteger a sus seres queridos.

Hubiera sido mejor no saber nada y solo crecer como


cualquier otro niño inocente. Por desgracia, igual que Liam, el
pequeño Dante no podía dejar de preocuparse. Esos
sentimientos eran totalmente atormentadores.

—Liam, te protegeré sin importar lo que suceda —dijo Dante


con cariño acariciándole la espalda—. No debes temerle a
nada, ni preocuparte mientras yo esté a tu lado. Solo crece
feliz como cualquier otro niño, ¿de acuerdo? —Liam quería
decirle que sí, pero sabía que no podía hacerlo. Luego, el
hombre dijo persuadiéndolo—: Muy bien, jovencito. Debo
hacer algo, el Señor Marcial vendrá en un rato. ¿Por qué no
vas a jugar al jardín?

—Debo resolver unos asuntos, así que estaré estudiando. —


Liam fijó la mirada en su padre—. Si algo se presenta, ¿me lo
harás saber? Quizás pueda ayudarte.
—Ya fuiste de mucha ayuda. ¿Acaso ya lo olvidaste? El
Corporativo Supremus pudo crear varios productos
tecnológicos gracias a ti. —Dante acarició la cabeza del niño.
—Me refiero a… —Antes de que Liam pudiera terminar la
frase, se escuchó que tocaron la puerta seguido de la voz de
Fabio.
—¡Señor Licano! El Señor Marcial acaba de llegar.
—Llévalo al comedor. Estaré con él en un momento para que
desayunemos juntos —respondió Dante.
—Sí, señor. —Fabio bajó las escaleras.
—Bueno, debo irme. —Liam abrazó a su padre antes de darse
la vuelta y marcharse.

El pecho de Dante se estremeció mientras lo miraba alejarse,


aunque al mismo tiempo se sintió seguro de tener un sucesor.

«Al menos sé que el día que yo falte, el Grupo Licano estará


seguro en sus manos. Aun así, alguien tendrá que tomar las
riendas antes de que llegue ese día».

Ante ese pensamiento, Dante se puso serio.

«Debo estar muy bien preparado. Si Gala no regresa, necesito


mantener al Grupo Licano con vida por al menos doce años
más hasta que Liam cumpla dieciocho. Todavía falta mucho.
Tendré que sentar todas las bases antes de eso».

Acto seguido, se duchó con rapidez, se vistió y bajó las


escaleras para encontrarse con Marcial.

Mientras tanto, Liam se sentó frente a su computadora en el


estudio, averiguando el paradero de Gabriel. Sin querer,
descubrió por medio de David que Dante buscaba a alguien
llamado Julián, quien era amigo cercano de Gabriel.

«Debo encontrar primero al tío Gabriel».

Marcial se había estado recuperando en Villa Loto desde la


muerte de Honorio y casi nunca salía del lugar a menos que
Dante lo quisiera ver. Cuando este último se sometió al
tratamiento que duró dos meses, de vez en cuando se hacía
cargo.

A pesar de que no tenía idea de lo que pasaba con Dante,


imaginó que este último se había metido en problemas. Desde
su regreso, estuvo esperando que el hombre lo contactara.
Después de que Marcial recibiera la llamada de Fabio la noche
anterior, le fue imposible dormir. Podía imaginar que algo
importante estaba a punto de suceder. Fue por eso que se
apresuró a llegar a primera hora de la mañana. Por casualidad,
se encontró con los niños que acababan de llegar de Colina
del Jardín Norte y platicó con ellos por un momento. Verlos
subir por las escaleras en busca de su padre lo hizo sonreír.

«El Señor Honorio solía amar a los niños cuando vivía. Era
como si viera una luz de esperanza en su vida junto con el
futuro de la Familia Licano cada vez que se encontraba con
ellos».

En breve, se consoló a sí mismo con rapidez.

«No, deja de pensar en eso. El Señor Dante está bien, al igual


que la Familia Licano. Todo está perfectamente bien».
—Señor Marcial —dijo Dante saludándolo mientras bajaba las
escaleras usando un conjunto de ropa casual.
—Señor Dante —respondió Marcial poniéndose de pie. Sin
embargo, al darse cuenta lo delgado que estaba, frunció el
ceño—. Apenas pasaron dos meses desde la última vez que
nos vimos; ¿qué le sucedió?

—Mi plan de alimentación fue un éxito —bromeó Dante.

Marcial no se atrevió a reírse y levantando un poco la


comisura de los labios dijo:
—Me acabo de encontrar con los niños. Ya crecieron mucho.
Son unos pequeños encantadores.
—En efecto, crecen muy rápido.
Tan pronto como Dante se sentó, Magdalena, llamó a las
sirvientas para que sirvieran el desayuno. Marcial lo miraba
con atención.

—Me reuní con Ismael hace unos días. Me dijo que usted
regresó a trabajar desde hace dos semanas. ¿Cómo está? ¿Se
siente bien?
—Eso debería preguntárselo yo a usted. —Dante sonrió
levemente—. Ya no es tan joven, así que debería cuidar mejor
de su salud.
—Me siento bastante bien, pues ya llevo tiempo con mi
recuperación. Mi pierna mejoró mucho —dijo Marcial
sonriendo—. Por otro lado, usted perdió mucho peso.

Dante no respondió y solo bebió la taza de café en silencio. En


ese momento, Magdalena y las sirvientas regresaron con el
desayuno.

—Comamos. En un rato, podremos platicar en el estudio —


propuso Dante.
—Muy bien. —Marcial ya había perdido el apetito y su
expresión se volvió sombría.

Los dos compartieron un desayuno sencillo antes de dirigirse


al estudio. Para entonces, Magdalena ya les había preparado
un poco de té y frutas. Al ver que entraban, se disculpó y se
retiró. Fabio condujo a Marcial a la habitación y se paró junto
a él. En la mesa había una pila de documentos. Después de
entregárselos a Marcial, Dante dijo:

—Mire esto. —Marcial tomó los documentos.

Una vez que los revisó, sus ojos se abrieron con sorpresa de
par en par.

—Señor Dante, ¿qué quiere decir esto?

—Platiqué con su doctor. Goza de muy buena salud y vivirá


otra década siempre y cuando nada grave le suceda.
—Dante bebió un sorbo de café antes de continuar—. Es por
eso que le pedí al Señor González que redactara un
testamento para mí. En caso de que algo me llegue a suceder,
usted tendrá la custodia de mis tres hijos. Quiero que cuide
bien de ellos.

—Señor Dante… —Marcial entró en pánico y las manos le


comenzaron a temblar—. ¿Qué rayos está pasando? No me
asuste de esa manera.

—Nada —respondió Dante con una sonrisa leve y fingiendo


indiferencia—. Esto es solo un plan de respaldo.
—¿Un plan de respaldo? ¿Para qué? —preguntó Marcial con
inquietud—. Aún es muy joven y ¡el destino del Grupo Licano
depende de usted! Todavía no se puede ir. —La respiración
del anciano se volvió irregular. Fabio le dio con rapidez sus
medicamentos. Sin atreverse a perder el control con Dante, el
hombre golpeó a Fabio en la nuca diciendo—: ¿Qué rayos
sucede aquí? Más vale que me expliques todo fuerte y claro.
Fabio no se atrevió a decir una palabra.
—No se desquite con él —dijo Dante con tranquilidad—. La
verdad es que tengo una enfermedad incurable y no sé cuánto
más vaya a vivir. Esa es la razón por la que redacté ese
testamento, solo en caso de que algo suceda.

—¿Cómo? —Marcial se quedó atónito y volvió en sí después


de un largo rato—. ¿Qué enfermedad incurable? Señor Dante,
¿acaso está bromeando? N… N… No le haga eso a un anciano
como yo. A esta edad no seré capaz de soportarlo.
—No estoy bromeando —respondió Dante con frialdad—.
¿Recuerda a Carolina Carranza?
—Se refriere a la hija mayor de Tomas Carranza, ¿verdad? Sí,
la recuerdo. ¿Por qué la menciona? —respondió Marcial con
inquietud.

—Después de que la desenmascaré frente al abuelo, le lanzó


un poco de veneno a Gala, pero yo lo recibí en su lugar. —
Dante recordó el incidente con calma y suspiró—. Antes de
que la policía se la llevara, me miró con malicia diciendo que
pronto la acompañaría. Al principio, le resté importancia y fue
hasta después que supe a qué se refería. Nunca pensé que el
veneno fuera tan letal y que enfermaría por unas cuantas
gotas en mis ojos.
—¿Cómo pudo pasar eso? ¡Qué mujer tan mala! —Marcial
temblaba de furia—. ¿Ya habló con el Doctor Tao? Es un
experto en sustancias tóxicas, ¿no es así? Si pudo curar a Gala
y a Kira, estoy seguro de que podrá ayudarlo…

—Es demasiado tarde —dijo Dante interrumpiéndolo—. El


Doctor Tao murió.

Marcial se quedó inmóvil y sorprendido.


—¿Murió? ¿Cuándo pasó?
—Hace unos días. Gala y yo lo enviamos después de
ocuparnos de todo lo necesario. Esa es la razón por la que ya
nadie puede curarme.
—¿Cómo puede ser eso posible? —Marcial se negaba a
aceptar la verdad—. No, debe haber otra forma.

—Hay un hombre llamado Julián, él solía ser el aprendiz del


Doctor Tao. Llevamos tiempo buscándolo, pero no tenemos ni
una pista de su paradero —intervino Fabio.

—No desistan, mientras haya esperanza —insistió Marcial—.


Conozco a Julián. Es un amigo cercano a Gabriel Lobo. Si se
ponen en contacto con Gabriel, podrán dar con Julián.

—Lo hemos estado tratando de localizar, pero también está


desaparecido —respondió Fabio en voz baja.

—¿Qué tan inútiles pueden ser? ¡Ni siquiera pueden localizar a


un hombre! —Marcial estaba tan enojado que golpeó a Fabio
en la entrepierna—. Los entrené a Bryan y a ti, ¿esto es todo
lo que son capaces de hacer?
—Lo siento, Señor Marcial.
Fabio bajó la mirada con vergüenza. En efecto, sentía bastante
remordimiento después de que Marcial lo regañara y se
despreció a sí mismo al no ser capaz de encontrar a Julián. De
otro modo, todos sus problemas se habrían resuelto desde
hace bastante tiempo. El anciano fijó la mirada en Fabio antes
de voltear a ver a Dante.

—Por cierto, ¿no recibió un tratamiento durante los dos meses


que desapareció? ¿No se le ocurrió al Doctor Tao alguna
manera de curarlo?
—El Doctor Tao acompañó en todo momento a la Señorita
Lobo en Páramo, así que tuvimos otro equipo de doctores que
nos ayudó… —respondió Fabio.
—¡Cállate! —Dante lo interrumpió con una mirada—. De
repente, te volviste muy valiente, ¿no es así? ¿Cómo te atreves
a interrumpirme mientras platico con el Señor Marcial?

—Lo siento mucho. —Fabio dio un paso atrás de inmediato,


temeroso de decir algo más.
—¡Debió lograr que el Doctor Tao lo ayudara! ¿Por qué no lo
hizo? —preguntó Marcial con desesperación—. ¿Gala sabe
que fue envenenado?

—No lo sabe. —Dante se apresuró a dar una explicación—: A


Kira también la envenenaron y necesitó al Doctor Tao. No
había manera que lo trajera conmigo para que me atendiera
en vez de ellas.
—¡Pero pudieron haber recibido el tratamiento todos juntos!
No debieron irse a Páramo. Los tres debieron permanecer
juntos, ¡para que ninguno se quedara sin el tratamiento del
Doctor Tao!
—El Doctor Tso era un hombre viejo; no le hubiera sido
posible manejarlo. Se desmayó justo después de atender a
Gala y Kira. Si también me hubiera atendido, ninguno de los
tres lo habría logrado.
—Pero…
—Ya fue suficiente, Señor Marcial. —Dante lo interrumpió—.
Ya es muy tarde. No tiene sentido volver al pasado.
—De acuerdo. —Marcial agachó la cabeza, optando por no
decir más a pesar de sentir un poco de resentimiento hacia
Gala.
El anciano se negó a creer que el doctor no fuera capaz de
curar a una persona más y culpaba en secreto a Gala por la
condición actual de Dante.
—Le pedí que viniera porque quiero dejar a la Familia Licano
en sus manos —dijo Dante con seriedad—. Fabio y Bryan han
permanecido a mi lado por muchos años, pero les falta un
largo camino por recorrer en comparación con usted. Sin
duda, usted tiene la capacidad de tomar el mando. El único
problema es que puede parecer menos convincente debido a
su identidad, así que encontraré una forma de cambiar eso.

—Lo comprendo. —Marcial ya no se negó a su decisión—.


Haré todo lo que esté en mis manos para cumplir su voluntad
y proteger a la Familia Licano mientras viva.

—Eso era lo que quería escuchar. —Dante se sintió bastante


aliviado—. Cuide su salud y por favor no muera hasta que los
niños hayan crecido.
—De acuerdo —asintió Marcial con los ojos ligeramente
enrojecidos.
—Ya puede marcharse. Me reuniré con Ismael en breve. —Las
comisuras de los labios de Dante se curvaron en una
sonrisa—. Cuídese, me pondré en contacto con usted cuando
haya hecho los arreglos necesarios.
—Entendido. —Marcial fijó la mirada en el hombre joven
delante de él. Quería decir algo más, pero al final se contuvo.

—Ve a despedir al Señor Marcial —ordenó Dante a Fabio.


—Sí, señor. —Acto seguido, Fabio condujo a Marcial afuera.
—Llévame a dar un paseo por el jardín ya que Ismael todavía
no llega. Al Señor Honorio le encantaba sentarse ahí. —
Marcial no pudo evitar sentirse triste al mirar el jardín.
—Desde luego, pero está lloviendo. Permítame un momento
mientras le digo a alguien que me dé un paraguas.
Poco después, Fabio condujo a Marcial al jardín sosteniendo
un enorme paraguas negro. El lugar estaba bien cuidado por
el jardinero y lucía increíblemente bello, pero Marcial no podía
disfrutar la vista, entonces preguntó con seriedad:

—Dime la verdad. ¿La enfermedad del Señor Dante es muy


grave?

—Hace tres meses descubrimos el problema. Antes de eso,


experimentó en ocasiones visión borrosa y mareos. Pero
anoche, perdió por completo el sentido de la vista por algunas
horas. Según el doctor, es porque el veneno llegó al cerebro y
afectó sus nervios sensoriales.

Luego, Fabio añadió con tristeza.

—Nos aferramos al último rayo de esperanza cuando fuimos a


ver al Doctor Tao. En ese momento, apenas podía mantenerse
de pie, pero nunca se olvidó de la enfermedad del Señor
Dante e incluso logró empezar a escribir una receta durante
sus últimos momentos. Por desgracia, no pudo terminarla. Sin
embargo, antes de dar su último aliento, el Doctor Tao nos
dijo que su aprendiz Julián podría entender la receta
inconclusa y así curar al Señor Dante. Esa es la razón por la
que hemos estado haciendo todo lo posible por encontrarlo,
pero todavía no hay noticias sobre su paradero.

—Yo también pensaré en algo. —Marcial frunció el ceño—.


No podemos rendirnos mientras tengamos la oportunidad, sin
importar lo pequeña que sea.
—Así es —asintió Fabio—. Nunca nos hemos rendido y
hemos hecho todo lo que está en nuestras manos para
encontrar una cura.

—El Señor Dante es lo único que la familia tiene en este


momento. Si llegara a faltar, sería el final de un legado de cien
años de la Familia Licano… —Los ojos de Marcial se llenaron
de lágrimas mientras hablaba—. Le prometí al Señor Honorio
que cuidaría del Señor Dante. ¿Cómo voy a enfrentarlo si algo
le sucede a su nieto?

Fabio miró hacia abajo abatido, inseguro de qué más decir. De


repente, los rugidos del motor de un automóvil se podían
escuchar desde afuera. Fabio miró hacia atrás y con rapidez
recordó.

—El Señor Macías está aquí. Lo acompañaré a su vehículo


ahora.
Marcial asintió.
—Está bien. Puede seguir adelante. Conseguiré que mis
hombres me ayuden.

Desde el fallecimiento de Honorio, todos los guardaespaldas y


sirvientas responsables de servirlo recibieron la orden de
cuidar de Marcial. Sin embargo, Marcial envió la mitad de
ellos a Dante, dejando solo unos pocos empleados a su lado.

Creía que un viejo sirviente como él no requería el cuidado de


tanta gente. Aun así, Dante lo respetaba mucho y se aseguró
de que se le diera la misma cantidad de atención que Honorio
solía recibir. En ese momento, Fabio dejó a Marcial en manos
de Carlos, los vio irse y luego fue a recibir a Ismael.

Cuando Ismael salió del auto y vio el auto de Marcial, se


inquietó. Tirando de la manga de Fabio, preguntó en voz baja:

—¿Por qué el Señor Licano me llamó? ¿Sucedió algo


importante?

Todos estos años, Dante se reunía con él en la compañía o en


cualquier otro lugar afuera, independientemente de cuán
grave fuera el problema. Dado que era la primera vez que era
invitado a la residencia de Licano, no pudo evitar temer lo
peor.

—Lo descubrirá cuando se reúna con él —respondió Fabio de


manera respetuosa—. Por este lado, por favor.

Magdalena trajo una olla fresca de té cuando Ismael llegó al


estudio con Fabio. Dante se sentó con las piernas cruzadas en
el sofá, mirando el documento en su mano. Al escuchar los
sonidos de los pasos, levantó la vista y sonrió.

—Bienvenido, Señor Linares.


—¿Cuál es la ocasión hoy, Señor Licano? ¿Por qué de repente
me llamó a su casa? —Ismael se sintió enfermo de aprensión.
—Toma asiento. —Dante hizo un gesto hacia el sofá.

Mientras Ismael se sentaba frente a él, Magdalena colocó la


tetera en la mesa de café antes de salir de la habitación.
Ismael estaba a punto de tomar la tetera cuando notó el
documento sobre la mesa y se intensificó la inquietud que lo
roía.
—Esto es para ti. —Dante le entregó el documento—. Échale
un vistazo.

Las manos de Ismael que se extendían para servirse una taza


de té se congelaron de inmediato. Después de ponerse las
gafas de lectura, leyó el documento.

—¿Qué es esto, Señor Licano? ¿Qué está haciendo,


redactando un testamento a una edad tan temprana y
pidiéndome que asuma su posición como jefe del Corporativo
Supremus? —exclamó en estado de impresión.

—Revísalo con cuidado. —Dante le recordó con una sonrisa—


. Dice que tomarás mi lugar si algo me sucede. En cuanto a la
sede en Nación M, Marcial permanecerá a cargo, mientras
que usted lo ayudará.

—¿Qué demonios está pasando? —Ismael estaba en un


frenesí de ansiedad—. El Grupo Licano ha estado creciendo
de manera constante, ¡y está en el apogeo de su carrera! ¿Por
qué redactó un testamento de manera tan repentina?
—Lo estoy haciendo por si acaso. —Dante no tenía intención
de decirle la verdad—. La vida está llena de sorpresas. Nadie
sabe lo que podría pasar mañana, ¿verdad?
—Pero...
—Lee el documento con cuidado y dime lo que piensas —
Dante lo cortó—. Si tienes alguna objeción, haré que mi
abogado lo enmiende. Si aceptas los términos, entonces todo
está resuelto.
—Yo...

Presa del miedo, Ismael no podía quedarse quieto. Tenía la


clara sensación de que algo le debía haber pasado a Dante,
pero también sabía que no tenía sentido preguntar. Si este
último hubiera querido decirle la verdad, lo habría hecho.

Él y Marcial eran diferentes. Marcial había vivido con los


Licano toda su vida y era un conocido cercano de Dante a
pesar de ser un sirviente, mientras que la relación de Ismael
con Dante era únicamente profesional. Por lo tanto, Ismael era
consciente de que había algunas cosas que Marcial podía
saber, pero no él.

—Está bien. Lo revisaré.

Dejando a un lado sus dudas, procedió a echar un vistazo


adecuado al documento. Mientras lo hacía, un subordinado
llevó a dicho abogado a la habitación, quien lo saludó a él y a
Dante antes de tomar nota de cualquier cosa que Ismael
quisiera enmendar en el testamento. Dante bebió su té,
esperando con paciencia a Ismael. Un rato después, Ismael
habló de manera sombría.

—He revisado todo. No tengo ningún problema con nada de


lo mencionado en el documento; es solo que los términos
parecen favorecerme demasiado. He trabajado durante diez
años, pero planeas darme el diez por ciento de las acciones de
la compañía. No tiene que hacerlo, con sinceridad. Haría todo
lo posible para salvaguardar el Corporativo Supremus incluso
sin estas acciones.
Ismael sacó un bolígrafo y tachó la cláusula relacionada con
su recepción de las acciones.

—Por favor, elimine esta cláusula o no aceptaré sus términos


—declaró con seriedad.

—Salvaguardar el Corporativo Supremus no es tarea fácil —


respondió Dante de manera seria—. La compañía está
operando de manera constante conmigo ahora, por lo que
sería fácil para ti tomar mi lugar. Pero esto solo entrará en
vigor cuando me haya ido y también es cuando el Grupo
Licano se verá envuelto en disturbios. Te enfrentarás a
grandes desafíos por delante y tu vida podría incluso estar en
peligro. Es por eso por lo que, darte el diez por ciento de las
acciones en verdad no es tan importante.

—¿Pero darme estas acciones significa que no tendré que


lidiar con todos los desafíos que se me presenten? —Ismael
preguntó a cambio—. Pase lo que pase, de manera eventual
sucederá y ninguna cantidad de acciones que me dé va a
cambiar eso. Mis dos hijas se han casado y en la actualidad
viven en el extranjero. Lo están haciendo bien y ya no
necesitan mi dinero, así que no sabría qué hacer con las
acciones de todos modos. De hecho, más personas podrían
tener sus ojos en mí debido a estas acciones, lo que solo
pondría mi vida en mayor peligro. Dejará que un anciano
como yo viva unos años más, ¿verdad?

Dante vaciló un poco al escuchar eso. En verdad no pudo


encontrar una manera de insistir, dada la forma en que Ismael
estaba rechazando las acciones.

El Corporativo Supremus había pasado por pruebas y


tribulaciones de todo tipo durante los últimos años. Mientras
que algunas personas habían crecido para ser parte de la
compañía, otras se habían ido, todas excepto Ismael. A pesar
de que los dos hombres se peleaban de manera constante
entre sí, Ismael siempre estaba cerca cuando se trataba de la
crisis.

—Gracias.

Esa fue la única forma en que Dante podía expresar su


gratitud.

—No, debo agradecerle por contribuir tanto a la tecnología


moderna —comentó Ismael—. La gente común como yo no
tiene forma de popularizar los productos tecnológicos a través
del comercio, pero usó sus propias habilidades y poder de
mercado para permitir que un anciano como yo hiciera mi
parte.

—Todo es gracias a nuestro esfuerzo combinado. —Dante


sonrió—. Si no quieres las acciones, dime lo que quieres. Haré
todo lo que pueda para cumplir con su solicitud.

—No hay nada que quiera en este momento, pero no me


contendré cuando haya pensado en algo. —Ismael se puso de
pie—. Bueno, si eso es todo, me iré ahora. Tenemos un nuevo
producto para probar y tengo que estar allí.
—Adelante. —Dante asintió y se volvió hacia Fabio—. Lleva al
Señor Linares fuera.

—Sí, señor. Por este lado, Señor Linarez.

Cuando Ismael se levantó y caminó hacia la puerta, de


repente recordó algo y se volvió hacia Dante.

—Por cierto, Señor Licano, me gustaría encontrarme con


Liam en privado si eso está bien con usted. Creo que es muy
talentoso y me encantaría discutir algunos asuntos
relacionados con la tecnología con él.

—En realidad, él está en casa en este momento. Te lo dejo a ti,


Fabio.

Dante estaba más que feliz de dejar que Ismael conociera a


Liam. Después de todo, tenerlo guiando al niño en persona no
era más que una buena noticia.

—Sí, señor. —Fabio de inmediato llevó a Ismael con Liam.

Mientras tanto, el abogado, René Gutiérrez, le mostró a Dante


una versión electrónica actualizada del testamento.

—Échele un vistazo, Señor Licano. ¿Hay algo más que


requiera enmienda?

Dante miró la pantalla.


—Déjalo como está por ahora. Además, quiero que elabores
un acuerdo complementario que nadie más aparte de ti y yo
debería conocer.

—Entendido.
—Este será el contenido del acuerdo: En caso de mi muerte,
todas mis propiedades se dividirán por igual entre Gala Lobo
y mis tres hijos.

René anotó todo lo que Dante había descrito. Mientras tanto,


Liam estaba trabajando en su último invento cuando Ismael
apareció. El niño de inmediato se puso de pie para saludar al
hombre y los dos comenzaron a conversar. Con Magdalena
cuidando al niño, Fabio bajó las escaleras para regresar con
Dante. De repente, un subordinado se acercó corriendo hacia
él.

—Fabio, alguien llamado Señorita González está aquí y ella


está solicitando encontrarse con el Señor Licano.
—Oh... —Fabio se espació por un momento—. ¿Nancy
González?

—Sí, ese es su nombre.

El subordinado había permanecido en la villa durante un largo


plazo, por lo que no conocía a Nancy.

—Dame un momento. Iré a hablar con el Señor Licano.


—Está bien.
Fabio se dirigió de manera apresurada al estudio de Dante.
Para entonces, René había terminado de redactar el nuevo
acuerdo complementario y estaba dejando que Dante lo
aprobara.

—Señor Licano, la Señorita González está aquí, —informó


Fabio—. Ella está esperando afuera en el patio.

—¿Cómo encontró este lugar? —Dante frunció el ceño.

—No lo sé —respondió Fabio con torpeza—. Pero supongo


que su residencia no es un secreto tan grande para aquellos en
el mundo corporativo. Pueden encontrarlo si se esfuerzan lo
suficiente.

Dante se quedó en silencio durante unos segundos antes de


instruirle:

—Dile que tome asiento en el jardín. Iré allí en un momento.


—Sí, Señor. —Fabio con rapidez hizo lo que se le dijo.

Después de verificar el acuerdo y dejarle a René algunas


palabras más, Dante se cambió de ropa y se dirigió al
comedor del jardín.
Nancy se sentó en la silla con elegancia, con los ojos abatidos
como si estuviera profundamente pensativa.

—Señorita González, —Dante saludó mientras se acercaba y


la mujer saltó a sus pies en respuesta.

—¡Señor Licano! Lo siento terriblemente por molestarlo.


—¿Cómo supiste dónde vivo? —preguntó con una sonrisa.

—Me enteré por otras personas, —respondió Nancy,


sintiéndose un poco avergonzada—. Lo siento. Sé que no está
bien, pero yo...

Incapaz de continuar su oración, se mordió el labio,


avergonzada. Dante entendió lo que quería decir. Se llevaron
bien durante su reunión en ese entonces, hasta que Luinyer
apareció y arruinó todo. Después de eso, dejó de responder a
sus mensajes de texto o de atender sus llamadas. Por eso no
pudo esperar más y se acercó.

—Me siento mal por el hecho de que nuestras últimas dos


reuniones se hayan interrumpido, así que déjame invitarte a
una comida hoy. Puede decidir a dónde ir, —ofreció Dante
con gracia.

—¿En serio? —Nancy estaba eufórica—. ¿Qué tal aquí en su


casa? ―preguntó vacilante.

—Tenemos invitados aquí y los niños están cerca, por lo que


no es demasiado conveniente en este momento. —Dante la
rechazó de manera directa—. Le gusta el mar, ¿no? Vamos allí
en su lugar.

—Claro. —Nancy asintió de manera ferviente. Incluso si


Dante hubiera negado su solicitud de cenar en su casa, el
hecho de que estuviera dispuesto a llevarla al mar significaba
que tendría mucho tiempo a solas con él.
Dándose la vuelta, Dante ordenó:
—Fabio, ve y haz los arreglos.
—Entendido, señor. —Fabio se fue de inmediato.
—Vamos.

Después de informar a Magdalena de sus actividades, Dante


entró en el auto con Nancy. Liam frunció el ceño cuando los
vio a través de su ventana desde arriba.

—¿Quién es esa mujer? —le preguntó a la criada a su lado.


—Parece ser amiga del Señor Licano —respondió la criada.

Ismael solo necesitó una mirada para reconocer a la mujer.


—Esa es la Señorita González de Kentia. Es la joven
vicepresidenta del Grupo Peñasco. En los últimos dos años, se
ha vuelto muy popular en el mundo corporativo.
—Oh. —Liam no dijo nada más.

—No te preocupes por los asuntos de los adultos, —comentó


Ismael con una sonrisa—. Ven, sigamos donde lo dejamos.
—Está bien. —Liam dejó de lado sus pensamientos y reanudó
su discusión con Ismael sobre su último invento.

Mientras tanto, el auto de Dante se dirigía en dirección hacia


la montaña en dirección al Mar del Sur. Dentro del vehículo, la
jovial Nancy habló sobre algunos temas ligeros con Dante. El
hombre respondía de manera breve de vez en cuando, hasta
que llegaron al tema del Proyecto Gimnasio en Pilares.

—¿Supongo que Sir Freddy se acercó a usted en los últimos


dos días? —preguntó.
—Lo hizo. —Ella asintió—. Los términos eran en extremo
favorables y él esperaba que yo invirtiera en ello. Pero lo
rechacé.
—¿Eh? ¿Por qué? —Dante estaba un poco desconcertado.

—Si fuera solo una cuestión de rivalidades comerciales


habituales, ciertamente no habría dejado pasar la oferta, —
respondió Nancy con franqueza—. Pero esto tiene algo que
ver con la Señorita Lobo. Ella es su esposa y no quiero
causarle ningún problema por eso.
—Bueno, no es como si fuera un gran problema... —Dante se
sintió un poco culpable―. Pero, aun así, gracias.

—Para nada. Esto es solo una cuestión de mis propios


principios. No tiene nada que ver con usted. —Nancy
sonrió—. Además, nunca me lo has mencionado. Solo no
quería enredarme con eso.
—Ya veo —respondió.
—Señor Licano, la verdad es que vine hoy a...

Un auto blanco pasó junto a ellos antes de que Nancy pudiera


terminar su sentencia.
Dante de manera instintiva miró en su dirección.
«¡Ese es el Bentley blanco de Luinyer!».

—¡Dale la vuelta al auto! —ordenó de inmediato con las cejas


fruncidas.
—Sí, señor. —El subordinado con rapidez hizo un giro en U.

Nancy se quedó quieta por un momento antes de preguntar:

—¿Olvidó algo, Señor Licano? —El asombro era evidente en


su voz.
—Lo siento, pero no creo que pueda invitarla a una comida
hoy. —Todavía frunciendo el ceño, Dante dijo—: La dejaré en
el camino por delante. Pospondremos nuestra reunión.

—Pero... —La mujer quería decir algo, pero sostuvo su lengua


en el último momento. Tratando de ser comprensiva, ella
respondió—: Está bien; Entiendo. Cuide de sus asuntos.
Recuerde contactarme cuando haya terminado.

—Está bien, —respondió Dante con pesar—. Te llamaré.


—Claro. —Nancy sonrió con calidez—. Siempre manejó bien
sus emociones, sin importar la situación.

Cuando el auto se detuvo al frente, se bajó y entró en su


propio vehículo estacionado al borde de la carretera. El auto
de Dante se dirigió de regreso a la montaña en dirección a
Colina del Jardín Norte. Cuando Nancy se paró al costado de
la carretera y vio cómo el vehículo del hombre se alejaba a
toda velocidad, una mirada de decepción reemplazó poco a
poco la sonrisa en su rostro.

Esa era la tercera vez que su cita con Dante era interrumpida
a mitad de camino y siempre, era por Gala.

—Creo que ese era el auto de Sir Luinyer, —dijo su


subordinado—. De manera probable, la Señorita Lobo vive en
Colina del Jardín Norte. El Señor Licano probablemente
regresó después de ver que Sir Luinyer estaba a punto de
encontrarse con ella.
—Lo sé.
La cara de Nancy se oscureció y ya no podía ocultar la
oscuridad en sus ojos.

—Entonces... —El subordinado la miró con cautela.


—Esperaremos aquí mismo a que Sir Luinyer baje, —ordenó
mientras subía al auto.
—Sí, señorita.

Cuando Gala se despertó por la mañana, su mano continuaba


doliendo de manera terrible. Con la ayuda de Ágata, se
refrescó y se vistió antes de bajar las escaleras juntas para
desayunar. La casa estaba en silencio ya que Jade había
llevado a los tres niños a la montaña para jugar. Por alguna
razón, Gala no podía acostumbrarse.

—Debería beber menos café, señorita Lobo. No es bueno para


el estómago. Ágata recordó con amabilidad.
—Ahora me siento adormilada porque no descansé bien
anoche. —Gala se frotó las sienes—. Necesito un impulso de
energía ya que tengo que lidiar con un asunto hoy.
—¿Un asunto? ¿Es importante?

Ágata estaba bastante sorprendida ya que no había mucho


más que hacer aparte de cuidar a los niños.

—Incluso si no vas a buscar problemas de manera activa, los


problemas encontrarán su camino hacia tu puerta.

Gala miró con atención su teléfono. Ella había recibido una


llamada perdida de Freddy temprano en la mañana, pero aún
no había devuelto su llamada. Por lo tanto, ella tenía la
sensación de que él pronto aparecería en su puerta.

—Qué problema...

—Señorita Lobo, Sir Freddy ha llegado, —anunció con rapidez


una guardaespaldas antes de que Ágata pudiera indagar más.
—¿Cuántos hombres trajo consigo? —preguntó Gala.
—Tres subordinados. Sir Luinyer no está con ellos.
—Déjalos entrar.

Gala bajó sus cubiertos y le disparó a Ágata una mirada. Con


eso, esta última reunió de manera inmediata algunos
refuerzos y los puso en alerta. Freddy había roto por completo
la relación cuando ordenó a sus hombres capturar a Gala justo
después de que ella se fuera.

Como tuvo la audacia de aparecer ante ella de nuevo, Gala


tenía que levantar la guardia. La entrada al patio se abrió y el
Bentley blanco se abrió paso. Ágata trajo a un grupo de
personas para darles la bienvenida. Las puertas del auto se
abrieron y Freddy se bajó con tres subordinados.

—¡Gala! Seguro que me tomó un tiempo encontrar este lugar,


—dijo, con una sonrisa gentil en su rostro.

—¡Mucho tiempo sin verlo, Sir Freddy! —Gala permaneció


sentada en el sofá de la sala de estar y miró al hombre con
frialdad—. No pensé que pasaría tanto tiempo encontrando su
camino aquí. ¿A qué le debo el placer?
—¿No puedo pasar por allí para verte como tu mayor?
Barriendo su mirada a través de su entorno, Freddy de
manera evidente se relajó cuando notó que apenas había
guardaespaldas alrededor.

—¿Los niños no están en casa? No es de extrañar que tu lugar


parezca mucho más tranquilo.

Sabía lo mucho que la seguridad de los niños le importaba a


Gala. La mujer siempre tenía un gran grupo de
guardaespaldas acompañando a los niños cada vez que salían.

En ese momento, solo tres guardaespaldas permanecían en la


villa.

—Puede dejar de mirar a su alrededor ahora. —Gala vio a


través de él—. Incluso solo tres de ellos son más que
suficientes.

Freddy se aclaró la garganta y sonrió con timidez.

—¡No hay necesidad de ser tan hostil! Vine aquí para discutir
el proyecto, no para comenzar una pelea.
—Su memoria parece ser bastante deficiente, —comentó con
una sonrisa—. ¿No fue usted quien ordenó a esos hombres
que me capturaran hace un tiempo?

—Solo la estaba invitando a regresar a nuestra mansión.


Luinyer no podía soportar perderte, —declaró de manera
descarada—. Es paranoico asumir que le iban a hacer daño.
Gala se burló.
«Qué viejo tan pretencioso».

—¿Y bien? ¿No me va a invitar? —Freddy arqueó una ceja.


—Por supuesto que sí. Por este lado, por favor, —respondió,
haciendo un gesto.
Cuando Freddy entró, Ágata se interpuso en el camino de sus
subordinados. Los hombres altivos estaban a punto de entrar
a la fuerza cuando Freddy les disparó una mirada. Con eso, se
retiraron y esperaron afuera de la puerta.

Dos guardaespaldas femeninas mantuvieron sus ojos en ellas,


mientras que Ágata vigilaba a Gala dentro del edificio. Sin que
Freddy lo supiera, había otros dos guardaespaldas en alerta
arriba.

—Vamos, ahora, Gala. No hay necesidad de ser tan


antagónica hacia un anciano, ¿verdad? —Freddy comenzó a
jugar bien tan pronto como se sentó—. ¡Gabriel y yo somos
tan buenos amigos, después de todo!

—Ahorre sus palabras. —Gala no iba a tolerar ninguna de sus


tonterías—. Si tiene algo que decir, vaya al grano.
—Está bien. —Asintió con los labios fruncidos—. En ese caso,
dejaré de andar por las ramas. ―Luego, colocó un documento
sobre la mesa—. Una vez que firmen esto, no nos deberemos
nada el uno al otro, ni tendremos nada que ver el uno con el
otro nunca más.

La mujer tomó el documento y lo miró antes de burlarse.


—¿Qué audacia la suya al pedirme que me retire del proyecto
así? ¿Qué pasa con mis veinte mil millones de inversión? ¿Es
eso dinero gratis para usted?

—El hecho de que incluso pudiera invertir en el proyecto en


primer lugar fue gracias a los arreglos de Luinyer en privado,
de todos modos y también se ha beneficiado de ello, —dijo
Freddy con naturalidad—. Además, fue su culpa que la boda
fuera cancelada y esto ha causado daños irreparables a la
familia Bernard, así como al bienestar mental de Luinyer.
Veinte mil millones no es demasiado pedir, ¿no cree?

Ágata se enfureció mientras escuchaba sus palabras. Si Jade


estuviera cerca, habría maldecido al hombre en voz alta por
ser desvergonzado.

—¡Ja! —Gala se burló—. En primer lugar, nunca he ganado


nada del proyecto. En segundo lugar, creo que no soy la única
responsable de la cancelación de la boda. ¿Ha olvidado todas
las cosas desagradables que hicieron Lady Frida y Patricia? De
hecho, debería agradecerme por salvar su reputación al
mantener todos estos incidentes en secreto.

—Patricia fue la que estaba detrás de todos esos asuntos.


¿Qué tiene que ver mi esposa con ellos? —Freddy negó que
Frida planeara todo el asunto—. ¿Y qué quiere decir con eso?
¿Me está amenazando?

—Esperaba que pudiéramos separarnos de manera amistosa,


pero usted es el que alberga intenciones maliciosas. No me
culpe por tratarlo de la misma manera entonces. —Gala
arqueó una ceja y replicó—: Si quiere que me retire del
proyecto, claro, puedo hacerlo. Pero solo si me devuelve mi
inversión. De lo contrario, ¡por favor váyase!

—Estoy sorprendido por el terrible estado en el que se


encuentra la Corporación Lobo, —comentó Freddy de manera
burlona—. Pensar que incluso estás peleando por apenas
veinte mil millones. ¡Supongo que el Señor Lobo está al final
de su imperio ahora!

—No importa si son veinte mil millones o solo veinte. Lo que


es mío siempre será mío y nadie puede quitármelo. —Gala
apretó los dientes—. Además, mi hermano volverá. ¡Solo
espera!
Al escuchar eso, Freddy no pudo evitar tensarse un poco.
«¿Hay una nueva pista sobre el paradero de Gabriel? No, eso
no puede ser. Los Lobo están disminuyendo ahora. Se
rumorea que murió en una explosión mientras estaba en el
mar, ¡así que no hay forma de que regrese!».
Al pensar en eso, continuó amenazando a Gala:

—Hablaremos de eso cuando regrese. Pero por ahora, será


mejor que firmes este contrato o de lo contrario...

—¿O qué? —ladró la mujer, levantando una ceja de manera


altiva.

—Ahora estás sola. Puedo hacer lo que quiera contigo y ni


siquiera necesito hacerlo yo mismo. —Freddy se burló—. ¿En
verdad crees que algunas guardaespaldas femeninas podrán
protegerte?
—Tú...

—Ellos no pueden, pero yo sí.

De repente, una voz fría y digna vino del exterior. Freddy se


congeló de manera momentánea antes de girar la cabeza, solo
para ver a Dante caminando hacia la casa con una expresión
helada en su rostro.

—Dante...

El hombre mayor se puso espantosamente pálido en un


instante. Había ido a buscar a los otros accionistas después de
separarse del Corporativo Supremus en malos términos, pero
nadie más se había atrevido a ceder sin el permiso de Dante.

Fue por eso por lo que tuvo que recurrir a coaccionar a Gala
en su lugar. Freddy asumió que Gala renunciaría a su suma de
inversión por desesperación para protegerse, pero no
esperaba que ella fuera tan fuerte. Justo cuando estaba a
punto de hacerle las cosas aún más difíciles, Dante decidió
aparecer.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Gala estaba igual de asombrada de ver a Dante. Se había


sentido en conflicto al recibir la noticia temprano esta mañana
de que Nancy se dirigía a Colina del Jardín Sur. Nancy era tan
brillante y proactiva que era solo cuestión de tiempo hasta que
Dante se enamorara de ella o eso pensaba. Sin embargo, aquí
estaba él en cambio.
—Me dirigía a la montaña cuando vi el auto de Sir Freddy, así
que decidí unirme a la diversión.

Dante se sentó junto a Gala, recogió ese documento y se burló


al revisarlo.

—¿Qué abogado contrataste para redactar un contrato tan


escandaloso, Sir Freddy? Seguiste adelante y actuaste por tu
cuenta sin mi aprobación. Esto va en contra de las reglas,
¿sabes?
—Hablemos de esto en privado, Dante. —Las cejas de Freddy
estaban fruncidas de manera profunda.
—¿No lo hemos hecho ya ayer? ¿No recuerdas lo que te dije?
Supongo que todavía no has logrado comprender mis
palabras.

Dante había insinuado que Gala era alguien que ni siquiera él


se atrevía a cruzar, por lo que esperaba que Freddy fuera un
poco más sincero y llamara a una tregua con ella. Sin
embargo, el hombre mayor había hecho todo lo contrario y
amenazó a Gala en su lugar. Esto hizo que Dante hirviera de
rabia.

—Yo…

Negándose a escuchar las tonterías de Freddy, intervino:

—Eso es suficiente. Quería darte una oportunidad y dejarte


resolver esto por tu cuenta, pero claramente, no respetas mis
opiniones en absoluto. En ese caso, me encargaré de las cosas
aquí en tu nombre.
—Dante, ¿de qué estás hablando? —Freddy preguntó
desconcertado—. ¿Qué pretendes hacer?

—Voy a convocar a todos los demás accionistas y celebrar


una reunión tres días después. Obtendrás tu respuesta para
entonces. —Dante arrojó el documento a los brazos del
hombre mayor—. ¡Pero por ahora, quiero que tomes este
contrato contigo y te vayas!

—Dante…
—¡Sáquenlo! —Sin siquiera darle la oportunidad de hablar,
Dante lo expulsó.
—¡Sí, Señor! —Ágata y Fabio de inmediato se acercaron y se
pararon a cada lado de Freddy—. Por este lado, Sir Freddy.

Lívido, Freddy se sonrojó. Sin embargo, no se atrevió a actuar


de manera precipitada y se aferró al contrato antes de irse a
regañadientes con sus hombres.

Solo después de que el auto de Freddy salió del patio, Gala


retiró su mirada para mirar a Dante.

—Gracias —dijo, con los ojos llenos de emociones


insondables.

—Déjame esto a mí. —Dante la miró antes de volverse hacia


Fabio—. Consigue que algunas personas vigilen este lugar. A
ningún forastero se le permite acercarse sin mi permiso.
—Sí, señor. —Fabio con rapidez hizo lo que se le indicó.
—¿Qué estás haciendo? —Gala preguntó en estado de
conmoción.
—¿No lo entiendes? —Dante frunció el ceño con disgusto—.
Te trató así porque pensó que no tienes a nadie en quien
apoyarte. Pero con mis hombres aquí, nadie se atreverá a
pelear contigo de nuevo.
A pesar de la animosidad en su tono, las palabras de Dante
llevaban el peso de la responsabilidad y la promesa de un
hombre. Gala expresó su gratitud de nuevo y luego se quedó
perpleja por las palabras.

—¿Por qué eres tan inútil? —Él la miró—. ¿No estás siempre
actuando como una tirana cada vez que estás conmigo? ¿Por
qué estabas siendo tan cobarde frente a él?

Su bombardeo de preguntas la sorprendió.

—¿Cuándo estaba actuando como una cobarde? ¡Le repliqué!

—¿Replicaste? ¡Deberías haberle arrojado ese contrato


directamente a la cara! —Dante estaba exasperado—. ¿No
viste la forma en que te molestó? Enfrenta los problemas, ¿por
qué no lo haces?

Gala se quedó sin palabras.

—¡Solo enseñas los dientes a tu propia familia, pero eres una


cobarde cada vez que tratas con extraños!, —escupió el
hombre con un resplandor antes de girarse para irse.

Gala lo miró con atención, incapaz de tomar represalias.


«¿Enseñar mis dientes a mi propia familia? ¿Seguimos siendo
considerados familia?».
Cuando ese pensamiento cruzó su mente, una emoción
inusual surgió dentro de ella. Al subir a su auto, Dante le
ordenó a Fabio:

—Reúne a todos los accionistas del Proyecto Gimnasio y


pídeles que me vean en tres días.
—Sí, Señor. —Fabio transmitió su orden de inmediato.

Al mismo tiempo, el teléfono de Dante seguía sonando y, al


ver que era Freddy tratando de comunicarse con él, rechazó la
llamada y bloqueó el número de este último.

—Me he puesto en contacto con todos los accionistas, —dijo


Fabio después de colgar su teléfono—. ¿Qué piensa hacer,
Señor Licano?

—Freddy ha ido demasiado lejos. Él sabe quién es Gala para


mí, pero siguió adelante y trató de presionarla. —Dante se
sentó—. Ya es hora de que le dé una lección.

—Entendido. —Fabio entendió lo protector que era de Gala.


No importa lo que fuera de su relación, Dante nunca dejaría
que nadie la molestara.

Además, el hecho de que Freddy desafiara por completo su


advertencia y viniera a buscar a Gala enfureció aún más a
Dante. Fabio habría tratado de convencer a su jefe de que no
hiciera nada precipitado si fuera antes. Sin embargo, ya no
tenía la intención de hacerlo, teniendo en cuenta la condición
de Dante.
«Puede hacer lo que quiera. Nada más importa mientras lo
haga feliz».

—Todavía es temprano. ¿Quiere ver a la Señorita González?


—Fabio preguntó con cuidado.

Dante reflexionó por un momento antes de responder de


manera rotunda:
—Ahora no.
—Está bien. —Fabio sacó su teléfono—. Responderé a su
texto, entonces. Ella estaba preguntando por usted.
—Solo dile que la veré otro día.
—Sí, señor.

De vuelta en medio de la montaña, Nancy todavía estaba


esperando en el auto. Dado que Dante pasaría por esta ruta
después de lidiar con sus asuntos, ella esperaba volver a
encontrarse con él.

Sin embargo, después de esperar tanto tiempo, todo lo que


recibió fue el texto de Fabio informándole que Dante no se
dirigiría a la montaña ese día. Como resultado, no podrían
reunirse.
Nancy se sintió abatida por completo. Cada vez que se reunía
con Dante, levantaba sus esperanzas, solo para que sus planes
se arruinaran una y otra vez. En ese momento, la mujer
generalmente plácida ya no podía mantener la cabeza fría.
«Ya es hora de que actúe».
—Están aquí, señorita González, —informó con suavidad su
subordinada.
Nancy levantó la mirada y vio al Bentley blanco bajando la
montaña. Era el auto de la familia Bernard. Como era de
esperar, el lujoso automóvil se detuvo cuando el pasajero en él
vio a Nancy. Freddy salió del vehículo con sus subordinados y
se acercó a ella.
—¡Señorita González! ¿Qué la trae aquí? —preguntó con
cortesía.

—Si no hubiera venido, Sir Freddy, probablemente ya habría


estado a bordo del yate del Señor Licano.

Nancy habló con tacto, pero el significado detrás de sus


palabras era obvio. Freddy se sorprendió por un momento,
pero con rapidez respondió:

—Parece que de manera inadvertida he arruinado su cita con


el Señor Licano. ¡En verdad lo siento por eso!
—¿Vino a ver a la Señorita Lobo? —Nancy preguntó,
sonriendo.

—Así es —respondió el hombre—. Quería que se retirara del


Proyecto Gimnasio, pero ella se negó. No ayuda que el Señor
Licano haya decidido interferir, así que ahora estoy en una
situación un poco difícil.
—Le sugiero que deje de molestar a la Señorita Lobo —dijo
Nancy de manera directa—. Aunque el Señor Licano y ella se
han separado, todavía son amigos. ¡Si alguien la intimida, en
definitiva, intervendrá!

—Eso es extraño. —Una mirada perpleja cruzó la cara de


Freddy—. El Señor Licano tiene una relación intrincada con
Gala. Además, ya la tiene a usted, entonces, ¿por qué seguiría
protegiendo a Gala?
—Tendrá que preguntarle al Señor Licano sobre eso. Me
gustaría saber la respuesta también. —Ella sonrió—. Solo le
estoy recordando de manera amable que no busque
problemas para usted. Después de todo, no puede permitirse
ofender al Señor Licano.
—¿Tiene algún consejo? —La miró con melancolía.
—Si no me equivoco, debe haber tenido un inconveniente con
el Señor Licano antes —dijo Nancy de manera significativa—.
Mirando lo tranquilo que está, significa que aún no lo ha
amenazado. Sin embargo, según mi comprensión de él, es
probable que tome medidas pronto.

Freddy estaba atónito.

—Señorita González, ¿está diciendo eso…?


—No debe mantener a la fuerza algo que no es suyo. Le
sugiero que le devuelva el fondo de inversión y actúe con
honestidad. Tal vez, podría tener la oportunidad de sobrevivir.
—Ella continuó sin rodeos—: Sé que su situación financiera
no está funcionando bien. Si confía en su totalidad en este
proyecto para cambiar las tornas, perderá todo una vez
excluido de él.

—¿Está diciendo que Dante me quiere fuera de este proyecto?


—Freddy exclamó con incredulidad—: ¡De ninguna manera!

—¿Por qué no? —Nancy se burló—. Es probable que haya


olvidado que nunca ha mostrado piedad con sus rivales
comerciales. Además, su hijo arrebató a su amada mujer y
luego trató de obligarla a hacer algo en contra de sus deseos.
No solo se negó a prestar atención a su advertencia, sino que
también la intimidó de una manera tan abierta. No olvide
quién está de su lado. Incluso si Gala ha caído en desgracia,
sigue siendo la madre de sus hijos. Al poner a prueba su
paciencia, ya ha golpeado su nervio crudo, por lo que en
definitiva no le mostrará ninguna misericordia.

Horrorizado, le agradeció de manera apresurada.

—Gracias por su consejo, Señorita González. ¡En definitiva, le


devolveré tu favor en el futuro!

Con eso, con rapidez entró en el auto con su subordinado. En


el momento en que las puertas del auto se cerraron de golpe,
llamó a su abogado.

—¡Devuélvele la inversión de veinte mil millones de Gala de


inmediato! ¡No digas nada y lleva a cabo mi pedido ahora
mismo!

Cuando el auto avanzó, Freddy incluso bajó las ventanas del


auto y saludó a Nancy con gratitud.

Ella inclinó la cabeza en reconocimiento.


Después de ver el auto de Freddy alejarse, Nancy entró en su
auto y se dirigió hacia la montaña con su subordinado.

—No entiendo, Señorita González. ¿Por qué lo aconsejó? —


preguntó el subordinado, sintiéndose perplejo.
—Si sigue buscando problemas con Gala, el Señor Licano
seguirá protegiéndola. En ese caso, no tendré oportunidad de
acercarme a él —explicó con calma—. Le aconsejé porque
quiero que deje Nación Francesa con su hijo a la brevedad
posible y deje de interferir con mis asuntos. Además, si le
hago un favor ahora, podría ayudarme en el futuro.

—Ya veo. —El subordinado asintió—. Sin embargo, ¿no


ayudará a Gala indirectamente también?
—Ese es el tercer beneficio. —Nancy sonrió—. Ella descubrirá
que la ayudé muy pronto. En ese caso, ella me deberá un
favor.
—Pero incluso si no la ayuda, el Señor Licano seguirá
interviniendo —respondió el subordinado con cuidado—. El
problema aún no se resolverá.

—Gala podría no estar de acuerdo en dejar que el Señor


Licano la ayude. Además, incluso si toma medidas, sus duros
métodos en definitiva causarán una protesta entre el mundo
corporativo y dañarán la reputación del Grupo Licano.
Ninguno de nosotros quiere que haga eso, ya sea Gala o yo.

Mirando la villa Colina del Sur fuera de la ventana, Nancy


arqueó las cejas.
—Bueno, al hacer esto, estoy matando tres pájaros de un tiro.
¡Gala seguramente me lo agradecerá!

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