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Esteban Lema
Esta interrelación entre comunicación y política cumple una función global que
paradójicamente proyecta la opinión, organiza acontecimientos y configura en cierto grado
el actuar de las relaciones intersubjetivas en palabras de Sodré (2014).
Así mismo, esta dimensión del poder actúa de manera silenciosa como lo afirma
Han, la cual ha encontrado un nicho en la masificación de las comunicaciones y está
estrechamente relacionada, “Comunicación y control coinciden totalmente. Cada uno es el
panóptico de sí mismo”. Esta nueva forma entonces, representa un control más sofisticado e
inteligente, el cual se adapta a la psique antes que dominarla o imponerle prohibiciones, la
alienta a seguir comunicando y participando necesidades, deseos y aspiraciones (Byung
2014).
Por su parte Romero (2005) se refiere al discurso del poder como un ente
fundamental en este modelado de valores sociales, considera que el discurso influye desde
tres dominios de la vida social: a) las representaciones del mundo; b) las relaciones sociales
entre las personas y c) las identidades individuales y sociales de las personas. Por
consiguiente este lugar de enunciación cuando proviene desde el poder lo convierte en un
medio privilegiado por donde poco a poco se van infundado nociones en la cultura y la
sociedad de las naciones.
El modelo Punto Fijista fundó un culto a los partidos políticos y una serie de
símbolos como la exaltación de la religiosidad y el patriotismo, donde el pueblo asumía una
cierta pasividad y expectación a las acciones de los partidos quienes deberían garantizar las
necesidades con el manejo de la cuantiosa renta petrolera que mantenía un estatus quo. En
contraste con esto, el discurso chavista otorga al pueblo una posición distinta, una postura
de empatía y cercanía que no existía en los gobiernos personalistas de la cuarta república,
una nueva distribución del poder sostenida desde la palabra.
Por supuesto este nuevo remolino ideológico trajo consigo una nueva percepción del
mundo, una renovación de símbolos y retóricas que se oponían a la desgastada tradición
que se había erigido sobre un modelo de vida democrático, no obstante, como afirma
Pasquali (2018) el gobierno chavista fue el primero que dio importancia y aprovechó la
enorme difusión de las telecomunicaciones para modelar la sociedad “es una lástima que
haya aplicado esa compresión a la causa equivocada”.
Este reconocimiento del potencial comunicativo, se tradujo en la implementación de
un marco legal que poco a poco fue excluyendo los medios de comunicación privados o
alternativos que manifestaran oposición a su versión de socialismo del siglo XXI, así
mismo, aumentaba su control y presencia en los medios estatales, en especial en la
televisión, el medio más de mayor consumo en Venezuela. El programa Aló presidente
según información del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la
Información, contabilizó un total de 1656 horas y 44 minutos, durante 13 años de gobierno.
Tal como señala Cañizalez y Visbál (2018) el excesivo uso de estas alocuciones
funcionó para diversos propósitos: proselitismo político, instrumento electoral, mercadeo
de política pública, agresión a los grupos opositores y como medio de ideologización.
Como denominaría Byung (2014) el «Ministerio de la Verdad», que en realidad se trata de
un ministerio de la mentira, el pasado se somete a control y se lo adecúa a la ideología.
Donde la transparencia y la información sustituyen a la verdad. En el caso de la sobre
exposición del discurso del gobierno se convertía en una sistemática vacuidad de promesas
y el alimento de un enemigo común para justificar su ineptitud.
Tal como señala Romero (2015) “la relación entre el líder/gobierno- en un nexo
íntimo con el ciudadano/ pueblo”. Este vínculo fue construido como una relación
interpersonal, con una comunicación permanente entre gobernante y gobernado, en su
programa dominical recibía llamadas de personas a quienes llamaba hermanos, amigos,
compatriotas. Esta dinámica de reconocimiento del líder estimulaba la emocionalidad y las
esperanzas de lo prometido dentro de su retórica de persuasión..
Así mismo, abordaba temáticas en cierta forma subalternizadas tales como la
redistribución de tierras, el acceso a la educación, la interculturalidad, el feminismo, la
comunidad LGTIBQ+, desde una perspectiva que podríamos asociar con el vitalismo
propuesto por Perniola (2006) de “derribar toda lógica y racionalidad en nombre de la
inmediatez, de la espontaneidad y de la creación desde cero”. Muchos de estos aspectos
resultaron solo románticos discursos que nunca se llevarían a las políticas públicas ni a las
legislaciones.
Finalmente, utilizaría como recurso alegórico una visión de pueblo como un sujeto
histórico, en una constante referencia a la oda independentista, a los padres de la patria y
una cierta continuidad histórica con el “ejército Libertador del siglo XIX, y este ejército del
siglo XXI”, sustituyendo a Simón Bolívar con la presencia de Hugo Chávez, Romero
(2015)
Cabe decir que el programa Aló presidente y las habituales cadenas presidenciales
fueron estipuladas como trasmisiones de carácter obligatorio en todos y cada uno de los
canales televisivos y radiofónicos del país, lo que conllevó a una dura muestra de dominio y
poder desde la comunicación.
Bibliografia