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De las tres mil lenguas que se hablan actualmente en el mundo, apenas unas cien
poseen escritura, ya sea mediante un sistema alfabético (los símbolos gráficos
representan fonemas) o un sistema ideográfico (los símbolos representan ideas,
no fonemas aislados). Esto se debe a que la escritura surge en una sociedad
como respuesta a una necesidad de registro de las ideas.
Se sabe que los primeros signos escritos tenían como objetivo llevar la
contabilidad de la producción, difundir y conservar edictos y leyes, mantener vivo
el recuerdo de personajes importantes o realizar prácticas adivinatorias o mágicas.
El primer sistema de escritura que se conoce proviene de la antigua Sumeria, de
hace unos seis mil años atrás. Los sumerios fueron los primeros en crear un
sistema de escritura que permitía fijar y propagar el saber. Esa complejidad social,
política y productiva, fue la que generó la necesidad de llevar registros palpables
de sus actividades, lo que se resolvió mediante la escritura.
En un inicio, la escritura sumeria utilizaba pictogramas, que servían para registrar
la cantidad de productos y mercancías. Hacia el año 3200 a. C. se añadieron las
figuras de los seres u objetos que representaban esas cantidades. Posteriormente,
estos signos se convirtieron en el primer sistema de escritura, denominado
cuneiforme.
Los cientos de miles de pequeñas tabletas de arcilla encontradas de aquel tiempo
“abarcan todas las actividades, todos los aspectos de la vida de sus redactores:
gobierno, administración de justicia, economía, relaciones personales, ciencias de
todos los tipos, historia, literatura y religión”.