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¡México nos duele a todos!

No es solo Ayotzinapa, no es solo Iguala, no es solo Guerrero. Es todo México, el que está dolido, indignado,
asqueado, harto de la situación de violencia e impunidad, con esto se llega al extremo donde ya no es posible
hacer como si no pasara nada, como si nuestro país fuera ese país de fantasía que nos pintan en telenovelas
estupidizantes, ese país de éxito que nos describen los programas de deportes que nos bombardean con
mediocridad disfrazada de éxito, ese país democrático y libre que pretenden vendernos aquellos medios
abyectos que controlan y tergiversan la información a conveniencia del poder, el México de los programas
culturales donde se hace gala de frivolidad, violencia y chismes baratos.

Ayotzinapa es la gota que derrama el vaso, instituciones que se han distinguido por no participar ahora están
demandando justicia, universidades donde la protesta es escasa o inexistente se están manifestando. No es
posible plantarse de forma indiferente ante estos hechos es, necesario tomar una postura que defina qué tipo de
país queremos construir y como lo vamos a hacer.

El protestar no solo es legítimo, es necesario, sin embargo, a rio revuelto ganancia de pescadores, y entre estas
propuestas legítimas, podemos ver varias posiciones que varían entre los siguientes extremos

En uno de ellos vemos grupos políticos que sin tener mérito alguno, sin tener ningún tipo de trabajo de
construcción de ciudadanía, apostados en la comodidad de sus declaraciones de café, se yerguen en los
defensores de los jóvenes desaparecido y paladines de la justicia, estos grupos se olvidan que las palabras sin
acciones son simple y llanamente demagogia y eso es parte de lo que llena de coraje e indignación. Los
mexicanos no nos chupamos el dedo y su juego sucio de lucrar políticamente es muy elemental ya que han
históricamente han sido cómplices y comparsas del poder.

Otra protesta, molesta y ofende a muchos, la protesta violenta, la que ensalza la destrucción, la necrofilia y el
odio. Esta protesta puede ser explicada, por décadas de abandono institucional, por rezagos histórico, porque en
este país hay gente que se muere por falta de lo más esencial, porque existe hambre y las contradicciones son
infames e insultantes, porque a muchos mexicanos se les ha vejado y se les ha robado hasta el provenir y la
esperanza, eso explica la erupción de protesta amargura, frustración y violencia, es igual que aquella que se
manifiesta cuando los Raramuris o Tarahumaras queman al Judas en sábado de gloria de cada semana santa, lo
arrastran, lo patean, lo vejan, lo escupen, lo apalean, lo apedrean y Lugo lo queman, en un ritual cíclico y
catártico. Esa violencia muchos no la entienden, pero está ahí y no es por generación espontanea. Aun así,
explicándola no puede apostarse a ella, pues de ninguna manera será la solución, como no lo fueron las
continuas luchas fratricidas del siglo diecinueve, como tampoco lo fueron el millón de mexicanos muertos en la
revolución y que dudo mucho que hubiera que festejar.

No es con violencia y destrucción, ni con declaraciones cínicas y perversas, como se cimenta un país. La endeble
democracia que hemos forjado es imperfecta e incompleta pero no ha sido un regalo, es producto de grandes
esfuerzo y sacrificio de muchos y no podemos darnos el lujo de desperdiciarla.

Existen otras maneras valerosas, dignas y efectivas de lucha no violenta como la resistencia pacífica,
desobediencia civil, los boicots y si estas no son suficientes, podemos inventar otras. Los mexicanos no somos el
pueblo ignorante, fatalista y domesticado que pretenden hacernos creer, estamos en una disyuntiva histórica y
debemos tomar lo mejor de nuestra pasión, inteligencia, creatividad y compromiso para construir una patria
digna, independiente, humana y generosa, como la imaginábamos de niños.

Cuauhtémoc Piña Assaf.

Cd. Juárez Chihuahua, México. Noviembre 10 de 2014.

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