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ESCRITO POR EDILIA JHASMIN LINARES ORTIZ:

Con el paso del tiempo, las personas, de generación en generación, han luchado por la
igualdad de sus derechos, la de aquellos olvidados, minimizados y vulnerables en la sociedad.
Esta lucha ha marcado la historia a través de “acontecimientos memorables” teniendo como
consecuencia logros considerables, tales como el derecho a no ser sometido a la tortura,
esclavitud, y servidumbre; el derecho de las mujeres al voto, a controlar sus asuntos
económicos, a las oportunidades laborales, entre otros. No obstante, enfocándonos en los
progresos del siglo XXI, podemos observar los avances en distintos países acerca de temas
como el aborto, la eutanasia, la comunidad LGTBI, entre otros; sin embargo, es importante
mencionar que, en algunos Estados, quienes son parte de esta población aún siguen siendo
invisibles, lo que suscita a la vulneración de sus derechos como ciudadanos o humanos.

Con respecto a esto, es importante recalcar que la Asamblea General de la Organización de los
Estados Americanos (OEA), mediante diversas resoluciones emitidas desde el 2008 ha ido
publicando información acerca de las diferentes formas de violencia y discriminación en contra
de la comunidad LGTBI, ello por razones de diferencia de orientación sexual, identificación o
expresión de género. Siendo así que, de esta manera la Asamblea expresa el rechazo y
condena cualquier tipo de acto de violencia contra las personas miembros del LGTBI (Corte
IDH, 2020).

Las circunstancias bajo las cuales se encuentran los derechos de las personas LGTBI, varían por
país, esto va a depender del sistema de cada Estado, la razón primordial sería la falta de
normatividad existente en ciertas regiones, y pese a que se observan avances en algunas
naciones, en muchas otras, como sucede en el caso del Perú, aún no se presenta dicha
realidad. Así, por ejemplo, no es sino hasta 2017 donde se realiza la “Primera encuesta virtual
para personas LGTBI” por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI, 2018), con el
fin de implementar nuevas políticas, acciones y estrategias que garanticen su reconocimiento y
protección. A través de esta encuesta se demostró la realidad peruana existente frente a la
violencia de las personas LGTBI, entendiéndose que los prejuicios son significativos para
quienes forman parte de esta comunidad.

Por ello, en aras de rescatar la importancia de la igualdad entre las personas, en el presente
artículo analizaremos la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Corte IDH) –Caso Azul Rojas Marín y Juana Rosa Tanta Marín vs. Perú–, con base en los
derechos vulnerados por el Estado peruano, para dar una perspectiva diferente y lograr la
reflexión en los lectores respecto a las condiciones en las que se hallan quienes son miembros
del LGTBI, a causa de que dentro del país la legislación de derechos enfocados a su comunidad
no brinda las mismas posibilidades que poseen los demás ciudadanos.

UNA PERSPECTIVA GENERAL AL CASO AZUL ROJAS MARÍN Y OTRA VS PERÚ:

Azul Rojas Marín refiere haber sido detenida de manera ilegal alegando tortura –violación
sexual, violencia física y psicológica– por parte de agentes del serenazgo y policía. Por otra
parte, el Estado peruano alega que la detención se realizó con fines de identificación y sin la
figuración de tortura de acuerdo a la tipificación del delito cometido al momento de los hechos
(Corte IDH, 2020). Cada parte implicada en el caso argumenta su versión de los hechos, ya que
no se puede determinar con exactitud lo sucedido aquella noche; sin embargo, la Corte IDH
para poder llevar a cabo algún proceso a través de las declaraciones de los implicados
determina la versión de la agraviada como los hechos puestos a investigación dando inicio al
seguimiento del caso.
Iniciada la investigación fiscal y alegada la tortura, se da por archivado el caso debido a la falta
de elementos de convicción. Siendo así que, frente a los sucesos realizados por el Estado
peruano, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, El Centro de Promoción y Defensa
de los Derechos Sexuales y Reproductivos y Redress Trust, presentan ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la denuncia correspondiente, por la vulneración
del derecho a la integridad personal, la libertad personal, las garantías judiciales, la honra, la
dignidad y la protección judicial, reconocidas en la Convención Americana Sobre los Derechos
Humanos (CADH), así como la violación de los deberes de prevención y sanción de la tortura
reconocidos en la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura –CIPST–
(OEA, 2018). Esto añadido a que se solicitó la conclusión y declaración de responsabilidad
internacional del Estado por las violaciones contenidas en su informe de fondo (Charni, 2020),
lo cual demuestra que, pese a que en las instancias nacionales no se logró ningún avance, en el
caso hay personas y entidades que promueven y apoyan la lucha por los derechos humanos sin
distinción alguna.

Es así como en este caso tan controversial, la Corte IDH el 12 de marzo del 2020 dicta la
sentencia del Caso Azul Rojas Marín, resolviendo que el Estado peruano es internacionalmente
responsable de la violación de los derechos de la víctima Azul Rojas Marín, en cuanto a la
libertad personal estipulados en los artículos 7.1, 7.2, 7.3, 7.4 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (CADH); derecho a la integridad personal y la vida privada,
establecidos en los artículos 5.1, 5.2, 11 de la CADH, el articulo 1 y 6 de la Convención
Interamericana Contra la Tortura; en relación a las Garantías Constitucionales y Protección
Judicial, en los artículos 8.1, 25.1 de la CADH y 1, 6, 8, de la CIPST. Y su madre, Juana Rosa
Tanta Marín, afectada por la violación de su derecho a la integridad personal estipulado en el
artículo 5.1 de la CADH (Corte IDH, 2020).

El Caso de Azul nos demuestra una vez más que como ciudadanos siempre luchamos porque
nuestros derechos sean reconocidos, pero a su vez, en el ejercicio de los mismos, nos
olvidamos que de igual manera los que nos rodean también los poseen.

ANÁLISIS DE LOS DERECHOS VIOLADOS POR EL ESTADO PERUANO:

En cuanto a la arbitrariedad de la detención que se realizó por encontrarse “indocumentada y


sospechosa en una zona frecuentada por personas que se encuentran al margen de la ley”
(Corte IDH, 2020). La CIDH establece que ninguna persona puede ser detenida por causas
irrazonables, imprevistas o faltas de proporcionalidad, por lo cual analiza la legalidad y
arbitrariedad de la detención de la víctima. Analizando el articulado de la Constitución Política
del Perú –artículo 2 inciso 24 literal d y f–, así como el artículo 205 del Código Procesal Penal,
el cual establece el control de Identidad Policial, se considera que la detención no cumplía con
los requisitos establecidos en la legislación interna, constituyendo una violación a esta y al
artículo 7.2 de la Convención. Estos actos conjuntamente con la agresión verbal en base a
ofensas despectivas en torno a su orientación sexual, determinan dicha detención como
privación de la libertad por motivos discriminatorios, tal como señala el Grupo de Trabajo
sobre la Detención Arbitraria de la Corte IDH, la cual presenta que la privación de la libertad se
dio en función a las características distintivas de ciertos grupos, siendo el caso por pertenecer
a la comunidad LGTBI.

Por otro lado, la Corte IDH constituye que la violación sexual referida por la demandante,
causa daño y humillación física, psíquica y moral a la persona que, al ser afectada por un
agente estatal, encontrándose detenido, refleja una desventaja por su vulnerabilidad
demostrando el abuso de poder existente. Estos actos son consagrados como tortura bajo la
CIPST, manifestando que se realizó de manera intencional y deliberada por parte de los
agentes estatales, produciendo un sufrimiento físico y mental, debido a que es una acción
congruente a cualquier tipo de violación sexual, y fue cometido con el fin de degradar y
humillar, siendo expresado como un castigo a la víctima.

Por ello es que la Corte IDH advierte que el caso califica como un “delito de odio” motivado
por la orientación sexual. Constituyendo un conjunto de abusos, agresiones y la violación
sexual como parte de un acto de tortura realizado por los agentes estatales. Adicional a ello
menciona que, según lo establecido en la CADH, los Estados se encuentran obligados a
suministrar recursos judiciales efectivos a las víctimas de violación de los derechos humanos,
dichos recursos deben de ser desarrollados en conformidad de las reglas del debido proceso
legal, garantizando el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos por la convención a
toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción.

La CIDH, además, señala que la investigación penal por violencia sexual debe ser manejado
según el Protocolo de Estambul y la Organización Mundial de la Salud para el cuidado médico
legal de víctimas de violencia sexual (Derechos Humanos C. I., 2020), donde se evidencie la
declaración de la víctima, se registre sin repeticiones, se brinde atención médica, sanitaria y
psicológica, un examen médico y psicológico inmediato, la documentación de los actos
investigativos y la asistencia gratuita a la víctima.

Demostrándose en el desarrollo del caso que no se realiza una investigación seria por parte del
Estado peruano, incurriendo en la demora de la investigación, en contra de los estándares
normativos establecidos, evidenciados a través de deterioro de los tiempos para la realización
de las pruebas consideradas fundamentales para el establecimiento y aclaración de los hechos,
concluyendo en su lugar afirmaciones irrelevantes sobre la vida privada de la víctima
incluyendo estereotipos de género ligadas a la actividad sexual que realizaba, lo cual lejos de
poder identificar el trauma ocasionado a la víctima, se le descalifica su credibilidad
constituyendo una forma adicional de revictimización, violando los derechos de los que buscan
prevenir, sancionar, y garantizar el acceso a la justicia en casos de tortura.

REFLEXIÓN FINAL:

Como seres humanos poseemos derechos nacionales e internacionales que se encuentran


normados y reconocidos en cada uno de los ordenamientos jurídicos; por ello, cada ciudadano,
en el caso que se vea ante una situación de vulneración de sus derechos, tiene la facultad de
exigir el hacerlos valer y prevalecer. Actualmente existen grupos como las feministas,
comunidad LGTBI, entre otros, que buscan y plantean que se instauren determinadas
normativas que consideran necesarias para los grupos sociales. No obstante, un gran grupo de
la población en general muchas veces se encuentra en contra del reclamo de los derechos de
esta población, y en el afán de hostigarlos para que dejen de lado sus ideales, violan derechos
que como seres humanos poseen al igual que ellos.

El Caso de Azul es el primer caso que llega a la CIDH alegando tortura en contra del Estado
peruano, pero no es el primer caso que se desarrolle a nivel nacional a los ciudadanos que
pertenecen a dicha comunidad. Muchas veces el maltrato hacia las mujeres y varones que se
desarrollan dentro del país son escasamente denunciados o resueltos por las autoridades,
siendo la resolución de los casos en contra de la comunidad LGTBI aún más escasa.
A través del análisis, se observa que, la vulneración de los derechos contra Azul y su mamá, se
deben a su pertenencia dentro de la comunidad LGTBI, por su orientación sexual y su identidad
de género; y en cuanto a esto, es importante hacer énfasis en que, Azul merece respeto por
quienes la rodean, sin importar sus características e ideologías, pues solo basta el hecho de
que es un ser humano como todas y todos. Las diferencias nos hacen únicos, mas no nos dan el
derecho de minimizar y denigrar a los demás. Este es el caso de una mujer que decide luchar
por buscar justicia por los maltratos sufridos por agentes estatales, declarándose responsable
al Estado peruano, por lo cual, desde este punto, puede considerarse al Perú como un país
incapaz de aceptar las diferencias existentes en su propio territorio. Ahora bien, no todas las
personas piensan y actúan de la misma manera; sin embargo, por las acciones de unos pocos
se etiqueta a los demás igualitariamente.

REFERENCIAS:

Corte IDH, Caso Azul Rojas Marín y otra vs. Perú. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 12 de marzo de 2020.
https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_402_esp.pdf

Instituto Nacional de Estadística e Informática (2018). Primera encuesta virtual para personas
LGTBI., 2017. Resultados Principales.
https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/lgbti.pdf

Organización de los Estados Americanos (2018). Caso N°12.982 Azul Rojas Marín y Otra Vs
Perú. https://www.oas.org/es/cidh/decisiones/corte/2018/12982NdeRes.doc

Charni, T. (2020). La Violencia por prejuicio como elemento constitutivo de la tortura. Revista
Jurídica AMFJN Ejemplar N° 7 – ISSN2683-8788 https://www.amfjn.org.ar/2020/09/16/la-
violencia-por-prejuicio-como-elemento-constitutivo-de-la-tortura/

Código Procesal Penal. [NCPP]. Decreto Legislativo 957. 22 de julio de 2004. (Perú)

Constitución Política del Perú [CPP]. 29 de diciembre de 1993. (Perú)

CONVENCION AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS SUSCRITA EN LA CONFERENCIA


ESPECIALIZADA INTERAMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS.
https://www.oas.org/dil/esp/tratados_b-
32_convencion_americana_sobre_derechos_humanos.htm

CONVENCION INTERAMERICANA PARA PREVENIR Y SANCIONAR LA TORTURA


https://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-51.html

Derechos Humanos, C. I. de. (2020). Caso Azul Rojas Marín y otra vs. Perú. Derecho Global.
Estudios Sobre Derecho Y Justicia, 5(15), 207-213. Recuperado a partir de
http://www.derechoglobal.cucsh.udg.mx/index.php/DG/article/view/386

Estudiante de la carrera de Derecho de la Universidad Nacional de Trujillo. Miembro activo del


Círculo de Estudios Logos y Ethos en la secretaría de Investigaciones.

(https://ius360.com/derechos-humanos-caso-azul-rojas-marin-y-otra-vs-peru/)
PERÚ NO IMPLEMENTA FALLO HISTÓRICO SOBRE TORTURA CONTRA UNA PERSONA LGBTIQ+

Dos años después de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) emitiera
su sentencia histórica en el caso Azul Rojas Marín, quien sufrió tortura por discriminación en
2008, el Estado Peruano continúa sin implementar la sentencia.

De las diez reparaciones vinculantes ordenadas por la Corte IDH a reparar a la víctima y
transformar la situación discriminatoria contra la comunidad LGBTIQ+ en el Perú, el Estado ha
cumplido solamente con una. Esta es la que exigió la publicación de la sentencia, tanto en el
sitio web del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, como en el Diario Oficial, un diario de
circulación nacional y de circulación regional de Perú.

Dada la tortura que la víctima sufrió, es especialmente preocupante que el Estado peruano no
haya proveído la asistencia médica y psicológica a Azul que la Corte IDH le ordenó que
cumpliera antes del 18 de febrero del 2021. Mientras tanto, Azul sigue enfrentando barreras
para acceder a servicios de salud.

Las autoridades peruanas tampoco han dado pasos para investigar los hechos, realizado un
acto público de reconocimiento, elaborado un Protocolo de investigación y administración de
justicia para casos de violencia contra personas LGBTI, ni para capacitar a los actores
relevantes como agentes de la Policía Nacional del Perú, el Ministerio Público, el Poder Judicial
y el serenazgo.

Otros puntos de la sentencia tampoco se han cumplido, a pesar de que el periodo para la
implementación ya se venció el 21 de mayo del 2021. Este es el caso del pago de la
indemnización a la víctima, el diseño de un sistema de recopilación de datos y cifras sobre los
casos de violencia contra las personas LGBTI, y la eliminación de los Planes de Seguridad
Ciudadana de las Regiones y Distritos del Perú de los indicadores discriminatorios.

CHRIS ESDAILE, ASESOR LEGAL DE REDRESS, APUNTÓ:

“Este significativo fallo le dio al Perú una oportunidad tanto de reparar a Azul por su
sufrimiento como de transformar sus sistemas internos para evitar que se repitan este tipo de
violaciones, pero al no implementar las reparaciones del fallo, Perú no muestra respeto ni a la
comunidad LGBTIQ+ de Perú, ni a la Corte Inter-americana, en incumplimiento de sus
obligaciones internacionales”.

ELIDA GUERRA, COORDINADORA DE LITIGIO ESTRATÉGICO DE PROMSEX, SEÑALÓ:

“Hoy se cumple dos años de la emisión de la sentencia de la Corte IDH en el caso Azul y el
balance es que el Estado peruano es renuente de dar cumplimiento de las recomendaciones
dispuestas por ésta, a pesar de estar obligado a cumplir conforme el artículo 68.1 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. Si han transcurrido 10 años para que se
emita la sentencia de la Corte IDH, ¿cuántos años más debe esperar Azul para que sea
reparada integralmente?”.
ANTECEDENTES:

La sentencia de la Corte IDH determinó que Perú fue responsable por la tortura y la violencia
sexual contra una persona LGBTIQ+, Azul Rojas Marín, por parte de agentes policiales
peruanos en 2008. Fue la primera vez en la historia que la Corte IDH, la más alta en la materia
en las Américas, consideró un caso de tortura por discriminación.

El fallo concluyó que queda establecido que Rojas Marín fue desnudada forzosamente,
golpeada en varias oportunidades, sujeta a comentarios despectivos sobre su orientación
sexual y fue víctima de violación sexual por parte de los agentes estatales, ya que en dos
oportunidades estos le introdujeron una vara policial en el ano. La Corte IDH concluyó que el
conjunto de abusos y agresiones sufridas por Azul Rojas Marín, incluyendo la violación sexual,
constituyó un acto de tortura debido a la intencionalidad, la severidad del sufrimiento y la
finalidad de los actos.

La Corte IDH no solo ordenó a Perú adoptar una serie de medidas para reparar el daño a Azul
Rojas Marín. Además, le emplazó a adoptar medidas para registrar de manera oficial casos de
violencia contra personas LGBTIQ+, investigar de manera efectiva estos casos, sensibilizar a sus
funcionarios y agentes en los derechos y el trato a las personas de este colectivo y en la
erradicación de prejuicios en el país.

La Corte IDH reiteró que “las personas LGBTI han sido históricamente víctimas de
discriminación estructural, estigmatización, diversas formas de violencia y violaciones a sus
derechos fundamentales”, y que la orientación sexual, identidad de género o expresión de
género de la persona son categorías protegidas por la Convención Interamericana de Derechos
Humanos.

El fallo señaló que esta violencia por prejuicio tiene como fin anular el ejercicio de los derechos
humanos de la persona objeto de discriminación, sin importar que dicha persona se identifique
con una determinada categoría.

La Corte IDH concluyó que “en la sociedad peruana existían al momento de los hechos y
continúan existiendo fuertes prejuicios en contra de la población LGBTI, que en algunos casos
llevan a la violencia”. “La violencia en algunas ocasiones es cometida por agentes estatales,
incluyendo efectivos de la policía nacional y del serenazgo, tal como se alega que ocurrió en el
presente caso,” asegura el fallo.

En cuanto a la finalidad de la tortura, la Corte IDH constató que la misma fue motivada en la
orientación sexual de Azul, y por tanto puede encuadrarse como “delito de odio”. La Corte IDH
concluyó que la agresión “no sólo lesionó bienes jurídicos de Azul Rojas Marín, sino que
también fue un mensaje a todas las personas LGBTI, como amenaza a la libertad y dignidad de
todo este grupo social”.

Rojas Marín llevó su caso ante la Corte IDH con la asistencia legal del Centro de Promoción y
Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), la Coordinadora Nacional de
Derechos Humanos (CNDDHH) y REDRESS, una organización internacional que lucha contra la
tortura. El fallo completo de la Corte IDH en español está disponible aquí.

(https://redress.org/news/peru-no-implementa-fallo-historico-sobre-tortura-contra-una-
persona-lgbtiq/)
ANÁLISIS DEL CASO AZUL ROJAS MARÍN VS PERÚ ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE
DERECHOS HUMANOS.

(https://www.youtube.com/watch?v=h95LnOrmkIA)

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