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Gracia a Vosotros :: desatando la verdad de Dios, un versículo a la vez

La maravilla de la redención en Cristo


Scripture: Efesios 1:7-10
Code: GAV-49-3

Efesios capítulo 1 es el texto que estamos viendo. A través de los años, obviamente, más de
cincuenta años, ha habido un par de ocasiones cuando esta iglesia estudió el libro de Efesios. Pero
es un libro que debe ser traído a cada nueva generación de personas de Grace; y, por lo tanto,
estamos estudiando otra vez este libro en el 2021.

Es un libro fundamental. Es fundamental en el sentido que vimos la última vez, que comienza con la
elección soberana. Es fundamental porque presenta el evangelio en términos inequívocos de
manera detallada. Es fundamental también porque define cómo vivimos: santificación. Da la
estructura para la iglesia. Nos informa sobre todas las relaciones humanas: matrimonio, familia,
incluso empleo. Nos dice cómo luchar contra los poderes espirituales del infierno. Hace todo eso en
unos capítulos cortos, y unos cuantos.

Entonces, a medida que leemos el libro de Efesios, la realidad es que este libro, versículo a
versículo, se vuelve un punto de partida para explicar muchas otras cosas. De hecho, usted no
podría leer la declaración “nos escogió" sin que eso lo forzara a usted a responder las preguntas
inmediatas, "¿Qué significa eso?" Usted no puede leer la palabra predestinado o la palabra
adopción sin querer saber lo que eso significa. Y no puede, en el texto para esta mañana,
comenzando en el versículo 7, ver la palabra redención sin preguntar: "¿Qué significa eso?" Y
entonces es como si el libro de Efesios fuera la puerta que nos lleva a la teología sana, la verdad
sana, que forja nuestras vidas, transformándonos.

Ahora quiero que regrese a este capítulo maravilloso y recuerde el versículo 3: "Bendito sea el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo”. Nosotros entonces estamos respondiendo a ese mandato; "Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo", se presenta como una especie de mandato, aunque no
en un sentido formal. Es un llamado para todos nosotros a unirnos al apóstol para proveer adoración
al que nos ha bendecido con toda bendición espiritual.

Esto es lo que es la alabanza. Esto es adoración: adoración dada a Dios, adoración dada a Cristo.
Esto es adoración porque Dios es digno, porque Cristo es digno, el Espíritu de Dios es digno. Él
merece nuestra adoración gozosa. Él merece que se pronuncie una bendición sobre su persona y
obra. Y en particular, lo bendecimos por las bendiciones que nos ha dado. Podemos obviamente
honrar al Señor por Su creación. Podemos honrar al Señor por su gracia común, por aquellas cosas
que se quedan cortas de la salvación eterna. Pero aquello por lo que más bendecimos Su nombre
es por aquello que ha tenido el mayor efecto en nosotros, y eso es que Él nos ha concedido toda
bendición espiritual que el cielo tiene en Cristo.

Bendición es una palabra conocida para nosotros, y hay dos palabras en el idioma griego que se
traducen como "bendición". Una es makarios, y la encuentra en las Bienaventuranzas. Se usa unas
cincuenta veces en el Nuevo Testamento y se encuentra en las Bienaventuranzas:
"Bienaventurados los que". Y las Bienaventuranzas le dan a usted razones diferentes para definir
esa bienaventuranza. Pero tiene la idea de estar satisfecho o ser feliz. Es más subjetiva.

La otra palabra es eulogéo, y esa es la palabra que se usa aquí. Y significa esencialmente dotar de
una habilidad, para hacer a alguien digno. La primera es subjetiva, es estar feliz y satisfecho; esta
es objetiva. La primera habla de una especie de bienaventuranza que experimentamos. Esta
segunda palabra, eulogéo, define un tipo de bendición que recibimos de Dios. Él nos bendice y, por
lo tanto, nos volvemos bendecidos. Dios nos está bendiciendo con todas las bendiciones que el
cielo puede descargar sobre un pecador a través del evangelio de Jesucristo.

Dios es digno de que nosotros pronunciemos bendición sobre Él; nosotros no somos dignos de que
Él nos bendiga, ¿verdad? Lucas 17:10 dice: "Somos esclavos inútiles". Hechos 13:46, “nos
juzgamos indignos de la vida eterna”. No merecemos "todas las bendiciones espirituales en los
lugares celestiales en Cristo". Sin embargo, Él nos bendice con todas esas bendiciones espirituales,
para que a su vez podamos bendecir Su nombre. La adoración es nuestra respuesta a dicha
bendición eterna e inagotable.

De hecho, desde que nacemos, estamos malditos. Estamos maldecidos por nuestra naturaleza
caída. De hecho, desde que nacemos estamos malditos, estamos maldecidos por nuestra
naturaleza caída, y estamos maldecidos por nuestra conducta pecaminosa. Entonces, ¿cómo es
que pasamos de la categoría de los malditos a la categoría de los bienaventurados? ¿Cómo es que
pasamos de la categoría de los malditos a la categoría de los bienaventurados, sin que esto tenga
nada que ver con nuestra dignidad? ¿Por qué Dios nos bendice? ¿Cómo es que Dios nos bendice
para que podamos bendecir al que es digno?

Lo hace debido a la gracia. Y recordamos, ¿no es cierto? ahí en el versículo 6, Su bendición para
nosotros, comenzando con la elección, como vimos la semana pasada, es "para alabanza de la
gloria de Su gracia, que Él nos ha otorgado gratuitamente". No lo ganamos, no podíamos
ganárnoslo; pero Dios por gracia ha derramado todas las bendiciones que el cielo tiene, con
respecto a la bendición eterna, en personas que son indignas y no han hecho nada para ganársela;
y, por lo tanto, toda la gloria y la alabanza es para Él por dicha gracia.

Ahora, la forma en la que Pablo divide esto en los primeros catorce versículos, que es lo que
estamos viendo, es en los tiempos pasados, presentes y futuros muy obvios. Los versículos 4 al 6
definen la bendición del pasado, la bendición de ser escogido antes de la fundación del mundo. Esa
es la bendición pasada que inició todas las demás bendiciones. Esa es la primera y más grande
bendición, la bendición del pasado cuando fuimos escogidos.

Ahora, hoy llegamos a los versículos 7 al 10, y entramos al presente; y en el presente tenemos
redención. Ésta es la segunda bendición. A veces escucha a la gente hablar sobre la segunda
bendición; esta es la verdadera segunda bendición. La primera bendición del cielo fue la elección
soberana divina: fuimos escogidos por Dios para salvación y gloria eterna antes de la fundación del
mundo. La segunda bendición es la redención. Permítame leerle estos versículos, 7 al 10.

“En quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de Su
gracia” —de nuevo es la gracia lo que proveyó la elección, y es la gracia la que proveyó la
redención— “que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a
conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que
están en los cielos, como las que están en la tierra. En él . . . " Hay tanto ahí, tanto. Solo el hecho de
que el versículo 10 diga, “reunir todas las cosas en Cristo", eso es enorme. Eso es casi
incomprensible, “reunir todas las cosas en Cristo”.

Pero esa es la naturaleza de estas verdades en el capítulo inicial de Efesios. El primero: la doctrina
de la elección. Recuerde que la semana pasada nos llevó a recorrer toda la Biblia para demostrar el
hecho de que esto es consistente con la forma en que Dios obra. Y Dios es Dios, y eso es lo que
define a Dios como Dios: Él está a cargo; Él toma las decisiones. La redención es por igual una
verdad ampliamente revelada en las páginas de las Sagradas Escrituras, como veremos esta
mañana en los versículos 7 al 10. Y luego los versículos 11 al 14, que terminan esta sección inicial,
miran hacia la glorificación futura. Así que, de manera categórica, las bendiciones de la salvación
vienen en tres tiempos: en el pasado, elección; en el presente, redención; en el futuro, glorificación.
Esos tres reúnen todo, y todo se reúne en Cristo.

Entonces, cuando hablamos de ser bendecidos con bendiciones espirituales, estamos pasando de
una eternidad a otra a través del tiempo. Nuestras bendiciones son así de vastas, así de completas,
y esas son todas las bendiciones que posiblemente puede haber. Todo lo que verdaderamente es
espiritual, de manera justa, todo lo que es verdaderamente celestial, todo lo que Dios puede
conceder de la eternidad a la eternidad, pasando por el tiempo, nos es dado en Cristo. Entonces,
cuando usted dice que está en Cristo o que es cristiano, esto no es una parte de su vida, ésta es su
existencia. Esto es lo que más lo define a usted; y si no es lo que más lo define a usted, entonces
hay razones para pensar que usted podría pensar que es cristiano, pero no lo es.

Ahora, Pablo no se centra en lo subjetivo de ser feliz y satisfecho como dicen las Bienaventuranzas;
se centra en lo objetivo, no en lo que experimentamos, sino en lo que Dios nos ha dotado, Dios nos
ha concedido para hacer de nuestras vidas todo lo que Dios quiere que sean. Estos son regalos.
Estos son regalos del cielo que conducen a nuestra gloria definitiva y el cumplimiento eterno del
plan de Dios. Si usted es un creyente, usted está en la parte media de esta obra que va de la
eternidad a la eternidad por parte de Dios. Usted está en el proceso de experimentar la redención,
que va a llevar a la glorificación. Hemos sido escogidos, y después, versículo 7, tenemos redención.

Ahora permítame hablar sobre la redención, comenzando a un nivel bastante amplio. Todas las
religiones existen con el propósito de algún tipo de redención, todas las religiones. Ese es el punto
de venta de la religión. La religión asume que usted le tiene miedo a alguna deidad, y la religión le
ofrece a usted algunos medios para estar del lado bueno de esa deidad, o estar del lado bueno de
ellos, en el caso de muchos dioses. El propósito entero de la religión es definir su vida de tal manera
que esté destinada a pacificar a la deidad, a abrirle un camino para que usted pueda pasar de no
gozar del favor de la deidad, a pasar a un punto en el que goza del favor de la deidad, para sacarlo
de debajo de su hostilidad, de debajo de su ira, su enojo, incluso moverlo de la indiferencia a cierto
nivel de interés.

Entonces, todas las religiones asumen la deidad, y asumen que usted está vinculado a esta deidad
en el sentido de que la deidad lo va a tratar favorablemente en la vida o en la muerte o no lo es. Y la
religión es simplemente un mecanismo, no solo ideado por humanos, aunque los humanos están
involucrados en su diseño, sino ideado satánicamente, para hacerle pensar a usted que sea cual
sea la deidad que esté usted adorando puede ser pacificada por sus propias obras buenas obras.
Todas las religiones asumen una deidad a la que se debe temer. Todas las religiones asumen una
deidad que se siente ofendida, si no personalmente, no obstante, ofendida.

De alguna manera, entonces, usted tiene que reconciliarse. De alguna manera usted tiene que ser
redimido de su condición de uno que está bajo juicio. Entonces, la reconciliación o la redención es la
esencia de la religión, toda religión. Universalmente, en todas las religiones, el que ha ofendido a la
deidad debe encontrar una manera de ser redimido, de reconciliarse, de evitar la ira de la deidad.
Universalmente, en todas las religiones, el pecador ofensor debe por sus propios esfuerzos hacer
una expiación aceptable para ganarse el mérito que cancela el pecado, quita la ofensa y la culpa y
trae redención.

Ahora estoy desarrollando eso, una oración a la vez. Universalmente, entonces, en todas las
religiones, el mérito que gana la redención es realizado por el pecador, el ofensor — por buenas
obras, acción moral, por rituales religiosos, por restitución, reparaciones, auto-humillación, sacrificio.
Sea lo que sea, ya sea moral o ceremonial, le corresponde al ofensor encontrar una manera de
convertir la hostilidad de la deidad en favor.

Si usted es musulmán, y es un musulmán serio en el Medio Oriente, usted probablemente ha


llegado a estar convencido de que una forma segura de hacer eso es matar a los infieles. Cualquier
cosa que se quede corto de eso no le dará a usted la sensación de que se ha ganado su favor. Así
es como se estructuran básicamente todas las religiones del mundo; puede cambiar los nombres,
pero así es como están estructuradas.

El cristianismo, por otro lado, la única religión verdadera del único Dios verdadero, dice esto: el
pecador no puede hacer nada para redimirse a sí mismo. El pecador no puede hacer nada para
cambiar su condición. El pecador no puede hacer nada para moverlo de la ira, la ira y el juicio, el
enojo de Dios al favor de Dios. Y no importa lo que haga, incluso su justicia, dice Isaías, son trapos
de inmundicia. Y, además, Jesús afirmó la incapacidad del ofensor para cambiar su condición, su
estatus, porque Él dijo que el estándar es la perfección. Jesús dijo en el Sermón del Monte: "Sed
perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". ¿Quiere usted cambiar su
estado? ¿Quiere usted cambiar su estatus con el Dios verdadero? sea perfecto.

Bueno, eso no es posible. Ninguna cantidad de buenas obras, ninguna cantidad de buenas obras,
ninguna cantidad de acción moral, ninguna cantidad de rituales religiosos, restitución, reparación,
sacrificio, auto-humillación, nada de eso, o todas juntas, puede proveer mérito que le gane a usted
favor con Dios. La realidad es, regrese en la historia a la Reforma. Eso es lo que hizo que Martín
Lutero regresara a la Palabra de Dios y descubriera que la salvación era por gracia a través de la fe,
porque él fue torturado por su incapacidad de satisfacer su propia alma y silenciar su propia
conciencia; y se dio cuenta de que no podía hacer nada por cambiar su miseria ante Dios. Es
estándar de Dios de justicia perfecta y la injusticia total del hombre elimina cualquier posibilidad de
redención por mérito.

Solo para ver eso, vea el capítulo 2 de Efesios, y obviamente entraremos en esto a detalle.
“Estabais muertos en delitos y pecados". Ese es el problema. No tiene capacidad alguna de cambiar
nada porque está muerto. No hay poder en una persona muerta. Usted estaba muerto. Usted estaba
operando, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el
espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Usted fue básicamente capacitado e
impulsado por Satanás mismo. Ustedes “vivieron”, dice el versículo 3, “en los deseos de la carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira”. Todo
esto llevó al hecho de que usted era un hijo de ira, esto es, la ira iba a ser su destino.

“Pero” —versículo 4— “Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo” —sólo una manera pudo
suceder eso— “por gracia sois salvos". No por obras; y eso es lo que dice en los versículos 8 y 9,
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas
obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”

Dios nos escogió y Dios nos redimió; y Él nos redimió, y en esa redención fue la regeneración, que
ahora nos dio la capacidad de hacer las cosas que agradaron a Dios. No recibimos nuestra
salvación porque hacemos cosas que agradan a Dios; no podemos hacerlas antes de que hayamos
sido redimidos. Pero después, hemos sido redimidos "para buenas obras".

Entonces la redención, la reconciliación, como la elección, viene de Dios al pecador. La salvación es


una obra de Dios, no una obra del hombre. Dios proveyó la expiación que redime. Dios escogió a
quién redimiría, y después Dios proveyó el sacrificio expiatorio mediante el cual esa redención se
aplicaría a los que había escogido. Esa es la razón por la que el versículo 7 dice: "Tenemos
redención". No nos la ganamos. No nos la ganamos. La tenemos porque Él la hizo sobreabundar
para con nosotros. Él la hizo sobreabundar para con nosotros.

La elección y la redención, entonces, son obra de Dios, para "alabanza", versículo 6, "de la gloria de
su gracia". Su gloria solo toca a los pecadores por Su gracia. Sin gracia, nosotros nunca podemos
ver la gloria de Dios. La única forma en que podríamos llegar a ver la gloria de Dios sería por gracia,
no por obras. Sé que esto es básico, pero es muy refrescante escucharlo de nuevo, porque es la
razón de nuestra adoración, ¿no es así ?, debido a esta gracia.

Escuche Romanos 5:17, “Pues si por la transgresión de uno”, ese es el pecado de Adán, “reinó la
muerte”, en otras palabras, toda la raza humana murió cuando Adán pecó, “mucho más reinarán en
vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.”
Entonces, a través de Jesucristo, aquellos que fueron condenados por el pecado de Adán reciben la
abundancia de la gracia y el don de la justicia.

En el siguiente versículo él dice, “Así que, como por la transgresión de uno”, Adán, “vino la
condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno—ese es el acto de
justicia hecho por el Señor Jesucristo Mismo—vino a todos los hombres la justificación de vida”. Esa
es una declaración asombrosa. Y sabemos el impacto que un hombre puede tener en toda la raza
humana: Adán pecó y toda la raza humana fue lanzada a la corrupción.

Pero lo otro también es cierto: una vida justa, un sacrificio justo resulta en "justificación de vida para
todos los hombres". Por la desobediencia de un hombre, los muchos fueron hechos pecadores; “Por
la obediencia de Uno,” Cristo, “muchos serán justificados. La ley se introdujo para que el pecado
abundase,” eso es todo lo que la ley puede hacer, es mostrarnos nuestro pecado. “Más cuando el
pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que, así como el pecado reinó para muerte, así
también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. Esto es
inconfundible.
La salvación es por gracia y no por obras, y esa gracia fue posible por la muerte sustitutiva de
Cristo, quien tomó nuestro lugar y recibió nuestro castigo. Así que Pedro dice en 1 Pedro 1,
versículo 18, “no fuisteis rescatados de vuestra vana", o vacía, “manera de vivir, la cual recibisteis
de vuestros padres, no con cosas corruptibles como oro o plata, sino que fueron redimidos con la
sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. Luego, en el
capítulo 2 de 1 Pedro, versículo 24, “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia”.

Solo para dejar ese punto muy claro para usted, la religión falsa exige que el pecador SE GANE DE
REGRESO una posición correcta con una deidad, eso es religión falsa. Por eso decimos que hay
una sola religión verdadera, un Dios verdadero, un Salvador verdadero y un evangelio verdadero.
En Hebreos 9:15, “Es” —es decir, Cristo— “mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo
muerte para la remisión, o redención de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los
llamados reciban la promesa de la herencia eterna”.

Los escogidos recibirán la glorificación, la herencia eterna, debido a la redención, la muerte que
cubrió todas sus transgresiones. Eternamente, por cierto, recordaremos esto; esto es en lo que se
enfocará el cielo. Estaremos en el cielo haciendo esencialmente lo que hicimos esta mañana:
cantando sobre la gracia admirable, cantando sobre la salvación que nos fue dada en Cristo.

Entonces, la redención, solo estoy tratando de darle el panorama general, es la obra de Dios
mediante la cual Él mismo ofrece a Su Hijo como precio de rescate por el pecado que ha indignado
Su santidad. Y como Él escogió el sacrificio, Él escogió la expiación satisfactoria cuando Cristo
murió, el Padre quedó satisfecho, y el pago se hizo en su totalidad, y ese pago redimió a todos los
que pertenecen a Dios.

De regreso a Levítico 25, una parte interesante de la presentación de la ley por parte de Dios.
Cuando un israelita se volvía tan pobre que no le quedaba nada más que venderse a sí mismo
como esclavo, en alguna forma de esclavitud, la ley de Dios hizo provisión para que su familia lo
redimiera, lo redimiera de la esclavitud pagando un precio. De manera similar, todos estamos
esclavizados al pecado. Estamos en bancarrota y Cristo ha pagado el precio para redimirnos. Por
eso Marcos 10:45 dice: "Dio su vida en rescate por muchos”.

Ahora la gente pregunta a menudo: “¿A quién se pagó el rescate? ¿A quién se pagó el precio de
redención?" Y ha habido una serie de sugerencias. Creo que es bastante obvio. El rescate fue
pagado a Dios. Dios fue el ofendido, ¿verdad? Dios es quien exigió el pago. Dios es quien eligió a
Cristo. Dios es quien predeterminó que moriría, según el libro de los Hechos. Dios escogió los
medios de expiación. Dios escogió al agente de la expiación: Su Hijo.

Dios escogió la extensión o el alcance de la expiación: la nivelación de todo juicio contra todos los
que alguna vez creerían y todos sus pecados, en el sustituto. El que inició la necesidad de la
redención es Dios, porque fue Dios quien maldijo a la humanidad. Regrese a Deuteronomio 27 y lea
todas las maldiciones, maldición tras maldición tras maldición, impuestas sobre el pueblo por Dios
mismo.

Dios quien es el juez, es Dios quien es el verdugo, es Dios quien destruye tanto el alma como el
cuerpo en el infierno. Es Dios quien tiene que ser satisfecho. Es Dios quien escoge los medios de
expiación y al agente de la expiación. Ésta es la obra de Dios. Hemos literalmente sido comprados
de regreso de una maldición. Y eso es lo que se nos ha prometido, ¿no es así?, que Cristo fue
hecho maldición por nosotros. Dios maldijo a Cristo para que él pudiera librarnos de la maldición.

En Colosenses capítulo 2 — muchos versículos están viniendo a mi mente — pero leemos en el


capítulo 2, versículo 12, “sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados
con Él, mediante la fe en el poder de Dios, que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando
muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él,
perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que
nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz".

Lenguaje magnífico, “clavándola en la cruz,” las palabras maravillosas de Pablo en Gálatas 3:10,
“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición; porque escrito está”—y
esto es de Dios directamente de Deuteronomio 27- “Maldito todo aquel que no permaneciere en
todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”. Usted es maldito si no guarda la ley
perfectamente.

Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá. Si
usted pudiera ser justificado por la ley, no tendría que vivir por la fe para ser justificado. No obstante,
la ley no es por fe, por el contrario: El que hiciera estas cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió de
la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es
colgado en un madero). Y que Cristo se volvió la maldición por nosotros.

Nuestra condición es tan profunda que en Juan 8:34 se nos identifica como "esclavos del pecado".
Romanos 6:17, “esclavos del pecado” nuevamente. Romanos 7:14, en esclavitud bajo el pecado.
Romanos 8:21, esclavos de la corrupción. En esta condición no podemos hacer nada por agradar a
Dios. Solo Dios puede determinar una expiación que sea satisfactoria.

Tito 2:13, “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran


Dios y Salvador Jesucristo,” después versículo 14, “quien se dio a sí mismo por nosotros para
redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”. Cristo
Jesús se dio a sí mismo para redimirnos, para pagar al Padre el precio que el Padre requirió para
redimirnos de toda transgresión, todo pecado, todo pecado, y purificar para sí mismo un pueblo para
su posesión.

Me encanta esa frase, “un pueblo propio". Le pertenecemos a Él. Éramos regalos de amor para el
Padre, entregados a Él, pero nunca hubiéramos podido ser recibidos por Él si no Él hubiera pagado
el precio de nuestra redención. Eso es absolutamente fundamental para cualquier comprensión del
cristianismo, cualquier comprensión del evangelio.

Escuche lo que dice en Hebreos 2:10, “Porque convenía a aquel” —hablando de Cristo— “por cuya
causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos
hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que
santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos”. Entonces, ¿cómo pasamos de ser odiados por Dios y enemigos de Dios a ser hermanos
de Cristo? ¿Cómo es eso posible? Solo es posible si alguien viene y ocupa nuestro lugar.
El versículo 14 dice que: Cristo participó de carne y sangre, se hizo como nosotros, “para destruir
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los
que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre”. Él nos liberó. Él
nos redimió. Esto se repite en muchos lugares del Nuevo Testamento; le acabo de dar algunas
muestras.

Entonces decimos que la muerte de Cristo fue una sustitución, y lo fue. Eso significa que Él tomó
nuestro lugar. La muerte de Cristo fue una propiciación; eso significa una satisfacción. Fue
satisfactorio para el Padre, y esa es la razón por la que el Padre lo resucitó de entre los muertos.
Fue una reconciliación, nos trajo de regreso al Padre como hijos adoptivos. Fue una redención;
fuimos comprados de regreso de la esclavitud al pecado. Y fue una dominación. No escucho que la
palabra "dominación" se use lo suficiente al hablar de la muerte de Cristo. Pero la muerte de Cristo
fue el dominio, el dominio sobre todo pecado, todas las fuerzas del mal. Nos liberó, nos puso en una
posición en la que Dios no nos toma en cuenta nuestros pecados en absoluto; fueron pagados en
Cristo.

Entonces, la obra de redención llega a aquellos que fueron escogidos. Vimos eso la semana pasada
en Juan 6 y Juan 17. El Padre da los escogidos al Hijo; el Hijo proporciona el precio de redención
para recibirlos y hacerlos Su propia posesión. Solo ampliando eso un poco para que quede claro, el
Antiguo Pacto solo podía condenar. Eso es lo que hace la ley: solo condena. Y todos los sacrificios
de sangre no cambiaron eso. Todos los sacrificios de sangre que ocurrieron a lo largo de toda la
historia de Israel hasta la muerte de Cristo nunca podían traer redención, nunca traer perdón, nunca
traer satisfacción. No podían propiciar, no podían sustituir, no podían dominar, no podían reconciliar,
no podían redimir y no podían proveer adopción.

Pero, “el nuevo pacto en mi sangre”, como Jesús lo describió en Lucas 22:20, “quita el pecado”. Y
aquí es donde la gracia de Dios se exhibe. El Padre planeó nuestra salvación, el Hijo compró
nuestra salvación y el Espíritu Santo aplica nuestra salvación. Somos redimidos por gracia,
confirmando nuestra elección, y nuestra redención y nuestra glorificación.

Ahora regresemos a Efesios capítulo 1 y solo veamos un poco más de cerca. Hablando de más
cerca, será mejor que coloque el reloj ahí. Efesios capítulo 1. Y ya hemos cubierto mucho, pero
queda algo a lo que quiero llegar. Pero permítame tan solo señalarle algunas cosas.

Aquí encontramos, en primer lugar, al Redentor. Y con solo un comentario o dos. El Redentor, al
final del versículo 6: “en el Amado. En quien tenemos redención”. El Redentor es el Amado, el
Redentor es Él, el Señor Jesucristo, el amado del Padre, aquel de quien el Padre dijo en Su
bautismo y Su transfiguración: “Este es mi Hijo amado. Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia. Este es Mi Hijo amado; A él oíd.”

Así que el Hijo amado del Padre, amado porque fue amado eternamente porque es eternamente
Dios, porque Él es eternamente perfecto. Él es a quien el Padre ama. Este es el Redentor. No hay
otro redentor, solo ese Redentor.

¿Quiénes son los redimidos? El Redentor, lo sabemos, es Cristo. Pero, ¿quiénes son los redimidos?
Eso es bastante claro si usted tan solo regresa al versículo 3 y ve cuántas veces ve "nuestro", el
pronombre, versículo 3, versículo 4. Vea cuántas veces ve "nosotros". Palabras, verbos, en plural,
“habiéndonos,” bajando por todo el pasaje. Y de nuevo, "nosotros, nosotros, nosotros, nosotros". Es
claro que, esto se refiere a aquellos a quienes escogió. Él nos escogió.

Entonces, ¿quiénes son los redimidos? Los redimidos son los escogidos. Cristo realmente murió,
proveyó un sacrificio, una expiación sustitutiva, una verdadera expiación, una verdadera expiación,
una expiación consumada por los escogidos. Primera de Corintios 3:21–23 dice: “todo es vuestro. . .
sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios". Ustedes
son los redimidos. Así que elección a adopción a redención; amados por el Padre, amados en el
Hijo.

Ahora, ¿cuál fue el precio de redención? Ya lo dijimos, pero veamos nuevamente el texto: "por Su
sangre, por Su sangre," simplemente refiriéndonos a Su muerte. No tomaré tiempo para explorar
eso, es obvio. Hebreos 9:22, "Sin derramamiento de sangre no hay – remisión – perdón". Entonces,
"a través de Su sangre" es una metonimia para la muerte. No significa que haya algo sobre el fluido
que salvó; fue en Su muerte, a la que básicamente se hace referencia al referirse a la sangre.

Romanos 3:23, por ejemplo, dice: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús; a
quien Dios puso como propiciación en Su sangre”, o en Su muerte sacrificial. El Redentor es el
amado, los redimidos son los escogidos y el medio de redención es el sacrificio de Cristo. Entonces,
mediante Su muerte, el Hijo compró la redención de los escogidos de Dios para llevarlos a la
santidad, a ser hijos y a Su presencia para siempre, para que fueran posesión de Dios, que se usa
ahí en el versículo 14.

Ahora quiero hablar por tan solo unos momentos sobre los resultados redentores, los resultados
redentores. El versículo 7 nuevamente, "el perdón de pecados". Bien, sabemos sobre eso, hemos
hablado mucho sobre eso. Jesús en la Última Cena, Mateo 26:28, cuando iba a mostrarles que
dedicaran su atención regular a la cruz mediante la copa y el pan, dijo acerca de la copa: “Esto es
mi sangre del pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados ". Entonces
sabemos que esa es la primera gran realidad.

El Antiguo Testamento incluso habla del perdón de Dios. El Salmo 103 dice que Él perdona “cuanto
está lejos el oriente del occidente". Isaías 44 dice que Él perdona para que el pecado sea borrado
como si estuviera escondido en “una densa nube” o una densa niebla. Jeremías 31 dice que Dios ya
no recuerda sus pecados. Miqueas 7 dice que fue arrojado "a las profundidades del mar".

El perdón de Dios es un perdón total y completo. Hechos 13:38 y 39, "por medio de él se os anuncia
el perdón de pecados", “y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser
justificados, en él es justificado todo aquel que cree”. No puede usted estar bien con Dios por las
obras. Pero, como dice Efesios 4:32, "Dios en Cristo lo ha perdonado". Romanos 8: 1, Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo”.

Solo un recordatorio de que es impopular, sin duda, quizás lo más impopular de todo en este
mundo, impopular e inaceptable decirle a las personas que son pecadores condenados, camino al
infierno eterno a menos de que se vuelvan a Cristo en arrepentimiento y fe para recibir a Dios, el
perdón de Dios. Pensaría que sería un mensaje maravilloso a menos que se dé cuenta de que los
pecadores protegen su sentido de bondad y no les gusta admitir su condición verdadera. Pero no
podemos recibir el regalo de la salvación si no entendemos cuán desesperadamente lo
necesitamos.

El amor de Dios, entonces hace que seamos escogidos. El amor de Cristo, entonces hace que
seamos redimidos por su sacrificio. Todo esto, regrese al versículo 7, "según las riquezas de su
gracia”. Como leímos hace un momento en Romanos 5:20, “Donde abundó el pecado, sobreabundó
la gracia”. Ésta es una gracia rica que, según el versículo 8, "Él hizo sobreabundar para con
nosotros,” Él hizo sobreabundar para con nosotros. Hechos 4 la llama "gran gracia". Segunda de
Corintios habla de ello como una gracia que se extiende.

Pero hay un segundo beneficio, y así es como quiero concluir esto. Y esto debería ser obvio. Pero
no solo hemos recibido “el perdón de nuestros pecados, según las riquezas de su gracia, que hizo
sobreabundar para con nosotros”. Sino “en toda sabiduría e inteligencia”, versículo 8, luego
versículo 9, “dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había
propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de
los tiempos, así las que están en los cielos como las que están en la tierra. En él”.

¿Qué es eso? Bueno, es bastante obvio; comienza con — aquí hay un segundo beneficio— “Él hizo
sobreabundar para con nosotros" no solo el perdón de los pecados, sino, en el versículo 8, "toda
sabiduría e inteligencia," toda sabiduría e inteligencia. Estos van juntos porque realmente no
podríamos recibir el perdón de los pecados si no tuviéramos la sabiduría y el conocimiento de la
revelación de Dios que nos revela la verdad del evangelio salvador. El perdón de los pecados solo
está disponible para aquellos que entienden que eso es lo que ofrece la Escritura. Ese es el
evangelio.

En el capítulo 3, versículo 8 de Efesios, Pablo dice: “A mí, que soy menos que el más pequeño de
todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las
inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio
escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de
Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares
celestiales”.

Pablo dice: "Miren, Dios me dio el mensaje de las insondables riquezas de Cristo para que pudieran
ser traídas a la luz, para que la sabiduría manifiesta, la multiforme sabiduría de Dios se conocieran
en la iglesia y por medio de la iglesia". Así que simplemente existe esta idea simple: Dios le dio una
revelación a Pablo, y Pablo pasó esta revelación y fue recibida por aquellos a quienes se les había
dado la capacidad de entenderla.

"El hombre natural no percibe las cosas de Dios", dice Pablo a los corintios, "pero la redención le
concedió a usted y a mí toda sabiduría e inteligencia". Esa es una declaración sin reservas: "Toda
sabiduría e inteligencia". Usted recuerda atrás en Mateo 11:25, Jesús hablando con sus discípulos,
ninguno de los cuales era parte de la élite religiosa, y le dijo al Padre con respecto a ellos: “Te alabo,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los
entendidos, y las revelaste a los niños."

La revelación divina no llega a quienes son inteligentes. Pablo dice en 1 Corintios capítulo 1 que los
sabios no tienen acceso a la verdad divina, pero nosotros sí. Lo que es misterio para todos los
demás está claro para nosotros. Escuche 1 Corintios 2: 6, “Hablamos sabiduría entre los que han
alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.
Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, todavía es un misterio para ellos, la sabiduría oculta, la
cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este
siglo conoció”. Nadie lo entiende. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu. Primera de
Juan, Juan dice que tenemos una unción de Dios, nos enseña todas las cosas.

Entonces no solo tenemos la bendición de tener el perdón de los pecados, sino que, junto con eso,
tenemos la capacidad de entender toda la sabiduría y toda la inteligencia de la revelación de Dios.
Es por eso que Pablo dice en 1 Corintios 1:30, Cristo se ha vuelto para nosotros sabiduría de Dios”.
Conocemos a Cristo; y en él todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento están ocultos del
mundo, pero se nos han revelado. Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual, nos
escogió, nos adoptó, nos redimió, hizo sobreabundar para con nosotros, perdón. Y ahora se nos ha
dado sabiduría e inteligencia para comprender y creer la historia completa del evangelio y todo lo
que ha sido revelado desde el cielo en las Sagradas Escrituras.

No solo tenemos el conocimiento, el conocimiento profundo del evangelio salvador, sino que hay
más. Vea los versículos 9 y 10 solo por un momento. “dándonos a conocer el misterio de su
voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas
en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos como
las que están en la tierra. En él”. ¿Sabe lo que eso es? Ese es el futuro. Él nos dio a conocer el
misterio de Su voluntad.

En Mateo 13:11 Jesús le dijo a sus discípulos: "Porque a vosotros os es dado saber los misterios del
reino de los cielos". Pablo dice en 1 Corintios 4:1 que somos "administradores de los misterios de
Dios". Pablo le habló a Timoteo sobre "el misterio de la fe". Y al final del libro de Romanos, capítulo
16, versículo 25, “Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo,
según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha
sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios
eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios,
sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén”.

Él irrumpe en una doxología cuando contempla el hecho de que no solo se nos ha dado
entendimiento del evangelio, sino que se nos ha dado entendimiento de todo lo que se manifiesta en
“las Escrituras de los profetas”. Y "las Escrituras de los profetas" podría ser una alusión a los
profetas del Antiguo Testamento, pero lo más probable es que se refiera a los profetas del Nuevo
Testamento. El Señor, Efesios 4, dio a la iglesia apóstoles y profetas, predicadores del Nuevo
Testamento, el misterio.

Esto abarcaría — si regresa a Efesios 1, esto es muy importante — esto abarcaría el fin, el fin.
¿Cómo sabes eso? Porque se refiere al cumplimiento de los tiempos, “el cumplimiento de los
tiempos", el fin de todo, “reunir todas las cosas", las cosas que se relacionan con "el cielo y.…
tierra”.

Entonces, ¿por qué recibimos esta revelación sobre el futuro? ¿Por qué tenemos esta maravillosa
revelación que podemos comprender sobre cómo va a terminar todo, sobre "el cumplimiento de los
tiempos", sobre “reunir todas las cosas…en los cielos…y en la tierra”? ¿Por qué nos dio eso? Dos
razones, creo. Número uno, honrar a Su Hijo para que podamos ver la verdadera gloria de Su Hijo;
y, en segundo lugar, para darnos esperanza. Lo necesitamos, ¿no es así? La revelación del fin, la
escatología, parte de los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

La “dispensación del cumplimiento de los tiempos" significa simplemente el fin de todo, la


culminación, la consumación de toda la historia redentora. ¿Y qué sabemos de toda la historia
redentora? Todo terminará en Cristo. Todo esto terminará en Cristo. Colosenses 1, versículo 15, “Él
es la imagen del Dios invisible, el prōtotokos, el primordial de toda la creación. Porque en él fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles,
sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades, todo fue creado por medio de él y
para él”.

Entonces Él es el comienzo de todo, Él creó todo, Él es antes de todas las cosas. En Él todas las
cosas se mantienen juntas. Él es quien creó todo, es quien sostiene todo. Él es la cabeza del
cuerpo, la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que Él mismo llegue a
tener el primer lugar en todo; “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud".

Luego, en el versículo 20, “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas” —no solo a todas
las personas, no a todos los escogidos, sino “todas las cosas” - “haciendo la paz mediante la sangre
de su cruz; por medio de él, digo, ya sean cosas en la tierra o cosas en el cielo”. Todo se va a
resolver en Cristo. Él lo creó todo, lo sostiene todo, todo encuentra su resolución en Él. Aquí es
hacia dónde va la historia. Aquí es hacia dónde va la historia. Ojalá tuviera más tiempo.

Un pasaje más, 1 Corintios 15:22, “Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo
todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son
de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya
suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya
puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la
muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas
han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego
que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a
él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”. Simplemente abrumador.

Todo se resuelve en Cristo. Y cuando Cristo ha tomado el control de absolutamente todo, se lo


devuelve al Padre. La salvación se resume en Cristo. El pecado y la muerte son reunidos y
destruidos en Cristo. La ley del Antiguo Testamento se resume en Cristo. Las profecías del Antiguo
Testamento se resumen en Cristo. Las ceremonias del Antiguo Testamento se resumen en Cristo.
Las promesas y bendiciones del reino del Antiguo Testamento se resumen en Cristo. El dominio
sobre todos los seres angelicales, sean santos o impíos, se resume en Cristo. El futuro de la
creación material se resume en Cristo.

Todo juicio se resume en Cristo. Toda la gloria eterna se resume en Cristo. Cristo es todo, todo. Esa
es la razón por la que en el versículo 15 de Efesios 1, Pablo hace una oración que veremos la
próxima vez: “Yo oro por ustedes”, versículo 17, “para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el
Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él. Oro porque los
ojos de vuestro entendimiento sean alumbrados, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os
ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”.
Quiero que sepan lo que vendrá en el futuro. Quiero que conozcan una escatología bíblica.
Tenemos un vistazo en Apocalipsis, ¿no es así? donde todos adoran al Cordero en el capítulo 5 y
están celebrando Su redención; y nuevamente en el capítulo 7 de Apocalipsis, y nuevamente en el
capítulo 11. Y luego viene con una prenda salpicada de sangre en el capítulo 19 para establecer Su
reino, y luego crea un cielo nuevo y una tierra nueva, y Él es la luz de esa ciudad celestial.
Colosenses 3:11 dice: "Cristo es el todo, y en todos".

Cristo es todo, todo. Todo está resumido, tal declaración, resumida "en Él", hasta el cielo nuevo y la
tierra nueva. Él viene. Él viene a juzgar a los impíos, Él viene primero a reunir Su iglesia; los traerá
de regreso en juicio. El juicio llenará la tierra por un período de tiempo, y luego Él regresará con Sus
santos para establecer Su reino milenial, Apocalipsis 20. Después de mil años destruirá a los
rebeldes que queden y creará un cielo nuevo y una tierra nueva. Cristo es todo, Él es todo.

Padre, te agradecemos por la maravilla de la redención. Sabemos que no solo redimirás a tus
escogidos, sino que redimirás la tierra. Vas a redimir el cielo. Vas a restaurar una especie de
ambiente edénico en Tu reino en la tierra, y luego vas a borrar esta creación manchada de pecado y
crearás un cielo nuevo y una tierra nueva. Creaste el original; mantienes al que existe; Tú serás el
instrumento de su demolición durante el tiempo de la tribulación. Tú lo restaurarás en el reino donde
Tú reinarás, y no habrá otro rey en este mundo. Tú serás todo, hasta que Tú crees un cielo nuevo y
una tierra nueva, y serás la luz de ese lugar eterno.

Ésta es la bendición de la redención. Incluso escuchamos que tendremos cuerpos redimidos,


Romanos 8:23. Así que ahora estamos en el proceso de esa redención; hemos sido redimidos de
nuestros pecados, de la muerte y del juicio. Seremos redimidos. Seremos rescatados incluso de la
presencia del pecado en Tu glorioso cielo de cielos, con un cuerpo nuevo, un cuerpo redimido como
Tu cuerpo de resurrección.

Reinaremos contigo en esta tierra como Tu pueblo redimido. Y la redención final vendrá cuando
todo este universo deje de existir y Tú crees un cielo nuevo y una tierra nueva donde haya justicia,
paz y gozo eterno. Tú eres todo. Tú creaste cuando no había nada. Lo has sostenido. Tú lo llevarás
a su fin. Todo juicio te pertenece. Toda la salvación te pertenece. Y luego Tú vas a crear ese reino
eterno de justicia.

Estamos asombrados por la gracia que nos ha permitido tocar Tu gloria, la gloria del perdón y la
gloria de la revelación divina. Y para que podamos glorificarte, se nos ha dado el relato del futuro
para que podamos glorificarte por lo que está por venir, y para que podamos vivir en esperanza,
esperanza que purifica y nos da gozo incluso frente al sufrimiento.

Y mientras vemos la próxima vez hacia ese futuro y la herencia eterna que nos espera, que siempre
estemos atraídos a adorar y bendecir Tu nombre porque Tú eres digno. Y estamos agradecidos
porque los que no somos dignos hemos sido tan bendecidos. Te pedimos, Señor, que hagas una
obra en cada corazón aquí que te agrada, que cumple Tu propósito. En el nombre de Cristo, Amén.

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