Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Zamarriego - La Casa Verde
Zamarriego - La Casa Verde
novela
ella discurre entre la juventud y la muer ta para desahogar sus instintos, sino pa
te —unos 60 años— del fundador de la ra atender td moribundo don Anselmo.
Casa Verde, don Anselmo, el creador del En estas pocas líneas de crítica han
prostíbulo que da nombre al relato. Con salido ya los nombres de bastantes per
su muerte termina la novela. Y el paso sonajes de la novela. La .Casa Verde, sin
del tiempo se va reflejando en él, casi llegar a agobiarnos —como sucede en el
exclusivamente en él, y en la ciudad en Doctor Jivago, de Pastemak— con un
que aparece un día como un desconoci ejército de nombres y vidas, tiene una
do, sin origen y sin pasado: la Piura maravillosa variedad de tipos humanos.
donde llueve incansable la arena del de Veintitantos hombres y mujeres desarro
sierto. llan su historia personal a través de la
Estamos otra vez ante una novela de novela. Cada uno está perfectamente de
típico cuño hispanoamericano: pueblos finido, tiene su individualidad propia; y
jóvenes, gentes rudas, sencillas y fuertes, de cada uno de estos hombres y mujeres,
ríos y bosques gigantes. El conjunto es que se entrelazan a través de bastantes
grandioso. Y si el protagonista es la vida lustros, sabemos muchas cosas. Como
más que el individuo, la vida más que en la vida, hay muchos pequeños prota
el instante, el sabor épico se acentúa. gonistas, ninguno tan absorbente que bo
Siempre he encontrado en las grandes rre a los demás o deje en el anonimato
novelas americanas, en Doña Bárbara, su alma propia. No podemos dejar de
en Don Segundo’Sombra, en La Vorági recordar a don Anselmo, el fundador de
ne, en El mundo es ancho y ajeno, la la Casa Verde, la primera casa de pla
misma sangre joven y fuerte, el mismo cer de Piura; el hombre de origen des
sabor homérico, el vigor épico de los pue conocido, seguramente selvático, con al
blos que empiezan y se abren paso en la ma tan sensible a la alegría del vivir, a
historia tan sencilla y tan irresistiblemen las mujeres, al vino y a la música —ar
pista hasta la muerte—, capaz de un gran
te como los ríos en la selva o en los An
amor, de una inmensa ternura, compren
des. ¡Qué lejos está esta novela de los
sivo, cordial-y humano, fuertemente pa
inacabables análisis interiores en que se
sional, jamás cruel ni vengativo; hombre
demora tanta novela europea! El hombre
de sentido moral casi imperceptible, que
rudo y joven todavía no se ha encarce
se hacía odiar un momento y perdonar
lado a si mismo en la retorcida reflexión
siempre. Y Fushía, él aventurero en lucha
de su propio ser. continua por conseguir enriquecerse,
La Casa Verde es en este sentido más cruel, calculador, sensual, buen conoce
joven que La ciudad y los perros. No dor de la selva y. sus tribus; un hombre
hay en ella ningún sabor de decadencia. sin escrúpulos nunca y del que nunca sa
No hay tampoco laS morbosidades de se bemos que llegara verdaderamente a
xualidad y psicologías desviadas de aqué amar; su vida fue una violencia que sólo
lla, aunque no se suavicen ni en realidad la lepra domó. ¡Qué contraste con él el
ni 'en lenguaje la crudeza, de ambientes, barquero Aquilino, el hombre que enve
pasiones, costumbres. Sólo, quizá, en la jeció en los ríos, fiel como un perro a
escena de la seducción de Toñita, la mu- toda amistad, incápaz de tocar un cénti
chachita ciega y muda, por don Anselmo, mo que no fuera suyo, siempre al mar
hay una morosidad excesiva en la des gen de la violencia en medio de la vio
cripción sexual. Y sin embargo hay una lencia, gran patriarca bondadoso de las
ternura que en cierta manera la purifica. aguas! Y el Sargento Lituma, deseoso
Hace falta desde luego una madurez en de superar la indolencia picaresca de su
el lector para enfrentarse con esta no ambiente mangache, buscador de vida
vela, como hace falta esa madurez para seria en el servicio policíaco, pero con
enfrentarse con toda la crudeza de la vi una raíz de aquel primer ambiente que
da en sus pasiones y fuerzas primitivas. romperá su existencia y su destino, le
Algo de aquella madurez comprensiva e complicará en una muerte trágica y le
indulgente del doctor Zevallos al final de devolverá a los «inconquistables», hecho
su vida, cuarido ya im fue al prostíbulo proxeneta de su propia' mujer. Y con
de la Casa Verde como en sus años trein ellos Julio Reátegui, el hacendado expío-
novela — 275
tador, contrabandista de honorable fa mente humano, sin eficacia, casi estéril.
chada ciudadana; Adrián Nieves, práctico No hay reflejo sentido de la acción de la
de río, que no se deja, arrastrar por las gracia.
aguas, pero sí por los acontecimientos; En el desfile de personajes no sólo hay
Jum, el jefe aguaruna, al que un castigo una desproporción entre los masculinos
despiadado exacerba hasta la locura en y femeninos. La hay mucho mayor entre
su fuerte sentimiento iimato de justicia; los «cristianos» y los «paganos». De los
el cabo Roberto Delgado, sin entrañas en salvajes como tales sólo uno aparece con
el castigo, vengativo; el Padre García, nombre y personalidad definida: Jum, el
tronador incansable hasta la muerte con aguaruna del que ya hemos hablado. Aun
tra los vicios de Piura. Y los inconquis que aguarunas y huambisas aparecen con
tables, y el doctor Zevallos, don Fabio, frecuencia. El enlace vital de la selva con
Pantacha, Seminario, etc., etc. la vida urbana está precisamente en que
A esta serie de personajes masculinos don Anselmo y Bonifacia proceden de la
corresponde-otra importante de mujeres, selva.
aunque el número de éstas es sensible Quizá im lector apresurado de esta no
mente menor en la novela: Bonifacia, la vela —si es que su técnica novelística
muchachita aguaruna educada con las perrnite ese apresuramiento— pudiera
Madres, asustadiza e ingenua, fácilmente pensar que ese cúmulo de hechos, luga
dominable, sensual junto "á una concien res y personajes es precisamente otra sel
cia despierta de ló moral y religioso, que va surgida al azar de una mano literaria
primero tiene un gran miedo a los hom mente poderosa que atrapa en su pluiria
bres y después, encarcelado ya su marido la vida tal y como le va saliendo al paso.
Lituma, es arrastrada a la vida de pros Incluso parece que el autor no ha que
tíbulo por Josefino, uno de los inconquis rido molestarse demasiado en dividir su
tables. Lalita, la mujer ñel a los hom obra; el índice .reza concretamente así:
bres con quienes va conviviendo; Fushía, Uno, Dos, Tres, Cuatro, Epílogo.
Nieves, el Pesado; alma que vive al día Pocas obras, sin embargo, tan cuidado
—«años sin pensar eri las cosas pasa samente estructuradas tomo esta novela.
das»—, sin preocupaciones morales, cari Cada una de esa^ partes tiene una intro
ñosa y sensual. Frente a estas dos muje ducción y varias secciones. Cada sección
res carnalmente ardientes, la Chunga, la está integrada por varios episodios dis
hija de don Anselmo y Toñita, fundadora tinguidos sólo tipográficamente, sin nu
de la segunda Casa Verde, cerebral, fría, meración ni título. Pues bien, un examen
impenetrable, más piedra que mujer, que atento de la estructura de la novela nos
sólo descorre algo el velo de sus senti descubre que las secciones siguen el es
mientos al morir el arpista. Como ella, quema cuatro-tres-cuatro-tres-cuatro; que
pero en una línea completamente distin todas las secciones de las partes Uno y
ta, Toñita, la chiquita que recogieron los Dos tienen cinco episodios cada una, cua
Quiroga y a quien unos bandoleros mu tro las de las partes Tres y Cuatro, uno
tilaron atrozmente, ciega y muda, es un las del Epílogo. Más aún, salvo en las
misterio del mundo interior inexpresado. secciones III y IV de la parte Tres, en
Un día, locamente enamorado, la raptó el todas las demás los episodios están en
sentimental don Anselmo; otro, murió trelazados de suerte que aparezcan siem
al dar a luz a la Chunga. Seguramente pre los tres escenarios principales: Santa
amó a su raptor y seguramente no supo María de Nieva, la selva, Piura. El eritre-
apenas distinguir el bien y el mal. Y lazado de los escenarios sigue casi siem
Angélica Mercedes, encarnación de la ser- pre también un esquema paralelo a tra
vicialida'd; Juana Baura, mujer del tra vés de toda la obra.
bajo, gran corazón compasivo que pri La comparación de cronología y geo
mero recoge a Toñita y luego a la Chun- grafía nos descubre que el escenario de
guita. Y las Madres, más severas y frías Piura se puede dividir en tres períodos
que otra cosa. temporales: la primera Casa Verde, el
Cruzan la escena el Padre García, las período errante de don Anselmo después
Madres misioneras, Pero su paso deja del incendio de aquélla, y la segunda Ca
una cierta impresión de trabajo mera sa Verde. Todos los acontecimientos na-
276 — novela
rrados en los otros escenarios quedan se (nunca se nos dice expresamente que
comprendidos en los períodos cronológi Fushía esté leproso, que Lituma sea él
cos segundo y, tercero del primer esce Sargento, que Bonifacia sea la Selvática
nario. Y como los escenarios son inamo de La Casa Verde), dan a esta novela
vibles y las acciones en ellos se desarro una variedad y un dinamismo interior
llan paralelas, es el elemento humano el extraordinarios.
que une unos con otros: Lituma y Boni- Esa misma riqueza de técnica y estilo
facia trasladando su domicilio de Santa hace la lectura difícil al principio, difícil
María de Nieva a Piura; Fushía y Lalita siempre para los lectores esporádicos,
huyendo dé Iquitos para acabar en la obliga a una segunda-lectura, tranqmla
selva y en Santa María de Nieva, respec y reposada, para descubrir y gustar to
tivamente. das las dimensiones estilísticas encerra
No insistimos en estos aspectos estruc das en ella. La Casa Verde no se puede
turales, que sin embargo creíamos nece leer de prisa sin perder gran parte de sus
sario apuntar para profundizar en la en valores literarios. Decimos lo mismo de
vergadura de la novela que analizamos. la fuerza, precisión y riqueza de su len
Un examen más atento y profundo, guaje, aunque no aprobemos la inclusión
aunque tampoco podemos demoramos en frecuente de palabras -malsonantes. ¿No
este aspecto, merecería su estilo y técni- se hubiera podido aplicar también aquí
,ca novelística. Vargas Llosa es un maes la elipse?
tro de la narración y de la descripción, Mucho nos hemos extendido en la crí
maneja prodigiosamente las más variadas tica de La Casa Verde. Creemos sincera
técnicas y las maneja simultáneamente, mente que sus méritos pedían esto y aun
con agilidad y dominio sorprendentes. estudios más serios. Es una de esas gran
Y todo ello con una concisión, con una- des novelas que nos ha dado la América
fuerza incisiva extraordinaria.- El diálo española, fan fecunda en obras geniales
go. directo e indirecto sin solución de de este género como poco leída en Es
continuijiad, la mezcla de diálogo y des paña cuando no se publican aquí direc
cripción, la yuxtaposición, sin introduc tamente las novelas. Pero es una obra
ción ninguna, de planos temporales dis para lectores maduros, para personas que
tintos —hasta tres en un mismo episo sepan ya sonreír aunque sea con lágrimas
dio—, la alternancia de diálogos directos —superación por la comprensión y el hu
del presente y del pasado sin más nexo mor— ante la crudeza de la vida. Y que
que la realidad psicológica del personaje sepan ungirla con la fe en la redención
que habla, los dobles relatos simultáneos, interior, sobrenatural, del hombre.—TO
todo ello unido al uso continuo de la elip MAS ZAMARRIEGO.