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Sin duda hay patrones de conducta de mi familia que me impactaron desde niño.

Por ejemplo, mi papá


me llevaba una vez al año a visitar mis abuelos donde vivian hasta tres generaciones en una misma casa.
Mientras que mi mama me llevaba unas tres veces a visitar a mis abuelos, por, sobre todo, cuando era
día del padre, día de la madre, año nuevo y, de vez en cuando, por algún matrimonio o fallecido.

Dos capítulos de la lectura me recordaron dos dinámicas de mi familia y como mis abuelos colocaron “la
túnica de colores”. Estas son: problemas de sexualidad y rivalidad.

La falta de respeto a los limites de la sexualidad ha traído dolor tanto a la familia de mis padres y mi
madre. Mis tíos paternos no han tenido una relación estable y varios han terminado en separaciones.
Por ejemplo, mi abuela y mis tíos se burlaban de mi abuelo, que tenía problemas de movilidad por un
derrame cerebral, diciendo que mi abuela se iba a ir con el “otro”. Mi abuelo de impotencia lloraba yo
me sentía mal por eso. Creo que mi papá es el único que no se alineó a ese mal comportamiento porque
nunca lo vi siendo parte de esto. Misma situación de mis tios, tías, primos maternos. Situaciones de
infidelidad llevaron a una de mis tías a suicidarse. Dos de ellas separaron de su esposo. Mis primos viven
en situación irregular en sus relaciones incluyendo separaciones. Mi madre ha sido una bendición para
mi al estar junto a mi padre fielmente.

En cuanto a la rivalidad, mis tíos mantienen rivalidades por asuntos de tierra, ganado, negocios,
matrimoniales, etc. Yo veía a mi abuelo materno siempre enojado con la familia de tía que se suicidó.
Siempre los culpo y nunca les permitió estar cerca de el. Mas de las veces lo vi también con la misma
actitud con varios de los esposos de mis tías. Era muy rígido y distante que lo consideraban un rival a
carta cabal. Y que decir de mi familia paterna. Siempre andas en reyertas y conflictos.

A pesar de ser parte una familia con dinámicas disfuncionales son notorias y que han afectado
colateralmente a mi padre y a mi madre, puedo decir que nací y me crie en una familia que ha luchado
por quitarse la túnica. Gracias a Dios que no permitieron que esos patrones tomen fuerza. Pontón dice
que “los elementos que forman parte de nuestra historia familiar resultan en actos vergonzosos o
escandalosos que traen dolor y devastación si se repiten”. 1 Mis padres han luchado por no repetir ese
ciclo disfuncional. Mis hermanos y yo hemos tenido relaciones saludables y estables por el ejemplo de
nuestros padres. Mi propia familia, mi esposa y mis hijos, hemos tenido una dinámica familiar diferente
y creo firmemente que Dios nos ha cambiado la túnica familiar.

Publicacion de Wendy Colon

La historia de José me provoca muchos sentimientos y me ha


llevado a reflexionar muchos momentos en mi vida.  Pero el
momento en que se reencuentra con sus hermanos es sin lugar
a duda el clímax emocional de José.  Encontrarse con aquellos
que le hicieron daño cuando debieron haberlo protegido y en
consecuencia haberle ocurrido tantas cosas después,
ciertamente como indica el autor del libro desencadenó en Jose
revivir memorias terribles y tristes.  Que terrible lucha interior
tenía Jose sobre todo porque tenía el poder de vengarse por lo
sucedido y más.  Primero usando el engaño comenzó en cierta
forma a torturarlos, pero no fue hasta que él se descubrió a si
mismo a los demás que rompió la cadena de engaños en la
familia.  Decidió romper con la mentira, algo que a la postre
trajo bendición no sólo a toda la familia sino a todo el pueblo
que se salvó gracias a la restauración de la familia, luego de
saberse la verdad de todo.

            Ciertamente no podemos negar que situaciones como


estas son fuertes, pues como señala Pontón, en momentos así
se desencadenan reacciones físicas resultado de las memorias
1
Marcel Ponton, La túnica del Padre: dinámicas familiares a través de la vida de José (España: editorial CLIE, 2016),
59.
del pasado no trabajadas o sanadas.[1] El sólo hecho de ver a la
persona que te ha hecho daño puede trastornar a uno que teme
uno mismo como va a reaccionar.  Este es un momento para
detenernos, obligarnos a tomar tiempo para reflexionar y
recordar que estamos en un mundo caído donde pueden
suceder muchas cosas malas pero nosotros como creyentes
debemos procurar ser parte de la solución, controlando nuestras
emociones y tratando de ver todo con el lente de Dios y acudir a
Él para que nos sane y nos haga entender que todo Él lo puede
transformar para bien.

[1] Marcel Pontón, Dinámicas Familiares a través de La Vida de


José: La túnica del Padre,  (España: Editorial CLIE, 2016), Loc. 82
de 176, Kindle.

Bendiciones Wendy.

Efectivamente, la vida de José, su historia familiar y dinámicas disfuncionales son dignas de de ser
apreciadas como un excelente paradigma de como ser o practicar resiliencia. Es posible, con la ayuda y
la compañía de Dios, de romper con el pasado y todos sus traumas y vivir libre por Cristo.

Así también, desde su perspectiva familiar nos cuesta “entender la forma en como tomaron decisiones o
experimentaron ciertos problemas”.2 Pero, como dice Jorge Maldonado, pasa aun en las mejores
familias de la Biblia.

Conocido en que vivimos en un mundo caído donde la influencia mala puede causarnos mucho daño en
lo personal, familiar y social y que como creyentes debemos ponernos “La armadura” y a su vez buscar
una solución. Es en este ultimo punto en que debemos ser conscientes y enfrentar, con la ayuda del
Señor, todas esas dinámicas o patrones de conductas de reflejamos que proceden de nuestra familia de
origen. Considero que lo explicado por Ponton en la vida de José es un desafío para romper y quitar esa
“Túnica del Padre” que hemos recibido y cambiarla por el manto del Señor. Así rompemos con el

2
Marcel Ponton, La túnica del Padre: dinámicas familiares a través de la vida de José (España: editorial CLIE, 2016),
32
pasado, como dice Anderson, y nos desafiamos a vivir libre de engaño, revalidad, triangulación,
problemas con la sexualidad y secretos que resquebrajan y desordenan nuestro interior y exterior.

DTB.

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