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Hacia la
comprensión de
perspectivas
críticas en
contraste
Introducción al pensamiento
crítico
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Contenido
Introducción ...................................................................................................................... 2
1. Perspectivas rupturistas de la modernidad temprana .................................................. 3
1.1 Contexto Edad Media ............................................................................................... 3
1.2 Despertar de la razón humana .................................................................................. 4
1.3 Nueva ciencia ........................................................................................................... 5
1.4 Sujeto racional .......................................................................................................... 7
2. Revolución francesa y pensamiento crítico ................................................................. 10
2.1 Ilustración............................................................................................................... 10
2.2. Idea de progreso .................................................................................................... 13
2.3. Filosofía y subjetivismo .......................................................................................... 14
3. El siglo XX como oportunidad de cuestionamiento profundo a la tradición ilustrada . 17
3.1 Husserl ................................................................................................................... 18
3.2 Existencialismo ....................................................................................................... 19
3.3 Heidegger ............................................................................................................... 20
3.4 Neomarxismo: Escuela de Frankfurt ....................................................................... 21
3.5 Michel Foucault ...................................................................................................... 21
4. ¿La modernidad como triunfo del pensamiento crítico? ............................................. 24
4.1 Postmodernidad ..................................................................................................... 25
Conclusión ....................................................................................................................... 29
Referencias bibliográficas................................................................................................ 30
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Introducción
En esta unidad se presenta la época moderna, determinada por el origen, desarrollo y
exacerbación de la razón. Si bien el ser humano -desde la época clásica- entendía que su
diferenciación específica es lo racional, fue en la modernidad que la entendió como una
herramienta no solo para conocer, sino también, como luz para descubrir su lugar en el
cosmos como entidad capaz de autogobernarse. Del mismo modo, entendió que la razón
le posibilita tanto al conocimiento como a la dominación del mundo externo y, por ende,
la desplegó ya no para buscar lo verdadero, sino para lo útil: razón instrumental. Con el
devenir de la historia este cálculo racional se exacerba y sus consecuencias: producción,
egoísmo, hedonismo, etc. comienzan a romper sus lazos sociales para llevar al hombre a
un solipsismo de narcisismo y consumo.
Así, la naturaleza humana es entendida bajo la concepción dualista alma y cuerpo que, si
bien a lo largo de la teología medieval ofrece una serie de variantes, se entiende como eje
central de la concepción cristiana de la persona: “el ser humano está formado de un
cuerpo, carnal y perecedero, y de un alma, entidad espiritual, incorpórea e inmortal”
(Baschet, 1999, p. 4). Por tanto, la Iglesia se presenta como “aquel mecanismo que se
propone espiritualizar lo corporal y conducir el mundo terrestre hacia su destino
espiritual” (Baschet, 1999, p. 21) mediante el auxilio terrestre del atributo de la
providencia divina. Entendido como la presencia de Dios en el hombre y su colectivo que
le provee y provee de lo necesario para el cumplimiento del fin que la divinidad tiene para
sus hijos.
En los siglos XV y XVI se produce en Europa el desarrollo del humanismo como efecto de la
interacción entre oriente y occidente provocada por la migración de una serie de sabios a
Europa Oriental producto de la caída del Imperio Romano de Occidente (476 D.C) y de la
crítica aristocrática y burguesa frente a la falta de respuestas terrenales y prácticas de la
iglesia católica medieval. Produciéndose un regreso hacia la cultura clásica griega y latina
para encontrar respuesta a sus necesidades y revalorar al hombre, en cuanto hombre,
reconociendo el valor de la vida humana terrenal -como existencia digna de ser estudiada-
y una confianza plena en su razón.
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Los dos grandes temas de la filosofía del Renacimiento fueron la naturaleza y el hombre;
existió un renacer del hombre con la realidad, no solo para desvelar conocimientos de
ella, sino también para complacerse corpóreamente con ciertas sensibilidades que el
disfrute de lo natural otorga. Además de las bondades estéticas que la natura otorga
como espacio de símbolos que remiten a infinitas posibilidades de energías anímicas.
En cuanto al estudio del hombre, fueron los humanistas italianos del siglo XV -del primer
renacimiento- los primeros en tomar conciencia clara del nuevo horizonte histórico. “Sus
escritos constituyen a menudo una especie de manifiestos de la nueva visión
antropológica, en la que se destaca especialmente la libertad creadora y la dignidad del
hombre” (Ginzo, 1994, 90).
Del mismo modo, existe otra magia y otra fe que comienza a desarrollarse: la magia por
las matemáticas, capaz de develar e interpretar el lenguaje divino presente en la
naturaleza que, una vez decodificado matemáticamente, posibilitará su conocimiento y
dirección.
Asimismo, la presencia de las llamadas Utopías del Renacimiento (finales del siglo XV y
principios del XVI), en las que varios intelectuales plantean -mediante sus obras, como La
Ciudad del Sol de Campanella (1600) y la Nueva Atlántida de Francis Bacon- la posibilidad
de un mundo ideal basadas en sociedades de conocimiento y de artes. Conocimiento y
arte son herramientas para que el ser humano pueda controlar la natura y forjar su propio
destino.
Esta nueva confianza en el poder del intelecto para explicar el universo y la naturaleza -a
través de la búsqueda sistemática e ininterrumpida del conocimiento-, prepararon el
escenario para las ideas proactivas y revolucionarias de Copérnico, Kepler y Galileo. Lo
cual da como resultado un notable cambio en el funcionamiento mismo del razonar
humano, que comienza a cuestionarse por las causas intramundanas y terrenales,
definidas mediante la observación sensible, avaladas por sus propias habilidades sin
determinaciones trascendentes o religiosas. Esto provoca el despunte de una nueva forma
de entenderse y ejecutarse, caracterizada como una razón más bien instrumental, capaz
de calcular y deducir lo conveniente para el individuo (Galafassi, 2004) para servir a los
nuevos principios filosóficos, sociales y políticos.
El objetivo entonces de esta nueva ciencia será encontrar las regularidades del curso
natural, con la ayuda de experiencias sistemáticamente organizadas para dominar la
naturaleza (Horkheimer, 1995). Independiente del análisis deductivo o inductivo de la
razón metafísica que apunta hacia el conocimiento trascendente y teleológico.
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realizaba a los Monarcas y a las propias ciudades. (Ferrando, 2019). La burguesía comienza
a imponer sus modos, su sensibilidad y sus interpretaciones del mundo, “por el número de
sus miembros, por las actividades que realizaba y los intereses que tenía en custodia, la
burguesía constituía en casi todos los estados occidentales la fuerza más vigorosa”
(Romero, 1960); estableciéndose en una situación de preponderancia social y nueva forma
de estructurar lo social.
frente a ellos y la soberanía popular. Esto coloca las bases al contractualismo, afincadas en
la idea de que “el gobierno legítimo es el producto artificial de un acuerdo voluntario
entre agentes libres y de que la autoridad política ‘natural’ no existe” (Riley, 1989, p. 112).
En este sentido, el poder político es legítimo bajo un acuerdo voluntario entre agentes
morales libres, frente a lo cual, Locke, Hobbes y Rousseau establecen la hipótesis del
estado de naturaleza que, conformado por individuos aislados -ya en armonía ya en
guerra de todos contra todos-, requieren convenir una forma de organización social -que
les permita interaccionar- y una autoridad que sostenga el contrato social.
2.1 Ilustración
La Ilustración fue un movimiento cultural e
intelectual, primordialmente europeo, que se
originó a mediados del siglo XVIII y duró hasta
los primeros años del siglo XIX. Fue un
movimiento de síntesis del Renacimiento y las
épocas anteriores, además de ciertas tensiones
entre nuevas interpretaciones de la realidad.
Autonomía
Kant explica que el ser humano posee la capacidad para darse leyes a sí mismo o
autonomía de la voluntad y ello sin ningún interés, ni propio ni ajeno. “Autonomía es […]
el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de toda naturaleza racional”
(Kant, 2012 [1797], p. 203). Así, cuando Kant habla del respeto a la humanidad, a quien
nunca debe entenderse como medio, “se refiere… a un conjunto de capacidades y
propiedades normativas, fundamentales de la persona, es decir, de aquella ‘idea de la
humanidad” (Kant, 1996 [1785], p. 189), “que consiste en el lado inteligible… del hombre,
en su capacidad para… darse fines, y finalmente, en la capacidad para la
autodeterminación según máximas universalizables que se da a sí mismo” (Guttman,
2019), por medio, de los imperativos categóricos.
De este modo, el núcleo del proyecto moderno se basa en la idea de la autonomía como
manifestación de la razón y libertad humana autodeterminante que, junto a la distinción
entre hombre y naturaleza y su interrelación, dan origen a la perspectiva del hombre
frente a la realidad como razón emancipadora (Barg, 2004).
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Humanismo
Universalidad
Este periodo del devenir de la historia y la razón humana entiende que la existencia
humana posee ciertos rasgos que le son comunes y presentes a todos, desvelados, por la
racionalidad humana. Tales como, los derechos naturales o inalienables presentes en el
ser humano, por el solo hecho de ser hombre. “El ejercicio de la libertad está, pues,
limitado por la exigencia de universalidad, y lo sagrado, que ha abandonado los dogmas y
las reliquias, se materializa en adelante en los “derechos del hombre”, que acaban de
reconocerse” (Todorov, 2014, p. 17)
De esta misma universalidad deriva la exigencia de igualdad: “Si todos los seres humanos
poseen una serie de derechos idénticos, de ahí se sigue que el derecho es el mismo para
todos.” (Castany y Pérez, 2010). Lo que da pie al reconocimiento y declaración formal de
la existencia de derechos naturales del hombre y de los ciudadanos mediante la creación
de una Constitución como carta política emanada de la soberanía popular: “de carácter
rígida, permanente, contentiva de normas de rango superior, inmutable en ciertos
aspectos y que no solo organiza al Estado, es decir, no solo tiene una parte orgánica, sino
que también tiene una parte dogmática, donde se declaran los valores fundamentales de
la sociedad y los derechos y garantías de los ciudadanos” (Brewer-Carías, 2011, p. 113).
Sobre esos derechos se constituyó la libertad como freno al Estado y su absolutismo. Por
esto, el principio de la soberanía se atribuyó a la nación y no al rey o a los gobernantes.
Asimismo, tal visión de universalidad genera el interés por sociedades diferentes. Los
intelectuales y pensadores ilustrados viajarán por el mundo reuniendo información, datos
y vestigios para analizar que, al pasar del tiempo, transformarán la visión e interpretación
de la realidad, despertando el interés por las culturas diversas que lo llevan, al mismo
tiempo, a una reflexión de su propia realidad.
Este idealismo tiene como padre a Descartes, quien asevera que las ideas mismas ciertas
formas, y no estando compuestas de materia alguna, siempre que se consideran en
cuanto representan algo, no se toman materialmente, sino formalmente, mientras que si
se las considera no en cuanto representan esto o aquello, sino en cuanto son operaciones
del entendimiento, entonces se podría decir que se las toma materialmente (Fernández,
1976, p. 124-125).
En la Modernidad, se dan dos tendencias: por una parte, los racionalistas (siglo XVII)
consideran que las ideas son verdaderas y que, en la mayoría de los casos, nacen con él.
Por otra parte, el segundo gran movimiento de la modernidad o empirismo, en cambio,
estudia el origen de las ideas porque no existen previamente en la mente humana
(empirismo británico del siglo XVIII: Locke, Berkeley y Hume). Por el contrario, la mente
obtiene datos sensibles. No obstante, ambos racionalistas y empiristas comparten la
creencia de que el modo más rápido de conocer es mediante la intuición. Para los
racionalistas intuición intelectual abstracta …. [para] los empiristas, la intuición es de
tipo senso-perceptuales que dan contenido a la mente o conciencia. Tanto los
racionalistas como a los empiristas estiman que el conocimiento se inicia a partir del yo
mismo. El yo se aprehende a sí mismo en primer lugar, antes de venir en conocimiento
de las cosas. Posteriormente, el yo descubre en su interior bien ideas (cogitata), bien
impresiones sensibles procedentes del exterior. Estas ideas e impresiones indican una
realidad cuya existencia no puede ser afirmada inicialmente más que de un modo
problemático, porque una cosa son las ideas (o impresiones) y otra bien distinta son las
cosas (Prieto, 2010, p. 335).
“Después de la Segunda Guerra Mundial, y al hilo del estruendo producido por las
bombas atómicas… surgieron diversos movimientos sociales como el medio
ambientalismo, el pacifismo y el feminismo, que efectuaron grandes críticas a las
corrientes principales de la ciencia. La preocupación por los efectos sociales de las
tecnologías, las cuestiones epistemológicas surgidas a raíz de esa nueva forma de hacer
ciencia… los nuevos desarrollos y tendencias de la historia de la ciencia…, los enfoques
antinormativos de la sociología de la ciencia y un renacimiento… del naturalismo y el
pragmatismo, etc. se combinaron para hacer que cuestiones anteriormente obviadas
por la filosofía” (Pérez, 2004).
La filosofía, consecuente con la modernidad, entendió que los males del mundo eran un
error de pensamiento que solo podría remediarse con la propia filosofía. La salida del
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3.1 Husserl
Husserl, el filósofo alemán, mira desorientado cómo frente al
evidente ascenso de ideologías totalitarias -fascistas y
nazistas-, las ciencias europeas, sobre todo el positivismo, no
tienen nada que decir. Lo que más le preocupa al filósofo es
el absolutismo del positivismo científico que descarta el
diálogo racional. Para Husserl, desde fines del siglo XIX y,
especialmente luego de la Primera Guerra Mundial, se
produjo una incredulidad frente a las ciencias producto de su
extrema “cientificidad” y falta de mirada humana por su
abulia a la búsqueda de respuestas frente al sentido de la
Edmund Husserl (1900)
vida.
reducción o ἐποχή (epojé) que deja atrás el pensamiento natural y posibilita la entrada del
ser mismo en la propia conciencia humana (Husserl, 1982). Idea propia de filosofía que
posee como punto de arranque el tema del conocimiento, no psicológico sino metafísico,
y la pregunta por: ¿cómo conocer propiamente la realidad o sus objetos? La ἐποχή o
reducción gnoseológica es un cambio de actitud fundamental frente la realidad misma,
que es colocada entre paréntesis o desconectada de la cotidianeidad.
“La conciencia solo es en cuanto se encuentra abierta al mundo; por lo tanto, ya no hay
interioridad ni exterioridad alguna. Solo hay un tejido intencional que es
indisolublemente, el de la conciencia y el del mundo” (Bech, 2001, p. 54).
3.2 Existencialismo
En Europa, posterior a la Segunda Guerra Mundial, el existencialismo se afirma como
corriente filosófico-política, y lo hace oficialmente con la conferencia de Jean-Paul Sartre
El existencialismo es un humanismo (1946), donde esclarece qué significa que la existencia
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preceda a la esencia. Sartre (influenciado por Husserl y Heidegger) afirma al hombre como
ser libre y como proyecto que se realiza y afirma en su experiencia. La existencia precede
a la esencia es el principio de todas las formas de existencialismo, por tanto, el
existencialismo se basa en la subjetividad humana que se percibe como siendo nada y se
configura con su existencia. Es la existencia anterior a cualquier esencia.
El hombre parte desde una nada para convertirse en un pro-yecto (yectum: lanzar), un
dirigirse hacia algo. Producto de la absoluta libertad del ser humano que conlleva a una
angustia radical, el ser humano puede realizar su historia y cambiar la historia de los otros.
3.3 Heidegger
El problema de la técnica, propiamente moderno, es uno de los temas fundamentales de
la filosofía de Heidegger. Por un lado, revela el destino que emerge del ser mismo y que
podría provocar el surgimiento de una relación más originaria entre el hombre y el ser;
por otro, sin embargo, conlleva el mayor peligro para la subsistencia del carácter
específico del ser del hombre (Linares, 2003, p. 15).
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mecanismos, instituciones, etc., con las cuales puede producir mecanismos que permiten
regularizar la conducta de los individuos. Dispositivos que condensados en acción,
estrategia e institución presenta variadas combinaciones que manifiestan y entremezclan
un modelo destinado a la formación, transformación y control panóptico de los sujetos en
su plenitud (Foucault, 1973); penetrando en todos los nexos sociales mediante una
multiplicidad de redes en constante transformación. Tal poder, según Foucault, se
demuestra de diversas formas: como “sociedad disciplinaria” que construye el poder a
través de aparatos y dispositivos que producen y regulan costumbres, hábitos y prácticas
productivas que operan como mecanismos de inclusión y/o exclusión por medio de las
propias instituciones disciplinarias (escuela, cárcel u hospital). Y, como “sociedad de
control” cuyos mecanismos de poder, al realizarse en el contacto mismo entre los
hombres, desvelan cómo las instituciones buscan controlar a los individuos –tanto
psíquica y conductualmente- para conseguir un determinado fin.
La idea del progreso infinito en sus diversas expresiones y en sus variados campos -basada
en el aprendizaje de la racionalidad y emancipación humana-, despertó una serie de
ilusiones sobre futuros esplendorosos. No obstante, el progreso se desdibujó en su
desenvolvimiento desde los inicios mismos de la modernidad, que fueron contrarios a la
idea de progreso que con el tiempo desvelaron la mezquindad de la razón instrumental. El
origen y desarrollo del concepto de raza como identidad instrumentalizada y capitalista, la
colonización, la subalternalidad de los pueblos originarios, de la mujer, del otro, las
Guerras Mundiales y las usurpaciones al medio ambiente, avaladas por la ciencia,
tecnología y la idea del desarrollo, desvelaron la utopía del progreso eterno.
Esta crisis de la modernidad se muestra como un fastidio del hombre en una sociedad
racionalizada que fue prevista por “los análisis de filósofos y pensadores como Foucault,
Lyotard y muy notoriamente a los miembros de la Escuela de Frankfurt: Adorno,
Benjamin, Horkheimer, Marcuse, Habermas… y tantos otros, nos muestran que una vez
rota la unidad y la direccionalidad del progreso… el hombre se encuentra…sin saber la
medida del avance o del retroceso” (Constante, 2007, p. 100) que dio pie a un nuevo
concepto: postmodernidad.
4.1 Postmodernidad
El origen filosófico de la postmodernidad se fundamenta en Nietzsche1 con el anuncio de
la muerte de Dios, y en Heidegger con su visión de declive de la metafísica y de la pérdida
del sentido del ser, y también con retazos del existencialismo ateo. No debe entenderse la
postmodernidad como un nuevo paradigma particular coherente y sistematizado que
pueda responder la pérdida del poder de las ideas que fundamentaron el proyecto
filosófico-político de la modernidad. La postmodernidad se determina por un
agotamiento, pérdida de las ideologías, simulacros y agnosticismo generalizado, en
general, como una deconstrucción de las categorías de la modernidad que no ha podido
reconstruir un nuevo paradigma aportando cimientos nuevos, más bien, se encuentra
atrapada en la postrimería de la propia modernidad. Por esto, el prefijo post, no es
valórico (no es un plus), no es una época que se halle después de la modernidad como
etapa de la historia. El “post” de la postmodernidad, a juicio de Gianni Vattimo, es
“espacial” antes que “temporal”. Esto quiere decir que estamos sobre la modernidad. La
Postmodernidad no es un tiempo concreto ni de la historia ni del pensamiento, sino que
es una condición humana determinada (Vázquez, 2011, p. 4).
1
Para Nietzsche, el nihilismo ocurre en la medida en que el hombre abandona el centro y se coloca en un
punto cualquiera; cuando tiene lugar la desvalorización de los valores supremos: cuando se proclama la
muerte de Dios; cuando el mundo es convertido en fábula y se atribuye a esta la antigua dignidad metafísica
del mundo verdadero, o cuando la experiencia pierde la autenticidad y se emancipa de cualquier valor último
(De Carvalho, 1994:14).
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Del mismo modo, se produce una cierta ecología cultural, basada en un recelo hacia la
tecnología que no solo aporta, sino también destruye con desechos nucleares,
clorofluorocarbonos, residuos bacteriológicos, etc. Esto produjo un recelo frente al
progreso y una profundización a la defensa de la naturaleza que plantea, mediante la
propia tecnología, salvar al medioambiente.
Conclusión
La razón ha sido la característica distintiva del ser humano para la filosofía moderna, pues
posibilitaba la comprensión e interpretación de la realidad con pasos firmes y capaz de
configurar un sistema de conocimiento no solo en la ciencia, sino también en la filosofía.
La filosofía moderna es una defensa de la capacidad del hombre de, más que conocer,
instaurar la propia realidad; en el entendido que la realidad per se es ininteligible. No
obstante, tanto camino racional, tanta confianza y alabanza a la razón dio cuenta de una
desmesura que provocó la soberbia de creer en un progreso indefinido del devenir
humano, cuya viabilidad se quebró con el propio decurso de la acción del hombre. Fue la
propia historia la que despertó de una utopía evolutiva de mejora absoluta. La
colonización, las exterminaciones de pueblos originarios, la subalternidad de las mujeres,
la desigualdad social, las guerras mundiales, etc., evidencian radicalmente la escasez de
racionalidad de los actos humanos. Racionalidad que da cuenta no solo de su ausencia,
sino también, muestra una incapacidad colectiva e histórica de visibilizar los objetivos
comunes y, por tanto, el sentido que los actos humanos deberían direccionar para
alcanzar un verdadero progreso.
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