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técnica moderna
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Si bien la antigua “técnica manual” también fue un modo de desocultar lo que es [1], la
técnica que aquí importa es la técnica tal cual nosotros ya la conocemos, la “técnica
moderna” que, a diferencia de la antigua técnica artesanal, tiene una manera
completamente diferente de desocultar todo lo que es:
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energías ocultas de la naturaleza; lo descubierto es transformado; lo transformado
acumulado; lo acumulado a su vez, repartido y lo repartido se renueva cambiado. (PT,
128)
¿Se trata, entonces, del ser humano adquiriendo poder sobre todo lo que es y el planeta
en el que vive? No. Si bien el destino de la esencia de la técnica es realizado por el ser
humano, el desocultar mismo “en el que, en cada caso, lo real se muestra o se retrae, no
dispone el hombre” (PT 131). Y es que el ser humano “está pro-vocado ya a pro-vocar”
(PT 132) asegurándose a éste como el que establece y asegura el mundo y a sí mismo
como constante de la técnica. En esta “interpelación provocante” al ser humano se halla
lo esencial de la técnica moderna, a lo cual Heidegger llama Ge-stell (lo dis-puesto, im-
puesto o posicional total):
Nosotros llamamos ahora aquella interpelación provocante, que reúne al hombre en ella
a establecer lo desocultado como constante, lo dis-puesto. (PT 134)
Este destino histórico no ha dado al ser humano un poder para su quehacer según un
sentido y horizonte apropiado por él, ni tampoco ese destino ha otorgado un fundamento
para una existencia arraigada. Para Heidegger “todo mero querer y hacer según el modo
del establecer [técnico], persiste en el desamparo” (LV 202), es decir, lo mantiene en una
falta radical de fundamentos:
El arraigo del hombre de hoy está amenazado en su ser más íntimo (…) La pérdida de
arraigo procede del espíritu de la época en la que a todos nos ha tocado nacer (S)
¿Pero qué significa esta “amenaza” a su ser más íntimo? El peligro radica en que el ser
humano provocado por la técnica moderna expulsa “todas las otras posibilidades del
desocultamiento” y, peor aún, “vela el desocultar en cuanto tal” (PT 144) impidiéndole así
que se entregue a su esencial pertenecer al desocultar y a la posibilidad de un desocultar
más originario. En otras palabras, la esencia de la técnica provoca y dispone al ser
humano a una radical y ciega unidimensionalidad comprensiva. Es por todo lo anterior
que no se debe pensar la amenaza fundamentalmente por el efecto destructivo de las
nuevas máquinas y técnicas creadas, sino más bien debe considerarse que “la más
peculiar amenaza se ha introducido ya en la esencia del hombre” (PT 144).
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¿Es este un destino fatal e
inevitable? De ningún modo.
Heidegger afirma no sólo la libertad
del ser humano por su pertenencia
al desocultar mismo del ser, sino
que, escuchando las palabras de
Hölderlin, considera la posibilidad de
un giro, de algo salvador que crece
en la misma esencia de la técnica:
(Hölderlin)
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Si bien Heidegger no sostiene que deban ser inmediatamente convocadas las artes
como cierta respuesta a la técnica moderna, aún así, las artes tienen una especial
relevancia por este parentesco originario dado por la téchne antigua. Es el pensar y el
pregunta por la esencia de la técnica que, de alguna manera, nos conduce a prestar
mayor atención al arte o lo poético en el sentido de Hölderlin:
Ahora bien, ¿qué pensar es capaz de meditar la esencia de la técnica? Primero, hay que
descartar tajantemente el pensar ya dado en la tradición filosófica occidental, pues éste
es precisamente el que ha dado origen a la técnica moderna y su modo de desocultar
(“en cuanto figura de la verdad, la técnica se funda en la historia de la metafísica” CH
58). El pensamiento de nuestra tradición es incapaz de pensar la esencia de la técnica a
tal punto que “no sólo no abre la pregunta por la verdad del ser sino que la cierra” (CH
65).
Esta modestia del pensar que pregunta, sin embargo, no debe tomarse como una pura
pasividad especulativa, sino, por el contrario, una “acción que está en diálogo con el
destino del mundo”, una escucha que corresponde a la interpelación del Ser por medio
de un “pensar incesante y vigoroso” (S). Es este pensar el que debiera guiarnos hacia
“una relación satisfactoria con la esencia de la técnica” y así preparar una salida del
desarraigo en vistas de un “nuevo suelo y fundamento” (S).
“Pues, en efecto, de acuerdo con ese destino, lo que tiene que hacer el hombre en
cuanto ex-sistente es guardar la verdad del ser. El hombre es el pastor del ser.” (CH 43)
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Notas
[1] A partir de una reflexión de lo instrumental desde sus orígenes, donde “impera la
causalidad”, se comprende su sentido originario como un traer lo no presente a la
presencia, como un pro-ducir (poiesis) dado desde el “velamiento al desvelamiento”, es
decir, como un modo de la verdad entendida como desocultamiento (PT, 125).
Referencias
– (ES) Entrevista del Spiegel (1966/1976), Martin Heidegger, Editorial Tecnos (1996)
– (PT) La pregunta por la técnica (1953). Filosofía, ciencia y técnica, Martin Heidegger,
Editorial Universitaria (2007)
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– (LV) La vuelta (1949). Filosofía, ciencia y técnica, Martin Heidegger, Editorial
Universitaria (2007)
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Se sugiere, sobre todo para quien no esté familiarizado con el lenguaje heideggeriano, el
siguiente texto para comenzar a meditar en torno a nuestra época técnica:
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