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Ficha - El Proceso de Evaluacion Neuropsicologica
Ficha - El Proceso de Evaluacion Neuropsicologica
Ficha
• La anamnesis
Esta entrevista inicial es una herramienta clave para realizar una correcta evaluación
neuropsicológica. En primer lugar es importante establecer un vínculo positivo que favorezca la
colaboración activa del paciente hacia la evaluación. Es el momento ideal para observar el
desempeño del paciente en una situación menos formal y más libre que en las sesiones de
administración de tests. Es conveniente, contar con la presencia de un familiar o allegado del
paciente, que nos pueda aportar más datos y complementar lo brindado por éste.
La anamnesis y los datos del registro de historia clínica (si se cuente con ella) proveen
elementos esenciales para comprender las características y el desarrollo en el tiempo de la
enfermedad del paciente. Sirven para orientar hacia el diagnóstico y pronóstico, e informan sobre
aspectos médicos y psicológicos que pueden afectar el funcionamiento cognitivo y emocional y, por
tanto, el desempeño en los tests. Además, es importante preguntar acerca de la historia educativa,
social y evolutiva para conocer cómo era el paciente antes de la enfermedad o situación que lo trae
a la evaluación, y así poder comparar el funcionamiento actual con el que se estima poseía en el
pasado.
Temáticas a tener en cuenta:
1º. Indagarse acerca del propósito de la evaluación. Tener en claro qué es lo que requiere
el profesional que deriva al paciente, para seleccionar las herramientas adecuadas o incluso derivar
en caso que no se logre responder desde la neuropsicología a ese requerimiento.
2º. Tener en claro la motivación del paciente respecto de la evaluación y las expectativas
sobre la misma.
3º. Variables demográficas del paciente (edad, ocupación, instrucción escolar, dominancia
manual, etc.) son fundamentales tanto para elegir las técnicas como para la interpretación posterior
y la inferencia del nivel premórbido del paciente. Se deberá preguntar no sólo por el mayor nivel
educacional alcanzado, sino también por las características del desempeño aca- démico, los
motivos por los que interrumpiera los estudios, etc. Lo mismo en referencia al ámbito laboral, no
bastará con tomar conocimiento del oficio o profesión y si se encuentra o no en
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actividad, sino además es necesario conocer las características del trabajo (complejidad y nivel de
responsabilidad), los cambios de trabajo a lo largo de la vida, motivo de los mismos, etc.
4º Se debe contar con una descripción detallada de la enfermedad actual o problema que
fue motivo de consulta (los síntomas y quejas actuales, severidad y duración de los mismos,
momento de aparición, etc.). Se deberán solicitar estudios anteriores (neurorradiológicos, análisis
clínicos, etc.) o evaluaciones neuropsicológicas previas, debiendo consignarse los resultados.
5º Tratamientos recibidos (en la actualidad y en el pasado), la medicación (qué droga y la
dosis), y la percepción de su efectividad con relación a la patología actual pero además también
conviene preguntar sobre antecedentes médicos en general (enfermedades, accidentes, etc.) e
indagar de manera explícita acerca de antecedentes de pérdida de conocimiento, epilepsia,
accidente cerebro-vascular, enfermedad cardiaca, hipertensión arterial, enfermedades infecciosas.
Las enfermedades psiquiátricas también son de particular importancia.
6º Es necesario tener en cuenta también la situación actual del paciente (incluyendo rutinas
de trabajo, en el hogar, actividades sociales, recreativas, hobbies), la composición familiar (cónyuge,
hijos, padres) y la dependencia/independencia de ellos, merecen ser tenidas en cuenta ya que
permiten apreciar las capacidades funcionales y su adaptabilidad a la vida diaria.
7º Por último es conveniente tener en cuenta la existencia de conflictos actuales (crisis
familiar, malas relaciones interpersonales, problemas laborales o financieros, etc.).
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Otra fuente de información usada para seleccionar los tests son las quejas del paciente
aunque los reportes de los pacientes tienen una validez limitada y tienden a estar más relacionados
con su estado emocional que con su estado cognitivo. Es frecuente que el paciente tienda a
minimizar o negar la existencia de dificultades o por falta de conciencia del déficit o porque no se
ha enfrentado todavía a las consecuencias de éste.
Es decisiva en la elección de las técnicas la presencia o no de déficit sensoriales o motores
puesto que se deberán seleccionar aquellas que superen las limitaciones de aquél (utilizar técnicas
que utilicen el canal auditivo en pacientes no videntes por ejemplo).
Además de lo expuesto cabe mencionar que la selección de las técnicas está determinada
también por cierta concepción del profesional frente a la evaluación y por algunas propiedades de
los tests. Uno de estos factores es por ejemplo el modo de abordaje:
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Una de las desventajas estaría al momento de interpretar los resultados dado que se debe
confiar más en el juicio clínico que en normas establecidas o reglas de interpretación previamente
validadas, lo cual lo torna un método proclive al sesgo subjetivo y otra limitación es que no se presta
tan fácilmente a comparaciones entre pacientes o entre grupos como las baterías fijas.
Cabe mencionar que estos dos abordajes no son mutuamente excluyentes, y en la actualidad
la mayoría de los neuropsicólogos utilizan un abordaje "mixto", caracterizado por una batería de
tests mínima, que aplican en todos los pacientes, agregando otras pruebas cuya elección se basa
en parte en los datos obtenidos en la entrevista clínica y en el desempeño en la batería inicial.
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Un test o una medición alcanza validez de criterio en la medida en que se corresponde o
correlaciona con alguna otra observación o prueba que ya se ha establecido que mide con precisión
el fenómeno de interés (el patrón oro, o gold standard).
Si la medida a validar predice un criterio a futuro se denomina validez predictiva, en el caso de la
validez de constructo podemos decir que es la forma más importante de validez ya que refleja el
grado en que los comportamientos observables medidos por el test representan el constructo teórico
subyacente (Mitrushina y col., 1999).
La validez de contenido es la demostración de que los ítems de un test y el test mismo representan
adecuadamente el dominio que se supone deben medir.
b) Confiabilidad
La confiabilidad de un test se refiere a la consistencia y estabilidad de los puntajes medidos
a través de diferentes situaciones (Mitrushina y col., 1999).
La confiabilidad se expresa través de la consistencia con que se obtiene la misma
información si el test es tomado por diferentes evaluadores (confiabilidad inter-evaluador), por el
mismo evaluador en más de una ocasión (intra-evaluador) o al mismo paciente en días diferentes
(confiabilidad test-retest).
La confiabilidad también queda expresada en la consistencia interna de los test. La corre-
lación entre los ítems de un test y la correlación entre un ítem y el puntaje total son las medidas más
típicas de la consistencia interna de un test.
Al utilizar un determinado test, el neuropsicólogo debe conocer su confiabilidad y el error
estándar de medición (publicado en general en los manuales o en la bibliografía de cada test).
Cuanto menor sea el error estándar de medición más confiable será el test y más podrá el
examinador confiar en la precisión del puntaje observado.
c) Sensibilidad y especificidad
Otros dos criterios que deben considerarse a la hora de elegir una prueba son su sensibilidad
y especificidad para aquello que se pretende evaluar.
La sensibilidad de un test se refiere a la proporción de personas que poseen alguna
disfunción o enfermedad (por ejemplo, enfermedad de Alzheimer) y que son diagnosticadas como
tales por el test. El test idealmente sensible sería aquel que permitiera identificar a todas las
personas que presenten esa condición. La sensibilidad disminuye a medida que aumenta la
proporción de casos que no es capaz de identificar o "falsos negativos".
La especificidad, por otra parte es la proporción de sujetos que no poseen la disfunción que
se pretende medir, y que son clasificados como tales por el test.
Un test absolutamente específico sería aquel que clasifica correctamente a todos los sujetos
sanos. La especificidad disminuye en función de la cantidad de sujetos sanos que sean clasificados
corno presentando la condición que se evalúa o "falsos positivos".
d) Estandarización
El hecho de que un test sea estandarizado implica que posee un procedimiento claramente
especificado de administración y puntuación, el cual debe ser seguido de manera estricta por el
evaluador. En algunos casos estos procedimientos pueden llegar a complejos por lo que requieren
un entrenamiento intenso antes de administrarlos. La ausencia de una adecuada estandarización
pone en riesgo la confiabilidad y validez del test.
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En general es necesario que los estímulos y los materiales del test deben estar estanda-
rizados. Debe existir un manual que describa los procedimientos de administración y puntuación y
que provea información sobre la validez y confiabilidad. Las investigaciones que impliquen la
utilización del test deben haber sido revisadas y publicadas en revistas profesionales reconocidas.
e) Normatización
Un aspecto esencial en los tests es que posean normas apropiadas para el sujeto que se
pretende evaluar.
El puntaje del desempeño de un sujeto en un test dado carece de valor alguno si no se lo
compara con un grupo de referencia. Las normas o datos normativos señalan el rango de
desempeño en un test particular de una muestra de sujetos sanos o "normales", y por tanto, proveen
una guía en relación a cuál sería el desempeño esperable si el sujeto no tuviera un trastorno cerebral
y cuál sería un nivel de desempeño que mostraría una probabilidad de que haya sufrido alguna
pérdida defunción. En ocasiones, además de las normas correspondientes a sujetos sanos, algunos
tests traen normas de sujetos con algún trastorno neurológico o psiquiátrico reconocido.
El desempeño de la gente normal está significativamente relacionado con la edad, la
educación alcanzada, el nivel sociocultural y, en algunos casos, el género. Es fundamental que las
normas que el neuropsicólogo utilice se correspondan con las características demográficas del
paciente que está evaluando.
El desarrollo relativamente reciente de la neuropsicología en nuestra región hace que se disponga
de relativamente pocas normas confiables para la población a estudiar, sin embargo, se han
comenzado a publicar algunos datos normativos interesantes y apropiados para la región.
d. Administración
Una vez que el evaluador seleccionó las pruebas a administrar se inicia la etapa de
administración de las mismas. Esto exige que se sigan ciertas normas básicas para que los
resultados sean válidos y confiables.
1º- Se debe intentar que el desempeño del sujeto en los tests refleje el mayor esfuerzo en
términos de su rendimiento. Se debe estar seguro de que un rendimiento descendido en las pruebas
corresponde efectivamente a una disfunción del paciente y no a otros factores.
2º- Establecer un buen rapport bajando los niveles de ansiedad frente al examen, en un
ambiente cómodo y en lo posible libre de distracciones.
3º- Planificar la(s) sesión(es) de administración, teniendo en cuenta las pruebas seleccionadas
así como las características del paciente. Idealmente, la evaluación no debería extenderse
demasiado en el tiempo, conviene realizarla en la menor cantidad de sesiones posibles y lo más
cercanas entre sí.
En cuanto al tiempo de duración de las sesiones muchas veces es definida por el estado del
paciente.
Si bien muchas veces la forma en que está estructurado el sistema en las instituciones lo hace
imposible, lo ideal sería completar la evaluación en un único día (con suficientes pausas para evitar
la fatiga del paciente).
4º- Tener en cuenta el orden en que se administran los tests. En general, cuando se utiliza una
batería fija se suelen administrar las pruebas en un orden prefijado igual para todos los pacientes.
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.Algunas baterías imponen un orden preestablecido como por ejemplo la batería de memoria de
Wechsler, WMS-III (Wechsler, 1997).
5º- No es conveniente comenzar con tests que sean demasiado exigentes para el paciente,
porque puede minar su autoconfianza o el vínculo con el evaluador, ni finalizar las sesiones con las
pruebas que demandan esfuerzo atencional.
6º- Al evaluar diferentes modalidades de memoria (material específico), en pruebas que incluyen
un lapso de demora para el recuerdo diferido, no deberían administrarse en ese intervalo pruebas
del mismo material que puedan incrementar los efectos de interferencia. Por ejemplo, si se
administra una prueba de memoria visual, como la Figura Compleja de Rey, en el intervalo de 30
minutos que se debe esperar para administrar el recuerdo diferido, no conviene incluir pruebas que
impliquen estímulos visuales y/o visomotores.
7º- Es preferible alternar pruebas que plantean un esfuerzo excesivo con otras que resulten más
fáciles y amenas. En lo posible, se debería reservar una prueba de baja complejidad para el final
para evitar en el paciente sensación de fracaso en la evaluación.
8º- Las instrucciones deben ser seguidas exactamente como figuran en el manual, incluso
utilizando las mismas palabras en las consignas. No se deben dar explicaciones adicionales, o
repetir las consignas a menos que el manual así lo permita. Como se dijo, alterar las pautas de
administración puede poner en riesgo la validez y confiabilidad de una prueba, y torna difícil la
comparación de los resultados con los datos normativos del test, dado que los sujetos que
componen las normas recibieron una administración diferente.
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Una forma más clara de expresar los puntajes es a través de los puntajes estándar. Éstos
permiten interpretar rápidamente el desempeño de un sujeto en relación con los sujetos del grupo
normativo de referencia, es decir, cuánto se alejan o se acercan al rendimiento promedio de ese
grupo (habitualmente, sujetos sanos). Existen diferentes escalas pero todas están basadas en la
curva de distribución normal, y la unidad en que está fundada la escala es el desvío estándar (que
indica el grado de dispersión de los puntajes dentro de una población dada).
Las formas más usuales de expresar los puntajes estándar en neuropsicología y psicometría
son el puntaje z, el puntaje T, el puntaje estándar análogo al que se utiliza para medir CI, y los
puntajes de escala análogos al que utilizan las subpruebas de las escalas de Wechsler.
El puntaje z es el puntaje más básico y representa cuánto se aleja un puntaje de la media de la
población, utilizando el desvío estándar como unidad. Al desempeño promedio (la media) le
corresponde un valor z de O (cero), por lo cual un puntaje z de -1, por ejemplo, estaría indicando
que el desempeño en esa prueba se aleja un desvío estándar por debajo del desempeño promedio,
Otros autores convierten los puntajes a una escala con una media de 100 y un desvío
estándar de 15, dado que hace posible la comparación con el CI y otras pruebas que usan esa
métrica, como la WMS-III.
Otra alternativa es usar puntajes T (cuya media corresponde a 50 y el desvío estándar a 10).
Otro modalidad es utilizar el puntaje escalar que utilizan los subtests de las baterías de Wechsler,
que posee una media de 10 y un desvío estándar de 3.
Para poder tener un perfil global conviene llevar los puntajes a una escala estándar común,
aquella con la que el profesional se siente más cómodo, o la que crea que será mejor entendida por
quien hizo la derivación y que leerá el informe.
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Una vez que se han convertido los puntajes, el paso siguiente es interpretar la significación
de los mismos en relación con el paciente particular que se está evaluando.
En la interpretación deben tenerse en cuenta aquellas variables que influyen en el
desempeño de las pruebas neuropsicológicas, entre ellas variables disímiles como inteligencia,
estado emocional, edad, educación, ocupación laboral, medicación, cansancio, motivación, afectan
el rendimiento de los sujetos en los tests.
La mayoría de las pruebas presentan normas para los diferentes grupos erarios, pero
muchas de ellas no presentan normas que contemplen los diferentes niveles de educación. El WAIS
III, por ejemplo, sólo presenta normas por edad. La ausencia de corrección demográfica (sea por
edad, educación, género, ocupación laboral, inteligencia, etc.) atenta contra la especi- ficidad de
una prueba (es decir, la probabilidad de clasificar correctamente a la persona normal como normal),
puesto que si se utilizan los mismos valores de corte, por ejemplo, para sujetos de diferente nivel
educativo, muy probablemente se tienda a interpretar como deficitario el puntaje más bajo obtenido
por un sujeto de menor educación, cuando, en realidad, lo más posible es que ese puntaje bajo sólo
refleje su baja escolaridad.
Hay pruebas donde es importante el peso que el grado de instrucción previa tiene sobre el
desempeño, como por ejemplo en el Mini Mental State Examination (MMSE) de Folstein, por eso,
cuando no se dispone de normas ajustadas demográficamente, el profesional debe aplicar su criterio
para interpretar el desempeño del paciente y contextuar el puntaje estándar obtenido.
El poder estimar el nivel de inteligencia global premórbida del paciente (su CI) es
fundamental, particularmente para los sujetos que se encuentran en los extremos de la curva de
inteligencia. Se debe tener en cuenta que muchos sujetos con un CI inferior al promedio tienden a
tener un desempeño acorde a éste en las pruebas neuropsicológicas.
Para interpretar correctamente el desempeño de un sujeto en las pruebas administradas es
importante tener en cuenta las variables emocionales. El desempeño de un sujeto con escasa
motivación, o deprimido, o bien con fatiga o muy ansioso puede no ser reflejo de su real potencial.
Es importante que el profesional conozca el efecto que algunas drogas ejercen sobre el
rendimiento cognitivo, para poder ponderar si el desempeño pobre en una prueba refleja un déficit
real o si es en realidad efecto de la medicación.
Algunas funciones, como la atención y la memoria, son particularmente vulnerables a
algunas drogas psiquiátricas o neurológicas.
Entre los medicamentos que presentan mayor incidencia de efectos colaterales sobre la
cognición se encuentran los anticolinérgicos, las benzodiacepinas, los neurolépticos, las drogas
antiepilépticas y los hipnóticos (Lezak et al., 2004).
Una dificultad a la hora de interpretar los test se encuentran en las puntuaciones globales
que se obtienen de la sumatoria de los puntajes promedio de diferentes pruebas, por ejemplo los
distintos Cl en el WAlS. Los puntajes sumatorios pueden ocultar los datos más significativos para la
comprensión de las dificultades del paciente. Un paciente que obtiene un Cl Verbal de 100, por
ejemplo, que es un puntaje normal promedio, puede haber obtenido ese puntaje como resultado de
puntuaciones de escala tan diversos, como 5, 14, 4, 16, 11, y 10. La gran dispersión y las diferencias
significativas entre esos puntajes, que saltan a simple vista, no se reflejan en el puntaje estándar de
100, lo cual hace que se pierdan algunos datos valiosos y útiles para el diagnóstico (ya que los
puntajes 4 y 5 de escala están señalando alguna disfunción).
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En principio, para determinar cuánto difiere de lo normal un puntaje individual, se debe an-
tes precisar cuál va a ser el parámetro de "lo normal". Lo normal puede referirse al desempeño
promedio de sujetos sanos de la misma edad y características demográficas del paciente, o puede
referirse al rendimiento esperado para ese sujeto en particular.
No existe un criterio definitivo de cuán distante de la media debe estar un puntaje para ser
considerado como significativo y reflejar un déficit. En general se considera que un puntaje que está
dos desvíos estándar por debajo de la media refleja claramente un puntaje deficitario (suponiendo
siempre un rendimiento premórbido normal).
La conversión de los puntajes estándares a una métrica común facilita la comparación entre
diferentes tareas y permite observar qué puntajes caen dentro del rango normal y cuáles se
encuentran fuera del mismo, pudiendo identificar un patrón de funciones (o subfunciones)
preservadas y deficitarias.
Al examinar los datos neuropsicológicos es importante tener presente que ciertos déficit en
tareas que parecen ser de naturaleza diferente podrían estar relacionados y corresponder a una
única dificultad subyacente. Al evaluar el desempeño en cualquier tarea, es importante considerar
el grado en que ese desempeño en la tarea representa la influencia de otros dominios cognitivos.
La mayoría de las pruebas neuropsicológicas no pueden ser consideradas medidas puras, en el
sentido que midan una única función. Es para tener en cuenta entonces que cuando se interpreta
un desempeño en un test particular, es importante tener presente las características constitutivas
de la tarea y las habilidades necesarias para completarla. Por ejemplo, en una tarea de memoria
visual como la que se presenta en la batería de Signoret, en la que se debe reproducir de memoria
a través de un dibujo una figura compleja que fuera presentada, un mal desempeño puede ser
resultado de una falla atencional (ya sea en el momento de la presentación, como al dibujarla), de
una dificultad visoperceptiva o visoconstructiva, o de una alteración mnésica.
El grado en que los datos son consistentes es uno de los aspectos centrales de la
interpretación neuropsicológica. La consistencia de los datos debe considerarse tanto dentro de un
mismo dominio cognitivo como a lo largo de varios dominios cognitivos. Esto implica no sólo
determinar si los datos de los tests son consistentes entre sí y además con los obtenidos de la
historia clínica, las dificultades relatadas por el paciente y el familiar en la vida diaria y las
observaciones de la conducta.
Al administrar varias pruebas de un mismo dominio, se debe observar si existe consistencia
en el desempeño del paciente en las mismas, por ejemplo, si se administran varias tareas de
memoria y todas se encuentran más de un desvío estándar por debajo de lo esperado, se podrá
inferir un déficit mnésico con mayor efectividad, que si sólo se hubiera tomado una única prueba.
El puntaje de un único test aislado nunca es suficiente para llevar a una conclusión de
disfunción, la desviación observada puede deberse a un fallo atencional o un error de administración
o medición, de allí que un fracaso ocasional en un test tiene menor valor que si se encuentra un
patrón de hallazgos en diferentes medidas de un mismo dominio cognitivo dado (Mitrushina et al.,
1999).
Al considerar el desempeño en las diversas funciones evaluadas, que se transfieren a un
perfil, el profesional observa si este es acorde con las expectativas (basadas en el conocimiento
teórico y de investigaciones y en la experiencia previa). Estas expectativas pueden relacionarse
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con el nivel estimado de habilidades premórbidas, o con el patrón de desempeño que suele estar
asociado con varias enfermedades neurológicas o psiquiátricas.
Lo expuesto permite apreciar la complejidad de la tarea y la amplitud de conocimientos de
que debe disponer el profesional para llegar a una correcta apreciación del estado del paciente, que
de hecho implica tener en cuenta todo lo dicho anteriormente en cuanto a la administración e
interpretación de técnicas pero además a un espíritu investigativo y de constante búsqueda de
conocimientos.
Referencias bibliográficas
Extracción y adaptación del libro Evaluación Neuropsicológica en Adultos M. A. Drake - Ed. Paidós
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