CAPÍTULO 2 total de noventa y ocho mil quinientas cuarenta y
En el cual Beremís Samir, el “Hombre que calculaba”, ocho hojas. ¿Qué le parece, amigo? cuenta la historia de su vida. Cómo fui informado de - ¡Qué maravilla! –exclamé atónito-. ¡Es increíble los prodigiosos cálculos que realizaba y por qué nos que un hombre pueda contar todos los gajos de un hicimos compañeros de viaje. árbol, y las flores de un jardín! Tal habilidad puede Me llamo Beremís Samir y nací en la pequeña proporcionar a cualquier persona un medio seguro aldea de Khoy, en Persia, a la sombra de la gran de ganar envidiables riquezas. - ¿Cómo es eso? – pirámide formada por el monte Ararat. Siendo muy preguntó Beremís-, ¡Jamás pasó por mi joven todavía, me empleé como pastor al servicio imaginación que pudiera ganarse dinero contando de un rico señor de Khamat. los millones de hojas de los árboles o los enjambres Todos los días, al salir el Sol, llevaba el gran rebaño de abejas! ¿Quién podría interesarse por el total de al campo, debiendo ponerlo al abrigo, al atardecer. ramas de un árbol o por el número de pájaros que Por temor de extraviar alguna oveja y ser por tal cruzan el cielo durante el día? negligencia castigado, contábalas varias veces - Vuestra admirable habilidad – expliqué- podría ser durante el día. Fui, así, adquiriendo, poco a poco, empleada en veinte mil casos diferentes. En una tal habilidad para contar que, a veces, gran capital como Constantinopla, o aún en instantáneamente, calculaba sin error el rebaño Bagdad, seríais útiles auxiliar para el Gobierno. entero. No contento con eso, pasé a ejercitarme Podríais calcular poblaciones, ejércitos y rebaños. contando además los pájaros cuando, en Fácil os sería evaluar las riquezas del país, el valor bandadas, volaban por el cielo. Volvíme habilísimo de las colectas, los impuestos, las mercaderías y en ese arte. todos los recursos del Estado. Yo os aseguro –por Al cabo de algunos meses –gracias a nuevos y las relaciones que mantengo, pues soy bagdalí , constantes ejercicios-, contando hormigas y otros que no os sería difícil obtener una posición pequeños insectos, llegué a practicar la increíble destacada junto al glorioso califa Al-Motacen proeza de contar todas las abejas de un enjambre. (nuestro amo y señor). Podríais, tal vez, ejercer el Esa hazaña de calculista nada valdría frente a las cargo de visir – tesorero o desempeñar las otras que más tarde practiqué. funciones de Finanzas musulmanas. Mi generoso amo, que poseía, en dos o tres oasis - Si es así, joven – respondió el calculista- no dudo distantes, grandes plantaciones de dátiles, más, y os acompaño hacia Bagdad. informado de mis habilidades matemáticas, me Y sin más preámbulo, se acomodó como pudo encima encargó de dirigir su venta, contándolos yo uno por de mi camello (único que teníamos), rumbo a la uno en los cachos. Trabajé asía al pie de los ciudad gloriosa. De ahí en adelante, ligados por ese encuentro casual en medio del agreste camino, nos datileros cerca de diez años. Contento con las hicimos compañeros y amigos inseparables. Beremís ganancias que obtuvo, mi bondadoso patrón acaba era de genio alegre y comunicativo. Joven aún –pues de concederme algunos meses de descanso, y por no tendría veintiséis años-, estaba dotado de gran eso voy ahora a Bagdad pues deseo visitar a inteligencia y notable aptitud para la ciencia de los algunos parientes y admirar las bellas mezquitas y números. los suntuosos palacios de esa bella ciudad. Formulaba, a veces, sobre los acontecimientos más Y para no perder el tiempo, me ejército durante el banales de la vida, comparaciones inesperadas que viaje, contando los árboles que dan sombra a la denotaban gran agudeza de espíritu y verdadero región, las flores que la perfuman y los pájaros que talento matemático. Beremís también sabía contar vuelan en el cielo, entre las nubes. Y señalando una historias y narrar episodios que ilustraban sus vieja y grande higuera que se erguía a poca conversaciones, de por sí atrayentes y curiosas. distancia, prosiguió: A veces pasábase varias horas, en hosco silencio, - Aquel árbol, por ejemplo, tiene doscientas ochenta meditando sobre cálculos prodigiosos. En esas y cuatro ramas. Sabiendo que cada rama tiene, oportunidades me esforzaba por no perturbarlo, término medio, trescientas cuarenta y siete hojas, quedándome quieto, a fin de que pudiera hacer, con se deduce fácilmente que aquel árbol tendrá un los recursos de su memoria privilegiada, nuevos descubrimientos en los misteriosos arcanos de la NOVENA SEMANA MATEMÁTICA - COMUNICACIÓN PLAN LECTOR 2023 I.E. “MICAELA BASTIDAS” CICLO VI
Matemática, ciencia que los árabes tanto cultivaron y