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EN EL CÓDIGO CIVIL
DE ECUADOR
LOS CONTRATOS
EN EL CÓDIGO CIVIL
DE ECUADOR
PRÓLOGO / XI
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA / 1
Teresa Delgado Vergara
Grisel Galiano Maritan
Nota introductoria / 2
I. Compraventa / 2
1.1. Concepto de contrato de Compraventa / 2
1.2. Características / 3
1.3. Elementos del contrato de Compraventa / 4
1.4. Obligaciones de las partes / 9
1.5. Obligaciones del comprador / 30
Bibliografía / 31
EL PACTO DE RETROVENTA / 47
Juan Reinaldo Martínez Yntriago
1. El pacto de retroventa. Definición / 47
2. Efectos de la retroventa / 52
3. Regulación del pacto de retroventa en el Código Civil ecuatoriano / 54
Bibliografía / 58
V
DE OTROS PACTOS ACCESORIOS AL CONTRATO DE COMPRAVENTA / 59
Claudia Lorena Morffi Collado
1. De otros pactos accesorios al contrato de compraventa / 59
2. De otros pactos accesorios lícitos / 63
Bibliografía / 68
EL CONTRATO DE PERMUTA / 82
Caridad del Carmen Valdés Díaz
1. Del contrato de permuta / 82
2. Naturaleza jurídica / 86
3. Objeto del contrato y de las prestaciones de los permutantes. Capacidad
de los sujetos que intervienen en el contrato / 89
4. Posible aplicación de las disposiciones de la compraventa a la permuta / 93
Bibliografía / 99
VI
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO / 131
Grisel Galiano Maritan
Marta Fernández Martínez
1. Generalidades del contrato de arrendamiento / 132
2. Caracteres del Contrato de Arrendamiento / 134
3. Elementos del Contrato / 137
4. Derechos y Obligaciones de las partes / 138
5. Causas de terminación del contrato de arrendamiento de cosas / 145
6. Otras causas de extinción del contrato / 149
7. Tipos de contratos de arrendamiento reconocidos el Código Civil / 150
Bibliografía / 165
VII
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO / 215
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
1. Consideraciones generales / 215
2. Comodato o Préstamo de Uso / 217
3. Elementos del contrato de Comodato o Préstamo de Uso / 223
4. Obligaciones de las partes del contrato de Comodato o Préstamo
de Uso / 224
5. Del derecho de retención en el contrato de Comodato o Préstamo
de Uso / 227
6. Extinción del contrato de Comodato o Préstamo de Uso / 228
Bibliografía / 230
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO / 232
Noadis Milán Morales
Grisel Galiano Maritan
1. Pilastras históricas sobre el contrato de mutuo o préstamo de consumo / 232
2. Mutuante y mutuario: De tránsito por sus obligaciones / 237
3. Aspectos polémicos sobre el pacto de intereses en el contrato
de mutuo / 243
Bibliografía / 249
IX
LA HIPOTECA / 339
Suset Hernández Guzmán
Marta Fernández Martínez
1. Notas introductorias / 339
2. Generalidades de la hipoteca / 341
3. El contrato de hipoteca / 351
4. Reflexión final / 359
Bibliografía / 360
LA ANTICRESIS / 362
Anabel Puentes Gómez
1. Breves apuntes sobre los antecedentes del contrato de anticresis.
Naturaleza jurídica / 362
2. Características del contrato de anticresis. Distinciones necesarias / 366
3. El acreedor anticrético como sujeto activo de la obligación / 371
4. El deudor anticresista. Derechos y obligaciones atribuibles / 373
5. De la anticresis judicial o pretoria / 373
6. Conclusiones / 374
Bibliografía / 375
LA TRANSACCIÓN / 376
Grisel Galiano Maritan
1. El contrato de transacción. Notas introductorias / 376
2. Naturaleza jurídica de la transacción / 379
3. Características del contrato / 381
4. De los requisitos del contrato / 384
5. Condiciones exigidas para la validez de la transacción / 386
6. Causales de nulidad en el contrato de transacción / 390
7. Efectos de la transacción / 394
Bibliografía / 396
X
PRÓLOGO
XI
en los que existe), casi inmutables desde sus respectivas promulgaciones en
materia de obligaciones y contratos, están aquejados de una notable obso-
lescencia. La regulación de las obligaciones, del contrato y de los diversos
tipos contractuales contenida en el añejo Código Civil no responde adecua-
damente a las necesidades económicas y sociales de nuestro tiempo.
Los problemas de adaptación del Derecho de obligaciones y contratos a
las realidades actuales obedecen a una serie de factores y procesos. En
nuestros días, en esencia, el más importante es el proceso contemporáneo
de la globalización de los mercados y el consustancial resultado de una
economía que permite las transacciones a escala planetaria. Este fenómeno
ha cambiado no sólo las estructuras económicas del mundo actual, sino
también las políticas, sociales y culturales. Ello, evidentemente, también re-
percute en el Derecho, en cuanto producto político y cultural. Los operado-
res económicos, sobre todo los que trascienden las fronteras estatales (espe-
cialmente, las empresas transnacionales), no quieren quedar sometidos al
Derecho de los Estados y hacen todo lo posible por huir de él o influir en las
tomas de decisiones políticas, lo que a la postre supone determinar el Dere-
cho aplicable. Dichos operadores concluyen negocios a una velocidad ver-
tiginosa, transfieren activos financieros de un lugar a otro, crean empresas y
las deshacen, inventan productos financieros muy sofisticados, construyen
entes jurídicos como centros de imputación de intereses desvinculados de
cualquier persona física, etc., y todo ello gracias a la la cobertura de unos
instrumentos muy refinados de indudable ingeniería jurídica elaborados
por las firmas internacionales de abogados. Este fenómeno ha dado lugar
a una especie de nueva lex mercatoria, que no es otra cosa que el recurso
dialéctico utilizado para ilustrar este Derecho fuera de los Estados.
En este contexto histórico y económico se vienen produciendo una gran
cantidad de modificaciones o transformaciones sustanciales que influyen
en el Derecho de obligaciones y contratos, y que podemos identificar fun-
damentalmente, aunque no de manera única, en la quiebra de la igualdad
formal de los sujetos del tráfico (“desequilibrio de los consumidores”) y la
consecuente necesidad de proteger a la parte débil del contrato, en la apli-
cación generalizada de las nuevas tecnologías a las transacciones económi-
cas y la necesidad de elaborar un conjunto de reglas jurídicas de ordena-
ción de la materia y en la eclosión de una serie de procesos de unificación,
armonización y modernización del Derecho privado, especialmente, del
Derecho de obligaciones y contratos. Muchos de estos procesos, eviden-
temente, pueden conectarse con el fenómeno de la globalización, pero no
deben considerarse consecuencias consustanciales y exclusivas de ella (en
algunos casos incluso algunos son factores que coadyuvan a su consecu-
ción), sino más bien procesos históricos de la evolución social del último
medio siglo.
XII
Bajo unas coordenadas diferentes a lo anterior, en la realidad de algunos
países, especialmente los de la Unión Europea, también debe tenerse en
cuenta la inclusión transversal de la perspectiva de género, no sólo en la
política sino también en el Derecho. Este paradigma también influye en la
configuración moderna del Derecho privado. La prohibición de discriminar
por razón de género, junto a otros motivos que tiene en cuenta el legislador
(por ej. el origen racial y étnico de las personas), configura en los últimos
tiempos un nuevo “Derecho antidiscriminatorio” que se extiende más allá
de los sectores en los que tradicionalmente tenía más relevancia, el sector
público y las relaciones de empleo, para pasar aplicarse también en las
relaciones contractuales. Pero no es ésta la historia aquí queremos contar,
dejémosla simplemente apuntada para el lector interesado.
Cualquier libro, manual o tratado de contratos actual debe considerar los
fenómenos relatados más arriba (pàrrafos 3 y 4). En otras palabras, todo libro
sobre Derecho de contratos no debe perder de vista la acuciante necesidad
de nuestro tiempo de la modernización de este sector del ordenamiento
jurídico. Desde hace más de una década es un tópico en mi país, España,
entre los académicos, especialmente entre los civilistas, hablar de la “mo-
dernización del Derecho de obligaciones y contratos”. Bajo este tópico, se
suman una serie de iniciativas y estudios que no pretenden otra cosa que
una actualización, acorde con los tiempos modernos, de este sector jurí-
dico. A nivel mundial el ejemplo más palpable está representado por los
Principios de UNIDROIT sobre los contratos comerciales internacionales
(PICC), ya en su tercera edición (2010). A nivel regional, en Europa, es dig-
no de mención el dueto representado por los Principios de Derecho euro-
peo de contratos (PECL, 1999-2003), elaborados por la Comisión Lando, y
el Borrador de un Marco Común de Referencia, elaborado por la Comisión
Von Bar (2008-2009), y en Latinoamérica, los Principios Latinoamericanos
de Derecho los Contratos (PLDC, 2013-2014) elaborados por un grupo de
profesores pertenecientes a diversos países latinoamericanos y a España. Es
más, en el plano legislativo de algunos Estados la modernización del de-
nominado “Derecho contractual” (neologismo utilizado por los modernos
que aglutina el Derecho de obligaciones y contratos) ya puede palparse:
por un lado, destaca en Alemania Ley de modernización del Derecho de
obligaciones de 2001 (Schuldrechtsmodernisierungsgesetz), en Francia la
Ordenanza de reforma del Código Civil de 2016 (Ordonnance n° 2016-131
portant réforme du droit des contrats, du régime général et de la preuve des
obligations) y en Holanda el nuevo Código Civil de 1994 (v. Libro VI – De-
recho de obligaciones).
El libro que ahora el lector tiene en sus manos, coordinado por las Profeso-
ras Grisel Galiano Maritan y Teresa Delgado Vergara y, en el que participan
una serie de abogados y profesores, trata del Derecho de contratos en el
XIII
Código Civil de Ecuador. Pero no sólo eso, hay más. También se mueve
en la encrucijada de un Derecho cambiante, que debe responder a una
realidad social y económica muy diferente a la que conformó el Código
Civil de Ecuador en el siglo XIX, el cual casi no ha merecido la atención
del legislador sobre este tema en sus sucesivas reformas. Estamos ante un
Derecho elaborado técnicamente en el pasado pero que debe adaptarse a
las necesidades socio-económicas de nuestro tiempo. Esta labor la realizan
con gran solvencia los autores y autoras del libro en cada uno los temas que
tratan. Así, desde el contrato de compraventa (primer tema del libro) hasta
la transacción (último tema) el lector puede hacer un recorrido por todos
los contratos civiles. El tratamiento de los temas es riguroso y cuidado, y en
todos ellos se suministra una cuidada bibliografía, así como un catálogo de
fuentes (referidas a otros Códigos Civiles del entorno jurídico ecuatoriano).
Por ello, es posible decir que nos encontramos ante una actualización del
Derecho ecuatoriano que camina ya en la senda de la “modernización”
de esta rama del ordenamiento jurídico. El orden de la obra y su confec-
ción son clásicos, como no podía ser de otro modo en una obra dirigida
al estudio de los contratos tal y como se contienen en el Código Civil. Sin
embargo, el contenido de los temas no rehúye la realidad, sino todo lo
contrario: plantea los problemas en su dimensión actual, tiene en cuenta la
jurisprudencia y plantea las críticas necesarias.
No quisiera terminar esta presentación, sin mostrar públicamente mi feli-
citación a todos los autores del libro y muy especialmente a las coordina-
doras. Han hecho una excelente labor y ello se verá reflejado en el éxito
de este libro, el cual se convertirá –si no, tiempo al tiempo- en una obra de
referencia en los estudios jurídicos de Ecuador.
XIV
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
Título XXII “De la compraventa”
Artículos del 1732 al 1836
Teresa Delgado Vergara*
Grisel Galiano Maritan**
Sumario
Nota introductoria
1. Compraventa
1.1. Concepto de contrato de Compraventa
1.2. Características
1.3. Elementos del contrato de Compraventa
1.3.1. Personales
1.3.2. Reales
1.3.3. Formales
1.4. Obligaciones de las partes
1.4.1. Obligaciones del vendedor
1.4.2. De la evicción
1.4.2.1. Requisitos de la evicción
1.4.2.2. Efectos de la garantía de evicción
1.4.2.3. Contenido del Saneamiento por evicción
1.4.2.4. Prescripción de la acción de saneamiento por
evicción
1.4.3. Del Saneamiento de los vicios redhibitorios
1.4.3.1. Los vicios o defectos materiales. Concepto y
Requisitos
1.4.3.2. Supuestos de cese de responsabilidad por vicios
ocultos
1.5. Obligaciones del comprador
Bibliografía
1
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
Nota introductoria
El contrato como título válido para la adquisición del dominio se concreta
fundamentalmente en tres tipos negociales: compraventa, permuta y dona-
ción, de los cuales los dos primeros son regulados en el Libro IV del Código
Civil ecuatoriano titulado “De las obligaciones en general y de los contra-
tos” en los artículos 1732 al 1736 en el caso de la compraventa, y 1837 al
1840 para la permuta.
En el caso de la donación se regula en el Libro Tercero denominado “La
Sucesión por causa de muerte y de las donaciones entre vivos” específica-
mente en el título XIII “De las Donaciones entre vivos”, artículo 1402.
La compraventa es el primer contrato que regula el Título XXII del Libro IV
del Código Civil al cual se hará referencia a continuación.
En todo caso, para la plena adquisición de la titularidad sobre los bienes
transmitidos, se requerirá el efectivo traspaso posesorio mediante uno de
los modos reconocidos en Derecho, según los postulados de la teoría del
título y el modo.
1. Compraventa
1.1. Concepto del contrato de compraventa
Afirma Hamel: “El contrato de venta figura, por su importancia social y su
frecuencia, en el primer rango de los contratos civiles (…)”.1
Antes de la aparición del dinero, el trueque utilitario era el medio usual y
primigenio de satisfacer las necesidades.2 Cuando aparece el dinero se sus-
tituye paulatinamente esta permuta por la compraventa.
Más allá de las raíces latinas de la regulación de la compraventa en los
ordenamientos modernos de corte romano-francés, las influencias de las
economías contemporáneas y el auge de las tecnologías, han dotado de
nuevos rasgos a este contrato. Así tenemos que se imponen las siguientes
tendencias:
1
HAMEL, “Vente, Contrats civil”, X en PLANIOL y RIPERT, Traité pratique de Droit civil,
Paris, 1956, p. 1.
2
Sin embargo, existen teorías acerca que de que la donación es la forma primitiva del
cambio, entendida como donación que se hacía esperando reciprocidad. Vid.: GARCÍA
CANTERO, Gabriel, en Comentarios al Código Civil y compilaciones forales, Tomo XIX,
Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid 1991, pp. 7 y ss.
2
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
1.2. Características
Es un contrato consensual en principio, puesto que se perfecciona con el
mero consentimiento de las partes, como se deduce del inciso primero del
artículo 1740 del Código Civil.3
Es principal, oneroso -generalmente conmutativo- porque tiene por objeto
la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno en beneficio del
otro (Vid. Art. 1457 CC) y conmutativo porque los provechos y gravámenes
son ciertos y conocidos desde la celebración del contrato; bilateral, porque
3
Decimos en principio, puesto como se ha dicho y como se verá existen excepciones. Fre-
cuentemente la compraventa de bienes inmuebles debe formalizarse en escritura pública.
Artículo 1740 del Código Civil: La venta se reputa perfecta desde que las partes han con-
venido en la cosa y en el precio, salvo las excepciones siguientes:
La venta de bienes raíces, servidumbres y la de una sucesión hereditaria, no se reputan
perfectas ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública, o conste, en los casos
de subasta, del auto de adjudicación debidamente protocolizado e inscrito.
Los frutos y flores pendientes, los árboles cuya madera se vende, los materiales de un
edificio, y los que naturalmente adhieren al suelo, como piedras y sustancias minerales de
toda clase, no están sujetos a la excepción del inciso segundo.
3
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
1.3.1. Personales
Lo son el vendedor y el comprador. Si el bien no es propiedad del enajenan-
te podría producirse la figura de la evicción, con la consiguiente respon-
sabilidad de saneamiento a cargo del vendedor y a favor del comprador.5
Tanto el comprador como el vendedor deben ser personas capaces para la
celebración del contrato, el artículo 1462 del Código Civil establece que:
“Toda persona es legalmente capaz, excepto las que la ley declara incapa-
ces”. En tanto, serán inhábiles para celebrar la compraventa las personas
que no pueden celebrar ningún contrato y las personas a las que la ley
prohíbe celebrarlos.
Por tanto, para el caso de la compraventa se exige una doble capacidad: la
general para la celebración de cualquier acto jurídico, y la especial para el
contrato de compraventa (Vid. Art. 1734 CC).
En el caso de la capacidad general, el Código Civil en su artículo 1463 es-
tablece que son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y la
persona sorda (sic) que no pueda darse a entender de manera verbal, por
escrito o por lengua de señas. Sus actos no surten ni aún obligaciones na-
turales, y no admiten caución. Son también incapaces los menores adultos,
4
El artículo 702 del Código civil dispone en su primera parte: “La tradición de inmuebles
según el Código Civil ecuatoriano se efectúa por la inscripción del título en el correspon-
diente libro del registrador de la propiedad…”
5
Vid. infra, lo referente a las obligaciones del vendedor.
4
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
1.3.2. Reales
Los elementos reales son: el bien que se enajena y el precio que se da a
cambio de este.
La existencia del dinero es un elemento indispensable en este contrato. Es
el elemento distintivo respecto a la permuta (Vid. Art. 1732 CC). No obs-
tante, pueden existir compraventas con precio parcialmente en especie, y
también permutas con complemento dinerario.
5
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
6
En principio la presencia de dinero no modifica la naturaleza del contrato según afir-
man ANTONMATTEI y RAYNARD. Vid. ANTONMATTEI Paul-Henry y Jacques RAYNARD,
Droit Civil Contrats Spéciaux, 10eme édition, Litec, 2000, p. 200.
7
V.gr., Artículo 1.446 del Código Civil español que regula: “Si el precio de la venta consis-
tiere parte en dinero y parte en otra cosa, se calificará el contrato por la intención mani-
fiesta de los contratantes”.
8
Salvándose el caso de los contratos atípicos en cuyos supuestos se acentúa la libertad
contractual para crear relaciones jurídicas que el legislador no previó expresamente.
6
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
9
Tampoco se considerará real el precio irrisorio o ridículo, aquel que por su falta de pro-
porción con el valor de la cosa vendida pone de manifiesto que las partes no han tenido el
propósito serio de que sea exigido. Pero, si bien el precio debe ser serio y real, no es me-
nester que sea justo; sólo en ciertos contratos de compraventa, cuando se refiere a bienes
raíces, se exige en la práctica, que debe ser al menos el avalúo comercial, para no caer en
el caso de la sesión enorme de que tratan los artículos 1828 y 1832 del Còdigo Civil.
10
El precio determinado es aquel en el que se conoce exactamente su cuantía, y determi-
nable, cuando no se indica con exactitud, pero se dan las bases para llegar a conocerlo
concretamente. Vid. artículo 1747 y 1748 del Código Civil.
11
A este respecto el artículo 1750 del Código Civil dice: “Es nula la venta de todos los
bienes presentes o futuros, o de unos y otros, y se venda el total o una cuota; pero será
válida la venta de todas las especies, géneros y cantidades que se designen por escritura
pública, aunque se extienda a cuanto el vendedor posea o espere adquirir, con tal que
no comprenda objetos ilícitos. Las cosas no comprendidas en esta designación se enten-
derán que no lo son en la venta, toda estipulación contraria es nula.
7
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
1.3.3. Formales
Ha sido dicha la innecesaridad de una forma especial para la perfección
del contrato dada su consensualidad. Pero existen supuestos especiales
de forma ad solemnitatem.13 Generalmente son solemnes los contratos de
compraventa que recaen sobre bienes inmuebles u otros de especial signi-
ficación.14
12
La aleatoriedad puede emanar de la naturaleza del objeto del contrato, o de la volun-
tad de las partes a través de la inclusión de una cláusula accidental como es el caso de
la compraventa de cosa futura o emptio spei, en la cual la contingencia se afronta por
voluntad de las partes. Un ejemplo de este tipo de contrato de compraventa es: un agri-
cultor vende toda su cosecha por mil dólares, el comprador hará un espléndido negocio,
si la cosecha produce mucho, pero hará un negocio ruinoso si no produce nada.
13
DE CASTRO, Federico, El negocio jurídico, Editorial Civitas, Madrid, 1977, p. 277.
14
Por solo citar un ejemplo de Derecho comparado: Vid., artículo 1802 Código civil de
Chile.
8
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
15
Art. 1740. La venta se reputa perfecta desde que las partes han convenido en la cosa y
en el precio, salvo las excepciones siguientes:
La venta de bienes raíces, servidumbres y la de una sucesión hereditaria, no se reputan
perfectas ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública, o conste, en los casos
de subasta, del auto de adjudicación debidamente protocolizado e inscrito. Los frutos y
flores pendientes, los árboles cuya madera se vende, los materiales de un edificio, y los
que naturalmente adhieren al suelo, como piedras y sustancias minerales de toda clase,
no están sujetos a la excepción del inciso segundo.
9
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
10
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
16
En este segundo supuesto, para evitar reclamos del comprador en cuanto a la diferencia
entre la cabida real y la declarada, las partes de común acuerdo pueden estipular en el
sentido que la venta se realice como cuerpo cierto, y que, si existiera alguna diferencia
entre la cabida real y la declarada, esa diferencia está considerada en el precio pactado.
11
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
1.4.2. De la evicción
Etimológicamente el término evicción procede del latín (evictio-evictionis),
derivada del verbo latino evincere que significa vencer en juicio, de donde
deriva evictus, que significa vencido.17 Evicto es el que ha sido vencido en
juicio y privado del derecho que adquirió; evicente, el que lo ha vencido;
quedando el vendedor obligado a sanear al evicto a quien había trasmitido
el derecho del que fuera despojado.
La evicción es un acto que acarrea para el comprador la privación de la pro-
piedad de la cosa comprada, que pasa a ser propiedad de un tercero como
consecuencia de una sentencia firme en virtud de un derecho anterior a la
compraventa.
Sanear, en su acepción amplia, significa hacer sano a un bien, repararlo o
remediarlo, y, en su acepción contractual, es la obligación que asume el
que transfiere un bien en propiedad, uso o posesión, de responder ante el
adquirente por las consecuencias de no poder utilizar el bien para el fin de
la adquisición como consecuencia de la evicción.
El fundamento de la obligación de saneamiento debe estar orientada a la
protección que debe otorgar el ordenamiento jurídico al adquirente, que
como consecuencia de la evicción total o parcial del derecho de propie-
dad, uso o posesión, no puede destinar el bien, objeto de ese derecho, a la
finalidad para la cual fue adquirido. Por ello, el transferente está obligado a
responder ante el al adquirente por la privación de ese derecho como con-
secuencia de la evicción.
El Código Civil de Ecuador en su artículo 1778 establece: “Hay evicción de
la cosa comprada, cuando el comprador es privado del todo o parte de ella
por sentencia judicial”.
17
REZZÓNICO, Luís María, Estudio de los contratos en nuestro Derecho civil, Compraven-
ta, permuta, cesión de derechos, Tercera Edición, Desalma, Buenos Aires, 1967, p. 230.
12
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
18
También en el Derecho Romano, el comprador debía esperar a que se le desposeyera
efectivamente de la cosa para poder proceder contra el vendedor por daño derivado del
incumplimiento, cuando resultare de haber recibido cosa ajena.
19
Se considerará también perturbación de Derecho aquella realizada por un tercero que
alegue a su favor un derecho real, como son el usufructo (Vid. Art. 778 CC) el uso y la
habitación (Vid. Art. 825 CC), la hipoteca (Vid. Art. 2309 CC), el ejercicio de una servi-
dumbre (Vid. Art. 875 CC); o el derecho personal como el de arrendamiento (Vid. Art.
1856 CC); que provocarían la evicción parcial, pues en ese caso el titular del derecho se
vería afectado en el ejercicio de su derecho.
20
DELGADO VERGARA, Teresa y CARBALLO DURÁN, Lizette, El saneamiento por evic-
ción. Lecturas de Derecho de Obligaciones y Contratos, PÉREZ GALLARDO, Leonardo
B. et. al., Editorial Félix Varela. La Habana, 2000, p. 188.
13
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
21
Una vez que el vendedor tenga la citación de evicción, su intervención en el juicio
es facultativa, y el hecho de no personarse no implicaría que fuera declarado rebelde,
14
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
15
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
16
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
22
En este sentido dispone el artículo 1479 del Código Civil español que: “Si el comprador
perdiere, por efecto de la evicción, una parte de la cosa vendida, de tal importancia con
relación al todo que sin dicha parte no la hubiera comprado, podrá exigir la rescisión
del contrato; pero con la obligación de devolver la cosa sin más gravámenes que los que
tuviese al adquirirla.
23
ARIAS SCHREUBER PEZET, Max, et. al., Exègesis del Código Civil peruano de 1984,
Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima, 2006, p. 297.
24
El artículo 1483 del Código Civil español regula el supuesto de evicción por cargas o
gravámenes ocultos en estos términos: “Si la finca vendida estuviese gravada, sin men-
cionarlo la escritura, con alguna carga o servidumbre no aparente, de tal naturaleza que
deba presumirse no la habría adquirido el comprador si la hubiera conocido, podrá pedir
la rescisión del contrato, a no ser que prefiera la indemnización correspondiente. Duran-
te un año, a contar desde el otorgamiento de la escritura, podrá el comprador ejercitar la
acción rescisoria, o solicitar la indemnización. Transcurrido el año, sólo podrá reclamar
17
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
Doctrinalmente existe una discusión sobre considerar las cargas y los gra-
vámenes ocultos, si como vicios ocultos o hechos o como vicios jurídicos.
Las cargas o gravámenes ocultos deben verse como un ejemplo de evicción
parcial,25 ya que el comprador que ve limitado un derecho porque un ter-
cero ejercita una servidumbre o porque ostenta un derecho real (hipoteca,
prenda) sobre el bien, y al adquirirlo ignoraba que existieran estas limitacio-
nes y el vendedor (de mala fe) no los declaró,26 verá disminuir jurídicamen-
te su título. Ciertamente el bien seguirá siendo el mismo, pero en el ámbito
jurídico no, porque estará gravado con un gravamen que limita el ejercicio
pleno del derecho de propiedad.27
la indemnización dentro de un período igual, a contar desde el día en que haya descu-
bierto la carga o servidumbre.”
25
DELGADO VERGARA. Teresa y CARBALLO DURÁN, Lizette, op. cit., p. 193.
26
La Sentencia del Tribunal Supremo de España de 3 de marzo de 2000, en su fundamento
jurídico segundo dice que: “(…) El art. 1483 del mismo Código (…) viene a regular las
consecuencias de la ocultación que al momento del contrato haga el vendedor sobre las
cargas y gravámenes que no se revelan desde el mismo objeto del contrato pero que,
existiendo en la realidad, condicionan sus posibilidades, las normales que cabría presu-
mir por su naturaleza, ubicación y entorno y que, por ese interiorismo e inusualidad en
orden a esas circunstancias, no avisan, sin más de su existencia (…).”
27
El artículo 1483 del Código Civil español regula el supuesto de evicción por cargas o
gravámenes ocultos en estos términos: “Si la finca vendida estuviese gravada, sin men-
cionarlo la escritura, con alguna carga o servidumbre no aparente, de tal naturaleza que
deba presumirse no la habría adquirido el comprador si la hubiera conocido, podrá pedir
la rescisión del contrato, a no ser que prefiera la indemnización correspondiente. Duran-
te un año, a contar desde el otorgamiento de la escritura, podrá el comprador ejercitar la
acción rescisoria, o solicitar la indemnización. Transcurrido el año, sólo podrá reclamar
la indemnización dentro de un período igual, a contar desde el día en que haya descu-
bierto la carga o servidumbre.”
18
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
28
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal, Derechos reales, Tomo I, Idemsa, Lima, 2006, p. 381.
19
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
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Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
21
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
22
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
29
«Por vicio ha de entenderse una diferencia desfavorable para el comprador con relación
a la condición normal de la cosa (…).» (sic) Vid., ENNECERUS, Ludwig, Theodor KIPP, y
Martin WOLFF, Tratado de Derecho Civil, s. ed., Bosch, Barcelona, 1950, p. 53. Según
RUGGIERO los vicios son «no ya las leves imperfecciones de la cosa o la falta en ella
de las cualidades declaradas por el vendedor, son aquellos que, de una parte, privan a
la cosa de aptitud para el uso a que se destina o disminuyen su uso, de modo que, de
haberlos conocido el comprador, no la hubiese comprado o hubiese dado menos precio
por ella.» Vid. RUGGIERO, Roberto de, Instituciones de Derecho Civil, Traducido de la
4ta edición italiana, Editorial Reus S.A, pp. 444-446.
30
Del latín vitium (vicio) y redhibeo (devolver). Puede encontrarse esta denominación en
DE CASSO Y ROMERO, Ignacio, Diccionario de Derecho Privado, Reimpresión, Editorial
Labor S.A, Barcelona, 1954, p. 3539.
31
Se han establecido diferencias entre vicio y defecto. Al respecto Cfr., DEGNI, Francisco,
La compraventa, s. ed., Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1957. Para este
autor el vicio se entiende nacido con el bien y el defecto surge con posterioridad al
nacimiento de la cosa, pero con anterioridad al contrato. Si bien es cierto que desde el
punto de vista gramatical pueden establecerse estas diferencias, no conlleva esto a un
efecto práctico distinto en uno u otro caso. Tanto si es vicio como defecto (siguiendo este
criterio distintivo incluso) y siempre que cumplan los requisitos legales para dar lugar
a responsabilidad, procederán las reglas de saneamiento sin que varíen las acciones o
remedios legales en dependencia de su calificación como vicio o como defecto.
32
Se destacan dos construcciones a la hora de delimitar los vicios: una construcción ob-
jetiva y una subjetiva. Según el primer criterio el vicio es un defecto en relación con las
cualidades normales de una cosa semejante a la afectada. Cabe, en consecuencia, la
inclusión de un sistema numerus clausus, o numerus apertus que se integre según los
moldes valorativos que imperen en el tráfico. Para la concepción subjetiva será vicio,
cualquier anomalía del objeto concreto y particular, en relación con las características
que el adquirente pudo presuponer en él. Se basa en lo querido por las partes, en la
representación ideal que del objeto hayan perfilado los contratantes. Es decir, la cons-
trucción objetiva atiende a los criterios del tráfico, y la construcción subjetiva a criterios
volitivos. Los criterios del tráfico están presentes en ambas vías; lo que sucede es que en
la tesis concreta se hallan limitados por el modelo suministrado por las partes. Esta vía
«tiene la ventaja de ensanchar la protección de las acciones edilicias, pero exige que el
23
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
ordenamiento permita esa extensión.» Vid. MORALES MORENO, Antonio, “El alcance
protector de las acciones edilicias”, Anuario de Derecho Civil, Tomo XXXIII, Fascículo III,
julio-septiembre, 1980, p. 637.
33
En este caso, el término correcto no es rescisión, sino resolución, en tanto ambos son
diferentes modos de ineficacia del negocio jurídico. El término rescisión se utiliza, en
principio, con toda la amplitud que permite su primigenio significado latino, esto es:
deshacer, anular. Al precisarse técnicamente las figuras de la nulidad absoluta y de la
nulidad relativa, se recurre al concepto de la rescisión para designar un mecanismo de
ineficacia que no podía incluirse en ninguna de aquellas figuras. La especialización
del término rescisión parece tener su origen en su aplicación a los casos de lesión en
la venta y en la partición, y a la restitución a favor del menor. En estos supuestos ya no
podía hablarse de nulidad y era posible evitar el daño sin deshacer del todo el acto. Cfr.
DE CASTRO, Federico, op. cit., pp. 217 y ss. En la rescisión, el ejercicio de la acción
impugnadora se deja en poder de la persona protegida.
El negocio rescindible es un negocio válidamente celebrado pero que podrá ser decla-
rado ineficaz toda vez que provoca un perjuicio a una de las partes o a un tercero, para
el que no hay otro recurso legal que permita obtener la reparación. La resolución no
debe confundirse con la rescisión, toda vez que la primera deriva de un vicio referido al
contrato -la lesión de un interés específicamente protegido- mientras que la segunda se
refiere a la relación derivada del negocio y no a este en sí. No es la resolución una inefi-
cacia ontológica, sino que opera por razón del funcionamiento inadecuado del vínculo
contractual, pues se rompe con el principio pacta sunt servanda.
34
MORALES MORENO, Antonio, op. cit., p. 655.
35
Transmitente en sentido general pues la garantía por vicios ocultos está presente en otros
contratos traslativos no sólo de dominio sino también del derecho de uso y disfrute como
es el arrendamiento y el comodato.
24
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
36
ALBÁCAR LÓPEZ, José Luis, Código Civil, Doctrina y Jurisprudencia, Editorial Trivium,
p. 270.
37
Vid. BORDA, Guillermo, Manual de Contratos, s.ed., Editorial Perrot, Buenos Aires,
1993. p. 240.
38
La legislación mexicana prevé que mediante calificación pericial se determinarán los
vicios de la cosa enajenada, así como su anterioridad o posterioridad a la enajenación y
si por causa de ellos no puede destinarse la cosa a los usos para los cuales se adquirió. La
carga de la prueba de la existencia del vicio oculto al momento de la venta corre a cargo
del adquirente, y no justificado este hecho se juzgará que el vicio sobrevino después.
Vid., artículos 2156 al 2161 del Código Civil para el Distrito Federal.
39
Esto resulta muy polémico, hay autores que no comparten tal criterio basados en el
principio procesal de que el demandante debe probar todos los hechos en que funda su
demanda; en este caso, la existencia del vicio, por lo cual no operaría tal presunción.
Vid. GARCÍA CANTERO, Gabriel, op. cit., p. 372.
40
Así lo reafirma la Jurisprudencia francesa: «Il n’y a pas de relation directe entre la vente
d’un objet et la utilisation aberrante qui peut en être faite .» Vid., MALAURIE, Philippe y
Laurent AYNÈS, Cours de Droit Civil, 8ème édition, Éditions Cujas, 1994, p. 241.
25
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
• Que los vicios sean de entidad tal que perjudiquen la utilidad propia de
la cosa
El segundo inciso del artículo 1798 plantea que el vicio debe ser tal que por
ellos la cosa vendida no sirva para su uso natural, o sólo sirva imperfecta-
mente, de manera que sea de presumir que, conociéndolos el comprador,
no la hubiere comprado, o la hubiera comprado a mucho menos precio.
Generalmente se habla de la gravedad del vicio como requisito sine qua
non para que proceda el ejercicio de las acciones edilicias. Sin embargo,
esta gravedad admite, y de hecho exige, algunas matizaciones. Los vicios
ocultos podrán ser tan graves que impidan el uso del bien que los padece,
pero también puede ocurrir que la gravedad de los mismos no llegue a este
extremo, sino que disminuyan la utilidad de la cosa sin hacerla impropia
para el uso a que se le destina.
La primera precisión al respecto va encaminada a determinar a cuál uso ha-
cemos referencia. No se tiene en cuenta un uso que el adquirente pudiera
prever o imaginar por estar guiado por motivaciones concretas e internas.
Por tanto, el uso debe ser el pactado y si este no consta debe ser el más
común y el más conforme según la naturaleza del bien en cuestión.41 Este
es un criterio objetivo.
En cambio, cuando se trata de determinar si el adquirente, en atención a
la existencia del vicio, no hubiera contratado o hubiera dado un precio
menor, nos encontramos frente a un criterio subjetivo que presupone -para
acercarnos lo más posible a una objetivación- un análisis de su intención;
y para ello deberá atenderse a los actos anteriores, coetáneos y posteriores
al negocio, de los cuales pueda inferirse su voluntad. De cualquier manera,
se trata de un elemento de difícil prueba que quedará sujeto a la valoración
y juicio del tribunal.
Todos estos requisitos han sido reconocidos por la doctrina y por los Códi-
gos Civiles de nuestro sistema jurídico, fundados en el principio de buena
fe, sobre el cual descansa el saneamiento por vicios ocultos, buena fe que
resulta defraudada si la finalidad perseguida por el comprador no puede
cumplirse, lo cual evidentemente ocurre cuando el vicio es oculto, no co-
nocido por el comprador y perjudicial para la utilidad del bien.42
41
Así lo afirman MALAURIE, Philippe y Laurent AYNES, op. cit., p. 235 : «Il doit s’agir de
l’usage de la chose auquel elle est normalement destinée».
42
Así los ha sistematizado la Jurisprudencia española en Sentencia del Tribunal Supremo
Español de fecha 31 de enero de 1970, que falló el caso Teczone Española S.A contra
Motor nacional S.L. Vid. DÍEZ-PICAZO, Luis, Estudios sobre la jurisprudencia civil, 3ra
edición, Editorial Tecnos, Madrid, 1981, p. 62. Por su parte, el Código Civil francés defi-
ne los vicios y resume estos requisitos en su artículo 1641 que establece: «Le vendeur est
26
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
tenu de la garantie à raison des défauts cachés de la chose vendue qui la rendent impro-
pre à l’usage auquel on la destine, ou qui diminuent tellement cet usage, que l’acheteur
ne l’aurait pas acquise ou n’en aurait donne qu’un moindre prix, s’il les avait connus.»
43
Desde la creación por los ediles de este sistema de responsabilidad, la misma fue consi-
derada objetiva.
44
Si el comprador sabe que la cosa tiene un vicio, este no es oculto. Vid. MALAURIE, Phi-
lippe y Laurent, AYNES, op. cit., p. 235.
27
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
45
El artículo 1806 del Código Civil establece que la acción redhibitoria dura seis meses
respecto de las cosas muebles y un año respecto de los bienes raíces, en todos los casos
28
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
29
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
30
Teresa Delgado Vergara y Grisel Galiano Maritan
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Albácar López, José Luis, Código Civil, Doctrina y Jurisprudencia, Editorial
Trivium; Antonmattei Paul-Henry y Jacques Raynard, Droit Civil Contrats
Spéciaux, 10eme édition, Litec, 2000; Arias Schreuber Pezet, Max, et. al.,
Exégesis del Código civil peruano de 1984, Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima,
2006; Borda, Guillermo, Manual de Contratos, s.ed., Editorial Perrot, Bue-
nos Aires, 1993. Blanco, Alberto, Curso de Obligaciones y Contratos, To-
mo II, 2da edición, Editorial Molina y CIA, La Habana, 1939; De Casso y
Romero, Ignacio, Diccionario de Derecho Privado, Reimpresión, Editorial
Labor S.A, Barcelona, 1954; De Castro, Federico, El negocio jurídico, Ma-
drid, 1977; Degni, Francisco, La compraventa, s. ed., Editorial Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1957; Delgado Vergara, Teresa y Carballo Durán,
Lizette, El saneamiento por evicción. Lecturas de Derecho de Obligaciones
y Contratos, Pérez Gallardo, Leonardo B. et. al., Editorial Félix Varela. La
Habana, 2000; Díez-Picazo, Luis, Estudios sobre la jurisprudencia civil, 3ra
edición, Editorial Tecnos, Madrid, 1981; Ennecerus, Ludwig, Theodor Kipp,
31
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
Fuentes legales
Chile: Código Civil de Chile, Decreto No. 1937 de 29 de noviembre de
1976, actualizado en el año 2000, en www.paginaschile.cl, consultado el
8 de enero de 2012; Ecuador: Código Civil, Codificación 10, Registro Oficial
Suplemento 46, de fecha 24 de junio de 2005; Código Orgánico General
de Procesos, aprobado el 12 de mayo de 2015, en la sede de la Asamblea
Nacional ubicada en el Distrito Metropolitano de Quito; y publicado en el
Suplemento del Registro Oficial, Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de
mayo de 2015; España: Código Civil, Real Decreto de 24 de julio de 1889,
texto de la edición del Código Civil mandada a publicar en cumplimiento
de la Ley de 26 de mayo último, LA LEY grupo Wolters Kluwer, Madrid,
septiembre 2012.
Fuentes jurisprudenciales
Sentencia del Tribunal Supremo de España de 3 de marzo de 2000.
Sentencia del Tribunal Supremo Español de fecha 31 de enero de 1970.
32
LOS PACTOS EN EL CONTRATO
DE COMPRAVENTA
EL PACTO COMISORIO
Artículos 1817 al 1820
Nancy de la C. Ojeda Rodríguez*
Grisel Galiano Maritan**
Sumario
1. El pacto comisorio en el contrato de compraventa. Antecedentes históricos
y definición
2. Validez del pacto comisorio
3. Requisitos para el ejercicio del pacto comisorio
4. Situaciones que pueden darse una vez estipulado el pacto comisorio
5. Efectos del pacto comisorio
6. Diferencias del pacto comisorio con la cláusula resolutoria implícita
Bibliografía
33
EL PACTO COMISORIO
1
Ojeda Rodríguez, Nancy de la C., “Extinción de las obligaciones” en Ojeda Rodríguez,
Nancy de la C. Y Teresa Delgado Vergara, Teoría General de las Obligaciones, Fundación
Académica Cultural, Cochabamba, Bolivia, 2005, p. 195-197.
2
Vid. Gorrin, Guillermo, “Desnaturalización de la cláusula resolutoria expresa” en Irene
de Valera (Coordinadora) Derecho de las Obligaciones en el nuevo milenio, Academia de
Ciencias Políticas y Sociales Asociación Venezolana de Derecho Privado, Serie Eventos,
Venezuela, 2007, pp. 453 y 454.
3
Josserand, Louis, Derecho Civil, tomo II, vol. I, Teoría General de las obligaciones, re-
visado y completado por Andrés Brun, traducido por Santiago Cunchillos y Manterola,
Editorial Bosch, Buenos Aires, 1951, p. 268
4
Idem.
5
Vid. Josserand, Louis, op. cit, p. 252; Kaune Arteaga, Walter, Curso de Derecho Civil, To-
mo II, Vol. II Contratos, 5ta edición corregida y actualizada, S. Ed., La Paz, Bolivia, 2001,
p. 73, Díez-Picazo, Luis y Antonio Gullón Ballesteros, Sistema de Derecho Civil, Vol. II <El
contrato en general. La relación obligatoria. Contratos en especial. Cuasi contratos. Enri-
quecimiento sin causa. Responsabilidad extracontractual, 6ta edición revisada y puesta al
día, Editorial Tecnos, España, 1990, p. 310; Puig Brutau, José, Fundamentos de derecho
Civil, Tomo II, Vol. II, Contratos en particular, enriquecimiento indebido y responsabilidad
civil, Editorial Bosch, Barcelona, 1956, p.215; Gorrin, Guillermo, “Desnaturalización de
la cláusula resolutoria expresa” en Irene de Valera (Coordinadora) Derecho de las Obli-
34
Nancy de la C. Ojeda Rodríguez y Grisel Galiano Maritan
35
EL PACTO COMISORIO
En Ecuador, el artículo 1819 del Código Civil establece que: “Si se estipula
que por no pagarse el precio al tiempo convenido, se resuelva ipso facto
el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo, hacerlo subsistir,
pagando el precio, lo más tarde, en las veinticuatro horas subsiguientes a la
notificación judicial de la demanda”.
36
Nancy de la C. Ojeda Rodríguez y Grisel Galiano Maritan
Este poder de auto regulación que tiene toda persona no es absoluto, está
sujeto a determinados límites impuestos por la propia ley, cfr. artículo 11 del
Código Civil ecuatoriano; por tal motivo, las únicas causas que impedirían
a las personas para establecer el pacto comisorio será porque se considere
que este vulnera el orden público, el interés social o las buenas costum-
bres11. En este sentido, en la legislación civil ecuatoriana encontramos que
el artículo 9 establece: “Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún
valor; salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de nulidad
para el caso de contravención;” y el artículo 1461 establece los requisitos
necesarios para que una persona se obligue con respecto a otra por un acto
o declaración de voluntad, y al respecto se refiere al objeto y la causa lícita
que deben tener todos los actos, en este caso, los contratos para que tengan
validez, en sus apartados tercero y cuarto.
La resolución del contrato no es de orden público, sino interpretativa de la
voluntad de las partes, la cláusula resolutoria expresa es la forma acertada
y viable para establecer el derecho de las partes a resolver el contrato, y
puede ser considerada como el ejercicio extrajudicial anticipado y previsor
de la facultad resolutoria concedida legalmente12.
Cuando las partes establecen el pacto comisorio, están actuando conforme
al principio de autonomía de la voluntad, en consecuencia, no están atri-
buyéndose facultades jurisdiccionales, el contrato solo obliga a las partes
contratantes, y solo para ellas el contrato representa una reglamentación de
sus respectivas conductas13, por tanto, el contrato solo vincula a las partes,
cfr. artículo 1561 Código Civil de Ecuador.
Por otra parte, cuando se invoca el pacto comisorio, de lo que se trata es del
ejercicio del derecho subjetivo potestativo del que es titular un contratante
en virtud de lo pactado entre las partes, por lo que ejercer el pacto comiso-
rio no es más que hacer uso de la estipulación contractual creada por ellas,
cuyo fundamento se encuentra en el principio de autonomía de la voluntad.
De lo anterior se colige que el establecimiento y ejercicio del pacto co-
misorio no significa que con él las partes están asumiendo una función de
11
Vid. Gorrin, Guillermo, op. cit., p. 461.
12
Vid. Josserand, Louis, op. cit., Vol. I, pp. 267 y 268; Hedemann, J.W, Derecho de Obli-
gaciones, Vol. III, Traducción de la última edición alemana con notas de Derecho es-
pañol por Jaime Santos Briz, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1928,
pp. 143 y 144.
13
Efecto de obligatoriedad del contrato como expresión del principio contractual de asimi-
lación del contrato a la ley, pacta sunt servanda. Cfr. art.1159 CC venezolano; art. 1363º
CC peruano; art. 1257 CC español; art. 519 CC boliviano, entre otros.
37
EL PACTO COMISORIO
14
Autoridad: Potestad legalmente conferida y recibida para ejercer una función pública,
para dictar al efecto resoluciones cuya obediencia es indeclinable bajo amenaza de una
sanción y posibilidad legal de su ejecución forzosa, en caso necesario, De Pina, Rafael,
Diccionario de Derecho, 16ta edición, Editorial Porrúa, México, 1989, p. 119.
15
Es la función que realizan los órganos de justicia, ordinarios o especiales, y que se tra-
duce en la aplicación del derecho por la vía del proceso, ídem, p. 280. Es una función
estatal en cuyo ejercicio el juez o tribunal crea una norma jurídica de la conducta de los
particulares, cuando entre ellos surja un conflicto de intereses, asegurando por la fuerza,
si fuese necesario, su ejecución, Vid. Gorrin, Guillermo, op. cit., p. 464.
16
Vid. Ojeda Rodríguez, Nancy de la C, “El pacto comisorio en el contrato de compraventa”,
en La compraventa como paradigma contractual Memorias de la XI Jornada Internacional
de Derecho de Contratos celebrada en La Habana del 25 al 27 de enero de 2012, Leon-
ardo B. Pérez Gallardo (Coordinador), Rubinzal-Culzoni Editores, Buenos Aires, 2012,
p. 157.
17
Cfr. artículos 1184 del Código Civil francés; 568 del Código Civil; 306 del Código Civil
cubano; 1489 del Código Civil chileno; 1167 del Código Civil venezolano; 1124 del
Código Civil español; 1429 del Código Civil peruano; 1204 del Código Civil argentino,
entre otros.
38
Nancy de la C. Ojeda Rodríguez y Grisel Galiano Maritan
18
En este caso se debe aplicar el requisito de determinación que rige el objeto de las ob-
ligaciones, pues si la obligación no está determinada, no existe contrato. Vid. Art. 1477,
primer párrafo del Código Civil ecuatoriano.
19
Sobre este particular vid. Ojeda Rodríguez, Nancy de la C, “El pacto comisorio…cit.,
p. 158 y 159.
39
EL PACTO COMISORIO
voluntad, la parte fiel al contrato no podrá invocar dicho pacto, esta deter-
minación le corresponde al juez.
20
Vid. Josserand, Louis, op. cit., p. 273.
21
Acto que permite al acreedor renunciar al derecho de reclamación que le concede la
mora del deudor, eliminándose de esta forma los efectos de la mora ya producidos.
22
Vid. Josserand, Louis, op. cit., Vol. I, p. 273.
40
Nancy de la C. Ojeda Rodríguez y Grisel Galiano Maritan
23
Este precepto regula la facultad de elección que tiene el vendedor de exigir el cumpli-
miento o la resolución, por mora del comprador en el pago del precio. Constituye, por
tanto, un medio de protección y de defensa del vendedor que perjudicado por la mora,
no tiene ya razones para continuar vinculado por el contrato y recuperar la atribución
patrimonial que hubiese llevado a cabo.
24
Dicho artículo dispone: “En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria
de no cumplirse por uno de los contratantes lo pactado.
Pero, en tal caso, podrá el otro contratante pedir, a su arbitrio, o la resolución o el cum-
plimiento del contrato, con indemnización de perjuicios.” En consecuencia se reconoce
por la legislación ecuatoriana la cláusula resolutoria implícita.
25
Cfr. artículo 289 del COGEP que establece: Se tramitarán por el procedimiento ordinario
todas aquellas pretensiones que no tengan previsto un trámite especial para su sustan-
ciación.
41
EL PACTO COMISORIO
El comprador podrá impedir los efectos del ejercicio de la acción, pero para
ello tiene que pagar el precio convenido en las veinticuatro horas subsi-
guientes a la notificación judicial de la demanda, cfr. artículo 1819 in fine.
En el segundo supuesto, si se estipula que por no pagarse el precio al tiem-
po convenido se resuelva ipso facto el contrato, el comprador tiene derecho
a hacer susbsistir el contrato, si realiza el pago del precio dentro del plazo
establecido en el propio cuerpo legal, cfr. artículo 1819 in fine (24 horas
contados desde la notificación de la demanda), de no hacerlo pierde este
derecho y opera la resolución estipulada ipso facto.26
Con el pacto comisorio no se priva al vendedor de la posibilidad de exigir
el cumplimiento del pago, sino que se le reconoce el derecho de exigir el
precio o la resolución de la venta con el correspondiente resarcimiento de
los daños y perjuicios, cfr. artículo 1818 en relación con el artículo 1505
segundo párrafo.
La ley establece que, si ha mediado pacto comisorio, este prescribe en el
término fijado por las partes si no pasare de 4 años contados desde la fe-
cha del contrato, cfr. artículo 1820 primer párrafo, transcurridos los cuales,
prescribirá necesariamente, sea que se haya estipulado un plazo más largo
o ninguno, cfr. artículo 1820 segundo párrafo.
26
Así lo establece el artículo 1819 al establecer que: “Si se estipula que por no pagarse el
precio al tiempo convenido, se resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador
podrá, sin embargo, hacerlo subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las veinticu-
atro horas subsiguientes a la notificación judicial de la demanda.” La previsión de este
artículo nos lleva a la conclusión de que aun cuando se estipule expresamente el pacto
comisorio y su efecto fundamental que es la resolución del contrato es necesaria la noti-
ficación, de la resolución del contrato y con ello la intervención judicial, pues el articulo
expresamente se refiere a la demanda, lo cual resulta un contrasentido pues la previsión
del pacto comisorio o que se busca por las partes es la posibilidad de resolver el contrato
sin necesidad de promover un proceso judicial.
42
Nancy de la C. Ojeda Rodríguez y Grisel Galiano Maritan
27
Rubio Maestre, Tomás, “El pacto comisorio”, Extracto de la tesis doctoral leída en la Fac-
ultad de Derecho de la Universidad de Murcia, 1961, pp. 219 y 220.
43
EL PACTO COMISORIO
Bibliografía
Fuentes doctrinales
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particular y las obligaciones contractuales>, 8va edición, Editorial Bosch,
Barcelona, 1989; Blanco, Alberto, Curso de Obligaciones y Contratos en
el Derecho Civil español, Tomo III, <Contratos en especie>, 2da edición
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ción, Editorial Porrúa, México, 1989; Díez-.Picazo, Luis y Antonio Gullón
Ballesteros, Sistema de Derecho Civil, Vol. II <El contrato en general. La rela-
ción obligatoria. Contratos en especial. Cuasi contratos. Enriquecimiento sin
causa. Responsabilidad extracontractual>.6ta edición revisada y puesta al
día, Editorial Tecnos, España, 1990; Gorrin, Guillermo, “Desnaturalización
de la cláusula resolutoria expresa” en Irene de Valera (Coordinadora) Dere-
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cas y Sociales Asociación Venezolana de Derecho Privado, Serie Eventos,
Venezuela, 2007, pp.433-485; Guzmán Santiestebán, Jorge, Derecho Civil,
Tomo I <De las obligaciones y de los contratos en general>, 7ma edición
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Asociados, Bolivia, 2003; Hedemann, J.W, Derecho de Obligaciones, Vol.III,
Traducción de la última edición alemana con notas de Derecho español por
Jaime Santos Briz, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1928; Jos-
serand, Louis, Derecho Civil, tomo II, vol. I <Teoría General de las obligacio-
nes> y II <Contratos>, revisado y completado por Andrés Brun, traducido
por Santiago Cunchillos y Manterola, Editorial Bosch, Buenos Aires, 1951;
Kaune Arteaga, Walter, Curso de Derecho Civil, Tomo II, Vol. II <Contratos>,
5ta edición corregida y actualizada, S. Ed., La Paz, Bolivia, 2001; Martínez
Escobar, Manuel, Contratos diversos, Cultural, S.A, La Habana, 1959; Maus
Ratz, Emilio, La resolución del contrato de compraventa a la luz de la juris-
prudencia internacional dictada en aplicación de la Convención de Viena,
tesis presentada para obtener el título de Licenciado en Derecho, Universi-
dad Panamericana, México, 2000; Ojeda Rodríguez, Nancy de la Caridad,
“El pacto comisorio en el contrato de compraventa”, La compraventa como
44
Nancy de la C. Ojeda Rodríguez y Grisel Galiano Maritan
Fuentes legales
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República de Bolivia, 1ra edición, Editado por Tribuna de los Trabajadores*
UPS-Editorial, La Paz, 1999; Código Civil de la República Federativa de
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legislacao.planalto.gov.br/legislacao.nsf/viw_Identificacao/lei104062002?
Opendocument, Consultado el 22 de abril del 2004; Código Civil de la
República de Chile actualizado al año 2000, versión digital; Código Civil
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Código Civil de la República del Ecuador, versión digital, Suplemento del
Registro Nº 46 Oficial Año I Quito, Viernes 24 de Junio del 2005; Códi-
go Civil del Reino de España, 25ª edición actualizada, Editorial Tecnos,
45
EL PACTO COMISORIO
46
EL PACTO DE RETROVENTA
Artículos 1821 al 1825
Juan Reinaldo Martínez Yntriago*
Sumario
1. El pacto de Retroventa. Definición
1.1. La retroventa como condición resolutoria
1.2. La retroventa como un nuevo contrato de compraventa
2. Efectos de la Retroventa
2.1. La simulación del pacto de retroventa
3. Regulación del pacto de retroventa en el Código Civil ecuatoriano
3.1. Diferencias del pacto de retroventa con relación a otras modalidades
de la compraventa y otros derechos reales
Bibliografía
47
EL PACTO DE RETROVENTA
2
En el Derecho Romano se conocía como “pactum de retrovendendo” (que se ha de volver
a vender). En el derecho francés es denominada “pacte de réméré”, es decir, pacto de re-
compra, y también “pacte de rechat” (pacto de rescate). Vid. CEVALLOS VÁSQUEZ, Víctor,
Contrtatos Civiles y Mercantiles, Tomo I. Quito: Editorial Jurídica del Ecuador, 2011, p. 218.
3
LARREA HOLGUÍN, Juan., & Pérez, Efraín, Derecho Civil del Ecuador. Quito: Corporación
de Estudios y Publicaciones, 2014, p. 237.
4
PUIG PEÑA, Federico, Tratado de Derecho Civil Español, Tomo IV, vol. II, Madrid, 1946,
p. 136.
48
Juan Reinaldo Martínez Yntriago
5
BUSTOS LAGOS, Daniel Roberto, Atipicidad Contractual: ¿Regla o Excepción? Revista de
la Universidad de Mendoza No. 15, 2013, Recuperado el 24 de 02 de 2016, de file:///C:/
Users/Abogado/Downloads/84-361-1-PB.pdf, p. 93.
6
CASTRO REYES, Jorge, Manual de Derecho Civil, Jurista editores E.I.R.L, Lima, 2010,
p. 714.
7
ABELIUK MANASEVICH, René, op. cit., p. 339.
49
EL PACTO DE RETROVENTA
8
Idem, p. 339.
9
Vid. BORDA, Guillermo, Manual de Obligaciones, 14ta. Edición, Editorial La Ley, Bue-
nos Aires, 2012, p. 259.
10
BARCHI VELAOCHAGA, Luciana, Algunas consideraciones sobre el receso en el Código
Civil Peruano: A propósito del artículo 1786, LB Velaochaga - Advocatus 19, Revista edi-
tada por los alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima, 2015, p. 303.
11
V.gr. si una persona vende a una mujer un bien personal con posibilidad de retroventa, y
posteriormente esta contrae matrimonio, al usar la facultad de recuperar la cosa vendida,
la cosa no ingresa al patrimonio de la sociedad conyugal (a pesar de adquisición a título
50
Juan Reinaldo Martínez Yntriago
oneroso) sino al patrimonio personal de la mujer casada. Cfr. LARREA HOLGUÍN, J. &
Pérez, E. op. cit., p. 234.
12
OVSEJEVICH, Luis, Pacto de Retroventa, Enciclopedia Jurídica OMEBA, Tomo XVIII, Bue-
nos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina, 1964, p. 5.
13
Idem, p. 10.
51
EL PACTO DE RETROVENTA
2. Efectos de la retroventa
Entre los efectos del pacto de retroventa se destaca que el vendedor puede
recuperar el dominio y la posesión del bien vendido sin tener que pagar las
mejoras que le hubieren accedido, salvo que las haya autorizado expresa-
mente al momento de la celebración del acuerdo. De la misma manera, el
vendedor tendrá derecho a ser indemnizado por los deterioros que hubiere
sufrido el objeto vendido cuando hayan sido a consecuencia de culpa o
dolo de parte del comprador.
Si bien la retroventa se configura como una condición resolutoria potes-
tativa en favor del vendedor, dicha condición no tiene vigencia eterna y,
por el contrario, tiene un límite que se estipula en el mismo contrato de
compraventa y no podrá ser superior al tiempo máximo prescrito en la le-
gislación de cada país donde se acepta este tipo de pacto, por consiguiente,
el vendedor pierde ese derecho de retracto si no lo ejerce en dicho tiempo.
De su parte, el comprador no puede impedir la resolución del contrato por
efecto del pacto de retroventa, teniendo únicamente el derecho a exigir que
se le entregue la cantidad pactada que hubiere sido estipulada o, en caso,
de no haberse hecho dicha estipulación, el valor al que haya ascendido el
precio de compra más los valores invertidos en la conservación del bien.
Puede también el comprador exigir el pago de las mejoras que hubieren
sido autorizadas por el comprador, y a la vez debe pagar todo deterioro que
genere en el bien por sus actos u omisiones.
En forma inversa al derecho resolutorio del vendedor, se puede determinar
que el comprador adquiere un derecho de dominio temporal, cuya vigencia
existirá mientras no se cumpla la condición estipulada a favor del vende-
dor, o mientras este no haga uso del derecho de retracto; sin embargo, ese
dominio del comprador sobre el bien que adquiere de manera condicional
podría permanecer inalterable si el vendedor no ejercita su derecho en el
tiempo prescrito para el efecto.
Para que el pacto de retroventa tenga eficacia se requiere, o bien que se pro-
híba en absoluto al comprador que pueda enajenar o gravar la cosa; o que
si se produce esta enajenación o gravamen, sea con la precisa condición de
que los adquirentes o beneficiarios del gravamen respeten el derecho del
52
Juan Reinaldo Martínez Yntriago
14
Vid. LARREA HOLGUÍN, Juan. y PÉREZ, Efraín. op. cit., p. 233.
15
MORFFI COLLADO, Claudia y Grisel GALIANO MARITAN, La simulación como causa
de ineficacia jurídica en el Código Civil cubano, Revista de Derecho Privado, Número 27,
julio-diciembre, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2014, p. 183.
16
BORDA, Guillermo, op. cit., p. 154.
17
BERDUGO G, José M y Sebastian BUILES V, Derecho Mercantil, Primera Edición, Edito-
rial Universidad de Medellín, 2013, p. 172.
18
En este sentido ESPINOZA BLANCO, citando la Resolución 42 - 1997 de la Sala Primera
de la Corte Suprema de Costa Rica, analiza un ejemplo de simulación al transcribir el texto
que indica que en el caso concreto se formalizó la venta de un inmueble con pacto de
53
EL PACTO DE RETROVENTA
retroventa, pero en realidad lo que había ocurrido era un préstamo en el que, en lugar de
garantizarse el pago del préstamo con una hipoteca, se pactó una venta con cláusula de
retroventa, lo cual, según la Sala, es un error en la naturaleza del negocio convenido entre
las partes que lo hace anulable; agregando la Sala, que si el acreedor quiere garantizarse
con un pacto comisorio, prohibido por ley, y el deudor quiere el préstamo garantizado con
una hipoteca, y lo que firman es una venta con pacto de retroventa, se produce un “disen-
so” que genera la nulidad del contrato. Vid. ESPINOZA BLANCO, Ana Lucía, Los contratos
mercantiles, San José de Costa Rica, 2014, Disponible en: http://www.derechocomercial-
cr.com/contratos. En algunos países los prestamistas usureros han aprovechado la figura
del pacto de retroventa para eludir controles estatales y cobrar intereses excesivos en
perjuicio de quien necesita del crédito. Como ejemplo de esta simulación puede presen-
tarse el caso de María, que requiere un crédito por mil dólares para lo cual acude a una
entidad que ofrece compraventas con posibilidad de retroventa. Al momento de celebrar
el contrato, María entrega un lote de joyas valorada en tres mil dólares en una simulada
compraventa con posibilidad de recuperarlas mediante retroventa dentro de un período
de un año. El precio que se pacta por la venta es de dos mil dólares y el precio estipulado
para la retroventa sería de cuatro mil cuatrocientos dólares. En este caso se aprecia que
ni en la venta ni en la retroventa se conviene el precio real del objeto vendido, sino que
en el primer caso se estipuló un precio inferior y en el segundo caso se pactó un precio
excesivamente mayor, lo cual tiene como única explicación el hecho de que lo que verda-
deramente se contrató fue un mutuo con interés elevado, ya que en el ejemplo expuesto,
el presunto precio de retroventa incluiría el capital y un valor de interés fijado a una tasa
del ciento veinte por ciento sobre el valor prestado, lo cual es excesivamente alto y prohi-
bido legalmente. Dicho mutuo fue simulado perfectamente bajo la figura de la retroventa
en la cual no debe estipularse intereses sino un precio de recompra.
54
Juan Reinaldo Martínez Yntriago
19
Vid. LARREA HOLGUÍN, J. y PÉREZ, Efraín. op. cit., p. 233.
20
BERDUGO G, José M y Sebastián, BUILES V, op. cit., p.172.
21
Vid. LARREA HOLGUÍN, Juan. y PÉREZ, Efraín. op. cit., p. 234.
22
En Perú, el artículo 1586 del Código Civil prescribe que por la retroventa el vendedor
adquiere el derecho de resolver unilateralmente el contrato, sin necesidad de decisión
judicial, prescripción que adopta la tesis de la resolución de pleno derecho enfocada
anteriormente en este trabajo. De la misma manera, en el artículo 1588 se establece un
plazo máximo para el ejercicio del derecho de resolución, que prescribe en dos años
para los bienes inmuebles y en un año para los muebles.
55
EL PACTO DE RETROVENTA
23
En forma contraria, algunas legislaciones prohíben expresamente la posibilidad de pactar
la retroventa; así en Guatemala por expresa disposición del artículo 1791 del Código
Civil está prohibida la posibilidad de este pacto, teniendo como alternativa de recupera-
ción del bien en favor del vendedor a la figura de la compraventa con reserva de domi-
nio, tal como se prescribe en el artículo 1839 y, por el pacto de rescisión determinado
en el artículo 1844 del mismo cuerpo normativo. Esta posición es compartida por la
legislación panameña cuyo Código Civil en su artículo 1277 prohíbe también de forma
expresa la retroventa.
56
Juan Reinaldo Martínez Yntriago
24
CEVALLOS VÁSQUEZ, Víctor. op. cit., p. 223.
25
Vid. LARREA HOLGUÍN, Juan. y PÉREZ, Efraín. op. cit., p. 236.
57
EL PACTO DE RETROVENTA
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Abeliuk Manasevich, René, Las Obligaciones, Tomo I, Santiago: Editorial Jurí-
dica de Chile, 2010; Barchi Velaochaga, Luciana, Algunas consideraciones
sobre el receso en el Código Civil Peruano: A propósito del artículo 1786,
LB Velaochaga - Advocatus 19, Revista editada por los alumnos de la Fa-
cultad de Derecho de la Universidad de Lima, 2015; Berdugo G, José M y
Sebastian Builes V, Derecho Mercantil, Primera Edición, Editorial Universi-
dad de Medellín, 2013; Borda, Guillermo, Manual de Obligaciones, 14ta.
Edición, Editorial La Ley, Buenos Aires, 2012, Bustos Lagos, Daniel Roberto,
Atipicidad Contractual: ¿Regla o Excepción? Revista de la Universidad de
Mendoza No. 15, 2013, Recuperado el 24 de 02 de 2016, de file:///C:/Users/
Abogado/Downloads/84-361-1-PB.pdf; Castro Reyes, Jorge, Manual de De-
recho Civil, Jurista editores E.I.R.L, Lima, 2010; Cevallos Vásquez, Víctor,
Contrtatos Civiles y Mercantiles, Tomo I. Quito: Editorial Jurídica del Ecua-
dor, 2011; Espinoza Blanco, Ana Lucía, Los contratos mercantiles, San José
de Costa Rica, 2014, Disponible en: http://www.derechocomercial-cr.com/
contratos; Larrea Holguín, Juan, & Pérez, Efraín, Derecho Civil del Ecuador,
Quito: Corporación de Estudios y Publicaciones, 2014; Morffi Collado,
Claudia y Grisel Galiano Maritan, La simulación como causa de ineficacia
jurídica en el Código Civil cubano, Revista de Derecho Privado, Número 27,
julio-diciembre, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2014; Ovseje-
vich, Luis, Pacto de Retroventa, Enciclopedia Jurídica OMEBA, Tomo XVIII,
Buenos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina, 1964; Puig Peña, Federico,
Tratado de Derecho Civil Español, Tomo IV, vol. II, Madrid, 1946.
Fuentes legales
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fecha 24 de junio de 2005; Código Orgánico General de Procesos, aproba-
do el 12 de mayo de 2015, en la sede de la Asamblea Nacional ubicada en
el Distrito Metropolitano de Quito; y publicado en el Suplemento del Regis-
tro Oficial, Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de mayo de 2015; Perú:
Código Civil de Perú, Decreto Legislativo No. 295 de 24 de julio de 1984,
en http://www.abogadoperu.com/codigo-civil-peru-1984-abogado-ley.php,
consultado el 12 de noviembre de 2011.
58
DE OTROS PACTOS ACCESORIOS
AL CONTRATO DE COMPRAVENTA
Artículos 1826 y 1827
Claudia Lorena Morffi Collado*
Sumario
1. De otros pactos accesorios al contrato de compraventa
1.1. Pacto del mejor comprador
2. De los pactos accesorios del artículo 1827
2.1. Pacto de retracto
2.2. Pacto de preferencia o derecho de tanteo (pactum protimeseos)
Bibliografía
59
DE OTROS PACTOS ACCESORIOS AL CONTRATO DE COMPRAVENTA
2
Fernández Bulté, Julio; Carreras Cuevas, Delio y Rosa María, Yáñez, en Manual de Derecho
Romano, Félix Varela, La Habana, 2003, p. 170.
3
Mosset Iturraspe, Jorge,Contratos, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1995, p. 35.
4
Diez Picazo, Luis, Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Volumen Primero, Intro-
ducción a la Teoría del Contrato, Quinta Edición, Editorial Civitas, Madrid, p. 48. Esta
posibilidad de realizar pactos entre las partes es recogida en el artículo 1.255 del Código
Civil español, según el cual «los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y
condiciones que tengan por convenientes».
5
García Garrido, Manuel Jesús, Derecho Privado Romano, Editorial Dykinson, Madrid,
1993, p. 640.
60
Claudia Lorena Morffi Collado
6
Bonfante, Pietro, Instituciones de Derecho Romano, Editorial Reus, Madrid, 1965, p.496.
7
Lorenzetti, Ricardo Luis, Teoría de los contratos, Tomo I, Rubinzal-Cunzol, Buenos Aires,
s.a, p. 317.
8
Ghersi, Carlos Alberto, Contratos Civiles y Comerciales. Parte General y Especial, Tomo I,
4ta Edición actualizada y ampliada, editorial Astrea, Buenos Aires, Argentina, 1998,
p. 302.
9
El Código Civil de Uruguay reconoce este tipo de pacto y establece que su vigencia no
podrá exceder de seis meses. El artículo 1742 reconoce que: Si se pacta que, presentán-
dose dentro de cierto tiempo otra persona que mejore la compra, se resuelva el contrato,
se cumplirá lo pactado; a menos que el comprador o la persona a quien éste hubiere ena-
jenado la cosa, se allane a mejorar en los mismos términos la compra. El artículo 1743.
Establece que: En ningún caso este pacto podrá exceder del término de seis meses.
61
DE OTROS PACTOS ACCESORIOS AL CONTRATO DE COMPRAVENTA
10
El artículo 1944 del Código Civil argentino regula que: Si se pacta que presentándose
dentro de cierto tiempo (que no podrá pasar de un año) persona que mejore la compra
se resuelva el contrato, se cumplirá lo pactado; a menos que el comprador o la persona
a quien éste hubiere enajenado la cosa, se allane a mejorar en los mismos términos la
compra.
11
El artículo 774 regula que: El pacto de mejor comprador autoriza la resolución del con-
trato si un tercero ofreciere un precio más ventajoso. Sólo podrá convenirse tratándose
de inmuebles, y por un plazo no mayor de tres meses. El artículo 775 establece: El vend-
edor debe hacer saber al comprador quien sea el mejor comprador, y que ventajas le of-
rece. Si el comprador propusiere iguales ventajas, tendrá el derecho de preferencia; si no,
podrá el vendedor disponer de la cosa a favor del nuevo comprador. No habrá mejora
por parte del nuevo comprador, que dé lugar, al pacto de mejor comprador, sino cuando
hubiere de comprar la cosa, o recibirla en pago, y no cuando se propusiere adquirirla por
cualquier contrato.
12
Lorenzetti, Ricardo Luis, op. cit., p. 317.
13
López DE Zavalia, Fernando J, Teoría general de los Contratos, Tomo II, Parte especial,
1985, p. 253.
14
Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil. Contratos, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1997, p. 258.
15
Cfr. Artículos 1745 y 1746 del Código Civil de Uruguay.
62
Claudia Lorena Morffi Collado
16
El artículo 1582 del Código Civil de Perú regula: “Puede integrar la compraventa cual-
quier pacto lícito, con excepción de los siguientes, que son nulos: 1. El pacto de mejor
comprador, en virtud del cual puede rescindirse la compraventa por convenirse que, si
hubiera quien dé más por el bien, lo devolverá el comprador. 2. El pacto de preferencia,
en virtud del cual se impone al comprador la obligación de ofrecer el bien al vendedor
por el tanto que otro proponga, cuando pretenda enajenarlo.”
17
Soria Aguilar, Alfredo F, “A 25 años del Código Civil: comentarios acerca de los pactos
permitidos y prohibidos en el contrato de compraventa”, en Boletín Jurídico de la Revista
ETHOS-Asociación Jurídica, 2009, s.p.
18
El artículo 1826 del Código Civil ecuatoriano dispone: Si se pacta que presentándose
después de cierto tiempo, que no podrá exceder de un año, persona que mejore la compra,
se resuelva el contrato, se cumplirá lo pactado; a menos que el comprador o la persona a
la que este hubiere enajenado la cosa, se allane a mejorar en los términos de la compra.
63
DE OTROS PACTOS ACCESORIOS AL CONTRATO DE COMPRAVENTA
19
Castan Tobeñas, José. Derecho civil español, común y foral, Tomo IV, Editorial Reus, Ma-
drid, España, 1954, p. 159.
20
Cfr. Badenes Gasset, Ramón, El contrato de compraventa, Tomo II Librería Bosch, Barce-
lona, España, 1979, p. 980.
21
Cfr. Diego, Felipe Clemente de, Instituciones de Derecho Civil español, Tomo II, Artes
Gráficas Julio San Martín, Madrid, 1959, p. 219.
22
Puente y Lavalle, Manuel de la, Derecho de Retracto, Editorial Themis, Perú, s.a, p. 126.
23
Manresa Navarro, José María, Comentarios al Código civil español, Tomo X, Volumen I,
Editorial Reus S.A., 1967, p. 495.
24
Castillo Cajamarca, Manuel Alberto, Tesis previa a la obtención del título de abogado
de los tribunales de justicia de la república y licenciado en ciencias políticas y socia-
les, Universidad de Cuenca, Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Sociales,
Cuenca, Ecuador, 2011, p. 67.
64
Claudia Lorena Morffi Collado
25
López Zavalía, Fernando J, Teoría…Parte General, p. 149.
26
Lorenzetti, Ricardo Luis, op. cit., p. 314.
65
DE OTROS PACTOS ACCESORIOS AL CONTRATO DE COMPRAVENTA
27
Cfr.Mosset Iturraspe, Jorge, Compraventa inmobiliaria, Ediar, Buenos Aires, 1976, p. 103.
28
Lorenzetti, Ricardo Luis, op. cit., p. 315.
29
Wayar, Ernesto, op. cit., p. 492.
66
Claudia Lorena Morffi Collado
30
En esta posición se encuentra también el pactum de non alienando: en virtud del cual el
comprador se comprometía a no vender la cosa, en absoluto o a persona determinada, si
no obstante, el comprador incumplía con el compromiso asumido el vendedor no goza-
ba de ninguna acción contra el tercero, solamente podría exigir al comprador los daños
e intereses producidos por su incumplimiento.
31
Albaladejo García, Manuel, Derecho civil, Tomo III, Volumen II, Editorial Bosch, Barce-
lona, España, 1958, p. 336.
32
El vendedor sólo tiene una acción personal contra el comprador: se trata de una promesa
de venta hecha por el comprador al vendedor, sujeta a la condición suspensiva de que
decida vender la cosa o darla en pago a un tercero, según lo dispuesto en el artícu-
lo 1394 del Código Civil argentino.
33
El artículo 772 del Código Civil dispone: Si se estipuló pacto de preferencia, el vendedor
sólo podrá ejercer su derecho dentro de tercero día, tratándose de cosas muebles o in-
corporales, y en el plazo de diez días, respecto de inmuebles. Perderá la preferencia si no
pagare el precio; o si no satisface las otras ventajas que el comprador hubiere obtenido.
67
DE OTROS PACTOS ACCESORIOS AL CONTRATO DE COMPRAVENTA
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Albaladejo García, Manuel, Derecho civil, Tomo III, Volumen II, Editorial
Bosch, Barcelona, España, 1958; Badenes Gasset, Ramón, El contrato de
compraventa, Tomo II Librería Bosch, Barcelona, España, 1979; Bonafante,
Prieto, Instituciones de Derecho Romano, Editorial Reus, Madrid,1965;
Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil. Contratos, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1997; Castan Tobeñas, José. Derecho civil español, común y
foral, Tomo IV, Editorial Reus, Madrid, España, 1954; Castillo Cajamarca,
Manuel Alberto, Tesis previa a la obtención del título de abogado de los
tribunales de justicia de la república y licenciado en ciencias políticas y
sociales, Universidad de Cuenca, Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Po-
líticas y Sociales, Cuenca, Ecuador, 2011; Diego, Felipe Clemente de, Insti-
tuciones de Derecho Civil español, Tomo II, Artes Gráficas Julio San Martín,
Madrid, 1959; Diez Picazo, Luis, Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial,
Volumen Primero, Introducción a la Teoría del Contrato, Quinta Edición,
Editorial Civitas, Madrid; Fernández Bulté, Julio; Carreras Cuevas, Delio y Ro-
sa María, Yáñez, en Manual de Derecho Romano, Félix Varela, La Habana,
2003; García Garrido, Manuel Jesús, Derecho Privado Romano, Editorial
Dykinson, Madrid, 1993; Ghersi, Carlos Alberto, Contratos Civiles y Comer-
ciales. Parte General y Especial, Tomo I, 4ta Edición actualizada y ampliada,
editorial Astrea, Buenos Aires, Argentina, 1998; Lorenzetti, Ricardo Luis,
Teoría de los contratos, Tomo I, Rubinzal-Cunzol, Buenos Aires, s.a; López de
Zavalia, Fernando J, Teoría de los contratos, Tomo I, Parte General, Zavalía;
López de Zavalia, Fernando J, Teoría genera! de los Contratos, Tomo II, Parte
especial, 1985; Manresa Navarro, José María, Comentarios al Código civil
español, Tomo X, Volumen I, Editorial Reus S.A., 1967; Mosset Iturraspe, Jor-
ge, Compraventa inmobiliaria, Ediar, Buenos Aires, 1976; Mosset Iturraspe,
Jorge,Contratos, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1995; Soria Aguilar, Alfredo F,
“A 25 años del Código Civil: comentarios acerca de los pactos permitidos y
prohibidos en el contrato de compraventa”, en Boletín Jurídico de la Revista
ETHOS-Asociación Jurídica, 2009; Puente y Lavalle, Manuel de la, Derecho
de Retracto, Editorial Themis, Perú, s.a; Wayar, Ernesto, Compraventa y per-
muta, Astrea, Buenos Aires, 1987.
Fuentes legales
Código Civil Argentino de 25 de septiembre de 1869. Proyecto de Código
Civil Argentino, en Edición, 2012; Código Civil de la República de Ecuador,
7ª ed., Codificación RO-S 104, 20 de noviembre de 1970, actualizado a
junio de 1997,editado por Corporación de Estudios y Publicaciones, S. L;
68
Claudia Lorena Morffi Collado
69
DE LA RESCISIÓN DEL CONTRATO DE
COMPRAVENTA POR LESIÓN ENORME
Artículos 1828 al 1836
Claudia Lorena Morffi Collado*
Sumario
1. La “laesio ultradimidium” en el contrato de compraventa
2. Requisitos de la lesión enorme
2.1. El llamado precio justo
3. La lesión enorme y sus sistemas de fundamentación
4. La lesión enorme y los vicios del consentimiento
5. La lesión enorme y los vicios del consentimiento
6. Los efectos de la rescisión por lesión enorme
Bibliografía
70
Claudia Lorena Morffi Collado
para proteger a las personas que por su falta de astucia comercial resultaban
lesionados, buscando con su aplicación la equidad e igualdad entre las
partes.
Para algunos autores,2 la laesio enormis era aplicada en sus inicios solamen-
te para aquellos contratos en los que el objeto estuviera constituido por un
bien inmueble. La evolución de su configuración se encontró marcada por
el reconocimiento atribuido por el Derecho Romano y el Derecho Canóni-
co, transitando a pasos agigantados hacia el reconocimiento del Derecho
Civil que sentó sus bases en las Partidas de Alfonso el Sabio y el Ordena-
miento de Alcalá.
De acuerdo a Landestoy Méndez,3 existe consenso generalizado sobre la au-
sencia de formulación de la “læsio ultradimidium” en el Derecho Clásico,
estableciendo su aparición en el Corpus Iuris Civilis, transformándose pos-
teriormente en el Derecho intermedio en la lesión contractual con la que se
identifica actualmente, siendo extendida para aquellos contratos onerosos.
El Código Civil francés y su interpretación por los tratadistas de la época
pugnó sobre su pertinencia exclusiva para el contrato de compraventa o su
posible aplicación a cualquier tipo contractual, discusión que fue conclui-
da con un pronunciamiento de Napoleón sobre su reconocimiento solo en
los contratos de compraventa de bienes inmuebles.
El artículo 1674 del Código Civil Napoleón otorga la acción rescisoria al
vendedor que haya sido perjudicado en siete duodécimas partes del precio
de la cosa, considerando la desproporción desmedida del precio tal como
la configuró el Derecho Romano. No fue sino hasta la promulgación y el
reconocimiento de la lesión enorme en el Código Civil Alemán que quedó
incluido el elemento subjetivo que identifica la existencia de la figura cuan-
do la desproporción en las prestaciones se debe a la falta de experiencia de
la parte lesionada (cfr. artículo 138 del Código Civil alemán).
En el Código Civil de Ecuador la lesión enorme es definida en su artículo
1829 estableciendo que: “El vendedor sufre lesión enorme cuando el precio
que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende; y el
comprador a su vez, sufre lesión enorme cuando el justo precio de la cosa
que compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella”.
2
TOLOSA FONTECILLA, Carlos, De la Rescisión de la Venta por Lesión Enorme, en Memo-
ria de Prueba, Universidad de Chile, Imprenta Echeverría, Santiago, 1926, p. 4, GUZMÁN
BRITO, op. cit., p. 138.
3
LANDESTOY MÉNDEZ, PedroLuis,La “læsio ultradimidium” en la compraventa de inmue-
bles: una ausencia injustificada en el Código Civil cubano, en La compraventa como
paradigma contractual, 1ra Edición, Editorial Rubinzal-culzoni editores, Buenos Aires, Ar-
gentina, 2012, p. 400.
71
DE LA RESCISIÓN DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA POR LESIÓN ENORME
4
Por otra parte, el Código Civil chileno no solo reduce la protección por lesión enorme para
el vendedor, sino que amplía sus supuestos para la otra parte del negocio jurídico, ampa-
rando tanto al vendedor como al comprador, señalando el artículo 1889 que “El vendedor
sufre lesión enorme, cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del justo precio de
la cosa que vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el justo precio de
la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella”.
El artículo 1947 del Código Civil de Colombia determina que: “el vendedor sufre lesión
enorme cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que
vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme cuando el justo precio de la cosa que
compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella”.
72
Claudia Lorena Morffi Collado
5
DE MOLINA, Luis, Teoría del justo precio, Editorial FG Camacho, Madrid, 1981, p. 16.
6
WALKER SILVA, Nathalie, Derecho de opción del contratante vencido en juicio por lesión
enorme,en Revista Chilena de Derecho, vol. 39 Nº 2, 2012, p. 302.
73
DE LA RESCISIÓN DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA POR LESIÓN ENORME
7
CABANELLAS, Guillermo, Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, 21ava. Edición,
Tomo VII, p. 72.
8
A contraris, algunas legislaciones como la colombiana estructuran la regulación de la figu-
ra sobre el justo precio, de acuerdo a MORENO-ROJAS la lesión enorme está estructurada
en el régimen civil colombiano sobre un factor puramente objetivo (el justo precio), con
independencia del móvil subjetivo y de la manera como este haya influido en el consenti-
miento. Vid. MORENO-ROJAS, José Guillermo, Extensión de la lesión enorme en la com-
praventa no mercantil de determinados bienes muebles, en Revista ITER AD VERITATEM
- ISSN:1909-9843 - No. 12, 2014, p. 109.
74
Claudia Lorena Morffi Collado
cuando el justo precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del pre-
cio que paga por ella. El justo precio se refiere al tiempo del contrato”.9
De acuerdo a Walker Silva,10 el Código ha regulado la lesión con carácter
objetivo, no siendo necesario indagar en las causas que provocaron el des-
equilibrio en las prestaciones, sino solo determinar la desigualdad mediante
un cálculo matemático.
Por otra parte, la lesión subjetiva se fundamenta no solo en el desequilibrio
económico en el precio de la cosa, sino en el estado de inferioridad por
la inexperiencia o la necesidad del vendedor que lo incentivó a realizar
la venta.11 Esta desventaja debe estar acompañada de la desproporción,
calificándola como subjetiva-objetiva o subjetiva pura, sin embargo, consi-
derando la regulación de la institución en los Códigos Civiles consultados y
su disposición en el Código Civil de Ecuador, no podemos afirmar que en el
reconocimiento de los ordenamientos jurídicos la existencia de una lesión
subjetiva pura que no presente desequilibrio en las proporciones.
Para sancionar la lesión enorme en el fuero ecuatoriano, basta con demos-
trar la desproporción efectiva de las prestaciones, afectándose el equilibrio
entre lo pactado y el justo precio establecido, su origen no se encuentra en
las partes o en un vicio del consentimiento, sino en el desequilibrio econó-
mico sufrido.
9
El Código Civil español al igual que el Código Civil ecuatoriano establece en su norma-
tiva un tipo de lesión enorme objetiva al regular la rescisión del contrato siempre que la
lesión sufrida sobrepase la cuarta parte del valor de la cosa en sus artículos 1291 y 1293.
En igual medida el Código Civil francés sientas sus bases sobre una lesión objetiva, sin
considerar el elemento subjetivo, éste traza en su normativa un valor determinado y a
partir de allí enumera la existencia o no de la lesión enorme.
10
WALKER SILVA, Nathalie, op. cit., p. 302. Este autor cita como ejemplo una parte de
su jurisprudencia: “para las concepciones clásicas, en que se inspira nuestro Código, la
lesión no es ni puede ser un vicio del consentimiento: es tan solo un vicio del contrato
provocado por el desequilibrio en las prestaciones, que debe ser analizado con carácter
objetivo y matemático. (…) En cada especie se verifica matemáticamente la equivalen-
cia, y todas las veces que ella desaparezca, el acto será anulado porque hay enriqueci-
miento injusto para una persona en desmedro de otra. Vid. WATKINS SEPÚLVEDA, Ana
María y con Juan WATKINS SEPÚLVEDA, Corte de Apelaciones de Santiago, 24 de junio
de 2004, ROL 6920-1999.
11
El primer cuerpo que reguló la lesión subjetiva fue el Código BGB de 1900; el Código Ci-
vil italiano de 1942 también reconoce en su artículo 1448 la acción general de rescisión
por lesión, y si hubiere desproporción entre la prestación de una de las partes y la de la
otra y la desproporción dependiese del estado de necesidad de una de ellas, de la que
se ha aprovechado la otra para obtener ventaja, la parte damnificada podrá demandar la
rescisión del contrato.
75
DE LA RESCISIÓN DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA POR LESIÓN ENORME
12
El Código Civil ecuatoriano reconoce en su artículo 1467 como vicios del consenti-
miento al error, la fuerza y dolo. En el artículo 1472 establece que la fuerza no vicia el
consentimiento, sino cuando es capaz de producir una impresión fuerte en una persona
de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Se mira como fuerza de
este género todo acto que infunde a una persona justo temor de verse expuestos ella,
su cónyuge o alguno de sus ascendientes o descendientes, a un mal irreparable y grave.
El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a quienes se
debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento. Por otra parte, el artícu-
lo 1474 regula que el dolo no vicia el consentimiento sino cuando es obra de una de
las partes, y cuando, además, aparece claramente que sin él no hubieran contratado. En
los demás casos el dolo da lugar solamente a la acción de perjuicios contra la persona o
personas que lo han fraguado o que se han aprovechado de él; contra las primeras por el
valor total de los perjuicios, y contra las segundas, hasta el valor del provecho que han
reportado del dolo.
13
Según SPROVIERO la voluntad determina al dolo, constituyéndose este mediante la vo-
luntad de engañar del sujeto, clasificándose la conducta como dolosa según el compor-
tamiento del sujeto activo, esta voluntad queda acreditada en el dolo, clasificándolo en
indirecto o eventual. Cfr. SPROVIERO, Juan Horacio, Dolo. La voluntad como presu-
puesto de la sanción, Editorial G.C., Buenos Aires, Argentina, 1986, pp. 48 y 49. Según
CARRANZA, no constituía en sus inicios una causa de invalidez producto del engaño,
sino que sobrevino hacia finales de la República, ampliándose el concepto de actio de
dolo sancionado con la “restitutio in integrum”, en reparación del perjuicio ocasionado.
CARRANZA, Jorge A, El dolo en el Derecho Civil y Comercial, Ensayos Jurídicos, Editorial
Astrea, Buenos Aires, Argentina, 1973, p. 24.
14
Vid. MORENO-ROJAS, José Guillermo, op. cit., p. 110.
76
Claudia Lorena Morffi Collado
que debe imperar en los contratos conmutativos, por tanto, la rescisión del
contrato procede por haberse comprobado que se produjo un desequilibrio
en las prestaciones, y no por la existencia de una voluntad viciada.
La lesión enorme es un vicio objetivo que rompe con la igualdad de las
prestaciones y establece un desequilibrio que conlleva a la inequidad en
el contrato, en tanto, su naturaleza jurídica queda ligada a la posibilidad
que tiene el vendedor o comprador de rescindir el contrato de compraventa
cuando el valor difiere del precio justo establecido.
15
Diccionario Enciclopédico Castell, Tomo 7, Editorial Castell, Madrid, Edición 1999,
p. 1876.
16
PASAPERA MORA, Alberto, Breve Estudio Sobre la Rescisión, Editorial Astrea, Buenos
Aires-Argentina, 2011, p. 53.
17
Cfr. Artículo 1829 del Código Civil de Ecuador.
18
VALDÉS DÍAZ, Caridad Caridad del Carmen (coordinadora), et. al., «Causa de las re-
laciones jurídicas civiles», en Derecho Civil, Primera Edición, Editorial Félix Varela, la
Habana, 2006, p. 270.
77
DE LA RESCISIÓN DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA POR LESIÓN ENORME
19
WALKER SILVA, Nathalie, op. cit., p. 304.
20
La legislación civil argentina reconoce la acción de rescisión por lesión enorme en el
artículo 1447 del Código Civil estableciendo: “La acción rescisoria por lesión sólo pue-
de ejercitarse cuando la desproporción entre las prestaciones al momento de celebrarse
el contrato es mayor de las dos quintas partes, siempre que tal desproporción resulte
del aprovechamiento por uno de los contratantes de la necesidad apremiante del otro.
Procede también en los contratos aleatorios, cuando se produzca la desproporción por
causas extrañas al riesgo propio de ellos”.
De la interpretación de la ley resulta pertinente señalar que el artículo 1447 supedita la
existencia de la acción por lesión enorme a la desproporción entre las prestaciones al mo-
mento de celebrarse el contrato, por tanto, el valor que se tome del bien como justo precio
deberá corresponder al que tuvo en el momento en el que se celebró el negocio jurídico.
78
Claudia Lorena Morffi Collado
Ahora bien, ¿qué sucede con los frutos de la cosa vendida, a quién pertene-
cen o quién puede reclamar con derecho su posesión? Estas interrogantes
son solucionadas en el artículo 1890 del Código Civil chileno, establecien-
do al contratante como un adquisidor de buena fe, el cual solo deberá los
frutos cuando se conoce a través de la demanda de la desigualdad entre las
prestaciones.21
El artículo 1829 del Código Civil ecuatoriano reconoce la rescisión por
lesión enorme para los contratos de compraventa de bienes inmuebles, es-
tableciendo como principal efecto jurídico la protección efectiva por el des-
equilibrio entre las prestaciones, restituyendo las cosas al estado inicial en
que se encontraban antes de producirse la desproporción.
Declarada la rescisión contra el comprador, éste puede aceptarla o comple-
tar el justo precio de la cosa con deducción de una décima parte, entregan-
do al vendedor el monto que falte para completar el justo precio, menos
una décima parte del justo precio.
El Código Civil ecuatoriano no conceptualiza la lesión enorme, sin embar-
go, admite la rescisión del contrato de compraventa de bienes inmuebles
cuando existe una desproporción entre las prestaciones. El artículo 1831
prohíbe la admisibilidad de rescisión por lesión enorme para los contratos
sobre bienes muebles y los que se hubiesen celebrado por el Ministerio de
la Justicia, ocasionando un estado de desprotección para las personas que
intervienen en este tipo de negocio jurídico y afectando la vigencia del De-
recho constitucional que garantiza el derecho de propiedad. La aplicación
de la figura a los contratos de bienes muebles u otros tipos contractuales
(v.gr. la permuta) no afectaría la esencia y naturaleza de la figura, conside-
rando que las regulaciones establecidas para el contrato de compraventa
son en ocasiones de aplicación supletoria a otros tipos contractuales.
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Albaladejo, Manuel, Derecho Civil. Introducción y Parte General, Tomo I,
Decimoquinta Edición, Editorial Boch, Barcelona, 2002; Cabanellas, Gui-
llermo, Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, 21ava, Edición, To-
21
El artículo 1890 del Código Civil chileno señala que “no se deberán intereses o frutos si-
no desde la fecha de la demanda, ni podrá pedirse cosa alguna en razón de las expensas
que haya ocasionado el contrato”.
79
DE LA RESCISIÓN DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA POR LESIÓN ENORME
Fuentes Legales
Código Civil Argentino de 25 de septiembre de 1869. Proyecto de Código
Civil Argentino, en Edición, 2012; Código Civil de la República de Chile de
14 de diciembre de 1855, edición oficial al 31 de agosto de 1976, aprobada
por Decreto 1937, de 29 de noviembre de 1976 del Ministerio de Justi-
cia, Editorial Jurídica de Chile; Código Civil de la República de Colombia,
80
Claudia Lorena Morffi Collado
81
EL CONTRATO DE PERMUTA
Título XXIII “De la Permuta”
Artículos 1837 al 1840
Caridad del Carmen Valdés Díaz*
Sumario
1. Del contrato de permuta
2. Naturaleza jurídica
3. Objeto del contrato y de las prestaciones de los permutantes. Capacidad
de los sujetos que intervienen en el contrato
4. Posible aplicación de las disposiciones de la compraventa a la permuta
Bibliografía
82
Caridad del Carmen Valdés Díaz
3
Voci, Diritto sacro romano in etá arcaica, en SDHI, 19, 1953, pp. 48 y 52. Cit. pos. De la
Rosa, Pelayo, La permuta (desde Roma al Derecho español actual), Ed. Montecorvo, Ma-
drid, 1976, p. 26.
4
Rogel Vide, Carlos, “Sobre la permuta y su utilidad”, en Revista General de Legislación
y Jurisprudencia, REUS S.A., Época III, Año 2010, Número 3 julio/septiembre, Madrid,
pp. 531 y ss.
5
Merino Hernández, José Luis, El Contrato de permuta, Ed. Tecnos, Madrid, 1978, p. 39.
83
EL CONTRATO DE PERMUTA
nominado; este es el criterio seguido también por casi todos los Códigos
posteriores, incluido el Código civil de Ecuador, que dedica el Título XXII
a la permuta y la define en su artículo 1837 como un contrato en que las
partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por otro.
Muchas veces las partes contratantes no toman en consideración el valor de
las cosas permutadas, otras sí. Cuando esto último ocurre, para compensar
el mayor valor de una cosa respecto a la otra, se procede a la búsqueda del
equilibrio de las recíprocas prestaciones mediante la entrega de un sobre-
precio6 por parte de quien da el bien de menor valor, que puede consistir en
la entrega de una cantidad de dinero o en la entrega de otras cosas adicio-
nales, que se suman a la principal. Debe recordarse que, incluso admitida
la posibilidad de tal desequilibrio económico, la compensación dependerá
de la apreciación subjetiva que los contratantes realicen, que pudiera res-
ponder a consideraciones de variada índole. Puede haber, por tanto, dife-
rencia de valor entre los bienes permutados y no haber soulte o entrega de
otras cosas, ello dependerá de la determinación voluntaria que hagan las
propias partes interesadas.
Aunque la voluntad privada, en franca autonomía, es suficiente para que
se produzca el intercambio de bienes de igual o diferente valor, con o sin
compensación, también puede previamente estimarse dicho valor. Esa valo-
ración previa de las cosas que se permutarán sobre la base de criterios ob-
jetivos corresponderá, en primer lugar, a los sujetos que quieren permutar,
pero nada obsta para que, puestos de común acuerdo, determinen que sea
solo uno de ellos o un tercero el que realice tal valoración.
Cuando el sobreprecio es en dinero, su intervención en el contrato no des-
naturaliza la permuta, siempre que dicha intervención sea accesoria, a mo-
do de compensación por el diferente valor de las cosas cambiadas en la
apreciación concorde de los contratantes. En el Derecho comparado, no
todas las legislaciones han regulado la permuta con compensación dine-
raria; así, no hay ningún precepto específico sobre ello en el Código Civil
francés, ni en el italiano, aunque la doctrina y la jurisprudencia se han
encargado de la cuestión, primando el criterio favorable a su aceptación.
El Código Civil austriaco se refiere al particular en su artículo 10557, y el
6
Utilizamos el término “sobreprecio” siguiendo el válido criterio de Rogel Vide de no
identificar precio con dinero, sino entendiendo aquél, en sentido amplio, como con-
traprestación: “Precio tanto quiere decir como contraprestación. No todo precio es en
dinero. No todo precio en dinero conlleva compraventa.” Rogel Vide, Carlos, El precio en
la compraventa y su determinación, Ed. REUS, Madrid, 2013, p.10.
7
Artículo 1055: Si se enajena una cosa, en parte a cambio de dinero y en parte a cambio
de otra cosa, el contrato se considera compraventa o permuta, según que el precio en
84
Caridad del Carmen Valdés Díaz
dinero sea más o menos elevado que el valor ordinario de la cosa dada, y en el caso que
tenga el mismo valor que la cosa, se considera compraventa.
8
Artículo 1545: Si el precio de una cosa consistiera, parte en dinero, y parte en otra cosa,
el contrato será de compraventa cuando la parte en dinero fuera la mayor de ambas; y
será de permuta o cambio cuando esa parte en dinero fuese la de menor valor único.
Cuando el valor de las dos partes fuese igual, se presume la de menor valor.
Cuando el valor de las dos partes fuese igual se presumirá que el contrato es de venta.
9
Artículo 1794. Cuando el precio consiste parte en dinero y parte en otra cosa, se enten-
derá permuta si la cosa vale más que el dinero; y venta en el caso contrario.
10
Artículo 1531: Si el precio de una transferencia se fija parte en dinero y parte en otro
bien, se calificará el contrato de acuerdo con la intención manifiesta de los contratantes,
independiente de la denominación que se le de.
Si no consta la intención de las partes, el contrato es de permuta cuando el valor del bien
es igual o excede al del dinero; y de compraventa, si es menor.
11
Artículo 2250: Si el precio de la cosa vendida se ha de pagar parte en dinero y parte con
el valor de otra cosa, el contrato será de venta cuando la parte de numerario sea igual
o mayor que la que se pague con el valor de otra cosa. Si la parte en numerario fuere
inferior, el contrato será permuta.
12
Artículo 1662: Si el precio, esto es, lo que el comprador da por la cosa vendida, consiste
parte en dinero y parte en otra cosa, se calificará el contrato por la intención manifiesta
de los contrayentes; y no constando esta, se tendrá por permuta si es mayor el valor de la
cosa y por venta en caso contrario.
13
Artículo 1733: Cuando el precio consiste parte en dinero y parte en otra cosa, se enten-
derá permuta si la cosa vale más que el dinero, y venta en el caso contrario.
85
EL CONTRATO DE PERMUTA
2. Naturaleza jurídica
Cabe destacar la naturaleza real del contrato de permuta en sus orígenes
porque, como más adelante se verá, es una característica que varía con el
transcurso del tiempo. La permutatio, para que naciera como tal contrato,
requería la entrega del objeto convenido por una de las partes permutantes
a la otra, se perfeccionaba con la datio, no con el acuerdo de voluntades.
Aunque se hubieran convenido previamente los objetos a entregar y demás
condiciones, de ello no dimanaba ninguna obligación para las partes que
pudiera ser exigida judicialmente, lo que solo ocurría cuando se producía
la primera entrega. Comenzó valiendo como causa justificativa de una atri-
bución ya realizada y fundamento para pedir la restitución de ésta cuando
la otra parte no prestaba, a su vez, lo que había prometido14.
Dentro de la gran cantidad de pactos o convenciones que se incluyen en los
llamados contratos innominados del Derecho romano, la permuta, a pesar
de contar con nombre propio de rancio abolengo, se incluye como el más
importante de todos los que se agrupan en la categoría do ut des, esto es,
aquellos que tenían por finalidad la dación de objetos, recíprocamente, por
las dos partes15. Indudablemente, sería el de mayor papel e importancia en
la vida práctica.
La permuta, al reconocerse como contrato innominado, además de los ca-
racteres antes esbozados, se entendió como sinalagmática, ocupando las
dos partes idéntica posición, con las mismas obligaciones y derechos. In-
cluso, si habían sido cumplidas las dos entregas, cada una de las partes
permanecía obligada a garantizar a la otra frente a la evicción y ciertos
vicios ocultos de la cosa entregada. Los permutantes disponen de iguales
acciones procesales, lo que no resulta usual en la mayoría de los contratos,
donde cada parte tiene a su favor acciones distintas, cual es el caso de la
compraventa, donde el comprador posee la actio empti, mientras que el
vendedor tiene la actio venditi, que son esencialmente diferentes. Se consi-
deraba, además, como todos los innominados, de buena fe, consecuencia
del principio de equidad que conduce al legislador a transformar este acto,
14
Lacruz Berdejo, José Luis, et. al., Elementos de Derecho Civil, tomo II, Derecho de Obliga-
ciones, volumen segundo, cuarta edición, revisada y puesta al día por Francisco Rivero
Hernández, Ed. Dykinson, Madrid, 2009, p. 79.
15
Como señala acertadamente De la Rosa, al surgir una nueva categoría de contratos que
no integraban las figuras típicas de la época clásica, se les llama “innominados” en el
sentido de no típicos, algunos no tenían nombre específico que los distinguiera, pero
otros, como la permuta, lo tenían desde sus lejanos comienzos. Vid. De la Rosa, Pelayo,
op. cit., pp. 117 y ss.
86
Caridad del Carmen Valdés Díaz
16
Vid. Merino Hernández, José Luis, op. cit., p. 27.
87
EL CONTRATO DE PERMUTA
17
Borda, Guillermo, Tratado de Derecho Civil, Tomo 1, décima edición actualizada por
Alejandro Borda, Ed. La Ley, Buenos Aires, 2010, p. 476. En el proyecto de Código civil
y comercial de 2012, se mantiene la naturaleza consensual de este contrato al disponer
en su artículo 1172 que hay permuta si las partes se obligan recíprocamente a transferirse
el dominio de cosas que no son dinero.
18
Artículo 2327: “(…) contrato por el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una
cosa por otra”.
19
Artículo 1602: “(…) por la permuta los permutantes se obligan a transferirse recíproca-
mente la propiedad de bienes”.
88
Caridad del Carmen Valdés Díaz
20
En el sistema jurídico español, en virtud de la llamada doctrina del título y el modo de
adquirir la propiedad, la transmisión del dominio de las cosas objeto del convenio no
va a realizarse por el mero acuerdo de voluntades, sino a través de un acto posterior, la
traditio, necesaria e imprescindible. Pero el contrato, título para la transmisión, genera
las obligaciones recíprocas de entrega de las cosas permutadas. Este sistema es también
el seguido en Cuba. De la jurisprudencia nacional, puede citarse la sentencia Número
50, de 23 de junio de 1999, del Tribunal Provincial de la Habana referida a un contrato
de permuta, en la que se razona lo siguiente: “(…) la declaración o manifestación de vo-
luntad que emite el sujeto otorgante debe ir encaminada a producir determinado efecto
jurídico: la transmisión del derecho de propiedad”.
21
Afirma Manresa que esta característica es también propia del Derecho civil codificado y
se deriva del cambio de naturaleza del contrato de permuta. Así, cuando la permuta era
considerada como un contrato real, nacía de él una sola obligación, de naturaleza unilat-
eral, que era la obligación de entregar la cosa por parte del contratante que no la hubiese
cumplido; hoy, la ser consensual, la obligación de entregar se refiere a las dos partes por
igual, de forma recíproca, confiriendo al contrato un carácter bilateral. Vid. Manresa y
Navarro, José María, Comentarios al Código Civil español, tomo X, quinta edición, Ed.
REUS, Madrid, 1950, p. 445.
89
EL CONTRATO DE PERMUTA
22
El artículo 1750 del Código civil de Ecuador dispone que pueden venderse todas las
cosas corporales o incorporales, excepto las prohibidas por ley.
23
Lacruz Berdejo, José Luis, et. al., Elementos…, cit., p. 79.
24
La definición de la permuta en los Códigos civiles evidencia su objeto. El Código Civil
francés la define como “(…) contrato por el cual las partes se dan respectivamente una
cosa por otra” (artículo 1702); el Código Civil austríaco la regula como “(…) contrato por
el cual una cosa se cede por otra” (artículo 1045); el Código Civil español entiende que
es “(…) contrato por el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una cosa para
recibir otra” (artículo 1538); para el Código Civil chileno es el “contrato en que las partes
se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por otro” (artículo 1897); en
el Código Civil para el Distrito Federal de México se describe como “(…) contrato por el
cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una cosa por otra” (artículo 2327); el
Código Civil peruano establece que “por la permuta los permutantes se obligan a trans-
ferirse recíprocamente la propiedad de bienes” (artículo 1602); el Código Civil cubano
preceptúa que “por el contrato de permuta las partes convienen en cambiar la propiedad
de un bien por la de otro” (artículo 367).
25
Vid. De la Cuesta Sáenz, José María “Permuta”, en Pellisé Prats, Buenaventura (Director),
Nueva Enciclopedia Jurídica, Tomo XIX, Ed. Francisco Seix, S.A, Barcelona, 1989, p. 606;
Lacruz Berdejo, José Luis, et al, op. cit., p. 81; Rodríguez Guitían, Alma María, “Comentar-
ios al artículo 1541”, en Cañizares Laso, Ana, et al, (Directores), Código Civil comentado,
Volumen IV, Civitas – Thomson Reuters, Pamplona, 2011, p. 336, entre otros.
90
Caridad del Carmen Valdés Díaz
26
Vid. García Cantero, Gabriel, “Comentario al Título V”, en Comentarios al Código Civil y
Compilaciones Forales, dirigidos por Manuel Albaladejo y Silvia Díaz Alabart, tomo XIX,
segunda edición, Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1991, p. 791. Se trae allí a
colación la sentencia del Tribunal Supremo español de 16 de mayo de 1974, que re-
suelve un interesante caso de permuta en que una de las partes contratantes entregaba a
la otra el dominio de determinadas tierras de su propiedad a cambio de lienzos pintados
y firmados por el segundo contratante, valorando previamente los metros cuadrados de
dichos lienzos. El pintor incumple y alega que el objeto del contrato era ilícito, pues no
puede obligarse a un artista a la realización forzada de su arte. El tribunal Supremo da
por válido y admisible el contrato, entendiendo que se trata de una permuta de un bien
inmueble contra varios bienes muebles. La cuestión no es novedosa, ya Rogel Vide nos
da cuenta acerca de como Van Gogh pago sus servicios al Doctor Gachet con un cuadro
y Picasso hizo lo mismo, pagando su alojamiento y pensión con cuadros, en los primeros
años de su estancia en París. Vid. Rogel Vide, Carlos, “Sobre la permuta…”, cit.
27
Cit. pos. Melón Infante, Fernando, El contrato de permuta en el Código civil, Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1961, p. 708.
28
Melón Infante, Fernando, op cit., p. 708. También comparten la misma visión Diez Picazo,
L. y Gullón, A., Sistema de Derecho Civil, Volumen II, Tecnos, Madrid, 1992, p. 322.
29
Melón Infante, Fernando, Ibidem.
91
EL CONTRATO DE PERMUTA
30
Gutiérrez y González, Ernesto, Derecho de las Obligaciones, Tomo II, Porrúa, México,
1999, p. 1196.
31
Merino Hernández es partidario de la permuta de créditos, citando además en apoyo de
su opinión los criterios esgrimidos por Planiol y Ripert, Giannattasio, Eula, entre otros.
Vid. Merino Hernández, José Luis, op. cit., p. 47.
32
Cit. pos., Merino Hernández, José Luis, op. cit., pp. 47 y 48.
92
Caridad del Carmen Valdés Díaz
33
En Cuba, por ejemplo, han sido frecuentes durante larga data permutas de inmuebles
donde uno de los sujetos cambia su derecho de propiedad por el derecho de usufructo
del otro. Alguien, por ejemplo, es propietario de un apartamento en una zona periférica
de La Habana y permuta su vivienda con otra persona que tiene el derecho de usufructo
sobre un cuarto en pleno centro de la ciudad.
34
Vid. Messineo, Francesco, Manuale di Diritto Civile e commerciale, volumen III, Milano,
1947, p. 48.
93
EL CONTRATO DE PERMUTA
35
Reprochando este devenir histórico dice acertadamente Lacruz Berdejo: “Siendo la per-
muta la combinación económica más primitiva, lo lógico sería que su regulación se hu-
biera extendido, luego, a las otras combinaciones afines, y si no ha sucedido así, ha sido
por el desarrollo de la economía monetaria y, en su seno, del contrato de compraventa,
que pasa a ser la forma normal de adquisición de bienes cuando el dinero es la medida
del valor de todas las otras cosas”. Añadiendo luego: “… La distinción entre permuta y
compraventa nunca podría venir dada desde el lado de la permuta, sino desde el de la
compraventa. Esta es lo específico; la permuta, lo genérico, aunque la evolución poste-
rior haya traicionado este origen”. Lacruz Berdejo, José Luis, Prólogo al texto de José Luis
Merino Hernández, El Contrato de permuta, Ed. Tecnos, Madrid, 1978, pp. 2 y 3.
36
En igual sentido, por ejemplo, el Código civil de Perú dispone en el artículo 1603 que la
permuta se rige por las disposiciones sobre compraventa, en lo que le sean aplicables.
El Código civil cubano, por su parte, establece en su artículo 370 que las disposiciones
reguladoras del contrato de compraventa son aplicables, en lo pertinente, al contrato de
permuta. El Código civil español dispone en su artículo 1541 que en todo lo que no se
halle especialmente determinado en el título dedicado a la permuta, de solo cuatro pre-
ceptos, incluyendo el aludido, la permuta se regirá por las disposiciones concernientes a
la venta.
37
Albaladejo, Manuel, Derecho Civil II. Derecho de Obligaciones, EDISOFER S.L, Libros Ju-
rídicos, duodécima edición, Madrid, 2004, p. 566. Señala este autor que la compraventa
resulta ser una figura jurídica más perfecta porque soslaya dos graves inconvenientes de
la permuta: la dificultad de hallar a alguien que se interese en dar a cambio de lo que
ofrecemos lo que precisamente necesitamos y la dificultad de que las cosas que se dan
en trueque tengan igual valor. No coincidimos con esta opinión porque en defensa de
la autonomía de la permuta debe alegarse, además de su origen histórico primario, su
carácter esencial de contrato de cambio. La referida dificultad de encontrar a alguien
94
Caridad del Carmen Valdés Díaz
dispuesto a dar lo que necesitamos por lo que ofrecemos es, a mi juicio, similar a la que
puede producirse cuando no encontramos dinero suficiente para pagar por la cosa que
precisamos, cual suele ocurrir especialmente en casos de crisis económicas o devalu-
ación monetaria, o cuando simplemente queremos destinar el dinero a fines distintos de
la obtención de cosas, o cuando teniendo dinero no encontramos el bien al que quere-
mos destinarlo. Tampoco es necesario que las cosas que se cambian tengan igual valor
económico, ni siquiera es preciso que, caso de no tenerlo, se proceda a la entrega de
otras para compensar la diferencia. Los permutantes generalmente asignan valores a los
bienes que intercambian a tono con sus recíprocos anhelos adquisitivos, no de acuerdo
a los precios de mercado, sin que sea obligatorio que los bienes intercambiados repre-
senten el mismo valor. Debe recordarse, en tal sentido, que la distinción entre permuta
estimatoria y permuta simple, según hubiera o no valoración previa de las cosas per-
mutadas, tenía como fin autorizar o no el ejercicio de la acción de rescisión por lesión,
desaparecida en nuestros días, por lo que tal distinción ha perdido hoy sentido e interés.
Vid. Castán Tobeñas, José, op. cit., p. 202.
38
Josserand, Louis, Cours de Droit civil positif français, tomo II, París, 1930, p. 558.
39
Merino Hernández, José Luis, op. cit. p. 39.
40
Vid. Melón Infante, Fernando, op. cit., p. 709.
95
EL CONTRATO DE PERMUTA
para aquél contrato al de permuta, sino que deben adecuarse los preceptos
en cuestión a la naturaleza específica de este contrato. Así, en cuanto a los
sujetos, se aplicarán las reglas de capacidad de las partes para celebrar el
contrato y las prohibiciones para adquirir, aunque en este último aspecto la
doctrina no es unánime, pues en algunos preceptos reguladores la prohibi-
ción de adquirir no alcanza también a la enajenación, y teniendo en cuenta
las características de la permuta sería muy difícil determinar si en el permu-
tante predomina la intención de adquirir la cosa ajena o la de enajenar la
propia; se considera, por tanto, que en el caso de la permuta, ambas partes
deben gozar de la doble facultad de adquirir y disponer a título oneroso41,
pero ello es algo adicional a la capacidad de obligarse, afectando solo a
la fase de consumación del contrato. También se aplican las disposiciones
relativas a la formación del consentimiento y perfección del negocio, inclu-
yendo las que se refieren a la promesa de contrato. Asimismo, pueden ser
comunes las reglas referidas al objeto de las prestaciones, en cuanto a cosas
que pueden ser o no objeto del contrato; también las relativas a condiciones
y forma de entrega, riesgos, frutos y mejoras; cabe además la aplicación de
las normas del saneamiento por vicios en la permuta42, así como de ciertos
actos que a veces acompañan a la compraventa, tales como el retracto con-
vencional o la reserva de dominio.
En cuanto a la evicción, a excepción del Código civil general austriaco, los
cuerpos legales que regulan la permuta, siguiendo el modelo francés, se re-
fieren siempre de alguna manera a ella, que ha resultado objeto de especial
atención por el legislador, según afirma García Cantero43. No se trata aquí
de remisión a las normas que regulan la evicción en la compraventa, sino de
un régimen especial para este contrato, que podrá complementarse con las
reglas de la evicción en los contratos onerosos, incluido el de compraventa.
Para que proceda el saneamiento por evicción en la permuta, debe haberse
consumado el contrato, esto es, ambas partes deben haber realizado su
41
Vid. Rodríguez Guitián, Alma María, op. cit., p. 349.
42
Coincidimos con Melón Infante en que cabría la aplicación de las reglas que conducen
tanto a la actio redhibitoria como a la actio quanta minoris, pues esta última no solo debe
apreciarse como acción de reducción del precio en dinero, sino de reducción en sentido
amplio, que puede aplicarse a prestaciones de entrega de cosas reducibles per se, como
en el caso de que se entregue mayor cantidad de granos de lo convenido por el permu-
tante que pretende ejercer la acción, o puede imponerse al permutante que entregó la
cosa con vicio la obligación de una compensación en metálico o de otras cosas. Vid.
Melón Infante, Fernando, op. cit., p. 718.
43
Vid. García Cantero, Gabriel, op. cit., p. 816. Señala la continuidad que se aprecia entre
el artículo 1705 del Código Civil francés, el artículo 1580 del Código civil holandés y el
artículo 1553 del Código civil italiano; el Código civil español se inspira en el francés,
aunque no lo sigue literalmente, en su artículo 1540, al que se asemeja el artículo 369
del Código civil cubano.
96
Caridad del Carmen Valdés Díaz
44
El criterio no es unánime, para Melón Infante se trata una recuperación por vía de in-
demnización, lo que niega García Cantero, apoyándose también en autores franceses
como Marthe Fournier y Mazeaud – Juglart, e italianos como Bianca. Igual posición sigue
la doctrina y la jurisprudencia argentina, como se evidencia en una interesante Senten-
cia de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y de Garantías en lo Penal de
Necochea, de 28 de agosto de 2003 (publicada en LLBA2004, 208; disponible online
en AR/JUR/4257/2003), donde el alto tribunal rectifica la calificación del contrato cele-
brado por las partes, que alegaban se trataba de una compraventa, considerando que se
estaba ante un supuesto de permuta (intercambio de autos en el que una de las partes
entrega además sobreprecio en dinero), donde el fundamento fáctico del debate yace en
el campo del contrato de permuta frustrado al resultar un copermutante privado de la
cosa que recibiera en el trueque. Ese “incumplimiento contractual”... “absoluto” sustenta
la pretensión principal de carácter declarativo que tiende a resolver el contrato. Así lo
decidió dicho tribunal, concluyendo que “el acto que privó a Pacheco del camión, por
su naturaleza, afecta al derecho transmitido y es un supuesto de evicción que faculta a
reclamar la resolución del contrato y la repetición de la cosa entregada, sin perjuicio de
las eventuales consecuencias indemnizatorias (art. 2091, Cód. Civil).”
45
Vid. Melón Infante, Fernando, op. cit., p. 718. Señala como ejemplo la posible aplicación
a la permuta de las reglas sobre el precio en la compraventa que establecen los artícu-
los 1449, 1500, 1504 y 1505 del Código civil español.
97
EL CONTRATO DE PERMUTA
46
Vid. Mucios Scaevola, Quintus, Código Civil, segunda edición revisada por Francisco
Bonet Ramón, tomo XXIII, Ed. REUS, S.A., Madrid, 1970, p. 698. No así los retractos
convencionales, que podrían admitirse como expresión de la autonomía privada, siem-
pre que no haya ningún precepto legal que se oponga a ello. Los contratantes, en efecto,
pueden pactar que dentro de un plazo máximo o mínimo cada uno de ellos devuelva
lo que le fue entregado. En Cuba, durante la vigencia de la anterior Ley General de la
Vivienda, la propia norma establecía el plazo de “arrepentimiento” que podían acordar
los permutantes de inmuebles.
47
Vid. Melón Infante, Fernando, op. cit., p. 718.
48
Vid. Merino Hernández, José Luis, op. cit., pp. 71 y ss. En este sentido, resulta interesante
el razonamiento del autor cuando comenta la Sentencia de 30 de junio de 1881 del
Tribunal Supremo, que asumió un criterio objetivo para calificar de compraventa un con-
trato en que se había entregado como parte del precio una tierra propia del comprador y
que las partes pretendían calificar de permuta. Entiende que en realidad la intención de
los contratantes no era celebrar una permuta, sino la de burlar los legítimos derechos de
retracto de los copropietarios de la finca que se vendía, calificando de permuta el con-
venio para seguidamente retransmitir la tierra adquirida en cambio, al propio permutante
que se desprendió de ella, aunque verificado ello a través de su hijo. Califica el caso
como un claro supuesto de negocio fiduciario fraudulento con interposición de persona.
49
Así lo regula, por ejemplo, el Código Civil italiano, que en su artículo 1554 dispone que
los gastos de la permuta y otros accesorios, salvo pacto en contrario, están a cargo de
ambos contratantes en partes iguales.
98
Caridad del Carmen Valdés Díaz
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Albaladejo, Manuel, Derecho Civil II. Derecho de Obligaciones, EDISOFER
S.L, Libros Jurídicos, duodécima edición, Madrid, 2004; Borda, Guillermo,
Tratado de Derecho Civil, Tomo 1, décima edición actualizada por Ale-
jandro Borda, Ed. La Ley, Buenos Aires, 2010; Castán Tobeñas, José, Dere-
cho Civil Español, Común y Foral, Tomo Cuarto, Derecho de Obligaciones,
duodécima edición, revisada y puesta al día por José Ferrandis Vilella, Ed.
REUS, Madrid, 1985; De la Cuesta Sáenz, José María, “Permuta”, en Pellisé
Prats, Buenaventura (Director), Nueva Enciclopedia Jurídica, Tomo XIX, Ed.
Francisco Seix, S.A, Barcelona, 1989; De la Rosa, Pelayo, La permuta (desde
Roma al Derecho español actual), Ed. Montecorvo, Madrid, 1976; Diez Pica-
zo, L. y Gullón, A., Sistema de Derecho Civil, Volumen II, Tecnos, Madrid,
1992; García Cantero, Gabriel, “Comentario al Título V”, en Comentarios
al Código Civil y Compilaciones Forales, dirigidos por Manuel Albaladejo y
Silvia Díaz Alabart, tomo XIX, segunda edición, Ed. Revista de Derecho Pri-
vado, Madrid, 1991; Gutiérrez y González, Ernesto, Derecho de las Obliga-
ciones, Tomo II, Porrúa, México, 1999; Josserand, Louis, Cours de Droit civil
positif français, tomo II, París, 1930; Lacruz Berdejo, José Luis, et al, Elemen-
tos de Derecho Civil, tomo II, Derecho de Obligaciones, volumen segundo,
cuarta edición, revisada y puesta al día por Francisco Rivero Hernández,
Ed. Dykinson, Madrid, 2009; Manresa y Navarro, José María, Comentarios
al Código Civil español, tomo X, quinta edición, Ed. REUS, Madrid, 1950;
Melón Infante, Fernando, El contrato de permuta en el Código civil, Revista
de Derecho Privado, Madrid, 1961; Merino Hernández, José Luis, El Contra-
to de permuta, Ed. Tecnos, Madrid, 1978; Messineo, Francesco, Manuale di
Diritto Civile e commerciale, volumen III, Milano, 1947; Mucios Scaevola,
Quintus, Código Civil, segunda edición revisada por Francisco Bonet Ra-
món, tomo XXIII, Ed. REUS, S.A., Madrid, 1970; Rodríguez Guitían, Alma
María, “Comentarios al artículo 1541”, en Cañizares Laso, Ana, et al, (Di-
rectores), Código Civil comentado, Volumen IV, Civitas – Thomson Reuters,
Pamplona, 2011; Rogel Vide, Carlos, “Sobre la permuta y su utilidad”, en
Revista General de Legislación y Jurisprudencia, REUS S.A., Época III, Año
2010, Número 3 julio/septiembre, Madrid, pp. 531 y ss; Rogel Vide, Carlos,
El precio en la compraventa y su determinación, Ed. REUS, Madrid, 2013;
Valdés Díaz, Caridad del C., De la permuta y otras figuras afines, Ed. REUS
– UBIJUS, México DF, Madrid, 2014.
Fuentes legales
Chile: Código Civil de Chile, Decreto No. 1937 de 29 de noviembre de
1976, actualizado en el año 2000, en www.paginaschile.cl, consultado el
99
EL CONTRATO DE PERMUTA
100
LA CESIÓN DE DERECHOS
Título XXIV “De la cesión de derechos”
Artículos 1841 al 1855
Raúl José Vega Cardona*
Celia Araujo Quintero**
Sumario
1. Notas introductorias
2. La cesión de créditos. Un acercamiento a su definición
2.1. Elementos de la cesión de créditos
2.2. Efectos de la cesión de créditos
3. La cesión onerosa de la herencia o venta de herencia deferida
3.1. El contenido de la cesión – venta de derechos hereditarios
3.2. La responsabilidad por deudas y el saneamiento por evicción
3.3. La cesión gratuita de los derechos hereditarios
4. La cesión de derechos litigiosos
5. A modo de conclusiones
Bibliográfia
1. Notas introductorias
Uno de los temas más interesantes de la dogmática contractual lo es, sin du-
das, el relativo al contrato de cesión de derechos, al constituir un tipo nego-
cial en el que confluyen no solo el régimen jurídico propio de este, sino que
se entremezcla con otros negocios jurídicos, incluso fuera del ámbito pro-
piamente obligacional, como puede ser el sucesorio. Esto ha conllevado a
Guillermo Borda a estimar que la cesión debe tratarse como un aspecto
del problema más general de la transmisión de los derechos, ubicándolo
101
LA CESIÓN DE DERECHOS
1
Vid. BORDA, Guillermo, Tratado de Derecho Civil, Contratos, Tomo I, Editorial Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1999, pp. 486 - 489.
2
Ídem, p. 488.
102
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
3
HINESTROSA, Fernando, Derecho Civil, Obligaciones, Universidad Externado de Colom-
bia, s. ed, y s.a. la edición consultada, p. 34.
4
Cfr. Código Civil venezolano (artículos 1549 y siguientes), Código Civil chileno (artículos
1901 y siguientes), Código Civil colombiano (artículos 1959 y siguientes), Código Civil uru-
guayo (artículos 1757 y siguientes), Código Civil ecuatoriano (artículos 1841 y siguientes).
5
Cfr. Código Civil mexicano (artículos 2029 y siguientes), Código Civil peruano (artículos
1206 y siguientes), Código Civil paraguayo (artículos 524 y siguientes), Código Civil cuba-
no (artículos 256 y siguientes).
6
Vid. HINESTROSA, Fernando, Derecho Civil…, op. cit., pp. 40 y 41.
103
LA CESIÓN DE DERECHOS
7
Vid. DIEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, Vol. II, cuarta edi-
ción, Editorial Civitas, Madrid, 1993, p. 804.
8
Vid. BARROS ERRÁZURIZ, Alfredo, Curso de Derecho Civil, segunda parte, Vol. III, cuar-
ta edición corregida y aumentada, Editorial Nascimiento, Santiago, Chile, 1932, p. 184.
9
Vid. LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, et al., Manual de Derecho Civil, Obligaciones, undécima
edición, Editorial Perrot, Buenos Aires, 1997, p. 352.
10
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 714.
11
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1456.
104
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
12
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1461.- Para que una persona se obligue a otra
por un acto o declaración de voluntad es necesario: Que sea legalmente capaz; Que
consienta en dicho acto o declaración, y su consentimiento no adolezca de vicio; Que
recaiga sobre un objeto lícito; y, que tenga una causa lícita.
La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el
ministerio o la autorización de otra.
105
LA CESIÓN DE DERECHOS
cesión de créditos. Sin embargo, existe otra persona que tiene intereses im-
plicados, el deudor, el cual puede no tener conocimiento del acto que han
realizado el cedente y el cesionario; pero dado que es él quien va a efectuar
el pago, es de absoluta necesidad que se le ponga en conocimiento de la
cesión, y a este objetivo responden los artículos 1842 al 1845 del Código
Civil ecuatoriano.
Nos detendremos en lo adelante al estudio de los efectos que produce la
cesión de créditos entre el cedente y el cesionario, y respecto del deudor y
de terceros.
13
Vid. BARROS ERRÁZURIZ, Alfredo, Curso de Derecho Civil…, op. cit., p. 189.
106
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
con ellos a todas las personas que los adquieran por cesión, subrogación o
de otra manera.14 Si se trata de garantías personales, como es el caso de la
fianza, la cesión del derecho correlativo a la obligación afianzada debe ser
comunicada al fiador y aceptada por este. El Código Civil no lo ha previsto,
pero estimamos que el fiador puede quedar liberado si no se le comunica la
cesión que produce el cambio de acreedor.
Son diversos los efectos de la cesión a título gratuito y a título oneroso, en
lo que se refiere a las obligaciones del cedente. En la cesión gratuita, que
es un acto de liberalidad o de beneficencia, no está obligado el cedente
a responder de la existencia de la deuda, pues, atendida la naturaleza del
acto gratuito, se presume que la intención de las partes ha sido traspasar el
crédito al cesionario, por cuenta y riesgo de este, y sin obligación alguna
para el cedente, salvo que se haya estipulado otra cosa.
En cambio, el que cede un crédito a título oneroso se hace responsable
de su existencia al tiempo de la cesión, esto es, de que verdaderamente
le pertenecía en ese tiempo; pero no se hace responsable de la solvencia
del deudor, si no se compromete expresamente a ello; ni en tal caso, se
entenderá que se hace responsable de la solvencia futura, sino sólo de la
presente, salvo que se comprenda expresamente la primera; ni se extenderá
la responsabilidad sino hasta el monto del precio o emolumento que hu-
biere reportado de la cesión, a menos que expresamente se haya estipulado
otra cosa.15
14
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 2372.
15
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1848.
107
LA CESIÓN DE DERECHOS
16
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1844 primer párrafo.
17
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1844, tercer párrafo.
18
Vid. BARROS ERRÁZURIZ, Alfredo, Curso de Derecho Civil…, op. cit., p. 191.
19
Cfr. Ley de Mercados de Valores de Ecuador, artículos 138 al 159.
108
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
20
Cit. pos., BLANCO PÉREZ-RUBIO, Lourdes, “La notificación al deudor de la cesión del
crédito hipotecario”, en Revista de Derecho Privado No. 2003-05, septiembre, 2003, p. 3.
109
LA CESIÓN DE DERECHOS
Ahora bien, quién tiene que poner la transmisión del crédito hipotecario en
conocimiento del deudor, cuando este no ha intervenido en el negocio de
cesión. A nuestra estima es el cedente, en principio, a quien le corresponde
tal responsabilidad. No obstante, nos mostramos contestes con la opinión
de Madridejos, cuando sostiene que a pesar de que la carga de notificar
recae sobre el cedente, como el cesionario tiene interés en que el deudor
cedido conozca la cesión para evitar correr el riesgo de que, o bien le nie-
gue el pago cuando le reclame como acreedor del crédito, o bien perder
el crédito ya adquirido por ser liberatorio el pago hecho por el deudor al
cedente, debe entenderse que también el cesionario puede poner en cono-
cimiento del deudor la cesión;21 pero para ello debe presentarle el docu-
mento relativo a la cesión que acredite que él es el nuevo acreedor, pues de
lo contrario el deudor puede continuar con la creencia de que el cedente
sigue siendo su acreedor.
Como bien afirma Diez Picazo, que el deudor haya de tener conocimiento
de la transmisión de un crédito hipotecario, no significa recibir o tener cual-
quier noticia de que se ha producido una cesión, sino que se requiere un
conocimiento efectivo de esta.22 Este conocimiento puede obtenerse de dos
maneras: de una forma directa, bien a través de la notificación al deudor
del negocio de cesión, o bien mediante su intervención en el mencionado
negocio. También puede lograrse de una forma indirecta, mediante una no-
ticia que sea fiable y que garantice un conocimiento efectivo de la cesión
por el deudor. En palabras de Lasarte, la intervención del deudor en el nego-
cio de cesión es lo más operativo, porque con ello se evita tener que pagar
indebidamente al cedente.23 Además de este modo se destruye la apariencia
de titularidad que tiene el cedente después de la cesión hasta que el deudor
tenga conocimiento de ella.
21
Ídem, p. 4.
22
Vid. DIEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos…, op. cit., p. 822.
23
Vid. LASARTE, Carlos, Principios de Derecho Civil, Tomo II, séptima edición, Madrid,
2002, p. 218.
110
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
24
COLIN, Ambrosio y Henri CAPITANT, Curso elemental de Derecho Civil, tomo IV - Con-
tratos Usuales, Editorial Reus, Madrid, 1925, p. 192.
25
V.gr., el Código Civil de Bolivia que al regular en su Título II, Capítulo I Sección III sobre
el objeto de la compraventa dispone en el artículo 593: Pueden venderse todas las cosas
o derechos, la enajenación de los cuales no esté prohibida por la ley.
26
GUTIÉRREZ ALLER, Victoriano, “Venta de herencia en el Código Civil”, en Cuadernos de
Derecho Judicial, Revista del Consejo General del Poder Judicial, No. 3, 1995, p. 209.
111
LA CESIÓN DE DERECHOS
27
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1850.
112
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
28
Vid. MAFFÍA Jorge O., Manual de Derecho Sucesorio, Tomos I y II, cuarta edición, Edi-
ciones Depalma, Buenos Aires, 1999, pp. 314 – 317.
29
Así lo dispone también el Código Civil alemán en su artículo 2371 cuando al referirse
exactamente a la compraventa de herencia preceptúa: “Un contrato por el cual el here-
dero vende la herencia a él deferida necesita la autenticación notarial”; y parcialmente el
Código Civil de Bolivia, artículo 607: La venta de herencia debe hacerse por documento
público o privado, bajo sanción de nulidad.
30
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1740.
31
PODESTÁ, Andrea Inés, “Cesión de derechos hereditarios”, en Revista Jurídica UCES, p. 4.
113
LA CESIÓN DE DERECHOS
32
PÉREZ GALLARDO, Leonardo B., “Cesión de derechos hereditarios”, en Derecho de
Sucesiones, Tomo III, coordinado por el propio autor, Editorial Félix Varela, La Habana,
2009, p. 8.
33
Cfr. Sentencia 294/2011 del Tribunal Supremo español de 5 de abril de 2011, Sala de lo
Civil, Ponente: Xavier O’Callaghan Muñoz.
114
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
actual, solo que aún no ofrecida. Lo que sucede es que no puede confun-
dirse la condición de heredero que se adquiere con el ejercicio positivo del
derecho de opción una vez ocurrida la delación hereditaria, con la heren-
cia propiamente dicha, que existe desde el momento del fallecimiento del
causante solo que paralelamente a las etapas del íter sucesorio la misma irá
mutando (herencia no deferida, herencia yacente, herencia deferida, heren-
cia adida, herencia indivisa, herencia divisa). Esto por supuesto no elimina
el riesgo del contrato, todo lo contrario, lo acentúa, sin embargo, al com-
prador le quedará la posibilidad de que si bien el vendedor de una herencia
no responde del saneamiento por evicción como se verá más adelante, sí lo
hace por su cualidad de heredero.
En relación con la concertación del contrato una vez iniciado el acto parti-
cional, tal posibilidad parece razonable, incluso implicaría una mayor cer-
teza por parte del comprador sobre los bienes que adquirirá según la cuota
cedida a su favor. Solo que este supuesto deberá siempre operar antes de
la adjudicación por cuanto ya no nos encontraríamos frente a una cesión –
venta de herencia, sino a una compraventa de bienes propios del cedente.
34
COLIN A. y H. CAPITANT, Curso elemental…, op. cit., p. 193.
115
LA CESIÓN DE DERECHOS
35
Cfr. Código Civil francés, artículo 1697: « S’il avait déjà profité des fruits de quelque
fonds, ou reçu le montant de quelque créance appartenant à cette hérédité, ou vendu
quelques effets de la succession, il est tenu de les rembourser à l’acquéreur, s’il ne les
a expressément réservés lors de la vente ». Código Civil de Venezuela, artículo 1556:
“Quien vende una herencia (…). Si se había aprovechado ya de los frutos de algún fundo
o cobrado algún crédito perteneciente a la herencia, o vendido algunos efectos de la
misma, está obligado a reembolsarlos al comprador, a menos que se los haya reservado
expresamente en la venta”.
36
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1851.
37
Cit. post., GUTIÉRREZ ALLER, V., Venta de herencia…, op. cit., p. 213.
116
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
38
Vid. LÓPEZ DE ZAVALÍA, Fernando J., Teoría de los contratos, Tomo II, Zavalía Editor,
Buenos Aires, 1997, pp. 928 y 929.
117
LA CESIÓN DE DERECHOS
39
Ídem, pp. 929-930.
40
MAFFÍA J. O., Manual de..., op. cit., p. 319.
41
Se afirma que dicho apotegma se le atribuye a PAPINIANO y deriva de las interpretacio-
nes realizadas al siguiente pasaje del Digesto: Si Titio fructus, Maevio proprietas legata sit
et vivo testatore titius decedat, nihil apud scriptum heredem relinquetur: et id Neratius
quoque respondit. 1. Usum fructum in quibusdam casibus non partis effectum optinere
convenit: unde si fundi vel fructus portio petatur et absolutione secuta postea pars altera
quae adcrevit vindicetur, in lite quidem proprietatis iudicatae rei exceptionem obstare, in
fructus vero non obstare scribit Iulianus, quoniam portio fundi velut alluvio portioni, per-
sonae fructus adcresceret. En D. 7, 1, 33 pr. (Pap. 17 quaest.), cit. post. GONZÁLEZ ROL-
DÁN, Yuri, “Stipulationes y consensualidad en la compraventa de herencia”, en Revista de
Investigaciones Jurídicas, México, Escuela Libre de Derecho, Vol. 21, 1997, p. 186.
118
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
42
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1851, párrafo tercero.
119
LA CESIÓN DE DERECHOS
estriba en fijar la responsabilidad que asumen cada una de las partes con-
tratantes en la venta de herencia para con los acreedores hereditarios. Por
supuesto, el debate queda zanjado cuando las partes contratantes han es-
tablecido dentro de los cláusulas contractuales el régimen a seguir en rela-
ción con las deudas hereditarias, que puede ser la asunción íntegra de estas
por parte del cedente, la constitución de un régimen de responsabilidad
solidaria entre uno y otro, o la asunción por parte del comprador de las
deudas dejadas por el causante, lo que implicaría por supuesto la necesi-
dad del consentimiento del o de los acreedores hereditarios. Sin embargo,
el problema salta a la vista cuando las partes no han convenido en relación
con estos particulares.
Lo primero que debe señalarse es que al no poder transmitirse la cualidad
de heredero por parte del vendedor, este no puede desligarse por completo
de su responsabilidad para con las deudas de la herencia, que seguirán
recayendo sobre su cabeza dado que viene a ocupar el lugar del de cuius
en las relaciones jurídicas crediticias en las que intervenía como deudor.
En consecuencia, la cesión – venta debe contener una conciliación entre
la ya mencionada intransmisibilidad de la condición hereditaria y el tras-
lado convencional del pasivo hereditario. De lo que se desprende que el
heredero – vendedor continúa siendo responsable de las deudas ante los
acreedores, pero al haber transmitido el derecho hereditario que posee so-
bre el total de una herencia o una parte alícuota de esta, adquiere consus-
tancialmente una acción de reembolso para con el comprador a los efectos
de cubrir el pago realizado en relación con un derecho que ya ha cedido.
El fundamento de la acción de reembolso puede ubicare en el Derecho
Romano, específicamente de la Instituta de Gayo, quien al tratar el tema del
fideicomiso hereditario refería heres quidem stipulabatur ab eo, cui resti-
tuebatur hereditas, ut quidquid nomine condemnatus fuisset, sive quid alias
bona fide dedisset, eo nomine indemnis esset o lo que es lo mismo “cierta-
mente el heredero se hacía prometer de él al que era entregada la herencia,
que por cualquier cosa hubiera sido condenado a título hereditario, o bien,
hubiera dado algo por otras razones con base en la buena fe, a este título
fuera indemnizado”.43
Nótese que nuevamente el genio romano arroja luces sobre disquisicio-
nes doctrinales que aún no encuentran pleno consenso en la actualidad.
Lo cierto es que entre las partes del contrato de venta de una herencia se
genera una relación obligatoria sui generis porque ni el cedente se libra
completamente de su responsabilidad para con las deudas del caudal here-
ditario, ni el cesionario las asume directamente, ni se convierte en deudor
43
GONZÁLEZ ROLDÁN, Y., Stipulationes…, op. cit., p. 173.
120
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
44
Cfr. PÉREZ GALLARDO, Leonardo B., “Responsabilidad por deudas, legados y modos”,
en Derecho de Sucesiones, Tomo III, coordinador por el propio autor, Editorial Félix Va-
rela, La Habana, 2009.
121
LA CESIÓN DE DERECHOS
45
GIORGI, Jorge, Teoría de las Obligaciones en el Derecho Moderno, Vol. III, Imprenta de
la Revista de Legislación, Madrid, 1910, p. 375.
46
Sobre el respaldo legal a la aleatoriedad de este tipo de contratos consúltese el Código
Civil de Paraguay que en su artículo 791 dispone: Cuando la venta (refiriéndose a la
122
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
venta de herencia) comprenda tan sólo las pretensiones más o menos inciertas a una
herencia, regirán los preceptos sobre ventas aleatorias”.
123
LA CESIÓN DE DERECHOS
esset: plane de facto suo venditor satisdare congendus est.47 Visto así, la
venta de herencia se configura como un negocio pactado a cuenta y riesgo
del comprador por lo que en este no hay garantía de solvencia sino úni-
camente de la condición de heredero. Ahora bien, para que proceda la
garantía de la cualidad hereditaria habrá de existir una herencia abierta,
que esta haya sido efectivamente deferida y que el vendedor pueda adquirir
la condición de heredero, por lo que no deberá estar comprendido dentro
de los incapaces para suceder. Sin embargo, los legisladores han atenuado
tal planteamiento normando determinados supuestos a partir de los cuales
proceda el saneamiento por evicción.
En primer lugar, cuando la venta se ha realizado con especificación de los
bienes de la herencia que han sido cedidos onerosamente. Tal afirmación
ha encontrado respaldo legal en algunos códigos civiles latinos como el
español en su artículo 1531 que limita la responsabilidad por la cualidad
de heredero al supuesto de vender una herencia sin especificar los bienes;
el Código Civil de Chile en su artículo 1909 y el propio artículo 1850 de la
norma sustantiva civil de Ecuador; todos estos a partir del reconocimiento
inverso, es decir, en estos ordenamientos jurídicos no cabe el saneamiento
cuando la cesión se ha hecho sobre el derecho hereditario en abstracto,
sin especificación de su contenido.48 De la misma forma procede el sa-
neamiento en el supuesto de dolo por parte del cedente en su cualidad de
heredero como establece el artículo 791 del Código Civil de Paraguay.49
47
Entiéndase: “El vendedor de la herencia no debe prometer la evicción, puesto que entre
el comprador y el vendedor se hace que el comprador no tenga ni mayor, ni menor dere-
cho que tomaría el heredero; claramente debe el vendedor estar constreñido a prometer
por el hecho suyo.” En ULPIANO, libro quadragensimo non ad Sabinum D.18.4.2pr., cit.
pos., GONZÁLEZ ROLDÁN, Yuri, Stipulationes…, op. cit., p. 191.
48
Cfr. Código Civil de España, artículo 1531: “El que venda una herencia sin enumerar las
cosas de que se compone, sólo estará obligado a responder de su cualidad de heredero”.
Código Civil de Chile, artículo 1909: “El que cede a título oneroso un derecho de heren-
cia o legado sin especificar los efectos de que se compone, no se hace responsable sino
de su calidad de heredero o de legatario”.
49
Cfr. Código Civil de Paraguay, artículo 791: “Cuando la venta comprenda tan sólo las
pretensiones más o menos inciertas a una herencia (…). El vendedor no responderá por
la evicción, salvo en caso de dolo”. Código Civil de Chile, artículo 1911: “Se cede un
derecho litigioso cuando el objeto directo de la cesión es el evento incierto de la litis, del
que no se hace responsable el cedente”.
124
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
50
Cfr. LUPINI BIANCHI, Luciano, “Las donaciones indirectas y la venta a precio vil”, en
Revista de Derecho, disponible en http://www.ulpiano.org.ve/revistas/bases/artic/texto/
RDUCAB/52/UCAB_1998_52_196-139.pdf, consultado el 20 de enero de 2016; ORTE-
GA PARDO, Gregorio – José, “Donaciones indirectas”, en Anuario de Derecho Civil, To-
mo II Fascículo III, julio – septiembre de 1949, Ministerio de Justicia y Consejo Superior
de Investigaciones Científicas, Madrid, p. 946.
125
LA CESIÓN DE DERECHOS
51
Per omnia., ROGEL VIDE, Carlos, Renuncia y repudiación de la herencia en el Código
Civil, primera edición, Editorial REUS S.A., Madrid, 2011.
126
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
derecho litigioso, o sea, es menester que exista litigio sobre el fondo mismo
del derecho, de manera que sea incierta su existencia. La circunstancia de
existir un juicio sobre una simple cuestión de procedimiento o de compe-
tencia, no es bastante para dar al derecho el carácter de litigioso. Así, no im-
porta la cesión de derechos litigiosos que se hace del derecho del acreedor,
en un juicio ejecutivo en que se han rechazado por sentencia de término
las excepciones opuestas por el deudor, porque en esa cesión no hay evento
incierto de la litis.52
Es indiferente que la cesión haya sido a título de venta o de permuta, y que
sea el cedente o el cesionario el que persigue el derecho.53 Puede cederse
un derecho litigioso, ya sea derecho personal o real, pero el que adquiere
un derecho litigioso no está seguro de conservar para sí todo el provecho de
su adquisición, toda vez que la ley concede al deudor un beneficio especial
que puede hacer valer en un breve plazo,54 consistiendo este en que el deu-
dor no estará obligado a pagar al cesionario sino el valor de lo que éste haya
dado por el derecho cedido, con los intereses desde la fecha en que se haya
notificado la cesión al deudor. No obstante, se exceptúan de tal disposición
las cesiones enteramente gratuitas, las que se hagan por el ministerio de la
justicia, y las que van comprendidas en la enajenación de una cosa de que
el derecho litigioso forma una parte o accesión; además las cesiones hechas
a un coheredero o copropietario por un coheredero o copropietario de un
derecho que es común a los dos; a un acreedor, en pago de lo que le debe
el cedente; y al que goza de un inmueble, como poseedor de buena fe,
usufructuario o arrendatario, cuando el derecho cedido es necesario para el
goce tranquilo y seguro del inmueble.55
Como efectos de la cesión de un crédito litigioso, Ricardo Lorenzetti men-
ciona que se produce la sustitución procesal, pero para que este efecto se
produzca es necesaria la conformidad de la parte contraria, y ello se jus-
tifica porque se tiende a proteger al oponente, evitando la liberación del
cesionario de los derechos litigiosos respecto de los efectos de la sentencia:
por ejemplo, el pago de las costas devengadas con motivo de su actuación
anterior, pero no cuando se está en presencia de un proceso ejecutivo, en el
que se cedió un crédito hipotecario, cierto, líquido y exigible. No obstante
52
Vid. BARROS ERRÁZURIZ, Alfredo, Curso de…, op. cit., p. 197.
53
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1853.
54
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1855: El deudor no puede oponer al cesionario el
beneficio que por el artículo precedente se le concede, después de transcurridos nueve
días desde la notificación del decreto en que se manda ejecutar la sentencia.
55
Cfr. Código Civil de Ecuador, artículo 1854.
127
LA CESIÓN DE DERECHOS
5. A modo de conclusiones
La cesión de derechos es la transmisión, gratuita u onerosa que hace el ce-
dente a favor del cesionario de un derecho mediante la entrega de un título
que es una forma de tradición del derecho. Esta comprende la cesión de cré-
ditos, la cesión de derechos hereditarios, la cesión de litigiosos, entre otros
tipos de cesión. La cesión de créditos es un negocio jurídico celebrado por el
acreedor cedente con otra persona, cesionario, con la finalidad de producir
la transmisión de la titularidad del crédito entre uno y otro. Es una trans-
misión del crédito que se realiza por actos inter – vivos y que cumple una
función económica de circulación de los créditos dentro del tráfico jurídico.
Por su parte en cuanto a la cesión onerosa de la herencia, ha quedado de-
mostrado el disenso existente en relación a su régimen regulador, fiel reflejo
de los intensos debates sostenidos por los estudiosos del tema. A pesar de
ello es prudente afirmar que dicho contrato debe ser entendido como una
cesión onerosa de derechos hereditarios mediante la cual se transmite una
universalidad por parte del heredero – vendedor al comprador de toda la
herencia o una parte alícuota de ella. Este negocio jurídico puede configu-
rarse como un contrato formal, que puede asumir caracteres aleatorios o
conmutativos, y que genera una relación obligacional sui generis a partir
de que, si bien el comprador no asume la responsabilidad por deudas del
heredero, este posee una acción de reembolso contra el primero en cuanto
haya satisfecho las deudas de la sucesión. En cuanto a la cesión donación
de derechos hereditarios, si bien no es reconocida de forma expresa en el
Código Civil ecuatoriano, nada obstaculiza para que esta se configure co-
mo una modalidad del contrato de cesión de derechos, aplicándole en lo
pertinente las normas de la donación.
Por último, la cesión de derechos litigiosos puede considerarse como aque-
lla en que el objeto directo de la cesión es el evento incierto de la litis, del
cual no se hace responsable el cedente; considerándose como litigioso un
derecho desde que se cita judicialmente la demanda.
El Código Civil de Ecuador ubica la cesión de derechos en la parte refe-
rida a los contratos, precisamente después de la regulación del contrato
de compraventa, en el Titulo XXIV y dedica 15 artículos al estudio de la
56
Vid. LORENZETTI, Ricardo Luis, Tratado de los Contratos, Tomo II, Rubinzal-Culzoni
Editores, Buenos Aires, s.a., la edición consultada, p. 69.
128
Raúl José Vega Cardona y Celia Araujo Quintero
Bibliografía
Fuentes doctrinales
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cuarta edición corregida y aumentada, Editorial Nascimiento, Santiago,
Chile, 1932; Blanco Pérez-Rubio, Lourdes, “La notificación al deudor de la
cesión del crédito hipotecario”, en Revista de Derecho Privado No. 2003-
05, Septiembre, 2003; Borda, Guillermo, Tratado de Derecho Civil, Contra-
tos, Tomo I, Editorial Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1999; Colin, Ambrosio
y Henri Capitant, Curso elemental de Derecho Civil, Tomo IV - Contratos
Usuales, Editorial Reus, Madrid, 1925; Diez-Picazo, Luis, Fundamentos del
Derecho Civil Patrimonial, Vol. II, cuarta edición, Editorial Civitas, Madrid,
1993; Giorgi, Jorge, Teoría de las Obligaciones en el Derecho Moderno,
Vol. III, Imprenta de la Revista de Legislación, Madrid, 1910; González Rol-
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Vol. 21, 1997; Gutiérrez Aller, Victoriano, “Venta de herencia en el Códi-
go Civil”, en Cuadernos de Derecho Judicial, Revista del Consejo Gene-
ral del Poder Judicial, No. 3, 1995; Hinestrosa, Fernando, Derecho Civil,
Obligaciones, Universidad Externado de Colombia, s.ed, y s.a. la edición
consultada; Lasarte, Carlos, Principios de Derecho Civil, Tomo II, séptima
edición, Madrid, 2002; Llambías, Jorge Joaquín, et al., Manual de Derecho
Civil, Obligaciones, undécima edición, Editorial Perrot, Buenos Aires, 1997;
López de Zavalía, Fernando J., Teoría de los contratos, Tomo II, Zavalía Editor,
Buenos Aires, 1997; Lorenzetti, Ricardo Luis, Tratado de los Contratos, To-
mo II, Rubinzal-Culzoni Editores, Buenos Aires, s.a., la edición consultada;
Lupini Bianchi, Luciano, “Las donaciones indirectas y la venta a precio vil”,
en Revista de Derecho, disponible en http://www.ulpiano.org.ve/revistas/
bases/artic/texto/RDUCAB/52/UCAB_1998_52_196-139.pdf, consultado el
20 de enero de 2016; Maffía Jorge O., Manual de Derecho Sucesorio, To-
mos I y II, cuarta edición, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1999; Ortega
Pardo, Gregorio – José, “Donaciones indirectas”, en Anuario de Derecho
Civil, Tomo II, Fascículo III, julio – septiembre de 1949, Ministerio de Jus-
ticia y Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid; Pérez Ga-
llardo, Leonardo B., “Cesión de derechos hereditarios” y “Responsabilidad
por deudas, legados y modos”, ambos en Derecho de Sucesiones, Tomo III,
coordinado por el propio autor, Editorial Félix Varela, La Habana, 2009;
Podestá, Andrea Inés, “Cesión de derechos hereditarios”, en Revista Jurídica
129
LA CESIÓN DE DERECHOS
Fuentes legales
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de 1900, edición a cargo de Emilio EIRANOVA ENCINAS, Marcial Pons,
Madrid; Código Civil de la República de Chile de 14 de diciembre de 1855,
edición oficial al 31 de agosto de 1976, aprobada por Decreto - 1937/1976
de 29 de noviembre del Ministerio de Justicia, Editorial Jurídica de Chile;
Código Civil de Colombia; Código Civil de Cuba, Ley No. 59/1987 de 16
de julio anotado y concordado por Leonardo B. Pérez Gallardo, Editorial
Ciencias Sociales, La Habana, 2011; Código Civil de la República de Boli-
via, Decreto Ley Nº 12760/1975 de 6 de agosto, edición de 1998; Código
Civil de Ecuador, publicado en el Registro Oficial Suplemento 46 de 24 de
junio de 2005, última modificación de 3 de diciembre de 2012; Código Ci-
vil de España de 6 de octubre de 1888, 24ª edición, Tecnos, Madrid; Código
Civil de la República de Francia de 21 de marzo de 1804, 6ª edición, Petit
Codes, Dalloz; Código Civil de México; Código Civil de la República de
Paraguay, Ley Nº 1183, en vigor desde el 1º de enero de 1987, 3ª edición,
Intercontinental Editora, Asunción, Agosto de 1993; Código Civil de la Re-
pública de Perú, promulgado por Decreto Legislativo No. 295/1984 de 24
de junio, Ediciones y Distribuciones “Palma”, Lima, 1994; Código Civil de
la República Oriental del Uruguay sancionado en 1914, edición al cuidado
de la Dra. Jacqueline Barreiro de Gallo, Barreiro y Ramos S. A. Editores,
Montevideo, 1994; Código Civil de Venezuela; Código Orgánico General
de Procesos, aprobado el 12 de mayo de 2015, en la sede de la Asamblea
Nacional ubicada en el Distrito Metropolitano de Quito; y publicado en el
Suplemento del Registro Oficial, Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de
mayo de 2015; Ley de Inquilinato; Ley de Mercados de Valores de Ecuador,
publicada en el Registro Oficial Suplemento 215 de 22 de febrero de 2006,
última modificación de 31de diciembre de 2008
Fuentes jurisprudenciales
Sentencia 294/2011 del Tribunal Supremo español de 5 de abril de 2011,
Sala de lo Civil, Ponente: Xavier O’Callaghan Muñoz.
130
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
Título XXV “Del contrato de arrendamiento”
Artículos 1856 al 1956
Grisel Galiano Maritan*
Marta Fernández Martínez**
Sumario
1. Generalidades del contrato de arrendamiento
2. Caracteres del Contrato de Arrendamiento
3. Elementos del Contrato
3.1. Elementos personales
3.2. Elementos reales
3.3. Elementos formales
4. Derechos y Obligaciones de las partes
4.1. Obligaciones del arrendador
4.2. Obligaciones del arrendatario
4.3. El derecho de retención
5. Causas de terminación del contrato de arrendamiento de cosas
6. Otras causas de extinción
7. Tipos de contratos de arrendamiento que regula el Código Civil
7.1. De los contratos para la construcción de una obra material.
Definición
7.1.1. Elementos constitutivos del contrato
7.1.2. Elementos personales
7.1.3. Elementos reales
7.1.4. Elementos formales
7.1.5. Naturaleza jurídica del contrato
7.1.6. Sobre la aprobación de la obra
7.1.7. Terminación del contrato
131
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
1
González Alcántara, Juan Luis, El arrendamiento, en Boletín Mexicano de Derecho com-
parado, número 7, visible en https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/derecho-com-
parado/article/view/3133/3486, consultado el 6 de agosto de 2017.
2
Vid. Art. 1856 del Código Civil.
132
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
3
Defienden esta teoría los autores como Rugiero, Roberto, en Instituciones de Derecho
Civil, Volumen 2, parte 1, Editorial Reus, 1944, p. 252; franceses como Planiol, Marcelo y
Ripert, Jorge en Tratado Práctico de Derecho civil francés, tomo X, traducción Mario Díaz
Cruz, Madrid, 1946, p 345, y Colín, Ambrosio y Capitán, H. 1952. Curso Elemental de
Derecho Civil, Traducción de la segunda edición francesa por la redacción de la Revista
General de Legislación y Jurisprudencia, con notas sobre el Derecho civil español por
Demofilo de Buen, Madrid, Editorial Instituto Editorial Reus, p 544 y el alemán Enneccerus,
Ludwig, Tratado de Derecho Civil, Tomo II, Editorial Bosch, Buenos Aires, 1948, p. 344.
4
Defiende esta teoría De Buen, Demófilo, Derecho Civil Español Común, Editorial Reus,
Tomo III, Madrid, 1922, p. 222.
5
Defiende esta teoría Castan Tobeñas, José en Derecho Civil Español Común y foral, t. III.
Editorial Reus, 1994, p. 455.
6
En este caso, la inscripción del Derecho hereditario y las incapacidades.
133
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
134
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
a.2) Diferencias
• En la compraventa, el vendedor está obligado a proporcionar al com-
prador el goce tranquilo y útil de la cosa, y si es dueño, a transferirle
el dominio de la misma; en el arrendamiento, el arrendador sólo se
obliga a proporcionar el uso y goce temporal de la cosa al arrendata-
rio. La compraventa es un título de naturaleza traslativa del dominio;
el arrendamiento es un título que traslada la mera tenencia.
• En la compraventa, por regla general los riesgos por la pérdida fortui-
ta de la cosa, cuando es un cuerpo cierto, son de cargo del compra-
dor, una vez perfeccionado el contrato; en el arrendamiento, son de
cargo del arrendador, pues destruida o deteriorada la cosa arrendada
por caso fortuito o fuerza mayor, se extingue el contrato, quedando
liberado el arrendatario de sus obligaciones.
• En la compraventa, el precio siempre debe estipularse en dinero; en
el arrendamiento, el precio puede consistir en dinero y también en
frutos naturales de la cosa arrendada
• En la compraventa de inmuebles, el precio debe enmarcarse den-
tro de los parámetros establecidos en el Código Civil, so pena de la
eventual nulidad del contrato por lesión enorme. En el arrendamien-
to de muebles o de inmuebles, las partes pueden pactar el monto al
que asciende la renta sin restricciones.
b) Arrendamiento y usufructo
b.1) Semejanzas
• Tanto el arrendamiento como el usufructo confieren un derecho de
goce sobre cosa ajena;
• Ambos sólo confieren la mera tenencia sobre la cosa.
135
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
b.2) Diferencias
• El arrendamiento confiere un derecho personal al arrendatario, pa-
ra gozar de la cosa dada en arriendo; el usufructo otorgar un dere-
cho real;
• El arrendamiento sólo tiene por fuente el contrato; el usufructo puede
originarse en la voluntad del testador, el acuerdo de los contratantes
o en la ley, o por una resolución administrativa (derecho legal de
goce o usufructo legal del padre o madre sobre los bienes del hijo
no emancipado y el del marido sobre los bienes de su mujer, cuando
hubiere sociedad conyugal);
• El arrendador contrae obligaciones correlativas; el nudo propietario
no se obliga para con el usufructuario, sin perjuicio de respetar su
usufructo;
• El usufructuario debe rendir caución suficiente de conservación y
restitución y debe practicar un inventario solemne; el arrendatario
no tiene dichas obligaciones, a menos que el arrendador le exija
entregar una suma por concepto de garantía o se confeccione un
inventario, como suele ocurrir al arrendarse inmuebles, detallándose
los muebles que se contienen en ellos o sus instalaciones;
• Los derechos del arrendatario se transmiten a sus herederos; el usu-
fructo expira con la muerte del usufructuario;
• En el arrendamiento, siempre debe haber un precio. El usufructo
puede ser gratuito.
c) Arrendamiento y comodato
c.1) Semejanzas
• Ambos contratos proporcionan el goce sobre una cosa ajena;
• Ambos sólo confieren la mera tenencia sobre la cosa.
c.2) Diferencias
• El arrendamiento es un contrato bilateral; el comodato es un contrato
unilateral;
• El arrendamiento es un contrato oneroso; el comodato es un contrato
gratuito;
• El arrendamiento es consensual, por regla general; el comodato es un
contrato real;
• El arrendamiento no se extingue con la muerte del arrendador o del
arrendatario; el comodato se extingue con la muerte del comodatario.
136
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
7
Cfr. artículo 1857, inciso segundo, en relación con los artículos 1754, 1758 y 1759 del
Còdigo Civil.
137
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
8
El inciso primero 1 del Art. 1726 del Código Civil, dice: “deberán constar por escrito los
actos o contratos que contienen la entrega o la promesa de una cosa que valga más de
ochenta dólares de los estados Unidos de América “, de acuerdo con lo cual, si el contrato
no consta por escrito, no podrá probarse por testigos.
9
La escritura pública en el contrato de arrendamiento resulta un elemento de protección
para el arrendatario en virtud de lo establecido en el artículo 1903, inciso tercero del Có-
digo Civil en relación con el inciso tercero del artículo 31 de la Ley de Inquilinato.
138
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
10
En el caso de las cosas muebles se aplica lo establecido en el artículo 700 y 194 del Có-
digo de Comercio; y para los inmuebles, lo previsto en el artículo 702 del Código Civil
con la correspondiente inscripción de la Escritura de Compraventa en el Registro de la
Propiedad.
11
Diez Picazo, Luis y Antonio Gullón, Sistema de Derecho Civil, Volumen II, El contrato en
general. La Relación obligatoria. Contratos en Especial. Cuasi contratos. Enriquecimien-
139
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
al bien que sean necesarias para la subsistencia del mismo, salvo que los
contratantes acuerden otra cosa, empero, en tal caso, el arrendatario deberá
notificar al arrendador de las mismas, y la ley solo autorizará en ciertos su-
puestos para que el arrendatario las haga y pueda pedir reembolso siempre
que se hayan hecho necesarias por culpa del arrendador (cfr. artículo 1876
del Código Civil); ello con excepción de las reparaciones locativas que co-
rresponden al arrendatario,12 no obstante, al arrendador le corresponden
aún las reparaciones locativas si los deterioros provienen de caso fortuito
fuerza mayor (cfr. artículo 1868 del Código Civil).
Debe señalarse además que todas estas estipulaciones son supletorias a la
voluntad de las partes, pues el último párrafo del artículo 1868 se expresa la
posibilidad de que los contratantes puedan modificar estas estipulaciones.
3. Liberar al arrendatario de toda turbación o embarazo en el goce de la
cosa arrendada (cfr. artículo 1865, inciso tercero). En este caso se despren-
den las siguientes obligaciones:
3.1. En virtud de los dispuesto en el primer párrafo del artículo 1869, el
arrendador no podrá, sin el consentimiento del arrendatario, mudar la for-
ma de la cosa arrendada, ni hacer en ella obras o trabajos que puedan tur-
barle o embarazarle su goce.
No obstante, si se trata de reparaciones que no puedan sin grave inconve-
niente diferirse, estará el arrendatario obligado a sufrirlas, aún cuando le
priven del goce de una parte de la cosa arrendada; pero tendrá derecho a
que se le rebaje, entre tanto, el precio o renta, a proporción de dicha parte
(cfr. segundo pàrrafo del artìculo 1869).
En el supuesto de que estas reparaciones recaigan sobre gran parte de la
cosa, que el resto no aparezca suficiente para el objeto con que se tomó
en arriendo, podrá el arrendatario dar por terminado el arrendamiento (cfr.
tercer pàrrafo del artìculo 1869).
Por otra parte, el arrendatario tendrá, además, derecho para que se le abo-
nen los perjuicios, si las reparaciones procedieren de causa que existía ya
al tiempo del contrato, y no era entonces conocida por el arrendatario, pero
lo era por el arrendador, o era tal que el arrendador tuviese antecedentes
140
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
para temerla, o debiese por su profesión conocerla (cfr. párrafo cuarto del
artículo 1869).
Por ùltimo, lo mismo será cuando las reparaciones hayan de embarazar el
goce de la cosa demasiado tiempo, de manera que no pueda subsistir el
arrendamiento sin grave molestia o perjuicio del arrendatario (cfr. párrafo
cuarto del artículo 1869).
3.2. El arrendador tendrá la obligación de indemnizar los perjuicios al
arrendatario en el supuesto de que este último fuera turbado en el goce de
la cosa por el arrendador o por cualquier persona a quién éste pueda vedar-
lo (cfr. art. 1870 del Código Civil).
3.3. También el arrendador está obligado a reparar el daño causado al
arrendatario en el caso de que este sea turbado en su goce por vías de he-
cho de terceros que no pretenden derecho a la cosa arrendada (cfr. primer
párrafo del artículo 1871).
El arrendador tendrà la obligaciòn de hacerle al arrendatario una disminu-
ciòn proporcionada en el precio o renta del arriendo para el tiempo restante
del contrato en el supuesto de que el arrendatario sea turbado o molestado
en su goce por terceros que justifiquen algún derecho sobre la cosa arrenda-
da, y la causa de este derecho hubiere sido anterior al contrato (cfr. segundo
pàrrafo del artículo 1871).
Podrà ademàs el arrendatario exigirle al arrendador el cese del contrato si
el arrendatario, por consecuencia de los derechos que ha justificado un
tercero, se hallare privado de tanta parte de la cosa arrendada, que sea de
presumir que sin esa parte no habría contratado (cfr. tercer pàrrafo del ar-
tículo 1871).
El arrendador estarà obligado igualmente a indemnizar al arrendatario de
todo perjuicio si la causa del derecho justificado por el tercero fue o de-
bió ser conocida del arrendador al tiempo del contrato, pero no lo fue del
arrendatario, o siendo conocida de éste, hubo estipulación especial de sa-
neamiento con respecto a ella (cfr. cuarto pàrrafo del artículo 1871); empe-
ro, si la causa del referido derecho no era ni debía ser conocida del arren-
dador al tiempo del contrato, no estará obligado el arrendador a abonar el
lucro cesante.13
El arrendador está obligado a dar por terminado el contrato y aún a cubrir
los daños causados al arrendatario por la rescisión del mismo si el mal es-
tado o calidad de la cosa le impida al arrendatario hacer de ella el uso para
13
Entiéndase por lucro cesante la pérdida de la utilidad o ganancia eventual que ha dejado
de percibir una de las partes con motivo del incumplimiento de la otra. Vid. Artícu-
lo 1572 del Código Civil.
141
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
14
Esta obligación del arrendatario está en estrecha relación con el artículo 1914 del Código
Civil que dice: “El arrendador tendrá derecho para expeler al inquilino que empleare la
casa o edificio en un objeto ilícito, o que, teniendo facultad de subarrendar, subarriende
a personas de notoria mala conducta, las que podrán ser igualmente expedidas.”
15
En relación con esta obligación el arrendatario de un predio urbano estará obligado a lo
indicado en los artículos 1912 y 1913 del Código Civil.
142
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
16
Esta obligación se relaciona con el artículo 1911 del Código Civil al regular que: “Las
reparaciones llamadas locativas a que está obligado el inquilino o arrendatario de casa
se reducen a mantener el edificio en el estado en que lo recibió; pero no es responsable
de los deterioros que provengan del tiempo y uso legítimos, o de fuerza mayor o caso
fortuito, o de la mala calidad del edificio, por su vetustez, por la naturaleza del suelo, o
por defectos de construcción.
17
Constituye esta obligación esencia del contrato, pues precisamente es el pago del precio
uno de los elementos que diferencia el arrendamiento del comodato (cfr. artículo 2077
del código Civil).
143
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
18
Tanzi, Silvia Yolanda y Fossaceca, Carlos Alberto, Derecho de retención: su análisis a la
luz del Código Civil y Comercial de la Nación, Buenos Aires, 2015, publicado en: www.
nuevo código civil.com.
19
No se trata de un derecho exclusivo del contrato de arrendamiento, sino que también
se regula en otros contratos del Código Civil como el comodato (cfr. artículo 2085); el
depósito (cfr. artículo 2139 y 2140 del Código Civil); y el mandato (cfr. artículo 2066).
144
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
20
El artículo 30 de la Ley de Inquilinato en su segundo literal establece como causal de
terminación del contrato de arrendamiento el peligro de destrucción o ruina del edificio
en la parte que corresponde al local arrendado haciéndose la necesaria reparación. Y en
este caso, el arrendatario tendrá derecho a la aplicación de las reglas que se señalan en
el artículo 1869 del Código Civil.
145
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
5.2. Por la expiración del tiempo estipulado para la duración del arriendo
(cfr. segundo numeral del artículo 1891). Al ser el contrato de arrenda-
miento un contrato temporal, es lógico que tenga fin, solo que en este caso
su expiración puede ser determinada o indeterminada, produciéndose en
uno y otro caso distintos efectos, los cuales se mencionarán a continuación:
21
El artículo 28 de la Ley de Inquilinato establece que el plazo estipulado en el contrato
escrito será obligatorio para el arrendador y el arrendatario, pero determina un plazo de
duración mínima de dos años, con las excepciones que señala el mismo artículo.
146
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
22
Sáenz Fonseca, Luz Amanda; Cabrera, Manuel Enrique y Leal Pérez, Hildebrando, Contrato
de arrendamiento y proceso de restitución del inmueble, Editorial Bogotá: Leyer, 2011,
p. 432.
147
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
148
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
23
En este caso, si el contrato establece otro elemento al respecto, valdrá el contrato, de lo
contrario, se aplicará supletoriamente la solución que ofrece la Ley de Inquilinato.
149
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
24
Entiéndase por tácita reconducción a la continuación de los efectos del contrato aun
cuando ha expirado el plazo de vigencia del mismo, considerándose que por voluntad
presunta de las partes, si al vencer el término del contrato, el arrendatario continúa en
el uso y disfrute del bien sin que el arrendador le reclame su devolución, se prorroga
el contrato por un término igual que al original. Vid. Ojeda Rodríguez, Nancy de la C,
Pérez Martínez, Yuri y Fernández Martínez, Marta, Contrato traslativo del derecho de uso
y disfrute de un bien: el contrato de arrendamiento, en Derecho de Contratos, Tomo II,
Contratos en Especie y responsabilidad contractual, Parte 1, Ojeda Rodríguez, Nancy de
la Caridad (coordinadora), Editorial Universitaria Félix Varela, La Habana, 2016, p. 118.
25
Siruaneta Pérez, David, Arrendamiento de obra y de servicios, Cuadernos Prácticos, Dis-
ponible en file:///D:/Grisel/Downloads/Documents/lib061-3f.pdf, p. 303.
150
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
151
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
152
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
153
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
154
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
a) Elementos personales
Los sujetos que intervienen en el contrato según el propio artículo son:
- Acarreador: es la persona que se encarga de transportar, y toma los nom-
bres de arriero, carrelero, barquero, naviero, etc., según el modo de ha-
cer el transporte.
- Empresario de transporte: es la persona que ejerce la industria de hacer
transportar personas o cargas.
- Consignante: es la persona que envía o despacha la carga
- Consignatario: es la persona a quien se envía la carga.
26
Rodolfo Arguello, Luis, Manual de Derecho Romano, tercera edición corregida, edito-
rial Astrea de Alfredo y Ricardo Depalma, Buenos Aires, 1998, p. 326.
27
El Código de Comercio define el contrato de transporte en su artículo 205 primer párrafo
al establecer: El transporte es un contrato en virtud del cual uno se obliga, por cierto, pre-
cio, a conducir de un lugar a otro, personas que ejerzan el comercio o viajen por alguna
operación de tráfico, o mercaderías ajenas, y a entregar éstas a la persona a quien vayan
dirigidas.
Define el propio artículo los sujetos del contrato: Llamase porteador el que contrae la
obligación de conducir. El que hace la conducción por agua, toma el nombre de patrón
o barquero.
Denomínese cargador, remitente o consignante el que, por cuenta propia o ajena, en-
carga la conducción.
Se llama consignatario la persona a quien se envían las mercaderías.
Una misma persona puede ser, a la vez, cargador y consignatario.
La cantidad que el cargador se obliga a pagar por la conducción, se llama porte.
El que ejerce la industria de hacer transportar personas o mercaderías, por sus dependi-
entes asalariados y en vehículos propios, o que se hallen a su servicio, se llama empre-
sario de transporte, aunque algunas veces ejecute el transporte por sí mismo.
155
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
b) Elementos reales
El elemento real del contrato no es otro que su objeto, y el mismo se com-
pone de la operación jurídica de transporte a realizar y el precio a pagar
por ello.
La operación jurídica de transporte consiste en el transporte de una cosa o
una persona de un paraje a otro. El titular del interés es quien encarga el
transporte, mientras que el titular de la gestión es la empresa transportadora.
El primero puede conservar la plenitud del interés o designar un destinatario
que sea definido como un tercero titular de un beneficio.
Y el precio es la obligación de dar una suma de dinero, cuyo obligado es
el transportado. Según las costumbres imperantes en cada tipo de trans-
porte, tiene denominaciones diferentes: precio, pasaje, flete, porte, tarifa.
Este elemento constituye un elemento esencial del contrato y su ausencia
determina la nulidad. La determinación puede ser fijada por las partes, por
el mercado o por un tercero, pero no puede quedar librada a la voluntad
unilateral de uno de los contratantes.
c) Elementos formales
En cuanto a los elementos formales ya se ha explicado que el contrato no
requiere de una solemnidad esencial para su celebración, ni absoluta ni
relativa, pudiendo ser celebrado tanto en forma expresa como tácita, sin
ningún obstáculo. En las diversas modalidades se utilizan formas escritas,
como por ejemplo: el pasaje, la carta de porte en el transporte terrestre de
cargas, el conocimiento de embarque propio del transporte de cargas por
aguas. Se trata de formas facultativas instrumentadas con finalidad probato-
ria, que no excluyen otras evidencias ni son inimpugnables.
Estas formas ad probationem son, en la mayoría de los casos, voluntarias,
pero hay supuestos en que si las partes deciden adoptarlas se transforman
en la fuente principal y excluyente de prueba. Por ejemplo, los remitentes
de mercaderías, los comisionistas de transporte y los porteadores pueden
exigir mutuamente, como comprobante de su convenio, una carta de porte,
fechada y firmada, que se extenderá por duplicado (cfr. artículo 212 del
Código de Comercio).
156
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
28
Sánchez Gamborio, Francisco M, “El contrato de transporte internacional de mercancías
por carretera según la legislación española”, el transporte terrestre nacional e internacio-
nal, Cuadernos y estudios de derecho judicial, No. 9, 1997, código CD970906, p. 151.
157
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
29
Jorge Méndez, Lisy Alina, Contrato de Transporte, en Derecho de Contratos, Tomo II,
Contratos en especie y responsabilidad contractual, Parte 2, Nancy dela Caridad Ojeda
Rodríguez (coordinadora), Editorial Féliz Varela, La Habana, Cuba, p. 91.
158
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
159
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
30
Entiéndase por cara de porte el documento que las partes otorgan para acreditar la exis-
tencia, las condiciones del contrato y la entrega de las mercaderías al porteador (cfr.
artículo 211 del Código de Comercio).
El artículo 212 por su parte ofrece los requisitos de la Carta de Porte y sus clases. Vid.
artículos 214 al 216 para otras regulaciones con respecto a la carta de porte.
160
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
161
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
162
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
163
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO
31
Lorenzetti, Ricardo Luis, Tratado de los Contratos, Tomo III, Editorial Rubinzal-Culzoni
Editores, p. 732.
164
Grisel Galiano Maritan y Marta Fernández Martínez
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Diez Picazo, Luis y Antonio Gullón, Sistema de Derecho Civil, Volumen II,
El contrato en general. La Relación obligatoria. Contratos en Especial. Cua-
si contratos. Enriquecimiento sin causa. Responsabilidad Extracontractual,
Sexta Edición, Editorial Tecnos Madrid, 1992; Jorge Méndez, Lisy Alina,
Contrato de Transporte, en Derecho de Contratos, Tomo II, Contratos en
especie y responsabilidad contractual, Parte 2, Nancy dela Caridad Ojeda
Rodríguez (coordinadora), Editorial Féliz Varela, La Habana, Cuba; Loren-
zetti, Ricardo Luis, Tratado de los Contratos, Tomo III, Editorial Rubinzal-
Culzoni Editores; Ojeda Rodríguez, Nancy de la C, Pérez Martínez, Yuri y Fer-
nández Martínez, Marta, Contrato traslativo del derecho de uso y disfrute de
un bien: el contrato de arrendamiento, en Derecho de Contratos, Tomo II,
Contratos en Especie y responsabilidad contractual, Parte 1, Ojeda Rodrí-
guez, Nancy de la Caridad (coordinadora), Editorial Universitaria Félix Vare-
la, La Habana, 2016; Rodolfo Arguello, Luis, Manual de Derecho Romano,
tercera edición corregida, editorial Astrea de Alfredo y Ricardo Depalma,
Buenos Aires, 1998; Sáenz Fonseca, Luz Amanda; Cabrera, Manuel Enrique
y Leal Pérez, Hildebrando, Contrato de arrendamiento y proceso de resti-
tución del inmueble, Editorial Bogotá: Leyer, 2011; Siruaneta Pérez, David,
Arrendamiento de obra y de servicios, Cuadernos Prácticos, Disponible en
file:///D:/Grisel/Downloads/Documents/lib061-3f.pdf, p. 303; Sánchez Gam-
borio, Francisco M, “El contrato de transporte internacional de mercancías
por carretera según la legislación española”, el transporte terrestre nacional
e internacional, Cuadernos y estudios de derecho judicial, No. 9, 1997, có-
digo CD970906; Tanzi, Silvia Yolanda y Fossaceca, Carlos Alberto, Derecho
de retención: su análisis a la luz del Código Civil y Comercial de la Nación,
Buenos Aires, 2015, publicado en: www. nuevo código civil.com.
Fuentes legales
Ecuador: Código Civil, Codificación 10, Registro Oficial Suplemento 46, de
fecha 24 de junio de 2005; Código Orgánico General de Procesos, aproba-
do el 12 de mayo de 2015, en la sede de la Asamblea Nacional ubicada en
el Distrito Metropolitano de Quito; y publicado en el Suplemento del Re-
gistro Oficial, Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de mayo de 2015; Ley
de Inquilinato. Código de Comercio de Ecuador, Codificación 28, Registro
Oficial. Suplemento 1202 de 20 de agosto de 1960, última modificación:
26 de junio de 2012, disponible en www.lexis.com.ec, consultado el 5 de
febrero de 2016.
165
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
Título XXVI “De la sociedad”
Artículos 1957 al 2019
Jorge Luis Ordelin Font*
Ana María Pereda Mirabal**
Sumario
1. El contrato de sociedad. Rasgos distintivos
1.a) Carácter contractual
1.b) El aporte común
1.c) La obtención de ganancia o beneficio económico
1.d) La affectio societatis
2. Principales características
2.a) Supuestos polémicos
3. Tipos de sociedades
3.a) Sociedades universales y particulares
3.b) Sociedades civiles y comerciales
3.c) Sociedades unipersonales
4. Administración
4.a) El nombramiento del socio administrador
4.b) Derecho de oposición
4.c) Otros supuestos de administración
166
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
1
Codificación del Código Civil, expedida por el Congreso Nacional en virtud de la Codifi-
cación 2005 - 010 de 10 de mayo de 2005. Si bien esta codificación reúne toda una serie
de normativas complementarias, a los efectos de este trabajo y para la referencia de sus
artículos la denominaremos Código Civil de Ecuador), disponible en www.wipo.int/edocs/
lexdocs/laws/es/ec/ec055es.pdf, consultado el 24 de enero de 2016.
2
Codificación de la Ley de Compañías, expedida por el Congreso Nacional en virtud de
RO/ 312 de 5 de noviembre de 1999. (Si bien esta codificación reúne toda una serie de
normativas complementarias, a los efectos de este trabajo y para la referencia de sus ar-
tículos la denominaremos Ley de Compañías), disponible en www.oas.org/juridico/pdfs/
mesicic4_ecu_comp.pdf, consultado el 24 de enero de 2016.
167
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
aquel contrato en virtud del cual dos o más personas estipulan poner algo en
común, con el fin de dividir entre sí los beneficios que de ello provengan3.
Sin embargo, al adentrarnos en la regulación de ambas normas nos per-
catamos que existen marcadas diferencias, en más de un aspecto, aunque
también se corrobora la presencia de rasgos comunes a la institución, tanto
en uno como en otro, régimen jurídico. En ambos casos: a) se hable de un
contrato; b) se parte de la puesta en común de algo que puede ser dinero,
bienes o industria y, por último, c) esta presidida por el propósito de obten-
ción de una ganancia, beneficio o utilidad4.
3
Primer párrafo Art. 1957 Código Civil de Ecuador.
4
DIEZ-PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio, Sistema de Derecho Civil, Volumen II, 6ta. Ed.,
Editorial Tecnos, S.A., 1992, Madrid, p. 514.
5
Vid. BORDA, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil – Contratos, tomo II, Abeledo-Perrot,
1999, p. 171.
6
La existencia de una idea de cooperación puesta de manifiesto en el contrato de sociedad
no significa, al decir de DIEZ PICAZO y GULLÓN, citando a ASCARELLI que cada parte
trata de sacar el mayor partido a su aportación, pretendiendo más participación en los
beneficios o en la marcha de la vida social. Vid. DIEZ-PICAZO, L. Y GULLÓN, A., Sistema
de…, cit., p. 515.
7
O’ CALLAGHAN, Xavier, “Sección: Lección 23ª” en Compendio de Derecho Civil, to-
mo 2 (Obligaciones y Contratos) vol. - 2 (Enero 1993), disponible en http://vlex.com/
vid/215003, consultado el 26 de enero de 2016.
168
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
económico y la actividad que los socios han previsto realizar para alcanzar,
tanto lo primero como lo segundo8.
El fin común que persiguen los socios del contrato de sociedad, no solo tipi-
fica e individualiza a la sociedad, como acertadamente afirmara Contreras,
también, vertebra este contrato tanto en su dimensión obligatoria como en
su dimensión organizativa9. Por ello, autores como López de Zavalía vinculan
la discusión del carácter contractual de la sociedad con la creación de la
persona jurídica, en palabras de este autor “porque hace algo más, se discu-
te si es realmente un contrato”10, y es que, es imposible, desligar la relación
que tiene lugar entre el contrato constitutivo de la sociedad y su distinción
como persona jurídica, pues estas relaciones jurídicas aparecen interrela-
cionadas y, aunque son susceptibles de distinción teóricamente, lo cierto es
que, se manifiestan de forma coetánea en el tráfico jurídico.
Por ello, en este contrato asociativo no es dable deslindar su carácter orga-
nizativo materializado en la persona jurídica, de la relación jurídica con-
tractual en virtud de la cual aquella se crea. Esta distinción es sumamente
importante por las implicaciones que trae consigo. Su precisión reviste es-
pecial carácter al momento de determinar de qué estamos hablando, dado
que el mismo término puede ser utilizado indistintamente en cualquiera de
los supuestos anteriormente referidos.
En el primer caso, se habla de un centro de imputación de relaciones jurí-
dicas que tiene personalidad jurídica y, por ende, capacidad para adquirir
derechos y contraer obligaciones, poseer patrimonio propio, tener un nom-
bre, un domicilio y una nacionalidad; es decir, contar con los atributos de la
personalidad. Por otro lado, nos referimos a una relación jurídica que como
cualquier otro contrato crea derechos y obligaciones para las partes. Ambas
concepciones del contrato de sociedad quedan expresadas en el artículo
8
La actividad que los socios han previsto realizar para alcanzar el beneficio económico es
lo que concretamente determina el objeto social. Aun cuando el Código Civil no consa-
gra, de forma expresa, la necesidad de la licitud del objeto social, no se puede olvidad
que el carácter lícito de este equivale al requisito de la licitud de la causa y por tanto
incide sobre la nulidad o no de la sociedad. (Art. 1961 Segundo párrafo del Código Civil
de Ecuador). A diferencia de esta norma la Ley de Compañías si prohíbe la formación y
funcionamiento de compañías contrarias al orden público, a las leyes mercantiles y a las
buenas costumbres; así como aquellas que no tengan un objeto real y de lícita negocia-
ción (Art. 3 Ley de Compañías).
9
CONTRERAS, Pedro de Pablo, “El Contrato de Sociedad y la Sociedad Civil” en Curso
de Derecho Civil Volumen II, Derecho de Obligaciones, Volumen coordinado por Carlos
Martínez Aguirre Aldaz además Miguel Ángel Pérez Álvarez María Ángeles Parra Lucán,
4ta. Edición, Colex, 2014, Madrid, p. 702.
10
López De Zavalía, Fernando J., Teoría de los contratos, Parte Especial, tomo V, ZAVALÍA
Editor, Buenos Aires, p. 415.
169
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
1957 del Código Civil ecuatoriano en párrafos diferentes. Tanto en uno co-
mo en otro supuesto es necesario determinar los elementos necesarios para
su configuración.
11
Art. 1959 del Código Civil del Ecuador.
12
BORDA, G. A., Tratado de…, cit., p. 172.
13
Art. 1970 del Código Civil de Ecuador.
170
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
14
PIANTONI, Mario Alberto y QUAGLIA, Alfredo Gustavo, Sociedades civiles y comer-
ciales. Estudio comparativo y concordancias legislativas, Editorial Astrea De Alfredo y
Ricardo Depalma, Buenos Aires, 1977, p. 11.
15
Art. 1959 Código Civil de Ecuador.
16
Este último caso es utilizado en el artículo 1970 del Código Civil de Ecuador.
171
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
17
Art. 1971 Código Civil de Ecuador.
18
Art. 1972 Código Civil de Ecuador.
19
Art. 1973 Código Civil de Ecuador.
172
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
20
Art. 1974 del Código Civil de Ecuador. Esta previsión tiene una excepción en aquellos
casos de los socios comanditarios o anónimos no están obligados a colacionar los divi-
dendos que hayan recibido de buena fe.
21
Borda, G. A., Tratado de Derecho.., cit., p. 173.
22
Diez-Picazo, L. y Gullón, A., Sistema de…, cit., p. 517. Existen otros autores que no coin-
ciden con esta posición, dentro de los que podemos mencionar en la doctrina argentina
a Ghersi y López De Zavalía. Para el primero este es uno de los elementos más tradicio-
nales y aún vigentes que siempre estará presente en el momento de la celebración del
acuerdo, por su parte para el segundo la affectio societatis entendida como una dirección
de la voluntad, es una nota definitoria hacia una unión dentro de la organización de la
persona jurídica “sociedad”. Vid. Ghersi, Carlos Alberto, Contratos civiles y comerciales.
Parte especial, tomo I, 4ta edición actualizada y ampliada, Editorial Astrea de Alfredo y
173
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
2. Principales características
Una vez establecidos los rasgos esenciales del contrato de sociedad, pode-
mos afirmar que nos encontramos en presencia de un contrato consensual
que se perfecciona con el solo consentimiento de las partes. Es, además,
oneroso, de él se obtienen beneficios económicos para las partes. Es con-
mutativo, debido a que este beneficio no está sujeto a ningún aconteci-
miento incierto o a un alea, sino que las partes al momento de su perfección
conocen las ventajas y pérdidas que pueden resultarle23.
Es un contrato asociativo, una especie dentro de este género, dado que no
todo contrato de esta naturaleza tiene como efecto la creación de una per-
sona jurídica, así como tampoco, una integración total, aun cuando existan
vínculos de colaboración, todo lo cual sucede en la sociedad. Además, es
un contrato nominado, que tiene un régimen jurídico especial tanto en el
orden civil como en el comercial. Principal, puesto que no depende de
otra relación contractual. Es de gestión colectiva, debido a que los socios
se obligan recíprocamente a cooperar para la obtención del bien común y
tiene carácter preparatorio, puesto que, si bien es un contrato definitivo, su
fin está determinado para la celebración de otros contratos.
Por otra parte, si se tiene en cuenta que la relación obligatoria que surge en
el contrato está determinada por su duración o perdurabilidad, es este un
contrato de tracto sucesivo. El término de duración está determinado, en
principio, por lo establecido en el propio negocio constitutivo de la socie-
dad tal como lo dispone el artículo 1969 del Código Civil. No obstante, en
Ricardo Depalma, Ciudad de Buenos Aires, 1998, p. 646 y López De Zavalía, F. J., Teoría
de los…, cit., p. 419.
23
Es este una de las características más debatidas en este tipo de contrato pues en ocasio-
nes el carácter aleatorio ha estado asociado al riesgo de la actividad que se desarrolla en
virtud de este contrato, por ello autores como LÓPEZ DE ZAVALÍA han afirmado que es
un contrato naturalmente conmutativo y accidentalmente aleatorio. LÓPEZ DE ZAVA-
LÍA, F. J., Teoría de los…, cit., p. 423.
174
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
24
ESCOBAR FORNOS, Iván, Curso de Contratos, 2da.Edición, HISPAMER, Managua, Ni-
caragua, 1998, p.156.
25
Cfr. Art. 2007 del Código Civil de Ecuador en relación con el artículo 1969 del propio
código.
26
Art. 1992 del Código Civil de Ecuador.
27
BORDA, G. A., Tratado de…, cit., p. 201.
175
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
28
LÓPEZ DE ZAVALÍA, F. J., Teoría de…, cit., p. 422
29
Piantoni, M. A. y Quaglia, A. G., Sociedades civiles…, cit., p. 16.
30
Ascarelli Tullio, Principios y problemas de las sociedades anónimas. Traducción de René
Cacheaux Sanabria, México, Imprenta Universitaria, 1951, p. 58.
176
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
Mientras esta no se lleva a cabo, solo existe una sociedad de hecho, que
no es oponible a terceros, pero sí tiene carácter vinculante para las partes.
El cumplimiento de estas formalidades, según cada caso, no es una cuestión
baladí, reviste una importancia especial en la atribución de la personalidad
jurídica a la sociedad, constituyéndose entonces como persona jurídica. En
el caso de las sociedades de carácter mercantil, se establece como principal
formalidad, la inscripción del título en el Registro Mercantil31, la cual tiene
carácter constitutivo, al establecerse como condición para su existencia. En
el caso que esta inscripción no sea considerada un requisito imprescindi-
ble, como sucede en las sociedades civiles, la atribución de la personalidad
jurídica deberá estar determinada a partir del momento que se perfecciona
el contrato32. Según lo preceptuado en el artículo 22 del Código de Comer-
cio, si una sociedad ejerce el comercio con un capital mayor de mil sucres,
deberá inscribirse en la matrícula del cantón, expresando el nombre de
todos los socios solidarios. Empero, esta obligación fue suprimida por la
Ley de las Compañías, a partir del mandato del artículo 19, que estableció
que la inscripción en el Registro Mercantil surte los mismos efectos que la
matrícula de comercio.
Si los requisitos establecidos no son cumplimentados, la sociedad no es
más que una sociedad irregular o de hecho como ya se ha afirmado. Este ha
sido el criterio seguido por la Ley de Compañías. Si en la formación de estas
sociedades no se llenan oportunamente las formalidades prescritas por di-
cha Ley, según el tipo de compañía, cualquier socio podrá separarse de esta
con la única obligación de notificar su decisión a los demás. En este caso,
la compañía queda disuelta desde el día de la notificación, aunque respec-
to a terceros este tipo de sociedad se tendrá como no existente en cuanto
pueda perjudicarlos, los socios no podrán alegar en su provecho la falta de
dichas formalidades33. Como se colige de esta disposición, no cabe que se
alegue el cumplimiento de estas formalidades en perjuicio de un tercero.
Sin embargo, no queda claro en la ley cuál será el régimen legal aplicado
a la sociedad de hecho o irregular que solo surte efectos obligatorios para
las partes.
31
Por ejemplo así se regula en el art.1969 del Código Civil español. Código Civil español
y legislación complementaria, Selección y ordenación: José María de la Cuesta, Edición
actualizada a 4 de febrero de 2014, Agencia Estatal del Boletín Oficial del Estado, dis-
ponible en www.boe.es/legislacion/codigos/, consultado el 5 de febrero de 2016 (en
adelante Código Civil español).
32
DIEZ-PICAZO, L. y GULLÓN, A., Sistema de…, cit., p. 704.
33
Art. 29 de la Ley de Compañías.
177
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
3. Tipos de sociedades
En la doctrina, la clasificación de las sociedades obedece a múltiples cri-
terios, sin embargo, solo abordaremos los supuestos que de forma expresa
se han recogido en el Código Civil, además de la figura de las sociedades
unipersonales, por lo interesante que resulta su tratamiento a los efectos de
este artículo.
34
Artículo 1671 del Código Civil español, el cual reconoce que la sociedad civil puede ser
de tipo particular o universal.
35
Art. 1960 Código Civil de Ecuador.
36
O’ CALLAGHAN, X., “Sección: Lección 23ª…, cit.
178
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
37
Artículo 1963 del Código Civil en relación con el artículo 3 del Código de Comercio de
Ecuador, Codificación 28, Registro Oficial. Suplemento 1202 de 20 de agosto de 1960,
última modificación: 26 de junio de 2012, disponible en www.lexis.com.ec, consultado
el 5 de febrero de 2016 (en adelante Código de Comercio). Según este último precepto
se comprenden como actos de comercio: 1) la compra o permuta de cosas muebles,
hecha con ánimo de revenderlas o permutarlas en la misma forma o en otra distinta;
y la reventa o permuta de estas mismas cosas, dentro de estas acciones se incluyen la
de los agricultores y criadores, por la venta de los frutos de sus cosechas y ganados; 2)
la compra y la venta de un establecimiento de comercio, y de las acciones de una so-
ciedad mercantil; 3) la comisión o mandato comercial; 4) las empresas de almacenes,
tiendas, bazares, fondas, cafés y otros establecimientos semejantes; 5) el transporte por
tierra, ríos o canales navegables, de mercaderías o de personas que ejerzan el comercio
o viajen por alguna operación de tráfico; 6) el depósito de mercaderías, las agencias de
negocios mercantiles y las empresas de martillo; 7) el seguro; 8) todo lo concerniente a
letras de cambio o pagarés a la orden, aún entre no comerciantes; las remesas de dinero
de una plaza a otra, hechas en virtud de un contrato de cambio, y todo lo concerniente
a libranzas entre comerciantes solamente, o por actos de comercio de parte del que
suscribe la libranza; 9) las operaciones de banco; 10) las operaciones de correduría; 11)
las operaciones de bolsa; 12) las operaciones de construcción y carena de naves, y la
compra o venta de naves o de aparejos y vituallas; 13) las asociaciones de armadores; 14)
las expediciones, transportes, depósitos o consignaciones marítimas; 15) los fletamentos,
préstamos a la gruesa y más contratos concernientes al comercio marítimo; y, 16) los
hechos que producen obligación en los casos de averías, naufragios y salvamento.
179
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
de regímenes, que solo trae consigo una amplia disparidad normativa y más
de un quebradero de cabeza en materia interpretativa38.
Si bien los ordenamientos jurídicos civiles y mercantiles se han encargado
de establecer algunas distinciones, de forma marcada, entre estos tipos de
sociedades, como son los requisitos formales, el carácter intuitu personae,
el régimen de responsabilidad, entre otros, es innegable la necesidad de
unificar dichos regímenes. Aun cuando existe esta distinción desde un pun-
to de vista regulatorio, de facto es posible esta unificación a partir de la
posibilidad que permite el propio Código Civil de que pueda estipularse
por las partes que, aunque la sociedad no tenga una naturaleza comercial,
pueda sujetarse a estas reglas. Igualmente, en otros supuestos, como el de
las sociedades civiles anónimas, se establece de forma perceptiva por el
mismo código la sujeción a las normas de las sociedades comerciales anó-
nimas39. Todo ello se complementa, además, con el carácter supletorio del
Código Civil en relación con aquellas estipulaciones establecidas en mate-
ria comercial40.
38
Por ejemplo, esto ocurre con los tipos de sociedad regulados en cada caso. Según el
Código Civil la sociedad, sea civil o comercial, puede ser colectiva, en comandita, o
anónima, sin embargo, la Ley de Compañías reconoce cinco especies de compañía de
comercio: 1) la compañía en nombre colectivo; 2) la compañía en comandita simple
y dividida por acciones; 3) la compañía de responsabilidad limitada; 4) la compañía
anónima; y, la compañía de economía mixta. A las cuales les reconoce el carácter de
personas jurídicas. Vid. Art. 1965 del Código Civil en relación con el artículo 2 de la Ley
de Compañías.
39
Art. 1968 del Código Civil de Ecuador.
40
Art. 5 del Código Civil de Ecuador.
41
CONTRERAS, P. de P., “El Contrato de…, cit, p. 687.
180
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
42
SOTO BISQUERT, Antonio, “La sociedad unipersonal. Conferencia pronunciada en la
Academia Matritense del Notariado el día 23 de abril de 1987” en Anales de la Acade-
mia Matritense del Notariado tomo XXIX, disponible en http://vlex.com/vid/unipersonal-
pronunciada-matritense-238499, consultado el 5 de febrero de 2016.
43
Art.1 Ley de Empresas Unipersonales de Responsabilidad Limitada, Ley 27, Registro Ofi-
cial 196, 26 de enero de 2006 disponible en www.lexis.com.ec, consultado el 5 de febre-
ro de 2016 (en adelante Ley de Empresas Unipersonales de Responsabilidad Limitada)
44
Art. 7 Ley de Empresas Unipersonales de Responsabilidad Limitada.
45
Al respecto Vid. SOTO BISQUERT, A., “La sociedad unipersonal…, cit.
181
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
4. Administración
Un elemento importante para el desarrollo de la sociedad lo son las normas
relacionadas con su administración, en virtud de las cuales se determina la
forma de organización y se especifican quienes serán los administradores,
cómo se designarán y renovarán, sus atribuciones, etcétera. Por la impor-
tancia que estas reglas representan para el desarrollo de la sociedad como
entidad, la ley46 prevé toda una serie de disposiciones que intentan salva-
guardar los fines de la figura contractual y organizacional.
46
Abordaremos estos supuestos desde la previsión que realiza el Código Civil en la ma-
teria, pues este incurrió en determinados “olvidos” que si fueron consagrados en otras
normativas como es la propia Ley de Compañías. Este es el caso de la necesidad de esta-
blecer un plazo de duración para el ejercicio de las facultades de administración. Según
el artículo 13 de la Ley de Compañías en el contrato social se deberá estipular el plazo
para la duración del cargo de administrador que, con excepción de lo que se refiere a
las compañías en nombre colectivo y en comandita simple, no podrá exceder de cinco
años, sin perjuicio de que el administrador pueda ser indefinidamente reelegido o remo-
vido por las causas anteriormente expuestas.
47
Art. 1975 del Código Civil de Ecuador.
48
Art. 1976 del Código Civil de Ecuador.
182
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
49
Art. 1958 del Código Civil de Ecuador.
50
Art. 1977 del Código Civil de Ecuador.
183
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
51
Art. 1978 del Código Civil de Ecuador.
52
Art. 1981 del Código Civil de Ecuador.
53
Art. 1982 del Código Civil de Ecuador.
184
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
mismos. Así mismo, está obligado a dar cuenta de su gestión en los períodos
designados al efecto por el acto que le ha conferido la administración; y a
falta de esta designación, la periodicidad de la rendición de cuentas será
anual, por disposición de la ley54. Correlativo a esta obligación se halla el
derecho de información que los socios adquieren para hacer efectiva la
rendición de cuentas, que incluye el acceso a todos los libros y la docu-
mentación social.
Si la administración fue conferida a dos o más socios, cada uno de los admi-
nistradores puede ejecutar por sí solo cualquier acto, salvo que se hubiere
ordenado otra cosa en el título de su mandato. Nada obsta para que en el
documento que nombra a los administradores se especifiquen las funciones
de cada socio administrador. A su vez, la posibilidad que ofrece el artículo
1980 del Código Civil de obrar separadamente cuando esta posibilidad ha
sido prohibida, nos hace afirmar que, lo que presume la norma es, ante
la existencia de varios socios, que estos pueden obrar de forma separada.
Sin embargo, no se llega a precisar de qué forma este acto sería realizado
si llegase a existir oposición por parte del resto de los administradores, o
incluso, en aquellos casos en los cuales uno de los administradores obrase
separadamente estando dicho actuar prohibido, pero de no hacerlo se oca-
sionasen perjuicios irreparables a la sociedad.
Un olvido imperdonable del legislador es, sin dudas, la determinación de
cómo llevar a cabo la administración de la sociedad en el interregno en el
cual está operando la remoción del administrador, sea cual fuera la forma
en que este haya sido nombrado. La continuidad en el ejercicio de este en-
cargo, cuando el actuar del administrador ha sido negligente o inescrupu-
loso, puede ocasionar graves perjuicios a la sociedad. Mientras la remoción
se hace efectiva y se nombra un nuevo administrador es necesario adoptar
múltiples decisiones, por ello es lógico pensar en la necesidad de nombrar
un administrador provisorio, que puede ser tanto un socio, como un terce-
ro, nombrados incluso hasta por un juez.
54
Art. 1984 del Código Civil de Ecuador.
55
Art. 1979 del Código Civil de Ecuador.
185
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
56
BORDA, G. A., Tratado de…, cit., p. 205.
57
En materia de administración de la sociedad, una cuestión de suma importancia es la de-
terminación de la mayoría, puesto que la sociedad está gobernada por esta, que es quien
determina cuando existe divergencia entre los socios. En muchos casos no se precisa si
esta mayoría es absoluta o relativa, así como tampoco se precisa si esta se cuenta por
personas o por votos. En su artículo 1958 el Código estipula que en las deliberaciones de
los socios que tengan derecho a votar, decidirá la mayoría de votos, computados según
el contrato; y si en este nada se hubiere estatuido, decidirá la mayoría numérica de los
socios, con excepción de aquellos supuestos en los que la ley o el contrato exigen unani-
midad, o simplemente conceden a cualquiera de los socios el derecho de oponerse a los
otros. Por ende, en la determinación de esta mayoría se tendrá en cuenta la establecida
en el contrato constitutivo y en su defecto la que establece la ley.
186
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
58
Art. 1985 del Código Civil de Ecuador.
187
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
caracterizan por su licitud. Este negocio jurídico que da vida a una persona
jurídica distinta de las personas naturales que la conforman, tiene dentro de
sus elementos esenciales el aporte. De lo que se colige que la aportación
a título singular de cada socio se erige como su obligación fundamental,
pues no se concibe la existencia de una sociedad que no posea patrimonio,
aunque este sea ínfimo o insignificante.
El artículo 1968 refiere que los aportes al fondo social pueden hacerse en
propiedad o en usufructo. Esta redacción puede ser catalogada en cierto
sentido de minimalista, pues si se interpreta en un sentido literal quedarían
fuera de este aporte el dinero, los servicios y las industrias, no obstante, esta
cuestión se salva, pues de la lectura en sistema de su articulado se infiere
que este no fue él ánimo del legislador, sino que la intención de tal redac-
ción se encamina a sentar las pautas para, en artículos siguientes, establecer
las garantías y riegos del aporte.
Señala el propio artículo que, con independencia de la naturaleza del apor-
te, entiéndase que sea una transmisión de dominio mediante un acto de
enajenación o del goce o uso de una cosa, los frutos pertenecen a la socie-
dad desde el momento del aporte, quizás en buena técnica jurídica debió
referir el artículo que tales frutos corresponden a la sociedad desde el mo-
mento en que nace la obligación de entrega de esa aportación, pues sabido
es que el contrato de sociedad se perfecciona al momento de su celebra-
ción si no se estipula otra cosa, de lo que se entiende que el comienzo de
la sociedad no queda supeditado al momento en que se realicen los aportes
de dinero, bienes o industria, idea que se refuerza con lo que atinadamente
señala el artículo 663, segundo párrafo del propio cuerpo legal, donde se
lee “(…) Los frutos civiles se llaman pendientes mientras se deben; y perci-
bidos, desde que se cobran”59.
Sería pertinente incluir un artículo que a semejanza del Código Civil espa-
ñol, dejara establecido el deber que asume el socio industrial para con la
sociedad cuando este presta servicios en el ramo de industria que sirve de
59
El Código Civil de España de forma clara y sencilla establece que cada uno de los socios
es deudor a la sociedad de lo que ha prometido aportar a ella, aportaciones que a tenor
de lo que regula su artículo 1665 serán, dinero, bienes o industria; estableciendo una
regulación especial para los socios industriales en el artículo 1683: «debe a la sociedad
las ganancias que durante ella haya obtenido en el ramo de industria que sirve de objeto
a la misma», deber que se impone para evitar actos de competencia desleal, pues al
realizar fuera de la sociedad una labor igual a la que se ha comprometido a desempeñar
en esta lógicamente no estará dando un servicio completo a la sociedad, particular al
cual se comprometió al asociarse. Con clara técnica legislativa se pronuncia igualmente
respecto a la deuda de intereses que contrae el socio que debe aportar dinero y no lo
hace y aquel que toma de la caja social (artículo 1682.).
188
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
60
GHERSI, C. A., Contratos civiles…, cit., p. 711.
61
Vid. ESCOBAR FORNOS, I., Curso de…, cit., p.164.
189
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
62
La obligación de cuidar los intereses sociales respondiendo hasta de la culpa leve, como
responsabilidad contractual y subjetiva encuentra reconocimiento expreso en el Código
Civil de Ecuador en su artículo 1987, por su parte el Código Civil de España, sigue un
criterio semejante en el artículo 1686 cuando consagra que todo socio debe responder a
la sociedad de los daños y perjuicios que ésta haya sufrido por culpa del mismo. En estas
leyes sustantivas se consagra como ya hemos expuesto una responsabilidad subjetiva.
190
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
cuando tal demanda se esté haciendo por el resto de los socios que repre-
senten mayoría.
Sobre este particular es omiso el código en análisis, que solo se pronuncia
en su artículo 1991 sobre el cambio de circunstancias que necesariamente
conlleve a un aumento del aporte para poder mantener o lograrse el objeto
de la sociedad, en cuyo caso sí se le podrá exigir una aportación mayor, y
en el supuesto de que el socio no concuerde con este particular, puede op-
tar por retirase e incluso los consocios se lo pueden exigir., situación que se
diferencia de la referida en principio, pues aquí el incremento en las pres-
taciones tiene por finalidad el cumplimiento de los fines o fin societario.
191
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
63
Resulta más diáfana la redacción del artículo 1685 del Código Civil Español donde se
lee: el socio que ha recibido por entero su parte en un crédito social sin que hayan co-
brado la suya los demás socios, queda obligado, si el deudor cae después en insolvencia,
a traer a la masa social lo que recibió, aunque hubiera dado el recibo por sólo su parte.
64
El texto sustantivo español hace un pronunciamiento similar en su artículo 1684, con la
peculiaridad de establecer que la imputación de pago por el tercero acreedor solo tendrá
lugar en aquellos casos en que el crédito del socio le sea más oneroso.
65
En este sentido el artículo 1981 del Código Civil español peca de restrictivo, pues a
pesar de reconocer que el aporte comprende tanto la trasmisión del domino como del
usufructo, al momento de establecer la garantía del aportante solo refiere la evicción,
estipulando que esta se debe entender a semejanza de lo regulado para el contrato de
compraventa, y sin pronunciarse sobre las garantías que deben operar en los supuestos
de transmisión del uso y el goce, salvando esta carencia con la aplicación de las normas
del contrato de arrendamiento que aseguran el goce pacífico de la cosa, además de no
referir nada con respecto a la exigibilidad del saneamiento de los perjuicios.
192
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
66
La regulación de este particular en el Código Civil español, encuentra notables dife-
rencias que le hacen exhibir una regulación menos completa y acabada que sus pares
latinoamericanos, en este sentido del artículo 1687 se colige que este Código no se pro-
nuncia sobre la determinación del riego en los casos en que las aportaciones se hagan en
propiedad, e incluso cuando habla de las aportaciones ciertas y determinadas, para los
supuestos en que se hagan para que sean comunes el uso y disfrute, de la redacción del
precepto se infiere que se hace referencia solamente a las que ya han sido ejecutadas.
193
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
67
El Código Civil de España consagra en su artículo 1689 que tanto las pérdidas como las
ganancias se repartirán de conformidad a lo pactado y a falta de pacto expreso, para la
determinación de las utilidades y los débitos se atenderá a la proporcionalidad con res-
pecto a la aportación.
68
El artículo 1989 del texto civil de España parte de reconocer que en sede de ganancias
y pérdidas se está a lo pactado, y en el supuesto de no pronunciamiento de la pérdidas
se entenderán de conformidad con las ganancias, pero en su segundo párrafo in fine
reglamenta que al socio industrial le pertenece una parte igual a la del que menos haya
aportado y si además de su industria hubiere aportado capital, recibirá también la parte
proporcional que por él corresponda; más adelante en el artículo 1691 reputa nulos los
pactos tendentes a excluir a los socios en la pérdidas o ganancias, eximiendo en todo
caso al socio industrial de la responsabilidad por pérdidas.
194
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
69
La obligación de la sociedad para con los socios por las cantidades adelantadas en ne-
gocios sociales de los cuales la entidad societaria tiene conocimiento y el resarcimiento
derivado de los perjuicios ocasionados con motivo de la gestión, está regulada de for-
ma sencilla pero clara en el Código Civil Español artículo 1688, cuerpo legal que con
lenguaje certero ilustra los supuestos donde se configura esta obligación de la persona
jurídica para con los socios, por su parte el Código Civil de Ecuador, no es tan claros en
su redacción, no obstante recogen igualmente los supuestos, pudiéndose señalar que en
ambos casos los artículos 2089 y 1993, respectivamente, de los antes dichos cuerpos ci-
viles, incluyen además de la responsabilidad de la sociedad la de cada uno de los socios
restantes a prorrata de su interés social.
70
La posibilidad de asociarse a un tercero que en ningún caso se considerará socio, salvo
aprobación del resto de los asociados se estable claramente en el artículo 1696 del
Código Civil español, donde se plasma que tal consentimiento debe ser dado por todos
los socios al unísono. Por su parte en el ecuatoriano con igual redacción prohíbe la
asociación de un tercero sin el consentimiento previo de los consocios y de permitir la
asociación particular entre el socio y el tercero.
195
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
71
Vid. Artículos 2014 del Código Civil ecuatoriano y 1705-1706 del Código Civil español.
72
El Código Civil español prevé este deber legal en sus artículos 1962 donde estipula que
el nombramiento de administrador de un socio debe hacerse en el contrato social, y este
desarrollará sus funciones sin oposición del resto de los compañeros siempre y cuando
no actúe de mala fe, siendo su poder irrevocable sin causa legítima.
196
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
A tono con este criterio, el artículo 1999 del código civil ecuatoriano regula
que cuando la sociedad se obliga frente a terceros, la totalidad de la deuda
se dividirá entre los socios, a prorrata de su interés social, gravando la cuota
del insolvente al resto, entendiéndose que los socios están obligados solida-
riamente o no de otra manera, a prorrata de su interés social, cuando así se
exprese en el título de la obligación, y ésta se haya contraído por todos los
socios, o con poder especial de ellos.
Desde el punto de vista legislativo, existe unidad de criterios respecto al
hecho cierto de que la sociedad no quede obligada frente a terceros si los
socios contratan a nombre propio, existiendo la divergencia en relación a
las cuestiones que toman en cuenta para establecer el vínculo obligacional
la existencia o no de beneficios, en este sentido, el Código del Ecuador en
su artículo 1998 radicalmente plantea que el ente societario no se obliga
ni aún en razón del beneficio que ella reporte del contrato, ni se pronuncia
sobre la posibilidad de que la sociedad se obligue con el socio en la medida
de que el negocio concertado le fuese favorable. Debió dar margen igual-
mente este cuerpo legal a la posibilidad de ratificación, supuesto en que
lógicamente la persona jurídica si se obligaría73.
Según lo estipulado en el artículo que se analiza, por regla se entiende que
el socio contrata siempre a nombre privado, salvo que las circunstancias
de concertación del contrato se pueda inferir sin lugar a equívocos que
el socio está contratando a nombre de la persona jurídica o simplemente
porque así se exprese en el contrato, establece asimismo que el acreedor
podrá sólo intentar contra la sociedad las acciones del socio deudor, es de-
cir que estos acreedores de los socios en principio no ostentarán un crédito
preferente sobre los bienes sociales, pues existe relación contractual entre
estos y la sociedad, pero si pueden dirigirse contra lo que al socio deudor le
corresponde dentro del haber social, es decir, intentar una acción indirecta
y subsidiaria contra la sociedad, ya sea solicitando el embargo y/o remate
de la parte de éste en el fondo social74, cuota que necesita de una liquida-
ción previa para determinarse, lo que llevaría aparejado la disolución de la
sociedad.
Continúa exponiendo el artículo la posibilidad de que el socio contrate a
nombre de la sociedad, careciendo de poder suficiente, en cuyo caso la
73
A semejanza del Código Civil ecuatoriano se pronuncia en el español, en su artículo
1698, pero atenúa la situación estableciendo, en su segundo párrafo parte final que la
sociedad queda obligada con el socio en cuanto dichos actos hayan redundado en pro-
vecho de ella.
74
Este particular se regula diáfanamente en el artículo 1699 del Código Civil español y se
infiere de lo preceptuado en el párrafo tercero del artículo 2000 del Código Civil ecua-
toriano.
197
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
8. Disolución de la sociedad
A decir de Diez Picazo y Gullón, en la sociedad se crea una trama de re-
laciones entre los socios, la sociedad y los terceros, por lo que, antes que
extinción de un contrato, significa la extinción de muchos contratos, y pre-
senta el cariz de un proceso que continúa a lo largo del tiempo, en el que es
preciso liquidar las relaciones pendientes para hallar el haber social líquido
y darle un destino, de ahí que más que una extinción deba ser tratado como
una disolución75.
75
DIEZ-PICAZO, L. y GULLÓN, A., Sistema de…, p. 531.
198
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76
LÓPEZ DE ZAVALÍA, F. J., Teoría de los…, cit., p. 649.
77
En este sentido peca de imperfecta la legislación española pues al referirse a este parti-
cular lo hace empleando el término extinción, cuando lo correcto es disolución, pues
como se ha explicado antes de extinguirse se abre un proceso que pasa por varias etapas,
y en esencia los diferentes supuestos que regulan lo que hacen es dar lugar a que esos
procesos se inicien.
78
López De Zavalía, F. J., Teoría de los…, cit., p. 663.
199
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
que para que sea genuina tal dilación, debe acordarse antes de que se
extinga la sociedad, pues en caso contrario se entendería que ha surgido
una nueva sociedad79, de igual forma pudo referir las formalidades de la
prórroga, aunque se entiende ante el silencio del legislador que deban ser
las mismas que se verificaron en la concertación del contrato.
Regula seguidamente como otra causal la terminación del negocio que sir-
vió de objeto a la sociedad, como empresa que es, al fin y al cabo, la ló-
gica indica que una vez que cumple su cometido finalice. En este sentido,
resulta peculiar la excepción que establece el mencionado artículo en su
segundo párrafo al postular que, si se ha prefijado un día cierto para que
termine la sociedad, y llegado ese día antes de finalizarse el negocio no se
prorroga, se disuelve la sociedad. Podría el artículo haber incluido también
la imposibilidad de realización del fin social para el que fue concebida, por
ser una posibilidad real que puede darse.
Se ha explicado la importancia del aporte que constituye el objeto social,
especialmente de la cosa cierta y determinada, de ahí otra de las causales
que refiere el artículo 2004, de la que no opera automáticamente, es la
extinción de la cosa o cosas que forman su objeto total, si la extinción es
parcial, continuará la sociedad, salvo el derecho de los socios para exigir la
disolución si con la parte que queda no pudiere continuar útilmente. Con-
sagra igualmente el precepto que la insolvencia de la sociedad también da
lugar a su disolución.
En estrecha relación con este artículo, el 2005 establece que, si alguno de
los socios falta, por su hecho o culpa, -responsabilidad subjetiva como se
explicó antes-, a la promesa de poner en común las cosas o la industria a
que se ha obligado en el contrato, al resto de los socios les asiste el derecho
para dar por disuelta la sociedad. En este caso, se debe entender que la im-
portancia de la cosa es tal que su no aportación acarrearía la imposibilidad
de realización del objeto social.
Igualmente de la redacción del artículo se infiere que la cosa no haya pa-
sado en propiedad a la sociedad porque se mantenga aún en propiedad
del socio o este solo haya transmitido el usufructo de la misma, pues si la
sociedad ostenta la titularidad domínica, siguiendo lo explicado sobre el
riesgo, no cabría hablar de disolución, particular que se complementa con
la expresa redacción del artículo 2006 que establece que si un socio ha
aportado la propiedad de una cosa, subsiste la sociedad aunque esta cosa
perezca, a menos que sin ella no pueda continuar útilmente, en caso de que
79
Vid. Artículo 1703 del Código Civil Español.
200
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80
En este sentido es más completa la redacción del Código Civil español que establece en su
artículo 1704 que en caso de que continúe la sociedad entre los que sobrevivan, el here-
dero del que haya fallecido sólo tendrá derecho a que se haga la partición, fijándola en el
día de la muerte de su causante; y no participará de los derechos y obligaciones ulteriores,
sino en cuanto sean una consecuencia necesaria de lo hecho antes de aquel día.
201
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
81
DIEZ-PICAZO, L. y GULLÓN, A., Sistema de…, p. 534.
202
Jorge Luis Ordelin Font y Ana María Pereda Mirabal
Bibliografía
Fuentes doctrinales
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Miguel Ángel Pérez Álvarez María Ángeles Parra Lucán, 4ta. Edición, Colex,
2014, Madrid; Diez-Picazo, Luis y Gullón, Antonio, Sistema de Derecho
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de la Academia Matritense del Notariado tomo XXIX, disponible en http://
vlex.com/vid/unipersonal-pronunciada-matritense-238499, consultado el 5
de febrero de 2016.
Fuentes legales
Codificación del Código Civil, expedida por el Congreso Nacional en virtud
de la Codificación 2005 - 010 de 10 de mayo de 2005. Si bien esta codifica-
ción reúne toda una serie de normativas complementarias, a los efectos de
este trabajo y para la referencia de sus artículos la denominaremos Código
Civil de Ecuador), disponible en www.wipo.int/edocs/lexdocs/laws/es/ec/
ec055es.pdf, consultado el 24 de enero de 2016; Codificación de la Ley
de Compañías, expedida por el Congreso Nacional en virtud de RO/ 312
de 5 de noviembre de 1999. (Si bien esta codificación reúne toda una serie
de normativas complementarias, a los efectos de este trabajo y para la re-
ferencia de sus artículos la denominaremos Ley de Compañías), disponible
en www.oas.org/juridico/pdfs/mesicic4_ecu_comp.pdf, consultado el 24 de
enero de 2016; Código de Comercio de Ecuador, Codificación 28, Registro
203
EL CONTRATO DE SOCIEDAD
204
EL CONTRATO DE MANDATO
Título XXVII “Del Mandato”
Artículos 2020 al 2076
Rafael Roselló Manzano*
Sumario
1. Generalidades
2. Sujetos del contrato
3. Obligaciones del mandatario
4. Obligaciones del mandante
5. Extinción del mandato
Bibliografía
1. Generalidades
El contrato de mandato es uno de los más profusamente regulados en los Có-
digos civiles de la tradición latina. Sus reglas, en particular las relativas a su
extinción, con frecuencia sirven de norma de remisión a otros contratos. Su
naturaleza jurídica está relacionada esencialmente con la gestión o realiza-
ción de actos jurídicos en interés del mandante.
En esa línea se mueve el artículo 2020 del Código civil ecuatoriano: “Manda-
to es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios
a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera. La perso-
na que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo acepta
apoderado, procurador, y en general, mandatario.”
En primer lugar, queda claro que se trata de un contrato, un acuerdo de volun-
tades que crea relaciones obligatorias entre las partes a tenor y dentro de los
límites de la autonomía privada. Es necesario apelar a la naturaleza jurídica
del mandato para distinguirlo adecuadamente de las cuestiones relacionadas
con el apoderamiento y la representación, instituciones que se confunden de
205
EL CONTRATO DE MANDATO
1
Lorenzetti, Ricardo, Tratado de los contratos, Ed. Rubinzal- Culzoni, Bs. As. S.A. T.II,
p. 222.
206
Rafael Roselló Manzano
2
Tales son las combinaciones posibles que regula el Código civil ecuatoriano en su artículo
2024 para reputar el mandato como existente.
207
EL CONTRATO DE MANDATO
se trata de un mandato gratuito, pues incluso en ese caso existen las obliga-
ciones del mandante de provisión de fondos y reembolso de gastos. La posi-
ción consensualista parece ser seguida también por el legislador ecuatoriano
en el artículo 2027: “el encargo que es objeto del mandato puede hacerse por
escritura pública o privada, por cartas, verbalmente o de cualquier otro modo
inteligible, y aún por la aquiescencia tácita de una persona a la gestión de sus
negocios por otra; pero no se admitirá en juicio la prueba testimonial sino en
conformidad a las reglas generales, ni la escritura privada cuando las leyes
requieran un instrumento auténtico.”
El objeto del contrato es el encargo de realizar actos jurídicos o negocios,
entendidos como manifestaciones lícitas de voluntad que tienen como efecto
la constitución, modificación o extinción de relaciones jurídicas. La nota de
juricidad se predica generalmente de los actos para intentar la difícil distin-
ción con los contratos de prestación o locación de servicios, en los que se
dice que se realizan simples actos materiales. Sin embargo, es obvio que en
muchas oportunidades las actividades que se realizan en la ejecución del
mandato no son solamente las que Diez- Picazo y Gullón llaman “jurídica-
mente relevantes”3, sino que deben incluirse las que, siendo materiales, son
imprescindibles para el desenvolvimiento de la gestión.
Queda claro que los actos jurídicos a los que me he venido refiriendo deben
ser lícitos y susceptibles de ser realizados por otro, es decir, que por ley o
por voluntad de las partes de un contrato anterior, no caigan en la categoría
de actos personalísimos. Como regula el artículo 2034 del Código civil, los
mandatos pueden ser especiales, cuando se refieren a un acto concreto, o
generales, en los que se encarga al mandatario la realización o gestión de una
categoría de actos (por ejemplo de gestión), o de todos los actos jurídicos que
el mandante pudiera realizar por sí mismo. Cuando esto último ocurre, y para
evitar perjuicio a los intereses del mandante, existen normas imperativas que
impone restricciones a la interpretación del contrato respecto de los actos de
dominio. En el artículo 2036 del Código Civil ecuatoriano se dispone que “el
mandato no confiere naturalmente al mandatario más que el poder de efec-
tuar los actos de administración (...) Para todos los actos que salgan de estos
límites, necesitará de poder especial.” Se puede decir, sin embargo, que los
actos de administración pueden ser por lo menos igual de perjudiciales que
los de dominio en lo que al interés y al patrimonio del mandante se refieren,
como sucede por ejemplo, con el arrendamiento del bien por un largo perío-
do de tiempo.
3
Díez Picazo, Luis y Antonio Gullón, Sistema de Derecho Civil, Volumen II, El contrato en
general, Doctrina general del contrato y de las obligaciones, Contratos en especial, Cuasi
contratos, Enriquecimiento sin causa, Responsabilidad extracontractual, Ed. Tecnos, Ma-
drid, 1992, p. 475.
208
Rafael Roselló Manzano
4
Vid. Ghersi, Carlos Alberto (coordinador), Contratos civiles y comerciales, Ed, Astrea, Bue-
nos Aires, 1998, p. 731.
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210
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211
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213
EL CONTRATO DE MANDATO
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Díez Picazo, Luis y Antonio Gullón, Sistema de Derecho Civil, Volumen II,
El contrato en general, Doctrina general del contrato y de las obligaciones,
Contratos en especial, Cuasi contratos, Enriquecimiento sin causa, Respon-
sabilidad extracontractual, Ed. Tecnos, Madrid, 1992; Ghersi, Carlos Alber-
to (coordinador), Contratos civiles y comerciales, Ed, Astrea, Buenos Aires,
1998; Lorenzetti, Ricardo, Tratado de los contratos, Ed. Rubinzal- Culzoni,
Bs. As. S.A. T.II.
Fuentes legales
Ecuador: Código Civil, Codificación 10, Registro Oficial Suplemento 46, de
fecha 24 de junio de 2005; Código Orgánico General de Procesos, apro-
bado el 12 de mayo de 2015, en la sede de la Asamblea Nacional ubicada
en el Distrito Metropolitano de Quito; y publicado en el Suplemento del
Registro Oficial, Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de mayo de 2015.
214
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
Título XXVIII “Del comodato o Préstamo de uso”
Artículos 2077 al 2098
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez*
Sumario
1. Consideraciones generales
2. Comodato o Préstamo de Uso
2.1. Concepto de contrato de Comodato o Préstamo de Uso
2.2. Características del contrato de Comodato o Préstamo de Uso
2.3. Naturaleza Jurídica del contrato de Comodato o Préstamo de Uso
3. Elementos del contrato de Comodato o Préstamo de Uso
4. Obligaciones de las partes del contrato de Comodato o Préstamo de Uso
5. Del derecho de retención en el contrato de Comodato o Préstamo de Uso
6. Extinción del contrato de Comodato o Préstamo de Uso
Bibliografìa
1. Consideraciones generales
El contrato de comodato ha sido considerado tradicionalmente como uno
de los contratos traslativos del derecho de uso y disfrute de un bien,1 que
son aquellos en virtud de los cuales se trasmite el derecho a usar y en su
caso disfrutar del bien que se entrega; estos contratos se caracterizan por
ser negocios contractuales de tracto sucesivo y sus efectos son temporales,
pues al expirar el término pactado por los contratantes, las facultades tras-
mitidas vuelven a gravitar en la esfera jurídica del transmitente.2
215
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
mejor comprador, cfr. Artículo 1826, comisorio, cfr. Artículo 1817 o reserva de dominio,
cfr. Artículo 1814; todos del Código Civil ecuatoriano.
3
Artículo 879 (Noción general y clases de préstamo) I. El préstamo es un contrato por el
cual el prestador entrega una cosa al prestatario para que este la use y consuma y se la
devuelva o restituya su equivalente después de cierto tiempo.
II. Hay dos especies de préstamo: el de cosas fungibles y el de cosas no fungibles, el
primero se llama mutuo o préstamo de consumo o simplemente préstamo; el segundo,
comodato o préstamo de uso.”.
4
Artículo 1.740. “Por el contrato de préstamo, una de las partes entrega a la otra, o alguna
cosa no fungible para que use de ella por cierto tiempo y se la devuelva, en cuyo caso se
llama comodato, o dinero u otra cosa fungible, con condición de devolver otro tanto de la
misma especie y calidad, en cuyo caso conserva simplemente el nombre de préstamo.
El comodato es esencialmente gratuito.
El simple préstamo puede ser gratuito o con pacto de pagar interés”.
5
Vid. DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, Luis y Antonio GULLÓN, Sistema de Derecho Civil,
Vol. II, 6ta edición revisada y puesta al día, Editorial Tecnos, Madrid, 1990, p.453.
6
Algunas legislaciones incurren en el error de confundir los bienes fungibles con los bie-
nes consumibles, vid. ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, Derecho Civil II, Derecho de las
Obligaciones, Vol. II, 8va edición, Editorial Bosch, Barcelona, 1989, p. 372; cfr. artícu-
los 895 del CC boliviano; 2384 CC federal de México; 1.753 del CC español, 593 del CC
ecuatoriano, entre otros en los que la fungibilidad ha de ser entendida en el sentido de que
el bien que se entrega es consumido por el uso que de él se haga, como es en el préstamo,
en el que es imposible separar el uso del consumo, por ello la obligación del prestatario
es la de devolver otro tanto de la misma especie y calidad; no así en el comodato en que
el uso no implica consumo y la obligación del comodatario es la restituir el mismo bien
una vez expirado el término del contrato o realizado el uso para el que fue entregado al
comodatario; por ello los bienes que son objeto de estos contratos más que fungibles, son
bienes genéricos en el caso del préstamo y determinados en el caso del comodato
216
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
cialmente, entre otros aspectos: por su naturaleza, por los bienes objeto del
contrato, por sus efectos, por quien es la parte contratante que soporta los
riesgos por la pérdida o deterioro del bien y por las causas de terminación
del contrato, por lo que constituyen especies contractuales diversas, es por
ello que Códigos modernos7 los regulan de forma independiente.
El Comodato es un contrato esencialmente gratuito; los bienes que se en-
tregan al comodatario son no fungibles, son bienes determinados que no
se destruyen por su uso; en el Comodato sólo se autoriza el uso, en él la
entrega se hace para que el comodatario use el bien, por ello su obligación
principal es la restitución del bien recibido; el comodante está obligado al
pago de los gastos extraordinarios para la conservación del bien; los riesgos
por la pérdida o deterioro que se produzcan, sin culpa del comodatario, son
por cuenta del comodante y este puede reclamar la devolución antes del
vencimiento del término en determinadas circunstancias.
7
Cfr. Título XXVIII “Del comodato o préstamo de uso” Artículo 2077: Comodato o prés-
tamo de uso es un contrato en que una de las partes entrega a la otra gratuitamente una
especie, mueble o raíz, para que haga uso de ella, con cargo de restituir la misma especie
después de terminado el uso. Este contrato no se perfecciona sino por la tradición de la
cosa; y título XXIX “Del mutuo o préstamo de consumo”, Artículo 2099: Mutuo o présta-
mo de consumo es un contrato en que una de las partes entrega a la otra cierta cantidad
de cosas fungibles, con cargo de restituir otras tantas del mismo género y calidad, ambos
del Código Civil de Ecuador. Artículo 2384: Del Mutuo ”El mutuo es un contrato por el
cual el mutuante se obliga a transferir la propiedad de una suma de dinero o de otras
cosas fungibles al mutuario, quien se obliga a devolver otro tanto de la misma especie
y calidad”; Artículo 2497: Del Comodato: ”El comodato es un contrato por el cual uno
de los contratantes se obliga a conceder gratuitamente el uso de una cosa no fungible
y el otro contrae la obligación de restituirla individualmente”; ambos del Código Civil
Federal de México y Título VII Préstamo, Artículo 379: ”Por el contrato de préstamo una
de las partes se obliga a entregar a la otra una cantidad de dinero o de bienes designa-
dos solamente por su género, y esta a devolver otro tanto de la misma especie y calidad
dentro del plazo convenido.” y Título VIII Comodato, Capítulo I Disposición General,
Artículo 382: ”Por el contrato de comodato una de las partes se compromete a ceder a la
otra el uso gra¬tuito de un bien determinado y ésta a devolvérselo des¬pués de haberlo
utilizado o al vencer el término del contrato”, ambos del Código Civil cubano.
8
Recuérdese que el contrato es real cuando para su perfección se requiere la entrega del
bien, hasta tanto esta no se produzca no existe contrato, en tanto el contrato es consen-
217
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
sual cuando es suficiente el consentimiento para la perfección de él. Para algunas legis-
laciones comunes como la boliviana, cfr. artículo 879, la española, cfr. artículo 1.740
y la venezolana, cfr. artículo 1.724 el comodato es un contrato real por definición, en
tanto las cubana y mexicana lo consideran consensual, cfr. artículo 382 y artículo 2497.
9
“Este contrato no se perfecciona sino por la tradición de la cosa”.
10
PINA, Rafael de y Rafael de PINA VARA, Diccionario de Derecho, p.165; RAPA ÁLVA-
REZ, Vicente, Manual de Obligaciones y Contratos, Tomo II, p. 242; PERAL COLLADO,
Daniel, Obligaciones y Contratos Civiles, p. 332; DÍEZ-PICAZO PONCE DE LEÓN, Luis
y Antonio GULLÓN, op. cit., p. 437; ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, op. cit., p. 373,
entre otros.
11
Artículo 593 “Las cosas muebles se dividen en fungibles y no fungibles”. A las primeras
pertenecen aquellas de que no puede hacerse el uso conveniente a su naturaleza sin que
218
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
se destruyan. Las especies monetarias, en cuanto perecen para el que las emplea
como tales, son cosas fungibles”.
12
Dentro de la categoría de liberalidades entran un gran número de actos heterogéneos
entre sí que se caracterizan por otorgar un beneficio a otra persona sin que esta debe
realizar nada a cambio de ello, ejemplo: el préstamo de consumo sin interés; recibir en
depósito sin retribución por la guarda y custodia; la donación; el préstamo de uso; entre
otros. El acto liberal es aquél por el que, sin estar obligado a ello, una persona propor-
ciona a otra una ventaja o beneficio gratuito, o sea, sin recibir por ello nada a cambio,
por tanto, no hay liberalidad si el que otorga el beneficio tenía el deber de realizar el acto
por el que proporciona tal beneficio gratuito, aun cuando lo realice espontáneamente.
13
Cfr. Artículo 1.741: “El comodante conserva la propiedad de la cosa prestada: El como-
datario adquiere el uso de ella, pero no los frutos; si interviene algún emolumento que
haya de pagar el que adquiere el uso, la convención deja de ser comodato.” Código
español y artículo 880 (carácter y gratuidad del comodato). “El comodato es el préstamo
219
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
2. Es un contrato traslativo solo del uso del bien no del derecho de uso
El bien se entrega única y exclusivamente para su uso, el comodatario solo
puede usar el bien dado en comodato, por lo que más que un derecho de
uso,14 es un deber de uso lo que tiene, de ahí que, de emplear la cosa en
un uso distinto al convenido, o a falta de convención, en el uso ordinario
de las de su clase, el comodante podrá exigir la indemnización de todo
perjuicio y la restitución inmediata, aunque para la restitución se haya es-
tipulado plazo, cfr. Artículo 2080.
A diferencia del contrato de arrendamiento en que puede trasmitirse ade-
más del derecho de uso, el derecho de disfrute, en el contrato de Comodato
la parte que recibe el bien solo puede usarlo, no tiene derecho a percibir
los frutos que por el uso se obtengan del bien, los que corresponden al co-
modante, en consecuencia el comodatario no adquiere los frutos que por
el uso se obtenga del bien, los que corresponde al comodante por lo que
en ningún caso se convierte en titular de un derecho real15, puesto que el
comodante conserva sobre la cosa prestada todos los derechos16 que antes
tenía, aun cuando no puedan ser ejercidos, en cuanto fueren incompatibles
con el uso concedido al comodatario, cfr. Artículo 2079 del Código ecua-
toriano, lo que conlleva a que la pérdida o deterioro del bien sin culpa del
comodatario y cuando éste la haya destinado al uso pactado corren por
cuenta del comodante, cfr. Artículo 2081.
220
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
17
De manera que en este caso no opera el beneficio del término, cfr. Artículo 1512 del
Código Civil ecuatoriano.
18
Vid. ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, op. cit., p. 372.
221
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
19
Entendido este como la facultad de utilizar el bien conforme a su naturaleza, pero no se
constituye un derecho real sobre el mismo, cfr. Artículo 595, solo un derecho personal,
cfr. Artículo 596; ambos del Código Civil.
20
La traditio en este caso no constituye modo de adquirir el dominio u otro derecho real,
por no reunir los requisitos que para este fin se requieren, cfr. artículos: 686, 688, 689,
690 y 699 del Código Civil de Ecuador; solo es requisito necesario para que el contrato de
Comodato se perfeccione, tal como exige el artículo 2077 del mencionado cuerpo legal.
21
Cfr. artículo 1740, Vid. DÍEZ-PICAZO Y GULLÓN, op. cit., p. 453.
22
En la idea de obligación recíproca, no basta la pluralidad de deudas y créditos, y el he-
cho de que cada una de las deudas y créditos se encuentren a cargo o a favor de cada
uno de los interesados, siendo decisiva la existencia de reciprocidad, los convierte en
un fenómeno complejo, en el cual dos obligaciones se insertan o se integran en una más
amplia, que es la obligación recíproca, Vid. DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho
Civil Patrimonial, Volumen II, 4ª. edición, Editorial Civitas, Madrid, 1993, p. 369. La nota
característica de este tipo de obligaciones se encuentra en la interdependencia entre los
dos deberes de prestaciones, de manera que cada uno de ellos frente al otro funcione
como un contravalor. La interdependencia que se produce entre las obligaciones cuyo
objeto es la prestación principal, no entre todos los deberes que nacen de la relación
obligatoria.
222
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
23
Vid. ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, op. cit., p. 373.
24
Cfr. artículo 882 del Código Civil boliviano, en este supuesto, entonces se considera
que el acto jurídico de Comodato es un acto de disposición y no de administración; en
consecuencia, para concertar el contrato es necesario ser propietario del bien.
25
Vid. RAPA ÁLVAREZ, op. cit., pp. 243 y 244; ALBALADEJO GARCÍA, Manuel, op. cit.,
p. 372.
223
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
26
Vid. ROSELLO MANZANO; op. cit. p. 322.
224
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
27
Ídem, p. 323.
225
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
226
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
28
DIEZ-PICAZO citando a VIÑAS MEY, “Fundamentos…cit., p. 408.
29
DIEZ-PICAZO, Ídem.
30
OJEDA RODRÍGUEZ, Nancy de la C. y Teresa DELGADO VERGARA, Teoría General de
las Obligaciones. Comentarios al Código Civil cubano, Editorial “Félix Varela”, La Haba-
na, 2001, p.161.
227
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
31
El Comodato puede ser concertado en interés de ambas partes, cfr. Artículo 2082 del
Código Civil de Ecuador.
228
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
32
Con esta previsión legal el legislador ecuatoriano, al igual que otros cuerpos legales de
igual naturaleza, considera que es posible que las obligaciones que nacen del comodato
son transmisibles a los herederos de ambos partes, cfr. artículos 1.742 del Código Civil
español, 1.725 del Código Civil venezolano, 883 del Código Civil boliviano. A diferen-
cia de otros como el Código Civil cubano que considera al Comodato es un contrato
intuitu personae y en consecuencia al producirse la muerte de cualquiera de los sujetos
del contrato a contrario sensu de la regla general, sus derechos y obligaciones no se
transmiten a sus herederos y consecuentemente el contrato se extingue, cfr. Artículo 386
inciso a) del Código Civil cubano.
229
EL CONTRATO DE COMODATO O PRÉSTAMO DE USO
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Albaladejo García, Manuel, Derecho Civil II, Derecho de las Obligaciones,
Vol. II, 8va edición, Editorial Bosch, Barcelona, 1989; Castro García, Jaime
de et al, Código Civil Comentarios y Jurisprudencia, 6ta edición, Editorial
Colex, Madrid, 1993; Diez-Picazo, Luis; Fundamento de Derecho Civil Pa-
trimonial, V-II, 4ta edición, Editorial Civitas. Madrid 1993; __________ y
Antonio Gullón Ballestero, Sistema de Derecho Civil, Vol. II, 6ta edición
revisada y puesta al día, Editorial Tecnos, Madrid, 1990; Hedeman, J:W, De-
recho de Obligaciones, V.III, traducido de última edición alemana con notas
de Derecho español por Jaime Santos Briz, Editorial Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1958; Guzmán Santisteban, Jorge, Derecho Civil, Tomo I,
<De las obligaciones y de los contratos en general>, 7ma edición actuali-
zada, Ediciones Jurídicas-Consultora Guzmán Santisteban, Bolivia, 2003;
Ojeda Rodríguez, Nancy de la C. y Teresa Delgado Vergara, Teoría General
de las Obligaciones. Comentarios al Código Civil cubano, Editorial “Félix
Varela”, La Habana, 2001; Ordoqui Castilla, Gustavo. Lecciones de Dere-
cho de las Obligaciones, Tomo III, Volumen I, Ediciones “Del Foro” S.R.L.,
Montevideo, 1999; Peral Collado, Daniel, Obligaciones y Contratos Civiles,
1ra edición, s.Ed., La Habana, 1980; Pina, Rafael de y Rafael de Pina Vara,
Diccionario de Derecho, 16ta edición, Editorial Porrúa, México, 1989; Rapa
Álvarez, Vicente, Manual de Obligaciones y Contratos, Tomo II, 2da edi-
ción, Editorial “Félix Varela”, La Habana, 2003; Rosello Manzano, Rafael,
“La responsabilidad contractual en algunos contratos a título gratuito del Có-
digo Civil cubano”, Contratos gratuitos coordinado por Leonardo B. Pérez Ga-
llardo, Editores Zavalia, Temis, UBIJUS y Reus; Bogotá, México D.F., Madrid,
Buenos Aires; 2010, pp. 315-329; Scognamiglio, Renato, Teoría General del
Contrato. Volumen IV, traducción Fernando Hinestrosa, 1ª edición, 1983.
(Reimpresión) Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1991.
Fuentes legales
Código Civil boliviano, Decreto Ley # 12760 de 6-8-1975, 1ra edición,
Editado por Tribuna de los Trabajadores UPS, La Paz, Bolivia, 1999; Código
Civil cubano, Ley # 59, en Gaceta Oficial extraordinaria # 9 de 15-10-1987;
230
Nancy de la Caridad Ojeda Rodríguez
231
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
Título XXIX “Del contrato de Mutuo o Préstamo de consumo”
Artículos 2099 al 2115
Noadis Milán Morales*
Grisel Galiano Maritan**
Sumario
1. Pilastras históricas sobre el contrato de mutuo o préstamo
1.1. Matices del contrato de mutuo o préstamo de consumo en el Código
Civil ecuatoriano
2. Mutuante y mutuario: De tránsito por sus obligaciones
2.1. De las clases de mutuo
2.2. Sobre los plazos para la restitución de las cosas dadas en
mutuo
3. Aspectos polémicos sobre el pacto de intereses en el contrato
de mutuo
Bibliografía
232
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
1
Plantea Volterra, que no está confirmada por las fuentes, la teoría mantenida por Ihering y
defendida por otros romanistas como Pernice y Perozzi, de que el mutuo habría consistido
originariamente en la simple datio de la cosa, naciendo del injusto enriquecimiento del
que recibía la obligación de restituirla. En los pasajes de los juristas del siglo II P. C, apa-
rece cómo comenzó a formarse la convicción de que el acuerdo era elemento esencial del
mutuo (D. 12,1, 32 de Celso); por otra parte, la prohibición del enriquecimiento injusto no
existe en el Derecho romano antiguo y menos aún la simple datio que se identifica con la
traditio, no puede por sí sola tener otros efectos que la transferencia de la propiedad y no
puede llevar consigo la obligación de restituir. Para que surja tal obligación es necesario
que en el momento en que se verifica la traditio, exista la conventio sobre la restitución.
Vid. Volterra, Eduardo, Instituciones de Derecho Privado Romano, Editorial Civitas S.A,
Madrid, 1991, pp. 485 y ss.
2
La configuración jurídica del mutuo no debe hacer pensar que en la economía romana
no se practicara el préstamo a interés. Al contrario, esta actividad era llevada a cabo
ampliamente en todas las clases de la sociedad romana y no era desdeñada por grandes
personajes de la época republicana e imperial. La correspondencia de Cicerón con Ático
ofrece numerosos ejemplos. El tipo de interés era bastante elevado, la Ley de las XII Tablas
fijan el máximo del tipo legal (foenus unciarium) en 1/ 12 del capital, esto se interpreta
en el sentido de que el interés era de 8, 33 por 100 al mes, y después de un año el deudor
debía restituir el doble del capital recibido. Idem, p. 486.
233
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
3
La licitud de exigir los intereses, por la suma o las cosas fungibles dadas en mutuo, ha sido
objeto de discusión entre los filósofos antiguos. La hostilidad contra esta clase de negocios
parece inspirada sobre todo en la consideración de que, con frecuencia resultaban un
medio para lucrarse del estado de necesidad económica en que se encontraba aquel que
recurre a otro para obtener un préstamo. Idem, p. 487.
234
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
4
Bajo este aspecto el Derecho francés difiere esencialmente del Derecho romano y del
nuestro (se refiere el autor al Derecho argentino), cuyas disposiciones reposan sobre el
principio contrario, es decir, sobre el principio que el consentimiento no basta por regla
general para hacer una convención civilmente obligatoria. Idem, p. 175. Una fuente directa
del consensualismo del Código Napoleón ha sido la obra de Domat. Vid. Domat, Jean, Las
leyes civiles en su orden natural, tercera edición, Editorial Librería Esteban Pujal, 1861.
5
Vid. Escobar Fornos, Iván, Curso de Derecho de Contratos, Editorial Hispamer, segunda
edición, Managua, 1988, p. 220; López de Zavalía, Fernando J, Teoría de los Contratos, T. V,
parte especial IV, Editorial Zavalía, Buenos Aires, 1995, p. 219.
6
Los redactores del Código Civil francés de 1804 (Código Napoleónico), debatieron esta
cuestión, prevaleciendo finalmente la opinión de Pothier, para quien debía seguirse el
criterio del Derecho Romano, esto es, debía estimarse al contrato de préstamo como con-
trato unilateral, que si bien no producía obligaciones directas para el mutuante, le imponía
deberes, dado que dicho contrato debía ejecutarse de buena fe.
235
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
7
Zavala Rodríguez, Carlos Juan, en Código de Comercio y leyes complementarias, III, Edi-
ciones Depalma Buenos Aires, 1969, pp. 12 y ss.
236
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
8
Vid. Barroz Errazuriz, Alfredo, Curso de Derecho Civil, primera parte, vol. II, Tratado
de las obligaciones en general, cuarta edición, Editorial Nascimento, Santiago de Chile,
1932, p. 7.
237
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
9
Se conoce como vicios ocultos, llamados también redhibitorios, a los defectos ocultos
que tiene el bien que se transfiere en propiedad, posesión o uso, vicios existentes al mo-
mento de la transferencia que, sin causar la pérdida, disminuyen la utilidad o hacen inútil
el bien para el fin para el cual está destinado. Vid. Torres Vásquez, Aníbal, Rescisión y
Resolución del contrato, consultado en www.etorresvasquez.com.pe/pdf/RESCISION-Y-
RESOLUCION.pd, 12 de noviembre 2016. Nuestro Código Civil lo regula en su artícu-
lo 1797.
238
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
10
Vid. Franceschetti, Paolo, Il contratto, Edizione Giuridiche Simona, reimpresión, Napoli,
2006, p. 410.
239
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
A grandes rasgos se colige que las obligaciones del mutuante y del mutuario
consisten en:
240
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
ciantes; y el mutuo comercial en cambio tiene que ser celebrado entre dos
comerciantes y/o entre un civil prestamista y un prestatario comerciante11.
El autor conceptualiza estas clases de mutuo atendiendo al caso colom-
biano en lo particular, otros autores12 visualizan la importancia de estas
clasificaciones en la no aplicación de la usura en el mutuo comercial; po-
sición de la que se aparta el Código Civil ecuatoriano, quien no repara en
la distinción entre el mutuo comercial o civil para la aplicación de la usura.
Una visión distinta es aquella que le resta importancia al tema de la clasi-
ficación entre el mutuo civil y comercial, al ubicar la problemática sobre
los distingos de esta figura contractual al momento de la celebración del
contrato donde se ignora cuál será el destino de las cosas prestadas13.
¿Cómo se manifiesta este hecho en el caso ecuatoriano? ¿Tiene o no
importancia distinguir la clase de contrato de mutuo ante la cual estamos
presentes?
La primera de las interrogantes retoma para su respuesta la consagración del
contrato de mutuo en el Código Civil y de la que hemos venido haciendo
referencia en los epígrafes anteriores, comprendiendo su regulación de los
artículos 2099 al 2115.
El mutuo comercial encuentra abrigo per se en el artículo 553 del Código
de Comercio cuando indica que:
(…) El préstamo se tiene por mercantil cuando se contrae en el concepto y
con expresión de que las cosas prestadas se destinan a actos de comercio,
aunque las partes no sean comerciantes (…)
Lo primero que señala el enunciado normativo es lo concerniente al con-
cepto de dicho préstamo, o sea, su esencia debe responder al ámbito mer-
cantil, con el agregado de que el objeto del contrato se destine a actos de
comercio, cuya salvedad descansa en que las partes pueden o no ostentar
la cualidad de comerciantes.
11
Existen dos eventos en los cuales puede existir un mutuo comercial: el primero tiene
lugar cuando se adquiere y suscribe acciones en sociedades de capital, cuando aporta
capital y/o se toma parte directa o indirecta de la dirección y administración de la com-
pañía y el segundo evento cuando se aporta o suministra capital en préstamo o mutuo
comercial. Vid. Gómez Moreno, Jorge, El préstamo de Dinero a Interés a Título de Mutuo
Comercial, Editorial Jorge Plazas, Colombia, 1976, pp. 19 y 20.
12
Vid. Camares Ferro, José, Curso de Derecho Romano, Editorial Perrot, novena edición,
Argentina, 1958, p. 250.
13
Vid. Morán Bovio, David, El Contrato de Préstamo Mercantil, Editorial Ariel S. A, España,
2006, p. 411.
241
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
14
Vid. Iriondo, Luis U, “Mutuo o préstamo de consumo”, en Revista El Derecho, T. 11,
Chile, 1988, p. 279.
15
En el caso del Código de Comercio chileno su artículo 558, si le concede importancia
al criterio subjetivo de clasificación del mutuo (civil o comercial), al suscribir que: “El
mutuo o préstamo está sujeto a las leyes mercantiles, cuando la cosa prestada puede ser
considerada género comercial, o destinada a uso comercial, y tiene lugar entre comer-
ciantes, o teniendo por lo menos el deudor esa calidad.”
16
Es el caso de otras legislaciones comerciales como la mexicana, que prevé en su artículo
331 que: Toda prestación pactada a favor del acreedor que conste precisamente por es-
crito se reputará interés.
17
El préstamo mercantil devenga intereses, salvo convención en contrario. Deben hacerse
por escrito la estipulación de intereses distintos del legal, y la que exonere de intereses al
deudor. Si la deuda consistiere, no en dinero, sino en otras especies, se estimarán éstas,
para el cálculo de intereses, por su valor en el tiempo y lugar en que aquella se contrajo.
Cfr. Código de Comercio de Ecuador.
242
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
243
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
18
Los romanos no llegaron a admitir el interés por el dinero prestado, el cual no derivaba
del contrato de préstamo, sino de una estipulación formal, hecha separadamente y fuera
del contrato de préstamo, pudiendo perseguirse el pago de los intereses por medio de
la acción particular y propia de la estipulación. Vid. Volterra, Eduardo, Instituciones de
Derecho Privado…, cit., p. 129.
19
Idem, p. 128.
20
Idem, p. 130.
21
Vid. Enciclopedia Financiera, consultado en http://www.enciclopediafinanciera.com/
diccionario/interes-convencional.html, 12 de noviembre 2016.
244
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
245
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
22
Esgrime la autora que su consideración originó vivas controversias entre los antiguos
para quienes estos intereses compuesto lo eran de doble usura y mucho más rechazable
que el simple interés. Vid. Martínez Ledesma, Juana, “Del contrato de préstamo a interés”,
en Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de
Venezuela, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas,
Caracas, 1982, p. 134.
23
Vid. Vidal Ramírez, Fernando, La capitalización de intereses, consultado en https://dialnet.
unirioja.es/descarga/articulo/5143955.pdf, 12 de noviembre de 2016, p. 83.
246
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
247
EL MUTUO O PRÉSTAMO DE CONSUMO
24
La cláusula penal es aquella en que una persona, para asegurar el cumplimiento de una
obligación, se sujeta a una pena, que consiste en dar o hacer algo en caso de no ejecutar
o retardar la obligación principal.
248
Noadis Milán Morales y Grisel Galiano Maritan
Bibliografía
Fuentes doctrinales
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Tratado de las obligaciones en general, cuarta edición, Editorial Nascimen-
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de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central
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promulgado por el Decreto Legislativo Nº 295, de fecha 24 de julio de
1984; Código de Comercio del Ecuador, última modificación 26 de junio de
2012; Código Orgánico General de Procesos, Registro Oficial Suplemento
506 de 22 de mayo de 2015; Ley de Régimen Monetario y Banco del Esta-
do, última modificación 22 de octubre de 2010.
249
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS
SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
Título XXX “Del depósito y del secuestro”
Artículos 2116 al 2162
Suset Hernández Guzmán*
Teresa Delgado Vergara**
Sumario
1. La situación jurídica de depósito
2. El contrato de depósito: paradigma de los contratos de custodia
2.1. Concepto
2.1.1. Su concreción en el ordenamiento civil ecuatoriano
2.2. Naturaleza jurídica
2.3. Elementos constitutivos
2.3.1. Elementos personales
2.3.2. Elementos reales
2.3.3. Elementos formales
2.4. Clases
2.5. Derechos y obligaciones de las partes
2.5.1. Obligaciones del depositario
2.5.2. Eventuales obligaciones del depositante
2.5.3. La facultad de uso
2.5.4. El derecho de retención
2.6. Modos de extinción
3. El depósito necesario
4. El secuestro
250
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
251
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
las partes;1 por lo que califican dentro de esta especie el depósito legal,
constituido en virtud de la ley, y el depósito miserable, que se ejecuta ante
circunstancias sobrevenidas, imprevisibles y fortuitas. Por otro lado, tam-
bién en el secuestro se vislumbran dos clases: el convencional y el judicial.
El secuestro convencional es adoptado por las propias partes y son estas
las que determinan quién será el tercero encargado de custodiar el bien
durante la sustanciación del pleito; en tanto, el secuestro judicial es decre-
tado por el tribunal actuante, encontrándose sujeto, en todo momento, a su
decisión y autoridad.
El legislador del Código Civil del Ecuador consagró el Título XXX del Li-
bro IV a la regulación de las situaciones jurídicas de depósito, aunque des-
conoce esta denominación.2 Así, del artículo 2120 al artículo 2140 dispu-
so la disciplina jurídica aplicable al contrato de depósito en ausencia de
normas impuestas por la autonomía privada; mientras que los artículos del
2141 al 2153 fueron destinados al depósito necesario y los artículos del
2154 al 2162 al secuestro. En artículos precedentes, del 2116 al 2119, esta-
bleció una suerte de régimen general; por cierto, impreciso e incompleto en
cuanto a técnica jurídica y legislativa. En las páginas sucesivas serán anali-
zadas cada una de estas situaciones jurídicas a los efectos de identificarlas
como institución, caracterizarlas y valorar su regulación legal, con vistas a
ofrecer herramientas que propendan a una mayor eficacia en la interpreta-
ción y aplicación del ordenamiento jurídico vigente.
1
LASARTE, Carlos, Principios del Derecho Civil, tomo III – Contratos, 14ª edición, Marcial
Pons, Madrid, 2011, p. 348.
2
El artículo 2119 reconoce el depósito propiamente dicho y el secuestro como especies de
depósito.
252
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
2.1. Concepto
Etimológicamente proviene del latín depositum, en romano condesijo (del
verbo condessar) que equivale a dar en guarda o custodia. Para Ulpiano
aquella voz deriva del verbo ponere, que precedido de la partícula de, sim-
boliza la confianza plena con que el depositante ha entregado la cosa a la
probidad del depositario.5
Según indica Sánchez Román, la mayoría de los códigos civiles y escritores
modernos coinciden en que “el depósito, en general, es un acto por el cual
se reciben las cosas de otro con el encargo de guardarlas y la obligación de
restituirlas (…), cuando sea debido, que será, por regla general, cuando el
deponente las reclame”.6 En ocasión de definirlo señala que es el “contrato
3
Sobre la distinción entre contrato de aparcamiento de vehículos y contrato de garaje, con-
súltese a LASARTE, Carlos, op. cit., p. 351.
4
V.gr. arrendamiento, préstamo, comodato, usufructo.
5
Apud. CASTÁN TOBEÑAS, José, Derecho Civil Español, Común y Foral, tomo cuarto – De-
recho de Obligaciones. Las particulares relaciones obligatorias, séptima edición, Centro de
Enseñanza y Publicaciones S.A, Madrid, 1952, p. 606.
6
SÁNCHEZ ROMÁN, Felipe, Estudios de Derecho Civil, tomo cuarto – Derecho de obliga-
ciones. Derecho de la contratación, segunda edición, Madrid, 1889, p. 871.
253
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
7
Ídem, p.873.
8
ESCOBAR FORNOS, Iván, Curso de Contratos, Editorial Hispamer, Managua, Nicaragua,
1998, p. 241.
9
ALBALADEJO, Manuel, Derecho Civil II. Derecho de Obligaciones, volumen segundo –
Los Contratos en particular y las obligaciones no contractuales, octava edición, Librería
Bosch, Barcelona, 1989, p. 387.
10
SÁNCHEZ CORDERO, Jorge, “Tema 9: Depósito”, en GONZÁLEZ BLANCO, Carlos y
José Ismael ÁLVAREZ MORENO (coordinadores), et al, Contratos, primera edición, Su-
prema Corte de Justicia de la Nación, México D.F., 2006, p. 213.
254
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
11
Artículo 1758 del Código Civil español: Se constituye el depósito desde que uno recibe
la cosa ajena con la obligación de guardarla y de restituirla.
Artículo 2212 del Código Civil chileno: El contrato se perfecciona por la entrega que el
depositante hace de la cosa al depositario.
12
Artículo 1356 del Código Civil argentino: Hay contrato de depósito cuando una parte
se obliga a recibir de otra una cosa con la obligación de custodiarla y restituirla con sus
frutos.
Artículo 1814 del Código Civil peruano: Por el depósito voluntario el depositario se obli-
ga a recibir un bien para custodiarlo y devolverlo cuando lo solicite el depositante.
Artículo 423 del Código Civil cubano: Por el contrato de depósito una persona se obliga,
onerosa o gratuitamente, a recibir, guardar, custodiar, conservar y devolver un bien mue-
ble que le confía el depositante.
13
ZUDDAS, Goffredo, en I contratti gratuiti, a cura di Antonio PALAZZO y Silvio MAZZA-
RESSE, Wolters Kluwer Italia S.R.L., Torino, 2008, pp. 383 y ss.
14
DÍEZ – PICAZO, Luis y Antonio GULLÓN, Sistema de Derecho Civil, volumen III – Dere-
cho de cosas y Derecho Inmobiliario Registral, quinta edición, revisada y puesta al día,
Editorial TECNOS S.A., Madrid, 1990, pp. 74 y 75; LASARTE, Carlos, Compendio de
Derechos Reales, 2ª edición, Marcial Pons, Madrid, 2013, pp.121-124.
15
Entre los exponentes de esta postura se encuentran: el Código Civil de Chile (artícu-
lo 2215: El depósito propiamente dicho es un contrato en que una de las partes entrega
a la otra una cosa corporal y mueble para que la guarde y la restituya en especie a volun-
tad del depositante.), el Código Civil de Cuba (artículo 423: Por el contrato de depósito
una per-sona se obliga, onerosa o gratuitamente, a recibir, guardar, custodiar, conservar y
devolver un bien mueble que le confía el depositante.) y más categóricamente el Código
Civil de España (Artículo 1761: Sólo pueden ser objeto del depósito las cosas muebles.).
255
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
16
V.gr.: en Perú (Artículo 1814: Por el depósito voluntario el depositario se obliga a recibir
un bien para custodiarlo y devolverlo cuando lo solicite el depositante.), en Argentina
(artículo 1356: Hay contrato de depósito cuando una parte se obliga a recibir de otra una
cosa con la obligación de custodiarla y restituirla con sus frutos.) y más expresamente
en México (artículo 2516: El depósito es un contrato por el cual el depositario se obliga
hacia el depositante a recibir una cosa, mueble o inmueble que aquel le confía, y a guar-
darla para restituirla cuando la pida al depositante.)
256
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
17
Al estar ubicado en las disposiciones generales, ello se aplica no solo para el contrato de
depósito, sino para el resto de las situaciones jurídicas de depósito contempladas por el
Código Civil del Ecuador.
18
Artículo 1456 del Código Civil ecuatoriano: El contrato es gratuito o de beneficencia
cuando sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el grava-
men; y oneroso, cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose
cada uno a beneficio del otro.
257
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
b) Contrato unilateral
Según las partes que resultan obligadas, el contrato de depósito puede cla-
sificarse como unilateral o bilateral. El contrato es unilateral cuando solo
engendra obligaciones para una de las partes, en tanto es bilateral cuando
las produce de manera sinalagmática –esto es, recíprocamente- para ambas
partes.20 El depósito que es gratuito siempre será unilateral en sus efectos,
porque al no fijarse una remuneración por la actividad del depositario –cu-
yo pago correría a cargo del depositante- el único que se encuentra obli-
gado es aquel. Mientras que, si el servicio de custodia es retribuido por
el depositante –como suele suceder en el depósito mercantil y en otros
sistemas legales que admitan la variante de depósito contractual oneroso en
materia civil-, el contrato se torna bilateral en cuanto a sus efectos, ya que
existe una contraprestación al servicio desarrollado por el depositario y, en
consecuencia, obligaciones sinalagmáticas o recíprocas.
Tomando en consideración lo explicado en la clasificación anterior y lo in-
dicado en la presente, el contrato de depósito civil en el Ecuador es un con-
trato unilateral, y, dicho sea de paso, gratuito. Esta calificación no se afecta
por la presencia de las obligaciones reconocidas en el artículo 2140 del Có-
digo Civil, por no participar de la condición de obligación sinalagmática o
recíproca en relación con la obligación principal del depositario. Se trata de
obligaciones eventuales del depositante que no constituyen desde el punto
de vista técnico jurídico contraprestación alguna; sino relaciones obligato-
rias accesorias que comportan para su persona cierta responsabilidad.
Cuando se materializan estas obligaciones del artículo 2140 podríamos
decir que el contrato es bilateral imperfecto, pero ello no trasciende a su
naturaleza jurídica, por lo que la distinción carece de valor práctico. Sigue
19
Al igual que el depósito es un contrato de prestación de servicios, pero siempre tiene ca-
rácter oneroso. Ahora bien, según la última parte del segundo párrafo del artículo 2124,
aunque se trate de un contrato de arrendamiento de servicios, al prestador del servicio de
custodia se le aplica, en cuanto a sus obligaciones y derechos, el régimen legal previsto
para el depositario; con la salvedad de que tiene que desplegar una conducta altamente
diligente porque es responsable hasta de la culpa leve.
20
Artículo 1455 del Código Civil ecuatoriano: El contrato es unilateral cuando una de las
partes se obliga para con otra, que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las
partes contratantes se obligan recíprocamente.
258
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
c) Contrato real
Atendiendo a la manera de perfeccionarse el contrato21 normalmente el
depósito se clasifica en real o en consensual.22 Como se comentaba, son
estas las tendencias en el Derecho comparado, y de ellas, el Código Civil
ecuatoriano acoge la primera. Establece el artículo 2117 que El contrato se
perfecciona por la entrega que el depositante hace de la cosa al depositario;
con lo que la entrega del bien constituye un presupuesto especialísimo de
este contrato. Ello significa que el acuerdo no será obligatorio para ambas
partes hasta que se ponga el bien a disposición del depositario a través de
cualquier variante de traditio (material o ficticia).
d) Contrato principal
En cuanto a la naturaleza relacionada o independiente del contrato o por
su valor o fuerza de obligar, es un contrato principal.23 Tiene una existencia
propia e independiente y no accede a otro contrato.
21
Esta clasificación toma como punto de partida el rol que desempeña la forma en la
perfección, validez y/o eficacia del contrato. Como indican HERNÁNDEZ GUZMÁN y
HIERRO SÁNCHEZ “(…) en ocasiones, el contrato se perfeccionará con el mero consen-
timiento de las partes; en otras, será necesaria la entrega del bien o se deberá adoptar
alguna forma impuesta por la ley o por la voluntad de las partes. Según este criterio
clasificatorio se puede hablar de contratos formales y de contratos no formales.” Vid.
HERNÁNDEZ GUZMÁN, Suset y Luis Alberto HIERRO SÁNCHEZ, “El rol de la forma en
los contratos. Su expresión en el Derecho contractual cubano”, Revista Cubana de De-
recho, IV Época, No. 46, Julio – Diciembre / 2015, Editorial UNIJURIS, Unión de Juristas
de Cuba, p.131.
22
Según el artículo 1459 del Código Civil ecuatoriano: El contrato es real cuando, para que
sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se refiere; es solemne cuando está
sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no sur-
te ningún efecto civil; y es consensual cuando se perfecciona por el solo consentimiento.
23
Artículo 1458 del Código Civil ecuatoriano: El contrato es principal cuando subsiste por
sí mismo sin necesidad de otra convención; y accesorio cuando tiene por objeto asegurar
el cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella.
259
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
e) Contrato nominado
Según el nombre o la denominación del contrato es nominado. Además
de contar con una denominación social arraigada, se encuentra regulado y
nominado como tal en el Código Civil ecuatoriano.
f) Contrato típico
Atendiendo a la regulación legal, los contratos se dividen en típicos y atípi-
cos. Los primeros cuentan con un reconocimiento normativo y casi siempre
disponen de un régimen jurídico propio; los segundos, en cambio, no. En
el ordenamiento civil ecuatoriano el contrato de depósito es típico, pues
cuenta con una disciplina jurídica que resulta aplicable en defecto de nor-
mas impuestas por la autonomía privada. Ahora bien, esta tipicidad tiene
matices. Si examinamos atentamente el artículo 2120 del Código Civil po-
demos colegir que el depósito contractual típico recae únicamente sobre
bienes muebles.
¿Queda proscrita entonces la posibilidad de constituir un contrato de
depósito sobre un bien inmueble? Cierto es que el depósito voluntario de
un bien inmueble no está incluido en la hipótesis de norma referida, pero
no por ello ha de considerarse este un objeto imposible desde el punto de
vista físico o jurídico, mucho menos, ilícito. En caso de que se celebrara
un contrato de esta índole, tendríamos que considerarlo como un depósito
atípico, al que se le aplica la regulación jurídica del contrato más afín:
el depósito típico. Recuérdese que la tipicidad del contrato depende del
reconocimiento legal y/o la existencia de un régimen jurídico ad hoc; de
manera que, lo típico en un ordenamiento jurídico puede resultar atípico
en otro.
24
En los contratos impersonales es intranscendente quién funge como contraparte. Podrá
ser una persona, o en caso de que esta muera, no pueda o no quiera cumplir su obliga-
ción, bien puede hacerlo otra en su lugar.
260
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
i) Contrato de custodia
Esta clase obedece a la función económica – social que cumple el contrato,
la cual viene dada por la necesidad de que determinados bienes sean guar-
dados, cuidados, protegidos, custodiados temporalmente. Así las cosas, la
custodia tiene en esta sede una relevancia causal; constituye en sí misma el
fin práctico admitido y querido por las partes.
25
Cfr. artículos 1462 y 1463 del Código Civil ecuatoriano para determinar, por vía negativa,
cuando una persona es plenamente capaz.
261
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
26
El fundamento de esta acción es la prohibición del enriquecimiento injusto o sin causa.
27
Artículo 729 del Código Civil ecuatoriano: Se llama mera tenencia la que se ejerce sobre
una cosa, no como dueño, sino en lugar o a nombre del dueño. El acreedor prendario, el
secuestre, el usufructuario, el usuario, el que tiene el derecho de habitación, son meros
tenedores de la cosa empeñada, secuestrada, o cuyo usufructo, uso o habitación les per-
tenecen.
Lo dicho se aplica generalmente a todo el que tiene una cosa reconociendo dominio
ajeno.
28
DÍEZ – PICAZO, Luis y Antonio GULLÓN, Sistema de Derecho Civil, volumen II, sexta
edición, Editorial TECNOS S.A., Madrid, 1992, p.469.
262
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
29
Descartando la posibilidad de que el depósito civil en el contexto ecuatoriano sea bila-
teral y oneroso, debemos referirnos de manera exclusiva al bien entregado en depósito.
En los ordenamientos en que se admite esta variante, así como en el caso del depósito
mercantil, la remuneración o canon pagado por el depositante al depositario a cambio
del servicio recibido, también figura como elemento real del contrato. La remuneración
se traduce en dinero o signo que lo represente.
30
RAPA ÁLVAREZ Vicente, Manual de Obligaciones y Contratos, Tomo II, Editorial Félix
Varela, La Habana, 2003, p. 153.
31
Vilalta Nicuesa, Aura Esther y Rosa María Mendez Tomás, “Acciones sobre depósito”, en
Biblioteca Básica de Derecho Procesal No.35, segunda edición, Bosch, Barcelona, 2001,
p. 22.
32
Artículo 585 del Código Civil del Ecuador: Muebles son las que pueden transportarse de
un lugar a otro, sea moviéndose por sí mismas, como los animales (que por eso se llaman
semovientes), sea que sólo se muevan por una fuerza externa, como las cosas inanimadas.
Exceptúanse las que, siendo muebles por naturaleza, se reputan inmuebles por su desti-
no, según el Art. 588.
263
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
2.4. Clases
33
Artículo 1726: Deberán constar por escrito los actos o contratos que contienen la entre-
ga o promesa de una cosa que valga más de ochenta dólares de los Estados Unidos de
América. (…)
264
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
II. Según la naturaleza de los bienes que se entregan en virtud del contrato:34
II.1. Depósito regular
Como regla general se instituye sobre bienes no fungibles y, por excepción,
sobre bienes que siendo fungibles se entregan cerrados, sellados o indivi-
dualizados de alguna manera. El depositario está obligado a devolver el
mismo bien o bienes, respetando las características y el estado que tenían
al momento de la entrega, así como la forma y condiciones en que fueron
entregados. Es el supuesto de depósito corriente u ordinario.
34
Para profundizar en las diferencias existentes entre el depósito regular e irregular, con-
súltese ESCOBAR FORNOS, Iván, op. cit., p.241 y LORENZETTI, Ricardo Luis, Tratado
de los Contratos, tomo III, Rubinzal – Culzoni Editores, Buenos Aires, Argentina, 2000,
pp. 656 – 659.
35
Tal es el caso de Argentina que en el artículo 1367 del nuevo Código Civil y Comercial
de la Nación regula el depósito irregular a continuación de las disposiciones generales
del depósito. El Código Civil chileno también regula el depósito de dinero en su artícu-
lo 2221.
36
Fíjese que la obligación de restitución típica del clásico contrato de depósito muta –tra-
tándose del depósito irregular- hacia la de entregar bienes de la misma especie, calidad,
cantidad y demás características que hayan sido identificadas, dado el carácter específi-
co del bien en el primer caso, frente al carácter genérico y fungible en el segundo.
265
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
37
LÓPEZ DE ZAVALÍA, Fernando, Teoría de los Contratos, tomo IV – Parte Especial III,
Zavalía editor, Buenos Aires, Argentina, 1993, p. 380.
38
Debe conservar los bienes fungibles en su envoltura y restituirla en las mismas condicio-
nes y forma en que se le entregaron.
266
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
39
Vid. ALBALADEJO, Manuel, op. cit., p. 389.
40
Entendemos que este término (custodia) es más amplio y preciso que los manejados con
anterioridad (guarda y conservación).
41
VILALTA NICUESA, Aura Esther y Rosa María MENDEZ TOMÁS, op. cit. p.3. Como se
trata de un contrato de tracto sucesivo continuo es normal que el depositario tenga que
afrontar una serie de situaciones imprevistas mientras se ocupa de la custodia. Para ello
dispone de las libertades concedidas por el depositante –en el contrato- o por la ley, las
cuales han ser suficientemente amplias. Si de uno u otro modo las libertades de ejercicio
del depositario no se fijaran, la conducta desplegada por este sujeto en aras de solventar
alguna de estas situaciones no debe ser interpretada restrictivamente, sino que el margen
de actuación admisible debe ser amplio, siempre que el objetivo de las acciones ejecu-
tadas sea garantizar la subsistencia, el bienestar y/o la restitución del bien.
267
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
42
Por ello se establece, por ejemplo, la carga de respetar los sellos y cerraduras del bulto
que contiene el bien depositado (ex artículo 2128).
43
Adicionalmente, el párrafo tercero del artículo 2127 establece casos excepcionales don-
de se responsabiliza al depositario de la culpa leve.
44
Es admisible incluso la solicitud anticipada de restitución, recordemos que el depósito
se hace siempre en interés del depositante. Decimos “siempre” porque en el Ecuador
el depósito civil no puede ser oneroso ni bilateral; de manera que supone un beneficio
patrimonial más que evidente para este sujeto.
45
Este pago obedece a la correspondencia sinalagmática por el servicio que se presta. Vid.
LEÓN BARANDIARÁN, José, Tratado de Derecho Civil, tomo VI – Derecho de Contratos,
segunda parte – Contratos Nominados, WG Editor, Lima 1997, p. 103.
268
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
46
Solo los gastos asociados a la guarda y conservación, porque los gastos de transporta-
ción relativos a la restitución del bien corren por cuenta del depositante según el artícu-
lo 2137.
269
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
Establece el segundo párrafo del artículo 2125 del mentado cuerpo legal
que la autorización o permiso podrá presumirse, pero queda al arbitrio del
juez calificar las circunstancias que justifiquen esta presunción iuris tantum,
tales como las relaciones de amistad y confianza entre las partes. Tratándo-
se de cosas no consumibles –que no se deterioran sensiblemente por el uso,
la presunción de permiso es apreciable de una manera más fácil y clara,
según lo previsto en el tercer párrafo del precepto.
47
DEL POZO CARRASCOSA, Pedro, El derecho de retener en prenda del depositario, Bar-
celona, 1989, p. 56.
270
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
3. El depósito necesario
Los dos supuestos clásicos que configuran el depósito necesario son el de-
pósito legal y el depósito miserable. Se denomina depósito legal porque la
obligación de custodia nace de la ley y se rige naturalmente por la norma
jurídica que lo establece o, en su defecto, por las normas del contrato de
depósito.48 Por otro lado, el depósito se califica de miserable cuando la
ocurrencia de alguna calamidad o accidente (v. gr. inundación, incendio,
ruinas, saqueo u otro acontecimiento de análoga naturaleza) imponga la
constitución del depósito en aras de prevenir o contrarrestar los efectos no-
civos del caso fortuito o fuerza mayor; resultando aplicables, por lo general,
las disposiciones relativas al depósito voluntario.49
El rasgo distintivo del depósito necesario es que la elección de la persona
del depositario no depende de la libre y espontánea voluntad del deposi-
tante: dependerá, en un caso, de lo dispuesto en la ley, y en el otro, de las
circunstancias o posibilidades objetivas. Para Albaladejo, la selección del
depositario está forzada por la imperiosa necesidad de depositar –sobre
todo en los supuestos de depósito miserable-, pero verse forzado no debe
48
Así sucede en el Derecho español según lo dispuesto en los artículos 1.781.1 y 1.782 del
Código Civil.
49
Cfr., artículo 1.782 del Código Civil español.
271
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
50
Este autor pone el ejemplo de una persona que ve arder su casa producto de un incendio,
por lo que deposita sus enseres en poder de su vecino. Dicha persona, refiere, pudo no
hacerlo y dejarlos quemar o bajarlos a la vía pública; sin embargo optó por confiarlos
a su vecino. De ahí que pudo elegir, al menos, entre depositar o no. Vid. ALBALADEJO,
Manuel, op. cit., p. 408.
51
En Argentina, por ejemplo, se le reconoce, sin más miramientos, como una especie de
depósito necesario. Según el artículo 1368: Es depósito necesario aquel en que el depo-
sitante no puede elegir la persona del depositario por un acontecimiento que lo somete a
una necesidad imperiosa, y el de los efectos introducidos en los hoteles por los viajeros.
272
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
a la culpa o dolo del sujeto en cuestión (v.gr. porque no aminoró las conse-
cuencias del siniestro, no tomó previamente las medidas pertinentes, etc.)
este será responsable.
Regula el artículo 2148 que el propietario o administrador está obligado
a proteger –poniendo a buen recaudo- los efectos personales del huésped
o cliente, incluyendo los que sin ser estrictamente de este carácter guarde
en su habitación o, por decirlo genéricamente, conserve alrededor suyo
porque formen parte de su equipaje. De lo contrario, en el supuesto de que
tales bienes sean dañados, hurtados o robados, ya sea por los trabajadores
del establecimiento o por terceras personas que no sean familiares o visitan-
tes del cliente, es igualmente responsable.
La carga de la prueba del daño, hurto o robo, le corresponde en virtud del
artículo 2149 al huésped o cliente, lo cual es consecuente con las reglas
de responsabilidad de esta naturaleza (contractual). En la responsabilidad
extracontractual, suele concederse a la víctima el beneficio de la inversión
de la carga de la prueba. Pero en este caso, teniendo en cuenta que ambos
sujetos se encuentran vinculados jurídicamente, opera la regla general de
que quien alega los hechos, debe probarlos. Con todo, será el cliente quien
deberá probar la cantidad, la calidad y el valor de los bienes lesionados o
sustraídos.
Tratándose de objetos de considerable valor –piénsese en joyas o cualquier
bien mueble que goce de esta condición- para hacer responsable al pro-
pietario o administrador, es preciso que el huésped o cliente despliegue
una conducta diligente. Según el artículo 2150, el portador de tales obje-
tos –que no integran el equipaje ordinario- tiene la carga de comunicar al
responsable del establecimiento sobre su existencia, incluso, tiene el deber
de exhibirlos si este lo requiere, a los efectos de adoptar las medidas de
protección que estime pertinentes y/o ponerlos a buen recaudo. Si el cliente
no actúa con diligencia y de buena fe, la exigencia de responsabilidad será
infructuosa (ex artículo 2150 in fine).
En caso de que fuera el dueño de los bienes dañados, robados o hurtados,
el que provocara –negligentemente o no- el hecho lesivo, es obvio que, tal
como dispone el artículo 2151, la responsabilidad del propietario o ad-
ministrador debe quedar descartada. Asimismo, no responderá cuando las
partes contratantes hayan consentido o convenido la exoneración de res-
ponsabilidad en caso de daño, pérdida, extravío, robo, etc., tal y como se
prevé en el artículo 2152.
273
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
4. El secuestro
Agotado el análisis del depósito propiamente dicho en el sistema civil del
Ecuador, nos corresponde adentrarnos, aunque someramente, en el estu-
dio del secuestro. Su virtualidad se manifiesta –como avizorábamos- en el
ámbito jurisdiccional; pues se establece para sustraer, sorpresiva y urgente-
mente, el bien objeto de una litis del influjo del poseedor; a los efectos de
garantizar el resultado del proceso correlativo y, con ello, la efectividad del
derecho objeto de pronunciamiento.52
Así las cosas, en el secuestro, la custodia no constituye un fin, sino un me-
dio que responde al aseguramiento del resultado procesal, verdadero fin de
la institución. En palabras de Lasarte, la finalidad del secuestro “no es pro-
piamente guardar y custodiar la cosa depositada, sino evitar la sustracción
o distracción del objeto custodiado, asegurarlo, en tanto no se resuelva la
litis existente.”53 Por eso se ha identificado doctrinalmente54 y reconocido
legalmente55 como una medida cautelar.56
La utilidad práctica de la figura tiene que ver con esta naturaleza cautelar
o precautoria. Por la forma en que se halla legislada se trata de una medida
nominada, tipificada o específica; según sus efectos resulta una medida
conservativa, en tanto contribuye a la preservación del estado de hecho;
y atendiendo a lo que se trata de preservar, estamos en presencia de una
medida para asegurar bienes corporales, sean muebles o inmuebles. Por
tanto, ante la posible ocultación del bien litigioso, la eventual resistencia
o negativa de realizar su entrega, o cualquier otra excusa injustificada que
entorpezca el cumplimiento de una resolución judicial definitiva que se
52
Consúltese la obra de PLAZA GONZÁLEZ, Gregorio, “El aseguramiento de bienes li-
tigiosos”, en Cuadernos de derecho judicial, CD-ROM 27, Consejo General del Poder
Judicial, España, 1993, pp.173-245.
53
Lasarte, Carlos, Principios…, cit., p. 349.
54
DÍEZ – PICAZO, Luis y Antonio GULLÓN, Sistema…, tomo II, cit., pp. 473 y 474; La-
sarte, Carlos, Principios…, cit., p. 349; PLAZA GONZÁLEZ, Gregorio, op. cit., p.11 y
siguientes; PÉREZ GUTIÉRREZ, Ivonne, Las medidas cautelares, una valiosa herramienta
procesal, Ediciones ONBC, La Habana, 2012, pp. 114-116.
55
Artículos 124 y 125 del Código Orgánico General de Procesos del Ecuador.
56
“Las medidas cautelares configuran el mecanismo que materializa la tutela cautelar, el
cual ofrece garantías para que, con celeridad, se alcance la efectividad procesal, que
asegure, ab initio, la eficacia específica de la decisión judicial y que, frente a la ineluc-
table dilación del proceso, no se obstruya el cumplimiento de la sentencia que en su día
será dictada o, al menos, que no se torne ilusoria.” PÉREZ GUTIÉRREZ, Ivonne, op. cit.,
p. 147.
274
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
57
Se acoge a instancia de parte interesada (rogación de parte), por lo que el órgano juris-
diccional actuante no puede adoptarlo, modificarlo o revocarlo de oficio.
58
Todo secuestro supone una situación jurídica de depósito, pero no todo depósito, en par-
ticular, el depósito de bienes como medida cautelar, constituye secuestro. La distinción
fundamental entre ambas instituciones radica en que mientras en el secuestro se entrega
el bien a un tercero por la desconfianza que profiere su detentador actual; en el depósito
el bien en cuestión puede quedar en manos del detentador o del solicitante de la medida,
con la obligación de protegerlo durante la sustanciación del proceso.
59
Término acuñado por PÉREZ GUTIÉRREZ, Ivonne, op. cit., p.114.
275
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
o sensible disminución de su valía. Por tal razón, que la ley regule explíci-
tamente el secuestro de bienes inmuebles, sin duda, constituye un acierto
del legislador.60
En cuanto a su origen o al modo de constituirse, el secuestro puede clasi-
ficarse en convencional o en judicial. Esta clasificación es acogida por el
artículo 2157. Será convencional el secuestro cuando las partes litigantes,
puestas de común acuerdo, determinan la constitución del depósito y en
consecuencia, eligen quién fungirá como secuestre. Dada su naturaleza
convencional esta especie de secuestro usualmente se rige por las reglas
del contrato de depósito;61 incluso autores como Sánchez Román, defien-
den su carácter contractual.62 Por otro lado, el secuestro judicial –como su
nombre lo indica- se establece por decisión del juez actuante. Fíjese que se
denomina así (secuestro judicial) no porque tenga virtualidad en el marco
de un proceso o durante la sustanciación de una contienda judicial; sino
porque su constitución y ejecución es ajena a las partes contendientes, pro-
viene del órgano juzgador. Consecuentemente, la decisión definitiva acerca
de quién custodiará, en qué circunstancias y bajo qué condiciones, recae
sobre la autoridad jurisdiccional que conoce del litigio. Esta modalidad de
secuestro se rige básicamente por las normas procesales, salvo las reglas
que la ley sustantiva dispone de manera expresa.63
En el artículo 2158 se recalca que las eventuales obligaciones de los depo-
sitantes para con el secuestre, son las mismas que pueden surgir en el depó-
sito propiamente dicho. Es decir, aquellos deberán reembolsar al secuestre
los gastos necesarios o los extraordinarios que comporten un beneficio para
el bien secuestrado, así como deberán indemnizar los daños o perjuicios
asociados al ejercicio de esta actividad.
Consecuentemente con el fin práctico del secuestro, dispone el artícu-
lo 2159 que si el bien secuestrado fuera sustraído indebidamente del ámbi-
to de protección del secuestre, este se encuentra facultado para reclamarlo
60
Particularmente, en el contexto del secuestro de bienes inmuebles, regula el artículo
2160 que el secuestre tiene, relativamente a su administración, las facultades y deberes
de mandatario, y deberá dar cuenta de sus actos al futuro adjudicatario.
61
Cfr. artículo 2543 del Código Civil mexicano y artículo 1.763 del Código Civil español.
Este último precepto en su segundo párrafo regula el secuestro convencional, en sede
sistemática del depósito voluntario o contractual, por lo que se le aplica el régimen jurí-
dico previsto para esta figura, en lo que resulte pertinente.
62
Para SÁNCHEZ ROMÁN en el secuestro convencional existen dos contratos: uno, entre
los litigantes, que convienen en depositar en una tercera persona la cosa litigiosa mien-
tras se decide el pleito, y otro, entre estos con el secuestrario designado. Vid. SÁNCHEZ
ROMÁN, Felipe, op. cit., p. 901.
63
Cfr. artículo 2545 del Código Civil mexicano y artículo 1.789 del Código Civil español.
276
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Albaladejo, Manuel, Derecho Civil II. Derecho de Obligaciones, volumen
segundo – Los Contratos en particular y las obligaciones no contractuales,
octava edición, Librería Bosch, Barcelona, 1989; Castán Tobeñas, José, De-
recho Civil Español, Común y Foral, tomo cuarto – Derecho de Obliga-
ciones. Las particulares relaciones obligatorias, séptima edición, Centro de
Enseñanza y Publicaciones S.A, Madrid, 1952; Del Pozo Carrascosa, Pedro,
El derecho de retener en prenda del depositario, Barcelona, 1989; Díez –
Picazo, Luis y Antonio Gullón, Sistema de Derecho Civil, volumen II, sexta
edición, Editorial TECNOS S.A., Madrid, 1992; Díez – Picazo, Luis y Antonio
277
EL CONTRATO DE DEPÓSITO Y OTRAS SITUACIONES JURÍDICAS AFINES
Fuentes legales
Argentina: Código Civil y Comercial de la Nación, Ley No. 26994 de 7
de octubre de 2014, primera edición, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
Infojus, 2014; Chile: Código Civil de Chile, Decreto No. 1937 de 29 de
noviembre de 1976, actualizado en el año 2000, en www.paginaschile.cl,
consultado el 8 de enero de 2012; Cuba: Código Civil, Ley No. 59 de 16
de julio de 1987, Divulgación del Ministerio de Justicia, La Habana, 1988;
Ecuador: Código Civil, Codificación 10, Registro Oficial Suplemento 46, de
fecha 24 de junio de 2005; Código Orgánico General de Procesos, aproba-
do el 12 de mayo de 2015, en la sede de la Asamblea Nacional ubicada en
el Distrito Metropolitano de Quito; y publicado en el Suplemento del Regis-
tro Oficial, Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de mayo de 2015; España:
278
Suset Hernández Guzmán y Teresa Delgado Vergara
279
DE LOS CONTRATOS ALEATORIOS
Del juego y de la apuesta
Artículos 2164 al 2168
Arletys Varela Mayor*
Sumario
1. Breve introducción al tema de los contratos aleatorios. Contratos
aleatorios y contratos condicionales
2. Los contratos aleatorios de juego y de apuesta. Conceptualización
y necesaria distinción entre ellos
3. La buena fe en los contratos de juego y de apuesta. Las deudas de juego,
el dolo y la repetición de lo pagado
4. Naturaleza jurídica de los contratos de juego y apuesta
5. El consentimiento
6. Efectos de los contratos de juego y de apuesta prohibidos y tutelados
Bibliografía
280
Arletys Varela Mayor
1
Ojeda Rodríguez, Nancy, et al., Derecho de Contratos. Teoría General del Contrato, tomo I,
Félix Varela, La Habana, 2006, p. 110.
2
Cifuentes, Santos, Elementos de Derecho Civil, Parte General, 4ta edición, actualizada y
ampliada, 2da reimpresión, ASTREA, Buenos Aires, 1999, p. 373.
3
Leiva Fernández, L.F.P, El alea en los contratos, La Ley, Buenos Aires, 2002, p.1.
4
Valdés Díaz, Caridad del C. Apuntes sobre el alea y condición en los negocios jurídicos
contractuales, en Pérez Gallardo, Leonardo B., et. al., (coordinador), Contratos aleatorios,
Zavalía-Temis-UBIJUS-Reus, Buenos Aires-Bogotá-México-España, 2012, p. 22.
5
Diez Picazo, Luis y Antonio Gullón, Sistema de Derecho Civil, volumen II- Derecho de
Obligaciones, 6ta edición, Tecnos, Madrid, 1992, p.482.
281
DEL JUEGO Y LA APUESTA
6
Leiva Fernández, L.F.P, op. cit., p. 5.
7
Lasarte Alvarez, Carlos, Principios del Derecho Civil, Tomo III, Editorial Trivium, Madrid,
1995, p. 356.
8
Vid., Balestra, Luigi, “El Juego y la apuesta en la categoría de los contratos aleatorios”, en
Contratos Aleatorios, Pérez Gallardo, Leonardo, op. cit., p. 73, nota al pie número 14.
9
Leiva Fernández, L.F.P, op. cit., p. 1.
282
Arletys Varela Mayor
Para la Real Academia de la Lengua Española juego es: “1. Acción y efecto
de jugar. 2. Entretenimiento”, mientras que jugar se define como: “1. Entre-
tenerse con un juego. 2. Apostar dinero. 3. Retozar”. A su vez admite dos
definiciones principales de apuesta: 1. “Convenio por el cual deciden varias
personas que la que acierte o tenga razón en algo recibirá de las demás una
cantidad de dinero u otra cosa. 2. Cosa que se apuesta”.10
El juego y la apuesta, en la mayoría de las legislaciones de los siglos XIX
y XX, fue objeto de desánimo o de “olvido voluntario”11 por considerarlos
propios de personas que no gustan vivir del trabajo, llegando a reflexionar
el legislador, según lo planteado por Josserand que son: “inmorales o des-
moralizadores, ocasión de ruinas, de desesperación, de enriquecimientos
súbitos e injustificados, en una palabra, de escándalo”12. En la actualidad
son vistos como impulsores del consumo y origen de fuentes de trabajo.
Lorenzetti13 expone los diversos fundamentos por los que proliferó la activi-
dad estatal de juego en la segunda mitad del siglo XX siendo estos:
a) Los recursos que de ellos se obtienen se pueden destinar a actividades de
beneficencia;
b) controlar y organizar las pasiones que no pueden ser reprendidas;
c) razones de bien común;
d) finalidades recaudatorias de fondos.
En esta etapa se permitieron los casinos privados, los “bingos”14, las casas
de juego, las rifas organizadas por particulares, los programas televisivos
10
Alvero Francés, F., Cervantes Diccionario Manual de la Lengua Española, tomos I y II,
séptima reimpresión, Pueblo y Educación, La Habana, 2008.
11
En el Código civil cubano de 1987 los contratos aleatorios se convierten, como plantea
Pérez Gallardo, en: “una categoría de valor dogmático y corte histórico” pues solo se
regula dentro de estos contratos al de seguro. Para el legislador cubano, al decir de este
autor, “no hay juegos y apuestas, lícitos e ilícitos, simplemente no tienen tipicidad nor-
mativa, lo cual en modo alguno quiere decir, a mi juicio, que todo juego o toda apuesta,
nada tengan que ver con la categoría contrato”. Vid. Pérez Gallardo, Leonardo, “Los
contratos aleatorios en los códigos civiles iberoamericanos” en Pérez Gallardo, Leonardo,
op. cit., p. 42.
12
Josserant, Louis, Derecho Civil. Contratos, tomo II, volumen II, EGEA, Buenos Aires,
1951, p.343.
13
Lorenzetti, Ricardo Luis, Tratado de los contratos, tomo III, Rubinzal-Culzoni editores,
Buenos Aires, s.f., p. 536.
14
En Ecuador el Consejo Nacional Electoral convocó a los ciudadanos ecuatorianos y ex-
tranjeros residentes con derecho al sufragio, para que el 7 de mayo año 2011 se pronun-
ciaran con respecto a la pregunta número 7 sobre si estaban de acuerdo con prohibir
en el país los negocios de juegos de azar, como casinos y salas de juego. La consulta
popular arrojó un resultado de un 47.66 votos en contra y un 52.34 a favor de la pro-
hibición, lo que originó que se firmara el 27 de septiembre del 2011, por Freddy Arturo
283
DEL JUEGO Y LA APUESTA
con juegos, sorteos y premios. El juego dejó de ser privado entre dos partes
y pasó a convertirse, en muchas ocasiones, en masivos y públicos. Apare-
cieron las ofertas de productos y servicios vinculados con juegos para atraer
cada vez más a los clientes con el fin de explotar, como señala este propio
autor: “las pulsiones instintivas de los individuos e incentivarlos a comprar”,
surgiendo así como más adelante apunta, “un nuevo centro de interés en
la política legislativa: la protección del consumidor frente a los fraudes, los
incumplimientos y la publicidad inductiva”15
El juego y la apuesta siempre han sido vistos con reservas porque en la
posibilidad de obtener ganancias, está también el peligro de que generen
vicio y dependencia, con trágicas consecuencias para los sujetos que no se
limitan a la esfera patrimonial. El juego habitual en el que se dilapiden repe-
tidamente porciones considerables del patrimonio está considerado como
una causa de disipación16.
Para Paradiso, en citas de Balestra, en el juego, “la competición consiste
en una partida o desafío entre los mismos contratantes, mientras que en la
apuesta, la competición consiste en la designación fortuita de uno de los
participantes, o bien en la disputa acerca de un pronóstico o de la verdad
de un hecho determinado”17.
Cuando se celebra el contrato resulta imposible conocer cuál de las partes
será la obligada y cuál se beneficiará con el pago. El alea, en el caso de
los contratos de juego y de apuesta, constituye el elemento esencial de la
causa del contrato, es intrínseca a la naturaleza del contrato. Será el azar, la
suerte que se tenga para ganar o perder, lo que determinará si el sujeto en
el contrato estará en la posición de acreedor o deudor.
Doctrinalmente se han establecido las distinciones entre los contratos de
juego y de apuesta, aunque las normas no los definan como sucede en
la legislación ecuatoriana, por ello, en muchas oportunidades se confun-
den estas figuras. Un juego no pasa de ser una forma de entretenerse si no
implica una consecuencia jurídica. Si las partes deciden apostar sobre el
resultado del mismo o sobre la veracidad de una afirmación aleatoria, han
convertido el juego en contrato de juego. Es un contrato de apuesta si quie-
nes apuestan sobre estos mismos extremos no participan del juego y son
simples espectadores.
284
Arletys Varela Mayor
18
Vid., Leiva Fernández, L.F.P. op. cit., p. 24.
19
Este es el caso de Brasil, República Dominicana y Cuba.
20
En este caso se encuentran Francia, Portugal, Paraguay, Puerto Rico.
21
Con este sistema: Ecuador, Perú, Bolivia, Honduras.
22
En igual sentido de proteger solo a los juegos de destreza física, se encuentra redactado
el articulado del Código civil de Bélgica en el artículo 1966, España en el artículo 1800,
Panamá en el artículo 1492 y Puerto Rico en el artículo 1770.
285
DEL JUEGO Y LA APUESTA
Carentes de tutela quedan los juegos que dependen únicamente del azar23
o del intelecto humano. Se impone así el desarrollo del cuerpo sobre el de
la mente, característico de otras sociedades, pero incompatibles hoy con
una modernidad que progresa con el ascenso intelectual de sus hombres
y el avance de las ciencias y de la tecnología. En el nuevo Código civil y
comercial de la nación argentina24 se establece expresamente en su artícu-
lo 1609 el concepto de juego y dice: “hay contrato de juego si dos o más
partes compiten en una actividad de destreza física o intelectual, aunque
sea solo parcialmente, obligándose a pagar un bien mensurable en dinero a
la que gane”. Esta normativa excluye a los juegos de azar pero reconoce a
los que benefician la adquisición de destreza intelectual.
Los juegos de azar han resultado prohibidos de forma mayoritaria por consi-
derar que son generadores de vicios y pueden llevar a la ruina a quienes se
entreguen a ellos. Entre los juegos de puro azar se encuentran la ruleta y el
bingo y muchos de los juegos que se juegan en los casinos y que han sido
controlados por el Estado25.
23
Cfr. el artículo 1482 del Código civil del Ecuador que establece: “Hay asimismo objeto
ilícito en las deudas contraídas en juego de azar…”.
24
Cfr. el capítulo XXV “Del contrato de juego y de apuesta” del Código civil y comercial
de la nación argentina, aprobado por la ley 26944, promulgado según decreto 1795 de
2014, en vigor desde el primero de agosto del año 2015, publicado en Editorial Min-
isterio de Justicia y Derechos Humanos de la nación, 1ra edición, Buenos Aires, 2014,
pp. 279-280.
25
En el Código civil y comercial de la nación argentina queda establecido en su artícu-
lo 1613 que: “los juegos, apuestas y sorteos reglamentados por el estado nacional pro-
vincias o municipios están excluidos de este capítulo y regidos por las normas que los
autorizan”.
286
Arletys Varela Mayor
26
Vid. Vega Cardona, Raúl José, et. al., Alea e imprevisión. “A propósito de la revisión judi-
cial de los contratos aleatorios”, en PÉREZ Gallardo, Leonardo B., op. cit., p. 63.
27
En el artículo 29 del Código civil ecuatoriano se expresa: “El dolo consiste en la intención
positiva de irrogar injuria a la persona o propiedad de otro”.
28
Cfr. el artículo 2168 del Código civil del Ecuador.
287
DEL JUEGO Y LA APUESTA
dose como una “deuda de honor”29, a menos que el acreedor actuara con
dolo o fraude como se explicó anteriormente30.
En cuanto al pago, se requiere que el perdedor lo efectúe voluntariamente y
en caso de que el vencedor se haya valido de violencia o intimidación para
lograrlo, resulta justo que pueda accionar por repetición para obtener la
devolución de lo pagado. Este razonamiento se basa en la aplicación de las
normas generales sobre vicios de los actos jurídicos y de la interpretación
del artículo 2165, pues si el que gana no puede exigir el pago, se entiende
que este ha de efectuarse por el deudor de manera voluntaria, independien-
temente de que los juegos tutelados en el artículo 2168 producen acción,
refiriéndose ésta a la que puede ejercitarse judicialmente y que no justifica-
ría el empleo de la violencia o la intimidación por parte del vencedor para
lograr que el deudor le pague.
La obligación de pagar una deuda contraída en virtud de un contrato de
juego y de apuesta se encuentra subsumida en la esfera de las obligacio-
nes naturales por la existencia de un deber moral, social y extrajurídico de
pagar voluntariamente lo que se debe, lo que se concreta en la no repeti-
bilidad de la prestación que se haya ejecutado y que se configura como
una obligación natural. El juego se vio siempre como una actividad privada
cuyo fin es la recreación y por ello, entiende el legislador, que solo debe
regularse los aspectos patrimoniales. El juego y la apuesta, vistos hoy desde
la doctrina moderna, son contratos en los que la diversión y la posibilidad
de obtener una ganancia van inevitablemente unidas.
Los juegos prohibidos por la ley derivan en un contrato nulo, que no impide
el nacimiento del deber moral, pero según Balestra, desde la perspectiva
jurídica debe “encontrar confirmación el principio según el cual la soluti
retentio no puede invocarse respecto al cumplimiento que si bien, en el
ámbito social, puede ser valorado como ejecución de un deber moral, se
pone en contraposición con una norma jurídica”31
29
Se les llama “deudas de honor”, por la imposibilidad de obligar a una persona a pagar
este tipo de obligaciones, las que una vez cumplidas ya no podrán repetirse por carecer
el deudor de acción por repetición. Vid. Ghersi, Carlos Alberto, et. al., Contratos civiles
y comerciales, Partes general y especial. Empresas. Negocios. Consumidores, tomo I,
4° edición actualizada y ampliada, Astrea, Buenos Aires, 1998, s.p.
30
Para Balestra la soluti retentio presupone “la ausencia de fraude en el desarrollo del juego
o de la apuesta, de modo que no puede ser invocada en aquellos casos en los cuales se
haya producido algún tipo de machinatio o haya habido irregularidades en el compor-
tamiento de alguna de las partes”. Vid., Balestra, Luigi, “El Juego y la apuesta…”, Pérez
Gallardo, Leonardo B., op. cit., p. 83.
31
Idem. p. 82.
288
Arletys Varela Mayor
289
DEL JUEGO Y LA APUESTA
5. El consentimiento
Existe otra situación en que la deuda, a pesar de haber sido voluntariamen-
te pagada por el deudor, origina que pueda exigirse la repetibilidad de lo
pagado. Este es el caso del pago que se realiza por persona que carece de
plena capacidad, y que el legislador ha tutelado en el artículo 2167 que
establece: “lo pagado por personas que no tienen la libre administración
de sus bienes, podrá repetirse en todo caso por los respectivos padres de
familia, tutores o curadores”.
En relación al consentimiento, en los contratos de juego y de apuesta se
aplican las normas generales para cualquier contrato, es decir, que esté
otorgado por personas que actúen de manera consciente y racional, sin
vicios que afecten su manifestación y que la voluntad contractual de las
partes sea exteriorizada oportunamente.
Para desarrollar los contratos de juego y de apuesta ambos contratantes
deben poseer la capacidad natural de comprender el alcance de sus actos
y dirigir su conducta, que se precisa para establecer cualquier relación ju-
rídica, capacidad que se encuentra estrechamente relacionada con la es-
pontaneidad que debe caracterizar el pago hecho por el deudor, quien no
conocía al momento de la concertación del contrato que estaría en esta
posición, pero que había valorado la posibilidad de perder o ganar.33
32
Lorenzetti, R. L., op. cit., p. 550.
33
Con respecto a la capacidad, vid. artículo 1461, apartado primero, y artículos 1462
y 1463 del Código Civil de Ecuador.
290
Arletys Varela Mayor
Bibliografía
I. Fuentes doctrinales
Albaladejo, Manuel, Derecho Civil, Introducción y Parte General, tomo I,
volumen Segundo, Bosch, Barcelona, 1996; Alvero Francés, F., Cervantes
Diccionario Manual de la Lengua Española, tomos I y II, séptima reimpre-
sión, Pueblo y Educación, La Habana, 2008; Cifuentes, Santos, Elemen-
34
Leiva Fernández, Luis F.P, op. cit., p. 65.
291
DEL JUEGO Y LA APUESTA
292
EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA
Artículos 2169 al 2183
Teresa Delgado Vergara*
Sumario
1. Pinceladas teóricas acerca de los contratos aleatorios
2. El contrato de renta vitalicia
2.1. Definición y elementos del contrato. La aleatoriedad
2.2. Distinción con institutos afines
3. Peculiaridades de su regulación en el Código civil ecuatoriano
Bibliografía
293
EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA
2
Bien afirman ANTONMATTEI Y RAYNARD que ”L’aléa est la cause du contrat de rente
viagère. Son absence est une cause de nullité.” ANTONMATTEI Paul-Henry y Jacques
RAYNARD, Droits civil. Contrats spéciaux, deuxième édition, Litec, 2000, p. 428.
3
ABELIUK MANASEVICH, René, Las obligaciones, tomo I, 4ª edición, aumentada y corregi-
da, Temis, Editorial Jurídica de Chile, 2001. También se hace alusión a esta idea en OJEDA
RODRÍGUEZ, N., et al, Derecho de…, cit.
4
Ídem, p. 72.
5
LAFAILLE, DE LA PUENTE Y LAVALLE, FERNÁNDEZ SESSAREGO, entre otros, cit. pos
LEIVA FERNÁNDEZ, Luis, El alea en los contratos, La Ley, Buenos Aires, 2002, p. 2.
294
Teresa Delgado Vergara
6
“…para que un contrato pueda ser considerado aleatorio, la incertidumbre sobre el bene-
ficio y perjuicio que del mismo derivará para las partes no puede ser conocida objetiva-
mente al momento de su celebración ni por las partes ni por un tercero ajeno al contrato,
ya que el hecho que determinará el verdadero resultado económico de ese contrato debe
ser necesariamente futuro.” http://www.estudiogalvan.com.ar/articulos/alea_en_los_con-
tratos.php Consultado: 24 noviembre 2010, 1:10 pm.
7
Vid., LEIVA FERNÁNDEZ, L., op.cit, pp. 15 y 16; RODRÍGUEZ RAMOS, Antonio M.,
“Consideraciones sobre la renta vitalicia gratuita en los Derechos español y colombiano”,
en Revista de Derecho Privado, No.6, julio-diciembre 2000.
8
EN referencia al Código civil colombiano, Vid., Ospina Fernández Guillermo y Eduardo
Ospina Acosta, Teoría general del contrato y del negocio jurídico, 7ma edición actualizada,
Temis, Bogotá, 2005, p. 62.
9
Ídem, p. 64.
295
EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA
otros, sin que esas diferencias tengan que ver con la aleatoriedad común a
todos ellos”10.
La tríada que distingue al contrato aleatorio es: la indeterminación del re-
sultado, que este dependa del hecho aleatorio, y la anuencia de las partes
de sujetarse a este riesgo.
La distinción entre gratuito y oneroso abarca todos los negocios. No existe
como bien se ha afirmado un tertius genus, si bien pueden existir contratos
que indistintamente sean onerosos o gratuitos, por ello llamados hoy día
contratos neutros, entre los cuales algunos autores ubican a la renta vita-
licia11. Pero en este caso como bien afirma en el artículo 2183 del Código
civil ecuatoriano: “Cuando se constituye una renta vitalicia gratuitamente,
no hay contrato aleatorio. Se sujetará, por tanto, a las reglas de las dona-
ciones y legados, sin perjuicio de regirse por los artículos precedentes, en
cuanto le fueren aplicables.” Aquí el legislador deja sentada su posición so-
bre la gratuidad del contrato como excluyente de la aleatoriedad haciendo
una sutil alusión a la atipicidad contractual, al derivarlo a un tratamiento
similar al que se le da a los contratos atípicos mixtos.
Pueden mencionarse como típicos contratos aleatorios además: el seguro,
el juego, y la apuesta; y como novedosos contratos aleatorios, los progra-
mas de entretenimiento con concursos de participación de la televisión,
la ganancia de un premio por la compra de determinado producto, entre
otros.
El artículo 2163 del Código civil ecuatoriano dispone que los principales
contratos aleatorios son el contrato de seguro; el préstamo a la gruesa ven-
tura; el juego; la apuesta; y la constitución de renta vitalicia.
10
Alvarez Vigaray, “Los contratos aleatorios (Doctrina general)”, en Anuario de Derecho
Civil, tomo XXI, 1968, p. 610, cit pos Rodriguez Ramos, A. M., “Consideraciones so-
bre…”, cit., p. 29.
11
ALBALADEJO, Manuel, Derecho civil, tomo I, volumen 1, Bosch editores, Barcelona,
1985, p.167.
296
Teresa Delgado Vergara
12
Vid., al respecto la obra Tratado de los contratos de Ricardo Luis Lorenzetti, tomo III,
Rubinzal Culzoni editores, Santa Fe, 2000.
13
No obstante afirmarse que el contrato es poco utilizado en la actualidad, al menos en
su forma prístina, teniendo en cuenta los contextos económicos inflacionarios y defla-
cionarios que pueden agravar en exceso el alea normal del negocio, o la difusión del
seguro profesionalizado, no es menos cierto que la sencillez de la renta vitalicia en un
ámbito privado la dota de ventajas para su concertación con fines asistenciales de pro-
tección a las personas dependientes o con alguna discapacidad, ya que al buen decir de
PUIG PEÑA “proporciona segura vejez a personas que carecen de legitimarios, sirve para
constituir capital a quien no tiene y cumple con satisfacción una renta en cierto modo
ventajosa” PUIG PEÑA, Federico, Tratado de Derecho civil español, tomo IV, volumen II,
Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1974, p.541.
14
Rivas Martínez, Juan José, “Disposiciones y estipulaciones para la propia incapacidad”,
en Ponencias presentadas por el Notariado español, VIII Jornada Notarial Iberoameri-
cana, Consejo general del Notariado Español, 1998, pp. 187-356.
297
EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA
15
Cfr., OSPINA FERNÁNDEZ G y E. OSPINA ACOSTA, Teoría general…, cit.
16
Cfr., ANTONMATTEI P.H. y J. RAYNARD, Droits…, cit., p. 424.
17
Ibídem. Estos autores narran el interesante caso de Arlésienne Jeanne Calment quien con-
trató una renta vitalicia a los 90 años y sobrevivió hasta los 122, siendo célebre una frase
a propósito de esta historia: “En la vida uno a veces hace malos negocios”, Le Monde, 6
de agosto de 1997, cit. pos los mencionados autores.
298
Teresa Delgado Vergara
Varios son los sujetos: El constituyente que es aquel que entrega el capital;
el deudor o debirrentista que es aquel que paga la renta; el acreedor be-
neficiario que es aquel que la recibe; y el cabeza de renta, cuya vida se ha
tomado en cuenta como medida de duración para el pago. Pero pueden
coincidir las cualidades que ostentan; así el constituyente y beneficiario
puede ser la misma persona, e incluso en él también puede concurrir el
carácter de cabeza de renta.
Para el legislador ecuatoriano, según el artículo 2170, la renta vitalicia po-
drá constituirse a favor de dos o más personas que gocen de ella simultá-
neamente, con derecho de acrecer o sin él, o sucesivamente según el orden
convenido, con tal que todas existan al tiempo del contrato. Y redunda en la
prohibición del sujeto inexistente en el siguiente precepto al establecer que,
si bien es posible la designación futura del o los deudores, no podrá desig-
narse para este objeto persona alguna que no exista al tiempo del contrato.
Puede ser acogida fácilmente por la figura del contrato a favor de tercero, en
cuyo caso no habrá coincidencia de sujetos y tendrá como característica la
de ser intuito personae y manifestación de una liberalidad18.
Como elementos reales se hallan el capital, consistente en bienes muebles
o inmuebles y la renta. Los artículos 2172 y 2173 disponen que el precio de
la renta vitalicia, o lo que se paga por el derecho de percibirla, puede con-
sistir en dinero o en cosas raíces o muebles pero que la pensión no podrá
ser sino en dinero; y que los contratantes pueden establecer libremente la
pensión que quieran, a título de renta vitalicia. La ley no determina propor-
ción alguna entre la pensión y el precio.
En cuanto a la forma, dependerá de la configuración normativa de que sea
dotado, pudiendo ser consensual, real o solemne, según sea el caso.
En el 2174 civil ecuatoriano se impone la escritura pública pero a la vez se
señala como momento de perfección del contrato el de la entrega del pre-
cio, dando con ello un evidente carácter real al contrato, por lo que cabe
preguntarse entonces qué rol juega la forma, ya que al parecer en su inicial
redacción la escrituración se está estableciendo como requisito ad solem-
nitatem, pero dado que no pueden existir dos momentos de perfección el
contrato, y el autor de la norma es mucho más explícito en la segunda parte
del precepto, no queda otra interpretación que la de considerar la forma
como elemento ad probationem, máxime si tal hemenéutica se sistematiza
18
“La liberalità compiuta con contratto a favore di terzo puo dirsi tipizzata in quanto espli-
citamente disciplinata nell’art1875 in tema di rendita vitalicia avantaggio di un terzo…”
PALAZZO ANTONIO, y Silvio MAZZARESSE, en Tratatto dei contratti diretto, da Pietro
Rescigno ed Enrico GABRIELLI, I contratti gratuiti, UTET giuridica, Torino, 2008 p. 265.
299
EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA
con el artículo 1459 del propio Código que reza: “El contrato es real cuan-
do, para que sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se
refiere; es solemne cuando está sujeto a la observancia de ciertas formali-
dades especiales, de manera que sin ellas no surte ningún efecto civil; y es
consensual cuando se perfecciona por el solo consentimiento.”
19
Pereña Vicente, Monserrat, “La regulación del contrato de alimentos” en Estudios de
Derecho de obligaciones, dirigido por Eugenio Llamas Pombo., p. 561, en http://books.
google.com.cu/books isbn:8497257545. Vid., también a favor, Zurita Martín, “Anotacio-
nes al nuevo contrato de alimentos”, en Revista de Derecho patrimonial, No. 12, 2004,
pp. 147-151.
300
Teresa Delgado Vergara
301
EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA
20
La especialización del término rescisión parece tener su origen en su aplicación a los
casos de lesión en la venta y en la partición, y a la restitución a favor del menor. En estos
supuestos ya no podía hablarse de nulidad y era posible evitar el daño sin deshacer del
todo el acto. Cfr. DE CASTRO, Federico, El negocio jurídico, Reimpresión, Editorial Civi-
tas S.A, Madrid, 1997. pp. 217 y ss.
21
Artículo 2177: En caso de no pagarse la pensión, podrá procederse contra los bienes del
deudor para el pago de lo atrasado, y obligarle a prestar seguridades para el pago futuro.
Artículo 2178: Si el deudor no presta las seguridades estipuladas, podrá el acreedor pedir
que se anule el contrato.
22
Artículo 2179: Si el tercero de cuya existencia pende la duración de la renta sobrevive
a la persona que debe gozarla, se transmite el derecho de ésta a los que la sucedan por
causa de muerte.
302
Teresa Delgado Vergara
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Abeliuk Manasevich, René, Las obligaciones, tomo I, 4ª edición, aumentada y
corregida, Temis, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2001; Alba-
ladejo, Manuel, Derecho civil, tomo I, volumen 1, Bosch editores, Barcelo-
na, 1985; Antonmattei Paul-Henry y Jacques Raynard, Droits civil. Contrats
spéciaux, deuxième édition, Litec, Paris, 2000 ; Delgado Vergara, Teresa,
“Vulnerabilidad y dependencia en la madurez de la vida: Apuntes sobre la
protección a las personas de la tercera edad en Cuba”, En: Derecho, mi-
norías, y grupos vulnerables: otra mirada a la discapacidad. Revista Ius del
Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla. Año IV julio diciembre 2010; Leiva
Fernández, Luis, El alea en los contratos, La Ley, Buenos Aires, 2002; Loren-
zetti, Ricardo Luis, Tratado de los contratos, tomo III, Rubinzal Culzoni edi-
tores, Santa Fe, 2000; Pereña Vicente, Monserrat, “La regulación del contrato
de alimentos”, en Estudios de Derecho de obligaciones, dirigido por Euge-
nio Llamas Pombo, en http://books.google.com.cu/books isbn:8497257545
consultado el 24 noviembre 2010, 2:30 pm; Ojeda Rodríguez, Nancy, et al.,
Derecho de contratos, Teoría general del contrato, tomo 1, Editorial Félix
Varela, La Habana, 2006; Ospina Fernández Guillermo y Eduardo Ospina
Acosta, Teoría general del contrato y del negocio jurídico, 7ª edición ac-
tualizada, Temis, Bogotá, 2005; Palazzo Antonio, y Silvio Mazzaresse, Tra-
23
Vids., Artículos 2180 y 2181 del Código Civil.
303
EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA
Fuentes legales
Ecuador: Código Civil, Codificación 10, Registro Oficial Suplemento 46,
de fecha 24 de junio de 2005; España: Código Civil, Real Decreto de 24
de julio de 1889, texto de la edición del Código Civil mandada a publicar
en cumplimiento de la Ley de 26 de mayo último, LA LEY grupo Wolters
Kluwer, Madrid, septiembre 2012.
304
LAS GARANTÍAS EN EL CÓDIGO CIVIL
EL CONTRATO DE FIANZA
Título XXXIV “De la Fianza”
Artículos 2238 al 2285
Grisel Galiano Maritan*
Celia Araujo Quintero**
Sumario
1. La fianza como garantía. Notas introductorias
2. La fianza vista desde el Derecho Romano
3. Definiciones acerca de la Fianza y su concreción en el Código Civil
de Ecuador
4. Características de la fianza
5. Los elementos constitutivos de la fianza
6. Clasificación de la fianza
7. Sobre los efectos de la fianza
8. Causas de extinción de la fianza
Bibliografìa
305
EL CONTRATO DE FIANZA
1
Ossorio, Manuel, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, primera edición
electrónica realizada por Datascam, S.A, Guatemala.
2
Diez-Picazo, Luis, Fundamentos del Derecho Civil patrimonial, Volumen II, cuarta edición,
Editorial Civitas, Madrid, 1993, p. 412.
3
En este caso tenemos los ejemplos de los artículos 814, 958 y 2066 del Código Civil de
Ecuador.
4
Becerra Cortés, Marcela y Orozco Daza, Lucía Inés, “Régimen legal de las garantías o
cauciones”, en Régimen legal colombiano, diciembre-2005, p. 2.
306
Grisel Galiano Maritan y Celia Araujo Quintero
5
Ghersi, Carlos Alberto, Contratos civiles y comerciales, Partes general y especial, Tomo I,
cuarta edición actualizada y ampliada, Editorial Astrea de Alfredo y Ricardo Depalma,
Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 1998, p. 687.
6
López de Zavalía, Fernando, Teoría de los Contratos, Tomo V, Parte Especial (4), Zavalía Edi-
tor, Buenos Aires, Argentina, 1995, pp. 8-11.
307
EL CONTRATO DE FIANZA
7
Escobar Fornos, Iván, Curso de Contratos, Editorial Hispamer, Colección Textos Jurídicos,
Managua, Nicaragua, 1988, pp. 262 y 263.
8
Errazuriz Barros, Alfredo, Curso de Derecho Civil, Volumen III, cuarta edición corregida
y aumentada, Editorial Nascimiento, Santiago, Chile, 1932, p. 430.
308
Grisel Galiano Maritan y Celia Araujo Quintero
9
Diez-Picazo, Luis, op. cit., p. 414.
10
Ídem, pp. 430 y 431.
309
EL CONTRATO DE FIANZA
4. Características de la Fianza
1. La fianza es un contrato consensual, pues se perfecciona solo con el
consentimiento de las partes, acreedor y fiador (cfr. artículo 1459 del Códi-
go Civil). Sin embargo, si observamos el tenor literal del artículo 2249 del
Código Civil la fianza no se presume ni debe extenderse a más que el tenor
de lo expreso.
2. Es un contrato unilateral, pues la única parte que se obliga es el fiador,
el que se obliga con el acreedor a pagar si el deudor no lo hace (cfr. artícu-
lo 1455 del Código Civil).
3. Es un contrato generalmente gratuito:11 la fianza es, por su naturaleza,
un acto de beneficencia, un buen oficio que el fiador hace al deudor; de
modo que, si nada se dice, se entiende que es gratuito, tanto respecto del
deudor, como respecto del acreedor; sin embargo, de acuerdo a lo plan-
teado en el artículo 2244 del Código Civil, el fiador puede estipular con el
deudor una remuneración pecuniaria por el servicio que le presta,12 aunque
en este caso la fianza no pierde el carácter de contrato gratuito, puesto que
no interviene el acreedor, quien es parte sólo en el contrato de fianza, y no
en la convención que vincula al deudor principal y al fiador.
4. Es un contrato accesorio, porque tiene por objeto asegurar el cumpli-
miento de una obligación principal, no puede existir sin ella y como con-
trato accesorio trae una serie de efectos jurídicos, a saber:
a) No puede existir sin la obligación principal; una vez extinguida la obli-
gación principal, también se extingue la fianza; el fiador puede oponer al
acreedor cualesquiera excepciones reales como las de dolo, violencia, o
cosa juzgada (cfr. artículo 2256 del Código Civil).
b) La nulidad de la obligación principal acarrea la nulidad de la fianza,
porque lo accesorio no puede subsistir sin lo principal.
c) Por lo que toca a la cuantía de la fianza, el fiador no puede obligarse a
más de lo que debe el deudor principal, pero puede obligarse a menos (cfr.
artículo 2245 del Código Civil).
11
El Código Civil español en su artículo 1823 señala que la fianza puede ser gratuita u
onerosa, de igual manera lo reconoce el Código Civil mexicano en el precepto 2795.
12
Cfr. Artículo 604 del Código de Comercio: “El fiador puede estipular una retribución por
la responsabilidad que toma sobre sí”.
310
Grisel Galiano Maritan y Celia Araujo Quintero
311
EL CONTRATO DE FIANZA
13
Ojeda Rodríguez, Nancy de la Caridad, “Las garantías crediticias”, en Ojeda Rodríguez,
Nancy de la Caridad y Delgado Vergara, Teresa (coordinadoras), Teoría general de las
Obligaciones: Comentarios al Código Civil Cubano, La Habana, Cuba, 2000, p. 182.
312
Grisel Galiano Maritan y Celia Araujo Quintero
6. Clasificación de la fianza
La fianza se clasifica teniendo en cuenta varios aspectos, entre ellos por su
origen; por la concesión o no de los beneficios de división y de orden o
excusión; por la concesión o no de los beneficios a que acceda; por la for-
ma de comprometer los bienes; y por el tipo de responsabilidad que asuma
el fiador.
6.1 Por el origen de la fianza, según el artículo 2239 del Código Civil, pue-
de ser convencional; legal o judicial.
6.1.1 Convencional: La fianza convencional es aquella que emana de un
contrato,15 es decir, del acuerdo de voluntades entre las partes.
Legal: La fianza legal es aquella que se ordena por la ley.
Judicial: La fianza judicial es aquella impuesta por decisión del juez, aun-
que vale recalcar que esa decisión debe realizarse en base a lo establecido
en la ley, aunque siempre teniendo en cuenta la situación patrimonial del
deudor. Si no existe una ley o artículo que lo autorice, no puede obligar a
las partes a que rindan fianza.16
14
Algunas legislaciones admiten que la fianza deba realizarse de cualquier forma verbal
o escrita, cfr. artículo 3683 del Código Civil de Nicaragua, por solo citar un ejemplo, el
cual dispone que la fianza puede contratarse en cualquier forma: verbalmente, por escri-
tura pública o privada; pero si fuere negada en juicio sólo podrá ser probada por escrito
cuando exceda de cien pesos.
15
Vid. Escobar Fornos, Iván, op. cit., p. 271; Errazuriz Barros, Alfredo, op. cit., pp. 435 y
436; Diez Picazo, Luis y Antonio Gullón Ballesteros, Sistema de Derecho Civil, Volumen
II, sexta edición, Editorial Tecnos S.A, Madrid, España, 1992, p. 548; López de Zavalía,
Fernando, op. cit., p. 27.
16
El Código Civil de Bolivia contempla la fianza de tipo legal como una de sus clases,
unido a la convencional y la judicial (cfr. artículo 919 del Código Civil de Bolivia); Chile
regla esta clase de fianza, apuntando que su constitución es ordenada por ley, la cual se
regirá por las mismas normas que la fianza convencional, siempre que el Código Civil o
la Ley de Enjuiciamiento Civil estipulen cosa diferente (Artículo 2336 del Código Civil
313
EL CONTRATO DE FIANZA
de Chile); México hace referencia a tres clases de fianza, judicial, legal y convencional
obedeciendo su distinción al origen en que la garantía debe su otorgamiento (cfr. artícu-
lo 2795 del Código Civil de México); el Código Civil español, al referirse a la naturaleza
y extensión de la fianza señala que esta puede ser convencional, legal o judicial, gratuita
o a título oneroso y que también puede constituirse, no sólo a favor del deudor principal,
sino al del otro fiador, consintiéndolo, ignorándolo y aun contradiciéndolo éste (cfr. ar-
tículo 1823 del Código Civil español).
17
Bonivento Fernández, José Alejandro, Los principales contratos civiles y comerciales, To-
mo II, Ediciones Librería del Profesional, tercera edición, Bogotá, 1995, p. 8.
314
Grisel Galiano Maritan y Celia Araujo Quintero
sobre determinados bienes del deudor sin perder la acción personal que
nace de la fianza para garantizar el cumplimiento de la obligación.
6.4.3. Fianza Hipotecaria: En la fianza hipotecaria de igual forma el fiador
constituye además de la fianza una hipoteca para garantizar el cumplimiento
de la obligación, su beneficio, según Pérez Vives,18 es permitirle al acreedor
perseguir no sólo el bien gravado, sino la totalidad de los bienes que inte-
gran el patrimonio del fiador.
18
Pérez Vives, Álvaro, Garantías Civiles: Hipoteca, Prenda y Fianza, Editorial Temis, Bogotá,
1989, p. 376.
315
EL CONTRATO DE FIANZA
19
Ojeda Rodríguez, Nancy de la Caridad, op. cit., p. 187.
316
Grisel Galiano Maritan y Celia Araujo Quintero
20
Para gozar del beneficio de excusión son necesarias las condiciones siguientes:
1. Que no se haya renunciado expresamente;
2. Que el fiador no se haya obligado como codeudor solidario;
3. Que la obligación principal produzca acción;
4. Que la fianza no haya sido ordenada por el juez;
5. Que se oponga el beneficio luego que sea requerido el fiador; salvo que el deudor, al
tiempo del requerimiento, no tenga bienes y después los adquiera; y,
6. Que se señalen al acreedor los bienes del deudor principal.
21
Artículo 2261 del Código Civil: No se tomarán en cuenta para la excusión:
1. Los bienes existentes fuera del territorio del Estado;
2. Los bienes embargados o litigiosos, o los créditos de dudoso o difícil cobro;
3. Los bienes cuyo dominio está sujeto a una condición resolutoria;
4. Los hipotecados a favor de deudas preferentes, en la parte que pareciere necesaria
para el pago completo de éstas; y,
5. Los inembargables.
22
Vid. Errazuriz Barros, Alfredo, op. cit., p. 439.
23
Ojeda Rodríguez, Nancy de la Caridad, op. cit., p. 188.
317
EL CONTRATO DE FIANZA
318
Grisel Galiano Maritan y Celia Araujo Quintero
24
Ghersi, Carlos Alberto, op. cit., p. 704.
319
EL CONTRATO DE FIANZA
320
Grisel Galiano Maritan y Celia Araujo Quintero
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Becerra Cortés, Marcela y Orozco Daza, Lucía Inés, “Régimen legal de las
garantías o cauciones”, en Régimen legal colombiano, diciembre-2005;
Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil, Contratos, Tomo II, Edito-
rial Abeledo Perrot, Buenos Aires, Argentina, 1999; Bonivento Fernández,
321
EL CONTRATO DE FIANZA
José Alejandro, Los principales contratos civiles y comerciales, Tomo II, Edi-
ciones Librería del Profesional, tercera edición, Bogotá, 1995; Diez Picazo,
Luis y Antonio Gullón Ballesteros, Sistema de Derecho Civil, Volumen II,
sexta edición, Editorial Tecnos S.A, Madrid, España, 1992; Diez-Picazo, Luis,
Fundamentos del Derecho Civil patrimonial, Volumen II, cuarta edición,
Editorial Civitas, Madrid, 1993; Escobar Fornos, Iván, Curso de Contratos,
Editorial Hispamer, Colección Textos Jurídicos, Managua, Nicaragua, 1988;
Errazuriz Barros, Alfredo, Curso de Derecho Civil, Volumen III, cuarta edi-
ción corregida y aumentada, Editorial Nascimiento, Santiago, Chile, 1932;
Ghersi, Carlos Alberto, Contratos civiles y comerciales, Partes general y es-
pecial, Tomo I, cuarta edición actualizada y ampliada, Editorial Astrea de
Alfredo y Ricardo Depalma, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 1998; Ló-
pez de Zavalía, Fernando, Teoría de los Contratos, Tomo V, Parte Especial (4),
Zavalía Editor, Buenos Aires, Argentina, 1995; Ojeda Rodríguez, Nancy de
la Caridad y Teresa Delgado Vergara, Teoría general de las Obligaciones:
Comentarios al Código Civil Cubano, La Habana, Cuba, 2000; Ossorio, Ma-
nuel, Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, Primera Edición
electrónica realizada por Datascam, S.A, Guatemala; Pérez Vives, Álvaro,
Garantías Civiles: Hipoteca, Prenda y Fianza, Editorial Temis, Bogotá, 1989.
Fuentes legales
Argentina: Código Civil y Comercial de la Nación, Ley No. 26994 de 7
de octubre de 2014, primera edición, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
Infojus, 2014; Bolivia: Código Civil de la República de Bolivia, Decreto
Ley Nº 12760/1975 de 6 de agosto, edición de 1998; Chile: Código Civil
de Chile, Decreto No. 1937 de 29 de noviembre de 1976, actualizado en
el año 2000, en www.paginaschile.cl, consultado el 8 de enero de 2017;
Ecuador: Código de Comercio, Codificación 28 Registro Oficial Suplemen-
to 1202 de 20-ago-1960, última modificación: 26-jun-2012; Código Civil,
Codificación 10, Registro Oficial Suplemento 46, de fecha 24 de junio de
2005; Código Orgánico General de Procesos, aprobado el 12 de mayo
de 2015, en la sede de la Asamblea Nacional ubicada en el Distrito Me-
tropolitano de Quito; y publicado en el Suplemento del Registro Oficial,
Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de mayo de 2015; España: Código
Civil, Real Decreto de 24 de julio de 1889, texto de la edición del Código
Civil mandada a publicar en cumplimiento de la Ley de 26 de mayo último,
LA LEY grupo Wolters Kluwer, Madrid, septiembre 2012; México: Código
Civil Federal de 30 de agosto de 1928, en http://info4.juridicas.unam.mx/
ijure/tcfed/1.htm?s, consultado el 10 de enero de 2017; Nicaragua: Código
Civil de la República de Nicaragua, de 1 de febrero de 1904, publicado por
Decreto No. 2148, de 14 de octubre de 1903, reformado por la Ley No. 186
de 16 de noviembre de 1995 en www.biblioteca.jus.gov.ar/CodigoNicara-
gua.PDF, consultado el 29 de marzo de 2017.
322
EL CONTRATO DE PRENDA
Título XXXV “Del contrato de prenda”
Artículos 2286 al 2308
Grisel Galiano Maritan*
Anabel Puentes Gómez**
Sumario
1. La prenda como garantía real. Una mirada a sus inicios
2. El contrato de prenda en el Código Civil de Ecuador. Definiciones
2.1. Distinciones entre “prenda civil y “comercial”
3. Generalidades de la prenda. Elementos esenciales y su manifestación
en la normativa
4. Derechos y obligaciones de las partes contratantes
5. La reipersecutoriedad. Elemento esencial en los derechos reales
y su relación con la prenda
6. De la Prelación de crédito y el contrato de prenda
7. Extinción del derecho de prenda
Bibliografía
323
EL CONTRATO DE PRENDA
crédito de forma general con el patrimonio del deudor. “Toda garantía con-
siste por ello en un nuevo derecho subjetivo o en una nueva facultad que
se yuxtapone al derecho de crédito cuya satisfacción se quiere asegurar.
Por ello, lo que en sentido económico puede llamarse garantías, en sentido
jurídico son, en puridad, derechos subjetivos o facultades con función de
garantía”.1
La función socioeconómica que subyace en los contratos de garantías por
el aseguramiento de un crédito preexistente y la confianza en el poder jurí-
dico sobre una cosa -garantías reales-2 nos conduce a comentarios críticos
en torno a la prenda como instituto de autonomía privada, que va a añadir
al crédito algo que el mismo por sí solo no tiene, reforzando la seguridad de
que este será satisfecho3. La certeza de ser integrado el crédito aumenta con
garantías reales como la prenda, al ser el acreedor titular de un derecho que
le permite embargar, realizar y que generalmente está dotado de privilegio.
En reemplazo de la responsabilidad del deudor con su persona o su libertad,
surge la de este con su patrimonio; pero, no basta para tutelar debidamente
el cumplimiento de la obligación la responsabilidad patrimonial universal,
precisamente por los riesgos que ello conduce, y es aquí donde se con-
templan los inicios de la prenda como garantía real. Sobre ello se analiza
como el artículo 2367 del Código Civil de Ecuador establece una especie
de “Prenda General de Bienes” para garantizar al acreedor el cumplimiento
de las obligaciones contraídas por el deudor, indicando el mencionado pre-
cepto que: “Toda obligación personal da al acreedor el derecho de hacerla
efectiva en todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o
futuros, exceptuándose solamente los no embargables, designados en el
artículo 1634”.
Sin embargo, la garantía que confiere el artículo antes mencionado no tiene
eficacia frente a la disminución del patrimonio del deudor y su insolven-
cia, ya sea de carácter fortuito, culpable y hasta dolosa, por lo que se ha
establecido por el legislador del Código Civil ecuatoriano instituciones que
suplen la insuficiencia de la llamada Prenda General de bienes, mediante
el establecimiento de Garantías y Cauciones, una de las cuales es la Prenda
(cfr. artículo 31 del Código Civil).
1
Vid. DIEZ PICAZO, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, volumen II, Las rela-
ciones obligatorias, 5ª edición, Civitas, Madrid, 1996, p. 396.
2
“La garantía real otorga al acreedor un derecho subjetivo sobre un concreto bien del deudor
o de un tercero. Este poder goza de la protección característica de todo derecho real como la
inmediatividad y la eficacia erga omnes”. ARNAU MOYA, Federico, Lecciones de Derecho
Civil II. Obligaciones y Contratos, Universitat Jaume, www.sapientia.uji.es, p. 100.
3
DÍEZ-PICAZO, Luis, op. cit., p. 395; DÍEZ-PICAZO, Luis y Antonio GULLÓN BALLESTE-
ROS, Sistema de Derecho Civil, Tomo II, 8ª edición, Editorial Tecnos, Madrid, 1999, p. 158.
324
Grisel Galiano Maritan y Anabel Puentes Gómez
4
(D. XIII, VII,1).
5
(D. XIII, VII, 9.2).
6
Lafaille, Héctor, Derecho Civil. Tomo V, Tratado de los Derechos Reales, Volumen II, Edito-
rial Soc. Arion Editores, Buenos Aires, Argentina, p. 179.
7
OJEDA RODRÍGUEZ, Nancy y Zurely RODRÍGUEZ REINA, Consideraciones teórico doc-
trinales en torno a la prenda, Ponencia presentada en la V Jornada Internacional de Dere-
cho de Contratos, efectuada en La Habana, Cuba, enero 2006, p. 7.
325
EL CONTRATO DE PRENDA
8
Establece el artículo 585 del Código Civil: “Muebles son las que pueden transportarse de
un lugar a otro, sea moviéndose por sí mismas, como los animales (que por eso se llaman
semovientes), sea que sólo se muevan por una fuerza externa, como las cosas inanimadas.
Exceptúense las que, siendo muebles por naturaleza, se reputan inmuebles por su destino,
según el Artículo 588 del referido cuerpo legal.
9
TRIAY LEÓN, Andrés, Derechos Reales, Volumen I, Segunda Edición, Editorial Alfa, La
Habana,1946, p. 193.
326
Grisel Galiano Maritan y Anabel Puentes Gómez
10
Esta innovación en nuestra legislación se produce al dictarse el decreto supremo
No. 548-E, publicado en el Registro Oficial No. 99, del 8 de noviembre de 1963, que en
su artículo No. 3 ordena que a continuación del artículo 568 del Código del Comercio se
intercale un artículo innominado que es del tenor siguiente: “el contrato de prenda debe
celebrarse por escrito y cumplir las formalidades que determina la ley para cada clase
de contrato. El contrato de prenda puede ser de tres clases: prenda comercial ordinaria;
prenda especial de comercio; y prenda agrícola e industrial”. De lo expresado se conclu-
ye que en nuestra legislación existan las clases de prenda siguientes:
-La prenda común o prenda normal, establecida en el Código Civil (cfr. artículos 2286
al 2308).
-La prenda comercial ordinaria (artículo 569 al 575 del Código de Comercio) la prenda
especial de comercio (artículo 575, desde el literal A, hasta el literal V) y la prenda agrí-
cola e industrial (artículos 576 al 601) del Código de Comercio.
11
López Restrepo, Julieta, “El negocio jurídico prendar acciones”, Criterio Jurídico, Volumen
12, No.2, 2012, Santiago de Cali, p.50.
12
Ley de hipoteca mobiliaria de 16 de diciembre de 1954 desarrollada en el Reglamento
17 de junio de 1955 BOE # 352 de 18 – 12- 1954.
327
EL CONTRATO DE PRENDA
13
Vid. artículo 573 inciso 4 del Código de Comercio de la República de Ecuador.
328
Grisel Galiano Maritan y Anabel Puentes Gómez
14
Vid. DIEZ PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio, Sistema de Derecho Civil, volumen III,
Derecho de Cosas y Derecho Inmobiliario Registral, 6ª edición, Editorial Tecnos, 1997,
p. 502.
15
Vid. ALBALADEJO, Manuel, Derecho Civil, Tomo III, Derecho de Bienes, volumen II,
Derechos reales en cosa ajena y Registro de la Propiedad, 8ª edición, José María Bosch
Editor, S.A., Barcelona, 1994, p. 258.
329
EL CONTRATO DE PRENDA
16
Ahora bien, ¿qué resulta cuando sobre el bien pignorado existe una copropiedad?, sobre
esto tampoco existe claridad en la normativa, sin embargo, debería requerirse el consen-
timiento de todos los titulares, cumpliendo de esta manera con la regla de los actos de
disposición.
17
Vid. artículo 2291 del Código Civil ecuatoriano.
330
Grisel Galiano Maritan y Anabel Puentes Gómez
18
Montel, Alberto, “El objeto del Derecho de Prenda” en Revista Cubana de Derecho,
formato digital, enero-marzo, 1941, p.3.
19
ORREGO ACUÑA, Juan Andrés: “El contrato de prenda”, versión digital, disponible en
file:///D:/Grisel/Downloads/Documents/Contrato%20de%20Prenda_2012_03_06.pdf,
p. 10.
20
El artículo 2292 del Código Civil de Ecuador señala: “si la prenda no pertenece al que la
constituye, sino a un tercero que no ha consentido en el empeño, subsiste sin embargo
el contrato, mientras no la reclama su dueño; a menos que el acreedor sepa haber sido
hurtada, o tomada por fuerza, o perdida, en cuyo caso se aplicará a la prenda lo preve-
nido en el Artículo 2085 del mismo cuerpo legal.”
331
EL CONTRATO DE PRENDA
jurídica que para el acreedor pudiera generar realidades como estas donde
intervenga un bien de un tercero sin su consentimiento.
Sobre esta situación de la prenda en cosa ajena el beneficio al acreedor se
configura en los artículos siguientes cuando establecen: “Si el dueño recla-
ma la cosa empeñada sin su consentimiento, y se verifica la restitución, el
acreedor podrá exigir que se le entregue otra prenda o se le otorgue otra
caución suficiente, y en defecto de una y de otra, se cumpla inmediatamente
la obligación principal, aunque haya plazo pendiente para el pago” (cfr.
artículo 2292 y 2293 del Código Civil).
La forma deviene en un elemento a indagar en el negocio de prenda, así co-
mo en cualquier tipo contractual. Resulta primeramente interesante la for-
ma en la que el Código Civil se refiere a la perfección del contrato cuando
establece que el contrato de prenda no se perfecciona sino por la entrega
de la prenda al acreedor,21 no exigiendo otro requisito como la escritura no-
tarial o la inscripción en el Registro de la Propiedad. En cuanto al elemento
formal, no hay proyección respecto a que debe constar por escrito, lo cual,
debería sin duda alguna establecerse, más aun, resulta apropiado que este
acto se pudiera formalizar en Escritura Pública ante Notario, o simplemente
entre deudor y acreedor incluyendo el titular del bien si procediera, de ma-
nera que a efectos del incumplimiento contractual y cuestiones probatorias
se atenuasen los conflictos.
Igualmente, el contenido esencial del documento en que ha de constar
la prenda debería estipularse, por supuesto, sin reducir ello a los únicos a
incluir, de manera que las partes puedan disponer según sus intereses. El
contenido esencial además de las generales de los sujetos incluyendo esta-
do civil del acreedor pignoraticio debe incluir las obligaciones de las partes;
la indicación del propietario de la cosa que ha sido gravada con prenda, (si
es un tercero, si se ha efectuado sin su consentimiento); la fecha y el ven-
cimiento de la obligación principal; el estatus jurídico del bien; previsiones
en caso de incumplimiento del contrato; y si los bienes objetos de prendas
están asegurados debe consignarse la información general del seguro, así
como la forma de efectuarse la entrega, esto último sobre todo teniendo en
cuenta que el contrato no se va a perfeccionar en tanto no se produzca la
entrega.
Por otra parte, el contrato de prenda podrá otorgarse bajo cualquier condi-
ción desde y hasta cierto día; en cualquier tiempo antes o después de los
contratos a que accede. En consecuencia, mediante ella se puede asegurar
21
Vid. Artículo 2289 del Código Civil de Ecuador.
332
Grisel Galiano Maritan y Anabel Puentes Gómez
todas las obligaciones que el deudor tenga o puede tener a favor del acree-
dor prendario.22
22
Vid. Código Civil de Ecuador, artículo 2287.
333
EL CONTRATO DE PRENDA
23
El artículo 2299 del Código señala: en caso de mora del deudor, el acreedor prendario
tendrá derecho a pedir que la prenda se venda en pública subasta, para que se le pague
con el producto o que falte de postura admisible, sea apreciada por peritos y se le adju-
dique en pago, hasta el valor de su crédito.
24
OJEDA RODRÍGUEZ, Nancy y Zurely RODRÍGUEZ REINA, op. cit., p.11 señalan otros
derechos perfectamente aceptables en estos casos como: “Mantener en su posesión el
bien pignorado hasta la satisfacción total del crédito; el derecho al abono de los gastos
efectuados dirigidos a la conservación de la cosa dada en garantía; instar la ejecución
de la garantía según el proceso que corresponda cuando se ha incumplido el pago y
adjudicarse el bien de no presentarse comprador o el precio no cubre el valor del bien
pignorado.
25
Rivero Valdés, Orlando y Marta Fernández Martínez, et. al., “Temas de Derechos Reales”,
Editorial Félix Varela, La Habana, 2014, p. 21.
334
Grisel Galiano Maritan y Anabel Puentes Gómez
26
DIEZ SOTO, Carlos Manuel, Concurrencia y prelación de créditos: teoría general, Edito-
rial Reus, Madrid, 2006, pp.118 y 119.
27
Vid. artículo 2295 del Código Civil de Ecuador.
28
Para que tenga valor legal se debe registrar en Quito y Guayaquil, en el Registrador de
Prenda Especial de Comercio y en los demás cantones en el Registro de la Propiedad.
Vid. artículo 575 –B del Código de Comercio de Ecuador.
335
EL CONTRATO DE PRENDA
29
Alessandri R. Arturo, “La prelación de crédito”, Editorial Nascimiento, Santiago de chile,
1940, p. 7.
336
Grisel Galiano Maritan y Anabel Puentes Gómez
Bibliografía
Fuentes doctrinales
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II, Derechos reales en cosa ajena y Registro de la Propiedad, 8ª edición,
José María Bosch Editor, S.A., Barcelona, 1994; Alessandri R. Arturo, “La
prelación de crédito”, Editorial Nascimiento, Santiago de Chile, 1940; Arn-
au Moya, Federico, Lecciones de Derecho Civil II. Obligaciones y Contratos,
Universitat Jaume, www.sapientia.uji.es; Diez Picazo, Luis y Gullón, Anto-
nio, Sistema de Derecho Civil, volumen III, Derecho de Cosas y Derecho In-
mobiliario Registral, 6ª edición, Tecnos, 1997; Diez Picazo, Luis, Fundamen-
tos del Derecho Civil Patrimonial, volumen II, Las relaciones obligatorias, 5ª
edición, Civitas, Madrid, 1996; Díez-Picazo, Luis, Fundamentos del Dere-
cho Civil Patrimonial, Tomo II, 5ª edición, Editorial Civitas, Madrid 1996,
Díez-Picazo, Luis y Antonio Gullón Ballesteros, Sistema de Derecho Civil,
Tomo II, 8ª edición, Editorial Tecnos, Madrid, 1999; Lafaille, Héctor, De-
recho Civil, Tomo V, Tratado de los Derechos Reales, Volumen II, Editorial
Soc. Arion Editores, Buenos Aires, Argentina; López Restrepo, Julieta, “El ne-
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en Revista Cubana de Derecho, formato digital, enero-marzo, 1941; Ojeda
Rodríguez, Nancy de la C. y Teresa Delgado Vergara; Teoría General de las
Obligaciones: comentarios al Código Civil cubano, Editorial “Félix Varela”,
La Habana, 2001; Ojeda Rodríguez, Nancy y Zurely Rodríguez Reina, Con-
sideraciones teórico doctrinales en torno a la prenda, Ponencia presentada
en la V Jornada Internacional de Derecho de Contratos, efectuada en La
Habana, Cuba, enero 2006; Ordoqui Castilla, Gustavo; Lecciones de Dere-
cho de Obligaciones, T-I, Ediciones Del Foro, Montevideo, 1998; Rapa Ál-
varez, Vicente; Manual de Obligaciones y Contratos, 1ra parte, La Habana,
1991; Tratado de Garantías en la Contratación Mercantil, Tomo II, Vol. I y II,
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Segunda Edición, Editorial Alfa, La Habana, 1946.
Fuentes legales
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1976, actualizado en el año 2000, en www.paginaschile.cl, consultado el 8
de enero de 2012; Cuba, Código Civil de Cuba, Ley No. 59 de 16 de julio
de 1987, Divulgación del Ministerio de Justicia, La Habana, 1988; Ecuador,
Código Civil de Ecuador, Codificación 10, Registro Oficial Suplemento 46,
de fecha 24 de junio de 2005; Código de Comercio del Ecuador, Codifica-
ción 28 Registro Oficial Suplemento 1202 de 20-ago-1960, última modifi-
cación: 26-jun-2012; Código Orgánico General de Procesos, aprobado el
12 de mayo de 2015, en la sede de la Asamblea Nacional ubicada en el
Distrito Metropolitano de Quito; y publicado en el Suplemento del Registro
Oficial, Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de mayo de 2015; España:
Código Civil de España, Real Decreto de 24 de julio de 1889, texto de la
edición del Código Civil mandada a publicar en cumplimiento de la Ley
de 26 de mayo último, LA LEY grupo Wolters Kluwer, Madrid, septiembre
2012.
338
LA HIPOTECA
Título XXXVI “De la hipoteca”
Artículos 2309 al 2336
Suset Hernández Guzmán*
Marta Fernández Martínez**
Sumario
1. Notas introductorias
2. Generalidades de la hipoteca
2.1. Evolución
2.2. Definición
2.3. Caracteres
3. El contrato de hipoteca
3.1. Requisitos de validez y eficacia
3.2. Contenido y principales efectos
3.3. Causas de extinción
4. Reflexión final
Bibliografìa
1. Notas introductorias
La hipoteca constituye un tema clásico del Derecho Civil y una de las ma-
terias de mayor interés e importancia del Derecho patrimonial. Se trata de
una institución jurídica que discurre entre las aguas de los derechos reales y
personales, por lo que goza de una complejidad teórica y práctica extraor-
dinaria. Ello le atribuye una naturaleza híbrida, la cual se sustenta en una
doble concepción del fenómeno: como derecho real y como obligación.
Es una garantía del cumplimiento de las obligaciones, pero no cualquier
garantía, sino una garantía real, lo que significa que es mucho más contun-
dente que cualquier otra de carácter personal porque confiere un derecho
339
LA HIPOTECA
1
En lo adelante, cuando se referencie un artículo sin indicar en qué cuerpo legal se en-
cuentra regulado, ha de entenderse que pertenece al Código Civil del Ecuador, pues,
independientemente de sistematizar la doctrina iuscivilista en esta materia y de resaltar
cómo son regulados algunos aspectos haciendo uso del método comparado, el propó-
sito del presente capítulo es analizar las peculiaridades de la hipoteca convencional en
Ecuador.
340
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
2. Generalidades de la hipoteca
2.1. Evolución
Se dice que la hipoteca fue conocida en Grecia antes que en Roma. En
ello coincide más de un autor.2 Su raíz etimológica se ubica en suelo helé-
nico, pues la palabra latina hypotheca es una derivación de la voz griega
hypotheke. Según Barros Errazuriz, su etimología aduce a una “cosa puesta
para apoyar, sostener y asegurar una obligación.”3 Independientemente de
este dato, la hipoteca es, en sustancia, una institución romana.4 Dicho de
otro modo, la génesis de lo que ha trascendido a la modernidad como hi-
poteca se halla el Derecho Romano, concretamente en la figura del pignus
conventum.
En Roma, los derechos reales de garantía se desplegaron paulatinamente a
través de tres instituciones: la fiducia, el pignus y el pignus conventum.5 La
fiducia transmitía al acreedor la propiedad de la cosa dada en garantía, por
lo que podía enajenarla válidamente en caso de incumplimiento de la obli-
gación asegurada. La enajenación fiduciaria era –según Sánchez Cordero-
un contrato por el cual el acreedor se obligaba a transferir el bien después
de ser pagado el crédito que garantizaba.6
Por su parte, el pignus o prenda no transmitía la propiedad de la cosa da-
da en garantía, sino la posesión; pero tenía el gran inconveniente de que
2
Apud. MARTÍNEZ ESCOBAR, Manuel, La Hipoteca (con toda la jurisprudencia civil e hi-
potecaria relacionada con la misma y con el procedimiento sumario), Molina y Compa-
ñía, Habana, 1930, p. 9.; MARIANI DE VIDAL, Marina, Derechos reales, séptima edición
actualizada, Zavalía, Buenos Aires, 2004, p. 160; Sánchez Cordero, Jorge, “La hipoteca”
en GONZÁLEZ BLANCO, Carlos y José Ismael ÁLVAREZ MORENO (coordinadores) et al,
Contratos, primera edición, Suprema Corte de Justicia de la Nación y Benemérita Universi-
dad Autónoma de Puebla, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, México, 2006, p. 305.
3
Barros Errazuriz, Alfredo, Curso de Derecho Civil, segundo año, segunda parte, Trata de
los Contratos y demás fuentes de las Obligaciones, volumen III, cuarta edición corregida y
aumentada, Editorial Nascimento, Santiago, 1932, p. 395.
4
El Derecho helénico conoció la hipoteca pero con características diferentes a las del De-
recho romano, principalmente porque en este las hipotecas eran ocultas y generales (afec-
taban todos los bienes del deudor); mientras que en aquel existía un sistema de publicidad
por medio de piedras o tablas colocadas en el fundo, en las cuales se consignaba el
nombre del deudor y del acreedor, el bien gravado y el monto de la deuda. Vid. ESCOBAR
FORNOS, Iván, Curso de Derecho de Contratos, segunda edición, Editorial Hispamer,
Managua, 1998, p. 314.
5
CARBONELL LLORENS, Cristina, “La hipoteca. Aspectos jurídicos y económicos”, dis-
ponible en http://ipra-cinder.info/wp-content/uploads/file/DocumentosMoscu/La_hipote-
ca__Aspectos_jur__di cos_y_econ__micos.pdf, consultado el 14 de enero de 2017, p. 1.
6
SÁNCHEZ CORDERO, Jorge, “La hipoteca”, op. cit., p. 306.
341
LA HIPOTECA
privaba al deudor del uso de los bienes gravados, los que normalmente em-
pleaban en las tareas cotidianas (v.gr. en el cultivo de la tierra), así como de
sus frutos. Adicionalmente, al trasmitir la posesión, impedía la entrega del
mismo objeto como garantía de otro crédito; lo que consolidaba, de alguna
manera, su inconveniencia práctica.
Con el pignus conventum o prenda convencional se sortearon las dificulta-
des de las instituciones precedentes. Esta no transmitía el derecho de pro-
piedad ni la posesión; la cosa quedaba afectada al cumplimiento de una
obligación por la simple convención de las partes; a diferencia de la prenda,
que nacía a través de un contrato real, es decir, con posterioridad a la entre-
ga del bien objeto de garantía, pues la entrega era requisito de perfección
del contrato. El origen y desarrollo de esta figura se debe a la obra del pretor
romano, que otorgó al acreedor el interdictum salvarum y, más tarde, las
acciones serviana y quasi serviana. Fue así que la prenda convencional se
convirtió en un derecho típico, recogido en la Compilación Justinianea con
el nombre de hipoteca, a la que se le confirió la actio in rem hipotecaria.7
De tal suerte, lo que en sus inicios se configuraba como una obligación
de garantía de origen consensual o voluntario quedó reforzada con esta
acción, que incidió en la naturaleza real del derecho subyacente. Así, tras
un proceso gradual, en la última etapa del Derecho Romano, se concebía
a la hipoteca como una obligación de garantía de origen convencional que
podía recaer sobre bienes muebles o inmuebles, que se establecía para
asegurar el cumplimiento de una obligación principal y con la peculiaridad
de que el deudor no era desposeído de la cosa gravada y se le otorgaba al
acreedor un derecho de reservación, venta y preferencia en el pago.8
Llegado a este punto resulta oportuno significar lo siguiente: aunque en sus
albores la hipoteca se aplicó tanto a bienes muebles como inmuebles, con
el devenir histórico ha quedado circunscrita a estos últimos bienes y, de ma-
nera excepcional, a aquellos bienes de naturaleza mobiliaria que, teniendo
en cuenta su valor y trascendencia económica, se consideran inmuebles
por analogía, esencialmente, a efectos hipotecarios. De ahí que haya tras-
cendido a la contemporaneidad como una genuina institución inmobiliaria,
7
Esta aparece con perfiles propios y definidos en los textos legales cuando Salvio Juliano
incluye en el edicto de Adriano una actio hipotecaria que es ya una actio in rem. Vid.
“Derechos reales en Derecho romano (XIV): prenda e hipoteca”, disponible en http://
www.derechoromano.es/2016/10/ derechos-reales-prenda-hipoteca.html, consultado el
28 de noviembre de 2016. El término pignus convencional fue quedando en desuso, para
abrir paso al vocablo hipoteca, debido a la necesidad de separar la nueva institución de la
prenda tradicional, la cual suponía el traspaso posesorio de los bienes al acreedor como
corolario de la garantía instituida.
8
SÁNCHEZ CORDERO, Jorge, “La hipoteca”, op. cit., pp. 306 y 307.
342
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
9
DE RUGGIERO, Roberto, Instituciones de Derecho Civil, volumen primero - Introduc-
ción y Parte General, Derecho de las Personas, Derechos Reales y Posesión, Editorial
Reus (S.A.), Madrid, 1929, p. 756.
10
CARBONELL LLORENS, Cristina, op. cit., p. 1.
11
MARIANI DE VIDAL, Marina, op. cit, p. 162.
12
Dada la afluencia de capitales y el progreso económico de los países hacia el siglo
XVIII, existía un clima favorable para el empleo de la hipoteca. Pero para ello se requería
corregir el inadecuado sistema hipotecario romano, principalmente en lo tocante a su
clandestinidad. A este objeto, en España se encaminaron los primeros pasos, dirigidos
al establecimiento de la publicidad de las hipotecas, los cuales, dados en los años 1528
y 1539, no cristalizaron hasta 1768 con la creación de los Oficios de hipotecas. Vid. RO-
CA SASTRE, Ramón, Derecho Hipotecario, tomo I, quinta edición, Bosch, Casa Editorial
S.A., Barcelona, 1954, p. 121.
343
LA HIPOTECA
obra de sus doctrinarios, sirvió de guía al resto de los países del sistema de
Derecho continental.13
Fue así que la publicidad que confiere la inscripción registral de la hipote-
ca, principio consagrado en las leyes hipotecarias que fueron promulgadas,
dio al traste con la clandestinidad de los derechos hipotecarios, impidien-
do que existieran cargas ocultas sobre los inmuebles inscritos y que estas
cargas pudieran afectar a terceros. Las hipotecas tácitas se convirtieron en
hipotecas legales, condición atribuida por el proceso de inscripción regla-
mentado por la ley. Asimismo, se erige como principio en materia hipote-
caria la especialidad, dirigido a eliminar las vetustas hipotecas generales; lo
que trajo consigo que la hipoteca recaería sobre uno o algunos bienes del
deudor o un tercero (especiales y no generales), debidamente determinados
al momento de su constitución.
Con el suceder de los años, a nivel global, la hipoteca se ha ido perfeccio-
nado gracias al influjo de importantes modificaciones legislativas, pero en
su esencia y sustancia –es justo así decirlo- se ha mantenido prácticamente
incólume. Regulada por el Code Napoleónico del año 1804, trascendió a
aquellos ordenamientos civiles que apelaron a él como antecedente o refe-
rente normativo, destacando entre ellos el Codice italiano, el Código Civil
español y los códigos civiles latinoamericanos de Chile, Perú y Argentina.
13
JORGE MUSTO, Néstor, Derechos reales, tomo 2, Editorial Astrea, Buenos Aires, 2000,
pp. 229-230. Siguiendo a ROCA SASTRE, durante la revolución francesa la Asamblea
constituyente se propuso regular un sistema general de publicidad inmobiliaria, lo que
efectuó mediante dos Decretos parlamentarios del 9 de mesidor del año III, uno relativo
a las hipotecas y otro a declaraciones de inmuebles al Registro, los cuales dispusieron
la publicidad registral por fincas y establecieron la registración para que las hipotecas
y las transmisiones y gravámenes del dominio tuvieran efecto, inspirándose en ideas de
Derecho germánico. Mas estos decretos no tuvieron plena aplicación, ya que, a pesar de
que su vigencia se prorrogó dos veces, fueron suspendidos y más tarde derogados por la
ley de 11 de brumario del año VII, que es la primera disposición que introdujo el sistema
de transcripción en los Registros de conservación de hipotecas de los actos entre vivos
sobre bienes susceptibles de ser hipotecados, para que los mismos pudieran ser opuestos
a terceros adquirentes. Al discutirse el Código civil se pretendió sistematizar de una ma-
nera global la publicidad registral inmobiliaria, pero no se consiguió. El sistema registral
francés está regulado en parte por el Código civil de 1804 y complementado por otras
disposiciones normativas de los años 1855, 1918, 1921 y 1935. Pero actualmente han
sido sustituidas por el Decreto-Ley de publicité fonciere de 4 de enero de 1955, comple-
tado por el Decreto de 14 de octubre de 1955 y por otras disposiciones posteriores en
los años 1959 y 1960. Vid. ROCA SASTRE, op. cit., pp. 30 y 31.
344
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
14
Planiol, Marcel y Georges Ripert, Derecho Civil, Parte C, tomo 5, volumen 3, tercera
edición, Editorial Harla, México D.F., 1997, pp.1174 y 1175.
15
SÁNCHEZ ROMÁN, Felipe, Estudios de Derecho, Tomo IV, Derecho de la contratación,
2ª edición, Impresores de la Casa Real, Madrid, 1889.
16
Lasarte, Carlos, Compendio de Derechos Reales, segunda edición, Marcial Pons, Madrid,
2013, p. 214.
345
LA HIPOTECA
17
Gatti, Edmundo y Jorge H. Alterini, El derecho real (Elementos para una teoría general),
reimpresión, Abeledo – Perrot S. A, Buenos Aires, s.f., p. 99.
346
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
2.3. Caracteres
En primera instancia debemos significar que la hipoteca constituye un de-
recho real –siguiendo la clasificación de los derechos reales- un derecho
real de garantía. Ello se debe a que se establece para afianzar o reforzar el
cumplimiento de una obligación; de ahí su carácter accesorio y el segundo
de los caracteres. Si asegura la satisfacción del acreedor en relación con
una obligación principal (generalmente preexistente) sin la cual no puede
existir porque su objeto o función es precisamente garantizar que aquella
se pague o cumpla, entonces se puede decir que tiene una existencia rela-
18
Jorge Musto, Néstor, Derechos reales, tomo 2, Editorial Astrea, Buenos Aires, 2000,
p. 231.
19
Además de las definiciones aludidas, destacan las formuladas por ROCA SASTRE MUN-
CUNILL y por DÍEZ – PICAZO y GULLÓN. Para el primero, “es un derecho real de rea-
lización del valor en función de garantía del cumplimiento de una obligación dineraria
de carácter accesorio e indivisible y de constitución registral y que recae directamente
sobre bienes inmuebles, ajenos, enajenables, y que permanecen en la posesión del pro-
pietario.” Vid. ROCA SASTRE MUNCUNILL, Luis, Derecho Hipotecario, tomo VII, octava
edición revisada, ampliada y puesta al día, Bosch, Casa Editorial, S.A., Barcelona, 1998,
p. 114. Por otro lado, Luis DÍEZ – PICAZO y Antonio GULLÓN conciben a la hipoteca
inmobiliaria o hipoteca por antonomasia como “un derecho real de garantía y de reali-
zación de valor que recae sobre bienes inmuebles y que asegura el cumplimiento o la
satisfacción forzosa de un crédito mediante la concesión a su titular de la facultad de
llevar a cabo la realización del valor de aquellos, enajenándolos y percibiendo su precio
a través del procedimiento legalmente establecido y cualquiera que sea en ese momento
su poseedor o propietario.” Vid. DÍEZ – PICAZO, Luis y Antonio GULLÓN, Sistema de
Derecho Civil, volumen III – Derecho de Cosas y Derecho Inmobiliario Registral, sexta
edición, Tecnos, Madrid, 1997, p. 509.
347
LA HIPOTECA
20
Lo mismo se aplica para el contrato que le da origen, si la hipoteca es voluntaria, no para
la legal o judicial.
21
Ídem, p. 413.
22
Cfr. artículo 1488, que admite la validez de la hipoteca constituida por terceros.
348
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
23
Vid. DE RUGGIERO, Roberto, op. cit, pp. 756-757. La enajenación de la cosa hipoteca-
da y las nuevas hipotecas con que la cosa puede ser gravada, no dañan en lo más mínimo
el derecho del primitivo acreedor hipotecario, porque su derecho real de hipoteca existe
respecto de cualquier poseedor y de cualquier nuevo acreedor, desde la fecha en que se
constituyó, es decir, desde que se inscribió en el Registro correspondiente. Vid., BARROS
ERRAZURIZ, op. cit., p. 406.
349
LA HIPOTECA
24
El privilegio del acreedor hipotecario no le permite invadir otros bienes del deudor dis-
tintos a los hipotecados.
25
BARROS ERRAZURIZ, op. cit., pp. 410 y 411.
26
Ídem, p. 403.
350
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
3. El contrato de hipoteca
El proceso de constitución de la hipoteca convencional inicia –como su nom-
bre lo indica- con la celebración de un contrato, lo que la diferencia nota-
blemente de la hipoteca legal y de la judicial.27 Luego, corresponde analizar
en el presente epígrafe los requisitos de validez y eficacia de este contrato,
su contenido y principales efectos jurídicos, así como sus causas de extin-
ción más significativas. El contrato de hipoteca se caracteriza especialmente
por tener una eficacia directa constitutiva y por su carácter accesorio, toda
vez que se trata de un acto o negocio jurídico dirigido a crear una relación
jurídica obligatoria que –dada su esencia y naturaleza- asegura o refuerza el
cumplimiento de una obligación principal, confiriéndole al acreedor un de-
recho real de garantía y manteniendo al dueño de los bienes hipotecados, sea
el deudor o un tercero, en posesión de los mismos.28 Las partes contratantes
se denominan acreedor hipotecario y deudor hipotecario.
27
A diferencia del Código Civil de Ecuador, el Code Napoleón, en su artículo 2117 (modifi-
cado en el año 1955) establece que la hipoteca legal es la que nace de la ley; la hipoteca
judicial es la que nace de providencia judicial y la hipoteca contractual es la que nace
de los pactos. En el contexto ecuatoriano no se definen los distintos tipos de hipoteca.
28
La eficacia directa constitutiva se fundamenta en el artículo 1453 ab initio en relación
con el artículo 1454 del Código Civil ecuatoriano, ya que se trata un acuerdo de volunta-
des dirigido a crear o constituir una obligación que desempeña una función de garantía,
este contrato es la fuente o causa de la mencionada relación jurídica civil. Precisamente
por ello y particularmente por la naturaleza subordinada de esta obligación respecto a
una principal, ha de calificarse el contrato como accesorio conforme al artículo 1458 del
propio cuerpo legal.
29
La doctrina cubana ha definido a los elementos esenciales como “aquellos sin los cuales
el contrato no puede existir, (…) que no pueden faltar nunca porque de su presencia
depende la vida misma del acto negocial. Si alguno de tales elementos no concurre, el
contrato carece de efectividad y ni siquiera la voluntad de las partes puede remediar
tal defecto. Son pues imprescindibles y necesarios para la existencia del negocio”. Los
elementos esenciales comunes, son los que cumpliendo con lo antedicho, están pre-
sentes en todo tipo de negocio o contrato. Al respecto vid., VALDÉS DÍAZ, Caridad del
C., “Requisitos del contrato”, en OJEDA RODRÍGUEZ, Nancy de la C. (coordinadora)
et al, Derecho de Contratos, tomo I – Teoría general del contrato, Editorial Félix Varela,
La Habana, 2003, pp. 61 y 62.
351
LA HIPOTECA
30
Según el precepto indicado, son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las cua-
les el negocio contractual no surte efecto o degenera en un contrato diferente.
31
SÁNCHEZ ROMÁN, Felipe, op. cit., p. 183.
32
Antes de la perfección del contrato las partes usualmente tienen motivaciones o intere-
ses diferentes; los que se deben unir en un punto crucial que es el consentimiento. En
puridad, los intereses de las partes no desaparecen con la concertación del contrato; sin
embargo, ya no se debe hablar de intereses individuales, en el entendido de que se po-
drán hacer valer arbitrariamente frente a la otra parte sin que ello trascienda a la eficacia
del acuerdo. Con el consentimiento los intereses se concilian, se unen de tal manera que
uno se corresponde con el otro, haciéndose valer conforme a lo pactado.
33
Cfr. artículo 1462 en relación con el artículo 1463.
34
Cfr. artículo 1461, in fine.
352
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
35
El sentido que le atribuimos a la voz materia en este contexto no es otro que el asignado
por la profesora DELGADO VERGARA en ocasión de definir el objeto del negocio como
bien jurídico; es decir, como “esfera de la realidad (relaciones, intereses, conductas)
cuyo valor es reconocido por el Derecho como suficiente para erigirse en el eje sobre el
que versa el negocio jurídico”. Consúltese DELGADO VERGARA, Teresa, “Del objeto del
negocio jurídico. Aplicación del concepto al contrato”, en PÉREZ GALLARDO, Leonardo
B. (coordinador), El Derecho de Contratos en los umbrales del siglo XXI, Memorias de las
Jornadas Internacionales de Derecho de Contratos celebradas en La Habana, Cuba, en el
período 2001-2007, MP Editora, Sao Paolo, 2007, pp. 245-250.
36
Esta es la línea del artículo 1476 que en su primera parte dispone que toda declaración
de voluntad que encarne un contrato o cualquier acto jurídico fuente de obligaciones
debe tener por objeto una o más cosas (prestaciones) que pueden ser de dar, hacer o
no hacer.
37
Para conocer cuando se está en presencia de un objeto lícito, habría que interpretar a
contrario los artículos 1478, 1480 y 1482.
38
Tales requisitos pueden colegirse del artículo 1477. Para profundizar en el análisis de los
requisitos de la prestación, consúltese OJEDA RODRÍGUEZ, Nancy de la Caridad, “Es-
tructura de la obligación” y DELGADO VERGARA, Teresa, “El cumplimiento o pago de
las obligaciones”, ambos en OJEDA RODRÍGUEZ, Nancy de la Caridad y Teresa DELGA-
DO VERGARA, Teoría General de las Obligaciones: comentarios al Código Civil cubano,
Ed. Félix Varela, 1ª reimpresión, La Habana, 2006, pp. 40, 203 y 204, respectivamente.
353
LA HIPOTECA
39
En cuanto a la simultaneidad cfr. el segundo párrafo de artículo 2311. Por otro lado, se-
gún el artículo 2315, la hipoteca podrá otorgarse (se refiere a la escritura pública que la
contiene) en cualquier tiempo antes o después de los contratos a que acceda, y correrá
desde que se inscriba.
40
El deudor hipotecario responde con el bien gravado, pero en virtud del artículo 2327
también responde con el resto de su patrimonio embargable en caso de que la ejecución
de la hipoteca resulte insuficiente para satisfacer el crédito hipotecario. En cambio, el
tercero que garantiza una deuda ajena responde, salvo pacto en contrario, solamente
con el bien hipotecado (cfr. 2º párrafo del artículo 2316).
41
LASARTE, Carlos, Principios del Derecho Civil, tomo tercero – Contratos, decimoquinta
edición, Marcial Pons, Madrid, 2013, p. 34.
354
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
42
DÍEZ – PICAZO, Luis y Antonio GULLÓN, Sistema de Derecho Civil, volumen II, sexta
edición, segunda reimpresión, Tecnos S.A., Madrid, 1992, p. 48.
43
VALDÉS DÍAZ, Caridad del C., “Requisitos del contrato”, en OJEDA RODRÍGUEZ, Nan-
cy de la C. (coordinadora) et al, op. cit., pp. 83-85.
44
DE CASTRO Y BRAVO, Federico, El negocio jurídico, Ed. Civitas S.A., Madrid, 1985,
p. 278.
45
Como ejemplo de estas califican: el uso de palabras, la suscripción de un documento
privado, la instrumentación de un documento público notarial, la presencia de testigos,
entre otras.
46
HERNÁNDEZ GUZMÁN, Suset y Luis Alberto HIERRO SÁNCHEZ, “El rol de la forma en
los contratos. Su expresión en el Derecho contractual cubano”, en Revista Cubana de
Derecho, IV Época, No. 46, Ed. Unijuris, La Habana, Julio – Diciembre de 2015, p.125.
355
LA HIPOTECA
47
Resultan más frecuentes en la práctica las hipotecas sujetas a términos o condiciones
resolutorias.
356
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
mismos, sea el deudor o el tercero garante de una deuda ajena. Cuando ello
acontece el acreedor hipotecario tiene derecho a perseguir el bien gravado
donde quiera que esté (cfr. artículo 2330) y realizar su valor en caso que sea
necesario con independencia de que haya sido adquirido por otra persona;
excepto contra el tercero que lo haya adquirido en pública subasta dispues-
ta judicialmente, siempre que se le hubiere notificado al acreedor, ya que
este tiene derecho a ser cubierto con el precio del remate de manera pre-
ferente. Si el tercero pierde el bien como consecuencia de la reclamación
exitosa del acreedor hipotecario, conforme a lo establecido en el artícu-
lo 2331, tiene derecho a subrogarse en los derechos de este, como si fuera
un fiador y, además, deberá ser indemnizado por el deudor, incluyendo las
mejoras que hubiere realizado en el bien.
Por otro lado, del artículo 2318 se colige que solo el propietario o el usu-
fructuario pueden hipotecar eficazmente los bienes sobre los cuales osten-
tan el derecho real correspondiente, porque si se trata de un derecho even-
tual, limitado o rescindible, la hipoteca queda afectada a las condiciones y
limitaciones propias del derecho.
En casos de pluralidad de propietarios organizados a través de una copro-
piedad por cuotas o romana, de acuerdo al artículo 2319, antes de proceder
a dividir la cosa común los comuneros pueden, por separado, hipotecar sus
respectivas cuotas; pero una vez que se realice esta operación, la hipoteca
afectará solamente los bienes que en razón de dicha cuota se adjudiquen,
si fueren hipotecables, porque si no lo fueren, la hipoteca caducará (en
realidad, se extinguiría debido a que la prestación relativa a la garantía
hipotecaria sería imposible de ejecutar). No obstante, la hipoteca puede
subsistir si los otros partícipes consienten el gravamen sobre los bienes que
se le han adjudicado, pero para ello deben formalizar una escritura pública
e inscribirla al margen de la hipoteca constituida.
Sabido es que la hipoteca recae sobre bienes inmuebles por naturaleza o
por incorporación y sobre algunos bienes muebles que se consideran in-
muebles por analogía (cfr. artículo 2320), precisamente para poder “darlos”
en garantía y no entregar la posesión porque, justamente, de ella depende
el rendimiento o la explotación comercial que permitirá satisfacer el crédito
hipotecario. El artículo 2322 establece que la hipoteca constituida sobre
bienes raíces (inmuebles por naturaleza) afecta a los bienes muebles que
se unen a ellos por accesión; los cuales, al amparo del artículo 588, se
consideran inmuebles por destino (lo accesorio sigue a lo principal); pero
se desvinculan de este gravamen real cuando se separan y transmiten a
terceros. En cuanto al alcance objetivo de la hipoteca habría que señalar
que también se extiende a todos los aumentos y mejoras que reciba el bien
hipotecado (cfr. artículo 2323); así como a los réditos derivados del arren-
damiento del mismo y a la indemnización debida por los aseguradores de
357
LA HIPOTECA
este objeto (cfr. artículo 2324). Por su parte, la hipoteca sobre un usufructo
o sobre minas y canteras no se extiende a los frutos percibidos, ni a las
sustancias minerales una vez separadas del suelo, según lo regulado en el
artículo 2325.
Con relación a la responsabilidad hipotecaria –uno de los efectos más im-
portantes y controvertidos de la figura- el artículo 2326 establece que el
acreedor hipotecario para realizar o ejecutar la garantía correlativa, tiene
los mismos derechos que el acreedor prendario o pignoraticio con respecto
a la prenda. Por ende, es preciso relacionar este precepto con el artícu-
lo 2299 para fundamentar que en definitiva el acreedor hipotecario puede
solicitar la ejecución de la garantía cuando hay demora en el cumplimiento
de la obligación principal, lo que supondrá su venta en pública subasta,
a los efectos de hacerse pago con el producto de la venta o, excepcional-
mente, adjudicarse en pago el bien hipotecado hasta la ascendencia de su
crédito y, lo que es verdaderamente significativo, sin perjuicio de su dere-
cho para perseguir la obligación principal por otros medios. Es así que, si la
garantía real es insuficiente para satisfacer el crédito, la responsabilidad del
deudor no se limita a la realización del bien gravado, se concede una ac-
ción personal que, salvo los casos previstos en la ley, conmina al deudor a
responder personalmente frente al acreedor, al amparo del artículo 2327.48
48
Artículo 2327: El ejercicio de la acción hipotecaria no perjudica a la acción personal del
acreedor para hacerse pagar con los bienes del deudor que no le han sido hipotecados;
pero aquella no comunica a ésta el derecho de preferencia que corresponde a la primera.
49
El aforismo establece no solo el principio de que lo accesorio sigue a lo principal, sino
también que la naturaleza jurídica de lo principal se transfiere a lo accesorio. Apud. NI-
COLIELLO, Nelson, Diccionario del latín jurídico, reimpresión, Julio César Faira – Editor,
Argentina, 2004, p. 6.
358
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
4. Reflexión final
En el contexto de crisis financiera internacional – boom inmobiliario, el
estudio del contrato de hipoteca recobra una extraordinaria importancia.
Se ha resaltado su arista o faz positiva, en tanto constituye un poderoso
instrumento de crédito territorial que estimula la movilización de capitales
y facilita la obtención de créditos. Sin embargo, no se ha mostrado –explí-
citamente- su cara negativa; y es que con la ejecución de la hipoteca, sobre
todo aquella que recae sobre la vivienda de residencia habitual, aparecen
serios problemas sociales que empiezan con el desahucio, pasan por las
dificultades para conseguir un nuevo lugar para residir y muchas veces ter-
minan en la mendicidad; ya que ello viene aparejado casi siempre otros dos
problemas acuciantes del mundo de hoy: el desempleo y los altos costes de
la vida. Como se comprenderá, este panorama es complicado y sobre todo
muy sensible. Luego, ¿tendríamos que renunciar a esta garantía?
Prescindir de la reina de todas las cauciones –reales o personales- parece
a estas alturas inconcebible. La hipoteca brinda al acreedor una seguridad
que no encuentra en otras garantías, pues además de las facultades inhe-
rentes a ella (tales como: ius disponiendi, ius distrahendi y ius prelationis)
los bienes inmuebles son más duraderos, tienen una mayor valoración eco-
nómica y su precio es más estable que los muebles. Por otra parte, no com-
prende la desposesión de los bienes afectados, los que en consecuencia
podrán emplearse en función de liquidar la obligación principal.
Visto así, la realidad política, social y económica imperante en la mayoría
de los países –entre ellos Ecuador- conectada al derecho fundamental de
acceso a una vivienda digna y adecuada (por ser este el bien inmueble que
con mayor frecuencia se hipoteca, incluyo en fase de construcción) sin du-
da demanda una reformulación normativa y teórica de los presupuestos y
efectos que rigen esta garantía real, en aras de contribuir efectivamente al
buen vivir.
359
LA HIPOTECA
Bibliografía
Fuentes doctrinales
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parte, Trata de los Contratos y demás fuentes de las Obligaciones, volumen
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consultado el 14 de enero de 2017; De Castro y Bravo, Federico, El negocio
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Ed. Félix Varela, 1ª reimpresión, La Habana, 2006; Delgado Vergara, Teresa,
“Del objeto del negocio jurídico. Aplicación del concepto al contrato” en
Pérez Gallardo, Leonardo B. (coordinador), El Derecho de Contratos en los
umbrales del siglo XXI, Memorias de las Jornadas Internacionales de De-
recho de Contratos celebradas en La Habana, Cuba, en el período 2001-
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una teoría general), reimpresión, Abeledo – Perrot S. A, Buenos Aires, s.f.;
Hernández Guzmán, Suset y Luis Alberto Hierro Sánchez, “El rol de la forma
en los contratos. Su expresión en el Derecho contractual cubano”, en Revis-
ta Cubana de Derecho, IV Época, No. 46, Ed. Unijuris, La Habana, Julio –
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Astrea, Buenos Aires, 2000; Lasarte, Carlos, Compendio de Derechos Rea-
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del Derecho Civil, tomo tercero – Contratos, decimoquinta edición, Marcial
Pons, Madrid, 2013; Mariani de Vidal, Marina, Derechos reales, séptima edi-
ción actualizada, Zavalía, Buenos Aires, 2004; Martínez Escobar, Manuel,
La Hipoteca (con toda la jurisprudencia civil e hipotecaria relacionada con
la misma y con el procedimiento sumario), Molina y Compañía, Habana,
1930; Nicoliello, Nelson, Diccionario del latín jurídico, reimpresión, Julio
César Faira – Editor, Argentina, 2004; Ojeda Rodríguez, Nancy de la Caridad,
360
Suset Hernández Guzmán y Marta Fernández Martínez
361
LA ANTICRESIS
Título XXXVII “De la Anticresis”
Artículos 2337 al 2347
Anabel Puentes Gómez*
Sumario
1. Breves apuntes sobre los antecedentes del contrato de anticresis.
Naturaleza jurídica
2. Características del contrato de anticresis. Distinciones necesarias
2.1. La traditio en el contrato de anticresis
2.2. Distinción de la anticresis respecto a la hipoteca, la prenda y
el usufructo
3. El acreedor anticrético como sujeto activo de la obligación
4. El deudor anticresista. Derechos y obligaciones atribuibles
5. De la anticresis judicial o pretoria
6. Conclusiones
Bibliografía
362
Anabel Puentes Gómez
2
Triay León, Andrés, “Derechos Reales”, Volumen 2, Ed. Librería Martí, 1951, p. 204.
3
Barroz Errazuriz, Alfredo, Curso de Derecho…, op. cit., p. 422.
363
LA ANTICRESIS
4
Alvarez Caperochipi, José A, “Curso de Derechos Reales”, Tomo II, Los derechos reales lim-
itados, Editorial Civitas S.A., p. 213.
364
Anabel Puentes Gómez
5
El artículo 1881 del mencionado Código regula: Por la anticresis el acreedor adquiere el
derecho de percibir los frutos de un inmueble de su deudor, con la obligación de aplicarlos
al pago de los intereses, si se debieren, y después al del capital de su crédito.
6
El novísimo Código Civil y Comercial de la Nación Argentina, sin embargo, si incluyó la
posibilidad de que recayera la anticresis sobre bienes muebles, cuando regula en el artícu-
lo 2212 que La anticresis es el derecho real de garantía que recae sobre cosas registrables
individualizadas, cuya posesión se entrega al acreedor o a un tercero designado por las
partes, a quien se autoriza a percibir los frutos para imputarlos a una deuda.
7
Vid. artículo 1454 en relación con 1456 del Código Civil de Ecuador.
8
Artículo 595 del Código Civil de Ecuador señala: Derecho real es el que tenemos sobre
una cosa sin respecto a determinada persona. Son derechos reales el de dominio, el de
herencia, los de usufructo, uso o habitación, los de servidumbres activas, el de prenda y el
de hipoteca. De estos derechos nacen las acciones reales.
365
LA ANTICRESIS
9
Alvarez Caperochipi, José A, “Curso de Derechos…, op. cit., p. 216.
366
Anabel Puentes Gómez
10
Sobre la inscripción registral, resulta importante señalar lo referido por Diez Picazo, Luis
y Gullón, Antonio, en Sistema de Derecho Civil Volumen III, Editorial Tecnos, 1997, p.
589, cuando señala: “Tampoco se requiere la inscripción en el Registro de la Propiedad
para el nacimiento de la anticresis, es decir, no es constitutiva como en la hipoteca. Claro
está que, sin ella, el gravamen no podrá ser opuesto frente a terceros adquirentes del
inmueble que desconozcan su existencia, pero esto no es una especialidad de la anti-
cresis, sino un efecto común de la publicidad registral que se dará en todos los derechos
reales de inscripción no constitutiva.” Por otro lado, Alvarez Caperochipi, José A, “Curso
de Derechos…, op. cit., p. 212, apunta La visión «hipotecarista» de la anticresis encubre
una pretensión de exclusividad del registro para la constitución de garantías inmobilia-
rias, y olvida la sustancialidad autónoma que la puesta en administración adquiere en el
Código Civil y en la Ley de Enjuiciamiento Civil como medio de garantía. Puesta en ad-
ministración que por supuesto no requiere, de modo constitutivo, la inscripción registral
(pues fundamenta la publicidad en la posesión del acreedor). La «visión hipotecarista»,
por otra parte, no sólo conculca el sentido normativo del Código Civil, sino que también
conculca los límites a la extensión de la hipoteca por razón de intereses, continúa, más
adelante afirmando que… Considerar la anticresis como una modalidad de la hipoteca,
presupondría su constitución registral, y eludiría los principios de extensión de la hipo-
teca. Por otra parte, no se encuentra razón evidente para no permitir la constitución de
una garantía real inmobiliaria exclusivamente posesoria sin inscripción registral, aunque
—o también— sin derecho de realización de la cosa. La anticresis se fundamenta en la
virtualidad que en la codificación adquiere la puesta en administración como modo de
garantía, como consecuencia de la complejidad que por la tutela jurisdiccional de la
propiedad adquiere la realización pública de las garantías.
367
LA ANTICRESIS
11
En cuanto a los sistemas de adquisición y transmisión de los derechos reales, refiere Díez
Picazo que el sistema de la transmisión mediante traditio causalmente enlazada con los
negocios antecedentes (la llamada teoría del título y del modo); el sistema de la transmi-
sión puramente consensual; y el sistema del llamado acuerdo abstracto traslativo. Vid.
Díez Picazo, Luis y Gullón, Antonio, Sistema de Derecho Civil…, op. cit., p. 64.
368
Anabel Puentes Gómez
12
Vid. Artículo 1459 del Código Civil de Ecuador.
13
El propio artículo 2340 nos remite a la aplicación del artículo 1903, en cuanto a que se
aplicará lo dispuesto a favor del arrendatario también para el acreedor anticrético. Sobre
ello se refiere el articulado: estarán obligados a respetar el arriendo:1-Aquel a quien se
transfiere el derecho del arrendador por un título lucrativo; 2. Aquel a quien se transfiere
el derecho del arrendador, a título oneroso, si el arrendamiento se ha hecho por escritura
pública; exceptuados los acreedores hipotecarios; y, 3. Los acreedores hipotecarios, si el
arrendamiento se ha hecho por escritura pública, inscrita en el libro correspondiente del
Registrador de la Propiedad antes de la inscripción hipotecaria.
369
LA ANTICRESIS
14
Álvarez Caperochipi, José A, “Curso de Derechos…, op. cit. p. 217.
15
El artículo 2325 del Código Civil ecuatoriano vigente, regula en cuanto a dicho particu-
lar que: “la hipoteca sobre un usufructo o sobre minas y canteras no se extiende a los
frutos percibidos, ni a las sustancias minerales una vez separadas del suelo.”
370
Anabel Puentes Gómez
16
Borda, Guillermo A, “Tratado de Derecho Civil- Derechos Reales” Tomo II, Ed. Abeledo
Perrot, 1992, p. 371.
17
Álvarez Caperochipi, José A, “Curso de Derechos…, op. cit. p. 217 nos ilustra cómo, “la
remisión del artículo 1.886 del CC al artículo 1.857, da pie para mantener, igual que en
la prenda y la hipoteca, la distinción entre la anticresis como contrato y la anticresis co-
mo derecho real. Como contrato, la anticresis se perfecciona por el solo consentimiento;
como derecho real, la anticresis exige y presupone la puesta en administración en manos
del acreedor o de un tercero que posea en su nombre (cfr. art. 1.886 y su remisión al
art. 1.866). La posesión es, por tanto, constitutiva de la anticresis como derecho real.”
371
LA ANTICRESIS
18
Díez Picazo, Luis y Gullón, Antonio, Sistema de Derecho Civil…, op. cit, p. 590.
372
Anabel Puentes Gómez
19
Álvarez Caperochipi, José A, “Curso de Derechos…, op. cit. p. 220.
20
Vid. artículo 2346 del Código Civil de Ecuador.
373
LA ANTICRESIS
6. Conclusiones
El contrato real de anticresis presenta inseguridades jurídicas a partir de
la regulación que ofrece el Código Civil, devenidas del escaso uso de la
figura en la práctica jurídica. Sin embargo, la posibilidad de ser utilizada
como una alternativa eficaz a los medios solutorios en el cumplimiento de
las obligaciones, resulta innegable. Cuestiones como los elementos consti-
tutivos del contrato de anticresis, las obligaciones de los sujetos, la forma,
su duración, las causas de extinción, entre otros particulares, nos resultan
imprecisos a partir de la lectura de la normativa.
Su escasa implementación en la práctica no desmerita la figura que lleva
su importancia, en atribuirle la posesión al acreedor mientras conserva su
propiedad, de forma que ese acreedor adquiere una parte sustancial del
21
Gaspar Toro, De la anticresis convencional y judicial. Prenda pretoria minera”, en http://
doctrina.vlex.cl/vid/anticresis-convencional-prenda-pretoria-23267768, consultado el
21 de abril de 2016.
374
Anabel Puentes Gómez
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Alfonso X: Las Siete Partidas del Rey Don Alfonso el Sabio. 2 tomos, cote-
jadas con varios códices antiguos por la Real Academia de Historia, Ma-
drid, Imprenta Real, 1807; Alvarez Caperochipi, José A, “Curso de Derechos
Reales”, Tomo II, Los derechos reales limitados, Editorial Civitas S.A; Arnau
Moya, Federico “Lecciones de Derecho Civil II, Obligaciones y Contratos”,
Publicacions de la Universitat Jaume I. 2008/2009; Barroz Errazuriz, Al-
fredo, “Curso de Derecho Civil”, Segundo Año, Segunda Parte, Volumen 3,
Ed. Nascimento, Santiago, 1932; Borda, Guillermo A, “Tratado de Derecho
Civil- Derechos Reales”, Tomo II, Ed. Abeledo Perrot, 1992; Diez Picazo, Luis
y Gullón, Antonio, Sistema de Derecho Civil Volumen III, Editorial Tecnos,
1997; Gaspar Toro, “De la anticresis convencional y judicial. Prenda preto-
ria minera”, en http://doctrina.vlex.cl/vid/anticresis-convencional-prenda-
pretoria-23267768, consultado el 21 de abril de 2016; Mariani de Vidal,
Marina, “Derechos Reales”, Tomo I, 7ma ed., Argentina, 2004; Triay León,
Andrés, “Derechos Reales”, Volumen 2, Ed. Librería Martí, 1951.
Fuentes legales
Ecuador: Código Civil, Codificación 10, Registro Oficial Suplemento 46, de
fecha 24 de junio de 2005; Código Orgánico General de Procesos, apro-
bado el 12 de mayo de 2015, en la sede de la Asamblea Nacional ubicada
en el Distrito Metropolitano de Quito; y publicado en el Suplemento del
Registro Oficial, Año 2 – Nº 506, Quito, del viernes 22 de mayo de 2015;
Código de Procedimiento Civil del Ecuador, publicado en el Suplemento
del Registro Oficial, Nº 58, de fecha 12 de julio de 2005, España: Código
Civil, Real Decreto de 24 de julio de 1889, texto de la edición del Código
Civil mandada a publicar en cumplimiento de la Ley de 26 de mayo último,
La ley grupo WoltersKluwer, Madrid, septiembre 2012; Uruguay: Código
Civil de la República Oriental del Uruguay sancionado en 1914, edición
al cuidado de la Dra. Jacqueline Barreiro de Gallo, Barreiro y Ramos S. A.
Editores, Montevideo, 1994.
375
LA TRANSACCIÓN
Título XXXVIII “De la Transacción”
Artículos del 2348 al 2366
Grisel Galiano Maritan*
Sumario
1. El contrato de transacción. Notas introductorias
2. Naturaleza jurídica de la transacción
3. Características del contrato
4. De los requisitos del contrato
5. Condiciones exigidas para la validez de la transacción
6. Causales de nulidad en el contrato de transacción
7. Efectos de la transacción
Bibliografia
376
Grisel Galiano Maritan
1
TAMAYO HAYA, Silvia, El contrato de Transacción: principales líneas de su evolución
histórica, en Anuario de Derecho Civil, ISSN 0210-301X, V.57, No. 3, 2004, Editorial Mi-
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2
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. En: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&
LEMA=transacción.
3
Vid. HINESTROSA, Fernando, Derecho Civil y obligaciones, en Biblioteca Externado de
Colombia, s.a, p.128.
4
CAMACHO OSPINA, María Paulina, La transacción, S. Ed., Santafé Bogotá, Colombia,
2000, p. 8.
377
LA TRANSACCIÓN
5
OSTERLING PARODI, Felipe y Mario CASTILLO FREIRE, La transacción, Disponible en:
http:///G:/LT%20Contratos%20Ecuador/Bibliografía%20TRansacción/Dialnet-LaTransac-
cion-5085321.pdf, p. 393.
6
CRISTÓBAL REALES, SUSANA, La transacción como sistema de resolución de conflic-
tos, Anuario jurídico y Económico Escurialense, XLIV (2011) 277-302 / ISSN: 1133-3677,
2011, p. 280.
7
Sin embargo, otros códigos si incluyen el requisito de las concesiones recíprocas en sus
definiciones. V.gr. artículo 2944 del Código Civil de México; el artículo 1965 del Código
Civil de Italia; el artículo 945 del Código Civil de Bolivia; e incluso el artículo 1302 del
Código Civil de Perú.
378
Grisel Galiano Maritan
8
Tal es el caso del Código Civil del Perú en su artículo 1302.
9
El Código Civil de Bolivia en su artículo 945 estima la transacción como un contrato,
El Código Civil de Colombia en su artículo 2469; y el Código Civil de Argentina en su
artículo 1641, por solo citar algunos ejemplos.
10
OSTERLING PARODI, Felipe y Mario CASTILLO FREIRE, La Transacción…cit., p. 406.
379
LA TRANSACCIÓN
ciones se extinguen en todo o en parte por las siguientes causas, cual una
de ellas es la transacción, sin embargo, como veremos a continuación, no
es este el criterio que prevaleció para el legislador del Código Civil.
11
DIEZ PICAZO, Luis y Antonio, GULLÓN, Sistema de Derecho Civil, Volumen II, El con-
trato en general la relación obligatoria. Contratos en especial. Cuasi contratos. Enrique-
cimiento sin causa. Responsabilidad extracontractual, Sexta Edición, 2da Reimpresión,
Editorial Tecnos, 1992, p. 493.
12
Vid. LLAMBIAS, Jorge Joaquín y Patricio, RAFFO BENEGAS, SASSOTO, Rafael A, Manual
de Derecho Civil y obligaciones, Undécima Edición, Editorial Perrot, Buenos Aires, 1977,
p. 466.
13
Una parte importante de las legislaciones consideran la transacción como un contrato,
entre ellas el francés en su artículo 2044°, el alemán (artículo 779°), el polaco de las
Obligaciones (artículo 621°), el italiano de 1942 (artículo 1965°), el Código Civil Es-
pañol (artículo 1809), el Código Civil de Bolivia (artículo 945), el venezolano (artículo
1713), el mexicano (artículo 2944°), el uruguayo (artículo 2147°), el chileno (2446); el
Código Civil de Colombia lo reconoce en su artículo 2469 y el Código Civil de Argentina
en su artículo 1641.
14
LARENZ, Karl, Derecho de Obligaciones, Tomo I, Editorial Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1958, pp. 136-139.
380
Grisel Galiano Maritan
a) Contrato consensual
La transacción es un contrato consensual porque no está sometido a nin-
guna formalidad para su celebración, sino que solo se exige el acuerdo de
voluntades,15 y con ello se perfecciona por el libre y espontáneo consenti-
miento de las partes.16
b) Contrato bilateral
Según las partes que resultan obligadas, el contrato es bilateral,17 porque las
partes que intervienen se obligan recíprocamente a realizar mutuas conce-
siones, elemento que configura el contrato.
c) Contrato oneroso
Se trata de un contrato oneroso18 porque resulta esencial que se establez-
can provechos y gravámenes recíprocos entre las partes (concesiones
15
El Código Civil Francés requiere para la validez de este contrato que conste por escrito;
no así el nuestro, en el que solo basta el consentimiento de ambas partes.
16
Artículo 1459 del Código Civil de Ecuador: El contrato es real cuando, para que sea per-
fecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se refiere; es solemne cuando está sujeto
a la observancia de ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no surte
ningún efecto civil; y es consensual cuando se perfecciona por el solo consentimiento.
17
Artículo 1455 del Código Civil ecuatoriano: El contrato es unilateral cuando una de las
partes se obliga para con otra, que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las
partes contratantes se obligan recíprocamente.
18
Artículo 1456 del Código Civil ecuatoriano: El contrato es gratuito o de beneficencia
cuando sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el grava-
men; y oneroso, cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose
cada uno a beneficio del otro.
381
LA TRANSACCIÓN
e) Contrato principal
La transacción es un contrato principal si para su existencia no depende
de otro, sin embargo, cuando para la existencia del contrato se requiera de
19
Como afirma CUELLAR GONZÁLEZ, si para poner fin a un litigio, únicamente una de
las partes soporta pérdidas o sacrificios, no estaríamos frente a una transacción, sino a
alguna otra figura jurídica (donación, allanamiento, renuncia, desistimiento, etc.). Vid.
CUELLAR GONZÁLEZ, Elsa Azucel, Análisis del contrato de transacción otorgado por
un mandatario en representación de ambas partes, Tesis Presentada a la Honorable Junta
Directiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos
de Guatemala para optar por el título Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, y los
títulos profesionales de Abogada y Notaria, Guatemala, noviembre de 2006, p. 74.
20
PÉREZ-FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Bernardo, El contrato de transacción como medio
alternativo de solucionar conflictos, en Revista de Derecho Notarial Mexicano, número
120, México, 2006, p. 51.
21
V.gr. La entrega de una suma de dinero determinada a una persona.
22
V.gr. El pago de una renta vitalicia.
23
FANDIÑO ORTIZ, Carlos, El contrato de transacción, Casa Editorial la Cruzada, Bogotá-
MCMXXII, Colombia, p. 20.
382
Grisel Galiano Maritan
una relación anterior entre las partes, de la que derive una controversia, en
determinada forma lo convierte en accesorio.24
f) Contrato nominado
Según el nombre o la denominación del contrato, la transacción es un con-
trato nominado, pues encuentra regulación y denominación propia en el
título XXXVIII “De la transacción”, específicamente 2348 del Código Civil
ecuatoriano.
g) Contrato típico
Se trata de un contrato típico, pues cuenta regulación normativa y tiene un
régimen jurídico propio establecido en los artículos 2348 al 2366 del ya
citado cuerpo legal.
24
Artículo 1458 del Código Civil ecuatoriano: El contrato es principal cuando subsiste por
sí mismo sin necesidad de otra convención; y accesorio cuando tiene por objeto asegurar
el cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella.
25
Vid. ERRAZURIZ, Alfredo Barros, Curso de Derecho Civil, Primera Parte, Volumen III,
Cuarta Edición Corregida y aumentada, Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1932,
p. 339.
26
CAMACHO OSPINA, María Paulina, op. cit., p. 29. También lo reconoce como tal ERRA-
ZURIZ, Alfredo Barros, op. cit., p. 339.
27
Vid. Art. 2358, segundo párrafo del Código Civil de Ecuador que establece: Por consi-
guiente, si se cree transigir con una persona y se transige con otra, podrá rescindirse la
transacción.
383
LA TRANSACCIÓN
a) Existencia de una relación previa entre las partes que sea dudosa o liti-
giosa28
Cuando se alude a la existencia de un derecho dudoso o litigioso, se están
equiparando los conceptos «duda» y «litigio», que, para efectos de la tran-
sacción, están íntimamente vinculadas; aunque el carácter dudoso constitu-
ye un elemento subjetivo que deciden los contratantes y no el juez, por ello
la transacción tendrá como fin esencial eludir un litigio eventual.
Dicho así, para que tenga lugar la transacción es necesario la existencia
de una relación previa entre las partes que sea litigiosa,29 de la que pue-
da derivarse o se haya planteado una discusión, en la que se requiera el
nacimiento del contrato como solución alternativa a la vía judicial y cuyo
resultado sea incierto.
Para que un asunto tenga el carácter de litigioso debe existir un derecho
controvertido o susceptible de ser controvertido, bastando la negativa de
una de las partes para cumplir con la ejecución de la prestación a la que se
ha obligado.
De acuerdo a Cuellar González30, la disputa puede haber sido ya planteada
ante los tribunales31 o puede que simplemente exista la pretensión de la que
derive la posibilidad de plantear el litigio, sin que la acción se haya ejercido
aún.
28
Válido resulta aclarar que para efectos de la transacción las palabras duda y litigio se
encuentran estrechamente vinculadas
29
Así lo establece el artículo 2348, primer párrafo del Código Civil de Ecuador: “Transac-
ción es un contrato en que las partes terminan extrajudicialmente un litio pendiente, o
precaven un litigio eventual”.
30
CUELLAR GONZÁLEZ, Elsa Asuzel, Análisis del contrato de transacción otorgado por
un mandatario en representación de ambas partes, Tesis Presentada a la Honorable Junta
Directiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de San Carlos
de Guatemala, 2006, p. 70.
31
En el caso de que el litigio haya comenzado, el derecho que se discute se denomina
litigioso y la transacción tendrá como principal objetivo terminarlo.
384
Grisel Galiano Maritan
32
Dentro de la voluntad requerida para que nazca la transacción como contrato es necesa-
rio considerar la capacidad de las partes y la ausencia de vicios del consentimiento que
puedan interferir en su declaración o formación como expresión de la libertad contrac-
tual y muestra de la autonomía de voluntad de las partes.
33
OSTERLING PARODI, Felipe y Mario CASTILLO FREIRE, Tratado de las obligaciones,
Vol. XVI, Cuarta Parte, Tomo XV, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial
2003, p. 2836.
34
En este caso deben ser obligatoriamente concesiones recíprocas, pues si solo una de las
partes cediese en sus supuestos derechos, no se trataría de una transacción, sino de un
acto de liberalidad (tal vez de una donación o una condonación).
385
LA TRANSACCIÓN
menos que la otra. Basta, como afirma Osterling Parodi y Castillo Freire35
que cada una lo haga voluntaria y espontáneamente, con la finalidad de
dar por terminado el conflicto y evitar el litigio que podría promoverse o
terminar el ya iniciado.
Las concesiones que realizarán las partes no tienen que ser necesariamente
iguales a las prestaciones que se relacionen con el tema dudoso o litigioso,
sino que pueden recaer sobre objetos distintos a los de la controversia.
d) El supuesto valor de cosa juzgada
El artículo 2362 del Código Civil prescribe que la transacción surte el efec-
to de cosa juzgada en última instancia; pero podrá pedirse la declaración
de nulidad o rescisión, en conformidad a los artículos precedentes, lo que
significa que es un equivalente jurisdiccional que sustituye a la sentencia
judicial.
Lo anteriormente mencionado significa que la transacción surte efecto de
cosa juzgada y, por tanto, proscribe cualquier posibilidad de existencia de
un nuevo proceso cuando ya este se haya dado por terminado mediante la
transacción.
La transacción tiene como principal efecto poner fin al conflicto, por ello
el legislador le otorga el mismo valor que la cosa juzgada, con el propósito
de dotarla de la fuerza legal, y que con ello cumpla su objetivo, cual es el
de precaver un litigio existente o precaver uno eventual, quedando plena-
mente satisfechas las partes sin la necesidad de acudir a los mecanismos de
la justicia ordinaria.
En suma, la importancia de la transacción queda demostrada, pues a través
de ella las partes terminan definitivamente el litigio pendiente o el que pue-
da sobrevenir, de lo contrario, las partes podrían intentar renovar la disputa
del asunto transigido.
35
OSTERLING PARODI, Felipe y Mario CASTILLO FREIRE, OSTERLING PARODI, Felipe y
Mario CASTILLO FREIRE, “La transacción”, disponible en file:///G:/LT%20Contratos%20
Ecuador/Bibliografía%20TRansacción/122_La_Transaccion.pdf, p. 6.
386
Grisel Galiano Maritan
36
GALIANO-MARITAN, Grisel; NOA-PÉREZ, Hanny; MORFFI-COLLADO, Claudia Lore-
na, Las instituciones de guarda y cuidado en el ordenamiento familiar cubano. Pautas y
retos. En Revista Jurídica Entramado, Julio - Diciembre, 2016. vol. 12, No. 2, p. 115.
37
En este caso, el precepto tiene como objetivo proteger los intereses de los menores, hi-
jos, esposas y de todos aquellos que no tienen capacidad jurídica para contratar, ni para
representar a sus representados. Vid. FANDIÑO ORTIZ, Carlos, op. cit., p. 31.
38
RUGGIERO, Roberto de, Instituciones del Derecho Civil, Volumen II, Derecho Obliga-
ciones de Familia y Derecho Hereditario, Editorial Reus, Madrid, 1931, p. 619.
387
LA TRANSACCIÓN
39
Cfr. Artículo. 2027 del Código Civil cuando refiere que: “El encargo que es objeto del
mandato puede hacerse por escritura pública o privada, por cartas, verbalmente o de
cualquier otro modo inteligible, y aún por la aquiescencia tácita de una persona a la
gestión de sus negocios por otra; pero no se admitirá en juicio la prueba testimonial sino
en conformidad a las reglas generales, ni la escritura privada cuando las leyes requieran
un instrumento auténtico”.
40
En América Latina se utilizan indistintamente como sinónimos los términos transigir y
transar, siendo esta última palabra también parte de la Lengua Española (Real Academia
española. Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Segunda Edición, Tomo II, Ma-
drid: Espasa, 2002, p. 1330.
388
Grisel Galiano Maritan
-No se puede transigir sobre el estado civil de las personas (Artículo 2352
del Código Civil)
El estado civil es un modo de ser o estar intrínseco que tiene la persona
natural con respecto a la sociedad, es una cualidad personal determinada
por la realidad natural o social (manera de ser o estar) que a su vez es de-
terminante de la capacidad de obrar de una persona, de su ámbito de poder
o responsabilidad, porque es además fuente de derechos y obligaciones.41
El estado civil de una persona define la posición que esta ocupa, y según
Díaz Magrans42 se relaciona con los siguientes elementos: a) con el carácter
político que la persona tenga con determinado Estado (nacionales y ex-
tranjeros; b) con el Estado civil familiar, dentro del cual se incluye aquel
derivado del matrimonio (soltera, casada, divorciada o viuda), y el derivado
de la filiación (ascendientes, descendientes, colaterales, por consanguini-
dad o afines) y extraños; y en relación al estado personal (la persona puede
ser mayor o menor de edad, plenamente capaz, de capacidad restringida o
incapacitado).
De lo anterior se deriva la importancia del estado civil, por ello la prohibi-
ción de realizar transacciones sobre cualquiera de estos aspectos que con-
forman su contenido, pues como afirma Rogel Vide,43 se trata de una materia
de orden público, indisponible por los particulares, y en base a la cual se
le atribuyen a las personas derechos y obligaciones sobre las cuales la ley
prohíbe transar.
-No se puede transigir sobre los alimentos futuros de las personas a quie-
nes se deben por ley (Artículo 2352 del Código Civil)
En este caso la ley no establece prohibición absoluta, sino que solo admi-
tirá la posibilidad de realizar transacciones sobre alimentos futuros de las
personas a quienes se deban por ley, en el caso de que exista expresa apro-
bación judicial, no obstante, el juez no podrá aprobarlas si en ella se con-
traviene lo establecido en los artículos 362 y 363 del propio cuerpo legal.44
41
Vid. PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio, Sistema de Derecho Civil, Editorial Tecnos, Ma-
drid, 1984; pp. 232 y 233.
42
DÍAZ MAGRANS, María Milagrosa, La persona individual, en Derecho Civil. Parte Gene-
ral, VALDÉS DÍAZ, Caridad del Carmen, (coordinadora) et. al., Primera Edición, Editorial
Félix Varela, La Habana, 2006, p. 230
43
ROGEL VIDE, Carlos, Medicación y Transacción en el Derecho Civil, p. 19, Disponible
en: file:///G:/LT%20Contratos%20Ecuador/Bibliografía%20TRansacción/mediaciondere-
chocivil%20Carlos%20Rogel%20Videpdf.pdf
44
Establecen los mencionados artículos lo siguiente:
Artículo 262: “El derecho de pedir alimentos no puede transmitirse por causa de muerte,
ni venderse o cederse de modo alguno, ni renunciarse”.
389
LA TRANSACCIÓN
Artículo 263: “El que debe alimentos no puede oponer al demandante, en compensa-
ción, lo que el demandante le deba a él”.
45
Carranza, Jorge A, El dolo en el Derecho Civil y Comercial. Estudio doctrinario y jurispru-
dencial, en Ensayos Jurídicos, Editorial Astrea de Rodolfo Depalma y Hnos, Buenos Aires,
Argentina, 1978, pp. 26 y 27.
46
VALDÉS DÍAZ, Caridad del Carmen, (coordinadora) et. al., “Causa de las relaciones jurí-
dicas civiles”, en Derecho Civil, Parte General, Primera Edición, Editorial Félix Varela, La
Habana, 2006, p. 219.
390
Grisel Galiano Maritan
47
El error de hecho como vicia del consentimiento recae sobre circunstancias de hecho del
negocio como pueden ser las cualidades que se atribuyen al objeto de un contrato o a la
persona del otro contratante. Vid. LACRUZ BERDEJO, Josè Luis, Elementos de Derecho
Civil II, Derecho de Obligaciones, Vol. I, Dykinson, Madrid, 2000, p. 368.
48
El error de derecho es la ignorancia o el conocimiento imperfecto de la ley vigente, el
falso conocimiento de la norma o regla jurídica en cuanto a su contenido, existencia,
interpretación o aplicación al caso concreto, cuando el sujeto ha decidido realizar el
negocio como consecuencia de dicha ignorancia o falso conocimiento. Vid. VALDÉS
DÍAZ, Caridad del Carmen, op. cit., p. 217.
49
Desde Roma se consideró excusable sólo el error de hecho, no el de derecho.
391
LA TRANSACCIÓN
50
OSTERLING PARODI, Felipe y Mario CASTILLO FREIRE, “La transacción”, disponible en
file:///G:/LT%20Contratos%20Ecuador/Bibliografía%20TRansacción/122_La_Transac-
cion.pdf, p. 6.
51
Si los contratantes tenían conocimiento de la sentencia ya definitiva y aun así, deciden
transar, en este caso no habrá transacción, sino cesión de derechos (cfr. art. 1841 del
Código Civil de Ecuador).
52
Las más importantes distinciones que se reconocen son las que se suelen establecer entre
error propio y error obstativo; error de hecho y error de derecho y error sobre la persona
392
Grisel Galiano Maritan
Picazo53 como aquel que se produce cuando se realiza el negocio con una
persona creyendo erróneamente que es otra, y la consideración a ella hu-
biese sido causa principal del contrato.
En este caso, el error en la persona, al igual que los demás vicios del con-
sentimiento, dan lugar a la nulidad relativa (cfr. artículo 1698, tercer párrafo
del Código Civil), por tanto, basta demostrar que existe error en cuanto a la
identidad de la persona para que se rescindida la transacción.
El tercer supuesto hace referencia al caso en el que se transige con el po-
seedor aparente de un derecho, supuesto en el que la transacción no puede
perjudicar a la persona a quien verdaderamente compete el derecho, por no
haber participado en el acto ni consentido en él.
-Nulidad de la transacción cuando hay en ella error acerca de la identidad
del objeto sobre el que se quiere transigir (Artículo 2359 del Código Civil)
En el precepto se hace referencia a otra de las clases de error, en este caso
aquel que reace en el objeto sobre el que se quiere transigir, para el cual
el legislador establece como causa de ineficacia la nulidad, aunque le faltó
decir que se trata de un supuesto de nulidad relativa que da lugar a la res-
cisión del acto o contrato.
-El error de cálculo solo da derecho a la rectificación (Artículo 2360 del
Código Civil)
Sin más precisiones que las alegadas por el propio legislador, el error de
cálculo, no anula la transacción, sino que solo da derecho a la rectificación.
Para estos casos, se considera irrelevante los errores de cálculo, y por tanto
no invalidan el consentimiento, dando lugar a su corrección.
-Respecto del descubrimiento de documentos que demuestran que una
de las partes no tenía derecho alguno sobre el objeto sobre el cual se ha
transigido (Artículo 2361 del Código Civil)
Este artículo establece el supuesto de la transacción realizada sobre un ob-
jeto determinado, pero que, después de perfeccionada, se descubren títulos
sobre los cuales una de las partes no tiene derecho alguno sobre el objeto
litigioso, lo que le dará el derecho a la parte favorecida de rescindir la tran-
sacción.
o sobre la cosa. A este tercer supuesto se refieren los siguientes artículos del Código Civil
ecuatoriano.
53
Vid. DÍEZ PICAZO, Luis, Fundamentos del Derecho Civil patrimonial, Volumen I. Intro-
ducción, Teoría del Contrato, 5ta Edición, Editorial Civitas, Madrid, 1996, p. 182.
393
LA TRANSACCIÓN
7. Efectos de la transacción
7.1. Efecto de la transacción entre las partes contratantes
(artículo 2363 del Código Civil)
La transacción, al igual que el resto de los contratos, produce efectos solo
entre las partes contratantes, así lo establece el artículo 2363 en su primer
párrafo, y seguidamente instituye que si son muchos los interesados en el
negocio sobre el cual se transige, la transacción consentida por uno de
ellos, no perjudica ni aprovecha a los otros; salvo, empero, para el caso de
la novación, en el caso de la solidaridad.
Esta norma guarda estrecha relación con las obligaciones solidarias (cfr.
artículos 1527 y siguientes del Código Civil), resultando necesario hacer
algunas distinciones:
Consecuencias de la transacción aprobada por un codeudor solidario, sin
que exista novación.
Cuando se extingue una obligación solidaria por uno de los codeudores,
se extingue esta también con respecto a los demás, presupuesto que se
manifiesta diferente en la transacción por tratarse de un contrato intuito
personae. En tanto, si la transacción es aprobada por uno de los codeudores
solidarios, este efecto no se transmite a los otros, a no ser que la transacción
contenga una novación de la obligación solidaria.
394
Grisel Galiano Maritan
54
Establece el artículo 1535 del Código Civil: “La novación entre el acreedor y cualquiera
de los deudores solidarios, liberta a los otros, a menos que éstos accedan a la obligación
nuevamente constituida”.
Artículo 1661 del Código Civil: “La novación liberta a los codeudores solidarios o subsi-
diarios que no han accedido a ella”.
55
Antes de constituirse el deudor en mora, no puede el acreedor demandar a su arbitrio la
obligación principal o la pena, sino sólo la obligación principal; ni constituido el deudor
en mora, puede el acreedor pedir a un tiempo el cumplimiento de la obligación principal
y la pena, sino cualquiera de las dos cosas a su arbitrio; a menos que aparezca haberse
estipulado la pena por el simple retardo, o a menos que se haya estipulado que por el
pago de la pena no se entienda extinguida la obligación principal.
395
LA TRANSACCIÓN
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Carranza, Jorge A, El dolo en el Derecho Civil y Comercial. Estudio doc-
trinario y jurisprudencial, en Ensayos Jurídicos, Editorial Astrea de Rodolfo
Depalma y Hnos, Buenos Aires, Argentina, 1978; Camacho Ospina, María
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tada a la Honorable Junta Directiva de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala para optar por el
título Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, y los títulos profesionales
de Abogada y Notaria, Guatemala, noviembre de 2006; Cristóbal Reales,
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jurídico y Económico Escurialense, XLIV (2011) 277-302 / ISSN: 1133-
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Madrid, 1996; Diez Picazo, Luis y Antonio, Gullón, Sistema de Derecho
Civil, Volumen II, El contrato en general la relación obligatoria. Contratos
en especial. Cuasi contratos. Enriquecimiento sin causa. Responsabilidad
extracontractual, Sexta Edición, 2da Reimpresión, Editorial Tecnos, 1992;
Díez Picazo, Luis y Gullón, Antonio, Sistema de Derecho Civil, Editorial Tecnos, Ma-
drid, 1984; Errazuriz, Alfredo Barros, Curso de Derecho Civil, Primera Parte,
Volumen III, Cuarta Edición Corregida y aumentada, Editorial Nascimento,
Santiago de Chile, 1932; Fandiño Ortiz, Carlos, El contrato de transacción,
Casa Editorial la Cruzada, Bogotá-MCMXXII, Colombia; Galiano-Maritan,
Grisel; Noa-pérez, Hanny; Morffi-Collado, Claudia Lorena, Las instituciones
de guarda y cuidado en el ordenamiento familiar cubano. Pautas y retos. En
Revista Jurídica Entramado, Julio - Diciembre, Volumen 12, No. 2, 2016;
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Grisel Galiano Maritan
Fuentes legales
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1900, edición a cargo de Emilio EIRANOVA ENCINAS, Marcial Pons, Ma-
drid; Argentina: Código Civil y Comercial de la Nación, Ley No. 26994 de
7 de octubre de 2014, primera edición, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
Infojus, 2014; Bolivia: Código Civil de la República de Bolivia, Decreto Ley
Nº 12760/1975 de 6 de agosto, edición de 1998; Código Civil de la Repú-
blica de Colombia, sancionado el 26 de mayo de 1873 y puesto en vigor
por Ley 57 de 1887, edición a cargo de Luis César Pereira Monsalve, Me-
dellín, Marzo, 1994; Chile: Código Civil de Chile, Decreto No. 1937 de 29
de noviembre de 1976, actualizado en el año 2000, en www.paginaschile.
cl, consultado el 8 de enero de 2012; Ecuador: Código Civil, Codificación
10, Registro Oficial Suplemento 46, de fecha 24 de junio de 2005; Código
Orgánico General de Procesos, aprobado el 12 de mayo de 2015, en la sede
397
LA TRANSACCIÓN
398
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
Título XXXIX “De la prelación de créditos”
Artículos 2367 al 2391
Luis Alberto Hierro Sánchez*
Sumario
1. Fundamentos doctrinales de la prelación de créditos
1.1. La concurrencia de acreedores y el principio de la par conditio
creditorum
1.2. La ruptura del principio de la par conditio creditorum: la prelación
de créditos
1.3. La noción de privilegio y sus clasificaciones. Diferencia entre
privilegio y prelación
1.4. Naturaleza jurídica de los privilegios
1.5. El ejercicio de los privilegios. Especial referencia al concurso
de acreedores
1.5.1. Requisitos y efectos de la declaración del concurso
1.6. Principios que rigen la prelación de créditos
1.7. Causas de la preferencia de los créditos
1.8. Efectos de la prelación de créditos
2. Regulación de la prelación de créditos en el Código Civil ecuatoriano
2.1. Cuestiones generales
2.2. Causas y clases de la prelación de créditos
2.3. Primera clase
2.3.1. Características, clasificación y efectos de los privilegios
comprendidos en la primera clase
2.4. Segunda clase
2.4.1. Características, clasificación y efectos de los privilegios
comprendidos en la segunda clase
399
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
1
En este sentido, algún sector de la doctrina hace referencia al derecho de prenda general
de todos los acreedores, en virtud de que los Códigos Civiles regulan, en ocasión de la
prelación de créditos, la facultad de exigir el cumplimiento forzoso de las obligaciones.
Pero lo cierto es que no se trata de un derecho de prenda como garantía real sobre todo
el patrimonio del deudor, sino de que el patrimonio constituye la garantía por excelencia
para el cumplimiento de las obligaciones, el cual podrá ser ejecutado a tal fin, con excep-
ción de los bienes inembargables. Sobre este particular vid. Alessandri Rodríguez, Arturo,
La prelación de créditos, Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1940, pp. 7 y 8.
400
Luis Alberto Hierro Sánchez
2
Ojeda Rodríguez, Nancy de la Caridad, “Defensa y protección del crédito”, en Ojeda Rodrí-
guez, Nancy de la Caridad y Teresa Delgado Vergara, Teoría General de las Obligaciones.
Comentarios al Código Civil cubano, Editorial Félix Varela, La Habana, 2005, p. 146.
3
Lasarte, Carlos, Derecho de Obligaciones. Principios del Derecho Civil II, 16ta edición,
Ediciones Jurídicas y Sociales, Madrid, 2012, p. 218.
4
Para ahondar más sobre el principio de la par conditio creditorum, vid. Goldenberg Ser-
rano, Juan Luis, “Consideraciones críticas respecto al denominado principio de la par
conditio, creditorum”, en Revista Chilena de Derecho, volumen 37, No. 1, 2010, p. 75.
401
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
5
Barros Errazuriz, Alfredo, Curso de Derecho Civil, volumen III, 4ta edición corregida y
aumentada, Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1932, p. 458.
6
Lasarte, Carlos, op. cit., pp. 219 y 220.
402
Luis Alberto Hierro Sánchez
7
Arellano Gómez, Francisco Javier, “Consideraciones de Derecho Civil acerca de la rel-
ación existente, en sistemas jurídicos continentales, entre la regla “par conditio credito-
rum” y los privilegios crediticios, en Derecho y Conocimiento, volumen 1, Facultad de
Derecho, Universidad de Huelva, s.f., p. 275.
8
Díaz Pairó, Antonio, Teoría General de las Obligaciones, volumen I, 2da edición re-
visada, Librería Temis, La Habana, 1945, p. 185.
9
Alessandri Rodríguez, Arturo,op. cit., p. 15.
10
Álvarez Caperochipi, José Antonio, Curso de Derecho de Obligaciones, volumen I, Teoría
General de la Obligación, 1ra edición, Editorial Civitas, Madrid, 2000, p. 187.
11
Cfr. Alessandri Rodríguez, Arturo, Op. cit., pp. 11-12. En este sentido vid. también Abeliuk
Manasevich, René, Las Obligaciones, tomo II, 4ta edición actualizada, Editorial Dislexia
Virtual, s.l., s.f., p. 205.
403
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
12
Cfr. Díaz Pairó, Antonio, op. cit., p. 186.
13
Diez-Picazo, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, Volumen II, Las relaciones
obligatorias, 5ta edición, Editorial Civitas, Madrid, 1996, p. 753.
404
Luis Alberto Hierro Sánchez
14
Ídem., p. 754.
15
Vid. Díaz Pairó, Antonio, op. cit., pp. 186 y 187.
405
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
16
Arnau Moya, Federico, Lecciones de Derecho Civil II. Obligaciones y Contratos,
1ra edición, Ediciones Publicacions de la Universitat Jaume I, s.l., 2008, p. 116.
17
Castillo Martínez, Carolina del Carmen, “Realización del crédito”, en Lalaguna Domín-
guez, Enrique, Curso de Derecho Civil II. Derecho de Obligaciones, segunda edición,
Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 1999, p. 470.
18
Cfr. Díez-Picazo, Luis, op. cit., p. 778.
406
Luis Alberto Hierro Sánchez
19
Cfr. Ojeda Rodríguez, Nancy de la Caridad, op. cit., pp. 144 y 145.
407
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20
Cfr. Álvarez Caperochipi, José Antonio, op. cit., p. 191.
21
Vid. Ojeda Rodríguez, Nancy de la Caridad, op. cit., p. 147.
22
Recuérdese que el principio de publicidad dio al traste, a partir de la codificación deci-
monónica, con las denominadas cargas ocultas, lo que trajo como consecuencia el esta-
blecimiento de sistemas crediticios sencillos, toda vez que posibilita la ordenación de los
privilegios con carácter funcional. Piénsese, por ejemplo, en un crédito garantizado con
hipoteca, que se formaliza ante notario público y debe asentarse en el Registro Público
correspondiente. En este caso, la publicidad del crédito hipotecario tributa a simplificar
su efectiva realización, ya que constituye un título que lleva aparejada la ejecución, la
que debe llevarse a cabo a través de los trámites procesales correspondientes.
408
Luis Alberto Hierro Sánchez
los acreedores con vistas al cobro de sus créditos, lo que quiere decir que
los privilegios son accesorios al crédito y corren su misma suerte, ya que lo
accesorio sigue a lo principal.
23
Vid. Lasarte, Carlos, op. cit., p. 219.
409
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
24
Cfr. Diez-Picazo, Luis, op. cit., p. 749.
410
Luis Alberto Hierro Sánchez
El artículo 2367 del Código Civil regula la facultad del acreedor para hacer
efectivos sus derechos de crédito sobre todos los bienes que integran el
patrimonio del deudor, ya sean muebles o inmuebles, ya sean presentes o
futuros, con la única excepción de los bienes inembargables que determina
la ley. Se trata de la característica de la exigibilidad presente en toda rela-
ción jurídica obligatoria que permite al acreedor reclamar el cumplimiento
de la prestación debida, incluso de manera forzosa.
Por su parte, sobre los bienes pertenecientes a terceros por concepto de de-
recho de propiedad que se encuentren en posesión del deudor insolvente,
la norma ecuatoriana regula que conservarán sus derechos los respectivos
propietarios. Ello quiere decir que dichos propietarios no quedan afectados
por la insolvencia patrimonial del deudor ni por un eventual concurso de
acreedores, de ahí que podrán reclamarlos en especie, siempre que se trate
de bienes concretos. En virtud del derecho real de propiedad pueden de-
traer la cosa que se encuentra en el patrimonio del deudor sin que el bien
quede contenido en el activo concursado. Recuérdese que los acreedores
ostentan derechos personales sobre el deudor, de ahí que no podrán subro-
garse en su lugar respecto a los bienes que no forman parte de su patrimo-
nio, ya sea en concepto de demonio o por la titularidad de algún derecho
real en cosa ajena.
Cuestión diferente resulta si el deudor fuese titular de derecho real sobre
esos específicos bienes, en cuyo caso cada uno de sus acreedores podrá
subrogarse en su lugar frente a sus dueños en calidad de usufructuario o
prendario, o en virtud de la garantía real de retención concedida ex lege,
tal y como queda dispuesto en el primer párrafo del artículo 2368, facultad
que podrá ejercitarse también como arrendador o arrendatario, en concor-
dancia con los artículos 1906 y 1909, o sea, si su deudor fuese parte –activa
o pasiva- de un contrato de arrendamiento, a cuyo tenor queda legitimado
para subrogarse. No obstante, el último párrafo de este artículo deja bien
claro que resulta inembargable el usufructo de carácter legal, cuando sea
procedente de la sociedad conyugal o de los padres sobre bienes de los
hijos, así como tampoco respecto a los derechos reales de uso y habitación.
Por su parte, el artículo 2369 establece como efecto la nulidad de todo
acto jurídico ejecutado por el deudor en relación con los bienes que haya
cedido o cuando haya sido declarado concurso de acreedores en su contra.
A renglón seguido, el artículo 2370 estipula las reglas a seguir respecto a
los actos ejecutados por el deudor con anterioridad a la cesión de bienes
o a la apertura del concurso de acreedores. En primer lugar, los acreedores
tendrán derecho a la rescisión de los contratos onerosos, así como de las
hipotecas, prendas, anticresis o constitución de patrimonio familiar que el
deudor haya realizado en su perjuicio, actuando de mala fe de conjunto
411
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
412
Luis Alberto Hierro Sánchez
lo 2371 del Código Civil ecuatoriano. También quedó claro que en deter-
minados casos se rompe dicha regla y cobran vigencia los supuestos de
prelación de créditos, prelación que encuentra basamento en determinadas
causas reconocidas doctrinalmente y que tienen reflejo en la mayoría de las
legislaciones.
El Código Civil ecuatoriano no escapa de ello. La letra del artículo 2372 del
Código Civil es clara cuando establece que las causas de preferencia de los
créditos son solamente el privilegio y la hipoteca, determinando que estas
causas son inherentes a los créditos para cuya seguridad se han establecido,
y pasan con ellos a todas las personas que los adquieran por cesión, subro-
gación u otra forma. Por lo tanto, el derecho de preferencia que acompaña
al crédito comprende tanto el valor de este, como los intereses que se pue-
dan devengar del mismo, y como se trata de un derecho accesorio al crédi-
to, sigue su misma suerte, de ahí que si se extingue la obligación principal,
se extingue también la accesoria.
Como puede apreciarse, se distingue en primer lugar al privilegio como
causa de la preferencia o prelación, pues la propia ley es la que distingue
los créditos que gozan de dicha cualidad frente a los otros, como veremos
más adelante al analizar cada una de la clases de privilegios que regula el
Código Civil. En segundo orden se encuentra la hipoteca, derecho real de
garantía por antonomasia, que como recae sobre bienes inmuebles, destaca
no solo por generar per se el ius prelationis a favor del acreedor hipotecario,
sino también por su carácter escriturado y por su publicidad, cuestiones
también que sostienen su carácter privilegiado.
Seguidamente, el precepto contenido en el numeral 2373 regula que gozan
de privilegio los créditos contenidos en la primera, segunda y cuarta clase,
no así los de la quinta, al tratarse de créditos ordinarios. La regulación en
clases en sinónimo de orden de prelación, pues los créditos contenidos en
la clase más próxima excluyen a las más remotas. Se aplica en consecuen-
cia el principio de ordenación excluyente de los créditos.
A continuación analizaremos los créditos privilegiados contenidos en cada
clase.
413
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
4. Los derechos del Estado y de las instituciones del Estado que señala la
Constitución para cobrar las correspondientes obligaciones, a sus funcio-
narios u empleados, sentenciados como autores, cómplices o encubridores
de peculado
Se trata del derecho del Estado y de sus instituciones para cobrar, con ca-
rácter preferente, aquellos créditos que derivan de la comisión del delito
de defraudación o malversación. Recuérdese que una de las fuentes de las
obligaciones es la que se genera de la responsabilidad civil derivada de de-
lito, por lo que Estado y sus diferentes instituciones se convierten en acree-
dores privilegiados de la primera clase a tenor de este precepto.
5. Todo lo que deba por ley el empleador al trabajador por razón del tra-
bajo, que constituye crédito privilegiado de primera clase, con preferencia
aún a los hipotecarios
Constituye crédito privilegiado de la primera clase, con preferencia incluso
a los créditos hipotecarios, todo cuanto el empleador adeude a sus tra-
414
Luis Alberto Hierro Sánchez
8. Los derechos del Estado y de las instituciones del Estado que señala la
Constitución, no contempladas en lo dispuesto por el numeral cuatro de
este artículo y que consten en leyes especiales, con la prioridad estableci-
da en favor del Banco Nacional de Fomento
El numeral ocho contempla también los derechos del Estado ecuatoriano y
de sus instituciones, pero que no estén contemplados en el numeral cua-
tro, derechos que deben constar además en leyes especiales cuya prioridad
para el cobro se entabla a favor del Banco Nacional de Fomento, sujeto
legitimado para el cobro. Solo destacar en este apartado que el hecho de
no estar contemplados estos derechos en el numeral cuatro significa que
los privilegios contenidos en aquel gozarán de preferencia respecto a estos.
Los artículos necesarios de subsistencia suministrados al deudor y su familia
durante los últimos tres meses.
415
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1. Los de los hijos de familia por los bienes de su propiedad que fueren
administrados por el padre, o por la madre en su caso, sobre los bienes de
éstos
En este caso estamos en presencia del derecho de administración que tie-
nen el padre y la madre -en su caso- sobre los bienes de los hijos, en virtud
de la patria potestad que ostentan sobre ellos. El objetivo de otorgar prefe-
rencia a estos créditos es la protección del patrimonio de los hijos hasta el
momento de cese de la patria potestad, ya sea por razón de arribar a la ma-
yoría de edad, o por emancipación, momento en que el padre o la madre
están obligados a restituir dichos bienes.
2. Los de las personas que están bajo tutela o curaduría, contra sus respec-
tivos tutores o curadores
También dentro de la cuarta clase se encuentra el privilegio otorgado a fa-
vor de las personas sujetas a tutela o curatela contra sus respectivos tutores
o curadores. Tanto el tutor como el curador, en cumplimiento de su función
tuitiva, administran los bienes del tutelado, toda vez que tienen la guarda
y cuidado del mismo. Una vez cesada la guarda y cuidado del tutor o del
curador, tanto uno como otro está en la obligación de restituir los bienes al
pupilo o de entregárselos al nuevo representante legal que ejercerá en su
lugar dichas funciones. Este privilegio cobra plena vigencia cuando cesa
la guarda y cuidado, momento en que el pupilo cuenta con el mismo para
satisfacer sus derechos.
419
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
420
Luis Alberto Hierro Sánchez
Bibliografía
Fuentes doctrinales
Abeliuk Manasevich, René, Las Obligaciones, tomo II, 4ta edición actualiza-
da, Editorial Dislexia Virtual, s.l., s.f.; Alessandri Rodríguez, Arturo, La pre-
lación de créditos, Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1940; Álvarez
Caperochipi, José Antonio, Curso de Derecho de Obligaciones, volumen I,
Teoría General de la Obligación, 1ra edición, Editorial Civitas, Madrid, 2000;
p. 187; Arellano Gómez, Francisco Javier, “Consideraciones de Derecho
Civil acerca de la relación existente, en sistemas jurídicos continentales, en-
tre la regla “par conditio creditorum” y los privilegios crediticios, en Derecho
y Conocimiento, volumen 1, Facultad de Derecho, Universidad de Huel-
va, s.f.; Arnau Moya, Federico,Lecciones de Derecho Civil II. Obligaciones
y Contratos, 1ra edición, Ediciones Publicacions de la Universitat Jaume I,
s.l., 2008; Barros Errazuriz, Alfredo, Curso de Derecho Civil, volumen III,
4ta edición corregida y aumentada, Editorial Nascimento, Santiago de Chile,
1932; Díaz Pairó, Antonio, Teoría General de las Obligaciones, volumen I,
2da edición revisada, Librería Temis, La Habana, 1945; Diez-Picazo, Luis,
Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, Volumen II, Las relaciones obli-
gatorias, 5ta edición, Editorial Civitas, Madrid, 1996; Goldenberg Serrano,
Juan Luis, “Consideraciones críticas respecto al denominado principio de
la par condiciocreditorum”, en Revista Chilena de Derecho, volumen 37,
No. 1, 2010; Lalaguna Domínguez, Enrique, Curso de Derecho Civil II. Dere-
cho de Obligaciones, segunda edición, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia,
421
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS
Fuentes legales
Constitución de la República del Ecuador, publicada en el Registro Oficial,
Suplemento 449, de 20 de octubre de 2008, modificada el 13 de julio de
2011, disponible en www.lexis.com.ec, consultado el 24 de junio de 2016,
10:56 am; Código Civil de la República del Ecuador, publicado en el Regis-
tro Oficial, Suplemento 46, de 24 de junio de 2005, modificado el 19 de
junio de 2015, disponible en www.lexis.com.ec, consultado el 24 de junio
de 2016, 11:04 am; Código de Comercio de la República del Ecuador, pu-
blicado en el Registro Oficial, Suplemento 1202, de 20 de agosto de 1960,
modificado el 26 de junio de 2012, disponible en www.lexis.com.ec, con-
sultado el 24 de junio de 2016, 11: 32 am; Código del Trabajo de la Repú-
blica del Ecuador, publicado en el Registro Oficial, Suplemento 167, de 16
de diciembre de 2005, reformado el 26 de septiembre de 2012, disponible
en www.lexis.com.ec, consultado el 24 de junio de 2016, 11:34 am.
422
Resumen Hoja de Vida Autores
423
Galiano Maritan, Grisel
Profesora de Derecho Civil. Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales
y Políticas de la Universidad de Guayaquil. Profesora a Medio Tiempo de
la Carrera de Derecho. Facultad de Ciencias Sociales y Derecho de la Uni-
versidad Laica Vicente Roca Fuerte de Guayaquil. Ecuador; Máster en Dere-
cho Civil por la Universidad de la Habana, 2015; Máster en Ciencias de la
Educación Superior por la Universidad de Ciego de Ávila, 2010, Licenciada
en Derecho por la Universidad de Camagüey, Cuba, 2008. Ha participado
en Cursos relacionados con las temáticas de Derecho de Familia, Obli-
gaciones, Contratos, Derecho Inmobiliario, Registral, Derecho Sucesorio,
Notarial, Derecho Procesal Civil, Familia, Género y Derecho y Bioética. Ha
publicado en Revistas reconocidas e indexadas de Colombia, España, Perú,
Argentina, Chile y Cuba. Beneficiaria de una estancia de investigación en
la Univesitat de Valencia, España, a cargo del programa de becas Jóvenes
Investigadores 2018.
424
ra del Segundo lugar en el Concurso por los XX años del Código Civil cuba-
no, 2007. Autora de 17 publicaciones en Cuba, Ecuador, Brasil y Argentina.
Beneficiaria de una estancia de investigación en la Univesitat de Valencia,
España, a cargo del programa de becas Jóvenes Investigadores 2016.
425
por la Universidad de Ciego de Ávila en el año 2014. Notaria Habilitada por
el Ministerio de Justicia, La Habana 2015. Miembro del Capítulo provincial
de Derecho Notarial en la Unión Nacional de Juristas de Cuba en Ciego
de Ávila. Directora de varias Tesis de Grado para la obtención del Título
de Licenciado en Derecho. Ha sido ponente en varios eventos científicos
internacionales, nacionales y locales en materias de Derecho Civil, familiar,
contractual y de Derecho de Autor. Premio de la Universidad de Ciego de
Ávila a la Mejor Joven investigadora según Dictamen 34/2016. Premio pro-
vincial del CITMA al mejor investigador joven. Cuenta con publicaciones
en revistas de Cuba, Colombia y Argentina.
426
Pereda Mirabal, Ana María
Profesora asistente de las asignaturas Derecho Civil. Parte General y De-
recho de Autor en la Universidad “Hermanos Saíz Montes de Oca” en el
Departamento de Derecho perteneciente a la Facultad de Ciencias Sociales
y Humanísticas (desde septiembre de 2009) y Notario con protocolo docen-
te adscripta a la Dirección Provincial de Justicia de Pinar del Río y sede en
el Archivo Provincial de Protocolos Notariales sito en calle Rafael Morales,
número 17, del territorio de igual nombre (desde enero de 2011). Licen-
ciada en Derecho por la Universidad “Hermanos Saíz Montes de Oca” de
Pinar del Río, curso 2008-2009. Máster en Derecho Civil por la Facultad de
Derecho de Universidad de La Habana en diciembre de 2014 y Especialista
Universitaria en Organización y Gestión del Estado, por la Universidad de
Alicante, en mayo 9 de 2012. Ha participado en eventos nacionales e in-
ternacionales. Autora de varios artículos publicados en revistas indexadas y
textos impresos.
427
Valdés Díaz, Caridad del Carmen
Graduada en Derecho en la Universidad de Oriente en julio de 1982. Ob-
tuvo, más adelante, el Máster en Derecho Privado por la Universidad de
Valencia (España), en la Especialidad en Derecho Civil, y el grado científico
de Doctora en Ciencias Jurídicas, por la Universidad de La Habana, Cu-
ba. Posee la más alta categoría docente que se confiere en la Universidad
de La Habana, donde se desempeña como Profesora del Departamento de
Derecho Civil y de Familia, en la Facultad de Derecho. Durante sus más
de treinta años de experiencia como profesora universitaria, ha impartido
numerosos cursos de pregrado y postgrado en materia Civil, dentro y fuera
de Cuba, destacándose los referidos a la Parte General, Familia, Obligacio-
nes y Contratos y Derecho de Autor. Ha participado en numerosos eventos
científicos nacionales e internacionales. Autora de varios textos, artículos
y trabajos monográficos, publicados en Cuba, España, Colombia, México,
Perú, Bolivia y Argentina. Miembro de Honor de la Asociación para el Estu-
dio y la Enseñanza del Derecho de Autor, España.
Varela Mayor, Arletys
Profesora Auxiliar de Derecho Notarial y Derecho de Autor en la Universi-
dad de Matanzas, Cuba. Máster en Derecho Civil por la Universidad de la
Habana. Ha impartido cursos de postgrado relacionados con la Propiedad
Intelectual y el Derecho Notarial. Ha participado en numerosos eventos de
carácter nacional e internacional en calidad de ponente en Cuba, México y
Colombia. Ha disfrutado de una estancia de investigación en España y parti-
cipó en el 2015 como alumna en el curso de verano impartido en la Univer-
sidad Complutense de Madrid: “Los desafíos del Derecho de autor en el siglo
XXI”. Ha publicado diversos artículos científicos sobre temas de Derecho de
Autor y de Derecho Civil y en obras colectivas. Notario Público en ejercicio.
Vega Cardona, Raúl José
Profesor Auxiliar de Derecho Civil y Derecho Notarial, Facultad de Derecho,
Universidad de Oriente, Cuba. Doctor en Ciencias Jurídicas, Cuba, 2016.
Posee un Diplomado en Enseñanza de la Educación Superior, cursado en
la Universidad de Oriente en el 2010. Es Especialista en Derecho Civil y de
Familia con mención en actuación judicial por la Universidad de Oriente,
2013; y Máster en Derecho Civil por la Universidad de La Habana, 2014.
Ha sido ponente en varios eventos científicos internacionales, nacionales
y locales. Ha obtenido varios premios nacionales de la Sociedad Cubana
de Derecho Notarial de la Unión Nacional de Jurista de Cuba. Formó parte
del colectivo de investigadores del Proyecto de Investigación ya culminado
“Teoría y práctica del Derecho Civil, de Familia y Agrario”, que obtuvo el
Premio Academia de Ciencias de la República de Cuba. Ejerció como Juez
Profesional Suplente no permanente de la Sala de lo Civil y Administrativo
del Tribunal Provincial Popular de Santiago de Cuba desde el 2011 al 2016.
428