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PRINCIPIOS MORALES PRÁCTICOS

P. Guido Miglietta

Introducción

Antes del Concilio se hablaba de Principios morales prácticos, lo que actualmente se ha


perdido por parte de los teólogos moralistas, quienes a pesar de que no hablan de ellos,
fundamentan su investigación y los aplican en el momento de resolver problemáticas concretas.
En el momento en que empieza a ampliarse el campo de estudio referente a la transmisión de
la vida humana se buscan orientaciones en los principios y documentos surgidos hastan entonces y
no se logran ningún éxito.
Finalmente se logran explicitar algunos principios y orientaciones de la Bioética
concernientes a la intervención del hombre sobre la vida humana en el campo biomédico:
 Principio de la defensa de la vida física
 Principio de la libertad y responsabilidad
 Principio de totalidad o principio terapéutico
 Principio de sociabilidad y subsidiariedad
De modo particular el tercer y cuarto principio son descritos e ilustrados generalmene de
forma práctica, mientras que los dos primeros principios son considerados como verdaderos
presupuestos teóricos, ya sin ellos no se podrá hablar de ninguna teología moral, ni de ninguna
ética.
Cuando se habla de Principios tanto a nivel filosófico, ético e incluso ético-teológico, se
hace referencia a principios relativos al intelecto práctico, es decir, principios referentes a la
cuestión del Bien.
El primer principio práctico general es:
EL PRINCIPIO DEL BIEN QUE DEBE CUMPLIRSE Y DEL MAL A EVITAR
A partir del cual se derivan otros principios.
Una primera aplicación inmediata es hacia el principio llamado del mal menor.

PRINCIPIO DEL MAL MENOR


Cuando cumplimos actos humanos nos encontramos entre dos comportamientos diversos, es
decir la situación conflictual entre hacer una elección u otra, entre el actuar o no, entre la realización
plena de nosotros mismos (en relación con el plan de Dios, con la sociedad etc...) o una realización
insuficiente.
Entre estas diversas posibilidades deberá buscarse el BIEN MAYOR.
En este contexto surge la postura de la Teología protestante que afirma la limitación del
hombre para elegir el bien por su misma naturaleza corrrupta, siendo insuperable el conflicto de
elección entre el bien y el mal; esta perspectiva será asumida en algunos ámbitos de la Teología
católica.
Hay que considerar que la elección no realiza entre un mal moral y otro mal moral, ya que
en ninguna circunstancia es admisible adherirse al mal, la comparación no se hace entre dos males
morales, se habla mas bien de la elección entre un bien no moral y un bien no moral.
Ej: el médico general o ginecólogo que se enfrenta al dilema planteado por la paciente que solicita que se le
prescriban anticonceptivos, porque de otro modo, se ha propuesto abortar (mal mayor respecto de la anticoncepción).
La eventualidad del aborto no sería imputable al médico, especilamente se éste instruyó a la paciente de que tan mala
es una opción como la otra, y de que existen caminos intermedios para evitar ambas situaciones
Este principio del mal menor está siempre presente en la Bioética, es la elección del
comportamiento que producirá menor riesgo en relación al bien físico o material de la persona.
Sin embargo está presente también la eventualidad de tener que elegir (y por esto, padecer)
entre dos males físicos, uno menor y otro mayor. Es evidente que la orientación es que
normalmente se puede y se debe preferir el mal físico menor tanto si concierne a los demás como a
uno mismo. Pero puede darse el caso de que un sujeto pueda lícitamente escoger el mal físico
mayor ante un motivo razonable y proporcionado de orden superior.

PRINCIPIO DE DOBLE EFECTO


De la misma forma como la terapia farmacológica implica a menudo efectos secundarios
ligados al efecto terapéutico principal directamente buscado, ocurre igualmente con frecuencia en la
experiencia moral, que a una acción buena (e incluso necesaria), estén ligadas consecuencias
negativas previsibles.
Desde hace tiempo los moralistas han puesto en claro algunos principios para superar la
duda ante la situación de la acción de doble efecto, uno positivo y otro negativo, a fin de evitar por
una parte la perplejidad que paraliza, y por la otra, la despreocupación maquiavélica.
Este principio de la acción a doble efecto comprende a su vez otros principios:
 El principio general del bien a cumplirse y del mal a evitarse
 El principio del mal menor (elegir el bien mayor o el mal menor)
 El principio de la bondad de los medios (no se puede elegir el mal para obtener el bien)
(Rom 3,8).
La acción de doble efecto es un verdadero acto humano; es lícito llevar a cabo una acción (u
omitirla deliberadamente) incluso cuando esta elección comporte también un efecto malo, siempre
que se cumplan las siguientes condiciones:
1. Que la acción buscada sea en sí buena, o por lo menos moralmente indiferente
2. que el efecto bueno sea directamente buscado por persona que actúa por lo que se refiere
tanto a los efectos cuanto a la inteción
3. de la causalidad de los medios (el bien no debe surgir de medios malos)
4. el permitir o aceptar indirectamente el efecto malo debe tener ua motivación adecuada y
proporcionada, lo cual quiere decir que el efecto bueno debe tener un peso proporcionado
para justificar la aceptación, aunque sea indirecta del efecto malo.

Es un principio práctico de guía del razonamiento moral para decidir sobre la licitud o
bondad de un acto, en los casos en que la obtención de un efecto bueno en sí, se acompaña de
efectos no queridos, secundarios o colaterales, que pueden dañar otro bien en la ejecusión del
mismo.
Este principio será llamado por los utilitaristas como Principo de la Bioética católica. Ha
sido precisamente la perspectiva católica de una Bioética personalista la que ha permitido subrayar
los elemento de orden antropológico que ponen en alto la defensa de la vida humana y el respeto de
la dignidad personal
A partir de esta perspectiva sale a la luz toda la riqueza antropológica del Principio de doble
efecto, en cuanto que al enfatizarse la tercera condición (causalidad de los medios), se subraya la
importancia de la no instrumentalización de la persona para obtener un bien y por tanto el respeto
de su dignidad, al no ser considerada ya como un medio sino como un fin. Esta perspectiva católica
chocará fuertemente con otras posturas éticas que niegan la existencia de los absolutos morales, es
decir, no hay actos intrínsecamente malos, actos que jamás puedan realizarse (¿experimentación de
embriones? ¿la eugenética? ¿la eutanasia?).
Es un principio que se fundamenta en el respeto de la vida humana, que no puede ser medio,
sino fin de todas nuestras acciones, por tanto tiene que considerarse los absolutos morales como
elemento integrante de este principio.

A partir del surgimiento de este Principio ( ? ), el autor considerará la exitencia de actos


que realizamos cuyo efecto no es inmediato, pero si derivante de la acción que cumplimos, son
llamados ACTOS VOLUNTARIOS EN CAUSA (o indirectos). El sujeto será responsable no sólo de
los efectos inmediatos de la acción, sino también de aquellos indirectos de los cuales se es
conciente, es decir, en cuanto está presente la intención de obtener dicho efecto (directo o
indirecto).
Tanto los actos directos como los actos indirectos (voluntarios en causa), para ser
responsables deben ser actos voluntarios y conscientes, es decir, actos que ya han pasado por las
facultades del intelecto y de la voluntad:
- Si el objeto de un acto en sí mismo es bueno, pero tiene un efecto malo del cual se es
consciente, el sujeto será responsable también de aquel efecto. Pero si teniendo un efecto
bueno y otro malo (igualdad de dificultad), no se es responsable si desde del principio se
tiene la intención de querer el efecto bueno.
Por lo tanto, siempre que se tenga un defecto de voluntad o de intelecto, que no se sea
consciente o que voluntariamente no se quiera tal efecto, desparece la imputabilidad o
responsabilidad del acto.
Ej: el senador católico que deberá votar entre la ley que permitirá el aborto en la sociedad independientemente de las
circunstancias y razones y la ley que sólo permitirá el aborto en caso de razones sanitarias, psico-sociales graves. Si el
senador vota por la ley mas estricta que sólo permite el aborto en específicas circunstacias: en sí, la acción de votar es
buena o indiferente; el efecto malo (la realización del aborto) que derivará de dicha ley no produce el efecto bueno
(disminución de los abortos), no se da una relación de concatenación entre ambos; hay una razón
proporcionadamente grave, en cuanto el legislador jurídicamente no tiene otra solución que votar por alguna de las
dos leyes.
El acto no es imputable al senador, en cuanto que no buscará voluntariamente el efecto malo, sino buscará votar por
aquella ley por la que los abortos serán menos numerosos.

COOPERACIÓN AL MAL

No se trata de una cooperación formal (identificarse con el objetivo del mal), sino mas bien
una cooperación material (cuando uno ha colaborado, pero no teniendo como intención o fin el
mal).
La cooperación formal es siempre ilícita, es aquella en la que el mal es querido
voluntariamente; puede ser ya sea explícita, cuando la acción busca directamente el mal, o
implícita, cuando por su naturaleza o por las circunstancias, coopera necesariamente al mal.
La cooperación material, puede ser lícita cuando se cumplen las reglas del acto voluntario
indirecto y en el caso de la admisión del efecto malo proveniente de un acto moralmente bueno y a
su vez lícito. En este caso, la cooperación al mal se da sólo como una ayuda práctica, pero no
directa, ni tampoco orientada al mal (ni por su naturaleza, ni por la intención del agente)
Ej: la persona que vende un fusil de caza, que posteriormente el comprador usará para un homicidio.
Puede ser una cooperación mediata, cuando ofrece indirectamente a quien realiza la acción
los medios o instrumentos adecuados a laacción, o bien inmediata cuando se participa directamente
de la acción.

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