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Arte novohispano, comentario

Vázquez López Jemima 502

Es bien conocido el proceso material que ocurrió durante la Conquista española al llegar a
Mesoamérica.
Sin embargo poco se habla de la Conquista espiritual posterior a el acontecimiento que se
inició en 1519 y se consumó en 1521 involucrando un mestizaje de culturas & genes, a
su vez repercutiendo en el arte y cosmovisión de la en ese entonces recién bautizada,
Nueva España.
Esta parte de Conquista espiritual se llevo a cabo a través de la evangelización a cargo de
la Iglesia católica que se instauró en la Nueva España dando uso al arte, específicamente el
visual, como una fuente de primera mano para el conocimiento del pensamiento religioso
como medio pedagógico. Los primeros misioneros se valieron de láminas con imágenes
primeramente para transmitir a los niños indígenas que eran “suficientemente jóvenes para
ser salvados” los conceptos básicos sobre el cristianismo, posteriormente, para la mayoría
de las iglesias, conventos, colegios y demás instituciones educativas se decidió impregnar
las construcciones que se usaban para la adoctrinación; asimismo, circularon en gran
número las estampas de santos, de Jesús y de advocaciones de la Virgen. Algunos de los
elementos estilísticos que se combinaron en los conjuntos conventuales fueron la
arquitectura romántica de donde retomaron la planta de cruz latina o basilical con ábside y
absidiolos; la arquitectura gótica de donde retomaron contrafuertes arbotantes o
escalonados; el renacimiento con el uso de la columna candil y la alteración de las formas
clásicas, así como elementos decorativos con guirnaldas, sillares almohadillados, conchas y
ménsulas.
Para lograr llegar hacia los nativos integraban tanto elementos europeos como indígenas,
por ello haciendo imágenes de santos con piel morena y otras estrategias que se
implementaban visualmente.
Los misioneros se dedicaron a la evangelización de indígenas con programas alegórico y la
enseñanza de oficios que darían origen a los primeros gremios.

Porque esas edificaciones hechas por los indígenas se llamaban Tequitqui o arte
indocristiano, ya que los indígenas dejaban sus símbolos estéticos y simbólicos en los
remates y otros detalles, así dejaron esas tipologías y las formas simbólicas de los grupos
monásticos, fueron considerados patrimonio cultural al contribuir a la identidad histórica y
nacional que nos obliga a los mexicanos a restaurarlos y conservarlos.
También nació una combinación de artes dentro del gremio mixto, durante los años
virreinales existió una actividad exclusiva de los dos gremios, dominada por un determinado
tipo de trabajo: la mesa de altar. Un retablo es esencialmente una obra religiosa, en la
Nueva España sucede que en el siglo XVI el retablo es principalmente sucesor de la pintura
mural y su objeto es esencialmente didáctico; Nos cuenta la historia de la iglesia, y sus
esculturas y pinturas cumplen ese cometido.
El retablo renacentista apenas está decorado, pero el retablo de Salomón finalmente se
vuelve muy limpio y rico en decoración. Algunos ejemplos son el retablo de Santo Domingo
en Puebla o el San Agustín más grande de la capital. Los retablos, por modestos que
fueran, eran caros. Muchos trabajadores participan en su producción: pintores, orfebres,
escultores, instaladores, carpinteros, maestros, oficiales y aprendices. También había
escultores y ensambladores que pertenecían al mismo gremio que los carpinteros y los
violadores. El énfasis escultórico de los retablos trajo beneficios económicos y sociales a
los escultores y ensambladores, otorgándoles un estatus social más alto que los carpinteros
y luthiers. Los reglamentos de los distintos gremios, cuando se preocupaban por la calidad
de sus productos, los obligaban a convertirse en organizaciones cerradas, jerárquicas y
monopólicas, limitando sus campos de trabajo; sin embargo, su incumplimiento benefició a
los consumidores pobres y a los productores no examinados. También es oportuno destacar
que debido al carácter cerrado del gremio, aparecieron talleres familiares con una clientela
exclusiva, lo que limitó el negocio de otros talleres. Desde mediados del siglo XVIII, pintores
y doradores encargaron retablos, trabajos de escultura y montaje, y obras extranjeras,
incluida la dorada.
El arte también representó las creencias de la época, específicamente la pintura. De lo
cual se desprende que el catolicismo latinoamericano se caracterizó por su gran
espiritualidad, misticismo y tendencia al ascetismo y la vida monástica. La religión ocupaba
el primer lugar en la sociedad y la práctica de la religión se orientaba principalmente a
problemas escatológicos, pues se creía que la permanencia de las personas en este mundo
es temporal y su verdadero destino es la vida eterna. El concepto básico en el que se
basaban las ideas sobre la vida después de la muerte era la separación del cuerpo y el
alma después de la muerte; se creía que mientras el primero permanecía enterrado bajo
tierra, el segundo iba a uno de los tres lugares más allá: el cielo, el infierno o el purgatorio.
Para ello, los pintores a menudo representaban almas abandonando el cuerpo en el
momento de la muerte como pequeños niños desnudos. Según las creencias de la época,
el lugar adonde va cada alma en la vida dependía del comportamiento de las personas. El
cielo estaba reservado para las almas puras que habían sido absueltas de los pecados que
habían cometido y que habían pagado todas sus penas en vida; los muertos de pecados
mortales, así como los no católicos, estaban en el infierno; y finalmente en el purgatorio
estaban las almas de aquellos que habían cometido pecados menores o estaban esperando
el juicio. Mientras que el cielo y el infierno eran eternos, el purgatorio era transitorio, y para
determinar el destino de cada alma, Dios definió dos juicios para ellas: un juicio único que
ocurría después de cada muerte. hombre y lo universal, que sucedería al final de los
tiempos.
La pintura fue muy utilizada durante el Virreinato para representar el más allá, por ejemplo,
la representación del cielo era muy común en el arte neo hispánico y anteriormente se
representaba de tres formas. El más común fue el concepto de un cielo imperial formado
exclusivamente por nubes; otra forma de representar el cielo era un jardín, pero eso
desapareció cuando tomó su lugar el concepto de un cielo urbano; y finalmente, había una
tercera forma de representar el cielo como una ciudad. Los artistas consideraban el cielo
como las más altas cualidades de la perfección, como un clima resistente y estable, olores
agradables y música "celestial" interpretada por ángeles.

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