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EXPEDICIÓN CIENTIFICA: LA GRAN CATASTROFE

Todas las células, incluidas las bacterias más elementales, están repletas de dispositivos
moleculares que serían la envidia de cualquier nanotecnólogo. A medida que oscilan, giran o se
desplazan sin cesar por el interior de la célula, esas máquinas cortan, pegan y copian moléculas
genéticas, transportan nutrientes de un sitio a otro o los convierten en energía, construyen y
reparan las membranas celulares, y transmiten mensajes mecánicos, químicos o eléctricos. Una
lista que crece con la incorporación incesante de nuevos descubrimientos.

Resulta prácticamente imposible imaginar el modo en que los mecanismos celulares, en su


mayoría enzimas (catalizadores de naturaleza proteínica), pudieron formarse de manera
espontánea cuando surgió la vida a partir de la materia inanimada hace unos 3700 millones de
años. Es cierto que, dadas las condiciones adecuadas, algunos aminoácidos (los «ladrillos» con
los que se construyen las proteínas) se forman fácilmente a partir de compuestos químicos más
sencillos, tal y como descubrieron Stanley L. Miller y Harold C. Urey, de la Universidad de
Chicago, en sus experimentos pioneros realizados en los años cincuenta. Pero pasar de ahí a la
formación de proteínas y enzimas, eso ya es otra historia.

En el mecanismo celular para la fabricación de proteínas intervienen enzimas complejas que


separan las hebras de la doble hélice de ADN para extraer la información que contienen los
genes (las instrucciones para la construcción de las proteínas) y traducirla para obtener el
producto final. Por tanto, explicar el origen de la vida conlleva una seria paradoja, pues hacen
falta proteínas (así como la información almacenada en el ADN) para fabricar proteínas.

Por otra parte, la paradoja desaparecería si los primeros organismos no necesitasen las
proteínas para nada. Experimentos recientes sugieren que podrían haberse formado
espontáneamente moléculas genéticas semejantes al ADN o a su pariente cercano, el ARN. Y
como esas moléculas pueden contorsionarse para adoptar distintas formas y operar a modo de
catalizadores rudimentarios, quizás habrían logrado copiarse a sí mismas (para reproducirse) sin
necesidad de proteínas.
FOSILES: LA GRAN CATASTROFE #2
Los fósiles ganaron gran importancia en la historia reciente al descubrirse que más que simples
rocas, como se creía hasta entonces que eran, constituían restos de animales tales como
mandíbulas, huesos y también vegetación de hace millones de años.

Los fósiles son restos orgánicos que han dejado animales y plantas hace millones de años y aún
perduran hasta nuestros días. Un fósil es capaz de guiarnos a través del tiempo para dar sentido
a la historia de la Tierra.

Estos restos de organismos de épocas pasadas tienden a conservarse adheridos a rocas


sedimentarias y nos muestran cómo eran los habitantes de la Tierra hace millones de años e
incluso cuáles eran sus costumbres gracias a los fósiles en los que se ha dejado grabado el rastro
de actividad en ellos.

La formación de un fósil es un suceso muy sorpresivo ya que un animal o una planta al morir
tiende a ser alimento para otros, no a conservarse durante millones de años. La naturaleza
siempre intenta retroalimentarse, por lo que conseguir que un animal se conserve durante
millones de años en lugar de servir de sustento a los que vienen después es una característica
de lo más remota, entonces, ¿cómo se forma un fósil?

Hay varias maneras por las que puede darse la formación de un fósil.

• Sedimentación. Cuando un animal o un insecto muere los sedimentos acaban


enterrando sus restos, especialmente su exoesqueleto, que es lo más resistente al
tiempo. Para que este exoesqueleto se conserve sin modificaciones a lo largo de
millones de años será menester que la sedimentación se produzca lo antes posible. Un
desplazamiento de tierra temprano es una buena opción para que esto suceda.
• Fundición. Esta forma de fosilización origina sobre todo moldes de impresiones en
negativo de los organismos. Estas impresiones pueden ser exteriores o interiores y
sobre todo han conservado conchas de distintos animales hasta nuestros días.
• Mineralización. El agua también puede conservar un cuerpo, para ello lo ideal sería que
el ser vivo al morir se precipitara al agua o desfalleciera ya en ella. Muchos de los
organismos habitantes en el agua pueden comerse las partes exteriores del cuerpo,
pero no el duro esqueleto.
• Carbonización. Por todos es sabido que la vida se basa en carbono, por lo que esta
también es una forma de fosilización. Las sustancias volátiles como el oxígeno y el
hidrógeno que acumulan los cuerpos de los seres vivos se pierden y perdura una capa
de carbono que será la encargada de conservar los restos del organismo en forma de
huella.
FOSILES 2: LA GRAN CATASTROFE #3
Los fósiles de dinosaurios han sido clave para poder conocer a estos animales. Diferenciar
cuántas especies había, cómo era su tamaño y sus hábitos y cómo se extinguieron, así como un
sinfín de características.

Se denomina fósiles de dinosaurio a todos aquellos restos de estos animales que han llegado
hasta nuestros días en forma de restos, en mejor o peor estado de conservación. La mayoría de
los fósiles corresponden a huesos de dinosaurio, pero también podemos encontrar, entre otras
clasificaciones, huevos de estos animales o sus dientes. Las icnitas o pisadas también se
consideran fósiles, aunque se encuentran en menor medida.

El Megalosaurus fue el primer fósil encontrado y reconocido por primera vez como un
dinosaurio. En 1676, en Inglaterra, se extrajeron de una cantera de caliza los primeros
fragmentos de huesos. En un primer lugar, se creyó que los huesos eran de gigantes humanos.
No fue hasta 1824, cuando William Buckland tenía en su poder varias vértebras, una mandíbula
inferior y otros fragmentos que probablemente no pertenecían al mismo individuo,
pero a partir de ahí se consideró que el fósil pertenecía a una especie diferente y se empezaron
a denominar a los dinosaurios como tales.
El Megalosaurus es un tipo de dinosaurio terópodo que vivió durante el Jurásico en la zona de
Europa y posiblemente en Asia, América y África. Se trataba de un depredador de gran tamaño
que tenía garras y dientes muy afilados.

El Iguanodon fue el segundo de los fósiles de dinosaurios encontrados, después del


Megalosaurus, en recibir de forma oficial su nombre. Esta especie vivió en el periodo Cretácico
y pertenece a la clasificación de los ornitópodos.

Este dinosaurio era herbívoro de cráneo grande que podía desplazarse sobre las cuatro patas o
sobre las dos traseras. Podía llegar a medir los 13 metros de largo, incluyendo la larga cola.
BALLENAS FOSILISADAS: LA GRAN CATASTROFE #4
El fósil de la ballena es además "el primer esqueleto bien preservado de un
cetáceo de cuatro patas de toda la región del Pacífico", señaló a BBC
Mundo Olivier Lambert, investigador del Real Instituto Belga de Ciencias
Naturales que lideró los estudios de la ballena y quien presentó
recientemente los hallazgos del equipo en la reunión de la Sociedad de
Paleontología de Vertebrados que tuvo lugar en Australia.
Pergocetus pacificus no solo es extraordinario por ser único. También está
ayudando a los científicos a comprender cómo evolucionaron las ballenas
desde sus orígenes en Asia hace más de 50 millones de años.
El esqueleto está bastante completo, con ambas mandíbulas, gran parte de
la columna vertebral, incluyendo la cola, numerosas costillas, la pelvis y las
patas delanteras y traseras.
El fósil fue encontrado en las rocas de la Formación Yumaque, en la zona
desértica frente a la Playa Media Luna, en la costa sur del Perú.
"En esa época, las condiciones existentes eran favorables para el
enterramiento y posterior fosilización de los restos óseos de los animales
que vivían en el lugar, ya sea porque los cadáveres se enterraban
rápidamente o porque la descomposición y desmembramiento de los
cuerpos ocurría lentamente"
ARBOLES PETRIFICADOS: LA GRAN CATASTROFE #5
En las colinas de las afueras del pequeño pueblo de Sexi, en Perú, un bosque fósil guarda
secretos sobre el pasado de Sudamérica de hace millones de años.

Cuando visitamos por primera vez estos árboles petrificados, hace más de 20 años, no se sabía
mucho sobre su edad o cómo se habían conservado. Empezamos por datar las rocas y estudiar
los procesos volcánicos que preservaron los fósiles. A partir de ahí, empezamos a reconstruir la
historia del bosque, desde el día en que, hace 39 millones de años, un volcán entró en erupción
en el norte del Perú.

Ese día llovió ceniza sobre el bosque, arrancando las hojas de los árboles. Luego, flujos de
material de ceniza se desplazaron, derribando los árboles y llevándolos como troncos por un río
hasta la zona donde fueron enterrados y conservados. Millones de años más tarde, después de
que los actuales Andes se elevaran y arrastraran los fósiles, las rocas quedaron expuestas a las
fuerzas de la erosión, y las maderas y hojas fósiles volvieron a ver la luz del día.

Este bosque petrificado, conocido como el Bosque Perificado Piedra Chamana, es el primer
bosque fósil de los trópicos sudamericanos que se ha estudiado en detalle. Está ayudando a los
paleontólogos como nosotros a comprender la historia de los bosques megadiversos de los
trópicos del Nuevo Mundo y los climas y ambientes del pasado de Sudamérica.

Para averiguar los tipos de árbol que habían crecido en el bos que antes de la erupción,
necesitábamos muestras finas de la madera petrificada que pudieran estudiarse con el
microscopio. Eso no fue fácil debido al volumen y la diversidad de la madera fósil del yacimiento.

Intentamos tomar muestras de la diversidad de las maderas basándonos en las características


que podían observarse a simple vista o con pequeños microscopios de mano, cosas como la
disposición y la anchura de los vasos que transportan el agua hacia arriba dentro del árbol o la
presencia de anillos de árboles.

A continuación, cortamos pequeños bloques de los especímenes, y a partir de ellos pudimos


preparar secciones finas petrográficas en tres planos. Cada plano nos da una visión diferente de
la anatomía del árbol. Nos permiten ver muchas características detalladas relacionadas con los
vasos, las fibras de la madera y el componente de tejido vivo de la madera.
ASI FUE EL ULTIMO DIA DE LOS DINOSAURIOS
Hace 65 millones de años, una enorme roca de diez kilómetros impactó contra la Tierra y
desencadenó la quinta extinción masiva.
El estudio, reconstruye los procesos geológicos, químicos y biológicos generados por el impacto
del asteroide que cayó sobre la Tierra con una potencia equivalente a diez mil millones de
bombas atómicas como la de Hiroshima.
En un primer momento, la explosión quemó la vegetación que había en varios miles de
kilómetros a la redonda y desencadenó un tsunami gigante que arrastró sedimentos hasta el
interior de Norteamérica -más de 2.000 kilómetros tierra adentro, pero lo peor vino después.
Bloqueo del sol

El impacto liberó tanto azufre a la atmósfera que bloqueó la luz solar y causó un enfriamiento
global que acabó con los dinosaurios y con el 75 por ciento de las formas de vida del planeta.

Fue un infierno local de corta duración, seguido de un largo periodo de enfriamiento global: los
dinosaurios "se achicharraron y luego se congelaron", aunque "no todos murieron ese día",
resume Sean Gulick, profesor de investigación en el Instituto de Geofísica de la Universidad de
Texas y autor principal del estudio.

Los análisis indican que la mayor parte del material que rellenó el cráter en las horas posteriores
al impacto se originó en el mismo lugar del impacto o fue arrastrado por el agua del océano que
fluyó de nuevo hacia el cráter desde el Golfo de México circundante.

En un solo día se depositaron unos 130 metros de material, una tasa de acumulación vertiginosa
que se encuentra entre las más altas jamás encontradas en el registro geológico y que ha
permitido reconstruir los sucesos que tuvieron lugar dentro y fuera del cráter desde el momento
del impacto hasta varias horas después.
"Los sedimentos revelan enormes energías de transporte que son mucho más grandes que
cualquier otra inundación catastrófica conocida en el planeta. El agua densa y llena de
escombros se movía con velocidades que equivalían a la velocidad del viento de los huracanes",
detalla Ormö.

Azufre y enfriamiento global

Pero quizá el hallazgo más importante de la investigación está relacionado con el azufre, el
elemento químico que originó el enfriamiento global y el cambio climático que causó la extinción
masiva; "el verdadero asesino", según Gulick.

Los análisis de las muestras de roca desvelan que el impacto del asteroide vaporizó, al menos,
325.000 millones de toneladas métricas de minerales ricos en azufre presentes en el lugar del
impacto, suficiente para hacer que la luz solar se volviera opaca y provocar un drástico
enfriamiento en toda la Tierra.

La cantidad de azufre que se liberó ese día a la atmósfera es unas 10.000 veces superior a la que
expulsó el volcán indonesio de Krakatoa en 1883, que provocó un descenso promedio de 2,2
grados en la temperatura global durante cinco años.
HABLANDO DEL REGISTRO DE FOSIL Y EXTINCIONES MASIVAS

Las extinciones masivas, cuando por lo menos la mitad de todas las especies desaparecen en un
tiempo relativamente corto, han sucedido un puñado de veces a lo largo de la historia de nuestro
planeta. La mayor extinción masiva ocurrió hace alrededor de 250 millones de años, cuando tal
vez el 95 por ciento de las especies se extinguieron.

La extinción que ourrió hace 65 millones daños acabó con cerca del 50 por ciento de las plantas
y animales. Este evento es tan notable que señala un punto de inflexión en la historia de la
Tierra, y marca el fin de un periodo geológico conocido como el Cretásico y el comienzo del
periodo Terciario.

Hace alrededor de 65 millones de años, sucedió algo inusual en nuestro planeta, y lo podemos
observar en el registro fósil. Los fósiles que eran abundantes en capas de rocas anteriores,
sencillamente no están en los estratos rocosos posteriores. Una variedad amplia de animales y
plantas de pronto desaparecieron, desde pequeños organismos marinos hasta grandes
dinosaurios.

Las especies se extinguen todo el tiempo. Los científicos calculan que por lo menos el 99.9 por
ciento de todas las especies de animales y plantas que jamás existieron ahora están extintas.
Así, la desaparición de dinosaurios como T. rex y Triceratops hace unos 65 millones de años no
sería especialmente notoria, salvo por el hecho de que alrededor del 50 por ciento de todas las
plantas y animales vivos al mismo tiempo también murieron en lo que los científicos llaman una
extinción masiva.

Cambios en el ambiente

¿Qué sucedió que causó una devastación tan amplia hace 65 millones de años? Los científicos
coinciden en que las especies se extinguen principalmente como resultado de cambios en su
ambiente. La extinción de muchas especies alrededor del mundo en un momento refleja
cambios a gran escala en el ambiente global.

Para explicar lo que causó esta extinción masiva, los científicos se han enfocado en eventos que
hubieran alterado el clima de nuestro planeta de formas drámaticas y poderosas. La teoría más
destacada es que un enorme asteroide o cometa se estrelló con la Tierra hace 65 millones de
años, lo que bloqueó la luz solar, cambió el clima y disparó incendios globales. En años recientes,
sin embargo, los investigadores también han estado estudiando si otras fuerzas, incluyendo
erupciones volcánicas masivas y cambios en el nivel del mar, pudieron contribuir al
debilitamiento ambiental general.
EXTINCION DE LOS DINOSAURIOS
10 millones de años antes del impacto del asteroide, desde hace 76 millones de años, el número
de especies de dinosaurios estaba en decadencia. Este declive es especialmente interesante
porque es mundial y afecta tanto a grupos carnívoros, como los tiranosaurios, como a grupos
herbívoros, como los triceratops. También se registró en el Viejo Mundo (Europa, Asia, África y
Australia) y en el Nuevo Mundo (América). Sin embargo, hubo cierta heterogeneidad en la
respuesta. Algunos han disminuido bruscamente, como los anquilosaurios y los ceratopsianos,
y solo una familia (los troodóntidos) de las seis muestra un descenso muy pequeño, que se
produce en los últimos 5 millones de años.

Sabemos que los dinosaurios necesitan un clima cálido para su metabolismo. No eran animales
ectotérmicos (de sangre fría) como los cocodrilos o los lagartos. Tampoco eran endotérmicos
(de sangre caliente), como los mamíferos o las aves. Eran mesotermos, un sistema entre los
reptiles y los mamíferos, y necesitaban un clima cálido para mantener su temperatura y realizar
funciones biológicas básicas como las actividades metabólicas. Así que esta bajada de
temperaturas debió haber tenido un impacto muy fuerte en ellos.

Cabe destacar que observamos un descenso escalonado entre los herbívoros y los carnívoros.
Los consumidores de hierba disminuyeron ligeramente antes que los de carne. El declive de los
herbívoros habría provocado el declive de los carnívoros. Así, según nuestro modelo, en cuanto
se extinguieron los herbívoros, desaparecieron los carnívoros, que es lo que llamamos una
extinción en cascada. De hecho, los herbívoros son especies clave en los ecosistemas (incluso
hoy en día en las sabanas de África, por ejemplo). Muchas especies “gravitan” alrededor de las
especies herbívoras. Su extinción suele provocar la de otras especies que dependen de estos
herbívoros.

La teoría del impacto extraterrestre proviene del descubrimiento de que un estrato de roca que
data precisamente de la época de la extinción es rico en iridio. Este estrato s e encuentra en todo
el planeta, en la tierra y en los océanos. El iridio es raro en la Tierra, pero se encuentra en los
meteoritos con la misma concentración que en este iridio.

Pero el núcleo de la Tierra también es rico en iridio, y el núcleo es el origen del magma que
algunos científicos afirman que vomitó en enormes torrentes que se apilaron en más de 2,4
kilómetros de anchura sobre 2,6 millones de kilómetros cuadrados de la India. Este período de
actividad volcánica también se ha calculado que ocurrió hace 65 millones de años y habría
extendido el iridio por todo el planeta, junto con el polvo que ocultaba la luz solar y los gases
de efecto invernadero.
Ambas hipótesis son meritorias. Algunos científicos creen que ambas pueden haber contribuido
a la extinción, y otros sugieren que la causa real fue un cambio más gradual del clima y del nivel
del mar. Independientemente de lo que provocó la extinción, marcó el fin del reino de terror del
Tyrannosaurio rex y abrió la puerta a que los mamíferos se diversificaran rápidamente y
evolucionaran a nichos recién abiertos.
TAFONOMÍA FORENSE
La tafonomía forense es la parte de la antropología forense que centra sus intereses en el
estudio de los cambios ocurridos sobre los restos humanos desde el momento de su muerte
hasta su recuperación y análisis. Consiste en una combinación de enfoques tafonómicos,
antropológicos y paleopatológicos de cara a un estudio global de los restos humanos, con
especial atención a los periodos perimortem y postmortem de los mismos. La tafonomía
aplicada a restos humanos se apoya en el mismo marco de referencia y los mismos criterios
metodológicos que en los estudios paleontológicos y zooarqueológicos. Desde finales de los
años 90 este tipo de estudios ha ido cobrando importancia en los contextos arqueológicos, y en
la actualidad constituye un enfoque fundamental para una mejor comprensión de las prácticas
funerarias del pasado. Es especialmente importante si los restos humanos llegan a nuestros días
desarticulados, fragmentados y mezclados, como es habitual en muchos enterramientos
colectivos de la Prehistoria reciente. La reconstrucción de la historia tafonómica de un
yacimiento de estas características permite dar respuesta a cuestiones como las posibles causas
de muerte de los individuos, el tipo de tratamiento funerario recibido o la diferenciación de
distintos momentos de uso de un mismo espacio sepulcral.

Abarca por lo tanto este concepto, todo lo relacionado con la descomposición, transformación,
conservación, transporte, desgaste e infiltración de los restos humanos, desde la muerte
biológica hasta su total desintegración o conservación natural o artificial, o hasta su fosilización.
El estudio de todas las fases que producen estas alteraciones o cambios de estructuras y aspecto
de los restos humanos en el contexto judicial o forense es lo que conocemos como TAFONOMIA
FORENSE. En resumidas cuentas, es algo así como la historia y momentos por los que han pasado
los restos humanos desde la muerte biológica hasta que llegan a nuestras manos para su
investigación.

Cuando estudiamos un cadáver o partes de él, vamos analizando y anotando todos los detalles,
alteraciones, modificaciones y aspecto que presenta, así como sus relaciones con el entorno en
que fué hallado. De esta manera deducimos poco a poco un perfil biológico que nos indica los
procesos que ha sufrido, las situaciones por las que ha pasado hasta llegar a quedar como
aparecen en el momento de su descubrimiento.

El Antropólogo Forense, por métodos analógicos e inductivo-deductivos, irá obteniendo


información del sexo, edad, estatura, causa de la muerte, data o fecha de la muerte,
características especiales como existencia o huellas de antigua patología (traumatismos
cicatrizados, intervenciones quirúrgicas, fracturas, prótesis, alteraciones dentarias) que nos
conducirán a través de un a veces largo proceso de análisis patoplástico a facilitar la
identificación de la persona a quien correspondió aquel cuerpo en vida. Asímismo, las
alteraciones naturales o artificiales que hayan sufrido esos restos tanto para llegar a su
destrucción o su conservación, nos indicarán los procesos que han tenido lugar (acción de
substancias químicas, influencias meteorológicas, acción del terreno donde han permanecido,
acciones destructoras desde los elementos vivos microscópicos hasta los grandes depredadores
como perros salvajes, vagabundos o caseros, roedores, en general terrestres o acuáticos),
pasando por toda una larga serie de artrópodos, invertebrados, coleópteros, dípteros,
himenópteros, lepidópteros, arácnidos, ácaros, etc. que tienen a su cargo destruir las partes
blandas, dejando limpio el esqueleto.

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