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Claudia Daniela Onorato

Buenos cristianos

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Buenos cristianos y honrados ciudadanos

La meta del Sistema Preventivo de San Juan Bosco es formar buenos cristianos y

honrados ciudadanos.

La formación del buen cristiano consiste en hacer propio el Sistema Preventivo

que posibilita conocer y vivir la misión personal, en comunión con Dios y con los santos. Vivir

en la comunidad mística es la tarea de todo cristiano que se diga tal, solo Dios puede dar al

hombre la fuerza de vencer el mal, de pisar serpientes y escorpiones. Un cristiano no puede

aspirar a menos, está llamado a una misión grande, por eso, debe tomar una decisión, debe

entregar su vida a Dios por completo para vivir en misión, evitando el mal con todas sus

fuerzas.

La formación del buen ciudadano, es la de procurar vivir la misión personal en el

ambiente en que se encuentre. Por eso, afirmamos que toda la vida es misión. La misión

personal integra todo, lo que no tenga que ver con la misión personal se debe soltar, es

pérdida de tiempo, no da frutos, la pesca milagrosa requiere echar las redes hacia el otro

lado.
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Si estamos en una tarea por años sin avanzar, es que no conocemos nuestra

misión. Si vivimos desde nuestra misión personal somos las personas más productivas,

porque no trabajamos solos, trabajamos siendo dos. Dios nos muestra los caminos nuevos,

los atajos para avanzar más rápido, es más, como dice Edith Stein: “soy llevada, Dios me

lleva”, “yo sé lo que es vivir siendo sostenida por dentro”, con esta ayuda divina la filósofa

escribió obras estupendas, novedosas, profundas, en gran cantidad. Ella, que falleció a los

50 años, escribió inspirada por Dios, textos profundamente armónicos e integrados. Esta es

la diferencia con autores relativamente jóvenes, o no tan jóvenes, que publican libros en

cantidad, sus libros están vacíos y desintegrados. Las personas los compran, las editoriales

los avalan, pero, la calidad y la veracidad de sus textos es muy baja. ¿Por qué las personas

los compran y consideran a esos autores (los hay en todas las disciplinas) grandes

intelectuales? Porque no los leen desde la cadena del mal. Si los leyeran teniendo en mano

este simple recurso los verían, verían sus corazones heridos, sus enfermedades, su falta de

armonía, en fin, su desintegración. Ya hemos profundizado en este tema con autores como

Paul Ricoeur, María Montessori, Boris Cyrunik, Luigi Cancrini, Inès Ordoñez de Lanus, el P.

Gustavo Jamut, Francesc Torralba. Aunque hayan creado teorías, todas están desintegradas,

por ende, no son teorías verdaderas. Lo mismo puede decirse en relación a los videos y

charlas que hemos analizado, se trata de intelectuales, todos hablan de Dios sin vivir en

Dios, desconociendo a Dios. Trabajan en vano, son instrumentos del mal.


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San Juan Bosco decía: “confíen en Maria Auxiliadora y verán milagros” y

respaldaba esta frase con su vida, hizo obras imposibles sin contar con una moneda. Todas

sus obras están integradas a su misión, por eso, su vida fue grande y fructífera en Dios. Don

Bosco invirtió su vida para dar frutos en Dios, de lo contrario los frutos serían para el mal.

Entonces, ser un buen ciudadano es vivir conectado a Dios, realizando la misión

personal, esa que nos hace originales, que hacemos con gusto, con agrado, con amor. Esa

misión que nos deja vitalizados, con ganas de hacer más y más, que nos aporta dicha y

alegría, que nos da paz y nos produce placer. Lo que no va por este camino, no es nuestra

misión.

La misión personal

Detallaremos el proceso que se sigue internamente hacia el conocimiento de la

misión personal. Este proceso se inicia con el conocimiento de la misión propia por el

Sistema Preventivo. Este aporte es muy luminoso y nos ahorra mucho tiempo porque nos da

una definición y, junto a ella, un discernimiento seguro para lo que vendrá.

1. Se conoce la misión personal y se decide seguir el llamado de Dios en la propia

vida, pero, no se ve nada en particular, solo se sabe que uno está siendo llamado a algo

grande.
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2. Se comienza a EXPERIMENTAR la misión, es decir, la misión comienza como

una experiencia, comienza encarnada. Esto significa que se dan vivencias novedosas en la

propia vida, vivencias que no se tenían anteriormente, que no se entienden y que no se

pueden dejar de atender. Son vivencias interiores que perturban por su novedad. Esto

significa que se ha comenzado a ser dos, porque esas vivencias son las vivencias del Otro

en nosotros. Es decir, Dios es una persona real que nos está hablando de un modo nuevo,

nos está contando su modo de ver la realidad. Nosotros no entendemos nada, pero,

recibimos esas mociones como recibimos todo lo que llega de Dios a nuestra vida, como

acostumbrábamos a hacerlo antes de tener esas experiencias, simplemente sabemos que es

Èl. Junto a estas mociones interiores aparecen otras mociones que se imponen, son la voz

de nuestras autoridades. Veamos un ejemplo ya citado. . San Ignacio de Loyola incorpora a

Dios progresivamente a su vida durante el tiempo que pasa en cama recuperándose de su

herida. Al sanar, ya ha recibido por parte de Dios su misión (la recibió, pero, no era clara para

èl), simplemente dijo “Sí”, incorporó a Dios, lo dejó ingresar a su vida y Dios le habló con

mociones interiores. Estas mociones interiores eran una novedad en la vida de san Ignacio,

seguramente se desconcertó, habrá creído que estaba loco, pero, no podía no escucharlas,

eran demasiado evidentes para él. Siguiendo estas mociones se encaminó hacia Tierra

Santa, las mociones le decían que tenía que vivir literalmente la vida de Jesús, era imposible,

pero, fue y realizó lo que tenía que hacer, contra su voluntad, contra su sentido común,
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contra todo miedo y haciéndose violencia a sí mismo. Su vida se volvió tan insoportable que

se quiso suicidar. Él sabia que Dios no es tirano, que Dios no es así, sin embargo, no podía

dejar de obedecer y llegó a su límite. Afortunadamente, decidió no matarse. ¿Qué significa

esta experiencia? ¿Dios es tirano? Esta experiencia debe leerse desde los mensajes

positivos y negativos. El mensaje de Dios era positivo, algo así como: “te voy a acompañar

para que descubras tu misión”. Pero, Ignacio, también recibía mensajes negativos, esos

mensajes negativos provenían principalmente de sus autoridades. Al realizar todo tipo de

sacrificios, San Ignacio, logró tramitar los mensajes negativos que le llegaban de sus

autoridades. Esas mociones que seguía el santo eran las órdenes de sus autoridades, que,

como vemos, eran sádicas. Dios lo acompañó a tramitar esas voces. Así, San Ignacio,

accedió al discernimiento de espíritus: “Si es de Dios quedo consolado, si es del mal quedo

desolado.” Lo aprendió por experiencia propia.

3. Ir definiendo la experiencia. Lo nuevo que estamos invitados a vivir es nuestra

misión. Esas primeras experiencias ya son nuestra misión. Esas primeras experiencias

pueden durar algunos pocos años, luego de los cuales, seguiremos recibiendo vivencias

nuevas, pero, no nos pondrán en crisis. Los mensajes de nuestras autoridades seguirán

estando y nos llegarán con la misma fuerza. Cuando decimos “fuerza”, nos estamos

refiriendo a que nos llegan como mociones interiores que debemos obedecer como si

nacieran de nuestra propia voluntad, son fuerzas que por lo general no se cuestionan.
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Pensemos en San Ignacio, se encaminó a Tierra Santa decidido, iba con fuerza a realizar lo

imposible, sabía que era un martirio, pero el mensaje era más fuerte. Mientras tanto Dios le

hablaba, le decía “no quiero que te martirices, quiero que escuches mi voz porque esa es tu

misión, quiero que vayas a Tierra Santa porque allí te voy a enseñar a encarnar unos

ejercicios que te harán muy feliz”. San Ignacio, escuchó a sus autoridades y realizó todo tipo

de sacrificios, luego harto, escuchó a Dios y no se mató. Además, al escuchar a Dios, pudo

darse cuenta de su error y se fue de Tierra Santa hacia un nuevo lugar. Se fue a vivir a una

cueva, lugar al que Dios no lo envió, seguía nuevamente la voz de sus autoridades que lo

enviaban al martirio. Pero, esta vez tenía mayor claridad, Dios es bueno, Dios consuela. Sin

embargo, santo como era, no podía dejar de obedecer a sus autoridades. Esa cueva, le dio a

San Ignacio la oportunidad de escribir. Como esa escritura era su misión encarnada, era

exactamente lo que Dios le pedía, fue asistido por una gracia especial, escribía solo lo que

Dios quería revelar y nada más, en sus escritos las órdenes de sus autoridades no

ingresaban, por pura gracia. Así, San Ignacio, se dio cuenta del contraste entre lo que

escribía, una reglas simples que ayudaban a descubrir la voluntad de Dios, y su vida que era

desesperante, insoportable, sacrificada, sádica. Entonces, se aferró a sus escritos, se aferró

a su misión, y sacrificó al sacrificio, dio lugar a la consolación. La vida en Dios es vivir

consolados, lo demás no lo quiere Dios.


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4. La misión toma forma, se hace rutina, se integra cada vez más a la propia vida y

se la puede testimoniar. La acción de Dios es gradual, pero, no es lenta. Dios empieza

mostrando la verdad, la persona se espanta. Luego, hay que hacer lo que Dios manda, la

persona obedece a Dios y a sus autoridades. La acción de Dios aparece cada vez más clara

en la persona, el modo de Dios va tomando forma, se puede escribir, contar lo que se vive y

cada vivencia tiene relación con lo ya vivido, como quien va paso por paso, la persona sabe

que avanza, está menos inquieta, la relación con Dios va tomando una forma específica,

Dios se hace íntimo: Dios tiene una claridad, un gusto, un olor, un sabor, unas maneras, una

belleza propias. Las otras voces siguen llegando, pero, se sospecha que no es Dios quien

habla, aunque, no se puede dejar de tramitar lo que esas voces envían. En esta etapa, la

misión toma forma, por ejemplo, se llama “Ejercicios Espirituales”. Esa es la misión, parece

un pequeño librito, pero, llevó años vivirlo, descifrarlo, comprenderlo y testimoniarlo. Para la

persona, la misión es vivir ese librito e invitar a otros a vivirlo.

5. Entonces, esa persona se da cuenta que su misión se está realizando. Es una

misión enorme y trascendente. Se puede dimensionar el tamaño de la gracia recibida, y no

pesa, solo se puede vivir enamorados y agradecidos por haber sido elegidos para una misión

tan noble y trascendente, para vivir una vida fecunda y verdaderamente transformante de la

realidad. Esta vida no es solo para San Ignacio, pero, él dijo Sí y otras personas de su época,

igualmente llamadas, prefirieron la vida plana. Cada cristiano tiene un llamado igual de
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grande, pero, no se atreve a decir Sí, y Dios llama solo una vez. Veamos un testimonio. Dios

me llamó a renovar la liturgia, y dije sí. Para renovarla necesitaría que algún sacerdote me

reciba y quiera ser acompañado mediante el acompañamiento salesiano. Dios me envió a

conversar con el Padre L. Le propuse al Padre L. el acompañamiento para renovar la liturgia.

Él me dijo: no sé, la liturgia es de la Iglesia, no se puede renovar. Le dije que lo piense,

porque se trata de renovar la liturgia sin cambiar el ritual. Como no me dijo “no”, sino que

expresó una duda razonable, debía insistir. Para mi sorpresa, Dios me dijo que el Padre L,

debería tomarse una semana para hacer el acompañamiento salesiano porque tenía en su

computadora algunos escritos sobre San Agustín, que Él le dictó, porque esa es su misión

personal. Entusiasmada, fui a conversar con el Padre L, le dije que se tome la semana y que

Dios le pedía renovar a San Agustín para el siglo XXI, que debería escribir sobre esto. Él

mencionó el libro “De Trinitate” de San Agustín. Seguramente, en su computadora, tiene

escritos sobre la Santísima Trinidad que a Dios le interesan mucho. Su tarea era, tomarse

unos días, hacer el acompañamiento breve, descansar, recuperar esos trabajos, ordenarlos y

publicar, Dios haría el resto. Su respuesta fue “no puedo, porque tengo que estar con los

jóvenes y tampoco puedo en enero porque tengo actividades y hasta marzo del año que

viene tengo ocupado”. Entonces, la salesiana Claudia Onorato, escribió sobre San Agustín, y

renovó “De Trinitate” al estilo salesiano. Y no solo eso, sino que creó el Instituto de Vida

consagrada “Santísima Trinidad”, cuyo fundador sería el Padre L. junto a una joven de su
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comunidad. Y ahí está el Padre L. rezando en todas las misas por las vocaciones

agustinianas. Padre L. la vida plana es tuya.

6. En este momento, todo lo vivido, todo lo experienciado hasta dar forma a la

misión que Dios nos pide de manera personal, se transforma en profecía. Las mismas

dificultades que encontramos para descubrir nuestra misión y para dejar a Dios actuar en

nuestra vida, son las mismas dificultades que nuestra comunidad deberá enfrentar al conocer

nuestra revelación personal cuando la testimoniemos. Cuando demos testimonio de nuestra

misión, porque ya la conocemos claramente, los demás, pasarán por las crisis que nosotros

ya hemos tramitado personalmente. Todo ese tiempo oscuro toma una nueva claridad,

sabemos en qué momento o en qué paso de la revelación nos encontramos porque vemos

cómo las personas reciben nuestra misión. Cada persona que recibe nuestro aporte

reacciona de manera única, además, para esa persona el aporte no es confuso, nosotros se

lo damos “procesado”, le damos la revelación directa para que le llegue como un chorro de

misericordia a su vida. El otro, lo recibe como algo más, como una cosa más entre tantas que

tiene que hacer. Pero, si se involucra, tiene que enfrentar las tinieblas de su corazón y decidir

si acepta o si rechaza a Dios que pasa.

Quien recibe nuestro testimonio no sabe, no ve. Lo mira y no lo ve, lo siente y no

lo descubre, entiende pero no sabe. Habla de la autora, la critica, la condena, la desprecia, la


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viola, la contradice, la crucifica, porque no ve, simplemente no lo ve. Piensa que es ella la

que escribe, porque no lo ve.

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