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Más allá de la ficción

Xicoténcatl Domínguez Cornejo 245580

Existen pocos cómicos norteamericanos que tengan un rango amplio de trabajo,


existen quienes lo tienen, pero hacen poco por explotarlo, y están los que también realizan
sus propias propuestas, con variado resultado. Uno de estos último es Will Ferrell, formo
parte del programa Saturday Nigth Live, cuna de los más prolíficos comediantes de
Norteamérica. La fórmula de crear, escribir y actuar sus propios sketches los hace más hábiles
para seguir su carrera y sus propios proyectos. Es a mediados de la década de los dos mil que
Ferrell comienza a consolidarse, realizar proyectos muy arriesgados y poco comprendidos
como Casa de mi padre, que es un tributo-parodia a las telenovelas y películas mexicanas, le
es permitido, gracias a éxitos anteriores como Talladega Nights: The Ballad of Ricky Bobby
o Anchorman: The Legend of Ron Burgundy. Es en estos años que realiza una actuación
dramática, opuesto a lo que se conocía de él como actor, Stranger than Fiction o Más extraño
que la ficción (como le pusieron en América Latina). Película del 2006, dirigida por Marc
Forster, director de Monster’s Ball y Finding Nerverland, con Halle Berry y Johnny Depp
respectivamente, ambas películas reconocidas y premiadas, además de tener cierto éxito
comercial. La película fue escrita por Zach Helm, al cual recordamos por ser el autor de El
Buen Canario, obra de teatro dirigida por John Malkovich y actuada por Diego Luna. En
Stranger than fiction también actúan Maggie Gyllenhaal, Dustin Hoffman, Emma Thomson
y Queen Latifah.

El título de la película reafirma que estamos viendo una ficción, pero que será una
ficción extraña, compleja, que se asemeja a la realidad. Algunos han llamado a la historia
surrealista, metaficcional, y otros la suscriben en lo que llaman “comedia romántica”, qué es
lo que permite tantas lecturas, cómo la simple vida de un auditor de impuestos del gobierno
se transforma en la historia de superación, confrontación y aceptación de la realidad. Vivir
contento con lo que uno hace y aceptar las consecuencias de las acciones que decide uno
tomar. La historia, aunque fantástica, es simple, sobre un oficinista que encuentra una nueva
forma de ver la vida, una oportunidad de modificar hábitos y conseguir la felicidad, detrás de
esta primer lectura, está el crítico y la escritora que ven desde afuera la vida del oficinista.
Harold Crick (Will Ferrell) se levanta a la misma hora, hace cotidianamente lo mismo, la
rutina es lo que lo marca. Esto lo establecemos desde el principio, cuando de una toma desde
el espacio hacemos un acercamiento a un primerísimo plano sobre el reloj de muñeca de
nuestro protagonista, anunciando la hora de levantarse. Es el inicio de la película, presenta a
nuestro protagonista, da las pautas de su rutina, apoyándose con gráficos en blanco que
establecen cuantas veces se cepilla los dientes, el recorrido en distancia y temporal que hace
para tomar el autobús y dirigirse a su trabajo, burócrata que busca a los evasores de impuestos
y los visita para realizarles una auditoria. Vemos la secuencia de su día de trabajo, hasta que
deposita nuevamente su reloj de muñeca en el buró, mismo lugar, mismo espacio, con la
misma hora para sonar la alarma. Al segundo día de estar viendo lo mismo, la rutina, se sigue
escuchando la voz femenina, con acento británico, que hace una narración concreta de las
actividades que realiza nuestro protagonista, pero ahora Harold escucha a la narradora y
rompe con la primera convención establecida al iniciar el filme.

A partir de este momento, la vida Harold transcurre escuchando la voz que le vaticina
su destino y cambia su cotidianidad. Conoce a Ana (Maggie Gyllenhaal), una panadera que
ha evadido impuestos, de la cual se enamora y ayuda a hacer sus declaraciones y siga dando
caridad. Para combatir a la voz va con un psiquiatra, junto con el cual, Harold, define que no
es ninguna enfermedad, sino algo más, puesto que se siente como personaje de alguna novela.
Dicho esto es recomendado a ir con el crítico literario, profesor de la universidad, Jules
(Dustin Hoffman). Ahí hacen una lista de las posibles escritoras que pudieran estar
modificando la vida de Harold. Desde el momento que descubre que es un personaje que está
creando una escritora, la realidad deja de ser como la conocemos, aquí el protagonista asume
su carga y trata de encontrar la respuesta en la fuente del relato, el libro. La metareferencia a
la literatura y desde la postura del protagonista del relato, además de la metaficcionalidad
desde la tipología del narrador omnipresente. Por un lado está el objetivo de enamorar a la
panadera y por el otro encontrar a la escritora de su vida, la película divide la acción narrativa
en estos dos contextos. En la película ya nos han presentado a la escritora, Karen Eiffel
(Emma Thompson), que tiene un bache creativo y no ha podido terminar ninguna novela en
la última década, después de haber sido considerada como la mejor. Vemos su frustración,
su necesidad de terminar su novela, donde Harold Crick es el protagonista y debe morir,
porque todos los protagonistas, en sus libros, al final mueren. El tiempo juega, a través del
reloj, y apremia la muerte, anunciada desde el principio cuando el personaje es presentado.

La película juega con hacer una narración visual reiterativa de lo que se oye en voz
off de la escritora. Con escenas complementarias de los personajes incidentales, que bien
podían no estar, pero aquí abonan a darle el sentido a la metareferencionalidad. El profesor
universitario juega el papel de lector activo, buscando y suponiendo los posibles desenlaces
del relato, jugando con las posibilidades, que antes de conocerse, Harold y Karen, parecen
infinitas y poco a poco se van acotando, para llegar al punto que se conocen cuando la vida
personal del auditor fiscal está plena. Vemos todo desde arriba, con acercamientos a
primerísimos planos para resaltar elementos que aportan a la trama, la vida de Harold es
nítida y grisácea, cuando esta con Ana se torna más cálida, con tonalidades cafés y tierra. Al
descubrir quien narra su vida, día a día, Harold va en su busca, después del encuentro y de
las desavenencias que le ocasiona a la escritora saber que en realidad su personaje, que ella
cree haber inventado, existe, le da el borrador de la novela y le pide que la perdone, pero
tiene que hacer lo que cree más correcto, matarlo al final de la novela, lo cual significa su
muerte en esa realidad.

Harold lleva el manuscrito con el profesor Jules, lo lee y le dice que lamentablemente
tendrá que morir, por el beneficio del arte, porque no puede tener otro final más perfecto,
como obra maestra de la literatura, más que ese. Volvemos a los elementos que hacen
referencia, no sólo a la obra literaria, sino a su ser como arte, como objeto artístico de gran
valor, como un final modifica el valor artístico de inmediato y lo decrece o acrecenta, según
sea el caso. Derrotado, por lo feliz que está en ese momento de su vida, Harold sube al
autobús y lee el manuscrito, la secuencia nos muestra el paso del tiempo y de las hojas. El
silencio al terminar de leer, la determinación al regresar el manuscrito con la autora y aceptar
que su muerte hará trascender la novela. Harold se asume, se sacrifica por un bien mayor, el
arte, representado por la novela que hemos estado viendo a lo largo de la película.

La secuencia final, al menos eso parece es una repetición del inicio del filme, con las
aclaraciones narrativas de la escritora. Harold es atropellado, yace muerto sobre el
pavimento, en cortes rápidos vemos a la escritora sufrir, desesperarse y pasar a la escena
donde Karen visita la oficina de Jules, para darle a leer el final de la novela, buscando la
aprobación, la validación del crítico, del especialista. Cambiamos de secuencia y vemos a
Harold enyesado de la mayor parte de su cuerpo siendo visitado por Ana, entendemos que la
escritora no lo mató. Volvemos a la oficina del crítico, le pregunta por qué no lo mató, su
respuesta validando su decisión es que no podía matar a alguien que ya ha asumido su destino
como tal, dándolo ya por hecho y que puede así obtener una nueva oportunidad, cambiando
la posibilidad de que su obra fuera excelente, por un ok.

Durante la película vemos las constantes del reloj, el autobús y la omnipresencia de


la obra literaria, son los personajes objetuales que transitan por el filme, dándole el sentido a
la película. El autobús traslada, es el sitio donde Harold lee y asume su destino, es el causante
de su muerte. El reloj guía su vida, le da sentido a su día y le salva la vida al final, porque
evita que se desangre gracias a un fragmento de su reloj que detuvo la hemorragia. La novela
que nos acompaña durante toda la cinta y resulta el personaje más vivo porque a través de
ella vive Harold.

Los elementos más rescatables se basan en el mismo guion, las actuaciones, la edición
y encuadres que crean la atmosfera para contar de manera adecuada la historia. He dejado un
poco de lado la historia de amor entre Harold y Ana, que también es un reencuentro con sus
pasiones y gustos, se ve cuando toca la guitarra o cuando le canta la canción a ella en la sala
de su casa, ella se enamora, podría sonar a cliché, pero la actriz y el actor sostienen, lo cual
hace que no sea una escena forzada a que suceda lo que debiera de suceder con dos adultos
que se gustan. Al final de la película quedan sensaciones encontradas, el romanticismo de la
relación amorosa, la claudicación ante el arte que suponemos más grande que nosotros
mismos y la aceptación de la escritora a que a veces las cosas salen fortuitas y nos dan más
satisfacciones.

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