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HISTORIA DE LA
LITERATURA DOMINICANA
JOAQUIN BALAGUER
HISTORIA DE LA
LITERATURA DOMINICANA
PREMIO NACIONAL DE OBRAS DlDACTlCAS 1956
QUINTA EDlClON
Quinta Edición.
corregida y aumentada
Derechos de autor reservados
conforme la Ley N? 1381
EL DESCUBRIMIENTO Y LA CONQUISTA
BE 1492 A 1530
CR ISTOBAL COLON
La historia de la literatura dominicana se inicia con el nombre
de Colón que ños dejó, en su diario marítimo y en sus cartas, las
primeras descripciones sobre la naturaleza de la isla y que supo
sentir y expresar como nadie los encantos del paisaje nacional y
aún trasmitirnos sobre él una visión poética y a veces sobremanera
literaria.
Es evidente que el eximio geógrafo no fue un artista verbal ni
un escritor de estilo. Pero la naturaleza del trópico se refleja en sus
escritos con toda la frescura y con toda la viveza de la primera im-
presión. La fantasía del genio, poseída por una deslumbradora em-
briaguez panteísta, se exaltó en presencia del mundo tropical, del
nuevo paraíso en cuyos bosques no habfa aún aparecido l a serpiente
de la codicia humana. El hombre de otras latitudes, el europeo
familiarizado con un paisaje exhausto y desteñido en que los mis-
mos árboles tienen algo de artificial como en los cuadros de Nicolás
Poussín y de Claudio de Lorena, relata con sencillez la emoción que
en él produce esta tierra ubérrima, este suelo sin degeneraciones en
donde la naturaleza conservaba aún el empuje primitivo de sus
fuerzas ciegas y fatales. La contemplación de este nuevo y deslum-
brador espectáculo, excitó la fantasía poética y removió las fibras
más hondas de la sensibilidad en el navegante de imaginación so-
ñadora.
CRlSTOBAL COLON
1451-1506
HISTORIA DE LA LITERATURA DOMINICANA
EL ESTILO DE COLON
EL SENTIMIENTO DE LA NATURALEZA
Ni el huracán te persiga
ni toques en la derrota
Bermuda, ni en l a Florida,
de mil cuerpos homicida,
adonde, contra natura,
es el cuerpo sepultura
viva del cuerpo sin vida.
( j o r n a d a Segunda].
dinario de los datos que recogió acerca del mundo animal en todos
los confines de l a zona tórrida. Pero en todos los casos dio muestra de
una insensibilidad absoluta ante aquellas armonías del mundo físico
que se traducen en imágenes ideales o en belleza poética. Su preo-
cupación casi exclusiva, cuantas veces detiene su mirada en torno
a los incontables secretos que rodean la vida del nuevo continente,
es la de desentrañar l a utilidad de cada una de las cosas que va des-
cubriendo en ese' laboratorio portentoso.
Mientras Colón y el propio Las Casas se entusiasman con la
magnificencia del paisaje, y encarecen l a naturaleza tropical con pa-
labras enardecidas, Oviedo cierra los ojos ante el torrente de belleza
que bulle en torno suyo y se consagra a la búsqueda del dato de
interés científico o meramente utilitario, como los relativos a la fi-
sonomía geográfica del nuevo continente o a las propiedades medi-
cinales de las plantas que crecen en su suelo. A igual que Julio César,
de quien se afirma que compuso un tratado de gramática mientras
atravesaba los Alpes, sin dirigir una sola mirada de entusiasmo a
a a ~ e iesprc'ác~io peregri~o, Oviedo cruza varias veces el Darién
pemarec;e-ao 'nsensi~lean'e aqvr'ias florestas que ni le ewbrle-
saron con SLI IUfo:rop:cal, ni Ir enardecieron con su aroma voluptmso.
Esta actitud desdeñosa de Oviedo ante el paisaje dominicano,
es tanto más sorprendente cuanto que, aparte de su cultura lite-
raria, su obra revela una frecuentación asidua de Petrarca y de
Sannázaro. El gran poeta toscano, a quien tanto parece admirar, dada
la frecuencia con que lo cita, es, sin embargo, el escritor de la época
en quien con más suavidad y con más energía se manifiesta el sen-
timiento de la naturaleza. Fuera de l a s estancias en que pinta el valle
de Vaucluse, asociando la dulzura de aquel paraíso terrestre a la
crisis moral en que lo sumió l a muerte de Laura, el entusiasmo con
que Petrarca sintió las armonías del mundo físico se hace ante todo
patente en la carta que escribió en versos latinos a Barbate de Sul-
rnone, y en la cual describe los bosques de los Alpes y encarece
hasta la exageración la Galia cisalpina. En la obra de Sannázaro, otra
JOAQUIN BALAGUER
ORIGENES DE LA CULTURA
DOMINICANA
-
La obra estupenda de la incorporación de América a la civiliza-
ción, se cumple así por el choque de dos fuerzas contradictorias: la
una representada por el conquistador, que reduce el aborigen a la
esclavitud, y la otra por el misionero que lo prepara para l a libertad
abriendo ante él los horizontes del saber humano.
La obra portentosa de esos civilizadores ejemplares, se inició en
la isla con Fray Román Pane, fraile jerónimo que acompañó a Colón
en su segundo viaje a la Española. Su gloria consiste en haber sido
el primer maestro europeo que tuvieron los indios en el continente
americano. Familiarizado con el dialecto de una de las zonas en que
se hallaba dividida la isla, realizó numerosas conversiones, y escribió
una relación sobre las costumbres de los indígenas que ha sido pu-
blicada como apéndice al capítulo LXI de la Historia del Almirante,
escrita por su hijo Fernando Colón, conocido como el "patriarca de
los bibliófilos modernos". La obra de Pane, "el primer europeo de
quien se sabe que habló una lengua de América", según el Conde de
de la Viñaza, contiene inapreciables noticias acerca de las supersticio-
nes de los indios y de sus prácticas religiosas.
Con Frey Nicolás de Ovando llegaron también en 1502, los
frailes franciscanos que abrieron las primeras escuelas destinadas
a los indios, particularmente a los hijos de los caciques. Su supe-
JOAQUIN BALAGUER
haber servido de modelo aVn a los que se editan con el mismo objeto
muchos años después de la aparición en México de la obra del
Primer Inquisidor del Nuevo Mundo. La superioridad que se atribuye
en al "Códice Franciscano" a la cartilla de Fray Alonso de Molina, no
se funda en el valor propiamente didáctico o literario de esa obra,
sino en la habilidad adquirida por el autor en la lengua de los natu-
rales de la Nueva España. Pero ni aún l a Doctrina Cristiana Breve y
compendiosa por vía de diálogo entre un maestro y un discípulo,
sacada en lengua castellana y mexicana, atribuída a Fray Domingo
de la Anunciación, sin duda la más importante, desde el punto de
vista de su valor didáctico, de las obras publicadas en América para
l a evangelización de las razas indígenas, logra mejorar la que com-
puso el dominico cordobés para los indios de la Española.
El Padre Córdoba, según las referencias que de él han conser-
vado Las Casas y otros contemporáneos, no parece haber dominado
ni la lengua lucaya de los indios de la isla de Santo Domingo, ni
ninguno de los dialectos de las otras zonas de América hasta donde
extendió su acción evangelizadora. Esa circunstancia le impidió ad-
quirir como predicador la fama de un Pedro de Gante, y contribuyó
probablemente a que no llegara a ejercer en ningún momento sobre
los indígenas de la Española un ascendiente moral parecido al que
tuvieron sobre los naturales de la Nueva España, un Fray Antonio
de los Reyes o un Motolinía.
Pero si no llega a ser, debido a esa sola razón, una gloria
del púlpito americano, como no lo fueron desde ese punto de vista
ni Fray Domingo de Betanzos ni el propio Fray Juan de Zumárraga,
no obstante todo el fuego y la energía que puso este último en su
.empresa civilizadora, sí utilizó su palabra, tanto en el confesionario
como en la cátedra sagrada, para inclinar a los más poderosos per-
sonajes españoles de l a época en favor de l a humanización de l a
conquista. Confesor de muchos de los capitanes que pasaron por l a
isla en el tormentoso período en que permaneció a l frente de su
HISTORIA DE LA LITERATURA DOMINICANA
LA COLONIA
Entre los .nativos que escribieron en prosa, los que más nom-
bradía alcanzaron fueron el fraile Agustín Alonso de Pacheco (1540-
1615), quien se hizo famoso en el Perú, a donde se trasladó todavía
muy joven, por la elocuencia de que hizo gala en el púlpito; el predi-
cador mercedario Diego Ramirez autor de algunos tratados de ín-
dole moral sobre varios libros de la Biblia, a quien en 1558 se le
instruyó, juntamente con Lázaro Bejarano, un proceso inquisitorial
por haber sostenido proposiciones que se consideraron heréticas y
que dieron lugar a que se le obligara a abandonar el hábito de la
Orden de la Merced; el fraile dominico Fray Alonso de Espinosa,
autor, según afirma Gil González Dávila en su "Teatro Eclesiástico
de la Primitiva Iglesia de las Indias Occidentales", de un comentario
sobre el psalmo 44, que lleva por epígrafe, Eructavit cor meum
verbum bonum, y el canónigo Cristóbal de Llerena,
Cristóbal de tlerena nació en la ciudad de Santo Domingo,
entre 1540 y 1545. Aunque fue, según el Arzobispo Alonso López
de Avila, "maestro de sí mismo", llegó a saber tanto latín "que
pudiera ser catedrático de Prima en Salamanca", y tanta música
"que pudiera ser maestro de capiila en Toledo". Enseñó gramática,
durante más de cuarenta años, en la Universidad de Santiago de l a
Paz, y fué de loscque más contribuyeron a promover entre el elemento
nativo, la afición a los estudios clásicos y a la literatura. Sus con-
temporáneos de más calidad hablan de él en términos particularmente
elogiosos. Alonso López de Avila lo califica de "hombre de rara
habilidad", y el canónigo Luis Gerónimo de Alcocer, quien lo ltama
"gran poeta de sus tiempos", asegura que a él debía l a ciudad de
Santo Domingo "todo lo que hay en ella de buenas letras".
Lo poco que conocemos de la biografía de Cristóbal de Llerena
se reduce a los siguientes datos, debidos al investigador Fray Ci-
priano de Utrera, quien los dio por primera vez a la luz pública en su
libro Universidades: en 157 1, ordenado ya como sacerdote, regen-
teaba la cátedra de gramática latina en la Universidad de Santiago
de la Paz y era al propio tiempo organista de la Catedral; en 1575.
desempeñaba las funciones de capellán menor del Hospital de San
Nicolás; en 1576, las de capellán mayor; en 1583, investido ya con
la dignidad de canónigo, fue privado de su cátedra en la Universidad
de Santiago de la Paz, por el Visitador Rodrigo de Ribero, y en 1588
fue procesado por haber hecho representar en l a Catedral, con
motivo de las festividades de Corpus Christy, un entremés en que
censuraba acerbamente la violencia de las autoridades de la colonia
y las nuevas reglas establecidas por éstas para el cambio de la mo-
JOAQUIN BALAGUER
SIGLO XIX
PRIMER PERIODO
DE LA CESION A FRANCIA,
HASTA LA RECONQUISTA DE 1809
SEGUNDO PERIODO
REAPERTURA DE LA UNIVERSIDAD
FIGURAS SOBRESALIENTES
CUARTO PERIODO
DESDE LA INDEPENDENCIA
HASTA LA REINCORPORACION A ESPAÑA,
DE 1844 A 1861
que frecuentó, sin embargo, el campo de las bellas letras, lo hizo con
tal fervor, que cada uno de sus escritos contiene algo que revela la su-
blimidad de su espíritu verdaderamente inspirado. Los versos que
escribió carecen de artificio y recuerdan, por su simpleza y sencillez,
muchos de los mejores versos de Martí, quien también vivió una vida
de angustia por la patria y quien también cantó con la lira apoyada
sobre las rodillas de los ángeles.
Las poesías de Duarte, escritas sin pretensiones literarias, no
estaban destinadas a la publicidad y en su mayor parte desaparecieron
en el destierro con el resto dk sus papeles íntimos. Entre las que han
sido salvadas por sus discípulos y divulgadas después de su muerte,
figuran varios romances, y un himno en que se siente latir l a poderosa
fibra patriótica del gran dominicano:
Si en Italia me encontrara
te mandara bellas flores;
si en la China, los colores
de la calidad más rara:
si en Inglaterra, buscara
de aquellas telas muy fina's;
si en Potosí, de sus minas
tendrías lo más especial;
mas, de este pueblo fatal
sólo puedo enviarte espinas.
Q U I N T O PERIODO
LOS POETAS
EL POETA DESCRIPTIVO
SALOME UREÑA
RASGOS BIOGRAFICOS
LA POETISA
LA POESIA PATRlOTlCA
Después, en mi regazo
volví a tomarte, sin concierto, loca,
de cabezal sirviéndote mi brazo,
mientras en fuego vivo,
se escapaba el aliento de tu boca;
y allí cerca, con treguas de momentos,
el hombre de la ciencia, pensativo,
espiaba de tu ser los movimientos.
Pasaron intranquilas
horas solemnes de esperanza y duda;
latiendo el pecho con violencia ruda,
erraban mis pupilas
de uno en otro semblante, sin sosiego,
con delirio
-. cercano a la demencia;
y entre el temor y el ruego
juzgaba, de mi duelo en los enojos,
escrita tu sentencia
hallar de los amigos en los ojos.
Fijo en ti su pensamiento,
no te abandona jamás:
sueña contigo, y despierto
habla de ti nada más.
Incorporándose inquieto,
cual presa de intenso afán,
con ese acento que al labio
las penas tan sólo dan,
LA PUREZA DE SU VERSlFlCAClON
ACIERTOS PARCIALES
unió a la revuelta iniciada contra Báez por Luperón y otros jefes del
Partido Azul. El 28 de abril recibe al caudillo de la sublevación con
un discurso al que pertenecen estas frases: "Queriendo esquivar la
persecución... mentí fidelidad al nuevo amo. El 25 de este mes
pude arrojar definitivamente el disfraz encabezando el pronuncia-
miento de esta plaza: a los traidores es preciso herirlos a traición".
Este discurso, indigno de tan gran patriota, debía costarle la vida. En
1867, los baecistas, en connivencia con Salnave, desatan otra vez
la guerra civil, y al caer Cabral el 31 de enero de 1868, Rodríguez
Obiío retorna al ostracismo. En 1871, se une a Luperón y desde
Haití invade la frontera para fomentar l a insurrección contra Báez.
Derrotadas las tropas revolucionarias en el Pino, cae prisionero el
17 de marzo. Conducido a la capital por el general Juan Gómez,
fue pasado por las armas el 18 de abril de 1871, sin que le valieran,
para salvarlo del patíbulo, los servicios que prestó a la República
durante la guerra restauradora.
EL POETA
Et POETA POLlTlCO
LA INFLUENCIA FRANCESA
actúan y escriben estos tres poetas que aspiran a expresar, cada uno
a su manera, a l g j n aspecto ~ r o f u n d oo accidental del alma dominica-
na. Mientras Nicolás Ureña y Félix María del Monte asisten a l calvario
de la patria secuestrada por Haití del mundo civilizado, y participan
del anhelo nacional que cifra en el valor indómito y en el señorío
espiritual de la raza toda posible esperanza de restauración del do-
minio español sobre la vieja colonia abandonada por Isabel II, Manuel
Rodríguez Obiío lucha contra la anexión y es un vocero de los senti-
mientos de quienes aspiran a crear de nuevo una república libre de
toda dominación extranjera.
Rodríguez Objío careció de estudios clásicos, pero comenzó a
adquirir el francés en el hogar, como parte de la educación domésti-
ca, y pudo desde la infancia acercarse a Lamartine y oír, como un
rumor oceánico, l a estruendosa trompa de Víctor Hugo en los textos
originales.
La resonancia que rodeó desde el primer momento, la versión
hecha por Bello de la "Priére pour tous", del gran poeta de las
"Hojas de Otoño", puso de moda en Santo Domingo, como en toda
América, las traducciones de obras maestras de la poesía extranjera,
particularmente de la francesa. José Joaquín Pérez sigue algún tiempo
después el ejemplo de Olmedo, a quien se debe la mejor versión
que existe en español de las tres primeras epístolas del Ensayo sobre
el.hombre, de Pope, e inicia en 1871, año en que precisamente se
destroza la vida de Rodríguez Objio sobre las tablas ensangrentadas
del patíbulo, la traducción de gran parte del repertorio romántico del
poeta inglés Tomás Moore. César Nicolás Penson, poeta de producción
exigua, pero a quien sonrieron siempre las Gracias cuando pulsó la
lira, tradujo en 1888, la famosa oda de Manzoni Al cinco de mayo,
tomada del fino mármol itálico para tallarla ásperamente en bloque
castellano.
Manuel Rodríguez Objío fue, entre esos intérpretes de la poesía
extranjera, el que escogió, para verterlos al español, modelos más
exquisitos. Fantasías delicadas, como "EI Gondolero" y "El estatuario",
HISTORIA DE LA LITERATURA DOMINICANA
SUS INCORRECCIONES
sin embargo, empañar los méritos de Rodríguez Objío que fue ante
todo un poeta de sentimiento y un espíritu excelso que no obstan-
te haber vivido en plena tormenta política, envuelto en un furioso
torbellino formado de broncas pasiones y de intereses contradic-
torios, halló en su corazón fuerza y entusiasmo para levantar cuan
alto pudo el cetro de la poesía en medio de una sociedad anarquizada.
LA POETISA
LA POESIA RELIGIOSA
Josefa A. Perdomo celebró, aunque con voz más débil y lira más
desgarbada, los mismos sentimientos a que Salomé Ureña consagra
sus cantos más hermosos. Ambas poetisas dirigieron ardientes exhorta-
ciones a sus compatriotas para invitarlos a la reconciliación y a la
paz; una y otra celebraron con voces de júbilo cada victoria obtenida
por el progreso o por la civilización triunfante, y las dos tuvieron
las mismas exclamaciones de pesar ante cada herida abierta en el
corazón de la patria por las discordias civiles. Así, tanto Salomé
Ureña como Josefa A. Perdomo, saludan el movimiento revolucio-
nario del 25 de noviembre de 1873, como el inicio de una era de
regeneración política; pero en tanto que l a primera,,quien sólo con-
taba a la sazón veintitrés años, escribe un canto comparable, tanto
en fervor sincero como en arranque lírico, a la oda en que Rosseti
saluda a l 1830 como al año de las grandes esperanzas:
SU OBRA POETICA
PABLO PUMAROt
SU LABOR POETICA
Vegetaba en la oscura
noche de l a ignorancia, el pueblo un día,
y huérfano de luz, sólo sentía
de su cadena dura
el tristísimo son que le adormía.
Y ni un fulgor escaso
la altiva sien del horizonte viste,
y está la sombra del inmenso ocaso
cual la del alma, aterradora y triste.
EL POETA INTIMC)
El hado impenitente
cuando de ti me arrebató sin calma,
puso un ramo de flo'res en mi frente,
puso un ramo de espinas en mi alma.
RAFAEL A. DELlGNE
SU PRODUCCION POETICA
EL PROSISTA
EL CRITICO LITERARIO
L O S ESCRITORES
RASGOS BtOGRAFICOS
EL ESCRITOR
EL PERIODISTA DOCTRINARIO
EL POETA
y m i coberbia copa,
del viento acariciada,
oculta entre las nubes
su agreste pompa y gala".
"Así la elevación
de las criaturas pasa...
iOh! no hay más diferencia
entre las cosas criadas
que las que ha establecido
-en la esencia preciada,
con justicia infalible - ,
~atu'ralezasabia".
sus versos sin que .por ello vistan de duelo las musas nacionales.
Pero la historia no podría prescindir de su nombre como maestro y
como difundidor de cultura. Cualquiera de sus versos, en efecto, nos
puede dejar impávidos, porque sobre ninguno de esos renglones
vertió el poeta una sola gota de su sangre, n i clavó una sola espina
de su sensibilidad torturada. l a menos trascendental, en cambio,
de sus empresas de educador, constituye por sí sola un título a la ad-
miración de la patria, porque a nadie debe tanto la República, como
a quienes la ayudaron, apenas salida de la esclavitud, a renacer mo-
ralmente a una vida digna de su pasado.
CESAR NICOLAS PENSON
RASGOS BlOGRAFlCOS
EL ESCRITOR
EL POETA
EMlLlANO TEJERA
RASGOS BlOGRAFlCOS
EL ESCRITOR
SU OBRA
ELISEO GRULLON
RASGOS BlOGRAFlCOS
LA ESCRITORA
LA POETISA
RASGOS BIOGRAFICOS
EL ESCRITOR
LOS NOVELISTAS
RASGOS BlOGRAFlCOS
EL NOVELISTA
RASGOS SlOGRAFlCCS
EL NOVELISTA
EL POETA
EL DRAMATURGO
LOS H I S T O R I A D O R E S
RASGOS BIOCRAFICOS
1834-1910
HISTORIA LITERATURA D C M l N l C A N A
- . -- . - - -
EL HISTORIADOR
APOLINAR TEJERA
EL POETA
GREGCR 1
0 LUPERON
LOS ORADORES
RASGOS BlOGRAFlCOS
EL ORADOR
EL ESCRITOR
EUGENIO DESCHAMPS
EL ORADOR
SIGLO XX
PRIMER PERIODO
GENERACION ANTERIOR A 1930
LOS POETAS
GASTON F. DELIGNE
EL POETA
Un céfiro perfumado
se des1iza blandamente;
y a las flores secretea.
Bella mañana y alegre.
(La Inlervención)
No es de lapso espacioso
y ya del niño el corazón maltrata
una infanie sospecha ...
(Ld aparición)
¿Y cómo dejaste tú
el rico goce-Perú
de no entenderte a ti mismo?
(Ars nova Scribendi)
EMILIO PRUD'HOMME
EL HIMNO NACICNAL
EL CUENTISTA
que ganan el pan con el sudor de su frente, por las familias humildes
y por las clases desamparadas. En su poesía "Al creyón", donde des-
cribe con fuerte patetismo el trabajo de los panaderos, se percibe el
latido cósmico del hombre que sintió, como cosa propia, la angustia
de los oprimidos y el desamparo de los menesterosos.
Lo qve hace más conmovedor este aspecto de la obra poética
de Federico Bermudez, es que ninguna de sus composiciones se halla
informada de espíritu revolccionario, sino simplemente de un entra-
ñable sentimiento de solidaridad y de simpatía hacia las clases tra-
bajadoras:
Burlando la enredadera
asoma el sol la pupila
y adormilada y soñera
la ve dormida en la pila.
La lune,
Comme un point sur un i.
OTROS POETAS
L O S ESCRITORES
LOS N O V E L I S T A S
TULlO M. CESTERO
LOS ORADORES
EL ORADOR
ARTURO LOGROKJO:
EL BARROQUISMO LITERARIO
.,
Fue, además de escritor de estilo fácil y enérgico, un ardentísi-
mo orador sagrado. Su obra de predicador, casi en su totalidad im-
provisada, ha desaparecido, y de ella sólo sobrevive el eco de la
fama que granjeó a su autor, hombre de excepcionales condiciones
para l a propaganda del espíritu cristiano. Ha sido uno de los sacer-
dotes que más se han distinguido en el país por sus campañas en
defensa de la fe católica. En 1888 fundó, en asocio con Manuel
Arturo Machado, Pedro Spignolio Garrido y Andrés Julio Montolío,
la revista "El 'crisol Católico", la cual, con algunas interrupciones,
subsistió hasta 1904. En 191 1 empezó a publicar, en Puerto Plata, un
nuevo órgano de propaganda religiosa: "El Eco Mariano".
Durante la ocupación del territorio nacional por los Estados Uni-
dos, se enroló al movimiento nacionalista y puso el púlpito al servicio
de la República, cuyo abatimiento le inspiró varias de sus más elo-
cuentes oraciones, sin duda porque su palabra, de suyo varonil, se
enardeció en el infortunio y en la cautividad, como la de los obispos
cordobeses en las prisiones mauritanas.
Como escritor, ha dejado unos "Apuntes para la historia de la
parroquia de Puerto Plata" y varios estudios biográficos acerca de
Juan Pablo Duarte, de Gregorio Luperón y del Arzobispo Meriño,
JOAGUIN BALAGUER
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LOS HISTORIADORES
BERNARDO PICHARDO
LA INVESTIGAC.ION CIENTIFICA
LA POESIA POPULAR
EULOGIO C. CABRAL
Con menos ingenio que Juan Antonio Alix, psro con más arte
que el poeta cibaeño, Eulogio C. Cabral ha escrito hermosos roman-
ces sobre motivos populares. Sus composiciones pueden clasificarse
en dos grupos: el de los romances de caráctzr histórico, y el de los
de extraccijn popular con tendencias hacia la crítica de costumbres.
Entre los primeros háy varios, como el titulado "Santomé", que se li-
mitan a describir, con cierto gracejo natural que suple ventajosamente
los artificios propios de plumas i n á s ejercitadas, escenas y episodios
de la guerra de la independencia en las zonas fronterizas, comarcas
de donde el autor era oriundo, y donde se batieron heroicamente al-
gunos de sus antepasados, y otros, como el que lleva por epígrafe
"Cosas de Santana", recogen, a su vez, rasgos anecdóticos de la
vida de los caudillos dominicanos de historia más escabrosa. A veces
es difícil la inclusión de algunos romances en cualquiera de las dos
categorías ya indicadas: así, en el que lleva por rótulo "Recuerdos
Lilisianos", el colorido histórico se confunde hasta tal extremo con
el rasgo de ambiente local y con la sátira ligeramente emponzoñada,
que lo mismo puede reputarse esa poesía como una pintura anecdó-
tica del ciclón de 1896, que como una crítica benévola de las cos-
tumbres públicas de la época en que Ulises Heureaux era el árbitro
de los destinos nacionales.
SEGUNDO PERIODO
DE 1930 A 1958
JUAN BOSCH
Juan Bosch (n. 1909) inició su carrera literaria con una pequeña
obra maestra: "La mañosa", una novela breve en que aparece drscrita
la vida de una familia dominicana durante la época que precedió
a la ocupación del territorio nacional por los Estados Unidos en 1916.
El personaje central de la narración es una mula, símbolo de las
vicisitudes históricas de la República cuyas instituciones se formaron
pznosamente entre las alternativas y contrastes de las guerras civiles.
Pero donde sus aptitudes de escritor se han manifestado con
más fuerza es en el cuento, género cuyas dificultades ha señalado
él mismo en los siguientes términos: "Es más difícil lograr un buen
libro de cuentos que una novela buena. La dificultad fundamental
entre un género y otro está en la dirección: la novela es extensa; el
cuento es intenso". En el volumen "Cuentos escritos en el exilio" (Libre-
ría Dominicana, 1962), figuran algunos relatos que bastarían por sí so-
los para consagrar a Bosch como a uno de los maestros del género en
la literatura de lengua española: tales como el titulado "La Noche-
buena de Encarnación Mendoza" y el que lleva por epígrafe "El fu-
neral".
Las últimas obras de Bosch ponen de relieve una faceta nueva
en su vigorosa personalidad literaria: l a del investigador histórico
y la del biógrafo de grandes figuras de la historia sagrada: sus libros
"David, biografía de un rey" (Librería .Dominicana, 1963) y "Judas
Iscariote, et calumniado" (Editorial Prensa Latinoamericana, Chile,
1955), tienen el mérito de aportar nuevos datos y juicios certeros a l
estudio de eso; temas universales.
También ha escrito Juan Bosch un ensayo biográfico titulado
"Hostos, el sembrador" (Habana, 1939) y varios estudios sobre l a
evolución política y social del país. Son dignas de mención, entre
estas últimas obras, l a titulada "Trujillo, causas de una tiranía sin
ejemplo" y "Crisis de la democracia de América en la República Do-
&AN BOSCH
1909...
JOAQUIN BALAGUER
-.- - - .---p. - ---
PEDRO MIR
A. Hyatt Verril: "Porto Rico Past and Present and San Domingo
of to-day", New York Dodd, Mead and Company, 1914. 358 págs.
Ilust.
HLSTORIA DE LA LITERATURA DOMINICANA
Apun!es de Ha'ti (Miguel Angel Monclús): Apun'es para la historia de los Ftinita-
284. rios (José María Serra): 100.
Apuntes para la historia de la isla de A pun!o largo (Américo Lugo): 271.
Santo Domingo, y para la biografía Arcos vo;ivor (Osvaldo Bazil): 254.
del general dominicano Juan Pablo Arehipiilago (Virgilio Diaz Ordóñez):
261.
Duarte y Díez, (Rosa Duarte): 100.
Ascuas vivas (Delia Weber): 330.
Apuntes para la hisforia de la parroquia
Ata!a (Chateaubriand!: 199.
de Puerto Plata (Padre Castellanos): i A y de los vencidos! (Rafael Damirón):
290. 289.
Apuntes para Ir prehistciIa de QuIsqueya Azo!aina biográfica (Alejandro A. Guridi):
( ~ a r c i k oAlberty): 309. 108.
Bajo el Úl.imo crepúsculo (Luis Hungría Biel, el marino (Contín Aybar): 324.
Lovelace): 267. Bosquejo histórico critico de la enseñanza
Bajo la fuerza yanqui (Francisco Prais- racional (Félix E. Mejía): 178.
Rarnírez): 286.
Bosquejo histórico del descubrimiento y
Bajo la luz del día (Fernández Spencer):
conqu:s:a de l a isla de Santo Dom'ngo
325.
(Casimiro N. de Moya): 206.
Bajo otros cielos (Casiillo Márquez) 284.
Bani (Federico Henriquez y Carvajal): 187. Bo:inica y botánicos de la Hispaniola
Biblia: 64. (M0;coso): 310.
Bibliografía (Américo Lugo): 271. Burlador de Sevilla (Tirso de Molin3: 59.
C
Cabezas de América (Osvaldo Bazil): 254. Cañar y bueyes (Francisco Moscoso Pue-
Cachorros y manigüeros (José Joaquín 110): 291.
Pérez): 105. Caria respuesta en que se disculpa en
Caminos crist:anos de América (Gilberto el modo que es posib:e de los gravi-
Sánchez Lusirino): 314. sImos e:iores que en w s sermones la
Campanas de la !arde (Osvaldo Bazíl): reprehendió don Teófilo Filaddfo (An-
254. tonio Sánchez Valverde': 76.
Canciones del litoral alegre (Hernández Cartas a la juveniud (Ulises Alfáu): 284.
Franco): 325. Cartas pastorales (Meriiio): 218.
Canto a Sara (Manuel Valerio): 320. Casos jurídicos (Horacio Vicioso): 286.
Canto en loor de la muy leal, noble y Catálogo de los autores que han escrito
lustrosa genie de Santo Domingo (Eu- historias de Indias (Zorita): 55.
genio Sa!azar de Alarcón): 56. Ca:alogus floroe domingensis, (Moscoso):
Cantor a mi muerta viva (Andrés Avelino 309.
García!: 324. Caudillismo en la República Dominicana
Cantos de Apolo (Apolinar Perdomo): 248. (Monclús): 275.
HISTORIA DE LA LITERATURA DOMINICANA
De la vieia lira ( J o d Maria Jiménez): 147. Doctrina Cristiana (fray Pé,dro de Córdo-
Del amcv y del dolor (Federico Henriquez ba): 39.
y Carvajal): 185. Doc!rina Cris'iana breve y compendiosa
Del Cesarismo (Damirón): 289. por vía de d i i b o , en:?. un m w u r o
Del folklore dominicano (Julio Arzeno): y un discipulo, sacada en lmgva caste-
285. llana y mexicana (fray Domingo de
Del llanc y de la lema (Tomás Morel): 325. la Anuncizrión): 44.
Del Meditrrineo al Cariba (Elíseo Gru- Dolores (José Ramón López): 277.
11611): 173. Dolorosa (Federico Henriquez y Carvajal):
Del ostraciuno (Viclor M. de Castro': 279. 185.
Del pasado lirico (Juan José Sánchez). Don Criróbal (Enrique Aguiar): 291.
300. Don Juan (Byron!: 237.
Del Sma al Ozama (Vigil Diaz): 257. Dominic.nismos (Patín Maceo): 285.
De mala entraña (Pellerano Castro): 242. Discurso (Francisco J. Peynado): 187.
Do mi huerto (Joaquín S. Incháustegui). Discurro (González Regalado y Muñoz):
284. 88.
Descentralización y personalismo, (Maria- Discurso pro Duarte (Federico Henriquez
no A. Cestero): 174. y C8.rvajal): 185.
Descripción de la parte española de San- Discursos medicinales (Dr. Méndez Nieto):
to Domingo (Mo-eau de Sainf-Mery': 63.
334. Disertación hisfórico-can6nica sobre las
De Soslayo (Darnirón): 289. exenciones de los regularus de la ju-
De todo un poco (Arisiides García G6- risdicción ordinaria (Anlonio Villaurru-
mez): 321. lia); 80.
Diilogo entre un dominicano y un haitia- Diserticiones y monografías (Machado):
no, (Juan Anlonio Alix): 263. 222.
Diario histórico, guerra dominico-francesa Duarre (Federico Henríquez y Carvalal):
(Gilberío Guillermin': 335. 186.
Diario marítimo (Colón): 15, 16, 28. Duelos del corazón (Arnelia Francasi:: 198.
D'ccionnio provinc:al casi razonado de Duvergé o las victimas del 11 de abril
voces cubanas (Pichardo y Tapia): 166, (FAix Maria del Monle): 103.
Economía Social Americana (Enrique Ji- El Artículo 291 (Heureaux hijo): 198.
mjnez), 286. El Arzobispo Vale-a (Max Henríquez
Ecos del datierro (José Joaquin Pérez): Ure5a): 286.
115. El arreglo de la cuestión dominico-espa-
Ecos mundanos (Va!entín Giró): 250. ñola (Manuel de J. Galván): 194.
Ecos rribun'cios (Eugenio Descharnps): 22 1. El balcón de Psiquis (Fabio Fiallo): 246.
Ecos tribunicio~(Juan José Sánchez): 301. E l Bernardo (Valbuena): 60.
Ecos y nofas (Deschamps!: 221. El brigadier don Juan Sinchez Ramírez
Edipo (Sófoclej): 24. (Mwuel de J Trnnroso de la Concha):
Efluvior (Córdoba y Vizcarrondo): 145. 283.
HISTORIA DE LA LITERATURA DOMINICANA
E l caminan:e sin camino (Moreno Jime- El mensaie de las abejas (Ju io Gonzá'ez
nes): 263. Herrera': 291.
El Cm:o del cisne (Cestero): 200. El monbiogo d e HmriquiWo (Federico
El caso médico d e Franz Pe:u k h u b r t Henriqcez y Carvai6l): 185.
(Pieier): 309. El n i c i m ' e n : ~ de Dioni- (Fedro Henrí-
El Clero en Ian:o Domingo (Padre Cat- quez Ureña): 271.
ielfanos): 198. El período glacial; ensayos de estudios
El condenado por desconfiado (Tirso de sobre la i d a de liaiti, (Rodolfo Cam-
Molina): 59. k iaso): 309.
H derecho público in:wnacisn.l y la gua- El poema d e Ir hiia rehtegrada (Moreno
rra (Federico Henríqrez y Carvajal): Jimenes): 263.
185. El poema de fa hisloria (Federizo Henrí-
E l descubrimien:~y la ccnquis:a (Gustavo qcez y Carvajal!: 197.
Adolfo Mejid: 307 El p e m a r i o de Ir cumbre y d d mar
(Moreno Jirnenes': 263.
El diario de la aldea (Moreno Jirnenes):
263. El Predicador, 'ra'aio dividido m tres
E l Dr. Ekman (Moscoso): 3 10. par'er, al cual preceden unas reflexio-
nes sobre las abgsos del púlpi:o y
Elegías a las hoias ca'das y diecinueve
medios de su reforma (Sánchez Val-
poemas sin irnp0r:anc.a (Sánchez La-
ve-de): 76.
rnouih): 324.
El premio d e los pichoner (Del Monte):
Elegías de varones ilustres de indias
133.
(Juan de Caslellanos': 57.
El presbítero Misuel Fuertes Lórens (Alos-
Elemenfos de derecho adminisirativo con coso): 310.
ap:icación a las leyes de l a República
El principe irruieso (Rafael O. Galván':
Dominicana (Troncoso de la Concha):
290.
283. E l problema an:inómico d e la fundamen
El español en Santo Domingo (Pedro ración d e una lógica pura (Andrés
Henríquez Ureiia\. 271. Avelino García): 327.
El Es:ado dominicano an'e el derecho El problema de los territorios depon-
público (Arnérico Lugo' 273. dien'es (Enrique de Marchena): 330.
El fa alista (Fichardo y Tapia): 85. El problema dominicano (Tulio M. Ces-
El fuego (Manuel Lianes): 325. lero': 289.
El gen'o de la; a3uas (Amiama Gómez': El eurga:orio del amor (Lázaro Bejarano':
284. 57.
El héroe (Franklin Mieses Burgos': 324. E l que menos corre, vue!a (José Francisco
El hombre a'ucinado ( ~ u i sHenriquez Cas- Pe:lerano): 145.
tillo): 291. El sol y las cosas (Veloz Msggiolo): 324.
El ideal d e los iriniiarios (Msz: Henriquez E l tesoro de Cofresi (Francisco Carlos
Ureña): 286. Oriea): 197.
El jardín de los suenos (Tulio M. Cestero): Elucubraciones sobre e l Ieneuaie indoan-
287. iillano (Rodoef Carnbion y Sosa): 309
El mendigo de la caredral d e León (Del El úliimo rbencerra:e (Félix M. del Monje':
Monle): 103. 103.
JOAQUIN BALAGUER
Idea del valor de la Isla Española y uti- lnforme del presiden'e de la deleaaciin
lidades que de ella p u d e sacar su dcminicana en la Segunda Conferencia
monarquía (Anlonio Sánchez Valverde): in:ernacional Americana (Federico Hen-
77, 78, 79. ríquez y Carvajal): 185.
Ideal (Augusto Franco Bidó): 284. lnforme sobre la s'iuación económica y
lguaniona (Javier Angulo Guridi): 104. financie.a de la República Dominicana.
(Fco. J. Peynado): 286.
Impene'rable (Ame!ia Francasi): 299.
Insulas exlrañas (Héclor Incháusiegui Ca-
I n RpostoIa:us culmine (Paulo 111): 29, 31.
brd): 324.
Inconstiiucionalidad de los ac:uales con. I n rhe tropics, by a Se:tler in San'o Do-
sejor de aduanas de !a República Do. mingo (Richard B. Kirnball): 334.
minicana (Francisco J. Peynado): 187. 1n:ermezzo (Heine): 237.
Influencia de los principios económicos en In:roducci&n a la Historia de Santo Do-
la gobernación de los E+;ados (Fco. J. mingo (Fidel Ferrer': 307.
Peynado): 183. Itinerarium (Gera!dini): 54.
Jacinto Dionisio Flores (Valentín Giró): Juan Isidro Pérez, el i:usi;e loco (Emilio
254. Rodríguez Demorizi): 334.
Jardine: de Psiquis (Enrique Aguiar): 263.
Judas Iscariole e1 calumniado, (Juan
José Enrique Rodó, su estética (Robles
Bosch): 318.
Toledano): 327.
Juan de Nueva York o el Anticristo (Ri- Juvenilla (Federico Henríquez y Carvajal):
cardo Pérez Alfonseca): 255. 185.
La alimen'ación y las razas (José Ramón La Bula in apostola'us culmine del Papa
López): 277. Paulo 111. (Ortega Frierl 286.
La Amér:ca vindicada de la calumnia de
La Cacica (Damiró,,): 289.
kaber sido madre del mal venéreo.
(Sánchez Valverde): 76. La calle de mi casa (Tomás Morel): 325.
La Ba.a'la de Santomé y La entrega de La campana del higo (José Joaquín Pé-
Salnave (Marcos A. Cabral!: 222. rez:' 105.
HISTORIA DE LA LITERATURA DOMINICANA
- - - --- -- -- . -.
.- - -- -- - -- -
Los pcexas del insomnio (Goico Alix): Los res:os de Colón en Santo Domingo
263. (Emiliano Te:era): 169.
Los poemas del viandan:e (Manuel E. Los surcos opuestos (Moreno Jirnenes):
Suncar Chevalierj: 267. 263.
Los quisqueyanos (Julio Arzeno): 285. Los v'ajeros (Delia Weber}: 330.
la de Santo Domingo (Mariaho To- Porto Rico Patr and Present, and San
rriente): 333. Dcmingo of to-day (Hyatt Verril): 334.
Por el es'ablocimiento del gobierno civil Pierre pour lous (V. Hugo): 134.
en la República Dominicana (Francisco Pro fide (Juan Tomás Meiia): 267.
J. Peynado): 187. Pro-Psiquis (Ricardo Sánchez Lusirino):
284.
Por entre frivolidades (Abigail Meiía):
Prosas escogidas (Machado': 222.
285.
Psalmos (Moreio Jiménez): 263.
Por la inmigración (Peynado': 187. Pucha cubana (Alejandro An;ulo Guridi):
Por mi Pa'ria (Franciico Prats Ramírez): 107.
285. Punto sur (Lacay Polanco': 324.
Gamón Me'la (Federico Henriquez y Car- la Isla Española en las Indias Occiden-
vajal): 185. ta!es y cosas notables que hay en
Rasgos b'ográficos de dominicanos céle- ella, (Alcócer': 68.
bres (Garcia): 203. Rel:tarios sen!imen:ales (Livia Veloz): 330.
Rasgos y perfiles de la cul ura española Rel'quias H'sfóricas de la Española (Be:-
en los siglos de oro (Robles Toledeno): nardo Pichardo): 294, 296.
331. Renacimien!~(Haim López Penha): 290.
Rebelión vege'al (H:cior Incháustegui): Réprobo (De;champs': 221.
324. Reseña histórica de Baní (Joaquín S.
Recop'hción Diplorná;ica (AmCrico lugo): Incháuste3ui': 284.
271. Respues;a al artículo comunicado del
Recuerdos (Uba.ldo Gómez): 306. Duende (Correa y Cidrón): 93.
Recuerdos y notas de viaje (AbrQu Llcai Resumen de Historia de San:o Domingo
rac': 171. (Manuel Ubaldo Gómez): 306.
Reincorporación de Santo Domingo a Es- Resumen de I4is:oria de Santo Dom'ngo
paña (José Ferrer de Couto': 334 (Ashton): 307.
Relac:Ón de coras de la Españo!a (Fuen Resumen de Mistor'a Pa'ria (Bernardo Pi-
ma,ior): 54. chardo): 294, 303, 305.
Gelación de la Isla Española, (Echagolan): Refazos de luz (Martha María Lsmarche):
55. 330.
Relación de la Nueva España, (Ramírez Revolución (Damirón): 289.
de Fuenleal): 54. Rezos bohemios (Hernández Franco!: 325.
Rdación Sumaria del es:ado presente de Rimas (Bécquer): 243, 144.
JOAQUIN BALAGUER
Tabla sinóp:ica de disfancias (Casimiro N. The Uniied States and Santo Domingo
de Moy3: 206. Charles Callan Transil): 335.
Tarea li1e:aria y pa'ricia (Osvaldo Bazil): Tenlas políiicos (Alejandro Angulo Guri-
254. di): 107.
Teatro Eclesiástico de la primitiva Iglesia
T i e ~ p operdido (Aríslides García Mella):
de las Indias 0cc:dentales (Gil Gonzá-
280.
lez Dávila): 65.
The Americans i n Santo Domingo (Melvin Tierna adentro (José M. Pichardo): 291.
M. Knight!: 335. Tierras de América (BuRols): 286.
HISTORIA DE LA LITERATURA DOMINICANA
Todo por Cuba (Federico Henríquez y Tres hombres en e n hombre (Luis Henrí-
Carvajal): 186. quez Caslillo': 291.
Trac.arus de Cfonoruron divisione (Gómez (Henríquez): 267.
Monquecho): 55.
T~a.ado de Lógica (López de Medrano): Trío (Avilés Blonda, Hernández Rueda y
Valera Benifez): 324.
88.
rementina, Clerén y BongÓ (Julio Gonzá Trujillo, causas d e una tiranla sin ejem-
lez Herrera): 291. plo (Juan Bosch): 318.
n blasón colon'al (Gustavo Adolfo Me- Una mujer es:á sola (Aida Cariagena
iía): 291. Porta!atín!: 325.
Jn vals de Strauu (Fé'ix María del Mon-
Una noveya al vapor (Ortea): 19.7.
le): 103.
Una Ges:apo en América (Juan Isidro UniversirIader (fray Cipriano de Utrera):
Jiménez Grullón): 328. 65.
Cisneros: 34. Córdob?, fray Pedro de: 25, 29, 34, 36.
37, 39, 40.
Cifré Navarro, Ramón: 324.
Cornielle, Tomas: 147.
Cohfn y Marcheia, Luis 110
Cortés, Hernán: 57.
Correa y Cidrón, Bernardo: 88, 69, 93.
Coiscou Henríquez, Máximo: 306.
Colón, Cristóbal: 11, 13, 15, 17, 33, 206. Correa Cruzado, Juan de Dio;: 96.
Colón, Fernando: 33. Crisfo (Ver Jesús): 37.
Colón, virrey Diego: 56, 192, 361, 192. Cruz Alvarez, Arquímede& 267.
Conchillos: 48.
Cruz, Francisco Anionio: 325.
Coniin Aybar, Pedro René, 324.
Conlreras, Hilma: 218. . Cruz, Pedro María: 325.
Córdoba y Vizcarrondo, Eugenio de: ~ u é l i a r ,María de: 192.
110. 144. Ccervo: 166.
Echago, an. licencido Juan de: 54. Espinosa, fray Alonso de: 65.
Echenique Peláez, Mercedes: 118. Espaillat, Pedro: 153.
Echevarría, Esteban: I I 1. Espaillat, Ulises Francisco: 149, 221, 223,
112, 191, 211, 212.
Einstein: 309.
Espronceda: 157.
Espinar, fray Alonso de: 34, 38. Eva. 42.
J
Jesús (Ver Cristo': 36, 40, 51, 52. 147, Jimlnez, Ramón Emilio: 257.
149. Josefo: 183.
Jimlnez, doztor José de JeAs: 306. Julio Cdsar: 27.
Jiménez, José María: 148. Julio II, (Papa): 55, 60.
Jiménez, Miguel Angel: 326. Jirnénez Grullón, Juan Isidro: 328
K
Keirn, Deb Randolph: 329 Kirnball, Richard B.: 334.
Ke!ly, Filzmsurice: 26. Knighr Me'vin M.: 335.
Kennedy, Elena: 176
Ramírez, fray Diego: 31, 57, 64. Robles Toledano, Pbro. Oscar: 331.
Ramirez de Fuen!eal, Sebastibn: 53. Rodríguez, C. Armando: 350, 351.
Ramírez Garrido, Juan: 88. Rodríguez Mancela: 96.
Ramos, fray Nicolás de: 54. Rodríguez, MI. de Jesús: 110, 144.
Ravelo, Josk de Jesús: 286. Rodríguez, Santiago: 306.
Raynal, abale: 78. Rodríguez Arrezón, José María: 191.
Reniería, Pedro de: 55. Rodríguez Demorizi, Emilio: 326.
Read, Horacio: 306. Rodrígcez Objío, Manud: 110, 194, 131,
Reyes, fray Antonio de los: 44. 134.
Reyes calólicos: 13, 14. Rodríguez y Orfiz, doctor Elías: 96. 21 1.
Reynoso, Juliana: 157. Rodriguez de Sosa, Tomás: 67, 69.
Ribero, Rodrijo de: 65. Rodrígcez Victoria, Armando: 386.
Ricart, doctor Elpidio E.: 309. Rodriguez Xuárez, fray Cristóbal: 66.
Rijo, Baldemaro: 267. Roias, Benigno Filomeno de: 153, 156.
Rijo, José: 218, 330. Rojas, José Maria: 94.
Risse'er, Simón: 3 10. Roias Abréu, Enriquillo: 325.
JOAQUIN BALAGUER
U
Ureña, Salorní: 106, 1'29, 110, 145, 119, Urrutia y Matos, Carlot: 93.
187, 189, 178. Uirera, fray Cipriano de: 65, 76, 307.
Ureiia de Mendoza, Nicolás: 105, 118.
z
Zafra, Juan Bautista: 167. Zorila, Alonso: 55.
Zolr: 312. Zumárraga, fray Juan de: 39, 42, 44,
Zorrilla, Rafael Augusto: 267. 45, 48.
INDlCE GENERAL
PRIMERA PARTE
Pág.
Capltulo l. - EL DESCUBRIMIENTO Y LA CONQUISTA, DE 1492
A 1530 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Cristóbal Colón. Diego Alvarez Chanca, Fray Bartolomé
de las Casas. Gonzalo Fernández de Oviedo.
SEGUNDA PARTE
Capitulo IV. -
LA LITERATURA DOMINICANA EN EL SIGLO XVtl 67
Luis Gerónimo de Alcocer; Diego de Alvarado; Tomás Ro-
dríguez de Sosa; Antonio Girón de Castellanos; Baltazar
Fernández de Castro; Francisco Melgarejo Ponce de León;
Fray Diego Martínez; Tomasina de Leiva y Mosquera; José
Clavijo; Miguel Martínez y Mosquera; Rodrigo Claudio
Maldonado.
JOAQUIN BALAGUER
P6g.
Capítulo V.- ESCRITORES NATIVOS DEL SIGLO XVlll . . . . . . 73
Pedro Agustín More11 de Santa Cruz; Antonio Sánchez Val-
verde y Ocaña; Antonio y Jacobo de Villaurrutia.
TERCERA PARTE
Pág.
Francisco Pellerano; Manuel de Jesús Rodríguez; Eugenio
de Córdoba y Vizcarrondo; Bartolomé Olegario Pérez; José
María Jiménez; Rafael A. Deligne.
Capitulo XIII. -
LOS NOVELISTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
~Manuelde Jesús Galván; Francisco Gregorio Billini; Fran-
cisco Carlos Ortea; Amelia Francisca Marchena de Leyba;
Ulises Heureaux hijo; Miguel Billini; H6ctor de Marchena;
Manuel R. Cestero.
Pág.
Pedro María Archambault; Máximo Coiscou Henríquez.
Otros historiadores.