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20 RAFAEL GO M EZ P E R E Z

I. INTRODUCCION GENERAL
A LA METAFISICA física es la ciencia que estudia el ente en cuanto
ente.
Las demás ciencias (química, física, matemá­
tica, biología, antropología, psicología, sociolo­
gía, etc.) estudian lo que es, lo que tiene ser
(ente) en cuanto que es un determinado tipo
de ente. La metafísica lo estudia, antes, en cuan­
to que es ente. Por eso la metafísica no sólo no
excluye, sino que exige muchas otras ciencias
que estudian determinados tipos de entes, sus
principios, sus leyes, su comportamiento.
Si toda ciencia es conocimiento de las causas
de lo que se da, también la metafísica es un
conocimiento de causas, y precisamente de los
principios y de las causas del ente en cuanto
1. Qué e s la m e t a f ís ic a
ente. Preguntarse por las causas del ente en
cuanto ente es interrogarse sobre lo primero y
fundamental; de ahí que la metafísica fuese ya
Estamos tan acostumbrados a usar las cosas denominada por Aristóteles filosofía primera.
inanimadas y a tratar con los cuerpos vivientes Las demás ciencias se preguntan, investigan
que no nos fijamos en algo que tienen en co­ y responden sobre un tema fundamental : cómo
mún, en lo más importante, en lo primario : se estructuran, de qué se componen, corno se
que son. El lenguaje común y el lenguaje cien­ comportan determinados tipos de entes. Cada
tífico, en cualquier ciencia, versan sobre cosas ciencia tiene su objeto material (de qué tipo
que son, pero se refieren en seguida a que son de entes trata) y su objeto formal (desde qué
tales o cuales, a que tienen determinadas carac­ punto de vista, a qué luz lo estudian). Úna mis­
terísticas , propiedades, comportamientos, etc. ma cosa (por ejemplo, un trozo de arcilla) inte­
Todas esas cosas son. ¿No cabría una ciencia resa a la mineralogía, a la historia, a la antro­
de lo que es en cuanto que, precisamente, es, pología, a la teoría de la arquitectura, etc. El
en cuanto que tiene ser? Lo que tiene ser puede mismo objeto material es considerado desde
denominarse con el nombre de ente (como lo distintos puntos de vista, desde distintas for-
que tiene vida se denomina viviente). La meta­
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malidades del objeto. El objeto material de la


metafísica es el ente, es decir, la totalidad de otras razones, porque tampoco se lo pregunta.
las cosas ; el objeto formal es el ente en cuanto Y no se lo pregunta porque no es ése su objeto
ente. . formal. De esto no hay que inferir que a la
“Toda ciencia busca los principios, las causas metafísica no le interesen los cuerpos, las cosas
propias de su objeto” \ La metafísica busca las sensibles y tangibles. Le interesa, literalmente,
causas propias del ente en cuanto ente. Por tod o : pero todo en cuanto que tiene ser, el ente
tanto, es ciencia eri sentido estricto. La meta­ en cuanto ente.
física no es una especie de filosofía general de Hubo probablemente un tiempo en el que los
las ciencias, ni la síntesis de todas, ni la ciencia metafísicos al menos algunos— pretendieron
del conocimiento humano, ni un remanente que la metafísica diese respuestas totales al có­
después de que todas las ciencias han investi­ mo de todas las cosas, a su estructura física, a
gado ya sobre sus objetos propios. En primer su comportamiento. Pero ese peligro ha sido
lugar, porque la expresión “todas las ciencias” superado hace ya tiempo. La tentación actual
carece de sentido, ya que su número no puede (“actual” desde hace unos siglos) es la de pre­
darse nunca por cerrado. Después, porque en tender que la suma de las ciencias que estudian
cualquier estado de la situación de las demás el cómo de determinados entes sea la respuesta
ciencias la metafísica sigue preguntándose so­ al porqué de todas las cosas, es decir, la res­
bre las causas propias del ente en cuanto ente. puesta sobre los principios del ente en cuanto
Cuando Newton enunció la ley de la gravita­ ente. No existen ya metafísicos que pretendan
ción universal le objetaron que ese descubri­ tener respuestas químicas, antropológicas, so­
miento no explicaba mucho. Y él respondió: ciológicas, biológicas... Proliferan, en cambio,
“Os dice cómo se mueven. Esto debería ser los químicos, antropólogos, sociólogos y biólo­
suficiente. Os he dicho cómo se mueve y no gos que pretenden, por haber dado con deter­
por qué.” Es un error pensar que la metafísica minados cómos, explicar el porqué de las cosas
puede contestar a esos porqués que dejan sin en cuanto cosas, es decir, del ente en cuanto
respuesta, de ordinario, las demás ciencias. La ente. Esa invasión de campo supone de hecho
metafísica no responderá nada al porqué los una disminución del potencial de la inteligen­
cuerpos se atraen; y no responde nada, entre cia; equivale a desconocer que la inteligencia
tiene diversos registros, funciona con distintos
1 ln I V M e ta p h y s ic o r u m , Iect. 1, n. 533. objetos formales. Hay algo todavía más absur­
do que una metafísica disfrazada de ciencia ex-
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perimental: es una ciencia de método experi­ de las cosas: por qué son lo que son; y, aún
mental disfrazada de metafísica. más, por qué son. ¿Qué es ser?
La metafísica presta al conjunto de las cien­ La metafísica comparte este estatuto de cien­
cias el servicio de mantener constantemente cia especulativa con otras ciencias. Para esto,
disponible la pluralidad de registros de la inte­ se ha de tener en cuenta que las ciencias especu­
ligencia. El término registro es metafórico, y lo lativas se distinguen entre sí según el grado de
tomo de ese instrumento musical complejo que separación de la materia y del movimiento en
es el órgano. En el órgano, un mismo tema pue­ la consideración de sus respectivos objetos.
de ser traducido en diversos registros que sue­ Separación de la materia y del movimiento es
nan simultáneamente. una expresión equivalente a abstracción, salvo
en la metafísica.
Hay objetos que dependen de la materia se­
2. L a METAFÍSICA COMO CIENCIA ESPECULATIVA gún el ser (sin materia no son) y según el modo
de entenderlos. En esos objetos la materia entra
El fin del entendimiento humano en su ejer­ en su definición; así, por ejemplo, no se puede
cicio teórico es alcanzar la verdad de lo que definir una roca sin referirse a la materia. De
considera. El fin de ese mismo entendimiento, estos objetos tratan la filosofía de la naturaleza
en su ejercicio práctico, es llegar á la acción y las ciencias experimentales (física, química,
“verdadera” que se sigue de la verdad teórica­ botánica, biología, etc.). Esas ciencias son teó­
mente alcanzada. En su primera manera de ejer­ ricas porque prescinden de la singularidad de
cicio, el entendimiento busca saber; en la se­ la materia (de esta substancia química, de esta
gunda manera quiere acertar. Dicho de otro mo­ planta, etc.), pero no de sus propiedades sensi­
do: como el objeto ha de ser proporcionado al bles, experimentables: dureza, color, estructu­
fin, las ciencias teóricas y prácticas se distin­ ra, etc.
guen por sus objetos. El objeto de las ciencias Hay objetos que, aunque no pueden existir
teóricas es la verdad de las cosas; el objeto de sino en la materia, pueden ser entendidos sin
las ciencias prácticas es la acción humana que ella, porque la materia no entra en su definición.
corresponde no a cualquier opinión, sino a la De esas substancias materiales, cabe retener
verdad de esas cosas conocidas. sólo la cantidad y sus determinaciones de nú­
La metafísica es ciencia especulativa, porque mero, figura, volumen, etc. Podemos abstraer
tiene como fin conocer la verdad más profunda la forma cuantitativa de círculo, sin necesidad
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de referirnos a la materialidad de las substan­


así, es esencial a la naturaleza de la piedra el existir
cias sensibles “circulares”. De estos objetos
? en tal piedra, y a la del caballo en tal caballo, etc.
trata otra ciencia teórica o especulativa, las ma­ , Por tanto, no se puede conocer verdadera y total-
temáticas. Esc es el sentido de la expresión V mente la naturaleza de la piedra o de cualquier
usual de “matemática pura”. La dificultad de otro objeto material si no se la conoce como exis­
las matemáticas estriba, en gran parte, en que tente en un ser individual (...) .
funciona en el nivel de abstracción formal. Por Si el objeto propio de nuestro intelecto fuesen las
otro lado, que las matemáticas se refieren a las formas separadas, o si las naturalezas de las reali­
substancias materiales se ve claro por el hecho dades sensibles subsistiesen independientemente de
de que las matemáticas pueden ser aplicadas; las cosas singulares, como quieren los platónicos,
es decir, los resultados obtenidos en un nivel nuestro intelecto para entender no tendría necesidad
de abstracción se pueden verificar en las subs­ de acudir siempre a imágenes ( ...) .
tancias materiales. Los seres incorpóreos, de los que no existen imá­
Finalmente, hay objetos que no dependen de genes, los conocemos por comparación con los cuer­
la materia según el ser, porque, o nunca son pos sensibles, de los que tenemos imágenes. Así
comprendemos la verdad misma reflexionando sobre
con materia (Dios, los Angeles) o, dándose a la cosa cuya verdad investigamos; a Dios le cono­
veces unidos a la materia, son de suyo inde­ cemos, como dice Dionisio, en cuanto causa y por
pendientes de ella. Para conocer estos obje­ vía de eminencia y de negación; y también a las
tos, se prescinde por completo de la corporei­ demás substancias incorpóreas sólo podemos cono­
dad y de sus condiciones, y se llega a concep­ cerlas, en el estado de vida presente, por remoción
tos inteligibles. De estos objetos trata la meta­ o por una cierta comparación con los seres corpora­
física, pero partiendo siempre de la realidad les. Por consiguiente, para conocer algo de estos
sensible. He aquí un texto muy claro de Santo seres necesitamos, aunque de ellos no existan imá­
Tomás de A quino: genes, recurrir a imágenes de realidades corpo­
rales» 2.
«El intelecto humano, unido a un cuerpo, tiene
por objeto la esencia o naturaleza existente en una De este modo, la metafísica, aun tratando
materia corporal; y mediante la naturaleza de las de “cosas” que no son empíricamente experi-
cosas visibles alcanza también algún conocimiento' mentables —la substancia, lo uno, la materia
de las invisibles.
Ahora bien, es esencial a la naturaleza visible el 2 Sum m a Theologiae, I, q. 84, a. 7. Cita según la antología
contenida en ]. R assam , Introducción a la filosofía de Santo
existir en individuos dotados de materia corpórea; Tornas de Aquino, Rialp, Madrid 1980. Obra excelente, cuya
lectura recomendamos.
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prima, etc.— tiene que recurrir a imágenes, Un paso más: ¿qué es lo que hace que yo
ejemplos, comparaciones, al menos en el nivel pueda ver el color —objeto formal quod— y,
de introducción. O, mejor, precisamente por­ con él, todo el árbol (objeto material)? La luz.
que trata de lo más difícil —aunque no lo más Yo tengo capacidad para ver, pero si reina la
complicado—, la metafísica necesita no perder más completa oscuridad, me toparé con el ár­
bol, pero no lo veré (precisamente me habré
nunca el contacto con la realidad sensible. La dado un encontronazo con el árbol porque no
metafísica, a veces, puede parecer abstracta, lo veía). Por tanto, la luz es también objeto de
pero nunca es abstrusa. la vista, y precisamente el objeto que formal­
mente hace que pueda ver lo que veo; el objeto
por el que veo (quo) lo que veo. Objeto formal
3. M e t a f í s i c a : o b j e t o m a t e r ia l y f o r m a l quo.
Esta vivisección teórica que distingue objeto
Partamos de un hecho usual : gracias a mi material, objeto formal quod y objeto formal
vista veo este árbol. La vista es una potencia, quo puede aplicarse —y de hecho se aplica—
la potencia de ver. Es objeto de mi vista —cual- ; a cualquier ciencia, sobre todo a las ciencias
quiera respondería así— este árbol: es decir, teóricas, con o sin el método experimental.
una determinada materia, con tal extensión, Muchas ciencias coinciden en el objeto material
con una configuración, con cierta aspereza al (piénsese en todas las que estudian al hombre)
tacto (estamos ante un pino), con olor (se trata y se distinguen según el objeto formal quod,
de un almendro en flor), etc. Gracias a la vista es decir, según lo que alcanzan directa e inme­
puedo acceder a la materialidad del árbol: por diatamente. Puede darse también que dos cien­
eso todo ese conjunto de aspectos se denomina cias coincidan en el objeto material y en el
objeto material. objeto formal quod y se distingan por el objeto
. Pero analícese el fenómeno más despacio. Lo formal quo. Pero aquí interesa —ya que hemos
primero que veo —en el sentido de lo primario quedado en no invadir el terreno de las otras
y lo más directo— es el color. Hablando con un ciencias— insistir en cuál es el objetó de la me­
mínimo de propiedad, si me preguntan qué tafísica.
(quod) es lo primero que veo, responderé el co­
lor del árbol. El objeto que formalmente apre­ El objeto material de la metafísica es todo;
hendo es el color: el color es, para la vista, el son objetos para la metafísica todas las cosas,
objeto formal quod. pues todas son, antes que nada, entes, es decir,
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tienen ser. No hay que asustarse: la metafísica términos alpinos, presenta una dificultad de
no tratará de omni re scibili et de quibusdam séptimo grado. Es muy probable que en la su­
aliis (de todo lo que se puede saber y de algunas bida no se llegue a dominar la cumbre; pero
cosas más). El objeto material queda especifi­ es posible superar bastantes dificultades y saber
cado por el objeto formal quod: de todo lo que entonces que las demás son también factibles.
es, ¿qué (quod) interesa a la metafísica? Res­ Como en el deporte, todo depende —dadas
puesta: que es. El objeto formal quod de la unas condiciones físicas mínimas— del entre­
metafísica es el ente en cuanto ente. namiento.
Si deseásemos ahora explicitar más qué “da Agotemos la metáfora. Subiendo, si no se es
de sí” el ente en cuanto ente habría que ade­ experto, es preferible rodear a emprender la vía
lantar, en comprimidos, toda la metafísica. Y directa. Y cuando se rodea es posible que, sin
se puede aprovechar esta ocasión para destacar querer, se vuelva al punto de partida. En meta­
que la metafísica no es un sistema, un entra­ física ese volvér al mismo sitio es frecuente,
mado de conclusiones ya incluidas en una idea pero con una diferencia: cada vez que se pisa
abstracta previa; la metafísica, como todas las el mismo terreno se conoce mejor; y los nuevos
cosas humanas, “se hace camino al andar”. En intentos encuentran algo parecido a los anti­
estos primeros compases quedémonos, por tan­ guos puntos de partida, aunque en otro nivel,
to, con la simple enunciación de que el objeto superior. Probablemente, en metafísica, más
formal quod de la metafísica es el ente en cuan­ que de subir se trate de ahondar : todo está ya
to ente. dado en el primer golpe de vista, pero se nece­
¿Cuál será el objeto formal quo de la meta­ sita un continuo ejercicio de la inteligencia para
física? En el ejemplo anterior de la vista, ese darsé cuenta de todo lo que hay en ese primer
objeto era la luz; en la metafísica es también golpe. Esta experiencia no debería extrañar: es
la luz, la de la razón. El ente en cuanto ente es lo que ocurre constantemente en la vida del
inteligible para la razón, porque lo real “emite” hombre, en todos los terrenos. Ser no es sólo
destellos que la inteligencia humana puede cap­ subsistir; es, sobre todo, insistir.
tar. No quiere decir esto que el simple uso es­
pontáneo de la razón baste para hacer metafí­
sica ; no basta para ninguna otra ciencia. Cada
ciencia tiene su grado de dificultad. La meta­
física es una ascensión difícil; digamos que, en
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obvio: está ahí. Pero, ¿cómo ha ocurrido?


Acordémonos de nuevo de M achado: “La pri­
4. E n t e , q u e v ie n e d e s e r mavera ha venido/nadie sabe cómo ha sido.”
La primavera no ha venido por sí sola; no sa­
El objeto formal quod de la metafísica es el bemos cómo ha sido su venida, pero intuimos
ente en cuanto ente. Pero, ¿qué. quiere decir que alguien la ha mandado. Lo mismo con el
ente? Ente es lo que e s 3. ¿Una definición? No. ente: está ahí. Tiene ser. ¿Cómo ha sido po­
Lo primero que advertimos es que las cosas sible?
son ; ente es la primera noción y las primeras “Ignoramos —decía Goethe— precisamente
nociones ni se definen ni se demuestran. Gon lo que más nos haría falta saber.” La metafísica
más sencillez, se muestran. trata de poner remedio a esa ignorancia.
Mostramos, por tanto, que ente, lo que es,
tiene ser- Este mineral, este lápiz, ésta planta,
este animal, este hombre son: tienen ser. Aun­ 5. E l p r in c ip io d e n o - c o n t r a d ic c ió n
que “dar el ser” se aplique en el lenguáje ordi­
nario al acto engendrador del hijo por obra de De cualquier ente hay algo que se puede de­
los padres, todos los demás entes tienen ser; cir sin que quepa oponer objeción alguna: “es
si no, no serían. Esta conclusión puede parecer imposible que esto sea y no sea a la vez, bajo
tautológica; veremos poco a poco que es la el mismo aspecto y en el mismo sujeto”. Es
afirmación más radical, insólita e inesperada imposible que este hombre sea a la vez un vir­
que puede hacerse sobre las cosas. Por ahora tuoso del piano y que no sepa nada de piano.
quedémonos con esto: que ente no es nada Ser es algo radical. Es imposible que este hom­
“etéreo”, “pura construcción mental”, etc. Ente bre no sepa radicalmente nada y sepa radical­
es lo que tiene ser. Y no hacen falta muchas mente todo. Es imposible que esto sea a la vez
luces para darse cuenta de que si hay algo real, un tronco frondoso y un tronco para la chime­
es lo que tiene ser. Es m ás: algo es real porque nea. Es imposible ser español de nacimiento y
tiene ser. a la vez ser esquimal de nacimiento. Uno puede
En metafísica se trata, en definitiva, de fun­ encontrarse en la vida personas que nieguen la
dar el ser del ente. Que el ente tiene ser es validez universal del principió de no-contradic-
ción; pero lo harán por puro espíritu de con­
Ens est qu o d est (In I V M etaphy., 1, n. 535). tradicción; y, contradictoriamente, porque no
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pueden, a la vez, afirmar y negar el principio Podrá haber alguien que, con un esfuerzo
de no-contradicción. poderoso de su inteligencia, pensará en algo
Santo Tomás, comentando a Aristóteles, es­ que sea a la vez, bajo el mismo aspecto, animal
cribió que “lo primero que encuentra el enten­ viviente y nube en el ocaso. Seguramente por
dimiento es el ente; lo segundo, la negación del ese camino dará con una relativamente bella
ente ; de estas dos cosas se sigue la tercera, la imagen poética, pero en la realidad el animal
división” 4. La comprobación es sencilla: el en­ viviente sigue por su atajo y la nube desaparece
tendimiento conoce el “ente” ; luego, “no-en­ en el horizonte. Aparte la poesía, que con la
te” ; después, “este ente no es aquel ente”. En negación del principio de no-contradicción ha
realidad, en la noción de ente está ya incluida elaborado metáforas brillantes, hay filósofos
la de no-ente y, por tanto, la división (éste no que, con la comezón de negar lo más radical
es aquél). El principio de no-contradicción apa­ de la filosofía del sentido común, rechazan, a
rece apenas el entendimiento advierte un ente puro afán, la validez del principio. Se les puede
(un lo que es, una cosa); advirtiendo lo que oponer el rigor de la lógica (“todos los contra­
ésto es advierte lo que no es y, con eso, la divi­ rios serían lo mismo y todas las cosas serían
sión entre una cosa y otra. una sola cosa”); el rigor de la evidencia prác­
Este juicio da en el blanco de la realidad. No tica (“no es lo mismo hacer algo que no hacer­
es una simple operación lógica. Es también una lo”); el argumento ad hominem ya señalado
operación lógica, pero fundada en la realidad. antes: si se afirma que no es válido el principio
Lógicamente el principio reviste esta formula­ de no-contradicción, es preciso admitir que es
ción: “no puede suceder que afirmaciones y válido el principio de no-contradicción, porque
negaciones opuestas se verifiquen a la vez acer­ negar el principio de no-contradicción es afir­
ca de lo mismo” 5. Pero no pueden hacerse esas mar que algo puede ser y no ser al mismo tiem­
afirmaciones, porque la realidad no las admiti­ po, a la vez, en el mismo sujeto.
ría; no puedo afirmar que esto es a la vez todo En las primeras pisadas por el camino de la
blanco y todo rojo, cuando resulta que esto es metafísica quizá resulte duro encontrar líneas
o todo blanco o todo rojo. como las que se acaban de leer; pero puede
tranquilizar saber que el principio goza de una
4 De Potentia, q. 9, a. 7, ad 15; también In IV M etaphy aceptación prácticamente universal (con todo
3, n. 566; I Sententiarum , d. 8, q. 1, a. 3.
el respeto debido a las minorías), hasta el punto
5 In X I M etaphy., 6, n. 2219.
de que se admite, sin más dificultad, que es un
M ETA FISICA , 3
\
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IN TRO D U CCIO N A LA M E T A FIS IC A 35

principio per se notum, evidente por sí mismo. contradicción no es un axioma que se impone
El lenguaje vulgar está lleno de las huellas de con la fuerza de la necesidad, como tampoco
este principio: /'Quieres hacerme creer que lo es un postulado útil para que la metafísica pro­
blanco es negro”, “hay una diferencia como de grese. El principio de no-contradiccion es un
la noche al día” ... Sí. Este juicio surge de modo juicio evidente en la noción misma de ente. Es,
natural en la inteligencia; de la experiencia di­ por tanto, un juicio acerca de la realidad, un
recta de lo que es y de lo que no es, salta esa juicio fundado en el ente.
advertencia. Es un principio que no necesita Terminamos con un texto de Santo Tomás,
demostración; se muestra solo: aparece. Y en su comentario a la Metafísica de Aristóte­
aparece, no como la hipótesis que pide permiso les. Es una respuesta a los que niegan, en su
antes de afianzarse, sino como una certeza na­ versión lógica, el principio de no-contradicción.
tural. Advertiría que no se trata de un trabalenguas
El lenguaje vulgar y la metodología científica ni de un fuego de artificio escolástico, sino de
coinciden aquí. Cualquier ciencia utiliza el prin­ una rigurosa mostración de a qué conduce negar
cipio de no-contradicción, y quizá de modo es­ la evidencia:
pecial las ciencias con método experimental. Si “Si u n a a firm a c ió n no es m ás v e rd a d e ra q u e la
no lo utilizasen, no habría progreso en la inves­ negación o p u e sta a e sa afirm ación , el q u e d ice que
tigación. Las hipótesis se formulan, precisamen­ Sócrates es hombre no dice m ás v e rd a d q u e el que
te, para poder ir descartando, con la paciencia dice q u é Sócrates no es hombre. P e ro re su lta claro
de una hormiga, que esto no es aquello, ni que el que dice q u e el hombre no es un caballo,
aquello otro, y así sucesivamente. La negación una d e d o s : o d ic e m ás v e rd a d q u e el q u e afirm a
del principio de no-contradicción sólo cabe bajo que el hombre no es hombre, o d ice m en o s v e rd a d
esta fórm ula: “no me gusta ese principio”. que el que eso a firm a . P ero , en lo q u e se re fie re a
De gustos no hay nada escrito, pero no es cues­ la sem ejanza, dice v e rd a d el q u e a firm a que el hom ­
tión de gusto, sino de comprobación de una de bre no es un caballo. Si, en cam bio, las cosas o p u es­
ta s c o n tra d ic to ria m e n te son, a la vez, v e rd a d e ra s,
las primeras operaciones del uso espontáneo y
será v e rd a d ta n to d e c ir que el hombre no es un
filosófico de la inteligencia cuando se encuentra caballo com o a firm a r que el hom bre es un caballo.
con la inagotable riqueza de la realidad. Y d e a h í se seg u iría q u e el h o m b re sería u n caballo
La validez del principio de no-contradicción o c u alq u ier o tro a n im a l” 6.
no queda anulada por el hecho de que podamos
“pensar” lo contradictorio. El principio de no- e In XI Metaphy., 5, n. 2219.
\ ■
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En resumen, el principio de no-contradicción que escribir cada vez tres líneas; basta una
no es una hipótesis, no es algo que se adquiera
por demostración. Es una certeza natural, la palabra.
primera. Uno no .“se hace” con el principio de La metafísica no escapa a este modo de pro­
no-contradicción; le llega apenas adquiere la no­ ceder. En metafísica se funciona con una ter­
ción de ente. No todas las cosas son demostra­ minología propia. La dificultad —respecto a
bles, lo que no quiere decir que todo lo no otras ciencias— deriva del hecho de que mu­
demostrable sea falso o simple hipótesis. Pre­ chos de esos términos (por ejemplo, substancia,
cisamente para poder demostrar hace falta accidentes, esencia, ser) se utilizan también en
principios indemostrables, que no sean ni hipó­ el lenguaje común, sin la precisión con que se
tesis, ni postulados, sino certezas naturales, usan en metafísica. Se necesita, por tanto, el
primeras.; Ese es el caso del principio de no- esfuerzo de re-aprender esos términos en su
contradicción.6 sentido metafísico. Pretender avanzar en meta­
física ahorrándose ese trabajo de precisión ter­
minológica equivale a quedarse en el lenguaje
común, que es completamente válido para la
6. P r im e r a a p r o x im a c ió n t e r m in o l ó g ic a vida corriente, pero no para la profundizaron
científica.
Cualquier ciencia necesita una propia termi­ Veamos el primer térm ino: ente. Ente es
nología, no sólo para distinguirse de otras cien­ aquello que e s : id quod est. Si viviente es el
cias, sino para poder progresar .en su propio participio de vivir (participio presente), ente es
campo. Los términos son los nombres de las el participio presente del verbo ser (esse). La
realidades descubiertas por cada ciencia. La in­ realidad está poblada de entes, es decir, de co­
flamación del apéndice se llama apendicitis, y sas, de objetos reales; un posible inventario de
antes, naturalmente, se ha convenido en deno­ la realidad que se realizase en cualquier mo­
minar apéndice a una parte del cuerpo humano. mento sería un inventario de entes.
Cuando en economía se advirtió el fenómeno Cuando se habla de entidad nos hemos ya
caracterizado, entre otras cosas, por la subida situado en otro nivel: en el de la abstracción.
de precios y la pérdida del valor del dinero, Yo no dudo de que existan personas sinceras,
consecuencia de que el consumo supera la pro­ pero lo que nunca encontraré por la calle, en
ducción, se creó el término de inflación. El tér­ pie y andando, será a “la sinceridad en perso­
mino sirve, entre otras cosas, para evitar tener na”. La sinceridad es el abstracto dé la sincera
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metafisico del ente concreto y singular. La esen­


persona o de las sinceras personas que existen. cia árbol hace que ese ente concreto sea preci­
Que sea abstracto no quiere decir que sea irreal: samente un árbol, pero la esencia no sería (y el
es real en el sujeto en el que se da. Así la árbol no sería) si no recibiesen el ser. Baste,
entidad es algo real porque los entes son reales, por ahora, esta primera aproximación.
es más, porque ente quiere decir lo que es, lo Si se pidiera un buen consejo —uno s o lo -
real. Continuamente en la conversación de to­ para no perderse en metafísica, es decir, para
dos los días usamos el abstracto entidad dán­ no emprender un camino que no lleva a ningu­
dole un sentido real; por ejemplo, cuando pre­ na parte, probablemente el consejo sería : no
guntamos: “ ¿y qué entidad tiene esto?”. confundir nunca ser y existir. No son sinóni­
El término central en metafísica no es ente, mos. Aquí es preciso corregir no sólo el uso
sino ser. Si utilizo ser para decir cualquier cosa espontáneo de la lengua, sino la gramática. Si
de cualquier cosa, ¿qué podré utilizar para de­ se consulta el “Diccionario ideológico de la
cir qué es ser? Por eso la metafísica, como el lengua española” (Casares), encontramos que
entendimiento, parte del ente: ens est id quod ser aparece como sustantivo masculino, sinóni­
est. En este juicio se advierten: a) un algo mo de “esencia” o “naturaleza”. Así se dice :
(id quod); b) al que le ocurre algo: nada más ‘dos seres materiales”, “el ser humano”. Apa­
y nada menos que ser. El ente es aquello que rece también como verbo, con sinónimos como
participa (no se olvide que es un participio pre­ “haber”, “existir”, “estar”, etc. De nuevo el
sente) del ser (esse). Ser (esse) es verbo, acto : consejo : olvídese todo eso cuanto antes. La
no lo utilicemos como nombre (“los seres del metafísica necesita su propia terminología. Es
universo”). inevitable que sus términos coincidan con los
En otros términos, se dice que el ente está del lenguaje común, pero que coincidan no sig­
compuesto de esencia y de acto de ser. Esencia nifica que deban confundirse con ellos.
es aquello por lo que una cosa es lo que es
(id qüo res est id quod est). La esencia de un En metafísica, existir indica el hecho de ser.
árbol es aquello por lo que ese ente es preci­ Existir es un hecho, un resultado. Resultado,
samente un lo que es específico: un árbol y no ¿de qué? Precisamente resultado del acto de
una piedra o un caballo. ser (actus essendi) o, lo que es lo mismo, del
Al referirnos a la esencia (“aquello por lo que ser como acto. Mientras ser es un principio me­
una cosa es lo que es”), estamos dando ya con tafisico, un componente metafisico del ente
el ser. Advertimos el ser como un componente concreto y singular, existir es el resultado de
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ser. Este sentido de existir como resultado está


indicado en la etimología latina: existere viene — existir, resultado de tener el ser;
de ex-sistere, que podría traducirse como “slste- — existencia, abstracto de existir.
re” (estar) ex (extra causas) fuera de las causas
que lo han hecho. Existir es el resultado de la Resumiendo aún más, los términos funda­
acción de unas causas. En sentido propio, por mentales son:
tanto, el término existir no puede aplicarse a
Dios, que no es causado. Así, propiamente, de — ente, que es lo primero que encontramos;
Dios no se puede decir que “existe”, sino que lo que es;
“es”. ; — esencia, aquello por lo que el ente es lo
Existencia es el término abstracto de exis­ que es;
tere, de existir. Gomo resulta que los entes — ser, acto que hace .ser y, por tanto, ser
existen (y existen porque tienen ser), me puedo lo que es.
referir a sus existencias. Es un término abstrac­
to, porque en la realidad no encontramos exis­ Insistimos: no es posible, sin graves y a ve­
tencias, sino cosas que existen. Incluso cuando, ces incorregibles inconvenientes, apartarse de
en el lenguaje común, nos referimos a que “to­ esa terminología. El hecho de que coincida con
davía quedan existencias” (por ejemplo, de ví­ la del lenguaje usual supone cierta dificultad,
veres), en la realidad encontramos víveres con­ pero no puede ser de otro modo.7
cretos. .
Resumiendo, la terminología metafísica se
basa en estos puntales: 7. M e t a f ís ic a y t e o l o g ía

— ente, aquello que es, la cosa, lo real, el Aristóteles, cuando hacía metafísica sin lla­
objeto, etc. Es un singular, concreto: marla así, utilizaba otros nombres: “una cierta
— entidad, el abstracto de ente; ciencia”, “filosofía primera” y “teología” , por­
— esencia, aquello por lo qué una cosa es que efectivamente la metafísica termina hablan­
, lo que es (es un principio metafísico, un do sobre Dios. “Teología natural”, porque llega
componente real del ente); a decir, sobre Dios, verdades accesibles a la
— ser, acto de ser, acto que, a través de la sola luz de la razón.
esencia, hace ser al en te; La teología sobrenatural es la ciencia que to­
ma como datos para sus análisis las verdades
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INTROD UCCION A LA M E T A FISIC A 43

profundizar en el contenido de la Revelación,


sobrenaturales reveladas por Dios a los hom­ aun sabiendo que no podrá nunca agotarlo. Pa­
bres. Son verdades que superan la capacidad de ra hacer teología no es indiferente la filosofía
la razón humana, pero no son “irracionales” o (metafísica) que se adopte. Es obvio que desde
“arracionales”. Al contrario, partiendo de esos una filosofía matèrialista no cabe hablar de Dios
datos, la razón humana puede obtener “alguna sino para —gratuitamente— negarlo. Desde
inteligencia, y muy fructuosa, de los misterios, una filosofía agnóstica, relativista, nominalista,
ya sea por analogía con lo que naturalmente sólo cabe un indiferente levantar los hombros
conoce, ya sea por la conexión de los misterios ante la tarea —que es, sin embargo, apasionan­
mismos entre sí y con el fin último del hom bre; te— de profundizar con la razón en las verda­
nunca, sin embargo (la razón), se vuelve idónea des reveladas.
para entenderlos (los misterios) totalmente, a
la manera (que entiende) las verdades que cons­ Incluso una filosofía del ser necesita precisar
tituyen su propio objeto. Porque los misterios mucho las nociones para que pueda adentrarse
divinos, por su propia naturaleza, de tal modo en la teología. Si se enfoca mal la metafísica,
sobrepasan el entendimiento creado que, aun se termina desarticulando la teología o, en el
enseñados por la revelación y aceptados por la mejor de los casos, en un juego meramente
fe, siguen, no obstante, encubiertos por el velo verbal. Lo advertía ya Aristóteles, y. Tomás de
de la misma fe y envueltos en cierta oscuridad, Aquino lo cita en el prólogo del opúsculo De
mientras en esta vida peregrinamos lejos del ente et essentia: “parvus error in principio, mag­
Señor, pues por la fe caminamos y no por vi­ nus in fine”, una pequeña equivocación en el
sión (2 Corintios 5, 6)”. El texto es del Concilio inicio del camino se convierte en un gran error
Vaticano I, sesión III, Constitución dogmática al final. Es, como se ve, la experiencia común:
sobre la fe católica, capítulo 4. el que pierde el camino en el monte, hasta ter­
Se comprende que una filosofía que no diera minar en un lugar sin salida, se equivocó sólo
con la realidad, con el fundamento del ser del un poco al comienzo : cuestión de centímetros.
ente, más que obtener “alguna inteligencia” de
las verdades de fe, las oscurecería. Una meta­
física que lo sea realmente (filosofía del ser)
puede caminar entre las realidades sobrenatu­
rales. Esa metafísica de la realidad proporciona
a la teología análisis verdaderos, con los que

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