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Claudia Daniela Onorato

El corazón oratoriano

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1

Vivir desde el corazón oratoriano

Quienes vivimos desde el corazón

oratoriano, es decir, los consagrados a Dios,

formamos nuestro hogar con Jesucristo.

Decimos Jesucristo, porque sabemos con quién

nos relacionamos en el hogar, nos vinculamos

con Dios. Las mujeres consagradas se

relacionan con Dios varón, un Dios que se llama

Jesucristo, al que pueden llamar, también, con

un apodo cariñoso, como hacen las esposas

con sus esposos. Los varones consagrados se relacionan con Dios mujer, una mujer cuyo

rostro, cuerpo, movimientos, gestos hay que construir.

Este hogar que se construye con Dios, junto a Dios, se va realizando de un modo

simple, progresivo, humilde, porque todo proviene de ÉL, todo nos es dado. Contamos con

una forma concreta de vincularnos con Dios, existe una manera específica de construir hogar

con Él. Esta manera incluye métodos, rutinas, rituales, gestos, colores, números, formas,

idioma, conceptos específicos, definiciones, en fin, una cantidad de aspectos que hacen que
el vínculo con Dios Todopoderoso sea un vínculo digno y de su agrado. Nada desagradable

puede ingresar en este vínculo, en la relación esponsal con Dios todo es hermosura.

Hogar: disciplina y purificación


¿Cómo se llega a conocer este

camino que nos habilita a vivir una vida

consagrada a Dios en el hogar? Por revelación

de Dios. Esta revelación encuentra fundamento,

específicamente, en la encíclica del Sumo

Pontífice Benedicto XVI “Deus caritas est” (Dios

es amor). En esta encíclica el Papa Benedicto

XVI, dice que, para gustar de la relación

esponsal con Dios, es necesario contar con una

disciplina y pasar por una purificación interior

(n°4). En la propuesta que se hace desde el

Sistema Preventivo de San Juan Bosco, vemos

claramente un camino a seguir para incorporar al Esposo, a la Esposa, a la propia vida.

Incorporar es hacer cuerpo, por eso, toda la persona debe disponerse para vivir “gustando lo

más alto de la existencia”, invitación que el Papa hace para todos y que nosotros vemos

plenamente realizada en la vida consagrada. En cuanto a la purificación, hemos


envidenciado la cadena del mal y el modo de tramitarla para no dejar ingresar la enfermedad

a nuestras vidas porque la maldad y la fealdad no tienen lugar en nuestro hogar.

Camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación

Continúa diciendo Benedicto XVI:

“Ciertamente, el eros quiere

remontarnos « en éxtasis » hacia lo divino,

llevarnos más allá de nosotros mismos, pero

precisamente por eso necesita seguir un camino

de ascesis, renuncia, purificación y

recuperación.” (N°5) Entendemos, con San

Juan Bosco, que este camino se transita de

manera alegre y liviana: “Todo por amor, nada

por la fuerza”. Dios es suave, toda purificación o

renuncia viene de haber dejado ingresar la

Palabra de Dios al propio corazón. Cuando la

Palabra de Dios nos toca, comprendemos cuál

es el camino que nos lleva a una mayor felicidad y libertad y dejamos lo que nos hace daño y

lo que nos amarga la vida. Lo soltamos porque nos damos cuenta que nos perturba, nos
inquieta, nos hace daño, nos conduce a nuestro mal. Por eso, lo dejamos sin dificultad, todo

por amor, porque la Palabra que tocó nuestro corazón nos invitó a confiar y a no temer,

entonces, se da la ascesis porque dejamos de hacer algunas cosas que nos hacen daño y

nos ponen en riesgo; se da la renuncia porque decimos “nunca más quiero volver al Sistema

Represivo que me oprime”; se da la purificación porque vivimos la vida digna y alegre a la

que nos invita la gracia Divina; se da la recuperación porque contamos con la fuerza

renovada que nos da el Espíritu santo, que nos hace vivir la vida sana. Todo por amor,

porque no damos lugar al sufrimiento y al sacrificio, porque no provienen de Dios.

El camino de elevación y purificación. Indicaciones

1. Ahora el amor es ocuparse del otro

y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí

mismo, sumirse en la embriaguez de la

felicidad, sino que ansía más bien el bien del

amado: se convierte en renuncia, está dispuesto

al sacrificio, más aún, lo busca.(n° 6). El camino

señalado por el Sumo Pontífice pone, como

primera indicación, centrarse en el Otro, ese

Otro, para los consagrados, es Dios, es Esposo,


es Esposa. El consagrado, que conoce su

Sistema Preventivo y su misión personal, vive

en esta dinámica, toda su vida está consagrada

a vivir su Sistema Preventivo, porque el

Sistema Preventivo muestra la originalidad de

su vida y de su misión, es decir, le revela la

Voluntad de Dios en su vida. Los consagrados

viven para realizar la misión que Dios les ha

encomendado, esta es su elevación, vivir

trabajando para el Reino. Esta es la felicidad

verdadera: hacer lo que Dios quiere porque es

el sumo bien. El consagrado que quiera formar

su hogar con el Esposo, con la Esposa, según Benedicto XVI, debe renunciar a ser uno,

ahora es dos, debe sacrificar la soledad, el vivir siguiendo el capricho propio, la embriaguez,

el vacío, es más, busca sacrificarlos. Entonces, el consagrado realiza el sacrificio agradable

a Dios, porque el vínculo esponsal es todo hermosura: busca estar con Dios, conectarse con

Él, ser un esposo o una esposa lleno de detalles para Dios, alguien que hace lo que al Otro

le agrada, construye un hogar feliz, pacífico, cálido, sin tensiones. Todo su hogar, su casa

interior, se habita de sentidos nuevos que llenan cualquier vacío. El consagrado, la

consagrada aprende el idioma de la comunión de los santos porque le posibilita hablar con
Dios las 24 hs del día, orar permanentemente. No hay soledad ni vacío en el hogar, HAY

QUE HACER ESPACIO A DIOS.

2. El desarrollo del amor hacia sus

más altas cotas y su más íntima pureza conlleva

el que ahora aspire a lo definitivo, y esto en un

doble sentido: en cuanto implica exclusividad —

sólo esta persona—, y en el sentido del « para

siempre ». El amor engloba la existencia entera

y en todas sus dimensiones, incluido también el

tiempo. (n°6) En el hogar, se vive junto al

Esposo, a la Esposa, la relación es de dos, es

esponsal, es íntima, es exclusiva. La relación es

para siempre porque el Esposo, la Esposa, es

fiel. Además, la relación esponsal, toca todas

las dimensiones: el cuerpo, la sexualidad, la afectividad, la espiritualidad, la economía, los

otros, el tiempo. ¿Por qué destacar el tiempo? Porque el consagrado, la consagrada sacrifica

la comprensión del tiempo entendido solo desde lo terreno, su temporalidad es otra. La

temporalidad del consagrado es vivir siendo fecundo, dando fruto, todo, hasta su respiración,

es oración que transforma. La dimensión temporal es transformada magníficamente por Dios

para todos los consagrados. NUESTRO TIEMPO ES DE DIOS.


Entonces, según Benedicto XVI, hay dos indicaciones para vivir el corazón

oratoriano: darle a Dios nuestro espacio y nuestro tiempo porque hay que vivir orando.

Eros y Ágape
En realidad, eros y agapé —amor

ascendente y amor descendente— nunca llegan

a separarse completamente. Cuanto más

encuentran ambos, aunque en diversa medida,

la justa unidad en la única realidad del amor,

tanto mejor se realiza la verdadera esencia del

amor en general. Si bien el eros inicialmente es

sobre todo vehemente, ascendente —

fascinación por la gran promesa de felicidad—,

al aproximarse la persona al otro se planteará

cada vez menos cuestiones sobre sí misma,

para buscar cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará «

ser para » el otro. Así, el momento del agapé se inserta en el eros inicial; de otro modo, se

desvirtúa y pierde también su propia naturaleza. Por otro lado, el hombre tampoco puede

vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre,

también debe recibir. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don.(n°7)
El amor es de a dos, hay que aproximarse al otro deseando ser completamente

para el Otro. Ser del Otro no es fundirse con el Otro, es entregarse al Otro en cuerpo y alma,

sin dejar de reconocer las diferencias, porque el Otro es un ser Superior, que nos supera

inmensamente, infinitamente. Vivir con el Otro en el hogar es una experiencia grata, Dios no

nos pide el amor oblativo exclusivamente, porque es insoportable, Él nos conduce a la

unidad entre Eros y Ágape, entre el dar y el recibir.

La novedad de la fe bíblica
1. El Dios único en el que cree

Israel, sin embargo, ama personalmente. Su

amor, además, es un amor de predilección:

entre todos los pueblos, Él escoge a Israel y lo

ama, aunque con el objeto de salvar

precisamente de este modo a toda la

humanidad. Él ama, y este amor suyo puede ser

calificado sin duda como eros que, no obstante,

es también totalmente agapé (nª9) Dios ama al

salesiano, a la salesiana consagrados de un

modo personal y lo ama con amor de Eros y Ágape. En efecto, en el hogar que es la vida del

consagrado, de la consagrada Dios se revela como el Esposo amantísimo, que invita al


consagrado a una experiencia personal de

amor, un amor de intimidad que incluye Eros y

Ágape. El vínculo esponsal es totalmente Eros y

totalmente Ágape, en unidad. Este amor de

Eros, incluye el cuerpo y se asemeja al

expresado en el libro del Cantar de los cantares:

¡Oh, si él me besara con besos de su

boca!

El rey me ha metido en sus cámaras.

He aquí que tú eres hermosa, amiga

mía;

He aquí eres bella; tus ojos son

como palomas.

He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce;

Nuestro lecho es de flores.

Me llevó a la casa del banquete,y su bandera sobre mí fue amor.

Su izquierda esté debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace.

Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma.


He aquí que tú eres hermosa, amiga

mía; he aquí que tú eres hermosa; 

Tus ojos entre tus guedejas como de

paloma; 

Tus cabellos como manada de cabras 

Que se recuestan en las laderas de

Galaad. 

Tus dientes como manadas de ovejas

trasquiladas, 

Que suben del lavadero, 

Todas con crías gemelas, 

Y ninguna entre ellas estéril. 

Tus labios como hilo de grana, 

Y tu habla hermosa; 

Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo. 

Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; 

Mil escudos están colgados en ella, 

Todos escudos de valientes. 

Tus dos pechos, como gemelos de gacela, 

Que se apacientan entre lirios. 


Hasta que apunte el día y huyan las

sombras, 

Me iré al monte de la mirra, 

Y al collado del incienso. 

Toda tú eres hermosa, amiga mía, 

Y en ti no hay mancha. 

Prendiste mi corazón, hermana, esposa

mía

Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; 

Miel y leche hay debajo de tu lengua; 

Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano

Mi amado es blanco y rubio, 

Señalado entre diez mil. 

Su cabeza como oro finísimo; 

Sus cabellos crespos, negros como el cuervo. 

Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, 

Que se lavan con leche, y a la perfección colocados. 

Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; 

Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante. 


Sus manos, como anillos de oro

engastados de jacintos; 

Su cuerpo, como claro marfil cubierto

de zafiros. 

Sus piernas, como columnas de

mármol fundadas sobre basas de oro fino; 

Su aspecto como el Líbano, escogido

como los cedros. 

Su paladar, dulcísimo, y todo él

codiciable.

¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, 

Oh hija de príncipe! 

Los contornos de tus muslos son como joyas, 

Obra de mano de excelente maestro.

¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, 

Oh hija de príncipe! 

Los contornos de tus muslos son como joyas, 

Obra de mano de excelente maestro. 

Tu ombligo como una taza redonda 


Que no le falta bebida. 

Tu vientre como montón de trigo 

Cercado de lirios. 

Tus dos pechos, como gemelos

de gacela. 

Tu cuello, como torre de marfil; 

Tus ojos, como los estanques de

Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim; 

Tu nariz, como la torre del Líbano, 

Que mira hacia Damasco. 

Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; 

Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey 

Suspendida en los corredores.

¡Qué hermosa eres, y cuán suave, 

Oh amor deleitoso! 

Tu estatura es semejante a la palmera, 

Y tus pechos a los racimos. 

Yo dije: Subiré a la palmera, 

Asiré sus ramas. 

Deja que tus pechos sean como racimos de vid, 


Y el olor de tu boca como de manzanas, 

Y tu paladar como el buen vino, 

Que se entra a mi amado suavemente, 

Y hace hablar los labios de los viejos. 

Yo soy de mi amado, 

Y conmigo tiene su contentamiento. 

2. El aspecto filosófico e histórico-

religioso que se ha de subrayar en esta visión

de la Biblia es que, por un lado, nos

encontramos ante una imagen estrictamente

metafísica de Dios: Dios es en absoluto la fuente

originaria de cada ser; pero este principio creativo de todas las cosas — el Logos, la razón

primordial— es al mismo tiempo un amante con toda la pasión de un verdadero amor. Así, el

eros es sumamente ennoblecido, pero también tan purificado que se funde con el agapé. Por

eso, podemos comprender que la recepción del Cantar de los Cantares en el canon de la

Sagrada Escritura se haya justificado muy pronto, porque el sentido de sus cantos de amor

describen en el fondo la relación de Dios con el hombre y del hombre con Dios. De este

modo, tanto en la literatura cristiana como en la judía, el Cantar de los Cantares se ha


convertido en una fuente de conocimiento y de

experiencia mística, en la cual se expresa la

esencia de la fe bíblica: se da ciertamente una

unificación del hombre con Dios —sueño

originario del hombre—, pero esta unificación no

es un fundirse juntos, un hundirse en el océano

anónimo del Divino; es una unidad que crea

amor, en la que ambos — Dios y el hombre—

siguen siendo ellos mismos y, sin embargo, se

convierten en una sola cosa: « El que se une al

Señor, es un espíritu con él », dice san Pablo (1

Co 6, 17) (nª10) El Santo Padre, habla de un

Eros ennoblecido hasta fundirse con el Ágape. Ese Eros, según el libro del Cantar de los

Cantares, se vive en la relación esponsal: nombrando y alabando el cuerpo del Otro,

describiendo el encuentro íntimo entre los esposos. Ese diálogo es el que se construye en el

hogar y el que se prolonga en toda la jornada del consagrado. Dios, que es inmensamente

superior a su creatura, se hace personal, cercano, Esposo, Esposa, íntimo, amante, cuerpo.

Un cuerpo de varón, un cuerpo de mujer, hermosamente expresados en el Cantar de los

Cantares. Esta es la imagen de Dios en la Biblia.


3.La imagen del hombre en la Biblia.

Aparece la idea de que el hombre es de

algún modo incompleto, constitutivamente en

camino para encontrar en el otro la parte

complementaria para su integridad, es decir, la

idea de que sólo en la comunión con el otro

sexo puede considerarse « completo ». Así, pues,

el pasaje bíblico concluye con una profecía

sobre Adán: « Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer

yserán los dos una sola carne » (Gn 2, 24) ¿Cómo entender estas palabras en la vida

consagrada? Un consagrado no es una persona incompleta porque no tiene pareja, tampoco

es alguien que reprime su sexualidad, menos una persona que no tiene sexualidad, ni

alguien a quien le está negada la participación en la esfera de la intimidad. Por el contrario, el

consagrado es una persona llena de vida, una persona que vive el Eros plenamente, tanto

como el Ágape, una persona sexuada que vive satisfactoriamente su sexualidad. La

sexualidad de los consagrados requiere de formación apropiada, formación que se integra

en la oración. El consagrado reza con toda la vida, reza con todo su cuerpo. Además, las

palabras dichas a Adán, son también, para los consagrados, porque ellos deben poner en
primer lugar a Dios. El Esposo, la Esposa está antes que la familia, que la carrera, que el

dinero, que la propia vida. Es un amor radical, el consagrado se une tanto a su Esposa, a su

Esposo que puede decir que ya no vive, sino que Dios vive en ella, en él.

Jesucristo, el amor de Dios encarnado


La verdadera originalidad del Nuevo

Testamento no consiste en nuevas ideas,

sino en la figura misma de Cristo, que da carne y

sangre a los conceptos: un realismo inaudito.

(nª16) En esta frase, el Santo Padre nos invita

como consagrados a dar carne y sangre a los

conceptos. De esta manera nos propone

profundizar en la Eucaristía. ¿Qué conceptos

asociamos a la Eucaristía? Lo primero que

decimos es: ¡es el cuerpo y la sangre de Cristo! Lo decimos ahora desde la relación esponsal

¡Es mi Esposo, es mi Esposa! Este pan es cuerpo y sangre, es decir, es una persona.

Además, decimos que en un fragmento de pan consagrado está Cristo completo. En ese

mismo sentido, si al comulgar imaginamos (porque no tenemos otra manera de ver a Cristo)

el rostro del Esposo, de la Esposa, estamos comulgando su cuerpo completo. Como nos dice

el cantar de los cantares, por ser esposos podemos imaginar cualquier parte de su cuerpo y
gustarla íntimamente ¿Pero, cómo gustaremos la relación esponsal con Dios si hemos

optado por Él en la juventud y toda nuestra la vivencia de nuestra sexualidad se ha centrado

solo en Él? Estas experiencias de intimidad esponsal están cerradas para los consagrados,

pero no para los matrimonios. Sin embargo Dios quiere que los consagrados vivamos

plenamente Eros y Ágape como debería vivirse en los matrimonios humanos. Entonces, Él

mismo ha revelado el camino para hacer cuerpo y sangre los conceptos, es más, lo ha hecho

de un modo exquisito. Es Dios que invita a los consagrados a vivir su sexualidad como un

banquete de bodas exquisito. Esta formación se ha explicitado bajo el nombre de: “corazón

oratoriano”. ¿De dónde surgen estas enseñanzas? Surgen de una revelación.


Indice
Vivir desde el corazón oratoriano..............................................................................................................1
Hogar: disciplina y purificación.................................................................................................................2
Camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación........................................................................3
El camino de elevación y purificación. Indicaciones.................................................................................4
Eros y Ágape..............................................................................................................................................7
La novedad de la fe bíblica........................................................................................................................8
Jesucristo, el amor de Dios encarnado.....................................................................................................17

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