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Los dependientes pulgares del teclado táctil y la expresión gestual del emoticón han
marcado la ruta de una nueva era, la ruta de una evolución mutante sin precedentes.
Un joven puede salir de casa con su grupo completo de amigos en la mano consignados en
su Smartphone y las vidas que estos han fabricado como su realidad virtual allí también; es
posible comunicarse con cualquier lugar del mundo sin inconvenientes, los mensajes de
correo electrónico llegan inmediatamente al igual que cualquier tipo de acontecimientos
contemplados en la sociedad.
La colectividad virtualizada no se contrapone a lo real, parafraseando a Pierre Lévy, lo
virtual es una forma de mejorar procesos creativos socavando la superficialidad de la
presencia física inmediata.
Esta nueva concepción del mundo en las manos de Pulgarcita, consiente admitir la idea de
una democracia virtual; un proceso representativo en primera instancia, donde el personaje
se ve reflejado en construcciones mentales de sí mismo y además posee la capacidad de
sentirse personificado por la construcción social que se entrelaza en su entorno tácito y le
permite sentirse parte de un grupo con el que crea procesos identitarios, aparecen entonces
individuos con la capacidad de evadir el cuerpo físico que en occidente terminan por
molestar en cuanto a niveles de aceptación, algo como <<Una singularidad cósmica>>1.
1
Termino de la teoría del caos que se refiere a la transición entre un estado y otro en un sistema dinámico.
ciberespacial proyecta también realidades físicas porque se virtualizan acciones y se
pragmatizan reacciones, es decir, Pulgarcita puede abanicarse entre las dos realidades.
Cada red cibernetica que habita este nuevo hombre (Pulgarcita), está diseñada y depurada a
su criterio, sometida a la concepción de la Ingeniería social, quien estructuralmente influye
en las actitudes, relaciones y/o acciones de los colectivos, implementando desarrollos
colectivos evidenciados de alguna manera en el comportamiento en las redes sociales. El
Facebook, es un claro ejemplo, fue capaz de entregarle el caparazón organizado a
Pulgarcita, listo para llenar de información y convertirse en la casa virtual por excelencia.
El individuo no solo se representa a sí mismo sino que participa de las demás fabricaciones
de vida virtual, entonces se crean colectivos de participación y propagación masiva en las
redes, el poder es desbordante porque estas propagaciones participativas con acceso directo
a un océano de información pueden incluso comportarse como un gusano virtual,
manejando la mente de aquel que recibe la información de manera involuntaria, pero que
una vez compartida termina por extender sus propias construcciones colectivas hacia el
mundo entero, sin duda una herramienta revolucionaria.
Una cultura virtual de participación, de antemano preserva la vida porque no hay cuerpos
materiales comprometidos en el ejercicio, hasta hoy no se conoce la primera masacre de
avatars.
La producción del espacio de Lefebvre, señala que el espacio nace como a la realidad en sí
a la que corresponde, es decir en sí mismo, al servicio del individuo para sí, presentando
variantes significativas en cuanto al desarrollo acontecido de nuevos territorios, en este
caso ciberespaciales.
El afán de la virtualidad puede verse como la derogación del contacto pero a su vez como
el arraigo a la estructura como devenir humano.
Pero entonces surgen preguntas ¿en qué momento transmutan las construcciones sociales
virtuales a la realidad, a esta realidad en la que todos debemos comer, defecar y
reproducirnos para que la especie se perpetúe?, ¿el contacto corporal humano, podrá ser
reemplazado por los artefactos que estimulen el cerebro o solo por el estímulo visual?,
¿entonces Pulgarcita estará condenada a la desmaterialización? las respuestas estarán dadas
por la construcción del personaje y la persona, pero se puede considerar que transmutan en
el momento en que hay contacto con el otro, en el que se materializa el cuerpo, es así como
se entiende que no se puede abolir porque es la prueba tangencial de la existencia en su
ubicación tiempo-espacio; de tal suerte que no es posible invalidar el funcionamiento
material de la carne que piensa, ya que el alma sigue siendo un invento del hombre para
justificarse en su presencia -en términos de Nietzche «alma» y «espíritu», vistas desde la
moral cristiana como una concepción para arruinar el cuerpo en su realidad material-.
“En adelante, hay que tratar de señalar lo que es negativo en lo que parece positivo.
Sabemos que no progresamos por- medio de una tecnología sino reconociendo su
accidente específico; su negatividad específica...” (Óp. Cit 1997 pág. 7)
A su vez en esa turba de emociones que causa lo desconocido, no podemos negar que el
sentido es contenido así mismo por la virtualidad, que deviene lo que se ha llamado real al
actualizarse, tal como plantea Lévy en su libro inteligencia colectiva “El sistema permite
orientarse allá donde nadie ha ido nunca, realizar con seguridad una operación por vez
primera, ya que la integralidad del espacio en el lugar dado ya ha sido inventariada.” por
el procesamiento de la -virtud Aristotélica3- entendida como el hecho, como lo amorfo,
variable, ilimitado pero existente y a su vez perfecto.
3
Hábito selectivo que consiste en un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por
aquella por la cual decidiría el hombre prudente. En latín “virtus”, en griego “areté”. Para Aristóteles la
virtud es una "excelencia añadida a algo como perfección".
Por lo pronto, el cuerpo recuerda que habitamos la virtualidad, pero no totalmente, que en
el caso de Colombia, el Estado tiene potestades de rastrear información en las redes y de
apresar el cuerpo como quien decomisa un hardware, pero la inteligencia humana para
desarrollar procesos y cambios termina siendo un software indestructible y trascendente.