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Introducción
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la reconciliación, la liberación, la paz, la evangelización, el compañerismo, el
establecimiento de nuevas iglesias...y mucho más”. Esta misión trasciende:
“nuestra realidad física, espacio temporal... y realidad humana y cultural”, por lo
tanto, tenemos que concordar con la afirmación que al respecto hace Ian M.
Hay cuando escribe:
Por tanto, no se debe creer que la misión comienza en los actos de Dios
narrados en Isaías, este aspecto central de la misión, en el plan de Dios para la
humanidad, va más allá de nuestro tiempo-espacio, así es, que la misión en
Isaías, es solamente una respuesta por parte del creyente a la iniciativa de
Dios para que su nombre sea conocido en todas las naciones del mundo que él
mismo había creado. Sin embargo, como ya se afirmó al inicio, creo que la
misión de Dios en Isaías tiene dos dimensiones en su llamamiento, la primera
es personal, la segunda es grupal.
Creo que ningún estudio sobre la misión en Isaías será completo, sino se toma
en cuenta, por lo menos en forma breve e introductoria, el desafío personal
que Dios mismo hace desde su Templo a una persona en particular. Al
respecto, en Isaías 6:8, en palabras del mismo Isaías se lee: “Después oí la
voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces
respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”. Con estas palabras, el mismo Dios,
alto y sublime, desafía en forma individual a un solo hombre a cumplir la
misión. Al respecto Ralph Earle explica:
Esta visión personal de Dios a Isaías, reveló que él está interesado en que
personas se consagren a su obra, que él tiene un nuevo servicio que
encomendarles o que él tiene una gran tarea que quiere que individuos la
realicen, para ello al creyente sólo le resta responder como Isaías: “Heme
aquí; envíame a mí”. Y Dios le capacitará para la misión.
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El mundo de la misión de Isaías.
Se considera que en ese tiempo, Isaías fue el profeta que más se destaca,
tanto por su persona como por sus hechos y su mensaje. Esto no podía ser
resultado del azar, si creemos que Dios es Señor de la historia, esto es, que
Dios como tal, tiene control de todos los eventos de la historia del hombre y del
mundo. Entonces, Dios permitió que su profeta viviera en un mundo que
necesitaba un mensaje pertinente a su realidad y Dios llamó, capacitó y envió a
Isaías a la misión a ese mundo, pero ¿cómo era el mundo de la misión de
Isaías, interna y externamente?. Al respecto Kyle M. Yates nos cuenta:
Pero, fue a ese mundo que Dios envió a Isaías al cumplimiento de su misión.
Era una misión ineludible, debía cumplirse. Este es un aspecto que tiene
mucho de similitud con el mundo y la misión que nos toca realizar.
Cuando Isaías fue llamado era joven aún, por lo tanto él invirtió los mejores
años de su vida a un ministerio de predicación profética. El fue un hombre de
estado, consejero de los débiles e incrédulos reyes de Israel como Acaz y
Peka. “Cuando el rey Ezequías cometió la equivocación de mostrar a los
babilonios todas sus riquezas y sus armas, fue el profeta Isaías el hombre de
estado quien reprendió al rey”. Así, los reyes de su tiempo, los jueces, los
príncipes, los comerciantes y todos los poderosos escucharon el mensaje que
Dios le había enviado a Isaías a predicar.
Pero Isaías no sólo fue enviado y usado por Dios para predicar a los reyes,
también Isaías predicó a su pueblo, como bien lo señala Kyle M. Yates con
estas palabras:
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Con su cabeza en las nubes y con los pies en la tierra, consumió lentamente su
vida tratando de ayudar a un pueblo descarriado a ver a Dios y a conocerlo
como él lo conocía y a aborrecer el pecado como Dios lo ha aborrecido
siempre, y volver devotamente al que puede y quiere bendecir el corazón.
“Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios” (Is. 40:1), son las
palabras con las que inicia la segunda sección del libro de Isaías. Es que “el
énfasis principal de los primeros treinta y nueve capítulos es el juicio y el
castigo, la nota sobresaliente de los capítulos 40 al 66 es el consuelo y las
promesas”. Después de severas advertencias y amenazas, Dios habla a su
pueblo con palabras de ánimo y en un tono consolador, es decir, que Dios
anima a su pueblo, porque tiene una misión que encargarles.
El mundo necesita una sólida fundación sobre la cual edificar la vida, así como
ciertamente necesita una salvación segura para redimirlo. “Sión”, el pueblo de
Dios, tiene esa palabra y el privilegio de proclamar las “buenas nuevas”: las
alegres, placenteras y saludables noticias de la vida presente y de una
esperanza eterna. Por tanto, 1) “levanta fuertemente tu voz” (v.9). El mensaje
de proclamar las buenas noticias, ya que nada ocurrirá hasta que esa
declaración sea hecha; 2) “no temas” (v.9), porque Dios se manifestará a sí
mismo como quien proclama: “¡Ved aquí al Dios vuestro!” (v.9). 3) Nuestro
mensaje de alguien que tiene fortaleza para gobernar (“su brazo señoreará”), y
una recompensa que ofrecer (“viene con él”, v.10), será confirmado.
Israel era la única nación que podía dar este mensaje a las naciones, pues
ellos eran los únicos que temían al Dios verdadero. De ahí que en 41:21-29,
Dios reta a todos los dioses paganos a que expliquen todo lo que había
ocurrido en el pasado y haber si podían explicar o anunciar todo lo que habría
de suceder en el futuro. De esta forma Dios mostraba su soberanía eligiendo a
Israel “como Su siervo” para una tarea misionera mundial”.
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“Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de
Abraham mi amigo” (Is. 41:8). En estas palabras encontramos una
confirmación de la elección soberana de Dios a Israel como un pueblo
especial. Aunque aquí se habla de una persona en particular, se puede notar
con toda claridad, que esa declaración de Dios se refiere a la nación de Israel
como pueblo, esto se confirma con Isaías 44:1,2: “Ahora pues, oye, Jacob,
siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí”. Al respecto explica Ronald
Youngblood: “Dios los eligió, los escogió (Isaías 41:8,9; 44:1,2) para que
fueran suyos (44:5), para que fuesen “un pueblo especial” Deuteronomio 7:6”.
Sin embargo, en “el cántico sobre el Siervo” hay más evidencias para identificar
al siervo como un individuo. La Iglesia Cristiana admite ambas interpretaciones:
en un sentido limitado a la nación de Israel, y en un sentido más completo, al
Mesías de Israel.
En los capítulos 43 al 45, se establece que Israel, como “siervo” de Dios, tenía
una misión múltiple. Primero, tenían que atestiguar que había un solo y único
poderoso Dios, en 43:10, dice “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová...y
entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será
después de mí”. En segundo lugar, su misión era proclamar que no hay
salvación fuera del Dios de Israel, el viviente y verdadero Dios, comparado con
la falsedad de los ídolos muertos y sin ningún poder, según 44:8-15, por ello es
que nada podían hacer a favor de la salvación de los pueblos, contrastado con
Isaías 45:22, “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque
yo soy Dios, y no hay más”. Explicando este texto, K. M. Yates dice:
Se contrasta nuevamente al Dios vivo con los inútiles ídolos mudos y sordos.
¡Qué cuadro comparativo tan patético! ¡Qué trágica realidad! Por un lado, los
ídolos muertos, obra de manos de hombre; por el otro, el Eterno Dios que
perdona, que redime, que vive, que actúa, que predice el futuro y que salva a
su pueblo.
Asimismo, Jehová insta a Israel a que lo proclame entre todas las naciones:
“Reunios, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones...
Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta...” (Is. 45:20-21).
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En este mensaje de salvación Dios estaba esperando que muchos se vuelvan
a él, pues él les está haciendo una invitación, tanto al pueblo judío como a los
gentiles.
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Lo importante que debe notarse aquí es que, toda esta obra que el Mesías
sufriente de Jehová, no iba a realizar este sacrificio, solamente a favor de la
nación de Israel, sino en beneficio de todo el mundo, pues la misión es que
todo el mundo conozca al Mesías.
Además, en el capitulo 61:1,2, Dios promete que “él iba a enviar a su Siervo
para llevar las bendiciones de la salvación a Israel y a todas las naciones,
como dice R. Earle: “El plan y propósito de Dios era que todos los hijos de
Israel fueran ‘sacerdotes de Jehová’ y ‘ministros del Dios nuestro’ (v.6), y
trajeran las bendiciones del cielo a todos los habitantes de la tierra”. Sin
embargo, Israel falló en su misión, fue el Señor Jesucristo quien vino a cumplir
la misión de Dios, por eso Lucas citó Isaías 61:1,2 “Como las primeras palabras
públicas pronunciadas por Jesús ...que contienen una declaración pragmática
referente a su misión para revertir el destino de los pobres ...porque los
prisioneros, los ciegos, los oprimidos ...todos necesitan “buenas nuevas”. De
todo este contexto de Isaías se derivan los aspectos misionológicos de hoy.
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La Gran Comisión en Isaías.
A Isaías 49:6, junto con Génesis 12:1-3 y con Éxodo 19:5,6, se lo llama a veces
“la gran comisión del Antiguo Testamento”. En Hechos 13:47, Pablo y Bernabé
citan los dos últimos renglones de Isaías 49:6 en el sentido de que comparten
con el Mesías la tarea de ser una “luz de los gentiles” (Hechos 26:23).
De las tres citas a las que se denomina “la gran comisión del Antiguo
Testamento” se debe aclarar que en Génesis 12:1-3, se refiere a la frase
“...serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Esto implica que el
proyecto de la misión de Dios contemplaba un alcance mundial, es decir, todo
el mundo que se conocía antes y el que se conoce hoy.
Sin embargo, surge una pregunta que debe ser respondida por cada cristiano
en particular y la iglesia en general, ¿qué estamos haciendo ante el llamado o
desafío de Dios a las misiones?. Si Dios nos ha redimido con el propósito de
hacer discípulos, debemos estar muy activos buscando cumplir esta voluntad
de Dios, no sea que él nos diga como a Israel “Despiértate, despiértate, vístete
de poder...” (51:9), esto para poder cumplir la tarea misionera, por tanto,
debemos pensar como Ian M. Hay, quien dice:
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El apóstol Pablo fue consciente de la posibilidad que cristianos, aun miembros
de alguna iglesia, pueden estar dormidos y olvidando la razón de su existencia.
El hizo un llamado a despertar a la iglesia de Roma cuando él les dijo: “Y esto,
conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora
está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” Ro. 13: 11.
El llamado de Dios a las misiones es un gran desafío para hoy, pues esto es
muy relevante para nuestro tiempo, ya que sobre nosotros y nuestra
generación recae la gran responsabilidad de la misión, es decir que vivimos en
un tiempo propicio. “Nosotros vivimos en un tiempo de increíble crisis, caos
político y económico. La tendencia natural de los cristianos es retirarse de en
medio del mundo y sus problemas”, pero esto no debe ser así, pues es nuestro
privilegio trabajar con Dios en la tarea misionera ahora.
Parte de este mismo texto fue usado por Pablo en su carta a los Romanos para
explicarles, que el plan de Dios era que las buenas nuevas de salvación que
ellos recibieron debían ser anunciadas por ellos, y “Pablo aplica el hermoso v.7
a aquellos que predican el Evangelio en nuestra dispensación. En su
aplicación de la cita, el Mensajero único se ha convertido en multitud de
anunciadores de la Buena Nueva (Rom. 10: 15)”.
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El tiempo ha pasado y todo ha cambiado, las ciencias, los ideales, las filosofías
y en general todo pensamiento humano, sin embargo, el mensaje bíblico que
se debe dar en la misión hoy, permanece inalterable y vigente desde los días
del profeta Isaías. Dios dijo en forma profética que la misión del Siervo de
Jehová “era anunciar el fin de la pena y del sufrimiento; proclamar la era del
favor divino y hablar del castigo correspondiente del pecado. Su ministerio
consistiría en evangelizar, predicar, confortar, sanar y consolar”, es decir, hacer
una misión integral. Esta misión integral fue descrita por Jesús en Lucas
4:18,19, y este es el mensaje modelo que debemos predicar en la misión.
Conclusión
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de salvación, de consuelo y de paz, que debe ser llevado por nosotros a todas
las naciones.
Cuarto, todo cristiano como misionero, debe recordar las promesas de Dios,
de que él ha prometido honrar su Palabra, así es que se debe sembrar la
semilla de la Palabra y sin desanimarse esperar los resultados que Dios ha
prometido en su tiempo, pues la obra es de él, nosotros somos sus
colaboradores.
Finalmente, el elogio de Dios hacia sus misioneros, de que “son hermosos los
pies del que trae buenas nuevas”, debe ser un gran aliciente en la tarea
misionera, eso nos dará ánimo y estímulo en la realización de la misión. Amén.
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