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TEOLOGÍA DE LAS MISIONES EN EL LIBRO DE ISAÍAS

Lic. Ubaldo Oliver


Estudiante de SETECA

Introducción

Investigar sobre una teología misionológica en un libro del Antiguo Testamento,


como Isaías, ha sido un verdadero desafío, pues es un tema de mucha
actualidad y, además, pertinente a la tarea misionera de la iglesia en esta
época posmoderna.

Su importancia radica en el hecho de tomar un libro del Antiguo Testamento de


Las Escrituras para desarrollar una misionología, la cual para muchos es un
tema sólo del Nuevo Testamento, sin embargo, la misión en Isaías es básico
para entender este tema.

El propósito en este trabajo es, tratar de bosquejar una teología misionera en


Isaías, para fundamentar una práctica misionera actual, para lograr este
objetivo el presente trabajo de investigación bibliográfica se ha basado en
literatura existente sobre el tema y se limita a la exposición de las bases
bíblicas de la misión dada por Dios en el libro de Isaías.  Se desarrollará en tres
puntos principales.

En el primer punto se expone el desafío personal que Dios hace a un individuo


en  particular, a quien escogió y comisionó para la misión.  Se trata de
fundamentar el hecho de que Dios está buscando personas para que le sirvan
en su plan misionero.

En el segundo punto se desarrolla el tema de la elección que Dios hace de su


pueblo Israel, quien serviría como su siervo para llevar adelante su plan
misionero en el mundo de la antigüedad, demostrando así la voluntad de Dios
de hacer que un pueblo le sirva como el medio en la misión de anunciar a todas
las naciones su salvación.

Finalmente, en el tercer punto se plantea las implicaciones misionológicas que


se derivan del libro de Isaías, para el creyente en particular y la iglesia en
general, con el propósito de dar las bases bíblicas que sustenten nuestra
práctica misionera actual y nos dé sólidas pautas de estar haciendo la voluntad
de Dios en la misión.

Isaías y la misión de Dios

El llamamiento y desafío de Dios a las misiones, hecho a las personas en


particular que aceptan su Señorío, y a las naciones en general que creen en su
nombre, no es algo que inicia en el Nuevo Testamento o cuando Cristo está por
ascender al cielo. La missio Dei (misión de Dios) entendiéndose como:  “un
ministerio multifacético respecto al testimonio, el servicio, la justicia, la sanidad,

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la reconciliación, la liberación, la paz, la evangelización, el compañerismo, el
establecimiento de nuevas iglesias...y mucho más”. Esta misión trasciende: 
“nuestra realidad física, espacio temporal... y realidad humana y cultural”, por lo
tanto, tenemos que concordar con la afirmación que al respecto hace Ian M.
Hay cuando escribe: 

 “...la naturaleza misionera del cristianismo no empieza con la pronunciación de


la Gran Comisión del Nuevo Testamento. El cristianismo es misionero por su
propia naturaleza. Los cristianos del primer siglo llegaron a ser misioneros ‘y
predicaron la Palabra donde quiera que ellos fueron’ (Hch. 8:4) porque el
cristiano es misionero por esencia”.

Por tanto, no se debe creer que la misión comienza en los actos de Dios
narrados en Isaías, este aspecto central de la misión, en el plan de Dios para la
humanidad, va más allá de nuestro tiempo-espacio, así es, que la misión en
Isaías, es solamente una respuesta por parte del creyente a la iniciativa de
Dios para que su nombre sea conocido en todas las naciones del mundo que él
mismo había creado.  Sin embargo, como ya se afirmó al inicio, creo que la
misión de Dios en Isaías tiene dos dimensiones en su llamamiento, la primera
es personal, la segunda es grupal.

El llamado misionero a Isaías.

Creo que ningún estudio sobre la misión en Isaías será completo, sino se toma
en cuenta, por lo menos en forma  breve e introductoria, el desafío personal
que Dios mismo hace desde su Templo a una persona en  particular.  Al
respecto, en Isaías 6:8, en palabras del mismo Isaías se lee:  “Después oí la
voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces
respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”.  Con estas palabras, el mismo Dios,
alto y sublime, desafía en forma individual a un solo hombre a cumplir la
misión.  Al respecto Ralph Earle explica: 

Algunos han interpretado esta visión de Isaías, registrada en el capítulo seis,


como su llamado inicial al ministerio profético, aunque escrito después del
capítulo cinco. Pero puede ser que en este momento el profeta haya recibido
una experiencia más profunda con Dios que enriquecieron y ampliaron su
ministerio grandemente.

Cualquiera que haya sido la situación de Isaías en ese momento, lo que


sobresale en esta experiencia es el hecho de que Dios está buscando,
desafiando y llamando a una persona en particular, y como dice E. Trenchard: 
“...Dios, es quien busca en la tierra, los instrumentos que han de llevar a cabo
sus propósitos, requiriendo su servicio: ¿A quién enviaré y quién irá por
nosotros?”, estas son las palabras de desafío de Dios mismo.

Esta visión personal de Dios a Isaías, reveló que él está interesado en que
personas se consagren a su obra, que él tiene un nuevo servicio que
encomendarles o que él tiene una gran tarea que quiere que individuos la
realicen, para ello al creyente sólo le resta responder como Isaías:  “Heme
aquí; envíame a mí”.  Y Dios le capacitará para la misión.

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El mundo de la misión de Isaías.

Se considera que en ese tiempo, Isaías fue el profeta que más se destaca,
tanto por su persona como por sus hechos y su mensaje.  Esto no podía ser
resultado del azar, si creemos que Dios es Señor de la historia, esto es, que
Dios como tal, tiene control de todos los eventos de la historia del hombre y del
mundo.  Entonces, Dios permitió que su profeta viviera en un mundo que
necesitaba un mensaje pertinente a su realidad y Dios llamó, capacitó y envió a
Isaías a la misión a ese mundo, pero ¿cómo era el mundo de la misión de
Isaías, interna y externamente?.  Al respecto Kyle M. Yates nos cuenta: 

Condiciones sociales. Un gobierno próspero pero desigual, estaba rigiendo a la


sociedad israelita. Los pobladores estaban divididos en dos clases sociales: la
rica y la pobre. Los abusos y el despojo, eran algunos de los problemas más
grandes. Los propietarios perdieron sus hogares en las manos sin escrúpulo de
poderosos e influyentes, los cuales hicieron uso de extorsión.  La corrupción de
la ciudad y de sus gobernantes, la avaricia judicial, hicieron miserable la vida
de los pobres.  Condiciones religiosas. El  pueblo de Israel, había sido traído a
Palestina  para ser bendición y ejemplo religioso y comunicar el mensaje de
verdad a las naciones vecinas. Pero en lugar de llenar su elevado cometido,
descendieron al bajo nivel de sus vecinos. Lo peor que hizo, fue rendir culto a
Baal.

Políticamente, el mundo de Isaías estaba convulsionado, uno de sus vecinos,


Asiria, hacía sentir su poder de expansión con Tiglat Pileser. En Siria había un
poderoso reino con el rey Rezin. A Babilonia se la observaba como la
superpotencia con Merodac-Baladán. En Egipto hubo una poderosa dinastía en
los días en que Isaías profetizaba, así es que: “la tarea de un profeta
verdadero, constituía una dificultad casi insuperable. ¿Cómo podría luchar con
tales problemas?”.

Pero, fue a ese mundo que Dios envió a Isaías al cumplimiento de su misión. 
Era una misión ineludible, debía cumplirse.  Este es un aspecto que tiene
mucho de similitud con el mundo y la misión que nos toca realizar. 

El mensaje en la misión de Isaías.

Cuando Isaías fue llamado era joven aún, por lo tanto él invirtió los mejores
años de su vida a un ministerio de predicación profética.  El fue un hombre de
estado, consejero de los débiles e incrédulos reyes de Israel como Acaz y
Peka.  “Cuando el rey Ezequías cometió la equivocación de mostrar a los
babilonios todas sus riquezas y sus armas, fue el profeta Isaías el hombre de
estado quien reprendió al rey”.  Así, los reyes de su tiempo, los jueces, los
príncipes, los comerciantes y todos los poderosos escucharon el mensaje que
Dios le había enviado a Isaías a predicar.

Pero Isaías no sólo fue enviado y usado por Dios para predicar a los reyes,
también Isaías predicó a su pueblo, como bien lo señala Kyle M. Yates con
estas palabras:

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Con su cabeza en las nubes y con los pies en la tierra, consumió lentamente su
vida tratando de ayudar a un pueblo descarriado a ver a Dios y a conocerlo
como él lo conocía y a aborrecer el pecado como Dios lo ha aborrecido
siempre, y volver  devotamente al que puede y quiere bendecir el corazón.

 Realizando esta misión, Isaías fue un hombre que se entregó a su tarea de


forma arriesgada e incansable.  Desde que vio la visión en el Templo, él se
consagró a la tarea con gran pasión.  El anduvo disfrutando de una estrecha
comunión con Dios de donde obtenía el poder para realizar su tarea
eficazmente, como lo señala muy enfáticamente Kyle M. Yates:  “Gastó su vida
tratando de hacer que Israel volviera a Dios y advirtiera en las palabra de él, la
verdad implícita de su dirección.  Seguramente que esta es una meta digna
para los hombres de nuestros días”.  Habiendo dicho esto, como un trasfondo
de la misión de Dios en Isaías, entraremos a considerar la segunda parte del
libro, en el que Dios da una comisión misionera especial a todo Israel.

Israel y la misión de Dios

“Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios” (Is. 40:1), son las
palabras con las que inicia la segunda sección del libro de Isaías.  Es que “el
énfasis principal de los primeros treinta y nueve capítulos es el juicio y el
castigo, la nota sobresaliente de los capítulos 40 al 66 es el consuelo y las 
promesas”.  Después de severas advertencias y amenazas, Dios habla a su
pueblo con palabras de ánimo y en un tono consolador, es decir, que Dios
anima a su pueblo, porque tiene una misión que encargarles.

En el capitulo 40:5-11, Dios le dice a Isaías que debe proclamar el plan o


programa misionero que él tiene para evangelizar a todas las naciones del
mundo.  El Señor insta a Isaías a anunciar sin temor ese mensaje. 
Comentando este pasaje, así lo explica Jack W. Hayford, al escribir: 

El mundo necesita una sólida fundación sobre la cual edificar la vida, así como
ciertamente necesita una salvación segura para redimirlo. “Sión”, el pueblo de
Dios, tiene esa palabra y el privilegio de proclamar las “buenas nuevas”: las
alegres, placenteras y saludables noticias de la vida presente y de una
esperanza eterna. Por tanto, 1) “levanta fuertemente tu voz” (v.9). El mensaje
de proclamar las buenas noticias, ya que nada ocurrirá hasta que esa
declaración sea hecha; 2) “no temas” (v.9), porque Dios se manifestará a sí
mismo como quien proclama: “¡Ved aquí al Dios vuestro!” (v.9). 3) Nuestro
mensaje de alguien que tiene fortaleza para gobernar (“su brazo señoreará”), y
una recompensa que ofrecer (“viene con él”, v.10), será confirmado. 

Israel era la única nación que podía dar este mensaje a las naciones, pues
ellos eran los únicos que temían al Dios verdadero.  De ahí que en 41:21-29,
Dios reta a todos los dioses paganos a que expliquen todo lo que había
ocurrido en el pasado y haber si podían explicar o anunciar todo lo que habría
de suceder en el futuro. De esta forma Dios mostraba su soberanía eligiendo a
Israel “como Su siervo” para una tarea misionera mundial”. 

Israel el siervo de Dios.

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“Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de
Abraham mi amigo” (Is. 41:8).  En estas palabras encontramos una
confirmación de la elección soberana de Dios a Israel como un pueblo
especial.  Aunque aquí se habla de una persona en particular, se puede notar
con toda claridad, que esa declaración de Dios se refiere a la nación de Israel
como pueblo, esto se confirma con Isaías 44:1,2:  “Ahora pues, oye, Jacob,
siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí”.  Al respecto explica Ronald
Youngblood:  “Dios los eligió, los escogió (Isaías 41:8,9; 44:1,2) para que
fueran suyos (44:5), para que fuesen “un pueblo especial” Deuteronomio 7:6”. 

En la sección de los capítulos 49 al 57, el tema principal es “el Siervo del


Señor”, sin embargo, en los capítulos 40 al 48, “el énfasis está puesto sobre la
nación de Israel, como si fuera el siervo del Señor”.  Esta es la interpretación
más general que hacen los judíos hasta el día de hoy.  Esta sección la explica
R. Earle así: 

Sin embargo, en “el cántico sobre el Siervo” hay más evidencias para identificar
al siervo como un individuo. La Iglesia Cristiana admite ambas interpretaciones:
en un sentido limitado a la nación de Israel, y en un sentido más completo, al
Mesías de Israel. 

Para el propósito de este trabajo, se tomará el sentido limitado de Israel como


el siervo de Jehová.  Este hecho da a Israel una gran responsabilidad hacia
Dios, él los asignaba “el siervo-pueblo, Israel”, como tales debían ser
obedientes y sumisos siervos de Dios y así cumplir el propósito del Señor para
ellos. Este propósito era la proclamación de un mensaje de esperanza que
Jehová quería que Israel lo hiciera conocer a todas las naciones de la tierra. 

El mensaje misionero de Israel. 

En los capítulos 43 al 45, se establece que Israel, como “siervo” de Dios, tenía
una misión múltiple.  Primero, tenían que atestiguar que había un solo y único
poderoso Dios, en 43:10, dice “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová...y
entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será
después de mí”.  En segundo lugar, su misión era proclamar que no hay
salvación fuera del Dios de Israel, el viviente y verdadero Dios, comparado con
la falsedad de los ídolos muertos y sin ningún poder, según 44:8-15, por ello es
que nada podían hacer a favor de la salvación de los pueblos, contrastado con
Isaías 45:22, “Mirad a mí, y sed salvos, todos los  términos de la tierra, porque
yo soy Dios, y no hay más”.  Explicando este texto, K. M. Yates dice: 

Se contrasta nuevamente al Dios vivo con los inútiles ídolos mudos y sordos.
¡Qué cuadro comparativo tan patético! ¡Qué trágica realidad! Por un lado, los
ídolos muertos, obra de manos de hombre; por el otro, el Eterno Dios que
perdona, que redime, que vive, que actúa, que predice el futuro y que salva a
su pueblo. 

Asimismo, Jehová insta a Israel a que lo proclame entre todas las naciones: 
“Reunios, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones...
Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta...” (Is. 45:20-21). 

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En este mensaje de salvación Dios estaba esperando que muchos se vuelvan
a él, pues él les está haciendo una invitación, tanto al pueblo judío como a los
gentiles. 

En tercer lugar, Dios comisionó a Israel “con un nuevo trabajo”, debe ir a


predicar, pues “El mensaje, teológicamente hablando, es considerado como un
gran imperativo misionero”, este mensaje de esperanza y salvación, era para
israelitas y gentiles, pues todos  necesitaban  oír  del  Dios  de  Israel,  como 
el  Único  que puede salvar, así es que en Isaías 49:6, Dios les dice:  “Poco es
para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que
restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para
que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”.  Como consecuencia,
Israel debía presentar a Jehová como el Salvador y Redentor de todas las
naciones de la tierra, iniciando desde Israel. Así lo expone K.M. Yate al
escribir: 

Debe, además de a las ovejas perdidas de la casa de Israel, ir a los gentiles


con el mensaje de su Padre. Recibe la seguridad del triunfo de su obra entre
los suyos, por cuanto Dios sigue amando a su pueblo, no lo ha olvidado. Israel
debe ser restaurado y lo será. 

Aunque esta misión restauradora de la que Isaías hace mención en Isaías


49:14-26, tiene referencia local “La perspectiva universal es más prominente en
Isaías que en cualquier otro profeta del A.T.  El resultado de la restauración de
Israel será que ‘conocerá toda carne que yo Jehová soy Salvador tuyo, y
Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob’”.

En cuarto lugar, en Isaías 52:1, Dios le dice a Israel:  “Despierta, despierta,


vístete de poder, oh Sión...”.  También con frecuencia aparecen imperativos
repetidos:  “Despierta, despierta” en 51:9, 17; 52:1, y “Apartaos, apartaos” en
52:11.  Tales recursos le dan una nota de urgencia a las palabras de estímulo
que el Señor dirige al pueblo.  La razón de estos imperativos de aliento y
consagración era que, debían prepararse y estar listos para anunciar la venida
del Mesías sufriente o el siervo de Jehová como el Salvador. 

Este  mensaje se encuentra en el capítulo 53 de Isaías, que es considerado


también un capítulo clave en la segunda sección de Isaías, esto es, entre los
capítulos 40 al 66, “se ha denominado también el capítulo más conocido y más
amado de todo el libro de Isaías”.  “El anuncio de Isaías 53:1, es la buena
nueva de la salvación, dadas por el profeta (28:9-11), a Jerusalén (52:7), a las
naciones (52: 10) y, finalmente, a toda la humanidad por medio de Cristo”.  A
este mensaje de la venida del Mesías sufriente, con mucha frecuencia se lo
llama el “Evangelio en el Antiguo Testamento”, y se lo cita varias veces en el
Nuevo Testamento, la razón de esto lo explica R. Youngblood: 

Es la mayor de las secciones mesiánicas de todo el Antiguo Testamento, y


provee detalles íntimos acerca de la vida, ministerio, muerte, resurrección y
glorificación del siervo sufriente del Señor, siete siglos antes de que tales cosas
ocurrieran.

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Lo importante que debe notarse aquí es que, toda esta obra que el Mesías
sufriente de Jehová, no iba a realizar este sacrificio, solamente a favor de la
nación de Israel, sino en beneficio de todo el mundo, pues la misión es que
todo el mundo conozca al Mesías. 

Un mensaje de salvación y restauración. 

En este punto final sobre el mensaje misionero de Isaías se incluye el aspecto


del mensaje que Dios da, este mensaje, primero, era de salvación, de allí que
el “El capítulo cincuenta y cinco de Isaías contiene una de las anticipaciones
más hermosas de la predicación evangelística de esta era que se encuentre en
el Antiguo Testamento”.  El mensaje es que la salvación es gratis “...Venid,
comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (55:1). Y “Buscad a Jehová
mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío
su camino... y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia... el cual
será amplio en perdonar” (55:6,7), de esta manera Dios está llamando a todos,
tanto a su pueblo como a las naciones gentiles a tomar en cuenta la
oportunidad que hay para establecer una estrecha relación con él como el
único Dios verdadero.

Sin embargo, el mensaje de Dios no estaría completo sino se complementa con


el cumplimiento de la liberación a su pueblo, este mensaje misionero de
liberación gloriosa del pueblo de Israel está en los capítulos 60 al 66.  En Isaías
60:1-3, Dios le dice a Israel “Levántate, resplandece; porque  ha venido tu luz, y
la gloria de Jehová ha nacido sobre ti... más sobre ti amanecerá Jehová, y
sobre ti será vista su gloria.  Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al
resplandor de tu nacimiento”.  En este mensaje de esperanza y de liberación
gloriosa a Israel, se puede notar que hay implicaciones teológicas de “Un
Evangelio que tendría un alcance mundial”.  Al  respecto,  R. Earle dice:

El énfasis característico de Isaías es, la universalidad de la redención que se


presenta más claramente. En el versículo tercero dice: “Y andarán las gentes
(gentiles) a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.” Otra vez clama:
“La fortaleza de las gentes (gentiles) haya venido a ti” (v.5). En otras palabras,
la salvación de Israel resultaría en la bendición espiritual para todo el mundo.

Además, en el capitulo 61:1,2, Dios promete que “él iba a enviar a su Siervo
para llevar las bendiciones de la salvación a Israel y a todas las naciones,
como dice R. Earle: “El plan y propósito de Dios era que todos los hijos de
Israel fueran ‘sacerdotes de Jehová’ y ‘ministros del Dios nuestro’ (v.6), y
trajeran las bendiciones del cielo a todos los habitantes de la tierra”.  Sin
embargo, Israel falló en su misión, fue el Señor Jesucristo quien vino a cumplir
la misión de Dios, por eso Lucas citó Isaías 61:1,2 “Como las primeras palabras
públicas pronunciadas por Jesús ...que contienen una declaración pragmática
referente a su misión para revertir el destino de los pobres ...porque los
prisioneros, los ciegos, los oprimidos ...todos necesitan “buenas nuevas”.  De
todo este contexto de Isaías se derivan los aspectos misionológicos de hoy. 

Implicaciones misionológicas en Isaías 

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La Gran Comisión en Isaías.

Con todo el trasfondo ya mencionado, sobre un llamado personal de parte de


Dios a las misiones, el mundo de las misiones, el mensaje que se debe
predicar y cómo Israel como el siervo de Dios debía realizar esta tarea
misionera, nos atrevemos a afirmar con  Ronald Youngblood que la Gran
Comisión ya había sido dada en el Antiguo Testamento: 

A Isaías 49:6, junto con Génesis 12:1-3 y con Éxodo 19:5,6, se lo llama a veces
“la gran comisión del Antiguo Testamento”. En Hechos 13:47, Pablo y Bernabé 
citan los dos últimos renglones de Isaías 49:6 en el sentido de que comparten
con el Mesías la tarea de ser una “luz de los gentiles” (Hechos 26:23). 

De las tres citas a las que se denomina “la gran comisión del Antiguo
Testamento” se debe aclarar que en Génesis 12:1-3, se refiere a la frase
“...serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.  Esto implica que el
proyecto de la misión de Dios contemplaba un alcance mundial, es decir, todo
el mundo que se conocía antes y el que se conoce hoy. 

Del texto de Éxodo 19:5,6, se toma la expresión “...vosotros seréis mi especial


tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”, implicando que en
el plan misionero de Dios, él eligió y comisionó a un pueblo especial para que
cumpla la labor de hacer conocer su Nombre en toda la tierra que él había
creado. 

Y finalmente, en el texto de Isaías 49: 6, se refiere a la frase “...también te di


por luz de las naciones; para que seas mi Salvación hasta lo postrero de la
tierra”.  Esto implica que: “Jesús es la luz del mundo (Juan 8:12; 9:5; Lucas
2:30-32) y ordena a sus seguidores que reflejen su luz (Mateo 5:14-16).  Sólo
de este modo será posible hacer llegar su “salvación hasta lo postrero de la
tierra”  (Isaías 49: 6). 

El llamado de Dios a las misiones. 

No se debe creer que Dios ha cambiado de actitud o de estrategia en el uso de


personas como sus instrumentos.  Dios sigue buscando, escogiendo y
enviando a sus hijos al cumplimiento de la misión, pues para Dios, como dice
R. Youngblood “La gran comisión es una empresa cooperativa, en la cual
Cristo y los cristianos trabajan unidos para hacer ‘discípulos a todas la
naciones’ (Mateo 28: 18-20)”. 

Sin embargo, surge una pregunta que debe ser respondida por cada cristiano
en particular y la iglesia en general, ¿qué estamos haciendo ante el llamado o
desafío de Dios a las misiones?.  Si Dios nos ha redimido con el propósito de
hacer discípulos, debemos estar muy activos buscando cumplir esta voluntad
de Dios, no sea que él nos diga como a Israel “Despiértate, despiértate, vístete
de poder...” (51:9), esto para poder cumplir la tarea misionera, por tanto,
debemos pensar como Ian M. Hay, quien dice: 

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El apóstol Pablo fue consciente de la posibilidad que cristianos, aun miembros
de alguna iglesia, pueden estar dormidos y olvidando la razón de su existencia.
El hizo un llamado a despertar a la iglesia de Roma cuando él les dijo: “Y esto,
conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora
está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” Ro. 13: 11.

El llamado de Dios a las misiones es un gran desafío para hoy, pues esto es
muy relevante para nuestro tiempo, ya que sobre nosotros y nuestra
generación recae la gran responsabilidad de la misión, es decir  que vivimos en
un tiempo propicio. “Nosotros vivimos en un tiempo de increíble crisis, caos
político y económico.  La tendencia natural de los cristianos es retirarse de en
medio del mundo y sus problemas”, pero esto no debe ser así, pues es nuestro
privilegio trabajar con Dios en la tarea misionera ahora.  

El mundo de nuestra misión. 

El mundo actual en que vivimos, histórica y contextualmente, es diferente, pues


es un mundo transformado, posmoderno, con otro estilo de vida, con muchos
avances de la ciencia y la tecnología, que ha provisto muchos medios o
recursos que han facilitado la manera de vivir de la gente de esta generación. 
Sin embargo, hay algo que es igual, que no ha cambiado, el hombre
posmoderno es pecador, es esclavo del pecado, está separado de Dios y
sujeto a un juicio.  Al respecto Kyle M. Yate comenta lo siguiente: 

El pecado es la causa directa de la desolación del corazón humano.  En lugar


de la impiedad, quejas y cargos contra Dios, el pecador es reconvenido por sus
pecados, causa de la miseria, del sufrimiento y del desastre.  Dios ha dejado el
honor al humano, juntamente con la responsabilidad de elegir el camino de su
perdición o el de la vida eterna.  Cuando las manos y los dedos destilan
sangre, y la conducta humana ha llegado a su nivel más bajo, ciertamente se
habrá, por ello, despertado el descontento divino y el castigo será un hecho
inevitable.

Ante este cuadro trágico y desolador de la realidad moral y espiritual del


hombre posmoderno, Dios tiene un mensaje de esperanza y salvación que
debemos compartirlo en la misión hoy.  Dios a través de Isaías anima a todo
cristiano a hacerlo:  “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que
trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del
que publica salvación...”  (Is. 52:7).

Parte de este mismo texto fue usado por Pablo en su carta a los Romanos para
explicarles, que el plan de Dios era que las buenas nuevas de salvación que
ellos recibieron debían ser anunciadas por ellos, y “Pablo aplica el hermoso v.7
a aquellos que predican el Evangelio  en nuestra dispensación.  En su
aplicación de la cita, el Mensajero único se ha convertido en multitud de
anunciadores de la Buena Nueva (Rom. 10: 15)”.

El mensaje misionero posmoderno.

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El tiempo ha pasado y todo ha cambiado, las ciencias, los ideales, las filosofías
y en general todo pensamiento humano, sin embargo, el mensaje bíblico que
se debe dar en la misión hoy, permanece inalterable y vigente desde los días
del profeta Isaías.  Dios dijo en forma profética que la misión del Siervo de
Jehová “era anunciar el fin de la pena y del sufrimiento; proclamar la era del
favor divino y hablar del castigo correspondiente del pecado.  Su ministerio
consistiría en evangelizar, predicar, confortar, sanar y consolar”, es decir, hacer
una misión integral.  Esta misión integral fue descrita por Jesús en Lucas
4:18,19, y este es el mensaje modelo que debemos predicar en la misión.

En Isaías 55:1-6, encontramos las bases y el contenido de la predicación


evangelística dado por Dios en el Antiguo Testamento, que debe ser nuestro
modelo en nuestra tarea misionera actual, este pasaje de Isaías es explicado
por R. Earle así: 

La salvación es gratis (v.1).  “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado,


llamadle en tanto que está cercano” (v.6).  Estas palabras son tan significativas
hoy día como lo fueron hace dos mil años.  Lo mismo es el versículo siguiente: 
“Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vuélvase a
Jehová, el cual tendrá de el misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio
en perdonar”. 

Este plan de Dios, para que se de una predicación evangelística en la misión


va acompañada de una promesa en 55:11 “así será mi palabra que sale de mi
boca; no volverá a mi vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada
en aquello para que la envié”.  Estas palabras deben estimular y animar a todo
cristiano en la tarea misionera de la predicación del mensaje, pues Dios mismo
ha prometido honrar su Palabra, “Este es un capítulo que todo cristiano(en la
misión) debería memorizar”.

Conclusión

Como parte final de este trabajo de investigación bibliográfica veo algunas


implicaciones misionológicas muy practicas y pertinentes a la tarea misionera
actual, las cuales se proponen de la siguiente manera:

Primero, la misión de Dios delegada a nosotros no es algo sólo de Mateo,


Marcos, Lucas o Hechos en el Nuevo Testamento, pues la misión de Dios ha
sido dada a su pueblo desde el Antiguo Testamento.  Por lo tanto, la Gran
Comisión se explica y fundamenta en el Antiguo Testamento.

Segundo, todo el pueblo de Dios en general y cada creyente en particular debe


ser un instrumento o el medio por el cual Dios realiza la misión en este mundo. 
Esto significa que la estrategia divina de usar personas para hacer conocer su
Nombre no ha cambiado, Dios sigue llamando, capacitando y enviando a su
pueblo al cumplimiento de su misión.

Tercero, el mundo de la generación que nos ha tocado vivir, es un mundo en


crisis a causa del pecado, por lo tanto, necesitado del mensaje de esperanza,

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de salvación, de consuelo y de paz, que debe ser llevado por nosotros a todas
las naciones.

Cuarto,  todo cristiano como misionero, debe recordar las promesas de Dios,
de que él ha prometido honrar su Palabra, así es que se debe sembrar la
semilla de la Palabra y sin desanimarse esperar los resultados que Dios ha
prometido en su tiempo, pues la obra es de él, nosotros somos sus
colaboradores.

Finalmente, el elogio de Dios hacia sus misioneros, de que “son hermosos los
pies del que trae buenas nuevas”, debe ser un gran aliciente en la tarea
misionera, eso nos dará ánimo y estímulo en la realización de la misión. Amén.

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