Julio, 2023

y P
Horizonte
de
Ruptura
1ra edición

El POPULISMO como
alternativa política

Vectores críticos en
la exigencia de
la REFUNDACIÓN NACIONAL

Los peligros y amenzas de

la GLOBA LIZA CI ÓN
Revista de
La Vanguardia
Nacionalista

DISTRIBUCIÓN GRATUITA PROHIBIDA SU VENTA

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 y P

EQUIPO EDITORIAL

Director editorial Colaboradores en esta edición

Carlos Fernando Rodríguez Juan Gabriel Caro Rivera
Israel Lira
Jordi Garriga
Jefe de diseño visual, producción Carlos Fernando Rodríguez
y elaboración
Facundo Cuadro
Fernando Trujillo
Sara Lagos Hans Muñoz
Gastón Pardo
Fernando Andrade
Jefe de redacción
Sara Lagos

Horizonte de Ruptura
1ra edición
Rebelión y Patria Bogotá, Colombia
Revista de La Vanguardia Nacionalista Julio, 2023
2

NOTA
EDITORIAL
El Centro de Estudios Políticos Vanguardia Colombia así
como el círculo de nacionalistas y patriotas de todas las
tendencias que en él se reúnen, se complace en presentar
al público la nueva revista política Rebelión & Patria en su
primerísima edición. Invitamos a los lectores a tener dos
consideraciones iniciales. La primera, es que esta nueva
presentación obedece a los grandes cambios internos
que se han suscitado en el CEP-Vanguardia Colombia;
muy sanos, necesarios y fructíferos, por supuesto, y que
son parte del proceso de maduración de las ideas y del
proyecto en sí mismo. Estos cambios no van a dejar de
sucederse, bastante largo es el camino y muchos los
nuevos productos que irán apareciendo. Partiendo de esta
consideración, podemos decir con mucho orgullo que
Rebelión & Patria es el primero de los frutos de nuestra
metamorfósis; representando un punto de partida para
un nuevo inicio del nuevo nacionalismo colombiano que
acá se ha venido gestando. La segunda consideración,
directamente en relación a lo primero, es que Rebelión
es un formato eminentemente político, declarativo y
con un firme carácter combativo, tal como lo anuncia su
nombre. Atrás quedaron los eufemismos y los rótulos
apologéticos que disminuían el clamor, siempre verdadero,
de la voluntad de poder y del ánimo político que siempre
nos ha motivado. La revista funge como altavoz de ideas
revolucionarias, irreverentes y con una clara intención de
ruptura con el orden hegemónico existente. Por tal motivo,
no nos guardaremos ninguna palabra ni ninguna denuncia
que merezca ser pronunciada. Nuestro objetivo final
es llevar las ideas a la práctica, a la realidad del mundo
social y político colombiano y latinoamericano. Por ende,
 yP 3

Rebelión precede la marcha de hombres y mujeres que

en el futuro tomarán el liderazgo de la nación y del
continente. Creemos que la teoría debe realizarse en
la praxis y la praxis convertirse en una teoría viviente.
Ese es el principio que siempre ha guiado nuestro
accionar, por modesto que todavía sea. Por si se lo
pregunta aclaramos al lector que Rebelión es una de
las tantas revistas y producciones que esperamos
llevar a cabo. Tenemos planeado editar otra revista
de carácter -esta si- investigativo, o si se quiere,
positivo. Por todos nuestros lectores es sabido que
nos caracteriza preceder nuestras acciones políticas de
análisis certeros, racionales y metódicos. En una época
de terrible adoración de la ilusión y la mentira, tildada
cínicamente con el rótulo de “post verdad”, nos anima
la luminosa y valiente frase del sabio colombiano
Miguel Antonio Caro: “No sólo es suficiente defender
la verdad, sino también la dignidad de la verdad”.
Luchamos pues por la verdad y la verdad es la que guía
nuestro sendero revolucionario.

Invitamos al lector a que mantenga una mentalidad

abierta para estas ideas, que se entregan con
humildad, esperanza, pero también con firme
determinación rebelde. A quienes nos conocen,
esperamos nutrir el caudal de su inteligencia con
nuevas reflexiones e inflamar su espíritu con la
vocación heroica que atraviesa nuestro verbo. Nuestro
objetivo, al igual que el suyo, es el bienestar y la
soberanía del glorioso pueblo colombiano. A quienes
nos conozcan por primera vez e incluso a nuestros
detractores, los exhortamos, también, a conocer otras
posturas. Que a todos nos enriquezca la diferencia que
es la base de la dialéctica de las ideas y las causas.
Entregamos a usted esta primera edición de Rebelión y
Patria con el título Horizonte de Ruptura.
4

Aquí se
gesta una
nueva
realidad.
 yP 5

Contenido

06 El populismo como alternativa política

Juan Gabriel Caro Rivera

12 El nacionalismo como realismo político

Israel Lira

19 El nuevo Contrato Social

Jordi Garriga

28 Vectores críticos en la exigencia de la refundación

nacional
Carlos Fernando Rodríguez

41 Disenso ruptura frente a la dictadura

deshumanizadora del pensamiento único
Facundo Cuadro

49 Occidente: una idea que debe ser superada

Fernando Trujillo

56 Individualismo el virus que enferma

la lucha revolucionaria
Hans Muñoz

59 Los peligros y amenzas de la globalización

Gastón Pardo

64 Liberalismo, fronteras e inmigración: una crítica

desde el socialpatriotismo
Fernando Andrade
06 06

EL POPULISMO
COMO
ALTERNATIVA
POLÍTICA

POR
Juan Gabriel
Caro Rivera
Desde el final de la Guerra
Fría y la desintegración
de la Unión Soviética se
ha ido produciendo una
reconfiguración de las fuerzas
políticas a nivel mundial.
Esta reconfiguración política
podría ser llamada un conflicto
entre el pueblo contra las élites o
del Centro contra la Periferia.

D esde el final de la Guerra Fría y la
desintegración de la Unión Sovié-
tica se ha ido produciendo una
reconfiguración de las fuerzas
políticas a nivel mundial. Esta
reconfiguración política podría ser llamada un con-
flicto entre el pueblo contra las élites o del Centro
contra la Periferia. La derrota de la URSS y su pos-
terior desaparición fue considerada por el libera-
lismo estadounidense como el Fin de la Historia y
la imposibilidad de crear una alternativa al sistema
capitalista. Tales tesis no solo fueron adoptadas por
todos gobiernos colombianos, sino también por
los partidos políticos. A pesar de que en estos doce
años Colombia ha sido gobernada por presiden-
tes muy diferentes, pasando del centrismo (Juan
Manuel Santos) al derechismo (Iván Duque) y el
izquierdismo (Gustavo Petro), no se han producido
cambios significativos a nivel económico, político
y social, sino que, antes que nada, se han defen-
dido los mismos principios, entre ellos la apertura
al mercado internacional y el reforzamiento de la
alianza militar con los Estados Unidos. Estos prin-
cipios no han sido cuestionados ni siquiera por
Gustavo Petro, un presidente izquierdista que llegó
a la presidencia proponiendo la instauración de un
nuevo capitalismo social e invitando a los Esta-
dos Unidos a crear una fuerza de defensa
conjunta para el Amazonas.
Tal uniformidad tanto en los parti-
dos políticos como en los gobiernos
colombianos solo se puede explicar a
partir de la tesis de que todos ellos son
representantes de un pensamiento
único, es decir, una única ideología polí-
tica que podríamos llamar globalismo.
El final de la Guerra Fría vio igualmente
el fin de la división política entre
izquierda y derecha en Colom-
bia. De hecho,
yP 07
Álvaro Gómez Hurtado al final de su vida confesó
que en la política colombiana esta distinción entre
izquierda y derecha había comenzado a desapare-
cer y que se había convertido en una cuestión del
pasado. Con ello quería decir que ya no tenía sentido
dividir el campo político partidista en izquierdistas
y derechistas, pues todos compartían los mismos
principios y los mismos objetivos: la integración de
Colombia en la globalización y la desaparición del
Estado-nación reemplazado de ahora en adelante
por organismos de gobernanza internacional como
la ONU, la OMC, la OTAN, etc. La desaparición de
la división entre izquierda y derecha implicó, por
tanto, la aparición de una nueva ideología: el glo-
balismo cuyos representantes siguen considerán-
dose de izquierda o derecha, pero que en el fondo
no difieren en sus soluciones o programas políticos.
Esta fusión de la ideología de todos los partidos
políticos podría ser llamada el Centro, es decir, una
forma de pensamiento único a la cual todos perte-
necen, pero cuyos miembros difieren a la hora de
poner en práctica, limitándose a pequeñas correc-
ciones y reformas.
Más allá del Centro y fuera de él, es decir, en sus
alrededores, se encuentra la Periferia. En la Peri-
feria están por así decirlo todos aquellos proyectos
alternativos, tanto del pasado como del presente,
que no pueden hacer parte del Centro. Esta Perife-
ria cobija a toda clase de grupos y movimientos reli-
giosos, políticos, ecológicos, sociales y culturales
descontentos con la situación actual, pero que no
son dominantes. En la Periferia no existe cohesión o
unión entre sus miembros, sino más bien disputas y
luchas debido a su propia fragmentación ideológica
y política. Muchos de estos grupos tienen ideas que
son incompatibles entre sí y, por lo tanto, son inca-
paces de formar un frente único para enfrentarse
al Centro. Solo el Centro está organizada política,
social y militarmente, contando con el apoyo de
grupos exteriores y organizaciones internacionales
que le ayudan a consolidar su poder interno. Mien-
tras tanto, la Periferia es una mezcla de muchos
elementos heterogéneos que no cuenta con una
unidad política o social. Esta incapacidad de la
Periferia para autoorganizarse es el resultado de
08

su propia debilidad y dependencia de ideologías caducas o prejuicios

que la han condenado al ostracismo.

Ahora bien, esta lucha entre el Centro contra la Periferia esta tomando
actualmente una nueva forma a la que podríamos llamar el pueblo
contra las élites. El Centro es el portador de una ideología hegemónica
que promueve la globalización, la apertura del mercado, la destruc-
ción de las fronteras nacionales, la democracia indirecta o parlamen-
taria y el individualismo. Por el contrario, la Periferia se perfila cada
vez más como la defensa de las tradiciones nacionales, la protección
de la economía local, el rechazo de la influencia extranjera, la demo-
cracia directa y el mantenimiento de las identidades colectivas. No
obstante, en la Periferia no existe una ideología contraria o contrahe-
gemónica que pueda unificar a sus diferentes sectores en una lucha
contra el Centro. La falta de esta ideología contrahegemónica es sin
lugar a dudas la razón por la cual ninguno de los grupos que conforman
la Periferia son capaces de obtener una victoria. Además, esta falta de
una ideología contrahegemónica en la Periferia también explica la
incapacidad de los miembros que la componen para desarrollar una
estrategia ofensiva en contra del Centro, limitándose la mayoría del
tiempo a acciones defensivas que tarde que temprano terminarán
siendo destruidas.
 yP 09

La desaparición
de la división
entre izquierda y
derecha implicó,
por tanto, la
aparición de una Esta fusión de
nueva ideología: la ideología
el globalismo de todos los
cuyos partidos
representantes políticos podría
siguen ser llamada el
considerándose Centro, es decir,
de izquierda o una forma de
derecha, pero pensamiento
que en el fondo único a la
no difieren en cual todos
sus soluciones pertenecen,
o programas pero cuyos
políticos. miembros
difieren a la
hora de poner
en práctica,
limitándose
a pequeñas
correcciones y
reformas.
10
Sin embargo, podemos decir que
en la historia de Colombia han
existido dos momentos en los
cuales la Periferia ha conseguido
crear una ideología contrahege-
mónica. Uno de esos momentos
fue el auge del caudillo libe-
ral Jorge Eliecer Gaitán, quien
sostenía que Colombia estaba
dividido en dos países: el país
político – compuesto por los
plutócratas, intelectuales y tin-
terillos que pueblan el congreso
o las diferentes instituciones
nacionales, por un lado y el país
nacional – compuesto por los tra-
bajadores, campesinos, mujeres
embarazadas y asociaciones civi-
les que luchan contra los diferen-
tes vicios que degradan al pueblo
–, por el otro. Gaitán afirmaba
que el país nacional era oprimido
por el país político que usaba su
control sobre las instituciones
nacionales y los medios de comu-
nicación para mantener su hege-
monía. Sin duda, el gaitanismo
fue en su momento un fenómeno
de masas que unió tras de sí a
todos los movimientos periféri-
cos en contra del Centro y de ese
modo asumir el poder político.
Otro ejemplo de la creación de
una ideología contrahegemónica
en la historia de Colombia fueron
los artesanos del siglo XIX. La
rebelión de los artesanos decimo-
nónicos tanto contra el Partido
Liberal como contra el Partido
Conservador, de la mano del
general Melo, sin duda fue uno
de los episodios más sangrientos
de la historia nacional. Ante un
gobierno liberal y librecambista
– hoy diríamos globalista y adicto
a la apertura económica – los
artesanos colombianos reivindi-
caron los símbolos nacionales y
la expulsión de los extranjeros.
No por nada, una de las más
celebres asociaciones artesanas
del siglo XIX, la Culebra Pico
de Oro, alzaba las banderas de
la Virgen del Carmen mientras
quemaba las tiendas y depósitos
controlados por comerciantes
alemanes en Santander. Ambos
ejemplos históricos pueden ser
tomados como momentos en que
los colombianos reivindicamos
tanto la justicia social como la
defensa de los valores patrios en
contra de una élite cosmopolita y
desarraigada al servicio de pode-
res internacionales.
Hoy en día, esta lucha entre el
Centro y la Periferia ha tomado
la forma del globalismo contra
el populismo. Por globalismo
entendemos la ideología política
de las élites desarraigadas y los
diferentes intelectuales u organi-
zaciones civiles que claman por la
integración de Colombia en orga-
nismos internacionales, mientras
que por populismo entendemos
a todos aquellos que defienden
el deseo del pueblo de permane-
cer fieles al legado de sus ances-
tros. Por supuesto, este nuevo
conflicto implica reemplazar la
confrontación horizontal de
la política clásica (izquierda
contra derecha) por una
confrontación vertical, los
de abajo (el pueblo) contra
los de arriba (la élite). Este
mismo esquema puede
ser aplicado al escenario
internacional: la guerra
que se avecina será un
conflicto entre los países
que han decidido crear un
gobierno mundial, basado en el
capitalismo y el individualismo
(Estados Unidos, la UE y Gran
Bretaña), contra los pueblos y
civilizaciones que defienden sus
tradiciones (Rusia, China e Irán).
Este conflicto sin duda marcará
el futuro del mundo y de nuestra
sociedad.
yP 11
12

El nacionalismo
como realismo
político
POR I s r a e l L i r a
Colaborador de la Junta
Nacionalista del Perú

1. El nacionalismo como remedio para las

pareidolias de lo político.

2. Las contradicciones de lo
políticamente correcto
o la disrupción entre
teoría y práctica.

3. Un solo concepto. Una

realidad monolítica. Una
sola doctrina.

1
El nacionalismo como
remedio para las
pareidolias de lo político.
L a Junta Nacionalista del Perú (antes Jóvenes
por la Segunda República) en lo que va de su
corto periodo de existencia, no solo ha lo-
grado consolidarse como una organización auténti-
camente política –en lo que para nosotros significa
política, en ello, servicio desinteresado a la comu-
nidad, el ejercicio del poder (y entiéndase a esto
último, como voluntad) destinado a lograr un fin
trascendente, por ende, sin la necesidad imperiosa
de estar registrados en la lista de pseudo partidos
políticos que hoy abundan– sino también como la
única en su género, es decir, estandarte de lo que es,
y lo que auténticamente puede considerarse como
una propuesta nacionalista y patriótica, en aras de
sentar las bases de un auténtico cambio que para
nosotros inicia con el cambio de mentalidad, y es
justamente por ello, que para nosotros la política,
es causa y efecto de la acción directa y el servicio
desinteresado. De aquella que no solamente esta
encasillada en su concepción burocrática y
temporal –partidos políticos, elecciones,
etc.–, sino que
yP 13
a ello se aúna, una concepción atemporal, que no
solamente está para un periodo de elecciones, sino
que vive por y para la realización continua de una
conciencia cívica, es esta la auténtica concepción de
política, independientemente de que ideología uno
sostenga.
Es por la razón antes mencionada, que el activismo
político de la Junta Nacionalista del Perú, frente
a los problemas que agobian a la nación, no es de
queja, no es de sosollo, no es de reclamo, ya que,
para nosotros, no es solo una arista la que genera
un problema que se ramifica. Es todo el sistema el
que se encuentra caduco, por ende, una solución a
corto plazo, en analogía precisa, es como preten-
der curar una llaga con su misma pus. Ante ello la
Junta Nacionalista antepone una política activa,
creando una célula microscópica de la sociedad que
quiere, enseñando así a través del ejemplo. Comen-
zando esta práctica con sus mismos militantes, y no
esperando que la sociedad a su alrededor cambie
para cambiarse a sí mismos. Acción, pro actividad
e iniciativa, antes que lloriqueo, quejas y reclamos.
Primero hechos, luego palabras, esa es la base del
nacionalismo peruano, la práctica que sustenta y
forma la teoría.
El nacionalismo siempre ha sido una doctrina que
anteponía la práctica a la teoría, y luego basándose
en la experiencia obtenida, construía aquella teoría
sustentada en el conocimiento pragmático inicial,
que es lo que dio (y da) al nacionalismo su fortaleza
ideológica y dogmática como sistema político real
–no utópico–, probado, y funcional, en todos los
aspectos.
14

2
Las contradicciones de lo
políticamente correcto o
la disrupción entre teoría y
práctica.

E n ese ínterin de expansión

y cuando la Junta Nacio-
nalista apenas asomaba
sus hombros, un ejército de exe-
getas y dogmáticos alistaban
sus más mortíferos y sofísticos
ataques, bombardeándonos de
preguntas, exigencias, reclamos,
insultos, y demás improperios,
tildándonos de subjetivos, idea-
listas, y poco realistas, partiendo
de su particular interpretación
y queriendo así, o creyendo ser
estandartes de una verdad uni-
versal en política. Sin embargo,
todos caían como moscas ante
una verdad innegable.
Las doctrinas concebidas como
políticamente correctas –Libera-
lismo, Marxismo, Anarquismo,
etc.– algunas más materialistas
que otras, tienen una caracte-
rística principal que comparten.
Ello es su tendencia irreversible
a la especulación dogmática uto-
pista, que es la principal causa
de su fracaso, alienación y sobre
todo de su hipocresía total,
la cual se produce cuando la
excesiva teoría de estos sistemas
trata de ocultar todo lo que, con-
trario a sus presupuestos, se da
en la práctica.
Todas las doctrinas “materialis-
tas” fundan paraísos sociales,
utopías futuristas. Como es el
caso de la primera utopía, el Libe-
ralismo y su doctrina económica
predilecta, el Capitalismo, que
nos vendió en la teoría la feli-
cidad universal de todos los
hombres a través de la acumula-
ción de riqueza, el respeto de las
libertades, y el reconocimiento
de la igualdad.
La consecuencia práctica de ello,
que hasta hoy todos vivimos sus
efectos, fue la creación de un
estilo de vida centrado en el con-
sumismo, la desigualdad social
de grandes sectores poblacio-
nales, la infelicidad y el vacío
moral y espiritual producto del
exacerbado mercantilismo, el
egoísmo clasista y la indiferencia
más atroz hacia la naturaleza y el
género humano.
Sin embargo, ello no acabo allí.
Vendría a reemplazar a la pri-
mera utopía otra aun igual o
peor que la anterior, la segunda
utopía, el Comunismo1. El paraíso
del socialismo y la dicha univer-
sal, del hombre sin clase, de la
fraternidad global de los traba-
jadores, y de la destrucción de
la explotación del hombre por el
hombre.
«Pues el socialismo no es más
que el paso siguiente después del
monopolio capitalista de Estado.
O dicho en otros términos, el
socialismo no es más que el
monopolio capitalista de Estado
puesto al servicio de todo el
pueblo y que, por ello, ha dejado
de ser monopolio capitalista»2
El resultado práctico de ello fue
la muerte de inocentes en todo el
mundo, en las sangrientas revo-
luciones. La instauración de una
nueva clase dominante a través
de la dictadura, que convierte al
Estado en único propietario de
los medios de producción, por

1 Para efectos de esta explicación entiéndase al Comunismo en su acepción política y económica, como doctrina y como sistema de
gobierno cimentado sobre la base de la propiedad colectiva de los medios de producción y la abolición de la propiedad privada burguesa,
y no como un estadio histórico social.
2 LENIN, “El socialismo utópico y el socialismo científico”, Editorial Progreso de Moscú, Pág. 93

ende, en capitalista, y en ello, el gobierno, la cama-
rilla de poder, en únicos propietarios de las riquezas
de la nación, creando un estado de cosas que devino
al final en una escasez general determinando el
colapso total del sistema comunista, haciendo
así del comunismo, un capitalismo colectivista
de Estado. Eso fue el comunismo bajo la forma
del socialismo real. Los comunistas de ese tiempo
deben ser conscientes de sus éxitos, pero también
de sus garrafales errores y hacer un mea culpa.
A la par de ello, existe otra tercera utopía, que es
la máxima utopía de las utopías, el Anarquismo. El
de la primacía de las leyes naturales sobre las leyes
políticas, de un mundo de la libertad absoluta y sin
restricciones, compuesto por un gobierno de fede-
raciones sin Estado.
«LEYES NATURALES Y LEYES ESTABLECIDAS
POR EL HOMBRE. El hombre jamás puede ser
completamente libre en relación a las leyes natu-
rales y sociales. ¿Consiste la libertad del hombre
en rebelarse contra todas las leyes? No, en tanto
las leyes sean naturales, económicas o sociales,
no impuestas autoritariamente sino inherentes a
las cosas, a las relaciones, a las situaciones, cuyo
desarrollo natural esta expresado por esas leyes.
Sí, en cuanto se trata de leyes políticas y jurídicas,
impuestas por los hombres sobre los hombres; ya
sea violentamente por el derecho de la fuerza, ya
sea por el engaño y la hipocresía –en nombre de
una religión o de una doctrina cualesquiera–, o,
3 BAKUNIN, “El Sistema del Anarquismo”, Editorial Proyección, Pág. 21.
yP 15
por último, por la falsedad democrática llamada
sufragio universal»3
Sin embargo esta doctrina no se salvaría de las
contradicciones hasta en el terreno ideológico ya
que si nuestro amigo Bakunin hubiese estudiado
Derecho, sabría que cuando una ley natural se
plasma en un cuerpo normativo, deja de serlo para
inmediatamente positivarse, y convertirse en ley
política, deja de ser deber moral, para convertirse
en deber jurídico, ello en el terreno de las ideas, ya
que no tenemos ejemplos prácticos para este sis-
tema, puesto que es tan utópico, que ni siquiera
se pudo plasmar en ninguna parte del mundo, y el
primer intento de hacerlo de que se tiene registró
en la historia de la humanidad, fue un desastre, ya
que se conoce solo un experimento de organización
anarquista, en los momentos previos al estallido de
la guerra civil española, practicado en Cantabria y
Cataluña, en donde gobernaba el Frente Anarquista
Ibérico (F.A.I).
“Una de las tantas medidas aplicadas por este
gobierno regional fue el que la población se viera
obligada a compartir sus viviendas con una
persona necesitada, pero dada la ineficacia orga-
nizativa del gobierno anarquista al no haber un
Estado, esto era aprovechado por proxenetas,
desadaptados, ebrios y drogadictos para tener un
lugar gratuito donde quedarse. Si uno tenía algún
reclamo a este respecto, era citado frente a un con-
sejo popular y tildado de fascista sin posibilidad de
apelación alguna”.
16

Sin embargo, hay muchos fundamentalistas que a pesar de

las lecciones históricas viven cegados por el diletantismo a
un verbalismo dogmático e intelectualoide, alabando a la
teoría y rechazando la práctica, con lo que al final, se con-
vierten en lo que juraron destruir, en una sarta de idealistas
utópicos. Prueba de ello, es que entre visiones de un mismo
sistema no hay concepciones univocas. Democracia ha lle-
gado a ser un concepto tan gaseoso como el de Comunismo,
puesto que ni hasta sus mismos defensores se ponen de
acuerdo sobre sus reales características.

Respecto al comunismo algunos dicen, es un pensa-

miento, es un sistema de producción, es un estadio
social, es una utopía, etc., y la verdad es que hay
tantas definiciones de comunismo como comu-
nistas hay en el mundo, lo mismo pasa con la
democracia. Lo que ha llevado a las hilarantes
manifestaciones de algunos comunistas que des-
conocen a sus mismos líderes como Stalin, Mao,
Lenin o hasta al propio Marx. O también por otro
lado a llevar a que anarquistas defiendan las ideas de
Marx. Ensimismándose en elucubraciones mentales
acerca del falso comunismo de Marx o el anti marxismo
de Lenin, y lo peor de todo, creyendo que con ello están
cambiando al mundo. Creando nuevas categorías filosó-
ficas, divagando eternamente en el mar de las entelequias
posmodernistas tal cuadro de Salvador Dalí. La generación
de los filósofos de Facebook es una clara muestra de lo aquí
expresado.

Algunos se preguntarán en este punto: ¿Y qué hay del fas-

cismo como alternativa? ¿Pues qué hay? Eso mismo. Nada.
El Fascismo está muerto y enterrado por su propia mano, su
excesivo belicismo le paso la factura en su corto periodo de
existencia. Y lo que podemos rescatar de esta experiencia
son cuestiones a nivel teórico, más nada. El neofascismo
contemporáneo es un chiste total y eso se comprueba con el
simple hecho de su cercanía al liberalismo y al libertarismo
en algunos espacios.

¿De qué
sirve crear nuevos con-
ceptos? ¿De qué sirve
hacer nuevas interpreta-
ciones? Si ello no hace mejor al
hombre o simplemente se está
efectuando la crítica de la auto-
crítica, así de fútil e innecesaria.
Si toda la doctrina en la que uno
se sustenta está basada en es-
peculaciones mentales de cosas
que no suceden en la realidad, o
de sistemas que a todas luces han
fracasado. Ello solo puede tener
un nombre. Basura.
Solo es útil lo que puede ser apli-
cado en la realidad, y solo puede
ser susceptible de debate aquello
que efectivamente es palpable en
la realidad fenoménica. Solo es
fructífero el debate sobre aque-
llo que puede generar un cambio
auténtico, una revolución en el
espíritu humano. Lo demás será
fantasía, ciencia ficción, utopía.
Un solo concepto.
Una realidad monolítica.
Una sola doctrina.
Al final de cuentas el nacionalis-
mo resultó ser más materialista
que las susodichas doctrinas del
supuesto socialismo “científico”,
más realista que el liberalismo
de la felicidad material eterna, y
ya ni hablar del anarquismo, que
es excelente para un comic de al-
guna sociedad marciana. Puesto
que aquí y en cualquier parte del
mundo, un buen nacionalista co-
nocedor de su doctrina, sostendrá
la misma concepción que sus ho-
mólogos internacionales, ya que
la base del nacionalismo al haber
siempre sido la práctica, no crea-
ra concepciones que no se dan
en la realidad. El nacionalismo,
no es una doctrina materialista
ciertamente sino una doctrina
realista, pero de cierta forma ha
superado al materialismo, por-
que ha reconocido la dualidad
del ser humano, como ser mate-
rial y espiritual, siendo así que es
partidario del realismo, en ello,
la armonía entre lo material y lo
yP 17
3
inmaterial, entre lo tangible y
lo intangible, entre la física y la
metafísica.
Es por esa concepción unívoca,
monolítica y fuerte, que el na-
cionalismo se puede adaptar a
cualquier realidad, y siempre,
se adecuará a las particularida-
des de cada pueblo, puesto que
no se desdibuja, manteniendo
su esencia principal, evitando
la atomización ideológica, y con
ello, la creación de una doctrina
dentro de otra doctrina, como
sucede con las concepciones “po-
líticamente correctas”, sino que,
partiendo de una base general, se
llegue a un concepto particular.
Por otro lado, el nacionalismo,
al ser una doctrina auténtica-
mente científica por excelencia,
considera que nada está dicho en
política, por ende, no considera
que exista una verdad universal,
pero sí de cierta forma, el ale-
jamiento o acercamiento, a un
18

presupuesto que se puede entender como

lo que es correcto, o lo que se entiende por
reglas básicas de todo sistema político
bien constituido. Por ende, el nacionalis-
mo no es lo último en política, y ninguna
verdad universal.

La idea del nacionalismo no es crear

la sociedad de la dicha universal, sino
simplemente, sentar las bases de una
sociedad ordenada, para que la persona
pueda evolucionar naturalmente en con-
diciones óptimas. El conservadurismo
contrario sensu, no busca la evolución,
sino el mantenimiento de un estado de
cosas –status quo– según una agenda de-
terminada, que genera un beneficio a un
determinado sector de la sociedad o cla-
se, esto último, en férreo antagonismo a
la idea unificadora del nacionalismo, de
la armonía de las clases sociales, el nacio-
nalismo integrador y la promoción de las
virtudes y los valores humanos.

reconocido la
dualidad del
ser humano, como
ser material y
espiritual, siendo así
que es partidario del
realismo, en
El nacionalismo, ello, la armonía
no es una doctrina entre lo material y
materialista lo inmaterial, entre
ciertamente sino una lo tangible y lo
doctrina realista, intangible, entre la
pero de cierta forma física y la metafísica.
ha superado al
materialismo, porque ha
 yP 19

El nuevo
CONTRATO
SOCIAL
POR
Jordi Garriga

No todos vamos a ser ingenieros

informáticos, posiblemente a muchos ni
nos va a gustar y seguramente lo podemos
aborrecer. Lo más normal es tener vocaciones
nada viables económicamente. La mayoría de
la gente no desea correr tras el dinero y vivir
jornadas inacabables de trabajo. ¿Qué hacer?
20
H ace poco saltaba la noticia de que
en Silicon Valley la empresa Meta
iba a despedir a 10.000 trabajado-
res, los cuales, unidos a los que en
anteriores meses habían sido des-
pedidos por Amazon, Google, Microsoft, IBM y otras
firmas tecnológicas, formaban parte de la escalo-
friante cifra de 200.000 empleados despedidos.
La mayor parte de ellos seguramente se dedica-
ban a tareas repetitivas y casi automáticas, pero
también había muchos con buenos conocimientos
que igualmente fueron fulminados, a pesar de sus
capacidades.
Aunque es una suerte que nuestros gustos y aficio-
nes coincidan con la demanda del mercado laboral,
ni siquiera esa especie de lotería vital nos libra de
la zozobra profesional. Lo destacable de la noticia
es que se estudia seriamente cómo la Inteligencia
Artificial (IA) va a poder llenar esos huecos si fueran
nuevamente necesarios.
No todos vamos a ser ingenieros informáticos,
posiblemente a muchos ni nos va a gustar y segu-
ramente lo podemos aborrecer. Lo más normal es
tener vocaciones nada viables económicamente. La
mayoría de la gente no desea correr tras el dinero
y vivir jornadas inacabables de trabajo. Recuerdo
el consejo que me dio mi padre, cuando vio mi
vocación e inquietudes claramente intelectuales:
“búscate un oficio para vivir y en tus ratos
libres cultiva tu vocación”. Yo le agradezco mucho
ese consejo, pues me ha permitido vivir en este sis-
tema económico, en sobrevivir a la realidad que me
rodea. Pero claro, del tiempo que me resta fuera
del trabajo no puedo dedicarlo todo o casi todo a
mis intereses. Hay que llenar la nevera, formar una
familia, cultivar una vida social, resolver toda clase
de situaciones que, en el mejor de los casos me
permite dedicar alguna hora o media hora a mis afi-
ciones, como adulto funcional. Y en esta situación
yo y millones de personas más nos vemos abocados.
Se nos dice que en este mundo hay que encontrar la
felicidad, pero se nos va corriendo tras un dinero y
un trabajo cada vez más escasos e inciertos.
Si bien el miedo a perder el empleo a causa de
las máquinas es ya muy antiguo, no cabe duda de
la acelerada y exponencial puesta en marcha de
entes robóticos que ya están dejando sin empleo a
millones de personas en el mundo. Un simple con-
testador automático de cualquier empresa, que
atiende durante 24 horas a miles de llamadas ya
suple a decenas de empleados, a cambio de unos
céntimos de gasto… Ante la revolución tecnológica,
ante los robots, los seres humanos somos cada vez
más unos competidores débiles y prescindibles.
¿Qué hacer? Antaño el llamado contrato social,
aquello que otorgaba un lugar en nuestras socieda-
des a cada individuo, era la capacidad productiva.
La cual había sustituido a la de los estamentos
de la Edad Media. Ahora, muchos individuos
ya no es que sean de la clase proletaria, sino
que son directamente de la clase precaria,
descendiendo en la escala social hasta las
viviendas compartidas, los empleos de
días u horas, sin posibilidad de formar
una familia o tener un mero futuro sin
sobresaltos. Es necesario renovar ese con-
trato, esa forma de poder tener un estatus
viable sin que se realicen las teorías apocalípticas
que hablan alegremente de reducción de población
sobrante en el planeta.
Una de las herramientas revolucionarias para
garantizar una vida digna a la población es la lla-
mada, en España, Renta Básica Universal (RBU de
ahora en adelante).
 yP 21

En varios países se han realizado

pruebas piloto, pero ninguna
es una verdadera RBU. O bien
se realizan proyectos en aldeas
africanas o asiáticas, o bien con
condicionantes familiares o de
otro tipo. En Finlandia la inicia-
Filosofía de la RBU
tiva más ambiciosa fue cancelada
¿Qué es la Renta Básica Universal? La RBU, para no ser una
en 2018. Solamente en Irán fun-
modalidad más de subsidio o paga, es un ingreso periódico
ciona desde 2011 un sistema casi
obligatoriamente UNIVERSAL e INCONDICIONAL. Universal
como tal, que consiste en un pago
porque se dirige a todos los ciudadanos adultos del Estado sin
incondicional, diferente para sol-
más condición que ser eso, ciudadanos, e incondicional porque
teros y familias, que sirve para
no obliga a una contrapartida, ni material (para un gasto con-
paliar la eliminación de los subsi-
creto) ni espiritual (fidelidad a un régimen o partido). Fuera de
dios para productos básicos.
eso ya no es una RBU, es otra cosa.
Por supuesto, la objeción que pri-
mero viene a la mente es que se
¿Para qué sirve? Es una herramienta para la necesaria configura-
trata de un sueldo a cambio de
ción de un nuevo contrato social. Basado no en la productividad
no trabajar. Que será un modo de
o capacidad de los individuos, dejados a merced de la ley de
mantener a vagos y que nadie va
la jungla capitalista, en aras de un darwinismo social que nos
a animarse a buscar un empleo si
considera meros animales de supervivencia. Es necesario en
ya tiene medios para vivir. Pues
el Occidente moderno un nuevo contrato social que vea a cada
bien, no se trata de eso ni tam-
individuo como portador de una dignidad intrínseca (ya se trate
poco de un instrumento contra la
de una mirada religiosa o ética), y como miembro de una comu-
pobreza (sobre todo porque los
nidad nacional que protege la vida de este ciudadano frente a
subsidios JAMÁS han acabado
los tiburones del capitalismo apátrida.
con la pobreza).
Esta no es una medida utópica: seguirá habiendo ricos y pobres,
desigualdades e injusticias, afán de lucro y poder... Esta medida
debe contribuir a desviar el camino que hasta este momento ha
marcado el productivismo, forjando unas sociedades donde el
éxito material se ha erigido como el mejor indicador del valor
del individuo, donde la escala de valores y la estructura social
ayudan a los más ávidos, psicópatas y corruptos a hacer su ley.
Es desviar el progreso humano hacia una vida más creativa y
profunda, donde nuevamente la actividad puramente lucrativa
sea vista como algo ciertamente necesario, pero no donante de
prestigio, tal y como muchas actividades necesarias cotidianas
suelen ser ocultadas de manera natural.

Es un instrumento que podría contribuir a acabar con el reinado

del dinero. Porque ahora el dinero es el rey o dios, pero con este
sistema pasaría a ser subordinado, mero instrumento para
labrar la felicidad individual tan cantada en tantas declaracio-
nes pomposas y vacías de realidades concretas.

Ya que, si nos aseguran que la felicidad es el objetivo del ser

humano en la Tierra, entonces la RBU es un buen instrumento.
22
Productividad no es felicidad,
nunca lo fue. El trabajo como
alternativa a no morir de hambre
no puede ser definido como libe-
rador o dignificador.
La RBU, tal como señalaré más
adelante, es una herramienta
para la libertad individual, el
progreso social y la independen-
cia nacional:
◤◤ Libertad individual porque
libera las capacidades
innatas de cada individuo.
◤◤ Progreso social porque el
conjunto social deja de ser
una jungla de entes ávidos
de consumo y en lucha cons-
tante en una perspectiva
materialista.
◤◤ Independencia nacional
porque el poder político se
sitúa por encima del poder
económico, dejando de ser
rehén de poderes apátridas
financieros.
La crítica mayor al capitalismo
es la explotación del ser humano
en el mercado de trabajo, cuanto
menos regulado y fiscalizado,
mejor. El mayor mal es el capital,
como dueño de los medios de
producción. Luego es preciso
quitarle poder al capital. El
antiguo socialismo propugnaba
la unión proletaria para luchar
por ello, pero no salía de la lógica
productivista y trabajista, com-
partiendo la filosofía racionalista
de la clase burguesa creadora
del capitalismo. El trabajo ya no
puede ser un valor en sí mismo.
Es una esfera de la vida situada
en la parte baja. Si el problema
es la explotación humana,
entonces se debe acabar con su
instrumento, el dinero, rebaján-
dolo a instrumento no de poder,
sino de comodidad. Hay que
demoler el fetiche de la produc-
tividad como medida de valor
del individuo, el hecho de poder
acceder al mercado laboral no
debería otorgar ninguna cuali-
dad humana superior.
La RBU es el instrumento para
pasar de la igualdad formal a
la igualdad real, de la igualdad
como deseo escrito en las Cons-
tituciones políticas burguesas
a una realidad política precisa.
Si un individuo no dispone de
medios materiales para realizar
los derechos políticos que tiene,
es igual que si no los tuviera. La
RBU es la herramienta tanto para
poder decir NO al empleador
que desea explotar como para
decir NO a la pareja abusadora.
Y para decir SI a la vida verda-
dera, al dasein de cada sujeto: La
alienación social originada por el
trabajo asalariado desaparece,
porque ese trabajo, esa actividad
ya no es esencial para poder vivir.
Para ser artista o investigador,
por ejemplo, no harían falta sub-
venciones políticas, mecenazgos
o nacer en una familia adinerada.
El arte y la ciencia serían real-
mente actividades populares,
elevadoras del nivel nacional.
Los individuos con afán de lucro
podrían seguir actuando (la
naturaleza humana no es tan
modificable), y los que tengan
otras inquietudes no se verían
obligados a someterse a aque-
llos, de modo tal que la selección
humana mediante la habilidad
financiera o la personalidad
materialista se vería detenida
en aras de tipos humanos más
deseables, orientados hacia el
arte o la investigación científica.
Para lograr esto será necesaria
una lucha a muerte, material e
ideológica. Apoyar y lograr la

multipolaridad en el planeta es
esencial para la RBU, ya que una
finanza única lo impedirá por
todos los medios, mientras que
en un mundo con pluralidad de
sistemas económicos siempre
habrá una brecha para ella. Y
más cuando algunos gurús eco-
nómicos occidentales ya están
anunciando que es una medida
que acabará siendo inevitable…
Lo que sucede ahora es que las
élites no quieren implantar este
sistema, solo ofrecen subir la
edad de jubilación y el sueldo
mínimo, ofrecer limosnas por
hijos o dar dinero para alquile-
res. Parches para un odre viejo
a punto de reventar. No quieren
repartir y redistribuir la riqueza
con el pueblo, que es su verda-
dero destinatario.
Ya que la riqueza nacional perte-
nece al pueblo y la redistribución
de esa riqueza ha de ser ley. Por
eso la RBU no es para erradicar la
pobreza, sino para redistribuir la
riqueza.
yP 23
Funcionamiento
N unca se podrá insistir lo suficiente que esto no es una
paga por no trabajar. Los vagos siempre han existido
y siempre existirán, y a muchos de ellos esta paga
seguramente les será útil, pero también a la sociedad: todo el
mundo conoce a estos elementos en puestos de trabajo y cómo
son de ineficientes y boicoteadores, por lo cual ya se elimina
un estorbo en el mundo del trabajo. Además, si disponen de
dinero, lo gastarán igualmente, luego eso será beneficioso
también para las empresas. Incluso la gente que no hace nada
debe comer todos los días...
Luego está la gente que tras dejar su empleo se acabaría
hastiando de no hacer nada y tal vez emprendería actividades
que llenarían facetas de su vida que desconocían, o les permitirá
dedicarse a un ocio que al final puede acabar siendo un empleo
o una nueva fuente de puestos de trabajo…
Las personas irresponsables siempre existirán bajo cualquier
régimen económico. La RBU simplemente servirá para que
nadie arranque la dignidad ni aboque al suicidio a ningún
ciudadano. En todo caso, solamente podrán quitarse los ciuda-
danos mismos esa dignidad si se administran mal. Gracias a la
RBU las personas SÍ tendrían responsabilidad propia y SÍ serían
las culpables en gran medida de su propia situación económica.
El actor principal para que esta medida sea posible es la
comunidad política organizada, es decir, el Estado: Para calcular
la RBU, para distribuirla y para garantizar los servicios públicos
y la recaudación necesaria.
La implantación de la RBU exige que el Estado recupere la
soberanía sobre el Banco central (la creación de dinero) y que
controle totalmente o en gran parte las empresas de transportes
y de energía, así como los campos de la educación, la sanidad y
la vivienda: control de flujos monetarios, precios y calidad.
La RBU se calcularía a través de la media salarial del 70 % de los
trabajadores de todo el territorio nacional, dejando aparte los
sueldos más elevados. Sería la misma en todo el territorio para
no vaciar lugares, para que no suceda como en la actualidad
24
con nuestro grave desequilibrio territorial. Sería el
60% de esa media la RBU calculada anualmente.
Por ejemplo, si la media resulta ser de 2.000
euros mensuales, la RBU que se entregaría a cada
ciudadano adulto sería de 1.200 euros, revisables
anualmente.
La RBU no tendría en cuenta si este o aquel
ciudadano es rico o pobre, su sexo, su raza, su estado
civil, etc. Es un instrumento racional que convertiría
a todos iguales en la comunidad política a ojos del
Estado. Tampoco se controlaría a qué se destinaría
en cada caso.
Por supuesto, no se podría renunciar a la RBU, ni
nadie se la podría quitar a cualquier ciudadano,
porque sería consustancial a la nacionalidad. Se
dispondría de esa renta por el simple hecho de ser
miembro de la familia nacional.
Esta teoría es incompatible con la lógica liberal,
ya que aquella se basa en la explotación de las
naciones mediante la deuda de dinero ficticio y el
chantaje laboral mediante la importación de mano
de obra barata y esclava desde el 3er mundo.
La inmigración masiva se cortaría de raíz, ya que
esa Renta no sería para los foráneos y tener trabaja-
dores extranjeros estaría muy gravado y controlado.
El sueldo mínimo igualmente estaría establecido
para evitar cualquier abuso.
Los trabajadores nacionales no emigrarían a otros
lugares si tuvieran una vida digna asegurada. Y
conseguir la nacionalidad sería muy difícil, ya
que las regularizaciones masivas supondrían un
enorme desembolso (y no tendría ninguna ventaja
explotadora), aparte de que, una vez conseguida la
ciudadanía, nadie la podría quitar.
Lo más seguro es que habría un efecto contagio:
los pueblos de los países de alrededor también
desearían eso. Se produciría una auténtica revo-
lución mundial, aunque lo más probable es que
estaría acompañada de guerras, con las élites
extractivas resistiendo a la nueva realidad hasta el
último trabajador muerto.
 yP 25

Aunque excede el alcance de este trabajo, voy a dar algunas visiones y

medidas que podrían acompañar a la RBU:

◤◤ Naturalmente, los subsidios por desempleo, vejez e incluso depen-

dencia podrían desaparecer (o ser revisados radicalmente) al no ser
ya esenciales y quedar cubiertos por este pago indefinido, ya que se
supone que la RBU permite cubrir los gastos básicos (alojamiento,
comida, vestimenta…).
◤◤ Esta medida podría permitir la formación de familias jóvenes eman-
cipadas. Los jóvenes ya no se verían abocados a elegir entre vocación
y estómago, entre emigración o vivir en la casa paterna hasta los 40.
La salud mental de la población mejoraría considerablemente.
◤◤ Los sueldos subirían porque nadie aceptaría abusos acompañados
de horarios interminables o condiciones malas de trabajo.
◤◤ Animaría a la creación de empresas por parte de hijos de familias
trabajadoras, ya que ese respaldo siempre estaría. La creación de
empresas dejaría de ser monopolio de familias adineradas.
◤◤ La RBU es intocable e inembargable. En caso de deudas e impagos,
la persona que tuviera deudas y fuera embargada a través del
banco, nunca verá afectado el importe de la RBU, excepto el
sobrante. Ejemplo: si una RBU es de 1.200 euros, y en el momento
de cobrarla hay en la cuenta 2.000 en total, se le embargarán 800
euros, de modo tal que nunca podrá tener cada mes en su cuenta
más ingresos adicionales. Una única excepción sería en el caso de
las pensiones alimenticias para los hijos de ese ciudadano.
◤◤ En las escuelas públicas y privadas debería impartirse obligatoria-
mente una asignatura llamada “Economía y finanzas”, donde se
enseñaría desde temprana edad a los ciudadanos el funcionamiento
de la economía, sus mecanismos y sus triquiñuelas. Pues los esta-
fadores y los tiburones financieros seguirán existiendo siempre. La
naturaleza humana no cambia.
◤◤ Los convictos también tendrían derecho a su RBU, que serviría para
financiar su estancia entre rejas.
◤◤ Si hubiera jubilados que deseasen seguir trabajando, ya que a partir
de cierta edad se obligaría a dejar de trabajar (porque el objetivo
de la vida es otro), se les podría conceder extraordinariamente
gravando mucho su actividad y desalentando el presunto afán de
lucro, que pasaría a ser un valor secundario en el nuevo contrato
social. Cómo no habría jubilación pagada (podría haber planes
privados), a cambio tendrían medicinas, transportes, museos, etc.
gratuitos y descuentos en productos básicos.
26

CONCLUSIÓN

E s necesario un nuevo contrato social. La RBU no

puede plantearse, por supuesto, ni como una panacea
milagrosa ni como la única medida a adoptar: se deberán
producir enormes cambios sociales, económicos y políticos para
alcanzarla debidamente. Un primer paso para los nacionalistas
revolucionarios de cualquier país será recoger esta propuesta
como propia, por ser totalmente antiliberal, reduciendo al
dinero a servidor en vez de dueño. Se debe hacer campaña para
que no se demonice esta medida, tal y como pasó hace un siglo
con el descanso dominical o las vacaciones pagadas, que fueron
denunciadas como catastróficas para la economía, cuando
simplemente la avaricia de los grandes empresarios, las multi-
nacionales y la finanza eran el gran obstáculo para que más del
90% de la población pudiera, simplemente, descansar.

Sobre todo, es necesario hacer ver mediante sistemas como

la RBU que nadie sobra y que la condición humana no es una
mera condición animal, de uso y fuerza. Las clases extractivas
no dudarán en recurrir a la eugenesia y al maltusianismo antes
que aceptar compartir una pequeña parte de su botín.
 yP 27

La RBU no puede
plantearse, por
supuesto, ni como una
panacea milagrosa ni
como la única medida
a adoptar: se deberán
producir enormes Un primer paso para
cambios sociales, los nacionalistas
económicos y políticos revolucionarios
para alcanzarla de cualquier país
debidamente. será recoger
esta propuesta
como propia, por
ser totalmente
antiliberal,
reduciendo al dinero
a servidor en vez
de dueño. Un nuevo
contrato social es
necesario.
28

VECTORES
CRÍTICOS EN LA
EXIGENCIA DE LA
REFUNDACIÓN
NACIONAL
POR Fernando Rodríguez
Director de Vanguardia Colombia

Cuatro vectores críticos expresan

una situación específica de crisis.
Comprendidos en conjunto,
demuestran la inviabilidad del
viejo proyecto republicano y de
la construcción de la sociedad
colombiana a sus doscientos años de
historia.
 yP 29

L a necesidad de una refundación del Estado

nacional colombiano se comprende desde
cuatro vectores críticos, que expresan una
situación específica de crisis, y que, compren-
didos en conjunto, demuestran la inviabilidad del
viejo proyecto republicano y de la construcción de
la sociedad colombiana a sus doscientos años de
historia. Estos vectores yacen en las áreas de la polí-
tica, la sociedad, las instituciones, la economía y la
cultura.

Vector político (crisis del

Estado-nación y de la política)

A ctualmente estamos presen-

ciando el desmantelamiento
progresivo del Estado nacio-
nal y su reemplazo por estructuras de
poder global y por políticas que tie-
-entendida en su sentido moderno- ha
cumplido su ciclo vital, en el marco del
proyecto histórico universal de la cos-
movisión liberal-humanista.

nen su origen en la agenda ideológica Lo presente, nos obliga a reconocer los

del “mundialismo”. Sin embargo, la
crisis que hoy experimenta la vieja
república es, sobre todo, un efecto
lógico e inherente al modelo del Es-
tado, que, al ser liberal, no podía ser
sino una contingencia histórica en el
ascenso de la burguesía de clase na-
cional a internacional, y en el paso del
modelo nacionalista como base del
sistema internacional, al nuevo mo-
delo globalista y supranacional. El
desvanecimiento del Estado-nación y
de sus atributos de soberanía e iden-
tidad haya su causa en sus propios
cimientos ideológicos burgueses (in-
dividualismo social, jurídico, político y
económico; economicismo, utilitaris-
mo, positivismo; derecho humanismo,
cosmopolitismo, universalismo). Todos
ellos, elementos disolventes de
cualquier estructura comunitaria y co-
hesiva basada en la lealtad a la patria.
Dentro de esta perspectiva, la nación
defectos inmanentes a la arquitectura
ideológica, sociológica y política del
modelo nacional, que han llevado a su
propia autodestrucción y reemplazo. El
proyecto liberal-humanista ha tenido
sus ciclos de avance y retroceso, pero
actualmente se ha impuesto vertigi-
nosamente desde la última transición
constitucional. La implosión contro-
lada del modelo nacionalista tiene su
último impulso en la constitución
de 1991, y cuyos operarios han sido,
principalmente, las altas cortes -dic-
tadura de los jueces-, y los partidos
y movimientos políticos, verdaderos
agentes de la transición colombiana a
la globalización del mundo unipolar,
impuesto por la hegemonía occidental.
Prácticamente ninguna fuerza polí-
tica de relevancia opone hoy alguna
resistencia efectiva contra este pro-
ceso de deconstrucción nacional,
ni mucho menos, ha surgido una
30
apuesta alternativa a la incorporación
de Colombia al contexto internacio-
nal vigente, o -al menos- desde una
perspectiva identitaria y soberana, au-
tóctona o popular.
Por otra parte, el Estado colombia-
no ha manifestado claramente haber
fracasado en una de sus misiones
ontológicas por excelencia: “la paz so-
cial”. La decadencia del viejo modelo
nacional se ha revelado históricamen-
te con la incapacidad del Estado de
controlar efectivamente su propio te-
rritorio. Problema heredado por los
modelos y dinámicas de poblamiento
y ordenamiento político-administra-
tivo de la época colonial. El estado de
violencia y guerra permanente que
ha vivido el país desde su fundación
es la manifestación de la incapacidad
de la oligarquía nativa en establecer
un verdadero imperium al interior del
territorio y de integrar las diferentes
regiones y clases sociales en un mo-
delo cohesivo y nacional de desarrollo
político, económico y cultural. Colom-
bia, por bastante tiempo, ha existido
no más que en algunos departamentos
y ciudades.
Las tantísimas guerras civiles, la ines-
tabilidad social, el conflicto armado
interno y los diversos vectores de vio-
lencia, conflicto político y criminalidad,
que siguen al día de hoy afectando a la
nación, son producto de un territorio
escasamente controlado por las insti-
tuciones de un Estado, excesivamente
centralizado en sus grandes capita-
les, secuestrado por el clientelismo de
los clanes regionales y deslegitima-
do por las múltiples fuerzas armadas
criminales, que han disputado su mo-
nopolio de la violencia, su capacidad
para controlar el territorio y organizar
la sociedad. Los hechos históricos de-
muestran empíricamente la debilidad
de nuestras instituciones políticas y la
necesidad categórica de reconstruir la
fuerza del Estado: su imperio, su poder
de orden y justicia, su dominio territo-
rial, y, sobre todo, su legitimidad frente
a la comunidad nacional.
En lo que atañe al ámbito de la so-
beranía, piedra angular del Estado
moderno, su práctica inexistencia se
ha manifestado en las dimensiones de
la política interior y exterior. Al inte-
rior, la llamada “soberanía del pueblo”,
ha sido históricamente un simulacro.
Los partidos políticos y, sobre todo,
las oligarquías en sus directorios, han
sido quienes verdaderamente han
controlado los hilos del poder político
en el país. La democracia colombia-
na siempre ha sido monopolio de una
clase dominante que, no bastándo-
le con excluir al resto del pueblo de
su legítimo derecho a gobernarse, le
ha utilizado como peón de guerra en
la movilización de sus objetivos de
poder. Los “caudillos” y “condotieros
criollos” de los partidos -pequeños se-
ñores regionales de la guerra- han sido
los culpables históricos de la violencia
política que ha incendiado el país por
décadas. Todo ello dentro del cuadro
de una partidocracia que ha suplanta-
do al Estado: una pseudo-república de
dinastías cuasiaristocráticas.
Esto ha sido la base del conflicto y
la violencia política de los partidos,
primero, y de las organizaciones

guerrillero-insurgentes, después. La
distribución inequitativa del poder po-
lítico civil -expresión de la inequidad
económica- y la exclusión de amplios
sectores de la sociedad de sus dere-
chos y deberes ciudadanos en la cons-
trucción de la nación, ha sido el motor
de la descomposición social y de la am-
plia percepción de ilegitimidad de la
democracia y del fracaso del sistema
político. Fue la elección del sistema de
partidos, como fundamento del orden
democrático, lo que condenó la cons-
trucción del Estado y de la sociedad
nacional a una situación de violencia
perpetua, largamente prolongada por
décadas.
Los partidos han supuesto la prefe-
rencia por la parcialidad, la inquina,
la fragmentación, los intereses pe-
queño-burgueses y la división, como
sistema de negociación de nuestras
diferencias político-ideológicas; sa-
crificando el sentido de la totalidad y
unidad expresado en el Estado, reem-
plazado este en sus funciones por tales
corporaciones antinacionales. Ha sido
un lugar común justificar la existencia
de estas organizaciones bajo el supues-
to del aglutinamiento de los diversos
sectores sociales en solo dos bloques
políticos “unitarios”. Sin embargo, ¿No
habría sido mejor identificar al pueblo
con el Estado, y por ello, con un verda-
dero sentido nacional y colombiano de
la política? ¿Con una verdadera misión
grancolombiana del pueblo americano
emancipado?
Los partidos secuestraron al Estado, a
la sociedad y a la política misma. Hoy
acaso representan una proporción cada
yP 31
vez más ínfima del electorado, pero su
fuerza es tal, que siguen monopolizan-
do el ejercicio político y fragmentando
al pueblo con divisiones ficticias. En
realidad, carecen de diferencias verda-
deramente sustantivas, limitándose a
ser meros mercados políticos. Esta ha
sido una consecuencia del neoliberalis-
mo: la despolitización de la sociedad y
la desnacionalización de la política, en
beneficio del gran capital. El tecnocra-
tismo ha supuesto un punto final a la
política tradicional -postpolítica-, y ha
traído consecuencias negativas, como
la obliteración de creatividad y de la
acción políticas, y el marginamiento
de la palestra pública de tesis más fe-
cundas para el ejercicio de resistencia
y revolución. Pero también, ha propi-
ciado una oportunidad más alegre, al
agotar aquella ficción ideológica de
“las izquierdas y las derechas”. Preciso
es reconocer que esta es nuestra actual
coyuntura histórica.
Nos enfrentamos a un callejón sin sali-
da y a un verdadero punto de inflexión
política, en la medida en que estos
significantes han sido vaciados de sen-
tido original, y hoy por hoy, obedecen
por igual a un mismo planteamiento
ideológico y a un mismo sistema de
dominación. Ningún partido políti-
co -tradicional o moderno- está en la
capacidad de ofrecer un verdadero
programa de unidad e insubordinación
nacional. No bastándoles con poseer
una naturaleza netamente destructiva,
los partidos se han vuelto los instru-
mentos predilectos de la implantación
ideológica del mundialismo en el país,
vía tecnocracia.
32

Con respecto a la política exterior, la ausencia de
verdadera soberanía nacional ha sido más que
evidente. Después de la emancipación frente al
imperio hispánico la república colombiana cayó en
la órbita de la dominación imperialista del mundo
angloestadounidense, perdiendo rápidamente sus
atributos de Estado independiente y limitándose
únicamente a los aspectos formales de la soberanía.
Pero de facto, bajo la influencia directa e indirecta
de Inglaterra, primero, y Estados Unidos, después.
Todo ello, haya su causa en una concepción neta-
mente idealista y patriotera de la soberanía, y no
en una comprensión realista de la misma. El poder
es el verdadero factor de cualquier estatus de so-
beranía, y fue precisamente la precariedad en la
construcción de este poder nacional lo que nos
arrojó a la completa dependencia con respecto a las
potencias del norte, en los diversos ámbitos de la
vida nacional.
nuestras hegemonías tutelares. Nuestra condición
de existencia es al tiempo nuestra condición de de-
pendencia. Tal es la situación en la que se haya hoy
Colombia a sus doscientos años de historia republi-
cana “independiente”.
En resumen, este vector político es una crisis del ca-
rácter nacional del Estado. De su misión ontológica
de garantizar la paz social. Es una crisis de la demo-
cracia participativa que fue reemplazada por los
abusos de la democracia representativa, en manos
de los partidos oligárquicos y del “parlamentarismo”.
Es una crisis de todas las opciones políticas, hoy ago-
tadas y sustituidas por un solo pensamiento único
y alienante: la tecnocracia global-capitalista. Y es,
sobre todo, una crisis de la soberanía
nacional y de nuestro esta-
tuto de independencia.

Así como en la dialéctica de dominación de las cla-

ses sociales, donde la explotación del trabajador
es la condición para el mantenimiento del capita-
lismo, la subordinación de unos países respecto
a otros es la condición de existencia del sistema
liberal internacional. En este sistema de poder Co-
lombia ha quedado absorbida progresivamente
como un sujeto dominado por las hegemonías del
norte. Bajo esta lógica, comprendemos que es cada
vez más imposible realizar un verdadero proceso de
insubordinación política y autodeterminación sin
comprometer la salud de nuestro desarrollo y nues-
tra seguridad nacional. Ese es el resultado de la
decisión “consciente” de la oligarquía antinacional
de atar la dirección de nuestro desarrollo al destino
del imperialismo angloestadounidense.

El grado de dependencia y subordinación es tan

preocupante que nuestro destino como estado
pareciera depender de la existencia del orden
internacional vigente. En el que somos -por
supuesto- un actor subordinado y periférico. Atán-
donos, por ello, al destino fatal y destructivo de

Vector socio-institucional
(crisis de anomía social
y de legitimidad de las
instituciones)
D erivado del proceso an-
teriormente señalado el
pueblo ha existido, en
gran medida, a pesar del Estado.
La debilidad de las instituciones,
su corrupción, y, muy a menudo,
la violencia por ellas infligida a la
sociedad, ha generado un progre-
sivo desafecto y desidentificación
del ciudadano con respecto al
Estado y a la nación. A causa de
ello, el impacto de la globalización
ha acelerado diversos procesos
que convergen en la disolución
de los antiguos tejidos sociales,
que brindaban coherencia comu-
nitaria, orden social y sentido de
pertenencia. La idea de una co-
munidad global constituida por
“individuos”, cuya interacción
social está mediada por el merca-
do, por comunidades ideológicas
trasnacionales y por una “cultura”
cada vez más globalizada, digital
y menos arraigada, ha disuelto el
espacio patriótico de pertenencia
en una geografía virtualmente liza
y sin fronteras; donde la nación es
un punto cartográfico entre otros
y cuyo carácter apenas es circuns-
tancial y no afectivo o esencial. Los
elementos de arraigo cultural son
cada vez más etéreos y menos vin-
culantes. De allí que la “ciudadanía
global” se esté imponiendo sobre
yP 33
la nacional, y lo que es peor, bajo
el auspicio directo del Estado, que
abandona así su razón nacionalis-
ta de ser.
El carácter disgregador de la so-
ciedad individualista posmoderna
disuelve y atomiza los grupos
sociales, los divide y enfrenta a
partir de identificaciones cada vez
más diversas, diluyendo todo gran
elemento que pueda asegurar la
cohesión social de tipo comuni-
tario -o incluso de clase-, que es
la precondición a la existencia
misma de una sociedad nacional.
La falta de armonía social siempre
ha sido un problema transversal
a la existencia del país. La bruta-
lidad y la violencia endémica que
nos ha caracterizado es símbolo
de un malestar profundo conoci-
do como “anomía social”: la falta
de normas, principios y valores
sólidos compartidos, así como de
instituciones que garanticen la
coexistencia pacífica. La conver-
gencia de la secularización, del
individualismo, del capitalismo y
de los efectos sociales derivados
de la guerra, del crimen y de las
amplísimas carencias materiales
y humanitarias, ha potenciado la
crisis de los valores morales: la
completa desestimación de la vida
34
y la dignidad humana, que se
refleja en una situación de vio-
lencia latente y degradación
moral de la sociedad civil.
La actual coyuntura histórica
del país representa un punto de
inflexión que revela el cada vez
más amplio cuestionamiento de
las instituciones tradicionales y
de su legitimidad. Por un lado,
aquellas instituciones que, por
su histórica corrupción, han de-
fraudado la confianza ciudadana
(el Estado, la democracia, la ley,
los partidos, el ejército, la policía,
la burocracia gubernamental,
gremios, sindicatos), y que, en
su actual estado, carecen de las
posibilidades necesarias para ge-
nerar las transformaciones que
reclama la nación. Por el otro,
existen las instituciones que,
junto con las primeras, se han
corrompido en sus fundamentos
tradicionales y han mutado para
adaptarse a la globalización li-
beral (familia, educación, arte,
religión, costumbres). Perdiendo
todas aquellas características
que pudieron haber dotado a la
patria de identidad y grandeza
nacional. Nuestras instituciones
corruptas, vaciadas y deforma-
das, son ahora reconstituidas
bajo la ingeniería del código glo-
balista, y por ello, reorientadas
en contra de todo principio que
persiga el interés nacional.
Este vector crítico expresa la
crisis de la legitimidad de las
instituciones y de la confianza
ciudadana depositada en ellas.
Expone la crisis de los valores, de
la dignidad humana y de la exis-
tencia de normas sólidas para la
armonía social; de la disgrega-
ción de la coherencia comunitaria
y de los vínculos afectivos para
con la patria y la identificación
con la nación. Es una crisis del
orden, la disciplina, la seguridad
y la autoridad. Y es una crisis de
alienación de las instituciones
tradicionales por la hegemonía
ideológica del mundialismo.

Vector económico (crisis del
modelo de desarrollo y de la
justicia social)
A l igual que nuestra
situación política in-
ternacional, nuestra
economía se ha inscrito en el
sistema de comercio capitalista
global; base de la dialéctica de
dominación entre los países de-
sarrollados y los países “en vías
de desarrollo”. El sistema econó-
mico internacional no es -como
se nos hizo creer- un mercado
de libre concurrencia, sino que
es una estructura que obedece
a los intereses de poder de los
actores que le han creado y que
han establecido sus fines, prin-
cipios legales y normas de juego,
dentro del proyecto de hegemo-
nía global del capitalismo y del
liberalismo occidental. La eco-
nomía “global” es, primero que
todo, economía política, y, por
lo tanto, es un sistema defini-
do de interés y poder que utiliza
al mercado como estructura de
subordinación, de privilegio, de
exclusión, de sanción y de guerra.
Colombia ha establecido un
contrato legal con el sistema co-
mercial global, aceptando la
división internacional del trabajo
como exportadora neta de mate-
rias primas, y, en consecuencia,
consintiendo la dominación de
los mercados y de los agentes
económicos extranjeros sobre
nuestras posibilidades de desa-
rrollo e “independencia” política.
A través de la ideología del libre
mercado y de las necesidades de
modernización se ha creado una
condición de dependencia per-
petua, que ha ratificado nuestra
situación de inferioridad frente
a las potencias industrializadas.
Persiguiendo la falsa esperan-
za de que se nos compartirían
las bondades de su desarrollo,
se ha colado entre las relaciones
económicas todo un régimen de
expoliación de nuestras rique-
zas, de explotación social y de
sumisión política. El hecho de
que sigamos profundizando en
las relaciones comerciales con
las potencias occidentales como
mercados privilegiados, sólo
agudiza nuestro grado de depen-
dencia, y es por ello la máxima
señal de un punto muerto en
la aspiración a un desarro-
llo autónomo con finalidades
de independencia nacional en
el marco de un nuevo orden
multipolar.
La economía colombiana -al
igual que el resto en Latinoamé-
rica- ha sido construida bajo la
dirección de la oligarquía nativa,
que, inscribiéndose en el men-
cionado sistema de comercio
yP 35
internacional, ha cimentado toda
una estructura de dependencia; y
que por sus mezquinos intereses
clasistas e ideología retardataria,
no ha sabido construir un verda-
dero proceso de industrialización
y desarrollo nacional, sino es des-
truyendo y desmantelando el
patrimonio toda vez que muestra
signos de verdadero despe-
gue. La más clara muestra de
nuestra esclerosis y mediocridad
económica es la incapacidad de-
clarada de desarrollar nuestras
capacidades tecno-industria-
les sin la asistencia extranjera.
Sin una estructura productiva in-
dustrializada, carecemos de las
bases para el desarrollo de poder
nacional, lo que nos ha relegado
a la periferia del sistema mundial
y a ser objeto dominado de inte-
reses ajenos a nuestra voluntad.
Nuestra debilidad económica es,
al tiempo, nuestra gran debilidad
política. Hoy por hoy esta inca-
pacidad, atraso y dependencia
parecieran haberse naturalizado
y convertido en nuestro destino
histórico y en el carácter mismo
de la economía nacional.
En razón de lo anterior se puede
afirmar que hemos alcanzado el
fondo de una crisis que se hace
más palpable: la inviabilidad del
36
mercado laboral colombiano, y,
por lo tanto, de la perspectiva de
una vida en el país. La diáspora
de compatriotas, motivada, ya no
únicamente por la violencia, sino,
porque no encuentran en el país
oportunidades dignas para su
desarrollo particular, representa
un duro golpe a los cimientos de
la nacionalidad. Ni el más devoto
de los patriotismos puede resistir
la exigencia de un pueblo que no
encuentra en su tierra oportuni-
dades materiales de realización.
Situación crítica que evidencia
el estancamiento económico del
país, así como la macrocefalia
de las megalópolis tecnológicas
globales que absorben cada vez
más a hombres y mujeres de
todo el mundo, dejando al resto
del planeta convertido en pro-
vincias despobladas de cerebros
y de fuerzas productivas ¿Qué
puede ser del futuro un país cuya
fuerza trabajadora e intelectual
se escapa por legiones?
Finalmente, el mayor fracaso del
modelo de desarrollo ha sido la
incapacidad del sistema econó-
mico de incluir a grandes partes
del pueblo en el goce efectivo de
la riqueza producida y en la satis-
facción plena de las necesidades
básicas. La pobreza y la inmensa
desigualdad en todos sus niveles
y dimensiones se ha confundido
con el nombre de Colombia. El
tecnocratismo dominante, cen-
trado en la doctrina de los índices
de crecimiento, debe dar paso a
una verdadera concepción na-
cionalista de economía social,
cimentada sobre el primado del
desarrollo humano y del interés
nacional. Lamentablemente, la
avaricia de la clase oligárquica ha
rematado el pico de un modelo
débil de desarrollo, con su cla-
sismo furibundo y su control
exclusivista de los medios de
reproducción política, económi-
ca y cultural. La concentración
abusiva del poder contrasta ver-
gonzante con las vastas regiones
abandonadas a su suerte, y por
las clases proletarias urbanas
y rurales que apenas si logran
mantenerse en “el rebusque”;
agolpándose miserablemente en
las puertas doradas de la opulen-
cia o de la caridad burocrática.
Un país inmensamente rico en
recursos que nada en su propia
pobreza. ¿No es esto prueba su-
ficiente del fracaso de un modelo
político y económico que no ha
podido explotar las inmensas
ventajas naturales que posee Co-
lombia con su fecunda naturaleza
y su vasta y estratégica geografía?
Que de desorden y de incapaci-
dad para procurar, en doscientos
años, la creación de un mercado
doméstico racionalmente articu-
lado y socialmente benéfico para
todo colombiano, no importa
su localización geográfica o su
origen social. El espacio se con-
virtió en una fatalidad que aun
no hemos podido asaltar con
nuestra inteligencia. La realidad
espacial del Estado es, quizá, el
vector central de todas nuestras
dificultades políticas, geopolí-
ticas y económicas. Un acto de
refundación del Estado debe ser,
en consecuencia, una misión de
reconquista territorial de nuestro
propio país.
Colombia, la cara más típica de
una pobreza endémica y regio-
nal. Expresión de un sistema

de poder indolente y de un
modelo que permite la existen-
cia de amplias capas reducidas
a la miseria extrema. Donde las
clases bajas apenas si sobrevi-
ven y la clase media está cada
día amenazada de convertirse en
una masa precarizada, condena-
da a vender su trabajo por debajo
de sus reales méritos, y a ver que-
brada su empresa por las políticas
aperturistas del neoliberalismo.
Esto explicita, además, las serias
dificultades para construir una
economía competitiva, tanto en
el mercado doméstico como en el
externo. En contraste, unas clases
altas encerradas en la burbuja
ideológica del crecimiento (ido-
latría del PIB) integradas más a
la globalización que a su tierra,
y que se desentienden -o que
no quieren comprender- que
el abismo que las separa de las
otras clases es, cada día, más in-
sostenible. ¿Cómo puede existir
comunidad nacional en con-
diciones de una latente, pero
legitimada, lucha de clases?
El nuestro ha sido un modelo
que no ha creado las bases para
la incorporación social al goce
colectivo de la riqueza. Por el
contrario, ha convertido al país
en un foco de expulsión pobla-
cional de la región y una Sodoma
de segregación clasista y de gra-
vísimas carencias materiales.
A esto se le suma un alto en-
deudamiento, que, sobre la
base de una economía poco
industrializada, precarizada, in-
formal, deficitaria, desfalcada,
yP 37
escasamente especializada, ilegal
y de muy baja productividad,
carece hoy de los recursos nece-
sarios para maniobrar y realizar
las reformas de amplia enverga-
dura que reconduzcan el sistema
a uno de justicia social, inde-
pendencia y soberanía. No sólo
nuestro modelo político-eco-
nómico liberal no puede hacer
nada por cambiar esta situación,
es que es él mismo la causa de la
desigualdad, la explotación y la
miseria social. Precisamente son
estas las condiciones fundantes
de su existencia.
Este vector crítico es la crisis del
modelo de desarrollo econó-
mico, que no ha podido crear
los cimientos de una economía
productiva, industrializada, in-
dependiente, ni muchos menos
autárquica, y que nos ha some-
tido a una condición perpetua
de dependencia, asistencia
externa, presión geopolítica y
marginamiento en la periferia
del sistema internacional. Es la
crisis de la incapacidad para al-
canzar los niveles de desarrollo
tecnológico, industrial y cientí-
fico de las potencias globales e
incluso regionales. Es, también,
la crisis de un modelo centra-
do en los índices de crecimiento
de la concentración de capita-
les, y no en el desarrollo social y
humano del pueblo en su conjun-
to. Sobre todo, es la crisis de una
pobreza sistémica y permanen-
te, ratificada y legitimada por la
oligarquía nativa dominante: “el
país político”.
38
Vector ideológico-cultural
(crisis de la ideología nacional)
F inalmente, la cumbre de la
crisis del estado nacional
colombiano es la ausen-
cia de una ideología rectora y
fundante. De una idea misma de
nación y de estado que oriente y
de sentido al devenir de la repú-
blica, como a su propia de razón
de ser. Este ha sido por siempre
un campo en disputa por los par-
tidos y sus corrientes internas.
Lo que podría decirse que fue
por largo tiempo una especie de
ideal nacional: el bolivarianismo,
el hispanoamericanismo y el ca-
tolicismo; ideas en su momento
ya eclécticas y muy ambiguas, al
día de hoy han desaparecido to-
talmente del espacio ideológico
del Estado -o incluso peor- están
satanizadas, marginadas o prác-
ticamente censuradas. El rechazo
abierto al ideal bolivariano y a su
figura fundadora por parte de los
diversos sectores políticos de la
nación, -incluidos los falsamente
llamados nacionalistas-, ade-
más de la completa indiferencia
popular, expresa la implosión
ideológica de la república y un
punto crítico de quiebre moral.
Este vacío ideológico -presente
hoy más que nunca- ha venido
siendo llenado con los conteni-
dos ideológicos del globalismo,
convirtiéndose en la moral oficial
del Estado y en el derrotero de los
partidos políticos. Introducién-
dose, además, en el pensamiento
del pueblo colombiano, así como
en su modus vivendi, en la me-
dida en que las instituciones y
el estilo de vida globalista edifi-
can todas las posibilidades de la
realidad cotidiana. ¿Qué somos
como nación? ¿De dónde vini-
mos? ¿Hacia dónde nos dirigimos
como pueblo? ¿Qué tipo de na-
ción queremos ser? ¿Cuál debe
ser el sentido moral de nuestras
instituciones? ¿Qué tipo humano
queremos edificar? De continuar
así ¿Existiremos como Estado en
el futuro? La capitulación de la
nacionalidad pareciera ser un
efecto y causa misma del fracaso
rampante de la vieja república.
Solo un ideal nacional puede res-
ponder estas preguntas. Pero,
precisamente, de ello es de lo que
carecemos; convirtiéndonos en
sujetos alienados que cumplen
la voluntad de aquellos Estados
y agentes de poder que sí poseen
una ideología propia.
La ausencia del ideal nacional se
manifiesta de diversas formas.
En la indiferencia frente a los
símbolos patrióticos y de toda ex-
presión de civismo clásico; en la
inconciencia histórica que vacía
progresivamente la praxis políti-
ca y de defensa de la soberanía;
en el desafecto a la tierra patria
y al interés nacional; en el des-
precio de la cultura tradicional y
la idolatría racista al cosmopoli-
tismo del “primer mundo”. Es la
confusión en la idea de identidad
nacional y en el individualis-
mo como imperativo moral; es
la falta de una agenda contra-
hegemónica y soberanista que
oriente nuestra política exterior.
Pero, también, se manifiesta en
la permanencia de discursos ana-
crónicos y descontextualizados,
como la división entre izquier-
das y derechas, o la contradicción
entre antifascismos y antico-
munismos. No reconociendo la
obsolescencia de dichas cate-
gorías en el actual contexto
globalista y postliberal del siglo
XXI. Todo esto es, al tiempo,
una grave crisis de los ejes de re-
ferencia para la interpretación
histórica y para la orientación
de la acción política. Los colom-
bianos están desorientados para
comprender el momento nacio-
nal y global actuales, careciendo
de un ideal contrahegemónico
que pueda ofrecer resistencia y
una agenda política propia como
sociedad y como nación.

Finalmente, la urgencia de una
ideología nacional es la nece-
sidad de una sólida moralidad
pública que, ante el declive de
la influencia religiosa en la so-
ciedad, oriente la acción de los
ciudadanos y de las instituciones
en un sentido trascendente. Este
ideal debe ser la visión de una
Gran Colombia inmortal, patria
espiritual y hogar materno de
todos los colombianos, dentro
de la gran civilización continen-
tal iberoamericana. Debe ser la
elevación metafísica de un hu-
manismo-vitalista colombiano,
de nuestro sentido propio de la
existencia. Es la afirmación de la
unidad nacional por encima de
los partidos y las divisiones sec-
tarias. De una ética basada en la
justicia, la virtud, la sabiduría, el
bien común, el deber, el honor,
la disciplina, la responsabilidad
social, el sacrificio y el heroísmo.
Pero también, debe ser una base
racional de interpretación del
conflicto social y de orientación
de la acción política, conforme
a una génesis y a una teleología
nacionales, es decir, del reconoci-
miento real de nuestra identidad,
así como de nuestra misión de
destino como pueblo en el mun-
do y la historia.
Esta es una crisis espiritual por
la ausencia de un ideal rector del
Estado nacional colombiano. Es
la carencia de un discurso sólido
yP 39
e integrador de la identidad, así
como de la orientación de desti-
no de la patria. Es la crisis de los
valores cívicos y patrióticos, así
como de la moralidad pública.
Es una crisis del pensamiento
político nacional, que brilla por
su ausencia y que adolece de la
capacidad para interpretar el
momento histórico. Y es, ante
todo, una crisis de alienación
ante la voluntad dominante de
las hegemonías rectoras de la po-
lítica mundial y sus intereses. Es
la incapacidad para generar una
insubordinación ideológica de
resistencia.
Por lo anteriormente señalado,
justificamos interpretar nuestro
momento histórico como un hito
de crisis estructural de la repúbli-
ca; no como una simple coyuntura
circunstancial, sino como el pun-
to de inflexión de un recorrido
político agotado y fallido, que
impone la urgencia histórica de
refundar el Estado. Claro está, si
es que queremos seguir existien-
do como pueblo soberano. Si, por
el contrario, deseamos encontrar
rápido la muerte, entonces solo
la conformidad basta para llegar
a tan ignominioso destino. Es
por ello necesario, como primer
momento, desarrollar un nuevo
pensamiento político, basado
en un renovado ideal nacional
revolucionario.
40

Justificamos
interpretar
nuestro momento
histórico como
no como una
un hito de crisis
simple coyuntura
estructural de la
circunstancial,
república;
sino como el punto
de inflexión de un
recorrido político
agotado y fallido,
que impone la
urgencia histórica
de refundar el
Estado.
 yP 41

DISENSO
ruptura frente a
la dictadura
deshumanizadora del
pensamiento único

POR Facundo Cuadro

El disenso se encuentra en las mismas

raíces del pensamiento humano. Desde
el sustrato mitológico de la historia de
Prometeo que roba la llama de los dioses o
el comienzo del génesis, cuando Adan y Eva
desobedecen el mandato de no comer del
fruto prohibido del árbol del Bien y del Mal;
a la alegoría fundante de la filosofía: el mito
de la caverna.
42
P ensamos con pala-
bras, que utiliza-
mos para estructu-
rar nuestras ideas
y acercarnos a la
verdad. La verdad es la realidad
de las cosas, comienza diciendo
Jaime Balmes en “El criterio”. Y
pensar bien consiste en acercar-
nos a la verdad de las cosas, a
la realidad, utilizando las pala-
bras correctas. Se hace necesario
aclarar términos, cribar, para que
estos no se conformen de una
manera mítica o meramente pro-
pagandística, para que podamos
entender su esencia y utilizar-
los políticamente para cambiar
nuestra realidad. Es que, a decir
verdad y aunque algún “filósofo”
de segundo o tercer orden pue-
da sentirse ofendido, la filosofía
no sirve para nada, no tiene un
valor en sí si no tiene una proyec-
ción política. En toda filosofía,
nos enseña Alberto Buela, hay un
trasfondo metapolítico, y asimis-
mo un thelos que se persigue de
forma consciente o inconsciente.
No es diferente para nosotros.
Desde nuestra humilde posición
buscamos, con aciertos y errores,
ejercitar una filosofía y construir
un pensamiento soberano. Se nos
puede criticar, y probablemente
con mucha razón, que carecemos
de un sistema y que pecamos de
atrevidos. Aceptamos la crítica,
pero eso no debilita nuestra em-
presa, porque nos hemos pro-
puesto una meta: construir nues-
tra Identidad Soberana.
El término que vamos a tratar, lo
dice en el título, es el de “disenso”.
Al contrario de lo común, donde
se citan los autores que sirven de
marco teórico al final, nosotros lo
haremos al principio. No es por-
que no tengamos pensamiento
propio, como algún idiota con ai-
res de grandeza nos ha criticado,
que leemos y comentamos auto-
res. Sino todo lo contrario, tene-
mos pensamiento propio porque
leemos, citamos y comentamos
autores. Para este caso son dos
Es un “otro sentido” que nace de
una propuesta que se opone a lo
que está dado. Esto nos recuerda
al presupuesto base de la filoso-
fía de Gustavo Bueno, que afirma
que “pensar es siempre pensar
contra alguien o algo”. El disenso
como ejercicio filosófico parte de
esta idea. Al hacerse operativo
los autores que nos van a ayudar implica un “decir que no” al po-
a pensar: Alberto Buela Lamas, der, a una situación dada o al or-
el teórico más importante sobre den simbólico predominante que
el tema del disenso, Argentino, determina el horizonte de senti-
criollo y peronista (para mí, un do. En el disenso hay siempre di-
maestro) y el italiano Diego Fu- námica, hay movimiento, cambio
saro. Buscaremos una síntesis y modificación. En palabras de
particular de sus pensamientos, Fusaro: “… el gesto de disentir no
y a ellos les debemos las gracias se limita a la figura de la refuta-
por inculcar las ideas que han ido ción y de la oposición: al contra-
fermentando para lograr esta rio, niega para afirmar y destitu-
construcción. ye para restituir”. Positivamente,
en el movimiento dialéctico, el
“La historia de la humanidad es disenso consiste en la afirmación
la historia del disenso” comienza de la posición que es negada, cen-
escribiendo Fusaro en “Pensari surada, reprimida, ignorada, que
altrimenti”. Disenso quiere decir se plantea como alternativa a lo
“otro sentido”, tiene en su raíz el dado. El disenso como forma de
griego “dis” que significa “otro”. decir que no siempre implica una
En latín es “dissentio” que puede actitud activa y afirmativa, aun-
traducirse también como “sentir que suene paradójico. Es el con-
diversamente” o “sentir alterna- senso del siempre lo mismo, la
tivo”. Este sentir alternativo es actitud pasiva y fácil, la que lleva
siempre un sentir contra. Pero, al
contrario de lo que nos quieren
hacer creer, el disenso no es
un pensamiento negativo.
En un análisis dialéctico
el disenso opera como
antítesis de una te-
sis que es el orden
constituido, sea real
o simbólico, y es en
sí un orden distinto y
necesario para alcan-
zar una nueva síntesis.
El disenso opera como
oposición al orden anti-
guo que se pretende superar.
Alberto Buela

a ser empujados por la corriente
y dominados por la mayoría.
El disenso se encuentra en las
mismas raíces del pensamiento
humano. Desde el sustrato mito-
lógico de la historia de Prometeo
que roba la llama de los dioses
o el comienzo del génesis, cuan-
do Adan y Eva desobedecen el
mandato de no comer del fruto
prohibido del árbol del Bien y del
Mal; a la alegoría fundante de la
filosofía: el mito de la caverna. El
mito de la Caverna se encuentra
en el libro séptimo de La Repúbli-
ca de Platón. La historia describe
a un grupo de personas que han
vivido toda su vida dentro de una
cueva, atados de pies y manos,
mirando hacia una pared en la
que solo pueden ver sombras
proyectadas por una hoguera
detrás de ellos. Estas sombras
son su única realidad y creen que
todo lo que hay en el mundo es
lo que pueden ver en la pared de
la cueva. Un día, uno de ellos es
liberado y sale de la cueva, des-
cubriendo que el mundo real es
mucho más amplio y complejo de
lo que imaginaban. Cuando trata
de volver a la cueva para contar-
les a sus compañeros lo que ha
descubierto, ellos no le creen y
lo consideran loco. Para ellos, la
única realidad son las sombras
en la pared y no pueden concebir
que haya algo más allá de ellas. El
disidente, aquí, es aquel que ha
salido de la cueva. El prisionero
que sale de la cueva representa
a alguien que ha visto una ver-
dad que los demás no han visto,
y que presenta un “otro sentido”.
El disenso entendido desde aquí
es el pensamiento crítico, una
invitación a ver la realidad más
allá de las apariencias y de
las verdades aceptadas por
la mayoría, y es fuente
de aprendizaje y creci-
miento personal.
Esto último nos re-
fleja la dificultad del
pensamiento disidien-
te, que se ve relegado
frente a la hegemonía.
Trae aparejadas múlti-
ples resistencias, ya que
abre el pensamiento crítico
cuando permite pensar desde
otras premisas, otro marco teó-
rico. Pero, al hacerlo, busca cam-
biar el núcleo paradigmático, el
sentido dado y compartido por
la mayoría. Por eso es un pen-
samiento marginal. Y ahí está
uno de los mayores desafíos que
presenta: el de cómo romper las
resistencias. Resistencias masifi-
cadas en una sociedad del espec-
táculo que dicta la verdad desde
los medios de propaganda e in-
geniería social propagandeados
desde el sistema. No vamos a en-
contrar el disenso en primer pla-
na ni en horario central.
No hay una sola forma de expre-
sar el disenso. Como el Ser en la
“Metafísica” de Aristóteles, “el
disenso se dice de muchas mane-
ras” pero siempre es una actitud
existencial. El disenso alcanza
formas múltiples: la desobedien-
cia, la insubordinación, la resis-
tencia, la protestas, el desacuer-
do. Podríamos hablar también de
“grados” de disenso, pudiendo ser
el menor grado la desobediencia
concreta a una ley o a un manda-
to por parte de una persona, y el
mayor grado una revolución total
que busque cambiar el sistema
yP 43
Diego Fusaro
de raíz, pues no está de acuer-
do con nada. Cuando el disenso
se expresa en un carácter políti-
co comunitario es necesario un
abordaje socio-histórico, ya que
no es posible entenderlo sin una
objetivación histórica de ese sen-
tir alternativo. Así, una rebelión
o una revolución es imposible de
entender como una práctica disi-
dente sin tener en cuenta las con-
diciones materiales y espiritua-
les que llevaron a su existencia y
desarrollo. Políticamente estos
movimientos se transforman en
un “poder destituyente” que bus-
ca quitarle fuerza o hasta des-
truir el orden establecido, real o
simbólico, para luego plantear
una nueva síntesis como “poder
constituyente”.
El disenso es una virtud consti-
tutiva de la democracia. La for-
talece, al necesitar siempre la
libertad de pensamiento y de
expresión. Estas libertades no
pueden, en una sociedad demo-
crática, estar solo disponibles
para el pensamiento homologa-
do. “Democracia” implica tanto
que el poder pertenece al pueblo
44
como que el pueblo tiene la capa-
cidad de ejercer el poder. A partir
de esto podemos discutir si en la
democracia realmente existente
el poder está en el pueblo, o si
en realidad decide el mercado,
la técnica y la fuerza. Podemos
sacar nuestra propias concluiso-
nes. El papel del pueblo es dar
legitimidad, mediante los me-
canismos democráticos, a los
procesos de consenso que no son
democráticos. Pero así el pueblo
no ejerce el poder, porque la cas-
ta política que dirije los partidos
políticos, que funcionan como
influencer de la propaganda me-
diática televisada, son realmente
esclavos, siervos, de los plutócra-
tas que manejan el capital finan-
ciero. Son buenos para sacarse
selfies, para tuitear y para simu-
lar disputas con otros de su mis-
ma calaña, pero no tienen una
visión política y cultural clara,
pues están desideologizados. Ca-
recen de ideas políticas porque
solo pueden imitar, simular, y su
papel como políticos es el de ba-
jar y hacer valer el consenso que
previamente han estipulados los
que realmente manejan los hilos
del poder. Bien podríamos llamar
este sistema, en lugar de demo-
cracia, “plutocracia financiera” (o,
para los que gusten, un sinónimo
criollo: “cleptocorporatocracia”).
Los plutócratas son los que tie-
nen la riqueza y que de facto ma-
nejan el mercado (mercado que
no es, no fue y nunca será, por su
propia ontología, “libre”), y que
diseñan los consensos, su propia
visión de mundo, a través de los
grupos de lobby, por ejemplo el
Foro económico Mundial, o el
Club de Roma, o el Club Bilder-
berg, etc. Así crean planes y pro-
gramas a aplicar en los nodos de
una red que está en sintonía con
sus intereses como clase domi-
nante. Los políticos son seleccio-
nados ad hoc para cumplir con
los mandatos y simular la ruptu-
ra de izquierda y derecha. Apli-
can reformas que benefician a
las clases dominantes, valorando
cada vez más la técnica (incluso
para la toma de decisiones), la
cesión de parcelas de soberanía y
la entrega de los bienes comunes
de la población llevándose pues-
ta la constitución; en nuestro país
con un interés especial en el más
preciado de nuestros bienes: el
agua.
Siguiendo la propuesta de Buela,
la teoría del disenso tiene una re-
lación metapolítica y ontológica.
Si la metapolítica se encarga de
analizar las categorías filosófi-
cas que subyacen al pensamien-
to político, entonces el disenso
desde un análisis metapolítico
es la categoría opuesta a la teoría
del consenso, que homogeniza
el pensamiento político donde
todos son socialdemócratas o de-
moliberales. Esta socialdemocra-
cia , metapolíticamente, acepta
la antropología liberal (indivi-
dualista, donde “el hombre es el
lobo del hombre” y que necesita
del contrato social para “ordenar”
las actitudes de las personas) y,
sobre todo, acepta el liberalismo
económico realmente existente
que es, le pese a quien le pese, “la
oligarquía mundial del dinero”;
un liberalismo que mercantili-
za todos los aspectos de la vida
humana, hasta los “excedentes
conductuales”, en la nueva era
del capitalismo de la vigilancia
(Zuboff).
Entonces, la teoría del disenso
de Alberto Buela se constituye
como una respuesta a la teoría
del consenso del pensador Jun-
ger Habermas, de la escuela de
Frankfurt. La teoría del consen-
so de Junger Habermas es una
teoría política y filosófica que
propone que la democracia y la
justicia social se pueden lograr
a través del diálogo y la comuni-
cación racional entre los ciuda-
danos. Según Habermas, la so-
ciedad democrática ideal se basa
en un consenso comunicativo,
en el cual los ciudadanos deba-
ten abierta y racionalmente los
asuntos públicos para llegar a un
acuerdo justo y equitativo. Para
lograr esto, es necesario que los
ciudadanos tengan acceso a in-
formación completa y objetiva,
y que se les permita expresar sus
opiniones libremente en un “ágo-
ra democrática” en el espacio
público. Habermas en la acción
comunicativa plantea las reglas
y el procedimiento, los pasos a
seguir para que se de el diálogo
y se alcance el consenso. Pero tal
cosa no existe, más que en los se-
minarios académicos de la “inte-
lligentsia” paga de la universidad
(y la teoría tampoco funciona en
esos ámbitos, porque en el aca-
demia hay variadas luchas de
poder).
 yP 45

El disenso es una
virtud constitutiva
de la democracia. La
fortalece, al necesitar
siempre la libertad
de pensamiento y
de expresión. Estas
libertades no pueden,
en una sociedad “Democracia” implica
democrática, estar tanto que el poder
solo disponibles pertenece al pueblo
para el pensamiento como que el pueblo
homologado. tiene la capacidad
de ejercer el poder.
A partir de esto
podemos discutir
si en la democracia
realmente existente
el poder está en
el pueblo, o si en
realidad decide el
mercado, la técnica
y la fuerza. Podemos
sacar nuestra propias
concluisones.
46
Por lo tanto, la principal crítica
que se le realiza a la teoría de Ha-
bermas es su falta de realismo y
su excesivo idealismo. Su teoría
ignora las relaciones de poder y
las desigualdades que existen
en la sociedad. Al centrarse en
la comunicación y el consenso,
se pierde de vista cómo las per-
sonas con más poder pueden
imponer sus intereses y limitar
la capacidad de otros para parti-
cipar en la discusión. Asimismo
no se tiene en cuenta los acuer-
dos previos de los poderosos.
Esto último es lo fundante en las
democracias occidentales don-
de el consenso de los grandes
partidos transforma al voto en
una formalidad, mientras todos
participan en una gran coalición
“estamos-todos-de-acuerdo”.
Porque si bien pueden estar en
desacuerdo en cuestiones parcia-
les y secundarias, no se niegan las
bases mismas del sistema, no se
tocan los temas estructurales del
país (que tienen que ver con la
economía política: pues es que
los partidos políticos están sub-
yugados por el peso de los impe-
rios económicos, que son los que
realmente mueven el mundo al
mover la economía). Esto lleva a
que adoptemos la denominación
de “PUNOM” (Partido Único del
Nuevo Orden Mundial) donde los
grandes partidos están a merced
de las órdenes del poder corpo-
rativo y las organismos multila-
terales de crédito. De esta ma-
nera la democracia se convierte
en un mero mecanismo formal y
procedimental, pero carente de
esencia. La persona es reducida
a ser un voto que se expresa cada
4 años. Votar es el único ejercicio
de soberanía que puede realizar,
y este es vacuo, porque indepen-
dientemente de lo que vote, nada
cambia. Se sustituye el poder del
diálogo por el diálogo del poder.
Porque el consenso previo ya está
tomado.
El pensamiento crítico que plan-
tea el disenso no es bien visto
desde el poder, y es combatido.
Se busca deslegitimar toda críti-
ca al orden existente, sobre todo
las radicales. Tal fue el caso du-
rante la plandemia, donde por
medio del terrorismo mediático
se trató de cosificar a todo aquel
que pretendiera plantear una in-
terpretación alternativa a la polí-
ticamente correcta (de alta dosis
de terrorismo sanitario en hora-
rio central) o poseer una decisión
soberana sobre su cuerpo. Así se
dio un proceso de deshumaniza-
ción, donde la persona que osara
contrariar el relato oficial era es-
tigmatizado, denigrado, negados
(paradójico cuando se referían a
tales como “negacionistas”) y ti-
tulados como herejes bajo mote
de negacionaistas, antivacunas
o conspiranoicos. Tal fue el com-
bate al pensamiento crítico que
se crearon institutos por parte
del poder con la única finalidad
de discriminar, a partir de funda-
mentos pseudocientíficos y ape-
laciones a la autoridad, como fue
el “pase verde”.

Hoy, en muchos casos, a pesar de
tener la posibilidad de pensar
libremente, reina el pensamien-
to único. El pensamiento único
funciona, al decir de Buela, como
un “monólogo de masas”, que se
construye a partir de la sociedad
del espectáculo, de la ingeniería
social y de la psicopolítica. Ni si-
quiera se construye a partir del
diálogo, como pretende la teoría
de la acción comunicativa, sino
que se recibe cuál credo, de for-
ma pasiva. No es a partir del ha-
bla en un sentido tendiente a la
construcción, sino a la escucha y
a la vista. Esta legitimación pasi-
va es la que permite el simulacro.
Las mafias, las logias, los lobbys
de poder, etc son las que toman la
decisión antes de la deliberación
y la instauran.
La teoría del consenso de Buela
también tiene un procedimiento
para su consolidación. No parte
de la nada, sino que tiene pasos
a seguir que le dan una base y un
sentido. El método del disenso
proviene de la fenomenología,
que analiza “lo que aparece” y
que describe la realidad, parte de
la realidad. El primer aspecto que
tiene el disenso es la preferencia
por nosotros mismos. Esto rompe
con la autodenigración y la imita-
ción. La preferencia de nosotros
mismos es un proceso que forma
parte del propio desarrollo psí-
quico, con el proceso de madura-
ción, cuando en la adolescencia
se disiente con los padres. No es
por egoísmo que nos preferimos
a nosotros mismos, sino porque
como persona planteo otras res-
puestas, porque sé lo que creo y
quiero en esta vida. Esta posición
existencial es una ontología, en
yP 47
cuanto yo, persona, ser entre-
gado al mundo, planteo un otro
sentido al sentido hegemónico
de la realidad que se ha consen-
suado políticamente.
La preferencia de nosotros mis-
mos nos da un punto de apoyo y
es el primer atisbo de conscien-
cia. Es una “consciencia de”, o
sea, una consciencia existencial
que me enfrenta con el orden
simbólico o real al que planteo
mi disenso. Funciona también
como consciencia de una nece-
sidad. Esta consciencia podría
juzgarse como algo plenamente
subjetivo, pero no lo es. Ahí entra
el segundo punto de apoyo que
plantea Buela, el “genius loci”:
la idiosincrasia, el espíritu del
lugar, determinado por el clima,
paisaje y suelo sobre el que estoy.
Es el territorio, más allá de lo pu-
ramente material, sobre el cual
me desarrollo, que comparto con
mi comunidad y mi pueblo. Por
lo tanto, la disidencia es un pen-
samiento que parte de uno pero
está enmarcado en una identidad
nacional o, incluso, civilizatoria,
que nos sitúa. He ahí, por ejem-
plo, la importancia del idioma.
El pensamiento situado se ali-
menta de las tradiciones nacio-
nales, vivas, de nuestro pueblo..
A nosotros nos da la orientación
la identidad oriental, primero,
y la identidad iberoamericana,
de la Patria Grande, en segundo.
Si bien pensamos desde nuestro
lugar, lo hacemos para que tenga
validez universal. El pensamien-
to desde el territorio no significa
un pensamiento encapsulado,
sino que tiene pretensiones de
universalidad.
48
La conjunción entre la preferen-
cia de nosotros mismos y la situa-
ción del pensamiento en el terri-
torio es la que nos conduce a un
pensamiento soberano. Primero,
soberano personal y, después, so-
berano comunitario, a distintas
escalas (local, nacional y hasta
continental- civilizatorio). Estos
círculos, como plantea Vaz Fe-
rreira en “Moral para intelectua-
les” (cap. “Sobre las patrias y el
patriotismo”), se incluyen unos a
otros y no se niegan, a sirven para
plantear, desde la autonomía, la
mejoría y el “buen gobierno”. De
esta manera, estar parado sobre
estas bases implica, sí o sí, una
ética política. De ahí la necesidad
que el disenso sea una postura
ética.
Lo que viene después es la proyec-
ción de nuestro método y nues-
tro pensamiento hacia el mundo
y sus problemas. La disensión
siempre se produce sobre proble-
mas y busca la superación del pro-
blema. Es el simulacro la verda-
dera manifestación del consenso,
porque esconde el problema y
simula su desaparición. El simu-
lacro, siguiendo a Buela, se trata
de un “como sí”, existe como sí no
hubiera problema, existe como si
todos estuvieran de acuerdo y así
es “una negación tardía del otro
disidente”. Así rompe la comuni-
dad porque niega al otro. Pero el
que exista un disenso inicial que
rompe el simulacro no implica
estar en desacuerdo eternamen-
te, sino que, en el fondo, tiene
la finalidad de llegar, al menos,
a la concordia. Y tiene esta fina-
lidad porque la concordia es un
fin de la comunidad política y
del Estado, pues se debe procu-
rar siempre la concordia interior
y la defensa exterior. Por eso no
es una teoría fantástica o ideal,
sino una posibilidad real de una
política realista y constructiva. La
función del disenso en el diálogo
es ser el comienzo del diálogo. Y
el diálogo debe ser entre perso-
nas, y debe ser sincero para poder
romper con el simulacro y ganar
soberanía.
 yP 49

OCCIDENTE
Una idea que
debe ser
superada
POR Fernando Trujillo

“Es bastante fácil desenmascarar al

proamericano que se disfraza de europeo.
Hace uso y abuso de la palabra Occidente”
Jean Thiriart

Escrito originalmente en Julio 2015

Reescrito en octubre de 2022
50
E l término Occidente
está asociado a la
hegemonía de la
cultura
muchos
europea,
círculos
paneuropeistas de carácter
conservador, se han referido
a Occidente como “nuestra
herencia” y puede ser cierto pero
lo que debemos preguntarnos
es ¿Qué significa hoy en día
Occidente?
El vocablo comenzó a figurar-
se cuando Diocleciano dividió
al imperio romano, en el impe-
rio de Occidente y el imperio de
Oriente, creando lo que era una
división inexistente en el mundo
antiguo. Con la caída del imperio
romano de Occidente el término
pasó a representar a Europa y Es-
tados Unidos.
La cultura de Occidente estaba
asociada al cristianismo medie-
val, la caballería, el feudalismo,
el Renacimiento, las artes, la
filosofía, la ciencia y una cul-
tura defendida por los grupos
paneuropeos, pero la realidad
Occidente es como señala acerta-
damente el poeta argentino Juan
Pablo Vitali una creación de los
banqueros y los curas para tener
control sobre los pueblos.
Al día de hoy Occidente ya no
tiene ningún significado po-
sitivo (si es que alguna vez lo
tuvo), su único significado es
uno puramente económico
y globalizador. En estos tiem-
pos Occidente es todo lo que
representa esa cultura global de
entretenimiento y consumismo.
Occidental es el estilo de vida de
los japoneses, de los surcoreanos,
de los africanos, de los hindúes,
que escuchan música pop, que
vieron Mtv en los ochenta y no-
venta y que comen en las grandes
franquicias, occidentales son
también los hispanos en Estados
Unidos que les ponen nombres
anglosajones a sus hijos y se con-
sideran a sí mismos ciudadanos
norteamericanos.
El Occidente es la hegemonía de
imperios talosocraticos de In-
glaterra y Estados Unidos sobre
naciones y continentes enteros,
son las mineras canadienses en
Latinoamérica, es la deuda ex-
terna, la usura, el sometimiento
económico, cultural y político.
Es la OMS poniendo restriccio-
nes, ordenando (palabra que
disfrazan con “recomendacio-
nes”) cuarentenas largas que
destruyen la economía del ciuda-
dano común.
Occidente es el monstruo glo-
balizador, el gran parasito que
destruye las identidades de los
pueblos.
Occidente es la hegemonía nor-
teamericana en el mundo, es la
OTAN, es la Unión Europea, es la
OMS, es Israel, es los derechos
humanos, es el liberalismo cultu-
ral, es Hollywood, el animalismo
de PETA y otros grupos similares,
es todas las modas y subculturas
urbanas engendradas para des-
truir la identidad de un pueblo.
Estados Unidos el imperio globa-
lizador, es el heredero de lo que

fue el imperio británico, civilizaciones
del mar, que traen la desintegración de
los pueblos que someten, la Pérfida Al-
bión nunca cayo, sí que su legado paso a
Estados Unidos y Canadá.
Por medio de la aplicación de la Doctri-
na Monroe con guerras e intervenciones
en el siglo XIX, golpes de estado durante
la Operación Cóndor, la intromisión de
ongs y otras organizaciones en las nacio-
nes para destruirlas desde adentro.
Occidente son las primaveras árabes que
derrocan gobiernos en medio oriente,
como lo hicieron con Gaddafi pero no lo
pudieron hacer con Bashar Al Assad, es
los jihadistas financiados para desesta-
bilizar estos gobiernos.
¿Cuál es el opositor a este Occidente? Es
todo aquello que es cultura, identidad,
ética, espiritualidad, es todos aquellos
yP 51
países considerados retrogradas y ame-
nazados por la hegemonía global.
Es Rusia con su idiosincrasia conservado-
ra, su iglesia ortodoxa, su fuerte sentido
militar y patriótico en sus habitantes,
sus cosacos, los eslavos endurecidos y
rudos tras años de terribles dictaduras
comunistas.
Es Corea del Norte, opuesto a su gemelo
capitalismo con su estricto militarismo y
patriotismo. Con esto no quiere decir que
apoye el régimen de Corea del Norte sino
que es un ejemplo de lo que es opuesto
al Occidente.
Es China con su régimen fuertemente
nacionalista, inspirado en la filosofía de
Confucio y la milenaria tradición impe-
rial, China es una nación que ha superado
a un Occidente en ruinas tanto económi-
camente como militarmente.
52
Estos tres regímenes se han mantenido
fuera de Occidente, fuera de la “línea co-
rrecta” mientras que en las naciones en
las que se ha implantado este modelo
parasitario ha ido devorando su espíritu
y cultura.
Pongamos el ejemplo de Japón, el mo-
delo occidental implantado en Japón
en 1945 ha destruido sus tradiciones, su
espíritu samurái y lo ha vuelto un país
hundido en la degeneración y el consu-
mismo desbordado por la subcultura
otaku.
Por supuesto India, Irán, Egipto, África no
son occidentales (por más que el mundo
globalizado así los quiera hacer ver) y ha
sido este modelo el que los ha dejado en
la ruina moral y económica.
Hasta estos últimos años, India ha ido
recuperando su soberanía de la tiranía
occidental, retomando una postura polí-
tica anti-globalista.
¿Cómo hacer frente a Occidente? Primero
rechazar este término, rechazar esta idea
ya caducada que solo sirve para los inte-
reses de una derecha neoliberal rancia y
una izquierda indefinida.
Intelectuales como Alain de Benoist,
Juan Pablo Vitali, Alexander Dugin y Gui-
llaume Faye quienes rechazan el vocablo
Occidente como termino opuesto a Euro-
pa, gestar una nueva idea que se oponga
a la posmodernidad occidental.
En el caso europeo el camino ya lo tra-
zo Jean Thiriart con su idea de la Gran
Nación Europea y la idea de Euroasia sos-
tenida por el profesor Dugin. Dos ideas
que trascienden lo meramente político,
para ser ideas metahistoricas.
 yP 53

Al día de hoy Occidente

ya no tiene ningún
significado positivo (si es
que alguna vez lo tuvo), su
único significado es uno
puramente económico
y globalizador. En estos
tiempos Occidente es
todo lo que representa
esa cultura global de
entretenimiento y
consumismo.
54
¿Es Iberoamérica Occidente?
Nuestra América está represen-
tada por el criollo autentico hijo
de esta tierra, por el gaucho, el
charro mexicano, por el caballe-
ro portugués y por el mestizo,
por los pueblos indígenas con
su espiritualidad solar, por los
hombres que forjaron sus gran-
des ciudades, sus tierras y sus
naciones.
América es el español, el por-
tugués, el italiano, el francés y
también es el indígena maya, el
mixteca, el aborigen del Amazo-
nas. Todo esto en conjunto forma
a los pueblos criollos, un nuevo
pueblo que aun y debido a la es-
clavitud económica, política y
cultural de Occidente, no han de-
sarrollado todo su potencial. No
somos Occidente, somos la Gran
Nación Criolla, heredera de lo
que fue la América Española.
La cuestión real que se debe plan-
tear es si existe otra cultura, algo
que se oponga al Occidente polí-
tico moderno, estamos en la fase
terminal de una cultura, tal como
Roma lo estuvo miles de años
antes de sucumbir ante los barba-
ros, tal como lo estuvo también el
Egipto de los Ptolomeo antes de
caer ante Roma. Los nuevos bar-
baros están representados por la
nueva China imperial, por esos
eslavos “retrogradas” e “incultos”,
por los norcoreanos mientras
que en Occidente el pueblo y
los gobernantes festejan por la
destrucción de las estatuas y
monumentos forjados por los
blancos en todo Estados Unidos.
Rechazar el termino Occiden-
te, defender nuestra identidad
cultural, apoyar las causas an-
tiglobalistas, las naciones que
conforman Occidente han muer-
to, su cadáver es usado por
banqueros y políticos para con-
tinuar haciendo su guerra contra
los pueblos subyugados.
 yP 55

Las diferentes protestas y marchas en diferentes paí-

ses de Europa, desde los chalecos amarillos en Francia,
hasta las diferentes protestas contra las cuarentenas,
son etapas de esta guerra entre los pueblos contra las
elites. Ellos sin saberlo son representantes de las ideas
de Thirart. La protestas de los camioneros canadienses
y las protestas en países latinoamericanos como Chile,
Colombia y Ecuador son los inicios de una insubordina-
ción contra el Occidente.

El fin de Occidente se está acercando, pero todo final

traerá un nuevo comienzo, después de la edad oscu-
ra vendrá una nueva edad, el mundo multipolar que
vendrá tras la desintegración del mundo unipolar de
Occidente.
56
 yP 57

INDIVIDUALISMO
INDIVIDUALISMO

POR Hans Muñoz

e l v i r u s q u e en fer ma
la lu ch a r ev ol u ci on ar i a
58
S i algo caracteriza la lucha armada,
política y social, es la unificación
de esperanzas en pro de un bien-
estar poblacional, esa unión de
almas son tan motivadoras y tan
atractivas, que la pasión dormida del pró-
jimo, se contagia y se une como bandera o
como colaborador para hacer real ese sue-
ño.
Pero ese progreso tiende a desvanecer el
sacrificio de sus militantes, cuando la mano
negra del individualismo se manifiesta
dentro y por fuera de su acción filosófica. El
placer del dinero, la lujuria de tener poder
y reconocimiento farandulero, se convirtió
en el muro más grande para poder alcanzar
la victoria final… La destrucción del neoli-
beralismo.
Este virus invisible ataca principalmente
el núcleo de una organización, generando
riquezas que un pobre y noble grupo no
puede ofrecer a sus militantes. La misión es
una, destruir desde la base de la pirámide
o llegar a la punta de dicha estructura or-
ganizacional, para así por fin debilitar las
columnas que sostienen la voluntad de sus
más fuertes guerreros.
Lo más interesante de dicho contagio son
sus manifestaciones:
1. Ser esclavos del enemigo, sirvientes de
sus crímenes.
2. Oro por una existencia que tenemos con-
tada desde que llegamos a este mundo
material.
3. Indiferencia por el dolor del prójimo.
4. Felicidad por obtener lo que de joven
tuvo que padecer, negación por sus raí-
ces.
5. Manifestar inconformidad, falta de mo-
tivación o imposibilidad de lucha, para
activar su “sacrificio” donde le pagaran
por sus servicios.
6. Culpar al prójimo y a las actividades,
pretextos para salir con pecho en alto.
Y aquí estamos de regreso en este samsa-
ra, buscando alternativas para acabar este
continuo retorno. Muchos creyendo que un
líder dará la estocada final sin que tenga-
mos que salir a las calles, a ese asfalto don-
de kali yuga oprime al ciudadano, al cam-
pesino en su tierra y a la juventud que como
zombis, ya son prisioneros de su tecnología,
sus estereotipos, sus alucinógenos y sus re-
des sociales.
Nunca seremos parte de nuestra historia,
vivimos del pasado, de enemigos inexis-
tentes y destruidos… nacimos libres pero
nos hicieron consumidores! Para silenciar
nuestros gritos, inmovilizar nuestros bra-
zos en alto y aceptar que el individualismo
es el eslogan del nuevo mundo moderno.
 yP 59

GLO
Los peligros y
amenzas de la
BA
GLOBALIZACIÓN

LI POR Gastón Pardo

ZA
Los componentes de la complejidad
del mundo y sus asociaciones
caóticas que van a penetrar en todos
los rincones sin descanso lleva a la
conclusión resiliente de que el estado
nacional ha guardado su integridad

CIÓN
no obstante el peso de los
enclaves caóticos.
60
L os componentes de
la complejidad del
mundo y sus asocia-
ciones caóticas que
van a penetrar en
todos los rincones sin descanso,
los podemos apreciar en su etapa
preparatoria en el libro “La geo-
grafía Política”, que es una obra
de Peter J. Taylor y Colin Flint, que
fue editada en español en 1994;
este documento que aporta datos
mayores a la compilación de si-
tuaciones complejas. Su análisis
lleva a la conclusión resiliente de
que el estado nacional ha guar-
dado su integridad no obstante
el peso de los enclaves caóticos.
En el periodo que va de finales
del siglo XX al inicio del XXI el
desaparecido profesor José Vidal
Beneyto cubrió con sus análisis
del Sistema social y financiero en
sus artículos en el diario “El País”,
en los que destaca el titulado “De-
mocracia y Mercado” (27.12.03),
que demuestra la incompatibi-
lidad de ambos términos. Los
conflictos que hoy conocemos
tienen todos un fondo económico
y cultural y así ha quedado en el
proceso bélico eslavo europeo de
2022 con su derivación asiática,
que parece retornar a la cordura
cada vez que el imperio anglosa-
jón recibe un revés.
La guerra, o su caricatura mo-
derna, según las investigaciones
de Philippe Grasset, merece una
revisión en tanto que aparece
cargada de matices y, aunque
sus componentes pueden ser
enumerados, justo es permitir la
duda de que la lista se completa
por lo menos en este momento.
No se han tomado en cuenta las
peripecias de la psicología o del
intento de unir a la geopolítica
con el turbio pasado, al que los
autores contemporáneos Noah
Harari y Alexandre Dugin no han
logrado incorporar al proceso
cognitivo como ente explicativo
completo. No obstante, ya esta-
mos en medida de asegurar que
la guerra es la transmisión de los
ultimatos del sistema financiero,
que es la primera línea de fuego
del globalismo.

LOS
ENCLAVES
DEL
CAOS 1 2
El financiero.
Del análisis del índice tec-
nológico Nasdaq, que es el
reflejo de la economía que
debemos aún conceptuali-
zar como nueva, en marzo
de 2000 se desplomó en 66
por ciento, lo que equivale
a un desvanecimiento de la
riqueza de cuatro millones
de millones de dólares con
sus respectivas entidades
colaterales dando un total
de 11 millones de millones
que rebasan el apremian-
te PIB de Estados Unidos.
El energético es concebido
como la quintaesencia más
depurada del despliegue
estratégico en curso. No
tendría sentido la selec-
ción cartográfica islámica
si no se considera el con-
trol de las tres petroleras
como el golfo Pérsico, Si-
beria y el mar Caspio. En el
nuevo condominio el inevi-
table poder de Rusia será
muy fuerte, aunque sigan
activas las potencias petro-
leras de la OPEP sin excluir
a Venezuela o a Estados
Unidos.
yP 61
El golpe suave.
Una institución privada.
dotada de recursos cuan-
tiosos, las Fundaciones por
una sociedad abierta, y una
pública que es parte de la
administración federal es-
tadounidense, aunque no
está sola, participan en la
difusión de un diseño de
transformación de los Es-
tados nacionales para dar
la espalda a su propia so-
beranía. Las Fundaciones
y AIDS proponen que el
lugar de las instituciones
públicas del Estado que
logren derrocar mediante
movilizaciones pacíficas en
gran escala, como la revo-
lución naranja en el norte
africano, sea ocupado por
administraciones enlaza-
das a otras de la misma
especie de otras partes del
mundo. El diseño militar,
acompañada invariable-
mente de la amenaza del
uso del arma nuclear es una
fórmula ajena a la concep-
ción anterior de la guerra
como práctica para ganar la
batalla al adversario. Aho-
ra es el acompañamiento
para hacer negocios, así
por Estados Unidos como
por China y Rusia. Aseve-
raciones nuestras que son
objetivas en el escenario de
la guerra eslava.
62
3 6
La geoeconomía.
Consiste en mantener la idea de que dos blo-
ques han dividido la riqueza del mundo y se
han organizado cara a cara. La Unión Europea
es uno y el grupo de los Siete es el otro, en el
que se agrupan los países adheridos al blo-
que anglosajón. Este es El BRICS, que aspira
a la instauración de una nueva moneda en lu-
gar del dólar para las grandes transacciones
mantienen viva la intención de aglutinar a la
mayor parte de los estados.
4
El ideológico.
Aunque las ideologías colapsaron en los años
7
setentas, como dio testimonio Jean-Paul Sar-
tre, hay un resurgimiento de este ingrediente
para formalizar a las fuerzas en presencia. Así
se transforma la física cuántica en la nueva
teología y reaparece la potencia del “Progra-
ma de transición” de Trotski como arma de
choque de los desposeídos como protagonis-
tas de la guerra de quinta generación.
8
5
La guerra cibernética.
Es definida por Taylor como la combi-
nación de técnicas de comunicaciones e
informática y sus correspondientes enlaces
satelitales, que han creado la comprensión
espacio- temporal, la transmisión instantá-
nea de información por todo el mundo, o su
destrucción como China declara que puede
hacer.
La confrontación en la guerra
biológica.
La revista británica “The Economist”, se ocu-
pa de anunciar con la debida antelación la
entrada en actividad de epidemias que han
logrado desquiciar al planeta y confundir la
marcha de los episodios del desastre plane-
tario. Estos han comenzado con epidemias
que no parecen ser de origen viral como lo
proclama la farmacéutica “Moderna”. Hay
enfermedades imaginarias como el Sida que
sólo se explican con la cancelación de lo que
se llama el sistema inmunológico.
El conflicto demográfico.
Da la palabra a las instituciones religiosas y
en especial a la iglesia católica, lo que permi-
te que sus estados mayores sean decisivos en
las corrientes migratorias y la conducción de
minorías activas como las autodefensas y las
organizaciones indígenas.
El componente teológico.
Permite que en niveles planetarios las mi-
graciones desencadenadas en distintas
partes del mundo, como en el Medio Orien-
te, el Cáucaso y la América Latina, dos o tres
concepciones teológicas del mundo en-
tren en contacto para conducir los grandes
desplazamientos.

9 10
La guerra étnica.
Permite operar movi-
mientos de naciones
originarias de cara al esta-
do nacional siguiendo un
proyecto específico para
provocar el debilitamiento
de la soberanía, que algu-
nos ideólogos consideran
indispensable. Este pro-
ceso da lugar a la guerra
racial que hemos visto en
varios países africanos.
La inteligencia
estratégica del
Estado.
Es una tarea global de los
estados entre los cuales hay
diferencias económicas,
financieras, económicas y
educativas. Los servicios
de inteligencia están obli-
gados a saberlo todo. Pero
a medida que un estado se
define como subdesarrolla-
do, paraliza la actividad de
la inteligencia que termina
sirviendo a los gobiernos y
los partidos en lugar de al
Estado. México es un caso
deplorable, particularmen-
te escandaloso porque su
clase política decadente
neutraliza la recomenda-
ción de la inteligencia sin
demasiado esfuerzo.
yP 63
11
El crimen
organizado.
Los componentes
caóticos no son activados
solos, sino formando hibri-
daciones que son las que
suministran el carácter
multidimensional de los
conflictos presentes y futu-
ros. El crimen organizado,
último componente del lis-
tado, incluye a numerosos
agentes caóticos mediante
la práctica de la hibridación.
64

Liberalismo,
fronteras e
inmigración:
una crítica desde el
SOCIALPATRIOTISMO
POR Fernando Andrade
Jefe del Movimiento Social Patriota de Chile

Si la primera y última valoración moral es la

del individuo, la legítima demanda estatal
orientada al control de las fronteras es a lo
menos peligrosa. Pero incluso hay liberales
que se preguntan si las propias fronteras y el
control que los Estados ejercen sobre ellas sería
legítimo.

Documento del Movimiento Social Patriota


L a teoría liberal está fuer-
temente ligada a una
pretensión universalista
de las cosas, y esta visión
indudablemente está
tensionada por el concepto de los Es-
tados nacionales. Esta tensión aun es
motivo de discusión entre los liberales.
La cuestión es la siguiente: si la prime-
ra y última valoración moral es la del
individuo, la legítima demanda estatal
orientada al control de las fronteras es
a lo menos peligrosa. Pero incluso hay
liberales que se preguntan si las pro-
pias fronteras y el control que los Esta-
dos ejercen sobre ellas sería legítimo.
El Estado y sus alcances es fuente de
intensos debates. Algunos liberales
lo llaman “un mal necesario”; otros,
“El Ente encargado de resguardar
sus tres mandamientos: la vida, li-
bertad y la propiedad”. Y está la te-
sis libertaria que afirma que nada
debe ser considerado propiedad pú-
blica, buscando por tanto restringir
al máximo la acción estatal, priva-
tizando incluso la justicia, negando
con ello, cualquier mínimo social.
yP 65
Sin embargo, hay un elemento que
une transversalmente al mundo li-
beral y tiene que ver con adscribir a
una suerte de universalización de las
normas de convivencia y su compro-
miso con ello; En ese sentido, el slo-
gan “laissez faire, laissez passer” resume
a la perfección la impronta liberal.
Esos valores, como la libertad huma-
na y el respeto irrestricto al proyecto
de vida de un individuo, en ningún
caso ‒señalan‒ podrían verse impo-
sibilitados de llevarse a cabo por po-
líticas de control de fronteras que los
Estados nacionales lleven adelante.
La teoría liberal cree en la prima-
cía de ciertos derechos y obligacio-
nes universales que tienen todos los
hombres al nacer, estos derechos
por tanto son globales e inviolables
y a los que le asignan el carácter de
«vinculantes». Postulan, en cambio,
que los Estados nacionales y parti-
cularmente las fronteras son me-
ros accidentes, contingencias de la
historia y, por tanto, irrelevantes al
momento de determinar a cada cual
lo que merece al categorizan a las
obligaciones y derechos que carac-
terizan las relaciones dentro de los
Estado-nación como «no consentidos».
66

Desde una perspectiva liberal es Bajo la óptica liberal de los Dere-

problemático, por ejemplo, justifi-
car una política de cierre de fronte-
ras en determinados momentos por
los Estados nacionales; y peor aún,
en cómo se determina cuándo un
país ha sobrepasado el límite de in-
migrantes. Porque allí la lógica indi-
vidual universalista, amparada por
la ideología liberal de los derechos
humanos y sustentada por una serie
de tratados internacionales (supra-
nacionales), sostiene que el Hombre
es libre de desplazarse por el mundo
tras su proyecto de vida y que los Es-
tados en ningún caso pueden impe-
dir el goce de este derecho, ya que la
máxima liberal sobre el dejar decidir
sobre nuestros planes de vida no se
limitan exclusivamente a aquellos
relacionados con una determina-
da pertenencia cultural o nacional.
Ahora bien, desplazamiento no es
lo mismo que asentarse en otro
país con todo lo que ello implica.
chos Humanos, existe el derecho a
la libre circulación internacional de
personas, aludiendo a que la ma-
yoría de quienes deciden dejar sus
países son movidos generalmen-
te por una imperativa necesidad.
Por otro lado, desde estos organis-
mos liberales hay quienes argu-
mentan que la inmigración hoy es
absolutamente necesaria debido a la
baja natalidad lo cual haría peligrar
la tasa de recambio en los países, y
en la inmediatez, genera una de-
manda por mano de obra a la cual la
población nativa no podría respon-
der. Sin embargo, estos mismos or-
ganismos son lo que han promovido
durante los últimos treinta años po-
líticas de restricción de la natalidad
y de falta de protección a la familia.

Concepción
liberal del Estado

L a noción más común del Estado liberal es de

corte economicista y plantea que el Estado
debe ser un «gobierno limitado» que debe abo-
carse a la protección de los derechos individuales. En
ese sentido, cuando menos intervención, cuánto me-
jor. El Estado, entonces, debiera encargarse de cuestio-
nes administrativas, con tareas acotadas orientadas
al correcto funcionamiento de las dinámicas sociales,
como la administración de justicia, con especial cui-
dado al derecho de la Propiedad; la construcción y
otorgamientos de los llamados bienes públicos; y el
mantenimiento de aquellas instituciones básicas por
las que la actividad privada no llegaría a interesarse.

Es llamativa la creencia en la existencia de
«un orden espontaneo» tanto de la sociedad
civil, como ellos llaman a la comunidad na-
cional, y la creencia en una mano invisible
que ordenaría los mercados. El Estado, por
consiguiente, queda supeditado a la lógica
del mercado como cualquier otro actor social
y debe, por tanto, tener sumo cuidado en no
entorpecer las actividades mercantiles que
se producen al interior de un país.
Debido a estas concepciones del hombre
universal y la liberalización de la economía
es que, cualquier liberal abogaría por el li-
bre mercado y por la supresión de cualquier
tipo de medida estatal que resulte en algún
control, arancel, o mecanismo que regule la
internación tanto de capitales extranjeros
como bienes y servicios.
Ahora bien, estos mecanismos de control de
fronteras que llevan adelante los Estados na-
cionales tiene como objeto proteger ciertos
sectores estratégicos de la producción nacio-
nal, en el caso de los impuestos arancelarios;
y en el caso de la internación de personas ‒in-
migración‒ debiera operar la misma lógica:
la de propender a proteger desde las formas
de vida, la cultura y la idiosincrasia local, has-
ta resguardar la seguridad de los nativos, sus
empleos y organizaciones sociales, además
del erario público, desde el cual se tiende a
favorecer con recursos públicos la integra-
ción de extranjeros en suelo nacional.
Las fronteras, en ese sentido, no sólo circuns-
criben a espacios institucionales diferentes
que agrupa a una comunidad con una cultura
común o más o menos homogénea y donde
el Estado juega el rol fundamental de orga-
nizar a esta comunidad en pos de objetivos
colectivos tendientes al engrandecimiento y
la preservación comunitaria.
yP 67
El Estado que concibe la Teoría Liberal, el
cual lo limita al ente administrador de lo pú-
blico, al fisco y al gobierno, dista mucho del
Estado social-patriota, el cual es, sobre todas
las cosas la fisonomía de una unidad de existen-
cia histórica, fundado sobre una base nacional
consciente de sí misma y que buscan alcanzar
los más altos objetivos colectivos e indivi-
duales de una nación. Entendiendo no sólo a
la sociedad como los que viven y son activos
productivamente, sino como una comunión
existente entre los que están vivos, los que
han muerto y los que nacerán. Esta comuni-
dad nacional es diametralmente distinta a la
concepción liberal de sociedad civil.
Debido a estas diferencias irreconciliables es
que, para la teoría liberal no se sustenta del
todo la existencia de las fronteras como la co-
nocemos hoy. Además, el compromiso liberal
con los valores universales implica que los
Estados deben considerar el bienestar de los
inmigrantes, ya que estos derechos universa-
les no podrían ser descartados en función de
sí está fuera o dentro de una frontera.
Descrito de otra forma: si la razón de ser de
las fronteras es la existencia de Estados que
generen espacios de seguridad en que se ga-
ranticen derechos fundamentales (respecto
al proyecto de vida, de la Vida misma, de la li-
bertad, la Propiedad) entonces son los dere-
chos fundamentales los que tienen primacía.
Por lo anterior, un liberal está imposibilitado
de seleccionar bajo parámetros que no sean
sobre una base individual. Es decir, no sería
legitimo ni ético ‒para un liberal‒ que un
Estado prefiera un tipo de inmigración por
sobre otra, apelando, por ejemplo, al idio-
ma, la religión, a las similitudes étnicas o
buscando ciertos elementos que puedan fa-
cilitar de mejor manera la integración con la
población nativa. Esto sería ilegítimamente
discriminatorio.
68
Otro punto que un liberal no puede criticar
es la transferencia de prestaciones sociales
por parte del Estado a inmigrantes y el goce
que pueda hacer este de una serie de bienes
públicos sin haber participado ni él ni sus an-
tepasados en la generación de estos. Ya que,
señalan, que la mayoría de los inmigrantes
emigra en edades productivas después de
haber completado su formación, de modo
que, a diferencia de los nacionales que dis-
frutamos de los bienes públicos por mucho
más tiempo y desde antes de comenzar a
participar en la producción, los inmigrantes
ofrecerían una tasa mayor de aporte en la ge-
neración de bienes públicos. Este argumen-
to también aplica para las cuotas mínimas
de trabajadores nacionales que debe con-
tratar una empresa. Actualmente en Chile,
al menos el 85% de trabajadores deben ser
chilenos. Esto hace poco indignó a la liberal
Teresa Marinovic, quien además se autode-
fine como patriota, ya que muy de acuerdo
con su ideología del ciudadano del mundo,
aludía a una discriminación e intromisión del
Estado en asuntos del mercado y de particu-
lares. Esto sólo grafica la concepción que la
teoría liberal tiene sobre la sociedad, la cual
la limita exclusivamente a los vivos en edad
productiva interactuando en el mercado, sin
discriminar entre nativos y extranjeros.
La psicología social señala que cuando existe
una identidad nacional compartida y un fuer-
te componente étnico, incluyendo elementos
tales como un lenguaje y una historia com-
partida, esta juega un papel importante en la
generación de la motivación necesaria para
implementar los mecanismos instituciona-
les orientados a la justicia social para una
agrupación de personas. En la medida que
se compartan fuertes vínculos comunitarios
es más natural la cooperación y solidaridad
entre estos. De ahí la máxima que un padre
de familia debe velar en primer lugar por el
bienestar de su familia, porque hay fuertes
lazos sanguíneos y de cooperación mutua, y
sólo una vez lograda esta máxima, se trasla-
da este sentido cooperativo-social hacia sus
cercanos más próximos, llámese familiares,
amigos, comuna, región y con-nacionales.
En ese sentido, a un nacional le resulta más
dificultoso transferir de sus recursos a un
extranjero de manera permanente, como
hoy lo hacemos a través de los impuestos.
Psicológicamente es así. Sin embargo, libe-
rales desconocen esta máxima aludiendo
a que mientras la teoría liberal sostenga el
carácter universal de los derechos sociales,
se debe atender también al bienestar de los
inmigrantes potenciales y que, la falta de
motivación para ayudar a los no-nacionales
no puede ser, en ningún caso, un argumento
normativo.
 yP 69

El Estado que concibe la Teoría Liberal, el

cual lo limita al ente administrador de lo
público, al fisco y al gobierno, dista mucho
del Estado social-patriota, el cual es, sobre
todas las cosas la fisonomía de una unidad
de existencia histórica, fundado sobre una
base nacional consciente de sí misma y que
buscan alcanzar los más altos objetivos
colectivos e individuales de una nación.

Entendiendo no sólo a la sociedad como los que

viven y son activos productivamente, sino como
una comunión existente entre los que están
vivos, los que han muerto y los que nacerán.
Esta comunidad nacional es diametralmente
distinta a la concepción liberal de sociedad civil.
70
Una aproximación al
Estado Social Patriota:
el orden de los organismos
vivos jerarquizados
L a concepción social-pa-
triota del Estado, se sus-
tenta, en primer lugar, en
la constatación del orden natural.
La especie humana con sus diversos
y complejos sistemas biológicos y su
centro rector, el cerebro, es el mejor
ejemplo de este orden natural. La co-
munidad organizada —orgánica— y
estructurada mediante un tejido social
de cuerpos intermedios, de subconjun-
tos organizados y conducidos por un
centro —llamado actualmente Esta-
do— es el mejor ejemplo a nivel político.
A través del devenir histórico se han
formado innumerables grupos hu-
manos. Estos han sido exitosos en la
medida en que han logrado adaptarse
al entorno y no han sido derrotados
por la geografía, las necesidades o las
amenazas externas. Esa adaptación ha
creado grupos humanos unidos por la-
zos sanguíneos y culturales, las llama-
das comunidades, pueblos o naciones.
El individuo como entidad no antece-
de a la comunidad. El individuo sólo a
través de la vida común puede desa-
rrollar todo su potencial. El individuo
solitario, perdido en alguna isla remo-
ta, no es capaz de producir desarrollo
ni cultura. Ha sido a través de la vida
en conjunto, en la práctica política (la
vida en las polis), donde el hombre
ha desarrollado su espíritu creando
métodos de supervivencia, formas de
cultura y principalmente tipos de or-
ganización. Ontológicamente la comu-
nidad es más importante que el individuo.
El hombre constantemente, a cada
segundo, asimila su entorno y lo uti-
liza para su experiencia existencial.
Desde imágenes del entorno hasta
sustancias materiales son permanen-
temente incorporadas al ser, nutrién-
dolo, preservándolo, afirmándolo.
La biología humana está hecha para
absorber estas influencias del entor-
no las cuales son conquistadas, sin-
tetizadas y asimiladas. Es la voluntad
de existir, consciente e inconsciente,
basada en una especie de apertura
inherente del Hombre. Esta apertu-
ra implica la vivencia del estar de-
terminado por lo que nos rodea, del
lugar concreto del mundo que se ha-
bita, del entorno social y cultural.
Pero al mismo tiempo que el hom-
bre es determinado por el entorno
también determina lo que lo rodea.
Por medio de la cultura el ser huma-
no se apropia de la naturaleza, or-
ganiza el espacio y proyecta su Ser.

De esta manera el hombre no es un
ente en sí, sino que también incorpo-
ra su entorno cultural y natural a su
experiencia existencial. Esta situa-
ción produce un enraizamiento, una
pertenencia, sentimiento fundamen-
tal de la experiencia de existir, de-
terminante de la propia identidad y
de la autoafirmación individual. El
hombre aislado, autónomo, desprovisto
de vinculaciones existenciales y que con-
tiene en sí mismo todos los aspectos de lo
que significa ser un humano, no existe.
Al interior de las comunidades es ne-
cesaria la cooperación de esfuerzos
para lograr organizarse y vencer a
los miles de amenazas externas. La
duración y preservación de la comu-
nidad está determinada por la capa-
cidad de ordenamiento y conducción.
Los conductores de la nación orien-
tan, organizan, educan y convocan.
No son los burócratas del Estado, ni la
casta política del orden liberal, tam-
poco son los caudillos políticos. Los
conductores de la nación son un gru-
po que necesariamente destaca de la
masa común, pero al mismo tiempo
son parte de ella. Su órgano central
de conducción por excelencia es el Es-
tado Orgánico, llamado también Es-
tado Comunitario o Estado Unitario.
La más alta forma de organización
de la comunidad es el Estado en su
dimensión comunitaria. En este tipo
de Estado se concentra la conducción
política de la comunidad. El Estado
yP 71
no debiese ser un ente separado de la
comunidad, ni un aparato burocráti-
co como sucede en su versión liberal.
El Estado debe ser la más importante
entidad dentro de las comunidades,
el cerebro de esta, la conciencia orga-
nizativa, el poder que logra sinteti-
zar los inevitables conflictos sociales,
el órgano conductor por excelencia.
La matriz ideológica antes descrita
separa al social patriotismo de otros
sectores ideológico-políticos. Cier-
tamente el liberalismo y su epígono
el neoliberalismo quedan en las an-
típodas de nuestro orden de ideas.
Así también cualquier ideología que
parta de una raíz ideológica abstrac-
ta y materialista que no considere los
fundamentos y leyes de la naturaleza.
El patriotismo de derecha, como el
de Teresa Marinovic o el de José An-
tonio Kast, que es básicamente un
sentimiento chauvinista, están en las
antípodas de nuestro marco concep-
tual. Esta aproximación patriótica de
derecha tiene raíz en el sentimiento
nacionalista cívico surgido con la for-
mación de los Estados nacionales en
el siglo XVII, sentimiento e idea polí-
tica que no guarda relación con nues-
tra noción de la naturaleza humana ni
comunitaria. Una de sus principales
características es el apego al orden
institucional, pero no considera los
principios nacionales como su inde-
pendencia económica, su impulso vi-
tal para su existencia en el tiempo, ni
la protección de la nación frente a los
72
vaivenes de la globalización que con
la invasión de los poderes económi-
cos extranjeros han hegemonizado
nuestra cultura nacional, extraviando
con ello nuestra alma nacional. Los
resultados de esto no pueden ser otra
que, primeramente, la crisis de la na-
cionalidad y, en consecuencia, la crisis
social y política que cada cierto tiempo
azota los cimientos del orden liberal.
Según Mario Góngora, avezado His-
toriador chileno, el más destacado
del siglo XX, y que en ningún caso
podría ser tildado de tener ideas de
izquierdas, es el Estado el que forja
Nación, en el caso nuestro al menos
ha sido así. Y explica la crisis del Es-
tado chileno por la mundialización
de la política y los valores globales
que ponen en jaque las soberanías
nacionales especialmente de los paí-
ses mas pequeños, como el nuestro.
En ese sentido, sólo un Estado so-
cial-patriota, devolvería la sobera-
nía al Estado como contenedor de los
anhelos de la nación. Controlando,
en este caso, sus fronteras frente al
paso de personas, a su vez que prote-
ge su economía nacional en sectores
estratégicos de alto valor para la sub-
sistencia de un pueblo en el tiempo,
mediante aranceles, impuestos, ro-
yalties, etcétera. Es importante re-
ferir esto porque los liberales suelen
apoyar lo primero, pero rechazan lo
segundo. Aun cuando su propia doc-
trina política es extremadamente
crítica de las fronteras suelen utili-
zar a conveniencia el aparato estatal.
El social-patriotismo aboga no sólo
por un fuerte control fronterizo, sino
por el ejercicio pleno de la soberanía.
Siendo extremadamente selectivo en
el tipo de inmigración que se requiere,
pudiendo cerrar las fronteras a la inmi-
gración cuando el país lo requiera. Sin
embargo, las ideas de la globalización
han penetrado cada vez más en nues-
tros órganos nacionales que haría de
esto una tarea titánica, pero ejemplos
de pueblos que asumieron sus proble-
máticas sociales de manera soberana
bien pueden servir como ejemplo.
 Compra
colombiano

Ama a tu tierra

ODIA AL SISTEMA
Conocimiento para todos,
poder para el pueblo.